Detector de Movimiento

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TECTOR DE MOVIMIENTO mayoría de los circuitos que detectan el paso de una persona emplean sores piezoeléctricos, pirométricos, leds, etc. y todos ellos suelen poseer ajuste complicado cuando forman parte de un sistema de alarma. ándonos en una aplicación de National Semiconductor, publicamos un uito sencillo de excelente desempeño. ARROLLO el espacio que se está monitoreando para establecer el aje de una persona es interrumpido aunque sea por un aso tiempo, el circuito de detección lo percibe y la rma se acciona. ocasiones la instalación y calibración de los dispositivos tornan un tanto complicadas, ya que se necesita un fecto ajuste óptico entre el emisor y el receptor. bién habrá que tomar en cuenta la cantidad de luz que el iente tiene, para realizar la calibración conforme con el el de luz que haya en el lugar. Un tercer problema radica que el circuito suele ser caro y hasta complicado de ar. circuito que proponemos puede ser usado en ambientes rados o al aire libre, sin necesidad de tener que calibrar transmisor, funciona con cualquier nivel de luminosidad, y para un sistema sonoro cuando se detecta el pasaje de un eto. Además el circuito es fácil de armar y posee un sumo muy bajo. principio de funcionamiento es sencillo, dado que detecta bios en la iluminación del ambiente. Utiliza dos sensores icos que detectan el “contraste” de los niveles luminosos tos por esos dos ojos, lo que le brinda una sensibilidad tante alta. ventaja del equipo consiste en que se requieren solamente ajustes, luego de los cuales puede funcionar en cualquier iente. la figura 1 vemos el esquema de nuestro detector, que lea dos circuitos integrados: un operacional 741 y un porizador 555. operacional funciona como comparador, recibe las dos radas las señales procedentes de los sensores ópticos. FIGURA 1 FIGURA 2 MATERIALES

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DETECTOR DE MOVIMIENTO

La mayoría de los circuitos que detectan el paso de una persona emplean sensores piezoeléctricos, pirométricos, leds, etc. y todos ellos suelen poseer un ajuste complicado cuando forman parte de un sistema de alarma. Basándonos en una aplicación de National Semiconductor, publicamos un circuito sencillo de excelente desempeño.

DESARROLLO

Si el espacio que se está monitoreando para establecer el pasaje de una persona es interrumpido aunque sea por un escaso tiempo, el circuito de detección lo percibe y la alarma se acciona.

En ocasiones la instalación y calibración de los dispositivos se tornan un tanto complicadas, ya que se necesita un perfecto ajuste óptico entre el emisor y el receptor.

También habrá que tomar en cuenta la cantidad de luz que el ambiente tiene, para realizar la calibración conforme con el nivel de luz que haya en el lugar. Un tercer problema radica en que el circuito suele ser caro y hasta complicado de armar.

El circuito que proponemos puede ser usado en ambientes cerrados o al aire libre, sin necesidad de tener que calibrar un transmisor, funciona con cualquier nivel de luminosidad, y dispara un sistema sonoro cuando se detecta el pasaje de un objeto. Además el circuito es fácil de armar y posee un consumo muy bajo.

El principio de funcionamiento es sencillo, dado que detecta cambios en la iluminación del ambiente. Utiliza dos sensores ópticos que detectan el “contraste” de los niveles luminosos vistos por esos dos ojos, lo que le brinda una sensibilidad bastante alta.

Una ventaja del equipo consiste en que se requieren solamente dos ajustes, luego de los cuales puede funcionar en cualquier ambiente.

En la figura 1 vemos el esquema de nuestro detector, que emplea dos circuitos integrados: un operacional 741 y un temporizador 555.

El operacional funciona como comparador, recibe las dos entradas las señales procedentes de los sensores ópticos.

La calibración del sistema de detección se realiza por la regulación de una red simple de resistencias. Si se detectara alguna modificación, aparece un pulso en la salida del operacional (pata 6), el que se envía a un oscilador monoestable formado por el clásico 555, cuya salida se aplica a un buzzer piezo-eléctrico de alta eficacia sonora durante el período de temporización (10 segundos aproximadamente, de acuerdo con los valores dados en el circuito).

El buzzer es resonador de estado sólido con terminales polarizados, funcionará con una alimentación de 3 a 30V con corrientes muy pequeñas.

Para un buen funcionamiento, conviene colocar los LDR en sendos tubos opacos de 5 mm de diámetro por 3 cm de largo, los cuales se deben enfocar en la dirección en la que se desee detectar el movimiento.

FIGURA 1

FIGURA 2

MATERIALES

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Para ajustar el equipo debe colocar los dos trimpots en posición central, conecte la alimentación y espere 5 segundos para que la alarma sonora dispare.

Recuerde que el funcionamiento se basa en la comparación entre dos niveles, si hay necesidad la alarma funcionará con dos tubos que estén centrados en dos direcciones diferentes.

Para controlar varios ambientes al mismo tiempo, bastará con colocar varios conjuntos sensores en paralelo, conectarlos mediante cables blindados.

Cuando todo está ajustado y equilibrado, cualquiera de los pares de ojos hará funcionar la alarma.

Autores: Ing. Horacio D. Vallejo, Federico Prado, Luis H. Rodríguez,Juan Pablo Matute, Rafael Domínguez, Peter Parker.

Luz Automática con Sensor de Movimiento

Raúl Alvarez

Cómo Nace la IdeaCuando llega la noche

enciendo la luz de mi

patio obviamente para

poder ver mejor al

caminar, pero también

como medida de

seguridad contra

cualquier intruso que

quiera "visitar" mi casa sin

permiso; la idea es que si

la luz del patio está

encendida, sirve como un

disuasivo para

potenciales intrusos.

Ahora bien, siempre quise contar con un sistema electrónico que encienda la luz automáticamente en

respuesta a la detección de movimiento, de esa manera no tendría que preocuparme por buscar el interruptor

de la luz del patio cada vez que salgo en la noche, por ejemplo. Por otra parte, si algún intruso entrara a mi

casa la luz se encendería automáticamente e incluso podría disparar alguna alarma sonora de advertencia, lo

cual me sería también muy útil a fin de espantar algunos gatos que de cuando en cuando visitan el patio de mi

casa a media noche.

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Se me ocurrió el siguiente circuito que tiene gran potencial para muchas otras aplicaciones similares, el cual

paso a explicar en detalle.

En la foto se aprecia a la

derecha el sensor modular

Parallax PIR 555-28027

(domo blanco

semitransparente). A la

izquierda del sensor está el

circuito inversor de disparo;

más a la izquierda se puede

ver el circuito actuador para

control del relay. Siguiendo

más a la izquierda se puede

ver el chip temporizador 555

y a lado de éste un

regulador de voltajes 7405

(no presente en el diagrama

del circuito de abajo) que

provee 5 voltios de

alimentación para probar el

circuito. Se ve incluido

también un botón pulsador

para probar el temporizador

monostable mediante

disparo manual.

Arriba se ve el relay (color

azul) el cual está conectado

al circuito actuador.

Diagrama del Sistema

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Como se ve, el sistema consta de cuatro partes las cuales desgloso a continuación:

1. Sensor de Movimiento: El sensor de movimiento es un sensor modular Parallax PIR 555-28027 que hace

fácil su uso e integración directa en cualquier sistema. Posee solamente tres pines: Salida de Señal, V+ y

GND, sus especificaciones principales son:

Rango de detección hasta 6 metros.

Salida de un solo bit.

Un jumper selecciona el modo de salida: disparo contínuo o por flanco.

Tamaño pequeño que hace fácil ocultarlo.

Compatible con muchos microcontroladores.

Alimentación requerida: 3.3 a 5 VDC; >3 mA (puede variar)

Comunicación: Salida de un solo bit nivel alto/bajo.

Dimensiones: 32.2 x 24.3 x 25.4 mm

El sensor cuenta con un lente Fresnel que hace posible un rango más amplio y la

detección del cambio de patrones de luz infrarroja debido al movimiento dentro de su

rango de detección. Ante la presencia de movimiento la salida porporciona una señal de

nivel lógico alto, la cual retorna a nivel lógico bajo si no hay movimiento movimiento.

2. Circuito Inversor de Disparo: Su función principal es la de invertir la señal inicial de

disparo proporcionada por el sensor PIR, debido a que el temporizador monostable

basado en el chip 555, el cual determina el tiempo que la luz permanecerá encendida, requiere un flanco

descendente para ser activado.

Esta parte de circuito consta básicamente de un negador lógico en el cual el transistor Q1 funciona entre un

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estado de saturación y corte. Elegí el transistor BC548 porque estaba a la mano, pero casi cualquier otro

transistor NPN funcionará adecuadamente. El capacitor C3 tiene la función de limitar el tiempo de duración de

la señal de disparo a un pulso negativo corto (el capacitor se pone en corto a tierra momentáneamente para

luego alcanzar un nivel de potencial de VCC). Como requisito general el manual del Temporizador 555

plantea que las señales de disparo debe ser de flanco de bajada y el pulso total debe ser corto.

3. Temporizador Monostable: Esta parte del sistema es un clásico circuito vibrador monostable casi

directamente extraído del manual del chip 555, nada fuera de lo usual. Para quienes no estén familiarizados

con circuitos monostables, la explicación más simple de su funcionamiento es la siguiente: Al proveer un

flanco de bajada o pulso corto negativo a la entrada de disparo (Pin 2), el 555 pone en nivel alto su salida (Pin

3) por un tiempo cuyo valor está determinado por el tiempo de carga del capacitor C1 a través de la

resistencia R1; en otras palabras, la duración del pulso de salida depende de los valores de ambos

componentes. C2 tiene el propósito de prevenir disparos en falso y su valor está recomendado directamente

por el manual.

El tiempo de duración del pulso está dado por la fórmula: t = 1.1R1 x C1

En este caso se está usando en R1 un potenciómetro de 1 Megaohm y un capacitor de 100 uF, lo que nos

permite variar la duración del pulso desde 0 hasta 110 segundos. (Corrección: En el diagrama de circuito se

muestra C1=10 uF, lo cual sólo nos da un tiempo total de 11 segundos).

4. Circuito Actuador: El pulso de salida provisto por el 555 es usado a su vez para activar el relay encargado

de encender el bombillo de luz. A fin de soportar adecuadamente la carga de corriente requerida por la bobina

del relay, se está usando un típico circuito buffer de corriente en base a un transistor 2N2222. La resistencia

R5 sirve simplemente para limitar la corriente en la base del transistor y el diodo D1 tiene como propósito

descargar de manera segura la corriente almacenada por la bobina, una vez que ésta haya sido

desenergizada.

El relay es uno común que soporta 5VDC en el lado de la bobina de activación y aguanta hasta 2A de

corriente en la carga (bombillo u otro dispositivo que funcione con corriente alterna). Como precaución uno

debe cerciorarse que la corriente provista a la bobina por parte del transistor (Q2) no sea excesiva, lo cual

podría recalentar al transistor. En mi caso hice la siguiente comprobación:

Medí la resistencia del alambre de la bobina del relay y me dió 147 ohms.

Calculé la corriente de colector para el transistor, la cual en todo caso será un poco menor a:

5VDC/140ohm = 34mA.

Revisando la hoja de datos del transistor 2N2222 constatamos que la máxima corriente de colector

es de 800 mA, así que 34 mA es perfectamente seguro para un trabajo constante del transistor.

Prueba de FuncionamientoCuando el sensor detecta movimiento en su rango de alcance entre 5 a 6 metros, la luz se enciende y

permanece en ese estado por un tiempo de hasta 1 minuto y 50 segundos el cual puede ser programado

mediante potenciómetro R1.

Funciona perfectamente!

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Ahora, cada vez que salga al patio en medio de la noche tendré automáticamente luz sin necesidad de buscar

a tientas el interruptor, además estaré más seguro sabiendo que el encendido automático de luz servirá como

disuasivo para un potencial intruso y por último, podré asustar unos cuantos gatos del barrio cuando éstos

vengan en medio de la noche a husmear en mi patio.

El diagrama del circuito no incluye la fuente de alimentación de 5VDC, la cual se ha obviado para simplificar la

descripción del sistema.

Sugerencias Para Proyectos Similares

Aquí les presento algunas sugerencias para aplicaciones similares de este sensor tan versátil:

Cámara de seguridad. Si disponemos a mano una cámara digital con tarjeta de memoria flash (muy

comunes y baratas en este tiempo), podemos disparar la misma mediante el sensor de movimiento

para sacar de manera automática una serie seguida de fotos o filmar video por un tiempo

preprogramado o hasta que cese todo movimiento.

Sistemas de alarma. Ante la detección del movimiento el sensor puede activar una sirena, luces o

iniciar una comunicación automática del evento a otro sistema matriz.

Avisos comerciales activados por movimiento. Ante la presencia de potenciales clientes entra en

funcionamiento el aviso comercial, el cual puede constar de sonido, video, luces y otros.

Sensor de movimiento

Este sensor de movimiento puede detectar a una persona a una distancia de 1 metro. Se utiliza un doble transmisor-receptor de infrarrojos HOA1405. Cuando el módulo e sensor detecta los rayos reflejados el infrarrojo, la alarma sonará durante 2 minutos. El circuito puede ser modificado para diversas aplicaciones, incluyendo alarma para un sistema de aire acondicionado.

El principal elemento en el circuito detector de movimiento es el doble sensor de rayos infrarrojos reflectantes. Está constituido por un diodo de infrarrojos y un fototransistor NPN. El revestimiento negro del módulo filtra los rayos de luz visible y permite que los rayos infrarrojos lleguen al fototransistor.

Cuando el fototransistor recibe los rayos infrarrojos, el colector del transistor envía los pulsos al pin2 del temporizador monoestable IC1 LM 555. Con los valores dados de R4 y C2, la salida de IC1 se mantiene alta durante dos minutos para mantener activa la alarma. En el estado de espera, el fototransistor no está conduciendo, es porque no está recibiendo en su base los rayos infrarrojos.

Cuando una persona pasa por el frente del módulo, los rayos infrarrojos reflejados activarán el fototransistor y su colector va a tierra. Esto permite que se active el temporizador monoestable y por lo mismo ponga a conducir a Q2 y la bobina de RL1 reciba corriente y se activen sus contactos y pondrá a funcionar al aparato o lámpara que esté conectado en ellos.

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El alcance de la deteción está entre 1 y 5 metros aproximadamente.

Lista de componentes

Capacitores:C1: .01 µF. cerámicoC2: 100 µF. electrolíticoResistores:R1, R2, R5: 1 KΩR3: 470 ΩR4: 100 KΩSemiconductoresQ1: HOA1405.Q2: 2N3904 o equivalenteIC1: LM555.D1: 1N4004.LED1: Diodo emisor de luz color rojo o verdeOtrosRL1: Relevo con bobina para 9 voltios y 100 mA. con contactos para 10 o más amperiosSW1: interrptor para encendido y apagado.V1: Fluido eléctrico domiciliar, puede ser 120 o 220 u otro voltaje.B1: Fuente de alimentación de 9 voltios regulada.BL1: Ejemplo de carga, puede ser un motor, bomba de agua, lámpara, etc.Tableta de circuito impreso Tabletas de circuito impreso

NOTA:Este circuito fue probado en simulador de circuitos electrónicos, funcionando

correctamente. No se probó físicamente.

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La parroquia y el oficio de párrocoEl párroco es el pastor propio de la parroquia que se le confía y ejerce la cura pastoral de la comunidad que le está encomendada bajo la autoridad del Obispo diocesano

18. Los rasgos eclesiológicos más significativos de la noción teológico-canónica de parroquia han sido concebidos por el Concilio Vaticano II a la luz de la Tradición, de la doctrina católica y de la eclesiología de comunión, y traducidos más tarde en leyes por el Código de Derecho Canónico. Éstos han sido desarrollados desde diferentes puntos de vista en el magisterio pontificio postconciliar, ya sea de una manera explícita o implícita, siempre dentro de la reflexión sobre el sacerdocio ordenado. Es útil resumir, por tanto, las principales características de la doctrina teológica y canónica sobre la materia, sobre todo para dar mejor respuesta a los desafíos pastorales que se presentan a comienzos del tercer milenio en el ministerio parroquial de los presbíteros.

Cuanto se dice del párroco, por analogía, y bajo el perfil de una función pastoral de guía, afecta también en gran medida a aquellos sacerdotes que prestan su ayuda en la parroquia, y a cuantos tienen específicos encargos pastorales, por ejemplo, en lugares donde se concentran grupos de fieles (hospitales, universidades, escuelas...), o en labores de asistencia a inmigrantes, extranjeros, etc.

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La parroquia es una concreta communitas christifidelium, constituida establemente en el ámbito de una Iglesia particular, y cuya cura pastoral es confiada a un párroco como pastor propio, bajo la autoridad del Obispo diocesano (65) . Toda la vida de la parroquia, así como el significado de sus tareas apostólicas ante la sociedad, deben ser entendidos y vividos con un sentido de comunión orgánica entre el sacerdocio común y el sacerdocio ministerial, y por tanto, de colaboración fraterna y dinámica entre pastores y fieles en el más absoluto respeto de los derechos, deberes y funciones ajenos, donde cada uno tiene sus propias competencias y su propia responsabilidad. El párroco «en estrecha comunión con el Obispo y con todos los fieles, evitará introducir en su ministerio pastoral tanto formas de autoritarismo extemporáneo como modalidades de gestión democratizante ajenas a la realidad más profunda del ministerio» (66) . A este respecto, mantiene pleno vigor la Instrucción interdicasterial Ecclesiae de Misterio, aprobada por el Sumo Pontífice, cuya aplicación íntegra asegura la correcta praxis eclesial en este campo fundamental para la vida misma de la Iglesia.

