Democracias representativas en crisis. Democracia participativa y mecanismos de participación...

download Democracias representativas en crisis. Democracia participativa y mecanismos de participación ciudadana como opción712-2629-1-PB

of 24

Transcript of Democracias representativas en crisis. Democracia participativa y mecanismos de participación...

  • 7/24/2019 Democracias representativas en crisis. Democracia participativa y mecanismos de participacin ciudadana como o

    1/24

    Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofa, Poltica y Humanidades, ao 17, n 33. Primer semestre de 2015.

    Pp. 83-106. ISSN 1575-6823 e-ISSN 2340-2199 doi: 10.12795/araucaria.2015.i33.04

    Democracias representativas en crisis.Democracia participativa y mecanismos de

    participacin ciudadana como opcin

    Representative democracies in crisis.Participatory democracy and citizen

    participation as an option

    Mara Laura Eberhardt1

    Universidad de Buenos Aires (Argentina)

    Recibido: 06-05-14

    Aprobado: 14-10-14

    Resumen

    Los mecanismos de participacin ciudadana han sido debatidos,incorporados y utilizados (aunque en cantidad, frecuencia y con resultadosdiferentes) en numerosas democracias. Especialmente en aquellas atravesadas

    por la crisis de representacin desde nes de los 80, que sigui a la rupturadel Estado de Bienestar y al paso al denominado Estado de la Era Global. Estosinstitutos introducen canales semidirectos para la participacin civil en el proceso

    de poltica pblica, a n de oxigenar las descredas instituciones verticales de lademocracia representativa electoral. Conocer el contexto histrico y terico de suadopcin permitir comprender mejor el sentido y alcance de esas herramientascomo respuestas ante tal escenario de desafeccin cvica.

    Palabras-clave: Crisis de la representacin, Mecanismos de participacinciudadana, Democracia Participativa, Ciudadana.

    1 ([email protected]). Doctora en Ciencia Poltica (UNSAM), Magister en CienciaPoltica y Sociologa (FLACSO), Licenciada en Ciencia Poltica (UBA), Posdoctorado de la Facultadde Derecho (UBA). Publicaciones recientes: Siga participando dedicado a los ciudadanos de lasdemocracias reales. Los mecanismos de participacin y control societal en la Ciudad de BuenosAires. Buenos Aires, Prometeo, 2013; Introduccin a la sociologa (con Villanueva, E. y Nejamkis,L). Florencio Varela, Editorial UNAJ, 2012; Sobre la huella de Constant: La crisis de representaciny el retorno a la participacin ciudadana, Revista Leviathan. Cuadernos de Investigacin Poltica,n 7, Universidade de So Paulo, Departamento de Ciencia Poltica, Brasil, 2013 (disponible en http://www.fch.usp.br/dcp/leviathan/index.php/leviathan/article/view/190/pdf_13).

  • 7/24/2019 Democracias representativas en crisis. Democracia participativa y mecanismos de participacin ciudadana como o

    2/24

  • 7/24/2019 Democracias representativas en crisis. Democracia participativa y mecanismos de participacin ciudadana como o

    3/24

    85Democracias representativas en crisis. Democracia participativay mecanismos de participacin ciudadana como opcin

    Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofa, Poltica y Humanidades, ao 17, n 33. Primer semestre de 2015.

    Pp. 83-106. ISSN 1575-6823 e-ISSN 2340-2199 doi: 10.12795/araucaria.2015.i33.04

    La creacin y aplicacin de tales mecanismos en los regmenes

    representativos modernos se impuls entonces con la intencin de quefuncionasen como canales alternativos y/o complementarios de lastradicionales instituciones electorales y partidarias en situacin crtica.Siendo mecanismos que hacan posible la presentacin de las demandasciudadanas en forma ms directa en las instancias indirectas de toma dedecisiones polticas.

    Varios pensadores contemporneos tambin recomendaron la creaciny puesta en prctica de instrumentos participativos a los nes de acortar orevertir la creciente distancia, desconanza y apata que se fue produciendo enla relacin entre representante y representado, principalmente una vez dejadoatrs el llamado municipio de bienestar y arribado el nuevo municipio detipo relacional4. Ello posibilitara un mayor y ms directo acceso de lasopiniones y propuestas de la sociedad civil al proceso de poltica pblica. Deeste modo, se esperaba poder adoptar decisiones que gozaran de un ms altonivel de consenso, legitimidad y corresponsabilidad social.

    2. Democracia, representacin y participacin a la luz de la teorapoltica moderna

    Conscientes de la centralidad adquirida por el modo representativo deorganizacin de las repblicas y de la amplia vigencia del mismo en eltercer milenio, como tambin de los dficits que en la actualidad enfrenta talmodelo, en este apartado realizaremos un breve acercamiento a los primerosesbozos a favor de una revalorizacin e la participacin ciudadana emitidospor algunos de los ms reconocidos tericos modernos de la democracia yla representacin.

    Uno de los autores claves que ha analizado en forma crtica a lademocracia representativa en comparacin con la democracia directaes Jean Jacques Rousseau, para quin la libertad no era compatible conla representacin. Por el contrario, entenda por libertad poltica laparticipacin personal y activa de los ciudadanos en la decisin conjuntasobre los asuntos pblicos comunes, la que slo poda realizarse en un tipode organizacin republicana al estilo de la democracia directa donde el

    Poder Legislativo soberano fuese ejercido por el pueblo en su totalidad,mientras que el Ejecutivo, encargado meramente de aplicar las leyes poraqul dictadas, sera simplemente un rgano representativo subordinado alas decisiones supremas de la Voluntad General.

    4 Quim Brugu, Joan Font y Ricard Gom,Participacin y democracia. Asociaciones y poderlocal, en M. Funes y R. Adell,Movimientos sociales: cambios social y participacin, Madrid: UNED,2003, pgs. 5-6.

  • 7/24/2019 Democracias representativas en crisis. Democracia participativa y mecanismos de participacin ciudadana como o

    4/24

    86 Mara Laura Eberhardt

    Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofa, Poltica y Humanidades, ao 17, n 33. Primer semestre de 2015.

    Pp. 83-106. ISSN 1575-6823 e-ISSN 2340-2199 doi: 10.12795/araucaria.2015.i33.04

    Segn este autor, en el instante en que un pueblo se da representantes, ya

    no es libre; ya no es5

    . La libertad era para l un valor absoluto e innegociable6

    .Los pueblos modernos eran a sus ojos esclavos que, habiendo abolido laesclavitud del trabajo, enajenaban su libertad en manos de sus representantes,para someterse a la esclavitud del mbito privado.

    Una postura en parte contestataria de la anterior y ms claramente liberales la de Benjamin Constant, crtico del concepto de libertad de Rousseau, al queconsideraba extra-temporal al estar asociado a la irreproducible democraciadirecta de la antigua Atenas. Contrariamente, bajo las nuevas condiciones delos Estados modernos sera necesario para l asumir un signicado diferentede libertad, en tanto disfrute apacible de la independencia privada7. En elmarco de la modernidad los alcances de la libertad fueron redenidos comolas garantas concedidas por las instituciones a los disfrutes privados yel gobierno representativo devino, para Constant, en el nico que puedeproporcionarnos hoy cierta libertad y tranquilidad; el que, siendo undescubrimiento de los modernos, fue prcticamente desconocido entre lasnaciones libres de la Antigedad8.

    Su postura era aqu opuesta a la de Rousseau, quien, a su criterio, confunda

    ambas libertades, causando innitos males a pesar de sus nobles intenciones, asaber, la tirana: pedir a los pueblos de nuestros das que sacriquen, como losde antes, la totalidad de su libertad individual a la libertad poltica, es el medioms seguro para apartarles de la primera y, cuando eso se haya logrado, no setardar en arrancarles la segunda9.

    No obstante, el concepto republicano de Constant no se limit a ladefensa del gobierno representativo, sino que postul asimismo, como frenoa la autoridad de dichos gobernantes y como resguardo de la libertad del

    ciudadano frente a stos, un medio de vigilancia activa y constante: el derecholiberal de revocatoria de los poderes abusados10. Su solucin apunt a lacombinacin de ambos tipos de libertades bajo el gobierno representativo:la moderna, ligada al mbito privado del individuo, y la antigua, unida a laparticipacin en el poder poltico, aunque esta vez desde el voto, el control yla vigilancia11: Lejos pues, seores, de renunciar a ninguna de las dos clasesde libertad de las que he hablado, es necesario () aprender a combinar una

    5 Jean Jacques Rousseau,

    Del Contrato social, en Rousseau, J. J.Del Contrato social; Madrid:Alianza Editorial, 1998, pg. 122.6 dem, pg. 32.7 Benjamn Constant, De la libertad de los antiguos comparada con la de los modernos,

    Conferencia pronunciada en el Ateneo de Pars, Febrero de 1819; Centro de Estudios Constitucionales Universidad de Valladolid, 1989, pg. 4.

    8 dem, pg. 1.9 dem, pg. 6.10 dem, pg. 7.11 dem, pg. 8.

