Defensa caro kann 2 karpov

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ANATOLI KARPOV MIJAIL PODGAETS

La Dffensa CARO-KANN Volumen 2

El Ataque Panov

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Editor: Jesús Domingo Coordinación editorial: Paloma González Traducción: Antonio Gude

No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni tampoco su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del Copyright..

Título original: Caro-Kann Defense. Panov Anack Publicado por primera vez en Rusia en 2006 por Russian Chess House Esta edición se ha traducido de la edición en inglés publicada en 2006

© 2006 by Russian Chess House © 2006 by Anatoli Karpov, Mijail Podgaets © 2008 by Ediciones Tutor, S.A.

Marqués de Urquijo, 34. 28008 Madrid Tel.: 91559 9832. Fax: 91541 0235 E-mail: [email protected] www.edicionestutor.com I! Socio fundador

de la World Sports Publishers' Association (WSPA)

Maquetación: Juan Moraño ISBN: 978-84-7902-697-4 Depósito legal: M-4107-200B Impreso en Gráficas Cofás. Impreso en España - Printed in Spain

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Sumario

Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5

Capítulo 1 1 e4 c6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 ttJf6 5 lt.Jc3 lt.Jc6 6 lt.Jf3 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 Índice del capítulo 1 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34

Capítulo 2 1 e4 c6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 lt.Jf6 5 lt.Jc3 lt.Jc6 6 �g5 . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . 35 Índice del capítulo 2 . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59

Capítulo 3 1 e4 c6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4ttJf6 5lt.Jc3 g6 !? . .. . . . . . . . . . . . . " . . . . . . . . ... , . . . . . . . 60 Índice del capítulo 3 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . ... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 88

Capítulo 4 1 e4 c6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4ttJf6 5 lt.Jc3 e6 6 lt.Jf3 ltJc6 . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . .. . . . . . 89 Índice del capítulo 4 . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. .... . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99

Capítulo 5 1 e4 c6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 ltJf6 5 ltJc3 e6 6 ltJf3 �b4 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 100 Índice del capítulo 5 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 134

Capítulo 6 1 e4 c6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 ltJf6 5 lt.Jc3 e6 6 ttJf3 �e7 .. . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . 136 Índice del capítulo 6 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 217

Apéndice: Sistema Steiner 1 e4 c6 2 c4 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 219 Índice del Sistema Steiner ... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . 249

Partidas ilustrativas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 250 Índice de las partidas ilustrativas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ... , 269

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Signos convencionales + Jaque ++ Jaque mate o-o Enroque corto 0-0-0 Enroque largo ! Buena jugada ? Mala jugada !? Jugada interesante ?! Jugada dudosa ! ! Jugada extraordinaria ?? Grave error ;t Ligera ventaja de las blancas

+ Ligera ventaja de las negras ± Ventaja de las blancas

+ Ventaja de las negras +- Ventaja decisiva de las blancas -+ Ventaja decisiva de las negras

Posición igualada 00 Posición complicada, difícil de evaluar � Posición complicada tendente a la igualdad ECO Enciclopedia de Aperturas de Informator

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Introducción

El sistema de apertura caracterizado por las jugadas 1 e4 c6 2 d4 dS 3 ed cd 4 c4!?

se llama Ataque Panov en honor del maestro y teórico soviético Vasili Panov, quien publi­có sus análisis en 1930. En aras de la precisión, conviene aclarar que, ya en 1925, había en­sayado Alekhine la idea de cambiar en d5, seguido del avance del peón e (en una partida contra Tartakower), aunque sin éxito. En 1931 se jugó la famosa partida Nimzovich-Ale­khine, en la que el cuarto campeón mundial luchó con éxito contra el Ataque Panov, si bien al comienzo del año siguiente, incluyó la variante en su propio repertorio consiguiendo éxi­tos sonados: ¡nada menos que ocho partidas ganadas de diez!, un resultado que podría en­vidiar cualquier variante de apertura.

En 1933 la variante fue puesta a prueba por Mijail Botvinnik, en su match contra Salo Flohr, con distinto grado de éxito (un punto de dos partidas), pero en los años que siguie­ron, el Ataque Panov rindió espléndidos servicios a Mij ail Moiseevich, con victorias espec­taculares y convincentes sobre H. Kmoch (Leningrado 1934), R. Spielmann (Moscú 1935), A. Budo (Leningrado 1938), A. Konstantinopolsky (Sverdlovsk 1943) y H. Golombek (Moscú 1956), que dan buena fe de ello.

En nuestros días, el Ataque Panov ha quedado entre bastidores, pero en modo alguno ha pasado a ser un sistema de apertura de segunda clase. Baste con decir que es practica­do por grandes maestros de elite, como M. Adams, 1. Polgár, A. Morozevich y V. Ivanchuk.

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6 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

La fortuna del Ataque Panov en los matches ha sido notable. Recordemos los encuen­tros por el Campeonato Mundial Chiburdanidze-Ioseliani (Telavi 1988) y Karpov-Kamsky (Elistá 1996), en los que se produjo un debate teórico sobre este sistema y sólo con gran­des dificultades pudieron las negras contener el ataque enemigo.

El material que se ofrece en este libro está dispuesto de la fonna que a continuación in­

dicamos. En la primera mitad los autores tratan de aquellas variantes defensivas en las que las

negras se abstienen de realizar la jugada ... e7-e6. Así, el capítulo 1 está consagrado a la va­riante 1 e4 c6 2 d4 d5 3 cd ed 4 c4 lLlf6 5 lLlc3 ttJc6 6 ttJf3; el capítulo 2, a la variante 1 e4 c6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 lLlf6 S lLlc3 lLlc6 6 �g5. En el capítulo 3 se estudia la continuación 1 e4 c6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 lDf6 S lLlc3 g6.

En la segunda mitad, nos ocupamos de la línea principal, 1 e4 c6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 ltJf6 5 lDc3 e6. Las posiciones que se producen tras el cambio en d.5 (ó en c4), con el peón aislado en d4, son análogas a varios esquemas del Gambito de Dama Aceptado y la De­fensa Nimzoindia, si no trasponen directamente a alguno de ellos. En consecuencia, los lec­tores que estudian las formaciones indicadas tienen a su disposición un esquema universal, susceptible de inmediata aplicación, en diversas aperturas que, a primera vista, parecen di­ferentes.

El material de la segunda mitad se divide en tres capítulos. Después de 6 liJO, las ne­gras pueden elegir entre 6 .o. lDc6 (capítulo 4),6 •• 0 �b4 (capítulo 5) y 6 '0' �e7 (capí­tulo 6).

En el apéndice se analiza el independiente Sistema Steiner: 1 e4 c6 2 c4!?

En algunos casos, este sistema traspone inevitablemente al Ataque Panov, pero en otros

se asemeja a esquemas ind.ios o de la Defensa Eslava. Es importante mencionar que al e�­

minar el Ataque Panov, junto con el Ataque Steiner, el lector obtiene una informaCIón exhaustiva tanto sobre el potencial ofensivo de la idea c2-c4 en la Defensa Caro-Kann, ro­

mo también de las posibilidades que las negras tienen de neutralizar el ataque.

La sección de partidas ilustrativas contiene material reciente, como suplemento al es­

tudio teórico del Ataque Panov.

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Capítulo 1

1 e4 c6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 ttJf6 5 ll) c3 ttJ c6 6 liJ f3

De modo que volvemos al plan en que las negras rechazan el inmediato avance . .. e7-e6. Obviamente, tratan de resolver el pro­blema del centro de otra forma.

Hay dos caminos principales: 5 .. . tlJc6 y 5 ... g6, pero primero nos ocuparemos de 5 ••• .i.e6!? (después de 1 e4 c6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 tlJf6 5 lOe3).

La idea parece artificial, pero debido a algunas mejoras (sobre todo por parte del gran maestro inglés Antbony Miles), esta salida de alfil adquirió la reputación de ser una interesante y, en cualquier caso, útil ju­gada para seguir la lucha de la apertura.

6 ltJge2 . Considerado lo más peligroso, pues el caballo se dirige a f4, desde donde puede "tocar" las casillas d5 y e6. No se lo­gra ventaja con 6 cd �xd5 7 tLJxd5 Wxd5 8 �e2 tlJe6 9 .1f3 'ii'c4 10 lOe2, en vista de 10 ... e5! 11 b3 "'a6 12 .i.xc6+ '6'xc6 13 O-O ttd8 (Kosten-Miles, Edimburgo 1985), mientras que 6 e5 se examinará más ade­lante, con un orden de jugadas distinto, 5 .. ,

ltJc6 6 lUf3 �e6 7 cS. 6 _. de 7 tlJf4 �g4. Una jugada inter­

media necesaria. Es más flojo 7 . . . .1c8 8 .1xc4 e6, debido a 9 d5! e5 10 O-O!, Y no puede aceptarse el sacrificio de pieza, 10 ... ef? 11 : el + .1e7 12 d6, mientras que 10 ... �d6 condujo a indudable ventaja blanca en la partida Hebden-Martin (Edimburgo 1985): llltJh5 ltJxh5 12 .xh5 O-O 13 llJe4 'fi'e7 14 .1d2 lUd7 15 .tc3 f5 16 tlJxd6 -'xd6 17 1i'e2, etc.

En respuesta a 7 ... .tg4, las blancas normalmente entran en la variante 8 f3 .1d7 9 .1xc4 e6 10 d5 e5 (pero no 10 ." ed?!, en vista de 11 'it'e2+ .te7 12 llJfxd5 llJxd5 13ltJxd5 �e6 14 i.f4! .1xd5 15 0-0-0 O-O 16 .1xd5, con una enorme ventaja, Yurtaev-Fette, Lungby 1990) 11 tlJd3, pero después de 11 ... .1d6, las cosas no salieron

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mal para las negras. Por ejemplo: 12 �g5 �f5 13 lZJf2lZJbd7 14 it.d3 �xd3 15 'it'xd3 (Dzhandzhava-Komarov, Novosibirsk 1989) y aquí, en opinión de L. Dzhandzhava, 15 .,. 1ib6! garantiza la plena igualdad.

El gran maestro inglés A. Kosten em­prendió, con mucho éxito, una nueva lucha por la ventaja: 8 'tt'a4+!? (en lugar de 8 f3) 8 000 it.d7 9 'iWxc4 e6 10 it.e2 lLlc6 11 O-O 1:[ eS U n dI �d6 13 d5!

A fin de explotar el retraso en desarro­llo de las negras, las blancas tienen toda la justificación del mundo para realizar esta ruptura central. Tomar el peón es demasia­do peligroso, de modo que el caballo debe retirarse. Si 13 . .. lLlb4?! 14 '6'b3 ed, entonces 15 a3 tDc6 16 lZJfxd5, con ventaja. Podrían ganar un peón, con 13 ... CiJe7 14 'ií'b3 �xf4 15 �xf4 ltJfxd5, pero después de 16 lUxd5 lUxd5 17 .id6 i.c6 18 'ii'g3, la debi­lidad de las casillas negras se hace sentir.

En la partida Kosten-Komarov (Fran­cia 1994), las negras prefirieron 13 000 lijaS 14 'ilr'd3 e5, sin ver 15liJe6!, un bonito gol­pe táctico que garantiza a las blancas una pequeña pero duradera presión en el final (con la pareja de alfiles a su favor): 15 -o fe 16 de �xe6 17 "xd6 'it'xd6 18 n xd6 cJ:;e7 19 n dI 1:[ hd8 20 it.e3, etc.

Volveremos sobre la idea ... i.c8-e6, al estudiar la variante 5 ... ltJc6 6 liJO.

5 0_ liJc6. La idea de esta jugada, en

comparación con 5 ... e6, es clara: las ne­gras atacan de inmediato el peón de d4, dejando al alfil de casillas blancas con más libertad de acción a lo largo de la diagonal c8-h3.

Las blancas tienen dos posibilidades de luchar por la iniciativa. La primera está vinculada a la idea de Botvinnik 6 i.g5 (a la que se consagra todo el capítulo 2), pe­ro aquí nos ocuparemos de 6 ltJf3. Debido al despliegue simétrico de los caballos, es­te sistema a menudo se conoce como Va­riante Cuatro Caballos.

6 '" i.g4 parece, por supuesto, lo más natural, pero también examinaremos otras jugadas de alfil.

6 oo. i.f5?!. Una continuación casi olvi­dada por completo. Según un análisis de Nenarokov, las blancas tienen una ligera ventaja posicional tras 7 c5! e6 8 .i.b5! ltJd7 9 �f4 .i.e7 10 h3 O-O 11 0-0.

6 ••• i.e6!? Una jugada que ya conoce­mos, aunque con la inclusión de 5 . . . llJc6 6 lüf3, las cosas cambian un tanto, pues las blancas ya no disponen de un jaque en a4, ni tampoco de la maniobra ltJgl-e2-f4, pe-

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 ltlf6 5 tt'lc3 tt'lc6 6 �f3 9

ro el juego se centra en la clavada del ca­ballo de c6. Después de 7 c5 (a 7 "b3 lo más simple es 7 ... dc! 8 .i. xc4 � xc4 9 'iWxc4 e6, recomendación de E. Vladirni­rov), las negras no tienen una fácil elec­ción.

7 ... g6 es insuficiente para igualar, en vista de 8 �b5! �g7 9 llJe5! En la antigua partida Dake-Alekhine (Pasadena 1932), las negras quedaron en mala posición, sin rastro de contrajuego: 9 ... "c8 10 'tWa4 �d7 11 O-O O-O 12 i,f4 a6 13 �xc6 be? 14 :He1 lDh5 15 i.d2 1:a7 16 l:1e2 i,e8 17 :'ael.

Por supuesto, 13 ... be? es un importan­te error posicional. En general, Botvinnik consideraba que después de la correcta, 13 ... �xc6, las negras no deberían tener difi­cultades: 14 lDxc6 be 15 nfe1 lLlh5 16 .i.g5 "'g4!, Y es peligroso 17 i.xe7, debido a 17 ... lOf4!, con ataque.

Sin embargo, en la práctica no se han visto deseos de poner a prueba el análisis de Botvinnik. La partida Anand-Miles (Wijk aan Zee 1989), por ejemplo, se de­sarrolló "a lo Alekhine", y no "a lo Botvin­nik": 9 ... �d7 10 �xc6 bc?! (¿por qué no 10 ... �xc6?), y las blancas de nuevo obtu­vieron ventaja: 11 O-O 0-0 12 :. el �e8 13 h3 <ith8 14 i.f4 �g815 b4 f6 16ltJf3 'ird7 17 a4 a6 18 i.h2 g5 19 1ie2 h5 20 'it'e6!

No conduce a la igualdad 7 ... �g4!? (en lugar de 7 ... g6) 8 .i.b5 �xf3 9 'irxf3 e6. Las negras se han asegurado contra la amenaza llJ f3-e5, pero a costa de perder el importante alft.I de casillas blancas. La partida Brunner-Miles (Bad Wórishofen 1989) continuó así: 10 O-O �e7 11 �f4 O-O 12 �xc6 bc 13 b4 llJd7 14 b5 1:. c8 15 : ab1 �f6 16 bc 1:[ xc6 17 lLl b5 ",a5 18 l:I.fc1 :a8, y las blancas acordaron ta­blas. ¡Demasiado pronto! El pian para mejo­rar la posición se aprecia fácilmente: 19 a3!

lLlf8 (no es posible 19 . .. a6 20 lbd6 i.xd4?, debido a 21 llJb7! ti'a4 22 n b4) 20 l:l b4 llJg6 21 �g3 i.,e7 22 :. cbl. La única columna abierta se encuentra en poder de las blancas, cuyas piezas son muy activas. No puede hablarse, por tan­to, de igualdad.

Quizá el gran maestro Dreev sea quien haya penetrado más profundamente en la posición: 7 ... a6!?

Una eficiente profilaxis. Ahora el juego blanco, basado en clavar el caballo de c6, no existe y no hay por qué entregar el alfil de e6. En la partida Brunner-Dreev (Biel 1995), el juego siguió con 8 h3 i.f5 9 �e2 g6 10 O-O i.g7 11 i.f4 O-O 12 llJe5 lDd7! 13 lDxd5 lDdxe5, y los oponentes conclu­yeron la paz.

6 ... i.g4 es la continuación principal, con la que las negraS subrayan la amenaza sobre el peón de d4.

(Ver diagrama 7.)

7 cd. Estamos convencidos de que otras jugadas son bastante más flojas que la captura en dS.

No tiene sentido jugar 7 c5?, pues tras 7 ... .axD 8 gf g6, la posición negra es mejor.

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Todavía es menos provechoso 7 it.,e3 e6 8 � e2 i.e7 9 o-o O-O 1 0 lLJ e5 � xe2 11 'iYxe2 dc! (un tema conocido: la debili­dad del peón de c6, tras el cambio de caba­llos, queda compensada por el peón aislado de d4) 12 lLJxc6 be 13 'iixc4 'it'd7 (De Fir­mian-Christiansen, Key West 1994 ).

7 �e2. Una jugada tramposa. Si las ne­gras se dejan tentar y muerden el anzuelo, 7 . .. de?!, entonces, después de 8 d5 i. xf3 9 �xf3 lLJe5 10 0-0, se arriesgan, como suele decirse, a no salir vivas de la apertura . Has­ta qué punto esto es cierto puede verse al menos en la partida Mikenas-Flohr (Olim­piada de FoIkestone 1933): 10 ... �d7 1 1 'ii'e2 ltJxf3+ 12 �xf3 0-0-0 13 b3 ! e6 14 be ed 15 �4 d4 16 ttJb5 .teS 17 .:lab 1 "c618 Wh3+ W'd7? El segundo error, y esta vez decisivo. Con 18 ... .:l d7 el resultado de la partida no estaría claro, mientras que ahora ...

(Ver diagrama 8.)

19 ltJxa7+! $i.xa7 20 'ila3, y las negras tuvieron que rendirse.

Lo mejor para las negras es no aceptar el presente griego, y jugar tranquilamente 7 . . . e6. No hay debilidades de peones, ni tampoco problemas con el desarrollo, así que ¿de dónde pueden obtener ventaja las hlancas?

7 ••• lLJxd5 8 'it'b3. Ha pasado de moda la línea 8 it.,e2 e6 9 O-O i.e7 1O h3 �h5. El único problema que tienen las negras es que están retrasadas uno o dos tiempos en desarrollo. Es posible que las blancas quie­ran explotar esto con 1 1 'ii'b3!, pero las negras disponen de suficientes recursos de­fensivos:

11 ... lLJb6 ! ? 12 i.e3 O-O 13 :fd1 lLJb4!? 14 d5!? lLJ4xd5 15 i.xb6 'itxb6 16 ltJxciS ed 17 II xd5 'iixb3 18 ab .i.xf3 19 �xf3 i.d8! 20 .:td7 .i.b6, y el peón ex­tra no juega ningún papel.

1 1 ... i.xf3!? 12 .i.xf3 'iid7 ! ? (la mane­ra más concreta de igualar) 13 i.xd5 ed 14 'it'xd5 'tIi'xd5 15 ltJxd.5 l:td8 16 ltJxe7 ri;xe7 17 .i.e3 ltJxd4 18 l:.fe1 �f6 19 : ac1ltJc6.

En la famosa partida Nimzovich-Ale­khine (Bled 1931) se jugó 8 i.b5 .a5 9 'iWb3 �xf3 10 gf ltJxe3. En esta posición, el gran pensador de ajedrez Aaron Nirnzo­vieh se confundió:

(Ver diagrama 9 .)

1 1 i.xc6 +? ! be 12 ¡Vb7? ltJd5+! 13 i.d2 'irb6 ! 14 Wxa8+ �d7 15 O-O liJe7 . La dama puede salvarse con 16 it.,a5, pero la partida ya no.

U n año después, el cuarto campeón

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1 e4 c6 2 d4 dS 3 ed cd 4 c4 tbf6 5 !Llc3 lUc6 6 lUf3 1 1

del mundo mostró el camino correcto para las blancas: 1 1 bc! e6 12 d5!, Y tras 12 ... ed? ! , obtuvo una fuerte iniciativa: 13 o-o 0 -0-0 14 i.xc6 bc 15 l:t bl (Alekhi­ne-Winter, Londres 1932) . Sin embargo, la clave de este debate teórico radica en 12 . .. a6! (en lugar de 12 . . . ed? ! ) , como en la partida Keene-Roth (Aarhus 1976): 13 de ab 14 cb :. b8 15 1:[ bl : xb7 16 a4 b4 17 i.d2 'ilVe5+ 18 �f1 'it'd6, con igual­dad.

Sin embargo, ¿es ésa realmente la cla­ve? Muchos jugadores no confían en las variantes forzadas, donde todo pende de un hilo. Así que, en respuesta a 8 -tb5 co­menzaron a jugar 8 ... l:.c8 !?, una sólida continuación que pennite a las negras lo­grar la igualdad, sin innecesarias preocu­paciones. Así es cómo evolucionan los acontecimientos: 9 h3 .i. h5 10 O-O e6 11 :t e1 Jie7 12 l:t e5 ttJxc3 13 bc Jig6 14 i.xc6+ 1::1 xc6 15 d5 1:[xc3 16 'ife1 :t c7 (merece consideración 16 .. . l:td3!? 17 .i.b2 : xd5 18 : xd5 ed 19 �xg7 :g8, y si 20 i.f6, entonces 20 . .. cwt>f8!) 17 de O-O 18 ef+ i.xf7 19 -tg5 i.xg5 20 llJ xg5 h6 21liJxf7, tablas (Jasin-Bagirov, Bélkú 1961).

8 . • • Jixf3 9 gf (no es posible, de nue­vO,9 'li'xb7? , por 9 ... llJdb4! 10 gf ::. b8, encerrando a la dama). En el tablero te-

nemas el esquema de la Variante Cuatro Caballos.

Las negras disponen de dos continua­ciones aceptables: (1) 9 ... ttJb6, que condu­ce a inmensas complicaciones, y (H) 9 ... e6, después de la cual el juego se simplifi­ca y se produce una transición al final. Las demás posibilidades no son fiables para las negras.

Así, pierde 9 . . . lbxd4? 10 i.bS+! llJxbS 11 'iWxb5+ 'iWd7 12 'i'xd7+ �xd713l¿)xd5 (Rantanen-Baljon, La Valetta 1980 ).

También es malo 9 . . . lDdb4? 10 �e3. El caballo no puede zafarse y nadie pue­de acudir en su ayuda. En la partida Ge­ller-Orev (Kislovodsk 1968) siguió 10 . . . a5 11 d5 a4 12 " dI liJ b8 13 a3 lD4a6 14 i.b5+ liJd7 15 O-O liJc7 16 i.xa4, y la ventaja blanca adquirió proporciones de­cisivas.

Es dudoso 9 '" liJxc3?! Cierto que las blancas harían bien en olvidarse de la casi­lla b7, pues en la variante 10 'ti'xb7?! lOxd4 11 bc lOc2+ 12 <;te2 1: b8 13 1Wc6+ ¡Vd7 14 1!t'xd7+ c¡i;>xd7 15 i.h3+ rJilc6, no ganan el caballo. Por ejemplo: 16 i.f4 e5! 17 1: ac1 ef 18 : xc2 i.c5, con igualdad (análisis de Moiseev y Ravinsky ) . Sin em­bargo, es más sencillo 10 bc 1Wb6 11 dS, po-

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10 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

Todavía es menos provechoso 7 �e3 e6 8 .ie2 .ie7 9 O-O O-O 10 tDe5 .i xe2 11 'irxe2 de! (un tema conocido: la debili­dad del peón de c6, tras el cambio de caba­llos, queda compensada por el peón aislado de d4 ) 12 tDxc6 be 13 'ií'xe4 ¡Vd7 (De Fir­mian-Christiansen, Key West 1994).

7 .ie2. Una jugada tramposa. Si las ne­gras se dejan tentar y muerden el anzuelo, 7 ... de?!, entonces, después de 8 d5 .ixf3 9 .i.xf3 tDe5 10 O-D, se arriesgan, como suele decirse, a no salir vivas de la apertura. Has­ta qué punto esto es cierto puede verse al menos en la partida Mikenas-F1ohr (Olim­piada de fuIkestone 1933): 10 ... 'i!t'd7 11 'ii'e2 ltJxf3+ 12 Wxf3 0-0-0 13 b3 ! e6 14 be ed 15 ,¡f4 d4 16 tDb5.ic517 :ab1 '(id) 18 'iWh3+ "-d7? El segundo error, y esta vez decisivo. Con 18 ... nd7 el resultado de la partida no estaría claro, mientras que ahora ...

(Ver diagrama 8.)

19 tDxa7+l iLxa7 20 'it'a3, y las negras tuvieron que rendirse.

Lo mejor para las negras es no aceptar el presente griego, y jugar tranquilamente 7 oo. e6. No hay debilidades de peones, ni tampoco problemas con el desarrollo, así que ¿de dónde pueden obtener ventaja las hlancas?

7 ••• tDxd5 8 1i'b3. Ha pasado de moda la línea 8 �e2 e6 9 O-O .ie7 10 h3 �h5. El único problema que tienen las negras es que están retrasadas uno o dos tiempos en desarrollo. Es posible que las blancas quie­ran explotar esto con 11 'ifb3!, pero las negras disponen de suficientes recursos de­fensivos:

11 .oo tLJb6!? 12 .ie3 O-O 13 l:lfd1 tDb4!? 14 d5!? tb4xd5 15 .i.xb6 'ifxb6 16 lLlxd5 ed 17 1: xd5 'Wxb3 18 ab .ixf3 19 �xf3 .id8! 20 l:d7 .i.b6, y el peón ex­tra no juega ningún papel.

11 . .. .ixf3!? 12 .ixf3 'ti'd7!? (la mane­ra más concreta de igualar) 13 .l.xd5 ed 14 'ilxd5 'ifxd5 15 lUxd5 Dd8 16 lUxe7 cj;xe7 17 Ae3 tDxd4 18 lHe1 cj;f6 19 rlac1lUc6.

En la famosa partida Nimzovich-Ale­khine (Bled 1931) se jugó 8 .i.b5 "a5 9 'iWb3 .ixf3 10 gf lLlxc3. En esta posición, el gran pensador de ajedrez Aaron Nimzo­vich se confundió:

(Ver diagrama 9.)

1 1 .ixc6+? ! be 12 'i/ib7? lUd5+! 13 .i.d2 ¡¡b6! 14 'it'xa8+ �d7 15 O-O lUe7. La dama puede salvarse con 16 .t.a5, pero la partida ya no.

Un año después, el cuarto campeón

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 lUf6 5 �c3 tUc6 6 tUf3 1 1

del mundo mostró el camino correcto para las blancas: 11 be! e6 12 d5!, Y tras 12 ... ed?!, obtuvo una fuerte iniciativa: 13 O-O 0-0-0 14 -txc6 bc 15 l:t b1 (Alekhi­ne-Winter, Londres 1932). Sin embargo, la clave de este debate teórico radica en

12 ... a6! (en lugar de 12 ... ed?!), como en la partida Keene-Roth (Aarhus 1976): 13 dc ab 14 cb :. b8 15 l:l b1 l:t xb7 16 a4 b417 i.d2 'i!ke5+ 18 q¡,n "'d6,con igual­dad.

Sin embargo, ¿es ésa realmente la cla­ve? Muchos jugadores no confían en las variantes forzadas, donde todo pende de un hilo. Así que, en respuesta a 8 .tb5 co­menzaron a jugar 8 ... 1: e8!?, una sólida continuación que pennite a las negras lo­grar la igualdad, sin innecesarias preocu­paciones. Así es cómo evolucionan los acontecimientos: 9 h3 i.h5 10 O-O e6 11 :. el i.e7 12 n e5 lb xc3 13 bc i.g6 14 i.xc6+ :1xc6 15 d5 ':xc3 16 ¡fe1 :lc7 (merece consideración 16 ... l:td3!? 17 i.b2 :'xd5 18 %:txd5ed 19 �xg7 llg8,ysi 20 i.f6, entonces 20 '" q¡,f8!) 17 de O-O 18 ef+ i.xf7 19 .ig5 i.xg5 20 l¿) xg5 h6 21l¿)xf7, tablas (Jasin-Bagirov, BaIcú 1961).

8 ..• i.xf3 9 gf (no es posible, de nue­vO,9 Wxb7?, por 9 ... l¿)db4! 10 gf .c.b8 , encerrando a la dama). En el tablero te-

nemos el esquema de la Variante Cuatro Caballos.

Las negras disponen de dos continua­ciones aceptables: (1) 9 ... ttJb6, que condu­ce a inmensas complicaciones, y (H) 9 ... e6, después de la cual el juego se simplifi­ca y se produce una transición al final. Las demás posibilidades no son fiables para las negras.

Así, pierde 9 ... lbxd4? 10 i.b5+! lbxb5 11 "'xb5+ 'iWd7 12 'i!i'xd7+ q¡,xd7 13 lbxd5 (Rantanen-Baljon, La Valetta 1980).

También es malo 9 ... lbdb4? 10 .te3. El caballo no puede zafarse y nadie pue­de acudir en su ayuda. En la partida Ge­ller-Orev (Kislovodsk 1968) siguió 10 ... aS 11 dS a4 12 _dI l¿) b8 13 a3 tb4a6 14 .tb5+ lOd7 15 O-O lOc7 16 i.xa4, y la ventaja blanca adquirió proporciones de­cisivas.

Es dudoso 9 ... lOxc3?! Cierto que las blancas harían bien en olvidarse de la casi­lla b7, pues en la variante 10 'it'xb7?! lbxd4 11 bc lOc2+ 12 q¡,e2 l:t b8 13 'it'c6+ 'itd7 14 Wxd7+ �xd7 15 i.h3+ <iitc6, no ganan el caballo. Por ejemplo: 16 .tf4 e5! 17 l:tac1 ef 18 l:l xc2 i.c5, con igualdad (análisis de Moiseev y Ravinsky). Sin em­bargo, es más sencillo 10 bc 'tr'b6 11 d5, po-

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1 2 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

niendo de relieve la ventaja posicional de las blancas.

1 9 •.. lbb6

Las blancas se encuentran en una en­crucijada: (A) 10 �e3, o (B) 10 d5.

A 10 �e3. Digámoslo de inmediato: és­

ta no es la mejor jugada. Aunque tam­bién en este caso, y como demuestra la práctica, a las negras les resulta muy difí­cil refutarla, con un juego preciso de su rival. 10 �. e6. Como veremos, las negras lo tienen todo en orden con su estructu­ra de peones. Pero aquí el retraso en de­sarrollo puede adquirir proporciones amenazadoras. Mucho depende de la si­guiente jugada blanca. Así, después de 11 :dl1l �b4 ! 12 a3 �a5 , las negras se sa­cuden fácilmente sus temores, pues las blancas no lograrán realizar el avance d4-d5 en un futuro próximo. En la parti­da Marin-Magern (Berga 1995), el juego continuó aSÍ: 13 �d3 .c.c8 14 ::1g1 O-O!? 15 �f1 (la idea de enrocar se ve en la va­riante 15 �h6 g6 16 �xf8 lbxd4!) 15 ... .ixe3 16 be g6 17 iLh6 1: e8 18 1: g5 lbd5

19 c4 lba5!, y el ataque blanco finalmen­te se extingue.

La ruptura en el centro conduce a con­secuencias confusas: 11 d5 ed 12 :lg1 g6. Por ejemplo, la partida Plaskett-Wells (Londres 1991) condujo inmediatamente

a tales complicaciones que es imposible comentarlas: 13 0-0-0 �d6!? 14 ':g5 d4! 15 �e4 O-O 16 �b1 �e7 17 ':b5 .d7

18 �6 l:lfd819 a4 d3!? 2D l:lxd3lüd4 21 Wdl lOxb522 l%xd7 :xd7 23 WelllJd4, etc.

Con mayor frecuencia, las blancas eli­gen entre 11 : g1 y 11 0-0-0.

1) 11 l:t gl. A primera vista., la jugada no requiere mayor explicación. Con el ata­que al peón de g7, las blancas impiden el desarrollo del alfil de f8 y, por tanto, ganan tiempo para organizar la ruptura d4-dS. Sin embargo, y como luego veremos, las cosas no son tan simples ...

a) Primero hay que decir que es dudo­

so ganar un peón, 11 _. lDxd4?l U .ixd4 li'xd4, en vista de 13 �b5+ q;e7 14 l:d1 li'e5+ 15 �n g6 16 liJe4 f(J 17 �g2 Wf7 18 l:t gel., con un ataque muy fuerte. �r esta razón, trataremos ahora _de la contl­nuación más lógica y, posiblemente, más fuerte, aunque ... ¡no la más interesante!

b)l1 ... g6

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1 e4 c6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 ttJf6 5 lOc3 lOc6 6 ltJf3 1 3

=-"---_"-'-'---'''-'-'---' _____ -----' 13

u 0-0-0. En la partida Zaichik-Dolma­tov (Kutaisi 1978 ), las blancas decidieron prescindir de la ruptura d4-dS, pero el ex­perimento no tuvo éxito: 12 l:ld1!? .td6 13 h4 0-0 14 h5 tLlb4! 15 a3 liJ4d5 16liJe4 .i.f4 17 hg hg 18 .i.h3 Q;g7, Y las negras acabaron ganando .

U _ i.e7. Descartando 12 ... i.g7 ?, y no sin razón. Después de 13 d5! ttJxd5 14 liJxd5 ed 15 i.c5!, queda claro que el alfil de casillas negras debería proteger la dia­gonal a3-f8. En la partida Sveshnikov-A. Ivanov (Leningrado 1976) se jugó así, y las negras no lograron enderezar la situación:" 15 ... Wc7 16 l:le1+ i.e5 17 f4 liJe7 18 Wb5+ 'iPf8 19 l:lxe5 l:lc8 20 b4 b6 21 .i.h3! 13 dS!. La decisión de postergar in­definidamente la ruptura y jugar de forma más refinada no da resultado, ya que des­

pués de 13 .th6 'tIc7 14 i.h3,las negras con­siguen poner su rey a cubierto: 14 . . . Q..O-()! Las blancas pueden forzar unas tablas (¡y además espectaculares!) pero no más que eso: 15 d5 (15 liJb5? liJxd4+) 15 ... lüxd5 16 : xd5! (no es posible 16lLlxd5? :xd5,y a 17 l:lxd5 ó 17 'ti'xd5 sigue 17 ... liJd4+) 16 ... 'W'xh2 17 : g3 J&.h4 18 J&.f4! J&.xg3 19 l:l xd8 + l:l xd8 20 i..xe6+! fe 21 "xe6+ l:ld7 22 'tIfg8+!,con jaque per­petuo.

Después de 13 dS, se tiene la impresión de que las blancas van a embarcarse en una campaña para retener al rey enemigo en el centro, pero en realidad todo se tra­duce en una prosaica igualdad: 13 ..• ed 14 ttJxclS ttJxdS 15 : xtlS Wc7, y ahora:

16 _c3 i.f6! 17 "c5 (el alfil es intoca­ble: 17 "'xf6? lLld4+ 18 �d2 'ilc2+, etc.) 17 ... iLe7 18 'it'c3 i..f6, con repetición de posiciones (Sveshnikov-Hodgson, Sochi 1986), o bien:

16 �b1 0-0 17 f4 l:lad8 18 iLg2 i..f619 %lc1 l:lxd5 20 WxdS %ld8 21 'ifb5 a622 "'a4 l:ld6. La pareja de alfiles sin duda es una ventaja, pero ¿cómo puede operar con una defectuosa formación de peones en el flanco de rey? Lo más probable es que las blancas no puedan ganar (Lautier-Illescas, Úbeda 1997).

e) 11_ iLb4!? ¡Ésta es la cuestión! Pa­rece que el peón de g7 puede ignorarse.

Este sacrificio lo realizó por primera vez Kasparov, en una partida contra Ehlvest (Moscú 1977). Vale la pena aclarar que l I . .. �e7?!, con el mismo propósito. es clara­mente más débil, en vista de la varianle forzada 12 l:txg7llJxd4?! 1} �h)+ �rx 14 �h6 ttJf5 15 l:lxh7+ <;t>g.X ltí llxhX+ �xh8 17 iLf4 lOd4 IX .dl l¿)xh5 19

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14 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

liJxb5, etc. (lliescas-Van den Doel, Les Es­caldes 1998).

Después de 11 '" i.b4, surge el mo­mento de mayor interés en toda la varian­te con 11 : gl.

Si 12 .: xg7, las negras, por supuesto, no ganan el peón de d4, sino que concentran todas sus fuerzas en la columna e: 12 ... liJd5 13 0-0-0 :tc8 14 �bl .txc3 15 bc a6 16 n el liJa5 17 'ita3 'it'b6+ 18 �a1 liJc4, con una amenazadora iniciativa.

Es posible 12 0-0-0, pero entonces, cambiando el caballo de e3, las negras hacen inocua la ruptura d4-d5: 12 ... � xc3 ! 13 bc 'ii'f6!? Esta posición la de­fendió dos veces el maestro ucraniano Peter Marusenko, en ambas ocasiones con éxito:

14 l: g3 h6 15 .td3 0-0-0 16 .te4 ':d7 17 l:t g4 : hd8, seguido de ttJc6-aS-c4 (Nie­minen-Marusenko, Port Erin 1999).

14 f4 O-O 1 5 f5 ! ? 'ii'xf5 16 .th6 g6 1 7 ..txf8 'it'xf2 18 .td3 .: xf8, con eviden­te compensación por la calidad (Stanton­Marusenko, Port Erin 2(00).

En la partida Ehlvest-Kasparov, antes mencionada, las blancas prefirieron espe­rar un poco a enrocar y jugaron U .tb5!? tUd5 13 : xg7. Pero incluso aquí, después

de 13 _ 'Vb6!?, las negras encontraron contrajuego: 14 �n lbxc3 15 .txc6+ \i'xc6 16 be �f8 17 ':xb7 0-0 18 l:tbS 'ilxO 19 ':xb7 ()..O 20 :b1 �f6 21 _dI "'113+ 22 �e2 'itth8.

Como antes, las negras tienen un peón menos, pero no hay coordinación en las fi­las blancas, y quizá en torneo el juego de éstas sea aún más difícil que el de su rival. Por cierto que en la lucha anterior, Kaspa­rov logró imponerse.

No hay nada sorprendente en el hecho de que la idea 11 .: gl haya abandonado la escena. Si la amenaza al peón de g7 no preocupa lo más mínimo a las negras, ¿ va­le la pena invertir un tiempo en la jugada de torre?

2) 11 0-0-0. Las blancas dejan la torre en h1 y se concentran en preparar la rup­tura d4-dS. 11 _ �e7. Es difícil decir si es beneficioso incluir las jugadas 11 ... 'fIc7 12 q.,bl. Lo que sí está claro es que las ne­gras no pueden jugar 12 . .. �-O, en vista de 13 lbb5 'tWb8 14 d5! lbxd5 15 �h3! a6 16 :'xd5 l:t xd5 17 1Wxd5 ab 18 �xe6+!, ganando. U dS. Tras el desarrollo del alfil de f8, la jugada 12 l:t gl parece insigni­ficante. Pero así fue cómo jugaron las blancas en las partidas magistrales Nunn-

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1 e4 e6 2 d4 d5 :3 ed ed 4 e4 ltJf6 5 ltJc3 t¿)e6 6 t¿)f3 15

Chandler (Bristol 1981) y Ehlvest-Oll (Ri­ga 1995). La lucha siguió así: 13 .,. O-O 14 d5 lüxd5 15 tDxd5 cd 16 �xd5 'fIJc7, y ahora tras 16 �b1 'ilxh2 (la jugada de ChaQ.­dIer), o de 16 Wc3 �f6 ! (como jugó Oll), es evidente que las blancas no consiguen organizarse.

Después de U _ ed surge una posición crítica de la variante 11 0-0-0.

a) 13 �xb6 no reporta ventaja alguna, si las negras retoman de dama. Sin embar­go, después de 13 ..• ab 14 lü xd5 O-O 15 .J:tg1 .tf6 16 1:g4!, las blancas siguen te­niendo algunas posibilidades. Por ejemplo:

16 ... l:.aS 17 c;Pb1 l:lc5 18 tDxb6 lüd4 19.b4 l:.c6 20 llJc4 (Short-Miles, Brigh­ton 1984).

16 ... 'ii'd6 17 lüxb6 (tal vez valga la pe­na retrasar un poco esta captura y jugar antes 17 �b1 !?) 17 ... llJd4 18 l:lgxd4 .t xd4 1 9 llJ xa8 l:l xa8 20 .t c4 1: f 8 2 1 W'xb7 .txb2+! (Hebden-Nunn, Mar­bella 1982).

Por otro lado, el final después de 13 •••

'irxb6 14 .xb6 ab 15 llJxd5 es completa­mente inocuo para las negras, como ha confinnado repetidamente la práctica:

15 _ %:. xal (es posible que aún sea más fuerte 15 .. . �d8!? 16 �b1 O-O 17 f4 1:e8

18 �c4lf¡1f819 l:the1 :%,xe1 20 .l:txe1 nc8 21 �b5 tDe7 22 tlJe3 .tc7, y la posición negra incluso es algo preferible, Zajariev­Kiril Georgiev, Corfú 1991) 16 !iitbl n a5 17 .tbS �nn. Aquí ya es demasiado tarde para jugar 17 .. . .id8?! Por ejemplo: 18 : he 1+ c¡f¡l d7 19 b4! :. a3 20 .id3 g6 21 1:e3 ll a7 22 b5 tlJd4 23 .tn. La posi­ción del rey en d7 no parece conveniente para las negras (Morovic-Cámpora, Dubai 1986). 18 0, xe7 rj; xe7 19 l:l hel+ '1f;>f6 20 :td6+ !iitgS!? 21 %:.gl+ '11;>f4. Las blan­cas han sacado lo mejor de la posición, pe­ro no pueden ocultarse las debilidades de peones en el flanco de rey, y el contrajue­go negro debería ser suficiente para unas tablas (Potkin-Kazakov, Moscú 1998).

b) La tarea de las negras es más com­plicada dspués de 13 .tbS!? O-O 14 lLlxd5 0,xdS 15 .... xdS.

En la partida Onischuk-Kutsin (Niko­laev 1995), las negras no eligieron el mejor orden de jugadas para trasponer al final: 1 5 ... 'tic7? ! 16 'itd7! l:lfc8 17!iitbl .tf6 18 .xc7 1: xc7 19 .txc6!, y tanto 19 ... bc 20 b3, como 19 .. , l:txc6 20 l:l d7 b6 2 1 %lc1 no dejan lugar a dudas: el final es muy de­sagradable. Es probable que con una defen­sa impecable las negras puedan sostener

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16 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

su posición, pero seguramente no querrán volver a jugar este final.

Por consiguiente, vale la pena conside­rar 15 _llJb4!?, en cuyo caso la transición al final no da ventaja a las blancas: 16 'iWxd8 lHxd817 :xd8+ :xd8 18 a3 a6!, etc. Ganar el peón de b7 conduce a tablas por jaque perpetuo: 16 'it'xb7 'ira5 17 a4 :ac8+ 18 c¡\;b1 :c7 19 'it'e4 a6 20 .i.d7 .: xd7! 21 l: xd7 'it'xa4 22 Wxe7 (no es po­sible 22 1:xe7? l:c8) 22 ... Wc2+.

Esto nos deja 16 We4, pero entonces 16 _ "aS 17 .i.c4 .if6. La lucha se concentra , de forma un tanto imperceptible, en tomo al rey blanco. Es posible que no sea nada serio, pero en cualquier caso las negras lle­van la batuta . 18 a3 (también es interesan­te 18 \tilb1 l:ae8! 19 'ifg4 h5 20 Wf4 :dS) 18 ... 'it'c7! 19 .i.f4 (una jugada de doble fi­lo, pero de otro modo las negras tienen buen juego, por ejemplo, 19 ab?! b5 20 .i.c5 1:fe8, ó 19 \tilb1 t¿jc6) 19 _lDa2+ (el caballo queda en posición muy peligrosa, pero ¿cómo puede atraparse?) 20 \tilc2 (20 �b1 Wb6 21 .i. e5 : a e8) 2 0 ... Wb6 21 .i.e5 (21 l:b1 l:ac8 22 .i.e3 'it'b5 23 b3 liJc3) 21 ... �xe5 22 'it'x e5 1:ac8 23 b3 Wxf2+ 24 -t>bl b5, Y las negras están cerca de la victoria.

Si estas variantes son correctas, enton­ces 15 .. . ttJb4 elimina todas las cuestiones acerca de las variantes derivadas de 13 .ib5!? 0-0 14 'üxd5 'üxd5 15 'it'xd5.

c ) 13 lLJxd5 llJxd5 14 : xd5 'it'c7 15 �b1 0- 0

(Ver diagrama 19.)

Desde 10 .i.e3, ambos bandos han rea­lizado seguramente las jugadas más natu­rales y lógicas. Se ha llegado a una posición fundamental para la evaluación de toda la variante. La iniciativa sin duda corre a cargo de las blancas, pero ¿qué di-

mensión tiene esa iniciativa? En su favor cuentan con la ventaja de los dos alfiles y posibilidades de atacar Por la columna g. Por su parte, las negras pueden defender por el momento a su rey de las principales amenazas, y si el ataque blanco no prospe­ra, la debilidad de los peones de n, f2 y h2 puede tener mayor importancia que los . demás matices.

Por otra parte, las blancas tienen que resolver un problema local: ¿por dónde deben desarrollar su alfil de casillas cla­ras?

16 f4. Aparentemente, lo mejor. Las blancas planean situar el alfil en la diago­nal h1-aS. Otras continuaciones son menos prometedoras:

16 .i.e2 1: ad8 17 1: hd1 .: xd5 18 : xd5 .i.d6 19 h4 �f4 20 a3 (a 20 .i.xf4 'ti'xf421 1Wxb7, es molesto 21 ... tOd4) 20 . .. .i.xe3 21 fe : e8, y el ataque blanco ha sido neutralizado (Komeev-Izeta, Aleo­bendas 1994).

16 .i.d3 lDb4 17 l:th5 lOxd3 18 "xd3 g619 nc1 "'b820 i.h6 l:ld8 21 .c3.tfB 22 �xf8 :xf8, y las negras de nuevo se

defienden (Jarlov-Evseev, Kazán 200�). 16 _ lOb4. No está claro cómo mejorar

el juego blanco en la variante 16 ... 1: ad8 17 �g2 : xd5 18 .i.xd5 i.f619 : dI g6

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 llJf6 5 lUc3 lUe6 6 llJf3 17

20 h4 Ud8 21 h5 gh!? 22 l:I.g1+ <¡f¡lh8 (Nar­ciso-Matulovic, Belgrado 2(01), pero, por alguna razón, es más popular el salto de caballo. 17 l:ld4.

H H .�.1:t 20

Posición crítica de la variante. Por su­puesto, es posible retroceder, sencillamen­te, con el caballo, con una oferta tácita de tablas, 17 ... llJc6. En las siguientes parti­das, las blancas rechazaron las tablas, pero no vemos nada sustancial que sugiera un plan ganador:

18 l:d1 l:lad8 (o bien 18 ... �f6 19 i.g2 l:l fd8 20 �e4 :. xd1 + 21 :. xd1 :. d8, Anand-Karolyi, Frunze 1987) 19 �g2 i.f6 20 Wa4 . c8 21 : el .g4 22 i.xc6 be 23 l:l xc6 : b8. El peón extra es tangible, pe­ro el rey de b1 se encuentra realmente en­fermo, y los islotes de peones en el flanco de rey no van a ninguna parte (Cheka­chev-Iruzubieta, San Sebastián 1996).

Sin embargo, lo principal es que la ten­tadora idea 17 _ .có?! no da resultado. Después de 18 l:l.gl, sea cual sea la torre que se sitúe en d8, las blancas explotarán la mala posición del rey contrario, diri­giendo rápidamente sus fuerzas contra el mismo:

18 ... l:ad8 19 i.g2 'l'g6+ 20 f5! 'it'xf5+ 21 i.e4 .a5 22 a3 llJc6 23 : xd8 llJxd8

24 i.d4 i.g5 (Ács-Ruck, Paks 1996), y aquí era posible conseguir una gran venta­ja: 25 �c3 'it'c5 26 i.b4 ¡fe5 27 :te1!

También tiene sus inconvenientes 18 ._

1: fd8 19 �g2 'tWg6+ 20 f5! 'lt'xf5+ 21 i.e4 .aS 22 i.h6 g6 (22 . . . i.f8 23 i.xg7! iLxg7 24 l:t xb4, ganando).

23 �xg6! hg 24 :. xg6+ �h8 25 i.g7+ �g8 26 �f6+ �f8 27 iLxe7+ q;xe7 28 We3+ �fS 29 'ir'h6+ q;e7 30 l:e4+ C¡Pd7 31 l:d6+ �c8 (tmnbién pierde 31 .. , Q;c7 32 rle7+ �c8 33 .c1+ <iPb8, por la tranquila 34 'fff4! Wxa2+ 35 �c1 'Ih1+ 36 C¡Pd2 'irxb2+ 37 Q;e1) 32 l:xb4 "'f5+ 33 Cital .: xd6 34 'it'xd6 'ife6 15 '11.:5+ c¡tbS 36 1: c4. El final de piezas pesadas es com­pletamente desesperado para las negras.

No obstante, el éxito en una variante analítica aislada no puede ocultar el hecho de que, en general, las negras están muy cerca de la igualdad en el sistema 10 �e3. En la inmensa mayoría de los casos, las blancas no consiguen poner en marcha un ataque y el juego desembocará en un final, en el que las blancas sólo tendrán posibili­dades académicas de victoria.

Paralelamente a la teoría de la varian­te 10 ..te3, hemos aumentado nuestros co­nocimientos de 10 d5. También aquí está

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1 B LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

claro que las cosas pintan mal para las ne­gras ...

B 10 dS. Después de 10 ... lDd4, las bl�n­

cas pueden elegir entre dos continua­ciones.

La jugada 11 "dI conduce a complica­ciones interminables (en las que las negras tienen más posibilidades de confundir a su oponente). 11 �b5+, que se sugiere por sí sola, permite conseguir una sana ventaja sin peros:

1) 11 '1!;'d1 eS!. La jugada 11 .. . lDf5 es ilógica (¿por qué desplazar un caballo tan magnífico?) y floja. Después de 12 �b5+ lDd7 13 O-O g6 14 :el �g7 15 �g5 f6, 16 d6! liquida la lucha. El alfil no puede to­marse, 16 ... fg 17 de lDxe7 (o bien 17 ... "c8 18 nc1, con irresistibles amenazas) 18 lDdS, mientras que a 16 ... e5 sigue 17 :1 xe5+! U de. Las blancas no pueden mi­nar el soporte del caballo, 12 f4?! �d6 13 fe i.xe5 14 i.e3 conduce a una posición en la que sólo las negras tienen posibilida­des: 14 .. , lLlf5 15 �xb6 'ti'xb6 16 'iVa4+ �d8 17 S¿,h3 �xc3+ 18 be ne8+ 19 c¡tf1 'iWf6 20 'iVf4 n e5 (Worley-Marusenko, Newport 2001).

Después de 12 de, tenemos en el table­ro la posición más crítica de toda la varian­te con 11 'it'dl . Si las negras quieren mantener la lucha en vilo, deberán refle­xionar cuidadosamente acerca de esta po­sición.

Ahora las negras pueden elegir entre cuatro continuaciones. Así, es posible to­mar el peón (con 12 .. . lLlxe6 612 .. . fe), o jugar un gambito (con 12 ... "'f6 ó 12 '"

..tc5). En realidad, la elección se limita a dos

jugadas, pues las demás no son muy apro­piadas:

a) U ooolDxe6 13 i.b5+ IiJd7 14 �e3 i.b4 15 f4 IiJc7 16 �xd7+ 'iVxd7 17 'it'xd7+ �xd7 18 0-0-0+ �c6 19 :d4 i.xc3 20 .: c4+ c;!tdS (Balashov-Sveshni­kov, Lvov 1973) 21.1:[ xc7. La ventaja blan­ca se mide en peones, y es sólo el comienzo.

b) U o ... f6?! 13 ef+ rl;xf7 14 ..i.g1 .i.b4 (o bien 14 ... l:e8+ 15 llJe4 i.b4+ 16 �f1 'iWe5 17 'W'd3, TItz-VIZer, Graz 20(1) 15 O-O �xc3 16 be lLle6 17f4 :.dl18 i.e3 l:l hf8 19 l:l el, con ventaja (Ekstrom-Kriz­sany, Basilea 1999). Por supuesto. las ne­gras pueden mejorar su juego, pero de todos modos 12 ... 'iff6 resulta sospechosa.

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 �t6 5 tUe3 tUe6 6 lUf3 1 9

c) Sin embargo, U .•• i..c5!? podría jus­tificar la línea. Veamos con qué armonía pueden desarrollar sus piezas las negras. Las torres ocuparán las columnas centra­les d y e, y la dama se desplazará a h4. Es posible que su compensación valga más que el peón sacrificado. 13 ef+. Abstenerse de la captura inmediata no resuelve el pro­blema: 13 �b5+ liJxb5 (también es intere­sante 13 .. . �f8!? 14 i..e3 liJ xe6, con mejor juego, Eising-Kuijf, Amsterdam 1984) 14 ef+ c¡f¡>f8 15 1Wxd8+ 1:[ xd8 16 liJxb5 c¡f¡> xf7 17 O-O liJc4 18 liJc3 : d3 19 liJe4 .i.d4, y es evidente que las negras no lucharán por la igualdad (van Wely-Lautier, Montecarlo 1998). 13 o •• � xf1 14 ..i.e3 :t e8 15 Ad3!? La recomendación de Shirov, 15 .i.e2 'it'h4 16 llJe4, no basta para cambiar el humor de las negras. El propio Shirov, por cierto, ha señalado que, como mínimo, las negras tienen las tablas a su alcance: 16 . . . : xe4!? 17 fe 'ii'xe4 1 8 O-O llJxe2+ 19 'ii'xe2 Wg6+ 20 'iPh1 'iWe4+. 15 ... Wh4! 16 llJe4 :1 ad8!

¡Honor y gloria al gambito! En la par­tida Grünfeld-Shirov (Budapest 1996), las blancas trataron de limar la iniciativa con traría: 17 � xd4 (o bien 17 O-O ..i. d6 18 lüxd6+ : xd6) 17 _o : xd4 18 O-O ..i.d6 19 'ifb3+ lttm 20 llJxd6 1:{ xd6, aunque só-

lo lo lograron parcialmente. Shirov ganó esta fascinante partida y, desde luego, 12 .. . �c5 posiblemente sea el arma principal de las negras contra la variante 11 'Mí'dl.

d) U .00 fe. No es muy emocionante, pe­ro sí una continuación más popular. 13 �e3. La neutra 13 ..i.g2 se ha ensayado re­petidamente. Ahora, la salida de dama (dentro de las líneas de la partida Grun­feld-Shirov) 13 . . . -'h4?! no logra su obje­tivo, en vista de 14 f4 ! : d8 15 O-O .: d7 16 .i. e3 llJ f5 17 'it'b3 'ifg4 18 � h1 .i. d6 19 :tg1 llJ xe3 20 fe, con evidente ventaja (Grunfeld-Kuijf, Munich 1992). Pero la sencilla 13 . . . .i.e7 !? 14 O-O O-O 15 f4 'ili'd7 16 ¡Vd3 l:l ad8 parece plenamente satisfac­toria. Después de 17 \!fe4 .i.b4! 18 �h1 \!fc6! , la posición está completamente igualada (Al-Modiahki-Dzhumaev, Mala­sia 1994). 13 '0' .i.c5. Ahora las blancas pueden elegir entre continuar su desarro­llo, con 14 .i.g2, o agudizar la posición al lí­mite, con 14 b4.

dI) 14 b4!? conduce a un juego forza­do, en el que las posibilidades de las negras de igualar son mayores que las de las blan­cas de conseguir ventaja. Resumiendo, ni siquiera 14 ... ..i.xb4!? parece poder re fu­tarse: 15 .i.xd4 llJ d5 16 'fft,3 l:1c8, o bien

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20 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

15 'iWxd4 'ifxd4 16 �xd4 lLJd5 17 :I c1 .: c8 18 c¡f¡>d2 0-0, Y no está claro cómo fi­nalizará el conflicto.

Después de 14 b4, la elección natural es entre 14 oo' O-O y 14 .. . '6'f6.

dll ) 14 000 o-o 15 be ltJxf3+ 16 �e2 'iWh4!? Se juega más a menudo 16 o o . 1i'f6, pero en tal caso la partida revierte a la lí­nea d12), por inversión de jugadas. 17 ch. Está claro que, en posiciones de este tipo, el valor de una jugada se incrementa una y otra vez y, en consecuencia, también el costo de un error. Así, en la partida Eilert­sen-Henriksen (Noruega 1990) bastó con que las blancas omitiesen "algo", 17 .ig2?, y en un instante su posición se volvió difí­cil: 17 o o . :l ad8 18 'irb3 :d2+! 19 .ixd2 ttJd4+, etc. 17 _o :l ad8 18 "'a4. Es poco animosa 18 Wxd8? ti'xd8 19 l:I. d1 'iWh4! 20 ba 'it'c4+ 21 l:[d3 lLJeS, con ventaja de­cisiva (Arytunov-Marusenko, Kiev 1998).

En esta agudísima posición de la parti­da Pisk-Pingitzer (Stockerau 1992), las ne­gras se apresuraron a dar un descubierto de caballo en d4, arruinando así su ataque. Sin embargo, valía la pena considerar 18 _

'ii'h5!?, con esta posible variante: 19 .ig2 lOb4+ 20 �n (no es posible 20 S, por 20 '" n xf3! ) 20 _ ttJxg2 21 'iWe4 (a 21 �xg2

es fuerte 21 . . . 'it'g6+ 22 q¡,n .d3+ 23 �e2 "xe3 24 'irb4 l:I. d2 25 : e1 'W'xb6, y las piezas blancas están virtualmente "ahoga­das") 21 _ 'ii'h3 22 �e2 (es difícil evaluar la posición resultante de 22 1i'xg2 .xe3 23 ttJe4 'ilxb6!?) 22 _ lOf4+. No es bueno 22 . . . lI f4?! (esperando 23 �xf4? lilxf4+ 24 'ií'xf4 "d3+ 25 we1 .xc3+ 26 q¡,e2 'iWd3+, con jaque perpetuo), debido a 23 :I adl ! ': xd1 24 �xf4 : xhl 25 ha llJxf4+ 26 q;,d2. El peón, que de fonna tan sor­prendente ha llegado .a a7, se encuentra a un paso de la gloria. 23 �xf4 :. xf4 24 .e3 'ii'f5!? 25 :l ac1. También en caso de 25 t3 es dificil para las blancas evitar el jaque perpetuo: 25 o o . l:I xf3 ! ? 26 .. xf3 : d2+ 27 q;,xd2 'it'xf3 28 ba 'ti'f4+, etc.

25 ... 1'1d3!? Espectacular y forzado. Después de esta jugada, las blancas,. para evitar el jaque perpetuo, tienen que entre­gar dos peones (los de f2 y b6). La teDta� dora 25 ' o o : f8 no da resultado, en vista de 26 l:t hf1 (pero no 26 ba? l'1 xf2+ 27 eRe! :0 28 We2 "'f4, ó 28 'iWe4 :' xc3!) 26 .. -:. f3 27 W'd4 :l f4 28 . d6 ! ? :. xf2+ 29 : xf2 'ti'xf2+ 30 �d1 'ife3 31 cRc2 ab 32 I:t dl, Y las posibilidades de las blancas son preferibles. 26 1Wxf4 .xf4 r7 cRxd3 -.0+ 28 <if;>d2 'iWxf2+ 29 �e2 'ilfxb6 30 lU.fl ll6.

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed ed 4 e4 <iJf6 5 <iJc3 liJe6 6 lOf3 2 1

L a correlación material dista d e ser muy corriente, pero no creemos que las negras, con un juego razonable, se arriesguen a perder esta posición.

d12) 14 ... 'iWf6 (más popular que 14 . . . 'ifh4) 15 be �xC3+ 16 �e2 0-0.

En la partida S. Polgár-Skembris (Cor­fú 1990), las blancas jugaron 17 .i.g2!? contra lo cual era muy fuerte, en opinión del GM Skembris, 17 . . . llJc4! Obviamente, no hay alternativas a 17 ch. Sigue: 17 _

:1 ad8. Es preciso añadir que es malo 17 .. . 1Wxc3?, por 18 �g2 "c4+ 19 'ii'd3, con una gran ventaja (Zhuravlev-Gutman, URSS 1972). 18 1Vc2.Aún no ha llegado el momento de entregar la dama: 18 ..ig2 :1 xd1 19 1: axdl Vxc3 20 .i.xf3 '6'c4+ 21 :d3 :l xt3 !, y las tablas no están lejos (Kuijf-Boersma, Hilversum 1987). 18 _

ltJd4+ 19 �xd4 'ii'xd4 20 llJe4. No es posi­ble 20 O?? .a. xf3, con un ataque de mate (Mayro-Ngyen, Correspondencia, 1983). 20 _ 'it'xa1 21 .i.g2 veS 22 ha Después de 22 1: bl? 'ti'xh2 23 �f1 ab, las negras tie­nen más material y su rey está mejor situa­do (L. B. Hansen-Kuijf, Grestel 1990). Ahora, sin embargo, el principal problema de las negras es cómo lidiar con el peón de a7. 22 .•. 'it'b5+ 23 �e3

23 • • • 'ilia6!. ¡Jugada única! No servía el jaque en b6 porque las blancas se cubren de dama. Ahora, sin embargo, todo termi­na bien para las negras. Así, en la partida Rozentalis-Lalic (Moscú 1994), después de 24 l:tb1 1ixa7+ 25 �e2 :c8 26 1Wb3 'tWa6+ , ambos contrincantes acordaron ta­blas. Los analistas franceses Prié y TIrard proponen como más fuerte 24 : el, pero también en este caso, después de 24 _

.xa7+ 2S �e2 n a8!?, las posibilidades de las negras no son inferiores.

Está claro que en la variante 14 b4, las blancas, aun cuando llegan a tener una y hasta dos piezas de ventaja, se arriesgan más que su oponente, de ahí que muchos prefieran no implicarse en ese intercambio de golpes tácticos y proseguir tranquila­mente con 14 �g2. Sin embargo, la tran­quilidad absoluta sencillamente no existe.

d2) 14 .i.g2 'it'h4. Las negras jugaron la apertura superficialmente, en la partida Romero-Boersma (Amsterdam 1987), 14 . . . O-O 15 0-0 e5 16 liJe4 ltJd7 17 llJxc5 llJxc5 , y después de 18 f4! , los alfiles blan­cos dominaron la posición. 15 O-O �d6 16 b3 llJfS 17 llJe4!? Una jugada "guerre­ra". La partida Malaniuk-Yudasin (Moscú 1991) finalizó pacíficamente: 17 'iWb3 0-0 18 .xe6+ �h8 19 We4! "f6 20 'ifg4 'it'f7!

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22 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

21 f4 ttJc4 22 �c1 ttJh6 23 �f3 i¿xf4, mien tras que la idea 17 ttJ b5? ! l:t d8 18 ltJxd6+ : xd6, en general no es muy fia­ble, ya que tras 19 'i'i'e2 <;t>f7!, las negras es­tán jugando ya a ganar (Winants-Adams, Wijk aan Zee 1995).

A 17 ttJe4 hay cuatro respuestas posi­biles, que examinaremos en orden ascen­dente, es decir, desde la más floja hasta la más fuerte.

Es insatisfactorio 17 . . . ttJxe3?! 18 fe ri d8, como se jugó en la partida T. Hor­váth-Harndouchi (Hungria 1995) . Después de 19 'i/t'b3 ¡;-e7 20 f4 lDd5 21 f5 ! , la venta­ja blanca aumentó considerablemente.

Si 17 . . . ttJd.5, las blancas se ven obliga­das a cambiar todas las piezas, ¡ salvo las torres! Echemos un vistazo: 18 i¿g5 'ili'h5 19 f4! ¡;-xd1 20 lDxd6+ ttJxd6 21 1:1 axd1 h6 22 :1 fe1 cj;f7 23 �xd5 ed 24 1: xd5 hg 25 : xd6 gf 26 c¡f¡¡g2. En este final, al segun­do jugador le espera un trabajo arduo y desagradable.

Las blancas pueden contentarse con una ventaja mínima, en caso de 17 . . . 'ile7. Necesitarán contar con el alfil de casillas claras: 18 f4 0-0 19 lDxd6 ttJ xd6 (las cosas no cambian en esencia con 19 . . . ttJ xe3 20 fe l:t ad8 21 'itb3 n xd6 22 II ad1 l:t fd8

23 1: xd6 l:t xd6 24 :t cl) 20 �xb6! ab 21 1: el . No hay una plena igualdad. Aun­que tal vez sea ligera, las blancas tienen ventaja.

17 ••. i.e7!? ¡La mejor jugada! El alfil debe conservarse para el ataque. Las ne­gras no deben pensar en pérdidas materia­les. Lo principal es defender el peón de e6 e incorporar a la lucha la torre de rey. Los acontecimientos pueden, entonces, evolu­cionar de esta forma: 18 �xb6 ab 19 'lt'b3 �f7 20 "'xb6 l:tbd8 21 l% fc1 (21 :t fel ltJd4) 21 ... :l d7 22 :le7 :1 ad8 23 ri xb7. También podrían tomar el peón con la da­ma, en cuyo caso el ataque negro no es más débil: 23 Vxb7 l% dl+ 24 l:t xdl II xdl + 25 �f1 'ti'h6 26 "a6 'ii'g6+ 27 <;t>h2 'iWh6, y no es evidente cómo pueden consolidar su posición las blancas. 23 .•.

n d1+ 24 1:1 xd1 :t xdl+ 25 c¡f¡¡ h2 c¡f¡¡f8! 26 ri b8+ c¡f¡¡t7. Lo más apropiado es acordar tablas tras una repetición de jugadas, con 27 :lb7. Unas cuantás jugadas agudas, 27 'fic7?! 'it>g6 28 "e5 (la amenaza era 28 '" ii.d6+ ! 29 ltJxd6 Wf4, con mate) 28 .•• ..Q.f6 ¡y son ya las negras quienes están jugando a ganar!

Por ejemplo: 29 'iWxe6 (o bien 29 'ilc7 �g5 ! 30 ltJxg5 'iWxf2 31 h4 ll d2) 29 .-

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 qjf6 5 ltJe3 tOeS 6 tOf3 23

'ilf4+ 30 ttJg3 ttJxg3 31 'it'e8+ �h6 32 fg �e5!! .

La teoría ha avanzado mucho en la va­riante 11 'it'dl, pero no sabe lo principal: ¿existe una ventaja clara para las blancas? En la variante 11 ... e5 12 de fe tienen ma­terial extra, pero no una vida tranquila. En la variante 11 ... e5 12 de �xc5 ! ?, las blan­cas poco más pueden hacer que pensar en no perder.

El problema es que la práctica no puede esperar a que los teóricos se pon­gan de acuerdo. Sucede que para hallar una ansiada ventaja en determinada va­riante, los jugadores prácticos se pasan, de cuando en cuando, a otra y resulta que la variante abandonada está, por así decir, en cuarentena . Esto no signifi­ca que la variante en sí sea mala, sino sencillamente que por el momento de­ben buscarse mejores ideas en alguna otra línea.

Hoy día, la variante 11 �b5+ parece más fuerte que 1 1 'iWd1 , pero ¿quién sabe lo que nos traerá el mañana?

2) 11 �b5+!

II _. lDd7. Una elección forzosa. Des­pués de 1l ... lDxb5 12 lDxb5 a6 (la amena­za era 13 �f4 :tc8 14 CiJxa7) 13 liJc3, las

negras tienen muchas posibilidades, pero ningW1a aceptable:

13 . . . 'fIc7 14 i.e3 ttJ d7 15 :t c1 lD e5 16 'ii'a4+ 'ii'd7 17 'ite4 lDg6 18 0-0 5 19 'ii'e6!, y las negras no pueden salvarse (Bashkov­Magomedov, Cheliabinsk 1990).

13 ... .: cS 14 O-O lDd7 15 1Wxb7 g6 16 l:t e1 l:I. b8 17 1Wxa6 JLg7 18 �g5, con fácil victoria.

13 . . . tU d7 (relativamente lo mejor) 14 1Wxb7 g6 15 O-O �g7 16 l:t el O-O, con algunas posibilidades de proseguir la lu­cha. Sin embargo, después de 17 �g5 ! , la ventaja de las blancas sigue siendo muy grande (Rozentalis-Adams, Hastings 1997).

12 'fi'a4 tUxbS. También esta captura es forzada. Veamos por qué.

El peón de f3 no puede tomarse: 12 . . . lDxf3+? 13 c¡f¡¡fl lDe5 14 �f4 a6 15 �xd7+ lDxd7 16 d6 b5 17 'ir'd4 tUf6 18 1:[ el 1Wd7 19 tl g1 l:l c8 20 l:t xg7 ! (Bashkov-Maru­senko, Polica 1992).

El principal impulso a la variante radi­ca en el hecho de que las negras están pri­vadas de defensa, pues si 12 .. . e5? 13 de tUxe6

sigue 14 . . . .ig5 ! , un golpe sorprendente que remata la lucha: 14 . . . tUxg5 15 0-0-0, Y

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24 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

las negras se rindieron (Bologan-Borges, Linares 1999).

13 Wxb6 g6. Como demostró la partida Alburt-Dorfman (Erevan 1975), es flojo 13 ... e5? 14 de fe, y las blancas consiguen ventaja del modo más natural, 15 �e3 'fic7 16 :r. c1, etc. 14 0-0. Una jugada muy sana. Las blancas no necesitan provocar complicaciones y todavía menos buscarlas.. Así, no hay necesidad de tomar de inme­diato el peón, 14 'iWxb7? ! , ya que tras 14 . . . �g7 15 O-O O-O, las negras tienen suficien­te compensación. La inmediata 14 �gS parece más interesante, aunque las blancas difícilmente lograrán ahorrar un tiempo evitando el enroque. 14 _ �g7 15 l:l el!. Intuyendo la idea correcta: el peón de e7 debe ser atacado por la torre, en lugar del alfil de g5. En la presente posición, la juga­da 15 �g5 es tramposa. No es posible 15 . . . h6? , por 16 �xe7! q; xe7 17 1!i'b4+ � e8 18 l:l ae1+ �e5 19 f4 'tWh4 20 'ite4, ganan­do (von Gleich-Fette, Hamburgo 1987). Pero después de 15 ... 0-0 16 :l el , el juego regresa a los canales de la variante princi­pal. 15 ... 0-0 16 �g5. El esquema de la va­riante 11 �b5+.

Parece que todas las tentativas de las negras por eludir los problemas no han

funcionado. He aquí algunos caminos in­fructuosos:

16 ... lOeS? ! 17 :l e3 %:l e8 18 �4 lüd7 19 'it'xb7. Las blancas tienen un peón de ventaja sin compensación de su oponente (Dvoretsky-Izeta, Tarrasa 1996).

16 ... lOf6 17 'ilxb7 (no está claro cómo responder a 17 l:t ad1 !?) 17 ... :lb8 18 'jIxe7 1: xb2 19 1It'xd8 1: xd8 20 %1 ad1, una vez más con un sano peón de ventaja (aná­lisis de V. Chejov).

16 .. . f6 17 �f4 liJe5 18 l:l e3 "cS 19 .i.g3 gS 20 .i.xe5 fe 21 'it'b4 l:l í7 22 l:l d 1 aS 23 "g4, Y la única queja es la suerte del alfil de g7 (Komeev-Moreda, Málaga 2001).

16 . . . rl e8? ! 17 d6 f6 18 liJd5! (es evi­dente que las negras no disponen de recur­sos) 18 . . . ed (tampoco sirven 18 ... fg 19 de " c8 20 n ac1 , ni 18 . . . e6 1 9 liJ c7 a6 20 ¡¡b3 fg 21 l:l xe6 ! ) 19 l:l xe8+ 'ti'xe8 20 lOc7 "e5 21 'fixd7 'ilt'xg5+ 22 �h1, con la imparable 23 lOe6 (Stripunsky-Gershov, Nueva York 2(00).

16 ... �f6. Hasta hace poco se conside­raba prometedora esta jugada o, al menos, aceptable, pero ha quedado irremediable­mente desfasada. 17 .i.xf6 ef. Ahora no hay que defender la debilidad de e7. Cier­to que, a cambio, las negras ofrecen al con­trario un peón d pasado, esperando, naturalmente, poder bloquearlo. La alter­nativa es 17 ... ttJxf6, pero después de 18 'ii'xb7 l:l e8 19 l:l ad1 'tIt'd6 20 lOe4 lOxe4 21 n xe4, es difícil convencerse de que hay compensación por el material (Sánchez­Pablo, Barberá 1997). Después de 17 .. , ef, parece que ha llegado, por fin, el .momen­to de tragarse el peón de b7 .. .

(Ver diagrama 35.)

Con el tema 18 'lWxb7!? sólo se conoce una partida, Cohen-Marusenko (Tel Aviv 2003), pero pronto llegamos a la conclu-

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed cd 4 e4 lt)f6 5 tllc3 tllc6 6 l¿Jf3 25

sión de que sigue siendo demasido pronto para capturar el peón. He aquí cómo evo­lucionaron los acontecimientos: 18 _ tDe5 19 l:t e3 lOc4!? 20 l:t e2 lOe5 21 'irb4!? Es más natural 21 f4, pero después de 21 . . . 1:1. b8 22 'ilt'xa7 liJf3+ 23 'itg2, las negras disponen de una complicada combinación, 23 . . . "cS! 24 h3 1:I. xb2 ! , y aunque las co­sas no son terribles para las blancas, tam­poco son brillantes: 25 l:t xb2 "xc3 26 'ifb7 liJh4+ 27 c¡f¡!h2 lüf3+ 28 <itthl l'iJd2l, o bien 25 'fi'e3 liJh4+ 26 <itth2 l:t xe2 27 llJxe2 'it'c4. 21 ... lOxf3+ 22 <iPg2 'ild7. Aquí, las blancas no pueden mantener la tensión, 23 l:t e7?, ya que tras 23 ... l'iJh4+!, perderían material y la partida. La defensa correcta es 23 'it'f4!? lOeS (o bien 23 . .. lOg5 24 :le3 lHe8 25 :l aeI, y las blancas consolidan sus fuerzas) 24 :. dI :. fe8 25 l'iJe4. Las amenazas negras se han esfu­mado y no es fácil defender el peón de f6.

(Ver diagrama 36.)

He aquí una variante de muestra sobre los acontecimientos futuros: 25 ._ tDg4 (o bien 25 . . . 'ii'g4+ 26 Wxg4 l'iJxg4 27 d6 f5 28 d7) 26 h3 fS 27 tDc5 'it'b5 28 l:t xeS+ 1:1. xeS 29 hg 'ifxc5 30 gf 'it'b5 31 d6 .xb2 32 d7 :. dS 33 'Wic7 'ifb6 34 Wxhó ab 35 f6, Y el rey blanco se dirige a c7.

No podemos recomendar este camino a las blancas, pues contiene demasiados gi­ros y sobresaltos, que en cualquier mo­mento pueden dar un vuelco a la posición. Bastante más claro es 18 :l ad1, contando con el peón d y la debilidad de la casilla f6. lS l:l adl! lOe5. No es solución al proble­ma 18 ... :te8 19 l:1 xe8+ 'ií'xe8 20 Wxb7 l:t b8 21 'ifxa7 l:t xb2 22 .a3 l:l b6 23 .a4 .cS 24 'ii'd4, y las blancas tienen dos peo­nes pasados (Chekachev-Bergez, Saint­Quentin 2001). 19 1:I.e3 .cS 20 d6 :t dS. En caso de 20 ... Wc6 21 'iWxc6 lOxc622 d7 : fd8 23 liJe4 cJ; g7 24 li)d6, se produce un final miserable (Gallagher-Crisan, Lugano 1999), en el que las negras deberán entre­gar el caballo o la torre por el peón. Pero ¿cómo romper la defensa contraria tras 20 ... : d8? Es prematuro 21 'i'd5 .f5, y las negras resisten (Dolmatov-Dyachkov, Elistá 1996).

(Ver diagrama 37.)

21 tDd5!. Un excelente hallazgo del gran maestro rumano Mihai Marin, que refuta, de forma efectiva, todo el sistema defensivo de las negras. En la partida Ma­rin-Fressinet (Sitges 1999) siguió 21 __

tLlxf3+ 22 q"fi! tLlxh2+ 23 q"el �g7 24 ltJxf6!, y es hora de bajar el telón.

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26 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

37

Desde luego, el final derivado de la va­riante 9 . . . tZJb6 ha tenido un triste desen­lace para las negras. Nada puede hacerse al respecto, pues la variante es difícil. Las blancas sólo tienen que abstenerse de tru­cos insustanciales (como 10 ..te3) y seguir, en cambio, el camino correcto, 10 d5 ! tt:Jd4 1 1 �b5+!

A veces resulta útil jugar un ajedrez blando, pero correcto. Con las piezas ne­gras entrar en el final y conseguir unas la­boriosas tablas.

n 9 ••. e6 Una jugada sólida, fiable y correcta. 10

'iWxb7 lbxd4 (pero no 10 .,. tbdb4? ! 11 ..tb5 l:[c8 12 �e3 ..te7, en vista de 13 d5! ed 14 ttJxd.5 O-O 15 ..txc6 ttJxc6 16 ttJxe7+ tbxe7 17 rt d1 'it'a5+ 18 b4, Y las perspecti­vas de las negras son sombrías, Peng Zhao­qin-Stefanova, Wijk aan Zee 2002) 11 �b5+ ttJxb5.

(Ver diagrama 38.)

U 1ic6+!. Una importante jugada in­termedia, que obliga al rey negro a ocupar una incómoda posición. Por supuesto, las blancas pueden jugar de inmediato 12 'ifxb5+, pero sin particular éxito: 12 ...

'ií'd7 13 'irxd7+ �xd7 14 tb xd5 ed 15 ..te3 i:.b4+ 16 �e2 l:hc8 17 :1 acl. La partida Rozentalis-Bologan (Filadelfia 1994) con­tinuó con 17 . . . a6 18 �d3 g6 19 �d4 q;,e6 20 h3 Cittf5, con aproximada igualdad, pero es posible que sea más preciso 17 . . . i:.d6!? , apuntando al peón de h2 y con idea de situar el alfil en eS. ' U .. , �e7 lJ 1t'xb5. Es interesante, aunque no muy con­vincente, 13 liJxb5 !? y, sin embargo, las ne­gras tienen muchas posibilidades de tomar el camino equivocado. Así, la partida Va­siukov-A. Zaitsev (Berlín 1968) finalizó, li­teralmente, dos jugadas después: 13 .. . a6!? 14 liJd4 ltJb4?? (14 . .. "c8, y las blancas no tienen nada especial) 15 i:.g5+! y en la partida Gulko-Ignatiev (Moscú 1969), el juego de las negras fue dudoso, por decir­lo eufemísticamente: 13 . . , c¡f;lf6?! 14 l:l gl .i.b4+ 15 �f1 h6.

(Ver diagrama 39.)

16 b3 ! El mejor lugar para el alfil es la casilla b2. Es esencial que la diagonal a1-h8 no esté cubierta. A 16 .. , %:t c8 17 �b2+ i..c3 sigue el decisivo sacrificio de dama 18 ttJxc3! l:l xc6 19 ltJxd.5+ �f5 20 ltJe3+ �f4 21 l: d1 ! (las blancas se lanzan a una au­téntica cacería) 21 . . . l:td6 22 :cl ! , o bien 21 . . . g6 22 .: xd8 : xd8 23 �e2 h5 24 i:.f6,

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1 e4 eS 2 d4 d5 3 ed ed 4 e4 tOf6 5 ttJc3 tLle6 6 ttJf3 27

39

ganando. Ignatiev jugó 16 o •• Wc8 17 �b2+ q;e7, pero después de 18 ttJd4 g6 19 'ii'b5 �c3 20 ltJc6+ �d6 21 �xc3 ttJxc3 22 'ii'e5+ q;xc6 23 'W'xc3+ q;b6 24 "b4+ �a6 25 : g4! , las negras sólo pueden evi­tar el mate a costa de gran cantidad de ma­terial.

En respuesta a 13 ttJxb5, podemos re­comendar 13 o . . : b8! ? Por ejemplo: 14 ltJd4 'fi'd7 15 O-O .:t eS 16 .a6 �e8 (es in­teresante 16 . . . q;f6!? 17 b3 ltJc3 !?) 17 �e3 ltJb4 18 We2 i..d6 19 l1 fdl ltJd5 20 ltJb5 a6, y las negras casi han rechazado a su oponente (Vorisek-Hollman, República Checa 1995).

Después de 13 'tWxb5 tenemos en el ta­blero el esquema básico de la variante.

En la famosa partida Fischer-Euwe (Olimpiada de Leipzig 1960) se jugó 13 o • •

ttJxc3? ! 14 be. Parece que las blancas tie­nen un montón de peones débiles, pero Fischer demostró a su oponente que el más débil de todos es el de a7: 14 . . . 'li'd7 15 : bl : d8 (o bien 15 . . . 'it'xb5 16 l:t xb5 <;ftd6 17 1: b7 f6 18 'ii¡l e2 �c6 19 .c. 17 a5 20 �e3, con ventaja -análisis de Fischer-) 16 .i.e3 'i'xb5 17 l:t xb5 1: d7 . Lo mejor aquí era la inmediata 18 .:taS. Sin embar­go, Fischer ganó también la partida con la sencilla 18 �e2.

