Devociones Diarias Cuaresma PARA LALe… · su padre para volverse un sacerdote. ... así que...

2018 REFLEXIONES REDENTORISTAS

Los RedentoristasEn Él hay abundante redención. (Salmo 130:7)

Devociones Diarias CuaresmaPA R A L APA R A L A

Nuestra Madre del Perpetuo Socorro

Madre del Perpetuo Socorro, tu mero nombre inspira confianza. Venimos ante tu sagrada imagen en alabanza y acción de gracias a Dios, buscando tu intercesión con Jesús, tu Hijo, para todas las necesidades de nuestras vidas hoy. Celebramos tu santa maternidad y proclamamos a Jesucristo, Nuestro Señor y Redentor.Tú respondiste al llamado de ser la madre de Nuestro Señor. Obtén para nosotros la

gracia de vivir nuestro llamado bautismal y especialmente abrazar el evangelio de la vida y respetar toda vida en la tierra.Tú te asombrabas según tu Hijo crecía en sabiduría, conocimiento y gracia. Intercede por nosotros para que podamos acoger la Palabra de Dios en nuestras vidas y seamos portadores de buenas noticias para todos.Tú te llenabas de paz según tu Hijo consolaba a los afligidos. Intercede por todos cuantos sufren para que ellos puedan saber que nosotros llevamos con ellos sus cargas y en esta forma cumplimos la ley de Cristo.Tú te regocijabas viendo a tu Hijo perdonar los pecados. Obtén para nosotros el perdón de nuestros pecados y llévanos a desatar otros y a hacerlos libres.Tú sufriste con las heridas que tu Hijo padeció por nuestra salva-ción. Ayúdanos a vendar los corazones rotos y a brindar esperanza a los que viven en desaliento.Tú exultaste ante la resurrección de tu Hijo. Obtén para nosotros la gracia de perseverar en Su camino todos los días de nuestra vida y de recibir un lugar en el cielo.Tú eres primera entre todos los discípulos y santos. Confiamos en tu amor y cuidado maternal. Obtén para nosotros todas las gracias que necesitamos para cumplir el plan de Dios cada día de nuestra vidas.

Devociones Diarias Para la Cuaresma | 1

¿Quiénes son los Redentoristas?

San Alfonso María de Ligorio nació en Nápoles, Italia, en 1696. Él dejó una carrera legal prometedora en contra de los deseos de su padre para volverse un sacerdote. Alfonso se dedicó comple-

tamente a servir al pobre y al más abandonado, y en 1732 él fundó la Congregación del Santísimo Redentor: Los Redentoristas.

Alfonso y sus compañeros predicaron la Palabra de Dios en comuni-dades rurales y aisladas alrededor de Nápoles. Al principio del siglo XIX, Los Redentoristas estaban sirviendo en Italia Central, Polonia, Alemania, Bélgica y Holanda.

En 1832 seis Redentoristas viajaron a los Estados Unidos y comen-zaron a hacer labores de misioneros afuera de Europa. Ellos sirvie-ron primero entre los nativo americanos y entonces con inmigrantes Irlandeses, Alemanes, y eslavos. En 1850 la Provincia Americana de Redentoristas fue establecida en Baltimore.

Hoy, nosotros los Redentoristas, continuamos nuestro ministerio hacia el pobre y los más abandonados espiritualmente, en barrios pobres, hospitales, prisiones y en bases militares. Nosotros predicamos misio-nes parroquiales, cuidado de las parroquias, promovemos la devoción a Nuestra Virgen del Perpetuo Socorro, y participamos en muchas ac-tividades de evangelización a través de medios nuevos y tradicionales.

Siguiendo los pasos de San Alfonso María de Ligorio y otros 18 hom-bres que han sido canonizados o beatificados, aproximadamente 5.500 Redentoristas sirven en 82 países alrededor del mundo.

Como Redentoristas, nosotros tenemos devoción especial a la Cuna de Belén, la Cruz del Calvario; María, la Madre de Dios; y la Eucaristía.

¿Nos ayudarías a servir a las personas de Dios con un regalo?

Por favor visita redemptorists.net/lent para darnos mediante nuestra página segura en línea, o correo tu regalo a la siguiente dirección. ¡Que Dios te bendiga!

Los Redentoristas Perpetual Help Center 107 Duke of Gloucester Street Annapolis, MD 21401

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14 de febrero, Miércoles de CenizaJoel 2:12-18; Salmo 51; 2 Corintios 5:20–6:2; Mateo 6:1-6, 16-18

“Vuelvan a mí de todo corazón” (Joel 2:12). Primeras palabras de Dios al empezar la cuaresma. Efectivamente es lo esencial. Una invitación a entrar más y más en la intimidad del Señor. Qué reso-lución tomaré para enfocar bien la cuaresma, es decir, para poner el acento en lo esencial?“Desgarren sus corazones y no sus vestidos” (Joel 2:13). El hombre tiene tendencia a poner siempre el acento en las prácticas externas. Los profetas habían insistido ya en la necesidad de interiorizar la religión o la penitencia pues lo que cuenta para Dios es el corazón del hombre. Nuestros gestos, nuestras mortificaciones, nuestros sacrifi-cios, sólo tienen valor si proceden del corazón, si expresan un amor.Danos, Señor, un corazón nuevo, pon en nosotros un espíritu nue-vo. Es la plegaria típica de la cuaresma. Puedo repetirla incansable-mente: para mí, en singular, dame un corazón nuevo—y para toda la humanidad en plural, danos un corazón nuevo.¿No podría yo descubrir de nuevo el sacramento de la reconcilia-ción? ¿Volver a hacer de la confesión o penitencia un momento de revisión de vida, de diálogo con Dios? ¿Una conversación con Cristo que me ama, para yo amarle más?Por parte de Dios, el amor es total, absoluto, desinteresado. Cristo, identificado a mis pecados; los cargó sobre sí. Señor, Tú te has identi-ficado a mí—para cargar con mis pecados, y darme tu santidad.

Padre Miguel Angel Martinez, C.Ss.R. Annapolis, Md.

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15 de febrero, Jueves después del Miércoles de CenizaDeuteronomio 30:15-20; Salmo 1; Lucas 9:22-25

Ayer empezamos nuestra observancia cuaresmal con un día de ayu-no y el signo de la ceniza en nuestra frente. Hoy continuamos con


cualquier penitencia o práctica que hayamos elegido para celebrar este tiempo de Cuaresma. Las lecturas de las Sagradas Escrituras de hoy nos desafían a tener siempre presente el propósito de esta temporada: encontrar nuestro verdadero yo y vivir como el pueblo amado de Dios.En la primera lectura, Moisés nos dice que, para vivir como el pueblo amado de Dios, debemos escuchar al Señor nuestro Dios y prestar atención a sus decretos. En el evangelio, Jesús nos dice que, para encontrar nuestro verdadero yo, debemos renegar de nosotros mismos, llevar nuestra cruz cada día y seguirle. No puedo apartarme de mis propios intereses egoístas a menos que me dirija a Jesús con oración y penitencia abriendo mi corazón a los demás en caridad. Llevar mi cruz no es sólo aceptar las dificultades de la vida, es tratar de hacer la voluntad de Dios en cualquier situa-ción en la que me encuentre. Oh Señor, ayúdame a buscarte con todo mi corazón, toda mi mente y toda mi fuerza, no sólo en las prácticas particulares, sino en todo lo que hago.

Padre Karl Esker, C.Ss.R. Newark, N.J.

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16 de febrero, Viernes después del Miércoles de CenizaIsaías 58:1-9; Salmo 51; Mateo 9:14-15

En la primera lectura de hoy, el profeta Isaías nos cuenta la clase de ayuno que desea el Señor: Liberar a los que son sometidos injustamente, desatando las correas del yugo; liberar a los oprimidos, rompiendo todo yugo; compartir el pan con los hambrientos, dando cobijo a los oprimidos y a los sin techo; vestir a los desnudos al verlos, no dando la espalda a tus semejantes (Isaías 58:6-7).Hay tres prácticas clave para ser un auténtico discípulo de Jesús: ayuno, plegaria y buenas obras. La mayoría de la gente intenta ayu-


nar renunciando a algo para Cuaresma, a menudo dulces, alcohol, postres, etcétera. Ésta es una buena disciplina a seguir y no es fácil. Muchos de nosotros rezamos más durante la temporada cuaresmal. Podemos ir a misa diaria, decir un rosario extra, o leer un libro espiritual. Una vez más, ésta es una manera maravillosa de profun-dizar en nuestra relación con Dios. Sin embargo, creo que el tercer pilar de la Cuaresma, las buenas obras, puede ser el desafío más difícil. Las buenas obras incluyen ayudar en un comedor de beneficencia, donar a los pobres, ayudar a un vecino necesitado, perdonar a alguien que nos ha hecho daño, y resistir la tentación de chismorrear sobre alguien. Al comenzar nuestro viaje de Cuaresma, que las tres invitaciones del profeta nos hagan profundizar nuestro amor por Jesús y por los demás.

Padre Patrick Woods, C.Ss.R. Bethpage, N.Y.