El vínculo intrínseco con la comunidad diocesana y con su Obispo, en comunión jerárquica con el Sucesor de Pedro, asegura a la comunidad parroquial la pertenencia a la Iglesia universal. Se trata, por tanto, de una pars dioecesis (67) animada por un mismo espíritu de comunión, por una ordenada corresponsabilidad bautismal, por una misma vida litúrgica, centrada en la celebración de la Eucaristía (68) , y por un mismo espíritu de misión, que caracteriza a toda la comunidad parroquial. Cada parroquia, en definitiva, «está fundada sobre una realidad teológica, porque ella es una comunidad eucarística. Esto significa que es una comunidad idónea para celebrar la Eucaristía, en la que se encuentran la raíz viva de su edificación y el vínculo sacramental de su existir en plena comunión con toda la Iglesia. Tal idoneidad radica en el hecho de ser la parroquia una comunidad de fe y una comunidad orgánica, es decir, constituida por los ministros ordenados y por los demás cristianos, en la que el párroco —que representa al Obispo diocesano— es el vínculo jerárquico con toda la Iglesia particular» (69) .

En este sentido, la parroquia, que es como una célula de la diócesis, debe ofrecer «un claro ejemplo de apostolado comunitario, al reducir a unidad todas las diversidades humanas que en ella se encuentran e insertarlas en la universalidad de la Iglesia» (70) . La communitas christifidelium, en la noción de parroquia, constituye el elemento esencial de base, de carácter personal, y, con tal expresión, se quiere subrayar la relación dinámica entre personas que, de manera determinada, bajo la guía indispensable de su propio pastor, la componen. Por regla general, se trata de todos los fieles de un territorio determinado; o bien, solamente de algunos fieles, en el caso de las parroquias personales, constituidas sobre la base del rito, la lengua, la nacionalidad u otras motivaciones concretas (71) .

19. Otro elemento básico de la noción de parroquia es la cura pastoral o cura de almas, propia del oficio de párroco, que se manifiesta, principalmente, en la predicación de la Palabra de Dios, en la administración de los sacramentos y en la guía pastoral de la comunidad (72). En la parroquia, ámbito de la cura pastoral ordinaria, «el párroco es el pastor propio de la parroquia que se le confía, y ejerce la cura pastoral de la comunidad que le está encomendada bajo la autoridad del Obispo diocesano en cuyo ministerio de Cristo ha sido llamado a participar, para que en esa misma comunidad cumpla las funciones de enseñar, santificar y regir, con la cooperación también de otros presbíteros o diáconos, y con la ayuda de fieles laicos, conforme a la norma del derecho» (73). Esta noción de párroco manifiesta una gran riqueza eclesiológica, y no impide al Obispo establecer otras formas de la cura animarum, según las normas del derecho.

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La necesidad de adaptar la asistencia pastoral en la parroquia a las circunstancias del tiempo actual, caracterizado en algunos lugares por la escasez de sacerdotes, y también por la existencia de parroquias urbanas superpobladas y parroquias rurales dispersas, o bien por el reducido número de parroquianos, ha hecho aconsejable introducir en el derecho universal de la Iglesia algunas innovaciones, no ciertamente en cuestiones de principio, relativas al titular de la cura pastoral de la parroquia. Una de éstas consiste en la posibilidad de confiar in solidum a varios sacerdotes la cura pastoral de una o varias parroquias, con la condición terminante de que uno solo de ellos sea el moderador, el que dirija la actividad común y responda de ella personalmente ante el Obispo (74) . Se confía por tanto el único oficio pastoral, la única cura pastoral de la parroquia a un titular múltiple, constituido por varios sacerdotes, que reciben una idéntica participación en el oficio confiado, bajo la dirección personal de un hermano moderador. Confiar la cura pastoral in solidum resulta útil para resolver algunas situaciones en diócesis donde los sacerdotes, siendo pocos, tienen que organizar su tiempo en la asistencia de actividades ministeriales diversas, y constituye un medio oportuno para promover la corresponsabilidad pastoral de los presbíteros y, de manera especial, para facilitar la costumbre de la vida en común de los sacerdotes, que se ha de recomendar vivamente (75) .

No se puede prudentemente ignorar, sin embargo, algunas dificultades que puede comportar la cura pastoral in solidum —siempre y en cualquier caso compuesta sólo por sacerdotes—, ya que es connatural a los fieles la identificación con el propio pastor, y puede ser desorientadora, y no bien comprendida, la presencia cambiante de varios presbíteros, aunque estén coordinados entre sí. Es evidente la riqueza de la paternidad espiritual del párroco, como un “pater familias” sacramental de la parroquia, con los consiguientes vínculos que generan gran fecundidad pastoral.

En los casos en que lo exija la necesidad pastoral, el Obispo diocesano puede proceder oportunamente a la asignación temporal de más parroquias a la cura pastoral de un solo párroco (76) .

Cuando las circunstancias lo sugieran, la asignación de una parroquia a un administrador (77) puede constituir una solución provisional (78) . Es oportuno recordar, sin embargo, que el oficio de párroco, siendo esencialmente pastoral, exige plenitud y estabilidad (79) . El párroco debería ser un icono de la presencia del Cristo histórico. La exigencia de la configuración con Cristo subraya este deber prioritario.

20. Para desempeñar la misión de pastor en una parroquia, que comporta la plena cura de almas, se requiere de modo absoluto el ejercicio del orden sacerdotal (80) . Por tanto, además de la comunión eclesial (81) , el requisito explícitamente exigido por el derecho canónico para que cualquiera pueda ser nombrado válidamente párroco es que haya sido constituido en el sagrado Orden del presbiterado (82) .

Por cuanto se refiere a la responsabilidad del párroco en el anuncio de la palabra de Dios y en la predicación de la auténtica doctrina católica, el can. 528 menciona expresamente la homilía y la instrucción catequética; la promoción de iniciativas que difundan el espíritu evangélico en cada ámbito de la vida humana; la formación católica de los niños y de los jóvenes, y el empeño en que, con la ordenada colaboración de los fieles laicos, el mensaje del Evangelio llegue a aquellos que hayan abandonado la práctica religiosa o no profesan la verdadera fe (83) , y así puedan, con la gracia de Dios, llegar a la conversión. Como es lógico, el párroco no está obligado a realizar personalmente todas estas tareas, sino a procurar que se realicen de manera oportuna, conforme a la recta doctrina y a la disciplina eclesial, en el seno de la parroquia, según las circunstancias y siempre bajo su propia responsabilidad. Algunas de estas funciones, por ejemplo, la homilía durante la celebración eucarística (84) ,

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deberán realizarse siempre y exclusivamente por un ministro ordenado. «Aunque otros fieles no ordenados lo superaran en elocuencia, esto no anularía su ser representación sacramental de Cristo, cabeza y pastor, y de esto deriva sobre todo la eficacia de su predicación» (85) . En cambio, otras funciones, como por ejemplo la catequesis, podrán ser desarrolladas habitualmente por fieles laicos que hayan recibido la debida preparación, según la recta doctrina, y lleven una vida cristiana coherente, manteniendo siempre la obligación del contacto personal entre párroco y fieles. El beato Juan XXIII escribía que «es de suma importancia que el clero en todo tiempo y lugar sea fiel a su deber de enseñar. “Aquí —decía a este propósito San Pío X— es preciso tender sólo a esto e insistir sólo en esto, es decir, en que todo sacerdote no está obligado por ningún otro oficio más grave ni por ningún otro vínculo más estrecho”» (86) .

Sobre el párroco, como es obvio, por una razón de efectiva caridad pastoral, graba el deber de ejercer una atenta y primorosa vigilancia sobre todos y cada uno de sus colaboradores. En aquellos países en que existen fieles pertenecientes a diferentes grupos lingüísticos, si no fuera erigida una parroquia personal (87) , u otra solución adecuada, será el párroco territorial, como pastor propio (88) , el que se preocupe de atender las peculiares necesidades de sus fieles, también en lo que afecta a sus específicas sensibilidades culturales.

21. En cuanto a los medios ordinarios de santificación, el can. 528 establece que el párroco debe empeñarse particularmente en que la Santísima Eucaristía constituya el centro de la comunidad parroquial, y que todos los fieles puedan alcanzar la plenitud de la vida cristiana mediante una consciente y activa participación en la sagrada Liturgia, la celebración de los sacramentos, la vida de oración y las buenas obras.

Merece la pena considerar el hecho de que el Código menciona la recepción frecuente de la Eucaristía y la práctica también frecuente del sacramento de la Penitencia. Esto sugiere la oportunidad de que el párroco, al establecer en la parroquia los horarios de las Misas y de las confesiones, considere cuáles son los momentos más adecuados para la mayor parte de los fieles, permitiendo también a los que tienen especiales dificultades de horario acercarse fácilmente a los sacramentos. Una atención particular deberán reservar los párrocos a las confesiones individuales, en el espíritu y en la forma establecida por la Iglesia (89) . Recuérdese, además, que ésta precede necesariamente a la primera comunión de los niños (90) . Téngase también presente que, por motivos pastorales obvios, con el fin de facilitar a los fieles la recepción del sacramento, se pueden escuchar confesiones individuales durante la celebración de la Santa Misa (91) .

Además, debe hacerse todo lo posible por «respetar la sensibilidad del penitente en lo concerniente a la elección de la modalidad de la confesión, es decir, cara a cara o a través de la rejilla del confesionario» (92) . El confesor también puede tener razones pastorales para preferir el uso del confesionario con rejilla (93) .

Se deberá favorecer al máximo la práctica de la visita al Santísimo Sacramento, disponiendo y estableciendo, de manera fija, el mayor espacio de tiempo posible en que la iglesia permanezca abierta. No son pocos los párrocos que, felizmente, promueven la adoración mediante la exposición solemne del Santísimo Sacramento y la bendición eucarística, de tan abundantes frutos para la vitalidad de la parroquia.

La Santísima Eucaristía es custodiada con amor en el tabernáculo «como el corazón espiritual de la comunidad religiosa y parroquial» (94) . « Sin el culto eucarístico, como su corazón palpitante, la parroquia se vuelve estéril» (95) . «Si queréis que los fieles recen con gusto y con piedad —decía Pío XII al clero de Roma— precededlos en

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la iglesia con el ejemplo, haciendo oración delante de ellos. Un sacerdote de rodillas ante el tabernáculo, en actitud digna, con profundo recogimiento, es un modelo de edificación, una advertencia y una invitación a la imitación orante para el pueblo» (96) .

22. Por su parte, el can. 529 contempla las exigencias principales que comporta el cumplimiento de la función pastoral parroquial, configurando así en cierto sentido la actitud ministerial del párroco. Como pastor propio, éste se esfuerza en conocer a los fieles confiados a su cura, evitando caer en el peligro del funcionalismo: no es un funcionario que cumple un papel y ofrece servicios a los que lo solicitan. Como hombre de Dios, ejerce de modo pleno el propio ministerio, buscando a los fieles, visitando a las familias, participando en sus necesidades, en sus alegrías; corrige con prudencia, cuida de los ancianos, de los débiles, de los abandonados, de los enfermos, y se entrega a los moribundos; dedica particular atención a los pobres y a los afligidos; se esfuerza en la conversión de los pecadores, de cuantos están en el error, y ayuda a cada uno a cumplir con su propio deber, fomentando el crecimiento de la vida cristiana en las familias (97) .

Educar en la práctica de la obras de misericordia espirituales y corporales constituye una prioridad pastoral, y es signo de vitalidad en una comunidad cristiana.

También resulta significativo el encargo, confiado al párroco, de promocionar la función propia de los fieles laicos en la misión de la Iglesia, es decir, la función de impulsar y perfeccionar el orden de las realidades temporales con el espíritu evangélico, dando testimonio de Cristo, particularmente en el ejercicio de las tareas seculares (98) .

Por otra parte, el párroco debe colaborar con el Obispo y con los otros presbíteros de la diócesis para que los fieles, participando en la comunidad parroquial, se sientan también miembros de la diócesis y de la Iglesia universal (99) . La creciente movilidad de la sociedad actual hace necesario que la parroquia no se cierre en sí misma y sepa acoger a los fieles de otras parroquias que la frecuentan, y también evite mirar con desconfianza que algunos parroquianos participen en la vida de otras parroquias, iglesias rectorales, o capellanías.

En el párroco recae especialmente el deber de promover con celo, sostener y seguir con particular cuidado las vocaciones sacerdotales (100) . El ejemplo personal, al mostrar la propia identidad, también visiblemente (101) , al vivir consecuentemente con ella, junto con la atención de las confesiones individuales y de la dirección espiritual de los jóvenes, así como de la catequesis sobre el sacerdocio ordenado, harán que sea una realidad la irrenunciable pastoral vocacional. «Ha sido siempre un deber particular del ministerio sacerdotal arrojar la semilla de una vida totalmente consagrada a Dios y suscitar el amor por la virginidad» (102) .

Las funciones que en el Código se confían de modo específico al párroco (103) son: administrar el bautismo; administrar el sacramento de la confirmación a aquellos que están en peligro de muerte, según la norma del can. 883,3 (104) ; administrar el Viático y la Unción de los enfermos, estando vigente lo dispuesto en el can. 1003, §§ 2 y 3 (105) , e impartir la bendición apostólica; asistir a los matrimonios y bendecir las nupcias; celebrar los funerales; bendecir la fuente bautismal en el tiempo pascual; guiar las procesiones e impartir las bendiciones solemnes fuera de la iglesia; celebrar la Santísima Eucaristía con mayor solemnidad en los domingos y en las fiestas de precepto.

Más que funciones exclusivas del párroco, o incluso derechos exclusivos suyos, le son

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confiadas de modo especial en razón de su particular responsabilidad; debe por tanto realizarlas personalmente, en cuanto sea posible, o al menos seguir su desarrollo.

23. Donde haya escasez de sacerdotes se puede plantear, como sucede en algunos lugares, que el Obispo, habiendo considerado el asunto con prudencia, confíe, según las modalidades canónicamente permitidas, una colaboración “ad tempus” en el ejercicio de la cura pastoral de la parroquia a una o varias personas no marcadas por el carácter sacerdotal (106) . Sin embargo, en estos casos, deben observarse y protegerse atentamente las propiedades originarias de diversidad y complementariedad entre los dones y las funciones de los ministros ordenados y de los fieles laicos, que son propias de la Iglesia que Dios ha querido orgánicamente estructurada. Existen situaciones objetivamente extraordinarias que justifican tal colaboración. Ésta, sin embargo, no puede superar legítimamente los límites de la especifidad ministerial y laical.

Deseando purificar una terminología que podría llevar a confusión, la Iglesia ha reservado las expresiones que indican “capitalidad” —como las de “pastor”, “capellán”, “director”, “coordinador”, o equivalentes— exclusivamente a los sacerdotes (107) .

El Código, en efecto, en el título dedicado a los derechos y a los deberes de los fieles laicos, distingue las tareas o las funciones que, como derecho y deber propio, pertenecen a cualquier laico, de otras que se sitúan en la línea de colaboración con el ministerio pastoral. Éstas constituyen una capacitas o habilitas cuyo ejercicio depende de la llamada a asumirlas por parte de los legítimos pastores (108) . No son, por tanto, derechos.

24. Todo esto ha sido expresado por Juan Pablo II en la Exhortación Apostólica post-sinodal Christifideles laici: «La misión salvífica de la Iglesia en el mundo es llevada a cabo no sólo por los ministros en virtud del sacramento del Orden, sino también por todos los fieles laicos. En efecto, éstos, en virtud de su condición bautismal y de su específica vocación, participan en el oficio sacerdotal, profético y real de Jesucristo, cada uno en su propia medida. Los pastores, por tanto, han de reconocer y promover los ministerios, oficios y funciones de los fieles laicos, que tienen su fundamento sacramental en el Bautismo y en la Confirmación, y para muchos de ellos en el Matrimonio. Después, cuando la necesidad o la utilidad de la Iglesia lo exija, los pastores —según las normas establecidas por el derecho universal— pueden confiar a los fieles laicos algunas tareas que, si bien están conectadas a su propio ministerio de pastores, no exigen, sin embargo, el carácter del Orden» (n. 23). Este mismo documento recuerda además el principio básico que regula esta colaboración, así como sus límites insuperables: «Sin embargo, el ejercicio de estas tareas no hace del fiel laico un pastor: en realidad, no es la tarea lo que constituye el ministerio, sino la ordenación sacramental. Sólo el sacramento del Orden atribuye al ministerio ordenado una peculiar participación en el oficio de Cristo Cabeza y Pastor y en su sacerdocio eterno. La tarea realizada en calidad de suplente tiene su legitimación “formal e inmediatamente” en el encargo oficial hecho por los pastores, y depende, en su concreto ejercicio, de la dirección de la autoridad eclesiástica» (n. 23) (109) .

