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  • Revista de Filologa de la Universidad de La Laguna, n 17, 1999, pgs. 469-479

    EL PENSAMIENTO POTICO DE ANTONIO MACHADO(LA ETAPA DE SORIA: 1907-1912)

    MIGUEL MARTINNUniversidad de La Laguna

    UNA ETAPA DECISIVA

    Como es sabido, la publicacin de Soledades. Galeras. Otros poemas cierra en1907 la poca ms simbolista de la poesa de Antonio Machado1. Tambin conclu-ye ese mismo ao la fase de su vida juvenil, pues, coincidiendo con la edicin deaquel libro, Machado se traslada a vivir a Soria, para ejercer all de profesor defrancs del Instituto. Comienza entonces una etapa, sin duda, decisiva tanto en lavida como en la obra del escritor. Son los aos de su matrimonio con LeonorIzquierdo, de su inters por el mundo castellano y de una larga estancia en Pars,desde enero hasta septiembre de 1911, interrumpida por la enfermedad de Leo-nor. La muerte de la joven esposa, en el verano de 1912, coincide con la salida dellibro Campos de Castilla y va a motivar tambin la decisin de Machado de aban-donar Soria. En el otoo de ese ao Machado se instala en Baeza como profesordel Instituto.

    En esa primera edicin, Campos de Castilla inclua justamente la produc-cin potica de los cinco aos de la etapa soriana de Machado: una veintenaescasa de poemas, entre los que figuraba el largo romance La tierra de Alvar-gonzlez, y una serie de proverbios y cantares. El libro representa un cambiomuy marcado respecto de la poca anterior en cuanto que supone el abandonode la lrica simbolista e intimista. Como sabemos, Juan Ramn Jimnez hubo dejuzgar deplorable el sentido de esa evolucin de Machado. Fcil es entendertambin que, por esas mismas razones, Unamuno, como veremos, se identificcon el libro.

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    NI SOY UN AVE DE ESAS DEL NUEVO GAY-TRINAR

    La actitud de decidido alejamiento de su experiencia modernista la manifiestaMachado en su Retrato, que figura como primer poema de Campos de Castilla,pero que ya haba sido publicado a principios de 1908. Este retrico poema, enserventesios de alejandrinos, no tiene nada que ver todava con Soria y el paisajecastellano. Sin embargo, como ha sealado Ribbans, s parece dictado por la nue-va situacin de quien ha decidido abandonar la ociosidad de la vida bohemia ymanifiesta el orgullo sin duda, reciente que ostenta de ganarse la vida[CC, pp. 26-27]. Y desde esta nueva fase vital Machado subraya tambin la dis-tancia con relacin a un modernismo en el que militaba en fecha an no lejana:

    Adoro la hermosura, y en la moderna estticacort las viejas rosas del huerto de Ronsard;mas no amo los afeites de la actual cosmtica,ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.

    Desdeo las romanzas de los tenores huecosy el coro de los grillos que cantan a la luna.A distinguir me paro las voces de los ecos,y escucho solamente, entre las voces, una [PPC, p. 492].

    UNA TIERRA POBRE E IGNORANTE

    Tras este poema de encargo, escrito en sus primeros meses de estancia en Soria,son muy escasas las reflexiones tericas de Machado. Hay que lamentar que estaetapa tan importante en la evolucin de su poesa sea la ms pobre en prosascomplementarias de inters para conocer su pensamiento potico. Como eraesperable a la luz de los poemas luego incluidos en Campos de Castilla, los ensa-yos de esta poca expresan sobre todo su creciente preocupacin regeneracionista.

    1. He analizado la etapa juvenil de Machado, la que termina en su libro Soledades. Gale-ras. Otros poemas, en mi artculo El pensamiento potico de Antonio Machado (Pri-mera poca: hasta 1907), Revista de Filologa de la Universidad de La Laguna, n 16(1998), pp. 197-230.Las citas y referencias a la obra de Antonio Machado se hacen aqu por medio de lassiguientes siglas:PPC = Poesa y Prosa Completas, ed. Oreste Macr y Gaetano Chiappini, Madrid:Espasa Calpe, coleccin Clsicos Castellanos, 4 vols., 1989.CC = Campos de Castilla, ed. Geoffrey Ribbans, Madrid: Ctedra, coleccin LetrasHispnicas, 1989.

