Déjenme que les cuente

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DÉJENME QUE LES CUENTE… La historia que les voy a contar tiene que ver con los habitantes de una isla situada en el Atlántico Sur, a la altura de Ciudad del Cabo, Sudáfrica; el asunto comenzó en octubre de 1961: El volcán que domina la isla de Tristão da Cunha, que se suponía extinguido desde hace miles de años, entró en erupción. Una gigantesca corriente de lava descendió hasta la estrecha franja costera donde los habitantes de la isla habían edificado sus casas, y amenazaba con tragarse todo. El gobierno británico decidió evacuar a toda la población.

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DÉJENME QUE LES CUENTE…

La historia que les voy a contar tiene que ver con los habitantes de una isla situada en el Atlántico Sur, a la

altura de Ciudad del Cabo, Sudáfrica; el asunto comenzó en octubre de 1961: El volcán que domina la isla de

Tristão da Cunha, que se suponía extinguido desde hace miles de años, entró en erupción. Una gigantesca

corriente de lava descendió hasta la estrecha franja costera donde los habitantes de la isla habían edificado sus casas, y amenazaba con tragarse todo. El gobierno

británico decidió evacuar a toda la población.

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Tristão da Cunha, está situada

en las coordenadas 37º06" latitud sur, 12º16"

longitud oeste en mitad del

Atlántico Sur, a 3360 km de

Sudamérica y a 2816 km de

Sudáfrica

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• Toda la prensa británica de la época se conmovió por la mala suerte de aquella desdichada gente. A los ojos de los “europeos civilizados” de entonces era absolutamente increíble que hubiera gente viviendo en la isla más inhóspita del globo terráqueo. Un lugar de no más de 30 Kilómetros cuadrados,…

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• En los anteriores ciento cuarenta años, la isla había estado ocupada breves periodos de tiempo por funcionarios de la Oficina Colonial, médicos, sacerdotes, profesores, y todos ellos después de pocos días de estancia habían llegado a la conclusión de que Tristão da Cunha es un sitio sin el menor interés, una isla con un clima absolutamente insoportable, frecuentemente barrida por tempestades, con un suelo pobrísimo e infértil; una isla desprovista de cualquier clase de riqueza o de atractivo para “personas civilizadas”.

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El acceso a la isla principal es El acceso a la isla principal es tremendamente complicado, tremendamente complicado,

debido a su lejanía y a que está debido a su lejanía y a que está rodeada por rodeada por acantiladosacantilados de más de de más de

600 metros de altura. Tristán de 600 metros de altura. Tristán de Acuña es el lugar habitado más Acuña es el lugar habitado más

remoto (es decir, más alejado de remoto (es decir, más alejado de cualquier otro lugar habitado) de la cualquier otro lugar habitado) de la Tierra, y como tal está inscrito en Tierra, y como tal está inscrito en

el el libro Guinness de Récordslibro Guinness de Récords..

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Descubierta en 1506 por el navegante portugués que le dio su nombre (Tristão da Cunha), empezó a estar habitada de manera estable a principios del

siglo XIX, cuando fue anexionada por la Corona Británica en 1816. Por aquel entonces, los ingleses no querían que el archipiélago fuera utilizado por los

franceses, como base para intentar llevar a cabo una operación de rescate de Napoleón, que estaba confinado en la isla de Santa Elena.

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La isla fue ocupada por los británicos en el año 1817, y el mismo año el

gobierno decidió evacuar al destacamento militar por no tener para ellos ningún valor, ni siquiera desde el punto de vista estratégico. El caso es

que hubo un soldado que se negó a marcharse, el cabo escocés Glass se empeñó en permanecer

allí con su familia...

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Al cabo de diez años, los hijos del cabo Glass habían

crecido, y el número de habitantes también había aumentado al habérseles añadido algún que otro

náufrago o amotinado; la población de entonces era

de siete hombres, dos mujeres y dos niños. Ante la

escasez de mujeres decidieron ir buscarlas a la

isla más próxima: Santa Elena, eran de raza negra,

pero no les importó…

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En 1961 los habitantes de Tristán da Cuña eran

alrededor de 275, todavía vivían casi como en el siglo XIX cultivando la

tierra y alimentándose de la carne que les

proporcionaba un pequeño rebaño de ovejas, de las que

conseguían también sus vestidos. Igualmente,

cuando el mar lo permitía, pescaban langostas que

vendían a compañías pesqueras, lo cual les

permitía adquirir algunas herramientas o productos

manufacturados como calzado, material de pesca, té o azúcar.

