Diacronica 3

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DIACRÓNICA Ex revista Heraldos Revista de Investigaciones del Centro de Estudiantes de Historia Diacrónica (CEHIS-UNMSM) AÑO IV N° 3 2015 SUMARIO Presentación de la Secretaria General del CEHIS / 1 Editorial / 3 Investigaciones y ensayos La manifestación de la real persona en la época borbónica: el ceremonial en torno a la figura del Virrey en los territorios indianos de Nueva Granada y del Perú, durante los años 1745- 1789. / Carlos I. Villamizar Palacios y Víctor F. Espinal Enciso / 7 La huelga de Vitarte y el paro general de 1911/ Jair A. Miranda Tamayo / 21 Arquitectura y discurso simbólico en el Oncenio de Leguía: una aproximación a través de sus edificios oficiales (1919-1924) / Carlos Luis Paredes Hernández / 33 Acción artística y política popular hacia/desde las periferias” de Lima, décadas 1960-2010 / Manuel P. Marcos Percca / 49 Colaboraciones profesionales Dragones andinos: los peones chinos de los ferrocarriles peruanos, siglo XIX / Alejandro M. Salinas Sánchez/ 61 Aportes para el estudio de la Universidad de San Marcos en la guerra con Chile y la Reconstrucción Nacional (1879-1885) /Julio C. Abanto Chani / 73 La constitución de 1920: su papel en el oncenio de Leguía (1919-1930) / Marty Ames / 89 La fundación de la Escuela Académico-Profesional de Comunicación Social en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (1947-1949) / Efraín Núñez Huallpayunca / 103 Reseña: Barrios Altos La otra historia de Lima siglos XVIII-XX/ Ángel A. Sándoval Sánchez/ 115 Entrevista: Sobre el libro “La presencia afrodescendiente en el Perú: Siglos XVI - XX / Cristina Reyna y Estefany Guerrero/ 121

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Revista de Investigaciones del Centro de Estudiantes de Historia. Número 3, 2015.

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DIACRÓNICA Ex revista Heraldos

Revista de Investigaciones del Centro de Estudiantes de Historia

Diacrónica (CEHIS-UNMSM) AÑO IV – N° 3 – 2015

SUMARIO

Presentación de la Secretaria General del CEHIS / 1

Editorial / 3

Investigaciones y ensayos La manifestación de la real persona en la época borbónica: el ceremonial en torno a la figura

del Virrey en los territorios indianos de Nueva Granada y del Perú, durante los años 1745-

1789. / Carlos I. Villamizar Palacios y Víctor F. Espinal Enciso / 7

La huelga de Vitarte y el paro general de 1911/ Jair A. Miranda Tamayo / 21

Arquitectura y discurso simbólico en el Oncenio de Leguía: una aproximación a través de sus

edificios oficiales (1919-1924) / Carlos Luis Paredes Hernández / 33

Acción artística y política popular hacia/desde las “periferias” de Lima, décadas 1960-2010 /

Manuel P. Marcos Percca / 49

Colaboraciones profesionales Dragones andinos: los peones chinos de los ferrocarriles peruanos, siglo XIX / Alejandro M.

Salinas Sánchez/ 61

Aportes para el estudio de la Universidad de San Marcos en la guerra con Chile y la

Reconstrucción Nacional (1879-1885) /Julio C. Abanto Chani / 73

La constitución de 1920: su papel en el oncenio de Leguía (1919-1930) / Marty Ames / 89

La fundación de la Escuela Académico-Profesional de Comunicación Social en la

Universidad Nacional Mayor de San Marcos (1947-1949) / Efraín Núñez Huallpayunca / 103

Reseña:

Barrios Altos La otra historia de Lima siglos XVIII-XX/ Ángel A. Sándoval Sánchez/ 115

Entrevista:

Sobre el libro “La presencia afrodescendiente en el Perú: Siglos XVI - XX / Cristina Reyna y

Estefany Guerrero/ 121

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DIACRÓNICA Revista del Centro de Estudiantes de Historia

(CEHIS-UNMSM)

Año IV. Número 3. Diciembre 2015

Lima-Perú

Comité Editorial

Diego Recse Huayta (Director)

Jesica Espinoza Espinoza

Lourdes Antezana Calderón

Diego Villegas Ramírez

Cristina Sánchez Lazo

Estefany Guerrero

Asesor

Bach. Juan Tito Melgar

Comité Evaluador

Dr. Mario Meza Bazán

Dr. Francisco Quiroz Chueca

Dr. (c) Carlos Carcelén Reluz

Mg. Virgilio Freddy Cabanillas

Mg. Marcos Garfias

Lic. Javier Pérez Valdivia

Corrección de estilo

Rubén Robles

Hecho el depósito legal en la Biblioteca Nacional del Perú 2014-10762

ISSN: 2312-6507

Correspondencia [email protected]

[email protected]

http://cehisunmsm.blogspot.com

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Presentación

El Centro de Estudiantes de Historia (CEHIS) se complace en presentar el tercer número

de la Revista de Investigaciones que publicamos anualmente con la participación de los estu-

diantes de la carrera. La Junta Directiva y el Comité Editorial en funciones cumplen así con el

compromiso que asumieron al iniciar su trabajo, logrando la continuidad de la revista estu-

diantil que a pesar de los problemas, viene publicándose desde el 2012 casi ininterrumpida-

mente. A pesar de los inconvenientes que el comité editorial ha encontrado en el camino, nos

presentan aquí una edición cuidadosamente preparada para nuestra lectura.

Hemos de recordar que estamos a medio siglo de la fundación del gremio, y que desde

aquel entonces uno de los objetivos más importantes de este ha sido el incentivar y difundir

las investigaciones de los estudiantes de historia. Es así que mediante este número, continua-

mos con esta plataforma de trabajo que logra parcialmente este objetivo. Es también de nues-

tro agrado notar que este número aumenta la presencia estudiantil respecto a ediciones ante-

riores, proceso que debe ser continuado en las siguientes ediciones. Ello, más que mostrarnos

una mayor producción estudiantil, nos muestra que la revista cada año viene siendo reconoci-

da por los estudiantes como un espacio que puede ser aprovechado por ellos. De la misma

manera, la revista mantiene el nexo con los egresados e investigadores de mayor bagaje aca-

démico.

Número Estudiantes Egresados Licenciados Mag. y Dr.

1 2 6 1 3

2 3 3 4 2

3 5 2 3 0

De esta manera, DiaCrónica contribuye con incentivar la investigación entre los estudian-

tes. Una labor que consideramos esencial en el desarrollo académico y profesional de los

historiadores, y que por ningún motivo se contrapone a las diferentes áreas de desenvolvi-

miento profesional en el campo laboral. Por eso es necesario acallar las voces de aquellos que

ingenua y/o maliciosamente contraponen labores profesionales (trabajo de archivo, gestión

cultural, docencia, etc.) a un área que es y debe ser inherente a todo historiador: la investiga-

ción científica.

Por último, aclararé que no resumiré los trabajos presentados en esta edición, esto por no

ser objetivo por el cual escribo estas líneas, y porque admito mi insuficiencia académica para

comentar los trabajos presentados. Dejaremos esta labor a los estudiantes y profesionales que

comentarán, criticaran y trataran a los trabajos aquí presentados. Esperando así que los co-

mentarios sean útiles para los estudiantes y los incentiven a continuar mejorando las investi-

gaciones que realizan.

Carlos Luis Paredes Hernández

Secretario General del Centro de Estudiantes de Historia

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Editorial

La publicación de los avances de investigación forma parte de ese maravilloso proceso que

nos realiza como futuros historiadores. Ese es el sentido de DiaCrónica: dotarnos de un espa-

cio donde nuestros primeros esfuerzos puedan ser presentados y conocidos por nuestros com-

pañeros de aula e interesados en los mismos temas que nos convocan. La reflexión crítica a

partir de tópicos problemáticos y la producción reciente también encuentra un espacio para

alentar la discusión en los ensayos y reseñas. No pueden faltar las colaboraciones de los inves-

tigadores profesionales y las entrevistas de interés. Todo esto compone el tercer número de

DiaCrónica.

El espíritu de apertura académica se ve reflejado en la diversidad de investigaciones y en-

sayos del presente número. Víctor Felipe Espinal Enciso en colaboración con Carlos Villami-

zar Palacios en “La manifestación de la Real Persona en la época borbónica…” realizan un

trabajo, basado principalmente en las memorias de virreyes, sobre la simbología que revestía

las ceremonias y el protocolo del virrey como representante del monarca español en los vi-

rreinatos del Perú y Nueva Granada en el período borbónico. Esta representación no se ciñe

solo al aspecto político sino también en el ámbito cultural donde la presencia regia se corres-

pondía con la sociedad transatlántica. La contribución de Jair Miranda Tamayo se sitúa en la

línea de investigación de los movimientos sociales, campesinos y obreros. “La huelga de

Vitarte y el paro general de 1911” aborda los factores que conllevaron a la medida de lucha,

los pormenores del movimiento y las consecuencias del mismo. En este trabajo se destaca el

uso de la prensa para rescatar, entre otras cosas, el soporte ideológico anarquista obrero y las

estrategias gerenciales por sublimar la lucha a partir de las redes de parentesco y el paterna-

lismo. Carlos Paredes Hernández en “Arquitectura y discurso simbólico en el Oncenio…”

plantea que las obras arquitectónicas de los primeros años del segundo gobierno de Augusto

B. Leguía tuvieron una influencia artística afrancesada y neocolonial a diferencia del neope-

ruano que revaloraba los elementos incásicos e indígenas, que en el papel Leguía reivindica-

ba. El ensayo de Alejandro Ramírez, “Víctor Raúl Haya de la Torres a través de sus primeras

obras…” expone las bases ideológicas del aprismo que sirvieron de polémica con el comu-

nismo en los años treinta del siglo XX. Por su parte Manuel Marcos Perca en “Acción artística

y política popular…” reflexiona las relaciones entre la movilidad social de los artistas y su

activismo político en las zonas periurbanas de Lima en las últimas cuatro décadas.

En este número incluye la colaboración de profesionales que desinteresadamente apoyaron

este número. Alejandro Salinas Sánchez nos presenta en “Dragones andinos; los peones chi-

nos de los ferrocarriles peruanos, siglo XIX” la llegada de una fuerza laboral barata y produc-

tiva que conformaría la presencia china en varias partes del país. Julio Abanto Chani en

“Aportes para el estudio de la Universidad en la Guerra con Chile…” nos presenta varios

aspectos de la ocupación chilena en San Marcos, incluyendo el saqueo del patrimonio docu-

mental y cultural. Marty Ames Zegarra en “La Constitución de 1920…” ofrece un puntual

estudio de los aportes de dicha constitución en la legitimación de la Patria Nueva y la trans-

gresión a la misma por parte del gobierno leguiísta. Efraín Núñez Huallpayunca en “La fun-

dación de la Escuela Académico Profesional de Comunicación Social…” nuevamente contri-

buye al conocimiento de la historia de nuestra universidad en especial de los años cuarenta del

siglo pasado donde tuvo lugar la creación del Instituto de Periodismo y otros antecesores de

las actuales facultades y escuelas académicas.

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En la parte final de este número, Ángel Sandoval Sánchez presenta una sucinta reseña so-

bre el último libro del profesor Alejandro Reyes Flores: Barrios Altos. La otra historia de

Lima. Siglos XVIII-XX. Finalmente se presenta la adaptación de la extensa entrevista que

realizaron Estefany Guerrero y Cristina Sánchez, estudiantes del primer año de la escuela de

Historia, a Maribel Arrelucea y Jesús Cosamalón, autores de La presencia afrodescendiente

en la historia del Perú. Siglos XVI-XX. Un documento valioso no solo por las reflexiones a

partir de la historia de la población afrodescendiente, la etnicidad o la historia social, sino

también para acercarnos a los avatares de la investigación histórica.

Este número es el logro de la perseverancia de los integrantes del Centro de Estudiantes de

Historia (CEHIS) de la Universidad San Marcos por mantener vivo el proyecto de incentivar

la producción académica en los estudiantes. Esto a su vez, se ha sostenido con el apoyo desin-

teresado de docentes de nuestra E.A.P de Historia, egresados, y estudiantes que colaboraron

en diferentes etapas del camino editorial. Confiamos a que esta tarea constituye a una labor

inherente del gremio estudiantil independientemente de la coyuntura o las diferencias ideoló-

gicas de sus miembros.

Comité Editorial

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Investigaciones

y ensayos

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DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015, pp. 7-20

La manifestación de la Real Persona en la

época borbónica: el ceremonial en torno a la

figura del Virrey en los territorios indianos

de Nueva Granada y del Perú (1745-1789)

Carlos Iván Villamizar Palacios Universidad Industrial de Santander, Bucaraman-

ga, Colombia.

[email protected]

Víctor Felipe Espinal Enciso Universidad Nacional Mayor de San Marcos

[email protected]

RESUMEN

A través del análisis de documentación relacionada con el periodo propuesto (1745-1789), en espa-

cio señalado ( Virreinatos de La Nueva Granada y del Perú), se identificará la naturaleza de la relación

rey-virrey, usando para ello las descripciones acerca del ceremonial en torno a la figura del Virrey,

partiendo de que dicha relación, más que de manera política, puede ser abordada como la condensación

de cualidades y valores intangibles asociados al Virrey y que se proyectan en una especie de representa-

ción simbólica. A partir de ello, los usos rituales serán leídos como fenómenos que giraron en torno a

este mecanismo representación, que funcionó a la manera de una alegoría. El ceremonial, las exequias y

los demás ritos buscaron construir dicha representación simbólica, como reproducción, lo más fiel posi-

ble, de la Real Persona.

Palabras clave: Símbolo, Real Persona, majestad real, Rey, Virrey, alegoría.

ABSTRACT

Through the analysis of documentation related to the proposed period of time(1745-1789), in a des-

ignated space (The Viceroyalty of New Granada and Peru), we will identify the nature of the relation-

ship between the king and the viceroy; for that purpose we will use the descriptions of the ceremonies

related to the viceroy figure, approaching this relationship not in a political way, instead we will take it

as a synthesis of intangible qualities and values associated with the viceroy and that are projected in a

sort of symbolic representation. Thus, the ritual uses will be read as phenomena that revolved around

this mechanism of representation, which operated as an allegory. The ceremonial, funeral and other rites

intended to build a symbolic representation or reproduction, as faithful as possible to the Royal Person.

Keywords: Symbol, Royal Person, Majesty, King, Viceroy, allegory.

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8 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015

INTRODUCCIÓN

a figura del virrey ha sido tradicionalmente abordada como una posición en la je-

rarquía administrativa, la máxima posible en los reinos de Indias. Estudios como el

de Jhon Fisher, Manuel Rivero, Alejandro Cañeque y Alejandra Osorio, dan cuenta

de los actos administrativos y políticos que rodean la figura del virrey, enfocándose en evi-

denciar cómo ejercía simbólicamente el virrey la autoridad real, en ausencia del titular, que es

el monarca1. Estos estudios analizan la cultura política virreinal, se centran en el análisis de la

figura y simbolismo vicerregio que se desplegó en las Indias durante el gobierno de los Aus-

trias. Sin embargo, no explican la transformación de los rituales ni los mecanismos simbólicos

que se emplearon en los dispositivos alegóricos festivos durante el gobierno de los Borbones.

Sin embargo, los únicos casos que hemos podido rastrear fueron el de Chile y Perú, estudiado

por Jaime Valenzuela y Paul Ortemberg, respectivamente. Ambos señalan que los rituales

borbónicos fueron los ejes articuladores de la cultura política virreinal y que se resemantiza-

ron durante el periodo republicano, que con el paso de las décadas, y de la transformación

institucional dieron ese cariz absolutista, racional e ilustrado a las celebraciones patrias. La

diferencia entre ambos enfoques radican en que Perú no fue una zona militarizada como la

Capitanía General de Chile, por lo que, las festividades simbólicas entre ambos territorios

pueden tener un grado de diferencia2.

Tal es la propuesta que justifica este estudio: la necesidad de, a la luz de la documenta-

ción, abordar la cuestión del ceremonial y el protocolo virreinal como espacios ritualizados de

manifestación del contenido inmaterial intrínseco de la majestad real, que se hayan presente

en el virrey a través de su carácter de representación de la majestad real in absentia. Estos

espacios ritualizados se inscribieron en una dimensión de la realidad social que escapó de la

burocracia y la función primaria de la autoridad, que es el de gobernar. La representación real

que encarnó el virrey no fue solamente la de la administración y justicia real, sino que tam-

bién asumió funciones ceremoniales y protocolares como de replicar y “dar a conocer” o

“comunicar” la presencia de la persona real, complejizando así la relación entre la persona

real y la persona virreinal, trasladando nuestra investigación a una dimensión teórica diferente

de la teoría política, que para nuestro tema, ésta nos remite a las redes del poder político y no

a otros ámbitos como el campo simbólico que se despliega durante los ceremoniales como

repertorio y práctica política.

La idea o el signo de la persona Real, representada por el Virrey, alude a él en un sentido

alegórico. El Virrey sirvió para llevar a cabo la representación del signo real y haber hecho

inteligible la idea de la majestad real para la sociedad, alusiones que no tuvieron representa-

ción física en los reinos indianos; por ello fue necesaria la figura del virrey, para poner a la

vista de todos los súbditos la majestad del rey. Así mismo, su contenido conceptual impidió la

1 Jhon FISHER, El Perú Borbónico, 1750- 1824, Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 2000; Manuel RIVERO, La

edad de oro de los virreyes. El virreinato en la Monarquía Hispánica durante los siglos XVI y XVII, Madrid, Akal, 2001; Alejandro CAÑEQUE, "Cultura vicerregia y Estado colonial. Una aproximación crítica al estudio de la historia

política de la Nueva España", Historia Mexicana, volumen 51, número 1, julio- setiembre, 2001, pp. 5-57; Alejandra

OSORIO. "El Rey en Lima. Simulacro real y el ejercicio del poder en la Lima del diecisiete", Oscar MAZÍN (ed.), Las representaciones del poder en las sociedades hispánicas, México D.F., El Colegio de México, 2001, pp. 229-

273. 2 Pablo ORTEMBERG, Rituales del poder en Lima. De la monarquía a la república, Lima, Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, 2014; Jaime VALENZUELA, “Entre campanas y cañones. Perspectivas

sobre la sonoridad política en el Santiago Borbónico”, Revista de Historia Iberoamericana, RIB, volumen 3, número

1, ISSN: 1989- 2616, pp.69-83.

L

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Investigaciones y ensayos 9 asociación arbitraria, ya que aludió a una conceptualización muy específica: en el caso de la

Persona Real3.

Nuestro objetivo principal es, a través del ceremonial y del protocolo virreinal, entrever la

relación que guardan la persona del Rey y el Virrey y así plantear, en una dimensión macro,

al Estado virreinal como “un Estado cuyos pobladores comparten una fuerte identidad lin-

güística, religiosa y simbólica”4, donde la figura vicerregia fue un elemento imprescindible en

todas las comunidades políticas. Cabe precisar que nuestro objeto de estudio no son las per-

sonas en sí, sino las construcciones imaginadas del sujeto real en la persona del virrey. Nues-

tras fuentes son algunos ceremoniales, registrados entre 1746 y 1788, donde se puso en esce-

na la alegoría del poder virreinal. 5

Estos años evidenciaron una práctica ritual que se mantuvo

hasta la implementación de las medidas de Carlos III, cambiando de por sí la performance de

los rituales.

Para poder responder a nuestro objetivo principal, buscamos, primero, analizar la persona

virreinal en el marco de la construcción de las comunidades políticas virreinales; segundo,

cómo los actores sociales entraron en el juego simbólico de la ejecución del ceremonial, re-

semantizando así sus vínculos políticos y culturales que tuvieron con el Rey; tercero, explica-

remos cómo los mecanismos de producción, distribución y consumo de la representación

simbólico alegórica virreinal, dentro del ceremonial, lograron construir una comunidad políti-

ca y cultural vicerregia que se reunió en estos actos entre 1760 y 1796 en el Virreinato de

Nueva Granada y el Virreinato del Perú.

1. DECONSTRUYENDO LA FIGURA SIMBÓLICA DEL REY Y SU

PROYECCIÓN IMAGINADA EN EL VIRREY

La instauración de los primeros virreinatos indianos durante el siglo XVI obedeció a la ne-

cesidad de hacer sentir a los súbditos indianos la presencia del rey como fuente de equilibrio

político, porque “había demasiado en juego, tanto en términos de los potenciales ingresos

americanos como del compromiso adquirido con el papado para la salvación de almas a su

cargo”6. Es así que una de las disposiciones reales fue querer presentar al virrey como una

especie de “alter ego” de la figura real. La creación de esta figura reemplazó a los conquista-

dores como máxima autoridad política, militar y judicial de los territorios indianos, aparejó

una suerte de construcción simbólica que buscó investir la figura del virrey como si fuera el

rey mismo, puesto que, la persona del rey estuvo siempre ausente de las Indias. Como señaló,

en sus Memorias, el virrey Manso de Velasco sostuvo que:

El gobierno de estos Reynos está encomendado á los Virreyes con jurisdicción muy amplia, y

pueden proveer y mandar todo lo que el Rey si estubiera presente, si no les está especialmente

prohibido, como se previene en la ley 2, tít. 3, lib. 3 de la Recopilación de Indias, porque repre-

sentan su Real Persona; y en partes tan remotas y distantes del Soberano se ha tendido por con-

veniente revestirlos de una autoridad que sea bastante á poner en órden la administración de

3 Gilbert DURAND, La imaginación simbólica, Buenos Aires, Amorrortú, 2007; Juan Eduardo CIRLOT, Diccionario

de símbolos, Barcelona, Editorial Labor, 1991. 4 Charles TILLY, Coerción, capital y los Estados europeos, 990- 1990, Madrid, Alianza Editorial, 1992, p. 21. 5 El periodo por explicar, inicia con el fallecimiento de Felipe V (1746) y culmina con el fallecimiento de Carlos III

(1788). 6 John ELLIOT, Imperios del Mundo Atlántico. España y la Gran Bretaña en América (1492- 1830). México D.F., Editorial Taurus, 2009, p. 196. Adicionalmente, se pueden revisar estos clásicos: David BRADING, El orbe indiano.

De la monarquía católica a la república criolla. 1492- 1867, México D.F., Fondo de Cultura Económica, 1992;

Lewis HANKE, Los Virreyes españoles en América durante el gobierno de la Casa de Austria, México D.F., Edito-rial Atlas, 1978; Jaime MARIAZZA, Fiesta funeraria y espacio efímero. El discurso de la muerte y su simbolismo en

las exequias de tres reinas de España y Lima en el siglo XVII, Lima, Fondo Editorial de la Universidad Nacional

Mayor de San Marcos, 2013.

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10 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015

justicia, y á librar á los vasallos de las opresiones y agravios que pudieran experimentar por fal-

ta de una superior potestas á quien presten los jueces inferiores subordinación y obediencia.

Como para conservar el respeto y mantener firme la reputación, conduce que las exteriores ce-

remonias manifiesten al pueblo el superior carácter de que se halla revestidos.7

Abordar la relación entre el Rey y el Virrey no es sólo una cuestión política y administra-

tiva, sino que también internamente simbólica y semántica, ya que su impacto en la sociedad a

través de dispositivos alegóricos como el ceremonial reflejó sin lugar a dudas algo más que el

llano ejercicio del poder y la administración de unos territorios8. Durante el periodo que esta-

mos trabajando, podemos afirmar que se llegaron a formalizar actos que dan cuenta del cere-

monial, teniendo en cuenta aspectos religiosos tales como la jura ante crucifijo y con Evange-

lios.

En el ceremonial y el protocolo virreinal se advierte que hubo la necesidad de plasmar ale-

góricamente a la Persona Real, puesto que ella no estuvo presente de carne y hueso, la persona

Real, al no tener una referencia físico/ fáctica inmediata, requirió de una imagen/figura para

presentarse y establecerse como un actor socializante que se relacionó con la población. A

través de estas teatralizaciones del poder se creó lo que Manuel Rivero denomina: la “directa

comunicación entre el rey y sus vasallos”9. El concepto de la Persona Real necesitó del Virrey

para representarse, constituyéndose este último como un ser alegórico y transustancial que

tuvo un lugar predominante en la sociedad virreinal.

El símbolo real transfigurado como el virrey entonces cumplió la función de representar lo

que de otra manera no podría ser presentado, paradójicamente, el símbolo real fue antitético a

aquello que representó, porque para representarlo, ha de abandonar su estatus de idea para ser

encarnado. Debido a ello, el símbolo real se situó lejos de la idea, pues al figurar-

la/alegorizarla debió desplazarse hacia lo real, que fueron los rituales políticos.

Para hacer presente la personificación simbólica, el Virrey tuvo que recurrir a ejercicios

políticos burocráticos. Éstos constituyeron el soporte institucional del virreinato hispano que

se basaron en los principios de lealtad y legitimidad hacia el Rey10

. A través de la política del

don11

se logró prolongar la figura virreinal hasta los lugares más recónditos de la jurisdicción

real, creando así una jerárquica y corporativa comunidad política y mística, que requirió la re-

presentación del Virrey para su fortalecimiento y revitalización como poder político, social y

7 Memorias de los Virreyes que han gobernado el Perú, durante el tiempo del Coloniaje Español. Impresas de Órden

Suprema. Tomo Cuarto. Don José Antonio Manso de Velasco, conde de Superunda; Don Manuel Amat y Yunient, caballero de la Órden de San Juan, Lima, Librería Central de Felipe Bailly, 1859, p. 76-77. 8 La discusión historiográfica con respecto al estado virreinal se centró en dos posiciones, ambas relevaron el papel

del Virrey como fundamental para el gobierno. La primera posición defiende la tesis de un estado virreinal débil, corrupto e ineficaz porque el poder se concentró faccionalmente y no hubo una continuidad de las medidas toledanas

aplicadas en 1572. Ver John COATSWORTH, “The Limits of Colonial Absolutism: The State in Eighteenth Century

Mexico”, Karen SPALDING (ed.), Essays in the Political, Economic and Social History of Colonial Latin America, Newark, Del., University of Delaware, 1982; La segunda posición indica que el estado virreinal fue una construcción

burocrática y eficiente que permitió la formación de grupos dominantes que obedezcan al Rey y a sus representantes en las Indias. Ver Kenneth J. ANDRIEN, “Corruption, Inefficiency, and Imperial Decline in the Seventeen- Century

Viceroyalty of Peru”, The Americas, volumen 55: número 1, 1984, pp. 1-20. En ambas posiciones no se tomó en

cuenta el rol simbólico que el virrey pudo representar dentro de las comunidades políticas virreinales. 9 Manuel RIVERO, La imaginación simbólica…, p. 85. 10 John Leddy PHELAN, El Reino de Quito en el siglo XVII. La política burocrática en el Imperio Español, Quito,

Banco Central del Ecuador, 1966. Para O’Phelan los tres principios estructuradores del virreinato fueron: la política de fronteras de la región (expansión del núcleo), la burocracia colonial (movilización de solidaridades colectivas) y el

sistema de visita general (inspección) 11 Entendido como el sistema de clientelaje y patronazgo que diversos funcionarios de la corona establecieron como nexos con la población para afianzar un “equilibrio de poderes”. Esta antropología política del don puede ser entendi-

da desde los planteamientos de Marcel MAUSS, Ensayo sobre los dones: Razón y forma del cambio en las socieda-

des primitivas, Madrid, Editorial Tecnos, 1971.

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Investigaciones y ensayos 11 cultural. Entonces, los rituales políticos utilizados en cada ceremonial o en los protocolos

virreinales cumplieron una función conmemorativa, regeneradora y revitalizante de la Persona

Real reencarnada en el Virrey. En dichas representaciones del poder, los lenguajes eclesiásti-

cos se utilizaron con fines seculares, en la que,

...cada súbdito que presta fidelidad al rey lo hace a su persona natural, de igual modo que el rey

jura fidelidad a sus súbditos con su persona natural: pues la capacidad política es invisible e

inmortal, y el cuerpo político no tiene alma, pues está elaborado por la política de los hombres

(…) cualquier ataque contra la persona natural del rey era considerado también ataque contra

el cuerpo corporativo del reino.12

Es así que la representación del Virrey se entendió desde dos maneras: Por un lado, se en-

tendió como un símbolo de articulación ‘armónica’ y equilibrada entre los poderes que se

ubicaron en la corte virreinal. Representó la victoria sobre la anarquía. Este orden sacro y a la

vez secular permitió estructurar la comunidad religiosa y políticamente, respectivamente13

. El

Virrey representó la suma de todos los individuos cuya protección y defensa formaron:

…el arte del hombre (…) esa obra maestra racional de la Naturaleza. Pues obra del arte es,

ciertamente, ese gran Leviathan que se llama cosa pública o Estado (Commonwealth), en latín

Civitas, y que no es otra cosa que un hombre artificial, aunque de talla mucho más elevada y de

una fuerza mucho mayor que las del hombre natural, para cuya protección y defensa ha sido

imaginado. En él, la soberanía es un alma artificial, puesto que da la vida y el movimiento al

cuerpo entero (…) La recompensa y el castigo son sus nervios. La opulencia y las riquezas de

todos particulares son su fuerza. Solus populi, la salud del pueblo, es su función. La equidad y

las leyes son para él una razón y una voluntad artificiales. La concordia es su salud; la sedición,

su enfermedad, y la guerra civil, su muerte.14

Por otro lado, el Virrey representó un nexo indiscutible entre los poderes celestiales y te-

rrenales, haciendo del virreinato una comunidad imaginada dependiente y cristianamente

seguidora de la corona. Es decir, el virreinato se entendió como un corpus donde el Virrey

cumplió el papel de un puente entre el reino divino y el mundano. Los poderes paralelos que

se mostraron entre el poder terrenal y el espiritual construyeron, desde la esfera del poder, dos

grandes cuerpos sociales, constituyéndose así las fronteras del poder vicerregio y de la pre-

sencia real, como binomios de oposición y complementariedad que hicieron ver la figura real

como un poder simbólico dual e indivisible. En este poder se distinguieron dos esferas inter-

conectadas: la esfera del poder civil y la esfera del poder espiritual. En ambas esferas, los

poderes civiles y espirituales se reunieron como binomios que dialogaron entre sí, constitu-

yéndose la corte virreinal como el cuerpo del virrey. Como señaló Richard Morse:

Era un sistema que casaba la teología especulativa con la filosofía racional, estableciendo un

delicado equilibrio entre la razón y la fe, la naturaleza y la gracia. Los dos términos no eran ni

opuestos ni coincidentes: se complementaban mutuamente (…) El corolario político de esto era

12 Ernst KANTOROWICZ, Los dos cuerpos del rey Un estudio de teología política medieval, Madrid, Alianza Edito-

rial, 1957, p. 26. 13 Esta idea hace referencia directamente a los planteamientos de J. Bossuet quien relaciona la pax religiosa con el

reinado de Enrique IV de Nantes construyendo una política sacada de la santa escritura. Para él, la providencia go-

bierna a los hombres y a los Estados, no de una manera vaga y general, sino de un modo muy particular: verdadero “dirigismo divino” que Bossuet lo dirige hacia el príncipe. Para revisar los planteamientos de los teóricos del absolu-

tismo, vér Jean Jacques CHEVALIER, Los grandes textos políticos. Desde Maquiavelo a nuestros días, Madrid,

Aguilar, 1974. 14 Thomas HOBBES. Leviatán. [en línea]. Disponible en web:

<http://eltalondeaquiles.pucp.edu.pe/sites/eltalondeaquiles.pucp.edu.pe/files/Hobbes_-_Leviatan.pdf> Revisado 24 de

febrero del 2015.

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12 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015

que mientras la Iglesia era un ‘cuerpo místico’, el Estado, como la más perfecta de las asocia-

ciones humanas, era un cuerpo ‘político y moral’.15

Es así, que a través de los rituales del poder borbónico, esta entidad corpórea se concibió

como una institución sagrada y secular a la vez, por lo que existió una analogía o correspon-

dencia de poderes paralelos. El primer poder paralelo lo constituyeron las autoridades euro-

peas que tuvieron que ser representadas en América: el Rey (con su real potestad) y el Papa

(con su pontifical autoridad). Mientras tanto, en América, el segundo poder paralelo lo consti-

tuyeron el Virrey y el Arzobispo, quienes fueron representantes del poder europeo en las In-

dias. Estas alegorías constituyeron un conjunto de esferas políticas y espirituales que se fueron

entrelazando unas con otras hasta formar el cuerpo vicerregio estatal. Bajo el binomio Rey-

Consejo de Indias se estructuraron las instituciones coloniales, por lo que, en las Indias, las

lógicas duales del poder no solo recaían solo en la figura del Virrey, sino que también se apli-

có para todos los funcionarios e instituciones que estaban bajo su jurisdicción, formando así

una asociación de cuerpos místicos e indivisibles en sí mismos en todas las redes del poder

vicerregio (Virrey- Real Audiencia; Corregidor- Cabildo).

La Persona Vicerregia, en sus múltiples cualidades sustanciales, como ser político y reli-

gioso, como ser único y diverso que estuvo presente en las comunidades políticas, como

personificación concreta y concepto abstracto (símbolo y ritual), no puede ser comprendido

solo su idea como tal, sino en sus representaciones, por lo que, para poder materializarse el

concepto de la Persona Real, a través de la figura del Virrey, se requirió de la puesta en esce-

na de los recursos simbólicos en público como el ceremonial y el protocolo virreinal, cons-

truyendo así el formato cultural de la teatralización del poder, entendidas como puestas en

escena donde se manifestó la hierofanía del poder real, entendida como la expresión de “una

modalidad de lo sagrado y un momento de su historia, es decir, una experiencia de lo sagrado

entre las innumerables variables existentes”, porque “lo sagrado se manifiesta siempre dentro

de una situación histórica determinada”16

, que en este caso lo constituyó el ceremonial.

2. LA TEATRALIZACIÓN DEL PODER. EL CEREMONIAL Y EL

PROTOCOLO VIRREINAL

Explicar la puesta en escena de los rituales políticos borbónicos implica analizar todas las

redes del poder político que se manifestaron simbólicamente en los rituales. A través de ellos

podemos analizar los vínculos sociales que estuvieron basados en jerarquías, acercamientos y

distanciamientos étnicos- raciales, performances que se entendieron como una ortopraxis del

ritual, es decir, la esencia de cómo debe practicarse este ritual a través del tiempo en goberna-

ron los borbones. Tanto el ceremonial como el protocolo virreinal permitieron crear y estruc-

turar simbólicamente una sociedad cortesana. A través de los vínculos socio-políticos que

entabló alegóricamente el nuevo virrey con sus súbditos, la persona vicerregia se presentó

durante los rituales como un actor omnipotente y omnipresente que estructuró la sociedad.

Por ejemplo, como menciona Carmen Ruiz de Pardo, a nivel alegórico “fue política de los

Borbones cambiar el conocido diseño columnario plus ultra de dos mundos de las monedas

que se habían usado desde los inicios de la conquista con Carlos V, por el del retrato del rey y

15 Richard MORSE, El espejo del próspero. Un estudio sobre la dialéctica del Nuevo Mundo, México D.F., Siglo

Veintiuno Editores, 1982, p. 48-49. En esta extensión de las fiestas conmemorativas, los rituales borbónicos tuvieron

un fin principal, el ser propagandístico. Es en esta difusión de la noticia donde el rumor se convirtió en una institución social, no legal ante el Estado, pero paralela y legítima ante el mundo local. 16 Mircea ELIADE, Tratado de Historia de las Religiones. Morfología y dialéctica de lo sagrado, tercera edición,

Madrid, Ediciones Cristiandad, 2000, pp. 64-65.

Page 17: Diacronica 3

Investigaciones y ensayos 13 el escudo de España, que fue hasta el inicio de la República”

17. Es decir que la performance

borbónica del ritual de poder se basó en elementos personalizados como el retrato del Rey

donde se quiso demostrar la capacidad, la fuerza y la magnificencia que el Rey desplegó a

través de su mirada inmortalizada en el retrato, y ya no en otras representaciones, como las

austriacas, donde se representaron de alguna u otra manera los límites del dominio real. Es así

que el ideal absolutista se plasmó en los retratos y medallones, y se presentaron ritualmente

como objetos con gran carga simbólica18

. Con ello afirmamos, en palabras de Marshall Sah-

lins, que “la intensidad ritual es inversamente proporcional a la supremacía espiritual”19

, es

decir que, a través de las representaciones reales (como los retratos) se tuvo que mostrar un

gran despliegue del poder, desde el soporte artístico mismo hasta su empleo durante todo el

ritual.

Si bien los símbolos borbónicos se desplegaron desde 1700 hasta la creación de las repú-

blicas, planteamos que la esencia del ritual borbónico continuó ejecutándose hasta el periodo

de los caudillismos. A través de las simbologías de la patria, la figura del Virrey fue reempla-

zada paulatinamente por el del Presidente, proceso que merece ser explicado historiográfica-

mente20

. Por lo pronto, en esta sección, nuestro objetivo clave es explicar esta performance

ritual, durante el gobierno borbónico en los virreinatos de Nueva Granada y del Perú, que en

palabras de Ruiz de Pardo: “Estas ceremonias se realizaban en todas las cabezas de provincia,

ciudades y villas del reino, además participaban las diferentes “religiones” u órdenes religio-

sas”21

.

Como parte de la explicación sobre la transformación de los rituales, con respecto a la

muerte, tenemos el caso de las exequias del rey Carlos III de España, celebrada el 24 de di-

ciembre de 1788 cuando fue el virrey del Perú Teodoro de Croix, quien dictaminó:

Que reconociéndose en su Real Persona al Subcesor legítimo en el Trono, se dieran en esta Ca-

pital por su Excelencia las Ordenes convenientes, para que así en ella, como en la extensión del

Virreynato, se vistiesen los Lutos, y se celebrasen las Honras, Exequias fúnebres, y sufragios,

según en semejantes casos se acostumbra, por el descanso eterno del Monarca difunto.22

Estas festividades fúnebres fueron variando conforme pasó el tiempo. Durante las exe-

quias de los reyes de la Dinastía Habsburgo

permitían a la ciudad y a sus vasallos desplegar públicamente su dolor y sufrimiento por la

muerte del monarca, la culminación de la proclamación requería que la ciudad y sus ciudada-

nos proclamaran públicamente su aceptación y amor por el nuevo rey […] En el barroco, tanto

la muerte como la vida fueron celebradas de manera dramática.23

17 Carmen RUIZ DE PARDO, “La muerte privilegiada: reales exequias en Lima y Cuzco. Época Borbónica”, Inmacu-lada RODRÍGUEZ MOYA (ed.), Arte, poder e identidad en Iberoamérica: De los virreinatos a la construcción

nacional, Castelló de la Plana, Publicaciones de la Universidad de Jaumé I, 2008, p. 54. 18 Al respecto Peter Burke señaló los retratos exhibidos públicamente “estuvo compuesto con arreglo a un sistema de

convenciones que cambian muy lentamente a lo largo del tiempo. Las poses y los gestos de los modelos y los acceso-

rios u objetos representados junto a ellos siguen un esquema y a menudo están cargados de un significado simbólico. En este sentido el retrato es una forma simbólica.” Peter BURKE, Visto y no visto. El uso de la imagen como docu-

mento histórico, Barcelona, Editorial Crítica, S.L., 2005, p. 31. 19 Marshall SAHLINS, Las sociedades tribales, Barcelona, Editorial Labor S.A, 1984, p.164. 20 Nuestra propuesta dialoga con la de dos autores; Natalia MAJLUF, “De cómo reemplazar a un rey: retrato, visuali-

dad y poder en la crisis de la independencia (1808-1830), Histórica, número 37, 2013, pp. 73-108. 21 Carmen RUIZ DE PARDO, “La muerte privilegiada…, p. 54. 22 “Carta N°118 del Virrey de Croix, a Antonio Porlier, secretario de Estado y Gracia y Justicia de Indias”, Archivo

General de Indias, Lima, 693, número 1, 23 Alejandra OSORIO. “El Rey en Lima…, p.234, 245.

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14 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015

Sin embargo, la celebración de las exequias varió en 1701. Por disposición real la perfor-

mance barroca cambió y se dio una representación más abstracta del Rey. Como muestra del

cambio en todos los virreinatos indianos, durante las celebraciones del Cabildo de México,

“parece que la atención ritual más regular se presta a los fetiches, quienes reciben frecuentes

ofrendas de sus dueños, y en la forma más material”24

. En el caso del Virreinato de Nueva

España, la llegada de los símbolos virreinales se celebró de la siguiente manera:

Tomó puerto en el de la Uera- Cruz en de el Avillo, que conduxo a la Nueva- España la segunda

coronada Prenda del Christianissimo Delphin de la Francia, sino en el Original en su Real Co-

pia, en láminas estampadas á delicadezas primorolas del Buril la Magestuosa affabilidad de su

semblante; en el Retrato de nuestro Catholico Dueño, y Monarca DON PHILLIPO QUINTO

(Que Dios guarde los años de su duración por siglos de felicidad) y mas al vivo en el orden de

la Reyna nuestra Señora (que Dios prospere) y los Señores de la Iunta de el Govierno, en que

previene al Excellentissimo Señor Conde de Moctezuma, Virrey de esta Nueva- España, mande

levantar Estandartes en su Real Serenissimo Nombre y en especial Cedula, su fecha veinte y dos

de Noviembre de mil setecientos años, en que manda á la muy Noble, y Leal Ciudad de Mexico,

que las acostumbradas obstentaciones, y publicas ceremonias enarbolando pendones, le jure

obedesca y aclame”.25

En otros ámbitos ritualizados, la entrada del virrey, así como sus apariciones públicas son

recogidas en los ceremoniales. Estas actividades buscaron plasmar alegóricamente las entra-

das virreinales a la capital, y que fueron registrados en las actas de los Cabildos, instituciones

que tenían a su cargo gran parte de la ejecución del ceremonial. En el caso del nombramiento

de Antonio Caballero y Góngora, Virrey de la Nueva Granada (1782- 1789), la documenta-

ción da cuenta de cómo el:

…Sor Alcalde más antiguo Doctor Don Pedro Grot cumplemento a S.E haciéndole presente el

juramento que debía hacer, a que respondió S.E la atención del Ayuntamiento, y poniéndose de

rodillas en un cojín puestas las manos sobre los Santos Evangelios que estaban al pie de un Se-

ñor Crucificado sobre una mesa, y alrededor de ella presentes los SS capitulares se le dijo por

mí a S.E, como secretario interino del Ylustre Cavildo Excmo. Señor, promete y jura V.E a este

Señor Crucificado, y los Santos Evangelios, de guardar y hacerle guardar a esta capital del

Reino todos los fueros y privilegios que por leyes y Reales Cedulas le ha concedido todos los S.S

Reyes católicos y sus sucesores.26

Es evidente el rol que ocupan en el acto político (juramento y presentación frente al Cabil-

do) los Evangelios y el “Señor Crucificado”. Estos elementos aluden a una necesidad de esta-

blecer una relación entre el Virrey y Dios, haciendo que dicho virrey se represente como liga-

do a Dios, evidenciando que la autoridad virreinal no descansó en las gentes, sino en el poder

de Dios quien traslada su poder al Virrey en este rito. En tanto que ello sucede así, se estable-

ce un vínculo directo entre el Virrey y Dios. Este contenido simbólico recoge los atributos de

la figura real ausente, tanto para cristalizarla como para teatralizarla ante la población.

En palabras de Marshall Sahlins podemos afirmar que el ritual del despliegue del poder

vicerregio es “el modelo que tenemos delante que está montado en términos sociales. Pero

más que un esquema de relaciones sociales es una organización de cultura. Los diferentes

niveles de organización son, dicho en la jerga del oficio, niveles de organización sociocultu-

24 Edward EVANS- PRITCHARD, Los Nuer, Barcelona: Anagrama, 1977, p. 212. 25 Actos celebrados en Méjico por la coronación de Felipe V., ARCHIVO HISTORICO NACIONAL, Diversos-

colecciones, 27, N.64, folio 2v. El resaltado es nuestro. 26 “Ceremonial que se practica y observa con los Excmos SS. Virreyes, en sus entradas públicas, y secretas, etiquetas

y ceremonias que se deben hacer en sus Recivimientos y en el de sus Embajadores, que despachan antes de su Entra-

da al Sor su Antecesor. De Santa Fé”, Archivo Histórico Nacional, Diversos- colecciones, 32, N.17, folio 17.

Page 19: Diacronica 3

Investigaciones y ensayos 15 ral; los sectores, sectores de relaciones socioculturales”

27. De esta forma podemos apreciar, en

esta unidad ritual, diversos universos corporativos, o en palabras de Víctor Turner, una selva

de símbolos que se encontraron aglutinados a través de las representaciones alegóricas del

poder vicerregio.28

En ella los actores locales se desplegaron, tanto en status como en posición

social. Por ello, la importancia vertebradora de estos rituales (como signatario simbólico del

orden social) jamás debía ser suspendida, incluso en periodos tan difíciles como después del

terremoto de Lima (1746) los ceremoniales no fueron suspendidos porque las autoridades

metropolitanas entendieron que a través de estos dispositivos se podía controlar, contener y

hacer un pacto social entre las comunidades políticas. Como reflexionó José Antonio Manso

de Velasco, virrey del Perú (1745-1760), Conde de Superunda:

Con estas disposiciones tomé tan á mi cargo la conclusión de la parte de iglesia que se había

proyectado […] Luego que reconocí se podía finalizar la obra en el mes de Mayo de 755, desti-

né para su estreno los días 29 y 30, el primero en que la Iglesia celebraba la festividad del Cor-

pus, para que en la anual procesión se colocase el augusto Sacramento en el altar; y en segundo

consagrado al santo Rey D. Fernando, cuyo nombre tiene nuestro Soberano. Para que se so-

lemnizase la función con el aparato que convenía, di los órdenes convenientes, y fervorizado el

pueblo á mis estímulos, se vió una de las mejores que se han celebrado en esta capital en su lí-

nea, y no hubo quien no concurriese a su mayor esplendor. La iglesia en su interior adorno, y

las calles con sus magníficos altares infundían gozo y devoción, sin que faltase demostración

que fuese capaz de aumentarlo, como constaría de la relación impresa que se hizo de la obra y

del aparato con que se celebró esta deseada renovación de la primada del Reyno.29

El orden de la participación de los actores dentro del ritual dice mucho del poder que os-

tentaron. En la recepción del nuevo virrey, las autoridades locales jugaron un papel importan-

te e imprescindible. Alegóricamente el pacto entre el Virrey y sus súbditos se realizaba en el

rito que se ejecutaba en la plaza central de la ciudad capital; sin embargo, debemos aclarar que

éste se contrajo, en primera instancia, entre el Virrey y las máximas autoridades del virreinato

fuera de la ciudad. Planteamos que deben entenderse las entradas del nuevo Virrey a través de

dos momentos: uno privado y otro público.

De un lado, se estructuró una dimensión privada porque se estableció un pacto entre el Vi-

rrey y las máximas autoridades en la tienda de campaña, fuera del asedio del populacho. Es

en estas instancias donde se revitalizó una corte virreinal en dimensión micro que les permitió

posteriormente escenificarlo en público. El ceremonial de la entrada del Virrey portando las

armas reales fue la más completa demostración de hasta qué punto obró la simbolización, y

como la alegoría fue casi perfecta: fue concebida por los habitantes como un acontecimiento

único, irrepetible y fastuoso. Desde la corte real, se ordenó que:

Ha resuelto su Majestad su majestad que siendo mui importante que los quatro virreyes de Yn-

dias conserven el gran respeto que conviene se tenga a su dignidad, solo puedan tener convida-

dos a su mesa dentro de las ciudades donde residen en los días de Rey, Reyna y Principes de As-

turias, en los quales comerán en ella los principales Gefes y particulares de la mayor distinción,

pero en lo restante del año no tengan facultad de comer con compañía sino quando estén fuera

de la capital o en el campo, a imitación de lo que practica su Majestad.30

27 Marshall SAHLINS, Las sociedades tribales, Barcelona, Editorial Labor S.A, 1984, p.32. 28 Para mayor énfasis sobre la antropología funcionalista del ritual, ver Víctor TURNER, El proceso ritual. Estructu-ra y antiestructura, Madrid, Editorial Taurus, 1988. 29 Memorias de los Virreyes…, p. 122. 30 “Ceremonial que se practica y observa con los Excmos SS. Virreyes, en sus entradas públicas, y secretas, etiquetas y ceremonias que se deben hacer en sus Recivimientos y en el de sus Embajadores, que despachan antes de su Entra-

da al Sor su Antecesor. De Santa Fé. Carta de Valdés, Ministro de Indias, a Antonio Caballero y Góngora, Virrey de

la Nueva Granada. Fechada en Abril 23 de 1789”, Archivo Histórico Nacional, Diversos- colecciones, 32, N.17.

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16 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015

De esa forma, se limitaron las apariciones públicas de los virreyes, impidiéndose que fue-

ran convidados a comer constantemente, y se reservan unos pocos días al año para ello, y

únicamente dentro de la élite de la ciudad. La figura del virrey permanece entonces la mayor

parte del tiempo en una dimensión privada, siendo el ceremonia desplegada para su recibi-

miento una de las pocas ocasiones en las cuales se daba su contacto con los vasallos reales en

su totalidad.

Los Alcaldes Ordinarios, los Regidores y demás autoridades locales acompañaron a las au-

toridades máximas como los Oidores, los Tribunos del Consulado, los Obispos y el Arzobispo

de Lima marchan rumbo al Callao para recibir al nuevo Virrey. En las localidades de la Reco-

leta de San Diego y Carmen de la Legua- Bellavista, de los virreinatos de Nueva Granada y

del Perú respectivamente, se instauraron tiendas de campaña para hacer efectivo el primer

contacto y el primer pacto entre el Virrey y sus súbditos. Salen entonces, desde el centro de

Lima, rumbo a recibir a la nueva autoridad, el Virrey saliente, el antecesor, la Real Audiencia

y la guardia, que hacen el trayecto hasta el sitio de Carmen de la Legua, donde le esperan:

…los otros tribunales y cavildo secular, con sus dos Alcaldes ordinarios, y los demás sujetos de

distinción, y sin apearse caminaran delante de la comitiva hasta el palacio donde el Sor Virrey

absuelto se despedirá de su subcesor y con la guardia acostumbrada se retirará a la casa que

haya elegido en el coche que a este fin tendrá dispuesto, y el nuevo señor Virrey pasará con los

oidores a la sala del Acuerdo, donde leído por el escribano de cámara del Real Despacho hará

el juramento acostumbrado. 31

Las autoridades locales como los cabildantes fueron concebidos como la representación

por excelencia de la república de fieles que rodearon al Virrey en su recepción privada. Su

presencia fue clave porque estuvieron obligados al servicio de rendir honores a la nueva auto-

ridad, a cumplimentar al virrey, no por su condición en sí como individuos, sino por la simbo-

lización que se tenía que escenificar ante la población. Enfatizamos que no basta con que el

Virrey tome posesión de su cargo, sino que éste debió tener una entrada solemne, escoltado

por los integrantes del Cabildo y una guardia personal. También se requirió parar en diferen-

tes sitios para recibir muestras de devoción y respeto: fue como complementar pública y ale-

góricamente el poder “desde la periferia hacia el centro” 32

.

En los rituales ejecutados en la ciudad de Santa Fe de Bogotá, para el recibimiento de vi-

rrey Pedro Messia de la Cerda, virrey de la Nueva Granada, (1760-1771) Marques de la Vega

de Armijo se mencionó que:

Delante marcava la compañía de forasteros a esta seguía la compañía de caballos de S, Exc.ª a

esta los Ministros de vara, a estos seguían los subalternos de todos os tribunales como ha dicho.

A estos seguían los Maseros de la Ciudad siguiendo los señores regidores a quienes seguían la

Real Audiencia que se componía de los señores oficiales reales contadores mayores y señores

oidores todos marcharon en dos filas y después cerraba su excelencia con los señores alcaldes

ordinarios a las riendas detrás benia el Palio conducido por seis señores regidores y así estos

como los dichos alcaldes y demás capitulares venían vestidos con terciopelo negro a la militar,

y chupas con vueltas de tisú trage según lo acordado, detrás el palio venia el mayordomo con

las llaves en una fuente y todos los de la familia de su Exc.ª a caballo delante S Exc.ª y bien in-

mediato, venia su gentil hombre de a caballo con el estoque desnudo delante de este benia uno

de los pajes de S Exc.ª con el estandarte de Damasco carmesí y en el escudo con las armas

reales por uno y otro lado, de manera que una y otra insignia, venían inmediatas a su Exc.ª y en

31Ceremonial, funciones y gastos para el recibimiento de los Excmos señores virreyes (del Perú), ARCHIVO HISTORICO NACIONAL, Diversos- colecciones, 32, N.17, folio 3. 32 Robert OJEDA PÉREZ, “Ceremonial y etiqueta en las procesiones virreinales de Santafé”, Bogotá, número 71,

ISSN. 0120-4807, enero-junio de 2011, pp. 121.