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    As ocurre en el titulado Nuestro patriotismo y la marcha de Cdiz, escritopor Machado en mayo de 1908, al cumplirse un siglo del comienzo de la Guerrade la Independencia, cuando se removan las nobles cenizas de los hroes de1808. En la misma lnea de otros escritores del momento, rechaza Machado lapatriotera basada en el culto supersticioso del pasado e insiste en la necesidadde aceptar el Desastre y que Espaa es una tierra pobre e ignorante. El ladopositivo de la actitud de Machado se cifra en la idea de la patria como algo que sehace constantemente y se conserva slo por la cultura y el trabajo [PPC, pp.1.483-1.485].

    UNAMUNO NTIMO

    Para entender el sentido de las preocupaciones y actividades de Machado duranteestos aos sorianos no debe olvidarse su gran admiracin por Unamuno. Tal ad-miracin, como se sabe, se traduce en una indudable presencia del pensamientounamuniano en la obra y las actividades de Machado. Por su parte, a Unamunocada vez le interesa ms el estado de nimo de los jvenes, como le dice aMachado en una carta del verano de 1908, con la que daba, por lo dems, efectivamuestra de ese inters.

    Esa carta fue publicada, con el ttulo Unamuno ntimo, en el peridicoTierra soriana el 21 de julio de 1908. Insiste all Unamuno en el trabajo quepuede realizar en el bendito aislamiento de Salamanca. Pero desde su dulcesoledad no corta su relacin con la actualidad del pas, en la que quiere promo-ver constante inquietud. Y as, Unamuno confiesa que le atraen figuras como lasde Kant y Spinoza, pues me gusta provocar batalla, pero no hallarme en elfragor de ella. Y, en fin, acepta que quiere erigirse en gua de la juventud.

    Entre otras consideraciones que plantea Unamuno en su carta, conviene des-tacar especialmente dos. La primera, relativa a la la claridad y el lenguaje. Co-incidiendo con lo que Machado, al parecer, le ha dicho en alguna carta anterior(no conservada), Unamuno afirma que en la creacin de un lenguaje propio elescritor debe aspirar a que sus palabras sean virginales. Y no importa que seanlas comunes, las de los dems. Y, en segundo lugar, debemos recordar una ideade Unamuno que parece referirse a una posible nueva poesa y que interesara aMachado. Segn Unamuno,

    por lo que hace a rtmica, de nada sirve cambiar o modificar los ritmos exter-nos si el ritmo interior, el ritmo espiritual, sigue siendo el mismo. Las innova-ciones en ritmo tienen que ir de dentro a fuera. El verso castellano suele serms acompasado que rtmico; estn, por lo comn, hechos a tambor. El mara-villoso ritmo de las coplas de J. Manrique proviene del ritmo espiritual [enAlbornoz: 1985, pp. 31-33].

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    MI PATRIOTISMO ME IMPIDE ADULAR A MIS COMPATRIOTAS

    Junto al inters que tuvieron que encerrar para l estas reflexiones unamunianassobre el lenguaje potico, a medida que se prolonga la estancia de Machado enSoria crece tambin en l la influencia del Unamuno regeneracionista. As lo ve-mos en el texto que ley el 1 de octubre de 1910 en la apertura de curso del Institutode Soria, planteada como homenaje en recuerdo del profesor krausista de este cen-tro Antonio Prez de la Mata. Para entonces Machado haba ya dado a conoceralgn poema de su nueva poca, en que iniciaba sus terribles y agrias invectivascontra las gentes de la Castilla miserable andrajosa y harapienta en que viva.

    Por eso aquel discurso del Instituto parece ms bien una explicacin de Ma-chado sobre su patriotismo crtico ante sus vecinos sorianos, que no podan acep-tar verse aludidos de aquella forma tan denigrante. El profesor de francs y cono-cido poeta hablaba all de Espaa no slo como una nacin pobre e ignorante(...), una nacin casi analfabeta, donde la ciencia, la filosofa y el arte se desdeanpor superfluos, sino tambin donde es proverbial la intransigencia y florecenlos crmenes sangrientos y brutales. Pero hablaba as para exaltar por contrasteel valor de Prez de la Mata y porque mi patriotismo, seores, me impide adulara mis compatriotas [PPC, pp. 1.487-1.488].

