Deshojando Margaritas-walter Riso

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Prólogo E ste libro fue concebido originalmente como un texto de autoayuda, orientado principalmente a perso- nas que tuvieran serias dificultades en expresar y/o reci- bir afecto. Sin embargo, a medida que me adentraba en el tema fui comprendiendo que no hay personas inmu- nes a los problemas que plantea la convivencia amorosa. De un modo u otro, todos estamos parcialmente afecta- dos por la influencia social que no sólo impide el desa- rrollo natural y espontáneo del amor, sino que cultiva y promociona precisamente su opuesto: la violencia. El amor es mucho más que un paquete comporta- mental. No se enseña a amar, se educa para amar. Es decir, existe una especie de aprestamiento afectivo, una serie de prerrequisitos iniciales que permiten, si el amor se da, vivenciarlo sin tantos obstáculos y maduramente. El amor no se busca, se encuentra. Pero también es cierto que a veces pasa por nuestras narices y no lo vemos. El miedo, las inseguridades, los mitos, la depresión y el estrés han creado una ceguera ante el amor. Creo que no estamos preparados 0 prelimin 12/15/06, 2:39 PM 13

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  • Prlogo

    Este libro fue concebido originalmente como untexto de autoayuda, orientado principalmente a perso-nas que tuvieran serias dificultades en expresar y/o reci-bir afecto. Sin embargo, a medida que me adentraba enel tema fui comprendiendo que no hay personas inmu-nes a los problemas que plantea la convivencia amorosa.De un modo u otro, todos estamos parcialmente afecta-dos por la influencia social que no slo impide el desa-rrollo natural y espontneo del amor, sino que cultiva ypromociona precisamente su opuesto: la violencia.

    El amor es mucho ms que un paquete comporta-mental. No se ensea a amar, se educa para amar. Esdecir, existe una especie de aprestamiento afectivo, unaserie de prerrequisitos iniciales que permiten, si el amorse da, vivenciarlo sin tantos obstculos y maduramente. Elamor no se busca, se encuentra. Pero tambin es cierto quea veces pasa por nuestras narices y no lo vemos. El miedo,las inseguridades, los mitos, la depresin y el estrs han creadouna ceguera ante el amor. Creo que no estamos preparados

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    para descubrirlo y retenerlo. La sociedad an no ha sidocapaz de construir una cultura del amor de la cual podamosalimentarnos.

    Una de las funciones ms importantes del psiclogoes hacer prevencin primaria y secundaria. Es decir, co-locar informacin cientfica al alcance de la poblacin,para que sta genere estilos de vida sanos y disminuya laprobabilidad de contraer distintos tipos de enfermeda-des. Una psicologa comunitaria, sin tanto divn y sindemasiadas ratas de laboratorio.

    La psicologa cientfica, y el enfoque cognoscitivo alcual adhiero filosfica y metodolgicamente, se habamostrado tradicionalmente alejada del tema del amor.Aunque se haban producido recientemente algunas t-midas aproximaciones, el temor a alejarse del lenguajecientfico y caer en la onda esotrica de la nueva era,ha mermado con seguridad ms de un intento. No obs-tante, en mi opinin, la ciencia psicolgica est avanzan-do a pasos agigantados, generando cada vez ms datos einteractuando de manera estrecha y fructfera con otrasciencias afines como la gentica, la antropologa, la inte-ligencia artificial, la biologa, la neuroqumica, la lings-tica, slo por nombrar algunas. Quizs sea hora de abar-car el tema.

    Muchos hallazgos son incluidos en el presente texto.La intencin no es ofrecer tcnicas estructuradas de mo-

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    dificacin de esquemas y comportamientos, sino brin-dar informacin actualizada y fcilmente entendible, se-alar lneas de trabajo personal, reas para desarrollar einquietudes para pensar.

    El libro est organizado en tres partes. En la parte Isealo algunas creencias irracionales culturalmente trans-mitidas sobre el amor interpersonal y sus consecuenciaspara la vida personal de la pareja. Propongo una visinms realista y menos romntica. En la parte II hago unadescripcin de los estilos afectivos negativos, fundamen-tndome en los nuevos enfoques de desrdenes de lapersonalidad. Tambin analizo el tipo de intercambioafectivo inadecuado que establecen las personas. Final-mente, en la parte III, menciono algunas sanas costum-bres que, a mi entender, contribuyen a fomentar el amor.

    Una profunda conviccin gua el contenido del tex-to: el regreso a las fuentes naturales. Es all donde el serhumano hallar, probablemente, el significado de la vida.Debemos recuperar la capacidad innata de leer en lanaturaleza. Ella nos habla todo el tiempo, pero hemosperdido la vieja gramtica de la intuicin. Un retorno allenguaje natural del amor nos acercara a una experien-cia afectiva menos contaminada, ms honesta, respetuo-sa, digna y realista. Quizs, en las races mismas de laevolucin del hombre, algo limpio, no corrupto, anespera por nosotros.

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  • PARTE I

    REFLEXIONES ACERCA DEL AMOR:HACIA UNA CONCEPCIN REALISTA

    DEL AMOR INTERPERSONAL

    Cuando el amor os llame, seguidle, aunque suscaminos sean agrestes y escarpados.Y cuando os hable creedle, aunque su vozpueda desbaratar vuestros sueos como el vientoasola vuestros jardines.As como os agranda, tambin os poda.As como sube hasta vuestras copas y acariciavuestras frgiles ramas que tiemblan al sol,tambin penetrar hasta vuestras races y lassacudir de su arraigo de la tierra.

    JALIL GIBRN

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  • La gran mayora de nosotros damos por sentado yestamos convencidos de que amar es la experiencia msgratificante y fundamental de nuestras vidas. Buscamosel amor por doquier, ya que lo consideramos fuente defelicidad y estabilidad, e incluso, no pocas personas esta-ran dispuestas a comprarlo o alquilarlo, si realmente sepudiera.

    Tal como lo sealan expertos historiadores, resultacontradictorio que sea precisamente en nuestro convul-sionado y acelerado siglo XX donde se haya configura-do una especie de religin del amor. Es decir, aunque noparece haber un amor universalmente practicado, amar(y ser amado) suele ser una de las mayores aspiraciones yla principal forma de autorrealizacin de las personas.

    El valor intrnseco del amor ha superado las especu-laciones de los inversionistas. Lo hemos convertido enun valor absoluto que trasciende lo terrenal: Todo lobueno es amor El amor todo lo puede El amor eseterno, inagotable, incondicional, en fin, hasta Dios esamor, lo que equivale a decir, amor es Dios.

    La cultura nos ha vendido, o mejor, publicitado, unaidea romntica, dulce y tierna del amor, tipo Romeo y

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    Julieta (hubiese sido interesante verlos veinte aos des-pus de casados) que, desafortunadamente, no parececoincidir con la realidad afectiva cotidiana.

    Esta imagen, inflada y sobrevalorada, se convierteen la meta hacia la cual dirigimos la mayor parte denuestras acciones y esfuerzos. La posicin simplista deque si logramos amar a alguien todo es posible: amorigual magia. Si se piensa que el acto de amar lo es todo,o casi todo, se convertir automticamente en funda-mental, determinante y necesario, y si algo, lo que fuere,nos ata, por definicin seremos dependientes de ello y ladependencia es el peor enemigo del amor.

    Personalmente no creo que el amor sea una especiede nirvana sentimental donde todo es bello. En mivida profesional, los peores estragos psicolgicos que hetratado han sido causados por sentimientos de amor ex-tremadamente intensos. He visto personas destruirse len-tamente, atrapadas en la maraa de un sentimiento in-controlable y compulsivo por amor a alguien. Se podrargumentar que eso, entonces, no es un verdaderoamor, o que, en su defecto, se trata de un amor enfer-mo. Si es as, son muy pocas las personas sanas que real-mente experimentan ese sentimiento puro y descon-taminado. Bienvenido al mundo de los anormales.Quin no ha sufrido por amor alguna vez en la vida?Llamaramos patolgicas nuestras depresiones de ado-

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    lescentes por no ser correspondidos? El amor, tal comolo conocemos, no parece ser la panacea.

    Buda deca que la otra cara del amor es el miedo. Enmi opinin, la cultura ha mercadeado slo el lado bue-no. Si la mayora de los humanos no llegan a sentir eseamor terico y abstracto, pongamos los pies en la tierray veamos las cosas como son y no como nos gustaraque fueran. Queramos o no, aunque nos neguemos yhagamos pataletas, las personas sufren por eso que lla-mamos amor. Pareciera que no somos capaces de amaren los trminos que marca el concepto y la semntica dela definicin filosfico-acadmica. Los avances en psi-cologa cientfica muestran que el amor conlleva casisiempre una alta dosis de ansiedad, incluso en nios re-cin nacidos.

    No niego la existencia y la importancia de los lazosafectivos para el ser humano. Lo que rechazo es el con-cepto mtico y utpico del amor interpersonal. Tampo-co menosprecio lo positivo del amor, sino que recalco lonegativo.

    El amor que practicamos no es inmaculado. Mata-mos por amor, nos suicidamos por amor, peleamos poramor, nos anulamos por amor, robamos por amor y so-bornamos por amor. El reino del amor es posiblementeel que ms sangre ha derramado en la historia de la hu-manidad y, aunque no poseamos datos sobre su influen-

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    cia en los desastres econmicos, claro est a excepcinde Julio Csar y Cleopatra, siempre he sospechado quelas amantes tienen ms influencia que Harvard en lasgrandes decisiones monetarias de los economistas y hom-bres de negocios. Cuntas veces has sentido envidia yhas deseado el mal del prjimo en nombre del amor? Simiramos a nuestro alrededor de manera seria, veremosun sinnmero de disparates cometidos en su honor. Laidea no es negar el hecho de amar, sino prepararnos paradesmitificar el amor y colocarlo en su sitio. Debemosentender de una vez por todas que amar a otro humanoes un hecho complejo donde intervienen aspectos pla-centeros y tambin dolorosos. Aquellas relaciones afecti-vas que se construyen con bajas dosis de realismo no sonde buen pronstico. La creencia en un amor interpersonaleterno, que crece y escala montaas, no es objetiva ycon seguridad daina.

    Mi actitud frente al amor no es pesimista, sino realis-ta. Inclusive soy optimista ante la posibilidad de que al-gn da la humanidad alcance un nivel superior en sucapacidad de amar y que realmente, como deca Fromm,Cuando ame a mis hijos ame a todos los nios delmundo a travs de ellos. Creo sinceramente que la con-ciencia de la humanidad producir una profunda y re-volucionaria transformacin alrededor del amor y msespecficamente de un amor Krishnamurti, si se me

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    permite el desliz. Pienso que es en las relaciones cotidia-nas, en el mundo concreto y en la vida de todos los das,donde el ser humano comienza a trascender. Aprender arelacionarse afectiva y efectivamente, en el aqu y el ahora,es contribuir a esa transformacin.

    Desde mi ptica, al menos dos factores han favoreci-do la glorificacin irracional y los malentendidos alre-dedor del amor. El primero ms por desinformacin y elsegundo ms por educacin, o mala educacin.