En los casos en que se confíen algunas tareas a fieles no ordenados, debe nombrarse necesariamente un sacerdote como moderador, con la potestad y los deberes propios del párroco, que dirija personalmente la atención pastoral (110) . Como es lógico, la participación en el oficio parroquial es diversa en el caso del presbítero designado para dirigir la actividad pastoral –provisto de las facultades de párroco–, quien desempeña las funciones exclusivas del sacerdote; respecto del caso de otras personas que no han recibido el orden del presbiterado y participan subsidiariamente

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en el ejercicio de las demás funciones (111) . El religioso no sacerdote, la religiosa o el fiel laico, llamados a participar en el ejercicio de la atención pastoral, pueden desempeñar tareas de tipo administrativo, así como de formación y animación espiritual, mientras que lógicamente no pueden desempeñar funciones de plena atención a las almas, en cuanto ésta requiere el carácter sacerdotal. En todo caso, pueden suplir la ausencia del ministro ordenado en aquellas funciones litúrgicas adecuadas a su condición canónica, enumeradas por el can. 230 § 3: «ejercitar el ministerio de la palabra, presidir las oraciones litúrgicas, administrar el bautismo y dar la sagrada Comunión, según las prescripciones del derecho» (112) . Los diáconos, aunque no pueden situarse en el mismo plano que los demás fieles, no pueden tampoco ejercer una plena cura animarum (113) .

Es conveniente que el Obispo diocesano verifique, con la máxima prudencia y previsión pastoral, la existencia de un auténtico estado de necesidad y, en consecuencia, establezca las condiciones de idoneidad de las personas llamadas a esta colaboración, definiendo las funciones que deben atribuirse a cada una de ellas, según las circunstancias de las respectivas comunidades parroquiales. En todo caso, en ausencia de una clara distribución de funciones, corresponde al presbítero moderador determinar lo que se debe hacer. La excepcionalidad y provisionalidad de estas fórmulas exige que, en el seno de estas comunidades parroquiales, se promueva al máximo la conciencia de la absoluta necesidad de vocaciones sacerdotales; que se cultive con amoroso esmero los gérmenes de esta vocación, y que también se promueva la oración –comunitaria y personal– por la santificación de los sacerdotes.

Para que en una comunidad puedan florecer más fácilmente las vocaciones sacerdotales, es de gran ayuda que exista en ella un vivo y difundido sentimiento de auténtico afecto, de profunda estima, de fuerte entusiasmo por la realidad de la Iglesia, Esposa de Cristo, colaboradora del Espíritu Santo en la obra de la salvación.

Convendría mantener siempre despiertos en el ánimo de los creyentes la alegría y el santo orgullo de pertenecer a la Iglesia, como se hace patente, por ejemplo, en la primera carta de Pedro y en el Apocalipsis (cfr. 1 Pe 3,14; Ap 2,13.17; 7,9; 14,1ss.; 19,6; 22,14). Sin la alegría y el orgullo de esta pertenencia sería difícil, en el plano psicológico, salvaguardar y desarrollar la misma vida de fe. No ha de sorprender que en tales situaciones, al menos en el plano psicológico, cueste que las vocaciones sacerdotales germinen y consigan madurar.

«Sería un error fatal resignarse ante las dificultades actuales, y comportarse de hecho como si hubiera que prepararse para una Iglesia del futuro imaginada casi sin presbíteros. De este modo, las medidas adoptadas para solucionar las carencias actuales resultarían de hecho seriamente perjudiciales para la comunidad eclesial, a pesar de su buena voluntad» (114) .

25. «Cuando se trata de participar en el ejercicio del cuidado pastoral de una parroquia —en los casos en que, por escasez de presbíteros, no pudiese contar con el cuidado inmediato de un párroco—, los diáconos permanentes tienen siempre la precedencia sobre los fieles no ordenados» (115) . En efecto, en virtud del Orden sagrado «el diácono es maestro, en cuanto proclama e ilustra la Palabra de Dios; es santificador, en cuanto administra el sacramento del Bautismo, de la Eucaristía y los sacramentales, participa en la celebración de la Santa Misa en calidad de “ministro de la sangre”, conserva y distribuye la Eucaristía; es guía, en cuanto animador de la comunidad o de diversos sectores de la vida eclesial» (116) .

Se ha de otorgar una especial acogida a los diáconos, candidatos al sacerdocio, que prestan servicio pastoral en la parroquia. El párroco, de acuerdo con los superiores del

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seminario, será para ellos guía y maestro, consciente de que de su testimonio de coherencia con la propia identidad, de su generosidad misionera en el servicio y de su amor a la parroquia, podrá depender la donación sincera y total a Cristo por parte del candidato al sacerdocio.

26. A imagen del consejo pastoral de la diócesis (117) , la normativa canónica prevé la posibilidad de constituir –si el Obispo diocesano lo considera oportuno, una vez escuchado el consejo presbiteral (118) – un consejo pastoral parroquial, cuya finalidad básica es la de proveer, en un cauce institucional, la ordenada colaboración de los fieles en el desarrollo de la actividad pastoral (119) propia de los presbíteros. Se trata de un órgano consultivo constituido para que los fieles, expresando su responsabilidad bautismal, puedan ayudar al párroco que lo preside (120) mediante su consejo en materia pastoral (121) . «Los fieles laicos deben estar cada vez más convencidos del particular significado que asume el compromiso apostólico en su parroquia»; es necesario animar a una «valorización más convencida, amplia y decidida de los Consejos pastorales parroquiales (122) . La razón es clara y convergente: «En las circunstancias actuales, los fieles laicos pueden y deben prestar una gran ayuda al crecimiento de una auténtica comunión eclesial en sus respectivas parroquias, y en el dar nueva vida al afán misionero dirigido hacia los no creyentes y hacia los mismos creyentes que han abandonado o limitado la práctica de la vida cristiana » (123) .

«Todos los fieles tienen la facultad, es más, incluso a veces el deber, de dar a conocer su parecer sobre los asuntos concernientes al bien de la Iglesia, cosa que puede realizarse gracias a instituciones establecidas para tal fin: [...] El consejo pastoral podrá prestar una ayuda muy útil ... haciendo propuestas y ofreciendo sugerencias respecto a las iniciativas misioneras, catequéticas y apostólicas, [...] respecto a la promoción de la formación doctrinal y de la vida sacramental de los fieles; respecto a la ayuda que ha de ofrecerse a la acción pastoral de los sacerdotes en los diversos ámbitos sociales o zonas territoriales; respecto al modo de sensibilizar cada vez mejor a la opinión pública, etc.» (124) . El consejo pastoral pertenece al ámbito de las relaciones de mutuo servicio entre el párroco y sus fieles y, por tanto, no tendría sentido considerarlo como un órgano que sustituye al párroco en la dirección de la parroquia o que, con un criterio de mayoría, condicione prácticamente la dirección del párroco.

En este mismo sentido, los sistemas de deliberación respecto a las cuestiones económicas de la parroquia, permaneciendo firme la norma de derecho para la recta y honesta administración, no pueden condicionar la función pastoral del párroco, el cual es representante legal y administrador de los bienes de la parroquia(125).

Congregación para el CleroINSTRUCCIÓN. “EL PRESBÍTERO, PASTOR Y GUÍA DE LA COMUNIDAD PARROQUIAL”

SacerdoteDe Wikipedia, la enciclopedia libre

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Estatua de un sacerdote de Osiris.

El sacerdote es una persona que se dedica profesionalmente, en exclusiva o a tiempo compartido, a realizar actos de intermediación entre los miembros de una comunidad religiosa y la divinidad a la que estos adoren. Se llama «sumo sacerdote» a quien ejerce la máxima autoridad religiosa en algunas confesiones, normalmente como heredero de alguna tradición histórica (así los católicos llaman sumo pontífice a su máxima autoridad, porque la expresión pontífice, significa ‘constructor de puentes’, entre Dios y sus creyentes). En casi todas las culturas, la casta sacerdotal constituía una clase social dominante, asociada o en ocasiones enfrentada al poder civil. El corpus de sacerdotes suele recibir otros nombres en cada cultura concreta.

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Contenido[ocultar]

1 El sacerdote en las religiones politeístas 2 La mujer en el sacerdocio 3 El sacerdote en el judaísmo 4 El sacerdote en el cristianismo

o 4.1 El sacerdote en el catolicismo, la ortodoxia y el coptismo o 4.2 Socerdote en el anglicanismo o 4.3 En el protestantismo (pastor)

5 El sacerdote en otras iglesias o 5.1 En el mormonismo o 5.2 Testigos de Jehová (Anciano o Superintendente)

6 El sacerdocio en el Islam (Imán) 7 El sacerdocio en el hinduismo (Brahamanes) 8 El sacerdocio en el budismo 9 El sacerdocio y la Nueva Era 10 Véase también 11 Referencias 12 Enlaces externos

[editar] El sacerdote en las religiones politeístas

Estatua de Jaemuaset, sumo sacerdote de Ptah.

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En las religiones politeístas, de las cuales se pueden poner como ejemplos destacados la de los antiguos griegos, los romanos, los aztecas, los antiguos egipcios y otros, el sacerdocio se especializa y cada divinidad tiene sus propios sacerdotes. Asimismo en la cultura grecorromana se podían encontrar sacerdotes dedicados al culto de Zeus y en las civilizaciones indoamericanas (como los chibchas) los sacerdotes del culto solar. La casta sacerdotal que se dedicaba al culto de un dios en particular, se encargaba del templo, de los sacrificios y de la administración de las ofrendas (sin cuya existencia se producía la decadencia y desaparición de la casta) dedicadas al mismo. Se puede comentar el culto romano a la diosa Vesta, que se encomendaba a sacerdotisas muy apreciadas por el pueblo romano, las vestales, que gozaban de numerosos privilegios.

En el Antiguo Egipto, los sacerdotes formaban una casta influyente y poderosa que incluso fue dueña del poder durante siglos (véase Sumo sacerdote de Amón). Estaban distribuidos en diversas categorías que se distinguían por insignias particulares y por sus especiales cometidos. Tenían que sujetarse a frecuentes purificaciones mediante abluciones y celebraban cada día un oficio que consistía en cantar algunos himnos por la mañana, al mediodía, por la tarde y por la noche, ocupándose en el estudio de las ciencias, la enseñanza y en la práctica de la medicina. Se afeitaban todo el cuerpo y vestían de lino.[1]

En Grecia, se honraban los príncipes en su mayoría en desempeñar las funciones de «sacrificadores» pero había de igual manera sacerdotes profesionales llamados necoros. Algunas familias como la de los Eumólpidos de Atenas estaban investidas del sacerdocio perpetuo. Aparte de esto, cada divinidad tenía sus neocoros particulares:

los coribantes o galos eran los sacerdotes de Cibeles los de Zeus se llamaban dactilos ideanos etc.[1]

En Roma, los sacerdotes eran elegidos entre los personajes que ocupaban las más altas dignidades o empleos pero había de igual manera, sacerdotes profesionales. Los unos ofrecían sacrificios a todos los dioses y no estaban adscritos a ninguna divinidad particular mientras otros tenían sa suya especial. Pertenecían a la primera clase los pontífices, augures, quindecenviros, arúspices, hermanos arvales, curiones, septenviros o epulones, feciales, etc.[1]

[editar] La mujer en el sacerdocio

Los pueblos de organización patriarcal han destinado a la mujer al cuidado hogareño y su función maternal, reservando los cargos religiosos al varón. En la historia de la humanidad, sin embargo, se pueden encontrar ejemplos de sacerdotisas en algunos cultos grecorromanos y egipcios.

Las religiones abrahámicas excluyeron definitivamente el papel de la mujer como intercesora entre el pueblo y la divinidad oficial, relegando la intervención femenina a rituales marginales. En la Biblia, la protagonista del Libro de Ester (escrito posiblemente por un varón) es una mujer.

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También para algunos cristianos, María Magdalena habría sido la primera apóstol mujer. Además en la Iglesia católica se considera que el dios Yahvé (varón) le dio a una mujer, María (madre de Jesús), la categoría de «máxima creación», no solo más importante que todos los seres o personas humanas sino también más que todos los ángeles (varones) y los santos y santas.

Actualmente, dentro de las principales religiones monoteístas el sacerdocio de mujeres está prohibido. Solo está permitida la figura de sacerdotisa en iglesias pertenecientes a la Comunión Anglicana.

[editar] El sacerdote en el judaísmo

Rabino Melchor: el rabinato es más una función magisterial y no es entendida como un “sacerdote”.

De acuerdo a la tradición del judaísmo, el sacerdocio nace de la experiencia del pueblo hebreo y su liberación de Egipto por mano del profeta Moisés, tal como viene relatado en el Pentateuco. Según estos libros, Yavé escogió a una de las doce tribus, la de Leví, representada por Aarón, hermano de Moisés, para dedicarse a cuidar del Arca de la Alianza y del culto a la divinidad. En la concepción judía, Yavé hizo un pacto con los israelitas, para que fueran ellos un "pueblo elegido", depositarios de las verdades reveladas por Dios. La dignidad sacerdotal conferida a Aaròn era hereditaria, al estilo monárquico, y pasaba de generación en generación. El Sumo Sacerdote, es decir, el máximo representante de la tribu de Leví para dirigir el culto sería el jefe de la casa de Aarón, cargo traspasado de padre a hijo primogénito. Esta nueva organización sacerdotal alcanzaría su esplendor durante los reinados de David y Salomón los cuales construirían el Templo de Jerusalén.

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El Templo de Jerusalén, según una reconstrucción idealizada.

La ruptura de la sucesión levítica, especialmente de la elección del Sumo Sacerdote, el cual tendría una figura política tan fuerte como la del rey de Israel, traería serios conflictos. Hacia el siglo II a. C. (año 152 a. C.), por ejemplo, la elección de Jonatán Macabeo del linaje macaheo, pero no levítico, como Sumo Sacerdote, crearía la secesión de la comunidad esenia de Qumrán y la completa enemistad del partido de los fariseos. La desaparición del Templo de Jerusalén, destruido por los romanos durante la caída de Jerusalén del año 70, dio como consecuencia la diáspora judía. La religión se desarrollaría hacia lo que hoy conocemos como el rabinismo. El rabino es el hombre dedicado al estudio de las Escrituras (la Torá), pero no cumple funciones rituales. El judaísmo contemporáneo aún respeta la disposición divina de la elección levítica como la única autorizada para la celebración del culto y la esperanza es que con la reconstrucción del Templo de Jerusalén, solo los levitas, de la tribu de Leví, continuarán la labor interrumpida hace dos mil años.

[editar] El sacerdote en el cristianismo

Sacerdote de la Iglesia etiópica.

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Un sacerdote católico.

La religión cristiana concibe el sacerdocio también desde una perspectiva bíblica que llega a ser otra interpretación de la doctrina levítica. Ante todo, desde la perspectiva judía, Jesucristo no habría sido un sacerdote al no pertenecer a la tribu de Leví, sino que era descendiente de David de la tribu de Judá. El judaísmo, en contraste con el cristianismo, reconoce en cambio en Jesús a un rabino, es decir, un maestro, más que cualquier otra cosa.

Los cristianos creen en cambio que Jesucristo se ofreció en sacrificio por los pecados de la humanidad entregando su vida en la Cruz y, siendo Sumo y Eterno Sacerdote según el orden de Melquisedec. Dado que Cristo es Sumo Sacerdote y su sacerdocio es perpetuo, se convierte en el Redentor. Pero la visión de la participación del pueblo en este sacrificio varía entre las distintas ramas del cristianismo. Si bien Jesús es, dentro de la lógica y la teología cristiana, el único Sacerdote capaz de efectuar tal sacrificio, él mismo instituye a sus apóstoles como los anunciadores de la fe a las naciones y en dicho magisterio se construye la nueva lógica levítica. El cristianismo toma entonces de la antigua tradición judía el concepto de "Pueblo de Dios", "Nación Santa" y "Pueblo Sacerdotal", y éste se extendería a todos aquellos que entran dentro de la dinámica del "Nuevo Pueblo de Dios".

Para las enseñanzas cristianas, es importante la doctrina contenida en la Epístola a los hebreos, que justifica la mayor perfección del sacerdocio de Jesucristo sobre el antiguo sacerdocio de Aarón. En esta epístola se llama al nuevo sacerdocio «el sacerdocio de Melquisedec», para indicar que es un sacerdocio no vinculado a la herencia levítica. Se le llama sacerdocio de Melquisedec, o más propiamente dicho: Sacerdocio según el orden de Melquisedec, porque el personaje bíblico Melquisedec poseyo este sacerdocio, el cual es el

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Santo Sacerdocio según el Orden del Hijo de Dios, el mismo sacerdocio con el cual Cristo efecturía la expiación en el meridiano de los tiempos.

Como para los cristianos, la crucifixión de Jesús fue un sacrificio perfecto, ya no serían necesarios los sacrificios de animales, aunque los sacerdotes tengan potestad para ofrecerlos, y de ahora en adelante se entregarían "sacrificios espirituales", como los expuestos en Hebreos 13:15-16 y en la primera epístola de Pedro 2:4-5.

El predicador y escritor Pablo de Tarso (10-67 d. C.) creó la siguiente clasificación del sacerdocio:

El sacerdocio de Aarón (o sacerdocio menor): sirve para ministrar solo las cosas temporales. En él se contarían los sacerdotes judíos, de cuya institución Pablo de Tarso se estaba escindiendo.