Las negras tampoco lograron igualar en la partida Balashov-Hort (Buenos Ai­res 1980): 14 o o . 'ii'd5 15 : b1 !? l:t d8 16 �e3 <;ftf6 17 .: gl !? Más tarde, se hizo una tentativa por mejorar el juego negro con 14 . . . f6! ? pero, como demostró la práctica, esta defensa no elimina el problema: 15 i..a3+ <;ft17 16 l:t d1 ! ? .eS 17 :d7+ �g8 18 �xf8 'ii'xc3+ 19 �e2 : xf8 20 l:t hdl h5 21 ': d8 'i'a3

41

22 .:t 1d6 ! Una jugada extremadamente molesta para las negras. Hasta entonces se jugaba 22 n ld7 :t h6 23 : xf8+ '6'xf8 (Christiansen-Shamkovich, South Bend 1981), y la dama negra consiguió cubrir a su rey. Ahora, sin embargo, después de 22

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28 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

. . . 1Wxa2+ 23 �f1 .a1+ 24 q¡,g2, el rey tie­ne que confiar en sus propios recursos: 24 . . . rt; f7 25 .: 8d7+ r1t g8 26 .: xe6 1:[ h6 27 'ii'f51 (Rantanen-Burger, Gausdal 1982).

13 _. ¡Vd'. En esencia, era la última po­sibilidad de las negras de evitar el fmal. Que fuese o no necesario evitarlo es otra cuestión, pero una segunda posibilidad así no volverá a presentárseles. Si las blancas no cambian damas, entonces deben elegir entre 14 .aS y 14 "e2.

No se logra ventaja con 14 "aS?! lLlxc3 (el tratamiento moderno es 14 o o .

f6 ! ? 15 O-O tLlxc3 16 bc r:j}f7 17 "'a6 Ac5 18 .i.f4 n hc8, y en cualquier caso no son las negras quienes luchan por la igualdad, Onischuk-Dreev, Yalta 1995) 15 "xc3 (o bien 15 be f6 16 n b1 �f7 17 "'a6 .i.e7 18 .: b7 'ifd5 19 .i. a3 : he8 20 O-Q .xf3, Gaprindashvili-Chiburdanidze, Pitsunda 1978) 15 .. . f6 16 .i.e3 ';;f7 17 O-O .i.e7 (M. Tseitlin-Kasparov, Daugavpils 1978). Con damas, la debilidad del peón de a7 no es un factor significativo, pues un libre desa­rrollo y las perspectivas de ataque al peón de f3 son más importan tes.

Más interesante es 14 'it'e2!? , 10 que sig­nifica que las blancas prefieren el ataque directo al rey a las exquisiteces posiciona-

les. La receta para la defensa es bien cono­cida: el rey debe refugiarse en n. Por ejem­plo: 14 o o . f6 ! 15 tLl xd5+ 'it'xd5 16 O-O �f7 17 .: dI. En principio, en esta posición es

difícil concluir si las negras están amenaza­das por un peligro real. Pero la precisión nunca debe descuidarse. Así, en la partida Taeger-Rogozenko (Bad Wiessee 1997), el gran maestro rumano, por razones que des­conocemos, no controló la casilla d7 y, tras 17 ... 'it'f5? ! 18 l:l d7+ .i.e7 19 .i.e3, perdió el peón de a7. En lugar de 17 o o • • f5?! , pa­rece más sano 17 . . . 'ilfb7 1 8 'it'e4 : b8 19 'ifxb7+ ': xb7 20 :tb1 .i.e7 21 �e3 :c8, y todos los problemas de las negras han que­dado atrás (Nirosh-Bageri, Teherán 1998).

14 tLlxd5+ 'it'xdS. No hay ninguna ra­zón para que las negras (con el rey en e7) eviten el cambio de damas, de modo que no es lógico 14 oo. ed? ! 15 1i'e2+ (Fischer recomienda 15 'W'b4+ 'it>e8 16 1i'd4) 15 " , W'e6 16 .i.e3, y el rey negro de nuevo se ve amenazado de ataque. Después de 14 . . . "xd5 se produce la primera bifurcación en la variante 9 . . . e6. Las blancas deben elegir entre la inmediata (A) 15 'it'xd5 y la intennedia (B) 15 .i.g5+.

15 'iWxdS ed

.1 •

A

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed cd 4 e4 li:If6 5 llJc3 llJc6 6 llJf3 29

En esta posición, las blancas disponen de . tres planes de juego completamente distintos: 16 i.e3, 16 i.f4 y 16 0-0.

1) 16 i.e3 <¡f;¡e6 17 0-0-0. Consecuente, ya que por esta razón habían jugado las blancas 16 .te3. La tentativa de cambiar de idea (absteniéndose de enrocar largo) no reporta ventaja:

17 1: c1 i.b4+ 18 �e2 1: hc8 19 <¡f;¡d3 aS 20 1: xc8 1: xc8. El final de alfiles no es­tá ganado para las blancas, pero de otro modo las negras quedan con la única co­lumna abierta e (Pigusov-Dreev, Tallinn 1986).

17 1: g1 i.d6! 18 : xg7 .i.e5 19 : g4 i.xb2, de nuevo con posibilidades equiva­lentes (Rogers-Adams, Londres 1988).

17 • . • i.b4. Así es cómo le gusta jugar al gran especialista en este sistema, GM Alexei Dreev. Sin embargo, tampoco en caso de 17 ... :' c8+ 18 �b1 .i.c5, logran las blancas ventaja: 19 :' hgl g6 20 1: g4 :' hd8 21 1: a4 i.b6 (Gdanski-Adorján, Polanica Zdroj 1992), o bien 19 l:t hel �d6 20 :' d3 : hd8 (Kavalek-Rogoff, Berlín 1975), con una tendencia evidente a tablas. Después de 17 ... .i.b4, la estadística de resultados se cifra en torno al 50%. Es raro que uno de los contendientes logre hacerse con el punto entero.

No es prometedor 18 .i.d4 f6 19 %: hg1 <¡f;¡fl, y el alfil tiene que retroceder: 20 i.e3 l: hd8 21 l:t g4 a5 22 l:t d3 : d7, y la posi­ción negra no es peor (Garúa-Becerra, Matanzas 1995).

18 l:t d3 l:t hd8 19 a3 l: xc8+ 20 �b1 .tc5 21 l:t el .i.xe3 22 l:t exe3+ �f6 23 :. d4 l:t c4, y las blancas no han consegui­do nada (Franco-Domínguez, Mondariz 2002).

18 �bl l:t hc8! ? 19 l: d3 i.c5 20 :' e1 i.xe3 21 l:t dxe3+ �f6 22 :t e7 1: c4. Los peones de t2, t3 y h2 tienen escalofríos (Stripunsky-Dreev, Internet 2(01).

18 a3 :. hc8+ 19 �b1 .i.cS!. La estrate­gia defensiva es la misma en cualquier ca­so: forzar un cambio de alfiles, pues es bien sabido que no puede ganarse el final de to­rres. 20 1: he1 i.xe3 21 :' xe3+ �d6 22 f4 l:t ab8 23 1: d4, con tablas (Vaganian­Dreev, Odesa 1989).

2) 16 .tf4. Mucho más interesante que 16 .i.e3. Ahora es bastante más difícil for­zar el cambio de alfiles, y las negras ya no pueden pennitirse jugar en base a "princi­pios generales".

16 _ Wf6!? La alternativa es 16 .. . q¡,d7 ! ? 17 0-0-0 Citc6, para seguir con . . . i. f8-d6. 17 0-0-0 : d8 18 1: hg1 l:t d7

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19 .te3! h6. En la partida Kindermann­Lobron (Berna 1990) , las negras no apre­ciaron debidamente el traslado del alfil y jugaron 19 . . . r1 g8? ! , a lo que siguió 20 .: g4! con el inmediato traslado de la torre a a4, y evidente ventaja blanca. 20 �d4+ (es posible que también aquí sea de consi­derar la maniobra :1 gl-g4-a4) 20 ... �f5 21 �xg7 ..txg7 22 .: xg7 :l c8+ 23 �d2 �f4 24 �d3 �xf3 25 1:1 el ",f4 26 h3 n c4 27 l:. e3 �f5 28 l:. f3+ �e6 29 n g4 l:1 xg4 30 hg :1 b7. Aunque el juego es "más agra­dable" para las blancas, la partida no ha sa­lido de la zona de tablas (Onischuk -Dreev, Moscú 2002).

3) 16 o-o. En principio, la jugada más lógica. Las torres se combinan para atacar los peones de a 7 y d5 (y no hacen ascos a la posibilidad de dominar la columna e), mientras que el rey es incorporado a la de­fensa de sus propios peones débiles en las columnas f y h. Las negras deberian poder defender los puntos más vulnerables de su posición, es decir, además de los peones de a7 y d.5, todas las casillas de la séptima fila. De aquí se induce el primer eslabón del plan, a saber, la maniobra J: a(h)8-d8-d7! Luego, desarrollando el alfil por f6, las ne­gras estarán listas para amenazar a su opo­nente con el avance del peón d. En d.5 constituye una debilidad, pero si consigue llegar a d3 . . . Por otra parte, es útil fijar los peones contrarios del flanco de rey, me­diante ... g7-g5. 16 o •• c¡f¡le6 17 l:t e1+ �f5. Las blancas se encuentran en una encruci­jada: ¿18 .te3 ó 18 II dI? La primera juga­da es idealista; la segunda popular.

(Ver diagrama 46.)

a) 18 .te3 .te7 19 li ac1!? Sólo esta jugada, descubierta en la partida Sermek­Golubovic (Bled 1994), plantea algunos problemas a las negras, que no tienen difi-

cultades para igualar contra otras conti­nuaciones:

19 l:t adl n hd8 20 : d4 g5 21 : ed1 �e6 (A. Ivanov-Seirawan, Durango 1992).

19 : ed1 : hd8 20 r1 ac1 lld7 21 nd4 ..tf6 22 :U4+ �g6 23 l:l c6 :l e8 (Klinger­Ivanchuk, Baguio 1987). ,

19 o.. : beS!? ¿ Cuál es la clave princi­pal de esta posición? La realidad es que las blancas se disponen a responder a la natu­ra1 19 . . . ..tf6 con 20 n c5 ! , un matiz al que antes no se le daba importancia. Así, en la partida Smejkal-Filip (Luhacovice 1968) siguió: 20 . . . n hd8 21 b4 �g6 22 b5 d4 23 �d2 d3 24 a4 n ac8 25 .: ec1 .: xc5 26 : xc5 : d4 27 aS � a4, y ambos rivales acordaron tablas.

La mejora se encuentra en la superfi­cie. En lugar de 21 b4?! (pues este peón, prematuramente avanzado, se convertirá en objetivo de ataque), las blancas deben jugar 21 b3 !, como se vio en la partida Ser­mek-Golubovic. Después de 21 b3, las blancas pueden torturar a su oponente du­rante mucho tiempo. Es probable que, con una defensa precisa, no consigan romper la posición negra, pero el segundo jugador no querrá entrar voluntariamente en este tipo de posición.

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed ed 4 e4 ttJf6 5 ttJe3 lOe6 6 tUf3 31

19 . .. 1: hc8 priva a la torre de la casilla c5, mientras que las negras compensan su déficit de peón por la actividad de sus pie­zas, en apoyo del peón pasado: 20 %:[ xc8 l:t xc8 21 ..txa7 .i.f6 22 l:l d1 �e6 23 �d4 �xd4 24 : xd4 q"e5!? 2S 1:. d2 1: el + 26 <iPg2 g5.

47

Se ha llegado a un complicado final de torres, que las negras no deberían perdeI:

27 f4+!? (o bien 27 a4 d4 28 a5 1:. al 29 b4 �d5 30 h5 I1 xa5 31 :l b2 na7 32 f4 g4! ) 27 _ gf 28 �f3 l:. h1 29 l:. e2+ (29 b4 1:. b1) 29 _. �d6 30 c;t;>xf4 ': xb2, con pro­bables tablas.

b) 18 :I d1 l:. d8 19 .i.e3 :t d7 20 n ad. La alternativa es 20 n d4!?, y después de 20 ... i.c5 21 1:1 f4+ �e5, las blancas nece­sitan decidirse entre cambiar alfiles o de­jarlos sobre el tablero:

22 1:1cl .i.xe3 23 fe .:tb8 24 b3 l:l bb7, y las negras están un poco peor (Adams­Morovic, León 1995).

22 .i.d2!? %tc8 23 :tc1 :l dc7 24 %t e1+ �d6 25 :Ig4 %t e7 26 : xe7 (o bien 26 %t xg7 : xe1+ 27 .i.xe1 i.d4 28 : xf7 II e2, con evidente compensación por el material) 26 ... �xe7 27 n xg7 i,d4 28 1:1. xh7 %t c2, y las negras no deberían tener mayores problemas para hacer tablas.

20 ..• �e7 21 1:[ d4. También se ha juga­do 21 .:tc4 i.f6 22 .:te5 n hd8 23 b3 i.e5 24 1:[ a5 i.c3 ! , Y el peón de d5 se vuelve pe­ligroso (Wahls-Adorján, Alemania 1989).

21 0.0 g5!? Lo más fundado, aunque 21 . . . i.f6 ! ? 22 :f4+ �g6! 23 b3 h6 ! 24 .:t c6 �h7 tampoco es malo. En la partida Be­liavsky-Ivanchuk (Truskavetz 1987), las blancas cayeron en una trampa oculta: 25 i.d4? i.g5! 26 l:H5 f6! , y la torre de f5 es presa de un ataque de ansiedad. 22 1:[ a4 i.f6 23 b4. Puede recomendarse 23 b3 ! ? (pero no 23 l:l xa7?! : xa7 24 .i.xa7 i.xb2 25 .:t c7 �e6), aunque en la partida Rein­dennan-Jenkin (Amberes 1993), las blan­cas no consiguieron gran cosa: 23 ... d4 24 :lc5+ �g6 25 i.d2 :te8. 23 oo. d4 24 : aS+ �g6 2S i.d2 1: e8 26 �n d3. Esta posi­ción se alcanzó en las partidas Arjipov-Fi­lipenko (Belgorod 1989) y Adams-Dreev (Wijk aan Zee 2(02). Las tablas no están lejos.

B 15 i. gS+!? Esto parece más fresco

que 15 'iVxd5 ed. Las blancas tratan de de­bilitar la casilla e6, por donde podrán penetrar las torres blancas, tras el corres­pondiente doblaje en la columna.

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32 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

15 ••. f6 16 1It'xd5 ed 17 .t e3 � e6 18 0-0-0. Es muy interesante 18 l:t gl ! ?, con idea de asediar al peón g. Pero en la partida A. Sokolov-Vogt (Lenk 2000), las negras pudieron desenrnarañarse con 18 ... g6 19 0-0-0 .tb4 20 a3 n ac8+ 21 �b1 .teS 22 :lge1 .txe3 23 l:t xe3+ <t>d6 24 l:t de1 d4! , y con un peón pasado así (con el im­portante hecho adicional de que el rey blanco está cortado en la columna e), no puede decirse que las negras corran peli­gro. 18 _ .tb4. Aquí estamos en el primer cruce de caminos de todo el sistema.

1) 19 1: hg1 no crea problemas a las ne­gras: 19 ... g5! 20 a3 .td6 21 n gel .te5 (Gavrikov-Dreev, Biel 1995).

2) En una serie de partidas de la alta competición se ensayó la idea 19 :d3!? n hd8 20 �bl!? (20 a3 l:t ac8+ 21 Wbl �c5 22 1:[ el c¡f¡>d6 ! , con posibilidades equi­libradas, Karpov-Kramnik, Linares 1993) 20 _ l:t d7 21 1%c1 aS 22 l:t c6+ �fS 23 :b6 �e7 24 .:l bS c¡f¡>e6 25 a4 �b4, con una lu­cha muy complicada (Bologan-Velicka, Berna 1999).

3) 19 �bl es insuficiente para lograr ventaja. Abara:

19 . . . l1hc8 20 l:t d3 l:tc4 21 l:t hdl l:t h4 22 l:t xd5 l:t xh2 23 l1 d7 �f8 24 : xa7 : xa7 25 .txa7 h5 26 a4, y el peón de torre va a dama. ¡Apostamos por las blancas! (Pilgaard-Flambort, Budapest 2003).

19 ... 1: hd8!? 20 l:t d3 aS!? 21 al .tf8! 22 l1 e1 �f5 23 l:t c1 l:t d7. Aún no son ta­blas, pero no están lejos (Nielsen-Domín­guez, Esbjerg 2(02).

4) 19 aJ. En la variante 15 .xd5 ed 16 .te3 c¡f¡>e6 17 0-0-0 .tb4, se considera 18 a3 la jugada principal, y la inserción 15 .tg5+ f6 no cambia gran cosa. Cierto que la casi­lla e6 se ha debilitado, pero ¿cómo puede explotarse esa debilidad? 19 •.• 1%hc8+!? 20 'if¡¡bl �c5 21 l:thel �xe3 22 l:t xe3+ �d6 23 1% del. Parece que las blancas han conseguido algo al amenazar el jaque en e6, pero . ..

� ________ ---, 51

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed ed 4 e4 ttJf6 5 <tle3 ttJc6 6 lUt3 33

23 _. %:[ c4!. Está claro que la, en apa­riencia, tremenda amenaza de invasión por e6, en realidad, no preocupa a las ne­gras: 24 :. e6+ c¡f¡>c5 25 : el II xc1 + 26 � xc1 c¡f¡¡d4 27 .l::. e7 :t c8+ 28 <iP d2 : b8 29 b4 aS ! , con tablas (Gullco-Harikrishna, Bled 2002). La torre blanca puede situarse en séptima, pero eso no cambia la evalua­ción posicional: 24 : e7 .::. h4 25 .::. le6+

(25 b4 d4) 25 ... c¡f¡>c5 26 :t xg7 (26 c¡f¡>c2 .c. xh2 27 �d3 l:t xt2) 26 ... .c. xh2 27 l: xf6 .c. xa 28 ': xb7 (28 ll f4 h5) 28 .•. :l b8. Las variantes son sencillas y la evaluación transparente: tablas (Belikov-Dreev, Mos­cú 1992).

La paradoja de la Variante Cuatro Ca­ballos (1 e4 c6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 lLl f6 5 lLlc3 lLlc6 6 lLlf3) radica en el hecho de que el ritmo de juego está marcado por las negras, pero el timón es indudablemente gobernado por las blancas.

Todo depende de que las negras se de­sarrollen a un ritmo in tenso (6 . . . i.g4 7 cd lLl xd.5 8 1!fb3 i.xf3 9 gf lLlb6) , o que lo ha-

gan tranquilamente (9 .. . e6). Pero en el primer caso (después de 9 ... lLlb6? ! ) , la teoría sitúa a las negras en un estrecho pa­sillo de maniobras (10 d5 ! lLld4 1 1 i.b5+!), mientras que en el segundo (9 . . . e6 10 "it'xb7 lDxd4 1 1 �b5+ lDxb5 12 'it'c6+ ! �e7 13 '6'xb5 "-d7 14 lDxd5+ 'it'xd5) las blancas quedan, por así decir, ¡montadas en un triciclo ! Atacar con un vehículo tan pasado de moda es complicado, pues ¿có­mo superar al oponente? No importa lo mucho que pedalees, la velocidad casi siempre es pequeña.

Las blancas no disponen de nada espe­cial que les permita sentirse confiadas. No hay muchos adeptos a 9 . .. llJb6?! , y, des­pués de 9 .. . e6, sólo es posible confiar se­riamente en ganar el final contra un rival de nivel claramente inferior. ¿Conclusión? Si se necesita ganar a toda costa, no es muy apropiado entrar en la Variante Cuatro Caballos con blancas. Con 6 �g5 el juego es más rico, y la teoría menos minuciosa. Pero sobre esto nos extenderemos en el capítulo 4.

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34

Índice del capítulo 1

1 e4 c6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 lLIf6 5 lL1c3 5 .. . ttJc6 6 1ZJf3 .ig4 7 cd lLIxd5 8 'iWb3 .i xf3 9 gf

L 9 . . . �b6 A. lO .ie3 10 ... e6

1) 11 1:[ gl a) 11 ... tbxd4 b) 1 1 .. . g6 e) 1 1 . . . �b4

2) 11 0-0-0 11 . . . .ie7 12 d5 ed

a) 13 .ixb6 b) 13 .ib5 e) 13 tbxd.5

B. lO d5 10 ... lZJd4

1) 11 "dI 11 ... e5 12 de

a) 12 . . . tbxe6 b) 12 . . . 'iff6 e) 12 ... �c5 d) 12 . . . fe

Pág.

7

8 12 12 12 12 12 12 13 14 14 15 15 16 18 18 18 18 18 18 19 19

Pág.

13 .ie3 .ieS 19 dI) 14 b4 20

dll) 14 ... O-O 20 d12) 14 ... 'i'f6 21

d2) 14 �g2 21 2) 11 .ibS+ 23

ll. 9 .. . e6 26 10 'ii'xb7 tbxd4 11 .ib5+ lüxb5 26 12 .c6+ ctJe7 13 'iWxb5 'ft'd7 26 14 lL1xd.5+ 'ft'xd5 28

A. 15 Wxd5 ed 28 1) 16 �e3 29 2) 16 �f4 29 3) 16 O-O 30 16 ... ct;e6 17 ll e1+ q;,íS 30

a) 18 .te3 30 b) 18 l:td1 31

B. 15 �gS+ 31 15 .. . f6 16 'fIxd.5 ed 17 .ie3 �e6 32 18 0-0-0 .ib4 32

1) 19 J: hgl 32

2) 19 ll d3 32

3) 19 �b1 32 4) 19 a3 32

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35

Capítulo 2

1 e4 c6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 ttJf6 5 ltJc3 ttJc6 6 ..tg5

Antes de examinar la jugada 6 �g5, hare­mos una pausa para pasar revista a otras jugadas del alfil dama blanco.

Con 6 �e3 las blancas no logran venta­ja de apertura. Por el contrario, es posible explotar el desarrollo del alfil por la casilla e3 , como demostraron magistralmente las negras en la partida Paglilla-Sorokin (Buenos Aires 1993): 6 . . . e6 7 ltJf3 i.. e7 8 a3 0-0 9 eS ltJe4 10 "c2 5! 1 1 i..b5 f4! , Y después de 12 i..c1 ltJ g5 13 ltJ xg5 � xg5 14 'ifd3 'ti'f6 15 ltJe2 e5! , Maxim Sorokin asumió el total control de la iniciativa.

Otra cosa que deben saber las negras es cómo reaccionar a 6 i..f4 g6 7 ltJb5 ! ?

El análisis demuestra que las complica­ciones derivadas de 7 . . . e5 ! 8 de �b4+ son favorables a las negras:

9 �e2 (es más prudente 9 �d2 �xd2+ 10 Wxd2 ltJxe5 11 cd, aunque aquí la com­pensación puede apreciarse a simple vista: 11 ... 0-0 12 :l d1 �f5 13 ltJc3 .:t e8 14 �e2 llJc4 15 "el 'it'b6) 9 . . . lLlh5 10 �e3 d4! 1 1 �xd4 ( 1 1 ltJxd4 es malo. debido a 11 '" llJf4+! 12 �xf4 lüxd4+ 13 �e3 1ib6, con ataque decisivo) 1 1 . . . lü f4+ 12 <iti>e3 llJ e6 13 lLlt3 ltJexd4 14 ltJbxd4 �c5. El material extra no justifica el tormento del rey blanco.

6 �g5. La fuente original de este plan parece que se encuentra en la partida A. Rabinovich-Tartakower (Carlsbad 1911), aunque estamos habituados a fijar su apa­rición "cronológica" en el match Botvin­nik-Flohr (Moscú/Leningrado 1933). En su comentario a una de las partidas del en­cuentro, el propio Mijail Moiseevich reco­noce que los analistas A. Model y V. Ragozin realizaron una sustancial aporta­ción al sistema.

(Ver diagrama 53.)

Las blancas atacan la casilla d5 . En consecuencia, a partir de ahora las ne-

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36 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

gras deberán decidir cómo afrontar ese ataque. Pueden entregar el centro, (A) 6 . . . dc, pero también pueden, quizá, conso­lidarlo, (B) 6 . . . �e6. Si, de todos modos, está usted habituado a jugar agresiva­mente, con independencia del color, entonces es posible optar por el contraa­taque inmediato, (e) 6 . . . i,g4, (D) 6 . . . 'ir'b6, o incluso (E) 6 o o ' 'iia5. La posi­ción, tras 6 ... e6, puede verse, por Ínver­sión de jugadas, en la segunda parte del libro.

A 6 __ de. Aquí se produce ya un doble ca­

rnina: 7 �xc4 y 7 d5. 1) 7 �xc4!? Las blancas proponen un

gambito real y, por lo que parece, las ne­gras tienen todo el derecho del mundo a aceptarlo. Sólo que deben hacerlo de for­ma inteligente.

a) Es flojo 7 ... lLJxd4?! 8 lLJt3 lbxf3+ 9 'ií'xf3 'ilc7 10 �b5+ �d7 1 1 O-O. La venta­j a en desarrollo asume proporciones ame­nazadoras. Por ejemplo: 11 . . . kxb5 12 tUxb5 'ir'b6 13 a4 a6 14 �e3 'iYd8 15 l:t fd1 lbd7 16 �xb7! ab 17 l:t xd7! (Gipslis­Schultze, Biel 1995) . Pero demostrar que la iniciativa vale un peón resulta bastante más difícil tras un cambio de damas. Por

consiguiente, 7 •.. 'iWxd4!? 8 'it'xd4 �xd4 9 0-0-0 eS!

i Qué lujo de caballo en d4 ! Cubre la peligrosa columna d y defiende ataques en b5. Así que debe ser eliminado, pero ¿có­mo?

A 10 f4, sigue 10 . . . kg4!? 11 �f3 . �xf3 ! (el caballo de d4 es el remedio a las tentaciones materiales: 1 1 . . . lDxf3?! 12 gf �xf3 13 fe ! �xh1 14 ef, o bien 13 o o ,

�xd1 14 : xd1 -análisis de B. Kantsler-) 12 gf l:1 c8 ! (como observará, en esta va­riante las negras a menudo logran reali­zar jugadas de contraataque con ganancia de tiempo) 13 fe 1:[ xc4 14 ef g6 (también es posible 14 o o ' lLJe6 15 :. he1 :t c8 16 � b1 h6 17 �e3 gf, aunque después de 18 lDd5 la posición blanca sigue siendo me­jor, P. H. Nielsen-Domínguez, Esbjerg 2003) 15 :. he1+ lLJe6 16 Cit¡b1 (si las blan­cas deciden que quieren jugar su propia Siempreviva, les espera una decepción: tras 16 l:t xe6+? ! fe 17 f7+ � xt7 18 l: d7+ c¡t g8 19 �f6 bS 20 <it>d1 1: f4, sólo las ne­gras pueden aspirar a la victoria, Vrene­gor-van Wely, Holanda 1993) 16 o o , 1:[ c6 17 ltJd5 �d6 18 �h6 �d7 19 1:[ e2 l:l d8 20 ke3 �c5 21 �xc5 1:[ xc5 22 l:1 xe6 fe 23 lLJf4+ n d5 ! , la iniciativa blanca queda

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed ed 4 e4 t¿)f6 5 lOe3 t¿)c6 6 �g5 37

neutralizada (S. B. Hansen-P. H. Nielsen, Copenhague 1996).

Queda 10 lUO lUxO 11 gf, pero enton­ces las negras logran guarecer a su rey. 11 ._ i.e7. La alternativa es 1 1 ... �e6 12 i,b5+ llJd7, y en caso de 13 f4 f6 14 i.h4, todos los problemas se resuelven con 14 . . . o-a-O! 15 fe lUxeS 16 l:t xd8+ �xd8 17 :l e1 .td6 (Lanka-Preissmann, Ginebra 1993). Pero hay otro plan prometedor pa­ra las blancas, doblando torres en la co­lumna d: 13 l:l d2!? f6 14 l:t hd1 l:t d8 15 .te3 a6 16 .i.a4 b5 17 �c2 .i.b4 18 a3 (Broberg-Heppner, Grunheide 1996) 18 . . . i..xc3 19 be �e7 20 : d6, etc. U l:l hel O-O 13 l:l xe5 �d8 14 llJe4 lUd7 15 :f5 �c7!? Las negras no jugaron bien en la partida Sveshníkov-Oll (Moscú 1992): 15 .. . lUf6?! 16 11 f4 i..e6? ! Tras el cambio de todas las piezas menores, la torre penetra por d7 con efectos decisivos. 16 tLJd6.

55

A esta posición se llegó en la partida Poluliajov-Maiorov (Krasnodar 1995). Las negras jugaron 16 ... �xd6? ! 17 l:l xd6 g6 18 lH4 ttJe5 19 i..b3 i..f5, pero no consi­guieron la plena igualdad. Los dos fuertes alfiles blancos compensan de sobra la defi­ciente estructura de peones y la incómoda situación del rey en el.

Sin embargo, el gran maestro Polulia­jov sugirió una mejor solución: 16 _ lOb6! 17 1:1 eS ..txd6 18 : xd6 lUxc4 19 : xc4 �e6, y ahora el final está absolutamente igualado.

Las negras, por supuesto, pueden per­fectamente declinar el gambito en la sépti­ma jugada pero de todos modos, y como vemos, se arriesgan más que su oponente y, con un juego mutuo óptimo, sólo estarán luchando por igualar. Así pues, ¿no es éste un camino más fácil?

b) 7 o •• e6 8 lLJO �e7 9 O-O 0-0. Una for­ma sólida y "compacta" de conseguir el objetivo (la igualdad). Esta variante guar­da una estrecha afinidad con el Gambito de Dama Aceptado: 1 d4 d5 2 c4 dc 3 lLJf3 lUf6 4 e3 e6 5 i..xc4 c5 6 0-0 cd 7 ed i.e7 8 ttJc3 o-o 9 �g5 lLJc6 (hay que entender que en esta variante la idea 9 i.g5 no se considera la línea principal). En la prácti­ca, lo normal es que con mayor frecuencia que al revés las blancas no realicen sus am­biciones.

(Ver diagrama 57.)

10 'iVd2 a6 (también es posible 10 ... b6, pues la ruptura en el centro sólo conduce a la igualdad y unas rápidas tablas: 11 d5 !?

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38 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

lDa5 12 .id3 ed 13 fUe1 lLlc6 14 l:t ad1 .ig4 15 � xf6 .i xf6 16 lLl xd5 � xf3, Anand-Dreev, Hyderabad 2002; sobre este tema, estos oponentes jugaron otra parti­da, véase 10 %t e1 ) 11 l:t ad1 lDb4 12 �b3 b6 13 'ife2 i.b7 14 1:tfe1 liJbd.5 15 liJeS tDxe3 16 be lDd5 17 �d2 b5 18 'ii'd3 .ig5. La partida está igualada (Pelletier-Dreev, Bie1 2002).

10 %:t e! a6 11 i..d3 �d7 12 %t e1 :l c8 13 a3 liJd5 14 h4! ? (aunque esto parece muy fuerte, las negras reaccionan con sangre fría) 14 . . . lLl xe3 ! 15 bc h6 16 Ji xe7 lDxe7 17 e4 b5! 18 e5 lDdS 19 lDe5 i..c6 20 a4 'i!i'xh4 21 tDxc6 1:1 xc6 22 ab ab 23 iL xb5 : c7 (Ivanehuk-Dreev, Moscú 2002) . Una interesante partida, y de nue­vo tablas.

10 ::. el a6 11 a4 iLd7 12 'ilfe2 (12 'fi'd2 l:tc8 13 :l adl lDb4 14 dS ed 15 iLxdS i.e6 16 iLb3 .i.xf3 17 gf �xd2 18 l:t xd2 lDc6 19 �g2 l:tfd8 20 l:l xd8+ l:t xd8 21 l:t dl l:t xdl 22 iLxdl lDd5!, con tablas, Anand­Dreev, Hyderabad 2(02) 12 . . . ttJd5 13 JLxe7 lDcxe7 14 i.xd5 ltJxdS 15 lDxdS ed 16 tLJe5 f6 17 tOd3 l:t e8 18 'ii'd2, y otra vez tablas. (Gelfand-Dreev, Wijk aan Zee 2002.)

10 a3!? Quizá la línea más flexible. Hasta el inexpugnable Dreev sucumbe

de cuando en cuando, como en estas va­riantes:

10 ... a6 1 1 '5'd3 b5 12 �a2 b4?! 13 lDa4 e5? ! 14 iLxf6 iLxf6 15 1We4! (Tkachiev­Dreev, Cap-d'Agde 2000) . Aunque las blancas perdieron la partida, el resultado no tiene nada que ver con la evaluación de, esta posición.

10 • . . b6 1 1 'W'd3 iLb7 12 .: ad1 lD d5 13 i.cl !? lDxc3 14 be liJa5 15 i.a2 �xf3?! 16 'it'xf3 'it'c7 17 :. d3 liJ c4 18 'WhS g6 19 'iWh6. De nuevo Dreev quedó peor y ... ¡de nuevo volvió a ganar! (Bologan-Dreev, Cap-d'Agde 2(02) .

10 ••. h6 11 �h4 liJh5! 12 �xe7 ttJxe7! U uego clásico) 13 :t e l lDf6 14 W'd3 b6 1 5 l:t ad1 iLb7, y las negras pueden mirar con optimismo al futuro (Kron-Tregubov, Tomsk 2003).

2) 7 d5!? Esta idea de M. Botvinnik y sus analistas fue especialmente preparada para su match con Salo FIom.

(Ver diagrama 59.)

Las blancas ganan tiempo y, lo que es más importante, también ganan la casilla d4 para su dama. El caballo de c6 debe moverse, pero ¿a dónde: al centro o a un

lado?

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed ed 4 e4 tOf6 5 lOe3 lOe6 6 .i.g5 3E

a) 7 o •• lüe5?!. En ajedrez, curiosamen­te, a menudo hay situaciones en las que las jugadas naturales y lógicas no son las más fuertes. 8 1Wd4 lüd3+?!. La segunda jugada natural consecutiva, y la posición negra ya es difícil de salvar (si es que es posible). Tampoco es satisfactorio 8 .. . ttJfd7?! 9 .i.f4 lüg6 10 .i.g3 (Beim-Zak, Graz 1996) . Las negras han efectuado ya cinco jugadas de caballo, y la posición de éste parece .ri­dícula. En cambio, 8 . . . h6!? permite conti­nuar la lucha. Volveremos ' sobre esta jugada. 9 �xd3 cd 10 lOf3!. En la primera partida del match Botvinnik-F1ohr se jugó 10 .i.xf6? ! , y después de 10 . . . ef 11 'iVxd3 .i.d6 12 lLlge2 O-O 13 O-O n e8, las negras evitaron el peligro. Pero en la 9.a partida del match, con 10 ttJf3!, las blancas no se distraen con fruslerías, sino que completan tranquilamente la movilización de sus efectivos. Es importante que conserven la posibilidad de enrocar en ambos flancos, pues de esa forma pueden modificar sus planes, según la situación del tablero.

(Ver diagrama 60.) Cualquiera que sea el peón que mue­

van las negras (el h, el g o el e), parece que no podrán evitar los problemas:

10 ... h6 11 �f4 g5 12 .i.e5 �g7 13

'iWxd3, con ventaja (análisis de Botvinnik). 10 . . . g6 11 .i.xf6 ef 12 O-O 'fí'b6 13

l: fe1+ �d8 14 'ií'h4! (la última jugada di­fícil de la partida) 14 o o . g5 15 'it'h5 .i.d6 16 'ti'xf7 .: f8 17 'irxh7 g4 18 ttJd2, con po­sición abrumadora (Botvinnik-Flohr, Le­ningrado 1933 -la misma 9.a partida-) .

10 .. . e6? 1 1 O-O-O! .i.e7 12 .c he1 O-O 13 :. Xd3 ed, y 14 l:t xe7! Wxe7 15 lDxd5! es decisivo (Furman-Naglis, Moscú 1970).

Volvamos a la posición después de la octava jugada blanca, e intentemos 8 .•.

h6!?

La posición pende de un hilo, pero has­ta ahora nadie ha podido demostrar que las blancas ganan.

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40 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

9 �f4. También en caso de 9 ¡Vxe5 hg 10 .i.xc4, las negras se balancean al borde del precipicio. Así. en la partida 1. Polgár­Seirawan (Montecarlo 1993) , el segundo jugador no pudo resistir la presión, y tras 10 ... a6 11 0-0-0 it'd6 12 liJf3 g4 13 l:t he1 !? W'xe5 14 lDxe5 1:1 xh2 15 d6! e6 16 liJe4 liJxe4 17 l:l xe4. perdieron por un error, 17 .. . f6? (17 ... .i.d7!) 18 d7+.

Parece que, después de 9 .xe5 hg 10 .i.xc4, la defensa más precisa es 10 . . . .i.d7 ! ? El sacrificio de peón es temporal: 11 ti'xg5?! 'iVc7! 12 .i.b3 n xh2 13 1: xh2 1i'xh2 14 0-0-0 g6 ! (Kindermann-Ba­logh, Haden 1999) , mientras que 13 liJf3 ! ? permite una sorprendente clava­da de las piezas blancas: 11 . . . g4 12 liJg5 l:t h5 ! Es interesante la continuación de la partida Hernández-González (Reyes 2000) : 13 O-O 1: c8 14 liJ b5 'it'b6 15 1: ac1 a6 1 6 d6! l:t xg5 ! 17 W'xg5 ab 18 .i.xb5 ! : xcI 19 .i.xd7+ ..txd7 20 n xcI e6 21 n c7+. Aquí, las negras omitieron la po­sibilidad de igualar la partida, con 21 . . . � d8 ! 22 l:t xf7 'fi' xd6 , etc . 9 o o o liJ g6 10 .i.xc4 . Es tentador, pero flojo 10 .i.g3 e6 1 1 d6

. . . debido a 11 . . . lDe7! En la partida Anand-Seirawan (Amsterdam 1992), las

blancas no pudieron recuperarse inmedia­tamente del golpe: 12 l:l d1 lLled5 13 "e5 l¿jd7 14 .e2?! (más tarde,Anand admitió que era el momento de repetir jugadas, con 14 'ii'd4 lLl7f6 15 "'e5) 14 ... lOxc3 15 bc g6 16 .i.e5 llJxe5 17 'ii'xe5 l:t g8 18 .i.xc4 .i.g7 19 .i.b5+ .i.d7 20 .i.xd7+ 'W'xd7 21 "'e3 "'c6, y el alfil de Seirawan es bastante más fuerte que el caballo blan­co, aunque más tarde la clase de Anand acabó por imponerse .

10 _o lDxf4 11 Wxf4 86. Las posiciones salvajes requieren métodos de juego en consonancia. Por ejemplo: 11 ... g5 !? 12 1i'd2 .i.g7 13 lDge2 a6 14 O-O 1Wc7, y las ne­gras sólo están un poco peor (Lalic-Alma­gro, Madrid 2(03). U liJO g6 13 O-O. Las

negras también resisten en caso de 13 lDe5 1Wd6 14 O-O, si bien gracias al mismo recur­so : 14 . . . g5 ! ? 1 5 We3 .i. g7 16 f4 O-O 17 l: ae1 g4 18 .i.b3 .i.f5 19 l:I d1 : ac8 (TImofeev-Galliamova, Kazán 2(01). 13 000

.tg7 14 d60

Así se jugó en la partida Vaganian-Ehl­vest (Riga 1995). El gran maestro Jaan Ehlvest temió tomar el peón y, posible­mente, estaba en lo cierto. La variante 14 . . . 'ii' xd6 ! ? 15 " xd6 ed 16 :. fe1+ IiP f8 17 1:. ad1 lDe8 no nos convence de que las

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed ed 4 c4 ll:l16 5 lüc3 lüc6 6 .195 4 1

blancas tengan medios para exprimir esta posición.

Sin embargo, si hablamos en general, entonces sin duda hay que decir que la ju­gada 7 ... liJeS?! conduce a una posición di­fícil para las negras.

b) 7 ••• liJaS!? Aunque sea difícil de creer, ¡esta jugada es la más fuerte !

8 b4. Lo más fundado. Las blancas quieren atrapar el caballo extraviado en la banda, y quizá no tengan otra forma de jugar:

8 liJf3 devuelve el tiempo perdido: 8 .. , a6! 9 b4 (obligado, pues si las negras consiguen realizar el avance . . . b7-b5 , quedarán, simplemente, con peón de ventaja) 9 .. . cb 10 ab e6 11 .i e2 .i b4 12 1:. c1 Wxd5, y las negras han ganado la batalla de la apertura (Ravinsky-To­lush,. Moscú 1944).

Descartar la ide a de ganar el caba­llo, con 8 ..i. xc4? ! llJ xc4 9 Wa4+ .i d7 10 .xc4, no es efectivo. Si creemos un vie­jo análisis de Konstantinopolsky, las ne­gras no tienen mal juego después de 10 ... b5 ! ? 11 .e2 (o bien 1 1 lü xbS .: c8) 11 ... "'b6 12 .i xf6 ef. Por otro lado, en la partida Rother-Schultze (Alemania 1988), las negras se decidieron por 10 '"

g6 11 ..i. xf6 ef y tampoco se equívoca­ron: 12 liJ f3 .ig7 13 O-O O-O 14 1:. fe1 'ii'b6, etc.

8 . . . cb 9 ab ..i.d7!. La clave de todo el plan. Al liberar la casilla c8 para la torre, las negras se disponen a replicar, debida­mente pertrechadas, al avance b3-b4. El problema de las blancas es que aquí surge una crisis de ideas:

10 ..i. xf6 gf 1 1 b4 1: c8 ! 12 liJ e4 liJ c4 13 'tib3 "'c7 14 liJ f3 ..i.g7 15 liJc5 l¿) d6 16 ': xa7 f5 17 .id3 O-O 18 o-O 1: a8 (Sves­hnikov-Vuruna, Belgrado 1988).

10 ..i.d3 e6 11 de ..i.xe6 12 ..i.b5+ l¿)c6 13 'ii'xd8+ :' xd8 14 I:. xa7 .tb4 15 .ixf6 gf 16 l¿)e2 O-O 17 :. xb7 liJaS (Hector-P. H. Nielsen, Copenhague 1996). En ambos ca­sos, las blancas no pueden aspirar a lograr ventaja, pero de todos modos tienen que avanzar el peón:

10 b4 .: eS! 11 l¿)bS liJc4 U liJxa7 (si 12 ..i.xf6, las negras pueden plantear un blo­queo efectivo con 12 . . . ..i.xb5 13 .tc3 liJd6!) U _ e6! 13 'ifb3. No era posible to­mar la torre, en vista del jaque en b4, pero las negras tienen dos piezas atacadas si­multáneamente .

13 .•• "'c71. Todo pende de un hilo . . . ¡pero ese hilo es sólido! La dama defien-

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42 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

de al caballo de c4, mientras que la torre es intocable, a causa del jaque en e5. Por otra parte, también la jugada 13 .. . 'it'b6!? (de la partida Sveshnikov-Rupert, Buda­pest 1988) puede resultar suficiente para mantener el suspense: 14 tD xc8 it.xb4+ 15 <ite2 "'c5 ! 14 �xf6 (14 liJf3 liJeS ! ? 15 �xf6 ltJ xf3+ 16 <t>d1 gf 17 gf "e5 ! ) 14 oo.

gf 15 ttJf3 tDeS! . Desde la jugada 12 esta­ba amenazada la torre, pero . . . j las uvas es­tán verdes ! , 16 lL!xc8 lL!xf3+ 17 gf We5+ 18 <itd2 'ifxal 19 <t>c2 'ili'd4, ganando. 16 :1 dI.

En la partida Pujyala-Kallio (Lakhti 1997) siguió 16 . . . lL! xf3+ 17 gf 'iWf4 ! ? Pero valía l a pena considerar l a más simple 16 o •• : a8!? 17 de ( 17 ttJbS lL! xf3+ 18 gf W'eS+ 19 <t> d2 l:t c8, y ¿có­mo defenderse del jaque en h6?) 17 .••

fe 18 i.bS liJxf3+ 19 Wi' xO 'ikeS+ 20 '1We2 ..i xb5 21 ttJ xb5 � xb4+ 22 <t> n l:t al, ganando.

B 6 o •• it.e6!? Una jugada conocida desde

la partida Levenfish-Belavenets (Lenin­grado 1934). Han pasado más de 70 años y aún no se ha encontrado refutación a la misma.

Para tratar de demostrar que el desa­rrollo del alfil por e6 es artificial, se sugie­re por sí solo el avance 7 cS. Pero en la partida Gelfand-Dreev (Munich 1994), las negras se desenredaron en sólo cinco juga­das: 7 . . . lü e4 ! 8 ..ih4 llJ xc3 9 bc . a5 10 'iVd2 �f5 11 a4 e5 ! , y es hora de que las blancas piensen en cómo igualar.

7 ttJge2 dc 8 lL!f4 parece ideal, y se di­ría que las negras tienen problemas para contrarrestar d4-dS. Sin embargo, y aun­que peligroso, las negras pueden disponer del peón de d4: 8 ... llJxd4 (o bien 8 ... W'xd4 9 ttJxe6 "tVeS+! , recomendación de E. Mortensen) 9 llJxe6 ttJ xe6 10 i.xc4 'iWxd1 + 11 .: xd1 a6 12 �xe6 fe 13 O-O h6 14 i.e3 g6 15 lüa4 i.g7, con aproximada igualdad (Kunin-Chemiaev, Port Erin 2000). Procede mencionar que, tras 7 liJge2 dc, es ingenuo contar con 8 .i.xf6?! ef 9 d5?, en vista de 9 . . . lüb4! 10 lDf4 .i.f5 (Boudre-Miles, Ostende 1986).

Las blancas no plantean ningún pro­blema con 7 .d2 g6 8 �xf6? ! ef 9 cS. Des­pués de 9 ... h5! , está claro que la posición de la dama blanca es mala: 10 i.b5 .i.h6! 11 f4 O-O 12 �xc6 be 13 lbge2 l:t b8 14 0-0 : e8 15 .: ae1 it.c8 16 liJg3 i.a6, con juego cómodo (Sveshnikov-Oll, Podolsk 1993) .

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed ed 4 e4 �f6 5 �c3 ttJe6 6 �g5 43

Las principales continuaciones aquí son 7 llJf3, 7 ..te2, 7 h3 Y 7 ..txf6.

1) 7 lLlCJ lUe4!

Puede demostrarse que 8 1Oxe4 de 9 d5 no plantea ningún problema a las negras: 9 ... ef 10 de 'ifa5+ 11 i.d2 'lVe5+ 12 i.e3 'it'xe6 13 '6'xf3 0-0-0 14 i.e2 g6 15 O-O ..tg7 16 1: ab1 i.d4 (Estrin-Flohr, Vilnius 1960).

Otro plan directo, 8 cd i.xd5 9 llJxe4 i.xe4 10 i.c4, también es inocuo: 10 . . . 'iVa5+ 11 i.d2 Wf5 12 llJg5 i.d5 13 'ti'b3 lOxd4 14 'ira4+ b5 ! 15 i.xb5+ ltJxb5 16 'ifxb5+ 'fid7 (A. Minasian-Shurigin, De­cin 1996).

Igor Zaitsev sugirió 8 i.d3!? lOxc3 9 be de 10 .i.e4 i.d5 11 'ti'bl!? Completar el desarrollo no es fácil, pero de todos modos no debe subestimarse el ataque blanco. Así, en la partida Al. Sokolov-Throv (Nijni Novgorod 1999), las negras resistieron con 11 ••• b6 U O-O f6! ? 13 i.f4 g6 14 n el e6 15 Wbs �f7 16 :abl i.xe4 l7 1: xe4 'ti'd5.

2) Por consiguiente, es más agudo 7 i.e2!? Las blancas mantienen el suspense acerca del desarrollo de sus piezas meno­res: ¿cuál de ellas irá a O? Lo más proba­ble es que el caballo, pero en algunas variantes, será el alfil, desde donde atacará

la casilla d5. Sin embargo, después de 7 ...

¡VaS!?, ninguna de las pretendidas nove­dades da ventaja a las blancas.

La idea 8 i.xf6 ef 9 cd i.xd5 10 i.f3 es demasiado simple para ser la correcta. Las negras igualan así: 10 ... l: d8!? 11 ..txd5 :t xd5 12 1Ot3 i.b4 13 1We2+ ctttd8! (Gul­ko-Rogers, Oropesa 1996).

La práctica se ha concentrado en torno a dos ideas: 8 lLlf3 y 8 c5.

a) 8 lOO de 9 o-o ll d8 10 :t e1!? A la hora actual, el sacrificio experimental de un peón, 10 "'c1 ?!, no está justificado:

10 . . . h6 11 i.d2 lUxd4!? 12 lOxd4 l:[ xd4 13 b4 1I'd8 14 i.e3 .tt d7 15 i.d1 a6! 16 b5 ab 17 :tb1 g5 ! (Rogers-Dreev, Biel 1993), o bien

10 .. . ltJxd4!? 11 lOxd4 ll xd4 12 b4 "it'd8 13 ..te3 .:t d7 14 i.xa7 g6 15 lLlb5 i.g7 16 i.xc4 i.f5 17 lUd4 O-O 18 lOxf5 gf 19 i.e3 lOe4! 20 llb1 : c7 (Ramesh­Adianto, Madrás 1996).

10 ... bS 11 "el!? b4 12 .i.xf6 be (Ver diagrama 70.)

13 d5!? i.xd5 14 i.xc3 'iWc5 15 -'f4 e6 16 l:t adl. Por el peón sacrificado, las blan­cas han logrado desplegar cierto grado de iniciativa (Stocek-Zurek, República Che-

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44 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

• •

., -

ca 2(03). Sin embargo, difícilmente puede haber dudas de que la teona de esta sub­variante será reescrita en breve.

b) 8 eS lOe4 9 �d2!? Creación de Ale­xander Morozevich. La más estándar, 9 1Of3 .i.g4 (aceptar el sacrificio de peón no conduce a nada bueno: 9 . . . lOxc3?! 10 bc 'W'xc3+ 11 .i.d2 'ii'a3 12 l:l b1, con peligro­sa iniciativa de las blancas) 10 �d2 lOxd2 1 1 lOxd2 �xe2 12 lO xe2 g6 1 3 o-o .i. g7 14 lOO O� 15 a3 'ikc7 lleva a la igualdad (Fedorowicz-Brenninkmeijer, Amsterdam 1990). 9 _ 1Wc7 10 �f3 0-0-0 11 lLlge2 gS U .i.xe4 de 13 "'a4 �g7 14 lLlb5. ¿Cómo puede renunciarse a una jugada así? So­bre todo, teniendo en cuenta que la otra jugada natural, 14 �xg5 , es más floja: 14 ... lLlxd4 15 lLlxd4 i..xd4 16 'it'xa7 �xc5 17 "a8+ Wb8 18 "'aS b6 19 'W'a4 : hg8, etc. Con todo, el análisis demuestra que vale la pena esperar con el avance d5, y defender primero d4: 14 i..e3! Ahora, si 1 4 ... h6, entonces 15 0-0-0, Y 14 . . . f5 per­mite un regreso favorable a la idea princi­pal, 1 5 �xg5 ltJxd4 16 lLlxd4 �xd4 17 lLlh5 'W'c5 , con fuerte iniciativa. 14 ... 'irb8 15 �xg5 a6 16 ltJbc3 ltJxd4. Aún más pe­ligrosa parece la captura de alfil, aunque no se ve una refutación directa. Después de 16 . . . ltJxd4 surge una posición clave

para la evaluación de todo el plan que parte de 9 �d2!?

En la partida Morozevich-Anand (Moscú 2002), las blancas iniciaron nego­ciaciones de paz: 17 .i.f4 �d7 18 .aS lLlc6 19 "'a4. Una sorprendente decisión, si te­nemos en cuenta las cualidades com­bativas de Morozevich. Pero el análisis justifica su corrección, pues si la lucha pro­sigue, las blancas se arrriesgan a perderlo todo, mientras que sus posibilidades de victoria son casi desdeñables. He aquí una posible continuación del juego: 17 �xe7 �d7 18 "di .tg4 19 �xd8 (también en caso de 19 �d6 1: xd6 20 cd 1Wxd6 la com­pensación por el material probablemente baste para hacer tablas) 19 ... 1: xd8 20 'it'cl ltJxe2 21 lLlxe2 �xe2 22 1WgS (una jugada intennedia necesaria; es peor 22 �xe2 1i'e5) 22 _ �b5 23 'tt'xg7 .f4 (las blancas tienen calidad de ventaja, pero la diferencia en actividad de las piezas se ha­rá sentir) 24 :t dl ll xd1+ 25 �xdl Wxa 26 1Ig4+ f5 (tampoco hay nada claro tras 26 .. . �d8) 27 'iWg8+ �d7 28 1t'xb7+ c¡f;>c6 29 'Wh8 'itxó 30 Wlc3+ q;,b6 31 'iWd2 e3!. Tanto los cambios como la caprichosa dan­za de la dama blanca no han podido erra­dicar la iniciativa del rival.

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1 e4 e6 2 d4 dS 3 ed cd 4 c4 lLlf6 5 �e3 �e6 6 �g5 45

3) 7 33!? Una idea poco ortodoxa, obra de un hombre absolutamente hetero­doxo: el maestro de Kazán Rashid Nezh­metdinov.

El contrajuego negro, relacionado con ..... d8-aS y ... liJf6-e4, es abortado de raíz. A 7 ... "aS? sigue 8 b4, algo muy positivo. Ahora bien, ¿vale la pena invertir todo un tiempo en una profilaxis de este tipo?

Es interesante observar que, en la par­tida Kasparov-Dreev (Moscú 1996), las negras devolvieron inmediatamente el tiempo, con 7 ... i.g4!? 8 t3 �e6. Después de 9 c5 g6 10 �b5 �g7 11 lüge2 o-o 12 O-O i.f5 13 b4 a6 14 �a4 h6 15 �e3 se inició una gran lucha, en la que las blancas obtu­vieron cierta ventaja.

Más a menudo se ven 7 . . . g6 Y 7 ... 'iid7. a) 7 ... g6 8 i.xf6 ef conduce a una du­

ra lucha, desprovista de cambios repenti­nos. Ahora:

9 i.e2 �h6 10 �f3 CiJe7 11 cd liJ xd5 12 liJge2 O-O, con aproximada igualdad (Nezhmetdinov-Flohr, Moscú 1961). .

9 c5 h5 ! ? (para combatir la inminente maniobra CiJgl-e2-g3, las negras tratan de restringir al caballo con el avance ... h5-h4 y, en el momento oportuno, este peón tam­bién puede llegar a h3) 10 �b5 i.h6 11

ttJge2 O-o 12 O-O n e8 13 b4 h4! 14 f4 'i!fd7 15 'iWd2 �fS 16 tt ae1 :te7 17 CiJc1 l:t ae8 18 n xe7 :. xe7 (Hebden-Anic, Francia 2001 ). En esta posición, las blancas debe­rían frenar al peón de h4, a fin de poder ocuparse de él en su momento: 19 h3!, pe­ro incluso en tal caso, las negras tienen po­sibilidades de mantener la tensión. Por ejemplo: 19 .. . i.e4 20 'ifa g5 !

9 g3!? (lo ideal) 9 .•. i.b6 10 i.g2 ttJe7 11 eS O�O U ttJge2 es 13 W'd3 '6'd7 14 O�O �g7 1S l:1 fel ttJg8 16 'iVb5!. Las negras no han logrado igualar del todo la partida (Chabanon-Eliet, Francia 2001).

b) 7 .•• 'iWd7!? Una jugada flexible, a diferencia de 7 . . . g6. Las negras infor­man a su oponente de que no les preocu­pa el subdesarrollo de su flanco de rey. Tienen la intención de enrocar largo y luego atacar en el centro, cuando el alfil de f8 entrará de algún modo en juego. Las blancas suelen reaccionar con mayor frecuencia con un cambio en f6, pero también son posibles otras continua­ciones:

8 b4 (8 cS ttJe4! ) 8 . . . de! ? (sin temer a los calzoncillos) 9 �xf6 gf 10 d5 O-a-O! 1 1 i.xc4 lijeS 1 2 �b5 'ilc7 1 3 ttJge2 (Lanka­Adianto, Adelaide 1990) 13 ... �b8!? , con

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46 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

contrajuego (recomendación de Z. Lan­ka).

8 �e2 O-O-O! 9 �xf6 (conduce a un jue­go muy agudo 9 c5 lOe4 ! 10 lOf3 �f5 11 �f4 f6! 12 O-O gS 13 �e3 eS ! 14 de d4 15 e6 ! Kobalija-Jalifman, Maikop 1998) 9 .. . gf 10 e5 (o bien 10 Af3 dc!? 1 1 d.5 lOeS 12 de 'tfxe6 13 'fi'e2 �h6, con ataque por la pie­za sacrificada, Jarlov-Álvarez, Cañete 1994) 10 ... l:t g8 11 �f1 �f5 12 �b5 eS! (Sveshnikov-Tkachiev, Viena 1996).

Estos ejemplos, junto con los anterio­res, encaminan el juego negro hacia un plan: desarrollo de la dama, enroque largo, retomar en f6 de peón g y, en un momento dado, . . . e7-e5! Los acontecimientos subsi­guientes sólo refuerzan esta impresión. Resulta que el juego de las negras en la va­riante 6 . .. �e6 no es tan caótico como pueda parecer a primera vista.

S �xf6 gf 9 cS. Hay una reacción están­dar a 9 �e2: 9 '0' 0-0-0 10 c5 �f5 (después de 10 . . . l:t g8, la posición del tablero ya la hemos visto en la partida Sveshnikov-Tka­cmev) 11 lLlf3 e5 ! 12 b4 :1 g8. La respuesta a 13 O-O no debería ser 13 .. . �h3?! 14 g3 �xf1 15 �xf1, como sucedió en la partida C. Hansen-Rector (Malmo 1998), sino13 .. . .te4!? 14 g3 'tWh3 1S de fe 16 lie1 fS ! En tales posiciones, la calidad extra vale bas­tante menos que la posibilidad de conti­nuar con el ataque.

En la partida Topalov-Lékó (Viena 1996) se jugó 9 g3. Una vez más, las negras consiguieron un juego cómodo repitiendo la idea básica de la variante : 9 o o , 0-0-0 10 �g2 �e4! 11 f3 .te6 12 eS (a 12 f4 J.g4 13 'fi'a4, Lékó había preparado 13 . 0 . e5! 14 cd lLlxd4, con la iniciativa) 12 o .. j.,fS ! 13 b4 eS 14 lOge2 'ife6!

9 000 �g4 10 f3 j.,f5 11 �b5 . En el dia­grama que sigue tenemos la posición críti­ca de la variante.

Una recomendación del conocido teó­rico letón Zigurds Lanka, 11 000 hS 12 lOge2 �h6 13 O-O II g8, superó la prueba en el Campeonato de Europa Juvenil (Patras 1999). La partida Edrichka-Berescu siguió así: 14 �h1 l:t d8 15 "el c¡tf8 16 Wh4 a6 17 �a4 �g5 18 ¡fa �d3 19 1: ad1 Wf5, y las negras tienen un juego aceptable, pero no más.

Es interesante 11 ' 0 ' : g8 !?, con juego inmediato sobre la columna g. Las negras provocan así un debilitarneinto de la es­tructura de peones en el flanco de rey con­trario: 12 g4 .i.g6 1 3 liJ ge2 hS 14 gh �xh5 15 ttJg3 l:th8 16 'iWe2 �g6 17 f4 : h4 18 O-O �h6 19 1: ael c¡tf8 20 f5 �h7. La posición de las negras parece un

poco desorganizada, pero ciertamente tie­nen contrajuego (Sveshnikov-Soln, Bled 1998)0

Pero mejor es no buscarle tres pies al gato, como ya hemos repetidamente ob­servado, y jugar 11 000 e5! U lDge2 O-O-O!. Después de 13 0-0, las negras, en la partida Lanka-Lékó (Budapest 1996), prefirieron 13 . 0 ' 'ii'e6 14 �h1 �h6 Y aquí, en opinión de �a, 15 b4!?, seguido de .i.xc6 y b4-b5, permite a las blancas contar con el ata­que. Es más preciso 13 _ �h6!? 14 �h1 J:t hgS 15 "'a4 (Izoria-Mastrovasilis, Ate-

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1 84 e6 2 d4 d5 3 ed ed 4 e4 llJf6 5 liJc3 liJe6 6 it.g5 47

nas 2003). Aquí, ambos contrincantes acordaron tablas, aunque por parte de las negras esta decisión parece prematura. Si no hay otra cosa, era posible 15 . • • a6 16 �xc6 'li'xc6 17 'iWb3 q¡,b8 18 lladl ..te6, y las blancas siguen teniendo que luchar en busca de la igualdad.

4) 7 �xf6 (lo más fundado) 7 - gt'!? Así se jugó, por primera vez, en la partida Miles-Yusupov (Túnez 1985), que las ne­gras ganaron fácilmente. La idea 7 . . . gf produjo una impresión tan indeleble en el GM inglés que, desde entonces, comenzó él mismo a retomar con el peón g.

La otra captura, 7 ... ef, ha pasado de moda, aunque también es jugable: 8 c5 a6 ! ? 9 tLl ge2 b6 10 b4 �e7 1 1 'IIa4 b5 12 'ii'b3 a51 13 tLlxb5 ab 14 tLlf4 'ila5 15 �d3 :b8 16 tLlxd5 0-0 17 O-O l:t xb5 18 �xb5 Wxb5 19 :t fel. Aquí, en la partida Yur­taev-Dreev (Frunze 1988), las negras res­pondieron llevando el alfil a d8, aunque merece consideración 19 .. , : d8 ! ? 20 lLlxe7+ (no es bueno 20 1:. xe6!? fe 21 lLlc7, en vista de 21 .. . lLl xd4! 22 tLlxb5 tLlxb3 23 ab �xc5) 20 . . . tLl xe7, con mejo-res perspectivas.

La posición, después de 7 . . . gfl ? , es bas­tante unilateral. El juego negro es sencillo y comprensible: enroque largo, juego so­bre la columna g, preparación de . . . e7-e5, etc. Pero ¿qué pueden hacer las blan­cas? Hay que decir que la mayoría de los jugadores no estarán a la altura de las circunstancias y pronto se verán obliga­dos a luchar no por la ventaja, sino por las tablas.

(Ver diagrama 75.)

Así, en la partida originaria se jugó 8 'itd2 'i'a5 9 c5 0-0-0 10 �b5 : g8 11 f4 �h6 12 'ift2? lLlb4 13 : dl �f5 14 a3 lLlc2+ 15 �d2 �e4 y, tras algunas jugadas,

Miles se rindió. Resulta difícil señalar con exactitud dónde se cometió el error decisi­vo, pero sí puede afirmarse que el plan ge­neral de las blancas era erróneo.

Hay dos ideas principales: 8 tLlf3 y 8 c5. a) 8 lLJfJ. Por tiempo indefinido, es me­

jor no resolver la tensión central, pues an­tes las blancas deben completar su desarrollo. Esto es razonable, pero el opo­nente, al ver que en un futuro inmediato no le espera ninguna amenaza, también desarrolla sus piezas por las mejores casi­llas. Si nadie amenaza nada, entonces se llega a una situación de igualdad. O inclu­so a las tablas.

Así, en la partida Adams-Lék6 (Franc­fort 1999), ambos adversarios completa­ron su respectivo desarrollo casi sin entrar en contacto el uno con el otro: 8 ... �g7 9 ..te2 O-O 10 O-O 1Wd7 11 : el t Ud8 12 cd �xd5 13 lLJxd5 'W'xd5 14 �c4 'it'd7 15 "'e2 e6 16 l:tfd1 tije7, y las negras tienen un juego sencillo, pero cómodo.

También es muy popular 8 •.• 'fId7. Por ejemplo: 9 c5? ! ..tg4 10 ..te2 �xf3 11 � xf3 e6 12 O-O .i.g7 13 .i.e2 a6 14 "a4 O-O 15 : fdl f5 ! (Sax-Miles, Wijk aan Zee 1989) , o bien 9 �e2 : d8 10 cd .i.xd5 11 �xd5 'iVxd5 12 O-O .i.h6 13 "c2 O-O 14 �d3 lDxd4 15 tij xd4 'f6xd4 16 l:tadl �h8

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48 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

17 l:tfe1 e6 18 �xh7 'it'b6 19 ,i,d.3 f5 (Fe­dorowicz-Miles, EEUU 1988). En todos los ejemplos anteriores, las negras no ex­perimentaron el menor problema para conseguir la igualdad.

b) 8 cS. En sintonía con la línea princi­pal, que comienza con 7 i.. xf6 . El pro­blema es que "principal" no significa necesariamente "buena". 8 .•• 'iVd7!? 9 �b5 l:. g8 10 g3 O-O-O!. En la partida Main­ka-Miles (Bad Worishofen 1989), las ne­gras ejecutaron una combinación larga con un sacrificio de torre: 11 'ithS .tg4 12 'itxh7 'ife6+ 13 �n

13 ... lbxd4! 14 \i'xg8 ,i,h6 15 .te8 �h3+ 16 lbxh3 'ilxh3+ 17 <ii?e1 ltJc2+ 18 �e2 'ifh5+ 19 g4 WeS+ 20 �f3 lb xa1 21 : xa1 d4! 22 ttJe2 d3 23 liJc3 'iWxh2, y ganaron tras algunas jugadas. i Una impresionante derrota!

En la variante 6 ... �e6!? , los analistas tienen mucho trabajo por hacer.

e 6 ... �g4?! (una aguda jugada que, en

nuestra opinión, ha sido arrinconada con todo merecimiento) 7 �e2. También pare­ce sastisfactoria 7 'fi'a4!? e6 8 cd ed 9 ..tb5 fid6 (Waitzkin-Blankenay, Chicago 1997)

10 i.xf6 gf 11 �f1 ! 7 ••. �xe2 8 ttJgxe2 dc 9 dS ttJ eS 10 0-0. Asumamos que las blan­cas consiguen avivar la posición negra. ¿A quién favorecerá eso?

La partida Mortensen-Bimboim (Hai­fa 1976) continuó con 10 . . . ·e6 11 'iWd4 h6 12 'il'xe5 hg 13 de .i.d6 14 'ifb5+ �f8 15 ltJg3 'ilt'b6. Al trasponer al final, 16 'i'xb6 ab 17 lHel, las blancas conservaron la ventaja.

Las negras actuaron con mayor agresi­vidad en la partida Tal-Bronstein (Lenin­grado 1971): 10 ... h6 11 i.f4 lbg6 U 'i'a4+ 1Wd7 13 'tWxc4 l:l eS 14 'it'b3 eS 15 de 1i'xe6 16 'ilxb7. Las negras no tienen un solo tiempo para completar su desarrollo. Si­guió 16 ... i.c5 17 ltJd4! � xd4 18 1:[ ael, y las blancas acabaron ganando.

D 6 ... 1i'b6?! . Una jugada que guarda re­

lación con una idea concebida y probada (en 1934, en una partida contra Spiel­mann) por el checo Josef Reijfir. La pri­mera vez todo fue bien. Spielmann jugó 7 c5? y. tras 7 ... 1i'xb2 8 ltJge2 �f5, no obtu­vo compensación alguna por el peón. Tras perder la partida, Spielmann incorporó la jugada 6 . . . 'ifb6 a su propio arsenal. Pero

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1 e4 eS 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 lüf6 5 lüc3 �c6 6 .i.g5 49

no tuvo mucha suerte, porque el primero contra el que la jugó fue Botvinnik. 7 cd!

En la partida Botvinnik�Spielmann (Moscú 1935) , las negras perdieron la ca­beza y sucumbieron rápidamente: 7 . . .

"xb2? 8 :t c1 1tJb4 9 lLla4 'ii'xa2 10 �c4 .i.g4 1 1 ltJf3 .i.xf3 12 gf. Las negras pier­den pieza y la partida.

No es satisfactorio 7 ... llJxd5?! 8 lLl xd5 'ifa5+ 9 lLlc3 'ii'xg5. Las negras sólo han desarrollado dos piezas, y ambas son con­tinuamente atacadas. Por ejemplo: 10 lLlf3 'iff4 11 .i.b5 �d7 12 O-O 0-0-0 13 : el <¡f¡lb8 14 llJe5! lLlxe5 15 de 'ii'xe5 16 Wd3 'iWd6 17 : fd1, ganando (L. Guliev-Gri­gantis, San Petersburgo 1997).

Sólo con la defensa única 7 _. llJxd4! pueden las negras interesarse por la va­riante de Rejfir. La primera búsqueda gira en tomo a las jugadas 8 llJge2 y 8 .te3.

8 lLl ge2!? llJ f5 9 'fi'd2 h6 10 .t xf6 ef 11 lLlg3 �d6 12 .tb5+ �f8 13 llJge4 .te5 14 O-O g6 15 a4 a6. En esta complicada

. posición, se concluyó el empate (Polu­gaievsky-Bagirov, Alma Ata 1969).

8 .te3 e5 9 de .tc5 ! ? 10 ef+ ,.pe7 ! ( ¡un verdadero gambito ! ) 11 i.c4 �g4 ! ? (es peor 1 1 . . . :1 d8 12 llJ f3 'fi'xb2, debido al sorprendente sacrificio de caballo 13

O-O ! W'xc3 14 .tt el Wb2 15 : el <itf8 16 tD xd4 �xd4 17 'tIid3 ! , Romanov-Flerov, Correspondencia, 1976) 12 .c1 .i.f5 13 .txd4 �xd4 14 Wd2 1: bc8 15 1We2+ � f8.

Esta posición es extremadamente confusa, y no es evidente que las blancas puedan salir indemnes de la situación creada. Así, en la partida Shardtner-Sza­llai (Budapest 1969), después de 16 lLlf3, las negras realizaron un nuevo sacrificio, 16 . . . :1 xc4 ! ? 17 "xc4 .i.xf2+ 18 <¡f¡ln "'xb2 19 : dI j¿,b6, conservando la ini­ciativa.

Pero tan pronto como se descubrió la jugada 8 lLlD!, las negras de nuevo (esta vez de forma definitiva) perdieron todo interés en la variante de Rejfir. 8 ... 'li'xb2 (las negras están dispuestas a sufrir por un

peón) 9 : el lLJxf3+ 10 W'xf3 h6 11 .i.d2 86 U .i.c4 g6.

(Ver diagrama 80.)

Las blancas han finalizado práctica­mente el desarrollo, mientras que las ne­gras están alineadas en la octava fila. No tiene, por tanto, nada de sorprendente que las blancas puedan combinar fácilmente y con gran solidez. 13 d6! "13 14 0-0 'tI'xd6

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50 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

15 ltJe4 'ti'b6 16 �a5! ¡VxaS 17 ltJ xf6+ ef 18 llfe1+ �e7 19 W'xf6 O-O 20 'fi'xg6+ �h8 21 'ilt'xh6+ �g8 22 n xe', ganando (Rausis-Berges, Yvres 2(02).

E 6 000 '1Wa5!? Así se jugó, por primera

vez, en la partida Keres-Czerniak (Olim­piada de Buenos Aires 1939). Con esta sa­lida de dama, el juego no es menos agudo que con 6 . . . Wb6? ! , pero las ambiciones negras en este caso tienen mayor funda­mento. Para empezar, amenazan . . . ltJf6-e4, pero aunque no consigan realizar este sal­to, su aspiración a un desarrollo libre, con perspectivas de contraataque, puede re­portarles dividendos.

Las blancas pueden, sencillamente, to­mar en f6. También pueden oponerse di­rectamente al salto de caballo (7 �d2, 7 'itd2), o indirectamente (7 a3). Por últi­mo, pueden concluir que no deben preocu­parse (7 ttJf3).

1) 7 �xf6 ef. Tomar con el peón e es útil no sólo en base a consideraciones generales. Ahora, a 8 c5? ! seguiría el contragolpe 8 . . . �xc5! 9 dc d4, y las posi­bilidades de las negras, como mínimo, no son peores: 10 'iWa4 dc 11 WxaS lüxaS 12 �b5+ �d7 13 �xd7+ �xd7 14 0-0-0+ 'itc6 15 b4 lüc4 16 lüe2 (1. Polgár-Aguirre, Oviedo 1992). Aquí, las negras debían ha­ber jugado 16 ... aS ! , obligando a las blan­cas a repetir jugadas: 17 lüd4+ �c7 18 ttJb5+, etc. 8 cd. Merece consideración 8 a3!? , una idea empleada con éxito, en los años treinta del siglo pasado, por el maes­tro soviético Sergei Belavenets. La presión con que amenazan las blancas en el flanco de dama, a base de c4-c5 y b2-b4, obliga a su oponente a entregar el centro:

8 . . . de 9 �xc4 �d6 (es posible 9 ... �e7 10 d5 liJe5 11 ..tb5+ �d7 12 �xd7+ lüxd7 13 tDf3 'fi'a6!? 14 'it'e2 W'xe2+ 15 �xe2 lDe5, con un final más o menos igualado, Kobalija-S. Guliev, Yalta 1996) 10 'iVe2+ �f8 1 1 'W'd2.

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed ed 4 c4 lOt6 5 llJc3 liJe6 6 �g5 5 1

Parece que las blancas han impedido la maniobra ... g7-g6, seguido de . . . �f8-g7. En la partida Ljubojevic-Adams (Belgrado 1995), las negras tomaron la palabra a su oponente y, tras 1 1 . . . �e6 12 i. xe6 fe 13 ltJf3 �fl 14 O-O : ad8 15 d5 ! , se vieron obligadas a reconciliarse con una posición algo peor.

Pero creemos que la jugada 1 1 . . . g6! ? sigue siendo posible y, lo que es más, tam­bién creemos que es la mejor. Por ejemplo: 12 "h6+ �g8 13 lDge2 lDe7 14 lDg3 ltJf5 15 ltJxf5 'ti'xf5, y la dama no estará mucho tiempo en h6.

8 ._ i.,b4! . El plan de las negras co­mienza a manifestarse. Resulta que ganar una pieza conduce a tablas forzadas, por jaque perpetuo: 9 dc i.,xc3+ 10 bc ¡j'xc3+ 11 <1fte2 O-O (también es posible la inme­diata 11 '" 'ií'xb2+ 12 �e1 "c3+) 12 f3 l:e8+ 13 q;,fl '6'e3+ 14 �g3 'it'g5+ (Zil­berstein-Podgaets, Belzy 1997). El caballo debe defenderse, pero ¿cómo? 9 'ti'd2 i.,xc3. Los acontecimientos crean un esce­nario confuso después de 9 . . . liJe7? !

Antes se consideraba que las blancas lograban ventaja con 10 �b5+ <¡f¡!d8 1 1 llJge2, y ahora:

11 '" llJ xd5 12 i.,c4 �e6 13 �xd5

�xd5 14 O-O Ac4 15 l:1 fe1 : e8 16 a3 Ad6 17 tLlg3 (Jansa-Vukic, Belgrado 1977), o bien, 11 . . . i.xc3 12 tLlxc3 liJxd5 13 a4! i.,e6 14 O-O l:t c8 15 l:1 fc1 liJxc3 16 d5! Ad7 17 bc (Vaiser-Sveshnikov, Sochi 1983).

Pero en la partida Sveshnikov-S. Gu­liev (VIadivostok 1994), las negras realiza­ron una importante corrección: el final después de 10 ... 'itxb5 ! 11 llJxb5 �xd2+ 12 <¡f¡!xd2 tOxd5 resultó inocuo para su causa.

Con todo, la última palabra en esta variante sigue estando del lado blanco. En lugar de 10 �b5+, es más refinado 10 d6 ! ? llJ d5 , y sólo ahora 1 1 A"b5+ Ad7 12 �xd7+ q;, xd7 13 liJ ge2 : ac8 14 O-O ': c6 15 1Wd3 liJ xc3 16 bc i.xd6 17 c4, con ventaja (Hamdouchi-González, Má­laga 1998).

10 be 'itxd5 11 liJe2. Con el propósito de expulsar a la dama de su posición cen­tral. La más natural 11 ltJf3 O-O 12 i.,e2 no ofrece una ventaja tangible, en vista de 12 .. . i.,g4! 13 O-O liJe5!

Esta combinación de cambio lleva la posición a tablas: 14 ltJxe5 �xe2 15 'lt'xe2 fe 16 de .:l fe8 17 .:t fe1 :l ac8 18 : ad1 'iWaS 19 c4 'ii'c3 20 .:l d7 b5 ! , Y el peón b es

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52 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

intocable, debido a 21 .. , Il xe5 ! (Dueball­Libo, Alemania 1988) .

11 ._ o-o U liJf4 'ilaS. No vale la pena considerar 12 . . , Il e8+?! 13 �e2 'it'd6. Después de 14 O-O .ltf5 15 l He1 l1 aeB 16 �f3, es imposible entender qué han conse­guido las negras con su jaque intermedio (Gulko-González, Las Palmas 1996).

La inmediata 12 ... 'iWd6 parece más fuerte. Por ejemplo: 13 �e2 �f5 14 O-O n ac8 15 J:l ac1 , y el tiempo ahorrado pue­de invertirse en 15 . . . l:t fd8 !? (Omstein­Shamkovich, Gausdal 1984).

13 �e2 n d8 (consignemos de paso una pequeña trampa: 14 O-O? l:l xd4!) 14 J:l dL

¿Pueden las negras contener al par de peones c3+d4? ¿Pueden poner en marcha su propio contrajuego, y si es así, en qué sector del tablero? De esta compleja cues­tión depende quizá la evaluación de toda la variante 7 i.xf6.

En la partida Sveshnikov-Bagirov (Thilisi 1978), las negras, hasta el final, no pudieron resolver los problemas, y des­pués de 14 ... i.f5 15 O-O n aeS 16 'iWb2 'fIJc7 17 g3 b6 18 i.f3, quedaron peor.

Bagirov mostró más confianza en el mismo Campeonato de la URSS (Thilisi

1978), contra Beliavsky: 14 .. . �e6!? 15 d5 liJe5 16 c4 "cS 17 liJd3 liJxd3+ 18 "xd3 i.d7 19 O-O : aeB, etc.

Posiblemente la información más im­portante acerca de esta posición sea la re­comendación de Evgeni Sveshnikov: 14 _

b6!? 15 O-O i.a6 16 l:t fel i.xe2 17 ll xe2 liJeS! 18 Wel liJg6 19 liJxg6 hg. Las piezas menores se han cambiado y los peones colgantes blancos son bastante débiles.

2) 7 i.d2. No es muy ambicioso, ya que después de 7 .•• de 8 i.xe4 e6, no es fácil para las blancas justificar la maniobra i.c1-g5-d2. Tres jugadas gastadas que sólo han conducido a que el alfil retroceda te­miendo por sus piezas. 9 d5!? Una tentati­va por forzar el juego. En una lucha tranquila, 9 lLlf3 �e7 10 liJd5 'ild8 11 tiJ xe7 tDxe7! 12 O-O i.d7 13 R,g5 i.c6 14 ll e1 h6 15 i.h4 (Tal-Marovic, Málaga 1981) 15 ... llJf5, las posibilidades de las blancas tampoco son grandes. 9 ••• ed 10 tDxd5 'ilVd8 11 'ife2+ i.e6 U lLlf4 lLld4 13 i.xe6 fe 14 tWd3 'i!tb6!

Las blancas han conseguido estropear la estructura de peones enemiga y, al mis­mo tiempo, logrado la ventaja del par de alfiles. Sin embargo, se han retrasado en desarrollo y, por tanto, las negras planean

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed cd 4 e4 ttJf6 5 tLJe3 lOe6 6 �g5 53

enrocar largo para crear un inmedia­to contrajuego, con el apoyo de la torre de d8.

15 tl)e2 0-0-0 16 0-0 eS 17 tl) xd4 'tixd4 18 1i'h3+ C¡Pb8 19 �aS b6 20 'it'b3 io cS 21 i.c3 'lff4 22 g3 1i'gS 23 .:t ael e4!? (for­zado, pero es un prometedor sacrificio de peón) 24 i.xf6 'ti'xf6 25 l: xe4 gS 26 .c2 bS!. Con alfiles de diferente color, el peón extra no tiene significación. Por otro lado, la amenazadora columna abierta h es mo­lesta para las blancas, que se apresuraron a proponer tablas, y éstas fueron aceptadas (Bronstein-Bagirov, Tallinn 1981).

3) 7 'tIVd2!? Una jugada que, de un pri­mer vistazo, parece seca. En realidad, las blancas están incitando a su oponente a que sigan con su juego hiperagresivo, ade­más de buscar una defensa que conduzca a ventaja. Por ejemplo: 7 . .. i.f5, con idea de un salto de caballo a b4, se para con 8 tl)f3! (pero no 8 �xf6?! ef 9 cd, precisamente a causa de 9 ... tl)b4! 10 �bS+ cwtd8 11 c¡pn lL!xd5, con juego confuso, Gavrikov-Matu­lovic, Vrsac 1985) 8 .. , liJb4 9 rlcl · dc 10 �xc4 .:tcS 11 tl)eS !

La incursión negra casi ha sido recha­zada, y las blancas amenazan ya la casilla rl. A 11 . . . e6 sigue 12 i.bS+ l¿Jc6 13 d5 ! ,

con decisivas amenazas. E n la partida Ves­covi-Moreda (Saint-Vmcent 2(01), las ne­gras emprendieron una combinación: 11 . . .

l:t xc4? 12 tl)xc4 "'a6, con lo que recupe­ran material, pero no pueden salvar la par­tida, 13 O-O! "'xc4 14 'tWf4! .cS lS lLlbS tl)c6 16 �xf6 gf 17 dS, etc,

También es muy conocida por la teoría la aguda variante 7 .. . dc? ! 8 i.xc4 eS 9 d5 tl)d4. Parece que la idea de las negras es irreprochable: han situado su caballo en el centro y controlan todas las casillas impor­tantes. Pero el caballo es inestable y las blancas pueden explotar este hecho con 10 f4! i.d6 (según un análisis de Keres, no es bueno 10 . . . iof5, debido a 11 fe! liJc2+ 12 c¡pn lLlxa1 13 ef, con ataque) 11 ltJge2 ltJf5 12 �bS+ ..td7 13 ..txf6 gf 14 ..txd7+ c¡pxd7 1S O-O liJe3 16 .: f3 lDg4.