  • 7/24/2019 Democracias representativas en crisis. Democracia participativa y mecanismos de participacin ciudadana como o

    5/24

    87Democracias representativas en crisis. Democracia participativay mecanismos de participacin ciudadana como opcin

    Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofa, Poltica y Humanidades, ao 17, n 33. Primer semestre de 2015.

    Pp. 83-106. ISSN 1575-6823 e-ISSN 2340-2199 doi: 10.12795/araucaria.2015.i33.04

    con la otra12; la libertad individual, repito, es la verdadera libertad moderna.

    La libertad poltica es su garanta13

    .Otro de los autores que resalt el valor de la participacin ciudadanapersonal y activa respecto de los asuntos pblicos en el marco de repblicasrepresentativas es Alexis de Tocqueville. Tambin perteneciente a la tradicinliberal, entenda a la democracia como un fenmeno social, el que poda seracompaado o no por instituciones polticas acordes con la libertad. Esteautor vea con temor el irrefrenable avance del principio democrtico en tantotendencia igualadora presente en la autopercepcin de los individuos modernos,cuya peligrosidad radicaba en la posible derivacin en una tirana de la mayorao en un despotismo de nuevo tipo basado en la concentracin del poder y en laindiferencia de los ciudadanos respecto de las cuestiones generales.

    Tal avance de la democratizacin social deba, a su parecer, encausarsepor instituciones polticas que, sin contradecir las condiciones generales deigualdad, permitieran salvaguardar el espacio de ejercicio de la libertad. Dichalibertad era asumida como la participacin activa en la cosa pblica por partedel ciudadano, pero, en esta ocasin, a travs de instituciones inmersas en elorden republicano representativo y de equilibrio/control de poderes, como ser:

    el sufragio universal, las asociaciones civiles, el gobierno municipal, a n decontrarrestar la apata y el aislamiento individualista moderno.

    El autor daba as una nueva vuelta al esfuerzo de Constant por combinar elorden poltico representativo de los grandes Estados modernos (despreciado porRousseau) con una libertad al estilo antiguo o rousseauniano de participacinpersonal y activa en la administracin de los asuntos comunes, pero, esta vez,en el mbito acotado del gobierno local, donde la evidente cercana entregobernantes y gobernados funda el inters particular del vecino con el inters

    general de la comunidad.En sntesis, a pesar de que en la actualidad no resulta viable plantear con seriedadla posibilidad de retornar a alguna especie de organizacin poltica al estilo antiguode las democracias directas, sino que, por el contrario, nos hallamos inmersos enun ineludible escenario de tipo representativo al que no podemos soslayar dadas lasenormes dimensiones, complejidad y heterogeneidad de los Estados modernos, loencontramos, sin embargo, experimentando hoy una fuerte crisis.

    Es por ello que aceptada cierta adecuacin de la forma representativa de

    organizacin a las condiciones polticas modernas, asumida la impracticabilidadactual de la utopa rousseauniana de la Voluntad General y considerando laspropuestas de un cierto equilibrio representativo-participativo constantiana ytocquevilliana resulta preciso adentrarnos en el estado presente de nuestrasdemocracias, a n de revisar el grado de legitimidad que presentan sus sistemas

    12 dem, pg. 8.13 dem, pg. 6.

  • 7/24/2019 Democracias representativas en crisis. Democracia participativa y mecanismos de participacin ciudadana como o

    6/24

    88 Mara Laura Eberhardt

    Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofa, Poltica y Humanidades, ao 17, n 33. Primer semestre de 2015.

    Pp. 83-106. ISSN 1575-6823 e-ISSN 2340-2199 doi: 10.12795/araucaria.2015.i33.04

    representativos de gobierno, al igual que sus perspectivas futuras de subsistencia.

    La llamada crisis de representacin por la que tales Estados atraviesan,tan evocada en nuestros tiempos, aparece, como veremos en el apartadosiguiente, como un contundente cuestionamiento a los cimientos mismos de lasdemocracias representativas vigentes en nombre de un sostenido reclamo por laapertura de nuevos espacios de participacin ciudadana, al mejor estilo de losmecanismos semidirectos.

    3. La crisis de la representacin

    La llamada crisis de representacin es un concepto controvertido quecaracteriza a una situacin de extendida y profunda desconanza y apatade los ciudadanos respecto de sus gobernantes y del funcionamiento de lasinstituciones bsicas de las democracias contemporneas (partidos polticos,elecciones y poderes de gobierno), vigente desde los ltimos 30 aos.

    Siguiendo la denicin de Ferrater Mora, crisis signica separacin,abismo, algo singular y anormal que se produce en el curso de un ser, o mejor

    dicho, de un acontecer, pero de tal modo singular y anormal que implica elinevitable dilema de superar esa singularidad, esa anormalidad, o sucumbir14.

    La crisis aqu referida indicaba, en trminos de Manin, la metamorfosisde la democracia de partidos en la democracia de audiencia15o, en los de AbalMedina, el paso del modelo de representacin de masas (de 1910 a 1970) almodelo electoral (desde 1980)16.

    A principios del siglo XX Michels ya vislumbraba una propensin queira en aumento hacia nes del perodo: que la forma externa democrtica que

    caracterizaba la vida de los partidos polticos bien poda enmascarar (para losobservadores superciales) la tendencia a la aristocracia, o mejor dicho, haciala oligarqua, que era propia de toda organizacin de partido.

    En tal sentido las organizaciones ms fuertes resultaban ser las menosdemocrticas. Un empleado o mandatario se converta en lder, con una autonomay libertad de accin que no deba tener, y se acostumbraba a resolver por s solocuestiones importantes. En esa concentracin de poder en las organizacionespartidarias y en sus lderes, en ese distanciamiento del representante respecto de

    sus representados, en esa concentracin y manejo discrecional de los recursos depoder por las elites polticas, terminara forjndose la crisis representativa.Piedra Buena sum a ello el concepto de desciudadanizacin, por el

    14 Op. cit. en Mario Justo Lpez, La crisis de los partidos polticos. Estructura y vigencia en laArgentina, Buenos Aires: Cooperadora de Derecho y Ciencias Sociales, 1963, pg. 72.

    15 Bernard Manin, The Principles of Representative Government, Cambridge: CambridgeUniversity Press, 1997, pg. 197.

    16 Juan Manuel Abal Medina,Manual de ciencia poltica, op. cit., pgs. 146-149.

  • 7/24/2019 Democracias representativas en crisis. Democracia participativa y mecanismos de participacin ciudadana como o

    7/24

    89Democracias representativas en crisis. Democracia participativay mecanismos de participacin ciudadana como opcin

    Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofa, Poltica y Humanidades, ao 17, n 33. Primer semestre de 2015.

    Pp. 83-106. ISSN 1575-6823 e-ISSN 2340-2199 doi: 10.12795/araucaria.2015.i33.04

    que entenda un marcado desinters por la cosa pblica, donde la cultura

    poltica juega un rol clave17

    . Hablaba de un nuevo hombre, el de la sociedadposindustrial, descredo de la poltica a causa de la falta de respuestas vlidasfrente a los desafos de la nueva realidad18.

    Como contracara de dicho fenmeno, el autor colocaba, por un lado, unaserie de formas de participacin vinculadas con la solidaridad; y, por otro,una sucesin de prcticas polticas tales como cacerolazos, cortes de rutas,bloqueo de edicios, ocupacin de empresas cerradas, etc. Estas ltimaseran calicadas como demandas sociales anrquicas, verdaderas formas departicipacin inusitadas y autoconvocantes, en bsqueda de otros canalesalternativos ecaces, frente al desinters puesto de maniesto por los partidospolticos en el tratamiento y solucin de problemticas socioeconmicasacuciantes de la sociedad19.

    4. Diagnosticando la crisis representativa

    La crisis representativa sacudi entonces los pilares de los regmenes

    indirectos siendo que los parlamentos y los congresos de las democraciasmodernas ya no se correspondan con la visin de un cuerpo que reproduca ladeliberacin ideal que la totalidad de la sociedad hubiera llevado a cabo por smisma en caso de haber sido practicable20.

    Simultneamente, muchas de las deciencias de los parlamentosreejaban las deciencias de los partidos, los que lejos estaban de cumplir conlas funciones atribuidas como vehculos necesarios para conducir la discusinpblica sobre la base de principios, ideologas o modelos de la sociedad, as

    como de resultar tiles para contrarrestar el poder de las facciones que unen alos individuos sobre la base de sus crudos intereses21.Como sealaba Nino, los partidos hoy en da se constituan como

    coaliciones amorfas con una decreciente denicin ideolgica22. La adhesina un partido poltico se deba ms a una cuestin de tradicin familiar, lealtadpersonal y competencia de tipo deportiva que a una cuestin de compromisoideolgico. Asimismo, la mayor parte de la actividad poltica que tena lugardentro de los partidos se refera ms a la competencia interna que al anlisis de

    los problemas nacionales.17 Carlos, A. Piedra Buena, Crisis de partidos polticos en la Argentina: aproximacin a un

    diagnstico de su situacin actual, en G. Ancarola et al,Calidad institucional o decadencia republicana,Buenos Aires: Lajouane, 2007, pg. 196.