    EL PROBLEMA DE NUESTRA REGENERACIN

    Tras la estancia en Pars y cuando acaba de editarse Campos de Castilla, vuelve aaparecer aquella inquietud regeneracionista de Machado en las tres cartas de 1912a Ortega, fechadas en julio de ese ao, ya en las ltimas semanas de la vida deLeonor y de la estancia de Machado en Soria. En la primera de esas cartas (9 dejulio de 1912) Machado acepta, en unas rpidas lneas, la indicacin que le hahecho Ortega en una carta, en el sentido de que debe orientarse hacia una poesade menos impresin y de ms construccin [PPC, p. 1.508].

    El resto de la larga carta lo dedica al problema de nuestra regeneracin[PPC, p. 1.510], inducido tambin a ello por el propio Ortega, que trata en esemomento de ganarse a los intelectuales de ms edad para sus proyectos de renova-cin. En el marco de los debates regeneracionistas, la posicin de Ortega atribuyeel atraso histrico espaol a la falta de una tradicin de pensamiento cientfico.Pero, como ha sintetizado Cacho Viu, Ortega, demasiado joven an, senta ne-cesidad de poder contar con el concurso de los escritores finiseculares de presti-gio, para que la minora ilustrada del pas llegara a aceptar su manera de entenderlos males del pasado y su remedio consiguiente [1997, p. 136].

    Por eso a Ortega haba de agradarle bastante que en aquella carta Machado ledijera que el estado de inconsciencia y de iniquidad contra el cual nos revolva-mos [en torno a 1898] persiste. Machado, adems, animaba a Ortega a no dudar

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    de su influencia sobre los que vienen ni tampoco de la retrospectiva sobre losque quedamos algo atrs. Sea usted como es, maestro antes que todo en el msnoble sentido de esta noble palabra [PPC, pp. 1.509-1.510].

    LA PATRIA ES LO QUE SE TIENE QUE HACER

    La satisfaccin de Ortega sobre aquella influencia retrospectiva se manifest, enaquellos mismos das de la carta de Machado, en el ensayo aparecido en El Impar-cial el 12 de julio de ese ao 1912. Reseaba all Ortega la edicin del libro Lectu-ras espaolas, de Azorn, a quien saluda con tono de no disimulado contento porliberarse del compromiso con el partido conservador de Maura. Y lo que parececomplacer sobre todo a Ortega es que Azorn acuse el efecto de su influencia alaceptar su idea de que la historia de Espaa es la historia de una enfermedad.Azorn, en efecto, terminaba su libro con estas palabras citadas por Ortega: Nohay ms aplanadora y abrumadora calamidad para un pueblo que la falta de curio-sidad por las cosas del espritu: se originan de ah todos los males [1989, p. 206].

    Ortega conclua este ensayo apuntando la frmula de que la patria es lo quepor la maana pensamos que tenemos que hacer por la tarde [1989, p. 208].Machado, que ley el ensayo de Ortega en ese momento de su aparicin, se sienteidentificado con su contenido y as se lo comenta a Ortega en carta del 17 de juliode 1912. En primer lugar, seala all Machado la coincidencia de la idea de Orte-ga con su propio concepto de patria como lo que se tiene que hacer, y conpalabras que tuvieron que contentar a Ortega le escribe que la patria

    de nuestros ridculos tradicionalistas [...] me dej siempre fro. Mas esa patriaque usted define bien pudiera unirnos a todos. Cuando termin de leer su art-culo parecime que algo muy importante haba sucedido en el alma espaola.

    TAMBIN LA POESA COMO ALGO QUE ES PRECISO HACER

    En este punto de la carta, y sin transicin alguna, Machado pasa a afirmar que vetambin la poesa como algo que es preciso hacer. Y a continuacin se extiendecontra la poesa espaola: Yo creo que la lrica espaola con excepcin de lascoplas de don Jorge Manrique vale muy poco, poqusimo; vive no ms por elcalor que le prestan literatos, eruditos y profesores de retrica calor bien men-guado.

