Desarrollo de Habilidades para la Investigación en la Educación Superior
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,
Desarrollo de habilidades para
la investigación
No. 1 Año I $45
Todo acerca de los
ENSAYOS
D
Redacción
Análisis
Comprensión
Sintaxis
Redacción……………2
A nálisis……………15
Comprensión……….46
S intaxis……….59
Índice
La palabra ensayo proviene del verbo ensayar que significa probar. Al parecer el
término relativamente es nuevo, sin embargo se encuentra que tanto los griegos como
los romanos ya utilizaban este estilo de expresión, pero es hasta el siglo XVI cuando
la esta forma de escritura adquiere las características y nombre con el que hoy en día
se conoce.
en el ensayo
El filósofo francés Miguel Montaigne (1533-1592)
utilizó el ensayo y le dio el nombre con que ahora
lo conocemos.
Redacción
EN
Una de las primeras cosas que realizamos cuando
iniciamos una investigación es la revisión
documental, en este documento encontramos que no
todos los documentos representan, la misma
importancia.
Mas propiamente la revisión se convierte en un
ensayo en el momento mismo en que nuestra visión
deja de ser objetiva, en el sentido de la imparcialidad,
y se convierte no solo en la presentación de lo
relevante que cada autor mencionó, sino que además
nuestro conocimiento influye en la crítica de la obra.
Más propiamente, el ensayo científico muestra una
clara visión de los contenidos de las obras en relación
a un tema, pero a demás, incorpora nuestro juicio del
por qué es relevante lo que un autor menciona, por
ejemplo, el ensayo podría destacar la información de
un autor con respecto a otro a través de diversos
mecanismos como: marcar las ventajas de un modelo
ideológico, presentar la incompletes o completes de la
obra y en el peor de los casos, pero no menos usado
en la redacción del artículo científico, la confrontación
de dos corriente o de dos resultados.
¿Qué es la redacción?
Toda expresión que se valga de la palabra escrita,
logra su propósito de comunicación mediante el arte
de redactar. Redactar, que etimológicamente quiere
decir “poner en orden”, consiste en expresar por
escrito los pensamientos e ideas previamente
ordenadas. El propósito de la redacción es combinar
palabras, frases,
períodos, párrafos y
textos, para, a través
de ellos, verter ideas ya
elaboradas, de manera
que se produzcan en
un todo armonioso,
capaz de ser
debidamente
comprendido. En otras
palabras, la redacción
podría definirse como
una composición
literaria en la que se
desarrolla, de una
manera completa,
correcta y elegantes, un
tema determinado,
dentro de ciertos límites
de amplitud.
3
Su trascendencia es enorme, pues, si bien la palabra
transmitida en forma oral, vuela y se desvanece, lo
escrito, por el contrario, se perpetúa: puede leerse,
releerse, meditarse, y, a través de ello, el lector puede
formarse una idea completa de lo que piensa y quiere
decir el escritor. Debido a ello, es muy importante que
se tome en cuenta lo siguiente:
• Al inicio, antes de escribir, se debe pensar qué se va
a escribir.
• Es necesario saber qué mensaje se desea
comunicar.
• Debe preguntarse sobre a quién va destinado lo
escrito.
• Utilizar el tono y el lenguaje apropiados en la
escritura.
La forma y el fondo. Todo tipo de
redacción, como cualquier manifestación literaria o
artística, debe poseer dos elementos básicos, que
son la forma y el fondo, ya que de nada sirve tener
ideas originales y acertadas, si no se pueden
expresar con la debida corrección. Tampoco reporta
utilidad tener un amplio dominio del idioma si no se
tiene nada que decir.
La forma .
La forma, el cómo
decirlo, es el modo
particular que se posee
de expresar una idea,
lo que llamamos
técnicamente redactar.
Resulta un poco difícil
instituir normas rígidas
y concretas sobre la
manera de redactar, ya
que la expresión de
nuestros pensamientos,
sentimientos,
emociones, vivencias y
conceptos está sujeta a
fenómenos tanto
artísticos como
científicos.
En el primer caso, la
expresión de nuestros
pensamientos está
atada al entorno y
variaciones del
momento, del lugar, la
moda, etc.
La redacción es fundamental si deseamos
consignar algo por escrito. Cualquier texto que
queramos suministrar, cualquier impresión que
deseemos transmitir a través de la palabra escrita,
no son ni más ni menos que una redacción.
4
En el segundo, está cambiando a cada instante por
los procesos de la fonética, la lingüística y la
gramática, debido a que el idioma evoluciona día a
día.
Por otra parte, la forma o el modo de expresarse es
algo personal que está íntimamente ligado a factores
tan distintos, como son la educación, el
temperamento, el medio ambiente, etc., que no se
puede hablar en un estilo único y perfecto. Cada
persona tiene su manera, y crea su propio estilo de
redacción; así puede deducirse que hay tantos estilos
como personas.
Establecer una forma de redactar equivale a formarse
un estilo. Para ello es necesaria además de una cierta
predisposición natural, una labor asidua y un gran
sentido de superación; y por eso comporta, a un
tiempo, estudiar actitudes, pulir la sensibilidad,
perfeccionar los gustos, desarrollar las dotes de
observación, orientar los sentimientos, elevar el
espíritu hacia nobles ideales; en pocas palabras,
definir una forma de redactar es equivalente a definir
la personalidad.
El fondo .
Toda redacción debe versar, claramente, sobre algún
tema propuesto de antemano. Entonces, las ideas
sugieren dicho asunto y que han de servir para su
desarrollo, constituyen el fondo de la redacción. En
otros términos, el fondo equivale a qué decir.
Algunas causas que
colaboran a una mala
redacción, y que deben
evitarse, son las
siguientes:
• Comprender mal el
tema.
• Enfocarlo desde un
ángulo indebido.
• Tratarlo en forma
parcial.
• Dar mayor
importancia a los
aspectos secundarios
que a lo principal.
• Desarrollar un tema
de manera muy
superficial.
• Decir banalidades.
5
Normas generales para la
redacción.
Toda redacción, no importa el tema o extensión, debe ser un todo armónico;
con una lógica comprensible; con un orden, pulcritud y sentido, para ello es
necesario tener en cuenta las pautas siguientes:
• Pensar bien el tema propuesto .
Si ni se maneja o no se conoce a fondo la temática que desea tratar, es importante
referirse a ella cabalmente. Se aconseja documentarse sobre el tema propuesto,
para de ese modo adueñarse de su contenido.
• Trazar un plan o guión .
Un plan bien organizado es la base de una buena ejecución. Nos evita
contrasentidos, repetición de ideas, falta de lógica, incoherencias, etc. Un plan
previo nos permite tratar cada cosa a su debido momento; ayuda a situar los
hechos, trabar la acción y llegar al desenlace de un modo natural y armónico. Este
esquema de trabajo evita tener que retocar, añadir, acortar o trasladar frases o
conceptos, que no estarían en su lugar si antes no lo hubiéramos ordenado.
• Escriba con sencillez y naturalidad .
Evite ampulosidad o grandilocuencia; generalmente son impropias en una redacción
simple y sencilla. Valery daba este consejo: “Entre dos palabras debe escogerse la
menor”. O sea, la menos ambiciosa, la menos estridente, la más modesta.
6
Aunque escriba sobre un tema complejo, refiérase a él de un modo sencillo; tenga
en cuenta que su finalidad es comunicar su pensamiento y no hacer gala de
erudición.
• Escriba con claridad .
La claridad es fundamental en un texto escrito. Toda frase mal construida es,
inevitablemente, oscura e incomprensible. La claridad de ésta reside
fundamentalmente en la gramática. Por eso, tenga en cuenta las concordancias, la
correlación de tiempo, el empelo adecuado de las proposiciones, etc. No escriba
párrafos muy largos; éstos, si no están bien escritos, dan la impresión de pesadez y
de escasa agilidad. Su construcción requiere cierta destreza. Emplee párrafos
cortos, puntos y aparta, frases breves.
• Utilice las palabras con precisión .
Debe evitar el uso de barbarismos o vulgarismos de mal gusto, que son sinónimos
de pobreza de vocabulario. No utilice voces o palabras de significación muy amplia
y ambigua (como la palabra “cosa”), que por su misma amplitud no apunta a nada
específico. Prefiera siempre la palabra concreta, que designe objetos y seres, a la
palabra abstracta. Si, para los efectos de redacción, se ve en la necesidad de
recurrir al uso de sinónimos, procure escoger el más adecuado.
• Use correctamente los signos de puntuación .
Los puntos, las comas, los signos de interrogación o de admiración, deben estar
bien colocados; caso contrario, modifican radicalmente el sentido de la frase, y
dificultan la comprensión de la misma.
7
• Realice primero un borrador .
Nadie, excepto una persona con mucho oficio, es capaz de hacer un escrito
perfecto en el primer intento. Siempre existe alguna dificultad: puede que un giro
quede mal construido, o que el adjetivo usado no sea el más adecuado, o que una
idea secundaria haya quedado inconclusa, etc. Haga siempre un borrador y
sométalo a un exhaustivo trabajo de pulimento. Revise cuidadosamente la forma y
el contenido.
• Profundice su lectura y conocimiento del idioma .
Lea mucho, sobre todo a grandes escritores; fíjese en su prosa, analice su modo de
expresarse, su arte de componer la narración, una escena o un retrato, la
construcción del diálogo; ellos son y serán siempre el mejor procedimiento para
aprender a redactar. También debe existir un progresivo conocimiento del idioma y
un mayor dominio del vocabulario.
8
Diferentes
estrategias y
habilidades
que ayudan a
crear un texto
La composición escrita se clasifica
según enfoques obtenidos por Ana
González (1993) en enfoques de
entrenamiento: el primero llamado
Programa orientado a lograr la
facilitación de una tarea (Boos,1988);
el segundo Programa orientado al
entrenamiento de los procesos
involucrados en la composición
(Englert y Rápale,1988); el tercer
Programa es para lograr el desarrollo
de procesos reflexivos, basados en el
modelamiento
(Bereiter y Scardamalia,1987); cuarto,
Programas de entrenamiento en auto-
instrucciones (Gram. y Harris,1989).
Los diferentes enfoques para
construir y desarrollar un escrito
científico se destacan de la siguiente
manera: el primero ofrece una amplia
gama de estrategias a seguir, la
orientación para lograr la facilitación
de una tarea, subraya que cualquier
persona puede desarrollar y aprender
la habilidad de la composición escrita,
pero antes debe reunir las siguientes
características: saber hablar y acceder
a la práctica gradual, además incluye
que los temas seleccionados sean
libres y al gusto del autor para que se
involucre con ellos de manera
autónoma y creativa.
La metodología usada en la redacción
del ensayo tiene dos vertientes una es
la parte objetiva (o científica) y la
sujetiva (o literaria). Así, el ensayo
siempre cuenta con la parte científica
porque relaciona los hechos y la parte
subjetiva o literaria por contar con el
juicio critico del ensayista. El ensayo
es, entonces, la unión casada de dos
mundos: el de la ciencia y el de la
originalidad del ensayista.
El ensayo hace la incorporación en
diversas disciplinas, es el ensayo el
espacio en el que caben todas las
diversas disciplinas del conocimiento
humano, existiendo tratados sobre
ensayos desde ensayos de filosofía,
ciencia, arte religión , arte, política,
etcétera
El ensayo no es una innovación de un
tema sino una construcción de entes
generados en base a la experiencia
que el ensayista ha tomado de su
realidad, entonces, es el ensayo una
forma particular de acercarse al
mundo; para dos ensayistas la
concepción del mundo puede ser
diferente, es aquí lo cognitivo deja de
ser menos que relevante para
incorporase a lo epistemológico, es
decir, a la concepción propia de
entorno del mundo que el ensayista ha
construido del tema.
10
¿Cuál es el lenguaje con
que se redacta un
ensayo?