    La primera cuestin est referida a la creencia deque el amor es nico y absoluto. La idea de un amoresttico est, consciente o inconscientemente, arraigadaen la mayora de las personas. Sin embargo, muy a pesarde los viejos romnticos, los hechos no apoyan la hip-tesis del amor inalterable. El concepto de amor al queestamos acostumbrados es mvil y yo dira que hastavoltil. Hay varios tipos de amor. Las personas no sueleninterpretarlo (vivirlo) de manera igual y ha sufrido in-numerables cambios desde el punto de vista histrico.Creemos que cuando hablamos de amor estamos di-ciendo lo mismo. Damos por hecho que nuestro inter-locutor entiende el amor de la misma manera, y eso noparece ser as en un gran nmero de casos. No hay acuer-do en el amor. Como es obvio, y en consecuencia, notodos se comportan de igual manera en el intercambioafectivo. Muchas de las controversias en las parejas se

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    solucionaran diciendo abiertamente qu entienden pordar y recibir afecto. Cualquiera que haya tenido una re-lacin amorosa intensa sabe el gran enredo que se pro-duce por no estar hablando de la misma cosa. A vecesoptamos por el camino ms fcil: mutis por el foro. Elenredo sigue, pero no se nota, lo cual es un error: msvale una pelea clara que un acuerdo confuso. No obs-tante, cabe sealar que algunas parejas se terminan dedesbaratar por entrar en un afn desesperado y compul-sivo de hablar, al mejor estilo de Bergman en Escenas dela vida conyugal. La poca comunicacin es mala, la verbo-rrea es insoportable. El camino ms adecuado parece sercuasipoltico: acuerdo sobre lo sustancial y reglas claras.

    El segundo factor lo componen cuatro supuestos ocreencias errneas que, aun habiendo sido vctimas deellas, inexplicablemente las seguimos transmitiendo degeneracin en generacin: el amor es dicha y placer (lafelicidad del amor), el amor es para siempre (la inagotabilidaddel amor), el amor es excluyente (la exclusividad del amor)y el amor todo lo puede (la incondicionalidad del amor).Estas cuatro formas de pensar se configuran en una ver-dadera bomba de tiempo, no slo para los recin casa-dos, sino para cualquiera que inicie una relacin afectiva.La realidad parece mostrarnos otra cosa: la naturaleza delamor interpersonal es conflictiva (felicidad relativa), elamor se acaba (si no se trabaja se atrofia), se puede amar

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    a ms de una persona a la vez (no es totalmente exclu-yente) y el amor suele desertar ante condiciones adver-sas (solidaridad relativa).

    La relatividad del amor

    Tal como dijimos, la manera de conceptualizar elamor, y por ende de sentirlo, es una variable muy im-portante en las relaciones afectivas. Si se ve el amor comoalgo absoluto e inalterable que se encuentra ms all delas fronteras y las nacionalidades, cualquier relacin esta-r condenada al fracaso por la misma imposibilidad dellenar los requisitos. Las fallas o los signos de un amorcon minsculas no se harn esperar. La convivencia co-tidiana destruir las ilusiones y sobrevendr la decep-cin. Desgraciadamente, cuando la realidad golpea, esms fcil decir: No me amas de verdad, a concluir:Mi creencia sobre el amor es irracional.

    Un ejemplo diciente de lo relativo del amor se pro-duce en las relaciones esquimales, donde el hombre en-trega sexualmente a su mujer a la visita como acto decortesa. La ofensa est en que no se acuesten con laseora! Una persona con un criterio inflexible del amordira que estn locos y que el pobre esquimal es un cor-nudo. Un antroplogo hablara del relativismo cultural yde que las cosas deben comprenderse dentro de su con-

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    texto histrico, lo cual no implica que entregue a suseora a la prxima visita.

    La concepcin del amor tambin ha variado a travsde la historia de la humanidad. Es slo a finales del sigloXVI, en Europa principalmente, donde el amor comienzaa considerarse de manera abstracta y sin tener en cuentaa la persona. Hasta ese entonces el amor era inseparablede quien lo ejerca. Estaba particularizado: Los amoresde fulanita. La idea abstracta de amar slo era tema deinters para la religin y la moral. El amor era visto comouna relacin y, segn algunos autores, la nocin de sen-timiento parece desconocida en ese siglo.

    La humanidad parece haber evolucionado de un con-cepto objetivo, particular y exterior de amor, a una ideams abstracta, interior y universal en el siglo actual. Sieste cambio sugiere un avance o un retroceso, est porverse.

    Este ascenso del amor a la categora de sentimientose configura ms claramente en el siglo XVIII, cuandocomienza a imponerse la moda del amor conyugal (tam-bin fue una de las pocas de mayor promiscuidad). Hastaese entonces se hablaba del amor, pero no del amor ma-trimonial. El matrimonio iba por un lado y el amor porotro. El objetivo del matrimonio era fecundar y pro-crear, para garantizar as una descendencia y los consabi-dos herederos. El matrimonio tena la funcin de aliar,

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    por lo tanto, ms que amor, se pedan deberes conyuga-les que permitieran sostener la relacin. El matrimoniopor conveniencia (al cual se referira Nietzsche un si-glo despus) se privilegiaba sobre el matrimonio por in-clinacin (amor), ya que pareca ms seguro y duradero.La idea era que el amor pasional, profano, insensa-to, loco y poco casto, se acababa con el tiempo y loque quedaba era la disolucin de la pareja y las fortunas.Ms aun, algunos datos sustentan que en el siglo XVII losjueces sancionaban drsticamente los matrimonios poramoro y no aceptaban de ninguna manera una disolu-cin por falta de amor. Los amores demasiado ardien-tes eran vistos como peligrosos. Algunos seores feu-dales decidieron instalar prostbulos en sus comarcas paraque sus descendientes, y los amigos nobles, se mantuvie-ran desahogados y no cometieran disparates por deseoo atraccin sexual-pasional.

    A regaadientes, despus de un siglo de polmicas,estado e iglesia se ven obligados a aceptar explcitamen-te y legalizar la idea de que el amor podra llegar a ser labase del matrimonio. Aunque algunos avanzados catli-cos del siglo XV (Dionisio de Cartujo) y XVI (TomsSnchez) promulgan un alivio a los estoicos cristianosde la poca, es en 1964 cuando el Segundo ConcilioVaticano funda y reafirma definitivamente el matrimo-nio, tanto sobre el amor como la procreacin. Es preci-

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    samente en esta dcada cuando el amor se acepta sincondiciones y definitivamente se universaliza a travs deotros movimientos sociales.

    La forma de amar vara con las pocas? Parece ques. Era distinto amar en el aquel entonces que ahora. Lahistoria muestra no slo un cambio significativo en lanocin de amor, sino en la manera de expresarlo y valo-rarlo.

    El amor tampoco est por encima de las costumbres.Es distinto amar en Japn que en Colombia. Y sin ir tanlejos, las relaciones afectivas hombre-mujer en la Costason considerablemente diferentes a la de los antioqueos.Cualquier pareja sabe que el amor es cambiante.

    Si encasillas el amor en una definicin rgida y lomiras como una experiencia salida de la realidad, te de-fraudar. Perders la capacidad de vivirlo como un eventototalmente fresco y nuevo. Lo contaminars con tus pre-juicios y prevenciones. El amor necesita libertad, sin eva-luaciones autoritarias y criterios dogmticos.

    Muchos de mis pacientes, frente a nuevos contactosinterpersonales, dicen: S pero... no era lo que espera-ba. Al analizar sus expectativas suelo encontrar una po-sicin irracional ante el amor, sumamente novelesca yciega, sustentada en vivencias ajenas, libros, pelculas,telenovelas y valores sociales, los cuales promocionan elabsolutismo del amor. Las actitudes mentales estrechas

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    no dejan entrar el amor, porque el amor necesita espaciopara manifestarse y crecer.

    Como acercarse al amor sin creencias parece ser muydifcil, aunque sera lo ms recomendable, tratemos almenos de aproximarnos a l con una actitud de explo-racin abierta y no con la molesta intencin de verificarel concepto de amor que nos han enseado. Cuandointentamos imitar otras experiencias afectivas disecamosel amor, lo convertimos en una burda rplica o, a lo sumo,en una buena falsificacin.

    La historia ensea que cada poca, pueblo y comu-nidad, adems de herramientas y medios de produccin,construye su propia nocin de amor, y cuando dichanocin se instaura y solidifica, se transforma en una im-posicin tajante que, paradjicamente, no deja amar li-bremente.

    La multiplicidad del amor

    Definitivamente, la idea que manejamos del amorno es un bloque indivisible. Los sinnimos aceptados,segn un reconocido diccionario, ascienden a setenta yocho. El amor se ha dividido en profano y santo, puro eimpuro, deshonesto y honesto, verdadero e ideal, sano yenfermo, loco y cuerdo, pasional y racional. Tambin seha propuesto diferenciarlo de acuerdo con el objeto

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    amado: amor filial, maternal, a s mismo, a Dios, amorincestuoso, etc. Otras propuestas, que no sealar aqu,han intentado despedazarlo en trozos, afortunadamentesin xito.

    Independiente de las mltiples acepciones del tr-mino, la experiencia subjetiva y el sentido comn noshacen concluir que no existe un amor nico. No se amaigual al esposo que al hijo, el sentimiento de afecto haciaun amigo difiere del amor amante, y as. Si bien puedenhallarse mezclas tipo amada amanti, por lo general haycomportamientos muy definidos y claros donde vamosdepositando, diferencialmente, nuestros mejores afectos.

    Desde mi punto de vista, la mejor manera de clasifi-car los amores es apelando a los procesos y la funcio-nalidad de los mismos para el individuo. En esta direc-cin propongo tres subtipos de amor (sin desconocerotras posibilidades): Tipo I (ms emocional), Tipo II (msracional) y Tipo III (ms biolgico). Analizar cada unoen detalle.

    Amor Tipo I

    El proverbio hay amores que matan es real y existe.Para muchos es una dulce muerte y una bendicin. Paraotros, la peor de todas, porque es lenta y desgarradora.No me refiero a garrotazos o golpes fsicos, que tambinmatan, ni al desamor que produce un rechazo, sino a las

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    consecuencias de amar demasiado a alguien, inclusosiendo correspondido. Yo agregara: Hay amores queduelen.

    Todos hemos tenido tragas y enamoramientos quese volvan por un tiempo inmanejables. Casi como unaobsesin, invadan nuestro espacio y pensamientos du-rante todo el da. Al levantarnos por la maana, comoun fuego, la imagen de la persona amada llenaba elinterior de nuestro ser y todo arda en llamas. En mu-chos casos, ese calor escapaba de control y se convertaen un verdadero incendio de proporciones gigantescas.Haba un momento, un instante, a partir del cual esesentimiento produca un efecto inesperado e incontro-lable: nos volva un fracaso adaptativo.

