DEMOCRACIA POPULAR REVOLUCIONARIA · Carlos Marx.1871 Democracia socialista, Populismo y libertad...

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DEMOCRACIA POPULAR REVOLUCIONARIA DEMOCRACIA POPULAR REVOLUCIONARIA Cultura socialista y problemas teóricos de la revolución social -Círculos de lectura - 33 Páginas La diferencia fundamental entre los dirigentes burgueses y los revolucionarios es que: a unos cometer un error les cuesta el sueldo, y a los otros; habitualmente la propia vida. Por eso los lideres populares son siempre, necesariamente, destacados intelectuales revolucionarios. A los pueblos les cuesta su sangre valiente y joven; y casi invariablemente la guerra, construir sus liderazgos políticos. “El revolucionarismo vulgar no entiende que la palabra es también un acto” V. I. Lenin La contracultura como acción política 1) “Autotitulados marxistas“ : La cultura intelectual revolucionaria - cita de Rosa Luxemburg. 1903 2) La cultura política como vinculo entre la filosofía y el sentido común - cita de Antonio Gramsci. De como y porqué pensar el socialismo en el siglo XXI 3) El socialismo y aquel asunto de las Condiciones materiales - cita de Carlos Marx 4) Holloway y la "disolución del Estado"- cita de Enrique Dussel. 2001 5) Reseña del primer tomo de El Capital de Carlos Marx - cita de F. Engels. 1868 6) Salario, precio y ganancia - cita de Carlos Marx y Federico Engels. 1864 7) Manifiesto inaugural de la Asociación Internacional de los Trabajadores- cita de Carlos Marx. 1864 8) La verdad, la justicia y la moral como base de las relaciones humanas - cita de Carlos Marx.1871 Democracia socialista, Populismo y libertad 9) Marx y el sufragio universal - cita de C. Marx y F. Engels. 1847 10) De como Lenin reinterpreta a Marx - cita de V. I. Lenin. 1919 11) La comuna como base de la "Republica Social "- cita de C. Marx. 1871 12) La cascara capitalista - cita de Carlos Marx. 1872 13) La verdad concreta - cita de Lenin. 1905 14) Algunas tareas de la revolución democrática - cita de V. I. Lenin. 1902 15) La carta a Weydemeyer y la dictadura del proletariado - cita de V. I. Lenin. 1919 16) La dictadura del proletariado es la viva imagen de la comuna de París - cita de F. Engels. 1891 17) Acerca de la autoridad - cita de F. Engels. 1872 18) Apuntes a El estado y la Anarquía de Mijail Bakunin - cita de C. Marx. 1874 19) El socialismo y la democracia política - cita de Rosa Luxemburgo. 1920 20) Populismos latinoamericanos de entre guerras. El imperio yankee - cita de Enrique Dussel. 2007 21) Las comunas revolucionarias y la "Dictadura democrática" - cita de V. I. Lenin. 1905 22) La democracia socialista - cita de Fidel Castro. 1994 Doble poder, contrapoder, antipoder. El poder es pudiendo 23) La dualidad de poderes - cita de V. I. Lenin. 1917 24) La suerte de la democracia está atada a la lucha del movimiento obrero - cita de Rosa Luxemburg. 1898 25) Alianza financiero-industrial militarizada o democracia socialista - cita de Iñaki Gil de San Vicente. 2012 26) Las clases dominantes latinoamericanas socias menores del crimen organizado - cita de PCB. 2011

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DEMOCRACIA POPULAR REVOLUCIONARIADEMOCRACIA POPULAR REVOLUCIONARIACultura socialista y problemas teóricos de la revolución social

-Círculos de lectura - 33 Páginas

La diferencia fundamental entre los dirigentes burgueses y los revolucionarios es que: a unos cometer un error les cuesta el sueldo, y a los otros; habitualmente la propia vida. Por eso los lideres populares son siempre, necesariamente, destacados intelectuales revolucionarios. A los pueblos les cuesta su sangre valiente y joven; y casi invariablemente la guerra, construir sus liderazgos políticos.

“El revolucionarismo vulgar no entiende que la palabra es también un acto”

V. I. Lenin

La contracultura como acción política

• 1) “Autotitulados marxistas“ : La cultura intelectual revolucionaria - cita de Rosa Luxemburg. 1903 • 2) La cultura política como vinculo entre la filosofía y el sentido común - cita de Antonio Gramsci.

De como y porqué pensar el socialismo en el siglo XXI

• 3) El socialismo y aquel asunto de las Condiciones materiales - cita de Carlos Marx• 4) Holloway y la "disolución del Estado"- cita de Enrique Dussel. 2001

• 5) Reseña del primer tomo de El Capital de Carlos Marx - cita de F. Engels. 1868• 6) Salario, precio y ganancia - cita de Carlos Marx y Federico Engels. 1864

• 7) Manifiesto inaugural de la Asociación Internacional de los Trabajadores- cita de Carlos Marx. 1864• 8) La verdad, la justicia y la moral como base de las relaciones humanas - cita de Carlos Marx.1871

Democracia socialista, Populismo y libertad

• 9) Marx y el sufragio universal - cita de C. Marx y F. Engels. 1847• 10) De como Lenin reinterpreta a Marx - cita de V. I. Lenin. 1919• 11) La comuna como base de la "Republica Social "- cita de C. Marx. 1871• 12) La cascara capitalista - cita de Carlos Marx. 1872• 13) La verdad concreta - cita de Lenin. 1905• 14) Algunas tareas de la revolución democrática - cita de V. I. Lenin. 1902• 15) La carta a Weydemeyer y la dictadura del proletariado - cita de V. I. Lenin. 1919• 16) La dictadura del proletariado es la viva imagen de la comuna de París - cita de F. Engels. 1891

• 17) Acerca de la autoridad - cita de F. Engels. 1872

• 18) Apuntes a El estado y la Anarquía de Mijail Bakunin - cita de C. Marx. 1874• 19) El socialismo y la democracia política - cita de Rosa Luxemburgo. 1920• 20) Populismos latinoamericanos de entre guerras. El imperio yankee - cita de Enrique Dussel. 2007• 21) Las comunas revolucionarias y la "Dictadura democrática" - cita de V. I. Lenin. 1905• 22) La democracia socialista - cita de Fidel Castro. 1994

Doble poder, contrapoder, antipoder. El poder es pudiendo

• 23) La dualidad de poderes - cita de V. I. Lenin. 1917

• 24) La suerte de la democracia está atada a la lucha del movimiento obrero - cita de Rosa Luxemburg. 1898• 25) Alianza financiero-industrial militarizada o democracia socialista - cita de Iñaki Gil de San Vicente. 2012

• 26) Las clases dominantes latinoamericanas socias menores del crimen organizado - cita de PCB. 2011

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La contracultura como acción política

“El socialismo no es, precisamente, un problema de cuchillo y tenedor, sino un movimiento cultural, una grande y poderosa concepción del mundo”

Correspondencia privada

Rosa Luxemburg a Franz Mehring. 1916

“... Es innegable que Marx ha ejercido una influencia un tanto restrictiva sobre el libre desarrollo teórico de muchos de sus discípulos. ¡Tanto Marx como Engels se vieron obligados a negar toda responsabilidad por las perogrulladas de muchos autotitulados marxistas! Los escrupulosos esfuerzos dirigidos a mantenerse “dentro de los límites del marxismo” han resultado tan desastrosos para la integridad del proceso intelectual como el otro extremo, que repudia totalmente el enfoque marxista y manifiesta la “independencia de pensamiento a toda costa”.[...]

En toda sociedad de clases, la cultura intelectual (arte y ciencia) es una creación de la clase dominante; y el objetivo de esta cultura es en parte asegurar la satisfacción directa de las necesidades del proceso social, y en parte satisfacer las necesidades intelectuales de la clase gobernante.En la historia de luchas de clase anteriores, la clase aspirante al poder (como el Tercer Estado en tiempos recientes) podía anticipar su dominio político instaurando un dominio intelectual, en la medida en que, siendo una clase dominada, podía instaurar una nueva ciencia y un nuevo arte contra la cultura obsoleta del periodo decadente.El proletariado se halla en situación muy distinta. En tanto que clase no poseedora, no puede crear espontáneamente en el curso de su lucha una cultura intelectual propia, a la vez que permanece en el marco de la sociedad burguesa. Dentro de dicha sociedad, mientras existan sus bases económicas, no puede haber otra cultura que la cultura burguesa.[...]

A pesar de que los obreros crean con sus manos el sustrato social de esta cultura, sólo tienen acceso a la misma en la medida en que dicho acceso sirve a la realización satisfactoria de sus funciones en el proceso económico y social de la sociedad capitalista. La clase obrera no estará en condiciones de crear una ciencia y un arte propios hasta que se haya emancipado de su situación actual como clase.Lo más que puede hacer hoy es salvar a la cultura burguesa del vandalismo de la reacción burguesa y crear las condiciones sociales que son requisitos para un desarrollo libre de la cultura. Incluso dentro de estos límites, los obreros, dentro de la sociedad actual, pueden avanzar sólo en la medida en que creen las armas intelectuales que necesitan en la lucha por su liberación.Pero esta reserva le impone a la clase obrera (mejor dicho, a los dirigentes intelectuales de la clase obrera) márgenes muy estrechos en el campo de la actividad intelectual. Toda su energía creadora está relegada a una rama específica de la ciencia, la ciencia social.[...]

Pero la creación de Marx, que como hazaña científica es una totalidad gigantesca, trasciende las meras exigencias de la lucha del proletariado para cuyos fines fue creada. Tanto en su análisis detallado y exhaustivo de la economía capitalista, como en su método de investigación histórica con su infinito campo de aplicación, Marx nos ha dejado mucho más de lo que resulta directamente esencial para la realización práctica de la lucha de clases. Sólo en la proporción en que nuestro movimiento avanza y exige la solución de nuevos problemas prácticos nos internamos en el tesoro del pensamiento de Marx para extraer y utilizar nuevos fragmentos de su doctrina. Pero como nuestro movimiento, como todas las empresas de la vida real, tiende a seguir las viejas rutinas del pensamiento, y aferrarse a principios que han dejado de ser válidos, la utilización teórica del sistema marxista avanza muy lentamente.Si, pues, detectamos un estancamiento en nuestro movimiento en lo que hace a todas estas cuestiones teóricas, ello no se debe a que la teoría marxista sobre la cual descansan sea incapaz de desarrollarse o esté perimida. Por el contrario, se debe a que aún no hemos aprendido a utilizar correctamente las armas intelectuales más importantes que extrajimos del arsenal marxista en virtud de nuestras necesidades apremiantes en las primeras etapas de nuestra lucha. No es cierto que, en lo que hace a nuestra lucha práctica, Marx esté perimido o lo hayamos superado. Por el contrario, Marx, en su creación científica, nos ha sacado distancia como partido de luchadores. No es cierto que Marx ya no satisface nuestras necesidades. Por el contrario, nuestras necesidades todavía no se adecuan a la utilización de las ideas de Marx.Así, las condiciones sociales de la existencia proletaria en la sociedad contemporánea, condiciones desentrañadas por primera vez por Marx, se desquitan con la suerte que le imponen a la propia teoría marxista. Aunque esa teoría es un instrumento sin igual para la cultura intelectual no se la utiliza porque, imposible de aplicar a la cultura burguesa, trasciende enormemente las necesidades de la clase obrera en materia de armas para la lucha diaria. Recién cuando la clase obrera se haya liberado de sus condiciones actuales de existencia, el método de investigación marxista será socializado junto con todos los demás medios de producción para utilizarlo en beneficio de la humanidad en su conjunto y para poder desarrollarlo en toda su capacidad funcional.

Estancamiento y progreso del Marxismo

Rosa Luxemburg.1903

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2)“...Crear una nueva cultura no significa sólo hacer individualmente descubrimientos “originales” sino que significa también y especialmente difundir críticamente verdades ya descubiertas, “socializarlas” por así decir y, por consiguiente, convertirlas en base de acciones vitales, en elemento de coordinación y de orden intelectual y moral. Llevar a una masa de hombres a pensar coherentemente y de modo unitario el presente real y efectivo es un hecho “filosófico” mucho más importante y “original” que el descubrimiento por parte de un “genio” filosófico de una nueva verdad que se convierte en patrimonio exclusivo de pequeños grupos intelectuales [...]

La religión y el sentido común no pueden constituir un orden intelectual porque no se pueden reducir a unidad y coherencia ni siquiera en la conciencia individual -y no digamos en la conciencia colectiva. No se pueden reducir a unidad y coherencia “libremente”, porque “autoritativamente” sí pueden serlo, como ha ocurrido de hecho en el pasado, dentro de ciertos límites. El problema de la religión entendido no en el sentido confesional sino en el laico de unidad de fe, entre una concepción del mundo y una norma de conducta conforme. Pero, ¿por qué llamar a esta unidad de fe “religión”. y no “ideología” o francamente “política”? [...]

¿un movimiento filosófico sólo lo es realmente cuando se dedica a desarrollar una cultura especializada para grupos restringidos de intelectuales o, al contrario, cuando en la labor de elaboración de un pensamiento superior al sentido común y científicamente coherente nunca olvida permanecer en contacto con las “gentes sencillas” antes al contrario, encuentra en este contacto la fuente de los problemas a estudiar y resolver?.Sólo con este contacto una filosofía se hace “histórica”, se depura de los elementos intelectualistas de carácter individual y se convierte en «vida». (quizá sea útil, “prácticamente”, diferenciar la filosofía, del sentido común, para indicar mejor el paso de un momento al otro; en la filosofía destacan especialmente los rasgos de elaboración individual del pensamiento; en el sentido común, en cambio, destacan los rasgos difusos y dispersos de un pensamiento genérico de una cierta época en un cierto ambiente popular. Pero toda filosofía tiende a convertirse en sentido común de un ambiente, aunque sea limitado (de todos los intelectuales). Se trata, por consiguiente, de elaborar una filosofía que teniendo ya una difusión o una difusividad porque está ligada a la vida práctica y está implícita en ésta, se convierta en un renovado sentido común, con la coherencia y el nervio de las filosofías individuales: esto no puede ocurrir si no se siente constantemente la exigencia del contacto cultural con las “gentes sencillas”.)Una filosofía de la praxis no puede dejar de presentarse inicialmente con una actitud polémica y crítica, como superación del modo de pensar precedente y del pensamiento concreto existente (o del mundo cultural existente). Es decir, debe presentarse ante todo como crítica del “sentido común” (después de haberse basado en el sentido común para demostrar que “todos” son filósofos y que no se trata de introducir ex novo una ciencia en la vida individual de «todos», sino de innovar y hacer “crítica” una actividad ya existente) y, por tanto, de la filosofía de los intelectuales, que ha dado lugar a la historia de la filosofía ya que, en el plano individual (y de hecho, se desarrolla esencialmente en la actividad de individuos aislados, particularmente dotados) se puede considerar como la “punta” del progreso del sentido común, por lo menos del sentido común de los estratos más cultos de la sociedad y, a través de éstos, también del sentido común popular. […] cabe decir, sin embargo, que ante la falta de una historia del sentido común (imposible de hacer por la carencia del material documental) ésta sigue siendo la fuente máxima de referencia -para criticarla, demostrar su valor real (si todavía lo tiene) o el significado que han tenido los diversos sistemas como eslabones superados de una cadena y fijar los nuevos problemas y el planteamiento actual de los antiguos.La relación entre filosofía “superior” y sentido común es asegurada por la “política”, del mismo modo que la política asegura la relación entre el catolicismo de los intelectuales y el de las “gentes sencillas”. Pero las diferencias entre ambos casos son fundamentales. Que la Iglesia tenga que enfrentarse con un problema de las “gentes sencillas” significa precisamente que ha habido una ruptura en la comunidad de los “fieles”,[o adherentes, simpatizantes, activistas, etc] ruptura que no puede soldarse elevando a las “gentes sencillas” al nivel de los intelectuales (la Iglesia no se plantea ni siquiera esta tarea, teórica y económicamente desproporcionada a sus fuerzas actuales) sino imponiendo a los intelectuales una disciplina de hierro para que no pasen de ciertos límites en la distinción y no la conviertan en catastrófica e irreparable. En el pasado, estas “rupturas” en la comunidad de los fieles se resolvían con fuertes movimientos de masas que determinaban (o eran reabsorbidos en) la formación de nuevas órdenes religiosas en torno a fuertes personalidades (Domingo, Francisco)

(*) Los movimientos heréticos de la Edad media, como reacción simultánea contra el politiquerismo de la Iglesia y contra la filosofía escolástica que fue su expresión, sobre la base de los conflictos sociales determinados por el nacimiento de los Municipios, fueron una ruptura entre la masa y los intelectuales en la Iglesia, ruptura “cicatrizada” por el nacimiento de movimientos populares religiosos reabsorbidos por la Iglesia con la formación de las órdenes mendicantes y con la creación de una nueva unidad religiosa.)

Pero la Contrarreforma esterilizó este hervor de fuerzas populares: la Compañía de Jesús [o “santa” inquisición] es la última gran orden religiosa, de origen reaccionario y autoritario, con carácter represivo y «diplomático», que señaló con su aparición el endurecimiento del organismo católico. Las nuevas órdenes surgidas con posterioridad tienen un escasísimo significado “religioso” y tienen, en cambio, un gran significado “disciplinario”, sobre la masa; son ramificaciones o tentáculos de la Compañía de Jesús o se han convertido en tales; son instrumentos de “resistencia” para conservar las posiciones políticas adquiridas, no fuerzas renovadoras de desarrollo. El catolicismo se ha convertido en “jesuitismo”. El modernismo no ha creado “órdenes religiosas” sino un partido político [...]

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(*) Recuérdese la anécdota (contada por Steed en sus Memorias), del cardenal que explica al protestante filocatólico que los milagros de san Genaro son artículos de fe para el pueblo napolitano pero no para los intelectuales, y que incluso en el Evangelio se encuentran “exageraciones”. A la pregunta “Pero ¿somos o no cristianos?” el cardenal responde: “Somos “prelados”, es decir, “políticos” de la Iglesia de Roma”)

La posición de la filosofía de la praxis es antitética a la católica: la filosofía de la praxis no tiende a mantener a las “gentes sencillas” en su primitiva filosofía del sentido común sino que quiere conducirlas a una concepción superior de la vida. Si afirma la exigencia del contacto entre los intelectuales y las gentes sencillas no es para limitar la actividad científica y para mantener una unidad por debajo, al nivel de las masas, sino precisamente para construir un bloque intelectual-moral que haga políticamente posible un progreso intelectual de masa y no sólo de limitados grupos intelectuales.El hombre-masa activo opera prácticamente, pero no tiene una clara conciencia teórica de su obrar que, sin embargo, es un conocer el mundo en cuanto que lo transforma. Su conciencia teórica puede, por el contrario, estar históricamente en contraste con su obrar. Casi se puede decir que tiene dos conciencias teóricas (o una conciencia contradictoria): una implícita en su obrar y que le une realmente a todos sus colaboradores en la transformación práctica de la realidad, y una superficialmente explícita o verbal, que ha heredado del pasado y ha acogido sin crítica. Sin embargo, esta concepción “verbal” no deja de tener consecuencias: vincula a un grupo social determinado, influye en la conducta moral, en la orientación de la voluntad, de modo más o menos enérgico, que puede llegar hasta un punto en que el carácter contradictorio de la conciencia no permita ninguna acción, ninguna decisión, ninguna elección y produzca un estado de pasividad moral y política. La comprensión crítica de uno mismo se obtiene, pues, a través de una lucha de “hegemonías” políticas, de direcciones contrastantes, primero en el campo de la ética, después en el de la política para llegar a una elaboración superior de la propia concepción de lo real. La conciencia de formar parte de una determinada fuerza hegemónica (es decir, la conciencia política) es la primera fase para una ulterior y progresiva autoconciencia, en la que la teoría y la práctica se unifican finalmente. Por tanto, la unidad de la teoría y la práctica tampoco es un dato de hecho mecánico sino un devenir histórico, que tiene su fase elemental y primitiva en el sentido de “distinción”, de “alejamiento”, de independencia, poco más que instintivo, y avanza hasta la posesión real y completa de una concepción del mundo coherente y unitaria. Por esto hay que poner de relieve que el desarrollo político del concepto de hegemonía representa un gran progreso filosófico además de ser un progreso político-práctico, porque conlleva y supone necesariamente una unidad intelectual y una ética conforme a una concepción de lo real que ha superado el sentido común y se ha hecho crítica, aunque sea dentro de límites todavía estrechos.Sin embargo, en el desarrollo más reciente de la filosofía de la praxis, la profundización del concepto de unidad de la teoría y de la práctica sólo se encuentra en una fase inicial: quedan todavía residuos de mecanicismo, puesto que se habla de la teoría como un “complemento”, como un “accesorio” de la práctica, de la teoría como una sierva de la práctica. Creo que también esta cuestión se debe plantear históricamente, es decir, como un aspecto de la cuestión política de los intelectuales. Autoconciencia crítica significa histórica y políticamente creación de una élite de intelectuales: una masa humana no se “distingue” y no se hace independiente “por sí misma” sin organizarse (en sentido lato), y no hay organización sin intelectuales, es decir sin organizadores y dirigentes, o sea, sin que el aspecto teórico en el nexo teoría-práctica se distinga concretamente en un estrato de personas “especializadas” en la elaboración conceptual y filosófica.Pero este proceso de creación de los intelectuales es largo, difícil, lleno de contradicciones, de avances y retiradas, de desbandadas y reagrupamientos en los que la “fidelidad” de la masa (y la fidelidad y la disciplina son inicialmente la forma que asume la adhesión de la masa y su colaboración al desarrollo de todo el fenómeno cultural) es puesta a veces a dura prueba. El proceso de desarrollo va ligado a una dialéctica intelectuales-masa; el estrato de los intelectuales se desarrolla cuantitativa y cualitativamente, pero todo salto hacia una nueva «amplitud» y una nueva complejidad del estrato de los intelectuales va ligado a un movimiento análogo de la masa de las gentes sencillas, las cuales se elevan hacia niveles superiores de cultura y amplían simultáneamente su área de influencia, con puntas individuales o incluso de grupos más o menos importantes, hacia el estrato de los intelectuales especializados. Pero en el proceso se repiten continuamente momentos en que entre la masa y los intelectuales (o algunos de éstos, o algunos grupos) se produce un distanciamiento, una pérdida de contacto; de aquí viene la impresión de “accesorio”, de complementario, de subordinado.”

Introducción a la filosofía de la praxis Antonio Gramsci

De como y porqué pensar el socialismo en el siglo XXI

“no se puede arrojar contra los obreros insulto más grosero, ni calumnia más indigna que la frase:“las polémicas teóricas son sólo para los académicos”

Rosa Luxemburg

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3)

“...Ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella y jamás aparecen nuevas y más altas relaciones de producción antes de que las condiciones materiales para su existencia, hayan madurado en el seno de la propia sociedad antigua. Por eso, la humanidad se propone siempre únicamente los objetivos que puede alcanzar, pues, bien miradas las cosas, vemos siempre que estos objetivos sólo nacen cuando ya se dan o, por lo menos, se están gestando, las condiciones materiales para su realización...".