El sacerdocio de Melquisedec (o sacerdocio mayor): sirve para ministrar tanto las cosas temporales como las celestiales. En él se contaría Jesucristo y el propio Pablo de Tarso.

Según Pablo de Tarso, en la epístola a los Hebreos 7:11-12, la ley de Moisés (que desde ese momento sería llamada Antiguo testamento) fue recibida bajo el sacerdocio aarónico (inferior), y en cambio los Evangelios fueron recibidos bajo el sacerdocio superior de Melquisedec.

De acuerdo a la creencia cristiana, el sacerdote recibe poder de Dios y debe usarlo a su servicio. Para ciertas denominaciones cristianas, este poder incluye la sanación por imposición de manos, a semejanza de lo que se relata en los evangelios acerca del poder conferido por Jesús a quienes salieron a predicar en su nombre.

De acuerdo a las enseñanzas cristianas, el sacerdote debe dar muestra de virtudes como paciencia, bondad, pureza y sinceridad y ser capaces de sobrellevar circunstancias adversas para cumplir su misión. En las primeras años del cristianismo, los fieles de esta religión fueron perseguidos y muchos de ellos, incluyendo a sacerdotes, fueron torturados y asesinados por profesar sus creencias.

Los sacerdotes cristianos suelen recibir una recompensa en dinero o especies por ejercer su ministerio, ya sea de parte de la comunidad o de la iglesia a la que pertenecen, punto que no es bien visto por algunos cristianos, al considerar que no debería pagarse por recibir el evangelio.

[editar] El sacerdote en el catolicismo, la ortodoxia y el coptismo

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Sacerdote católico.

Tanto los cristianos católicos como los ortodoxos y coptos creen que todos los bautizados participan del sacrificio de Cristo (corredención) al ofrecer sus dolores y sufrimientos para la remisión de los pecados suyos y de los demás ya que son parte de la Iglesia, "Cuerpo de Cristo". Esta participación es conocida como «sacerdocio común de los fieles». Además, creen que Jesús instituyó un sacerdocio ministerial entre los Apóstoles y sus sucesores para la celebración de los sacramentos, especialmente la Eucaristía, y realizar otras tareas pastorales, poniéndose al completo servicio de Dios y de la Iglesia. A quienes participan de este ministerio se les denomina clérigos. Este sacerdocio se recibe sacramentalmente (orden sacerdotal) en tres grados: el diaconado, el presbiterado y el episcopado (los obispos), que se considera el sacerdocio pleno. Son ordenados sacerdotes solo los varones bautizados con fiel apego a la tradición instituida por Jesucristo al llamar solo varones en su grupo de los 12 apóstoles. Además, los candidatos al episcopado adquieren el compromiso del celibato, en el rito latino también se les exige a los presbíteros. Cfr. Mat 10, 3 y 1 Cor 7, 32.

Históricamente en el rito latino se han distinguido entre órdenes menores (ostiariado, lectorado, acolitado y exorcistado), y órdenes mayores (subdiaconado, diaconado y presbiterado), aparte del episcopado; se confería además la tonsura (rito por el que se ingresaba en el clero; se confería antes de las órdenes menores). Ni las órdenes menores ni el subdiaconado se conferían mediante el sacramento del Orden, sino simplemente por un acto de potestad eclesiástica. El papa Pablo VI suprimió las órdenes menores reordenándolas como ministerios propios de los laicos, como en la práctica solían ejercerse -lector y acólito-, para que solamente fueran ya no mayores, sino directamente y de manera más coherente órdenes los tres grados del sacramento del Orden: (diaconado, presbiterado y episcopado) como se ha descrito anteriormente. De esta manera, actualmente se ingresa en el clero mediante la ordenación diaconal.

Como ya se ha indicado, los sacerdotes de rito latino de la iglesia católica romana se escogen entre varones solteros; en las iglesias católicas orientales, igual que en las iglesias ortodoxa y copta, se admite al presbiterado a varones casados. Los sacerdotes católicos en general dedican su ministerio a la celebración de la eucaristía, la administración de

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sacramentos (especialmente la penitencia), predicación, vida de oración, visitas a enfermos y organización de obras de caridad en su ámbito (parroquias, capellanías, hospitales, universidades, etc).

Además, se ha restaurado en el rito latino de la Iglesia Católica el diaconado permanente. A él acceden generalmente varones casados aunque no de manera exclusiva, y ejercen una función de colaboración con los presbíteros, especialmente a través de la organización de las obras de caridad, visitas a enfermos y la predicación. También administran el sacramento del bautismo y del matrimonio. En algunas comunidades católicas de Hispanoamérica también existen los "fiscales"[cita requerida], instituidos durante la época colonial, que cumplen funciones similares a las de un diácono.

La Iglesia Católica considera el sacerdocio como una vocación o llamada de Dios. El candidato al sacerdocio ingresa en un seminario, institución educativa reservada a esta finalidad. Para ingresar en el seminario se suelen exigir los mismos requisitos que para acceder a estudios superiores en cada país, pero además se exige un informe psicológico. La formación en el seminario tiene una función de discernimiento vocacional (el candidato ha de comprobar durante los años de seminario si tiene verdadera vocación) y de formación académica y pastoral. El plan de estudios es marcado por las directrices de la Santa Sede que distribuye su formación en dos años de Filosofía y tres de Teología, a los que en algunas diócesis se añade un año propedéutico o preparatorio, además de otras que añaden uno o varios de especialidad teológica o práctica pastoral, durante el que ya se suele ordenar al candidato de diácono.

Cabe destacar que en el catolicismo, a los sacerdotes se les suele llamar coloquialmente «curas» puesto que ejercen la cura animarum (cuidado de las almas), sin embargo este término realmente alude a un párroco que es quien tiene la responsabilidad de la "cura de almas" de su territorio parroquial, además un párroco puede ser un presbítero o un diácono.

[editar] Socerdote en el anglicanismo

En la Iglesias anglicanas o episcopales los sacerdotes cumplen prácticamente las mismas funciones que los de la Iglesia católica romana. En muchas de estas iglesias se le es permitido a las mujeres ser sacerdotes (en muchas de ellas pueden llegar a ser obispa, en otras solo diaconisas, para ser sacerdotes en estas Iglesias tienes que ingresar a un seminario donde imparten los cursos necesarios para poder ordenarlos, estos primeros son ordenados diáconos y luego son ordenados sacerdote o presbítero o presbistera. Los sacerdotes anglicanos suelen llamarlos «curas», aunque en ocasiones se le llama pastores o ministros estos apelativos no son correctos ya que estos contienen la sucecion apostólica ininterrumpida desde Cristo fundo su Iglesia (estas ordenaciones están validadas por la Iglesias Vetero-Católicas y algunas Iglesias Ortodoxas). En la Iglesia Episcopal o Anglicana existen ministros laicos que reciben ciertos cursos para cumplir algún ministerio por eso no es propio llamar a los sacerdotes ministros o pastores.

[editar] En el protestantismo (pastor)

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El protestantismo deniega un sacerdocio distinto al del común de los fieles. Esto se llama «sacerdocio universal», doctrina que defendió Martín Lutero.

[editar] El sacerdote en otras iglesias[editar] En el mormonismo

Para la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, también conocida como Iglesia mormona, el sacerdocio es la autoridad y el poder eternos de Dios, Él creó y gobierna los cielos y la tierra por medio de el sacerdocio. Dios da la autoridad del sacerdocio a varones dignos de la Iglesia a fin de que puedan actuar en Su nombre para la salvación de la familia humana. por medio del sacerdocio, ellos pueden ser autorizados a predicar el evangelio, a administrar las ordenanzas de salvación y a gobernar el Reino de Dios en la tierra. En esta Iglesia hay dos sacerdocios, el de Melquisedec y el Aarónico. Estos sacerdocios fueron restaurados durante una visita que Joseph Smith, el restaurador de esa religión, afirmó tener, y mediante la imposición de manos de Juan el Bautista (el cual le confirió el sacerdocio Aarónico) y de Pedro, Santiago y Juan (quienes le dieron el sacerdocio de Melquisedec) en el año 1829. El Sacerdocio de Melquisedec -según la doctrina de Joseph Smith- es el mayor de ellos, posee el derecho de presidir, y tiene poder y autoridad sobre todos los oficios en la Iglesia, mientras que el Sacerdocio Aarónico es una dependencia del anterior y es preparatorio. El Sacerdocio se transmite por lo general a todos los varones dignos a partir de los 12 años mediante la imposición de manos por alguien que tenga la autoridad para hacerlo.

"Creemos que el hombre debe ser llamado por Dios, por profecía y por la imposición de manos, por aquellos que tienen la autoridad, a fin de que pueda predicar el Evangelio y administrar sus ordenanzas" Artículos de Fe 1: 5

[editar] Testigos de Jehová (Anciano o Superintendente)

Testigos de Jehová es el nombre de una organización religiosa internacional que promueve y practica una religión entendida por sus adherentes como una restauración del modo de vida e ideas originales de los primeros cristianos del siglo I. Afirman basar sus creencias en la Biblia usando preferentemente una edición traducida y publicada por la propia organización denominada Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras, aunque también citan otras traducciones bíblicas. Para la interpretación y estudio emplean publicaciones editadas por las diferentes sociedades que los representan legalmente denominadas comúnmente como Sociedad Watchtower, cuyos ejemplos más conocidos son las revistas La Atalaya: Anunciando el Reino de Jehová y ¡Despertad!, que distribuyen públicamente.

Los Testigos de Jehová no tienen un sacerdocio como tal, ya que entienden que en la Biblia se hace referencia a que sólo 144.000 personas serán sacerdotes de Dios y de Cristo, sólo después de morir y ser resucitados en los cielos. Mientras estas personas (que afirman tener esperanza celestial) están en la tierra, se consideran iguales a todos los creyentes, ya que su sacerdocio, como se ha dicho, sólo se les conferirá una vez que estén en los cielos. Los Testigos de Jehová reconocen un Sumo Sacerdote: Jesucristo. Para tales creencias se basan

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en textos como: 1 Pedro 2:5-9; Hebreos 3:1; 8:1; Revelación (Apocalipsis) 1:5,6; 5:9,10; 14:1-5; 20:4,6.

Los Testigos de Jehová tampoco reconocen una clase clerical, ya que no existe entre ellos distinción entre clero y legos, porque reconocen a cada Testigo como un ministro de Dios. No obstante, sí dejan los asuntos de enseñanza y pastoreo de la Congregación a hombres maduros en sentido espiritual, por lo que reciben el apelativo de "Ancianos" (Presbíteros), que supervisan o vigilan el "Rebaño de Dios", por lo que también reciben el apelativo de "Superintendentes" (Obispos). Ahora bien, a diferencia de otras denominaciones cristianas, los Testigos de Jehová usan indistintamente las palabras "Anciano" y "Superintendente" para referirse al mismo cargo, por lo que un "Anciano" es lo mismo que un "Superintendente" y viceversa. Tampoco utilizan estas palabras a modo de título.

[editar] El sacerdocio en el Islam (Imán)

Predicador musulmán.

El surgimiento del Islam durante el siglo VI d. C. y su rápida expansión impondría una nueva teología de cara al judaísmo y al cristianismo. El Islam reconoce como único mediador al Profeta, Mahoma, el cual recibió el Corán de las manos de Alá (Dios) y lo delegó como responsable de anunciar el auténtico culto divino a todos los pueblos. Todo hombre es responsable de su propia disciplina interior en lo que respecta a sus relaciones con Dios y las funciones del Imán no son otras que las de custodiar la disciplina religiosa y el estudio de los textos sagrados. En sentido estricto no se puede hablar de sacerdotes en el Islam.

[editar] El sacerdocio en el hinduismo (Brahamanes)

En el Sistema de castas de la India, existe una casta de bráhmanas, traducido como sacerdotes, pero no existe propiamente una jerarquía eclesiástica.

[editar] El sacerdocio en el budismo

El Budismo, nacido del contexto hinduista del norte de India, se entiende a través de la figura carismática de Siddharta Gautama o Buda, el cual, mediante la contemplación y la

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meditación, alcanza la iluminación y el estado superior (nirvana) que está por encima de los mismos dioses. En este caso el budismo no reconoce un sacerdocio de manera doctrinal, sino un magisterio ejercido por los monjes como guías hacia la verdad. Pero no existe un intermediario entre el hombre y su propio destino dentro del budismo

[editar] El sacerdocio y la Nueva Era

El advenimiento del secularismo, el fenómeno de globalización y sincretismos religiosos, dio origen a un movimiento espiritualista conocido como la Nueva Era que, a pesar de ser observable, no es una religión propiamente. Pero su importancia radica en el hecho de una concepción de mediación entre el ser humano y la divinidad muy cercana al de las religiones naturales y, por otra parte, alimentado por concepciones teológicas más superiores como las de las cinco grandes religiones de la tierra.

PárrocoDe Wikipedia, la enciclopedia libre

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Del lat. parŏchus, y este del gr. πάροχος, nombre con el que se conocía a quien entregaba a la novia durante el ritual del matrimonio o himeneo.

Dentro de la Iglesia Católica, el párroco es el pastor propio de la parroquia que se le confía, y ejerce la cura pastoral de la comunidad que le está encomendada bajo la autoridad del Obispo diocesano en cuyo ministerio de Cristo ha sido llamado a participar, para que en esa misma comunidad cumpla las funciones de enseñar, santificar y regir, con la cooperación también de otros presbíteros o diáconos, y con la ayuda de fieles laicos, conforme a la norma del derecho.

¿Quién es quien en la Iglesia?Jesús de Nazaret: Nació en Belén (= casa de pan) por obra y gracia del Espíritu Santo según lo profetizó Isaías, su Madre es María quien le dijo sí al Arcángel Gabriel, para que de esta forma ser la Esclava del Señor. (Leer Lucas 1, 26 – 38) Cuando María visitó a su prima Isabel proclamó las Grandezas del Señor. (Lucas 1, 46 – 55) Su padre (adoptivo) era José de oficio carpintero, hombre temeroso de Dios. Jesús en su Vida Pública funda su Iglesia (apóstoles y discípulos) a la cual por tres años fue instruyendo. Al final de su vida pública decide ir a Jerusalén para cumplir la voluntad del Padre a morir y padecer en la cruz. El día antes de su muerte y pasión (Jueves Santo) instituye el sacramento de la Eucaristía y de esta forma quiso quedarse en medio de su Iglesia (Mateo 26, 26 – 29) de

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igual forma nos dejo ese día el Sacramento del Orden Sacerdotal. Como lo había anunciado Jesús a sus apóstoles resucitó al tercer día. Le dio el poder de perdonar los pecados a sus apóstales (Juan 20, 21 – 23). Le confirió a Pedro la encomienda de apacentar a la Iglesia (Juan 21, 15 – 17) siendo de esta forma el Primer Papa de nuestra Iglesia. Ascendió a los Cielos (Hch. 1, 3 – 11) por su propia cuenta porque es Dios, pero antes prometió el Espíritu Santo a sus apóstoles (Hch. 2, 1 – 13). Jesús fue proclamado por primera vez por Pedro quien movido e inspirado por el Espíritu Santo (Hch. 2, 14 – 41) logro que fueran bautizadas unas tres mil personas. Desde entonces la Iglesia ha seguido y segura su misión ininterrumpida como lo prometió el Maestro. Papa: Sumo Pontífice Romano, Vicario de Cristo, sucesor de San Pedro en el Gobierno Universal de la Iglesia Católica y Obispo de Roma. El Papa goza de plena jurisdicción sobre toda la Iglesia católica de la que es su cabeza visible. El Papa es la más alta autoridad de la Iglesia, como vicario de Cristo. Tiene esta potestad por ser sucesor de san Pedro, a quien Jesucristo confirió la primacía entre los apóstoles (Cf. Mt 16, 13-19). La Iglesia, ya desde los inicios y cada vez con mayor claridad, es consciente de que el ministerio de la unidad, encomendado a Pedro, pertenece a la estructura perenne de la Iglesia de Cristo. Por tanto, la fe católica sostiene que el primado pontificio no es una institución humana (o de derecho eclesiástico), como sí lo son bastantes formas de organización eclesiástica creadas en distintas épocas (patriarcados, conferencias episcopales, etc.). Sus leyes tienen eficacia universal. Define las diferencias entre los fieles y las autoridades eclesiásticas sobre cuestiones esenciales. En su persona se expresa la Unidad de la Iglesia. Sólo a él los obispos dan cuenta de su ministerio episcopal. Y lo hacen por grupos cada cinco años en la llamada visita “ad limina apostolorum” (a la morada de los apóstoles). El Papa es el sucesor directo del Apóstol Pedro. Los Obispos son sucesores directos de los Apóstoles. El Papa cuenta con un órgano colegiado: el "Colegio de Cardenales". Al Papa se llama, entre otros vocativos, Santo Padre, Padre, Su Santidad, Sumo Pontífice, Pontífice, Jefe de la Iglesia Católica, Obispo de Roma, Santidad, Siervo de los siervos de Dios, Sucesor de Pedro.