    18 dem, pg. 197.19 dem, pg. 197.20 Carlos Nino,La constitucin de la Democracia Deliberativa, Barcelona: Gedisa, 1997, pg. 237.21 dem, pgs. 237-238.22 dem, pgs. 237-238.

  • 7/24/2019 Democracias representativas en crisis. Democracia participativa y mecanismos de participacin ciudadana como o

    8/24

    90 Mara Laura Eberhardt

    Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofa, Poltica y Humanidades, ao 17, n 33. Primer semestre de 2015.

    Pp. 83-106. ISSN 1575-6823 e-ISSN 2340-2199 doi: 10.12795/araucaria.2015.i33.04

    Se observaba que:

    Dado que los parlamentos y los partidos polticos son los principales canales

    aparte de la participacin popular directa- a travs de los cuales funciona la de-

    mocracia deliberativa, sus deciencias constituyen una debilidad primaria que af-

    ecta a la totalidad del sistema. Estas deciencias explican con amplitud los pobres

    resultados morales del proceso democrtico, a pesar de su alegada calidad epis-

    tmica, cuando este se aproxima a la prctica informal de la discusin moral23.

    En la actualidad, la modernizacin social y tecnolgica redujo la centralidad

    de los partidos como agentes de representacin poltica, viendo disputado surol histrico como organizadores de la sociedad civil por grupos de inters,movimientos sociales y Organizaciones No Gubernamentales (ONG)24.

    Adems, la profesionalizacin de los partidos y su inclinacin hacia funcionesprioritariamente electorales, los desvincul de sus bases sociales concentrndolosen los crculos del poder, redundando en una menor participacin y en una mayorvolatilidad del voto: los individuos buscan una relacin de transparencia conla poltica (en general desde lugares no polticos), mediante un vnculo de tipoemptico que desprecia cualquier tipo de mediacin. Pero sin mediacin no hayrepresentacin posible25.

    Si la sociedad contempornea impidi el juego poltico representativo, elsistema de partidos tuvo entonces que adaptarse y llevar a cabo una transformacinradical: poco a poco fueron abandonando sus antiguos compromisos, prcticas yfunciones para tomar su lugar en el juego poltico contemporneo, que es cada vezms autorreferencial26.

    Tal cualidad autorreferencial consiste en su capacidad de establecerse yreproducirse a s mismo como sistema diferenciado a travs de la produccin continua

    de consenso y legitimidad. Su antiguo rol como mecanismo agregador y representantede voluntades polticas, surgidas de la base social, caduc frente a las nuevas realidades.

    Tal evolucin del sistema partidario y del sistema poltico en general,era un resultado lgico frente a un individuo que se desentiende de lo poltico.Y es que para el ciudadano medio lo poltico resulta algo distante y remoto, unmundo sucio plagado de comportamientos egostas, estratgicos e hipcritasen el que l no tiene ninguna capacidad de accin. Esto lo lleva a un mayordesentendimiento con la poltica, que es empujada a su vez, a asumir mayores

    niveles de autorreferenciacin27

    .23 dem, pg. 241.24 Kenneth Roberts, El sistema de partidos y la transformacin de la representacin poltica en

    la era neoliberal latinoamericana, en M. Cavarozzi y J. M. Abal Medina (comps.), El asedio a lapoltica. Los partidos latinoamericanos en la era neoliberal; Rosario: Homo Sapiens, 2002, pg. 57.

    25 Juan Manuel Abal Medina, La muerte y la resurreccin de la representacin poltica; BuenosAires: Fondo de Cultura Econmica, 2004, pg. 105.

    26 dem, pgs. 105-106.27 dem, pgs. 106-107.

  • 7/24/2019 Democracias representativas en crisis. Democracia participativa y mecanismos de participacin ciudadana como o

    9/24

    91Democracias representativas en crisis. Democracia participativay mecanismos de participacin ciudadana como opcin

    Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofa, Poltica y Humanidades, ao 17, n 33. Primer semestre de 2015.

    Pp. 83-106. ISSN 1575-6823 e-ISSN 2340-2199 doi: 10.12795/araucaria.2015.i33.04

    Efectivamente, los partidos polticos, otrora componentes insoslayables de

    las democracias representativas modernas en tanto representantes claves de lasdivisiones de la sociedad en trminos de intereses sectoriales y de propuestasde conduccin social, se han visto seriamente amenazados en dicha funcin porel surgimiento de nuevos temas y conictos.

    Estas inquietudes novedosas (de gnero, medio ambiente, modernidad,globalizacin), no encuentran expresin en los viejos partidos surgidos de otrosclivajes previos, y los partidos ms recientes slo los llegan a representar deuno a la vez, sin extenderse sobre los restantes. A esto se suma el desafo dela opinin pblica que, a travs de la ilusin de las encuestas y los medios decomunicacin, suele ser presentada como un actor social relevante28.

    Respecto de lo ltimo, Garca Lema subrayaba la importancia que revistenen nuestros das las mediciones o encuestas de opinin: Ellas son reveladorasde que en la accin gubernamental existe una permanente referencia a laopinin ciudadana, a la que se sondea de modo habitual para constatar su gradode conformidad o disconformidad con las polticas en ejecucin29.

    Por lo dems, la crisis econmica y las reformas de libre mercado de lasltimas dcadas socavaron la lgica organizacional de los partidos obreros y las

    estructuras de clivaje estraticado del sistema de partidos en que se constituyeron.La precariedad, fragmentacin y exibilizacin de los mercados, diversic losintereses e identidades de los trabajadores, desincentivando las organizacionescolectivas (como los sindicatos), ya profundamente debilitadas por la represin30.

    Muchos de los movimientos sociales (de gnero, comunitarios, dederechos humanos, ecologistas, aborgenes, tnicos) surgidos a partir dedicha declinacin y cambios; varios de ellos de ndole local, con interesesheterogneos, estructuras fragmentadas y aspiraciones de autonoma; no

    pudieron ser articulados por los partidos en un proyecto poltico comn.Adems, varias ONG desplazaron a los partidos y al Estado en la provisin derecursos a los actores sociales.

    Para Piedra Buena, las consecuencias prcticas de esta apreciacin setraducen en el discurso ciudadano, que sostiene que ante la falta de credibilidad enlos partidos, en cuanto a articuladores de demandas, su rol debe ser asumido pororganizaciones de la sociedad civil31. No obstante, el autor crea que la sociedadcivil no poda reemplazar a los partidos. Si as lo hiciesen, algunas de las ONG que

    accionaban en su seno de hecho perderan de vista la nalidad bsica que les habadado origen, para transformarse en nuevos partidos polticos.

    28 Manuel Antonio Garretn, Cambios sociales, actores y accin colectiva, CEPAL, 2001, pg. 375.29 Alberto Manuel Garca Lema, La reforma por dentro. La difcil construccin del consenso

    constitucional, Buenos Aires: Planeta, 1994, pg. 258.30 Kenneth Roberts, El sistema de partidos y la transformacin de la representacin poltica, op.

    cit., pg. 70.31 Carlos, A. Piedra Buena,Crisis de partidos polticos en la Argentina, op. cit., pg. 198.

  • 7/24/2019 Democracias representativas en crisis. Democracia participativa y mecanismos de participacin ciudadana como o

    10/24

    92 Mara Laura Eberhardt

    Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofa, Poltica y Humanidades, ao 17, n 33. Primer semestre de 2015.

    Pp. 83-106. ISSN 1575-6823 e-ISSN 2340-2199 doi: 10.12795/araucaria.2015.i33.04

    Por el contrario:

    El rol del tercer sector sobre la vida poltica verdadero embrin de una so-

    ciedad civil que comienza a tomar conciencia de s misma- no es otro que el

    crecimiento de lo que ha dado en llamarse el capital social; lo que de suyo

    implica relaciones horizontales de reciprocidad y cooperacin, actitudes de

    compromiso y participacin en los asuntos pblicos y el desarrollo de la con-

    anza y la tolerancia32.

    A lo anterior, Roberts agregaba su visin de que en estos tiempos

    ya no se hallan promesas polticas ni ideolgicas de distribucin debeneficios colectivos a travs del Estado para movilizar la participacinpoltica de los sectores populares33. Lo que es ms, puesto que los lazosde los partidos con los actores sociales se volvieron cada vez ms tenues,aquellos se relacionan con los electores ms como individuos que eligenlibremente que como miembros de la comunidad de fieles. Lo curioso esque los impulsores de tales polticas reestructuradoras fueron muchos de lospartidos obreristas de antao.

    Por el contrario, la competencia partidaria de estos tiempos secaracteriza por tres tendencias. Primero, una des-institucionalizacin de larepresentacin poltica, debido a que los votantes se han vuelto cada vezms independientes de las organizaciones.

    Segundo, su desmasicacin, consistente en el declive de las asociacionessecundarias de gran escala, de las estructuras organizacionales de base y dela propia militancia poltica, as como en la profesionalizacin de los partidosy las campaas electorales: Aunque ltimamente pueden pertenecer aorganizaciones sociales o participar en el proceso poltico ms individuos,

    stos eligen vehculos ms localizados o especializados de participacinms que organizaciones de masas centralizadas que se hallan diseadasgeneralmente para ejercer o inuir sobre el poder del Estado34.

