Después de la evaluación

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Después de la evaluación 1. ¿Dónde dejamos el proceso el año pasado? Durante 2014 pusimos en marcha un proceso de evaluación institucional participativa. Esto implicó definir ejes que organizarían la mirada compartida del equipo docente y directivo, en función de las políticas educativas provinciales de cada nivel. También supuso la recolección y sistematización de información y la discusión en el colectivo docente a partir de los datos organizados para problematizar, formular posibles interpretaciones y, finalmente, establecer compromisos de acción sobre los problemas identificados. El trabajo de evaluación participativa implica un esfuerzo institucional. Requiere tiempo de trabajo, movilización de conocimiento, producción de documentación, intercambios que generan expectativas. En sí mismo, este esfuerzo invita a continuar las acciones. Es una responsabilidad de quienes participan en este proceso (tanto a escala institucional como de la política educativa provincial y nacional) garantizar su continuidad. Además, no sólo evaluamos con el objeto de producir información o conocer una determinada situación institucional, sino que nos interesa promover acciones en cada escuela, que busquen atender a las problemáticas identificadas, que se orienten hacia una mejora de la enseñanza, hacia la producción de garantías para el derecho

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Después de la evaluación

1. ¿Dónde dejamos el proceso el año pasado?

Durante 2014 pusimos en marcha un proceso de evaluación institucional participativa.

Esto implicó definir ejes que organizarían la mirada compartida del equipo docente y

directivo, en función de las políticas educativas provinciales de cada nivel. También

supuso la recolección y sistematización de información y la discusión en el colectivo

docente a partir de los datos organizados para problematizar, formular posibles

interpretaciones y, finalmente, establecer compromisos de acción sobre los problemas

identificados.

El trabajo de evaluación participativa implica un esfuerzo institucional. Requiere tiempo

de trabajo, movilización de conocimiento, producción de documentación, intercambios

que generan expectativas. En sí mismo, este esfuerzo invita a continuar las acciones. Es

una responsabilidad de quienes participan en este proceso (tanto a escala institucional

como de la política educativa provincial y nacional) garantizar su continuidad.

Además, no sólo evaluamos con el objeto de producir información o conocer una

determinada situación institucional, sino que nos interesa promover acciones en cada

escuela, que busquen atender a las problemáticas identificadas, que se orienten hacia

una mejora de la enseñanza, hacia la producción de garantías para el derecho a la

educación.

Por eso, hay un “después de la evaluación”, es decir, un momento clave al que debemos

dar lugar una vez que se ha puesto en marcha el esfuerzo institucional para realizar una

evaluación participativa.

Para la dinámica de una institución es importante que marquemos el lugar simbólico

que ocupa este paso siguiente a la evaluación: el momento de retomar los análisis,

hipótesis y propuestas de acción para convertirlos en orientaciones concretas del trabajo

institucional cotidiano.

2. Compartir la información con los nuevos

Es frecuente que nuestras instituciones experimenten cambios en cuanto a sus

miembros. Año a año los “nuevos” se incorporan a las escuelas. Hay nuevos alumnos,

nuevos docentes (que a veces son además docentes noveles) y nuevos miembros de los

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equipos directivos.

En la medida que el proceso de autoevaluación institucional fue definido como un

proceso participativo será fundamental destinar instancias de trabajo a compartir la

información con los nuevos.

En primer lugar, esto significa que esas instancias no pueden quedar librada solo a los

intercambios informales que se producen cotidianamente en la institución, sino que sería

importante dedicarle un tiempo programado. En estos casos se podrá compartir aquello

que forma parte de las preocupaciones institucionales, las principales interpretaciones y

las líneas de trabajo que fueron definidas.

En segundo lugar, estas instancias de información deben tender a incluir a los nuevos

integrantes de la institución en los compromisos con las acciones y los objetivos, así

como fortalecer el marco político-pedagógico de su trabajo en relación con las

definiciones provinciales y nacionales.

Esta es una instancia importante porque implica dar cuenta de la continuidad

institucional más allá de la movilidad de sus miembros. De ese modo, es la institución la

que asume un rol en el marco de los lineamientos político educativos y no solo el

resultado de iniciativas individuales.

Otro aspecto a tener en cuenta en este momento de trabajo es la necesaria escucha a

quienes se incorporan al equipo docente y directivo. Su mirada puede iluminar aspectos

de la evaluación realizada que quizás no fueron considerados por efectos de

naturalización del cotidiano institucional.

3. Mirar lo que planificamos a la luz de lo que nos propusimos cuando evaluamos

¿Están todas las planificaciones en sintonía?

El inicio del ciclo lectivo es el momento en el que se definen las planificaciones, lo que

cada docente propone para el año y también distintas instancias de planificación

institucional.

Es importante que estas planificaciones sean objeto de revisión a la luz de las líneas que

fueron acordadas como resultado de la evaluación. Los acuerdos institucionales no son

solo una expresión con relación a aspectos generales de organización y gestión de la

escuela, sino que se deben reflejar en la planificación del trabajo áulico. Objetivos como

el mejoramiento de las trayectorias o la democratización de las instituciones, se

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construyen desde la actividad cotidiana de enseñanza hasta las dinámicas institucionales

colectivas.

Es posible que esta instancia de revisión requiera nuevos intercambios sobre aquello que

ha sido resultado de la evaluación. Una revisión de este tipo no solo apunta a mejorar lo

que se planifica, también puede dar lugar a reformulaciones de aquello que ha sido

evaluado.

En definitiva, se trata de reconocer que la evaluación es un proceso que tiene momentos

de “cristalización”, en los que se explicitan acuerdos, análisis compartidos,

compromisos, pero que continúa más allá de esa instancia. En ese sentido, la evaluación

es parte de otras actividades que se desarrollan en el trabajo cotidiano, como la

planificación o la enseñanza.

Por otra parte, esta instancia de revisión de las planificaciones puede servir para analizar

los compromisos, las responsabilidades y la factibilidad en función de las problemáticas

generales detectadas. Es decir, es un modo de “poner en común” los modos de hacer que

se espera desarrollar para dar respuesta a los problemas identificados.

4. ¿Cómo se reflejan en las planificaciones los desafíos del nivel?

En el desarrollo del bloque 3 de la capacitación, se abordarán los desafíos propios de

cada nivel educativo. Estos desafíos, bajo distintas formulaciones, fueron orientadores

del proceso de evaluación desarrollado en 2014. La información producida y

sistematizada en cada institución respondía a dichos desafíos y las evaluaciones de los

equipos docentes y directivos apuntaba a comprender las problemáticas que inciden, a

escala institucional, para atender a dichos desafíos.

Entonces, dado que estos desafíos orientaron la evaluación institucional, también es

esperable que orienten las distintas planificaciones. Será importante llevar adelante una

revisión que dé cuenta de en qué medida estos desafíos son abordados por las

propuestas elaboradas por docentes y directivos. Se trata de abordar los contenidos del

bloque 3 en relación concreta con la organización del trabajo de enseñanza y las

dinámicas institucionales cotidianas.