delaLicenciaturaenRelacionesInternacionalesdelTecnológicodeMonterreyAño1|Número1|marzo-abril2007

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Campus Estado de México Publicación de la Licenciatura en Relaciones Internacionales del Tecnológico de Monterrey Año 1 | Número 1 | marzo - abril 2007

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Campus Estado de México Publicación de la Licenciatura en Relaciones Internacionales del Tecnológico de Monterrey Año 1 | Número 1 | marzo - abril 2007

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Campus Estado de MéxicoPublicación de la Licenciatura en Relaciones Internacionales del Tecnológico de Monterrey

Año 1 | Número 1 | marzo - abril 2007

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Directora GeneralEsther Montalvo

Consejo EditorialAlejandro OrozcoJorge LluckJosé F. Trejo

Colaboradores IDEARIOOscar GarridoAlejandro EspinosaPaulina FloresDr. Luis E. ZavalaDr. Luis A. MedinaDr. David J. Sarquis

Coordinadores EditorialesLaura OsnayaJosé C. Madrigal

Arte y DiseñoMariela MontalvoEstela MendozaErika Herrera

FotografíaLatinstockFuentes electrónicas

PatrociniosRafael LiraArianna Onofre

DistribuciónGerardo HernándezDiana Oliveros

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Nos complace presentar el primer ejemplar de la revista IDEARIO, un proyecto que después de mucho trabajo se ha concretado. IDEARIO es una revista concebida por es-tudiantes de la carrera de Relaciones Internacionales del Instituto Tecnológico de Estu-dios Superiores de Monterrey, Campus Estado de México, en la que se abordan diversos temas desde una perspectiva internacionalista. Al mismo tiempo IDEARIO es una red de discursos y prácticas sociales que interactúan entre si, concepto que constituye la esencia del trabajo de este proyecto. Fue interés del grupo de trabajo de IDEARIO tomar como eje temático del presente ejemplar el caso de América Latina. Este tema se aborda a través de opiniones, argumen-tos y análisis bajo la consigna de lograr nuestra misión, generar conciencia. Es entonces que el lector encontrará a lo largo de este número una fotografía general el panorama político, social, cultural y económico de la región latinoamericana. Diferentes perspectivas enriquecen la temática, nuestro contenido es un abanico que abarca desde el género hasta las rivalidades deportivas. Además de generar un peculiar sentido de pertenencia tanto para autores como lectores, la temática escogida es fundamental para el estudio de las relaciones internacionales. En este sentido creímos pertinente introducir al lector en el ámbito epistemológico de las RI, incluyendo en este primer número una revisión teórica de nuestra disciplina. Si bien Ideario es un proyecto creado por estudiantes de la carrera de Relaciones Inter-nacionales, uno de sus objetivos es la vinculación académica, es por ello que contamos con la colaboración de alumnos y profesores, tanto del Tecnológico de Monterrey como de instituciones externas, por ejemplo, de la Universidad Católica Silva Henríquez de Chile. En este orden de ideas queremos extender un agradecimiento a las personas que desde el aula y fuera de ella mostraron un interés en la consecución de este proyecto. A la Di-rección de Carrera de Relaciones Internacionales y a la Dirección de Ciencias Sociales y Humanidades del Tecnológico de Monterrey Campus Estado de México; al Dr. Victor Ker-ber, Coordinador General de Asuntos Internacionales del Gobierno del Distrito Federal; a la Embajada de la República Bolivariana de Venezuela; a Jorge Villareal, Coordinador de Programas de la Fundación Heinrich Böll; a Carlos Acosta, miembro del Departamento de Comunicación e Información de la Revista Proceso; al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación; y a todos aquellos quienes nos apoyaron en el proceso y creación de este proyecto. Finalmente agradecemos la lectura de este primer ejemplar de la revista IDEARIO, que pretende no sólo lograr conciencia sino una visión crítica.

Directora y Consejo Editorial

IDEARIO es la publicación de los alumnos de la Licenciatura en Relaciones Internacio-nales del Tecnológico de Monterrey, Campus Estado de México. Editor responsable: José F. Trejo Hebrero. Domicilio de la Publicación: Carretera Lago de Guadalupe km 3.5. Có-digo Postal 52926, Atizapán de Zaragoza, Estado de México. Distribuidor: Tecnológico de Monterrey, Campus Estado de México. Tiraje 500 ejemplares. “Los artículos publi-cados son responsabilidad de sus autores y no necesariamente representan la opinión del Tecnológico de Monterrey ni de sus au-toridades” Cualquier comentario, sugerencia o colaboración puedes enviarla a: [email protected]

Avances y retrocesos en la administración FoxPor: Oscar Rivera

El engendramiento del desequilibrioPor: Alejandro Espinosa

América Latina y el Sistema Interamericano de Derechos HumanosPor: Dr. Luis. E. Zavala

Chile, y su escasa integración en América LatinaPor: Dr. Luis A. Medina

El estudio de la teoría de las relaciones internacionales a través de sus debatesPor: Dr. David Sarquis

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Encuentro entre el Presidente uruguayo Tabaré Vázquez y el Presidente argentino Néstor Kircher en la ciudad de Santiago de Chile, marzo de 2006

A lo largo de su historia los Estados latinoamericanos se han definido de acuerdo a sus realidades particula-res. Es indudable que, como efecto de su pasado común, la región ha presentado prác-ticas políticas, económicas y sociales compartidas, ejem-plo de ello es el caudillismo en los gobiernos de la región durante el siglo XIX, o las dictaduras en la segunda mi-tad del siglo XX. Sin embar-go, es cuestionable la noción de una América Latina homo-génea, y es en este sentido que la inclinación hacia la iz-quierda que se sigue actual-mente por un gran número de naciones latinoamericanas, está lejos de acabar con la heterogeneidad de la región. El ascenso de la izquierda al poder en Latinoamérica comenzó hace 48 años cu-ando Fidel Castro tomó la presidencia en Cuba. Sin em-bargo, en la actualidad iden-tificamos a once presidentes que encabezan el viraje ide-ológico de la región. En 1998 el militar golpista Hugo Chávez obtuvo la may-oría de votos en Venezuela promoviendo el populismo y el anti-imperialismo es-tadounidense, en el 2000, toma su segundo mandato y, a pesar de la oposición em-presarial de su país y desap-robación estadounidense, el año pasado tomó su tercero que durará hasta el 2013. En 1999, Chile optó por elegir al representante del partido socialista Ricardo Lagos, y en el 2004 su Ministra de Defensa, Michelle Bachelet, ocupó la presidencia con un proyecto de centro-izquierda. En el 2002, Nestor Kirchner venció a su contrincante Car-los por la presidencia de Ar-gentina Carlos Menem en las

los Menem en las elecciones por la presidencia de Argentina con un proyecto de centro-izquierda moderada que buscaba recuperar la economía de la clase media afectada por la crisis. En 2006, el fundador indígena aymará y máximo dirigente del Movimiento al Socialismo, Evo Morales, tomó la presidencia de Bolivia. Luis Ig-nacio ‘Lula’ de Silva, co-fundador del Partido de los Trabajadores , tomó la presidencia de Brasil en 2003 tras tres intentos fallidos: 1989 (fue derrotado por el conser-vador Fernando Collor de Mello), 1994 y 1998 (perdió frente al cen-troizquierdista Fernando Enrique Cardoso); posteriormente logró su reelección en 2006. Firmemente apoyado por Hugo Chávez y Evo Morales, el doctor en economía Rafael Correa ocupó la presiden-cia de Ecuador en el 2006 como representante de centro- izquierda por el movimiento político Alianza PAIS y el Partido Socialista-Fr-ente Amplio. Rompiendo con la hegemonía bipartidista del Partido Nacional y el Partido Colorado que habían dominado la historia política uruguaya desde 1830, Tabaré Vazquez subió al poder en 2005 como el primer presidente de izquierda. Alan García ocupó la presidencia de Perú en 1985 y fue reelecto el año pasado para el periodo 2006-2011, es presidente del Partido Aprista Peruano que busca, como objetivo principal, la acción contra el imperialismo yan-qui y la unidad política de América Latina. Daniel Ortega, reelegido como presidente de Nicaragua en 2006, Martín Torrijos, electo presi-dente desde 2004 en Panamá, y el Premio Nobel Oscar Arias, presidente de Costa Rica también reelecto en 2006, completan el cuadro. A pesar de la apartente conflu-encia en la definición ideológica de los gobiernos de la región, las interacciones entre los Esta-dos latinoamericanos se dan de

manera muy compleja como efec-to de las diversas motivaciones que hay detrás de cada uno de ellos. Esto se puede evidenciarse parcialmente con la relaciónes que lleva Argentina con Uruguay y con Venezuela, las cuales son muy diferentes a pesar de su “afini-dad de izquierda”. Por un parte, desde hace más de año y medio Argentina mantiene un conflicto con Uruguay por la instalación de una papelera (Botnia) en el Río Uruguay, fronterizo de ambas na-ciones, cuya gravedad recae en su impacto ecológico. Por la otra, la relación Argentina-Venezuela se caracteriza por una aparente alianza de beneficio mutuo que les permite lograr objetivos específi-cos: mientras Venezuela le brinda apoyo económico, Argentina le da un respaldo político incondicional. Cabe cuestionar entonces si el viraje a la izquierda es de tipo unificador. América Latina goza de democracia debido sus procesos electorales, sin embargo, es evi-dente que las exigencias de la sociedad no se han cumplido por falta de consolidación de las insti-tuciones políticas y por un mod-elo inadecuado de crecimiento económico. Es por ello que el elec-torado ha virado al neopopulismo para intentar cubrir sus exigencias y satisfacer sus necesidades. En este sentido, el ascenso de la izquierda al poder ha sido el re-sultado de un electorado desen-cantado que busca reincorporar las causas originales de esta ide-ología con el fin de gozar justicia

social, libertad e igualdad en sus naciones. Sin embargo, es evidente que esta tendencia latinoamericana no responde a los intereses de la sociedad o de la misma noción de izquierda, sino a los intereses de sus lí-deres, empresarios y allegados políticos. Por tal motivo no es posible hablar de una tendencia de izquierda unificadora que lo-gre resolver los problemas so-ciales, económicos y políticos de la región. Nos encontramos frente a una zona que compar-te históricamente rasgos cul-turales, pero que diverge pro-fundamente en sus proyectos nacionales, los cuales no han podido ser formulados con su-ficiente firmeza debido a la falta de consenso interno. Es urgente que América Lati-na se responda, ¿qué prospec-tivas pueden hacerse sobre el escenario latinoamericano actual? ¿Cuáles son y serán sus relaciones con el exterior? Esto, con el fin de establecer un proyecto efectivo y próspero que permita la evolución para-lela de la región con el mundo entero.