    Y, tercero, la verticalizacin de los lazos entre partido y sociedad,donde las antiguas formas horizontales de organizacin de intereses declase y solidaridades dan lugar a redes verticales policlasistas que dependende intercambios de favores materiales y polticos individualizados.

    Estas tres tendencias dan cuenta de cierto retorno a un estilo de poltica

    oligrquica donde la competencia gira en torno de guras notables que atraena un conjunto diverso e indiferenciado de adherentes, pero sin utilizar laideologa o intereses de clase para la movilizacin poltica35.

    32 Carlos, A. Piedra Buena,Crisis de partidos polticos en la Argentina, op. cit., pg 199.33 Kenneth Roberts, El sistema de partidos y la transformacin de la representacin poltica, op.

    cit., pg. 71.34 dem, pg. 75.35 dem, pg. 76.

  • 7/24/2019 Democracias representativas en crisis. Democracia participativa y mecanismos de participacin ciudadana como o

    11/24

    93Democracias representativas en crisis. Democracia participativay mecanismos de participacin ciudadana como opcin

    Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofa, Poltica y Humanidades, ao 17, n 33. Primer semestre de 2015.

    Pp. 83-106. ISSN 1575-6823 e-ISSN 2340-2199 doi: 10.12795/araucaria.2015.i33.04

    En la Argentina, paradjicamente, la consolidacin democrtica, alcanzada

    durante los aos 90, trajo consigo el apartamiento de la gente respecto de lapoltica y la privatizacin de la ciudadana: un distanciamiento entre sistemapoltico y sociedad, desafeccin de la poltica y crisis del consenso fuerte y deexpectativas respecto de un mundo mejor asociado a la poltica36.

    Las causas de la crisis rondaban la inuencia de los sucesivos incumplimientosprogramticos de los diferentes gobiernos; la creciente importancia que adquiriel fenmeno de la corrupcin atribuido a toda la clase poltica; la situacin socialdeclinante de vastos sectores cuya principal responsabilidad recaa sobre lospolticos; la profesionalizacin de la poltica, la cual apareca como una meragestin de negocios y de control; y la inuencia de los medios de comunicaciny de su concomitante desarrollo de una opinin pblica ms independiente einformada.

    La drstica modicacin de las relaciones de fuerzas entre polticay economa, producida en los ltimos 15 aos en el marco del proceso deglobalizacin, tuvo tambin gran inuencia. Dicho proceso, redujo los mrgenesde autonoma del Estado nacional al igual que la capacidad de la poltica de regularuna economa desnacionalizada. Opuestamente, surgieron otros nuevos factores

    de poder: los grupos econmicos, los organismos internacionales y los mediosde comunicacin, los que desplazaron a los sindicatos, a las fuerzas armadas, alas cmaras sectoriales y a la Iglesia. La capacidad decisoria del Estado se vioentonces acotada a la medida en que se realizaban los intereses de estos actores37.

    La sensacin resultante fue la de una democracia dbil, pero no en trminosde una debilidad del rgimen para reproducirse, sino de la poltica para reorientarla economa de acuerdo a nes sociales o encarar la realizacin del bien comn38.Las elecciones y los lazos de representacin eran solamente una parte (y no la

    ms importante) del proceso de estructuracin de las relaciones de poder. Adems,tambin aumentaban la necesidad y la dicultad de dominar la creciente complejidadsocial que muchas veces se escapaba de las posibilidades de la poltica tecnocrtica.

    Por ltimo, se sumaba la mencionada transicin a un nuevo modelo derepresentacin que acompaaba el paso de un Estado de Bienestar a otropostsocial o neoliberal dominado por partidos catch all; bajo la crecienteinuencia de mecanismos de representacin permanente como los sondeos deopinin; y tras el surgimiento y aplicacin de nuevas instituciones como las

    audiencias pblicas, el control del nanciamiento partidario, la accountabilityen la gestin pblica, entre otras.

    36 Daniel Garca Delgado, Crisis de representacin, nueva ciudadana y fragmentacin enla democracia argentina, en S. Gaveglio y E. Manero (comps), Desarrollos de la teora polticacontempornea, Rosario: Homo Sapiens, 1998, pg. 120.

    37 Daniel Garca Delgado, Crisis de representacin, nueva ciudadana y fragmentacin en lademocracia argentina, op. cit., pg. 125.

    38 Idem, pg. 125.

  • 7/24/2019 Democracias representativas en crisis. Democracia participativa y mecanismos de participacin ciudadana como o

    12/24

    94 Mara Laura Eberhardt

    Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofa, Poltica y Humanidades, ao 17, n 33. Primer semestre de 2015.

    Pp. 83-106. ISSN 1575-6823 e-ISSN 2340-2199 doi: 10.12795/araucaria.2015.i33.04

    5. La crisis de representacin en Amrica Latina y en la Argentina

    Este fenmeno de crisis del lazo representativo se manifest en grancantidad de pases del mundo a nes de los 80, tras la cada del modelo deEstado de Bienestar Keynesiano, frente a administraciones que ya no podandar igual cantidad y calidad de respuestas a las necesidades de la poblacin.

    El paso del patrn de representacin de masas (1910-1970) a otro detipo electoral (1980-), provino de la reduccin del papel del Estado en laregulacin de la vida cotidiana de los ciudadanos asociada con el predominiode la ideologa neoliberal39. A ello se sum la creciente diferenciacin social yel impacto de los medios masivos de comunicacin.

    La sociedad posindustrial emergi ms desestructurada, heterognea,fracturada, individualizada, cambiante, compleja, con nuevas identidadescolectivas exibles ms voluntarias que orgnicas y tras la decadencia de losgrandes grupos colectivos tpicos de la anterior sociedad industrial.

    Dominada por la videopoltica40, colmada por un creciente electoradoindependiente o otante con menos determinaciones estructurales para elsufragio, acechada por la mayor relevancia de las coyunturas especcas y la

    personalizacin de las campaas, esta nueva sociedad hizo estallar por losaires la ilusin moderna de la representacin poltica del mundo y provoc eldebilitamiento de la creencia ilustrada en la capacidad articuladora de la poltica41.

    Hacia el sur del planisferio:

    Las sociedades latinoamericanas viven hoy una revolucin desde la demanda.

    Informadas e impacientes, descreen de toda receta ideolgica preconcebida y

    desconfan de sus gobernantes, legisladores, jueces, sindicalistas y empresa-

    rios aunque tampoco reconozcan liderazgos de recambio. Son sociedades

    informadas e impacientes, movilizadas en defensa de sus derechos, curtidas de

    decepciones y fracasos, aunque siempre dispuestas a apoyar a quienes ofrezcan

    ejemplos claros de compromiso, integridad y fortaleza de carcter42.

    En efecto, en Amrica Latina, ciudadanos indignados luego de losprocesos de transicin demostraron su disconformidad provocando las cadas

    39 Juan Manuel AbalMedina,Manual de ciencia poltica, op. cit., pg. 149.40 La videopoltica es un trmino acuado por Sartori para dar cuenta de un nuevo modo que

    adopta la representacin contempornea, signada por la creciente inuencia de los medios masivosde comunicacin: stos reemplazan el lugar tradicional de la poltica (la calle, la plaza, el pblico)llevndola a las casas de los ciudadanos, aquella esfera de lo individual e ntimo. Si para hacer polticalos ciudadanos deban salir a la calle, concurrir a un local partidario o participar de una movilizacin,hoy parece bastarles con encender el televisor, llamar a los programas de radio o participar deencuestas de internet, en Juan Manuel AbalMedina,Manual de ciencia poltica, op. cit., pg. 150.

    41 dem, pg. 150.42 Enrique Zuleta Puceiro, Las izquierdas en su laberinto, La izquierda en su

    laberinto (2006), pgs. 1-2. [https://umshare.miami.edu/web/wda/hemisphericpolicy/LaIZQUIERDAeNsUlABERINTO1Mayo2006.pdf], [consulta: 10 enero 2013].

  • 7/24/2019 Democracias representativas en crisis. Democracia participativa y mecanismos de participacin ciudadana como o

    13/24

    95Democracias representativas en crisis. Democracia participativay mecanismos de participacin ciudadana como opcin

    Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofa, Poltica y Humanidades, ao 17, n 33. Primer semestre de 2015.

    Pp. 83-106. ISSN 1575-6823 e-ISSN 2340-2199 doi: 10.12795/araucaria.2015.i33.04

    de presidentes, por ejemplo en Brasil (1992), en Venezuela (1993), en Ecuador

    (1997) y hasta en la propia Argentina (2001)43

    . En este ltimo pas, durante losltimos aos ocurra que:

    Los nuevos indignados abominan de la poltica pero estn dispuestos a sopor-

    tarla todo lo que haga falta. Est en tela de juicio el sistema tradicional de rep-

    resentacin y, por un buen tiempo, las soluciones tardarn en articularse. Desde

    este punto de vista, la contabilidad tradicional de la poltica tiene poco para

    aportar. No hay punto de comparacin entre este nuevo gnero de movilizacin,

    cognitiva y afectiva y las manifestaciones populares propias de la poltica tradi-

    cional. Ningn lder, partido ni plataforma puede alcanzar la importancia de lasnuevas convocatorias44.

