Derecho Público Eclesiástico

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Acerca de este libro Esta es una copia digital de un libro que, durante generaciones, se ha conservado en las estanterías de una biblioteca, hasta que Google ha decidido escanearlo como parte de un proyecto que pretende que sea posible descubrir en línea libros de todo el mundo. Ha sobrevivido tantos años como para que los derechos de autor hayan expirado y el libro pase a ser de dominio público. El que un libro sea de dominio público significa que nunca ha estado protegido por derechos de autor, o bien que el período legal de estos derechos ya ha expirado. Es posible que una misma obra sea de dominio público en unos países y, sin embargo, no lo sea en otros. Los libros de dominio público son nuestras puertas hacia el pasado, suponen un patrimonio histórico, cultural y de conocimientos que, a menudo, resulta difícil de descubrir. Todas las anotaciones, marcas y otras señales en los márgenes que estén presentes en el volumen original aparecerán también en este archivo como testimonio del largo viaje que el libro ha recorrido desde el editor hasta la biblioteca y, finalmente, hasta usted. Normas de uso Google se enorgullece de poder colaborar con distintas bibliotecas para digitalizar los materiales de dominio público a fin de hacerlos accesibles a todo el mundo. Los libros de dominio público son patrimonio de todos, nosotros somos sus humildes guardianes. No obstante, se trata de un trabajo caro. Por este motivo, y para poder ofrecer este recurso, hemos tomado medidas para evitar que se produzca un abuso por parte de terceros con fines comerciales, y hemos incluido restricciones técnicas sobre las solicitudes automatizadas. Asimismo, le pedimos que: + Haga un uso exclusivamente no comercial de estos archivos Hemos diseñado la Búsqueda de libros de Google para el uso de particulares; como tal, le pedimos que utilice estos archivos con fines personales, y no comerciales. + No envíe solicitudes automatizadas Por favor, no envíe solicitudes automatizadas de ningún tipo al sistema de Google. Si está llevando a cabo una investigación sobre traducción automática, reconocimiento óptico de caracteres u otros campos para los que resulte útil disfrutar de acceso a una gran cantidad de texto, por favor, envíenos un mensaje. Fomentamos el uso de materiales de dominio público con estos propósitos y seguro que podremos ayudarle. + Conserve la atribución La filigrana de Google que verá en todos los archivos es fundamental para informar a los usuarios sobre este proyecto y ayudarles a encontrar materiales adicionales en la Búsqueda de libros de Google. Por favor, no la elimine. + Manténgase siempre dentro de la legalidad Sea cual sea el uso que haga de estos materiales, recuerde que es responsable de asegurarse de que todo lo que hace es legal. No dé por sentado que, por el hecho de que una obra se considere de dominio público para los usuarios de los Estados Unidos, lo será también para los usuarios de otros países. La legislación sobre derechos de autor varía de un país a otro, y no podemos facilitar información sobre si está permitido un uso específico de algún libro. Por favor, no suponga que la aparición de un libro en nuestro programa significa que se puede utilizar de igual manera en todo el mundo. La responsabilidad ante la infracción de los derechos de autor puede ser muy grave. Acerca de la Búsqueda de libros de Google El objetivo de Google consiste en organizar información procedente de todo el mundo y hacerla accesible y útil de forma universal. El programa de Búsqueda de libros de Google ayuda a los lectores a descubrir los libros de todo el mundo a la vez que ayuda a autores y editores a llegar a nuevas audiencias. Podrá realizar búsquedas en el texto completo de este libro en la web, en la página http://books.google.com

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Una joya clásica del derecho que no debe faltar en ninguna biblioteca jurídica. El gran aporte del derecho público al derecho canónico.

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  • Acerca de este libro

    Esta es una copia digital de un libro que, durante generaciones, se ha conservado en las estanteras de una biblioteca, hasta que Google ha decididoescanearlo como parte de un proyecto que pretende que sea posible descubrir en lnea libros de todo el mundo.Ha sobrevivido tantos aos como para que los derechos de autor hayan expirado y el libro pase a ser de dominio pblico. El que un libro sea dedominio pblico significa que nunca ha estado protegido por derechos de autor, o bien que el perodo legal de estos derechos ya ha expirado. Esposible que una misma obra sea de dominio pblico en unos pases y, sin embargo, no lo sea en otros. Los libros de dominio pblico son nuestraspuertas hacia el pasado, suponen un patrimonio histrico, cultural y de conocimientos que, a menudo, resulta difcil de descubrir.Todas las anotaciones, marcas y otras seales en los mrgenes que estn presentes en el volumen original aparecern tambin en este archivo comotestimonio del largo viaje que el libro ha recorrido desde el editor hasta la biblioteca y, finalmente, hasta usted.

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  • Collcge ILtbrarg

    FROM THE FUND OF

    CHARLES MinSTOT(Ca of 1888).

    Received **] OtU-O . 1^9 |.

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    DERECHO PBLICO

    ECLESISTICO

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    KAFAEL FERNNDEZ CONCHA.

    TOMO I.

    SANTIAGO DE CHILE.

    IMPRENTA DEL CORREO, CALLE DE LOS TEATINOS, NM. 30.

    ENERO DE 1872.

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    ECLESISTICOPOR

    RAFAEL FERNNDEZ CONCHA.

    TOMO I.

    SANTIAGO DE CHILE.

    IMPRENTA DEL CORREO, CALLE DE LOS TEATINOS, NM. 39.

    KNEBO DE 1872.

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    PROPIEDAD DEL AUTOR.

  • LICENCIA.

    Santiago, Diciembre 27 de 1871.

    Con lo informado por el revisor nombrado, presbtero don CrescenteErrzuriz, se concede la licencia necesaria para la impresion i publicacion

    del primer tomo de la obra titulada Derecho Pbtico Eclesistico, escritapor el seor Provisor Oficial don Rafael Fernndez Concha.

    Tmese razon.

    VARGAS.V. J.

    ASTORGA.

    Secretario.

  • LIBRO PRIMERO.

    DE LA EELIJION.

    CAPITULO I.

    Definicion de la Relijion.

    Es imposible conocer la Iglesia sin algunas nocionesprevias acerca de la relijion.

    Toda sociedad, ciertamente, supone un vnculo que ligaa las personas de quienes consta, en rden a un mismo fin;i del carcter de ese vnculo se orijina la naturaleza de la

    sociedad.Ahora bien, el vnculo constitutivo i especfico de la sociedad eclesistica es la relijion.

    Llmase relijion el conjunto de las relaciones que mantienen la creatura con el Creador, i unas creaturas con

    otras en el mismo Creador.Esas relaciones, orjen, ejemplar i fin de todas las dems , en las cuales se cifran nuestra perfeccion i felicidad ,

    se dividen en naturales i sobrenaturales.

  • CAPTULO II.

    De la reUion en el orden natural.

    I.

    Naturales son aquellas relaciones que nacen de nuestranaturaleza. Finitos como somos, estamos unidos a Diosen cuanto principio de nuestra existencia i en cuanto trmino de nuestro sr. De estos dos hechos primordialesprocede la relijion natural.

    II.

    El concepto mas propio, ala verdad, que la razon humana tiene de Dios, es el de un sr necesario, infinito enperfecciones, causa primera de nuestro sr i de todos los seres existentes i posibles. Que ha de haber un sr infinito,que no tenga principio i que sea el principio de todos losseres finitos, prubase de una manera irrefragable. A losseres finitos, cualesquiera que sean, la existencia no les esesencial, pues no repugna el que hayan comenzado a existir

    ni aun el que jams hubieran existido. Si les fuera esencial la existencia, no podran recibirla de nadie, porqu la

  • 4 DERECHO PBLICO ECLESISTICO.

    tendran de s mismos. Pero, como la existencia no les esesencial, no pueden tenerla de s mismos, sin que han de

    haberla recibido de lguien.I bien, quin se la ha participado?Solo Dios. ]STo se

    puede dar lo que no se tiene. As, el pobre no puede dar bienes de fortuna; el dbil no puede comunicar fuerza; el ig

    norante no puede participar la sabidura. Del propio modo, no puede dar el sr quien no lo tiene. I, puesto quesolo Dios existe a se, de s mismo, solo Dios puede haberparticipado la existencia a las cosas finitas. De aqu es

    que la realidad de los seres continjentes, como son todoslos del universo , es un argumento palmar e inconcuso de

    la realidad de Dios.De El venimos todos; lo cual es tan verdadero comoque El existe, tan cierto como que hai un sr en quien la

    existencia es esencial i necesaria. No teniendo Dios elsr por participacion sin por esencia, lo tiene necesariamente en su plenitud, para s i para comunicarlo. El es,pues, la causa suprema de la cual proceden todas las cosas con sus atributos , perfecciones i leyes.

    III.

    Pero Dios es no solo el principio sin tambien el fin denuestra existencia.

    Aqu entendemos por fin aquel bien que termina nuestrosr dndole la perfeccion que le corresponde. Llmase finese bien, ya porqu completa el sr de nuestra existencia,

    ya porqu se halla fuera de nosotros, de modo que paraposeerlo necesitamos ir hacia l. De aqu procede el que,a diferencia de las creaturas, Dios que no tiene principio,tampoco tiene fin. Al paso que Dios se halla perfecto en

    s mismo sintindose infinitamente feliz en recojerse i reposar sobre su propia esencia, la creatura tiene fuera des el bien que la perfecciona completando i terminandosu existencia. Todos, a la verdad, sentimos que no somos

  • LIB. I. CAP. II. DE LA RELIJION E EL ORDEN NATURAL. 5

    perfectos, por cuanto anhelamos un bien que no se halladentro de nosotros i experimentamos una necesidad instintiva e irresistible de salir fuera en busca de l.

    Ese bien exterior, perfectivo de la existencia creada, esconforme a la naturaleza de cada sr. Necesitamos, porconsiguiente, especular nuestra naturaleza para descubrircul es el bien ltimo de nuestra existencia, el bien que la

    perfecciona i termina.El hombre es un sr mixto. Consta de una alma espiritual i subsistente, inmediatamente creada por Dios i

    unida por El sustancialmente a una porcion de materia.La naturaleza se deriva de la esencia del Sr i se confor

    ma a ella. Siendo el hombre un sr mixto, mixta es tambien su naturaleza.

    Hai, en efecto, en la naturaleza humana tres rdenesde facultades : de unas procede la vida vejetable, semejante a la de las plantas; de otras, la vida animal, seme

    jante a la de los brutos; i de otras, en fin, la vida espiritual, semejante a la de los njeles. Estas facultades se

    manifiestan i desenvuelven segun su rden de perfeccion.Principiamos por las mas imperfectas, es decir, por lasque se refieren a la vida vejetable. Para esta vida el alma

    est dotada de la fuerza llamada plstica. Hai en todovejetali, por lo mismo, en el hombre, en cuanto tal, unafuerza distinta de las fsicas i qumicas, que las dominai dirije hacia un fin nico, a la formacion i conservacion

    del organismo. En esta fuerza plstica se contienen tresfacultades: la de nutricion, cuyo objeto es conservar i re

    parar el sr orgnico por la conversion del alimento enla propia sustancia de l; la de crecimiento, destinada a

    dar al cuerpo el desarrollo que conviene a su perfeccion ;i la de reproduccion.