UNIFICADORA?Por: Pamela Peza (LRI) y Oscar Ramírez (LRI)

¿Izquierda

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* Oscar D. Rivera Garrido es estudiante de octavo semestre de la Licenciatura en Relaciones Internacionales del Tec-nológico de Monterrey Campus Estado de México

¿México en América Latina?AVANCES Y RETROCESOS EN LA

ADMINISTRACIÓN FOXOscar D. Rivera Garrido *

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desde el aula from the classroom de la salle de classe

Uno de los temas de mayor trascendencia en el estudio de las rela-ciones internacionales es la diplomacia, por ello es conveniente realizar un análisis sobre la aplicación de estrategias diplomáticas hacia América Latina durante la administración de Vicente Fox. En-tendiendo a las relaciones diplomáticas como lo referente a todas las funciones del gobierno relacionadas con la protección diplomáti-ca, consular, negociación, observación y mejoramiento de los lazos entre las naciones (Moreno, 2001), a continuación se intentará de-limitar los mayores retos a los que se enfrentó el gobierno de Vicente Fox en América Latina, partiendo de la premisa de que “la actual política exterior mexi-cana es el reflejo externo del mandato de cambio expresado en las urnas (…) un poderoso instrumento para anclar la tran-sición democrática en el país” (Fox, 2002: 11). De esta forma, el ensayo aborda la relación con Centroamérica a través del Plan Puebla Panamá; con El Caribe a treavés Cuba; con Sudamérica a través de Venezuela; además de la participación de nuestro país en instancias de gran relevancia como las diversas cumbres en las que se discutió el proyecto del ALCA.

PLAN PUEBLA-PANAMÁEl Plan Puebla – Panamá surgió como una iniciativa del presiden-te Ernesto Zedillo y continuó durante el mandato del presidente Vi-cente Fox, quien lo convirtió en su principal plan de política exterior hacia América Latina (AL). El plan fue lanzado oficialmente el 15 de junio de 2001 en San Salvador, en el marco de la Cumbre Extraor-dinaria del Mecanismo de Diálogo y Concertación de Tuxtla, y tiene como propósito integrar al sur y sureste mexicano con Centroaméri-ca.Este proyecto tiene como antecedente la Reunión Cumbre de Presidentes de Centroamérica y México en 1991. Se debe desta-car que el Plan Puebla – Panamá tiene el propósito fundamental de crear las condiciones necesarias para hacer atractivas las inversio-nes del capital nacional y extranjero en el marco del TLCAN, trata-dos con Centroamérica y el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) (Villafuerte, 2004). De esta manera, el proyecto es el mejor ejemplo para describir la visión netamente comercial que México ha tenido con Centroamérica, desestimando el trato diplomático hacia la región históricamente afín a las costumbres y tradiciones mexica-nas, especialmente del sur, y dejando fuera a posibles mecanismos de migración, la cual puede ser un detonante factible para el re-forzamiento de las relaciones de México con Centroamérica (Landa

Ante las críticas, las posiciones oficiales han señalado que de llevar a cabo el Plan Puebla – Panamá se registrarían grandes beneficios sociales pues, además de las grandes obras de infrae-structura planeadas, se busca incrementar los índices de desarrol-lo humano desde Nicaragua hasta México a través de mecanismos como el Sistema de Demanda Laboral, Sistema de Información Estadística Migratoria Mesoamericana, Programa Mesoamerica-no de Salud, Instituto Mesoamericano de Investigación y Evalu-

ación Educativa, entre otros programas presentados en la Sexta Cumbre del Mecanismo de Tuxtla en Nicaragua (Landa y Salgado, 2004). Mención es-pecial merece el Sistema de Información Migratoria Meso-americana, ya que si en algo falló el gobierno de Vicente Fox fue en materia migratoria, ya que cientos de inmigrantes ile-gales de esta región ingresaron e ingresan diariamente al país, siendo víctimas de violencia de parte de autoridades mexi-canas.Por todo lo anterior, el Plan Puebla – Panamá no pu-ede ser considerado como un instrumento de política exterior, puesto que sus prioridades es-tán encaminadas únicamente a aspectos económicos como la interconexión eléctrica, las tele-comunicaciones y la vialidad (Villafuerte, 2004), que en mu-

chas ocasiones no corresponden a las necesidades de la región.

CASO CUBAUno de los países de América Latina con los que mejores rela-ciones históricamente ha tenido México es Cuba; sin embargo, durante la administración de Vicente Fox ocurrieron una serie de incidentes que debilitaron la relación.Cabe destacar que el periodo en el que México tuvo una estrecha relación con Cuba fue durante la administración de Carlos Salinas de Gortari, quien tenía en claro que tener una red de intereses económicos en la Cuba castrista significaba poder influir en el futuro de la isla en una era sin Castro (Campa, 2002). Durante el mandato de Ernesto Zedillo, las rela-ciones se fueron debilitando, los inversionistas mexicanos salieron de la Isla. Con la llegada al poder de Vicente Fox las relaciones con Cuba se tensaron más, primero porque había declarado en varias ocasiones que deseaba la democracia para la isla, lo cual mostró su falta de tacto político y su incapacidad para establecer una diplomacia basada en el respeto y en el principio de no inter-vención. Incluso, el mandatario mexicano se reunió con disidentes

Fuente: Latinstock

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El Capitolio de La Habana, Cuba

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con disidentes cubanos y en un grave error, el ex canciller Jorge Castañeda comentó que las puertas de la em-bajada de México están abi-ertas a todos los cubanos, como lo estaba también las de México (Castañeda en Campa, 2002: p. 138), lo que generó el asalto de la emba-jada de México en Cuba el 27 de febrero de 2002. Sin embargo, el evento más recordado es sin duda el famoso “Comes y te vas”, durante la Cumbre de Mon-terrey Sobre la Financiación para el Desarrollo, el enton-ces presidente Vicente Fox pidió al mandatario cubano que únicamente estuviera durante el inició del evento y que saliera de inmediato para evitar que se en-contrara con el mandatario estadounidense George W. Bush, así se consagró la ruptura del gobierno panista de posición derechista con un gobierno reconocido internacionalmente por su Revolu-ción y gobierno socialista (Arellanes, 2002: p. 203). A pesar de ello los desaciertos no finalizaron, el embajador mexicano Pascoe abandonó la cancillería, y en mayo de 2004 se presentó un fuerte enfrentamiento diplomático, incluso se expulsó al embajador de Cuba en México y se retiro a la embajadora mexicana Roberta Lajous (AP, 2004). Las relaciones diplomáticas con la isla fuer-on restablecidas el 25 de julio de 2004, la entonces embajadora Lajous, señaló: “Se han reconstruido las relaciones bilaterales y (...) estamos viendo hacia el futuro (...) próximamente termino mi gestión como embajadora en Cuba con la satisfacción muy grande de haber podido reconstruir las relaciones en gran medida” (La-jous en AP, 2004). No obstante, persiste en el imaginario colectivo el desencuentro entre ambos gobiernos.

CASO VENEZUELAOtro de los países latinoamericanos con el cual se han suscitado conflictos diplomáticos y en el que se muestra la incapacidad de ambos mandatarios de buscar fomentar los lazos de amistad y seguir una política diplomática de no intervención, es precisa-mente Venezuela. La crisis con Venezuela se presentó en noviem-bre de 2005 a consecuencia de una serie de provocaciones entre el entonces presidente Vicente Fox y Hugo Chavez, en el marco de la Cumbre de las Américas en 2005 dónde se manifestó la falta de tacto diplomático de ambos mandatarios, pues el Presidente venezolano llamó al Mexicano “cachorro del imperio”. Ante ello, el Presidente Vicente Fox se sintió ofendido y pidió las disculpas del mandatario venezolano. De esta forma pasaron por una crisis diplomática en la que el embajador venezolano, Vladimir Villegas, tuvo que abandonar México tras ser declarado persona non grata sin que el gobierno mexicano haya expuesto sus motivos, pues como lo señala el derecho diplomático, en cualquier momento se puede pedir la salida de un embajador sin que se requiera expli-car el porqué de su salida. Es así como nuestro país vivió este penoso incidente, que trajo como consecuencia la reducción de relaciones diplomáticas con Venezuela, nombrándose un encar-gado de negocios. Es interesante ver cómo la falta de sensibilidad de los mandatarios acarreó un conflicto diplomático, ya que de haber seguido las reglas esenciales de la misma, tal vez no se

hubiera presentado ningún alter-cado, porque ante todo se debe buscar ampliar los lazos de amis-tad y fraternidad entre los gobier-nos, como lo diría Ismael Moreno Pino. CASO ALCAVale la pena destacar que el proyecto ALCA formó parte de una iniciativa del entonces presidente norteamericano George Bush en 1990, en la que, de manera gen-eral, se buscó el fortalecimiento de Estados Unidos con el resto del hemisferio (Lerman en: Piñón, 2002). Por otra parte, para hablar del ALCA, se deben destacar los principales ejes temáticos: reduc-

ción de barreras arancelarias y no arancelarias, fortalecimiento de la agricultura, estímulo a la inversión nacional y extranjera, confor-mación de derechos antidumping y previsión de mecanismos adec-uados para la solución de controversias(Lerman en: Piñón, 2002). En el aspecto diplomático se debe señalar que el ex presidente Vi-cente Fox, en la Cumbre de las Américas de 2005, intentó tomar una posición protagónica promoviendo el ALCA a pesar de que en el hemisferio sur es fuertemente rechazado. La política exterior del presidente Vicente Fox hacia América Latina se quedó muy lejos de estrechar los vínculos que deberían ser un objetivo primordial para la Cancillería, la política exterior de México “ha respondido a intereses del grupo dominante o del grupo en el poder más que a una visión de nación a largo plazo (...) el sistema presidencial omnipotente en México ha contribuido a que la política exterior dependa del presidente y de su gabinete en turno” (Davila, 2002: p. 186). Además, se ha carecido de tacto diplomático, la intolerancia se convirtió en un instrumento de política exterior, in-tentar llevar a cabo una política exterior activa no significa atacar y demeritar la soberanía de otras naciones, como es el caso de Cuba y Venezuela, tratar de asumir un rol protagónico no implica repre-sentar los intereses de unos cuantos empresarios favorecidos por un proyecto como el ALCA o el Plan Puebla – Panamá. Es cierto

FUENTES DE INFORMACIÓNAP. (Dic., 1, 2004). Se restablecen relaciones México – Cuba. Terra. Recuperado el 22 de abril de 2006Arellanes, P. (2002). La política exterior del México foxista: ¿Política exterior de Estado? Una reflexión crítica. En: Velázquez Flores, R. La Política exterior de México bajo un régimen democrático ¿cambio o continuidad? México: Plaza y Valdes – Universidad de Quintana Roo.Dávila, C. (2002). La política exterior de México. Toma de decisiones y partidos políticos. En: Velázquez Flores, R. La Política exterior de México bajo un régimen democrático ¿cambio o continuidad? México: Plaza y Valdes – Universidad de Quintana Roo.Fox, V. (Jun., 2002). La política exterior de México en el siglo XXI. En: Revista Mexicana de Política Exterior. No. 66. México: Secretaría de Relaciones Exteriores.Landa, L y Salgado, C. (Oct., 2004). El PPP como mecanismo de integración mesoamericana. En: Revista Mexicana de Política Exterior. México y la integración económica en América Latina. No. 72. México: Secretaría de Relaciones Exteriores.Moreno Pino, I. (2001). La Diplomacia, aspectos teóricos y prácticos de su ejercicio profesional. México: Fondo de Cultura Económica.Piñón, R. coord. (2002). La economía global : márgenes de maniobra para México y América Latina. México: UNAMVillafuerte, D. (Abr., 2004). Más allá del Plan Puebla – Panamá: del TLCAN al ALCA. En: Comercio Exterior. Vol. 54, No. 4. México: 2004.

que existieron avances, como el mejoramiento de relaciones con Centroamérica, pero una vez más obedece a criterios de mercado y no de afinidad cultural. Se requiere abordar con mayor interés y recursos el tema de la migración en la región, de otra forma la delin-cuencia organizada seguirá aumentando y llegará a un punto en el que será demasiado tarde para aplicar medidas coercitivas.