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Después de ser evacuados, su estancia en las Islas Británicas duró dos años, durante los cuales las

autoridades hicieron todo lo que se les ocurrió par darles una vida lo más digna posible. De pronto una

comunidad salida del siglo XIX y que hablaba inglés de finales del XVIII, y cuya cultura no iba más allá de la

Biblia, se vio inmersa en la “civilización de la opulencia”, descubrió desde el transporte en

automóvil hasta la radio, o la televisión, o la ropa interior, o las cocinas de butano, o las escuelas, en

resumen: el siglo XX industrializado con sus instituciones de vida colectiva, desconocidas hasta

entonces en la isla, tales como la policía, el código de circulación, los horarios, la disciplina en el trabajo, la

propiedad privada, las vacaciones, la desigualdad social, etc.

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Se preguntarán ustedes cómo estas personas fueron capaces de sobrevivir en la sociedad de consumo, en la

civilización. Muy sencillo, permanecieron fuertemente unidas a la vez que aisladas en lo que les fue posible.

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Transcurridos dos años, cuando

supieron que la actividad volcánica

había cesado en su isla, se reunieron y decidieron

volver

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El panorama que se encontraron fue desolador, la isla estaba cubierta por 20 metros de lava, sus casas habían sido saqueadas, lo que quedaba de sus tierras de cultivo

había sido invadido por parásitos, y las instalaciones de su negocio de pesca de langostas estaban destruidas. Excepto seis mujeres que se casaron en la metrópoli,

todos volvieron a Tristán da Cuña.

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El gobierno británico les dio 150 ovejas y otras tantas gallinas, también simientes de patatas, y convenció a varias empresas pesqueras de que

reconstruyeran las instalaciones de su negocio de pesca de langosta.

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. Los habitantes de tristán da Cuña aguantaron todos Los sinsabores y todas Las CaLamidades que puedan

ustedes imaginar Cuando voLvieron a su isLa: Las simientes no se

aCLimataron fáCiLmente, siendo sus primeras CoseChas muy pobres… y

¿Cómo Lograron entonCes sobrevivir? pues de Lo que Lograron

aCumuLar en su estanCia en gran bretaña. durante Los dos años que aLLí permaneCieron Consiguieron

ahorrar una verdadera fortuna. y no sóLo guardaron dinero, también

aLmaCenaron provisiones de todo Cuanto pensaron que podía serLes

útiL en eL futuro: utensiLios y herramientas diversos, muebLes,

radios, etC.

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• Y dirán también ustedes, ¿cómo consiguieron tal cosa y a la vez mantenerse con salarios ínfimos? Pues muy sencillo, permaneciendo totalmente “impermeables” al modo de vida y a las “necesidades” de la civilización de la opulencia.

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Con menos deL saLario mínimo vitaL de un obrero britániCo fueron

CapaCes de vivir y a La vez ahorrar para voLver. en resumidas Cuentas,

no tenían apenas neCesidades, mejor diCho, tenían una por enCima de todas: huir Lo más rápidamente

posibLe de La soCiedad deL sigLo XX. La misma que mueve en definitiva a

Los que vivimos en ésta que LLamamos soCiedad deL bienestar,

deL oCio, de Consumo, eL primer mundo, y tantas Cosas más. pero

Con una diferenCia importantísima, nosotros sóLo nos permitimos huir, fugarnos de manera transitoria y

provisionaL.

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En la sociedad “civilizada” la gente trabaja todos los días para poder pagarse una evasión nocturna de cine, de televisión, o de fútbol, o irse a la parcela el fin de semana, o irse el fin de semana a la playa, o

evadirse con el güisqui, o rock, o el botellón…

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En la civilización del

bienestar trabajamos para poder

evadirnos, huir varias

semanas (una vez por año) a

alguna isla como las

Canarias, las Baleares, o

incluso Cuba…

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Los habitantes de tristán da Cuña no tuvieron durante su

permanenCia en gran bretaña ninguna neCesidad de Comprar

diaria, o semanaL, o anuaLmente esas “fugas temporaLes”, se privaron

de eLLas durante Los años que vivieron en eL primer mundo, para

poder haCerLo definitivamente, para regresar a una isLa inhóspita, sin Confort aLguno, sin riquezas, pero también si eXpLotadores ni

eXpLotados, sin riCos ni pobres, sin personas instruidas y personas

anaLfabetas, sin poLiCías ni Ladrones, en fin sin neCesidad

aLguna de huir.

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Esta es la historia de un grupo de personas salidas de un momento

histórico remoto que se vio de forma imprevista en pleno siglo XX, una

comunidad “primitiva” que observó alucinada durante dos años las

maravillas del mundo moderno y sólo les suscitó un deseo: volver al

“subdesarrollo”.

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Para todos aquellos que predican las bondades de la

sociedad del bienestar y consideran que viven en el mejor de los mundos posibles, ésta es una terrible lección. La lección de un grupo de personas que

prefieren vivir en una aparente miseria en una isla en el fin del

mundo pero con Libertad.

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Tristán de Acuña es el lugar habitado más remoto (es decir, más alejado de cualquier otro lugar habitado) de la Tierra, y

como tal está inscrito en el libro Guinness de Récords.

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