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XXIV CONCURSO DE DIBUJO Y RELATO CORTO DONACIóN Y TRASPLANTE DE óRGANOS Salamanca “VIVE TU VIDA, DESPUÉS DÓNALA” Junta de Castilla y León Delegación Provincial de Educación Coordinación de Transplantes de Castilla yLeón

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XXIV CONCURSODE DIBUJO Y RELATO CORTODONACIóN Y TRASPLANTE DE óRGANOS

Salamanca

“VIVE TU VIDA,

DESPUÉS DÓNALA”

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Junta deCastilla y LeónDelegación Provincial de Educación

C o o r d i n a c i ó nde Transplantes deC a s t i l l a y L e ó n

PRESENTACIÓN

La donación de órganos es un tema muy importante, muy serio y poco propenso atomárselo en broma. Sin embargo, desde ALCER Salamanca, entendemos que para hacerllegar el mensaje de la donación de órganos y de tejidos a toda la población, sin excepción deedad; debemos acercarnos también a los más pequeños y para ello no nos importa hacerlo deuna forma más desinhibida, más ligera, por decirlo de una forma comprensible y que mejormanera que hacerlo que a través del dibujo, una forma de expresión típica en esas edadestempranas, o los relatos cortos, donde los más mayores se pueden dejar llevar por suimaginación para describir lo que ellos piensan sobre este tema tan delicado.

De esta forma, hemos conseguido llegar a esta XXIV Edición de nuestro Concursode Dibujos y Relatos cortos sobre la donación de órganos, bajo el lema “Vive tu vida,después dónala”; porque pensamos que no hay nada mejor que pasar por esta vidadisfrutándola plenamente, aprovechando todo aquello que nos ofrece, para que en el momentoen el que tengamos que abandonarla, podamos irnos con un sentimiento de satisfacción; yque mejor que hacerlo que aportando partes de nosotros, que ya no necesitaremos, para queotras personas que necesitan un órgano nuevo para seguir viviendo, puedan hacerlo de formasatisfactoria y con calidad de vida.

De alguna forma todos esos donantes altruistas, no abandonan este mundo del todo,porque las partes de su cuerpo que han donado, siguen vivas en los enfermos que las hanrecibido. Son héroes, que han salvado vidas aún después de abandonar este mundo, hanconseguido vencer a la muerte gracias a las personas que siguen viviendo y disfrutando detodo lo bello de nuestro mundo.

Nuestro agradecimiento a todos esos cientos de niños y niñas que cada año hanrespondido a nuestro llamamiento de solidaridad, miles desde que comenzó esta iniciativa, ya todos aquellos que hacen posible su celebración: maestros, profesores, directores, etc.Porque sin ellos no podríamos desarrollar nuestra labor.

Francisco Carmelo Martín Rodríguez

Presidente de ALCER SALAMANCA

RELACIÓN DE GANADORESCONCURSO DE RElATOS CORTOS

I PREMIOBlanca Martín Hernández

I.E.S. FERNANDO DE ROJAS - SALAMANCA

II PREMIOAlberto Martín Clavero

COLEGIO DIVINO MAESTRO - SALAMANCA

III PREMIOJavier García Hernández

COLEGIO SANTA ISABEL - ALBA DE TORMES

ACCÉSITLourdes Sánchez Miranda

COLEGIO SANTA ISABEL - ALBA DE TORMES

ACCÉSITRubén Guijarro Sebastián

COLEGIO DIVINO MAESTRO - SALAMANCA

COMPONEN EL JURADO DE RELATOS CORTOS:

OCTAVIO CORRALES. Profesor de Lengua.

CARMEN BRAGADO. Profesora de Historia.

ALFONSO ENCINAR. Archivero.

MIRIAM SÁNCHEZ. Poeta.

RELACIÓN DE GANADORESCONCURSO DE DIBUJO

I PREMIOLaura Rivas

COLEGIO PADRE MANJÓN - SALAMANCA

II PREMIOVíctor García Nieto

COLEGIO LA ENCARNACIÓN - PEÑARANDA

III PREMIOJuan Aznar Santos

CRA. LA FLECHA - CABRERIZOS

ACCÉSITInés Martín Martín

C.E.I.P. JUAN JAEN - SALAMANCA

ACCÉSITJimena López Alonso

CRA. LA FLECHA - CABRERIZOS

COMPONEN EL JURADO DE DIBUJO:

ANA BELÉN SÁNCHEZ. Licenciada en Bellas Artes.

ANDRÉS ALEN. Pintor.

Mª ÁNGELES CHICO. Pintora.

CARMEN MADRUGA. Pintora.