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El engendramiento del

Alejandro Espinosa Ramos*

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* Alejandro Espinosa Ramos es estudiante de noveno semestre de la Licenciatura en Relaciones Internacionales del Tecnológi-co de Monterrey Campus Estado de México

Hemos sido testigos y partícipes del engendramiento de una nueva percepción y estructuración del continente americano. Más allá de la caída del muro de Berlín y el Consenso de Washington, la reconfiguración de nuestro hemisferio responde también a la búsqueda de identidad y la concepción ideológica del espacio. No es excluyente inferir que, a pesar de una evidente regionalización, ex-iste también una fragmentación. La tendencia de algunos países latinoamericanos de rotar ciertos intereses hacia diferentes entes de poder mundial, ha fomentado una es-pecie de desequilibrio en el tradicional estatus estructural del continente. Es gracias a este desequilibrio que varios actores han cobrado una especial relevancia. La cuestión energética se ha convertido en cuestión de seguridad nacional y la revaloración de los combus-tibles ha fomentado, en gran parte, la ya mencionada fragmentación. Las posiciones ideológicas respecto a los energéticos y el libre comercio han confrontado las visiones de los actores latinoamericanos, especialmente los históricamente representativos. Es posible observar el surgimiento de bloques con ciertas características y proyectos vinculantes. La posición referente a los energé-ticos es una muestra de la viabilidad de las aspiraciones y posturas ideológicas a mediano plazo. Las fuentes de energía son y serán, en los años venideros, un especial fundamento de poder dentro de los programas continen-tale, que otorgarán a los involucrados valiosos espacios de maniobra. El surgimiento de Brasil como una potencia emergente se identifica como la auténtica proyección de los bloques mencionados y la revaloración energética que cae sobre el continente. Más allá del análisis superficial que yace sobre los regímenes sudamericanos, cabe plantear las verdaderas interrogantes sobre sus proyectos: ¿respon-den a las necesidades reales de sus países?, ¿contienen soluciones factibles para ello? El análisis debe efectuarse desvinculándose de la trivialidad de las primeras opinio-nes características de intereses supraregionales.

Un país que aún no ha definido una postura y que ha sido históricamente representativo de la región, es México. Su gobierno planteó la política energética de acuerdo a una revolución social, y ahora debe redefinir su estrategia en di-cho ámbito. La disyuntiva se encuentra entre la privatización del sector o el manejo estatal. La actitud adoptada por este país determinará, en gran parte, su posición dentro de la región y su futuro económico- político. Si México pierde la soberanía de sus energéticos, podría dejar de represen-tar el papel que aún hoy juega en América Latina. Felipe González, expresidente de Gobierno español, dijo reciente-mente que la identidad del país se encuentra en América Latina, pero sus intereses se encuentran con los Estados Unidos. En efecto, el apego económico se halla claramente inclinado hacia el vecino del norte, pero si México pierde la soberanía de sus energéticos, perderá en un mediano plazo la capacidad de establecer un proyecto que podría permitirle administrar y explotar los recursos para el benefi-cio de su población. México podría también perder prestigio internacional y, por lo tanto, gran parte de dominio dentro de su zona de influencia inmediata. Al desaprovechar una de sus principales fuentes de poder y al no contar con una industria que pueda sustituir los ingresos generados por el petróleo, México no contará con la producción económica necesaria que pueda otorgarle cierta independencia de las compañías abastecedoras de energía. Antes de exponer las potenciales deficiencias de los regímenes sudamericanos, se deberá analizar la capacidad de establecer proyectos a mediano y largo plazo, ya que en el futuro inmediato los energéticos serán la mayor causa de vinculación con distintos entes de poder y de configuración de alianzas que pueden representar un mayor protagonis-mo dentro y fuera del continente.

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DESEQUILIBRIO

Fuente: Latinstock

Fuente: Latinstock

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foro libre

La Fiesta de la Independencia Si hay algo que nos puede unir como latinoamericanos aparte de compartir una historia de conquista por más de 500 años, y dejando de lado discrepancias territoriales y alguna que otra hostilidad, es el deporte. En este caso, el fútbol toma un pa-pel determinante para que el continente americano disfrute del juego más bonito del mundo. Y qué mejor que haciendo hom-enaje a aquellos quienes se han erguido como padres de las patrias latinoamericanas: los libertadores. La Copa Libertado-res tiene una carga simbólica brutal. No sólo por su connotación histórica, sino porque es el torneo más importante de la región, pues aquel que gane la copa obtiene un lugar en el reflec-tor internacional como el mejor equipo del continente. Lo curio-so es que siendo una compe-tencia de ambiente localista y generadora de orgullo nacional para Latinoamérica, hoy tiene influencias internacionales, tanto comerciales, como en su estructura, que la definen como un evento globalizado.

El Sol naciente en AméricaGlobalización, un término que a muchos los incita al drama y a la exasperación. En los últimos años se ha comprobado que esta realidad tan provocadora se inclina hacia una sola corriente: el sistema económico. Y es que grandes consorcios monopolizan sectores de la cultura popular: el fútbol no escapó a tal pragma-tismo. En América, los japoneses vinieron a imponer su lega-do. La compañía autromotriz Toyota decidió apostarle al fútbol latinoamericano, y comenzó las negociaciones con directivos sudamericanos para ser el principal patrocinador de la Copa Libertadores desde hace algunos años. Finalmente caímos en

la irresistible tentación de los millones y en 1998 el torneo se convirtió en Copa Toyota Lib-ertadores. Realmente no hace falta el uso de ironías y mucho menos una manifestación glo-balifóbica en alguna plaza o es-tadio del continente americano: es un hecho que ésta firma au-tomotriz le ha dado gran impul-so al torneo, convirtiéndolo en uno de los más representativos del mundo.

Los europeos meten su mano y los americanos homenajean a sus libertadores.La competencia internaciones más antigua del mundo es la Copa América, de ahí a que surgiera la necesidad, o más bien la vehemencia de crear una copa interclubes que sólo incluyera a los campeones de cada entidad sudamericana. Intereses siempre los ha ha-bido, y los que remiten al papel verde son los ganadores de la terna. Los altos jerarcas de la Unión Europea de las Asociacio-nes Nacionales (UEFA por sus siglas en inglés) metieron mano para que se creara la Libertadores. De hecho, el objetivo era que se desarrollara una Copa Intercontinental que definiera al mejor equipo del mundo, es decir, que tanto el número uno de la confederación americana como el de la del viejo continente, disputaran un partido en sede neutra (hoy Japón). Natural-mente vendría una gran derrama monetaria para las grandes organizaciones de fútbol que, en un futuro, permitiría un mayor auge y promoción del torneo americano.

América ¿por regiones, idioma o estatus económico?México ha evolucionado de ser un simple invitado a un pro-tagonista peligroso para los su-damericanos. Sin embargo, las demás naciones representadas en la Confederación de Nortea-mérica, Centroamérica y el Ca-ribe de Fútbol (CONCACAF por sus siglas en inglés) ni siquiera tienen invitación. Quizá existan diversos factores como la falta de desarrollo en competencias

nacionales, carencia en cuanto a organización, o porque defini-tivamente no cuentan con los incentivos económicos para que sus equipos puedan realizar las pesadas giras al Cono Sur. Por otro lado, los norteamericanos como Estados Unidos y Canadá tampoco figuran en la lista asequible de participantes. Con todo y que en los últimos años los estadounidenses han venido con-struyendo una liga fuerte y de respeto, no logran acaparar algo de cariño con sus vecinos (probablemente la idiosincrasia de los subdesarrollados sea muy fuerte todavía).

Así es amantes del balón, en este deporte tan hermoso existe un gran teatro por detrás, lo que nos queda como aficionados es la simpleza del gozo, el disfrute y la diversión. Todas las transformaciones que ha sufrido este torneo internacional lo ha llevado a ocupar un escenario suntuoso en el fútbol, en el que nuevas figuras surgen y los equipos buscan construir su palmarés en los libros de oro del balompié mundial. Y a pesar de todo, la Copa Libertadores se erige como la máxima fiesta futbolística del continente, pues une a sus diferentes naciones mediante el deporte más popu-lar en el orbe. Bienvenida sea pues la fiesta de la independencia para nosotros los americanos.... Por: Rogelio Calderón (LRI)

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Fuente: Portal Oficial Copa Toyota Libertadores

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culturaEL ENMASCARADO DE PLATA EN:

SANTO ELSURREALISMO

El laberinto del Fauno

Por: Rosa Vásquez

El último filme de Guillermo del Toro, “El laberinto del Fauno” está en boca de todos. Y no es para menos, tras haber ganado tres os-cares por mejor dirección de arte, mejor fotografía y mejor maquil-laje; siete premios Goya incluy-endo fotografía, guión original y actriz revelación; además de otras importantes nominaciones y una ovación por parte del público de Canes que duró veinte minutos. En esta película, del Toro nos muestra la época posterior a la Guerra Civil Española, durante el periodo franquista donde la represión era latente. La realidad de España se contrasta con la his-toria que crea Ofelia - una niña de trece años- que al tratar de afron-tar la realidad, imagina un mundo alterno, lleno de fantasías y mitos. La cinta es muy recomendable, sobre todo por su gran contenido simbólico, cada personaje imagi-nado por Ofelia se convierte en un catalizador que cambia el rumbo de la historia. Así, dentro de este mundo fantástico, simi-lar al de “Alicia en el país de las maravillas”, España podría ser salvada del terror por la pequeña y crear un lugar donde la tortura, el asesinato a sangre fría, las per-secuciones de los revolucionarios y personas en contra del régimen, serían suplidas por un entorno de paz y seguridad. Ofelia, pues, viene a ser el personaje que encarna a las so-ciedad española que vivió bajo el régimen de un dictador totalitario, ultraderechista y que no permitía manifestaciones en contra de su gobierno. Ver la película es ver la reinterpretación de un hecho que marcó definitivamente a una nación.

¿SABÍAS QUÉ? La Ciné-mathèque Française es la única en el mundo que tiene todas las películas del Santo, además de tener la colección más grande de películas de luchadores.