    En su carta anterior a Ortega, de cinco das antes, Machado le deca que suspalabras iban dirigidas a un estudioso y a un sabio por un humilde profesor rural ypoeta un poco trasnochado. Y all le confiaba que, justamente ante unos artculosde Ortega, haba reparado en que l no tena otro bagaje de cultura que el adquiri-

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    do en mis aos infantiles de los nueve a los diecinueve, en que viv con esos santosvarones de la Institucin Libre de Enseanza. Despus, muchos aos de lecturassin mtodo, en malas bibliotecas, con malos maestros, y la vida [PPC, p. 1.509].

    Ahora, tras leer el brillante ensayo de Ortega sobre el libro de Azorn, Ma-chado, sorprendentemente, adopta un tono bien distinto. Su juicio negativo con-tra la poesa espaola, dice, no es una impresin sino una opinin madura. Yaade:

    He dedicado muchos aos de mi vida a leer literatura nuestra. Hay poesa en elpoema del Cid, en Berceo, en Juan Ruiz y sobre todo en romances, proverbios,cuentos, coplas y refranes. Entre Garcilaso, Gngora, Fray Luis y San Juan dela Cruz se pueden reunir hasta cincuenta versos que merezcan el trabajo deleerse. La mstica espaola no vale nada por su lrica. Es en vano que MenndezPelayo nos diga que los versos de Fray Luis traen un sabor anticipado de lagloria. Los versos de Fray Luis no anticipan absolutamente nada, recuerdancon cierta gracia algunas cosas y torpemente otras. La lrica espaola no tieneuna vena propia ni nunca se abrev en el agua corriente. El rbol de nuestralrica slo tiene una fruta madura: las coplas de don Jorge. Es en vano que sereproduzca en las antologas las odas de Herrera, donde hay trozos de Bibliacon versos dignos de Carulla o que se nos diga que Garcilaso es un gran poetaa pesar de no tener nada propio.

    LA CRTICA EST LLENA DE SUPERSTICIONES

    Y utilizando como propias aquellas palabras del libro de Azorn citadas por Orte-ga en su ensayo, Machado se aproxima claramente a la actitud de ambos:

    La crtica est llena de supersticiones que se perpetan por falta de esa curiosi-dad por lo espiritual, yo dira por falta de amor a las cosas del espritu. Porquees el amor, y sobre todo, la pasin lo que crea la curiosidad. Dejamos queMenndez Pelayo o don Juan Valera, o don Perico Lpez nos evalen nuestraliteratura y descansamos en la autoridad de ellos por falta de amor a esas cosas;no acudimos a formar ideas propias porque no nos interesan ni apasionan. Encambio, los aficionados a toros no se contentan con la opinin que les dan losrevisteros, acuden a la plaza y luego discuten por milmetros la estocada deldiestro H o X.

    En su larga carta elogia Machado entre los que estudiaron nuestra literaturaa Menndez Pelayo, porque ste puso un calor de alma y un amor en sus estudiosque exceda en mucho a su erudicin, con ser su erudicin vastsima. Pero tomaposicin frente a Valera, en la primera de las varias crticas que plantear contraquien, segn l, fue uno de los espritus ms pseudo-clsicos y funestos quehemos padecido.

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    LA POESA ES SIEMPRE AGUA QUE CORRE, ACTUAL

    Las ideas literarias de Machado que hemos sealado en esa segunda carta a Orte-ga se refieren al valor de la literatura espaola y a la propia historiografa literaria.Tras esto, Machado ya pasa all a otro asunto cuando le dice a Ortega que, en suopinin, el lrico espaol no ha nacido an, acaso no nazca nunca, pero queningn momento sera tan propicio como el actual en que nos proponemos crearla patria para tambin crear la lrica. Y a continuacin esboza un programapara una nueva poesa, cifrado en ocho puntos en los que se opone a la literaturaclsica, a la tradicin y a lo castizo.

    Machado parece pronunciarse por una poesa que tenga una dimensin hu-mana y social, quiz como la que ha practicado en Campos de Castilla: el poetapuede hacer hablar a las piedras, pero debe tambin interrogar a los hombres.Pero al mismo tiempo se define contra lo que podra ser una poesa pensada parainfluir directamente en la vida social: no es el poeta un jaleador de su patria,sino un revelador de ella.