Utiliza algunos símbolos: el báculo pastoral (Véase Báculo),

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la Mitra (Véase Mitra). En el Código de Derecho Canónico se define así su función: Canon 331: "El Obispo de la Iglesia Romana, en quien permanece la función que el Señor encomendó singularmente a Pedro, primero entre los Apóstoles, y que había de transmitirse a sus sucesores, es cabeza del Colegio de los Obispos, Vicario de Cristo y Pastor de la Iglesia universal en la tierra; el cual, por tanto, tiene, en virtud de su función, potestad ordinaria, que es suprema, plena, inmediata y universal en la Iglesia, y que puede siempre ejercer libremente."Concilio: Asamblea de obispos presidida por el Papa o un delegado suyo. El Papa Juan XXIII convocó al Concilio Vaticano II, en este siglo. Un Concilio convocado por el Papa y cuyos acuerdos han sido aprobados por él, constituye la máxima autoridad de la Iglesia.

Cátedra: Sede o asiento, símbolo del que preside. Respecto del Papa, se habla de la “Cátedra de San Pedro”. Está además, la “cátedra” o asiento del obispo en la catedral.

Cátedra de San Pedro: La autoridad del Papa, sucesor de San Pedro, vista desde el aspecto doctrina

Congregación de la Santa Sede: Véase Dicasterio.

Dicasterio: Término con que también se denomina a las Sagradas Congregaciones de la Curia Vaticana. Es relativamente equivalente a los Ministerios que ayudan al Santo Padre en el Gobierno de la Iglesia. Salvo el Secretario de Estado, todas las demás Congregaciones tienen un mismo nivel jerárquico y no hay segunda, tercera o cuarta en importancia.

Tiara: Corona triple que usaban los papas, en lugar de la actual mitra, hasta los tiempos del Concilio Vaticano II.

Nuncio Apostólico: Representante de la Santa Sede en el país. Es un diplomático con representación oficial ante el Gobierno y también cumple función pastoral en la relación con el Episcopado nacional. Se le puede decir Nuncio, Señor Nuncio, Nuncio, Monseñor.

Clero: Conjunto de hombres consagrados a Dios en el servicio a

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la Iglesia: obispos, sacerdotes, diáconos casados y los que se preparan al sacerdocio en su fase próxima.

Clero Diocesano: Cada Diócesis tiene un ‘clero diocesano‘, conformado por los sacerdotes y diáconos que dependen directamente del Obispo y no de una Congregación religiosa

Cardenal: Es la más alta dignidad después del Pontífice Romano. Tiene dos funciones fundamentales: Auxiliar y asesorar al Papa en el gobierno de toda la Iglesia. Cuando la Santa Sede está vacante, gobernar colectivamente la Iglesia Universal hasta la designación del nuevo Papa. La elección y nombramiento de los Cardenales compete exclusivamente al Papa, quien los elige entre los miembros destacados del Episcopado de las diversas naciones y entre los eclesiásticos más distinguidos por su ciencia y sus servicios en la Curia Romana. Su número es variable, al arbitrio también del Sumo Pontífice hasta un máximo de 120. Actualmente son obispos, aunque en el momento de la elección pueden ser sólo sacerdotes. Los cardenales son consultados también por el Papa en la causa de los santos. Los cardenales tienen la misión de elegir, entre ellos, al Papa, en una reunión llamada Cónclave (con clave o con llave; se encierran a deliberar y votar). El Papa puede llamar a una reunión del colegio de cardenales, denominada "Consistorio". Hay consistorios ordinarios y extraordinarios. Los Cardenales se ‘Crean‘. No se ‘nombran ni se designan‘. Un Cardenal en una diócesis no tiene autoridad jerárquica por ser tal, sino en cuanto Obispo de esa diócesis. Es un título, no un cargo. También se llama a los cardenales "Príncipes de la Iglesia". Un Cardenal no es el “Jefe de la Iglesia en EEUU u otro país”. Cardenal es un título. Se les puede nombrar como Su Eminencia, su Eminencia Reverendísima, Excelencia. A muchos no les gusta ese trato. Lo más normal es llamarlos Cardenal, o Señor Cardenal. En los EEUU hay 14 Cardenales

- Birrete: O “birreta”, solideo que cubre la cabeza de los cardenales. Es de color rojo y la entregael Papa cuando crea un cardenal.

Jerarquía: Es la autoridad de la Iglesia. La forman el Papa y los obispos en comunión con los sacerdotes y diáconos.

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Magisterio: Función de la Iglesia por la cual interpreta rectamente y mantiene vivas e íntegras no sólo las enseñanzas de Jesús, sino toda la Revelación. Esta tarea la desempeñan el Papa y los obispos. Para eso tienen la gracia y autoridad que les otorga el Espíritu Santo.Conferencia Episcopal: Conjunto de los obispos de un grupo de diócesis, generalmente de un país. La Conferencia Episcopal de Uruguay la forman todos los obispos con responsabilidades pastorales vigentes. Se reúne al menos dos veces al año y la representa el Comité Permanente (Véase Comité o consejo permanente), cuando no están reunidos en Asamblea Plenaria. La Conferencia Episcopal "No es una instancia jerárquica", sino de coordinación. Sus acuerdos y documentos no obligan a los obispos que la integran, salvo cuando el Reglamento lo estipula así y dispone un quórum determinado. El Presidente de la Conferencia Episcopal de los EEUU es el Obispo William S. Skylstad, Obispo de Spokane, Seattle. El Presidente de la Conferencia Episcopal de México es Mons. Carlos Aguiar Retes Obispo de Texcoco.

Arzobispo: Es el obispo que preside una arquidiócesis. También se le puede llamar “Metropolitano.” Cuando un arzobispo pasa de una arquidiócesis a una diócesis, la Iglesia les mantiene el vocativo de arzobispo, el que se antepone al de obispo. En EEUU hay 50 Arzobispos (contando el de las Fuerzas Armadas). Obispo: Sacerdote que ha recibido la plenitud del Sacramento del Orden. Es la autoridad máxima, Pastor y jefe de una Iglesia particular (diocesana), denominado también "Ordinario" de esa diócesis. Los Obispos son sucesores directos de los Apóstoles.

Obispo Auxiliar: Es el obispo asignado a un obispo titular de una diócesis o arquidiócesis para ayudarle en el gobierno eclesiástico.Obispo Coadjutor: Es el obispo designado para gobernar una diócesis con las facultades o poderes de obispo ordinario cuando el titular no puede ejercer adecuadamente su ministerio. Tiene derecho a sucesión.

Episcopado: El conjunto de los obispos de un país o región.

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Ejemplo; el Episcopado Latinoamericano o Episcopado Estadounidense.

Ordinario: El obispo de una determinada diócesis u otro a quien se le ha confiado el cuidado de una diócesis o de una circunscripción equivalente, como prelatura o vicariato apostólico.

- Báculo: Bastón o “cayado” utilizado como apoyo. Lo usaban los pastores en el cuidado del rebaño. Ahora, símbolo del ministerio pastoral de los obispos- Mitra: Ornamento propio del obispo en celebraciones solemnes. Es una especie de gorro o sombrero alto, terminado en punta con dos bandas o tiras de tela que cuelgan por detrás.

- Pectoral: La Cruz que los obispos occidentales llevan colgada sobre el pecho, o el medallón que llevan en forma similar los orientales.

- Solideo: literalmente significa Sólo a Dios. Pequeña pieza de género que usan los obispos y el Papa sobre la cabeza, en su parte posterior. Los obispos, color violeta; los cardenales, rojo y el Papa, blanco.

Sacerdote: Sacerdote es un sentido propio todo cristiano (sacerdocio común de los fieles), como participante del ser de Cristo. Normalmente el término se emplea para designar a quien ha recibido el sacramento del Orden Sacerdotal, o sea, el Ministerio ordenado. El sacerdote colabora con el obispo en su acción pastoral, en la enseñanza, la predicación del Evangelio y la celebración de los sacramentos. También se les llama “presbíteros”, “curas” y “clérigos.” Y en su conjunto conforman el “clero” de una diócesis. Hay sacerdotes "diocesanos", que dependen directamente del obispo. Y hay sacerdotes "religiosos", que pertenecen a órdenes religiosas o congregaciones y viven en comunidad con otros religiosos. Dependen de su propio Superior o Provincial.

Presbítero: Literalmente significa anciano. De hecho, es

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sinónimo de Sacerdote. Están unidos a los obispos en la dignidad sacerdotal y al mismo tiempo dependen de ellos en el ejercicio de sus funciones pastorales. Son llamados a ser cooperadores diligentes de los obispos, forman en torno a su obispo el Presbiterio que asume con él la responsabilidad de la Iglesia particular. Reciben del obispo el cuidado de una comunidad parroquial o de una función eclesial determinada.

Párroco: Presbítero que, en nombre del obispo, se hace cargo de la parroquia asignada.

Cura: Sacerdote encargado de una Parroquia. Cura es casi lo mismo que párroco. De por sí significa “cuidado”. En este caso, cuidado de almas.

Padre: Se llama así a los presbíteros, curas, sacerdotes, sean diocesanos o religiosos.

Monseñor: Es un título que otorga la Santa Sede a algunas personas ya sea por su cargo o por los servicios relevantes que ejercen en la Iglesia. Todos los obispos reciben el trato de monseñor. Pero también se les dice monseñor -aunque no tengan formalmente ese título- a sacerdotes que ejercen una responsabilidad pastoral o cargo importante: vicarios episcopales, por ejemplo. Monseñor Rafael Hernández, Vicario General de la Pastoral de Santiago; Monseñor Cristián Precht, Vicario de la Zona Sur, etc. A ellos, aunque "no son obispos", se les llama monseñor.

Capellán: Sacerdote designado para atender un templo, un convento o un establecimiento como un hospital, un regimiento, un colegio.

Canónigo: Título honorífico de algunos presbíteros que atienden el servicio religioso en una catedral. Ellos conforman el Cabildo.

Prelado: Pastor a cargo de una Prelatura. Estrictamente, Prelado no es sinónimo de Obispo.

Vicario: Una persona que ejerce una autoridad en nombre de

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otra. Ejemplo Padre Manuel de Jesús Rivas es Vicario Parroquial de la Parroquia San Jose en Dalton, Georgia USA.

Vicario Parroquial: Vicario que ayuda al párroco en su ministerio.

Vicario Apostólico: Vicario que gobierna un Vicariato Apostólico, en nombre del Papa (véase Vicariato Apostólico).

CABILDO: 1.- Junta de hermanos de ciertas cofradías, aunque sean laicos. 2.- Capitulo que celebran ciertas religiones para elegir sus prelados y tratar de su gobierno. 3.-El lugar donde se celebra se llama

- SALA DE CABILDOS: Se suele decir: “reunida en Cabildo, la Hermandad...” ”Cuando la Hermandad se reúne en pleno, para celebrar una votación de los cargos de la Junta, se llama CABILDO - ABIERTO o GENERAL: Cuando lo hace para discutir o aprobar los presupuestos, se llamaCABILDO DE CUENTAS. Antes de la salida procesional, se reúne para su estudio, y se llamaCABILDO DE SALIDA. - CABILDO DE TOMA DE HORAS: Se celebra en la Catedral, con la asistencia de todas lasJuntas de Hermandades, Consejo de Cofradías, Autoridades Municipales y Arzobispo. En él, se toman y fijan las horas de cada Hermandad y posibilidad de cambios de itinerarios, etc.

Casulla: Vestidura litúrgica que llevan los sacerdotes y los obispos sobre los demás ornamentos cuando van a celebrar la Misa. Cambia de color según el tiempo litúrgico.

Alba: Vestidura (túnica) de lienzo blanco que se ponen los celebrantes, (obispos, sacerdotes, diáconos y ministros) sobre el hábito y el amito, para celebrar una liturgia, y que le cubre todo el cuerpo. Significa la pureza ritual y el despojamiento de toda corrupción.

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Capa pluvial: Vestidura litúrgica en forma de capa que usa el presbítero en ciertas ceremonias, como procesiones, matrimonio fuera de la Misa, etc.

Amito: Vestidura sagrada que usa (facultativamente) el sacerdote debajo del Alba (Véase Alba). Es un lienzo que protege el cuello y cae sobre los hombros y la espalda. Se sujeta con dos cintas que se entrelazan delante del pecho.

Estola: Banda larga de color variable que el sacerdote lleva sobre el alba para celebrar la Eucaristía y otros sacramentos. El diácono también la usa, terciada (cruzada de lado).

Colores Litúrgicos: Los colores empleados en los ornamentos de los celebrantes en las ceremonias litúrgicas; también se usan en telas de adornos. Han variado según tiempos y lugares. Ahora se emplean en nuestro rito los colores blanco, rojo, verde, morado y a vece rosado y azul.

Los colores actuales de nuestra celebración: distribución del Año Litúrgico:

a) Blanco: Es el color privilegiado de la fiesta cristiana y el color más adecuado para celebrar:-La Navidad y la Epifanía-La Pascua en toda su cincuentena-Las Fiestas de Cristo y de la Virgen, a no ser que por su cercanía al misterio de la Cruz se indique el uso del rojo. -Fiestas de ángeles y santos que no sean mártires.-Ritual de la Unción-Unción y el Viático

b) Rojo:Es el color elegido para:-La celebración del Domingo de Pasión (Ramos) y el Viernes Santo, porque remite simbólicamente a la muerte martirial de Cristo.-En la Fiesta de Pentecostés, porque el Espíritu es fuego y vida. -Otras celebraciones de la Pasión de Cristo, como la fiesta de la

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Exaltación de la Cruz.-La Confirmación (Ritual Nº 20) se puede celebrar con vestiduras rojas o blancas apuntando al misterio del espíritu o a la fiesta de una iniciación cristiana a la Nueva Vida.

c) Verde:El verde como color de paz, serenidad, esperanza se utiliza para celebrar el Tiempo Ordinario del Año Litúrgico. El Tiempo ordinario son esas 34 semanas en las que no se celebra un misterio concreto de Cristo, sino el conjunto de la Historia de la salvación y sobre todo el misterio semanal del Domingo como Día del Señor.

d) Morado:Este color que remite a la discreción, penitencia y a veces, dolor, es con el que se distingue la celebración del -Adviento y la Cuaresma-las celebraciones penitenciales y las exequias cristianas.

e) Negro:Que había sido durante los siglos de la Edad Media el color del Adviento y la Cuaresma, ha quedado ahora mucho más discretamente relegado: queda sólo como facultativo en las exequias y demás celebraciones de difuntos.

f) Rosa: El color rosa, que no había cuajado en la historia para la liturgia, queda también como posible para dos domingos que marcan el centro del Adviento y la Cuaresma: el domingo "Gaudete" [regocijo] (3º de Adviento) y el domingo "Lactare" [Alegría] (4º de Cuaresma).g) Azul: Con sus resonancias de cielo y lejanía es desde el siglo pasado un color privilegiado para celebrar en España la solemnidad de la Inmaculada, aunque en el misal romano no aparezca.

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- Roquete: Vestidura blanca que usan los ministros ayudantes en las ceremonias litúrgicas encima de la sotana.

- Sotana: túnica negra (o blanca) que usan los monaguillos, seminaristas, diáconos y en ocasiones sacerdotes (presbíteros u obispos).

Presbiterio: El conjunto de los presbíteros que con el obispo son los responsables primeros de la pastoral de una diócesis.

Diácono: Ministro eclesiástico que forma parte del clero, junto al obispo y al sacerdote. Puede impartir la bendición, presidir una celebración del matrimonio, bautizar, predicar, celebrar exequias y liturgias de la Palabra. Su función principal es el servicio a los pobres y a la comunidad. "Un diácono no es sacerdote. No puede presidir una misa o Eucaristía ni confesar" Hay Diáconos en tránsito al sacerdocio, que son los seminaristas en la etapa final de sus estudios para ser sacerdotes o presbíteros. Y hay Diáconos permanentes, que son ciudadanos, generalmente hombres casados, que han recibido la sagrada orden del Diaconado. Un diácono permanente "no llegará al sacerdocio" y cumple las mismas funciones del diácono en tránsito al sacerdocio.

- Dalmática: Vestidura sagrada parecida a la Casulla que se coloca encima del Alba. Hoy la usa el Diácono, aunque fue ornamento episcopal (OBISPO) también.

Asamblea: Comunidad de creyentes reunidos para una celebración religiosa.

Seglar: Se utiliza como sinónimo de Laico. (Véase Laico)

Laico: O “seglar”. Viene del griego ‘laos‘, que significa ‘pueblo‘. Son laicos los cristianos no consagrados por el sacramento del Orden. Ellos desarrollan su vida de fe en las tareas normales del mundo: vida matrimonial, política, profesional, etc. No son clérigos porque los laicos "no" forman parte del clero.

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Ministerio: Es el servicio encomendado a algunos miembros de la Iglesia para atender algunas necesidades pastorales. Hay ministerios “ordenados”: obispo, presbítero, diácono, quienes ejercen un ministerio. Hay otros “ministerios no ordenados”: acólitos, lectores, ministros de la comunión, etc. Estos son laicos.

- Ministros Laicos: Designación específica para cuando un ministerio es atendido por un laico, no clérigo.

Abad: Es el Superior de una Congregación Monástica o de un Monasterio. Puede ser Mitrado, asemejándose a un Obispo pero sin todas sus potestades. (Femenino – Abadesa)

Prior: Es el superior de monasterio o convento tanto de hombres como mujeres. (Femenino – Priora)

- HÁBITO: Vestido usado por miembros de comunidades religiosas (benedictinos, franciscanos,

dominicos, agustinos, mercedarios etc.), señal de humildad o devoción.