    Sin embargo, a la hora de idear respuestas emergeran las contradicciones:

    Una gran paradoja es que la gente confa menos en los rganos encargados

    de gobernar que en otras instituciones que no tienen tal responsabilidad.

    As, se retroalimentan ciertos procesos y determinadas conductas. Si los

    argentinos tuvimos como gran cuenta pendiente de nuestra cultura cvica

    el poco apego al cumplimiento de las leyes, cmo cambiar tal compor-

    tamiento si el encargado de producirlas el Congreso- goza de tan poca

    conanza? Si el Estado de Derecho debe ser regenerado a travs de una

    mejora de la calidad de la Justicia, cmo hacerlo frente a la desconanza

    que impera frente a los jueces?45.

    En la Argentina actual, luego de varios aos de acontecida la explosinpoltica y social de 2001, sucede que los instrumentos de la democraciatradicional dejan paso a la intervencin de una ciudadana atenta y cada

    vez ms impaciente46

    . En adelante, el conicto de las interpretaciones nobastar para minimizar la importancia objetiva de los cambios cada vez msprofundos que se vienen produciendo en las formas de manifestacin polticade la ciudadana47.

    Sin ir ms lejos, en 2012 y 2013 se elevaron protestas contra medidaso actitudes del gobierno nacional, reaparecieron las cacerolas y hubo salidaspaccas a las calles, no sin previa convocatoria (a veces poltico partidaria,otras no) a travs de las redes sociales.

    43 Salvador MartiPuig, Dos fechas de protestas ciudadanas. 15-M y 12-M: balance y retos, ElPeridico, (15 de mayo de 2012), pgs. 10-11 [http://archivo.elperiodico.com/ed/20120515/pag_010.html], [consulta: 24 marzo 2013].

    44 Enrique ZuletaPuceiro,Democracia de proximidad,El Estadista, (30 de noviembre de 2012),pg. 1. [http://elestadista.com.ar/?p=2955], [consulta: 12 febrero 2013].

    45 Mario D. Serrafero, Calidad institucional: cuestiones y desafos, en G. Ancarola et al Calidadinstitucional o decadencia republicana, Buenos Aires: Lajouane, 2007, pg. 25.

    46 Enrique ZuletaPuceiro,Democracia de proximidad, op. cit., pg. 1.47 dem, pg. 1.

  • 7/24/2019 Democracias representativas en crisis. Democracia participativa y mecanismos de participacin ciudadana como o

    14/24

    96 Mara Laura Eberhardt

    Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofa, Poltica y Humanidades, ao 17, n 33. Primer semestre de 2015.

    Pp. 83-106. ISSN 1575-6823 e-ISSN 2340-2199 doi: 10.12795/araucaria.2015.i33.04

    Para quienes tratan de ver la realidad profunda y a largo plazo de la poltica ar-

    gentina, un anlisis desapasionado del nuevo clima de movilizaciones enciendeluces de alerta imposibles de ignorar. Un primer dato, avizorado ya en 2001 es

    que, al igual que la mayor parte de las sociedades actuales, la Argentina ha in-

    corporado a sus prcticas polticas la perspectiva de lo que muchos denominan,

    en todo el mundo, una democracia de proximidad 48.

    Para Zuleta Puceiro, los instrumentos de la democracia tradicional (partidos,urnas, campaas, militancias y PASO49) dejaron lugar a la intervencin, lavigilancia y el control de una ciudadana informada, atenta y cada vez ms

    impaciente. Este nuevo actor (la ciudadana impaciente e indignada) ocupaya no slo las plazas mayores de todas las ciudades del mundo: monopolizatambin todos los segundos del encendido radial y televisivo de todas lasseales pblicas y privadas del espectro audiovisual50.

    Sin embargo, a diferencia del que se vayan todos51de 2001, esta nuevaciudadana no slo se opone: tambin propone, discompone y descompone52.Ahora postula que sigan todos, que se hagan cargo de sus responsabilidades y,sobre todo, que no pretendan representar ni expresar a nadie53.

    6. La crisis de representacin en Espaa y en el mundo

    Tras lo anterior, cabe recordar que la Argentina es slo un captulo msdentro de un vasto proceso extendido a lo largo y ancho de la geografa de lasdemocracias contemporneas: Algunos porcentajes hablan a las claras de lanueva dimensin a la que ha entrado de lleno la poltica argentina, siguiendotendencias comunes a casi todas las sociedades del mundo54.

    Efectivamente, en la Espaa de 2011 explotaron los indignados: el nimode la protesta del 15-M estaba conectado con lo que ocurra a nivel internacional.Anteriormente, ciudadanos de Islandia, Irlanda, Grecia y Portugal ya habansalido a las calles para protestar contra sus autoridades, y pocos meses antestambin haba estallado la primavera rabe55.

    48 dem, pg. 1.49 Primarias Abiertas Simultneas Obligatorias para la seleccin de candidatos electorales por los

    partidos.50 Enrique ZuletaPuceiro,Democracia de proximidad, op. cit., pg. 1.51 Esta fue la consigna principal que coreaba la ciudadana autoconvocada en la Plaza de Mayo de

    la Ciudad de Buenos Aires los das 19 y 20 de diciembre de 2001, y que terminaron con la renunciaanticipada del Presidente Fernando De la Ra.

    52 dem, pg. 1.53 dem, pg. 1.54 dem, pg. 1.55 Salvador MartiPuig, Dos fechas de protestas ciudadanas. 15-M y 12-M: balance y retos, op.

    cit., pgs. 10-11.

  • 7/24/2019 Democracias representativas en crisis. Democracia participativa y mecanismos de participacin ciudadana como o

    15/24

    97Democracias representativas en crisis. Democracia participativay mecanismos de participacin ciudadana como opcin

    Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofa, Poltica y Humanidades, ao 17, n 33. Primer semestre de 2015.

    Pp. 83-106. ISSN 1575-6823 e-ISSN 2340-2199 doi: 10.12795/araucaria.2015.i33.04

    Para Serrafero, el movimiento de indignados en Europa mostraba una

    masa de jvenes desilusionados con las promesas incumplidas del pasado, conun presente esttico y un futuro sin horizontes. Un mundo de indignados seha alzado en el ltimo perodo histrico. No reconoce territorios, culturas, nifronteras ideolgicas56.

    De este modo, la indignacin de las multitudes en la calles cobr susvctimas polticas, fuesen estos gobiernos democrticos o autoritarios57. Comoobservaba Serrafero los regmenes parlamentarios europeos podan reprimir lasmanifestaciones y actuar con sus fuerzas de seguridad sin por ello dejar de serEstados democrticos. Pero los ciudadanos, a su manera, estaban reclamandouna suerte de transicin hacia otro tipo de democracia58.

    En Espaa, el 15-M constituy un novedoso e inesperado movimiento deciudadanos que realizaban protestas pacicas y que el 15 de mayo de 2011 seexpresaron reclamando una democracia participativa, una democracia real yexclamando no ser mercancas de polticos y banqueros59.

    Lo ms llamativo de ese movimiento fue su permanencia a lo largo deltiempo y su capacidad de resistir ocupando espacios pblicos60. Fue sobretodo una confederacin de movilizaciones locales coordinadas en red, que no

    se agotaron con el desalojo de la Puerta del Sol o de la plaza de Catalunya61.Por el contrario, tuvieron su eco en el 12-M de 2012 y 2013. En su segundoaniversario, los indignados reclamaron la dimisin al gobierno de Rajoy62.

    De hecho, el 15-M supuso una repolitizacin de un sector de la sociedadal mostrar una nueva cultura poltica ciudadana ms crtica y exigente.Tambin fue un evento de socializacin poltica para una generacin dejvenes que salieron a la calle en contra de la estigmatizacin de ninistas quese les haba asignado63.

    De igual modo, constat la importancia de operar en red y horizontalmentea travs de las redes sociales64. Para Mart i Puig, el 15-M fue un movimientorobusto precisamente porque no tuvo lderes ni conexiones partidarias, y porqueimpuls demandas desde fuera de los canales institucionales65.

    56 Mario D. Serrafero,Un mundo indignado,El Estadista, (20 de septiembre de 2011), pg. 1.[http://elestadista.com.ar/?p=1349], [consulta: 20 abril 2013].

    57 dem, pg. 1.58 dem, pg. 1.59 dem, pg. 1.60 Salvador MartiPuig, Dos fechas de protestas ciudadanas. 15-M y 12-M: balance y retos, op.

    cit., pgs. 10-11.61 dem, pgs. 10-11.62 NN Indignados exigen renuncia de Rajoy, DW, (12 de Mayo de 2013), pg. 1. [http://www.

    dw.de/indignados-exigen-renuncia-de-rajoy/a-16808132], [consulta: 1 abril 2013].63 Salvador MartiPuig, Dos fechas de protestas ciudadanas. 15-M y 12-M: balance y retos, op.

    cit., pgs. 10-11.64 dem, pgs. 10-11.65 dem, pgs. 10-11.