COLEGIO CON MAYOR PARTICIPACIÓN EN SALAMANCAPADRE MANJÓN

COLEGIO CON MAYOR PARTICIPACIÓN EN LA PROVINCIALA FLECHA, CABRERIZOS

RELATOS CORTOSI PREMIO

“UN REGALO PARA SOFÍA”Recorro todos y cada uno de los pasillos del hospital, me fijo en cada puerta,

y busco las letras que tengo apuntadas en el papel. Al fin la encuentro, es una puertaigual a las demás, pero detrás de ella se encuentra la persona a la que más quiero enmi vida y la que más me quiere a mí. Llamo a la puerta con la contraseña que recuerdoque de pequeñas utilizábamos para entrar en nuestras habitaciones, abro la puerta yla veo sola; tan brillante como siempre, su pelo dorado deslumbra las sábanas blancasque la rodean. Está dormida, el sonido de su respiración me recuerda al sonido de lacafetera cuando preparábamos café a mis padres. Me siento en la silla junto a sucama, ella gira la cabeza, siente mi presencia, ojalá esté yo en sus pensamientos.

Hace un año marché al extranjero para acabar mis estudios. La semana pa-sada recibí una llamada de mis padres, confirmando la insuficiencia renal que sufremi hermana enganchada de por vida a una máquina en una sala del hospital a la es-pera de un trasplante. He dejado las clases, he cogido la maleta para volver con ella.

Mi hermana Sofía abre los ojos y los vuelve a cerrar, se revuelve entre lassábanas, levanta los brazos estirándose y se incorpora en la cama, me mira con cu-riosidad; yo no he cambiado tanto desde la última vez que nos vimos, me ha crecidoel pelo, ya no tengo flequillo y me he pintado la raya en los ojos. Dos lágrimas res-balan por su rostro, me abraza sin decir nada. Sofía siempre ha sido capaz de decirtodo lo que piensa a través de sus abrazos, y lo ha conseguido, este abrazo vale másque mil palabras.

Sofía comienza a reírse, yo la sigo y me pregunta que tal mis notas, que siestoy bien... se equivoca, soy yo la que debo preguntar por ella pero no me atrevo,la veo muy desmejorada, no parece ella.

C o n c u r s oC o n c u r s oXXIV

“VIVE TU VIDA, DESPU

ÉS DÓNALA”

Después de un rato hablando, me levanto de la silla y rebusco en mi bolso, Sofíapreocupada pregunta que si me voy a marchar, yo riendo le contesto que no, que sólo estoybuscando su regalo.

Por fin lo encuentro, saco del bolso un paquete delicadamente envuelto en un papelazul con mariposas de colores, es plano, rectangular y duro; me vuelvo a sentar en la silla yella me sonríe y lo abre minuciosamente, dejo caer inconscientemente una lágrima sobremis piernas. Sofía asustada me pregunta si estoy bien, me agarra la mano y me susurra unbeso, solo ella sabe hacerlo. La pequeña abre el paquete y lee en voz alta el título del libro:"EL PEQUEÑO PÁJARO ANDY" Ella me coloca el libro entre las manos y me pide que se lolea, yo con voz temblorosa comienzo a leer:

“EL PEQUEÑO PÁJARO ANDY”

Érase una vez un pajarito llamado Andy, aquel pajarito era muypequeñito, tenía un pico de muchos colores y las patitas pequeñitas. A todoslos pájaros de su pueblo les gustaba su pico, era el más bonito. Andy teníaunos ojos muy oscuros y brillantes, pero todavía no tenía plumas. Andy cre-ció y creció pero sus plumas no le salían. Todo el mundo se puso triste porAndy, el pajarito estaba feliz porque no sabía lo que pasaba, pero cuando seenteró él también se puso triste porque veía a todos los pájaros y pajaritastristes por él.

Andy se puso enfermo, estuvo mucho, mucho tiempo en su camatomando jarabes, pero de nada servían pues Andy seguía enfermo.

Un día a la mamá y al papá de Andy se les ocurrió una idea: ambosse quitaron la pluma más bonita que tenían y se la pusieron a su hijo. Pocodespués todos los pájaros del pueblo colocaron sus plumas más bonitas sobrela piel desnuda de Andy.

Al final Andy tenía las plumas más bonitas del mundo, eran verdesamarillas, moradas, rojas, azules, de todos los colores que uno se puedeimaginar.

Andy dejó de tomar jarabes y se puso bien; voló y voló con sus ami-gos pues habían sido ellos los que le habían curado".

Fin.

Leo también la dedicatoria: “Para Sofía, mi hermana, para quetodos sus sueños se cumplan.”

Sofía me mira a los ojos, me agarra las manos; sus ojos todavía más claros de lo querecordaba están empapados de lágrimas. Antes de que ella diga algo le explico que lo he es-crito pensando en ella, que nunca estará sola y que toda su familia y sus amigos quieren quese ponga bien.