Prólogo a la Crítica de la Economía Política

Carlos Marx

4)

“...El pretender realizar en la historia un postulado abre la brecha de todo un marxismo libertario (que no es de liberación) que se quita el piso bajo sus pies y queda imposibilitado de toda acción político-estratégica factible.Así como Marx procede en la economía, de la misma manera deberemos proceder en política en el nivel de la factibilidad macro-institucional. La “disolución del Estado” debe ser definido como un postulado político. El intentarlo empíricamente lleva a la “falacia anti-institucional” y a la imposibilidad de una política crítico transformativa. Decir que hay que transformar el mundo sin ejercer el poder de las instituciones, incluyendo el Estado (que hay que transformar radicalmente digo yo, pero no eliminar) es la “falacia” en la que caen Negri y Holloway.”

Dialogo con John Holloway

Enrique Dussel

5)

Reseña del primer tomo de El Capital de Carlos Marx para elDemokratisches Wochenblatt

F. Engels (1868)(articulo completo)

El presente artículo es una de las reseñas de Engels del I tomo de El Capital publicada en la prensa obrera y democrática con el fin de divulgar las tesis esenciales del libro. Además de los artículos para obreros, Engels escribió varias reseñas anónimas para la prensa burguesa, a fin de destruir la «conspiración del silencio» con el que la ciencia económica oficial y la prensa burguesa acogieron el genial trabajo de Marx. En dichas reseñas, Engels critica el libro, como si dijéramos, «desde un punto de vista burgués», para obligar con ayuda de este «recurso militar», según expresión de Marx, a los economistas burgueses a hablar del libro.Demokratisches Wochenblatt («Hebdomadario democrático») era un periódico obrero alemán que se publicó de enero de 1868 a septiembre de 1869 en Leipzig bajo la redacción de G. Liebknecht. El periódico desempeñó un papel considerable en la creación del Partido Socialdemócrata Obrero de Alemania. En el Congreso de Eisenach de 1869, fue proclamado órgano central del partido y pasó a denominarse Volksstaat. Colaboraban en él Marx y Engels.

El Capital de Marx

I

Desde que hay en el mundo capitalistas y obreros, no se ha publicado un solo libro que tenga para los obreros la importancia de éste. En él se estudia científicamente, por vez primera, la relación entre el capital y el trabajo, eje en torno del cual gira todo el sistema de la moderna sociedad, y se hace con una profundidad y un rigor sólo posibles en un alemán. Por más valiosas que son y serán siempre las obras de un Owen, de un Saint-Simon, de un Fourier, tenía que ser un alemán quien escalase la cumbre desde la que se domina, claro y nítido -como se domina desde la cima de las montañas el paisaje de las colinas situadas más abajo-, todo el campo de las modernas relaciones sociales.La Economía política al uso nos enseña que el trabajo es la fuente de toda la riqueza y la medida de todos los valores, de tal modo, que dos objetos cuya producción haya costado el mismo tiempo de trabajo encierran idéntico valor; y como, por término medio, sólo pueden cambiarse entre sí valores iguales, esos objetos deben poder ser cambiados el uno por el otro.Pero, al mismo tiempo, nos enseña que existe una especie de trabajo acumulado, al que esa Economía da el nombre de capital, y que este capital, gracias a los recursos auxiliares que encierra, eleva cien y mil veces la capacidad productiva del trabajo vivo, en gracia a lo cual exige una cierta remuneración, que se conoce con el nombre de beneficio o ganancia. Todos sabemos que lo que sucede en realidad es que, mientras las ganancias del trabajo muerto, acumulado, crecen en

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proporciones cada vez más asombrosas y los capitales de los capitalistas se hacen cada día más gigantescos, el salario del trabajo vivo se reduce cada vez más, y la masa de los obreros, que viven exclusivamente de un salario, se hace cada vez más numerosa y más pobre. ¿Cómo se resuelve esta contradicción? ¿Cómo es posible que el capitalista obtenga una ganancia, si al obrero se le retribuye el valor íntegro del trabajo que incorpora a su producto? Como el cambio supone siempre valores iguales, parece que tiene necesariamente que suceder así. Mas, por otra parte, ¿cómo pueden cambiarse valores iguales, y cómo puede retribuírsele al obrero el valor íntegro de su producto, si, como muchos economistas reconocen, este producto se distribuye entre él y el capitalista? Ante esta contradicción, la Economía al uso se queda perpleja y no sabe más que escribir o balbucir unas cuantas frases confusas, que no dicen nada. Tampoco los críticos socialistas de la Economía política, anteriores a nuestra época, pasaron de poner de manifiesto la contradicción; ninguno logró resolverla, hasta que Marx, por fin, analizó el proceso de formación de la ganancia, remontándose a su verdadera fuente y poniendo en claro, con ello, todo el problema.En su investigación del capital, Marx parte del hecho sencillo y notorio de que los capitalistas valorizan su capital por medio del cambio, comprando mercancías con su dinero para venderlas después por más de lo que les han costado. Por ejemplo, un capitalista compra algodón por valor de 1.000 táleros y lo revende por 1.100, «ganando», por tanto, 100 táleros. Este superávit de 100 táleros, que viene a incrementar el capital primitivo, es lo que Marx llama plusvalía. ¿De dónde nace esta plusvalía? Los economistas parten del supuesto de que sólo se cambian valores iguales, y esto, en el campo de la teoría abstracta, es exacto. Por tanto, la operación consistente en comprar algodón y en volverlo a vender, no puede engendrar una plusvalía, como no puede engendrarla el hecho de cambiar un tálero por treinta silbergroschen o el de volver a cambiar las monedas fraccionarias por el tálero de plata. Después de realizar esta operación, el poseedor del tálero no es más rico ni más pobre que antes. Mas la plusvalía no puede brotar tampoco del hecho de que los vendedores coloquen sus mercancías por más de lo que valen o de que los compradores las obtengan por debajo de su valor, porque los qué ahora son compradores son luego vendedores, y, por tanto, lo que ganan en un caso lo pierden en el otro.Ni puede provenir tampoco de que los compradores y vendedores se engañen los unos a los otros, pues eso no crearía ningún valor nuevo o plusvalía, sino que haría cambiar únicamente la distribución del capital existente entre los capitalistas. Y no obstante, a pesar de comprar y vender las mercancías por lo que valen, el capitalista saca de ellas más valor del que ha invertido. ¿Cómo se explica esto? Bajo el régimen social vigente, el capitalista encuentra en el mercado una mercancía que posee la peregrina cualidad de que, al consumirse, engendra nuevo valor, crea un nuevo valor: esta mercancía es la fuerza de trabajo.¿Cuál es el valor de la fuerza de trabajo? El valor de toda mercancía se mide por el trabajo necesario para producirla. La fuerza de trabajo existe bajo la forma del obrero vivo, quien para vivir y mantener además a su familia que garantice la persistencia de la fuerza de trabajo aun después de su muerte, necesita una determinada cantidad de medios de vida.El tiempo de trabajo necesario para producir estos medios de vida representa, por tanto, el valor de la fuerza dé trabajo. El capitalista se lo paga semanalmente al obrero y le compra con ello el uso de su trabajo durante una semana. Hasta aquí, esperamos que los señores economistas estarán, sobre poco más o menos, de acuerdo con nosotros, en lo que al valor de la fuerza de trabajo se refiere.El capitalista pone a su obrero a trabajar. El obrero le suministra al cabo de determinado tiempo la cantidad de trabajo representada por su salario semanal. Supongamos que el salario semanal de un obrero equivale a tres días de trabajo; si el obrero comienza a trabajar el lunes, el miércoles por la noche habrá reintegrado al capitalista el valor íntegro de su salario. Pero, ¿es que deja de trabajar una vez conseguido esto? Nada de eso. El capitalista le ha comprado el trabajo de una semana; por tanto, el obrero tiene que seguir trabajando los tres días que faltan para ésta. Este plustrabajo del obrero, después de cubrir el tiempo necesario para rembolsar al patrono su salario, es la fuente de la plusvalía, de la ganancia, del incremento progresivo del capital.Y no se diga que eso de que el obrero rescata en tres días, trabajando, el salario que percibe, y que durante los tres días restantes trabaja para el capitalista, es una suposición arbitraria. Por el momento, nos tiene absolutamente sin cuidado, y es cosa que depende de las circunstancias, el que para reponer el salario necesite realmente tres días, o dos, o cuatro; lo importante es que, además del trabajo pagado, el capitalista le saca al obrero trabajo que no le retribuye. Y esto no es ninguna suposición arbitraria, ya que el día en que el capitalista, a la larga, sólo sacase del obrero el trabajo que le remunera mediante el salario, cerraría la fábrica, pues toda su ganancia se iría a pique.He aquí la solución de todas aquellas contradicciones. El nacimiento de la plusvalía (de la que una parte importante constituye la ganancia del capitalista) es, ahora, completamente claro y natural.Al obrero se le paga, ciertamente, el valor de la fuerza de trabajo. Lo que ocurre es que este valor es bastante inferior al que el capitalista logra sacar de ella, y la diferencia, o sea el trabajo no retribuido, es lo que constituye precisamente la parte del capitalista, o mejor dicho, de la clase capitalista.Pues, hasta la ganancia que en nuestro ejemplo de más arriba obtenía el comerciante algodonero al vender el algodón, tiene que provenir necesariamente, si la mercancía no sube de precio, del trabajo no retribuido. El comerciante tiene que vender su mercancía a un fabricante de tejidos de algodón, quien puede sacar del artículo que fabrica, además de aquellos 100 táleros, un beneficio para sí, compartiendo, por tanto, con el comerciante el trabajo no retribuido que se embolsa. De este trabajo no retribuido viven en general todos los miembros ociosos de la sociedad. De él salen los impuestos que cobran el Estado y el municipio, en la parte que grava a la clase capitalista, la renta del suelo abonada a los terratenientes, etc. Sobre él descansa todo el orden social existente.Sería necio, sin embargo, creer que el trabajo no retribuido sólo ha surgido bajo las condiciones actuales, en que la producción corre a cargo de capitalistas de una parte y de obreros asalariados de otra parte. Nada más lejos de la verdad. La clase oprimida se ha visto forzada a rendir trabajo no retribuido en todas las épocas de la historia. Durante los largos siglos en que la esclavitud era la forma dominante de organización del trabajo, los esclavos veíanse obligados a trabajar mucho más de lo que se les pagaba en forma de medios de vida. Bajo la dominación de la servidumbre de la gleba y hasta la abolición de la prestación personal campesina, ocurría lo mismo; aquí, incluso adquiría forma tangible la

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diferencia entre el tiempo durante el cual el campesino trabajaba para su propio sustento y el plustrabajo que rendía para el señor feudal, precisamente porque éste lo ejecutaba en otro sitio que aquél. Hoy, la forma ha cambiado, pero el fondo sigue siendo el mismo, y mientras «una parte de la sociedad posea el monopolio de los medios de producción, el obrero, sea libre o no libre, no tendrá más remedio que añadir al tiempo durante el cual trabaja para su propio sustento un tiempo de trabajo adicional para producir los medios de vida destinados a los poseedores de los instrumentos de producción» (Marx, pág. 202)

II

Veíamos en nuestro artículo anterior que todo obrero enrolado por el capitalista ejecuta un doble trabajo: durante una parte del tiempo que trabaja, repone el salario que el capitalista le adelanta, y esta parte del trabajo es lo que Marx llama trabajo necesario. Pero luego, tiene que seguir trabajando y producir la plusvalía para el capitalista, una parte importante de la cual representa la ganancia. Esta parte de trabajo recibe el nombre de plustrabajo.Supongamos que el obrero trabaja durante tres días de la semana para reponer su salario y tres días para crearle plusvalía al capitalista. Expresado en otros términos, esto vale tanto como decir que, si la jornada es de doce horas, trabaja seis horas por su salario y otras seis para la producción de plusvalía. De una semana sólo pueden sacarse seis días o siete, a lo sumo, incluyendo el domingo; en cambio, a cada día se le pueden arrancar seis, ocho, diez, doce, quince horas, de trabajo, y aún más. El obrero vende al capitalista, por el jornal, una jornada de trabajo. Pero ¿qué es una jornada de trabajo? ¿Ocho horas, o dieciocho?Al capitalista le interesa que la jornada de trabajo sea lo más larga posible. Cuanto más larga sea, mayor plusvalía rendirá. Al obrero le dice su certero instinto que cada hora más que trabaja, después de reponer el salario, es una hora que se le sustrae ilegítimamente, y sufre en su propia pelleja las consecuencias del exceso de trabajo. El capitalista lucha por su ganancia, el obrero por su salud, por un par de horas de descanso al día, para poder hacer algo más que trabajar, comer y dormir, para poder actuar también en otros aspectos como hombre. Diremos de pasada que no depende de la buena voluntad de cada capitalista en particular luchar o no por sus intereses, pues la competencia obliga hasta a los más filantrópicos a seguir las huellas de los demás, haciendo a sus obreros trabajar el mismo tiempo que trabajan los otros.La lucha por conseguir que se fije la jornada de trabajo dura desde que aparecen en la escena de la historia los obreros libres hasta nuestros días. En distintas industrias rigen distintas jornadas tradicionales de trabajo, pero, en la práctica, son muy contados los casos en que se respeta la tradición.Sólo puede decirse que existe verdadera jornada normal de trabajo allí donde la ley fija esta jornada y se encarga de velar por su aplicación. Hasta hoy, puede afirmarse que esto sólo acontece en los distritos fabriles de Inglaterra. En las fábricas inglesas rige la Jornada de diez horas (o sea, diez horas y media durante cinco días y siete horas y media los sábados) para todas las mujeres y los chicos de trece a dieciocho años; y como los hombres no pueden trabajar sin la cooperación de aquellos elementos, de hecho también ellos disfrutan la jornada de diez horas. Los obreros fabriles de Inglaterra arrancaron esta ley a fuerza de años y años de perseverancia en la más tenaz y obstinada lucha contra los fabricantes, mediante la libertad de prensa y el derecho de reunión y asociación y explotando también hábilmente las disensiones en el seno de la propia clase gobernante. Esta ley se ha convertido en el paladión de los obreros ingleses, ha ido aplicándose poco a poco a todas las grandes ramas industriales, y el año pasado se hizo extensiva a casi todas las industrias, por lo menos a todas aquellas en que trabajan mujeres y niños. Acerca de la historia de esta reglamentación legal de la jornada de trabajo en Inglaterra, contiénense datos abundantísimos en la obra que estamos comentando. En el próximo Reichstag del norte de Alemania se deliberará también acerca de una ordenanza industrial, y, por tanto, se pondrá a debate la reglamentación del trabajo fabril. Esperamos que ninguno de los diputados elegidos por los obreros alemanes intervendrá en la discusión de esta ley sin antes familiarizarse bien con el libro de Marx. Aquí se podrá lograr mucho. Las disensiones que existen en el seno de las clases dominantes son más propicias para los obreros que lo han sido nunca en Inglaterra, porque el sufragio universal obliga a las clases dominantes a captarse las simpatías de los obreros.En estas condiciones, cuatro o cinco representantes del proletariado, si saben aprovecharse de su situación, y sobre todo si saben de qué se trata, cosa que no saben los burgueses, pueden constituir una fuerza. El libro de Marx pone en sus manos, perfectamente dispuestos, todos los datos necesarios.Pasaremos por alto una serie de excelentes investigaciones, de carácter más bien teórico, y nos detendremos tan sólo en el capítulo final de la obra, que trata de la acumulación del capital. En este capítulo se pone primero de manifiesto que el método capitalista de producción, es decir, el método de producción que presupone la existencia de capitalistas, por una parte, y de obreros asalariados, por otra, no sólo le reproduce al capitalista constantemente su capital, sino que reproduce, incesantemente, la pobreza del obrero, velando, por tanto, por que existan siempre, de un lado, capitalistas que concentran en sus manos la propiedad de todos los medios de vida, materias primas e instrumentos de producción, y, de otro lado,la gran masa de obreros obligados a vender a estos capitalistas su fuerza de trabajo por una cantidad de medios de vida que, en el mejor de los casos, sólo alcanza para sostenerlos en condiciones de trabajar y de criar una nueva generación de proletarios aptos para el trabajo. Pero el capital no se limita a reproducirse, sino que aumenta y crece incesantemente, con lo cual aumenta y crece también su poder sobre la clase de los obreros desposeídos de toda propiedad. Y, del mismo modo que el capital se reproduce a sí mismo en proporciones cada vez mayores, el moderno modo capitalista de producción reproduce igualmente, en proporciones que van siempre en aumento, en número creciente sin cesar la clase de los obreros desposeídos. «La acumulación del capital reproduce la relación del capital en una escala mayor: a más capitalistas o a mayores capitalistas en un polo, en el otro polo más obreros asalariados... La acumulación del capital significa, por tanto, el crecimiento del proletariado» (pág. 600)197. Pero, como los progresos de la maquinaria, el cultivo perfeccionado de la tierra, etc., hacen que cada vez se necesiten menos obreros para producir la misma cantidad de artículos, y como este perfeccionamiento, es decir, esta creación de obreros sobrantes, aumenta con mayor rapidez que el propio capital creciente, ¿qué se hace de este número, cada vez mayor, de obreros superfluos?

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Forman un ejército industrial de reserva, al que en las épocas malas o medianas se le paga menos de lo que vale su trabajo, que trabaja sólo de vez en cuando o se queda a merced de la beneficencia pública, pero que es indispensable para la clase capitalista en las épocas de gran actividad, como ocurre actualmente, a todas luces, en Inglaterra, y que en todo caso sirve para vencer la resistencia de los obreros ocupados normalmente y para mantener bajos sus salarios.«Cuanto mayor es la riqueza social... tanto mayor es la superpoblación relativa, es decir, el ejército industrial de reserva. Y cuanto mayor es este ejército de reserva, en relación con el ejército obrero activo (o sea, con los obreros ocupados normalmente), tanto mayor es la masa de superpoblación consolidada (permanente), es decir, las capas obreras cuya miseria está en razón inversa a sus tormentos de trabajo198. Finalmente, cuanto más extenso es en la clase obrera el sector de la pobreza y el ejército industrial de reserva, tanto mayor es también el pauperismo oficial. Tal es la ley absoluta, general, de la acumulación capitalista» (pág. 631)199.He ahí, puestas de manifiesto con todo rigor científico -los economistas oficiales se guardan mucho de intentar siquiera refutarlas- algunas de las leyes fundamentales del moderno sistema social capitalista. Pero, ¿queda dicho todo, con esto? No, ni mucho menos. Con la misma nitidez con que destaca los lados negativos de la producción capitalista, Marx pone de relieve que esta forma social era necesaria para desarrollar las fuerzas productivas sociales hasta un nivel que haga posible un desarrollo igual y digno del ser humano para todos los miembros de la sociedad. Todas las formas sociales anteriores eran demasiado pobres para esto. Sólo la producción capitalista crea las riquezas y las fuerzas productivas necesarias para ello, pero crea también, al mismo tiempo, con las masas de obreros oprimidos, una clase social obligada más y más a tomar en sus manos estas riquezas y fuerzas productivas, para conseguir que sean aprovechadas en beneficio de toda la sociedad y no, como hoy, en el de una clase monopolista.

Reseña del primer tomo de El Capital de Carlos Marx para el Demokratisches Wochenblatt

F. Engels. 1868

6)La producción de la plusvalía

Supongamos ahora que el promedio de los artículos de primera necesidad imprescindibles diariamente al obrero requiera, para su producción, seis horas de trabajo medio. Supongamos, además, que estas seis horas de trabajo medio se materialicen en una cantidad de oro equivalente a tres chelines. En estas condiciones, los tres chelines serían el precio o la expresión en dinero del valor diario de la fuerza de trabajo de este hombre. Si trabajase seis horas, produciría diariamente un valor que bastaría para comprar la cantidad media de sus artículos diarios de primera necesidad, es decir, para mantenerse como obrero.Pero nuestro hombre es un obrero asalariado. Por tanto, tiene que vender su fuerza de trabajo a un capitalista. Si se la vende por tres chelines diarios o por dieciocho chelines semanales, la vende por su valor. Supongamos que se trata de un hilador. Si trabaja seis horas al día, incorporará al algodón diariamente un valor de tres chelines. Este valor diariamente incorporado por él representaría un equivalente exacto del salario o precio de su fuerza de trabajo que se le abona diariamente. Pero en este caso no afluiría al capitalista ninguna plusvalía o plusproducto. Aquí es donde tropezamos con la verdadera dificultad.Al comprar la fuerza de trabajo del obrero y pagarla por su valor, el capitalista adquiere, como cualquier otro comprador, el derecho a consumir o usar la mercancía comprada. La fuerza de trabajo de un hombre se consume o se usa poniéndolo a trabajar, ni más ni menos que una máquina se consume o se usa haciéndola funcionar. Por tanto, el capitalista, al pagar el valor diario o semanal de la fuerza de trabajo del obrero, adquiere el derecho a servirse de ella o a hacerla trabajar durante todo el día o toda la semana. La jornada de trabajo o la semana de trabajo tienen, naturalmente, ciertos límites, pero sobre esto volveremos en detalle más adelante. Por el momento, quiero llamar vuestra atención hacia un punto decisivo. El valor de la fuerza de trabajo se determina por la cantidad de trabajo necesario para su conservación o reproducción, pero el uso de esta fuerza de trabajo no encuentra más límite que la energía activa y la fuerza física del obrero. El valor diario o semanal de la fuerza de trabajo y el ejercicio diario o semanal de esta misma fuerza de trabajo son dos cosas completamente distintas, tan distintas como el pienso que consume un caballo y el tiempo que puede llevar sobre sus lomos al jinete. La cantidad de trabajo que sirve de límite al valor de la fuerza de trabajo del obrero no limita, ni mucho menos, la cantidad de trabajo que su fuerza de trabajo puede ejecutar.Tomemos el ejemplo de nuestro hilador. Veíamos que, para reponer diariamente su fuerza de trabajo, este hilador necesitaba reproducir diariamente un valor de tres chelines, lo que hacía con su trabajo diario de seis horas. Pero esto no le quita la capacidad de trabajar diez o doce horas, y aún más, diariamente. Y el capitalista, al pagar el valor diario o semanal de la fuerza de trabajo del hilador, adquiere el derecho a usarla durante todo el día o toda la semana. Le hará trabajar, por tanto, supongamos, doce horas diarias. Es decir, que sobre y por encima de las seis horas necesarias para reponer su salario, o el valor de su fuerza de trabajo, el hilador tendrá que trabajar otras seis horas, que llamaré horas de plustrabajo, y este plustrabajo se traducirá en una plusvalía y en un plusproducto. Si, por ejemplo, nuestro hilador, con su trabajo diario de seis horas, añadía al algodón un valor de tres chelines, valor que constituye un equivalente exacto de su salario, en doce horas incorporará al algodón un valor de seis chelines y producirá la correspondiente cantidad adicional de hilo. Y, como ha vendido su fuerza de trabajo al capitalista, todo el valor, o sea, todo el producto creado por él pertenece al capitalista, que es el dueño pro tempore [temporal] de su fuerza de trabajo. Por tanto, adelantando tres chelines, el capitalista realizará el valor de seis, pues mediante el adelanto de un valor en el que hay cristalizadas seis

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horas de trabajo, recibirá a cambio un valor en el que hay cristalizadas doce horas de trabajo. Al repetir diariamente esta operación, el capitalista adelantará diariamente tres chelines y se embolsará cada día seis, la mitad de los cuales volverá a invertir en pagar nuevos salarios, mientras que la otra mitad forma la plusvalía, por la que el capitalista no abona ningún equivalente. Este tipo de intercambio entre el capital y el trabajo es el que sirve de base a la producción capitalista o el sistema de trabajo asalariado, y tiene incesantemente que conducir a la reproducción del obrero como obrero y del capitalista como capitalista.La cuota de plusvalía dependerá, si las demás circunstancias permanecen invariables, de la proporción existente entre la parte de la jornada de trabajo necesaria para reproducir el valor de la fuerza de trabajo y el tiempo suplementario o plustrabajo destinado al capitalista. Dependerá, por tanto, de la proporción en que la jornada de trabajo se prolongue más allá del tiempo durante el cual el obrero, con su trabajo, se limita a reproducir el valor de su fuerza de trabajo o a reponer su salario.