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17 de febrero, Sábado después del Miércoles de CenizaIsaías 58:9-14, Salmo 86, Lucas 5:27-32

A través del profeta Isaías, la Iglesia especifica lo que debemos lograr mediante nuestra observancia cuaresmal: una nueva mane-ra de ser y de vivir en el mundo, una manera de ser y de vivir que conlleva una bendición permanente. Así, se nos anima a participar plenamente en el proyecto que el Señor pone ante nosotros estos 40 días.Pero siempre existe el peligro del formalismo: “renunciar” a algo o llevar a cabo algún ejercicio piadoso principalmente como una acción externa que nos hace sentir mejor con nosotros mismos. Pero al hacerlo, saboteamos lo que debería ser el objetivo: la conversión del corazón. A menos que la Cuaresma llegue a lo más profundo del “yo”, desafiándonos a examinar de cerca de dónde obtenemos nuestra energía para vivir, todos los sacrificios personales y oracio-nes que ofrezcamos serán en vano.


La llamada de Mateo en el evangelio de hoy es una viñeta perfec-ta para comprender la Cuaresma: desviar nuestra atención de las actividades y preocupaciones de este mundo para estar con el Señor y oír su voz. Dondequiera que estemos en este momento, espiri-tual o emocionalmente, él desea más que nosotros mismos entrar en comunión con nosotros y cambiar permanentemente nuestra actitud—nuestra manera de ver las cosas. Ésta es la conversión del corazón que salva y es la razón de la Cuaresma.

Padre Joseph Dionne, C.Ss.R. Newton Grove, N.C.

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18 de febrero, primer Domingo Génesis 9:8-15; Salmo 25; 1 Pedro 3:18-22; Marcos 1:12-15

Cuaresma es una antigua palabra inglesa que significa primavera. Al igual que esperamos que la primavera nos traiga un clima cálido y lluvias suaves para producir verduras y flores, la Iglesia quiere que nos abramos a la calidez y a la lluvia de la gracia de Dios.No hacemos la Cuaresma solos. Dios es el sembrador. Nuestro co-razón es el campo, el jardín, en el que quiere sembrar las semillas. En el evangelio de hoy el diablo le dice a Jesús que debería mostrar su divinidad causando una gran sensación, convirtiendo las piedras en panes o saltando desde el pináculo del templo. Jesús no creía que su divinidad fuera algo a lo que aferrarse, así que resistió la tentación.El Señor no quiere una gran sensación por nuestra parte esta Cua-resma. Él no desea sacrificio y oblación, lo que desea es un corazón abierto a su gracia.Así pues, si tenemos las malas hierbas del pecado, como el egoísmo y el resentimiento, en nuestro corazón, él quiere darnos su gracia para arrancarlas. Pero él no quiere imponernos su gracia. Debe-mos pedir para poder recibir. Debemos desarrollar el hábito de la oración cada día.


¿No podríamos conceder a Dios unos minutos cada día en Cuares-ma para que llueva sobre nosotros, para que caliente y suavice el jar-dín de nuestro corazón, para que podamos producir buenos frutos?

Padre Paul Bryan, C.Ss.R. Ephrata, Pa.

19 de febrero, Lunes de la primera semanaLevítico 19:1-2, 11-18; Salmo 19; Mateo 25:31-46

La Iglesia nos ofrece la magnífica escena del evangelio de hoy a principios de la Cuaresma para guiarnos a través de estos 40 días. Esta escena es exclusiva de Mateo, la única parábola en la que Jesús llegó a emitir un juicio. Pero hay que leerla atentamente. La palabra juicio nunca aparece. Jesús, como el Hijo del Hombre, simplemen-te les recuerda lo que hicieron o no hicieron en su vida y luego los separa como corresponde. Otra cosa que hay que observar es el gran cambio de rumbo. En-contraremos a Dios en el menor de los hermanos y hermanas, el hambriento y el sediento, el forastero y el encarcelado. Jesús está repitiendo lo que nos dice en las Bienaventuranzas otra vez, cuando le da la vuelta a todo: “Bienaventurados los que sois pobres”, etc. En el Antiguo Testamento, la pobreza era vista como una maldición de Dios. Las Bienaventuranzas y la escena de hoy del fin de los tiempos for-man los pilares del ministerio público de Jesús. Él empieza su gran sermón con las Bienaventuranzas y termina su ministerio público con la parábola de la asamblea de las naciones. Leed Mateo 25 a lo largo de la Cuaresma como recordatorio de lo que de verdad es importante.

Padre John Murray, C.Ss.R. Brooklyn, N.Y.


20 de febrero, Martes de la primera semanaIsaías 55:10-11; Salmo 34; Mateo 6:7-15

Tengo dificultades para perdonar a cualquiera que me hace daño. Reflexiono sobre la ofensa durante mucho tiempo, contemplando cómo puedo ajustar cuentas. No es muy cristiano, lo sé. Uno de mis parientes vino para quedarse con nosotros. Y me di cuenta de que, durante el rosario familiar de cada tarde, evitaba decir las palabras “perdona nuestras ofensas como nosotros perdo-namos a los que nos ofenden”.Un día, reuní el valor para preguntarle sobre ello. Dijo que alguien le había hecho mucho daño, y que no iba a perdonar a esa persona. Así que decidió que sería mejor no decir esas palabras porque sería como condenarse a sí mismo ante el Señor. Que se sepa, sin embargo, que antes de morir, finalmente perdonó a la persona que le había hecho daño, y estoy seguro de que Nuestro Señor también lo perdonó a él en consecuencia.Mi lección de hoy: Pidamos a Nuestro Señor que nos dé la perspi-cacia para perdonar incluso cuando no tenemos motivos o incenti-vos para hacerlo. Sólo entonces podemos esperar recibir el perdón para entrar en el cielo.

Padre John Harrison, C.Ss.R. Timonium, Md.

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21 de febrero, Miércoles de la primera semanaJonás 3:1-10; Salmo 51; Lucas 11:29-32

La Cuaresma es tiempo de mejorar nuestros caminos. Cuando Hu-racán Harvey azotó a Houston y el Sur de Tejas, muchos mejoraron sus caminos. Se hicieron personas generosas yéndose hacia Houston para ayudar a los que habían perdido todo. La Cuaresma es tiempo de aceptar la invitación de Jesús de cambiar nuestra vida y ser más generosos. Dios le dice a Jonás que le predi-


que a la gente de Nínive para que cambiaran sus caminos llegando a ser personas más amorosas y generosas. La gente le exijo de Jesús un signo. Jesús les dio el signo de Jonás. Jonás pasó tres días dentro de la ballena. Luego Dios los salvo al igual que iba a resucitar a Jesús y al igual que iba a darnos a noso-tros en el bautismo: nueva vida. Harvey le trajo muerte, dolor y pérdida a Houston. Entonces, como Jesús el domingo de resurrección fueron rescatados de la muerte y la pérdida. Experimentaron nueva vida y esperanza. La palabra de Dios nos invita cambiar y ser más amorosos, más ge-nerosos. Damos gracias a Dios por los que Harvey cambió, hacién-doles más llenos del amor y la generosidad. La Cuaresma nos invita a cambiar nuestros caminos.

Padre Thomas “Martín” Deely, C.Ss.R. Esopus, N.Y.

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22 de febrero, la Cátedra de San Pedro, apóstol1 Pedro 5:1-4; Salmo 23; Mateo 16:13-19

La mayoría, si no todos nosotros, hemos tenido una silla favorita a través de los años. Echando la vista atrás a mis años de crecimiento en Brooklyn, puedo recordar que “a mamá le gustaba sentarse aquí” y “a papá le gustaba sentarse aquí”. Era su silla.Hoy la iglesia celebra la Cátedra de San Pedro, un signo de unidad, amor y servicio. Esta silla no significa realeza, prestigio, preferencia o poder. ¡Todo lo contrario! Significa servicio.Las palabras de San Pedro en la primera lectura de hoy nos llaman a ser bondadosos, cariñosos y atentos con las necesidades de todo el mundo. Él pudo escribir eso porque lo aprendió de su Salvador.Y en el evangelio de hoy Jesús enseñó a sus discípulos que, si cogían la silla más baja de la mesa, escucharían: “Amigo mío, ven más alto”. Jesús hizo un llamamiento a Pedro para que ocupara una silla más


alta, la silla del servicio en el reino de Dios y de todos los apóstoles. Jesús nos hace el mismo llamamiento a todos nosotros, el llama-miento del servicio. Es nuestra gran esperanza y oración que el Señor Jesucristo esté preparando una silla para todos nosotros en su reino celestial. Por nuestros actos de bondad y caridad, de gentileza y consideración aquí en la tierra, que encontremos esa silla que encaja a la perfec-ción en el reino de los cielos.

Padre Denis Sweeney, C.Ss.R. Bethpage, N.Y.