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Investigaciones y ensayos 17

medio de las dos filas de los tribunales. De esta forma se vino desde la tienda de campaña hasta

la catedral estando las ventanas colgadas y balcones y en todas las boca calles con sus arcos

triunfales…33

Luego de este día agitado, en el cual se ha desplazado el virrey desde el lugar de recepción

a la ciudad capital se “cierra su casa”, es decir, se suspende la afluencia de público. Una vez

hecho tal acto el virrey se queda solamente con algunas personas que ha elegido para acom-

pañarle, y procede a descansar. Ello denota una restricción hacia el acceso de la figura virrei-

nal que formó parte del protocolo desplegado alrededor de su ceremonial. El umbral de la

privacidad de la recepción del Virrey queda relegado cuando:

Al siguiente día a la hora acostumbrada para las fiestas de tabla concurrirán a Palacio toda la

Audiencia, Tribunales y cavildo, y sacando a su Excelencia en coche le acompañaran a la Cate-

dral, donde será recibido por el Ylustrisimo Sor Arzobispo con el acompañamiento, y demás

formalidades que siempre se han acostumbrado, y siguiendo después el TE DEUM y misa sin

sermón, se restituirán con el mismo orden a Palacio donde seguirán inmediatamente los cum-

plidos de ceremonias de todos los tribunales, cuerpos y demás que a ellos acostumbran concu-

rrir.34

Es en este segundo plano, en la dimensión pública del ceremonial, donde la aparición en

público del Virrey y su paseo por la plaza de armas se constituyen respectivamente en el acto

y el ritual de tránsito. Es en éstos donde se ejecutó públicamente el pacto contraído privada-

mente entre el Virrey y sus súbditos indianos. Es en el espacio público donde el pacto se ex-

tendió y se impuso simbólicamente a la sociedad virreinal que ritualmente estaba concentrada

en Santa Fe y en Lima35

. Públicamente se dio la puesta en escena de una corte virreinal (en

macro) en la que todos los actores cumplieron un rol pre-determinado por el ritual. El vínculo

por excelencia entre todos los miembros participantes fue el fidelismo a la nueva autoridad,

un fidelismo entendido como un acto- reflejo que estuvo condicionado por la simbolización

de la majestad real en la persona del Virrey. El ritual presentó un orden social que estuvo

armonizado a través de los actos, los actores protagonistas y los discursos que legitimaron el

ritual. Este orden social culminaba ritualmente cuando el virrey se retiraba a su Palacio, que

en el caso del virreinato de Lima, se ubicaba donde actualmente se encuentra la Casa de Go-

bierno del Presidente de la Republica de Perú.

Públicamente, los instrumentos alegóricos como la música, las vestimentas y sus imple-

mentos anexos, que utilizaron los actores, también formaron parte de la ortopraxis ritual. La

presencia del palio, privilegio de los altos dignatarios reales y eclesiásticos para portarlo,

aseguró la solemnidad de los ritos diseñados para revestir a la persona vicerregia con la ma-

jestad real36

. Estos actos otorgan una naturaleza consagratoria al ritual. Éstos complementaron

el proceso de simbolización de la majestad real por parte de la persona vicerregia. Quien vio-

33 “Ceremonial que se practica y observa con los Excmos SS. Virreyes, en sus entradas públicas, y secretas, etiquetas

y ceremonias que se deben hacer en sus Recivimientos y en el de sus Embajadores, que despachan antes de su Entra-da al Sor su Antecesor. De Santa Fé”, Archivo Histórico Nacional, Diversos- colecciones, 32, N.17, folio 10. 34 “Ceremonial, funciones y gastos para el recibimiento de los Excmos señores virreyes (del Perú)”, Archivo Históri-

co Nacional, Diversos- colecciones, 32, N.17, folio 4. 35 Simbólica y ritualmente entendemos a estos centros políticos como campos celestes de creación o como lugares del

origen del mundo virreinal. Durante los rituales, las plazas mayores fueron consideradas como templos sagrados

donde la entrada del Virrey se representó como el triunfo del cosmos sobre el caos por el acto divino del ceremonial. Para mayores detalles, ver Mircea ELIADE, El Mito del Eterno Retorno. Arquetipos y Repetición, Buenos Aires,

Emecé Editores S.A, 1951. 36 Se reconoce como palio al dosel de forma rectangular de ricas telas, a menudo ostentosamente bordados, que se coloca sobre cuatro o más varales y es utilizado de la misma forma en actos religiosos para cubrir al sacerdote que

porta el Santísimo Sacramento, a una imagen venerada (usual en procesiones) o personalidades como el Santo Padre

o los monarcas católicos, como los reyes de España.

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18 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015

lara este protocolo fue visto como un agente alterador del orden. Este fue el caso de Pedro

Antonio Barroeta y Ángel, el Arzobispo de Lima (1751- 1758), quien cometió una gravísima

infracción, siendo registrado este acto como uno de los episodios más tensos del gobierno del

Conde de Superunda, donde la inmunidad eclesiástica fue puesta en jaque, dándose un acci-

dentado retorno sobre el debate del Regio Patronato. Esta infracción fue notificada al Rey de

la siguiente manera:

El uso del quitasol en las procesiones, es solo permitido á los Virreyes, y los Arzobispos no lo

deben llevar en ellas, como opuesto á la ley 29, lib. 5, tít. 15, en que se declara que en estos ac-

tos solo ha de acompañar al Prelado un caudatario, pues sería gran indecencia que se interpu-

siese un lacayo, negro ó mulato, que son los que se destinan á estos servicios, y fuese dando la

espalda al Virrey ó Audiencia. El Arzobispo empezó á usarlo, y porque en el acto de la proce-

sión no se hizo novedad, intentó ejecutarlo en otra; con cuya noticia, antes de salir del palacio á

la que se había de hacer en el día último de la novena de la Concepción de Nuestra Señora en el

año de 752, consulté el negocio con los ministros de la Audiencia que se habían juntado para

concurrir en la misma solemnidad, y con su acuerdo envié á prevenir al maestro de ceremonias

que hiciese saber al Arzobispo que no debía usar de quitasol en la procesión, y aunque respon-

dió que le había dicho que estaba en posesión y le era permitido, se le repitió no se espusiese á

que se le mandase retirar; con lo que se abstuvo de llevarlo, y se dio cuenta al Rey del suce-

so”37

Incluso, el virrey Manso de Velasco, subrayó la grotesca acción del Arzobispo en

pleno ceremonial. Mencionó que el Arzobispo:

Ha mandado que le tocasen el órgano á su entrada y salida de la iglesia, y que no se ejecutase

con otra persona aunque lo mandase el Dean, Habiendo para esto proveido auto que se notificó

al organista, porque el Cavildo cuando de palabra envió á significarle que se hiciese esta de-

mostración, le respondió que aunque no había sido costumbre se ejecutaría, pero que era preci-

so hacer lo mismo cuando entrase en ella el Virrey ó Audiencia…38

Concluyendo con este caso, señalamos que todas estas ostentaciones del poder virreinal,

durante el siglo XVIII y XIX, crearon un campo cultural muy diverso donde los actores no

solo se redujeron a los personajes de la élite sino al pueblo quien fue el destinatario, o el con-

sumidor cultural de estos rituales. Lamentablemente, hasta el momento, en Perú ni en Colom-

bia hemos podido registrar trabajos que den cuenta sobre el impacto de los dispositivos ritua-

les vicerregios borbónicos en la población misma, por lo que un vacío que se le puede ubicar

en nuestro escrito es éste. A manera de hipótesis podemos señalar que el pueblo, si bien parti-

cipó en los rituales de poder, no necesariamente tuvo la misma intensidad de internalización

del ser súbdito del Virrey, por lo que concordamos nuestra hipótesis con la afirmación que

hace Marshall Sahlins sobre la relación entre el ritual, la religión y el mundo social: “Cuanto

más elevado sea el orden social con relación al cual figuren las fuerzas espirituales, más ele-

vado será también su rango en el orden de divinidad, y tal vez más elevada literalmente su

posición en el cosmos”,39

por lo que, la manera de internalizar el ritual fue diferente entre un

miembro de la élite que del pueblo. El participar de un ritual no necesariamente asegura que

todos los miembros compartiesen, de la misma forma, el significado de éste.

37 Memorias de los Virreyes…, pp. 8-9. 38 Memorias de los Virreyes…, p. 16. 39 Marshall SAHLINS, Las sociedades tribales…, p. 157.

Page 23: Diacronica 3

Investigaciones y ensayos 19

3. UN CAMBIO POR ORDENANZA. LA REDUCCIÓN DE LA ORTOPRAXIS

RITUAL

Todo este entramado ritualizado y teatralizado recibió una modificación sustancial. Las

ordenanzas de Carlos III transformaron en gran medida las ceremonias destinadas al recibi-

miento del virrey. Con ello redujeron ciertos gastos, lo cual aligeró la carga tributaria de la

Real Hacienda que debían concederse para las ceremonias porque:

La hegemonía de los mercados limeños se deterioró (…) los cambios desencadenados por las

reformas borbónicas se sintieron rápidamente en sus libros de contabilidad y en el peso de sus

arcas. Después de un brusco ascenso en las recaudaciones de la Caja Real de Lima en la déca-

da de 1770, antes que termine ese periodo se inicia un descenso que, dibujando una febril ines-

tabilidad, proseguirá hasta terminar el siglo.40

No obstante, se conservó el carácter de fasto y de celebración que fue tradicional en los

ceremoniales. Una real orden de agosto de 1785 suprimió los “gastos excesivos”, y el ejemplo

que estamos reseñando para el caso del Virrey de Lima no es sino una respuesta a dicha real

orden41

. Así, para el caso de las entradas virreinales, se recortan a un día la concurrencia a las

festividades, se suprime el paso por el sitio de Bellavista, y la jura se traslada a la propia Li-

ma, fusionando así el espacio público y privado en uno sólo. En general, con estas reales ór-

denes se simplificó el procedimiento ritual, abundante en paradas y procesiones ceremoniales,

que de ahí en adelante se realizará en una sola jornada y con un público más selecto42

. Por

ejemplo, en el mismo día de la celebración de la proclamación del nuevo Virrey se convidó un

refresco en el Palacio, con el cual hubo de agasajar el Virrey a todos sus convidados, que se

limitaran a aquellos que tuvieron “boletines”, con lo cual se limitó el acceso para impedir

desordenes y mantener “el debido adorno” durante la festividad.43

Evidentemente, en este

caso, el ceremonial se ha visto menos prolongado y rico en despliegue material que sus otro-

ras de mediados del siglo XVIII.

Sin embargo, estas limitaciones, no atacaron el sentido esencial de los actos ceremoniales,

que fue revestir al Virrey designado de ciertos atributos propios de la majestad real, transfor-

mando su persona en una construcción simbólico-alegórica que representó las tradiciones

culturales, políticas y religiosas de la monarquía y que continuaron ejecutándose secularmente

en los rituales políticos de la República.

CONCLUSIONES

Durante los ceremoniales, la relación vertical entre los participantes hizo que los significa-

dos de la autoridad real varíen, pero, a efectos de dominación, este significado tuvo que mos-

trarse como un cuerpo político único y eficiente, dispuesto a someter a sus súbditos. Ante ello

se esbozan dos significados del ceremonial virreinal. El primero muestra a los actores políti-

cos que se representan y ostentan su rol y poder sociopolítico durante el ceremonial. El se-

gundo significado, muestra a los participantes como un todo, como un cuerpo político y místi-

co que durante el ceremonial estuvo en re-creación y re-presentación. El poder de representa-

40 Alberto FLORES GALINDO, La ciudad sumergida. Aristocracia y plebe en Lima, 1760- 1830, Lima, Editorial Horizonte, 1984. pp. 67-68. 41 “Ceremonial, funciones y gastos para el recibimiento de los Excmos señores virreyes (del Perú)”, Archivo Históri-

co Nacional, Diversos- colecciones, 32, N.17, folio 7. 42 Véase el recibimiento a Manuel Guirior, “Ceremonial, funciones y gastos para el recibimiento de los Excmos

señores virreyes (del Perú)”, Archivo Histórico Nacional, Diversos-colecciones, 32, N.17, folios 10-12. Allí se pue-

den ver los cambios realizados en el recibimiento, y se prohíbe expresamente el paso por Bellavista, recalcándose la necesidad de no incurrir en gastos inútiles. 43 “Ceremonial, funciones y gastos para el recibimiento de los Excmos señores virreyes (del Perú)”, Archivo Histórico

Nacional, Diversos-Colecciones, 32, N.17, folio 5.

Page 24: Diacronica 3

20 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015

ción de la figura virreinal y su incidencia política y cultural devienen necesariamente de su

condición de alegoría simbólica de la majestad real, concibiéndose de esta forma como un

símbolo alegórico producido desde dicha majestad real.

Ambos significados tienen por objetivo el producir un impacto cultural y político en aque-

llos que consumían la representación simbólica-alegórica (RSA), esto es, los diferentes acto-

res que traman relación con la ya mencionada RSA. Es una tarea del ceremonial reglamentar

la distribución cultural, como las apariciones públicas del virrey y demás, para evitar una

omisión del análisis historiográfico de los atributos de la majestad real, recogidos en la figura

alegórica del Virrey.

Carlos Iván Villamizar Palacios Estudiante de pre-grado de Historia, en la Universidad Industrial de Santander, Bucaramanga. Auxiliar

de investigación de la Escuela de Historia del 2013 a la fecha. Coordinador del semillero de teoría social

del 2013 a 2014. Integrante del grupo de investigación Políticas, sociabilidades y representaciones histó-

rico-educativas. Actualmente viene desarrollando su tesis de licenciatura sobre el concepto de libertad en

la figura de Simón Bolívar.

Víctor Felipe Espinal Enciso Estudiante de pre grado del 10 ciclo. Se desempeñó como organizador del IV Congreso Internacional de

Estudiantes de Historia en el 2014. Formó parte del equipo de trabajo del Proyecto Bicentenario, Ca-

mino a la libertad, en el mes de agosto del 2015. Actualmente, viene desarrollando su tesis de grado

sobre la transformación de los poderes locales en la zona de Huanta-Ayacucho entre 1810 y 1850.

Page 25: Diacronica 3

DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015, pp. 21-32

La huelga de Vitarte y el paro general de

1911

Jair A. Miranda Tamayo Universidad Nacional Mayor de San Marcos

[email protected]

RESUMEN

La huelga de Vitarte, realizada en marzo de 1911, desencadenó una faceta de solidaridad obrera no

observada en el Perú hasta dicho momento. En consecuencia, se dio la conformación del primer paro

general en el Perú, en abril del mismo año. Ambos constituyen un fuerte impulso para el incipiente

movimiento obrero. El presente trabajo analiza los factores que influyeron en la adopción de la medida

de huelga, y el subsiguiente paro general, e igualmente se analizará las consecuencias generadas por

dichos acontecimientos.

Palabras clave: Huelga de Vitarte, paro general, costo de vida, anarquismo, sindicalismo.

ABSTRACT

The Vitarte Strike of March of 1911 triggered a wave of sympathy between workers never seen in

Peru until that moment. As a result, in April of that same year, the first general strike of Peru was exe-

cuted. Both events provided a strong boost to the emerging labor movement. This paper analyzes the

factors that influenced the Vitarte Strike, the general strike, and also the consequences generated by

these events.

Keywords: The Vitarte Strike, general strike, living cost, anarchism, syndicalism

INTRODUCCIÓN

a historiografía peruana conoce como República Aristocrática al período enmarca-

do entre 1895 y 1919, caracterizado por el dominio económico y político de una

oligarquía agroexportadora, una dependencia económica —principalmente hacia el

capital inglés—, el pacto entre el Partido Civil y el Demócrata, el surgimiento del movimiento

obrero, etc. Es en este último aspecto en que nos centraremos en el presente trabajo, particu-

larmente en la comprensión de la huelga de Vitarte de marzo de 1911, y su impacto en la

conformación del primer paro general en el Perú, de abril del mismo año.

Para ello, el trabajo está dividido en tres secciones: la primera, expone un breve esbozo del

contexto histórico económico, demográfico, social e ideológico que influye en la aparición de

la huelga de Vitarte. La segunda, presenta una historia de la Fábrica de Tejidos de Vitarte

hasta antes de 1911, con algunas consideraciones respecto a las relaciones existentes entre los

distintos niveles (trabajador-gerencia) pasando luego a describir las políticas gerenciales. La

última sección, explica la relación entre las dos primeras partes del trabajo con los aconteci-

mientos sucedidos en la huelga de Vitarte, además de la influencia que tiene este movimiento

en la conformación de un paro general y de las consecuencias que ello trae.

1. EL CONTEXTO

A finales del siglo XIX y comienzos del XX, el incremento y diversificación de las expor-

taciones de materias primas y la inversión directa del capital extranjero en minas, banca, segu-

ros e industrias, permitieron un crecimiento económico hacia afuera. La economía le daba

más importancia a la producción de productos de exportación, como algodón, azúcar, caucho,

L

Page 26: Diacronica 3

22 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015 lanas, etc., disminuyendo la producción para el consumo interno

1, razón por la que existió un

notable aumento del costo de vida—el valor o coste de los bienes y servicios que las familias

consumen para subsistir—, incentivado, también, por el aumento de demanda por el creci-

miento demográfico.

Y es que la población peruana2 había crecido lentamente en el último cuarto del siglo XIX,

de 2,7 millones, según el censo oficial de 1879, a 3,7 millones de habitantes en 1900. Para

1910, el número de habitantes había aumentado a 4,2 millones3. En el caso de Lima, luego de

un estado de relativo estancamiento demográfico provocado por el impacto de la guerra y las

conmociones civiles de la década de 1880, el censo de 1890 dio un estimado de 114.788 habi-

tantes, para luego llegar a 172.927 en 1908, y a 223.807 en 19204.

El aumento en costo de vida también tiene explicaciones presupuestales. Según el análisis

de Alejandro Reyes, entre 1894 y 1906, el presupuesto nacional se incrementó en 338%, a una

tasa anual de 26%. En estos años se ubica la gran explosión de gastos, ya que entre 1907 y

1912 apenas el incremento fue del 30%, significando un promedio de 6% anual. Ciertamente,

las exportaciones e importaciones se habían incrementado sustantivamente en este periodo;

sin embargo, los trabajadores y clases medias seguían viviendo mal, no satisfaciendo sus

demandas. La utilización de los presupuestos por parte del presidente y sus mayorías parla-

mentarias para retribuir a sus partidarios o allegados con cargos burocráticos y aumentos

salariales selectivos se convierte en algo “natural” en el juego político nacional. La moderni-

zación de Lima no justificaba el constante crecimiento de los presupuestos. Los cuantiosos

derroches presupuestales dejaban de lado gastos que tratasen de solucionar el problema sala-

rial y de costo de vida5.

En lo referente a la situación económica de la población, el análisis de Augusto Ruiz sobre

la dieta en Lima6 ejemplifica el aumento del costo de vida mencionado. La dieta popular de

Lima se basaba en un elevado consumo de carne, un alimento altamente nutritivo para los

trabajadores. Mantener la tradición alimenticia empezó a tornarse difícil al comenzar el siglo

XX, a causa de la escasez de la carne. El desplazamiento de pastos por cultivos para la expor-

tación —algodón y azúcar— y la sustitución, en la sierra central, del ganado vacuno por el

ganado menor, promovida por el alto precio de la lana en el mercado mundial, produjeron el

encarecimiento de los alimentos en general y especialmente de la carne7.

En Lima, entonces, se combinaban los siguientes aspectos: el volumen urbano en creci-

miento, la incapacidad de una producción interna para satisfacer las demandas de ese mercado

y el desorganizado uso de presupuestos por la administración.

1 El valor de las exportaciones e importaciones desde inicios del siglo XX no fue constante. Pero existe una tendencia

al crecimiento en el que las exportaciones sobrepasan a las importaciones. En 1900, el valor de las exportaciones era de 44’479.995 soles, con un pequeño declive entre los años 1901-1903, aumentando después a 74’740.761 soles en

1911. Para el caso de las importaciones, pasa de tener un valor total de 23’171.506 soles a 54’382.460 soles en 1911.

Wilfredo KAPSOLI, Luchas obreras en el Perú por la jornada de 8 horas, Lima, Centro de Estudiantes de Historia, p. 6. 2 Como menciona Contreras y Cueto, los estudios demográficos sobre el Perú de comienzos del siglo XX se han enfrentado con la carencia de un censo general de la república para el periodo comprendido entre 1876 y 1940. Sin

embargo, los censos parciales realizados en Lima y otras ciudades nos ayudan a rellenar las lagunas existentes par-

cialmente. Carlos CONTRERAS y Marcos CUETO, Historia del Perú contemporáneo, Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 2000, p. 209. 3 Peter KLARÉN, Nación y sociedad en la historia del Perú, Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 2004, pp. 273. 4 Carlos CONTRERAS y Marcos CUETO, Historia del Perú contemporáneo, pp. 209. 5 Alejandro REYES, “Finanzas en el Perú: 1895-1914”, Investigaciones Sociales, Lima, 2002, año 6, número 10, pp.

74-77. 6 Augusto RUIZ, “Dieta popular y conflicto en Lima de principios de siglo”, Histórica, Lima, 1992, volumen 16, número 2, pp. 203-220. 7 En 1894, el precio de la carne de res era de 0.25 soles/kilo y el de la carne de ganado lanar 0.19 soles/kilo. En 1910,

la primera costaba 0.40 soles/kilo y la segunda 0.39 soles/kilo. Augusto RUIZ, “Dieta popular y conflicto…”, p. 215.

Page 27: Diacronica 3

Investigaciones y ensayos 23 Junto con la relativa invariabilidad de los salarios de obreros y el aumento del costo de vida,

la desigualdad aumentó, profundizándose las brechas sociales; lo cual no demoró en generar

el descontento social que desembocó en movimientos de diversa índole, influenciados por las

nuevas ideologías.

En el campo ideológico-organizacional, desde mediados del siglo XIX comenzaron a apa-

recer organizaciones de ayuda mutua, lo cual llegó a su máximo auge con la organización

mutualista Confederación de Artesanos Unión Universal (1886). Como menciona Denis Sul-

mont, lo característico de la primera etapa de la organización obrera era el mutualismo, una

forma de organización gremial de carácter asistencialista, es decir, para la ayuda mutua entre

trabajadores en caso de enfermedad, de muerte, de desempleo, etc. Participaban en este mode-

lo organizativo principalmente artesanos y trabajadores de oficio. Muchas de estas organiza-

ciones eran en realidad clubes sociales donde se desarrollaban actividades deportivas y cultu-

rales; algunas tenían carácter patriótico o religioso8, y no conformaban una verdadera organi-

zación clasista y con consciencia social. Pero no todo fue apoyo, consenso o diálogo. La resis-

tencia de los artesanos frente a la competencia de productos importados dio lugar a violentas

movilizaciones ya desde mitad del siglo XIX, como las de 1851, 1858, el motín de 1865, etc.,

movimientos de carácter esporádico y bastante desesperados. Pues, “demandando mejoras, el

incipiente proletariado protagonizó duros combates, que aunque espontáneos, le permitieron,

gradualmente tomar consciencia de organizarse más allá de los estrechos márgenes en los que

los había encerrado el Mutualismo”9.

Iniciando el siglo XX, la entrada de otros tipos de trabajadores con actitudes combativas

hacia sus patrones, generó una contradicción dentro de las organizaciones mutuales: por un

lado, empezaron a tener una primera conciencia de lucha por mejorar sus condiciones de vida;

por otro lado, mantenían la mentalidad de pequeños productores independientes que se resis-

ten a la proletarización y defienden el orden social tradicional10

. En 1904, la Federación de

Obreros Panaderos Estrella del Perú11

—fundada en 1886— rompió con la Confederación de

Artesanos Unión Universal, lo cual implica una ruptura entre el mutualismo y el anarquismo.

Junto con los obreros textiles y los portuarios, forman parte de los sectores combativos no

mutualistas. Los primeros comenzaron su radicalización con los eventos ocurridos en Vitarte

en 1896, aspecto que se explicará más adelante. En el caso de los portuarios, la huelga en El

Callao de 1904 tuvo como resultado la muerte de Florencio Aliaga, considerado como el pri-

mer mártir del movimiento obrero en el Perú12

. Huelgas como las de 1906, 1907, además de

las mencionadas, habían servido de práctica en lo referido a organización y movimiento obre-

ro.

Los obreros asumieron una alternativa de tinte anarquista, combinada ya en el siglo XX

con el tipo de organización sindical, lo que es conocido como anarcosindicalismo13

. El anar-

quismo llega al Perú en los años posteriores a la guerra con Chile, como una corriente intelec-

tual defendida por un grupo de jóvenes literarios, encabezados por Manuel González Prada,

influido por la lectura de Proudhon, Bakunin y Malatesta. Pero no es la única influencia.

8 Denis SULMONT, El movimiento obrero peruano (1900-1956), Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú,

1975, pp. 68-71. 9 Guillermo SÁNCHEZ, La prensa obrera (1900-1930). Análisis de El obrero textil, Lima, Ediciones Barricada, 1987, p. 11. 10 Denis SULMONT, El movimiento obrero peruano…, pp.71-72. 11 El 1ro. de mayo de 1905 la Federación de Obreros Panaderos organizó un solemne acto para celebrar la jornada internacional de los trabajadores. Allí se acordó iniciar una lucha en común para conseguir la jornada de ocho horas.

Entre los líderes más reconocidos de esta Federación tenemos a Caracciolo, Delfín Lévano y Ormachea. 12 Acerca de las principales huelgas en el Perú del siglo XX, Wilfredo Kapsoli elaboró un cuadro didáctico con datos sobre los reclamos, duración, muertes, heridos y soluciones obtenidas. Wilfredo KAPSOLI, Luchas obreras en el

Perú…, pp. 11-12. 13 Piedad PAREJA, Anarquismo y sindicalismo en el Perú (1904-1929), Lima, Editorial Rikchay Perú, 1978, p. 48.

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24 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015 Aquellos inmigrantes europeos, principalmente de Italia y España, que habían abandonado sus

países llegaron a Latinoamérica, principalmente a Argentina, con dicho pensamiento radical.

Como consecuencia, la influencia del anarquismo argentino es notable en el Perú para esos

años14

.

Como anarquistas no conformaron un partido político que los represente, pues “[no hay

un] partido proletario. Así, la fuerza de trabajo se organizó en instituciones gremiales y sindi-

cales”15

. Los obreros veían en el sindicalismo puro el camino hacia el burocratismo, y los

procedimientos y peligros del autoritarismo, por lo que era necesaria la acción directa, lo cual

genera el anarcosindicalismo ya indicado, combinándose la organización y la acción16

.

Tampoco conformaron un anarcosindicalismo “analfabeto”17

, ni asilado de la vida cultural.

El interés por la difusión de lecturas y revistas es notable, además de la formación de círculos

culturales obreros y obras de teatro proletario18

. Por ejemplo, en 1901 se funda la Biblioteca

Popular Ricardo Palma. En Lima comenzaron a publicarse revistas como La Idea Libre

(1900), El Libre Pensamiento (1896), Los Parias (1904), El Oprimido (1907), La Protesta

(1911), entre otros19

. Sin duda el último es el más importante. Escribieron en la plataforma

Ángel Origgi Galli, Delfín Lévano, Manuel Caracciolo Lévano, Luis Felipe Grillo, entre

otros. Encargados de su divulgación fueron los estudiantes Erasmo Roca y Juan Manuel Ca-

rreño. Estos espacios tuvieron un papel importante como incitador a la huelga y organización

sindical, cuya influencia llega hasta el caso de Vitarte de 1911.

2. FÁBRICA DE TEJIDOS DE VITARTE

Los primeros intentos de manufacturación de hilados y tejidos de algodón en el Perú se

dieron con la apertura en Lima de la fábrica Cagigao y Casanova, en 184720

. Cinco años

después, esta se vio obligada a cerrar sus actividades por la competencia de tocuyos extranje-

ros. Es en 1871, a manos de Carlos López Aldana, que se logró restablecer, siendo trasladada

del Rímac a Vitarte21

.

14 Por ejemplo, la revista anarquista peruana de mayor importancia es La Protesta (fundado en 1911), cuyo nombre es parecido al de la revista anarquista argentina La Protesta Humana (fundada en 1897). 15 Piedad PAREJA, Anarquismo y sindicalismo…, p. 51. 16 “Los obreros […] rechazaron categóricamente la acción partidaria en el sindicato. […] Los anarquistas fueron, en esos momentos, los conductores del movimiento obrero; intransigentes en sus reivindicaciones, pero muy respetados

por los obreros más concientizados, eran llamados “cerebristas”. Los sindicalistas, más preocupados por las mejoras

económicas, mediaron entre las peticiones de los obreros y los concesione patronales, [...] eran llamados ‘pacifistas’”. Piedad PAREJA, Anarquismo y sindicalismo…. pp. 51-52. 17 “El las ciudades los obreros tenían mejores condiciones que en los centros extractivo-exportadores. Podían estable-

cer lazos de solidaridad entre ellos, contar con el apoyo de intelectuales y sectores medios radicalizados y desarrollar la prensa, educación y cultura obreras. Eso explica por qué el movimiento obrero organizado se inicio a partir del

proletariado urbano-industrial”. Denis SULMONT, El movimiento obrero peruano (1900-1956). Reseña histórica,

Lima, Editorial Tarea, 1984, p. 18. 18 En el caso de los obreros de Vitarte, existieron personas educadas en la lectura. Grace había construido en el lugar

un colegio. Además, como lo demuestra el testimonio de Julio Portocarrero cuando estuvo trabajando en Vitarte allá por el año 1911, cuando solo 13 años de edad: “En esos años fue que me inicié en la lectura. Y una de las primeras

que tuve fue el periódico anarquista La Protesta, que salió poco antes de que formáramos la Unificación. Ese órgano

lo recibía [Juan] Híjar en Vitarte. […] me llamó y me dijo que me hiciera cargo de repartir La Protesta. […] Fue mi primer trabajo ilegal: difundir La Protesta. Y, claro, la leía”. Julio PORTOCARRERO, Sindicalismo peruano. Prime-

ra etapa, 1911-1930, Lima, Editorial Labor, 1987, p. 34. 19 El mutualismo en Lima también tuvo publicaciones voceras, como El Artesano (1898, publicado por la confedera-ción de Artesanos Unión Universal), El Obrero Peruano (1902) y La Voz Obrera (1901, publicado por la Asamblea

de Sociedades Unidas). 20 En la Guía de Forasteros del año 1849, en sus páginas 82 y 83, la menciona como la primera fábrica de tejidos en el Perú. Demetrio FLORES, Medio siglo de vida sindical en Vitarte, Lima, Imprenta EETSA, 1961, p. 12. 21 Fernando EGUREN et. al., Producción algodonera e industria textil en el Perú, Lima, Editorial Desco, 1961, pp.

139-142.

Page 29: Diacronica 3

Investigaciones y ensayos 25

Además del auge de las exportaciones, la industria se vio favorecida por la devaluación de

la tasa de cambio de la moneda peruana, y los incrementos en los aranceles. Una de las indus-

trias que mayor impulso cobró en esta décadas fue la textil, y esto se aprecia claramente en el

número de fábricas que fueron apareciendo: Sociedad Industrial Catalina (Lima, 1890), Fábri-

ca de Tejidos Ica S.A. (Ica, 1892), La Industrial (Arequipa, 1896), Fábrica de Tejidos San

Jacinto (Lima, 1897), Fábrica de Tejidos la Victoria (Lima, 1898), etc.22

Esto se ve reflejado

en el caso de Vitarte. Luego de iniciarse en sus actividades mercantiles, la firma británica

Grace y Cía. entró al negocio de la actividad manufacturera textil, comprando la Fábrica de

Vitarte en 1890, rebautizándola con el nombre de Peruvian Cotton Manufacturing Vitarte.

Según la información recopilada por Cynthia Sanborn, Vitarte se inició con menos de 200

obreros, quienes vivían en las instalaciones de la fábrica. Es posible que este grupo incluyera

algunos obreros la antigua fábrica del Rímac. También había migrantes, pero no tenían ante-

cedentes campesinos recientes, sino que eran jóvenes provincianos atraídos por las noticias

sobre oportunidades de trabajo en las nuevas fábricas, que les hacían llegar parientes o amigos

residentes en la capital23

.

Para 1896, la fábrica de Vitarte era la principal planta manufacturera del país, donde ope-

raban aproximadamente 500 obreros. El 26 de agosto de ese mismo año, los obreros se decla-

raron en huelga, reclamando aumento de salarios —el jornal a destajo ascendía a 30 centavos

diarios—, mejora en la alimentación y el establecimiento racional de las jornadas de trabajo,

la cual era de 16 horas diarias24

. Se solicitó la intervención del Presidente de la República,

pero la negativa de Piérola de respaldar a los trabajadores, junto con la denegación y represión

de la gerencia comandada por William Smith, incidieron en la radicalización de los huelguis-

tas.

Hubo un incendio intencional dentro del depósito de algodón, dónde se almacenaban

2.000 sacos. El Intendente evitó la extensión del incendio, llegándose a perder solo 80 sacos.

Estas medidas de “sabotaje” trajo como resultado la captura de 24 trabajadores, entre los que

estaba Emilio Mendoza, presidente de la agrupación gremial. El testimonio de Celso Soto,

rescatado por Demetrio Flores, nos relata acerca de los sucesos de 1896:

Entonces no existía organización obrera, pero las circunstancias por demás afixiantes (sic.), de

largas jornadas de trabajo; de prepotencias, penurias y calamidades, de inclemencias del tiem-

po, de fallecimientos sin las elementales atenciones, hacían que los obreros dieran rienda suelta

a sus bilis (sic.) social respetando siempre la propiedad privada. […] El incendio ocurrido en la

fábrica fue fraguado, si se tiene en cuenta de que el país convalecía de una guerra civil […] los

mismos huelguistas nos interesamos porque no progresara el “incendio” por ser la Fábrica

parte de nuestro sostén diario.25

Es posible que la casa Grace hubiere inculpado a los obreros del incidente para desacredi-

tar la huelga, lo cual podría ser demostrado o desacreditado con posteriores investigaciones

sobre el tema. Pero el fracaso de esta no solo se debe a ello. Como testimonió Celso Soto, la

falta de organización fue un factor importante, además de la carencia de apoyo, lo que puede

demostrar la inexistencia de una consciencia social concreta. Sulmont26

considera este hecho

como el primer conflicto industrial del país. Conflicto que sirvió de experiencia en lo relacio-

nado a organización obrera y administración de una huelga. Experiencia vital para entender

22 Fernando EGUREN et. al., Producción algodonera e industria…, p. 143. 23 Cynthia SANBORN, “Los obreros textiles de Lima: redes sociales y organización laboral, 1900-1930”. En Felipe

PORTOCARRERO y Aldo PANFICHI (ed.) Mundos Interiores: Lima 1850-1950, Lima, Universidad del Pacifico,

1995, p. 190. 24 Jorge BASADRE, Historia de la República del Perú, Lima, Ediciones Cantabria, 2014, tomo 11, p. 180. 25 Demetrio FLORES, Medio siglo de vida sindical…, p. 17. 26 Denis SULMONT, El movimiento obrero peruano…, p. 18.

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26 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015 posteriores huelgas en dicha fábrica, cuyos obreros tuvieron un papel principal en lo referente

a la historia social del Perú.

Pasados estos acontecimientos, comenzó la gerencia a emplear nuevas políticas en bús-

queda de productividad y control: el contrato bajo redes de parentesco y el paternalismo in-

dustrial.

La presencia de familias enteras trabajando en Vitarte comenzó a ser notable a inicios del

siglo XX. Ello se explica la creación de una red de contrato regido por redes de parentesco, en

donde trabajador y gerencia eran cómplices, pues como menciona Sanborn:

Una vez que la primera generación ingresó a trabajar en la fábrica, la mayoría echó raíces

permanentemente. Después ingresaron familiares y amigos27, por lo que en las siguientes gene-

raciones disminuye notablemente el número de migrantes. Rápidamente la población textil creó

su propia red de reclutamiento, la cual se mantuvo relativamente cerrada [lo que le da al em-

pleo una relativa estabilidad laboral]. De esta manera se repetían los mismos patrones labora-

les entre padres e hijos. En otras palabras: padre o madre textil, hijos textiles. En el caso que el

padre no fuera obrero textil con toda seguridad lo era un familiar o compadre.28

Ello se puede ejemplificar con la entrada de Julio Portocarrero a la fábrica de Vitarte, lla-

mado por su hermana, obrera de dicha fábrica. Como menciona su testimonio: “mi hermana

Alejandrina, que ya era obrera en la fábrica de Vitarte, me dijo que me fuera. Yo me fui, pues,

con mi mamá a Vitarte… a trabajar en la fábrica”29

.

Por esta razón, la Grace empezó a construir viviendas afuera de la fábrica desde 1902,

además de un colegio, botica e iglesia, dando inicio a la conformación de un pueblo obrero.

De esta forma se podía asegurar la puntualidad del trabajador. Sumado a ello, estas medidas

forman parte de una política paternalista combinada con una cultura del don: las facilidades

dadas al trabajador generan en él un sentimiento de obligación moral, de agradecimiento. De

esta forma, se buscaba obtener lealtad y productividad —reforzada por el salario a destajo

existente en la fábrica— del obrero.

El reclutamiento basado en redes parentesco —contrato de familias enteras y amigos— y

el paternalismo industrial de la gerencia al construir barrios obreros generaron que el acceso

como trabajador a la fábrica de Vitarte fuese relativamente cerrado. Estas fórmulas buscaban

la estabilidad y lealtad obrera30

, siendo también una forma de evitar el avance del sindicalis-

mo, cuyos indicios insipientes fueron observados desde la ya mencionada huelga de 1896.

Dichas medidas generaron una paradoja: ayudaron a la identidad y solidaridad obrera31

al

interior de la fábrica, importante para entender la decisión colectiva de ir a huelga en el año

27La gerencia aceptaba la recomendación de trabajadores durante el contrato de personal, ya que la recomendación de

un obrero conocido les daba más confianza y también control sobre el personal. Cynthia SANBORN, "Los obreros textiles de Lima…”, p. 195. 28 Cynthia SANBORN, "Los obreros textiles de Lima”…, pp. 190-191. 29 Julio PORTOCARRERO, Sindicalismo peruano…, p. 21. 30 Según David Parker es notable en la Lima de los inicios del siglo XX un rechazo hacia el trabajo manual, visto

como un insulto a la dignidad, no solo por parte de la clase alta o media, sino también en la baja. Se observa en ello una preocupación por el status y el prestigio, más que el dinero. Pero llevando esto al caso del trabajo en la

fábrica textil de Vitarte, nos parece paradójico, ya que los mismos obreros se sentían prestigiosos en relación con los obreros de otros rubros. Es posible que la relativa estabilidad laboral y la modernidad del lugar de trabajo influyan en

olvidar el trabajo manual como algo degradante de la dignidad. David PARKER, “Los pobres de la clase media:

estilo de vida, consumo e identidad en una ciudad tradicional”. En Felipe PORTOCARRERO y Aldo PANFICHI (ed.) Mundos Interiores: Lima 1850-1950, Lima, Universidad del Pacifico, 1995, p. 174. 31Julio Portocarrero testimonia un aspecto de ello: “[…] tocaban el pito a las seis de la mañana […] pero uno esperaba

al segundo pito […] ahí si había de apurarse, levantarse y correr a la fábrica. Siempre se entraba a las 6:35 o 6:40, en lugar de 6:30; siempre el guardián dejaba entrar algunos retrasados que se quedaban agrupados en la puerta. Estas

eran las relaciones que teníamos: amistad, mucha amigabilidad”. Julio PORTOCARRERO, Sindicalismo peruano…,

p. 28.

Page 31: Diacronica 3

Investigaciones y ensayos 27 1911. Dicha identidad fue reforzada con, por ejemplo, la conformación de un club deportivo

en 1904, Sport Vitarte. Cervantes & Porras mencionan que “las competencias deportivas eran

usadas como pretextos para confraternizar con otros trabajadores y hacer un intercambio de

experiencias. El Sport Vitarte, como otras sociedades, fue la antesala de la Unificación Obrera

Textil de Vitarte”32

. Considero que fue al revés: las competencias deportivas futbolísticas, que

por esos años comenzaron a ser moda, propiciaron la confraternización e intercambio de expe-

riencia entre obreros de distintos rubros. Sin embargo, como menciona Sanborn33

, aún existían

muchos obstáculos a principios de siglo para la organización y autodefensa de trabajadores en

general, incluyendo su profunda pobreza, su heterogeneidad social y su dispersión en una gran

variedad de oficios y sitios de trabajo. El paro general de 1911 es un avance en este sentido.

3. LA HUELGA DE VITARTE Y EL PARO GENERAL DE 1911

Para el año 1911, el horario de trabajo en la fábrica de Vitarte duraba de 6:30 am. a 9:00

pm. El salario era a destajo, pero algunos pocos trabajadores recibían un jornal. El pago era de

setenta centavos por quintal, y normalmente se ganaban entre diez y once soles por semana,

aunque algunas secciones lograban entre catorce y dieciséis34

. Como ya se mencionó, el costo

de vida en Lima venía aumentando desde finales del siglo XIX, lo cual se agravaba más para

el caso de Vitarte, donde los productos de primera necesidad estaban bajo el control de la

mencionada fábrica, que los expendía a precios elevados, a la vez que no permitía la existen-

cia de otros centros comerciales, ejerciendo de esa manera un verdadero monopolio local35

.

Pues, “a los inconvenientes de un clima palúdico y malsano, añádase la excesiva jornada […]

que aniquilan y destruyen la naturaleza humana […] [además de] la alimentación, en la que se

nos estafa, sin misericordia, vendiéndonos caro y malo”36

.

Algunas revistas anarquistas incitaban la huelga y organización sindical. Es posible que

éste sea un factor más en la realización de la huelga de Vitarte, pues como lo demuestra el

testimonio de Julio Portocarrero, ya citado, La Protesta circulaba secretamente por las inme-

diaciones de la fábrica37

. En su segunda edición—lanzada poco antes de la huelga de Vitar-

te—, luego de enlistar el trato hacia los obreros de la Fábrica de Tejidos Inca Cotton Mill,

menciona lo siguiente:

Es necesario, que frente al patrón, déspota, vengativo, é incansable acumulador de oro que

representa el producto del músculo y la inteligencia del obrero, se cuadre potente, la asociación

de los productores. Nosotros aconsejamos á dichos trabajadores, que unifiquen sus fuerzas, ar-

monicen sus aspiraciones y en lugar del tanto por ciento de extraordinario que se les paga por

el trabajo en la noche, reclame ente cincuenta centavos por cada hora de trabajo nocturno; que

esperen todos juntos el toque del último pito para entrar á la fábrica y que con su acción decidi-

da que se consigue por medio de la organización gremial, traten de abolir toda clase de multas

y atropellos.38

La inquietante situación de trabajo en 1911 generó la conformación de un Comité de

Huelga, que confeccionaría el pliego de reclamos: Gustavo Castillo como presidente; Mariano

Bejarano, vicepresidente; Miguel Palacios, secretario; y Nicanor Alegre, tesorero. Pero la

gerencia dio su negativa de aceptar la propuesta de los obreros. En ese momento el gerente

32 Oscar CERVANTES & Humberto PORRAS, La industria textil peruana. Comunidad industrial – sindicato. Aspec-tos coyunturales, Lima, Tesis (Bach. Ciencias Sociales), Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1975, p. 40. 33 Cynthia SANBORN, "Los obreros textiles de Lima”…, p.212. 34 Julio PORTOCARRERO, Sindicalismo peruano…, pp. 23-26 35 Wilfredo KAPSOLI, “La primera huelga general del Perú”, Historia Peruana, Lima, Centro de Estudiantes de

Historia, Lima, año 1, número 1, 1968, p. 41. 36 “Carta de Gustavo Castillo y Miguel Palacios, fechada el 17 de marzo de 1911”, El Comercio, sábado 18 de marzo de 1911, edición mañana, pp. 2. 37 Julio PORTOCARRERO, Sindicalismo peruano…, pp. 34. 38 La Protesta, Lima, año 1, número 2, 1911, p. 4.

Page 32: Diacronica 3

28 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015 William Smith estaba en Inglaterra, por lo que su reemplazante era el peruano Lino Conroy.

Por esta razón, el 17 de marzo se declararon en huelga trescientos cincuenta operarios de la

fábrica aproximadamente, un número muy significativo, demostrando una unión y solidaridad

interior dentro de la fábrica, sin llegar a completarse una consciencia social obrera, lo cual

hubiera demandado a la mayoría de obreros.

La gerencia aceptó gestionar una modificación de horarios en un inicio39

, pero la insatis-

facción obrera produjo que la fábrica tomase medidas para romper la huelga, que hasta el

momento había sido pacífica. Por ejemplo, el uso contrahuelguistas40

, lo que generó que los

obreros enviasen una comisión a Lima con el objeto de solicitar la intervención del intendente

de policía, el coronel Aguirre, con la finalidad de mantener el orden en Vitarte41

.

Otra medida fue el desalojo y despido de los huelguistas. Desde la mañana del 22 de mar-

zo aparecieron en las paredes de la fábrica avisos de la gerencia que daban a los huelguistas el

plazo de diez días para que desocuparan las habitaciones que utilizaban en la fábrica42

. Pero

con ayuda legal del Prefecto de Lima, Gárezon, se obligó violentamente al siguiente día a los

obreros a abandonarlas inmediatamente43

. Dicho evento generó que fueran apresados algunos

miembros del Comité de Huelga44

. Ello significó un despido masivo45

. Los desalojados llega-

ron a Lima, donde se constituyeron en número de trescientos aproximadamente46

en la Plaza

de Armas y en la plazuela de Desamparados. Luego de ser desalojados del lugar por la policía,

solicitaron el apoyo y hospedaje de la Asamblea de Sociedades Unidas, que funcionaba en el

local 16 Amigos, situado en la Plaza Italia47

.

Una comisión de la Asamblea de Sociedades Unidas, presidida por Federico Ortiz Rodrí-

guez, Darío Chumpitazi, J. González Jara, Teodoro Espinoza y Luis E. Bravo, visitó el despa-

cho del presidente Augusto B. Leguía informando de la situación48

. El presidente ordenó que

los huelguistas fuesen restituidos a sus hogares y trabajos en la fábrica, y que los detenidos

sean liberados. Con el objeto de guardar orden en Vitarte, mandó fuerzas de gendarmes, de

infantería y caballería49

. Ya el 24 de marzo estaban en Vitarte.

Los acontecimientos sorprendieron a la Alcaldía Municipal, que comenzó las gestiones pa-

ra el establecimiento de una cantina, donde se pudieran obtener los artículos de primera nece-

sidad al mismo precio que en Lima50

. Distintas fábricas y organizaciones obreras ayudaron

con donaciones y apoyo moral: fábricas textiles como El Inca, El Progreso, Santa Catalina, La

Victoria, San Jacinto; sociedades obreras como Jornaleros del Callao y Motoristas y Conduc-

tores; Federación de Panaderos Estrella del Perú51

y Gremio de Cocheros52

.

39 La Prensa, sábado 18 de marzo de 1911, edición tarde, p. 1. 40 Julio PORTOCARRERO, Sindicalismo peruano…, p. 29. 41 El Comercio, sábado 18 de marzo de 1911, edición mañana, p. 2. 42 El Comercio, miércoles 22 de marzo de 1911, edición tarde, p. 2. 43 La Prensa, jueves 23 de marzo de 1911, edición tarde, p. 2. 44 Según La Prensa, los capturados fueron Gustavo Castillo, Mariano Benjano, José La torre, Aurelio Solís, Eusebio Salas, Miguel Carrión, Juan García, Lizardo Montoya, Aurelio Tataje y Enrique Soria. La Prensa, jueves 23 de marzo

de 1911, edición tarde, p. 2. 45 El diario El Comercio publicó avisos laborales de la Fábrica de Vitarte: “Se necesitan operarios. La Fábrica dispone

del número suficiente de cuartos para hombres y casitas para familias”. El Comercio, viernes 24 de marzo de 1911,

edición tarde, p. 2. 46 El diario La Protesta señaló que fueron 350. La Protesta, Lima, año 1, número 3, 1911, p. 2 47 El Comercio, viernes 24 de marzo de 1911, edición mañana, p. 2. 48 La Prensa, viernes 24 de marzo de 1911, edición mañana, p. 1. 49 El Comercio, viernes 24 de marzo de 1911, edición mañana, p. 2. 50 El Comercio, domingo 26 de marzo de 1911, p. 3. 51 “[…] la Federación de Panaderos nos mandaba durante la semana sacos de pan, los mataceros de Monserrate nos traían piezas de res […]”. Julio PORTOCARRERO, Sindicalismo peruano…, p. 30. 52 A través de diarios como El Comercio, las distintas organizaciones ofrecían su apoyo. El Comercio, miércoles 22

de marzo de 1911, edición mañana, p. 2

Page 33: Diacronica 3

Investigaciones y ensayos 29

Como resultado de ello, el 26 de marzo se celebró una sesión general obrera en Vitarte,

donde participaron personajes de la fábrica La Victoria, el Progreso, Gremio de Cocheros,

instituciones como Luz y Amor y Grupo de luchadores por la Verdad. Bajo tintes anarquistas

y sindicalistas, en un acto de solidaridad obrera se acordó hacer un paro general53

. También se

conformó una Comisión de Prensa encargados de circular volantes en Lima mensaje alusivos

a la situación en Vitarte54

.

Ante la continuidad de la huelga, la gerencia decidió otorgar la gratificación de 8% a los

operaros que entregaran terminadas 30 piezas a la semana; fijar las horas de trabajo, en las

mañana, de 7:00 am a 6:00 pm, suprimiéndose, por consiguiente, las labores nocturnas; y

rebajar el precio de los artículos de consumo, nivelándolos a los de Lima55

. Pero ello no satis-

fizo a los huelguistas, quienes demandaron cuatro centavos de aumento por pieza56

.

Una comisión liderada por Gustavo Castillo, se acercó el 3 de abril donde el representante

de la casa Grace. Para llegar a un arreglo, propuso como cuestión previa que los trabajadores

volvieran a sus labores en las mismas condiciones que antes, es decir, trabajando hasta las

9:00 pm, mientras duren las gestiones57

. En un inicio se aceptó dicha condición, pero al no

obtener respuestas rápidas, los obreros negaron tal fórmula. Ello incentivó la conformación

del paro general planeado con anticipación58

.

Para ello, se conformó de modo muy apresurado una Asamblea General Obrera el 6 de

abril, la cual fue difundida el mismo día a realizarse, dejándose de lado una eficiente prensa59

.

Con la participación de aproximadamente 500 obreros60

, se discutió la actitud que debía asu-

mirse en vista de lo ocurrido en Vitarte. Participaron Gustavo Castillo, Caracciolo Lévano,

Germán Espinoza, Manuel Mazzi, entre otros, además de jóvenes universitarios. En dicha

reunión, se decide la medida del paro general.

Tal como se planeó, el lunes 10 de abril comenzó el paro general, el primero en la historia

del Perú. La paralización de las labores en la capital fue completa, a excepción de los tranvia-

rios, que tuvieron que adherirse al paro por las medidas de fuerza que fueron tomadas contra

ellos —apedreamiento, sabotaje e impedimento de la circulación de los ferrocarriles—, mien-

tras que en el Callao, solo los trabajadores de la Empresa Muelle Dársena, se sumaron a la

protesta61

. Se pudo observar la participación de gremios de Panaderos, Textiles, Cocheros,

Madereros, Sastres, Empleados de Hotel, etc. 62

.

53 “[Carta de Gustavo P. Castillo y Miguel Palacios, fechada el 26 de marzo de 1911]”. La Prensa, lunes 27 de marzo

de 1911, edición mañana, p. 2. Sería la primera vez que se da al público a conocer esta posible medida a tomarse. 54 “Los huelguistas de Vitarte agradecen á toda la clase trabajadora su leal comportamiento en no ir á solicitar trabajo, no obstante los avisos que salieron en los diarios. Se conoce que no son traidores á sus hermanos huelguistas ó no han

querido ser vilmente engañados, pues los tales anuncios no eran sino una trampa con queso, pues todo Lima sabe que

el clima de Vitarte es enteramente palúdico y que ni el agua que se bebe es mala siquiera, sino pésima, se nos paga muy mal, se nos trata peor y el sostenimiento de cada uno es mucho peor. ¡Alerta, pues trabajadores, no hay que

dejarse engañar con un nuevo aviso! ¡La causas que defienden los obreros de Vitarte es la causa más justa que se ha

presentado! Mucho cuidado que algunos esclavos de esa fábrica pretenden llevar operarios enganchados como a chinos ¡Habrán traidores!”. El Comercio, jueves 30 de marzo de 1911, edición mañana, p. 2. 55 Ello como consecuencia de las gestiones de la colocación una cantina municipal, aspecto ya mencionado 56 El Comercio, viernes 31 de marzo de 1911, edición tarde, p. 2. 57 El Comercio, martes 04 de abril de 1911, edición mañana, p. 1. 58 La Prensa, miércoles 05 de abril de 1911, edición mañana, p. 1. 59 “¡¡Al pueblo obrero de Lima y Callao!! Trabajadores: […] hemos acordado realizar una gran asamblea, contando

para el efecto con el apoyo de la opinión pública y la justicia de nuestra causa, á fin de poner en práctica el mitin ó el paro general, acordado ya de antemano. Dicha asamblea á la que convocamos á todos los obreros en general, y en

particular al gremio textil, tendrá lugar hoy [6 de abril de 1911] á las 8 y media de la noche, en el local de la sociedad

“16 amigos”, Plaza Italia […]”. El Comercio, jueves 6 de abril de 1911, edición mañana, p. 2. 60 La Prensa, viernes 7 de abril de 1911, edición mañana, p. 1. 61 Wilfredo KAPSOLI, “La primera huelga general”…, p. 42. 62 La Prensa, Lima, año 1, número 3, 1911, Lima, p. 2

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30 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015

La movilización partió desde el Paseo Colón y la Plaza Bolognesi, atravesando la ciudad

por el jirón de la Unión hasta Desamparados, y de allí por la Pescadería, Plaza de Armas,

Mercaderes, unos por 8 de Mayo y otros a la Plaza Italia. Desfilaban con banderas rojas, con

inscripciones en blanco, alusivas a la huelga. La opinión pública que estaba a favor de las

reivindicaciones de los trabajadores se unía a la marcha, siendo la euforia del momento conta-

giante. Hubo choques con la Policía, lo que ocasionó, por ejemplo, el arresto de obreros per-

tenecientes a la Comisión de Prensa. El más significativo fue el ocurrido en la Plaza 2 de

Mayo. A causa de que los huelguistas obstruyeron el tránsito vehicular y despojaron de sus

llaves a los conductores, los gendarmes en caballos tuvieron que dispersarlos del lugar63

.