    Mis caractersticas psicolgicas durante los primerosdas de mi primer amor eran: baja concentracin, falta deatencin y dispersin mental, lentitud al hablar, movimien-tos torpes, baja generalizada de rendimiento (deporte, es-tudio), hipomana (esto significa euforia exagerada), ina-petencia, trastornos del sueo (agradables, pero trastornosal fin), obsesin, mi musculatura se volvi flcida, paracitar slo algunas de ellas. La motivacin estabareconcentrada en un punto, por lo tanto, todo me impor-taba un rbano (algo as como, ella lo es todo). Si esasensacin, que afortunada o desafortunadamente he vueltoa sentir a lo largo de mi vida en otras ocasiones, se hubiera

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    mantenido por un tiempo ms prologado, mi organismohubiese entrado en colapso. No podra haberme adapta-do al medio, ni haberlo soportado fsicamente. Creo quemi cociente intelectual, que supuestamente debe mante-nerse estable, baj durante esa poca; una sonrisa medioestpida acompa mi expresin facial. Pero, pese a todo,era feliz sintiendo aquello, y lo que era ms extrao aun,no quera que se acabara. Como un sediento de amor,demandaba ms y ms de esa sensacin apabullante.

    Es posible que esa sensacin perdure ms de lo ne-cesario? No es muy comn, pero en algunos casos s.Algunas personas tienen el don (o la mala suerte?) deque cuando son tocadas por esta especie de virus afecti-vo, permanecen demasiado tiempo en l. Depende de lavulnerabilidad afectiva o de la predisposicin a sentir.Hay individuos hipersensibles al amor y otros insensi-bles. Estas variaciones estn determinadas por factorespsicolgicos, familiares y posiblemente genticos. Unode mis clientes sufri de manera frecuente brotes de amorTipo I, hacia la misma persona, durante cuatro aos.

    Veamos este relato de la paciente K, afectada de amorTipo I, durante los tres primeros meses de relacin consu amante:

    Es como si me doliera el alma. Usted no alcanza asaber cunto me agota y cansa este sentimiento... Va aacabar conmigo... No hago otra cosa que pensar en l

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    todo el da... Las cosas no me producen el mismo pla-cer... Lo nico que quiero es estar con l... Hasta hedescuidado a mis hijos...

    Qu pasa doctor? Acaso me estoy enloquecien-do? Espero la noche con ansiedad para dormirme y yano pensar... Esto es demasiado fuerte e intenso... No scmo manejarlo... Realmente no s si quiero manejar-lo... Cuando estoy con l es como si le pusieran color ala vida. Vivo todo el tiempo esperando esos momentos...A mi marido lo quiero, pero no s... No es lo mismo.Esto es mayor que mis fuerzas...

    Contrariamente a lo que podra pensarse, K era unaseora de 35 aos, sin problemas psicolgicos especiales,con una muy buena familia y un marido con el cualmantena buenas relaciones afectivas y sexuales. Se des-tacaba profesionalmente como persona segura, eficientey con excelentes relaciones interpersonales. He vistohombres supremamente poderosos, lderes econmicosy polticos, comportarse como una mansa oveja frente aun amor Tipo I. Tambin los he visto derrumbarse psi-colgicamente y llorar como nios indefensos. El amorTipo I vuelve frgil a la persona ms fuerte.

    Tratemos de no evaluar ni enjuiciar moralmente laconducta de K por un instante. El deseo sexual, en estecaso, era secundario. La seora K no necesitaba fisiol-gicamente a su amigo, sino afectivamente: lo amaba.

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    Tenemos la tendencia a pensar: Algo tena que an-dar mal, para que a esta seora le pase algo as. Sin em-bargo, en este caso, como en tantos otros, no pasa nada;ningn evento de la vida del sujeto explica el enamo-ramiento. No tengo que estar necesariamente con SIDApara que me ataque un dengue o cualquier virus simi-lar. Puedo estar bajo de defensas, pero no debo estar en-fermo previamente para que me pesque un resfriado. Enel caso del amor Tipo I, eso simplemente llega. No sebusca, se encuentra en cualquier parte.

    Para m, la fidelidad es una combinacin de autocon-trol y principios y no, como han querido hacernos creeralgunos moralistas, ausencia de deseo y sentimientos. Lafidelidad no es otra cosa que saber anticipar y evitar.Pero ante algunos amores Tipo I es tal la fuerza y la rapi-dez con que aparecen, que no hay autocontrol ni razo-nes que valgan. De manera similar se esfuma cuandoquiera, no cuando se lo demandan las circunstancias olos malos comportamientos de la media naranja. Entreotras cosas, la seora K dur ocho meses con el amorTipo I hasta que desapareci solo.

    Es como el miedo a las cucarachas. Uno puede ex-plicarle al paciente que son pequeas, menos fuertes, queno son infecciosas, fciles de matar, etc. Al cabo de cua-renta y cinco minutos, el sujeto dir que lo entendi, sesentir ms animado y har votos de valenta de no vol-

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    ver a caer en tan miserable, absurdo e indignante mie-do. Sale, ve una cucaracha y se desmaya. Le entr porun odo y le sali por el otro. La fuerza del miedo pue-de ms que la razn, cuando el primero es intenso. Encierta ocasin le dije a un paciente que quera dejar asu amante que se la imaginara defecando. Al sujeto lepareci interesante la sugerencia porque era muy es-crupuloso. Luego de utilizar imaginacin emotiva (asse llama la tcnica) por un espacio de tiempo conside-rable, abri los ojos y sonriendo me dijo: Se vea tanbella! En el amor Tipo I, el corazn puede ms que lafra lgica.

    Este aspecto nos aproxima a la idea de que el amorTipo I tenga alguna base bioqumica que lo sustente (lafamosa qumica) o subcortical que lo regule. Cuandose dispara, tira por la borda cualquier cosa que se le atra-viese, razn incluida. Este arraigo en lo impulsivo nosrecuerda aquellas enfermedades psicolgicas, cuyos es-quemas son bsicamente afectivo-biolgicos, es decir,donde el aprendizaje no es tan claro.

    La mayora de los afectados ni siquiera saben decircundo y dnde comenz: No sabra responderle, doc-tor, fue como de pronto... Sin darme cuenta y ah esta-ba. No es explicable.

    No estoy justificando la infidelidad o las locuras quese cometan bajo los efectos del amor Tipo I, sino mos-

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    trando dos de sus caractersticas fundamentales: laincontrolabilidad y la irracionalidad.

    No hay razones lgicas que expliquen la ocurren-cia del amor Tipo I? No niego que las pueda haber, perotcnicamente hablando, son sumamente difciles de ha-llar. Y aunque existan factores mentales y ambientalespredisponentes, su peso es mnimo a la hora de producircambios. Algo similar a lo que ocurre en el sndromepremenstrual, las depresiones de corte bioqumico y lasfobias preparadas o heredadas.

    El amor Tipo I, entonces, parece estar definido porun proceso ms fisiolgico-subcortical-primitivo-bioqumico. Generalmente funciona como una emo-cin intensa y de duracin no muy larga (aunque hayexcepciones).

    Desde el punto de vista psicolgico presenta los si-guientes problemas para el sujeto:

    A. Durante su estada, el sistema de procesamientohumano sufre un nmero considerable de alteracionesen la memoria y la codificacin informacional, en laresolucin de problemas y en la ejecucin de tareas (erro-res, torpezas).

    B. Demanda un gran gasto energtico, por lo quedespus de un tiempo sobreviene el cansancio fsico ypsicolgico.

    C. Absorbe todo el potencial hedonista y, en conse-

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    cuencia, los otros factores motivacionales del ambienteinmediato pierden valencia y fuerza. El sujeto se vuelvedependiente al extremo de su fuente de placer.

    D. Durante este tipo de amor se pueden cometerlas locuras ms extravagantes como, por ejemplo, con-traer nupcias o suicidarse. El nivel tan intenso de afectoencubre cualquier cosa, como el agua en un embalse.Pero luego, cuando descienden los caudales, aparecencosas que el sujeto nunca haba visto. Lo que antes erahermoso (v.g. el aliento por la maana) ahora resultaespantoso e insoportable.

    E. El estado afectivo, al estar alterado, no discriminacon claridad los afectos de otras personas diferentes alamor principal, de ah que los amigos, los padres, loshermanos, todos pasan a un segundo plano.

    F. Debido al predominio subcortical, las razones l-gicas (corteza cerebral) no producen efecto e inclusomolestan. El sujeto con amor Tipo I slo soporta estarcon personas que acepten su comportamiento. Si algnamigo o amiga critican lo apasionado de su amor, elsujeto los convierte automticamente en enemigos.

    Desde una perspectiva evolucionista, es decir, para lasupervivencia de la especie humana, de qu sirve el amorTipo I? Cul es su funcin biolgica? Cul su valoradaptativo? Considerando su sustrato orgnico, se espe-rara un sentido biolgico. Sin embargo, no se necesita

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    para el apareamiento sexual de la especie (el deseo yacumple esa funcin con bastante xito), ni tampoco paraproducir aproximacin fsica con el fin de brindar pro-teccin (el que sufre de amor Tipo I apenas si es capazde cuidarse a s mismo).

    Los hechos tienden a mostrar que el amor Tipo I esuna simptica enfermedad transitoria, socialmenteaceptada, de carcter alucinatorio, no contagiosa, peroen algunos casos peligrosa. Posiblemente, al no podercontrolarla, las culturas optaron por permitirla. Desgra-ciadamente, no hubo campaas de prevencin sobre lascontraindicaciones que acompaaran la legalizacin.

    El amor Tipo I nos transforma en una especie delicuadora en cortocircuito, pero hemos aprendido a con-vivir con l y a soportarlo. Despus de todo, y pese a losriesgos, no hay sensacin igual. Adems es gratis y no dacrcel.

    El amor Tipo I no se puede cultivar, simplemente es.Cuando llega no pide permiso, se impone como una delas experiencias conocidas ms intensas. Su magia senos manifiesta como un hecho incuestionable, la cualnos arrastra irremediablemente al xtasis. El amor Tipo Ino es para pensarlo, sino para vivirlo, y por qu no,para disfrutarlo.

    No obstante, tal como seal anteriormente, estarenamorado del amor puede ser una forma de adiccin

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    encubierta que empuja al organismo hacia el agotamientopsicolgico y las frustraciones permanentes. Las ganasdesesperadas de amar, como cualquier tipo de deseo, enltima instancia, es destructivo. Si haces del amor Tipo Iuna necesidad bsica y fundamental, te convertirs enun adicto afectivo.

    El amor deca Tagore es como las mariposas,si tratas de alcanzarlas desesperadamente, se alejan; perosi te quedas quieto, se posan sobre ti.

    Amor Tipo II

    A diferencia del intenso y chispeante amor Tipo I, elamor Tipo II se caracteriza por ser moderado, reflexivo,controlable y duradero. Este amor da mucha cabida a larazn, el esfuerzo y la responsabilidad contrada. Obvia-mente, es ms aburrido y flemtico. Esta emocin men-talizada, con el tiempo se estabiliza y adquiere la formade sentimiento sosegado y apacible. Representa, a mientender, el amor que define las llamadas buenas rela-ciones matrimoniales.