Por: Aline Álvarez (LRI)

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Cuántas veces no nos hemos levantado temprano un fin de semana y nos hemos to-pado con alguna película del Enmascarado de Plata en al-gún canal local de televisión, sin ni siquiera detenernos a mirarlas. Santo vs. Las mu-jeres vampiro, Santo contra el cerebro diabólico, Santo vs. Las momias de Guanajuato, Santo… Santo… ¡Santo con-tra todo el mundo!, ¿Qué de especial tienen sus películas? ¿Qué de interesante tiene ver a un hombre en calzoncillos pelear contra entes “malignos” y “sobrenaturales”?, tal vez absolutamente nada, además de que, en nuestra percep-ción, la fotografía no es bue-na, los efectos son pésimos y los guiones absurdos, en pocas palabras, llamaríamos a estas películas “churrazos” del cine mexicano. Pero, si te dijéramos que la mayoría de estas películas son considera-das obras de arte en Europa al grado de ser denominadas películas de “culto”, ¿Cambi-aría tu percepción? Dentro de nuestra cultura el Santo representa todo un mito, es la mera represent-ación del folklore mexicano, un ídolo de masas, un héroe popular que ha trascendido generaciones. Su figura no se concretó a permanecer como una leyenda del cuadri-látero, sino que trascendió al cine, siendo el personaje más representativo de uno de los géneros más absurdos que podrías escuchar, pero eso sí, netamente mexicano: El cine de luchadores. Con este género las figu-ras del ring dejaron de ser simples deportistas para con-vertirse en leyendas popu-lares, como menciona Alicia

Esquivel, especialista en cine en su trabajo “El surrealista cine de luchadores”: “El punto de partida fue la película La bestia magní-fica (Chano Urueta, 1952), fil-mada para aprovechar la popu-laridad creciente de la lucha libre en las arenas y en la televisión. A ésta siguieron otras epopeyas del pancracio, y los héroes en-mascarados no tardaron en satis-facer le necesidad de héroes del espectador cinematográfico de la época, que ya estaba cansa-do del melodrama de cabaret, de los charros, de las prostitutas y de las madres abnegadas”. Éste fue el caso del Santo, quién con más de 50 películas en su haber filmográfico a lo largo de 30 años, se convirtió en todo un fenómeno cultural, logrando in-vadir uno de los mercados cin-ematográficos más exigentes e importantes, el europeo. En 1962 el Enmascarado de plata filma “Santo vs. Las mu-jeres vampiro”, de Alfonso Co-rona Blake, junto con otra figura del cine mexicano que lo acom-pañaría en múltiples filmes, Lorena Velázquez en el papel principal de Zorina, la reina de las tinieblas. Esta película de bajo presupuesto conmociono el cine europeo al ser exhibida en el festival de San Sebastián bajo el título “Samson vs.The vampire woman”, siendo considerada por los críticos y el público como una obra maestra del surrealismo, alcanzando el status de película de culto. José Emilio Pacheco menciona que la gente, sobre todo en Italia y Francia, corrían cuando se exhibían películas de El Santo pensando que és-tas eran la representación de un surrealismo “sui generis”. Pero, ¿Por qué el público eu-ropeo aprecia este cine de una manera muy distinta a la que nosotros lo hacemos? Para eso

hay que entender la forma en que ellos perciben el mundo y las características del cine de surrealista. El europeo es bastante racional, para ellos el cine surrealista es aquel que presenta imágenes absurdas e inexplicables para el especta-dor común, pero que dentro de un trasfondo son símbolos con significados individuales para el autor. Las secuencias son rápi-das e ilógicas, parecidas a las secuencias de un sueño, el cuál para los surrealistas es tan sólo otro plano de los tantos que tiene la realidad. Las películas del Santo, de acuerdo a la apreciación euro-pea, cumplen con varias carac-terísticas de éste tipo de cine. La mezcla de imágenes ilógicas, música psicodélica y temas ab-surdos generan ese sentimiento de estar rompiendo el plano de la realidad tradicional. Para el europeo no pude haber algo más alucinante, convulso e ir-racional que ver a un hombre enmascarado luchando contra monstruos y seres sobrenatura-les, sin otra arma que su fuerza física y llaves “chinas”. Cuando André Breton, el padre de esta corriente, visitó México a finales de los años treinta no puso dejar de exclamar: “México es realmente un país surreal-ista”… ¿Será cierto?

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perspectiva social

Por: Giselle Yáñez (LRI)

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perspective sociale social perspective

Eel pasado 8 de marzo de 2007 se conmemoró un aniversario más del Día Internacional de la Mujer. El fenómeno mediático que a éste y otros días conmemorativos caracteriza resulta en el hecho de que los medios de comunicación hacen gala de su preocupación por la situación de las mujeres en el mundo; líderes políticos y algunas instituciones gubernamentales en-cabezan discursos en los que se habla de las circunstancias en las que vive la mujer y los logros en el tema. Sin embargo, no debemos olvidar que el Día Internacional de la Mujer con-memora también los esfuerzos en la lucha por sus derechos e invita a continuar con ellos. A nivel mundial y en la mayoría de las concepciones cul-turales, el significado de mujer siempre ha sido vinculado al de adorno, propiedad del otro, compañera del otro, el cuerpo al servicio del otro. De ese otro que es el que ha instaurado el sistema patriarcal dominante que impera en todo el mundo y que ha limitado el papel social femenino al silencio de lo priva-do, al silencio de lo alterno. América Latina ha reproducido fiel-mente este criterio a lo largo de los siglos que lleva de vida. Sin embargo, siempre han habido grandes voces de mujeres que se rebelan contra el rol asignado para ellas en la sociedad y están presentes en diversos ámbitos: de Sor Juana hasta Né-lida Piñón, de Rigoberta Menchú a Alicia Bárcena, de Leona Vicario a Michelle Bachelet. Dueñas de su propia historia, con convicciones e ideales, son un claro ejemplo de que la inteli-gencia, la cultura y el poder no son dones específicos de los hombres, porque ello no está determinado por la naturaleza. El desarrollo y la democracia han sido temas de gran im-portancia para América Latina, como también el régimen bajo el cual se llegará a estos objetivos, ésto sobre todo durante la segunda mitad del siglo XX. A lo largo de la historia independi-ente de esta región, hemos escuchado grandes discursos de grandes hombres, los héroes que nos dieron patria. Hemos formado la idea de nación basándonos en estos ideales, con-struyendo una identidad en base a padres de la patria o lib-ertadores, los cuales tienen su merecido lugar en los libros de historia y en los fundamen-tos de la nación. A pesar de ello, existe un relato que ha permanecido práctica-mente mudo: el relato de las mujeres latinoameri-canas. La lucha se ha presentado protagonista desde los inicios de la hu-manidad, ya sea en cues-tiones étnicas, religiosas, políticas, económicas. etc. Sin embargo, la primera relación de poder anterior a cualquiera siempre ha sido entre hombres y mujeres.

El siglo XX fue un siglo de grandes cambios en el mundo. En América Latina se vivieron diversos movimientos revolucionarios y procesos sociales de gran relevancia. Las ideologías, tanto de izquierda como de derecha, tuvieron una importante confront-ación en esta región, y en la actualidad ambas doctrinas siguen presentes y compiten por el poder, ya sea por medio de grandes alianzas como las de los actuales gobiernos de Cuba y Bolivia, o produciendo crecientes y tensas rivalidades, como en el caso del gobierno mexicano y venezolano. También es relevante que los movimientos feministas, que comenzaron desde las últimas décadas del siglo XIX, se han manifestado en los diversos ámbi-tos de la vida latinoamericana, y la sociedad de la región los ha visto como transgresores del orden y las tradiciones, pero que tarde o temprano rendirán frutos evidentes.La llegada de Michelle Bachelet, entre otros casos, al gobierno de Chile, es un fuerte indicador de la capacidad de gobernar de las mujeres, de que el espacio público no es exclusivo de los varones, y de que el poder no es sólo cuestión de testosterona. Bachelet se presenta como un triunfo, tanto para la izquierda como para las cuestiones de género, debido a su formación ideológica y política, lo cual se ha reflejado, en menor o mayor grado, en sus decisiones y acciones gubernamentales. Los retos de esta mujer en el poder son quizá más grandes que los de cualquier caballero, ya que aún mantiene una lucha contra los estigmas y prejuicios de siglos de tradición en América Latina. En pleno si-glo XXI, con una supuesta conciencia de derechos humanos y la búsqueda de la democracia, existen medios de comunicación y sectores de opinión que se ocupan más de su apariencia que de sus acciones públicas. Bachelet, como muchas otras, ha tenido que contender contra el Techo de Cristal, término que se refiere a las barreras invisibles que no permiten a las mujeres llegar a situaciones de poder más elevadas que las de los hombres. Por supuesto que como cualquier ser humano y personaje público, ella puede ser criticada por sus acciones como presidente, ya que una perspectiva de género no puede cerrar los ojos ante las acciones buenas o malas de las mujeres en el poder público.

Ya sea en gobiernos de izqui-erda o de derecha, lo impor-tante no es la tendencia, sino los beneficios que traiga para las naciones latinoamerica-nas, beneficios para toda la población sin discriminación porque, más allá de un dis-curso que pugne por el res-peto y la integración de géne-ro, se necesitan acciones que dignifiquen la situación de la mujer en América Latina y su acceso al poder. No es filan-tropía… se llama equidad.

América Latina, UNA PERSPECTIVA

DE GÉNERO

“La Coalición de Organizaciones para los Derechos Humanos en las Américas, ha solicitado a la Organización de Estados Americanos (OEA) nominar mujeres para ocupar cargos en los organismos del sistema interamericano de derechos humanos, como la CIDH y la Corte Interamericana, con el fin de lograr un mayor equilibrio en la representación de hombres y mujeres en estas instancias.”

CIMAC: MARZO 2007

En la mayoría de las concepciones culturales, el significado de mujer siempre ha sido subyugado al ‘otro’

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América Latina y elSISTEMA INTERAMERICANO DEDERECHOS HUMANOS

Dr. Luis Eduardo Zavala DeAlba*

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La historia de la democracia en América Latina ha estado marcada por procesos de transición política no siempre pacíficos o cimentados en el diálogo político o institucional electoral. Sin duda, la violación a los Derechos Humanos en el continente ha estado presente en nuestra historia y no hemos logrado entender plenamente que a mayor democ-racia mayor respeto a los Derechos Humanos y a menor democracia, menor respeto por los Derechos Humanos, es decir su naturaleza contradictoria. La necesidad de crear un conjunto coherente y ordenado de países que reflejara la identidad de América Latina y el surgimiento de las instituciones democráticas, tiene sus an-tecedentes en los primeros intentos por promover la coop-eración interestatal en el continente mediante el estableci-miento de la Unión Internacional de Repúblicas Americanas en 1890. Si bien la unidad americana ya se había mani-festado mediante la proclamación de la Doctrina Monroe, el establecimiento de la Unión Panamericana fue un paso importante hacia la cooperación entre países. Al final de la Segunda Guerra Mundial se dieron importantes pasos en lo que respecta a la promoción y protección de los Derechos Humanos, al menos en lo que se refiere a lo institucional y al marco legal, aunque la realidad política dijese lo con-trario. En la Novena Conferencia Internacional de los Estados Americanos en Bogota (1948) se decidió reemplazar a la Unión Panamericana con la Organización de los Estados Americanos. La OEA pasó a ser un órgano comparable con el Consejo de Europa en términos de su trabajo insti-tucional por la promoción y defensa de los Derechos Hu-manos en el continente. La misión de la OEA se basa en su inequívoco compromiso con la democracia, trabaja para promover la buena gobernabilidad, fortalecer los Derechos Humanos, fomentar la paz y la seguridad, expandir el com-ercio y abordar los complejos problemas causados por la pobreza, las drogas y la corrupción. Un órgano importante y de intensa actividad de la OEA es el Sistema Interamericano de Derechos Humanos, que pro-vee recursos a los ciudadanos de las Américas que han su-frido violaciones a sus derechos por parte del Estado y que no han podido encontrar justicia en sus países. El objetivo del sistema es pues, la protección nacional de los Dere-chos Humanos en los Estados. Los pilares del sistema son la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que tiene su sede en la ciudad de Washington, y la Corte Intera-mericana de Derechos Humanos con sede en San José de

Costa Rica. Estas instituciones aplican el Derecho Re-gional sobre Derechos Humanos, además, con esta última, el Tecnológico de Monterrey está por firmar un acuerdo para que todos aquellos alumnos, abogados particularmente, o internacionalistas que quieran realizar prácticas en esta parte medular del sistema de justicia y protección de los Derechos Humanos, tengan un contacto directo y conozcan la realidad de los Derechos Humanos en el continente. La Comisión Interamericana es un órgano principal y autónomo de la Organización de Estados Americanos, cuyo mandato surge de la Carta de la OEA y de la Con-vención Americana sobre los Derechos Humanos. Entre sus funciones y atribuciones están la de promover la ob-servancia y la defensa de los Derechos Humanos y en el ejercicio de su mandato: recibe, analiza e investiga peticiones individuales que denuncian violaciones de los Derechos Humanos, observa la vigilancia general de los mismos en los Estados miembros y realiza visitas in loco a los países para profundizar la observación general o para investigar casos en particular.

