Derrick Jensen - Cortar Las Cuerdas Vocales de La Biosfera

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El zoólogo y filósofo Neil Evernden nos cuenta la familiar historia de cómo silenciamos el mundo. Durante el siglo XIX, muchos viviseccionistas cortaban rutinariamente las cuerdas vocales de los animales antes de operarlos. Esto significaba que durante el experimento los animales no podían chillar (referido en la literatura como la emisión de una “vocalización aguda”). Cortando las cuerdas vocales los experimentadores simultáneamente negaban la realidad - pretendiendo que un animal silente no siente dolor- y la afirmaban, a través del reconocimiento implícito de que el llanto del animal les hubiera comunicado lo que ya sabían, que la criatura era un ser sintiente, sensible (y, durante la vivisección, torturado). Como Evernden comenta, “El rito de pasaje a la forma de ser científica,” o, añadiría, moderna, “se centra en la habilidad de aplicar el cuchillo en las cuerdas vocales, no sólo del perro en la mesa, sino de la vida misma. Interiormente, él, [el ser humano moderno], debe ser capaz de cortar las cuerdas de su propia consciencia. Externamente, el efecto debe ser la destrucción de la laringe de la biosfera, una acción esencial para transformar al mundo en un objeto material”. Esto no es menos cierto para nuestra relación con nuestros compañeros humanos. Si vamos a sobrevivir, debemos aprender una nueva forma de vida, o reaprender una antigua. Han existido, y por ahora todavía existen, muchas culturas cuyos miembros rehúsan entrar en el trato de mala muerte que nosotros aceptamos diariamente como parte del vivir. Es tal vez significante que antes del contacto con la civilización occidental muchas de estas culturas no tenían violaciones ni abuso de menores (los Okanagans de lo que ahora es la Columbia Británica, por dar sólo un ejemplo, no tenían ni una palabra ni un concepto en su lenguaje correspondiente al abuso de menores. Tenían una palabra correspondiente a la violación de una mujer: literalmente traducida significa “alguien me miró de un modo que no me gustó”). Esto es tal vez significativo, como también que estas culturas no llevaron a la paloma migratoria a la extinción, ni al salmón, ni al bisonte, ni al visón de mar, ni a la gallina labradora de páramos, ni al zarapito esquimal, ni a la rana de los árboles de Taipei. Ojalá pudiéramos decir lo mismo. Es tal vez significativo que los miembros de estas culturas escuchen atentamente (como si sus vidas dependieran de ello, y por supuesto que lo hacen) lo que las plantas, las rocas, los ríos y las estrellas tiene que decir, y que estas culturas han sido

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Traducción de Extracto de "A Languague Older Than Words" de Derrick Jensen, sobre el silenciamiento del mundo natural.

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El zologo y filsofo Neil Evernden nos cuenta la familiar historia de cmo silenciamos el mundo. Durante el siglo XIX, muchos viviseccionistas cortaban rutinariamente las cuerdas vocales de los animales antes de operarlos. Esto significaba que durante el experimento los animales no podan chillar (referido en la literatura como la emisin de una vocalizacin aguda). Cortando las cuerdas vocales los experimentadores simultneamente negaban la realidad -pretendiendo que un animal silente no siente dolor- y la afirmaban, a travs del reconocimiento implcito de que el llanto del animal les hubiera comunicado lo que ya saban, que la criatura era un ser sintiente, sensible (y, durante la viviseccin, torturado).

Como Evernden comenta, El rito de pasaje a la forma de ser cientfica, o, aadira, moderna, se centra en la habilidad de aplicar el cuchillo en las cuerdas vocales, no slo del perro en la mesa, sino de la vida misma. Interiormente, l, [el ser humano moderno], debe ser capaz de cortar las cuerdas de su propia consciencia. Externamente, el efecto debe ser la destruccin de la laringe de la biosfera, una accin esencial para transformar al mundo en un objeto material. Esto no es menos cierto para nuestra relacin con nuestros compaeros humanos.

Si vamos a sobrevivir, debemos aprender una nueva forma de vida, o reaprender una antigua. Han existido, y por ahora todava existen, muchas culturas cuyos miembros rehsan entrar en el trato de mala muerte que nosotros aceptamos diariamente como parte del vivir. Es tal vez significante que antes del contacto con la civilizacin occidental muchas de estas culturas no tenan violaciones ni abuso de menores (los Okanagans de lo que ahora es la Columbia Britnica, por dar slo un ejemplo, no tenan ni una palabra ni un concepto en su lenguaje correspondiente al abuso de menores. Tenan una palabra correspondiente a la violacin de una mujer: literalmente traducida significa alguien me mir de un modo que no me gust). Esto es tal vez significativo, como tambin que estas culturas no llevaron a la paloma migratoria a la extincin, ni al salmn, ni al bisonte, ni al visn de mar, ni a la gallina labradora de pramos, ni al zarapito esquimal, ni a la rana de los rboles de Taipei. Ojal pudiramos decir lo mismo. Es tal vez significativo que los miembros de estas culturas escuchen atentamente (como si sus vidas dependieran de ello, y por supuesto que lo hacen) lo que las plantas, las rocas, los ros y las estrellas tiene que decir, y que estas culturas han sido capaces de hacer lo que nosotros slo podemos soar, es decir, vivir en un equilibrio dinmico con el resto del mundo.

La tarea que afrontamos es increble, satisfacer las necesidades humanas sin poner en peligro la vida del planeta.

(Derrick Jensen, A language older than words)

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