El valor del trabajo

Ahora tenemos que volver a la expresión de «valor o precio del trabajo».Hemos visto que, en realidad, este valor no es más que el de la fuerza de trabajo medido por los valores de las mercancías necesarias para su manutención.Pero, como el obrero sólo cobra su salario después de realizar su trabajo y como, además, sabe que lo que entrega realmente al capitalista es su trabajo, necesariamente se imagina que el valor o precio de su fuerza de trabajo es el precio o valor de su trabajo mismo. Si el precio de su fuerza de trabajo son tres chelines, en los que se materializan seis horas de trabajo, y si trabaja doce horas, forzosamente tiene que representarse esos tres chelines como el valor o precio de doce horas de trabajo, aunque estas doce horas de trabajo representan un valor de seis chelines. De aquí se desprenden dos conclusiones: Primera. El valor o precio de la fuerza de trabajo reviste la apariencia del precio o valor del trabajo mismo, aunque en rigor las expresiones «valor» y «precio» del trabajó carecen de sentido.Segunda. Aunque sólo se paga una parte del trabajo diario del obrero, mientras que la otra parte queda sin retribuir, y aunque este trabajo no retribuido o plustrabajo es precisamente el fondo del que sale la plusvalía o ganancia, parece como si todo el trabajo fuese trabajo retribuido.Esta apariencia engañosa distingue al trabajo asalariado de las otras formas históricas del trabajo.Dentro del sistema de trabajo asalariado, hasta el trabajo no retribuido parece trabajo pagado. Por el contrario, en el trabajo de los esclavos parece trabajo no retribuido hasta la parte del trabajo que se paga. Naturalmente, para poder trabajar, el esclavo tiene que vivir, y una parte de su jornada de trabajo sirve para reponer el valor de su propio sustento. Pero, como entre él y su amo no ha mediado trato alguno ni se celebra entre ellos ningún acto de compra y venta, parece como si el esclavo entregase todo su trabajo gratis.Fijémonos por otra parte en el campesino siervo, tal como existía, casi podríamos decir hasta ayer mismo, en todo el Este de Europa. Este campesino trabajaba, por ejemplo, tres días para él mismo en la tierra de su propiedad o en la que le había sido asignada, y los tres días siguientes los destinaba a trabajar obligatoriamente y gratis en la finca de su señor. Como vemos, aquí las dos partes del trabajo, la pagada y la no retribuida, aparecían separadas visiblemente, en el tiempo y en el espacio, y nuestros liberales rebosaban indignación moral ante la idea absurda de que se obligase a un hombre a trabajar de balde.Pero, en realidad, tanto da que una persona trabaje tres días de la semana para sí, en su propia tierra, y otros tres días gratis en la finca de su señor, como que trabaje todos los días, en la fábrica o en el taller, seis horas para sí y seis para su patrono; aunque en este caso la parte del trabajo pagado y la del trabajo no retribuido aparezcan inseparablemente confundidas, y el carácter de toda la transacción se disfrace completamente con la interposición de un contrato y el pago abonado al final de la semana. En el primer caso, el trabajo no retribuido aparece como arrancado por la fuerza; en el segundo caso; parece entregado voluntariamente. Tal es la única diferencia. Siempre que emplee las palabras «valor del trabajo», las emplearé sólo como término popular para indicar el «valor de la fuerza de trabajo».

Se obtiene ganancia vendiendo una mercancía por su valor

Supongamos que una hora media de trabajo se materialice en un valor de seis peniques, o doce horas medias de trabajo en un valor de seis chelines.Supongamos, asimismo, que el valor del trabajo represente tres chelines o el producto de seis horas de trabajo. Si en las materias primas, maquinaria, etc., que se consumen para producir una de terminada mercancía, se materializan veinticuatro horas medias de trabajo, su valor ascenderá a doce chelines. Si, además, el obrero empleado por el capitalista añade a estos medios de producción doce horas de trabajo, tendremos que estas doce horas se materializan en un valor adicional de seis chelines. Por tanto, el valor total del producto se elevará a treinta y seis horas de trabajo materializado, equivalente a dieciocho chelines. Pero, como el valor del trabajo o el salario abonado al obrero sólo representa tres chelines, resultará que el capitalista no abona ningún equivalente por las seis horas de plustrabajo rendidas por el obrero y materializadas en el valor de la mercancía. Por tanto, vendiendo esta mercancía por su valor, por dieciocho chelines, el capitalista obtendrá un valor de tres chelines, sin desembolsar ningún equivalente a cambio de él. Estos tres chelines representarán la plusvalía o ganancia que el capitalista se embolsa. Es decir, que el capitalista no obtendrá la ganancia de tres chelines por vender su mercancía a un precio que exceda de su valor, sino vendiéndola por su valor real.El valor de una mercancía se determina por la cantidad total de trabajo que encierra. Pero una parte de esta cantidad de trabajo se materializa en un valor por el que se abonó un equivalente en forma de salarios; otra parte se materializa en un valor por el que no se pagó ningún equivalente. Una parte del trabajo encerrado en la mercancía es trabajo retribuido;

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otra parte, trabajo no retribuido. Por tanto, cuando el capitalista vende la mercancía por su valor, es decir, como cristalización de la cantidad total de trabajo invertido en ella, tiene necesariamente que venderla con ganancia. Vende no sólo lo que le ha costado un equivalente, sino también lo que no le ha costado nada, aunque haya costado el trabajo de su obrero. Lo que la mercancía le cuesta al capitalista y lo que en realidad cuesta, son cosas distintas. Repito, pues, que vendiendo las mercancías por su verdadero valor, y no por encima de éste, es como se obtienen ganancias normales y medias.

Salario, precio y ganancia

C. Marx y F. Engels.1864

7)

Trabajadores: Es un hecho notabilísimo el que la miseria de las masas trabajadoras no haya disminuido desde 1848 hasta 1864, y, sin embargo, este período ofrece un desarrollo incomparable de la industria y del comercio. En 1850, un órgano moderado de la burguesía británica, bastante bien informado, pronosticaba que si la exportación y la importación de Inglaterra ascendían un 50 por 100, el pauperismo descendería a cero. Pero, ¡ay! el 7 de abril de 1864, el canciller del Tesoro cautivaba a su auditorio parlamentario, anunciándole que el comercio de importación y exportación había ascendido en el año de 1863 «a 443.955.000 libras esterlinas, cantidad sorprendente, casi tres veces mayor que el comercio de la época, relativamente reciente, de 1843». Al mismo tiempo, hablaba elocuentemente de la “miseria”. “Pensad -exclamaba- en los que viven al borde de la miseria”, en los “salarios... que no han aumentado”, en la “vida humana... que de diez casos, en nueve no es otra cosa que una lucha por la existencia”. No dijo nada del pueblo irlandés, que en el Norte de su país es remplazado gradualmente por las máquinas, y en el Sur, por los pastizales para ovejas. Y aunque las mismas ovejas disminuyen en este desgraciado país, lo hacen con menos rapidez que los hombres. Tampoco repitió lo que acababan de descubrir en un acceso súbito de terror los más altos representantes de los «diez mil de arriba». Cuando el pánico producido por los «estranguladores» adquirió grandes proporciones, la Cámara de los Lores ordenó que se hiciera una investigación y se publicara un informe sobre los penales y lugares de deportación. La verdad salió a relucir en el voluminoso Libro Azul de 1863, demostrándose con hechos y guarismos oficiales que los peores criminales condenados, los presidiarios de Inglaterra y Escocia, trabajaban mucho menos y estaban mejor alimentados que los trabajadores [...]

Si queréis saber en qué condiciones de salud perdida, de moral vilipendiada y de ruina intelectual ha sido producido y se está produciendo por las clases laboriosas ese “embriagador aumento de riqueza y de poder, restringido exclusivamente a las clases poseyentes”, examinad la descripción que se hace en el último Informe sobre la Sanidad Pública referente a los talleres de sastres, impresores y modistas. Comparad el Informe de la Comisión para examinar el trabajo de los niños, publicado en 1863 y donde se prueba, entre otras cosas, que “los alfareros, hombres y mujeres, constituyen un grupo de la población muy degenerado, tanto desde el punto de vista físico como desde el punto de vista intelectual”; que “los niños enfermos llegan a ser, a su vez, padres enfermos”: que “la degeneración progresiva de la raza es inevitable” y que “la degeneración de la población del condado de Stafford habría sido mucho mayor si no fuera por la continua inmigración procedente de las regiones vecinas y por los matrimonios mixtos con capas de la población más robustas”. ¡Echad una ojeada en el Libro Azul al informe del señor Tremenheere, sobre las “Quejas de los oficiales panaderos”! Y quién no se ha estremecido al leer la paradójica declaración de los inspectores de fábrica, ilustrada por los datos demográficos oficiales, según la cual la salud pública de los obreros de Lancaster ha mejorado considerablemente, a pesar de hallarse reducidos a la ración de hambre, porque la falta de algodón los ha echado temporalmente de las fábricas; y que la mortalidad de los niños ha disminuido, porque al fin pueden las madres darles el pecho en vez del cordial de Godfrey.Pero volvamos una vez más la medalla. Por el informe sobre el impuesto de las Rentas y Propiedades presentado a la Cámara de los Comunes el 20 de julio de 1864, vemos que del 5 de abril de 1862 al 5 de abril de 1863, 13 personas han engrosado las filas de aquellos cuyas rentas anuales están evaluadas por el cobrador de las contribuciones en 50.000 libras esterlinas y más, pues su número subió en ese año de 67 a 80. El mismo informe descubre el hecho curioso de que unas 3.000 personas se reparten entre sí una renta anual de 25.000.000 de libras esterlinas, es decir, más de la suma total de ingresos distribuida anualmente entre toda la población agrícola de Inglaterra y del País de Gales. Abrid el registro del censo de 1861 y hallaréis que el número de los propietarios territoriales de sexo masculino en Inglaterra y en el País de Gales se ha reducido de 16.934 en 1851, a 15.066 en 1861, es decir, la concentración de la propiedad territorial ha crecido en diez años en un 11 %. Si en Inglaterra la concentración de la propiedad territorial en manos de unos pocos sigue progresando al mismo ritmo, la cuestión territorial se habrá simplificado notablemente, como lo estaba en el Imperio Romano, cuando Nerón se sonrió al saber que la mitad de la provincia de África pertenecía a seis personas.Hemos insistido tanto en estos «hechos, tan sorprendentes, que son casi increíbles», porque Inglaterra está a la cabeza de la Europa comercial e industrial. Acordaos de que hace pocos meses uno de los hijos refugiados de Luis Felipe felicitaba públicamente al trabajador agrícola inglés por la superioridad de su suerte sobre la menos próspera de sus camaradas de allende el Estrecho. Y en verdad, si tenemos en cuenta la diferencia de las circunstancias locales, vemos los hechos ingleses reproducirse, en escala algo menor, en todos los países industriales y progresivos del continente. Desde 1848 ha tenido lugar en estos países un desarrollo inaudito de la industria y una expansión ni siquiera soñada de las exportaciones y de las importaciones. En todos ellos «el aumento de riqueza y de poder, restringido

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exclusivamente a las clases poseyentes» ha sido en realidad «embriagador».[...]

Por todas partes, la gran masa de las clases laboriosas descendía cada vez más bajo, en la misma proporción, por lo menos, en que los que están por encima de ella subían más alto en la escala social. En todos los países de Europa -y esto ha llegado a ser actualmente una verdad incontestable para todo entendimiento no enturbiado por los prejuicios y negada tan sólo por aquellos cuyo interés consiste en adormecer a los demás con falsas esperanzas-, ni el perfeccionamiento de las máquinas, ni la aplicación de la ciencia a la producción, ni el mejoramiento de los medios de comunicación, ni las nuevas colonias, ni la emigración, ni la creación de nuevos mercados, ni el libre cambio, ni todas estas cosas juntas están en condiciones de suprimir la miseria de las clases laboriosas; al contrario, mientras exista la base falsa de hoy, cada nuevo desarrollo de las fuerzas productivas del trabajo ahondará necesariamente los contrastes sociales y agudizará más cada día los antagonismos sociales. Durante esta embriagadora época de progreso económico, la muerte por inanición se ha elevado a la categoría de una institución en la capital del Imperio británico.Esta época está marcada en los anales del mundo por la repetición cada vez más frecuente, por la extensión cada vez mayor y por los efectos cada vez más mortíferos de esa plaga de la sociedad que se llama crisis comercial e industrial.Después del fracaso de las revoluciones de 1848, todas las organizaciones de partido y todos los periódicos de partido de las clases trabajadoras fueron destruidos en el continente por la fuerza bruta. Los más avanzados de entre los hijos del trabajo huyeron desesperados a la república de allende el océano, y los sueños efímeros de emancipación se desvanecieron ante una época de fiebre industrial, de marasmo moral y de reacción política. Debido en parte a la diplomacia del Gobierno inglés, que obraba a la sazón, como ahora, guiada por un espíritu de solidaridad con el gabinete de San Petersburgo, la derrota de la clase obrera continental esparció bien pronto sus contagiosos efectos a este lado del Estrecho. Mientras la derrota de sus hermanos del continente llevó el abatimiento a las filas de la clase obrera inglesa y quebrantó su fe en la propia causa, devolvió al señor de la tierra y al señor del dinero la confianza un tanto quebrantada. Estos retiraron insolentemente las concesiones que habían anunciado con tanto alarde. El descubrimiento de nuevos terrenos auríferos produjo una inmensa emigración y un vacío irreparable en las filas del proletariado de la Gran Bretaña. Otros, los más activos hasta entonces, fueron seducidos por el halago temporal de un trabajo más abundante y de salarios más elevados, y se convirtieron así en “esquiroles políticos”. Todos los intentos de mantener o reorganizar el movimiento cartista fracasaron completamente. Los órganos de prensa de la clase obrera fueron muriendo uno tras otro por la apatía de las masas, y, de hecho, jamás el obrero inglés había parecido aceptar tan enteramente un estado de nulidad política. Así pues, si no había habido solidaridad de acción entre la clase obrera de la Gran Bretaña y la del continente, había en todo caso solidaridad de derrota. Sin embargo, este período transcurrido desde las revoluciones de 1848 ha tenido también sus compensaciones. No indicaremos aquí más que dos hechos importantes.Después de una lucha de treinta años, sostenida con una tenacidad admirable, la clase obrera inglesa, aprovechándose de una disidencia momentánea entre los señores de la tierra y los señores del dinero, consiguió arrancar la ley de la jornada de diez horas. Las inmensas ventajas físicas, morales e intelectuales que esta ley proporcionó a los obreros fabriles, señaladas en las memorias semestrales de los inspectores del trabajo, son ahora reconocidas en todas partes. La mayoría de los gobiernos continentales tuvo que aceptar la ley inglesa del trabajo bajo una forma más o menos modificada; y el mismo parlamento inglés se ve obligado cada año a ampliar la esfera de acción de esta ley. Pero al lado de su significación práctica, había otros aspectos que realzaban el maravilloso triunfo de esta medida para los obreros. Por medio de sus sabios más conocidos, tales como el doctor Ure, profesor Senior y otros filósofos de esta calaña, la burguesía había predicho, y demostrado hasta la saciedad, que toda limitación legal de la jornada de trabajo sería doblar a muerto por la industria inglesa, que, semejante al vampiro, no podía vivir más que chupando sangre, y, además, sangre de niños. En tiempos antiguos, el asesinato de un niño era un rito misterioso de la religión de Moloc, pero se practicaba sólo en ocasiones solemnísimas, una vez al año quizá, y, por otra parte, Moloc no tenía inclinación exclusiva por los hijos de los pobres. Esta lucha por la limitación legal de la jornada de trabajo se hizo aún más furiosa, porque - dejando a un lado la avaricia alarmada- de lo que se trataba era de decidir la gran disputa entre la dominación ciega ejercida, por las leyes de la oferta y la demanda, contenido de la Economía política burguesa, y la producción social controlada por la previsión social, contenido de la Economía política de la clase obrera. Por eso, la ley de la jornada de diez horas no fue tan sólo un gran triunfo práctico, fue también el triunfo de un principio; por primera vez la Economía política de la burguesía había sido derrotada en pleno día por la Economía política de la clase obrera.Pero estaba reservado a la Economía política del trabajo el alcanzar un triunfo más completo todavía sobre la Economía política de la propiedad. Nos referimos al movimiento cooperativo, y, sobre todo, a las fábricas cooperativas creadas, sin apoyo alguno, por la iniciativa de algunas «manos» audaces. Es imposible exagerar la importancia de estos grandes experimentos sociales que han mostrado con hechos, no con simples argumentos, que la producción en gran escala y al nivel de las exigencias de la ciencia moderna, puede prescindir de la clase de los patronos, que utiliza el trabajo de la clase de las «manos»; han mostrado también que no es necesario a la producción que los instrumentos de trabajo estén monopolizados como instrumentos de dominación y de explotación contra el trabajador mismo; y han mostrado, por fin, que lo mismo que el trabajo esclavo, lo mismo que el trabajo siervo, el trabajo asalariado no es sino una forma transitoria inferior, destinada a desaparecer ante el trabajo asociado que cumple su tarea con gusto, entusiasmo y alegría. Roberto Owen fue quien sembró en Inglaterra las semillas del sistema cooperativo; los experimentos realizados por los obreros en el continente no fueron de hecho más que las consecuencias prácticas de las teorías, no descubiertas, sino proclamadas en voz alta en 1848.Al mismo tiempo, la experiencia del período comprendido entre 1848 y 1864 ha probado hasta la evidencia que, por excelente que sea en principio, por útil que se muestre en la práctica, el trabajo cooperativo, limitado estrechamente a los esfuerzos accidentales y particulares de los obreros, no podrá detener jamás el crecimiento en progresión geométrica del monopolio, ni emancipar a las masas, ni aliviar siquiera un poco la carga de sus miserias.

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Este es, quizá, el verdadero motivo que ha decidido a algunos aristócratas bien intencionados, a filantrópicos charlatanes burgueses y hasta a economistas agudos, a colmar de repente de elogios nauseabundos al sistema de trabajo cooperativo, que en vano habían tratado de sofocar en germen, ridiculizándolo como una utopía de soñadores o estigmatizándolo como un sacrilegio socialista. Para emancipar a las masas trabajadoras, la cooperación debe alcanzar un desarrollo nacional y, por consecuencia, ser fomentada por medios nacionales.Pero los señores de la tierra y los señores del capital se valdrán siempre de sus privilegios políticos para defender y perpetuar sus monopolios económicos.[...]

La conquista del poder político ha venido a ser, por lo tanto, el gran deber de la clase obrera. Así parece haberlo comprendido ésta, pues en Inglaterra, en Alemania, en Italia y en Francia, se han visto renacer simultáneamente estas aspiraciones y se han hecho esfuerzos simultáneos para reorganizar políticamente el partido de los obreros.La clase obrera posee ya un elemento de triunfo: el número. Pero el número no pesa en la balanza si no está unido por la asociación y guiado por el saber. La experiencia del pasado nos enseña cómo el olvido de los lazos fraternales que deben existir entre los trabajadores de los diferentes países y que deben incitarles a sostenerse unos a otros en todas sus luchas por la emancipación, es castigado con la derrota común de sus esfuerzos aislados. Guiados por este pensamiento, los trabajadores de los diferentes países, que se reunieron en un mitin público en Saint Martin's Hall el 28 de septiembre de 1864, han resuelto fundar la Asociación Internacional.Otra convicción ha inspirado también este mitin. Si la emancipación de la clase obrera exige su fraternal unión y colaboración, ¿cómo van a poder cumplir esta gran misión con una política exterior que persigue designios criminales, que pone en juego prejuicios nacionales y dilapida en guerras de piratería la sangre y las riquezas del pueblo? No ha sido la prudencia de las clases dominantes, sino la heroica resistencia de la clase obrera de Inglaterra a la criminal locura de aquéllas, la que ha evitado a la Europa Occidental el verse precipitada a una infame cruzada para perpetuar y propagar la esclavitud allende el océano Atlántico.[se refiere a la guerra civil Estadounidense] La aprobación impúdica, la falsa simpatía o la indiferencia idiota con que las clases superiores de Europa han visto a Rusia apoderarse del baluarte montañoso del Cáucaso y asesinar a la heroica Polonia; las inmensas usurpaciones realizadas sin obstáculo por esa potencia bárbara, cuya cabeza está en San Petersburgo y cuya mano se encuentra en todos los gabinetes de Europa, han enseñado a los trabajadores el deber de iniciarse en los misterios de la política internacional, de vigilar la actividad diplomática de sus gobiernos respectivos, de combatirla, en caso necesario, por todos los medios de que dispongan; y cuando no se pueda impedir, unirse para lanzar una protesta común y reivindicar que las sencillas leyes de la moral y de la justicia, que deben presidir las relaciones entre los individuos, sean las leyes supremas de las relaciones entre las naciones.

La lucha por una política exterior de este género forma parte de la lucha general por la emancipación de la clase obrera.

¡Proletarios de todos los países, uníos!

Fundada el 28 de septiembre de 1864, en una asamblea publicacelebrada en Saint Martin's Hall De Long Acre, Londres

28 de septiembre de 1864 se celebró en St. Martin's Hall de Londres una gran asamblea internacional de obreros, en la que se fundó la Asociación Internacional de los Trabajadores (conocida posteriormente como la I Internacional) y se eligió el Comité provisional. C. Marx entró a formar parte del mismo y, luego, de la comisión nombrada en la primera reunión del Comité celebrada el 5 de octubre para redactar los documentos programáticos de la Asociación. El 20 de octubre, la comisión encargó a Marx la redacción de un documento preparado durante su enfermedad y escrito en el espíritu de las ideas de Mazzini y de Owen. En lugar de dicho documento, Marx escribió, en realidad, dos textos completamente nuevos -el Manifiesto Inaugural de la Asociación Internacional de los Trabajadores y los Estatutos provisionales de la Asociación- que fueron aprobados el 27 de octubre en la reunión de la comisión. El 1º de noviembre de 1864, el Manifiesto y los Estatutos fueron, aprobados por unanimidad en el Comité provisional, constituido en órgano dirigente de la Asociación. Conocido en la historia como Consejo General de la Internacional, este órgano se llamaba hasta fines de 1866, con mayor frecuencia, Consejo Central. Carlos Marx fue, de hecho, su dirigente, organizador y jefe, así como autor de numerosos llamamientos, declaraciones, resoluciones y otros documentos. En el Manifiesto Inaugural, primer documento programático, Marx lleva a las masas obreras a la idea de la necesidad de conquistar el poder político y de crear un partido proletario propio, así como de asegurar la unión fraternal de los obreros de los distintos países. Publicado por vez primera en 1864, el Manifiesto Inaugural fue reeditado reiteradas veces a lo largo de toda la historia de la Internacional, que dejó de existir en 1876.E

Manifiesto inaugural de la Asociación Internacional de los Trabajadores

Carlos Marx. 1864

8)“...Considerando: que la emancipación de la clase obrera debe ser obra de la propia clase obrera; que la lucha por la emancipación de la clase obrera no es una lucha por privilegios y monopolios de clase, sino por el establecimiento de derechos y deberes iguales y por la abolición de todo dominio de clase; que el sometimiento económico del trabajador a los monopolizadores de los medios de trabajo, es decir, de las fuentes de vida, es la base de la servidumbre en todas sus formas, de toda miseria social, degradación intelectual y dependencia política; que la emancipación económica de la

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clase obrera es, por lo tanto, el gran fin al que todo movimiento político debe ser subordinado como medio; que todos los esfuerzos dirigidos a este fin han fracasado hasta ahora por falta de solidaridad entre los obreros de las diferentes ramas del trabajo en cada país y de una unión fraternal entre las clases obreras de los diversos países; que la emancipación del trabajo no es un problema nacional o local, sino un problema social que comprende a todos los países en los que existe la sociedad moderna y necesita para su solución el concurso práctico y teórico de los países más avanzados; que el movimiento que acaba de renacer de la clase obrera de los países más industriales de Europa, a la vez que despierta nuevas esperanzas, da una solemne advertencia para no recaer en los viejos errores y combinar inmediatamente los movimientos todavía aislados:Por todas estas razones ha sido fundada la Asociación Internacional de los Trabajadores.Y declara: que todas las sociedades y todos los individuos que se adhieran a ella reconocerán la verdad, la justicia y la moral como base de sus relaciones recíprocas y de su conducta hacia todos los hombres, sin distinción de color, de creencias o de nacionalidad.

