Dejar de fumar Valencia - El tabaco y sus mentiras

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No te engañes, absolutamente todo lo que se encuentra en un cigarro ha sido estudiado. A través del humo, la temperatura de la cavidad bucal se eleva, facilitando la incorporación de los distintos elementos que se encuentran en el cigarrillo, a través de los tejidos de la boca, la saliva y, posteriormente, al inhalar el humo, dentro de todo el tracto respiratorio. Piensa que la zona de incandescencia, la lumbre, del cigarrillo, puede llegar a los 800º centígrados y la parte de carbones, la que está a punto de quemarse, a 600º.

Una vez el humo del tabaco entra en el organismo, suceden varias cosas. Vamos a verlas parte por parte para que comprendas la facilidad que hay de absorber los productos tóxicos. Aunque no te tragues el humo. Esto último no es totalmente cierto, ya que parte de ese humo que tienes en la boca acaba pasando a los pulmones, pese a que no te des cuenta.

Vayamos por partes.

Coges el cigarrillo con los dedos. Si te fijas un poco y hace tiempo que fumas, notarás dos cosas. Una, la coloración de la parte en la que sueles sujetar el cigarrillo es diferente, normalmente de un tono más amarillento. Dos, la textura de la piel en ese punto, es diferente, suele ser más porosa y tener una consistencia más rígida. Vale. Cuando enciendes el cigarrillo, y mientras fumas, la temperatura de esa zona aumenta, cambiando la estabilidad natural de la piel. La temperatura abre los poros y, al mismo tiempo, seca la piel. A través del papel caliente también se filtra una cierta cantidad de nicotina, además de transferir parte de los tóxicos de tratamiento del papel y del tabaco. Y esto, que no parece nada, es muy importante. YA ESTÁS FUMANDO. De alguna manera, ya están entrando en tu torrente sanguíneo tóxicos derivados del tabaco y, además, productos químicos del tratamiento del papel.

Continúas, poniéndote el cigarrillo en la boca. Inspiras el humo. El calor producido por la combustión del cigarrillo entra en contacto con la mucosa de la boca, provocando efectos nocivos sobre la misma, entre ellos, periodontitis, gingivitis, aumento de la pérdida de inserción, etc. Pero, además, la nicotina empieza a absorberse por la saliva, los compuestos volátiles del cigarrillo, ahora ya diluidos con el humo, comienzan a facilitar que las células de tu boca empiecen a debilitarse y se desequilibra la cavidad bucal. Se producen daños en las papilas gustativas, las glándulas salivales aumentan su secreción sin necesidad, y junto con la temperatura inusualmente alta, empieza a secarse la boca y ello hace que necesites más saliva, con lo cual las glándulas se sobrecargan y, en algunos casos, puede llegar a generar problemas de salivación y a la aparición de cálculos en las glándulas, los sialolitos. Generalmente estos se dan por dos casos, por infección, ya que la boca ahora tiene menos defensas, o por depósitos de restos extraños, que penetran a través de los conductos salivares. Esto puede llevar a tumores en las glándulas. Además, el desequilibrio de las células de la boca, facilitan también la posibilidad de que se formen llagas y otras heridas que no se curan, y eso, querido fumador, te puede llevar a una gran variedad de canceres de boca: en las mejillas, en la lengua, en la faringe, en la laringe, en el paladar… Además, el tabaco te puede dejar callado para siempre con un cáncer de las cuerdas vocales, pero poco a poco te las irá deteriorando y, aunque no lo llegues a desarrollar, tendrás más facilidad para tener problemas de

salud en la parte de la garganta…

¿Qué? ¿Vas disfrutando del cigarrillo hasta ahora? Todavía no hemos pasado de la boca. Así que, vamos a seguir el trayecto del humo del cigarrillo.