Acólito: ministro no ordenado. El acólito ayuda al Presbítero (Véase Presbítero) y al Diácono (Véase Diácono) en el altar. Se le confía también la distribución de la Comunión cuando hace falta, ya en la Misa, ya fuera de ella, especialmente a los enfermos. Es una de las ordenes menores que reciben los candidatos al sacerdocio.

MONAGUILLO (MONAGO): Acólitos (servidores del altar) pequeños. Son niños que vestidos con sotanas y roquetes blancos, terminados en encajes y a veces una esclavina. En algunas parroquias usan albas blancas. Llevan la cruz, ciriales, incensarios y navetas. Asisten a los sacerdotes y diáconos en los servicios litúrgicos.

Movimientos Laicales:

- Movimientos Apostólicos - Grupos de laicos que se dedican a la evangelización por medio

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del apostolado.o Renovación Carismática (Grupos de Oración)o Grupos Juveniles (Pastoral Juvenil)o San Vicente de Paul o Camino Neocatecumenal o San Vicente de Paul o Caballeros de Colóno Coros (Misas) – Ministerio de Música o Ministros Extraordinario de la Sagrada Comunión o Lectores o Adoración Perpetua o Comité de Ornato y Mantenimiento o Preparación Pre-matrimonial o RCIA (Rite of Christian Initiation of Adults) /RICA (Rito Iniciación Cristiana para Adultos)o Catequesis – Grados K – 8 o Cadena de Oración o Cursillos de Cristiandad o Movimiento Juan XXIII o Juventud Acción Católica o Legión de Maria o Caritas Internacional o Movimiento de Vida Cristiana – Fundada en Perú 1985o Kerigma o Opus Dei o Renovación Conyugal o Encuentro Matrimonialo Orden Franciscano Seglaro Hijos de la Voluntad Divina

Dos perros, dos gatos, dos ovejas y un corral de gallinas son los habitantes de la casa rectoral donde Javier Rodríguez Couce vive y tiene su despacho como cura párroco.

A estos habitantes permanentes se unen las innumerables visitas que acuden cada día y a cualquier hora a ver a este joven de 29 años que disfruta plenamente de su vocación dentro de la Iglesia Católica.

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Ser cura no resulta fácil en los tiempos que corren, pero si además las parroquias a administrar se encuentran en el ámbito rural, el trabajo se complica todavía más. Javier tiene bajo su responsabilidad once parroquias en las que trabaja junto con su compañero Rafael, de 63 años de edad. Todas se encuentran en la provincia de A Coruña, en los alrededores del pueblo de Ortigueira, el punto más al norte de esta provincia, y se distribuyen entre las poblaciones de los valles cercanos a la ría, desde los que se divisan los límites del océano Atlántico con el mar Cantábrico, y las aldeas de alta montaña, ocultas entre frondosos bosques de eucaliptos, robles y castaños. En total son 30 kilómetros en línea recta que este religioso, sin hacer ninguna parada, tardaría dos horas y media en recorrer entre angostos caminos, llenos de barro en invierno y a menudo desiertos.

Jornadas intensivas. Javier puede llegar a oficiar misa hasta en siete lugares distintos en un mismo día. Sin apenas tiempo para cambiarse, no es extraño verle viajar con el alba siempre puesta. En la foto de arriba, sacando tiempo para las tareas domésticas.

Casi 2.000 son las almas a cargo de Javier, que no da abasto con tanto trabajo. Hace 30 años las cosas eran más fáciles. Los seminarios estaban repletos de alumnos y generaban unas promociones con un número suficiente de curas como para que cada aldea con iglesia tuviese su propio párroco. En los últimos 20 años se ha pasado de 23.488 sacerdotes a 19.556 y la media de edad es de 53 años. En 1999 el número de parroquias ascendía a 22.827 (en 1992, había 22.816) distribuidas en 68 diócesis. Ahora, sólo en la de Mondoñedo-Ferrol, a la que pertenece este cura, hay 388 parroquias rurales a cargo de 170 curas, de los cuales, sólo 50 son menores de 40 años.

Hoy en día, la reagrupación de parroquias es un fenómeno común. No hay suficientes curas y los pocos que hay tienen que hacerse cargo cada vez de un número mayor de feligreses. Por eso Javier viaja cada día de parroquia en parroquia en su pequeño utilitario, para atender las necesidades de los fieles, que viven desperdigados entre el valle y las cimas más altas de una montaña repleta de caballos y ganado salvaje y rodeada de niebla la mayor parte del año. Y esto se repite en cada diócesis española. En algunas partes, como en Asturias, se ensayan nuevas fórmulas que puedan suplir la carencia de religiosos. Así, se han puesto en marcha lo que se conoce como "núcleos específicos de culto", donde las Unidades de Acción Pastoral, equipos de voluntarios formados por hombres y mujeres laicos, realizan todas las funciones de un cura (incluyendo la celebración de la misa, excepto la consagración), agrupando al mismo

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tiempo la celebración del culto en las zonas que tienen mayor población. A Javier le parece una idea interesante cuya aplicación ve muy difícil en las diócesis gallegas. "Evitaríamos tener que ir corriendo de parroquia en parroquia todos los días, pero aquí hay mucho parroquialismo, sobre todo entre las personas de edad media y las más mayores. Ellos consideran que tienen su templo y no entienden por qué hay que ir a la de al lado".

Javier oficia misa en cada una de las iglesias que se distribuyen entre sus once parroquias. Hasta en siete lugares distintos puede llegar a dar misa en un solo día. "La celebración del culto acaba con los curas, tenemos que hacer el trabajo de tres y dar misa requiere una concentración que termina agotándote", se lamenta mientras recorre en su coche a toda velocidad la distancia que separa una pequeña aldea a 700 metros de altura, donde acaba de oficiar un funeral, de una pequeña capilla en el valle donde un grupo de mujeres le espera para que celebre una breve misa. "Me dejáis echar un pitillo, ¿verdad?", pregunta a sus feligreses entre saludos. Cinco minutos de descanso y un poco de conversación con las asistentes antes de volver al trabajo.

Los deberes del campo. Un sacerdote en un entorno rural debe saber de misa y confesionario, pero también de cosechas, de vacas y ovejas. En la foto, Javier posa con uno de sus corderos en brazos.

Tres son las principales tareas en su función: la celebración de la misa, la visita a los feligreses en sus propias casas y la coordinación y supervisión de los distintos grupos que completan la organización de toda parroquia, y que son Cáritas, la Pastoral Juvenil, los denominados Grupos Píos (como el Grupo de Mujeres Casadas y Viudas) y el Consejo de Economía, formado por algunos seglares y que se encarga de la administración económica. Además de esto, Javier todavía encuentra tiempo para coordinar a un grupo de matrimonios y parejas jóvenes, a los que aconseja sobre cómo formar una familia católica.

Y para relajarse, nada mejor que su pequeño huerto de lechugas, tomates y patatas. "Para soltar adrenalina es lo mejor, otros prefieren hacer footing", comenta al tiempo que recoge las sábanas tendidas en el patio de la casa rectoral donde vive.

Situada en lo alto de una loma, desde esa altura se divisa todo el valle de la parroquia de San Claudio. Desde allí, puede contemplar no sólo la iglesia y su pequeño cementerio, sino también la mayoría de las casas de sus feligreses, incluida la de la sacristana que toca las campanas para llamar a misa, una mujer de 50 años a la que este cura trae loca, merced a un raro pasatiempo que da muestra del inmenso sentido del humor que despliega. "Cuando veo que está sentada en el patio, la llamo por teléfono y así hago que se tenga que levantar a cogerlo, pero entonces cuelgo y cuando veo que sale de la casa, la llamo de nuevo y así varias veces, hasta que ya hablo con ella y bromeamos un rato", explica Javier entre risas. Después mira desde la ventana de la cocina en dirección a una casa a unos cuantos metros de distancia, donde se divisa la figura de una mujer sentada que también parece mirarnos. "Me ha

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visto en el fregadero y ya está esperando a que la llame". Acto seguido se dirige al teléfono y comienza el juego.

Los domingos, cuando la mayoría descansa, tiene tarea extra. Es el día de la semana dedicado exclusivamente a la celebración de la misa. Sin casi tiempo para cambiarse de ropa, a menudo se le puede ver por los estrechos caminos que bordean las iglesias con el alba puesta y levantándose los bajos para que no se le manchen de barro. "Me llevo el alba conmigo porque no tengo la garantía de encontrar ropa de mi talla en todas las iglesias en las que oficio". Y no sólo el alba se lleva puesta, en su coche se pueden encontrar todas sus herramientas de trabajo: los panes para consagrar, estampitas de santos o de la Virgen y velas para reponer en alguna capilla.

Para él la sencillez es lo primero. No deja de saludar ni a una sola de las personas con las que se cruza. "Tengo complejo de Reina Sofía", bromea cuando saluda con la mano a un paisano que aparta a sus vacas del camino para hacer sitio al coche. Tampoco le preocupa que le vean en ropa de faena. "Lo importante es que la gente te vea como una persona normal y accesible, con la que pueden hablar y contar sus penas y alegrías". El boato que en otros tiempos rodeaba al clero ya no tiene sentido para esta nueva generación. Como término medio, en España un cura cobra unas 96.000 pesetas netas más un plus familiar (en caso de tener a su cargo a padres o hermanos), de vivienda, de kilometraje y estipendios de la misa (unas 1.000 pesetas diarias).

Está decidido a conseguir que la gente joven se acerque a Dios, y para eso no escatima esfuerzos y considera buenas todas las tácticas. En la iglesia de la parroquia de San Claudio se pueden juntar un domingo cualquiera en torno a 100

personas, a las que, una a una, da fraternalmente la mano como símbolo de paz. Bajarse del altar y realizar este gesto le sitúa, no sólo conceptualmente sino también en la práctica, al mismo nivel que los feligreses para los que trabaja. Los jóvenes son numerosos y los que llevan también el peso de la celebración. Son ellos los que animan con sus cánticos las oraciones y su párroco no ha dudado en animarles a que introduzcan las palmas y otros instrumentos aparte del tradicional órgano, como la guitarra, para hacer más ameno el culto. Algo que los más viejos son reacios a aceptar.

Javier es consciente del papel tan importante que juega la tradición en el mundo rural y trata de buscar un equilibrio entre la renovación, fundamental para atraer a los más jóvenes, y el respeto por las costumbres que mantienen la fidelidad de los mayores. Con ese fin no duda en vestirse al viejo estilo, aunque ya esté en desuso entre la mayoría de los compañeros de su edad, que ven en las vestimentas tradicionales un símbolo del poder y status del que en otros tiempos disfrutó el clero y consideran que es una forma de mantener las distancias con los feligreses. Sin embargo, cuando emprende su ruta de visitas de casa en casa, este enérgico párroco se cubre de los pies a la cabeza con una sotana negra. Él todavía recuerda lo que en una ocasión le contó un párroco de Toledo, cuando todavía estaba en el seminario. "Iba en un autobús vestido con la camisa gris y el alzacuellos porque tenía que ir a una reunión en el obispado. Entonces se le acercó un chico y le pidió hablar con él. Ese día ese cura pudo impedir que ese chico se suicidase". El testimonio le sirve para apoyar su teoría de que una sotana o un alzacuellos sirven para acercarle a la gente. "Saben lo que soy y si quieren hablar me pueden parar y contarme lo que quieran".

Las visitas a los vecinos son para él tan importantes como la celebración del culto: le permiten acercarse a aquellos que habitualmente no acuden a misa. La mayoría son personas ya mayores, muchas de ellas aisladas en lugares donde ya sólo viven ellos entre casas abandonadas por unos vecinos que, o fueron muriendo, o tuvieron que emigrar hacia pueblos más grandes como Ortigueira o As Pontes, o hacia ciudades

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como Ferrol y A Coruña, donde las posibilidades de encontrar trabajo son mayores. Ése es el caso de Consuelo, una mujer de 73 años que recibe al cura con evidente satisfacción. "Con personas como Consuelo procuro parar más tiempo y vengo más a menudo, porque no recibe visitas de nadie y necesita hablar", explica Javier, consciente de que con los vecinos de las parroquias de alta montaña no puede hacer otra cosa que "llorar con ellos porque su mundo está desapareciendo, y cuando ellos mueran esas parroquias desaparecerán por completo".

La despoblación en el mundo rural es tan grave que a los párrocos asignados a estas zonas sólo les queda la tarea de ver cómo las aldeas se quedan sin sangre nueva y acompañar a sus últimos habitantes hasta su muerte. Son los únicos que todavía prestan algún servicio en lugares tan remotos. "Ya se fueron los médicos, se fueron los profesores, se fueron todos, y si ahora también se les va el cura, ¿van a morir como animales?", se plantea Javier. "El cura es lo último que les queda". Consuelo se apresura a preparar el café y pone algunas galletas sobre la mesa; no hay posibilidad de negativa, sería una ofensa, por eso Javier se deja invitar, siempre que el obsequio no pase de eso. "No dejo que me hagan regalos porque yo estoy a su servicio, no ellos al mío". Las conversaciones son siempre las mismas: el tiempo y el invierno que ya se acerca, cómo va su vida, sus temores a no llegar a fin de mes, sus animales..., y enseguida llegan los recuerdos felices del pasado, cuando la vida era más dura, pero al menos tenían vecinos con quienes compartirla.

La siguiente parada es en casa de su feligrés más joven, un bebé de cinco meses llamado Christian, a quien bautizó. Sus padres viven con la abuela. El marido viaja todos los días una hora hasta los astilleros de Ferrol, donde trabaja como carpintero. Su principal preocupación es con quién va a jugar su hijo cuando tenga cuatro años. Aquí el párroco para poco. "Viven todos juntos y se hacen compañía, sólo paso para asegurarme de que están bien". Los que más le necesitan son las personas enfermas, como Encarnación, que vive sumida en una depresión desde que hace dos años murió su sobrino, al que se encontraba muy unida. "Todo su dolor es psicológico, no tiene nada físico, pero si ella no se ayuda a sí misma... Dios no puede hacer todo el trabajo". La preocupación se dibuja en el rostro de Javier tras salir de la casa donde ha pasado un buen rato sólo escuchando.

La última visita se la dedica a Lourdes, una mujer con parálisis cerebral que lleva 61 años postrada en una cama, sin pisar la calle desde que era niña. Sus dos hermanas la cuidan y agradecen que le dedique su atención. "A Lourditas le encantan las visitas y sobre todo que venga el señor cura porque ya lo conoce", explican. Le llevan más de 40 años, pero eso no impide que le traten de usted. "En este oficio lo importante no es la edad, sino el papel que desempeñas, y estas personas sienten mucho respeto por la figura del cura", explica Javier. "Si me trasladan a una ciudad me matan, porque yo me crié en una aldea como éstas y ya sé cómo tengo que tratar a la gente, sus costumbres y su forma de ser. En una ciudad todo es distinto".

A las nueve de la noche termina la última misa del día. A la salida de la iglesia le espera una pareja de novios. Se casan en una semana y hablan con él de la boda. Suben hasta la casa juntos y mientras cenan discuten los últimos detalles del guión de la misa. La cocina de leña sirve de improvisada mesa de trabajo. La noche es negra y fría en el valle, pero la jornada de este párroco todavía no ha finalizado...

CÓMO HAN CAMBIADO

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Año 1960. La espada y la cruz están perfectamente casadas desde el final de la "cruzada". Franco es "caudillo de España por la gracia de Dios". La iglesia se ocupa del alma y del cuerpo de sus fieles, todos los españoles: no hay libertad religiosa. Obispos y arzobispos, como el de Zaragoza, monseñor Cantero Cuadrado, se sientan en los escaños de las Cortes y en el Consejo del Reino. Los seminarios están a reventar y los 32.853 sacerdotes de entonces son la perfecta correa de transmisión de la España nacionalcatólica. Los curas se convierten en una especie de "comisarios políticos" de un régimen abanderado de la moral y las buenas costumbres. Éstos son sus signos distintivos.

Vestimenta: sotana de rigor y sombrero, llamado "teja" por su forma.

Guardianes de las "buenas costumbres": llevan un exhaustivo control, con nombres y apellidos, de los fieles que cumplen con el santo precepto (comulgar y confesarse por Pascua florida). Denuncian a los que trabajan el domingo, que llegan a ser detenidos por la Guardia Civil. A través de las Hijas de María imponen el largo de la falda de las chicas. Por supueto, las mujeres van siempre con velo a la iglesia. Conceden informes de buena conducta indispensables, entre otras cosas, para poder emigrar. Son, junto al médico y al sargento de la Guardia Civil, las "fuerzas vivas" del pueblo.

El pastoreo de las almas: catequesis obligatorias en las escuelas y en los templos, novenas a todo tipo de santos, rosarios diarios, primeros viernes de mes, ayunos y abstinencias (los ricos podían comprar la bula), misas diarias y confesiones habituales (¿cuántas veces?, ¿con quién?). Por supuesto, todo en latín, excepto los sermones, auténticas diatribas contra "el mal vivir" de la gente lanzadas desde el púlpito.