No más deberes sin derechos, no más derechos sin deberes

(*) Los Estatutos Generales fueron aprobados en septiembre de 1871 en la Conferencia de la Asociación Internacional de los Trabajadores celebrada en Londres. Para su redacción se tomaron como base los Estatutos provisionales escritos por Marx en 1864, al ser fundada la I Internacional. En septiembre de 1872, en el Congreso de La Haya, fue adoptada una resolución, escrita por Marx y Engels, acerca de la inclusión en los Estatutos, después del artículo 7, de un artículo suplementario, el 7-a, en el que se resumía el contenido de la IX resolución adoptada en la Conferencia de Londres (1871) consagrada a la acción política de la clase obrera.

Estatutos generales de la Asociación Internacional de los Trabajadores

Carlos Marx.1871

Democracia socialista, Populismo y libertad

9)

Marx y Engels sostienen en el Manifiesto Comunista que es condición de la propia naturaleza revolucionaria “una acción despótica sobre la propiedad” como medida revolucionaria fundante del nuevo orden económico social. Y mas tarde en La guerra civil en Francia lo planteara como “una acción dictatorial que destruye y elimina en seguida los restos de las viejas instituciones“. Cuando se refiere a la Comuna de París de 1871, lo hace como un hecho histórico dado, en un contexto determinado, y recuerda la consigna de república social.

Marx no imagina una “dictadura” prolongada en el tiempo, como orden antagónico a las formas democrático-republicanas de gobierno, que impliquen la supresión de derechos y garantías “liberales”, republicanas, por tiempo indeterminado. Aunque cuestiona claramente el parlamentarismo asambleario y constitucionalista de la “República social” durante la comuna de París de marzo de 1871 por su inoperancia, que según su opinión paraliza la revolución. Marx imagina una insurrección victoriosa y una transición sino inmediata, muy rápida, a una sociedad sin clases, y por tanto sin necesidad de un Estado. Su concepción no es totalitaria, sino, profundamente democrática, profundamente libertadora. A pesar de un sinnúmero de interpretaciones mas o menos ortodoxas de su pensamiento; Marx incluso utiliza los conceptos democracia y socialismo como sinónimos. Su horizonte inmediato y también teórico político, es la liberación del hombre de la esclavitud asalariada, y la construcción de una sociedad de hombres libres. Al respecto de las formas democrático representativas podemos encontrar referencias de Marx como estas:

“No nos encontramos entre esos comunistas que aspiran a destruir la libertad personal, que desean convertir el mundo en un enorme cuartel o en un gigantesco asilo. Es verdad que existen algunos comunistas que, de forma simplista, se niegan a tolerar la libertad personal y desearían eliminarla del mundo, porque consideran que es un obstáculo a la completa armonía. Pero nosotros no tenemos ninguna intención de cambiar libertad por igualdad.Pongámonos a trabajar para establecer un estado democrático en el que cada partido podría ganar, hablando o por escrito, a la mayoría para sus ideas.”

Declaración de los Comunistas Democráticos alemanes de Bruselas

Carlos Marx y Federico Engels, 1847

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10)

Según la interpretación de Lenin:

"...en 1852 Marx no plantea todavía el problema concreto de con qué se sustituirá la máquina del Estado que ha de ser destruida. La experiencia no había suministrado todavía materiales para esta cuestión, que la historia puso al orden del día más tarde, en 1871.

El Estado y la revolución

Lenin. 1919

11)

Este es Marx:

“El imperialismo [se refiere al segundo Imperio de Luis Bonaparte] es la forma más prostituida y al mismo tiempo la forma última de aquel poder estatal que la sociedad burguesa naciente había comenzado a crear para emanciparse del feudalismo y que la sociedad burguesa adulta acabó transformando en un medio para la esclavización del trabajo por el capital.La antítesis directa del Imperialismo era la comuna. El grito de "república social", con que la revolución de febrero fue anunciada por el proletariado de París, no expresaba más que el vago anhelo de una república que no acabase solo con la forma monárquica de la dominación de clase, sino con la propia dominación de clase. La Comuna era la base positiva de esta república. “

La guerra civil en Francia

Carlos Marx. 1871

12)

“...El mitin convocado para conmemorar el aniversario del 18 de marzo de 1871 ha adoptado las siguientes resoluciones:

I. Considera que el glorioso movimiento iniciado el 18 de marzo es la aurora de la gran revolución social llamada a liberar para siempre a la humanidad de la sociedad de clases.II. Declara que las necedades y los crímenes de las clases burguesas, coligadas en toda Europa por su odio hacia los trabajadores, han condenado la vieja sociedad a la muerte, sean las que sean las formas de gobierno, monárquicas o republicanas.III. Proclama que la cruzada de todos los gobiernos contra la Internacional y el terrorismo, tanto de los asesinos de Versalles como de sus vencedores prusianos, prueban la inanidad de sus éxitos y afirman que tras la heroica vanguardia destruida por las fuerzas mancomunadas de Thiers y de Guillermo se encuentra el amenazante ejército del proletariado universal.”

Resoluciones del mitín convocado para conmemorar el [primer] aniversario de la comuna de París

Carlos Marx. 1872

13)

Lenín sin embargo haber formulado mas tarde toda una nueva interpretación de lo que llamará, en primer termino, dictadura democrática socialista, [1905] (todo un oximoron ¿no es cierto?) no se detiene en formulas teóricas, dogmáticas o definitivas. Marx había escrito en sus Tesis sobre Feuerbach “...es en la practica en donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poderío. La terrenalidad de su pensamiento”, A Lenin le obsesiona la política. Para Lenin la tarea fundamental de los revolucionarios rusos es conquistar el poder político, liberar primero a los trabajadores rusos del hambre, y defender la revolución de los intentos reaccionarios y contrarrevolucionarios.

“...Las tareas políticas concretas hay que plantearlas en una situación concreta. Todo es relativo, todo fluye, todo se modifica […] No existe la verdad abstracta, la verdad es siempre concreta.”

Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática

V. I. Lenin. 1905

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14)

Así explica las tareas democráticas fundamentales de los revolucionarios diciendo:

“...Pero -nos preguntaran y nos preguntan ya los partidarios excesivamente celosos del “estrecho contacto orgánico con la lucha proletaria”-, si debemos encargarnos de la organización de denuncias de los abusos cometidos por el gobierno en las que realmente participe todo el pueblo, ¿en que se manifestará entonces el carácter de clase de nuestro movimiento? ¡Pues precisamente en que seremos nosotros, los socialdemócratas, quienes organicemos esas campañas de denuncias en las que intervenga todo el pueblo; en que todas las cuestiones planteadas en nuestra agitación serán esclarecidas desde un punto de vista invariablemente socialdemócrata, sin ninguna indulgencia […] Pero uno de los rasgos más característicos del “economismo” es precisamente no comprender esta relación, aún más: no comprender el hecho de que la necesidad más urgente del proletariado (educación política en todos los aspectos, por medio de la agitación política y de las denuncias políticas) coincide con idéntica necesidad del movimiento democrático general.”

¿Que Hacer?

V. I. Lenin. 1902

15)

Lenin se valió de dos o tres menciones insignificantes, en cuanto a la producción intelectual de Marx y Engels; para sostener una comprensión totalitaria del socialismo marxiano. Stalin fue, mas tarde, el principal artífice político de esta reinvención del socialismo marxista, transfigurado en dictadura de una burocracia nacionalista.

El militarismo que es también un rasgo característico de las épocas de post guerra; épocas que son siempre momentos marcados por circunstancias y acontecimientos de profunda significación política; fue también un carácter de toda la política en esos años. Los diferentes gobiernos de Inglaterra, Francia, Alemania, Estados Unidos, actuando conjuntamente como potencias imperiales, también participaron durante todo ese periodo, de la conjura anti-soviética\anti-comunista. Y desde entonces nunca han dejado de hacerlo, mas o menos públicamente, en todo el mundo. Una parte muy importante de la propaganda anticomunista consistió en asimilar el marxismo, al stalinismo soviético, y a ese estereotipo propagandístico creado por las agencias de seguridad “occidentales”, ubicarlo en la misma categoría de cualquier otra corriente autoritaria burguesa, Esta operación ideológica de propaganda estuvo diseñada para situar al pensamiento socialista en el terreno autoritario, y de esta forma presentarlo como antítesis ideológica y política del modelo “democrático” capitalista. Modelo que siempre ha sido utilizado como formula ideal por la propaganda de la clase dominante. La guerra fría provocará una situación de binarización mundial de toda la política” ya no hay pueblos aislados” dirá Ernesto Guevara, en su recordada mención al cobarde asesinato de Patrice Lumumba presidente de la República del Congo.

La revolución cubana, y los modelos de “democracias populares” soviéticas o sovietizantes de post guerra, incorporaron nuevas categorías y nuevos debates alrededor de las formas de gobierno en el periodo de transición al socialismo. Debates que nunca fueron saldados. Salvando la excepción de la república de Cuba y su pueblo, los acontecimientos, las guerras civiles y la rapiña imperialista, postergaron en todo el mundo esta discusión durante casi treinta años, al menos, hasta la apertura del proceso Venezolano.

Para la mayoría de los intelectuales “progresistas”, la propia discusión no tenia ningún sentido. Ellos mataron y enterraron al fantasma de la Comuna de París igual que sus patrones burgueses. Puras ilusiones, “ilusiones que se hacen” adelantaba Fidel Castro en 1994. Más de cien años ocuparon los mas grandes criminales de la historia de la humanidad en esa tarea. Pero ahora su fracaso es absoluto. El fantasma goza de perfecta salud. Otra vez ante el asombro de la calaña fascista mundial. Otra vez el ejemplo socialista, revolucionario y democrático de los obreros de París; recorre las calles de Europa y el mundo. Justo en medio de su fiesta de sangre en medio oriente.

Volvamos a la primera mención a un tipo de acción de gobierno dictatorial, que aparece, cronológicamente hablando, en una carta personal de 1852 de Carlos Marx a Weydemeyer, publicada en 1907 en Neue Zeit dos años después de Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática de Lenin en 1905. Pero que recién cobrará real importancia teórica y significación política, después de ser incluida como referencia en El Estado y la revolución, como un nuevo apartado incluido en la segunda edición del año 1919, Esta carta es citada en abierta polémica intelectual con Rosa Luxemburgo y el ala izquierda del socialismo Alemán y, dice Lenin, que Marx dice:

“ ...la lucha de clases conduce, necesariamente, a la dictadura del proletariado. 3) que esta misma dictadura no es de por si, más que el transito hacia la abolición de todas las clases y hacia una sociedad sin clases ...”

16)

y dice Engels:

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“...Últimamente, las palabras "dictadura del proletariado" han vuelto a sumir en santo horror al filisteo socialdemócrata. Pues bien caballeros, ¿queréis saber qué faz presenta esta dictadura? Mirad la comuna de París: ¡he ahí la dictadura del proletariado”

Prologo a La guerra civil en Francia

F. Engels. 1891

17)

Estas son las ocasiones, a lo largo de la enorme producción intelectual de Marx y Engels, en que se utilizan los términos “dictadura del proletariado”. Con estas referencias, es decir: una carta privada, y una mención histórica de Federico Engels, Lenin y los bolcheviques desarrollaron una nueva corriente dentro del socialismo mundial. Pero no solo se trata de una cuestión formal, sino de toda una comprensión del poder.

Acerca de la autoridad, que es la propia naturaleza del poder político, Engels escribió:

“...Algunos socialistas han emprendido últimamente una verdadera cruzada contra lo que ellos llaman principio de autoridad. Basta con que se les diga que este o el otro acto es autoritario para que lo condenen. Hasta tal punto se abusa de este método sumario de proceder, que no hay más remedio que examinar la cosa un poco más de cerca. Autoridad, en el sentido de que se trata, quiere decir: imposición de la voluntad de otro a la nuestra; autoridad supone, por otra parte, subordinación. Ahora bien; por muy mal que suenen estas dos palabras y por muy desagradable que sea para la parte subordinada la relación que representan, la cuestión está en saber si hay medio de prescindir de ella, si -dadas las condiciones actuales de la sociedad- podemos crear otro régimen social en el que esta autoridad no tenga ya objeto y en el que, por consiguiente, deba desaparecer. Examinando las condiciones económicas, industriales y agrícolas, que constituyen la base de la actual sociedad burguesa, nos encontramos con que tienden a reemplazar cada vez más la acción aislada por la acción combinada de los individuos. La industria moderna, con grandes fábricas y talleres, en los que centenares de obreros vigilan la marcha de máquinas complicadas movidas a vapor, ha venido a ocupar el puesto del pequeño taller del productor aislado: los coches y los carros para grandes distancias han sido sustituidos por el ferrocarril, como las pequeñas goletas y falúas lo han sido por los barcos a vapor. La misma agricultura va cayendo poco a poco bajo el dominio de la máquina y del vapor, los cuales remplazan, lenta pero inexorablemente, a los pequeños propietarios por grandes capitalistas, que cultivan, con ayuda de obreros asalariados, grandes extensiones de tierra. La acción coordinada, la complicación de los procedimientos, supeditados los unos a los otros, desplaza en todas partes a la acción independiente de los individuos. Y quien dice acción coordinada dice organización. Ahora bien, ¿cabe organización sin autoridad?Supongamos que una revolución social hubiera derrocado a los capitalistas, cuya autoridad dirige hoy la producción y la circulación de la riqueza.Supongamos, para colocarnos por entero en el punto de vista de los antiautoritarios, que la tierra y los instrumentos de trabajo se hubieran convertido en propiedad colectiva de los obreros que los emplean.¿Habría desaparecido la autoridad, o no habría hecho más que cambiar de forma? Veamos.Tomemos, a modo de ejemplo, una fábrica de hilados de algodón. El algodón, antes de convertirse en hilo, tiene que pasar, por lo menos, por seis operaciones sucesivas; operaciones que se ejecutan, en su mayor parte, en diferentes naves. Además, para mantener las máquinas en movimiento, se necesita un ingeniero que vigile la máquina de vapor, mecánicos para las reparaciones diarias y, además, muchos peones destinados a transportar los productos de un lugar a otro, etc. Todos estos obreros, hombres, mujeres y niños están obligados a empezar y terminar su trabajo a la hora señalada por la autoridad del vapor, que se burla de la autonomía individual. Lo primero que hace falta es, pues, que los obreros se pongan de acuerdo sobre las horas de trabajo; a estas horas, una vez fijadas, quedan sometidos todos sin ninguna excepción. Después, en cada lugar y a cada instante surgen cuestiones de detalle sobre el modo de producción, sobre la distribución de los materiales, etc., cuestiones que tienen que ser resueltas al instante, so pena de que se detenga inmediatamente toda la producción. Bien se resuelvan por la decisión de un delegado puesto al frente de cada rama de producción o bien por el voto de la mayoría, si ello fuese posible, la voluntad de alguien tendrá siempre que subordinarse; es decir, que las cuestiones serán resueltas autoritariamente. El mecanismo automático de una gran fábrica es mucho más tiránico que lo han sido nunca los pequeños capitalistas que emplean obreros. En la puerta de estas fábricas, podría escribirse, al menos en cuanto a las horas de trabajo se refiere: Lasciate ogni autonomía, roi che entrate!.(“Quien entre aquí, renuncie a toda autonomía!” parafraseado de la Divina comedia de Dante.) Si el hombre, con la ciencia y el genio inventivo, somete a las fuerzas de la naturaleza, éstas se vengan de él sometiéndolo, mientras las emplea, a un verdadero despotismo, independientemente de toda organización social.Querer abolir la autoridad en la gran industria, es querer abolir la industria misma, es querer destruir las fábricas de hilados a vapor para volver a la rueca. Tomemos, para poner otro ejemplo, un ferrocarril. También aquí es absolutamente necesaria la cooperación de una infinidad de individuos, cooperación que debe tener lugar a horas muy precisas, para que no se produzcan desastres. También aquí, la primera condición para que la empresa marche es una voluntad dominante que zanje todas las cuestiones secundarias. Esta voluntad puede estar representada por un solo delegado o por un comité encargado de ejecutar los acuerdos de una mayoría de interesados. Tanto en uno como en otro caso existe autoridad bien pronunciada. Más aún: ¿qué pasaría con el primer tren que arrancara, si se aboliese la autoridad de los empleados del ferrocarril sobre

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los señores viajeros?Pero, donde más salta a la vista la necesidad de la autoridad, y de una autoridad imperiosa, es en un barco en alta mar. Allí, en el momento de peligro, la vida de cada uno depende de la obediencia instantánea y absoluta de todos a la voluntad de uno solo.Cuando he puesto parecidos argumentos a los más furiosos antiautoritarios, no han sabido responderme más que esto: «¡Ah! eso es verdad, pero aquí no se trata de que nosotros demos al delegado una autoridad, sino ¡de un encargo!» Estos señores creen cambiar la cosa con cambiarle el nombre. He aquí cómo se burlan del mundo estos profundos pensadores.Hemos visto, pues, que, de una parte, cierta autoridad, delegada como sea, y de otra, cierta subordinación, son cosas que, independientemente de toda organización social, se nos imponen con las condiciones materiales en las que producimos y hacemos circular los productos.Y hemos visto, además, que las condiciones materiales de producción y de circulación se extienden inevitablemente con la gran industria y con la gran agricultura, y tienden cada vez más a ensanchar el campo de esta autoridad. Es, pues, absurdo hablar del principio de autoridad como de un principio absolutamente malo y del principio de autonomía como de un principio absolutamente bueno. La autoridad y la autonomía son cosas relativas, cuyas esferas varían en las diferentes fases del desarrollo social. Si los autonomistas se limitasen a decir que la organización social del porveni restringirá la autoridad hasta el límite estricto en que la hagan inevitable las condiciones de la producción, podríamos entendernos; pero, lejos de esto, permanecen ciegos para todos los hechos que hacen necesaria la cosa y arremeten con furor contra la palabra.¿Por qué los antiautoritarios no se limitan a clamar contra la autoridad política, contra el Estado? Todos los socialistas están de acuerdo en que el Estado político, y con él la autoridad política, desaparecerán como consecuencia de la próxima revolución social, es decir, que las funciones públicas perderán su carácter político, trocándose en simples funciones administrativas, llamadas a velar por los verdaderos intereses sociales. Pero los antiautoritarios exigen que el Estado político autoritario sea abolido de un plumazo, aun antes de haber sido destruidas las condiciones sociales que lo hicieron nacer. Exigen que el primer acto de la revolución social sea la abolición de la autoridad. ¿No han visto nunca una revolución estos señores? Una revolución es indudablemente, la cosa más autoritaria que existe; es el acto por medio del cual una parte de la población impone su voluntad a la otra parte por medio de fusiles, bayonetas y cañones, medíos autoritarios si los hay; y el partido victorioso, si no quiere haber luchado en vano, tiene que mantener este dominio por medio del terror que sus armas inspiran a los reaccionarios. ¿La Comuna de París habría durado acaso un solo día, de no haber empleado esta autoridad de pueblo armado frente a los burgueses? ¿No podemos, por el contrario, reprocharle el no haberse servido lo bastante de ella?Así pues, una de dos: o los antiautoritarios no saben lo que dicen, y en este caso no hacen más que sembrar la confusión; o lo saben, y en este caso traicionan el movimiento del proletariado. En uno y otro caso, sirven a la reacción.

De la autoridad

Federico Engels. 1872

18)

Acotaciones al libro de M. Bakunin El estado y la anarquía por Carlos Marx (articulo completo)

“Por ejemplo, la vulgar masa campesina, la plebe campesina, que, como es sabido, no goza de las simpatías de los marxistas y que se halla en el más bajo nivel de cultura, será gobernada probablemente por el proletariado urbano y fabril”.

Esto significa que allí donde el campesino existe todavía en masa como propietario privado, donde incluso forma una mayoría más o menos considerable, como en todos los Estados occidentales del continente europeo, donde este campesino no ha desaparecido, remplazado por jornaleros agrícolas, como en Inglaterra, ocurrirá lo siguiente: o se dedica a obstaculizar toda revolución obrera hasta hacerla fracasar, como ha ocurrido hasta ahora en Francia, o el proletariado (pues el campesino propietario de su tierra no pertenece al proletariado, y, si por su situación pertenece, no cree formar parte de él) tiene que adoptar como gobierno medidas encaminadas a mejorar inmediatamente la situación del campesino y que, por tanto, le ganen para la revolución; medidas que lleven ya en germen el tránsito de la propiedad privada sobre el suelo a la propiedad colectiva y que suavicen este tránsito, de modo que el campesino vaya a él impulsado por móviles económicos; pero no debe acorralar al campesino, proclamando, por ejemplo, la abolición del derecho de herencia o la anulación de su propiedad; esto último sólo es posible allí donde el arrendatario capitalista ha desplazado al campesino y el verdadero labrador es tan proletario, tan obrero asalariado como el obrero de la ciudad y donde, por tanto, tiene directamente, no indirectamente, los mismos intereses que éste; aún menos se debe fortalecer el régimen de propiedad parcelaria, agrandando las parcelas por la simple anexión de las grandes fincas a las tierras de los campesinos, como en la campaña revolucionaria de Bakunin.

“O, si enfocamos el problema desde el punto de vista nacional, nos imaginamos, por la misma razón, que para los alemanes, los eslavos seguirán hallándose, respecto a un proletariado alemán triunfante, en la misma sumisión servil en que éste se halla hoy respecto a su burguesía” (pág. 278).

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¡Qué estupidez de escolar! Una revolución social radical se halla sujeta a determinadas condiciones históricas de desarrollo económico; éstas son su premisa. Por tanto, sólo puede darse allí donde, con la producción capitalista, el proletariado industrial ocupe, por lo menos, una posición importante dentro de la masa del pueblo, y, para tener alguna probabilidad de triunfar, tiene que ser, por lo menos, capaz de hacer inmediatamente por los campesinos, mutatis mutandis, tanto como la burguesía francesa, en su revolución, hizo por los campesinos franceses de aquel entonces. ¡Hermosa idea la de que la dominación de los obreros lleva consigo la esclavización del trabajo agrícola! Pero aquí es donde se revela el pensamiento íntimo del señor Bakunin. Decididamente, él no comprende nada de la revolución social; sólo conoce su fraseología política; para él, no existen las condiciones económicas de esta revolución. Como hasta aquí todas las formas económicas -desarrolladas o no- implicaban la esclavización del trabajador (sea obrero, campesino, etc.), cree que en todas ellas es igualmente posible la revolución radical. Más aún: pretende que la revolución social europea, basada en los fundamentos económicos de la producción capitalista, se lleve a efecto sobre el nivel de los pueblos rusos o eslavos dedicados a la agricultura y al pastoreo y no rebase este nivel, aunque comprende que la navegación marítima establece una diferencia entre hermanos, pero sólo la navegación marítima, por ser ésta una diferencia que todos los políticos conocen. La base de su revolución social es la voluntad y no las condiciones económicas.