Sofía me vuelve a abrazar, me susurra que por navidades quiere un riñón; Tengoganas de estallar, de decirle al mundo que marque la cruz para donar órganos; no es justoque haya personas que mueran porque nadie les de lo que ya no les hace falta. Si fuera com-patible le habría dado ya el riñón a la niña que en estos momentos me abraza, ¡le habríaahorrado tanto sufrimiento...!, habría sido todo más fácil.

En estos momentos entra mi madre, mi hermana y yo dejamos de abrazarnos, mimadre me hace su típica señal indicándome que salga fuera, le digo a Sofía que no tardaré,ella se queda observando el libro.

Paseamos largo rato por los tétricos pasillos del hospital sin decir nada hasta quemi madre se para y me cuenta lo mucho que ha sufrido y que cada vez lo pasa peor. Esas pa-labras se incrustan en mi corazón vacío y lo divide en pedazos sin dueño que vaguean pormi estómago estremeciéndolo. En estos momentos lo único que deseo es ver a Sofía bailarcomo a ella le gusta hacer: bailar alegre, sonriente, brillante... pero no puedo, ni mi familiapuede, solo una persona que ha vivido su vida plena puede donar un riñón compatible y ha-cerla sonreír cómo nunca lo ha hecho, regalándole la vida de nuevo.

Mi madre hace una pausa, yo sigo pensado, mi silencio dice mucho de mi sufri-miento y después me dice que durante bastantes días llevan esperando la llamada de la fa-milia de un donante. Pongo en mi boca las palabras que la abuela solía decir: la vida no da laesperanza sino la esperanza da la vida...

Ha pasado casi una semana y todavía no ha llamado nadie. La luz de Sofía se estáempezando a apagar; todos estamos junto a ella: mi madre, mi padre y yo; todos mirándolaa ella, escondiendo nuestras lágrimas, nuestro silencio habla por nosotros; Sofía permanececallada entrelazando sus dedos entre las sábanas blancas.

Sofía rompe el silencio diciendo que cada vez queda menos para que vengan losreyes, yo sonrío y le doy la mano. Sofía me pide que le vuelva a leer su libro favorito: “EL PE-QUEÑO PÁJARO ANDY” y yo lo hago. Busco entre su almohada que es donde suele esconderel libro y cuando lo encuentro lo abro por la primera página y comienzo a leer. En este mo-mento entran mis padres procurando no hacer ruido para no interrumpir mi lectura...

Un sonido de teléfono silencia mis palabras. Mi madre coge el teléfono que no parade sonar; todos mantenemos silencio mientras a mi madre se le caen las lágrimas, tarda unrato pero termina de hablar y cuelga el teléfono. No hace falta decir nada, sabemos qué clase

de llamada es. Parece que la habitación del hospital se ilumina cada vez más: el pelo de Sofíabrilla con más fuerza, sus ojos también lo hacen, todo es precioso, las luces que se cuelanentre las cortinas parecen bailar por el suelo. Sofía luce los huecos de los dientes que se hancaído, está sonriendo: ¡es lo que ha estado soñado todos estos días!

Sofía me susurra que no nace falta que lea el final del libro, sabe que acaba biencomo su propia historia que terminará con final feliz... entre risas me cuenta que todavíaestá a tiempo de escribir otra carta y pedir otro regalo a los Reyes Magos De Oriente.

Blanca Martín Hernández

RELATOS CORTOSII PREMIO

“CARTA DEL INQUILINO DE LA ESTANTERÍA”29 de noviembre de 2013

Querido señor librero:

Sentirá curiosidad por saber el motivo de este escrito, ya que probable-mente habrán pasado años, e incluso me arriesgaría a decir décadas, desde la últimavez que tuvo noticias de mí o de alguno de mis hermanos. Pues he de decir que elhecho que me ha llevado a volver a comunicarme con usted, esta vez a través deun gentil estudiante que se prestó a redactar las frases que usted está leyendo, esun motivo que la mayoría de la gente calificaría de lúgubre. Sin embargo, es, comousted comprobará, la mayor expresión de gratitud que hoy puede dar este anciano.Estamos hablando, entonces, de mi último deseo. Puede que piense que es prontopara dejar establecido este término, que tal vez esté dándole una excesiva impor-tancia. Siento decir que se equivoca. Amigo mío, hoy hace cuatrocientos años deldía que fui traído al mundo.