En la partida Keres-Czerniak (fuente, recordemos, de la teoría de la variante 6 . , . 'tiraS), las blancas, con algunas jugadas pre­cisas clarificaron lo que, en principio, pare­ce una posición confusa; 17 ... d3! : ag8 (ganar calidad, con 17 ... 'it'b6+ 18 c¡P h1 tl)fl+ 19 : xf2. 1Wxf2., se vuelve como un

bumerán: 20 'li'bS+ cwtdS 21 lLle4!) 18 �h1 1!fb6 19 : af1 cwtc8 20 h3 h5 21 llJe4 C¡Pb8 22 '6'b3! , con una gran ventaja.

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54 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

7 ... �e6 8 �xf6!? Jugando conforme al refrán "más vale pájaro en mano que ciento volando". Hay más acción en la lí­nea 8 c5, pero en el final resultante de 8 . o o

liJe4!? 9 ttJxe4 de 10 'ifi'xa5 liJxa5, las blan­cas no pueden jactarse de logros tangibles:

11 �b5+ lüc6 12 liJe2 0-0-0 13 i.e3 liJ b4! (Lerner-Sveshnikov, Leningrado 1976) , o bien, 1 1 �d2 lLl c6 12 �c3 0-0-0 13 t¿'¡ e2 �c4 ! (Ribli-Torre, Alicante 1 983) .

8 ... ef 9 eS a6!? . En la partida T. 1 vanov­Tunofeev (San Petersburgo 2001), las ne­gras no se molestaron en impedir que el alfil llegase a b5 y, quizá, tuviesen razón. Después de 9 o o . g6 10 i.b5 iLg7 1 1 liJge2 O-O, las blancas tienen mayores posibilida­des de juego activo. 10 lijO b6!? 11 cb l:t b8 U �d3 i...e7 13 0·0 0-0 14 aJ 'it'xb6 15 b4 g6 16 �b1 l:t fd8 17 iLa2. La ventaja blanca o es muy pequeña o no existe (Seils-Dizdarevic, Soln 1996).

4) 7 aJ. Una jugada que plantea con frecuencia (y con éxito) el teórico letón Zigurds Lanka.

Nos hemos encontrado ya con la idea profiláctica de la jugada a2-a3. Las blancas tratan de oponerse al contrajuego relacio­nado con ... 'ii'd8-a5 y . . . t¿jf6-e4. Pero en la

presente situación, es demasiado tarde pa­ra la profilaxis. Si a 7 .. . llJe4 se responde 8 b4?! , después de 8 '" ttJxc3 9 .el .d8 10 .xc3 de, las blancas quedan peor. ¿Por qué juegan, entonces, 7 a3? Obviamente para provocar el salto de caballo a e4.

'

a) 7 ... lLle4?!. Las blancas pueden ele­gir ahora entre 8 cd Y S �d.2.

al) 8 ed lLlxc3 9 be "'xdS 10 liJO �g4. En esta posición debemos considerar 1 1 �e3 e6 12 iLe2 �e7 13 O-O O-O 14 c4 "'aS, con una lucha complicada. Por ejemplo: 15 l:tbl 'fIe7 16 d5 ed 17 cd �xf3 lS' �xf3 liJe5 19 iLe2 (Ribli-Kuczynski, Polanica Zdroj 1993) 19 . . . iLxa3! 20 'irb3 �d6 21 1:tfc1 \lt'd7 22 1Wxb7 "'xb7 23 l:t xb7 aS, y un final así suele acabar en tablas en la mayoria de los casos.

Pero en la partida Voitsekovsky-TImo­feev (San Petersburgo 2002), las blancas jugaron, asombrosamente, 11 �e2!?, sacri­ficando pieza sin que esté claro cómo pue­den recuperarla. No obstante, la defensa de las negras no es fácil: 11 oo_ �xf3 U i...xf3 '5'xg5 13 Wa4 l:t c8 14 0-0 e6. Pierde 14 . . . 'ifts 15 d5 b5 ! ? 16 Wxb5 <t>dS (no es posible 16 ... e6 17 'ii'a4 ed? 18 i...g4) , debi­do a 17 �g4! ,*,xg4 1S dc c¡f¡>e8 19 � ad1 f6 20 :1 d4 "'e6 21 c7+ �f7 22 :t d8! 15

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 lLlt6 5 ttJc3 ttJc6 6 .i.g5 SS

II lbl. ¡Precisamente esta torre! Si 15 l: ab1? 'iie7 16 d5 'iWxa3, todo el juego blanco se diluye. 15 .•. 'ii'd2!? Ante el ta­blero, Artiom TlIDofeev no se decidió por esta jugada, pero el análisis demuestra que sólo así es posible proseguir la lucha: 16 l:l xb7 'it'xc3 17 l: abl .i.d6 18 l: 7b3 .c2 19 d5 .teS 20 de, y ahora hay que elegir en­tre dos posibles capturas en f2. De cual­quier forma, las negras pueden resistir.

Esta idea de Voitsekovsky no nos inspi­ra, pero hay un camino alternativo:

a2) 8 �d2!? ltJxd2 9 b4!?

--11

11

¡También aquí es apropiado el avance a2-a3! Por cierto que el árbitro de esta va­riante, Lanka, ha jugado así (9 b4), aun­que también sugerido completar antes el desarrollo de las blancas, 9 'it'xd2 dc 10 .txc4 e6 11 ltJf3 i..e7 12 O-O O-O, Y sólo ahora 13 b4!? En la partida Lanka-S. Gu­liev (Cappelle-la-Grande 1997), las ne­gras no reaccionaron bien: 13 . . . 'ii'h5? ! (es más sólido 13 . . . • c7), y las blancas iniciaron una caza a la dama: 14 ltJ e4 l:l d8 15 l:fel ' b6 16 lLlg3 Wg4 17 ll e4 'ifg6 18 1:[ ae1 i..f6 19 h3! Pero, en cual­

�uier caso, es más interesante la jugada intermedia 9 b4!? , tanto más cuanto que las blancas no arriesgan nada. Así es có-

mo pueden desarrollarse los aconteci­mientos: 9 •.• "d8 10 'ii'xd2 de 11 d5 ttJe5 U 'iWd4 llJ g6 13 lt'lf3 eS!? (un sacrificio forzado de peón, pues de otro modo las negras no lograrán completar su desarro­llo) 14 lt'l xe5 'it'e7?!. Parece más fiable la transición a un final: 14 . . . ttJ xe5 ! ? 15 1!Ixe5+ "ile7 16 '6'xe7+ .i.xe7 17 .txc4 .tf5 18 O-O A c8 19 .i.b5+ <iftd8 (Palac­Dizdarevic, Skopje 2002). Es probable que el peón se recupere y las negras pue­dan alcanzar el seguro puerto de las ta­blas. 15 c¡f;¡d2!. Obviamente, las negras cuentan con la clavada sobre la columna e, pero la textual la neutraliza: 15 . . . ttJxe5? 16 II el f6 17 f4, con rápida victo­ria (Blehm-Yakupovic, Hallsberg 1999). 15 • • • '6' gS+ 16 f4 lü xf4 17 �f3 'i'h6 18 .: el + c¡f¡¡d8 19 II e3!. Esto no deja la menor duda acerca de la evaluación posi­cional. Podría seguir 19 .. . .i.d6 20 g3 lt'lg6 21 tLle4 �e7 22 lüxd6 '6'xd6 23 .xg7 '6'xd5+ 24 �c1 :g8 25 W'f6 ..te6 26 i.h3!, y las negras están condenadas.

Decepcionadas por los resultados de 7 ... tLle4?! , las negras se pasaron a otra con­tinuación:

b) 7 ... dc!? 8 dS ltJe4!? Como demues­tra la partida de Lan.ka, es flojo 8 . . . ltJe5? ! 9 Wd4!, y ahora:

9 ... lOd3+ 10 ..txd3 cd 11 lüf3! (en el juego blanco hay reminiscencias de la fa­mosa partida Botvinnik-Flohr, ¿no lo ha observado?) 11 ... ..tf5 12 O-O :d8 13 ltJh4! ..td7 14 :t fel 'it'b6 15 'irxd3 (Lan­ka-Fridman, Vilnius 1 993) , o bien, 9 . . . h6 10 .td2 1Od3+ 1 1 ..txd3 cd 12 llJf3 e6 13 O-O tLl xd5 14 l He1 ! l¿)xc3 15 ..txc3 (Lanka-Pingintzer, Oberwart 1998) , en ambos casos con una amenazadora ini­ciativa.

La posición después de 8 ... �e4 mere­ce un diagrama.

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56 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

.- .

. 1. • •

En la partida Kovacevic-Dizdarevic (Estambul 2000), ambos contrincantes te­mieron ensuciarse las manos y se apresu­raron a firmar unas tablas, tras 9 �d2 llJxd2 10 'ti'xd2 �eS 11 'iWd4 'ti'c7 12 lObS 'ih5+ 13 �c3 "'c7. Sin embargo, nos inte­resa el siguiente juego forzado:

9 de!? lüxg5 10 cb �xb7 11 �xc4 �c6 (si 11 ... :tc8, es desagradable 12 �b5+ �c6 13 �xc6+ :xc6 14 b4!) U b4 weS+ 13 ltJge2 1:d8 14 Wb3. Una vez atrás la apertu­ra, no es fácil evaluar las respectivas posibili­dades de ambos bandos. Es probable que sean ligeramente superiores para las blancas..

5) 7 liJO!? Las blancas deciden que la idea de su oponente ( ... 'it'd8-aS y . . . lOf6-e4) no les concierne.

El hecho es que después de 7 . . . llJe4?! 8 cd! lüxc3 9 be W'xd5 10 �e2, se llega a una posición característica de la Defensa Grünfeld, pero con un tiempo extra para las blancas, lo que significa que no tienen nada que temer de 7 . . . llJe4.

También es insuficiente para igualar 7 . . . .i.e6 8 cS llJe4 9 �d2! llJxd2 10 'fIxd2. En la partida M. Tseitlin-Dizdarevic (Bel­grado 1 999) sigui6 10 . . . g6 1 1 �bS �g7 12 0-0 0-0 13 �xc6 bc 14 l:l fe1 l:l fe8 15 a3 'il'c7 16 b4 �d7 17 b5 ! :t ab8 18 a4. Es po­sible que la ventaja de las blancas no · sea tan grande como parece, pero lo cierto es que todo el juego es suyo.

7 •.• �g4!. Las negras presienten que hay algo mejor que el salto de caballo a e4. Las piezas blancas de nuevo están cla­vadas y cuando la torre llegue a d8, la posición negra empezará a resultar espe­cialmente atractiva. Las blancas tienen �

que hacer algo rápidamente, ¿pero qué? Es flojo 8 �e2? dc 9 dS, debido a 9 ... O-O-O! Después de 10 �xc4 e6 11 .i.xf6 gf 12 O-O � g8! 13 �e2 ed ! , las cosas no podrían ir­les mejor a las negras (Uusi-Bagirov, Ta­llinn 1981).

Tampoco es peligroso para las negras 8 cd llJxd5 9 �d2 (sugerido por Grigori Ra­vinsky).

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed ed 4 c4 ltJf6 5 liJe3 liJe6 6 �g5 57

La idea de Ravinsky radica en un mo­mentáneo sacrificio de dama: 9 ... tL\xd4? 10 4Jxd4! i.xd1 11 i.b5+ �d8 12 ttJxd5, etc. Pero la sencilla 9 ... e6 10 �c4 �b4 contiene la fantasía de las blancas: 1 1 �xd5 ed 12 0-0 O-O 13 a3 i..e7 14 h3 �h5 15 11 el i..f6 16 llJe4 .d8, con igualdad (KIundt-Fette, Alemania 1983).

Las complicaciones derivadas de 8 i.xf6 ef 9 cd i.b4! también son favorables a las negras: 10 'lfb3 (pierde 10 de? i.xc3+ 11 bc 'it'xc3+ 12 q;,e2 O-O!) 10 ... ..txf3 1 1 dc i.xc6 12 a3 (o bien 12 �c4 �a4! 13 i.xf7+ cli>f8 14 ..wc4 i.b5 15 ..,,3 l:td8!, Alburt­Ruderfer, Dniepropetrovsk 1970) 12 . . . i.xc3+ 13 "xc3 1id5 14 f3 Wg5 15 <it f2 0-0-0 16 l:tdl <itb8 17 ..tc4 l:d7 18 :d2 :ca, y sólo las negras pueden ganar (van den Doel-van der Sterren, Rotterdam 2(xx) .

Aquí resulta que la jugada correcta só­lo puede encontrarse por el proceso de eli­minación. Si todo lo demás es malo, queda . . . 8 "'b3!. ¿Qué, si no, hace intere­sante la variante 7 tLlf3? Los dos bandos se intercambian sorpresas y no pueden decir­se que estas sorpresas sean agradables pa­ra el oponente. 8 000 0-0-0 9 �xf6. Esto deja a las negras decidir qué es más importan­te: ¿seguridad con las tablas al alcance del bolsillo o jugarse el todo por el todo? Los jugadores que valoran la fiabilidad por en­cima de todo preferirán 9 ... ef! ? 10 cd (ó 10 0-0-0 dc 11 'W'xc4 i.xf3 12 gf �b8) 10 . . . i.xf3 (10 .. . : e8+ 11 i.e2 : xe2+! 12 q;,fl ! tiene consecuencias poco claras) 1 1 de i.xc6 1 2 0-0-0 i.d6, con un juego acep­table. 9 .- gr.? De todos modos, ¡el riesgo es una cuestión de honor!

(Ver diagrama 95.)

Una jugada que dista de ser nueva, pe­ro en cuanto a su evaluación aquí ... Muchos comentaristas sobrestimaron la fuerza de la

jugada. En realidad, las negras están co­rriendo un riesgo, y un riesgo elevado. 10 cd tLlb4 11 i.,c4 (Botvinnik sugirió no afe­rrarse al peón y jugar, simplemente, 1 1 llJd2) 11 _ . �b8 U a3 e6 13 de fe 14 O-O i.xf3 15 ab : g8 16 g3 ¡j'h5 17 l:t fc1?! (más fuerte es la inmediata 17 i.xe6) 17 .••

n xd4. Así es cómo siguió la partida Mar­tín-Baljon (Las Palmas 1977) . Dos jugadas flojas, 18 lLlb5? l: d2 19 'ii'e3? y tras 19 . . . 1: xg3+ ! , las negras fueron incontenibles. Las blancas debían haber jugado 18 i.xe6!, después de lo cual no está claro có­mo pueden proseguir el ataque las negras.

No es bueno 18 . . . l:t xg3+ !? 19 fg �c5 ! ? 20 bc 1: d2 21 llJe2! l:t xe2 22 h4! , ni

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58 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

18 . . . i..h6 19 llJe2! i..xe2 20 l:l c5! (la mis­ma jugada sigue a 19 ... l:lh4). Por último, si 18 ••• ,i,d6, de nuevo decide 19 tDe2! n h4 20 : aS �e5 21 %1 aeS, y las blancas ganan.

La idea de Abram Rabinovich, 1 e4 c6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 lO f6 5 lO c3 lO c6 6 i..g5 !?, pronto tendrá un siglo, pero las preguntas en tomo a ella no s610 no dismi­nuyen sino que, por el contrario, aumentan y hasta se multiplican.

¿Es posible jugar 6 . . . dc!?, Y si es así, qué deben hacer las blancas: ofrecer un

gambito con 7 .txc4!?, o jugar en el cen-

tro, con 7 d5!?, Y si juegan en el centro. c6-roo deben reaccionar a 7 ... lOaS!? y cómo ganar tras 7 ' " �e5 8 "d4 h6?

¿ Cómo puede castigarse a las negras por 6 ... i..e6? Como habrá visto el lector. no es posible que retrasen su propio desa­rrollo de forma tan artificial y quedar im­punes. ' Otra cuestión es ¿cómo lograr ventaja, en caso de 6 '" "aS?

La vieja teoría se reinventa, lo que es natural. pero la nueva no se apresura a ocupar el espacio que aquélla ha dejado li­bre. ¿Significa esto que una variante es mala? En absoluto. Significa que aún no ha llegado su hora.

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59

Índice del capítulo 2

Pág. Pág.

1 e4 c6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 �f6 b) 7 .. . 'ild7 45

5 �c3 lDc6 6 .tgS 35 4) 7 .txf6 47

A. 6 ... de 36 7 ... gf 47

1) 7 .txc4 36 a) 8 llJf3 47 a) 7 ... 'ilxd4 36 b) 8 c5 48

b) 7 . . . e6 37 C. 6 ... ..i.g4 48

2) 7 d5 38 D. 6 '" 'ii'b6 48 a) 7 .. . lüe5 39 E. 6 ... W'a5 50 b) 7 ... lüa5 41 1) 7 .txf6 50

B. 6 ... ..i.e6 42 2) 7 ..i.d2 52 1) 7 lüf3 43 3) 7 W'd2 53 2) 7 ..i.e2 43 4) 7 a3 54 7 ... 'IVa5 43 a) 7 ... llJe4 54

a) 8 lDf3 43 al) 8 cd 54 b) 8 c5 44 &2) 8 i.d2 55

3) 7 a3 45 b) 7 .. . de 55 a) 7 ... g6 45 5) 7 llJf3 56

Page 63: Defensa caro kann 2 karpov

60

Capítulo 3

1 e4 c6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 ttJf6 5 ttJc3 g6!?

Después de esta jugada, la partida entra en un escenario totalmente distinto al de los capítulos anteriores. Las tormentas combi­nativas dan paso aquí a una lucha estricta­mente posicional y, sobre todo, se requiere habilidad para jugar finales complejos.

Al fianchettar el alfil, las negras están preparadas para sacrificar su peón de d5 que, sin embargo, esperan recuperar con la maniobra lLlb8-d7-b6 (ó lLlb8-a6-c7). Para defender el peón, las blancas deberán per­der varios tiempos y, como consecuencia, las negras superarán en desarrollo a su oponente, esperando obtener así compen-

sación (y también organizar presión sobre la casilla d4) a cambio del infante.

Hay dos continuaciones que permiten a las blancas luchar por la ventaja: (1) 6 cd, y (H) 6 'ii'b3

1 6 cd. Las pueden elegir ahora entre re­

tomar el peón de inmediato, (A) 6 ... lLlxd5, y (B) 6 '" �g7, después de lo cual quedarán con material de menos durante un tiempo.

A 6 ... lüxd5, y ahora otra ramificación: 7

�c4 ó 7 "'b3. 1) 7 �c4. Nada se consigue jugando

por la diagonal a4-e8, 7 �b5+ ttJc6 8 Wa4 lLl xe3 ! , y es peligroso ganar el peón: 9 �xc6+ be 10 'W'xc6+? ! .i.d7 11 "xc3 l:t c8 (análisis de M. Filip). E n la partida Kar­pov-Miles (Amsterdam 1 981), las blancas prefirieron la sensible 9 be �g7 10 llJf3

O-O 11 O-O, pero después de 11 . . . lDa5!, las negras igualaron plenamente la posición. 7 ••. llJb6 8 �b3 .i.g7. Lo principal en esta posición es el desarrollo del caballo por f3. Pero primero veamos algunos ejemplos en

Page 64: Defensa caro kann 2 karpov

los que las blancas prefirieron desarrollar el caballo por e2.

9 d5 !? o-o 10 lLlge2 lOa6 11 i.e3 i.g4 12 f3 i.d7 13 i.d4 i. xd4 14 'lVxd4 liJ c8 15 o-o 'it'b6 16 liJ e4 i. b5 17 I He1 liJ b4 18 lLl4c3 .i.xe2 19 'it'xb6 ab 20 1:1. xe2 :d8 21 : d1 �f8 22 l:t d4, y las sutilezas posi­cionales no cesaron ni en el final (Sermek­Zelcic, Split 2002).

9 i.e3!? (las negras necesitan jugar con mucha precisión, si no quieren caer en una posición difícil) 9 ... lOc6 10 d5 llJe5 (10 . . . lOaS!?) 1 1 llJge2 O-O 12 i.d4 i.g4 13 f3 !? (a 13 O-O, las negras ejecutaron correcta­mente la operación de cambio 13 . . . i.xe2 14 'iVxe2 llJf3+!? 15 'iVxf3 i.xd4 16 l: ad1 i.xc3 17 "xc3 1Wd6, Skahckov-Evseev, Nefteugansk 2002) 13 .. . i.d7 14 O-O ': c8 15 l:t f2 llJec4! 16 i.xg7 Q;xg7 17 '8d4+ q¡,g8 18 llJe4 i.f5 (Sveshnikov-Hübner, Munich 1992).

Como vemos, la lucha evoluciona se­gún un esquema único: las blancas sostie­nen el peón de d5 y luego, tras desclavar el caballo de e2 con fl-f3, explotan la casilla evacuada d4 como base para trasladar sus piezas menores. Las negras tienen menos espacio, un peón débil en e7 y, en algunas variantes, también otro en a7.

1 e4 e6 2 d4 dS 3 ed ed 4 c4 lüf6 5 llJc3 g6!? 61

De todos modos, los factores mencio­nados son insuficientes para evaluar este tipo de posición como obviamente mejor para las blancas. Tenemos una lucha com­plicada en la que las blancas disfrutan de una ventaja moral, antes que tangible.

9 llJIJ llJc6. Esta jugada, que provoca el avance d4-d5 , no corría prisa. 9 . . . O-O 10 O-O i. g4 ! 1 1 d5 llJ 8d7 12 h3 i. xf3 1 3 1Wxf3 l:t c8 14 i.g5 llJf6 parece perfec­tamente jugable. Perseguir aquí la "venta­ja de los dos alfiles" difícilmente puede llegar a plasmarse, puesto que los alfiles se enfrentan a una barrera. Aparte de es­to, todas las piezas negras están bien de­sarrolladas. Una posible continuación es 15 :. ad1 h6 16 i.h4 llJc4 17 i.xc4 II xc4 18 i.g3 liJeS 19 .:. fel tt.Jd6, con incuestio­nable igualdad (Pogosian-Evseev, Moscú 1996). 10 O-O o-o 11 d5 liJaS. La apertura casi ha finalizado y es hora de pensar en los planes futuros.

99

No hay tiempo para la profiláctica 12 h3. Después de los cambios en b3 y c3, las negras capturan impunemente el peón de dS. Por consiguiente, las blancas harán bien en ocuparse del peón de e7. Con este objetivo, se ha ensayado 12 : el, pero des­pués de 12 . . . llJxb3 (no está excluido que

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62 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

incluso sea más fuerte 12 . . . �g4!? 13 h3 �xf3 14 '5'xf3 %t e8 15 �g5 �xb3 16 ab �xc3 17 be 'ti'xd5 18 'it'xd5 lt'lxd5 19 c4 f6 20 cd fg, Y el juego se inclina claramente hacia las tablas, Lein-Seirawan, Seattle 2(03) 13 ab e6 (en el final después de 13 . . . �xc3 14 bc 'ti'xd5 15 'fIxd5 �xd5 16 c4 lt'lb4 17 l:l xe7, es posible que las blancas también conserven una ventaja microscó­pica) 14 d6 it.d7 15 �g5 f6 16 �e3 �c8 17 �c5 b6 18 i.a3, las posibilidades de ambos bandos parecen equivalentes. Cier­to que en la partida Glek-Szabolcsi (París 2(00), las negras se equivocaron, con 18 ... D e8?, y después de 19 �d5 ! se vieron obligadas a rendirse en el acto. Sin embar­go, no está claro cómo tratar la posición, en caso de 18 . . . l:l f7.

Más prometedor es 12 i.g5!? ,i, g4 13 h3 �x0 14 '-xO. Los cambios directos no conducen a nada bueno en esta posi­ción: 14 .. , �xb3? ! 15 ab, y ahora:

15 . . . ,i,xc3 16 bc 'tWxd5 17 'ifxd5 lü xd5 18 c4 ttJ f6 19 :. fe1 I Ue8 20 it. xf6 ef 21 1: xe8+ n xe8 22 1: xa 7. En este final de torres, las blancas tienen prácticamente un peón de más.

15 . . . h6 16 �e3 �xc3 17 bc 'ifxd5 18 'it'xd5 ttJxd5 19 it.xh6 l:lfd8 20 % He1 ! e6

21 �g5 f6 22 c4! y, aunque pequeña, las blancas tienen ventaja.

15 .. . 'iWd7 16 :l fd1 �c8 17 'ite3 De8 18 �f4 a6? ! 19 �a4 Wf5 20 : ac1 b5 21 g4 'iWf6 22 : c6, y las negras están ya muy mal (Nunn-Seirawan, Londres 1984).

La conclusión es evidente. Después de 12 �g5 ! ? �g4 13 h3 �xt3 14 .xt3, las ne­gras deberían abstenerse de cambios por el momento. Por ejemplo: 14 ._ 1Wd7!? 15 .: fel .: feS 16 :1 e2 h6 17 �c12 : ad8 (Brunner-Miral, Zug 1987). El alfil de b3 no puede escapar del caballo enemigo. Las debilidades de las negras están cubiertas y cuentan con una casilla de invasión: c4. Las posibilidades son mutuas.

2) 7 'it'b3 (considerada una jugada "más dura" que 7 �c4) 7 _. �b6. Durante mucho tiempo, el cambio 7 . .. � xc3 !? fue criticado, sin excepción, por todos los teó­ricos, sobre la base de la partida Tal-Pohla (URSS 1972). Sin embargo, el maestro pe­tersburgués Konstantin Agapov fue el pri­mero en cuestionar esa evaluación, y luego el gran maestro noruego Simen Agdestein, nos convenció de que las negras estaban más o menos bien.

Es crítica para la variante 7 . . . lbxc3 la posición que se produce tras 8 ,i,c4! e6 9 be ttJc6 10 �t3 �g7 11 �a3 �f8!

Page 66: Defensa caro kann 2 karpov

Una posible continuación es: 12 �xf8 �xf8 13 O-O ltJa5 ! ? (esto es más preciso que 13 . . . cj;g7 14 �b5 �d7 15 'ir'b2 ltJaS, Kochiev-Agapov, Leningrado 1987, des­pués de lo cual, las blancas, en opinión de Agapov, podrían conservar una mínima ventaja con 16 �e2 : cS 17 l:t ac1) 14 Wb4+ �g7 15 �e2 b6 16 l:t fd1 �b7 17 c4 .: c8 18 eS �d5, Y las negras incluso tienen una posición más prometedora (van der Sterren-Agdestein, Alemania 1998).

12 �c1 (buscando otro plan de juego) 12 ... j¿,g7 13 �b5 j¿,d7 14 j¿,a3 j¿,f8 15 j¿,xf8 �xf8 16 0-0 fj;g7 17 �e2 b6 18 c4 Wf6, y las negras no tienen problemas (Botvinnik-Petrosian, Moscú 1963).

12 O-O ltJaS! (después de 12 ... i.xa3? 13 'W'xa3 We7 14 "c1 ,Tal situó la dama en h6 y ganó con ataque directo a Pohla) 13 j¿,b5+ �d7 14 .a4 j¿,xa3 15 �xd7+ 'it'xd7 16 "xa3 (16 WxaS j¿,d6) 16 ... ltJc4 17 "'c5 'ifd5 18 'iWxd5 'iVxd5, y las negras, tras entregar el peón de d5, salvaron el fi­nal (Lukin-Kalinin, Medzibrozhe 1991).

De modo que, con toda probabilidad, es posible jugar 7 . . . ltJxc3, aunque de esta forma las negras se arrinconen. Muchas más posibilidades de contrajuego se deri­van de 7 ... ltJb6!? Normalmente, las blan­cas eligen aquí entre 8 �b5+ Y 8 d5.

1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 ltJf6 5 �e3 g6!? 63

a) 8 �b5+ �d7 (es dudoso 8 . . . ltJ 8d7? ! , debido a 9 a4 ! ? a6 10 � e2 lO f6 11 a5) 9 ltJf3. El gran maestro rumano Le­vente Vajda decidió jugar en la banda, 9 a4, y las cosas le salieron bien: 9 ... .i.g7 10 aS ! liJeS 11 liJO lOd6 12 ..txd7 + lOxd7 13 �4 O-O 14 �xd6 ed 15 O-O, Y las negras no lo­graron compensación por sus peones débi­les (Vajda-Taylor, Budapest 2(03). Pero en respuesta a 9 a4? ! , es más concreto (iY me­jor !) 9 . . . liJc6! 10 liJt3 i.e6! ? , y si 11 d5? ! ( 1 1 "c2 .tíS, con igualdad) , entonces 11 .. . lOxd5 12 liJd4 liJc7! , y el peón extra resul­ta útil (de Jong-Pilen, Wijk aan Zee 1990). Sin embargo, aparte de la idea a2-a4-aS en esta o aquella variante, no hay nada más para las blancas. 9 oo • .tg7 10 lOeS. Un ejemplo más sobre el plan de avanzar el peón de torre: 10 �xd7+ _xd7 11 a4 0-0 12 aS lLlc8 13 d5 ltJa6 14 O-O ltJd6 15 : el l:t fe8 16 j¿,e3 ¡fe8 17 .tg5 ltJc5 18 .c2 e5 ! , con un juego cómodo (Nureev-Ev­seev, Tula 1999). 10 o .. O-O.

La ventaja de la pareja de alfiles es lo máximo que pueden extraer las blancas de esta posición, ventaja demasiado exigua para luchar por una ventaja real.

11 ltJxd7 ltJ6xd7!? (también es sufi­ciente para igualar 11 . . . llJ8xd7 12 .i.e3

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64 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

t¿)f6 13 O-O t¿)g4 14 �e2 t¿)xe3 15 fe e5 ! , Gdanski-Urban, Brzeg Dolny 1996) U 0-0 t¿)c6 (Osinovsky-Evseev, San Petersburgo 2002).

Tenemos la impresión de que actual­mente la variante 8 i.,b5+ se ha quedado obsoleta. Si la blancas no avanzan el peón d, éste se convierte en una debilidad, ¿y a cambio de qué? Sólo de la posibilidad de expulsar al caballo de b6 con el avance a2-a4-aS. Muy poca cosa.

b) 8 d5!? (ahora la lucha se traslada a un territorio más interesante) 8 ••• ..t g7 9 ..ie3 O-O 10 .: di. De algún modo, las ne­gras necesitan desenredar el racimo de piezas en el flanco de dama, y no pueden conseguirlo. Así, es más que dudoso 10 . . . t¿)Sd7? ! (con idea de capturar la casilla c4) , en vista de 11 .ii.e2! t¿)e5 12 h3! , Y la partida se hace muy cuesta arriba para las negras: 12 . . . 'fIc7 13 �b5 'il'b8 14 :l c1 e6 15 d6 t¿)d5 16 t¿)c7, ganando calidad (Pa­vasovic-Burmakin, Ljubljana 1997). 10 _

�a6!? Esto parece lo más apropiado. Las negras no duplican la función de sus caba­llos (uno se dirige a c4 y el otro a c5) y no obstruyen el paso al alfil de c8.

La posición critica de la variante S d5. b1) 11 �xa6. Una decisión c�pital. Así

se devalúan los peones negros del flanco de dama, junto con el debilitamiento de la casilla c6 que, llegado el momento, será ocupada por un caballo blanco. Por otra parte, las blancas acusarán la pérdida del alfil y si su colega negro llega a a6, toda la diagonal quedará bajo su control. Esta lu­cha de pros y contras caracteriza a todas las jugadas que siguen. 11 ••• ba 12 lüge2 aS! . Otras jugadas son más flojas:

12 . . . .ii.d7? ! 13 O-O 1:[ b8 14 ..if4 :t c8 15 t¿)d4 .ii.g4 16 B .ii.d7 17 1:tfe1 l: xc3? (una combinación errónea; las negras, oh-­viamente, no vieron la jugada 20 de su rival) 18 bc i..a4 19 -'a3 ..txd1 20 lLlc6!, Sves­hnikov-García, Cienfuegos 1979), o bien, 12 . . . ..ib7 ? ! 13 O-O Wd6 14 :t d2 : fd8 15 l:l fd1 aS 16 a3 a4 17 lLlxa4 .ii.xd5 18 'W'b5 e6 19 t¿)xb6 ab 20 t¿)f4, y las blancas pronto tendrán un peón de ventaja (Kuijf­Pilen, Amsterdam 1987).

13 'W'bS (para no permitir que el alfil llegue a a6) 13 ••• 'ii'd7!? Un camino ori­ginal. La alternativa es 13 . . . a4! ? (pero no 13 ... :t b8, debido a 14 lLld4! ) 14 ..id4 ..id7 15 'iWb4 li c8 16 O-O l:tc4. En la par­tida Sveshnikov-Seres (Nova Gorica 1997) , las negras efectuaron algunas juga­das muy decentes, 17 "'aS 1WbS 18 b3 ab 19 ab :r. c7 20 �e4 i..f5 21 d6 ed 22 lüxd6 i..c2 23 i..xg7 y, tras 23 . . . c¡f;>xg7, pudieron confiar en unas tab las. 14 'if xaS lD c4 15 'ifb4 .ii.a6.

(Ver diagrama 105.)

Las negras tienen un peón de menos, pe­ro a simple vista puede apreciarse la com­pensación: dos espléndidos alfiles,junto con problemas de las blancas con su rey y en el flanco de dama. En la partida Pavasovic­Slipak (Pinamar 2002), las negras rápida­mente lograron la paridad: 16 ..tf4 ttJxb2!? 17 'it'xb2 �xe2 18 'lt'xe2 �xc3+ 19 ..td2

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• • • .i.

l:t. 105

�g7 20 �e3 �c3+ 21 �d2 �g7, y se diría que no llevan la peor parte.

b2) Después de 11 llJO, las negras tie­nen derecho a esperar contrajuego. Todo dependerá de las próximas jugadas. 11 •••

'lVd6!? es importante activar cuanto an­tes el caballo de a6. Una idea suplemen­taria es cambiar damas en b4 en el momento oportuno. En caso de la pasiva 11 . . . �d7, las blancas cambian alfiles de casillas negras y logran una evidente ven­taja: 12 �e2 l: c8 13 �d4! 'fIc7 14 o-o l: fd8 15 �xg7 �xg7 16 l: fe1 llJc5 17 'tI'b4 'tWd6 18 �b5 'iff6 19 �xd7 1: xd7 20 llJe5 (Suba-Jaime, Málaga 2002). U �e2. ¿Por qué no la profiláctica 12 a3, evitando el cambio de damas? Toda la clave radica en que las negras disponen del recurso táctico 12 . . . �c5 13 Wb5 �ca4!

(Ver diagrama 106.)

Si 14 �xa4, entonces 14 ... .i.d7, mien­tras que después de 14 fiJe4 'iVd7 15 1fb3 l[) xb2! 16 iob5 'itg4 17 1tJg3 ltJxd1 ! 18 h3 !ilxe3 19 hg ltJxg2+ 20 �f1 llJf4, la posi­ción blanca es una ruina (Barle-Adorján, Reykjavik 1988). Hay que decir que el jue­go de Adorján en esta partida produce una profunda impresión.

1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed ed 4 c4 tlJf6 5 liJc3 96!? 65

U ... ltJc5 13 'lt'b5 �ca4! (un golpe fa­miliar) 14 ltJe4 'ed7 15 Wb3. Se diría que las blancas han perdido ya el control de la posición. En cualquier caso, las negras tie­nen ya las tablas en el bolsillo. 15 _ l[)xb2!? 16 liJeS .f5 17 l:td2 'ilb1+ 18 l:d1 "f5 (Sermek-Sax, Bled 1999).

En general, actualmente 6 . . . liJxd5 pa­rece muy fiable para las negras. Cierto que se requieren buenos conocimientos teóri­cos para no quedar en una posición difícil, pero tampoco puede decirse que se re­quieran muchos menos en otros esquemas de apertura. Objetivamente, las blancas no pueden esperar ventaja, ni con 7 .i.c4 ni con 7 'iWb3.

B 6 - .i.g7 (Ver diagrama 107.)

¿ Qué hacer con el peón extra de d5? ¿Aferrarse a él por todos los medios (7 .i.c4), avanzarlo para desordenar la for­mación enemiga (7 .i.b5+ l[)bd7 8 d6), o proseguir simplemente con el des�ollo (7 �f3)?

Continuar con el desarrollo no condu­ce al éxito, o bien podríamos decir que sí es un éxito en sí, pero que la ventaja blan-

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66 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

ca irremediablemente se perderá: 7 tLlf3 tLlxd5 8 �c4 tLlxc3 9 be 'ite7 10 "'e2 �e6! 11 i.,b5+ tLlc6 12 O-O O-o 13 :l e1 .i.d5 (Lu­govoi-S. Ivanov, San Petersburgo 2000). Sin embargo, las otras dos jugadas son buenas:

1) 7 �c4!? O-O 8 lDge2. Decidiéndose finalmente por el material extra, pues si este caballo llega a f4, recuperar el peón será bastante más complicado. TIene me­nos sentido 8 tLlf3 lLlbd7, y ahora:

9 d6 ! ? ed 10 O-O tLl b6 1 1 � b 3 � f5 12 l:t el .: c8 1 3 � f4 a6 1 4 : el tLl c4 15 ..txc4 ::. xc4 1 6 'ilt'b3 b5 17 a4 �e6. Las negras han resuelto felizmente sus problemas y se disponen a afrontar las complicaciones.

108

18 ab! ? l'% xd4! 19 'ikxe6! l:l xf4! (19 .. .

fe? ! 20 ttJxd4) 20 "'e3 l:lb4, con posibili­dades equivalentes.

9 O-O ltJb6 10 �b3 lübxd5 11 : e1 b6 12 tDe5 �b7 13 �g5 l:l c8 14 'IIf3. La for­mación de las piezas blancas parece muy agresiva, si bien, en la partida Aleksan­drov-S. Kasparov (Minsk 2000), la agre­sión fue eficazmente rechazada: 14 ' " :' c7! 15 'ií'h3 lüxe3 ! 16 bc "c8! 17 W'xeS �xc8, etc.

La idea 8 W'f3 ! ? ttJ bd7 9 h3 ! ? lü b6 10 �b3 a5 1 1 a3 a4 12 �a2 no ha sido su­ficientemente probada en la práctica para poder realizar una evaluación concluyen­te. Sólo mencionaremos la partida Span­genberg-Ricardi (Buenos Aires 2000) , en la que las negras reaccionaron con un inte­resante sacrificio de calidad: 12 .. . : a5 ! ? 13 i.,d2 tDbxd5!? 14 tDxd5 lbxd5 1 5 �xa5 'ilt'xa5+ 16 c¡tf1 �e6 17 l:d1 :t eS 18 �b1. 'iWf6, con compensación.

Después de 8 ltJge2, las negras pueden elegir entre dos rutas alternativas para el caballo: d7-b6 ó a6-c7.

a) 8 _. tLlbd7 9 lüf4 ttJb6 10 i.,b3 �fS. Es flojo 10 ... �g4?, ya que ayuda a las blancas a crear un ataque en el flanco de rey: 1 1 f3 �f5 1 2 g4 ! �d7 1 3 h4 ! : c8

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14 h5 (Agdestein-T. Hansen, KieI 2COJ). Hay pocas posibilidades de igualdad con 10 . . . 'it'd6 1 1 o-o �d7 12 :l e1 a5 13 a4 l:. fc8. La futura invasión del caballo por c4 fue con­trarrestada por las blancas de forma sor­prendente, con una torre en e5: 14 h3 h6 15 :l e5 ! lüc4 16 "e2! (Tal-Wade, Tallinn 1971). 11 O-O �e4!? Las negras realizaron un pobre reagrupamiento en la partida Kobalija-Turov (Kolontaevo 1997): 11 .. . lbc8 12 :l el lbd6 13 h3 .rl c8 14 _t3 ! ? b5 ? ! 15 lb d3 ! a 5 16 a 3 'ii'b6 17 ltJ e5 b4 18 lba4. Como consecuencia del maniobreo, los caballos blancos han obtenido puestos avanzados, a diferencia de los negros. 12 lb xe4 lb xe4 13 'ild3 lü d6 14 � e3 'ii'd7 15 :l fel .ti feS 16 h3 ltJ fS 17 1: eS 'If d6 18 l:l ac1o

Así es cómo se desarrolló la partida Kuijf-Hodgson (Margate 1984). La posi­ción negra parece incómoda, pero la tácti­ca les sirvió de ayuda: 18 o.. �xd4! 19 �xc8+ :1 xc8 20 :l xc8+ lbxc8 21 lüxg6! 'j¡f6! 22 l¿)f4 (22 d6 ed! 23 �xd4 lüxd4) 22 oo. lü xe3 23 fe � xb2 24 .i e2 'it'h4 25 �h2 lLld6, con probables tablas.

b) 8 - llJa6!? 9 0-0 lbc7 10 lflf4. Ambos bandos han incorporado virtualmente to­das sus reservas en la lucha por el peón de

1 e4 c6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 l!Jf6 5 ttJc3 g6!? 67

d5 y, sin embargo, ¡aún quedan más reser­vas! Las negras pueden llevar el alfil a b7 y la torre a d8, mientras que las blancas só­lo tienen la dama, que puede ir a b3, pero difícilmente a f3, donde quedaría enfrente del alfil de b7. ¿Está perdida para las blan­cas la lucha por el peón de d5? Aparente­mente, sí, pero ¿cuánto tiempo puede demorarse el tiempo de materializar la captura? 10 ••. b6 11 : el (después de 1 1 a4 �b7 12 iib3 :. b8 13 �e3 a6! ? , en b3 la dama, enfrentada a la inminente ruptura .. . b6-b5, comienza a sentirse incómoda, Conquest-Bronstein, Bayswater 1989) 11 •.• �b7

u : eS?!. i Su obstinación costará cara a las blancas! Era preciso reconciliarse con los hechos y entregar, finalmente, a las ne­gras el peón sentenciado: 12 a4 llJcxd.5 13 lbfxd5 lOxd5 (Galkin-Burmakin, Ober­wartf 1 99 9 ) . 12 • . . lO d7 13 :1 e2 4J f6 14 1Wb3?! .J:b8 15 a4 a6 16 .id2 bS! 17 ab ab 18 �d3 g5! 19 1Oh3 h6 20 II ae1 M!, y con un juego enérgico, las negras se adue­ñaron de la iniciativa (Velimirovic-Drazic, Pogorica 1996).

2) 7 �bS+ lbbd7. Ante 7 ... .id7, el GM inglés John Nunn exhibió un juego muy convincente (contra Hickl, Dort-

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68 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

mund 1987) : 8 �c4 o-o 9 'ii' b3 ! � f5 10 Wxb7 lLlbd7 11 �f4 �e8 12 lLlf3 �b6 13 �b3 .te8 14 '6'c6 �d6 15 "e5 .t a6 16 lLle5 1:( e8 17 O-O-O! S d6!. Estrictamente hablando, este avance da sentido al jaque en b5, pues las negras se han visto obliga­das a cubrir la columna d y, por tanto, ten­drán que tomar en d6 de peón. Las negras pueden aceptar la idea de su rival (8 . . . ed) , pero también pueden obstinarse (8 . . . O-O u 8 . . . e6) .

a) 8 ... O-O!? Un interesante sacrificio de peón, que se jugó por primera vez en la partida Canal-Opocensky (Sliac 1932). La idea negra tiene sus puntos: ejecutar los avances .. . a7-a6 y ... b7-b5, bloquear el flan­co de dama en casillas blancas y trasladar todo el peso de la lucha sobre el peón cen­tral aislado de d4. Y lo cierto es que no po­demos decir cuál es, para las blancas, la forma correcta de oponerse a este plan. 9 de W'xe7+ 10 llJge2. Aquí tenemos un ex­celente ejemplo que demuestra que la idea de las negras puede funcionar: 10 .te2 a6 ! 11 llJf3 b5! 12 a3 i.b7 13 O-O 'ifd6 14 i.g5 h6 15 �h4 lLlh5 ! , Y la compensación es evidente (Hendriks-van Mil, Amberes 1995) . 10 _. 86 11 i.xd7. También en caso de 1 1 .td3 b5 12 O-O �b7, las negras han

demostrado repetidamente que sus aspira­ciones son fundadas:

13 i.g5 �b6 14 Wd2 :t fe8 15 iDg3 'ti' d7 1 6 lLl ee2 llJ e4 1 7 .i. xe4 � x e4 18 b3 lLld5 (Bronstein-Gurgenidze, URSS 1972).

13 lLlg3 l:t fe8 14 a3 iD b6 15 �g5 h6 16 �e3 lLlfd.5 17 :e1 'ii'h4 (Alabkin-Th­rov, Krasnodar 1997).

11 O" .xd7!? Las negras tienen la fir­me intención de situar su alfil en b7. No se­ría, por tanto, coherente 11 . . . i.xd7? ! 12 i.g5 'iWd6 13 i.f4 'tWb6 14 �e5 l:tfd8 15 0-0 i.c6 16 Wd2 llJe4 17 '6'f4 llJxc3 18 be, y las blancas tienen posibilidades de materiali­zar su peón extra (Sveshnikov-Gipslis, URSS 1975). U 0-0 bS 13 .tf4 �b7 14 .teS 1: feS 15 \Wb3 lLlg4!? 16 .txg7 it'c6 17 d5 (también en caso de 17 f3 rt;xg7 18 n ac1 llJf6, la debilidad del peón de d4, junto con la de la casilla e3, concede a las negras posibilidades de contrajuego) 17 _

Wd6 18 iDg3 �xg7 19 "'dI "f4. Ganar esta posición, por supuesto es difícil para las negras, pero no así hacer tablas (Frol­yanov-Malofeev, San Petersburgo 2002).

De modo que si no quiere sentarse tranquilamente en las trincheras, juegue 8 . . . O-O. ¡Vale la pena!

Page 72: Defensa caro kann 2 karpov

b) 8 ._ e6?1. A diferencia de 8 .. . O-O, es­to no es un gambito, pues las negras espe­ran recuperar el peón. Pero tratan de retomar en d6 con pieza, a fin de dejar de nuevo a las blancas con un peón central aislado en d4.

9 �f3. La impetuosa 9 d5? ! está aquí completamente fuera de lugar: 9 .. . eS ! 10 liJf3 0-0 11 o-o liJe8 12 n el f6 13 ltJe4, a6 14 �a4 l:t fl lS �e3 �f8 y, de pronto, el plan de las negras ha tenido éxito (Djur­huus-L. B. Hansen, Groninga 1986). 9 _ 0-0 10 O-O ltJb6. Aún es peor 10 . . . a6? ! 1 1 .td3. Ahora, si 1 1 ... ltJb6, después d e 12 .tf4, las negras no podrán capturar el peón de d6: 12 . . . tLl bdS 13 l¿) xd5 ltJ xdS 14 �g3 'ifb6 15 .tc4! \Wxb2 16 : e1 ltJc3 17 "el 'irb4 18 %t e3, con buenas posibili­dades de victoria (Jansa-Kucera, Usti nad Labem 1994). Mientras que 11 ... bS 12 a4!? b4 13 ltJe4 �b7 14 l¿)cS ! parece muy bueno (Jansa-Burovic, Eupen 1996). 11 �f4 �h5 U .teS! 86 13 .td3 f6 14 .tg3 lDxg3 15 hg 'i'xd6 l6 'it'b3 lüd5 17 IUel y, por fin, las negras han ganado el peón de d6. Pero no estarán satisfechas con la du­dosa posición que han conseguido (Medu­na-Lipka, República Checa 2002).

c) 8 ... ed (la continuación principal) 9

1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed ed 4 e4 �t6 5 lüc3 g6!? 69

1We2+. Si las negras no quieren pasar tan pronto a un final, entonces están obligadas a jugar 9 oo' c¡f¡lf8. Aunque perderán algún tiempo en enrocar artificialmetne ( . . . h7-h6, : .. �f8-g8-h7), no es fácil para las blan­cas lograr ventaja: 10 ltJíJ h6 11 O-O ltJ b6 (o bien 1 1 . . . c¡f¡l g8, Shirov-Vizhmanavin, Tllburg 1992; en opinión de Shirov, las blancas conservan una ventaja mínima con 12 �c4 ltJf8 13 ll e1 .te6 14 d5 .tg4 15 h3) 12 .td3 �g8 13 i..f4 �h7 ( . . . y de nue­vo la jornada del rey tiene un final feliz) 14 h3 l: e8 1S 1Wd.2 ltJfd5 16 .tg3 ltJxc3 17 bc �e6 18 : abl . Así es cómo continuó la partida Lautier-Yusupov (Baden Baden 1992). Después de 18 oo • .td5!?, hay posibi­lidades para ambos bandos. 9 ..• We7. La posición critica del sistema con 7 i.. b5+. Ahora, el cambio de damas no puede evi­tarse y el final no es fácil de jugar.

10 .tf4 _xe2+ II �xe2!? El alfil de casillas blancas se traslada a 0, dificultan­do el desarrollo de las piezas contrarias en el flanco de dama. La otra idea es situar la torre en el un poco antes y tratar de ex­plotar la situación del rey negro, 11 tLlgxe2 �e 7, Y ahora:

12 0-0 ttJb6 13 l:t fe1 �e6 14 : adl a6 15 d5!? lLlfxd5! 16 tLlxd5+ ltJxd5 17 .i.c4

Page 73: Defensa caro kann 2 karpov

70 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

ttJxf4 18 ttJxf4 �e5 19 ltJxe6 fe 20 f4 �xf4 21 11 xe6+ �d7 22 g3 11 ac8! (Nunn-Stean, Hastings 1 980), o bien, 12 0-0-0 ltJ b6 13 l::t he1 �e6 14 q¡,b1 a6 15 .i d3 c;l( d7 16 ltJ e4 lLl bd5 17 lLl g5 :%. ac8 (Geor­gadze-Bagirov, Tashkent 1984) . Como vemos, las piezas menores (sobre todo, el alfil de e6) son incapaces de defender a su rey.

11 . . • � e7 12 .if3. Es prematuro 12 0-0-0 lDb6 13 .if3, cuando merece la pena considerar el sacrificio de peón 13 . . . .ie6!? 14 .i.xb7 :%' ab8. La posición del rey en el concede a las negras un objetivo de contrajuego sobre las columnas b y c. 12 •..

ttJb6 13 lDge2. Vale la pena mencionar la profilaxis llevada a cabo por las blancas en la partida Miles-Beliavsky (Biel 1991 ) : 13 b3 !? , "fijando" inmediatamente al caballo de b6, con lo que el sacrificio estándar de peón, 13 . . . .ie6, ya no surte el mismo efec­to. De modo que Beliavsky se vio limitado a la modesta 13 .. . ll b8 (13 . . . ,U d8!?) , pe­ro después de 14 lLl bS lLl e8 1 5 lLl e2 a6 16 lDbc3 lDc7 17 0-0-0 h5 18 %l he 1 .i g4 19 �e4 l::t hc8 20 � b1 liJ e8 21 h3 .id7 22 l:1 d.3 �f8 23 :%. e3, no consiguió una plena igualdad.

Después de 13 LDge2, las negras dispo­nen de varios planes posibles.

El más lento es 13 . . . a6 (las negras pri­van al caballo blanco de la casilla b5, pero ¿ vale la pena gastar el tiempo en esto?) 14 o-o t:t b8 15 %: fe1 �e6 16 LDg3 r;t>d7 17 lLlge4 ttJxe4 18 LDxe4 (Smagin-VIZbmana­vin, Tashkent 1984), y el peón de d6 cae de todos modos: 18 ... lLlc8 19 ltJc5+!

Sin embargo, a veces la táctica pura­mente defensiva no da mal resultado, como, por ejemplo, en la partida Mie­zis-Jonkman (Bad Worishofen 1999) : 1 3 ' " l::t d8! ? 14 O-O :l b8 15 l: fe1 a6 (lo mismo que sucedió en la partida Smagin­Vizhmanavinm, pero con una excepción, a saber, que la posición de la torre en d8 per­mite al rey refugiarse en f8, y el caballo acudir en defensa del peón de d6) 16 ltJg3+ �f8! 17 ltJge4 liJe8! 18 %: ad1 .i.f5 1 9 g4 .i. xe4 20 � xe4 lLlc7 21 .ig3 LD e6 22 lDe2 n d7! (la misma excelente manio­bra: las negras liberan a la torre de b8 de, su función subalterna) 23 b3 II e8, y ape­nas queda nada de la iniciativa blanca.

En contraste con la lenta 13 . . . a6 y 14 . . . : b8, tenemos la impaciente 13 .. . .ie6?! 14 .i.xb7 1:1 ab8 15 � ltJfd5. La intenne­dia 16 .ig5+! (recuerde este momento) complica seriamente el contrajuego negro: 16 ... f6 17 .i.c1 liJb4 18 O-O ::thc8 19 b3 ! f5 20 �g5+! �d7 21 l Udl, y no hay compen­sación real por el peón (Rasic-Szallai, Es­lovaquia 1998).

El gran maestro australiano Jan Ro­gers ha jugado muy bien esta variante, de modo que puede recomendarse emular el siguiente ejemplo de su trabajo creativo: 13 ... h6!? Amenaza ganar pieza, con . . . g6-g5-g4! Si el oponente percibe la amenaza, se verá obligado a perder tiempo en la co­rrespondiente profilaxis (14 h3 ó 14 h4), pero entonces las negras pueden sacrificar un peón: 14 .. . .ie6 !? Ahora puede ver que la casilla g5 (recuerde la jugada 16 .i.g5+!

Page 74: Defensa caro kann 2 karpov

de la partida Rasic-Szallai) está debida­mente protegida. 14 b3. En la partida Smerdon-Rogers (Camberra 2002), des­pués de 14 h4 �e6! ?, las blancas no se arriesgaron a tomar el peón ofrecido, y ju­garon 15 1: el ? ! Está claro que no luchan por la ventaja, pero ¿qué pensaban res­ponder las negras a 15 i..xb7? El análisis demuestra que incluso en tal caso tendrían suficiente compensación para igualar: 15 .. . 1: ab8 16 �f3 tLlfd5! 17 l:t d1 llhc8 18 O-O llJxf4 19 lLlxf4 l:.c4 20 lLlb5 ! ? �c8 21 b3 ;c2 22 lLlxe6 fe 23 l:. c1 : xa2 24 1: c7+ �f8, etc. 14 .. . i..e6 15 i..xb7 1:[ abS 16 ..to.

Cuando Rogers se enfrentó por prime­ra vez a esta posición, desperdició, por así decir, su oportunidad. Jugó 16 . . . tLlbd5? ! y no obtuvo compensación alguna por el peón (Zifroni-Rogers, Agios Nikolaos 1995). Pero un año más tarde, sí supo tratarla có­mo se merece: 16 _ llJfdS! (al vincularse con el alfil de g7, las negras sobrecargan al caballo de e2, lo que bace imposible la ju­gada 17 b3) 17 i..d2 lLlxc3 18 i..xc3 �a4 19 O-O l:l beS! (Bergstrom-Rogers, Gausdal 1996). La posición resultante se parece al Gambito Valga, y como en esta apertura, el sacrificio de peón tiene un carácter pu­ramente posicional, y como allí, las negras

1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed ed 4 c4 lLlf6 5 lLlc3 g6!? 71

no sólo lucharán con menos material en el final, ¡sino que empujan a su oponente en ese sentido! La actividad de las torres en las columnas b y e, junto con piezas meno­res más potentes (en especial el alfil de g7) significa que tendrán una duradera inicia­tiva.

n 6 'ii'b3!? Es menos popular que la otra

forma de presionar sobre el peón de ctS, 6 i..g5, y bay varias razones para que así sea. En primer lugar, es posible reaccionar con la aguda 6 ... lLle4!? Después de 7 .ie3 llJxc3 8 bc i.g7 9 cd ..wxctS 10 'ifb3 'ii'd6 l1 llJf3 O-O 12 .ie2 �c6 13 O-O b6 14 :1 ad1 .ig4 15 c4 l:. ab8, la posición negra en mo­do alguno es peor (Ljubojevic-Kamsky, Montecarlo 1995). En segundo lugar, está la tranquila jugada 6 ... i.g7. Las blancas pueden ganar un peón, pero eso no les ga­rantiza ventaja.

7 i..xf6 .ixf6 8 cd (hace mucho que Botvinnik recomendó tomar en ctS de ca­ballo, en vista de 8 ... i.g7 9 tLlf3 lLlc6, se­guido de . . . � c8-g4 y . . . e7-e6) 8 . . . O-O 9 i.c4 'ft'b6!? 10 lLlge2 ifxb2 11 : b1 'it'a3 12 0-0 ttJd7, con mejores posibilidades (Krasenkow-Svidler, Madrid 1998). Así

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72 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

pues, cualquiera puede desviarse del vere­dicto teórico sobre la no convencional 6 �g5. Pero es muy distinto el caso de 6 'it'b3 ! ?

6 _ �g7. Las negras se ven forzadas a sacrificar un peón, ya que otras posibilida­des no son nada atractivas:

6 .. . dc? ! 7 �xc4 e6 8 lbf3, o bien 6 .. . e6? ! 7 �xc4 e6 8 ttJf3, ó 6 . . . e6? ! 7 ttJf3 �g7 8 cd ed 9 �g5. En la presente situa­ción, la combinación de las jugadas ... g7-g6 y ... e7-e6 no produce una gran impresión.

6 . . . lb c6 ? ! 7 cd lb a5 8 _ a4+ � d7 9 � b 5 a6 10 � x d7+ lb xd7 1 1 ttJ ge2 b5 12 "'d1 ttJf6 13 lbf4 �g7 14 0-0. Hay pocas posibilidades de que las negras obtengan compensación por el material sacrificado (Noskov-Katalymov, URSS 1973).

Una idea independiente es 6 .. . ttJb d7! ? 7 cd ttJb6. Vale la pena que las blan­cas busquen alguna idea alternativa, al margen de la experimental 8 �e2? ! lb fx d5 9 .i b5 + ? ! � d7 10 ttJ x d5 lb xd5 11 i..c4 �c6 12 lbf3 �g7 13 0-0 0-0 14 lDe5 e6 15 lb x c6 be 1 6 : dI 1:[ b 8 . Las ne­gras tienen debilidades, pero también buenas cartas (Smeets-Seirawan, Dor­drecht 2003).

7 cd O-O. Ante nosotros tenemos dis­puesto el esquema de la variante 6 'iWb3.

Está claro que todos los planes de las blancas están vinculados a la defensa del peón de d5. Pero ¿cuál es la mejor forma de defenderlo? Por hablar sólo del alfil de casi­llas blancas, pueden defenderlo desde tres posiciones: c4, f3 y g2. Pero ¿qué es lo mejor. primero mover el alfil, y luego el caballo, o primero el caballo por la ruta gl-e2-f4, y sólo entonces pensar en situar el alfil?

Por Conveniencia teórica, el siguiente material se examina en tres apartados: (A) 8 lDge2, (B) 8 g3, Y (e) 8 i.e2. No hay que decir, sin embargo, que en muchas varian­tes estas ideas se entrecruzan y que se lle­ga a posiciones similares por inversión de jugadas.

A 8 t¿)ge2. Las blancas no lograrán defen­

der el peón de la forma más natural, S t¿)f3 ttJbd7 9 �g5 lDb6 10 i..c4, como intentó � en dos ocasiones Mijail Tal, en el 29.° Cam­peonato de la URSS (Bakú 1961). Des­pués de 10 .. . �f5, antes o después, las negras llevarán el alfil a la casilla c4 (me­diante ... : aS-c8).

11 .ixf6 �xf6 12 : dI 1:[ c8! 13 .td3 �g4 14 i.e4 lDc4 15 h3 i..xf3 16 �xf3 " a5 (Tal-Lein) , o bien , 11 l:t dI t¿) e4

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1 2 O-O 1iJ x c3 1 3 be tt eS ! 1 4 � b5 h6 15 � h4 g5 16 � g3 'il xd5 (Tal-B rons­tein) .

Después de 8 lOge2, las negras normal­mente eligen entre dos jugadas del caballo dama: a d7 ó a6.

1) 8 _ tLlbd7 9 g3. La alternativa, 9 lLlf4 lOe8 (la posición tras 9 ... lOb6 10 �e2 se examina en la variante 8 .te2) 10 .i.e3 lOd6 11 i.e2 llJb6 12 a4 aS 13 O-O .i.d7, con una lucha muy complicada. Así, la par­tida Yakovich-Mirosnichenko (Noyabrisk 2003) siguió con 14 1iJd3 lObc4 15 1Oc5 lOxe3 16 fe .tc8 17 .td3 b6 18 llJ5e4 llJf5 19 1: ae1 e6 20 de �xe6, y la partida no se inclinó de un lado u otro. 9 . • . lOb6 10 .i.g2 �f5. No está claro si vale la pena que las negras incluyan 10 . . . aS 11 a4,y sólo enton­ces 1 1 ... .if5. Es importante que después de 12 O-O .i.d3? ! , las blancas disponen de 13 d6! , Y el peón doblado extra se convier­te en uno de plena condición: 13 ... ed 14 i.xb7 1: b8 15 .iD :te8 16 ",d1 .i.a6- 17 : e1 'ifd7 18 lOf4 (Hübner-Smyslov, Tu­burg 1984). 11 lOf4!? Iniciando un juego concreto, lo que quedará claro más ade­lante.

Por supuesto, también se juega 1 1 o-o. Después de 11 . . . 'li'd7, con una sola juga­da las blancas no pueden evitar el traslado del alfil a d3 ó h3 (ll ltJf4 g5 !), pero es po­sible que se preparen para la salida del alfil.

(Ver diagrama 121.)

12 a4 ! ? � d3 13 d6 ! ed 14 a5 ! i. c4 15 1i'b4- .i.xe2 16 liJxe2 ttJbdS 17 ¡;Ob3 1: fe8 18 liJc3, con presión sobre la gran diagonal (Liberzon-Gurgenidze, Alma Ata 1968) , 0 bien, 12 J:. d1 ! ? .i.h3 13 i.h1 ! i.g4 14 :le1 .i.xe2 15 r:t xe2 1:. ad8 16 .i. f4, y en vista de la debili­dad de e7, las negras difícilmente ganarán el peón de d5 en un futuro prón-

1 e4 c6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 lOte 5 lOc3 g6!? 73

mo (Brodsky-Mittelman, Rishon-le-Zion 1997).

11 o • • 'ir'd7. Mientras las blancas no han enrocado corto, es peligroso jugar 11 . . . g5. Sin embargo, la tentativa de preparar esta jugada con 11 ... h6! ? no tuvo éxito en la partida A. Sokolov-Ziganova (Helsinki 1992): 12 h4! :c8 13 O-O 'iVd7 14 a4 llJc4 15 a5 tt fd8 16 1:t a4! lD d6 17 l:t d1 1Ofe4 18 1: b4. U h4! . La clave de la idea l1 ltJf4, pues ahora la construcción ..... d7+i.f5 pierde todo sentido. ¡El alfil sencillamente no tiene adónde ir! U oo • .: aeS 13 o-o h6 14 :{ el liJe4 15 Wa4!

Las blancas hacen una oferta "que su oponente no puede rehusar". Sin embar-

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74 LA DEFENSA CAAO-KANN. Volumen 2

go, con el cambio de damas, las últimas posibilidades de ataque o de algún con­trajuego, se extinguen (Komeev-Novitsky, Minsk 1998).

2) 8 ••• lLla6!? (es lógico explotar el he­cho de que la diagonal fl -a6 está tempo­ralmente obstruida) 9 g3. El [mal después de 9 . . . 'ifb6? ! 10 'iW x b6 ab 1 1 � g2 ttJ b4 12 O-O : d8 ha sido investigado al más alto nivel. La conclusión, confirmada por la au­toridad de cuatro campeones del mundo, es que 13 d6! garantiza una seria ventaja a las blancas:

13 . . . l:l xd6 14 iLf4 l:l d7 15 l:l fdl lLlbclS 16 �e5 (Spassky-Petrosian, Moscú 1 966) .

13 o o ' ed 1 4 � g5 :l e8 15 a3 lLl c6 16 tHe1 .i.g4 17 .i.xf6! �xf6 18 lLld5 �d8 19 lDec3 (Tal-Botvinnik, Moscú 1966) .

En tiempos recientes, las negras han depositado sus esperanzas en otra idea: 9 •.. b5!?

Las negras no objetarán a un cambio del peón b por el d. Pero proponen el cam­bio ahora, mientras las piezas blancas tie­nen una mala coordinación entre ellas.

Por supuesto, es posible rechazar la captura en b5, pero entonces las blancas tendrán que renunciar a sus sueños de

ventaja: 10 a3 l:l b8 11 �f4 tt b6 12 iLg2 b4 13 lLl a4 : b 7 14 O-O (es arriesgado 14 d6 ed! 15 .i.xb7 .i.xb7 16 O-O tt e8, y las casi­llas blancas en tomo al rey de gl son extre­madamente débiles, y cualquier intrusión de la dama será un problema) 14 oo ba 15 'it'xa3 ltJxclS (Shulman-Abdullah, Dacca 1999).

10 lD xb5 . También en caso de 10 'ii'xb5 l:l b8 11 'iWa4 tDb4, las negras, en opinión del gran maestro eslovaco Ljubomir Ftac­nik, tienen algunas· posibilidades de asumir la iniciativa. 10 oo. ltJ xd5 11 .i.g2 .i. e6 12 1i'd1 'ii'a5+ 13 ltJbc3 lLlxc3 14 be : ad8 (también es interesante 14 o o ' n ab8!? 15 O-O �c4) 15 O-O �e4 16 �d2.

En la partida Adams-Granda (Madrid 1998), las negras se apresuraron a restable­cer la paridad material, con 16 o o ' eS?! , pe­ro con la pérdida del peón de d4 los alfiles blancos se activaron. Poco después, las ne­gras cometieron un error de cálculo y tu­vieron que rendirse. El propio Michael Adams indicó la dirección correcta del contrajuego: 16 oO, l:tb8! ( ¡sin prisa!) 17 n el 1:. b2 18 �n (no es posible 18 tDc1 ? .i.xd4!) 18 _. l:Ub8. La iniciativa de las ne­gras vale un peón, aunque seria injusto que las blancas se quejasen de su posición.

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Como vemos, contra 8 . . . ltJbd7 y 8 . . . ltJa6, las blancas no se precipitan a desa­rrollar el caballo por f4. Con dos jugadas, 9 g3 Y 10 �g2, se apoderan de la gran dia­gonal h1-a8 en general, y apuntan al peón de b7 (con idea de dS-d6! ) en particular. Por consiguiente, vale la pena que las ne­gras trabajen en una línea de juego espe­cialmente concebida contra g2-g3.

3) 8 .•. l:. e8!? 9 g3 e6! . El mismo moti­vo que en la variante 8 ... lLla6 9 g3 b5! ?, la situación subdesarrollada y descoordinada de las piezas blancas. Pero quizá sea toda­vía mejor implementar la idea con 8 .. . l:t e8 ! ? 9 g3 e6!

Es peligroso ahora 10 de? ! �xe6 11 'ii'xb7 ttJbd7 12 iLg2 : b8 13 1/ixa7, en vis­ta de 13 .. . ...tc4 14 1&.f3 llJd5 15 .a4 lLl7b6 16 ¡Vc2 'fi'f6, con ataque (Beim-Sheres­hevsky, Jarkov 1967).

Pero tampoco la prudente 10 d6 'it'xd6 11 �g2 1tJc6 U O-O parece plantear ningún problema a las negras. De no haber otra cosa, es posible U ... lLl d5 13 a3 1tJ xc3 14 be eS!? 15 dS lLla5 16 .a4 .d8 17 1&.g5 f6 18 �e3 �d7 19 'il'b4 1&.1'8 20 d6 b6 (M. Tseitlin-Bujman, Leningrado 1973).

La idea 8 . . . 1:. e8 da resultado aunque las blancas no jueguen 9 g3. Por ejemplo: 9

1 e4 c6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 ttJt6 5 q:¡c3 g61? 75

llJ f4 e5 ! , o bien 9 � g5 e6 ! 10 de � x e6 1 1 d5 1&. f5 1 2 0-0-0 llJ bd7 13 ttJ d4 llJ c5 14 'S'b5 (Zude-Schmittner, Geissen 1991) 14 . . . . c8 ! ? 15 llJ xf5 'it'xf5 16 �e3 : ac8 ! , con ataque.

La conclusión es que la jugada 8 llJge2 es demasiado lenta y, por tanto, imprecisa.

B 8 g3. Sugerido en 1932 por el maestro y

teórico soviético Vasili Sozin. No nos de­tendremos en jugadas habituales, como 8 .. , llJ bd7, sino que nos centraremos de in­mediato en un par de ideas de contraata­que: 8 ... e6 !? y 8 ... ltJa6 9 �g2 b5 !?

1) 8 O " e6!? Las blancas pueden rehu­sar el sacrificio, con 9 ,i,g2 ttJxdS 10 lLlge2 ltJc6 11 O-O.

Las negras tienen posibilidades de igualar gradualmente la partida:

1 1 . . . ltJ xd4 12 ltJxd4 �xd4 13 lLlxd5 ed 14 1&.h6 %:t e8? ! (después de 14 ... 1r..g7, las blancas sólo tienen una ventaja pura­mente simbólica) 15 l: ad1 'iff6? (un error; no pasa nada terrible tras 15 ... 1r..f6 16 ,i,xd5 1We7 17 l:t de1 1&.e6) 16 'it'a4! (TI­mofeev-Petzold, Rethymnon 2003).

11 . . . 'it'b6 12 1r'xb6 lLlxb6 13 l:t d1 , con un final que las negras, en la partida Tuk-

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76 LA DEFENSA CAAO-KANN . Volumen 2

makov-Dydyshko (Rostov sobre el Don 1967) , claramente sobrestimaron: 13 . . . :i d8 14 �f4 ltJdS 15 .ig5 ! f6 16 �d2 ltJ db4 1 7 .l:t ac1 ltJ d3 1 8 � b1 ltJ xd4? ! 1 9 ltJxd4 n xd4 20 .ie3 ll d7 21 l:1d2 ltJe5 22 :;[ bd1 n xd2 23 :1 xd2 l?Jf7? (23 . . . �f8 !?) 24 ltJb5! , ganando.

11 . . . tOb6 12 ll d1 ¡jc7 13 �e3 '1Wb4 14 'iic2 tDe7 ! 15 a3 ¡Vc4 16 b3 'ii'c7 17 l:t ac1 'ii'd7, y la igualdad no está lejos (Gipslis­Selesniev, URSS 1961) .

Así pues, la adhesión a los principios que las blancas muestran al capturar en e6, en este caso concreto sólo puede ser bien­venida por las negras.

9 de lUc6. Si 9 . . . �xe6 10 W'xb7 ltJbd7 1 1 ..tg2 llb8 12 'ii'xa7 ll e8 13 ltJge2 �c4 14 ..tf3 lUdS, se ha llegado, por inversión de jugadas, a una posición idéntica a la que hemos visto en la partida Beim-Shere­shevsky.

Aquí tenemos otro caso en el que las blancas, a pesar de su peón extra, se arries­gan bastante más que su oponente: 15 O-O (como recordaremos, Beim jugó 15 'iWa4) 15 ... ltJ xc3 1 6 tD xc3 .i xf1 17 c;i( xf1 l?Jf8 18 l?JdS?! (parece que las blancas pueden hacer tablas con 18 d5 .ixc3 19 bc 'iff6 20 �f4 "xc3 21 .ixb8 'it'xa1+ 22 c¡t¡g2) 18 . . .

tDe6, y las negras acabaron ganando (Heidgesetter-Evseev, Noruega 1998).

10 ef+ c;i(h8 (de nuevo las negras tienen tres peones menos, y de nuevo virtualmen­te sin riesgo) 11 ttJge2 'W'e7. El peón clave de d4 está colgando, y no puede defender­se con 12 .i e3 : 1 2 . . . tD g4 1 3 c¡t d2 i. e6 14 d5 i.xf7 y, con el rey en d2, las blancas no sobrevivirán mucho tiempo (Gheorghiu­Johannessen, Olimpiada de La Habana 1966) . Esto significa que las blancas están obligadas a retirar la dama: U "dI!?

En esta posición., lo principal para las negras es no sobrestimarla. As� a 12 . . . l?Jg4?! 13 i.g2 tDxd4, queda claro que las blancas no han perdido el derecho a enro­car, 14 O-O. ¡Trate de alcanzar al rey de gl !

El gran maestro canadiense Kevit Spraggett decidió, de pronto, jugar en "brillante estilo": 12 . . . lLl xd4? 13 'ifxd4 l?Jg4 14 'iVe4 'iWxf7. Pero después de 15 f4 .id7 16 'ii'b4 aS 1 7 'ifb6 .ic6 1 8 II g1 l He8 19 i.d2 lLl xh2 20 0-0-0, el ataque llegó a su fin (Hennigan-Spraggett, Luga­no 1988).

¿Pueden ganar las negras? En reali­dad, no, pero sí pueden forzar tablas: U _

�fS!? 13 �g2 lLJb4 14 O-O tDc2 15 n bl l?Jb4, con repetición de jugadas.

Page 80: Defensa caro kann 2 karpov

2) 8 ••• tlJa6 9 .i.g2 b5!? Ya hemos da­do una idea aproximada de lo que suce­de tras la captura del peón: 10 'it'xb5? ! l:t b 8 1 1 .a4 lLl b4, o bien 10 lLl xb5 i..b7 11 lLl c3 (en la variante 11 lLlc??! _xc7! 12 d6 i..xg2 13 dc tDxc7, las negras que­dan con un racimo de piezas por la da­ma) 11 . . . : b8 12 1Wc4 'ifb6 13 ltJ ge2 lLl b4 14 O-O : fd8, con más que sufi­ciente compensación por el material sacrificado. La prudencia de bería ser prioritaria, 10 tDge2, pero en tal caso si­gue 10 ••• b4!

Es peligroso ganar calidad: 11 d6?! be! 12 "a3 (aún es peor 12 i..xa8, debido a 12 '" i..e6! 13 de tli'xa8!) 12 ... l:t b8 13 de 'lrd7 14 efW+ i..xf8 15 b4 .i.xb4 16 'ilb3. Cier­to que no hay mate, pero sí iniciativa, y además duradera: 16 . . . c2+ 17 � f1 1ff5 18 Ve3 �d6, etc.

En la partida Stanec-Krivoshey (Ober­wart 2000), las blancas de nuevo rehusaron el presente griego: 11 locU �b7 U lOe3 l:tb8 13 .,.., lOc7 14 'lrxb4 ltlcxd5 15 WaJ l¿jxe3 16 'tWxe3 .i.xg2 17 �xg2 'IIdS+ 18 'liD, tablas.

Hasta ahora, las variantes 8 g3 e6 !? y 8 g3 lúa6 9 i.g2 b5! ? no han sido el foco de l� atención (al menos oficialmente), pero

1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed cd 4 e4 t¡Jf6 5 �c3 g6!? 77

sólo porque las blancas han rehuido el de­bate.

e 8 i..e2. La continuación principal. Por

cierto que este alfil debe situarse precisa­mente en e2, ya que 8 i..c4?! llJbd7 9 lOge2 lLlb6 10 O-O suscita algunos interro­gan tes, como 1 0 . . . tO xc4 1 1 'ii' xc4 b6 12 i..g5 i.b7 13 l[)f4 'ild7 14 :t fel l:t fd8 15 1Wb4! , Y en la famosa partida Alekhine­Euwe (Berna 1932), las blancas incluso lo­graron ejecutar una bonita combinación: 15 . . . 'ti'g4 16 i.. xf6 i.. xf6 17 1: e4 'it'f5 18 g3 e6 19 l[)xe6! , pero la más precisa 10 ... i..f5 ! ? pone fin a todos los interrogantes: 11 lLlg3 i..c2! u 11 tlJf4 tlJxc4 12 Wxc4 lOe8!, y las blancas no lograrán ventaja.

Después de 8 i..e2, no funcionan los avances de peón ... e7-e6!? ni ... b7-b5!? Hay dos continuaciones principales, 8 . . . lLl bd7 y 8 ... l'iJa6, pero antes nos detendre­mos en las líneas marginales.

Es dudoso 8 .. . b6? ! 9 � i..b7 10 llJge2 'ti'd7, en vista de 1 1 i..f4 l:t d8 12 .:t c1 lLla6 13 Wa3! (análisis de Boles­lavsky).

El traslado del caballo a d6, sugerido por el maestro soviético Nikolai Kopylov,

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78 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

no reporta la igualdad. En la partida Va­siukov-Doda (Belgrado 1961) las blancas refutaron esta maniobra del modo más simple: 8 . . . tLJe8?! 9 tLJf3 lDd6 1O �f4 �g4 1 1 l% d1 � xf3 12 � xf3 lLl d7 13 O-O lLl b6 14 l:t fe1 tlJbc4 15 lLlb5 ! Wd7 16 tLJxd6 tLJxd6 17 h3 Afe8 18 �g4.

Bronstein sugirió 8 . . . aS?! , pero Botvin­nik respondió 9 �f3 lDa6 10 a3! Más tarde, dos grandes maestros escandinavos tam­bién decidieron poner a prueba la idea. ¿Qué sucedió? La partida C. Hansen-Hec­tor, Vejle 1994, siguió así: 10 ... CfJc7 11 tLJge2 'ji'd7 12 O-O a4 13 'fi'c4 l:t aS 14 �d2 b5 15 ¡fc5 'W'd8 16 CfJa2! : a8 17 tLJ b4, Y el juego negro es, sencillamente, malo.

1) 8 ... lLlbd7 9 �f3. En la partida Jano­sevic-Hort (Copenhague 1965) las blancas complicaron innecesariamente su desarro­llo: 9 tlJh3?! 'ifb6 10 "dI? ! , Y después de 10 ... liJe8! comenzaron a tener problemas para encontrar jugadas aceptables. Opta­ron por 11 �e3, pero entonces siguió 1 1 .. . tlJdf6 12 tLJf4 'tIixb2, con ventaja. 9 • • . liJb6. Así queda formado el esquema de la va­riante 8 �e2.

Las blancas tienen que desarrollarse, pero ¿cómo? Obviamente, con 10 �f4, 10 $i.g5 ó 10 tUge2.

a) 10 �f4. Aparte de lo demás, esta ju­gada constituye una excelente profilaxis contra 10 .. . e6?! , por 11 d6! .i.d7 12 �e5! , y las negras tienen ya problemas impor­tantes: 12 . . . llJbd5 13 liJge2 �c6 14 llJxd.5 CfJxd5 15 O-O, etc. (Sveshnikov-Gipslis, Na­berezhny Chelny 1988). 10 .•• �fS. Tam­bién es posible 10 ... �g4, pero el principal defecto de esta jugada es que las negras quedan sin el menor contrajuego tras 11 �xg4 lbxg4 12 CfJf3 llJf6 13 d6! ed 14 O-O. Apenas pueden moverse. Por ejemplo: 14 . . . lLlh5 15 �g5 Wd7 16 a4! 1: ae8 17 a5 CfJc8 18 l:t fe1 (Gulko-Delaney, Nueva York 1998). 11 %:t dl 1!fd7. Vasili Smyslov trataba esta posición de forma muy arries­gada: 11 ... "c8 12 h3 1Wc4?! Después de 13 liJge2 'it'xb3 14 ab �c2 15 :l a1 �xb3 16 d6 lb fd5 ! 17 de 'u fe8 18 � d6 � f6 1 9 O-O �xe7, todo resultó bien (Bhend­Smyslov, Olimpiada de Tel Aviv 1964). Pe­ro queda la duda de qué pensaban responder las negras a 13 d6! ed 14 �xd6 1:tfe8+ 15 CfJge2. U h3 h5 13 llJge2. En la partida Gulko-Tukmakov (VIlnius 1978), las blancas resolvieron con mayor senci­llez el problema de la defensa de d5: 13 �e5 1:td8 14 �xf6 �xf6 15 llJge2, aun­que esto no molestó a su oponente, 15 .. . h4!? 16 O-O l:t ac8 17 l:tfe1 lLlc4 18 llJf4 .d6, con suficiente contrajuego. 13 ...

1:[ fd8 (las negras han completado con éxi­to su desarrollo, y las blancas no tienen más remedio que entregar el peón extra, y no de la fonna más favorable a sus intere­ses) 14 d6!? ed 15 O�O dS. Podían haber re­trasado esta jugada, pero no prescindir de ella, como hicieron las negras en la partida Ehlvest-Tmunan (Riga 1995): 15 . . . ': ac8 16 lD g3 1: c4? (16 . . . d5) 17 .t g5 l:t dc8 18 $i.e2 .te6? 19 dS!, ganando.

Después de 15 . . . dS, las blancas se en­cuentran ante una encrucijada.

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132

Aquí es posible ganar un peón con 16 lilg3 i.e6 17 lilb5 lile8 18 lilxa7 , pe­ro 18 .•• liJc4! obliga a las blancas a per­mitir una repetición de jugadas, 19 liJ b5 liJaS 20 "a4 liJ c4 (Pavasovic-Ivacic, Portoroz 1996). Por cierto que Botvin­nik recomienda a las negras no apre­surarse a forzar las tablas, sino a consolidar su posición mediante 16 . . . : ac8 ! ? 17 i.g5 i.e6. Sin embargo, des­pués de 16 .i.g5 ó 16 .i.e5, las negras lanzan su contrajuego gracias a una o dos operaciones tácticas:

16 .i.e5 .i.g4! 17 hg hg 18 .i.xf6 .i.xf6 (Sveshnikov-Burovic, Torcy 1991), o bien, 16 .i.g5 i.g4! 17 .i.xg4 hg 18 h4 :te8 (Geor­gadze-Vaganian, URSS 1983) , consiguien­do la mejor posición en ambas ocasiones. En consecuencia, la jugada 10 �f4 ha caí­do en el olvido.

b) 10 i.g5. (Ver diagrama 133.)