Manuscrito traducido del alemán

Carlos Marx. 1874

La corriente bolchevique coexistió en el orden internacional, al menos durante algún tiempo, con otras corrientes socialistas revolucionarias de marcado carácter liberador-libertario o al menos no autoritarias. Mas tarde muchos dirigentes, y un sinnúmero de activistas y militantes fueron acorralados y anulados políticamente o exterminados por la policía política stalinista y sus agentes dentro y fuera de la U.R.S.S. Sin embargo, la valiosa lección del pueblo ruso; el merito de los bolcheviques en términos políticos, es incuestionable.

Rosa Luxemburg presa en Alemania, desde la cárcel escribía:

“La arrolladora marcha de los acontecimientos saltó en días y horas distancias que anteriormente, en Francia, llevó décadas atravesar. En este aspecto, resulta claro que Rusia aprovechó los resultados de un siglo de desarrollo europeo, y sobre todo que la revolución de 1917 fue la continuación directa de la de 1905-1907, no un regalo del “liberador” alemán. El movimiento de marzo de 1917 comenzó exactamente en el punto en que fue interrumpido diez años antes. La república democrática fue el producto completo, internamente maduro, del primer asalto revolucionario.Pero luego comenzó la segunda tarea, la más difícil. Desde el primer momento la fuerza motriz de la revolución fue la masa del proletariado urbano. Sin embargo, sus reivindicaciones no se limitaban a la democracia política; atacaban esa cuestión tan candente que era la política internacional al exigir la paz inmediata. Al mismo tiempo, la revolución abarcó a la masa del ejército, que elevó la misma exigencia de paz inmediata, y a la gran masa campesina, que puso sobre el tapete la cuestión agraria, que desde 1905 constituía el eje de la revolución. Paz inmediata y tierra: estos dos objetivos provocarían inevitablemente la ruptura del frente revolucionario. La reivindicación de paz inmediata se oponía irreconciliablemente a las tendencias imperialistas de la burguesía liberal, cuyo vocero era Miliukov. Y el problema de la tierra se erguía como un espectro terrorífico ante la otra ala de la burguesía, los propietarios rurales. Además significaba un ataque al sagrado principio general de la propiedad privada, punto sensible de toda clase propietaria.En consecuencia, al día siguiente de los primeros triunfos revolucionarios comenzó una lucha interna sobre las dos cuestiones candentes: paz y tierra. En la burguesía liberal se dio la táctica de arrastrar los problemas y evadirlos. Las masas trabajadoras, el ejército, el campesinado, presionaban cada vez con más fuerza. No cabe duda que la cuestión de la paz y la de la tierra signaron el destino de la democracia política en la república. Las clases burguesas, arrastradas por la primera oleada de la tormenta revolucionaria, se dejaron llevar hasta el gobierno republicano. Luego comenzaron a buscarse una base de apoyo en la retaguardia y a organizar silenciosamente la contrarrevolución. La campaña del cosaco Kaledin contra Petersburgo expresó claramente esta tendencia. De haber tenido éxito el ataque, no sólo hubiera quedado sellado el destino de la cuestión de la paz y de la tierra, sino también el de la república. El resultado inevitable hubiera sido la dictadura militar, el reinado del terror contra el proletariado y luego el retorno a la monarquía. […]

En esta situación, la tendencia bolchevique cumplió la misión histórica de proclamar desde el comienzo y seguir con férrea consecuencia las únicas tácticas que podían salvar la democracia e impulsar la revolución. Todo el poder a las masas obreras y campesinas, a los soviets: éste era, por cierto, el único camino que tenía la revolución para superar las dificultades; ésta fue la espada con la que cortó el nudo gordiano, sacó a la revolución de su estrecho callejón sin salida y le abrió un ancho cauce hacia los campos libres y abiertos.El partido de Lenin, en consecuencia, fue el único, en esta primera etapa, que comprendió cuál era el objetivo real de la revolución. Fue el elemento que impulsó la revolución, y por lo tanto el único partido que aplicó una verdadera política socialista.Esto explica, también, cómo fue que los bolcheviques, que al comienzo de la revolución eran una minoría perseguida, calumniada y atacada por todos lados, llegaron en un breve lapso a estar a la cabeza de la revolución y a nuclear bajo su estandarte a las genuinas masas populares: el proletariado urbano, el ejército, los campesinos, y también a los elementos revolucionarios dentro de la democracia, el ala izquierda de los socialrevolucionarios.La situación real en que se encontró la Revolución Rusa se redujo en pocos meses a la alternativa: victoria de la

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contrarrevolución o dictadura del proletariado, Kaledin o Lenin. Esa era la situación objetiva, tal como se presenta en toda revolución después que pasa el primer momento de embriaguez, tal como se presentó en Rusia como consecuencia de las cuestiones concretas y candentes de la paz y la tierra, para las que no había solución dentro de los marcos de la revolución burguesa.La Revolución Rusa no hizo más que confirmar lo que constituye la lección básica de toda gran revolución, la ley de su existencia: o la revolución avanza a un ritmo rápido, tempestuoso y decidido, derriba todos los obstáculos con mano de hierro y se da objetivos cada vez más avanzados, o pronto retrocede de su débil punto de partida y resulta liquidada por la contrarrevolución. Nunca es posible que la revolución se quede estancada, que se contente con el primer objetivo que alcance. Y el que trata de aplicar a la táctica revolucionaria la sabiduría doméstica extraída de las disputas parlamentarias entre sapos y ratones lo único que demuestra es que le son ajenas la psicología y las leyes de existencia de la revolución, y que toda la experiencia histórica es para él un libro cerrado con siete sellos.[...]

Queda claro entonces que en toda revolución sólo podrá tomar la dirección y el poder el partido que tenga el coraje de plantear las consignas adecuadas para impulsar el proceso hacia adelante y de extraer de la situación todas las conclusiones necesarias para lograrlo.[...]

¿Y qué sucedió en la gran Revolución Francesa? Después de cuatro años de lucha, la toma del poder por los jacobinos demostró ser el único medio de salvar las conquistas de la revolución, de alcanzar la República, de liquidar el feudalismo, de organizar la defensa revolucionaria contra los enemigos internos y externos, de terminar con las conspiraciones de la contrarrevolución y de expandir la ola revolucionaria de Francia a toda Europa.Kautsky y sus correligionarios rusos, que querían que la Revolución Rusa conservara su “carácter burgués” de la primera fase, son la contrapartida exacta de esos liberales alemanes e ingleses del siglo pasado que distinguían entre los dos consabidos periodos de la gran Revolución Francesa: la revolución “buena” de la primera etapa girondina y la “mala” de la etapa posterior al levantamiento jacobino. La superficialidad liberal de esta concepción de la historia seguramente no se toma el trabajo de comprender que sin el levantamiento de los jacobinos “inmoderados” hasta las primeras conquistas de la etapa girondina, tímidas y débiles como fueron, pronto hubieran sido enterradas bajo las ruinas de la revolución, y que la alternativa verdadera a la dictadura jacobina, tal como el curso de hierro del desarrollo histórico planteó la cuestión en 1793, no era la democracia “moderada”, ¡sino... la restauración borbónica! [...]

El partido de Lenin fue el único que asumió el mandato y el deber de un verdadero partido revolucionario garantizando el desarrollo continuado de la revolución con la consigna “Todo el poder al proletariado y al campesinado”.De esta manera resolvieron los bolcheviques el famoso problema de “ganar a la mayoría del pueblo”, problema que siempre atormentó como una pesadilla a la socialdemocracia alemana. Como discípulos de carne y hueso del cretinismo parlamentario, estos socialdemócratas alemanes han tratado de aplicar a las revoluciones la sabiduría doméstica de la nursery parlamentaria: para largarse a hacer algo primero hay que contar con la mayoría. Lo mismo, dicen, se aplica a la revolución: primero seamos “mayoría”. La verdadera dialéctica de las revoluciones, sin embargo, da la espalda a esta sabiduría de topos parlamentarios. El camino no va de la mayoría a la táctica revolucionaria, sino de la táctica revolucionaria a la mayoría.Sólo un partido que sabe dirigir, es decir, que sabe adelantarse a los acontecimientos, consigue apoyo en tiempos tempestuosos. La resolución con que, en el momento decisivo, Lenin y sus camaradas ofrecieron la única solución que podía hacer avanzar los acontecimientos (“todo el poder al proletariado y al campesinado”), los transformó de la noche a la mañana en los dueños absolutos de la situación, luego de haber sido una minoría perseguida, calumniada, puesta fuera de la ley, cuyo dirigente tenía que vivir, como un segundo Marat, escondido en los sótanos.Más aun; los bolcheviques inmediatamente plantearon como objetivo de la toma del poder un programa revolucionario completo, de largo alcance; no la salvaguarda de la democracia burguesa sino la dictadura del proletariado para realizar el socialismo. De esta manera, se ganaron el imperecedero galardón histórico de haber proclamado por primera vez el objetivo final del socialismo como programa directo para la práctica política.Todo lo que podía ofrecer un partido, en un momento histórico dado, en coraje, visión y coherencia revolucionarios, Lenin, Trotsky y los demás camaradas lo proporcionaron en gran medida. Los bolcheviques representaron todo el honor y la capacidad revolucionaria de que carecía la social democracia occidental. Su Insurrección de Octubre no sólo salvó realmente la Revolución Rusa; también salvó el honor del socialismo internacional.[...]

Dado que la Asamblea Constituyente fue electa mucho antes del cambio decisivo, la Revolución de Octubre, y que su composición reflejaba el pasado ya desvanecido y no la nueva situación, se deduce automáticamente que tendría que haberse anulado la Asamblea Constituyente ya superada y llamado, sin dilación, a elecciones para una nueva Constituyente. No querían confiar, y no debían hacerlo, el destino de la revolución a una asamblea que reflejaba la Rusia kerenskista de ayer, del periodo de las vacilaciones y las alianzas con la burguesía. Por lo tanto, lo único que quedaba por hacer era convocar una asamblea que surgiera de la Rusia renovada que tanto había avanzado.En lugar de esto, Trotsky extrae de las características específicas de la Asamblea Constituyente que existía en octubre una conclusión general respecto a la inutilidad, durante la revolución, de cualquier representación surgida de elecciones populares universales.“Gracias a la lucha abierta y directa por el poder —escribe— las masas trabajadoras acumulan en un tiempo brevísimo una gran experiencia política, y en su desarrollo político trepan rápidamente un peldaño tras otro. Cuanto más extenso es el país y más rudimentario su aparato técnico, menores son las posibilidades del farragoso mecanismo de las instituciones democráticas de seguir el ritmo de este desarrollo.”Aquí nos encontramos con un cuestionamiento al “mecanismo de las instituciones democráticas” como tal. A esto

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debemos objetar inmediatamente que en esa estimación de las instituciones representativas subyace una concepción algo rígida y esquemática a la que la experiencia histórica de toda época revolucionaria contradice expresamente. Según la teoría de Trotsky, toda asamblea electa refleja de una vez y para siempre sólo la mentalidad, madurez política y ánimo propios del electorado justo en el momento en que éste concurre a las urnas. De acuerdo con eso, un cuerpo democrático es el reflejo de las masas al final del periodo electoral, del mismo modo que los espacios celestes de Herschel siempre nos muestran los cuerpos celestiales no como son en el momento en que los contemplamos, sino como eran en el momento en que enviaron a la tierra sus mensajes luminosos desde las inconmensurables distancias espaciales. Se niega aquí toda relación espiritual viva, toda interacción permanente entre los representantes, una vez que han sido electos, y el electorado.Sin embargo, ¡hasta qué punto lo contradice toda la experiencia histórica! La experiencia demuestra exactamente lo contrario; es decir, que el fluido vivo del ánimo popular se vuelca continuamente en los organismos representativos, los penetra, los guía. Si no, ¿cómo sería posible el espectáculo, que a veces presenciamos en todo parlamento burgués, de las divertidas volteretas de “los representantes del pueblo”, que se sienten súbitamente inspirados por un nuevo “espíritu” y pronuncian palabras totalmente inesperadas; o encontrarse en determinadas oportunidades con que las momias más resecas se comportan como jovencitos o con los pequeños Scheidemänchenn más diversos que de golpe empiezan a usar un tono revolucionario; todo esto siempre que hay alboroto en las fábricas y talleres y en las calles?¿Y habrá que renunciar, en medio de la revolución, a esta influencia siempre viva del ánimo y nivel de madurez política de las masas sobre los organismos electos, en favor de un rígido esquema de emblemas y rótulos partidarios? ¡Todo lo contrario! Es precisamente la revolución la que crea, con su hálito ardiente, esa atmósfera política delicada, vibrante, sensible, en la que las olas del sentimiento popular, el pulso de la vida popular, obran en el momento sobre los organismos representativos del modo “más maravilloso. De este hecho dependen, con toda seguridad, los tan conocidos cambios de escena que invariablemente se presentan en las primeras etapas de toda revolución, cuando los viejos reaccionarios o los extremadamente moderados, que surgieron de una elección parlamentaria con sufragio limitado realizada bajo el antiguo régimen, súbitamente se transforman en los heroicos y ardientes voceros del alza.[...]

Todo esto demuestra que “el farragoso mecanismo de las instituciones democráticas” cuenta con un poderoso correctivo, es decir con el movimiento vivo de las masas, con su inacabable presión. Y cuanto más democráticas son las instituciones, cuánto más vivo y fuerte es el pulso de la vida política de las masas, más directa y completa es su influencia, a pesar de los rígidos programas partidarios, de las boletas superadas (listas electorales), etcétera. Con toda seguridad, toda institución democrática tiene sus límites e inconvenientes, lo que indudablemente sucede con todas las instituciones humanas. Pero el remedio que encontraron Lenin y Trotsky, la eliminación de la democracia como tal, es peor que la enfermedad que se supone va a curar; pues detiene la única fuente viva de la cual puede surgir el correctivo a todos los males innatos de las instituciones sociales. Esa fuente es la vida política activa, sin trabas, enérgica, de las más amplias masas populares.[...]

Tomemos otro ejemplo impactante: el derecho al sufragio tal como lo mantiene el gobierno soviético. No queda para nada claro que significación práctica se atribuye a este derecho al sufragio. Por la crítica que hacen Lenin y Trotsky a las instituciones democráticas, parecería que rechazan por principio la representación popular sobre la base del sufragio universal y que quieren apoyarse solamente en los soviets. ¿Por qué, entonces, utilizan un sistema de sufragio universal?, realmente no queda claro. No sabemos si este derecho al sufragio se puso en práctica en algún lado; no se oyó hablar de ninguna elección para ningún tipo de organismo popular representativo realizada con este sistema. Más probablemente se trata, por así decirlo, de un producto teórico de la diplomacia; pero, sea como sea, constituye un producto notable de la teoría bolchevique de la dictadura.Todo derecho al sufragio, como cualquier derecho político en general, no puede medirse aplicando alguna suerte de patrón abstracto de “justicia” o de cualquier otro término burgués democrático, sino por las relaciones sociales y económicas a las que se aplica. El derecho al sufragio elaborado por el gobierno soviético está calculado para el periodo de transición de la sociedad burguesa capitalista a la socialista, o sea, está calculado para el periodo de la dictadura del proletariado. Pero, según la interpretación de esta dictadura que representan Lenin y Trotsky, se garantiza el derecho a votar a todos aquellos que viven de su trabajo y se les niega a todos los demás.Otra consecuencia de esta situación es que el Estado mantiene con los recursos públicos a sectores cada vez más amplios del proletariado, como los guardias rojos, etcétera. De hecho, amplias y crecientes capas de la pequeña burguesía y del proletariado, a las que el mecanismo económico no les proporciona los medios para ejercer la obligación de trabajar, se ven privadas de sus derechos políticos.[...]

Pero cuando llega a una ley electoral que resulta en la privación del derecho del voto para amplios sectores de la sociedad, a los que políticamente se coloca fuera de los marcos sociales y, al mismo tiempo, no se los está en condiciones de ubicar aunque sea económicamente dentro de esos marcos; cuando la privación de los derechos no es una medida concreta para lograr un objetivo concreto sino una ley general de largo alcance, entonces no se trata de una necesidad de la dictadura sino de una creación artificial a la que no se le puede insuflar vida. Esto se aplica tanto a los soviets como fundamento como a la Asamblea Constituyente y a la ley del sufragio general.Pero el tema no se agota con la Asamblea Constituyente y la ley del sufragio. No hemos considerado hasta ahora la destrucción de las garantías democráticas más importantes para una vida pública sana y para la actividad política de las masas trabajadoras: libertad de prensa, derechos de asociación y reunión, que les son negados a los adversarios del régimen soviético. En lo que hace a estos ataques (a los derechos democráticos) los argumentos de Trotsky ya citados sobre el carácter farragoso de los organismos democráticos electos distan mucho de ser satisfactorios. Por otra parte, es un hecho conocido e indiscutible que es imposible pensar en un gobierno de las amplias masas sin una prensa libre y sin

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trabas, sin el derecho ilimitado de asociación y reunión.

Hay también implícitos en los criterios bolcheviques una suerte de comprensión mecanicista, según la cual, al tomar el control del aparato de Estado, se conquistaba “el socialismo”. Y el vehículo institucional tendría la forma de una dictadura popular revolucionaria al estilo de la república jacobina. Los derechos políticos y las libertades individuales llegarían con la eliminación de las clases sociales. Rosa Luxemburg lo cuestiona del siguiente modo:

El problema de la dictadura

Lenin dice que el Estado burgués es un instrumento de opresión de la clase trabajadora, el Estado socialista de opresión a la burguesía. En cierta medida, dice, es solamente el Estado capitalista puesto cabeza abajo. Esta concepción simplista deja de lado el punto esencial: el gobierno de la clase burguesa no necesita del entrenamiento y la educación política de toda la masa del pueblo, por lo menos no más allá de determinados límites estrechos. Pero para la dictadura proletaria ése es el elemento vital, el aire sin el cual no puede existir.“Gracias a la lucha abierta y directa por el poder —escribe Trotsky— las masas trabajadoras acumulan en un tiempo brevísimo una gran experiencia política, y en su desarrollo político trepan rápidamente un peldaño tras otro.”Aquí Trotsky se refuta a sí mismo y a sus amigos. ¡Justamente porque es así, bloquearon la fuente de la experiencia política y de este desarrollo ascendente al suprimir la vida pública! O de otro modo tendremos que convencernos de que la experiencia y el desarrollo eran necesarios hasta la toma del poder por los bolcheviques, y después, alcanzada la cima, se volvieron superfluos. (El discurso de Lenin: ¡ ¡ ¡Rusia ya está ganada para el socialismo! ! !)¡En realidad, lo que es cierto es lo opuesto! Las tareas gigantescas que los bolcheviques asumieron con coraje y determinación exigen el más intenso entrenamiento político y acumulación de experiencias de las masas.La libertad sólo para los que apoyan al gobierno, sólo para los miembros de un partido (por numeroso que este sea) no es libertad en absoluto. La libertad es siempre y exclusivamente libertad para el que piensa de manera diferente. No a causa de ningún concepto fanático de la “justicia”, sino porque todo lo que es instructivo, totalizador y purificante en la libertad política depende de esta característica esencial, y su efectividad desaparece tan pronto como la “libertad” se convierte en un privilegio especial.Los mismos bolcheviques no se atreverán a negar, con la mano en el corazón, que ellos tienen que tantear paso a paso el terreno, probar, experimentar, tentar ora un camino, ora otro, y que muchas de sus medidas no son precisamente inapreciables perlas de sabiduría. Así deberá ocurrir y así ocurrirá con todos nosotros cuando lleguemos hasta el punto al que han llegado ellos, aunque en todos lados no se presenten las mismas circunstancias difíciles.Bajo la teoría de la dictadura de Lenin-Trotsky subyace el presupuesto tácito de que la transformación socialista hay una fórmula prefabricada, guardada ya completa en el bolsillo del partido revolucionario, que sólo requiere ser enérgicamente aplicada en la práctica. Por desgracia —o tal vez por suerte— ésta no es la situación. Lejos de ser una suma de recetas prefabricadas que sólo exigen ser aplicadas, la realización práctica del socialismo como sistema económico, social y jurídico yace totalmente oculta en las nieblas del futuro.En nuestro programa no tenemos más que unos cuantos mojones que señalan la dirección general en la que tenemos que buscar las medidas necesarias, y las señales son principalmente de carácter negativo. Así sabemos más o menos que eliminar en el momento de la partida para dejar libre el camino a una economía socialista. Pero cuando se trata del carácter de las miles de medidas concretas, prácticas, grandes y pequeñas, necesarias para introducir los principios socialistas en la economía, las leyes y todas las relaciones sociales, no hay programa ni manual de ningún partido socialista que brinde la clave. Esto no es una carencia, sino precisamente lo que hace al socialismo científico superior a todas sus variedades utópicas.El sistema social socialista sólo deberá ser, y sólo puede ser, un producto histórico, surgido de sus propias experiencias, en el curso de su concreción, como resultado del desarrollo de la historia viva, la que (al igual que la naturaleza orgánica, de la que, en última instancia, forma parte) tiene el saludable hábito de producir siempre junto con la necesidad social real los medios de satisfacerla, junto con el objetivo simultáneamente la solución. Sin embargo, si tal es el caso, es evidente que no se puede decretar el socialismo, por su misma naturaleza, ni introducirlo por un úcase. Exige como requisito una cantidad de medidas de fuerza (contra la propiedad, etcétera). Lo negativo, la destrucción, puede decretarse; lo constructivo, lo positivo no. Territorio nuevo. Miles de problemas. Sólo la experiencia puede corregir y abrir nuevos caminos. Sólo la vida sin obstáculos, efervescente, lleva a miles de formas nuevas e improvisaciones, saca a luz la fuerza creadora, corrige por su cuenta todos los intentos equivocados. La vida pública de los países con libertad limitada está tan golpeada por la pobreza, es tan miserable, tan rígida, tan estéril, precisamente porque, al excluirse la democracia, se cierran las fuentes vivas de toda riqueza y progreso espirituales. (Una prueba: el año 1905 y los meses de febrero a octubre de 1917.) Allí era de carácter político; lo mismo se aplica a la vida económica y social. Toda la masa del pueblo debe participar. De otra manera, el socialismo será decretado desde unos cuantos escritorios oficiales por una docena de intelectuales.El control público es absolutamente necesario. De otra manera el intercambio de experiencias no sale del círculo cerrado de los burócratas del nuevo régimen. La corrupción se torna inevitable (palabras de Lenin, boletín N° 29).La vida socialista exige una completa transformación espiritual de las masas degradadas por siglos de dominio de la clase burguesa. Los instintos sociales en lugar de los egoístas, la iniciativa de las masas en lugar de la inercia, el idealismo que supera todo sufrimiento, etcétera. Nadie lo sabe mejor, lo describe de manera más penetrante, lo repite más firmemente que Lenin. Pero está completamente equivocado en los medios que utiliza. Los decretos, la fuerza dictatorial del supervisor de fábrica, los castigos draconianos, el dominio por el terror, todas estas cosas son sólo paliativos. El único camino al renacimiento pasa por la escuela de la misma vida pública, por la democracia y opinión pública más ilimitadas y amplias. Es el terror lo que desmoraliza.Cuando se elimina todo esto, ¿qué queda realmente? En lugar de los organismos representativos surgidos de elecciones populares generales, Lenin y Trotsky implantaron los soviets como única representación verdadera de las masas trabajadoras. Pero con la represión de la vida política en el conjunto del país, la vida de los soviets también se deteriorará cada vez más. Sin elecciones generales, sin una irrestricta libertad de prensa y reunión, sin una libre lucha de opiniones, la vida muere en toda institución pública, se torna una mera apariencia de vida, en la que sólo queda la burocracia como elemento activo.