Mi padre nació de la pluma de decenas de sabios que dedicaron sus vidasal bello arte de las letras, en la ciudad italiana de Venecia. En aquellos tiempos lacultura y la educación no formaban parte de las preocupaciones de la vida cotidiana,por lo que la publicación de mi padre brilló por el escaso recibimiento que lo acogió.Por esto fue noticia el hecho de que dos hombres le ofrecieran a mi padre la opor-tunidad de conocer a mi madre, una imprenta de simple madera de roble. De esteenlace, un día lluvioso como el de hoy, surgimos mis hermanos y yo, reflejos reciénconfeccionados de mi padre. Y hay recuerdos de esta tan temprana infancia queninguno de nosotros podremos olvidar: el corretear de la tinta entre nuestras pági-nas, hasta ese momento del más puro blanco, escribiendo cientos de palabras

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“VIVE TU VIDA, DESPU

ÉS DÓNALA”

deseosas de enseñar algo nuevo a cada instante; las manos de aquellos hombres cosiendobellísimas tiras de cuero, que incitaban a abrir nuestras tapas, a nuestros desnudos costados;los sellos estampando las numerosísimas ilustraciones que cubren nuestras hojas, cada unamás hermosa y elaborada que la anterior...

Sin embargo, nuestra infancia fue breve. Poco después de haber salido de los brazosde mi madre, nos separaron en pequeños grupos, cada uno de los cuales partió en una direc-ción diferente. Un par de hermanos y yo fuimos montados en un humilde carruaje que partiórumbo al oeste. La travesía nos pareció interminable. El carro solo avanzaba durante el día,ya que sería una insensatez transportar la valiosa carga del transporte, que incluía desde tra-tados como nosotros hasta joyas y otras mercancías que habían llegado por mar a Venecia,durante la noche, cuando era más vulnerable ante los posibles asaltadores. Además, el pesadogénero impedía que los pobres caballos pudieran remolcar el carruaje durante más de un parde horas sin descansar, por lo que el vehículo se veía obligado a parar con bastante frecuen-cia. Por fin, tras semanas de tortuosos caminos y peligrosas sendas llegamos a la ciudad quesería nuestro hogar durante los años venideros, París.

Nada más el transporte entró en la urbe quedé prendado de ésta. Todos aquellos quealguna vez han puesto un pie en la ciudad estan de acuerdo en algo: París es una continua lla-mada a los sentidos. Los sonidos, las imágenes e incluso el aroma son especiales, diferentes;simplemente únicos. Es una sensación indescriptible que todo enamorado de la ciudad conoce.Nuestro coche paró enfrente de una antigua biblioteca cuyo nombre, muy a mi pesar, no con-sigo recordar. El conductor del carruaje bajó del vehículo y se aseguró de atar bien a los caballosa un poste cercano. Entonces, nos tomó a mis hermanos y a mí por el lomo y se encaminóhacia la puerta. Se paró enfrente de esta e, irguiéndose cuan alto era, cogió la aldaba que col-gaba de la madera y llamó a la puerta De esta surgió un hombrecillo que parecía tan viejocomo la propia biblioteca. Este dirigió su mirada hacia nosotros y esbozó una sonrisa. En esemomento, se sacó una moneda de un bolsillo de su pantalón y se la entregó al conductor. Estetambién sonrió, satisfecho y le ofreció los libros, es decir nosotros. El anciano alargó el brazoy nos cogió. Entonces se dio media vuelta y se internó de nuevo en la biblioteca.

Era un sitio enorme, con estanterías y estanterías por doquier dispuestas en largasfilas paralelas que apenas dejaban espacio para caminar. El hombre siguió avanzado hasta quefinalmente encontró un hueco del tamaño suficiente para que mis hermanos y yo pudiéramosdescansar en él. Desde aquel momento y durante las décadas siguientes nos dedicamos a saciarla sed de conocimiento de todo aquel que entraba en el edificio. Pero un día como otro cual-quiera algo ocurrió. Una noche especialmente calurosa de mayo un resplandor rojo me des-pertó de mi letargo. Era fuego, enormes llamas devorando todo lo que veían, dejando unsendero de cenizas y destrucción. Me entró el pánico. Temía por mi existencia y por la de mishermanos. Veía como las llamas se acercaban cada vez más. El calor empezaba a ser insopor-table. Todo me daba vueltas y se volvía cada vez más y más oscuro. Cerré los ojos lo que yocreí que sólo fue un minuto y cuando los abrí me di cuenta de que no estaba en la biblioteca.