    Interviene principalmente la corteza cerebral y, porlo tanto, es producto de la consciencia. Mientras el amorTipo I es un potro desbocado, el amor Tipo II est per-manentemente sometido a evaluacin y control por partedel sujeto. Es decir, es manejable.

    Esta posibilidad de modulacin afectiva se utiliza prin-

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    cipalmente para empujar, rescatar y nivelar las bajas afec-tivas. Cuando la pasin que acompaa al amor Tipo Icae vertiginosamente, el empleo serio y persistente de lavoluntad puede llegar a levantarlo hasta un punto me-dio, menos intenso, pero ms seguro, y se configura elamor Tipo II. Los optimistas sostienen que con trabajo yatencin despierta es posible mantener el afecto y el deseodentro de ciertos lmites tolerables y permitidos; los pe-simistas niegan esa posibilidad y los realistas son escpti-cos. Desde su perspectiva yogi, Paramahansa Yoganandasimplemente lo considera innecesario:

    El matrimonio resulta innecesario para quienes yase han casado con toda la intoxicante dicha divina. Deah que Jess, San Francisco, el Swami Shankara, Babajiy otros hayan permanecido solteros pues haban encon-trado el amor divino y la alegra perfecta y su compae-ro perfecto en el amor perfecto y completo de Dios; nonecesitando, por tanto, del matrimonio humano.

    El matrimonio es, sin embargo, una manera ilusoriade encontrar a Dios. Las parejas de casados, en la luna demiel o bajo el influjo de la pasin o la emocin, se prome-ten uno al otro amor eterno; pero al morir ellos la lunase re de sus esqueletos regados por las tumbas y de todaslas piadosas mentiras que se dijeron bajo el intoxicanteinflujo de la emocin, y de todas las promesas que deja-ron de cumplir en la vida.

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    Una buena relacin de amantes necesita una dosisalta de amor Tipo I. Aqu el esfuerzo y la voluntad soninnecesarios. El compromiso es hormonal, insisto, no ne-cesariamente sexual. Predomina el principio del placer.

    Una tpica relacin de esposos necesita amor conyu-gal Tipo II. Aqu la taquicardia y las ganas incontrolablesson un estorbo, si es lo nico que se tiene. Se necesitaconvivir. El sentimiento, mediado por la razn, permitesobrellevar momentos difciles, resolver problemas y con-trolarse cuando sea necesario. Predomina el principiode la realidad.

    Reconozco que la anterior aseveracin no puede lle-varse al extremo. Si el amor conyugal fuera nicamentevoluntad y compromiso, como sostenan algunos psi-coanalistas, sera una obligacin asfixiante. Si el amor fueraslo un acto mental puro, no sera distinto a jugar unpartido de ajedrez. La responsabilidad asumida de com-partir una vida sin nada de amor es una de las formasms terribles de esclavitud. Obviamente, en el contratomatrimonial debe existir afecto, no necesariamente amorTipo I o amor pasional tipo noviazgo, pero s un senti-miento positivo de aproximacin y de bienestar com-partido, adems de una buena dosis de atraccin sexual.Una relacin basada nicamente en la convenienciamutua se tornara intolerable. Un asptico amor Tipo IIconvertira el amor en un simple acto administrativo.

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    El amor Tipo II parece ser ms adaptativo. No alteratanto el funcionamiento total del sujeto, es ms refinadoy elegante (menos primitivo), desarrolla un autocontrolsaludable para la convivencia monogmica y no inter-fiere las capacidades de procesamiento de la informa-cin necesaria para la supervivencia del ser humano. Msaun, facilita la resolucin de problemas en situaciones deincertidumbre afectiva.

    Sin embargo, debido a que la respuesta fisiolgica yel sentimiento que lo acompaa tienden a ser planos,existe una probabilidad alta de caer en el tedio. El amorTipo II necesita estimularse y sazonarse de vez en cuan-do con locuras simpticas similares al amor Tipo I. Jugarcon el deseo y la atraccin, si la hubiera, mediante fanta-sa e imaginacin creativa, permitir emocionalizar elamor mental de vez en cuando, enchufarle energaafectiva y escapar de la monotona. Si se logra el puntoadecuado, el amor Tipo II, adems de realista, dejar deser cansn. El genial Bertrand Russel afirm: Una bue-na vida es aqulla inspirada en el amor y guiada por lainteligencia.

    Cuando la actividad emocional no es muy intensa yexisten otros componentes, la corteza cerebral, por me-dio del pensamiento, puede influenciar su intensidad yfrecuencia. El nivel de afecto que se maneja en el amorTipo II, al no ser tan fuerte, permite lo anterior. Si no

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    estimulas la parte emocional del amor Tipo II, se agota-r. Desde este punto de vista, amar s es un decisin.

    En cierta ocasin hablaba sobre este tema con unode mis pacientes, el cual pensaba que el matrimonio es-taba pasado de moda y deba abolirse. Consideraba, ade-ms, que su matrimonio era muy harto y aburrido. Leexpliqu que realmente dependa de l, y que si sentaalgn afecto positivo por su esposa, vala la pena inten-tarlo. Usted puede intentar cambiarlo. No s si lo lo-grar. Puede probar a ver qu ocurre, pero no se resigne.Si no funciona, ya sabr qu hacer. Cuando me pre-gunt qu se necesitaba para lograr cambiar el fastidio yel ostracismo cotidiano, por felicidad y alegra, le con-test: Las personas que han estado en su situacin y hanlogrado rescatar su matrimonio sostienen que se necesi-tan tres ingrediente bsicos: tenacidad, persistencia y pa-ciencia. Me mir, hizo una pausa prolongada, movi lacabeza de lado a lado y dijo: Dios mo! Creo que enese instante, despus de casi diez aos de casado, com-prendi que se hallaba inmerso en un amor Tipo II msexigente y menos alegre que el Tipo I. Nunca volvi asus citas.

    Amor Tipo III

    La estructura subyacente del amor Tipo III es biol-gica, heredada, instintiva y compartida por un grupo con-

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    siderable de la especie animal. Su funcin principal es lade mantener la supervivencia de la especie mediante laproteccin y el cuidado de los indefensos recin naci-dos. La esencia psicolgica central de este amor es laincondicionalidad.

    Mientras el amor Tipo I es ms emocional (se sientemucho) y el Tipo II ms pensante (se reflexiona mu-cho), el amor Tipo III es ms comportamental. La madreprodiga cuidados, debe ser responsiva (responder) a lasnecesidades del nio y actuar. El amor maternal debeverse para que exista en su verdadera dimensin. Elamor maternal es entrega, porque dar es la nica for-ma de garantizar su funcin de ayuda. Ms aun, el amorTipo III no puede esperar nada a cambio, porque perde-ra eficiencia. Aunque la madre adquiere beneficiosafectivos secundarios y se realiza a travs de sus hijos,los comportamientos estn dirigidos a socorrer y asistirdesinteresadamente. Cuando ms la necesitan, ms se des-pliega la conducta dadora: Al hijo calavera es al que msse quiere. No estoy hablando de una madre ideal, sinodel proceso bsico que sustenta su papel. Habr madresms mams y otras ms madrastras. Las hay buenas ymalas. Pero la gran mayora desempea su papel altruistadurante toda la vida.

    Si bien el padre interviene activamente y algunosparecen madres, no creo que exista una tendencia bio-

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    lgica e instintiva a desarrollar apego hacia el hijo tanfuerte como en la mujer. Es indudable que el padre esms condicionante. Los hombres nunca somos simbi-ticos con nuestros descendientes, al menos fsicamente,lo cual nos coloca desde el comienzo en un papel msindependiente y menos comprometido. Sin embargo, losfactores ambientales y de aprendizaje social compensanesta desventaja, y el hombre puede desarrollar reperto-rios de proteccin supremamente efectivos.

    Esta predisposicin biolgica a cuidar a sus hijos, posi-blemente sea la explicacin de por qu las mujeres amantan intensamente. Aunque es posible hallar excepciones,pienso que las mujeres son ms fuertes y valientes al amar,no slo maternalmente, sino en general. No me imagi-no una versin masculina de Atraccin fatal. Una mujerenamorada, casi siempre, es ms peligrosa que un hom-bre enamorado. sta no es una posicin machista, sinofeminista.

    A veces, el amor Tipo III se generaliza trasladndosea otras personas distintas. He visto pacientes con unacapacidad de producir amor Tipo III verdaderamenteimpresionante. Cuando los repertorios bsicos de apegoy cuidado son muy fuertes, es posible que se mezcleninadecuadamente con el amor Tipo I o Tipo II. Son lasparejas donde ella sobreprotege y contempla al maridode forma maternal, le soluciona los problemas antes de

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    que ocurran, lo regaa y lo educa, habla en su lugar yhace el amor, obviamente incestuoso, por l. La versinmasculina de este tipo de relacin es el paternalismo;pero cuando el hombre es paternalista, no ama como lamujer, sino que subestima. Es indudable que el amormaternalista y paternalista ofrecen ciertas ventajas tran-sitorias para la adulta-nia (v.g. la comodidad), pero conel tiempo generan inseguridad, dependencia y prdidade autoestima.

    Mientras el amor Tipo I es egocntrico (busca sen-tir) y desequilibrado hacia uno mismo, el amor Tipo IIIes adjudicador (busca hacer sentir) y desequilibrado ha-cia afuera.

    Quiz una buena relacin afectiva interpersonal ne-cesite tanto la pasin del amor Tipo I (deseo-atraccin,admiracin total) como la reflexin del amor Tipo II(sintona, respeto, comunicacin) y la bsqueda del bien-estar del otro con un amor Tipo III (sensibilidad-com-pasin). Para ser ms preciso, una alta dosis de amor TipoII, con descargas espordicas de amor Tipo I y aproxi-maciones Tipo III no sofocantes, configuraran un buenpronstico afectivo para la coexistencia humana en pa-reja. Si es fcil o difcil producir tal combinacin, est endiscusin.

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  • Reflexiones acerca del amor 47

    La supuesta felicidad del amor

    El amor interpersonal, al menos en este mundo, noest libre de problemas. Cada amor arrastra su propiolastre que le impide volar. Si hay sobrepeso, ni siquierapermite el mnimo desplazamiento: el amor se vuelveinvlido. Amar no es como soplar y hacer botellas, aun-que tengamos todas las buenas intenciones. Establecerun vnculo afectivo es iniciar un intercambio que inclu-ye lo que uno verdaderamente es. Podemos disimularlos defectos al comienzo, pero las mscaras cansan y a lalarga o a la corta, nos pillan. El acto de amar expresa loque uno es, con taras y traumas incluidos. Es imposi-ble desligar el lado malo y slo entregar lo bueno: elamor es un problema de calidad total.

    En la manifestacin del amor se refleja la fibra ntimadel ser humano, sin tapujos ni disimulos. La desnudezpsicolgica que exige cualquier relacin afectiva bien-intencionada, confronta, y por eso asusta.