    A la vida animal que sucede inmediatamente a la vejetable, corresponden la facultad de sentir, la de apetecer i

    la de locomocion.A virtud de la potencia sensitiva, elalma unida al cuerpo es afectada por las cosas corpreas ilas percibe en cuanto materiales i singulares. El actovital de esta potencia es lo que se llama sensacion. La fa

  • 6 DERECHO PBLICO ECLESISTICO.

    cuitad de sentir comprende sentidos externos e internos.Por aquellos, a saber, la vista, el oido, el gusto, el olfatoi el tacto, nos ponemos en relacion inmediata con loscuerpos, i segun el sentido los percibimos de distinto modo.

    Asi el objeto propio de la vista es el color; el del oido, elsonido; el del olfato, el olor; etc. Los sentidos externostienen por principio i centro el sentido ntimo, llamadotambien comun, el cual percibe las sensaciones de aque

    llos i las distinguen unas de otras. Pero, a mas de estafacultad, hai en el sentido ntimo estas otras: la memoria,

    que conserva las especies sensibles; la imajinacion, quelas reproduce i combina; i el instinto, que forma un ru

    do juicio acerca de la conveniencia o desconveniencia delos objetos.Mas el principio viviente del animal est

    dotado de potencias no solo para sentir las cosas corpreas sin tambien para procurrselas. Estas potencias sellaman apetitos, i sus actos vitales son las pasiones, las

    cuales sirven al animal para procurarse lo necesario a lavida movindolo a buscar los objetos o a huir de ellos segun los conoce convenientes o desconvenientes. El apetito

    sensitivo se divide en concupiscible e irascible, segun sepresentan como arduos o no el bien que se busca o el mal

    que se rehuye.El apetito del bien sensible sera intil i aun daoso al animal , si este no estuviera como est

    dotado de fuerza para trasladarse de un punto a otro afin de procurarse los objetos tiles i evitar los nocivos.

    El alma humana, empero, no est totalmente sumerji-da en la materia: en cuanto espritu, se eleva al rden

    intelijible i moral. Para esta ltima vida est dotada deentendimiento i de voluntad , potencias ambas esenciales a

    todo espritu. Por la inteleccion, acto vital del entendimiento, produce el concepto, el cual consiste en ciertaforma que reviste el espritu, semejante al sr que excita

    su actividad. Por la volicion , acto vital de la voluntad,produce el amor, el cual consiste en cierta expansion iatraccion por las que el espritu tiende a estrecharse i uni

    ficarse con el sr que, como bueno para l, le presenta elentendimiento.

  • LIB. I. CAP. II. DE LA UEI.IJION EN EL ORDEN NATURAL. 7

    Entre estas facultades de la vida espiritual i las de lavejetable i sensible hai trascendentales diferencias.

    Al paso que estas ltimas son orgnicas , aquellas soninorgnicas.En efecto, la triple virtud de nutricion, crecimiento i reproduccion , propia del vejeta!, i la facultadsensitiva, apetitiva i locomotiva, propia del animal, no seejercen sin en la materia i con el concurso de los rganoscorpreos respectivos. Es el alma el sujeto de estas po

    tencias; es el alma quien vive por medio de ellas; es elalma quien, mediante las fuerzas vitales, contiene, rije ireduce a la unidad de sr i de naturaleza las varias partes

    del cuerpo, i quien siente i apetece: la pura materia noes capaz de esta actividad ni de estas funciones. Pero el

    alma no puede desplegar tales virtudes sin en la materiaque le est unida sustancialmente, i sin que los rga

    nos corpreos respectivos estn convenientemente dispuestos i sean o hayan sido afectados por los objetos delmundo fsico.Por el contrario, el entendimiento i la vo

    luntad no tienen rgano propio, i, absolutamente hablando, no dependen del organismo. Es cierto que, durante launion del alma con el cuerpo, preceden i acompaan al

    ejercicio del entendimiento i de la voluntad alguna funcion de la sensibilidad i alguna afeccion del organismo.

    Pero este concurso, mu conforme a la naturaleza mixtadel sr humano, no se deriva de una necesidad intrnsecaalas facultades de la vida espiritual. Tal necesidad no existe desde que los objetos propios del entendimiento i de la

    voluntad pertenecen al rden intelijible i moral. As esque esas facultades se hallan en seres privados de todo organismo, como los njeles o puros espritus. As es que

    el alma, separada del cuerpo por la muerte, es capaz deentender i querer, i en realidad entiende i quiere, sin elconcurso de ningun rgano corpreo.

    De esta diferencia en el sr de las facultades se derivala que existe en su modo de obrar. Mediante las virtudes

    vejetables nos asimilamos la materia que entra en el organismo, dndole solamente la forma i vida del mismo.

    Por los sentidos no nos asimilamos, es cierto, el sr real

  • 8 DERECHO PBLICO ECLESISTICO.

    de los cuerpos, pero tampoco los percibimos sin en cuanto tales, es decir, en su calidad de cosas materiales i singuiares. El entendimiento, al contrario, los concibe bajo

    formas inmateriales i universales. As, por ejemplo, haigran diferencia entre la percepcion sensible de un rboli

    su concepcion intelectual. En tanto que el conocimientosensible es una imjen representativa de tal o cual rbol,

    en la que solo percibimos los fenmenos exteriores i particulares, Como tal o cual dimension, figura, olor, sabor etc.,

    l conocimiento .intelectual' representa la esencia del rbol,lo que es propio i constitutivo, no solo de aquel rbol quelos sentidos perciben, sin de todo rbol, existente o posi

    ble. Una diferencia anloga existe entre el amor sensiblei el amor racional, pues que el apetito se conforma a la

    naturaleza del conocimiento.- ;De ser mas perfecta la operacion del entendimiento ivoluntad se ofijina el que tenga mayor alcance. El objeto

    de tales facultades no son tan solo los entes corpreossin tambien los espirituales , as reales como de mera

    razon: por ejemplo, Dios, los njeles, el alma humana,la justicia, la bondad, la belleza etc. Hai, pues, notable

    gradacion en el alcance de los tres rdenes de nuestrasfacultades. Las de la vida vejetable no obran sin sobre

    la materia que entra en el cuerpo para formar, desairo*llar i reparar l organismo. Las de la vida animal obran

    solo sobre los cuerpos, pero sobre todos los que afectanlos sentidos, de tal suerte que nuestra alma es capaz derecibir la forma sensible de todas las cosas fsicas. Las

    de la vida espiritual se aplican a cualquier clase de seres.Efectivamente, no hai sr que, en cuanto verdad', no seaintelijible i, por lo tanto, objeto del entendimiento, i que,

    en cuanto bien, no sea amable i, por lo tanto, objeto dela voluntad. El acto, del entendimiento produce el con

    cepto, el cual es una semejanza del objeto- entendido,grabada en el alma; el acto de la voluntad produc

    el amor, el cual es una unificacion del alma con el objeto amado. I, puesto que nada existe que en cuanto ver

    dad no sea intelijible, i amable en cuanto bien, el alma

  • LIB. I. CAP. II. DE LA RELIJTON EN EL ORDEN NATURAL. 9

    tanto por el concepto como por el amor llega en ciertomodo a ser toda cosa, quodammodo omnia. En este aspecto

    nuestra alma es una bella imjen de la Divinidad. Dioses un ocano infinito, que contiene la plenitud del sr,

    en que se hallan las ideas ejemplares de todas las cosasque produce i puede producir fuera de s, i de todas las

    perfecciones que participa i puede participar a las creatu-ras. El alma espiritual, a virtud del poder que tiene deenjendrar dentro de s las imjenes de los seres, cualquie

    ra que sea la especie de ellos , de aprehender por el pensamiento cunta bondad hai en el mundo i de apropirsela

    por el amor, es un pequeo ocano al cual confluyen lasperfecciones del universo.

    Los tres rdenes de facultades de que hemos hablado ,proceden en el hombre de una misma alma. Tal es la doctrina catlica, declarada en el concilio jeneral de Viena, el

    cual conden como hereje al que negase que el alma racional o intelectiva es per se et essentialiter la forma delcuerpo humano. Nada mas fcil de demostrar, tanto aprior como a posteriori, que la verdad de esta ensean

    za, a saber, la real unidad del principio vital en cadahombre.

    A priori, porqu si las funciones vejetativas, animales iespirituales no correspondiesen a una misma alma, si ad

    mitiramos en cada uno de nosotros tantas almas cuantasson las especies de funciones vitales, no habra en el hom

    bre un sr i una naturaleza sin tres seres i tres naturalezas, sustancialmente distintos i solo accidentalmente uni

    dos. El hombre no sera un individuo dotado a un tiempode la vida vejetable, de la sensible i de la espiritual; serasimultneamente un puro vejetal, un puro animal i unpuro espritu. Sera preciso negar que hai en cada hombre un solo supuesto , una sola individualidad sustancial.

    Lo cual es absurdo.A posteriori, porqu entre las operaciones de que proceden las vidas vejetable, sensible i espiritual existe intrn

    seca conexion i mutua dependencia. Que en el hombre elprincipio vejetativo es el mismo sensitivo resulta de estos

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  • 10 DERECHO PBLICO ECLESISTICO.

    hechos: primero , aquel forma rganos no solo para la vidavejetable sin tambien para la vida sensible; segundo, elhombre no puede conservar la vida vejetable sin los sentidos i los apetitos: lo cual prueba que las facultades de

    una i otra vida se orijinan de un mismo principio, i que launidad del animal es interna e intrnseca. Que el principio intelectual en el hombre es el mismo principio vejeta-

    tivo i sensitivo resulta de estos hechos: primero, la fuerzade las funciones de la vida vejetable debilita las operaciones de la vida intelectual i moral, i rice vei'sa; segundo, nopodemos proveer convenientemente al desarrollo i perfeccion de nuestra naturaleza sensible sin el uso de la razon, i

    del mismo modo no podemos alcanzar el desenvolvimientoi perfeccion de nuestra naturaleza racional sin el conve

    niente estado i recto uso de los sentidos; tercero, la conciencia ntima nos dice que es el mismo yo el que piensa i el quesiente, el que apetece i el que ama: lo cual prueba que to

    das las funciones expresadas tienen un orjen comun, proceden de un mismo principio vital , estn radicadas en lamisma sustancia del alma intelectiva.

    Puesto que Dios es puro espritu, necesitamos analizarnuestra naturaleza espiritual para ver cmo es El el ele

    mento que la termina i perfecciona. En cuanto espritu,el hombre posee entendimiento i voluntad. El acto deesta es posterior al de aquel, pues no se ama lo que no seconoce: Nil volitum quin praecognifum. Por lo dems, el

    desenvolvimiento de estas potencias es paralelo, de suerte que, determinado el del entendimiento, queda determinado el de la voluntad.