Estaba sobre una mesa junto a uno de mis hermanos. Me sentía muy dolorido y nosabía si aguantaría despierto mucho tiempo. Tardé un rato en asimilar lo ocurrido. Tambiénme costó bastante esfuerzo reparar en la ausencia de la mayoría de nosotros y en intuir cuálhabía sido el destino de esos que no nos acompañaban a mi hermano y a mí en la mesa. Echéun ojo a la sala en la que me encontraba. Estaba llena de los más insospechados instrumen-tos, incluyendo un par de telescopios, una cantidad considerable de diversos calendarios yun globo terrestre. Miré mi reflejo en uno de los varios espejos que había colgados por lasparedes. Tenía varias páginas rotas y el lomo totalmente destrozado. Sin embargo, cuandovolví a dirigir la mirada hacia mi hermano me quedó claro que él se había llevado la peorparte: estaba en un estado deplorable. Una afirmación, dura pero totalmente cierta pasópor mi mente: mi hermano no saldría de aquella. En ese momento, la puerta de la habitaciónse abrió. Por ella entró una mujer que se sentó en una silla enfrente de la mesa, nos cogió ynos hojeó a cada uno, primero a mí y después a mi hermano. Se detuvo en una página espe-cialmente deteriorada de mi hermano. En ella había una inscripción que rezaba: "usadmepara que otros puedan ser de utilidad".

La mujer pareció haber encontrado lo que buscaba, puesto que inmediatamentecogió delicadamente una fina cuchilla y empezó a cortar los pocos trozos de mi hermanoque habían sobrevivido a las llamas. Acto seguido, comenzó a retirar las parte de mí que fue-ron pasto del fuego y los sustituyó por los fragmentos que rescató de mi hermano. Tras horasde coser, cortar y pegar dio por finalizado el trabajo. Había conseguido curarme completa-mente gracias al donativo de mi hermano, que había contribuido con todo lo que podía paraayudarme.

No sabía cómo agradecer a mi hermano su ayuda. Estuve días y días buscando larespuesta, sin apenas ser consciente de lo que sucedía a mi alrededor. De estos primerosdías apenas tengo recuerdos. Sé que me subieron otra vez en un carruaje y sé que cuandobajé de él me introdujeron en una nueva biblioteca, esta vez en la ciudad alemana de Nú-remberg. Poco a poco dejé de cuestionarme tanto aquella pregunta y empecé de nuevo aser consciente de los sucesos que me rodeaban. Sin embargo esta duda permaneció en mimente hasta el día de hoy. Hoy, el día de mi cuadringentésimo aniversario, por fin he ha-llado una respuesta para dicha pregunta. Amigo, usted sabe tan bien como yo que cuatro-cientos años son muchos años y que es probable que en un periodo de tiempo no muylejano tenga que ir a acompañar a mis hermanos. Y es aquí cuando volvemos al punto ini-cial de esta conversación: mi último deseo. Supongo que usted ya se lo imaginará, peropor si me equivocara se lo aclararé igualmente. Quisiera hacer como mi hermano y ser deutilidad para que otros puedan continuar con su vida, porque quizás mi camino acabepronto, pero aun así puedo servir para que otros continúen el suyo. Por todos estos hechosaquí relatados me gustaría preguntarle si usted podría ser quien hiciera el honor de conce-derme esta última petición.

Gracias por atender a las palabras de este viejo libro.

Un saludo.El viejo tratado de Medicina de la biblioteca.

Alberto Martín Clavero

RELATOS CORTOSIII PREMIO

“MI VIDA EN LA MÁQUINA”Día 2 de diciembre de 1985, Sigo inconsciente. Día 3 de diciembre, sigo

inconsciente. Día 4 de diciembre, sigo inconsciente. Soy Richard Kirilenko y llevo 5años, 2 meses, 1 semana, 12 horas y 20 segundos inconsciente. 5 años, 2 meses,1 semana, 12 horas y 22 segundos en los que nadie ha preguntado por mí y 5 años,2 meses, 1 semana, 12 horas y 25 segundos que he estado postrado en una camilla,en un hospital ruso. Pienso y luego reflexiono. Eso es lo que hago todos los días ala espera de un trasplante de pulmón.

Parece muy ridículo pero todos estos años he estado de pie bailando, ju-gando, cantando etc. Pero todo eso en mi subconsciente. Todos estos años he estadorecordando viejos proverbios, como: "Añorar el pasado es correr tras el viento".

Cada día voy repasando algún episodio relevante y no relevante de mi duravida. Por ejemplo cuando cumplí 5 años, cuando aprendía a montar en bici o cuandoperdí a mis padres. Este último episodio es el que más veces he repasado porquecada vez que lo recuerdo me hago más fuerte ante mi situación.

Todos los días pasan por mi habitación muchos médicos. Y diréis ¿cómo losve este tío si tiene los ojos cerrados siempre? No los veo pero sí los escucho. Cada vezque pasan por la habitación dicen cosas sobre mi estado. Así es como me entero decómo voy evolucionando. El otro día mientras imaginaba unos paisajes entró la tropade médicos. Empezaron a hablar en un ruso con una entonación muy exagerada; penséque posiblemente eran de la zona de los Urales. Decían que no encontraban donantepara mí y que nadie pagaba por mí la habitación del hospital. Y que si no se encontrabaun donante rápidamente habría que desconectar el respirador artificial. Fueron pala-bras duras para mí. Recordé un conocido proverbio ruso relacionado con la muerte:

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“VIVE TU VIDA, DESPU

ÉS DÓNALA”

"No se muere dos veces si no se escapa de la muerte una vez". En ese momento sabía queesos, podían ser los últimos momentos de mi vida. Escuché como los médicos salían de mihabitación y di un grito interior.