  • 7/24/2019 Democracias representativas en crisis. Democracia participativa y mecanismos de participacin ciudadana como o

    16/24

    98 Mara Laura Eberhardt

    Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofa, Poltica y Humanidades, ao 17, n 33. Primer semestre de 2015.

    Pp. 83-106. ISSN 1575-6823 e-ISSN 2340-2199 doi: 10.12795/araucaria.2015.i33.04

    Lejos de anclarse exclusivamente en Espaa el movimiento tuvo adhesionesy prolongaciones en distintas ciudades europeas: Londres, Lisboa, Pars, Roma,etc. El teln de fondo era la propia Europa66:

    La crisis griega, que no parece tener fondo, una Espaa donde el desempleoes una sombra que no deja de pisar los talones de la gente y los ajustes que sereclaman en toda Europa son el marco cotidiano de una ciudadana de cornisa.Regmenes democrticos con ciudadanos indignados que toman las calles yreclaman cambios inmediatos son la moneda corriente que va en paralelo conla crisis econmica y poltica de la eurozona. Recorte de gastos sociales, ajustesque no tienen n y desmantelamientos de los recuerdos del Estado del Bienestarnos son medidas que aporten tranquilidad a la preocupacin colectiva67.

    Finalmente:

    Las poblaciones del mundo rabe en rebelin volcadas en las calles han con-

    cluido con algunos regmenes autoritarios y seguirn otros y reclaman una

    transicin hacia regmenes de tipo democrtico. Tras la cada del presidente de

    Tnez, le sigui Egipto, las rebeliones en Libia (donde la Otan jug un papel

    estelar) y las actuales protestas callejeras en Siria, salvajemente reprimidas por

    el rgimen de la familia Al-Assad, todava imperante68.

    7. Proponiendo salidas

    No obstante, a pesar de lo anterior, an conserva cierta pertinencia laarmacin de que no hay otro canal de representacin ms adecuado que los

    partidos cuando se trata de eventos polticos en que los ciudadanos tienen queelegir o tomar decisiones, como son las elecciones o el referndum en diversosniveles, o cuando se trata de discusiones y decisiones legislativas69.

    En la misma lnea, Serrafero sostiene que nuestra democraciarepresentativa descansa sobre los partidos polticos que son los que proveen laspersonas supuestamente expertos- que encararn la tarea de gobernar en elmarco de un rgimen competitivo, donde las distintas agrupaciones formulansus ofertas de polticas pblicas70.

    La circunstancia de que en la actualidad gocen de una prcticamenteinexistente conanza en la poblacin implica un hecho grave. Los partidospolticos han sido ubicados en el centro de la escena, por ello, sin un

    66 Mario D. Serrafero,Un mundo indignado, op. cit., pg. 1.67 Ibdem.68 Ibdem.69 Manuel Antonio Garretn, Cambios sociales, actores y accin colectiva, op. cit., pg. 375.70 Mario D. Serrafero, Calidad institucional: cuestiones y desafos, op. cit., pg. 26.

  • 7/24/2019 Democracias representativas en crisis. Democracia participativa y mecanismos de participacin ciudadana como o

    17/24

    99Democracias representativas en crisis. Democracia participativay mecanismos de participacin ciudadana como opcin

    Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofa, Poltica y Humanidades, ao 17, n 33. Primer semestre de 2015.

    Pp. 83-106. ISSN 1575-6823 e-ISSN 2340-2199 doi: 10.12795/araucaria.2015.i33.04

    cambio en los partidos, difcilmente se operar un salto cualitativo en nuestras

    instituciones71

    .As, atender a la crisis del viejo modelo representativo no impidereconocer la naturaleza centralmente electoral de los regmenes democrticosmodernos72. La democracia contina siendo fundamentalmente vertical en suorganizacin de gobierno, donde las instituciones electorales y representativas,a pesar de su crisis, permanecen como elementos indispensables delfuncionamiento poltico de los Estados contemporneos.

    Entonces, si la representacin resulta cada vez menos creble, desprovistade su substrato social y poltico, y no logra generar una legitimidad slida alas democracias, es imprescindible encontrar herramientas institucionales quela fortalezcan: esta ser la clave de la reconstruccin de la legitimidad de larepresentacin73.

    Numerosos y diversos fueron los diagnsticos y las propuestas de salidade la crisis representativa, ideados desde sus mismos comienzos:

    Samuel Huntington, Michel Crozier y Joji Watanuki manifestaron un claro

    apoyo al pluralismo o a una visin elitista de la democracia. Creen que la crisis

    es causada por una sobrecarga de demandas populares sobre un sistema que nolas puede satisfacer y recomiendan el uso de mecanismos que limiten la expre-

    sin de esas demandas. En contraste con esta propuesta, C. B. Macpherson,

    quin argumenta a favor de una concepcin populista de la democracia, piensa

    que la crisis de las democracias pluralistas actuales es producto de las desigual-

    dades causadas por la falta de participacin. La propuesta de Macpherson con-

    siste en incrementar la forma en la que los ciudadanos intervienen en poltica74.

    Asimismo, se ha sealado como conveniente emprender un doble proceso

    de fortalecimiento de la representacin poltica. Por un lado, adecuando lasviejas instituciones de la democracia representativa de masas al contexto actual,lo que signica concretamente ciudadanizar y personalizar aspectos y mbitosimportantes de los ordenamientos polticos75.

    Y, por el otro, el fomento de la participacin ciudadana activa. Juntocon la adecuacin o mejora de los canales representativos tradicionales, lareconstruccin de la legitimidad poltica tambin implica una transformacinms audaz e importante que consiste en volver a mirar las instituciones clsicasde la democracia entendida como autogobierno76.

    Estas herramientas, de la democracia participativa, han existido en elconstitucionalismo occidental desde hace al menos medio siglo, y vienen hoy

    71 dem, pg. 26.72 Juan Manuel AbalMedina,La muerte y la resurreccin, op. cit. pg. 108.73 dem, pg. 114.74 Carlos Nino,La constitucin de la Democracia Deliberativa, op. cit., pg. 214.75 Juan Manuel AbalMedina,La muerte y la resurreccin, op. cit. pg. 114.76 dem, pgs. 119-121.

  • 7/24/2019 Democracias representativas en crisis. Democracia participativa y mecanismos de participacin ciudadana como o

    18/24

    100 Mara Laura Eberhardt

    Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofa, Poltica y Humanidades, ao 17, n 33. Primer semestre de 2015.

    Pp. 83-106. ISSN 1575-6823 e-ISSN 2340-2199 doi: 10.12795/araucaria.2015.i33.04

    a reforzar la representacin poltica en situacin crtica, muy lejos de pretender

    eliminarla, reemplazarla o soslayarla.Entendidos como herramientas para lograr una participacin ms activa delos ciudadanos en la cosa pblica, estos mecanismos (referndum, plebiscitos,iniciativas legislativas, etc.) han estado siempre en tensin con los instrumentosrepresentativos, los partidos polticos especialmente77. As como tambin conlos gobernantes, a cargo de implementar un instrumento cuyo accionar llega arozar su mbito de poder, sus funciones y sus intereses en el cargo.

    Sin embargo, resulta cada vez ms aceptada la apreciacin de que:

    Frente a la debilitada representacin postsocial, la construccin de un anda-

    miaje institucional participativo puede no ser solamente el anhelo de quienes

    seguimos creyendo que el ideal del autogobierno vale la pena, sino la necesidad

    de todos aquellos que sienten que las actuales democracias desprovistas de la

    legitimidad popular pueden ir vacindose progresivamente de contenido78.

    Los institutos semidirectos cobran en este contexto gran inters y relevancia. Enefecto, muchas constituciones y legislaciones nacionales y locales de Amrica Latinay Europa han venido emprendiendo desde los aos 90 reformas polticas que incluyenla creacin de mecanismos de participacin ciudadana, destinados a complementar lascuestionadas instituciones representativas con otras vas alternativas de intervencindirecta de la ciudadana en la toma de decisiones pblicas.

    La tambin llamada democracia directagana en adelante un lugar cada vezmayor en la ingeniera institucional, en la prctica democrtica y en los estudiosespecializados de estos pases durante los ltimos aos. La tendencia a expandirlos mecanismos de democracia directa fue en busca de mayores niveles departicipacin ciudadana para corregir la crisis de representacin y hacer frente

    a los problemas de gobernabilidad79. As, el proceso de democratizacinpoltica se acompa por la proliferacin de mecanismos de participacin,tanto formales como informales, de Democracia Directa80.

    A su vez, cabe destacar que:

    () entre los distintos mecanismos de participacin, es importante fomentar

    aquellos que por su lgica deliberativa no reproduzcan simplemente el fun-

    cionamiento de los procedimientos electorales, sino que abran espacios hori-

    zontales para la identicacin de los problemas, la discusin de polticas y la

    77 dem, pg. 121.78 dem, pg. 122.79 Daniel Zovatto, Las instituciones de la democracia directa a nivel nacional en Amrica Latina.