Modo de vida: viven exclusivamente del culto. Poseen una cultura superior a la mayoría de la gente, aunque no se cultivan y muchos son casi iletrados. Tienen ama de llaves. Los fieles están obligados a entregarles diezmos y primicias. También tienen que besarles la mano como signo de respeto y obediencia. Son de derechas y reaccionarios, "escapados del arado" (la mayoría procede de familias campesinas) y desclasados. Curas señores y no pastores, dispuestos siempre a atemorizar a la gente con el fuego del infierno. Curas de misa y olla, que "viven como curas" y consideran al mundo, al demonio y a la carne, como los "enemigos del alma".

De ayer a hoy: los curas actuales, sin embargo, huelen a Evangelio. Su alcurnia les viene del pueblo. Sus títulos, estar en el corazón de las gentes. Sus credenciales, una vida compartida con el mundo de los olvidados. Son los que permanecen. Médicos y maestros han escapado. Ellos no se mueven. Son uno más del pueblo. No están de paso. Saben de liturgia y catequesis, de misa y confesionario, pero también del tiempo y de las cosechas, de vacas y ovejas. Son maestros en el compartir el pan de la vida cotidiana. Conocen a sus "ovejas" con nombres, apellidos y apodos. No tienen despachos ni horarios. Eso sí, tienen fallos y pecados y rarezas, como todo hijo de vecino. Constituyen quizás el último hálito de vida, humana y espiritual, de muchos pueblos moribundos de nuestra España rural.

Por José Manuel Vidal

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Un sacerdote argentino anuncia durante la misa que se ha enamorado

Buenos Aires.-

El cura párroco Delfor Brizuela sorprendió a los feligreses de la ciudad de Chamical, en la andina provincia de La Rioja, al anunciarles durante la misa que se enamoró de una mujer y que se alejará de sus funciones hasta ``decidir qué hacer''.

El anuncio del padre Brizuela, muy popular en La Rioja por su labor pastoral, se hizo durante la misa dominical y dejó consternados a sus feligreses, según se informó.

``Estoy muy contento de ser sacerdote, pero ahora entró una persona en mi corazón por la que tengo un sentimiento y quiero mucho. Como en la Iglesia Católica eso no puede ser, no puedo estar con un pie en un lado y otro en otro. Quiero retirarme de mi función de párroco para decidir qué hacer. Estoy pasando por turbulencias y tengo que ser leal con la gente'', dijo el religioso, de 46 años.

No hubo ningún comentario oficial de las autoridades de la Iglesia argentina, que desde hacía tiempo habían sido informadas por Brizuela de su relación sentimental.

En el diario Página 12, el conocido periodista católico Washington Uranga escribe el martes que lo ocurrido con el sacerdote riojano plantea la pregunta de ``hasta cuándo la jerarquía va a seguir negándose a replantear el celibato obligatorio que -como es obvio y evidente- requiere también de un revisión para recuperar la coherencia institucional de la propia Iglesia''.

Uranga agrega que Brizuela ``no es un cura cualquiera. Es un hombre, que lleva tras sí, en el seno de la Iglesia Católica y dentro del sacerdocio argentino, una lucha junto a los más pobres, de compromiso social y político desde la perspectiva pastoral y religiosa. Su espejo ha sido el obispo mártir de La Rioja, Enrique Angelelli''.

Monseñor Angelelli, uno de los pocos obispos argentinos que criticó a la dictadura militar instaurada hace 30 años, murió el 4 de agosto de 1976 cuando el automóvil en que viajaba, por un desolado paraje de La Rioja, volcó tras ser embestido por otro vehículo que lo venía siguiendo, y que según denuncias, era tripulado por agentes de inteligencia del régimen de facto.

Un sacerdote argentino anuncia durante la misa que se ha enamorado

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Buenos Aires.-

El cura párroco Delfor Brizuela sorprendió a los feligreses de la ciudad de Chamical, en la andina provincia de La Rioja, al anunciarles durante la misa que se enamoró de una mujer y que se alejará de sus funciones hasta ``decidir qué hacer''.

El anuncio del padre Brizuela, muy popular en La Rioja por su labor pastoral, se hizo durante la misa dominical y dejó consternados a sus feligreses, según se informó.

``Estoy muy contento de ser sacerdote, pero ahora entró una persona en mi corazón por la que tengo un sentimiento y quiero mucho. Como en la Iglesia Católica eso no puede ser, no puedo estar con un pie en un lado y otro en otro. Quiero retirarme de mi función de párroco para decidir qué hacer. Estoy pasando por turbulencias y tengo que ser leal con la gente'', dijo el religioso, de 46 años.

No hubo ningún comentario oficial de las autoridades de la Iglesia argentina, que desde hacía tiempo habían sido informadas por Brizuela de su relación sentimental.

En el diario Página 12, el conocido periodista católico Washington Uranga escribe el martes que lo ocurrido con el sacerdote riojano plantea la pregunta de ``hasta cuándo la jerarquía va a seguir negándose a replantear el celibato obligatorio que -como es obvio y evidente- requiere también de un revisión para recuperar la coherencia institucional de la propia Iglesia''.

Uranga agrega que Brizuela ``no es un cura cualquiera. Es un hombre, que lleva tras sí, en el seno de la Iglesia Católica y dentro del sacerdocio argentino, una lucha junto a los más pobres, de compromiso social y político desde la perspectiva pastoral y religiosa. Su espejo ha sido el obispo mártir de La Rioja, Enrique Angelelli''.

Monseñor Angelelli, uno de los pocos obispos argentinos que criticó a la dictadura militar instaurada hace 30 años, murió el 4 de agosto de 1976 cuando el automóvil en que viajaba, por un desolado paraje de La Rioja, volcó tras ser embestido por otro vehículo que lo venía siguiendo, y que según denuncias, era tripulado por agentes de inteligencia del régimen de facto.

TESTIMONIO

http://www.conocereislaverdad.org/borras.htm

Sacerdotes y Levitas

La relación entre los sacerdotes, que son los descendientes de Aarón, y los levitas, los otros miembros de la tribu de Leví, es uno de los problemas espinosos de la religión veterotestamentaria. Cualquier consideración sobre los levitas debe tener en cuenta las pruebas que aporta la Biblia, la reconstrucción que de ellas hace algunos estudiosos, y las numerosas formas en que los eruditos contemporáneos han reaccionado ante su perspectiva evolucionista.

I. Antecedentes biblicos

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a. El Pentateuco

Los levitas adquieren prominencia en el Pentateuco en conexión con Moisés y Aarón (Ex. 2.1–10; 4.14; 6.16–27). Después de que Aarón encaminara al pueblo hacia la apostasia con el becerro de oro (Ex. 32.25ss), los hijos de Leví vengaron el honor del Señor castigando a muchos de los malvados. Esta demostración de fidelidad para con Dios puede explicar parcialmente las grandes responsabilidades asignadas a esta tribu en la legislación pentateuca.

El papel de los levitas como ministros del tabernáculo, que se detalla claramente en Números, se anticipa en Ex. 38.21, donde colaboran en la construcción del tabernáculo bajo la supervisión del hijo de Aarón, Itamar. En las leyes preparatorias de la marcha por el desierto, Leví fue separada de las tribus por Dios y puesta a cargo del desmantelamiento, transporte, y erección del tabernáculo (Nm. 1.47–54). Los hijos de Leví acampaban alrededor del tabernáculo, y aparentemente servían como amortiguadores para proteger a las otras tribus de la ira de Dios, ira que las amenazaba si impensadamente entraban en contacto con la tienda sagrada o su moblaje (Nm. 1.51, 53; 2.17).

Los levitas tenían prohibido servir como sacerdotes, privilegio reservado, bajo pena de muerte, para los hijos de Aarón (Nm. 3.10); pero estaban dedicados a un ministerio auxiliar para los sacerdotes, especialmente con las tareas manuales de cuidar el tabernáculo (Nm. 3.5ss). Además, realizaban un importante servicio para las otras tribus haciendo de sustitutos para el primogénito de cada familia, al que Dios tenía derecho en vista del hecho de que perdonó a los primogénitos de Israel durante la celebración de la pascua en Egipto (Ex. 13.2ss, 13). Como representantes de los primogénitos de las tribus (Nm. 3.40ss) los levitas formaban parte del "trascendente principio de la representación" por el que se dio vigencia al concepto de un pueblo totalmente dependiente de Dios y enteramente rendido a él.

Cada una de las familias de Leví tenía funciones específicas. Los hijos de Coat (que sumaban 2.750 entre la edad de 30 y 50 según Nm. 4.36) tenían a su cargo el traslado del moblaje una vez que había sido cuidadosamente cubierto por los sacerdotes, que eran los únicos que podían tocarlo (Nm. 3.29–32; 4.1ss). Los coatitas eran supervisados por Eleazar, hijo de Aarón. Los hijos de Gersón (2.630; Nm. 4.40) cuidaban las cubiertas, las cuerdas, y las cortinas bajo la supervisión de Itamar, hijo de Aarón (Nm. 3.21–26; 4.21ss). Los hijos de Merari (3.200; Nm. 4.44) tenían la tarea de transportar y levantar la estructura del tabernáculo y su patio (Nm. 3.35–37; 4.29ss).

La función representativa de los levitas está simbolizada en los rituales de la purificación y la dedicación (Nm. 8.5ss). Por ejemplo, tanto el hecho de que los israelitas (probablemente a través de sus líderes tribales) les imponían las manos a los levitas (8.10), reconociéndolos como sustitutos (Lv. 4.24), y el hecho de que los sacerdotes ofrecían a los levitas como ofrenda mecida (probablemente llevándolos hasta el altar y luego apartándolos) de parte del pueblo (8.11), sugieren que los levitas fueron dados por los israelitas a los hijos de Aarón para que los sustituyeran. Esto se explicita en 8.16ss, donde a los hijos de Leví se les llama nƒt_uÆnéÆm, ‘regalos’.

Comenzaban a cumplir su servicio a los 25 años de edad y continuaban hasta los 50, cuando ingresaban en una especie de semi retiro con obligaciones limitadas (Nm. 8.24–26). Puede haber habido un período de aprendizaje de cinco años, porque aparentemente la plena responsabilidad de transportar el tabernáculo y sus muebles caía sobre los hombros de los hombres de entre 30 y 50 (Nm. 4.3ss). Cuando David estableció un lugar permanente para el arca, la edad fue reducida a los 20 años porque ya no hacían falta los levitas adultos como cargadores (1 Cr. 23.24ss).

La responsabilidad levítica de representar al pueblo llevaba en sí ciertos privilegios. Si bien no tenían herencia en la tierra (ninguna porción de ella fue separada para su uso exclusivo: Nm. 18.23–24; Dt. 12.12ss), los levitas eran sostenidos por los diezmos del pueblo, mientras que los sacerdotes recibían las partes de las ofrendas que no eran consumidas en los sacrificios, las primicias del ganado mayor y menor, y un diezmo de los diezmos levíticos (Nm. 18.8ss, 21ss; Dt. 18.1–4). Ocasionalmente tanto los sacerdotes como los levitas compartían los despojos de las batallas (por ejemplo en Nm. 31.25ss). Además, los levitas tenían permiso para residir en 48 ciudades apartadas para su uso (Nm. 35.1ss; Jos. 21.1ss). Alrededor de cada ciudad se delimitaba para ellos una zona de pastoreo. Seis de las ciudades, tres de cada lado del Jordán, servían como ciudades de refugio.

La transición de las marchas en el desierto a la vida asentada en Canaán (anticipada en Nm. 35 al establecer las ciudades levíticas) trajo consigo tanto un aumento de la preocupación por el bienestar de los levitas, como la expansión de sus obligaciones a fin de hacer frente a las necesidades de un modelo de vida descentralizado. En Deuteronomio se recalcan marcadamente las responsabilidades de los israelitas para con los hijos de Leví, quienes debían participar en el regocijo de las tribus (12.12), en sus diezmos y ciertas ofrendas (12.18–19; 14.28–29), y en sus fiestas principales, especialmente la de las semanas y la de los tabernaculos (16.11–14). Los levitas que se dispersaron por el territorio debían compartir por igual tanto el ministerio como las ofrendas con los que residían en el santuario central (18.6–8).

Mientras que Nm. llama a los sacerdotes hijos de Aarón, en forma característica (por ejemplo en Nm. 10.8), Deuteronomio frecuentemente emplea la expresión sacerdotes levitas (por ejemplo en Dt. 18.1). Si bien algunos estudiosos han sostenido que no se hace ninguna distinción entre sacerdote y levita en Deuteronomio, el hecho de que se asignan diferentes porciones a los sacerdotes en Dt. 18.3ss a los levitas en 18.6ss sugiere que se mantiene a distinción. La frase "sacerdotes levitas" (por ejemplo en Dt. 17.9, 18; 18.1; 24.8; 27.9; cf. Jos. 3.3; 8.33) parece

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significar "sacerdotes de la tribu de Leví". A ellos el código deuteronómico asigna numerosas obligaciones además del cuidado del santuario: sirven como jueces en casos que envuelven decisiones difíciles (17.8–9), regulan el control de los leprosos (24.8), cuidan el libro de la ley (17.18), y ayudan a Moisés en la ceremonia de renovación del pacto (27.9).

Dentro de la familia de Coat el oficio de sumo sacerdote (heb. hakkoµheµn, ‘sacerdote’ [Ex. 31.10, etc.]; hakkoµheµn hammaµsûéÆah\, ‘sacerdote ungido’ [Lv. 4.3, etc.); hakkoµheµn haggaµd_oµl, ‘sumo sacerdote’ [Lv. 21.10 etc.]) era ejercido por el representante de mayor edad de la familia de Eleazar, a menos que correspondiera aplicar las sanciones de Lv. 21.16–23. Era consagrado de la misma forma que los otros sacerdotes y compartía sus obligaciones rutinarias. Sólo él llevaba las vestiduras especiales (Ex. 28; Pectoral del sumo sacrdote, Mitra, Vestido) e interpretaba los oráculos (Urim y Tumim). En el día de expiación representaba al pueblo elegido ante Yahvéh, rociando la sangre de la cabra del sacrificio sobre el propiciatorio (Sacrificio y ofrenda).

b. Los profetas anteriores

Los sacerdotes representan un papel más prominente que los levitas en el libro de Josué, especialmente en el relato del cruce del Jordán y la conquista de Jericó. A veces se los llamaba "sacerdotes levitas" o "levitas sacerdotes" (por ejemplo en Jos. 3.3; 8.33) y más frecuentemente "sacerdotes" a secas (por ejemplo en Jos. 3.6ss; 4.9ss), y tenían la función fundamental de portar el arca del Señor. El tabernáculo, empero, que era llevado por los levitas, no se menciona (con la posible excepción de 6.24) hasta que fue levantado en Silo (18.1; 19.51) después de la conquista de Canaán. Aparentemente el transporte del arca le fue confiado a los sacerdotes más bien que a los coatitas ( Nm. 4.15) en razón de la suprema importancia de estos viajes: Dios, cuya presencia simbolizaba el arca, marchaba con ellos conquistando y con el objeto de conquistar. Los levitas entraron en primer plano sólo cuando llegó el momento de dividir la tierra (Jos. 14.3ss). La distinción entre sacerdotes y levitas se mantiene claramente: los levitas les recuerdan a Eleazar, el sacerdote, y a Josué, lo que mandó Moisés con respecto a las ciudades levíticas (Jos. 21.1–3); los coatitas se dividen en dos grupos: los que descendían de Aarón (los sacerdotes) y los demás (Jos. 21.4–5).

La relajación general en el culto durante los días entre la conquista de Canaán y el establecimiento de la monarquía se ilustra en los dos relatos levíticos de Jueces. Del levita de Micaía (Jue. 17–18) se dice que era oriundo de Belén y miembro de la familia de Judá (17.7). ¿Cómo podía ser al mismo tiempo levita y judaíta? La respuesta depende de si al levita se lo puede identificar con Jonatán, hijo de Gersón (18.30). Si se trata de la misma persona (como parecería probable), luego la relación del levita con Judá sería de carácter geográfica, no genealógica, a pesar de la frase "de la tribu de Juda" (17.7). Si no se trata de la misma persona, entonces el levita puede ser ejemplo de la posibilidad de que hombres de otras tribus pudiesen, en esa época, unirse a la tribu sacerdotal. Este puede haber sido el caso de Jonatán, que era efraimita (1 S. 1.1; 1 Cr. 6.28). Existen ciertos indicios de que el término levita haya sido un título funcional con el significado de "persona juramentada con voto", a la vez que designación tribal sostiene que los levitas constituian originalmente una tribu secular que adoptó funciones sacerdotales no sólo en Israel sino quizá también en Arabia. La macabra historia del levita y su concubina (Jue. 19) constituye testimonio adicional de la vida ambulante de los levitas, y del relajamiento general de la ápoca. La falta de una autoridad central limitaba el control que el santuario central en Silo debía haber ejercido (Jue. 18.31) y permitió que surgieran numerosos santuarios que prestaban muy poca atención a lo instituido por Moisés.