Es la hora de recordar:

Yo había hecho la carrera de medicina en la universidad de Moscú. Fueron años enlos que aprendí todo sobre el oficio de médico. Tras pensar y reflexionar me alisté en el ejér-cito ruso. Fui médico en los barracones. Casi nunca tenía que atender a alguien con una he-rida grave; la mayoría de los casos eran rasguños o enfermedades leves como gripes ocatarros. Cogí tan solo una única vez un arma en toda mi vida. Fue para defender del ene-migo a un compañero. Lo maté.

Fue uno de los perores días de mi vida. Juré que nunca más cogería un arma. Enesa trifulca salí herido en la pierna. Me dieron el permiso para dejar el ejército. Esos añosfueron muy difíciles. Pasé hambre, sed, frío y lo peor: soledad. Tuve suerte pues encontrétrabajo en el Hospital Central de Moscú. Me destinaron a la planta de trasplantes. Allí mesentía realizado, pues salvaba la vida de muchas personas. Era feliz tras muchos años.

Pero todo cambió un día. Me diagnosticaron cáncer de pulmón y fui ingresado rá-pidamente. Necesitaba un trasplante. Es irónico que un médico que se ganaba la vida reali-zando trasplantes, necesite ahora un pulmón.

Empeoré hasta tal punto que caí inconsciente conectado a una máquina de respi-ración artificial. Y aquí estoy, solo y hablando a mi subconsciente. Ridículo, tremendamenteridículo. Pero es la única manera de mantenerme cuerdo. Descanso. Me despierto en mi sub-consciente, pienso y luego reflexiono. Se acerca la hora de mi muerte. Sigo recordando pro-verbios hasta que los médicos vuelven a entrar en la habitación.

Los escucho. Dicen que han encontrado un donante. Respiro, pienso y luego refle-xiono. He vivido cinco años en una cama. Cinco años en los que he recordado todas mis vi-vencias. Cinco años en los que he vivido en mi inconsciente.

Después de la operación vuelvo a respirar, saludo y abrazo a los médicos. Quieroseguir haciendo lo de antes, ayudar a los demás en el quirófano.

Fin

Javier García Hernández

RELATOS CORTOSACCÉSIT

“CARTA A UNA ESTRELLA”Salamanca, veintitrés de agosto, 2013.

Querido abuelito:

¿Cómo es todo por ahí arriba? ¿Es como me decías con camas hechas de nubes es-ponjosas, con enormes árboles cuyo fruto son caramelos y chocolatinas, felicidadradiando por todas partes y enormes campos rosas donde tumbarse para observara los que estamos aquí abajo? Todavía tengo curiosidad. Pero seguro que es un lugarmaravilloso, porque tú estás ahí.

Abuelito, te escribo esta carta para contarte todo lo que ha pasado en estosúltimos meses que no has estado. Cuando te fuiste, mamá se quedó muy triste ytardó en recuperarse. Nadie nos atrevíamos a entrar en tu habitación, y los primerosmeses fueron muy malos. Pero ahora, poco a poco, todos nosotros vamos recupe-rando la sonrisa.

Llega la parte más difícil. Dos meses después de irte, a Andrea le detectaroncáncer de hígado. Todos estábamos muy tristes y asustados. Además, tú no estabasallí para apoyarnos. Echábamos en falta tu fuerza para seguir adelante y tu deter-minación para sonreír en los peores momentos.

Fueron tiempos muy difíciles. Una niña de ocho años y con cáncer, imagí-natelo. Andrea no entendía nada, sólo sabía que algo le pasaba y que no era muybueno. Sus sesiones de quimioterapia comenzaron rápidamente. Pronto observamoscómo el pelo comenzaba a caérsele, cómo su rostro era cada día más pálido y cómosu sonrisa iba desapareciendo.

C o n c u r s oC o n c u r s oXXIV

“VIVE TU VIDA, DESPU

ÉS DÓNALA”

Seguro que si tú hubieses estado aún con nosotros, todo habría sido más llevadero.Las semanas pasaban y los análisis mostraban que su hígado no experimentaba mucha me-joría. Todo eran malas noticias.

Cada noche mamá se metía en la habitación a llorar. Yo hacía como que no me dabacuenta, pero no podía soportarlo más, tenía que hacer algo. Había oído eso de la donaciónde órganos y pensé que tal vez una parte de mi hígado ayudaría a la pequeña Andrea. Losmédicos se sorprendieron de mi proposición, pero no la rechazaron. "Haremos pruebas, com-probaremos si sois compatibles, y después, ya iremos viendo" dijeron.