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23 de febrero, Viernes de la primera semanaEzequiel 18:21-28; Salmo 130; Mateo 5:20-26

¿Cuál era la “ justicia de los fariseos” de la que nuestro Señor se quejaba en el evangelio de hoy?Sencillamente, a los fariseos les gustaba verse bien en lugar de ser buenas personas. Estaban interesados en los buenos ropajes, los puestos de honor y los títulos grandiosos.¿Os suena familiar? Los fariseos no están muertos. Ellos perduran, a veces en personas como vosotros y como yo.¿Por qué es Facebook tan popular? Quizás porque ayuda a la gente a acicalarse y presumir con fotos, citas ingeniosas y narrativas alti-sonantes. Quién sabe . . .La Cuaresma es un tiempo para vernos a nosotros mismos como nos ve Jesús. Sus valores morales van directos al corazón, a nuestro corazón. Él no sólo ve acciones, también ve motivos. Él quiere que honremos a nuestro prójimo en palabra y hecho, que nos preocupemos por las necesidades y las dificultades de los demás, sin importar quién esté mirando. Él quiere que vivamos sólo para Dios y su reino.Por eso el sacramento de la confesión es tan importante durante la


temporada cuaresmal. Nos ayuda a dirigirnos a Jesús con humil-dad y verdad. “Haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo” (Ezequiel 18:31).

Padre E. Patrick Lynch, C.Ss.R. Christiansted, St. Croix, Virgin Islands

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24 de febrero, Sábado de la primera semanaDeuteronomio 26:16-19; Salmo 119; Mateo 5:43-48

Jesús nos dice en el evangelio de hoy: “Amad a vuestros enemigos” (Mateo 5:44). Eso es realmente difícil de hacer, especialmente cuando los sentimientos de venganza, dolor y resentimiento llenan nuestras mentes y corazones. Cuando nos hieren, solemos recordar el dolor una y otra vez. Jesús describe el reino de Dios como un lugar de paz, júbilo, justicia y plenitud. Pero cuando recordamos habitualmente el daño que nos han hecho, quedamos atrapados en un lugar de ansiedad, miedo y perturbación.¿Qué podría pasar si dejamos de lado nuestros pensamientos y ac-ciones de miedo y odio y adoptamos una actitud de amor y perdón? En poco tiempo, podríamos salir de nuestra oscuridad y dolor, y avanzar hacia la luz (Cristo). Por la gracia de Dios, no tenemos que estar enojados y resentidos. Mediante la práctica del amor y el perdón, nuestras vidas y cora-zones pueden pasar rápidamente de la pesadumbre a la ligereza, la felicidad y la libertad.La Cuaresma tiene que ver con hacer un cambio: alejarnos del pe-cado y de la oscuridad para seguir a Cristo nuestro Redentor, mien-tras permitimos que su luz disipe nuestra oscuridad. Que crezcas en virtud de esta Cuaresma para seguir el mandato de Jesús de “amar a tus enemigos y orar por aquellos que te persiguen”.

Padre Richard Bennett, C.Ss.R. Philadelphia


25 de febrero, segundo Domingo Génesis 22:1-2, 9-13, 15-18; Salmo 116; Romanos 8:31-34; Marcos 9:2-10

Abraham y Sarah anhelaban un hijo, rezaban por un hijo y espe-raban un hijo. Cuando finalmente llegó, sus ancianos padres lo llamaron Isaac, que significa “risa”. Así fue como la fe de Abraham en Dios fue recompensada.Después viene la prueba definitiva. Dios llama a Abraham para que ofrezca a su hijo en holocausto. Abraham acepta sin protestar. Toma el camino hacia la cima del Monte Moriá, donde amontona la madera para la hoguera, cons-truye el altar para la víctima y coge con la mano el cuchillo. Pero cuando Abraham agarra el cuchillo para matar a su hijo, recibe una nueva orden de no matarlo. En su lugar, sacrifica a un carnero que está atrapado en un arbusto cercano.Lo que ocurrió en el Monte Moriá tiene su eco en lo que ocurre en la cima del Monte Tabor y el Monte Calvario en el Nuevo Testa-mento. Estas cumbres son lugares importantes de aparición, y en ellos vemos a Dios que nunca nos abandona, que está con nosotros en la dicha y la adversidad. Estas montañas nos enseñan que, sólo cuando estamos dispuestos a dejar ir aquello que más amamos en esta vida y ofrecer de nuevo a Dios, podemos esperar recibirlo de nuevo de maneras que nunca habíamos soñado. Sólo entonces experimentaremos la resurrección, la sanación, la luz consoladora y la nueva vida.

Padre Philip Dabney, C.Ss.R. Boston

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26 de febrero, Lunes de la segunda semanaDaniel 9:4-10; Salmo 79; Lucas 6:36-38

En nuestra primera lectura de hoy, el profeta Daniel le habla abiertamente a Dios de los atributos afectuosos y misericordiosos


El sacrificio de Isaac


de Dios y de nuestro fracaso constante de vivir en armonía y en buena relación con él. Daniel muestra una madurez espiritual y una honestidad que haríamos bien en emular. Es justo esta clase de diálogo sincero con Dios el que yace en el co-razón del viaje de la Cuaresma. Le hablamos sinceramente a Dios, admitiendo nuestras faltas sin excusa, todo ello mientras reconoce-mos humildemente su incomprensible amor por toda la humanidad. La Cuaresma nos lleva a considerar otra verdad, la sublime ver-dad de quiénes somos como personas humanas, porque nosotros somos los hijos amados de Dios, hechos a su imagen y semejanza. La temporada de Cuaresma se convierte en un tiempo para aceptar humildemente la grandiosidad de esta verdad superior y, en Cristo, de ser transformados por ella. Si de verdad estamos hechos a imagen de Dios, debemos tomarnos en serio las palabras de Jesús. Debemos ser “misericordiosos, de la misma manera en que nuestro Padre es misericordioso”. Debemos dejar de juzgar y de condenar: debemos ser indulgentes. Debemos intentar ser como Cristo, que viaja con nosotros y no permite que perdamos el rumbo.

Padre Anthony Michalik, C.Ss.R. Philadelphia

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27 de febrero, Martes de la segunda semanaIsaías 1:10, 16-20; Salmo 50; Mateo 23:1-12

¿Alguna vez alguien se reventó de enojo y frustración, y soltó tus faltas y defectos en la cara? ¿Alguna vez hiciste lo mismo a otra persona? Parece que Dios–a través de Isaías–está haciendo lo mismo: “¡Aparten de mi vista sus malas acciones! ¡Dejen de hacer el mal, aprendan a hacer el bien!” (Isaías 1:16-17).Después en el salmo Dios habla otra vez: “¿Por qué citas mis pre-ceptos y hablas a toda hora de mi pacto, tú que detestas la obedien-cia y echas en saco roto mis mandatos? Tú haces esto, ¿y yo tengo que callarme? ¿Crees acaso que yo soy como tú? No, yo te repren-


deré y te echaré en cara tus pecados” (Salmo 50:16-17, 21).Dios toma en serio nuestro camino cuaresmal. Ni Isaías ni el salmo nombran tus malas acciones, ni las mías. Sólo tú y yo podemos hacer eso. Pero si Dios te echara en cara tus pecados y debilidades, ¿cuáles serían? Pide a Dios que te dé la valentía y la sinceridad para poner nombre a las cosas de tu vida que precisan de arrepentimiento. Entonces po-drás escucha las palabras alentadoras y tiernas de Dios cuando dice, “Aunque sus pecados sean rojos como la sangre, quedarán blancos como la nieve. Aunque sean encendidos como la púrpura, vendrán a ser como blanca lana” (Isaías 1:18). Y en el salmo: “Al que sigue el camino recto le mostraré la salvación de Dios” (Salmo 50:23)En este día de la cuaresma, que estés seguro de que Dios desea perdonarte y sanarte.

Padre James Gilmour, C.Ss.R. Brooklyn, N.Y.

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28 de febrero, Miércoles de la segunda semanaJeremías 18:18-20, Salmo 31, Mateo 20:17-28

Hoy, por tercera vez, Jesús predice su sufrimiento, muerte y resu-rrección. Entonces Mateo presenta a la madre de Santiago y Juan pidiendo un lugar especial en la mesa para sus hijos cuando Jesús entre en su reino. Curiosamente, en el evangelio de San Marcos, siempre más honesto sobre los apóstoles, son Santiago y Juan quie-nes hacen esta petición. Las tres predicciones revelan lo difícil que es para los apóstoles aceptar el futuro calvario de Jesús. Cada predicción conduce a Jesús a abordar lo que significa ser su discípulo.Recientemente, leí la afirmación de que, en América, estamos edu-cados para el éxito pero no para el sufrimiento. Quizás la gente no ha cambiado mucho desde los días de Jesús. Él intenta educar a sus apóstoles para el sufrimiento, no sólo el


sufrimiento de la muerte al que se enfrentarán sus seguidores, sino también el sufrimiento del anonadamiento por los demás en la vida diaria. El servicio, no el éxito, es lo que distingue a los seguidores de Jesús. La Cuaresma ofrece una oportunidad de continuar nuestra edu-cación en cualquier sufrimiento que requiera nuestro servicio a los demás. Las prácticas de la Cuaresma nos invitan a ayunar para abrirnos espiritualmente a Dios y al prójimo. La oración nos dirige hacia una mayor entrega a Dios; la limosna nos hace más atentos con nuestros semejantes.¿Os habéis inscrito para continuar vuestra educación?

Padre James A. Wallace, C.Ss.R. Long Branch, N.J.