    Entre los trminos esenciales en que ve planteado el problema potico,Machado destaca la vida, frente a la historia y la tradicin, como Unamuno lahaba destacado frente al arte. Tal afirmacin de la vida tambin habra de contentarbastante a un Ortega que no separaba su pensamiento vitalista de la defensa paraEspaa de una moral de la ciencia. Por lo dems, a Ortega no poda disgustarle, apesar de su aire unamuniano, la idea de que la poesa es siempre agua que corre,actual, de esa actualidad que tiene su raz en lo eterno [PPC, pp. 1.511-1.514].

    PRO BAROJA (Y CONTRA VALERA)

    Lo que no debi de agradarle a Ortega fue algn punto del contenido de la terceracarta que le envi Machado en el mes de julio de 1912. Ortega debe de haberlecomentado en una carta suya que est escribiendo un trabajo sobre Po Baroja yquiz le confiara alguna reserva frente al escritor vasco. De hecho, en su resea deEl rbol de la ciencia, de Baroja, publicada unas semanas despus en La Prensade Buenos Aires (15 de septiembre de 1912), Ortega, aun elogiando extensamenteal novelista, no deja de atribuirle un estilo nervioso y expresivo, pero hostil a lagramtica y a toda tradicin literaria [1989, p. 191]. Y, desde luego, en los cono-cidos ensayos sobre Baroja que Ortega incluira en El Espectador su posicin esclaramente crtica con diversos aspectos de la obra barojiana.

    Pero aqu slo debemos limitarnos a sealar que, a partir de la noticia queOrtega le da de algn trabajo suyo sobre Baroja, Machado se extiende en unaagria denigracin de Valera, contrapuesta a un ardoroso elogio de Baroja, de quiendice que es el novelista contemporneo que ms le interesa y una gloria induda-ble de la Espaa actual:

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    [Baroja] es un escritor a quien profeso profundsima simpata. Baroja es param el antpoda de don Juan Valera y por eso me entusiasma a veces y siempreme interesa. Valera nos recuerda toda una literatura en sus novelas y nos produ-ce el empacho de diez generaciones de acadmicos y de diplomticos amasa-dos en una sola persona; Baroja, libre del fardo sofocante y agobiador de latradicin literaria, nos pone en sus novelas en contacto directo con la vidaespaola; Valera es un espritu en el fondo sensual y grosero vestido de frac;Baroja es un aristcrata en mangas de camisa; Valera, tiene la obsesin de lasbuenas formas y la aspiracin a la elegancia, que es la preocupacin de loscursis; Baroja siente gran desdeo de la forma y sus sentimientos son nobles ydelicados; Valera es un pseudo clsico francs que presume de castizo; Barojaes profundamente espaol sin pretenderlo...

    Y tanto insiste Machado en su defensa del novelista, que parece como si tra-tara de intimidar a Ortega para que ste no publicara su artculo sobre Baroja. Encualquier caso, nos interesaba resear esta toma de posicin esttica, bastantesignificativa, en favor de un escritor como Baroja, con tan escaso sentido de laescritura y que, en verdad, no dejaba de continuar concepciones y actitudes pro-pias del naturalismo.

    LA FUERZA POTICA ES DE VISIN Y DE SENTIMIENTO

    Bien alejado de tal posicin y casi podra decirse que en contradiccin con ellaquedaba otro aspecto de esta misma carta de Machado a Ortega. Se trata de unasideas de Machado que encierran notable inters en la medida en que revelan unavisin de la poesa como un modo de conocimiento diferente del pensamiento.Ortega parece haberle anunciado un artculo sobre Campos de Castilla, libro re-cin aparecido, y Machado le dice que slo un poeta o quien piense como poetapuede hablar sobre poesa. Y a continuacin le recomienda que no tome en cuentasus opiniones en defensa de una nueva poesa detalladas en su carta anterior, pues

    no es posible exponer un programa potico como un programa poltico. Ade-ms, uno superficializa su propio espritu cuando se pone a pensar sobre lo queha sentido. El pensamiento todo lo convierte en superficie, carece de la terceradimensin, o, si usted quiere, de la cuarta. La fuerza potica es de visin y desentimiento, no de dialctica. Pero usted es poeta, es artista y cuanto escribetiene alma [PPC, pp. 1.515-1.517].