El paro general, supuestamente de tiempo indefinido, tuvo una duración de dos días, ter-

minando el martes 11 de abril. Según la revista La Protesta, fue Delfín Lévano quien llegó a

al convencimiento de darlo por terminado, puesto que “ya había fracasado”64

. Fue precipitado,

pero impactó en la sociedad, mostrando al obrero en una faceta de solidaridad no vista en el

Perú hasta el momento, lo que constituye un fuerte impulso para el incipiente movimiento

obrero65

.

Puede ser considerado como un fracaso en el sentido de que no se logró el aumento de

cuatro centavos por pieza reclamado en un inicio por los obreros de Vitarte, pero fueron varias

las conquistas obtenidas: supresión del trabajo nocturno, lo que indica una disminución de las

horas de trabajo; pargo del jornal por piñones, y no por quintal; admisión y estabilidad en el

puesto a todos los huelguistas; gratificación del 8% por el trabajo realizado; establecimiento

de una cantina municipal en donde se vendan los artículos de primera necesidad al mismo

precio que en Lima. El Estado se comprometió a pagar los daños causados, y dio una ayuda

económica a los obreros, consistente en el reparto de una libra de oro per cápita66

.

Los acontecimientos ocurridos entre marzo y abril de 1911 dieron a conocer la necesidad

de una organización sindical concreta que abogara por los intereses obreros. La falta de esta

generó que los obreros de Vitarte tuvieran que depender de otras organizaciones obreras, al no

poder trabajar independientemente de modo eficiente. Revistas anarquistas como La Protesta,

y las organizaciones obreras que apoyaron en el paro general, influyeron en la decisión de

conformar un sindicato obrero en Vitarte.El 26 de mayo se llevó a cabo la asamblea de consti-

tución de la Unificación Obrera de Textil de Vitarte, cuyo primer presidente fue Emilio Ugar-

te, presidido por Juan Híjar como vicepresidente, Cipriano Rodríguez como secretario, Enri-

que Chuti como tesorero, Celso Soto como fiscal, entre otros. Fue fundada bajo las siguientes

bases:

Servir y defender los derechos del proletariado en general y en particular del gremio textil; re-

unir en su seno a todos los obreros del oficio sin distinción de nacionalidad, fomentando entre

ellos los vínculos de unión, solidaridad y mejoramiento moral y material; fomentar y sostener la

caja de resistencia; velar por los intereses de los trabajadores como son: estabilidad del traba-

jo, [tener] salario por el trabajo nocturno ó supresión de éste, disminución de horas de trabajo,

fijar un salario mínimum é igualdad de éste para uno y otro sexo, accidentes del trabajo, ancia-

nidad, etc. etc.; estrechar los lazos de solidaridad con los obreros del mismo oficio, y trabajar

por su organización; procurar la creación de otras organizaciones gremiales y luego la Unión

general de trabajadores en resistencia de la República; mantener estrechas relaciones con las

organizaciones con los diversos países del planeta, que persiguen un mismo fin practicando el

63 La Prensa, lunes 10 de abril de 1911, edición tarde, p. 1; El Comercio, lunes 10 de abril de 1911, edición tarde, p.

1. 64 La Protesta, Lima, año 1, número 3, 1911, p.2 65 “Tenía que suceder, los obreros han dado una muestra de su fuerza, modesta todavía, pero ya visible. Un poco de

desorden, talvez (sic.) faltos de orientación segura, posiblemente sin enérgica dirección, pero consiguiendo llevar á todos los ánimos la impresión de un bello y simpático ensayo de solidaridad, han ocupado ellos solos la atención de

todos”. La Prensa, martes 11 de abril de 1911, edición mañana, p. 1. 66 Wilfredo KAPSOLI, “La primera huelga general”…, p. 42.

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Investigaciones y ensayos 31

principio de solidaridad; propender que las organizaciones gremiales sostengan un periódico

que defiendan los intereses del asalariado en general, lo mismo que adquirir una biblioteca pa-

ra el pueblo; fuera de éstos fines y de los que con ello tengan relación directa, esta organización

no sostiene principios políticos ni religiosos.67

Junto con Unificación Proletaria Textil de Santa Catalina, fundada el 29 de noviembre del

mismo año, la Unificación Obrera de Textil de Vitarte fue uno de los primeros modelos a

seguir en lo referente a la conformación de organizaciones anarcosindicalistas en los años

posteriores, cuya influencia en los gremios de sastres, albañiles y ferrocarrileros es notable68

.

Su participación en la búsqueda de la humanización de la jornada de trabajo o mejoras sala-

riales, principalmente en acontecimientos como la movilización por el abaratamiento de sub-

sistencias o la lucha por las ocho horas en 191969

, nos muestran la importancia que tuvo el

obrero de Vitarte dentro de la historia social del Perú.

CONCLUSIONES

La huelga de Vitarte de marzo de 1911 tuvo como objetivo el aumento de salarios, supre-

sión del trabajo nocturno, y abaratamiento de subsistencias. La negativa y represión gerencial

generó la solidaridad de distintas organizaciones obreras de Lima, acordándose un paro gene-

ral en apoyo a los obreros de Vitarte para el 10 de abril de 1911. Se logró la supresión del

trabajo nocturno, pargo del jornal por piñones, gratificación del 8%, y el establecimiento de

una cantina municipal en donde se vendiesen los artículos de primera necesidad al mismo

precio que en Lima. Luego de dichos acontecimientos, los obreros de Vitarte decidieron fun-

dar la Unificación Obrera Textil de Vitarte el 26 de mayo de 1911, órgano anarcosindical que

veló por los intereses obreros, cuya participación en la historia social del Perú por la conquista

de las ocho horas fue primordial.

En la Lima de comienzos del siglo XX se combinaban los siguientes aspectos: el gran vo-

lumen urbano en relación con otras ciudades del Perú, la incapacidad de una producción eco-

nómica que pudiese satisfacer las demandas del mercado interno, y el desorganizado uso de

presupuestos por el Estado. Esto dio como resultado un aumento en el costo de vida, que junto

con la relativa invariabilidad de los salarios obreros, generó el descontento social que desem-

bocó en movimientos de diversa índole. Ejemplo de ello es la huelga de Vitarte de 1911, que

tuvo como consecuencias dichas condiciones.

En el campo ideológico, los obreros asumieron una alternativa anarquista, que junto con el

tipo de organización sindical, generó el anarcosindicalismo, difundiéndose a través de la pu-

blicación de revistas, la conformación de círculos culturales obreros, obras de teatro proleta-

rio, actividades deportivas, etc. Dicha influencia se puede rastrear hasta los obreros de Vitarte,

pues la huelga de 1911 es de tinte anarquista, siendo el factor sindical más concreto con la

conformación de la Unificación Obrera Textil de Vitarte, resultado de la influencia de organi-

zaciones obreras solidarizadas durante el paro general y por revistas anarquistas, como La

Protesta.

Dentro de las relaciones de poder en la fábrica de Vitarte, las políticas usadas por la geren-

cia consistieron en el reclutamiento de trabajadores basado en redes parentesco (familias

completas y amigos) y el paternalismo industrial, al construir barrios obreros. Estas formas

buscaban la estabilidad, lealtad y productividad obrera, además de una forma de evitar el

67 El Obrero Organizado, Vitarte, año 1, número 6, 1916, p. 1. 68 Rolando PEREDA, Historia de las luchas sociales del movimiento obrero en el Perú republicano: 1858-1917, Lima, Editorial Edimssa, 1982, p. 143. 69 En lo referente a la participación del obrero textil de Vitarte en los acontecimientos d 1919, ver Demetrio FLORES,

Medio siglo de vida sindical…, pp. 42-49.

Page 36: Diacronica 3

32 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015 avance del sindicalismo. Pero dichas medidas generaron una paradoja, pues fomentaron la

identidad y solidaridad obrera al interior de la fábrica.

Jair A. Miranda Tamayo Estudiante de tercer año de la carrera de Historia de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Es

miembro del Grupo de Estudiantes “Generaciones Históricas" y publica constantemente en el blog del

mismo nombre.

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DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015, pp. 33-47

Arquitectura y discurso simbólico en el Oncenio

de Leguía: una aproximación a través de sus edi-

ficios oficiales (1919-1924)

Carlos Luis Paredes Hernández Universidad Nacional Mayor de San Marcos

[email protected]

RESUMEN

Durante la primera parte del Oncenio de Leguía, se construyeron un sin número de obras públicas,

entre ellas, edificios, monumentos y plazas. Todas tenían características estilísticas, que proyectaban un

lenguaje simbólico propio. En este caso evaluaremos los edificios mandados a construir por el gobierno,

pues no muestran una uniformidad con el discurso expuesto por el régimen, ya que el discurso simbólico

contenido en los edificios en ocasiones entraba en contradicción con las características esenciales del

discurso del gobierno: modernización del Estado, la Patria Nueva y el indigenismo oficial. Y si bien

otros edificios entraban en armonía con lo expuesto por Leguía, ellos no fueron empleados con habitua-

lidad por el gobierno.

Palabras Clave: Leguía, Patria Nueva, Discurso, Arquitectura, Indigenismo

ABSTRACT

During the first part of Leguia’s second presidential term, a large number of public works, such as

buildings, monuments and squares were built. All these constructions had stylistic features that projected

their own symbolic language. We will evaluate the buildings that were created by the government, since

they don’t show similarity with the speech exposed by the regime, that because the symbolism the build-

ings sometimes conflicted with the essential characteristics of the government’s discourse: State mod-

ernization, the “Patria Nueva” and the official indigenismo. And while other buildings were in harmony

with Leguia’s ideas, they were not commonly employed by the government.

Keywords: Leguia, Patria Nueva, Speech, Architecture, Indigenismo

INTRODUCCIÓN

n el presente ensayo analizaremos la relación existente entre el discurso político

leguiísta y el lenguaje simbólico proyectado a través del diseño arquitectónico de

los edificios ejecutados por el régimen de Leguía. Los edificios que trataremos

serán los siguientes: el Palacio de Gobierno, el Ministerio de Fomento y Obras

Públicas, la Escuela Nacional de Bellas Artes y el Hotel Bolívar; los cuales se caracterizan por

proyectar un lenguaje simbólico especial que entra en contradicción con el discurso que Le-

guía emitía durante su gobierno hasta antes de disminuir sus discursos pro-indigenistas.

Abordaremos los elementos básicos del discurso leguiísta durante la primera mitad de su

segundo gobierno, discurso que se enfocaba en resaltar elementos como la modernización del

Estado, construir la Patria Nueva y el indigenismo oficial. Todos estos articulados por Augus-

to B. Leguía en sus presentaciones y apariciones en público. Cada uno de estos elementos

discursivos implicaba una serie de acciones programáticas que el gobierno ejecutaría. Partien-

do de la modernización, la ciudad debía mostrar una nueva imagen cortando vínculos con la

Colonia a través de los elementos arquitectónicos en sus edificios, e incluyendo las tradiciones

E

Page 38: Diacronica 3

34 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015 indígenas en ellas. Al evaluar algunos edificios construidos ha pedido, insistencia y colabora-

ción del régimen durante la primera mitad del Oncenio, enfocándonos en las funciones para

las que fueron construidas, el desarrollo de su construcción y sus características arquitectóni-

cas, nos damos con la sorpresa que estos emitían un lenguaje simbólico distinto al expuesto

por el gobierno, pues la mayoría de ellos estaban diseñados en estilos que recurrían a elemen-

tos coloniales y/o europeos. Esto no solo lo vemos en las características arquitectónicas de los

edificios mencionados, sino también en el discurso alrededor a cada estilo arquitectónico en el

que estaban enmarcados.

1. LEGUÍA. DISCURSO SIMBÓLICO E INDIGENISMO OFICIAL (1919-1924)

El 4 de julio de 1919, con apoyo de la gendarmería, el candidato presidencial Augusto

Bernardino Leguía dio un golpe de Estado para evitar un posible fraude electoral y dio así

inicio a su gobierno.

Ya desde hace unas décadas algunos autores han planteado algunas hipótesis para entender

por qué Leguía ejecutó tal maniobra. Algunos aluden a la inexistencia de razones para supo-

ner un fraude electoral por parte de Pardo o del propio Congreso1. Añaden, también, que el

golpe tuvo como objetivo principal el tener un mayor control sobre el Estado2, control que

estaría presente a lo largo de los once años que estuvo al mando.

Pero estos años distan mucho de ser homogéneos, por el contrario, es posible visualizar

etapas, por ello y para facilitar su estudio, algunos historiadores han optado por periodizarlo.

Basadre, por ejemplo, nos planteó una división en cuatro etapas: la fascinación en 1919, la

etapa de lucha entre 1919 y 1925, la de apoteosis entre 1926 y 1929, y la del ocaso, en 19293.

Por otro lado, Gabriel Ramón Joffre nos habla de un Oncenio de dos actos, una de corte indi-

genista, que va desde 1919 hasta 1924, y otra más gamonalista, que parte de 1924 hasta el fin

de su gobierno4. Para los fines de este ensayo, esta división nos resulta muy útil. Además,

proponemos, tomar la represión de Huancané, sucedida a fines de 1923, como punto de quie-

bre entre ambas etapas5.

En la primera etapa, Leguía contaba con una maquinaria discursiva que se enfatizó en el

atraso que vivía el Perú era producto del dominio de la oligarquía, la cual había evitado el

surgimiento de la industria en el país y de todo plan de modernización nacional. Como pro-

puesta, Leguía proponía un programa bajo la idea de la Patria Nueva, y que desde el comien-

zo, se vería aderezado con el discurso indigenista que se adoptaría de manera oficial durante

este periodo, llegándose al punto de ver a Leguía dando discursos en quechua o reivindicán-

dolos en ceremonias públicas6.

1.1 La Patria Nueva

De esta manera se conoce al segundo gobierno de Leguía. Designación que él mismo se

otorgó, a su llegada al poder, desde las primeras declaraciones que dio después del golpe de

1 Pedro PLANAS, La República Autocrática, Lima, Fundación Friedrich Ebert, 1994, pp. 159-160 2 Carlos CONTRERAS y Marcos CUETO, Historia del Perú Contemporáneo. Desde las luchas por la Independencia hasta el presente, Lima, Instituto de Estudios Peruanos; Red Para el desarrollo de las Ciencias Sociales en el Perú,

2000, p. 219 3 Jorge BASADRE, Historia de la República del Perú (1822-1933), tomo 14, Lima, El Comercio, 2014, p. 288 4 Gabriel RAMÓN JOFFRÉ, El Neoperuano. Arqueología, estilo nacional y paisaje urbano en Lima, Lima, Munici-

palidad Metropolitana de Lima; Sequilao, pp. 32-34 5 Peter KLAREN, Historia y sociedad en la historia del Perú, Lima, Instituto de Estudios Peruanos, pp. 308-309 6 Por ejemplo, Gabriel Ramón Joffre nos menciona como en algunas de estas ceremonias aparecían como invitados

especiales algunos indios cuzqueños, o la interpretación de huaynos por parte de la Guardia Republicana. Gabriel

RAMÓN JOFFRÉ, El Neoperuano…, pp. 85-86.

Page 39: Diacronica 3

Investigaciones y ensayos 35 estado

7. En esta denominación se veía articulada la idea de iniciar una segunda república, lo

que implicaba la elaboración de una nueva Constitución8, la transformación del país mediante

la descentralización estatal, la realización de un proceso de modernización del país con capita-

les extranjeros, la reivindicación de la masa indígena y la formación de nuevas fronteras9.

Aunque para Carlos Contreras y Marcos Cueto la Patria Nueva era: “En realidad [...] una

racionalización autoritaria en nombre del progreso social, para dar cierta base ideológica al

efímero partido que apoyó a Leguía"10

, es decir, un discurso sobre el cual sustentar ideológi-

camente el apoyo que necesitaba. A pesar de ello, esta idea venía cargada de algunas propues-

tas y planteamientos novedosos para la época, y que se verían reflejados en parte de la política

y acción del mandatario.

En primer lugar, se establecía el rompimiento político con el civilismo, visto por Leguía

como "...un [partido] valedor de los grandes terratenientes y los hombres de negocios del

país"11

y por ende, un rompimiento con la “República Aristocrática”, vista como una prolon-

gación de la Colonia, y por lo tanto, no moderna. Este hecho implicaba cortarle el control

político que tenían las elites civilistas, incorporando a las clases medias y bajas al Estado.

A la par de ello, Leguía intentaba generar un nuevo comienzo. Por ello el cambio de cons-

titución, la construcción de la Plaza San Martín –esto para hacerle contraposición a la Plaza de

Armas que era considerada por Leguía como la Plaza de la Colonia– el nombre de varias

calles, avenidas y plazas –que aluden a los partícipes del proceso de independencia y al mis-

mo Leguía– englobándolos a todos como los ‘fundadores’ de la patria. Dentro de todo esto,

también encontramos otros dos conceptos o ideas imperantes. La modernización del país y el

indigenismo.

1.2 Modernización

El punto principal que traía consigo el discurso leguiísta era la premisa de que el Perú se

había estancado en su pasado colonial y no se había modernizado por culpa de la aristocracia,

que como dijimos líneas atrás, asociaba estrechamente con el civilismo. Por ello, la refunda-

ción de la patria no solo implicaba cortar con el civilismo, sino con iniciar un proceso de mo-

dernización, dejando atrás el retraso arrastrado por el virreinato.

Por ello, Leguía, para iniciar esta modernización, se valdría de su habilidad para la capta-

ción de divisas y de capital extranjero, con el que se pudiera formar una clase media fuerte

como base para el desarrollo nacional. El gobierno también emprendió la expansión de la

burocracia estatal, pues se lograba el incremento de los profesionales y técnicos del sector

medio, desplazando así a la oligarquía12

. La modernización del país también implicaba un

proceso de democratización de la sociedad, abriendo espacios para la participación de los

grupos sociales que surgieron durante la posguerra de 187913

. Además de ello, Contreras y

Cueto14

nos dicen que la modernización del Estado también conllevaba el incremento de los

7 Pedro PLANAS, La República Autocrática…, p. 161. 8 Inmediatamente después que Leguía asume el poder como presidente provisorio convoca a la Asamblea Nacional

del Perú que se encargaría de sancionar las reformas constitucionales que derivarían en la Constitución de 1920. 9 Marty AMES, El Oncenio de Leguía a través de sus elementos básicos (1919-1930), Lima, tesis (Lic. Historia),

Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 2009, p. 79. 10 Carlos CONTRERAS y Marcos CUETO, Historia del Perú Contemporáneo…, pp. 219-220. 11 Carlos CONTRERAS y Marina ZULOAGA, Historia Mínima del Perú, México, D. F., Colegio de México, 2014,

p. 223. 12 Peter KLAREN, Historia y sociedad en la…, p. 300. 13 Carlota CASALINO, Los héroes patrios y la construcción del Estado-nación en el Perú (siglos XIX y XX). Lima,

Tesis (Dr. Ciencias Sociales especialidad de Historia), Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 2008, p. 223. 14 Carlos CONTRERAS y Marcos CUETO, Historia del Perú Contemporáneo…, p. 222.

Page 40: Diacronica 3

36 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015 impuestos de exportación, el pacto de empréstitos y de acuerdos técnicos con estadouniden-

ses, todo ello con el fin de modernizar los sectores de salud, educación, tecnología agrícola,

entre otros.

Sobre este programa de modernización han existido posturas distintas de interpretación.

Un planteamiento, defendido por Thorp y Bertran, es que la captación del capital extranjero y

la modernización del Estado, apuntaba al estancamiento de los exportadores locales; mientras

que Burga y Galindo, entre otros, señalan que el programa de modernización de Leguía tenía

como finalidad la creación de una burguesía industrial nacional. Aunque ambos planteamien-

tos no tienen por qué ser contradictorios, e inclusive se admiten mutuamente15

.

Pero también, la modernización del país implicaba la construcción de grandes obras públi-

cas y viales para promover la expansión del mercado interno y el transporte de bienes, expan-

diendo así la demanda, la circulación y el poder adquisitivo de la población16

. Ante ello, y

añadiendo que se aproximaban las celebraciones para el Centenario de la Independencia y el

Centenario de la Batalla de Ayacucho, Leguía decidió iniciar el embellecimiento de la ciudad

a través de la construcción de una serie de monumentos, obras públicas y avenidas, que cam-

biarían la figura de la ciudad y se constituirían en la base de la Lima que hoy conocemos.

1.3 Indigenismo oficialista

A lo largo de la historia del Perú, la gran masa de población indígena ha sido sobreexplo-

tada. No hay mucha duda respecto a ello. Pero el surgimiento de una corriente de pensamiento

que se centre en la reivindicación del indígena no se da sino hasta inicios del siglo XX. Diver-

sos factores contribuyeron a que ocurra ello, por ejemplo el hecho que por primera vez los

intelectuales aristócratas empiecen a ver al interior del país como objeto de sus viajes y anota-

ciones17

, siendo ellos los únicos en aportar una mirada, muchas veces idealizada, de las regio-

nes del país. A ello hay que sumarle la situación del país. El Perú vivía en un periodo de crisis

como resultado de la caída del precio de la lana que se dio tras del fin de la Primera Guerra

Mundial, ello generó que los hacendados intentaran recuperar lo perdido explotando aún más

a los campesinos, quienes al no aguantar tanta explotación reaccionaron contra los primeros.

Estos enfrentamientos fueron observados por los intelectuales mestizos urbanos quienes de-

nunciaron estos atropellos. Estos y otros factores, contribuyeron en formar el indigenismo, el

cual fue expresado tanto en manifestaciones artísticas como en ideología política.

Esta situación entre el enfrentamiento de clases, el auge del movimiento indigenista y el

constante participación que pedían las masas menos favorecidas genera que Leguía adopte

esta posición de manera oficial, a esta adopción llamaremos indigenismo oficialista, por tra-

tarse de una manifestación de esta corriente que proviene desde el mismo gobierno y que

tendría sus propias características.

Una de ellas es que el problema de marginación indígena se abordaría como política na-

cional, enfrentándose al principal objeto de las protestas indigenistas: los gamonales. Los

cuales generalmente eran aliados de los civilistas, dándole más coherencia a su discurso polí-

tico. Además, Leguía percibía a los gamonales como reliquias “feudales” y por lo tanto los

veía como un obstáculo para el progreso de la patria18

.

15 Citados por Peter KLAREN en Historia y sociedad en la…, pp. 301-302. 16 Peter KLAREN, Historia y sociedad en la…, pp. 301-302. 17 Ya que hasta la época, la aristocracia preferia visitar y conocer Europa antes que alguna región del país. Marty

AMES, El Oncenio de Leguía…, p77. 18 Peter KLAREN, Historia y sociedad en la…, p. 306.

Page 41: Diacronica 3

Investigaciones y ensayos 37

Así, pues, como parte de ello, Leguía emprendió una serie de cambios desde el Estado,

como la creación de la Oficina de Asuntos Indígenas, en 1920; la asignación del 24 de junio,

Día del Indio, como feriado nacional; el reconocimiento de las comunidades campesinas en la

Constitución de 1920, entre otros. Este apoyo, las volvió cada vez más organizadas y gracias a

ello, y con el tiempo, su actividad y reacción ante cualquier abuso se hacía inmediata, tanto

que algunas veces se tornaba violenta, lo cual empieza a generar un miedo en Leguía porque

esto se saliera de control, decidiendo finalmente abandonar su política indigenista y sus actos

anti gamonalistas19

.

2. EDIFICIOS PÚBLICOS EN LA PRIMERA PARTE DEL ONCENIO (1919-

1924)

Como lo dijimos líneas arriba, el gobierno de Leguía inició la modernización de la capital

construyendo innumerables monumentos, edificios, carreteras, plazas, etc. Además, en su rol

de “promotor económico”20

, mejoró diversos servicios públicos y facilitó las construcciones

privadas. Todo ello modificó claramente la imagen de la ciudad, la cual empezaba a crecer

fuera de sus murallas a partir de las grandes avenidas que se empezaban a construir21

.

En este acápite no vamos a tratar el tema de las plazas, ni las carreteras construidas por el

gobierno leguiísta, pues consideramos que esta sobras responden más a un carácter urbano,

antes que arquitectónico-decorativo, y es efectivamente este último aspecto el que estamos

evaluando. A la vez, sabemos que el gobierno leguiísta adquirió una serie de edificios de

diversos estilos para desenvolver nuevas funciones22

, pero tampoco serán tratados en este

trabajo, pues si bien pasaron por el visto bueno de Leguía, dichas construcciones nacieron,

arquitectónicamente hablando, por voluntad de terceros.

Si queremos evaluar la impronta del discurso leguiísta en la arquitectura de la época, de-

bemos tratar a los edificios públicos, es decir, los destinados a cumplir funciones directas del

Estado, y que fueron mandados a construir por el gobierno de Leguía. Además incluiremos

aquellos edificios de otras instituciones que tuvieron apoyo e incidencia del gobierno23

. Por lo

tanto, en el presente texto, como hemos dicho, abordaremos el Palacio de Gobierno, el Minis-

terio de Fomento y Obras Públicas, la Escuela Nacional de Bellas Artes y el Hotel Bolívar.

2.1 Palacio de Gobierno

El Palacio de Gobierno del Perú ha mantenido su residencia frente a la Plaza Mayor24

des-

de que era la casa de Francisco Pizarro, y solo ha sufrido remodelaciones y/o reconstruccio-

nes, pero sin variar su ubicación. Algunas de estas intervenciones se daban para resarcir los

daños hechos por desastres naturales o incendios, como el ocurrido en 1921 y que Basadre nos

describe en las siguientes líneas:

El domingo 3 de julio de 1921 hubo un sensacional incendio en el Palacio de Gobierno, casi en

vísperas del centenario de la Independencia nacional y cuando se terminaban los arreglos para

19 Peter KLAREN, Historia y sociedad en la…, p. 308. 20 Carlota CASALINO, Los héroes patrios y la construcción…, p. 224. 21 Por ejemplo la Av. Leguía (Hoy Av. Arequipa), la Av. El Progreso (Hoy Av. Venezuela), la Av. La Unión (Hoy

Av. Argentina), la Av. Alfonso Ugarte, etc. 22 Entre otras edificaciones podemos tomar en cuenta el colonial Palacio de Torre Tagle que fue, y sigue siendo, utilizado por el Ministerio de Relaciones Exteriores; el indigenista Museo Arqueológico Larco Herrera, aún empleado

por el Museo Nacional de la Cultura Peruana; la colonial Casa Quinta de los Libertadores empleada para el Museo

Bolivariano (hoy Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú), etc. 23 Estos son el Palacio Arzobispal, la Benemérita Sociedad Fundadores de la Independencia, la fachada de la Escuela

Nacional de Bellas Artes. 24 Ahora llamada Plaza de Armas.

Page 42: Diacronica 3

38 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015

esa fecha. El siniestro comenzó a poco más de las tres de la tarde, pocos minutos después de que

el presidente de la República hubiese abandonado su despacho para dirigirse a las carreras de

caballos. El fuego se produjo en el despacho presidencial y se propagó luego por los departa-

mentos cercanos. Quedaron totalmente destruidos aquel recinto, la secretaría, el salón llamado

de Castilla, el salón dorado, el Gabinete del Consejo de Ministros, la sala de edecanes, la ofici-

na de informaciones y la sala de espera25.

Ante ello, Leguía ordenó que sobre los escombros del Palacio de Gobierno se levantaran

nuevos salones, donde se recibiría a los diplomáticos extranjeros. Esto se logró en tiempo

récord pues se tuvieron listas varias áreas para el 28 de julio del mismo año. Otras tardaron un

tanto más para su recuperación. Es por ello que en la reconstrucción del Palacio de Gobierno

podemos ver dos etapas26

: la primera, provisional, que respondía directamente a las necesida-

des de la celebración del Centenario de la Independencia, y que tuvo en algunos salones sim-

ples adaptaciones de la parte antigua del edificio, hechas con materiales corrientes y/o impro-

visaciones decorativas en material ligero27

; y luego una segunda, definitiva, realizada con

material noble28

.

Empecemos por la última etapa, aquí pertenece la edificación del Pabellón Presidencial

que se da entre los años 1924-1930. Cada salón contó con la participación de Claude Sahut,

principalmente en el diseño de los planos y en la dirección de las obras; Mainella para el pin-

tado del Salón Dorado, y de otras habitaciones. Además se contó con la participación de dis-

tintos artistas peruanos, quienes aportaron en el decorado, tallado, modelado y con distintas

obras artísticas29

. Todo ello generó una diversidad de estilos dentro del Palacio de Gobierno,

podíamos ver salas con motivos "renacentista, versallesco, art nouveau, neocolonial, morisco.

[Pero, salvo el Salón Incaico] Nada […] que 'parezca precolombino'"30

.

El Salón Incaico31

o de Recepciones32

fue ejecutado recién para el Centenario de Ayacu-

cho como parte de las obras de la primera etapa. Fue terminado en 45 días con materiales

ligeros, y con pinturas de Miguel Hernández y José Sabogal. Cuenta con decorados prehispá-

nicos y coloniales, asiéndolo pertenecer al estilo decorativo neoperuano ejecutado por Manuel

Piqueras Cototí en otros edificios. Esta fue la primera, y única vez que existieron motivos

indígenas dentro del Palacio de Gobierno, siendo lo único con sabor nacional dentro de un

edificio ‘europeo’. Así "Parte del indigenismo entró al […] Palacio de Gobierno […y lo]

tomaron por asalto…"33

, aunque esto solo duraría unos años. Pues en 1926 sería destruida

para tomar la forma que lleva actualmente.

Dejando de lado las modificaciones que se llegaron a ejecutar, quedaron en proyectos: el

nuevo edificio que Leguía mandaría a diseñar a Claude Sahut34

, y a Manuel Piqueras Cotolí35

,

25 Jorge BASADRE, Historia de la República del Perú…, pp. 66-67. 26 Enriqueta B. LEGUÍA OLIVERA, Lima 1919-1935. La Lima de Leguía, Segunda edición. Lima, Fundación Au-

gusto B. Leguía, 2007, p. 91. 27 Estos serían el Salón Incaico y los compartimientos que dan a la Calle de Desamparados. 28 Estos serían los salones del Pabellón Presidencial, donde encontramos áreas como el vestíbulo, el gran comedor colonial, el salón dorado, el salón de embajadores, el despacho presidencial, etc. 29 Enriqueta B. LEGUÍA OLIVERA, Lima 1919-1935…, p. 91. 30 Elio MARTUCELLI, “Buscando una huaca”…, p. 214. 31 Enriqueta B. LEGUÍA OLIVERA, Lima 1919-1935…, p. 91. 32 Rodrigo GUTIÉRREZ VIÑUALES, “Manuel Piqueras Cotolí. Ancestralidad y modernidad en el arte peruano”,

Rafael LÓPEZ GUZMAN (Cord.), Andalucía y América. Patrimonio artístico, Granada, Universidad de Granada, 2011, p. 206; Pauline ANTROBUS, Peruvian Art of the Patria Nueva, 1919-1930, tomo I, Colchester, Reino Unido,

Tesis (Dr. Historia y Teoría del Arte), Universidad de Essex, 1997, p. 75. 33 Elio MARTUCELLI, “Buscando una huaca”, Ur[b]es, Lima, 2006, volumen 3, p. 214. 34 Elio MARTUCELLI, “Buscando una huaca”…, p. 214. 35 Manuel PIQUERAS COTOLÍ, “El pabellón peruano en la exposición ibero-americana. Una interesante charla con

el arquitecto autor del Proyecto, D. Manuel Piqueras Cotolí”. En Luis Eduardo WUFFARDEN (ed.). Manuel Pique-

Page 43: Diacronica 3

Investigaciones y ensayos 39 este último en un estilo neoperuano como el visto en el Pabellón Perú de la Exposición Uni-

versal de Sevilla de 1929.

[Figura 1] Sala de Recepciones del Palacio de Gobierno36

[Figura 2] Sala de Recepciones del Palacio de Gobierno37

ras Cotolí (1885-1937). Arquitecto, escultor y urbanista entre España y el Perú, Lima, Museo de Arte de Lima, 2003,

pp. 253-254. 36 “[Imagen] 58. Sala de recepciones, Palacio de Gobierno, 1924 (demolished)”, Pauline ANTROBUS, Peruvian Art of the Patria Nueva, 1919-1930, tomo II…, s.p. 37 “[Imagen] 184. Manuel Piqueras Cotolí, Sala de Recepciones, Palacio de Gobierno, detail of coving (demolished)”,

Pauline ANTROBUS, Peruvian Art of the Patria Nueva, 1919-1930, tomo II…, s.p.

Page 44: Diacronica 3

40 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015

[Figura 3] Plan de portada de la Sala de Recepciones del Palacio de Gobierno38

2.2 Ministerio de Fomento y Obras Públicas

Este fue uno de los ministerios más importantes y de mayor actividad durante el Oncenio,

pues tuvo a su cargo el desarrollo de los proyectos de obras públicas llevadas a cabo por el

gobierno de Leguía.

Desde que fue creado en 1896 por Nicolás de Piérola, el Ministerio de Fomento y Obras

Públicas no contaba con un local propio, por lo que había ido ocupando distintos locales desde

su fundación39

. Fue así, que en 1924 Leguía encargó a Claude Sahut el desarrollo del proyecto

de un edificio que a la postre albergaría al mencionado ministerio, pero que primero debía

albergar la Exposición Nacional del Centenario40

. Este proyecto se ejecutó sobre un terreno

que pertenecía a la Municipalidad de Lima y que está ubicado en el Parque de la Exposición

lugar donde se quedaría hasta la década pasada, momento en que el terreno (y el local) fue

devuelto al municipio de Lima para albergar al actual Museo Metropolitano de Lima.

A diferencia del edificio actual, al momento de su construcción solo contaba con dos pi-

sos, pero con la misma extensión que mantiene hasta la fecha. Contaba con rasgos propios del

clasicismo francés visto no solo en el orden de su edificación, sino también en los decorados,

muy sobrios, pero que le dan la elegancia propia de los edificios limeños que fueron inspira-

dos en la escuela bellasartina de París.

38 “[Imagen] 185. Manuel Piqueras Cotolí, Sala de Recepciones, Palacio de Gobierno, plan for entrance, 1924”,

Pauline ANTROBUS, Peruvian Art of the Patria Nueva, 1919-1930, tomo II…, s.p. 39 Entre las que contamos una oficina dentro del Palacio de Gobierno, el local del actual Palacio Municipal y el Pala-

cio de la Exposición. 40 Exposición de recursos agrícolas, minería e industria.

Page 45: Diacronica 3

Investigaciones y ensayos 41

[Figura 4] Ministerio de Fomento y Obras Públicas41

2.3 Escuela Nacional de Bellas Artes

Fue creada por Decreto Supremo el 28 de setiembre de 1918, durante el gobierno de José

Pardo y Barreda, e inaugurada oficialmente el 15 de abril de 1919 con el objetivo de contri-

buir con la formación de la patria a través de un arte nacional. Pero con la designación de

Daniel Hernández, se muestra la intención conservadora del gobierno42

, pues empieza a do-

minar la enseñanza europea, especialmente la tradición académica francesa43

. Ya con la llega-

da de Leguía, y producto de su insistencia y colaboración se logra que la Escuela Nacional de

Bellas Artes fuera la cuna del desarrollo de un arte nacional, el indigenismo.

Para su funcionamiento, a esta escuela le fue asignado el local que pertenecía al Colegio

Secular de los Agustinos de San Idelfonso, construido en 1603, y se ha mantenido en ella

hasta la actualidad. Pero el local no se ha conservado intacto, pues ha sufrido algunas modifi-

caciones a lo largo de su existencia. Una de ellas, y la más importante, se realizó entre 1920 y

1924, cambiando solamente la fachada. Esta intervención la realizó Manuel Piqueras Cotolí, y

fue más decorativa que arquitectónica, ya que no sé tocó casi nada del interior, ni de la estruc-

tura del local.

En la fachada, predominan elementos arquitectónicos occidentales, como las dobles co-

lumnas fajadas y la portada. Pero a la vez, cuenta con detalles prehispánicos a lo largo y an-

cho de ella, detalles que se fusionan y conjugan con los adornos más occidentales, dando

lugar al primer edificio neoperuano de Lima, estilo que iniciase Manuel Piqueras Cotolí, pre-

cisamente con esta obra.

Esta edificación es sin lugar a dudas sorprendente y original, pues al mirarla de lejos, se

mantiene la imagen de un edificio colonial con portada barroca. Pero al acercarse, la presencia

de cabezas de ave, representaciones de rostros precolombinos, amarus y detalles escalonados

dejan a cualquiera totalmente desconcertado, pues no hay otro edificio en la ciudad que las

contenga. O en todo caso, que se apropie de ellas como se hizo en la mencionada escuela.

41 Enriqueta B. LEGUÍA OLIVERA, Lima 1919-1935…, p. 118. 42 CENTRO DE ESTUDIANTES DE BELLAS ARTES, Antecedentes históricos [en línea], Disponible en web: <http://bellasartesperu.tripod.com/id19.html> [Consulta: 15 de junio del 2015]; Es posible notar ello porque Daniel

Hernández fue un pintor que emigró por largos años del medio peruano, y tuvo una formación neo académica impe-

cable. Esta formación europea evidencia las intenciones del gobierno respecto al arte, entendida esta bajo los cánones europeos. 43 María Sol ROMERO SOMMER, APU-RIMAK – Alejandro González Trujillo (Apurímac, 1900 – Lima, 1985),

Lima, Tesis (Mg. Arte Peruano y Latinoamericano), Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 2015, pp. 28-31.

Page 46: Diacronica 3

42 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015

[Figura 5] Escuela Nacional de Bellas Artes44

[Figura 6] Detalles de la portada principal de la Escuela Nacional de Bellas Artes45

2.3 Gran Hotel Bolívar

Tras las celebraciones por el Centenario de la Independencia fue notoria la inexistencia de

un espacio acondicionado para recibir a los invitados ilustres que llegaran a la ciudad. Es por

ello que Leguía insistió a los hermanos Augusto y Fernando Wiesse que invirtiesen en la

construcción de un hotel que estuviese acorde con una Lima ilustre, ofreciendo el espacio

44 Enriqueta B. LEGUÍA OLIVERA, Lima 1919-1935…, p. 124. 45 “[Imagen] 175. Manuel Piqueras Cotolí, Escuela Nacional de Bellas Artes, detail of main portal, 1919-1924 “,

Pauline ANTROBUS, Peruvian Art of the Patria Nueva, 1919-1930, tomo II…, s.p.

Page 47: Diacronica 3

Investigaciones y ensayos 43 ubicado frente a la recientemente inaugurada estatua de San Martín en la plaza del mismo

nombre46

.

El hotel había sido iniciado por Piqueras Cotolí, pero luego el proyecto le fue otorgado a

Rafael Marquina y se terminó en seis meses, para las celebraciones del Centenario de la Bata-

lla de Ayacucho, aunque recién llegó a ser inaugurado en diciembre de 1924. En un inicio,

este edificio se iba a llamar Hotel Ayacucho, pero al final se apostó por Bolívar para que con-

jugase con el monumento a San Martín que estaba justo al frente47

.

Al momento de su inauguración, contaba con tres pisos y más tarde se expandió a cinco.

Fue elaborado en estilo neocolonial, ello permitió que entrara en armonía con los edificios de

la zona, especialmente con la Plaza San Martín. Además, sirvió como modelo estilístico para

los demás edificios arquitectónicos que se construirían más tarde en la plaza.

A diferencia de otros edificios neocoloniales, este carece de detalles vistosos como los

balcones de cajón vistos en el Palacio Arzobispal. Pero el extraordinario toque de Marquina

hace de este edificio una muestra de la aplicación de las herramientas y técnicas modernas

bajo esta concepción tradicional.

[Figura 7] Hotel Bolivar48

3. ESTILOS Y SIGNIFICADO

Tras ver estas cuatro obras edificadas durante el gobierno leguiísta, hay que tener presente

toda la carga simbólica que traen consigo ya que cada una está adscrita a un estilo arquitectó-

nico distinto y por lo tanto, lleva consigo un significado propio. Entre los estilos presentes

46 En este espacio se encontraba el llamado Palacio de Cartón que sirvió para la Exposición Industrial del Centenario, y que sirvió por dos años como Cinema-Teatro Mundial. Este se demolió para la construcción del Hotel Bolívar. Elio

MARTUCCELLI CASANOVA, “Lima, capital de la Patria Nueva: el doble Centenario de la Independencia en el

Perú”, Apuntes, Bogotá. 2006, volumen 19, número 2, p. 264. 47 Elio MARTUCCELLI CASANOVA, “Lima, capital de la Patria Nueva…, p. 269; Aunque es difícil precisar la

veracidad de esta anécdota pues no hay fuente directas que la comprueben. 48 Enriqueta B. LEGUÍA OLIVERA, Lima 1919-1935…, p. 138.

Page 48: Diacronica 3

44 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015 podemos ver, entre otros, al neocolonial, el academicismo francés y el neoperuano. Ahora

pasemos a esbozar algunos aspectos generales de cada uno de estos estilos artísticos y arqui-

tectónicos, centrándonos más en el lenguaje simbólico que conllevan.

El academicismo francés aparece durante la posguerra de 187949

momento en que se esta-

ba buscando salir de la crisis y evitar que aquella desgracia volviese a ocurrir. Una de las

acciones que se tomaba para escapar de esta realidad era mirar a quienes estaban en mejor

situación, es decir: Europa. Esta situación, sumado a nuestra tradicional francofilia hizo que

adoptáramos muchas de las costumbres francesas, una de ellas, las formas arquitectónicas

parisinas. Ello con el tiempo se convirtió en un gusto por el orden que traía consigo el clasi-

cismo francés. Y aunque esta fue una tendencia del siglo XIX, llegó a tener alcance hasta

inicios del siglo XX, siendo adoptada no solo por las elites económicas sino también por el

gobierno para sus edificios públicos.

Con la llegada la década de los años 192050

, se empezó a plantear con mayor fuerza el

problema de la nación, llegándose a discutir la inexistencia de un arte nacional. Por ello, y

como parte de las políticas públicas del gobierno, se empiezan a ejecutar proyectos con el

objetivo de darle una identidad nacional al país. De estos planteamientos es que nace la ten-

dencia por rememorar al pasado para construir un presente y futuro. Y la arquitectura no esta-

ría exenta de esta revaloración del pasado, que en el Perú se vería hasta de tres maneras distin-

tas: el neocolonial, de corte hispanista; el neoinca, o mejor llamado indigenista; y el neope-

ruano, una fusión equilibrada entre ambos:

Estas corrientes nacionalistas coexistieron y siguieron desarrollos independientes. Plantean el

problema de la identidad y tratan de formular, en algunos casos, un sustento teórico. Todas

ellas, enfrentándose o ignorándose, constituyen distintos 'proyectos de país’51.

El neocolonial, por el contrario, se basaba en la arquitectura peruana de los siglos XVII y

XVIII, poniendo énfasis en los rasgos del barroco colonial, trayendo de vuelta las casas con

balcones y portadas virreinales. Esto vendría a significar una revalorización del pasado colo-

nial para empezar a formar la nación con base en el periodo colonial. Esta idea de “renovar

conservando”52

, es decir, formar una arquitectura nacional sin olvidar la tradición tiene algo

de irónico, pues no hay indicios de que se haya querido conservar también lo andino. Esta fue

la tendencia que adoptó el Perú, pero no fue algo exento de la época, en realidad, el neocolo-

nial se extiende por toda Sudamérica y tiene su origen en la California del siglo XIX53

, así

como el indigenismo tuvo algunos precedentes en el arte Méxicano54

.

Sobre por qué se prefería el neocolonial por sobre otros estilos, hay algunas explicaciones

al respecto. En primer lugar, existía una serie de ordenanzas municipales que hicieron obliga-

toria la adopción del neocolonial para los edificios que estuviesen dentro de lo que ahora es el

Centro Histórico de Lima55

. A ello hay que agregar que la otra opción56

, el indigenismo, era

49 José GARCÍA BRYCE, “La Arquitectura en el Virreinato y la República”, Historia del Perú. Tomo IX. Lima, Editorial Juan Mejía Baca, 1980, p. 91-92. 50 Aunque desde años atrás ya se veían intenciones de que surja un arte nacional, como la insistencia de Teófilo

Castillo para crear la Escuela de Bellas Artes. 51 Elio MARTUCELLI, “Buscando una huaca”…, p. 212. 52 Ramón GUTIERREZ VIÑUALES, “El Neoprehispanismo en la arquitectura. Auge y decadencia de un estilo

decorativo – 1921/1945” [en línea], Arquitextos, Año 4, núm. 41, 2003. Disponible en web: http://www.vitruvirus.com.br/revistas/read/arquitextos/04.041/648 [Consulta: 13 de setiembre del 2014]. 53 José GARCIA BRYCE “La Arquitectura en el Virreinato y la República”…, p. 139. 54 Rodrigo GUTIERREZ VIÑUALES, “Arquitectura historicista de raíces prehispánicas”, Goya, Madrid. Núm. 289-290, julio-octubre de 2002, pp. 267-286. 55Esto para mantener la armonía monumental de la zona. Aunque paradójicamente se destruían algunas construccio-

nes coloniales del lugar. José GARCIA BRYCE, “La Arquitectura en el Virreinato y la República”…, p. 147.

Page 49: Diacronica 3

Investigaciones y ensayos 45 una tendencia que enfocaba más a la transformación del país

57, es decir, proyectaba una ima-

gen que podía poner en peligro la estabilidad de la sociedad, y por lo tanto no era una opción

viable para la burguesía, mucho menos para el gobierno de Leguía. Es por ello que se prefería

financiar más los edificios neocoloniales58

que los indigenistas.

El indigenismo, que algunos llaman neoinca59

, ponía énfasis en estructuras prehispánicas

como las portadas y ventanas trapezoidales, los edificios de grandes magnitudes, etc. Y por lo

tanto resaltaba el pasado prehispánico del país60

, que para la burguesía era asimilado como un

conjunto de culturas derrotadas, o fracasadas, y por lo tanto eran rechazadas para su uso, op-

tándose por el neocolonial61

. Está por demás decir que la burguesía tampoco se imaginaba

viviendo en una ‘huaca’ o un edificio prehispánico, la inminente carga simbólica que traía

consigo provocaban que la burguesía se mantuviese reacia a utilizarlo62

. Ha todo ello hay que

agregar la dificultad de la construcción de un edificio de grandes magnitudes y con las carac-

terísticas que este estilo traía consigo.

Es de extrañar que para la primera parte del Oncenio, es decir, antes de que el discurso in-

digenista fuese visto como un problema por Leguía, no hayan existido muchas construcciones

en este estilo, pues exceptuando el edificio del Museo Arqueológico de Larco Herrera63

no

existe otro edificio indigenista en Lima. Para Elio Martucelli "el mensaje [es] claro: la Repú-

blica había superado y transformado algunas cosas del Perú virreinal, pero nunca para restituir

un gobierno de descendientes incas"64

, o para vivir bajo un edificio inca.

El Salón Incaico es un caso aparte, pues hay que saber diferenciar entre la presencia de

motivos incas como parte del mapa urbano de la ciudad y la presencia de los mismos como

elemento decorativo. El primero nos muestra a los incas como parte de la urbe, como parte de

la sociedad, la cual acepta vivir en ellos, realizar sus actividades entre edificios incas. Acepta,

en suma, su presencia. En cuanto al segundo, se mantendría esa intención de valorar a los

incas para uno mismo, teniendo miedo de mostrarlos hacia fuera, tomarlos como algo exótico

y delo que se puede hacer uso, pero sin adoptarlo totalmente como propio; negando de esa

manera su presencia de la sociedad. Esto también podría explicarnos porqué, a pesar de la

aceptación que tuvo el indigenismo en la escultura y la pintura, no logró afianzarse en la ar-

quitectura, que es una expresión artística realizada en la ciudad. Para ser vista y para perdurar.

Este último nos remite al Salón Incaico. Este fue concebido como una rareza dentro del

Palacio de Gobierno, un salón exótico dentro de tanto estilo europeo. A Leguía le gustó la

idea de tener un salón con motivos prehispánicos, pero no lo suficiente como para querer

56 El Neoperuano apenas estaba desarrollándose gracias al esfuerzo de Manuel Piqueras Cotolí, y no vería una obra cumbre hasta llegado 1929 con el Pabellón Perú en la Exposición Universal de Sevilla. 57 Hay que recordar después de la primera guerra mundial, el indigenismo va de la mano con el discurso socialista. 58 Manuel CUADRA, Arquitectura en América Latina: Perú, Bolivia, Ecuador y Chile en los siglos XIX y XX, Lima, Universidad Nacional de Ingeniería, 2010, p. 69. 59 Su uso fue válido para la época, pues aún no estaba desarrollada suficientemente la arqueología como para lo diferenciar Inca de Tiahuanaco o de otras culturas. 60 No hay que confundir con la valoración del indígena, pues como lo señaló Cecilia Méndez años atrás, la valoración

del pasado prehispánico era distinto a la valoración de los ‘indígenas’ de la época. Era decir “incas si, indios no”. Cecilia MENDEZ, Incas si, indios no: Apuntes para el estudio del nacionalismo criollo en el Perú, segunda edición,

Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 2000, 36 p. 61 Luis COBOS, Arquitectura limeña: paisajes de una utopía. Citado por: Juan Carlos DOBLADO, Arquitectura Peruana Contemporánea: Escritos y conversaciones, Lima, Consejo de Nacional de Ciencia e Innovación Tecnológi-

ca, p. 49. 62 Elio MARTUCELLI, “Buscando una huaca”…, p. 223; Juan Carlos DOBLADO. Arquitectura Peruana Contempo-ránea…, p. 45. 63 Hay que mencionar que este museo no fue construido por el gobierno, sino por Rafael Larco Herrera. 64 Elio MARTUCELLI, “Buscando una huaca”…, p. 209.

Page 50: Diacronica 3

46 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015 ejecutarlo en algún edificio público del Estado. En vez de ello prefirió optar por el equilibrio

propuesto por el Neoperuano, que gozaría de una mayor aceptación que el indigenismo.

En cuanto al neoperuano, como ya señalamos, este fue un estilo creado e impulsado por

Manuel Piqueras Cotolí, que planteaba la fusión de las características artísticas hispanas y

andinas de manera equilibrada y armoniosa, y no una superposición o dominio de uno sobre

otro65

como señalan algunos autores66

.Este planteamiento era sumamente conciliador, pues se

proponía juntar dos corrientes que hasta ese momento parecían irreconciliables.

Si bien el neoperuano planteaba la fusión equilibrada de las tradiciones andinas e hispanas

en la arquitectura, en la primera muestra del neoperuano vemos un predominio de la arquitec-

tura neocolonial, pues esta sirve como base para los agregados andinos. En esta obra el neope-

ruano nos transmite la idea de que somos una fusión entre la cultura española y la cultura

andina, siendo lo occidental nuestra base; y lo andino, aquellos rasgos que se confunden con

la base pero sin llegar a ser predominantes67

.

Más allá de ello, la propuesta del neoperuano era una opción a tener en cuenta para un dis-

curso como el de Leguía, pero ¿por qué el gobierno no lo adoptó como suyo durante este

periodo? La respuesta es simple el neoperuano ve la luz recién en 1924, justo a finales del

periodo que estamos abarcando en esta oportunidad. Es obvio, pues, que no hubiese muchas

muestras de este estilo para fines de 1924. Pero si abarcamos la totalidad del régimen leguiís-

ta68

, ¿se puede decir que el neoperuano fue adoptado, o al menos apoyado, de manera oficial

por el régimen? Aunque esta pregunta no corresponde directamente a las necesidades del

presente texto, se pueden esbozar algunas respuestas y estas son positivas, ya que durante la

segunda mitad del Oncenio sí se aprecia un mayor apoyo a este estilo69

.

CONCLUSIONES

El discurso del régimen leguiísta, caracterizado por la defensa del indígena y la formación

que integre al indio, nunca fue acompañado por un proceso de creación de una arquitectura

nacionalista, de manera que más bien en esta se ven reflejadas las verdaderas relaciones del

gobierno con las elites dominantes al continuar con la tradición neocolonial y no avalar al

indigenismo. Además el lenguaje simbólico emitido por varios de estos edificios refleja la

idea de construir el país con base en el periodo colonial, contradiciendo la postura de Leguía,

acerca de que la Colonia no era moderna y por tanto se debía romper con ella.