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1 de marzo, Jueves de la segunda semanaJeremías 17:5-10; Salmo 1; Lucas 16:19-31

El 20 de septiembre de 2017, el huracán María azotó varias islas caribeñas. Durante 36 horas, violentos vientos destruyeron gran parte de su exuberante vegetación verde. La pérdida de propiedad, energía, agua potable y carreteras fue incalculable. Las vidas de muchas personas cambiaron radicalmente.Un tiempo más tarde, vi tres fotos de Puerto Rico, todas ellas tomadas desde el mismo lugar. Una fue tomada el día después de la tormenta y mostraba cultivos que habían sido destruidos y árboles que habían sido derribados con todas sus hojas arrancadas. Parecía una zona de guerra. La segunda foto fue tomada dos semanas más tarde, y se podía ver la sombra de los brotes de las plantas. La tercera foto, tomada después de un mes, mostraba que gran parte de la exuberancia de la zona había regresado. La naturaleza había resultado herida pero no destruida—un sím-bolo claro de lo que conmemoraremos durante la Semana Santa: la


victoria de la vida sobre la muerte.Las raíces de esos árboles habían crecido profundamente. Los árboles habían sufrido pero no habían muerto. Sus raíces estaban bombeando las fuerzas vitales de la tierra, el sol y el agua a los árboles. La vida es más fuerte que la muerte. La primera lectura de hoy habla de nuestras raíces: “Bendito es aquel que confía en el Señor . . . Él es como un árbol que extiende sus raíces . . . sus hojas permanecen verdes . . . no se angustia ni deja de dar frutos”.Que nuestra confianza en el Señor siga arraigando en nuestra vida.

Padre John McKenna, C.Ss.R. Brooklyn, N.Y.

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2 de marzo, Viernes de la segunda semanaGénesis 37:3-4, 12-13, 17-28; Salmo 105; Mateo 21:33-43, 45-46

“Por esta razón, os digo que el reino de Dios os será arrebatado y será entregado a una nación que producirá una rica cosecha” (Ma-teo 21:43).Un proverbio nativo americano dice: “Trata bien la tierra. No te la dieron tus padres; te la prestaron tus hijos. No heredamos la tierra de nuestros ancestros; la pedimos prestada a nuestros hijos”.El evangelio de hoy subraya esta visión: Nuestro mundo y todo lo que contiene es la Viña del Señor, que nos ha confiado para bene-ficio de toda su gente. Dios nos arrienda la tierra no para nuestro beneficio propio, sino por el bien de todos nuestros hermanos y hermanas. Sin embargo, a veces, nuestros pecados de avaricia, celos, envidia e interés propio nos conducen a patrones destructivos de “golpear, lapidar, matar y destruir” no sólo la viña, sino también a aquellos “sirvientes” que nos hacen rendir cuentas por nuestro cuidado de la Viña del Señor y de la justa distribución de sus riquezas.


Mientras continuamos nuestro viaje de Cuaresma, dejemos todos a un lado nuestra avaricia y nuestro sentido de creernos con derecho a todo, reconozcamos nuestra responsabilidad por el cuidado de la viña que nos ha confiado Dios, y compartamos sus riquezas y sus abundantes recursos con nuestros hermanos y hermanas menos afortunados.

Padre John McLoughlin, C.Ss.R. Ephrata, Pa.

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3 de marzo, Sábado de la segunda semanaMiqueas 7:14-15, 18-20; Salmo 103; Lucas 15:1-3, 11-32

Hoy celebramos la fiesta de Santa Catalina Drexel, la segunda santa de origen estadounidense de nuestra Iglesia. Nació en una familia muy rica pero, a diferencia del hijo menor del evangelio de hoy, que se deshizo de todas sus ganancias, o el hijo mayor, que se volvió más amargado cada día, Catalina usó su “herencia” para hacer el mundo mejor y más amoroso. Se preocupaba especialmente de los nativos americanos y de los negros. Estoy seguro de que, en sus primeros años de vida, se enfrentó con la elección de aceptar el prestigio y la prosperidad. Podría haber vi-vido una vida muy egoísta. Pero, en palabras de su Salvador, Cata-lina eligió el camino estrecho y entregó su vida a servir a los demás. ¡Qué ejemplo más brillante es para la iglesia y para el mundo en su cuidado de los pobres y los más abandonados!Nunca es fácil para nosotros ponernos en la piel del padre en la pará-bola de hoy, tal y como hizo Catalina. Luchamos como hijos e hijas con nuestros deseos y pasiones, con ira y resentimiento, con heridas y decepciones. Aún así, Jesús nos dice que la verdadera paz y satisfac-ción, la verdadera alegría y felicidad, el verdadero perdón, lo acabare-mos encontrando cuando nos pongamos en la piel del padre. Santa Catalina Drexel, ora por nosotros.

Padre Denis Sweeney, C.Ss.R. Bethpage, N.Y.


4 de marzo, tercer Domingo Éxodo 20:1-17; Salmo 19; 1 Corintios 1:22-25; Juan 2:13-25

Los Diez Mandamientos ocupan una posición central en las lectu-ras de hoy. La mayor obligación es adorar a Dios, el mayor daño a una persona es el asesinato, el mayor daño a los lazos familiares es el adulterio, el mayor daño al comercio y el derecho es dar un falso testimonio, la mayor obligación intergeneracional es honrar a los padres de uno, y el mayor daño a la propiedad es el robo.San Pablo reconoció el Decálogo en el capítulo 13 de su carta a los romanos, y Jesús resumió los mandamientos en un gran manda-miento de amar a Dios y al prójimo. El Catecismo de la Iglesia Católica considera que los Diez Manda-mientos son esenciales para una buena salud y un buen desarrollo, y también son la base de la justicia social. Jesús instruyó a sus discí-pulos para que fueran más allá de los escribas y los fariseos con el fin de mantener la ley.Para nosotros, discípulos modernos, John Wesley, el fundador del Metodismo, resume el impacto de los Diez Mandamientos: “Cada parte de esta ley debe permanecer en vigor sobre toda la humanidad en todas las edades, ya que no depende del tiempo ni del lugar, ni de ninguna otra circunstancia susceptible de cambiar; sino de la naturaleza de Dios y de la naturaleza del hombre, y de su relación inalterable el uno con el otro”.

Padre Kevin MacDonald, C.Ss.R. New Smyrna Beach, Fla.

5 de marzo, Lunes de la tercera semana2 Reyes 5:1-15, Salmo 42, Lucas 4:24-30

“En verdad os digo que ningún profeta es bien recibido en su propia tierra” (Lucas 4:24).En el evangelio de hoy, Jesús se enfrenta a la muchedumbre de su pueblo natal en la sinagoga por su falta de apertura hacia él y su re-chazo de su afirmación de ser la realización de su anhelado Mesías.


Jesús está entre la gente que acude a la sinagoga haciendo sus debe-res habituales en el sábado. Sin embargo, su público parece tan obs-tinado, tan comprometido con su versión de las cosas (¡incluyendo su versión de Dios!) que pasa por alto e incluso rechaza la presencia de Dios—en Jesús—estando justo delante de ellos.Hoy en día, muchas de las personas que van a la iglesia tienen pro-blemas para seguir la llamada de Dios a una nueva vida en el poder del Espíritu y de confiar en la gracia del amor sanador y empodera-dor de Dios.¿Hay algún aspecto de vuestra práctica de la religión o de vuestro abrazo de la fe tan establecido que os impide mantener una relación íntima y un encuentro personal con Jesús? ¿El ir a la iglesia os impulsa a acercar el amor y la misericordia de Dios al mundo?

Padre John Collins, C.Ss.R. Long Branch, N.J.

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6 de marzo, Martes de la tercera semanaDaniel 3:25, 34-43; Salmo 25; Mateo 18:21-35

Hace años leí la historia de Eva Kor, fundadora del CANDLES Holocaust Museum en Terre Haute, Indiana. Los padres de Eva habían fallecido en un campo de concentración Nazi, y Eva y su hermana gemela, Miriam, habían sido encarceladas en Auschwitz y sometidas a experimentos médicos crueles y peligrosos. Ambas sobrevivieron, pero Miriam acabó muriendo a causa de las complicaciones relacionadas con esos experimentos.Llena de ira y odio, Eva decidió buscar a sus antiguos captores, y acabó encontrando a uno de los doctores que habían estado en Aus-chwitz. Para su sorpresa, él aceptó reunirse con ella. ¿Por qué? Quería pedirle perdón. Y Eva se lo concedió.Más tarde, Eva dijo que fue como si le hubieran quitado un mon-


tón de piedras de su espalda. Habló de su experiencia con otros supervivientes de Auschwitz y convenció a un grupo de antiguos prisioneros para que viajaran con ella a Auschwitz. De pie frente a las puertas de la prisión, ante la prensa internacional, proclamaron públicamente su perdón hacia sus antiguos captores.En el evangelio de hoy, Jesús nos insta a perdonar no siete ve-ces, sino 77 veces. Para la mayoría de nosotros, ¡probablemente ese número debería ser más como 7000 veces siete! En mi propia vida, ¿con qué frecuencia me resulta difícil perdonar los comenta-rios mordaces, las disputas tontas y los pequeños desprecios? Pero entonces me acuerdo de la historia de Eva. ¿No podemos perdonar estas “ofensas” menores de aquellos a quienes amamos?