    Encontramos aqu unas ideas que hacen transparecer la juvenil formacinsimbolista de Machado, en la medida en que definen la poesa como va propia,especial, en que por la visin y el sentimiento se puede alcanzar un conocimientoms hondo del mundo.

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    LA TIERRA DE SORIA HUMANIZADA

    Ortega parece aceptar estas ideas en su resea de Campos de Castilla (publicadaen El Imparcial, el 22 de julio de 1912), al decir que el poema tiene que ser unlugar por donde d su aliento el universo, respiradero de la vida esencial, spiraculumvitae, como decan los msticos alemanes. E interesa en este sentido la caracteri-zacin de Soledades. Galeras. Otros poemas como un libro en que Machadomanifest en 1907

    su preferencia por una poesa emocional y consiguientemente ntima, lrica, frentea la poesa descriptiva de sus contemporneos. [...] Sin embargo, no se ha liber-tado an el poeta en grado suficiente de la materia descriptiva. Hoy por hoysignifica un estilo de transicin. El paisaje, las cosas en torno persisten, bienque volatilizadas por el sentimiento, reducidas a claros smbolos esenciales.

    Y aunque hoy nos cueste creerlo, hay que decir que, como superacin de esapoesa, Ortega estima en Campos de Castilla el hecho de que la tierra de Soria[resulte] humanizada: el paisaje tiene una humana reviviscencia porque en lqueda inyectada la historia de Castilla [1989, pp. 277-279].

    ES TODO UN POETA MACHADO

    El 1 de agosto de aquel ao de 1912, a la edad de dieciocho aos, muere Leonor,que es enterrada el da 3 en el cementerio soriano de El Espino. El da 8 de agostoMachado parte para Madrid y pide traslado a otro instituto. Probablemente notuvo ocasin entonces de escribirle a Ortega acerca de su resea de Campos deCastilla. Tampoco conoci en ese momento el artculo de Unamuno sobre estemismo libro, que con fecha de mayo y con el ttulo Correspondencias II fuepublicado en La Nacin, de Buenos Aires, el 25 de junio de 1912.

    Campos de Castilla, como dijo Aurora de Albornoz, fue el libro de Machadoque impresion, sin reservas a Unamuno. La estimacin que Unamuno tuvopor la poesa de Machado evolucion, y este libro signific una lnea divisoria,de tal manera que a partir de ahora Antonio deja de ser para l el hermano deManuel y se convierte en su poeta preferido [1965, p. 92]. No debe olvidarse quetodava en 1907 Unamuno hizo el siguiente comentario: Vi en Renacimientounos versos muy hermosos de Antonio Machado. (Pobre muchacho! Otra vctimade la ramplonera ambiente [citado por Candamo, en Unamuno: 1967, p. 22]. Yese mismo ao, apenas si aludi ligeramente a la salida de Soledades. Galeras.Otros poemas.

    Cinco aos ms tarde, recin publicado Campos de Castilla, el 7 de mayo de1912 Unamuno escribe una carta al periodista Jos Mara Palacio, buen amigo de

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    Machado y director de El Porvenir Castellano. Unamuno expone all su interspor aquel libro, con cuya lectura ha sentido, primero, una impresin casi msti-ca, y luego lo que de trgico tiene. Y aade que es todo un poeta Machado, ySoria le ha suscitado un fondo del alma que acaso de no haber ido ah dormira enl [en Garca Blanco: 1965, pp. 224-225]. Y, como deca Aurora de Albornoz, apartir de este momento empezamos a ver una serie de versos machadianos citadosfrecuentemente en la obra de Unamuno [1965, p. 102].