    El amor interpersonal no puede encerrarse en unaurna y alejarlo de la contaminacin de los propios te-mores, envidias e inseguridades, porque somos ese amor.Decir que el amor est libre de problemas y conflictos esquerer desconocer la esencia misma de su principal eje-cutor. No solamente creamos la forma de expresar el

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    amor, sino su contenido. Una persona realista en el amorsabe esto, no espera recibir peras del olmo.

    Estoy afirmando que el amor es inseparable de quienlo administra; si conocemos el agua que nos moja, esta-remos alerta y evitaremos las sorpresas desagradables. Unade mis pacientes an se sorprenda negativamente, des-pus de cuarenta aos de casada, porque su esposo noera detallista con ella.

    Sin llegar a esos extremos, amar es perder unas cosaspor otras. Independiente del placer que nos proporcionao con el gusto que lo hagamos, el amor siempre arreba-ta, reclama y expropia algo importante de uno. Hay queestar preparado para ello. Algunas veces lo devuelve concreces, otras no.

    Me pregunto si es posible que, siendo como somos,el amor entre humanos se mantenga ajeno al sufrimien-to y sea fuente de felicidad plena. Sera estpido negarlos momentos de dicha y placer que existen en las rela-ciones amorosas. Pero como vimos anteriormente, de-pende del tipo de amor. El amor Tipo I es una especiede orgasmo en cadena. En el amor Tipo II y Tipo III losminutos de dicha no son tan frecuentes como han que-rido hacernos creer. Yo dira que ante algunos deberessocialmente asumidos e inescapables, no tenemos otraopcin que verlos como una responsabilidad gustosa,una obligacin limitada agradable o una resignacin

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    sabrosa irreversible. La famosa cruz de las abuelitas: elculto al sufrimiento.

    Los datos disponibles por la ciencia moderna hacenpensar que el conflicto es inherente a las relaciones inter-personales afectivas. Desde mi ptica, y tal como puedeobservarse en las relaciones tempranas que el nio esta-blece con su madre, la ambivalencia acompaa el vncu-lo afectivo prcticamente desde sus comienzos.

    Primero sealar dos de los ms importantes com-portamientos innatos del hombre: el apego y la explora-cin, para despus analizar sus implicaciones para el amorinterpersonal.

    El comportamiento de apego

    El nio al nacer trae consigo distintos comporta-mientos instintivos que facilitan la supervivencia en unmundo amenazante y peligroso. Por ejemplo, la expre-sin facial y el llanto cumplen la funcin de avisar aotros que algo anda mal. Pese al respetable intentogentico de la naturaleza por proteger al infante, los re-pertorios de conducta que se heredan no son suficien-tes. El hombre es el animal que ms se demora enindependizarse de sus protectores dentro de la escalazoolgica. En el momento de su nacimiento, es el serms expuesto e indefenso. Es increble que un ser tanvulnerable y frgil llegue a transformarse en el mayor

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    depredador conocido en la historia del planeta. De to-das formas, el nio no puede subsistir por s mismo hastadespus de varios aos de entrenamiento y maduracinfisiolgica. El nio necesita los cuidados de alguien parasobrevivir. El ser humano nace dependiente y, por ende,utilitarista. La aproximacin y la bsqueda de la fuentede seguridad por parte del nio en los primeros mesesde vida, ms all de nuestra romntica aspiracin, estasentada en la emocin primaria del miedo.

    Al repertorio comportamental instintivo que inten-ta alcanzar y conservar la proximidad de algn indivi-duo para obtener sus cuidados, se la denomina conductade apego. Su importancia es obvia para la supervivenciadel recin nacido.

    Mientras la figura de apego o el cuidador permanez-ca asequible y disponible para sus necesidades, el niomostrar un accionar adecuado y la conducta de apegono se manifestar. Pero si la figura de apego desaparece ono brinda la consistencia y seguridad requerida, el re-pertorio de apego se activar por medio de gritos, lla-madas, llanto o agresin. El objetivo es avisar al progeni-tor: No ests haciendo bien tu trabajo y me estsexponiendo a riesgos innecesarios. Si el cuidador (ma-dre o padre) no son responsivos a los requerimientosbsicos del infante, el aviso puede adquirir la forma deapego ansioso, aferrndose y tocando permanentemen-

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  • Reflexiones acerca del amor 51

    te hasta recibir algn tipo de informacin tranquilizadora.Por lo general, la activacin del apego del nio mueveen los padres emociones muy fuertes, probablementetambin genticas, que impulsan a socorrerlo. Con eltranscurso del tiempo, este intercambio altruista-utilita-rista lleva a establecer vnculos afectivos, no slo con susprogenitores sino con todos los humanos. La tendenciaa cuidar de la madre y la necesidad de buscar protec-cin en el nio se complementan biolgica y afectiva-mente.

    Como recibir atencin y mimos es relajante, el niopuede aprender a obtener afecto por medio del reperto-rio de apego, aunque no se encuentre en situacionesreales de peligro: lo que conocemos como pataletas.Los nios no son humanos a medio terminar, ni tampo-co son estpidos.

    El comportamiento de apego nunca desaparece. Estlatente toda la vida y puede dispararse o no, dependien-do de las circunstancias. En determinadas situaciones, elapego y desapego exagerado pueden convertirse en unverdadero problema para el sujeto y requerir ayuda psi-colgica o psiquitrica. Si la figura de apego es distante,poco preocupada o inmadura, no ser confiable, y el niose sentir inseguro, desprotegido y ansioso. De otra par-te, si la figura de apego desaparece por muerte, separa-cin o enfermedad, es probable que se produzca la de-

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  • 52 Deshojando margaritas

    presin infantil. Es comn ver cmo algunos padres pu-dientes, luego del gran esfuerzo de tener al nio, se loentregan a una experta enfermera y escapan un mes odos a descansar. Si pudiramos ver lo que el nio sufre ypiensa, algo as como Mira quin habla III, nos sorpren-deramos. Existe la idea de: Como apenas tiene seis mesesno se va a dar mucha cuenta. Las investigaciones, notan recientes, dicen que s se da cuenta. Por ms amable,profesional y querida que sea la enfermera o la madresustituta, ella no ha decidido amar al nio, sino cuidarlolo mejor posible; se ir cuando se termine el contrato. Yaunque no todos los nios pequeos se deprimen, unbuen porcentaje comienza a mostrar sntomas si la ma-dre no est presente. Es cierto que la calidad del tiempoes ms importante que la cantidad. Madres trabajadoraspueden brindar amor y contacto fsico mucho mejorque madres disponibles, aunque sea durante menos ho-ras si hay verdadero amor. Pero desaparecer sin con-tacto de ningn tipo (el beb no sabe si llaman por tel-fono), es sustancialmente diferente y ms impactante. Elnio lo siente, as lo demuestran los estudios enepidemiologa.

    La conducta de apego, pese a su indudable impor-tancia para la supervivencia, no parece ser el mejor ex-ponente de un amor desinteresado. El apego, casi siem-pre, es el terreno donde prospera el temor y la inseguridad.

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  • Reflexiones acerca del amor 53

    Desgraciadamente parece ser la esencia de la primerarelacin afectiva. La gentica no sabe de amor ni de feli-cidad.

    La conducta de exploracin

    Explorar es descubrir y descubrir es aprender. Es laforma natural de recibir informacin y estimular el ce-rebro. Esta tendencia innata es supremamente fuerte,porque, de no realizarse, los esquemas encargados delaprendizaje y la maduracin se atrofiaran. Investigar elmedio permite generar ms mielinizacin cerebral, pu-lir los repertorios de conducta, agilizarlos y desarrollarseguridad en s mismo (autosuficiencia sana). Mientrasla conducta de apego est relacionada con la percepcinque el nio construir de las personas (qu tanta con-fianza me inspira la gente), la exploracin es la base de laautoeficacia o la confianza en uno mismo. Salirse delhbitat permite ponerse a prueba y avanzar. En otraspalabras, explorar es crecer. Si las incursiones del nioson frecuentemente castigadas o no exitosas, el nio de-sarrollar la idea de un mundo peligroso y amenazante.Perder independencia: Necesito de alguien ms fuerteque yo, no soy capaz de hacerlo solo. La sobreproteccinpuede generar efectos similares: Si me protegen tanto,por algo ser; el mundo es muy peligroso o no tienenconfianza en mis capacidades.

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  • 54 Deshojando margaritas

    Necesidad de proteccin (seguridad) vs. libertad(autonoma)

    Cierta vez, un burro tena mucha hambre, pues hacavarios das que no haba podido ingerir alimentos. Al-guien, afligido por el sufrimiento del pobre animal, lellev un apetitoso fardo de heno y otro de alfalfa, igual-mente tentador. Coloc uno a cada lado del animal y seretir para que el burro se diera el gran festn. Al cabo deun tiempo volvi con dos nuevos fardos y se encontrcon una verdadera sorpresa: el heno y la alfalfa estabanintactos y el burro yaca entre ambos sin vida: Habamuerto de hambre! No haba sido capaz de escoger.Este instructivo relato, conocido como La paradoja delburro de Ballam, muestra claramente una de las respues-tas ms comunes frente a dilemas importantes: la in-movilizacin.

    En la vida cotidiana, permanentemente tomamosdecisiones de todo tipo, y aunque ellas requieren siem-pre cierto desgaste para el organismo, aceptamos su uti-lidad. Convivimos con ellas y no somos necesariamenteconscientes de cundo y cmo las realizamos. Sin em-bargo, la vida tambin nos impone situaciones en que laeleccin requiere de un gran costo energtico. En esassituaciones vitales, en las cuales la eleccin adquiere unagran significacin para la subsistencia personal, se pro-ducen los dilemas. Cuando se desea, o es fundamental

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  • Reflexiones acerca del amor 55

    hallar la mejor solucin posible entre eventos de impor-tancia similar, el cerebro debe invertir una buena dosisde su capacidad para elegir lo mejor posible. Si la elec-cin se dificulta ms all de lo razonable, no hay duda,estamos en conflicto.

    Un joven asisti a mis citas debido a que su ingreso ala universidad se estaba complicando por su indecisin.Dispona de muy poco tiempo para escoger entre inge-niera civil y arquitectura. Para su pesar, encontraba atrac-tivas ambas carreras. Haba hecho listas de ventajas ydesventajas, pedido opiniones, estudiado los respectivoscontenidos curriculares, hablado con arquitectos e inge-nieros exitosos, llenado ms de tres cuestionarios voca-cionales y cosas por el estilo. No saba qu hacer. Estabaaterrado ante la idea de equivocarse, ya que, segn l, suvida futura dependa de ello. Durante algunas citas revi-samos los pros y los contras, y el anlisis mostraba unequilibrio indudable. Cuando la balanza se inclinaba le-vemente por una de las dos opciones, l lo haca por laotra. El miedo le impeda arriesgarse. Finalmente, a es-casas horas de la inscripcin, y bajo el agotamiento y elcansancio de ambos, le suger la maravillosa solucin dela moneda. Cara, ingeniera; sello, arquitectura. Le expli-qu que si no enfrentaba el dilema podra postergar ladecisin indefinidamente: Conozco personas quellevan diez aos esperando el momento adecuado para

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  • 56 Deshojando margaritas

    lanzarse al ruedo. La postergacin es la excusa de losinseguros. Le dije adems que la certeza no exista sinoen su mente: La realidad slo entiende de probabilida-des. Por ltimo, y en tono ms jocoso, le dije que si nose decida hoy, lo hara responsable de mi salud mental.La historia tiene un final feliz: la moneda fue sello y hoyes un arquitecto satisfecho con su profesin. Como re-sulta obvio, la tcnica del azar slo se justifica en situa-ciones lmites.