Pese al hecho de que la variante tiene una extensiva práctica, es difícil aportar una clara recomendación en cuanto a su eficacia. Así, hasta la extravagante 10 ... h6? ! 11 �xf6 ef!? parece posible: 12 lilge2 f5 13 O-O �d7 14 :. fd1 "b8 15 a4 liJc8 16 d6 liJxd6 17 lilf4 <ilth7 18 :. ac1 h5. Las

1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed ed 4 c4 lüf6 5 lüc3 96!? 79

blancas tienen espacio y casillas cómodas para sus piezas menores, mientras que las negras cuentan con dos alfiles y una im­portante cantidad de optimismo (Potkin­Novik, San Peteersburgo 2003).

También es posible decir lo mismo acerca de 10 . . . a5? ! En base a considera­ciones generales, la jugada no debería ser especialmente buena. En la práctica, sin embargo, las negras con frecuencia consi­guen la igualdad de pleno derecho.

1 1 :. dI a4 12 'ii'b5 liJe8 13 lilge2 liJd6 14 1Wb4 .i. d7 15 O-O lil bc8 16 l"il g3 :. e8 17 l:t fe1 h6 18 �4 Wb6 (Pinter-Bronstein, Budapest 1977).

11 .i.xf6 ef!? 12 4Jge2 .i.f5 13 O-O .i.d3 14 l"ila4 .i.xe2 15 .i.xe2 4J xa4 16 'irxa4 f5 17 �f3 Wb6 18 :tfdl (Vasiukov-Ermen­kov, Cienfuegos 1975) 18 . . . 1: fd8!? 19 : ab1 Wb4, con tablas.

Cabe concluir que las negras encon­trarán alguna forma de jugar (traslado del caballo a d6, alfil a d3, ocasionalmen­te empujando la dama con el peón de banda) , pero no puede decirse lo mismo de las blancas. Lo normal es que las ne­gras (como en el caso de 10 i.f4) tengan que elegir entre dos jugadas de alfil, a g4 Ó f5.

b1) 10 oo • .i.g4 11 i..xf6 i..xf3 U 4JxD.

Page 83: Defensa caro kann 2 karpov

80 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

Botvinnik decartó 12 . . . �xf6? ! , en vis­ta de 13 a4 Wc7 14 O-O : fd8 15 a5 'fi'c4 16 :t a3! , y evaluó el final como favorable a las blancas.

Las siguientes generaciones de grandes maestros han transformado la idea de Bot­vinnik. en esta variante: 12 ... .ixf6? ! 13 0-0 "d6 14 a4 aS 15 l:l a3! l:l fd8 16 lüe4 ¡j'b4 17 d6 ! liJc4 1 8 'it'xb4 ab 19 %l b3 l'l xa4 20 liJc5. Hacemos especial mención de las partidas Hebden-Arkell y King-Arkell (Londres 1988). ¿Por qué no? ¡El final re­sulta ser favorable a las blancas!

Ahora bien, la idea U ._ ef!? 13 o-o Wd7 no es una alternativa. La continua­ción podría ser 14 l'l fe1 l'l fd8 15 a4 �f8 16 liJe4 �g7 17 d6 �xd6 18 lüc5 '-c6. Las blancas se quedan con el peón extra d, pe­ro todos los demás factores no les son fa­vorables, y el desenlace más probable de la partida son unas tablas (Kosten -Arkell, Hastings 1991).

b2) 10 ._ �fS ll l: dL (Ver diagrama 135.)

En comparación. con posiciones análo­gas de la variante 10 �f4 .if5 11 %:I d1, es­to no es muy apropiado. La continuación 1 1 . . . "'d7 12 h3 h5 13 liJge2 l'l fd8, consi­derada línea principal con el alfil en f4,

aquí es dudosa, debido a 14 .ixf6! .ixf6 15 O-O liJ c8 16 tD g3 lüd6 17 1: fe1 1: ac8 18 1: e2, y las posibilidades de las blancas son superiores (Sermek-Ivacic, Eslovenia 1993).

Las negras, por tanto, vuelven al plan con el avance del peón a: 11 •.• aS!? 12 tD ge2 a4 13 'irbS h6 . Vale la pena que, nos detengamos en la partida Dolma­tov-Gurgenidze (Kutaisi 1978): 13 . . . �d7 ! ? 14 'itb4 l'l e8 15 O-O h6 16 �xf6 ef 17 d6 .if8 ! 1 8 � xb7 l'l b8 19 i..f3 f5 20 d5 'iU6. Por el momento, las negras tienen dos peones menos, pero no hay duda de que recuperarán el de d6 y. un poco después, el de b2. 14 � xf6 en? 15 O-o l'l eS.

Page 84: Defensa caro kann 2 karpov

Se ha llegado a una posición en la que, como suele decirse, hay "equilibrio diná­mico", y en la que cualquiera de los tres re­sultados es posible. Las blancas podrían agotar la iniciativa de su rival y materiali­zar graduahnente su peón de ventaja, o bien pueden devolver el material y forzar tablas mediante cambios, pero también pueden forzar las cosas y acabar perdien­do, aun con su peón extra.

c) 10 �ge2. Las opciones habituales de las negras son 10 . . . �g4 Y 10 . . . �f5.

el) 10 oo. �g4 11 �xg4 4Jxg4. Obvia­mente, con la pérdida del peón de dS, se pierden también las posibilidades de ven­taja de las blancas. Deben hacer algo antes de que las negras jueguen ... 4Jg4-f6 ó ...... d8-d7 y ... 1: f8(a8)-d8. ¿Pero qué? U a4! (he aquí la respuesta: es preciso expul­sar al caballo de b6) U _. �f6! . Es más flo­jo 12 ... a5? ! 13 O-O Wd6 14 �f4 1Wb4, y después de 15 "dI ! , la dama negra co­mienza a sentirse incómoda.

"--____ �;,:;.;..;.;..._...:::.:..:.:� ___l 137

15 .. . �f6? 16 d6! ed 17 �b5 ltJe8 18 b3 d5 19 i.cl ! , y no hay defensa contra 20 i.a3 (Ricardi-Glavina, Buenos Aires 1987).

15 ... : fd8 16 i.c7! 1: d7 17 d6! ed 18 i.xb6 "xb6 19 llJd5 'it'a7 20 llJec3 'lt'xd4

1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed ed 4 e4 ll:lf6 5 ttJc3 g6 !? 81

21 h3 tLlh6 22 'it'xd4 �xd4 23 tLlb5 �xb2 24 1:1 a2 �g7 25 lbb6 (1. Polgár-Skembris, Corfú 1990).

13 �f4 (13 aS? ! tLlbxd5 14 'it'xb7 es de­masiado precipitado, en vista de 14 ... Wd6 15 'lib3 l:t ab8 16 Wd1 l: fc8 17 O-O 'lt'a6! 18 "d2 e6 19 l: d1 :. b3 20 "c2 .c4, con colosal compensación, Sabyanov-Burma­kin, Kstovo 1997) 13 _ aS!? Jugada única. Es flojo 13 ... g5? 14 llJfe2 h6 pues las blan­cas, que no han enrocado corto, pueden pennitirse jugar 15 h4! Sin embargo, si las negras defienden b7, con 13 ... Wd7, enton­ces se arriesgan a caer en una posición ex­tremadamente pasiva tras 14 a5 tLl c8 15 O-O llJd6 16 l:l d1 1: ac8 17 lbd3 ! ? llJfe4 18 � e3 4J xc3 19 bc 'tWb5 20 .: a3 :. c4 21 lbe5 (Kobalija-Ponomariov, Rimavska Sobota 1996). 14 O-O 'iid6! (las negras han realizado tres buenas jugadas consecutivas y deberían ser recompensadas por sus es­fuerzas) 15 1:1 dI. También se ha jugado la inmediata 15 llJb5 Wd7 16 d6 ed. En la partida S. Polgár-Gipslis (Bmo 1991), las blancas no lograron consolidar sus aspira­ciones a ventaja: 17 d5 1: fc8 18 'it'd3 llJe8 19 1: a2 llJc4 20 b3 llJe5 21 'iid1 llJc7! , con la imparable ruptura ... b7-b5. 15 o •• %Hd8 16 llJb5 1i'd7 17 d6 ed 18 llJc3 1:a6 19 �e3. Ha surgido una posición crítica.

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82 LA DEFENSA CARO-KANN . Volumen 2

El hecho de que las negras pueden enervarse muy pronto podemos compro­barlo en la partida Sax-Gipslis (Valbo 1994): 19 ... ];l e8 20 h3 :' c4?! 21 llJd3 'itd8 22 lOe5 ! Es probable que este golpe se les haya escapado a las negras, pero incluso ante la más apropiada, 20 ... tDc4 21 lLlfd5 tDxd5 22 11Jxd5, las blancas tienen una po­sición más satisfactoria.

N os atrevemos a afirmar que ha llega­do el momento de una incursión en campo enemigo: 19 ••• W'f5!? 20 d5 ttJg4! . Después de 21 �xb6 (¿qué otra cosa, si no?) 21 ... 'it'xf4. Pierde 22 �xd8?, a causa de 22 . . .

'iWxt2+ 23 <¡f¡¡h1 'ii'f4! , con mate inevitable. Sólo queda 22 g3, pero entonces 22 .•• 'it'h6 23 h4 ];l eS, y no creemos que las negras corran el peligro de perder esta posición. Así es cómo podrían desarrollarse los acontecimientos: 24 ¡;rb5 : oa8 25 f4 'ifh5 26 : el ttJf6 27 <¡f¡¡g2 "'f5 28 : xe8+ D xe8 29 : n (o bien 29 : c1 h6! ? , seguido de . . . g6-g5 !) 29 •.. ttJd7 30 .i.xaS �d4! , con una amenazadora iniciativa.

e2) 10 ... .trs. La idea es clara: mientras el caballo no esté en f4, el alfil puede tras­ladarse a d3, y de allí a c4, ganando un peón.

El caballo difícilmente puede mante­nerse en f4: 1 1 ltJf4 g5 ! 12 liJfe2 g4 ! , y si-

guiendo esta variante forzada, 13 lOg3 �g6 14 .i.e2 llJbxd5 15 O-O (Botvinnik re­comendaba 15 h3!? , pero esto es otra his­toria) 15 . . . 'tIt'a5 16 .td2 :t fd8 17 'iWxb7 D ab8 18 ltJxctS 'it'xd5 19 'iWxd5 ltJxd5, lle­garnos a una posición en la que la activi­dad de las piezas negras debería bastar para tablas (Batakov-Volchok, Corres­pondencia, 1 987). Después de 1 1 d6 ed 12 .txb7 :t b8 13 itf3, las negras obtienen suficiente compensación por el peón: 13 .. ' ttJbctS 14 'ir'd1 tDb4 15 O-O tDc2 16 1: b1 llJb4 17 1: a1 ltJc2 18 g4 �xg4 19 R.xg4 tzJxa1 20 .tf3 'iWd7, con juego muy agudo (Ulibin-Bagirov, Vilnius 1997).

11 0-0. No hay que decir que incluso aquí las negras pueden (y de variadas for­mas) cambiar el peón b por el d, y que ob­tienen compensación por el material lo confirman las estadísticas. Sin embargo, si­gue sin estar claro que valga la pena entre­gar el peón de b7. Por ejemplo: 11 ., . .td3! ? 12 d6 ed 13 �xb7 l:l b8 14 .i..f3 W'd7 15 "'dl �a6 16 b3 1:tfe8 17 :t e1 1:. beS 18 .i..a3.

En la partida Milos-Kamsky (Palma de Mallorca 1989), las negras jugaron 18 000 d5 Y ganaron pronto (porque las blancas de­jaron una pieza colgada). También se ha

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visto 18 . . . g5 !? , con buenos resultados. Por otra parte, ¿quizá el rey blanco es débil? ¿O tienen peones débiles? ¿O un mal de­sarrollo de piezas? Nada de esto, y un peón es un peón.

O bien 11 ... aS 12 �f4 �d3 ! ? 13 d6 ed. Esto es una trampa, pues las negras invitan a capturar en b7: 14 �xb7? 1: b8 15 �f3 lLlbd5! , con buen juego. Pero incluso aquí no está claro que la construcción negra no tenga fallas. Así, en la partida Dolrnatov­Adams (Hastings 1989) siguió 14 "dI ! ? ..ta6 15 b3 ! h 6 16 h3 ciJh7 17 g 3 ': c8 18 ..tg2 n e8 19 : e1 ltJf6 20 l:t c1. y las piezas menores negras del flanco de dama queda­rán casi sin utilizar durante el resto de la partida.

Parece que la jugada más precisa es 11 ••• 'ii'd7!?, tanto para defender b7 como pa­ra movilizar la torre a d8. Por otro lado, no se descarta la idea .. . �f5-d3-c4.

U a4!? �d3 (a 12 . . . n fd8, es molesto 13 d6! , seguido de a4-aS) 13 d6 �e4. Posi­blemente, la jugada más precisa aquí sea 13 ... e6!? 14 ..tf4 ..tc4 15 Wa3 :t fd8 16 .:t fc! ..tf8 17 �e5 �xd6 18 ..txd6 'iWxd6 (de Vries-Rogers, Wijk aan Zee 2(03). 14 116'b4 e6. La alternativa, nada difícil de ima­ginar, es de nuevo un sacrificio de peón: 14

1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 ltJf6 5 ltJc3 96/? 83

. . . "xd6 ! ? 15 'ti'xd6 ed 16 ..txb7 : ab8, con compensación. 15 ..tg5 ltJfd5 16 ..txd5 ed 17 ..te7 l:t fe8 18 rUel lLlc8 19 ltJf4 a5 20 'iVa3 t:oxe7 21 de �h6 22 b3 ..txf4 23 be de 24 ciJe4 q;,g7. No hemos logrado de­mostrar que la captura en d4 sea mala. Lo máximo que las blancas consiguen tras 24 ... 'it'xd4, es un complicado final de piezas mayores: 25 1: ad1 'iVg7 26 liJc3 1Wh6 27 h3 ..td2 28 tt e4 .txc3 29 ji'xc3 'ií'g5 30 : d7 , etc. 25 "'0 'ti'f5. Hemos dejado atrás los problemas de apertura, pero, por otra par­te, toda la variante no parece forzada .

En esta posición, las blancas no pueden pasar al final, con 26 g3? ! , debido a 26 . . . : xe7! 27 Vxf4 'ifxf4 28 gf : ae8. En la partida Kornev-Alabkin (San Petersburgo 2(03), las blancas defendieron la torre de el con 26 c;i¡>fl!?, planteando, al mismo tiempo, una trampa: a la captura del peón de e7 seguiría 27 g4! , ganando de inmedia­to. Pero un paso lateral del rey también tiene su inconveniente, a saber, que permi­te 26 ••• ..t xb2!? 27 'ifxfS gf 28 t:oc3 ..td6 29 liJd5 n ac8. con igualdad. Por consi­guiente, valía la pena considerar 26 �h1 ! ?

Si queremos resumir l a variante 8 . . . ltJbd7, hay que decir que las blancas des­pliegan una considerable presión y que las

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84 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

negras deben esforzarse mucho para man­tener la igualdad, y esto les obliga a dar un

rodeo. 2) 8 ... llJa6!? El caballo no va a c7, co­

mo podría parecer, sino a b4 (tras .. .... d8-b6).

Hay tres caminos: 9 �g5, 9 �f4 Y 9 �f3.

a) 9 �g5. Así jugó, hace mucho tiempo, Robert Fischer, aunque sin particular éxi­to. 9 ... 'iI'b6 10 'ti'xb6 ah 11 a3 (contra ... llJa6-b4) 11 _ .: d8 12 ..txf6 �xf6 13 ::. dI ..tlS 14 �c4 .: aeS 15 �b3 b5! 16 �f3 b4 17 ab tLlxb4 18 c¡J;e2 ..tc2 19 ..txc2 lLlxc2 20 �d3 lüb4+, con igualdad (Fischer-Ya­nofsky, Netanya 1968).

b) 9 �f4. En apariencia, una simple ju­gada de desarrollo, pero en realidad una trampa: si 9· ... "a5?, entonces 10 d6! �e6 11 'ti'b5!, y las negras quedan con un peón menos y sin compensación. Por ejemplo: 11 ... 'il'b4 12 de 'Wxe7 13 lüf3 llJb4 14 O-O l:t fd8 15 a3 4Jc2 16 l:t ad1 :rac8 17 d5 �d7 18 d6! (Chemiaev-Dunnington, Lon­dres 1999). 9 _ 1i'b6!? 10 'it'xb6 ah 11 d6. Sería mejor esperar a que el caballo salta­se a b4, y sólo entonces efectuar la ruptu­ra: 11 :tc1 !? llJb4 12 d6! El peón no puede tomarse, y el cambio se produce sin obstá-

culos: 12 ... l:t e8 13 de : xe7 14 �e5 (In­kiov-Hodgson, Palma de Mallorca 1989). Las blancas ganaron esta partida. Cierto que el propio Venzislav Inkiov considera con escepticismo su plan. El GM búlgaro cree que después de 14 ... llJfd5 !? 15 �xd5 �xd5 16 �f3 ,ixe5 17 de ltJf4, las negras conservarían posibilidades de luchar por la iniciativa. 11 _ ed 12 .ixd6 1: d8.

Otra posición en equilibrio dinámico. Las blancas tienen un peón, y las negras desarrollo. En la partida Ulibin-Evseev (San Petersburgo 1998), las blancas trata­ron de aferrarse al material, con 13 ltJb5, pero después de 13 ... .i.d7!? (recomenda­ción de Karsten Müller) . podrian haber caído en dificultades. Aparentemente, la estrategia correcta radica en la inmediata devolución del peón y resolver el retraso en desarrollo.

13 .ia3!? %% xd4 14 1tJf3 l:l d8 15 0-0 i.e6 (15 ... ltJc5 !? 16 : ad1 ..td7) 16 �gS lüd5 17 lüxe6 lüxc3 18 i.xa6 fe 19 .i.c4 ltJd5 20 .: adl. La superioridad blanca ha incrementado considerablemente (Sha­ked-Perelstein. Seattle 2(03), aunque no sin ayuda de su contrario.

e) 9 �f3 (considerado lo más fuerte) 9 _ ""6. No está claro que convenga cam-

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biar antes los alfiles de casillas blancas: 9 . . .

.ig4 10 �xg4 llJxg4 11 lDge2 'ti'b6" Cierto que se ha debilitado el peón de dS, pero en cualquier caso las blancas se proponían entregarlo. La partida Wahls-Lutz (Colo­nia 1989) da fe del hecho de que las negras probablemente se equivocaron: 12 t1ixb6 ab 13 O-O llJf6 14 �f4 tUd8 1$ d6t ed 16 llJb5 llJe8 17 llJec3 llJac7 18 l:t fdl, Y las blancas tienen ventaja.

Después de 9 ... 'iFb6, la elección, como antes, es cambiar (10 'lt'xb6) o permitir que el contrario lo haga.

cl) 10 "xb6 ah II llJge2 (la idea de Botvinnik, para controlar la casilla c2, 11 iJ4 �b4 12 �d2!?, no goza del reconoci­miento general) 11 _. lü b4 12 O-O : d8 13 d6!1. La práctica ha demostrado que sólo de esta forma es. posible luchar por la ventaja. U _ : xd6 14 i.f4 : d7 15 .: fdI (vale la pena considerar 15, i.e5t? l::t aS 16 l:tfdl, DoJmatov-Evseev, Novgorod 1999) 15 ... llJfd5. Es. algo más flojo 15 ." ttJbd5 ya que, tras_ 16 �e5 l:td8 17" ttJf4, el caba­llo de f6 'Y el alfil de g7 quedarán, en cierto modo, fuera de juego. 17 o o . ttJ xf4 (es inco­rrecto t7 o o . ttixc3 18 bc g5?!, pues las blan­cas logran por fuerza una gran ventaja: 19 �xf6! .i.xf6 20 llJd5 : d6 21 l:t dbl l::t a6

1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed ed 4 c4 tt::lf6 5 tt::lc3 96!? 85

22 llJc7 1: a4 23 tLJe8! , Potkin-Bunnakin, San Peters burgo 2000) 18 .i xf4 � g4 19 �xb7 .ixdl 20 i.xa8 �g4 21 �!? �xf3 22 gf l:lxd4 23 i..e3 l:1d6 24 �b5 l:1d8 25 a4! Se han realizado todas las capturas y hay que reconocer que las blancas tienen posibilidades de ganar (Marin-Slovinianu, Rumanía 2000).

La práctica se inclina, por tanto, del la­do de 15 . . . ttJfd5, pues ahora tanto el caba­llo de b4 como el alfil de g7 toman parte activa en la lucha.

Es flojo 16 � e5?� q; xc3 17 be- � xe5 18 de llJd3 19 �g4 e6 20 f4 11 a4! 21 iJ3 (21 g3 ltJxe5t) 21 ... lüxf4 (Galdunts-Bur­makin, Graz 2001). Si las blancas. quieren si­tuar su alfil en e5, es preciso cambiar antes, 16 lüxd5 llJxd5 17 i..e5. Otra trampa,. esta vez posicional. Si 17 ... l:td8?!, 18 i.xd5! l:t xd5 19 �c3 :t d8 20 �)(g7 <tft xg7 21 d5 ! , Y de nuevo son las blancas quienes. jue­gan a ganar (Sveshnikov-Adorján, Moscú 1989).

Pero si las negras ven el truco, entonces no habrá problema: 17 ... tt)b4t (evitando el cambio) 18 i. xg7 rj; xg7 19 a3 lt)c6 20 l:1 acl 11d6 21 d5 ltJe5 22 l:tc7�? (22 i..e4 b5) 22 ... lüxt3+ 23 gf (Zavgorodny­Evseev, Alushta 2002) 23 o o . e6 24 l:tdc1 i.d7

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86 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

25 de �xe6 26 ttJf4 ..if5, y la partida está cerca de las tablas.

Si nos olvidamos de la idea ..if4-e5, só­lo queda 16 � g3 ttJ xc3! ? 17 be tD c6 18 lLlf4 1:. aS 19 h4, Y la causa negra en es­te final es defendida por el gran maestro de San Petersburgo, Denis Evseev.

Al principio intentó 19 . . . c¡f¡>f8 20 :1 ab1 ! ? eS (es más flojo 20 . . . .: xa2? ! 21 tD d5 .:t d8 22 i.,c7 1: c8 23 11 xb6) , pero después de 21 de tLl xe5 22 � d5 1:. e5 23 �b3 1: xd1+ 24 1: xd1 .: xc3 25 ttJ d5 , hay que decir que los problemas de las negras han quedado atrás (Voitse­jovsky-Evseev, Tula 1999) . Evseev per­dió esta partida, al no encontrar el orden correcto de jugadas: 25 .. . l:t c6 ! 26 ttJ xb6 .te6! Pero en la siguiente ocasión estaba pertrechado con una importante mejora: 19 ... eS!? (sin perder tiempo en la innecesaria jugada de rey) 20 de ltJ xe5, con plena igualdad. 21 ttJ d5 ttJ c6 22 :. ael �e5, etc. (Vokarev-Evseev, To­gliatti 2003) .

c2) 1 0 ttJ ge2!? ¡ Qué extraño que los peones doblados de la columna b den a las blancas mejores posibilidades que a su rival! 10 •.. 'iVxb3 11 ab ltJb4 U o-o ll d8.

Finalmente, las blancas tienen que re­currir al método estándar, 13 d6, Y ahora:

13 . . . ed? ! 14 h3!? (impidiendo el cam­bio de alfiles de casillas blancas) 14 ... lLlc2 15 l:l a4 � d7 16 1: c4 l:. ac8 17 � f4 d5 18 l:t xc8 �xc8 19 �e5 �e6 20 lLlf4, con una considerable presión.

13 ... .: xd6 !? 14 tDb5 %:l d8 15 lLlc7, n b8 16 �f4 �g4 17 i.xg4 tDxg4 18 h3 lLlf6 19 l:l xa7 ltJc6 20 : aa1 %:l bc8 21 ltJb5 lLld5 22 �d2 (Ehlvest-Yagupov, Batumi 2002) 22 ... e6!? , y las posibilidades de éxi­to de las blancas son escasas.

Pero explotar la abierta columna a es una tentación demasiado grande, 13 : aS!? Aunque esto no reporte nada par­ticular a las blancas, la frescura de las posi­ciones resultantes las hace atractivas. En la partida Gelfand-Morozevich (Wijk aan Zee 2002), las negras respondieron 13 . . . h6! ?, tomando bajo control no sólo la casi­lla g5 , sino también la contigua, f4, puesto que a 14 �f4?? sigue 14 ... g5 ! , Y las blan­cas pierden uno de sus alfiles.

Después de la obligada 14 h4, Moro­zevich creó fácilmente contrajuego: 14 ." ltJd3 ! ? 15 :1 d1 ltJ xc1 16 1: xc1 b6 17 : a4 �b7 18 d6 �xf3 19 de l: d7 20 gf :l e8. La debilidad de los peones blancos en el flanco de rey garantiza una ventaja mate-

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rial significativa a las negras. En lugar de 13 . . . h6!? , es más popular 13 ..• a6, que probablemente baste para igualar. 14 �g5. También se ha ensayado 14 �f4, pe­ro las negras consiguen apagar parte de la actividad contraria: 14 ... i.g4 ! ? 15 �xg4 tD xg4 16 : c5 ttJf6 17 d6! ? (obviamente, la única posibilidad) 17 . . . ed 18 n c7 %t ab8 19 �g5 l:t dc8 20 : c4 ttJd3 (Acs­Smetankin. Rimavska Sobata 1996). 14 ...

h6 15 .ixf6

149

15 ..• ef!? El complemento de la idea, aunque tambien es posible 15 ... �xf6 16 : a4 tDd3 17 i.e4 �f5 18 i.xf5 gf 19 : b1

1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed ed 4 c4 <iJf6 5 l¿jc3 96!? 87

b5 20 l:t a5 ttJ b4 , Y las negras igualan (Bauer-Ojotnik. Albertville 2002). 16 ttJa4 b5!? 17 ttJc5 ': b8 18 n c1 f5 19 g3 nb6. En esta complicada posición, las posibili­dades de las negras no son peores (Char­bonneau-Perelstein, Bennudas 2002).

El sistema 1 e4 c6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 tDf6 5 ttJc3 g6!? es una variante difícil y pesada, en la que desde las primeras juga­das las negras deben trabajar intensamen­te para salir airosas de sus complejidades.

Las negras sacrifican un peón , pero ¿qué obtienen a cambio? Bien compensa­ción. que (al menos al principio) no pare­ce suficiente, bien un final inferior, en el que necesitan luchar por las tablas. Las va­riantes en que las blancas no arriesgan me­nos que su oponente (por ejemplo: 6 li'b3 �g7 7 cd O-O 8 ltJ ge2 ttJ a6!? 9 g3 b5 ! ? u 8 . . . n e8 !? 9 g3 e6!?) son la excepción que confinna la regla.

Una variante así no puede ser un co­modín en nuestro repertorio. TIene que ser debidamente estudiada, analizada y enten­dida en todas sus sutilezas, a fin de sentir­la, por así decir, con las yemas de los dedos . . . ¡O bien no jugarla en absoluto!

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Índice del capítulo 3

Pág.

1 e4 c6 2 d4 d5 3 ed ed 4 e4 ltJf6 5 �d � � L 6 cd 60

A. 6 .. . �xd5 60 U 7 �� � 2) 7 'it'b3 62 7 .. . �b6 62

a) 8 �b5+ 63 b) 8 d5 64 8 ... �7 9 i.e3 0-0 10 l:tdl ltJa6 64

b1) 11 �xa6 64 b2) 11 ltJf3 65

B. 6 ... �g7 65 U 7 �� � 7 .. . O-O 8 lLlge2 66

a) 8 ... tDbd7 66 b) 8 .. . tDa6 67

2) 7 �b5+ 67 7 . . . lLlbd7 8 d6 67-68

a) 8 ' " O-O 68 b) 8 ' " e6 69 e) 8 '" ed 69

ll. 6 -'b3 71 6 .. . �g7 7 cd 0-0 72

A. 8 lLlge2 1) 8 ... lLlbd7 2) 8 ... lüa6 3) 8 .. . :t e8

8. 8 g3 1) 8 ... e6 2) S . . . lba6

C. S �e2 1) 8 . . . llJbd7 9 �f3 lbb6

a) 10 �f4 b) 10 .i.g5

bl) 10 . .. �g4 b2) 10 . . . .i.f5

e) 10 lbge2 el) 10 ... �g4 c2) 10 ... .i.f5

2) 8 . . . lba6 a) 9 �g5 b) 9 �f4 e) 9 �f3 9 .. . 'ifb6

el) 10 'it'xb6 c2) 10 lDge2

Pág.

72 73 74 75 75 75. 77 77 78 78 78 79 79 80 80 80 82 84 84 84 84 84 85 86

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89

Capítulo 4

1 e4 c6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 l¿Jf6 5 l¿J c3 e6 6 llJf3 llJ c6

La jugada principal es 6 liJO, pero an­tes pasaremos revista a tres jugadas margi­nales: (A) 6 a3, (B) 6 e5 y (C) 6 iLg5.

A 6 d!? Este avance de peón persigue

un objetivo concreto: no permitir que el al­fil contrario llegue a b4. siD. embargo, en muchas variantes del Ataque Panov, la ju­gada a2-a3 es útil también por derecho propio (por ejemplo, como eslabón básico de la cadena de peones a3-b4-c5-d4). La tarea de las negras es hallar un orden de jugadas que permita convertir este tem­prano avance del peón a en una pérdida

de tiempo. 6 _. iLe7. Rara vez se encuentra 6 . . . de, lo que es comprensible, pues es más lógico tomar en c4 una vez que las blancas han desarrollado su alfil de rey. Después de 7 iLxc4 iLe7 8 liJf3 O-O 9 0-0, el juego (con un incremento unitario en el orden de jugadas) revierte a la correspondiente variante de la Defensa Nimzoindia, 1 d4 liJf6 2 c4 e6 3 liJc3 iLb4 4 e3 d5 5 a3 iLe7 6 ltJt3 � 7 .i.d3 dc 8 .i.xc4 eS 9 � cd 10 ed.

Fijemos nuestra atención en el hecho de que las negras pueden explotar la au­sencia del caballo en c6 para ejecutar la maniobra ... i..c8-d7-c6-d5, útil para el blo­queo del peón de d4. Así, en la partida To­palov-Yudasin (Pamplona 1995) se jugó 9 . .. .i.d7!? 10 "e2 (es inocuo 10 d5 ed 11 lüxd5 ltJxd5 12 'Wxd5 tLlc6 13 'it'h5, en vis­ta de 13 . . . "aS! 14 ttJg5 i..xg5 15 'ti'xg5 :t fe 8 ! , seguido de . . . .t e6) 1 0 ' " .t e6 1 1 :tdl i.d5!

(Ver diagrama 151.)

El juego siguió así: 12 llJ xd5 llJ xd5 13 �d3 1iJd7!? (más sólido que el desarro­llo rutinario del caballo por c6) 14 "e4 y ahora, en opinión de Yudasin, las negras igualan mediante 14 . . . l¿) 7f6 15 Wh4 Wb6.

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90 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

7 liJf3. Con el caballo en gl, 7 c5 l ? O-O 8 �d3 b6 9 b4 a5 10 liJa4 tiene un signifi­cado independiente, porque el tiempo ahorrado en el desarrollo del caballo rey ha sido invertido por las blancas en la construcción de un muro de peones (des­de la columna a a la d). La idea es intere­sante, pero también está claro que tiene sus inconvenientes, ya que al no haber un caballo en f3, no hay control de la casilla e5 . De aquí surge la decisión de jugar 10 . . . bc 1 1 bc J¿a6 12 �c2 (está claro que tras el cambio de alfiles de casillas blan­cas, las negras tienen buen juego) 12 . . . .c7 ! 13 lZJe2 eS l (el muro de peones se resquebraja y todos los esfuerzos de las blancas son inútiles) 14 de .xe5 15 �f4 'it'e6 16 ttJb6 : a7 17 i.e3 �xe2 18 'it'xe2 liJbd7, y la posición negra es mejor. 7 ._ O-O 8 �d3 de 9 i.xc4. Se llega así a una posi­ción análoga a la de la partida Topalov­Yudasin. Análoga, pero no idéntica, pues las blancas han llevado su alfil a c4 en dos jugadas, no una y, por tanto, aún no han enrocado.

(Ver diagrama 152.)

9 _ . b6. Es más agudo 9 . . . a6!? 10 O-O b5 11 �a2 .ib7. Resultaron interesantes los acontecimientos de la partida Zhang

Pengxiang-Galkin (Erevan 1999): 12 .ig5 lZJbd7! Puesto que el peón ya está en a3, no tiene sentido pensar en la maniobra . . . liJb8-c6-b4. Por consiguiente, el caballo está mejor desarrollado por d7 y luego (se­gún cómo jueguen las blancas) decidir a dónde trasladarlo. La mejor casilla es b6, pero es muy posible que el caballo deba si­tuarse en f8 para defender a su rey. 13 Ji¿, b 1 !? (sin perder tiempo en movilizar la torre dama) 13 ." .:l e8 14 'itd3 l:.c8 15 l:l d1 'ilc7 16 �h4 ': ed8 17 Ji¿,a2 1t'b8. Es posible que valga la pena simplificar la po­sición: 17 ... liJcS ! ? 18 'iWe2 liJb6 19 �g3 (el tentador sacrificio de pieza 19 �xe6? ! no da resultado inmediato, a causa de la juga­da intermedia 19 . . . �xB!, y las negras re­chazan el ataque: 20 gf fe 21 "'xe6+ �f8 22 liJ e4 1Wc7 ! 23 � xf6 gf 24 lZJ xf6 'it¡> g7 ! 2 5 1: ac1 'iWd6) 19 .. . ¡Va7! 20 liJeS CiJbdS, con juego muy complicado, de doble filo. 10 O-O .ib7. Como mínimo, 10 ... �a6!? no es peor, pero esta continuación aún no se ha consolidado en la práctica con la misma credibilidad que el desarrollo de alfil por la gran diagonal. La idea de 10 ." �a6 ra­dica en el hecho de que las negras efec­túan un cambio de la pieza contraria más peligrosa: el alfil de casillas blancas. El in­conveniente de este plan es el debilita-

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miento de la casilla c6, pero las negras pueden vivir con ello.

11 Axa6 tUxa6 12 tUe5 tUc7 13 tUc6 _e8 14 CiJxe7+ ¡¡xe7 15 i.g5 h6 16 i.h4 l1 ad8 17 f4 ¡¡d7 ! (una decisión anticon­vencional, pero eficiente) 18 i.xf6 gf 19 'ifh5 (las negras tampoco corren ningún riesgo en caso de i9 'iig4+ �h7 20 l:t ad1 l: g8 21 .f3 f5 ! ) 19 .. . 'ilxd4+ 20 �h1 �h7, Y las blancas aún deberán probar que su iniciativa vale por el peón sacri­ficado (Rozentalis-Speelman, Esbjerg 2001) .

11 l:t el CiJ c6. La posición tiene el as­pecto del esquema de Gambito de Dama o, más precisamente, de la Defensa Semi­Tarrasch. La apertura a que nos referimos (D40) , pero con el siguiente orden de juga­das: 1 d4 d5 2 c4 e6 3 ttJ f3 ttJf6 4 tU c3 c5 5 e3 tUc6 6 a3 cd 7 ed �e7 8 �d3 0-0 9 0-0 dc 10 i.xc4 b6 1 1 .:l e1 i.b7. U i.a2 l: c8 13 Wd3 l: e8. En la partida Stem-Peterson (Kiev 1964), las negras trasladaron la torre a d7, 13 ... l: c7!? 14 i.gS l:d7, pero eso no significa un cambio radical. Después de 15 l:ad1 'iVc8 16 .i.b1! g6 17 .L2! l:te8 18 "e3, las blancas siguieron ejerciendo la inicia­tiva. 14 i.g5 ttJd5 15 h4!? llJxc3 16 be g6 17 l:adl CiJa5 18 .:t eSo

154

Así es cómo continuó la partida Bernt­Doettling (Alemania 2001) . Después de 18 000 .i.xf3 19 'W'xf3, las negras se precipita­ron con un cambio en g5. Parece más sóli­do 19 000 .d6!?, en cuyo caso ni 20 1We2 i.xgS 21 hg llJc6 22 .: e3 llJe7!, ni 20 i.xe7 l:t xe7 21 .f6 CiJc4 22 �xc4 ': xc4 23 d5 W d8! son tan terribles.

N o vale la pena perder tiempo en pre­venir la amenaza 6 ... .i.b4 en fase tan tem­prana de la partida. La jugada 6 a3 es experimental y, en general, restringe las posibilidades de las blancas.

8 6 cS. Un curso normal de los aconteci­

mientos sería 6 . . . i.e7 7 ttJf3, pero nos en­contraremos con esta posición en el capítulo 6 (con un diferente orden de juga­das, 6 tUf3 .i.e7 7 c5) . Pero antes nos de­tendremos en 6 -o b6?! , aunque la idea es prematura, pues es mejor emprender el minado de la casilla c5 después de haber enrocado. Nos interesa, sobre todo, la po­sición que se produce tras 7 b4 aS 8 CiJa4 ltJfd7 (en la partida Delchev-Piankov, Saínt Affrique 2002, las negras cambiaron primero en eS , 8 . . . be 9 de, y sólo entonces jugaron 9 . . . ltJfd7, pero las blancas de to­dos modos obtuvieron ventaja: 10 ltJf3

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92 LA DEFENSA CARO-KANN . Volumen 2

�e7 11 �f4 0-0 12 llc1 ltJc6 13 �b5 �b7 14 O-O j¿f6 15 :. el 1:1 c8 16 � f1 liJ e7 17 'ii'b3 i..c6 18 liJb6) 9 �b5 be 10 be Aa6 11 'ile2.

Si las negras tienen algún modo de conseguir la igualdad, debe ser mediante algún tipo de refinamiento, algo que no ve­mos. Aquí incluso podrían perder. 11 .. . �e7? 12 lZJb6 : a7 13 lZJxd7 �xb5 14 'iWxb5 %1 xd7 (14 . . . liJ xd7 15 c6) 15 j¿f4! O-O 16 .:lb1 (Popovic-Wells, Nueva York 1984). No es mucho mejor 1 1 .. , 'fIc7 12 liJb6 1:1 a7 13 �xa6 liJxb6 14 i..b5+ (Net­zel-Hazelhorst, Alemania 1996) .

Aparentemente, es necesario jugar 11 ••. i..xb5 U W'xb5 W'c7 13 liJb6 n a7, aun­que después de 14 nbl 1a posición negra no inspire mucha confianza.

e 6 i..g5 . Esta jugada pone a prueba la

comprensión de las negras de los matices del Ataque Panov. Podemos expresarlo de forma aún más concreta: las negras deben entender por qué no deben jugar 6 . . . liJc6!?

1 ) 6 _ liJc6?! 7 eS!. ¡ Sólo así! No es con­vincente 7 cd ed 8 i..b5 i..e7 9 lZJf3 O�O 10 �xc6 bc 11 liJ e5 , aunque sólo sea por

1 1 . . . h6 !? Las blancas pueden ganar un

peón con 12 ttJxc6, pero después de 12 '"

'fi'e8 13 liJxe7+ 'iWxe7+ 14 i..e3 (Sveshni­kov-Peresipkin, Cheliabinsk 1975) 14 '"

i..a6! , las blancas corren cierto riesgo. Ulibin, en una partida contra Morovic

(Pula 1999), no tomó el peón y el juego rá­pidamente desembocó en tablas: 12 i..e3 i..d6 13 O-O c5 14 i..f4 i..b7 15 l:lcl.

Después de 6 i..g5 lbc6?! 7 eS!, debido a la clavada, las negras se ven privadas de su principal recurso: el salto de caballo a e4. Estratégicamente no tienen nada que oponer a la camisa de fuerza que los peones blancos ejercen sobre el flanco de dama.

Nada sirve, y 7 ... b6? ! sólo lleva agua al

molino de las blancas, a causa de 8 b4! 7 .. . h6? ! tiene una dudosa reputación: 8 i..xf6 'W'xf6 9 �b5 g6 10 liJO i..g7 11 11'd2 i..d7 12 l:t d1 0-0 13 O-O -"d8 14 l:t fe1 ! , y todas las casillas negras clave se encuentran ba­jo el control de las piezas y peones blan­cos. En la partida Ehlvest-Granda (Erevan 1996), el juego continuó con 14 ... b6 15 �xc6! i..xc6 16 b4 be 17 bc l:tb8 18 lijeS �e8 19 f4! , con una sólida ventaja.

Cuando nada funciona, sólo quedan los trucos. Éste es uno de esos casos. En lugar

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de 14 .. . b6, las negras pueden intentar 14 ... • aS!?

Si las blancas deciden que su rival ha perdido un peón y juegan 15 J.xc6? ! �xc6 16 ltJ xd5?, entonces dejan escapar toda su ventaja: 16 .. . 'ifxd2 17 CiJe7+ �h7 18 1tJxd2 (18 J: xd2? J.xO 19 gf : fe8, y el caballo cae) 18 . , . �xd4.

Pero si las blancas insisten en seguir su propio camino, con 15 a3! , entonces la po­sición negra de nuevo es penosa. Por cierto que 15 a3 ! plantea la inmediata amenaza 16 b4, Y no se puede tomar en a3, porque la dama quedaría atrapada con J:l a1 y : ebl .

Objetivamente, el camino más fuerte es 7 o o . �e7 8 liJO, una posición que tam­bién examinaremos en detalle en el capí­tulo 6 (6 ttJf3 �e7 7 i..g5 ttJc6 8 c5). Pero por el momento detengámonos en la juga­da 7 _. �d7, con la que las negras obligan a su oponente a decidir cómo ejecutar el avance b2-b4.

8 83!? Es menos prometedor 8 �b5 b6 9 i.xc6 i.xc6 10 b4, en vista de 10 ... bc 11 be "aS! (la dama negra emprende contra­juego por sí sola) 12 �d2 .a6! En la par­tida Topalov-Gulko (Elenite 1995) siguió 13 l¿jíJ �d7 14 .e2 "'xe2+ 15 �xe2 i.e7

16 �e3 f6!? 17 liJe1 O-O 18 liJd3 :1 ab8 19 l:t ab1 aS 20 f4 g5 ! , Y las blancas no logra­rán ganar este finaL 8 ._ b6 9 b4 be 10 de h6 11 J.e3 a6 (cualquier otra cosa no impide el avance de los peones) U i.,e2 g6!? 13 1: el �g¡ 14 1tJf3 O-O 15 0-0 �h7 (hasta es­te momento, hemos seguido la partida Darnjanovic-Stojanovic, Bela Crkva 1996, pero las blancas no lograron detectar el plan correcto en esta posición) 16 lLld4!. En el flanco de dama las blancas han con­seguido todo lo que querían. Ahora nece­sitan implementar su estrategia de casillas negras en el centro. Lo primero es el cam­bio de caballos, un paso muy importante. Luego, el avance f2-f4, para asegurar d4 para el caballo o alfil, con un completo bloqueo. 16 o,. eS (o bien 16 ... 'fIc7 17 f4! ': fd8 18 ltJxc6 i.xc6 19 i.d4!) 17 lLlxc6 �xc6

18 f4! e4. Las negras se ven obligadas a ceder la casilla d4, pues caso contrario las cosas aún podrían ir peor para sus intere­ses : 18 . . . d4? 19 fe de 20 'iW xd8 .: fxd8 21 ef, o bien 18 ... ef!! 19 .: xf4. 19 fS!. Mucho más enérgico que 19 �d4 l¿je8 20 a4, des­pués de lo cual, las negras, jugada a jugada, logran generar contrajuego: 20 ... �xd4+ 21 'fIxd4 ltJg7 22 bS lLlf5 23 'iid2 ah 24 ab

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d4 25 bc e3 ! 19 _. lLle8 20 fg+ fg 21 : xf8 �xf8 22 �g4! (la casilla e2 se necesita pa­ra el caballo, como punto de traslado hacia su principal objetivo: ¡d4!) 22 ... �g7 23 lLle2!. Las blancas gozan de una indudable ventaja posicional.

2) 6 .•. �e7 7 liJO O-O! . Sin el objetivo en c6, el plan con c4-c5 y b2-b4-b5 pierde la mitad de su fuerza. Por otra parte, al haber refugiado su rey, las negras pueden minar sin dificultades la cadena de peo­nes contraria: 8 e5 b6! 9 b4 a5 ! 10 a3 lLle4 !? 1 1 �xe7 �xe7. Si las blancas si­guen obstinándose, con 1 2 liJa4?, enton­ces se arriesgan a perder: 12 ... ab 13 ab bc 14 bc 'i/t' a7 15 .1 d3 'ii'aS+ 16 ttJ d2 ..t d7 17 �c2 ..tb5 (Kan-Makogonov, Lenin­grado 1939).

Empujar el peón a e5, sin disponer del blanco que ofrece un caballo en c6, es una locura. Por consiguiente, una vez más todo se trata de la pareja de peones c4+d5. O bien las blancas cambian (con ]0 que surge una posición de peones simétricos en la columna d), o bien las negras toman en c4 (con lo que se plantea el eterno debate so­bre el peón central aislado en d4).

8 Sit.d3. Optando por la lucha contra el peón d aislado. En la partida Oral-Bur-

makin (Koszalin 1999) , las blancas toma­ron el primer camino, 8 n el b6 (hay que decir que, incluso aquí, es perfectamente posible 8 . . . dc! ? 9 ..txc4 lLlc6 1O O-O liJd.5, con simplificaciones favorables) 9 ..txf6 � xf6 10 cd ed 11 .1e2 liJc6 12 'iVa4 �b7 13 O-O, pero después de 13 . . . a6 !? 14 ll fd1 bS 15 .c2 n c8 16 "f5 liJe7 17 'iWg4 �d6 18 ..td3 g6, no lograron más que una duradera igualdad. 8 .•• de 9 ..txe4 a6 10 O-O. También puede impedir­se el avance . . . b7-b5 con 10 a4. Sin em­bargo, la precisa jugada 10 . . . ..td7! (un matiz conocido: si el caballo no se desa­rrolla por c6, esta casilla será explotada por el alfil) llevó la partida Sharapov­Ovseevich (Alushta 2000) a un final to­talmente igualado: 11 O-O ..tc6 12 .1 a2 liJbd7 13 "e2 1:1 e8 14 n fd1 liJ d5 15 � xe7 'ilxe7 16 �xd5 ..txd5 17 ltJxd5 ed 18 'fi'xe7 n xe7 19 : acl tDf8, etc. 10 ••.

b5 11 �d3 �b7 U "'e2 ltJc6 13 : ad1'

ttJb4 14 �bl tDbd5. Las negras han juga­do de fonna competente y ahora no de­berían tener mayores problemas. Por supuesto, hay toda una lucha por delante pero, por tiempo indefinido, no tendrán motivos de queja. La partida 1. Polgár-In­kiov (Stara Zagora 1990) siguió así: 15 tD e4 ttJxe4 16 'tWxe4 g6 17 h4

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 lOt6 5 lOc3 e6 6 lLlf3 ttJc6 95

17 _ .t:[ a7!? 18 \i'g4 lUf6. Las posibilidades son mutuas.

1 e4 c6 2 d4 dS 3 ed cd 4 c4 lUf6 S llJc3 e6 6 lUO.

Pasamos ahora al esquema principal del Ataque Panov. El capítulo 5 está con­sagrado a la continuación 6 ... i.b4. El ca­pítulo 6 a 6 ... i.e7. Pero en este capítulo nos detendremos en la jugada menos favo­rable (entre las líneas principales), a saber: 6 _. ltJc6?!. Probablemente ya habrá adivi­nado que la reacción correcta a esta juga­da es 7 eS!

Es precisamente la posición del caballo en c6 la que hace prometedora la idea de cerrar el centro. Especulando con el caba­llo (ya sea mediante b2-b4-bS o con el sim­ple cambio �f1-bSxc6), las blancas se hacen, inevitablemente, con la casilla eS, y esto es lo que determina su ventaja.

A diferencia de la posición 6 i.gS lLlc6? ! 7 eS!, aquí puede vislumbrarse con­trajuego para las negras, relacionado con la maniobra . . . llJf6-e4 y el subsiguiente avance de peones en el flanco de rey ( ... fl­f5 e incluso ... g7 -gS). De todos modos, y como demuestra la práctica, las posibilida­des de las blancas son preferibles.

Examinaremos las dos respuestas prin­cipales de las negras: (A) 7 . . . �e7 y (B) 7 . .. ltJe4.

A

7 ... i.e7 8 �bS! O-O. Las negras pue­den reservarse el derecho a tomar en c6 de alfil, y no de peón: 8 ... i.d7. Pero después de 9 O-O O-O 10 1: el a6 1 1 i. xc6 i. xc6 12 llJeS ! , es evidente que esto no cambia la evaluación de la posición que nos ocu­pa. La partida Sadvakasov-Kobalija (Call­cut 1998) continuó así: 12 . . . lUd7 13 llJxc6 bc 14 i.f4! :l e8 15 Wa4 ¡Vc8 16 .t:[e2! (sin permitir en ningún caso que la casilla eS quede fuera de control) 16 ... f6 17 : ael . Las blancas tienen juego en ambos flancos y las negras .. . ¡en ninguno! 9 0-0 liJe4! . La única forma de generar contrajuego. Que este tipo de juego es generalmente posible queda claro tras la superficial 10 i.f4? ! Con 10 '" g5 ! 1 1 i.e3 �d7 12 l:t c1 f5 ! , las blancas, en la partida Smirin-Olafsson (Es­tambul 2003) consiguieron con dificulta­des apagar la iniciativa de su rival: 13 �xc6 �xc6 14 1iJe5 �f6 15 1iJxc6 bc 16 f3 liJ xc3 17 1: xc3 f4 18 i.f2 eS 19 1i'd3 ed 20 �xd4 'itd7 21 �xf6 n xf6, con rápidas tablas. Tampoco es particularmente favo­rable 10 l: e1 ltJxc3 11 bc, pues las blancas estropean voluntariamente su estructura de peones, ¿y a cambio de qué? Uria posi­ble continuación es:

1 1 . . . 'fiJe7 12 �d3 b6! 13 eb ab 14 liJgS �xgS 15 �xg5 i.a6! (Brynell-Jenkin, Es­tocolmo 1996).

11 .. . �d7 12 .a b1 b6! 13 c4 ltJa5 14 cb dc 15 ba :' xa7 (Martin-Bagirov, Dieren 1990).

Como vemos, el sencillo recurso ... b7-b6 expone los peones débiles blancos de las columnas a y c.

10 "'el!. La continuación más prome-

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tedora. Las blancas incordian al caballo de e4 y también impiden el doblaje de peones en la columna c.

10 _ es!? La partida toma un rumbo más sencillo tras 10 ... llJg5 11 .i.xg5 .i.xg5 12 llJxgS 'fixg5 13 l: ad1 .i.d7 14 f4! 1Wf6 15 '5'd2 g6 16 a3 D ad8 17 b4 l:i:Je7 18 .i.e2 (Zajartsov-Lunev, Krasnodar 1999) . Las blancas controlan las casillas negras cen­trales, aunque no está claro si han dejado pasar el momento propicio de cambiar en c6. 11 I:i:Je2!? Un momento muy importan­te. Parece que la posición tiene una solu­ción simple: 11 .i.xc6 bc 12 l:i:Je5. Pero después de 12 . . . 'ilc7! está claro que el ca­ballo blanco de eS no está cómodo, pues se amenaza capturar en eS y ya hemos visto que no es bueno 13 i.f4 por 13 .. . gS! En la partida Delchev-Jenkin (Pardubice 1997) siguió 13 I:i:Jxe4 fe 14 f4 i.a6 15 : f2 .i.h4 1 6 g3 i. f6 17 i. e3 i. x e5 1 8 de i. d3 1 9 'il'c3 l: ab8, y las blancas no obtienen ventaja alguna. Así pues, la tentativa de re­solver la posición por el sencillo método i.n-b5xc6, seguido de llJeS, dista de ser un éxito. 11 •.. i-f6?!. Demasiado tímido. Una vez más, como en los ejemplos ante­riores, las negras debían aventurarse con 11 . . . g5 ! ? 12 i.xc6 bc 13 llJe5 'i'ic7 ! , y las

blancas pueden luchar por la ventaja con 14 b4!? (defendiendo el peón de c5 y ame­nazando con expulsar al caballo enemigo) 14 ... f4 15 :t e1 a5 16 B! lOf6 17 ba l% xaS 1 8 i. d2 ll a8 1 9 ttJ c1 ! 12 i. f4 i. d7 13 i.xdi be 14 i.e5 llJgS 1.5 lOxg5 i.xe5 16 de 'it'xg5 17 f4. La posición es clara­mente favorable a las blancas (Velimiro­vic-Solmundarsson, Reykjavik 1974).

B 7 ... ttJe4!? Más concreto que 7 .. , .i.e7 .

Las negras depositan sus esperanzas en el hecho de que han logrado distraer a su oponente del juego sobre casillas oscuras.

8 "c2!. Como en la variante 7 ... i.e7 8 i.b5 0-0 9 0-0 llJe4, ésta es la mejor reac­ción al salto de caballo. La clave radica en que las blancas no permiten el deterioro de su estructura de peones. Es más natural pensar en el desarrollo del alfil de casillas blancas, pero entonces, con el cambio en c3 y el minado del peón de eS con . . . b7-b6, las negras obtienen posibilidades de con­trajuego. Por ejemplo: 8 i.d3 ltJxc3! 9 be .i.e7 10 o-o b6! 11 cb ab 12 i.b5 i.d7 13 c4 dc 14 .i. xc4 llJ a5 1 5 i. e2 O-O 1 6 d5 ed 17 Wxd5 i.e6 18 'it'xd8 1:tfxd8 19 i.e3 i.c5 (Grosar-Dautov, Altensteig 1995).

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Por cierto que, en la variante 8 ..td3 llJ xc3! 9 be, aparte del juego 011 . . . b7-b6, merece la pena recordar la idea del gran maestro Alexei VIzhmanavin, 9 . . , c5 !?

La idea, obviamente, no es clásica (las negras están mal desarrolladas para abrir el centro, en fase tan temprana de la parti­da), pero parece que no existe una refuta­ción directa de la misma. Se ha jugado 10 lbxe5 lbxe5, y ahora:

11 'tWe2 ..txc5! 12 'ii'xe5+ 'fke7 13 ..tf4 ..t d6 14 'ilt' xe7+ r;J;; xe7 15 ..t xd6+ � xd6 16 �d2 �d7 17 : he1 n he8 18 n xe8, con tablas (Smirin-Vizhmanavin, Elenite 1993).

11 de � xc5 12 '6' h5 ! g6 13 1Wh6 �f8 14 'iff4 �cS 15 i..b5+ i..d7 16 �xd7+ 'tWxd7 17 1Wf6 l:t g8 18 llb1, con una ventaja mí­nima (Dolmatov-Vizhmanavin, Novosi­birsk 1993).

Volvamos a 8 "c2. El caballo de e4 es­tá colgando, y las negras deben decidir qué hacer con él, si cambiarlo (8 o o , llJxc3) , con­solidarlo (8 o o ' f5) o agudizar la posición aún más (8 'oo .aS).

1) 8 000 llJxc3. Una jugada rutinaria. Al cambiar su única pieza activa, las negras se privan de todo contrajuego: 9 "'xc3 a5 (para impedir el avance de peones en el

flanco de dama; es muy malo 9 .. . �e7 10 �b5 �d7 1 1 O-O O-O 12 1:.e1 tOe5? ! 13 llJxe5 i..xb5 14 a4 i..e8 15 b4, Jansa-Kola­rov, Lugano 1968) 10 �b5 �d7 11 O-O il..e7 12 ..tf4 O-O 13 1:tfe1 i..f6 14 'iVd2 1:. e8 15 : acl a4 16 �xc6 �xc6 17 n c3! i..e7 18 llJe5 �b5 19 1:. h3 i..f8 20 '6'c2. Puesto que es malo 20 . . . g6 (por 21 tlJxf7 ! , Gulko­Contreras, Cali 2001), las blancas asumirán la iniciativa durante mucho tiempo.

2) A veces se ha jugado 8 000 f5. La opinión general es que, con un juego preciso, las blancas obtienen ventaja po­sicional. He aquí algunos ejemplos de la práctica : 9 ..t b5 i.. d7 10 O-O ..t e7 1 1 i.. xc6 � xc6 (o bien 1 1 ... bc 12 tO e5 O-O 13 f3 ltJ xc3 14 ¡¡xc3 ..te8 15 b4 i..f6 16 :l el , Schmidt-Lechtynsky, Baviera 1998) 12 b4 0-0 13 .tf4 g5 14 i..e5 f4 15 ltJd2 ltJ xd2 16 'ir'xd2 f3 17 g4! (Gdanski-Bar­tel, Varsovia 2002) .

3) 8 000 1Wa5!? De las tres posibilida­des, no hay que decir que ésta es la más sugestiva. No obstante, ¡ la receta para las blancas fue prescrita nada menos que en 1908 !

9 a3!. Aquí es necesario dejarse ya de consideraciones generales y calcular va­riantes con la mayor precisión posible. Así,

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si 9 �b5 ltJxc3 10 Axc6+ be 11 Ad2! 'li'a6 12 �xc3 f6! , las negras pueden continuar la lucha. Por ejemplo: 13 b4 Jie7 14 a4 O-O

15 '1We2 � b8 16 'iixa6 JLxa6 17 c¡i¡¡d2 e5 ! (Vasiukov-Lutikov, Kiev 1964).

Pero aquí, tras 9 .. . tDxe3 10 JLd2!, la dama negra ya no puede retirarse por la diagonal fl-a6. Otra idea de la jugada 9 a3! puede verse en la variante 9 .. . JLd7 10 l: b1 ! , con la amenaza b2-b4. En la partida Réti-Duras (Viena 1908), las blancas si­guieron jugando de forma ejemplar: 10 . . . f5 1 1 b4 'iic7 12 g3 ! (asegurando la casilla f4 para el alfil) 12 . . . a6 13 Af4 'iWc8 14 llJa4! El gusto de las buenas partidas clási­cas, como el del buen vino, mejora con los años.

9 •.. JLe7 10 1: bl f5 11 b4 ¡Ve7. Así es cómo continuó la partida Gdanski-Jenkin (Osterskar 1995). El GM polaco siguió con la inmediata 12 b5 Y consiguió impo­nerse tras una dura lucha. Pero, en nuestra opinión, es más fuerte tratar la posición a lo Réti.

U g3!. Si 12 .. < .i.f6, entonces después de 13 JLf4 'fif7 14 JLb5 .i.d7 15 JLxc6 JLxc6 16 b5, las blancas tienen una enorme ventaja. En caso de U ... gS, las blancas de­berían explotar el hecho de que aún no han enrocado corto: 13 JLbS O-O 14 h4!, con una amenazadora iniciativa. Así, las negras deben encontrar un antídoto con­tra el plan 7 c5! Por consiguiente, la vari�­te 6 . . . �c6?! es un huésped infrecuente de la moderna práctica de torneo.

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Índice del capítulo 4

Pág. Pág.

1 e4 c6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 ttJf6 1 e4 c6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 tlJf6 5 tlJc3 e6 89 5 ttJc3 e6 6 ttJf3 95 A. 6 a3 89 6 ... tlJe6 7 eS 95 B.. 6 eS 91 A. 7 ... �e7 95 C. 6 �gS 92 B. 7 . . . tlJe4 96

1) 6 ... tlJc6 92 8 ¡fe2 96 2) 6 ... i.e7 94 1) 8 . . . tlJxc3 97

2) 8 .. . fS 97 3) 8 ... tWaS 97

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1 00

Capítulo 5

1 e4 c6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 liJf6 5 liJe3 e6 6 liJf3 iLb4

Después de estas jugadas, surge una po­sición característica de la Defensa Nim­zoindia. Sólo examinaremos aquellas continuaciones que guardan una relación directa con el-Ataque Panov, aunque esta­blecer una línea divisoria entre ambas aperturas es muy difícil.

La jugada principal en esta posición es 7 cd, con lo cual las blancas evitan una pérdi­da de tiempo (inevitable, por ejemplo, en ca­

so de 7 �d3 de 8 �xe4). Pero antes de pasar al análisis de la captura en d5, debemos de­tenemos en las líneas marginales: (A) 7 'iVb3, (B) 7 .a4+, (e) 7 �g5 Y (D) 7 �d3.

A 7 'iWb3 tDc6! . Si las blancas sitúan la

dama en b3 para conseguir la ventaja del par de alfiles (8 a3? ! �xc3+ 9 Wxc3), les espera una cruel decepción: 9 ... liJ e4 10 'ií'c2 �a5+ 1 1 �d2 tDxd2 12 ,,-xd2 'ii'xd2+ 13 � x d2 liJ aS ! , y el final es mu­cho mejor para las negras (Velikov­Groszpeter, Plovdiv 1982) . 8 �g5 dc. Probablemente por miedo a perder un peón. Sin embargo, el análisis demuestra que tras 8 . . . O-O! ? 9 cd ed 10 � xf6? ! "xf6 1 1 W'xd5 n e8+ 12 �e2 �e6. la iniciativa de las negras vale un peón. 9 � xc4. Como vemos, una vez más, el jue­go se centra en torno al peón d aislado. Cierto que las blancas pierden un tiem­po, pero además la posición de su dama en b3 no es fácil de justificar. Por ejem­plo: 9 •.. O�O 10 :. dI �e7 11 �d3 (tratan­do de volver al habitual juego "de batería" , es decir, �b1, a3 y 'it'c2) 11 •••

b6 12 O-O �b7 13 � b1 g6 14 liJ eS 1: eS 15 lUe1 liJaS 16 'ii'b5 tDd5 17 Ü6 tDxc3 18 bc :. e8 (B arua-Rogers. Hastings 1994) . La partida es complicada, pero en modo alguno corren las negras mayor riesgo que su oponente.

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed ed 4 e4 lüf6 S lLle3 e6 6 llJf3 �b4 1 0 1

B 7 "a4+ llJc6 8 llJe5?!. Un tema dife­

rente. Las blancas tratan de llevar el juego a una posición de variantes forzadas. Pero las negras disponen de réplica.

• .t.a._ . , . , ,

8 ... �d7!? También sirve la más senci-lla 8 . . . "aS. En el final resultante de 9 'ili'xaS �xaS l0 lDxc6 bc 11 cd cd, las blan­cas no tienen ni rastro de ventaja. 9 lDxc6. 9 lDxd7 "'xd7 10 a3 �xc3+ 11 be O-O tam­bién conviene a las negras. En la partida Melnikov-Shaposhnikov (San Petersbur­go 2001), los caballos dominaron a los alfi­les con sorprendente rapidez: 12 �e2 de! 13 'ili'xc4 : ac8 14 0-0 lLlaS 15 "d3 llJd5, etc. 9 • • • i,xc3+ 10 bc �xc6 11 "a3 de 12 �xc4 'ili'c7! (Oswald-Orlov, Vancouver 2001). Está claro que las blancas no han conseguido nada: g2 está colgando, el alfil de c4 está amenazado y están retrasadas en desarrollo. Las negras sólo necesitan ju­gar ... 0-0-0 y ... e6-e5 para volver la posi­ción a su favor.

e 7 �g5. Ahora se bifurca el juego y ex­

traemos variantes que no guardan relación entre sí: 7 ... O-O (tranquila), 7 . . . "aS (agu­da) y 7 . . . h6 (tenue).

1) 7 __ O-O 8 cd (8 ttc1 ltJbd7 9 e5! ? pa­rece más rico en ideas) 8 __ ed 9 �xf6 'iVxf6 10 �e2 llJc6 11 0-0 l:t d8 12 'ifb3 �e6 13 : adl t%. ab8 14 h3 a6 15 :fel �aS. En el tablero tenemos una posición sencilla, con ligera ventaja negra (Hedke­Dreev, Bad Wiessee 1998).

2) 7 ... "aS!? 8 �d2 llJe4!?

Esto nos trae reminiscencias de la va­riante 7 'li'a4+ lDc6 8 llJe5, pero aquí las negras ya están metiéndose en problemas. 9 lDxe4!? Sólo esta jugada da posibilida­des de ventaja a las blancas. Más concilia­doras son 9 cd ó 9 a3, resolviendo la tensión posicional:

9 cd ed 10 �d3 �f5 1 1 O-O O-O 12 'ft'c2 tDc6 13 �e3 i,xc3 14 bc �g6! (Gulko­Smyslov, Moscú 1976).

9 a3 � xd2 10 1Ii'xd2 dc 11 �xc4 O-O 12 O-O �xc3 13 be ltJd7 14 i..d3 b6 (Ba­rua-Adianto, Shakti 1996). Las negras no están amenazadas.

9 .•. de 10 a3 i.. xd2+ 11 ltJ xdl ltJ c6 12 b4 "fS 13 ltJb3 a6. Así es cómo siguió la partida Hracek-Dautov (Alemania 1997). Se diría que la temprana actividad de las negras se ha convertido en un caos. El peón de e4 es débil y las blancas �enen buenas perspectivas de ataque en el flanco

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de dama. Dautov sugirió jugar así: 14 �e2 ()..() 15 6-0 b6.16 'iWd2 �b7 17 a4 'ii'g6 18 "el f5 19 f4! 'ii'f6 20 bS, con una indudable ventaja.

3) 7 _. h6 8 �xf6 'iWxf6 9 1i'b3 'ii'e7?! . Estamos siguiendo la partida Ivanchuk.­Dreev (Linares 1997). Las negras se han aferrado a la ventaja de los dos alfiles, tal vez erróneamente. Más tarde, Dreev pro­puso 9 oo • ..txc3+ 10 'fi'xc3 de 1 1 �xc4 ltJc6 12 O-O � d7, con igualdad. 10 eS � a5 11 ..tbS+ .i.d7 12 lLle5! (el meollo de la po­sición radica en el control de esta casilla) 12 ..• lDc6 13 �xc6 �xc6 14 O-O. Dreev jugó aquí 14 . . 0 �c7, pero después de 15 f4! ca­yó en dificultades. Parece más práctico simplificar la posición: 14 ••• O-O 15 lbxc6!? be 16 "'a4 .txc3 17 be 1i'e7, pero incluso en este caso las blancas llevan la voz can­tante: 18 l:[ 1b1 .: tb8 19 :1 b3! .

D 7 �d3 de 8 �xe4 'ife7!?

Idea del gran maestro checo Miroslav Filip, que ensayó por primera vez en un Torneo de Candidatos (Curac;ao 1962) contra Benko.

No será fácil para las negras explotar las piezas enemigas sobre la columna e.

Pero la idea es más profunda que eso. El alfil de casillas blancas se desarrolla por la gran diagonal y, una vez que las blancas enroquen corto, hay una amenaza que pende sobre la posición del rey: . .. ltJf6-g4, y luego un ataque a D, después de lo cual la casilla h2 quedará indefensa. La idea de Filip ha resistido la prueba del tiempo y las blancas no han encontrado un antídoto plenamente eficaz.

Por otro lado, c4 está colgando. 9 Wa4+?! no es muy productivo, y tras 9 . 0 0

lLlc6 10 O-O �xc3 11 bc O-O, es evidente que las piezas blancas no están situadas dónde deberían estar.

Tampoco tenemos mucha simpatía por 9 Wb3?! , pues dama y alfil se someten vo­luntariamente a la amenaza ... ltJb8-c6-a5. El gran maestro holandés John van der Wiel señaló una variante convincente: 9 ... ltJc6 10 0-0 �xc3 ! 11 bc lOaS 12 .tb5+ �d7 13 �xd7+ W'xd7! 14 'ifb4 llJc6 y só­lo las blancas tienen problemas.

No hay, por tanto, una gran elección: 9 'ifld3 y 9 "ti'e2.

1) 9 \i'd3 O-o 10 0-0.

La ulterior elección de plan depende de cómo piensan tratar las negras a su alfil dama. Si como un hijo (que quiere rápida-

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed ed 4 e4 lllf6 5 lUc3 e6 6 lUf3 �b4 1 03

mente situarse en b7), entonces deberán entregar a su hermanastro, 10 . . . it..xc3 11 be b6. Pero si lo tratan como a un hijastro, entonces lo dejarán en cS, por tiempo in­definido, y jugarán 10 ... ttJbd7.

Sin embargo, jugar 10 ... b6 de inmedia­to es peligroso, en vista de 11 ltJ b5 ... d8 12 �f4. Habría que mencionar que en la partida originaria, las negras superaron las dificultades con nota: 12 ... a6 13 liJc3 it..b7 14 : adl ltJbd7 15 a4?! �xc3 16 bc 'ir'cS 17 �b3 �e4 18 'ir'e3 it..d5 19 �c2 'fi'b7 (Benko-Filip, Cura<fao 1962). Pero nadie quiso repetir la hazaña de Filip, lo que en sí da que pensar .. .

A primera vista, también es dudoso 10 .. . ltJbd7, más o menos por la misma razón: 1 1 ltJb5 'i!fb6 12 a3 it..e7 13 �e3.

Pero aquí está la clave. Por el sacrifi­cio de dama las negras adquieren tres piezas menores: 13 . . . a6! 14 d5 ab! 15 �xb6 bc.

En la partida Reindermann-Ivanchuk (Wijk aan Zee 1999), en respuesta a 13 . . . a6, las blancas reacionaron de otra forma, más modesta: 14 llJc3, pero después de 14 ... 'ii'd6 15 liJg5 b5 16 �a2 i..b7 17 :ad1 l:t ad8 18 ltJge4 'fj'b8 19 h3 lüxe4 20 liJxe4 llJf6, tuvieron que situarse a la defensiva, y

sin compensación por la debilidad del peón de d4.

Si el debate anterior es correcto y el salto de caballo a b5 es inocuo, eso signi­fica entonces que no hay necesidad de apresurarse con el cambio en c3. No obs­tante, 10 •.• �xc3 11 be b6 sigue siendo la variante más popular. Por cierto que es mejor comenzar precisamente con 11 ... b6, pues si se trasponen los movimientos, 1 1 . . . lübd7 12 :t e1 b6, después de 13 �a3 ! ? l:t d8 (aún es peor 13 ... :t e8 14 d5 ! ) , las blancas disponen del desagrada­ble recurso 14 �e7! y, continuando la lí­nea, 14 . . . 1:[ e8 15 i..xf6 liJxf6 16 liJc5 i..b7 17 tl e3 !? (Florean-Nisipeanu, Ru­manía 1997), el rey negro comenzó a sen­tirse incómodo.

Pero una vez más, las cosas se ponen en orden: 17 .. . lüd7! 18 lL'lxd7 'ti'xd7 19 l:t h3 g6,y la dama blanca no logrará sumarse a la torre en la mortífera columna b: 20 'ifd2? �xg2 ! , o bien 20 �b3 'ti'c6 21 Wg3 ::. ac8 (análisis de Nisipeanu y Stoica).

U �b3 �b7 13 1: el liJbd7 14 �g5. Las negras no temen 14 c4 l:t fd8 15 �g5, por 15 ... liJc5 ! 16 "'e2 lL'lce4 17 �xf6 ltJxf6, con juego cómodo (Vajda-Grosz­peter, Gyula 2000). 14 ... :l ac8 15 :l ac1

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'ti'd6!. Otro motivo temático en esta posi­ción. Al amenazar ... lLld7-c5 , las negras trasladan su dama a a3, desde donde mantendrá vigilado al peón de c3. 16 �c2 l:l fd8 17 �b4 (o bien 17 We2 :l e8 18 j.b1 h6 19 �xf6 lOxf6, y hay que decir que es más agradable jugar esta posición con negras, Vajda-Nisipeanu, Bucarest 1997) 17 000 -'&3 18 j.b3. A 18 �b1 ? ! las negras habían preparado 18 . .. �e4! y, puesto que la torre de el está "a la vista" de la dama, las blancas no pueden tomar en e4. Pero tampoco en b3 encuentra re­poso el alfil: 18 oo. aS! 19 lLld2 a4! 20 lLlc4 ¡f'fH 21 �xf6 lüxf6

22 ltJ xb6 (después de 22 ,i,xa4 �a6, el ca­ballo de c4 no sobrevivirá) 22 000 ab 23 lDxc8 b2! . Una vez finalizada la variante forzosa (las blancas toman b2 y las negras c8), no debería haber ninguna duda en cuanto a la evaluación posicional: las dos piezas menores son bastante más fuertes que la torre y los dos peones (Kraut­Schlusser, Alemania 1996).

2) 9 We2 O-O 10 O-O lDbd7. La alterna­tiva es 10 . . . i..xc3 1 1 bc ltJbd7, y ahora:

12 �g5 b6 13 �xf6? ! lOxf6 14 lüe5 �b7. Las piezas se encuentran tan armo­niosamente dispuestas que pueden afron-

tar cualquier ataque (Schpenger-Dautov, Alemania 2(03).

12 .td2 b6 13 �d3 �b7 14 : ac1 : ac8 15 .:lfel : fd8?! (una jugada poco convin­cente que las blancas explotarán) 16 .tgS h6 17 �h4! .: e8 (forzado) 18 �g3 'IId8 19 �b5 lOe4 20 liJeS, con ventaja (Kar­pov-Morozevich, Praga 2(02).

12 �a3!? l: e8 (a diferencia de la va­riante 9 'it'd3, aquí esta jugada es posible, ya que la posición de la dama en e2 priva a las blancas de la ruptura d4-d5) 13 ::. ac1 b6 14 lOeS �b7 15 f4! ? (con la presencia del aJñl de casillas negras, un ataque así tiene posibilidades de éxito; por eso fue un

error que Schpenger se desprendiese del mismo, cambiándolo en f6) 15 . . . ::. ad8? ! (ésta y las jugadas siguientes de las negras son muy pasivas) 16 .td3 'iWb8 17 :ce1 "a8 18 ¡fc2 g6 19 lDc4 �a6 20 ltJd6 .txd3 21 Wxd3 l: e7 (21 ... 1:tf8 22 liJb5!) 22 f5 ! (Speelman-Richardson, Inglaterra 2001).

11 liJb5. El caballo sigue vivo y co­mienza a mostrar su tenacidad. Parece que las negras están en dificultades, pero como se vio en las partidas Benko-Filip y Reindermann-Ivanchuk, las variantes concretas se les aparecen con gran natu­ralidad.

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1 e4 eS 2 d4 d5 3 ed ed 4 e4 lOt6 5 ttJe3 eS 6 <tlf3 ..tb4 1 05

En la partida de la Riva-Magem (Ta­rrasa 1995), después de 11 .. . "d8 12 a3 �a5 (tomando medidas contra �c1-f4) 13 b4 a6 ! 14 .!Dc3 i.c7 15 �g5 h6 16 �h4 b5, ambos contrincantes acordaron tablas, aunque la posición es algo preferible para las blancas.

Más preciso es 11 ... 'ii'c6!? U .!De5 'ife4!. La partida Karpov-van der Wiel (Olimpiada de Salónica 1988) transpuso a un complicado final, en el que ambos ban­dos tuvieron sus oportunidades: 13 a3 i.e7 14 �gS .xe2 15 � xe2 b6 16 .i.b4 g5! 17 � g3 ttJ e4 l8 1:t fd1 ttJ xg3 19 hg 1:t d8 20 ltJg4 .!Df6 21 ltJé1 (poco se consigue con la inmediata 21 tlJxh6+ rJ!;g7 22 ltJg4 lLlxg4 23 �xg4 �d7, pero tampoco la interme­dia cambia nada) 21 _ 1:tb8 22 tlJxh6+ rJ!;gT 23 lDg4 ltJxg4 24 �xg4 e5!, y pronto se acordaron tablas.

Pasemos al análisis de la continuación principal, 7 cd. De las negras depende que el juego adopte una estructura simétrica de peones, (1) 7 . . . ed, o bien continuar con un típico peón aislado en d4, (11) 7 . .. ttJxd5.

1 7 ••. ed. Con el alfil en b4 tenemos una

posición más activa que con el mismo en e7. Además, las negras no tienen proble­mas con el desarrollo de su alfil dama. Pese a todo, los peones simétricos normal­mente favorecen al bando que vaya un tiempo por delante, es decir, las blancas en este caso.

(Ver diagrama 176.)

Hay tres estrategias para el inmediato desarrollo de las blancas: un despliegue ac­tivo (8 �g5 u 8 lüe5) , jugar la dama (8 'fIb3, 8 "'a4+) , o desarrollo del alfil rey (8 '¡'e2, 8 �b5+, 8 �d3).

A 8 �g5 (esta jugada no ofrece ventaja,

pero, naturalmente, hay mucho juego por delante) 8 ... o-o 9 �e2 'ifd6 10 :. el lüe4 11 O-O '¡'xc3 U be lLlc6?! . Las ne­gras deberían dar cuenta del alfil enemi­go, 12 . . . lLl xg5 13 ttJ xg5 h6 14 ttJf3 lD c6, y no estarían en modo alguno peor. 13 �h4 f51 (después de este grave error posicional, la posición negra se hace di­fícil; ¿por qué no 13 ... '¡'g4?) 14 c4! . Ahora, la diagonal a2-g8 (y como con­secuencia de ello, otras líneas) comien­za a manifestarse. Pero las negras se han creado su propia desgracia. 14 ••• de 15 i. xc4+ rJ!; h8 16 1:[ el h6 17 d5 tij aS 18 'itd4 b6 19 lüe5 rJ!;h7 20 �d3.

177

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1 06 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

La posición ya es muy mala, pero per­der en una jugada, 20 ... liJf6? 21 %% xc8! (Aleksandrov-Zhukova, Batumi 2(01) es mera anécdota. El mismo tema se produce en la variante 20 . . . .ie6 21 1: cd1 ! 'ii'xd5? 22 %% xe4! , pero después de 20 . . . �g8 seria posible ofrecer una tenaz resistencia.

B 8 liJe5 (desviándose de nuevo de la

ventaja) 8 _. O-O 9 .id3 lDc6. Lo más tran­quilo. Las negras podrian atacar la casilla c3, aunque normalmente no lo hacen: 9 ... tLle4 10 'iib3 'iWb6 11 O-O .ixc3 12 be. Se­gún un análisis de Erling Mortensen, el peón es intocable: 12 ... 'ilt'xb3 13 ab lDxc3? 14 .ia3 1: d8 15 l:l fc1 liJe4 16 .ie7 :t e8 17 .i.b5! En la partida Mortensen-Daniel­sen (Copenhague 1997), las negras juga­ron más modestamente: 12 ... lDc6 13 .ia3 'iWxb3 14 ah. El final es favorable a las blancas, con dos alfiles y una estructura de peones más flexible. 10 O-O .i.d6. En una posición tranquila y más o menos iguala­da, todo se decide por un matiz impercep­tible. ¿Cómo, por ejemplo, expulsar al caballo de su puesto avanzado en e5? Po­siblemente con el alfil, pero también es po­sible que con la torre, 10 .. . 1: e8. Después de 1 1 lDxc6 bc, las negras, en la partida S. Polgár-Zelcic (Portoroz 1994), se apodera­ron gradualmente de la iniciativa: 12 .i f4? ! .i. xc3 13 be "' a5 14 .i. e5 lD d7 15 'itc2 b6 16 f4 .i. a6 ! , etc. 11 lD xc6 be 12 .i.gS l:lb8 lJ b3 h6 14 i..h4 :teS 15 ll el .if4 16 1: c2 1: b4 17 .ig3.

(Ver diagrama 178.)

Estamos siguiendo la partida Shamko­vieh-Muresan (Palma de Mallorca 1989). La posición no se ha movido mucho de la igualdad, lo que puede eonfirmarse senci­llamente con 17 ... .i.xg3 18 hg (o bien 18

fg .ig4 19 'ij'd2 'ilt'e7) 18 .00 c¡J¡>h8 19 lDe2 '-"6 20 'iWd2 a5 21 l:1fc1 .id7.

e Después de 8 _b3 tLlc6 9 .ib5, las ne­

gras (si no dej an su alfil de b4 colgado) normalmente no tienen nada que temer. Por ejemplo: 9 _ O-O 10 O-O .ixc3 11 'iVxc3 '

lDe4 12 "a3 .id7 13 .i.e3 'ifb6 14 .ixc6, con tablas (Renet -VIZhmanavin, Londres 1996).

D Es más interesante 8 'it'a4+ lDc6 9

.i.b5. Después de 9 _ O-O, las blancas pue­den forzar el juego (10 .ixc6) o esperar (10 O-O).

1) 10 .i.xc6 .i.xc3+. La intermedia 10 .. . 'fie7+? ! no conduce a nada. Después de 11 lDe5 be 12 O-O eS 13 .i.g5! .i.xc3 14 bc (Ya­gupov-T. Ivanov, Zhavoronky 1995), sólo la precisa 14 . . . • e8! concede a las negras posibilidades de igualar. 11 be be 12 0-0 'it'b6 (más agudo es 12 .. . lDe4!? 13 .xc6 II b8 14 c4 �b7 15 -'a4 dc 16 W'xc4 'ilaS, con compensación, Oral-Jaritonov, Kosza­lin 1999) 13 .iaJ l:e8 14 lDe5 lDe4 15 'ilxc6 'iWxc6 16 tLlxc6 �xc3 17 li fel �a6. La panida está igualada (Marin-Volkov, Ru­manía 2(01) .

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1 e4 eS 2 d4 d5 3 ed ed 4 e4 ttJf6 S lUc3 e6 6 lUf3 �b4 1 07

2) 10 O-O ¡VaS. La absoluta simetría de­bería favorecer a las blancas, pero . . . ¡ hay demasiadas piezas en contacto !

Antes que nada, hay que decir que no es posible ganar un peón con 1 1 .i.xc6 be 12 'ilxc6?? , debido a 12 ... .i.d7.

Las blancas sólo pueden contar con una mínima ventaja tras 1 1 .i. d2 'ifxa4 12 .i. xa4 .i. f5 13 .i. xc6 bc 14 llJ a4 .t d6 15 :t fc1 (Peresipkin-Bagirov, Bakú 1977). Con una defensa normal, las negras debe­nan lograr tablas sin mayores problemas.