Padre Gerry Chylko, C.Ss.R. Philadelphia

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7 de marzo, Miércoles de la tercera semanaDeuteronomio 4:1, 5-9; Salmo 147; Mateo 5:17-19

Jesús proclama que es el cumplimiento de la ley y los profetas. Hay muchas palabras profundas, que nos enseñan verdades importantes, en el Antiguo Testamento, pero Jesús es la Palabra principal, el Verbo vivo. En él vemos a Dios claramente—el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. En él vemos la verdad y el camino a la vida verda-dera y eterna. “Yo soy el camino, la verdad y la vida.” (Juan 14:6)Hoy celebramos la memoria de los mártires, Santa Perpetua, una mujer de una familia rica y poderosa, y Santa Felicitas, una esclava, y sus compañeros. Estos mártires de diversos orígenes creyeron firmemente en Jesús y estaban bien comprometidos a seguirlo día tras día, aún a la muerte. Cada uno de nosotros es diferente, pero todos nosotros estamos llamados a seguir a Jesús. Durante la Cuaresmas estamos llamados a mirar nuestras vidas. ¿Cómo es nuestra amistad con Jesús? ¿Lo conocemos? ¿Que firme es nuestro compromiso? ¿Estamos siguién-dolo todos los día?


Hoy le pedimos a Jesús que nos ayude a profundizar nuestra amis-tad con él durante esta Cuaresma.

Padre Sean McGillicuddy, C.Ss.R. New York City

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8 de marzo, Jueves de la tercera semanaJeremías 7:23-28; Salmo 95; Lucas 11:14-23

Ahora, en mitad de la Cuaresma, es un buen momento para sumer-girnos en el misterio de esta línea del evangelio de hoy: “Mas si por el dedo de Dios expulso yo a los demonios, ciertamente el reino de Dios ha llegado a vosotros”.Las denuncias de Jeremías en la primera lectura adquieren una fuerza especial en una nación que alaba la riqueza, el poder, la per-sonalidad narcisista e ignora a los muchos que han sido silenciados por un sistema que está organizado en su contra.Pero nosotros, que profesamos seguir a Cristo cuya muerte en la cruz ha provocado la reconciliación de todo y de todos, no podemos dejar de ver al refugiado, al indocumentado, al niño sin hogar, a la persona homosexual o transgénero, al adolescente acosado, a las víctimas de abuso sexual, a las mujeres y hombres que cargan con el peso del racismo, a los miembros empobrecidos de la “primera nación”, a los adictos olvidados y abatidos a los opiáceos, como los “repudiados” de nuestra sociedad, en palabras del Papa Francis.Nosotros que renovamos el emblema de la cruz esta Cuaresma como la señal definitiva de que “el reino de Dios ha llegado a noso-tros” continuaremos expulsando a los demonios con el mismísimo “dedo de Dios”. Y entonces continuaremos como nación y como iglesia para escuchar las mismas palabras de Jeremías en nuestra llamada cuaresmal: “Escuchad mi voz; entonces seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo. Seguid todos los caminos que yo os mando, para que podáis prosperar”.

Padre Francis Gargani, C.Ss.R. Brooklyn, N.Y.


9 de marzo, Viernes de la tercera semanaOseas 14:2-10; Salmo 81; Marcos 12:28-34

Una historia que escuché recientemente refleja cómo puede ser nuestro amor por Dios. Poco antes de Navidad, un niño escribió a Dios pidiéndole que le trajera una bicicleta para Navidad y diciendo: “Si lo haces, seré un buen chico durante un año”. Entonces pensó en ello, rompió la car-ta y escribió una nueva diciendo, “Seré un buen chico durante seis meses”. Finalmente hizo otra pausa y luego escribió: “Haré la cena durante tres meses”.El domingo fue a misa con sus padres y vio la hermosa estatua de Nuestra Santísima Madre. Tras la misa, les dijo a sus padres que le gustaría quedarse un rato para rezar. Cuando se fue todo el mundo, entró en el santuario, cogió la estatua, se la metió en la chaqueta, se fue a casa, y la metió debajo de su cama. Después escribió otra carta a Dios: “Tráeme la bicicleta. ¡Tengo a tu madre!”¿No debería nuestro amor a Dios ser como el de un niño: simple y confiado? No creo que nos demos cuenta del gran amor que nos tiene Dios. Él nos conoce a todos nosotros por nuestro nombre y ya nos conocía cuando estábamos en el vientre de nuestra madre.¿No podemos mostrar este amor a los demás y acercarlos más a Dios o de vuelta a Dios? Seamos más cariñosos con nuestro pró-jimo y recemos para que Dios nos ayude a traerle de vuelta a la gente, ¡y seremos buenos chicos durante seis meses!

Padre Eugene Grohe, C.Ss.R. Esopus, N.Y.

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10 de marzo, Sábado de la tercera semanaOseas 6:1-6; Salmo 51; Lucas 18:9-14

La gente de la antigüedad creía que los dioses castigaban a los seres humanos porque no eran perfectos. Además, la gente intentaba


explicar los acontecimientos que no podían controlar (como los terremotos y las tormentas) como resultado de la ira de Dios.En la primera lectura, Oseas explica que Dios desea amor, no sacri-ficio, “y reconocimiento de Dios, no holocaustos” (6:6). Por eso, los judíos están empezando a darse cuenta de lo importante que es el amor. Este amor se demuestra por la manera en que tratamos a las demás personas.Tratar a la gente con amor no siempre es fácil, ya que nosotros (y me incluyo a mí mismo) no siempre sentimos amor por las demás personas. En la tira cómica Peanuts, Linus dijo una vez: “Amo a la humanidad . . . ¡es gente que no soporto!” A veces nos cansamos de amar y nos volvemos cínicos porque la condición humana no es perfecta. El que nunca fue cínico con la condición humana fue Jesús. Cuando resucitó de entre los muertos, volvió a las personas que lo habían rechazado: los apóstoles. Recordemos pues que Jesús no renuncia a la humanidad, y sigamos amando a los demás incluso cuando no nos apetece.

Padre Jim McCabe, C.Ss.R. Bethpage, N.Y.

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11 de marzo, cuarto Domingo 2 Crónicas 36:14-16, 19-23; Salmo 137; Efesios 2:4-10; Juan 3:14-21

“De tal manera amó Dios al mundo, que dio a su hijo unigénito” (Juan 3:16).La temporada de la Cuaresma nos llama a “volver a Dios con todos nuestros corazones”. Y las Sagradas Escrituras de hoy, nos recuer-dan por qué volvernos hacia Dios lo cambia todo. Nuestro Dios, que es rico en misericordia, nos dio a Jesús, su único hijo, para liberarnos del poder del pecado y la muerte. La vida, la muerte y la resurrección de Jesús y el don del Espíritu santo son los regalos del abundante amor de Dios para todos noso-tros. Dios desea nuestra plenitud de vida a través de nuestra dispo-


sición a creer y recibir el amor que nos tiene Dios.La cruz se convierte en el árbol de la vida para todos aquellos que creen que Jesús murió por amor hacia nosotros y que Dios lo resu-citó de entre los muertos también por amor hacia nosotros. Dios, por amor, nos da al Espíritu Santo para vivir un amor que es tierno, indulgente, compasivo y misericordioso.¿Es este Dios afectuoso y compasivo al que lleváis en vuestro cora-zón y proclamáis en vuestra vida?

Padre John Collins, C.Ss.R. Long Branch, N.J.

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12 de marzo, Lunes de la cuarta semanaIsaías 65:17-21; Salmo 30; Juan 4:43-54

Lo importante cuando oramos no es lo que estamos pidiendo, sino a quién estamos hablando. El funcionario, que trabaja para el rey Herodes, se acerca a Jesús simplemente porque ha escuchado tantas historias sobre tantas per-sonas que ha curado. Le pide a Jesús que baje a su casa para sanar a su hijo febril que está en peligro de muerte. Él está momentáneamente aturdido por la respuesta de Jesús: “Si no ven signos y prodigios, ustedes no creen.” Las palabras agudas hacen que el hombre se concentre rápidamente. No se le impedirá pedir el favor que ha venido de lejos a pedir. El responde con calma: “Señor, esto no se trata de mí. Se trata del niño. Por favor, sana al niño.” Jesús le dice, “Puedes irte a casa. El niño vive.” Y ahora la fe del hombre cobra vida, porque él pone su fe en las palabras de Jesús y se dirige a casa.Considérese bendecido si oiga el Señor desafiarlo como desafió al oficial real. Pídale al Señor que le enseñe que conocer a él con quien está hablando es la verdadera maravilla, el verdadero milagro.

Padre Charles MacDonald, C.Ss.R. Bronx, N.Y.