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Gradualmente se adormece la vida pública, dirigen y gobiernan unas pocas docenas de dirigentes partidarios de energía inagotable y experiencia ilimitada. Entre ellos, en realidad dirigen sólo una docena de cabezas pensantes, y de vez en cuando se invita a una élite de la clase obrera a reuniones donde deben aplaudir los discursos de los dirigentes, y aprobar por unanimidad las mociones propuestas -en el fondo, entonces, una camarilla- una dictadura, por cierto, no la dictadura del proletariado sino la de un grupo de políticos, es decir una dictadura en el sentido burgués, en el sentido del gobierno de los jacobinos (¡la postergación del Congreso de los Soviets de periodos de tres meses a periodos de seis meses!) Sí, podemos ir aun más lejos; esas condiciones deben causar inevitablemente una brutalización de la vida pública: intentos de asesinato, caza de rehenes, etcétera. (Discurso de Lenin sobre la disciplina y la corrupción.)

Democracia y dictadura

El error básico de la teoría Lenin-Trotsky es que ellos también, igual que Kautsky, oponen la dictadura a la democracia. “Dictadura o democracia”, es como plantean la cuestión tanto los bolcheviques como Kautsky. Este se decide naturalmente en favor de “la democracia”, es decir de la democracia burguesa, precisamente porque la opone a la alternativa de la revolución socialista oponiéndola a la democracia, y por lo tanto, a favor de la dictadura. Lenin y Trotsky, por otro lado, se deciden a favor de la dictadura de un puñado de personas, es decir de la dictadura según el modelo burgués. Son dos polos opuestos, ambos igualmente distantes de una genuina política socialista. El proletariado, cuando toma el poder, no puede nunca seguir el buen consejo que la da Kautsky, con el pretexto de “la inmadurez del país”, de renunciar a la revolución socialista y dedicarse a lademocracia. No puede seguir este consejo sin traicionarse a sí mismo, a la Internacional y a la revolución. Debería y debe encarar inmediatamente medidas socialistas, de la manera más enérgica, inflexible y firme, en otras palabras ejercer una dictadura, pero una dictadura de la clase, no de un partido o una camarilla. Dictadura de la clase significa, en el sentido más amplio del término, la participación más activa e ilimitada posible de la masa popular, la democracia sin límites.“Como marxistas —escribe Trotsky— nunca fuimos adoradores fetichistas de la democracia formal.” Es cierto que nunca fuimos adoradores fetichistas de la democracia formal Ni tampoco fuimos nunca adoradores fetichistas del socialismo ni tampoco del marxismo. ¿Se desprende de esto que también debemos tirar el socialismo por la borda, a la manera de Cunow, Lensch y Parvus, si nos resulta incómodo? Trotsky y Lenin son la refutación viviente de esta respuesta.“Nunca fuimos adoradores fetichistas de la democracia formal.” Lo que realmente quiere decir es: siempre hemos diferenciado el contenido social de la forma política de la democracia burguesa; siempre hemos denunciado el duro contenido de desigualdad social y falta de libertad que se esconde bajo la dulce cobertura de la igualdad y la libertad formales. Y no lo hicimos para repudiar a éstas sino para impulsar a la clase obrera a no contentarse con la cobertura sino a conquistar el poder político, para crear una democracia socialista en reemplazo de la democracia burguesa, no para eliminar la democracia.Pero la democracia socialista no es algo que recién comienza en la tierra prometida después de creados los fundamentos de la economía socialista, no llega como una suerte de regalo de Navidad para los ricos, quienes, mientras tanto, apoyaron lealmente a un puñado de dictadores socialistas. La democracia socialista comienza simultáneamente con la destrucción del dominio de clase y la construcción del socialismo. Comienza en el momento mismo de la toma del poder por el partido socialista. Es lo mismo que la dictadura del proletariado.¡Sí, dictadura! Pero esta dictadura consiste en la manera de aplicar la democracia, no en su eliminación [...] Indudablemente los bolcheviques hubieran actuado de esta manera de no haber sufrido la terrible presión de la guerra mundial, la ocupación alemana y todas las dificultades anormales que trajeron consigo, lo que inevitablemente tenía que distorsionar cualquier política socialista, por más que estuviera imbuida de las mejores intenciones y los principios más firmes.

Seria exigirles algo sobrehumano a Lenin y sus camaradas pretender que en tales circunstancias apliquen la democracia más decantada, la dictadura del proletariado más ejemplar y una floreciente economía socialista. Por su definida posición revolucionaria, su fuerza ejemplar en la acción, su inquebrantable lealtad al socialismo internacional, hicieron todo lo posible en condiciones tan endiabladamente difíciles. El peligro comienza cuando hacen de la necesidad una virtud, y quieren congelar en un sistema teórico acabado todas las tácticas que se han visto obligados a adoptar en estas fatales circunstancias, recomendándolas al proletariado internacional como un modelo de táctica socialista. Cuando actúan de esta manera, ocultando su genuino e incuestionable rol histórico bajo la hojarasca de los pasos en falso que la necesidad los obligó a dar, prestan un pobre servicio al socialismo internacional por el cual lucharon y sufrieron. Quieren apuntarse como nuevos descubrimientos todas las distorsiones que prescribieron en Rusia le necesidad y la compulsión.”

La revolución Rusa

Rosa Luxemburg. 1920

20)

Sucedía también que los autoritarismos anti-liberales, nacionalistas, imperialistas y antimperialistas, corporativistas, populistas, inclusive anticapitalistas; que tuvieron su momento de apogeo político e ideológico desde el comienzo del siglo XX y al menos, hasta mediados de los años sesentas; impregnaban -toda- la política de los periodos de guerras nacionales europeas, y luego este auge autoritario se extendió aún más durante la primera y segunda post guerras interimperialistas a nivel mundial. La propaganda premarxista oficial soviética e inclusive la “marxista” negación del marxismo Althusseriana, son una clara expresión de este período oscuro del pensamiento socialista a nivel mundial.

En aquellas coyunturas de entre guerras y crisis capitalista, en la experiencia latinoamericana el espacio popular, fue ocupado por los populismos burgueses y pequeñoburgueses, en parte también producto de la política soviética de frentes populares que ataba de pies y manos a los partidos comunistas oficiales a las decisiones del comité Stalinista de la U.R.S.S.

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“...El llamado “populismo latinoamericano” cuya época clásica debe situarse desde la Revolución mexicana de 1910 o desde el movimiento de elecciones populares con H. Irigoyen en 1918 en Argentina hasta el golpe de Estado contra J. Arbenz en 1954, algo más de cuarenta años, y que un teoricismo dogmático confundió unívocamente con el “bonapartismo” europeo [es probable que Dussel tenga razón en términos académicos, al mencionar esta supuesta “confusión dogmática”, pero no la tiene en cuanto a la significación -política- local del fenómeno populista burgués, su papel contrarrevolucionario y su carácter anticomunista] es el fruto de esta situación geopolítica concreta. Desde el comienzo de la llamada primera guerra mundial (ya que en realidad no fue mundial, porque gran parte del Asia, del África y de América Latina no intervinieron) la dominación del centro sobre la periferia colonial o postcolonial (América Latina) debió disminuir su explotación, por encontrarse abocado (el centro) a su brutal lucha por la hegemonía. Esto dio oportunidad al lento y débil origen y crecimiento de una cierta burguesía industrial [“burguesía terrateniente e industrial trustificada entre sí, con el capital financiero internacional”- según Mílcíades Peña] y de una clase obrera producto de esa naciente y siempre dependiente revolución industrial muy tardía. En ciertos países más urbanizados de América Latina (en torno a Buenos Aires o Córdoba, Sao Paulo o Río, México o Guadalajara, etc.) nacieron empresas industriales que produjeron bienes de difícil importación por el hecho de la guerra entre los países del Norte. G. Vargas, L. Cárdenas, J. D. Perón y tantos otros fueron los líderes de estos procesos de “pacto social”, donde una débil burguesía nacional crecía simultáneamente a una clase obrera y a la organización (por ejemplo en México) de los campesinos. Confederaciones General de empresarios, de obreros o campesinos manifestaron la irrupción organizada de una nueva constelación política, económica, social, cultural que se denominó “populismo”. Esta categorización no era negativa, sino que intentaba mostrar el hecho de un proyecto político hegemónico (en tanto cumplía con los requerimientos de la mayoría de la población, incluyendo la élite burguesa industrial) que afirmaba un cierto nacionalismo que protegía, gracias al Estado que tenía una relativa autonomía de los sectores de las clases dominantes, el mercado nacional. El débil capitalismo naciente tenía entonces unas fronteras protegidas en cuanto al uso de su energía (de allí la nacionalización del petróleo, del gas, de las minas, de la electricidad, etc.) y de ventajas aduaneras dentro del mercado nacional. Fue la etapa de mayor crecimiento económico sostenido de América Latina en el siglo XX, y el tiempo de los gobiernos elegidos efectivamente por la presencia masiva del pueblo en elecciones no fraudulentas. El bloque social de los oprimidos se hizo presente aún desde un punto de vista democrático, fenómeno que no tendrán comparación con ningún otro en todo ese siglo (exceptuando los procesos revolucionarios a los que haremos referencia posteriormente). Por ello, nombres como los de L. Cárdenas o J. D. Perón, aunque ambiguos, son difíciles de borrar de la memoria popular. Este fenómeno se daba igualmente en otros momentos de la periferia mundial. Kemal Ata-Turk, el movimiento nacionalista de Abdel Nasser en Egipto, del Partido del Congreso en la India o de Sucarno en Indonesia, manifestaban análogas circunstancias. El “pseudo-populismo” de hoy. Epíteto peyorativo como crítica política conservadora sin validez epistémica Aquel “populismo” histórico del siglo XX no puede comparase de ninguna manera con lo que hoy ciertos grupos conservadores y dominante usan como “populismo”, con lo cual se intenta peyorativamente negar ciertos fenómenos político-sociales en la actual coyuntura del comienzo del siglo XX.En efecto, Estados Unidos necesitó algo menos de diez años para organizar su hegemonía en el mundo llamado “libre”, ante la presencia de la Unión Soviética (un efecto inesperado de las guerras intra-burguesas), desde el inicio de la llamada “Guerra fría”. Por el Oeste, su antiguo enemigo en Europa, Alemania, fue fortalecido con el “Plan Marshall” ante su nuevo enemigo: la Unión Soviética. Por el Este, su antiguo enemigo, Japón, fue reorganizado ante su nuevo enemigo: la China. Terminada esta tarea de estructurar la hegemonía en el Norte, Estados Unidos observó que en el Sur “pululaban” regímenes con aspiraciones nacionalistas, aunque casi todos capitalistas, que se le enfrentaban en la competencia dentro del mercado mundial capitalista en el que luchan las burguesías del Norte contra las del Sur. Sin “compasión” –como es de esperar- despedazó el Norte violentamente esas “burguesías” periféricas que intentaban tener un lugar en el mercado mundial. La burguesía norteamericana, a través del Pentágono, lanzó entonces un guerra de competencia (la “competencia” dentro del mercado donde una burguesía domina y extrae plusvalor de la otra), que se manifestó en primer lugar en Guatemala, en 1954, contra el proyecto capitalista de emancipación nacional de Jacobo Arbenz, que intentaba imponer mayores salarios a los obreros de la United Fruit Company para fortalecer el mercado interno guatemalteco, para permitir una naciente revolución industrial –nada socialista el proyecto. Pero en la guerra de la competencia de la burguesía del Norte contra la del Sur latinoamericana no había ninguna proporción en la potencia de los contendientes. Uno tras otros fueron destruidos los proyectos del “populismo” histórico latinoamericano. Así cayeron los gobiernos de J. Arbenz, de G. Vargas, de J. D. Perón, de Rojas Pinilla, de Pérez Jiménez, etc., instaurándose regímenes categorizados como “desarrollistas” (desde 1954, entonces).La “teoría de la dependencia” formuló estos acontecimientos mostrando que la transferencia de plusvalor del capital global del capitalismo periférico hacia el capital global del centro (siendo desde la década del 1980 el mecanismo principal de la dicha transferencia el pago de una deuda externa inflada y en gran parte contraída antidemocráticamente a espaldas del pueblo latinoamericano) debía ocultarse ideológicamente gracias a una teoría económica construida ad hoc por Estados Unidos y Europa por la que se sugería, desde finales de la década del 1950 (denominada por la CEPAL “doctrina desarrollista”) “abrir las fronteras” a la tecnología más avanzada y al capital del centro para sustituir importaciones. Esto produjo el fenómeno de las que se llamarán después: las corporaciones trasnacionales. Lo cierto es que el “desarrollismo” fracasó, porque era sólo la “máscara” de la expansión del capital del centro, de la dominación de la burguesía del Norte sobre la de la periferia; del centro que destruyó y absorbió el capital nacional y debilitó a la burguesía periférica, tarea que realizarán por último las dictaduras de seguridad nacional (desde el golpe dirigido por Golbery en Brasil en 1964, hasta las primeras elecciones formalmente democráticas de un presidente de un presidente en Brasil o Argentina, en 1984), cuando los masas, que habían de alguna manera

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gustado el fruto del desarrollo económico-político del “populismo”, fueron nuevamente reprimidas desde una disciplina exigida por la lógica del “desarrollo” del capital. Las dictaduras hicieron posible por una nueva etapa, la existencia de un capitalismo periférico que aumentaba la transferencia de plusvalor al centro.La instalación de las democracias formales posteriores a las dictaduras (1983-2000) significaron una “apertura” política de la vida pública, no aterrorizada ya por la represión militar, lo que dio un ambiente de aparente libertad que permitió consolidar la conciencia de la legitimidad del deber de pagar una cuantiosa deuda externa contraída. Esa deuda, que los militares iniciaron, debieron heredarla los gobiernos “democráticos” que siendo “democráticos” justificaban ante la conciencia popular el indicado deber de pagarla –cuando ya los militares habían perdido totalmente la credibilidad-. Es decir, la deuda se había legitimado. Esos gobiernos formalmente “democráticos” fueron lentamente volviéndose ortodoxamente neoliberales (cuyos ejemplos prototípicos fueron los gobiernos privatizadores de los bienes públicos como los de Carlos Menem y Carlos Salinas de Gortari). Así se llevó a cabo a la práctica el “gran relato” (ignorado por la filosofía postmoderna) de la teoría neoliberal (llamada aún por George Soros: “fundamentalismo de mercado”) que se expresa en el “consenso de Washington”, que presiona a una total apertura de los mercados desarrollistas ante una predicada inevitable globalización económica, cultural y política –cuya expresión en la izquierda es formulada por A. Negri y M. Hardt. Ahora el calificativo de “populismo” había cambiado absolutamente de significado. Se había producido un deslizamiento semántico, una redefinición político estratégica del término. Ahora “populismo” significa toda medida o movimiento social o político que se oponga a la tendencia de globalización tal como la describe la teoría de base del “consenso de Washington”, que justifica la privatización de los bienes públicos de los Estados periféricos, la apertura de sus mercados a los productos del capital del centro, y que niega la priorización de los requerimientos, de las necesidades de la grandes mayoría de la población, empobrecida por las políticas adoptadas por las dictaduras militares (hasta aproximadamente el 1984) y aumentadas posteriormente por las decisiones de reformas estructurales dictadas desde los criterios de una economía neoliberal –que en México seguirán siendo los vigentes hasta 2008, constituyendo un anacronismo lamentable, si no suicida-. En medio de esa “noche de la historia” latinoamericana el levantamiento en Chiapas en enero de 1994 significó un rayo auroral en medio de las tinieblas

La Revolución socialista cubana significó igualmente un proceso que surge posteriormente al populismo histórico de “segundo tipo” (véase E. Dussel, “El populismo latinoamericano” (1910-1959)”, en Ideas y Valores (UN-Bogotá), (1977), 50, pp. 35-69; nuevamente en Política de la Liberación, 2007, Trotta, Madrid, pp.435-463).

Cinco tesis sobre el Populismo

Enrique Dussel. 2007

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Es decir que para Lenin la forma republicana francesa había resultado históricamente antagónica a los intereses de los trabajadores. El propio término República es utilizado ocasionalmente como sinónimo de parlamentarismo y dictadura burguesa. Mientras que como hemos visto, no era usado de este modo por Marx. El propio Marx ya se había encargado de aclarar estas “diferencias cuartelarías” en el seno del movimiento obrero mundial (apartado nº 9 Marx y el sufragio universal).

Entonces lo que subyace a la polémica, es que este documento personal; aquella carta de Carlos Marx a Weydemeyer, publicado después de la muerte de Marx y Engels, servirá a los bolcheviques para desestimar gran parte de las criticas de Rosa Luxemburg,

“Efecto mariposa” - “Por una herradura se perdió un jinete, por un jinete se perdió la batalla, por una batalla se perdió la esa guerra”.

Lenin en un primer momento, al formular su modelo político institucional socialista en términos teóricos, imagina una Dictadura democrática revolucionaria del proletariado y de los campesinos, como primer conquista “democrática” frente a la autocracia zarista.

El solo hecho de imaginar una dictadura democrática es casi un sin sentido para cualquier habitante del siglo XXI. Sin embargo para Lenin y sus compañeros no lo era. En los hechos, ésta es su alternativa teórica ante aquellos socialistas que planteaban la negativa a integrarse al gobierno provisional surgido de la primera revolución contra el zarismo en 1905, y que proponían una suerte de instancias de poder paralelo que denominaban “comunas revolucionarias”.

“...Cuanto más entrañable es para nosotros, por ejemplo, la Comuna de París de 1871, tanto menos tolerable es que salgamos del paso aludiendo a la misma sin examinar sus errores y sus condiciones peculiares. [...] ¿Qué dirá el conferencista al obrero cuando le interrogue sobre esta "comuna revolucionaria" de que se habla en la resolución? Le podrá decir únicamente que en la historia se entiende por dicho nombre un gobierno obrero que no sabía y no podía en aquel entonces distinguir los elementos de la revolución democrática y de la revolución socialista, que confundía las tareas de la lucha por la república con las de la lucha por el socialismo, que no supo cumplir la tarea de una ofensiva militar enérgica contra Versalles, que cometió el error de no apoderarse del Banco de Francia, etc. En una palabra, tanto si os referís en vuestra respuesta a la Comuna de París como a otra cualquiera, esa respuesta será: éste fue un

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gobierno como no debe ser el nuestro.¡Buena respuesta, ni que decir tiene! ¿No atestigua esto el verbalismo raciocinador del exegeta y la impotencia de un revolucionario, cuando se guarda silencio sobre el programa práctico del partido y se empieza inoportunamente a dar en la resolución una lección de historia? ¿No demuestra esto precisamente la existencia del error que querían en vano imputarnos a nosotros: la confusión de la revolución democrática y de la socialista, entre las cuales ninguna "comuna" ha establecido distinción?” [...]

Lenin plantea así muy claramente en el mismo texto, en su debate con Martov y Martinov, dos dirigentes de una corriente política denominada neoiskrista, su propia opinión respecto de las “Comunas revolucionarias”

“...¿Qué significa eso de las "comunas revolucionarias"? ¿Se distingue esta noción de la del "gobierno provisional revolucionario", y en caso afirmativo, ¿en qué? Los mismos señores conferencistas lo ignoran. La confusión en las ideas revolucionarias les conduce, como sucede habitualmente, a la palabrería revolucionaria. Sí, el empleo del término "comuna revolucionaria" en la resolución de los representantes de la socialdemocracia es una simple frase revolucionaria, y nada más. Marx condenó más de una vez semejante frase, en la que se ocultan tras un término "sugestivo" de un pasado caduco las tareas del porvenir. El carácter sugestivo de un término que ha desempeñado un papel en la historia se convierte en casos semejantes en un oropel inútil y nocivo, en un sonajero. Nosotros necesitamos dar a los obreros y a todo el pueblo una noción clara e inequívoca de porqué queremos la constitución de un gobierno provisional revolucionario, de cuáles son precisamente las transformaciones que realizaremos si mañana ejercemos una influencia decisiva sobre el poder [...]

La “comuna revolucionaria”, esto es, el poder revolucionario aunque no sea más que en una ciudad, deberá desempeñar inevitablemente (aunque sea “temporal, parcial, episódicamente”) todos los asuntos del Estado, [...] en una palabra, deberá llevar a cabo, sin falta, una serie de reformas. [...]

Naturalmente en una situación histórica concreta se entrelazan los elementos del pasado y del porvenir, se confunden uno y otro camino. El trabajo asalariado y su lucha contra la propiedad privada existen también bajo la autocracia, nacen incluso en el régimen feudal. Pero todos nosotros contraponemos la revolución burguesa y la socialista, todos nosotros insistimos incondicionalmente en la necesidad de establecer una distinción rigurosa entre las mismas, pero ¿se puede negar acaso que se entrelacen en la historia elementos aislados, particulares de una y otra revolución?¿Acaso la época de las revoluciones democráticas en Europa no registra una serie de movimientos socialistas y de tentativas socialistas?

"Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática"

V.I. Lenin. 1905

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“ y es Cuba, lo digo sin pasión, lo digo sin subjetivismo de ninguna índole, el país que más ha hecho por el ser humano. ¿Que revolución fue mas noble? ¿que revolución fue más generosa?, ¿que revolución respetó mas al hombre?. Y no ya como revolución victoriosa en el poder, sino desde nuestra propia guerra, desde nuestra propia lucha revolucionaria que estableció principios inviolables. . Porque lo que no hizo revolucionarios fue nuestra propia repulsa a la injusticia, la repulsa al crimen, la repulsa a las torturas. En nuestra guerra que duro veinticinco meses, y fue intensa. Donde capturamos miles de prisioneros, no hubo un solo caso de violencia física contra las personas, para obtener información. Ni aún en medio de la guerra.No hubo un solo caso de asesinato de un prisionero, si lo que hacíamos que hacíamos con los prisioneros era ponerlos en libertad. Les quitábamos las armas que era lo único que no interesaba. Y teníamos que trataros con todas las consideraciones que merecían aquellos suministradores de armas.Al principio les habían hecho creer que los matábamos a todos, e incluso resistían hasta el final, pero cuando fueron descubriendo a la largo de la guerra, cual era el comportamiento del ejercito rebelde, entonces mas fácilmente deponían las armas cuando estaban cercados, cuando estaban perdidos. Y hubo alguno de aquellos soldados que se rindió tres veces. Porque lo cambiaban de frente, de un frente a otro frente, se rendía, a otro frente y se rendían. Cambiaban de lugar; ¿tenían experiencia!. Pero lo más importante es que esos principios, de no acudir jamas a la tortura, no utilizar jamas el crimen.. Esos principios los ha mantenido sin una solo excepción hasta hoy la revolución cubana.Digan lo que digan. Escriban lo que escriban. Ya sabemos que muchos de esos libelos los escribió gente asalariada de la CIA. ¿hay algún otro ejemplo igual en al historia?. En la historia ha habido muchas revoluciones y fueron por lo general duras, ¡y muy duras!. Desde las revoluciones allá en Inglaterra, y la revolución francesa, y la revolución rusa, y la guerra civil española, y la revolución mexicana... De revoluciones sabemos bastante y se han escrito muchos libros. Y de contrarrevoluciones más todavía. Porque de la contrarrevoluciones ni se habla. Las revoluciones suelen ser generosas. Las contrarrevoluciones son indefectiblemente despiadadas. -Sinó que lo digan los comuneros de París -. En el caso de Cuba no se ha dado una sola excepción. No existe en la historia de la revolución un solo caso de “torturado”; así con esas palabras. Un solo caso de asesinato político. Un solo caso de desaparecido. No existen en nuestro país los llamados “escuadrones de la muerte” que proliferan como hongos en muchos países de este hemisferio. […] en nuestro país no se conocen eso fenómenos que vemos en otros, de niños

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asesinados en las calles para evitar el espectáculo e las limosnas... La revolución liquidó el pordioserismo. La revolución liquidó el juego. La revolución liquidó las drogas. La revolución liquido la prostitución. - Sí- puede haber algunos casos desgraciadamente; algunas tendencias que con motivos de las dificultades económicas y al apertura del país a grandes contactos con el exterior se originan. Y puede haber alguna jinetera, no lo negamos. Si de vez en cuando aparece alguna que otro pero, no hay que correr el riesgo de confundir personas decentes con jineteras... Se dan esos casos. Pero se lucha contra eso. No se tolera la prostitución. No se legaliza la prostitución. Puede haber algunos niños que enviados por sus padres, se acerquen a un turista a pedirle un chicle o a pedirle algo. Esos fenómenos los tenemos, en esta situación especial que estamos viviendo. En medio de las grandes dificultades de tipo económico que estamos atravesando cuando el bloqueo se ha recrudecido. Peno no eran fenómenos conocidos en los tiempos normales de la revolución. No se ven hombres durmiendo en los portales y arropados con periódicos a pesar de nuestra gran pobreza actual. No hay un solo ser humano desamparado y sin seguridad social en nuestro país, a pesar de nuestra gran pobreza actual. Los vicios que vemos todos los días en las sociedades capitalistas no existen aquí. En nuestro país eso ha sido la obra de la revolución. No hay un solo niño sin escuela y sin maestro. No hay un solo ciudadano sin atención medica, desde antes de nacer. Porque aquí se comienza a atender al ciudadano desde que está en el vientre de la madre. Desde la primera semana de su concepción. Somos el país del mundo de más médicos per capita, a pesar del periodo especial. ¡El país del mundo!. No digo del tercer mundo. Por encima de los nórdicos, de los Canadienses, de todos aquellos que figuran en al posiciones mas altas de la salud publica. Somos el país del mundo de mas maestros y profesores per capita, a pesar de las calamidades que estamos soportando. Somos el país del mundo con mas instructores de arte per capita. Somos el país del mundo con más profesores de educación física. A ese es al país al que bloquean. A ese es al país que tratan de rendir por hambre y por enfermedad. Algunos pretenden que se quite el bloqueo a cambio de que capitulemos. A cambio de que renunciemos a nuestros principios políticos. De que renunciemos al Socialismo y a nuestras formas democráticas. […] la posición de Estados Unidos, “condicionamiento de la suspensión del bloqueo a cambios políticos”. ¿Cambios políticos?,¿habrá país que haya hecho más cambios políticos que nosotros?. ¿Y que es una revolución si no el mas profundo y extraordinario cambio político?.Y no nosotros que hicimos esta revolución hace mas de treinta y cinco años, y a lo largo de treinta y cinco años hemos estado haciendo cambios políticos. No en busca de una democracia formal. Enajenante. Divisora de los pueblos. Fragmentadora de los pueblos. Sino de una democracia que realmente una a los pueblos. Y viabilice lo mas importante que es la constante participación del pueblo en la política, y la constante participación del pueblo en los asuntos fundamentales de su vida.Incluso en periodos recientes hicimos modificaciones a la constitución, al partir del principio que el pueblo postula y el pueblo elige. No critico a nadie, pero en la mayor parte del mundo, incluso en África, les están introduciendo junto con el neoliberalismo y el neocolonialismo les están introduciendo los sistemas políticos occidentales. Gente que nunca escuchó hablar de Voltaire, Dantón o Jean Jaques Rousseau; ni oyó hablar de los filósofos de la independencia de Estados Unidos. Y recuérdese bien como Bolívar era tan renuente a la copia mecánica de los sistemas Europeos y Norteamericano, que han conducido a la catástrofe a nuestros países. A la división, a la subordinación, al neo-coloniaje. […] Nosotros hemos trabajado, hemos elaborado un sistema propio, nuestro, que no lo copiamos de nadie. Partiendo del principio en primer lugar, de ¿quien es el que postula? Y postulan los vecinos. Se puede estar de acuerdo o no. Pero es tan respetable como la democracia griega de la que tanto se habla. Y sin esclavos, ni siervos. Porque la democracia griega eran unos pocos que se reunían en la plaza. -Tenían que ser tan pocos- que en épocas en que no había micrófonos, se reunían todos a hacer una elección. Los esclavos no participaban, los siervos no participaban; ¡ahora tampoco! Cuando usted analiza los resultados electorales se topa con que, compadre en Estados Unidos, ahora mismo acaban de elegir un nuevo congreso, donde por cierto hay preocupantes tendencias hacia el conservadurismo, y hacia la ultraderecha. ¡Pero son asuntos internos de Estados Unidos!, de verdad, se los aseguro. ¡Se los juro! Que no le hemos puesto como condición a los Estado Unidos para normalizar nuestras relaciones, que renuncien a ese sistema. Calculen que le digamos que tiene que votar por lo menos el 80% de la gente... El 38% decidió y se acabó. Y los demás dijeron...”me voy para la playa”. “O me voy para el cine”. “o voy a descansar en mi casa”[...] y en muchos países de América latina, en elecciones por el estilo, mucha gente ni vota. Es que los esclavos y los siervos dicen “¿para qué voy a votar si voy a seguir igual?”, -¡y que difícil es ponernos de acuerdo!. Eso sí, la influencia de los medios masivos es cada vez mayor, y el complejo de obstáculos que tienen que vencer las fuerzas populares son cada vez mas difíciles de sobrepasar.Pero bueno, en nuestras elecciones van a votar mas del 95% de los ciudadanos y nadie está obligado a votar. Incluso los que no están con la revolución, van y votan. Aunque sea en blanco, o votan por uno o votan por el otro. Votan por uno o votan por el otro, o el otro. En nuestro pueblo repito uno vez mas, postulan los vecinos. Postula el pueblo y elige el pueblo. De modo que en ese sentido las posibilidades de ser electo de un ciudadano son infinitamente más que en cualquier otro país. […] nosotros tenemos varios diputados de menos de veinte años. Porque los estudiantes desde secundaria en adelante, participan en el proceso de selección de los candidatos. Como todos las organizaciones de masas. Los campesinos participan en el proceso de selección de los candidatos. Las organizaciones de mujeres participan en el proceso de selección de los candidatos. Los sindicatos participan en el proceso de selección de los candidatos. Los comités de defensa de la revolución participan en el proceso de selección de los candidatos. Y hay numerosos estudiantes de secundaria, pre-universitaria y universitarios que son diputados a la asamblea nacional. Mujeres, campesinos, trabajadores y obreros, de todos los sectores. No es el partido el que postula. El partido ni postula, ni elije. Sino que vela porque se cumplan todos los principios y todas las normas, pero no participa en ninguno de esos procesos. Electorales. Esa es la situación en nuestro país. En una de las ultimas modificaciones cada uno de los candidatos a diputado tiene que sacar mas del 50% de los votos

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validos […] con una revista en la mano [se] explicaba como un señor se había gastado 25 millones de dolares en una campaña, ¿que democracia es esa?, ¿cuanta gente tiene 25 millones de dolares para gastárselo en una campaña?. Y en Cuba no se necesita gastar ni 25 dolares. Tal ves, el pasaje para ir a votar el día de las elecciones. ¿Que democracia es esa que exige ser millonario para poder contar con todos los recursos con que hablar y persuadir a la gente para que lo voten?. Y después no se acurdan mas de él hasta las próximas elecciones a los cuatro o cinco años. No cuentan con él, ni una sola vez, más nunca. Se olvidó. En nuestro país los cargos son renovables. Y lo mismo el delegado de circunscripción, al funcionario cualquiera, puede ser elegido. Y puede ser removido de su cargo. Ese es nuestro sistema. No pretendemos que los demás lo apliquen. Seria absurdo pretender que fuera un modelo. Pero es el que hemos adoptado nosotros. No nos lo impuso nadie, no vino ningún gobernador, o interventor norteamericano a establece un código electoral aquí. Como hacían antes. La constitución la hemos hecho nosotros. El sistema electoral lo hemos ideado y lo hemos desarrollado nosotros, eso es lo que hemos estado defendiendo, el derecho del país a establecer las normas, el sistema económico, político y social que estime pertinente. En el mundo es imposible otra cosa. Es absurdo otra cosa. Es loca cualquier otra pretensión. Pero estos locos andan pretendiendo que todo el mundo haga igualito que ellos y lo de ellos no nos gusta...¡No nos gusta!. Por eso para nosotros es inaceptable la cuestión del cese del bloqueo, a cambio de concesiones políticas, concesiones que corresponden a la soberanía política de nuestro país. Es absolutamente inaceptable. Es indignante, es irritante. Y realmente preferimos perecer a renunciar a nuestra soberanía. Nosotros tenemos el bloqueo hace muchos años. Pero es necesario meditar sobre un hecho: cuando la revolución triunfa existía un mundo. Hoy al cabo de 35 años de revolución existe otro mundo, el mundo cambió. Y realmente no cambio hacia el progreso, sino que cambió hacia el retroceso. Porque el mundo bipolar no era del agrado de nadie, pero el mundo unipolar nos agrada mucho menos. […]El imperio no comercia con mercancías en relación a Cuba. Pero si quiere exportar ideas, y las peores ideas. No exporta alimentos, no exporta medicina, no exporta tecnología, no exporta maquinaria. Exporta en cantidades fabulosas: ideas. Lo que ocurre es que antes el mercado era más amplio y exportaba ideas a todas partes. Pero sobretodo exportaba muchas ideas al campo socialista, muchas ideas a la antigua Unión Soviética y otros países. Hoy el imperio solo tiene ideas contrarrevolucionarias para nosotros. Un enorme stock, poderosos, inmensos, infinitos medios de divulgación masiva. Ese comercio, es comercio en una sola dirección, porque nosotros no poseemos esos medios masivos, esos enormes sistemas de comunicación que cuestan miles; decenas de miles de millones de dolares, todos los años. Estamos condenados a recibir, no a intercambiar. […] el bloqueo es la guerra universal, con ese enorme poderío a su favor contra la economía de nuestro país.[...] ellos le llaman eufemísticamente “embargo”, nosotros le llamamos “bloqueo”, y no es embargo, ni bloqueo, es guerra. […] no hay arma, no hay recurso, que no se haya empleado contra nuestro país y contra nuestra revolución, por parte de las autoridades del gobierno de los Estados Unidos. Y no es que lo diga yo; de vez en cuando aparecen algunos de eso papeles que ellos “liberan” o publican al cabo de 25 años., 50, 100 y otros dicen que los guardan 200 años. Algo que será para los nietos, de los bisnietos de los tataranietos de las generaciones actuales. Que se enterarán un día las barbaridades que han cometido y no han dicho. Esos campeones de la libertad. Esos campeones de los derechos humanos. La guerra contra la revolución cubana a sido total. Absoluta. Y no es una vieja guerra. Esa guerra se mantiene. […] es algo mucho mas enorme que el bloqueo económico. Y toda esta política viene acompañada de una incesante campaña de calumnias y difamación contra nuestro país para justificar sus crímenes. […]En nuestra situación se da la situación de que se desploma el campo socialista y la U.R.S.S y el bloqueo se arrecia. Mientras existió el campo socialista y la U.R.S.S. Nosotros nos defendíamos mejor. Podíamos soportar mejor. Incluso en esa situación nuestra economía creció durante casi treinta años, y se alcanzó un extraordinario desarrollo social. Pero fue aquel, el mundo en que nace la revolución cubana, no había otro. No había otra alternativa en medio del país bloqueado por la potencia mas poderosa del mundo. Por eso la desaparición del campo socialista y de la U.R.S.S. Significó para nosotros un golpe tan terrible. Puesto que el bloqueo existente no solo se mantiene, sino que se recrudece. De modo que nuestro país perdió el 70% de las importaciones. Y yo me pregunto si ¿algún otro país del mundo habría podido resistir? Un golpe semejante. Y me pregunto ¿cuantos días lo habría podido resistir?. ¿Si una semana, si quince días, si un mes? .¿Como hubiéramos podido si no fuera por el apoyo del pueblo?, con el apoyo del pueblo a la revolución. ¿Como habríamos podido resistir realmente sin nuestro sistema político, sin nuestro sistema democrático?. ¿Sin la participación directa del pueblo en todas las cuestiones fundamentales?; que es la verdadera democracia. ¿Cualquier otro país latinoamericano habría podido resistir la caída abrupta del 70% de las importaciones?. ¿Cualquier otro país europeo habría podido soportar semejante prueba?... Los políticos desde el día antes habrían claudicado. Habrían capitulado. Pero nosotros tenemos dignidad. Tenemos un sentido del honor. Tenemos un apego por los principios. Para nosotros los principios valen más que la propia vida. Y nunca hemos negociado un principio. Nunca.Cuando nosotros ayudábamos a los revolucionarios centroamericanos. Los norteamericanos decían que nos quitaban el bloqueo si dejábamos de ayudar a los revolucionarios centroamericanos. Si dejábamos de ayudar a los revolucionarios. -Nunca- se nos pasó por la mente semejante cosa. En otra ocasión hablaban que estaban dispuestos a quitarnos el bloqueo, si dejábamos de ayudar a Angola y otros países de África. Y nunca nos paso por la mente la idea de negociar nuestras relaciones con otros países. En otra circunstancias decían que nos quitaban el bloqueo si rompíamos nuestros vínculos con la Unión Soviética. Y nunca se nos ocurrió semejante cosa. .Porque no somos un partido, ni una dirección política, que negocie con los principios. Y a ese precio nunca dejaría de existir el bloqueo, porque es un precio que no estamos dispuestos a pagar.Esta situación nos llevó al periodo especial. Nosotros veníamos llevando a cabo excelentes planes, antes de que ocurriera toda esta catástrofe socialista. […] sin embargo había que salvar, la patria, había que salvar la revolución, había que salvar el socialismo. Nosotros decimos, las conquistas del socialismo, porque no podemos decir que ahora estamos construyendo el socialismo, sino que estamos defendiendo lo que hemos hecho.

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Estamos defendiendo las conquistas que hemos alcanzado. Objetivo fundamental en un mundo que había cambiado de manera radical. En que todo el poder del imperio se volvía contra nosotros. Porqué por ejemplo a China, inmenso país, que defiende las ideas del socialismo; no le ponen condiciones. A Vietnam, maravilloso y heroico país, no le ponen condiciones. No hay bloqueo contra ellos. Solo bloqueo contra nosotros. Pónganse ustedes en el lugar de nuestro partido y de nuestra dirección, Y en esas condiciones tan difíciles como no existieron nunca jamas. “Salvar la patria, salvar la revolución, y salvar las conquistas del socialismo”, ¿que medidas había que tomar en este mundo que existe hoy? Y que desde luego no existirá siempre. Son ilusiones que se hacen aquellos que creen que el neoliberalismo, no es ya un plus ultra, es el “ascenso al cielo” para el capitalismo. Son ilusiones que se hacen. El mundo nos dará muchas lecciones. ¿que va a pasar con todo esto? Seria largo, un tema largo de explicar, y demasiado extenso si nos introducimos en este tema. Pero para ellos es eterno. Y hoy se habla de la globalización ¡Vamos a ver lo queda para los países del tercer mundo de esta globalización!. Cuando desaparezcan todos los mecanismos de defensa, países del tercer mundo compitiendo con la tecnología. Compitiendo con el inmenso desarrollo de los países capitalistas desarrollados. Que ahora trataran de explotar mas que nunca los recursos naturales del tercer mundo. Y la mano de obra barata del tercer mundo, par acumular más y más Capital Pero es que ese capitalismo superdesarrollado, como el de Europa por ejemplo, tiene cada vez más desempleados. Y mientras más se desarrolla: más desempleo. ¿Que pasará con nuestros países? La globalización de las diferencias, de las injusticias sociales. La globalización de la miseria.Pero este es el mundo que tenemos, con el cual debemos comerciar, intercambiar nuestros productos, en el cual tenemos que sobrevivir. Y por eso debemos adaptarnos a este mundo. Y adoptar aquella medidas que consideramos indispensables adoptar.Con un objetivo muy claro. No quiere decir que todo lo que estamos haciendo, sea resultado únicamente de la nueva situación, nosotros veníamos haciendo cambios. Incluso la idea de la incorporación del capital extranjero, era anterior al periodo especial. Habíamos comprendido que determinadas áreas, determinadas ramas, no se podían desarrollar porque no existía ni el capital, ni la tecnología para hacerlo. Porque no disponían de ella los países socialistas. Pero hemos tenido que darle mayor apertura. Hemos tenido que hacer lo que podríamos llamar una apertura bastante amplia a la inversión extranjera. […] En las condiciones de la Cuba de hoy, sin capital, sin tecnología y sin mercado, no podríamos desarrollarnos. De ahí que todos las reformas, cambios, que vamos haciendo, en un sentido y en otro, tienen el objetivo de salvaguardar la independencia, la revolución; porque la revolución es al fuente de todo; y las conquistas del socialismo; que quiere decir: preservar el socialismo, o el derecho de seguir construyendo el socialismo cuando las circunstancias lo permitan.Hacemos cambios, pero sin renunciar a la independencia y a la soberanía. Hacemos cambios, pero sin renunciar al verdadero principio del gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.Que traducido al lenguaje revolucionario es el gobierno de los trabajadores, por los trabajadores, y para los trabajadores.No el gobierno de los burgueses, por los burgueses y para los burgueses.No el gobierno de los capitalistas, por los capitalistas y para los capitalistas. No el gobierno de las transnacionales, por las transnacionales, y para las transnacionales.No el gobierno del imperialismo, por el imperialismo y para el imperialismo. Esa es la gran diferencia, cualesquiera que sean los cambios y las reformas que llevemos adelante. Si algún día renunciáramos a esto, habríamos renunciado a la razón de ser de la revolución. […]Hay grandes opciones en esta época: la opción de la libertad, la opción de la soberanía, la opción de la independencia, la opción de la justicia social. La justicia social va adquiriendo tal fuerza como idea, en medio del neoliberalismo, (que es la negación de todo principio de justicia; que hasta algunos organismos internacionales hablan de ella. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) habla cada vez mas de la necesidad de justicia social en este hemisferio. Hasta el Banco Mundial habla de la necesidad de justicia social en este hemisferio, - son los campeones del neoliberalismo – y hablan de justicia social porque se dan cuenta que las diferencias son tan abismales, y crecen, que quisieran concebir el sueño de un neoliberalismo con justicia social. Tienen miedo, que la miseria, el hambre y la pobreza socaven las bases de ese neoliberalismo al que tanto se consagran hoy. Y por eso hablan de justicia social. Pero nosotros sabemos que la justicia social solo podrán aplicarla los pueblos, y que neoliberalismo y justicia social son incompatibles. Son inconciliables. Que un mundo superdesarrollado, al lado de un mundo subdesarrollado es algo incompatible. Inconciliable. Que aquellos se verán cada vez más ricos y estos se verán cada vez mas pobres, es una realidad irrebatible.La presencia de ustedes aquí demuestran que las ideas justas viven. Que las ideas nobles viven, que los valores viven. Y que hay que multiplicar esas ideas, y esos valores, como Jesucristo multiplicó los peces y los panes. Las iglesias hablan de la opción por los pobres, y nos parece excelentemente bien, pero pienso que el mundo de hoy necesita algo mas que una opción; necesita lucha. Tenaz y consecuente por los pobres.Hace falta una lucha infatigable, contra las causas que originan la pobreza. Hace falta una lucha inconmovible contra el capitalismo, contra el neocolonialismo y contra el imperialismo.Hasta el día en que deje de hablarse de miles de millones de seres humanos que pasan hambre, que no tienen escuela, que no tienen hospitales, que no tienen trabajo, que no tienen techo. Que no cuentan con los mas elementales medios de vida. Se acerca ya a los seis mil millones de habitantes este planeta. En un siglo ha crecido cinco veces la población mundial. Múltiples son as amenazas que sufre hoy la humanidad, no solo de tipo social, económico, político, militar. Aquí alguien hablaba de que a las guerras hoy se les llama “misiones humanitarias”. “Esfuerzos en favor de la paz”. Las guerras nos amenazan y por todas partes, los intervencionismos nos amenazan y por todas partes, pero al mundo

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también lo amenaza la destrucción de las condiciones naturales de vida. La destrucción del medio ambiente, problema que ocupa cada vez mas la atención, y mueve cada vez más la consciencia del ser humano. Muy grande ha de ser el esfuerzo que debemos realizar en todos los sentidos, para salvar a la humanidad de todos estos riesgos.¿Y cual es el origen histórico de esta situación?. ¿ Podrá negarse acaso que fue el colonialismo?, ¿que fue el neocolonialismo; que fue el imperialismo?¿Podrá negarse acaso que fue el capitalismo?De eso estamos nosotros muy conscientes. Cualesquiera que hayan sido los reveses del movimiento progresista, del movimiento revolucionario, y el movimiento socialista. Pero nosotros se lso decimos aquí queridos compañeros. Al capitalismo no volveremos.Ni al capitalismo salvaje, ni al capitalismo caníbal, o como quiera llamarlo Perez Esquivel. Ni al capitalismo moderado, -si es que eso existe- A ese no queremos volver. Y no volveremos.Estamos conscientes de nuestros deberes, y de nuestras obligaciones. Hemos resistido ya casi cinco años en condiciones muy difíciles. Cuando otros creían que la revolución Cubana desaparecería rápido de la faz de la tierra. Estamos trabajando arduamente. Cada vez más. Y poniendo cada vez mas, incluso, el acento en lo subjetivo, en nuestros propios errores, en nuestras propias deficiencias.Enfatizando lo subjetivo, para que lo objetivo no se convierta en un pretexto de las deficiencias. Tenemos que llevar todavía mucha más conciencia a nuestro pueblo. […] Y nosotros que como no podemos vivir con la esperanza de estar en una torre de marfil, tenemos que andar mezclados con los problemas de este mundo, y a partir de la idea de que la virtud nace del vicio, igual que a veces del estiércol nacen magnificas flores,tenemos que acostumbrarnos a vivir con todo este tipo de problemas. Y la necesidad de buscar recursos en moneda convertible para precisamente, disponer de esos insumos. La ganadería se quedo también sin tiendo, sin regadío, sin combustible. No son fáciles los problemas a los que hemos tenido que enfrentarnos cumpliendo aquello de repartir lo poco entre muchos, y no repartir lo mucho entre muy pocos. Hemos ido repartiendo lo que tenemos. Pero en estas condiciones tan increíblemente difíciles. - Repito – Ni una escuela sin maestro, ni un niño sin escuela. Ni un enfermo sin medico y sin hospital. Mantenemos nuestro movimiento del desarrollo de la cultura, del desarrollo del deporte. Incluso en periodo especial alcanzamos el quinto puesto en las olimpiadas. ¿Les da una idea de nuestro esfuerzo en condiciones excepcionalmente difíciles?. De modo que cuando lo poco que se tiene se reparte entre muchos, uno puede hacer muchas cosas. Y hay muchos mas países en el mundo que tienen mucho mas que nosotros y hacen muy pocas cosas. [...]Esperamos mucho de esta batalla que ustedes se disponen a librar junto a nosotros. Para derrotar el bloqueo, para derrotar la hostilidad con nuestro país. Para defender la esperanza. No porque nosotros hayamos estado “predestinados” a ser esperanza. Nosotros no nos consideramos un pueblo con “un destino propio”, con un destino “extraordinario”. Nosotros constituimos un pueblo pequeño. Un pueblo modesto. A quien la historia en particulares circunstancias, le ha asignado el papel de defender, lo que estamos defendiendo. Nuestros ideales mas sagrados. Nuestros derechos mas sagrados. Ustedes ven eso como una esperanza. Nosotros comprendemos lo que significaría para todas las fuerzas progresistas, para todas las fuerzas revolucionarias, para todas las fuerzas amantes de la paz y de la justicia en el mundo que el imperialismo lograra aplastar la revolución Cubana. Por eso consideramos nuestro deber mas elemental y nuestro deber mas sagrado. Defender la revolución aún al costo de la vida. Gracias. Gracias. Muchas gracias. Infinitas gracias. Y permitanme exclamar una vez mas. ¡Socialismo o Muerte!. ¡Patria o Muerte!. ¡Venceremos!¡Viva la solidaridad!

