Deporte, Competicion y Cultura

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La competencia deportiva en la escuela

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TERCERAS JORNADAS DE INVESTIGACIN EDUCACIONALEl deporte, la competicin y su contenido cultural.** Muchas de las ideas de este artculo fueron extraidas de un captulo de mi autora que aparece en la reciente publicacin La Educacin Fsica en Brasil y en Argentina. Identidad, desafso y perspectivas (Valter Bracht y Ricardo Crisorio (Orgs.), UNLP, La Plata, 2003.Mara Graciela Rodrguez*** Profesora de Educacin Fsica, Licenciada en Ciencias de la Comunicacin, Magister en Sociologa de la Cultura. Investigadora del Instituto de Investigaciones Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales, Univrsidad de Buenos Aires.*Construccin y configuracin cultural del deporteRelaciones entre la competicin y el deporte escolarCmo leer los Contenidos Bsicos de la Educacin Fsica? Mucho se ha hablado, y se sigue hablando, respecto de los efectos nocivos que una sobrecarga emocional en las actividades deportivas ocasiona a los sujetos que aprenden en la escuela. Poco se ha escrito, sin embargo, de los mismos efectos que tendra esa prctica en mbitos no escolarizados como los clubes, los centros de iniciacin deportiva, las escuelitas de ftbol, etc. Lo que viene a plantear, en primer lugar, que quizs lo nocivo no est en el deporte mismo sino en sus usos.Invitada a escribir sobre el tema, y en funcin de que las temticas de mi trayectoria de investigacin estn dedicadas, muy resumidamente, a la construccin y configuracincultural del deporte, me interesa en este artculo, colocar en la agenda de debate algunas cuestiones sobre las relaciones entre la competicin y el deporte escolar.Algunas reflexiones inicialesLa Educacin Fsica (EF) parece estar atravesada por dos fuerzas que la tensionan. La primera, parte de la propia necesidad del rea de que el mbito escolar la legitime a causa de sus propios lmites para producir saber especfico: la EF no produce saber biolgico an cuando la especificidad de muchas investigaciones lo haga porque los modos de circulacin y apropiacin de esos saberes por parte de los docentes es prcticamente nula. Tampoco produce saber pedaggico debido, en parte, a la propia representacin social que ve a la disciplina como menor o, en trminos bourdieuanos, en posicin dominada dentro del campo escolar. Finalmente tampoco produce saber cultural porque est atenazada entre la pedagogizacin de las prcticas y una cierta valoracin negativa de las manifestaciones deportivas masivas. Por lo tanto, ha requerido de la legitimacin externa, proveniente de otras disciplinas y mbitos de investigacin, para auto-considerarse eficiente.La segunda de las fuerzas tensionantes es de carcter interno y parte de la lgica de todo campo en relacin con la lucha por el monopolio del capital simblico en disputa, lucha que se da, aparentemente, desde un lugar siempre de subalternidad. Atrapada en esa condicin, la EF slo integra a los CBC disciplinares a aquellas prcticas ya legitimadas por otros campos: juego y deporte. An ms: el juego se legitima porque hace sistema como totalidad psicolgica organizadora de lo social en los primeros niveles escolares o como antesala de la enseanza deportiva para el resto de los niveles, mientras que el deporte lo hara por sus supuestos valores intrnsecos, los cuales, sabido es, estn reidos con la lgica meritocrtica y exitista del deporte-espectculo.Los chicos: mis maestrosDurante mis quince aos de docente de EF en el Nivel Inicial, mis alumnos me ensearon muchsimas cosas. Entre ellas, que el ingreso en la cultura es su derecho.A principios de los aos 80, como muchos otros docentes de EF, me haba dejado seducir por la psicomotricidad. Una maana mis alumnos de Sala de 5 haban estado jugando a saltar adentro y afuera de un aro. Al despedirnos para salir, varios varones me comentaron que, despus de almorzar, se iban a la escuelita de ftbol (en plena emergencia en esa poca), mientras que algunas nenas me contaron que ese da les tocaba gimnasia deportiva en el club. Mi reaccin se expres en un pensamiento que me acompaa hasta el da de hoy: estos chicos podran demandarme por no garantizarles su acceso a la cultura.Apresuradamente cambi mis estrategias y, como suele suceder en estos casos, me fui para el otro extremo del pndulo. Muchas clases, muchas ms de las que ahora quisiera, empezaba dicindoles: Hoy democracia! (que, en realidad era un eufemismo por demagogia) y los dejaba elegir a qu