Los retos de la defensa de los Derechos Humanos en América Latina

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* Doctor en Derecho Inter-nacional por la Pontificia Universidad Gregoriana, actualmente es parte del claustro de la Maestría en Derecho de la Escuela de Graduados en Adminis-tración Pública y Política Pública (EGAP/CEM Tec de Monterrey)

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Mucho se ha criticado sobre la eficacia y efec-tividad de la Comis-ión Interamericana de Derechos Humanos, sin embargo, como órgano político, el solicitar a los Estados que tomen “me-didas cautelares” espe-cíficas para evitar daños graves e irreparables a los Derechos Humanos en casos urgentes así como emitir recomenda-ciones, ha estimulado la conciencia de los Dere-chos Humanos en los países de América. Tal es el caso, por ejemplo, del último comunicado en donde se urge a los Estados a reflexionar sobre la importancia de la seguridad ciudadana y el respeto a los Dere-chos Humanos. La Corte Interamericana de Dere-chos Humanos surge con el Pacto de San José en 1969, con la finalidad de documentar en materia contenciosa las violaciones a los Derechos Humanos e impartir jus-ticia a los ciudadanos del continente. Quizá una de las aportaciones más valiosas de la Corte ha sido su juris-prudencia, en donde a través de sus sentencias ha po-dido reafirmar desde el punto de vista del Derecho Inter-nacional de los Derechos Humanos los remedios legales (legal remedies) así como la compensación y reparación a víctimas de violaciones a los Derechos Humanos en América Latina. Hoy los Estados del continente recono-cen este órgano convencional y competencial como base de la administración judicial. En materia consultiva para la Corte, no hay paralelos, las Opiniones Consultivas no están desprovistas de contenido jurídico por lo que no existe ningún tribunal que haya emitido una base jurisdic-cional de tan amplias directrices sobre el comportamiento que los Estados deben de seguir en materia de Derechos Humanos. Una de las más relevantes es la OC 18 que México solicitó con relación a los Derechos Humanos de los migrantes, además de haber contribuido a la evolu-ción y desarrollo del Derecho Internacional Público. Varios retos importantes se presentan para el Sistema Interamericano de Derechos Humanos, a saber, para la Comisión, la necesidad de informar a la sociedad civil los criterios legales de admisibilidad de casos y la relevancia

política que este órgano puede cumplir cuando los Estados asumen como pri-oridad de sus democracias el respeto a los Derechos Humanos erradicando cri-terios voluntaristas. Para la Corte, además de los recursos necesarios para llevar a cabo su misión, se requiere de una reforma en su jurisdicción conten-ciosa, de una auténtica difusión y análisis de su jurisprudencia tanto en el plano académico como en la referencias de las sentencias de los jueces nacionales. El más im-portante es promulgar los avances del protocolo de San Salvador sobre la exi-gibilidad de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Con la plena implemen-tación de un Sistema In-

teramericano de Derechos Humanos, América Latina po-drá madurar y conducirse hacia criterios de integración de sus sistemas democráticos. Además, se requieren nuevos conceptos para sus estrategias de acción, procurando que esos marcos se basen en un conjunto de principios, reglas y estándares de Derechos Humanos, en particular, en el denominado enfoque de derechos en las políticas y es-trategias de desarrollo. Las acciones que se emprendan en este campo no son consideradas sólo como cumplimiento de mandatos morales o políticos, sino como la vía escogida para hacer efectivas las obligaciones jurídicas imperativas y exigibles, impuestas por los tratados de Derechos Huma-nos. Los derechos demandan obligaciones y las obligacio-nes requieren mecanismos para hacerlas exigibles y darles cumplimiento.

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El sistema interamericano de derechos humanos y la migración hacia los Estados Unidos.

Fuente: www.pnud.org

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Chile, y su escasa integración

AMÉRICA LATINAEN

Chile fue la primera nación de América Latina afectada por la nueva oleada liberal que azotó al mundo a partir de la se-gunda mitad del siglo XX. Posteriormente esta filosofía totali-taria se propagó con mayor o menor intensidad por toda la región. Los programas neoliberales aplicados alborozamente por los diferentes gobiernos bajo la tutela de los organismos internacionales, como el Fondo Monetario Internacional (FMI), generaron muchas expectativas e hicieron grandes promesas: prosperidad, bienestar, equidad, desarrollo. Sin embargo, una y otra vez la evidencia fue desmintiendo las previsiones opti-mistas y hoy parece que el neoliberalismo ha significado más la consolidación ideológica de esta doctrina que éxitos concre-tos. La liberalización radical no se ha traducido en más desar-rollo y el supuesto “derrame” o “chorreo” no ha funcionado. Por el contrario, la concentración del ingreso y la riqueza se ha agudizado, las empresas multinacionales sacan enormes re-cursos de nuestras economías, seguimos exportando en gran medida productos primarios y los sectores más dinámicos con-tinúan expandiéndose como islas de desarrollo sin empujar el crecimiento de otros sectores. Ni siquiera se han alcanzado tendencias de alto crecimiento en la Región, imposibilitándola de cumplir el primer objetivo de las denominadas Metas del Milenio, fijadas por los países del mundo en septiembre de 2000, de reducir a la mitad la pobreza para el año 2015. Hay ciertos países que parecen haber experimentado sustanciales avances en ciertas áreas, como México en la exportación de productos de alta tecnología, pero tras esos buenos indicado-res sólo se esconde la realidad de una industria maquiladora que se dedica finalmente a la exportación de mano de obra barata. En este contexto, se vuelve fundamental que América Latina fomente un proceso de integración que le permita en-frentar en conjunto el desafío de su desarrollo. Ya nos hemos acostumbrado a escuchar que Chile represen-ta un caso aparte en América Latina. La comunidad económica y financiera internacional aplaude a este país y lo llena de elo-gios por sus programas liberales y logros macroeconómicos, sus autoridades políticas y económicas se vanaglorian con-tinuamente ante el mundo por sus exitosos macroindicadores, y los grandes empresarios nacionales e internacionales, inva-didos de enorme entusiasmo, llenan sus arcas con grandes utilidades. Sin embargo, y aunque no puede soslayarse el hecho de que Chile ha experimentado grandes avances en muchos ámbitos, y que posee una imagen de progreso, disci-plina y adaptación, generando una percepción de “distancia-miento” del resto de América Latina, la realidad de este país sigue estando mucho más cerca del resto de la Región que de los países desarrollados o incluso de las potencias asiáticas. Sólo es cosa de analizar las cifras en materia de crecimiento

promedio en los últimos 30 años, distribución del ingreso, dependencia del sector primario exportador, participación en la canasta exportadora de recursos no renovables, export-ación de productos de alta tecnología y gasto en investig-ación y desarrollo. Mucho se podría decir para explicar nuestro precario desar-rollo: niveles insuficientes de inversión privada, escaso crec-imiento del capital humano, elevados niveles de desigualdad económica, ausencia de un plan estratégico de desarrollo nacional, poca presencia del Estado en el marco de la tran-sición a la globalización, etc. Pero también hay otros factores relevantes, como la fuerte injerencia de los grandes organis-mos económicos multilaterales, como el FMI, en su gestión y orientación económica, hecho que no se manifiesta mayor-mente en las potencias asiáticas, mucho más autónomas. El gran economista norteamericano Joseph Stiglitz comparte esta última idea al afirmar en el 2002 que el proceso glo-balizador orientado por el FMI y las organizaciones interna-cionales ha causado un sufrimiento excesivo a los países en desarrollo. Sostiene que no sólo se requieren recetas de crecimiento, sino que éstas deben también respetar “las se-cuencias y los ritmos” que exigen algunas economías con un débil grado de desarrollo. Critica además vigorosamente al neoliberalismo señalando que éste promueve el reemplazo de las ideas sobre el papel desempeñado por el Estado en el fomento de las economías nacionales por un pensamiento liberal similar al defendido por Adam Smith, en el cual las leyes del libre mercado, según las cuales la motivación del beneficio constituye la fuerza que dirige la economía, con-ducirían hacia resultados eficientes como si la llevara una “mano invisible”.

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Dr. Luis Alberto Medina Ávila*

Fuente: Portal Oficial MERCOSUR

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* Licenciado en Economía, Magister en Ciencias Sociales y Doctor en Economía. Docente-inves-tigador de la Universidad Católica Silva Henríquez de Chile.

De todos modos, aunque Chile, en términos de desarrollo, no está lejos de América Latina, sí existe tal brecha en la per-cepción interna e internacional, lo que genera ciertas suspi-cacias al interior de ese país respecto de su integración a la Región. En efecto, es habitual que sus autoridades políticas, economistas y empresarios planteen la necesidad de gen-erar aún mayores acercamientos y acuerdos con los países desarrollados y del Asia-Pacífico, no existiendo el mismo vig-or cuando se trata de los países latinoamericanos. Bajo esta lógica, no es de extrañar que la prioridad negociadora de Chile se haya concentrado en los TLC con Estados Unidos, la Unión Europea, Corea del Sur y Oceanía, y recientemente con China, India y Japón. Con los países latinoamericanos sólo se ha adoptado un proceso integrador basado en con-tactos bilaterales y acuerdos de libre comercio, dejándose de lado cualquier iniciativa que signifique incorporarse al Mercado Común del Sur (MERCOSUR), situación que sería natural dado su ubicación geográfica. El MERCOSUR fue creado como un mecanismo de inte-gración de las economías del sur del continente. Sus países miembros invitaron a Chile a firmar el Tratado de Asunción de 1991, pero este país se rehusó a hacerlo argumentando que las características del acuerdo no le permitían tener la libertad suficiente para acceder a otros mercados. De todos modos, los contactos entre ambas partes continuaron has-ta que en 1996 firmaron un Acuerdo de Complementación Económica (ACE) que establecía un espacio económico am-pliado, permitiendo la libre circulación de bienes y servicios en la zona y la creación de un área de libre comercio en un plazo máximo de diez años. Pero la alternativa de convertirse en miembro del bloque siempre fue desestimada por Chile, quedando luego eliminada completamente al privilegiar este país el tratado de libre comercio (TLC) con Estados Unidos y el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). La constante posición de Chile respecto a no contribuir efectivamente al fortalecimiento de la integración de Améri-ca del Sur se mantuvo aparentemente hasta julio de 2006, fecha en que se realizó en Córdova, Argentina, la cumbre presidencial del MERCOSUR, donde Venezuela por primera vez participó como país miembro. En esa ocasión, el gobi-erno chileno manifestó una mayor disposición al tema de la integración forzado por la grave crisis energética que lo aqueja. La cumbre se convertía así en una gran posibilidad de construir alianzas energéticas. En el encuentro de Man-datarios se expusieron ideas, se hicieron propuestas, se to-maron acuerdos y se realizaron pronunciamientos, todos en función de fortalecer al bloque. Se acordó, por ejemplo, con-struir un megagasoducto que unirá a los Estados miembros y Bolivia, y suscribir un texto de complementación económi-ca con Cuba, el cual quebraría el aislamiento decretado por Estados Unidos desde 1962. Se propuso crear un Banco de Desarrollo del MERCOSUR y se solicitó explícitamente a los países desarrollados la eliminación de los subsidios y aranceles de los productos agrícolas. Sin embargo, Chile no se sumó a estas iniciativas y sólo aprovechó su participación en la cumbre para tener sus habituales encuentros bilate-

rales. Al marginarse de estos acuerdos, también se alejó del proceso de integración energética que se impulsa en la Región, hecho que resulta especialmente grave si considera-mos que este país es altamente dependiente de fuentes en-ergéticas externas, las cuales en gran parte se encuentran en las economías vecinas. Chile parece vivir una situación de gran aislamiento en América Latina. Su cercanía y acuerdos económicos con Es-tados Unidos no le permiten optar por un proceso de mayor integración con un bloque regional que se ha caracterizado en el último tiempo por generar políticas y estrategias independi-entes de los dictados de la Casa Blanca y el Fondo Monetario Internacional. La prestigiosa publicación The New York Times, en una columna publicada en el año 2004, afirmó que el aisla-miento de Chile se explica, en gran parte, por ser un país “hip-ercapitalista, en una región que se vuelca cada día más hacia la izquierda”. A todo esto también contribuyen otros factores: tensiones geopolíticas permanentes con Perú y Bolivia; prob-lemas con Argentina por los cortes de gas natural; y escar-amuzas políticas con el gobierno venezolano de Chávez. Sin duda, en estos momentos el escenario no es muy favorable.

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Cumbre Presidencial de MERCOSUR, Argentina 2006

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El estudio de la teoría de las

del establecimiento de la hegemonía intelectual sobre los estudiosos de la realidad internacional

a la que nos avocamos y sobre nuestras posibilidades reales o imaginarias para incidir en ella; las implicaciones del proceder de una u otra manera, entre muchas otras cosas. Siguiendo a Hayden White podemos decir que, en efecto, el trabajo teórico nos permite reconocer de manera explícita el aparato crítico sobre la base del cual necesariamente articulamos el discurso en torno a nuestro objeto de estudio. (White en Jenkins, 1991) Tradicionalmente, sin embargo, las materias del área tien-den a impartirse en muchos casos privilegiando la historia de la teoría de las relaciones internacionales en sus versiones más reduccionistas y muy especialmente desde la óptica de los de-bates a los que ha estado sujeta en la academia de los Estados Unidos.[1] Quizá las mayores interrogantes para los estudiantes de teoría provengan de una inquietud muy válida que no siempre sabemos responder con precisión desde la docencia; muchos profesores de teoría en nuestra área no aciertan a responder de manera satisfactoria a sus alumnos cuando éstos pregun-tan: y todo esto, ¿para qué sirve? en última instancia, para la mayoría de los jóvenes, el mundo simplemente es como es y poco podemos hacer para cambiarlo. Muchos de los profesores comparten en alguna medida este punto de vista sin reparar en el hecho de que uno de los aspectos que se discute desde la perspectiva teórica es justamente ese: si es que el mundo es algo, de una vez por todas y para siempre, sin posibilidad de cambio, o si se va construyendo conforme nosotros nos de-sempeñamos en él y si, al hacerlo, seguimos rutas preestab-lecidas por leyes inmutables sobre la naturaleza humana o si efectivamente tenemos opción de cambiar las cosas. Ambos enfoque ameritan un cuidadoso análisis. De la respuesta que damos depende la forma como vemos el lugar del hombre en el mundo y las posibilidades de cumplir con un destino preescrito o de construirlo. Pero si las profundidades de esta reflexión eluden a las mentalidades más pragmáticas, siempre tenemos la opción de aterrizar la necesidad del trabajo teórico en un plano mucho más mundano, como el del análisis del discurso que pretende explicarnos la realidad internacional, bien sea a través de los medios masivos de comunicación o de artículos especializados o mejor aún, al tratar de diseñar un proyecto propio de investig-ación, como en el caso de los estudiantes que (para su propia fortuna, -aunque de hecho todavía no lo saben-) aún están ob-ligados a la elaboración de una tesis profesional.

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Aunque el estudio de las teorías es una constante de los pro-gramas de relaciones internacionales en la mayor parte de las universidades de nuestro país, así como en el resto del mundo, igualmente constante es el desconcierto que estas materias cau-san entre la mayor parte de los estudiantes y entre muchos de los profesores que las imparten ya que, frecuentemente ni unos ni otros aciertan bien a bien, a vislumbrar la importancia del con-tenido y la orientación que estos cursos deberían tener. Tradicionalmente se ha visto a la teoría (y no sólo en nuestra área) en el mejor de los casos, como un mal necesario. Muchos la consideran árida, aburrida y, naturalmente, poco práctica. Muy pocos alcanzan a percibir en primera instancia, no sólo su uti-lidad real, sino su contribución irremplazable para el desarrollo de una visión reflexiva, crítica y sistemática acerca de la realidad internacional (cualquier cosa que ésta resulte ser). Para algunos, la teoría de las relaciones internacionales representa una espe-cie de compendio de las diversas explicaciones que diferentes autores han dado sobre la forma como opera la realidad interna-cional, para la gran mayoría, sin embargo, teoría es sinónimo de especulación en el peor sentido que se le puede atribuir a este término. Mi propio punto de vista es que, aparte de la debida aten-ción, las materias del área teórico-metodológica requieren de un tinte predominantemente filosófico; más propiamente aún, epis-temológico, para tratar el asunto de la definición del objeto de estudio propio de la disciplina de las relaciones internacionales y la forma más conveniente de representárnoslo; su condición on-tológica y nuestras posibilidades o limitaciones para aprehender-lo; la identificación de las unidades sustantivas de análisis, su configuración, y su dinámica interna, así como las características distintivas del escenario sobre el cual se desempeñan éstas y los modos específicos de interacción entre ellas y su entorno; sus reglas básicas de operación, así como la ponderación de los prin-cipales factores que influyen en su desempeño. No cabe duda de que la imagen que se genera sobre la realidad internacional difiere de manera sustancial “según el color del cristal con que se mira”, parafraseando a Ramón de Camposanto. También deberían incluir las materias del área, el análisis de nuestro papel como observadores de la realidad internacional y las condicionantes que nos constriñen en esta posición; los con-ceptos que empleamos para referirnos a todo esto y la forma como los articulamos en un discurso sobre el mundo; una reflex-ión detallada sobre la concepción del papel que juega la historia en la conformación del medio internacional, lo mismo que sobre el carácter integral o fragmentario de esa realidad internacional

[1] El problema con este enfoque no es, por supuesto que al analizar la historia de la teoría de las relaciones internacionales se hagan de lado o se ignoren los problemas que he mencionado, de hecho, ahí están presentes, sólo que se nos muestran de manera selectiva, privilegiando los temas de análisis sobre los que se han centrado los autores elegidos y su propia perspectiva analítica, lo cual orienta al alumnado a trabajar exclusivamente en esas direcciones preestablecidas. En otras palabras, ll-evan a los estudiantes a ver el mundo sólo de una determinada forma y a circunscribir el debate a un solo plano de interés.

relaciones internacionales a través de sus debates Dr. David J. Sarquis*

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En la medida en que prevalezca la visión en el sentido de que los acalorados debates escolásticos acerca de temas epis-temológicos irresolubles de alguna manera representan a la teoría de vanguardia, la disciplina de las relaciones internacio-nales no tiene esperanza alguna de expandir su influencia más allá de sus propias fronteras.

Barry Buzan & Richard Little

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El caso de los tesistas es particularmente interesante porque muestra abiertamente, lo mismo la necesidad de los supuestos teóricos para la construcción de nuestro discurso, que las defi-ciencias que arrastramos como herencia de nuestros cursos de teoría. Cuando los alumnos empiezan a pensar en su proyecto y a tratar de articular sus ideas van descubriendo, dolorosamente con frecuencia, la importancia de un marco teórico-metodológi-co, especialmente notable por su ausencia, lo cual, de manera invariable dificulta la organización del pensamiento, la selec-ción temática, la identificación de problemas, la concatenación coherente de los hechos y su articulación mediante un discurso significativo capaz de penetrar más allá de la superficie; más allá del comentario meramente monográfico y descriptivo. Desde esta perspectiva, nuestra responsabilidad como do-centes consiste en mostrar a los alumnos que, en efecto, detrás de cada enunciado sobre el mundo hay supuestos epistemológi-cos expresados a través de los conceptos y las categorías em-pleadas y que aún cuando el propio autor no esté plenamente conciente de ellos, siempre están ahí, operando en todas las fases de la construcción del conocimiento. Mediante el uso de estas categorías, conceptos y supuestos, el investigador gen-era hipótesis, formula abstracciones, organiza y reorganiza los materiales que va a incluir en la elaboración de su discurso”. (Jenkins, 1991) Algunos profesores asumen ingenuamente que los conceptos y las categorías del discurso internacional son monocromáti-cos, homogéneos y universalmente aceptados, de tal suerte que todo mundo debería saber a qué nos referimos cuando hablamos, por ejemplo, de actores, factores, medio internacio-nal, interés nacional, soberanía, estado-nación, sociedad inter-nacional, cooperación, conflicto, estado de naturaleza, sistema internacional, estructuras, funciones, comportamiento, lucha de clases, formación socio-económica, y muchos otros; sin imagi-nar siquiera que, detrás de cada uno de ellos hay un enfoque paradigmático muy puntual, que nos orienta a ver el mundo desde una determinada perspectiva, la cual privilegia algunos de sus aspectos característicos en detrimento de otros y con-tribuye de manera decisiva, tanto en la elaboración de nuestro diagnóstico como en la formulación de nuestras explicaciones y recomendaciones. Todavía más problemático es el hecho de que algunos pro-fesores insisten en que el marco-teórico metodológico en un trabajo de tesis debe hacerse explícito, (casi a la manera de un recetario) mediante la elaboración de un capítulo expresa-mente dedicado a ese noble fin, lo cual evidentemente duplica la magnitud del esfuerzo para el ya de suyo esforzado alumno. Mi propia impresión sobre el particular es que el marco-teórico metodológico en un proyecto de investigación no se explica (por separado); se aplica, en la formulación de nuestro discurso, desde la selección de los datos relevantes para la elaboración de nuestra explicación hasta la versión final con la que la pre-sentamos. El marco teórico-metodológico es pues inherente a la formación que hemos adquirido como analistas de la realidad social; el reto, no obstante, es traerlo a nivel de conciencia para así poder formular un análisis significativo del aspecto concreto de la realidad internacional que hemos elegido como tema de tesis. Obviamente, si venimos de un buen curso de teoría, lo podre-mos hacer con mayor soltura y facilidad, de lo contrario, vamos

a evidenciar todas nuestras carencias por medio de la disper-sión, la incoherencia y la inconsistencia en la organización de nuestros materiales de tesis, desde la definición del problema concreto que deseamos tratar hasta el desarrollo de la hipótesis que pretendemos probar. Es precisamente por esto que me pa-rece tan relevante un mínimo de consenso sobre el contenido de los cursos de teoría de las relaciones internacionales en su perfil filosófico y epistemológico. El área teórico-metodológica tendría que ser la columna ver-tebral de nuestra especialidad. En torno a ella se tendrían que articular todos los contenidos de los otros bloques que general-mente se incluyen en los programas de estudio de la carrera: el político, el jurídico, el económico, el cultural, el de regiones, el histórico, etc. De lo contrario, es fácil confundir los programas de estudio en relaciones internacionales con un collage artificial-mente construido para llenar espacios en la “formación” de un todólogo que ha probado un poco de todo, sin llegar a especiali-zarse concretamente en cualquier campo del conocimiento. En tales condiciones resulta evidentemente difícil crear una identidad profesional como internacionalista. Con un bloque teórico-metodológico debidamente articulado, en cambio, se puede reconocer con mayor facilidad la existencia de un objeto de estudio propio, capaz de permitir el desarrollo disciplinario y la especificidad con la que puede ser abordado; sólo cuando se tienen resueltos esos problemas se puede hablar de manera significativa sobre el perfil profesional, la identidad del especial-ista en relaciones internacionales y las enormes posibilidades que ofrece hoy en día su campo de trabajo. Sustituir la reflexión teórica con la historia de la teoría (sobre todo en su versión más reduccionista) me parece particular-mente dañino, no sólo por lo que se deja de hacer, en materia de análisis epistemológico, sino porque con lo que se hace, de todos modos se está equipando al alumnado para pensar la realidad internacional y centrar la atención en algunos de sus aspectos que se le suponen característicos y específicos. La historia de los llamados “debates” de nuestra disciplina es es-pecialmente ilustrativa sobre el particular. Cuando se analizan estos debates y la forma como se han ido sucediendo a lo largo de las últimas ocho décadas en el ámbito de la academia norteamericana se puede percibir con mediana claridad la forma como, por este conducto, los Estados Unidos han impuesto su hegemonía intelectual en la forma de percibir la práctica internacional y, de alguna manera han empujado al resto del mundo a pensar en las relaciones internacionales des-de una óptica particular y a responder a las preguntas teóricas básicas, a las que me he referido con anterioridad, impregnando las respuestas con un sello distintivo que claramente responde a los intereses de la política exterior norteamericana. ¿Qué quiero decir con esto? Veamos. Mucho antes de que se empezara a hablar de paradigmas para el análisis de la realidad internacional, cuando originalmente se llevó la reflexión sobre los asuntos internacionales al ámbito de la academia, al término de la Primera Guerra Mundial, se intentó elaborar marcos ex-plicativos sobre la realidad internacional desde distintas matri-ces disciplinarias, (la historia, la ciencia política, la economía, el derecho e incluso la filosofía) con nociones básicas como la naturaleza humana, la lucha por el poder, la norma jurídica, etc. sin cuestionar directamente la especificidad de las relaciones internacionales.

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A partir de esas propuestas originales se fue conformando una historia de supuestos “debates” que pretendían haber identifica-do lo inherentemente relevante para el ámbito del análisis inter-nacional. Cuando examinamos esa historia, desde la perspectiva estadounidense, encontramos cuatro etapas características que muchos maestros todavía utilizan como la guía cómoda para sus cursos de teoría:

• la del idealismo jurídico vs. el realismo político (la cual abarca aproximadamente tres décadas de desarrollo disciplinario, desde principios de los veintes hasta fines de los cuarentas) • la de los tradicionalistas vs. los conductistas; (otras dos déca-das y media, desde fines de los cuarentas hasta mediados de los setentas) • la de los neorrealistas y neoliberales vs. los globalistas (cerca de dos décadas más, de mediados de los setentas a principios de los noventas) • y más recientemente, la de los modernistas vs. los posmoder-nos. (desde principios de los noventas hasta la fecha) [2]

No se requiere ser particularmente sagaz para notar que: Los dos contendientes del primer debate son de hecho repre-sentantes de un mismo paradigma (el estato-céntrico) por lo que gran parte de su discusión es de hecho un, si no turbio, por lo menos sospechoso pleito de familia, en torno del cual giró toda la primera etapa de nuestro desarrollo disciplinario. El segundo debate es una reacción tardía (y en gran medida ineficiente) por trasladar las premisas del enfoque del análisis científico al campo específico de las relaciones internacionales, para así tratar de superar los argumentos circulares de la ronda anterior. Pero ¿quiénes son los contendientes? Es interesante notar que los archirivales de la etapa anterior (realistas e ide-alistas) han unido esfuerzos (ahora aparecen como “tradicio-nalistas”) y enfrentan con sus ideas combinadas a un grupo de jóvenes de tendencia neo-positivista inspirados en los modelos (decimonónicos) de la ciencia. El tercero es más interesante aún; aquí los tradicionalistas (que vienen desde la primera etapa como hemos señalado) “renuevan” su discurso usurpando impúdicamente y sin el menos asomo de remordimiento o vergüenza el aparato crítico desarrollado por el enfoque de la ciencia (sistémico) [3]. Ahora ellos usan este lenguaje, con el cual han revestido llamativamente sus viejas ideas para confrontar a otra corriente derivada del pensamiento sistémico: los globalistas, quienes alcanzan a percibir el carácter integral de las relaciones internacionales y asumen la idea de que el todo representa algo más que la suma mecánica de las partes. En función de esta orientación, el enfoque globalista se convirtió en una opción atractiva para muchos de los ex marxistas que perdieron orientación y terreno epistemológico firme a raíz de la crisis que empezó a padecer bloque soviético desde principios de los ochenta y que finalmente llevó a su desaparición. [4] Aparte de hacer notar la línea de continuidad que mantiene el pensamiento realista a todo lo largo de estos debates (y no precisamente por su solidez conceptual –aunque eso es parte de otra reflexión-), conviene observar el carácter inherentemente promiscuo del desarrollo de los debates teóricos en la academia norteamericana, donde ciertamente no se alcanza a distinguir pu-dor alguno sobre las supuestas deficiencias y las impropiedades del eclecticismo.

Pero además, es importante también hacer notar la ausen-cia de cualquier reflexión sobre el materialismo histórico como base paradigmática para el análisis internacional en la historia de los debates según la academia de los Estados Unidos. Por supuesto que existen razones históricas de peso para justificar, desde ahí porqué el pernicioso marxismo debe quedar relegado al ámbito de la ideología y la doctrina, pero no deja de ser lam-entable que los estudiosos de la teoría en nuestro país ignoren olímpicamente las importantes contribuciones del materialismo histórico al desarrollo del pensamiento social en general y de las relaciones internacionales en lo particular y lo reduzcan a un mero enfoque doctrinario o ideológico con un destino fallido en sus pretensiones de dominio mundial. El cuarto debate podría parecer de risa loca, de no ser porque en alguna medida refleja el ambiente de crisis provocado por desvanecimiento de viejas certidumbres y el subsiguiente desconcierto intelectual ocasionado por el vacío epistemológi-co que propició el deshielo polar y por los retos renovados que presenta la agenda internacional contemporánea que, en teoría, tendrían que haber sido resueltos con el “fin de la histo-ria”, pomposamente anunciado... ¡desde los Estados Unidos!En esta última fase del conflicto de visiones, los modernistas agrupan ahora en el mismo bando, curiosamente a todos los contendientes de las etapas anteriores –guardadas las debidas distancias- frente a los mensajeros de la incertidumbre para quienes, aparentemente todo es coyuntural, accidental y efíme-ro. La postura postmoderna no es exactamente nueva, hay una larga tradición que se remota hasta Heráclito de Efeso en apoyo de esta línea de argumentación. Lo preocupante, en última in-stancia es como, desde las esferas del predominio intelectual se puede hacer uso de estas preocupaciones, algunas de ellas legítimas, incluso honestas sobre el alcance y las limitaciones de los procesos cognoscitivos, para manipular el discurso sobre la realidad internacional; en este sentido cobra una relevancia enorme la denuncia que hace Jenkins: “El postmodernismo es el más reciente recurso del capitalismo para confrontar a sus críticos y adversarios así como a las necesidades del cambio. Nos hemos quedado en un mundo sustancialmente vacío de significados. No hay significado, no hay clases sociales, no hay historia, sólo una incesante procesión de simulacros; el pasado se repite una y otra vez bajo un espectro entretenido de estilos, géneros prácticas creadoras de significado mezcladas a placer. La única realidad que existe es la del significante…totalmente volátil y efímera”. (Jenkins, 1996)

[2] Para una explicación detallada de estas etapas puede verse: Jackson, Robert and Sorensen, Georg. Introduction to International Relations: theories and approaches, Oxford University Press, New York, 2003, pp. 33-65 Para una explicación más detal-lada de la historia de estos debates, ver: Waever, Ole, Tour meanings of internacional society, en Internacional society and the development of IR theory, Robertson, Barbara (ed), Pinter, londres, 1998.

[3] El caso más visible es, por supuesto, el de Kenneth Waltz, cuya Teoría de la política Internacional es una reconstrucción de los viejos argumentos realistas remozados con el lenguaje de la teoría general de sistemas, pero sin su aparato crítico.

[4] Silviu Brucan, con su Disolución del poder e Immanuel Wallerstein con sus ideas sobre el “sistema mundo” son claros representantes de la fusión concertada entre el pensamiento marxista y el pensamiento sistémico

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Como puede observarse, los debates teóricos vistos desde la academia norteamericana giran de manera continua sobre un solo y mismo eje establecido desde las etapas iniciales de nuestro desarrollo disciplinario: el de la política del poder que, a la manera de un hábil camaleón ha transitado de una etapa a otra, cambiando la forma pero manteniendo el fondo del dis-curso explicativo. De esta manera se ha marcado la pauta para mantener la discusión centrada preferentemente en un solo plano de interés, a pesar de los esfuerzos que se hacen en otras latitudes del planeta por abrir el debate teórico en otras direcciones. Desde principios de la década de los ochenta del siglo pasa-do se ha venido creando un cierto consenso respecto a la idea de que en nuestra disciplina hay básicamente tres “tradiciones” u ópticas desde las cuales se puede observar la problemática característica de la realidad internacional; en términos kuh-nianos, tres paradigmas, los cuales ofrecen una perspectiva de análisis más amplia que la de los debates. En México re-cogimos esa propuesta y, en algunos de nuestros programas curriculares hemos agrupado el pensamiento internacional en tres bloques paradigmáticos: el estato-céntrico o tradicional, el histórico-materialista o marxista y el sistémico o científico y desde ahí observamos toda una gama de escuelas de pensam-iento que, bajo matices diferenciados comparten la misma base paradigmática y realizan sus propuestas teóricas. El problema es, desde luego que en las aulas falta todavía el consenso necesario para distinguir entre modelo, paradigma, teoría, enfoque, cosmovisión, propuesta teórico-metodológica, hipótesis, doctrina, etc. y sus funciones respectivas, por lo que, de repente encontramos quienes presentan a las escuelas de pensamiento, como el realismo, el idealismo, la sociología histórica o la interdependencia (todas ellas pertenecientes al paradigma estato-céntrico) como paradigmas en sí mismas, por lo que, las diferencias que las distinguen parecen tener un carácter paradigmático. Pero más grave aún es el hecho de que, en otras latitudes del planeta, aunque también se reconocen tres tradiciones esenci-ales para el estudio teórico de las relaciones internacionales, la tipología es distinta; en algunos ámbitos se habla por ejemplo, de un paradigma realista, otro pluralista y otro globalista (Viotti y Kauppi, 1993), sin que las líneas de definición que los carac-terizan coincidan plenamente con las que aquí trabajamos, y ya sabemos que los matices diferenciadores generan percepcio-nes distintas de la realidad que deseamos analizar. Otra propu-esta habla de cosmovisiones, una conservadora, preocupada por la conservación del status quo, una revolucionaria que lo pretende sustituir y una liberal enfocada en el desarrollo de es-tructuras que garanticen la libertad (Goldstein, 1996); una pro-puesta más habla de un enfoque tradicional, otro conductista y uno llamado alternativo (Mingst, 1999). Esto nos puede dar una idea de cuan complejo puede pa-recer el menú teórico-metodológico para los alumnos y cuan complicado se vuelve el reto de configurar un marco teórico-metodológico para el desarrollo de un trabajo de tesis, sobre todo si durante los cursos de teoría no se nos orientó adecua-damente a reconocer los problemas epistemológicos básicos que estas propuestas teóricas se proponen resolver. El asunto se vuelve particularmente espinoso cuando adi-cionalmente se le pide al estudiante reconocer la componente

ideológica en el esfuerzo teórico. Naturalmente que, como el resto de las ciencias sociales, el análisis teórico de las rela-ciones internacionales tiene una importante componente ide-ológica, que necesariamente refleja intereses materiales y que los estudiosos de la realidad internacional tienen que aprender a distinguir. Es claro que los mensajes a transmitir a través de las controversias se tienen que estar reconstruyendo de manera continua, dado que las necesidades de los dominantes y subordinados constantemente están cambiando a medida que se trata de movilizar adeptos para un lado o para el otro. Lo interesante aquí es ver cómo, en el ámbito de la academia norteamericana, los partidarios del pensamiento realista se las han ingeniado para aparecer continuamente bajo nuevos y renovados ropajes sin haber cambiado sustancialmente el trasfondo de su discurso. Pensar la realidad internacional, ya sea para explicarla o para diseñar políticas de acción que nos permitan un mejor de-sempeño en ella es un reto que se vuelto crecientemente más demandante, a medida que avanza el nuevo siglo, debido al impacto de las nuevas revoluciones científicas y tecnológicas que han “achicado” a nuestro mundo, acercando a los actores del escenario internacional cada vez más entre sí. Hoy día, la “aldea global” anticipada por McLuhan desde me-diados de la década de los sesenta del siglo pasado, ha de-jado de ser una quimera y se manifiesta como una realidad opresiva y agobiante que amenaza con rebasarnos, al mag-nificar los problemas de la humanidad en su conjunto redi-mensionándolos de manera dramática en los ámbitos locales, donde la distinción entre lo interno o doméstico y lo exterior se desdibuja cada vez más visiblemente. Es función de la teoría traer todos estos retos a nivel del conciente de los estudiosos de la realidad internacional en busca de las soluciones más viables para los apremiantes asuntos de la agenda internacio-nal contemporánea.

FUENTES DE INFORMACIÓNGoldstein, J., International Relations, Harper-Collins, New York, 1996Jenkins, K., Re-thinking history, Routledge, London, 1991.Mingst, K., Essentials of International Relations, Norton, New York, 1999 Viotti, Paul & Kauppi, Mark, International relations theory: realism, pluralism, global-ism, McMillan, New York, 1993

* Doctor en Relaciones Internacionales por la Universidad Autónoma de México. Docente investi-gador del Tecnológico de Monterrey, Campus Es-tado de México

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entrevista

Gabriel ARELLANO

Generación 2001 - 2006 del Tecnológico de Monterrey

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cuenten en todas nuestras estaciones a nivel global con los ele-mentos para que puedan reaccionar ante una contingencia de este tipo. Se analizan también los distintos escenarios económicos, políticos y sociales que impliquen riesgo para nuestra empresa, pues siendo una aerolínea global que vuela a Europa, Latinoaméri-ca, Norteamérica y Asia, corremos el riesgo de estar propensos a que nuestras aeronaves sean utilizadas con fines particulares de grupos terroristas.

¿Se han cumplido tus expectativas? Nunca contemplé desenvolverme dentro de esta área ya que du-rante mi formación siempre me enfoque a la rama de la admin-istración pública, sin embargo, me he dado la oportunidad de conocer nuevos espacios donde también tiene mucha cabida lo aprendido en la carrera. Me siento bien y a gusto; las circunstan-cias te hacen valorar las ventajas que ofrece la iniciativa privada frente a gobierno, pero aún así mantengo la convicción de aportar a mi país desde mi trinchera, pujar porque las cosas sean más jus-tas para todos. No es necesario trabajar dentro del gobierno para proponer y actuar, somos parte de la sociedad civil que cada día se hace escuchar más.

¿Quisieras darnos algunos consejos para los estudiantes de la carrera?Si algo he aprendido a un año de distancia de haber salido de la universidad es que lo importante es siempre moverte con el rumbo fijo, pueden existir muchos caminos, largos o cortos, planos o em-pinados, muchos obstáculos, pero que nuestra convicción siempre nos encamine a nuestra meta final. No importa lo que tardemos, no importa el camino que elijamos mientras nos mantengamos en la ruta adecuada para alcanzar nuestro objetivo como internacio-nalistas. Tenemos que tener siempre presente por qué estudiamos esta carrera, cuál es nuestra función dentro de la sociedad, pues aún hay muchas cosas por hacer. Deslíndate de las concepciones sociales de éxito económico o personal, deslíndate de ese mundo de insatisfacción crónica que es la sociedad de consumo y visu-aliza lo que quieres, determina cuál es tu función en esta sociedad, qué piensas aportar, realiza lo que te guste hacer sin verte presio-nado y toma decisiones encaminadas a trascender.

interview entrevue

Campus Estado de México

¿Qué te motivo a estudiar Relaciones Internacionales?El interés por los temas concernientes a nuestro país, la búsqueda por entenderlos y superarlos; es una carrera que sin duda ha tenido, tiene y tendrá un papel fundamental en nuestra sociedad. Es la lucha constante por mostrar ese México, ese mundo plagado de injusticias que parecen ocultas al entorno que la escuela nos ofrece y que sólo nosotros los internacionalistas podemos hacer de forma natural. Los internacionalistas se miden aparte, llevando dentro de si una misión en sus respectivos círculos sociales.

¿Cómo te sentías al acercarse el tiempo de tu gradu-ación? Al voltear a ver el calendario, me encontraba lleno de ilusiones y algunas puertas entreabiertas, puertas que a base de insistencia y reconocimientos había logrado tocar, y que con el optimismo y entu-siasmo generado por el momento mostraban un escenario acogedor. Las circunstancias del país y sus vicios me demostraron que estas puertas sólo eran una vacilación y estaban mas cerradas que abier-tas. El ser un ferviente creyente de la meritocracia y la persistencia, me llevó a no desesperar.

¿Cuál fue tu primera experiencia laboral al graduarte?En un momento tan ríspido, en vísperas de una elección tan cerrada y con un resultado tan cuestionable, había llegado mi hora para de-mostrar lo que había aprendido en cinco años dentro de la mejor uni-versidad de México; tuve la oportunidad de colaborar en el Instituto Federal Electoral, trabajo que me ayudó inmensamente a palpar lo que implica una elección hecha por ciudadanos para los ciudadanos. El resultado, como todos lo sabemos, dejó un amargo sabor de boca. Cuando la incertidumbre dividía al país terminé mi contrato temporal en el IFE en medio de empujones arrebatos y nuestras instalaciones tomadas por el ejército frente a multitudes gritando consignas.

Ante esta situación, ¿cómo buscaste reincorporarte al mundo laboral?Comencé de nuevo el largo y tortuoso trajín de enviar CV´s, bom-bardear a todas las empresas que tuvieran idea de qué hace un in-ternacionalista fuera de cosas que considero aberrantes para lo que estudiamos. Tomé unas vacaciones y me fui a Marruecos a conso-lar mi desasosiego y aliviar la contaminación mental que genera la presión social por verte triunfar, verte destacar como un hombre de oficina; vacaciones que fueron interrumpidas por una llamada que me hacía saber que una empresa importante de México estaba in-teresada en mí, para analizar y trabajar en escenarios de Seguridad Aérea. Es así que actualmente me desempeño en AeroMéxico, en la dirección de Seguridad Aérea dentro de la gerencia de Respuesta a la Emergencia.

¿Qué función desempeñas?Dicho programa integra los procedimientos para atender una emer-gencia, cuidando la imagen de la empresa frente a los clientes y medios de comunicación, lo que implica el desarrollo continuo de un programa de omunicación en crisis, brindar una respuesta humana y auditar que

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recomendaciones...Factores, bases y fundamentos de la política exterior de MéxicoEl objetivo de este libro es introducir al estudiante de Rela-ciones Internacionales en el estudio de la política exterior de México. Desde un enfoque teórico-metodológico, el autor propone un modelo para el análisis de la política exterior. El propósito es aplicar dicho modelo al caso de la política exte-rior de México contemporánea.

En una perspectiva histórica, el texto presenta algunos breves antecedentes de la política exterior de México, desde la In-dependencia hasta el periodo del presidente Ernesto Zedillo. Enseguida, el libro examina los factores, bases y fundamen-tos de la politica exterior de la administración de Vicente Fox. Finalmente, el autor analiza las principales acciones en mate-ria internacional de 2000 a 2006.

Rafael Velázquez, Factores, bases y fundamentos de la política exterior de México, México, Plaza y Valdés, 2005, 332 pp.

bolsa de trabajo

Secretaría de EconomíaPuesto vacante: Subdirector de Organismos de Fomento al Comercio ExteriorCarreras solicitadas: LRI, LED, LEC, LINSueldo bruto: 25, 254 pesosFecha de la vacante: 11/04/2007 al 02/05/2007Informes: www.trabajaen.gob.mx (Clave de va-cante: 10-213-1-CFNA001-0000007-E-C-D)

Secretaría de EconomíaPuesto vacante: Subdirector de Negociaciones Comerciales Multilaterales y RegionalesCarreras solicitadas: LRI, LED, LECSueldo bruto: 25, 254 pesosFecha de la vacante: 11/04/2007 al 02/05/2007Informes: www.trabajaen.gob.mx (Clave de va-cante: 10-510-1-CFNA001-0000009-E-C-D)

Secretaría de SaludPuesto vacante: Subdirección de Asuntos para América del Norte, Europa, Asia y ALCarreras solicitadas: LRI, LPLSueldo bruto: 33,537 pesosFecha de la vacante: 13/03/2007 al 20/04/2007Informes: www.trabajaen.gob.mx (Clave de va-cante: 12-172-1-CFNB002-0000006-E-C-T)

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