    La unidad del sr humano reclama que el rden sensible se ligue con el rden intelectual. De aqu, que estecomience en el punto de contacto con aquel. En verdad,

    principiamos a entender comprendiendo de una maneraintelectual el sr de las cosas materiales. Lo cual se veri

    fica por medio de lo que se llama abstraccion.Ya hemos dicho la diferencia que existe entre la percepcion sensible i la concepcion espiritual de los seres fsicos. Por aquella los conocemos en concreto, esto es, con

  • LIB. I. CAP. II. DE LA RELIJION EN EL ORDEN NATURAL. 1 1

    determinacion de materia, lugar, distancia, color etc; poresta los conocemos en abstracto, es decir, con separacion

    de todas esas condiciones sensibles. Por lo tanto, paraentender, o sea, para concebir la esencia de las cosas, se

    necesita, de una abstraccion, es preciso separar dichaesencia de todo aquello que la limita i fija en el rden sen

    sible i material.Esa facultad de abstraccion, de que se vale el almapara sacar de las representaciones sensibles las especies

    intelectuales i llegar as a concebir la esencia de las cosas, no es mas que la misma luz inherente al enten

    dimiento. La inteleccion, o vision espiritual, se operade un modo anlogo a la percepcion , o vision corporal.La figura i los colores, dice Kleutgen en su Filosofa es

    colstica, se encuentran siempre en los cuerpos, pero elojo no puede percibirlos si los rayos luminosos no caensobre esos cuerpos ; no se revelan a los sentidos sin enunion con la luz. Del mismo modo, el objeto de la representacion intelectual, es decir, la esencia, est realmente

    en la cosa, pero para que esta esencia sea percibida por elespritu, debe ser separada de las propiedades accidentales

    que la acompaan en el individuo. Ahora bien , esta separacion tiene lugar cuando la fuerza inmaterial del esp

    ritu se aplica a la representacion sensible ; por esta unioncon la luz espiritual, la esencia oculta bajo los fenmenossensibles se revela a la intelijencia. Pero, as como la figura i los colores del cuerpo no experimentan ningun cam

    bio a consecuencia de su iluminacion, i as como, propiamente hablando, no son ellos, sin la luz la que,

    iluminndolos , enjendra en los sentidos la forma por lacual conocemos; as las representaciones sensibles no son

    tranformadas por su union con la fuerza espiritual de laintelijencia, i no son esas representaciones, sin esta fuer

    za del espritu o el entendimiento ajente, quien produceen la razon la imjen intelijible. Como se ve, el procedi

    miento es igual i solo hai la diferencia de que los ojosreciben la luz de un elemento extrao, que se halla en la

    naturaleza, al paso que el entendimiento lleva consigo la

  • 12 DERECHO PBLICO ECLESISTICO.

    luz inmaterial, estando aun tiempo dotado de la facultad de iluminar i de la facultad de ver.

    Por el entendimiento conocemos, pues, los mismos objetos que perciben los sentidos, pero de una manera supe

    rior, que consiste en comprender las esencias. En el conocimiento abstractivo de estas, el alma progresa pasando

    de lo mas universal a lo menos universal. Vienen, primero, las representaciones mas jenerales, como son los con

    ceptos de sr, sustancia, accidente, fuerza, actividad etc.,aplicables no solo a las cosas corporales sin tambien a

    las incorporales. Vienen, en seguida, las representaciones especiales a los cuerpos, pero comunes a todos ellos,como son los conceptos de cantidad, extension, figura.Vienen , por ltimo , las representaciones referentes a objetos singulares, como las de calor, frio, dureza, dulzu

    ra etc. As, en la representacion intelectual de un rbol,primero conocemos que es un sr, en seguida que este sres un cuerpo, despus que este cuerpo es un rbol, i, por

    ltimo, que es un rbol de tal especie.Resulta de lo dicho que el primer grado del desenvolvimiento intelectual del alma humana se halla en conocerlo inmaterial al travs de las cosas materiales, lo inteli-jible al travs de las cosas sensibles. Este modo de prin

    cipiar a obrar en el rden de la intelijencia se orijina dela naturaleza de nuestra alma, la cual, como hemos dicho

    antes, es a un tiempo el principio de la vida animal i dela espiritual.

    Mas de que las esencias de las cosas corporales sean elprimer objeto de nuestro entendimiento no se sigue que

    no podamos concebir la posibilidad i existencia de los seres espirituales. Precisamente, una de las diferencias entre el entendimiento i los sentidos consiste en que aquel escapaz de conocer seres no solo materiales sin tambien es

    pirituales. Basta, en efecto, para alcanzar ese conocimiento, un acto do reflexion sobre nuestras operaciones inte

    lectuales. Fijndonos en que nuestros primeros conceptos,a saber, los de sr, sustancia, actividad etc., son tan uni

    versales que nada los concreta a los cuerpos, compren

  • LIB. I. CAP. II. DE LA RELIJIOH EN EL ORDEN NATURAL. .13

    demos sin dificultad alguna que pueden existir serespuramente espirituales. Pero no solo comprendemos suposibilidad sin adems i al mismo tiempo la real existencia de nuestro espritu. El alma, en verdad, no ve susr mismo, no alcanza su esencia ntima, no se percibepor intuicion; pero siente i conoce sus operaciones, i enestas se siente i conoce a s misma. As como en las cosas

    materiales no solo concebimos los accidentes sin tambien la sustancia, pero a esta solo en cuanto aquellos nos

    la dan a conocer, pues en dichas cosas no conocemos simplemente la extension , figura, color, olor etc., sin algo quees extenso, configurado, oloroso etc., as tambien en nuestros actos espirituales no conocemos simplemente los pensamientos i los afectos sin un espritu que piensa i ama.El que nuestra alma no se conozca en s misma sin en

    sus operaciones i hasta donde estas la dan a conocer,procede de que, en virtud de su composicion con el cuerpo, no puede conocer lo puramente espiritual sin conalguna dependencia de las cosas sensibles. Por identidad

    de razon el njel, que no es, como el hombre, un sr mixtode materia i espritu, sin un espritu puro, comprende

    inmediatamente su propia esencia i la de las creaturasespirituales.

    En este conocimiento de nosotros mismos i del mundoque nos rodea, no solo se contienen las esencias de los seres sin tambien sus principios o leyes. No puede menos

    de ser as. El conocimiento intelectual se distingue del conocimiento sensible en que en este solo se representa loindividual i exterior del objeto, al paso que en aquel serepresenta lo universal i esencial. Ahora bien, en la esen

    cia de una cosa va incluida su naturaleza, esto es, el conjunto de sus propiedades, fuerzas, relaciones etc. De aqu

    es que junto con las representaciones de los seres adquirimos los principios de las ciencias. Divdense estas cienciasen tantas clases cuantos son los objetos de nuestro enten

    dimiento. Oomo hemos dicho, principiamos a conocer comprendiendo las esencias de las cosas materiales , pero en

    esta comprension se encierran varias clases de concep

  • 14 DERECHO PBLICO ECLESISTICO.

    tos: primero, los mas universales, como los de sr, sustancia, causa, actividad etc.; segundo, los que no son tan

    universales, como los de extension, cantidad, figura; tercero, los menos universales, como los de color, olor, sabor etc. Estas representaciones dan lugar a tres clases deciencias, las metafsicas, las matemticas i las fsicas. A

    mas de conocer los objetos del mundo fsico, comprendemoslas operaciones espirituales de nuestra alma, que son la

    inteleccion i la volicion. Como no solo conocemos el srde estas operaciones sin tambien su naturaleza, puesesta se incluye en la esencia de las cosas, as en el acto

    del entendimiento como en el de la voluntad comprendemos los principios que los dominan , las leyes a que obedecen. De aqu, estas dos ciencias: la ljica i la moral.

    Pero para formarse una idea justa i cabal del conocimiento humano es preciso tener presente su division eninmediato i mediato, correspondiente a la que de nuestrafacultad de conocer se hace enintelijenciairazon. Llmase intelijencia nuestro entendimiento, en cuanto conoce losseres o los principios por una simple percepcion , por unaintuicion directa; razon, en cuanto llega a ese conocimiento por discurso, esto es, deduciendo unas verdades de

    otras por medio de combinaciones, analojas, contrastes etc.El conocimiento intelectual es necesario para la existencia del conocimiento racional. Es evidente, en efecto,

    que sin poseer las ideas simples i las proposiciones masjenerales no podramos formar las deducciones necesarias

    para conocer verdades ulteriores, i que tampoco podramosestar ciertos de estas si no pudiramos resolverlas en elementos simples conocidos por intuicion , con evidencia. Laintelijencia, pues, es el quicio sobre el cual se hace el mo

    vimiento progresivo de la razon cuando va en busca de laverdad, i el movimiento retrgrado cuando vuelve en busca de su comprobacion. Pero, como no se da al espritu

    humano el conocimiento intuitivo de la intelijencia sincomo principio de la razon i como fundamento de la cer

    tidumbre racional, se encierra en estrechos lmites, circunscribindose, como lo hemos indicado, alas ideas massim

  • I. II. I. CAP. II. DE LA RELIJI0N EN EL ORDEN NATURAL. 16

    pies i a las proposiciones mas jenerales, es decir, alasrepresentaciones cuyo objeto, i a las proposiciones cuya

    verdad, no son comprendido? por medio de otros objetoso verdades, sin por s mismos, por su propia presenciao evidencia. La razon, empero, va mucho mas lejos desplegndose en un campo vastsimo dentro del cual puede des

    envolverse en un progreso indefinido. Por consiguiente, laperfeccion i carcter distintivo del espritu humano consiste en la racionalidad. El njel, al contrario, es mas in-

    telijente que racional. Procede la diferencia de que el njel, siendo puro espritu, posee un entendimiento del

    todo independiente de la materia i, por lo mismo, el masperfecto en el rden natural, al paso que el hombre, mixto

    de cuerpo i alma, depende de lo material en lo intelectual.Es cierto , sin embargo , que esta dependencia se disminuye considerablemente en la esfera de actividad de la razon ,como que, siendo esta lo mas elevado de su espritu, debe

    ser lo que mas se aleja del mundo sensible, i va mas allen el rden intelijible. Pero tal dependencia no desaparece del todo. Esa inclinacion habituala valemos de ejemplos i comparaciones sacadas de la naturaleza material

    para esclarecer i comunicar todos nuestros discursos; lafatiga i extenuacion que padece el cuerpo del que se ocupa en especulaciones mentales ; la perturbacion en los organos del sentido interno, que deja a muchos incapaces

    de discurrir ordenadamente en algunas materias o entodas: estos hechos prueban con el testimonio irrecusable

    de la evidencia que el entendimiento humano conservapor toda la duracion de la vida presente alguna relacioncon el mundo material.