queran jugar. Naturalmente, y a pesar de que varones y nenas estaban cuantitativamente equilibrados, los votos de las nenas se desmembraban en Pato ato, carreras, Poli-ladron, La bruja de los colores y otros juegos menores, mientras que la eleccin de los varones era unnime: ftbol. Con lo cual ellos terminaban jugando al ftbol y las nenas sin saber (yo) qu hacer (con ellas). El pensamiento-reflexin continuaba persiguindome: las chicas me van a demandar por exclusin premeditada.El dilema sigue vigente y se actualiza cada vez que nos preguntamos cmo hacer para que todos los alumnos se apropien de una parte de la cultura en la que viven sin producir, con ello, efectos colaterales, efectos que pueden ir desde la exclusin por gnero hasta sobrecargas emocionales por exceso de competitividad e, incluso, la violencia fsica.En este artculo quiero plantear dos cosas que aunque parecen contradictorias, en realidad no lo son: primero que la meritoracia en el deporte forma parte de la cultura y por ende sacarlo del marco competitivo es retirarlo de la cultura; pero, segundo, esto no significa que el deporte, en tanto bien cultural, no pueda ser objeto de una intervencin didctica que produzca prcticas de aprendizaje a la vez que permita el acceso democrtico de todos los sujetos por igual. Adems de este planteo, me interesa tambin recorrer algunos nudos problemticos que aparecen en la trama especfica que vincula deporte/escuela/cultura: el tema de la alianza deporte/medios de comunicacin; los supuestos valores intrnsecos del deporte y, tambin, la constitucin de los contenidos especficos como recortes culturales y su implicancia para re-pensar a la EF de hoy.Valores: el deporte, es salud? es moralmente desinteresado?La pretensin de este artculo, alimentado por esta perspectiva de la sociologa de la cultura, no es brindar indicaciones de uso del deporte, como tampoco sealar sus implicaciones pedaggicas o no. La mirada desde las configuraciones culturales pretende re-ubicar al deporte y sus manifestaciones en una nueva relacin con el mundo de los alumnos que participan de las clases de EF, especialmente teniendo en cuenta que los contextos en que este mundo se pone en juego muchas veces presentan caractersticas contrapuestas en las cuales los docentes tambin son constituidos como sujetos. Me interesa, en fin, desmontar algunos supuestos de sentido comn que le otorgan al deporte atributos que no le son propios.Uno de los valores asociados lineal y acrticamente al deporte y que dialoga, no siempre en paz, con las prcticas deportivas escolares, es el vnculo que se establece, mayoritariamente, entre deporte y salud y que permea el discurso oficial de la EF, ya sea el que le es propio como el de los atributos que se le asignan. Este vnculo, en tanto histrico y no natural, es, cuanto menos, discutible. A partir del proceso, en los inicios de la Edad Moderna, de secularizacin del deporte y de su despegue del calendario de festividades religiosas y populares es cuando pasa a formar parte de los programas escolares y de los clubes. Hacer deporte, desde ese momento, convierte automticamente a quien lo practica en un individuo dedicado a la salud, no slo fsica sino tambin mental y espiritual de su persona. Las razones de esta relacin mecnica hay que buscarlas en los contextos histricos de la configuracin del deporte como prctica institucionalizada: desde su surgimiento como fenmeno moderno, el deporte ha quedado fuertemente asociado con la salud y esto es posible de ser leido en los slogans de los ms antiguos clubes deportivos: Mens sana in corpore sano (Gimnasia y Esgrima) o Alma, mente y cuerpo (Asociacin Cristiana de Jvenes).Y es que en el momento de su ingreso al repertorio pertinente de una sociedad moderna, higienistas y educadores estaban en sintona: ejercitar el cuerpo era un requisito ms del buen ciudadano. Ya no slo lo preparaba para la guerra, ahora tambin lo formaba para la vida moderna y para el trabajo industrial. Por sus fundamentos anatmicos el deporte y las actividades fsicas fueron convocados para la tarea de formar fsicamente al ciudadano. Por sus atributos de disciplinamiento, se los invoc para forjar su carcter. Y por su efecto moralizador, eran un vehculo ideal para la educacin espiritual (Aisenstein, 1995). Paralelamente, a esta interpretacin higienista del deporte y las actividades fsicas que hace, entre otros, el sistema escolar argentino, se le suma la visin estrbica de los medios y de los circuitos deportivos de competicin. Esta perspectiva viene a