Los levitas aparecen sólo ocasionalmente en el resto de los profetas anteriores, generalmente en relación con su misión de transportar el arca (1 S. 6.15; 2 S. 15.24; 1 R. 8.4). Cuando Jeroboam I erigió santuarios rivales en Dan y Bet-el puso sacerdotes no levíticos, probablemente con el fin de interrumpir las relaciones con el templo de Jerusalén en la forma más completa posible (1 R. 12.31; cf. 2 Cr. 11.13–14; 13.9–10). Rasgo importante de la monarquía lo constituyó el control real del centro cúltico en ambos reinos.

c. Las Crónicas

La perspectiva sacerdotal del escritor de los libros de Crónicas tiende a acentuar el papel de los levitas, y ofrece numerosos detalles de su ministerio que los autores de Reyes han omitido. En las genealogías de 1 Cr. 6, que también describen el papel de los hijos de Aarón (6.49–53) y la distribución de las ciudades levíticas (6.54–81), la atención se centra especialmente en los cantores levíticos, Hemán, Asaf, Etán, y sus hijos, a quienes David encargó la música del templo (6.31ss; cf. 1 Cr. 15.16ss). La lista de levitas en 1 Cr. 9 está erizada de problemas. Las semejanzas entre ella y Neh. 11 han llevado a algunos a considerar que se trata de la nómina de los levitas que regresaron a Jerusalén después del cautiverio (1 Cr. 9.1). Otros la consideran como una lista de primitivos habitantes de Jerusalén. Tanto la asignación de obligaciones cuidadosamente organizadas como la cantidad de levitas comprendidos (los 212 guardas de las puertas en 1 Cr. 9.22 con los 93 del Cr. 26.8–11) sugieren un período posterior al de David. La íntima cooperación entre los levitas y los hijos de los sacerdotes (1 Cr. 9.28ss), y el hecho de que los levitas cuidaban algunos de los vasos sagrados y ayudaban a preparar el pan de la proposición, puede ser indicativo de que la rígida división de deberes sugerida en Nm. 4 y 18 se desarmó durante la monarquía, quizá porque los hijos de Aarón no eran ya suficientes (la cifra 1.760 en 1 Cr. 9.13 probablemente se refiera al número de integrantes, no al número de jefes de familias) para cumplir las obligaciones de su oficio. Por lo tanto, además de sus funciones normales como cantores y músicos, porteros, cargadores, etc., los levitas tenían que ayudar con la preparación de los sacrificios, como también colaborar en el cuidado de los patios y cámaras, la limpieza de las cosas santas y la preparación del pan de la proposición, la ofrenda de cereales, el pan sin levadura, la ofrenda quemada, etc. (23.14)

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Las órdenes de David en 1 Cr. 23 ilustran los dos factores dominantes que produjeron cambios sustanciales en los oficios levíticos: la ubicación permanente del arca en Jerusalén, lo cual automáticamente tornó obsoletas todas las normas relativas a la función de los levitas como cargadores; y la centralización de la responsabilidad de la religión oficial (como para todos los demás asuntos de la vida) en el rey. La visión hebrea de la personalidad corporativa veía al rey como el gran padre de la nación, cuyo carácter esencial derivaba de él. Como David llevó el santuario central a Jerusalén (1 Cr. 13.2ss), y determinó el esquema de su funcionamiento (1 Cr. 15.1ss; 23.1ss) de conformidad con los principios de la legislación mosaica, también Salomón edificó, dedicó, y supervisó el templo y su culto según los planes de su padre (1 Cr. 28.11–13, 21; 2 Cr. 5–8; nótese especialmente 8.15: "Y no se apartaron del mandamiento del rey, en cuanto a los sacerdotes y los levitas …").

De manera semejante, Josafat comisionó príncipes, levitas, y sacerdotes para que enseñasen la ley en todo Judá (2 Cr. 17.7ss), y designó ciertos levitas, sacerdotes, y cabezas de familias como jueces en Jerusalén (2 Cr. 19.8ss) bajo la supervisión del sacerdote principal. Joás (2 Cr. 24.5ss), Ezequías (2 Cr. 29.3ss), y Josías (2 Cr. 35.2ss) supervisaron a los sacerdotes y levitas y los volvieron a instalar en sus funciones según el esquema davídico.

La relación entre el oficio levítico y el profético es una cuestión discutible. ¿Fueron profetas cúlticos algunos de los levitas? No es posible dar una respuesta definitiva, pero existen indicaciones de que algunos levitas ejercieron actividad profética algunas veces: Jahaziel, levita de los hijos de Asaf, profetizó la victoria de Josafat sobre la coalición moabita-amorrea (2 Cr. 20.14ss) y Jedutún el levita, recibe el nombre de vidente del rey (2 Cr. 35.15).

d. Los profetas posteriores

Isaías, Jeremías, y Ezequiel tocan brevemente la cuestión del papel de los levitas después del exilio. Is. 66.21 menciona la acción de Dios de reunir a los israelitas dispersos (o tal vez a los paganos convertidos) para que le sirvan como sacerdotes levitas. Jeremías (33.17ss) concibe un pacto con los sacerdotes levíticos (o tal vez sacerdotes y levitas) que es tan válido como el pacto de Dios con la familia de David (2 S. 7). Ezequiel marca una neta diferencia entre los sacerdotes levíticos, a los que llama hijos de Sadoc (40.46; 43.19), y los levitas. Se estima que los primeros se mantuvieron fieles a Dios (44.15; 48.11), mientras que los últimos siguieron en pos de ídolos y por lo tanto no podían acercarse al altar ni tocar las cosas sagradas (44.10–14). En realidad la sugestión de Ezequiel pareciera ser un retorno a la cuidadosa distinción entre sacerdote y levita que se encuentra en Nm., en remplazo del punto de vista más flexible que prevaleció durante la monarquía.

e. Los escritos posexílicos

Bajo Josué y Zorobabel 341 levitas regresaron (Esd. 2.36ss) con los 4.289 miembros de familias sacerdotales, y los 392 sirvientes del templo (nƒt_éÆnéÆm, e. d. "dados", "designados", que aparentemente eran descendientes de prisioneros de guerra obligados a cumplir servicio en el templo; Jos. 9.23, 27; Esd. 8.20). La diferencia entre el gran número de sacerdotes y el número relativamente inferior de levitas puede deberse al hecho de que muchos levitas adquirieron categoría de sacerdotes durante el exilio. Los otros levitas responsables de las tareas menores en el templo parecen no haber querido volver (Esd. 8.15–20). Los levitas cumplieron un papel importante en la colocación de los cimientos (Esd. 3.8ss) y en la dedicación del templo (Esd. 6.16ss). Esdras, después de reclutar levitas (Esd. 8.15ss), introdujo una reforma por la que se prohibían los casamientos con extranjeros, algo en lo cual habían incurrido incluso sacerdotes y levitas (Esd. 9.1ss; 10.5ss).

En forma semejante, en Nehemías los levitas y los sacerdotes cumplen todas las funciones que les son propias. Después de reparar una sección del muro (Neh. 3.17), los levitas se dedicaron afanosamente a instruir en la ley (Neh. 8.7–9), y a participar en la vida religiosa de la nación (Neh. 11.3ss; 12.27ss). Habían de recibir diezmos del pueblo, y a su vez debían dar el diezmo de los diezmos a los hijos de Aarón (Neh. 10.37ss; 12.47). La necesidad de una autoridad central que velara por el cumplimiento de las normas levíticas se vio por el deterioro que experimentó el culto en Jerusalén durante la ausencia de Nehemías: Tobías el amonita consiguió autorización para ocupar el cuarto en el templo que debió haber servido como depósito para los diezmos levíticos (Neh. 13.4ss); privados de sus ingresos, los levitas habían abandonado el templo y habían huido a sus campos a fin de subsistir (Neh. 13.10ss).

Puede haber sido durante este período que los sacerdotes comenzaron a poner las ganancias personales por encima de sus obligaciones pactuales de enseñar la ley, y en cambio aceptaron sacrificios corruptos (Mal. 1.6ss; 2.4ss). Para Malaquías, la purificación de los hijos de Leví constituía una de las misiones escatológicas centrales de Dios (3.1–4).

El sumo sacerdocio permaneció en la familia de Eleazar hasta la época de Elí, descendiente de Itamar. La conspiración de Abiatar llevó a Salomón a deponerlo (1 R. 2.26s). De este modo el cargo volvió a la casa de Eleazar con Sadoc y permaneció en dicha familia hasta que las intrigas políticas dieron por resultado la deposición de Onías III por el rey seléucida Antíoco Epífanes (ca. 174 a.C.). De allí en adelante paso a ser apadrinado por el gobernante que estuviera en el poder.

II. El sacerdocio en el Nuevo Testamento

a. Continuidad con el Antiguo Testamento

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Con la sola excepción del sacerdote de Júpiter, que erróneamente procura venerar a Pablo y a Bernabé en Listra (Hch. 14.13), las referencias al sacerdote y al sumo sacerdote en los evangelios y Hechos dan por sentado una continuidad histórica y religiosa con el AT: no hace falta ninguna explicación de la función del sacerdote en el relato del buen samaritano (Lc. 10.31), o de las obligaciones del "sacerdote llamado Zacarías", padre de Juan el Bautista (Lc. 1.5); Jesús reconocía la validez de la función de los sacerdotes para declarar limpios a los leprosos (Mt. 8.4; Mr. 1.44; Lc. 5.14; 17.14; véase Lv. 14.3). Jesús también opuso la práctica más libre de algunos sacerdotes del AT al legalismo de sus opositores (Mt. 12.4–5). Básicamente no tenía ningún motivo de discordia con las funciones prescritas para el templo y el sacerdocio.

b. Conflicto con el judaísmo

La mayor parte de las referencias a sacerdotes, y especialmente a sumos sacerdotes (o jefes de los sacerdotes) se encuentran, sin embargo, en contextos conflictivos. Mateo pinta a los sumos sacerdotes activamente envueltos en los acontecimientos evangélicos de comienzo (Mt. 2.4) a fin (Mt. 28.11). Su oposición aumenta a medida que las pretensiones y la misión se van aclarando, por ejemplo cuando desafió la legislación sabática (Mt. 12.1–7; Mr. 2.23–27; Lc. 6.1–5) y en las parábolas que censuraban a los dirigentes religiosos (Mt. 21.45–46). Este conflicto a muerte fue predicho inmediatamente después de la confesión de Pedro en Cesarea de Filipos (Mt. 16.21; Mr. 8.31; Lc. 9.22), se intensificó durante la recepción del domingo de ramos y la subsiguiente purificación del templo (Mt. 21.15, 23, 45–46; Mr. 11.27; Lc. 19.47–48; 20.1), y alcanzó su amarga culminación en el arresto y el juicio (Mt. 26–27). El cuarto evangelio también da testimonio del conflicto (Jn. 7.32, 45; 11.47, donde son fariseos los aliados en el crimen; 12.10, donde la hostilidad se centra en Lázaro; 18.19, 22, 24, 35, donde se destaca el papel de Caifás en el juicio a Jesús; 19.15).

Los jefes de los sacerdotes (arjiereus) raras veces obraban solos en su deseo de aplastar la influencia de Jesús. Según la cuestión y las circunstancias, se les unían otros oficiales del sanedrín (arjontes, Lc. 23.13; 24.20), escribas (grammateis, Mt. 2.4; 20.18; 21.15), escribas y ancianos (grammateis, presbyteroi, Mt. 16.21; 27.41; Mr. 8.31; 11.27; 14.43, 53; Lc. 9.22), ancianos (Mt. 21.23; 26.3). El singular ("sumo sacerdote") generalmente se refiere al presidente del sanedrín (por ejemplo Caifás, Mt. 26.57; Jn. 18.13; Anás, Lc. 3.2; Jn. 18.24; Hch. 4.6; Ananías, Hch. 23.2; 24.1). El plural, "jefes de los sacerdotes", describe a miembros de las familias sumo sacerdotales que sirven en el sanedrín; sumos sacerdotes que ejercen el cargo o que lo ejercieron anteriormente, juntamente con miembros de las familias sacerdotales prominentes (Hch. 4.6). Sostienen algunos estudiosos que "jefes de los sacerdotes" incluye ciertos oficiales del templo, como tesorero y jefe de policía .

La muerte y resurrección de Jesús no sofocó el conflicto, como se ve claramente en Hechos. El testimonio apostólico de la resurrección hizo que los saduceos se agregaran a la lucha al lado de los jefes de los sacerdotes y otras autoridades del templo (Hch. 4.1; 5.17). La participación sacerdotal en el relato de Saulo de Tarso es algo digno de notarse. La programación de la persecución de los cristianos en Damasco contaba, al parecer, con la aprobación oficial del sumo sacerdote (Hch. 9.1–2, 14); los exorcistas judíos itinerantes que procuraron reproducir los milagros de Pablo en Éfeso se describen como "siete hijos de un tal Esceva, judío, jefe de los sacerdotes" (Hch. 19.13–14); como su Maestro, Pablo fue llevado a juicio ante un sumo sacerdote, Ananías, el que también lo acusó ante los gobernadores romanos Félix y Festo (Hch. 24.1ss; 25.1–3). Prácticamente no hay otra cosa en la vida de Pablo que ilustre tan claramente la transformación radical operada por su conversión que el dramático cambio en su relación con el sacerdocio constituido: en el comienzo del relato marcha a la par de los perros de caza; hacia el final corre a la par de la presa.

c. La consumación en Cristo

En el fondo el conflicto surgía del convencimiento cristiano y la sospecha judía de que la vida, muerte, resurrección, y ascensión de Jesús significaba el eclipsamiento, si no la destrucción, de las antiguas estructuras sacerdotales. Con su propia enseñanza Jesús se había colocado a sí mismo en el centro de una nueva estructura sacerdotal: "uno mayor que el templo está aquí" (Mt. 12.6); "destruid este templo, y en tres días lo levantaré" (Jn. 2.19); "porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos" (Mr. 10.45).

De los escritores neotestamentarios es el autor de Hebreos el que retoma estos hilos y con ellos confecciona una tela multicolor. En su pasión por demostrar que la fe cristiana es superior, y que en realidad ha remplazado a los modelos veterotestamentarios de culto, Hebreos insiste persistentemente en su afirmación de que Jesús ha sido señalado por Dios (5.5–10) para ser el nuevo y verdadero sumo sacerdote que por fin puede resolver la cuestión del pecado del hombre. Su sacerdocio, que sobrepasa al de Aarón (7.11) y que se remonta al de Melquisedec (7.15–17), contiene la perfección faltante en el antiguo sistema de sacrificios (7.18):1. Está basado en el juramento de Dios mismo (7.20–22);2. Es permanente porque está centrado en el Cristo eterno (7.23–25);3. Participa de la perfección de Cristo, que no tenía necesidad de ser purgado de pecado, como era el caso con los hijos de Aarón (7.26–28);4. Continúa en los cielos, donde Dios mismo ha erigido el verdadero santuario del que la tienda de Moisés no era más que "figura y sombra" (8.1–7);5. Es el cumplimiento de la promesa de Dios de un pacto nuevo (8.8–13);6. Su sacrificio no requiere repetición alguna sino que se efectuó "una vez para siempre" (7.27; 9.12);7. Su ofrenda no estaba constituida por "la sangre de los toros y de los machos cabríos", que no podía quitar los pecados, sino por el "cuerpo de Jesucristo", por el que son santificados los creyentes (10.4, 10);8. Su resultado es el acceso pleno y permanente a Dios para todos los cristianos y no solamente para un orden

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sacerdotal (10.11–22);9. Sus promesas y esperanzas están aseguradas por la fidelidad de Dios y la verdad de la segunda venida de Cristo (9.28; 10.23);10. Su perdón pleno proporciona la mayor motivación para nuestras obras de amor y justicia (10.19–25); 11. Su efectividad en la vida del pueblo de Dios está garantizada por la constante intercesión de Cristo (7.25). Si bien Pablo no eligió hacer del sacerdocio de Cristo tema dominante en sus escritos (probablemente porque su ministerio estaba dirigido principalmente a los gentiles, para los que el conocimiento de que eran libres de la ley constituía una necesidad preeminente, juntamente con el conocimiento del nuevo lugar que ocupaban en los propósitos de Dios), podemos estar agradecidos de que la rica percepción que evidencia Hebreos constituye uno de los dones que nos ha dado Dios en el canon de la Escritura.

d. La comisión de la iglesia

Como cuerpo de Cristo y como la nueva Israel (Ex. 19.6), la iglesia ha sido ungida para cumplir un sacerdocio en el mundo: un servicio mediatorio que declara la voluntad de Dios para la humanidad y presenta las necesidades humanas ante el trono de Dios en oración. Pedro menciona dos deberes relacionados entre sí que corresponden a dicho sacerdocio:1. "ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo" (1 P. 2.5), adorar a Dios y cumplir su amorosa voluntad;2. anunciar "las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable", dar testimonio de su obra salvífica en el mundo (1 P. 2.9).

El "real sacerdocio" de Pedro se retoma y se amplifica en Apocalipsis, donde a la amada y perdonada iglesia se la llama "reino de sacerdotes para su Dios y Padre" (Ap. 1.6, 5.10; 20.6). Esta función real no sólo comprende la obediencia a Cristo, "el soberano de los reyes de la tierra" (Ap. 1.5), sino también la participación en su gobierno de los demás: "y reinaremos sobre la tierra" (Ap. 5.10; 20.6). Aquí el círculo del conflicto ha dado una vuelta completa: el pueblo de Cristo, afligido por un sacerdocio que se oponía a su Maestro, compartirá su victoria como sumo sacerdote triunfante, y demostrará su cariñosa soberanía en medio de un mundo hostil.

Nota:Toda las citas biblicas deben ser revisadas en su Biblia. 2 Co. 3:6b.

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