13 de marzo, Martes de la cuarta semanaEzequiel 47:1-9, 12; Salmo 46; Juan 5:1-16

Hay agua por todas partes en nuestras lecturas de hoy. Este agua fluye con fuerza desde el Templo de Jerusalén en nuestra primera lectura. Y el agua de Bet saida en nuestro Evangelio limpia, sana y genera vida cuando es movida por un ángel. ¡Qué hermosos recor-datorios de las aguas purificadoras, sanadoras y generadoras de vida vertidas por el Espíritu Santo en el bautismo! En el evangelio Jesús purifica, sana y da nueva vida al paralítico sin ninguna necesidad de un signo externo como el agua. Él mismo es el foco central del bautismo, el medio mediante el cual nosotros, 20 siglos más tarde, estamos unidos espiritualmente a él y a su muerte y resurrección salvadora a través de su cuerpo místico la Iglesia.A través de la adopción los bautizados se convierten en hijos del Dios, como Jesús, con derecho a estar en presencia del Dios Triuno para siempre después de la muerte mientras permanezcamos libres del pecado mortal. Aunque estar en el cielo con Dios es un don sobrenatural, nun-ca podemos decir que es nuestro derecho. Más razón para estar enormemente agradecidos a nuestro Redentor, Jesús, por su in-creíble don del bautismo. Y más razón también para esforzarnos para asegurar que todo el mundo en nuestros círculos de relación sea afectuosamente invitado o afectuosamente desafiado a conocer, seguir y amar a Jesús a través del bautismo.

Padre James Cascione, C.Ss.R. New York City

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14 de marzo, Miércoles de la cuarta semanaIsaías 49:8-15; Salmo 145; Juan 5:17-30

La Iglesia nos invita durante la Cuaresma a ofrecer sacrificio en tiem-pos de crisis. Edith Stein, de nombre religioso Santa Teresa Benedic-ta de la Cruz, hizo penitencia por el pecado contra su pueblo judío.


Su propia madre judía la repudió cuando se convirtió al catolicismo desde el judaísmo. Ella también sintió la impotencia de una “niña sin madre” cuando el gobierno nazi alemán decidió eliminar de Alema-nia a la raza judía. Ella no pudo hacer nada para detener la “solución final” de los nazis. Buscó a Dios en la oración. También escribió cartas al Santo Padre, pero la respuesta fue el silencio.Cuando Edith hizo sus votos como carmelita, le dijo a su Madre Superiora: “Los actos humanos no pueden ayudarnos, sólo los sufri-mientos de Cristo. Mi aspiración es compartirlos”. Edith creía que Dios la había invitado a entregarse a Cristo, a ofrecer su vida como sacrificio por este pecado y por el mal en el mundo. En la fiesta de San Alfonso (fundador de los Redentoristas) del 2 de agosto de 1942, la Gestapo vino a llevarse a Edith y a su hermana Rosa, también una monja carmelita, a Auschwitz, donde murieron una semana más tarde. Una última revelación de Edith: “Cada vez que siento mi impotencia y mi incapacidad para influir directamente en la gente, siento una gran conciencia de la necesidad de mi propio holocausto”.Cuando nos enfrentamos al mal horrible o cuando buscamos res-puestas a oraciones que llegan lentamente, podríamos adoptar la visión de Santa Edith y hacer penitencia esta Cuaresma, empezando con nuestro propio holocausto.

Padre Norman Bennett, C.Ss.R. Brooklyn, N.Y.

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15 de marzo, San Clemente Hofbauer, C.Ss.R.1 Corintios 3:6-11; Salmo 117; Lucas 10:1-9

Hoy nosotros, los Redentoristas, hacemos una pausa para celebrar la fiesta de uno de nuestros santos: San Clemente María Hof-bauer. Lo consideramos el segundo fundador de nuestra Congre-


San Clemente María Hofbauer


gación—el responsable de sacar a los Redentoristas de Italia, a través de los Alpes, y llevarlos a América.Clemente tuvo una carrera interesante y variada, empezando como aprendiz de panadero, y luego haciéndose sacerdote, ermitaño, y finalmente Redentorista. Trabajó en Europa en el siglo 19, hacien-do un trabajo excepcional como predicador, confesor y trabajador de caridad—convirtiendo y ayudando a personas de todas las clases sociales. Canonizado en 1909, hoy en día es el copatrono de Viena y Varsovia.Nosotros recordamos a Clemente especialmente por su energía y su incansable amor por las personas ordinarias. Podemos emularlo siendo incansables en nuestra acogida y aceptación de los desva-lidos, los inmigrantes y los refugiados—aquellos que buscan un hogar en nuestro mundo, nuestro país y nuestros corazones.Clemente estuvo con los pobres, al igual que hizo Jesús, y al igual que debemos hacer nosotros. La cosecha es mayor que nunca, pero los jornaleros aún son pocos. Recemos al Señor de la cosecha para que continúe haciéndonos santos y apóstoles como San Clemente.

Padre John McGowan, C.Ss.R. Long Branch, N.J.

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16 de marzo, Viernes de la cuarta semanaSabiduría 2:1, 12-22; Salmo 34; Juan 7:1-2, 10, 25-30

La primera lectura de hoy está sacada del Libro de la Sabiduría e incluye estas palabras: “Los malvados dijeron entre sí, sin pensar correctamente: Acosemos al justo porque nos repugna”. Hacia el final de la lectura, escuchamos: “su maldad los cegaba”.Lo importante aquí es que la maldad nos ciega y tergiversa nues-tro pensamiento de maneras que son malvadas. Este texto es un recordatorio para que no caigamos en la trampa de “no pensar correctamente”.El evangelio de hoy nos muestra a Jesús “colándose” en Jerusalén


porque algunos hombres estaban intentando matarlo. Estos hom-bres no estaban “pensando correctamente” aún pudiendo haber creído que estaban actuando en nombre de Dios. No es algo muy diferente de los terroristas suicidas de la actualidad que creen que actúan en nombre de Dios y por su gloria.En este día, hemos recordado que el pensamiento correcto depen-de de conocer y amar de verdad a Dios. En vuestras reflexiones sobre las lecturas de hoy, recordad que el pensamiento correcto debe seguir al mandamiento de nuestro Señor de “amar a Dios y al prójimo” en todo lo que hacemos. Actuar por odio es siempre “no pensar correctamente”.

Padre J. Francis Jones, C.Ss.R. Canandaigua, N.Y.

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17 de marzo, Sábado de la cuarta semanaJeremías 11:18-20; Salmo 7; Juan 7:40-53

En nuestra iglesia y nuestra cultura del Caribe, todo el mundo parece saber algo sobre todos los demás. Si mantienes una firme convicción en tu fe y no temes expresarla, tu vida resonará como la del profeta Jeremías. Estamos llamados a predicar y a hablar en contra de las injusticias que azotan a nuestras naciones, pero a menudo nos sentimos incó-modos haciéndolo, especialmente cuando parece que sólo Dios está de nuestro lado. Cuando era un estudiante en Whitestone, New York, el Herma-no Jeffrey Rolle, C.Ss.R., entonces nuestro formador, siempre nos recordaba que saliéramos de nuestra zona de confort cuando se trataba de hacer lo correcto. ¡Sí! Es el amor de Dios el que nos per-mite “romper la roca en pedazos” (Jeremías 23:29), como el profeta Jeremías. A pesar de la profunda incomodidad, ninguna persona es inmune a la llamada de hacer lo correcto.

Padre Elton Letang, C.Ss.R. Malick, Barataria, Trinidad & Tobago, West Indies


18 de marzo, quinto Domingo Jeremías 31:31-34; Salmo 51; Hebreos 5:7-9; Juan 12:20-33

Estamos metidos de lleno en la temporada de Cuaresma 2018, y las lecturas de las Escrituras Sagradas de hoy nos dan mucho que pensar sobre la vida y la muerte, sobre morir y resucitar: a menos que caigamos en la tierra y muramos, no tendremos vida. A menos que sirvamos, no tendremos vida. A menos que experimentemos dolor, no tendremos vida. El evangelio nos llama a imaginar a Jesús como un grano de trigo y a reflexionar sobre su muerte como una “plantación”. A pesar de la agonía de la muerte de Jesús, ¡es la única manera de que pueda surgir nueva vida!La Cuaresma es un modelo de nuestra vida como cristianos. La Cuaresma no sería más que una broma religiosa si sólo supusiera la participación en algún tipo de ayuno y sacrificio personal para perder peso. El significado real de la Cuaresma es aprender a mo-rir—¡no cuando tengamos 85 años, sino ahora, hoy!Al comienzo del evangelio de hoy, escuchamos las palabras: “Señor, nos gustaría ver a Jesús”. ¿Realmente queremos ver a Jesús? Enton-ces debemos seguirle en un camino que conduce a la vida a través de la muerte. Quizás sea el momento de que nos plantemos.