complejizar ms an el tema porque, si por un lado los medios le conceden al deporte un lugar en el mundo del negocio y del espectculo y exalta a sus dolos, por el otro condena a sus actores cuando estos exceden los lmites permitidos. Nada hay en el deporte que le sea esencialmente saludable y parece necesario diferenciar, por ende, entre prcticas deportivas sanas y prcticas deportivas que no lo son tanto. De all que con el correr de las dcadas, la frase el deporte es salud se haya transformado en un clich paradojal: es muy fcil asociar esta especie de slogan con la imagen de una treintaera rubia haciendo jogging por un parque con una sonrisa en los labios y un yoghurt diet en la mano. Y viceversa: se hace difcil decir el deporte es salud si se piensa en boxeadores destruidos, en sprinters olmpicos exudando anablicos o en gimnastas-nias famlicas de hormonas. Ms an: se puede ser fsicamente muy saludable y tener un cerebro de mosquito, como lo prueban ciertos patovicas que patotean en las puertas de los boliches o algunas declaraciones de ciertos militares sobre la EF y el disciplinamiento corporal. Porque, en verdad, no existe nada intrnseco inherente a la actividad fsica misma que sea indicador de valores positivos sino que, ms bien podra decirse que no existe el deporte sino muchos deportes, depende de quin, cmo, dnde, en qu circunstancias sea practicado. Si todo induce a pensar que vivimos rodeados de significados estables, seguros y eternos, en verdad los sentidos que una comunidad atribuye a sus manifestaciones sociales y culturales, son ms el resultado de una particular coyuntura poltico-cultural que el producto de sus propiedades intrnsecas. En otras palabras: el deporte y las actividades fsicas pueden o no ser vehculos de salud y eso depender del contexto.Otro de los valores que se considera espreo cuando el deporte es mirado desde la escuela, es el tema de la contaminacin monetaria. En un sentido, el dinero aparece como un elemento extrao a las actividades deportivas que dejaran de estar reguladas, entonces, por el puro goce para convertirse en actividades innobles. Esta idea, considerada como disvalor, se conecta directamente con las prcticas de los sportmen, caballeros britnicos que practicaban ms de un deporte en su tiempo de ocio y que se convierten en valores e ideales asociados al deporte cuando ste hace su ingreso en los circuitos de difusin mundial. Sin embargo, el dinero ha jugado roles muy diversos en el plano deportivo y no siempre contamina sus prcticas de las mismas maneras.Haciendo historia, sta nos indica que el deporte moderno implica un efectivo disciplinamiento de la violencia propio de las sociedades de masas. Este disciplinamiento se realiza a travs de dos mecanismos bsicos: por un lado el aprendizaje por parte de los deportistas del autocontrol emocional: de all que haya autores, como Alain Ehrenberg (1992), que afirmen que el deporte pone en conjuncin equilibrada la fuerza y el derecho y otros como Norbert Elias (1992), que entiendan al deporte moderno como una forma socialmente controlada de violencia interpersonal; por el otro, la regulacin y el legtimo control ejercido por los organismos de administracin deportiva internacionales, nacionales, regionales y/o locales. El fair play o juego limpio entra dentro del primero de los mecanismos de control y es una tarea encomendada a los aparatos culturales e ideolgicos de una sociedad: escuela, medios de comunicacin, instituciones deportivas. El fair play se comprende como una demanda tica individual de la sociedad hacia los competidores, de manera que las posibles manifestaciones violentas hacia un rival aparecen como quebrantamientos de esta demanda de autocontrol emocional.Sin embargo, lo que actualmente se conoce como fair play tiene sus orgenes en valores ciertamente ms espreos que los que hoy se le atribuyen. La tica del juego limpio, tan british, aparece cuando crecen las tensiones generadas por las apuestas: apostar agregaba emocin y disfrute al espectculo deportivo pero, al haber dinero, era necesario repartirse equitativamente las posibilidades de ganar y el juego limpio garantizaba la inexistencia de posibles trampas. De modo que tampoco en el caso de los valores asociados desde afuera al deporte puede encontrarse un ideal en estado puro y, en este caso, los medios de comunicacin no intervinieron en el asunto.El deporte: recorte de la culturaLa situacin actual de la escena cultural en la cual el deporte, y especialmente el ftbol, parece no dejar nada sin tocar, no puede