De igual manera, el neocolonial refleja la influencia que tenía el capital norteamericano

sobre el país, y en especial sobre el gobierno, pues este estilo había nacido en California y se

puso de moda allá, para posteriormente ser traído a Latinoamérica.

65 Manuel PIQUERAS COTOLÍ, “Las bellas artes y arquitectura peruanas”, Luis Eduardo WUFFARDEN. Manuel

Piqueras Cotolí (1885-1937), Arquitecto, escultor y urbanista entre España y el Perú, Lima, Museo de Arte de Lima, 2003, p. 255. 66 Cfr. Gabriel RAMÓN JOFFRÉ, El Neoperuano…, p. 21. 67 Muy probablemente Piqueras Cotolí también haya visto este mensaje en la fachada de la Escuela Nacional de Bellas Artes, y por ello que a la esforzaría por utilizar rasgos estructurales más andinos. Esto se reflejaría en Sevilla, y

se lograría lo propuesto ya en el proyecto de la Basílica de Santa Rosa. 68 Para un estudio del neoperuano en la época leguiísta se puede tomar el texto de Gabriel Ramón Joffré, pero hay que tener en consideración que el autor incluye dentro del neoperuano a las vertientes indigenistas. Cfr. Gabriel RAMÓN

JOFFRÉ, El Neoperuano…, 121 p. 69 Ejemplo de ello son el Pabellón Perú de la Exposición Universal de Sevilla de 1929, y que Leguía encargara a Piqueras Cotolí que elaborase un proyecto para un palacio de gobierno en este estilo. A pesar de ello, el apoyo no fue

muy significativo, es por ello que solo existe un edificio con estas características en la ciudad. Esto también se debe a

que Piqueras Cotolí era el único que difundía este estilo y que el gobierno leguiísta llegó a su fin.

Page 51: Diacronica 3

Investigaciones y ensayos 47

Por el contrario, el indigenismo no fue una opción a utilizar en la arquitectura porque el

mensaje que proyectaba ponía en peligro la estabilidad del gobierno, avivando los movimien-

tos campesinos, y dando demasiado poder a este sector de la población. También había cierto

rechazo a aceptar vivir en y entre edificios prehispánicos. Ello producto del racismo y la no

aceptación de lo prehispánico como parte de la sociedad de la época. Así vemos que el único

edificio indigenista es un museo, es decir, que en su concepción se remite lo indígena al pasa-

do.

El neoperuano, en tanto, no fue producido en la primera parte del gobierno porque recién

se vieron sus productos casi al final de su primer periodo, esto se suma a la inexistencia de

más arquitectos que compartieran la línea proyectada por Piqueras. Esta era la mejor opción

del gobierno porque sintetizada el discurso que declaraba: se incluía al indio en la nación, por

tanto se daba una arquitectura peruana con la que se da inicio a la Patria Nueva.

Carlos Luis Paredes Hernández

Estudiante de tercer año de la carrera de Historia en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Ha

sido ponente en la Semana de Historia 2014 y el III Encuentro Nacional de Investigadores sobre Patri-

monio Cultural. Ha participado como colaborador en el IV Congreso Internacional de Estudiantes de

Historia. Actualmente se desenvuelve como Secretario General del Centro de Estudiantes de Historia. Es

miembro del Grupo de Estudiantes Generaciones Históricas.

Page 52: Diacronica 3

V Congreso Internacional de Estudiantes de Historia

El Congreso Internacional de Estudiantes de Historia (CIEH) de la Universidad Nacional

Mayor de San Marcos (UNMSM) es un evento académico bienal que se realiza ininterrumpi-

damente desde el 2008 como parte de las actividades del Centro de Estudiantes de Historia

(CEHIS) de la Facultad de Ciencias Sociales de la mencionada universidad. Con ello se busca

integrar a los estudiantes de historia nacionales y extranjeros en un espacio, que permita com-

partir los avances de los últimos temas de investigación histórica y las distintas formas como

esta se aborda.

Esta quinta edición que se llevará a cabo en octubre de 2016, y lleva por tema central: “Mo-

vimientos y conflictos sociales en América Latina, siglos XIX al XXI”. Bajo este título pro-

ponemos tomar como objeto de nuestras intervenciones un tema central y latente en nuestra

realidad latinoamericana: los conflictos y movimientos sociales, a partir del cual abordaremos

casos como los movimientos estudiantiles, campesinos, de género, ambientales, obreros, entre

otros. A la par de ello, también se recepcionaran trabajos de otros tópicos que no sean acorde

con el tema central del evento, como los enmarcados en los periodos prehispánico o colonial.

Te invitamos a participar de nuestro evento, si eres estudiante de pregrado de Historia, o has

egresado de sus estudios de pregrado a partir del 2014, envíanos tu sumillas y ponencia.

Cronograma:

Convocatoria de sumillas: 06/01/16 hasta el 19/02/16.

o Titulo

o Cuerpo de máximo 200 palabras

o Bibliografía

Envío de respuestas: del 07/03/16 al 14/03/16.

Recepción de ponencias completas: del 14/03/16 al 13/05/16.

o Estilo Chicago

o Times New Roman, 12

Segundo filtro de corrección: hasta el 04/07/16.

Publicación de resultados: 22/07/16

Cada sumilla será calificada en base de 10 puntos donde se verificará aspectos como la coherencia, la

redacción, la pregunta de investigación, el respeto a las normas, fuentes y bibliografía, y palabras clave.

No se aceptarán ensayos.

Las sumillas deberán ser enviadas a: [email protected]

Para más información: http://vcieh.blogspot.pe/

Del 17 al 21 de Octubre del 2015, Lima (Perú).

Page 53: Diacronica 3

DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015, pp. 49-58

Acción artística y política popular Ha-

cia/Desde las “Periferias” de Lima, décadas

1960-20101

Manuel Marcos Perca Universidad Nacional Mayor de San Marcos

Alrededor de los sindicatos y las cooperativas que surgieron desde fines del si-

glo XIX se fue conformando toda una cultura política que se complementó con el

ejercicio de prácticas artísticas populares.

Fernanda Beigel, Buenos Aires, 20032

De la ética se pasó al pragmatismo, de la revolución a la democracia.

Luis Montoya Canchis, Lima, 19923

Por un lado la identidad y los derechos culturales se han convertido en un fin de

la lucha política y, por otro, las puestas en escena de distintos repertorios cultu-

rales han sido instrumentalizados como mecanismos de lucha política.

Gisela Cánepa, Lima, 20064

La culturalización de los conflictos es, en lo fundamental, una reinscripción

desde la cultura culta, no desde las neoculturas de la globalización y el tránsito

de identidades.

Nicolás Casullo, Buenos Aires, 19985

RESUMEN

En este trabajo se busca explicar cómo fue —y es— la movilidad social de artistas y colectivos en

aquellos sitios que los científicos sociales designaron periferia de Lima y ciertos escritores perciben

como territorio útil para recrear escenas de marginalidad y sordidez. También se da una respuesta a la

interrogante ¿Por qué no tiene consecuencia social ni política los eventos artístico-populares que hoy

organizan diferentes movimientos de resistencia o asociaciones de la sociedad civil en estos puntos?

Subyace a este texto el afán por restablecer la lectura social y política conflictuante en el cuadro de los

hechos y fenómenos culturales y/o artísticos así como el deseo de privilegiar actos de inversión y sub-

versión cultural por parte de sectores subalternizados.

Palabras claves: Periferia de Lima, migrantes, artistas y colectivos, práctica y acción política.

ABSTRACT

This paper aims to explain how worked, and works, the social mobility of artists and groups in cer-

tain places of Lima, named periphery by social scientists; sites percibed by some writers as an useful

1 Este trabajo está dedicado a Juan Zarate, pintor de Allpa Mayu. 2 Fernanda BEIGEL, El itinerario y la brújula. El vanguardismo estético-político de José Carlos Maríategui, Buenos Aires, Editorial Biblos, 2003, pp. 38-39. 3 Luis Montoya Canchis, El lado oscuro de la luna. Las percepciones de los jóvenes en los 70 y 90, Lima, Desco,

1992, p. 54. 4 Gisela CÁNEPA, “Cultura y política: Una reflexión en torno al sujeto Público», en Cánepa, Gisela y Ulfe, María

Eugenia (ed.), Mirando la esfera pública desde la cultura en el Perú, Lima, Concytec, 2006, pp. 15-34 [16]. 5 Nicolás CASULLO, Modernidad y cultura crítica, Buenos Aires, Paidós, 1998, p. 46.

Page 54: Diacronica 3

50 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015 territory to recreate scenes of marginalization and misery. Also, it intends to answer why nowdays there

are no social or political consecuences originated by artistic and popular events of various associations

or resistance movements. Within this text appears the effort to re-stablish the social and political con-

flicts in cultural and/or artistic events or phenomena, and also the desire to favor acts of inversion and

cultural subversion by subaltern sectors.

Keywords: Periphery of Lima, migrants, artists and collectives, practical and political action.

INTRODUCCIÓN

n Lima, desde la década de 1960, los artistas no sólo asumen el arte como un medio

para “modificar” lúdica o creativamente el espacio urbano sino también como un

elemento útil para la práctica y acción política dentro de la vida social. Para concre-

tizar esta idea muchos se vincularon, por afinidad o intereses personales, a una serie de pro-

yectos e iniciativas que partieron ya sea del Estado, de los partidos políticos, de los movi-

mientos contraculturales o a complejas redes de activistas y “asociaciones” de la sociedad

civil, tal y como sucede hoy. En este trabajo realizaremos una breve aproximación a cómo se

visibilizó la movilidad social de los artistas y colectivos en aquellos lugares que los científicos

sociales y escritores denominaron, primero, entre las decenios de 1950 y 1960, “cinturones de

miseria”, “barriadas”, “periferia”, “lugar de las excrecencias inorgánicas de la ciudad”6 y —

posteriormente— “pueblos jóvenes”, “focos emergentes”, “paradigma de ciudad globalizada”,

“Lima norte”, “Lima sur”. Luego buscaremos dar una respuesta a la interrogante ¿qué posi-

ción tienen los artistas que hoy se suman a los actos políticos que organizan diversos “movi-

mientos de resistencia” o asociaciones de la sociedad civil en estos lugares?

1. REDEFINICIÓN DEL OFICIO DEL ARTISTA. LIMA, FINES DE LA DÉCADA

DE 1960

Encontramos a los primeros artistas plásticos, grupos de teatro y profesores (improvisa-

dos) de educación por el arte incursionando en las “barriadas de las afueras de Lima” desde fines de la

década de 1960. Básicamente, eran aquellos que, entusiasmados, habían adscrito su voluntad y

creatividad a las bases de la política cultural de la “revolución” encabezada por el general Juan

Velasco Alvarado (1968-1975), y que tuvo como meta cambiar toda la estructura social y

cultural del país. Tenían la certeza que desde el poder central se podría transformar las reali-

dades culturales e incluso la subjetividad de todos los individuos. El Perú era un país posible y

los paradigmas del socialismo humanista7 un elemento guía para la configuración social y,

consecuentemente, una nueva identidad.

Para concretar los objetivos del Estado revolucionario, en estos lugares se trabajó al inte-

rior de las organizaciones sociales recientemente constituidas8: se dictaron cursos, seminarios

y talleres de autogestión empresarial, de manualidades [Figura 1] y uso de maquinarias. Al

mismo tiempo se buscó la concientización política mediante la escenificación de mitos ejem-

plificadores y la difusión de obras teatrales, poesía, música, danzas populares y una iconogra-

6 Revisar a José Luis BUSTAMANTE Y RIVERO, “Introducción” en Pablo BERCKHOLTZ SALINAS, Barrios

Marginales. Aberración Social, Lima, s/d, 1963, pp. 5-11 [5-6]; Luis Felipe ÁNGEL DE LAMA, La tierra prometi-da, Lima, Librería Editorial Juan Mejía Baca, 1958. 7 Inspirado en los movimientos revolucionarios humanistas, socialistas y libertarios y otros proyectos intelectuales

que no tuvieron una cara institucional: teoría de la dependencia, filosofía de la liberación, colonialismo, etcétera. Carlos FRANCO, El Perú de Velasco, s.l., CEDEP, 1986. 8 Cabe detallar que la Junta Militar liderada por Velasco Alvarado impulsó la creación de estructuras políticas y

económicas de corte igualitario y de “participación plena». En ese contexto fue que irrumpió una multiplicidad de organizaciones de base en los “asentamientos humanos» que rodeaban la capital del Perú. Todas dispuestas a ser la

fuente decisiva de la transformación social. SINAMOS, SINAMOS: la organización vecinal en los pueblos jóvenes,

Lima, PUCP, 1977.

E

Page 55: Diacronica 3

Investigaciones y ensayos 51 fía de resistencia. La población participó de manera activa en estos actos

9. La estrategia era

interesante por su objetivo: moldear una conciencia política en los “migrantes” con expresio-

nes artísticas y culturales que provenían, o se inspiraban, en la cultura provinciana oral, “pre-

capitalista” y “folklórica”. La idea era que los mismos migrantes objetivasen “su” cultura

originaria y pudieran reconocerse en ella10

.

[Figura 1] Folleto de divulgación del SINAMOS11

Lo interesante del caso no fue que desde Lima se movilizaron hacia su periferia numerosas

brigadas de “trabajadores del arte y la cultura”12

—muchas veces técnicos y funcionarios del

Estado sin formación— para concretar los objetivos del Estado, sino que allí, también, apare-

cieron algunos miembros de grupos políticos radicalizados que —inspirados en la revolución

China, cubana y de Vietnam— buscaron fomentar el clientelaje político entre los reciente-

mente conformados comités populares apelando a una suerte de “teatro social” o una semánti-

ca visual compuesta de iconos populares campesinos internacionales. Pero estos grupos, en

lugar de crear una alternativa al populismo artístico del régimen, adoptaron lo más extremo de

sus métodos y planteamientos. Así, los mismos artistas que se plegaron a esta izquierda radi-

9 Se ha recogido la opinión de 5 personas adultas del distrito de Villa el Salvador y 4 de Villa María que, durante su juventud, asistieron a estos eventos. 10 El rescate y la promoción de las expresiones populares más auténticas como factor de una nueva identidad nacional representó un elemento importante de aquella política popular. En sus bases, la cultura y el arte rural se convertían en

un arma política susceptible de elevar la conciencia del pueblo —contra el “imperialismo», la “falsa cultura» y arte de

las “clases» y sectores “dominantes»— y edificar la imagen de una “sociedad liberada». César ARRÓSPIDE DE LA FLOR, Reflexiones sobre el cambio cultural en el Perú, Lima, Centro de Estudios y Publicaciones, setiembre de

1985, pp. 69-70. 11 Muchos asistentes a los seminarios de capacitación en Artes Gráficas e Impresión artesanal, posteriormente, plas-marían lo aprendido en volantes y afiches callejeros que destacaron por su estética recargada y estridente. En cierto

modo, los grupos asentados en las afueras de la ciudad comenzaban, así, a formar sus propias categorías artístico-

culturales, donde, por ejemplo, el principio de la “excelencia Artística”, tan afín a la cultura culta, no tuvo importan-cia. 12 César ARRÓSPIDE DE LA FLOR, Reflexiones sobre el cambio cultural en el Perú, Lima, Centro de Estudios y

Publicaciones, setiembre de 1985, pp. 65-66.

Page 56: Diacronica 3

52 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015 calizada se volvieron populistas y se enredaron en el lenguaje y la concepción estético-

popular-campesino del gobierno militar13

. Es más, para ganarse la adhesión de las nuevas

organizaciones de base, usaron las tácticas de penetración que aplicaba el régimen de Velasco.

Pero hubo un problema fundamental que nunca pudieron resolver: sus proyectos políticos

e ideológicos no se adaptaron al imaginario y la aspiración de los sectores “urbano-

marginales”. Los artistas que se vincularon a esta izquierda no se dedicaron a encontrar un

lenguaje apropiado que pudiera reproducir el mundo de sus habitantes sin violentarlo. Lo

curioso es que nunca comprendieron que los pobladores de las “periferias” de la ciudad no

eran campesinos interesados en proyectos ideológicos para acceder al poder, subvertir el or-

den o seguirlos dictados de un partido político14

. Por el contrario, estos nuevos habitantes

luchaban por un nuevo reconocimiento del Estado —con todo lo que esto implicase— y por

servicios elementales para la vida urbana: luz, agua, desagüe, carreteras, hospitales, etcétera15

.

Todo el fenómeno social, político y cultural abordado se puede comprender mejor si to-

mamos en cuenta la presencia de varios factores que se entrecruzaron desde fines de la década

de 1960: primero, una redefinición del oficio del artista que pasó por un acercamiento a pro-

yectos y modelos revolucionarios de corte nacional y popular que buscaban cambios, la libe-

ración, una nueva manera de interactuar entre las personas y una nueva manera de participa-

ción política. Segundo, la creciente demanda de los mismos migrantes por una mejor educa-

ción y calidad de vida, acorde con sus nuevas aspiraciones. Tercero, el incremento de la de-

manda de “personeros culturales” con el bagaje suficiente para llevar a cabo el programa

político-educativo del régimen. Esto iba sumado a la pretensión de nuevos elementos profe-

sionales —de los sectores medio urbanos—, ligados a la cultura y arte, de ejercer un papel

rector sobre toda la sociedad y cultura, armonizando bajo su conducción tecnocrática un

“nuevo concierto social”.

Cuarto, una toma de conciencia —por parte del régimen y la nueva izquierda— de que las

“clases periurbanas” representan una fuerza más poderosa de lo que admitía la historia oficial

de aquellos días. Finalmente, el deseo de la oficialidad de otorgar al arte, a los artistas y a la

cultura popular una dimensión social y política casi sustitutiva y cancelatoria.

2. OTRAS INCURSIONES EN LAS “AFUERAS” DE LIMA

A partir de todas estas experiencias, a mitad de los años setenta, en las “márgenes” irrum-

pieron iniciativas “culturales” independientes. Se formaron organizaciones como el Centro de

Comunicación Popular (CCP) en Villa El Salvador (1974), que se dedicó atrabajar con bases

comunales –a través de una señal de radio, talleres de canto, teatro, historieta, video y un

boletín, Crítica–; Calandria y, finalmente, Allpa Mayu que fue fundado por un grupo de artis-

tas plásticos provincianos en un cerro del actual distrito de Independencia16

. CCP buscaba

13 Curiosamente, en Lima, el régimen de Velasco supo auspiciar festivales de arte donde coexistieron, “sin hegemo-

nías», criterios y propuestas estéticas de signo internacional y local. En ese sentido, no se puede afirmar que la dicta-dura buscó imponer una estética popular totalitaria en todo el país. 14 La injerencia y acción social de jóvenes urbanos radicalizados en las márgenes de Lima (“pertenecientes a una

izquierda reinventada de la nada durante los 60, que no entroncará con el PCP, y que colapsó en los 80») fue uno de los tópicos tratados en el taller “Historia de la Izquierda en el Perú» que se llevó a cabo en el IEP el 2008. Esta parte

de nuestro trabajo se sustenta en anotaciones que hicimos de los análisis y testimonios allí brindados. El antropólogo,

Pablo Sandoval, y el analista político, Ricardo Caro, coordinaron dicho taller. 15 David COLLIER, Barriadas y élites, de Odría a Velasco. Lima, 1978, pp. 105-133; Jean-Claude DRIANT, Las

barriadas de Lima. Historia e interpretación, Lima, DESCO, IFEA, 1991, pp. 111-125. 16 Ubicado en el pasaje Las Tunas, n° 186, El Ermitaño, distrito de Independencia. “Artistas plásticos del Cono pro-mueven una galería y taller de pintura y danza”, La República, Lima, 15 de abril, 1997; Manuel J. BAQUERIZO,

“Juan Zarate. Visión del espacio urbano”, Ciudad Letrada. Revista Mensual de literatura y arte, Huancayo, 1 de

agosto de 2001, p. 1; Martín VARGAS, “Del pueblo su galería”, El Peruano, Lima, 5 de noviembre de 2002, p. 24.

Page 57: Diacronica 3

Investigaciones y ensayos 53 formar un “pueblo unido” para luchar contra la marginación política y económica. Calandria

intentaba irradiar una comunicación alternativa “en el cinturón de miseria peruano de Pam-

plona Alta”17

; y Allpa Mayu, se planteó educar la sensibilidad de los sectores desfavorecidos

mediante talleres y exposiciones de arte18

.

El acto de creación de centros de comunicación y talleres de arte en las “afueras de Lima”

podría considerarse no sólo como un esfuerzo independiente por “ampliar” el acceso a la

creación, sino también por crear nuevos auditorios y desarrollar nuevas formas capaces de

expresar la diferencia, la experiencia propia, el deseo de iniciar una lucha o competitividad en

el plano de lo simbólico y lo cotidiano. Condiciones necesarias para el desarrollo de una tradi-

ción cultural más inclusiva e igualitaria.

Una cosa era evidente, con la caída del gobierno del General Juan Velasco Alvarado, en

1975, y el desmontaje de sus reformas se reducirá el nivel de participación del Estado en las

organizaciones de base de los “pueblos jóvenes” y se abandonará las proposiciones político-

culturales nacionalistas para dejar la realidad y las subjetividades periurbanas liberadas a

cualquier influencia o acción político-cultural: como el de los centros culturales ya citados, la

emergente industria cultural, los circos “comprometidos” [Figura 2] o grupos de la nueva

izquierda que intentaban legalizarse con miras a participar en las elecciones presidenciales de

1979.

[Figura 2] Incursión de “teatristas callejeros”, La Tarumba19

17 Rosa María Alfaro, “Del periódico al parlante”, Materiales para la comunicación popular, número 1, noviembre de

1983, pp. 5, 7. 18 Allpa Mayu editó Ñawinpukio. Hemos podido ubicar 3 números, publicados del 2000 al 2003. 19 “La Tarumba comenzó como un grupo de teatro callejero (1984) con el objetivo de recuperar la identidad de aque-

llos lugares en el olvido, como en 3 de Mayo en San Martín de Porres”. Brunella VÁSQUEZ MORI, “Circo de la

vida”, Somos, número 1436, Lima, 14 de junio del 2014, pp. 42-47 [46].

Page 58: Diacronica 3

54 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015

3. EXPULSIÓN DE LA CONCIENCIA DE MIGRANTE PERIFÉRICO

Durante los años ochenta y primeros años de la década siguiente la población casi dejó de

participar en proyectos que buscasen cambiar la realidad social desde la cultura y el arte. Esto

debido a que tanto los grupos políticos levantados en armas (SL y el MRTA) como las fuerzas

del Estado arremetieron contralas organizaciones sociales de los pueblos jóvenes. Sin embar-

go, sucedió algo interesante. Pese a esta crisis, muchos jóvenes de las zonas “periféricas”

comenzaron a participar en manifestaciones “contraculturales” que se llevaron a cabo en el

centro de Lima, en los puntos cruciales de la urbe20

.

Unidos con la juventud contestaría de los sectores medios urbanos, éstos dejaban de ser

actores pasivos de la cultura de sus padres —es decir, abandonaron la conciencia de migrante

periféricos— y perfilaron una activa cultura política de negación y respuesta que involucró

nuevas nociones de arte, ciudad, nación, Estado e interacción social. Fue así cómo poco a

poco se dio paso a un individuo involucrado con la vida urbana en su conjunto, a un sujeto

que se constituyó en un elemento inédito de articulación socio-cultural entre un centro y una

periferia, entro lo popular y lo culto, entre lo de arriba y lo de abajo. Y, como era de esperarse,

también, algunos grupos de la burguesía artística culta limeña, “huyendo de las galerías esta-

blecidas”, montaron sus trabajos o “instalaciones” —como la acción Sarita Colonia— en un

lugar donde los únicos espectadores serían la masa de provincianos que habitaban los arenales

y cerros de las “periferias” de Lima21

.

4. ACCIÓN ARTÍSTICA Y POLÍTICA “DESDE” LAS ZONAS “EMERGENTES”

HOY

A diferencia de las décadas anteriores hoy los jóvenes que radican en estos lugares han

conformado una suerte de “red” de centros culturales autodenominados “emergentes” que se

han propuesto luchar contra la globalización cultural, la injusticia de raza y género, quedando

cerrado —en apariencia— una época que vio el arte como un medio para lanzar programas

sociales revolucionarios, nacionalistas o de corte populista.

A menudo, estos centros buscan legitimarse mediante una participación en festivales, foros

y eventos de “encuentro”22

que son organizados por movimientos de activistas y organizacio-

nes de la sociedad civil que, bajo la idea de una “democracia participativa global”, buscan

involucrar a estas asociaciones culturales en un “proceso de reforma social desde abajo”,

“desde la disconformidad y la independencia”, “desde la autonomía del oficialismo” o “desde

la cultura popular”, tal como se lee en sus eslóganes difundidos en la internet.

En ese sentido, puede decirse que hoy las redes de artistas y grupos de la “nueva Lima” se

unen a organizaciones y movimientos que sitúan en el centro de la acción política, el imagina-

rio, la comunicación y, sobre todo, la cultura, pues piensan que “el poder se ejerce” y juega en

estos lugares y no en la esfera de la gran política de Estado o la gran política revolucionaria,

tal y como lo creyeron los artistas limeños urbanos de inicios de la década de 1970; o podría

20 Elio MARTUCELLI, Arquitectura para una ciudad fragmentada. Ideas, proyectos y edificios en la Lima del siglo XX, Lima, Universidad Ricardo Palma, 2000; Jorge VILLACORTA, Augusto DEL VALLE y otros, Post-Ilusiones.

Nuevas visones. Arte crítico en Lima (1890-2006), Lima, Fundación Augusto N. Wiese, 2006. 21 Sobre la acción “Sarita Colonia» (1981), de E.P.S. Huayco ver Jorge VILLACORTA y Carlo TRIVELLI, “La plástica peruana en conmoción», en Luis Eduardo WUFFARDEN, José GARCÍA BRYCE y otros, Arte y Arquitectu-

ra. Enciclopedia temática del Perú. Lima, Empresa Editora El Comercio S. A., 2004, pp. 159-172; Gustavo

BUNTINX, E.P.S. Huayco. Lima, Centro Cultural de España en Lima, IFEA, MALI, 2005; Sharon LERNER (ed.), Arte contemporáneo, Lima, MALI, 2013. 22 Ver El Colectivo, Comuna Red. Comunicación Popular Para la Acción, número 1, Lima, El Colectivo, octubre de

2007, 4 p. La página web lo pueden revisar en www.colectivoelcolectivo.blogspot.com

Page 59: Diacronica 3

Investigaciones y ensayos 55 señalarse que hoy los artistas emergentes se vinculan a grupos u organizaciones globales que

plantean un universo cultural inclusivo en el cual puedan dialogar e interactuar —al mismo

tiempo— comunidades orales, escribales y electronales.

Llegado a este punto creemos pertinente formular las siguientes preguntas: ¿por qué razón

—y pese a su despliegue artístico— estos eventos públicos no logran encontrar un eco masivo

en los grupos sociales a los que se dirigen? ¿Por qué estos actos culturales —que buscan con-

citar la participación política— no forman una corriente de opinión política? Pues porque ha

irrumpido una nueva identidad urbano (hoy es imposible que “lo andino” pueda seguir defi-

niendo la fisonomía cultural de lo periurbano) así como nuevas alternativas al clientelismo

político tradicional.

Ello explica por qué algunos artistas y centros culturales “emergentes” ahora se compro-

meten en la lucha contra las injusticias de raza o género y porqué buscan ser partícipes en la

restitución de significado cultural a ciertos elementos de su vida cotidiana y experiencia sub-

jetiva: para potenciarlos como elemento de constitución, articulación e integración dinámica

entre la cultura central y periférica, la local y la global, la de arriba y la de abajo, la cultura

culta y la popular. Esto explicaría por qué hoy se unen a eventos organizados por grupos de

activistas o de la sociedad civil que, supuestamente, coinciden con sus objetivos y aspiracio-

nes de participación.

Sin embargo, quien asista a tales actos entenderá porqué el accionismo de hoy no recala

entre la población; podrá comprobar que los grupos y artistas participantes terminan subordi-

nando su obra, su voluntad y creatividad a valores, consignas y retóricas de movimientos

foráneos y globalizadores —léase homogeneizadores. Todos estos eventos públicos no tienen

el impacto pues sus búsquedas para construir “nuevas miradas” y una nueva cultura “de resis-

tencia y desobediencia civil” no surgen del diálogo y una aproximación a la realidad de los

sectores emergentes: parten, por el contrario, de una lectura predeterminada donde los artistas

serían la expresión de “eso de abajo” que puede ser exhibido por calles, plazas, auditorios y

salones en condición de agentes actuantes. No en vano se observa a numerosos artistas y co-

lectivos de arte en comparsas y corsos callejeros disfrazados de danzantes tradicionales o

abigeos “socializados”.

En un contexto en el que toda producción cultural es influenciada por la globalización y

los nuevos medios, los movimientos de reivindicación cultural y social foráneos les exigen a

los “artistas emergentes” que realicen acciones y obras artísticas basadas en estereotipos fol-

klóricos. Con estos objetos fetiche intentan proponer un nuevo clima político: una nueva mo-

vilidad social en los distritos emergentes de hoy. Pero su demanda en realidad ocultaría algo

más poderoso y dañino: que estos no han conseguido desprenderse de las viejas anclas menta-

les de la colonialidad: para ellos son vigentes las categorías “los otros” en contraposición a un

“nosotros” hegemónico, y es en ésta última donde precisamente se ubican. Con esta posición

generan un discurso donde sí se reconoce a los de abajo, pero que nunca podrán ser “iguales”

a los de arriba.

Como las identidades culturales son una forma privilegiada para que estos activistas y

ONG’s se aseguren cierto poder de movilización y demanden reconocimiento—los artistas

son los medios para lograrlo—, uno se pregunta si esta “lucha” cultural puede redefinir las

relaciones de desigualdad o si sólo revela las contradicciones implícitas en ese cuestionamien-

to. Es una duda que parte de una experiencia verificable: en los eventos organizados en luga-

res “periféricos” de Lima, la posibilidad de expresar la diferencia cultural o conquistar la

significación está supeditada a modelos y agendas foráneas, donde no se considera que sean

los mismos artistas emergentes quienes representen a su comunidad y sus demandas. Incluso

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56 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015 cuando se les permite realizar sus propuestas de acción, éstas son presentadas con etiquetas

como “escenificaciones no convencionales desde abajo” para contribuir al cambio cultura, o

desobediencia cultural emergente en democracia.

[Figura 3] Volante concebido por diferentes ONG23

La “democracia participativa” puede convertirse en instrumental si excluye formas de ac-

ción que no se ajustan a los modelos participativos: es lo que les ocurre a los guiones políti-

camente conflictivos de los performers y grupos radicales de teatro independiente de los “co-

nos” dela ciudad, como Teatro Loco. Actualmente hay un riesgo y es que todas las iniciativas

artísticas “emergentes” terminen apoyando a una élite que resta movilidad y acción real a

individuos y artistas de las zonas antes llamadas periféricas.

Dichas élites, han creado sistemas y formas atractivas de captación de artistas que quieren

protestar o que se sientan víctimas de la discriminación: están libres de escenificaciones, in-

tervenciones callejeras y repertorios mediáticos destinados a potenciar reclamos culturales. Es

más, no importan las nociones básicas de la centralidad histórica o las definiciones y patrones

de calidad estética; pero la fuerza crítica se diluye, pues ésta ha sido desactivada de antemano,

se le ha exigido su folklorización.

23 Hoy, muchos artistas de la “nueva Lima” se pliegan al llamado de organizaciones y movimientos que sitúan en el centro de la acción política, el imaginario, la comunicación y, sobre todo, la cultura pues consideran que “el poder se

ejerce” o juega en estos lugares y no en la esfera de la gran política de Estado o la gran política revolucionaria, tal y

como lo creyeron los artistas limeños urbanos de inicios de la década de 1970.

Page 61: Diacronica 3

Investigaciones y ensayos 57

5. SER POR SÍ MISMOS

Pese a todo lo expuesto, es obvio que actualmente existen numerosos disconformes y vo-

ces libres. Son los que han decidido ser por sí mismos. Son los que insisten en su diferencia y

no creen en el discurso de quienes se han arrogado el derecho de encontrar una esencia común

a todos. Son artistas y colectivos, o parte de ese público que no encontró intereses comparti-

dos y mutuamente dependientes, que identifican una ausencia del “otro” en estos festivales y

eventos habituales en distritos como Villa El Salvador, Comas o Independencia: son esos

individuos que identifican ausencia de “acercamiento” con trato igualitario24

.

Los artistas de las comunidades emergentes pueden mitigar, en alguna medida, problemas

sociales como el racismo y la discriminación, y hasta pueden intentar cambiar la manera de

ver y tratar los problemas sociales, pero presentarse en el seno de su colectividad con ideas

ajenas, folklorizadas y programadas es una invitación a desconfiar de ellos: al fin y al cabo,

desconfiamos también de aquellos artistas y colectivos que en décadas pasadas sintonizaron

con ideologías diseñadas por un poder político centralizado y una élite urbana ilustrada que se

acercó a las márgenes que hoy vive de recordar pseudo actos de “radicalismo” artístico-

cultural o cívico-democráticos pues realmente fueron inocuos o snobs. Catarsis de la burgue-

sía25

. Por eso consideramos necesario que los creadores de las zonas “emergentes” identifi-

quen nuevas fórmulas de movilidad social a partir de un diálogo con lo que son sus propios

paradigmas culturales y sociales, sus propios conocimientos, sus propias experiencias y sus

propias desobediencias, improvisaciones, interpretaciones, urgencias y cotidianeidad26

.

CONCLUSIONES

En Lima, a partir de la década de 1960 los artistas no sólo asumirán el arte como un medio

para “modificar” lúdica o creativamente su entorno urbano sino también como un elemento

útil para la práctica y acción política dentro de la vida social. Para concretar tal movilidad

muchos se fueron vinculando, por afinidad o intereses personales, a una serie de proyectos e

iniciativas que partieron ya sea del Estado, de los partidos políticos, de los movimientos con-

traculturales o de complejas redes de activistas y “asociaciones” de la sociedad civil, tal y

como acontece hoy.

Durante los primeros años de la década de 1970 estos artistas, aunados a otros grupos de

profesionales y burócratas, contribuyeron a llevar a cabo las propuestas culturales del Estado.

A partir de todas estas experiencias, en las “márgenes” de la ciudad, irrumpieron otras inicia-

tivas “culturales” independientes. En los años ochenta del siglo XX, los jóvenes de las márge-

nes serán actores fundamentales de la contracultura urbana. Se volvieron ejes del encuentro

centro-periferia.

Hoy, en estos sitios de la ciudad, se habría creado una nueva identidad urbano y otras for-

mas de acción social para lograr la movilidad y el reconocimiento. Todo esto explica el por-

qué algunos artistas y centros culturales no sólo se comprometen en la lucha contra las injusti-

cias de raza o género, sino también por qué buscan hoy restituir significado cultural a ciertos

24 Alberto REVOREDO, “Cuestionando la silueta de toda una ciudad. Exposición: ¿Quién es Martín… Olivos?”, El

Comercio, Lima, 23 de setiembre del 2006, p. C15. 25 Ver Emilio TARAZONA y Miguel LÓPEZ, “Otra revolución posible. La guerrilla cultural en el Perú de 1970”, Illapa, número 6, Instituto de Investigaciones Museológicas y Artísticas de la Universidad Ricardo Palma, Lima,

diciembre de 2009, pp. 73-86. 26 No es finalidad del presente trabajo enumerar y describir los diferentes procedimientos estéticos de los artistas y talleres que participan en los actos de “lucha» política en las periferias de Lima. Sin embargo, conviene aclarar que

muchos creadores y colectivos son partidarios de la idea que la producción artística ya no se concretiza en objetos

sino en acciones públicas o expresiones corporales de contenido político.

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58 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015 elementos de su vida cotidiana y experiencia subjetiva: para potenciarlos como elemento de

constitución, articulación e integración dinámica entre la cultura central y periférica, la local y

la global, la de arriba y la de abajo, la culta y la popular. Esto explicaría el porqué hoy se unen

a eventos organizados por grupos de activistas o de la sociedad civil que, “supuestamente”,

coinciden con sus objetivos y aspiraciones. Salvo contadas excepciones, los artistas y colecti-

vos no pueden desarrollar a plenitud sus propias estrategias de participación.

Manuel Marcos Perca Estudiante de Historia de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Ha dictado cursos sobre crítica

y teoría del arte occidental en los centros culturales de la PUCP y UNMSM. Fundador y director de la

revista Artificios, Sociedad, Reflexión y Artes y redactor en Expreso y Semanario Liberación. Fue po-

nente en eventos de historia de la UNMSM, PUCP y del Coloquio de Lima.

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Colaboraciones

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DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015, pp. 61-71

Dragones andinos: los peones chinos de los

ferrocarriles peruanos, siglo XIX

Lic. Alejandro Marcelo Salinas Sánchez Seminario De Historia Rural Andina

[email protected]

RESUMEN

Este trabajo analiza el papel histórico cumplido por los peones chinos en la construcción de la red fe-

rroviaria peruana decimonónica. A mediados del siglo XIX, la empresa privada introdujo mano de obra

asiática para acrecentar la rentabilidad de los sectores productivos y modernizar la infraestructura vial

del país. En un primer momento (1852-1856), los ferrocarriles de Arica-Tacna y Lima-Chorrillos, por su

menor extensión, solo requirieron cientos de peones chinos. Sin embargo, con el advenimiento de los

grandes ferrocarriles de Henry Meiggs (1868-1877) fueron “importados” miles de estos de Macao, Hong

Kong y California, para tender rieles en los áridos terrenos de Chimbote y Pacasmayo, y las sierras de

Lima. Entre 1871-1874, el jornal pagado en las obras ferroviarias atrajo gran cantidad de chinos. Sin

embargo, el cese gradual de labores, iniciado en 1875, dejó desempleados a cientos de peones. Los más

desafortunados cayeron en la miseria, pero otros reconstruyeron sus vidas enganchándose como jornale-

ros agrícolas en las haciendas costeñas. Palabras clave: Ferrocarriles, peones chinos, Historia, 1852-1877

ABSTRACT

This paper analyzes the historical role fulfilled by Chinese laborers in the construction of nineteenth-

century Peruvian rail network. A mid-nineteenth century, private enterprise introduced Asian labor to

increase the profitability of productive sectors and modernize road infrastructure. Initially (1852-1856),

railways Arica-Tacna and Lima-Chorrillos, by its smaller size, only requiring hundreds of Chinese la-

borers. However, with the advent of the great railways Henry Meiggs (1868-1877) were "imported"

thousands of these in Macao, Hong Kong and California, for laying rails in the arid lands of Chimbote

and Pacasmayo, and the mountains of Lima . Between 1871-1874, the wages paid in the railway works

attracted many Chinese. However, the gradual cessation of work, which began in 1875, left hundreds of

unemployed laborers. The most unfortunate fell into poverty, but others rebuilt their lives hooked as

agricultural laborers in the coastal plantations.

Keywords: Railways, Chinese laborers, History, 1852-1877

os primeros gobiernos del Perú republicano se propusieron integrar el territorio

heredado de la Colonia mediante la modernización del transporte terrestre. Hacia la

segunda mitad del siglo XIX, superados los efectos de la crisis política y económi-

ca pos-independiente, surgió un discurso progresista promotor del “silbato civilizador de la

locomotora”. Caudillos civiles y militares creyeron oportuno entonces invertir los recursos del

guano en la construcción de una red ferroviaria. La prensa y el Congreso debatieron amplia-

mente sobre qué rutas (longitudinales o de penetración) eran adecuadas con el espacio geográ-

fico nacional, y qué sistema financiero (privado, estatal o mixto) debía elegirse para costear

los ferrocarriles. Hubo varios proyectos de líneas regionales, pero la escasez de mano de obra

impedía ejecutarlos Los contratistas cubrieron esa necesidad recurriendo a la introducción de

peones chinos, una fuerza laboral reconocida por su intensidad y bajo costo. Esta peonada

ferroviaria dio origen a importantes colonias chinas en Tacna, Pacasmayo, Chimbote, entre

L

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62 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015 otras, las cuales construyeron dinámicos vínculos socioculturales con la población peruana

decimonónica.

1. PEONES CHINOS DEL FERROCARRIL ARICA-TACNA

Durante los primeros quince años de vida republicana, la provincia de Tacna formó parte

del departamento de Arequipa. Sin embargo, en 1837, el gobierno confederado peruano-

boliviano la separó de este para unirla con la provincia de Tarapacá y crear el departamento

litoral de Moquegua. Tacna gozaba entonces de intensa actividad comercial, gracias a la estra-

tégica ubicación del puerto de Arica, conectado a rutas cordilleranas por donde bajaban los

productos mineros y agropecuarios de vastas y ricas regiones de Moquegua, Puno y el alti-

plano de Bolivia. Para impulsar una expansión económica en beneficio del sur peruano, las

autoridades y pobladores tacneños demandaron la construcción del ferrocarril Arica-Tacna.

Atendiendo esta solicitud, el Congreso autorizó su contratación por ley del 16 de diciembre de

1851. En opinión del presidente Rufino Echenique, este “camino de hierro” regional serviría

“de ensayo para establecer por el mismo medio otros, que de los puertos fuesen a las principa-

les poblaciones inmediatas a ellos”1.

El 6 de agosto de 1852, Joaquín de Osma, Ministro de Relaciones Exteriores, y José He-

gan, empresario inglés, suscribieron el contrato de la citada obra ferroviaria. De acuerdo con

la cláusula octava de este documento, el gobierno autorizó a Hegan la introducción de 400

peones chinos, comprometiéndose a pagarle una prima de 30 pesos por cada uno2. Dominada

por prejuicios raciales, la prensa limeña recibió con desagrado la llegada de estos primeros

contingentes de trabajadores asiáticos y la calificó de perniciosa3. El 19 de enero de 1857,

después de cinco años de faenas conjuntas de chinos y chilenos, fue culminado el ferrocarril

Arica-Tacna. Durante ese lustro, el corresponsal de El Comercio en Tacna envió sucesivas

crónicas sobre el avance de dicho camino, pero en las pocas líneas dedicadas a estos peones

raras veces los diferenció por su nacionalidad u origen.

No obstante, la información ofrecida es suficiente para saber que soportaron el rudo clima

de la desértica costa tacneña, y las pésimas condiciones sanitarias de los campamentos con su

secuela de alta mortalidad. Asimismo, en 1854, muchos abandonaron las faenas y se refugia-

ron en zonas inmediatas a Tacna, huyendo de los excesos generados por la revolución de

Ramón Castilla contra el gobierno de Echenique4. Resulta difícil determinar cuál fue el des-

tino de los expeones ferroviarios chinos del ferrocarril Arica-Tacna. Los documentos del

decenio de 1860 no señalan los nombres originarios de estos, porque sus nuevos patrones

ocultaban aquellos que tenían bajo su dependencia bautizándolos con “apellidos españoles

para, de esta manera, hacer que su raza pasara desapercibida en las encuestas”5. Los datos

sobre la colonia china en esta región aparecen en la década de 1870. Al respecto, el Censo de

Arica de 1871 registró 2.768 habitantes, 63 de estos (2.27%) eran chinos6. Cinco años des-

pues, el Censo General de 1876 encontró 222 chinos repartidos en los distritos de Arica, Be-

lén, Codpa (provincia de Arica) e Ilabaya, Locumba, Sama y Tacna (provincia de Tacna);

ellos constituían el 1% de los 22.109 habitantes de ambas provincias [Cuadro 1]. Probable-

mente, la mayoría de la comunidad asiática tacneña inscrita en los mencionados censos des-

1 José Rufino ECHENIQUE, Memorias para la Historia del Perú (1808-1878), tomo 2, 1952, p. 179. 2 Juan OVIEDO, Colección de leyes, decretos y órdenes publicadas en el Perú desde el año de 1821 hasta 31 de diciembre de 1859, tomo 6, Lima, Felipe Bailly Editor, 1861, pp. 143-144. 3 “Ferrocarril de Tacna”, El Comercio, 5 de setiembre de 1852. 4 “Tacna”, El Comercio, 9 de agosto de 1854. 5 Alfredo WORMALD, El mestizo en el departamento de Arica, Santiago de Chile, Ediciones Ráfaga, 1967, p. 50. 6 Silvia ZOLEZZI y Luis SALGADO, “Demografía y antecedentes socio-económicos de Arica entre los años 1824 y

1879”, Revista de Geografía Norte Grande, Santiago de Chile, número 6, 1978-1979, p. 55.

Page 67: Diacronica 3

Investigaciones y ensayos 63 cendía de los peones introducidos en 1852, pero existió también otro grupo vinculado con

chinos procedentes de las guaneras y salitreras de Tarapacá y del ferrocarril de Iquique-

salitreras de La Noria, contratado el 11 de julio de 1868 con la compañía Ramón Montero y

hermanos.

[Cuadro 1] población china en Arica-Tacna, 18767

Distrito

Provincia de Arica

Distrito

Provincia de Tacna

Población

Total

Población

china

Población Población

china Total

Arica 4.003 78 Ilabaya 1.548 8

Belén 938 1 Locumba 1.415 65

Codpa 1.641 1 Sama 1.786 15

---- --- --- Tacna 10.778 54

Total 6.582 80 Total 15.527 142

2. PEONES CHINOS DEL FERROCARRIL LIMA-CHORRILLOS

En mayo de 1851, ante el notable éxito económico alcanzado por la empresa ferroviaria

Lima-Callao, varios comerciantes capitalinos reunidos en el Tribunal del Consulado, bajo los

auspicios de su prior, José Domingo Castañeda, discutieron la posibilidad de financiar la

construcción del ferrocarril Lima-Chorrillos. Para facilitar la realización de este proyecto, el

Congreso, mediante ley del 23 de diciembre de 1851, autorizó la contrata del citado camino

de hierro en la forma que ofreciera más ventajas al público. Al amparo de esta norma se pre-

sentaron dos propuestas al Ministerio de Gobierno, pero ambas fueron rechazadas porque los

empresarios requerían excesivos privilegios, como la introducción de peones chinos en bu-

ques de la Armada nacional, el otorgamiento de una garantía fiscal del 5% sobre el capital

invertido y la potestad de rescindir el contrato unilateralmente y sin penalidades en caso de

retraso en el inicio de las obras8. El gobierno de Ramón Castilla, por decreto supremo del 11

de agosto de 1856, contrató esta línea con la sociedad de Antonio Ramos, José Vicente Oya-

gue, Nicolás Rodrigo y Pedro González Candamo. El costo de esta vía fue fijado en 600 mil

pesos, cantidad dividida en 600 acciones de mil pesos cada una.

El mencionado convenio no llegó a ejecutarse, por lo que el primero de octubre de 1856 se

ajustó uno nuevo con la Casa Barreda y hermano. La cláusula onceava de este convenio per-

mitía la internación de 700 peones chinos bajo el sistema laboral establecido antes del decreto

supremo del 5 de marzo de 1856, refrendado por el ministro de Gobierno, Manuel del Mar.

Ciertamente, los contratos de trabajo suscritos con anterioridad a la vigencia de esta norma

impedían al peón chino cambiar de patrón. Sin embargo, aquellos suscritos posteriormente

debían respetar el principio de libertad laboral consagrado en el artículo 1635 del Código

Civil de 1852. El gobierno percibió que, amparándose en la citada cláusula, Barreda y her-

mano podía burlar esta disposición y explotar a los trabajadores chinos bajo el sistema laboral

antiguo. Por ese motivo, el decreto del 22 de noviembre de 1856 aprobó el convenio, pero

exigió a la empresa extender sus contratos con los chinos respetando la nueva normativa legal.

7 MINISTERIO DE GOBIERNO, POLICÍA Y OBRAS PÚBLICAS, Censo general de la República del Perú, for-mado en 1876, tomos VII, Lima, Imprenta del Teatro, 1878, pp. 801-815, 855-893. 8 Alberto REGAL, Castilla constructor: las obras de ingeniería de Castilla. Lima, Instituto Libertador Castilla, 1967,

pp. 56-57.

Page 68: Diacronica 3

64 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015

El arribo de este segundo contingente de peones ferroviarios chinos, no había sido con-

templado en las bases del ferrocarril de Chorrillos, publicadas el primero de diciembre de

1855, y tampoco fue mencionado en el primer contrato de construcción formalizado el 11 de

agosto de 1856. Los nuevos peones llegaron en momentos que comenzaban a sentirse las

primeras señales de descontento entre los trabajadores chinos del servicio doméstico limeño,

cuyos salarios anuales fluctuaban entre 40 y 170 pesos [Cuadro 2]. Probablemente muchos

expeones ferroviarios de Chorrillos se insertaron en este rubro laboral aumentando la oferta de

mano de obra doméstica. Este hecho incidió en la inestabilidad del salario promedio de los

sirvientes, quienes abandonaron las casas donde cumplían contrato para buscar otras opciones

laborales en las haciendas o el interior del país9. Mayor preocupación causaron a las autorida-

des varios rumores sobre la formación de un batallón de 200 “macaos”, los cuales tenían pla-

neado atacar a sus patrones, conseguir la liberación de sus paisanos y organizar partidas de

bandoleros. Por entonces, los chinos acostumbraban contratarse con diversos patrones al

mismo tiempo, provocando conflictos entre estos10

.

[Cuadro 2] Salarios de los domésticos Chinos, 1856-187011

Año Patrón Doméstico Salario

1856 Mercedes Ríos

de Lastra Cocinero Ayan 12 pesos mensuales

1859 Ernesto Dupey-

ron Cocinero Alí 25 pesos mensuales

1863 Pedro Romero Sirviente Apon 40 pesos anuales más

un peso semanal

1864 Henrique Pareja

Cocinero y sirvien-

te de mano, Ramón

Delgado

12 pesos mensuales

1864 Adolfo Laos Sirvientes Aan,

Aanna y Achen

40 pesos anuales más

un peso dominical a

cada uno más, alimen-

tación, un vestido anual

y atención médica

1864 Adolfo Laos Sirviente Aquiá 50 pesos anuales más

un peso semanal, comi-

9 “Chinos prófugos”, El Comercio, 15 de setiembre de 1856. 10 “Policía”, El Comercio, 22 de setiembre de 1856. 11 Elaboración propia a partir de “Protocolo 168”, Archivo General de la Nación, sección Protocolos Notariales, escribano Juan Cossio, 1858-1859; “Protocolo 181”, Archivo General de la Nación, sección Protocolos Notariales,

escribano José Cubillas, 1870-1871; “Protocolo 346”, Archivo General de la Nación, sección Protocolos Notariales,

escribano Lucas de la Lama, 1864; “Protocolo 687”, Archivo General de la Nación, sección Protocolos Notariales, escribano Casimiro Salvi, 1863-1865; “Protocolo 715”, Archivo General de la Nación, sección Protocolos Notaria-

les, escribano José de Selaya, 1856-1857; “Protocolo 858”, Archivo General de la Nación, sección Protocolos Notari-

ales, escribano Félix Sotomayor, 1869; “Protocolo 889”, Archivo General de la Nación, sección Protocolos Notaria-les, escribano Claudio Suárez, 1863-1864; “Protocolo 890”, Archivo General de la Nación, sección Protocolos Nota-

riales, escribano Claudio Suárez, 1864; “Protocolo 891”, Archivo General de la Nación, sección Protocolos Notaria-

les, escribano Claudio Suárez, 1865.

Page 69: Diacronica 3

Investigaciones y ensayos 65

da y vestido

1865 Francisco Valdez Cocinero José Juan

Allau

30 pesos anuales más 2

pesos semanales, comi-

da, vestido y atención

médica

1865 José Lucas Oya-

gue Sirviente Alú

54 pesos anuales más

alimentación

1869 Francisco Cajo Sirviente Manuel

110 pesos más 12

reales dominicales, esto

último no se pagaría

cuando estuviese en-

fermo

1870 Francisco Cajo Sirviente Ajen

174 pesos más 12

reales dominicales, un

vestido anual y aten-

ción médica

1870 Ygnacio Abadía Sirviente Felipe 50 pesos anuales

3. SITUACIÓN LABORAL DE LOS PEONES CHINOS ANTES DE LA ERA

FERROVIARIA

A finales del decenio de 1850, los patrones atropellaban los derechos laborales reconoci-

dos a los peones chinos por decreto supremo del 5 de marzo de 1856. Aunque los trabajadores

asiáticos tenían la facultad de separarse por causa justificada de sus patrones, estos los retu-

vieron apelando a un bando prefectural del 5 de marzo de 1855, que impedía a los peones

chinos separarse de sus centros laborales antes de concluir los contratos. Más tarde, el decreto

del 20 de febrero de 1863 reiteró la vigencia del libre ejercicio del trabajo. Sin embargo, du-

rante la década de 1860 continuó utilizándose el “contrato chinero” anterior a 1856 para encu-

brir la creciente servidumbre de los peones chinos. Hacia 1865 operaba en la capital una red

de traficantes de mano de obra. Estos sacaban con engaños a los culíes de casas y chacras de

Lima para conducirlos a haciendas cercanas, donde eran enganchados como jornaleros. Quie-

nes podían fugar intentaban ansiosamente llegar al puerto del Callao y abordar algún barco

que los sacara del país. Por ello, el subprefecto de Lima, Pedro Sevilla, mediante nota remiti-

da a su homólogo chalaco le recomendó prohibir el embarque de chinos carentes de papeleta o

salvoconducto policial, según lo dispuesto por las supremas circulares del 25 de setiembre de

1850 y 22 de enero de 185212

.

