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En el pasaje de hoy vemos la octava y novena plaga que Dios envi sobre Egipto. Las dos plagas comienzan cuando Dios le dice a Moiss que extienda su mano y Moiss lo hace as. En las dos oportunidades, Faran pretende dejarlos ir a adorar, pero no como Dios lo requera, sino como a l le pareca. Las dos plagas culminan con un Faran duro de corazn. Mientras lea esto meditaba en cunto Faran poda o no influenciar la adoracin del pueblo de Dios. Las cosas se haran a la manera de Dios, o lo que Dios requera se vera limitado por la voluntad de un hombre? Egipto en la Biblia suele ser sinnimo del mundo, de lo malo. Cunta similitud hay entre estos episodios y la vida del creyente! Djamelo explicar: Por un lado tenemos a un Dios que exige obediencia y adoracin. Tenemos tambin a un Moiss esgrimiendo el poder de Dios para derribar argumentos y que Dios sea adorado como l lo exige. Por otro lado, uno que poco le interesa la adoracin a Dios, y si se ha de hacer, debe ser hecha como l quiere y no como Dios manda. En nuestra vida Cristiana tambin existe un Moiss y un Faran... Dios exige hoy, lo mismo que ha exigido siempre: obediencia; y hay en nosotros un Moiss, que pretende dar a Dios lo que l se merece. Este es el Espritu Santo, quien nos molesta con frecuencia hacindonos ver que estamos equivocados o que hemos desobedecido y debemos cambiar el rumbo de accin. Sin embargo tambin tenemos un Faran. ste es nuestra naturaleza pecaminosa, es nuestra tendencia al mal, al no-Dios, a la independencia y a hacer las cosas a nuestra manera. Si reflexionamos en la historia del xodo, entenderemos que poco sentido tiene enfrentar a Dios y querer hacer las cosas a nuestra manera, porque tarde o temprano Dios desplegar su poder y quebrantar el orgullo y la arrogancia de Faran. Querido amigo, el desafo que quiero dejarte hoy es el siguiente: Que nuestro Dios no tenga que venir sobre nosotros con su poder a quebrantarnos y humillarnos, debido a la dureza de nuestro corazn. Que nuestros corazones se hallen blandos y dispuestos a escuchar su voz, de tal manera que cuando l pida algo, nuestra reaccin sea de adorarle diciendo Seor: Qu quieres que yo haga?