    Balance comparado: 1978-2007, op. cit., pg. 262.80 Gabriela Ipplito, Bajo la sombra de Atenas. Avances y Retrocesos de la Democracia Directa

    en Amrica Latina, Conferencia Internacional Democracia Directa en Amrica Latina, ResearchCentre on Direct Democracy UNSAM IDEA, 14-15 de marzo de 2007, Buenos Aires, pp. 1-10,disponible en http://www.dd-la.ch/download/Ippolito.pdf, pg. 2.

  • 7/24/2019 Democracias representativas en crisis. Democracia participativa y mecanismos de participacin ciudadana como o

    19/24

    101Democracias representativas en crisis. Democracia participativay mecanismos de participacin ciudadana como opcin

    Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofa, Poltica y Humanidades, ao 17, n 33. Primer semestre de 2015.

    Pp. 83-106. ISSN 1575-6823 e-ISSN 2340-2199 doi: 10.12795/araucaria.2015.i33.04

    construccin de consensos. La implementacin y extensin de estos mbitos,

    de los que existen experiencias interesantes a nivel local, permitiran volver ainteresar a los ciudadanos en el proceso de la toma de decisiones pblicas, recu-

    perando en algn sentido el ideal de la ekklesao asamblea clsica81.

    Efectivamente, en este escenario crtico los mecanismos de participacinciudadana fueron incorporados como otras formas institucionales para laexpresin de la poblacin, de modo que pudieran convertirse en instanciasalternativas, pero fundamentalmente tambin en complementarias, de las vasde representacin electorales y partidarias. El reforzamiento y ampliacin de la

    democracia, era el objetivo prioritariamente buscado.

    8. Recapitulando

    En medio del referido clima general de descontento popular respectodel desempeo de las instituciones de gobierno, los parlamentos se percibancomo lugares donde reina la politiquera y la verbosidad, con lobbistas

    operando detrs de la escena y con un funcionamiento permanentementeineciente y lento82.Por su parte, los partidos polticos simbolizaban grupos corporativos

    que deenden sus propios intereses83. Numerosos pases se sumergan de estemodo en una profunda crisis de representacin poltica, evidente desde nes delos aos 80.

    Especcamente en Latinoamrica, los partidos polticos enfrentaban unasituacin paradojal segn la cual, si bien por un lado asistan a un procesode consolidacin democrtica, por el otro enfrentaban una grave crisis de lasmodalidades de articulacin y de representacin de los intereses ciudadanos84.Un sndrome de consolidacin democrtica con creciente inestabilidad (eilegitimidad) de la poltica85. Su impacto sobre los mecanismos de formaciny expresin de las demandas sociales alejara a los ciudadanos de la actividadpartidaria y debilitara el sustento de la legitimidad del sistema.

    En tal contexto, los mecanismos de participacin ciudadana fueronconcebidos por juristas, tericos y polticos, como herramientas semidirectastiles para ser incorporadas en las democracias representativas, llamadas por

    81 Juan Manuel AbalMedina,La muerte y la resurreccin, op. cit. pg. 122.82 Carlos Nino,La constitucin de la Democracia Deliberativa, op. cit., pg. 237.83 dem, pg. 238.84 Marcelo Cavarozzi y Esperanza Casullo Los partidos polticos en Amrica Latina hoy:

    Consolidacin o crisis?, en M. Cavarozzi y J. M. Abal Medina (comps.)El asedio a la poltica. Lospartidos latinoamericanos en la era neoliberal; Rosario: Homo Sapiens, 2002, pg. 9.

    85 dem, pg. 15.

  • 7/24/2019 Democracias representativas en crisis. Democracia participativa y mecanismos de participacin ciudadana como o

    20/24

    102 Mara Laura Eberhardt

    Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofa, Poltica y Humanidades, ao 17, n 33. Primer semestre de 2015.

    Pp. 83-106. ISSN 1575-6823 e-ISSN 2340-2199 doi: 10.12795/araucaria.2015.i33.04

    esto impuras86, para permitir a los ciudadanos participar en la elaboracin

    y adopcin de decisiones pblicas a partir de la combinacin de elementospropios de la democracia directa e indirecta.Dicho carcter impuro calicara a la forma que podran asumir ciertas

    democracias representativas contemporneas en razn de agregar a su marcoinstitucional indirecto diferentes mecanismos novedosos que habilitasenuna participacin ciudadana ms directa: Las instituciones de democraciasemidirecta, que se han divulgado notablemente en las ltimas dcadas,responden a requerimientos de mayor participacin ciudadana en la conduccinde los negocios pblicos, que no encuentran satisfaccin plena en el meroejercicio del sufragio87.

    El objeto de estos mecanismos semidirectos era el de colaborar con eldifcil desafo de acotar la peligrosamente creciente brecha abierta entrerepresentantes y representados, permitiendo acercar la toma de decisiones alos ciudadanos88.

    Su condicin semidirecta consista en que, por un lado, estas herramientasinvolucran de manera directa a la sociedad civil en los asuntos del Estado,abriendo un camino de participacin para el conjunto de la ciudadana89. As, su

    implementacin ofrece no slo la posibilidad de que los individuos se involucrende manera directa en asuntos de inters general, sino que adems acerca a losrepresentantes con sus representados, reduciendo la distancia que los separa90.

    Pero, por otro lado, subsistan dentro de, y su funcionamiento se encontrabaatravesado por, las instituciones y formas representativas de la democraciaindirecta, cuyos pilares eran los partidos polticos y los gobernantes electos.Instituciones que, si bien se encontraban en crisis de credibilidad, seguan siendocentrales en los vastos y complejos Estados democrticos contemporneos.

    Respecto del rol de estos mecanismos semidirectos dentro de las democraciascontemporneas se enfrentaran pronto dos percepciones. Una segn la cualexista una contraposicin peligrosa entre la democracia representativa yla directa, con el subsiguiente riesgo de un posible uso demaggico de estasinstituciones. Y la otra, para la cual tal supuesta contradiccin era cosa delpasado, ya que, como la experiencia comparada lo demostrara, las institucionesde democracia directa, ms que una alternativaper se, deban ser vistas comoun complemento de la democracia representativa91.

    86 Mario JustoLpez,Manual de derecho poltico, Buenos Aires: Depalma, pgs. 468469.87 Alberto Manuel Garca Lema, La reforma por dentro. La difcil construccin del consenso

    constitucional, op. cit., pg. 257.88 Julieta Taboada, Democracia Semidirecta en Amrica Latina, Observatorio Electoral

    Latinoamericano, (2005), pg. 3; [http://www.observatorioelectoral.org/informes/documentos/data/2006-04-05-juli-taboada.pdf], [consulta: 1 abril 2013].

    89 dem, pg. 4.90 dem, pg. 4.91 Daniel Zovatto, Las instituciones de la democracia directa a nivel nacional en Amrica Latina.

  • 7/24/2019 Democracias representativas en crisis. Democracia participativa y mecanismos de participacin ciudadana como o

    21/24

    103Democracias representativas en crisis. Democracia participativay mecanismos de participacin ciudadana como opcin

    Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofa, Poltica y Humanidades, ao 17, n 33. Primer semestre de 2015.

    Pp. 83-106. ISSN 1575-6823 e-ISSN 2340-2199 doi: 10.12795/araucaria.2015.i33.04

    Garca Lema, en lnea con Bobbio, concordara con la segunda postura,

    segn la cual democracia representativa y democracia directa no son dosmodelos o regmenes alternativos, sino que se trata de situaciones que puedenintegrarse recprocamente92.

    Una tercera postura podra reconocer en cambio la convivencia de ambasinstituciones en los regmenes representativos impuros, cuya vinculacin,como alternativas o complementarias, dependera de la coyuntura, la voluntadpoltica y el comportamiento ciudadano, pudiendo oscilar en sus grados derepresentacin y participacin segn cmo se modicaran sus entornos.

    En trminos empricos, no fueron pocos los ensayos de estas experienciassemidirectas en el mundo occidental, ni breve la trayectoria que recorrieron hasta elmomento. Por ejemplo, debido en parte a la inuencia de los populistas a nes delas dcadas de 1880 y 1890, varios estados y ciudades de Estados Unidos adoptaronprocedimientos de iniciativa popular, referndum y revocatoria de mandatos93.

    El auge en la incorporacin de estos mecanismos se consolid con suextensin y arribo a otras numerosas naciones y localidades del mundo. Dehecho, las constituciones de muchos pases occidentales, como las de Suiza,Francia, Italia, Espaa, Canad, Australia, Uruguay, Brasil y Chile, establecen

    diferentes posibilidades de participacin popular directa94.En la Argentina, los cambios institucionales procuraron redisear

    el proceso democrtico y modicar la relacin entre los ciudadanos y susrepresentantes95. No obstante, la cantidad y frecuencia de ocasiones en que losdiferentes mecanismos participativos fueron utilizados hasta el momento en elnivel nacional han sido sumamente escasas. Lo mismo puede decirse a nivellocal de su capital, la Ciudad de Buenos Aires.