Un guión similar siguió la partida Mila­dinovic-Bras (Corinto 1998), con la única diferencia de que las blancas se anotaron la victoria: 11 'ii'xaS .i.xaS U ltJa4 ..tg4?!. Un error instructivo. Las negras quieren estropear la estructura de peones contra­ria en el flanco de rey, pero no tienen en cuenta que, de ese modo, desaparecerá el principal defensor de c6. Por cierto que no se entiende cómo piensan las negras ata­car los peones de f2 y O, puesto que se ve­rán confinadas- a la defensa' de sus propios peones débiles. Después de 13 .i.xc6 be 14 �e3 .i..xD?! 15 gf, las blancas acabarán ganando los peones e y a, y en consecuen­cia, la partida.

Para evitar problemas con los peones

débiles, a 1 1 ¡j'xa5 era preciso responder 11 . . . tOxa5! , en cuyo caso no vemos de qué modo pueden obtener ventaja las blancas. Por ejemplo: 12 ,id2 a6 13 .i..d3 tOc4, o bien 12 ,ig5 .i..xc3 13 bc a6 14 ..td3 ltJe4.

E 8 i.e2 O-O 9 O-O i.xc3. La partida Li­

berzon-Petrosian (Erevan 1965) finalizó con unas anémicas tablas: 9 .. . . a5 10 'irc2 .i.g4 11 ,ig5 llJbd7 12 ltJe5 i.xe2 13 llJxe2 :t fe8 14 .i..xf6 llJxf6 15 lL)g3 ¡rb6 16 lL)f3 g6. 10 be liJe4 11 ..tb2 (las negras tampoco tienen problemas después de 11 'iWb3 ltJc6 12 .i..e3 ltJa5 13 'iVb4 .i..e6 14 l:l. ac1 l:tc8, Bosboom-Douven, Hilversum 1988) 11 ... i.g4 U c4 lDc6 13 :t e! :t eS.

Las blancas tienen los dos alfiles y las negras una fuerte posición central. Hay una lucha complicada en perspectiva, con posibilidades recíprocas (Dolmatov-Jari­tonov, Sochi 1978).

F 8 .i..b5+ ..td7 9 'iVe2+. El gran maestro

Stanislav Voitsejovsky ensayó 9 .i..d3, pero sin gran éxito:

9 .. . liJc6 10 O-O .ig4 11 l:el+ .ie7 12 \i'b3 ..txf3 13 'tWxb7 "eS 14 .xc8-+- .: xc8

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' 08 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

15 gf tLlxd4 (Voitsejovsky-Dreev, Novgo­rod 1999).

9 .,. 0-0 10 lLle5 tLlc6 11 O-O : e8 12 : el liJg4! 13 lLlf3 1:( xe1+ 14 \i'xe1 (Voit­sejovsky-Jaritonov, Ekaterimburgo 1999) 14 . . . ¡tc7!? 15 h3 :l e8 16 'itdl liJf6.

9 ... tLle4. Otra línea defensiva es 9 . .. 'ile7 10 tLle5 tLlc6 ! ? 11 lLl xd7 'ii'xe2+ 12 <itxe2 <iitxd7. La partida Franco-Romero (Dos Hennanas 2(01) continuó con 13 ..te3 l:l he8 14 .: hd1 � xc3 15 bc lLl e4 16 n dc1 tLld6, y las negras deberían resistir. 10 0-0. Plantea problemas 10 lLld2! ? O� 1 1 lLldxe4 (Ashley-Vadasz, Budapest 1997). Las negras deben jugar con mucha lucidez para no caer en inferioridad. Así, en lugar de tomar en e4, vale la pena considerar 1 1 . . . : e8 !? , y ahora: 12 .le3 de 13 O-O lLl c6 1 4 d5 ( o bien 14 : fd1 a6 15 �a4 it'h4 1 6 h 3 b5 17 .lc2 .ld6, con contrajuego) 1 4 .. . tbe5 15 tbxe4 tlJg4 16 �d4 (más pruden­te es 16 � xd7 .xd7 17 'ifc4) 16 . . . ti'h4 17 h3 tbh2! 18 �xh2 .: xe4 19 .le3 .i.d6+ 20 <iPg1 �xh3 ! , con ataque decisivo. 10 _.

.l x c3 11 be O-O U .,i, d3. En el diagrama se muestra el esquema principal de la va­riante.

1) Primero deberíamos comentar U ...

tLlxc3!? Así, sin miedo a posibles fantas-

mas, juega el gran maestro checo Eduard Meduna. 13 "eS!. 13 1Wb2? ! es un movi­miento mal fundado no intentan un ata­que al rey, y su doble amenaza a c3 y b7 se

para fácilmente: 13 . . . "e8 14 ii'b3 �a4 15 'ii'a3 �b5 16 �xb5 tbxb5 17 W'b3 'iWc4 (Sveshnikov-Meduna, Sochi 1986). 13 _.

�g4 14 tLlgS!? b6 15 llJb7 (en estas posi­ciones no se puede mirar atrás) 15 _ 1: eS 16 tlJf6+ gf 17 'tWg3. Todo esto parece muy peligroso para las negras, pero ... sólo a pri­mera vista. En realidad, el ataque se recha­za fácilmente: 17 ... f5 18 f3 .f6 19 fg 1i' x d4+ 20 � b 1 'il x g4 21 'ii' c7 llJ e6 22 .xb7 'iWg6 23 �r4 lLle4 (Janev-Medu­na, Budapest 2000). El magnífico caballo de e4 consolida la posición de las negras que, llegado el momento, pueden pasar al contraataque: 24 .i.bS lLlaS 25 'fIc7? llec8! 26 1i'xaS l:t c2!.

2) Por otra parte, conviene ignorar 12 .... �f5?!, pues en tal caso la base del caba­llo resulta inestable: el peón de d5 puede minarse (c3-c4) y el alfil de f5 expulsarse (con llJf3-h4). Pero ¿cuál es el orden co­rrecto de jugadas? Lo más prometedor pa­rece 13 ""2!1 'iWc8 (ahora la dama no controla la casilla h4) 14 �f4 lLld7 15 lLlb4! (minando el flanco derecho) 15 _.

�e6 16 e4! (minando el flanco izquierdo) 16 ••• llJb6 17 l:t ac1 'iWd7 18 llJO f6 19 cS. Las blancas tienen una incuestionable ventaja (Sveshnikov-Kalinichev, Norilsk 1987).

3) Es interesante 12 _. l: e8!? 13 lDeS tlJdi, obligando prácticamente a las blan­cas a sacrificar pieza.

(Ver diagrama 182.)

Después de 14 lD xn!?, se considera única 14 . . . ti'f6 (pues es mala 14 o • •

tLl xc3? por 15 1i'h5) 15 ttJe5 lLl xe5 16 de "xe5 ! , y las negras igualan (Sveshnikov-

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 ltJf6 5 lUc3 e6 6 lUf3 �b4 1 09

Savon, Moscú 1991) . Pero, hablando con franqueza, no vemos por qué las negras no pueden aceptar el material: 14 ... � xf7!? 15 'li'h5+ �f8. Si 16 'iWxd5, sen­cillamente 16 ... liJf6 17 .i.a3+ liJe7 18 'ii'xb7 .a5. El ataque ha terminado y los tres peones por la pieza permitirán a las blancas (tras un eficiente desarrollo) escapar de la derrota. Sin embargo, si 16 .i.a3+, la posición no se clarifica en ab­soluto: 16 . • • liJ e7!? 17 .i.xe4 de 18 'ilxh7 : e8 19 � ae1 1i'a5 20 .tb4 (o bien 20 f3 'iVxa3 21 fe+ liJf5 ! ) 20 ... 'ii'f5 21 'tt'xfS+ .i.xfS 22 f3 e3! .

G _

8 .i.d3. De las siete candidatas, la juga­da más sana y probablemente mejor. 8 _ 0-0. La intermedia 8 . . . 'it'e7+ cuenta con el hecho de que las blancas tienen debilida­des, y a 9 .i.e2?! se contesta 9 . . . liJe4 ! 10 'lt'b3 0-0 11 .i.e3 liJc6 12 O-O Ae6 (Throv­Vrrovliansky, San Petersburgo 1998). Pero si las blancas no temen sacrificar un peón, con 9 llJ e5 ! liJ c6 10 O-O liJ xd4, enton­ces podrían lograr una fuerte iniciativa: 11 : e1 lLJ e6 12 .tb5+ �f8 13 .i.e3, etc. 9 O-O, Y aquí tenemos una bifurcación. Las dos jugadas más frecuentes son 9 .. . .i.g4 y 9 . . . lüc6.

1) 9 .•• .ig4 10 .b3!? Esto sugiere al oponente que su última jugada de desarro­llo no lo ha sido con la pieza correcta. 10 ... .i.xc3 (Poluljahov recomenda 10 ... llJc6 11 llJe5, y sólo ahora 11 ... .i.xc3) 11 be .i.xf3 12 gf. En dos jugadas las negras han entregado sus dos alfiles ¿y para qué? De­ben de querer mucho a los caballos. Pero en esta posición hay un tercer factor, las parcialmente abiertas columnas b y g, que pueden caer en manos de las torres blan­cas, como sucedió en la partida Poluliajov-Wells (Balatonbereny 1992) : 12 .. . 'ilc7 13 �h1!? lLlbd7 14 :g1 ( ¡una!) 14 . . . �h8 15 l: b1 (iY dos ! ) 15 . . . l:t ac8 16 Ad2 lüb6. En opinión del GM Alexander Poluliajov, las blancas consolidan su ventaja con 17 a4! ltJc4 18 .ixc4 'ifxc4 19 'ti'xc4 1: xc4 20 aS : a4 21 l:b5. Las negras tuvieron mayor éxito en la siguiente partida: 12 ••• Wd7!? 13 �h1 Wh3 14 'tt'd1 lLlbd7 15 ll gl :re8 16 �g5 'ii'e6 17 ll bl b6! 18 'Wd2 lLl h5 19 'ifc2 g6!

(Ver diagrama 184.)

¡Esto es algo muy distinto! Ahora las torres no son muy útiles en las columnas b y g (Spraggett-Zelcic, Ginebra 1995).

2) 9 oo. ltJc6 (parece más razonable que 9 . . . .i.g4) 10 �g5 �xc3 11 bc·.i.g4. Se di-

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1 1 0 LA DEFENSA CARO-KANN . Volumen 2

ría que esta jugada natural no es la mejor. Es interesante la intermedia 1 1 . . . h6 ! ? 12 �h4, Y sólo ahora 12 .. . �g4, que concede a las negras, en la variante 13 'iVd2 .ii.xf3 14 gf 'iWd6 15 �h1 ltJh5!, la posibilidad de ha­cerse con la casilla f4. U 'it'd2!. Por las par­tidas Poluliajov-Wells y Spraggett-Zelcic, está claro que las blancas no deben temer un cambio en D, ya que eso les da la posi­bilidad de romper en la columna g. Es ino­cuo 12 %l e1 'iid6 13 h3 �h5 14 i..xf6 -'xf6 15 l:. e3 l:HeB 16 W'd2 l:t xe3 17 fe (Sveshni­kov-VIZhmanavin, Elistá 1995) 17 o o ' ll e8, con posibilidades equivalentes. U oo ' �xf3 13 gf 'iWd6 14 l:ab1 b6 15 �h1 ltJh5 16 : gl (ahora resulta evidente la utilidad de la ju­gada 1 1 .. . h6) 16 _ lLla5?! 17 �h4!

La posición contiene en germen todo tipo de combinaciones. Las negras ni si­quiera deberían pensar en la casilla f4: 17 o o . lüf4? 18 �g3, ó 17 O " "f4? 18 l:. xg7+! ci; xg7 19 l: gl + c¡t h8 20 'i!f xf4 lLl xf4 21 �f6++. En la partida Rantanen-Ornstein (Ekso 1981), las negras jugaron de forma negligente 17 .•. h6?, Y tras 18 i..e7!, per­dieron calidad. Era preciso 17 ... �h8, aun­que también en este caso las blancas son quienes rigen la lucha.

En conjunto, el sistema con 7 . . . ed es perfectamente viable. En ninguna línea pierden las negras, o incluso habría que decir que en prácticamente todas las va­riantes las blancas ni siquiera consiguen una ventaja mínima.

El principal defecto, como en casi to­dos los sistemas simétricos, es que, como suelen decir los jugadores, sólo admite "dos resultados posibles": o ganan blancas o tablas. La tercera posibilidad está exclui­da. Pero no está mal que así sea, teniendo en cuenta los problemas de las negras en otros sistemas.

II 7 .•. lüxd5. En posiciones con peón ais­

lado en d4, las negras tienen más "posibili­dades" de sufrir un ataque, pero también de apoderarse de la iniciativa. Hay dos ju­gadas principales: (A) 8 'iic2 y (B) 8 �d2. Además, vale la pena mencionar 8 Wb3. En un momento dado, ésta fue la jugada principal en el repertorio de Judit Polgár, pero después de su partida con Smyslov (Aruba 1992), ya no volvió a plantearla. Así es cómo siguió aquella partida:

(Ver diagrama 186.)

8 _ lüc6 9 �d3 'ft'b6!. La decisión más lúcida. Con el cambio de damas, desapare­cen las posibilidades blancas de ataque,

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed ed 4 c4 ttJf6 5 lOc3 e6 6 lOf3 �b4 1 1 1

mientras que su debilidad de d4 permane­ce ... 10 �d2 �a5! 11 0-0 1Wxb3 U ab �b6 13 �c4. Es más prudente 13 llJxd5 ed 14 �c3, aunque tampoco en este caso tienen problemas las negras: 14 .. , O-O lS b4 : e8 16 l:tfe1 �d7 17 bS liJe7 18 i.b4 .i.f5 ! (Christiansen-Schwartzmann, Wijk aan Zee 1993). 13 _ lüde7 14 llJa4!? �c7 (evitando la trampa: 14 ... .i.xd4? lS llJxd4 liJxd4 16 liJb6!) 15 b4 a6 16 liJc3!? 0-0 (tampoco el segundo peón es muy digestivo: 16 . , . liJ.xb4 ? ! 17 llJ bS ! liJ bdS 1 8 .: fel � b8 19 �xd5 ed 20 t1:Je7+ �xe7 21 :' xc7, con la iniciativa) 17 b5 ltJa5 18 .i.a2 ab 19 ltJxb5 .i.b6 20 lOeS llJac6. Judit Polgár jugó este final de forma muy emprendedora pero, de todos modOS, no consiguió ni el menor ras­tro de ventaja. La conclusión es clara: el descubrimiento de Smyslov, 9 '.' 1i'b6! Y 10 ... .i.aS ! da carpetazo a la variante 8 'ii'b3.

A 8 "el. Esta continuación se vio por

primera vez en la partida Najdod-Portisch (Olimpiada de Vama 1962) y hasta el mo­mento no ha perdido su vigencia.

(Ver diagrama 187.)

1) Ya desde el comienzo se requiere precisión por parte de las negras. Así, a

8 .•• O-O?! sigue 9 �d3!, forzando al opo­nente a debilitar su enroque o bien apartar a su rey del centro.

9 . . . g6 10 O-O lOc6 1 1 a3 i.e7 12 �h6 :. e8 13 1:[ fdl i.f6 (Kobalija-Throv, Sochi 1998) 14 .i.e4!, incrementando la presión.

9 '" tiJf6 10 O-O �d7 11 lOeS .i.c6 12 ': d1 h6 13 �e3 .i.d6 14 'ifd2. Una vez más, la posición del rey negro no inspira la menor confianza (Bologan-Rausis, Tallinn 2(00).

2) Tampoco es convincente 8 ... 'fIe7 9 .i.d2 ltJd7, en vista de nuevo de 10 i.d3!? Después de 10 ••• �xc3 11 be 105f6 U O-O, en la partida Potkin-Asrian (Moscú 2002), a la negligente 12 ... O-O? ! siguió 13 : ae1 b6 14 tiJ eS �b7 1S f4 l:t fe8 16 l:t e3 liJ f8 17 fS ! ef 18 .i.xfS llJg6 19 1:. h3! , y las blan­cas están cerca de su objetivo .

Las negras deberían diferir el enroque: U o" b6 13 1:. fel (ó 13 l:t ae1 �b7 14 t1:JeS tiJxe5 lS :. xeS O-O 16 1:. fe1 : fc8 17 :. Se3 aS 18 l: h3 h6 19 Vel �f8 20 c4, y las blan­cas tienen mejores perspectivas, Sveshni­kov-S asikiran, Dubai 2002) 13 .•• .i.b7 14 tiJe5 lüxe5 15 : xe5 O-O.

(Ver diagrama 188.)

En la partida Sveshnikov-Sehweizer (Cap-d' Agde 2003), las blancas decidieron

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1 1 2 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

que la posición estaba ya madura: 16 it.g5?, y siguió un rápido castigo: 16 ••.

lOg4! 17 �xh7+ �h8 18 .e2 'iWxc3 19 l:t d1 lLlxe5 20 de (20 1Wh5 ttJf3+! ) 20 .••

¡Vc6, Y las negras ganaron. No es difícil ver que 16 l:t ae1 nos lleva a la partida Sves­hnikov-Sasikiran y, por cierto, no es buena la respuesta 16 ... lOg4?, por 17 .i.xh7+ �h8 18 l:. h5.

3) 8 ••. ttJd7 (la idea de esta jugada ra­dica en el traslado del caballo a f6) 9 �d3. Vale la pena considerar 9 �e2! ? , con idea de situarse en f3 y paralizar el flanco de dama enemigo. En la partida Voitsejovsky-Donchenko (Tula 1999), las blancas realizaron esta idea: 9 . . . ltJ7f6 10 O-O O-O 11 .i.g5 �e7 12 ltJe5 h6 13 .i. xf6 .i.xf6 14 i.f3 ! tD xc3 15 "xc3 .: b8 16 l:t fd1 'iWd6 17 rl ac1, etc. Pero sólo por­que el oponente no contrarrestó el plan de las blancas. En lugar de 11 . . . .i.e7, es más fuerte 11 . . . h6 12 �h4 t2Jf4! 13 �c4 tDg6! , desperdigando los alfiles blancos por el tablero. En tal caso es posible 14 �g3 lLlh5 ! 15 a3 i.xc3 16 bc it.d7 17 r He1 n c8 18 � a2 (Howell-Speelman, Londres 2003) 18 ... lLl xg3 19 hg ¡¡aS, con juego satisfactorio. 9 .•. ttJ7f6 10 O-O �e7 . Es claramente inferior 10 o o ' it.d7? ! , en vi sta de 1 1 ttJ xd5 ttJ x d5 12 ltJ e5 it. d6

13 i.e4 l:t c8 14 'iWb3! .i.c6 15 'it'g3! (Benja­min-Seirawan, Seattle 2000) .

• •

Es tentador 1 1 it.b5+? ! .i.d7 12 �xd7+ 'iWxd7 13 ltJe5. Parece que la dama debe moverse, pero entonces hay un mo­lesto jaque en a4 . . . Sin embargo, hay una mejor jugada: 13 o o . ltJ b4 ! 14 .d1 'iWd6. 15 a3 ltJc6, con igualdad (Kaidanov-Yer­molinsky, Modesto 1995) .

Conclusión: las incursiones prematuras sobre la posición negra no dan resultado. Es preciso proceder a un asedio sistemá­tico.

11 a3 o-o U tDe5, y ahora: 12 . . . h6 13 'ii'e2 li'd6 14 l:t d1 b6? ! (es

sorprendente, pero de este modo las ne­gras pierden el control de la casilla d.5) 15 tDxd5 ¡t'xd5 16 �c4 'iVe4 17 'it'xe4 ltJxe4 18 d5 ! (Potkin-Vescovi, Linares 2(01), o bien, 1 2 . . . 'it' d6 1 3 it. g5 (es más flexi­ble 13 ll d 1 ! ? it. d7 1 4 ltJ x d5 'it' xd5 15 i.c4 'it'd6 16 .i.f4) 13 o o ' h6 14 ltJxd5 -' xd5 1 5 .i. e3 � d7 1 6 .i.c4 Wd6 17 'fi' d3 �c6 (Ivanovic-Yermolinsky, Erevan 1996).

De modo que el plan .. . ltJb8-d7-b6 puede recomendarse en la práctica como lo bastante fiable. Pero el desarrollo del caballo por c6 es mucho más popular . ¿Por

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1 e4 eS 2 d4 d5 3 ed cd 4 e4 l¿Jf6 5 lLle3 eS 6 lLlf3 .ib4 1 1 3

qué? Por el mismo principio: las negras no quieren jugar pasivamente a tablas, ¡sino que quieren una lucha abierta a los tres re­sultados!

4) 8 ... ttJc6.

Las blancas tienen dos planes principa­les. El primero, con el desarrollo del alfil por d3, que implica el sacrificio del peón de d4. El segundo, con el alfil por e2.

a) 9 �d3!? A1 impedir el enroque con­trario, las blancas esperan poder invertir la posición de los integrantes de la batería, trasladando la dama a e4. Depende de las negras el curso que pueda tomar el juego: tranquilo y moderado (9 ... �e7,.9 ... h6) o forzado y explosivo (9 . . . llJxc3, 9 .. . �a5).

M 191

al) 9 .•. lLe' 10 aJ. Un caballo amena­zaba con saltar a b4, pero ahora las negras deben decidir cómo evitar la pérdida de h7 o dónde situar el rey.

all) 10 oo. llJf6?! . Retirarse voluntaria­mente del centro no puede ser especial­mente bueno. 11 O-O. Hay un plan interesante, pero sin mucho fundamento posicional, relacionado con el enroque lar­go: 11 �e3 O-O 12 O-a-O?! En la partida Anand-Adams (Groninga 1997) siguió 12 . . . �d7 13 ltJg5 (la ruptura 13 d5 ed 14 ltJxd5 es inapropiada, sobre todo porque el rey se ha ido a la izquierda: 14 . . . :c8! 15 �b1 h6 16 ltJxe7+ CiJxe7 17 'ilb3 ltJed5) 13 ... h6 14 llJge4 l:t c8 15 �b1 llJa5 16 CiJc5. Ahora, con 16 ... �c6 17 We2 b6 18 llJ5e4 CiJxe4 19 ltJxe4 ltJc4! , las negras obtienen mejor juego. 11 ... O-O (pierde 11 . . . CiJxd4? 12 ltJxd4 'f6xd4 13 ltJb5) U :I d!. La retirada del caballo de d5 co­mienza a notan;e. Así, a 12 ... a6? sigue la decisiva 13 d5! ed 14 llJxd5! ltJxd5 15 �xh7+ 'iPh8 16 �e4 1Le6 17 1Lxd5 1Lxd5 18 .f5, y las blancas quedaron con un peón extra (Topalov-Gausel, Moscú 1994) . U oo. 1Ld7.

En esta posición, TopalOv descartó la inmediata ruptura d4-d5, en favor de 13

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' 1 4 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

liJe5 a6 14 �e3 'fic7 15 liJxd7 'iWxd7, y só­lo ahora 16 d5 (Topal ov-Yud as in , Gronin­ga 1993).

En realidad, no hay motivos para pos­tergar la ruptura: 13 d5! ed 14 lO xd5 ! b6 15 tiJxe7+ CiJxe7 16 lL!e5 ttJedS 17 lL!xd7 'it'xd7 18 �f5 'ilt'b5 19 b4 1:[ fd8 20 �b2. Los dos fuertes alfiles y una posición abierta definen la ventaja blanca (Estre­mera-Izeta, León 1997).

a12) 10 •.. .if6 II O-O b6. Preparándose a enrocar y manteniendo la presión sobre el peón de d4. Objetivamente, éste es el ca­

mino correcto pero, no obstante, existe el temor de· que las blancas encuentren el modo de explotar el tiempo invertido en

.. . h7-h6. En lugar de 11 ... h6, ha habido otras tentativas:

1 1 . . . .ixd4?! (muy arriesgado) 12 lOxd5 ed 13 .ib5 �f6 14 .ixc6+ bc 15 \!fxc6+ �d7 16 l:te1+ �f8 17 'fixd5 �e6 18 1i'c5+ ¡¡e7 19 'ifh5 (Brodsky-Berg, Groninga 1994).

11 ... liJde7? ! 12 �e3 h6 13 : ad1 O-O (Topalov-Gulko, Moscú 1994) 14 liJe5 ! ? tiJf5 15 .ixf5 ef 16 f4! , con fuerte iniciativa.

12 l:. dl O-O.

No hay discordia en cuanto al plan blanco, la dama debe trasladarse a e4, por

e2. Pero los teóricos y los jugadores prác­ticos no se ponen de acuerdo en el orden correcto de jugadas. He aquí una tentati­va inocua por montar la batería dama+al­fil en la forma adecuada: 13 We2!? tiJxd4 14 liJxd4 �xd4 15 'ii'e4? (jugado al to­que; 15 �h7+ conduciría a tablas) 15 O o .

ttJf6 16 'ti'h4 eS 17 i.xh6 lOg4 18 i.g5 .i xf2+ 19 'it'xf2 Wxg5 , con un peón ex­tra (Velimirovic-García, Río de Janeiro 1979).

Más interesante es la idea del GM ale­mán Karsten Müller: 13 .ic4? El alfil no sólo permite la posibilidad de que la dama se sitúe en e4, sino que además presiona sobre la casilla d5. Con todo, en opinión de Müller, las negras pueden contar con la igualdad: 13 _. lOce7 14 'ii'e4 b6!? 15 i.d3 lLJg6 l6 lOeS �xe5 17 de �b7, etc.

a2) 9 oo. b6 10 O-o 0-0 11 a3 �e7. Una modificación de la variante anterior, con la única diferencia de que las negras tratan de defenderse de las amenazas sobre la diagonal b1-h7 con ... g7-g6.

Es aceptable 11 '" .i.d6, pues luego el caballo de c6 va a e7, reforzando el puesto avanzado de d5 y dirigiéndose a f5 ó g6:

12 .e2 ttJce7! 13 lLJe5 1iJf5 14 l: d1 ! ? lLJxd4 15 We4 lLJf5 16 llJxd.5 ed 17 'it'xd5 �c7! (Bologan-Epishin, Alemania 1999).

12 l:t d1 tOce7! 13 "'e2 �d7 14 ltJe5 i.xe5 15 de liJxc3 16 be ttJg6 17 i.xg6 fg 18 �e3 (18 W'd3 i.c6) 18 . . . _e8 19 l: d6 i&.c6 20 'ii'g4 1: f5 (Kindennann-Lobron. Dortmund 1983) .

U 'ite2 ll e8!. Una respuesta fría y ab­solutamente correcta, mientras que la "del pánico", 12 ... llJf6?! , dio a las blancas un

ataque muy fuerte, en la partida Naiditsch­evitan (Oberwart 1998): 13 l: d1 b6 14 lLJe4 lDd5 15 �b1 �f6 16 "fid3 f¡jce7 17 ttJe5 ltJf5 18 g4! liJfe7 19 ttJg3. 13 i&.c2 i&.f8 14 n el �d7 13 'it'd3 (al retrasarse

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 lüf6 5 lüc3 e6 6 tUf3 �b4 1 1 5

una jugada, las blancas se arriesgan a no poder contar con la batería: 15 lUe4 _b6! 16 'iVd3 'it'a6! , Korneev-Assmann, Werfen 1993) 15 ... g6.

En la partida Malaniuk-Aleksandrov (Wisla 1992), las blancas, con 16 �d2?, ca­yeron en una conocida trampa táctica: 16 ... lUcb4! 17 ab lUxb4 18 'ii'e4 �c6 19 d5 ed.

No hay alternativa al avance h2-h4-h5, pues de otro modo no se romperá el peón de g6. La cuestión es sólo si las negras pennitirán esta marcha hasta el final. En la partida Kunte-Sasikiran (Kelambak­kam 2000), pemútieron 16 h4 lUf6? ! 17 lUe5 lUe7 18 h5 ! llJxh5 19 'ií'f3 ! , con ata­que doble sobre f7 y b7. Pero sólo un año después los mismos oponentes siguieron la versión correcta: 16 ••• h5, con juego igualado (Kunte-Sasikiran, Nueva Delhi 2001).

a3) 9 ••• llJ xc3?! 10 bc llJxd4? Así ju­garon las negras en la partida fuente Najdorf-Portisch (Vama 1962), probable­mente con el deseo de refutar todo el plan blanco iniciado con 8 "c2. Sin em­bargo, no puede refutarse de cualquier forma y sí es posible perder aquí y muy rápidamente.

ll lZJ xd4 'ifxd4 U Ab5+!. Es más flo­jo 12 '6'a4+? Ad7 13 '1Wxb4 'tIi'xd3 14 �a3, debido a 14 ' " O-O-O! U ... q;e7 13 O-O Wxc3 14 'it'a4!? Najdorf atacó de otra forma: 14 "e2 �d6 15 �b2 'Wa5 16 l:. fd1 : d8 17 'iIfu5 f6 18 Wxh7, y pronto consiguió ga­nar. En lugar de 17 . . . f6, tampoco salva 17 .. . h6 18 iLxg7 �d7 19 'iVh4+ �e8 20 �xd7+ �xd7 21 ii.xh6, pero las conse­cuencias de 14 ... l:t d8!? no están del todo claras.

Ahora, sin embargo, a 14 . . . 1: d8 sigue 15 l:t b1, y en caso de retirada del alfil de b4, 16 'tIVh4+ y 17 'ti'xh7. 14 ... �d6 15 �f4 �xf4 (o bien 15 . . . e5 16 %1 acl 'ifd4 17 l:l c4 'ifd5 18 .J:l dl 'ii'e6 19 �c1 ! ) 16 .xf4 .c5 17 a4 g5 18 'tIi'g3 : d8 19 %1 ac1 'tVd5 20 f4! , y el ataque blanco es virtual­mente irresistible (Nunn-Lobron, Hiel 1982).

a4) 9 ••. �a5!? Una corrección al plan de Portisch: las negras ganan un peón cuando el alfil no está en b4, sino en a5 (como sucede en muchas variantes) y, lo que no es menos importante, las blancas están obligadas a situar un peón en aJ, pri­vándose así de la maniobra ·�c1-aJ. 10 a3!? Las blancas no tienen derecho a mos­trarse deprimidas y vuelven al camino ele­gido.

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1 1 6 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

10 �e4?! lüxd4 11 lL'lxd4 lDxc3 12 bc 'iWxd4 13 O-O .xc3 14 'iib1 f5 ! 15 1Wb5+ q;f7, Y las negras se disponen a enrocar manualmente (Hübner-Hracek, Batumi 1999).

10 �xh7? lüxc3 11 bc :. xh7! 12 'ifxh7 �xc3+, conservando material extra.

10 O-O? ! (al permitir el cambio de una de sus piezas atacantes clave, las blancas reducen sus perspectivas) 10 . . . lD db4 ! 11 "'dl lüxd3 12 'ilt'xd3 f6 ! ? 13 l:t d1 O-O 14 �f4 lDb4 15 'iWc4 lL'ld5 16 i.d2 �xc3 17 bc lDb6 l8 'ifb3 'iltd5 19 ll acl ttJc4, con ventaja (Rechlis-Jenkin, Francia 1999).

10 ... lD xc3. A diferencia de las blancas, las negras pueden permitirse desviar: 10 . . .

h6 11 O-O O-O. La sensación es que este cur­so del juego es extraño, pero aún no se ha encontrado la refutación de tal "cobardía" ajedrecística:

12 Ac4 lL'lce7 13 �d2 �d7 14 ll)xd5 ed 15 �d3 �b6 (Gdanski-Luther, Estam­buI 2003).

12 l:t d1 �c7 13 h3 tDce7 14 t¿)e5 �d7 15 lDxd5 lüxd5 16 �h7+ �h8 17 Ae4 �e8 18 �e2 f6 19 t¿)d3 Ac6 (Ehlvest-Yu­dasin, Nueva York 2003).

11 be lü xd4!? U ttJ xd4 ¡f xd4 13 �b5+! . A la manera de Najdorf. Es más flojo 13 O-O ¡Ve5 14 Ae3, y las negras pue-

den apagar, de algún modo, la iniciativa contraria:

14 . . . �d7 15 �d4 'ilh5 16 .i.e4 �c7 17 f4 O-O 18 �xb7 l:t ab8 19 Ae4 �b6 (Er­vich-Podgaets, Hoogeveen 1999), o bien lo que sigue (todavía más fuerte).

14 ... �b6!? 15 l:t fe1 'iic7 16 l:. ab1 �d7 17 : b4 �xe3 18 II xe3 .i.c6 (Kin­dermann-Speelman, Plovdiv 1983).

Después de 13 .i.b5+! , surge la posi­ción crítica de la variante 9 �d3.

¿ Qué tiene más peso específico: un peón o la iniciativa? La evaluación cambia una y otra vez. En el momento actual la conclusión es ésta: las negras han desple­gado suficientes recursos defensivos. Exa­minemos todas las posibilidades: 13 . . . !iPf8, 13 ... rtle7 y 13 . . . �d7.

a41) 13 _. q.,f8 (una jugada rara, pero interesante) 14 O-O "xc3 15 1i'e2 (también merece la pena considerar 15 "b1 !?, se­guido de a3-a4 y �c1-a3) 15 ••• a6 16 .i.d3!? 1i'xal 17 Ab2 1Wxfl+ 18 lit>xfi Ad8.

(Ver diagrama 198.)

En la partida Gipslis-Albert (Berlín 1995), las blancas decidieron no arriesgar­se y forzaron tablas por jaque perpetuo: 19

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed cd 4 e4 ttJt6 5 �e3 e6 6 �f3 i.b4 1 1 7

198

i.xg7+ cj;xg7 20 'ii'g4+ �f6 21 '\Wh4+ c;i¡lg7 22 W'g4+ �f6.

Teniendo en cuenta que a las negras no les resulta fácil coordinar sus piezas, las blancas pueden proseguir la lucha, sin par­ti�ular riesgo. Por ejemplo: 19 'G'c2 i.d7 (19 . . . f6 20 i.xa6! 9;f7 21 �b5, Y no está claro cómo pueden completar las negras su desarrollo) 20 WcS+ �g8 21 'it'b4 i.c6 22 Wg4 g6 23 "'h3! (amenaza 24 �xg6) 23 _ f6 24 '6'xe6+ 9;g7 25 �c4 :1'8 26 841 , con ataque.

a42) 13 ... 9;e7 14 (}..O .e5. Si la vida de las negras no tie"ne riesgos (comida sin sal), tal vez prefieran intentar 14 . . . "xc3?! 15 W'e4!? f6 (Rogers-Effert, Altensteig 1988) 16 �f4 ! ? e5 17 : fd1 ! 15 a4! �b6 16 i.a3+ � c5 17 .e2!? (más flojo es 17 :fel "c7 18 "f5 i.xa3 19 "'g5+ c;i¡lf8 20 : xa3 'W'e7, y las negras casi se han de­fendido, Rogul-Zelcic, Pula 2000) 17 _ 'W'c7 18 "g4 ct;f8. En la partida Kotronias-Kur­kunakis (Atenas 1996), las blancas ralenti­zaron un poco el ritmo de ataque, 19 �b4, Y después de 19 ... e5 20 'fí'c4 b6 21 aS : b8, el oponente consolidó sus fuerzas.

Por consiguiente, vale la pena conside­rar 19 "'c411 b6 20 .:rdl, con la clavada del alfil de c5 alimentando el fuego de la única columna abierta (d). Ahora pierde

20 . , . 'fIIe7, en vista de 21 ,ixc5 be 22 : ab1 ! :l b8 23 .i.a6! ': xb1 24 :l xbl 'tIt'c7 25 ,i,xc8 Wxe8 26 'tIi'f4, y la posición de la torre de h8 es ciertamente modesta. Tam­poco hay ningún alivio en 20 .. . a6 21 'it'h4 f6 22 i..xc5+ bc 23 i.c4. 20 ••. g6 21 'tIe4!? l:t b8. Es inferior 21 . . . i.. b7 22 .i. xc5+ bc 23 "e3, con una gran ventaja de las blancas.

22 i.c1! f6!? (es inocuo 22 . . . .tb7, en vista de 23 'it'h4! <itg8 24 : d7 "'e5 25 �h6) 23 'it'f4 Wxf4 24 .i.xf4 :b7 (la pér­dida de material también es inevitable, en caso de 24 . .. eS 25 .1: d8+ 9;g7 26 i.h6+! �xh6 27 .1: xh8) 25 .i.a6 c;i¡le7 26 .1xb7 .1xb7. Las blancas ganan calidad, aunque no es fácil imponerla.

No hay que decir que todo el análisis que comienza en 19 "c4!? requiere ser contrastado en la práctica.

a43) 13 •.• i.d6!? En la variante 9 . . . ltJ xc3? ! 10 be lZJxd4? 11 lOxd4 Wxd4 12 �b5+! , esta jugada no sería posible en principio, ya que tras 12 ... �d7? 13 �xd7+ <it xd7 14 "a4+, las nctgras pier­den un alfil. Aquí, sin embargo, puede considerarse la línea principal. 14 O-O. Llega la hora de la verdad para las ne­gras . . .

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1 1 B LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

Al segundo jugador le gustarla cortar de inmediato el nudo gordiano, con 14 .. . :t c8 !? 15 l:t d1 -'xd1+ 16 'it'xd1 i. xb5. El rey ya no está amenazado y torre y alfil de casillas blancas pueden construir una for­taleza inexpugnable. No obstante, la parti­da Topalov-Magem (Pamplona 1995) demostró que las negras no logran conse­guir una plena igualdad: 17 1Ifh5 a6 18 .tb2! 0-0 19 c4! 1: xc4 20 a4.

Como siempre, 14 o o . 'ir'xc3? ! es una in­yección de adrenalina a la partida: 15 i.xd7+ <iPxd7 16 'ii'e4 W'c6 17 Wd4+ �e8 18 i.b2 f6 19 'i;'g4 c¡ttB 20 : ac1 h5 21 'ii'f4 tli'b5 22 � xf6 'iWf5 23 'it'd6+ <it>g8 (Ikonni­kov-Nureev, Perm 1997) y aquí las blancas no vieron 24 i.xg7 ! rj;xg7 25 : c5.

14 .. . W'e5 ! ? es un raro huésped en la práctica de torneo, y no está muy claro por qué. Después de 15 i. xd7+ rj; xd7 16 'it'a4+ rJ;e7 17 i.f4, puede seguir 17 o o ' b5 ! 18 W'xaS 'iWxf4 (Boersma-Gyimesi, Gro­ninga 1999). Tan pronto como la torre de h8 entre en juego, todos los problemas de las negras habrán quedado atrás.

14 _. 'iWd5 15 c4 'ii'f5!. La dama debe trasladarse a una casilla defensiva, pues de no ser así, como, por ejemplo en la partida Boyle-Purich (Correspondencia, 1 992), podrían quedar con material de menos: 15

. o o 'ifh5? 16 .a4! i.xb5 17 'tixaS. 16 . i.xd7+ �xd7 17 'ifb2. La continuación más prometedora, aunque hay otras:

Es flojo 17 tli'd1 + ? ! r:i; e7 1 8 .: b1 b6 19 'ii'e2 l:thd8 20 .: b3 II ac8, y las blancas no tienen ni peón ni ataque (Pavlovic-Tuk­makov, Biel 1997).

Es interesante, en cambio, 17 'ii'b3 b6 18 n dI + <it>e7 19 a4! Sin embargo, en la partida Aleksandrov-Dautov (Alemania 1999), después de 19 o o . l:hd8 20 i.a3+ 'ittf6 21 i.d6, las negras encontraron una defensa, 21 . . . g5 ! 22 : d3 'ittg7.

Por último, no puede esperarse ventaja de 17 W'a4+ �e7 18 c5 !? , debido a 18 o o .

b6!? 19 i.f4 e5 ! (Wahls-Dautov, Alemania 1997) .

17 ... b6. Ahora, las blancas de nuevo tienen una gran elección, lo que no signifi­ca que abunden las jugadas buenas.

Es posible establecer la paridad con, 18 �e3 ct;e7 19 ': ad1 :hd8 20 l:xd8 ':xd8 21 'ii'xg7, pero después de 21 . . . �d2! no hay razón para que las blancas piensen en la ventaja (Vratonjic-Stojanovic, Niksic 1996).

18 c5 ! ? parece una jugada rica en ideas. El problema de las blancas es que su opo­nente no piensa en peones de ventaja, sino simplemente en un enroque manual: 18 .. , rtle7 19 cb ah 20 i.e3 l:l hd8 21 n ad1 c¡f(f8 22 II xd8+ : xd8, con total igualdad (Aro­nian-Asrian, Erevan 2(01).

La jugada más natural en esta posición es, por supuesto, 18 :t d1+, pero también aquí siguen las negras su programa obliga­torio: 18 .. . �e7 19 �e3 (19 1Wxg7?! l:. hg8 20 'ii'd4 :l ad8 21 'iWh4+ f6 22 l:t xd8 : xd8 23 �e3 ii.c3) 19 ... l:t ad8! ? (no hay nece­sidad de distraerse con la defensa del peón de g7: 19 . . . f6? ! 20 e5 ! , Topalov-Tukmakov, Groninga 1 993) 20 n xd8 : xd8 21 Wlxg7 .td2 22 i.d4 'iWg6. La ventaja parece estar

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed ed 4 e4 lOf6 5 lllc3 e6 6 lllt3 �b4 1 1 9

ya del lado negro (Trabert-Jenkin, Holan­da 1998).

El único medio de complicar la evacua-ción del rey negro es 18 a4!?

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H � H . � = � � 201

A la simple 18 . . . �e7 sigue 19 1i'a3+ 'iPf6 20 'itg3 eS! (aún es peor 20 . . . :hd8 21 :ta3 ! 'iPe7 22 l:t lJ 'ftg6 23 .i.a3+ 'iPe8 24 1i'h4, y el rey queda en el centro) 21 ..tb2 �e6 22 l:t adl : hd8 23 %td5 ! Aun­que el ataque con las piezas blancas en modo alguno parece mortal, no es fácil re­sistir la presión (Kunte-Prakash, Calcuta 2(01).

Tampoco es nada convincente 18 ... f6? ! 19 l:l d1+ 'iPc6 20 eS! (AL Karpov­Ovechkin, Smol�nsk 2000), y a 19 o" q;e7 sigue 20 1If a3+ q¡, eS (o bien 20 . . . ... cS 21 'ifg3) 21 'ti'd6, y la armonía en el cam­po negro ya no es lo que era.

Obviamente, es preciso situar una torre en d8. ¿Pero qué torre? En la partida Cal­zetta-Kachiani (Estambul 2(00), las ne­gras optaron por 18 ... l:t hd8, pero no lograron dar seguridad a su rey: 19 11 a3! f6 20 1: g3 g6 21 1:h3 h5 22 eS!

Vale la pena intentar 18 _ 1: ad8!? , y si las blancas actúan siguiendo las líneas del viejo esquema, 19 1: a3 f6 20 1: g3, enton­ces pueden incorporar la torre a la defen-

sa del peón, 20 o., : hg8. Después de 21 'ii'b3 q;e7 22 eS be 23 .iaJ 'ti'd5, las negras pueden respirar libremente (Bergstrom­Taylor, York 2(00), aunque no puede con­siderarse que esta partida sea la última palabra sobre la variante.

En la variante 9 i.d3, de cuando en cuando surge una interesante situación "fronteriza". La evaluación fluctúa conti­nuamente y la teoría no puede garantizar que la siguiente novedad no alterará el vi­gente veredicto sobre la posición. No to­dos los practicantes están contentos con esta situación, porque jugar una variante así es como sentarse sobre un barril de pólvora. Para aquellos que prefieren aguas más tranquilas, existe la variante 9 i..e2.

b) 9 i..e2.

Las blancas no piensan sacrificar más peones (9 .. , tDxe3? ! 10 be tD xd4? 1 1 llJxd4 'iWxd4 1 2 Wa4+ y 1 3 'ifxb4) , de modo que 9 '" i..a5? ! no tiene sentido, pues el salto de caballo a b4 ya no es un dohl� .

Las blancas no renuncian al juego de ataque. Después de 'irc2-e4 y i..e2-d3, la batería de nuevo está dispuesta (aunque, por supuesto, también existe la ruta alter-

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1 20 LA DEFENSA CARO-KANN . Volumen 2

nativa f3 para el alfil). En otras palabras: todo es lo mismo que con 9 �d3, pero . . . ¡más tranquilo !

9 ._ O-O. Antes de enrocar, las negras no quieren realizar jugadas críticas, pero últi­mamente existe una tendencia a hacer lo contrario:

9 . . . liJce7 !? 10 O-O �d7 11 ttJe5 (o bien 1 1 a3 .i.d6 12 lbe4 .i.c6 13 �e5 h6 14 b4 a6 15 lLlxc6 lLlxc6 16 .i.b2 ': c8 17 g3 O-O 1 8 Wb3 �e7, con posibilidades más o menos equivalentes, Kobalija-Ovechkin, Moscú 1999) 11 ... O-O 12 'ij'b3 .i.c6 13 �g5 "aS 14 �f3 .i.xc3 15 bc .i.a4 (15 o o .

lLlf5!?) 16 "a3 f6 17 c4 'iWb4 18 �c1 'it'xa3 19 i. xa3 fe 20 cd ': xf3 ! ? 21 gf tD xd5 22 de, con un final muy complicado (Uli­bin-Ovechkin, Togliatti 2003).

10 O-O. Hemos llegado al esquema prin­cipal de la variante 9 .i.e2.

Después de 10 oo. �f6? ! , las blancas pueden obtener una versión favorable del Gambito de Dama, que se consigue de es­ta fonna: 11 n dI �e7 12 a3 �d7 13 �c4 n c8 14 W'e2 'fIc7 15 .ta2 :t fd8 16 h3 �e8 17 .te3 (Razuvaev-Kelecevic, Berna 1995). Esto nos deja dos jugadas: 10 . . . ,i,e7 y 10 . . . : e8.

bl ) 10 .00 �e7. Las negras trasladan el

alfil a f6, donde ocupará una posición más favorable y, para ser precisos, creará una amenaza sobre el peón de d4, tomando parte en la consolidación de su rey, dentro del conocido esquema oo.g7-g6, ... liJcfJ�7 y . . . �f6-g7. 11 l:l dl .i.f6!. Todas las demás jugadas (que postergan o excluyen el men­cionado reagrupamiento) son bastante más flojas:

11 ... tDcb4 12 \Wb3 b6 (en caso de 12 .. . �f6, las blancas, como demostró la partida Sveshnikov-Olafsson, Estocolmo 1998, obligarán a su oponente a desalojar la ca­silla d5: 13 liJe5 'it'b6 14 lLlc4! W'd8 15 �t3! liJfd5 16 �e3! lLlxc3 17 be lLlc6 18 .i.b2 "c7 19 c4) 13 a3 liJxc3 14 be tDc6 15 c4? ! (demasiada precipitación; era mejor 15 .te3 y sólo después de 15 oo . .tb7, 16 c4, con ventaja) 15 o o . liJaS 16 'fIe3 .i.a6! 17 lLle5 .: c8 (1. Gurevich-Seirawan, San Francisco 1999).

11 o o . .i.d7? ! (planteando una trampa) 12 lLlxd5 ed 13 Wb3 �e8 14 tDe5! (no es posible 14 'iWxb7?, debido a 14 ... :tb8 15 ",a6 lLlb4: ésta era la trampa) 14 . .. f6 15 lLlg4 'ilt'b6 16 'iVxb6 ab 17 tDe3, con una posición que mejora gradualmente (Uli­bin-Asrian, Krasnodar 1998).

11 . . . :1 e8? ! (combina dos planes, sin demasiado éxito) 12 a3 a6 13 i.d3 g6 14 �h6 .i.d7 15 .te4 lLIxc3 16 be (Gdanski­Grabarczyk, Plok 2(00).

11 ." 'ii'd6?! 12 liJg5 ! g6 13 'iWe4! (ame­nazando trasladar la dama a h4) 13 ... f6 (medidas drásticas) 14 ttJf3 �d7 15 �c4 lLleb4 16 :le1 :Líe8 17 �d2 .tf8 18 ,i,b3 (Sveshnikov-Spraggett, Palma de Mallor­ca 1989).

11 .. . 'irb6 (las negras desplegarán así sus piezas: dama por b6, torre por d8 y al­fil por f6, el modo más funcional para pre­sionar sobre d4, ¿pero quién defenderá al rey?) 12 'ike4!

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed ed 4 c4 lOf6 5 ltJc3 e6 6 lOf3 .i.b4 1 21

La partida modelo Ulibin-Tukmak.ov (Pula 1999) siguió así: 12 . . . : d8 13 .i.d3 g6 14 �c4! (iniciando un asedio de la casi­lla dS) 14 ... lDf6 15 'li'e2 llJdS (admitiendo que el plan de presión sobre d4 fue un fra­caso, pues si 15 .. . lDxd4?, 16 : xd4! l:l xd4 17 .i.e3 �c5 18 llJa4 Wb4 19 lDxd4 'ii'xa4 20 i.b5, y las blancas, de un modo u otro, quedan con pieza de ventaja: 20 . . . "a5 21 ltJb3;20 ' " 'itb4 21 llJc2) 16 'ü'6 i.f6? (un error, pero también después de 16 ... lUxc3 17 be Wc7 18 �b3, las blancas tienen una evidente ventaja) 17 .i.xd5, y las negras, sin esperar por 17 .. . ed 18 lUxd5!, se rin­dieron.

En la partida Jarlov-Prakash (Calcuta 2(01), las negras volvieron al plan correc­to: 12 ... �f6! 13 .i.d3! (no tiene sentido to­mar el peón, 13 lUxd5 ed 14 'ii'xd5, puesto que las piezas negras cobran vida tras 14 ... .i.g4) 13 '" g6 14 ..tc4 lUce7 15 liJe5 ..tg7 16 .i.b3 'IId8. Pero la pérdida de dos tiem­pos ( . .... d8-b6-d8) en una posición así no puede pasar desapercibida, y con 17 "'0 las blancas desplegaron la iniciativa du­rante mucho tiempo. Las negras no pue­den diferir el plan . . . .i.e7-f6, . . . g7-g6, ... llJc6-e7, así que no hay alternativa a 11 .. . �f6.

U 'W'e4 f:¡jce7 13 h4!? Algo más flexi-

ble que 13 �d3 g6 14 i.h6 l:l e8 15 h4. Con este orden de jugadas, las blancas tal vez podrían realizar el avance h4-bS, pero en este momento el ataque pierde su lustre. Por ejemplo: 15 . . . i. d7 1 6 i. g5 i.c6 17 'ilg4 lUf5 18 lUe4 h6 19 lDxf6+ llJxf6 20 i.xf6 W'xf6 (Adams-Magem, Debrecen 1992). 13 N. i.d7 14 i.d3. Ha llegado el momento de la verdad.

¿ Cómo defenderse del mate, con 14 .. . g6 ó con 14 ' " f:¡jf5? Curiosamente, la teo­ría moderna permite ambas posibilidades.

14 . . . g6 parece peligroso, puesto que concede a las blancas más libertad de ac­ción. Por ejemplo: 15 h5 �c6 (las negras exhibieron un nuevo plan defensivo, en la partida Sveshnikov-Malajov, Moscú 2003: 15 .. . l:l c8!? 16 hg hg 17 i.h6 llJxc3 18 bc ..tc6 19 W'f4 liJd5 20 Wg4 .i.g7 21 .i.xg7 �xg7 22 tlJe5 "f6, y después de 23 c4 lUf4 24 i..f1? 1: h8 25 llJ xc6 :1 h4! , se hi­cieron con la iniciativa) 16 'if' g4 llJ f5 17 hg hg 18 lUe4 .i.g7, pero ¿qué hacer ahora? Las blancas han completado su "programa obligatorio" de tareas, pero la forma de completar un ataque tan bien iniciado no es evidente. La cuestión po­dría concluir en una repetición de juga­das: 19 lDfg5 : e8 20 'ifh3 lDh6 21 liJO

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1 22 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

ltJf5 22 ltJfg5 liJh6 (Ionov-Danailov, Wijk aan Zee 1998) , mientras que la tentativa por proseguir la lucha , 19 'ikh3 1% e8 20 llJeg5 llJf6 21 liJeS : e7, no dio buen resultado en la partida Sveshnikov-Ria­zantsev (Moscú 2002) , y al final las negras se impusieron.

De modo que, por el momento, 14 ... g6 no ha sido refutado. Sin embargo, 14 000

tDf5! es aún más difícil y mejor. La base táctica de la jugada radica en que a 15 g4?

... sigue 15 . .. ..tc6! 16 tDxd5 �xd5 17 'iWf4 tD xd4! 18 tlJ xd4 ..t xd4 19 'it' xd4 'ti'xh4 20 f3 ..txf3 21 : d2 f5! , con amenazas difí­ciles de rechazar.

También es incorrecto 15 liJe5? ! Las negras cambian sencillamente la mitad de las piezas activas de su oponente y la otra mitad no es inferior: 15 .. . tlJxc3 ! 16 be ..txe5 ! 17 de ..tc6 18 1Wg4 ¡¡aS 19 ..txf5 ef 20 .. g3 : fe8 (Renet -Speelman, Francia 2001) .

Por último, la tentativa por ganar mate­rial, 15 tDxdS ed 16 'iWxdS, se encuentra también con una refutación táctica: 16 _

..ta4! 17 'i!t' xd8 (es inferior 17 'fi'xf5 g6 18 'iWh3 �xd1 19 i.h6 �xf3 20 ..txf8 �xg2!) 17 o .. : fxd8 18 b3 liJxd4!, y las tablas no están lejos.

b2) 10 o .. :t eS. Obviamente. las negras pretenden situar al alfil en la gran diago­nal, pero DO por f6. sino por g7. Pero ésta no es la única característica del plan. Pri­mero, al mantenerse en b4, el alfil impide que las blancas dispongan la batería 1We4+..td3, que dejaría colgando al peón de c3. También hay un matiz casi imper­ceptible: si las blancas quieren expulsar al caballo de la casilla d5, deberán, de un mo­do u otro, abrir la columna e, en cuyo caso el alfil de e2 parece majo.

Después de 11 :t dI, la jugada más ló­gica parece ser 11 ... ..tf8, pero antes vea� mas cómo puede seguir la lucha en caso de 11 .. . ..td7.

b21) 11 ••. ..td7!?

� _________ ---, 207

Si las blancas quieren foanar a toda costa una batería, deberán invertir tiempo en 12 a3. Pero con ese tiempo extra, las ne-' gras ni siquiera le temerán al diablo: 12 ... �f8 13 'i6'e4 g6 14 ..tgS "'aS 15 :t ac1 h6 16 � d2 W'd8 17 liJe5 ltJ xeS 18 de .ic6 19 Wg4 ..tg7 (Howell-Wells, Edimburgo 2003).

Es más interesante U tDg5!? g6 13 lDge4. En la partida Jarlov-Izoria (Ba:tumi 2002), se jugó la aguda 13 h4. La respuesta correcta es 13 . . . .:tc8! 14 h5? ..txc3 15 hg

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1 e4 eS 2 d4 d5 3 ed cd 4 e4 ttJf6 5 lOc3 eS 6 lOf3 ..tb4 123

hg 16 bc �cb4! 13 .•. 1: eS!? Sin apresurar­se con 13 .. . il.f8, las negras mantienen la tensión. 14 il.g5 il.e7 15 il. xe7 tLl cxe7!? 16 ttJd6. Aunque las blancas vean el con­trajuego enemigo, deben jugar así, pues de otro modo sigue 16 ... �c6, y las negras consolidan.

16 _ il.a4! 17 Wxa4 Wxd6 18 'ifxa7 'ii'b4 19 il.C3 (o bien 19 �xd5 tDxd.5 20 b3 tLlc3 21 :t e1 :l ed8, recuperando el peón) 19 ._ 'tWxb2 20 tLlxd5 lüxd5 21 l:t. ab1 .c2 22 il.xd5 ed 23 1Wxb7 .6. En vista de la actividad de las piezas negras, es muy difí­cil que las blancas puedan imponer su ven­taja material.

b22) II ... il.f8 12 'it'e4. No hay una al­ternativa seria a esta jugada aunque (des­contentas con el ulterior curso de los acontecimientos), las blancas hayan inten­tado repetidamente desviarse:

12 il.d3 g6 13 il.e4 4Jxc3 (también pueden mantener la tensión central, con 13 ... il.g7!? 14 .i.g5 f6 15 .i.h4 4Jee7, con juego de doble filo, por ejemplo: 16 :t e1 .i.d7 17 4Jxd.5 4Jxd.5 18 Wb3 .i.e6 19 liJe5 'W'b6 20 4Jxc6 bc 21 :l ac1 g5 ! 22 .i.g3 f5) 14 be il.d7 15 �f4 (es más fuerte 15 : b1!?, con lo que subsisten algunos pro­blemas para las negras: 15 ... 'fIIe7 16 .i.g5

.: ac8 17 'itd2 tLla5 18 ttJe5 �a4 19 l:. del il.g7 20 il.f4) 15 . . . !le8 16 'i6d2 b6 17 d.5 ed 18 il.xd5 �e6 19 e4 i-g7 20 l: acl 'fle7, con aproximada igualdad (Wolf-Lutz, Groninga 1997).

12 a3 .i.d7 13 .i.g5 _b6 14 llJa4 "fIIc7 15 l: ac1 h6 16 .i.h4 ]: ac8 17 1li'b3 'fIf4 !? (Christiansen-Miton, Bermudas 2(03).

Aquí, 18 �g3 !? conduce a interesantes complicaciones: 18 ... 'iVe4 19 Wxb7 W'xe2 20 :1 el 'ií'd3 (20 ... liJ e5 21 lDxe5 .i.xa4 22 1t'xf7+) 2 1 1i'xd7 \Wa6 22 .i.c7 'i'xa4 23 lDe5 liJxe5 24 'W'xa4 liJd3 25 �f1 lDxe1 26 �xe1 :1 xc7 27 :1 xc7 liJxc7 28 'ifxa7 liJd5.

12 liJeS (la subvariante más activa, pe­ro incluso en este caso las negras apagan gradualmente la iniciativa de su rival) 12 . . . tDxe3 13 'fIxe3 il.d7 14 Wb3 (o bien 14 .i.f3 : e8 15 \Wb3 lDxe5 16 de b6 17 �e3 : e7 18 'iVd3 Wb8 19 �e4 h6 20 f4 .aee8, Sveshnikov-Tukmakov, Budapest 1996) 14 . . . llJxe5 15 de "'c7 16 .i.e3 .i.e6 17 .e3 a5 18 .i.d4 : ec8 19 "'e3 .i.d.5 20 a3 .i.c5 (Sveshnikov-Zontakh, Vmja�ka Banja 1999).

Después de 12 'ii'e4, el matiz antes mencionado entra en efecto: el enfrenta­miento de la torre de e8 y el alfil de e2

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' 24 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

aporta una oportunidad para el desarrollo del alfil de c8.

u ... �d7!? Las negras jugaron sin agudeza en la partida Sveshnikov-Oll (Vilnius 1997): 12 . . . g6 13 � g5 (las blan­cas también están un poco mejor en caso de 13 i.c4 ltJxc3 14 be .id7 15 .t g5) 13 . . . f6 14 J.d2 .tg7 15 .tb5 lD de7 16 .tf4 g5 17 �g3 ltJd5. Después de 18 'iWg4, son preferibles las posibilidades de las blan­cas. 13 J.gS .te7!? Si 13 . . . • aS, puede seguir 14 .td3 g6 15 'it'h4 .tg7 16 ltJe4 'W'b6 17 .ic4 ! , y la casilla f6 está a punto de sufrir un colapso (Ulibin-Jenk.in, Kos­zalin 1999) . Con 13 . . . .te7 , las negras in­vitan a su rival a ganar un peón: 14 ttJxd5 ed 1 5 'ii' x d5 .t g4 16 _ x d 8 :1 a x d 8 1 7 �e3. Pero después d e 17 . . . .i.f6, las negras disponen de suficiente contrajue­go. De esta forma, la idea de la jugada 13 .tg5 (cubriendo la columna e y para to­mar en dS) queda repudiada. 14 .td2 f5 15 "'e2 .t f6 16 lLl xd5 ed 17 .t e3 'i'ib6 18 .td3 g6. El juego está igualado (Kin­dermann-Bareev, Alemania 2000) .

L a variante 8 'ilt'c2 contentará a los ju­gadores de cualquier estilo y temperamen­to. Si quiere complicaciones, después de 8 . . . lLlc6, juegue 9 �d3!? , Y tendrá emocio-

nes más que suficientes. Si quiere una lu­cha estrictamente posicional, sitúe el alfil en e2 y pruebe las ventajas del peón cen­tral aislado. Por otro lado, el ataque (me­diante la batería "'e4+.td3) no ha salido del orden del día.

Desde luego, es difícil aquí, pues la cla­ma en c2 (como puede verse claramente en las variantes anteriores) no está en con­diciones óptimas para formar una batería. Por otra parte, con mayor frecuencia debe reorganizar la disposición de ambas pie­zas, 'lVc2+ .td3, jugando .c2-e2-e4, ¡un camino que podría seguir la dama desde su casilla inicial, dI !

De aquí procede la idea de no perder tiempo en .. c2 y defender el caballo con el alfil en d2, para llevar la dama (tras .tf1-d3, por supuesto) a e4 por la ruta más directa: d1-e2-e4. Así nació la variante 8 .td2.

B 8 .td2

8 ... O-O. Hay una razón para diferir el enroque. ¿ Cuál? Si las blancas juegan de forma convencional (.td3, 'lte2-e4), sin prestar atención a las jugadas de su opo­nente, pueden ser cazadas. Por ejemplo: 8

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed ed 4 e4 liJf6 5 liJe3 e6 6 liJf3 �b4 1 25

. . . lDe6 9 .i.d3 liLe7 10 'ife2 'ií'b6 ! ? 11 O-O O-O 12 a3 l:l d8 13 l:t ad1? \i'xb2! 14 lLlb5 a6 15 : b1 1Wa2 16 :a1 ",b3 17 :Ub1 "'a4 18 lDc3 ,.a5 19 lLlb5 'ifb6 20 lDd6 'fIe7, con un saludable peón extra (Cher­niaev-P. H. Nielsen, Hastings 2004).

En respuesta a 8 ... lLlc6 9 i.d3 J.e7, es mejor asegurarse contra la hostilidad, con 10 a3!? Ahora, las cosas son más claras, y no es bueno 10 . . . 'ií'b6 1 1 O-O 'it'xb2? 12 lLla4, pues el peón de d4 no es comestible: 10 . . . J.f6 11 O-O !iLxd4? 12 lLlxd4 lLlxd4, y ahora:

13 lLlxd5 'ilr'xd5 (13 . . . ed 14 l:t el+ lLJe6 15 'ifhS) 14 'ii'g4 O-O 15 IiLh6 "eS 16 f4! (Vaiser-Sveshnikov, Moscú 1989), o bien 13 "a4+ llJ c6 14 llJ xd5 'iVxd5 ( 14 ... ed 15 l:tfe1+ !iLe6 16 !iLb4!?) 15 !iLe4 'ifd7 16 l:t adl llJe7 (16 ... fS? 17 !iLg5! , King­Korchnoi, Suiza 1999) 17 "'c4 llJd5 18 !iLxd5 'ii'xd5 19 'it'g4!

9 J.d3 ltJc6 10 O-O. Después de enrocar, pensamientos análogos se les ocurren a las blancas. Desde luego, mientras el caballo negro puede cubrir la casilla h7 en una ju­gada, la combinación 10 !iLxh7+ �xh7 11 llJg5+ wg8 12 ¡rh5 (o bien 12 llJxd5 1Wxd5 13 1i'h5 'iff5) no da resultado, por 12 ... lLlf6. Pero es posible aumentar la pre-

sión. En la partida Lanka-Prysijin (Alema­nia 2000) siguió 10 a3 !iLe7 11 h4! ?

Las blancas emprenden un juego acti­vo en el flanco de rey. La amenaza es llJg5 y, en algunas variantes, la maniobra :. h1-h3-g3. Por otra parte, la torre entra de in­mediato en acción y el tiempo ahorrado en no enrocar es muy significativo. Sin em­bargo, al afrontar las operaciones en el flanco, y conforme a todas las reglas de la estrategia bélica, conviene buscar contra­juego en el centro: 11 ... e5 !? 12 de llJdb4 13 J.e4 lLld3+ 14 �xd3 'iVxd3 15 "e2. Con 15 ... "xe2+!? 16 lLlxe2 f6! , las negras obtienen compensación suficiente por el peón.

10 000 J.e7. Es perfectamente jugable 10 ... lDf6!? , y aquí el sacrificio de peón 11 'fIe2? ! t¿)xd4 12 llJxd4 'ii'xd4 13 l:l ad1 es, obviamente, insatisfactorio, en vista de 13 .. . 'ifh4! 14 lLle4 J.xd2 15 lLlxf6+ :-xf6 16 : xd2 e5. En la partida 1. Polgár-Karpov (Dos Hermanas 1999), en respuesta a 10 . . . lLlf6 siguió 11 �g5 h6!? 12 �e3 J.d6 13 l:I c1 eS ! ? En posiciones con un peón aisla­do en d4, no suele realizarse este avance, pero en el presente caso da buen resultado a las negras: 14 h3 .i.e6 15 'ii'd2 "a5 16 �xh6 !? ed 17 lLlb5 'i'xd2 18 .i.xd2 .i.b8

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' 26 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

19 liJbxd4 liJxd4 20 liJxd4 �xa2, con igualdad.

De las otras continuaciones, después de 10 ... llJf6, se ha jugado 11 a3 .i.e7 12 .t.e3 !? En tales posiciones, este tipo de desarrollo del alfil de casillas negras fue recomendado hace mucho por Nimzo­vich. He aquí dos ejemplos de la práctica contemporánea: 12 .. . b6 13 'ii'e2 .i.b7, y ahora:

14 l:t ad1 :t c8 15 llJe5 llJd5 16 �e4 (Vysochin-Sergeev, Cappelle-la-Grande 2(03).

14 l:t ac1 l:tc8 15 l:tfd1 'iWd6 16 ltJg5 (Vysochin-Abdelnabi, EI eairo 2003) 16 .. . ltJa5 17 d5 ! ?

Como vemos, e l GM ucraniano Spar­tak Vysochin obtuvo en dos ocasiones una posición muy prometedora. Pero volvien­do a 10 ." .i.e7, las blancas disponen de buen n�ero de posibilidades.

, La línea general de juego es .d1-e2-e4, d�\modo que es preciso decidir si jugar 11 'ite2 de inmediato, o efectuar antes la jugada 11 a3, útil en varios aspectos. Ade­más de esto, y por principios, podemos descartar la idea de situar la dama en e4 y jugar otra cosa.

1 ) ll llJxllS ed 12 '4i'b3 �f6 13 .t.c3 aS

14 a3 .i.g4 15 .t.e2 l:t eS 16 : fe1 (Lputian­Bologan, Poikovsky 2(03) 16 .. . 'W'd6.

2) 11 :l e1 .i.f6 12 ttJxd5 ed 13 liJeS g6 14 .i.c3 (Mirumian-Asrian, Erevan 1996) 14 . . . 'iWb6 ! ? 15 'fif3 .i. g7 16 1Wxd5 � e6 17 'it'b5 l:t fd8.

3) 11 �e3 (¿cómo pueden las blancas aspirar a ventaja alguna, entregando sin más su alfil de casillas negras?) 11 ... ttJxe3 12 fe b6 13 .i.e4 .i.b7 14 ttJe5 ltJxe5 15 .t.xb7 ': b8 16 .i.a6 lDg6 17 ttJb5 �g5 (Agdestein-Jenkin, Alemania 2000).

4) 11 .t.e4 lDf6 12 .i.xc6 be 13 lDa4 .i.a6 14 1: el ..tc4! 15 'i!ic2 .i.d5 (Vaga­nian-Schussler, Alemania 1994).

Es evidente que las negras no tienen grandes problemas tras l1 lDxd5, l1 .t.e3, 11 �e4 u 11 .:t el.

5) 11 l:t el. La idea de la jugada puede verse en la variante 11 ... lDdb4 12 .i.b1 ! ttJxd4 13 ttJxd4 'ii'xd4 14 liJb5 'iff6

15 l: c3! e5 16 liJc7 :. b8 17 l: g3 'lt'c6 (Onischuk-Polak, Viena 1996) 18 ..te3! , con fortísimo ataque. Sin embargo, s i las negras no se dejan tentar por el peón de d4, los beneficios, por así decir, de 11 l:tel, no son evidentes.

11 ... �f6! 12 "e2 \Wb6! (ataque do­ble) 13 .i. e3 liJ xe3 14 fe g6 15 lLJe4 �g7

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed ed 4 e4 �f6 5 lüc3 e6 6 lüf3 .i.b4 1 27

16 lLJfg5 'ii'd8. Si alguien corre riesgos en esta posición, sólo pueden ser las blancas (de Vries-Ionov, Wijk aan Zee 1999).

6) 11 "c2 lLJdb4!? No hay que decir que es más fuerte 1 1 ... g6. Después de 12 �h6 1: e8 13 a3 se llega, por inversión de jugadas, a la partida antes examinada, Ko­balija-Turov, pero con un tiempo extra para las negras (pues el alfil de Kobalija llegó a h6 en una jugada, y no en dos co­mo en este caso). U �xh7+ �h8 13 'ii'bl ttJ xd4 (a 13 ... g6, las blancas tuvieron el placer de sacrificar un alfil; tampoco 13 ...

. f5 produce gran impresión, tras 14 �g6 lLJ xd4 15 lLl eS lLl e2+ 1 6 lLl xe2 'i!i d2 17 �h5 ! ) 14 ltJ xd4 'i!ixd4 15 �e3 'it'h4 16 �e4 e5 17 aJ ttJc6 18 f4! . La iniciativa es de las blancas (Elianov-Ionov, San Pe-tersburgo 1999).

.

7) 11 aJ. Impidiendo . . . ttJdb4 a costa de un tiempo. La tarea de las negras es gene­rar contrajuego en la zona del peón de aJ. 11 ._ �f6.

216

Sorprendente. En caso de la programa­da 12 "e2, las negras, paso a paso, consi­guen la igualdad. ¡He aquí por qué el tiempo extra (11 aJ) cuenta !

En primer lugar, es posible tomar el peón, sólo que no debe hacerse con el alfil:

12 . . . i..xd4? ! 13 l2Jxd5 'tIi'xd5 (13 . . . ed 14 i..xh7+ ! ) 14 �e4 y nuevos cambios en c6 y d4, Y los alfiles de diferente color dan a las blancas un fuerte ataque (P. Crarnling­Korchnoi, Biel 1984).

El peón debe tomarse con el caballo: 12 ... ttJxd4!? 13 ltJxd4 .ixd4 14 .ixh7+ � xh7 15 "-e4+ �g8 16 .xd4 lLJb6 ! ? 17 �e3 'tIi' xd4 18 .ixd4 lLJ c4, con u n fi­nal igualado (Adams-Speelman, Hastings 1991) .

En segundo lugar, la idea de cambiar la estructura de peones tampoco es mala re­comendación: 12 . . . ltJ xc3 ! ? En la partida Wahls-Karpov (Baden Baden 1992), las negras no tuvieron mayores problemas: 13 bc g6 14 i..e4 .id7 15 l:t ab1 b6 16 ttJe5 (16 c4 l:l e8!?) 16 ... l:l c8 17 f4? ! .ig7. Quizá el par de peones colgantes (c3+d4) sea aún peor que el aislado en d4 y, junto con el peón de aJ, una debilidad especialmente acusada.

Aquí tenemos también la jugada que gana tiempo, en respuesta a 11 ... �f6, U "'el, pero en tal caso la dama no llega a e4, así que ¿para qué se jugó, entonces, 8 .id2?

U ••. g6. Hay que decir que no está cla­ro cómo pueden conseguir ventaja las

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1 26 LA DEFENSA CAAO-KANN. Volumen 2

19 lDbxd4 lDxd4 20 lDxd4 �xa2, con igualdad.

De las otras continuaciones, después de 10 ... lDf6, se ha jugado 11 a3 �e7 12 �e3!? En tales posiciones, este tipo de desarrollo del alfil de casillas negras fue recomendado hace mucho por Nimzo­vich. He aquí dos ejemplos de la práctica contemporánea: 12 o o . b6 13 'ili'e2 �b7, Y ahora:

14 l: ad1 :' c8 15 lDe5 lDd.5 16 �e4 (Vysochin -Sergeev, Cappelle-la -Grande 2(03).

14 :t ac1 :c8 15 :t fd1 'iWd6 16 lDg5 (Vysochin-Abdelnabi, El Cairo 2(03) 16 . o o

lDaS 17 d.5!? Como vemos, e l GM ucraniano Spar­

tak Vysochin obtuvo en dos ocasiones una posición muy prometedora. Pero volvien­do a 10 ." �e7, las blancas disponen de buen nú.n;lero de posibilidades.

. . La linea general de juego es iid1-e2-e4, de.,modo que es preciso decidir si jugar 11 .e2 de inmediato, o efectuar antes la jugada 11 a3, útil en varios aspectos. Ade­más de esto, y por principios, podemos descartar la idea de situar la dama en e4 y jugar otra cosa.

1 ) ll lDxd5 ed U '6'b3 �f6 13 �c3 aS

14 a3 ,i,g4 15 �e2 :t e8 16 %1 fel (Lputian­Bologan, Poikovsky 2(03) 16 .. . ii'd6.

2) 11 l:l e1 �f6 U liJxd5 ed 13 lDe5 g6 14 ,i,c3 (Mirumian-Asrian, Erevan 1996) 14 . . . Wb6 ! ? 15 1Iff3 �g7 16 1i'xd5 .i.e6 17 'it'b5 II fd8.

3) 11 �e3 (¿cómo pueden las blancas aspirar a ventaja alguna, entregando sin más su alfil de casillas negras?) 1l ... lDxe3 U fe b6 13 .ie4 .tb7 14 liJe5 liJxe5 15 .txb7 .:t b8 16 .ia6 lDg6 17 llJb5 �g5 (Agdestein-Jenkin, Alemania 2(00).

4) 11 �e4 lDf6 U �xc6 be 13 lDa4 �a6 14 %1 el �c4! 15 .el .i..d5 (Vaga­nian-Schussler, Alemania 1994).

Es evidente que las negras no tienen grandes problemas tras 11 llJxd5, 11 .te3, 11 �e4 u 11 :t el .

5) 11 : el. La idea de la jugada puede verse en la variante 11 . . . llJdb4 12 .i..b1 ! lDxd4 13 lbxd4 'itxd4 14 liJb5 Wf6

15 l:tc3 ! eS 16 llJc7 ll b8 17 l: g3 "c6 (Onischuk-Polak, Viena 1996) 18 �e3! , con fortísimo ataque. Sin embargo, s i las negras no se dejan tentar por el peón de d4, los beneficios, por así decir, de 11 :te1, no son evidentes.

11 _ J.f6! 12 'ií'e2 'ií'b6! (ataque do­ble) 13 �e3 ttJ xe3 14 fe g6 15 ttJe4 �g7

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed ed 4 e4 ll:lf6 5 lüc3 e6 6 lüf3 �b4 1 27

16 lbfg5 'il'd8. Si alguien corre riesgos en esta posición, sólo pueden ser las blancas (de Vries-Ionov, Wijk aan Zee 1999).

6) 11 .c2 lbdb4!? No hay que decir que es más fuerte 11 ... g6. Después de 12 ..th6 1: eS 13 a3 se llega, por inversión de jugadas, a la partida antes examinada, Ko­balija-Turov, pero con un tiempo extra para las negras (pues el alfil de Kobalija llegó a h6 en una jugada, y no en dos co­mo en este caso). U �xh7+ ct>h8 13 'iWbl �xd4 (a 13 .. . g6, las blancas tuvieron el placer de sacrificar un alfil; tampoco 13 . . . f5 produce gran impresión, tras 14 i..g6 � xd4 15 t¿) e5 � e2+ 1 6 t¿) xe2 ¡v d2 17 i.h5 ! ) 14 � xd4 'ii'xd4 15 i..e3 'ifh4 16 ..te4 e5 17 a3 t¿)c6 18 f4! . La iniciativa es de las blancas (Elianov-Ionov, San Pe-tersburgo 1999).

.

7) 11 aJ. Impidiendo . . . �db4 a costa de un tiempo. La tarea de las negras es gene­rar contrajuego en la zona del peón de a3. 1l ._ �f6.

Sorprendente. En caso de la programa­da 12 "'e2, las negras, paso a paso, consi­guen la igualdad. ¡He aquí por qué el tiempo extra (11 a3) cuenta!

En primer lugar, es posible tomar el peón, sólo que no debe hacerse con el alfil:

12 ' " i..xd4?! 13 lOxd5 'it'xd5 (13 ... ed 14 j.xh7+ ! ) 14 i.e4 y nuevos cambios en c6 y d4, Y los alfiles de diferente color dan a las blancas un fuerte ataque (P. Crarnling­Korchnoi, BieI 1984).

El peón debe tomarse con el caballo: 12 ... �xd4 !? 13 lOxd4 i.xd4 14 i.xh7+ � xh7 15 'ii'e4+ �g8 16 'ii'xd4 �b6 ! ? 1 7 i.e3 'tWxd4 18 i. xd4 lbc4, con un fi­nal igualado (Adams-Speelman, Hastings 1991) .

En segundo lugar, la idea de cambiar la estructura de peones tampoco es mala re­comendación: 12 . . . � xc3 ! ? En la partida Wahls-Karpov (Baden Baden 1992), las negras no tuvieron mayores problemas: 13 be g6 14 i.e4 i.d7 15 l:t ab1 b6 16 �e5 (16 c4 l:l e8!?) 16 .. . :teS 17 f4? ! i.g7. Quizá el par de peones colgantes (c3+d4) sea aún peor que el aislado en d4 y, junto con el peón de a3, una debilidad especialmente acusada.

Aquí tenemos también la jugada que gana tiempo, en respuesta a 11 . . . i.f6, U "c2, pero en tal caso la dama no llega a e4, así que ¿para qué se jugó, entonces, 8 i.d2?

U ..• g6. Hay que decir que no está cla­ro cómo pueden conseguir ventaja las

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1 28 LA DEFENSA CARO·KANN. Volumen 2

blancas después de 12 .. . h6. Si optan por 13 1:. ad1, hay dos posibles ideas:

13 .. , lOxd4!? 14 lbxd4 il.xd4 15 lbxd5 Wxd5 16 �c3 e5 (Hracek-Groszpeter, Kecskemet 1992).

13 ... llJ xc3!? 14 il.xc3 !iJe7 15 "e2 �d7 16 \ie4 g6 17 lbe5 i.a4. Estamos si­guiendo la partida Dorfman-Illescas (Francia 1991), que las blancas perdieron, aunque podían haber forzado tablas:

18 d5 ! ? il.xd1 19 de i.b3 20 lbxíl l: xf7! 21 eh �xf7 22 il.xf6 �xf6 23 l:l e1 il.d5 24 'iWe5+ q;f7 25 .f4+ q;g7 26 'iWe5+ (análisis de Dorfman).

13 �h6 il.g7 14 il.xg7 �xg7. La posi­ción blanca es más agradable, pero no más que eso. Pueden iniciar un ataque, con 15 � ad1 !iJce7 16 h4, o bien jugar más tran­q�ilamente, con 15 il.e4 CDce7 16 l:t ac1 ! ? b� 17 CDxd5 lLlxd5 18 'it'c6. En cada caso, laS negras tienen suficientes recursos para salvarse con unas tablas.

8) 11 "e2. Esta jugada no sólo es natu­ral en sí, sino que también es, objetivamen­te, las más fuerte en esta posición, lo que no puede decirse de 11 ... �f6. Esta res­puesta es la más frecuente (las negras im­piden que la dama blanca llegue a e4) , pero no es la única, y las negras pueden ju-

gar con más inventiva. Sin embargo, todo está en orden.

a) Ganar un peón con 11 • • • � db4 U il.e4 lDxd4 13 ltJxd4 'iWxd4 es sospecho­so, aunque similar a otra versión favorable a las negras. Desarrollar el alfil de c8 es com­plicado, y su ventaja permite a las blancas asumir la iniciativa: 14 .te3 .eS 15 "'0: etc. (Yudasin-Uldashev, Erevan 1996). Po­drían tratar de ganar calidad, con 12 . . . i.f6 13 : ad1 b6, pero las blancas están alerta: 14 � b1 ! � a6 15 'iie4 g6 16 .: fe1 CD e7 17 i.h6, con ventaja (1 Polgár-Magem, Las Vegas 1999).

b) Es mejor entregar de otra forma el peón de d4: 11 .•• 'W'b6!? (patente de al­gunos jugadores holandeses). Ahora es posible:

12 .: ad1 (12 a3? ! : d8 13 : ad1 1Wxb2! conduce, por inversión de jugadas, a la partida Chemiaev-Nielsen , que ya he­mos comentado) 12 . . . : d8 13 il.g5 il. xg5 14 ltJ xg5 h6 (Zude-van Wely, A l e m an i a 1 998 ) , o bien , 1 2 'it' e4 g6 13 ltJa4 ¡ji'd8 14 1:[ ac1 �f6 15 'ili'e3 �b4 (van den Dael-de Vries, Rotterdam 2000) .

c) Finalmente, la línea principal. Hay quien ha dicho que en esta posición la me-

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed cd 4 e4 lOf6 5 ltJc3 e6 6 ltJ13 �b4 1 29

jor jugada es 11 _ i.f6!?, pues si ahora las blancas realizan todas las jugadas activas "obligatorias", 12 'W'e4 g6 13 i.h6 : e8 14 llJe5, entonces tras 14 ... llJde7!, está cla­ro que llega la hora de batirse en retirada: 15 i.b5 a6 16 l[jxc6 be 17 �xc6 l[jxc6 18 'IIxc6 II b8. Las negras recuperan el peón y comienzan a jugar a ganar (Vajda-Nisi­peanu, Budapest 1996). Pero deben estar más atentas y jugar U : adl, aunque aho­ra, con U _ 'ifb6!, aparecen nuevas ame­nazas. Después de 13 ,i,bl llJ xd4 14 ltJ xd4 'IIxd4 15 i.g5 "eS 16 'tIi'd3 .5! , las ne­gras no tienen nada que temer (Vajda-Be­rescu, Rumanía 2(00).