    Sobrepasando la esencia de Dios la capacidad de todacreatura, ningun espritu, ni humano ni anjlico, puedeconocer su existencia por una percepcion directa, por una

    intuicion inmediata. Ni el hombre ni el njel alcanzan naturalmente a comprender a Dios en El mismo. Deaqu se orijina que no pueden conocerle sin medianteotros objetos. El puro espritu, abrazando con la simplemirada de la intelijencia su propia esencial la de las otras

  • 16 DERECHO FtjBLICO ECLESISTICO.

    creaturas, conoce inmediatamente la dependencia que todo sr finito tiene del Sr infinito. As es que el conocimiento que tiene de s mismo i de las otras creaturas, va

    siempre acompaado del conocimiento de Dios. Pero novea Dios en El mismo; el conocimiento que tiene de El,no es inmediato sin mediato; no alcanza a Dios sin as

    cendiendo a El por las creaturas, i hasta donde puede alcanzarle por semejanzas o contrastes con ellas. El hombre

    no comprende a Dios en su esencia ; tampoco le basta la in-telijencia para conocerle, i ha menester del discurso delarazon. Tal discurso, empero, es sumamente obvio i natural. Para alcanzar la idea de Dios nos basta separar delas cosas finitas presentes a nuestro entendimiento las con

    diciones que las constituyen tales.Vemos que en todas hai lmites; retirando estos hasta suprimirlos enteramente, concebimos al Sr infinito. Vemos

    que en todas hai mudanzas, desenvolvindose en el tiemposu existencia; apartndolas, concebimos al Sr inmutable, que vive en la eternidad. Vemos que en todas hai con-tinjencia, pudiendo no existir tan bien como existir; quitndola, concebimos al Sr necesario cuya inexistencia sera contradictoria. Vemos que en todas hai relaciones, de

    pendiendo unas de otras para mantenerse, vivir i perfeccionarse; abolindolas, concebimos al Sr absoluto, que de

    s mismo, que en s mismo tiene la plenitud de la existencia i de la felicidad. Pero el entendimiento no solo se

    representa el sr de las cosas sin tambien sus principios,dedonde proceden las ciencias. Por la contemplacion delos carcteres propios a esos principios puede tambien larazon elevarse al conocimiento del Sr Supremo. Efectiva

    mente, las verdades metafsicas, las reglas de la ljica ilas mximas de la moral tienen tal necesidad que no puedeimajinarse ningun caso en que sean falsas, ni se concibe

    entendimiento alguno que no deba reconocerlas. Son necesarias , universales e inmutables. Ahora bien , la necesidad,universalidad e inmutabilidad de esos principios dndetienen su fundamento? Acaso en el sr de las cosas que

    contemplamos? De ningun modo, puesto que tales cosas

  • LIB. I. CAP. II. DE LA RELIJION EN EL ORDEN NATURAL. 17

    tienen un sr continjente, limitado i sujeto a mudanzas.Debe haber, por consiguiente, un ente necesario, eterno,

    absoluto en que se halle la razon de las cosas creadas.El entendimiento pasa, pues, delo finito a lo infinito; i,como esta transicion es sobre manera ljica, la opera congran naturalidad. De aqu es que para llegar a la idea de

    Dios no es preciso saber cmo se forma. Es esta una ideaque alcanza la razon de todo hombre, as del sabio como delignorante, tanto del de rudo como del de preclaro talento.

    Hemos dicho que para el conocimiento de la mayor partode las verdades que componen la ciencia humana, necesitamos del discurso de la razon; pero no ha de entenderse

    que para raciocinar sea preciso saber las reglas del raciocinio, ni para deducir una verdad saber demostrarla.

    Hombres hai que raciocinan perfectamente sin conocer elarte de la ljica. I todos asientan con entera certidumbre

    algunas verdades que la jeneralidad es incapaz de comprobar. No habr quien, por ejemplo, no asegure que de

    bernos amar a nuestros prjimos; pero no son muchos losque saben cmo se deduce i comprueba esa verdad del rden moral. Procede lo dicho de que las leyes del entendimiento estnen la naturaleza del espritu, i este espont

    neamente conforma a ellas sus procedimientos, sin perjuicio de que mediante el cultivo pueda darse razon de sus

    actos. De aqu, lo que pasa con la idea de Dios. Un espritu ilustrado sabe cmo se llega a la formacion de esa idea,

    i cmo se comprueba hasta no dejar la menor duda acerca de su verdad. Pero no es necesaria esa ilustracion para que el entendimiento venga a conocer la existencia de

    Dios. El trnsito de lo continjente a lo necesario, de lo relativo a lo absoluto, de lo finito a lo infinito, del mundo a

    Dios se funda en las leyes naturales de toda intelijcncia.Uu entendimiento que desconoce la existencia de Dios, su-

    pone o un espritu enfermo, comparable a las plantas queno se desarrollan por algun vicio del organismo , o un esp

    ritu del cual se ha abusado impidiendo o destruyendo voluntariamente sus naturales producciones.

    En la vida animal a los sentidos suceden los apetitos.3

  • 18 DERECHO PBLICO ECLESISTICO.

    Del propio modo, en la vida espiritual al entendimientosucede la voluntad. En electo , as como el animal necesitano solo potencias para conocer el mundo que lo rodea ,sin tambien para procurarselas cosas que le convienen,el espritu, a mas do la facultad de entender, tiene la demoverse hacalos objetos que le son conformes, para uni

    ficarse con ellos i hacerlos suyos. Esta salida que hace elespritu para adherirse al objeto amado presupone, porconsiguiente, el conocimiento de dicho objeto i dela relacion o conformidad en que se halla con nuestro sr, desuerte que la voluntad no es un instinto ciego sin iluminado, i por eso se la llama apetito intelectual. Orjinase tambien de aqu que el bien que le corresponde no es el sen

    sible sin el moral i que amndolo siguela misma gradacion que el entendimiento comprendiendo. Cul es nuestro primer concepto? El del sr en jeneral. En consecuen

    cia, nuestro primer amor es el del bien en jeneral. Enverdad , as como no podramos concebir ningun sr determinado si no tuviramos la idea del sr en jeneral, tampo

    co podramos amar tal o cual bien si no amramos el bienen jeneral. Empero , el bien en jeneral as como el sr enje

    neral, siendo indeterminados, son meras abstracciones, noexisten mas que dentro de nuestro espritu. Todo sr real i

    todo bien real son determinados. Nada puede existir realmente sin que exista de alguna manera. As es que nuestroespritu, tanto por el entendimiento como por la voluntad,tiende a fijarse en objetos reales. Los que primero se le pre

    sentan, son las cosas del mundo con ocasion de las cuales seexcita su actividad intelectual i moral. Pero, una vez que el

    espritu, no satisfecho con el conocimiento del mundo, sevale de la razon para ascender por lo continjente a lo necesario, por lo mudable a lo eterno, por lo finito alo infinito, no satisfecho tampoco con el amor de los bienes creados se eleva al amor del bien increado. De aqu, en todohombre que ha llegado al uso de la razon esa tendencia

    natural, continua, permanente hacia una felicidad perfecta, inmensa, eterna, que solo en Dios puede hallarse.

    Resulta de todo lo dicho que Dios es el trmino de nues-

  • LIB. I. CAP. II. DE LA RELIJION EN EL ORDEN NATUEAL. 19

    tra existencia, el elemento que la acaba i perfecciona. Hemos salido de El para volver a El. Damos esta vueltarecorriendo todos los grados de la vida. De la vejetable pa

    samos a la animal, de la animal a la espiritual, en la cualencontramos potencias que tienen relacion con el sr do

    Dios. Para alcanzarlo, empero, el espritu del hombre tiene que andar todo el camino del conocimiento i del amor,

    pasando de lo universal abstracto a las realidades del mundo sensible i espiritual, i de estas a Dios, sr increado, absoluto, necesario, inmenso, infinito, en el cual se hartan i

    reposan el entendimiento i la voluntad. El conocimiento iel amor tienden, pues, a Dios; tienden a El con naturalidad,

    con enerja, con presteza, como a su centro de gravitacion.Alcanzado ese centro, desaparece aquel vaco en que el

    mundo deja las contemplaciones de la mente i las aspiraciones del corazon; i el alma, sintindose elevada a lare-jion superior de su sr, endonde se hallan la perfeccion

    de la existencia i la consumacion dela vida, solo aspira aque esa union incompleta con el Sr infinito que alcanzamos sobre la tierra, se convierta en una posesion clara, indeficiente i perdurable.

    IV.

    En verdad, ni el conocimiento ni el amor de Dios sonen esta vida perfectos. Dervanse de aqu la necesidad de

    una vida futura, la actual existencia del libre albedro ila moralidad de nuestras acciones.

    Dios, efectivamente, se contradecira si, asignando unfina sus crcaturas, no quisiera que lo alcanzasen. Ahora

    bien, como se ve en el anlisis que hemos hecho de laconstitucion del sr humano, Dios se encuentra en la su

    midad de nuestra vida, en el ltimo grado del desenvolvimiento de nuestro espritu, en el trmino del entendimien

    to i de la voluntad. Es El ese elemento exterior que completa nuestro sr, qne acaba nuestra existencia, que per

    fecciona nuestra vida, en la cual, para decirlo todo en una

  • 20 DERECHO PBLICO ECLESISTICO.

    palabra, se halla nuestro fin. Pero, aun cuando cifremosen Dios nuestra felicidad, jams durante esta vida entramos en un reposo perfecto. Al contrario, la inquietud crece; la ansiedad se aviva; el anhelo cobra vehemencia; elconocimiento i amof de Dios que alcanzamos no llenan la

    capacidad del alma i, movindola hacia su fin, le comunican un impulso tanto mas fuerte cuanto mas la allegan a

    l, al modo que los cuerpos gravitan con mayor celeridada medida que se acercan a su centro. Puesto que este mo

    vimiento del espritu no termina aqu, ha de terminar masall, si hemos de conseguir alguna vez el fin para que fuimos creados. Debe haber, por consiguiente, i hai en reali

    dad, una vida futura en que el alma reposa en la contemplacion i amor perfecto del Sr infinito.

    Siendo perfectos en la vida futura e imperfectos en lapresente el conocimiento i el amor, la union con Dios esnecesaria en aquella i libre en esta. La naturaleza, efectivamente, mueve a cada sr hacia su fin. Hecho parael bien, el hombre tiende a l por una necesidad intrnseca e irresistible. En la eternidad Dios se presenta con

    claridad al espritu, el cual viendo en El el bien necesario, absoluto, infinito, no puede menos de contemplarlo con el entendimiento i de amarlo abrazndose i

    unificndose con El por la voluntad. En el tiempo Dios senos presenta a lo lejos i en oscuro, de suerte que es dado al espritu pensar o no pensar en El, fijar o quitarnuestro pensamiento, amarlo o no amarlo, conservar osuspender nuestro amor. Por una razon de analoja acon-

    tcenos con Dios durante esta vida lo mismo que con lascreaturas. Como somos hechos para el bien , i algun bienhai en las creaturas, estas nos mueven i solicitan; pero,

    como iluminados por la razon, tendemos hacia el bien sumo, i el de las creaturas es limitado, no necesitan estas anuestro espritu a fijarse i reposar en ellas. En una palabra, somos libres para amarlas o no amarlas, para conser

    varles o quitarles el amor que les hayamos dado. Del propio modo, iluminados por la razon tendemos hacia el biensumo, i dicindonos la misma razon que ese bien sumo so

  • LIB. I. CAP. II. DE LA RELIJION EN EL ORDEN NATURAL. 21

    lo se halla en Dios, nos sentimos inclinados a El; pero, como el bien sumo, que es Dios, se nos presenta a la distan

    cia i envuelto en oscuridad, la inclinacion que sentimospor El no nos arrebata con irresistible atraccion. Somoslibres, en una palabra, para amarle o no amarle, paramantenerle o suspenderle el amor que le hayamos dado.