    EL REFLUJO DE LA INFLUENCIA DE UNAMUNO EN MACHADO

    Y as, Aurora de Albornoz pudo reconstruir de forma rigurosa la paulatina com-prensin y admiracin que don Miguel va mostrando, en forma progresiva, hacia laobra de don Antonio, cmo esto se manifiesta en la influencia de Machado enparte de la poesa de Unamuno en el Cancionero especialmente, y, mscurioso an, el fenmeno que llam reflujo de la influencia de Unamuno en Ma-chado. Vale la pena reproducir la sntesis que haca Albornoz de este fenmeno:

    En ms de una ocasin Unamuno repite versos de Machado que le han im-presionado; mas no se trata de una cita cualquiera: los versos que Unamunosuele citar hasta la saciedad, alterndolos, a veces, hacindolos formar partede sus propios textos, encierran ideas que l don Miguel expres antesque Machado y que han influido visiblemente en ste: han influido tanto, quedon Antonio las concreta en uno o ms versos, versos que luego don Miguelquiz porque se descubre a s mismo, a veces, ms poticamente logra-do cita, comenta y utiliza para expresar ideas que haba desarrollado antesque don Antonio [1965, p. 93].

    EL HOMBRE DOMINA EL LIBRO TODO

    A Unamuno tuvo que complacerle mucho ver en Campos de Castilla la influenciade su visin de Espaa. Por eso en su extensa resea de este libro aparecida,como veamos, en La Nacin destaca la unin del hombre y la tierra, una solay nica unidad trgica, y la potencia de visin del paisaje que en l se observaarranca del mismo origen que la potencia de visin psicolgica. El hombre domi-na el libro todo.

    A partir de la indudable presencia del tema de la envidia en los poemas deCampos de Castilla, Unamuno se extiende en la exposicin de sus ideas sobre estetema, que tanto le preocup y que, en 1917, recreara a su modo en Abel Snchez.Pero aqu nos interesa ms recordar que, en su resea, Unamuno se detiene en elanlisis del feroz poema A orillas del Duero, de Campos de Castilla, un an-lisis con el que vena a justificar el patriotismo crtico por lo dems, tan

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    unamuniano de Machado. Para Unamuno A orillas del Duero es un poema enque hombre y tierra se nos presentan hermanados en una historia trgica. Y con-cluye sus observaciones defendiendo al autor de ese poema contra quienes opinen

    Que ni Machado debi cantar ese canto terrible ni yo comentarlo. Mas creoque con esa tremenda aguafuerte Machado hace un servicio a su patria, ade-ms de enriquecer su caudal de poesa, y s que hago bien con este comentario.La verdad expuesta sin malicia, sin nimo de ofender, denigrar o afrentar, essiempre beneficiosa [en Garca Blanco: 1965, pp. 283-291].

    DOS CARTAS A JUAN RAMN JIMNEZ

    El 20 de septiembre de 1911, el mismo da en que lleg de Pars con su mujerenferma, Machado le escribe a Juan Ramn Jimnez, entonces en Moguer, paraacusarle recibo del envo de la coleccin de sus libros, de los cuales dos cono-ca [PPC, p. 1.492]. Se reanuda as una relacin entre los dos escritores quehaba quedado interrumpida ocho aos antes, en 1904, cuando Machado publicsu resea de Arias tristes.

    En otra carta a Jimnez, todava en Moguer, del 8 de febrero de 1912, Machadole acusa recibo del envo de Poemas mgicos y dolientes; le cuenta su matrimonioy la enfermedad de su mujer; y le anuncia que en breve publicar un librito, Cam-pos de Castilla, en el cual va un poemilla que dedico a usted y titulado Las tierras[sic] de Alvargonzlez [PPC, p. 1.501]. Este largo poema, que no poemilla, aJimnez claro est, como dice Ribbans [CC, p. 58] no poda gustarle. Encualquier caso, haba quedado restablecida la relacin entre ambos poetas.

    Obras Citadas

    ALBORNOZ A. de, La presencia de Miguel de Unamuno en Antonio Machado, Madrid:Gredos, 1965.

    CACHO VIU V., Ortega y el espritu del 98, Revista de Occidente (Madrid), n 48-49(1985), pp. 9-53; recogido en Id., Repensar el 98, Madrid: Biblioteca Nueva, 1997,pp. 117-171.

    GARCA BLANCO M., En torno a Unamuno, Madrid: Taurus, 1965.ORTEGA Y GASSET J., Ensayos sobre la Generacin del 98 y otros escritores contempo-

    rneos, Madrid: Alianza, 1989.UNAMUNO M. de, Ensayos, ed. Bernardo G. de Candamo, Madrid: Aguilar, t. I: 7 ed.,

    1966; t. II: 6 ed., 1967.

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