En principio el ensayo no tiene un
modelo riguroso de cuales son las
reglas de organización, quitado las
partes de la estructura misma como es
el planteamiento, desarrollo y
conclusiones. Es importante resaltar
que el ensayo tiene a su vez algo de
ciencia y algo de literatura. Por un lado
la exposición del ensayo debe de ser
clara y sistemática , pero por otro lado,
debe de ser bella. La belleza se
centrara en la forma en que el
ensayista comunica de manera
sencilla y con vocablos adecuados
tanto el planteamiento, cómo la
defensa de la tesis. Aunque la
subjetividad del ensayista es algo
implícito en el ensayo, el ensayista
debe de ser lo mas objetivo posible, es
decir, evitar que la obra tienda ser una
expresión matizada de cruces de
prejuicios y prioridades personales.
Finalmente, el titulo del ensayo debe
de reflejar el contenido del ensayo a
manera de poder captar la atención.
La práctica de generación de
ensayos generará en nosotros un
estilo más depurado de expresión,
pero además es importante el
análisis de trabajos en ensayos de
otras personas lo que nos mostrará
cómo se encuentran diferentes
técnicas.
Ensayos breves
Los trabajos que no sobrepasan las
cinco páginas suelen estar
orientados al análisis textual, con
pocas referencias a la crítica o, en
todo caso, con su uso breve. Por
su extensión, se trata
fundamentalmente del análisis de
un aspecto, tema o personaje en la
obra literaria escogida.
11
Los limites del análisis textual
vienen determinados por el
contenido concreto del texto junto
con su marco histórico (periodo
histórico, autor, país, género
literario..). Un buen análisis textual
requiere la lectura detallada y
profunda de las palabras del texto,
conectando explicita o
implícitamente unos fragmentos
con otros. De esta forma, nuestra
perspectiva crítica presenta
coherencia. Cuando estemos poco
familiarizados con el periodo
histórico en el que se inserta el
texto, deberemos evitar presuponer
que nuestras categorías de
pensamiento son las mismas que
las del autor y dejar que sea el
texto mismo el que determine las
relaciones sociales o individuales o
los esquemas formales.
Es mejor no incluir conexiones con
el periodo histórico si nuestras
afirmaciones van a ser
superficiales. Sin embargo, si se
tiene especial interés en los
condicionamientos históricos,
deberemos entonces buscar
bibliografía especializada (no un
manual) que tenga relación con
nuestro tema de análisis. Los
estudios especializados nos deben
servir de apoyo y, en ningún caso,
sustituir nuestro propio análisis
intelectual. Por supuesto, adoptar
la opinión de un critico sin citarlo
constituye plagio.
Corrección gramatical: Cualquiera
de nuestros trabajos escritos debe
realizarse con un diccionario a
nuestro alcance. Los errores de
vocabulario y estructura gramatical
serán recibidos con comprensión,
si son ocasionales y provienen de
un hablante no nativo. Si nuestros
errores son numerosos es porque
no hemos comprobado en el
diccionario o las gramáticas la
corrección de los términos. Los
errores en estructuras complejas
van desapareciendo con esfuerzo y
práctica.
Tema: Por la extensión del trabajo
nos centraremos en un único
aspecto, fragmento, relación o
personaje. Si es posible,
buscaremos un tema que tenga
relación con nuestros intereses
12
personales, nos produzca
curiosidad, rechazo o fascinación.
Titulo: Debe informar al lector de
aquello que se dispone a leer. Los
mejores títulos son aquellos que
ofrecen alguna indicación del tema
pero también de la perspectiva que
presenta el análisis. Si es
necesario, puede usarse un título
seguido dos puntos y una frase
explicativa. Un buen titulo requiere
creatividad y o capacidad
intelectual sintética.
Tesis: Nuestra hipótesis de lectura,
es decir, nuestra propuesta crítica,
debe ir al comienzo del trabajo, en
el primer o segundo párrafo. Junto
a la propuesta incluiremos
brevemente cuáles son los
argumentos para haber llegado a
nuestra conclusión.
Desarrollo: Iremos incluyendo y
ampliando los argumentos
presentados al principio. Dichos
argumentos deben ser razonados,
explicados, y referirse en todo
momento a fragmentos concretos
del texto.
Citas: 1) del texto literario: nuestros
argumentos deben venir
acompañados de citas textuales
que demuestren nuestras
afirmaciones. La intuición en la
lectura debe venir seguida del
análisis objetivo de las palabras
concretas del texto. No basta con
afirmar cualquier cosa y después
incluir una cita. Ésta debe venir
acompañada o antecedida de una
explicación. 2) Citas de estudios
críticos: Debemos indicar la
procedencia de nuestras
afirmaciones cuando no son
originalmente nuestras, citando el
autor, la obra y la página (el título
de la obra es optativo, pero debe
incluirse en la bibliografía). La
referencia completa de la obra,
editorial, lugar y año de publicación
se incluye en la bibliografía, en
página separada y al final de
trabajo.
Las citas literales incluidas en
nuestro ensayo (del texto literario o
de un estudio crítico) van en
párrafo separado cuando
sobrepasan las tres líneas. Tanto si
va en interior de párrafo como si va
13
en párrafo separado y con doble
margen, la cita viene precedida de
dos puntos. Si se quiere usar
palabras sueltas de una cita
concreta, deben ir entre comillas y
acompañadas del número de
página. Las citas en párrafo
separado suelen ir a un espacio.
Ensayos largos
Los ensayos de ocho o más
páginas suelen ser una
combinación de análisis textual y
diálogo crítico con los
estudiosos/as del tema que hemos
escogido. Los ensayos finales
deben comenzar a prepararse con
suficiente antelación para que el
estudiante tenga acceso a los
mejores y/o más recientes estudios
sobre el tema.
Estructura: Es similar a la
estructura de un ensayo breve. En
este caso, al principio del ensayo,
resumimos brevemente el estado
de la crítica con respecto al tema
de análisis. Al mismo tiempo,
ofrecemos nuestra propia tesis y
como se relaciona con los estudios
ya existentes. En pocas líneas,
señalamos cuáles son nuestros
argumentos. Con frecuencia, será
necesario en el desarrollo de
nuestro análisis, recurrir a
afirmaciones concretas de algún
análisis crítico para mostrar nuestro
acuerdo o desacuerdo y
deberemos citarlas
apropiadamente.
Citas y bibliografía: deben seguir el
formato MLA: Joseph Gibaldi, MLA
Handbook for Writers of Research
Papers. 6th edition. New York: The
Modern Language Association of
America, 2003. La bibliografía de
los ensayos comprende sólo las
referencias bibliográficas de los
textos citados en el cuerpo del
trabajo y esta lista seguirá el orden
alfabético. Ya se han dado algunos
ejemplos con respecto a las citas.
A continuación, se incluye algunos
ejemplos con respecto a la
bibliografía.
14
A nálisis
En una sociedad en la que el
conocimiento nos rodea y su
producción es cada vez
mayor; los contenidos son
dinámicos, no sólo en cuanto
a su producción sino en
cuanto a sus formas de
presentación, de
comunicación y a sus
fuentes, se hace necesario
poder procesar grandes
cantidades de información,
rápidamente y con
efectividad.
La lectura eficiente es la gran
herramienta para hacerlo. De
una lectura eficiente se deriva
una escritura eficiente.
Cuando leemos no sólo procesamos información sino que abordamos los procesos
comunicativos, específicamente el lenguaje, entendido no como el idioma en el que
se comunican los grupos sociales, sino como todos los procesos cognitivos que
implica esa maravillosa capacidad propia de la persona humana. Estos procesos
son universales, razón por la cual no tienen idioma sino representaciones mentales.
Por ejemplo, cuando podemos representar un conjunto de ideas escritas en un
texto, en nuestra mente, como si fuera una película, no le adjudicamos un idioma
específico, sino una representación en nuestra memoria. Esa representación mental
que se produce es cognitiva y obedece a la utilización de los procesos básicos de
pensamiento: observación, clasificación, pero sobre todo de análisis.
Sobre la enunciación ensayística
Ya en relación estricta a lo que
consideramos ensayo, Arenas Cruz
(1997) ha destacado con acierto la
naturaleza exegemática y
predominantemente monológica de su
enunciación, pero al mismo tiempo
subrayó la fuerte personalización del
sujeto locutor (que alcanzaría a la
materia tratada y a los referentes
textuales introducidos) y la
especificidad apelativo-dialogal que
conforma su substrato, no sólo por el
vector persuasivo sino además por la
centralidad de una actitud comentativa
o experiencial. En la enunciación
ensayística se daría así una fusión
sincrética entre los sujetos de la
enunciación y del enunciado y el autor
real, posición teórica matizable que
aquí no entraremos a debatir. En el
nivel del enunciado menciona Arenas
Cruz otra clave identificadora
interesante: la relevancia de un modo
lingüístico de presentación expositivo-
argumentativa, enfocado —aquí hay
concordancia general entre los
tratadistas— a una muy abierta
variedad temática y semántico-
referencial.
Entiendo que estos presupuestos
deberán contrastarse con los
aportados desde otras elaboraciones
teóricas. Así, por ejemplo, con los
propios de Walter Mignolo (1984),
José Luis Gómez-Martínez (1992, con
una amplia "Bibliografía sobre la
dimensión teórica del ensayo",
comentada) y Pedro Aullón de Haro
(1992), o con los ya clásicos de
Theodor W. Adorno (1958) y Georg
Lukács (1975, orig. 1910), estos
17
últimos muy atentos a la captación
experiencial de la verdad —problema
al que dan soluciones divergentes— y
también a la definición del ensayo en
cuanto forma crítica, cercanos por
tanto a una dimensión hermenéutica
en la que no falta la vivencia de la
duda, la reacción frente a la tradición
heredada o la contraposición a otra
forma del conocimiento humano, la
científica (recuérdese ahora la
controvertida descripción orteguiana
según la cual el ensayo es la ciencia
sin prueba explícita).
Mignolo, por su parte, ha insistido en
la necesidad de contar con el contexto
de situación, concepto proveniente de
la lingüística funcional anglosajona
(M.A.K. Halliday, entre otros) para
discernir las diferentes
intencionalidades discursivas de cada
una de las modalidades ensayísticas,
atendiendo para ello la terna formada
por campo (contexto general más
intencionalidad), tema (como selección
semántico-pragmática) y modo
(función del texto en el acto
comunicativo). Será oportuno, en fin,
atender las justificaciones aducidas
por Aullón de Haro (1992: 107) para,
en el marco del sistema global de
géneros en el que se sitúa, postular
una lectura del ensayo como género
no marcado y libre de toda clase de
prescripciones temáticas y empírico-
pragmáticas, hipótesis que sin duda
proviene, estimo que por reacción
excesiva, de la desatención de las
poéticas anteriores al siglo XVIII y del
descarte con el que la tríada canónica
habría pretendido anular este género a
partir de los románticos.
Junto a esos aspectos pragmáticos
conviene no olvidarse de aquello que
Manuel Alvar (1983) refirió como
"turbada historia de la palabra
ensayo", algo que importa no sólo
desde el punto de vista lexicográfico y
semántico, sino sobre todo por las
claves ontoepistemológicas y
empírico-sistémicas que introduce, las
cuales contribuirán a aclarar la propia
relación de parte a todo entre el
ensayo y el archigénero ensayístico.
Cuéntese aun con aquellas
modalidades discursivas que se sitúan
en el límite de lo ficcional y lo
ensayístico, bien por establecer un
sujeto de la enunciación figurado que
incorpora un mundo ficcional y cumple
18
incluso funciones de narrador, bien por
deslizar la mediación de un editor que
saca a luz pública determinados textos
por él localizados, o bien a través de
otros procedimientos que potencien en
algún orden la concreción de una
fábula o de una trama.