Las blancas deberían optar por una se­cuencia forzosa, a fin de distraer a su opo­nente del peón de d4: 13 'W'e4 g6 14 .i.h6 (Sermek-López Martínez, León 2(01), pe­ro entonces sigue 14 _ :. d8!

Esta posición aún no se ha produci­do en la práctica, pero esto seguramen­te es temporal. Sin apartar a su caballo del centro, las negras, con tres jugadas (11 . . . i.f6, 12 ... "b6 Y 14 ... :. d8) pue­den presionar debidamente sobre el peón de d4 y asegurarse así un fundado contrajuego. Puede seguir: 15 :. fe1!? (con idea de una doble captura en d5 y

mate en e8) 15 ..• �d7 16 �g5 .i xg5 (pierde 16 ". 'ii' xb2? 17 ltJ xd5 ed 1 8 'iih4 � xg5 1 9 l[j xg5 h 5 , debido a 20 ltJ xf7! cj; xf7 21 'W'g5, con amenazas de mate) 17 lLJ x g5 'lt' xd4 18 llJxd5 ed 19 ... xd4 l[j xd4 20 � xg6 hg 21 11 )(d4 :. e8 22 : ed1 : e2 23 .tl xd5. Las negras des­pliegan una actividad suficiente para hacer tablas, tras 23 II b4 �c6 24 lLJ f3 a5 25 I1 b6 d4 ! 26 lLJ )(d4 l:l d8 27 f3 l1 e2 28 l:. b3 � a4 ! 29 l: xb7 I1 c4. 23 ..• .i. c6 24 : 5d2 : aeS 25 f3 f6 26 ltJ e4 :. xd.2 27 l[j xd2 .: e2. No es posible imponer este peón de ventaja y el resultado del juego debe ser tablas.

d) 11 .•• l[jf6. A primera vista, todo es muy lógico: un caballo ataca la casilla e4, impidiendo la formación de la batería "'e4+�d3, mientras que el otro caballo (a través de b4) toma asiento en dS. Sin embargo, 11 . . . ttJf6 no iguala. U lLJe4!

Una jugada molesta. En primer lugar, las blancas quieren eliminar el caballo de f6, antes de que su hermanastro se traslade a dS, en cuyo caso nada impedirá que la dama ocupe la casilla e4. La otra idea para las blancas es puramente posicional: ganar espacio en el flanco de dama, mediante a3, b4 y un futuro ttJc5 .

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1 30 LA DEFENSA CARO-KANN, Volumen 2

El fundamento táctico de 12 lLIe4! ra­dica en la variante 12 . . . lLI xd4? 13 lüxd4 'iWxd4 14 �c3, y las blancas desarrollan un fortísimo ataque por el peón:

14 ... 'iid8 15 lüxf6+ �xf6 16 l: fd1 'fIIe7 17 'ife4 g6 18 �b4.

14 ... 'tWb6 15 lü xf6+ � xf6 (o bien 15 . . . gf 16 "'g4+ <it¡>h8 17 Wh5) 16 'iWe4.

14 .. . 'iWd5 (lo más tenaz) 15 lDxf6+ � xf6 16 �xf6 gf 17 l:t ac1 ! ? 'ite5 (17 .. . f5 18 �b1) 18 .d2 "'g5 (tratando de impe­dir la invasüon de la dama por h6) 19 f4 'it'd5 20 n f3 l:t d8 21 f5!

Dado que la maniobra . . . lü c6-b4-d5 (12 . . . ltJ b4? 13 1lJ xf6+) no es posible y que tampoco se puede jugar 12 o o . b6?, a causa del ataque doble 13 lb xf6+ �xf6 14 We4, surge la pregunta: ¿cómo pue­den completar el desarrollo las negras? Vale la pena considerar en tal sentido la simple 12 . . , ltJ xe4 13 1Wxe4 f5 ! ? 14 'ii'e3 i.f6, seguido de o o .ltJc6-e7-d5 . Este or­den de jugadas se ha planteado frecuen­temente y hasta ahora las blancas no han conseguido 'nada en la variante. Por ejemplo:

15 i.c3 ltJe7! 16 i.c4 ltJd5 17 i.xd5 'iW xd5 18 : fe 1 l: e8 1 9 ltJ e5 b6 20 lLI d3 � b7 (Yakimov-Al. Jaritonov, Halkidiki 200 1 ) , o bien, 15 n ad 1 ! ? ltJ e7 ! (sin distraerse con l a captura del peón de d4) 16 � c4 ltJ d5 17 "'b3

� 1W b6 (Smeets-Rogers, Wijk a an Zee 2002) .

Las perspectivas de 1 2 ' O O ttJxe4!? serán evidentes en un futuro próximo, pero por el momento, los practicantes (y analistas caseros) se concentran en dos direcciones: 12 ... �d7 Y 12 O o . 'it'b6.

di) U _. i.d7 13 n adl. Las negras han postergado sus problemas una jugada, pe­ro ahora es preciso tomar algún tipo de de­cisión.

Jugar en función de una posible repeti­ción de movimientos (13 . .. :t c8 14 l: fe1 ltJd5 15 t¿)c3 lbf6) es un error de princi­piante, porque las blancas disponen de re­cursos para mejorar su posición: 16 a3 'iWc7 17 �g5. En la segunda partida del match por el Campeonato Mundial de la FIDE Kamsky-Karpov (Elistá 19%), el jueg� continuó así: 17 oo. "a5? 18 d5 ! ed 19 �xf6 i.xf6 20 � xh7+! 'it> xh7 21 l:t xd5, y aun­que las negras entregaron la dama, no pu­dieron salvar la partida.

Por otra parte, las negras igualaron con aparente facilidad en la partida Barua-Sa­sikiran (Calcuta 1998): 13 ... l:t e8 14 .ttfe1 'ile7 15 �g5 ltJd5 16 ltJc3 g6 17 "'e4 ltJcb4 18 �xe7 l: xe7 19 1Wh4 'ii'f4. Es ex­traño que las blancas ni siquiera tratasen de explotar la posición de la dama en c7: 15 l: c1 !? (en lugar de la insípida 15 �g5), y si 15 ... t¿)d5 16 lbe5 f6, entonces 17 lbg5! fe 18 i. xh7+ c¡tf8 19 de, con ataque de­cisivo.

En el presente esquema, el lugar ideal para la dama negra es la casilla b6. Sin em­bargo, en la partida de Vries-Gyimesi (Oh­rid 2001), después de 13 •.. ""6 14 i.g5 ltJd5 15 ltJe5, la dama se vio obligada a re­gresar a casa, 15 _. 'ifd8. Pero ¿qué hacer? Las amenazas en el flanco de rey van en

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1 e4 c6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 lOt6 5 lOc3 e6 6 ttJf3 ..tb4 1 3 1

aumento, y 15 . . . lDxd4? es dudoso, a causa de 16 -'hS g6 17 ¡fh3.

Unas jugadas después, la ventaja blan­ca fue muy distinta: 16 'ifh5 g6 17 'fi'b4 (nada se consigue con 17 'ti'h6?! ltJ xd4 18 �xe7 "fJJxe7 19 ltJxd7, en vista de 19 . . . 1tJ5) 17 .•. f6 18 liJxc6 i.xc6 19 i.h6 l:lf7 20 liJeS.

d.2) U • • • 't'i'b6!? Idea de Epishin, ela­borada tras un desafortunado giro para nosotros en la segunda partida del match Kamsky-Karpov.

En aquel momento nos parecía que es­ta jugada era la más precisa, pues al ame­nazar la captura en b2, la dama no permite a las blancas mejorar la disposición de sus fuerzas. Pero desde entonces ha llovido mucho y el plan que durante el match no temíamos (al-a3 y b2-b4) actualmente cuestiona seriamente 12 ... 'ifb6. Por otra parte, el despliegue que entonces más te­míamos, no parece ahora peligroso en ab­soluto.

d21) 13 :l fd1. Esta jugada era precisa­mente la que más temíamos, durante el match con Kamsky. La amenaza al peón de b2 está claro que es ilusoria. Después de 13 ... 'it'xb2? 14 : db1 't!fa3 15 :l b3 "a4 16 liJxf6+, ambas capturas en f6 son

igual de malas: 16 ... i.xf6 pierde la dama después de 17 'ire4 g6 18 i.bS, mientras que 16 .. . gf también conduce claramente al mate : 17 i. xb7+ ! 'it> xb7 18 lD gS+ ! fg 19 1WhS+ r:J;g7 20 tlh3.

Las negras pueden vincular la jugada 13 . . . �d7 a ideas bien conocidas, por las partidas Yakimov-Al. Jaritonov y Smeets­Rogers: 14 a3 :l ad8 15 b4 ltJ xe4 16 1i'xe4 5!? 17 ¡fe3 iLf6 18 iLc3 lOe7!

Es más fuerte 14 liJeS!? , y los proble­mas subsisten.

14 . . . i.e8 15 ltJc4 'fIc7 16 ttJxf6+ �xf6 17 'iWe4 g6 18 i.h6 ttJxd4 (o bien 18 ... iLg7 1 9 i. f4 ¡Vd7 20 i. d6 f5 21 " e l 1: f7 22. �eS) 19 i.xffi �xf8 20 1:ac1 i.c6 21 'ti'e3 ti. d8 22 i.e4. Será difícil imponer la cali­dad de ventaja, pero las blancas llevan la voz cantante.

14 ... %l ad8 15 lDxf6+ i.xf6 16 'ife4 g6 17 .i.h6 i.g7 (es más flojo 17 ... %l fe8, de­bido a 18 'ti'f4! 'ii'xd4 19 1W xd4 llJ xd4 20 lüxd7 l: xd7 21 .i.b5!) 18 i..gS 'iixd4 (en esta situación, el sacrificio de calidad pare­ce también la mejor opción de las negras, y es preciso hacerlo precisamente de esta forma, pues es peor 18 ... 'ti'xb2? ! 19 .i.xd8 l:t xd8 20 l:t ab1 'W'xd4 21 liJt3) 19 'it'xd4 lü xd4 20 .i. xd8 :. xd8 21 lO xd7 1:1 xd7

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1 32 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

22 :. ac1, con probables tablas, aunque sean agónicas para las negras.

Sin embargo, después de 13 ._ J:t ad8!, el peón de d4 puede tomarse sin sacrificar nada. 14 lLlxf6+ ..ixf6 15 1We4 g6 16 'tIrf4. Si 16 ..ic3, no hay que precipitarse con 16 ' " lLlxd4? ! 17 lLle5 1Wd6 18 f4, porque en tal caso las blancas ejercen una desagrada­ble presión. Lo correcto es 16 ... ..id7! , pues sólo reforzando la casilla f7, con 17 . . . ..ieS, podrán las negras dar cuenta del peón de d4.

I 1.. . ,

.�

� __ �,---==.:..:...._�=--, 225

La posición se ha agudizado de pronto y las consideraciones generales ya no sir­ven. Para asegurarse, incluso aquí es con­veniente esperar un poco a capturar el peón de d4, pero a la "conciliadora" 16 '" Jig7? ! , las blancas pueden replicar 17 llJg5 ! , con lo que el peón de f7 está colgan­do y 17 .. . f6 pierde, según una larga pero nada complicada variante: 1 8 llJ xh7! �xh7 19 1Wh4+ CiPg8 20 Jixg6 �f8 21 1Wh7 1Iixd4 22 .ih5! (defiende la torre de dI y crea la amenaza 23 ..i h6) 22 . . . .. xd2 23 1: xd2 :' xd2 24 1i'g6 'iÍtg8 25 'it'eS+ c¡f¡>h7 26 Jig6+ �h6 27 .ie4.

Sólo queda 17 ... f5 18 Jic3 lLl xd4 (si 18 ... h6 19 lLlt3 g5 20 1We3 g4 21 lbe5, las ne­gras sufren por nada) 19 .ic4 h6 20 llJt3, y

la compensación de las blancas supera am­pliametne el material sacrificado. Aquí, tras la inmediata 16 ... Jixd4!, la compen­sación, por así decir, no es evidente: 17 Jic3 (17 lLlxd4 :. xd4!) 17 _ e5 18 ""4 hS 19 ..ic4 �g7 20 llJgS iLg4!. No hay ataque, pero sí un peón de ventaja.

Es interesante observar que no hay ejemplos prácticos con 13 .. . %1 d8! No obs­tante, algún día las blancas dejarán de ju­gar en plan robot y se decantarán por 13 : fdl...

d22) 13 a3! . Al descartar un ataque directo al rey, las blancas realizan una especie de compromiso. En realidad, esta jugada tiene una sólida base posi­cional. En primer lugar, impide radi­calmente la m aniobra ... llJ c6-b4-d5 . En segundo lugar, organiza la presión posicional en el flanco de dama, con b2-b4 Y llJe4-c5 (y este salto, en particular� protege al peón de d4 del ataque de la dama enemiga). No es evidente, por tan­to, de dónde procederá el contrajuego negro. 13 .•• ..id7. Como antes, no es po­sible 13 ... "'xb2? , debido a 14 :. fb1 llJxd4 15 lLl xf6+ Jixf6 16 1We4!

14 1: fd1. Es posible que el orden de jugadaS más preciso sea el siguiente: 14

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1 e4 eS 2 d4 d5 3 ed ed 4 e4 lLlf6 5 ttJe3 e6 6 tllf3 �b4 1 33

b4! 1: ad8 15 �c5 ! ? En la partida Pa­lac-Hermansson (Panormo 2001) . Las blancas siguieron jugando de forma con­vincente: 15 ... i.e8 16 %Hc1 a6 17 1:1 ab1 (amenaza b4-b5) 17 . . , � a7 18 a4 i. c6 19 �e5 ! , y es evidente la ventaja de las blancas, que acabaron imponiéndose. 14 __ : ad8. Las negras descartan, con buen criterio, 14 . . . liJ xd4?, en vista de la variante 15 � xd4 .xd4 16 ,i, c3 "' a4 17 b3! 'ií'c6 (no es posible 17 ... 'it'xb3, a cau­sa de 18 ltJxf6+ �xf6 19 "e4! ) 18 ttJxf6+ ,i,xf6 19 ,i, xf6 ef 20 ,i, xh7+ ! , con ata­que de mate. 15 �xf6+ ,i,xf6 16 1We4 g6 17 �e3 � e7 18 llJ eS tLJ f5 19 llJ c4 "a6 20 a4 i.c6.

Estamos siguiendo la cuarta partida del match por el Campeonato Mundial, Kamsky-Karpov (Elistá 1996) . Como puede verse, las negras no sólo han igua­lado, sino que sus perspectivas quizá sean ya preferibles. Sin embargo, la mejora 14 b4! .: ad8 15 ttJc5 obliga a tratar toda la

variante 11 . . . tLlf6 con mucho escepticis­mo.

El sistema 6 . . . ,i,b4 en el Ataque Pa­nov (1 e4 c6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 tUf6 5 tUc3 e6 6 liJf3) ha conseguido acumular tantas ideas y matices que no es fácil deducir un tipo de consenso general acorde con la sa­biduría ajedrecística establecida.

Tomemos, por ejemplo, la última va­riante, 7 cd tUxd5 8 .i.d2 0-0 9 ,i,d3 tUc6 10 O-O ,i,e7 11 'ife2. En algunas líneas, las negras deben capturar el peón d4 de inme­diato, tan pronto como la oportunidad se les presente. En otras, en cambio, es preci­so ser paciente y diferir su captura, a veces incluso descartándola del todo. Pero sólo el cálculo de las líneas concretas puede ayudar al jugador práctico a tomar la deci­sión correcta. Cualquier desviación, en ba­se al razonamiento puro puede apartarle de la verdad.

Una asombrosa ausencia de leyes aje­dredsticas puede observarse en el presen­te sistema. Pensemos, una vez más, en la última variante. Las estadísticas dan fe del hecho de que, como antes, 1 1 ._. tLlf6 es la respuesta más popular a 11 "e2. Sin em­bargo, por las variantes anteriores resulta que esta jugada es obsoleta. Es más fuerte 11 .. , .i.f6 ! ?, pero ¿quién puede asegurarle al jugador que, una vez que esta idea entre en la cabeza de uno u otro analista, no en­contrará una jugada mejor? La búsqueda de la verdad en el sistema 6 ... ,i,b4 prosi­gue, día tras día. Esto significa que la va­riante está viva, aquí, allí y en todas partes.

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1 34

Índice del capítulo 5

Pág. Pág. 1 e4 c6 2 d4 dS 3 ed cd 4 c4 liJf6 2) 12 . . . ..tts 108 5 liJc3 e6 6 ttJf3 �b4 100 3) 12 . . . :l e8 108 A. 7 'iib3 100 G. 8 ..td3 109 B. 7 .a4+ 101 8 ... 0-0 9 0-0 109 C. 7 �g5 101 1) 9 ... �g4 109

1) 7 ... 0-0 101 2) 9 ... lDc6 109 2) 7 ... "aS 101 n. 7 ... liJxciS 110 3) 7 .. . h6 102 A. 8 "c2 111

D. 7 ..td3 102 1) 8 . . . o-o 111 7 .. . dc 8 ..txe4 "fIIe7 102 2) 8 ... 'fIe7 111

1) 9 1i'd3 102 3) 8 . . . lDd7 112 2) 9 'ilfe2 104 4) 8 .. . lDe6 113

a) 9 ..td3 113 1 e4 c6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 lDf6 al) 9 ... �e7 113 5 lDc3 e6 6 lDD �b4 7 cd 105 1O a3 113 1. 7 . . . ed 105 a11) 10 . . . lDf6 1 13

Aa 8 ..tg5 105 a12) 10 . . . ..tf6 114 B. 8 liJeS 106 &2) 9 ' 0 ' h6 114 C. S 'itt'b3 106 &3) 9 ' 0 ' llJxe3 115 D. S 'iWa4+ 106 a4) 9 .. , �aS 115 8 .. . llJc6 9 �b5 O-O 106 10 a3 ttJxe3 11 be

1) 10 �xe6 106 liJxd4 1 15-116 2) 10 O-O 107 12 liJxd4 Wxd4 13 �b5+ 116

E. S �e2 107 a41) 13 . . . �f8 116 F. 8 �b5+ 107 a42) 13 oo, rtle7 117 S o o ' �d7 9 'ife2+ liJe4 a43) 13 .. 0 �d6 117

10 O-O �xc3 11 be O-O 12 �d3 107-10S b) 9 �e2 1 19 1) 12 .. . ttJxc3 108 9 . . . O-O 10 O-O 120

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed cd 4 e4 ltJf6 5 ltJc3 e6 6 ltJf3 �b4 1 35

bl) 10 ... �e7 120 b2) 10 '" :t e8 122 1 1 :d1 122

b21) 11 ... �d7 122 b22) 11 ... �f8 123

& 8 �� U4 8 ... 0-0 9 �d3 ttJc6 10 0-0 �e7 124-125

1) 11 ltlxd5 126 2) 11 :t el 126 3) 11 �e3 126 � 11 �� U6 5) 11 %:l c1 126

6) 1 1 'W'c2 7) 11 a3 8) 1 1 'W'e2

a) 11 ... lDdb4 b) 11 .. , it'b6 e) 11 . . . �f6 d) 11 ... ltJf6 12 ltle4

dl) 12 ... .id7 (2) 12 . . . 'ii'b6

(21) 13 l:lfdl (22) 13 a3

127 127 128 128 128

128-129 129 129 130 131 131 132

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1 36

Capítulo 6

1 e4 c6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 ttJf6 5 ttJc3 e6 6 ltJf3 �e7

Ésta es la subvariante más popular del Ata­que Panov. Las blancas disponen de tres respuestas: (1) 7 c5, (Ir) 7 �g5 Y (In) 7 cd.

1 Este avance nunca fue muy popular, y

ahora es una continuación virtualmente olvidada. Los planes de los dos bandos es­tán claros. Las blancas pretenden construir la cadena de peones b4-c5-d4 y, basándose en ella, ejecutar un avance en el flanco de dama, mientras que las negras tratarán de minar esa cadena (con . . . a7-a5 y ... b7-b6) Y también realizar contrajuego en el centro (con . . . �f6-e4 y . . . f7-f5) .

La práctica demuestra que las negras pueden contar no sólo con la igualdad, si­no incluso con algo más. En este sentido, es muy importante que el segundo caballo aún no se encuentre en c6, ¡y no tiene por qué estar en esta casilla! , donde es un ob-, jetivo propicio para los peones blancos (b4-b5).

Debernos añadir que la profiláctica 7 a3 no es aquí necesaria. Las blancas reali­zanan, en tal caso, un exceso de jugadas de peón. Por ejemplo: 7 ... 0-0 8 e5 llJe4 9 'ii'c2 f5 10 b4 �f6 1 1 �b2 tiJc6 12 %% d1 .id7, y las posibilidades de las negras no son infe­riores (análisis de Botvinnik).

Después de 7 _ 0-0 (también es intere­sante la inmediata 7 ... tiJe4! ?), surge el es­quema básico de la variante 7 e5. Las blancas pueden jugar directamente, (A) 8 b4, (B) 8 .ig5 ó (e) 8 �f4, o bien pueden impedir la maniobra .. . tiJfe6-e4, con (D) 8 .c2 ó (E) 8 �d3.

(Ver diagrama 229.)

8 b4. Las negras disponen aquí de dos réplicas activas: 8 . . . b6 y 8 ... llJe4.

1) 8 • • • b6!? 9 .ib2. También se ha ju­gado 9 %:l b1 ! ? bc 10 be llJe4 l 1 llJ xe4 de

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed ed 4 c4 �f6 5 �c3 e6 6 �f3 �e7 1 37

12 tLle5 'ilc7 13 Af4 .tt d8 14 'ii'a4 (14 'fid2! ?) 14 . . . g5 ! 15 Ad2 Ad7 16 Ab5 tD xb5 17 'iW xb5 .: xd4 18 'ile8+ A f8 19 .tc3 'iYxe5 (Morozevich-Bareev, Dort­mund 2002). Aquí, las blancas deberían ceder tablas, tras 20 : b7 llJd7 21 Wxa8 'li'xc5 22 .i.xd4 'i!6cl+. 9 . • . aS 10 a3 ab 11 ab l:l xa1 U .i.xa1 be 13 de. Se diría que las negras están entrando en el juego de su oponente, permitiéndole crear peones pasados, unidos y avanzados. Pero la im­presión es engañosa. Las blancas están seriamente retrasadas en desarrollo y, aunque tratan de compensarlo, las negras lograrán generar contrajuego. 13 .•. llJe6 14 "a4 ( 14 b5 llJ b4 15 c6 d4) 14 ... 'fIe7 15 .i.e2.

Estamos siguiendo la partida Pilgaard­Nguyen Anh Dung (Budapest 1999). Las negras, con 15 ... Ad7?!, mostraron su de­terminación a sacrifical pieza. Una táctica así parece estar justificada, y las negras pronto ganaron. Sin embargo, el análisis posterior reveló que el sacrificio era inco­rrecto. Las negras debían jugar simple­mente 15 '" Ab7!? 16 O-O .:tc8 17 ¡Vb3 llJg4 18 g3 tiJge5 19 llJb5 llJxt3+ 20 i,xf3 'itb8, con buenas posibilidades. 16 b5 Axc5 17 be Axc6 18 tiJb5 llJe4. Un mo­mento crítico de la partida. Las blancas co­metieron ahora el error 19 .i.d4?, a lo que siguió 19 . . . Axb5 20 Axb5 .i.xd4 21 tDxd4 'itc3+, y tuvieron que rendirse ante el mate imparable. La refutación radica en 19 O-O! 'ir'b6 20 Ad4 :. a8 21 '¡'xc5 llJxc5 22 'itb4. Las negras, por lo visto, pensaban que con 22 ... :31 (22 ... llJe4 23 '1Wd4) ob­tendrían suficiente contrajuego por la pie­za, pero 23 l:l b1! :. xe2 24 llJbd4 'iWxb4 25 : xb4 llJa6 26 :. bl! echó por tierra sus ilusiones.

A pesar de los reveses en determinadas partidas, en conjunto la fiabilidad del mé-todo 8 . . . b6 y 9 . . . aS no ofrece dudas.

2) 8 ... llJe4!? Las blancas pueden de-fender el caballo de c3 de dos formas: 9 "c2 y 9 i,b2.

a) 9 'iWc2?! parece completamente na­tural , pero después de las partidas por correspondencia Estrin-Bergraser y Ber­ta-Bergraser, los jugadores no mostraron el menor deseo por volver a apostar por esta jugada. 9 ... llJc6!. En conjunción con la combinación que sigue, lo más resuelto, aunque tampoco es malo 9 . . . f5 10 "id3, y ahora:

(Ver diagrama 231.)

10 . . . lLl c6 11 a3 A f6 12 llJ e2 g5 ! 13 .i.b2 (o bien 13 b5 tiJe7 14 tDe5 ..ixe5

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1 38 LA DEFENSA CAAO-KANN. Volumen 2

15 de ltJg6 16 �b2 'ifa5+ 17 �f1 �d7) 13 . . . g4 14 ltJe5 �c7 15 f3 �h4+ 16 g3 ltJxe5 17 de gf 18 gh fe 19 'ifxe2 b6. La lucha es muy aguda, pero las negras en modo algu­no están peor.

10 . . . b6 1 1 :lb1 �f6 12 h4 ! ? (impidien­do el avance ... g7-g5, inevitable tras 12 O-O; por ejemplo: 12 . . . lZJc6 13 ltJe2 aS 14 a3 ab 15 ab be 16 de g5 ! , Estrin-Zagoriansky, Moscú 1944) 12 . . . lDc6 13 lbe2 a5 14 a3 ab 15 ab be 16 de e5 17 O-O 'ilt'e7 18 �b5 (es inferior 18 b5 ltJxc5 ! 19 bc e4) 18 ... ltJd8 19 �g5 �xg5 20 hg f4! 21 'it'b3 �e6, las blancas quedaron en una posición difícil (Estrin-Kostantinopolsky, Corresponden­cia, 1 950).

Después de 9 .. , lbc6 ! , se amenaza la ruptura . . . e6-e5, lo que hace forzada la ré­plica blanca 10 bS, a lo que siguió la com­binación de Bergraser:

(Ver diagrama 232.)

10 o o . ltJ xd4! 11 'U xd4 �xc5. Las ne­gras tienen dos peones por la pieza. Por un lado, no es mucho, pero por otro, hay que tener en cuenta que los peones son centrales y muy difíciles de bloquear. Además de esto, las blancas están retra­sadas en desarrollo. 12 t?J xe4 .i xd4 13 lLic3 (según un análisis de Boleslavsky,

es m ás flojo 13 lbg5 g6 14 � b1 e5 15 liJf3 i..b6) 13 000 eS. Un momento importante . El propio Bergraser sugirió no tocar por ahora los peones centrales. Después de 13 . . . ..td7!? , así es cómo siguieron las dos partidas a que antes hemos hecho refe­rencia:

14 i..b2 1:1 c8 15 'ild2 .ib6 16 litd1?! , (realmente, lo mej or, era devolver la pieza, con 1 6 i.. e2 d4 1 7 O-O, en lugar de sufrir) 16 '" a6! 17 ba d4 18 lbb5 ba 19 lbxd4 .iaS 20 W'd3 e5, con ventaja de­cisiva (Estrin-Bergraser, Corresponden­cia, 1980) .

14 'iWd2 .ib6 15 .ia3 'iff6! 16 .ib4 (en caso de 16 .ixf8 1:1 xf8, las negras queda­rán, por tiempo indefinido, con torre de menos, pero al final todo se resolverá en su favor: 17 1:1 e1 .ia5 18 i..d3 nc8 19 O-O � xc3 20 'ilfe3 b6) 16 . . . :t fc8 17 :t e1 a5 1 8 ba ba, con importante compensación por la pieza (Berta-Bergraser, Correspon­dencia 1987).

En el ajedrez por correo es posible que 1 3 ... .id7 sea la jugada más fuerte. En la práctica ante el tablero, sin embargo, es más sencillo 13 ... e5.

14 .ib2 .ie6! (es más flojo 14 ... .ib6 1 5 .i e2 d4 1 6 lb e4 .i a5+ 17 � f1 ..t f5 1 8 i.. d3 :. e8 1 9 'it' e2 ¡Se7 20 g4 L Y las

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed ed 4 e4 ttJf6 5 ltJe3 e6 6 ltJf3 1Le7 1 39

blancas, de modo un tanto sorprendente, lograron bloquear los peones, Estrin-Za­gorovsky, Correspondencia 1974) 15 �d2 l:. c8.

Isaak Boleslavsky realizó en su día un análisis minucioso de esta posición. He aquí sus conclusiones:

16 .i.e2 (son malas tanto 16 :t c1 il.b6 17 liJa4 il.a5 1 8 Ac3 l:t xc3! , como 16 tLla4 Af5 17 l:t c1 l:t xcl+ 18 Axc1 'ii'h4 19 tLlc3 : c8 20 .ib2 .ixc3 21 .ixc3 'ii'e4+ 22 .ie2 d4) 16 . • • .i b6 17 O-O .i aS 18 1W d3 d4 19 tLJa4. En caso de 1 9 liJe4, las negras res­ponden 19 ... f5 20 lLlg3 .ib6, seguido de ... e5-e4. Después, sin embargo, de 19 lLld1 .ic4 20 'iVe4 .ixe2 21 'it'xe2 1: e8, Boles­lavsky evaluó la posición como igualada. 19 ••• Ac4 20 'ii'e4 Axe2 21 'ií'xe2 'ir'dS. Las blancas han conservado la pieza extra y evitado el desastre. Pero no están en con­diciones de frenar a los peones e y d, por lo que las negras tienen plena compensa­ción por la pieza.

b) 9 .ib2. En esencia, una jugada natu­ral. 9 ••• f5 10 AdJ. Esta posición se produ­jo en la partida Matulovic-Petrosian (Belgrado 1961) , y tiene una significación decisiva para la comprensión del juego en tales situaciones.

Las negras tienen que minar la cuña de peones b4-c5-d4, pero es débil la inmedia­ta 10 . . . a5, a causa de 11 b5. Lo correcto, por tanto, es 10 ... b6 ! , preparando la rup­tura . . . a7-a5. Petrosian cometió una impre­cisión, al jugar aquí 10 .. . .if6? l , a lo que siguió 11 b5 ! , Y está claro que resulta prác­ticamente imposible dislocar a los peones blancos del flanco de dama. Las negras de­ben buscar, por tanto, posibilidades de ata­car al rey enemigo, pero tampoco en este caso sus posibilidades son grandes: 11 .. . Ad7 12 O-O .ie8 13 : b1 ttJd7 (13 .. .

.ih5 !?) 14 lLle2 g5 15 liJe1 .ig7 16 f3 liJef6 17 Ac2 : c8 18 tOd3 �g6 19 a4 liJh5. De haber continuado con 20 liJb4 ! , Matulovic habría dispuesto de todas las oportunidades para romper el primero.

Sin embargo, tras la correcta 10 .•. b6! , las negras consiguen su objetivo en todas las líneas, desligando la cuña de peones en el flanco de dama. 11 a3 be U de. También tiene un defecto 12 be, a saber, que abre la columna b, y las negras no dejan de explo­tar este factor: 12 ... liJc6 13 'ii'a4 : b8 14 l:t b1 Ad7, y si 15 Ab5, entonces 15 .. . liJ a5 ! U ._ aS! 13 O-O �f6 14 l: cI ab 15 ab tOc6!. Las negras provocan el nuevo avan­ce de los peones b y e, con intención de de­mostrar que, sin el debido apoyo de piezas,

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1 40 LA DEFENSA CARO.-KANN. Volumen 2

el peón pasado no será fuerte, sino débiL 16 b5 lb b4 17 c6 (o bien 1 7 .t xe4 fe 18 lOe1 lOa2!? 19 : c2 lOxc3 20 �xc3 d4) .

La fase precedente de la lucha se ha decantado a favor de las negras. Pero ¿có­mo deberían seguir jugando? Es dudoso 17 ... �xc3? ! 18 .txc3 lba2, ya que tras 19 �d4, las blancas tienen buena compensa­ción por la calidad. Por otra parte, vale la pena considerar 17 . . . lOa2 ! ? 1 8 lDxa2 i..xb2 19 .:t c2 .tf6 20 ¡Ve2 'ile7 21 n b1 n b8 22 'ite3 1:1 b6, con bloqueo en casillas negras.

Sin embargo, el camino más fuerte es 17 __ 'ifb6!? 18 .tb1 lüxc6 19 lbxd5 'W'xb5 20 .txf6 ed, y aunque las negras difícil­mente lograrán imponer el peón (en parti­cular, después de 21 lDd4!) , de esta forma se aseguran contra las acciones hostiles.

No es exagerado afirmar que la idea de un inmediato 8 b4 ha quedado obsoleta.

B 8 i.g5?!. En principio, el cambio del al­

fil de casillas oscuras en una situación en la que hay una escaramuza en torno a las ca­sillas c5, d4 y e5 , debería favorecer a las ne­gras. Pero la maniobra ... lbf6-e4 entra en su plan. ¿Permitirán, entonces, las blancas

que su alfil se cambie? 8 ... b6 9 b4. Ahora las negras disponen de dos planes, más o menos equivalentes: bien seguir minando la cadena de peones con ... a7-aS, bien pro­poner un cambio inmediato de alfiles, con 9 . . . IOc6 10 b5 l¿)e4, o incluso 9 .. . lOe4. En cada caso, para defender sus peones en el flanco de dama, las blancas están obliga­das a invertir tiempo extra, lo que significa postergar el enroque. En réplica sigue la ruptura central . . . e6-e5 y, con el rey en el, las blancas deberán empezar a pensar en igualar.

1) 9 ... aS!? 10 l¿)a4. La posición tras 10 a3 fue estudiada en el capítul� 4, bajo el si­guiente orden de j ugadas: 1 e4 c6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 ttJf6 5 lDc3 e6 6 j.g5 j.e7 7 lDf3 O-O 8 cS b6 9 b4 aS 10 a3. A lo antes dicho, puede añadirse que después de 10 ... llJe4 11 iexe7 'it'xe7 12 lba4 ab 13 ab be 14 lbxc5 (recordemos que es malo 14 bc?, en vista de 14 . . . 'iWa7! 15 j.d3 'ila5+ 16 lbd2 �d7 17 �c2 .tb5, Kan-Makogonov, Le­ningrado 1939) 14 . .. %: xa1 15 'ii'xa1 eS !? (también es interesante 15 . . . lDc6 16 'i!fb2 e5 ! ?, sugerido por Makogonov) 16 de lbc6 1 7 lbd3 lDxb4 1 8 'ifb2 ttJxd3+ 19 i.xd3 .tg4 20 �xe4 de 21 llJd2 e3! 22 fe "-h4+ 23 g3 Wh3 24 llJe4 "it'h6, y las blancas, pe-

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, e4 e6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 llJf6 5 llJc3 e6 6 llJf3 �e7 1 4 1

se al limitado material, deberán afrontar una difícil defensa (Gergel-Podgaets, Ode­sa 1967). 10 . • • liJfd7 11 iLxe7 'ilxe7 U �bS ab 13 c6 lDf6 14 : c1 (14 liJxb6 l:1 a5) 14 . • . : aS 15 e7 tlJ a6 16 iL xa6 : xa6 17 tLJe5. Así es cómo siguió la partida Ma­tulovic-Y. Sokolov (Sarajevo 1958), en la que las negras cedieron, pero la posición tiene no una, sino dos soluciones:

17 ... b5 18 liJc5 : xa2 19 liJc6? 'Wixc7 (análisis de Rellstab). Cierto que no está muy claro cómo seguir, en caso de 19 O-O.

17 ... ..tb7 !? (lo más simple) 18 llJc6 (ó 18 O-O : c8) 18 . . . 'iVd7 19 liJ b8 'it' xa4 20 ltJ xa6 'ii'xa6.

2) 9 .•. tlJc6!? 10 b5 liJe4. Una idea in­teresante, que se vio en la partida Vallejo­van der Wiel (Elgóibar 1998).

Con 11 ltJ xe4! ? de 12 bc, las blancas mantuvieron posibilidades ligeramente mejores. He aquí algunas variantes de muestra:

12 ... �xg5 (o bien 12 ... ef 13 i..xe7 'fIxe7 14 Wxf3 bc 15 W'a3 'ilh4 16 dc 'ffe4+ 17 i..e2 Wxg2 18 '6'13) 13 c7 "d5 14 �e2 'IIxg2 15 1i'd2 Wxd2+ (también en caso de 15 ... 'ti'e7 !?, las blancas pueden forzar a su rival a cambiar damas: 16 'it'f4 i..b7 17 'ird6 'tIi'g5 18 h4 'i'd5 19 Vxd5 ed

20 ll c1) 16 �xd2 be 17 de (es más flojo 17 lite3 f5 18 : cl f4+ 19 �xe4 �b7+ 20 �d3 1: ac8 21 n xc5 II O) 17 . . . a6. Con juego preciso, las negras parece que pue­den conseguir tablas, pero el vector de la posición está determinado a favor de las blancas.

Vallejo, sin embargo, jugó 11 �d2?!, pennitiendo que van der Wiel se apodera­se de la iniciativa: 11 ... liJaS. Es demasia­do tarde para 12 liJ xe4 de 13 � xa5 ef 14 Wxf3 ba, y si 15 Wxa8, entonces 15 . . . 'it'xd4 16 1: dI Wc3+ 17 �e2 "e5+ 18 lttf3 iLxc5, con ataque decisivo.

En la partida citada, el juego continuó con U c6 tLlxd2 13 "xd2 a6 14 : c1 i..b4 15 'ti' e2 ab 16 � xb5 iL a6 17 O-O i.. xe3 18 i..xa6 : xa6 19 'Wxc3 'fid6 20 ltJe5 II cS. Más tarde, el hecho de que las negras sólo tuviesen un peón débil (contra tres de su oponente) comenzó a hacerse notar y las negras acabaron ganando.

3) 9 ... ltJe4!. Lo más natural. La base teórica de esta jugada la aportó Genrij Kasparian, hace mucho tiempo. Así es có­mo podrían evolucionar los acontecimien­tos: 10 �xe7 'iVxe7 11 tLla4 (1 1 liJxe4 de 12 tLl e5 l:t d8 13 'fi' d2 iL b7 14 i.. e2 f6 15 lüc4 llJc6 16 tlJd6 a5! -Kasparian-) 11 ...

iLd7 (11 . . . bc 12 llJxc5 ttJc6 13 a3 a5 14 i..b5 ttJc3 15 'ifd3 ltJxb5 16 'ii'xb5 'fIc7 -Kasparian-) 12 i.. d3 ttJ e6 13 b5 liJ b4 14 O-O be 15 de llJxd3 16 'ii'xd3

(Ver diagrama 238.)

16 _ a6! 17 c6 ah 18 lLlb6 .l:a3! 19 'iVxb5 ttJc3!, ganando (Barlov-Christiansen, Tjen­tiste 1975).

e 8 iLf4. Esta j ugada contiene más

ideas que 8 �g5, pero no deja de tener sus inconvenientes. El alfil, situado en f4,

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1 42 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

puede ser atacado ganando tiempo, con . . . g7-g5 . 8 .00 b6. Examinemos también 8 . . . llJe4. Después de 9 .td3?! , el plan de las negras quedaría justificado: 9 . . . lüxc3 10 bc b6! El puesto avanzado de peón en c5, que restringe la posición enemiga, desaparece, permitiendo contrajuego so­bre las debilidades de a2 y c3. Además de esto, es útil cambiar el alfil de d3 para privar a las blancas de perspectivas de ataque. En este sentido, es muy conve­niente que el caballo dama siga en b8, de modo que las blancas no pueden evitar el cambio en a6.

He aquí algunas variantes característi­cas:

11 cb ab 12 1i'c2 h6 13 O-O i.a6! 11 h4 i.a6 ! , y no es bueno 12 i.xh7+?

�xh7 13 llJg5+ �g8 14 Wc2 (14 1i'h5? .td3) 14 .. . 1t.xg5 15 hg f5!

11 ::. b1 lDc6 (11 . . . 1t.a6 !? 12 c6 �d6 13 i.xd6 'it'xd6 14 i.xa6 ltJxa6 15 'ifa4 1L1b8 16 ::. xb6 ab 17 'ii'xa8 'W'xc6) 12 cb (en la presente situación parece más fundado 12 h4!?) 12 ... ab 13 1Wc2 h6 14 O-O .ta6!, y la posición negra merece preferencia (Pioch­Kostro, Polonia 1974).

La idea del inmediato salto 8 . . . lLle4 sólo puede cuestionarse con 9 \!fc2!? , pues tras un cambio en c3, las blancas retoman de dama, dej ando su estructura de peones intacta y segura. Puede pararse, además, 9 . . . "a5, con 10 i. d3 f5 1 1 i.xb8! l:t xb8 12 a3 ItJxc3 13 b4!

9 b4. Las negras disponen aquí de una agradable elección entre 9 .. . be, 9 . .. aS y 9 .. . ltJe4.

1) 9 o .. be 10 be. Es inferior 10 de. En la partida Sliwa-Pomar (Olimpiada de Vama 1962), las negras, con jugadas elementales, se aseguraron un mejor juego: 10 .. . a5 11 a3 ab 12 ab II xal 13 'fi'xa1 lDc6 14 'Wa4 d4 15 llJd1 'ii'd5, etc. lO ooo llJe4 11 ItJxe4 de U lDe5 f6 13 ltJe4 llJc6 14 lüd6 g5! 15 ItJxc8 'it'xc8 16 1t.e3 : d8. En la partida

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed ed 4 c4 ltJf6 5 ttJc3 e6 6 tUf3 ..tel 1 43

Urbanec-Meduna (Hlohovec 1993), las blancas se equivocaron, 17 �c4?, y tras 17 .. . <t> h8, deben perder uno de sus peones (e5 ó d4). La única posibilidad de prose­guir la lucha era 17 'iWa4 a6! 18 l:. bl 1: b8 19 ': xb8 'iWxb8 20 �e2 'it'hl+ 21 �dl 1Wb5, con juego confuso.

2) 9 ••. aS!? Una jugada de mayor nivel que 9 .,. bc. 10 ttJa4. Es posible 10 a3, pues­to que el alfil blanco se encuentra en f4, y no en g5, el salto 10 . . . ttJe4 no será con ga­nancia de tiempo (en comparación con las partidas Kan-Makogonov y Gergel-Pod­gaets). Sin embargo, las negras siguen pu­diendo complicar el juego con la tentadora posibilidad 10 . .. ab !? 1 1 ab 1: xa1 12 'tlfxa1 ttJc6 13 '1Wa4

13 . . . bc! ? En la partida Spal-Lechtyns­ky (Klatovy 1998) , las blancas no se arriesgaron a aceptar el sacrificio de pie­za, posiblemente con razón. Después de 14 bc � d7 15 � b5 'iW a8 16 O-O ttJ e4, comienza una lucha más o menos igua­lada.

Sin embargo, ¿qué sucede si las blancas toman la pieza? Las variantes demuestran que, desde su punto de vista, el riesgo no es excesivo: 14 'it'xc6 �d7 15 1i'a6 (no es bueno 15 'ile7? , debido a 15 . . . 'ii'xc7 16

iLxc7 cd 17 ttJa2 l:. c8, con ventaja decisi­va) 15 ... cb 16 ttJb5 (también a 16 ltJd1 ¡Va8 17 'ii'd3 �a2 18 �e2 1: a8, es proba­ble que deba entregarse pieza por el peón b) 16 ... b3 17 lDd2 ( 17 il.d3 iLb4+ 18 iLd2 ¡fa8, con compensación) 17 ... 'it'c8 18 lDc7 (después de 18 �xc8 1: xc8 19 ttJxb3 iL b4+ 20 iL d2 iL xd2+ 21 � xd2 ttJ e4+ 22 <t>e1 il.xb5 23 iLxb5 1: b8, las negras re­cuperan el material con intereses) 18 ... ttJh5 19 .i.e5 f6 20 'fi'xc8 .: xc8 21 iL a6 1:. b8 22 ltJxd5 fe 23 ttJxe7+ �f7, con buenas posibilidades de victoria.

10 000 ttJbd7 11 1:. el. Después de 1 1 c6?, las negras se disponen a sacrificar no una, sino hasta dos piezas consecutivas: 11 ... iLxb4+ 12 ttJd2 ttJe4! 13 cd iLxd7 14 lDb2 �f6 15 ttJd3 ttJxf2! , y todo con grandes beneficios. 11 ... ttJe4 U iLb5 ab! 13 c6 iLa6!

En la partida Rogul-Cvitan (Porec 1998), las blancas perdieron de forma ig­nominiosa: 14 �xa6? ': xa6 15 cd 'ii'xd7 16 tt c7 1Wxa4 17 'Wxa4 :t xa4 18 :t xe7 b3! La esencia de la combinación emprendida por el gran maestro croata Ognien Cvitan puede verse en caso de otras réplicas de las blancas. Por ejemplo, después de 14 c7!? 'ii'c8 15 iLxd7 'it'xd7 16 ttJ xb6 'il'b5

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1 44 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

17 ll)xa8 :t xa8, surge una posición crítica. Las blancas tienen calidad de ventaja y un

fuerte peón pasado en c7, y las negras sólo una amenaza: 18 . . . b3! 19 ab i.b4+ 20 i.d2 ll)xd2 21 lDxd.2 'ii'd.3 ! , y un nuevo ja­que en la columna e. Pero de pronto que­da claro que es difícil encontrar una defensa contra esta amenaza, si es que es posible. Hasta en caso de 1 8 ttJ d2 liJ c3 19 'lff3, la iniciativa de las negras es muy fuerte. Por ejemplo: 19 . . . i.c8 20 :t c2 .: xa2 21 .tl xa2 liJxa2 22 1We2 'ii'c6 23 liJf3 liJc3, etc.

3) 9 ••. liJe4 10 'ii'c2 (nada bueno resul­ta de 10 liJxe4?! de 1 1 liJe5 f6 12 tDc4 liJc6) 10 _ tDc6!?; siguiendo los pasos de Bergraser, pero con una idea diferente. U 1:[ bl be U be. En la partida Pilgaard­Schandorff (Greve 2002), las blancas, des­preocupadas, jugaron 12 lD xe4 de 13 'it'xe4.

Siguió un golpe táctico absolutamente imprevisto: 13 .. . ttJxd4! , y la torre no pue­de tomarse, pues si 14 Wxa8?, 14 . . . lDc2+ 15 �e2 i.a6+, o bien 14 llJxd4 'iVxd4 15 'it'xa8?! 'it'xf4 16 i.,e2 .c7. Pilgaard eligió 14 i.d3, pero tras 14 . . . lZJxf3+ 15 'ii'xf3 i.d7 16 O-O cb 17 l:t fd1 'lfe8 18 i.e4 .i.a4! , no pudo igualar.

U ... • aS 13 i.d2. Se ha llegado a una posición que a usted seguramente le gusta­ría jugar con negras. Sin embargo, hasta ahora no se ha encontrado un camino fia­ble para conseguir ventaja. La maniobra simplificadora 13 . . . lDxd2 14 "'xd2 i.a6? no es buena, debido a 15 liJxd5! En la par­tida Balashov-Galkin (Tomsk 1 997) se realizó un sacrificio de pieza típico en la posición, 13 ... tDxd4?! 14 liJ xd4 liJxd2 15 'ilt'xd2 'ii'xc5. Nuestra opinión es que, en la situación actual, no había necesidad de es­to. La partida antes mencionada continuó con 16 n c1 (16 Ad.3 ! ?) 16 ... i.f6 17 liJf3 "'a3 18 i.e2 : b8 19 lDb5 "'a4 20 lObd4 .i.a6, y poco después ambos rivales repi­tieron jugadas.

Merecía seria consideración 13 tDb4!? 14 'Wb2 lZJxd2 15 'ifxd2 1: b8.

En caso de 16 i.e2, es desagradable 16 .. . liJc2+! 17 <¡f;>d1 : xb1 + 18 ltJxb1 lDb4 19 a3 "'a4+ 20 !ittc1 lDc6. No sirve 16 1:[ b3 .i.a6 1 7 lD xd5? ed 18 .i xa6, debido a 18 . . . lD c2+ 19 'iP d 1 1t' x a2, e incluso tras 17 lDe5, las negras tienen mejor juego con 17 . . . :t feB.

Las blancas podrían estabilizar la posi­ción con ayuda del cambio de damas: 16 llJbS!? 1lJc6 17 W'xaS ltJxaS 18 i.d3 llJc6

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed ed 4 e4 ttJf6 5 �c3 e6 6 �f3 i-e7 1 45

19 O-O (si las blancas deciden "secar" la partida, no deben detenerse a medio cami­no: 19 �d2? ! e5! 20 de j.g4, y las negras de nuevo tienen posibilidades) 19 ... �f6 20 l:t fdl �d7, con un final aproximada­mente igualado.

Al realizar un balance de las tres conti­nuaciones posibles (8 b4, 8 �g5 Y 8 �f4), concentrándonos en mayor grado en el juego blanco y menos en el previsto del oponente ( ... lLlf6-e4), es posible concluir que la estrategia en sí no está justificada. El plan negro es más centralizado y re­quiere menos movimientos. Incluso tras la creación de un par de peones pasados en el flanco de dama, las blancas, convencidas de que su rey se encuentra en un estado la­mentable, se ven obligadas a situarse a la defensiva.

D 8 "el!? Una jugada ideal (las blancas

impiden el salto del caballo ' a e4), pero. no entendemos por qué las blancas no pue­den hacer lo mismo situando el alfil en d3. Por consiguiente, es probable que 8 "c2 sólo se juegue en raros casos, y hasta aho­ra no existe conexión con la teoría. Des­pués de 8 .•• b6 9 b4, las negras pueden seguir de varias formas.

Por ejemplo: 9 ... aS 10 lLl a4 tLJbd7 1 1 b5 ! (apren­

diendo la lección de la partida Ciolo­vic-Zelcic, Saint-Vincent 2002: 11 c6? �xb4+! 12 �d1 lLle4 13 a3 �d6 14 cd � xd7 15 �e1 l:t c8 16 'W'd1 'Wic7 17 �d2 e5 ! 18 .ie2 ed 19 )f¡>f1 d3 ! , Y las negras ga­naron) 11 . . . bc 12 dc e5 13 .i.e2 d4 14 O-O lLl d5 15 c6 (Ciolovic-Fontaine, Pancevo 2002).

9 ••• tLJc6 10 a3 bc 11 bc e5 12 de tLJ g4 13 �e2 tLJgxe5 14 lLlxe5 tLJxe5 15 .tf4 lLlg6 16 j. g3 ..i. xc5 17 O-O j. e6 18 ll fd1 ¡rg5 1 9 �B l:l ac8 20 'ifd3 h5 ! ? , con posibilida­des mutuas (Nataf-Palo, Estambul 2(03).

E 8 �d3!. La jugada más natural y, obje­

tivamente, la mejor. Las blancas se desa­rrollan, preparan el enroque e impiden el salto del caballo enemigo a e4. No puede pedirse más a una sola jugada. En cuanto al plan de avance de peones en el flan­co de daII1a, las negras obligan a su rival a ocuparse de esto. 8 .•• b6 9 b4 aS!? Las po­sibilidades de las negras radican en inten­sificar al máximo la situación del tablero, y en tal sentido vale la pena conceder a las negras dos tiempos de desarrollo, e inclu­so no detenerse en eso. He aquí algunos ejemplos:

9 ... .id7? ! 10 .ie3 ! (para responder a 10 '" aS con 1 1 b5) 10 . . . ttJg4 1 1 0-0 a5?! (Botvinnik recomendó 1 1 . . . bc 12 bc tLJ xe3 13 fe tLJc6) 12 llJa4! bc 13 be .ixa4 14 'it'xa4 llJxe3 15 fe llJa6 16 ll ab1, con abrumadora ventaja posicional (Botvin­nik-Golombek, Moscú 1956).

9 o " be? ! 10 be tLJe6 11 O-O .id7 12 h3 tLJe8 13 j.f4 .if6 (Hscher-Ivkov, Buenos Aires 1960) 14 �c2!? .aS (no es posible 14 .. . llJxd4? 15 ltJxd4 e5, en vista de 16 �xe5 .ixe5 17 �xh7+!) 15 'ifd3 g6 16

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1 46 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

'ifd2. Gracias al peón pasado y protegido de c5, las blancas tienen la iniciativa.

Después de 10 lDa4, surge una posición crítica.

La casilla b6 (y esto significa la tensión general en el flanco de dama) puede soste­nerse con 10 . . . lbfd7 ó 10 .oo lbbd7. Eche­mos un vistazo a ambas jugadas.

1) 10 oo. �fd7. Las blancas pueden, a su vez, elegir entre 11 a3, 11 b5, 11 h4 Y 1 1 W'c2.

a) 11 a3?L Esto permite igualar, con ayuda de la respuesta estándar 11 o o . ab 12 ah be 13 de lDc6 14 :. b1 eS. Pero en la partida Nuevo-Cámpora (Sevilla 1999), el deseo de ganar un peón situó a las blancas al borde de la catástrofe: lS i., bS i., b7 16 'i8xd5 'iic7 17 0-0 lbffi 18 �3?!. No es la mejor jugada, puesto que el caballo negro ataca la dama ganando tiempo, pero en cualquier caso, las negras asumen la inicia­tiva. Por ejemplo: 18 't!fc4 e4 19 lDd2 lbg4 20 g3 'ileS, con traslado de la dama a h5. 18 ... e4 19 �d2 ltJd4 20 'ikc4 llJg4 21 g3 1:. ad8 22 lbb3 ltJf3+ 23 �g2 i.,d.5 24 'ire2 e3! , etc.

b) 11 bS!? Una propuesta de Botvin­nik., lo que en sí es sinónimo de calidad. Sin embargo, con un juego correcto, las

negras no corren peligro. 11 .00 be U de eS! 13 c6 e4 14 ed llJxd7 15 O-O ef. Todo está en orden para las negras después de 15 o o • .t.f6 16 1:. b1 ed 17 'iWxd3 llJe5 18 llJ xe5 � xe5 19 .i.b2 (19 f4 ! ?) 19 o o •

.i. xh2+ ! 20 � xh2 'ifh4+ (Kopaev-So­kolsky, Correspondencia, 1950). 16 Wxf3 llJeS 17 ¡t'g3 lbxd3 18 'it'xd3 d4! . Una im­portante mejora sobre la partida original, Botvinnik-Pomar (Olimpiada de Munich 1 958), en la que se jugó 18 . . . .i.d6, bastan­te más floja, como pone de relieve 19 it.a3 ! 19 �f4 .i.b7 20 l:l ac1 .i.gS 21 .i.xgS 'iWxgS 22 f3 1:1 aeS 23 1:. xe8. :1 xc8 24 :t el hS.

247

Botvinnik consiguió bloquear, en la ca­silla d.5, los peones centrales de su rival, y el alfil de casillas blancas quedó "embota­do". Aquí, sin embargo, el alfil es casi la pieza más fuerte del tablero y, en cualquier caso, no son las negras quienes tienen que igualar (Sokolsky-Simagin, Correspon­dencia 1964).

c) 11 b4!? conduce a un juego muy agu­do. Las negras necesitan mantenerse aler­ta ya que, tras un cambio en b6, se amenaza el sacrificio de alfil en h7. Aparte de esto, las blancas quieren trasladar la to­rre a g3 .

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1 e4 eS 2 d4 d5 3 ed ed 4 c4 ttJf6 5 lUe3 e6 6 ttJf3 �e7 1 47

En la partida Stisis-Burmakin (Aika 1992), las negras cayeron en peligro tras 1 1 .. . bc 1 2 be i.a6 1 3 i.f4 1:. eS? , y n o tuvie­ron que esperar mucho por el castigo: 14 .txh7+! <itxh7 15 tLlg5+ <itg8 16 'ií'h5 tLlf6 17 "xt7+ <ith8 18 h5. No hay que decir que era preciso jugar 13 . . . �xd3 14 'it'xd3 tLlc6, aunque después de 15 l:l b1, las blan­cas quedaron con incuestionable ventaja.

Tampoco les fueron bien las cosas a las negras tras 11 ... h6 12 l:l h3 ! ? .tf6 13 l:. g3 e5 14 �xh6 e4 15 tLlg5. En la partida Ke­ller-Pomar (Olimpiada de Lugano 1968) se produjo una auténtica masacre: 15 ... tLlc6? 16 'ií'h5 ed 17 �xg7 ! 1:. e8+ 18 c¡f;f1 � xg7 19 'ií' xf7 + � h8 20 'ti' h5 + c¡f; g8 21 'fi'h7+ C¡Pf8 22 tLle6+! n xe6 23 1:. xg7. Es más fuerte 15 o o . ed! 16 'iVxd3 n e8+ 17 ct>d2 tLlf8 (Blatny-Adams, Oakham 1990), pero también en este caso el ataque blan­co es amenazador.

11 ••• 5!? La continuación más fiable. Ahora, la diagonal b1-h7 está cubierta y el camino de la torre a g3 vedado. U tLl g5 "'eS 13 �n. Necesario, porque las incur­siones de las blancas son fácilmente recha­zadas: 13 11Jxe6 �xc5 14 bc Wxe6+, o bien 13 �b5 ab!? 14 tLlxb6 n aS 15 'it'e2 � xg5 16 hg .t a6 17 � xa6 tLl xb6 1 8 � d3 tLl a4 19 �4 lDc3. 13 _ Ü 14 �b5 ab 15 tLl xb6

�a6! 16 �xa6 (en caso de 16 tLlxa8 �xb5+ 17 <itg1 tLla6 18 tLlb6 tLldxc5 ! , la iniciativa negra cancela sus deficiencias materiales) 16 ..• tLl xb6 17 �e2 tLla4, con mejor juego -(Barberis-Profumo, Bratto 1997) _

d) 11 'ií'c2!? Esta jugada no ha mere­cido, inj ustamente, la atención de los teóricos. Sobre la base de una interesante -aunque cuestionable- recomendación de Kasparian (véase más adelante), la jugada de dama se considera insuficiente para lo­grar ventaja. Pero ¿por qué razón, enton­ces, las estadísticas son tan deprimentes para las negras?

Examinemos en detalle esta continua­ción .

dI) La tramposa 11 ... b5!? (que provo­ca 12 �xb5? ab 13 a3 'fiaS 14 "e2 i.a6! , Haba-Jung, St Ingbert 1991) no es fácil de refutar. Por ejemplo: 12 �xh7+ <¡f¡1h8 13 tLlb2 tLlc6 14 �d3 tLlxb4 15 'fie2 tLlxd3+ 16 tLlxd3 b4 17 �f4 tLlf6 conduce a una posición en la que resulta difícil decir qué tiene más peso específico, si el ataque blanco o las ventajas de que gozan las ne­gras. Parece que la mejor respuesta es 12 tLlc3!? • y ahora son posibles:

12 ..• tLlc6!? 13 �xb5! (más fiable que

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1 48 LA DEFENSA CARO-KANN . Volumen 2

13 �xh7+ �h8 14 �xb5 � xb4 15 'it'b1 g6 16 �xg6 fg 17 'it'xg6 :t f6 18 1Wh5+ �g7 19 0-0 �a6 20 a4 y, una vez más, no está claro cuán fuerte es el ataque blanco) 13 . . . lOxb4 14 'it'e2 �a6 15 �xa6 lOxa6 16 �f4, con una pequeña pero estable ven­taja.

12 ... ab 13 lb xb5 �f6 (13 ... h6 14 c6 b3 15 'il'c3!) 14 O-O lbc6 15 a4! Aquí la venta­ja blanca es más claramente perceptible.

d2) 11 ... abo Esta jugada aún no se ha visto en la alta competición. El análisis nos lleva a un final con mejores perspec­tivas para las blancas: U c6 (las complica­ciones resultantes de 12 .i. xh7+ � h8 1 3 c6 lO xc6 14 'it' xc6 � a6 15 'it'c2 :t c8 16 Wb1 'fic7 17 lüb2 f5 18 �g6 l:tf6 19 �h5 g6 20 �g5 gh 21 �xf6+ �xf6 no repor­tan absolutamente nada a l as blancas) 12 • . • lD xc6 13 'i!fxc6 �a6 14 lü b2 "'c8 15 Wxc8 :1. fxc8 16 i.xa6!? Después de 16 O-O, las negras consiguen erigir una for­taleza muy difícil de quebrar: 1 6 ." �c4 ! 1 7 .i. g5 � d6 1 8 : Uc1 b 5 . 16 . • • :t xa6 17 lDd3. Éste es el final que las blancas andaban buscando, pero su ventaja no es grande.

d3) 11 .•• lOc6 (considerada la jugada principal) 12 � xh7+ � h8 13 b5 lüb4 14 'iWbL

La posición es muy aguda, pero lo que no entendemos es por qué aquí todo el mundo juega 14 ... bc?! Después de 15 aJ, una y otra vez las blancas juegan a placer: 15 . . . cd (ó 15 . . . c4 16 ab ab 17 i.c2 b3 18 i.xb3 cb 19 ,*,xb3 lbb6 20 lbe5, y el rey negro está irremediablemente expuesto, Liberzon-Opocensky, Leipzjg 1965) 16 ab �xb4+ 17 �f1 f5 (después de 17 O o , g6 18 i.xg6 fg 19 'ii'xg6, las negras están conde­nadas, Alekhina-Sanadze, Bieltsi 1972) 18 lüg5 'i!fe8 19 'it'd3 (BishofrFitzpatrick, San Mateo 1992).

No hay que decir que es más fuerte 14 •.. fS!? Ésta era la posición que Kaspa­rian tenía in mente al escribir que, tras 15 a3 be 1 6 de llJ xc5 17 lbxc5 �)(c5 18 i.g6 'it'f6, las negras tenían buenas perspecti­vas. Pero lo cierto es que, primero, en lu­gar de 16 de, es más interesante 16 ab! ? cd 17 b a <iti> xh7 18 a6 e 5 19 O-O, Y segun-o do, la evidente 16 i.g6. Como puede ver, para evitar los quebraderos de cabeza re­lacionados con calcular la captura del al­fil en h7, es más sencillo adoptar este orden de jugadas: 15 �g6!? bc 16 a3. Ahora, a 16 . . . cd, las blancas tienen mu­chas posibilidades de asestar mate. Por ejemplo: 17 h4 e5 18 lDg5 lbb6 19 ab .i. xb4+ 20 � d1 llJ xa4 21 :[ xa4 .i. d7 22 l:i:Jf7+ : xf7 23 � xf7 : b8 24 'Wb3 �xb5 2S : xb4! ab 26 .f3!

Un poco más fuerte es 16 ••. c4 17 ab i.xb4+ 18 <iti>n W'f6 19 ..th5 g6 20 �f4! q;,g8 (20 . . . gh 21 lf.Jb6!) 21 i.xg6 Wxg6 22 h4 Wh5 23 : h3. Las blancas atacan con el mismo material pero no -todo hay que decirlo- con la misma fuerza. Preci­samente 11 .c2!? , en nuestra opinión, cuestiona la jugada 10 . . . lüfd7 y confir­ma, una vez más, que la jugada más fuer­te es 10 . . . lb bd7.

2) 10 ._ lübd7!?

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1 e4 c6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 ll:lf6 5 <tJc3 e6 6 lLlf3 �e7 1 49

En .este punto examinaremos las si­guientes posibilidades: 11 c6, 11 a3, 1 1 �f4 Y 11 'ifc2.

a) La jugada 11 c6?! es interesante co­mo un truco divertido en el análisis, pero no para jugar en una partida seria. Des­pués de 11 ••• i.xb4+ U �d2 ttJb8 l3 l:t c1 'fIc7 14 O-O �a6 15 i.,xa6 .:: xa6 16 ttJ e5 :teS, las negras tienen una gran ventaja (Muse-Koch, Alemania 1993).

b) Si 11 a3. las negras igualan con la te­mática 11 _. ab U ab be 13 be eS!. La va­riante 14 de? lLlxc5 15 ef lLl xd3+ 16 'ir'xd3 i.xf6 17 lLld4 'it'e8+ 18 i.e3 :t xa4 fue in­vestigada ya por Botvinnik, mientras que en la partida Railich-Groszpeter (Paks 2001) se puso a prueba otra captura: 14 lLlxe5 i.xc5! 15 0-0 ttJxeS 16 de ttJe4, y en todos estos casos las negras no tienen na­da que temer.

c) 11 i.f4. La idea de las blancas es comprensible: el alfil debe ayudar al peón a llegar a c7. En la partida Prins-Richter (Teplice 1949), las negras replicaron con un sacrificio de pieza: 11 . . . ab 12 c6 lLlc5 !? 13 dc be 14 O-O 'iia5 15 ttJb2 i.a6 1 6 �e5 1: ac8 17 'ifc2 l:l xc6. Un interesante con­cepto, ¿no le parece?

La posición tras 11 i.f4 ha sido conti­nuamente refinada. Entre otras, vemos la

idea 11 . . . ab 12 c6 lLlh5?! Ahora es malo tomar la pieza: después de 13 cd? � xd7 14 lLle5 ttJxf4 15 lLlxb6 1Wxb6 16 lLlxd7 "c6, las negras pueden aspirar a ganar (Railich­Dettling, Budapest 2001). Es bastante más fuerte 13 �g3, esperando 13 . . . lLl xg3?, en cuyo caso se produce un repentino ataque sobre la columna h.

14 �xh7+! �xh7 15 hg+ �g8 16 cd �a6 17 lLle5 g6 18 ttJc6 'it'xd7 19 ¡¡el l:Hc8 20 lLlxe7+ 'fixe7 21 'fi'h6 'li'f6 22 ttJxb6 ¡¡¡xd4 23 'ií'h7+ �f8 24 'ii'h8+. ganando.

En lugar de 13 ... ttJxg3?, las negras de­ben jugar 13 . . . �df6!? 14 c7 "'e8 15 �xb6 1: a7, con lucha complicada. El proceso de refinamiento y sustitución de una variante por otra es interminable . . .

En sí misma, la idea 11 .. . ab 12 c6 ttJh5? ! tiene poco valor. Por otra parte, tras la inmediata 11 ... �h5!. se diría que toda la empresa con 1 1 �f4 debe ser pues­ta en cuarentena. Hay que decir que. pura y simplemente, las blancas pierden un tiempo y que, como consecuencia, no pue­den esperar obtener ventaja.

(Ver diagrama 253.)

U i.g3 f5 ! ? 13 �e5 ttJxg3 14 lDc6 "e8 15 lD x e7 + 'ti' x e7 16 hg ab 1 7 c6 ttJ f6

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1 50 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

1 8 lDxb6 : a3, con contrajuego (análisis de Konstantinopolsky), o bien, 12 �d2 ab 13 c6 l2Jb8 (13 ... l2Jdf6! 14 �e5 g6 15 : b1 b5 16 lbc5 �xc5 17 dc 'iJic7 -Konstantino­polsky-) 14 ltJe5 lDf6 15 'iJJb3 b5 ! 16 lDc5 �xc5 17 dc 'fIc7 18 �f4 ltJxc6 (L. Vajda­Lupulescu, Rumanía 1999). En todas estas variantes, sólo puede plantearse una cues­tión: ¿hasta qué punto es grande la venta­ja negra?

d) 11 'tic2. En la variante 10 . . . lDfd7, esta jugada de dama constituye, de hecho, un ataque doble, pues el peón de h7 está colgando, lo mismo que el caballo de b8 (tras el avance c5-c6-c7). Sin embargo, las negras no se enfrentan aquí a ninguna amenaza concreta y, por lo tanto, no están luchando por la igualdad, sino por la ven­taj a. 11 ... 'ilic7!? 12 cb. Es muy malo 12 a3 ab 13 ab e5 ! En la partida Golikov-TIjomi­rov (Correspondencia, 1967), el juego pro­siguió así: 14 c6 �b4+ 15 c¡f;?f1 i..a6! 16 i..xa6 l:t xa6 17 1:1 b1 b5! , Y las blancas no tardaron en rendirse. 12 • • • �xb4+ 13 i.d2 'it'd6 l4 :bl ltJxb6 15 i..xb4 ab 16 lDc5 lDbd7. Una vez más, son las negras quie­nes juegan a ganar (Blatny-Ostenstahl, Trnava 1989) .

Las últimas variantes no representan, desde luego, el trasfondo teórico del Ata-

que Panov, y sólo podemos juzgar la fuer­za del sistema 7 c5 (en el que puede verse que las negras deben elegir, en la zona de las jugadas 10 y 11 , para decidir cuál es la forma más fácil de lograr ventaja). Pero en conjunto, el sistema 7 c5 va a experimentar una profunda crisis. Las viejas ideas están refutadas, y no hay nuevas. Así pues, ¿cuál será su futuro?

n 7 i.g5. Las variantes con esta jugada ya

se han examinado parcialmente en los ca­pítulos 2 y 4. Es menos popular 7 i.f4, po­siblemente a causa de que en posiciones con el peón central aislado (y esto se apli­ca a todos los casos) , es más habitual ver el alfil en g5 ó e3 que en f4.

Así es cómo prosiguió la lucha: 7 ... O-O 8 .: el (8 c5 se ha examinado antes, con el orden de jugadas 7 c5 O-O 8 .i.f4) 8 . . . tDc6 9 a3 lO e4 10 � d3 ltJ xc3 1 1 l:l xc3 dc 1 2 1:1 xc4 'ita5+! (normalmente, cada cam­bio favorece al jugador que lucha contra el peón central aislado, en particular, el de da­mas, de modo que las blancas se abstienen de jugar 13 'iWd2) 13 i.d2 'ti'd5 14 .c2 f5! (en principio, un debilitamiento así no es deseable, pero en la presente situación es

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed ed 4 c4 ltJf6 5 ltJe3 e6 6 �t3 JL.e7 1 5 1

más importante limitar la actividad del al­fil de d3 y, al mismo tiempo, dar seguridad a la dama) 15 O-O i.d7 16 n el : ac8 17 'tWb1 b5 ! 18 l:l 4c3 a6 19 �e3 �d6 20 b4 liJe7, con juego muy cómodo (Mis­hychkov-Sakaev, San Petersburgo 1997).

7 _. ttJc6?!. La posición después de 7 . . . 0-0 8 c5 b6! revierte a las partidas Kan­Makogonov y Gergel-Podgaets. 8 eS!. El caballo, prematuramente desarrollado por c6, se convertirá en objetivo de ataque del peón b, aunque las negras pierden antes la lucha por la casilla clave c5.

8 ... O-O. También se ha jugado la in­mediata 8 ... liJe4 9 �xe7 'f!Ixe7. Para no estropear la estructura de peones, reco­mendamos 10 'ii'd3 !?, y ahora:

10 ... llJxc3 11 'ifxc3 e5 !? (en esencia, la única posibilidad de seguir en la partida) 12 de .tg4 13 .tb5 �xf3 14 gf O-O 15 �xc6 be 16 0-0-0 l:t ab8, con alguna compensa­ción (análisis de Dolmatov).

10 ... f5? ! (aunque tiene fundamento, es . dudosa) ll'ii'e3 O-O 12 �b5 tLlb4 13 :X c1 �d7 14 �xd7 "xd7 15 liJe5 'fle7 16 O-O ttJc6 17 liJxc6 bc 18 D, y las blancas tienen ventaja, sobre todo por su posesión de la casilla e5 (Rogers-Kuijf, Wijk aan Zee 1993).

En respuesta a 10 Vd3, las negras suelen recurrir a una repetición de juga­das, 10 . . . tLl b4 11 'f!Ib5+ tlJe6, y si la da­ma regresa, será tablas, y si no, las negras toman en c3 y dislocan los peones blan­cos. Pero también hay una tercera vía, la del propio cambio: 12 llJxe4! de 13 tlJe5 Vc7 14 0-0-0 O-O 15 liJ xc6 bc 16 We2 "a5 17 a3 (Gelfand-Kuczynski, Olimpia­da de Moscú 1994) . En esta posición, Sergei Dolmatov también recomendó sa­crificar un peón: 17 . . . e5 ! ? 18 'it' xe4 ed 19 'tli'xd4 i.e6.

9 �b5 llJe4. V1adimir Kramnik optó por 9 . . . h6!?

En la partida fuente se jugó 10 i.xf6 � xf6 1 1 o-o tLl e7 ! (conservando el ca­ballo para luchar contra la casilla e5) 12 b4 b6 13 Wd2 be 14 bc �d7, y las negras no tuvieron problemas para igualar (Timman-Kramnik, Amsterdam 1996). Si las blancas retiran el alfil a h4, enton­ces surge una posición análoga a la lí­nea principal, sólo que con el peón en h6 (un ventanuco, que puede resultar útil) : 10 �h4 llJe4 11 .i. xe7 llJ xe7, y ahora:

12 'ii'c2 Wa5 13 i.,d3 tLlxc3 14 'itxc3 'ili'xc3+ 15 be b6! 16 cb ab 17 �d2 i.,a6,

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' 52 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

con tablas (Kobalija-Dychkov, Moscú 1995).

12 :t e1 b6 13 c6 lbd6 14 O-O 'fIe7 15 liJe5 f6 16 liJg4 a6 17 �d3 'iVxc6 18 �b1 .e8 19 'it'd3 (Korchnoi-Kramnik, Zurich 2(01) 19 .. . ltJdf5 20 ::' fe1 �d7. Las blan­cas tienen compensación por el peón me­nos, pero nada más.

En la lucha contra 9 . . . h6, ha ido con­virtiéndose en el arma principal de las blancas la jugada 10 �f4! ? Después de 10 ... lbe4 11 o-o lOxc3 12 be �d7, 13 'it'a4 (con idea de dificultar a las negras el avan­ce . . . b7-b6) no reportó ventaja alguna, en vista de 13 .. . 'ife8! En la partida Magome­dov-Klinova (Hoogeveen 2001), las negras rápidamente lograron la igualdad, y no in­sistiremos más en este punto: 14 �xc6 �xc6 15 W b3 f6 16 : fe1 'it'd7 1 7 1: e3 li fe8 18 �g3 .i.d8 19 lbe1 b6! 20 lbd3 .i.b5.

En lugar de 13 1i'a4, es más fuerte 13 ::' c1 ! ?

La idea es l a misma: dificultar l a ruptu­ra . . . b7-b6. No obstante, las negras debe­rían arriesgarse y optar por la línea 13 .. . b6 ! ? 14 e4! de 15 d5 ! ed 16 'it' xd5 'W'c8 1 7 cb ab 18 1: xc4 .i.e5. No parece que ha­ya un peligro inminente (análisis de P. Blatny y C. Hansen).

En la partida Kasparov-Anand (Ams­terdam 1996), las negras jugaron de otro modo: 13 .. . ::' e8?! , y después de 14 l:l e1 resultó que era ya demasiado tarde para efectuar la ruptura temática: 14 .. . . b6?! 15 c4! be 16 cd lüxd4 17 ltJxd4 cd 18 �c7! 'ii'c8 19 �e5 'it'd8 20 .i.xd7 .xd7 21 de W'xe6 22 �xg7! Por consiguiente, Anand jugó 14 . . . �f6, Y s610 en respuesta a 15 ::. b1, 15 . . . b6. Kasparov respondió sacrifi-cando un peón, 16 .ta6 .tc8 17 �b5 .td7 18 .ta6 .tc8 19 �d3 ! ? bc 20 liJe5 .td7?! 21 1i b7 Y desplegó una amenazadora ini­ciativa.

En lugar de 20 ... �d7, las negras deben cambiar de inmediato en e5, pero no 20 ... lbxe5? 21 de �g5, porque entonces las blancas ganan calidad, con 22 �xg5 Wxg5 23 �b5 .: d8 24 Ac6 , sino 20 . . . � xe5 ! 21 de f5, con posibilidades de defenderse con éxito.

10 .txe7. Examinemos ambas captu­ras: (A) 10 .. . 'it'xe7 y (B) 10 .. . lDxe7.

A 10 ... 'it'xe7. Las blancas tienen una

elección muy sencilla, según que no teman al daño de la estructura en su flanco de da­ma (11 O-O), o que sí lo teman (ll li c1 u 1 1 'iWe2).

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 lOf6 5 lOc3 e6 6 �f3 �e7 1 53

1 ) 11 O-O? ! llJ x c3 12 be � d7 . En la partida Kobalij a-Fressinet (Calicut 1998), las negras jugaron ... b7-b6: 12 o O .

ttJa5 ? ! 13 �d3 h6 14 l:t b1 'fIIc7 lS �c2! b6. Como consecuencia, después de 16 'it'd3, las blancas se hicieron con una pe­ligrosa iniciativa. "El juego continuó así: 16 . . . g6 17 'it'e3 cJ;;g7 18 llJeS bc 19 l:t b5 ! (¿no nos recuerda esta posición a la que jugaron Kasparov y Anand?) 19 . . . i.a6 (defender el peón extra es una tontería, ya que tras 19 ... ttJb7 20 l:t fb1 c4 21 'ii'g3, no podrán resolver los problemas en tor­no a la casilla g6) 20 .: xc5 'iVd8 21 tLJ g4! .: h8 (21 . . . �xf1 22 'ifxh6+ <i;> g8 23 ll c7!) 22 'iWeS+ <¡fj¡lg8 23 �xg6 ! , ganando. 13 l:lb1 ll fc8 14 ll e1 tLJa5 1S �d3 l:t ab8 16 tDeS lLJc6! 17 'iJ'c2 g6 18 l¿Ji'J b6! 19 eb ab 20 'iIi' d2 'ilf6. Estamos siguiendo la partida Anic-Prié (Francia 1998), y aun­que las blancas realizan un cambio favo­rable . . . 21 � bS � e8 22 � xe6! II x c6 23 liJeS II c7, lo cierto es que su posición no mejora mucho. Cierto que en tales es­tructuras el caballo es bastante más fuer­te que el aifil, pero, como veremos, i las blancas tienen el doble de peones débi­les ! Las negras, por tanto, deberían poder resistir.

2) 11 n el tLJxc3 12 1: xc3

12 ... eS! . Es preciso efectuar esta ruptu­ra antes de que las blancas hayan enro­cado, pues de otro modo la ventaja del caballo sobre el alfil resultará evidente. 13 de d4! . ¡Sólo así! Es insípido 13 ... l¿Jxe5 14 tLlxeS 'irxeS+ lS ¡fe2. 14 1:[ el. Pocos se arriesgarían a aceptar el peón, con 14 tLlxd4 II d8 15 �xc6 bc, y ahora:

16 O-O? 'ii'd7! 17 1:[ d3 �a6, ganando. 16 ll d3? ! '1i'xeS+ 17 ":e3 'iff4 18 O-O?

(la tensión se mantiene tras 18 g3 'lif6 19 O-O �e6 20 1:[e4 �xa2) 18 .. . �g4 19 liJe2 'fIIxe3 ! , y las blancas se rindieron (Drira­Pomar, Caorle 1972).

16 f4! ? (obviamente, lo más fuerte) 16 .. . �a6!? (por sorprendente que parezca, las blancas pueden defenderse en caso de 16 . . . 'lid7 17 II d3 'ifdS 18 n d2 .e4+ 19 tLJe2 1:[ xd2 20 'iWxd2 �a6 21 cJ;;fl �xe2 22 :t e 1 !) 17 :t c2 ll d5 18 b4 :t ad8 19 ll d2 'ii'd7 20 e6 !? fe 2 1 tLlf3 : xd2 22 'i6xd2 'ilxd2+ 23 tLlxd2 ll d4, y las negras recu­peran el peón, con posibilidades de vic­toria.

14 .•. tLJxeS 15 ttJxeS 'it'xeS+ 16 'ti'e2. En el cómputo final, todo queda en una tranquila posición en la que ni las blancas ni las negras tienen especiales perspecti­vas. 16 _ 'ifd5 17 O-O �fS (¿por qué no to­mar el peón, 17 o o • • xa2 !? 18 i.c4 \Wa5 19 'ite7 \Wb4 20 b3, Y aquí 20 ... �e6?) 18 b4 .: ad8 19 .: fdl d3 20 'ii'd2 a6. El juego es­tá igualado (Paoli-O'KeUy, Teplice 1949).

3) 11 'ti' c2 !? llJ g5 12 tLJ xg5 'l' xgS 13 �xc6 be 14 O-O e5.

(Ver diagrama 260.)

15 f4! . Muy fuerte. Las blancas deter­minan la correcta estructura de peones para sus intereses. En caso de 15 de 'ti'xe5 16 l:Hel 'it'f6 17 ':ad1 l:. b8 18 'ti'd2 �g4 19 f3 �e6 20 b3, sólo tendrían una venta­ja mínima (Keres-Alekhine, Amsterdam

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1 54 LA DEFENSA CARO-KANN . Volumen 2

1 938) . 15 ... ef 16 'ii'd2 :. b8 17 b3 �h3 18 1: f2 : be8 19 'it'xf4. Tenemos a la vista un final en el que las negras no disponen de antídoto contra la carga de los peones a y b (Ivkov-Bergraser, Leipzig 1960).

B 10 __ ltJxe7!. Bastante más fuerte que

10 . . . 'it'xe7. Las negras comprenden que deben evitar a toda costa una posición en la que un magnífico caballo (en eS) se en­frente a un penoso alfil de casillas blancas. 11 .: el!? Es claramente desfavorable 11 O-O, en vista de 1 1 . . . ltJxc3! 12 be b6! 13 cb ab 14 a4 'lVc7 15 'ii'b3 �a6 (Suba-Rogers, Olimpiada de Malta 1980) . Pero ¿por qué no pueden jugar 11 'it'c2 (después de todo, es precismente esta jugada la que apare­cen en la línea principal con 10 . . . 'iWxe7)? Porque, en respuesta seguiría 10 . . . "'a5 ! (aquí podemos ver los beneficios de tomar en e7 de caballo), y la masa de peones blancos una vez más es inoperante: 12 � d3 ltJ xc3 ! 13 be h6 14 O-O b6! 11 . . . b6 12 c6!?