    En una investigacin tpica con perros, se pusieronde relieve los efectos negativos del conflicto sobre el sis-tema nervioso. El perro haba recibido un entrenamien-to en discriminacin. Si apareca una elipse en la panta-lla, deba levantar la pata para recibir comida. Si aparecaun crculo en la pantalla, deba quedarse quieto para quellegara el alimento. Cuando el perro aprendi la discri-minacin clara y consistentemente, el experimentadorcomenz a presentar progresivamente figuras confusasdonde no se poda discriminar con seguridad si erancrculos o elipses. El conflicto estaba armado. La con-ducta general del perro se alter sustancialmente. Co-menz a chillar, se retorca, morda, lanzaba violentosladridos y se resista a entrar al laboratorio donde se ha-ba instalado el conflicto discriminativo. El perro, queantes era callado y carioso, se haba convertido en unafiera. Su sistema nervioso haba entrado en colapso, su

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  • Reflexiones acerca del amor 57

    comportamiento era el de una neurosis aguda. El pro-blema para l era irresoluble.

    Cuando estamos frente a un conflicto de difcil solu-cin, el organismo puede optar por escapar (v.g. negarlo,olvidarlo), inmovilizarse (el burro de Ballam), intentardestruir lo que genera el conflicto o afrontarlo constructi-vamente: comprenderlo para resolverlo, asumiendo elriesgo. El ser humano intenta defenderse y alejarse de lafuente estresante para mantenerse cuerdo.

    Los dilemas siempre involucran la obligacin de ele-gir una sola respuesta. Podemos entrar en conflicto altener que elegir entre dos alternativas agradables (atrac-cin-atraccin), por ejemplo, cuando se conoce a al-guien interesante, que no estaba en los planes, a puntode casarse. O elegir entre dos alternativas igualmenteespantosas, por ejemplo, ir al dentista o donar sangre. Lasdisyuntivas tambin ocurren con un solo objeto (atrac-cin-repulsin). Una mujer deca: Temo a mi marido,pero dependo de l. Si me alejo es malo pero me hacefalta y lo necesito. Si me acerco mucho a l, siento temorde sus reacciones. No s qu hacer. Me siento atrapada.

    El nio no es inmune a lo anterior. Alrededor de losdos aos comienza un enfrentamiento natural entre dostendencias biolgicas conflictivas, igualmente fuertes eimportantes para su evolucin: seguridad vs. Autono-ma.

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    La relacin idlica del apego se ve empaada por laaparicin inesperada de un nuevo impulso irresistible: laexploracin. La vida tranquila y reposada de un acopleafectivo milimtrico y casi perfecto entre un dadorincondicional y un vido demandante comienza a tam-balear para ambos. Alrededor del ao y medio de edad,especialmente con el desarrollo de la locomocin delnio, sobreviene la catstrofe afectiva de ambos. Los te-rribles dos aos, tal como lo denominan algunos auto-res, hacen aflorar descarnadamente la ansiedad y el mie-do subyacente a la relacin. La dada color de rosa ya esprpura. La madre y el nio comienzan a sufrir los rigo-res de la vida. Una poderosa fuerza, desconocida hastaentonces, se ha apoderado del nio y tiende a separarlos:la libertad.

    La conducta de apego Necesito que me cuiden parasobrevivir, se enfrenta a la exploracin Necesito apren-der para sobrevivir. La clida y tierna (interesada) nece-sidad de aproximacin a la madre contrasta crudamentecon la arrolladora pasin de bsqueda e investigacin.Aqu est la esencia del problema, el conflicto bsico,probablemente uno de los primeros que debe intentarresolver todo ser humano en el desarrollo de las relacio-nes interpersonales afectivas. El amor tambin tiene supecado original.

    El nio se ve atascado entre dos fuerzas opuestas y

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    aparentemente excluyentes. Si se aleja de su madre, pier-de proteccin, pero gana libertad. Si no se retira, ganaseguridad, pero pierde autonoma. No importa la ga-nancia relativa que se obtenga, haga lo que haga, hayprdida. Y a esa edad los balances no existen: el nio semueve por la ley del todo o nada. La respuesta fisiolgi-ca que acompaa el dilema del infante flucta entre laedad anticipatoria de la separacin y la depresin por laprdida afectiva. El panorama no es el ms halagador. Elcomportamiento del nio, al intentar solucionar tama-o problema, tampoco aparece como el ms estable: es-capar, inmovilizarse o apegarse ms. Pienso que una delas grandes paradojas es que el nio no posee en su re-pertorio la forma satisfactoria de solucionarlo. Se equi-voca la naturaleza o es el precio que debemos pagar porcrecer? Es posible escapar a este conflicto fundamental?No parece. Ms aun, existe forma de solucionarlo?

    El nio, entonces, debe recurrir a la ayuda de susdesconcertados progenitores. Pero la solucin tampocoparece ser fcil. Los padres tambin estamos indefensos,entre otras cosas, porque tampoco tenemos resuelto elpropio conflicto. Para colmo de males, los psiclogosentran en la contienda opinando y metiendo la pata. Estragicmico ver la actitud que asumen algunos padresmodernos, asesorados por psiclogos ultramodernos,frente al problema mencionado. Luego de asistir a cuan-

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    tas escuelas de padres hay y leer compulsivamente todolo que se les atraviese, la posicin ms tpica de estapostmodernidad educativa consiste en rechazar lasobreproteccin extrema, lo cual es una decisin correcta,e irse para el extremo de la libertad y la tolerancia, locual es malo. Un nio, hijo de padres antiproteccionistas,me deca: Mi mam no me quiere... Nunca me rega-a! Mi hija de ocho aos, en cierta ocasin le comenta su madre: Mam, si no hago las tareas, debes regaar-me! Esto no ilustra algn tipo de masoquismo por par-te de los nios, sino la necesidad de que se preocupenpor ellos. Una libertad extrema hace que el nio puedadudar del afecto de sus padres; una sobreproteccin exa-gerada no lo deja crecer. Conclusin: los padres no sabe-mos cmo solucionar la cuestin. Los psiclogos me-nos.

    Al investigar el factor comn en desrdenes emo-cionales como la depresin y la ansiedad, he llegado apensar que gran parte de nuestra vida afectiva, de unmodo u otro, se mueve intentando darle solucin a esedilema fundamental. No debemos descartar la posibili-dad de que la tragedia del amor gire alrededor de unproblema irresoluble, el cual embolatamos hacindonoslos bobos. Frases como: No hay mejor libertad que es-tar encadenado a un corazn o La soledad es la mejorde mis amigas, son definitivamente sospechosas. Me pre-

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    gunto si no sern formas amaadas de disimular las con-secuencias negativas del apego excesivo y la carencia deamor.

    La forma en que se intente solucionar el conflictodefinir un estilo afectivo posterior. El extremo de lalibertad lo configuran los esquizoides; el del apego, losdependientes.

    Quiz el camino no est en buscar la solucin, sinoen eliminar la causa del problema para que deje de exis-tir. No elegir entre la alfalfa y el heno, sino dejar detener hambre. Algunos sabios e iluminados han insisti-do una y otra vez en la importancia de ser internamentelibre. La libertad interior no es otra cosa que carencia denecesidades. Si nada necesito, por definicin, no hay con-flicto, porque hay desapego interior. El apego, por defi-nicin, siempre implica temor. Como deca Krishnamurti:Un amor sin motivo y sin sentimientos de posesin.Muy difcil.

    Resumiendo, desde la primera infancia, independien-te de las buenas intenciones de la madre y de los cuida-dos recibidos, el nio debe enfrentar un conflicto bsicoy biolgico (apego vs. exploracin), que parece superarsus capacidades de resolucin. Estas poderosas fuerzasencontradas generan ansiedad y, en ciertos casos, depre-sin. Muy probablemente, la esencia de este dilema sigalatente durante la adolescencia y la madurez y aflore de

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    tanto en tanto, cuando los vnculos afectivos as loameriten. El debate libertad vs. seguridad parece sercasi permanente y adems inescapable para los huma-nos. Aunque intentemos reprimirlo, eludirlo, disimular-lo o negarlo, su existencia empaa de manera considera-ble la tan aorada felicidad total.

    Recuerda que el amor te da, pero tambin te quita. Silo nico que esperas recibir son altas cantidades de dichay alegra, no te enamores. Los sinsabores forman partetanto de la vida como del amor. Intenta cambiarlos si quie-res, pero no los niegues. El amor no es para perezosos nicobardes. Cuando el amor toque a la puerta, entrar comouna tromba: no podrs dejar fuera lo malo y recibir slolo bueno. No hablo de ser pasivo y resignarse a la cruz,sino de estar preparado para afrontar el lo que implicaamar, defendiendo los derechos activamente y asumien-do con dignidad, sin pataletas, la realidad del amor. Sipiensas que amar es igual a felicidad, equivocaste el ca-mino. Tal como vimos, la gnesis del vnculo afectivohumano conlleva el germen de su propio sufrimiento.Hay que pelear contra l, pero sin falsas ilusiones.

    La supuesta inagotabilidad del amor

    El que diga lo contrario est mintiendo o nunca haestado enamorado. Por donde miremos la cosa encon-

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    traremos evidencia de que el amor convencional tiendea desaparecer o agotarse.

    Si conceptuamos el amor como una emocin (TipoI), es obvio que deba acabarse, porque el cerebro no so-portara por demasiado tiempo la carga de tanta energa.Nuestra capacidad fsica, en lo que a placer se refiere, eslimitada.

    Cuando la intensidad de las experiencias placenterases mucha, sobreviene algn tipo de bloqueo natural, y siel bloqueo no da resultado, ocurre algn trastorno. Muypocas personas han sido capaces de avanzar ms all dellmite. A los que logran traspasar la barrera los llama-mos locos o maestros. Si la emocin no se extinguiera,el sistema nervioso probablemente estallara. El amor TipoI, al igual que las experiencia crticas o msticas, es parapersonas psicolgica o fisiolgicamente fuertes. Su ten-dencia natural a extinguirse, aunque triste, podra versecomo una bendicin: la naturaleza se encarga de prote-gernos.

    En el caso del amor Tipo II, su permanencia no esnatural, debe intervenir el esfuerzo mental y la voluntadpara que perdure. Despus de todo, este tipo de amorparece ser ms un invento social. El hombre lo crea, elhombre lo mantiene.