A este respecto, no querría obviar la
fecunda relación entre el ensayo y los
tres archigéneros canónicos. En
particular, interesa considerar los
vínculos con la ficción narrativa, tan
fecundos a lo largo del siglo XX,
singularmente en lo que hace a la
novela, desde la praxis general de
Thomas Mann, Miguel de Unamuno,
Otero Pedrayo o Aldous Huxley hasta
ejercicios concretos de narradores
como Carlos Fuentes en Terra Nostra
(1975) o José Saramago en Manual de
pintura e caligrafía (1977).
Igualmente, debe prestarse atención a
las diversas modulaciones de la razón
que asiste al ensayo (vid. infra), entre
otras, a la razón poética
. La senda es muy ancha
entre la Poesía
filosófica de Friedrich
Schiller y la obra
ensayística de varios
de los integrantes del
grupo Hora de España,
como María Zambrano
(De la aurora, Claros
del bosque...) o Rafael
Dieste (La vieja piel del
mundo, El alma y el
espejo...); o entre los
textos de Nietzsche y
los de Hemsterhuys,
clasificados estos por
Friedrich Schlegel
como poemas
intelectuales. Cumple
asimismo fijar la
mirada en la razón
dramática, que
comprende ejercicios
que van desde los
diálogos platónicos a la
sátira menipea y los
diálogos renacentistas
u otros posteriores,
como los de Diderot o
Wilde. Y, por supuesto,
en la razón
hermenéutica.
19
La tipología del
ensayo y el sistema
literario
Aceptada la premisa de que los géneros son y
funcionan como referentes institucionalizados (Cabo
Aseguinolaza, 1991), está claro que cualquier intento
de descripción genológica habrá de hacerse sobre
una delimitación histórico-sistémica predeterminada,
a partir de la cual se verá la posibilidad de calcular
vínculos y oposiciones entre las variantes genéricas.
Dicho lo cual, se entiende mejor la intrascendencia
del establecimiento de una partida de nacimiento
única o universal para el ensayo.
La consolidación de la Estética y de la Hermenéutica
en el siglo XVIII y la convergencia de estas disciplinas
con el proyecto de la Ilustración y con la legitimación
del espíritu crítico aseguraron la indispensabilidad del
género ensayo como opción discursiva. Ese
ambiente, incluso moral, activó la recuperación de la
figura de Montaigne, primero en Francia y
posteriormente en otros países. Pero no existen
caminos que sólo lo sean de ida: algunas
manifestaciones de las poéticas formalistas, desde su
preocupación por la sistematicidad autotélica y la
recurrencia expresiva,
han vuelto a poner en
tela de juicio la
adscripción literaria del
ensayo. Por cierto, no
deja de ser curioso el
hecho de que el
principio de
desautomatización, que
como se sabe es uno
de los ejes principales
de la teoría literaria de
los formalistas rusos y
en general de la
modernidad, haya
interesado
sobremanera a Adorno
y a otros tratadistas
justamente en sus
aproximaciones a la
delimitación del ensayo.
Una propuesta que hay
que someter a
discusión es la relativa
a la conveniencia de
diferenciar entre
variantes ensayísticas:
las poético-descriptivas
y las crítico-eruditas,
por ejemplo; o las
didáctico-doctrinales y
20
las estrictamente argumentativas (Gómez Martínez,
Aullón de Haro y Arenas Cruz abordan en
profundidad este asunto). Sería oportuno, de la
misma manera, ocuparse de los vínculos entre esas
clases textuales y la crítica literaria. Quizás en primer
término tendríamos que cuestionar los diversos
marbetes que desde la Teoría o la Historiografía
literarias se vienen empleando para designar el marco
archigenérico —prosa didáctica, géneros
ensayísticos, géneros didáctico-ensayísticos, géneros
argumentativos, géneros entimemáticos,
argumentación...— y para ordenarlo o someterlo a
clasificación interna (aquí habría que considerar,
además de los géneros históricos ya mencionados,
otros como el tratado, el artículo de opinión, el
manifiesto o la colección de aforismos), o bien para
identificar el ensayo en un sentido específico
ubicando las variantes que se han citado en el
espacio de lo que Gómez-Martínez (1992) designa
como formas de expresión afines.
Para poner en claro
esta clase de asuntos
se hacen precisos
criterios que en lo
fundamental son de
índole pragmática y
socioliteraria, con
particular atención a la
función social e
ideológica que se
atribuya a los grupos
textuales definidos
21
Razón,
persuasión
y
técnicas
argumentativas
Si bien no existe
unanimidad en la
consideración del
ensayo como
modalidad retórica
demostrativa o
persuasiva, lo cierto es
que la presencia de
algún modo de
argumentación es
consustancial al
archigénero y suele
comparecer en cada
una de las partes en
que se articula el
discurso, ya incluso en
el exordio.
Aristóteles clasificó las pruebas (písteis) en técnicas o
artificiales (éntechnoi) y no técnicas o inartificiales
(átechnoi), entendiendo que sólo las primeras, a su
vez diferenciadas en persuasivas y demostrativas,
eran de incumbencia para la Retórica. Las pruebas
por persuasión son los lógoi, los éthe y los páthe,
respectivamente caracterizados por provenir de la
propia materia, de las características intelectuales y
culturales del orador o del perfil emotivo del auditorio
(las dos últimas clases entran ya en el marco de la
psicagogía). Las pruebas demostrativas son comunes
a cualquier materia y comprenden dos tipos de
razonamiento, según domine un orden deductivo-
probabilístico (preferible siempre para el estagirita) o
inductivo. Tenemos así los entimemas (equivalentes
en la Retórica a lo que en la Dialéctica son los
silogismos) y los ejemplos. Por otra parte, conviene
considerar las premisas de los entimemas, que son
las mismas que pueden ser tomadas en cuenta en el
ámbito dialéctico. Son los lugares (tópoi) comunes o
generales y propios o específicos, que a su vez se
clasifican en la Retórica de Aristóteles en función de
las cinco categorías contempladas en su metafísica
(accidente, género, propiedad, identidad y definición),
pero que en la práctica latina se prefirió agrupar con
arreglo a su orientación a la cantidad, a la cualidad, al
orden, a la existencia, a la esencia o a la persona.
Simultáneamente, se procedió a identificar las
nociones y funcionalidades de topos o locus y
argumentum. Es interesante, cuando se aborda la
22
investigación sobre el
marco de lo
ensayístico, no
desplazar el análisis del
discurso argumentativo
y en particular la
localización de los
argumenta, que acaso
convenga clasificar
sobre la polaridad de
argumentos de persona
(con los loci referidos a
genus, sexus, aetas,
fortuna, animi natura,
ante acta et dicta...) y
de cosa (a causa, a
loco, a tempore, a
modo, a facultate...), tal
y como es atendida en
la Instituto Oratoria de
Quintiliano.
La argumentación en
cuanto acto de habla es
otro aspecto
importante, en este
caso estudiado por
Vicenzo Lo Cascio
(1991), quien entiende
que para que exista
propiamente
argumentación deben existir al menos dos frases que
expresen respectivamente una tesis explícita o
implícita y un argumento en su favor. En función de
ello toda argumentación incluiría dos actos
lingüísticos asociados, o, en otros términos, sería "un
macroacto de habla dirigido a convencer", expresión
en la que Lo Cascio (1991 trad. 1998: 51) señala una
definición del concepto que nos ocupa. Su
Grammatica dell'argomentare concede además gran
relevancia a los aspectos de contextualización del
acto argumentativo y al proceso en el que este se
desarrolla. Importa considerar, asimismo, su
propuesta tipológica, por la que se diferencian las
diversas clases de argumentación analizadas: la
formal, la no formal, la oculta, la cooperativa, la que
contiene argumentos imprevistos, la encadenada y la
libre.
Otro problema es el de la distribución de la
superestructura argumentativa en el conjunto del
texto ensayístico, considerado a estos efectos como
un discurso retórico entre otros. Conviene atender la
presencia y pertinencia de las técnicas
argumentativas que se han destacado y el peso
específico de las distintas bases argumentativas en
las partes retóricas: exordio, narración,
argumentación y epílogo. En paralelo a ello se sitúa el
análisis microestructural o secuencial de la
argumentación, o lo que es lo mismo, el que
corresponde a las secuencias argumentativas del
texto, que extenderíamos incluso a las secuencias
23
explicativas. Una buena
guía para atender estos
aspectos es la
constituida por el
manual Les Textes,
types et prototypes
(1992) de Jean-Michel
Adam.
Según sugeríamos al
comienzo, un estudio
sobre las modalidades
ensayísticas tampoco
debe ignorar la
constelación de
conceptos que tiene por
eje una crítica de la
razón. Junto a la de
razón, son nociones
controvertidas las de
doctrina, dialogismo,
verdad, ideología,
interpretación o falacia.
De esa nómina abierta,
en el marco de la
propedéutica que aquí
constituimos, propongo
que el estudioso se
detenga en especial en
los conceptos de razón,
falacia e ideología. De
nuevo recurriríamos al expediente de la distinción de
modalidades, aquí encaminada a la posibilidad de
alzar una fenomenología de las formas de pensar
propiciadas por el ensayo. Podría verse, por ejemplo,
la conveniencia de no homogeneizar ni uniformizar la
razón, actitud que de suyo es uno de los atentados
fundamentales que aquella ha sufrido a lo largo de la
historia. Hablaríamos así de una razón analítica, de
una razón dialéctica, de una razón histórica, de una
razón práctica, de una razón dramática, de una razón
hermenéutica y aun de una razón poética como
sustratos de diferentes opciones discursivas
conocidas por el ensayo. Perfilaríamos, en fin, los
fallos, manipulaciones y tergiversaciones que en el
discurso argumentativo se introducen de modo
voluntario o involuntario, dando lugar a las falacias de
pertinencia (ad hominem, ad populum, ad
verecundiam, etc.), de insuficiencia, de ambigüedad,
de sometimiento a hipótesis, de predicción vaga y
otras, que cabe ordenar de acuerdo con los
presupuestos de las reglas presentadas por Van
Eemeren y Grootendorst (1987), bien
esquematizadas por Lo Cascio (1991).
24
Ensayo e ideología
Desde una confianza declarada en el materialismo dialéctico, Bajtín y Medvedev
escriben en 1928 que la peculiaridad de productos de la creatividad ideológica como
las obras literarias descansa en el estrecho vínculo entre el material lingüístico de
apoyo y una significación ideológica (distinta de lo que en la cultura burguesa
pudieron representar nociones como sentido, conciencia o incluso conciencia
transcendental). Buena parte de su esfuerzo metodológico se orientó precisamente
a localizar las bases que demostrasen que lo idealmente significativo de cada
producto ideológico tiene una plasmación objetiva en la palabra o en cualquier otro
soporte material empleado por la diversidad de manifestaciones artísticas; pero
también a constatar que "la significación no existe sino en la relación social de la
comprensión, esto es, en la unión y en la coordinación recíproca de la colectividad
ante un signo determinado" (1928 trad. 1994: 48).