Padre Raymond Collins, C.Ss.R. Philadelphia

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19 de marzo, San José2 Samuel 7:4-5, 12-14, 16; Salmo 89; Romanos 4:13, 16-18, 22;

Mateo 1:16, 18-21, 24

San José es honrado como padre adoptivo de Jesús, cónyuge de la siempre virgen María, y patrono de la Iglesia Universal.Los cristianos, a lo largo de los años, han visto a José como el carpintero del pueblo que guió a la santa familia, enseñó a Jesús su


oficio, y veló por su crecimiento “en sabiduría, edad y gracia”.Como cónyuge de María, José sufre agonía por el cuestionable em-barazo de María. Pero el ángel de Dios tranquiliza a José para que pueda casarse con María y apoyarla como su marido. La confianza y la fe de María se vuelven contagiosas. Nosotros vemos a José al lado de María durante su difícil caminata desde Nazaret a Belén y aclamamos su audaz y agotador viaje a Egipto, protegiendo al infante salvador de Herodes.Tal vez como José estaba muriendo, le preocupaba cómo María y Jesús saldrían adelante sin él. Quizás su confianza en Dios es un gran factor en su conversión a patrono de una muerte feliz.Al final, San José es honrado como patrono de la iglesia, y los cris-tianos saben que pueden contar con su ejemplo: su búsqueda de una cueva cuando María necesitaba un lugar para dar a luz a su hijo nos recuerda que tenemos alguien a quien recurrir cuando no podemos pagar el alquiler. Sus valerosos años en Egipto inspiran a los cristia-nos que son refugiados en tierras extranjeras. José fue el casero de Nazaret, pero durante siglos la iglesia se ha expandido por todo el mundo bajo su patronazgo.Nosotros también podemos recurrir a este “guardián de María, guía cariñoso de su hijo” cuando estemos cansados de todo y el desierto de la vida se vuelva “salvaje”. Apoyo de Jesús y María, “nos apoya-mos en ti”.

Padre Joseph Krastel, C.Ss.R. Annapolis, Md.

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20 de marzo, Martes de la quinta semanaNúmeros 21:4-9; Salmo 102; Juan 8:21-30

A veces, un acontecimiento en el Antiguo Testamento es el prefa-cio de uno en el Nuevo. En la primera lectura de hoy, Dios le dice a Moisés que haga una serpiente de bronce y que la levante para que la vean los hijos de Israel. Aquellos que la miran son sanados de las mordeduras de las serpientes venenosas y escapan a la muerte segura.


En el evangelio de hoy, Jesús se refiere a sí mismo como el Hijo del Hombre, quien debe ser alzado y quien siempre hace lo que com-place al Padre. Anteriormente, en ese mismo evangelio, dice: “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:14). La conexión está clara. La muerte de Jesús en la cruz revela el po-der del amor del Padre por la humanidad. Aquellos que lo contem-plen con fe no sólo encontrarán el perdón por el veneno contagioso de sus pecados, sino que además disfrutarán de las gracias de la vida eterna. ¡Contemplemos la cruz en este día! ¡Contemplemos a Jesús! Con él, recemos al Padre con las palabras del salmista: “¡Oh Señor, escucha mi plegaria, y deja que mi llanto venga a ti!”

Padre Dennis Billy, C.Ss.R. Canandaigua, N.Y.

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21 de marzo, Miércoles de la quinta semanaDaniel 3:14-20, 91-92, 95; Daniel 3:52-56; Juan 8:31-42

Hacia el final del evangelio de hoy, Jesús dice algo que sigue reso-nando en mi corazón: “Si Dios fuera tu Padre, me amarías, porque yo provengo de Dios y estoy aquí”. Estas mismas palabras que Jesús dijo a los judíos de su tiempo, también nos las dice a nosotros. Al reconocer a Dios como nuestro Padre—creador, dador de vida, bien supremo, amor divino, etc.—estamos invitados a responder en consecuencia. ¿Cuál es entonces nuestra respuesta? Para obtener pistas de nuestra propia respuesta, lo único que tenemos que hacer es mirar a nuestro alrededor para ver que Jesús sigue aquí, enviado por Dios, entre nosotros. Jesús está presente en el mendigo de la esquina, el enfermo y el moribundo, en nuestros hermanos y hermanas inmigrantes, en los desempleados, los pobres y los necesitados—así como en los solitarios y los incomprendidos, que a menudo forman parte de nuestras propias familias.


Esta temporada de Cuaresma nos invita a llegar al corazón de quienes somos y de cómo vivimos en relación con Dios y nuestros hermanos y hermanas. Jesús nos recuerda: “Si Dios fuera tu Padre, me amarías, porque yo provengo de Dios y estoy aquí”.

Padre Robert Wojtek, C.Ss.R. Bronx, N.Y.

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22 de marzo, Jueves de la quinta semanaGénesis 17:3-9; Salmo 105; Juan 8:51-59

En el Evangelio de hoy, Jesús les dice a los judíos, “En verdad, en verdad les digo: si alguno guarda mi palabra, no verá la muerte jamás” (Juan 8:51).El Evangelio nos invita a ser discípulos y a ser libres mediante la permanencia en la Palabra del Hijo. Jesús nos libera de la esclavitud del pecado y nos hace hijos del Padre.Jesús vive en una intensa común unión con Dios Padre. Esta común unión es tan grande que quien conoce a Jesús, conoce al Padre. Jesús nos enseña y revela únicamente lo que ha oído y visto en el Padre.En este clima de filiación y de discipulado nos vamos acercando a la Pascua, con la viva conciencia de que en la medida en que acoge-mos el misterio de Jesús, su muerte y su resurrección, somos condu-cidos hacia la plena libertad.La Cuaresma es un tiempo de cambio y conversión en nuestras vidas. Vivamos esta Cuaresma como un camino hacia Jesucristo, escuchando la Palabra de Dios, orando, compartiendo con el próji-mo y haciendo obras buenas. “Recurrid al Señor y a su poder, buscad continuamente su rostro. Recordad las maravillas que hizo, sus prodigios, las sentencias de su boca” (Salmo 105).

Padre Edmundo Molina, C.Ss.R. Baltimore


23 de marzo, Viernes de la quinta semanaJeremías 20:10-13; Salmo 18; Juan 10:31-42

Alguien describió una vez la virtud de la esperanza en palabras similares a estas: hay un próximo paso y puedo dar ese paso. Sentirme sin esperanza, sentir desesperación es sentirme emocional y espiritualmente paralizado, sentir que no hay futuro, que no hay un próximo paso y, aunque lo hubiera, no podía dar ese paso. La primera lectura de hoy es del profeta Jeremías y comienza con palabras aterradoras: “Escucho los susurros de muchos: ‘¡Terror en todos lados!’” (20:10). Jeremías ha cumplido su misión y como resultado ha sido rechazado y perseguido. Su vida se ve amenazada. Sin embargo, de repente viene este estallido de esperanza: “Pero el Señor está conmigo, como un poderoso campeón” (20:11). Jeremías toma un salto de confianza, seguro de la presencia y el poder del Señor. No tiene dudas de que hay un siguiente paso y eso Dios le dará todo lo que necesita para dar ese paso.Recuerda que hoy el Señor está contigo “como un poderoso cam-peón”. Hoy hay un siguiente paso, y puedes dar ese paso porque Cristo está contigo y te dará todo lo que necesitas para dar ese paso adelante.

Padre Joseph Tizio, C.Ss.R. Boston

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24 de marzo, Sábado de la quinta semanaEzequiel 37:21-28; Jeremías 31:10-13; Juan 11:45-56

“¿Qué os parece? ¿Que no vendrá a la fiesta?” (Juan 11:56)¿Confiamos en Jesucristo? ¿Confiamos en que Jesús es el rey reden-tor del mundo? ¿Confiamos nuestras vidas a Jesús y a su voluntad divina?


Pidamos a Jesús que nos ayude a aumentar nuestra confianza en él y en su voluntad, porque Jesús “nos protegerá, como un pastor prote-ge a su rebaño” (cf. Jeremías 31:10d).Jesús viene a Jerusalén, listo para terminar su misión de redención. Éste es el Evangelio, la Buena Nueva, las últimas noticias: en él, Jesucristo, hay abundante redención (cf. Salmo 130:7)Que sintamos tanta pasión por Jesucristo y su iglesia que no poda-mos evitar predicar el evangelio al mundo que nos rodea.

Hermano Kevin McGraw, C.Ss.R. Houston

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25 de marzo, Domingo de la Pasión (Domingo de Ramos)

Isaías 50:4-7; Salmo 22; Filipenses 2:6-11; Mateo 26:14–27:66

¿Cómo es posible que el Domingo de Ramos celebramos la entrada del Señor en Jerusalén, montado en un asno, con la gente procla-mando él Señor y Rey, pero muy pronto gritarán: “Crucifícalo!”?El Señor sabe lo que está en nuestras mentes y corazones.Jesús vino para hacer la voluntad de su Padre, glorificar su Padre, y a redimir al mundo. Él nos enseña que cuando rezamos el Padre-nuestro, debemos bendecir el nombre del Padre, vivir para su reino y hacer la voluntad de Dios con nuestras vidas.Cuaresma y la Semana Santa son el tiempo mas importante en nuestras vidas. La hagamos la mejor Semana Santa de nuestra vida. El Señor sabe lo que está en nuestras mentes y corazones.

Padre Kevin Moley, C.Ss.R. Newton Grove, N.C.


26 de marzo, Lunes de la Semana SantaIsaías 42:1-7; Salmo 27; Juan 12:1-11

Isaías 42:2-4 describe al siervo elegido del Señor como un hombre de ternura que, sin infligir violencia, trae transformación, justicia y una relación correcta con el mundo.El evangelio de hoy presenta a María, la hermana de Lázaro, cuando unge los pies de Jesús. Su extraordinario y tierno cuidado se encuen-tra con el arrogante rechazo y resistencia de Judas, aunque el salvador ve la verdad en las acciones de María y no desaprovecha su amor.La unción de los pies de Jesús presagia su muerte, pero la acogida, por parte de Jesús, del servicio cariñoso y humilde de María ante la condena, también presagia la acogida, por parte del Padre, del extraordinario amor de Cristo en la Pasión. Cristo derramará el tesoro de su alma en una acción de amor inde-ciblemente tierno por las personas que le han traicionado o recha-zado. El Padre recibirá la ofrenda del Hijo y lo devolverá a la vida otra vez en el Espíritu. Que aquellos que afirmamos ser cristianos nunca renunciemos a la ternura, y que aceptemos el misterio esencial de que el cuidado amoroso extraordinario, la auténtica caridad, es el camino hacia la transformación, la justicia, la buena relación y la resurrección.