    El amor Tipo I, al cabo de un tiempo prudencial,expira naturalmente para no destruirnos. El amor Tipo

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    II sobrevive artificialmente y en cuidados intensivos,porque lo necesitamos para vivir en compaa. Mien-tras la naturaleza nos priva oportunamente de un amorbioqumico potencialmente daino, el hombre sostie-ne mediante la voluntad un amor mental soportable.En resumen: el amor Tipo I se agota; el Tipo II se des-gasta.

    La idea de un amor perpetuo recibe algn apoyo enel amor maternal. El afecto de una madre, si est psico-lgicamente sana, dura toda la vida y con igual intensi-dad. Un viejo proverbio napolitano asevera: Una madrees buena para cien hijos, cien hijos no alcanzan a serbuenos con una madre.

    Pero, aunque los padres hacemos bastante bien el papelque nos compete, el ttulo de mam o pap no essuficiente para garantizar un amor sano y duradero.

    El Colombiano, en una nota de EFE, reproduce en suedicin del 11 de febrero de 1993 el siguiente titular:235 aos de crcel a un hombre que beba sangre desus hijos. Ms adelante la nota dice: ...fue acusado jun-to a su mujer de dar palizas a sus hijos, de violacinsexual, de causarles quemaduras y heridas y de ingerir susangre. Dos esperpentos de la naturaleza.

    Las abuelitas tampoco tienen que ser siempre bue-nas. El estereotipo de una ancianita inofensiva, de peloblanco inmaculado y gafitas, que camina encorvada y

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    produce ternura, contrasta marcadamente con algunasabuelas que se comeran al lobo de Caperucita.

    La situacin biolgica de progenitor de primero osegundo grado no implica necesariamente un amor sin-cero e inacabable. No obstante, tal como dije antes, detodos los amores conocidos, slo el amor de madre pa-rece resistir significativamente la erosin del tiempo.

    La insistencia y la presin cultural de conservar lasrelaciones matrimoniales por encima de todo ha exalta-do el mito del amor interminable como un valor casisacramental. La entereza con la que una persona sufre lasafrentas de otro ha sido visto como un acto de virtud ycomo la mejor evidencia disponible de lo interminabledel amor. Esto no siempre es as. En una cantidad consi-derable de casos, la supuesta perpetuidad del amor inter-personal no es otra cosa que la bsqueda de aprobacinsocial basada en una respetabilidad de doble moral. Enotros, la permanencia del vnculo no est en el senti-miento afectivo, sino en el miedo y la inseguridad a en-frentar la vida en soledad. Una de mis pacientes me de-ca: Me siento mejor doctor... Mi marido ha mejorado...Ya no me pega tanto. Un hombre, al saber que su mu-jer quera la separacin, expresaba lo siguiente: Llevodos aos sin tener relaciones con ella porque me rechazay aunque no lo crea, le he sido fiel... Es muy difcil...Pero estoy dispuesto a todo... No quiero separarme... Yo

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    s que ella tiene a otro, pero debo salvar mi matrimoniopor encima de todo... Por favor, convnzala de que ha-gamos otro intento... Nadie tomara estos relatos comodemostracin de la persistencia amorosa. En ambos ca-sos el factor aglutinante es el temor.

    El aguante en una relacin afectiva , entonces, no esprueba de la inagotabilidad del amor y, muchas veces, nisiquiera de amor. Aunque no exclusivamente el temor,la cobarda, la comodidad, la religiosidad, la dependen-cia, los hijos y el qu dirn, entre otras posibles causas,tambin deben tenerse en cuenta a la hora de explicar elmantenimiento de las relaciones interpersonales amo-rosas. Algunas parejas, haciendo alarde de una presun-cin insufrible, se muestran a s mismas como una prue-ba viviente de que el amor dura mucho tiempo. El sabersobrellevar la vida afectiva dignamente y de manera sa-tisfactoria merece cierto reconocimiento, pero no ms.No hay nada ms arrogante que la falsa humildad delos que se atribuyen el papel de guas espirituales exhi-bindose como un buen ejemplo: No hay peor vani-dad que la del que quiere ser santo.

    Para desromantizar aun ms la cuestin, y pese aque nos resistamos a creerlo, existen casos en los cualesel amor, sin ms, se cae. Sin razones ni lgica. Simple-mente se desinfla. Veamos este breve relato:

    No logro entenderlo. Antes lo necesitaba, viva para

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    l. Cuando l llegaba de trabajar, yo era la mujer msfeliz del mundo... Me haca tanta falta... Estaba orgullosade ser su mujer. Aunque bravo a veces, es una personavaliosa, un buen amante... No s qu pas... A vecescreo que fue como un instante y ya no haba nada... Esposible que despus de veinte aos se acabe as, comotan simple? Dios sabe que lo he intentado pero ya nohay nada... Es como si un buen da el amor se hubieseido... para... siempre... Es tan triste!... Pero ya es tarde...No hay nada.

    Cuando el desamor ocurre, me refiero al que sale delalma y los huesos, no hay reversa. A veces, inexplicable-mente y sin previo aviso, el desamor sobreviene con tantao ms fuerza que el amor. Sin odios, resentimientos orencores, el amor por el otro se esfuma. Y cuando bus-camos entre las cenizas, nada, ni siquiera un tris.

    Si pretendes inmortalizar el amor, terminars asis-tiendo a su funeral. Slo disfrtalo. Si sientes que se estagotando, intenta salvarlo; a veces es posible hacerlo. Sipese a tu esfuerzo el amor se desvanece, simplementeacptalo. Comprender que el proceso natural del amores cclico, facilita tu convivencia, te fortalece y te permi-te estar preparado para intervenir. As tu energa traba-jar para la superacin y no para la autocompasin o laculpa de no amar de por vida. Si el amor que sientespor alguien comienza a agotarse, no te quejes, acta.

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    La supuesta exclusividad del amor

    El personalismo afectivo est muy arraigado en nues-tra manera de amar. Tanto la concepcin posesivo-absor-bente T eres ma o mo, como la sumiso-hostiganteT lo eres todo, son vistas como indicadores fiablesde que se ama de verdad. El factor comn: la monopo-lizacin. El amor es tanto que rodea absolutamente alser amado y literalmente lo traga, o el amor es tangrande que desaparece en el otro como acto de entregatotal. Siempre se excluye a alguien. Dramticamente, almejor estilo canibalista, el amor devora y se deja devorar.En ambos casos el deseo es el mismo: eliminar la com-petencia y ejercer dominacin sobre la otra parte. Unaes obvia y descarada; la otra, sutil y enmascarada.

    Cuando hablo de exclusividad afectiva, me refiero ala supuesta imposibilidad de amar a ms de una persona,y no al engao furtivo. Para ser infiel slo se necesitabastante deseo y poco autocontrol. En estos casos el amorno es una condicin imprescindible. La pregunta quenos compete es ms profunda: es posible amar ms deuna persona al tiempo?, la hipottica exclusividad amo-rosa nace naturalmente o es impuesta desde fuera? Inde-pendiente de las predilecciones ideolgicas o morales,existe algn tipo de limitacin psicolgica o fisiolgicaque impida amar a dos personas al tiempo?

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  • Reflexiones acerca del amor 69

    Las respuestas son dudosas. En ciertas ocasiones elamor parece procesarse en paralelo, y pese a la exigenciadeterminante de la otra parte a ser el nico, el diablilloafectivo juega su mala pasada. El amor se bifurca yabre una nueva sucursal, la cual puede ser platnica o no.No digo que est bien o mal hacerlo, ni que se debatener un amante para estar a la moda. Simplemente se-alo ciertos hechos que ponen en tela de juicio la pre-tensin del exclusivismo afectivo. Muchos relatos cl-nicos muestran cmo las personas sostienen idiliosplatnicos mentales, sin dejar de querer a su cnyuge.Creo que todos tenemos nuestro pecado de amor,as sea terico, debajo de la almohada, claro est, ensecreto.

    La idea de la propiedad privada del amor ha genera-do querellas de todo tipo. Pero como es imposible escri-turar el afecto, cualquier reclamacin es de mal gusto.Nadie tiene el deber de amar a otro, si no sera una obli-gacin. Ofenderse ante el rechazo es negarle el derechofundamental a la otra parte a decidir sobre su vida afectiva:Estoy ofendido porque no me amas. Ridculo.

    Pretender ser el nico en la vida de la mujer o delhombre que se ama es absolutamente comprensible. Loque lo convierte en detestable es la imposicin autorita-ria y egocntrica de que deba ser as, y no ms. La exclu-sividad afectiva es una determinacin personal, ms que

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    una acto de conminacin. El privilegio de ser incluidode manera total y nica en el amor interpersonal siem-pre es una conclusin de dos.

    En el amor Tipo I, la exclusividad del amor apareceen su mxima expresin. La mayora de los enamo-ramientos, por la gran energa que conllevan, son total ycategricamente excluyentes. Pero cuando en poqusi-mos casos ocurre el fenmeno de amar a una nuevapersona, sin dejar de amar a la anterior, la naturaleza essabia. Como no queda ms amor de donde sacar, se divi-de por dos. De hecho dos tragas son soportables si, yslo si, cada una carga con la mitad de la intensidadafectiva. Se convierten en traguitas. Muchos adoles-centes sienten amores dobles, con taquicardias modera-das y alteraciones controlables. Si se dividen por tres, laintensidad desciende por debajo del amor Tipo I y seconvierte en otra cosa. En otras palabras, ni siquiera eneste tipo de amor poderoso y desbordante es posiblefijar una ley de exclusividad sin excepciones. Aunqueescasos, he conocido enamoramientos Tipo I que se ra-mifican en dos vas paralelas de fuerza similar. El resulta-do: la interpretacin humana del burro de Ballam.

    En el amor Tipo II, el exclusivismo se asienta ms enlo mental. Carece de la naturalidad del anterior, ya querequiere esfuerzo y decisin racional. No obstante lasbuenas intenciones de los cnyuges, es aqu donde la

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    irreductibilidad amorosa encuentra sus mayores detrac-tores. La excepcin supera la regla; por lo tanto, la regladeja de ser ley. Si las personas se sinceraran, la sorpresasera mayscula Quin dijo que no es posible tomardos decisiones afectivas o tres? No querer hacerlo nosignifica que no pueda hacerse. Pese a la valiente obsti-nacin de las partes a expulsar las variables extraas y amantener limpia la relacin, el amor Tipo II no garanti-za per se la franquicia. De hecho, es donde ms se com-prueba la falta de exclusividad. La evidencia disponiblemuestra que la fidelidad no significa imposibilidad deamar a dos personal al tiempo. El famoso dicho un cla-vo saca otro parte del supuesto de la incompatibilidadnatural de dos amores simultneos. Pues en la prctica,sobre todo en los casos de amor Tipo II, el resultadopuede ser inesperado: dos clavos en vez de uno.

    La mayora de las personas estamos condicionadas aser supremamente selectivas en lo que a afecto se refiere.La eleccin lleva implcita la idea de prescindir de unacosa por otra. La sociedad ha impuesto el valor de lamonogamia y por lo tanto la costumbre, ya casi ances-tral, de procesar el amor interpersonal de manera secuen-cial: uno a la vez. La valoracin tico-moral ha desarro-llado un control cognitivo, super-yo cultural, que impidela explosin natural del amor y fomenta la omisin, re-presin y destitucin de cualquier otra tentacin. Que

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    controlemos la tendencia de enamorarnos de ms deuna persona al tiempo, como ocurre en el caso del amorTipo II, no implica que no pueda ocurrir si los frenosmentales aflojan, o si simplemente no existen, tal comosucede en la cultura rabe.

