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Derecho a la verdad: más allá de la verdad jurídica y del hecho violento Víctimas del 16 de mayo de 1998 Trabajo de grado para optar al título de abogada FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA Bogotá 2014

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Derecho a la verdad: más allá de la verdad jurídica y del hecho violento

Víctimas del 16 de mayo de 1998

Trabajo de grado para optar al título de abogada

FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA

Bogotá

2014

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DERECHO A LA VERDAD: MÁS ALLÁ DE LA VERDAD JURÍDICA Y DEL HECHO VIOLENTO VÍCTIMAS DEL 16 DE MAYO DE 1998

Presentado a:

DR. MARIO ROBERTO SOLARTE RODRIGUEZ

Presentado por:

ROCIO DEL PILAR VELOZA CANTILLO

TRABAJO DE GRADO

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA

FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS

2014

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RESUMEN

Tanto el contenido del derecho a la verdad como sus mecanismos de implementación

(procesos penales y comisiones de la verdad), son producto de un proceso histórico y social

concreto, mediante el cual las prácticas jurídicas saltaron al dominio público y se realizaron

a través del método de la indagación. Ésta forma de producción jurídica relega a las

víctimas y se centra en la verdad del hecho violento del que fueron objeto. En este trabajo

se promueve una reconstrucción de la vida de las víctimas como ejercicio alternativo de

memoria, en relación a las personas desaparecidas el 16 de mayo de 1998, en la ciudad de

Barrancabermeja.

Palabras clave

Derecho a la verdad, víctimas, historias de vida, Barrancabermeja, 16 de mayo de 1998.

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Agradecimientos

Al final el proceso de aprendizaje pasa por el acto de agradecer. Por eso quisiera en breves

palabras decir “gracias” a mis padres Rocio y Rafael por apoyarme durante toda mi vida y

sobre todo en estos años de universidad, el esfuerzo de sus vida son la energía para la mía.

A mi hermana Karen y mi sobrino Hugo por traerme felicidad y enseñarme una nueva

forma de amor.

Gracias a mis amigos encontrados en la esta universidad y fuera de ella: a Sergio, a Sara, a

Laura, a Cristina, a Otto, a Juan Sebastián, a Andrea, a Mafe y a Margara. Todos me

acompañaron en estos 7 años de trabajo y han sido soporte en los momentos más

importantes.

Finalmente, quiero darle las gracias a Jonathan Melo quien durante los meses de escritura

me animó, ayudó y acompañó incansablemente.

A todos los amo profundamente.

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NOTA DE ADVERTENCIA

“La Universidad no se hace responsable por los conceptos emitidos por sus alumnos en sus trabajos de tesis. Solo velará por que no se publique nada contrario al dogma y a la moral católica y por que las tesis no contengan ataques personales contra persona alguna, antes bien se vea en ellas el anhelo de buscar la verdad y la justicia”.

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CONTENIDO

INTRODUCCIÓN .......................................................................................................................... 5

 

1. MAGDALENA MEDIO Y BARRANCABERMEJA: REGIÓN Y CIUDAD EN DISPUTA .......................................................................................................................................... 7

1.1. REGIÓN DE DEPARTAMENTOS Y CIUDAD DE COMUNAS ................................... 8

1.2. EL MAGDALENA MEDIO INDÍGENA Y ESPAÑOL: ENTRE LA BARRANCA GRINGA Y LA MESTIZA ............................................................................................................. 9

1.3. LUCHAS SOCIALES Y ACTORES: LA TIERRA EN MANOS DE POCOS, TRABAJADORES EXPLOTADOS Y LA POBLACIÓN EN MEDIO DE LA GUERRA 12

1.4. CERRAR EL CANDADO Y APRETAR LA TENAZA: 16 DE MAYO DE 1998 ..... 20

2. CONOCIMIENTO JURÍDICO: MODELO DE INDAGACIÓN Y DERECHO A LA VERDAD ................................................................................................................................. 26

2.1. EL CONOCIMIENTO JURÍDICO PRODUCIDO SOCIALMENTE Y SITUADO EN LA HISTORIA ................................................................................................................................ 26

2.2. LA INDAGACIÓN: FORMA JURÍDICA QUE RESPONDE A UNA FORMA DE PODER ............................................................................................................................................ 27

2.3. EL DERECHO A LA VERDAD: FINES, CONTENIDO Y MÉTODO ........................ 32

2.2.1. El derecho a la verdad en los procesos de justicia y paz. ............................................... 35

2.2.2. Subcomisión de Memoria Histórica y el Centro de Memoria Histórica. ..................... 38

2.4. ESTADO ACTUAL DEL PROCESO JUDICIAL Y MEMORIA OFICIAL ................ 41

3. MEMORIA A TRAVÉS DE LA VIDA DE LAS VÍCTIMAS, MÁS ALLÁ DEL EVENTO: SIN JUSTIFICAR LO INJUSTIFICABLE ...................................................... 44

3.1. POR UNA VERDAD MÁS ALLÁ DEL EVENTO VIOLENTO ................................... 44

3.2. EL MITO EN EL DISCURSO PÚBLICO Y JUSTIFICACIÓN DE LA VIOLENCIA ............. 46

3.3. OTRA FORMA DE VERDAD: EL TESTIMONIO DEL RECUERDO FAMILIAR ................ 50

4. REFLEXIONES FINALES ................................................................................................... 57

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS .................................................................................... 59

ANEXOS ......................................................................................................................................... 64 

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INTRODUCCIÓN

“La vida no es lo que uno vivió, sino lo que uno recuerda y cómo lo

recuerda para contarla”

Gabriel García Márquez

El 16 de mayo de 1998, la ciudad de Barrancabermeja (ubicada en la región del Magdalena

Medio) se paralizó, cuando cincuenta1 hombres entraron a los barrios ubicados en la zona

oriental de la ciudad y en medio de un bazar comunitario degollaron a un hombre, mataron

a siete más y se llevaron a veinticinco personas. Hoy a trece años del hecho sólo cuatro de

los plagiados volvieron para ser sepultados por sus familias, mientras diecisiete más todavía

esperan en sus casas los cuerpos, o quién sabe, a sus familiares con vida. Sobre los

desaparecidos, las familias recuerdan mucho más que la masacre, los hijos, esposos, padres

y hermanos aún están en sus vidas, muchas cosas se los recuerdan. Ante un hecho violento

como este, surgieron dos preguntas ¿Cómo las prácticas jurídicas le dan sentido? Y ¿Cómo

le dan sentido las familias de los desaparecidos?

Para responder a la primera pregunta, se fue necesario abordar el asunto de los mecanismos

de producción de verdad de las formas jurídicas, en relación a dos puntos: el contenido y

fin del derecho a la verdad y los dispositivos jurídicos desarrollados para su

implementación, esto es: procesos penales y comisiones de la verdad. Con el fin de

argumentar, de la mano de los postulados de Michael Foucault, que ambos (contenidos y

dispositivos) siguen un proceso social e histórico de racionalización de las prácticas                                                             1  o quizá treinta o un centenar de hombres, eso no importa y no ha sido esclarecido aún. 

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jurídicas, de acuerdo con el cual el método de la indagación apareció y fue implementado

en el quehacer jurídico. Con estos hallazgos, fue más fácil responder la segunda pregunta,

en términos de aquello que las prácticas jurídicas no desarrollan y los familiares de las

víctimas si hacen: recuerdan la vida de sus familiares y desde allí le dan sentido a la

masacre, esto supone ir más allá de la pregunta acerca de qué pasó, cómo pasó y quién

perpetró los hechos del 16 de mayo de 1998. Autores como René Girard y Walter Benjamín

fueron consultados con el fin de comprender el proceso que subyace a esta otra forma de

dar sentido a la violencia.

En ese sentido, los objetivos de este trabajo son: narrar el contexto regional de la masacre;

describir el proceso social e histórico que consolidó las formas jurídicas actuales de

producción de verdad y proponer una alternativa de construcción de memoria, que pasa por

reconstruir los recuerdos de los familiares de las víctimas del 16 de mayo de 1998. Para ello

se dividirá el texto en tres capítulos: en el primero de ellos, se hará una contextualización

de la masacre, en la que se describirán las condiciones sociales, económicas y los actores

armados y políticos de la región del Magdalena Medio, en relación con la ciudad de

Barrancabermeja; en el segundo, se describirá la manera en que las practicas jurídicas

fueron monopolizadas por el Estado, de forma que éstas se realizan, actualmente, en el

dominio público y a través del método de la indagación, para luego, establecer la relación

entre éste proceso y el contenido y mecanismos de implementación del derecho a la verdad;

en el tercero, se proponen los puntos teóricos que justifican una nueva propuesta de

construcción de memoria y se desarrollan las historias de vida de dos víctimas de la

masacre.

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1. MAGDALENA MEDIO Y BARRANCABERMEJA: REGIÓN Y CIUDAD EN DISPUTA

La región del Magdalena Medio desde la colonia ha constituido un espacio límite2 entre el

rio Magdalena que “era (…) la principal vía de comunicación del país con el exterior y

prácticamente del país entre sí” (Molano, 2004, p.26) y los centros de desarrollo nacional

ubicados entre las cordilleras central y oriental. La calidad de espacio límite ha generado,

por un lado, que sea un territorio marginado por el Estado y por el otro, que la región sea

objeto de permanente disputa entre diferentes actores políticos, económicos y armados.

Uno de los epicentros de desarrollo de la región es la ciudad de Barrancabermeja, en ella

convergen los conflictos históricos y sociales del Magdalena Medio como lo son la división

en dos del territorio entre espacio blanco e indígena o entre espacio normal y marginal; la

disputa por la propiedad de la tierra; las luchas sindicales y finalmente, la guerra por el

control de la población. Uno de los episodios más significativos del conflicto territorial y

por el control de la población entre paramilitares e insurgencia fue la masacre del 16 de

mayo de 1998 en la ciudad de Barrancabermeja.

A continuación se analizará la dinámica regional del Magdalena Medio con relación a la

ciudad de Barrancabermeja pasando por cinco puntos: descripción geopolítica de la región

y la ciudad, historia del poblamiento, situación social actual, luchas sociales y actores

armados y finalmente, se describirá la masacre del 16 de mayo de 1998.

                                                            2 Incluso según Solarte (2004) los primeros conquistadores consideraban a la región como “enfermiza”. 

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1.1. REGIÓN DE DEPARTAMENTOS Y CIUDAD DE COMUNAS

La región del Magdalena Medio se encuentra ubicada en el centro de Colombia, entre las

cordilleras central y oriental; comprende el área que inicia en el municipio de Regidor al

sur de Bolívar, hasta el municipio de Bolívar al oriente de Santander y cobija los

departamentos de Cesar, Antioquia, Bolívar y Santander. Este espacio tiene varios centros

de desarrollo como Aguachica, Puerto Berrio, Puerto Wilches y Barrancabermeja3. Como

es posible advertir la región se constituye por fuera de las divisiones político-

administrativas de los departamentos y abarca territorios que no son homogéneos entre sí

en términos geográficos, económicos o culturales. La región se trata pues de un espacio “en

proceso continuo de construcción; es un escenario de fronteras móviles dentro del cual la

delimitación de su territorio esta siempre sujeta al quehacer histórico de los actores sociales

que allí se expresan” (Alonso citado por Madariaga, 2006, p. 39). Bajo este entendido en

esta zona tradicionalmente se han desarrollado diferentes tipos de actividades económicas

como la extracción de petróleo, ganadería, cultivo agroindustrial de palma de aceite, cultivo

a pequeña escala de cacao, frutales y café y actividades ilícitas como el cultivo y

procesamiento de hoja de coca. Éstas actividades a su vez han determinado la aparición de

diversas culturas: sindical- petroleras, terrateniente-ganadera, campesina y narcotraficante

(Aldana, 2013).

En la parte sur de la región se encuentra ubicada Barrancabermeja, la cual es considerada

un centro de relevo principal esto es, “una ciudad intermedia que no es capital

departamental pero que ejerce una verdadera dirección regional como apoyo al desarrollo

                                                            3 Ver anexo 1. Mapa de intervención del PDPMM. 

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socioeconómico de las diferentes unidades regionales” (IGAC, 2003, p. 110 y 177). La

distribución espacial de Barranca es por comunas, en total son 74 de las cuales sólo 2,

ubicadas en el sector occidental, tienen acceso a los elementos articuladores de ciudad,

como servicios públicos, educación y demás equipamientos. Mientras que las comunas 5, 6

y 7 ubicadas en el sector oriental se caracterizan por “su baja articulación con el sistema

urbano (…) las comunidades allí presentes pertenecen a los estratos 1 y 2 donde se

mantienen mayores condiciones deficitarias en la provisión de servicios sociales básicos –

salud, educación, servicios públicos domiciliarios, etc.” (Molina, 2008, p.342).

En torno a las diferencias entre comunas, en este espacio se configura un fenómeno de

segregación producto de diferentes procesos sociales, cuyas causas se pueden generalizar

en tres: i) la creación de barrios de invasión alentados por procesos de movilización popular

y en casos específicos por milicias guerrilleras urbanas, ii) el poblamiento de zonas

periféricas por parte de desplazados y actores armados y, iii) la de instauración de zonas de

uso exclusivo para empleados petroleros, las cuales tienen un alto perfil socioeconómico5

(Molina, 2008).

1.2. EL MAGDALENA MEDIO INDÍGENA Y ESPAÑOL: ENTRE LA BARRANCA GRINGA Y LA MESTIZA

Desde la llegada y el tránsito de los primero españoles en el siglo XVI, los antiguos

pobladores del Magdalena Medio, de la comunidad indígena Yariguíe, ofrecieron

                                                            4 Ver anexo 2. Mapa de la ciudad de Barrancabermeja. 5 Barrios como el Rosario, el 25 de agosto y Yariguíes se encuentran en la zona occidental de la ciudad y separados de la ciudad por una malla, dentro de ellos se encuentra el prestigioso club social El Miramar.

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resistencia a diferentes intentos de dominación por parte los blancos, en principio mediante

alianzas familiares6 entre diferentes cacicazgos, que negociaban y permitían el

asentamiento de españoles pobres en la región, y que posteriormente ante intentos de

sometimiento más violentos como las encomiendas, respondieron con una resistencia

armada y frontal.

Según Solarte (2004) los intentos de “pacificación” español respondían a los diferentes

levantamientos indígenas en contra toda forma de control. Los movimientos de resistencia

se pueden constatar en varios asaltos armados a caravanas comerciales, asesinatos a

encomenderos y hasta la exhortación a la resistencia por parte de uno de cacicazgos más

poderosos de la región: el de Martinillo, aun cuando éste se encontraba en prisión. La

resistencia indígena continúo por 350 años hasta 1925, año en que se registra la

desaparición total de la comunidad Yariguíe, tal como se le conocía (Molano, 2004); sin

embargo, la tradición regional de resistencia no desapareció con la forma previa de vida

indígena, ya que muchas tradiciones indígenas fueron incorporadas por el colono que,

desde principios del siglo XX, “llegaba, tumbaba la selva con ayuda de su familia y de

otros colonos ya establecidos, sacaba alguna madera, cultivaba maíz y arroz, cuando se

arruinaba poco a poco y se metía a zonas selváticas más profundas” (2004, p. 47). El

colono, producto de múltiples formas de mestizaje, en particular entre negros e indígenas,

dio continuidad a las tradiciones indígenas a través de diferentes formas culturales, como

son las prácticas de siembra y recolección, la estructura familiar, la medicina tradicional, la

                                                            6 Estas alianzas se concretaban a través de matrimonios. De hecho, el último intento de los Yariguíes por formalizar alianzas de resistencias terminó con la muerte de la cacica Francisca y de un español que la acompañaba: Alonso Romero, según reseña Solarte, el doble asesinato se dio porque el cacique Beto quien desposaría a Francisca la había encontrado impura y se responsabilizó a Romero del hecho. Este constituye uno de los hitos iniciales de guerra entre indígenas y españoles. 

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partería y la celebración la fiesta de la virgen del Carmen, que según Solarte (2004) renueva

la antigua comprensión del mundo indígena en las nuevas condiciones de vida.

Por su parte, la historia de poblamiento actual de la ciudad de Barrancabermeja7 puede

rastrearse hasta los años 20 del siglo XX, década en la que empresa petrolera Tropical Oil

Company se asentó en esta urbe y creó barrios exclusivos para los empleados extranjeros,

que se ubicaban al occidente de la ciudad, del ‘puente para acá’, el cual fue cercado con un

alambre de púas (Serrano citado por García, 2006, p.262). El alambre dividió la vida de la

ciudad: dentro de la púas8 vivía la ciudad que tenía acceso a una serie de equipamientos

urbanos, como casas para los obreros, hospitales y colegios, mientras la otra Barranca

crecía a punta de las personas venidas del campo y de otras regiones atraídas por la

posibilidad de vivir del petróleo. Para los años 80, los sitios urbanizables se agotaban y la

ciudad creció en los barrios de periferia de la zona oriental. En este lugar se inició un

amplio proceso de movilización social de aquellos que, excluidos espacialmente de la

ciudad, buscaban hacer parte de ella.

Así históricamente tanto la región como la ciudad se han construido bajo procesos de

diferenciación radical que patenta el binomio indígena-blanco o mestizo-blanco, esta forma

de segregación tiene implicaciones en la actualidad: por un lado los departamentos que

tienen jurisdicción sobre el Magdalena Medio han desatendido estas zonas considerándolos

el patio de atrás y por su parte, la Barrancabermeja que crece al otro lado de la vía férrea ha

sido estigmatizada como violenta y marginal (Molina, 2008).

                                                            7 Antes la ciudad era conocida como Puerto Santander. 8 Lugar en el que actualmente se encuentra la comuna 1 y 2. 

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El Magdalena Medio ha sido catalogado como una “región en construcción”9 (García citada

por Vásquez 2006, p. 320) lo que implica que su población ha sido desatendida por el

Estado y que su condiciones de vida han sido precarias, sin acceso a servicios públicos

básicos o a infraestructura. Para el año 2007, el 75% de sus habitantes vivían en

condiciones de pobreza. La situación era más marcada en el sur de Bolívar, en donde al

menos el 90% de los pobladores tenían necesidades básicas insatisfechas (PDPMM, 2008,

p.57).

Tal condición regional de marginalidad hace eco en la disposición espacial de la ciudad de

Barrancabermeja, que tradicionalmente ha estado separada por el puente que separa la vía

férrea o por alambre de púas, ha concentrado los equipamiento urbanos en las comunas 1 y

2 (ubicadas en el sector occidental) que agrupan únicamente el 24,8% de la población,

dejando desprovistas de ellos a las otras cinco comunas, entre ellas la comuna 7 lugar

donde se realizó la masacre del 16 de mayo de 1998 (Molina, 2007. P. 261).

1.3. LUCHAS SOCIALES Y ACTORES: LA TIERRA EN MANOS DE POCOS, TRABAJADORES EXPLOTADOS Y LA POBLACIÓN EN MEDIO DE LA GUERRA

La histórica marginalidad de la región y la forma violenta en que fue colonizada se puede

constatar en diferentes problemas y luchas sociales que se han dado en ella. Los principales

focos han girado en torno a la estructura desigual de propiedad de la tierra, las precarias

condiciones de vida de los empleados de proyectos industriales de enclave y,

                                                            9 Según García una región en construcción se caracteriza por ser un territorio que “solo en la historia reciente han entablado un complejo proceso de articulación a la nación y cuyos destinos están sometidos a la deriva de las dinámicas de proyectos sociales y políticos contrapuestos”. 

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recientemente, por el control sobre la vida de los pobladores de la región por parte de

actores armados.

El primero de estos conflictos, el de la tierra y su forma de distribución tiene varias causas,

entre ellas la falta de seguridad jurídica en la propiedad de la tierra y la concentración de

ésta en manos de pocos, patentando así el modelo de latifundio versus minifundio. Para los

años 80 se calculaba que “de unos 57.000 predios rurales, 38.000 eran minifundios, lo que

representaba unas 200.000 personas. Cerca del 70% de las fincas ocupaban el 12% del área

de la región, lo cual significaba que el 30% de los predios ocupaba el 88% de la tierra, la

mayoría dedica a la ganadería extensiva” (Molano, 2004, p.58).

Análogamente, en Barranca la necesidad de legalizar la propiedad sobre los barrios de

invasión de la zona oriente, así como ampliar la cobertura de servicios públicos en esta

zona10, también ha sido un problema que ha dado lugar a diferentes movilizaciones

sociales: en 1975 se conformó el Movimiento Cívico, Obrero y Campesino, en 1980 la

Coordinadora de Solidaridad y en 1981 se creó la Coordinadora del Sector Nor-oriental y

en 1982 la Coordinadora Popular (Proyecto Nunca Más, p.3 y 4).

Por su parte, el conflicto laboral y la lucha sindical en la región se puede datar en los años

20, época en la que los movimientos obreros en la región aparecieron de la mano de la

actividad petrolera. La Sociedad Unión Obrera (primera denominación de la USO) es uno

de los antecedentes históricos del sindicalismo regional, que entre sus primeras

                                                            10 Ver mapa de Barrancabermeja en anexo.

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movilizaciones demandaban “aumento salarial, jornada laboral de ocho horas, respeto a la

propiedad de los colonos campesinos en las zonas de actividad petrolera y libertad para leer

la prensa” (Molano, 2004 p. 29). Muchos fueron los levantamientos obreros registrados en

los enclaves petroleros: en 1947, 1971, 1975, 1988 y 1990. Entre ellos cabe destacar los de

1947, que derivaron en la creación de la empresa estatal ECOPETROL y los realizados en

los cinco primeros años de 1990, en los cuales “el 69% tuvo como epicentro Barranca, el 14

% fue en las empresas palmeras de Puerto Wilches y 8 % en las cementeras de Puerto Nare.

Más de la mitad (el 56%) de las huelgas se originaron por protestas de carácter político en

defensa de la vida y los derechos humanos” (Molano, 2004 p. 60).

De la mano de un modelo injusto de tenencia de la tierra y de la necesidad de formalizar las

condiciones laborales de los empleados petroleros varios movimientos sociales, en esta

región y en distintas épocas, se han movilizado. Por citar algunos: Asociación Nacional de

Usuarios Campesinos (ANUC), Asociación de Campesinos del Valle del Rio Cimitarra

(ACVC) y Unión Sindical Obrera (USO). Estos movimientos han tenido entre sus

principales demandas el acceso a la tierra, la no privatización de las industrias extractivas,

el reclamo por condiciones laborales dignas y más recientemente el respeto al derecho a la

vida.

Esta última demanda surge con la agudización del conflicto en los años 90, que en el

Magdalena Medio tomó como objetivo a la población y se concretó en una lucha por su

control y el de sus territorios por parte varios actores armados como las FARC, el ELN, el

Paramilitarismo y el Estado colombiano, representado por las Fuerzas Armadas. La historia

del surgimiento de cada uno de los actores armados es diferente.

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Por una parte, la aparición de las guerrillas en el Magdalena Medio data de los años 60,

momento en que el Ejército de Liberación Nacional (ELN) apareció en escena con el asalto

a Simacota en 1966 (Vásquez, 2006, p. 326), al tiempo que las Fuerzas Armadas

Revolucionarias de Colombia (FARC) se expandieron en la región a través de su cuarto

Frente. Ambos grupos armados lograron un importante auge en la zona durante las décadas

de los años 60, 70 y 80. En este último periodo su influencia acrecentó, dado que lograron

entroncar su movimiento con las luchas sociales de los pobladores (Vásquez, 2009, p. 323),

es decir, los movimientos sociales compartían una agenda política que en algunos aspectos

podría considerarse cercana a los ideales guerrilleros y, ante la inexistencia del Estado, las

guerrillas habían logrado dar orden al territorio y a la vida de los habitantes. No obstante,

para los años 90 la dinámica de guerra se transformó notablemente, tal como lo indica

Vásquez, ya que entre 1990 y 2002 fue mayor el número de acciones contra civiles y menor

el número de acciones bélicas, lo que podría indicar que la guerra se estaba librando a

través de la población civil (2009). Si bien las guerrillas no eran el actor que ocupaba el

primer lugar en las violaciones a los derechos de la población civil, para este decenio el

ELN era el segundo actor armado que participaba en los ataques a no combatientes, se les

atribuía un 27% de este tipo de acciones (Vázquez, 2009), mientras que las FARC

participaron en un 7,4 % de las violaciones. Esta nueva relación entre pobladores y guerrilla

responde entre otras al tratamiento draconiano que éstos últimos habían empezado a

implementar contra aquellos, uso de la fuerza que incluía secuestros, asesinatos selectivos y

boleteo11, en ese sentido una víctima se expresa:

Por la orilla del caserío pasaban los remolcadores del ejército, y esa gente de la guerrilla se ponía brava cuando llegaba el ejército allá. En ese entonces, el que era

                                                            11 Práctica que consiste en exigir dinero a cambio del permiso por parte de la guerrilla para realizar actividades comerciales.

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presidente de la junta les hacía sancocho a los del ejército, en agradecimiento por el ACPM que nos regalaban para la planta que teníamos en la vereda. La guerrilla decía que no lleváramos nada, que pidiéramos todo, pero que no lleváramos nada. Por eso, para la guerrilla él era un sapo, que jugaba a dos caras, y así nos lo hicieron saber el día que lo mataron en frente de nosotros (Angarita, 2009, p. 95).

Por otro lado, el paramilitarismo como actor y fenómeno de guerra ha sido una constante en

la región, sin embargo, para dar cuenta de sus características y de las relaciones que ha

entablado con la población civil y con otros actores armados, es necesario hacer varias

salvedades. En primer lugar, algunos autores como Nieto y García (2008) han intentado dar

continuidad entre las autodefensas de los años 60 y el paramilitarismo que surge en los años

80 y se consolidó en los años 90, ya que ambas formas armadas tenían como característica

común el asocio con el Estado para llevar a cabo sus acciones, no obstante, no es posible

asimilar totalmente ambos fenómenos.

En segundo lugar, las autodefensas de los años 60 surgieron amparadas por el Estado

colombiano a través del Decreto 3398 de 1965 y de la Ley 48 del mismo año, estas normas

permitían la organización de la sociedad civil en procura de la defensa nacional, en ese

sentido según el artículo 25 del Decreto 3398 de 1965: “Todos los colombianos no

comprendidos en el llamamiento a servicio militar obligatorio, podrán ser utilizados por el

Gobierno en actividades y trabajos en los cuales contribuyan al restablecimiento de la

normalidad”, de manera que las autodefensas nacen en el marco de la política de seguridad

nacional implementada en el frente nacional y su objeto era que las Fuerzas Militares

actuaran conjuntamente con la población civil, en ese sentido, el actuar de las autodefensas

tenía un carácter reactivo frente a las fuerzas armadas guerrilleras y su poder hegemónico, y

además, esta forma de organización armada buscaba salvaguardar los intereses económicos

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de agentes privados como terratenientes y ganaderos, que veían amenazado su poder

económico y político.

El paramilitarismo de los años 80, presenta algunas continuidades pero también notables

diferencias con las autodefensas, ya que éste es producto de la alianza entre ganaderos,

narcotraficantes y Fuerzas Militares (Nieto & García, 2009), mientras que aquellas no

contaban con la participación del narcotráfico y estaban oficialmente ligadas a las

actividades de seguridad del Estado.

El episodio hito con el que suele referenciarse el surgimiento del paramilitarismo en este

territorio es el piloto anticomunista que se desarrolló en el municipio de Puerto Boyacá,

donde el partido político Movimiento de Restauración Nacional12 (Morena), liderado por la

Asociación de Ganaderos del Magdalena Medio (Acdegam), a través de su brazo armado

logró sacar de su territorio a las guerrillas de las FARC y ELN. Los paramilitares de Puerto

Boyacá de los años 80 representaban un modelo reaccionario (Duque citado por Vázquez,

2008, p.337), cuya agenda en principio se centró en que élites económicas y políticas

locales recuperaran el poder perdido, a través de mercenarios o ejércitos privados que

acompañaban a militares en allanamientos y detenciones en medio de la lucha contra

insurgente (Medina, 1990, p. 184), pero que pronto transformó su perfil reactivo y

desarrollo métodos ofensivos y preventivos, encaminados a diversos objetivos, que

respondían a los intereses de los actores aliados.

Lo anterior encuentra razón en que el paramilitarismo es una máquina de guerra en

expansión, compuesta por “empresarios de la coerción” que, según Romero, se identifican

                                                            12 Uno de sus líderes más notable era Iván Roberto Duque Gaviria, alias Ernesto Báez quien fue judicializado bajo la ley de Justicia y Paz. El Partido Morena salió a la luz pública en 1989 y fue duramente criticado por sus posturas de ultra derecha (Semana, 1989).

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como “individuos especializados en la administración, despliegue y uso de la violencia

organizada, la cual ofrecen como mercancía a cambio de dinero u otro tipo de valores”

(2003, p.17), lo que implica que este actor armado encuentra sus motivaciones en diversos

factores, no únicamente de contrainsurgencia, sino también en formas ideológicas concretas

en lo económico, de estatus y control social. Más específicamente, el paramilitarismo es

una forma de violencia que discursivamente se presenta como contrainsurgente pero que,

por los métodos desarrollados para controlar a la población civil y a los movimientos

sociales del Magdalena Medio, puede agenciar cualquier tipo de pretensión política.

Lo anterior hace necesario precisar los posibles intereses del nuevo actor político presente

en la configuración del paramilitarismo, esto es el narcotráfico, el cual en los años 80 se

perfilaba como un poder económico que fue adquiriendo relevancia gracias a la compra de

tierras para el lavado de activos, particularmente en el Magdalena Medio. Es posible

establecer una relación cercana entre narcotraficantes o sus testaferros y en la nueva

configuración del territorio (Tate & College, 2009) caracterizada como ya se dijo, por una

alta concentración de tierra en manos de pocos. De acuerdo con Reyes, los narcotraficantes

adquirieron grandes extensiones de tierra con el fin de aumentar su estatus social y

salvaguardar sus ganancias (citado por Tate & College, 2009).

Con todo, la entrada de este nuevo agente económico reconfiguraría las formas de uso de la

tierra en el Magdalena Medio, dado que el modelo narcotraficante fue un determinante en

el incremento inflacionario de los precios de la tierra, disminución el uso agrícola del suelo

y el aumento de tierras improductivas, pero, además, el narcotráfico jugó un papel

fundamental en la financiación de grupos paramilitares que reversaron la reforma agraria

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19  

adelantada en décadas anteriores o de facto por algunos campesinos. Los testimonios de las

victimas al respecto confirman estas afirmaciones:

Por aquí llegó un terrateniente para quitarnos esto pero no lo dejamos. Aquí estuvo el MOIR y la Unión Patriótica, hicimos los contactos, y ellos nos dijeron que para adquirir estos lotes debía fundamental el terruño, en la misma propiedad hacer una vivienda, del territorio donde la teníamos, y así lo hicimos. Ellos nos embarcaron y se fueron, nos animaron y lo demás lo hicimos nosotros. Yo cogí un cuaderno y me puse a mandarle cartas a las personas trabajadoras que no poseían tierra para que poseyeran su pedazo, medimos el frente y cada quien se le dio cincuenta metros, para atrás se amplía más, va hasta el monte, así esto quedó parcelado. Esta tierra la reclamaban, dicen que era de una ganadera, pero tenía muchos años de no aportar un peso al catastro, por eso estas tierras eran baldías. Cuando llegó el terrateniente nosotros estábamos bien apoyados, bien unidos y fuimos a la misma alcaldía, la invadimos para que nos arreglara “el chico” (…) Esto acá no lo podemos dejar solo, pero con la violencia nos tocó. (Angarita, 2007, p. 102)

Finalmente, otro actor armado presente en el conflicto del Magdalena Medio son las

Fuerzas Armadas de Colombia, que desde 1960 hacen presencia en la zona, primero a

través de compañías temporales encargadas de controlar las protestas sociales producto de

la violencia partidista y posteriormente, a través de comandos y brigadas móviles que

enmarcaban su avance en la lucha antisubversiva. Para los años 90, el ejército hacía

presencia a través de la II División, Brigadas XIV, V y Móvil N° 2 y los batallones Luciano

D’Elhuyar, Rafael Reyes, Nueva Granada, Calibio, Caldas, Bomboná y Bárbula (Romero,

1994, p. 138). Para este decenio la Fuerza Pública ocupa el tercer lugar en ataques directos

a la población civil, con un 12, 8%, lo cual encuentra razón en “las operaciones encubiertas

y la red de sicarios que cometió una seguidilla de asesinatos selectivos y desapariciones

forzadas puesta en marcha en Barrancabermeja y su área de influencia” (Vázquez, 2006, p.

351) y también, las operaciones que desarrollaron las fuerzas militares luego del secuestro

del avión de Avianca en 1999. No es posible establecer claridad los intereses que este actor

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20  

comparte con el paramilitarismo de los 90, dado que no necesariamente su asocio hace

parte de la empresa contra la guerrilla, puesto que es posible registrar su injerencia en

“escuadrones de la muerte” que buscaban reprimir los movimientos de oposición política y

social, como fue el caso del comandante de la V Brigada del Ejército, Fernando Millán,

quien fue investigado y condenado por su participación en los escuadrones de la muerte. (El

Tiempo, 1998). Para Nieto y García, algunas facciones radicales del ejército participan de

estas acciones como parte de su afán por derrocar a las guerrillas y salvar su honor, pero

estos argumentos resultan poco convincentes si se tienen en cuenta las formas de violencia

contra la población civil y el recrudecimiento del conflicto en busca del control social.

1.4. CERRAR EL CANDADO Y APRETAR LA TENAZA: 16 DE MAYO DE 199813

La masacre del 16 de mayo de 1998, ocurrió en la ciudad de Barrancabermeja, cuando un

grupo de 50 hombres armados con fusiles Galil y subametralladoras M.P.5, llegaron a las

comunas ubicadas en el sector oriental de la ciudad y se llevaron a 42 personas en dos

camionetas robadas. El recorrido que siguieron los paramilitares inició en un bazar que los

habitantes del barrio El Divino Niño habían organizado con el fin de recaudar fondos para

el grupo de danzas del sector. En este lugar los paramilitares se llevaron a 18 personas entre

los 16 y 26 años. Luego se desplazaron a la cancha “La Campiña” y en medio de un

campeonato de minitejo se llevaron a 3 personas más. Horas más tarde en el barrio Nueve

de Abril, los hombres armados capturaron a otras 5 personas y finalmente, camino a la zona

                                                            13 En este apartado se reconstruyen los hechos de la masacre con base en un trabajo de archivo en el que se seleccionaron de datos de seis periódicos nacionales y regionales: El Mundo, El Nuevo Siglo, El Colombiano, Vanguardia Liberal, El Tiempo y El Espectador. El período de tiempo seleccionado fue del 1 de enero de 1998 hasta el 31 de mayo de 1999.

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21  

nororiental de la ciudad en tres paradas tomaron a 20 más (El Tiempo, 18 de mayo de 1998,

p. 6 y 7).

La masacre fue objeto de un amplio cubrimiento de prensa, gracias al importante

movimiento social que se organizó con tres propósitos: el primero, exigir la entrega con

vida de los “secuestrados” que se habían llevado los paramilitares, el segundo, denunciar la

participación de las Fuerzas Armadas estatales en los hechos y finalmente, pedir la

realización de un Consejo de Ministros en la Ciudad. Para ello, la comunidad barrameja

invitó a un paro cívico que inició el 18 de mayo de 1998 y se prolongó hasta el 28 de mayo

de 1998 (El País, 28 de mayo de 1998, p. 2 A).

En este lapso de tiempo dos sucesos importantes se dieron: en primer lugar, se realizó un

consejo de seguridad al que asistió el Ministro de Interior de la época, donde se crearon dos

comisiones investigadoras, una comisión de búsqueda y otra encargada de judicializar e

individualizar a los responsables, en segundo lugar, se confirmó por parte del Consejero

Presidencial para la Paz de la época, José Noé Ríos14, que las autodefensas eran las

responsables de la masacre y la desaparición de las personas, versión que se conoció por un

comunicado en que los paramilitares solicitaban a los familiares de las víctimas la entrega

de una fotografía de cada uno (El Mundo, 28 de mayo de 1998, p.8).

El 29 de mayo, luego de que informó a la opinión pública sobre la autoría de los hechos, el

presidente Ernesto Samper visitó la zona, el mandatario se reunió con las familias de las

víctimas y prometió gestionar la liberación de éstas a través del Consejero (El Espectador,

                                                            1414 La participación del Alto Consejero como mediador entre el gobierno y los paramilitares es un hecho de vital importancia dado que una vez se conoce el desenlace fatal de los detenidos, éste da una serie de declaraciones según las cuales el Estado colombiano conocía la suerte de los detenidos antes de que los paramilitares lo anunciaran (El Tiempo, 08 de junio de 1998, p. 6 A).

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22  

29 de mayo de 1998, p.10 A). Más tarde, el día 5 de junio se conoció que los paramilitares

juzgaron a las personas plagiadas y, tras encontrar que tenían vínculos con las guerrillas,

fueron asesinadas, tal como lo transcribe el diario El Colombiano en noticia titulada “Se

confirma el horror en Barrancabermeja”, el paramilitarismo comunicó que “los retenidos

fueron escuchados, sometidos a juicio y sus cadáveres fueron incinerados” (p.6 D).

Frente a la versión paramilitar, dos actores reaccionaron: por un lado, los familiares de las

víctimas, y por el otro, los grupos guerrilleros de las FARC, el ELN y el EPL. Los

familiares de las víctimas aseguraron que éstas no pertenecían a ningún grupo armado, ni

siquiera político y pidieron ver los cuerpos de sus seres queridos porque sin ellos no

creerían que estuvieran muertos. Así lo expresó una de las madres en una crónica del día 5

de junio de 1998, titulada “Tengo fe de que está vivo”: “El señor sabe que mi hijo es

inocente. El que lo haya llevado que lo investigue, él es un ‘pelao’ que toda la vida ha

trabajado, yo tengo fe en Dios de que él está vivo, que él me lo ha guardado en el hueco de

la mano” (El Tiempo, p. 7 A). Y por su parte, las guerrillas desmintieron la versión

paramilitar sobre los vínculos entre las víctimas y la subversión. Según lo registra la noticia

titulada ‘“No eran nuestros”: guerrilla’ del periódico El Colombiano, que decía “El Frente

Urbano Resistencia Yariguies, del ELN, así como los frentes 24 de las FARC y Gilberto

Zambrano, del EPL, negaron ayer que las víctimas de la matanza paramilitar pertenecieran

a sus filas, como aseguró el grupo de autodefensa que los asesinó” (06 de junio de 1998, p.

13 A).

Entre las versiones que iban y venían, el 8 de junio de 1998 los familiares de las víctimas,

acompañados por la Diócesis de Barrancabermeja y la USO decidieron hacer un funeral

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23  

simbólico y una marcha por la ciudad, cuya crónica “Barranca prepara funeral simbólico”

aparece reseñada en periódico El Colombiano que decía:

Los 25 ataúdes en fila llenaban la calle. Adentro, en la sede de la Unión Sindical Obrera USO –en el centro de la ciudad (…) Afuera, el sol golpeaba con más fuerza. Eran las 2:00 de la tarde y Patricia completaba seis horas de estar parada al lado de un féretro que espera los despojos mortales de su esposo. Fijaba su mirada donde estaría ubicada la cabeza, pero apenas podía acariciar una fotografía. Nadie la acompañaba. Se sentía sola, mucho más que cuando escuchó en un extra noticioso que las 25 personas secuestradas por un grupo paramilitar, el pasado 16 de mayo, habían sido asesinadas e incineradas. (…) Con todo, todos en Barranca sentían la pena de esta muchacha, al punto que era constante el desfile ritual en la velación simbólica, que convertía casi en un (sic) protesta silenciosa. No creían en la promesas del Gobierno Nacional de castigar a los responsables de la matanza. (El Colombiano, 6 de junio de 1998, p. 12 A)

Pero la batalla de las familias por llevar a cabo su duelo apenas comenzaba: el 20 de junio

de 1998, el periódico El Tiempo informó sobre las protestas de las madres de las víctimas

pidiendo la entrega de los cuerpos de éstas, protestas que se repetirían una vez más el día 04

de agosto de 1998, con un paro cívico convocado luego de una segunda masacre perpetrada

el 03 de agosto de 1998. Finalmente, el 25 de agosto de ese año, el paro cesó y fue

reemplazado por una comisión permanente de búsqueda de los desaparecidos.

Aquí es importante señalar que la masacre del 16 de mayo no es un hecho ajeno a la

dinámica regional de los actores políticos armados y no armados que hacían y hacen

presencia en el Magdalena Medio desde los años 80. La ciudad resultaba un punto

geoestratégico fundamental para el control de la economía petrolera y de los movimientos

sociales que hacían presencia allí. Dan cuenta de ello varios factores: en primer lugar, para

el decenio comprendido entre 1990 y 2001, el 44,34% del total de las protestas de carácter

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24  

urbano en la región del Magdalena Medio se realizaron en Barranca15 (García, ibídem), lo

que implica que Barranca tenía una amplia capacidad de movilización civil política. En

segundo lugar, para el momento de los hechos, en la zona oriental de la ciudad hacían

presencia el frente urbano Resistencia de Yariguíes del ELN, los frentes XXIV y XLVI y

el frente Gilberto Zambrano del EPL y según pobladores de la zona circulaba un rumor de

acuerdo con el cual Carlos Castaño (Comandante del grupo paramilitar de las Autodefensas

Unidas de Colombia, AUC) había asegurado que se ‘tomaría un tinto’ en territorio del

ELN. Para ello, los paramilitares habían iniciado acciones incursionando en el sur de

Bolívar, se habían establecido en Sabana de Torres y pretendían cerrar el ‘candado’ con la

toma de Barranca. La ciudad era entonces un territorio en disputa para los actores armados.

Lo anterior lo han señalado varios autores, pues ésta era la única zona del Magdalena

Medio en la que no había presencia paramilitar permanente (Archila citando a Isacson,

2006,). Incluso esto fue advertido por las organizaciones sociales defensoras de derechos

humanos presentes en la ciudad, como Credhos; según esta ONG existía un plan para sitiar

Barrancabermeja, mediante la migración de personas afines al proyecto paramilitar. De

hecho, el periódico El Tiempo del 24 de mayo de 1998 titulaba “Estratégico golpe ‘para’ a

Barranca” y reseñaba las denuncias de esta organización social, de la siguiente manera:

“Los grupos paramilitares siguen firmes en su intención de sitiar Barrancabermeja. ‘No

tenemos afán’ han dicho a comunidades reunidas bajo presión en Yondó” (p. 22 A).

Si bien la ciudad representaba un punto estratégico para el control territorial, que la

masacre se desarrollara en los barrios del nor y suroriente, tampoco fue una coincidencia,

                                                            15 22,5 puntos porcentuales menos que el periodo comprendido entre 1975 y 1989. Mirar gráfica 1 en anexos.

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25  

dado que, por las dinámicas mismas de poblamiento del eje urbano, estos barrios

representaban el límite entre la ‘Barrancabermeja del puente para acá’ o la

‘Barrancabermeja buena’ y la Barranca marginal. En esa otra Barranca varias tradiciones se

vinculaban: primero, era el lugar de encuentro movimientos sociales de apropiación del

espacio que habían ocupado informalmente estas zonas de la ciudad y que se organizaban

en procura de obtener reconocimiento del Estado de lo que se denominó “zonas de

invasión” (Molina, 2008). Segundo, esta zona ha sido lugar de refugio de desplazados por

la violencia del Magdalena Medio, de acuerdo con el Observatorio de Paz Integral del

Magdalena Medio, OPI (OPI, 2007, p. 27); en un estudio de largo plazo entre 1993 y 2005,

la ciudad de Barrancabermeja presenta una tasa de crecimiento población promedio de

1,5% y una tasa intercensal de 19 %, mientras que la tasa nacional promedio de crecimiento

fue de 11% entre los dos censos. Esto podría indicar que existe un alto índice de movilidad

en la zona; además, de acuerdo con el OPI, la población en el Magdalena Medio se

urbanizó, es decir, la ciudades crecieron más que la población rural de los municipios y, en

el caso particular de la ciudad de Barrancabermeja, entre 1993 y 2005 tuvo una tasa de

crecimiento de población rural del 50, 1%, es decir, 3,9% anual. En ese mismo periodo la

ciudad registró la recepción de un total de 27.051 personas expulsadas por la violencia

según cifras de Acción Social (OPI, 2007, p. 36), siendo Barranca el primer polo de

recepción de desplazados por la violencia a nivel regional, por encima del municipio de San

Pablo que recibió 11,118 en el mismo periodo.

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26  

2. CONOCIMIENTO JURÍDICO: MODELO DE INDAGACIÓN Y DERECHO A LA VERDAD

La naturaleza del conocimiento y de la verdad jurídica ha sido objeto de diversas

aproximaciones, entre las diferentes teorías que han estudiado este tema, el presente

documento adhiere a la teoría desarrollada por el realismo jurídico de Rudolf Von Ihering,

de acuerdo con la cual el derecho es una idea práctica, que requiere ser realizada. En punto

de determinar los medios para la realización del derecho, este trabajo desarrollará los

postulados de Michael Foucault en relación con el surgimiento del modelo de indagación

de la verdad jurídica como una forma concreta de administración de saberes, de poder y por

lo mismo de justicia. En ese sentido este capítulo se dividirá en cuatro apartados, en el

primero, se hará una breve referencia a la condiciones de producción del conocimiento

jurídico; en el segundo, se reconstruirá la trayectoria histórica del modelo de indagación; en

el tercero, se presentará el contenido formal del derecho a la verdad y los medios

desarrollados para su implementación por los sistemas internacionales de justicia y el

sistema de justicia colombiana, y finalmente, se cerrará el capítulo con una reflexión sobre

el estado de los procesos judiciales y de memoria oficial adelantados en relación a la

masacre del 16 de mayo de 1998.

2.1. EL CONOCIMIENTO JURÍDICO PRODUCIDO SOCIALMENTE Y SITUADO EN LA HISTORIA

El “derecho es una idea práctica” (Von Ihering, 2009, p.3), que indica fines y, al estar

dirigida a un objetivo, requiere un medio para su realización. Los fines del derecho

Page 29: Derecho a la verdad: más allá de la verdad jurídica y del ...

27  

responden a las circunstancias históricas en que se producen las prácticas y así mismo, los

medios e instrumentos de los que se vale se construyen a través del tiempo. No obstante,

este proceso de construcción de formas jurídicas, contrario a lo que autores clásicos como

Hobbes sostienen, no es producto de la evolución social del sujeto que ha dejado atrás su

pasado salvaje e irracional para abrir las puertas a formas racionales y perfectas de

humanidad, sino que obedecen a condiciones puntuales bajo las cuales se produce

conocimiento (Sossa, 2012); más bien responden a una lógica perspectivística, lo que

significa que el conocimiento jurídico y las prácticas asociadas a él se realizan “por medio

de diferentes actos entre sí y múltiples, por los cuales el ser humano se apodera

violentamente de las cosas y reacciona a las situaciones, les impone relaciones de fuerza. O

sea, el conocimiento es siempre una relación estratégica en la que el hombre está situado”

(Foucault, 1978, p. 30).

Esta relación estratégica implica que el conocimiento jurídico es parcial e incompleto y esta

característica es parte de una contradicción propia de las formas jurídicas actuales donde la

práctica jurídica y las normas de derecho se realizan en un espacio público. Por lo tanto, las

normas deben ser generales y aplicables a todos los ciudadanos pero, como resultan de un

proceso de lucha social en la que se impone una determinada perspectiva, son a la vez

normas particularizantes (Foucault, 1978).

2.2. LA INDAGACIÓN: FORMA JURÍDICA QUE RESPONDE A UNA FORMA DE PODER

De acuerdo con Foucault (1978), las prácticas jurídicas modernas tienen como principales

características la intervención de un sujeto neutral encarnado en el juez, frente al cual los

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28  

sujetos en conflicto presentan sus disputas y versiones de los hechos en busca de una

sentencia en la cual, quien la produce (el juez), ha llegado a la verdad a través de la cual

dirá quién tiene la razón. Este esquema general es aplicable tanto a la justicia penal como a

la civil (Gonzáles, 2007). Sin embargo, en la justicia penal una de las partes es el Estado,

quien asiste como representante de la sociedad que ha sido ofendida por la infracción del

delincuente; éste, a su vez, constituye la otra parte. Lo anterior encuentra sentido en que “el

crimen o la infracción penal es la ruptura con la ley, ley civil explícitamente establecida en

el seno de una sociedad por el lado legislativo del poder político” (Foucault, 1978, p.96).

En ambos sistemas de justicia, para poder decir el derecho es necesario conocer la verdad y

para ello se recurre al método de la indagación.

Esta forma de administrar justicia y su método obedece a un proceso histórico y social

concreto, lo que hace posible rastrear otras formas de justicia en el pasado. Según Foucault

(1978), en Grecia era posible encontrar dos formas de justicia. Una, en la que mediaban los

dioses como testigos; por eso, ante una falta, la persona ofendida reclamaba de la otra la

lealtad hacia los dioses. Así, bajo la fórmula: “juras ante los dioses que no has hecho lo que

he dicho que has hecho”, el ofendido dejaba la solución de la disputa en manos de los

testigos que todo lo podían ver: los dioses. La segunda forma es descrita en Edipo Rey,

donde aparece por primera vez la indagación como forma de establecer la verdad de los

hechos. Pero en la historia de Edipo hay algunas diferencias frente al modelo

contemporáneo: la verdad no se dice a través de un juez o una sentencia, sino que es dicha

por testigos que cuestionan la incapacidad de saber la verdad que manifiesta Edipo Rey; en

particular, resulta central el testimonio del campesino que sabe que Edipo mató a su padre y

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29  

desposó a su madre16; este testimonio, “por medio de la verdad que sabe derrota al más

poderoso” (Foucault, 1978, p.66). Muchos personajes en Edipo Rey tienen una parte de la

verdad, pero sin la contribución de cada uno de ellos no es posible reconstruir la verdad.

Por su parte, siguiendo con Foucault, el mundo germánico se enfrentó a prácticas de

venganza: cuando una persona era víctima de otra, se presentaba ante quien había hecho el

daño y exigía una justicia que se satisfacía través de la venganza. El intento por regularlas

generó sus propias formas jurídicas. Así se reguló la venganza generando rituales la justicia

que decían cómo debían realizarse los actos de venganza, pasando de la confrontación

violenta a formas de regulación de la violencia a través de los ritos jurídicos (Rouse, 1996).

En este modelo de justicia no hay quien represente a la sociedad ni alguien que realice las

acusaciones; para que hubiese un proceso penal era necesario que existiera una víctima y

su acción era de duelo o de oposición, no dando lugar para preguntarse por la verdad de lo

que decía la presunta víctima, pues al ser el derecho una continuación de la guerra no se

identificaba la justicia con la verdad.

En el posterior derecho feudal (Foucault, 1978), para resarcir el daño cometido por un

agresor, las personas en disputa eran sometidas a una prueba, en la que cada uno

demostraba su fuerza, su peso o su importancia. Por eso, era común que a la disputa fueran

acompañados por familiares y amigos que daban cuenta de su cuán importante era esa

persona para el grupo social o se sometían a las partes a pruebas de fuerza de las cuales

salía victorioso el más ágil o el más poderoso.

Para Foucault, el modelo de justicia moderna aparece como una forma de controlar el flujo

de mercancías en el alto medioevo, dado que la riqueza constituía, en este momento                                                             16 Por estos hechos habían caído una serie de desgracias sobre la ciudad de Tebas. 

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30  

histórico, el “medio por el que se puede ejercer violencia en relación con el derecho a la

vida y muerte sobre los demás” y “la circulación de bienes estaba relativamente poco

asegurada por el comercio. Se aseguraba por mecanismos de herencia o transmisión

testamentaria y, sobre todo, por el enfrentamiento bélico, militar, extrajudicial y judicial”

(Foucault, 1978, p.77) Por ello, los más poderosos intentaron controlar los litigios y

concentrarlos (Rouse, 1996). Así, se implementó un nuevo orden de poder jurídico en el

que i) la justicia pasó de ser un pleito entre individuos, donde había una libre aceptación

por parte de estos de unas reglas determinadas, a un problema de índole público en que las

partes “deberán someterse a un poder exterior a ellos que se les impone como poder judicial

y político” (Foucault, 1978, p. 79); ii) aparece una figura nueva: el procurador, como

representante del soberano que se ve lesionado por el crimen; iii) surge la infracción

concebida como un daño al orden social; iv) el soberano es la parte lesionada y, además,

exige reparación, dando lugar a la figura de la confiscación como forma de pago de las

multas, lo que enriquece a las monarquías; v) el derecho se dicta en una sentencia, ya que la

víctima es el soberano que no puede enfrentarse al criminal en pie de igualdad pues esto

implicaría poner en riesgo sus bienes. Por lo tanto, es con la modernidad que se hace

necesario dictar justicia a través de otro mecanismo: el modelo de la indagación.

Aquí es importante señalar que el modelo de la indagación encuentra, según Foucault, sus

antecedentes en la justicia administrativa carolingia y en las prácticas de la iglesia católica

que implementó la práctica de la visitatio, en la que el obispo de una comarca la visitaba y

preguntaba a los notables sobre los crímenes y pecados que se hubiesen cometido; esta

parte de la visitatio se denominó inquisitio generalis, y luego si se había cometido alguno,

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31  

el obispo iniciaba la inquisitio especialis, que consistía en indagar sobre el pecado. El

modelo de la indagación buscaba establecer las condiciones en las que se cometió un delito,

es decir, responder a las preguntas de quién, cómo y dónde y bajo qué justificaciones se

realizó una infracción. Para ello se recurre a procedimientos para la recolección de las

pruebas y de su comprobación

.

Finalmente, es pertinente sacar algunas conclusiones sobre el modelo de indagación: i)

permitió la racionalización del procedimiento jurídico, lo que no se logra por la razón

desenvolviéndose sobre sí misma, sino bajo unas condiciones o prácticas sociales que las

permitieron; ii) la indagación se trasforma en una forma especial de ejercer poder y de crear

saberes, de modo que la indagación, en sentido general, sea usada en otros dominios de

saber cómo la economía, la estadística o la historia; iii) la justicia se transforma en una

cuestión de dominio público, cobra protagonismo el soberano y la víctima del daño ya no

participa como parte.

Actualmente, se ha intentado asimilar el modelo de la indagación al modelo penal

inquisitivo, el cual considera que buscar la verdad es un deber del Estado, para “a partir de

ella, imponer las sanciones o mantener la inocencia de la persona investigada. Es decir, la

verdad se entiende como algo existente y que debe ser objeto de búsqueda. El investigado

no tiene que aportar pruebas en su favor, sino que ha de limitarse a cuestionar la verdad

encontrada por el Estado” (Bernal & Montealegre, 2004, p. 132).

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32  

En el sistema de la indagación se considera que la verdad existe con independencia de los

discursos y que es posible llegar a ella, bien sea comprobándola o reconstruyéndola. Ante

esto Foucault, comentando a Nietzsche advertía: “las cosas carecen de esencia y el secreto

es que están construidas o que su esencia fue construida pieza por pieza a partir de figuras

que le eran extrañas ¿la razón? Pero ésta nació de un modo perfectamente razonable, del

azar” (Foucault, 1992, p. 11). Desde la perspectiva de las teorías de Nietzsche y Foucault la

verdad en tanto realidad no existe, sino que se trata de unos ejercicios metafóricos y de

ejercicios de poder, que explican cómo unas “verdades” se imponen sobre otras. En los

modelos de indagación, el problema de la verdad queda del lado del estado y de los

victimarios. La pregunta por la posible verdad de las víctimas reales, queda relegada

(López, 2000).

2.3. EL DERECHO A LA VERDAD: FINES, CONTENIDO Y MÉTODO

El derecho a la verdad que les asiste a las víctimas de crímenes atroces en contextos de

justicia transicional puede enmarcarse en este proceso de racionalización del derecho y de

implementación del método de indagación. Bajo esta perspectiva se observarán los fines, el

contenido y el método para la realización de este derecho.

El derecho a la verdad aparece en el contexto internacional tras la implementación del

protocolo I del Convenio de Ginebra y de la Convención Interamericana de Derechos

Humanos. El primero de estos instrumentos legales, en su artículo 32, establece la

obligación de que las partes contratantes deberán orientar sus esfuerzos humanitarios sobre

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33  

la base de proteger “el derecho que le asiste a las familias de conocer la suerte de sus

miembros”. Con esta consideración se sientan las bases para que el derecho a la verdad se

asuma como una norma de derecho consuetudinario por el Comité Internacional de la Cruz

Roja (CICR); su contenido se realiza como un deber de informar, por parte de los actores

armados, a los familiares de combatientes y no combatientes sobre la suerte de las víctimas

(Najar, 2009).

Por su parte, en la implementación regional de la Convención Americana de Derechos

Humanos, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, desde el caso de Manuel García

Franco versus Ecuador, desarrolló parte del contenido del derecho a la verdad en relación

con el delito de desaparición forzada. La Corte afirma que “este derecho a conocer la

verdad sobre lo sucedido se basa también en la necesidad de información que permita

reivindicar este derecho. En el caso de una desaparición los familiares tienen derecho a

conocer con certeza la suerte corrida por la víctima, no solo para saber exactamente cómo

se violaron los sus derechos, sino también para hacer efectivo su propio derecho a ser

indemnizado por el Estado”. Así, el derecho a la verdad se constituye sobre el deber de

información sobre la suerte de la víctima y las condiciones de la violación del derecho.

Otros mecanismos que han contribuido a la consolidación del derecho a la verdad han sido

las comisiones de verdad, que con ocasión de procesos de justicia transicional se han

creado para consolidar procesos de paz y reconciliación. Algunos casos emblemáticos sobre

comisiones de la verdad en el mundo son las de Salvador, Guatemala y Sudáfrica (Ceballos,

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34  

2009). En Colombia varias son sido las experiencias de comisiones de investigación sobre

la violencia, aunque no necesariamente se encuadren en el concepto de comisiones de la

verdad desarrollados posteriormente. Algunos ejemplos son la Comisión de investigación

de hechos sobre la violencia y la Comisión de expertos de 1987 (Jaramillo, 2011).

Sin embargo, este derecho encuentra su pleno desarrollo dogmático en los principios de

Joinet. El objeto de este cuerpo normativo es la promoción y protección de los Derechos

humanos mediante la lucha contra la impunidad. Estos principios desarrollan el derecho a la

verdad desde dos perspectivas, una individual y otra colectiva. “La verdad se entiende

como un derecho individual de las víctimas a saber y un derecho colectivo, relacionado con

la historia de una comunidad y definido como el patrimonio de la misma. Constituye

además el deber del Estado de recordar” (Ceballos, 2009, p. 25). De acuerdo con los

principios de Joinet, el derecho a la verdad es autónomo, inalienable e imprescriptible; está

íntimamente relacionado con el deber de protección y garantía a cargo de los Estados,

específicamente con la obligación de realizar investigaciones eficaces; está relacionado

también con los derechos a un recurso efectivo, a la protección jurídica y judicial, a ser

oído, a obtener una reparación y a recibir y difundir información; como derecho

fundamental, no debe estar sujeto a restricciones y no puede ser suspendido en ninguna

circunstancia; tiene un aspecto social, es decir, que no solo los individuos sino la sociedad

en su conjunto son titulares de este derecho y la participación de todos los lesionados y toda

persona u ONG en los procesos penales constituye un importante medio para garantizar

este derecho (Comisión Colombiana de Juristas, 2007).

Page 37: Derecho a la verdad: más allá de la verdad jurídica y del ...

35  

Hasta aquí, de acuerdo con el desarrollo que ha tenido el derecho a la verdad en el

panorama internacional, es posible establecer sus fines y su contenido a nivel particular:

informar, reparar material y simbólicamente a los familiares de las víctimas; y a nivel

colectivo: consolidar procesos de paz y reconciliación en procura de la lucha contra la

impunidad y la realización del deber de memoria de una sociedad.

Ahora bien, respecto de los mecanismos usados para la consecución de este derecho es

preciso anotar que en Colombia se han empleado dos mecanismos fundamentalmente: los

procesos penales de juzgamiento de desmovilizados en el marco de la ley de Justicia y

Paz17 y mediante la subcomisión de Memoria Histórica y el Centro de Memoria Histórica.

2.2.1. El derecho a la verdad en los procesos de justicia y paz. El proceso penal de

justicia y paz sigue la estructura del modelo de indagación descrito con anterioridad, ya que

el debate sobre la justicia se mantiene en el nivel de lo público y concentrado en el Estado;

a él asiste el criminal como ofensor de un bien jurídico o de la norma; y, finalmente, se

parte del supuesto de que es posible reconstruir una verdad. Sin embargo, el sistema penal

colombiano es de carácter mixto desde el año 2004, cuando se implementó un sistema

penal acusatorio y se desconcentraron las funciones de investigación y juzgamiento. Así, en

el proceso penal que sirve de base al proceso de justicia y paz, la investigación del delito se

realiza por la Fiscalía General de la Nación y el juzgamiento lo realiza un juez, valiéndose

de varios principios de valoración de la prueba. Lo novedoso del sistema acusatorio es que

                                                            17 La ley 975 de 2005 fue la ley que reglamento la desmovilización y reinserción de grupos paramilitares en Colombia. Con todo, algunos guerrilleros también se han acogido a este modelo.

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36  

se reconoce que no existe una sola verdad a la cual el juez debe llegar, sino que existen dos

versiones de los hechos, una defendida por el Estado, a través de la Fiscalía y otra

defendida por el acusado. Así, los efectos sobre la concepción de verdad es que en el

sistema acusatorio “las partes llegan al juicio con visiones de la realidad, y será la

confrontación entre tales visiones la que determine lo que se considera verdadero.

Adquiere, por lo mismo, gran importancia el convencimiento del juez” (Bernal &

Montealegre, 2004, p.132). Para este trabajo se hará especial referencia al proceso de

Justicia y Paz bajo el entendido que la masacre del 16 de mayo de 1998 fue perpetrada por

integrantes de las AUC y bajo está normativa este actor armado se desmovilizó.

El sistema penal de Justicia y Paz está diseñado sobre estas consideraciones, su carácter

especial versa sobre beneficios en relación a la pena (su disminución) a cambio decir la

verdad sobre los delitos que se le imputan al acusado; con todo en esta visión, la relación

entre verdad y libertad denota la autorrealización del sujeto a través del poder de decir la

verdad, esto es, de construirla a partir de un ejercicio subjetivo, vinculado a un contexto

histórico y cultural de producción. Es a partir de esta visión, que la práctica transicional ha

vinculado el ejercicio del derecho a la verdad, a una especie de aceptación y

reconocimiento por parte del victimario, de los hechos dolorosos, con la garantía de generar

la reconciliación y la paz (Méndez, 2006).

Ahora bien, es importante en este punto describir de manera general el proceso de Justicia y

Paz con miras a establecer los derechos que le asisten a las víctimas en búsqueda de

satisfacer su derecho a la verdad, pero también con el fin de determinar los actores

protagonistas en este proceso. Así, el proceso de Justicia y Paz se desarrolla en seis etapas:

Page 39: Derecho a la verdad: más allá de la verdad jurídica y del ...

37  

i) Postulación, etapa no judicial en la que el ejecutivo postula a un desmovilizado para

acceder a los beneficios, ii)Audiencia de versión libre, que es la primera etapa del proceso

en la que el postulado hace una confesión sobre las violaciones en las que participó, con el

objetivo de que el proceso se realice con celeridad; si el postulado no dice toda la verdad

puede verse inmerso en una causal de exclusión del proceso, es decir, ante omisiones corre

el riesgo de perder los beneficios; iii) Audiencia de formulación de imputación, en la que se

imputan los delitos probados teniendo como base la audiencia de versión libre; iv)Etapa

Probatoria, en la que se practican pruebas durante 60 días; v) Audiencia de formulación de

cargos, en la que el imputado puede aceptar o no los cargos formulados por la fiscalía; una

vez lo haga, se procede a abrir la etapa de sentencia; vi) Audiencia de sentencia e

individualización de la pena, que es la etapa en la que el juez dicta sentencia y determina el

tiempo que deberá cumplir el imputado en un centro de detención (Huber, 2007). Es

importante anotar que la ley de Justicia y Paz fue modificada por la ley 1592 de 2012 la

cual estableció algunos parámetros de priorización y ordenó tramitar el incidente de

reparación integral de acuerdo a la ley 1448 de 2011.

En medio de este proceso, las víctimas tienen la posibilidad de intervenir de una forma muy

precaria; aun así, es importante mencionar los mecanismos a su disposición. Según la Corte

Constitucional en la sentencia C-370 de 2006, las víctimas pueden participar en las

diligencias de versión libre, en la formulación de imputación, en la aceptación de cargos y

en el juicio. Para ello, deberán ser asistidos, bien sea por un representante de confianza (un

abogado), la defensoría del pueblo o a través de un funcionario del ministerio público. Con

todo, las víctimas no son parte en el proceso; por lo tanto, su participación depende en gran

Page 40: Derecho a la verdad: más allá de la verdad jurídica y del ...

38  

medida de la colaboración que brinden a la Fiscalía en la consecución de pruebas. La

Comisión de Memoria Histórica realizó un balance sobre las formas de participación de las

víctimas en la ley de justicia y paz y concluyó que “la asimetría entre el número de víctimas

que se presentan con la esperanza de esclarecer lo que sucedió con sus seres queridos y la

información aportada inicialmente por los victimarios, da lugar en efecto, a una serie de

diálogo indirecto entre las víctimas, los victimarios y los fiscales, en el cual, como en un

caleidoscopio, se trata de buscar que los fragmentos de verdad que cada uno de ellos aporta,

finalmente casen entre unos y otros y produzcan la verdad esperada” (Centro de Memoria

Histórica, 2012, p. 605).

Después de este rápido repasó sobre los mecanismos de verdad que establece el sistema de

Justicia y Paz podemos concluir, en relación al derecho a la verdad que: i) este sistema

actualiza el modelo de indagación presentado por Foucault; ii) la concepción de verdad

preponderante es aquella confesada por el desmovilizado, lo que lo convierte en el

protagonistas del proceso; iii) se desconoce a las víctimas como partes del proceso y estás

entran en un proceso de diálogo que está mediado por sus representantes y los buenos

oficios que la Fiscalía les permitan y, finalmente; iv) se parte de la concepción según la

cual la verdad puede reconstruirse pero desde los actores que ejercen o han ejercido el

poder, incluyendo el soberano poder de matar.

2.2.2. Subcomisión de Memoria Histórica y el Centro de Memoria Histórica. La

Subcomisión de Memoria Histórica fue creada por la ley 975 de 2005 y sus funciones

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39  

fueron transferidas por la ley 1448 de 2011 al Centro de Memoria Histórica, según el

artículo 114, el cual establece que el Centro de Memoria Histórica “diseñará, creará e

implementará un Programa de Derechos Humanos y Memoria Histórica, el cual tendrá

como principales funciones las de acopio, preservación y custodia de los materiales que

recoja o de manera voluntaria sean entregados por personas naturales o jurídicas, que se

refieran o documenten todos los temas relacionados con las violaciones de Derechos

Humanos”.

Para ello, de acuerdo con el artículo 145 de la Ley 1448 de 2011, el Centro de Memoria

Histórica deberá crear un archivo con los documentos originales recuperados, recopilar los

testimonios orales de las víctimas, poner a disposición del público los archivos

recolectados, fomentar la investigación del conflicto y crear un museo de la memoria. Si

bien el Centro de Memoria Histórica no es una comisión de la verdad en estricto sentido

toda vez que estás surgen en una etapa de posconflicto (Ceballos, 2009); esta entidad está

encargada de la realización de la dimensión colectiva del derecho a la verdad. Para ello, ha

recurrido a la difusión de una serie de informes investigativos, en los cuales, expertos

investigadores encargados de la recolección de información, difunden los resultados sobre

las violaciones de derechos humanos, a través del análisis de casos emblemáticos.

Ahora bien, cabe señalar que el Centro de Memoria Histórica es un agente de producción

de verdad desde una perspectiva histórica que atiende a un uso múltiple de metodologías de

investigación en ciencias sociales. Su preocupación no es encontrar una verdad en cuanto

Page 42: Derecho a la verdad: más allá de la verdad jurídica y del ...

40  

tal, sino reconstruir los hechos en clave de memoria histórica; entienden que la verdad y la

memoria son ámbitos de lucha, donde se impone el deber de poner límites a las diversas

versiones de la historia desde la memoria de las víctimas (Sánchez, 2006).

Sin embargo, se deben destacar que el Centro de Memoria Histórica comparte algunas

características con el modelo de indagación, sólo que su interés no gira estrictamente en

decir el derecho o decir la verdad jurídica, sino en la reconstrucción de saberes de la

memoria; no obstante, siendo una entidad del estado, asume que estos saberes también

tienen posibles implicaciones jurídicas. Como elementos comunes con el modelo de

indagación están dos hechos; el primero, que el Centro de Memoria Histórica es una

iniciativa de carácter estatal, en ella se condensa un monopolio de la memoria por parte del

Estado que delega esta labor a una serie de expertos en la materia, quienes reciben

información, la estudian y median entre el testimonio de la víctima y la construcción de la

verdad histórica. Este nivel de enunciación y construcción de la memoria desde un lugar

privilegiado implica algunos riesgos, determinados por la labor de “recuperar saberes sobre

las violencias ocurridas, condensar memorias oficiales, además de legitimar la exclusión de

unas voces y favorecer la inclusión de otras” (Jaramillo, 2011, p.237). Por ello, aunque a

través del Centro de Memoria Histórica, “ciertos grupos no reconocidos pueden ser

visibles, algunos asuntos antes no tratados son tematizados en función de movilizar la

atención nacional, pero también otros son dejados de lado” (Ibídem).

Page 43: Derecho a la verdad: más allá de la verdad jurídica y del ...

41  

2.4. ESTADO ACTUAL DEL PROCESO JUDICIAL Y MEMORIA OFICIAL

En el caso de la masacre del 16 de mayo varias han sido las actuaciones adelantadas por los

abogados apoderados de las víctimas; éstos han centrado sus esfuerzos en tres procesos:

uno penal, uno administrativo y uno disciplinario. Por su parte, el Centro de Memoria

Histórica ha trabajado con los familiares de las víctimas de la masacre, sin que aún el hecho

haya sido documentado; en el más reciente de sus informes, denominado ¡Basta ya! Existe

una breve referencia a la masacre al ser catalogada como un acto de ocupación territorial de

las AUC (Centro de Memoria Histórica, 2013). Llama la atención que en el informe se

daten dos fechas distintas para la masacre o incluso en dos apartados distintos se

contabilizan el número de víctimas de manera diferente: por un lado cuando la masacre se

enmarca en el historial delictivo de las AUC se fecha la masacre en el 16 de mayo de 1998

y se contabilizan 22 desaparecidos; cuando se revisa la masacre en contexto con otras

realizadas a lo largo y ancho del país, se data en el 25 de mayo de 1998 y se contabilizan 25

desaparecidos. A continuación se resumirá las acciones adelantadas ante las instancias

judiciales en este caso:

En lo penal: en la actualidad se han dictado condenas a cuatro miembros de las AUC,

señalados de ser los autores materiales de los asesinatos. Ninguno de los Altos Mandos de

las AUC ha sido condenado por el hecho, incluso Guillermo Cristancho Acosta, alias

Camilo Morantes, líder del grupo de las AUC que cometió la masacre, murió antes de las

desmovilización de este grupo (Consejo, 2008).

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42  

Actualmente, la Unidad de Justicia y Paz de la Fiscalía ha recibido varias versiones libres

en las que los paramilitares aseguran que los desaparecidos de Barrancabermeja fueron

torturados y asesinados después de 22 días de cautiverio: “esto último se supo luego que

Hermes Anaya Gutiérrez, alias ‘Chicalá’ o ‘Junior’, desmovilizado del Bloque Norte,

recorrió en mayo de 2008 con un fiscal de exhumaciones de Justicia y Paz una extensa zona

rural de Sabana de Torres y la parte baja de Rionegro, municipios cercanos a

Barrancabermeja, donde supuestamente están las fosas de 25 desaparecidos” (Verdad

abierta, 2013). Esto permitió encontrar los restos de cuatro de los desaparecidos.

Según Mario Jaimes Peña alías “El Panadero”, en el hecho participó el ejército: “con el

capitán y el mayor nos reunimos varias veces en las oficinas del B2. En esas reuniones les

conté los planes de hacer una ‘limpieza’ de guerrilleros en algunos barrios, para la cual

necesitábamos que ellos cuadraran su gente para que ese día no hicieran retenes ni

desplazamientos en el sector” (Ibídem.)

Estos últimos señalamientos dieron lugar a la captura a dos oficiales del ejército y a un

miembro de la Sijín: el mayor Oswaldo Prada Escobar, quien para la fecha de la masacre

se desempañaba como oficial del B-2 del Ejército, adscrito al Batallón Nueva Granada de

Barrancabermeja, un teniente del Ejército, quien para la fecha del crimen estaba adscrito a

la Base Hidroeléctrica y un teniente de la Sijín de la Policía, quien para la época trabajaba

en Barrancabermeja. Con todo, ninguno de los detenidos ha sido sentenciado por los

hechos.

En lo administrativo: desde el año 2000 cursa una acción de responsabilidad del Estado, ya

se agotaron todas las instancias procesales y se está a la espera de la sentencia.

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43  

En lo disciplinario: la Procuraduría General de la Nación investigó y sancionó al Coronel

José Joaquín Correa López y a nueve agentes de la policía adscritos al Comando Operativo

del Magdalena Medio y los sancionó imponiéndoles una suspensión de sus funciones por

30 días y una multa de 30 días de salario básico percibido (Consejo, 2008). Las sanciones

fueron impuestas por omisión en sus funciones de brindar seguridad y cuidado a la

comunidad.

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44  

3. MEMORIA A TRAVÉS DE LA VIDA DE LAS VÍCTIMAS, MÁS ALLÁ DEL EVENTO: SIN JUSTIFICAR LO INJUSTIFICABLE

En este apartado se propone una nueva alternativa para los ejercicios de memoria, la cual

busca ir más allá de las verdades construidas en el proceso jurídico y en los procesos de

memoria oficial. Esta forma de memoria busca reconstruir la vida de las víctimas en

procura de demostrar lo injusto de la masacre del 16 de mayo de 1998, para superar así una

narrativa basada exclusivamente en el hecho violento. Para ello, se reconstruirán las

historias de vida de dos víctimas desaparecidas en la masacre; las piezas que permiten estos

ejercicios son los testimonios y recuerdos de sus familiares.

3.1. POR UNA VERDAD MÁS ALLÁ DEL EVENTO VIOLENTO

El modelo de indagación que implementa las prácticas jurídicas tiene varios límites, entre

ellos: relegar a las víctimas por fuera del proceso ya que, en el mejor de los casos son

representadas por un abogado o funcionario; es claro que en un proceso, bien sea penal

ordinario o especial de Justicia y Paz, los protagonistas son el Estado y el victimario.

Además, en este modelo la consideración de la verdad versa acerca de lo qué pasó, cómo se

cometió, bajo qué circunstancia y sobre todo se propugna por una exaltación del evento

violento. Finalmente, los mecanismos de producción de verdad histórica (bien sean

comisiones de la verdad o el Centro de Memoria Histórica) se encuentran en un lugar

privilegiado de producción de saber en el que se hacen visibles e invisibles algunos

discursos.

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45  

Todorov advierte sobre la posibilidad de manipularse la memoria en los espacios de poder

teniendo en cuenta, que ésta es “la vida del pasado en el presente” (Todorov, 2008, p.2);

por lo tanto, la memoria es una evocación y como tal, es un llamado imaginativo. Algunas

traducciones entienden la palabra evocación como un llamado a los muertos, a los espíritus,

sin embargo, es importante aquí detenerse en lo que se entiende por un llamado

imaginativo. Imaginar pasa por un ejercicio de construcción; en el caso de la memoria este

ejercicio está mediado por dos actividades: recordar y olvidar. Esto necesariamente implica

un trabajo de selección entre aquello del pasado que quiere ser reconocido en el presente y

aquello que quiere ser dejado atrás y que no es llamado al ahora. Esta actividad de

selección es seguida por un trabajo de interpretación de los hechos, “es decir,

esencialmente, ponerlos en relación unos con otros, reconocer las causas y los efectos,

identificar las semejanzas, las graduaciones, las oposiciones. Aquí se encuentran, una vez

más, los procesos de selección y combinación” (Todorov, 2008, p. 3). De ahí que, en lo

público, la memoria se presente como un proceso imaginativo que permite múltiples

interpretaciones, lo que exige que recordar o hacer ejercicios de memoria se haga desde una

perspectiva ética.

En el caso bajo examen, la masacre del 16 de mayo, lo que se produce es la reproducción

del evento traumático, y aun cuando en lo jurídico no ha habido un pronunciamiento oficial,

por ejemplo una sentencia, es posible advertir que bajo los modelos de producción de

verdad del derecho no se pueden tramitar otras formas de verdad más allá del hecho de

violencia. Por eso, este trabajo pretende hacer un ejercicio de memoria que recupere la vida

de las víctimas, en búsqueda de lo otro, de los recuerdos que dejaron las víctimas en sus

familias; además, esta actividad de reconstrucción de la vida de los desaparecidos del 16 de

Page 48: Derecho a la verdad: más allá de la verdad jurídica y del ...

46  

mayo de 1998 quiere ser un acto de resistencia que ayude a desmitificar la violencia

ejercida contra las víctimas.

3.2. EL MITO EN EL DISCURSO PÚBLICO Y JUSTIFICACIÓN DE LA VIOLENCIA

René Girard (1986), desarrolla una antropología filosófica que suele llamarse "teoría

mimética", en la que sostiene que la violencia ha sido el elementos secretamente guardado

detrás de la emergencia de lo humano, tanto individuos como comunidades. Esa violencia

no se puede apreciar porque los relatos que narran la génesis de lo humano tergiversan los

hechos constituyendo los mitos, ligadas estructuralmente a los ritos y a las prohibiciones

con las cuales se busca repetir ese origen e impedir que esa violencia del origen muestre su

faz destructora. La violencia de origen se comprende gracias a que las crisis violentas,

ocultas detrás de los mitos, dan cuenta de conflictos de orden mimético, que son rasgos que

diferencia a los animales humanos de los animales no humanos. Los humanos, desde el

origen hasta nuestros días, seguimos organizados bajo sistemas sociales que mantienen esas

viejas estructuras, mitos, ritos, prohibiciones, siempre a la sombra del orden y el desorden

que suscitan los deseos miméticos; sin embargo, a diferencia del mundo antiguo, la

modernidad es una sociedad secularizada, donde el referente sagrado de los mitos se ha

tornado no creíble y donde se ha incrementado la sensibilidad hacia las víctimas.

Esto nos ayuda a comprender que son conflictos del orden del deseo, en concreto, del deseo

adquisitivo, de querer lo que el otro tiene o representa, los que movilizan la violencia. Así,

las luchas por los territorios por parte de los actores armados reproducen a la perfección

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47  

todos los juegos de dobles enloquecidos que se hallan en los mitos (Solarte, 2009); y la

necesidad de asesinar a alguien para consolidar una forma de comunidad reproduce los

antiguos sacrificios, en un mundo que clama por la inocencia de esas víctimas.

Tal como en el mecanismo sacrificial, los actores violentos enfocan su actuar sobre un

miembro de la comunidad elegido de manera arbitraria, tal como sucedió con las víctimas

del 16 de mayo de 1998, contra quienes el ataque no era justificable. De manera que, tal

como lo señala Girard, el sacrificio surge como mecanismo para transferir la violencia a

una víctima sobre cuya muerte se construyen narraciones que justifican el sacrificio bajo la

idea de que la víctima era la causa del caos imperante. Se constituye así un chivo

expiatorio, como causa mágica de un estado de cosas en las cuales la violencia solo se

controla con la violencia (Girard, 1986). Lo importante en la teoría de Girard acerca de la

constitución violenta de las sociedades y las instituciones, es que demuestra que la

violencia contra el chivo expiatorio es ejercida sin justificación alguna.

El caso bajo examen no estuvo exento de discursos públicos que intentaron justificar los

hechos de violencia ejercidos contra las víctimas, bajo la consigna de que los desaparecidos

tenían vínculos con los grupos guerrilleros. Esta justificación puede rastrearse en la prensa

nacional, a través de varios periódicos: el primero de ellos, el diario Vanguardia Liberal

informaba el día 18 de mayo de 1998, que “en la ciudad ayer se comentaba que la masacre

estaba dirigida a personas que tenían algún vínculo con los grupos de milicias urbanas (…)

Esta versión fue rechazada y cuestionada por los distintos organismo defensores de

derechos humanos” (1998, p. 12B). Más tarde en noticia del 31 de mayo de 1998, el diario

El Espectador señaló que “el escenario de polarización no puede ser más explosivo. Las

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48  

autoridades militares consideraban que los grupos guerrilleros estaban en las barriadas

haciendo trabajo político. Se acusó a la USO de tener vínculos con las guerrillas” (1998, p.

4 A).

Con el tiempo la hipótesis de víctimas-guerrilleras se fue haciendo más fuerte, luego de que

los grupos paramilitares comunicaran el resultado del juicio a los plagiados y después de

que quedara claro que “los 25 retenidos del 16 de mayo eran subversivos del EPL y el

ELN”; éstas declaraciones aparecieron en el diario El Colombiano (1998, p. 6D) el 05 de

junio de 1998 en una noticia titulada se confirma el horror en Barrancabermeja. Frente a

esta declaración, las guerrillas enviaron comunicados a los medios de prensa desmintiendo

tal vínculo, lo que fue comunicado en noticia del 06 de junio de 1998 titulada “no eran de

los nuestros”: guerrilla (El Colombiano, 1998, p. 13 A).

En este contrapunteo de declaraciones el Estado no intervino para desmentirlas, tal como lo

muestra la noticia del 06 de junio de 1998, del diario El Nuevo Siglo, titulada la versión de

Paras tiene credibilidad; en ella aparece una declaración presidencial que expresaba “nos

hemos limitado a transmitir esta reivindicación que para nosotros tiene la credibilidad del

grupo que se la atribuye y que hemos dicho con la fiscalía, que su valor sólo se conocerá

cuando haya evidencias concretas” (El Nuevo Siglo, 1998, p. 7). En las declaraciones del

presidente de la época, Ernesto Samper, no se hace ninguna salvedad sobre el juicio

paramilitar que encontró culpables a las víctimas de ser insurgentes; no desmentir

oficialmente la hipótesis de víctimas-guerrilleras pone en entredicho la inocencia de las

víctimas y lo injusto del ataque.

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49  

Ahora bien, ante la papel pasivo del Estado sobre esta versión que se convertía en verdad

pública, se encontraron noticias en las que las AUC justificaban la incursión diciendo que

su objetivo era encontrar a Alias “Gabino”, máximo líder del grupo guerrillero ELN, quien

según ellos se escondía en la zona de la ciudad donde ocurrió la masacre. El presunto

objetivo fue informado en los medios de comunicación en noticia del 17 de junio de 1998

que el diario El Tiempo titula Paramilitares iban por “Gabino”. Este señalamiento sólo

fue cuestionado por una representante de los defensores de DD.HH en Barrancabermeja, en

una noticia publicada el 18 de junio de 1998 en el diario El Espectador y titulada “a mí me

saca el ejército”, en la cual la líder afirmaba “yo personalmente sé que eso no es verdad,

porque conozco los barrios pobres de Barrancabermeja y nos da risa semejante acción. Si

estuvieran detrás de Gabino lo habrían buscado en su casa y eso no es cierto” (El

espectador, 1998, p. 13 A).

Como es posible observar, la violencia contra las víctimas se intentó justificar. Ante este

tipo de actos, Girard abre la posibilidad de reconstruir la vida de las víctimas desde la

perspectiva del evangelio, dado que “los Evangelios logran un efecto de desciframiento del

mito porque dicen que Jesús es un chivo expiatorio, una víctima inocente; y lo hacen

presentándonos la distorsión de los perseguidores como una distorsión, como aquello en lo

que no hay que creer, es decir, estos textos de los Evangelios intencionalmente revelan

cómo opera el mecanismo del chivo expiatorio y se niegan a ser gobernados por su fuerza,

mostrando la verdad de una persecución.” (1986, P. 158). La verdad de los evangelios es

presentada por Girard como una forma de resistencia a la violencia, ya que éstos

demuestran que “Jesús es una víctima declarada inocente del mal del cual es acusada. Así,

los Evangelios exponen los procesos sacrificiales en lo que son, una estructura de la

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50  

religión sacrificial” (Solarte, 2008 p, 84). Pero además, los evangelios abren una alternativa

que consiste en comprender la historia al modo de la revelación bíblica en la cual la víctima

es quien tiene voz y rostro y no es metamorfoseada por lo que el mito dice de ella.

En este sentido, la memoria pasa por la revelación, que de acuerdo con Benjamín “se

articula a través pequeñas huellas de algo olvidado y descuidado” (2003, p.62). Si bien la

reflexión de este autor se da con relación a las estructuras míticas del progreso y su

intención pasaba por deconstruir el pasado del presente, su consideraciones son aplicables a

la perspectiva de una ética de la memoria que este trabajo propone, ya que al develar el

ahora como un momento en el cual “la verdad, histórica y transitoria, aparece como una

imagen radicalmente contingente, un vestigio, una huella; este ahora en que se hace posible

comprender la verdad es aquel en que las esperanzas de un pasado concreto se constatan

como traicionadas y olvidadas, exponiendo una historia de frustración del colectivo

oprimido” (Solarte, 2010, p. 435).

3.3. OTRA FORMA DE VERDAD: EL TESTIMONIO DEL RECUERDO FAMILIAR

Siguiendo a Benjamín, que propugna por desentrañar lo olvidado y lo excluido, buscamos

las piezas de eso no dicho, que están dispersas en la memoria de los familiares de las

víctimas. Por eso, a partir de sus testimonios se reconstruyeron las historias de vida que a

continuación se presentan:

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51  

Jaime Yesid Peña Rodríguez: el artista de gran sensibilidad (Nacido el 9 de marzo de

1982- desaparecido desde el 16 de mayo de 1998)

El padre de Yesid, don Jaime escogió su segundo nombre por su sonoridad, “Jaime con

Yesid sonaba bien” (Consejo, 2008 p. 24). A pesar, de que el menor de los hijos de la

familia Peña Rodríguez nació en un momento en que su situación económica no era la

mejor, su mamá, doña Marlene lo recibió con amor “cuando yo quedé embarazada,

nosotros estábamos en una situación un poco complicada económicamente. Y por la misma

necesidad me vi obligada a comprar tela para hacerle, con mis propias manos, su ropita.

Aprendí a hacer paticos y pajaritos bordados en su ropa. Disfruté mi embarazo, a pesar de

la situación económica, y yo siento que aprendí a ser más humana, más sensible” (OPI,

2014).

Jaime Yesid era un chico más bien introvertido, que no participaba abiertamente de la cosas

“muy metido dentro de sí” (Consejo, 2008, p. 34). Su hermano mayor recuerda que el

“cuba”18 era muy callado, pero muy centrado. “Colaborador, acomedido, inteligente,

consagrado a sus cosas” (Ibídem). Su hermano Rayner recuerda que, a pesar de las peleas,

porque eran muy cercanos en edad, lo quería mucho y cuando nació su primera hija Giselle,

ésta se acercó a Jaime Yesid y pasaron juntos mucho tiempo.

Cuando fue creciendo su temperamento cambió y otras facultades empezaron a despuntar y

florecer de su ser: las artes lúdicas. Don Jaime recuerda que su hijo prometía “como actor,

como observador, como pintor, como artista, como creador… y todo se quedó ahí, en pausa

obligada por la desaparición” (Ibídem). Las pinturas de su hijo aún están en su casa y

cuando le preguntan por ellas Don Jaime asegura “conservamos sus pinturas en acuarela, es                                                             18 Forma coloquial de referirse al más pequeño de los hijos de una familia.

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52  

lo que nos quedó de él, lo que nos dejó y son el tesoro de mi hogar” (OPI, 2014) Su mamá

recuerda que la sensibilidad de su hijo Yesid era notable, desde chiquito le ayudaba a cuidar

a los niños que le dejaban porque ella era madre comunitaria:

Jaime era mi mano derecha, tenía la facilidad de compartir con otros niños, ayudarlos y cuidarlos, me ayudaba a darles de comer a los más chiquitos, él tendría apenas 10 añitos. Le encantaban los niños pequeñitos. Yo lo veía cuidándolos con una dulzura y una ternura impresionante. Era muy dado a la gente, con una sensibilidad muy grande. En esa época, yo me madrugaba y empezaba a hacer la comida para todos los niños desde temprano. Cuidaba a unos 20 o 25 niños en mi casa. Me acuerdo que una vez, Jaime empezó a quitarme unas tajadas para el almuerzo a escondidas, los niños se asomaban y él iba dándoles de a pedacitos a todos, también les tumbaba tamarindos, de un palo de tamarindo que teníamos en la casa… a mí eso me daba una ternura. (OPI, 2014).

Para la época en que se llevaron a Yesid él estudiaba 9° de bachillerato en el colegio John

F. Kennedy y con un conjunto de muchachos se reunían para organizar coreografías de

danza y presentaciones de teatro en algunos sitios de la ciudad, animado por sus

compañeros de la iglesia cristiana-evangélica a la que pertenecía: “entró al grupo de

jóvenes de la iglesia, con otros niños y niñas formó un grupo teatro que se llamaba Rescate

21. Ellos hacían coreografías y obras de teatro y se presentaban en distintas partes de la

ciudad, me acuerdo de una, al frente del Cristo petrolero” (OPI, 2014). Jaime Yesid era a

sus escasos 13 años, un líder pequeño de su grupo y de la comunidad.

La noche que desapareció, Jaime Yesid estaba jugando con sus amigos al frente de la casa,

su papá se estaba arreglando para acostarse cuando el ladrido de un perro le causó

impresión y se asomó por la ventana, Don Jaime pudo ver a un hombre que le apuntaba por

la espalda a su hijo, cuando salió ya se lo habían llevado. A doña Marlene no deja de

asombrarle la injusticia de este acto: “lo que a mí me presiona el corazón es saber que

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53  

nosotros aquí, en casa y por naturaleza, no hemos sido violentos… y la violencia que él

tuvo que haber conocido ese día debió ser aterradora” (Consejo, 2008, p. 35) A su hermano

Bayron le queda una piedra en el hígado porque por una pelea muy tonta Yesid y él no se

hablaban: “para esas fechas yo estaba en Bogotá y por una absurda pelea Yesid y yo no nos

hablábamos… absurda, pero de verdad absurda y significativa a la vez… y es que a Yesid

se lo llevaron con unos jeans, que semanas antes, había tomado de mi maleta sin permiso”

(Ibídem.).

Hoy, después de la larga e infructuosa espera de sus restos, su familia reconoce a Yesid en

su presente. Su mamá dice que está en la casa “en las letras escritas en sus cuadernos. Y en

mi fe, que era la misma de él” (Ibídem). Para su padre, Yesid está en una canción que no ha

podido volver a escuchar, para sus hermanos Bayron y Rayner en sus hijos: “al principio

Yesid estaba en el cuarto donde dormía. Hoy, en los gestos y la sonrisa de mi hija (…) yo

por mi parte en algún momento lo busqué para ver si me daba una señal, ahora está en las

preguntas de mis hijos que también me dan señales” (Ibídem). Emerson su hermano mayor

todavía lo ve en la esquina donde iban a comer y donde pasó la última noche junto a él.

Gary Pinedo Rangel (Nacido el 14 de marzo de 1966- desaparecido el 18 de mayo de

1998)

Gary era el mayor de los hijos de don Luis María Pinedo y doña Rosalba Rangel Castillo,

quienes ya no viven para recordar a su hijo; a don Luis lo mataron por andar buscando a

Gary, al menos eso es lo que dicen sus otros hijos. Doña Rosalba, “invadida de la tristeza

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infinita que reclamaba la muerte de su hijo y, al mismo tiempo, un poco enferma, muere

tiempo después de su desaparición” (OPI, 2014). Ahora sólo quedan los recuerdos de sus

hermanos.

En su infancia Gary creció con muchas carencias económicas, pero eso no fue obstáculo

para recibir el cariño y la educación de sus padres. Su hermana Adelaida recuerda: “mis

padres nos educaron muy bien y nos inculcaron mucho la cultura del trabajo, y por eso

Gary era un hombre tan trabajador y emprendedor.” (Ibídem). Gary estudió hasta octavo de

bachillerato, grado en el que se retiró para trabajar y así poder ayudarle a su familia, tiempo

después cuando tenía quince años conoció a Gloria la mamá de sus dos hijos: Stefanie y

Kevin Alexander; Gary amó mucho a Gloria y desde que la conoció no se separó de ella,

cuando fue padre “siempre estaba pendiente de ellos y les daba gusto en todo… mis hijos

pudieron vivir día a día el amor de su padre en toda su plenitud (…) hasta que lo

desaparecieron” (Consejo, 2008, p. 54).

Como todo el mundo, Gary disfrutaba de sus ratos libres viendo películas, disfrutando el

tiempo con su familia, escuchando música, le gustaba mucho el vallenato, o simplemente

viendo un buen programa de televisión. Le gustaba echar chistes y “mamar gallo”, reírse de

las cosas, hacer bromas, era muy alegre. Su hermano Luis Enrique aclara que “nunca tuvo

cuestiones de revolucionario, incluso le tenía miedo a las armas… en cuanto a los negocios,

él utilizaba toda esa labia y pegada con todo el mundo. Todo lo hacía de una manera

trasparente” (Ibídem).

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El ser emprendedor de Gary le había servido para montar junto con dos amigos una

comercializadora de cebo de res. El día que se lo llevaron le habían dado un cheque, así que

andaba con plata encima y, además, vestido muy bien, por ser un sábado y tratarse de un

día festivo. Su familia en un principio supuso que se lo había llevado por quitarle la plata,

pero luego les llegaron otros rumores: “que mi hermano iba en la moto subiendo por allá

por el retén. Alguien arriba del camión, uno de los secuestrados, lo vio y dijo “Ese es

Gary”. Es posible que los hombres, los secuestradores, sintieran que mi hermano podría

hablar y lo detuvieron. Y es que mi hermano fue al último que montaron al camión”

(Ibídem).

Después esa noche, Gloria se llevó a sus hijos para Bucaramanga por un mes para alejarlos

de la conmoción que se venía gestando. Sin embargo, cuando sus hijos volvieron “sus

amiguitos empezaron a decirles que habían visto en las noticias que su papá estaba muerto.

Así que después del 4 de junio de 1998, al escuchar un comunicado de la presidencia donde

los daban por muertos, enfrenté la verdad con mis hijos y con palabras entre cortadas por el

llanto escucharon: Su papá ya no está con nosotros, pero los ama mucho, y donde está

quiere que sigamos adelante los tres, unidos” (OPI, 2014). A la esposa de Gary y a su

hermana lo que más las indigna fue el tratamiento que dio el Estado a los hechos

“mandaron a Rubén Ríos, el Comisionado de para la Paz… nos pidieron fotos, nombres,

alias… Fíjese, nosotros pensamos que eran para buscarlos y esas fotos le sirvieron para

burlarse de nosotros y justificar lo injustificable. O sea, fulano de tal, alias ‘tal’, perengano

de ‘tal’, alias ‘tal’. ¡Eso fue una manipulación tramposa y farsante hacia lo que nos pasó!”

(Consejo, 2008 p. 55).

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56  

Hoy, para Gloria no es fácil comprender lo que sucedió con Gary. Total, así empezó un

cambio radical en sus vidas: “las dificultades económicas, el cambio de colegio, los

cambios psicológicos de mis hijos, sus manifestaciones de tristeza, de miedo, de angustia al

pensar que al regresar del colegio yo no estuviera… fueron tiempos muy difíciles que sólo

se sientes cuando los vives” (OPI, 2014).

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4. REFLEXIONES FINALES

La dinámica regional que atraviesa el Magdalena Medio y a la ciudad de Barrancabermeja

está mediada por procesos históricos de exclusión y estigmatización de la población pobre

y víctima, pese a esto, se registran movimientos sociales que han demandado derechos

sobre la tierra, los recursos económicos, la mejora de condiciones laborales y más

recientemente, el respeto al derecho a la vida. Esta demanda encuentra su razón, en el

recrudecimiento del conflicto armado que, de manera más reciente, se lleva a cabo a través

de la población con el fin de controlarla y limitar sus posibilidades políticas. En este

conflictos varios son los intereses y los actores en juego: guerrillas, Estado, paramilitares,

narcotráfico, ganaderos y élites políticas y económicas. De ahí que a masacre del 16 de

mayo de 1998 inaugura el cambio de hegemonía política en la ciudad de Barrancabermeja y

cierra una campaña de control social iniciada por el paramilitarismo a principios de los años

90.

Para dar sentido a la masacre, los mecanismos jurídicos contemplan prácticas de

producción de verdad, que se han construido histórica y socialmente, y que han permitido la

racionalización de la verdad jurídica, que es se encarga de establecer cómo, cuándo, quién

participo y de qué manera sucedieron los hechos violentos. Así como se hizo público el

debate sobre la justicia y para su realización se implementó el método de la indagación.

Ésta forma de producción de saber, incluso fue trasladada a ciencias como la historia. De

ahí que, siguiendo este modelo epistemológico las prácticas jurídicas actuales, que dan

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contenido y establecen los fines del derecho a la verdad (procesos penales y comisiones de

la verdad) se realicen centrando su atención en la verdad del evento y con el protagonismo

del Estado y los victimarios, viendo relegado así la intervención de la víctima.

Ante esta conclusión se presentó una propuesta; reconstruir aquello que las practicas

jurídicas no pueden reconstruir: la vida de las víctimas, desde los recuerdos de sus familias,

con el fin de hacer frente a la verdad centrada en el evento y que justifica la violencia

soportada por inocentes.

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ANEXOS

Anexo 1. Mapa de intervención del PDPMM- fuente: Observatorio de Paz Integral del

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67  

Anexo 2. Mapa de la ciudad de Barrancabermeja- fuente: Molina, 2008.