En función de todo ello no parece que
la noción de ideología,
extraordinariamente controvertida en
su aplicación al campo de los Estudios
literarios, sea preterible en el análisis
de las modalidades ensayísticas. Y
esto aun contando con su polivalencia
conceptual, contemplada entre otros
por Terry Eagleton (1991), cuando
señaló seis definiciones amplias, de
algunas de las cuales —sobre todo de
la cuarta y de la quinta— se localizan
ya esbozos en la Deutsche Ideologie
de Marx y Engels, un texto escrito en
1846. La ideología podría entenderse,
y de hecho se entiende en la praxis
social, como alguna de estas
alternativas: 1) el proceso material
genérico de producción de ideas,
creencias o valores en el marco de la
vida social; 2) esas ideas, creencias y
valores como simbolización de las
condiciones y experiencias de una
determinada clase o grupo social; 3) la
promoción y legitimación de los
intereses de grupos sociales; 4) esa
misma promoción/legitimación en
cuanto discurso elaborado por un
poder; 5) el conjunto
ideas/creencias/valores como soporte
interesado y falseador de una
legitimación puesta al servicio de una
clase o grupo dominante ("falsa
conciencia"); y 6) esta misma
estrategia cuando se presenta como
constituyente estructural de una
sociedad en cuanto totalidad. A estas
seis descripciones —ninguna de las
cuales sería inapropiada para una
elucidación de la carga ideológica de
las variantes ensayísticas— todavía
podríamos sumar la proveniente de
pensadores que entienden la
ideología, al menos parcialmente (y
reconozco el esquematismo de las
reducciones que siguen), desde una
teoría de la comunicación o desde un
planteamiento sociológico, bien para
ejercer una crítica de la misma (por
ejemplo, por las dificultades que lo
ideológico introduce en la acción
comunicativa: Habermas), bien para
primar desde una sociología del
conocimiento una dimensión histórico-
social asociada a a una determinada
Weltanschauung (Mannheim) o bien
para resaltar la pertenencia de la
ideología al orden de una
inconsciencia compartida (Althusser,
Macherey).
26
Defiendo que, por su aplicabilidad y
flexibilidad, la comprensión de la
ideología desde presupuestos
sociológicos ampliados en un sentido
empírico-sistémico es la que más
interesa a los Estudios literarios.
Desde este punto de vista, la
presentación que Carlos Reis ha
dispuesto en su libro Para una
semiótica de la ideología (1987: 11-24)
me parece no sólo correcta sino
además asumible. Es razonable
compartir con Ferruccio Rossi-Landi
(1972) y el propio Carlos Reis que la
ideología actúa diseminada en muy
diversas áreas de la actividad y la
conducta humanas. Por esto mismo
parece legítimo procurar una no
vinculación estricta de la misma a
determinada praxis artísticas, a
sistemas políticos definidos o a
orientaciones económicas bien
delimitadas.
Los aspectos elocutivos del ensayo
son acaso el mejor campo de
comprobación de la variabilidad de
hibridación entre un lenguaje
denotativo y conceptualizador y un
lenguaje connotativo marcado por
ciertas especificidades en la dicción.
Ese es el criterio de Aullón de Haro
(1992), quien tiene en cuenta además
el carácter imperfectivo del discurso
ensayístico, equidistante entre dos
formas descriptivas, las
correspondientes a la ciencia y a la
literatura. Podría observarse en este
punto el rendimiento discursivo de las
distintas virtudes retóricas (puritas,
perspicuitas y ornatus), con especial
atención a la compositio y al ritmo de
la prosa. No creo que interesase
desatender tampoco el problema del
estilo y su habitual sujeción al designio
de comunicabilidad que determina al
archigénero ensayístico. Todo ello con
atención a la propia fenomenología de
ese espacio; consideradas, por tanto,
variables como la del peso mayor o
menor de la persuasión, la divulgación
o la investigación de alguna forma de
verdad. Finalmente, podría someterse
a discusión y contraste la que es una
de las hipótesis centrales de la teoría
del ensayo en Theodor W. Adorno.
Aquella que defiende que siendo el
ensayo esencialmente lenguaje, su
cometido se dirige a localizar otra
relación del lenguaje con los
conceptos.
27
Análisis de Lecturas
La intención del lector, cuando realiza la lectura, influye en su captación. Así, en la
misma actividad (leer) realizamos tareas diferentes: si leemos para encontrar una
información específica, si leemos para captar la idea general, si leemos en
profundidad para conocer un texto específico o si leemos para establecer un juicio
crítico.
Las sugerencias que se dan a continuación implican varios de los tipos de
estrategias que se deben realizar para que la lectura sea eficiente.
Prelectura: Antes de comenzar a leer
Observación del texto: inferir información del autor, la longitud, el año en el
que fue escrito, el índice o tabla de contenidos, comentarios editoriales, etc.
(es lo que se hace cuando se va a comprar o decide leer un libro)
Observación de las partes del texto (partes, capítulos, títulos, subtítulos) y si
el texto es corto, título, autor y párrafos.
Inferir la idea central a partir del título y de la lectura del primer y último
párrafo (skimming)
Verificar esta idea a través de la localización de palabras claves que la
confirmen (scanning).
Establecer la idea central del texto:
Si la lectura es superficial, bastaría con preguntar de qué se trata el texto. Sin
embargo, a veces esto no es tan fácil de determinar. Para ello profundizamos
haciendo un análisis del texto. Esto es lo que se hace cuando se lee para
aprender: procesar información con una intención.
28
Lectura por párrafos
Proceder a la lectura por párrafos. Si no se entiende en primera instancia,
relacionar lo que se capta con la idea central preconcebida producto de la
prelectura y con nuestros conocimientos previos.
Leer para aprender
Cuando leemos con la intención de aprender, realizamos estrategias para
procesar la información y pasarla a nuestra memoria a largo plazo. Es la que,
al acumularse organizadamente en nuestra mente, nos permite formar
nuestras estructuras cognitivas o esquemas mentales para seguir
conociendo, es permanente y susceptible de recuerdo. Cuando aprendemos,
procesamos información proveniente de la lectura. Así, procesar es convertir
la información en aprendizaje: Proceso de percibir, relacionar, organizar,
retener y evocar la información.
Ayudarse, organizando las ideas: Construir un gráfico que organice ideas
principales y secundarias con sus conectores, establecer el tipo de
funciones de las conexiones, si hay coherencia interna, el tipo de texto
atendiendo su estructura, y por tanto, hacer inferencias y suposiciones de lo
que se va a el tipo de información que se va a encontrar, etc. Para ello nos
apoyamos en una serie de estrategias que guardamos en nuestra memoria y
se basan en procesos cognoscitivos. Estas estrategias a veces pueden ser
producto de la experiencia o las aprendemos intencionalmente, pero cuando
las hacemos conscientemente, las podemos repetir y mejorar al refelxionar
sobre ellas.
Existen diferentes tipos de estrategias que nos ayudan a procesar la lectura.
Cada una de ellas contribuye, en forma diferente, a pasar la nueva información a
la memoria a largo plazo. La ventaja es que no se olvida.
29
Algunas sugerencias que ayudan a leer para aprender
Es necesario analizar el conjunto de ideas principales y su relación con la idea
central, las partes que lo conforman, cómo y para qué se entrelazan, etc.
Tipos de Análisis: Modelo analosintético (Meza de V.,I, 1998)
Análisis de partes
Las partes son los párrafos, los capítulos, los títulos y subtítulos, los gráficos, la
diagramación, etc. Este criterio nos da información sobre el contenido y prepara la
mente para recibir la información... De allí se puede planificar, inferir información,
formar ideas sobre la lectura, etc.
Análisis de estructura
Estructura: Conjunto de conexiones organizadas, elementos relacionados en un
todo.
En un texto, hay elementos: introducción, desarrollo y conclusión y están
organizados y relacionados. Es una estructura concebido como un todo, una unidad
cuyos componentes o elementos están dispuestos de una manera determinada,
donde el todo es mayor que la suma de sus partes.
Introducción: propósito del autor, los antecedentes o circunstancia de lo
escrito, la tesis o idea central y su alcance.
Desarrollo: Elemento fundamental del escrito en el cual se argumenta y se
explica la idea concreta expresada en la introducción. El autor amplía su tesis
introductoria, utilizando párrafos que guarden estrecha relación con esa idea
concreta o tesis, lo cual permite al mensaje llegar al lector con precisión y
claridad.
Conclusión. Se cierra con un refuerzo de los aspectos más importantes de su
tesis o idea concreta. El autor puede expresar recomendaciones específicas
que considere de utilidad para el lector como reflexión.
30
Análisis de funciones
Función: Se descompone el texto observando para qué sirve cada párrafo dentro
del texto. En los escritos los párrafos deben cumplir una finalidad concreta, ser
útiles.
La finalidad más importante es presentar o desarrollar una idea nueva o de avance
que aporte contenido o información relevante. Da cuerpo al texto y por ello sabemos
si son más o menos densos.
Pueden tener otras funciones:
Referirse o ampliar una idea anteriormente expresada
Definir un concepto
Representar un ejemplo, anécdota o caso ilustrativo
Resumir el párrafo o párrafos anteriores.
Servir de nexo o transición entre párrafos
Servir de introducción
Comentar una referencia bibliográfica
Concluir
Para hacer un análisis
de funciones, se
identifica la función de
cada párrafo, se
subraya la idea que
contiene la función del
párrafo y se explica y
parafrasea esa idea.
31
Análisis de relaciones
Análisis de relaciones entre la función del párrafo y la idea principal.
La función del párrafo y la idea principal (que resume mayor información) coincide o
es semejante. Así, cuando hacemos un análisis de relaciones buscamos esa
coincidencia, obteniendo el conjunto de ideas principales para establecer cómo se
relacionan.
El resultado de hacer un análisis de relaciones es determinar la coherencia de un
texto.
La coherencia textual es cuando existe una relación lógica e hilada entre los
párrafos: una idea lleva a la siguiente.
La cohesión y coherencia
Es la fuerza que tienen los párrafos, dados por sus relaciones entre las ideas
principales y secundarias. La coherencia es la ilación, coordinación, unión, fuerza
cohesiva entre ideas principales y secundarias y entre los párrafos entre sí en un
texto. Esa relación es obligada para que exista coherencia.
La cohesión y coherencia, se evidencia mediante el uso de palabras o conectores
que conectan las ideas u oraciones. Existen conectores semánticos o palabras que
conectan:
De avance, cuando el autor agrega nuevos aportes a su idea principal
De retroceso, contrapone otra idea a la principal.
De pausa, se detiene en su discurso, para repetir con otras palabras lo dicho,
ejemplificar y dar apoyo a lo expresado.
Otras palabras que se usan para dar coherencia textual a un párrafo son las
palabras anáforas o referencias representadas por los pronombres posesivos,
demostrativos, relativos y algunos adverbios. Estos son relacionantes cohesivos y
32
por ende generadores de coherencia textual. Relación anafórica: capacidad de
remitir a lo que se acaba de expresar... También, tienen función cohesiva algunas
palabras a través de la sinonimia.
La coherencia textual es, entonces la conexión, el hilo conductor que hay entre las
ideas principales y secundarias de un párrafo y, en general entre las ideas de un
párrafo y otro.
Manual para el Lector. Reglas para Realizar una Lectura
Primera Etapa – La Estructura del Libro
Muchas veces uno cree que para saber más o menos de qué trata un libro basta
con mirar su título. Sin embargo, aunque el título es importante, muchas veces no
basta para clasificar correctamente un libro, pues esta clasificación exige, además,
tener en mente ciertas categorías y saber a qué categoría corresponde cada tipo de
libro.
Empecemos por dos categorías, las más comunes:
Los libros teóricos son los que intentan averiguar en qué consiste algo, o
intentan demostrar la veracidad de una postura.
Los libros prácticos son los que nos enseñan qué hacer si queremos alcanzar
alguna meta (manuales técnicos)
Esta es una distinción básica, pero útil. A partir de ella, puede seguir subdividiendo
las categorías de los libros.
Los libros teóricos, pueden dividirse a su vez en históricos, científicos y filosóficos.
Ser precisos en esta clasificación es importante porque un libro histórico no debe
leerse con el mismo método, ni con la misma actitud, que un libro práctico, ni se
deben esperar los mismos resultados de su lectura.
33
Reglas para Realizar
Lectura analítica.
Primera regla para realizar una lectura analítica
Hay que saber qué clase de libro se está leyendo lo más pronto posible en el
proceso de lectura, preferiblemente antes de empezar a leer
Para cumplir cabalmente con esta regla conviene ejercitar la lectura de inspección
(el segundo nivel de lectura). No se detenga demasiado en ella; lea el prólogo del
libro y el índice, hojeé el libro, lea los títulos y subtítulos y deténgase
ocasionalmente a leer uno o dos párrafos.