Discurso en el Encuentro Mundial de Solidaridad con Cuba

Fidel Castro. 1994

Doble poder, contrapoder, antipoder. El poder es pudiendo

23)

Algo más de diez años después, Lenin “corrigiéndose” aclaraba respecto a los Soviets y la necesidad de derribar el gobierno provisional burgués “nadie pensaba ni podía pensar antes en la dualidad de poderes...”, sin embargo Martov y Martinov si lo habían pensado, aunque no a la manera de un régimen totalitario de partido de Estado consolidado luego y en especial, durante la etapa stalinista y el larguísimo asedio nazifascista, y luego neofascista Estadounidense y OTANISTA a la U.R.S.S.

“...El problema del Poder del Estado es el fundamental en toda revolución. Sin comprenderlo claramente no puede ni pensarse en participar de modo consciente en la revolución y mucho menos en dirigirla.Una particularidad notable en grado sumo de nuestra revolución consiste en que ha engendrado una dualidad de poderes. Es necesario, ante todo, explicarse este hecho, pues sin ello será imposible seguir adelante. Es menester saber completar y corregir las viejas "fórmulas", por ejemplo, las del bolchevismo, acertadas en general, como se ha demostrado, pero cuya realización concreta ha resultado ser diferente. Nadie pensaba ni podía pensar antes en la dualidad de poderes.

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¿En qué consiste la dualidad de poderes? En que junto al Gobierno Provisional, junto al gobierno de la burguesía, se ha formado otro gobierno, débil aún, embrionario, pero existente sin duda alguna y en vías de desarrollo: los Soviets de diputados obreros y soldados.¿Cuál es la composición de clase de este otro gobierno? El proletariado y los campesinos (con uniforme de soldado). ¿Cuál es el carácter político de este gobierno? Es una dictadura revolucionaria, es decir, un Poder que se apoya directamente en la conquista revolucionaria, en la iniciativa directa de las masas populares desde abajo, y no en la ley promulgada por el Poder centralizado del Estado. Es un Poder completamente diferente del de la república parlamentaria democrático-burguesa del tipo general que impera hasta ahora en los países avanzados de Europa y América. Esta circunstancia se olvida con frecuencia, no se medita sobre ella, a pesar de que en ella reside toda la esencia del problema. Este Poder es un Poder del mismo tipo que la Comuna de París de 1871. Los rasgos fundamentales de este tipo de Poder son:

1). La fuente del Poder no está en una ley, previamente discutida y aprobada por el Parlamento, sino en la iniciativa directa de las masas populares desde abajo y en cada lugar, en la "toma" directa del Poder, para emplear un término en boga.

2). Sustitución de la policía y del ejército, como instituciones apartadas del pueblo y contrapuestas a él, por el armamento directo de todo el pueblo; con este Poder guardan el orden público los mismos obreros y campesinos armados, el mismo pueblo en armas.

3). Los funcionarios y la burocracia son sustituidos también por el Poder directo del pueblo o, al menos, sometidos a un control especial, se transforman en simples mandatarios, no sólo elegibles, sino removibles en todo momento, en cuanto el pueblo lo exija; se transforman de casta privilegiada, con una elevada retribución, con una retribución burguesa de sus "puestitos", en obreros de una "rama" especial, cuya remuneración no exceda al salario corriente de un obrero calificado.

En esto, y sólo en esto, radica la esencia de la Comuna de París como tipo especial de Estado. Y esta esencia es la que han olvidado y desfigurado los señores Plejánov (los chovinistas manifiestos, que han traicionado al marxismo), Kautsky (los "centristas", es decir, los que vacilan entre el chovinismo y el marxismo) y, en general, todos los socialdemócratas, socialrevolucionarios, etc., que dominan hoy día.Salen del paso con frases, se refugian en el silencio, escurren el bulto, se felicitan mutuamente una y mil veces por la revolución y no quieren reflexionar en lo que son los Soviets de diputados obreros y soldados. No quieren ver la verdad manifiesta de que en la medida en que esos Soviets existen, en la medida en que son un Poder, existe en Rusia un Estado del tipo de la Comuna de París.Subrayo "en la medida", pues sólo se trata de un Poder en estado embrionario. De un Poder que, pactando directamente con el Gobierno Provisional burgués y haciendo una serie de concesiones de hecho, ha cedido y cede sus posiciones a la burguesía...”

La dualidad de poderes

V. I. Lenin. 1917

24)

“...Para Bernstein (*) la democracia es una etapa inevitable en el desarrollo de la sociedad. Para él, como para los teóricos burgueses del liberalismo, la democracia es la gran ley fundamental del proceso histórico, con todas las fuerzas de la vida política puestas al servicio de su realización. Pero la tesis de Bernstein es completamente falsa. Presentada en esta forma absoluta, aparece como una vulgarización pequeñoburguesa de los resultados de una fase brevísima del desarrollo burgués, los últimos veinticinco o treinta años. Llegamos a conclusiones totalmente distintas cuando examinamos el desarrollo histórico de la democracia un poco más de cerca y consideramos, a la vez, la historia política general del capitalismo. La democracia apareció en las estructuras sociales más disímiles: grupos comunistas primitivos, estados esclavistas de la Antigüedad y comunas medievales. Asimismo el absolutismo y la monarquía constitucional se encuentran en los órdenes económicos más variados. Cuando el capitalismo comenzó como primera forma de producción de mercancías, recurrió a una constitución democrática en las comunas municipales del Medioevo. Luego, cuando desarrolló la manufactura, el capitalismo encontró su forma política correspondiente en la monarquía absoluta. Por último, como economía industrial desarrollada, engendró en Francia la república democrática de 1793, la monarquía absoluta de Napoleón I, la monarquía nobiliaria de la Restauración (1815-1830), la monarquía constitucional burguesa de Luis Felipe, nuevamente la república democrática, nuevamente la monarquía de Napoleón III y finalmente, por tercera vez, la república.En Alemania, la única institución verdaderamente democrática —el sufragio universal- no es una conquista del liberalismo burgués. El sufragio universal alemán fue un instrumento para la fusión de los pequeños estados. Es sólo en este sentido que tiene importancia para el desarrollo de la burguesía alemana, que de otra manera quedaría bien satisfecha con una monarquía constitucional semifeudal. En Rusia, el capitalismo prosperó por mucho tiempo bajo el régimen del absolutismo oriental, sin que la burguesía manifestara el menor deseo de introducir la democracia. En Austria, el sufragio universal fue ante todo un salvavidas arrojado a una monarquía en descomposición y en bancarrota.

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En Bélgica, la conquista del sufragio universal por el movimiento obrero se debió indudablemente a la debilidad del militarismo local y, por consiguiente, a la situación geográfica y política particular de ese país. Pero aquí tenemos “un poco de democracia” ganada no por la burguesía sino contra ella.La victoria ininterrumpida de la democracia, que para el revisionismo tanto como para el liberalismo burgués parece una gran ley fundamental de la historia humana y, sobre todo, de la historia moderna, demuestra ser, luego de una mirada más profunda, un fantasma. No puede establecerse una relación absoluta y general entre desarrollo capitalista y democracia. La forma política de un país dado es siempre resultado de la combinación de todos los factores políticos existentes, tanto internos como externos. Admite dentro de sus límites todo tipo de variantes, desde la monarquía absolutista hasta la república democrática.Debemos abandonar, por tanto, toda esperanza de establecer la democracia como ley general del proceso histórico, inclusive en el marco de la sociedad moderna. Si volvemos la mirada a la fase actual de la sociedad burguesa, también aquí observamos factores políticos que, en lugar de garantizar la realización del esquema de Bernstein, conducen al abandono, por parte de la sociedad burguesa, de las conquistas democráticas logradas hasta ahora. Las instituciones democráticas —y esto posee la mayor importancia- han agotado totalmente su función de servir de ayuda al desarrollo de la sociedad burguesa. En la medida en que fueron necesarias para provocar la fusión de los pequeños estados y la creación de los grandes estados modernos (Alemania, Italia) ya no son más indispensables. Mientras tanto, el desarrollo de la economía ha afectado una cicatrización orgánica interna.[los fascismos, militarismos, monarquías constitucionales e imperialismos europeos son la prueba completa de esta afirmación]Lo mismo puede decirse de la trasformación de toda la maquinaria estatal política y administrativa de mecanismo feudal o semifeudal en mecanismo capitalista. Mientras que esta trasformación ha sido históricamente inseparable del desarrollo de la democracia, se ha realizado hasta un grado tal que se pueden suprimir los “ingredientes” puramente democráticos de la sociedad, tales como el sufragio universal y la forma estatal republicana, sin que la administración, las finanzas estatales ni la organización militar tengan necesidad de retrotraerse a sus formas anteriores a la Revolución de Marzo. [se refiere a la Comuna de París de marzo de 1878]Si el liberalismo en cuanto tal ya le es totalmente inútil a la sociedad burguesa, también se ha convertido, por otra parte, en un impedimento directo para el capitalismo.Dos factores dominan completamente la vida política de los estados contemporáneos: la política mundial y el movimiento obrero. Cada uno presenta un aspecto diferente de la fase actual del desarrollo capitalista.Como resultado del desarrollo de la economía mundial y de la agudización y generalización de la competencia en el mercado mundial, el militarismo y la política de las grandes flotas se han vuelto, en tanto que instrumentos de la política mundial, un factor decisivo tanto en la vida interior como en la vida exterior de las grandes potencias. Si es cierto que la política mundial y el militarismo representan una fase ascendente en la etapa que atraviesa el capitalismo en la actualidad, entonces la democracia burguesa debe desplazarse, lógicamente, en sentido descendente.[Rosa Luxembrgo está previendo en esta lineas la irrupción fascista en Europa, y el neofascismo corporativo global transnacional, explicándolo históricamente]En Alemania la era del gran armamentismo, comenzada en 1893, y la línea de la política mundial, inaugurada con la toma de Kiao-Cheou, se pagaron inmediatamente con el sacrificio de una víctima propiciatoria: la descomposición del liberalismo, la deflación del Partido del Centro, que pasó de la oposición al gobierno. Las recientes elecciones al Reichstag de 1907, realizadas bajo el signo de la política colonial alemana, fueron a la vez el entierro histórico del liberalismo alemán.Si la política exterior empuja a la burguesía a los brazos de la reacción, lo mismo ocurre con la política interna, gracias al ascenso de la clase obrera. Bernstein demuestra que lo reconoce cuando responsabiliza a la “leyenda” socialdemócrata que “quiere tragarse todo” —en otras palabras, los esfuerzos socialistas de la clase obrera— por la deserción de la burguesía liberal. Aconseja al proletariado renegar de su objetivo socialista, para que los liberales muertos de miedo puedan salir de la ratonera de la reacción. Al convertir la supresión del movimiento obrero socialista en condición esencial para la preservación de la democracia burguesa, demuestra palmariamente que esta democracia se encuentra en contradicción directa con la tendencia interna del desarrollo de la sociedad actual. Demuestra, al mismo tiempo, que el propio movimiento socialista es un producto directo de esta tendencia.Pero demuestra, a la vez, otra cosa más. Al hacer de la renuncia al objetivo socialista una condición esencial para la resurrección de la democracia burguesa, demuestra cuan inexacta es la afirmación de que la democracia burguesa es una condición indispensable para el movimiento socialista y la victoria del socialismo.[...]

¿Acaso la relación recíproca de la reforma legislativa y la revolución se aplican únicamente a las luchas de clases del pasado? ¿Es posible que ahora, como resultado del perfeccionamiento del sistema jurídico burgués, la función de trasladar a la sociedad de una fase histórica a otra corresponda a la reforma legislativa, y que la conquista del poder estatal por el proletariado se haya convertido, al decir de Bernstein, en “una frase hueca”?Todo lo contrario. ¿Qué es lo que distingue a la sociedad burguesa de las demás sociedades de clase, de la sociedad antigua y del orden social imperante en la Edad Media?Precisamente el hecho de que la dominación de clase no se basa en “derechos adquiridos” sino en relaciones económicas reales: el hecho de que el trabajo asalariado no es una relación jurídica, sino exclusivamente económica. En nuestro sistema jurídico no existe una sola fórmula legal para la actual dominación de clases. Los pocos restos de semejantes fórmulas de dominación de clase (por ejemplo, la de los sirvientes) son vestigios de la sociedad feudal.¿Cómo se puede suprimir la esclavitud asalariada “legislativamente”, si la esclavitud asalariada no está expresada en las leyes?De ello debemos concluir que la democracia no adquiere mayores posibilidades de sobrevivir en la medida en que la clase obrera renuncia a la lucha por su emancipación, sino que, por el contrario, la democracia adquiere mayores

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posibilidades de supervivencia a medida que el movimiento socialista se vuelve lo suficientemente fuerte como para luchar contra las consecuencias reaccionarias de la política mundial y la deserción burguesa de la democracia. Quien desee el fortalecimiento de la democracia, debe también desear el fortalecimiento, y no el debilitamiento, del movimiento socialista. Quien renuncia a la lucha por el socialismo, renuncia también a la movilización obrera y a la democracia.

La conquista del poder político

Hemos visto que la suerte de la democracia está ligada a la del movimiento obrero. ¿Pero es que el desarrollo de la democracia hace superflua o imposibilita la revolución proletaria, es decir, la conquista del poder político por los trabajadores?[…]

Sabemos desde hace tiempo que el reformador pequeñoburgués encuentra aspectos “buenos” y “malos” en todo. Mordisquea un poco de cada hierba. Pero esta combinación afecta muy poco el verdadero curso de los acontecimientos. La pilita tan cuidadosamente construida de todos los “aspectos buenos” de todas las cosas posibles se viene abajo ante el primer puntapié de la historia. Históricamente, la reforma legislativa y el método revolucionario se rigen por influencias mucho más poderosas que las ventajas o inconvenientes de uno y otro. En la historia de la sociedad burguesa la reforma legislativa sirvió para fortalecer progresivamente a la clase en ascenso hasta que ésta concentró el poder suficiente como para adueñarse del poder político, suprimir el sistema jurídico imperante y construir uno nuevo, a su medida. Bernstein, al denostar la conquista del poder político como teoría blanquista de la violencia, tiene la mala suerte de tachar de error blanquista aquello que ha sido siempre el pivote y la fuerza motriz de la historia de la humanidad. Desde la primera aparición de las sociedades de clases con la lucha de clases como contenido esencial de su historia, la conquista del poder político ha sido siempre el objetivo de las clases en ascenso. Este es el punto de partida y el final de todo periodo histórico. Esto puede observarse en la prolongada lucha del campesinado latino contra los financistas y nobles de la antigua Roma, en la lucha de la nobleza medieval contra los obispos y en la lucha de los artesanos contra los nobles en las ciudades de la Edad Media. En los tiempos modernos lo vemos en la lucha de la burguesía contra el feudalismo.La reforma legislativa y la revolución no son métodos diferentes de desarrollo histórico que puedan elegirse a voluntad del escaparate de la historia, así como uno opta por salchichas frías o calientes. La reforma legislativa y la revolución son diferentes factores del desarrollo de la sociedad de clases. Se condicionan y complementan mutuamente y a la vez se excluyen recíprocamente, como los polos Norte y Sur, como la burguesía y el proletariado.Cada constitución legal es producto de una revolución. En la historia de las clases, la revolución es un acto de creación política, mientras que la legislación es la expresión política de la vida de una sociedad que ya existe. La reforma no posee una fuerza propia, independiente de la revolución. En cada periodo histórico la obra reformista se realiza únicamente en la dirección que le imprime el ímpetu de la última revolución, y prosigue mientras el impulso de la última revolución se haga sentir. Más concretamente, la obra reformista de cada periodo histórico se realiza únicamente en el marco de la forma social creada por la revolución. He aquí el meollo del problema.Va en contra del proceso histórico presentar la obra reformista como una revolución prolongada a largo plazo y la revolución como una serie condensada de reformas. La transformación social y la reforma legislativa no difieren por su duración sino por su contenido. El secreto del cambio histórico mediante la utilización del poder político reside precisamente en la transformación de la simple modificación cuantitativa en una nueva cualidad o, más concretamente, en el pasaje de un periodo histórico de una forma dada de sociedad a otra.Es por ello que quienes se pronuncian a favor del método de la reforma legislativa en lugar de la conquista del poder político y la revolución social en oposición a éstas, en realidad no optan por una vía más tranquila, calma y lenta hacia el mismo objetivo, sino por un objetivo diferente. En lugar de tomar partido por la instauración de una nueva sociedad, lo hacen por la modificación superficial de la vieja sociedad.

(*) entre los años 1897 a 1898 Eduard Bernstein publicó una serie de artículos en Neue Zeit, órgano teórico del PSD, en los que trató de refutar las premisas básicas del socialismo marxista, fundamentalmente la afirmación de que el capitalismo lleva en su seno los gérmenes de su propia destrucción, y que no puede mantenerse sino mediante la destrucción del planeta y la esclavitud. Negó la concepción materialista de la historia, la creciente agudeza de las contradicciones capitalistas y la teoría de la lucha de clases. Llegó a la conclusión de que la revolución era innecesaria, que se podía llegar al socialismo mediante la reforma gradual del sistema capitalista, a través de mecanismos tales como las cooperativas de consumo, los sindicatos y la extensión gradual de la democracia política.

Reforma o Revolución

Rosa Luxemburg. 1898

25)

“... La democracia-burguesa, ya muy debilitada desde la anterior gran crisis, la que desembocó en la guerra mundial de 1939-45, es desahuciada por la clase dominante que gira ostensiblemente a la derecha, a la tecnocracia burocrática, al bonapartismo, al

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caudillismo, al poder oculto de la alianza financiero-industrial militarizada, con el apoyo descarado y desesperado del fundamentalismo cristiano.La democracia en abstracto existe sólo en los delirios de algún intelectual idiota y en las mentiras propagandísticas. Sí existe la dictadura encubierta del capital, su sorda coerción que estalla estrepitosamente cuando recurre a la violencia injusta. Frente a esto se yergue el proceso que va del contrapoder popular y obrero a la democracia-socialista y a su Estado, pasando por el doble poder y el poder popular. […] La democracia-socialista, el poder popular y obrero son la única fuerza consciente que puede detener esta marcha desquiciada que mediante una escabechina sangrienta reactive una nueva fase capitalista, hasta su siguiente e inevitable gran crisis. En este contexto nos encontramos luchando a muerte...”

¿Qué teoría, qué crisis y qué poder?

Iñaki Gil de San Vicente. 2012

26)

“...A pesar de que persisten las contradicciones interburguesas e interimperialistas en la actual coyuntura, las grandes potencias (sobre todo los Estados Unidos y los países hegemónicos de la Unión Europea) promueven hoy una guerra de rapiña contra todos los países periféricos, sobre todo aquellos que disponen de riquezas naturales no renovables y contra todos los trabajadores del mundo.La guerra es el principal recurso del capitalismo [siempre lo ha sido] para intentar salir de la crisis: activa la industria bélica y ramos conexos, permite el saqueo de las riquezas nacionales y la quema de capitales; los capitalistas ganan también con la industria de la reconstrucción de los países destruidos.[...]

En la guerra permanente, por lo menos en esta fase, han sido conservados los llamados países emergentes, socios minoritarios del imperialismo, que legitiman la política de las grandes potencias, componiendo, como actores secundarios, el llamado Grupo de los 20. Sus mandatarios aparecen en la fotografía que simboliza el consenso entre los compañeros, pero las grandes decisiones son tomadas en fórums reservados, de los cuales nunca se tiene noticia.Estos países emergentes (los llamados BRICS) se han beneficiado con la crisis, en la medida en que ayudan a superarla; enseguida, podrán ser las próximas víctimas tanto de la crisis como de agresiones militares. Hacen el juego de línea auxiliar del imperialismo, En nuestro país, los banqueros, las empresas, el agronegocio y los monopolios nunca tuvieron tanta ganancia. La política económica y la política externa del estado brasileño están al servicio del proyecto de hacer de Brasil una gran potencia capitalista internacional, en los marcos del imperialismo. Las empresas multinacionales de origen brasileño, apalancadas por financiamientos públicos, ya dominan algunos mercados en otros países, principalmente en América Latina. Ya la guerra contra los trabajadores no depende de la clasificación del país. Es llevada a efecto en las grandes potencias, en los países emergentes y en los periféricos.En medio de esta grave crisis y sin la consolidación aún de un importante polo de resistencia proletaria, el capital realiza una violenta ofensiva para retirar de los trabajadores los pocos derechos que les restan. Para hacerlo, intentan cada vez más fascistizar las sociedades, criminalizar los movimientos políticos y sociales antagónicos al orden. […]

De hecho, los reformistas, más que nunca, son grandes enemigos de la revolución socialista, pues ilusionan a los trabajadores y los desmovilizan, facilitando el trabajo del capital. En cada país, las clases dominantes forjan un bipartidismo – en verdad un monopartidismo bicéfalo – en que las divergencias, cada vez más pequeñas, se dan en el campo de la administración del capital. Cuando no consiguen gestionar la crisis, aquellos que hacen el papel de oposición de turno, invariablemente ganan las siguientes elecciones. Es lo que llaman “alternancia de poder”.- Pierden sentido proyectos nacional-desarrollistas, no sólo porque es imposible desconectar las economías capitalistas locales de la esfera del imperialismo como también porque hay cada vez menos contradicciones entre este y el núcleo hegemónico de las llamadas burguesías nacionales.- Cada vez también tiene menos sentido la “elección” de aliados en el campo imperialista y aún entre sus coadyuvantes emergentes, como se hubiera imperialismo del “bien” y del “mal”. La diferencia es sólo en la forma, no en el contenido.“

Intervención del PCB (Partido Comunista Brasileño)XIII Encuentro Mundial de los Partidos Comunistas y Obreros

Atenas. Grecia. Diciembre de 2011