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Bueno, pues sigamos. El humo ahora ha pasado la laringe, la faringe y baja por la tráquea. En este punto, ya comienza a variar la temperatura y, lo que antes estaba en suspensión en el humo gracias a ella, empieza a depositarse. Entre otras cosas, alquitrán. Si, si, alquitrán, de ese que se utiliza para asfaltar las calles y que huele a rayos y es tan pegajoso que no hay manera de quitarlo cuando se te pega en los zapatos. Igualmente se va quedando por el camino hacia tus pulmones. Se queda también en los bronquios, los bronquiolos y, lo que es peor aún, en los alveolos pulmonares. Allí es donde se realiza el intercambio de oxígeno. Para que te hagas una idea. Imagina que respiras a través de una mascarilla. Es totalmente permeable, deja pasar el aire perfectamente, y respiras bien. Imagina ahora, que coges y la mitad de la mascarilla la untas con alquitrán. ¿Entrará la misma cantidad de aire? No, ¿verdad? Pues en los alveolos pasa lo mismo. Cada vez habrá más depósitos de alquitrán y cada vez habrá menos espacio para el intercambio de oxígeno. Aun cuando no estés fumando. De ahí que tosa el fumador. El cuerpo intenta deshacerse de ese obstáculo para la respiración. Intenta liberar los conductos que mantienen el flujo del aire de la

vida.

Pero eso no es todo. No. Hay algunas cositas más. Además de la nicotina, de la que hablaremos después. Hay en el cigarrillo una gran cantidad de compuestos químicos nocivos. Se quedan gran parte de ellos depositados junto al alquitrán. Y esto hace que se vayan traspasando al torrente sanguíneo a través del intercambio de aire en los pulmones. Además, tanto la tráquea como los bronquios y los bronquiolos, se van quedando obstruidos, lo mismo que una cañería vieja llena de cal, estrechándose cada vez más y generando una enfermedad llamada E.P.O.C.: Enfermedad Pulmonar de Obstrucción Crónica. Hay otros factores, y otras causas, pero la principal es el tabaco. Y todavía no hemos hablado de la nicotina. Paciencia. ¿Sigue disfrutando del

cigarrillo?

Pues unas cositas más. Después de realizar pruebas de laboratorio, se encontró que el cigarro contiene alrededor de 5.000 sustancias químicas, de las cuales 200 son

venenosas y 40 de ellas, cancerígenas. Te lo cuento por partes:

Acetona: Ingrediente principal en la pintura y removedor de esmalte de uñas. Y, sí, te

lo fumas.

Ácido acético: Tinte y revelador del pelo. Y, sí, te lo fumas.

Ácido esteárico: Cera de vela. Y, sí, te lo fumas.

Amoníaco: Limpiador típico de la casa y componente de productos de limpieza. Y, sí,

te lo fumas.

Arsénico: Usado en venenos de diversos tipos y usos. Y, sí, te lo fumas.

Alquitrán: Sustancia oscura y pegajosa que se encarga de llevar la nicotina y demás

productos químicos del tabaco hasta nuestros pulmones. Ya hemos hablado de él, pero una cosita más, fumar entre 20 y 60 cigarrillos diarios, ya sean normales o bajos en alquitrán, provoca una acumulación anual de alquitrán en los pulmones cercana a los 500 gramos. Dicha sustancia es la responsable de la mayoría de las lesiones

pulmonares provocadas por el tabaco a los fumadores. Y, sí, te lo fumas.

Benceno: Cemento de goma. Y, sí, te lo fumas.

Butano: Combustible para las estufas portátiles y cocinas. Y, sí, te lo fumas.

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Cadmio: Encontrado en baterías y pintura de aceite. Y, sí, te lo fumas.

Cianuro de hidrógeno: Uno de los venenos más potentes que existe. Es el que llevan

los espías en las películas. Y, sí, te lo fumas.

Cloruro de vinilo: Ingrediente encontrado en bolsas de la basura. No es

biodegradable. Y, sí, te lo fumas.

Estireno: Encontrado en material de aislamiento. Y, sí, te lo fumas.

Fenol: Usado en desinfectantes y plásticos. Y, sí, te lo fumas.

Formaldehído: Usado para embalsamar. Eso que llevas adelantado. Y, sí, te lo

fumas.

Hexamina: Usado como ingrediente de combustión en las barbacoas. La hexamina se

prepara mediante una reacción de formaldehído y amoníaco. Y, sí, te lo fumas.

Hidracina: Usada en combustibles de “jet” y cohetes. Y, sí, te lo fumas.

Nicotina: Es sólo una más de las sustancias peligrosas de los cigarrillos. Pero

además es la responsable de que el tabaco sea tan adictivo. Luego, más. Y, sí, te lo

fumas.

Metano: Gas utilizado como combustible. Y, sí, te lo fumas.

Metanol: Combustible para cohetes. Y, sí, te lo fumas.

Monóxido de carbono: Veneno, presente en el humo de escape de los coches. Y, sí,

te lo fumas.

Naftaleno: Usado en explosivos, bolas de la polilla, y pigmentos de la pintura. Y, sí, te

lo fumas.

Nicotina: Droga de adictiva e insecticida.

Níquel: Usado en el proceso del electro chapado. Y, sí, te lo fumas.

Polonio: Dosificación de la radiación, igual a 300 radiografías de pecho en un año. Y,

sí, te lo fumas.

Tolueno: Solvente industrial y pegamento. Y, sí, te lo fumas.

Bueno, ahora vamos con la nicotina. Es la principal responsable de la adicción y de que, cada vez, necesites más tabaco, ya que se genera un aumento de tolerancia y eso hace que la dosis necesaria para saciar el deseo sea mayor. La nicotina de las hojas de tabaco es el principal ingrediente adictivo de los cigarrillos. Se deposita en los pulmones del fumador en forma de una potente mezcla de partículas y gases. La nicotina es rápidamente absorbida en la sangre y llega al cerebro aproximadamente en 10 segundos. Es en este punto en el que los receptores cerebrales producen la sustancia química denominada dopamina. Según los estudios realizados, se ha detectado nicotina en fumadores en todos los tejidos del cuerpo, incluso en la leche materna. Existen estudios que sugieren que la nicotina deprime la capacidad del

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cerebro para experimentar placer a largo plazo. De ahí que los fumadores necesiten

mayores dosis de nicotina para experimentar los mismos niveles de satisfacción.

El cerebro se habitúa rápidamente a recibir dosis regulares de nicotina y a sufrir síntomas de abstinencia cuando dicho suministro se interrumpe. Por otro lado, la nicotina estimula el sistema nervioso central, incrementando el ritmo cardíaco y la presión arterial, lo que produce un mayor consumo de oxígeno. Eso hace que con cada calada, inhalemos mayor cantidad de humo, pero cada vez tenemos menos superficie de intercambio, como hemos comentado antes, así que necesitas, simplemente, más cigarros. Unimos la tolerancia y la falta de intercambio gaseoso en

los pulmones.

Este estímulo nervioso se plasma en un aumento del metabolismo del organismo, afectando a la nutrición del fumador, pues se comporta como un anoréxico, disminuyendo la sensación de hambre y estimula la secreción de la adrenalina. Los efectos de la nicotina en el hombre dependen de la dosis, pudiendo comportarse como un estimulante o como un bloqueante de la transmisión nerviosa ganglionar. Debido a su capacidad adictógena, el fumador habitual tiende a mantener los niveles sanguíneos de nicotina relativamente constantes; cuando estos niveles disminuyen el fumador siente la necesidad de fumar. Si no la satisface puede llegar a desarrollar estados de irritabilidad, nerviosismo, falta de concentración, etc. Normalmente estos efectos remiten volviendo a fumar. Los fumadores afirman que fumar les tranquiliza, pero, sin menospreciar los efectos directos de la nicotina, lo que en realidad ocurre es

que "no fumar" los irrita, tienen el "mono".

Por otra parte, fumar cigarrillos bajos en nicotina no solo es poco efectivo en la mayoría de los casos, sino que además puede perjudicar la salud en mayor grado. Cuando un fumador adquiere tabaco bajo en nicotina, nota una disminución de la cantidad habitual de nicotina que toma, por lo que inconscientemente tiende a fumar más para suplir la falta. En consecuencia, termina administrándose la misma cantidad de nicotina y una cantidad mucho mayor de productos nocivos derivados del humo del

tabaco extra que se fuma.

En fin. Creo que ya está casi. ¡Ah!, ¿Sigues con el cigarrillo todavía? Pues te cuento

las enfermedades que se le atribuyen.

Patología circulatoria.

Las enfermedades del aparato circulatorio constituyen la primera causa de muerte en la sociedad occidental. Los dos componentes más importantes son las enfermedades

cerebrovasculares y la enfermedad isquémica del corazón o enfermedad coronaria.

Está demostrado que la mortalidad por enfermedades vasculares aumenta en los fumadores. El tabaco multiplica por cuatro la probabilidad de padecer una enfermedad

coronaria o cerebrovascular.

Entre las múltiples sustancias del humo del cigarrillo, las que presentan un mayor efecto adverso son la nicotina y el monóxido de carbono (CO).

Enfermedades respiratorias no tumorales

Los efectos del tabaco sobre las vías respiratorias se han descrito tanto a nivel de estructuras (vías aéreas, alvéolos y capilares) como en los mecanismos de defensa pulmonar. Provocando, en los fumadores, sintomatología respiratoria y deterioro de la

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función pulmonar. El tabaco causa hipersecreción, lo que da origen a tos y

expectoración crónica en los fumadores:

Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica.

Síndrome de apnea obstructiva durante el sueño.

Se ha descrito otras enfermedades respiratorias en relación con el tabaco como la fibrosis pulmonar idiopática, bronquiolitis obliterante con neumonía organizativa (BONO), granuloma eosinófilo, hemorragia pulmonar y enfermedad pulmonar metastásica. Existe evidencia de que el tabaquismo es un factor predisponente importante en el neumotórax espontáneo. Histiocitosis X, enfermedad que con

frecuencia afecta todo el cuerpo. Los síntomas en adultos pueden abarcar:

Dolor en los huesos

Dolor de pecho

Tos

Fiebre

Molestia general, indisposición o sensación de estar enfermo (malestar)

Aumento en la cantidad de orina

Erupción

Dificultad para respirar

Sed y aumento en la ingesta de líquidos

Pérdida de peso.

La neumonía intersticial descamativa también está asociada al consumo del tabaco.

Enfisema: Destruye progresivamente los pulmones haciendo tan difícil la respiración que hasta un simple paseo se hace imposible. El tabaco es el principal factor causal de las enfermedades respiratorias. Más del 90% de los casos de bronquitis se deben

al consumo de este producto.

Patología cancerígena

Cáncer de Pulmón: Lo causa el alquitrán y la nicotina que contiene el humo.

Cáncer de lengua, de laringe, de labios, en fin, de cualquier parte de la boca expuesta

durante la acción de fumar.

Patología dermatológica

Fundamentalmente con un efecto de envejecimiento precoz y aparición de arrugas faciales (rostro de fumador). Para evitar este problema los fumadores deben beber aproximadamente un 50% más de agua que los no fumadores, ya que el fumar

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produce un cierto grado de deshidratación. También un alto porcentaje desarrolló acné no inflamatorio; dolencia caracterizada por presencia de poros cerrados, quistes y

puntos blancos y negros.

Patología digestiva

El consumo de tabaco se ha asociado con la gastritis, úlcera gastroduodenal, esofagitis por reflujo, hipertrofia de papilas gustativas con déficit del sentido del gusto,

y los cánceres de boca, lengua, laringe, esófago y páncreas.

Otras enfermedades relacionadas con el tabaco:

Esterilidad en mujeres, impotencia, raquitismo (madre fumadora), desordenes hormonales, problemas vasculares periféricos, osteoporosis y un sinnúmero de

patologías, como depresión, pérdida de olfato y gusto...

Y por último, La dependencia física de la nicotina. No existe hoy día una opinión unánime acerca de la importancia de la dependencia física a la nicotina como mayor o único componente de la adicción. Hay estudios para dejar de fumar, que afirman que, aunque la ansiedad provocada por la retirada de la nicotina es físicamente real, es más leve de lo que aparenta. Por tanto, esta ansiedad, aunque existente, podría estar multiplicada en la mente del fumador por factores sociales, situaciones de estrés o sus propios temores, lo que, de ser cierto, agregaría un componente psicológico muy

importante a la adicción física.

Bueno. ¿Y ahora qué? Dejar de fumar, abandonar el hábito del tabaco, liberarte del humo, te permitirá dejar atrás todo esto que acabas de leer, pero, además, te permitirá tener una mayor expectativa de vida, y un mejor desempeño a lo largo de la misma, en

todos los sentidos.

Veamos algunos de los beneficios más conocidos.

El organismo y el tabaco

Cambios que se producen en el organismo después del último cigarrillo:

Pasados 20 minutos

La presión arterial se normaliza, el pulso se vuelve normal, la temperatura de pies y

manos aumenta y se normaliza.

Después de 8 horas:

La cantidad de monóxido de carbono en sangre disminuye a nivel normal, la cantidad de oxígeno en sangre retorna a los niveles habituales.

A las 24 horas:

Disminuyen los riesgos de un infarto.

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A las 48 horas:

El sistema nervioso se adapta a la ausencia de nicotina, mejoran los sentidos del

gusto y el olfato.

A las 72 horas:

Los bronquios se relajan y mejora la respiración, aumenta la capacidad pulmonar.

Entre las 2 semanas y los 3 meses:

Mejora la circulación, resulta mas fácil caminar, la función pulmonar aumenta hasta un

30 por ciento.

Dentro de los 3 a 9 meses:

Disminuye la tos, la congestión, la fatiga y la falta de aire, las cilias reaparecen en los

bronquios y los limpian, se reducen los riesgos de infecciones.

Al cumplirse un año:

Disminuye un 50 por ciento el riesgo de enfermedades cardíacas.

A los 5 años:

El riesgo de contraer enfermedades cardíacas es igual al de no fumador, disminuye un 50 por ciento el riesgo de contraer cáncer de pulmón.

A los 10 años:

El riesgo de contraer cáncer de pulmón es igual al del no fumador, disminuye el riesgo de contraer otros canceres.

Habría que añadir algunas puntualizaciones más.

Mejora la autoestima y el autoconcepto.

Aumenta el desempeño sexual.

Las personas con problemas circulatorios notarán que los dedos de las manos y de los

pies se enfrían menos.

Una vez que desaparezca el síndrome inicial de abstinencia, dormirá mejor.

El olfato y el gusto se harán más sensibles, hasta el punto de que el humo del tabaco

de otros fumadores le podrá irritar, y asimismo le fastidiará el olor que deja en su ropa.

Pocos meses después de dejarlo, los fumadores más empedernidos se consideran a

sí mismos menos estresados.

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Existe la evidencia de que la nicotina, lejos de aliviar el estrés, puede causarlo. La percepción de los fumadores de que la nicotina lo alivia se debe simplemente a que satisface la demanda del cuerpo de más nicotina entre cigarrillos; la respuesta de "agradecimiento" del organismo tras la nueva dosis es la que alivia la tensión.

Tendrás más tiempo para ti y para los tuyos. Calcula unos 5 minutos por cigarrillo y multiplícalo por los que fumas. Si fumas, por ejemplo, 30 cigarrillos al día, ganarás alrededor de dos horas y media o dos horas y tres cuartos. Eso sin contar el tiempo que dedicas a preocuparte por el tabaco: dónde comprarlo, cuándo, en festivos o por

la noche...

Tendrás más dinero. Y, tal como está el patio, cada vez será más caro fumar. Si fumas

una cajetilla y media al día, haz el cálculo…

La sensación de triunfo que conlleva dejar el tabaco. Te has fijado una meta y la has logrado. Es absolutamente satisfactorio, sobre todo cuando el camino tiene obstáculos imprevistos que hay que superar. Estarás legítimamente orgulloso de haber dejado el

tabaco y ese sentimiento puede fortalecer enormemente su autoestima.

Es buena idea que las metas establecidas en los primeros días o semanas tras dejarlo sean realistas y no decir cosas como 'lo dejo ahora mismo y para siempre'. En eso, te enviaré muy pronto un plan de acción paso a paso, de forma que te sea más fácil decidir el momento adecuado.

Volverás a ser dueño de tu voluntad. Ya no será la droga la que mande en tu vida. Esa sensación de triunfo sobre el vicio te acompañará y te servirá de refuerzo. Cuando se deja de fumar, los momentos de ansiedad llegan regularmente, pero habitualmente desaparecen en un par de minutos. Con la hipnosis, esos momentos están previstos

en el tratamiento, de manera que tendrás armas añadidas para minimizar su poder.

El abandonar el tabaco, junto con tener un tiempo extra, una mayor cantidad de dinero y más salud, te puede llevar a encontrar nuevos horizontes dentro de tu personalidad y desarrollar nuevas habilidades personales. Es posible que aprendas a controlar nuevas situaciones y a sortear obstáculos, ya que la nueva perspectiva de tu vida sin

tabaco, y la sensación de libertad y de autocontrol, ayudarán a tu desarrollo personal.