34
Cuando ya sepa qué clase de libro va a leer, debe tratar de averiguar cuál es su
tema o punto principal. Esto es importante porque ese tema o punto central es lo
que da unidad al libro. A veces el autor nos ayuda con el título y algunas palabras
preliminares.
Para saber si ya tiene una idea del tema principal del libro, puede intentar
expresarlo con sus palabras, de una forma breve y clara.
Segunda regla para realizar una lectura analítica
Debe ser capaz de constatar la unidad del libro en conjunto, en una sola frase, o en
unas cuantas palabras (un párrafo breve)
Para saber si ya tiene una idea del tema principal del libro, debe intentar expresarlo
con sus palabras, de una forma breve y clara.
Si ha sabido descubrir la unidad del libro, podrá entender por qué tiene tales partes
y por qué éstas están organizadas de tal manera.
Poder exponer esta relación mutua de las partes es importante, tener una idea clara
del libro. Este ejercicio le permitirá describir las partes principales y la subdivisión de
cada parte principal.
Tercera regla para realizar una lectura analítica
Hay que identificar las partes más importantes del libro y mostrar que están
organizadas y que forman un todo, identificando el orden de unas respecto a otras y
respecto a la unidad del conjunto
Hay libros que no están bien estructurados, así que por más que busque su unidad
y coherencia, no las encontrará. Hay una relación recíproca entre la unidad, la
claridad y la coherencia, condiciones tanto de la buena escritura como de la buena
lectura.
35
Las reglas 1, 2 y 3 tienen una utilidad extra, ya que al tratar de organizar el libro, se
dará cuenta si está bien escrito o no. Los mejores libros son aquellos cuya
estructura es más fácil de determinar.
Cuando ya conozca plenamente la unidad del libro. Debe preguntarse ¿Por qué
tiene la unidad que tiene? (Por qué ésta escrito como esta escrito) y ¿Qué fin
persigue?
Cuarta regla para realizar una lectura analítica
El lector debe averiguar en qué consisten los problemas que se plantea el autor.
Para esto, le sugerimos que al leer tenga en mente ciertas preguntas que el autor
debe ir contestando durante su discurso.
Si estás leyendo un libro teórico, pregúntese ¿Si existe aquello de lo que se está
hablando? ¿Qué clase de problemas presenta? ¿Qué los ha producido? ¿Qué
objetivo se persigue al tocar este tema? ¿Cuáles son las consecuencias de lo que
expone el escritor? ¿Cuáles son las características de esa exposición?, etc.
Si estás leyendo un libro práctico, pregúntese ¿Qué fines se están persiguiendo?
¿Qué medios habría que elegir para alcanzar esas metas? ¿Bajo qué condiciones
resultaría mejor hacer esto o lo otro, etc.?
Para cumplir con esta cuarta regla conviene que haya seguido la primera que
sugiere que tenga claro qué clase de texto va a leer.
Segunda Etapa – La Interpretación del Libro
Cuando ya se tiene una idea lo suficientemente clara de la estructura del libro, debe
empezar a interpretarlo.
Interpretar un libro es descubrir lo que su autor quiere comunicar y entender cómo
lo hace.
36
Toda interpretación exige ciertos conocimientos de gramática y de lógica, por lo que
esta etapa resulta complicada. Por eso es imprescindible tener bien claras sus
reglas.
Lo primero en el proceso de interpretación es llegar a un acuerdo con el autor del
libro respecto al significado de las palabras.
Para que haya verdadera comunicación, es necesario que, escritor y usted,
empleen la misma palabra con idéntico significado. Ello exige una cierta destreza
por parte de ambos. Debe tenerse en cuenta, sin embargo, que el escritor ya dijo lo
que quiere, por lo que es conveniente seguir la siguiente regla.
Quinta regla para realizar una lectura analítica
Debe encontrar las palabras importantes, y en ellas ha de llegar a un acuerdo con el
escritor respecto a su significado, es decir, ha de establecer ciertos términos
comunes con el autor.
Seguir esta regla no siempre es fácil, porque una palabra puede ser vehículo de
múltiples significados y un mismo significado puede expresarse mediante muchas
palabras distintas.
Por eso debe tratar de entender, primero, el lenguaje mismo (es decir, la gramática
usada por el autor, su modo de manejar las palabras) y después acceder al
pensamiento oculto tras ese lenguaje (a la lógica del autor, a su modo de pensar).
Es así como se encontrará con la mente del autor, a través del lenguaje.
La quinta regla, sugiere que debe centrar su atención en ciertas palabras, en las
que son importantes, ya que no todas las que utiliza un escritor lo son. Muchas
veces, al lector le llaman más la atención aquellas palabras que le crean problemas
(las que desconoce su significado) porque no son de uso frecuente para él.
Pero no por eso ésas palabras son las más importantes para el autor. Así que debe
aprender a no centrarse tanto en ellas y a tratar de descubrir aquellos términos a los
que el autor brinda una especial consideración.
37
Una manera de localizar esas palabras claves es teniendo en cuenta que cada
rama del conocimiento tiene su propio vocabulario técnico, es decir, que cada
ciencia o disciplina tiene palabras propias de sus investigaciones, o les otorga un
significado distinto o más profundo a palabras de uso corriente. Estos usos
“particulares” de las palabras se pueden descubrir de dos modos:
Positivamente, cuando se sabe algo sobre el tema y nos basta con ver la palabra
para entender qué sentido se le está otorgando;
Negativamente, cuando no sabe sobre el tema pero se da cuenta de que esa
palabra no es de uso corriente o que el significado que se le está dando no le
resulta familiar.
Identificar estas palabras es especialmente importante cuando se lee un libro con
textos filosóficos, pues los filósofos suelen acuñar palabras nuevas o convertir una
palabra de uso corriente en vocabulario técnico.
El lector debe distinguir entre las palabras que no comprende lo suficiente de las
que sí comprende, y luego, para encontrar el significado de las que no comprende,
debe de usar el significado de todas las demás palabras que sí conoce, es decir el
contexto.
Las palabras conocidas rodean a las extrañas (al vocabulario técnico) y constituyen
ese contexto que sugiere cuál es el significado de la palabra desconocida.
Puede haber más complicaciones en la comprensión de las palabras. En algunos
libros, una misma palabra se utiliza con diversos significados, o en muchas
ocasiones, el autor usa palabras distintas para un mismo significado.
Además, hay un uso metafórico de las palabras, un uso emotivo, un uso real, etc.,
que el lector debe identificar. Por eso es conveniente hacer una lista con las
palabras importantes y otra con los significados importantes, y si hay varios
significados para una misma palabra, puede resultar útil buscar uno que represente
a todos los demás o a varios de ellos.
38
Después de garantizar la plena comunicación a nivel de las palabras, debemos
enfocarnos a la comprensión de las proposiciones.
Sexta regla para realizar una lectura analítica
Es necesario que comprenda las proposiciones (propuestas)
Una proposición es una declaración de conocimiento o de opinión, o la respuesta a
alguna pregunta, que expresa el escritor mediante oraciones. Es decir, mediante las
oraciones el escritor expone lo que sabe, lo que opina, o responde a los
cuestionamientos.
Pero no todas las oraciones son igual de importantes. Para el lector, las que más
llaman la atención son las que se entienden con dificultad, las que han de leerse
más despacio y con mayor atención. Ese sentimiento de dificultad en la
comprensión de una oración o de un párrafo no es negativa, al contrario, es
superando esa dificultad como realmente se aprende y se aprovecha la lectura.
Dicha dificultad puede llamarse perplejidad (confusión) y para la lectura es esencial
sentir perplejidad y saberlo.
Las oraciones clave son las oraciones que dejan perplejo (confuso). Por esa razón
debe poner especial interés en ellas e investigar hasta que le queden claros los
conceptos y lo que quiere decir el autor.
Para el escritor, las oraciones importantes son aquellas sobre las cuales se apoya
su argumentación, es decir, aquellas que en las cuáles se dan razones para afirmar
o negar algo. Éstas oraciones son el núcleo de su comunicación, por eso, a veces el
mismo autor ayuda a identificarlas, subrayándolas, colocándolas en algún lugar
especial, escribiéndolas con un estilo llamativo o utilizando algún recurso tipográfico
(como ponerlas en cursivas o en negritas, etc.) çPistas para hallar oraciones clave:
a) Contienen palabras claves
b) Suelen pertenecer al argumento principal del libro
39
No basta saber cuáles son las oraciones importantes; hay que saber qué significan.
El mejor modo para saber si se ha comprendido una oración o no consiste, de
nuevo, en intentar expresarla con las propias palabras, construyendo una frase que
sea fiel a lo que el autor piensa y está tratando de comunicarnos.
Otro modo para saber si se ha comprendido una oración es tratar de señalar una
experiencia que se relacione con ella, o poner un ejemplo concreto.
Cuando las proposiciones se ordenan de modo que algunas ofrezcan razones para
apoyar a otras, forman un argumento. En un texto, sólo algunos párrafos expresan
argumentos, los que no lo hacen han de leerse deprisa y sin demasiada atención.
A veces se localizan primero las premisas del argumento, es decir, las razones que
ofrece el autor para afirmar o negar algo. Si es así, lo que hay que buscar es la
conclusión (la afirmación o negación apoyada por las premisas). Si, en cambio, se
localiza primero la conclusión, hay que buscar las premisas.
Es necesario también distinguir entre argumentos inductivos (aquellos que parten
de un hecho concreto y de él infieren una conclusión general, es decir, que usan la
experiencia de un caso particular para entender cualquier caso de ese tipo) y
argumentos deductivos (los que parten de un principio general y lo aplican a un
hecho concreto).
Debe aprender a descubrir qué cosas da el autor por supuestas, es decir, aquellas
cosas que el autor simplemente afirma sin ofrecer razones para ello, sin
demostrarlas. Algunas cosas se dan por supuestas, otras se demuestran, y otras
más son evidentes (son tan claras para todos que no necesitan demostración). El
punto de partida de un argumento suele ser un supuesto en el que coinciden el
autor y el lector.
40
Séptima regla para realizar una lectura analítica
Hay que encontrar, en lo posible, los párrafos del libro
que enuncien los argumentos importantes
Si éstos no están en un párrafo concreto, el lector ha
de reconstruirlos, tomando partes de varios párrafos
hasta reunir la secuencia de oraciones que constituye
el argumento.
Conociendo los argumentos, podemos juzgar qué
problemas ha resuelto el autor y cuáles no, y respecto
a éstos últimos, determinar si el autor reconoce o no
que no los ha resuelto. Este paso es crucial para
saber si se ha comprendido el libro.
El lector que ha comprendido sabe si el autor resolvió
los problemas que se había planteado.
Las reglas de etiqueta intelectual son aquellas que
indican al lector cómo reaccionar ante lo que le dice al
autor. El escritor está intentando convencer o
persuadir de algo al lector, y ante esta persuasión el
lector ha de comportarse con amabilidad y altura
intelectual y ha de saber responder eficazmente.
A veces se confunde “crítica” con “disensión”, es
decir, se piensa que enjuiciar un libro es ponerse
automáticamente en su contra. Ello es un error, que
impide el aprendizaje y la verdadera comunicación.
Se puede estar en desacuerdo, pero si existen
razones para ello, no por mero afán de discutir.
Octava regla para realizar
una lectura analítica
El lector debe averiguar en
qué consisten las
soluciones del autor
Tercera Etapa – La Critica
Leer un libro es una
especie de conversación
con su autor; esto implica
que ambas partes
participan, que el lector no
es un receptor pasivo de lo
que el escritor dice.