Con todo, la deserción de domésticos y peones chinos prosiguió de forma alarmante. En

1867, el prefecto limeño, José Andraca, presentó un reglamento para colonos asiáticos con el

fin de frenar esta tendencia. En adelante, los peones sin contrato deberían registrarse en la

Subprefectura para obtener una boleta. Quienes no estuviesen inscritos serían declarados pró-

fugos o vagos y enviados a las obras públicas13

. Al año siguiente, se agravó la escasez de

mano de obra debido a un decreto del gobernador de Macao, que prohibió temporalmente la

12 “Asiáticos”. El Comercio, 13 de junio de 1865. 13 “Reglamento de asiáticos”. El Comercio, 20 de octubre de 1867.

Page 70: Diacronica 3

66 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015 internación de chinos en el Perú. En ese contexto, Henry Meiggs negoció sus proyectos ferro-

viarios con el gobierno de José Balta. Entre diciembre de 1869 y noviembre de 1871, se en-

tregó a dicho contratista la construcción de los ferrocarriles Callao-La Oroya, Arequipa-Puno,

Ilo-Moquegua, Pacasmayo-Guadalupe, Chimbote-Huaraz y Juliaca-Cuzco. En esa ocasión,

habiéndose calculado en diez mil hombres la fuerza laboral requerida para las obras, Meiggs

decidió formar contingentes de peones chinos, chilenos e indígenas peruanos. Los primeros

recibirían un pago de cuatro soles mensuales más alimentación, vivienda, ropa y asistencia

médica. Además al término de los trabajos serían enviados de regreso a su país.

4. PEONES CHINOS DE LOS GRANDES FERROCARRILES

En setiembre de 1870, los peones chinos del valle de Pativilca organizaron una “subleva-

ción general”. Este movimiento trajo como consecuencia cierto rechazo frente a la inmigra-

ción asiática en parte de la clase política. Los culíes fueron derrotados por las tropas del go-

bierno, pero los hacendados no pudieron reponer la mano de obra perdida aun cuando ofrecían

pagar jornal de cuatro pesos. El asunto era realmente complejo y los hacendados solicitaron

establecer durante un año el control militar de valles y haciendas, porque el espíritu sedicioso

continuaba latente14

. De otro lado, los diputados Domingo Gamio, José Diez Canseco y Fede-

rico Luna plantearon prohibir el ingreso de “cargamentos de chinos” y cortar de raíz una es-

clavitud peor que “la de los negros”15

. Por su parte, el diputado Juan Peña propusó obligar a

los chinos libres a contratarse en las haciendas bajo pena de abandonar el país, pues acusaba a

éstos de haber incitado la rebelión de sus paisanos en Pativilca. Esta idea no prosperó por su

connotación anticonstitucional y contraria a las instituciones liberales, y porque equivalía a

legalizar la esclavitud perpetua del peón chino, condición que había propiciado sus violentos

reclamos16

.

En medio de ese ambiente parecía poco adecuado promover la inmigración china. Sin em-

bargo, John Meiggs, encargado de la logística del camino ferroviario Lima-La Oroya, estaba

decidido a traer unos seis mil peones chinos de California. El presidente Balta, sorprendido

por esta noticia, quiso oponerse a esta masiva migración, pero comprendió que sin la fuerza

laboral asiática los grandes caminos ferroviarios podían quedar truncos. Los peones solicita-

dos por Meiggs llegaron a inicios de 1871. El citado empresario pagó 400 pesos por el traspa-

so del contrato de cada uno de estos. Los peones cobrarían salarios de cuatro soles mensuales

más alimentación, vivienda, ropa, asistencia médica y serían enviados de regreso a su país,

por cuenta del empresario, cuando las obras fuesen concluidas. Varias compañías de navega-

ción participaron en el tráfico de chinos, entre estas sobresalieron Canevaro y Cia., Figari e

hijo, la Compañía Marítima y Candamo y Cia. Esta última “importó” la mayoría de peones

chinos empleados en los grandes ferrocarriles17

.

Meiggs recibió también propuestas de otros “importadores” de asiáticos. En enero de

1870, el exdiputado y diplomático José Antonio García y García propuso entregar en los puer-

tos del Callao o Islay un contingente de seis mil asiáticos o más en plazo de dieciséis meses

contado desde el primero de enero de 1871. García y García ofreció incluso anticipar la veni-

da de algunos peones si fuese necesario, y ponerlos a disposición de Meiggs dos días después

de arribados estos. Asimismo, los contratos serían traspasados al precio vigente en el momen-

to que llegara el “cargamento” de peones. El pago debía efectuarse en los quince días poste-

riores a la formalización del negocio, ya fuese al contado o en pagarés mercantiles a seis me-

14 “Sublevación de chinos en Pativilca”. El Comercio, 10 de setiembre de 1870. 15 CONGRESO DE LA REPÚBLICA. Diario de Debates. Cámara de Diputados. Congreso Ordinario de 1870, tomo 1, Lima, Imprenta de El Comercio, p. 370. 16 “La sublevación asiática”. El Comercio, 19 de setiembre de 1870. 17 Watt STEWART, La servidumbre china en el Perú, Lima, Mosca Azul, 1976, p. 77

Page 71: Diacronica 3

Investigaciones y ensayos 67 ses de plazo y con interés del 9% anual

18. Al año siguiente, el 2 de noviembre de 1871, Char-

les Wetmore escribió a Meiggs expresándole su deseo de buscar peones chinos en San Fran-

cisco para las obras ferroviarias de Perú o Costa Rica19

. Por entonces, la demanda de mano de

obra era alta, pues en los episodios de mayor actividad las líneas concentraron hasta cinco mil

chinos, especialmente en los campamentos de Pacasmayo y Chimbote.

A mediados de 1871, los peones chilenos empleados, la mayoría de ellos sin contrato, en

los campamentos del ferrocarril Lima-La Oroya comenzaron a desertar masivamente. Esta

situación mermó la fuerza laboral de Meiggs y probablemente generó el encarecimiento de los

jornales ferroviarios. Atraídos por estas expectativas de mejores ingresos, decenas de domés-

ticos asiáticos fugaron de las residencias limeñas para contratarse en las obras del camino a La

Oroya. Por ese motivo, en julio de 1871, el subprefecto de Lima, José de la Torre, ordenó al

Comisario de La Oroya, Mauricio Rojas, realizar una visita a los campamentos y exigir a los

peones chinos la exhibición de sus contratos cancelados y los respectivos boletos de ocupa-

ción expedidos por la Prefectura de Lima, bajo amenaza de devolverlos a sus patrones20

. Ro-

jas cumplió esta tarea y, mediante nota pasada a La Torre, anunció la captura en Cocachacra

de varios “chinos cimarrones”21

. Ellos habían escapado de los domicilios de importantes veci-

nos limeños [Cuadro 3].

[Cuadro 3] Domésticos chinos fugados a los campamentos del ferrocarril Lima-La Oro-

ya, 187122

Doméstico chino Patrón Situación

Asem Sr. García Capturado

Apaen Desconocido “ ”

Acao Sr. Manací y Bueno “ ”

Sinsentac Sr. Montero “ ”

Allon Sr. Laos “ ”

Asem Sr. Roca y Boloña “ ”

Lansivem Sr. Sancho Dávila “ ”

José Dr. Campos “ ”

Apó Desconocido “ ”

Asem Sr. Ayulo “ ”

18 “Carta de José Antonio García y García a Henry Meiggs”, Lima, 12 de enero de 1870, Archivo General de la

Nación, Lima, Fondo de Enafer, Anexo C1- 3188, Bolsilla 2, 2 folios. 19 “Carta de Charles Wetmore a Henry Meiggs. San Francisco”, Lima, 2 de noviembre de 1871, Archivo General de la Nación, Lima, Fondo de Enafer, Anexo C1- 3188, Bolsilla 2, 2 folios. 20 “Asiáticos”, El Comercio, 12 de julio de 1871. 21 “Oroya. Chinos cimarrones”. El Comercio, 18 de julio de 1871. 22 “Oroya. Chinos cimarrones...,

Page 72: Diacronica 3

68 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015

Tup Desconocido Prófugo

Apoy Desconocido “ ”

Alum Desconocido “ ”

Aloe Desconocido “ ”

Tahá Desconocido “ ”

Asem Desconocido “ ”

Manuel Desconocido “ ”

Sin embargo, el grueso de la peonada ferroviaria china procedía de California. Ellos ha-

bían trabajado en la construcción del ferrocarril transcontinental de los Estados Unidos (1863-

1869), donde destacaron por su fortaleza, rapidez y eficiencia laboral. Algunos de estos, tal

vez disconformes con los jornales o trato recibido en los campamentos, abandonaron sus

puestos y se refugiaron en un viejo solar del Callao, que desde entonces fue conocido como el

callejón de California por la procedencia de los chinos allí cobijados. Hubo denuncias de que

en dicho callejón se fomentaba el juego, pero el comisario chalaco, Tomás Alvarado, nunca

pudo sorprender a los chinos en “infraganti delito”. En el callejón de California habitaban

unos 200 peones asiáticos ocupados en diversos oficios, los cuales si bien eran aficionados al

juego, solo practicaban aquellos permitidos, como las barajas, y siempre luego de cumplir sus

jornadas23

. En este recinto, a pesar de su descuidada condición, concurrían “todas las clases

sociales de la colonia china”, desde los que vestían lujosamente hasta los cimarrones andrajo-

sos. Todos –afirmaba un anónimo denunciante- participaban en juegos de apuesta por canti-

dades considerables de soles y billetes de banco24

.

A pesar de las fugas producidas en los campamentos, el trabajo ferroviario parecía seguir

constituyendo la mejor opción para los peones chinos. Las crónicas de esos años constataron

cómo los antiguos domésticos asiáticos habían sido reemplazados por mujeres, pues muchos

de ellos estaban colocados en las obras ferroviarias del decenio de 187025

. Aparentemente, los

hermanos Meiggs y sus ingenieros les daban buen trato en los campamentos de la línea Lima-

La Oroya, según testimonio del cónsul inglés, Thomas Hutchinson26

. La obsesión por alcanzar

el máximo rendimiento laboral era la causa real de este vínculo paternalista. Por eso, en di-

ciembre de 1872, John G. Meiggs recomendó al superintendente de la línea de Chimbote,

A.A. Locke, suministrar frugales raciones de arroz y opio a los peones chinos para mejorar su

desempeño27

. No obstante, el manejo de explosivos y las condiciones geográficas de los terre-

nos atravesados por las líneas convirtieron el trabajo ferroviario en actividad de alto peligro.

Cientos de chinos murieron en derrumbes, accidentes e inundaciones. Por ejemplo, a fines de

enero de 1873, el puente Pay-Pay, que formaba parte de la línea Pacasmayo-Cajamarca, debi-

23 “Callao”. El Comercio, 9 de enero de 1872. 24 “Callao. El Callejón de California”. El Comercio, 11 de enero de 1872. 25 “Servicio doméstico por mujeres”. El Comercio, 20 de abril de 1872. 26 Watt STEWART, La servidumbre china en el Perú..., pp. 85-86. 27 Watt STEWART, La servidumbre china en el Perú..., p. 164.

Page 73: Diacronica 3

Investigaciones y ensayos 69 litado por la violenta crecida del río Jequetepeque se derrumbó al paso de una locomotora

causando la muerte de 60 peones chinos28

.

Las provincias de Chiclayo, Pacasmayo y Chimbote fueron las que recibieron mayor can-

tidad de peones chinos en el decenio de 1870. De acuerdo con el Censo General de 1876 estas

provincias tenían una población conjunta de 68.750 habitantes, 9.108 de los cuales (13.25%)

eran chinos (ver cuadro 4). Si bien resulta difícil precisar cuántos de los censados eran peones

ferroviarios, estos y sus pares agrícolas constituían el sector hegemónico dentro de la colonia

china del norte peruano. Sin embargo, probablemente en aquellos distritos atravesados por los

ferrocarriles, como Eten, Chepén, Guadalupe y Santa, los peones chinos fueron quienes dieron

origen a varios pueblos o revitalizaron otros con escasa población originaria. Gracias a la

solidaridad característica de la comunidad china, los ferroviarios asiáticos perjudicados con el

retraso y posterior cese de las obras en los ferrocarriles de Pacasmayo y Chimbote lograron

insertarse en diversas actividades comerciales y productivas dirigidas por sus paisanos.

En julio de 1873, llegaron rumores de una supuesta expulsión de chinos de California. La

prensa recomendó establecer una sociedad entre empresarios y Gobierno para traerlos al Perú,

pues los chinos californenses eran “los mejores y más productivos obreros”29

. En esas circuns-

tancias, la Compañía Inglesa de Navegación, amparándose en la libertad de industria, reem-

plazó sus operarios nacionales declarados en huelga con peones asiáticos de California30

. Al

mismo tiempo, el periódico Daily Advertiser de Hong Kong afirmaba haber comprobado que

miles de peones “macaos” y “honkoneses” estaban dispuestos a emplearse en ferrocarriles y

minas peruanas31

. Esta nueva oleada migratoria suscitó violentas reacciones de la plebe chala-

ca, que culpó a los chinos del abaratamiento de los salarios y la reducción de plazas labora-

les32

. Estos reclamos fueron apoyados por La Patria, abiertamente opuesta a la inmigración

asiática. El Nacional, en cambio, censuró las agresiones sufridas por los peones chinos y pidió

reconocer sus servicios a las industrias33

.

A fines de 1873, la desvalorización del Sol de plata, producida por la crisis internacional

del precio de dicho metal, activó un proceso inflacionario y encareció el costo de la mano de

obra china. Durante esta época, los contratos suscritos para la construcción de los ferrocarriles

Lima-Pisco, Paita-Piura, Pisco-Ica y Salaverry-Trujillo, incluyeron una cláusula autorizando

la introducción de peones u operarios del extranjero, eufemismos con que se ocultaba a los

trabajadores asiáticos34

. En otras líneas de menor extensión, los empresarios preferían recurrir

a “enganchadores” para que estos los proveyeran de peones desempleados residentes en el

país. Ese sistema fue empleado por José Antonio García y García, contratista del ferrocarril de

Eten, en la formación de sus “cuadrillas de asiáticos”. Generalmente integraban estas cuadri-

llas unos 10 o 12 peones alojados en cuartos de 24,38 m (largo) por 9,75 m (ancho) con piso

entablado, una cocina adyacente y otras comodidades35

.

Desde mediados de 1875, los peones chinos abandonaron progresivamente los campamen-

tos ferroviarios de Meiggs por dos razones: la paralización de obras y el pago de jornales en

billetes de banco depreciados. El creciente desempleo aumentó la población de “chinos va-

gos” existentes en Lima, pues algunos empobrecidos expeones se hicieron adictos al juego y

28 “Pacasmayo”. El Comercio, 3 de febrero de 1873. 29 “Prensa del día”. El Comercio, 3 de julio de 1873. 30 “Prensa del día”. El Comercio, 15 de julio de 1873. 31 “El tráfico de coolíes”. El Comercio, 16 de julio de 1873. 32 “La Nación”. El Comercio, 22 de julio de 1873. 33 “Los chinos en el Callao”. El Comercio, 25 de julio de 1873. 34 Henry MEIGGS, Los ferrocarriles del Perú: colección de leyes, decretos, contratos y demas documentos relativos

a los ferrocarriles del Perú, tomo 1, Lima, Imprenta del Estado, 1876, p. 508. 35 José Antonio GARCIA Y GARCIA, El ferrocarril de Eten. Lima, Imprenta de La Opinión Nacional, 1874, p. 130.

Page 74: Diacronica 3

70 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015 otros vicios

36. Sin duda, otros tuvieron mejor suerte y encontraron ocupación en haciendas

cercanas. En julio de 1876, Meiggs propuso al presidente Manuel Pardo explotar la consigna-

ción del guano de Estados Unidos y conseguir recursos para culminar los ferrocarriles de La

Oroya-Pasco, Chimbote-Huaraz, Puno-Arequipa y Pacasmayo-Cajamarca37

. Muchos chinos

tuvieron entonces esperanza de recuperar sus fuentes de trabajo. Sin embargo, el nuevo go-

bierno de Mariano Ignacio Prado canceló las obras ferroviarias con bonos cotizados en 50%

del valor nominal, y sus limitados rendimientos apenas alcanzaron para ejecutar trabajos me-

nores que requerían poco personal.

La escasez de moneda y la carestía imperante agravaron esta situación y golpearon dura-

mente a los peones desempleados. Agobiadas por la miseria, varias turbas de estos atacaron

propiedades situadas cerca de las líneas38

. Entre tanto, Meiggs, a través de la Compañía de

Fomento y Obras Públicas, emitió billetes en un esfuerzo desesperado por cumplir con el pago

de jornales de su reducida peonada. Ante el incierto futuro de los ferrocarriles en construc-

ción, los peones chinos de las grandes líneas iniciaron un rápido proceso de reconversión

laboral para contratarse como jornaleros en las haciendas agroexportadoras. La alta demanda

de mano de obra agrícola podía absorber sin dificultades a estos expeones, pero los hacenda-

dos y el gobierno de Prado juzgaron conveniente “importar” chinos californenses. Preocupado

por los alcances de esta proyectada migración asiática, el senador Juan Luna solicitó informes

al Ministerio de Gobierno sobre el envío de un agente peruano a California para ocuparse de

este asunto39

.

Meiggs no pudo concluir sus proyectos ferroviarios, pues falleció el 30 de setiembre de

1877. Durante el primer semestre de dicho año, estuvo al borde de la bancarrota debido al

boicot impuesto por los bancos y casas comerciales a la circulación de sus billetes. Asimismo,

la crisis de la deuda externa impidió al presidente Prado suministrar los recursos necesarios

para el reinicio de obras en las líneas de La Oroya, Chimbote y Cuzco. El colapso de los gran-

des ferrocarriles no desincentivó el interés de compañías extranjeras por colocar peones chi-

nos en nuestro país. Ese fue el caso de la firma chino-norteamericana Lee Yam y Cia. de San

Francisco, que envió un representante al Perú con el propósito de estudiar los lugares más

apropiados para recibir nuevos inmigrantes asiáticos40

. El propio gobierno de Prado, a través

del cuestionado contrato firmado en abril de 1877 con la compañía Olyphant y Cia., quiso

establecer un flujo continuo de peones chinos destinados a obras públicas y servicio de parti-

culares. Por esta época, la prensa sugería conceder el “delicadísimo” cargo de agente de inmi-

gración a quienes no hubiesen participado en el tráfico de culíes de la década anterior41

.

36 “Chinos vagos”, El Comercio, 28 de mayo de 1875. 37 Enrique MEIGGS, “La propuesta del señor Meiggs”, El Comercio, 7 de julio de 1876. 38 “Pillaje” El Comercio, 16 de agosto de 1876. 39 “Cámara de Senadores”, El Comercio, 9 de noviembre de 1876. 40 “Inmigración asiática”, El Comercio, 3 de abril de 1877. 41 “Editorial”, El Comercio, 4 de abril de 1877.

Page 75: Diacronica 3

Investigaciones y ensayos 71

[Cuadro 4] Población china en Chiclayo, Pacasmayo y Santa – 187642

Diatrito

Provincia de Chiclayo

Distrito

Provincia de Pacasma-

yo

Distrito

Provincia de Santa

Población

Total

Población

china

Población

Total

Población

china

Población

Total

Población

china

Chiclayo 13,040 676 Chepén 3,581 1,173 Casma 5,757 1,754

Chongoyape 1,808 30 Guadalupe 3,543 730 Huarmey 1,091 73

Eten 3,815 71 Jequetepeque 857 47 Moro 2,800 43

Lagunas 887 246 Pacasmayo 1,091 115 Nepeña 5,321 1,072

Monsefú 8,346 34 Pueblo Nuevo 751 152 Santa 2,978 781

Picsi 2,520 1,131 San José 1,033 1 Yaután 692 7

Reque 1,525 2 San Pedro 4,912 159 ---- ---- ----

Saña 2,402 811 ---- ---- ---- ---- ---- ----

Total 34,343 3,001 Total 15,768 2,377 Total 18,639 3,730

Alejandro Marcelo Salinas Sánchez (Lima, 1967) Licenciado en Historia (2000), y egresado de la Maestría de Historia de la Universidad Nacional Mayor

de San Marcos (2007). Entre marzo y agosto de 2008, fue becado por la Red de Macrouniversidades de

América Latina y el Caribe para realizar una estancia de investigación en el Instituto de Investigaciones

Históricas de la UNAM (México). Desde 1996 se desempeña como investigador en el Seminario de

Historia Rural Andina, y entre sus publicaciones destacan: La época del “Pan Grande”: Billinghurst

presidente, 1912-1914 (2,014), Polos opuestos: Salarios y costo de vida, Siglo XIX (2013), El califato de

Piérola, 1895-1899 (2012), “Las finanzas públicas entre 1821 y 1930” en Compendio de historia eco-

nómica del Perú - Vol. 4 (2011), Cuatros y billetes: Crisis del sistema monetario peruano, 1821-1879

(2011) y Las damas del guano: género y modernidad en Lima, 1850-1879 (2010). Ha curado además

las exposiciones: De seminarista a califa: La imagen histórica de Nicolás de Piérola (2013), Publicidad

gráfica en la prensa limeña del siglo XIX (2009) y Caricatura histórico–política 1820–1935 (2006).

42 Elaboración propia a partir de MINISTERIO DE GOBIERNO, POLICÍA Y OBRAS PÚBLICAS, Censo general

de la República del Perú, formado en 1876, tomo 1, Lima, Imprenta del Teatro, pp. 472-511; MINISTERIO DE

GOBIERNO, POLICÍA Y OBRAS PÚBLICAS, Censo general de la República del Perú, formado en 1876, tomo 5, Lima, Imprenta del Teatro, pp. 580-633, 844-891.

Page 76: Diacronica 3
Page 77: Diacronica 3

DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015, pp. 73-88

Aportes para el estudio de la Universidad de

San Marcos en la Guerra con Chile y la Re-

construcción Nacional (1879-1885)

Lic. Julio César Abanto Chani Universidad Nacional Mayor de San Marcos

[email protected]

RESUMEN

A pesar de los 464 años que constituyen la historia de la Universidad Nacional Mayor de San Mar-

cos,es imprescindible contar con un mayor número de trabajos que profundicen el estudio de la dinámica

universitaria y su desarrollo desde su fundación en 1551 hasta la actualidad. Examinar temas como la

relación de la universidad con la sociedad y con el Estado (sea el Supremo Gobierno colonial o el Estado

republicano y sus poderes), o examinar su constitución interna: la evolución del número de estudiantes y

docentes,la composición social de ambos estamentos, los sistemas de evaluación, los trabajos producto

de la enseñanza e investigación universitaria, el análisis de tesis universitarias, etcétera. El presente

artículo se desarrolla en esa línea, retomando un episodio aparentemente agotado,como es la Guerra con

Chile,y que tiene como protagonista a la información proveniente de los documentos del Archivo Histó-

rico de la Universidad de San Marcos, ubicado en el Colegio Real, con el que esperamos incorporar

mayor información sobre la marcha institucional universitaria en aquellos momentos tan difíciles para la

historia del Perú.

Palabras clave. Universidad de San Marcos, Guerra con Chile (1879-1883), Ocupación chilena de

Lima (1881-1883), Juan Antonio Ribeyro (Rector de la Universidad de San Marcos), Vida universitaria

S. XIX, Presupuesto universitario.

ABSTRACT

Despite the 464 years of history of the National University of San Marcos, it is imperative to have a

greater number of investigations to deepen the study of the university's dynamic and its development

since its foundation in 1551. It's important to exam issues such as the relationship between the universi-

ty, society and the State (either during the Colonial government or the Republican state and its powers),

or examine its internal constitution: the evolution of the number of students and professors, the social

composition of both groups, the evaluation systems, the result of university teaching and research, the

analysis of thesis and so on. This article follows this idea, taking up an aparent exhausted episode of

Peru's history such as the The War of the Pacific, and using information from the documents of the

Historical Archive of San Marcos, located at the "Colegio Real", which we hope helps us to incorporate

more information of the institution during those difficult moments in Peruvian history.

Keywords: University of San Marcos, The War of the Pacific (1879-1883), Chilean occupation of

Lima (1881-1883), Juan Antonio Ribeyro (Rector of the University of San Marcos), University life S.

XIX, University budget..

INTRODUCCIÓN:

LA UNIVERSIDAD DE SAN MARCOS EN LA GUERRA DE 1879 Y LA

HISTORIOGRAFÍA RECIENTE

s interesante comprobar cómo recientemente se han impulsado los estudios sobre la

Universidad de San Marcos, en especial para los siglos XIX y XX. Solo disponía-

mos de los trabajos de Desde Jenaro Herrera1, con su obra La Universidad Mayor

de San Marcos y la Guerra del Pacífico(1920), que es tomada siempre como referencia para

1 Jenaro HERRERA, La Universidad Mayor de San Marcos y la Guerra del Pacífico, Lima, Colección Documental

de la Historia del Perú, 1980 [1920].

E

Page 78: Diacronica 3

74 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015 los estudios sobre la universidad en este período álgido de nuestra historia, porque cuenta con

una variada recopilación de documentos. Es también fundamental la monografía de Francisco

Carbajal y Seminario2, titulada La Universidad de Lima y la Guerra del Pacífico, publicada

en 1929.

En estos últimos años la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, a través de Investi-

gaciones Sociales, Revista del Instituto de Investigaciones Histórico Sociales, ha realizado

importantes contribuciones sobre su historia institucional. Por ejemplo, un artículo de Julio

Buenaño3 nos detalla la participación notable de numerosos sanmarquinos en la guerra de

1879. Desde aquellos que entregaron su vida en defensa del país, como Benjamín Fajardo

(egresado de la Facultad de Ciencias Políticas y Administrativas, muerto en Miraflores en

1881) o Felipe Valle Riestra La Torre (egresado de la Facultad de Jurisprudencia, muerto en

San Juan en 1881), hasta la inmolación de Emiliano Vila (egresado de la Facultad de Letras y

catedrático de la mencionada facultad, que murió en Huamachuco en 1883), debiendo ser

considerado como un héroe, aunque no es reconocido como tal por la historiografía peruana y

sanmarquina. Además, Buenaño hace un recuento de la participación de los estudiantes de

medicina en la campaña terrestre y los médicos y practicantes en la campaña naval.

Por su parte, Alex Loayza4 nos presenta el proceso de modernización de la Universidad de

San Marcos desde la Reforma Universitaria de 1860 hasta el fin del período del Oncenio de

Leguía. En el siglo XIX influyen en San Marcos tres grandes procesos: la reforma universita-

ria de 1860, la reforma del Reglamento de Instrucción Pública y la Guerra con Chile. Estos

hechos modelarán a la universidad en el proceso posterior de reconstrucción del país. Un

aporte fundamental del artículo de Loayza es rescatar la trascendencia de la información pro-

veniente de las tesis universitarias para realizar investigaciones en historia, y que se custodian

en el Archivo Histórico de la UNMSM. Se cuenta con tesis de bachillerato y doctorado de las

facultades de Ciencias, Letras, Medicina, Ciencias Políticas y Administrativas. A pesar de la

impune depredación de este tipo de documentos, ellos son imprescindibles para conocer mejor

la historia de las ideas, historia política e historia cultural de nuestro país y que todo estudian-

te de Historia de nuestra casa de estudios debería conocer y visitar.

Por otro lado, Carlos Carcelén y Horacio Maldonado5presentan un artículo que tiene como

punto de partida la devolución de documentos de parte de las autoridades chilenas en el año

2007 a la Biblioteca Nacional, tras su sustracción en Lima entre 1881 y 1884. A partir de este

acontecimiento, inician las indagaciones para conocer qué otras instituciones sufrieron la

sustracción de sus bienes culturales. A través del cotejo de diarios de la época, se pudo com-

probar que la Universidad de San Marcos también sufrió la depredación de sus bibliotecas y

archivos, como los de la Colección de Cosme Bueno e Hipólito Unanue. Asimismo, el Museo

de Historia Natural y el Archivo del Tribunal del Santo Oficio fueron afectados por el traslado

hacia Santiago de documentación valiosa. Ambos autores consideran clave el Informe Do-

meyko, rector de la Universidad de Chile, quien realiza el inventario de los bienes que se

reciben desde el Callao en la época de la ocupación chilena.

2 Francisco CARBAJAL, La Universidad de Lima y la Guerra del Pacífico, Lima, Editorial Universo S.A, 1929. 3 Julio BUENAÑO, “La Universidad Mayor de San Marcos y los sanmarquinos durante y después de la guerra con

Chile”, Investigaciones Sociales. Revista del Instituto de Investigaciones Histórico Sociales, Lima, año 14, número

25, pp. 141-164. 4 Alex LOAYZA, “Entre la docencia y la academia. La modernización de la Universidad de San Marcos 1860-1928”,

Investigaciones Sociales. Revista del Instituto de Investigaciones Histórico Sociales, Lima, año 12, número 20, pp.

335-358. 5 Carlos CARCELÉN y Horacio MALDONADO, “El saqueo de la bibliotecas y archivos de Lima durante la ocupa-

ción chilena entre 1881 y 1883”, Investigaciones Sociales. Revista del Instituto de Investigaciones Histórico Sociales,

Lima, año 18, número 33, pp. 141-153.

Page 79: Diacronica 3

Investigaciones y ensayos 75

Finalmente, Efraín Núñez Huallpayunca6 en la revista Nueva Corónica realiza importantes

reflexiones sobre aspectos muy poco revisados, como el devenir de la carrera de Historia en el

siglo XX, a través del monitoreo de la evolución de la Escuela Profesional y cómo esta se va

adaptando a los acontecimientos de la realidad nacional, como la crisis que afrontó entre 1949

y 1950 con la gestión del insigne historiador Raúl Porras (1950-1952). Es necesario que la

universidad brinde el apoyo necesario para motivar a los estudiantes a continuar con el análi-

sis de la documentación del Archivo Histórico de la UNMSM, pues se custodia información

fundamental para diversas líneas de investigación.

1. SAN MARCOS EN LA ERA DEL GUANO Y PARTIPACIÓN DE

INTELECTUALES EXTRANJEROS

San Marcos desempeñó un rol importante a lo largo del siglo XIX. Tras la Independencia

se hizo necesario modificar sus elementos curriculares para adaptarla a los cambios del pano-

rama mundial y nacional. Las discusiones se iniciaron con las polémicas sostenidas por Barto-

lomé Herrera y los hermanos José y Pedro Gálvez. Sin embargo, el despegue y el despertar de

la institución universitaria ocurrió cuando el Estado peruano logró contar con la base econó-

mica para llevar a cabo las reformas necesarias, tanto estatutarias y curriculares como de in-

fraestructura: el guano, explotado en gran escala a inicios de 1850, sería el principal propulsor

de los cambios.

Es importante subrayar que con los cambios producidos por la nueva dinámica económica

basada en el guano se forja una clase social sustentada en la explotación de este producto: los

consignatarios del guano. La venta de este fertilizante era dirigida principalmente hacia los

mercados europeos que se hallaban en plena Revolución Industrial7. Con el erario estatal

fortalecido se dio inicio a las mejoras necesarias en San Marcos8, contando con la importante

participación de intelectuales extranjeros por el valor que le otorgaba el Estado peruano a la

experiencia europea y a su visión de progreso. De esta forma, emergía como cuestión cardinal

el tema educativo, no solo como materia de gobierno sino como un medio para conseguir un

mayor control en la administración de nuestros recursos. Por esta razón, los sucesivos gobier-

nos centran su atención en la búsqueda de renombrados investigadores e intelectuales que

brindasen las líneas maestras para que nuestro país tomase el camino de la prosperidad, no

escatimando en desembolsar lo indispensable para contar con los servicios de aquellos aca-

démicos y traerlos al Perú. Se esperaba desarrollar mejores instituciones educativas que for-

men capacitados profesionales y empleados públicos. Asimismo, era una magnífica oportuni-

dad para realizar un diagnóstico y realizar un registro delos potenciales recursos naturales

peruanos.

A continuación los principales profesionales extranjeros que destacaron en el Perú9:

6 Efraín NÚÑEZ HUALLPAYUNCA, “La crisis en la Escuela de Historia de la Universidad de San Marcos (1949–

1950)”, Nueva Corónica, Lima, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, N° 02, 2013. “Raúl Porras, director de la Escuela de Historia de la Universidad de San Marcos (1950-1952) (Primera parte)”, Nueva Corónica, Lima,

Universidad Nacional Mayor de San Marcos, N° 4.2014. 7 Nelson MANRIQUE, Yawar Mayu, Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 1988, pp. 137 – 178; Carmen MC EVOY, Utopía Republicana, Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, 1996, pp. 121-178; Heraclio

BONILLA, Guano y burguesía, Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 1994, pp. 37-78; Ernesto YEPES DEL

CASTILLO, Un siglo de desarrollo capitalista en el Perú, Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 1972, pp. 53-69. 8 Gustavo MONTOYA, “San Marcos: Las Reformas universitarias y la Guerra del Pacífico”, Ponencia en el IX Curso

de Actualización en Historia del Perú, Lima, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, s.f. 9 Pompilio INGLESI y Ricardo LA TORRE SILVA, Antonio Raimondi. Mirada íntima del Perú, Lima, Fondo Edito-rial del Congreso de la República, 2005, pp. XI –XVII; Danuta BARTKOWIAK, Ernesto Malinowski. 1818-1899.

Constructor del ferrocarril trasandino, Lima: Banco Central de Reserva, 1998, pp. 140-170; Rubén VARGAS

UGARTE, Historia General del Perú, Lima, Editorial Milla Batres, Tomo X, 1979.

Page 80: Diacronica 3

76 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015

[Figura 1] Antonio Raimondi10 [Figura 02] Ladislao Folkiersky

11

[Figura 03] Sebastián Lorente12

[Figura 04] León Pradier Foderé13

10 Químico – Biólogo. Italiano. Produjo una prolífica obra de reconocimiento de los recursos con que contaba el Perú. 11 Matemático. Polaco. Llegó a Lima en la década de 1870. Fue decano de la Facultad de Ciencias de San Marcos. 12 Español. Filósofo, historiador y docente de San Marcos. Fue director del Colegio Guadalupe y decano de la Facul-

tad de Letras de San Marcos. 13 Jurista. Francés. Su labor principal fue constituir la Facultad de Ciencias Políticas y Administrativas como producto

de la Reforma Universitaria de 1876.

Page 81: Diacronica 3

Investigaciones y ensayos 77

Paralelamente, se dispuso el envío de delegaciones estudiantiles para que recibiesen for-

mación académica en los principales centros de estudios de Europa. Gracias a las gestiones de

Cayetano Heredia, docente de la Facultad de Medicina de San Marcos, selogró enviar al Viejo

Continente a un grupo de estudiantes peruanos a fines de 1860, entre los que destacaron Fran-

cisco Rosas y Casimiro Ulloa. Al regresar ambos tomarían caminos radicalmente diferentes:

Rosas sería uno de los fundadores del Partido Civil y Ulloa se adheriría a los movimientos

pierolistas14

.

En 1876 se realizó la Reforma del Reglamento de Instrucción Pública, impulsada por el

gobierno de Manuel Pardo15

, y que influyó en San Marcos al adecuar la universidad a las

necesidades del Estado, siendo sus características:

a) Puso en vigencia el Estatuto Universitario, dictado en 1871,pero que sería aplicado a

partir de entonces. Sus títulos contenían las directrices de la gestión y dirección uni-

versitaria e incluían temas vinculados al objeto de la universidad, gobierno de las fa-

cultades, Consejo Universitario, sobre el rector, sobre los catedráticos, la enseñanza

universitaria, grados universitarios, disciplina universitaria y sobre las rentas y su

administración.

b) Era necesario contrarrestar el carácter federado con el que se desenvolvían los cole-

gios que formaban parte de la universidad: San Carlos, San Fernando y Santo Tori-

bio. Con este fin se planteaba la estructuración del sistema de facultades sobre la ba-

se de los citados colegios, teniendo como resultado la dinámica de las siguientes fa-

cultades: Teología, Jurisprudencia, Letras, Ciencias Políticas y Administrativas,

Ciencias y Medicina.

c) Como resultado de estas reformas se creó la Facultad Ciencias Políticas y Adminis-

trativas, cuya tarea sería formar a los fututos servidores públicos. La misión de orga-

nizar esta nueva facultad recaería en el jurista francés León Pradier Foderé, quien

llegó a Lima en 1877, y se encargaría de brindar los lineamientos de la nueva facul-

tad en la formación de la futura burocracia y diplomacia peruana.16

A fines de 1879

concluyó el contrato que celebró con el Supremo Gobierno y partió de nuevo hacía

París, asumiendo el puesto de decano el doctor Ramón Ribeyro17

.Sus trabajos pare-

cieron echar frutos porque llegó un momento en que se dispuso que los egresados de

esta facultad practicarían dos horas diarias por un año de forma obligatoria en las

oficinas públicas, comunicándose previamente a la Secretaría de Justicia e Instruc-

ción para que se ejecutase esta disposición. Con ello, los alumnos que cumplieran es-

ta especie de prácticas pre profesionales tendrían preferencia al postular a cargos

públicos18

. Al final de la guerra, no quedaría sino el recuerdo de estas actividades.

En opinión del rector Juan Antonio Ribeyro, los beneficios de las reformas fueron anula-

das por las secuelas de la guerra y la ocupación de la universidad por las fuerzas chilenas:

La Universidad de San Marcos, célebre desde los días del pasado coloniaje, por las tradiciones

que simbolizaba un claustro de tan ilustradas inteligencias, ha sido últimamente reformada y

14 Jorge ARIAS SCHREIBER y Manuel ZANUTELLI, Médicos y farmacéuticos en la Guerra del Pacífico, Lima, Comisión Nacional del Centenario de la Guerra del Pacífico, 1980, pp. 143, 154. 15 Alberto TAURO DEL PINO. “Rectores de San Marcos en el Siglo XIX”; San Marcos, Revista de Artes, Ciencias y

Humanidades, Lima, número 18, 1977. 16 Milagros VALENZUELA, “La educación superior en el S. XIX: San Marcos y los Reglamentos de Instrucción”.

Memorias del XI Simposio Internacional de Estudiantes de Historia, Arequipa, Universidad Nacional de San Agustín,

2006. 17“Oficio del Rector al Secretario en el Despacho de Instrucción. Lima, 05 de enero de 1880”, Anales Universitarios

del Perú, Años Escolares de 1880-1884, tomo 13, Lima, Imprenta del Universo, 1887, p. 78. 18 “Resolución de la Secretaría de Justicia e Instrucción. Lima marzo 18 de 1880”, Anales de la UNMSM, pp. 69-71.

Page 82: Diacronica 3

78 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015

puesta a nivel de las más afamadas y conspicuas de Europa. Y tan cierto es que era una de las

primeras, que en América, dicho sea de paso sin jactancia ocupaba un lugar de preferencia en-

tre las corporaciones docentes y entre las academias de grande nombradía.19

2. LA UNIVERSIDAD DE SAN MARCOS EN LA GUERRA CON CHILE

Para 1879 la nómina de los alumnos matriculados era la siguiente (incluyendo todos los

años de estudios): Facultad de Teología: 16 alumnos, Facultad de Jurisprudencia: 185 alum-

nos, Facultad de Medicina: 110 alumnos, Facultad de Letras: 110 alumnos, Facultad de Cien-

cias: 50 alumnos, Facultad de Ciencias Políticas y Administrativas: 50 alumnos20

. El número

de estudiantes de la universidad era comparativamente inferior con los de la actualidad. Se

hacía evidente que Lima consolidaba su posición centralista, pues monopolizaba la enseñanza

superior en el país. No hay que olvidar el carácter de Mayor que poseía San Marcos frente a

las otras universidades como las de Cusco y Trujillo, corroborándose el reducido universo

universitario peruano en el siglo XIX.

Declarada la guerra el 5 de abril de 1879, la Universidad de San Marcos mostró la mayor

predisposición en ofrecer sus recursos en defensa de la patria. Los profesores de las facultades

de Teología, Jurisprudencia, Ciencias Políticas y Administrativas, Ciencias y Letras ofrecie-

ron gran parte de su sueldo como contribución voluntaria de guerra, pensando que en última

instancia el conflicto tendría rápido desenlace. Sin embargo, la guerra se prolongó por cinco

largos años y la donación de los docentes no fue sostenida en el tiempo. Por su parte, los estu-

diantes formaron columnas de combate (batallón San Carlos y San Fernando) y se pusieron a

órdenes del Ministerio de Guerra, ofreciendo sus servicios para ser enviados como soldados

hacia el centro de operaciones en el sur peruano21

. Pero, pese al deseo de los universitarios, el

gobierno de Mariano Ignacio Prado declaró como no prioritario que se enviase al sacrificio a

la juventud universitaria, aunque sí aceptó el envío de una delegación conformada por los

estudiantes de Jurisprudencia José Torres Paz, Eduardo Lecca y Antonio Bedoya, quienes

destacaron en las acciones militares de Tarapacá, siendo reconocidos por su actuación por el

coronel Andrés Avelino Cáceres en sus memorias. Otros estudiantes lograron participar como

parte de la tripulación médica del Huáscar al mando del almirante Miguel Grau, acompañán-

dolo hasta su inmolación acaecida en Angamos el 8 de octubre de 1879.

En 1880, tras la derrotadel Ejército peruano en Tacna y Arica, San Marcos participó en la

preparación de la defensa de la capital. Lima era amenazada por un ataque directo de las fuer-

zas chilenas. Nicolás de Piérola, quienhabía asumido el poder tras un golpe de Estado, dispuso

la conformación del ejército de reserva que haría frente a Chile. Éste ejército estaba compues-

to por ciudadanos sin preparación militar, dado que el ejército profesional fue destruido en las

campañas del sur (San Francisco, Tarapacá, Tacna y Arica). En su composición participaban

banqueros, comerciantes, artesanos, abogados y —desde luego— estudiantes y catedráticos de

la Universidad de San Marcos.22

En enero de 1881, fecha en que arribó el Ejército chileno a la

capital, entregaron su vida muchos sanmarquinos en San Juan y Miraflores. Con la ocupación

cayó en manos del invasor todo el material de investigación que poseía la universidad, como

19 Jenaro HERRERA, La Universidad Mayor de San Marcos y la Guerra del Pacífico, p. 370. 20 “Nómina de estudiantes matriculados 1879”, folio 438, Archivo Histórico Domingo Angulo de la UNMSM, Ítem

199, caja 4, libro Copiador de Correspondencia de la Secretaría General, 1876-1880. 21 “Oficio del señor Rector dirigido al señor Tesorero de la Universidad”, Lima, 18 de junio de 1879, Archivo Histó-

rico Domingo Angulo de la UNMSM, item 199, caja 4, libro Copiador de Correspondencia de la Secretaría General,

1876-1880. 22 “Oficio del señor Rector dirigido al señor Comandante en Jefe del Ejército de Reserva”, Lima, 09 de octubre de

1880, Archivo Histórico Domingo Angulo De La UNMSM, item 199, caja 4, libro Copiador de Correspondencia de la

Secretaría General, 1876-1880.

Page 83: Diacronica 3

Investigaciones y ensayos 79 los laboratorios de Ciencias y Medicina.Bibliotecas de todas las facultades y todo lo que cons-

tituía valor científico o mobiliario fue remitido en buques de guerra hacia Santiago en sucesi-

vos envíos.

[Figura 05] Batalla de Tarapaca23

Ahora bien, si el tradicional local de la Casona de San Marcos estaba ocupado por las

fuerzas chilenas, ¿dónde se llevarían a cabo las clases universitarias, si tanto el Colegio de

San Carlos como el Colegio de San Fernando eran ocupados por el Ejército chileno? En el

primer colegio operaban las facultades de Jurisprudencia, Ciencias Políticas y Administrati-

vas, Jurisprudencia y Letras. En el segundo funcionaba la Facultad de Medicina. La respuesta

se puede rastrear a partir de la cita en la que el rector Ribeyro indica que al no tener un lugar

apropiado para desarrollar las jornadas educativas encontró uno “por la generosidad de una

corporación que se le dio de buena voluntad”24

¿Cuál era esa institución? Era el Colegio de

San Pedro, administrado por los padres jesuitas. Sus instalaciones reemplazaron a las faculta-

des sanmarquinas desde los meses siguientes a la caída de Lima en 188125

hasta febrero de

1884. En este último mes, exactamente el 13 de febrero, el rector de San Marcos avisó y auto-

rizó al tesorero que había oficiado a los decanos de las facultades de Jurisprudencia, Letras,

23 La Delegación Carolina integrada por estudiantes de la Universidad de San Marcos tuvieron destacada actuación en la batalla de Tarapacá (27 de noviembre de 1879), siendo su arrojo destacado en las Memorias del coronel Andrés A.

Cáceres. 24 Jenaro HERRERA, La Universidad Mayor de San Marcos y la Guerra del Pacífico…, p. 370. 25 “Circular que dirige el señor Rector a los señores Decanos de la Universidad”, Lima, 19 de diciembre de 1881,

Archivo Histórico Domingo Angulo de la UNMSM, item 199, caja 4, libro Copiador de Correspondencia de la Secre-

taría General, 1876-1880.

Page 84: Diacronica 3

80 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015 Ciencias y Ciencias Políticas y Administrativas “para que se hagan transportar al Colegio de

San Carlos los enseres de su pertenencia que se encuentran el local de San Pedro”26

.

3. LA PÉRDIDA DEL MATERIAL BIBLIOGRÁFICO Y ARCHIVÍSTICO DE

SAN MARCOS POR LA OCUPACIÓN CHILENA

Entre 1881 y 1883 se puede vislumbrar el impacto de la guerra en la universidad, pues

queda imposibilitada de continuar con sus laborespor la presencia de un agresivo proceso

inflacionario que encarecía el nivel de vida, sin auxilio estatal, con recursos propios reducidos

notablemente por la guerra, con docentes impagos, estudiantes sin ambientes de estudio y

centros de práctica por la ocupación del Ejército enemigo einstruyéndose en condiciones de-

plorables. Sin embargo,la vida universitaria no fue liquidada,gracias a los denodados esfuer-

zos del rector Juan Antonio Ribeyro y sobre todo por la comunidad de profesores y estudian-

tes, quienes a pesar del clima de desestabilización reinante procuraron encontrar la manera de

proseguir los estudios, la enseñanza y la evaluación de los cursos: muchos docentes ofrecieron

sus propios hogares como espacios de estudio y prácticas. Sin embargo, nada podía reempla-

zar a los laboratorios y la información de las bibliotecas y archivos sanmarquinos (Ver Anexo

Nº 01).

El rector Ribeyro comentaría la situación de la universidad en una comunicación dirigida

al jefe de las fuerzas chilenas, almirante Patricio Lynch, en mayo de 1882:

En tan aflictivas circunstancias [la guerra y la ocupación de Lima J.A.] la Universidad, sin au-

xilio seguro y privado de sus propios recursos, buscó un lugar donde cobijarse para continuar

sus tareas; y encóntrolo por la generosidad de una corporación que se le dio de buena voluntad,

compartiendo con ella una parte del local que para sus usos particulares, le estaba adjudicado.

De esta manera continuaron sus lecciones los profesores, careciendo una parte de ellos de la re-

tribución exigua asignada a su noble ministerio, habiendo conseguido cerrar el último año con

bastante aprovechamiento de los alumnos.27

Un gran sector de la comunidad universitaria se dedicó a la continuación de las tareas aca-

démicas, otros tomaron las armas en la guerra de resistencia militar dirigida por Andrés A.

Cáceres, ya fuese apoyando en labores logísticas del Ejército del Centro o brindando los pri-

meros auxilios a los heridos en la batallas. Estos fueron los casos de los estudiantes de Juris-

prudencia Pedro Labarthe, Manuel Patiño Samudio, Hildebrando Fuentes y los docentes de la

Facultad de Letras Emiliano Vila y Manuel B. Pérez.

26 “Circular que dirige el señor Rector a los señores Decanos de la Universidad”, Lima, 21 de julio de 1882, Archivo Histórico Domingo Angulo de la UNMSM, Ítem 199, Caja 4, Libro Copiador de Correspondencia de la Secretaría

General, 1876-1880. 27 Jenaro HERRERA, La Universidad Mayor de San Marcos y la Guerra del Pacífico…, p. 370.

Page 85: Diacronica 3

Investigaciones y ensayos 81 [Figura 06] Juan Antonio Ribeyro

28 [Figura 07] Abelardo Núñez

29

Sobre lo expuesto, es necesario precisaralgunos detalles sobre la devastación que sufrió

nuestra universidad. Existen indicios que ameritan un estudio más detallado y que versan

sobre la visita a Lima del comisionado chileno Abelardo Núñez,realizada en enero de 1879.

Núñez,se encontraba a cargo de la misión educativa encomendada por su gobierno (fue nom-

brado por el ministro de Instrucción de su país, Joaquín Blest Gana) y que más adelante lo

llevaría por Estados Unidos y Europa30

. No tendría nada de extraño esta visita sino se vincula-

ra con el objeto de su real misión, sumándose al hecho de que unos meses después la guerra

estallaría.

Chile, al igual que el Perú, había vislumbrado el papel impulsor de la educación y he ahí

el motivo del nombramiento del educador Núñez y el primer punto de su itinerario sería Lima.

Éste se presentóante el gobierno de Prado, exponiéndole que su tarea consistía en apersonarse

en los establecimientos de instrucción de la República para tomar “todos los datos que den a

conocer el estado de progreso en el que se hallan”31

y en ese sentido,San Marcos no sería la

excepción.Una vez presentado, el ministro de Justicia e Instrucción le indicó el propósito de

Núñez al rector sanmarquino Juan Antonio Ribeyro y éste le solicitóal decano de la Facultad

de Ciencias Políticas y Administrativas quese le brindasen las facilidades necesarias a Núñez-

para que “pueda informarse de una manera detallada de las actuales condiciones de cada una

de las facultades de esta universidad permitiéndole al efecto a hacer los estudios que crea

necesarios.”32

. Es posible que estas facilidades incluyeran la inspección de las bibliotecas,

28 Rector de la Universidad de San Marcos (1868-1886). 29 Señalado como agente de inteligencia chileno por la novela El Séptimo de Línea. Visitó Lima en el marco de una

misión educativa en enero de 1879. 30Alvaro CEVALLOS, “Las empresas editoriales de José Abelardo Núñez”, Historia, Santiago, número 41, volumen 1, 2008, pp. 43-62. Consultado en http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0717-

71942008000100002&script=sci_arttext en junio de 2015. 31 “Oficio que dirige el señor Rector al Decano de la Facultad de Ciencias Políticas y Administrativas”, Lima, 07 de enero de 1879, Archivo Histórico Domingo Angulo de la UNMSM. 32 “Oficio que dirige el señor Rector al Decano de la Facultad de Ciencias Políticas y Administrativas”, Lima, 07 de

enero de 1879, Archivo Histórico Domingo Angulo de la UNMSM. El resaltado es nuestro.

Page 86: Diacronica 3

82 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015 archivos, laboratorios y otros implementos de enseñanza de las diversas facultades de la uni-

versidad; y de cuyas impresiones Núñez habría tomado atentas notas y habría informado por-

menorizadamente a su gobierno. Como podemos apreciar es sorprendente que las autoridades

de la época no hayan reparado mínimamente en los alcances de la visita del comisionado

chileno.

El investigador Álvaro Ceballos, en un interesante artículo nos brinda mayores luces sobre

la labor de Abelardo Núñez, y hace mención de la labor educativa de Núñez, emprendida

desde Alemania entre los años de 1881 y 1886, pero que en un inicio no fue planteada de esa

manera su misión implicaba el espionaje:

Desde noviembre del año anterior [1878] está comisionado para llevar a cabo unos estudios

pedagógicos que, en realidad, le sirven de tapadera. Su auténtica misión es actuar como agente

de información -"como espía", en sus propias palabras- en la coyuntura del conflicto entre Chi-

le, Perú y Bolivia, que todavía no había pasado a la fase bélica”33.

De esta manera,se puede aseverar que para enero de 1881, dos años después de la visita de

Núñez, el despojo fuera sistemático y selectivo. Ricardo Palma relata cómo en abril del mis-

mo año los libros de la Biblioteca Nacional eran sustraídos, encajonados y llevados en carre-

tas hacia el Callao para ser luego remitidos hacia Santiago. Tal escena se aplicó también para

el material bibliográfico y archivístico de San Marcos, que inexorablemente terminaría en

instituciones educativas chilenas o en el peor de los casos en poder de coleccionistas priva-

dos.El mismo Palma da cuenta que en el referido mes el decano de la Facultad de Letras,

Sebastián Lorente, protestó por esta expoliación ante la legación norteamericana en Lima,

pero al parecer todo fue en vano34

.

En julio de 1882, Juan Antonio Ribeyro informó,mediante una circular dirigida a todos los

decanos de las facultades, que el Consejo Universitario había dispuesto en relación con los

ingresos y egresos de la universidad que:

mientras las fuerzas enemigas ocupen los locales de San Carlos y San Fernando no se abonen

sueldos a los porteros de dichos locales. Asimismo, se ordena suprimir por ahora el empleo de

Archivero y Bibliotecario de la universidad en razón de no haber archivo ni libros que cuidar.35

En otras palabras, la valiosa biblioteca y archivo acopiados por más de 300 años desapare-

cieron casi instantáneamente.