    Mas en la vida futura en que Dios est ntimamente presente i llena con su claridad la capacidad intelectual del al

    ma, esta no puede menos de contemplarle; contemplndole, no puede menos de ver en El el bien sumo; i, viendo

    en El el bien sumo, no puede menos de amarle. Por estomismo, al paso que la vida presente se compone de actos

    sucesivos, incompletos i libres, la vida eterna consiste enun acto permanente, perfecto i necesario de contempla

    cion i amor de Dios.Del libre albedro procede la moralidad de las acciones.Efectivamente, estando en Dios nuestro fin, son buenas i

    lcitas las que nos llevan a El, malas e ilcitas las que deEl nos apartan. I, como el dirijirlas hacia ese fin o hacia

    otro depende de nuestro albedro , nos son imputables lasacciones as buenas como malas i el resultado de unas iotras. De aqu , el que las acciones lcitas sean meritorias ,i demeritorias las ilcitas ; de aqu , que el conseguimiento

    de nuestro fin sea un premio, i su prdida un castigo.La vida presente, en consecuencia, es una vida de prueba. Pudo Dios , si lo hubiese querido , colocarnos en la eter

    nidad desde el primer instante de nuestra creacion. Opt,empero, por mandarnos a la tierra poniendo en nuestras

    manos la consecucion de tanta felicidad. Cumpla as a lamayor gloria de Dios i a la mayor gloria del hombre. De

    Dios, porqu su santidad se ve sobre manera enzalzadacon el amor i servicio voluntario de las creaturas. Delhombre, porqu mas le vale una felicidad en parte labradapor sus propios mritos, que conseguida del todo por unamera liberalidad de su autor, pues de aquel modo viene a

    participar, en cuanto era dable alacreatura, de laaseidaddivina, adorabilsimo atributo de Dios, que consiste entener, no de otro, sin de s mismo, las inefables perfec

  • 22 DERECHO PBLICO ECLESISTICO.

    cienes de su ser infinito. Toca, pues, al hombre mismo elprocurarse la eterna felicidad , dirijiendo convenientemen

    te hacia ella las acciones de la vida presente ; i en estoconsiste lo que llamamos relijion,

    Hai, por consiguiente, una relijion natural, esto es, fundada en la naturaleza de las cosas: en la naturaleza deDios, en la naturaleza del hombre, en la naturaleza dela

    vida presente.

  • CAPTULO III.

    De la rclijion en el orden sobrenatural.

    I.

    La perfeccion natural del espritu humano consiste enposeer i gozar a Dios, alcanzndola i contemplndolo porel entendimiento, abrazndose i unificndose con El porla voluntad. Pero esta union con Dios que obtiene nuestra alma por la virtud natural de sus propias facultades,no pasa de mediata c ideal.

    No es mas que mediata, porqu Dios no os el objeto directo de nuestras potencias espirituales. El entendimiento

    no ve a Dios en Dios mismo , sin al trays de las cosasfinitas; la, voluntad no aprehende a Dios en su sustancia,sin en la idea formada por la razon; i, como consecuencia

    necesaria , el alma solo goza a Dios en las creaturas , obien, a las creaturas en Dios. Conocemos a Dios , pero sin

    verlo; amamos a Dios, pero sin sentirlo; gozamos a Dios,pero sin trasformarnos en El.

    Como se ve, esta union es mediata por cuanto solo esideal. Al hombre , en efecto , no le es dado gozar a Dios

    sin hasta donde puede poseerlo, i no puede poseerlo sinhasta donde le es dado conocerlo. Ahora bien , por el descn

  • 24 DERECHO PBLICO ECLESISTICO.

    volvimiento natural de nuestro espritu no llegamos a conocer a Dios en su misma esencia: el conocimiento que te

    nemos de El no es de intuicion sin de razon; no es unavision faz a faz, sin una vision en la imjen o idea queconcebimos con la contemplacion de los seres finitos que

    constituyen el objeto inmediato de nuestro entendimiento.I, ya que este no pasa naturalmente de la idea de Dios,63 consiguiente que el amor i felicidad naturales se con

    tengan dentro de los mismos lmites. La perfeccion propia del sr racional no excede, pues, de una union idealcon el Sr increado.

    Dentro de esta union mediata cabe, ciertamente, ungran progreso. Podemos avanzar mas i mas en la idea de

    Dios, en el conocimiento de su existencia, en el conceptode su naturaleza. Cuando no conocemos una cosa sin por

    sus efectos, por la semejanza o contraste que estos tienencon ella, este conocimiento es tanto mas perfecto cuanto

    son mas numerosos i de mayor excelencia los efectos pormedio de los cuales lo obtenemos. Como a Dios lo conocemos solo en cuanto creador, por medio de analojas o con

    traposiciones con los seres del mundo , a medida que masavancemos en el conocimiento de estos, mas podemos adelantar en el concepto de Dios. Ahora bien , nuestro espritu' es capaz de progresar indefinidamente en el estudio i con

    templacion del universo. Es este un gran libro que llevaen cada pjina grabada la imjen del Hacedor, endonde,

    si bien pueden leer i comprender hasta los ignorantes irudos, se agota el entendimiento de los mas sabios. Consi

    derando mas i mas la fecundidad i anchura de la tierra,la grandeza i majestad de los mares, la inmensidad de los

    espacios, la innumerabilidad de los globos, la variedad delos seres, la prodijiosa fuerza de los elementos; especulan

    do mas i mas la luz de los astros, el concierto de los mundos , la sabidura de sus invariables i numerosas leyes, laarmona que reina por doquiera desde lo infinitamentegrande hasta lo infinitamente pequeo; mirando mas imas en las profundidas del espritu la distincion i uni

    dad desus facultades, la variedad i encadenamiento de las

  • I.IB. I. CAP. II [. DE LA RELIJION EN EL ORDEN SOBRENATURAL. 25

    ideas; penetrando mas i mas loa misterios del corazon,la viveza de las sensaciones , la delicadeza i variedad delos afectos ; el alma se eleva mas i mas en el conocimientode Aquel de quien proceden la fuerza, la luz, el amor, labelleza i todas las cosas, de Aquel que por esencia poseela plenitud del sr, la plenitud del bien, la plenitud detoda perfeccion. I , a medida que el entendimiento va perfeccionando la idea de Dios, van cobrando mpetu la

    aspiracion de la voluntad hacia El i dilatndose la satisfaccion que el alma siente en contemplar su belleza i amar

    su bondad.Pero , por mas que haya adelantado el espritu humano, por mas que pueda adelantar, jams exceder los l

    mites del conocimiento mediato para entrar en un conocimiento inmediato del Sr Supremo. Por un simple progreso de nuestra naturaleza es imposible que podamos pasar

    de la union ideal a la union real con la esencia infinita.El desenvolvimiento de un sr, por grande (jue sea, nunca sale de la condicion de su naturaleza. Los cuerpos jams se convertirn en espritus. Jams los brutos se tras-

    formarn en racionales. s"o cambiar el alma humana porun conocimiento intuitivo su modo de conocer por discurso; ni, mientras est unida al cuerpo, dejar de entender

    con alguna dependencia de las especies materiales. Por lamisma razon, jams por un desenvolvimiento natural dejar de ver a Dios al travs de la idea para contemplarlo

    en la propia esencia de El. En verdad , sera contradictorio en cualquier sr el que por una expansion de sus

    fuerzas naturales saliese de la condicion i lmites de sunaturaleza.

    I no se diga que el espritu humano tanto puede adelantar en la idea de Dios, que llegue a ver en ella la esen

    cia divina, poco mas o menos as como en las especies de laimajinacion halla una semejanza de los objetos materiales.

    Tampoco ser as , por cuanto la esencia divina no puedeser objetivamente representada por semejanza alguna.

    En primer lugar, las cosas de un rden inferior no pueden representar la esencia de lo superior. As , vemos que

    4

  • 26 DERECHO PBLICO ECLESISTICO.

    los seres espirituales no pueden conocerse por representaciones corpreas. Por hbil que sea un artista, jams podr

    hacer que en un cuadro, una estatua u otra hechura lleguemos a comprender la esencia de losnjeles, del alma humana, de los arrobamientos de la intelijencia, de las aspiraciones del corazon. Ahora bien, todas nuestras ideasson sacadas de los seres del mundo; son imjencs de co

    sas de una naturaleza infinitamente inferior a la esenciade Dios, absolutamente incapaces, por consiguiente, derepresentarla.

    En segundo lugar, la esencia divina, como infinita,contiene con eminencia i absoluta simplicidad cuanto hai

    que pueda ser comprendido; i, por lo mismo, no puedeser imitada por una imjen creada, la cual, por perfectaque sea, desde que es finita, est limitada en la extensioni especie de las cosas que representa.

    En tercer lugar, en Dios no hai distincion entre la esencia i el sr o existencia, de suerte que el que no ve el sr o

    existencia de Dios , tampoco ve la esencia de Dios. JVo sucede as en las creaturas: por ejemplo, hai distincion por lomenos virtual entre el hombre i la humanidad , esto es ,entre nuestra existencia i lo que la especifica. As es que ,

    conociendo a tal hombre, conocemos la naturaleza i esencia de todos los hombres: lo propio pasa con las demscreaturas. La razon de esto consiste en que ningun sr fi

    nito es absolutamente simple: todos tienen una existenciade tal o cual especie , una existencia limitada por la esenciaque los constituye lo que son: de aqu, el que se dividan

    enjneros i especies a causa de las semejanzas i diferencias que hai entre ellos. En Dios , al contrario , la esencia ila existencia son completamente idnticas : lo que distingue a Dios, su esencia, consiste en su misma existencia,en la existencia infinita: es, por consiguiente, un sr ab

    solutamente simple, en cuya naturaleza est el que nadase le pueda juntar: es un s'r en el cual ni se hallan esassemejanzas por las cuales pudiera ser clasificado con otrosseres en algun jnero, ni esas diferencias por las cuales pu

    diera ser clasificado en alguna especie: en una palabra, su

  • LIB. I. CAP. III. DE LA RELIJION EN EL, ORDEN SOBRENATURAL. 27

    esencia es el sr, i por esto en los libros santos se llama as mismo: El que soi, Sum qui sum. Ahora bien, de que

    ni virtualmente se distinguen en Dios el sr i la esencia,se sigue que no ve la esencia divina quien no ve el sr divino. I , como el Sr increado no puede hallarse sustan-cialmente en ninguna semejanza creada, quien no viesemas que una semejanza, en realidad no vera la esencia

    de Dios. En otros trminos, decir que Dios es visto en al-guua imjen equivale a decir que no es visto.

    Es, pues, evidente que en la idea que tenemos de Dios,por mas que se extienda i perfeccione, jams llegamos aver a Dios, a verlo tal como es. Para verlo de esta manera es indispensable que esa idea en que al presente le co

    nocemos sea sustituida por la misma esencia de Dios.Dedcese de lo dicho que no solo en la vida presentesin aun en la futura no veremos a Dios faz a faz a virtud

    delas fuerzas intrnsecas a nuestra naturaleza. En efecto,existe en la vida futura esa misma imposibilidad de que eldesenvolvimiento natural de un sr salga de los lmites de

    su especie, comoquiera que esa imposibilidad se funda enuna necesidad metafsica. Adems , la vida futura est enproporcion con la presente, i se diferencian tan solo en

    que en esta, como imperfecta, el hombre marcha hacia sufin, i en aquella, como perfecta, reposa en su conseguimiento. Por lo cual, si suponemos que el camino queel hombre recorre en el tiempo no es mas que el de sunaturaleza, el trmino a que arribe en la eternidad nopuede exceder de la felicidad que corresponde a la perfeccion natural de su sr; es decir, no pasa de una contem

    placion de la belleza infinita especulada en la idea quenos hacen concebir de ella las perfecciones de la creacion,

    ni de un amor del sumo bien, proporcionado a esa imjendel Creador que se forma en la mente.