Por eso no se limite a
comprender la obra, sino
que ha de enjuiciarla
críticamente, esto es,
señalar los aciertos y los
errores que haya
encontrado. Pero este
juicio ha de hacerse según
ciertas reglas de etiqueta
intelectual y según algunas
otras reglas que ayuden a
definir los puntos de crítica.
Empecemos con las
primeras.
Primera regla de la etiqueta intelectual
El lector debe ser capaz de decir, con relativa certeza,
“lo comprendo”, antes de añadir, “estoy de acuerdo” o
“no estoy de acuerdo” o “suspendo el juicio”
Los tres comentarios de los que habla esta regla son
las tres posibles posturas críticas. El suspender el
juicio es una postura válida cuando por alguna razón
(no se ha leído el libro completo y ello resulta
necesario para comprenderlo, o no se conoce el resto
de las obras del autor y son éstas las que dan luz
para entender la obra leída, etc.) no sería justo hacer
una crítica en un momento dado. Es entonces cuando
lo honesto es suspender el juicio.
Décima regla para realizar una lectura analítica
La siguiente regla de etiqueta intelectual se refiere a
la actitud del lector.
Cuando el lector disiente, debe hacerlo de forma
razonable, no para polemizar o disputar
El lector debe tener la misma disposición tanto para
asentir como para disentir, tanto para señalar aciertos
como para determinar cuáles son los errores. El lector
no se debe sentir castigado si tiene que admitir que
está de acuerdo con el autor, porque lo importante
son los hechos, la verdad, y no el proteger nuestra
vanidad intelectual aparentando que nada basta para
convencernos.
Segunda regla de
etiqueta intelectual
Cuando se tienen
desacuerdos con lo
expresado en el libro,
es posible resolverlos.
Muchas veces se
reducen a un
malentendido o a
ignorancia, y ambas
causas se pueden
eliminar apelando a los
hechos y a la razón.
Hay que distinguir entre
la expresión de un
conocimiento y la de
una mera opinión. Sólo
si se trata de la
exposición de un
pretendido
conocimiento y se
descarta que el
desacuerdo sea por
malentendidos o
ignorancia, la
desavenencia con el
autor puede ser
sostenida y justificada,
ofreciendo razones
para ella, y definiendo
42
los temas en los que se dan estas discrepancias.
Onceava regla para realizar una lectura analítica
Tercera regla de etiqueta intelectual.
El lector debe respetar la diferencia entre
conocimiento y simple opinión personal, aportando
razones para cualquier juicio crítico
Si el lector, después de haber comprendido
cabalmente el libro, está en desacuerdo con él, ha de
expresar este desacuerdo según tres condiciones.
Primero, ha de reconocer si está poniendo alguna de
sus emociones en disputa, es decir, ha de admitir si el
contenido del libro afecta su vida y la manera en que
lo hace, pues esta influencia puede ser parte de su
desavenencia con él.
Segundo, ha de hacer explícito lo que da por
supuesto, lo que implica conocer nuestros propios
prejuicios.
Tercero, ha de intentar ser imparcial, intentando al
menos adoptar el punto de vista del otro. Una crítica
justa tiene en cuenta estas recomendaciones.
A un escritor se le puede criticar por las siguientes
razones:
Está desinformado o mal informado
Sus razonamientos son ilógicos e
inconsistentes
Presenta un análisis es incompleto.
El autor está
desinformado cuando
no tiene un
conocimiento relevante
sobre el tema, no está
enterado de algo
importante o no conoce
alguna fuente de
información
fundamental, de modo
que si la conociera
cambiarían sus
conclusiones.
El escritor está mal
informado cuando
afirma algo que no es
cierto. Una suposición
errónea lleva a
conclusiones falsas y a
soluciones
insostenibles.
Decir que sus
razonamientos son
ilógicos significa que ha
cometido una falacia
(un error lógico) en
alguno de sus
argumentos: la
conclusión no se apoya
realmente en las
43
premisas, o entre las pruebas que el autor aporta se
sostienen dos cosas incompatibles entre sí (el autor
se está contradiciendo en algún punto).
Se puede decir que un análisis es incompleto cuando
el autor no ha resuelto todos los problemas que había
planteado al inicio, o no ha hecho el mejor uso posible
de los datos a su disposición, o no ha sabido sacar
todas las consecuencias de sus afirmaciones, o no ha
sabido distinguir detalles importantes, etc.
Es así como se puede establecer un desacuerdo
inteligente con el autor. También el acuerdo, cuando
se da el caso, ha de ser inteligente y razonado.
La riqueza de la lectura aún puede
aumentarse utilizando ayudas como libros de
consulta, comentarios, resúmenes,
diccionarios, etc., o pasando al siguiente
nivel, el de lectura paralela y confrontando lo
dicho por otros autores (realizar análisis
comparativos entre lo que dice un autor y lo
que dice otro)
44
Co
mp
ren
sió
n
El ensayo como vía crítica comprensiva de la
lectura
El ensayo es un texto expositivo originalmente ideado hacia el siglo XVI, por el
conde de Montaigne con la finalidad de ser leído en primera instancia por él mismo,
es decir, que el género ensayístico manifiesta una intención personal.
Luego, con tal de trascender tal individualización, el ensayo dado su carácter crítico
afín a la libre expresión tuvo que abandonar su ostracismo, toda vez que dicho
género se comprometió finalmente con sus lectores, pues con el transcurrir del
tiempo tanto su estilo, tono, así como su temática ha traslucido diversos intereses
de índole: literaria, histórica, científica, etc. Por tanto, el ensayo constituye una vía
comprensiva maleable que se adapta a sus lectores.
Debido a su precisión conceptual y
agilidad expositiva propia del género
ensayístico Alfonso Reyes lo definió
como: “El centauro de la literatura”, es
decir, que al igual que la épica
evocación mitológica del guerrero
mitad hombre y caballo posee la
habilidad de acertar con precisión en
el blanco tal como el arquero y posee
la cadencia ágil de ritmo de gran
elegancia propia del corcel.
Asimismo, tomando en cuenta todas
estas características, en términos
generales lo que se espera del ensayo
es que sea concreto en tanto deje
entrever cual es su tópico a abordar
también se espera que sea claro a
partir de una adecuada sintaxis en
donde se hilvanen y compaginen muy
bien el andamiaje de las palabras a
partir de la exposición de conceptos e
ideas adecuadas tratando de evitar la
ambigüedad que da lugar a
confusiones. Ello no implica que se
deje de lado la subjetividad, pues
finalmente el ensayo constituye una
vía crítica comprensiva que contribuye
a desarrollar nuestra habilitad lectora
así como nuestra destreza para
escribir con debida propiedad.
47
Génesis hermenéutica del ensayo
Es importante hacer notar que a partir
de un ensayo se esgrime una
interpretación sobre un estado de
cosas susceptibles a ser valoradas
bajo distintos parámetros. Ello implica
un diálogo que va más allá del lector y
el escritor. Puesto que la comprensión
de un ensayo exhibe una génesis
histórica.
Considero que tal género estilístico,1
quizás hubiese tardado más tiempo en
ser incorporado al Parnaso de las
letras, o bien, hubiera tomado otros
derroteros distintos a los criterios que
se le atribuyen actualmente a no ser
por la esposa del conde de Montaigne,
Diana de Foix condesa de Gurson,
quien a la muerte del quien fuera su
insigne marido se dio a la tarea de
difundir la obra ensayística del hasta
entonces desconocido escritor, quien
sin pretenderlo gracias a su mujer
legaría a la humanidad una serie de
escritos hasta entonces inéditos a
cuyo sustrato y fuerza de expresión
inspiraría a diversas personalidades a
la altura, por ejemplo, de un
Shakespeare, quien en su célebre y
fantástica comedia teatral: “La
Tempestad” recurre al acrónimo de
Caliban forma alterada de “caníbal”,
para describir la naturaleza salvaje de
uno de los personajes de su trama en
clara alusión a la lectura que hiciera en
torno al ensayo de Montaigne sobre el
canibalismo. He aquí una imagen
alusiva a tal personaje, donde se
plasma el complejo racial de
superioridad del europeo.
Litografía de finales del siglo XVII
Tal como se aprecia en el grabado de
arriba se representa a Calibán como
un ser deforme e infrahumano, por
tanto, carente de derechos, pues
debía quedar bajo custodia de sus
amos. Situación que exhibe una
connotación colonialista de América.
48
Pues bien, a partir de su obra
Shakespeare expone el prejuicio
colonialista que los europeos le daban
a los nativos americanos tildándolos
de seres antropófagos y, por ende,
sujetos a ser dominados por ellos. Tal
acto para Shakespeare viene a
denotar una consecuencia real y lógica
de un proceso de conquista mientras
que para un espíritu progresista y
libertario como lo fue el conde de
Montaigne tal parecer no dejaba de
ser un acto de barbarie, por más
civilizados que se ostentaran de ser
los europeos. Su vorágine en cuanto a
su sed insaciable de descubrimiento y
búsqueda por expandir sus riquezas
no los hacía mejores que los
supuestos caníbales a los que querían
someter. En fin el afán moderno de
prosperidad a toda costa sí es un acto
de barbarie superior.
Así lo manifiesta el célebre francés
Montaigne trasluciendo su parecer
utópico que guarda cierta cercanía con
las tesis de Tomás Moro, quien
plantea la necesidad de idear una
forma de organización política más
justa que posea un fuerte trasfondo
republicano. Cuestión, por la que tal
ideal, sería ironizado por
Shakespeare. Puesto que su
concreción no le parecía factible a
corto plazo además de que el
conspicuo dramaturgo al igual que
Hobbes consideraba que: “Lupus est
homo homini”, o sea “El hombre es
el lobo para el hombre.”
He aquí lo que nos dice Shakespeare
a partir del diálogo que entablan
Sebastian hijo del rey de Nápoles que
va acompañado de su consejero
Gonzalo y Antonio quien es el duque
espurio de Milán sobre la esencia del
gobierno y si esta debiera suscribirse o
no al ideario utópico de la República
Gonzalo. – Todas las producciones de
la naturaleza serían en común, sin
sudor y sin
esfuerzo. La traición la
felonía, la espada, la pica, el puñal, el
mosquetero,
o cualquier clase de
súplicas, todo quedaría suprimido,
porque la
49
Naturaleza produciría por
sí propia, con la mayor abundancia,
lo necesario para
mantener a mi inocente pueblo. 2
Sebastian. – ¿Nada de casamientos
entre sus vasallos?
Antonio. – Ninguno hombre. Sería
una República de holgazanes, putas y
bribones.
Con lo anteriormente referido por
Shakespeare en voz de Gonzalo, se
caricaturiza el sueño de Tomas Moro
al vislumbrar una sociedad mutualista
que choca con la tendencia
mercantilista que ya para entonces iba
cobrando vida.
________
2. William Shakespeare, La
tempestad, Argentina, Astral, 1976, p
102
Pues de pretenderse instituirse tal
ideal a partir de una esfera pública
más equitativa se tendría que extinguir
y erradicar la mezquindad innata del
hombre como lo es su falta de
tolerancia. Aunado al hecho de que el
Nuevo Mundo atrajo a gente perversa
como Antonio, quien ostenta una
visión tiránica opuesta no sólo a la
República, sino también contraria a la
monarquía de sangre.
El naufragio de la utopía indiana
implicaba el gran reto de trasmutar la
naturaleza hacia un orden menos
hostil a partir de la magia y la
alquimia. Y, si bien, no se ha podido
domarla, se insiste aún en ello. Así
que desde la ficción Próspero alude a
un hechicero mediador entre las
fuerzas ocultas y la realidad. En ese
tenor la magia antecede a la ciencia,
pero comparte con ella su curiosidad.
Salvo que desde el ocultismo nada
parece ser imposible mientras que la
ciencia tiene límites al regirse por
patrones casi inmutables.