En ese sentido, a raíz de la devolución realizada por las autoridades chilenas hace algunos

años de los libros pertenecientes a la Biblioteca Nacional del Perú fue recogido inicialmente

con interés por la administración sanmarquina, lamentablemente fue un trabajo que no ha sido

continuado36

. Hay que recordar que los librosrestituidos por Santiago se encontraban con el

sello de la Biblioteca Nacional, lo que indicaba su origen y custodia. De igual forma el mate-

rial bibliográfico y archivístico expropiado de San Marcos poseen idéntica cualidad. Su rein-

tegración es aún tema pendiente, pues no sólo implica materiales de una universidad sino

constituyen patrimonio histórico y cultural de la nación. Como indican Carlos Carcelén y

Horacio Maldonado en su artículo, queda abierta la intervención decidida de San Marcos y la

33Álvaro CEVALLOS, “Las empresas editoriales…, pp. 43-62. 34 Ricardo PALMA, Cartas a Piérola, Lima, Editorial Milla Batres, 1979, pp. 32-33. 35 “Correspondencia General. Circular que dirige el señor Rector a los señores Decanos de la Universidad”, Lima, 21

de julio de 1882. Archivo Histórico Domingo Angulo de la UNMSM, Ítem 201, Caja 4, Diciembre de 1880 - Agosto de 1882. El resaltado es del autor. 36 San Marcos al día. Órgano oficial de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. N° 150. Lima: UNMSM,

2007.

Page 87: Diacronica 3

Investigaciones y ensayos 83 Cancillería Peruana con base en los documentos que posee el Archivo Histórico, que por

cierto aún no son revisados y valorados en su totalidad37

. Las principales dificultades radican

en la inexistencia de un inventario que registre los libros y archivos y que la posesión de aque-

llos materiales estén en manos de coleccionistas, reacios a su devolución.

4. EL IMPACTO DE LA GUERRA EN EL ERARIO UNIVERSITARIO

Las fuentes de ingreso que percibía San Marcos provenían por una parte del Estado, en-

cargándose del pago de los docentes y el otorgamiento de impuestos especiales: el ramo de

nieve y la sisa de cerdos. Sin embargo, gran parte del presupuesto universitario era sostenido

y financiado por la propia universidad bajo tres modalidades: enfiteusis, arrendamientos y

capitales38

.

El rector explicaba al ministro de Instrucción en 1881, que tanto los recursos provenientes

del Estado como los generados por renta propia (producto de los arrendamientos), eran com-

pletamente insuficientes, más aún si recordamos la inflación que se vivía en la capital y las

pérdidas que significaba para la universidad la conversión de billetes en papel (incas) al con-

trastarse su valor real en el mercado. Sobre este último, Ribeyro tiene noticia del apoyo del

gobierno de Francisco García Calderón a la Beneficencia y a la Municipalidad con una con-

versión favorable para las arcas de estas instituciones. Por lo que pide el apoyo gubernamental

para efectuar la misma operación y sostener los presupuestos de la universidad39

. No obstan-

te, este período de la historia del Perú fue tan inestable que el régimen de García Calderón

sólo duro nueve meses en el poder y tenía tan escaso su erario que era poco probable que San

Marcos recibiera el mencionado apoyo, sobre todo si observamos la presión de las fuerzas de

ocupación chilena.

Ante esta crítica situación del país por la ocupación de la capital, el Consejo Universitario

emitió las siguientes disposiciones, propuestas por una comisión que planteó las medidas para

mejorar los presupuestos de las facultades40

:

Ordenar que mientras las fuerzas enemigas ocupen los locales de San Carlos y San

Fernando no se abonen sueldos a los porteros de dichos locales.

Suprimir por ahora el empleo de Archivero y Bibliotecario de la universidad en razón

de o haber archivo ni libros que cuidar.

Suprimir, mientras dure la ocupación de Lima por los chilenos, las partidas que se

consignan en el presupuesto general de la universidad y en el de la facultad de Medi-

cina para abogados y procuradores quedando únicamente subsistente la del agente de

pleitos.

Al considerar los sueldos de los empleados y catedráticos de la universidad según re-

solución del consejo universitario, sino como partidas a cuenta de los haberes a que

tienen derecho y que más tarde deben ser reintegrados de las sumas que hoy por es-

casez de la caja no pueden percibir.

Igualar los valores de todos los amanuenses de las secretarías de las diversas faculta-

des.

Suprimir de los presupuestos de las facultades las partidas consignadas para gastos

de Secretaría y para sueldos de catedráticos con licencia.

37 Carlos CARCELÉN y Horacio MALDONADO. “El saqueo de la bibliotecas y archivos de Lima…”. 38 “Oficio que dirige el señor Rector al señor Tesorero de la Universidad”, Lima, 21 de julio de 1884, Archivo Histó-

rico Domingo Angulo de la UNMSM, Caja 24, Ítem 189, Correspondencia al Señor Rector 1880-1885. 39“Oficio del Rector al ministro de Instrucción, N° 47”, Lima, 28 mayo de 1881, folios 95-96, Archivo Histórico Domingo Angulo de la UNMSM, Ítem 201, Caja 4, Correspondencia General, Diciembre de 1880 - Agosto de 1882. 40 “Circular del Rector a los decanos”, Lima, 21 de julio de 1882, folio 176, Archivo Histórico Domingo Angulo de la

UNMSM, Ítem 201, Caja 4, Correspondencia General, Diciembre de 1880 - Agosto de 1882.

Page 88: Diacronica 3

84 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015

Pero, ¿cómo financiar la universidad, si el Estado peruano había sido prácticamente pulve-

rizado por la guerra y ya no se podía esperar nada de él? Por ello, apelando a sus propias fuer-

zas, el Consejo Universitario aprobó el siguiente proyecto:

Procédase en el acto a forma un catastro completo y detallado de todos los bienes inmuebles

pertenecientes o que han pertenecido a la universidad, cualquiera que sea el título de dicha po-

sesión. El catastro comprenderá el plano de cada propiedad con sus deslindes respectivos y to-

dos los pormenores necesarios para su tasación. La tasación fijará el valor actual tanto del te-

rreno como de las fábricas actualmente existentes, especificando el valor en soles de plata.41

Con esta decisión, se dispuso efectuar los trabajos preliminares del catastro y definir el

importe de la tasación, para que el Consejo Universitario determinase una nueva partida pre-

supuestal. La universidad obtenía sus ingresos por el arrendamiento de sus fincas y de sus

propiedades, destinadas como viviendas. Empero, las posesiones sanmarquinas no se ubica-

ban solo en Lima, lo que denotaba una propia y variada base económica. A continuación pre-

sentamos las principales modalidades de ingreso de San Marcos42

:

a) Arrendamiento: Propiedades de la Universidad Mayor de San Marcos:

Tienda esquina, calles de Huancavelica y Cañete. A cargo del Sr. Raquetti.

Casa N° 129 de la calle del Cusco.

Tienda N° 254, calle de Huancavelica. La tiene D. José Hugotono.

Callejón N° 256, calle de Huancavelica. La posee D. Guillermo Kuntzen.

Calle de Azángaro N° 195. Esta casa la posee D. Miguel Treflogli.

La casa N° 199 de la misma calle. Esta también arrendada a D. Miguel Trefogli.

Casa N° 70, calle de Amazonas. La posee doña Margarita Gadea.

Siete casitas N° 98 a 110 calle de Cañete. Las tiene doña Clara Valenzuela.

Finca N° 221 calle de Huancavelica. Es poseída por D. Francisco Morales.

Dos casas N° 250 y 252 de la calle Huancavelica. Son poseídas por Francisco

Morales.

Finca N° 138 y 140, calle de Urubamba. La tiene el DD. Adolfo Villagarcía.

Casa N° 76, calle de Moquegua. La posee doña Liberata Camacho.

Huerta de Matute en Cocharcas. La posee D. Lázaro de Bernardi.

Casita y tienda, calle de Paruro. Las posee doña Concepción V. Del Campo.

Finca N° 80, Plaza de Bolívar. La tiene posee doña Concepción V. Del Campo.

Callejón N° 79, calle de Urubamba. Lo tiene D. Fidel Sánchez.

Casa N° 131, calle del Cusco. La posee D. Manuel Marcos Salazar.

Solar N° 169 calle del Cusco. Lo tiene D. Antonio Grandi.

Casa N° 215, calle de Huancavelica. La posee doña Luisa Latti.

Hacienda de Utcuyacu en las cercanías de Recuay. La posee D. Pedro Caferata.

Ramo de sisa de cerdos. Está a cargo de D. José María Ramírez.

Arrendamientos de los locales del Congreso, la Escuela de Artes y Oficios y el

Palacio de Justicia.

b) Enfiteusis: Propiedades de la Universidad Mayor de San Marcos:

Finca N° 64 de la calle de Amazonas.

Casa N° 82 calle de Ucayali.

Casa N° 7 calle de S. Idelfonso.

41 “Oficio del señor Rector al Tesorero de la Universidad”, Lima, 1° de julio de 1884, folio 118. Archivo Histórico

Domingo Angulo de la UNMSM, Caja N° 24, Ítem 189, Correspondencia al Señor Rector 1880-1885. 42 “Informe de la Comisión Económica (Carlos Lisson, Ladislao Folkiersky. José María Romero) al Señor Rector”,

Lima, marzo de 1885, folios 147-149. Archivo Histórico Domingo Angulo de la UNMSM, Caja N° 24, Ítem 189,

Correspondencia al Señor Rector 1880-1885.

Page 89: Diacronica 3

Investigaciones y ensayos 85

Tierras de Pomamayo y Obraje de Jaramayo (Tarma).

Obraje de Ayanchacra (Chota).

Hacienda de Otuto (Cajabamba).

Estancia de Chungará y Potosí (Lampa).

c) Capital e Interés: Propiedades de la Universidad Mayor de San Marcos:

Haciendas de San José y Palcorma, San Tadeo y Santa Elena de Chanchajaya

(Ica).

Viña de Tejeje en Nazca

Chacra de Lince

Viña de Carapo en Palpa.

Hacienda Paramonga en Pativilca.

Hacienda de San Jacinto en Pisco.

Casa N° -- calle de Trujillo. Es poseída por doña Josefina Ramos de Prada.

Casa N° 9 , calle de Carabaya: Los intereses son pagados por D. Manuel Arrieta.

Casa N° 75, calle de Urubamba. La posee la señora Carmen Pomiano.

Casa N° 125, calle Callao.

Calle N° 112 calle de Piura. Es poseída por la testamentaria de D. Andrés Rey.

Casa N° 216, calle Alameda de los Descalzos. Paga el censo de esta finca d. Juan

Mnasí.

Para 1884, se logran identificar las propiedades y fuentes de ingreso de San Marcos, por lo

que el Consejo Universitario acordó los puntos siguientes43

:

1. Que sobre enfiteusis y capitales a interés se recaude el cinco por ciento en plata sobre

la cantidad que realmente debía pagarse, y esto de una manera provisional;

2. Que sobre las fincas cuyos arrendamientos han vencido, se formule a la mayor bre-

vedad posible las bases para el remate de dichos arriendos;

3. Que para las otras fincas actualmente escrituradas, se den los pasos conducentes a fin

de obtener un mayor producto del que dan, debiéndose por regla general tomar como

base el valor que tenía el billete en la época en que se hicieron las escrituras; y que ,

si en alguna de estas, hubiese lesión enorme para los intereses de la universidad; se

ponga un arreglo, o se inicie el correspondiente juicio.

De esta manera, la universidad ingresó a una fase de reorganización preparándose para

reanudar completamente la vida académica, la que nunca se paralizó por el tesón y sacrificio

de la comunidad de estudiantes y profesores, y que sirve de ejemplo para los sanmarquinos de

hoy.

43AHUNMSM, Caja 24, Ítem 189, Correspondencia al Señor Rector 1880-1885. Oficio del señor Rector al Tesorero

de la Universidad. Lima, julio 21 de 1884, f. 122.

Page 90: Diacronica 3

86 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015

[Figura 08]44

CONCLUSIONES

En la Guerra con Chile (1879-1883), la Universidad de San Marcos brindó su apoyo en la

defensa nacional: se apreciaron a estudiantes adscritos en legiones universitarias ofreciendo

sus servicios al Supremo Gobierno. De igual forma en la defensa de Lima, tanto docentes

como estudiantes dieron su vida en los campos de San Juan y Miraflores y otros más acompa-

ñaron a Cáceres en la gesta de la resistencia. Por otro lado, tras la ocupación chilena gran

parte del material científico, de investigación y artístico o fue destruido, o fue traslado a Chi-

le; lo poco que se pudo rescatar fue puesto al servicio de la comunidad universitaria en la

posguerra, pero era infinitamente superior el daño ocasionado por el invasor: no solo por la

desaparición del mobiliario sino por la supresión del proyecto civilista y el desconcierto y la

frustración, emociones latentes en la memorias de los rectores Francisco García Calderón

(1886-1890) y Francisco Rosas (1891-1895).

44 En la actualidad muchos de los locales que se ubican en la zona comercial de Mesa Redonda (Centro de Lima) se

encuentran en litigio y algunos corresponden a la Universidad de San Marcos.

Page 91: Diacronica 3

Investigaciones y ensayos 87

ANEXO 01: SITUACIÓN DEL CONVICTORIO DE SAN CARLOS45

[Figura 09] 46

[Figura 10]47

45 “Obras de reparación del ingeniero Teodoro Elmore”, Lima, 18 de noviembre de 1883, Archivo Histórico Domingo

Angulo de la UNMSM, Item 170, Caja 17, Correspondencia de la Secretaría General, folio 248. 46 “Patio de Jazmines.General.- Es la parte del local que más ha sufrido. Se nota de menos: las dos escalinatas latera-

les y la mayor parte de asientos de la 1ª hilera, los bancos de las escaleras que dan a la 1ª galería y parte de los balaus-

tres y asientos de estas; los forros de madera de las paredes de los pasadizos que están debajo de la 1ª galería y de las escaleras que han desparecido en su mayor parte; la baranda que separaba del salón los asientos de los catedráticos y

todos los asientos y zócalos de esta parte del local no se encuentran, así como los de la galería…” 47 Actual vista del Patio de Jazmines en la Casona de San Marcos (Parque Universitario)

Page 92: Diacronica 3

88 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015

Julio César Abanto Chani Licenciado en Historia por la Universidad Mayor de San Marcos. Publicó el libro Encarando el desas-

tre. El conflicto hegemónico entre la burguesía limeña y los terratenientes serranos del norte en la

guerra con Chile. 1881-1884. (2013). Ha realizado investigaciones en el Archivo Central del Ministerio

de Relaciones Exteriores, Archivo General del Congreso de la República, Archivo Regional de Caja-

marca, Centro de Estudios Históricos Militares, Fondo Reservado de San Marcos, entre otros.

Page 93: Diacronica 3

DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015, pp. 89-102

La Constitución de 1920: su papel en el On-

cenio de Leguía (1919-1930)

Lic. Marty Ames Zegarra Universidad Nacional Mayor de San Marcos

[email protected]

RESUMEN

El Oncenio de Leguía es uno de los período más importantes de la historia republicana del Perú, no

sólo por ser uno de los más largos gobiernos; sino porque al final se convirtió en un gobierno dictatorial

en manos de un civil, de Augusto B. Leguía; quien, bajo el contexto de rechazo a la “Republica Aristo-

crática” y la búsqueda de participación de los grupos sociales emergentes, se autoproclamó como aquel

que llevaría a cabo las reformas de la sociedad bajo una Patria Nueva.

Y la Constitución de 1920 sería el documento que le daría “legalidad” a ese tipo de reformas que

Leguía pensaba llevar a cabo en su gobierno, documento que se analizará en el presente artículo, a modo

de ensayo, en el que se plasma las reformas que se hicieron para poder llevar a cabo el proceso de

“transformación” que implicaba la Patria Nueva; enfocándose, al mismo tiempo, en la manipulación que

tuvo dicho documento constitucional para que Leguía pudiera obtener el respaldo “legal” para llevar a

cabo su permanencia en el control del Estado, a través de sus dos posteriores reelecciones presidenciales.

Con esto se busca darle una mirada diferente al Oncenio de Leguía, a través del estudio y análisis de

su documento constitucional que “avaló” legalmente su Patria Nueva: la Constitución de 1920. Poste-

riormente sería remplazada por la Constitución de 1933, durante el gobierno de Sánchez Cerro.

Palabras Clave: Constitución de 1860; Oncenio de Leguía; Constitución de 1920; reelección pre-

sidencial; propiedad indígena

ABSTRACT

The “Oncenio” or Leguia’s second presidential term, is one of the most important periods of Peru's

Republican history; not only for being one of the longest governments, but because at the end it became

a dictatorship ruled by a civilian, Augusto B. Leguia; who, in a context of opposition to the "Aristocratic

Republic" and seeking participation of emerging social groups, he proclaimed himself as the one who

would carry out society's reform,creating a new nation or “Patria Nueva”.

The Constitution of 1920 would give "legality" to the reforms Leguia intended to make and that

document will be analized in this essay; we will explore the reforms that were made, seeking the tran-

formation that the Patria Nueva implied, and will be focusing also in the manipulation that such constitu-

tional document had, a text that could help Leguia to obtain the "legal" support to stay as the head of the

government during two presidential reelections.

With this, we want to give a different perception the Oncenio of Leguia, studying and analizing the

Constituon of 1920, which was the document that legally "endorsed" the Patria Nueva, and that would

later be replaced by the Constitution of 1933, during the government of Sánchez Cerro.

Keywords: Constitution of 1860; Oncenio of Leguia; Constitution of 1920; reelection; Indian prop-

erty

INTRODUCCIÓN

Page 94: Diacronica 3

90 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015

n 1919 Augusto B. Leguía regresó al Perú1 para presentarse como candidato oposi-

tor, frente a la postulación de Antero Aspíllaga, en las elecciones presidenciales de

ese año, y se encontró con un panorama cambiante en el país. Había entonces una

situación de descontento por parte de la población hacia aquel grupo hegemónico que tenía las

riendas del gobierno y que conformaba la “República Aristocrática” (1895-1919), puesto que

había ignorado tanto las necesidades del interior del país, como la participación de los demás

sectores sociales en el desarrollo nacional, concentrándose su administración en el control del

Estado tan solo en Lima, y en beneficio propio, ya que aquellos que formaban parte de este

grupo hegemónico también tenían participación en otras actividades nacionales (ganadería,

agricultura, comercio, minería, banca, etc.). Asimismo, en ese tiempo se dio el surgimiento de

la clase media, que buscaba su participación en el devenir de la sociedad peruana, siendo una

expresión de ello la “elección popular” de Guillermo Billinghurst a la Presidencia de la Repú-

blica, en 1914.

Al llevarse a cabo el proceso electoral, y ante la demora del Congreso2 para reconocer la

victoria de Augusto B. Leguía, este lideró un golpe revolucionario, el 4 de julio de 1919, con-

tra el presidente José Pardo; asumiendo Leguía el control del Estado como Presidente Provi-

sional, sobre la base de la voluntad popular expresada en votos, que buscaban un cambio y

mayor participación en el devenir de la sociedad peruana; algo que Leguía prometía a través

de un proceso de “transformación” y que implicaba crear la Patria Nueva, y para cuyo fin

contaría con la Constitución de 1920 como instrumento legal.

En el presente trabajo se intenta dar una mirada al Oncenio de Augusto B. Leguía (1919-

1930) a través de un elemento político, y representativo de este período: la Constitución de

1920; buscando entender cómo se llevó a cabo el Oncenio—que devino en una forma dictato-

rial—, y los mecanismos que aplicó a través de dicho documento constitucional, que sirvió,

sobretodo, para expresar su voluntad y lograr su intención de permanecer en el control del

Estado; siendo uno de esos mecanismos la manipulación constitucional que Leguía hizo para

lograr sus reelecciones consecutivas y así “validar” (legal y constitucionalmente) su perma-

nencia en el control del Estado. Pero sin dejar de lado reformas constitucionales interesantes,

como el reconocimiento de la propiedad indígena y los Congresos Regionales. Asimismo, y

bajo una perspectiva histórico-política, se busca entender el papel que jugó la Constitución de

1920 en el Oncenio, como documento constitucional de un Estado.

1. LA CONSTITUCIÓN DE 1920 Y LAS REELECCIONES

1.1 Antecedente: La Constitución de 1860 y el significado del Artículo N° 85

Durante el segundo gobierno del Mariscal Ramón Castilla (1858-62), en 1860, el Congre-

so asumió un papel fiscalizador, lo cual se expresó en la formación de una Asamblea Consti-

tuyente, para reformar la Constitución de 1856, siendo así que esta Carta Magna reformada se

constituiría en el documento que tendría mayor duración y legitimidad durante la etapa repu-

blicana del país, la Constitución de 1860.

Una de sus modificaciones más resaltantes es la relacionada con el Artículo N° 85, en el

que se señala que: “El Presidente durará en su cargo cuatro años; y no podrá ser reelecto sino

después de un período igual de tiempo”3. Dicho artículo constitucional buscaba consolidar el

régimen democrático en el país a través de los preceptos de la alternancia política, para que el

cargo presidencial no fuese “exclusivo” de una persona. En sus inicios como República, el

control del Estado estuvo en manos de caudillos militares que continuaban en el poder de un

1 Al asumir la Presidencia Billinghurst (en 1912), sucediéndolo en el control del Estado a Leguía, lo destierra. 2 Ultima instancia en el proceso electoral para validar los votos emitidos. 3 Articulo 85. El subrayado es de la autora.

E

Page 95: Diacronica 3

Investigaciones y ensayos 91 modo indefinido, y para evitar esa apropiación del poder, es que se promulgó este artículo,

para que todas las personas que fueran capaces de dirigir al gobierno tuvieran oportunidad de

hacerlo; mejor dicho, la duración del período presidencial y el principio de la no-reelección,

buscaban librar al país de la existencia de los caudillos recurrentes en el poder y de las dicta-

duras.

Para Leguía, un aspecto que descuidó la Constitución de 1860 —considerada como una de

las más conservadoras del Perú— fue su evidente desconocimiento y desinterés sobre la situa-

ción de la población andina. Paralelamente a ello, y aunque incrementa el centralismo limeño,

no se puede negar que estableció claramente las funciones del Estado, radicando ahí su larga

duración y legitimidad como documento constitucional, de manera tal que, haciendo un breve

paréntesis durante la guerra con Chile, rigió los destinos del país, por un período de 60 años:

incluido el período que comprendió a la “República Aristocrática” (1895-1919).

Posteriormente, vendría una interrupción de dicho desarrollo “democrático” con el Movi-

miento Revolucionario del 4 de julio de 1919, liderado por Augusto B. Leguía4 contra el go-

bierno de José Pardo.

2. LA CONSTITUCIÓN DE 1920

2.1. Un primer paso: la Asamblea Nacional de 1919

Como acto posterior al golpe de estado, Leguía emitió un manifiesto5 en el cual anunciaba,

que asumiría la jefatura del Estado como Presidente Provisional, con el fin de que no se frus-

trara el voto popular emitido en las elecciones, siendo este período de transición breve, de dos

meses. También expresó la necesidad de realizar reformas constitucionales, por interés del

mismo pueblo, para que:

destierren para siempre la vergüenza intolerable de los gobiernos burocráticos y personales

condenados a la pasión y al error”6. Al final del manifiesto, Leguía expresa que “nada habrá

que detenga al Perú en la marcha hacia sus dos grandes ideales: la reforma en la organización

interna y la santa reivindicación de sus derechos, ante los cuales desaparecen toda considera-

ción personal y todo interés político, y por los cuales todo sacrificio es insignificante”.7

Luego convocó a elecciones para elegir a los miembros que formarían parte de la Asam-

blea Nacional, la cual tendrá como principal función elaborar una nueva Carta Magna para el

país: La Constitución de 1920. Al mismo tiempo, Leguía convocó a un plebiscito nacional

sobre las reformas constitucionales necesarias (comprendidas entre los artículos 1°. y 19°, del

Decreto de Reforma Constitucional8); dichas reformas constitucionales planteadas por Leguía,

se pueden resumir de la manera siguiente:

La renovación del Poder Legislativo coincidirá con la renovación del Poder Ejecutivo

(incluida la del Presidente de la República).

El Poder Legislativo estaría conformado por 35 senadores y 110 diputados.

Los miembros del Poder Legislativo serán elegidos por voto popular directo.

Las garantías individuales no podrían ser suspendidas por ninguna Ley ni autoridad.

La contribución sobre la renta sería progresiva.

El Congreso no podría otorgar gracias personales provenientes del Tesoro Público.

No se crearía moneda fiduciaria de curso forzoso, salvo en caso de guerra.

4 Franklin Pease, “La República”, Perú: Hombre e Historia, tomo 3, Lima, Edubanco, 1993, p.145. 5 La Prensa, 5 de julio de 1919, p.3. 6 La Prensa, 5 de julio de 1919, p.3. 7 La Prensa, 5 de julio de 1919, p.3. 8 “Decreto de Reforma Constitucional; 10 julio de 1919”, La Prensa, 11 de julio de 1919.

Page 96: Diacronica 3

92 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015 Se instalarían tres legislaturas regionales: Norte, Centro y Sur; siendo sus miembros

elegidos al mismo tiempo que los representantes nacionales y elegidos por las provin-

cias.

Los Concejos Provinciales serían autónomos.

Se instalaría un Consejo de Estado.

Nadie gozaría más de un sueldo o emolumento del Estado.

El siguiente Congreso se instalaría el 15 de setiembre, siendo presidido por el Presi-

dente del Senado; y funcionando por 30 días como Asamblea Nacional para promulgar

las reformas constitucionales que resultasen aprobadas a través del voto plebiscitario.

A través de este plebiscito, Leguía buscaba la aprobación de la población para llevar a ca-

bo la elaboración de una nueva Carta Magna, y así poder realizar las modificaciones que fue-

ran aprobadas, a través del voto, a la Constitución de 1860. Al mismo tiempo, se elegiría a los

representantes que se encargarían de llevar a cabo dichas modificaciones constitucionales. El

plebiscito fue “legitimado” por medio de la Ley No.400 del 2 de octubre de 1919.

Las elecciones para el Plebiscito y representantes para la Asamblea Nacional se efectuaron

los días 24 y 25 de agosto de 1919. Un autor directo de dichas reformas constitucionales fue el

doctor Mariano H. Cornejo, ministro de Gobierno de entonces, y presidente de la Asamblea

Nacional, después. Luego de realizadas las elecciones de los miembros para la conformación

de dicha Asamblea y el plebiscito nacional sobre las reformas constitucionales, el 24 de se-

tiembre se instaló la Asamblea Nacional. En la sesión de Apertura, luego de ser leída el Acta

de la Independencia del Perú, fue aprobada la siguiente moción:

Ley No.3083

La Asamblea Nacional, ejercitando la plenitud del poder constituyente que le ha conferido el

plebiscito; y

Considerando:

Que es necesario legalizar la situación política;

Artículo 1º. -Apruébanse todos los actos practicados por el Gobierno Provisional, al hacerse

cargo del poder y convocar a los pueblos al plebiscito nacional, y para conservar el orden.

Artículo 2º. -Tienen fuerza de ley, todos los derechos expedidos el Gobierno Provisional.

Artículo 3º. - El gobierno provisional continuará ejerciendo el Poder Ejecutivo, hasta el día que

la Asamblea Nacional proclame Presidente Constitucional…”9

A través de este documento, elaborado y aprobado por los miembros de la Asamblea Na-

cional, se puede decir que:

a. La Asamblea Nacional recién instalada tenía preocupación e interés en legalizar la si-

tuación política existente, a raíz del golpe de Estado, es decir, darle validez política al

régimen provisional encabezado por Augusto B. Leguía.

b. La Asamblea Nacional le dio plenos poderes al gobierno provisional, al darle rango de

ley a sus decretos. Con este acto le brindó firmeza y consolidación al gobierno.

c. El gobierno provisional existiría hasta que dicha Asamblea Nacional designase al Pre-

sidente Constitucional, lo que expresaba un límite para la existencia del gobierno pro-

visional; asimismo, expresaba su autoridad política como institución legislativa, al ser

la Asamblea la encargada de nombrar al Presidente Constitucional.

9Anuario de la Legislación Peruana, 1919.

Page 97: Diacronica 3

Investigaciones y ensayos 93

2.2. La labor de la Asamblea Nacional

La Asamblea Nacional tuvo como objetivo primordial, según lo establecido en el docu-

mento del plebiscito, la sanción de las reformas constitucionales que fueran aprobadas por los

ciudadanos que emitieron su voto en el plebiscito.

Como se mencionó anteriormente, la Asamblea se instaló el 24 de setiembre de 1919, bajo

la presidencia, valga la redundancia, del Presidente del Senado, Mariano H. Cornejo, y fun-

cionó hasta el 27 de diciembre, en el Palacio de la Cámara de Diputados.

Una de las Comisiones Parlamentarias que se establecieron, fue la Comisión de Constitu-

ción, presidida por Javier Prado y Ugarteche, y como su nombre lo indica, tuvo como función

la incorporación, a la Carta Política de 1860, de las reformas plebiscitarias, así como de con-

cordarlas y completar el texto de dicho documento constitucional.

Dentro de esa labor, la Comisión de Constitución10

presentó un dictamen el 14 de octubre,

en el que se sostenía, según sus miembros, que no limitaban sus funciones y enfoques solo a

las reformas plebiscitarias, sino que también tenía intención de llevar a cabo una revisión de la

Constitución para concordarla con la voluntad del pueblo que se expresó a través del plebisci-

to y para, sobretodo, que armonizara con las funciones e intereses de la Asamblea Nacional;

especialmente en la época en que se estaba dando, que era de renovación y “transformación”.

Ante esta situación, Manuel S. Frisancho presentó un dictamen, en el que consideraba que

la labor del nuevo gobierno y del plebiscito, “fue renovar y no sustituir la Constitución de

1860”11

; es decir, que la Asamblea no tenía la atribución de elaborar una nueva Constitución;

y que para poder realizarla, debía pasar al Congreso ordinario el proyecto de revisión presen-

tado por la Comisión, para su posterior reforma, de acuerdo con lo establecido en la Constitu-

ción de 1860.

El presidente de la Comisión, Javier Prado, respondió que no solo se debía incorporar las

reformas del plebiscito, sino que era necesario “modificarlas” para que cumplieran su objeti-

vo, el de expresar la voluntad popular y espíritu de transformación.

Luego de esto se presentó una moción firmada por veinte representantes, quienes expresa-

ron que las reformas plebiscitarias eran intangibles y debían incorporarse sin discusión algu-

na, y que los acuerdos del plebiscito no podían admitir alguna limitación. Prado recalcó que la

Ley de Promulgación del Plebiscito no hacía mención alguna a su intangibilidad ni había

prohibición alguna a las adiciones y que no se podía renunciar a sus facultades de integrar y

concordar dicho documento constitucional.

Finalmente se aprobó la siguiente moción:

La Asamblea ratifica su declaración que las reformas aprobadas por el plebiscito son irrevoca-

bles, y por lo tanto, es inconducente continuar debatiendo las modificaciones que se refieren a

dichos artículos y debe pasarse a discutirse las reformas propuestas a los demás artículos cons-

titucionales de los que no se ha ocupado el plebiscito.12

10 Miembros de la Comisión de Constitución: Javier Prado, Pedro Rojas Loaysa, G. Luna Iglesias, Pablo La Torre, José S. Osorio; J.M. Balcázar, M. F. Frisancho, C. Palma, A. Maúrtua, C. Macedo Pastor, C. Calle, A. Alva, J. Del-

gado Vivanco, J. A. Vivanco. Alejandro BELAUNDE y Juan BROMLEY, La Asamblea Constituyente de 1919.

Historia de la Asamblea y Galería de sus Miembros, Lima, Torres Aguirre, 1920. 11 José PAREJA PAZ-SOLDÁN, Historia de las Constituciones Nacionales, Lima, Gráfica Zenit, 1945, p. 163. El

subrayado es de la autora. 12 José PAREJA PAZ-SOLDÁN, Historia de las Constituciones Nacionales…, p. 167. El subrayado es dela autora.

Page 98: Diacronica 3

94 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015

También se aprobó una adición por la cual la Asamblea “se reservaba la facultad de inte-

grar y completar las reformas plebiscitarias”13

. Al hacer eso, el cambio de intangibilidad por

irrevocabilidad, se tenía imposibilidad de deshacer su contenido, pero “sí se podía modificar

dicho contenido”14

. Con ello, la asamblea se tomó atribuciones constitucionales, es decir, se

iba a modificar lo referente a las reformas plebiscitarias aprobadas y, al mismo tiempo, lo que

no estaba comprendido en el plebiscito, con lo cual se modificó el cuerpo de la Constitución

de 1860 en sí.

Una vez asegurada la irrevocabilidad de las reformas plebiscitarias, estas empezaron a ser

aprobadas por medio de votaciones nominales, al margen de sus modificaciones, y se hizo lo

mismo con los demás artículos del proyecto, empezando con los nuevos15

, los completados y

aquellos que habían sido modificados. Los artículos de la Constitución de 1860 que iban a

quedar rigiendo, fueron aprobados por medio de la votación ordinaria16

.

Por lo tanto, el trabajo de la Asamblea estaba concentrado en las Reformas Constituciona-

les aprobadas mediante el plebiscito; pero ello no impidió que se modificara el contenido de

la Constitución de 1860. Al terminar dicha labor, se encargó a la Comisión de Redacción17

,

que revisara la redacción de la nueva Constitución. Luego de eso, la nueva carta fue firmada

por los integrantes de la Asamblea, durante la sesión de clausura; para ser finalmente promul-

gada, en una ceremonia solemne, por el Ejecutivo, el 18 de enero de 1920, al celebrarse el

Aniversario de Fundación de la ciudad de Lima.

Por otro lado, surgieron críticas a la configuración de la Asamblea Nacional, al plantearse

que se llegaba al proceso de reformas constitucionales a través de una asamblea que no tenía

la autoridad legal para llevar a cabo dicha labor, pues se la había convocado a raíz de un golpe

de Estado. Por lo tanto, con estas críticas se negaba el origen y la autenticidad de la Constitu-

ción elaborada por la Asamblea Nacional alegando que había nacido de un golpe revoluciona-

rio contra el Estado.

Asimismo, el pueblo le había dado su voto a Leguía en el ámbito de un régimen democrá-

tico, es decir, bajo la presencia del orden constitucional y solo a través de la sucesión legal y

regular de la transmisión de mando, podía legitimar su cargo presidencial y la conformación

de dicha asamblea, como lo señalaba la Constitución de 1860. Sin embargo, y como se ha

mencionado, Leguía tomó control del gobierno mediante un golpe de Estado, y por lo tanto,

no podía ser “un Presidente Constitucional y autor de las reformas [constitucionales]”18

. Para

contrarrestar esto, algunos partidarios suyos, expresaron que contaban con los votos, aquellos

que le había dado el pueblo peruano a Leguía; y ahí radicaba su “legitimidad” como presiden-

te provisorio del país.

13 José PAREJA PAZ-SOLDÁN, Historia de las Constituciones Nacionales…, p. 167. 14 Jorge BASADRE, Historia de la República del Perú, tomo 13, Lima, Ediciones Universitarias, 1968, p. 41. El subrayado es dela autora. 15 Teniendo como ejemplo, en este caso, el reconocimiento de las Comunidades Indígenas. 16 La votación nominal consiste en que cada uno de los miembros emita su voto, en la que se conoce el nombre de la persona que vota; mientras que la votación ordinaria es en la que se elige entre dos opciones (a favor/ en contra).

Diccionario Enciclopédico, tomo 15, Lima, El Comercio, s.f.. 17 Integrada por: Mariano H. Cornejo,Alberto Salomón, Juan de D. Salazar y Oyarzábal, Manuel Quimpe, Javier Luna Iglesias, Javier Prado y Ugarteche; y Mariano N. Valcárcel. Alejandro BELAUNDE y Juan BROMLEY, La Asam-

blea Constituyente de 1919…, 1920. 18 Rene HOOPER, Leguía. Ensayo Biográfico, Lima, Ediciones Peruanas, 1964, p.110.

Page 99: Diacronica 3

Investigaciones y ensayos 95

La Comisión de Cómputo de la Asamblea Nacional se encargó de realizar el cómputo de

los sufragios de las elecciones, presentando el resultado siguiente19

:

Augusto B. Leguía 122,736 votos

Antero Aspíllaga 64,936 “

Joaquín C. Bernales 6,083 “

Isaías de Piérola 3,137 “

Varios 7,543 “

A pesar de todas esas críticas, Leguía asumió el cargo de Presidente Constitucional ante la

Asamblea Nacional, el 12 de octubre de 1919, siendo proclamarlo por haber obtenido la ma-

yoría en los votos válidos de la elección llevada a cabo previamente. En esa sesión, Leguía

presentó un informe de las medidas realizadas por el Gobierno Provisorio.

El 27 de diciembre de ese año, el presidente de la Asamblea Nacional, Mariano H. Corne-

jo, señalaba que se daba término a “el período constituyente de la revolución con sus peligros,

pero también con sus entusiasmos y comenzaba el período práctico con sus enormes dificulta-

des”20

. La Asamblea Nacional pasó a ser el Congreso de la República.

2.3. Las reformas constitucionales

Las reformas planteadas por los miembros de la Asamblea Nacional de 1919, se plasma-

ron en un cuerpo de leyes, agrupadas en la Constitución de 1920. Las bases de esta Constitu-

ción fueron propuestas por Mariano H. Cornejo, y fueron discutidas por los miembros de la

asamblea en pleno, para ser luego revisadas y adaptadas a través de una comisión integrada

por Cornejo, Valcárcel, Salomón, Salazar y Oyarzábal y Luna Iglesias.

Al realizarse un análisis de ambas Constituciones, la de 1860 y la de 1920, se puede apre-

ciar las siguientes modificaciones, que recoge Abelardo Solís (1934, pág. 31):

El Artículo 321

de la Carta de 1860 se incluyó textualmente en el contenido de la Carta de

1920, pero los legisladores de la Patria Nueva agregaron en el Artículo4 esta disposición: “El

Estado tiene por fin mantener la independencia e integridad de la Nación; garantizar la liber-

tad y los derechos de los habitantes; conservar el orden público y atender el progreso moral e

intelectual, material y económico del país”. La Constitución del 60 señalaba en el Artículo 4

que: “La nación profesa la religión católica, apostólica y romana; el Estado la protege y no

permite el ejercicio público de otra alguna”22

; en la Constitución de 1920, se incluyó en el

Articulo 5 lo siguiente: “La Nación profesa la religión católica, apostólica y romana. El Esta-

do la protege”. Con esa modificación en el Artículo 5 se daba a entender que en el aspecto

religioso se otorgaba cierta tolerancia a los otros credos, dentro de la política estatal.

El Artículo 16 de la Constitución de 1860 señalaba que: “La ley protege el honor y la vida

contra toda injusta agresión y no puede imponer la pena de muerte, sino por el crimen de

homicidio calificado”. En la Constitución de 1920, su contenido fue agregado, textualmente,

al Artículo 21, en el que se añadió que la pena de muerte también se incluiría en el crimen de

“traición a la Patria en los casos que determina la ley”; a simple vista, se puede apreciar que lo

19 Alejandro BELAUNDE y Juan BROMLEY, La Asamblea Constituyente de 1919…, 1920, p. 44. 20 Rene HOOPER, Leguía. Ensayo Biográfico…, p. 111. 21 Dice: “La soberanía reside en la Nación y su ejercicio se encomienda a los funcionarios que esta Constitución

establece”. 22 La Ley del 11 de noviembre de 1915 suprimió la parte del artículo constitucional que decía “y no permite el ejerci-

cio público de otra alguna”. Manuel VILLARAN, Las Constituciones de 1860 y 1920 concordadas para uso de los

Estudiantes de Derecho Constitucional, Lima, Gil., 1920.

Page 100: Diacronica 3

96 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015 agregado a dicho artículo tenía como objetivo a los opositores, a los “traidores” al régimen de

Leguía.

Además de todo ello, se eliminó uno de los requisitos para ser diputado y senador, según

lo establecía la Constitución de 1860, que era el de “tener una renta de quinientos pesos o ser

profesor de alguna ciencia”, en el caso de diputado23

; y el de “tener una renta de mil pesos

anuales o ser profesor de alguna ciencia”, en el caso de senador24

; eliminándose esos requisi-

tos, se le daba más rigor a la elección de los miembros del Poder Legislativo, debido a que a

partir de la Constitución de 1920,cualquier ciudadano podía postular para ser senador o dipu-

tado, no era necesario tener un fuerte capital para postular dichos cargos y representar a la

voluntad del pueblo, aunque en la práctica, no fue ese el objetivo del futuro Congreso25

.

Al final las “modificaciones”, al documento constitucional, más importantes fueron: la re-

novación y composición del Congreso; la ampliación del período presidencial a cinco años, la

creación de los congresos regionales con un objetivo descentralista; el reconocimiento legal a

la propiedad de la comunidad indígena; y la creación de un consejo de Estado.

En la práctica, y ante la presencia del autoritarismo en el gobierno de Leguía, las reformas

y garantías que presentó la Constitución de 1920 terminaron en la indiferencia y el despresti-

gio, sumándose a eso, la falta de cumplimiento que mostraron aquellos que elaboraron dicho

documento constitucional; lo cual se expresó a través de un panorama de violencia y espiona-

je, sometimiento del Poder Judicial y Legislativo, al gobierno; y supresión de todo elemento

opositor al régimen. Y por ello, la caída del régimen que elaboró dicho documento constitu-

cional, implicó también la caída de la Constitución de 1920 que lo sustentaba26

.

2.4. Reconocimiento legal a la propiedad indígena

Uno de los objetivos que Leguía estaba interesado en llevar a cabo, dentro de este proceso

de “transformación” de la sociedad que implicaba la Patria Nueva, fue el expresar su interés y

preocupación por aquel personaje que gozó de indiferencia durante la “República Aristocráti-

ca”: el indio. Y por ello, en el Oncenio, el indio, pasaría a ser un “nuevo” protagonista de la

sociedad peruana, integrante de la misma; siendo un claro ejemplo de ello, la formación una

de nueva corriente, el “indigenismo” en los ámbitos intelectuales, el cual presentaba al indí-

gena como un elemento participativo en sus estudios y planteamientos.

Otra de las iniciativas, y una de las más importantes, del gobierno y que se plasmó en la

Constitución de 1920, expresaba la voluntad del Estado de darle un primer reconocimiento a

la existencia legal de las comunidades indígenas27

, y que declaró, en el mismo documento,

imprescriptibles28

los bienes de las comunidades29

, convirtiéndose en un arma fundamental

23 “Artículo 47, inciso 5”, Constitución Política del Perú, 1920. 24 “Artículo 49; inciso 4”, Constitución Política del Perú, 1920. 25 Modificación que se puede apreciar en el trabajo comparativo que realizó Manuel VILLARAN, Las Constituciones

de 1860 y…, pp.19-20. 26 José PAREJA PAZ-SOLDÁN, Historia de las Constituciones Nacionales…, pp. 194-195. 27 “Art.58: El Estado protegerá a la raza indígena y dictará leyes especiales para su desarrollo y cultura, en armonía

con sus necesidades.

La Nación reconoce la existencia legal de las comunidades de indígenas y la ley declarará los derechos que les co-rresponden”. Constitución Política del Perú, 1920. 28 Luego de un determinado tiempo, ya no se puede accionar de manera legal (demandar, reclamar, denunciar). Impo-

sibilidad de perder un bien por transcurrir el período de tiempo señalado en la Constitución. Se refiere a la validez de uso o existencia (en un bien, deber, derecho) por un período indeterminado de tiempo; la prescripción permite ello,

pero por un determinado tiempo, luego de ello cesa esa situación. Felipe GARCÍA CALDERÓN, Diccionario de la

Legislación Peruana, tomo 2, Lima, Librería de Laroque, 1879.

Page 101: Diacronica 3

Investigaciones y ensayos 97 para la defensa de los derechos de los campesinos; debido a que, al darse reconocimiento

constitucional a las comunidades indígenas, la Carta de 1920 daba un paso positivo y un justo

reconocimiento a las comunidades campesinas, que habían sido ignoradas y relegadas a actuar

como elemento pasivo dentro de la sociedad peruana durante todos estos años de República.

Por lo tanto, al aceptar su existencia, y al protegerlas, se respondió a un sentido colectivista de

la masa indígena30

.

Leguía estaba consciente de que la situación del indígena se debía tomar en cuenta, por

parte del Estado, puesto que constituía la mayoría de la población. Por ello, realizó una serie

de medidas a favor de ese sector social, las que se pueden resumir en: la aprobación y legali-

zación de la propiedad de las comunidades indígenas, plasmada en la Constitución de 192031

;

la formación de una comisión para investigar al sur andino, lugar donde se iniciaban mayor-

mente las rebeliones campesinas; la creación tanto del Patronato de la Raza Indígena como de

una sección de Asuntos Indígenas dentro del Ministerio de Fomento y Obras Públicas, lidera-

da por Hildebrando Castro Pozo; la fundación de escuelas agrarias, y el establecimiento del 24

de junio como el “Día del Indio”32

.

Si se realiza un análisis, desde una perspectiva legal, sobre el reconocimiento de las Co-

munidades Indígenas, se puede decir que:

Al aceptar su existencia y al protegerlas se inspiraron en un criterio nacional y realista: res-

ponde a un sentido colectivista de nuestro indio, son instituciones cuya historia se remontan al

ayllu incaico y a la reducción española, han sido el único contrapeso frente a un gamonal abu-

sivo o ante una autoridad provincial omnipotente y constituyen toda la trama sobre la que se

apoya la vida del indio33.

De esta forma, dicho reconocimiento constituyó uno de los aspectos positivos de la Cons-

titución de 1920.

Al final, con este tipo de medidas, no solo se buscaba mejorar las condiciones de vida del

indio, e integrarlo al devenir de la sociedad, sino hacer del indio un instrumento de control

político para Leguía, ya que su adhesión, al constituir la mayoría de la población, le garanti-

zaba su permanencia en el poder del Estado.

2.5. Los congresos regionales

Un aspecto importante dentro de la Constitución de 1920, fue el interés de implementarlos

Congresos Regionales, que se crearon con un objetivo descentralizador, es decir, buscando

llevar la participación del Estado (organización administrativa y política) a los demás depar-

tamentos del país. Y para ello se crearon tres congresos regionales: Norte, Centro y Sur; cuya

labor consistía en legislar en su jurisdicción34

.

Durante su desarrollo, sin embargo, los congresos regionales no pudieron disminuir la pre-

sencia del centralismo ni cumplir su papel de legislar como parlamento que eran. Su distribu-

ción en zonas del norte, centro y sur comprendía puntos que no tenían vinculación ni afinidad

29 “Art.41: Los bienes de propiedad del Estado [...] y de comunidades indígenas, son imprescriptibles, y sólo podrán transferirse mediante título público, en los casos y en la forma que establezca la ley”. Constitución Política del Perú,

1920. 30 José PAREJA PAZ-SOLDÁN, Historia de las Constituciones Nacionales…, p.172; Nelson MANRIQUE, “Historia de la República”, Nuestra Historia, tomo 4. Lima, COFIDE, 1995, p.223. 31 Artículos 41 y 58. Constitución Política del Perú, 1920 32 Karen SANDERS, Nación y Tradición. Cinco Discursos en torno a la Nación Peruana. Lima, Fondo de Cultura Económica, Pontificia Universidad Católica del Perú, 1997, p. 176. 33 José PAREJA PAZ-SOLDÁN, Historia de las Constituciones Nacionales…, p. 172. 34 Rene HOOPER, Leguía. Ensayo Biográfico…, p.113.

Page 102: Diacronica 3

98 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015 alguna entre ellos. Se hallaban sometidos al poder central; se crearon como cuerpos legislati-

vos, pero al final solamente fueron organismos peticionarios y burocráticos, es decir, que

solicitaban aquello que consideraban “beneficioso” para la región. Sus “leyes” debían tener la

aprobación del gobierno o del Congreso. Si subsistieron durante este período, fue para que sus

puestos fuesen ocupados por “partidarios” de Leguía y para “halagarlo” durante su gobierno.

Entonces, los congresos regionales no recogían ni se preocupaban por los problemas loca-

les ni los intereses de la región; sino que fueron una expresión “provincial” del centralismo, o

mejor dicho, una expresión del poder de Leguía en esas regiones alejadas del Estado. No

alcanzaron los propósitos que los constituyentes del año veinte se propusieron al crearlos. A

pesar de esto, su existencia fue un esfuerzo de descentralización35

.

2.6. Reforma de los Senadores y Diputados

En la reforma constitucional, se estableció la conformación de los miembros del Congreso

en 35 Senadores y 110 Diputados, lo que se estipuló en el Artículo 72. Asimismo, se señalaba

que dicha conformación solo podría alterarse a través de una reforma constitucional. Decía el

artículo: “Una ley orgánica designará las circunscripciones departamentales y provinciales y

el número de Senadores y Diputados que les corresponde elegir”.

Al momento de aplicar lo señalado en el Artículo 72, es decir, la distribución de los

miembros del Congreso de acuerdo con la ley orgánica anteriormente indicada, no se tomó en

cuenta el criterio de las representaciones por circunscripciones territoriales; tampoco se tomó

en cuenta el criterio de la representación proporcional por distritos electorales, y muchos me-

nos la aplicación de dicha ley de acuerdo con la realidad existente en cada departamento del

país.

Entonces, los departamentos y las provincias más pobladas podían elegir a los miembros

del Congreso de igual manera que los departamentos y las provincias menos pobladas, en lo

tocante a número de representantes por departamento y provincia. La elección de los represen-

tantes al Congreso debió “traducir la composición cualitativa y cuantitativa de la realidad

nacional, [es decir, tomándose en cuenta] el criterio geográfico y demográfico electoral”36

.

3. LAS REELECCIONES PRESIDENCIALES

3.1 La primera reelección: Violación de la Constitución Una vez que la Constitución de 1920 se convirtió en el documento que “legalizaba” al go-

bierno de Leguía y una vez que se empezaron a implementar las “innovaciones” para llevar a

cabo el proceso de “transformación” de la sociedad peruana, se comenzó a generar un ambien-

te de control ilimitado por parte de Leguía hacia dicho documento constitucional.

Una prueba de ello fue que al contar Leguía con el soporte constitucional para su gobierno

por medio de la Constitución, tuvo la iniciativa de expresar su interés en la reelección presi-

dencial buscando continuar con la Patria Nueva. Y para llevarse a cabo, ella debía ser debati-

da en el Congreso, debido a que se eliminó la reelección presidencial en la Constitución de

1860 y que no se incluyó en la Constitución de 1920, como se mencionó anteriormente, a

iniciativa de sus representantes en el Poder Legislativo.

Para llevar a cabo dicha “reforma constitucional”, la relativa a la posible reelección de Le-

guía, se planteó dicha reforma en la Cámara de Senadores para que se debatiera, la cual ya

35 José PAREJA PAZ-SOLDÁN, Historia de las Constituciones Nacionales…, pp. 154-155. 36 Abelardo SOLÍS, Once Años, Lima, San Martín y Cía. S. A., 1934, p. 36.

Page 103: Diacronica 3

Investigaciones y ensayos 99 contaba de antemano con la aprobación de los senadores leguiístas, aquellos que conformaban

la mayoría del Congreso.

Algunos de los miembros del Senado argumentaban que dicha reforma constitucional era

“necesaria” para “eliminar del círculo de las influencias oficiales al Ministro de Gobierno,

Doctor [Germán] Leguía y Martínez”37

. Es decir, asegurar la reelección de Leguía, eliminando

la posibilidad de que Germán Leguía y Martínez fuese candidato a la Presidencia de la Repú-

blica. Asimismo, para los leguiístas “era la fórmula salvadora del régimen y del país, contra

las deserciones y traiciones, contra las ambiciones de los propios correligionarios y contra las

asechanzas de la oposición civilista”38

. La idea era que solo Augusto B. Leguía era capaz de

llevar a cabo la “transformación” del país y para ello se debía evitar que los “opositores”,

sobre todo los que formaban parte del grupo oligárquico del país, truncaran dicho proceso, y

para ello, tenía que gobernar el país cinco años más.

Aprobada en la Cámara de Senadores, la reforma sobre la reelección pasó a ser debatida

en la Cámara de Diputados. Ahí se argumentó que se modificaría la Constitución “para permi-

tir que por una sola vez” fuese factible la reelección presidencial. Entonces la reforma se plan-

teó solamente por una sola vez y nada más39

. A pesar de la aprobación del Congreso, de ante-

mano, hubo una reducida muestra de oposición de aquellos diputados que ya no formaban

parte del grupo leguiísta del Congreso, pero igualmente se aprobó la modificación para permi-

tir la reelección de Leguía.

El contenido de dicha reforma constitucional, la que avalaba la reelección presidencial, es

el siguiente:

Ley No.4687

El Congreso de la República Peruana Ha dado la ley siguiente:

Artículo Primero.-Refórmase el artículo 113 de la Constitución del Estado en la siguiente forma: “El Pre-

sidente durará en su cargo cinco años y podrá por una sola vez, ser reelegido inmediatamente”. Artículo Segundo.-Refórmase el artículo 119 de la misma Constitución en la siguiente forma: “Todo ciu-

dadano que ejerza la Presidencia podrá ser reelegido, por una sola vez, para el período inmediato” (…)”40.