diagnosticarse como un mal que habra que extirpar: es necesario atender a las condiciones estructurales, al retroceso del nivel de intervencin del Estado, a la creciente pauperizacin de la sociedad y a la cada vez ms importante presencia de relatos massmediticos en circulacin. En estas condiciones, dos son las cuestiones que apareceran como ms significativas a la hora de reflexionar para poder aprender a desarrollar estrategias de intervencin didctica y/o poltica insertos en este contexto (no desde afuera): por un lado, la conviccin de que la escuela contina y continuar brindando a los sujetos que forma la posibilidad de acceso a las prcticas deportivas, en principio y por principio, sin distincin de clase, gnero o etnias. Que esta tarea, por el avance de los procesos de exclusin social, se torne actualmente una exigencia insoslayable del Estado, es un principio que debe regir las prcticas deportivas y esencialmente las escolares. Pero, por el otro lado, es necesario tambin reconocer, aceptar y discutir crticamente las condiciones culturales de nuestras sociedades las que, insertas en un proceso general y amplio de globalizacin econmica y cultural, cumplen el papel de globalizadas antes que de globalizadoras. Apelando a una metfora deportiva, podra decirse que no slo jugamos en el campo del otro sino con las reglas del otro. Sin embargo, esta heteronoma (la condicin de jugar con las reglas del otro) no significa inaccin ni pasividad sino, muy por el contrario, la posibilidad de construir prcticas docentes alimentadas con significados, representaciones y sentidos nuevos que, sin dejar de alimentar al consustancial rol educativo, permitan ubicarse en una distancia crtica respecto de la cultura actual.En esta direccin, los contenidos de la EF podrn autonomizarse de la subordinacin a otras disciplinas (la psicologa, la psicomotricidad teraputica, las matemticas, la lengua, etc.) y comenzar a desarrollar un recorrido que los vuelva a colocar en el centro sustantivo de una prctica y de una teora re-elaboradas desde su misma condicin cultural. De otro modo, la EF, el deporte y las actividades fsicas en general estarn condenadas a una subsistencia apenas sostenida sobre los mrgenes de la propia cultura que les dio vida.****************RECUADRAR******************Un contenido es un recorte de la cultura, recorte que producen las instituciones del estado y que se expresan a travs de sus CBC. La cultura ofrece tres conjuntos, a mi modo de ver, de prcticas legtimas motrices o corporales: el deporte, la danza y las gimnasias (energticas o replegadas sobre el sujeto). Los elementos motrices y corporales que aparecen en la cultura son, para la EF, sus contenidos. En la prctica, en la escuela esto se recorta en forma de juegos menores, expresin corporal, las habilidades motrices y las corporales. Aunque sea una obviedad reiterarlo, el esquema corporal, el espacio y el tiempo, no son contenidos porque no son bienes culturales sino esquemas perceptuales humanos. Lo que no quiere decir que no sean trabajables desde los contenidos. Recortados de este conjunto cultural, estos contenidos implican una especificidad y tambin un lmite: ninguna asignatura puede hacerse cargo de todo el conjunto cultural. Los contenidos de una disciplina, delegados en ella por la sociedad toda, provienen de lo que una cultura considera legtimo en un momento histrico dado y, por lo tanto, constituyen su lmite. Es interesante que la Expresin Corporal, en tanto recorte de la cultura (como el bien cultural de la danza), haya quedado por fuera del horizonte programtico de la EF, por motivaciones histricas y construcciones discursivas que no es posible analizar extensivamente aqu.************FIN DEL RECUADRO*********************La constitucin doble, de lo que incluye y de lo que no, del lmite interno y del externo, confronta a la disciplina con no pocas dificultades. Una de ellas es la cuestin del imaginario social sobre las actividades fsicas y las distintas discursividades que se juegan all. Este imaginario, en tanto conjunto de representaciones colectivas soportadas por discursos y por prcticas, posee diferentes lneas de fuerza superpuestas y est atravesado por distintas lgicas que pueden agruparse, bsicamente, en cuatro:la EF idealizada, naturalizada, a-histrica y prescriptiva, que tiende a vincular a las actividades fsicas con la salud. Un par de ejemplos pueden servir para sealar, nuevamente, que la EF es una construccin histrica: por un lado, acaso el ms fuerte y pregnante (y que es necesario