50
Precisamente <<Próspero>>,
valiéndose de sus sortilegios tras
invocar el espíritu de Ariel (genio del
aire) provoca que tanto el rey de
Nápoles así como el usurpador del
ducado de Milán (quien es su
hermano) naufraguen en altamar y
estos van a parar curiosamente a la
misma isla tropical y exótica donde
fuera exiliado él, quien moralmente
sigue siendo aún el legítimo duque de
Milán.
Visión clásica y
moderna del
progreso y su
renovación
hispanoamericana
Para los griegos el
progreso era sólo una
prolongación del
presente, es decir, un
estilo de vida arduo y
poco variado
fundamentado en la
tradición. Dado que el
mito de Prometeo
aducía a la gran
aportación que implicó
el fuego como un
primer elemento
civilizador que más
tarde daría lugar a una
conciencia optimista y
futurista en torno del
bienestar. Tal como lo
retratara Shakespeare
en su obra teatral La
tempestad a partir del
personaje de
Próspero, quien
encarna al Prometeo
moderno que osa con
fervor desafiar a la
naturaleza.
El modernismo latinoamericano en la obra
ensayística de Enrique Rodó
En torno al ensayo literario del poeta uruguayo José Enrique Rodó, reaparece la
evocación simbólica del Ariel shaskespeariano, es decir, el genio sensual del aire
que mitiga la insensatez de la razón fría y calculadora del alquimista Próspero.
Puesto que en su versión criollo-americana, el hálito vital de la rebeldía juvenil llega
a desafiar al manifiesto utilitarista de la doctrina Monroe encarnado en la sumisión
pérfida de Calibán monstruo esclavo de la ignominia.Empero, la ebullición latente
de la creación tarde o temprano suele traducirse en una rebeldía que debe ser
canalizada para no dar lugar a la tempestad.
Tal era la consigna educativa del modernismo
latinoamericano, pues en la recta final del siglo XIX
hacia 1900, tal como sucede hoy en día, se advertía
la irrupción violenta de una visión progresista de un
liberalismo lineal desprovisto de una metafísica
apegada a principios y valores que enaltezcan la
condición humana en su tenor integro. A ello se refirió
Rodó en los términos siguientes:
Invoco a Ariel como mi Lumen. Quisiera ahora para mi palabra
la más suave y persuasiva unción que haya tenido jamás.
Pienso que hablar a la juventud sobre nobles y elevados
motivos, cuales quiera que sean, es un género de oratoria
sagrada. Pienso también que el espíritu de la juventud es un
terreno generoso donde la simiente de la palabra oportuna
suele rendir, en corto tiempo, los frutos de una inmortal
vegetación
Por tanto, desde su
orientación didáctica en
su ensayo Rodó señala
que la juventud debe
educarse con bríos
creadores de
esperanzas frescas
con tal de no sucumbir
en el gusto senil de la
costumbre rutinaria que
oxida al hombre.
52
Desde el modernismo nacionalista de Rodó y Rubén
Darío había que darle la batalla en el campo de las
letras a la vía homologa del positivismo-nominal
sajón, ya que éste reflejaba un estilo de vida que no
encajaba bien en México.
Por tanto la consigna hispanoamericanista de Rodó
fue bien recibida por varios de los miembros del
Ateneo de la Juventud entre ellos José Vasconcelos
que buscaba darle un rostro nacionalista a la tarea
educativa.
El ensayo barroco- científico: La Libra
Astronómica y Filosófica
Adscrito en la recta final del siglo XVII, tenemos un ejemplo de
ensayística barroca en la “Libra Astronómica Filosófica” de
Carlos de Sigüenza y Góngora.
En mi opinión su vía científica integra varios métodos por eso
la menciono.
Para ilustrar el modo en que se aplican los recursos lógicos
de la deducción, inducción y abducción que vienen hacer las
hipótesis provisionales 3 en las que se basó el científico criollo
Carlos de Sigüenza en su indagación astronómica.
Luego, ateniendo a la reconstrucción de las conjeturas
generales, inductivas e hipótesis previstas en el seguimiento
científico de Sigüenza a partir de ellas delinearé lo que a mi
juicio constituye; desde un criterio lógico actualizado, las
pautas de su tratamiento procedimental en su estimación
comética celeste:
53
DEDUCCIÓN Premisas de orden general
REGLA: Todo cuerpo físico se mueve toda vez que abandona su estado de reposo.
CASO: Los cometas poseen movimiento al ser objetos físicos celestes.
RESULTADO: Los cometas son cuerpos físicos regidos por la mecánica del cosmos.
INDUCCIÓN Premisas de orden particular
A) El movimiento comético para Copérnico era rectilíneo.
CASOS:
B) El movimiento comético para Descartes presenta un factor ondulatorio.
RESULTADO: En algunos casos el patrón comético se percibe rectilíneo y en otros no.
REGLA: Algunos cometas presentan variaciones en torno de sus trayectorias estelares.
ABDUCCIÓN Hipótesis provisionales
RESULTADO: El cometa visto por Sigüenza exhibe un patrón irregular en sus trayectorias.
REGLA: No se estipula un factor único a saber en los intervalos y trayectorias cométicas.
CASO: En los avistamientos cométicos se exhiben oscilaciones ondulatorias y rectilíneas.
CONCLUSIÓN: Para Sigüenza la ondulación comética le infringe una trayectoria circular.
El ensayo científico barroco denota la episteme
moderna a partir de las siguientes características:
. La ciencia versa sobre lo universal pero también es específica
. La ciencia parte de principios para llegar a un fin plausible: (causa y efecto).
. Es, por ello, que requiere de un tratamiento metodológico.
(Ya sea de corte analógico, dialéctico, experimental, etc.)
. La ciencia racionaliza los hechos naturales, es decir, indaga
explora y se interroga sobre las manifestaciones del cosmos.
Carlos de Sigüenza y Góngora
autor del ensayo científico barroco
La Libra astronómica y filosófica
55
El término libra o (balanza) que
preside el título del tratado de
Sigüenza posee un doble sentido,
pues se refiere por un lado (al
ensayador o aquilatador), por
referencia a la muy precisa balanza
utilizada por los joyeros para pesar
piedras preciosas. Pero, por otro lado,
hacia mención al examen o juicio que
de los astros se establece a partir de
cálculos precisos.
La razón que lo llevara a la elección
del título de su obra, se explica a partir
de un gesto de cortesía que tuvo
Sigüenza para con el astrónomo
jesuita Horacio Grassis, quien fue de
los primeros en acuñar el epíteto de
Libra para referirse así a su tratado
astronómico. Empero, Sigüenza le
agrega el calificativo de
<<Filosófica>>, pues además del
cálculo, la astronomía no puede
prescindir de la reflexión que es un
ensayo que sitúa la experimentación.
La vía ensayística de índole crítica
o ilustrada
Desde su tenor científico el ensayo
se sujeta a la búsqueda del
conocimiento, su travesía supone
una odisea tortuosa, ya que el papel
realmente formativo supone un
esfuerzo redoblado cuando ha
superado distintas pruebas se abre
paso de manera pujante en ese tenor
adquiere solidez y trascendencia.
No obstante, quizás no haya
mejor ejemplo del siglo de las luces
que ilustre tal condición de
superación del conocimiento como el
ensayo de carácter científico que
escribiera Emmanuel Kant, titulado
“Crítica de la razón pura”, donde el
filósofo teutón aporta toda una
renovación de la lógica formal.
Puesto que a partir de una mejor vía
comprensiva en la elaboración de los
juicios se contribuye a que la ciencia
avance, pero para ello, hay que
reconocer la naturaleza pura de la
estética y la matemática, pues su
razón última no se encuentra en su
objetivación sensible sino en su
esencia idílica.
56
Juicios analíticos sintéticos
a priori: Son aquellos
donde no se requiere de
una experiencia previa
para realizarlos siendo
reflejo
de una abstracción racional pura.
Ejemplo.
En un cubo: “Su volumen se
determina multiplicando el área por la
altura.”
Donde el área A= a x b, es decir,
lado por lado para determinar la
superficie de su base para luego
pasar a multiplicarla por su altura de
esta forma se obtiene el volumen V=
A x h. El área viene a representarse
en metros cuadrados y el volumen en
metros cúbicos. Ahora bien, el
lenguaje matemático en última
instancia es propiamente conceptual,
ya que un niño pequeño vía el
empirismo sensual jamás va a poder
comprender de primera instancia un
teorema: pues el canal para no es en
sí la luz se la vista, sino de la razón
capaz de elaborar juicios y supuestos
en torno a la realidad.
A partir del presente artículo nos
asomamos a vislumbrar la vía crítica
del ensayo desde sus diversas
perspectivas como lo es en el terreno
propiamente literario como un género
que reúne las habilidades
complementarias de leer y escribir.
Asimismo, el ensayo fue considerado
una vía para la comunicación directa
con un trasfondo pedagógico y
didáctica tal fuera el caso de la
intención el poeta y escritor uruguayo
José Enrique Rodó cuestión que
inspiraría a seguir esa línea por parte
de José Vasconcelos Calderón,
quien en su obra Prometeo Vencedor
expone la idea de progreso.
. . .
57
j
S intaxis
Si el lenguaje, o la lingüística, constituyen un estudio científico, dentro del mismo
existen una serie de disciplinas o sub-disciplinas que se encargan de estudiar
aspectos concretos y delimitados de la lengua. La morfosintaxis, la gramática y la
sintaxis son sólo algunos de ellos, aunque no es mi intención introducirme en todos,
en este artículo. En lugar de ello voy a centrar mi atención en uno en concreto: la
sintaxis.
La sintaxis, entonces, es una
subdisciplina de la lingüística. Se
encarga de una parte del análisis
gramatical: en concreto, lo que la
sintaxis estudia son las normas que
controlan la combinatoria de
constituyentes, y cómo estos forman
unidades superiores, como las
oraciones y los sintagmas.
La sintaxis es un elemento
fundamental de la comunicación, tanto
en su vertiente productiva como
receptiva. La sintaxis interactúa de
forma significativa con otros
componentes del lenguaje: léxico,
sintáctico, semántico y pragmático.
Esta interacción se observa
igualmente en la comprensión, toda
vez que proporciona al lector claves
para segmentar y agrupar y para
interpretar el significado del enunciado
y la intención del escritor, además de
suministrar información (relativa a los
dialectos y registros del lenguaje) e
indicios del estado emocional del
escritor.
La sintaxis se ha considerado
tradicionalmente un componente supra
segmental del habla asociado a los
rasgos lingüísticos y paralingüísticos
de la comunicación escrita. Aunque
aún no se cuenta con una definición
única de este componente del
lenguaje (Shattuck-Hufnagel y Turk,
1996; Fox, 2000),
La palabra sintaxis deriva del latín
syntaxis, que a su vez tiene origen en
un término griego que significa:
“coordinar”. Se trata de la parte de la
gramática que enseña a coordinar y
unir las palabras para formar las
oraciones y expresar conceptos.
60
Según el filólogo y lingüista
norteamericano Leonard Bloomfield
(1887-1949), la sintaxis es el estudio
de formas libres compuestas
completamente por formas libres. Esta
noción es conocida como
estructuralista.
No hay que olvidar que la sintaxis no
se ocupa del estudio de las palabras,
sino de las agrupaciones que éstas
forman (tanto las de primer nivel o
sintagmas, como las de segundo nivel
u oraciones), y de las funciones que
desempeñan. Un enunciado
sintácticamente correcto, entonces,
será aquél en el que los diferentes
sintagmas estén bien constituidos,
bien posicionados y correctamente
relacionados los unos con los otros.
Las formas más pequeñas en las que
una forma más amplia se puede
analizar son sus constituyentes
sintácticos, una palabra o secuencia
de palabras que funciona en conjunto
como una unidad dentro de la
estructura jerárquica de una oración.
El paradigma actual de la ciencia
refiere a la gramática generativa, que
se centra en el análisis de la sintaxis
como constituyente primitiva y
fundamental del lenguaje natural.