Mediante esta ley, se modificaba el contenido del Artículo 113 de la Constitución, que men-

cionaba que el Presidente de la República “no podrá ser reelecto sino después de un período

igual de tiempo”41

. Con la modificación de dicho artículo, el presidente podía ser reelegido,

pero por una sola vez. Lo interesante de esta ley es que se aplicaba a cualquier peruano que

ejerciera la Presidencia, tal como lo demuestra la modificación del Artículo119, que original-

mente decía: “Todo ciudadano que ejerza la Presidencia, no podrá ser elegido para el período

inmediato”42

.

Con esta reforma constitucional, se había violentado la Constitución; y sobre todo se había

eliminado el objetivo democrático que perseguía el Artículo 85 de la Constitución de 1860,

que era impedir la reelección presidencial para consolidar el régimen democrático. Entonces,

el Presidente de la República, Augusto B. Leguía, fue reelegido para el período comprendido

entre 1924-1929.

37 Abelardo SOLÍS, Once Años…, p. 37. 38 Abelardo SOLÍS, Once Años…, p. 38. 39 Abelardo SOLÍS, Once Años…, p. 41. 40Anuario de la Legislación Peruana, año 1923. 41 Artículo 113. Constitución Política del Perú, 1920. 42 Artículo 119. Constitución Política del Perú, 1920.

Page 104: Diacronica 3

100 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015

3.2 La segunda reelección: Consolidación de su poder y consecuencia de su caída

Con la reelección de Leguía se había acentuado la dictadura, al haberse manipulado la Consti-

tución de 1920, a esto se sumó la renovación total del Congreso que, obviamente, tuvo una

mayoría leguiísta. Pero el interés de Leguía por el control del Estado no quedó ahí.

Nuevamente surgió la propuesta, por parte de los leguiístas, de llevar a cabo “una segunda y

definitiva ‘reforma’ sobre la reelección del Presidente”43

, pero dándole un enfoque de reelec-

ción indefinida. Para llevar a cabo esto, los partidarios de Leguía argumentaban que “para

salvar al país” no eran suficiente los diez años que Leguía había tenido el control del Estado, y

por ello, era necesario que él gobernara por un período indefinido. Por lo tanto, era “necesario

‘reformar’ nuevamente la Constitución ‘reformada’ y disponer que la reelección presidencial

fuera indefinida”44

. Y así fue, porque la segunda “reforma” al contenido del artículo sobre la

reelección presidencial se aprobó sin resistencia alguna, por parte de algún miembro del Con-

greso.

Además, esa reforma solo fue posible mediante la anulación del Artículo 119 de la Constitu-

ción, como lo demuestra el siguiente documento:

Ley No. 5857

El Congreso de la República Peruana

Ha dado la ley siguiente:

Artículo 1ro. - Sustituyese el artículo 113 de la Constitución del Estado con el siguiente: “El

Presidente durará en su cargo cinco años y podría ser reelecto”.

Artículo 2do. -Derógase el artículo 119 de la misma Constitución.

Artículo 3ro. - Deróguese igualmente la ley reformatoria del 18 de Setiembre de 192345(…)”46

La segunda reelección fue posible mediante esta ley, ya que “anulaba” el Artículo 119 de

la Constitución y su anterior modificación realizada a través de la Ley 4687, que permitía la

reelección presidencial, pero por una sola vez; por lo tanto, al eliminar el Artículo 119 de la

Constitución, no se limitaba el número de veces que podía ser reelegido el Presidente, él podía

postular cuantas veces quisiera. Con esto se demuestra el afán de Leguía de permanecer en el

poder del Estado.

La primera reelección (la de 1924), se llevó a cabo los días 6 y 7 de julio y según sus par-

tidarios fue “unánime”, iniciándose el segundo gobierno del Oncenio el 12 de octubre de

1924; pero luego vendría un tercer gobierno que comenzó el 12 de octubre de 1929, luego de

las elecciones realizadas el 4 y 5 de agosto, las cuales volvieron a ser “unánimes”47

; ante la

ausencia de un contendor que quisiera enfrentarse al intento de Leguía de permanecer en el

control del Estado. Ante esta situación, “los partidos políticos no tuvieron posibilidad alguna

de luchar”48

; el Partido Democrático Reformista de Leguía, estaba acompañado de los parti-

dos Demócrata y Constitucional.

Entonces, la reforma constitucional permitió, en un primer momento, la reelección de Le-

guía “por una sola vez”, cosa que no se cumplió, debido a que hubo una segunda reelección

43 Abelardo SOLÍS, Once Años…, p. 42. 44 Abelardo SOLÍS, Once Años…, p. 43. 45 Se refiere a la Ley No.4687, transcrita anteriormente en este documento. 46 Anuario de la Legislación Peruana, 1927. 47 Ante la ausencia de una fuerte oposición en las elecciones, la voluntad del pueblo se expresaba “a una sola voz” en los sufragios electorales. Carlos MIRO QUESADA, Autopsia de los Partidos Políticos, Lima, Páginas Peruanas,

1961, p. 461. 48 Carlos Miró Quesada, Autopsia de los Partidos Políticos…, p. 461.

Page 105: Diacronica 3

Investigaciones y ensayos 101 indefinida en 1929; la cual fue interrumpida por un golpe de Estado liderado por Luis Sánchez

Cerro, en 1930.

Asimismo, es necesario mencionar que durante el Oncenio se continuó con algunas prácti-

cas políticas existentes durante la “República Aristocrática”, como la alianza de intereses y la

búsqueda de beneficios por una mayoría partidaria al gobierno. Pero también existieron prác-

ticas divergentes y propias del segundo período de Leguía como la utilización de métodos de

persecución y hostigamiento hacia aquel que pensara contrario a Leguía; que se violentó la

Constitución por aquellos que la habían elaborado; y sobretodo, la falta de credibilidad en las

instituciones del Estado y su manipulación arbitraria por parte de Leguía para llevar a cabo

sus intereses personales se disfrazó en un discurso de “transformación” de la sociedad. Por

todo ello, es que el Oncenio de Leguía fue un gobierno de corte autoritario, que buscaba el

apoyo popular para su propio beneficio y para mantenerse en el control del Estado.

De manera aparte, resulta interesante un hecho: Leguía subió al poder por medio de un le-

vantamiento militar, que contó con el reconocimiento de las Fuerzas Armadas, y legitimado

por los votos de la población peruana. Once años después, Leguía cayó mediante otra insur-

gencia militar, liderada desde Arequipa por el Comandante. Luis Sánchez Cerro, y su caída

fue aprobada, también, por las Fuerzas Armadas, que serían posteriormente, aclamadas por el

pueblo49

. Ese fue el fin del “Oncenio de Leguía” o como dirían sus partidarios, del “Siglo de

Leguía” y el fin, también casi consecutivo, de la Constitución de 1920, que sirvió sólo para

los intereses del Oncenio y que “vivió” para ello.

CONCLUSIONES

La Constitución de 1920 se presentó como el instrumento legal para aquellas reformas que

Leguía pensaba llevar a cabo en el proceso de “transformación” que implicaba la Patria Nue-

va, cambios hechos para el beneficio de la sociedad peruana y que sería la contraparte a la

“Republica Aristocrática”. La Patria Nueva, se decía entonces, implicaría una mayor partici-

pación de la clase media y del campesinado en el devenir de la sociedad y haría que ellos

fuesen los beneficiados de la misma; pero al final solo se llevó a cabo una transformación

aparente (que tuvo su expresión en el proceso de urbanización que se llevó durante este perío-

do) y quienes realmente se beneficiaron fueron los partidarios o allegados a Leguía. Al mismo

tiempo, fue una maniobra política de Leguía para elaborar una Constitución que legitimara sus

intereses para tener el control del Estado, hecho que logró de un modo indefinido finalmente.

En la práctica, Leguía no respetó ni aplicó el contenido de dicho documento constitucio-

nal, aquel que le da solidez a todo gobierno democrático; siendo un claro ejemplo de ello, la

violación del Habeas Corpus50

, una de las garantías constitucionales, y la represión que sufrió

todo elemento opositor a su gobierno. Constituyó también un instrumento político que Leguía

modificó a su voluntad para obtener su continuidad en el poder, mediante la “legitimación” de

sus dos reelecciones: la de 1924 y la de 1929. Razón por la cual se puede apreciar que el “On-

cenio” comprende tres períodos presidenciales consecutivos: el primero de 1919 a 1924, el

segundo de 1924 a 1929 y el tercero de 1929 a 1934; siendo este último interrumpido en 1930

por un golpe de Estado.

A pesar de ello, se pueden encontrar algunos aportes significativos, como el reconocimien-

to de la masa indígena, como miembros de la sociedad, al reconocerse sus propiedades (co-

49 Víctor VILLANUEVA, Así cayó Leguía, Lima, Retama, 1977, p. 47. 50 Instrumento legal que se aplica cuando se VULNERA la libertad individual o los derechos reconocidos por la

Constitución, de una persona o ciudadano.

Page 106: Diacronica 3

102 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015 munidades indígenas). Así como también la creación de los congresos regionales, en una

muestra de un interés descentralizador en la administración del Estado; Aun así, en la práctica,

dichos congresos solo fueron convocados una vez durante el gobierno de Leguía.

En pocas palabras, este documento constitucional fue elaborado para darle legalidad a la

Patria Nueva de Leguía, pero al final perdió su valor constitucional como tal y se convirtió en

expresión de la manipulación sufrida por parte de los partidarios de Leguía y por el mismo

Leguía; expresando de este modo, la ausencia de democracia y por ende, de libertad, durante

el Oncenio. Y por ello, por falta de valor constitucional y por ser vinculada a Leguía, se fue

junto con el Oncenio.

Marty Ames Zegarra Licenciada en Historia por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos con la tesis titulada El Once-

nio de Leguía a través de sus elementos básicos (1919-1930). Ha realizado distintos trabajos entorno al

oncenio de Leguía.

Page 107: Diacronica 3

DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015, pp. 103-112

La fundación de la Escuela Académico-

Profesional de Comunicación Social en la

Universidad Nacional Mayor de San Marcos

(1947-1949)

Lic. Efraín Núñez Huallpayunca Universidad Nacional Mayor de San Marcos

[email protected]

Una cosa es la escuela de periodismo y la otra la escuela de los periodistas. La

escuela de periodismo ha de ser un centro de enseñanza; la escuela de los pe-

riodistas es el universo.

Corpus Barga

RESUMEN

Este ensayo aborda el entorno académico-institucional de los primeros años de vida de la Escuela

Académico-Profesional de Comunicación Social de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos,

entonces llamado Instituto de Periodismo. Veremos su fundación, las actividades iniciales, el primer

plan de estudios, y los principales acuerdos del claustro de profesores.

Palabras clave: Facultad de Letras, Instituto de Periodismo, José Gabriel López, Corpus Barga,

cátedras, catedráticos.

ABSTRACT

This essay will focus on the academic and institutional environment of the first years of the Social

Communication school, which is part of the National University of San Marcos, and was then called

Institute of Journalism. We will see its founding, the initial activities, the first curriculum and the main

agreements of the faculty.

Keywords: Faculty of Humanities, Institute of Journalism, José Gabriel López, Corpus Barga, pro-

fessorship, professor.

INTRODUCCIÓN

a iniciativa de crear una entidad especializada en formar periodistas profesionales

en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos la encontramos en el breve recto-

rado del Dr. José Antonio Encinas (1931-1932). Bajo su mandato se aplicaron una

serie de reformas, siendo la más resaltante la creación de varios institutos. Así, en octubre de

1931, el rector Encinas envió un oficio a la Facultad de Letras, comunicando la decisión del

Consejo Universitario de crear un instituto de periodismo en la universidad. Esta iniciativa no

llegó a concretarse a causa del receso de 1932.

Años después, en 1944, el decano de la Facultad de Letras de entonces, doctor Horacio

Urteaga, había dado cuenta de la aprobación que hiciera la Cámara de Diputados referente a la

L

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104 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015 fundación de una cátedra de periodismo en la Universidad de San Marcos

1. Esta iniciativa

tampoco tuvo éxito.

Más adelante (1946), y con un nuevo Estatuto rigiendo la vida de la universidad, se crean,

en la Facultad de Letras, varios institutos de formación académica. Así, en 1947 se crea el

Instituto de Periodismo. Tras la fundación del mencionado instituto, se contratará para su

organización y futura dirección al escritor español José Gabriel López y, años después, al

periodista, también español, Andrés García de la Barga, quien permanecería en la dirección

del instituto por casi 20 años.

La Escuela de Comunicación Social de la Universidad de San Marcos, a lo largo de su

existencia, ha tenido diferentes tipos de organización y denominación. Si hacemos una rápida

mirada hacía el pasado, veremos que su desarrollo institucional comienza en 1947 con la

creación del Instituto de Periodismo. Durante las décadas de los años 1950 y 1960, el instituto

se convirtió en la Escuela de Periodismo. Luego, en 1969, con la Reforma del Sistema Uni-

versitario durante el gobierno del general Juan Velasco Alvarado, la escuela pasó a denomi-

narse: Programa Académico, al lado de otras especialidades2. Sin embargo, tras el vertiginoso

desarrollo de las ciencias de la comunicación y la consecuente diversificación de su campo de

estudio, el Programa de Periodismo, en 1980, se convirtió en el Programa Académico de Co-

municación Social. Finalmente, en 1984, el Programa Académico cambió a Escuela Académi-

co-Profesional de Comunicación Social, nombre que hasta ahora perdura.

En este ensayo veremos únicamente el desarrollo académico e institucional del Instituto de

Periodismo, sus primeros planes de estudio, sus directores, cátedras y catedráticos.

1. CONTEXTO PERUANO

Tras finalizar la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), vemos en el mundo el inicio del

conflicto entre la Unión Soviética y los Estados Unidos. La política mundial estaba enfrascada

en la llamada Guerra Fría. Las potencias vencedoras, después de la guerra, pasaban por un

largo periodo de tensión en las relaciones internacionales, el mismo que llegaría hasta fines de

los años 1980, y es que la etapa conocida como “Guerra Fría” se convirtió en una vertiginosa

carrera por controlar zonas y pueblos del mundo.

Por otra parte, en el Perú, llega a la Presidencia de la República el doctor José Luis Bus-

tamante y Rivero, candidato del Frente Democrático Nacional, quien tuvo como principal

aliado al APRA, logrando, este último, mayoría parlamentaria en la Cámara de Diputados

pero no en el Senado. Se inicia así en el Perú la llamada Primavera Democrática (1945-

1948). Sin embargo, en 1948, las pugnas políticas entre el Legislativo (APRA) y el Ejecutivo

1 En 1943 los parlamentarios y periodistas Emilio Delboy, por Tambopata, y Ernesto More, por Huancané, presenta-ron una moción para crear en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos una cátedra de periodismo. En ese

entonces, el diputado Delboy dijo, al fundar aquella moción, que “Las escuelas de periodismo son tan indispensables en los medios que se llaman superiores, que se pudiera afirmar que su frecuencia se mide por el grado de cultura de

los países donde prosperan. Hay decenas de escuelas de periodismo en los Estados Unidos. Así también las hay, sin

referirme a Europa, en Canadá, México, Cuba, Brasil, Argentina y Chile. En el Perú no existe ninguna, tal como si temiésemos a la profiláctica organizada por la letra de molde... Me parece que la fundación de la Cátedra de Perio-

dismo, y la subsecuente organización de escuelas expertas en la materia, es el primer paso hacia la redención, decoro

y autonomía de la prensa diaria y periódica en crisis de ambiente y perspectivas”. Redacción, “Instituto de Periodis-mo”, San Marcos, Lima, 1947, n° 1, p. 18. En la Facultad de Letras esta iniciativa pasó a una “Comisión formada por

los Dres. Luis Miró Quesada, Roberto Mac Lean y José M. Valega”. Carlos VALCARCEL, La Facultad de Letras y

Ciencias Humanas (1919-1966), Lima, 1967, p. 94. 2 El Programa Académico de Periodismo durante los años 1970 y parte de los 1980 se encontraba dentro de la Direc-

ción de Programa de Literatura, Lingüística, Filología y Bibliotecología, y todos ellos dentro del Departamento de

Humanidades.

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Investigaciones y ensayos 105 (Bustamante) traerían como resultado la caída del gobierno democrático de Bustamante

3.

“Todo esto fue lamentable, porque el Perú del siglo XX perdió una segunda oportunidad de

avanzar hacia la construcción de una democracia sólida y estable. En 1945 existía la posibili-

dad de construir un sistema democrático sólido, sin exclusiones”4.

En cuanto a nuestra situación económica, y teniendo en cuenta nuestra condición de país

dependiente, vemos que por muchos años nuestra producción ha estado siempre a disposición

de las principales potencias industriales, y esta dependencia, de alguna forma, a veces nos ha

favorecido. Y es que durante la Segunda Guerra Mundial la exportación de nuestras materias

primas aumentó, principalmente con destino a los Estados Unidos. Pero al culminar la guerra,

en 1945, se produjo una considerable caída en nuestras exportaciones, dando como resultado

un déficit en la balanza comercial.

Ante el alza del costo de vida y la pérdida del poder adquisitivo, Bustamante aplicó una

serie de ajustes y reformas económicas para enfrentar el problema, pero con resultados parcia-

les. Por otro lado, ante la caída del valor de nuestras exportaciones, y la falta de desarrollo

industrial, el gobierno de Bustamante respondió con un esfuerzo para extender las actividades

extractivas que no estaban muy desarrolladas en el país, como la pesca, la explotación del

petróleo y los recursos selváticos. Se creó el Instituto Politécnico en Iquitos; además, se conti-

nuó con el control del tipo de cambio que databa de la presidencia de Manuel Prado, para

favorecer las importaciones, entre otras medidas.

1.1 La Reforma Universitaria de 1946

A pesar de estar en un contexto muy difícil, la corta coyuntura democrática del gobierno

de Bustamante y Rivero hizo posible que en el ámbito universitario se aplicara una de las más

importantes reformas en la educación superior de mediados del siglo XX. En 1946, el ministro

de Educación era el doctor Luis E. Valcárcel, con él se aplicó la Ley 10555, también conocida

como “Estatuto Universitario”, con esa ley se reorganizó la estructura académico-

administrativa de la universidad, pues cambió la institucionalidad del claustro. Uno de los

artículos del nuevo Estatuto contemplaba la creación de varios Institutos en la Facultad de

Letras; y así, de esta manera, en 1947, se crea el Instituto de Periodismo.

2. EL INSTITUTO DE PERIODISMO (1947-1949)

2.1 José Gabriel López Buisán, primer director del Instituto de Periodismo

La Universidad de San Marcos en 1946 estaba bajo el rectorado del doctor Luis Alberto

Sánchez, mientras que en la Facultad de Letras era decano el doctor José Jiménez Borja5. Ya

desde octubre de aquel año, la universidad, por recomendación del rector Sánchez, y a través

del decano, solicitaba los servicios docentes del periodista español José Gabriel López para

3 “Bustamante no era capaz de entender aspectos esenciales de la política, ni del realismo, vistos como una dura lucha

de intereses en la que, las ambiciones personales y la defensa de diversos grupos sociales asume una forma, a veces, despiadada y brutal. En el Perú de aquel tiempo se vivía un enfrentamiento entre la oligarquía agro-exportadora […] y

de los sectores sociales nucleados en torno al APRA, que deseaban transformar ese orden social cerrado y excluyen-

te”. César ARIAS y Augusto RUIZ, Compendio Perú histórico, tomo 9, Milla Batres, Carlos, Q.W. Editores S.A.C., 2005, p. 22. 4 César ARIAS y Augusto RUIZ, Compendio Perú histórico…, p. 23 5 Por esos años, la Facultad de Letras albergaba a un selecto grupo de catedráticos: Luis Alberto Sánchez, Mariano Iberico, Felipe Cossío del Pomar, Raúl Porras, Pedro Dulanto, Jorge Basadre, Enrique Barboza, Julio Chiriboga, Luis

E. Valcárcel, Julio C. Tello, José Jiménez Borja, Augusto Tamayo Vargas, Teodosio Cabada, José M. Valega, Os-

waldo Hercelles, Francisco Cadenillas, Fernando Tola, Roberto Mac Lean, Manuel Beltroy, entre otros. Además de la presencia de los delegados estudiantiles, 1946-1947: Señores Julio César Pozo, Reinaldo Alarcón, Manuel Mejía

Valera, Eduardo Busallen, Alberto Rubio Fataccioli, Leticia Struque, Miguel Guevara Moran, Carlos Wiesse y Luis

Anamaria Miranda.

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106 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015 dictar un curso llamado “Problemas de la Literatura Española de Ambos Mundos”, en la Fa-

cultad de Letras:

Octubre 1 de 1946

Señor Don José Gabriel

Montevideo

Me es grato dirigirme a usted a pedido del rector de esta Universidad, Dr. Luis Alberto Sán-

chez, quien le aprecia altamente por sus merecimientos intelectuales y morales. Es muy vivo de-

seo del rector que usted pudiese venir a este país por un periodo extenso y colaborar en la obra

docente de la Facultad de Letras. Al efecto, me ha alcanzado un Programa sobre un curso de

“Problemas de la Literatura Española de Ambos Mundos” que usted podría dictar el año lecti-

vo de 1947 que entre nosotros se inicia en abril. Muy interesado en abrir camino a la participa-

ción de usted en nuestra obra, por medio de ese curso, o por medio de otros -el Rector me pon-

dera la múltiple capacidad de usted- le rogaría que me exponga todas las posibilidades de do-

cencia que usted tenga. También le rogaría que me envíe su currículo vitae. Sucede que las Fa-

cultades son entidades democráticamente organizadas bajo el gobierno de profesores y alum-

nos, y, en esta circunstancia el terreno que se gana es con la voluntad y con el voto de todos,

por lo que conviene albergar todo material de fundamento y persuasión aunque naturalmente

influye poderosamente la recomendación del Rector. Le acompaño por este mismo correo un fo-

lleto que contiene el esquema de los estudios en el Colegio Universitario y en la Facultad de Le-

tras.

Fdo. José Jiménez Borja (Decano)

En el oficio anterior vemos que la universidad solicita los servicios del José Gabriel Ló-

pez, pero inicialmente no era para organizar o dirigir el Instituto de Periodismo (porque aún

no se había creado), sino para dictar un curso libre en la facultad.

Más adelante, en una de las sesiones del Consejo de Facultad (07-XI-1946), el decano Ji-

ménez Borja propuso la creación del Instituto de Periodismo. La Junta de Catedráticos aprobó

la propuesta de crear el Instituto en la Facultad de Letras. También se acordó encomendar al

decano y al rector Sánchez la organización del mismo. Es en esa situación que recién se con-

tratará a López para dirigir el Instituto de Periodismo. Veamos a continuación el contrato

entre José Jiménez Borja y José Gabriel López en enero de 1947:

UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR DE SAN MARCOS

Facultad de Letras Entre el Decano de la Facultad de Letras de la UNMSM, quien actúa en representación de esta

y de la Universidad; y el señor José Gabriel López Buisán (José Gabriel) se firma por duplicado

el siguiente contrato:

1° El señor José Gabriel asumirá la dirección del Instituto de Periodismo de la Facultad y dic-

tará dos cátedras en el mismo, a partir del 1 de marzo de 1947.

2° El sueldo completo por todos estos servicios que la Universidad debe abonar al señor José

Gabriel es de Un mil soles de oro (S/. 1,000.00). Si otras dependencias de la Universidad requi-

riesen la cooperación del señor José Gabriel para labores diferentes, deberán abonarle por se-

parado.

3° Este contrato rendirá sus efectos a partir de la indicada fecha, hasta el 31 de marzo de 1950,

y es renovable.

4° La Universidad se compromete a pagar los gastos de traslación del señor José Gabriel y cua-

tro miembros de su familia de Montevideo a Lima, así como los de regreso al término de su con-

trato para igual números de personas.

En fe de lo cual firma en Lima el Decano de la Facultad de Letras y en Montevideo el señor Jo-

sé Gabriel López Buisán, en enero de 1947.

Fdo. José Jiménez Borja (Decano) José Gabriel López Buisán

Para enero de 1947 ya se tiene contratado al López Buisán en la Facultad de Letras. Por

Resolución Rectoral N° 6209 (13-III-1947) el Consejo Universitario resolvió entregar a la

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Investigaciones y ensayos 107 Empresa Peruana de Turismo la cantidad de S/. 6.000 para los pasajes Montevideo-Lima de

López Buisán y cuatro miembros de su familia. Esto último fue a solicitud del decano de la

Facultad6. José Gabriel López vendría a la Facultad para organizar y dirigir el Instituto de

Periodismo.

Por otro lado, en abril de 1947, el decano dio cuenta sobre la Comisión que la Facultad

había encomendado a él y a Luis Alberto Sánchez la creación del Instituto de Periodismo.

Informó que se había contratado, por tres años, al distinguido periodista López Buisán para

dirigir el instituto y dictar dos cátedras en el mismo. Explicó, además, cuestiones relativas al

plan propuesto, que abarcaba dos años, contemplando una base cultural, siguiéndose dos años

de Letras o dos años del Colegio Universitario para ingresar a dichos estudios. “Para estudiar

periodismo no se rendía examen especial. Era requisito dos años de estudio del Colegio Uni-

versitario o de la Facultad de Letras”7. Fue así entonces que se aprobó el plan del Instituto de

Periodismo, cuyo director, dictaría dos cátedras, y asimismo se acordó que el puesto de ama-

nuense de dicho instituto fuese propuesto por concurso.

El delegado estudiantil, Eduardo Bussallen, preguntó en una de las sesiones del Consejo:

“¿qué título iba a conferir el Instituto de Periodismo?”. El decano manifestó que debía espe-

rarse el informe previo de la Comisión de Estudios. Como vemos, aún no se sabía qué título

iba a conferir el instituto a sus egresados.

Finalmente, desde el Rectorado, se elevó el Plan de Estudio del Instituto de Periodismo

aprobado por la Facultad de Letras:

Condiciones de ingreso: Para ingresar al Instituto de Periodismo de la Facultad de Letras se necesita haber aprobado

dos años del Colegio Universitario o dos de la Facultad.

Plan de Estudios:

1° Año: - Historia del Periodismo 3 horas

- Organización Periodística 3 horas

- Práctica

- Castellano (curso avanzado) * 3 horas

- Literatura Castellana (curso general) 2 horas

La práctica se efectuará fuera de clases, pero será controlada y orientada. Su cumplimiento da

derecho a 15 créditos. El alumno deberá completar 100 créditos mediante cursos avanzados de

los demás Institutos de la Facultad.

2° Año:

- Técnica Periodística 3 horas

- Sociología y Ética del Periodismo 3 horas

- Práctica

- Castellano (curso avanzado) * 3 horas

- Teoría Literaria 3 horas

La práctica se realizará fuera de clase, pero será controlada y orientada. Su cumplimiento da

derecho a 15 créditos. El alumno deberá completar 100 créditos mediante cursos avanzados de

los demás Institutos de la Facultad.

* En caso de haberse aprobado este curso, se llevará Literatura Castellana (curso monográfico)

6 José Gabriel López “llegó con su familia (esposa y dos hijos), en 1947; y las clases se iniciaron, como en toda la

Universidad, el primer día útil de abril del citado año. José Gabriel, conocido así en el mundo literario, se había alejado de España, a raíz de la guerra civil y tuvo intensa actividad en la docencia secundaria y universitaria en Bue-

nos Aires y Montevideo. Fue redactor de La Prensa, La Nación, El Mundo, Crítica de Buenos Aires, La Razón y El

Día de Montevideo. Obtuvo el premio Ángel de Estrada de la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires y litera-rio anual de la Municipalidad de Buenos Aires”. Carlos PARRA, “Bodas de Oro de la Escuela de Comunicación”,

Gaceta Sanmarquina, Lima, año 7, número 31, 1997, p. 3. 7 Carlos PARRA, “Bodas de Oro de la Escuela de Comunicación…, p. 3.

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108 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015

Ahora debemos anotar algo importante. Desde muchos años atrás, el periodismo ya era

ejercido en diversos medios escritos, principalmente en los diarios8. Muchos periodistas, sin

embargo, carecían del título profesional, por eso, una de las primeras medidas que tomó el

flamante director del Instituto fue dictar clases a esos periodistas en ejercicio que carecían del

título. “José Gabriel se preocupó no solo de impartir clases a los alumnos regulares, sino ca-

pacitar a los que ya ejercían esta actividad. Otra preocupación importante fue tomar maestros

en periodismo, toda vez que el país contaba con buenos profesionales en esta rama, pero ca-

rentes de docentes en la especialidad”9.

Así, en junio de 1947, la Dirección del Instituto de Periodismo de la Facultad de Letras de

la Universidad de San Marcos acordó la distribución de los horarios para los alumnos regula-

res y los periodistas que ya ejercían la profesión. De acuerdo con los interesados, a quienes se

había consultado previamente, la Dirección resolvió fijar los días miércoles y viernes de cada

semana, de 12 m. a 1 p.m. para dictar clases destinadas, especialmente, a los periodistas en

ejercicio, a quienes les resultaba inadecuado el horario vespertino del alumnado general.

El horario vespertino (6 a.m. a 8 a.m.), los días martes, jueves y sábado de cada semana,

sería para todos los alumnos matriculados y para los asistentes libres no universitarios que

desearan escuchar las clases en el instituto. Esta última decisión fue de común acuerdo con los

interesados, a quienes se les había consultado en el mayor número posible durante dos reunio-

nes.

Las primeras lecciones dictadas a los alumnos y periodistas en San Marcos, según un ofi-

cio10

de aquel año, fue así:

La primera de las clases vespertinas, correspondiente al curso general, fue dada el sábado últi-

mo, con un resumen histórico del periodismo desde los tiempos primitivos hasta la Edad Media.

La historia periodística, hasta nuestros días, será continuada en las clases de los sábados. Los

martes y jueves, siempre de 6 a 8, se tratará de organización periodística, iniciándose la prácti-

ca de periodismo en la próxima, o sea en la de mañana, martes 3.

Las clases del mediodía, para periodistas, se dividirán también entre historia periodística y or-

ganización del periodismo.

En la próxima, o sea la del miércoles 4, se tratará del carácter distintivo del periodismo, en su

forma esencial, y de sus comienzos en el mundo”.

Como vemos, el Instituto de Periodismo estaba en actividad académica mucho antes que

saliera la resolución de su creación formal. Y sería recién el 11 de septiembre de 1947, me-

diante la Resolución Rectoral Nº 6833, en que se creó, en la Facultad de Letras, el Instituto de

Periodismo con su primer Plan de Estudios. Pero como hemos anotado líneas arriba, el Institu-

to ya estaba en funcionamiento por las lecciones y conferencias diarias que se dictaban a los

alumnos. “Las oficinas y aulas del Instituto estaban ubicadas en los amplios ambientes de la

8 “Los periodistas peruanos han escrito más sobre el deber ser del oficio que sobre ellos mismos, como es posible

comprobar revisando desde los periódicos de la colonia hasta los actuales. […]. Los periodistas suelen confundirse con los literatos, de tal modo que a veces resulta difícil, por lo menos en el siglo pasado, establecer con precisión si se

era más de lo uno o de lo otro. Las dos cosas a la vez son posibles”. Juan GARGUREVICH, “Los periodistas perua-

nos: propuesta generacional”, Alma Mater, Lima, 1993, número 5, pp. 31-36. 9 Debemos recordar también, que en 1925, Luis Varela Orbegoso (Clovis) sustenta la tesis Periodismo y Literatura

para optar el grado de Doctor en la Facultad de Filosofía, Historia y Letras de la Universidad de San Marcos. En ese

entonces, Clovis era presidente del Círculo de la Prensa del Perú, redactor de El Comercio, Socio Correspondiente del Círculo de la Prensa Argentina, miembro del cuerpo de redacción extranjera de La Nación de Buenos Aires. Además,

dedicó su tesis a “Luis Miró Quesada, Periodista y Profesor”. En 1945 se había creado en la Universidad Católica del

Perú, y a iniciativa de la doctora Matilde Pérez Palacio Carranza (fundadora y directora), la Escuela de Periodismo de la Universidad Católica (EPUC). Alfredo VIGNOLO, “La EPUC: remembranzas y nostalgia”, Vida universitaria II.

Cuadernos del Archivo de la Universidad. Lima, número 47, 2007, p. 59. 10 [Documento sin clasificar], Archivo Histórico Domingo Angulo de la UNMSM, 1947.

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Investigaciones y ensayos 109 Casona de San Marcos (Parque Universitario), pero al año siguiente se trasladó al edificio de

Lampa Nº 833 (hoy Teatro Universitario), antes de la ampliación de este Jirón”11

.

Como parte de las actividades del instituto salió a la luz la revista San Marcos, cuyo pri-

mer número reúne la colaboración de la doctora Rebeca Carrión Cachot, y de los doctores

Luis Alberto Sánchez, Carlos D. Valcárcel, Roberto Mac Lean, Felipe Cossío del Pomar,

Tamayo Vargas, entre otros. La revista tuvo, tras algunas interrupciones y cambio institucio-

nal, un total de 25 números hasta el año 2006.

Mientras tanto, en la Universidad de San Marcos, y bajo la presidencia del doctor Luis Al-

berto Sánchez, se reunieron los rectores de las universidades de Arequipa, Trujillo y Cuzco,

doctores Manuel G. Suárez Polar, Antenor Orrego E. y Alfredo Yepes Miranda, respectiva-

mente. En dicha reunión, realizada los días 14, 15, 16, 17, 18 y 20 de octubre de 1947, se

llegó al siguiente acuerdo: “que en las universidades de Arequipa y Trujillo se iba a crear un

Instituto de Periodismo en la Facultad de Letras”. De esta manera se empezaron a crear insti-

tutos de periodismo en varias universidades del Perú.

2.2 “Corpus Barga”, director de la Escuela de Periodismo

En abril de 1948, la Facultad de Letras contrataría los servicios del periodista y escritor

español Andrés Corpus Cayetano García de la Barga y Gómez de la Serna, más conocido

como “Corpus Barga”, para colaborar en el Instituto de Periodismo junto al señor José Gabriel

López. Veamos a continuación el contrato12

:

UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR DE SAN MARCOS

Facultad de Letras

CONTRATO Entre el Decano de la Facultad de Letras, debidamente autorizado, y el Sr. Andrés García de la

Barga (Corpus Barga) se celebra el siguiente contrato:

PRIMERO: El señor Andrés García de la Barga (Corpus Barga) prestará sus servicios a la Fa-

cultad de Letras y al Rectorado de esta Universidad en el Instituto de Periodismo y en otras la-

bores de carácter cultural, con el haber mensual de UN MIL SOLES DE ORO (S/. 1,000.00).

SEGUNDO: La duración de este contrato es por dos años, entre el 1 de abril de 1948 y el 31 de

marzo de 1950, y es renovable por voluntad de las partes.

TERCERO: El señor Andrés García de la Barga (Corpus Barga) se reserva el derecho de res-

cindir este contrato en el caso de fuerza mayor que lo obligase a viajar al extranjero.

Lima, 1 de abril de 1948

Fdo. José Jiménez Borja (Decano) Andrés García de la Barga

Nuevamente, por iniciativa del Dr. Luis Alberto Sánchez, fue que se trajo al Perú al nota-

ble e ilustre periodista español “Corpus Barga”.

Al estallar la guerra civil española [Corpus Barga] formó parte de la Alianza de Intelectuales

Antifascistas. Se exilió en Paris y ahí frecuentó la amistad con Pablo Neruda, Picasso, Louis

Aragón, Luis Alberto Sánchez, Paul Eluard, Benjamín Prado […] En París conoció y trató a

Luis Alberto Sánchez, quien le propuso la docencia en el Instituto de Periodismo en San Mar-

cos. Parece que Franklin Urteaga lo convenció para que se traslade al Perú. Corpus Barga vino

a Lima solo, en febrero de 1948 a colaborar directamente con José Gabriel. Era un ‘Ciudadano

de Lujo’ […] Fue bien recibido, pues tenía fama de gran periodista internacional. En Lima le

prodigaron atenciones el Decano José Jiménez Borja y entabló amistad con escritores como Jo-

11 Carlos PARRA, “Bodas de Oro de la Escuela de Comunicación… , p. 3. 12 Sin embargo, existe una Resolución Rectoral (N° 7306 del 26 de febrero de 1948), en la que ya se da cuenta de la contratación de los servicios de Corpus Barga en el Instituto. Además, se autoriza el gasto de 6.000 soles para el viaje

del profesor de Francia a Lima. Ahora, según otra Resolución (N° 7566 del 11-V-1948), Corpus Barga estaba por

llegar a Lima.

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110 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015

sé María Arguedas, Sebastián Salazar Bondy, Óscar Miró Quesada (Racso), Tomás Moro, Fer-

nando de Szyszlo. Después Washington Delgado, José Miguel Oviedo, Jorge Puccinelli, Luis E.

Valcárcel, Raúl Porras Barrenechea, Luis Hernán Ramírez, Alberto Tauro13.

Más adelante, en 1948, el Consejo de la Facultad de Letras aprobó las propuestas hechas

por el decano en relación con el nombramiento de los profesores que iban a servir las cátedras

de reciente creación. Para el Instituto de Periodismo, se contrató al profesor Andrés García de

la Barga (Técnica Periodística y Ética y Sociología del Periodismo). Así mismo, el Consejo

aprobó el nombramiento del siguiente asistente para el Instituto de Periodismo: Sr. Carlos

Parra Morzán.

Los alumnos matriculados en el Instituto en 1948 fueron así: en el tercer año hubo un total

de 14 alumnos (nueve hombres y cinco mujeres); en el cuarto año cinco alumnos (cuatro

hombres y una mujer).

Mientras tanto, en el contexto político-social peruano, surge la crisis por el motín en el

Puerto del Callao la madrugada del 3 de octubre de 1948. Con este hecho se iniciaba el quie-

bre del gobierno de Bustamante y Rivero. En esa coyuntura, Luis Alberto Sánchez salió del

Rectorado y fue exiliado. Y es que “a pocas horas de conocerse el estallido del motín, el Apra

es declarado fuera de la ley y sus líderes perseguidos”14

. Ante tal situación, José Gabriel re-

nuncia a la dirección del Instituto y decide regresar a Argentina. “José Gabriel prestó servicios

los años 1947 y 1948. Como Luis Alberto Sánchez se había exiliado a raíz de la revolución

del 3 de octubre, el gran periodista prefirió retornar a su Buenos Aires querido. Y así lo hizo a

mediados de enero de 1949, junto con su familia, después de cumplir con todas sus obligacio-

nes académicas en la Universidad”15

. Por otro lado, en noviembre de 1948, el Dr. Aurelio

Miró Quesada Sosa asume el decanato de la Facultad de Letras tras la renuncia del Dr. Jimé-

nez Borja. Mientras que el rectorado de San Marcos era asumido por el Dr. Pedro Dulanto.

En mayo de 1949, el decano, doctor Aurelio Miró Quesada, propuso a la Junta de Catedrá-

ticos el cambio de nombre del Instituto de Periodismo. Propuso que se diera el nombre de

“Escuela” al Instituto. Expresó que tal denominación tenía la ventaja de acentuar su carácter

práctico y técnico más que la enseñanza y de investigación, y que además ello permitía que

quienes aprobaran los cursos pudieran obtener al final de sus estudios un certificado de “Pe-

riodista” en vez de los títulos académicos de bachiller y de doctor, resolviéndose así el pro-

blema que se había presentado al finalizar el año 1948. La junta tomó el acuerdo de denomi-

nar “Escuela de Periodismo” a lo que antes fue el Instituto de Periodismo, y de conferir el

13 Carlos PARRA, “Bodas de Oro de la Escuela de Comunicación…, p. 4. “[…] mi padre llegó a la conclusión de que

la situación política en España no iba a cambiar en el breve plazo, aceptó la persuasión del amigo peruano y toda la familia se enrumbó hacía Lima. Él viajó un año antes, después vinimos nosotros, es decir, mi madre, mi hermano y

yo”. Rafaela BARGA, “recuerdos de una hija”, Marino BUENO (ed.), Tras la ruta de Corpus Barga, Facultad de Letras y Ciencias Humanas, 2007, p. 92.

Veamos a continuación la siguiente anécdota: “Corpus Barga es un periodista, fruto de la casualidad. Él estaba estu-

diando en Madrid una carrera que habían escogido en familia. De haberse graduado, hoy sería Corpus Andrés García de la Barga, Ingeniero de Minas. Hubo circunstancias adversas, de tal manera que todo se redujo solamente a Corpus

Barga, Periodista. El espaldarazo profesional se lo dio don Miguel de Unanumo, cuando leyó un artículo que Corpus

Barga escribió a la muerte de León Tolstoi […]”. Manuel Jesús ORBEGOSO, “Corpus Barga, periodista”, Marino BUENO (ed.), Tras la ruta de Corpus Barga…, p. 90 14 Domingo TAMARÍZ, Historia del poder, Lima, Jaime Campodónico editor, 1995, p. 295. “En realidad, este motín

fue el resultado de un largo, paciente y varias veces postergado golpe de Estado que el Apra comenzó a proyectar prácticamente desde que Bustamante y Ribero se instaló en Palacio”. Domingo TAMARÍZ, Historia del poder…, p.

292. 15 Carlos PARRA, “Bodas de Oro de la Escuela de Comunicación…, pp. 3-4.

Page 115: Diacronica 3

Investigaciones y ensayos 111 título de “periodista” a cada uno de los alumnos que aprobasen los cursos teóricos y las clases

prácticas exigidas16

.

Ante este cambio nominal, la escuela se vio inmersa en una especie de renovación acadé-

mica, pues se empezó a contratar nuevos catedráticos para la formación académico-

profesional de los futuros periodistas del Perú. Anteriormente la mayoría de los cursos del

instituto eran dictados por José Gabriel López, pero bajo la dirección de Corpus Barga17

, se

trajeron nuevos catedráticos. Así, el decano Aurelio Miró Quesada, además de proponer como

nuevo director de la Escuela de Periodismo al profesor Andrés García de la Barga, lo nombró

también para que dictase los cursos de Organización y Técnica Periodística I y II. Asimismo,

se contrató para los cursos de Historia del Periodismo y Práctica Periodística al Dr. José María

Vélez Picasso y al señor Antenor Escudero, respectivamente; y al señor Carlos Parra Morzán,

como asistente de la escuela.

CONSIDERACIONES FINALES

Hasta aquí hemos visto un esbozo de los primeros dos años de vida institucional de la ac-

tual Escuela Académico Profesional de Comunicación Social de la Universidad de San Mar-

cos, entonces llamado “Instituto de Periodismo”. Vimos también cómo llegaron a San Marcos

los padres fundadores de la escuela (José Gabriel y Corpus Barga)18

.

Además, no podemos terminar sin antes homenajear a todos los catedráticos de aquellos

años fundacionales en la historia de San Marcos, y que por diversas razones mucha gente no

conocía o habían olvidado. Así, del Instituto y la Escuela de Periodismo de entonces, debemos

revalorar la figura de José Gabriel, Corpus Barga, Antenor Escudero, José Vélez Picasso y

Carlos Parra Morzán, que de alguna forma todos ellos ayudaron en la formación y desarrollo

de la identidad institucional de la hoy Escuela Académico-Profesional de Comunicación So-

cial. Conocer la historia de nuestras escuelas es generar identidad en los alumnos y profesores.

Por otra parte, Corpus Barga entró a San Marcos en 1948, y estaría en la dirección de la

escuela por casi 20 años, su salida coincidió con el cambio que sufrió la universidad en una

época muy convulsionada tras la promulgación del Decreto Ley 17437 del general Juan Ve-

lasco Alvarado (1969). Así, la Escuela de Periodismo cambiaría a Programa Académico, esta

denominación duraría hasta mediados de los años 1980, cuando pasaría a llamarse Escuela

Académico-Profesional.

La Escuela de Periodismo a partir 1950 pasaría por algunas reestructuraciones académicas

y de corte institucional, esto supondrá la reorientación de su contenido y naturaleza curricular

para solucionar el problema de la formación profesional. Lo anterior surge a raíz del desarro-

llo técnico y avance teórico de las ciencias de la comunicación a nivel mundial, que permitie-

ron el surgimiento de nuevos campos de desarrollo, que a su vez trajo la necesidad de contar

con profesionales idóneos y de probada calidad intelectual, además de una adecuada y moder-

na infraestructura para una intensa formación técnico-profesional. Pero todo ese desarrollo

académico-administrativo e institucional se verá en otro ensayo que estamos preparando.

16 Más adelante, el Consejo Universitario, mediante R.R. N° 8909 (08-XI-1949), aprueba el cambio de denominación

del instituto. Además, se acordó que el costo para los derechos del título de periodista sería de 50 soles, y para el diploma respectivo 10 soles. 17 Corpus Barja fue elegido director de la Escuela de Periodismo por el Consejo de Facultad y luego ratificado por el

Consejo Universitario mediante la R.R. N° 8458 (01-VI-1949). 18 No es de extrañar que San Marcos trajese a ilustres profesores extranjeros para organizar Facultades y Escuelas

recientemente creadas en su núcleo, tal fue el caso del francés Pradier Foderé para la Facultad de Ciencias Políticas y

Administrativas y del español Sebastián Lorente en la Facultad de Letras.

Page 116: Diacronica 3

112 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015

Finalmente, terminaremos con unas palabras de Corpus Barga:

Mirando al cielo se hicieron los primeros periódicos, los calendarios, cuando los hombres eran

eternos y los astros la actualidad. Con esto, reconozco la verdad evidente de que ha habido pe-

riodistas antes de haber escuelas de periodismo […]. Una cosa es la escuela de periodismo y la

otra la escuela de los periodistas. La escuela de periodismo ha de ser un centro de enseñanza;

la escuela de los periodistas es el universo.19

Efraín Núñez

Historiador. Licenciado en Educación y bachiller en Historia por la Universidad Nacional Mayor de San

Marcos. Es autor de varios textos en los que busca brindar información y reflexionar acerca de la trayec-

toria de la especialidad de Historia en la universidad peruana y, en particular, en la Universidad Nacional

Mayor de San Marcos. Entre sus publicaciones, destacan “Los orígenes de la Escuela de Historia de la

UNMSM (1946 – 1947)”. Nueva Corónica. Revista electrónica de la Escuela de Historia de la Universi-

dad Nacional Mayor de San Marcos. N° 1, enero, 2013; El Plan de Estudios de la UNMSM en la década

del setenta. La era del marxismo académico; Syllabus: el plan de estudios de la Facultad de Letras y

Ciencias Humanas de la UNMSM (dos tomos, 1968). La Universidad de San Marcos y Jorge Basadre: el

catedrático y su legado histórico-jurídico (1928-1958). Actualmente realiza investigaciones sobre la

Historia de la Universidad de San Marcos (ss. XIX-XX).

19 Corpus BARGA, “El periodismo como materia de enseñanza”, en Marino LEGUNA (ed.), Tras la ruta de Corpus

Barga…, p. 29.

Page 117: Diacronica 3

Reseña

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Page 119: Diacronica 3

DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015, pp. 115-117

Alejandro REYES FLORES (2015), Barrios

Altos. La otra historia de Lima. Siglos XVIII-

XX1

Bch. Ángel Adrián Sandoval Sánchez Universidad Nacional Mayor de San Marcos

[email protected]

n los últimos años ha aparecido una serie de publicaciones sobre historia local

urbana, con un objetivo que comparten en el fondo todas estas obras: formación de

identidad mediante la revaloración histórica del lugar en el cual se desarrolla cada

estudio. El espacio, como objeto de estudio, se impone en la complejidad de las coyunturas

sociales que se van desarrollando en el tiempo, sacrificándose la coherencia del relato en pos

de un discurso histórico que busca enlazar un pasado casi mítico, cientos e incluso miles años

antes, con una realidad social que no encuentra aún dicha relación con el pasado del espacio

donde habitan. Las continuas olas migratorias se han encargado de ir borrando todo nexo

entre los nuevos pobladores urbanos y los actores que alguna vez vivieron donde hoy habitan.

El problema es grave, si consideramos que el desconocimiento de la importancia del patrimo-

nio histórico genera su posterior abandono, deterioro y destrucción.

¿Cómo generar un discurso histórico que pueda generar identidad pero a su vez aún con-

serve el ideal histórico de buscar problemas sin perder de vista el presente? La obra de Ale-

jandro Reyes intenta dar una solución mediante el análisis de la historia de un sector periféri-

co de la antigua Lima: los llamados Barrios Altos. Podemos decir que, en su esforzado inten-

to, da pautas para forjar una pionera historia inmobiliaria: priorizando el análisis del espacio

sin dejar de lado la dinámica social y su continuidad en el tiempo.

El primer problema que enfrenta el lector es la advertencia que hace el autor sobre su obra:

el libro está destinado para un público no especializado. El inconveniente no va por romper el

elitismo académico en el cual circula la mayoría de la historiografía actual. El dilema está en

que la contextualización de cada coyuntura analizada pierde fuerza, denotando demasiada

subjetividad, con el objetivo de hacer la lectura más comprensible al público en general.

Sin embargo, a medida que el lector logra tener en cuenta esta falencia y convivir con ella,

puede llegar a descubrir la riqueza y los logros que tiene la obra: el análisis de la dinámica de

los diversos grupos sociales que componen este espacio y la repercusión que tiene su accionar

sobre el lugar donde viven.

Habíamos comentado que las migraciones constantes en la ciudad capital han podido ir

borrando el nexo entre sociedades separadas por generaciones. Sin embargo, no han podido

eliminar la vigencia de la propiedad como elemento de poder social, económico y político.

Los nuevos actores que van entrando en la escena urbana solo terminan por consolidar en el

1 Alejandro REYES FLORES, Barrios Altos. La otra historia de Lima. Siglos XVIII-XX, Lima, Universidad Nacional

Mayor de San Marcos. Fondo Editorial de la Facultad de Ciencias Sociales, 2015.

E

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116 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015 tiempo ello. La nueva aristocracia emergente renueva e impulsa constantemente el mercado de

tierras y propiedades, y ese ímpetu se mantiene desde la nobleza limeña del siglo XVIII, hasta

los prósperos migrantes italianos, chinos y japoneses de los siglos posteriores.

Otro aspecto explorado por el autor es el empleo de la microhistoria como partida de aná-

lisis del mundo inmobiliario del siglo XIX, siendo los más elaborados los realizados en los

monasterios. Tomemos el caso del monasterio de Santa Clara: mediante un seguimiento de las

propiedades y rentas de éstas, el autor vislumbra el impacto de las coyunturas económicas en

el ascenso de las nuevas aristocracias y la decadencia de las élites monacales. Una “revolución

en la ocupación socio-espacial” que permite ver en Barrios Altos un mercado atractivo para la

inversión y el flujo de capitales que se sostiene en todo el siglo. La mora y la lentitud de la

justicia en procesos de desalojo se puede vislumbrar en el XIX como el principal desafío de

los monasterios barrioaltinos, haciéndolos susceptibles de ingresar sus propiedades en el di-

námico mercado de tierras, proceso en el cual perderán muchas de ellas de manera irreversi-

ble. Aquí encontramos otra idea: la importancia para las familias aristócratas en posicionar

parientes en puestos claves en los monasterios para la obtención de información vital que les

permita obtener una ventaja considerable en sus transacciones. El mercado de la información

suele ser igual de relevante que el capital que uno dispone al entrar en el juego inmobiliario.

El tratamiento eficiente y ordenado de las fuentes permite demostrar didácticamente en casos

concretos procesos complejos como pueden ser cifras y datos económicos sin afectar el relato.

En esta dinámica inmobiliaria podemos encontrar a estos sectores populares marginados

que el autor busca rescatar en su obra. En primer lugar, a los sectores sociales con cierto poder

adquisitivo que figuran en las partidas de inquilinos y juicios por mora, detallando sus oficios

e intereses mediante el uso dado a las propiedades arriendadas (pulperías, chinganas, callejo-

nes, chacras, etc.). Por otro lado, documentos sobre causas civiles, protocolos notariales, entre

otros, permite al autor matizar el espectro social, pudiendo ilustrar la situación de otros auto-

res como zapateros, sastres, albañiles, comerciantes, boticarios, entre otros. Por último, fuen-

tes orales le ayudan a construir historias de vidas de músicos criollos de inicios del siglo XX,

siendo el personaje a destacar Luis Dean Echevarría, “El payador”, quien reflejaría en sus

canciones la esencia de la música popular de la época.

La idea del estudio del mercado inmobiliario permite incluso vislumbrar parte de la vida

cultural de los pobladores barrioaltinos. Un caso a mencionar es el desarrollo del teatro chino.

La gran demanda por espacios culturales propios de la cultura oriental por parte de la numero-

sa colonia china permite ceder a los empresarios chinos las exigencias tributarias municipales;

sin embargo, su creciente poder económico permite cierto margen para maniobrar airosamente

en las tensas negociaciones. Poder económico basado en la creciente necesidad del consumo

cultural especializado.

El libro de Reyes busca romper este imaginario de Barrios Altos como un espacio margi-

nado de la dinámica urbana y económica del Cercado limeño. Todas las evidencias que aporta

la obra muestra claramente que Barrios Altos mantuvo una propia dinámica de mercado que

permitió el flujo de capitales y ascenso social y económico de varias familias, guiadas por la

importancia asignada a la tenencia, e incluso concentración, de propiedades. Ello permitió que

grandes reformas urbanas se emprendieran en la zona, así como la construcción de imponen-

tes casonas de residencia para estas nuevas aristocracias en pleno ascenso.