    Con todo, tal contemplacion i tal amor en la vida coronada de la inmortalidad son bastantes a satisfacer las

    aspiraciones naturales del alma. Alcanzado el ltimo finnatural, el espritu no tendr, como al presente, necesidad

    de discursos i fatigas para conocer i amar a Dios ; alean

  • 28 DERECHO PBLICO ECLESISTICO.

    zado su centro de gravitacion , reposar en una contemplacion suave i tranquila de Dios al travs de las cosascreadas. I , aunqu llegara a comprender que era posiblegozar a Dios con mayor perfeccion vindolo tal como es iaprehendindolo en su misma esencia, lo que es dudoso,

    no tendra, por una parte, de esa felicidad una idea clara,capaz de inquietarlo, i, por otra, siendo conformes a ra

    zon todas sus aspiraciones , no pretendera una felicidadque no le era debida i que se hallaba mas all del alcance

    de sus facultades, i, por consiguiente, no sufrira por noposeerla. Tal puede reputarse el estado de las almas do

    los que mueren en la niez sin bautismo, i, por consiguiente , sin culpa personal ,. pero tambien sin haber sido

    reenjendrados en la gracia.

    II.

    Sabemos por la revelacion que nuestro ltimo fin consiste en una felicidad incomparablemente superior, en una

    union inmediata i real con la Divinidad. Hemos sido creados para ver a Dios cara a cara, para aprehenderlo en Elmismo, para gozarlo en su propia esencia, Debemos ver,

    amar i gozar a Dios, no ya al travs de la idea, bajo losvelos de la creacion, por el intermedio de los seres finitos,

    sin tal como Dios se ve, se ama i se goza a s mismo. Vi-demus mine per speculum in cenigmate, tune autcm facie adfaciem. (I. Cor. VIII). En el sentido en que lo esplicaremos

    mas adelante (V), es este un modo de ver, amar i gozar noigual pero semejante al que Dios tiene de verse, amarse i

    gozarse a s mismo. Tal es la vida eterna de que Dios le hahablado al hombre, vida de la cual no podemos formarnosidea en las mas altas especulaciones de la mente, ni con

    cebir deseos en las mas intensas aspiraciones de nuestra naturaleza, vida tan excelsa que es una participacion de la

    misma vida de Dios, de aquella misma felicidad de que

  • ME. I. CAP. III. DE LA RELIJIOK EN EL ORDEN SOBRENATURAL. 29

    Dios es eterna e infinitamente beato. Oculus non vidit, etauris non audivit, et in cor hominis non ascendit quae prce-paravit Deus diligentibus se. (1. Cor. IX).

    Esa comunion directa i facial con el Sr Supremo pertenece al rden sobrenatural. Lo sobrenatural es relativoi absoluto. Llmanse sobrenatural relativo aquellas perfecciones que sobrepasan la esencia del sr a que se agregan ,

    pero que no exceden los lmites de una naturaleza creada.As, si Dios concediese a una alma humana durante su

    union con el cuerpo el verse a s misma intuitivamente,esto es, no en sus operaciones, sin en su propia esencia,

    se le agregara una perfeccion que le era sobrenatural , pero no absolutamente sobrenatural , pues que puede haber

    i hai creaturas, los njeles, a quienes es propio ese modode conocerse a s mismas. Sobrenatural absoluto son aquellas perfecciones que exceden los lmites de todo sr creado, exclusivamente propias de Dios. Cuando se habla sim

    plemente de lo sobrenatural , se entiende el sobrenaturalabsoluto. A este jnero pertenece la union inmediata conla esencia divina. Que ella es sobrenatural al hombre, lodejamos ya sentado. Cmplenos ahora demostrar que loes igualmente a todo sr creado i creable.

    Esa union inmediata consiste, como hemos dicho, enver a Dios en El mismo, en amarlo en su propia esencia,

    en gozarlo tal como es. La causa de que ningun espritucreado, real o posible, pueda naturalmente alcanzar talunion, es que el sr de Dios es de un rden mas alto quetodo sr i modo de ser de una creatura. Vamos a demos

    trarlo.Cada sr tiene un modo de obrar conforme i proporcionado a su naturaleza; i no puede menos de ser as , desde

    que la operacion procede de la naturaleza. Del propio modo, cada sr tiene una naturaleza conforme i proporciona

    da a su esencia; i no puede menos de ser as, desde que lanaturaleza procede de la esencia. La naturaleza, en ver

    dad, no es mas que el conjunto de principios, virtudes,enerjas o propiedades que provienen del sr de las cosas,

    o que les corresponden en razon de lo que son. Siendo as

  • 30 DERECHO PBLICO ECLESISTICO.

    que cada sr tiene una naturaleza propia, desde que el Srincreado es absolutamente distinto de todos los seres crea

    dos i creables, no puede ser la misma la naturaleza deAquel que la de estos. Dios tiene, por lo tanto, una natu

    raleza que le es privativamente propia; i, en consecuencia, tiene tambien una operacion natural privativamente propia, esto es, un modo de verse, amarse i gozarse

    que no es connatural mas que a El mismo. Ninguna crea-tura, por lo mismo que es creatura, puede tener de suyo,

    como cosa propia, como atributo que le corresponda a causa de su sr, esa perfeccion en el modo de ver, amar i gozar que es inherente al Sr infinito. Ahora bien , ver a

    Dios en El mismo, amarle en su propia esencia, gozarlotal como es, es verlo, amarlo i gozarlo como El se ve, se

    ama i se goza. Mas el ver a Dios como Dios se ve, amar aDios como Dios se ama, gozar a Dios como Dios se goza, es

    verlo, amarlo i gozarlo del modo que es natural al mismoDios. I, desde que este modo es el mismo que Dios tienede verse, amarse i gozarse, no puede ser natural a ninguna creatura, real o posible.

    Todo sr tiene un modo propio de obrar, el modo quees conforme a su naturaleza. I, como la naturaleza divina

    no es comun a ninguna creatura, tampoco lo es el modo dela divina operacion. De aqu acabamos de deducir que no

    hai ni puede haber creatura que vea a Dios como Dios seve , que ame a Dios como Dios se ama , que goce a Dios

    como Dios se goza. Esta demostracion es suficiente. Sinembargo, podemos esclarecerla i comprobarla hacindolaa la inversa.

    En efecto, as como todo sr tiene un modo propio deobrar , tiene tambien un modo propio de ser conocido ,amado i gozado en s mismo: modos ambos conformes a su

    naturaleza. Por qu el animal no puede conocer losespritus i las operaciones espirituales? por qu no pue

    de amar i gozar los bienes inmateriales? Porqu esascosas tienen un modo de ser conocidas, amadas i goza

    das conforme a su propio sr. Lo espiritual no puede serobjeto de una percepcion corprea, de un amor sensible,

  • LIB. I. CAP. III. DE LA RELIJION EN EL ORDEN SOBRENATURAL. 31

    de un goce material. Con Dios sucede lo propio, pues tiene tambien un modo de ser visto , amado i gozado conforme a su esencia. I , como esta es superior a la de todas lascreaturas existentes i posibles, la cognoscibilidad, amabilidad i gozabilidad de Dios son superiores al modo de conocer, amar i gozar de todos los seres finitos. Ninguno,por consiguiente, en virtud de sus facultades naturalespuede alcanzar a Dios en El mismo, tal como es.

    Hai, pues, proporcion entre la esencia de un sr i elmodo de ser visto, amado i gozado en s mismo. En otrostrminos, para ver, amar i gozar un objeto tal como es,se necesitan facultades semejantes a la esencia de ese objeto. I , como ninguna creatura puede asemejarse a Dios

    en la esencia , no hai ninguna que naturalmente puedaverlo, amarlo i gozarlo tal como El es. Mas cul es larazon de esa proporcion entre la esencia de Dios por unaparte, i su intelijibilidad, amabilidad i gozabilidad por

    otra? cul es la razon de esa semejanza que debe haberentre la esencia de Dios i las facultades con que se le alcanza, para que pueda ser aprehendido en s mismo, tal

    como es? Vamos a darla, Como la concepcion de un objetoes un antecedente indispensable para que podamos amar

    lo i gozarlo, o bien, como el goce de un objeto es proporcionado al amor, i este al conocimiento, para resolverla

    dificultad propuesta , nos bastar tratarla en lo que ataeal entendimiento.

    Pero antes debemos hacer dos advertencias.Primera: cuando decimos que debe haber proporcion osemejanza entre el sr conocido i el entendimiento queconoce, no ha de entenderse que no pueden conocerse se

    res de distinta especie; esa observacion se refiere a seresde distinto rden o jerarqua. As, en la esfera de la percepcion sensible no podemos salir de los cuerpos: con el

    sentido de la vista, por ejemplo, no pueden percibirsesin seres materiales; pero, llenando esta condicion de

    materialidad, cualesquiera objetos pueden ser conocidopor la vista: siendo cuerpos , poco importa que pertenez

    can a tal o cual especie, que sean, por ejemplo, piedras,

  • 32 DERECHO PBLICO ECLESISTICO.

    rboles o animales. As tambien, en la esfera de la concepcion intelectual, nada importa la especie de los seres concebidos, con tal que pertenezcan a un mismo rden o jerarqua: los njeles, por ejemplo, se dividen en muchas especies diferentes; con todo, el njel inferior puede cono

    cer la esencia del superior, por cuanto todos los njelescomponen una misma lnea de creaturas, pertenecen a unmismo j nero de cosas, se hallan en una misma jerarqua

    de seres.Segunda: no ha de entenderse tampoco que, faltandola proporcion entre el entendimiento i la esencia de un

    objeto, este no pueda absolutamente ser concebido. Yaantes hemos dicho que, a diferencia de los sentidos que

    no son capaces de conocer mas que los cuerpos, el entendimiento puede alcanzar todo lo que tiene razon de sr,siempre que de algun modo se le haga presente. Asi es

    que, como tambien lo sentamos antes, el espritu humanoalcanza la existencia de Dios i tiene idea de sus perfecciones infinitas. La proporcion de que hablamos solo es

    necesaria para conocer inmediatamente los objetos, paraverlos en s mismos, tales como son. Con la razon cono

    cemos a Dios, pero no en su esencia sin en las creaturas.No lo vemos en su esencia, porqu esta es de un rdensuperior a nuestro sr; i lo conocemos en las creaturas,porqu el sr de estas es semejante al nuestro.

    Previas estas advertencias dirijidas a fijar los trminosde la dificultad propuesta, vamos a manifestar el porqude la proporcion que debe haber entre el entendimientoi la esencia de los seres para que puedan ser vistos en s

    mismos, tales como son.Esa proporcion se requiere en virtud de que toda vision se verifica por la union del objeto visto con el sujetoque ve. Ahora bien, el objeto se halla en el sujeto, no

    segun la manera de ser de aquel, sin segun la manerade sr de este.De aqu proviene que el animal, como destituido de intelijencia, no perciba en las cosas que se leofrecen a sus sentidos mas que lo que tienen de material.