¿Qué crees que pasó después, abuelito? Pues verás, un día, un extraño númerollamó a casa. ¡Eran del hospital! Anunciaron que mi hígado era compatible y que acudieraen esa misma semana para ir preparándolo todo. Mi madre no supo nada hasta ese mo-mento. Cuando se enteró, rompió a llorar.

A Andrea y a mí nos pusieron juntas en la misma habitación. Los médicos creyeronque sería lo mejor para ambas. El cuatro de Julio, a las cinco de la tarde, comenzó nuestraoperación. No me enteré de nada. Cuando me pusieron la anestesia, conté del 10 hacia atrásy cuando iba por el seis, cerré los ojos.

Desperté entre los mayúsculos ojos de mi familia. Me abrazaron fuerte, pero yo es-taba más pendiente de dónde se encontraba Andrea. Giré mi cabeza y la pude ver allí, en sucama, durmiendo. Me salió una sonrisa de oreja a oreja, abuelito. Por desgracia, las malasnoticias no paraban de llegar. La supuesta mañana en que me daban el alta nos comunicaronque mi hígado no había cicatrizado del todo bien y se había formado una pequeña infecciónque se había extendido hacia el duodeno. Debía pasar de nuevo por quirófano.

Durante mi intervención, los médicos tuvieron complicaciones y me perdieron du-rante unos segundos, en los cuales te vi. Sí abuelito, te vi, Me estabas llamando, y yo queríair, pero de repente, desapareciste. Me devolvieron a la vida. Estuve en coma algunas horas.Decían que si no despertaba ese día ya era muy difícil que volviera a abrir los ojos.

¿Sabes por qué desperté? Oí la voz de Andrea. Saber que estaba desprendiendovida, riendo y animando a la familia diciendo que seguro que todo saldría bien me hizo que-dar aquí. Estuve dos semanas en el hospital para recuperarme del todo.

El día en el que por fin llegué a casa estuve horas y horas sentada frente a la ventanade mi habitación observando mi barrio. Nunca pensé que lo llegaría a echar tanto de menoscomo en el último mes.

Ese mismo día mi madre organizó una gran cena a la que acudió toda la familia paracelebrar mi recuperación y la de la pequeña Andrea. Te tuvimos muy presente aquel día.

Durante las siguientes semanas, todo el mundo me felicitaba por mi valiente acción,pero, ¿sabes?, yo no lo daba mucha importancia. Y sigo sin dársela. Doné una parte de mihígado porque creía y creo que es lo correcto. Lo cierto es que parte del mérito lo tienen losmédicos que hicieron un gran trabajo, y Andrea, que puso todas sus fuerzas en seguir vi-viendo. Yo solo puse una pequeña parte de mí. Por eso no le doy mucha repercusión a lo quehice.

Ver a Andrea jugando con sus amigas y saber que podrá acudir en Septiembre alcolegio me hace muy feliz. Abuelito, esta es nuestra historia. Las penas y alegrías que tuvi-mos desde que te fuiste. Quiero aprovechar para darte las gracias por haberme enseñado aser fuerte y a luchar por lo que quiero y por la vida, como tú hiciste.

Te echo mucho de menos. Espero que estés donde estés seas igual de feliz como loeras con nosotros. Recuerda que todos, todos, te queremos mucho. Te volveré a escribirpronto, estrella nuestra.

P.D.: ¡Feliz cumpleaños! Nunca se me olvida, eh.

FIN

Lourdes Sánchez Miranda

RELATOS CORTOSACCÉSIT

“CARTA DESDE EL FUTURO”10 de mayo de 2100

Estimados humanos:

Soy Faster, un coche de lujo, de alta gama y de los más caros que se fabri-can actualmente. Os escribo esta carta desde un futuro no muy lejano en el que losautomóviles tenemos vida propia y decidimos por nosotros mismos. Hoy es un díamuy especial porque una de las cosas que no han cambiado desde vuestro tiempoes el Día Nacional de la Donación de Órganos. A raíz de esto me gustaría contaroslo que me sucedió un día que me fui de excursión por una carretera regional: salí demi garaje con todo preparado, o eso pensaba yo: gasolina, el “manos libres”, el gato,el agua y el aceite recién cambiados...