Padre Matthew Allman, C.Ss.R. Brooklyn, N.Y.

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27 de marzo, Martes de la Semana SantaIsaías 49:1-6; Salmo 71; Juan 13:21-33, 36-38

Hoy el evangelio de Juan nos habla de Jesús anunciando, en la Úl-tima Cena, que “uno de vosotros me traicionará” (13:21). Jesús coge entonces un pedazo de comida y se lo da a Judas, que se lo come y se va. Juan añade: “Y era de noche” (13:30), quizás indicando no tanto el momento del día, sino la disposición del corazón de Judas.


La tradición nos dice que, después de traicionar a Jesús, Judas se arrepintió de lo que había hecho y se colgó fruto de la desespera-ción. Entonces surge una pregunta: ¿qué pecado fue mayor, traicio-nar a Jesús o desconfiar de su afectuoso perdón?Para nuestro bautismo, todos nosotros hemos sido llamados a ser apóstoles y a ayudar en la misión de proclamar el reino de Dios de palabra y hecho. Y todos nosotros hemos traicionado a Jesús y hemos compartido la oscuridad de la noche al no amar a nuestros hermanos y hermanas.Durante estos últimos días de Cuaresma, examinemos nuestra conciencia para ver cómo le hemos traicionado a él y los unos a los otros. En lugar de seguir el ejemplo de Judas, admitamos hones-tamente nuestras traiciones y abrámonos al perdón afectuoso del Señor, especialmente a través del sacramento de la reconciliación.

Padre Gerard Knapp, C.Ss.R. Brooklyn, N.Y.

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28 de marzo, Miércoles de la Semana SantaIsaías 50:4-9; Salmo 69; Mateo 26:14-25

Nuestro Señor sintió la herida más profunda que cualquier ser hu-mano pueda experimentar: la traición. La traición nos duele tanto porque hay amor. Él es traicionado por uno de sus amigos más cercanos, alguien en quien Él confiaba. Como dijo el escritor inglés John le Carré, “La traición sólo puede suceder si amas”.Jesús arriesga su amor para que podamos aprender a amar a cam-bio. Él amaba a los suyos en el mundo y los amó hasta el final (Juan 13:1). Los apóstoles también lo aman. Su confianza en Jesús es ple-na y su confianza en la profundidad de su entendimiento tan total que con verdadera duda cada uno se examina a sí mismo: “¿Segura-mente no soy yo, Señor, quien va a traicionarte?”El don total de Jesús y el su amor salvador deben hacernos cuestio-narnos a nosotros mismos. ¿He devuelto el amor y la comprensión por el amor y la comprensión que he recibido? ¿Trato de agradar a


Dios y a los amados en mi vida como lo hizo Jesús? ¿Podemos decir junto con Jesús, “El Padre me ama por esto, porque yo siempre hago lo que le agrada” (Juan 8:29)?Abandonémonos en el amor esta semana, arriesguemos la traición, con esa vulnerabilidad y la duda que acompañan al verdadero amor.

Padre Francis Mulvaney, C.Ss.R. Brooklyn, N.Y.

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29 de marzo, Jueves SantoÉxodo 12:1-8, 11-14; Salmo 116; 1 Corintios 11:23-26; Juan 13:1-15

El Jueves Santo, la Iglesia conmemora la institución de dos sa-cramentos: la Santa Eucaristía y el sacerdocio ministerial. Estos sacramentos están íntimamente relacionados.La Eucaristía constituye toda la riqueza espiritual de la Iglesia y es venerada como “la fuente y la cumbre de la vida cristiana”. El sacer-docio ministerial, a su vez, garantiza la integridad de la Eucaristía de una generación de creyentes a la siguiente.Estos sacramentos están tan estrechamente vinculados debido a su referencia a Cristo. Jesús es sacerdote y víctima. Él es el sumo sacer-dote de la Nueva Pascua y el cordero sacrificial cuya sangre es derra-mada por los pecados del mundo. Él comparte su doble papel con todos los cristianos, pero de una manera especial con el sacerdote.Cada sacerdote es un alter Christus (“otro Cristo”), que celebra la Eucaristía para sumergir a los fieles en el misterio de la pasión, la muerte y la resurrección de Cristo. Como alter Christus, él es llama-do a entregarse a los demás en una vida de servicio. Al igual que Jesús se humillaba lavando los pies de sus discípulos, cada sacerdote está llamado a ofrecerse como una presencia nutriti-va y sacrificial a los demás.

Padre Dennis Billy, C.Ss.R. Canandaigua, N.Y.


La agonía de Jesús en el jardín de Getsemaní


30 de marzo, Viernes SantoIsaías 52:13–53:12; Salmo 31; Hebreos 4:14-16; 5:7-9; Juan 18:1–19:42

“El que vio da testimonio de esto y su testimonio es verdadero y él sabe que dice la verdad, para que también ustedes crean” (Juan 19:35).Con estas palabras la Pasión según San Juan nos revela el momento climático del todo, cuando una lanza traspasa el costado de Jesús crucificado. Es como el instante tremendo de los truenos y relám-pagos que anuncia la presencia de la tormenta gigantesca. O mejor, como el ojo del huracán, completamente pacífica. Pues, este momento de la Pasión es el cumplido y la llegada de la salvación a la vida personal de cada uno de nosotros.Adoremos entonces la Santa Cruz de nuestra salvación. La besemos cada uno esta figura y realidad de nuestra salvación. Cumplamos entonces la profecía del Evangelio de hoy: “Mirarán al que traspa-saron” (Juan 19:37).

Padre John Hamrogue, C.Ss.R. Bronx, N.Y.

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31 de marzo, Sábado SantoGénesis 1:1-2:2; Salmo 104; Génesis 22:1-18; Salmo 16; Éxodo 14:15–15:1; Éxodo 15:1-6, 17-18; Isaías 54:5-14; Salmo 30; Isaías 55:1-11; Isaías 12:2-6; Baruch 3:9-15, 32-38, 4:1-4; Salmo 19; Ezequiel 36:16-28; Salmo 42 o

Isaías 12:2-6; Romanos 6:3-11; Salmo 118; Marcos 16:1-7

“¿Quién nos quitará la piedra de la entrada del sepulcro?” (Marcos 16:3) El hogar del célebre poeta Paul Laurence Dunbar está abierto al público en Dayton, Ohio. Cuando Dunbar murió en 1906 a los 33 años, su madre dejó su habitación exactamente como estaba el día de su muerte. En el escritorio de este hombre brillante estaba su poema final, escrito a mano en un cuaderno.


¡Cristo ha resucitado!


Tras la muerte de su madre, sus amigos descubrieron que el último poema de Dunbar se había perdido para siempre. Como su madre había convertido su habitación en un santuario y no había movido nada, el sol había blanqueado la tinta con la que estaba escrito el poema hasta quedar invisible. El poema había desaparecido. Si nos quedamos de luto, perdemos mucho en la vida.Las mujeres fieles están de luto cuando van al sepulcro a primera hora del primer día de la semana. “¿Quién quitará la piedra?” Ellas no estaban listas para seguir adelante, sino que estaban, aparente-mente, atrapadas en sus maneras de hacer las cosas… maneras que sólo aceptaban la pérdida y la muerte. Sólo fueron capaces de avanzar en sus vidas cuando escucharon al ángel decir: “¡No os asustéis! Buscáis a Jesús de Nazaret, el crucifi-cado. Ha resucitado; no está aquí” (Marcos 16:6). En ese momento, dejaron atrás sus lágrimas y su llanto e iniciaron una nueva vida de fe en el Señor resucitado.¿Estamos todavía desesperados y de luto—luto por una temporada “perdida” de Cuaresma, desesperados por no estar listos del todo para el Domingo de Pascua? El mensaje de hoy es el mismo para nosotros que el que fue para esas mujeres fieles: “No temáis”. Hoy estamos llamados a pasar de la oscuridad a la luz, de la muerte a la vida. Ahora podemos dejar atrás el invierno de la Cuaresma y pasar al glorioso sol de la temporada de Pascua. No nos quedemos atascados preguntándonos quién quitará la piedra: el propio Cristo ha quitado la piedra de nuestro pesar y de nuestro pecado y nos invita a una nueva vida. No temáis, pero salir al mundo para compartir la buena nueva de que nuestro Señor ha vencido al pecado y a la muerte. ¡Está vivo! Que el Redentor resucitado brille sobre cada uno de nosotros y de nuestras familias en este glorioso día de Pascua y para el resto de nuestras vidas.

Superior Provincial Padre Paul Borowski, C.Ss.R. Brooklyn, N.Y.

Devociones Diarias Cuaresma PARA LALe… · su padre para volverse un sacerdote. ... así que...

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