    El aprendizaje social moldea estilos afectivos y, bus-cando afirmar sus principios, establece creencias que im-piden las malas costumbres. Es indudable que la ideade exclusividad afectiva se ha instaurado con tal fuerza,que ha cumplido a cabalidad su objetivo monogmico.De ah la extraeza y preocupacin de ciertos sujetoscuando descubren que aman a dos personas a la vez. Esapenas lgico que si se ha dicho siempre que eso es im-posible y un buen da comienzo a sentir que quiero ados personas, me sienta como un marciano. As, las per-sonas que se perciben como aquejadas de este extraomaleficio deambulan desesperadas buscando explica-cin o algn tipo de cura. Mdicos, psiclogos y sacer-dotes colaboran en aliviar al paciente del supuesto mal.Bajo la lupa minuciosa de algn consejero experto endesafueros, se alecciona al paciente a comprender queeso que le sucedi no es real, porque simplementeno puede ocurrir. Es slo su imaginacin.

    No propongo la poligamia, slo afirmo que hay queser realista. Si existen personas que son capaces de sentiramor simultneamente hacia dos humanos, en vez de

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  • Reflexiones acerca del amor 73

    escandalizarnos, aceptemos el hecho y fijemos posicin.Pero no hagamos como el avestruz.

    Sera ms fcil decir la verdad: A mucha gente leocurre que se enamora de alguien sin dejar de amar a supareja estable. Ms que sentirse como un ex-presidiarioo un ser manchado por la inmoralidad, intente com-prender qu ocurri. No se sienta anormal. El ser hu-mano posee una capacidad natural de amar enorme queha sido limitada, con o sin razn, por la cultura. A vecesel control mental nos falla y el afecto, sin salirse de lacarretera principal, comienza a desplazarse por una ra-mificacin aledaa. Ya sabe que es posible amar a ms deuna persona al tiempo. Concntrese en cmo solucionarla cosa, en vez de lamentarse por no ser como le dijeronque debera. La exclusividad con su pareja es una decisinms que una imposicin. Piense qu quiere.

    Nadie critica una madre por amar a todos sus hijos.Cuando de amor Tipo III se trata, el amor mltiple esaceptado y aplaudido, mientras las preferencias son malvistas. El amor biolgico no puede ser exclusivo, ya quese acabara la especie. Por el contrario, es conveniente laexclusividad del amor Tipo I, pues de lo contrario larelacin en cadena producira un verdadero desastreadaptativo para la comunidad. La tan pretendida exclu-sividad en el amor Tipo II es una convencin sustentadaen valores morales y religiosos, por lo que su funcin

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    trasciende lo biolgico-natural. La experiencia muestraque el amor, bajo ciertas circunstancias, admite duplica-do. No obstante el impedimento normativo que pro-mulga el mandato tico, la gran capacidad de dar y reci-bir afecto en el ser humano transgrede la ley social. Laosada de los enamorados nos recuerda que en el amorno hay derechos de autor.

    La supuesta incondicionalidaddel amor

    Las personas se conocen verdaderamente en las si-tuaciones lmites. Los amigos tambin. Es fcil mostraradhesin cuando las consecuencias no son peligrosas. Lapalabra solidaridad implica unin y asociacin, pero fuer-te. Si puedo contar con alguien hasta el final y pese atodo, estoy frente a una persona solidaria. Como decaBenedetti: Contar con vos, no hasta dos o hasta tres,sino contar con vos...

    La persona fiel no condiciona su afecto a las cir-cunstancias. Estoy contigo, Cuenta conmigo, Noimporta lo que hagas, aqu estar por si me necesitasnos reconforta el espritu. En los momentos difciles, esosson los amigos de verdad. La amistad no es acomodaticia,sino incondicional. Una amiga me deca: Cuando pidesun favor a alguien que no sabe, hay tres tipos de respues-

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    ta segn sea el grado de compromiso. La que te dice nos y se queda impvida. La que dice que no sabe, peroofrece sugerencias de donde buscar. Y la amiga que sepreocupa y acompaa hasta que se agoten las posibilida-des. Para ser buen amigo hay que tener vocacin decombatiente. Siempre he odiado los amigos objetivosque, con cara de intelectual de tercera, le van sealandoa uno los desvos y los errores en pblico. Los trapitossucios se lavan en casa. Para m es muy simple. Si enuna discusin X ante personas no muy amigas, estoydefendiendo un punto de vista Y, totalmente equivoca-do, mi amigo del alma deber estar de acuerdo con Ysiempre y cuando no implique riesgos para mi salud f-sica o mental; que me regae despus a solas. La objeti-vidad afectiva es un contrasentido en el que se escudanlos Poncio Pilatos de siempre. Un conocido aconseja,un amigo se la juega.

    Como puede verse, la incondicionalidad, al menos latericamente pura, es difcil de alcanzar en las relacionesinterpersonales, sobre todo si consideramos la tendenciahumana a desfallecer ante la seduccin. Todos tenemosalgo de Judas. Quiz la hidalgua no est en morir conlas botas puestas, sino en sacrselas de frente. Dicho deotra forma, la persona noble asume sus limitaciones y lasencara con altura. En cierta ocasin, un ministro inglsfundament su renuncia diciendo: La causa de mi re-

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    nuncia es que se estaban acercando a mi precio.Honesto, claro y sincero. Admirable. Se le perdona ladesercin. De manera similar, si un amigo nos confiesasinceramente un acto de alta traicin y muestra arre-pentimiento, si lo queremos, lo perdonamos. La solidari-dad est en haberlo contado.

    Aunque complicado, la solidaridad en la amistad siem-pre deja espacio y puertas para refrescarse. El compro-miso es informal y no del todo asfixiante: puedo escaparcuando quiera. Pero si hubiera que formalizar las amis-tades ante algn tipo de tribunal, donde asumiramos elcompromiso de ser incondicionales de por vida, la obli-gacin sera insoportable. Habra muy pocos amigos y,lo que es peor, traiciones de todo tipo. El compromisoafectivo real debe ser una eleccin espontnea, no unaobligacin decretada.

    La creencia de que el amor mueve montaas hahecho del amor una especie de Eliot Ness: intocable eincorruptible. El amor no sabe de dudas, El amor noabjura, El amor todo lo puede. En otras palabras, he-mos hecho tanto alarde que ya nada justifica la huida. Elamor va hasta el final, y si escapas, nadie perdonar lafelona. Los grupos de consejera para esposas de alco-hlicos y drogadictos, donde se les ensea a convivircon ellos, muestra claramente lo anterior. No niego lasbuenas intenciones de las participantes, sino la resigna-

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    cin que por lo general acompaa la decisin de per-manecer bajo el yugo machista, aunque sea por amor.Pero la honestidad y lealtad debe comenzar con uno mis-mo, rescatando los principios del autorrespeto. Tolerar aun esposo alcohlico e irresponsable yendo a grupos deapoyo para que me ayuden a sobrellevarlo lo mejor posi-ble, no es un acto de amor, sino de desamor. No tardarnen aparecer grupos que enseen a soportar de maneraimpasible abusos sexuales, ataques fsicos, estafas y vagan-cia. La solidaridad jams implica sometimiento.

    Pese al costo social y a la sancin moral, en las lidesdel amor el nmero de desertores es apabullante. Se notams en las malas pocas, ante calamidades, enfermedadeso quiebras econmicas. Desde el silln de mi escritorioveo la otra parte de las estadsticas y me sorprendo de lacantidad de prfugos afectivos. No todos los capitanes sehunden con el barco. Sera interesante estudiar cuntaspersonas son capaces de soportar, estoicamente, el bienponderado: Contigo, pan y cebolla.

    La supuesta incondicionalidad del amor siempre esincierta. Muchas personas se devuelven al llegar a la l-nea del mayor riesgo o del no retorno, porque el amorno es suficientemente fuerte para seguir impulsndolos.En vez de agachar la cabeza y sentir vergenza por notirarse al abismo, se debera encarar la cosa de manerams realista y sincera: Hasta aqu llego... Esto puedo

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  • 78 Deshojando margaritas

    darte... No s si es mucho o poco para ti, pero es sinceroy honesto... Tmalo, si quieres... Amar hasta el cielo noslo es imposible sino harto. Es ms sano y honesto de-cir: Mi amor tiene estos lmites. El famoso Amor sinbarreras es una farsa romntica que, estoy seguro, produjoms de un estrelln.

    Para las vctimas del amor Tipo I, la incondicionali-dad es fcil porque se convierte en inconsciencia. Noven, no oyen, slo se desplazan persiguiendo su objetode amor. Mientras dure el efecto, sern capaces de entre-gar sus vidas, no por conviccin, sino por premurabioqumica.

    Para los que profesan el amor Tipo II, la posicin esms de compromiso-ley. Juraron: Retroceder nunca,rendirse jams. Como no hay reversa, los principios seacomodan a la conveniencia. La tan intransable solidari-dad se termina negociando de comn acuerdo. Si la pa-reja es madura, cada uno conoce los lmites del otro ynadie exigir ms de la cuenta. Hay que mantener laprudencia. Un buen noviazgo es aquel donde cada unade las partes sabe a ciencia cierta los defectos del otro yhasta dnde puede soportarlos. Pero si alguno de los de-fectos implica el sacrificio de algo vital, el matrimoniono se consuma. Hasta que la muerte nos separe, siem-pre y cuando la cosa sea llevadera.

    Cuando la incondicionalidad se refiere a un amor

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  • Reflexiones acerca del amor 79

    Tipo III, la cosa se complica de manera significativa. Esen el amor maternal donde encontramos la mayor ex-presin de la solidaridad. Por tal razn, perdonamos a lapareja infiel, pero no a la madre. Nada duele ms que ladeslealtad de la mujer que nos trajo al mundo. El padrees por naturaleza condicional. l premia la buena con-ducta y castiga la mala. Aunque nos lastime, no nos ex-traa demasiado que su amor haya que ganrselo concinco en conducta. Pero condenamos sin piedad latraicin de mam. El engao de una madre es algo ascomo una malformacin gentica. Que el esposo y laesposa sean individualistas, pase, despus de todo sonhumanos, pero una madre eglatra no deja de ser unbicho raro: El amor maternal nunca deserta. Por defi-nicin, esperamos que sea valiente y s, totalmente in-condicional. Profundicemos un poco en el tema.

    El sndrome del abandonomaternal adulto

    Si por alguna razn los padres no son dedicados, con-sistentes y solidarios, los efectos psicolgicos son bastan-te perjudiciales para el individuo. Cuando ocurre lo con-trario, nos embarga el sentimiento de que somosamables o merecedores de amor. Como es lgico, serincondicionales no es patrocinar cosas inadecuadas o pe-

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