    Si a una asamblea de hombres , por ejemplo, se introduce

  • LIB. I. CAP. III. DE LA RELIJION EN EL RDEN SOBRENATURAL. 33

    un bruto, percibir las figuras, los movimientos, los ruidos etc., pero nada conocer del objeto de tal reunion, delas ideas i sentimientos que dominan a los concurrentes etc., por cuanto carece de receptividad para todas lascosas que ataen al mundo intelectual i moral.De aquprocede que el entendimiento conoce los cuerpos , no de unmodo sensible sin espiritual. En verdad, los cuerpos, sibien en los sentidos estn por una impresion fsica, enel espritu estn de una manera espiritual. Lo que nues

    tro entendimiento posee no es la esencia real de loscuerpos, sin la esencia ideal. No puede menos de seras, desde que, por una parte, los objetos se hallan en el sujeto segun el modo de ser de este, i desde que, por otra ,

    el entendimiento, como facultad espiritual , no tiene receptividad material.De aqu se orijina igualmente que elespritu humano , estando como est destinado a informar

    un cuerpo que le sirve de instrumento o medio de sus operaciones, no puede conocer intuitivamente las esencias delos seres espirituales, no. puede alcanzar lo intelijible en.s mismo sin al travs de las cosas sensibles; de aqu

    tambien, que sus conocimientos i discursos vayan precedidos o acompaados de imjenes materiales.Vese , pues,en todos estos ejemplos que el objeto conocido se halla enel sr que conoce segun el modo de este sr. Pretenderque as no sucediese sera como querer que, echando agua

    en un vaso, no tomara el agua la forma del vaso. As tambien, si algo se recibe en el entendimiento, tiene que serrecibido al modo del entendimiento. En lo contrario existe

    contradiccion, un verdadero imposible. Efectivamente, siel sujeto comprendiese las cosas, no segun lo que l es,

    sin segun lo que ellas son, resultara que desplegabacnerjas desconformes a su esencia, que la naturaleza no

    se hallaba en proporcion con el sr a que corresponda. Porconsiguiente, para que un objeto sea conocido en s mismo,

    para que sea recibido tal como es, requirese una facultadde ver semejante a su esencia. De aqu, esa proporcion deque hablbamos, entre el rden do un sr i su intelijibi-

    lidad.5

  • 34 DERECHO PBLICO ECLESISTICO.

    Habiendo esta proporcion, es claro que, si hai un objetocuya manera de ser sea superior al modo de ver del sujeto, este no puede naturalmente conocer dicho objeto talcomo es. li aqu lo que sucede a toda creatura con el conocimiento de Dios. Dios es un sr que no tiene nada de comun con los seres creados, que no pertenece ni a la misma

    especie ni al mismo jnero de ellos. Dios es el sr increado, que existe en s i de s mismo, absolutamente simple,acto pursimo, en quien la esencia, la naturaleza i la vidano son mas que una misma cosa, su propio sr, su propia

    sustancia; i, al contrario, las creaturas no tienen el sr sin por participacion, no se conservan sin por Dios, son

    susceptibles de desenvolvimiento i mudanzas, i aun lasmas perfectas no son del todo simples. Dios es, pues, un sr

    absolutamente distinto e infinitamente superior a los seres creados. I, como para ver un objeto en s mismo se re

    quiere una facultad de naturaleza semejante a la esencia dedicho objeto, para vera Dios tal como es se necesita un entendimiento semejante a la esencia divina. Pero a ningun

    sr creado le compete tal facultad. Las facultades son conformes a la naturaleza de los seres. Ahora bien , la naturaleza se deriva del sr i no puede sobrepasar los lmites de

    este. Por lo tanto, la naturaleza creada no puede traspasar el sr creado, es decir, no puede contener facultades

    capaces de alcanzar a Dios en su esencia infinita. Ningunacreatura, pues, por elevada que sea, llega naturalmente

    a ver a Dios tal como es.

    III.

    Respecto a la vision de la divina esencia no hai en nuestra alma mas que lo que se llama en filosofa potencia

    obedencial; esto es: esa aptitud de todas las cosas creadaspara llegar a ser todo lo que Dios quiere, con tal que noimplique contradiccion fsica o moral. Semejante potencia,

    como se deduce de su definicion, se reliere a una facultad

  • LIB. I. CAP. III. DE LA RELIJION EN EL ORDEN SOBRENATURAL. 35

    que est, no en las creaturas, sino en el Creador, cuyo poder es intinito. Lo que decimos de la vision se entiendetambien del amor i goce de Dios en s mismo, amor i goce

    respecto a los cuales no hai tampoco en la creatura masque la potencia obedencial que hemos definido.

    Absolutamente hablando, bastara esta potencia obedencial para que Dios, querindolo, pudiese levantar nues

    tro espritu a verle en su esencia, a amarle en El mismo,a gozarle tal como es. Dios, empero, ha querido exaltar al

    hombre a un estado de tanta perfeccion, que hasta ciertopunto le fuese connatural el venir a ese conocimiento i

    amor inmediato del Sr increado. As cumpla a la magnificencia i sapientsimo concierto de los planes divinos. Reclama el rden que haya proporcion entre el principio i elliu. Haba de ponerse, por consiguiente, entre la vidaeterna i la vida tempornea, pues aquella est destinadaen los designios de Dios a ser el trmino de esta. Reclama

    el rden que haya proporcion entre el principio i el fin.Haba, pues, de establecerse alguna entre nuestro sr i lacomunion facial con -Dios, pues ella es la ltima perfeccion para la cual aquel ha sido creado. Reclama el

    rden que los medios tengan proporcion con el principio iel fin. Haba, por lo tanto, necesidad no solo de que se nos

    diera un sr conforme al ltimo fin , sin tambien facultades adecuadas para alcanzarlo. I, en efecto, todas estas

    proporciones se hallan en lo sobrenatural, de modo queeste orijina un rden perfecto, constante de los mismos elementos del rden natural.

    Estos elementos constitutivos, que hemos llamado principio, medios i fin, son el sr, la naturaleza i la vida. El

    sr es el principio de toda cosa, el fundamento de todapropiedad , el centro de toda perfeccion. La naturaleza esla forma de la actividad del sr, pues no hai ninguno queno revele su existencia por el ejercicio de alguna fuerzadeterminada. La vida es la perfeccion del sr, esto es, elsr considerado en la actualidad de su existencia, en la

    manifestacion de sus facultades, en el trmino de su operacion. Pordonde se ve que hai en el espritu creado una

  • 36 DERECHO PBLICO ECLESISTICO.

    imjeil de la Trinidad increada. El sr constituye el principio de la existencia; la naturaleza nace del sr, manifies

    ta lo que es, es su imjen verdadera; la vida procede delsr por medio de la naturaleza, como que el sr no llegaa su fin, a su perfeccion, a completar su existencia sincon el desarrollo de sus enerjas, con la aplicacion de susfacultades, con el ejercicio de sus fuerzas.

    La vida, la naturaleza i el sr del rden sobrenaturalconsisten en cierta participacion de la misma vida, de lamisma naturaleza i del mismo sr de Dios. En efecto, ver,amar i gozar a Dios tal como es, en que consiste la bienaventuranza, es vivir la vida de Dios. Mas, puesto que talvida es una perfeccion propia de la naturaleza divina, para que nosotros lleguemos de un modo connatural a parti

    cipar de vida tan excelsa, viendo a Dios como Dios se ve,amando a Dios como Dios se ama, gozando a Dios comoDios se goza, hemos de revestir hasta cierto punto la misma naturaleza de Dios. I, como la naturaleza se orijina delsr, es claro que no llegaramos a tener potencias semejantes a las de Dios, si no recibiramos un sr semejante al de

    Dios.Este sr nuevo i divino, correspondiente al rden sobrenatural, no es posible que sea un sr sustancial. A ellose oponen tanto la unidad de Dios como la unidad de lacreatura, pues ni puede haber mas que una sustancia divina, ni cabe en la personalidad de las creaturas raciona

    les mas de una individualidad sustancial. Ese sr nuevo idivino, de que ha menester la creatura para la union reale inmediata con la Divinidad, no puede , por lo tanto , pasar de un sr accidental , esto es, de una trasformacion quecambie su sr natural, lo sobrenaturalice, lo deifique.

    Como dice el doctor anjlico, id quod substantialiter est inDeo, accidentcditerfit in anima participante divinam boni-

    tatem, "lo que es sustancialmente en Dios, se produce accidentalmente en la creatura que participa de la bondad divina."

    Vemos en las creaturas que, a mas de los accidentes queprovienen de su propia esencia, suelen recibir otros produ-

  • LIB. I. CAP. III. Di LA RELIJION EN EL ORDBN SOBRENATURAL. 37

    cidos por una causa extrnseca. El calor del agua, porejemplo, no procede del agua misma, sin del fuego que sele aplica. Es un hecho constante i hasta universal en elmundo fsico que los objetos reciben accidentalmente de sucontacto con otros, propiedades que no les son naturales.

    Pasa lo mismo en el rden de los espritus creados. Un hecho igual es el que se verifica en la elevacion del hombreal estado sobrenatural.

    Consiste esta elevacion en que el hombre pasa de launion mediata e ideal con la Divinidad a la union inme

    diata i real. Dignase Dios desposarse con nuestra alma ihabitar en ella; i de esta nueva relacion resulta la trasfor-

    macion. de la creatura. As como a la aplicacion del fuegose conflagra el combustible, as tambien con el contacto

    del Sr increado se prende el espritu de la creatura i recibe virtudes nuevas, enerjas sobrenaturales, superiores

    perfecciones i divinas excelencias. Este nuevo sr que noshace participantes de la divinidad es lo que se llama gracia en la teoloja.

    La gracia es, pues, un accidente producido en nosotrospor la union real con la Divinidad. Es una cualidad del al

    ma que no proviene del desenvolvimiento de su naturaleza, sin de una operacion extrnseca; que no puede provenir de la accion de una creatura, sin puramente de unaaccion de Dios. Es una lei en lo fsico que un objeto no recibe por va de accidentes propiedades extraas sin por el

    contacto u operacion de aquellos otros objetos que las tie-neu por naturaleza. Lo propio sucede en el mundo intelectual i moral , como quiera que es evidente que ningun srpuede participar propiedades de que l mismo carece. Aho

    ra bien, la gracia es una cualidad que asemeja el alma a Dios, i la divinidad es privativa de Dios. Porconsiguiente, ningun sr que no sea Dios puede obrar

    en la creatura para participarle una semejanza del sr divino.

    La gracia, como todo sr, debe hallarse dotada de unanaturaleza propia, conforme a su esencia, adecuada a sufin. En vano la gracia nos participara un sr divino si es

  • 38 DERECHO PBLICO ELCLESISTICO.

    te nuevo sr careciese de actividad i de una actividad proporcionada al bien que lo acaba i perfecciona. Acompaan,pues, a la gracia ciertas virtudes que elevan nuestras potencias i dan a sus actos libres un nuevo carcter i un al

    cance superior: un carcter divino, como el de la gracia dela cual emanan; un alcance que pone nuestras acciones enla lnea de la union real e inmediata con la Divinidad, que

    es el principio i el fin del rden sobrenatural.Estas nuevas virtudes se equiparan a los hbitos; lo sonen realidad, bien que de una condicion superior. Llmasehbito en filosofa aquella cualidad o disposicion de una fa

    cultad que la hace apta para una actividad determinada-Una operacion aritmtica es un acto del entendimien

    to; mas, aunqu no hai hombre que no tenga esta potencia, no todos son capaces de aquella operacion, pues a mu

    chos les falta el hbito que dispone para hacerla, cual esla ciencia de los nmeros, la matemtica. Una composi

    cion en verso es tambien un acto del entendimiento; perohai muchos que no pueden hacerla por defecto de disposicion, por falta del arte potico, que es tambien un hbito-

    Ejemplos anlogos podran ponerse por lo que hace a lavoluntad, a fin de demostrar la distancia que va de la nu

    da potencia a la facultad prxima o aptitud para ejercerla.Esas cualidades, ya mas ya menos necesarias, que dispo

    nen para el ejercicio de las facultades , para la ejecucionde sus actos, se llaman, como decamos, hbitos.