Jamás hubiese podido imaginar que lo que les narro a continuación podríaocurrirme a mí; y mucho menos ese día con toda la preparación que llevaba. El casoes que abrí la puerta del garaje y salí a la calle dispuesto a pasar un fabuloso día ro-deado de naturaleza, paz y tranquilidad. Pasé un día verdaderamente agradable yrelajante, escuchando el piar de los pájaros que descansaban sobre las ramas de losfrondosos árboles que me protegían del sol veraniego. Cerca del lugar en el que meencontraba se podía oír el bello sonido que producen las aguas del Tormes mientrasse desplaza a su encuentro con el Duero. Fueron pasando las horas, la mañana volóy la tarde poco a poco se iba esfumando. Cerca del anochecer, decidí volver a la ru-tina, a la ciudad, a la contaminación... a casa. Me puse en camino, pero antes desalir de la carretera regional en la que me encontraba se me paró el motor. Intentéllamar a alguien usando el “manos libres”, pero para mi desgracia no tenía coberturay parecía imposible que algún otro coche pasara por allí; en todo el día yo no habíavisto a nadie, necesitaba un milagro.

C o n c u r s oC o n c u r s oXXIV

“VIVE TU VIDA, DESPU

ÉS DÓNALA”

Cuando ya había perdido toda esperanza sucedió el milagro que necesitaba: unaantigua grúa apareció por la carretera y se dirigió hacia mí. Le conté lo sucedido y muy ama-blemente se ofreció a llevarme al taller más cercano. Durante el viaje me contó que él habíaformado parte de un taller, precisamente llevando accidentados a su jefe, pero me dijo quedesde que se empezó a oxidar le echaron. También me contó que desde entonces todas lasnoches salía a pasear por esa carretera en la que nos encontramos, pero que nunca se en-contraba con nadie.

En el momento en el que llegamos al taller ya nos habíamos hecho amigos, contadonuestras cosas, descrito nuestra monótona vida... Cuando me vio el mecánico me comunicóuna pésima noticia: el motor estaba totalmente estropeado y no tenía arreglo, además esetipo de motor se había dejado de fabricar hacía apenas unos meses y, sin embargo, ya noquedaba ni un solo ejemplar a la venta. En ese momento, mi nuevo amigo sufrió un infartodel panel de control.

Desgraciadamente, murió esa misma noche. Estaba totalmente hundido, no podríavolver a moverme el resto de mi vida por la falta de motor y había perdido a mi nuevo amigo,que además me había salvado. A pesar del gran dolor que sentía, logré recuperar parte delánimo cuando me dijeron que el motor de la grúa era idéntico al mío, unos cuantos añosmás antiguo y, además, no había sufrido ningún daño durante el infarto. Me realizaron in-mediatamente la complicada operación, de la que yo mismo sabía que podía salir sin vida.Por suerte todo salió de maravilla y en tan sólo una semana pude salir del taller.

Desde entonces han pasado varios años y recuerdo aquellos días con un extrañosentimiento entre tristeza, alegría y un profundo agradecimiento a aquella grúa que mesalvó dos veces la vida en el mismo día, entregando la suya propia a cambio. También agra-dezco al mecánico que hiciera tan bien su trabajo y me permitiera que en tan sólo una se-mana yo estuviera totalmente recuperado.

Esta vivencia me hizo entender la importancia de la donación de órganos y me hicedonante. Aunque espero que nadie que lea esta carta tenga que pasar por lo mismo, sí deseoque todos entiendan la importancia de la donación de órganos. Además, piensen que cual-quiera puede encontrarse en la situación en la que me encontré yo. Tengan en cuenta quenadie elige caer enfermo, pero cualquiera puede elegir ser donante y así salvar vidas.¡Háganse donantes!

Un afectuoso saludo.

FÁSTER

Rubén Guijarro Sebastián

DIBUJODIBUJOPRIMER PREMIO

Laura RivasCOLEGIO PADRE MANJÓN - SALAMANCA

C o n c u r s oC o n c u r s oXXIV

“VIVE TU VIDA, DESPU

ÉS DÓNALA”

DIBUJODIBUJOSEGUNDO PREMIO

Víctor García NietoCOLEGIO LA ENCARNACIÓN - PEÑARANDA

C o n c u r s oC o n c u r s oXXIV

“VIVE TU VIDA, DESPU

ÉS DÓNALA”

DIBUJODIBUJOTERCER PREMIO

Juan Aznar SantosC.R.A. LA FLECHA - CABRERIZOS

C o n c u r s oC o n c u r s oXXIV

“VIVE TU VIDA, DESPU

ÉS DÓNALA”

DIBUJODIBUJOACCÉSIT

Inés Martín MartínC.E.I.P. JUAN JAEN - SALAMANCA

C o n c u r s oC o n c u r s oXXIV

“VIVE TU VIDA, DESPU

ÉS DÓNALA”

DIBUJODIBUJOACCÉSIT

Jimena López AlonsoC.R.A. LA FLECHA - CABRERIZOS

C o n c u r s oC o n c u r s oXXIV

“VIVE TU VIDA, DESPU

ÉS DÓNALA”

Donación y Trasplante de Órganos

S A L A M A N C A2014