(Ver diagrama 261.)

¿Es fuerte o débil el peón pasado de c6? Echemos un vistazo a 12 ... ltJd6 Y 12 . . . .d6.

1:t 261

1 ) 12 . • . ltJ d6 13 O-O! ? Los lecto­res atentos observarán la diferencia con la partida Korchnoi-Kramnik (Zurich 2001 ) . El peón negro no está en h6, sino en h7. Si ahora 13 . . . 'fIc7 (a lo Kramnik), entonces, después de 14 "c2 a6 15 .i.d3, las blancas ganan un tiempo importante para defender con éxito su peón pasado:., 15 .,. h6 16 ltJe2. En la partida Yurtaev­Ivanchuk (Tashkent 1985) , las negras ju­garon 13 ... ltJxb5 14 ltJ xb5 a6, y después de 15 'iWa4 se embarcaron en una erró­nea operación táctica: 15 ... lO xc6? 16 n xc6 �d7. Ivanchuk no vio que a 17 ltJ d6 :. a7 18 1: fel l:t c7, le esperaba un

fuerte golpe, 19 ltJxf7!, y las blancas ga­naron poco después. En lugar de 15 . . . ttJ xe6?, vale la pena considerar 15 . . , .i.d7!? 16 cd ab 17 Wxb5 l:l a5 18 'iVb3 "xd7. La ventaja sigue del lado bhmco, pero las negras pueden defenderse con éxito: 19 'iWxb6 ': xa2 20 :t e7 'lt'd8 21 n fe1 lD f5, o bien 19 a3 'ii'd6 20 n e3 1:[ aa8 21 n fe1 n feS.

2) U •• ; 'iWd6!? 13 O-O a6. (Ver diagrama 262.)

¡ Qué extraño que esta posición se transforme en otra con peón d aislado! 14 �d3 ! ? llJxc6 (tomar en c3 , y luego en c6,

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed ed 4 e4 lllt6 5 llle3 e6 6 lllt3 .i.e7 1 55

no es posible, a causa del golpe temático en h7) 15 ttJ xe4 de 16 � xe4 �b7 17 ttJe5. Después de 17 ... : ac8 (es posible que la defensa más precisa radique en 17 . . .

ttJa5!? 18 � xb7 liJ xb7 19 l:t c6 .d8) 18 "d3 h6!? (pero no 18 ... liJ xe5? 19 A xh7+ � h8 20 "-h3 !) 19 A xc6 � xc6 20 W xa6 'ií'd5 21 liJ xc6 tt xc6 22 1:t xc6 'tW xc6, y es difícil que las blancas impongan su venta­ja material. Sin embargo, es una de esas di­ficultades agradables.

En la partida Christiansen-Jenkin (Hiel 1994), las blancas prefirieron 14 "a4, y las negras deberían forzar el jue­go con 14 . • . �d7!? 15 cd ab 16 'itxb5 ttJ xc3 17 I:t xc3 II xa2. El peón pasado blanco se acerca a la casilla de corona­ción, pero los recursos de la defensa dis­tan de estar agotados. Podría seguir: 18 liJe5 :a5 19 'ifb3 : a6 20 lHc1 f6 21 l:t c8 : a8 22 .: xaS : xa8 23 1i'bS �f8! (pier­de 23 ... fe? 24 de 'iWb8 25 : c8+!) 24 b4! . No es ésta una jugada evidente. Su idea básica es defender al caballo con b4-b5 . Lo importante es que eso puede verse en la línea 24 h3 1:. d8 25 liJc6 W xd7 26 . xb6 ,:{ c8. 24 .•• fe 25 de 'fi'xe5 26 'ifxb6 'iWbS. Todo pende de un hilo muy fino. Detengámonos un momento y reflexio­nemos.

27 tl cS+! �f7 28 Wd4! (después de 28 d8ttJ+? q;e8, las blancas pierden) 28 ...

'i!lxb4 29 dSliJ+! �eS! 30 liJc6+ 1: xc8 31 ..wxb4 : xc6. Un excelente remate a una partida imaginativa. Las negras construye­ron una fortaleza y esperaron la propuesta de tablas.

m 7 cd. La continuación principal. Las ne­

gras pueden tomar en d5 de peón o de ca­ballo.

A 7 ... ed. Una jugada pasiva, que no pue­

de recomendarse. La simétrica posición alcanzada produce una impresión depri­mente, con una carencia de contrajuego casi absoluta para las negras.

(Ver diagrama 264.)

Detengámonos en 8 Ad3 y 8 �b5+. 1) 8 �d3 (en este caso se considera que

las negras tienen una defensa más fácil) 8 ... ttJc6. Después de 8 . . . o-o 9 h3, las negras no debenan desarrollar su alfil por b7. No lograrán luchar por la casilla e4 y podrian tener mayores dificultades. Veamos, por ejemplo, la partida Mujytdinov-Burmakin (Cappelle-la-Grande 1995): 9 . . . b6? ! 10 0-0

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1 56 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

.t b7 1 1 .tf4 a6 12 n el b5 13 .: el lüe6 14 �b1 : e8 15 Wd3 liJaS? (un error, pe­ro la posición negra es sospechosa en cual­quier caso) 16 .te7 ! 9 h3 o-o 10 O-O h6. A menudo se juega 10 .. , �e6, y ahora:

11 n el %:t e8 12 .t f4 �d6 13 �e5 liJ h5 14 'it'd2 f6 15 �xd6 'iWxd6 16 ': e3 llJf4 (Spassky-Pomar, Palma de Mallorca 1969).

11 �e3 %:t c8 (es dudoso 11 ... llJd7? ! 12 liJe2! 'it'b6 13 lüf4 l:l ac8 14 'it'bl h6 15 .th7+ 'itb8 16 �f5, Vaganian-van der Wiel, Rotterdam 1989) 12 'fi'e2? ! (es más fuerte 12 l:l c1, para guarecer el alfil de d3 en el "bolsillo" de b1) 12 .. , liJb4 13 �b1 lüe4 (Balashov-Larsen, Buenos Aires 1980).

11 i.f4 J:c8 ! ? 12 J: e1 Wb6!? 13 lDa4 'itd8 14 llJc5 (14 l:l c1 llJ e4) 14 . . . llJ xd4 15 liJxd4 �xc5 16 ltJxe6 fe 17 .: xe6 'iWd7 18 � liJe4 19 l:.f6 i.xf2+ 20 'it>h2 'ifxf5!, y las negras obtuvieron compensación por la dama, suficiente en todo caso para unas tablas (Portisch-Larsen, Niksic 1983) .

Como vemos, no hay nada especial­mente terrible para las negras y, sin embar­go, no puede considerarse satisfactorio que no dispongan de la menor actividad en todos estos ejemplos (con la excepción, quizá, de la partida Portisch-Larsen) .

11 .i.f4!. Esta jugada se puso de moda a raíz del ejemplo anterior de Vishy Anand. Antes se jugaba 11 �e3. 11 ... ,i,e6 (11 .. . �d6 12 �e5! -Anand-) U :lel llc8. Las negras deberían desviar al alfil con 12 . . . liJh5 13 �e3 �d6, pero después de 14 1tJ g5 ! lüf6 15 lO xe6 fe, la posición se trans­forma en otra favorable a las blancas, que tienen la pareja de alfiles y presión sobre todo el tablero. La partida Gulko-Barkha­gen (berna 1995) continuó con 16 : c1 %:t c8 17 a3 i.b8 18 :t c2 liJe7 19 �c1, Y la ventaja blanca sólo puede ir en aumento . 13 'ti'd2 ll e8 14 l:. ad1 �b4?! 15 a3. En la partida Anand-Ravi (India 1988) , las negras admitieron que su última jugada había sido una pérdida de tiempo y se retiraron, con 15 ... i.f8. En opinión de Anand, las blancas consolidan su ventaja con 16 �b1 lüd7 17 l:le2. Pero, ciertamen­te, Ravi pensaba jugar 15 _ �xc3 16 b� llJ e4 (16 . . . liJ aS 17 i.xb6 ! ) 17 .t xe4 de 18 1:( xe4 'iW d5 (es más flojo 18 . . . .t d5 19 : xe8+ 'it'xe8 20 lüh2 ! , con idea de 21 llJg4 -Anand-) 19 %:te3 lba5 (19 ... i.d7?! 20 c4! 1Wxc4 21 d5!), con bloqueo de las ca­sillas blancas a cambio del peón sacrificado.

¿Por qué descartó, en el último mo­mento, la idea? La solución radica en la

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variante 20 liJeS f6 21 1:t g3! fe 22 �xe5 �f8 23 'lVf4+ �f7 24 �xg7+ rj;e7 25 .ixh6, con ataque decisivo.

2) Las negras también tienen serios problemas tras 8 �b5+, contra cuyo j aque examinaremos las tres defensas posibles: S .. . lLIc6, S .. . lLIbd7 y S . . . �d7.

a) 8 ••• lLI c6 9 llJ eS � d7 10 O-O O-O 11 :t el. En la partida Hübner-Petrosian (Sevilla 1971, Candidatos), las blancas ju­garort 11 .ig5!? , y el profundo cálculo de Hübner es admirable: después de 1 1 . . . lLIxe5 12 de llJe4 13 i.xe7 llJxc3 14 .ixdS llJxd1 15 �xd7 l:tfxdS 16 e6! , la posición negra, pese al reducido número de piezas, es muy difícil. Sin embargo, más tarde se descubrió la mejora 11 ... .:l eS, y nada se consigue con 12 .ixf6 .ixf6 13 llJxd5, en vista de 13 ... .ixe5 14 de llJxe5 15 ..txd7 llJxd7 (Sermek-Rogers, Moscú 1994). 11 .••

1: eS (las blancas logran una ventaja míni­ma tras 11 ... ..tb4 12 ..txc6 ..txc6 13 �g5 h6 14 .ih4 'ií'd6 15 'ii'b3, Tal-Meduna, Lvov 1981) U ..t g5 n e8, y en la parti­da Velimirovic-Benko (Vrnjacka Banja 1973), las negras cometieron un error posi­cinal: 12 ... .ie6?

Ahora, con la clara continuación 13 .ixc6! bc 14 ltJa4, las blancas establecie-

ron un bloqueo sobre casillas negras. 13 1:[ el!? Considerando el hecho de que las negras no tienen forma de crear contrajue­go, siempre y cuando no les ayude su rival, es conveniente para las blancas jugar sin prisa. Por otra parte, la tentativa de extraer inmediata ventaja de la situación puede ser peligroso: 13 .ixf6? �xf6 14 llJxd5? (las blancas ganan un peón, pero ... ¡pier­den pieza! ) 14 .. . llJxe5 15 de .ixb5 16 ef 1:1 xel + 17 \ixe1 'iWxd5. 13 ..• a6 14 .ixc6 .ixc6 15 'ita 't/Id6 16 1:[ e3 .id7 17 lLlxd7 'ifxd7 18 l:cel. El carácter de la lucha no ha cambiado en el curso de las últimas diez jugadas. Es mejor para las blancas mante­ner una posición estable, lo mismo que pa­ra las negras esperar pacientemente al momento propicio para ofrecer tablas (Brynell-Li, Gausdal 2001).

b) 8 ... ttJbd7. La clave de esta jugada radica en el traslado del caballo a b6, don­de, en primer lugar defiende el peón de d5 y, en segundo lugar, en el momento opor­tuno ocupará un puesto activo en c4. Sin embargo, y como demuestra la práctica, este plan es insuficiente para igualar: 9 0-0 O-O 10 l:. e1 ttJb6 11 llJe5 .ie6 U 'ii'e2 (con la amenaza 13 llJxf7!) U ..• a6 13 .i.d3 :te8 14 ,i,g5 lLlbd7 15 l:adl tZJf8 16 'iWD :l eS

267

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1 58 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

17 .ic2! (una maniobra de clase: el alfil se traslada a b3) 17 ••. 'ir'd6 18 .ib3 n 008 19 .if4, con desagradable presión (Tal­Chistiakov, Jarkov 1967).

c) 8 ... .id7 9 ';'xd7 lLJbxd7 10 'iWb3 lLJb6 11 O-O O-O U .ig5. Consideramos oportuno subrayar aquí la forma estricta en que Kasparov jugó contra la computa­dora Mephisto (Hamburgo 1985): 12 lL\e5 :t c8 13 :l e1 );l e8 14 .ig5 lLJh5 15 .ie3 .id6 16 h3 �xe5 17 de ': xeS 18 .ixb6 1l xe1 + 19 l:t xel 'tfxb6 20 'W'xb6 ab 21 lL\xd.5, y aun así consiguió una amplia ven­taj a en el final . 12 ... h6 13 .i h4 : e8 14 1l fe1 :t e6 15 1: e2 g5 16 .ig3 lL\h5 17 : ael. Así continuó la partida Adarns­Granda (Elenite 1993) . La posición es muy del gusto de Michael Adarns: una só­lida ventaja, con posibilidades mínimas de interferencia por parte del oponente.

B 7 ••. lL\xd5. El esquema básico, no sólo

del presente sistema, sino de todo el Ata­que Panov. Esta posición se ha producido en millares de partidas.

Dividiremos el material de estudio en tres partes: 8 �b5+, 8 �c4 Y 8 .id3.

1) 8 .ibS+. Esta vieja jugada no plan-

tea problemas a las negras. 8 -. lLJc6. Al si­tuar el caballo en una clavada, las negras mantienen una especie de intriga. Una a� soluta calma reinó en el tablero tras 8 ... .id7 9 ';'xd7+ .xd7 (o bien 9 .. . lLJxd7 10 li:J xd5 ed 11 'it'b3 li:J b6 12 O-O O-O 13 �f4 .id6 14 ';'xd6 1Wxd6, Alekhine-Eliskases, Olimpiada de Buenos Aires 1939) 10 li:Je5 li:Jxc3 1 1 bc 'iVb5 12 'ii'b3 'iWxb3 13 ab liJd7 14 � xd7 c;Pxd7 (Boleslavsky-Suetin, Minsk 1957). 9 .a4. También es posible presionar sobre el caballo de c6 con 9 li:Je5, pero después de 9 ... .id7, no hay ventaja: 10 li:J xd7 'it'xd7 11 .b3 .:l d8 ! 12 lüxd5 'it'xd5 1 3 'W'xd5 l:t x d5 1 4 .i.xc6+ be (Minic-Jolmov, Skopje 1967). 9 ... O-O. Konstantinopolsky sugirió sacrificar aquí un peón: 9 .. . li:Jxc3 !? 10 .i.xc6+ (10 be .id7) 10 . . . be 1 1 Wxc6+ �d7 12 'it'xe3 .i. b5! , Y estamos de acuerdo con él en que hay una compensación incuestionable. 10, Axc6 lDb6 11 "aS be U 0-0 lDd5 13 't!fxllB 1: xd8 14 lüe5.

Así se jugó en la partida Pachinan-Ke­res (Moscú 1946). Hay que decir que las blancas piensan asediar gradualmente al peón de c6. Pero hay una idea concreta pa­ra las negras: 14 _. lüb4! 15 �e3 f6 16 li:Jf3 eS! 17 de �c2, y pasada la fase de paridad,

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 ttJf6 5 tOc3 e6 6 tOf3 1I..e7 1 59

las negras inmediatamente proceden a lu­char por la ventaja.

2) S �c4. Así jugó con frecuencia Bot­vinnik. A diferencia de 8 � b5+, el desarro­llo de alfil por c4 no ha perdido vigencia en nuestros días.

Las blancas inducen a su oponente a cambiar en c3, lo que, de producirse, crea­ría un fuerte par de peones en el centro (c3+d4). Luego, bajo la cobertura de los peones (y explotando la ausencia del caba­llo de d5), el alfil de c4 se traslada a la dia­gonal b1-h7, y como consecuencia de estas maníobras, las blancas obtienen buenas perspectivas de ataque.

El plan defensivo básico de las negras es como sigue: reforzar el enroque con el reagrupamiento ... .i.f6, ... llJb8-c6-e7, un oportuno fianchetto del alfil dama y em­prender contrajuego en el centro y flanco de dama.

S oo. O-O. Durante mucho tiempo, los autores de este libro veían con cierto es­cepticismo el cambio voluntario en c3. Pero durante nuestros preparativos para el match superfinal de Candidatos contra Andrei Sokolov (Linares 1987) , estudia­mos atentamente 8 ... llJxc3 !? , y llegamos a la conclusión de que el camino hacia la

igualdad para las negras era largo y tor­tuoso. En el curso de muchos años, la evaluación de 8 . . . llJ xc3 ! ? ya no parece tan categórica . . . Después de 9 bc 'ilic7, habría que analizar 10 'iWe2 y 10 'iid3. Contra 10 "ii'e2! ?, la clave se descubre fá­cilmente.

12 .: dI � d6 13 � g5 b6 14 d5 llJ c5 15 tLl d4 lLl e4! 16 llJ b5 � xh2+ 17 �f1 (17 <ifth1 llJxf2+!) 17 .. . We5 18 �e7 'iVf4 19 Wt3 llJg3+ 20 <iti>el "fi'xc4 21 �xf8 "fi'fl + 22 <iftd2 'tWxb5, ganando.

12 �b2 b6 (es impreciso 12 ... tLlf6?! , permitiendo que el caballo contrario lle­gue a e5) 13 �d3 �b7 14 c4 tlfe8 15 'iWe3 (Alterman-Jlian, Rostov sobre el Don 1993) 15 o o . �d6! , con posibilidades equi­valentes.

12 It e1 �d6! 13 �d3 b6! , ignorando la amenaza 14 'tWe4, en vista de 14 o o . lLl f6 15 Wxa8 �b7 16 'iWxa7 : a8 17 'ií'xa8+ �xa8 18 lLle5 'fixc3 19 �e3 �b7. con me­jores perspectivas de las negras.

Mucho más peligroso parece 10 'tWd3 (con inequívoca amenaza de la casilla h7). Después de 10 ... llJd7 11 0-0 0-0, nos preo­cupaba el plan propuesto por Igor Zait­sev: 12 tDg5 !? llJf6 13 f4, pero ahora no parece tan peligroso. Con 13 o o ' �d7 14

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1 60 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

�b3 (14 f5 l: ac8 ! ) 14 . . . b5 ! , las negras blo­quean el peón de c3 y obtienen buen COD­trajuego.

Queda por añadir que el programa de juego Fritz, en una partida contra Kaspa­rov (Moscú 1994), sugirió 12 �g5!? , en lu­gar de 12 �g5.

Siguió 12 . . . �xg5 (es preferible 12 .. . �f6!? 13 ..tb3 b6, con idea, después de 14 l:t ae1 �b7 15 ..tc2 g6 16 � xf6 � xf6 . 1 7 � e5, de responder 1 7 . . . � d5 ! , pero el deseo del hombre, en lucha contra la máquina, de simplificar la posición es com­prensible) 13 � xg5 ttJf6 . En la secuen­cia siguiente, 14 l:t ae1 �d7 15 �b3 h6 16 �e4 �xe4 17 l:t xe4 l:tac8 18 l:l e3 <¡f¡lh8 19 �c2! f5 20 �b3 ! , las blancas obtuvie­ron cierta ventaja.

9 o-o lDc6 10 : el. Las blancas descar­taron ganar un peón (10 �xd5 ed 1 1 'ií'b3) y podemos afirmar que fue deliberado. Con 11 . . . i.g4! , las negras ofrecen la cap­tura de dos peones, pero ambos resultan ser "incomestibles" .

12 'it'xb7 lDb4! 13 �e5 .: b8 14 'tt'xa7 : a8, y la dama no puede escapar de un ataque permanente, y tablas (A. Zaitsev-Tal, Tallinn 1971), o bien, 12 �xd5 i. xf3 13 " xf3 � xd4, con plena igual-

dad (Robatsch-Trifunovic, La Habana 1963).

Después de 10 l: e1, tenemos una bi­furcación en la variante 8 i.c4.

Los problemas de las negras quedan claros si examinamos atentamente las con­secuencias de 10 . . . b6?! Las blancas juga-. ron 11 �xd5 ed 12 �b5 ! , Y resulta que no es en modo alguno fácil para las negras de­fender esta posición algo inferior. He aquí un ejemplo clásico: 12 .. . �d7 13 ffa4 lüb8 14 �f4 �xb5 15 1i'xb5 a6 16 "'a4! i.d6 17 �xd6 W'xd6 18 1:1. acl. El caballo de c6 está cojo y ambas columnas abiertas se en­cuentran en poder de las blancas, que tie­nen clara ventaja (Botvinnik-Alekhine, Arnsterdam 1938).

11 tbxd5 ed 12 �b5 ! , una verdadera amenaza. Las negras s610 pueden defen­derse de dos formas: bien cambiando (10 .. . tbxc3), bien cubriendo la casilla b5 (10 ... a6). La tercera forma es iniciar de inme­diato un reagrupamiento de piezas, con 10 . . . �f6.

a) 10 ... lüxc3!? 11 be b6 U �d3 i.b7. (Ver diagrama 274.)

Si las negras tuviesen un respiro duran­te dos o tres jugadas y pudiesen completar

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el desarrollo, entonces su contrajuego so­bre casillas blancas, junto con la presión sobre los peones colgantes c3+d4, supera­ría cualquier otro factor. Las posibilidades de las blancas radican en el ataque, que de­berían iniciar de inmediato. Examinare­mos dos métodos: el estándar (13 'iWc2) y el agudo (13 h4).

al) 13 "el g6 14 .tb6. No es posible combinar ambas ideas, pues si 14 h4? ! : c8 15 'it'd2 �f6 16 h5, sigue 16 . . . lLlxd4 ! , y la posición blanca naufraga: 17 lLl xd4 (o bien 17 cd � xf3 18 gf � xd4 19 � a3 � xa1 20 1:1. xa1 'iff6) 17 . . . :. xc3! (Poulsen-Fara­go, Gausdal 1976).

Tampoco se justifica la idea 14 'fi'd2 �f6 15 'ifh6?! (obviamente, la casilla h6 está reservada para el alfil, y no para la da­ma) 15 . _ iLg7 16 'ti'h3 li:Je7 17 �a3 (17 lLlg5 h6 18 li:Je4 �xe4 19 '!xe4 : c8) 17 o O .

�xf3! 18 'tWxf3 'ií'd7 19 1:I. ab1 1:tfd8 (Gu­sak-Podgaets, Odesa 1968).

14 . . . l:t eS 15 'ili'd2 : c8"!? Jugado con gran sangre fría. Normalmente, el alfil de h6 trabaja los nervios a las negras, tanto más cuanto que se proponen cambiarlo de inmediato. Así, en la partida Lemer-van Wely (Alemania 1998) se jugó 15 . . . Af8 16 h4 �xh6 17 'it'xb6 'i!ff6 18 �e4 1: ac8 19 h5 �e7 20 l:t e3 !? , la torre se dirige a b3,

reforzando el ataque. La partida Eingom­Farago (Boblingen 1997), merece un deba­te aparte o, más bien, la siguiente posición de la partida, a la que se llegó después de 15 .. . �f6 16 ¡ff4 :' c8 17 l:l e3 �g7 18 �xg7 <t;xg7.

Eingom jugó aquí 19 �e4 y las negras, jugada a jugada, refutaron todas las ame­nazas: 19 . . . ¡jc7 20 Wh4 li:Je7 21 �xb7 (21 lLlg5 h6 22 �xb7 hg) 21 . .. llJf5! 22 'ir'e4 li:Jd6 23 'iVe5+ f6 24 'it'g3 lLl xb7 25 'ifh3 "O 26 n ae1 li:Jd6! , y ambos contendien­tes acordaron tablas, en vista de la varian­te que sigue: 27 :. xe6 l:l xe6 28 '1Wxe6 'iWxe6 29 : xe6 l:t xc3.

Una excelente defensa, pero es difícil quitarse la impresión de que las blancas no explotaron del todo su potencial atacante. 19 li:Jg5 ! ? se sugiere por sí sola, y si las ne­gras responden como en la partida, enton­ces perderán. Para ser precisos, 19 ... flc7? 20 'ifb4 h6 21 �xg6! hg (otras continua­ciones tampoco les salvan: 21 . . . �xg6 22 llJe4; 21 '" "d8 22 �xf7 hg 23 flh5) 22 'ti'h7+ �f8 23 'ii'h6+ rj;e7 24 �xO ! tl h8 25 'ifxe6+ �f8 26 'tIi'f6! No obstante, la po­sición negra contiene mucha munición, y a 19 li:Jg5 puede seguir 19 ... 'iWf6 ! , pues el fi­nal resultante de 20 'ti'xf6+ 'it> xf6 21

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1 62 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

liJxh7+ �g7 22 tbg5 es defendible, con 22 . . . liJe7! El peón de ventaja de las blancas no vale mucho, teniendo en cuenta la debi­lidad de los peones de a2, c3 y d4. Otra po­sibilidad es 21 liJ e4+ q;e7 22 d5 liJb8 ! 23 d6+ c¡i;Jf8 24 d7 liJxd7 25 liJd6 liJc5 ! , y de nuevo hay una gran compensación po­sicional (ahora a cambio de la calidad), que debería bastar para hacer tablas.

16 h4. El plan de las negras se pone bri­llantemente de relieve tras la rutinaria 16 'itf4?! �d6 ! 17 'i'g4 ttJe7! , y está claro que todas las casillas de invasión quedan cu­biertas, razón por la que no hay necesidad de cambiar el alfil de casillas negras en la jugada 15. La superficialmente espectacu-lar 18 n xe6? pierde en el acto: 18 . . . 1: xc3 19 �b5 �c8! (análisis de Piket). 16 ... liJaS 17 ttJg5 �xg5!? 18 �xg5 (18 hg e5) 18 _ .

f6 19 �f4 'i'd7 20 l:t ac1 .td5 21 .tbl liJc4. Si el ataque blanco no ha entrado en vía muerta, está a punto de hacerlo (van Wely-Piket, Wijk aan Zee 1 998). .

a2) 13 h4!? Un agudo avance, pero só­lo de esta forma es posible romper las de­fensas negras. A su vez, las negras tienen elección: atenerse a los principios y acep­tar el sacrificio de peón, 13 ... .t xh4, o bien explotar el turno para marcar la dirección de las principales amenazas contrarias y tratar de protegerse contra ellas, con 13 . . . W'd5, 13 .. . liJa5, 13 . . . �f6 ó 13 . . . n c8.

(Ver diagrama 276.)

a21) 13 ... �xh4?! (pero en el presente caso, la adhesión a los principios también puede ser una equivocación . . . ) 14 liJxb4 'it'xb4 15 n e3. Las blancas amenazan 16 l:t h3 . ¿Cómo defenderse? Posiblemente sea muy pasivo 15 . . . W'd8 16 'i'h5 g6 17 .c. g3 'i'd7 1 8 �h6 l:t fe8, como se vio en la partida Poluliajov-Volkov (Tomsk 2(01) . Pero después de 19 : el, la posición negra

parece muy sospechosa. He aquí algunas variantes de muestra: 19 . . . e5 !? (las blan­cas ganan con ataque directo, en caso de 1 9 . . . f5? 20 l:. xg6+ ! hg 21 "'xg6+ q¡,h8 22 �g5 :f8 23 l:. xe6 'ifh7 24 �f6+ I:t xf6 25 'W'xf6+ 'tt'g7 26 'iih4+ � g8 27 .i.c4) 20 .teA (sin caer en la trampa 20 de "xd.3!) 20 . . . 'itd6 21 .td2! (evacuando la casilla h6 para la dama) 21 . . . �h8! (evitando d� nuevo la derrota inmediata, inevitable en caso de 21 . . . :t e7 22 W'h6 c¡f;>h8 23 .tg5 f6 24 l:t f3 ! ) 22 'ifh4 ed 23 l:t xe8+ 1: xe8 24 cd.

¿Pueden las negras salvar esta posi­ción? Difícilmente y, para ser realmente precisos, hay que decir que no pueden to-

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1 e4 c6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 ll'lf6 5 ll'lc3 e6 6 ltJf3 �e7 1 63

mar el segundo peón: 24 .. . llJ xd4? 25 �c3 : e4 26 1:[ g4 f5 27 II xe4 �xe4 28 'it'h6.

Por otra parte, es posible defenderse activamente, con 15 . . . f5? ! El GM Adrian Mijalchishin asumió que no era posible jugar 16 1: xe6, debido a 16 ... llJxd4. Pe­ro el análisis no lo apoya: 17 cd ! (no hay nada para las blancas tras 17 : e3 llJ c6 18 � h3 'fi'g4 19 'il'xg4 fg 20 Axh7+ �n) 17 . . . 1Wxd4 18 ..ta3 ! (esto es más fuerte que 18 .: b1 'S'dS 19 "'0 'ilfxe6 20 'S'xb7) 18 . . . Wd5 19 ,*,0 "fi'xe6 20 �xb7 .: fd8 21 ..tb2 'it'd7 22 'it'xd7 lt xd7 23 i..xf5. Ha resultado un final forzoso, en el que las blancas tienen grandes posibilidades de ganar.

Sin embargo, la mayor parte del tiem­po es mejor defenderse ni pasivamente ni hiperactivamente, algo así como un térmi­no medio.

15 ..• g6 16 :1 g3!? (es más flojo 16 1:1 h3 'ii'f6 17 i..h6 :tfe8 18 '6'g4 :t ac8 19 i..g5 W'g7 20 Wh4 f5 21 1:[ el llJaS 22 n he3 'fin, y las negras se han defendido, Kaspa­rov-Gonda, Cannes 1988) 16 oo. 'fIe7. Hay otra idea para trasladar la dama a g7, 16 . . . .f6, pero en este caso la práctica favorece a las blancas: 17 'fi' g4 � g7 18 .. h4 f5 19 i..h6 W'f6 20 i..g5 'lff7 21 : e l llJ a5

22 c4 (Anand-Morrison, Inglaterra 1988). Se amenaza d4-d5 y lo único que pueden hacer las negras es defenderse y defender­se. 17 i..g5 f6 18 i..h6 1:tt7 (18 . . . n fe8? 19 i..xg6 ! ) 19 'ii'h5 f5 20 1::[ el c¡f¡>h8 21 'Wh3 'ir'd7 22 .i.c4! l:t e8 23 i..f4 c¡f¡>g8 24 d5!. De todos modos, las blancas destruyen la for­taleza enemiga, aunque hay que decir que ésta es demasiado frágil (Izoria-Golod, Ohrid 2001).

No está claro, por tanto, que valga la pena para las negras sufrir tales tonnentos por la captura 13 ... i..xh4? !

a22) 13 o •• 'tid5?!. La reputación de es­ta jugada se basa sobre todo en un análisis de la partida Anand-Tirnman (Moscú 1992) , en la que las blancas jugaron 14 n bl. El hecho es que las negras pueden tomar tranquilamente el peón:

279

14 ... . xa2! Antes de que sea demasia­do tarde, las blancas deberían forzar tablas con 15 n b5 i..a6 16 .i.b1 'li'c4 17 i..d3 ¡Va2, pues de otro modo las negras comen­zarán a jugar a ganar. He aquí una posible variante: 16 n b2 (en lugar de 16 i..b1) 16 . .. iraS 17 i..e4 (17 llJe5, contando con 17 o O . l¿J xe5 ? ! 18 n xe5 b5 19 "c2 l:t fc8 20 i..xh7+ c¡f¡>f8 21 n b3 se para con la fría 17 . . . n ac8 ! ?) 17 . . . l:% ac8 18 'ii'c2 'ti'h5

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' 64 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

19 'it'a4 lOaS 20 ¡Vd7 �a3 21 .tl c2 .t xcl 22 ll cxc1 kb5 23 �xa7 lDc4, etc.

Sin embargo, estos y otros análisis simi­lares no son pertinentes, porque la prime­ra jugada blanca después de 13 . . . 'it'dS es claramente dudosa. En lugar de 14 %1 bl. 14 lDg5!? se sugiere por sí sola. Después de 14 . . . k xg5 1 5 k xg5 liJ e7 16 'i!l g4 h5 17 'ilfh3, las blancas conservan la ventaja en circunstancias relativamente tranquilas, mientras que la aguda 14 .•. h6 15 �h7+ �h8 16 ke4 'it'c4 17 'ii'h5 �g8 18 lDh3!? también se decanta a su favor. Por ejem­plo: 18 •.. f5 19 �f3 'fitxc3 20 �xh6 'ilt'xd4 21 �g5 �b4 22 l:t ad1 'it'c4 23 l:t xe6! .

a23) 13 .•• liJaS. Hay una historia rela­cionada con 13 oo. 'ii'dS , a saber, que se con­sidera fiable, a pesar de que no es buena. Acerca de 13 . . . liJaS podría decirse exac­tamente 10 contrario. La jugada (sobre la base de la partida Razuvaev-Farago, Dub­na 1979) está considerada prácticamente perdedora, pero lo cierto es que es muy di­fícil de batir. En su día, la partida Razu­vaev-Farago hizo una gira mundial por la prensa ajedrecística: 14 tOg5 h6? 15 'ii'h5 �d5

16 lD h7! II e8 17 � xh6! gh 18 'it' xb6 f5 19 : e3 �xh4 20 : g3+! �xg3 21 'itg6+

�h8 22 lDf6!. En este tipo de ataque, cada jugada merece un signo de admiración. Sin embargo, después de la elemental 14 '"

�xg5 (en lugar de 14 ... h6?) 15 .i.xg5 (o bien 15 hg íS ! 16 gf W'xf6, Pachman) 15 '" 'it'dS 16 'iWg4 f5 17 'it'g3 l1 ac8 18 i..f1 ¡Vd7 19 h5 i..d5 (Hemández-Migue1, Vulca 1984), ¿cuál es la dimensión de la ventaja blanca?

a24) 13 ••. .tf6! 14 lOg5 g6 15 W'g4 h5. Forzada, pues las negras no pueden permi­tir h4-h5. Por ejemplo: 15 . . . lDe7?! 16 h5 ! , y ahora:

16 ... lDíS 17 hg hg 18 lDxe6! fe 19 W'xg6+ �g7 20 l:t xe6 (Poluliajov-Gómez Baillo, Buenos Aires 1998).

. 16 ... 'ii'd5 17 hg lD xg6 18 i.e4 Wd7 1 9 'lfh3 (Poluliajov-Notkin, TIvat 1995).

La posición después de 15 .. . h5 pare­ce muy peligrosa para las negras. Sin em­bargo, en la práctica a menudo salen. indemnes. Una señal clara de que no to­do va bien para las blancas, es que no hay uniformidad en sus acciones. Si tu­viesen que encontrar un orden preciso de j ugadas, podrían actuar con cierta coherencia, pero hasta el presente lo cierto es que hasta su dama es atacada y, por tanto, la posición parece sugerir lo contrario.

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1 e4 c6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 lOt6 5 lOc3 e6 6 lOf3 �e7 1 65

En la partida A. Sokolov-Christiansen (Dubai 1986) se vio 16 Wf4!?, y después de 16 ... e5? ! 17 'iWg3 'it'd7 18 �a3 l:t fe8 19 �c4 � xg5 20 1Wxg5, las blancas aca­baron ganando. Pero es mejor la inmedia­ta 16 ... i..xg5 ! ? 17 1Wxg5 (17 hg e5 ! ) 17 . . . 1fxg5 18 �xgS tiJaS 19 n ac1 .: ac8. El fi­nal parece muy respetable para las ne­gras. Hay juego contra los peones débiles y una estrategia de bloqueo sobre casillas negras.

16 'ií'h3 marca la otra dirección del jue­go. La partida Cifuentes-van der Sterren (Holanda 1996) no duró mucho: 16 ' O O e5 17 i..a3 :1 e8 18 tiJe4 ed

19 Wd7!? tiJe5? 20 'ili'xe8+! , y las negras se rindieron.

¿ Qué jugada no es confusa aquí? Está claro que 19 o o . tiJe5? es un error, y en ca­so de la correcta 19 o o • .: xe4! 20 'ifxd8+ .: xd8 21 �xe4 de, serían las blancas quienes tuviesen que luchar por las ta­blas. Y lo cierto es que no es un hecho que puedan conseguirlas. Por ejemplo: 22 l:l ad1 �g7 !? 23 :' xd8 tDxd8 24 �xb7 liJxb7 25 :1 el aS 26 : b1 j.d4 27 �f1 liJd8 28 q;,e2 tiJe6, etc.

El propio Cifuentes admitió esto, indi­rectamente, al sugerir otro método gana-

dar, en lugar de 18 tOe4: 18 ltJ xf7 ! �xf7 19 _g3 lt g8 20 de tOxe5 21 lt xe5 i..xe5 22 'fi'xe5 �d5 23 �b5! Estamos de acuer­do. Pero también en este caso, las negras pueden mejorar sus jugadas 16 y 17. En lu­gar de 17 ." :1 e8, es más fuerte 17 o o ' i.xg5! 18 j.xf8 i.d2 ! 19 :1 ed1 i.xc3 20 n ac1 ed. Por otro lado, en lugar de 16 o o , e5, 16 . o o

liJe7!? 17 j.a3 l:t c8, y no es bueno 18 � xe6 fe 19 'it'xe6+ : f7 20 j. xe7 ¡¡¡xe7 21 't/ib3 'ild7 22 i..xg6 .tdS. Puede que la partida sea una miniatura, ¡pero cuántas preguntas plantea!

En respuesta a 15 , .. h5, las blancas sue­len retirarse con 16 'ii'g3, y también aquí hay una partida corta que siguió con 16 o o .

'ii'd7? ! 17 tOe4 Ag7 18 Ag5 l1.Je7?

19 'iWd6! La pérdida de material es inevita­ble, y pocas jugadas después, las negras se rindieron (Onischuk-Magem, Nueva York 1998) .

16 ... tiJe7 17 �a3 'it'd7!. Muchas veces las negras han caído en 17 o o , :tc8?, a lo que sigue el golpe 18 I1.Jxe6! , con debacle. La primera vez que sucedió esto fue en la partida C. Hansen-Kiril Georgiev (Kljava 1984) . 18 liJ e4 i.. xe4 19 A xe4 ': ac8 20 :te3 l:tfe8 21 .f4 Ag7. El ataque no ha llegado a materializarse y la posición se ha

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1 66 LA DEFENSA CAAO-KANN. Volumen 2

calmado. Las posibilidades de las negras son superiores (Banas-Ostendad, Tmava 1989) .

a25) 13 ... rl c8 14 lLJg5. En esta varian­te no es infrecuente la derrota instantánea a causa de un solo error. He aquí un ejem­plo: 14 . . . g6? 15 t¿)xh7 c;t;xh7 16 'ii'h5+ c¡i.;g8 17 �xg6 fg 18 'iWxg6+ �h8 19 tl e4! (Matveeva-Intinskaia, Tbilisi 1987) .

En la partida Chejov-Honfi (Amstet­ten 1990) , las negras jugaron fríamente 14 . . . h6, Y las blancas no supieron castigar­las: 15 i.h7+ �h8 16 �b1 (Chejov indicó que había descartado 16 �c2, en vista del sacrificio de calidad 16 ... lLJ xd4! 17 cd 1:1. xc2! 18 'ifxc2 hg, y alfil negro de casi­llas blancas es muy fuerte) 16 ... 'ii'd5 17 'if'd3 g6 18 lLJf3 (el golpe 18 ltJxe6 rebota como un bumerán: 18 .. , t¿)b4! 19 'ii'e4 "itxe6 20 'it'e6 fe 21 �xh6 rl fd8) 18 ... � g7. La posición se ha estabilizado y es­to significa que las negras se han escapa­do de nuevo.

El análisis demuestra que tampoco 15 'ifh5 (en lugar de 15 i&.h 7 +) ofrece a las blancas ninguna ventaja particular: 15 .. . lLJa5 16 :te3 (16 t¿)h7? :. xc3! 17 t'ilxf8 1:1. xd.3) 16 . . . �xg5 17 hg W'xg5 18 'ifh2 l:l xc3 ! 19 i&.h7+ (19 �d2 lüc4) 19 o •• <itxh7 20 l:l xc3 Wd5 21 �e3 lüc6 22 r.t d1 l:l d8.

U n simple vistazo a esta posición basta para entender que aquí la calidad extra no juega ningún papel, de modo que a las blancas les espera una dura lucha para ha­cer tablas.

En cualquier caso, 14 . . . b6 trabajará sus nervios. Más seguro y sencillo es 14 _

i&.xg5!? 15 �xg5 'it'd5! 16 "g4 5! 17 Wg3 ttJa5!. Cuatro jugadas ejemplares y el blo­queo sobre casillas blancas está dispuesto.

En la partida Poluliajov-Balashov (San Petersburgo 1998), las blancas se apresura­ron a asegurarse contra la derrota: 18 1: eS 'it'd7 19 .i.b5 i.c6 (de modo similar, las negras se contentan con poco, pues de no ser así habrían jugado 19 ... "f7!? 20 1:I ael a6 21 i.f1 f4 22 .g4 i&.d5) 20 i.xc6 (20 i.a6 :. ceS y a las blancas les resulta difícil mejorar su posición; por ejemplo: 21 1:1 b1 �e4 22 i&.b5 i.c6 23 i.d3 �d5) 20 _

ttJ xc6 21 1:1. e2 b5 22 :. ael %1 ce8, y pronto. se acordaron tablas.

Podemos resumir la variante 10 . . . ttJxc3 ! ? 11 bc b6 12 i.d3 �b7, diciendo que es mejor que su reputación, aunque, por supuesto, requiere coraje por parte del jugador. Pero si quiere jugarla con solidez, no debe dejarse llevar por el pánico. por­que tiene muchas posibilidades de presen­tar batalla y lograr una posición igual, o incluso superior.

b) 10 __ a6. Con esta jugada, las negras persiguen tres objetivos: defenderse con­tra 11 ttJxd5 ed 12 .i.b5, preparar el fian­chetto ampliado ... b7-b5 y, además, esperar simplemente a que las blancas muestren sus cartas.

(Ver diagrama 285.)

11 .i.b3!? Una jugada que plantea grandes dificultades a las negras, pero vea­mos antes otras continuaciones.

Un ejemplo clásico de 11 i.d3 lo tene-

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed ed 4 c4 ttJf6 5 tt.Jc3 e6 6 tt.J13 �e7 1 67

285

mos en la partida Polugaievsky-Portisch (match URSS-Hungría. 1969): 11 ... liJf6 12 .i.g5 b5 13 l:t c1 .i.b7 14 .i.b1 l:. c8 15 'fi'd2 l:. e8 16 : cd1 liJb4 17 lL\e5 lL\bd5 18 'iYd3 g6 19 'it'h.3 liJxc3 20 bc .i.d5! 21 :td3 liJh5, con mejores perspectivas de las negras.

En su tiempo. el GM Andrei Sokolov su­girió 11 .e2! ? Quizá la reacción correcta a esta jugada haya que verla en la partida Stocek-Galkin (Port Erin 2001): 11 .. . lLú6! Lógico, ya que las blancas han situado su torre en el, no quieren perder tiempo con l:tdl. Stocek respondió 12 �e3. y obtuvo una versión del Gambito de Dama Acepta­do. cómoda para las negras: 12 o., b5 13 .i.b3 liJaS 14 �c2 �b7 15 l:. ad1 :tc8 16 �g5 liJc4 17 �xf6 �xf6 18 �e4, con igualdad.

Después de 1 1 .1b3, las negras normal­mente cambian en c3 , pero hay otras dos ideas a tener en cuenta.

(Ver diagrama 286.)

En primer lugar. de todos modos 11 . . . b5 • . a pesar de que el fianchetto aquí se realiza sin ganancia de tiempo. Después de 12 lL\xd5 ed 13 Vd3 (no están claras las consecuencias de 13 �e5 liJxe5 14 de d4! ) y en comparación con l a partida Tal-Psajis, las blancas siguen teniendo en el tablero a su alfil de casillas claras, lo que indudable-

mente es un factor favorable. En cualquier caso, no debería sobrevalorarse la superio­ridad de las blancas.

Es posible que aún sea más interesante 11 ... l:. e8!? , si bien es preciso vincular es­ta jugada no con un cambio en c3, sino con la retjrada del caballo a f6. Como ejemplo, veamos la partida Korneev-Jaritonov (Novgorod 1997): 12 h3 llJf6 ! 13 a3 b5 14 d5 ed 15 liJxd5 �e6 16 tDxe7+ ::' xe7 17 'ií'xd8+ llxd8 18 �xe6 r:txe6 19 l:.xe6 fe 20 .i.e3, con una ventaja mínima en el fi­nal, y esto porque las negras no han preve­nido la ruptura d4-dS, como podrian haber hecho con 13 .. . liJa5 !? (en lugar de 13 o "

b5) 14 .i.a2 b5 15 d5 ed 16 tD xd5 tD xd5 17 'fixd5 1Wxd5 18 .i.xd5 .i.b7, con igualdad.

1l ... liJxc3 U be b5?! . ¡Muy peligroso! El orden correcto de jugadas se vio en la partida Stocek-Czech (Olomouc 1995): 12 ... .i.f6!? 13 'ii'd3 b5 14 .i.c2 g6 15 .i.h6 : e8 16 d5 liJe7! , con ventaja de las negras. Ahora bien. ¿por qué no tomaron en d5? Parece que, en tal caso, las blancas habían preparado la bonita combinación 16 . . . ed? 17 'ií'xd5! .i.b7.

(Ver diagrama 287.)

18 'tixf7+! ! cJ;xf7 19 .i.b3+ r:t e6 20 l:. xe6 liJa5 21 1:1 xf6+! r;t>xf6 22 .1g5+

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1 68 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

�g7 23 �xd8 ': xd8 24 liJd4, con peón de ventaja en el final.

La posición, después de 1 1 �b3 liJxc3 12 bc b5? ! , se considera normalmente el esquema básico de la variante 10 . . . a6, de modo que asumimos que el hallazgo de Andrei Sokolov contra Jaritonov (Moscú 1990) había dado carpetazo a la varian­te. Sin embargo, y sin apresuramiento, debatiremos ambas posibilidades por turno.

b1) La impaciente 13 dS?! no concede ventaja, en vista de 13 ... ttJa5 (también basta para igualar 13 ... ed! ? 14 'it'xd5 �b7 15 'W'h5 liJaS 16 ttJg5 �xg5 17 �xg5 ¡Vd3 18 �e7 lDxb3) 14 de �xe6 15 �xe6

Wxdl 16 �xf1+ ': xf7 17 l: xd1 �f6, con importante compensación (indicado por Anand).

b2) La idea 13 h4!?, tras un detallado examen de líneas y ramificaciones, 10 . , . lüxc3 11 be b6 12 .i.d3 .i.b7 13 h4 parece ya temática. En aquella variante no la te­míamos, y tampoco aquí debería preocu­parsenos.

Tomar en h4 no es necesario, por su­puesto. Después de 13 ... �xh4? ! 14 lüxh4 'ii'xh4 15 n e3 �d7 16 l:h3 'fif6 17 �c2, el peón no merece tanto sufrimiento.

La línea principal surge tras 13 .••

�b7!? 14 ttJgS liJaS 15 'ii'bS (a 15 �c2!? será preciso desprenderse rápidamente de uno de los alfiles, 15 . . . �xg5 16 hg f5!) 15 ..• �xgS 16 �xgS 'iWd6 17 �f6!?

(Ver diagrama 290.)

N o se puede aceptar el sacrificio de pieza: 17 .. , gf 18 �c2 f5 19 'ifg5+ Iifrh8 20 'Wf6+ �g8 21 tt e3 l:. fc8 22 .i.xf5!

La intermedia 17 . . . "c6 se para con 18 d5! ed 19 .i.c2 g6 20 'ii'g5 1:[ ae8 21 h5, Y el ataque es tremendo.

Sin embargo, hay una defensa: 17 -1Wf4! 18 �e5 (o bien 18 �c2 g6 19 'it'g5 'iixg5 20 hg : fc8) 18 oo. 'irf5! 19 W'xfS ef

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1 e4 c6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 lOf6 5 lLlc3 e6 6 lOf3 �e7 1 69

20 i,c2 g6 21 a4 lLlc4. Las blancas están un poco mejor, pero las negras deberían po­der resistir.

b3) 13 'il'd3!? Esta idea fue puesta a prueba en la partida A. Sokolov-Karpov (Linares 1987, Candidatos). Las negras respondieron 13 ... l:l a7? ! y quedaron con un juego claramente peor: 14 i..c2 g6 15 i,h6 n e8 16 "e3 1: d7 17 h4!? i..f6 (es peligroso 17 ... i,xh4, en vista de 18 ttJxh4 1Wxh4 19 i,g5 'ii'g4 20 i,d1 "f5 21 g4 'ii'd5 22 i. f3 Wd6 23 i.f6) 18 i.g5 i,b7 19 'iff4 i.xg5 20 tOxg5 ¡jc7 21 'ii'f6 lLl xd4 22 .ixg6 hg 23 cd .:td5 24 nac1 'lid7.

Aquí, con 25 .:tc5, Sokolov no encon­tró la continuación más fuerte y la partida

finalizó en tablas. Pero lo cierto es que 25 ttJe4! habría planteado serios problemas, por ejemplo en la variante 25 . . . :: h5 26 d5 ! (esto aún es más fuerte que 26 'ií'xg6+!? fg 27 lLlf6+ �g7 28 lLlxd7 1: xh4 29 n c7 i,d5 ) 26 . . . 1Wxd5 27 1: c5 ¡jxc5 28 ttJxc5 ll xc5 29 .:td1 , y las negras no tie­nen compensación suficiente por la dama.

El orden correcto de jugadas fue de­mostrado por Anand: 13 _. i,b7 14 i..c2 g6 15 i.h6 1: e8 16 1l adl (G. Kuzmin reco­mendó 16 a4 b4 17 c4) 16 _. %:t eS 17 h4 .d5! 18 i,b3 'fIh5 19 '6'e3 tt.JaS!, y la po­sición negra es más satisfactoria (Matvee­va-Anand, Frunze 1987).

b4) 13 i..c2! . También en esto radica la idea de Andrei Sokolov, descubierta tres años después de su match con Karpov. La variante antes mencionada demuestra que las negras no pueden prescindir del avance . . . g7-g6. En d3 la dama enemiga está alineada contra la tríada fl-g6-h7, pero en realidad debería hallarse en g4, en cuyo caso puede ejecutar el avance h2-h4-h5 y, con un triple ataque desde c2, g4 y h5, la casilla g6 estará a punto de que­brarse.

Después de 13 ._ i,b7 14 h4!, vale la pena que las negras se tomen una buena reflexión .

• •

'---________ ------' 292

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1 70 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

No hay necesidad de explicar de nuevo en detalle 10 peligroso que es aceptar el sa­criñcio de peón, 14 . . . i..xb4?! 15 lU xb4 Wxb4 16 l:l e3, etc.

Tampoco es satisfactorio 14 ... 'it'd.5?! , debido a 15 i..g5 ! En la partida Mujytdi­nov-Graf (Svidnica 1997), el juego conti­nuó así: 15 ... :t fe8 16 "d3 g6 17 i..b3 'it'd6 18 h5 i..xg5 (a 18 ... i..f8 es desagradable 19 hg bg 20 lLlh2! g¿g7 21 lLlg4) 19 lDxg5 -'f4 20 hg! (una jugada intermedia muy importante) 20 .00 hg (las negras no logra­rán salvar el final tras 20 o o . 'fi'xg5 21 gf+ q; xf7 22 �xh7+ 'it'g7 23 i.. xe6+ II xe6 24 'ttxg7+ �xg7 25 :1 xe6) 21 lDxe6 ! , con catástrofe.

En la partida fuente Ao Sokolov-Jarito­nov (Moscú 1990), las negras tampoco se defendieron bien: 14 .0. i..f6 15 lLl g5 g6 16 1i'g4 :l eS 17 h5!, Y el plan de las blan­cas funciona al 100%. La posición negra es indefendible. Siguió 17 ... lb xd4 18 hg! fg (permitiendo al oponente lucirse en el re­mate; era más tenaz 18 . . . hg 19 'it'h4 i..xg5 20 i..xg5 'tWxg5 21 'it'xg5 lLlxc2).

a I a a.a a.t.a a a , ' a a , ' a

' a � a a �a

o a 8 a�a 8 a a � • = � 193

19 lLlxb7! lLlxc2 20 'iWxg6+ �h8 (20 " 0

�g7 21 lbg5) 21 i..gS! i..xgS 22 lDxgS 'tWd7 23 II xe6 .: c6 24 'WhS+ �g8 2S 1: dI! 'it'g7 26 1:1 dd6!. ¡Un brillante ataque!

En honor de Sokolov, hay que decir que su hallazgo borra el plan 1 1 . . . lb xc3 12 be b5. Sin embargo, no despierta una par­ticular alarma, ya que existe la válida alter­nativa 1 1 ... lDf6. Esta jugada conduce al esquema principal del Gambito de Dama Aceptado (D27), pero analizar debida­mente y en detalle esta posición está más allá de los límites del presente libro.

c) 10 oo. i..f6!? En nuestra opinión, es éste UD recurso muy fiable (de los que lle­van el sello de la Defensa Caro-Kann)" en la variante 8 i..c4 O-O 9 O-O lDc6 10 1:1 el. Sin indecisiones, las negras proceden a un inmediato reagrupamiento de sus piezas. La siguiente jugada está clara: . . . lbC6-e7. 11.lbe4 b6 12 aJ. Las blancas no obtienen ventaja tras 12 �xf6+ tLlxf6 13 i..g5 ..tb7 14 %l c1 :t c8 15 ..td3 h6 1 6 .te3 (en la par­tida A. Sokolov-Schussler, Francia 2001, las blancas jugaron impulsivamente, 16� i..h4? , sin darse cuenta de que falla, por 16 . . . ltJxd4! 17 lLlxd4 l:l xc1, o bien 17 l:l xc8 lLlxf3+) 16 . . . 'ti'd.5 17 i..c4 'ii'f5 (Onischuk­Schussler, Alemania 1 999). U ... i..b7 13 .d3.

En esta posición, las negras disponen de varias continuaciones dignas de consi­deración.

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, e4 e6 2 d4 d5 3 ed ed 4 e4 ttJf6 S ll:le3 e6 6 �f3 J..e7 1 71

Lo más sencillo, sin duda, es jugar 13 . . . tDce7. En la partida Korchnoi-Oll (Gro­ninga 1993), el juego continuó así: 14 i.,d2 �g6 15 liJ eg5 (15 g3 !?) 15 .. . tDde7!, y las negras demostraron que estaban bien pre­paradas para la lucha táctica: 16 l: xe6! ? ( 1 6 1: ad1 .i.d5 1 7 .i.a6 tDf5, con igualdad -011-) 16 . . . .i.xf3! 17 1:[ xf6 gf 18 tDxf3

iVd7. También es plenamente recomendable

la idea 13 ... l: c8!? 14 ttJfg5 .i.xg5 15 .i.xgS f6. Después de 16 Ad2, es posible jugar a la manera de antes: 16 . . . ,*d7 17 1:[ ad1 CiJce7 18 �a2 II fe8 19 h4 (después de 19 i.,b1? ! ltJg6 20 "g3 f5! , las negras se apoderaron de la iniciativa, Tal-Petrosian, Moscú 1966) 19 ... q¡,h8! 20 .ib1 g6 21 1i'h3 CiJf5 (Ni.kolic-Ribli, Ljubljana 1985). También ·es posible adoptar un tratamien­to moderno: 16 . .. � h8 ! ? 17 i.,b3 liJ c7 18 .ic3 i.a6 19 'il'g3 'iVd7 20 1:. adl l:t cd8 21 Wh3 t¿)d5 22 .ic2 liJf4 (Acs-Cvitan, Szale 2000).

Con mayor frecuencia las negras sue­len inclinarse por 13 ... 1:. e8!? , sin temer en absoluto el doblaje de peones: 14 CiJ xf6+ gfl 15 .i b3 CiJ ce7 16 .i a4 liJ c6 17 i..xc6 llJ xc6 18 i..h6 q¡, h8 (Saravanan­Sasikiran, Nagpur 1999). Pero más funda­mento tiene 14 i..d2 liJce7 15 1: adl llJfS 16 ..ta2 liJd6. En la partida Serper-Kaida­nov (Groninga 1993), las blancas perdie­ron la orientación: 17 liJg3? ! g6 18 llJe5 ..tg7, etc. El propio Serper indicó poste­rionnente la dirección correcta del juego: 17 ltJegS!? g6 18 h4!? El plan de las blan­cas es claro: amenazan 19 liJeS, luego lle­var la dama a h3 y abrir la columna h. ¿Cómo pueden las negras contrarrestar este plan?

Para empezar, deberían rechazar la primera amenaza de las blancas con 18 ••• ..tg7!? Ahora, 19 liJ eS? pierde (por

19 . . . f6) , de modo que hasta ahora sin problema. Obviamente, las blancas j ue­gan 19 h5, Y después de 19 ••• 'ii'f6 (ame­nazando, en algunas variantes, con un salto de caballo a f4) surge una posición crítica.

Es inocuo 20 tlJ eS tlJ f4! 21 .i xf4 'il'xf4 así que 20 hg. De ningún modo deben las negras abrir la columna de to­rre con 20 ... hg? ! N o es fácil mostrar variantes que revelen que esta captura es mala, pero de fodos modos las com­plicaciones deben decantarse a favor de las blancas. Por ejemplo: 21 liJ e5 tlJ f4 22 'it' g3 ! tlJ xg2 23 "h3 1:[ ad8 24 1i'h7+ q¡, f8 25 tlJ gx f7 ! liJ xe l 26 : xe1 liJ e4 27 .i. b4+ .a e 7 28 f3 .ti xd4 29 tlJ h6 q¡, e8 30 liJ hg4 ! Es obligado, por tanto, 20 • . .

'ií'xg6!? , a lo que sigue una lucha de do­ble filo: 21 ti'e2 h6 22 liJ eS (22 ..tbl 'tWh5 23 tlJ e4 liJ f5, con contrajuego) 22 ... �xeS 23 de ttJ f5 24 tlJO, y ahora hay elección:

24 . . . � h8 25 ..t b l 'fkg7 26 � xfS ef 27 liJh4 f4 28 'tWe4 "g5 29 g3 l1 ab8 30 1i'd4 : e6 31 liJg2 'ifh5, especulando con ame­nazas sobre la gran diagonal.

24 ... ttJd4 !? 25 'iVe4 'itxe4 26 :1 xe4 liJxt3+ 27 gf tlJe7 28 l1 g4+ tlJg6 29 �g2

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1 72 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

l:t ad8 30 .,tb1 hS. Se han efectuado ya 30 jugadas y, como antes, el pronóstico acerca del desenlace de la partida presenta difi­cultades.

Actualmente, no hay sólo una direc­ción. Después de 8 i.. c4 O-O 9 O-O liJ c6 10 l:t el i..f6!? , las blancas no han logrado demostrar la forma de lograr una ventaja siquiera mínima. Por consiguiente, es posi­ble, en parte que la jugada 8 i..c4 ceda en popularidad a 8 i..d3.

3) 8 .,t d3. Objetivamente, lo más fuerte.

8 ••. O-O. Es dudoso 8 ... b6? ! , debido a 9 liJeS! El desarrollo del alfil de c8 se retra­sa, a causa del jaque en a4, y después de 9 .. . o-o vemos que era un error invertir tiem­po en . . . b7-b6: 10 'tWh5 ! f5 1 1 O-O i.. b7 12 i..c4 lb d7 13 lb xd5 ed 14 i..b3 lb xe5 1 5 de, con ventaja (Petrosian-Bagirov, Moscú 1967) . 9 O-O. En la partida Sveshni­kov-Kasparov (Thilisi 1978) se jugó 9 h4 !? , ¡con un gesto ostentoso, como de húsar! En aras de la objetividad, debemos decir que no hay receta para un ataque así (por cierto que si las negras quieren impedirlo, pueden jugar 8 . . . lOc6, y las blancas no tie­nen nada mejor que 9 O-O) . La partida cita­da continuó así: 9 . . . 1Oc6 10 "e2 f5 (era

más sencillo 10 ... lOf6, con idea de respon­der a 11 lbe4 con 1 1 . . . lbb4 12 lüxf6+ �h8! 13 'W'b3 lüxd3+ 14 \i'xd3 .ixf6) 1 1 a3 b6 1 2 O-O �h8 1 3 :t e! lüf6 14 "a4 .id7 lS lOg5 lüg4 16 f3 lüce5 ! ? 17 "dI h6 18 fg l¿)xd3 19 lüxe6 i.,xe6 20 'it'xd3 i..g8, y ambos rivales concluyeron la paz. 9 ...

tbc6. Consideraremos ahora 10 "'e2, 10 a3 Y 10 l:t el.

a) 10 We2.

Lo más fiable es 10 ... lüf6, pero de­tengámonos brevemente en las demás ju­gadas.

No tiene sentido aceptar el sacrificio de peón, con 10 .. . tbdb4?! 11 .ie4 lüxd4 12 lOxd4 it'xd4, ya que la dificultad con el desarrollo del alfil de casillas blancas supe­ra con creces a la modesta ganancia mate­rial: 13 ..t e3 "e5 14 f4 'it'b8 15 : ad1 f5 16 ..tf3 lüc6 17 1I'c4 (Udovcic-O'Kelly, La Habana 1964).

También es dudoso 10 ... lücb4 1 1 .ib1 b6, pero no a causa de 12 lüxd5? ti'xd5 13 ..te4, porque en tal caso seguiría 13 ... .i a6! (Saborido-Portisch, Torremolinos 1 961) , sino simplemente por 12 1We4 ! g6 13 a3.

11 l:t di lOb4 U ..tb1 b6 13 tbe5 .ib7 14 a3 lObd5 15 llJe4 lOxe4 16 'it'xe4

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 lLlf6 5 �c3 e6 6 �f3 �e7 1 73

16 ... f5! 17 ¡Vf3 �f6 18 �a2 %1 cS. El jue­go está igualado (van Wely-Kobalija, Batu­mi 1999).

b) 10 aJ. Las negras pueden elegir en­tre 10 '" liJxc3 11 bc b6 y 10 . . . �f6.

b1) 10 ... liJxc3. Para un análisis de este tipo, debemos mencionar un principio pe­culiar del ajedrez, a saber, que casi siempre un cambio en c3 se justifica cuando hay un peón blanco en a3, ¡y no se justifica cuan­do el peón se encuentra en a2 ! 11 be b6 12 "'e2. El juego en el centro ofrece poca cosa a las blancas. Por ejemplo: 12 �e4 .i.b7 13 'tWd3 h6 14 n d1 ll c8 15 �f4 .i.d6 16 �g3 'fíc7 17 .: ac1 :fd8 18 c4 �xg3 19 hg liJaS, con posibilidades equilibradas (Kar­pov-De Firmian, Oslo 1984) . 12 .•• i. b7 13 II dl. La disposición de las torres siempre constituye Wla difícil elección, aunque uno sea un adivino profesional. Las blancas quieren desplegar las torres de forma que puedan combinar un ataque en el flanco de rey con juego en el centro, para lo cual es deseable el avance c3-c4. Es posible 13 ll el l:l c8 14 �b2 i.f6 15 n ad1 liJaS ! (es­tá claro que el programado avance c3-c4 sólo puede ejecutarse debilitando la es­tructura en el flanco de rey) 16 c4 �xf3! 17 gf g6 18 �h1 �g7 19 .i.c3 tlJc6 20 ii'b2 i.xd4 21 �xg6 '6'f6! (Namyslo-Podgaets,

Dortmund 1993) . 13 ... .i.f6 14 'ife4 g6 15 i.h6

15 ..• liJaS?!. Un momento instructivo. Lle­var el caballo a a5 se ve a menudo en este tipo de posiciones, y sin embargo no vale la pena hacerlo sin una necesidad concre­ta. En c6 el caballo controla la casilla e5 y puede realizar un oportuno traslado a f5 (por e7), consolidando la posición del rey, mientras que en a5 no es raro que quede fuera de juego.

En la presente situación, vale la pena considerar 15 ... i.g7, y sólo después de 16 .i.g5, 16 . . . tlJaS ! Cuando una idea concre­ta está implícita en la maniobra .. . ttJc6-a5, suele ser indicativo de que la maniobra es buena. A 17 .i.xd8 sigue 17 ... i.xe4 18 iLe7 .i.xf3. Si 17 'ii'e3, 17 ... "'c7, o incluso 17 . .. 'iWd5, con un bloqueo de la casilla c4. Por último, a 17 twh4, sigue 17 ... f6, con una excelente posición.

16 Wf4 �g7 17 �xg7 �xg7 18 liJeS l1 cS 19 :1 ac1 'ii'dS 20 O. Estamos siguien­do la partida Balashov-Zeshkovsky (Lvov 1978), en la que las negras perdieron la ca­beza, al jugar 20 .. . 'fWd8 (¿por qué habrían de retirar voluntariamente a su dama del centro?), y tras 21 tlJg4, las blancas des­pliegan una peligrosa iniciativa. Mucho

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1 74 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

más fuerte era 20 oo. f6!?, con idea de res­ponder a 21 lüg4 con 21 . . . g5 22 'itg3 �h8 (es un error 22 ... l:t xc3 23 1: xc3 �xd4+ 24 <¡PhI 'ilxc3, debido a 25 'iWh3). Aunque incluso aquí, tras 23 Wh3, las perspectivas de las blancas son superiores, sobre todo porque las negras necesitan a su caballo de aS en la zona de la casilla f5. Sin embargo, si las negras llevan la dama a d8 porque te­men la respuesta 21 c4 (a 20 . . . f6), ese te­mor no está fundado: 21 o •• Wd8 22 lüg4 g5! 23 �e3 h5 24 lüa lüb3!

Las negras, como demuestran las va­riantes que siguen, están fuera de peligro:

25 �e4 lüxcl 26 lüxb7 1: xc4. 25 l:t bl ttJxd4 26 �e4 �xe4 27 1: xd4

�xb1 28 : xd8 l:t cxd8. 25 1:[ c3 W'xd4 26 'ilt'el ttJc5 27 �e4

'if e5 28 -t xb7 'ji'xel+ 29 1: xel lü xb7 30 l:t xe6 l:t fe8.

b2) 10 ,,0 -tf6. No hay una variante aquí (con la única excepción de 11 �e4 y 11 1: el) que no merezca un minucioso escru­tinio.

A 1 1 lüe4? es posible capturar el peón: 1 1 . . . � xd4 12 lLl xd4 ltJ xd4 13 Vi'h5 f5 14 lLlg5 h6 15 lLlh3 lUf6 16 'tt'dl e5, con vic­toria (Osmanovic-Farago, Boblingen 1997). Las estadísticas incluso mejoran para las

negras en la variante 11 �e3 lüxc3 12 be b6 tenemos, por ejemplo, 13 "'c2 g6 14 ü6 �g7 15 �xg7 �xg7 16 1:tfe1 �b7 17 1:1 adl : c8 1 8 'it'd2 'it'f6 19 : e4 t;Je7 20 :. f4 lUf5 (Frolyanov-Gallcin, Togliatti 2003).

b21) 11 .i.e4. Aquí merecen igual res­peto las jugadas 11 . . . 'iWd6 y 11 ... lLlce7.

b211 ) 11 ... twd6!? El honor de descu­brir y elaborar esta ramificación le corres­ponde a Semion Abramovich Furman. Más tarde, grandes maestros húngaros re­tomaron el sistema. Al reforzar la casilla d5 (sin ceder e5, extremadamente impor­tante, en general, para toda la variante), las negras quieren completar su desarrollo, con . . . �c8-d7. Si las blancas no encuen­tran una réplica radical, no hay duda de que las negras conseguirán igualar sin difi­cultades: 12 ¡Ve2 b6 13 :1 dI �b7 14 �g5 �xg5 15 .i.xd5 �f6 16 �e4 lLld8 17 llJe5 'it'e7 18 '5'0 :l c8 19 �xb7 'ft'xb7 20 ll)e4 �e7 (Korchnoi-Furman, Leningrado 1963). Las blancas vinculan sus esperanzas a la jugada U "'d3, Y sus intenciones depende­rán del peón que avance su oponente, si el g o el b.

Si 12 . . . h6, entonces las blancas tratan de intercambiar el lugar de dama y alfil de

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed ed 4 c4 ltJf6 5 tLlc3 e6 6 tLlt3 �e7 1 75

d3. Como ve, las negras no pueden jugar ahora ... g7 -g6, ya que en tal caso quedaría colgando el peón de h6. En caso de 12 . . .

g6, las blancas tratan de fracturar el trián­gulo f7-g6-h7, con el avance h2-h4, que ya nos resulta familiar.

La práctica, sin embargo, demuestra que estas esperanzas (obviamente, con un juego competente por parte de las negras) no están destinadas a cumplirse.

12 ••• h6. Esta jugada caracteriza la línea principal, aunque no hay una contradic­ción aparente en 12 . . . g6 13 .i.h6 n d8 14 �xd5 ed 15 tLlb5 'iVd7 (Aratovsky­Furman, VUnius 1949). 13 1: dI. Antes de situar la dama al frente de la batería sobre la diagonal b1-h7, las blancas deben defen­der el peón de d4, y entonces llega el mo­mento en que las negras deben encontrar el orden correcto de jugadas.

En su partida con Antoshin (Moscú 1970), Furman no lo consiguió y, como consecuencia, las blancas realizaron su de­seado reagrupamiento: 13 . . . 1I d8? ! 14 '&e2! b6 15 �c2 ! �b7 16 'iid3, con consi­derable presión. De otro modo jugaron las negras en la partida Filip-Pinter (Budapest 1977): 13 ... b6 14 Ve2 �b7 15 .i.c2, y aho­ra 15 ... tLlxc3 16 be tLle7!? La dama blan-

ca no puede llegar a e4 y, además, el caba­llo negro se dispone a cerrar la diagonal vulnerable, asentándose en g6 ó f5. La par­tida siguió con 17 a4 :1 fd8 18 'i/id3 tLl g6 19 ¡;re3 l:l acB, y la posición negra no es ma­la en absoluto.

El orden de jugadas más preciso pare­ce ser 13 o •• .i.d7!? 14 lIt'e2 l:t ac8 15 .i.c2 tLlce7! 16 ttJe4 l1t'c7 17 ttJc5 l:t fd8 18 'iVe4 tLlg6! (Alburt-Sax, Hastings 1983).

b212) 11 ... tLlce7. También esta jugada tiene un fundamento lógico. Por encima de todo, las negras quieren defender su enro­que, postergando por un tiempo el desa­rrollo de su flanco de dama. U ttJe5. Las blancas podrían también emprender ope­raciones activas, con ayuda de 12 'iVd3 g6 13 .i.h6. ¿Qué pueden hacer las negras en este caso? Cambiar alfiles de casillas oscu­ras, 13 . . . Jt..g7 14 iJ..xg7 � xg7, significaría entrar en una posición tediosa e inferior. Por ejemplo: 15 'ec4 tLlf6 16 .: ac1 ttJxe4 17 lLlxe4 Jt..d7 18 liJe5 iJ..c6 (Makarychev­Tukmakov, Nueva Delhi 1986). En lugar de 13 ... iJ..g7, es más interesante 13 ... :t eS, a lo que puede seguir 14 n fe1 .i.d7 15 tLle5 ltJ xc3 16 'iWxc3 .

En la partida Podgaets-Kolterman (Odesa 1971), las negras jugaron de forma

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1 76 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

imprecisa: 16 . . . lUd.5 17 �f3 ..ic6 18 l:t ac1 .txe5 19 de 'ifh4 20 .td2 l:[ ed8, y después de 21 : c4! �b6 22 l:t b4 .txe4 23 l:t bxe4 'ite7 24 .th6 cayeron en dificultades.

Kolterman se equivocó al descartar 16 . . . lUíS ! ? , en virtud de 1 7 .txf5 ef 18 d.5, pues 18 ... �a4! 19 'it'd4 'tIt'd6! 20 .tf4 �b3 21 lUc4 'ifa6 22 �e5 'fIxc4 llevó a unas in­mediatas tablas. Por cierto que si las ne­gras quieren proseguir la lucha, tienen una forma de hacerlo: 19 ... .tc2 ! ? (en lugar de 19 ... Wd6) 20 d6 �e4 21 .tf4 li'aS 22 d7 l:[ xe5 23 b4! n e6! 24 'it'xf6 W'd.5 25 rl ad1 'it'xd7 26 : xd7 n f6, y la tentativa por res­tringir al alfil de casillas blancas con 27 b5 ! ? no es buena, en vista de 27 . . . g5 ! 28 .txgS n g6 29 f3 .t xf3 30 gf ::. xgS+ 31 �f2 b6, con igualdad.

Después de 12 lDe5, surge una posición crítica para la valoración de la idea 11 . . . tLJce7! ?

E s dudoso 12 . . . g6 13 .th6 .tg7 1 4 .txg7 c:J;;xg7, como s e jugó e n l a partida Smyslov-Ribli (Londres 1983). El excam­peón mundial reaccionó de forma sencilla y apropiada: 15 n c1 ! b6 1 6 lU xd.5 ! llJxd.5 17 �xd5 'it'xd5 18 ::t c7. No hay necesidad de cambiar piezas, pero sí es necesario co­menzar a superar al oponente. Después de

18 . . . .tb7 19 'ii'g4 l:t ad8 20 n d1 aS (20 .. . h5? 21 W'xg6+) 21 h4, Vasili Vasilievich desplegó una fuerte iniciativa y acabó ga­nando.

Las negras tuvieron más éxito con sus maniobras en la partida Lemmers-Kachia­ni (Alemania 2(00): 12 . . . lüf5 ! ? 13 l:l el ttJde7 14 .tf4 lDg6!? (las negras rehúsan el peón ofrecido, probablemente con ra­zón: después de 14 .. . 'it'xd4 15 tLJg4 1i'xdl 16 lü xf6+ gf 17 l:t axd1 e5 18 .tc1, las blancas tienen importante compensación) 1 5 lü xg6 hg. Lemrners jugó 16 .t xf5 gf 1 7 �e5 �d7 18 d.5, pero no consiguió las tablas: 18 ... :t e8! 19 'itd4 �xe5 20 ': xe5 'ilc7 21 n ae1 'iWd6. La posición blanca tie­ne buen aspecto, pero nada más.

En lugar de 16 i.xf5, es interesante la inmediata 16 d.5 ! ?, pero también en este caso tienen contrajuego las negras: 16 . . . eS ! ? 17 .txf5 ef 18 �c2 W'b6 19 ::. b1 ..tf5 (19 . . . �d7 20 n e4) 20 i.xíS gf. Los retro­analistas se permitirán desenredar la ma­deja de cómo se triplican peones en una misma columna, pero a los jugadores prác­ticos nos basta con asumir que la posición resultante debe ser cuestión de gustos.

Sin embargo, desde el punto de vista didáctico, debemos interesamos sobre to­do por la posición que se produce tras U 000 .td7 13 Wd3 g6 14 ..th6 �g7 15 �xg7 � xg7 16 ..txdS ed 17 l:tfeL

(Ver diagrama 305.)

A esta posición se llegó en la partida Speelman-Xu Hanbing (Budapest 2000). Una posición típica del Ataque Panov y, por tanto, es importante entender qué mé­todo defensivo deberían adoptar las negras.

En la partida antes mencionada, las n'e­gras jugaron 17 . . . .te6? ! que, en esencia, es incorrecto. El caballo blanco es mucho más activo que el alfil enemigo y ahora

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed ed 4 e4 (¿Jf6 5 (¿Je3 e6 6 �13 iLe7 1 77

(con éste en e6), las negras no consegui­rían expulsar a aquél. Siguió: 18 1: ac1 'it'a5 19 'ifb5 ! 'iVxb5 20 l¿)xb5 a6 21 lDd6 lZJf5 22 tlJ xf5+ �xf5 23 l: c7 l:. ab8 24 t3! , con una enonne ventaja posicional en el final resultante.

En la posición reflejada en el diagrama 305, las negras, en primera instancia, nece­sitan expulsar al caballo de la casilla e5, lo que se consigue con 17 ._ (6!. Después-de 18 lüxd7 .xd7 19 'ilb5 l:t ad8 20 :t e2 �f5 21 :I ael :In! (es importante evitar el debilitamiento de las casillas negras con .. . a7-a6), el final no es, ni mucho menos, tan bueno como antes para las blancas, y si deciden jugar un poco con damas, 22 'ii'd3 :1 e7 23 :. xe7+ lüxe7 24 tlJa4, entonces si­gue 24 ••• b6! (por esta razón era tan im­portante no jugar .. . a7-a6), y la partida está muy cerca de las tablas.

b22) 11 l: eL (Ver diagrama 306.)

No es preciso decir que esta jugada tie­ne los mismos derechos que 1 1 �e4. Pero para los autores hay un problema: las va­riantes en esta ramificación se entrecruzan constantemente con las derivadas de 10 :le1 �f6 11 a3 (o con el avance del peón a en las jugadas 12 y 13).

Tra taremos el tema de esta forma. En la presente línea de juego hemos reunido todos los ejemplos con la combinación de jugadas 1:[ el y a3, analizando 10 l% el �f6, pero absteniéndonos de mostrar partidas en las que, en fase temprana, se juega a2-a3.

Después de 11 n el, lo primero que debe quedar claro es la evaluación de la posición tras 11 . . . ltJ xd4 12 ltJ xd4 � xd4 13 .i. xh7+ � xh7 14 'lt'xd4 llJ xc3 15 _xc3. No es que esté igualada (pues con damas las blancas retienen cierta pre­sión), pero está cerca de serlo. Por ejem­plo: 15 . . . f6 16 .i. e3 b6 17 'i' c2+ � g8 18 J:l edl tle7 19 'iia4 �b7 (Fritz-Golod, Israel 2000).

Por otro lado, dejemos claro también qué sucede en caso de 11 ... llJxc3. En rea­lidad, ya estamos familiarizados con este cambio en todos sus detalles, y la lucha ofrece a las negras buenas posibilidades de igualar: 12 bc b6 13 h4 .i.b7 14 ltJg5 g6 15 '6' g4 h5 1 6 'tig3 liJ e7 17 .i. f4 lI c8 18 n ac1 .

(Ver diagrama 307.)

18 ... 'W'd7! (18 ... lüf5?! 19 ltJxe6! no es tan malo como a primera vista pudiera pa­recer, y tras 19 . . . .i. xh4 20 ttJ xd8 lü xg3

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1 78 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

21 �xg3 l:t fxd8 22 �xf5, las negras sólo tienen un final ligeramente inferior, Ma­karychev-Meduna, Sochi 1983) 19 lZJf3 �xf3 20 'it'xf3 lZJd5 21 �h6 JLg7 22 JLd2 b5 ! , Y las negras están jugando ya a ganar (e. Hansen-Ribli, Plovdiv 1983).

La respuesta más frecuente de las ne­gras a 11 :l e1 es 11 ... �d7!? Una útil ju­gada de desarrollo, que no pennite a las blancas controlar la casilla e5. Al mismo tiempo, plantea una pequeña trampa posi­cional. Si las blancas tratan de deshacer el bloqueo de la casilla d5 con 12 JLe4, en­tonces las negras responden 12 .. . lZJce7, y ¿cómo explicar entonces para qué han ju­gado las blancas a2-a3?

Después de 11 ... �d7, pasaremos re­vista a tres jugadas blandengues, 12 'it'e2, 12 .i.c2 y 12 ltJe4, ninguna de las cuales tiene preferencia sobre las otras.

(Ver diagrama 308.)

U "e2 : e8 13 lUe4 lüxd4!? (es malo 13 . . , �xd4? 14 lüd6 :t e7 15 lDxd4 lüxd4 16 .e4 lUf5 17 �g5) 14 lOxd4 JLxd4 15 tDd6 'iWf6 16 'ii'e4 lUíS 17 JLg5) 14 lüxd4 .i.xd4 15 lüd6 'iff6 16 lüxe8 :t xe8 17 �e4 �c6 18 a4 g6 19 : a3 :t c8. Por la calidad, un peón y una sólida posición en el centro de herían ser más que suficien te para hacer

tablas (Stocek-Meduna, Lame Bogdanec 1999) .

12 �c2 :t e8 13 tD e4 .i.e7 14 .d3 g6 15 JLd2! (parando 15 .. . lL\cb4 y preparan­do, a su vez, b2-b4) 15 .. , 'it'b6 16 b4 :fd8 17 .i.b3 �e8 18 1: ac1, con ventaja de es­pacio (Gulko-Kaidanov, Key West 1994).

12 lüe4!? (el sacrificio de peón se su­giere por sí solo, pero en la práctica sus perspectivas aún no se han visto confirma­das) 12 . . . �xd4 13 lL\egS (13 lL\xd4 tDxd4 14 �c4 'ifb6 15 JLxd5 ed 16 lL\e3 lDc6 17 lL\xd5 'ti'd8, con tablas, V. Sehmidt-Farago, Baile Herculane 1982) 13 . . . h6 14 lüxd4 hg 15 lDf3 f6 16 h4 g4 17 lDh2 g3 ! 18 fg lDe5 19 : xe5 fe 20 lUf3 JLb5! , y las blan­cas han sido totalmente superadas (Dreev­Kasimdzhanov, Wijk aan Zee 2002).

e) 10 .: el. La posición principal del Ataque Panov, a la que también puede lle­garse, por inversión de jugadas, en el Gam­bito de Dama.

(Ver diagrama 309.)