    Hai, empero, una diferencia trascendental entre los hbitos naturales i los hbitos sobrenaturales. Aquellos son

    virtudes que nacen de las potencias del alma, que se adquieren con su desenvolvimiento o ejercicio; estos no proce

    den de la naturaleza, sin de Dios que nos los comunicainmediatamente junto con la gracia santificante i comoconsecuentes a ella, por lo cual se llaman infusos. Aquellossolo sirven para hacer practicable, facilitar o perfeccionar

    el ejercicio de un poder que existe en nuestro espritu, quees propio de sus facultades; estos comunican a nuestras potencias una virtud de que se hallan radical i absolutamente desnudas, que jams podran adquirir por mas que se

  • LIB. I. CAP. III. DE. LA. RELIJION EN EL ORDEN SOBRENATURAL. 3D

    ejercitasen i desenvolviesen, pues es virtud que no obraen el rden natural sino en el sobrenatural.

    Las virtudes infusas, en cuanto nos comunican no solo lafacilidad o disposicion para obrar sin adems el mismopoder de obrar sobrenaturalmente, pueden llamarse, i se

    llaman, potencias. Estas potencias, empero, existen enforma de hbitos, pues no residen en la esencia del almasino en sus facultades. En verdad, el alma no podra obrarsolo con la fuerza de las virtudes infusas, sin hacer uso de

    su entendimiento i voluntad. Los actos sobrenaturales, asdel tiempo como de la eternidad, son actos vitales, i es dela esencia de estos el que procedan de facultades intrnsecas al alma. Los actos vitales del espritu consisten en co

    nocer i amar; i no se comprende que podamos .conocer sino es por medio del entendimiento , ni que podamos amarsi no es por medio de la voluntad. Necesariamente, esto

    tiene lugar respecto no solo del conocimiento i amor naturales, sin tambien del conocimiento i amor sobrenaturales. Si as no fuera, los actos sobrenaturales no seran vita

    les, pues no procederan de potencias intrnsecas al alma.Si as no fuera, el conocimiento i amor sobrenatural estaranen el alma como en una piedra, sin que se formase conciencia de ellos. Si as no fuera, el espritu no vendra a alcan

    zar una completa deificacion, pues su entendimiento i voluntad no participaban de la elevacion al rden sobrenatural. Las virtudes infusas residen, pues, no en la esencia

    del alma, sin en sus facultades. As como el sr de la gracia santificante no es mas que un accidente del sr natural

    del hombre, as las potencias infusas no son mas que accidentes de las facultades naturales, accidentes que las tras-forman, perfeccionan i deifican.

    No pudiendo nada, ni pensar, ni querer, ni sentir, en elrden sobrenatural, sin la gracia, que es el fundamento de

    tal rden, para que el hombre pudiese dirijir todo el ejercicio de su actividad al fin sobrenatural, era preciso que esoshbitos infusos penetrasen i elevasen todas las potencias na

    turales de nuestro sr. Forman, por lo tanto, un rden completo, comprensivo de tantas clases diversas cuantas son las

  • 40 DERECHO PBLICO ECLESISTICO.

    clases de facultades del alma i los objetos i exijencias deestas facultades.

    Loa hai que residen en el entendimiento , que lo elevan ,ayudan i fortifican para alcanzar la verdad ; los hai queresiden en la voluntad, que la elevan, ayudan i forti

    fican para el amor del bien sobrenatural. Aquellos son laintelijencia, la sabidura, la ciencia i la prudencia; estos, lajusticia, la fortaleza i la templanza. Como se ve, llevan el

    mismo nombre de los hbitos naturales; pero es preciso noconfundir estos con aquellos, pues unos tienen una virtudmeramente natural, i los otros un poder sobrenatural.

    Por razon del objeto, se dividen en teologales i morales.Los primeros, que son la fe, la esperanza i la caridad, perfeccionan nuestras facultades en rden a_las acciones que di

    rectamente se refieren a Dios, nuestro ltimo fin. La fenos lleva a dar asenso a las A^erdades conocidas sobrenatu-

    ralmente, por la palabra del mismo Dios; la esperanzadirije nuestras intenciones al bien sobrenatural, como cosadistante de nosotros pero posible de alcanzar; la caridad

    nos pone en union con el fin sobrenatural tranformndonosen l hasta cierto punto. Los morales perfeccionan nues

    tras facultades en rden a las acciones que solo mediatamente se refieren a Dios, recayendo directamente en las

    cosas creadas , en los medios de que debemos valemos para alcanzar el ltimo fin. Son, por lo mismo, tantos cuantas son las especies de nuestras acciones referentes a las

    oreaturas.Atendida la excelencia de la operacion o sea la enerjaque esta requiere por su naturaleza intrnseca, se dividen

    los hbitos en simples virtudes i en dones. Estos, llamadosdel Espritu Santo, porqu de El proceden, de los cualesla sabidura, el entendimiento, la ciencia i el consejo resi

    den en la facultad de entender i la piedad, la fortaleza i eltemor en la facultad de amar, se nos dan para dispo

    nernos convenientemente a seguir el instinto divino en lascosas arduas que superan las fuerzas -ordinarias del alma

    aun informada por la gracia. Mediante esta, el Espritu deDios habita en el nuestro, est con l en union real, i es

  • Lia I. CAP. III. DE LA RELIJION EN EL ORDEN SOBRENATURAL. 41

    quien lo mueve en los caminos de la santidad. Esta divinamocion se atempera ordinariamente a las fuerzas comunesde la naturaleza ennoblecida i exaltada por la gracia; peroextraordinariamente, segun los designios de Dios respectoa cada creatura, la impele a la ejecucion de actos sobrena

    turales heroicos, que requieren fuerzas de un alcance superior. El alma debe hallarse dispuesta para seguir siem

    pre el instinto de Dios que habita en ella : para respondera las mociones ordinarias le bastan las virtudes; pero, ascomo el discpulo debe estar tanto mejor dispuesto cuanto

    mas alta es la ciencia que el maestro se propone comunicarle, para que el alma pueda corresponder a las mociones

    extraordinarias necesita fuerzas superiores a las merasvirtudes: esas fuerzas son los dones del Espritu Santo.Por consiguiente, los dones se distinguen de las virtudesinfusas en que aquellos nos perfeccionan en rden a actos

    mas excelentes que los que corresponden a estas.Tales son las potencias que lleva consigo la gracia santificante. Como lo hemos dicho , no obran por s solas , separadamente del entendimiento i voluntad, sin en unioncon estas facultades, a las cuales elevan i perfeccionan comunicndoles virtudes sobrenaturales. Por consiguiente,

    en los actos sobrenaturales no solo obra el sr de la gracia mediante los hbitos infusos sin tambien la naturale

    za por medio de sus propias facultades. Ahora bien, lanaturaleza, en cuanto tal, es incapaz de toda operacionen el rden sobrenatural: por lo que hace a este rden , nohai en ella nas que la potencia obedencial, esto es, esaaptitud que tiene para llegar a ser o hacer por voluntad de

    Dios cualquiera cosa que no envuelva contradiccion. Masaun: las virtudes i dones sobrenaturales existen, como hemos

    dicho, en forma de hbitos. Los hbitos, empero, no obransin en cuanto son aplicados a la accion por la facultad enque residen. I es evidente que para la aplicacion de un h

    bito sobrenatural no basta una potencia natural. De aques que para los actos sobrenaturales, a mas de los hbitos

    iufusos , se requiere un especial e inmediato influjo delEspritu Santo, Es el Espritu Santo quien produce, co

    6

  • 42 DERECHO riiiLico ECI.ESISTICO.

    mo causa primera, los actos sobrenaturales; pero los produce en nosotros i con nosotros i, consiguientemente, sindao alguno de nuestra libertad, sin que la operacion dejode ser nuestra i voluntaria. Esta operacion de Dios, eseauxilio del Espritu divino , referente a la santificacion del

    alma, se llama gracia actual, porqu es transeunte en esta vida, a diferencia de la gracia santificante i de las

    virtudes i dones infusos, llamados gracias habituales porqu se radican i permanecen en el alma i en sus potencias.

    Esta gracia actual recorre tres grados: nos impulsa a laaccion, nos ayuda en todo el curso de ella i la perfecciona

    en su trmino : por lo cual se la divide en preveniente , concomitante i subsiguiente. En cuanto preveniente , estoes,en cuanto limitada a ilustrar el entendimiento i excitar lavoluntad , obra en nosotros pero sin nosotros ; en cuanto

    concomitante i subsiguiente, esto es, en cuanto nos ayudaa consentir i cooperar a las mociones divinas i nos llevahasta la realizacion de los actos sobrenaturales , incluye

    nuestro consentimiento.No se diga que, puesto que es necesaria la gracia actual,ella basta i son intiles la gracia santificante i los hbitosinfusos que la acompaan. Es cierto que con sola la graciaactual pueden ejecutarse actos sobrenaturales, i de hecho

    as sucede algunas veces. En verdad, la gracia actual nosolo se da al que tiene la gracia santificante para poner enejercicio sus hbitos infusos, sin tambien al que carece deella para disponerlo a recibirla, cuando es capaz de esta

    disposicion. Es propio de esta vida pasar de lo imperfectoa lo perfecto, i en este proceso Dios conduce al hombre de

    un modo conforme a su naturaleza. Por esto, al paso quea quienes carecen de uso de razon, como los nios, se lesinfunde la gracia santificante por medio de los sacramentos sin el concurso de su voluntad, en los que son capaces

    de entender se necesita el que con actos propios se dispongan a recibirla. Refirindose estos actos al rden sobrenatural, no pueden proceder solo de la naturaleza humana,

    sin que requieren ese especial influjo del Espritu Santo,que llamamos gracia actual. Todos los actos de este jne

  • LIB. I. CAP. III. DE LA RELIJION EN EL (RDEN SOBRENATURAL. 43

    ro, como los de fe, esperanza i caridad que ejecuta el catecmeno que se prepara a rejcnerarse por las aguas del

    bautismo, como los de contricion perfecta o imperfectaque ejecuta el pecador para rehabilitarse por el sacramento de la penitencia, son sobrenaturales en cuanto a la sustancia.

    El que personas privadas de ese sr divino que comunica la gracia santificante, puedan con el influjo de la graciaactual realizar actos sobrenaturales, se funda en que, co

    mo dijimos, basta la potencia obedencial de la creaturapara que Dios pueda elevarla a obrar sobrenaturalmente.

    No se sigue de aqu, empero, que las virtudes infusas deque va acompaada la gracia santificante ni esta mismasean intiles. Cie