desterrar) es el mito griego que persiste en olvidar que aquellas actividades fsicas estaban destinadas slo a hombres y a hombres libres, as como tambin omite dar cuenta de la violencia de los enfrentamientos olmpicos; por otro lado, la EF argentina es producto de un contexto histrico especfico y nace como resultado de una opcin que hace el estado entre la vertiente de los sports britnicos o la del (una rplica del) turnen alemn. Esta segunda opcin que fue la que finalmente se adopt, est asociada, en general, a los aparatos ideolgicos de un estado que estaba fundndose. El imaginario que se sigue de esta fundacin (y que resiste) es el de la lgica democrtica donde la EF aparece como el lugar de la nivelacin y del espacio en el cual los ciudadanos pueden y deben apropiarse de los contenidos culturales de una sociedad. La EF, nacida como permeable a los cambios culturales, sin embargo, se resisti a ellos: no es recin sino en los 60 cuando se renueva el curriculum y se integran prcticas deportivas largamente hegemnicas en nuestro pas (pero capturadas por la industria cultural tempranamente y, por eso, consideradas contaminadas por lo mercantil).El deporte de alto rendimiento, tecnologizado, atravesado, a su vez, por dos discursos: el de la tica (desde el dopping al fair play) y el del honor nacional (los xitos especialmente). Esta lnea del imaginario est atravesada por la lgica de la meritocracia, es decir, por una racionalidad al servicio del xito deportivo, la que a su vez se confronta a la lgica niveladora escolar. En este sentido, a la escuela no se la piensa como semillero ni como el espacio para la deteccin de talentos: ese lugar deberan ser ocupado, ms bien, por las polticas deportivas masivas intentando generar una modalidad de gestin mixta (privada-estatal). Las actividades fsicas comunitarias o sociales, de hecho tambin ideologizadas por dos vertientes de opinin: como utilizacin poltica del deporte o como prcticas sociales que se rigen por la oferta y la demanda del mercado. Esta lnea del imaginario sigue o bien la lgica de la rentabilidad poltica o bien la mercantil. La primera ideologizacin omite comprender que el acceso al deporte, particularmente durante los gobiernos inclusivos, expandi un conjunto de polticas sociales diversas donde las actividades fsicas operaban como un elemento ms; la segunda seala el peligro de dejar la programacin de actividades fsicas en manos del mercado. Y esto implica que, enfrentado nuestro pas al retroceso creciente del estado, pasan inadvertidas dos tipos de exclusiones que el mercado produce: la del acceso por la clase social de pertenencia y la de gnero por la futbolizacin del deporte. No es sino el estado el encargado de nivelar estas exclusiones diferenciales.El deporte espectculo y, especialmente, la futbolizacin de la vida cotidiana con la consiguiente resonancia sobre el imaginario masculino o con la inevitable tendencia a la construccin de consumidores de medios antes de que de practicantes.Desmontar estas discursividades, puede ayudar a observar la especificidad de los contenidos de la EF y tambin sus lmites. Qu impacto produce este imaginario complejo y cruzado sobre los alumnos, sobre los docentes y sobre el cuerpo de saberes? Seguramente ms incertidumbre que seguridad y ms eticidad prescriptiva o moralismos que actitud crtica y responsabilidad. Estas cuatro lneas de fuerza imaginarias atraviesan los discursos y las prcticas de la disciplina y obstaculizan el discernimiento sobre la especificidad de sus contenidos. El quiebre discursivo puede sintetizarse en la pregunta: qu EF, qu deporte, qu actividades fsicas pretende cada lnea? El quiebre en las prcticas se vincula, por su lado, con la imposibilidad del afianzamiento de los vnculos de cada ciudadano con las actividades fsicas pos-escolares al no haber relacin entre los contenidos culturales y los escolarizados.En suma, es necesario revisar estos atravesamientos para constituir la especificidad de la disciplina y, a la vez, formar profesionales dctiles y crticos a la vez, con capacidad de intervenir no slo pedaggicamente sino tambin en mbitos polticos (por ejemplo para discutir la Ley del deporte o sus proyectos de reforma) y de atender a aquellas zonas descuidadas como la exclusin de clase y de gnero ya mencionadas.Conclusiones (conclusiones?)El retroceso del papel del estado forma parte del contexto sobremoderno. Y forma parte en una porcin muy significativa, tanto que su retroceso ha producido brechas cada vez ms profundas entre aquellos que pueden