Examinaremos ahora las posibles juga­das de las negras, por orden ascendente de fuerza: 10 . . . b6, 10 . . . a6, 10 . .. lU xc3, 10 .. . lDcb4, 10 ... �d7, 10 .. . W'd6, 10 .. . lüf6 Y 10 ... �f6.

el) 10 •• , b6? (un error) 11 lOxd5 '6'xd5

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 t¿jf6 5 lLlc3 e6 6 t¿jf3 ..te7 1 79

(11 ... ed 12 �xh7+! y en todos los casos las blancas ganan un peón, ya que a 12 .. . �xh7 sigue 13 'ii'c2+ y 14 'iWxc6) 12 .i.e4 1!id6 13 tlJeS!. Esto es aún más fuerte que 13 'irc2 .i.b7 14 �xh7+ �h8 15 �e4 .i.f6 (Hebden-Einarsson, Londres 1987), aun­que incluso aquí las blancas tienen todas las cartas para ganar, tras 16 "dI n ad8 17 �g5! 13 ._ �b7 14 i.f4! �f6 15 lLlg6 Wxd4 16 tLl xlS � xf8 17 'ií'xd4 � xd4 18 :ladl l:td8 19 �xc6 y, sin esperar por 19 ... �xc6 20 �e5, las negras se rindieron (Brodsky-Kobelev, Perm 1997).

e2) 10 .•. a6?!. Una jugada indecisa, que no contiene la menor idea. Resulta sor­prendente, por tanto, la frecuencia con que se practica. 11 �e4! lLlf6 12 � xe6! be 13 tLl a4 tLl d7 14 .e2 � b7 15 � f4 'itaS 16 llJeS tlJxeS 17 l:l xeS "d8 18 l: dl. El alfil de b7 es increíblemente malo, y esto determina ventaja posicional de las blan­cas (Matanovie-Portisch, Bled 1961) .

c3) 10 . .. llJxcJ?!. Una mala versión de lo que, generalmente, es una idea intere­sante. En primer lugar. el alfil llega a d3 en una sola jugada (y no en dos), y en segun­do lugar, las blancas no pierden tiempo en jugar a2-a3. Ahorrar dos tiempos de esta forma tiene una intluencia negativa sobre la evaluación de la posición negra. 11 be

b6. En la partida Keres-Sorokin (Pamu 1960), las negras cayeron en una sencilla trampa: 1 1 ... �d7?! 12 �f4!? l: c8 13 'it'b1 ! , con ataque doble sobre b7 y h7. U 'iWc2. La batería diagonal puede disponer­se en orden inverso: 12 'iWe2 �b7 13 'ii'e4. En la partida Mujin-Pavlenko (Irkutsk 1966), el juego siguió así: 13 ... g6 14 �h6 .%:t e8 15 1Wg4, y el ataque blanco resultó muy peligroso.

Como siempre, es interesante 12 h4!?, Y ahora:

12 .. . �xh4 13 ltJxh4 'ii'xh4 14 l:e3. 12 .. . �f6 13 tlJg5 g6 14 'iff3 �d7 15

tlJe4 i.g7 16 h5 tlJe7 17 h6 i.h8 18 �g5, Y las blancas no están lejos de la victoria (Lalic-Stefanova, Dos Hermanas 2002).

12 .. . �b7 13 llJg5 g6

310

14 lLlxh7! (comienza la debacle) 14 .. , �xh7 15 '6'h5+ �g8 16 �xg6! fg 17 'ilxg6+ �h8 18 l:te4 j,f6 19 'iWh6+ <itg8 20 l: g4+ �f7 21 i.a3 ! (Ervieh-Koster, Nijmegen 2(01).

12 .•• g6 (a 12 . . . h6, las blancas volve­rían, obviamente, al plan 13 _e2 �b7 14 'ire4) 13 �h6. Estamos siguiendo la parti­da Winants-Kamsky (TIlburg 1992). Las blancas ganaron, pero Lue Wmants no quedó satisfecho de su 13.a jugada, sugi-

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1 80 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

riendo en su lugar 13 h4! ?, con las siguien­tes variantes:

13 . . . �xh4 14 .i.h6 tr e8 15 .i.b5! .i.d7 16 W'e4.

13 . . . �f6 14 h5 �g7 15 hg hg 16 liJg5. 13 .. . �b7 14 h5 �f6 15 hg hg 16 �xg6!

fg 1 7 11t'xg6+ 'iPh8 18 : xe6, ganando. 13 ••. .1:1 e8 14 h4. A diferencia de las

líneas anteriores, éste no es un sacrificio de peón, ya que si 14 . . . .i. xh4?, 15 d5 ! (las negras no pueden tomar en d5, por­que entonces la dama quedará continua­mente ocupada de la defensa de] alfil de h4) 15 . . . liJ a5 16 �b5, y las blancas ga­nan de inmediato. 14 ... �f8 1S �gS! � e7 16 .i.f4 (parece ideal también 16 'ti'd2 ! ? .i.xg5 17 hg, seguido de ltJf3-h2-g4) . 16 ... �b7 17 hS 'iP g7 18 'tWd2 'i'dS 19 .i.e4 'it'xbS 20 1tJe5, y la torre entra en juego por la ruta el-e3-h3. Para evitar el mate, las negras tendrán que entregar la dama para postergar lastimosamente la derrota.

c4) 10 ... ltJcb4?! 11 �b1. No está cíaro si las blancas necesitan incluir la jugada 11 �e4, y sólo después de 11 . . . lüf6, jugar 12 �b1 (Botvinnik-F1ohr, Groninga 1946). Las negras se preparan para llevar volun­tariamente su caballo a f6, pues de otro modo les será difícil emplear el segundo caballo en b4. 11 ... liJf6. También se ha vis­to 1 1 .. . b6 12 a3 ! liJxc3 13 bc lüd5 14 "d3, Y ahora:

14 ... g6 15 liJe5 �g5 16 .i.xg5 1Wxg5 17 c4 �a6 1 8 �a2 f6 19 h4! 'ii'h5 (19 ... 'ilt'xb4 20 lüxg6! ) 20 'ii'g3, con una gran ventaja.

14 . . . liJ f6 1 5 � g5 g6 1 6 1tJ e5 � b7 1 7 .i.b6 ::. e8 1 8 'iWb3 ¡fc8 1 9 � a2 A f8 20 l:te3 �g7 21 : ae1, con amenazadora iniciativa de las blancas (Adams-Seira­wan, Wijk aan Zee 1991) .

La posición después de 1 1 . . . ltJf6 ofrece no poco interés para quienes ha-

bitualmente juegan con o contra el peón d aislado.

i.. _. . , . ' ,

311

¿ Cuál es el mejor orden de jugadas pa­ra las blancas? En la partida Keene-Miles (Hastings 1975), las blancas lograron el éxito tras 12 �g5 b6 13 lüe5 �b7 14 l:t e3 g6 15 l:t g3 : c8?! 16 .i.h6 : e8 17 a3 lOc6 . 18 lü xg6 ! hg 19 .i.xg6! fg 20 'ii'bl. Fue el propio Keene quien señaló el camino co­rrecto para las negras: 15 . .. 1tJc6 16 �h6 'it'xd4! 17 \!t'xd4 liJxd4 18 i.xf8 �xf8, con suficiente compensación por la calidad.

Nos detendremos ahora para realizar un examen detallado de la más natural U ltJeS �d7 13 i.g5 .i.c6 14 : e3! g6 (ame­nazando 15 �xf6 i.xf6 16 i.xb7+! 'iPxh7 17 'iWh5+ <it;>g8 18 1:1h3) 15 l:th3. Así es có­mo continuó la partida Podgaets-Novak (Bratislava 1967) . Las negras respon­dieron de forma rutinaria, 15 _ 1:1 eS? ! , vulnerando el primer principio en tales posiciones, a saber, ¡ descargar a la primera oportunidad la presión mediante cambios! Concretamente: 15 ... lüd7! 16 �h6 : eS 17 �f4 tLlxe5 ! 18 i.xe5 �f8 19 Wg4, con un juego complicado a la vista, con cierta iniciativa de las blancas. 16 'ii'd2 (con la amenaza 17 .i.xf6 �xf6 18 'ifh6) 16 ._

lübd5 17 i.d3! (tomándose tiempo para

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1 e4 c6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 �f6 5 .!Oc3 e6 6 �f3 .i.e7 1 8 1

incorporar al juego la torre de d1) 17 ... ltJ xe3 18 i. xf6 ! tLl d5 19 i. xe7 'fII xe7 20 "'b6 �f6 (pierde 20 ... f5 21 tLlxg6 hg 22 ",hg+ �f7 23 l:h7+) 21 �g4?!. Gana­ba fácilmente 21 g4 ! , pero a las blancas les atrae una idea tipo estudio artístico sobre el tema de la sobrecarga. 21 _ II fd8

22 d5!!. El peón avanza a una casilla con­trolada por cuatro piezas enemigas ¡y no puede ser capturado por ninguna de ellas! Novak jugó 22 ... i.xd5, y después de 23 "irgS!, se rindió (23 ... ri;g7 24 ttJxf6 "'xf6 25 1: xh7+!).

También pierden fácilmente 22 .. . lOxd5 23 'it'xh7+ �f8 24 'ffhg++ y 22 .. . .1: xd5 23 .1xg6! fg 24 liJxf6+ 'ifxf6 25 "'xh7+ <ifi'f8 26 "'h8+. La captura de peón, 22 '" ed, da lugar a una continuación algo más larga: 23 ..tf5! llc7 (a 23 ... ll a8 gana 24 ..txg6! fg 25 lOxf6+ "ifxf6 26 'tWxh7+ �f8 27 llO) 24 liJxf6+ 'ffxf6 25 'ifxh7+ rj;f8 26 .hg+ 'irxhg 27 l: xhg+ q;e7 28 l:te1+.

Por último, no sirve declinar el sacrifi­cio, pues a 22 . . . ..te8 sigue 23 i.xg6! fg 24 �xf6+ 'ifxf6 25 "'xh7+ rj;f8 26 : 0.

e5) 10 ... ..td7. Una continuación pasi­va, que no puede recomendarse. 11 a3 tljxc3 12 be .aS 13 "el g6 14 :. bl 'fIIc7

15 1:. e4!. Una jugada que responde a va­rios planes. En primer lugar, la torre ayuda a entrar en juego al alfil, por la útil easilla f4. Luego, esperando hasta que el peón h debilite la cobertura de peones del rey ne­gro, se situará (según las circunstancias) en g4 ó h4. 15 _ b6 16 ..tf4 'iWb7 17 'ife2 ltld8 18 lijeS!. En esta prtida, las negras no lle­garon a la jugada 30 (Malaniuk-Palat, Gi­nebra 1997).

c6) 10 . . • 'ii'd6. Aunque rara vez se jue­ga, en términos cualitativos esta jugada es superior a todas las anteriores. 11 a3 1: d8 U 'ii'e2 h6.

La tentativa de penetrar en h7 no con­duce a ninguna parte: 13 liJ xd5 'ifxd5 14 i.e3 (Tal recomendaba el sacrificio de peón 14 .i.e4!? liJxd4 15 ltlxd4 'fi'xd4 16 ..te3) 14 o o • .i.d7 15 ..th7+ c¡f;>h8 16 i.e4 "'h5 17 liJe5 liJxe5 18 de 1: ac8 19 "'e2 '-xe2 20 : xe2 ..tc6! (Spassky-Korehnoi, Kiev 1968).

Es más prometedor el plan de ganar espacio en el flanco de dama: 13 lDe4!? Wc7 14 b4, que ya conocemos por la parti­da Gulko-Kaidanov. 14 .:. i.d7 15 i.d2 llac8 16 ll ac1 Wb8 17 'ifb3 a6 18 i.b1 ..te8 19 liJeS. Las blancas han conseguido lo que querían, aunque la posición negra

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1 82 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

sigue siendo muy sólida (Eingom-Razu­vaev, Tashkent 1980).

c7) 10 __ lOf6. En el Sistema Steiner (véase apéndice) analizamos una posición similar. Pero allí las blancas logran situar la torre en el , antes de disponer la batería sobre la diagonal bl -h7 y, en consecuencia, el alfil se situó en b1, sin afectar a la armo­nía de la construcción.

En la presente posición, las blancas, ob­viamente, no logran jugar � el , �b1 y 'fid3, por lo que la torre de al quedará por un tiempo fuera de juego (tras �b1), o bien el alfil debe jugar a c2.

11 a3 (impidiendo el ataque doble de caballo en b4, inevitable de fonnarse la ba­tería) 11 •.. b6.

Una posición crítica. Las blancas dispo­nen de cuatro continuaciones principales: 12 lOe5, 12 �g5, 12 �b1 y 12 �c2. Exami­némoslas por tumo:

c71 ) U lOeS. Desde el punto de vista de la teoría de aperturas, una jugada sin perspectivas. Pero tiene sentido práctico. Si las piezas blancas son conducidas por un jugador con mayor clase que su opo­nente, entonces, con ayuda de 12 lOe5, se asegurará contra la derrota. Una variante forzada que conduce a un final de torres,

con peón extra para las blancas que, sin embargo, no es posible materializar. U _

�b7. Es malo 12 .. . llJxd4?, debido a 13 �e3 lOf5 14 'iWf3 �d7 15 �xf5 ef 16 � ad1 "'cS 17 ll)xd7 lOxd7 18 lOdS �d8 19 �d4 lOc5 20 ltJe3 ! ? lOe6 21 i.e5 .i.g5 22 lO x f5 , con ventaj a . 13 .i. 86 'ti eS 14 �xb7 'it'xb7 15 lOxc6 Wxc6 16 d5 'ti'c4 17 de fe 18 "'el 1i'xel 19 l:l xe2 i.ó 20 �e3 �xe3 21 n xe3 lüdS. Gran número de partidas con esta línea han finalizado en tablas, siendo la primera de ellas Ribli-Ka­valek (TLlburg 1980).

c72) U i.g5. La motivación de esta ju­gada es absolutamente clara. Las blancas temen que a 12 i.c2 6 12 �b1 siga 12 . .. i.a6! ?, con 10 que la llegada de la dama a d3 se impediría por tiempo indefinido. Por consiguiente, las blancas quieren esperar a que el alfil negro se sitúe en b7 y s610 en­tonces elegir entre �c2 y i.bl . U _ i.b7 .

13 �c2. Nos detendremos también en 13 i.bl.

Las jugadas �c2 y i.bl liberan la casi­lla d3 para la dama, de modo que ¿cuál es la diferencia principal entre ambas? Bue­no, lo cierto es que existe. Si la batería so­bre la diagonal b1-h7 resulta inefectiva, entonces, desde la casilla b1 el alfil puede

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed ed 4 c4 liJf6 5 liJe3 e6 6 l¿Jf3 iLe7 1 83

situarse en a2 para apoyar la ruptura d4-dS. Sin embargo, si el alfil está situado en c2, parece lógico trasladarlo a a4 (sobre to­do con la torre negra en e8, en cuyo caso la clavada del caballo de c6 podría ser muy molesta).

La práctica ha demostrado que en casi todas las variantes las negras tienen un juego más fácil si las blancas llevan el alfil a bl. Así es cómo podría continuar la lu­cha:

13 .. . l: c8 14 'ii'd3 g6 15 i.a2 l: e8 (15 .. . tLl g4!? , Neamtu-Korchnoi, Bucarest 1966; 16 i.xe7 tLlxe7 17 1: xe6! ? fe 18 �xe6+ c¡t.h8 19 i.xg4, con juego muy con­fuso) 16 : ad1 tLld5 17 h4 tLlxc3 18 bc tlJa5 19 �xe7 "xe7 20 d5 fi'xa3 21 de Wxa2 22 ttJg5! (Deze-Adamski, Zalaegerseg 1977), y aquí las negras no vieron 22 . . . i.d5!? 23 'ii'xdS 'ii'xd5 24 l: xd5 f6, con igualdad.

13 ... l: e8 14 'W'd3 g6 15 �a2 ttJd5 16 �h6 ttJxc3 17 bc J:t c8 18 l: ad1 �f6! (pre­parando el traslado del caballo a 5) 19 h4 ttJe7 20 g4? ! (esta jugada, que impide la llegada del caballo a 5, no puede reco­mendarse, porque debilita abruptamente el flanco de rey) 20 . . . i.d5 2 1 c4 i. xf3 22 'irxf3 (Hoffman-Panno, Buenos Aires 1999), y aquí las negras, si lo desean, pue­den forzar tablas con 22 '" .i.xd4 23 i.b3 tlJc6 24 �a4 't!i'f6! 25 .ixc6 1:[ xc6! 26 .xc6 'ti'xf2+ 27 �h1 Wxh4+, etc.

En lugar de 20 g4? ! vale la pena consi­derar otra operación no menos aguda:

(Ver diagrama 316.)

20 .a xe6 !? fe 21 .ixe6+ q¡,h8 22 ttJg5 .i.xg5 23 i.xg5 h6! 24 i.f6+ �h7 25 h5 'lt'd6 26 l: e1 .i.d5 27 .ixe7 .xe7 28 .i.g8+. Sin embargo, en este caso las blan­cas sólo pueden contar con unas tablas.

Después de 13 .i.c2 hay dos respuestas principales: 13 '" ¿¡jd5 y 13 . . . .a cS.

c721) 13 .•• tLld5. Si fuera tan fácil sim­plificar la posición, la variante 12 .ig5 i.b7 13 il.c2 tendría que archivarse. Pero las blancas juegan 14 �d3 y las negras se ven obligadas a permitir que el alfil enemi­go se sitúe en el agujero de h6. Pueden tra­tar de cambiar alfiles de otra forma: 13 ... h6?! 14 .i.h4! (es inferior 14 .if4, en vista de 14 ... .i.d6 ! , Dolmatov-Epishin, Moscú 1995) 14 . .. 4:Jh5?, pero éste es uno de esos casos en que el remedio es peor que la en­fermedad. Las blancas obtienen una gran ventaja con 15 d5! En la partida 1. Polgár­Karpov (Budapest 1998), el juego conti­nuó así: 15 . . . i.xh4? (es mejor 15 . . . ed 16 1fd3 f5 17 .i.xe7 tLlxe7 18 ttJd4 y, aunque las blancas tienen la iniciativa, es posible ofrecer una tenaz resistencia) 16 dc .i.xc6 (o bien 16 ... 'it'xdl 17 i.xd1 ! .ixc6 18 tlJe5) 17 tlJe5. Aunque la partida finalizó en tablas, está claro que las negras se en­contraban al borde de la derrota. 14 .d3!. También aquí es posible la tramposa juga­da 14 h4! ?, contando con 14 . . . ¿¡jxc3? ! 15 be .i.xg5?

(Ver diagrama 317.)

Sigue entonces la inesperada 16 .ixh7+! c;txh7 17 lüxg5+ �h6 18 'ild2 (acercándose, paso a paso, al rey contra-

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1 84 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

río) 18 . o o �h5 19 'it'e2+ �h6 (19 .. . c¡pxh4? 20 lOe4!) 20 'tWe3 �g6 21 W'd3+ f5 22 1Wg3 "'d7 23 1: xe6+ l:t f6 24 d5 ! , Y el ataque blanco difícilmente puede ser rechazado.

En la partida Pigusov-Bareev (Tallinn 1986), las negras, sospechando que algo no andaba bien, cambiaron de rumbo en el úl­timo instante: 15 ... �a6 (en lugar de 15 .. . ..t xg5?) , pero después de 16 'it'd2 � xg5 17 hg :t eS 18 l: e4! , se enfrentaron a difi­cultades insuperables.

La primera jugada de la variante, 14 . . . lLlxc3?! , era imprecisa. Las negras tenían que haber jugado 14 . . . �xg5 ! , y el sacrifi­cio ahora en h7 carece de sentido (15 ..txh7+? c¡pxh7 16 lLlxg5+ �g8 17 Wh5 lLlf6, o bien 17 lLlxd5 'ifxd5 18 'iWh5 1i'f5), y de otro modo, las negras fuerzan cam­bios favorables: 15 �xg5 ltJf6 16 �ce4 � xe4 17 � xe4 h6, o bien 15 hg � xc3 1 6 be lLl a5 17 ..te4 � xe4 1 8 .: xe4 :1 c8 19 Wd3 1i'd5.

14 _ g6 15 ..th6. Tampoco aquí se justi­fica 15 h4? ! , en vista de 15 ... .ixg5 ! 16 lZJxg5 (16 hg lDxc3 17 be lOaS) 16 . . . llJce7! 17 'lt'f3 lZJxc3 18 'it'xb7 llJcd5 (Salov-Be­liavsky, Madrid 1995). 15 ._ 1: eS 16 ..ta4. La alternativa es 16 : ad1, después de lo cual es peligroso ganar un peón con 16 . . . liJxc3 17 bc!? �xa3, en vista de 18 liJg5 !

Pero peligroso no significa imposible. Las negras tienen a su disposición dos pla­nes defensivos.

. En primer lugar, la intrépida 18 ... lLlaS!? , con el designio de cambiar cual­quier pieza blanca que se sitúe en e4, mientras que la dama puede situarse, en un momento dado en dS, con lo que las ne­gras dejarían de estar a la defensiva y pa­sar al contraataque. Para ser concretos: 19 ..ta4 (a 19 1Wh3 10 mrnejor es 19 .. . 'iff6!, y si 20 lLlxh7!?, entonces 20 ... Wh8! 21 lLlg5 ..tf8! , con cambio de damas y mejor posi­ción) 19 ... :t e7 20 'ti'h3 f5!? (20 ... :l e?? ! es demasiado agudo: 21 lOxh7! ..te7 22 ..tf4) 21 lOxe6 "'dS 22 lOf4 :t xe1 + 23 : xe1 'itf7. La primera oleada del ataque ha sido rechazada y, aunque la posición blanca es más agradable, las negras también se han arrepentido de sus pecados. Por ejemplo: 24 lLld3 lt.Jc4 25 ..tb3 ..td5 26 ..txc4 i.xc4 27 liJe5 1We6 28 .: e3 i.d6 29 ..tf4 ..txe5 30 l: xe5 'ti'd7 31 ¡te3 i.f7 32 :l e7 ¡fxe7! 33 W'xe7 :t e8, con tablas.

En la partida Novikov-Kirkinakis, Mons 1996), las negras no jugaron 18 ... llJaS!?, sino que optaron por otra jugada igualmente fuerte, 18 ... ..te7!? , pero come­tieron un error en la jugada siguiente: 19 'ilg3 ..tf6? ! , y después de 20 'it'f4 tiJ aS

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 lüf6 5 lüc3 e6 6 lüt3 .i.e7 1 85

21 ::t e3 'fIIe7 22 ::tde1 �g7, las blancas procedieron a la inmediata �emolición:

23 lL'lxh7! q¡,xh7 24 ll h3 'iff8 25 �g5+ �g8 26 'ifh4 f5 27 '1Wh7+ �f7 28 l:h6! En lugar de 19 ... .if6? ! , se sugiere por sí sola 19 ... 'W'd6!? 20 1i'h3 i.xg� 21 .ixg5 f5! , para seguir con e l bloqueo 22 . . . liJa5 y 23 ... .td5. Hablando francamente, las pers­pectivas de las blancas parecen brumosas.

16 __ ::t eS. 16 ... lL'lxc3 17 bc .tf6 no produce la igualdad, en vista de 18 ::t ad1, y los peones centrales son muy móviles. La partida Dolmatov-Burmakin (Novgorod 1999) continuó con 18 ... 'it'd5 19 c4 '1Ii'h5 20 'lie3 ::t ed8, y en esta posición no había razón alguna para que las blancas descar­tasen 21 d5 ! 17 ::t ad1. Es interesante 17 liJe4 liJf6 18 ::t ac1 "d5 19 liJeg5 ! ?

(Ver diagrama 320.)

19 ... lL'le5! 20 .ixe8 !? (no es demasia­do tarde para perder pie: 20 "e2 lL'lxf3+ 21 liJxf3 ::t ed8) 20 ... lL'lxd3 21 .txf7+ �h8 22 .txe6 1: xcI 23 lL'lf7+ �g8 24 .ixc1 'li'xe6 25 liJh6+ �f8 26 1: xe6 �xc1, con un mejor final, tal vez ganador, para las negras.

17 .- a6 18 lL'lxd5 'W'xd5 19 'tWe3!. Un método estándar. Las blancas, al com-

prender que a .ia4-b3 sigue, en cualquier caso, . . .• d.5-h5, defienden oportunamen­te su alfil de h6. ¿A favor de quién? Si la dama deja d5 sin ganancia de tiempo, las blancas sí lo ganan para el avance d4-d5 ! 19 , •• .if6!? Es inútil contrarrestar la ine­vitable ruptura central con 19 . . . n cd8. En la partida Utemov-Lastin (Moscú 1996), las blancas encontraron un camino forzado hacia su objetivo: 20 i,b3 "'h5 21 d.5! ed 22 1i'xb6 'itxh6 23 'ii'xb7 liJa5 24 "ti'b6 liJxb3 25 : xe7! 20 .tb3. Hay que admitir que en esta ramificación, las blancas encuentran un orden de jugadas que es desagradable para su oponente. Todas estas maniobras, que nos recuer­dan a la oscilación del péndulo (.i.c2-a4-b3 , 'W'd3-e3) , hacen que las negras pierdan el control de la casilla d5 y de la posición en general. Su situación es ahora más difícil.

(Ver diagrama 321 .)

No es satisfactorio 20 ... Wh5? 21 d5 ! liJd8 22 d6 (Smyslov-Karpov, Leningrado 1971). Quince años después se jugó 20 ... 'ild7 21 d5 (en caso de 21 lL'le5, las negras se defienden con 21 . . . lL'l xe5 22 de 'it'c6! 23 'fi'g3 .te7) 21 ... ed 22 'iixb6, con ven­taja (Beliavsky-Karpov, Moscú 1986).

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1 86 LA DEFENSA CAAO-KANN . Volumen 2

La ventaja de la retirada 20 ..• W'd8!? es que obliga a las blancas a pensar de modo no convencional. Si ven la diferen­cia entre esta jugada y 20 . . . 1i'd7 (desde d8 la dama no puede jugar a c6) , enton­ces invariablemente juegan 21 �e5 ! To­mar en e5 con el caballo no es posible por las razones antes mencionadas, mientras que después de 21 ... �xe5, las negras, en la partida Adams-Doettling (Francia 2002) esperaron el desastre: 22 de 'i'c7 23 l:t el 'iWb8 24 'ti'xb6 liJe7 25 � xe6 !

Si, de todos modos, las blancas "circu­lan" en tomo al avance d4-d5, entonces, ante una defensa correcta, no conseguirán ventaja: 21 'iff4?! ltJaS 22 d.S (o bien 22 �a2 23 d5 e5 ! 24 'it'e4 b5) 22 .•. eS! 23 .e3 (es más preciso 23 1i'b4) 23 _. ll:) xb3 (tam­bién pueden esperar con esta jugada; 23 e4 ! ?) 24 1Wxb3 e4 25 d6 l:t e6 26 d7 1:[ eS 27 b4.

(Ver diagrama 322.)

Así es cómo se jugó en la partida Mali­nin-Evseev (San Petersburgo 1999) . El peón pasado de d7 es muy fuerte, pero las blancas no tienen otros triunfos. Las ne­gras pueden resolver todos sus problemas con el sacrificio de calidad y comenzar a

jugar a ganar: 27 •.. l:t b5 28 Wa2 11 e7 29 � g5 (29 tlJg5 .: xd7 30 � xf7 .: xdl 3 1 � xdS+ .id5! ) 29 .•. 1: f5 (es muy tarde para retroceder: 29 . . . ..txg5?! 30 lLIxg5 h6 31 lLlxf7! .: xf7 32 We6, o bien 30 ... ': xd7 31 'iWxf7+ l:t xf7 32 l:t xdS+ lB8 33 %l d7) 30 ll:)d4 %1 xg5! 31 hg ..txg5 32 ""3 e3! 33 fe 'it'xd7. .

c722) 13 ... l:t c8!? Puesto que el plan con 13 .. . ll:)d5 resulta incorrecto, las negras no están en posición de conservar la casi­lla d5, por lo que resulta lógico tratar de emplear este tiempo para completar su desarrollo.

13 . . . 1: eS también es posible con el mismo propósito. Por ejemplo: 14 'iWd3 g6 15 h4 ! ? %l c8 16 : acl liJ d5 17 liJe4 (con su jugada 16, las blancas se defen­dieron contra el golpe . . . b4, pero ahora la táctica comienza en el otro sector del ta­blero) 17 . . . f5 ! ? 18 ll:)c3 ..txg5 19 llJ xg5 tlJf4 20 'i!t'e3 Wxd4 21 tlJb5 "'xe3 22 fe llJ xg2! (Reshevsky-Fischer, Nueva York 1961) .

14 1i'd3 g6 15 tt adl : e8!? En primer lugar, para superproteger la casilla e6, y en segundo lugar, prepara la maniobra de descarga ... ltJf6-d5 (es importante que las blancas no puedan jugar el alfil a h6 con ganancia de tiempo).

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed ed 4 c4 tUte 5 l¿jc3 e6 6 l¿jf3 i.e7 1 87

Aquí tenemos otra posición crítica, con sus matices y sutilezas, apenas percepti­bles. El plan con �c2-a4 y d4-d5, que daba tan buen resultado en posiciones simila­res (recordemos, al menos, las partidas Smyslov-Karpov y Beliavsky-Karpov), no es bueno aquí: 16 �a4 a6 17 �xf6 �xf6 18 d5 �xc3 ! ! Esta idea fue concebida por M. Podgaets durante el match Karpov­Anand (Lausana 1998). Con el inesperado cambio las negras igualan por completo la partida: 19 dc (es dudoso 19 "xc3? ! ed 20 : xe8+ 'W'xe8 21 1:[ xd5 b5) 19 .. . 'ti'xd3 20 1: xd3 �xe1 21 cb : c1 ! 22 l:t dI : xd1 23 �xd1 �a5 24 tlJe5 b5 25 tlJd7 �c7. Un jaque en f6 y en el tablero surge un final de tablas con alfiles de diferente color.

Las negras se enfrentan a problemas menos difíciles con 16 �b3. En la partida Balashov-Hort (Vmcovci 1976), el juego continuó con 16 ... llJd5 17 liJe4 �g7!? (las negras hacen su posición más compacta y privan al alfil de la casilla h6) 18 �d2 �a5 19 .ta2 llJ f6 20 llJeg5 .td5 21 .tb1 : f8 22 tlJe5 llJc4 23 .tc1 llJ xe5 24 de tlJ g4 25 llJe4?! (no puede decirse que la compen­sación por el peón sea tan evidente) 25 . . . llJxe5 26 'ifg3 llJd7 27 llJd6 .txd6 28 'IIxd6 y en esta confusa posición ambos contrincantes acordaron unas tablas.

En lugar de 25 lLIe4, vale la pena de considerar 25 tlJt3!? .te5 26 l:t d2 (pero no

26 :t e2? i.c4!) 26 '" aS 27 h3 lLIh6 28 rl c2!, y las blancas forzaron gradualmente a retroceder a las piezas enemigas, con un juego ligeramente mejor.

Por último, se bosqueja el plan con 16 h4, que en la presente situación no es muy peligroso. Las negras no temen el ataque de flanco, sino la ruptura en el centro. Si consiguen evitar o quitarle hierro al avan­ce d4-d5, entonces las restantes ideas, por lo general, no suelen ser muy peligrosas. Por ejemplo: 16 . . . 'iWd6!? 17 .e2 rl cd8 18 llJe4 lLJxe4 19 .ixe4 lLIaS 20 .txb7 ttJxb7 21 d5 .txg5 22 hg 't!ib8 23 de 1:. xe6 24 -'c4 ttJc5 25 b4 : xd1 26 : xd1 ltJe4, tablas (Ionov-Klimov, Krasnoiarsk 2(03).

Retrocedamos para ocuparnos de las con­tinuaciones más directas, 12 .tb1 y 12 .tc2.

c73) U .tbl .ta6!? No hay que decir que también se ha jugado 12 ... .tb7, sin te­mer a 13 "d3. Con cuidado es posible ju­gar así. Por ejemplo: 13 .oo g6 14 .ta2 rl e8? ! (de todos modos, es preferible 14 .. . 'ir'd6!?, a fin de situar una de las torres en d8 y organizar la presión sobre el peón de d4) 15 h3 ¡Vd7?! 16 .th6 .tf8 17 .txiB �xiB 18 l: ad1 l:l ad8 19 'it'e3 �g7 20 ttJe5 (Suba-Bareeló, Mallorca 2(00) .

Pero ¿por qué? El riesgo podría ser ex­cesivo. Así, 13 o o . 'fi'd7? pierde de inmediato.

(Ver diagrama 324.)

14 d5 ! ed 15 .tg5 g6 16 l:t xe7! (Petrik­Masarik, Eslovaquia 1997). Las blancas ganan exactamente de la misma forma que con 13 o o . %:t c8?

Es posible que 12 o o • .ta6!? no sea me­jor que 12 o o . �b7, ¡pero la idea es precisa!

13 �g5 11 eS 14 'W'c2 g6 15 �h6 11 eS 16 'ifd1 �c4 17 �c2 (van Riemsdijk-Cám­pora, Recite 1991). El modo más simple de

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, 88 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

igualar aquí para las negras es 17 . o o �d5! 18 liJe4 ltJf6.

c74) U .i.c2. La continuación princi­pal, Y con una clara elección de réplica: 12 .. . �b7 ó 12 .. , .i.a6.

c741 ) U _ .i.b7 13 'fId3 g6. Por lo antes reseñado, está claro que 13 .. . '6'd7? ó 13 ... 1: c8? son ambas perdedoras, debido a 14 d5! Por la misma razón, es floja 13 o o . � e8? Las negras no pierden en el acto, tras 14 d5! ed 15 .i.g5, pues ahora sigue 15 ." �e4 16 �xe4 de 17 "'xe4 g6, y el alfil de e7 está de­fendido. No obstante, las blancas pueden penetrar en las defensas enemigas, de un modo que se conoce desde hace mucho: 18 'ii'h4 flc7 19 �b3! (amenazando un sacrifi­cio en f7) 19 '" h5 20 '6'e4! �g7

21 �xf7! q¡xf7 22 �h6 ! La primera vez que las blancas ganaron de esta forma fue en la partida Stoica-Flis (Polanica Zdroj 1983).

14 �h6 (en comparación con las va­riantes con 12 i.g5, las blancas han gana­do un tiempo, pues el alfil se sitúa en h6 en una jugada, y no en dos) 14 _. :. eS 15 : adl. Si lo desean, las blancas pueden de­volver el tiempo, a fin de ejecutar el plan con el alfil en g5 y el sprint del peón b, con 15 h4 l:. c8 16 i.g5 ltJd5 17 l:t adl. Ya he­mos examinado muchos ejemplos sobre este tema y en la mayoría de los casos, las negras logran igualar. He aquí uno más: 17 . o o i.xg5 18 �xg5 ltJxc3 19 bc (Georgadze­Makarychev, VIlnius 1980) 19 o o . liJe7! 20 c4 �f5.

Después de 15 1: adl , surge el esquema básico del sistema con 12 �c2. El plan de la blancas es atacar al rey contrario, UD.

ataque que tiene muchas posibilidades de éxito, si se inicia no en el flanco de rey, si­no en el centro (la ruptura d4-d5!).

La línea defensiva general es cambiar, cambiar y cambiar, y la casilla d5 es el trampolín para estos cambios.

El material práctico sobre esta posi­ción es más que suficiente. Sin embargo, el

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed ed 4 e4 <Llt6 5 lLlc3 e6 6 ttJt3 �e7 1 89

orden correcto de jugadas aún no ha podi­do establecerse hasta ahora. La teoría de la variante aún no tiene, por tanto, una gran entidad. En consecuencia, las posibi­lidades de las negras, 15 . . . i.f8, 15 . . . "ikc7, 15 .. , 1Wd6, 15 .. . tDd5 y 15 '" ll c8, no las examinaremos por su orden de fuerza, si­no por su grado de popularidad.

La maniobra 15 __ �f8?! 16 .tg5 �g7 no puede considerarse un éxito. Si las blancas impiden la jugada liberadora ... h7-h6, con 17 Wd2! , la clavada del caballo de f6 resulta muy desagradable. En la partida Sher-Mortensen (Hamburgo 1992) siguió 17 ... liJe7 18 liJe5 tDed5 19 tD xd5 'tWxd5 20 D!? (amenazando, tras el cambio en f6, con ganar pieza con i.e4) 20 . . . _d8 21 'li'f4! (las blancas pueden ganar calidad, con 21 .ta4 l:1 e7 22 '6'f4 ttJd5 23 i..xe7 'ilxe7, pero quieren más) 21 ... 'ile7 22 W'h4. Para no perder el caballo, las negras entregan un peón, con 22 .. . h6, pero no pueden salvar la partida.

15 oo. 'ilc7 aún no ha sido muy analiza­da. Las negras liberan la columna d para sus torres, mientras la dama crea amenazas sobre el rey por la diagonal b8-b2 (en com­binación con un salto de caballo a g4).

En la partida Jarlov-Nisipeanu (Ljubl­jana 2002) se jugó 16 i.b3 .: ad8 (16 ... liJg4 17 :' xe6!) 17 h3, y las negras sostu­vieron la posición mediante 17 '" a6 18 d5 lüaS, pues el enfrentamiento de la dama blanca con la torre de d8 les favorece.

Más concreto es 16 tLlb5!? 'iVd7 17 .ta4. Cosas interesantes sucedieron (o, pa­ra ser más precisos, en realidad no sucedie­ron) en la partida Borik-Seiger (Stuttgart 1979): 17 ... a6 18 ttJc3 b5 19 i.b3 'ilc7 (si las negras hubiesen comprendido los ries­gos que corrían, habrían comenzado por 1 9 . . . tLl g4) 20 d5 ! ed 2 1 tD xd5 t¿) xd5 22 'it'xd5 .tf8.

El maestro alemán Otto Borik cambió aquí en f8 y la partida pronto concluyó en tablas, de modo que quedó entre bastido­res una combinación que llevaba a un final con peón de ventaja para las blancas: 23 Wxt7+! 'iWxt7 24 .txt7+ �xt7+ 25 n d7, y ahora:

25 . . . �g8 26 �xf8 l:1 xe1+ 27 tDxel l:l xf8 28 l:t xb7 n e8 29 �f1 tiJaS 30 1: a7 ttJc4 31 ttJf3.

25 ' " l: e7 26 n exe7+ lüxe7 27 lLleS+ �e6 28 i.xf8 ll xf8 29 n xb7 n c8 30 tDd3 l: c2 31 h4.

En la presente posición, parece dudoso 15 ... Wd6. Lo mismo que con 15 ... 'i/ic7, las negras quieren abrir paso a la torre pa­ra situarla en d8, mientras la dama queda en la zona de las casillas b8 y a8. Pero des­pués de 16 'it'd2!? , en el mejor de los casos será una pérdida de tiempo (16 .. . : ac8 17 .tf4 "d8), Y en el peor, las blancas ejecu­tarán el avance d4-dS en condiciones fa­vorables: 16 . . . l:t ed8? ! 17 .tf4 fi'd7 (Brodsky-Labutin, Kstovo 1994) 18 �a4! :. ac8 19 d5 ! , y ahora:

19 . . . lt}xd5 20 tiJxd5 ed 21 tDe5 "e8 22 :t c1, y las negras sufren pérdidas mate­riales.

19 . . . ed 20 i. g5 a6 21 � xc6 ! .t xc6 22 'fi'd4, con ataque doble a b6 y f6.

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1 90 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

A efectos de entrenamiento, examina­remos también el plan 16 h4 !? l:. ad8 17 �g5, Y más concretamente la partida Yu­supov-Lobron (Nussloch 1996). Después de 17 ... 1i'b8 18 .i.b3, surge la primera po­sición crítica de la lucha.

328

El gran maestro eslovaco Ljubomir Ftacnik. prefería aquí 18 ... tiJaS. ¡Una re­comendación extraordinariamente dudo­sa! Con el golpe 19 �xe6! fe 20 .: xe6, las blancas inclinan la balanza a su favor.

20 o •• ttJd5 21 .: xg6+! hg 22 Wxg6+ �h8 23 ttJe5 lH8 24 ': d3!

20 . . . lZJg4 (un contraataque desespera­do) 21 �xe7 �xf3 22 'iWxf3 'irh2+ 23 �f1

:' d7 24 Wxg4 l: dxe7 25 d5! rechaza to­dos los ataques.

20 . . . �f7 21 lZJe5+ ! �g7 (si toma la torre, el rey recibe mate: 21 . . . ClPxe6 22 1Wh3+ �d6 23 lZJb5+ ClPd5 24 W'f3+ lZJe4 25 "'0++) 22 h5 ! (entre otras cosas, amenazan con recuperar la pieza tras 23 h6+) 22 . . . .: d6 23 .: xd6 Wxd6 24 b4! lZJxh5 (o bien 24 . . . lZJc6 25 �h6+!) 25 �h6+! �g8 26 ba, con ataque y equili­brio material.

20 ... :. d6 21 �f4 .: xe6 22 �xb8 l: xb8 (teóricamente, por la dama las ne­gras cuentan con suficiente material, pero sus piezas desconectadas impiden hacerlo valer en este caso) 23 b4 �xf3 (un cambio forzoso, pues 23 ." lDc6 es malo, debido a 24 liJg5 ':d6 25 'ilc4+) 24 "-xf3 ttJc4 25 lZJb5. Las amenazas sobre la diagonal a2-g8,junto con el avance del peón d, nos per­miten evaluar la posición como favorable a las blancas.

Lobron jugó 18 ... a6, y a 19 d5! respon­dió 19 .. . liJaS, permitiendo que Yusupov rematase brillantemente la lucha:

• � ________________ �3M

20 de ! ! lZJxb3 (si 20 .. , .: xd3 , sigue 21 ef+ q;g7 22 fe'" 'it'xe8 23 ti. xd3 t¿) xb3 24 :. de3 � f7 25 .i. xf6 � xf6 26 l:. e6+ �f7 27 lüg5+) 21 ef+ �xf7 22 'ilt'c4+

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 l!:lf6 5 1tJc3 e6 6 lüf3 �e7 1 9 1

q;g7 2 3 liJe5 ! y las negras s e rindieron pronto.

15 __ ltJdS!? se juega a menudo. Des-pués de 16 .ia4 a6, el plan que se sugiere por sí solo es preparar una ruptura central, cambio en d5, 'ifd3-e3, �a4-b3 y, final­mente, d4-d5!

Quizá no haya un gran interés práctico

en la posición que se produce tras 16 h4! ? �xc3 1 7 be!? .ixa3, pero no podemos ig­

norar su análisis. ¿ Qué tiene mayor peso

específico: el peón o el ataque? Después

de 18 h5 'ti'd5, el ataque resulta insufi­ciente:

19 hg hg 20 c4 'W'h5 21 . xa3 'it'xh6 22 d5 ed 23 cd :' xe1+ 24 l:t xe1 tDaS 25 d6 n d8 26 �c4 'ii'f4!

19 .i g5 i..e7 20 Ve3 tD a5 21 hg hg 22 .ixe7 n xe7 23 'tWf4 <it'g7!

Es más interesante 18 lDg5 ! ? tDe7 19 h5 ltJf5 20 hg hg 21 'ii'h3.

La idea blanca se revela después de 21 '" J.e7? 22 .i g7 ! ! � xg7 23 Wh7+ <¡f;! f6 24 "'xf7+ �xg5 25 ': xe6 tlg8 (o bien 25 . . . J.f6 26 : xffi 'W'xf6 27 f4+! ) 26 1: xg6+! :. xg6 27 'W' xfS+ � h4 28 'ifh3+ � g5 29 "'g3+ con mate imparable.

�na brillante combinación, pero que no SlIVe ante la defensa correcta: 21 .. .

'tli'f6! El alfil de h6 se interpone entre sus piezas impidiendo concluir el ataque. Des­pués de 22 tDe4 (22 �f8 �b2! 23 f4 .ixc3) 22 ... 'ifh8! 23 'ii'f3 tD xh6 24 tDf�+ cJ¡> f8 25 tDd7+ �g7 26 'ifxb7 lDg4 y las negras crean amenazas sobre el rey enemigo.

La respuesta más popular a 15 .J:. adl es 15 _ 1: cS. A esta idea no ha sido del todo descartado ... tDf6-d5, sino sólo pospuesto. En algunas variantes (por ejemplo, con un caballo negro en d5 y otro blanco en e4), la posición de la torre de c8 concede a las ne­gras la posibilidad de ganar un peón con . . . lbc6-b4! 16 .ib3. De las demás conti­nuaciones, nos detendremos en las si­guientes:

16 h4!? tDd5 17 ttJg5 .if6 18 tDxd5 ed (es un error 18 ... 'ifxd5 19 .i.b3 flxd4, en vista de 20 lbxt7 ! ) 19 tDf3 ¡Vd7 20 b4 :' xe1+ 21 :t xel :t e8, con posibilidades de igualar.

16 .if4!? Por supuesto, es difícil creer que las blancas retiren voluntariamente su alfil de h6 para situarlo en f4, pero, en pri­mer lugar, ya hemos procedido a examinar posiciones con el desarrollo del alfil por g5 y h6, Y sólo unas pocas con el alfil en f4. En segundo lugar, para ser concretos, en esta posición fluye un gran número de varian­tes del Ataque Panov y otras aperturas. A fin de no realizar declaraciones no respal­dadas, tomemos una conocida variante de la Defensa Nimzoindia (A54): 1 d4 ttJ f6 2 c4 e6 3 tDc3 .ib4 4 e3 0-0 5 .i.d3 d5 6 lbt3 c5 7 O-O dc 8 �xc4 cd 9 ed b6 10 lit e1 .ib7 1 1 .i d3 ttJ c6 12 a3 .i. e7 13 � c2 n e8 14 Wd3 g6 15 .if4 1:[ cS 16 1: ad1 , y nos encontraremos con la posición de que ha­blamos.

Prosigamos el juego: 16 . . . ttJ aS 17 tDe5 tDd5 18 .id2 ttJxcJ 19 �xc3 �f6 (aparen­temente, más preciso que 19 ... �d.5!?, con el objetivo de cambiar el activo caballo

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1 92 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

blanco con 20 ._. lLlc4; la partida Mecking­Polugaievsky, Lucerna 1977, finalizó en ta­blas por repetición de jugadas: 20 �a4 1: f8 21 lDd7 : e8) 20 'ti'g3 �d5 21 \Wf4 (con la amenaza 22 �a4) 21 . . . : f8 22 h4! ?

En la partida Podgaets-Buturnin (Do­netsk 1976), las negras decidieron no acep­tar el sacrificio de peón, 22 ... lLlc4? ! , y después de 23 �e4! (es muy importante retirar el alfil negro de la casilla de blo­queo d5) 23 .. . .i.xe4 24 'it'xe4 lLld6 25 1i'f3 lLlf5 26 d.5 ! , y las blancas prosiguieron el ataque sin déficit material.

La respuesta más fundada es 22 .. . .i.xb4!? 23 .tt d3 (es preciso trasladar la to­rre al flanco de rey) 23 ... .i.g5 24 'ti'h2 lDe4, iniciando la segunda oleada de ata­que: 25 f4! lLlxb2! (defensa única; pierde 25 ... i.f6, por 26 l:t h3 h5 27 : xh5! lDxa3 28 lDxg6! fg 29 .i.xg6 Wd7 30 'ii'g3) 26 : h3 i.f6 27 1:. e2 lDc4 28 l:t xh7! (las blan­cas queman sus naves, olvidándose de prestar atención al material) 28 . . . lLl xe5 29 de ': xc3.

(Ver diagrama 333.)

30 twh6! Sin apresurarse a recuperar la pieza, pues de otro modo el ataque sólo se­ría un recuerdo. Objetivamente, sin em-

bargo, las negras tienen recursos suficien­tes para rechazar este furioso asalto. Po­dría seguir 30 . . . l:l g3! (pero no 30 ... .i.c6?, por 31 .i.xg6!) 31 '1th2!? (encerrando a la torre contraria) 31 ... : g4 32 g3 .i.c4 33 l: g2! �f1 34 :f2 1It'd4 (esta jugada fuer­za tablas) 35 : xf1 1Wc3 36 l:. gl "'xc2+ 37 l:t g2 'irfS 38 ef 'ii'xf6 39 l:.d2 'it'c3 40 l:t d3 ! 'il'f6 41 rt>h3 l:l gS! 42 fg 1i'f1+ 43

'

'itg4 f5+ 44 ef 'ii'f5+ 45 �h4 'ii'xf6+, con jaque perpetuo.

16 ... �aS 17 ..tal �d5 18 lDe4!? La alternativa, y muy importante, es 18 �e5!? La dama se traslada al flanco de rey, lo que obliga a las negras a mantenerse alerta, ya que está en el aire un sacrificio en n. Pero no todo es tan sombrío. En la partida Gri­gorian-Machulsky (Cheliabinsk 1975), las negras encontraron la mejor defensa: 18 .. . .i.f8 19 'i!i'h3 �xc3! 20 bc ..td5! Después de 21 ..txd5, Machulsky tomó en d5 de peón. Nosotros preferiríamos 21 ... W'xd5!? 22 �xf8 l:t xf8 23 l:t d3 'itg7 24 'iWh4 lLlc4 25 .tt h3 b5 26 g4 "d8! , con posibilidades más o menos equivalentes. 18 ••• �f6 19 lDegS. Manteniendo la tensión en tomo al rey enemigo. Es tentador, pero flojo 19 lLlxf6+ �xf6 20 b4 lLlc6 21 d5 ed 22 l:t xe8+ W'xe8 23 �xd5 :t d8 24 1fb3, en vista de 24 .. . tt d7 ! (amenazando 25 ...

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1 e4 c6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 lüf6 5 lüc3 e6 6 lUf3 i.,e7 1 93

ltJd4!) 25 .te3 ltJd8! , con igualdad. 19 ...

.tdS

334

20 ltJxf7!? Una combinación interesante, pero en modo alguno ganadora. La cues­tión es que las blancas, con sus jugadas precedentes, se ven sencillamente obliga­das a sacrificar un caballo, pues mover el alfil a b1 no es posible, porque tras 20 ... ltJg4, se perdería el alfil de h6. Tampoco lo­grarían ventaja con 20 .txd5 lLlxd5 21 l:c1 l: xc1 22 ': xc1 llJb7 23 ¡fe2 lDd6 24 lOxe6!? (esta operación táctica también es forzada) 24 ... �f6! 25 ttJxd8 1: xe2 26 lLlc6 ': xb2 27 lLlxa7 .tg7 28 .txg7 rk;xg7. La actividad de las · piezas compensa el leve déficit material. 20 000 c:j¡xf7 21 lLle5+ �g8 22 ltJxg6! (teniendo en cuenta que si 22 ... .i.xa2?, 23 'it'g3 lLlh5 24 lLlxe7+ q;f7 25 '16'0+) 22 _ .td6!. Así es cómo siguió la partida Lejtivara-Gheorghiu (Lenk 1992). Las blancas no fueron capaces de seguir intercambiando golpes a alto nivel, juga­ron 23 .i.b1? ! y, tras 23 ... %:t e7!, se rindie­ron. Debían haber jugado 23 liJe5!? Si ahora 23 ... ':c7, entonces 24 W'g3+ �h8 25 .tg5 ! �xa2 26 'irh4, con muchas posi­bilidades de proseguir con el ataque. El duelo, con un resultado absolutamente im­predecible, continuó con 23 .•• '6'e7! 24

.i.bl! (es más flojo 24 'ikg3+ <i!¡lh8 25 l:.c1 ¡fe7) 24 ... liJc6! 2S '6'g3+ �h8 26 'iih4 .ixe5 27 de ttJg8 28 .tg5. La última va­riante es un modelo para todo el sistema con 12 . . . .ib7. Los recursos del ataque y la defensa se equilibran. No se trata de un

análisis largo, sino de que el juego sigue desarrollándose en un tono de equilibrio inestable.

c742) U ••. �a6!? La idea de esta juga­da no provoca la menor duda: las negras impiden el desarrollo de la dama por d3.

Examinemos las consecuencias de es­tas posibilidades: 13 ttJe4, 13 _d2, 13 ..tf4, 13 b4 Y 13 �g5. La última de estas jugadas constituye la línea principal.

13 lLle4?! l:t c8 14 liJeg5 'iid5 15 �f4 h6 16 liJe4 l:t fd8 17 liJc3 'ird7 18 .ta4 'iVb7 19 1Wd2 i.f8! 20 .u adl i.c4 21 ..te5 liJxe5 22 ttJxe5 b5 23 ttJxc4 be 24 'it'e2 -'b6 (Kolin-Doettling, Avilés 2000). Es posible extraer algunas conclusiones, y no son muy halagüeñas para las blancas. La pérdida de muchos tiempos y el hecho de que el peón de d4 está colgando (y proba­blemente se pierda pronto) significa que las negras tienen UDa gran ventaja. En es­ta partida siguieron jugando muy fuerte y ganaron.

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1 94 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

¿Por qué incluirnos esta partida? Para demostrar lo peligroso que, en estas posi­ciones, puede ser un juego sin plan para las blancas. En este sentido, el juego es más fá­cil para las negras, que no deberian permi­tir la ruptura d4-d.5, mantener seguro a su rey y, desde luego, cambiar piezas (aunque parezca un esquema primitivo, pero de to­dos modos). Las blancas deberian ser con­ducidas por un maestro del ataque, que conoce bien el valor de cada tiempo, ¡pues atacar en posiciones con peón d aislado es un arte mayor!

13 'ifd2!? Un plan original. Las blan­cas proyectan trasladar la dama al flanco de rey, dejando "en cartera" al alfil de cl. Las negras requieren ahora un poco de profilaxis: 13 . . . 'itd6! (tomando bajo con­trol la casilla f4, mientras que a 14 .g5 es posible, sencillamente, tomar los peo­nes centrales) 14 1:[ d 1 (insistiendo en 'iVd2-g5) 14 . . . h6 ! (las negras están aler­ta) 15 1Wel 1:. ac8 16 �e4 liJxe4 17 'W'xe4 f5 1 8 'it'e1 i.c4! (el alfil de d5 no basta para hacer felices a las negras) 19 lOeS � xe5 20 de ¡f'c6. No queda nada de la idea blanca.

13 �f4 (a diferencia de 13 �g5, que presiona sobre el flanco de rey, esta jugada sólo aspira a un libre desarrollo del alfil) 13 . . . :t c8 14 l:t c1 .,tc4 15 �g3 ! ? (Ttm­man-Karpov, Wijk aan Zee 1998) 15 . . . b5 ! (15 . . . �d.5 16 liJe4! , he aquí por qué las blancas retiraron al alfil del ataque) 16 b3 (seria peor después de 16 a4? ! b4 17 lbe4 liJxe4 18 �xe4 i.d.5) 16 ... �d.5 17 �xd5 (el peón es incomible: 17 liJxb5? a6 18 liJc3 �xf3 19 1Wxf3 liJxd4) 17 .. . �xd5 18 \!fd3 g6 19 b4 'ii'b6 20 it.b3 .ti fd8, Y las negras no tienen dificultades.

13 b4!? Con este plan no nos hemos encontrado antes en las páginas de este libro.

En las partidas antes examinadas, las blancas jugaron b2-b4 sólo para ganar es­pacio en el flanco de dama (sobre todo pa­ra apuntalar el puesto avanzado de eS). Aquí el cuadro es diferente: se cubre la ca­silla c5, pero las blancas juegan 13 b4 para ganar pieza a la jugada siguiente.

Posiblemente, a causa del temor a caer víctima de unos calzoncillos con b4-b5, las negras descartaron 12 .. . �a6 en favor de la más modesta (pero también más segura) 12 ... �b7. En realidd,no tienen por qué te­mer a 13 b4, porque hay una forma fiable de volver inocua esa amenaza. La jugada más natural, 13 ... it.c4, no es fiable. Des­pués de 14 b5 lüa5 15 liJe5 : c8 16 :l e3, se ciernen nubarrones sobre el rey negro.

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed ed 4 c4 ltJt6 5 lllc3 e6 6 �f3 �e7 1 95

También se ha jugado 16 ... �d6, 16 .. . a6, 16 . . _ g6 Y 16 . . , l:c7. Pasemos revista en detalle a todas estas jugadas.

Es malo 16 . . . �d6?! , por 17 l:t h3, tan­to por sí sola como en combinación con 17 . . . .i,xe5? (es realmente mejor 17 ... g6, aunque después de 18 .i,h6 l:t e8 19 '6'f3, las blancas tienen la iniciativa), que está vinculado a un cálculo erróneo: 18 de 'irxd1+ 19 ttJ xd1 ..1 xb5 20 ttJc3 y para evitar el mortal jaque en h7, las negras de­berán entregar calidad en c3 (Dizdar-La­ketic, Kladovo 1990).

Nada convincente es 16 O " a6? ! , pues en lugar de ralentizar el ataque a su rey, las negras comienzan a actuar en el otro sec­tor del tablero. Además, pierden un peón: 17 n h3 g6 18 ba � xa6 19 � h6 :l e8 20 .Aa4 b5 21 ttJxb5 'it'b6 22 ': b1 :ted8 23 .i.g5 ttJc4 (Oral-Zenkuisen, Berna 1998). Por supuesto, el desenlace de la lu­cha no está claro hasta el final, y las piezas blancas se encuentran en cierto estado de suspense.

En conexión con esto, vale la pena con­siderar 24 ltJg4? ltJxg4 (o bien 24 '" ttJd5 25 �xe7 ttJxe7 26 We1 ! , con un tremendo ataque) 25 � xe7 � xb5 26 .i. xd8 ..1xa4 27 .i.xb6 �xd1 28 .i.c5 ! . y las blancas se

han llevado un buen mordisco y pronto se llevarán más: 28 .. . �e2 29 l:t c1 ; 28 .. . .i.a4 29 :1 b4; 28 ... �c2 29 :1 el.

Es peligroso 16 . " g6, pues tras 17 1:h3 Ad5 (Buturin-Savon, Lvov 1981), la reco­mendación de Savon, 18 �h6 : e8 19 'ii'd2, seguido de 20 'ii'f4, conduce a venta­ja blanca.

Viswanathan Anand pensó en la juga­da 16 . . . :1 c7, para incorporar la torre a la defensa de la casilla f7. Aunque el experi­mento fracasó (en la partida Kaidanov­Anand, Moscú 1987), el plan del gran maestro indio no debe ser subestimado:

17 ll g3 :l e8 18 .i.h6 .AtB 19 �g5 ..1e7 20 .Axf6? ! (es más fuerte 20 'iff3 ! , y eJ peón de d4 es intocable: 20 ... ¡fxd4? 21 ..1xf6 ..1xf6 22 'ti'xf6) 20 . . . �xf6 21 .i.xh7+ �xh7 22 'it'h5+ �g8 23 ttJe4 .i.d5 24 1: h3.

No hay duda de que las blancas realiza­ron el cambio en la jugada 17 (y el sacrifi­cio de pieza que siguió) porque calcularon mal las variantes antes de llegar a la posi­ción del diagrama y concluyeron que ga­narían. Desde luego, lo hicieron, pero porque las negras jugaron 24 .. . �f8?, Y tras 25 'IV xí/ +! ! se rindieron, en vista de 25 ... 1: xí/ 26 ttJg6+ �g8 27 l: h8++.

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1 96 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

Anand no vio un mate en tres. Cosas que pasan. Pero objetivamente el sacrificio de pieza no ofrecía a las blancas más que tablas. En lugar de 24 . . . <itf8?, las negras debían haber jugado 24 . . . g6, Y tras 25 liJxg6 fg 26 'iWxg6+ �g7 27 �g5 !itttB, las blancas deben repetir jugadas, con 28 liJb7+, etc. Es preciso hacer esto de inme­diato, pues si lo retrasan un movimiento, la oportunidad se habría escapado. Por ejem­plo: 28 n h4? 'i!t'd6! , y es demasiado tarde para jugar 29 liJh7+, en vista de 29 ... q;e7 30 'ilt'xg7+ �d8 31 'iWg5+ �c8 32 liJf6 l:t d8.

De modo que la jugada natural 13 . . . �c4? ! no justifica la confianza que en ella se ha depositado. Así pues, descárte­la. N o es una gran pérdida, porque todos los problemas se resuelven con 13 . . . l:t c8 !

S i las blancas, pese a todo, siguen con 14 b5? ! , todas las piezas negras acabarán ocupando sus mejores posiciones: 14 . . . liJaS! 15 'iWd3 �b7 16 lDe5 'ilc7 17 l:t e3 g6 18 'iWd1 1tJd5 19 liJxd5 �xd5, etc. (Pujlya­Ostenstad, Slupsk 1987) .

A fin de renovar la amenaza b4-b5, las blancas deben defender a su caballo de c3 : 14 �b2. En la partida Anand-

Adams (Londres 1987) se produjo otro burdo error de un gran maestro, pero est:a vez no fue el indio quien sufrió: 14 . . . liJ d5? 15 b5 liJ xc3 16 'it'd3 ! (Michael Adams probablemente omitió esta ju­gada intermedia) 16 o o ' g6 17 � xc3 "'e7 18 ba liJ a5 19 �xa5 , y las negras se rin­dieron.

En lugar de 14 ... liJd5?, la jugada 14 .. . �c4! se sugiere por sí sola. La düerencia con la línea 13 . . . �c4?! es evidente. Allí, el alfil blanco de casillas oscuras era la prin­cipal punta de lanza del ataque, mientras que aquí vegeta en la olvidada (aunque gran) diagonal al-h8. Basta con privar de juego a este alfil (y las negras lo hacen conservando un firme bloqueo de la casilla d5), y luego pueden esperar no sólo con igualar, sino incluso con apoderarse de la iniciativa:

15 'ii'd2 tDd5! 16 lbe4 a5 17 ba liJxaS 18 "d1 �a6 (Mortensen-Ostenstad, Tors­haven 1987) .

15 b5 lLla5 16 liJe5 liJd5! 17 lüxd5 �xd5, y el sacrificio de pieza realizado en la partida Lanka-Ostenstad (Tmava 1989), 18 �xh7+? �xh7 19 'iWh5+ !ittg8 20 : e3 resultó incorrecto, debido a 20 . . . .ih4! 21 f4 (21 %l h3 'iWg5!) 21 . . . n c2.

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed ed 4 e4 lLlf6 5 lLlc3 e6 6 tt.Jf3 �e7 1 97

13 i.g5!? Esperamos que esta revista de las variantes precedentes le convence­rá, hasta cierto punto, de que son inocuas para las negras. Otra cosa muy distinta es el desarrollo del alfil por g5. Si las blancas logran situar sus piezas sin obstáculos, confonne al esquema 'it'd2, 1: ad1, 'it'f4, el ataque ulterior se desarrollará por sí solo. Las negras, por tanto, deberían acelerar su contrajuego. 13 ._ 1:1 eS 14 'fi'd2!? Mu­cho más flojo es 14 : c1 lLld5. Sólo con 15 h4!? podrían tener algún problema las negras, y sólo si colaboran con su oponen­te, como, por ejemplo, en la partida Bor­ge-Danielsen (Dinamarca 1998): 15 . . . lLlxc3?! (normalmente, s i las negras re­fuerzan el centro de peones de su rival, a cambio deben ser capaces, al menos, de capturar el peón de a3; aquí, sin embargo, eso está fuera de cuestión) 16 bc h6 17 i.xe7 4Jxe7 (parece muy peligroso 17 . . . 'fIxe7 !? 18 i.b1 1: fd8 19 'ii'c2 'fi'f6 20 'ifh7+ �f8, pero no parece haber mate) 18 i.bl. En esta posición, vale la pena considerar 18 . . . lLlf5!? (cuando se ha he­cho tanto daño, debe aprovecharse cual­quier posibilidad que se presente) 19 i.xf5 ef 20 'ií'c2 i.b7, o bien 19 d5 lLl xh4 20 l¿)xh4 'ifxh4 21 ¡¡-c2 g6 22 de �c4 ! , con posibilidades d e ofrecer una tenaz re­sistencia.

El problema se resuelve con la sencilla 15 ... .i.c4! 16 .i.xe7 (no es peligroso 16 lLld2?! .i.xg5 17 hg tbxd4 18 .i.xh7+ '1t>xh7 19 lLlxc4 lüf4) 16 .. . 'W'xe7 17 ttJd2 ttJxc3 18 bc lbaS 19 '6'h5 g6 20 'ií'g4 �d5 ! , con una excelente posición.

La última variante demuestra que 14 :. c1 también es una pérdida de tiempo, como pone de manifiesto 14 . . . ttJd5 ! Pero tampoco en caso de 14 1i'd2, más acorde con el espíritu de la posición, tienen las ne­gras nada que temer.

14 ... lLld5!. Sencillo y fiable. Pero siem­pre encontrará jugadores creativos que quieran apartarse de los caminos trillados. Por ejemplo, en lugar del caballo, es posi­ble situar en d5 el alfil:

14 .. . �c4?! 15 'lVf4 �d5 . Después de 16 'ir'h4 g6, las blancas, en la partida Stu­rua-Kutirov (Erevan 1996), situaron sus piezas de forma ideal: 17 lü xd5 ttJ xd5 18 1: ad1 'iVd6 19 Ab3, y pronto se impu­sieron.

En lugar de 16 '" g6, vale la pena consi­derar 16 . . . h6!?, rechazada por deficiente por muchos comentaristas. Sturua consi­deraba que las blancas lograrían ventaja con 17 ttJxd5 Wxd5 18 �e3, pero no vio 18 . . . lüb4! De cuando en cuando, la eva­luación de esta posición ha cambiado.

Desde luego, a 16 . . . h6 en lo primero que debemos pensar es en 17 �xh6!?, pe­ro incluso aquí las variantes concretas son satisfactorias para las negras: 17 ... .i.xf3! (una importante jugada intermedia) 18 .i.xg7 (es un error 18 gf?, a causa de 18 . . . lLlxd4 19 cJ; h1 lLlxc2 20 .i.xg7 lLlh7!) 18 .. . ttJh5! 19 'fi'h3 � xg7 20 'iWxO ttJxd4 21 "iWxh5 ttJxc2 22 1: ad1 (o bien 22 : e4!? 1: c5 ! 23 n g4+�g5 24 l:t d1 :I h8!) 22 .. . ttJxe1, y para evitar lo peor, las blancas de­ben forzar tablas por jaque perpetuo.

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No puede recomendarse 14 . . . Ac4? ! , pero es útil investigar esta variante, por­que nos ayuda a captar los importantes re­cursos defensivos que existen en este tipo de posición.

También es dudoso 14 ... tO aS ? ! 15 l:t ad1 tOc4. Después de 16 "el, las blan­cas están preparadas para la ruptura d4-d5 . Por ejemplo: 1 6 . . . �b7 17 d5 ! i.. xd5 18 tO xd5 ed 19 lbd4, con fuerte iniciativa.

En la partida Novik-Vasiukov (San Pe­tersburgo 1991), las negras jugaron con más intensidad: 16 . . . 'fIIc7 17 d5 ! lllxb2!?

343

Siguió 18 d6! 'it'xc3 19 de lllxdl. Las blancas se apresuran a desactivar esta ten­sa situación, tomando en f8 y dI, Y la par­tida finalizó en tablas. Más tarde, Maxim Novik señaló la posibilidad 20 � xf6 ! 'ii'xc2 21 'fIIg5 ! Después de 21 . . . 'ifg6 22 efiW+ : xtS 23 'itxg6 hg 24 i..e7, las negras se vieron obligadas a perder calidad, ya que en caso de 24 . . . ll e8? 25 ': xd1 l:t xe7 26 1: d8+ I1th7 27 lbg5+ I1th6 28 h4 c¡i;lh5, las blancas crean una red de mate, con sus limitadas fuerzas: 29 f3 ! <ittxb4 30 tOe4!

15 liJxd5. Puesto que las blancas no pueden evitar los cambios, deberían tratar de crear una situación más favorable. La partida Voitsejovsky-Galkin (San Peters-

burgo 1998) prosiguió en vena dinámica: 15 1: ad1 .ixg5 16 lüxg5 h6 17 tOf3 liJxc3 (17 '" i..c4! ? no parece malo) 18 bc Wd6 19 1We3 tOe7 20 1i'e4 g6 21 1i'h4 I1tg7.

Estratégicamente, la posición es deses­perada para las blancas, en vista de sus nu­merosas debilidades en el flanco de dama\ Voitsejovsky explotó su única posibilidad de agudizar la lucha: 22 d5!? llJxd5 23 'ii'd4+. También aquí se equivocaron las negras, cometiendo tres imprecisiones consecutivas: 23 . . . � h 7 24 liJeS .c7 25 'ii'g4 lüf6, y después de 26 i..xg6+! fg 27 � xg6+ <itf h8 28 :t d7 ! , las blancas son incontenibles. Ga1k.in debía haberse de­fendido de otra forma contra las transpa­rentes amenazas de su rival: 23 . . . �g8 ! 24 lüe5 'it'xa3, y ahora:

25 i..xg6 fg 26 'iJ'g4 l:t f6 27 lbd7 'fi'xc3 28 llJxf6+ 't!i'xf6 29 1: xe6 h5! 30 'iWe4 llJc3.

25 'ii'g4 lllf6 26 Wh4 "-xc3 27 1i'xf6 'iWxc2 28 lüd7 i.b7.

25 c4 'il'c3 26 i..xg6 Wxd4 27 .: xd4 fg 28 cd cd. La evaluación de esta posición en todo momento fluctúa entre "buena" y u ganadora" para las blancas.

15 ... \Wxd5 16 h4!? Makarychev reco­mienda aquí 16 i..e4 11fd8 1 7 'trf4!? , pero la tarea de las negras no cambia. En pri-

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed ed 4 c4 q¡f6 5 tUe3 e6 6 lOf3 �e7 1 99

mer lugar, deben inducir el cambio de las piezas enemigas: 17 .. , 'ii'd6! 18 l:. ac1 (o bien 18 'ií'h4 h6 19 �xe7 li:Jxe7) 18 . . . 'iVxf4 19 i..xf4 lLla5. 16 ••• i..xgS 17 hg.

Esta posición se produjo por primera vez en la partida Novikov-Podgaets (Kos­zalin 1998). Las negras no supieron resol­ver el problema: 17 ... llJe7? ! 18 .i..e4 1i'd6 19 li:Je5 ttJg6 20 .i..xg6 hg, pennitiendo a las blancas concluir brillantemente la lu­cha: 21 Wf4 ':c2 22 l:t e3 : d2 23 llJxg6! 'it'xf4 24 llJe7+!, con mate.

La verdad, sin embargo, estaba a la vis­ta: 17 ... ltJxd4! 18 lLlxd4 eS. Las negras re­cuperan la pieza, consiguiendo un juego igualado, o incluso ligeramente superior. 19 .i.. fS ( 1 9 � b3 W xd4 20 'fi' xd4 ed 21 :t e7 �c4) 19 ._ %t ed8 20 .i..xh7+ �xh7 21 'ii'c2+ (Greenfeld-Doettling, Tel Aviv 2001) 21 ••• g6 22 t¿j f3 �d3 23 'fIe7 e4 24 liJeS ': c8 2S "e7 .: eeS 26 ttJd7! 1: xe7 27 t¿jf6+ �g7 28 llJxd5 1: eS, etc.

La variante 10 . . . lLlf6 se confirma co­mo una línea sólida y fiable. Dado que no es posible jugar un inmediato 10 .. . b6?, en vista de 11 ttJxd5 .xd5 12 .i..e4 ! , las ne­gras apartan primero el caballo de la línea de fuego y luego desarrollan su flanco de dama. Veamos cómo opera esto en la va-

riante 10 ... lLlf6 11 a3 b6 12 �c2, en la que el alfil negro de casillas claras no sólo pue­de desarrollarse por b7, sino también por a6, postergando la activación de las piezas blancas. Después de eso, el caballo regre­sará a d5 y, por medio de cambios, las ne­gras conseguirán la paridad posicional.

Otro popular plan es ... �e7-f6, seguido de ... tiJc6-e7. Después de esto, el alfil dama se sitúa en la gran diagonal por la ruta d7-c6.

c8) 10 ••• �f6 11 �e4. Recientemente, ha empezado a verse la idea de sacrificar un peón, 11 tLJe4 ! ? i..xd4 12 tiJxd4 li:Jxd4, pero aún no se ha formado una opinión general acerca de la corrección de este sa­crificio. Hasta ahora, las negras han logra­do extinguir la iniciativa de su rival. Por ejemplo: 13 'ii'h5 f5 14 �g5 'iYe8 15 'ifxe8 1: xe8 16 li:Jd6 : f8 (Sulskis-H. Olafsson, Estambul 2003), y aquí vale la pena darle preferencia a 17 .: ad1 ! ? h6 18 �c4 li:Jf3+ 19 gf hg 20 .i..xd5 , con un final complicado.

Con la jugada 11 �e4, las blancas tra­tan de deshacer el bloqueo de la casilla d5, llegándose a una posición crítica.

Hay dos respuestas principales: 11 . , . 'ií'd6 y 11 . . . t?Jce7, pero esta segunda es la más fuerte. Además de estas jugadas, po­demos mencionar 11 ... h6!? , con lo que las

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negras, antes de llevar el caballo a e7, evi­tan la posible 12 �g5 ó 12 liJg5, aunque rara vez se juegan (se diría que en situacio­nes tan tensas no siempre se pierde tiem­po en profilaxis), pero lo cierto es que no hay refutación de 11 . . . h6. He aquí cómo podrian evolucionar los acontecimientos:

12 � b 1 ! ? (puesto que el temprano avance del peón h excluye la posibilidad de cubrir la diagonal b1-h7 con ... g7-g6, las blancas se disponen a formar la batería so­bre la diagonal) 12 o o . liJde7!? 13 'ii'd3 liJg6! (defensa única, pero suficiente) 14 �e3 b6 15 'iYd2 �b7 16 �e4 liJaS 17 :1 ac1 liJc4 18 'i/ld3 �xe4 19 liJxe4 (Vaga­nian-Stangl, Alemania 2000) 19 o o . liJ xe3 20 'ifxe3 liJh4, y el juego está igualado.

eS1) 11 ... 'iVd6. Hablando con franque­za, esta jugada no nos inspira emociones positivas. En primer lugar, la posición de la dama en d6 es inestable, lo que puede po­nerse de relieve mediante un ataque direc­to, ya sea desde b5 o desde e4 (una vez que el alfil se retire) . En segundo lugar, las ne­gras pierden control sobre la casilla g5. Por último, el principal defecto de 1 1 o o , 1i'd6 es la falta de un contrajuego eficiente. En es­ta variante, las negras no emprenden nada por su cuenta, limitándose a rechazar las diversas amenazas de su oponente.

347

Las respuestas blancas pueden dividir­se en dos grupos. El primero, con las conti­nuaciones evidentes 12 liJb5, 12 liJg5 Y 12 �g5, que son también las más populares. En el segundo se incluyen jugadas en fun­ción de un ataque directo: 12 h4, 12 'i'd3 Y 12 �c2. Aunque están menos estudiadas, es posible que sean éstas precisamente las que crean mayores problemas a las negras.

eS 11 ) U liJb5 'ifb8?!. Es mejor admitir el error y retroceder con la dama, 12 ' o o

'ií'd8! No ha pasado nada terrible, pues el caballo de b5 virtualmente no tiene utili­dad y será obligado a retroceder. Durante mucho tiempo, se consideró un problema 1 2 ' " Wb8 ? ! Por ej emplo : 1 3 g3 � d7 14 liJc3 liJce7 15 �xd5 liJxd5 16 liJxd5 ed 17 �g5 .ixg5 18 lüxg5 'iWd8 (Beliavsky­Portisch, Reggio Emilia 1986). Sin embar­go, M. Podgaets demostró en un análisis la forma forzosa de conseguir ventaja para las blancas. De todos modos, el alejamien­to de la dama del área en que tendrán lu­gar las principales hostilidades, ¡no puede sino hacerse sentir! 13 liJg5! g6 (aún es peor 1 3 . . . h6? ! 14 liJh7! l:l d8 1S 'lig4 eS 16 9g3! ) 14 'iff3 l:l d8!? No sirve de mu­cho 14 ... llJce7, debido a 15 �xd5 liJxd5 16 l¿)c3 ! 1t.xg5 17 �xg5 'iid6 18 liJe4 'i!lb6 19 l1Jf6+.

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed ed 4 c4 lüf6 5 �c3 e6 6 ltJf3 �e7 201

Las negras se defienden con todas sus fuerzas. Si ahora 15 �xd5 :. xd5 16 'ifxf6, la dama es atrapada con 16 . . . .tU5. Cierto que incluso sin la dama, las blancas siguen desplegando su iniciativa: 17 lüe4! : xf6 18 � xf6+ q;g7 19 lüe8+ c¡f¡1h8 20 �bd6 �d7 21 llJxt7+ �g8 22 �h6+ �f8 23 ttJf6 ",d6 24 llJhg4, pero el juego no está claro. En lugar de 16 \Wxf6, puede seguir 16 �f4? 'it'xf4! 17 'ir'xf4 .i.xgS, ó 16 tZJd6 1!fxd6 17 "'xf6 'fIe7, pero nada de esto lo­gra su objetivo.

Una clara decisión radica en 15 h4! tDce7 16 hS! h6 17 �xdS ttJxdS 18 �e4. Las piezas pesadas de b8 y a8 no pueden ayudar a su rey, por lo que el desenlace de la lucha es previsible.

c812) 12 �g5. Con la dama en d6, este salto no es peligroso:

12 . .. �xg5?! (excesiva precaución) 13 �xg5 �d7 (Rogers-L. B. Hansen, Malmó 1993) 14 1Wd3 f5 (14 ... h6 !?) 15 .i.xd.5 ed 16 tDb5! Wg6 (16 . . . 'ifb8?! 17 .i.e7!) - 17 �f4, con presión sobre casillas negras (análisis de L. B. Hansen).

12 '" g6! (12 ... h6!? 13 �h7 .: d8 aún no ha sido seriamente puesto a prueba) 13 lO xh7 � xh7 14 tD xd5 ed 15 'ifh5+ ci> g8 16 �xg6 fg 17 'i!i'xg6+ y, como se vio en la partida Kaidanov-Efimov (URSS 1980) , lo mejor para las blancas es el jaque per­petuo.

c813) 12 �g5 �xgS. Al realizar este cambio, es preciso ser consciente del posi­ble sacrificio intennedio del alfil. En la presente situación ese golpe no da resul­tado:

(Ver diagrama 349.)

13 �xh7+ �xh7 14 ltJxg5+ �g8 15 'Wh5 lLlf6 16 "'h4 1: d8 17 : ad1 (en res­puesta a 17 llJce4, las negras toman sim­plemente en d4) 17 ... tDxd4 18 �ce4 (o

bien 18 � b5 � xb5 ! 19 II xd6 tD xd6 20 .:t dl tt d7) 18 . . . tZJ xe4 1 9 'iV xe4 � f8 20 ttJh7+ (20 'iVh7 'W'f4) 20 . . . c;t>e7, ganando.

Después de 13 ttJ xgS lü f6 14 dS ed 15 tDxdS lüxe4 16 tZJxe4 surge una posición crítica. Aunque está claro que las negras han conseguido virtualmente la igualdad, las dos o tres jugadas siguientes de este bando deben ser absolutamente precisas, pues la fuerza del caballo centralizado blanco no de be subestimarse.

Lo mejor es pasar de inmediato al fi­nal: 16 . . . 'iWh6! 17 'ifel 'iWxel 18 l:l axc1 tt d8 ! 19 llJd6 (ó 19 l:l cdl c;t>f8 20 f3 �f5, Kosten-Adarns, Londres 1989) 19 .. , �e6 20 tZJc7 tt ab8 21 tZJxe6 tt xd6 (Kuijf­Dlugy, Amsterdam 1987). Eri las dos parti­das citadas la paz se concluyó sin dilación.

Es menos preciso 16 _. 'ti'd8, a lo que las blancas responden 17 'iihS!, y amena­zadores nubarrones se ciernen sobre el rey negro, aunque hay defensa. Así es cómo pro­siguió la partida Kargin-Meduna (Chem­nitz 1998): 17 ... f5! 18 ttJec3 �d7 19 l:t ad1 llf7! , después de lo cual la dama se trasla­dó a ffl, protegiendo la importante casilla d6 del caballo enemigo. Aunque la posi­ción es más agradable para las blancas, no hay nada concreto.

Pero una segunda jugada imprecisa, 17

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202 LA DEFENSA CARO�KANN. Volumen 2

•.. ..te6?, situó a las negras al borde de la derrota.

18 liJdf6+! . Después de 18 ... gf nada se consigue con 19 Wh6?! <itf8 20 liJxf6 i.f5 21 � ad1 ltJd4! 22 ltJh5 It g8 23 W'e3 It e8, pero sí con la inmediata 19 :l ad1!. En ca­so de 19 . . . ltJd4!? , las blancas quizá no lle­guen. al mate, pero sin duda lograrán una enonne ventaja posicional: 20 'iWh4 <itg7 21 li.Jg3 �a5 22 liJh5+ <iltg6 23 lDf4+ 4;g7 24 It e3 l:t fd8 25 It xd4 ! 'iif5 (no es posi­ble 25 . . . 1:l xd4? 26 t¡'j xe6+ fe 27 l:t g3+) 26 ltJh5+ cilt h8 27 h3 !

En la partida Sánchez Guirado-Illescas (Salou 1987), las negras optaron por 19 ...

"aS?! Y se hicieron dar mate en una va­riante virtualmente forzada: 20 t¡'j xf6+ �g7 21 l:t xe6! fe 22 l: d7+ �xf6 23 'iWh6+ �e5 24 'irg5+ lH5 25 'i'g3+! n f4 26 �e3+ ciltf5 27 J:t f7+ �g6 28 'it'xe6+ �g5 29 l: g7+ �h5 30 l: xh7+ <if;>g5 31 :t g7+ �h5 32 'ti'g6+. "Virtualmente", porque era mucho más tenaz 23 ... �f5 ! , Y si 24 g4+, entonces 24 . . . �e5 25 'ii'g5+ 1:. f5 ( ¡no hay jaque en g3 !) 26 gf 'li'e1 +, con tablas.

Por consiguiente, he aquí una forma de ganar mucho más eficaz: 20 'ifh6 <if;>h8 (20 . . . 'ii'f5 21 � d3 �h8 22 l:t g3 It g8 23 ltJd6!) 21 'il'xf6+ �g8 22 : e3 �f5 23 b4 1: ad8

(23 o o . "e5 24 "'g5+ <¡f¡>h8 25 lDd6!) 24 � de1 ltJxb4 (24 .. . "e5 25 'ifg5+ 'ikg7 26 'it'xf5) 25 'