Del Paso de La Guerra de La Independencia Por Valdeverdeja

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    Pginas 51 a 75 CUADERNA n 16-17 (2008-2009)

    Del paso de la Guerrade la Independencia por la villatoledana de ValdeverdejaUna aproximacin

    ESPERANZAMARTNMONTES Historiadora del ArteHISTORIACO

    NTEMPORNEA

    Resumen: En este artculo se expondrn y analizarn algunos de los cambios que sufri elmunicipio de Valdeverdeja bajo la ocupacin napolenica. La necesidad de abastecer al ejr-cito napolenico, las constantes contribuciones extraordinarias y abusos cometidos, con-vierten a la poblacin en protagonista del conflicto. De igual modo, supone un episodiodramtico en el campo del patrimonio artstico: algunos edificios fueron destruidos y mu-chos objetos desaparecieron, vctimas del expolio o de la necesidad. Analizamos el alcancede las prdidas en el patrimonio de la comunidad eclesistica de Valdeverdeja y las medi-das que se tomaron para impedirlas y paliar sus consecuencias.Palabras clave: Guerra de la Independencia, Valdeverdeja, Patrimonio Eclesistico.

    AN APPROXIMATE DESCRIPTION OF THE PASSAGE OF THE WAR OF INDE-

    PENDENCE IN CITY OF VALDEVERDEJA, TOLEDO PROVINCE.

    Summary: This article expounds on and analyses some of the changes suffered by the mu-nicipality of Valdeverdeja under the Napoleonic occupation. The necessity of defeating theNapoleonic Army, the constant extraordinary contributions and the abuses committed con-verted the population into protagonists in the conflict and resulted in a dramatic episode in

    the artistic heritage of the city. Some buildings were destroyed and many objects disap-peared, victims of exploitation or necessity. The article analyses the effects of the losses tothe heritage of the ecclesiastical community of Valverdeja and the measures which weretaken to impede those losses and the palliative measures taken against their consequences.Key Words: War of Independence, Valverdeja, Ecclesiastical Heritage.

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    INTRODUCCIN

    Tiene suerte?, Tiene suerte?... InquiraNapolen a sus generales cuando le propo-nan nombres para ascensos tras las batallas.Napolen deca que, por encima de todo,quera generales con suerte, prefiriendo estacircunstancia a la habilidad estratgica. Si laafirmacin del corso es realmente cierta, re-sulta evidente que en Espaa le volvi la es-palda.

    Considerada como la ms vieja de las re-laciones internacionales y el mayor conflicto

    que puede sufrir un Estado, la Guerra siem-pre ha estado presente en la vida del hom-bre. Y en la historia de Espaa. Erasmo deRotterdam consideraba las guerras pro-ducto de la ambicin, la avaricia y la ven-ganza: un castigo de Dios y el peor de losmales que pueden asolar la humanidad.

    Razn no le faltaba, pues aunque Napolenhaya sido considerado uno de los mayoresgenios de la historia militar1, ya que suforma de concebir la guerra supuso un pro-fundo cambio en la estrategia castrense quehabitualmente se segua2, la Guerra de la In-dependencia Espaola, acaecida entre los aos1808-1814, se inici a causa de su voracidadexpansionista.

    Siendo consciente de la debilidad de lamonarqua espaola3, Bonaparte pretextun plan de apoyo conjunto para la invasinde Portugal4, basndose en la negativa del

    pas luso a secundar un Bloqueo Continentalcontra Inglaterra que el mismo Bonapartehaba decretado y que se haba acordado enel Tratado de Fontainebleau el 27 octubre de18075. Aquel compromiso poltico entreFrancia y Espaa, fue considerado por losingleses el verdadero comienzo de la gue-

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    1 El roterodamo calificaba a los militares de horroroso ministerio de la matanza organizada. Recordemos que lasagresivas campaas de conquista napolenicas, se convirtieron en las mayores guerras conocidas hasta enton-ces en suelo europeo, implicando a un ingente nmero de soldados jams visto hasta ese momento en los ejr-citos.

    2 Ante todo supuso una innovacin en los medios humanos empleados, pues ante el ejrcito mercenario que lu-chaba por dinero, propio de la Edad Moderna, Bonaparte utilizara el ejrcito nacional, integrado por ciudada-nos franceses que combatan por amor a su pas, con una gran motivacin y sentimiento nacionalista y patri-tico. En segundo lugar represent una evolucin en los fines. La guerra del siglo XVIII era de posicin o desitio teniendo, por tanto, como objetivo, el hacerse con una plaza o sitio en concreto. Napolen juzgaba dichaestrategia intil y demasiado gravosa. El fin fundamental resida, a su criterio, en aniquilar al ejrcito enemigo,

    pues una vez destruido ste poda tomarse cualquier plaza.3 La situacin poltica en Espaa era incierta como consecuencia del proceso que se llevaba contra el heredero del

    trono, Fernando VII; Napolen quera garantizarse la alianza de Espaa a cualquier precio. Por ello, orden lacreacin en 1807 de una nueva unidad militar, el Cuerpo de Observacin de las Costas del Ocano, cuyo mandoentreg al mariscal Moncey.

    4 La negativa portuguesa supuso que en dicho tratado se concertase la divisin y reparto de su territorio. Napo-len quera cerrar a toda costa los puertos portugueses convertidos de facto en bases mviles del comercio in-gls, y para ello necesitaba la colaboracin de Espaa. Pero lo que pareca fcil en principio, pronto se complic,como es sabido.

    5 El objetivo del bloqueo era privar a los ingleses de sus mercados exteriores para arruinar la economa britnica.Sin embargo, la gran amplitud de las costas espaolas facilit el contrabando con los ingleses, circunstancia quemantuvo los vnculos entre la economa britnica y la continental, que era el objetivo prioritario francs. Es ms,el bloqueo tuvo como causa indirecta la prospeccin por los ingleses de nuevos mercados en Ultramar. As, laquiebra econmica deseada y prevista por Napolen nunca tuvo lugar.

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    rra6. Mucho antes, por tanto, de lo que sue-len referir ciertas versiones clsicas y pa-trioteras del conflicto7. En efecto, como es-cribe Ledru8:

    Les Bourbons dEspagne offraient la parti-cularit singulire de se har mutuellement.Toute acquise son amant Godoy, la reinevoulait dshriter son fils an, le futur Fer-dinand VII, qui lui-mme demandait auxFranais de l.aider dposer son pre, Char-les IV, tandis que ce dernier sadresssaitaussi eux pour mater le prince.

    Es sabido que Napolen ocup de

    modo clandestino, pero no menos evi-dente, diversas ciudades espaolas comoPamplona, Salamanca, San Sebastin oBurgos, entre otras. Haba prometido al va-lido del rey, Manuel Godoy, un reino en elSur de Portugal y al monarca Carlos IV, elttulo de Emperador de las Amricas, a

    cambio de dejar que sus tropas pasaranpor territorio espaol para derrocar secre-tamente al rey de Portugal. Dicha agresinterritorial desemboc en la primera resis-tencia a la invasin. Sin embargo, no corria cargo del rey9, que renda vasallaje abso-luto a Napolen, o del ejrcito, como cabraesperar, sino del propio pueblo, que no en-tenda adems que su propia suerte fueradecidida por un extranjero. Dicha reaccinse hizo efectiva a travs de un levanta-miento popular espontneo y no muy nu-meroso, desorganizado y sangriento, ca-

    rente, por tanto, de la coordinacin preme-ditada y avenencia fraterna que siempre hamanifestado la historiografa tradicional10, odel sentimiento de lucha contra la hereja, amodo de cruzada contra el anticristoNapolen que ha credo ver algn autor11,conocido como el Dos de Mayo de 1808, yque

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    6 Los britnicos se referan a Napolen con la despectiva forma de Boney, mientras que sus propias tropas le lla-maban el Pequeo Cabo (Le Petit Caporal). Por su parte, las monarquas europeas lo bautizaran con los agra-dables apelativos de: El tirano Bonaparte, El Ogro de Ajaccio o El Usurpador Universal. Vase JOHNSON, P.: Na-

    poleon: A Life. New York, 2002.7 No hay peor enemigo para un historiador que el patriotismo.8 LEDRU Eric: Napolon. Le conqurant prophtique. Paris, 1995, p.80.9 Fernando VII, indeciso ante Napolen en Bayona, jams pens en declarar una guerra a Francia. El miedo y la

    confusin fue su reaccin al enterarse de la noticia del alzamiento popular. Vengativo y traicionero, su incapa-cidad poltica nunca le hubiera incitado a tamao atrevimiento.

    10 Que se refleja, igualmente, en muchas obras literarias de creacin del siglo XIX, tendentes a escribir exageradasloas sobre lo que para ellos era un patritico herosmo del paisanaje madrileo. Tanto es as, que la prestigiosa

    publicacin de la poca, La Ilustracin Espaola y Americana, public un interesante artculo de Luis VIDART,de dos pginas (274-275) en su nmero XVI de 30 de abril del ao 1881, dedicado a Los Cantores del Dos de Mayo.En dicho artculo podemos encontrar versos tan exaltados como stos, entre otros: El hueco bronce, asolador delmundo / Al vil decreto se escuch tronar;/ Mas el pual, que a los tiranos turba, / Aun ms tremendo comenz a brillar!

    (Juan Bautista de Arriaza, Poesas patriticas, 1810); Guerra! Clam en el altar / El sacerdote, con ira; / Guerra! Re-piti la lira / Con indmito cantar; / Guerra! Grit, al despertar, / El pueblo que al mundo aterra; / Y cuando en hispanatierra / Pasos extraos se oyeron, / Hasta las tumbas se abrieron / Gritando: Venganza y guerra! (Bernardo LPEZGARCA, El dos de mayo, 1866). Vase, tambin, el imprescindible y completo estudio de Jos GELLA ITU-RRIAGA: Cancionero de la Guerra de la Independencia, Estudios de la Independencia, tomo II, 1966.

    11 LEDRU, E.: Op. cit., Paris, 1995, p.82. Este investigador no tiene reparo en afirmar que Le facteur religieux, inti-mement li la monarchie des Bourbons dEspagne, avait lui aussi t nglig. Ces erreurs de perspective condamnaient

    lenterprise espagnole ds ses premiers dveloppements. La ncessit de se defender contre lagression franaise fit natreen Espagne un intgrisme religieux dautant plus redoutable quil mlait le politique au spirituel. Les Espagnols ne lut-trent bientt plus contre un occupant, mais contre un hrtique. La guerre tait devenue croisade.

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    tuvo especial relevancia en Madrid, la capi-tal del reino. El innoble y traidor monarcaFernando VII, quien siendo Prncipe de As-turias lleg a conspirar contra su propio pa-

    dre, el dbil Carlos IV, como veamos msarriba, dio muestras de sus escasas dotes po-lticas muy lejos del extraordinario talentoy capacidad de trabajo de Napolen12, y noapoy el sentimiento del pueblo, reveln-dose como el rey ms indeseable de la his-toria de Espaa13.

    El Dos de Mayo y La Guerra de la Inde-pendencia fueron procesos complejos,

    donde, como ocurre en todos los lugares delmundo, al decir de Arturo Prez Reverte14:La mayor parte de los protagonistas se vie-

    ron arrastrados contra su voluntad y donde,

    paradjicamente, muchas grandes hazaas

    tuvieron justificacin en el fanatismo e incul-

    tura de sus protagonistas. Ni todos los curas

    fueron trabucaires -no pocos obispos colabo-

    raron con el invasor-, ni todos los guerrille-

    ros fueron hroes -numerosos bandoleros yasesinos se justificaron bajo ese nombre-, ni

    todos los afrancesados fueron villanos opor-

    tunistas. Adems, los aliados ingleses se com-

    portaron a veces con ms crueldad y falta de

    escrpulos que las tropas francesas.

    La ocupacin atraves momentos de for-tuna alternativa, tanto de las huestes impe-riales como de las hispano-britnicas. Lasbatallas ms destacadas fueron las de Ocaay Talavera de la Reina en Toledo, Bailn en

    Jan o San Marcial en Guipzcoa y, la quesupuso el tiro de gracia al ejrcito napole-nico en el paraje de Los Arapiles, localidadprxima a Salamanca, adems de los sitios

    de ciudades practicados por los francesescomo Zaragoza o Astorga.

    Muy comentado ha sido por los estudio-sos del tema, que Bonaparte y sus ms cer-canos consejeros mostraron un desconoci-miento poltico y social -prcticamente ab-soluto- del problema que originara la inva-sin. Posiblemente los estrategas francesespudieron medir las consecuencias de la alta

    poltica, pero obviaron al pueblo llano. Esprobable que esa falta de perspectiva lescostase la victoria; lo que se prevea comoun simple paseo militar se convirti en unobstculo insalvable que le obligaba a man-tener en suelo espaol un elevado nmerode tropas necesarias, por otro lado, para sucampaa contra Rusia. La situacin era taninestable, que suprimir destacamentos po-

    da conducir al desastre, como efectiva-mente sobrevino el 22 julio de 1812 en la re-ferida batalla de Los Arapiles, que obligaraal mariscal Soult a levantar el sitio de Cdizy al propio Napolen a venir a Espaa: Lalcera ibrica, como afirmara el mismo Bo-naparte ms tarde.15

    La Guerra de la Independencia fue unacontecimiento poltico que, adems, afecta la totalidad de la geografa patria. La pe-quea villa de Valdeverdeja sobrellev con

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    12 No debemos olvidar que Napolen marc el inicio del siglo XIX y la posterior evolucin polticosocial de la Eu-ropa contempornea.

    13 Como dijimos, el levantamiento popular se hizo en nombre del monarca Fernando VII. Sin embargo, su agra-decimiento tan pronto como recuper el trono mediante el Tratado de Valenay, en 1813, fue que, amparn-dose en el resurgir absolutista del Congreso de Viena (1815), volvi a restablecer las estructuras del AntiguoRgimen derogando, a su vez, la Constitucin y la obra reformadora efectuada por las Cortes de Cdiz en 1812.

    14 PREZ REVERTE, A.: Una intifada de navaja y macetazo, El Pas, 20/04/2008.15 Vase, GATES, D.: La lcera espaola: Historia de la Guerra de la Independencia, Madrid, 1987. La derrota de Na-

    polen en la pennsula ibrica propici, indudablemente, su cada, como es sabido, pero hasta el ao 1813 el con-flicto de Espaa y Portugal despert escaso inters en los planes de Francia en el centro y oeste de Europa.

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    dificultad, como todas las poblaciones afec-tadas, los avatares de este suceso histrico.Sus habitantes tuvieron que soportar elcomportamiento irreflexivo de los oficialesy la tropa establecida, como a continuacinveremos. Hemos de suponer que al tratarsede un suceso de tan gran trascendencia nin-gn sector de la poblacin pudo permane-cer indiferente. A pesar de la carencia defuentes escritas municipales conservadas dela poca16 presumimos, a la luz de los docu-mentos parroquiales analizados, que la acti-tud de la mayora de los habitantes sera, sin

    duda, de turbacin y desconcierto ante he-chos que escapaban a su discernimiento, es-pecialmente en una realidad social tan limi-tada en aquel momento como la verdeja.Quiz algn individuo ms letrado y conmejor visin de futuro manifestara su atrac-cin por el nuevo orden bonapartista, aun-que dudamos que colaborara abiertamentecon el invasor francs y la administracin

    del llamado gobierno intruso, como suce-di, por el contrario, entre los numerososafrancesados documentados en otros luga-res de mayor peso poltico, social y econ-mico del pas.

    Francisco de Goya, cuya postura polticano agrad demasiado a Fernando VII de-bido a su actitud pro-francesa, fue un testigode excepcin de aquellos aos17. Mostr la

    crueldad del conflicto y no es posible enten-der la historia de Espaa desde Carlos III sinconocer su obra. Tampoco es posible enten-der a Goya si no se conoce la Espaa que,

    desde 1805, describe magistralmente BenitoPrez Galds en sus Episodios Nacionales.Galds y Goya, Goya y Galds... la instan-tnea pictrica del uno y la claridad exposi-

    tiva del otro, constituyen una misma hebraconceptual del tejido histrico del siglo XIXespaol. Ambos vivieron un tiempo deci-sivo para la Espaa de entonces y la de

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    Campanario. Iglesia parroquial de San Blas. Valdever-

    deja.

    16 Nos hemos apoyado en nuestras conclusiones en los documentos conservados en el archivo parroquial. Las fo-tografas que acompaan al texto han sido realizadas por el fotgrafo natural de Valdeverdeja, Benjamn Mu-oz Barbera.

    17 El reinado de Fernando VII, fallecido en 1833, siempre estuvo marcado por su gran resistencia a reformar lascaducas y fsiles estructuras del Antiguo Rgimen, por lo que repetidamente llev a cabo represiones san-grientas contra los movimientos de inspiracin liberal.

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    hoy18. De este modo describira Galds19 elescenario poltico del momento en palabrasde varios protagonistas de unos de sus Epi-sodios Nacionales: El 19 de marzo y el 2 demayo de 1808 (1873):

    [...] Napolen les engaa a todos. En Ma-drid hay muchos que se alegran de ver entrartanta tropa francesa, porque creen que vienea poner en el trono al prncipe Fernando.Buenos tontos estn!-Tontos, mentecatos, imbciles! -exclam

    con enfado el padre Celestino.-Lo que fuere sonar. Si vienen con buen fin

    esos caballeros, por qu se apoderan por sor-presa de las principales plazas y fortalezas?Primero se metieron en Pamplona engaandoa la guarnicin; despus se colaron en Barce-lona, donde hay un castillo muy grande quellaman el Monjuich. Despus fueron a otrocastillo que hay en Figueras, el cual no es me-nos grande, el mayor del mundo, segn dicePacorro Chinitas, y lo cogieron tambin, y

    por ltimo se han metido en San Sebastin.Digan lo que quieran, esos hombres no vie-nen como amigos. El ejrcito espaol est tri-nando: sobre todo, hay que or a los oficialesque vienen del Norte y han visto a los fran-ceses en las plazas fuertes... le digo a Vd. queechan chispas. El gobierno del rey Carlos IV

    est que no le llega la camisa al cuerpo, y to-dos conocen la barbaridad que han hecho de-jando entrar a los franceses; pero ya no tieneremedio20.

    COROLARIOS DEL CONFLICTOComo en toda clase de guerras, una de

    sus primeras consecuencias fue el peligroconsustancial y retraso en suministrar y dis-tribuir los abastecimientos, dada la insegu-ridad de desplazamiento por las habitualesvas de comunicacin, la caresta de pro-ductos de primera necesidad y el aumento

    de sus precios. Esta dificultad de trnsitopor los caminos, queda reflejada en el testi-monio de don Lorenzo Justiniano Snchezdel Arco, a la sazn cura rector de la parro-quia de San Blas de Valdeverdeja en 1810, alregistrar en uno de los libros de difuntos elbito del verdejo Julin Blzquez, fallecidoel da diez de julio de dicho ao, cuandoacompaaba el correo de los franceses21:

    En once dias del mes de Julio de mil ocho-cientos y diez, se dio parte a esta Xusticia deesta villa de Valdeverdeja hallarse muerto ensu Jurisdiccion, y Dehesa de Chozas, unhombre de resultas del encuentro, que en eldia anterior tubieron en dicho sitio las Tro-pas Francesas, y Espaolas, y mandaron con-

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    18 Analizando la evolucin histrica de Espaa en estos dos siglos transcurridos, compartimos la opinin de P-

    rez Reverte cuando afirma, en el citado artculo, que: Los espaoles nos equivocamos de enemigo. Error del que, dos-cientos aos despus, todava pagamos las consecuencias. Debemos recordar aqu que el llamado pueblo espaol deentonces no se alz en defensa de su nacin o patria, como siempre se nos ha adoctrinado, sino en contra deaquellos extranjeros invasores que, mediante las armas, pretendan implantar el ideario revolucionario surgidoen 1789. Los espaoles que se levantaron en armas contra los invasores liberales favorecieron, paradjicamente,ms si cabe, el retorno del orden caduco de un mundo que, aos ms tarde terminara cayendo por su propiopeso, para abrir la puerta a la realidad poltica del liberalismo, defendida por aquellos mlites que aos antes losespaoles expulsaron de su geografa.

    19 Galds realiz una ingente tarea que le llev treinta y nueve aos: narrar la historia novelada de Espaa desde1807 hasta la Restauracin. Todo el siglo XIX. Su inters radicaba en mostrar el protagonismo que haban tenidolas fuerzas conservadoras, y el progreso en general del pas.

    20 PREZ GALDS, B.: Episodios Nacionales, Madrid, Espasa-Calpe, 2008.21 En el 3 Libro de difuntos del Archivo Parroquial de Valdeverdeja (en adelante, APV). Aos 1796-1833.

    Sig. Caja 19, 1/3.3. f. 289v.

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    ducir a esta villa, y reconocido de su Mugery Parientes, result ser el cadaber de JulianBlazquez de Gregorio natural de esta referida,y conjunta22persona de Cathalina Bravo ve-cinos de la misma, y como muerto de Guerra,y acompaando como acompaaba el Correode los Franceses que le subia de Almaraz parael Puente del Arzobispo, no se pueda ni debaexercer otro oficio, ni diligencia Judicial, a so-licitud de las propias e interesadas Partes sele dio Sepultura Eclesiastica en la ParroquialYglesia de esta villa23.Y en el de don Manuel Rodrguez de

    Diego, a cuyo cargo estuvo el gobierno eco-nmico de la parroquia de Valdeverdeja du-rante los aos 1811-1813. Cuando asienta elcoste de lospropios24 durante la citada admi-nistracin bianual, manifiesta lo siguiente25:

    Son Data quatrozientos noventa y dos rea-les pagados por la correspondencia y propiosremitidos a la ciudad de Avila en las urgen-cias precisas e indispensavles que ha tenido

    que practicar esta Yglesia por la falta de Co-municacion de Correos y perniciosos transi-tos a Causa de las Tropas Francesas inclusoslos dos Partes que huvo que mandar con mo-tivo de la Muerte del cura26 segun recivo.El conflicto se extendi durante seis aos

    y, a pesar de haberse afirmado con insisten-cia que las prdidas humanas directamente

    imputables al mismo fueron escasas, las l-timas investigaciones y revisiones histricas,que aportan cifras ms razonables, demues-tran todo lo contrario: La elevada mortan-dad en ambos bandos especialmente el es-paol y la consiguiente crisis material, conel abandono de los campos y la escasa pro-duccin de cosechas resultante, adems dezafras quemadas, viviendas desvalijadas,arquitectura monumental de primer ordenarrasada, monasterios y abadas masiva-mente saqueados, iglesias y ermitas expo-liadas, patrimonio bibliogrfico y documen-

    tal devastado, el tesoro pictrico liquidado,platera, tallas, marfiles, obras escultricas ydems producciones artsticas arruinadas,ganados y enseres embargados y requisa-dos, sin olvidar quiz lo ms importante: elmaltrato y humillacin del propio pueblo27.La realidad fue que Napolen envi a losejrcitos franceses a la conquista de Espaay del continente, con tanto genio militar

    como menosprecio a la prdida de vidas hu-manas y destrucciones materiales.

    En Valdeverdeja, a travs del testimoniode uno de sus muncipes, don Juan MartnSalazar, administrador de las Cuentas de lasBenditas nimas de la parroquia entre losaos de 1804 a 1813, sabemos de la inquie-tud ciudadana sufrida al dar cmputo de

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    22 En el sentido de estar unidos por vnculo matrimonial.23 Hemos preferido desarrollar las abreviaturas y contracturas del texto, para una mejor comprensin del mismo.

    El resto de la grafa se ha mantenido en su forma original. Opcin que se mantendr en el resto de documentostranscritos.

    24 Hacienda que pertenece a la parroquia, cuyos productos sirven para satisfacer los gastos pblicos.25 APV. Libro de Cuentas Aos 1756-1813. Sig. Caja 39, 2/2.3. s/f.26 Se refiere a la muerte del cura propio de la villa, don Lorenzo Justiniano Snchez del Arco, acaecida el da 22 de

    febrero de 1812. Segn se recoge en el 3 Libro de difuntos del Archivo Parroquial de Valdeverdeja. Aos 1796-1833. Sig. Caja 19, /3.3. f. 300v.

    27 Vase al respecto el magnfico estudio sobre la destruccin del patrimonio artstico espaol de FERNNDEZPARDO, F.: Dispersin y destruccin del patrimonio artstico espaol (1808-1814). Guerra de la Independencia, I. Ma-drid, 2007.

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    los Ramos u Ofertorio de Carnaval y SanBlas28:

    En la villa de Valdeverdeja a veinte demarzo de mil y ochocientos y diez, yo el in-frascripto comparezco ante el seor Cura deella a dar razon de las limosnas que se hanpodido recoger pertenecientes a las benditasAnimas en medio de los temores y peligrospasados con la Guerra y deseoso de salir deeste cuidado lo ejecuto asi.La subida del coste de la libra de aceite,

    de la carne de vacuno y caprino, as comode la fanega de cebada y trigo, alcanz pre-

    cios insospechados, lo que se tradujo enhambre y penuria alimenticia en todo el ter-ritorio nacional. El ao 1811 fue especial-mente calamitoso por la gran escasez desuministros como consecuencia de las malascosechas y los problemas en las comunica-ciones, situacin que se arrastraba ya conhambrunas y epidemias desde 1808. Trgicarealidad de la que encontraremos nueva

    noticia en las declaraciones del mayordomoreferido, que lo era tambin de la adminis-tracin de la fbrica de la parroquia; en estecaso, al hacer constar las limosnas repartidasentre la poblacin29:

    Mil seiscientos cincuenta reales que de or-den de su Ylustrisima30 se mandaron dar dela Fabrica de esta Yglesia a los Pobres deSolemnidad que con motivo del mal ao se

    morian de necesidad.La invasin da gravemente la estruc-

    tura tcnica, industrial y fabril del pas (fue-ron numerosas las fbricas textiles que ce-rraron), amn de la devastacin de la agri-cultura y la prdida del mercado colonial,activndose el proceso de independenciaamericana. Todo ello conducira al posteriorretraso en la modernizacin de las econo-mas peninsulares. Tambin en este ltimoaspecto la falta de escrpulos (incluso peorque la francesa) y la malintencionada aun-que velada accin britnica, estuvo pre-sente.

    LA GUERRA EN VALDEVERDEJALos desmanes comenzaron con el asalto

    a las existencias de granos de la parroquia,como lo demuestra Gabriel Gmez, quiensera administrador del templo desde 1807a 1809. Dicho seor, cuando da cuenta de loacaecido en el ejercicio de su cargo en lo re-lativo al noveno31 de granos de 1808, exponeque:

    Se previene haverse traido de la cilla de laPuebla32 ciento veinte y dos fanegas de trigoa las que se unen seis de la misma especie quese sumaron de los esentos de Bercenuo per-tenecientes a esta Yglesia de las que se reva-jan doce subministradas a los sacristanes yquedan en ser ciento diez y seis las mismasque robo con toda violencia la tropa francesacon los demas granos que se havian traido

    pertenecientes a dicho Noveno y ao de ocho-cientos y ocho33.

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    28 APV. Libro de Cuentas de las Benditas nimas. Aos 1797- 1889. Sig. Caja 38, 2/2.4. f. 24v.29 APV. Libro de Cuentas. Aos 1756-1813. Sig. Caja 39, 2/2.3. s/f.30 El obispo de vila.31 El noveno se refiere a cada una de las nueve partes en que se divida el cmulo de los diezmos, para distribuir-

    las segn la disposicin pontificia.32 Se trata del despoblado de la Puebla de Naciados. Vase: RODRGUEZ MORENO, J.: Valdeverdeja: Una aproxi-

    macin a su historia, geografa y formas de vida, en Valdeverdeja, una villa entre tres comunidades, Toledo, 1998, p.29.

    33 APV. Libro de Cuentas. Aos 1756-1813. Sig. Caja 39, 2/2.3. s/f.

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    En la referida cuenta tambin se describecon minuciosidad otros robos y abusos co-metidos por la tropa francesa. Nos hacemoseco de los mismos. As, continuando con elnoveno de granos, apunta que fueron roba-das por la tropa segun y en la forma que el trigodiez fanegas de centeno de la cilla de la Pue-bla y diez celemines y dos cuartillos deexentos de Bercenuo, adems de otras dosfanegas de avena acarreadas tambin de laPuebla. La misma suerte corrieron siete fa-negas de garbanzos del diezmo de San Mi-guel ya que fueron extraidas y robadas contoda violencia por las tropas francesas, dir eladministrador. Cuando habla del aceite li-trgico sustrado emplea un tono an msabatido. Lamenta no haber podido reservarms que once arrobas34:

    ...despues de ocasionado el estrago que semenciona anteriormente de las cincuenta yocho arrobas rovadas y derramadas por la ro-tura de algunos vasos, a vista de lo qual tube

    que sacar las once de la existencia de la casadestinada a su costodia, y ponerlas en las delCura Parroco conceptuando su redencion deesta suerte, y no de la otra por estar dichascasas totalmente destruidas, y en tierra suspuertas.Curiosamente anota tambin las veinti-

    cinco fanegas y diez celemines de cebadaque se suministraron por parte de la Iglesia

    a la tropa espaola que vino dispersa de Somo-sierra35. Se refiere claramente a la Batalla deSomosierra, que tuvo lugar el 30 de no-

    viembre de 1808 en la madrilea sierra deGuadarrama, plaza en la que se enfrentaranlas tropas espaolas con las fuerzas polacasde Napolen36, y en la que encontraran laderrota las huestes espaolas. En palabrasde Bk:

    Somosierra y el asedio de Zaragoza son lasdos batallas espaolas ms populares entrelos polacos. Son las dos batallas que asocianrpidamente con la Guerra Espaola de la In-dependencia. Sin embargo, los regimientospolacos permanecieron muchos aos en la Pe-nnsula Ibrica y tuvieron que combatir da

    tras da37.Ms tarde, durante la siguiente mayor-

    doma parroquial a cargo de don Juan Ro-drguez de Blas (1809-1811), al dar razn desu balance al visitador pastoral, el Licen-ciado don Francisco de Paula Carbonell, el27 de abril de 1813, dicho seor expone ladisconformidad del administrador respectoa las cuentas que entreg su predecesor. Y

    anota lo siguiente:...Que Respecto a que por las indagaciones

    que ha echo su mayordomo ha resultado falsa

    la relacion que se hace en las Partidas del

    cargo de granos en cuentas de el anterior Ma-

    yordomo Gabriel Gomez correspondiente a el

    ao de ochocientos ocho, siendo lo cierto que la

    Justicia de aquel ao fue quien hizo la extrac-

    cion aunque solo de quince fanegas de trigo,

    segn que (recombenida) ha declarado, expo-niendo que lo demas efectivamente fue sacado

    a la fuerza por las tropas Imperiales38.

    Esperanza Martn Montes 59

    Pginas 51 a 75 CUADERNA n 16-17 (2008-2009)

    34 APV. Libro de Cuentas. Aos 1756-1813. Sig. Caja 39, 2/2.3. s/f.35 Ibdem.36 Incluso despus de la derrota de Napolen en Leipzig y su exilio en 1814, los polacos le siguieron siendo fieles

    y una vez ms, se reunieron por su causa durante el Gobierno de los 100 Das de 1815. Sin embargo, ninguna delas batallas posteriores permanece en la memoria polaca con tanta gloria como esta lidia.

    37 BK, G.: La Guerra de la Independencia Espaola vista por los soldados polacos, Eslavstica Complutense 3(2003), p. 220.

    38 APV. Libro de Cuentas. Aos 1756-1813. Sig. Caja 39, 2/2.3. s/f.

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    En relacin a ello el seor Carbonell, cui-dando del gobierno econmico que le esobligado, no duda en consignar al final desus observaciones que:

    En atencion a que el Mayordomo GabrielGomez solo se hace cargo de veinte y cinco fa-negas y diez zelemines de zebada y da comoextrahidas o tomadas por las tropas Espao-las y resutla de recivos (dados por sus res-

    pectibos comandantes a favor de la Justicia,no obstante ser los granos propios dela fabricade esta Parroquia por cuya causa obran enpoder del Economo) ser no las citadas veintey cinco y diez zelemines sino treinta y tres fa-negas con seis zelemines, deben ser reinte-gradas estas a la Fabrica siendo de cuenta ycargo de la Justicia realizarle por el precio queen aquella epoca se tenia tomando para ello

    las providencias mas oportunas y analogas alpresente caso, bien por derrame entre los ve-cinos, o arbitrando lo que viere combenientepor no ser justo ni legal sufra la fabrica estedesfalco por el que los fondos publicos o co-mun de vecinos fueron beneficiados, hacien-dose estensiba para este particular la comi-sion que se le tiene conferida al actual Eco-nomo como para los anteriores39.

    La traduccin econmica del asuntomuestra cmo las autoridades locales ha-ban tenido que proveer tanto a las tropasespaolas como las francesas, a costa de losgranos propiedad de la parroquia, por la ca-rencia propia de los mismos. Y el represen-tante episcopal requera su devolucin. Elseor Rodrguez de Blas, en 1809, repiteidnticas observaciones respecto al noveno

    60 Del paso de la Guerra de la Independencia por la villa toledana de Valdeverdeja.

    CUADERNA n 16-17 (2008-2009) Pginas 51 a 75

    39 APV. Libro de Cuentas. Aos 1756-1813. Sig. Caja 39, 2/2.3. s/f.

    Vista general. Valdeverdeja

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    de granos de ese ao. Anotaciones que sonde gran importancia para comprender loacaecido con las tropas francesas durante suocupacin de la villa. De este modo, el ex-presado administrador detalla en su cuenta,en un tono no exento de amargura que:

    Todas las cosechas del Pais fueron derrota-das unas, y quemadas otras, al tiempo mismode recogerlas en el Ayuntamiento de ocho-cientos nueve por las tropas de Sull40, Mor-tier y Ney. Y por esta razon nada tubo de quecontribuir este Pueblo en diezmos de granospor dicho ao [a la Iglesia]41.

    Situacin de la que se har eco, igual-mente, el enviado eclesistico, al referir laausencia de la contribucin en granos quelos vecinos de Valdeverdeja acostumbrabana dar la parroquia. Causa? la destruccin yquema de las cosechas por las milicias de losgenerales Soult, Mortier y Ney, como acaba-mos de ver. Generales a los que volver a re-ferirse al tratar los menudos42 de 1810 en los

    siguientes trminos:Al mismo tiempo que las tropas de Sull,Mortier y Ney derrotaron y quemaron las co-sechas de granos, consumieron todos los ga-nados lanares de este Pueblo por manera queni una sola caveza quedaron y por consi-guiente nada produjo el Noveno de corderosy Lana.Y contina diciendo:

    Tan solo produjo el Noveno por lo respectibo

    a Lechones Queso chivos y Pollos Quarenta ycinco reales y veinte y seis maravedes segnlo anota este Mayordomo en su Quaderno.Dicha carencia en el noveno de granos

    generaba diferentes dificultades aadidas.La necesidad de retribuir en metlico, entreotros dbitos, los haberes de los sacristanesen lo relativo a su ejercicio como organistasde la parroquia. As:

    ...fue preciso satisfacer a los sacristanes susderechos de organista en maravedes las dozefanegas de trigo que por aquel ao les corres-pondia de salario, y haviendo regulado a cin-

    quenta reales la fanega, es visto importanseiscientos reales que igualmente se adatan.Por otra parte, los Ayuntamientos no

    contaban generalmente con caudal en efec-tivo, circunstancia que obligaba en los re-partimientos a recurrir a los crditos, lo queacarreaba deudas durante aos. Los em-prstitos forzosos a particulares o la propiaIglesia, fue tambin una prctica recurrente

    y no siempre seran satisfechas con breve-dad dichas deudas. Circunstancia que seprecisa en la inspeccin pastoral de 181343 yde la que se har eco, igualmente, el mayor-domo Rodrguez de Blas:

    Una de las Partidas de Datta en estas cuen-tas es la de seis mil y seis cientos reales de ve-lln que la Justicia de esta Villa y ao deochocientos diez tom del Archivo de la Ygle-

    sia con anuencia de el Mayordomo y cura

    Esperanza Martn Montes 61

    Pginas 51 a 75 CUADERNA n 16-17 (2008-2009)

    40 El escribano confunde la grafa y consigna Sull por Soult. En otra ocasin escribir Soult con una sola l: Sul.41 APV. Libro de Cuentas. Aos 1756-1813. Sig. Caja 39, 2/2.3. s/f.42 Se denominaba renta de menudos al diezmo de los frutos menores, como hortalizas, frutas, miel, cera y otros se-

    mejantes, que se arrendaban y recaudaban por la Iglesia. APV. Libro de Cuentas. Aos 1756-1813. Sig. Caja 39,2/2.3. s/f.

    43 Las especiales circunstancias que se vivan en toda Espaa, provoc que la estancia del visitador eclesistico sealargase ms tiempo de lo acostumbrado en este tipo de obligaciones pastorales. Tanto es as, que se hacen cons-tar los gastos ocasionados por la misma del siguiente modo: Tamvien lo son mil y doscientos reales que lo impor-taron los Gastos ocasionados en Santa Visita con motivo del dilatado tiempo que ha sido preciso indispensable ocupar yenplear con motivo de la Muerte del difunto Cura y demas ocurrencias.

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    propio, para cubrir en parte mayor cantidadque a este Pueblo pedia el General francesMarisi, Otorgandose por dicha Justicia lacompetente obligacion de debolber aquella entodo el mes de Diciembre del mismo ao deochocientos diez44.Sin embargo, cumplido el plazo asig-

    nado y no habindose cumplido con la obli-gacin contrada, se solicita de nuevo, segnpodemos leer en la visita:

    ...el justo reintegro de unos maravedies queprocedian de Emprestito en la Ocasion criticade rescatar a el Pueblo por este medio delas

    vejaciones y perjuicios que huviera sufridohaviendole faltado.Y todo ello:a la mayor posible brevedad... dirigiendolos apremios judiciales y de derecho contraquien haya lugarComo vemos, la necesidad imperiosa de

    pecunio por parte de la parroquia era evi-dente. Pero la falta de recursos del munici-

    pio, que tuvo que contribuir al manteni-miento de las tropas de sendos ejrcitosdurante el conflicto, ya que por entonces lasmilicias no contaban con los modernos sis-temas de avituallamiento y deban subsistirde la intendencia propia, hacan difcil sol-ventar la cancelacin del dbito adquirido,por no hablar del mero sostenimiento de lapoblacin. Jess Rodrguez Moreno45 aporta

    datos sustanciales sobre lo acontecido eneste asunto en Valdeverdeja. As el da 11 demayo de 1811 nos dice que el municipio es-taba:

    en una ruina por haberles quitado lastropas el ganado lanar y cabro, reducido aunos pocos el de labor, de cerda y caballera,extinguida la cosecha del ao pasado deochocientos y nueve y surgiendo dos repar-timientos46 de granos de el ochocientos diez...que se encuentra este pueblo en la ms mis-erable situacin y decadencia espuesto a unatotal ruina por no poder sostener con sus cor-tos residuos a sus principales desempeos...amenazado por castigo militar.De la lectura del texto se infiere una

    situacin realmente dramtica por el miser-

    able y desdichado estado econmico ham-bruna- en que se encontraba la localidad47.La contribucin de la Iglesia salv al mu-nicipio de las represalias francesas y en lasanotaciones de sus administradores serecoge puntualmente el reclamo y reintegrode su tributo. Volvemos a encontrarnos connuevas noticias al respecto en los registrosde la mayordoma de 1811 a 1813, de don

    Manuel Rodrguez de Diego48 :Son Data dos mil y cien reales que se hanpagado y cavido a esta Yglesia por la con-tribucion impuesta a este Pueblo por elMariscal Sul.Y posteriormente:Son Data seis mil seiscientos reales de vel-lon que de anteriores cuentas resultan entre-gados por el Mayordomo Juan Rodrguez a

    anuencia del cura difunto a la Justicia de estaVilla en calidad de reintegro para pago de lacontribuzion de mayor cantidad impuestapor el General Marisi segn obligazion que

    62 Del paso de la Guerra de la Independencia por la villa toledana de Valdeverdeja.

    CUADERNA n 16-17 (2008-2009) Pginas 51 a 75

    44 APV. Libro de Cuentas. Aos 1756-1813. Sig. Caja 39, 2/2.3. s/f.45 RODRGUEZ MORENO, J.: Valdeverdeja: Una aproximacin a su historia, geografa y formas de vida, en Valde-

    verdeja, una villa entre tres comunidades, Toledo, 1998, p. 64.46 La siguiente requisicin tendra lugar el da 8 de noviembre del mismo ao. Es decir, siete meses despus.47 Y todo el pas. Recordemos que sera entonces cuando la Hacienda espaola se arruin definitivamente.48 APV. Libro de Cuentas. Aos 1756-1813. Sig. Caja 39, 2/2.3. s/f.49 APV. Libro de Cuentas. Aos 1813-1831. Sig. Caja 38, 2/2.5. f. 9r; 11r; 22v; 35v.

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    hicieron y se presento en Santa Visita[1813].En las cuentas que ofrece Blas Arroyo de

    Miguel, mayordomo de la iglesia desde 1813hasta 1819, especifica en varias ocasiones elcargo de la deuda de la villa para con la pa-rroquia a consecuencia de la contribucinimpuesta por el general Marisi. Noticias quese prolongan, a saber, hasta el ao 181949.Las requisiciones con el recuento y embargode caballos y otros animales, pertenencias,alimentos... que se hizo para y por la miliciafrancesa, continuarn hasta el ltimo ao de

    la guerra, 1814. A un repartimiento lesuceda apenas sin pausa, como hemos com-probado el siguiente, agravando an ms ladesesperada situacin ciudadana. La para-lizacin de la vida econmica y administra-tiva era, por tanto, un hecho, afectando, in-cluso, a los aos venideros. Cuando se vie-ron agotadas todas las provisiones de gra-nos y ganados, las autoridades de Valdever-

    deja, con el asentimiento de sus muncipes,se vieron forzadas a buscar una solucin deurgencia valindose de los llamados recur-sos de propios:

    Asistimos, as, a la venta por parte del mu-nicipio de algunas de las tierras que hoy sonperfectamente identificables. La relacin delas ventas, as como las particiones se reali-zan de una manera detallada, contando siem-

    pre con la ayuda de algunos vecinos ms ex-pertos y a las rdenes de los diputados y del

    sndico del comn. Es as como varios pro-pietarios ensanchan sus posesiones50.Una de las propiedades municipales

    vendidas en suertes fue la denominada Gua-daas, tambin conocida como Pantilez51, quetodava mantiene su nombre y se haya re-partida entre varios propietarios. BlasArroyo refleja aos despus de terminado elconflicto (1817-1819) tal circunstanciacuando, al hablar de la deuda que la villacontrajo con la parroquia de seis mil seis-cientos reales, constata que a cuenta de estadeuda tiene adjudicada la Iglesia el terreno de

    Guadaas como no haya llegado el caso deben do-tarse de su liquidacin y transacion52. Cues-tin que se vuelve a recordar por el mayor-domo, don Alonso Rodrguez de Diego(1819-1821), al registrar setenta y tres realesy dos maravedes por el coste de estera y pa-pel de las tierras de Guadaas que cedio el Pue-blo a esta Yglesia en cuenta de su debito53 y enla visita pastoral del 19 de junio de 182054.

    Pero no sera la nica propiedad del ayun-tamiento afectada. Las Migandresas en la De-hesilla (mayo de 1811)55, o los pedazos cono-cidos como Serrancillas, Piedras Blancas ySuertes de las Linaras.56, lo seran tambin enoctubre del mismo ao.

    La guerra dej sentir sus efectos, igual-mente, en el lado humano y vital de los ver-dejos. Y en el mortal. El 25 de noviembre de

    1808 falleca de muerte natural Antonia Se-gunda Alonso, vecina de Valdeverdeja,

    Esperanza Martn Montes 63

    Pginas 51 a 75 CUADERNA n 16-17 (2008-2009)

    50 RODRGUEZ MORENO, J.: Valdeverdeja: Una aproximacin a su historia,geografa y formas de vida, en Valdever-deja, una villa entre tres comunidades, Toledo, 1998, p. 64.

    51 Ibdem, p. 64.52 APV. Libro de Cuentas. Aos 1813-1831. Sig. Caja 38, 2/2.5. f. 25v.53 Ibdem, f. 46r.54 Ibdem, f. 38r.55 Segn Rodrguez Moreno, fueron trece partidas por un total de nueve mil cincuenta y dos reales.56 RODRGUEZ MORENO, J.: Valdeverdeja: Una aproximacin a su historia,geografa y formas de vida, en Valdever-

    deja, una villa entre tres comunidades, Toledo, 1998, p. 64.

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    quien fue reconfortada, se dice, segn los c-nones eclesisticos. En el registro de su bitollama la atencin notablemente la nota mar-ginal que escribe el cura, don Lorenzo Justi-niano Snchez del Arco, en la que informade los trescientos sesenta reales hurtadospor los franceses de las cuentas de los servi-cios parroquiales de las defunciones. La ra-pia se extenda, pues, vergonzosamente,hasta lo recaudado en las honras fnebres57.Del mismo modo, el citado sacerdote dejaconstancia en las partidas de defuncin yentierro, que previene a los moribundoscon los santos sacramentos de la penitencia yExtremauncin, que permiten las circunstanciasdel tiempo en que nos hallamos, emitiendo,as, una velada queja al no poder cumplir ensu totalidad lo que mandan los santos c-nones en el ritual de difuntos.58 Conocemos,as mismo, el nombre de algunos verdejosque perdieron la vida a consecuencia de lacontienda. Proporciona el dato necrolgico

    el cura rector arriba mencionado:Haviendose hallado muerto en la Ribera deel Tajo, de tiro de fusil segn se reconocio, yno dejaban duda las actuales circunstancias,pasados algunos dias, y Enterrado alli en ca-ridad con ocasin de la fetidez, dispuso sumuger Ysabel Martin Justo, natural y veci-nos de esta villa de Valdeverdeja se celebra-sen las tres misas de funeral y se celebro la de

    Cuerpo presente oy veinte y cinco de Agostode mil ochocientos y nueve, de que certificoyo el cura Rector59.El finado era Antonio Gamonal. Su mu-

    jer dispuso se le dijeran las misas de funeral

    al uso as como cuatro misas votivas por sualma, pagando por ello quinientos reales.Igual suerte corri Gaspar RodrguezAlonso, quien recibi otro tiro de fusil porlas mismas fechas. Natural y vecino de la vi-lla, se encontr su cuerpo en la Dehesa deValdelaosa y enterrado alli en caridad por nopermitir otra disposicion las actuales circuns-tancias. Su mujer, Josefa Arroyo de Alcoleay padres, acordaron se celebrase la misa decuerpo presente el da 26 de agosto de180960. Del mismo modo, tenemos noticia dela muerte de un soldado del ejrcito espaol

    enterrado de caridad en el cementerio pa-rroquial. Se trataba de Sebastin Guerrero,de origen gaditano, forastero y pobre, comose anota en su partida de fallecimiento. Aslo describe don Lorenzo Justiniano:

    En el dia primero de septiembre de mil 809,prevenido con los Santos Sacramentos de pe-nitencia y Extramauncion, fallescio Sebas-tian Guerrero, soldado de nuestros Exercitos,

    Prisionero por las tropas Francesas, y aban-donado por su debilidad, de la que fallesciosegun su relacion y dictamen de el medico ala primera visita: declaro ser natural de Me-dina Sydonia, hijo legitimo de Manuel Gue-rrero y de Lucia Moreno, aquel difunto, y estavecina de dicha ciudad, que nada posehia con-sigo, y asi se Enterro de Limosna en la tardede dicho dia en el Cementerio de la Parroquial

    Yglesia de esta villa de Valdeverdeja en dondelo firmo yo el Cura Rector61.Las fechas en las que se producen las in-

    humaciones -25 y 26 de agosto, y 1 de sep-tiembre de 1809-, nos conducen claramente

    64 Del paso de la Guerra de la Independencia por la villa toledana de Valdeverdeja.

    CUADERNA n 16-17 (2008-2009) Pginas 51 a 75

    57 APV. 3 Libro de Defunciones. Adultos. Aos 1796-1833. Sig. Caja 19, 1/ 3.3. f. 234r-v.58 Ibdem, f. 236r-v; f. 238r, etc.59 APV. 3 Libro de Defunciones. Adultos. Aos 1796-1833. Sig. Caja 19, 1/ 3.3. f. 244v.60 Ibdem, f. 245r.61 APV. 3 Libro de Defunciones. Adultos. Aos 1796-1833. Sig. Caja 19, 1/ 3.3. f. 246r.

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    a pensar en las dos batallas entabladas ha-ca pocas semanas en la zona y sus conse-cuencias. Tras la Batalla de Talavera (28 dejulio de 1809), cuya accin, como afirma JosMiranda Calvo, se debe al intento napole-nico de ocupar Portugal, y la cuestionada yun tanto prrica victoria aliada obtenida, elgeneral ingls Arthur Wellesley, duque deWellington, temiendo verse afectado en suplataforma de operaciones del pas vecino62

    ante la amenazadora y cercana llegada deSoult que vena desde Salamanca, opta pordirigirse hacia la frontera lusa a travs de

    Extremadura. Con tal fin, encomienda a lastropas espaolas defender su retaguardia,marchndose de Talavera de la Reina el 4 deagosto del citado ao. Cuatro das despus,el ejrcito de Soult sorprende al espaol enla Batalla de Puente del Arzobispo63, si bienno supo aprovechar su triunfo64. La muertede los dos civiles verdejos, obedece a las in-evitables consecuencias de toda guerra

    donde muchos inocentes sufren sus trgicosefectos, dada la proximidad espacial dondese produjeron al ltimo escenario blico,mientras que la del soldado gaditano heridoy hecho preso, que formara parte de las tro-pas espaolas que cubran la espalda a We-llesley, fue otra ms de las muchas vctimasmilitares espaolas de la contienda. En lamisma lnea hay que situar la baja del sol-

    dado francs Jacobo Blanc, enterrado en laparroquial verdeja:

    En el dia ocho de octubre de 1809 se enterro

    en la Parroquia de esta villa de ValdeverdejaJacobo Blanc de Nacion Frances, soltero deEdad de veinte y un aos, Catolico Aposto-lico-Romano, de que certific con la razon desu Bautismo El Capitan de su compaia, hijolegitimo de Julian, y de Ana Maria, naturalde Guimar Departamento de la Drom65ysoldado de la quarta Compaa de el SegundoRegimiento de Infantera ligera, se hallmuerto en el Alojamiento; y aunque estabaEnfermo, no parecio causar cuidado a losCompaeros, y en fe de ello lo firmo yo elCura Rector66.

    No sabemos si la noticia que aporta donGabriel Gmez entre los aos 1807-1809,como administrador de la parroquia, se en-cuentra relacionada directamente con lasresultas fatales que sobre la poblacin hubode tener el conflicto. Constata sesenta yocho reales y cuatro maravedes abonadospor hacer y zerrar un hoyo disforme en el en-tierro de Huesos por la necesidad que havia y

    otros diecisis ms por limpiar el zemente-rio y abenir las valdosas67. Segn esta infor-macin, podemos entrever que el campo-santo deba de tener un uso mayor delacostumbrado, al incrementarse muy pro-

    bablemente el nmero de fallecidos por ladificultad a veces imposibilidad del aco-pio habitual de alimentos, entre otros ava-tares.

    Gracias a los documentos parroquialestenemos presente el nombre de algn sol-dado de origen verdejo. Es el caso de Simn

    Esperanza Martn Montes 65

    Pginas 51 a 75 CUADERNA n 16-17 (2008-2009)

    62 Los britnicos desembarcaron en Lisboa en abril de 1808.63 Localidad situada a siete kilmetros de Valdeverdeja.64 Para una mayor conocimiento sobre la Batalla de Talavera y dems contiendas llevadas a cabo en la geografa

    toledana, vase: MIRANDA CALVO, J.: La campaa de 1809 sobre la provincia de Toledo durante la Guerra de la In-dependencia. Toledo, 1982.

    65 Drme es un departamento de Francia, en la regin de Rdano-Alpes.66 APV. 3 Libro de Defunciones. Adultos. Aos 1796-1833. Sig. Caja 19, 1/ 3.3. f. 252r.67 APV. Libro de Cuentas. Aos 1756-1813. Sig. Caja 39, 2/2.3. s/f.

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    Galindo, que con motivo de la muerte de sumadre, Mara Moreno Rojo, el dos de mayode 1809, es nombrado como universal ynico heredero de los bienes de aquella, alhaber fallecido tambin su progenitor. Dichaseora reserva en su testamento cumplir lasdisposiciones que figuran en el mismo alcura:

    en caso de no verificarse el regreso, comopuede suceder, por muerte natural o violenta,hallandose como se halla en actual servicio desoldado, en cuyo caso hara la manifestacionde su voluntad el referido cura como fideico-

    miso de ella68.En la visita pastoral del tres de mayo de

    181369, se nos proporciona el nombre de otrosoldado natural de Valdeverdeja. En estaocasin la noticia la facilita el propio visita-dor eclesistico, el Licenciado Carbonell, es-tando en relacin con el cumplimiento dedos vnculos patronatos de legos70 quefund en el ao 1762 el licenciado y presb-

    tero de la villa, don Juan Manuel Martn No-villo. En ella se expone que habiendo sidoposeedor del primer vnculo Juan Bueno deJuan, a quien por su fallecimiento le sucedisu hijo Manuel Bueno soldado que en la ac-tualidad se halla en el exercito, debi serarrendado dicho vnculo a otro vecino delpueblo, Blas Martin de Caleruela. 71

    La conmocin general que origin elconflicto en la sociedad verdeja puede ras-trearse hasta el ao 1937, fecha en que toda-va se celebraba como da festivo el Dos deMayo, en tributo a las cuitas y adversidadessufridas por sus habitantes durante la ocu-pacin francesa de la villa.

    EL EXPOLIO DEL PATRIMONIOARTSTICO

    Uno de los episodios ms turbios queacompa el transcurrir de la guerra fue eldespojo artstico llevado a cabo tanto por los

    generales y mariscales franceses, como porel ejrcito patriota, ingleses incluidos. Nadiequed al margen de las tropelas. A sendasfacciones les debemos la responsabilidad yautora del despiadado empobrecimiento deuno de los mejores patrimonios artsticoshasta ese momento de toda Europa. Destru-yeron y comerciaron con los bienes expolia-dos sin que nadie se opusiera a sus latroci-

    nios. Bajo el falso amparo legal de botinesde guerra ambos ejrcitos cometieron losatropellos ms vergonzosos72.

    Entre los militares franceses es amarga-mente famoso el mariscal Soult73, quien du-rante la campaa amas una fortuna pict-rica de primera calidad de casi cientoochenta obras, con las que formara una de

    66 Del paso de la Guerra de la Independencia por la villa toledana de Valdeverdeja.

    CUADERNA n 16-17 (2008-2009) Pginas 51 a 75

    68 APV. 3 Libro de Defunciones. Adultos. Aos 1796-1833. Sig. Caja 19, 1/ 3.3. f. 239r-v.69 No confundir con la efectuada el 27 de abril del mismo ao.70 Se refiere a los vnculos fundados con el gravamen de una obra pa.71 APV. Libro de dos vnculos patronatos de legos que con cargo de misas fund don Juan Manuel Martn Novi-

    llo. Aos 1759-1827. Sig. Caja 32, 4/3.4. f. 23r.72 FERNNDEZ PARDO, F.: Dispersin y destruccin del patrimonio artstico espaol (1808-1814). Guerra de la Inde-

    pendencia, I. Madrid, 2007, pssim.73 Para gobernar su ejrcito, Napolen contaba con tres tipos de generales. Los generales valerosos e intrpidos,

    de arrastre, que asumen las rdenes literalmente, como Murat o Ney; los autnticos estrategas, con iniciativa ycapaces de tomar decisiones, como Davour y, por ltimo, generales como Soult, quienes adems de buenos mi-litares eran magnficos polticos, capaces de organizar y poner orden en el pas conquistado. Sin embargo, Soult,hizo pblicas otras habilidades sociales que contribuiran a empaar su nombre y a empobrecer el esplndidopatrimonio artstico espaol.

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    las mejores colecciones privadas del Pars dela poca, como reconocera Richard Ford74.A l perteneci el famoso lienzo de La Inma-culada75, pintado por Murillo hacia 1678 parael Hospital de los Venerables Sacerdotes deSevilla. Ms tarde, no tuvo reparo alguno envenderlo al parisino Museo del Louvre, sibien el Gobierno del General Franco pudorecuperarlo en 1940 gracias a un acuerdo deintercambio con el rgimen de Vichy. En laactualidad puede verse en el Museo delPrado. Pero no todas las piezas artsticashan podido ser recobradas y devueltas al lu-

    gar del que nunca debieron salir, en granparte debido a la carencia de habilidad ne-gociadora y manifiesta indolencia de PedroGmez Labrador, embajador de Espaa en

    el Congreso de Viena y supuesto valedor delos intereses espaoles en el mismo76. Soultactu como un feroz depredador artstico,perpetrando un grave saqueo en Sevilla,siendo sus dos grandes trofeos pictricos,Murillo y Zurbarn. Ofensivo, pero indiscu-tible, es el buen gusto que mostr Soult(aunque debidamente asesorado por exper-tos espaoles77 y extranjeros) a la hora de se-leccionar lapresa artstica78.

    Napolen, despus de desvalijar Egipto,se entreg con vehemencia a saquear Eu-ropa y Espaa. Valdeverdeja, dentro de su

    modestia, tampoco se libr de la rapia ar-tstica de la soldadesca francesa. No se res-pet nada de lo que pudiera tener algn va-lor, como a continuacin comprobaremos.

    Esperanza Martn Montes 67

    Pginas 51 a 75 CUADERNA n 16-17 (2008-2009)

    74 FORD, R.: A Handbook for travellers in Spain, Murray, 1855, citado por Juan Antonio Gaya Nuo, La pintura espa-ola fuera de Espaa. Historia y Catlogo. Madrid, 1.958, p. 18.

    75 Conocida como Inmaculada de Soult, por dicha causa.76 A pesar de que el Congreso de Viena (1815), obligaba a Francia a devolver todo lo requisado durante la guerra,

    la torpeza diplomtica del representante espaol, Pedro Gmez Labrador, nombrado marqus de Labrador dequien el propio Wellington dira que era el hombre ms estpido que he visto en mi vida, JOHNSON, P.: TheBirth of the Modern: World Society 1815-1830. New York, 1991, p. 99, []propici el que se recuperara mucho menosde lo esperado, de modo que no pudo recobrarse ms que una pequea parte a travs de la venta de las obrasen el mercado internacional, poco despus de la rapia. Esta circunstancia supuso, irnicamente, la inversinde unos fondos monetarios para rescatar lo que era nuestro. Aparte de olvidar increblemente- requerir casila mitad de lo sustrado, como consecuencia de su manifiesta inoperancia y desinters, el seor Gmez Labra-dor, lleg incluso a aceptar el cobro en metlico del valor de algunos cuadros en vez de la obra en s. Vase: Mar-qus de Villa-Urrutia: Espaa en el Congreso de Viena segn la correspondencia oficial de D. Pedro Gmez Labrador, mar-qus de Labrador, Madrid, Francisco Beltrn Editor, 1928, p. 61, citado por Juan Antonio Gaya Nuo: La pintura

    espaola fuera de Espaa. Historia y Catlogo. Madrid, 1.958, p. 19. El exilio y dispora artstico-comercial que en-riqueci prestigiosamente a muchas grandes pinacotecas, como el museo del Louvre, en Pars o el Apsley House,en el centro de Londres, por ejemplo, y colecciones particulares de todo el mundo, tiene su origen en el expolioartstico llevado a cabo por las huestes napolenicas (y britnicas, no lo olvidemos) de mano, tanto de sus ge-nerales, como de los mlites de menor graduacin, quienes ejecutaron fielmente su desmedida ambicin cultu-ral de tono imperialista. Para profundizar en la accin de la diplomacia espaola del momento, vase: M. MAR-TN DE LA GUARDIA, R.: Espaa y Austria al final del Antiguo Rgimen, Cuadernos de Historia Contempor-nea, nmero extraordinario (2003), pp. 127-135.

    77 Entre los que se encontraba el propio Goya, su cuado Bayeu y Jos de Madrazo, quien sera ms tarde direc-tor del Museo del Prado. Vase: FERNNDEZ PARDO, F.: Dispersin y destruccin del patrimonio artstico espa-ol (1808-1814). Guerra de la Independencia, I. Madrid, 2007.

    78 Aunque no sera el nico. Recordemos aqu al general Mathieu de Faviers, que tambin tuvo debilidad por losmurillos o su compatriota Sebastiani; el pagador general del ejrcito francs, Crochart; pero tambin otros ge-nerales como Belliard, Lejeune, Dupont

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    IGLESIA PARROQUIAL DE SAN BLASGabriel Gmez, quien sera administra-

    dor de la parroquia desde 1807 a 1809, serael primero en registrar las acciones vand-licas en la parroquia. As, su fbrica resultdaada y expoliada, como queda demos-trado en la data de mil ochenta y cinco rea-les que import la obra de compostura delas vidrieras de las ventanas, en los que seinclua el coste de materiales y su conduc-cin. Y otra data de cuatrocientos treinta ycuatro reales que costaran los reparos efec-tuados en dicho edificio, en los que se in-

    cluan los materiales, cal, ladrillos, arena y de-ms79. El templo tuvo que desembolsar dela mano del entonces cura, don Lorenzo

    Justiniano Sanchez del Arco, la suma deseis mil trescientos veinte y tres reales,como pago a a toda la obra y coste de losmaestros de cantera y alarifes que realiza-ron el embaldosado que se puso nuevo enla capilla mayor, en los que se inclua el

    corte de la piedra y conduccin de mate-riales, como puede leerse en la visita pas-toral de 181380. Del mismo modo, quedanasentados por don Gabriel Gmez los cua-renta y ocho reales satisfechos al MaestroErrero Antonio Jimnez, por todas lasobras que hubo de ejecutar en la parroquialy que respondan a idntica causa81. Afir-macin constatada en una nota marginal

    que encontramos en el sptimo libro debautismos de la parroquial. En ella, el p-rroco don Lorenzo Justiniano Snchez delArco apunta que:

    En la tarde de este dia [veinticinco de di-ciembre de mil ochocientos ocho], quebranta-

    ron los Franceses las Puertas de la Yglesia, y

    se llevaron las Ampollas de los Santos Oleos,y la Concha con otras Alhajas de Plata82.Ese mismo da se le administr el sacra-

    mento del bautismo a la nia ManuelaAlonso Fernndez., quien probablementesera la ltima nefita en ser acristianada

    68 Del paso de la Guerra de la Independencia por la villa toledana de Valdeverdeja.

    CUADERNA n 16-17 (2008-2009) Pginas 51 a 75

    Fachada sur. Iglesia parroquial de San Blas. Valdever-deja.

    Vista del interior. Iglesia parroquial de San Blas. Val-deverdeja.

    79 APV. Libro de Cuentas. Aos 1756-1813. Sig. Caja 39, 2/2.3. s/f.80 APV. Libro de Cuentas. Aos 1756-1813. Sig. Caja 39, 2/2.3. s/f.81 Ibdem.82 APV. 7 Libro de Bautismos. Aos 1804-1821. Sig. Caja 6, 1/ 1.8. f. 93v.

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    con la concha o venera de plata de los bau-tismos, tal y como se desprende de la lecturadel texto. Adems, enseres y mobiliario li-trgico del templo resultaron tambin da-ados o desvalijados. Tenemos noticia deque se compraron noventa y ocho onzas deplata vieja a la tropa francesa por cuenta dela Iglesia, con el objeto de resarcir en parte,como continua informndonos don GabrielGmez, la falta de alajas robadas y proporcio-narse con equidad. Debemos entender aquque se adquiri a lo que se estim un buenprecio. En total se pagaron novecientos

    ochenta reales, o lo que es lo mismo, a diezreales la onza. Tampoco olvida registrar losseis reales pagados a un propio que fue porlos oleos a Berrocalejo, con motibo de haverlos de-rramado, y robado las vinageras la tropa fran-cesa y cuya compostura costara mstarde doce reales83. El Monumento del Jue-ves Santo84 tampoco escap a los destrozosintencionados: Son Data treinta y dos reales

    que lo han importado los reparos echos en el Mo-numento correspondientes al primer ao, y no enel ultimo por los acontecimientos presentes85.Ni la mesa frontal del altar mayor, ajus-tada en setecientos reales, de los que nica-mente pudo abonar cuatrocientos en esemomento.

    Los ultrajes al patrimonio espaol lleva-dos a cabo por la tropa francesa en general

    alcanzaron dimensiones tan colosales, va-ciando literalmente nuestras iglesias, con-

    ventos y museos, en ciertas ocasiones con laanuencia de los gobernantes espaoles, quevarios soldados polacos que haban comba-tido en la guerra dejaron testimonio escritode aquella experiencia hacindose eco de subarbarie, segn describe Bk en su artculo.Dicho autor refiere cmo los documentosconservados suelen ser crticos con la des-truccin y el saqueo de edificios religiosos.Stanislaw Broekere, en su obra publicada enVarsovia en 1877, Pamirniki z wojny his-zpaskej (1808-1814), se muestra muy expl-cito al respecto:

    Tras la expulsin de los monjes, nos lleva-mos todo lo que haba en los monasterios. Losutensilios de madera fueron quemados mien-tras asbamos y cocinbamos la comida; lle-namos las paredes de clavos y grandes gan-chos para colgar las armas, las mochilas yotras cosas (...) Arrasamos con todo: inclusolos cuadros se convirtieron en pasto de las lla-mas86.

    Expresivas palabras las de Broekere, quepermiten ver hasta dnde puede llegar el ho-rroroso ministerio de la matanza organizada,como dira Erasmo de Rtterdam.87

    Gracias a don Juan Martn Salazar, quienadministrara entre 1804 y 1813 las cuentasde la Benditas nimas de la parroquia, es-tamos al corriente que incluso los cepillos delas limosnas de la iglesia fueron profanados

    en 1809 con el fin de sustraer su contenido,circunstancia que oblig a componerlos y

    Esperanza Martn Montes 69

    Pginas 51 a 75 CUADERNA n 16-17 (2008-2009)

    83 APV. Libro de Cuentas. Aos 1756-1813. Sig. Caja 39, 2/2.3. s/f.84 Se denomina as al tmulo o altar que el Jueves Santo se levanta en las iglesias, colocando en l, en un arca pe-

    quea a manera de sepulcro, la segunda hostia que se consagra en la misa de aquel da, para reservarla hastalos oficios del Viernes Santo, en que se consume.

    85 APV. Libro de Cuentas. Aos 1756-1813. Sig. Caja 39, 2/2.3. s/f.86 Grzegorz Bk,: La Guerra de la Independencia Espaola vista por los soldados polacos, Eslavstica Complu-

    tense 3 (2003), p. 236.87 Vase nota n1.

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    pagar al herrero doce reales88. Lo transcribi-mos ad ltteram por su inters: Robados ydespedazados los cepillos se recogieron en laYglesia derramados en el suelo ciento noventa re-ales89. Seguidamente, el mayordomo denimas proporciona una noticia que pro-voca cierto asombro cuando habla de la co-lectura de las limosnas. Manifiesta que enlos dias que las tropas Francesas concurrian aMisa que fueron los Domingos, se recogieronde limosna y otros das en que celebraba, lacantidad de seiscientos cincuenta y nueve re-ales y veintiocho maravedes90. El testimonio

    de la supuesta devocin francesa contrastavivamente con la impiedad que manifestabahabitualmente su ejrcito. Puede contras-tarse con la informacin que ofrece el ec-nomo de la parroquia, el dominico don Lo-renzo Santos Fernndez en la cuenta que fa-cilita entre los aos de 1813 y 1814, al regis-trar los veintinueve reales que hubo de cos-tear por empotrar y asegurar con Yeso los

    Cepillos para evitar los frecuentes robosque se producan en la parroquia 91.

    El miedo que deba provocar la presencia

    de la milicia entre la poblacin se intuye en la

    noticia que dicho cura procura nuevamente

    al hablar de las limosnas para la nimas reco-

    gidas en el templo. As, afirma que no hubo

    Mayordomo de las mismas desde las Carnes-

    tolendas del ao de 813 asta el 814, adems de

    no haber recibido nada tampoco del Ramodel 812. Contina asentando un cargo de:

    Ciento tres reales y doce maravedes, recoji-dos de los cepillos de la Yglesia desde el veintey dos de Febrero de ochocientos doze asta elfin de esta quenta notandose que en todo estetiempo no hubo apenas quien pidiese la de-manda en la Iglesia92.El texto transmite claramente la turba-

    cin y desconfianza de las gentes, inclusopara su participacin en los actos religiosos.Cuando menos, en otras actividades socia-les que debieron suprimirse radicalmente.

    Los destrozos intencionados alcanzarontambin a los ropajes litrgicos. Suceso que

    precis la adquisicin de un terno nuevo93,como registra don Gabriel Gmez, por elque se hubo de costear la nada despreciablecantidad de trece mil ciento noventa reales,as como ciento veintisiete reales y diecisietemaravedes que importaron las diecisietevaras de tafetn morado para reponer lascortinas de la Capilla Mayor del templo. Yotros sesenta reales por la compra y he-

    chura de la cortina de la capilla de NuestraSeora de la Soledad. A los que hubo de su-marse treinta y tres reales ms por la com-postura realizada en los corporales. Aosms tarde, en la cuenta ofrecida por el ma-yordomo parroquial Blas Arroyo (1813-1815), se seala que se encontr en los mon-tes una casulla de medio tis94. Hecho quevuelve a mostrar el tratamiento irreverente

    que se dara a todo tipo de enseres y perte-nencias sacras.

    70 Del paso de la Guerra de la Independencia por la villa toledana de Valdeverdeja.

    CUADERNA n 16-17 (2008-2009) Pginas 51 a 75

    88 APV. Libro de cuentas de las Benditas nimas. Aos 1797- 1889. Sig. Caja 38, 2/2.4. f. 27v.89 Ibdem, 24v.90 Ibdem, 24v-25r.91 APV. Libro de cuentas de las Benditas nimas. Aos 1797- 1889. Sig. Caja 38, 2/2.4. f. 31r.92 APV. Libro de cuentas de las Benditas nimas. Aos 1797- 1889. Sig. Caja 38, 2/2.4. f. 30v.93 APV. Libro de Cuentas. Aos 1756-1813. Sig. Caja 39, 2/2.3. s/f. A los que habra que sumar otros treinta y tres

    reales y cuatro maravedes en concepto del porte del correo en el que se incluan los dibujos que serviran de mo-delo para su confeccin.

    94 APV. Libro de Cuentas. Aos 1813-1831. Sig. Caja. 38, 2/2.5. f. 4r-v.

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    La detallada memoria de los hechos pordon Gabriel Gomez alcanzar otros aspec-tos no menos importantes, aunque puedanparecer triviales, para el buen discurrir coti-diano de la parroquia. Por ello, se duele deno poder haber celebrado la novena del ao1808 a San Francisco Javier por las presentes

    revoluciones. Y los ciento sesenta y cinco rea-

    les abonados a la lavandera de la ropa de laIglesia. En este caso comenta que la cuantamenor que se le satisface ese ao obedece aque no ha sido el trabajo segun los anterio-res, aludiendo claramente a las especiales

    circunstancias de la guerra vivida. Cuandose refiere a los sermones de la fiesta patro-nal de la villa, seala el pago de setenta ycinco reales por la limosna y manutencin deun predicador el da del patrono San Blas delao 1807, ya que no pudo haverse verificadoel ultimo [1808] por las turbulencias de guerra.Aclaradora expresin sta que alude a losgraves disturbios originados por la con-

    tienda en la localidad95. El diligente admi-nistrador registra tambin los diez realesque gast por la conduzion de cinco veredascomunicadas en esos dos aos de su mayor-doma.

    A pesar de todo, en lo posible, semantiene el quehacer diario entre las gentesde la villa, de modo que seguimos hallandohechos tan cotidianos como los toques de

    campanas en recuerdo del que fue pres-btero de Valdeverdeja, don Juan ManuelMartn Novillo y de otros finados, o la com-postura de las mismas que, con toda proba-bilidad, resultaran gravemente daadaspor la vandlica accin de las tropas cuando

    asaltaron el templo parroquial. En 1810, conJuan Rodrguez de Blas96, el mencionadomayordomo, se resea una data de 2400reales en la que se afirma que:

    [...] por un recivo presentado acredita haversatisfecho a Raymundo Bravo Muoz,carpintero, por la echura de las cavezas a lascampanas de esta iglesia con inclusion de lamadera de todas, y yerro labrado necesariopara una.Y seguidamente:Asi mismo se le pasan Quinientos y cin-cuenta reales que por otro recibo acredita este

    Mayordomo haver satisfecho a AntonioJimenez por el yerro labrado que necesitaronlas cabezas de dichas campanas.Don Manuel Rodrguez de Diego97, su

    sucesor en el cargo de 1811 a 1813, aportanuevamente sustanciosos datos sobre la vio-lenta accin de los soldados galos en Valde-verdeja. Por ejemplo, seala la composturaque hubo de hacerse de la puerta de la igle-

    sia donde apostilla que fue quebrantada porlos Franceses quando el rovo de esta. El arre-glo costara doscientos treinta reales. O eltrastejo general del templo ejecutado en sep-tiembre de 1811, cuya cuenta ascendi a milseiscientos sesenta y nueve reales. Ademsde otra data de mil trescientos noventa ynueve reales y diecisis maravedes por laescalera nueva del plpito por solo la cante-

    ra. Esta magnfica obra del mobiliario li-trgico es la que an conserva la parroquia,poniendo de manifiesto la calidad y fina eje-cucin de labrado en piedra que siemprehan mostrado los canteros verdejos98. DonManuel constata, igualmente, novecientos

    Esperanza Martn Montes 71

    Pginas 51 a 75 CUADERNA n 16-17 (2008-2009)

    95 APV. Libro de Cuentas. Aos 1756-1813. Sig. Caja 39, 2/2.3. s/f.96 APV. Libro de Cuentas. Aos 1756-1813. Sig. Caja 39, 2/2.3. s/f.97 APV. Libro de Cuentas. Aos 1756-1813. Sig. Caja 39, 2/2.3. s/f.98 Vase, MARTN MONTES, E.: Tal como somos: La arquitectura popular de Valdeverdeja (Toledo), en Valdeverdeja, una

    villa entre tres comunidades, Toledo, 1998.

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    setenta reales que import la compostura delMonumento y maderaje comprado para la repa-razion de las que tenia el monumento y quema-ron las Tropas Francesas. Hubo de compo-nerse tambin la talla de San Jos y un cua-dro de la sacrista (diecisis reales), del queno aporta datos sobre su iconografa.

    Completando su informacin, don BlasArroyo de Miguel, quien reemplaza a donManuel Rodrguez de Diego en la adminis-tracin de la fbrica parroquial entre losaos 1813 a 1815, declara haber pagado se-tecientos noventa y nueve reales al herrero

    Antonio Jimnez por la confeccin de la ba-randilla del plpito y otras obras de cerraje-ra99. As mismo, dice haber hecho efectivoscuatrocientos sesenta reales a Pedro Pajarespor la mesa de altar nueva que hizo. Siem-pre por similares motivos, de actos de ban-didaje gratuitos. Don Blas vuelve a hacermencin del tributo econmico que el gene-ral francs Marisi impuso a la villa y en el

    que se vio obligada, igualmente, la fbricaeclesial. En los mismos aos sealados hubode componerse nuevamente el chapitel de laparroquia. Se abonaron cuatrocientos se-tenta y siete reales a los dos maestros alba-iles encargados de la obra que consisti enembaldosar los dos coraterales (sic) y componerel pulpito y capitel (sic).... El gasto se hizoconstar en dos recibos. Estas palabras nos

    acercan de nuevo al ambiente social vividoo ms bien sufrido, por los habitantes de lavilla y del que no pudo, lgicamente, sus-traerse.