acceder a las ofertas del mbito privado y aqullos que slo pueden acceder a las actividades fsicas a travs de los servicios pblicos: escuela, centros deportivos y/o comunitarios, colonias municipales. Pueden englobarse estas cuestiones en la idea general de la progresiva renuncia del estado en favor de la libertad de las fuerzas del mercado.En este marco, los CBC, en tanto recortes pedagogizados de la cultura, pueden tambin ser pensados a la inversa: aquello que se disea para ser enseado en la escuela debera conducir a la apropiacin de la cultura por caminos pedaggicos. En este sentido, la EF debe proveer trayectos balizados de acceso democrticos a la cultura comn (sea como practicantes efectivos o como consumidores o receptores crticos).De modo que la EF debera focalizar la mirada, junto con la de la investigacin sobre las prcticas, tambin sobre la especificidad de sus contenidos, sobre su materialidad y sus texturas. En esta direccin, los pasos a seguir sern: *****RECUADRO CON FONDO GRIS O DESTACAR*********1)deconstruir cada uno de los conjuntos de prcticas motrices; 2)intersectar cada uno de ellos con las teoras que nutren la prctica cultural; 3)disear programas re-constructivos que respondan a las prcticas pedaggicas.*********FIN DEL RECUADRO*****************Esto significa transitar dos trayectos: por un lado, de la cultura a la escuela, descomponiendo cada uno de los elementos discretos de esas prcticas culturales para producir el pasaje pedaggico sin dejar de tener en cuenta la significacin social de cada uno. Este pasaje implica, adems, observar las condiciones histricas de aparicin, consolidacin y estabilizacin de los distintos bienes culturales puestos en juego, as como de las modalidades diversas de su construccin como objeto cultural, en las cuales interviene, tambin, la lgica de la base clasista y cultural de la sociedad. El otro trayecto que es necesario transitar, es el de la escuela a la cultura, atravesando cada elemento por otras disciplinas que contribuyan a su programacin, sin desechar ninguna, desde las ciencias biolgicas hasta las psicologas del desarrollo y, especialmente, las psicologas cognitivas, en funcin del balizamiento del aprendizaje. Y, un paso ms a dar en este trayecto, debera provenir de los aportes que cada contenido puede realizar sobre el meta-conocimiento y el meta-aprendizaje, es decir, sobre la capacidad de aprender a aprender, lo que conlleva las metas de autonoma individual y/o grupal y de competencia motriz.Estas apreciaciones no son gratuitas: el proceso de aprendizaje subyacente a la seleccin de contenidos est enmarcado en la triangulacin docente-alumno-conocimiento, donde el primero transmite su experticia y un saber legtimo a un aprendiz. Proceso que debera atravesar tanto la prctica efectiva como la misma formacin docente. De all que los CBC no pueden ni constituirse ni leerse como prescriptivos y/o dogmticos sino abiertos a la experimentacin: del experto, de los aprendices y de los propios investigadores.Finalizo con la afirmacin del comienzo: sacar al deporte del marco competitivo es retirarlo de la cultura. Y esto no significa que el deporte, en tanto bien cultural, no pueda ser objeto de una transposicin didctica que lo transforme en un contenido escolar y, por lo tanto, democratizante: no es lo mismo hacer ftbol en la escuela, que detenerse a pensar en qu medida esta prctica excluye a la mitad de la poblacin (la femenina) de una apropiacin cultural. Porque el ingreso democrtico a la cultura por las vas escolares, debe proponerse como un acceso de todos los ciudadanos a los bienes comunes y requiere que estos ciudadanos estn equipados con las mejores competencias posibles motrices y corporales, sea en el deporte de alto rendimiento, el deporte social, las prcticas motrices populares o las prcticas expresivas, y tanto como practicante efectivo como consumidor crtico. Porque el objetivo final, ms que promover la salud o promocionar deportistas exitosos, es el de establecer, en cada ciudadano, un vnculo permanente con las actividades fsicas.Informacin adicionalBibiografa citada:Aisenstein, A. (1995): Curriculum presente. Ciencia Ausente. El modelo didctico en la Educacin Fsica: entre la escuela y la formacin docente, Mio y Dvila, Buenos Aires.Ehrenberg, A. (1992): "Estadios sin dioses", en Revista de Occidente, Nros. 134-135, Madrid, julio-agosto.Elas, N. (1992): "La gnesis del deporte como problema sociolgico", en Elas, N. y Dunning, E. (Eds.): Deporte y ocio en el proceso de la civilizacin, FCE, Mjico.