Y es aquí donde apreciamos el segundo inconveniente del libro. Más que problema, es el

sinsabor que deja la obra que no termina de llegar hasta un pasado más inmediato. Problemas

bien planteados, bien seguidos en el tiempo tiene un abrupto final en las primeras décadas del

siglo XX, dejando al lector con ganas de ver el enlace directo entre ese Barrios Altos del ayer

Page 121: Diacronica 3

Investigaciones y ensayos 117 no tan diferente del presente. Alejandro Reyes no podrá haber resuelto la incógnita planteada

al inicio; sin embargo, da nuevos aires a la historia urbana, alejándola del discurso romántico

decimonónico, acercándola más a la historia inmobiliaria, una historia que podría vincular los

intereses del ayer y del ahora en función de un problema: la propiedad.

Ángel Sandoval Egresado de la Escuela de Historia de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Interesado en los

temas urbanos y medioambientales surgidos en Lima del siglo XX, de los cuales ha escrito diversos

artículos y ensayos. Ha sido expositor en diversos eventos académicos en la UNMSM, la PUCP, la

UNFV, entre otros. Es integrante del grupo de investigaciones Annalicemos Hist8ria, en el cual ha sido

administrador del blog (2012 y 2013) y miembro integrante del comité editorial de la revista Síntesis

Social.

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Page 123: Diacronica 3

Entrevista

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DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015, pp. 121-134

Reflexiones en torno a La presencia afrodes-

cendiente en la historia del Perú: Siglos XVI-

XX (2015). Entrevista a Maribel Arrelucea y

Jesús Cosamalón

Estefany Guerrero Ochoa Universidad Nacional Mayor de San Marcos

Cristina Sánchez Lazo Universidad Nacional Mayor de San Marcos

mediados del mes de junio de 2015, el Ministerio de Cultura presentó el libro La

presencia afrodescendiente en la historia del Perú: Siglos XVI-XX escrito por los

historiadores Maribel Arrelucea y Jesús Cosamalón. En sus cerca de 200 páginas,

este pequeño libro hace un recuento del establecimiento y adaptación de la población esclava

africana y sus descendientes, su lucha por la libertad y el aporte a la cultura nacional en el

marco de cuatro siglos. Luego de su interesante presentación en la Feria Internacional del

Libro de Lima 2015, los autores aceptaron concedernos una entrevista donde se explayaron

sobre diferentes temas surgidos a partir de la lectura de este libro y algunas reflexiones en

torno a la investigación y las vivencias en su formación académica. Esta larga y amena entre-

vista ha sido adaptada a continuación.

Pregunta (P): A manera personal, ¿Cómo surgió el interés sobre este tema?

Maribel Arrelucea (M.A.): Recuerdo que cuando estaba en el tercer año de pregrado en San

Marcos, un profesor de práctica nos mandó hacer una investigación sobre la sociedad

colonial. En aquella ocasión, yo escogí realizar el tema de “Conventos y monaste-

rios”, y al momento de revisar la bibliografía encontré que en los conventos había es-

clavos, eso me llamó la atención. A partir de ahí empecé a buscar y leer más sobre el

tema, lo cual me ha fascinado hasta ahora.

Otra de las razones es porque fui tempranamente al archivo. Recuerdo que el profesor

Raúl Adanaqué nos llevó al archivo con mucha generosidad, entonces en los Protoco-

los Notariales vi los documentos de compra-venta de esclavos. El interés por el tema

y las fuentes a la mano se conectaron, así pues, empecé a investigar. En la época en

que ingresé (1988), la atención estaba en la gente de los sectores populares, “la gente

sin historia” en ese tiempo, para mí fue una conexión entre lo académico, la coyuntu-

ra y también lo personal. Yo vengo de una familia de afrodescendientes, entonces vi

las características de mi familia, de mi padre un poco ausente. Investigar sobre la es-

clavitud es también empezar por las raíces de mi propia familia, y todo esto se conju-

gó.

También se encuentra un libro decisivo que leí, Aristocracia y plebe de Alberto Flo-

res Galindo. Se le pueden hacer varias críticas desde lo actual, pero es un libro bien

hecho, no solo en el sentido histórico, sino que detrás hay una sensibilidad que debe-

ríamos tener en nuestros trabajos. Esto lo digo porque trata de construir la vida coti-

diana de las personas y entender como la esclavitud también genera problemas coti-

dianos en las personas. Siempre lo digo, lo que más me conmovió de este libro es la

A

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122 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015

historia de Antonio, un bozal que se ahorca en un árbol. Me quedé tan impactada de

leerlo -era chiquita, a la edad de ustedes- que fui al archivo a buscar ese documento

porque además Flores Galindo lo citaba. Fui al archivo, temerosa de que no sea el do-

cumento, pero sí, estaba bien citado y lo leí, me quede impactadísima. ¿Por qué una

persona decide acabar con su vida? el mismo Flores Galindo me había dado la clave.

Cómo también detrás de la esclavitud no solo hay un amo malo sino la sociedad

misma porque todos esos individuos están engarzados, todos tienen problemas, uno

aprieta al otro. Entonces el drama de un esclavo tiene que ver con toda una estructura

social. Creo que esto fue un referente muy importante en mi carrera, en mi forma de

percibir la esclavitud y está presente en mi trabajo.

(P): ¿Cómo surge la conexión con el Ministerio de Cultura para elaborar este libro?

Jesús Cosamalón (J.C.): En realidad fue a Maribel a quien convocaron para que escribiera el

texto que empieza básicamente con la esclavitud pero después se extendió hasta el si-

glo XX. Yo no he trabajado específicamente la esclavitud, mi interés va más por los

sectores populares y en ella hay una presencia afrodescendiente grande. He trabajado

mucho más la vida social entonces propusimos un proyecto mucho mayor al Ministe-

rio que buscaba algo más sencillo como hablar de personajes. Volteamos un poco el

asunto con ello logramos una visión de largo plazo. De esta forma fui invitado y, ha-

blando con los encargados, llegamos a un acuerdo de lo que querían.

(M.A.): Es una historia muy simpática porque el Ministerio de Cultura tiene una política sobre

población afrodescendiente que en el Perú recién está comenzando, muy a diferencia

de Brasil, México y Colombia, países que están por delante en este tema. Este libro

estaba en el marco de las acciones de Estado. Cuando tuvimos la primera reunión, el

libro estaba dirigido para los funcionarios de alto rango del Estado como una herra-

mienta ligera, fácilmente de leer, donde se muestre los aportes de la población afro-

descendiente; todo eso enmarcado en una discusión sobre la incorporación de la va-

riable étnica en un nuevo censo que está por hacerse. ¿Cómo hacer para que la po-

blación responda acerca de su identidad étnica si desde el Censo 1940 esta variable

no existe?, entonces hay que realizar una serie de políticas públicas para que la po-

blación comprenda su importancia en temas como el asunto de la discriminación en la

atención en oficinas del Estado, por ejemplo. Ellos querían que sea un libro pequeño

de biografías que solo diga cuántos fueron, qué aportaron; pero les comentaba a los

responsables que las biografías descontextualizadas no se entienden, se pierde la in-

formación y se pierde la relación individuo-sociedad y los aportes al final terminan

desdibujados. Tampoco me parecía correcto que sea una historia de la esclavitud por-

que en realidad la esclavitud es una parte de la historia de los afrodescendientes. En-

tonces finalmente convocamos a Jesús porque conozco su trabajo muchos años atrás

y el manejo de fuentes, sobre todo los censos, así que todo eso conjugó y presentamos

esta propuesta, la cual finalmente fue aceptada: individuos, estructuras sociales y el

impacto cultural posteriormente.

(P): Durante la planificación y elaboración del libro, ¿cómo se manejó las diferencias

entre los objetivos del Ministerio de Cultura y la visión que ustedes como historia-

dores manejan sobre el tema?

(M.A.): Como lo mencioné, el Ministerio quería valorar la presencia afrodescendiente pero

como individuos y sus aportes puntuales; pero eso nos llevaba a una situación de re-

petición de estereotipos. Desde nuestro punto de vista, si vamos a hablar de los afro-

descendientes: comida, deportes, música, etc… era regresar a lo mismo. Nuestras in-

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Investigaciones y ensayos 123

quietudes iban más bien por ¿cómo analizamos individuos? ¿cómo se relacionan en

las estructuras sociales? solo en la interrelación social es donde se aporta y se cons-

truye una cultura. Así, por ejemplo, no podemos entender porque los individuos par-

ticipan en el deporte si es que no sabemos cuáles son las condiciones, tal vez no tu-

vieron otras oportunidades o no había tantas, no es de forma natural que se fueron ha-

cia el deporte, una de las cosas que planteamos fue justamente eso.

(J.C.): En realidad no fue muy complicado porque no había una imposición sobre cómo

desarrollar el tema. La propuesta reúne nuestra visión del problema de largo plazo, y

no tuvieron problemas en aceptarla. Siempre te piden que incidas en algo y no hubo

demasiados problemas. Aceptamos la propuesta del orden de capítulos, nos dimos el

trabajo y le entregamos el borrador, nos dieron observaciones, más o menos lo que

uno está acostumbrado, te dan puntos de vista para que tomes en cuenta y ya está.

(M.A.): Tal vez lo que nos faltó es hacer un capítulo de discusión, pero como este era un ma-

nual, en realidad no era para el mundo académico sino era para funcionarios del esta-

do y el público en general, prescindimos de un aparato teórico historiográfico, de to-

das maneras ustedes pueden ver que hay pies de página donde incorporamos algunas

cositas que defendimos, por ejemplo mostrar la historiografía y el respeto a los cole-

gas en las citas. Nos pareció muy útil que cualquier persona no solamente lea: “San

Martín nació en tal año, fue esto, hizo lo otro” sino que la gente también sepa, si

quieres saber un poquito más, quién ha escrito sobre el tema. En un manual eso, a ve-

ces, se pasa de largo, y sugerimos a los editores del Ministerio también incorporar un

apartado bibliográfico.

(P): ¿Cómo se manejaron los términos “esclavos”, “negros”, “afrodescendientes” en la

redacción del libro teniendo en cuenta los objetivos del Ministerio de Cultura?

(M.A.): Los historiadores estamos acostumbrados, primero, a reproducir los términos de

denominaciones étnicas que vienen de la sociedad colonial y luego la republicana,

hablamos de mulatos, pardos, quinterones, y las razas que las vamos incorporando en

nuestro lenguaje. El peligro es que lo naturalizamos, la traemos al presente y sigue

vigente. Entonces utilizamos los términos africanos y afrodescendientes, cuando dis-

tinguimos por castas es solo cuando se da esa distinción legal en las fuentes y si bien

no hay una discusión explicita sobre el uso de términos, lo hicimos más bien entre lí-

neas. Una cosa que habíamos visto en nuestras investigaciones, coincidiendo como

colegas, es que las denominaciones se van construyendo no solamente desde arriba

sino también desde abajo. Los individuos cuando les conviene pueden aparecer de

una manera para no caer en determinadas circunstancias, por ejemplo, que un indivi-

duo sea tomado preso en la sociedad colonial y que el juez diga: “bueno… medidas

correctivas, te vas a la panadería porque eres mulato”, entonces el tipo más vivaz

puede decir: “soy mestizo, no soy mulato”, aunque el fiscal lo miró y remiró:

“…pero éste tira más para cuarterón”, entonces “como era mestizo no fue a la pana-

dería”. Este uso de las identidades étnicas, si bien son impuestas por las autoridades,

puede servir para evitar algunas circunstancias negativas.

(J.C.): Cuando uno habla de población afrodescendiente hay que evitar la racialización.

Tenemos más de 4 siglos de mestizaje entendido como intercambio de diferentes ti-

pos de origen, no como un mestizaje “real” en el sentido del color de piel o una con-

ducta específica que hable de una cultura mestiza o identidad mestiza, sino entendida

como una gran mezcla. ¿Quién es afrodescendiente y quién no lo es?, ¿cómo se defi-

ne la afrodescendencia desde el punto de vista contemporáneo? El tratar de buscar

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124 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015

una identidad más como origen que como referencia al color de piel abre la posibili-

dad que la gente se identifique mejor. En el panorama contemporáneo quizá entra-

mos en una polémica más implícita con el movimiento activista afrodescendiente,

que hasta cierto punto puede estar entrampado en la definición. Si como movimiento

te planteas: ¿cuál es el criterio para que se defina como afrodescendiente? ¿El color

de piel, el cabello? Entonces estas regresando a estereotipos que son básicamente co-

loniales, y no estás preguntando a la gente si tiene evidencia de que su bisabuelo o ta-

tarabuelo haya venido del áfrica, también es porque es muy complicado que encuen-

tres la evidencia.

De alguna forma el término afrodescendencia trata de plantear las cosas de una forma

más abierta, no simplemente como color de piel y quizá lo utilizamos por esto. Ahora

también pienso en una cuestión generacional, la gente que tiene encima de 70 u 80

años no le va a entrar la palabra afrodescendiente, es una cosa muy académica, muy

política, que a nosotros nos viene más al caso porque estas en busca de un lenguaje

que evite el hablar de las personas como “negras”, “mulatos”, “zambos” o “more-

nos”. Las personas mayores te siguen hablando en esos términos porque pertenecen a

generaciones que fueron educadas y criadas en un ambiente en que no existía la pala-

bra afrodescendiente y para mencionar este grupo social desde el ámbito académico

se usaban los mismos términos.

(M.A.): Son como planos distintos: el plano académico, en el Perú no ha habido una discu-

sión seria sobre qué términos y por qué los deberíamos emplear; el plano de los acti-

vistas donde rápidamente incorporaron el término afrodescendiente y afroperuano,

aunque encaminados a objetivos políticos como reclamar ante el Estado sus dere-

chos. Haciendo una crítica al activismo, ellos tampoco lo han discutido tanto, incor-

poran el término afrodescendiente desde las luchas norteamericanas y el lenguaje po-

lítico de las afrodescendientes organizados en ONGs. Y el otro plano es la vida coti-

diana, que a veces es descuidada ¿qué tan válido es decir: “todos ahora somos afro-

descendientes” si en la vida cotidiana para la gente no tiene sentido? Hay una anéc-

dota que nos contó Lucho Roca. Una investigadora norteamericana llegó a un lugar

de bastante población “afro”, y a un niñito le dice: “¿sabes dónde hay afrodescen-

dientes?”. El niño le contesta: “No, no sé, no hay afrodescendientes, acá no”. Ella

estaba mirando un afrodescendiente, pero desde una perspectiva académica, con su

marco conceptual epistemológico, para ella los afrodescendientes tienen cabello ri-

zado, ojitos saltantes, etc. El niño tenía otro episteme, para él ¿Qué cosa es? ¿Cuál es

su identidad? Creo que esos planos son también complejos porque hasta ahora en el

Perú no existe el diálogo, y nosotros también como académicos olvidamos que hay

un plano mucho más importante: “el de cómo las personas se ven a sí mismas”. Yo

cuando hice entrevistas a personas, se dicen “negro”, “negra”, sin esa carga, sin ese

trauma, pero a un activista la palabra “negro”, visto desde afuera, dicho desde afuera,

es un trauma. De inmediato se sienten discriminados pero con un poco de confianza y

familiaridad se “negrean” entre ellos. Yo recuerdo en mi familia paterna, las pocas

veces que compartí con ellos, se “negreaban”, y se molestaban a ver quién era más

“negro”, y se daban durísimo, no había un contexto de ofensa ni de humillación, no

existía discriminación. También depende de quién lo dice, cuando es desde el Estado,

desde la autoridad, cuando es desde un patrón, desde una persona con poder, y cuan-

do es horizontal, y aun cuando es horizontal ¿por qué se dice? Se trata de oposicio-

nes, jerarquizaciones, se trata de parte de la familiaridad, ese también es un punto que

a veces nos perdemos cuando nos metemos mucho a una investigación y no vemos a

la sociedad misma. En este libro decidimos utilizar, africanos y afrodescendientes, no

decimos “bozales”, porque es un término que se impone. Y en realidad ¿quiénes fue-

Page 129: Diacronica 3

Investigaciones y ensayos 125

ron? Fueron africanos traídos a la fuerza. Otro término que utilizamos es “esclaviza-

dos”. En este libro quisimos es darle ese sentido de reivindicación pues son personas

que fueron extraídas a la fuerza de sus lugares de origen y convertidos en mercancías,

entonces el término era “esclavo” pero en realidad fueron esclavizados.

(P): En el periodo colonial existen varios aportes en el tema de la esclavitud. Por ejem-

plo, Carlos Aguirre en “Agentes de su propia libertad” destaca que la ideología es-

clava solo cuestiona los excesos del sistema y no al sistema mismo. En base a esta

reflexión ¿Cómo se trata el tema en el libro?

(M.A.): La historiografía peruana es realmente muy buena en el tema de esclavitud. En el

Perú se ha desarrollado esta historiografía o se desarrolló, lo digo con pena, porque

en realidad en los últimos años han disminuido los trabajos sobre esclavitud pero no

solo sobre esclavitud sino sobre la sociedad colonial. Los estudios coloniales han ba-

jado bastante, no sé si es porque boom del bicentenario o del siglo XX. Todo mundo

está metido en estas cosas y me digo ¡Caramba! Tenemos que hacer algo para que la

gente también mire un poquito a la sociedad colonial. Como te decía, hay una histo-

riografía peruana muy buena con temas marcados desde el Perú.

A diferencia de otros países donde la historiografía empieza por planteamientos he-

chos desde afuera, historiadores norteamericanos que llegan, descubren el problema

histórico, etc. Siempre lo he dicho en clase y en todas partes, hay que ser conscientes

de que cuando investigamos, decimos o proponemos algo, detrás no solo son nuestras

ideas, también hemos leído a otros. Es importante reconocer la influencia de otros

autores. Empezamos con los trabajos de Pablo Macera que le interesa cómo funciona

la esclavitud en el campo, en las haciendas, especialmente el trabajo en las haciendas

jesuitas. Es decir cómo funciona la esclavitud como mano de obra. Un punto aparte

fueron los estudios de Hart-Terré con Márquez Abanto que tienen unos artículos muy

simpáticos bastante antiguos, de los años 40 y 50 del siglo XX, sobre los artesanos y

la gente que hizo algunos templos, las construcciones de una ciudad. Se preocuparon

por rastrear a los alarifes y a los artesanos que aparecen con nombre propio y algu-

nos esclavos. Luego ya pasamos a una mirada más social, Bowser es un buen antece-

dente para entender las bases fundamentales de la esclavitud en el siglo XVII. Esto

llega a la cúspide con los estudios de Alberto Flores Galindo en Aristocracia y plebe

(1984), un libro bellísimo, y luego con Christine Hünefeldt para inicios del XIX. Si

uno ve, así como una secuencia lógica la historia de la historiografía especializada en

esclavitud va pasando por varios momentos claves. Primero, ver a los esclavos como

mano de obra y luego el campo de estudio se abre un poco más y se ve a los esclavos

interactuando en la sociedad. Entonces el tema se va ampliando hasta llegar a Flores

Galindo y las investigaciones de Christine Hunefeldt que plantean: ¿Qué hacen los

esclavos frente al sistema? No plantean de manera explícita que sean “agentes de su

libertad” pero lo van demostrando en sus investigaciones, por ejemplo, cómo pelean

para obtener un salario y jornales menos bajos o cómo van a los tribunales, etc.

Carlos Aguirre trabaja el siglo XIX hasta la abolición, él hereda estas discusiones

previas y termina de afinar la idea de los esclavos como unos sujetos activos que van

replanteando constantemente la relación esclavista. Su libro Agentes de su propia Li-

bertad logra cruzar fronteras del campo académico porque, si bien Flores Galindo fue

leído en el campo académico, Carlos Aguirre va a ser leído por los activistas y por

gente que no está en ámbito académico. Creo que a eso aspiramos todos, bueno no

sé si todos, pero yo, por ejemplo, aspiro a que algo que escriba sea leído más allá de

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126 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015

una universidad y que ayude a reflexionar y que finalmente podamos cambiar esta

sociedad. Creo que para eso sirve la historia.

(P): Para el periodo republicano se han empleado fuentes demográficas que muestran

una supuesta reducción de la población afrodescendiente, ustedes afirman que es-

to evidencia el ejercicio de estrategias de movilidad social, como por ejemplo “el

blanqueamiento”. ¿Podría comentarnos más sobre estas estrategias? ¿Persiste en

la actualidad?

(J.C.): De las estrategias quizás no sabemos mucho, lo que tenemos es la evidencia. Cuando

hablamos de estrategias yo me imagino que necesitamos saber cómo las familias arti-

cularon prácticas cotidianas que te permitieron movilizar de una situación en la que

eres visto como “negro” o “negra” a otra en la cual, tú mismo o tus descendientes son

vistos como “zambos”, “mulatos” y eventualmente hasta como “blancos”. Obvia-

mente no es que su color haya mutado sino que el contexto te ayuda a que una perso-

na sea vista de una forma u otra. Lo primero que hay que ser consciente es que uno

no está trabajando en los documentos con pieles reales, uno lee “negro”, “mestizo”,

“mulato”, “zambo” y uno no debe imaginarse que hay un color de piel real que está

detrás. Pero por otro lado no se puede negar que las personas tienen un color de piel.

El color de piel existe como objeto. No sabemos cuál es la conexión entre la denomi-

nación que está registrada en el papel que uno está leyendo y la persona. ¿Por qué en

un momento dado la persona o un grupo de personas están inscritas como “negro”,

“zambo”, “mulato”, “indio”, etc? Eso es lo que uno tiene que investigar porque no se

puede suponer que lo que está registrado es una realidad objetiva. No es un registro

de ADN, es un término que lo pone una persona que puede ser un cura, un funciona-

rio del estado o cualquier otro. Lo que tenemos es la evidencia. La población clasifi-

cada como afrodescendiente disminuye en términos porcentuales, se registra menos.

Se había interpretado esto como una evidencia de la desaparición de la población

afrodescendiente dentro del mapa étnico y lo que se intenta decir en el libro es que no

están desapareciendo sino que se están movilizando a otro grupo. Entonces ya no te

clasificas como “negro” sino como “mestizo” y eventualmente hasta como “blanco”.

Podría parecer un poco raro que una persona puede ser “negra” y luego “blanca” en

otra parte pero hay que recordar otra cosa, en la época republicana no es obligatorio

que la gente diga que color de piel tiene. Te puedes presentar en un juzgado como

Juan Gómez y no tienes que decir que si eres “mulato” o “zambo”. En el censo quizá

pero en un tribunal no. Eso facilita que la población afro hasta cierto punto desapa-

rezca. Porque no se sabe cómo Juan Gómez es y se considera a sí mismo por ultimo.

Entonces a veces es difícil de percibir cómo se va construyendo el proceso de “blan-

queamiento”. Está claro que la educación ha sido una forma en que la gente iba as-

cendiendo socialmente. Si sabes leer o escribir es menos probable que te miren como

negro. Mientras más educado estés más “blanco” te vuelves. Una regla que, por lo

menos bien entrado el siglo XX, es clara. Las familias saben eso y de allí que se

preocupen de mandar a sus hijos a estudiar; claro, hay una separación de género que

también está en el texto: más a los hombres menos a las mujeres. Las mujeres se van

a casar y de alguna forma su negritud les afecta menos en ese tipo de destino, en

cambio, es el hombre que tiene que moverse socialmente es por eso probable que la

lectura los vaya blanqueando.

Hay otros mecanismos como la música y el ejército. La música para los sectores po-

pulares en el siglo XIX, antes que los deportes, es un mecanismo de movilidad social

impresionante. Entran como soldados o músicos de un batallón y terminan como jefe

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Investigaciones y ensayos 127

de banda. Es el caso de Manuel Bañón, que no está en el libro porque acabamos de

tomar conocimiento. Manuel Bañón es un mulato que compone una pieza musical

que hasta el día de hoy se sigue tocando en el ejército peruano que se llama “El ata-

que de Uchumayo” que se compuso primero como “La Salaverrina” en homenaje a

Salaverry. El tipo pasa de ser un músico anónimo a ser director de la banda del ejer-

cito nombrado por Salaverry en cuestión de segundos porque le gusto la pieza musi-

cal. Actualmente esa pieza forma parte del repertorio de la banda del ejército. Hoy en

día hay una calle del distrito de San Isidro que lleva su nombre. ¿Paradójico no? (Ri-

sas). Uno se pregunta: ¿Qué trajo la Independencia y la República para él? Pues la

oportunidad de ascender socialmente. Te das cuenta que la República trajo algunas

cosas que podían servir como movilidad social que no se han estudiado y que incluso

un libro como este no puede hacer porque son temas más amplios; por ejemplo, el

papel que cumple el ejército como posibilidad de ascenso social.

En el siglo XX también se encuentran la música y el deporte que son ya más conoci-

das por nosotros. Los deportistas en el Perú casi como norma no han recibido racis-

mo. Si tú le preguntas a Cecilia Tait o a Cubillas como son estrellas del deporte, te

van a decir que nunca los han tratado mal porque en el deporte no importa tu color de

piel sino tu habilidad (Maribel Arrelucea: O también es que no quieren declararlo).

Yo creo que no lo sienten, porque, por ejemplo, en el colegio los chicos escogen un

capitán para el equipo de futbol y escogen al que juega mejor y este puede ser un

afro. El chico no va a sentirse discriminado, quizá aprenda a convivir con el racismo

dándose cuenta de que en algunos espacios es aceptado y en otros no tanto y potencia

los espacios aceptados. En la música eso es clave, o en la cocina para el caso de las

mujeres afro, en el que se asume que son buenas. Eso puede ser una forma de ubicar-

te mejor en el mercado laboral. Cierto o no pero es un mecanismo que permite movi-

lizarte. Lo que te comentaba (a Maribel), el caso de una abuela que había trabajado

para sacar a sus hijas de la cocina. Ella trabaja en la cocina pero esperaba que las hi-

jas ya no sean cocineras. Las fuentes que tenemos nunca te van a decir eso. Lo que se

necesita es un estudio transversal de familia. Entrevistar a familias y ver hacia atrás

este proceso delicado de cómo ha cambiado por generaciones, como se han ido inser-

tando en la sociedad: educando a sus hijos, cambiando de barrio.

Son procesos que en el fondo, como dice Maribel, todos somos parte de lo mismo.

Por ejemplo, mirando hacia atrás mis abuelos eran campesinos, mi abuela era analfa-

beta probablemente hasta la adolescencia. Ellos se mueven a la ciudad, buscan edu-

cación, a veces solo primaria. La generación que viene va a la universidad, somos los

que nacimos después de los sesentas. Es un proceso de movilidad social que de algu-

na forma todos hemos tenido. Todas las familias tienen ese proceso, ¿y qué es lo que

nos mueve? La educación en buena parte. No tenemos esa historia porque las fuentes

que utilizamos no te ayudan para nada. Lo que tenemos es la evidencia que está en

los censos.

La población afro en realidad no desaparece. Lo que hace es que se va “blanquean-

do”. Se puede ver como una traición, como una falta de defensa de identidad. Pero

con los elementos del siglo XIX, es como el caso de Ricardo Palma. Según las fuen-

tes su abuela era una cuarterona. Pero en ningún escrito que conozca, el reivindicaba

su ascendencia. Los enemigos de Palma le llamaban el “Zambo Palma” como una

forma de atacarlo. Él no podía reivindicarse porque quería salir de ese espacio y que-

ría que lo conozcan como un escritor. Para la época, ser mulato y ser escritor no eran

compatibles y él evita esa asociación. Quizá el libro lo que intenta mostrar es que ese

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128 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015

proceso no hay que verlo como una suerte de traición o abandono de identidad, hay

que verlo como un proceso de supervivencia.

(P): En el imaginario peruano la población afrodescendiente es vista como la más dis-

criminada, pero ¿que sabemos acerca de la discriminación sobre la población asiá-

tica en la segunda mitad del siglo XIX?

(J.C.): La discriminación más grande la tuvo la población china en ese momento. La pobla-

ción china llega por debajo de la población negra en términos laborales y además lle-

ga en un mundo en el cual son como marcianos, llegan con otro idioma, con una reli-

gión diferente, con costumbres diferentes. Nadie está dispuesto a apoyarlos. Son tra-

bajadores que han llegado en una situación absolutamente ocasional, para cumplir un

trabajo, pero no tienen derechos como extranjeros. Hoy si tocas a un extranjero está

el consulado que te puede reclamar, con ellos no había nadie. Ellos ocupan un espa-

cio que tradicionalmente estaba ocupado por la población afrodescendiente en traba-

jos en las haciendas, el servicio doméstico, incluso llegan a entrar al ámbito de la co-

cina. Llegan a un espacio en donde la población no los recibe con solidaridad de cla-

se, esa historia quizá es complementaria.

Ahora bien, existe discriminación contra la población negra, asiática e indígena pero

en todos los casos siempre hay procesos de integración, nunca hay una exclusión ab-

soluta. Quizá la diferencia está en que la población afrodescendiente se va incluyen-

do utilizando mecanismos diferentes que la población china. La población afrodes-

cendiente utiliza mecanismos que están más construidos históricamente como la edu-

cación. La población china además tiene otro mecanismo más complicado de expli-

car porque es un tabú: el problema de la sexualidad. ¿Cómo hace un chino para corte-

jar a una mujer de otra cultura que tiene hermanos y padres que no lo verían como un

pretendiente ideal? Sin embargo, lo hacen, porque si tú miras la historia y la etnogra-

fía vas a encontrar que ocurrió. ¿Cómo haces tú para vencer condiciones que no son

las favorables? Es bien complicado, cómo caer simpático a alguien al punto tal que

terminas teniendo hijos con ella y siendo aceptado, con todo lo que implica de vio-

lencia y de rechazo pero terminas por ser aceptado. Además, a diferencia de la pobla-

ción afro, la población china no conto con mecanismos de integración creados insti-

tucionalmente. Por ejemplo, para la población afro está la iglesia. Obligatoriamente

un esclavo negro era bautizado, no hay forma de que no se bautice, y cuando muere

era enterrado en una iglesia o en un camposanto, pero enterrado como un cristiano,

cambia de nombre y adopta un nombre cristiano. Para la población china no existió

una política de evangelización. Cuando el chino se casa por religioso obligatoriamen-

te tiene que bautizarse, pero es su decisión porque está buscando integrarse. Hay chi-

nos que conviven y uno encuentra nombres de chinos con mujeres, nombre en chino

conviviendo con una mujer peruana y uno se da cuenta que no están casados porque

el nombre del tipo es chino todavía y que la mujer que tiene hijos son convivientes.

Si quiere casarse tiene que cambiarse a nombre cristiano, entonces ahí te das cuenta

que la integración china fue hecha desde abajo porque la gente se impuso. Ni el Esta-

do ni la población las quería más allá de simples trabajadores.

La inmigración es un gran tema de historia si lo vez no solamente desde la demogra-

fía, cuántos son y cuántos llegaron, sino desde cómo la gente construye su vida. El

inmigrante chino tiene que construir redes, ya hemos encontrado en la historia varios

casos de chinos que conviven con mujeres indígenas y negras.

(M.A.): Tú tienes un caso de un aguador chino en un callejón.

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Investigaciones y ensayos 129

Yo encontré un aguador chino viviendo en un callejón en donde el ochenta por ciento

son negros y hay uno que otro aguador. Un chino que vive en un lugar de puros ne-

gros y con indígenas.

(M.A.): Y en un oficio que tradicionalmente es de negros.

(J.C.): Entonces uno puede imaginarse con algo de razón cómo habrá sido esa coexistencia.

A mí me gustaría saber cómo eran las relaciones cotidianas, pero la fuente no te dice.

Ya el hecho que te diga que ahí vive un aguador ya te da la pista de cómo es que la

gente va construyendo mecanismo de integración.

La habilidad de los chinos para cocinar, por ejemplo. Hoy en día, entre las poblacio-

nes afrodescendientes de Cañete existe una costumbre que es muy criticada de comer

gato. No solamente allí, tu preguntas a familias afro limeñas antiguas y hay una vieja

tradición media oculta de comer gato y eso es muy antiguo. Hay barrios que eran co-

nocidos porque la gente preparaba gato en Barrios Altos, La Victoria y lo que hoy

en día es que está asociado a la cultura afrodescendiente. En Cañete el festival del cu-

rruñao, el festival del gato, está prohibido pero se sigue practicando por lo bajo. ¿Hay

alguna fuente que hable que los negros esclavos o libres coman gato? Que yo sepa

ninguna, no existen. Y eso que se describen muchas costumbres de afrodescendientes

y yo no conozco una fuente que hable de la costumbre de negros esclavos o libres de

comer gato, no hay una sola. Se comienza a hablar de esto ya en el siglo XX y en el

XIX quizá tardíamente. A los chinos si se les acusa de comer animales domésticos.

Lo que aparentemente puede quedar como hipótesis es que la costumbre de comer

gato no viene de los negros, es de los chinos. Porque además surge en el lugar donde

hay contacto de chinos con negros: haciendas, Barrios Altos, La Victoria. Justamente

en los barrios de mucha presencia popular es donde hay bastantes chinos y es razo-

nable que en la cultura culinaria china no tienen ningún problema en comer un gato o

un perro, hasta ratas. Entonces lo interesante es cómo pasas de una cosa a la otra por-

que no es de origen afrodescendiente, tampoco en el África se come felinos es decir

no traen esa costumbre ¿cuándo es que se incorpora al imaginario de los afrodescen-

dientes? Pues la hipótesis más probable es que eso viene por los chinos y la convi-

vencia con la población afro. No solamente entregan el arroz sino que además el gato

y probablemente ese gusto se difundió por razones diversas y se adoptó como cos-

tumbre, ahora nadie se puede imaginar que quizá no venga de la población afro.

(P): A partir del siglo XX, las costumbres afrodescendientes como la música, los ritos

religiosos y la gastronomía se integran a la cultura nacional con el objetivo de for-

talecer nuestra identidad; pero dicha integración no incluye propiamente a la po-

blación afrodescendiente ¿Cómo consideran que este problema persiste en la ac-

tualidad?

(M.A.): Uno de los puntos de la reivindicación de los activistas afrodescendientes es justa-

mente el de la inclusión: que hay discriminación y están al margen. Yo creo que es

bastante complejo el asunto porque, por un lado, algunos aportes de la población

afrodescendiente están en nuestra vida cotidiana y son parte esencial de nuestra iden-

tidad como la música, la comida y una huella afrodescendiente impresionante y de-

terminante. Sin embargo, también hay silencios en su historia. La agenda para traba-

jar es bastante grande y hay personas afrodescendientes que deberían ser incluidas.

¿Cómo participaron en determinados momentos en la historia peruana? Por eso un

aspecto importante en el libro era mostrar a las personas participando y aportando en

la sociedad colonial, republicana y en determinadas coyunturas específicas. Nosotros

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130 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015

lo que queríamos ver es cómo interactúan estos individuos y en esta interacción es

que se crean matices en la cultura, hay aportes, etc. Entonces empezamos en la socie-

dad colonial, por ejemplo, un primer campo en el que los afrodescendientes y africa-

nos ingresaron y lograron tener un poco de prestigio y honor es en la religión (San

Martín de Porres, aunque va a tener que esperar mucho tiempo para ser santificado).

Luego la música, las artes, el trabajo manual y se van volviendo especializados en

determinados oficios. Para el s. XVIII se abre mucho más el espacio. Entonces hay

personas con nombres y apellidos, por ejemplo, en el libro incorporamos a José An-

tonio Onofre de la Cadena, músico trujillano importantísimo que escribió un manual

de música, está mencionado en el libro de Juan Carlos Estenssoro publicado hace un

buen tiempo pero la gran mayoría no lo conoce.

(J.C.): Bernardo Alcedo también, autor de la música del himno nacional y no lo pensamos

como afrodescendiente. ¿Por qué?, puede ser por la falta de difusión de estudios es-

pecíficos y también porque tenemos una historia desde el discurso masivo que no los

incluye o los incluye muy poco. Por ejemplo, una de las demandas de los activistas es

que no están presentes en el discurso histórico de los textos escolares. Si uno revisa,

aparecen con la Conquista, en imágenes de africanos semidesnudos y luego vuelven a

aparecer en el gobierno de Ramón Castilla, con la abolición de la esclavitud, se aca-

bó la historia y desaparecen los afros. Es importante tener una historia donde estemos

incluidos todos, y eso pasa por incluir a la población afrodescendiente y también la

amazónica.

(M.A.): El otro día, por ejemplo, una alumna en el curso de historia del Perú me decía: “pro-

fesora, ¿en qué momento vamos a hablar de la selva?”, ella es de Pucallpa, y dije ¿y

ahora? “si, en algún momento” y al final estaba decepcionadísima, lo poco que ha-

bíamos hablado era de desarticulación del Estado peruano de ese territorio tan vasto,

Iquitos esta por otro lado, etc. También es parte del problema. No solo los afrodes-

cendientes son víctimas de invisibilización, revalorarlos es parte de una mirada histó-

rica que tenemos pero que debemos trabajar. Igual pasa con las demandas de las mu-

jeres, ¿cuántas mujeres aparecen en los textos escolares (Que son la base del discurso

de historia mínimo que debemos tener todos los peruanos)? Hay todo un esfuerzo que

debemos hacer para incorporan sujetos históricos o los sectores populares. En el caso

específico de los afrodescendientes hay historia por escribir y justamente para eso

sirve este libro, para ser materia prima, un insumo que ayude a incorporar a los afro-

descendientes en los distintos momentos.

Pero también debemos pensar en otro aspecto. No debemos pensar el pasado desde

nuestro punto de vista. Jesús citaba el caso de Ricardo Palma, los activistas hoy en

día lo incorporan como afrodescendientes notable, pero si hacemos el juego de Char-

lie Charlie y le preguntamos a Ricardo Palma: ¿señor usted quiere ser reconocido

como afrodescendiente? Lo más probable es que diga que no (risas), tal vez en el es-

pacio privado, intimo, como en su casa, con su familia, sí. Tampoco debemos de po-

ner en el banquillo a Ricardo Palma y cientos de afrodescendientes que no quisieron

ser vistos como tal. ¿Por qué?, hay que entender a las personas en su contexto. Un ac-

tivista ahora está más preocupado por encontrar afros y cuando uno le enseña un afro

que no quiso pasar como afro, lo niega. Entonces, los verdaderos aportes de un per-

sonaje se van perdiendo. Mucha gente no sabe que Bernardo Alcedo era afro, o que

Ricardo Palma también lo era porque su sociedad funcionó con reglas determinadas.

Que hoy en día nosotros los rescatemos y digamos que fueron afrodescendientes está

bien pero tampoco saquémoslo de su contexto.

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Investigaciones y ensayos 131

Un primer aspecto era ese, rescatar gente pero en su contexto, sin exigirles desde una

agenda del presente. Y lo otro era que si hubo afrodescendientes que fueron bien vis-

tos, que tuvieron prestigio, que gozaron del aprecio de la gente: San Martín desde el

S. XVII visto como un modelo de santidad, respetadísimo, o Úrsula de Jesús que era

esclava en un convento cuyos restos están conservados en una urna en el Convento

de Santa Clara.

Uno de los ejemplos más palpables sea el de los marineros del Huáscar. El año pasa-

do hubo una serie emitida por canal 4, producida por Mávila Huertas. Todos estába-

mos a la expectativa y vimos a los marineros del Huáscar todos blancos. Decidí hacer

un reclamo público en el Facebook (tiempos estos en los que uno reclama por Face-

book). Porque pensé en una cosa: una serie, una película ayuda a crear una historia,

un discurso histórico. Está bien, es un documental, una serie de televisión, pero una

serie de televisión al igual que una película o los textos históricos construye un dis-

curso histórico y la gente asume eso como verdad. Fue muy interesante la reacción de

la gente porque algunos amigos activistas dijeron: “una vez más nos discriminan, una

vez más nos silencian. El grumete Medina jamás ha sido puesto en relevancia”, pero

no, el Estado peruano si los ha reconocido. Ellos fueron capturados en el combate de

Angamos, llevados a Chile donde estuvieron en prisión, después regresaron al Perú, a

Lima y de inmediato fueron puestos en otros barcos a continuar la Guerra; y mucho

después, Leguía decide declararlos héroes y hay fotos que están en internet, no cuesta

mucho investigar un poquito, las fotos de los grumetes sobrevivientes del Huáscar es-

tán ahí. El grumete Medina vivió bastante tiempo hasta estuvo presente en toda acti-

vidad que recuerde el combate de Angamos, la Guerra con Chile y él siempre portan-

do el estandarte peruano. Es más, a su muerte un colegio lleva su nombre, su tumba

es bastante vistosa, y todos los años hay una romería en su tumba, hay una urbaniza-

ción que lleva su nombre. No es un héroe olvidado, es bien visible. ¿Quién lo hace

visible? por lo menos el Estado lo hace visible porque la Marina de Guerra hasta aho-

ra hace una romería a la tumba de grumete Medina. Pero ¿hay algún afrodescendien-

te, algún activista, que va a la tumba del grumete Medina? Entonces es algo bien

complejo de entender. Los activistas se quejan de que son invisibles pero también

ellos de alguna manera “desconocen mayormente”, creo que este libro ayuda justa-

mente a tender ese puente. Se puede decir “bueno, es que lo del grumete Medina no

lo conocen porque hay un libro que seguro se ha publicado pero que nunca lo hemos

visto porque los historiadores nunca se acercan a los activistas”. Pero haciendo una

simple búsqueda en internet ya lo encuentras.

A mí por ejemplo me dolió mucho que el año pasado hiciéramos ese trabajo de Joa-

quín Jaime, un africano que está enterrado en el cementerio presbítero maestro. Lo

difundimos, el día que se cumplía un año más de su muerte hicimos una convocatoria

para una pequeña romería, yo invite a muchos activistas de manera institucional y de

manera particular como amigos. Ningún activista fue, ninguno. Ahí vienen las con-

tradicciones, en realidad ¿a quién quieren visibilizar? Como historiadora a mí no me

interesa si ese afrodescendiente, fue pobre, no escribió un libro, no lidero un revuelta,

no fue jefe de un palenque, no llego a liderar tropas, no, no me interesa eso. Me in-

teresa su experiencia de vida y cómo eso me ayuda a entender las demás experiencias

sociales. Pero talvez para los activistas en su agenda, a ellos les interesaría alguien

más destacado, importante. Me acuerdo que cuando dimos la conferencia con Ricar-

do Caro, que también es parte del equipo de trabajo, un activista nos preguntó: “¿y el

que hizo? ¿Qué oficio tenia?” Yo le dije: “es cargador de bultos”. Vi que se decep-

cionó. Estaba esperando alguien importante. Me dolió porque los esperaba así como

yo que me emocione de saber que estaba ahí enterrado Joaquín Jaime de 1870. Está

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132 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015

su tumba, está su cuerpo para rescatarlo y logramos reconstruir su biografía. En el

Perú es la primera vez que se reconstruye la biografía de un africano que luego se li-

bera y se queda en el Perú. Cuando fui a conocer su tumba llore de emoción, ¿cuan-

tas veces ustedes han tenido la ocasión de ver a alguien en un documento y luego ver

su tumba y conocer quién fue, que hizo, los avatares de su agitada vida? y creo que sí

es representativo así haya sido un humilde cargador de bultos, también es representa-

tivo. Pero ¿Quiénes son importantes en la historia? para nuestra generación importan-

tes no son los que escribieron un libro fenomenal, un poema genial o los que lideran

revueltas sino también la gente de la vida cotidiana, la gente común y corriente; esa

historia rescatamos.

(P): El libro abarca hasta 1940, luego sabemos que en la población afrodescendiente

surgen intelectuales y personajes que revaloran la cultura y la identidad negra co-

mo Nicomedes Santa Cruz ¿Qué más podría plantearse en una futura investiga-

ción sobre el periodo restante? ¿Qué nuevas fuentes se pueden emplear?

(J.C.): Paramos en el 40 porque las fuentes son muchos más abundantes y dispersas. Perió-

dicos, revistas, publicaciones de intelectuales. Es más intenso y más extenso porque

el movimiento afroperuano aparece como tal y va a reivindicar la negritud desde la

voz de los afrodescendientes. Personales fundamentales como los hermanos Santa

Cruz y los Vásquez. También aparecen en la literatura autores como Gregorio Martí-

nez. Además no hay una historiografía que te apoye. Eso tiene ventajas y desventa-

jas. Una ventaja es que lo que trabajes ya es algo novedoso. (

(M.A.): Te van a citar siempre –risas-.

(J.C.): Pero esto termina siendo trabajoso porque implica un trabajo previo que, en otros

casos, la historiografía ya se han encargado de hacer. Para un trabajo como este tie-

nes que trabajar con fuentes no tradicionales, tienes que basarte en fuentes audiovi-

suales, grabaciones, orales, etc. ¿Cómo vas a tratar sobre Nicomedes Santa Cruz sin

música, si el tipo era músico? Son materiales que son de otras características para

analizar a los documentos escritos y que en ninguna Universidad te preparan para ha-

cer frente. Estos estudios sobre el aporte de Nicomedes Santa Cruz, el movimiento

afroperuano o incluso el vóley podrían trabajarse desde un equipo multidisciplinario.

(M.A.): Creo que faltó ser más explícitos en la periodificación que estamos usando. Los si-

glos XVI y XVII como un periodo de inserción en la sociedad. El siglo XVIII como

un momento de esfuerzos de ascenso social donde la sociedad sufre un reacomodo.

Luego el contexto de la Independencia donde el ascenso social se basa, por ejemplo,

en el ejército. Después la República, que es un giro total porque las teorías raciales

cierran los espacios de ascenso social. Finalmente cerramos en el año 1940 con el

Censo Nacional. Desde el siglo XVI hasta 1940 tenemos un proceso de larga dura-

ción, donde hay gente que quiere manifestar su identidad africana y pero al mismo

tiempo una desafricanización. Más bien del año 40 en adelante, con la aparición de

los primeros grupos artísticos como el grupo que fundó Duran, la peña Pancho Fie-

rro, Santa Cruz con Cumananá, se representa una reafricanización. Entonces tenemos

dos grandes etapas, lo conversamos mucho y está planteado entre líneas.

(J.C.): Bueno, ocurre que escribes algo, lo lees y ahí te das cuenta lo que falta (risas). Aun-

que escribas el final del libro, igual te vas a dar cuenta lo que falta, las reflexiones

sobre la reafricanización las tratamos en la presentación.

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Investigaciones y ensayos 133 (P): Finalmente, ¿Qué nuevas investigaciones están realizando sobre el tema? Por

ejemplo, sabemos que en los últimos años se han encontrado importantes hallazgos

sobre el esclavo Joaquín Jaime que aparece en este libro.

(M.A.): Estamos en este proyecto con Ricardo Caro. Él encontró la tumba en el Presbítero

Maestro, mientras paseaba tomando fotos de algunas tumbas curiosas. Lo curioso es

que encontró una tumba que decía “Joaquín Jaime, esclavo africano”, una tumba del

siglo XIX (1870) y natural de Africa. El subió la foto en el Facebook y Jesús lo vio,

entonces lo buscó en su base de datos del Censo de 1860. Coincidían las fechas. Me

escribieron los dos y empezamos un diálogo fantástico por Facebook. Empezamos la

búsqueda documental. Mucha gente cree que los esclavos eran considerados como

animales, sin almas y que es un discurso que ha permeado en el discurso de los acti-

vistas y el público en general. Eso es algo que no es exacto porque los esclavos llega-

ron a ser considerados como seres humanos, recibían todos los sacramentos y eran

enterrados. La gente se quedó con la imagen de los primeros años de la conquista

donde los cuerpos de los esclavos eran arrojados al rio. Sin embargo, esto cambia con

el tiempo e incluso hay leyes y la religión juega un papel importante. Todo esto gene-

ra documentación y para nosotros es fantástico. (A Jesús) Tu lograste ubicar a Joa-

quín Jaime en una mañana, ¡una mañana! (risas).

(J.C.): Bueno en realidad fueron solo dos o tres horas. El impacto para mí fue similar, yo

trabajo censos, tengo miles de nombres en mi registro de base de datos, pero nunca

creí que alguno, un anónimo, se encuentre en el cementerio Luego fuimos conscien-

tes, es que no hay una tumba de esclavo en toda Latinoamérica identificado como tal.

(Maribel Arrelucea: En Brasil, no hay una tumba, hay un tiradero de esclavos donde

llevaban a los cuerpos de los esclavos. Creo que debemos conocer eso porque es lo

que la esclavitud hace con las personas. En Inglaterra si hay una tumba como un hito

de la humanidad). Lo más sorprendente vino después. Encontramos testamentos y en

el testamento descubrimos que compró esclavos después de obtener la libertad.

(M.A.): Tuvo tres esclavos y tuvo varios hijos.

(J.C.): Vivió con tres mujeres y tuvo hijos con ellas y luego aparecen otros. La gran pregun-

ta es cómo un cargador puede comprar esclavo.

(M.A.): Yo he encontrado testamentos de libertos que traspasan esclavos. Eso es interesante

porque a veces pensamos en la “solidaridad”, idealizamos las cosas: todos los pobres

son buenos, todos los pobres se ayudan entre ellos, todos los esclavos se ayudan entre

ellos. Pero vemos que cuando uno se libera también apela a tener esclavos. Algo que

nos “encantó” fue que Joaquín Jaime se beneficia de los bonos de manumisión.

Cuando Castilla decreta la abolición, él va a cobrar. Es curioso porque en el primer

testamento menciona sobre los bonos y que no dejaría sus bienes porque sus hijas lo

avergüenzan mucho, una de ellas (Rosa) no quería casarse y llevaba una vida licen-

ciosa, y distribuye su dinero entre las mujeres de la “vida vergonzante”. Luego hay

un segundo testamento donde cambia las cosas. El tercer testamento habla de que ya

cobró los vales y que ya ha distribuido todo. Me interesa el primer testamento porque

nos presenta como piensa un esclavo recién liberado con sus propios esclavos, y lo

segundo es que siempre hemos pensado que en el proceso de manumisión se benefi-

ciaron grandes propietarios pero también hay gente como él.

Me interesa de ese primer testamento también la memoria familiar y el discurso de

género y del honor. Empieza diciendo que viene de un pueblo determinado de África

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134 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015

y que recuerda a sus padres pero no puede pronunciar sus nombres. Es triste porque

vino muy joven y seguramente recordaba su vida en África.

(J.C.): Habría llegado entre los 11 y 15 años.

(M.A.): Es emocionante porque no tenemos otra fuente que nos diga sobre estas experiencias

emocionales y la memoria familiar. Es muy triste. Probablemente ya anciano habría

contado sus experiencias, es inevitable imaginarse. El discurso de género: cómo ve a

su hija y cómo ve a su esposa; y el honor, a veces uno piensa: esclavos y negros en-

tonces no tienen honor. La historiografía peruana adolece de ello, estamos pensando

en el honor desde arriba, desde las élites. En el libro si trabajamos como el honor está

presente en los sectores populares replanteándose y negociándose constantemente.

Porque sí hay un honor, las mujeres esclavizadas reclaman un honor porque son tra-

bajadoras, son decentes. Cuando Jaime dice que su hija no sigue la senda del bien, no

se casó y lo avergüenza, detrás de eso también debe haber una visión sobre la mujer y

a veces pensamos que esos principios están solo en las mujeres de arriba. Ya habrá

tiempo para escribir sobre esto.

Después Jorge Huamán, historiador sanmarquino, también colgó fotos de algunos

otros casos. Habría que ver el contexto y saber quiénes son aquellos que asumen su

identidad de esclavos.

(J.C.): Se puede rastrear, en realidad no es complicado. La Beneficencia Pública tiene un

libro de entierros. En el caso de Joaquín Jaime fue más espectacular porque el Censo

te da el contexto.

(M.A.): De esa misma forma, rastreamos el lugar donde vivió, su segunda mujer que falleció,

y también a Rosa y todos vivían en el centro histórico del Rímac por el jirón Truji-

llo. Quizá esta investigación me ha hecho reflexionar sobre como la esclavitud afecta

la vida de las personas. Joaquín murió solo y los que declaran la muerte son los veci-

nos. Luego a la hija Rosa la rastreamos y no se casa nunca, no tiene hijos y es el ba-

rrio el que declara la muerte. Es que en verdad hay tantas cosas que se pueden refle-

xionar y tratar. ¡Anímense!

Maribel Arrelucea Barrantes Historiadora, egresada de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos con el grado de Maestría en

Historia Social. Investigadora especializada en la historia de la esclavitud y los afrodescendientes, sus

resistencias y negociaciones desde el enfoque de género y la etnicidad. Ha publicado diversos artículos

en español e inglés sobre esta temática así como el libro Replanteando la esclavitud. Estudios de etnici-

dad y género en Lima borbónica (Lima, CEDET, 2009).

Jesús Cosamalon Aguilar Historiador, con Doctorado y Maestría en Historia por El Colegio de México A.C.; Maestría en Historia

por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Profesor Asociado del Departamento de Humanidades

de la PUCP. Director de la Maestría de Historia de la Escuela de Posgrado de la PUCP y Coordinador de

la Sección de Historia del Departamento de Humanidades de la PUCP. Investigador especializado en

historia social y demográfica del Perú entre los siglos XVIII-XX.