    Lo anterior fue demostrado en el hecho de que, habiendo transcurrido varios

    aos desde la incorporacin de algunos instrumentos de democracia semidirectaen la Constitucin Nacional (en 1994), y luego tambin reglamentados, laincidencia de estos nuevos institutos en el escenario pblico ha sido casi nula96.A nivel nacional, se implementaron slo unas pocas experiencias de iniciativaspopulares, de las cuales una sola concluy con la sancin de la respectiva ley. Encambio, no se ha puesto en marcha ninguna consulta97.

    Balance comparado: 1978-2007, en A. Lissidini, Y. Welp y D. Zovatto, Democracia Directa enLatinoamrica, Buenos Aires: Prometeo, 2008, pg. 255.

    92 Alberto Manuel Garca

    Lema, La reforma por dentro. La difcil construccin del consensoconstitucional, op. cit., pg. 257-258.

    93 Carlos Nino,La constitucin de la Democracia Deliberativa, op. cit., pgs. 205-206.94 dem, pg. 206.95 dem, pg. 206.96 Daniel A. Sabsay, La participacin ciudadana en la toma de decisiones en el Derecho Pblico

    Argentino; Conferencia Internacional Democracia Directa en Amrica Latina; Organizada porResearch Centre on Direct Democracy UNSAM IDEA; Buenos Aires; (14 y 15 de marzo de 2007),pgs. 5-6; [http://www.dd-la.ch/download/Sabsay_Daniel.pdf], [consulta: 17 abril 2013].

    97 dem, pg. 5-6.

  • 7/24/2019 Democracias representativas en crisis. Democracia participativa y mecanismos de participacin ciudadana como o

    22/24

    104 Mara Laura Eberhardt

    Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofa, Poltica y Humanidades, ao 17, n 33. Primer semestre de 2015.

    Pp. 83-106. ISSN 1575-6823 e-ISSN 2340-2199 doi: 10.12795/araucaria.2015.i33.04

    En efecto, los mecanismos participativos pueden ser aptos en su concepcin

    para el cumplimiento de sus nes ms elevados, pero su desempeo estsujeto a los lmites reales que se presentan al momento de ser implementados.Ciertamente, las intenciones polticas de quienes promueven la aprobacin delos mecanismos nada nos dice respecto a los usos y efectos de los mismos98.

    Por un lado el empleo de estos institutos semidirectos podra contribuira transformar la democracia () democratizando la agenda poltica ypromoviendo la participacin ciudadana99. Adems los ciudadanos puedenutilizar estas herramientas para intentar impugnar medidas impopularestomadas por gobiernos democrticos (), o tratar de revocar a las autoridadeselectas100.

    Pero, por otro lado, pueden tambin fomentar un aumento del poder yde la discrecionalidad del Ejecutivo, en detrimento de otros mecanismos deintermediacin y representacin y, en ese sentido, promover una democraciade tipo delegativo101.

    Conocer por ello, y valorar el modo en que estos mecanismos han sidodiseados y aplicados concretamente en diversos mbitos, as como susdesempeos y evolucin en diferentes contextos econmicos y polticos, se

    vuelve por tanto un desafo oportuno y relevante a corto plazo, para comprendersus potencialidades, pero tambin sus lmites, como estrategias de contestacina la crisis representativa.

    98 Alicia Lissidini, Democracia Directa en Latinoamrica: entre la Delegacin y la Participacin,en S. Pachano (comp.), Temas actuales y tendencias en la ciencia poltica,Quito: FLACSO Ecuador,2008, pg. 130.

    99 dem, pg. 130.100 dem, pg. 128.101 dem, pg. 130.

  • 7/24/2019 Democracias representativas en crisis. Democracia participativa y mecanismos de participacin ciudadana como o

    23/24

    105Democracias representativas en crisis. Democracia participativay mecanismos de participacin ciudadana como opcin

    Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofa, Poltica y Humanidades, ao 17, n 33. Primer semestre de 2015.

    Pp. 83-106. ISSN 1575-6823 e-ISSN 2340-2199 doi: 10.12795/araucaria.2015.i33.04

    Referencias bibliogrcas:

    Abal Medina, J. M. (2004):La muerte y la resurreccin de la representacinpoltica; Buenos Aires: Fondo de Cultura Econmica.

    Abal Medina, J. M. (2010):Manual de ciencia poltica, Buenos Aires: Eudeba.Brugu, Q; Font, J; Gom, R. (2003): Participacin y democracia. Asociaciones

    y poder local, en Funes, M. y Adell; R. Movimientos sociales: cambiossocial y participacin, UNED, Madrid.

    Cavarozzi, M. y Casullo, E. (2002): Los partidos polticos en Amrica Latinahoy: Consolidacin o crisis?, en Cavarozzi, M. y Abal Medina, J. M.(comps.)El asedio a la poltica. Los partidos latinoamericanos en la eraneoliberal; Rosario: Homo Sapiens, pp. 9-30.

    Constant, B. (1989): De la libertad de los antiguos comparada con la de losmodernos, Conferencia pronunciada en el Ateneo de Pars, Febrero de1819; Centro de Estudios Constitucionales Universidad de Valladolid.

    Fucito, F. (1990): Sociologa del Derecho. El orden jurdico y sus condicionantes

    sociales, Buenos Aires: Editorial Universidad.Garca Delgado, D. (1998): Crisis de representacin, nueva ciudadana y

    fragmentacin en la democracia argentina, en Gaveglio, S. y Manero,E. (comps); Desarrollos de la teora poltica contempornea; Rosario:Homo Sapiens; pp. 117-144.

    Garca Lema, A. M. (1994):La reforma por dentro. La difcil construccin delconsenso constitucional, Buenos Aires: Planeta.

    Garretn, M. A. (2001a): Cambios sociales, actores y accin colectiva, CEPAL.

    Justo Lpez, M. (1963): La crisis de los partidos polticos. Estructura yvigencia en la Argentina, Buenos Aires: Cooperadora de Derecho yCiencias Sociales, pp. 72.

    Ipplito, G. (2007): Bajo la sombra de Atenas. Avances y Retrocesos de laDemocracia Directa en Amrica Latina, Conferencia InternacionalDemocracia Directa en Amrica Latina, Research Centre on DirectDemocracy UNSAM IDEA, 14-15 de marzo, Buenos Aires, pp. 1-10,disponible en http://www.dd-la.ch/download/Ippolito.pdf.

    Lissidini, A. (2008): Democracia Directa en Latinoamrica: entre la Delegaciny la Participacin, en Pachano, S. (comp.) Temas actuales y tendencias enla ciencia poltica,Quito: FLACSO Ecuador.

    Mann, B. (1997): The Principles of Representative Government; Cambridge:Cambridge University Press; ISBN 0521-45258.

    Nino, C. (1997):La constitucin de la Democracia Deliberativa, Barcelona:Gedisa.

  • 7/24/2019 Democracias representativas en crisis. Democracia participativa y mecanismos de participacin ciudadana como o

    24/24

    106 Mara Laura Eberhardt

    Piedra Buena, C. A. (2007): Crisis de partidos polticos en la Argentina:aproximacin a un diagnstico de su situacin actual, en Ancarola, G. etal Calidad institucional o decadencia republicana, Buenos Aires: Lajouane,pp. 179-204.

    Roberts, K. (2002): El sistema de partidos y la transformacin de larepresentacin poltica en la era neoliberal latinoamericana, en Cavarozzi,M. y Abal Medina, J. M. (comps.) El asedio a la poltica. Los partidoslatinoamericanos en la era neoliberal; Rosario: Homo Sapiens; pp. 55-76.

    Rousseau; J. J. (1998): Del Contrato social, en Rousseau, J. J.Del Contratosocial; Madrid: Alianza Editorial.

    Sabsay, D. A. (2007): La participacin ciudadana en la toma de decisionesen el Derecho Pblico Argentino; Conferencia Internacional DemocraciaDirecta en Amrica Latina; Organizada por Research Centre on DirectDemocracy UNSAM IDEA; Buenos Aires; 14 y 15 de marzo, pp. 18;disponible en http://www.dd-la.ch/download/Sabsay_Daniel.pdf.

    Sartori, G. (1998): Homo videns. La sociedad teledirigida; Madrid: Taurus;ISBN 84-306-0273-9.

    Serrafero, M. (2007): Calidad institucional: cuestiones y desafos, enAncarola, G. et al Calidad institucional o decadencia republicana, BuenosAires: Lajouane, pp. 13-45.

    Taboada, J. (2005): Democracia Semidirecta en Amrica Latina; enObservatorio Electoral Latinoamericano; pp. 7; disponible en http://www.observatorioelectoral.org/informes/documentos/data/2006-04-05-juli-taboada.pdf.

    Tocqueville, A. (de) (1980): La Democracia en Amrica; Madrid: Alianza

    Editorial.Zovatto, D. (2008): Las instituciones de la democracia directa a nivel nacionalen Amrica Latina. Balance comparado: 1978-2007, en Lissidini, A;Welp, Y. y Zovatto, D. (2008): Democracia Directa en Latinoamrica,Buenos Aires: Prometeo.