A lo largo de la historia, la forma de
afrontar el estudio de la sintaxis ha ido
variando. Quien estableció el
paradigma tradicional fue Leonard
Bloomfield, quien elaboró la llamada
lingüística estructural y aplicó sus
conclusiones al estudio sintáctico.
Para él, la sintaxis era “el estudio de
las formas libres”, lo cual se refiere a
una definición demasiada técnica a mi
parecer para su estudio. Lo importante
aquí es que por primera vez se
consideró que los enunciados podían
estudiarse como estructuras y
sistemas de estructuras relacionados
con el lenguaje.
En un intento por aportar elementos
para incidir en la problemática
señalada, algunos profesores del
Departamento de Letras y Lingüística
de las Universidades se han dado a la
61
tarea de desarrollar ambientes de
capacitación que interpelen a los
docentes en tres direcciones: primero
como individuos lectores y productores
de textos escritos; segundo como
profesores, investigadores y difusores
del conocimiento disciplinario e
interdisciplinario; y tercero, como
tutores que tienen la responsabilidad
de acompañar y apoyar a sus
tutorados hacia la exitosa culminación
de sus estudios profesionales.
Pero esta idea todavía puede
ayudarnos a entender y, lo que es más
importante, a enfrentar los serios
problemas de deserción y rezago que
padecen las instituciones de
educación superior en México. La
investigación en esta área muestra
que el tipo de deficiencia académica
con la que los estudiantes entran a la
universidad afecta fuertemente sus
posibilidades de logro escolar. Incluso
en un sistema educativo con fuerte
inversión de recursos como el
estadounidense, algunos diagnósticos
importantes indican que la deficiencia
en la lectura es el principal obstáculo
para el éxito académico de los
estudiantes. Específicamente, parece
claro que los estudiantes con
deficiencias en la lectura tienden a
presentar correlativamente
deficiencias académicas múltiples, a
diferencia de estudiantes con otro tipo
de deficiencias básicas.
Fuera del ámbito puramente escolar y
académico, el desarrollo de las
habilidades de lectoescritura es
imprescindible para el desempeño de
todo profesionista, o de todo aquel que
esté en vías de serlo. La lengua
escrita es una herramienta para el
logro de objetivos de trabajo en todas
las áreas de desarrollo profesional.
Más aún, es un componente clave en
el desarrollo de las habilidades de
aprendizaje.
“El mensaje escrito es la principal
manera en que se intercambia
información y en que opera la
comunicación en los campos
profesional y académico. Las
habilidades de lectoescritura en los
estudiantes universitarios requieren
de concepciones y propuestas
pedagógicas realmente eficaces y
eficientes”
. . .
62
El estudiante como usuario novicio de
modalidades académicas de la lengua
escrita requiere de un apoyo y una
retroalimentación decididas de los
tutores como conocedores de la
comunicación escrita en su disciplina,
capaces de apoyar el desarrollo de las
habilidades que corresponden a su
manejo. La actividad tutorial resulta un
contexto propicio para detectar y
encontrar alternativas a deficiencias
académicas específicas, como las
relacionadas con la lectura y la
escritura.
La incidencia de la actividad tutorial en
el campo del desarrollo de las
habilidades de lectoescritura en los
estudiantes universitarios podrá darse
con éxito "siempre y cuando como
diría Latapí (1988: 17)- se atendiese
con mucho esmero a la capacitación
de los profesores para las tareas de la
tutoría; de lo contrario, sólo produciría
'más de lo mismo”
“No obstante la gran mayoría de los
trabajos reseñados continúan con
propuestas de cursos generales donde
se enseña a los estudiantes
universitarios las generalidades y los
puntos en común que tiene la
estructura de tipos de textos como la
reseña, el ensayo, el resumen y el
comentario, por encontrarlos
comunes en el uso de los estudios
universitarios”
Es visible que estos cursos generales
se enseñan estructuras comunes
como la introducción, el desarrollo y
las conclusiones, los tipos de
elementos de cohesión y coherencia,
el manejo de estructuras y
superestructuras, pero se dificulta
mucho a los docentes y a los
estudiantes desligarse de una
concepción de escritura para “decir” el
conocimiento e ingresar a una
concepción de la estructura para
construir el conocimiento, porque si
bien es cierto que muchos textos
pueden compartir ciertas estructuras
comunes, cada disciplina tiene sus
especificidades, su situación social y
cultural y sus intenciones
comunicativas y epistémicas al tener
conocimiento específicos.
63
“El género discursivo, es concebido
como actividad humana, es decir que
el ser humano es lengua, está
atravesado por la lengua y cada una
de las actividades que realiza en su
desarrollo humano, en la vida
cotidiana, se hace con y en el
lenguaje”
El género discursivo en el arte y la
retorica, cuando pensamos en el
pasado cuales fueron las primeras
concepciones de género discursivo
retomamos la concepción griega
planteado por Aristóteles en la poética,
ya que en ella se escribió sobre dos
géneros literarios, la tragedia y la
epopeya.
Los orígenes de la escritura muestran
que entre las unidades lingüísticas, la
palabra fue la primera en ser intuida
por los hombres, los inicios de la
sintaxis prueban que la palabra fue
también la primera unidad sintáctica
descubierta; Apolonio Discolo padre
de la sintaxis europea, presenta la
lengua como un conjunto de palabras
de cuya combinación resulta todo
enunciado.
La escritura a través del currículo
(WAC) se refiere concretamente a la
atención pedagógica y curricular de la
escritura que se produce en las
distintas asignaturas universitarias. El
movimiento WRITING ACROSS THE
CURRICULUM (WAC) proporciona la
cantidad y calidad de la escritura.
La escritura en la disciplina (WID) del
(WAC). (WID) se refiere al movimiento
que investiga cómo entender lo que
realmente ocurre en el escrito, en las
distintas aéreas disciplinarias y a un
movimiento de reforma curricular que
ofrece relaciones con la enseñanza de
la escritura.
“El movimiento WID apoya al WAC
de acuerdo con las necesidades y
los conocimientos de la escritura
activas, el WID estudia que tipo de
escrito realmente se hace en las
disciplinas y profesiones, la forma
en que se realiza, y que aspectos de
la escritura son más apreciados,
investiga sobre como comprender
mejor el escrito (Bazerman 2005)”
64
En síntesis el estudio del concepto de
género como actividad discursiva y del
genero en la escritura a través del
currículo (WAC) nos muestra dos
orientaciones que han existido en los
estudios y en la enseñanza de la
escritura, por un lado la orientación
clásica del texto y por otro, las nuevas
propuestas de la orientación al
discurso.
Lo que importa en esta fase de la
formación docente es propiciar la
reflexión sobre la complejidad de los
procesos de desarrollo de la lengua
escrita en el estudiante. Por eso
insisto en la pertinencia de considerar
otros modelos de comunicación
aplicables a la explicación de la
comunicación escrita. En este sentido
los nuevos modelos educativos en
educación superior, incluido el que
actualmente se intenta desarrollar en
las Universidades, tienen como base
la idea de que el aprendizaje no es
una actividad mecánica de
transferencia de información del
maestro al estudiante.
La apropiación de conocimiento es
más un proceso constructivo de
estructuración y reestructuración de
información en esquemas que dan
sentido a ésta pero que no se
desarrollan mecánicamente. El
proceso lo realiza el estudiante con
habilidades como la lectura y la
escritura. Estas son importantes
precisamente porque son
herramientas con las que el estudiante
será capaz de tener acceso y
desarrollar su conocimiento de manera
independiente.
La enseñanza universitaria, por tanto,
ha de concebirse en este modelo
como una actividad propiciadora, de
apoyo al aprendizaje, más que como
una actividad de transmisión de
conocimiento.
.
65
La lectura y la escritura en los nuevos
modelos educativos en la educación
Superior.
Estos nuevos modelos educativos nos ayudan a explicarnos mejor que las
Habilidades de lectoescritura y de expresión oral no pueden desarrollarse en
Abstracto y de manera memorística. Su enseñanza no puede restringirse a cursos y
espacios específicos donde se adquieran de una vez por todas, para nuestra
tranquilidad como maestros de materia y como tutores. Existe un conjunto de
razones para que esto no sea así. Por ejemplo, cada disciplina tiene códigos y
estrategias particulares para la trasmisión y recepción de sus mensajes. Esto es
algo que todo profesor y tutor deben tener en cuenta.
66
Leer, entonces, no es sólo conocer el
valor de la letra o de la palabra
aislada, sino el sentido que cobra el
texto como un todo; para la captación
de tales sentidos existen estrategias
disciplinarias que requieren desarrollo
sistemático y asistido, sea en la clase,
en la asesoría o la tutoría de cubículo.
Otro de los puntos nodales es la idea
de que el proceso no consiste en la
apropiación de un conocimiento que
se encuentra fuera del sujeto, del que
éste llega y se apropia casi como si se
escribiera sobre una tabula rasa. Hay
que tener en cuenta que el
conocimiento se construye, para lo
cual debemos considerar las
características de dicho conocimiento,
el modo en que éste se vehicula y las
estructuras mentales y conocimientos
de quien está accediendo a él.
Por esta razón es importante que los
profesores se capaciten en el dominio
de técnicas y estrategias de lectura
dirigida, de aprendizaje basado en
antecedentes y propósitos propios,
actividades de lectura con escritura
guiada y la elaboración de gráficos
conceptuales, sólo por citar algunas de
las estrategias más socorridas en la
literatura especializada que nos auxilia
en este tema. Una concepción capital
cuando se habla de lectura y escritura
es que ambas actividades no pueden
pensarse separadas. El desarrollo de
las habilidades en una depende en
gran medida del desarrollo de las
habilidades en la otra. De esta manera
se destaca la importancia de que, en
un primer momento, el autor haga
consciente la estructuración de los
escritos que se generan dentro de los
ámbitos de capacitación. La repetición
de esta experiencia traerá como
consecuencia que la actividad se
internalice; es decir, que todos
aquellos elementos que hacen legible,
efectivo y eficaz un texto, se movilicen
de manera automática en la actividad
estratégica del autor.
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Por esta razón es importante que los
profesores se capaciten en el dominio
de técnicas y estrategias de lectura
dirigida, de aprendizaje basado en
antecedentes y propósitos propios,
actividades de lectura con escritura
guiada y la elaboración de gráficos
conceptuales, sólo por citar algunas de
las estrategias más socorridas en la
literatura especializada que nos auxilia
en este tema.
Una concepción capital cuando se
habla de lectura y escritura es que
ambas actividades no pueden
pensarse separadas. El desarrollo de
las habilidades en una depende en
gran medida del desarrollo de las
habilidades en la otra. De esta manera
se destaca la importancia de que, en
un primer momento, el autor haga
consciente la estructuración de los
escritos que se generan dentro de los
ámbitos de capacitación.
La repetición de esta experiencia
traerá como consecuencia que la
actividad se internalice; es decir, que
todos aquellos elementos que hacen
legible, efectivo y eficaz un texto, se
movilicen de manera automática en la
actividad estratégica del autor.
Bibliografías:
Alonso, Martin (1962): Evolución
sintáctica del español. Madrid Aguilar.
Narbona Jiménez, Antonio (1984-
1985): Para un repertorio Bibliográfico
Básico de Sintaxis histórica del
español. Alfinge, 2 pags.321-358 y 3,
pág. 277-279.
Cox. S.R. D.L friesner y M. Khayun
(2003) “Do Reading skills Courses
Help underprepared readers achieve
academic sucessin college? Journal of
College Reading and Learning. Vol.33.
No.2.pp.170-196.
Latapi, Sarre, Pablo (1988) “ La
enseñanza tutorial. Elemento para una
propuesta orientada a elevar la
calidad. anuies”. Revista de la
Educacion Superior No.68. pp.5-19
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