    ERMITA DE NUESTRA SEORADE LOS DESAMPARADOS

    La ermita de Nuestra Seora de los Des-amparados, cuya primitiva fbrica se re-

    monta al ao 1688, siguiendo modelos de latradicin barroca popular, no se libr tam-poco de las impas embestidas militares100.As, Miguel Rosado101, Mayordomo de su f-brica en el sombro ao de 1808 consignauna data el 14 de septiembre de aquel aopor un importe de doce reales que abon alherrero, Alfonso Bueno, por la composturade la cadena de la campana y su eje. Es po-

    sible, aunque no se comenta expresamente,que fueran daos producidos por la accinviolenta de los mlites franceses, como yahaba sucedido con la parroquia de San Blas.

    Pero no slo la campana resultara afec-tada; sabemos, gracias a las anotaciones dela mayordoma de don Lorenzo Santos Fer-nndez de los aos 1809-1810, cura ec-nomo de la villa y administrador del tem-

    plo mariano, que los soldados francesesarrancaron la reja de la ventana de la sa-crista y hubo de pagarse a Blas Martnnueve reales por el jornal de un da emple-ado en cerrar el desprotegido hueco, ade-ms de otros cuatrocientos diecinueve rea-les en obra de reparos por la destruccion quehicieron estos [la tropa francesa] en su Estan-cia con inclusion de materiales y Maestros102.

    La noticia aportada refleja que al menos unaguarnicin militar se instal en la localidad,como ya vimos al tratar de la muerte del sol-dado francs, Jacobo Blanc, enterrado en la

    72 Del paso de la Guerra de la Independencia por la villa toledana de Valdeverdeja.

    CUADERNA n 16-17 (2008-2009) Pginas 51 a 75

    99 APV. Libro de Cuentas. Aos de 1815-1831. Sig. Caja 38, 2/2.5. f. 7r.100 Vase, MARTN MONTES, E.: Tal como somos: La arquitectura popular de Valdeverdeja (Toledo), en Valdeverdeja, una

    villa entre tres comunidades, Toledo, 1998.101 APV. Libro de Cuentas de la Virgen de los Desamparados. Aos 1698-1895. Sig. Caja 40, 2/2.2, f. 93v.102 APV. Libro de Cuentas de la Virgen de los Desamparados. Aos 1698-1895. Sig. Caja 40, 2/2.2, f. 98r.

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    parroquia103. Amn de la brutalidad ejercidaen el templo de la patrona verdeja. Delmismo modo, el carpintero repar el cam-panillo de la espadaa y el cerrojo de lapuerta que haba sido forzado durante elrobo y destrozo del templo104.

    Don Lorenzo no olvida registrar otro de-talle significativo en el libro de cuentas de laermita. Leeremos en una nota marginal la

    difcil situacin vivida en aquel momento:No se han formado quentas por el ao deochocientos once y el de ochocientos doce porno haver producido el ramo cosa alguna ex-cepto ochenta y quatro reales y diez y ocho re-

    ales que los pedidores me han confesado quejuntaron en el dicho ao de once y retienenen su poder lo que anoto para que asi consteValdeverdexa 20 de Abril de 1813105.Semejante realidad reitera dicho ec-

    nomo en los aos de 1812 y 1813, cuando ve-rifica en otra acotacin anexa en los cargosparticulares, que No hubo Ramo en estos dosaos ni Pude alcanzar lo de la Justicia ni en todo

    este tiempo he recivido Limosna alguna...106

    . Yen los generales, al emitir un exiguo cargode ochenta y cuatro reales y ocho marave-des que juntaron los ultimos Animerosquando empezaron a pedir y lo suspendieron por-

    Esperanza Martn Montes 73

    Pginas 51 a 75 CUADERNA n 16-17 (2008-2009)

    Ermita de Nuestra Seora de los Desamparados. Valdeverdeja.

    103 Era soldado de la Cuarta Compaa del Segundo Regimiento de Infantera ligera, se hall muerto en el aloja-miento francs. APV. 3 Libro de Defunciones. Adultos. Aos 1796-1833. Sig. Caja 19, 1/ 3.3. f. 252r.

    104 APV. Libro de Cuentas de la Virgen de los Desamparados. Aos 1698-1895. Sig. Caja 40, 2/2.2, f. 98r.105 Ibdem, f. 98v.106 Ibdem, f. 101r.

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    que lo Impidio la Justicia de aquel ao107. Es po-sible que el freno a la recogida de las ddi-vas de los devotos por parte de la Justiciaobedeciera a evitar posibles robos, no lo sa-bemos. En todo caso, la ermita de la santapatrona pasaba por parejos y difciles mo-mentos para la celebracin de su culto que laparroquia de San Blas.

    Los desastres de la Guerra, que dira Goya,lacraron, sin duda, el edificio. Y las afirma-ciones de don Lorenzo, en ese mismo ao de1813, as lo prueban:

    Hallandose el templo de Nuestra Seora todo

    deformado por haver sido Cuerpo de Guardia

    delas tropas francesas en estos aos anterio-

    res, visto este doloroso espectaculo por el Se-

    or Visitador el Licenciado Don Francisco de

    Paula Carbonell, decret su reparacion; y sin

    embargo dela escasez de fondos, y otras grav-

    simas dificultades que obstaban a mis deseos,

    emprend la obra confiando en el favor de Dios

    y de su Santisima Madre, que harian renazer

    el celo y la debocion entibiada de los avitantesde esta villa que en otros tiempos tanto se es-

    meraron en dar culto a tan alta protectora,

    como en efecto, asi se ha verificado, despues

    que dicho templo ha sido renovado en el estado

    en que hoy se halla; Ymportando toda la obra

    de manos de Maestros, Yeso, Yerro, veidrieras

    de la Capilla Mayor, Cal, Ladrillo y demas

    Materiales la cantidad de dos mil seiscientos

    setenta y siete reales y veinte y seis marave-dies que por tanto doy en Data..108.

    Las palabras del sacerdote ponen en evi-dencia, adems, el uso ofensivamente in-digno dado a estancias nobles y sagradascomo en este caso al destinar a soldados ahacer la guardia militar. La profanacin deltemplo hara necesaria una nueva consagra-cin del mismo, del tal modo que en las dosfunciones que se hicieron para la bendicion de laHermita y colocacin de Nuestra Seora, donFrancisco Ramiro, el nuevo mayordomo deltemplo entre 1813-1815, apunta una data dedoscientos cincuenta reales por tal motivo.109

    De 1813 a 1815, ya en la etapa final de la

    guerra, todava pueden escucharse ecos delconflicto en los documentos de fbrica de laermita mariana. Ser el referido don Fran-cisco Ramiro quien los proporcione. As,cuando tiene que rendir cuentas de los cau-dales de la ermita al cura de la villa, donGregorio Gmez y Carrasco, nicamentepuede presentar como recibos justificativoslas limosnas con que haban contribuido los

    fieles, ya que dice en realidad son las uni-cas que en el dia pueden llamarse caudal deNuestra Seora110. Sus palabras son tan es-clarecedoras del estado de la hacienda delsantuario, como desgarradoras por la aho-gada situacin econmica de la poblacin.Citaremos, por su curiosidad, los seiscientosreales que anota tambin en cargo del im-porte de una Novilla que un devoto dio a

    Nuestra Seora111 y que no deja de causarextraeza en momentos de tanta dificultad

    74 Del paso de la Guerra de la Independencia por la villa toledana de Valdeverdeja.

    CUADERNA n 16-17 (2008-2009) Pginas 51 a 75

    107 Ibdem.108 APV. Libro de Cuentas de la Virgen de los Desamparados. Aos 1698-1895. Sig. Caja 40, 2/2.2, f. 101r. Vase,

    MARTN MONTES, E.: Tal como somos: La arquitectura popular de Valdeverdeja (Toledo), en Valdeverdeja, una villa en-tre tres comunidades, Toledo, 1998, p. 270-271; Ramn Jos de Muana:Manual de la Asociacin Piadosa de NuestraSeora de los Desamparados de Valdeverdeja. vila, 1937, pp. 8-9.

    109 APV. Libro de Cuentas de la Virgen de los Desamparados. Aos 1698-1895. Sig. Caja 40, 2/2.2, f. 104r.110 APV. Libro de Cuentas de la Virgen de los Desamparados. Aos 1698-1895. Sig. Caja 40, 2/2.2, f.102v.111 APV. Libro de Cuentas de la Virgen de los Desamparados. Aos 1698-1895. Sig. Caja 40, 2/2.2, f.103v. Aunque

    era una costumbre repetida entre los fieles, como puede observarse en la lectura del Libro de Cuentas de la er-mita.

  • 7/24/2019 Del Paso de La Guerra de La Independencia Por Valdeverdeja

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    econmica. Parece que el fervor mostrado asu patrona por aquel generoso verdejo, dequien ignoramos el nombre, deba ser decierta hondura.

    El administrador contina haciendomencin a gastos derivados de los violentosactos ejercidos por la tropa francesa en la f-brica y mobiliario litrgico del templo. Deeste modo, registra los doscientos cuarentareales que pag a Antonio Ximenez zerrajeroen esta villa, por los materiales echura y poner lafallefa112 de la puerta de la Ermita, y la palomillade su Lampara113, adems de novecientos se-

    tenta y cinco reales por la compra de dos ca-sullas y un alba, sesenta reales por seis varasde lienzo para hacer dos sabanillas del altary ciento veinte ms que import un guarda-pis en tela de espolinado invertido en laconfeccin de una cortina para la Virgen. Aello se sumaba los veinticuatro reales quecostaran las echuras de las dos savanillas cor-tina sortijas114y cinta para esta115.

    La despiadada actitud que mantuvo elejrcito francs y el nulo respeto a personas,edificios, obras artsticas, bienes materiales,agrarios y econmicos, dej una triste huellaen la localidad. Y en toda la geografa ar-quitectnica, artstica, econmica, social yhumana del pas.

    Dulce es la guerra para quienes no la han vi-vido, deca Pndaro.116

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    Esperanza Martn Montes 75

    112 El administrador confunde la grafa correcta, registrandofallefa en lugar de falleba.113 APV. Libro de Cuentas de la Virgen de los Desamparados. Aos 1698-1895. Sig. Caja 40, 2/2.2, f.104v.114 Es decir, anillas para colgar las cortinas.115 APV. Libro de Cuentas de la Virgen de los Desamparados. Aos 1698-1895. Sig. Caja 40, 2/2.2, f.104r.116 Dulce bellum inexpertis. La frase, atribuida errneamente a Erasmo de Rotterdam, es comentada por el gran

    humanista en sus Adagios (1500) como tomada, a su vez, de Vegecio, de su obra De la milicia, libro 3, cap.14. V-ase, RTTERDAM, E. de: Adagios del poder y de la guerra y Teora del adagio, Edicin, traduccin, presentacin yestudio introductorio de Ramn Puig de la Bellacasa. Madrid, 2008.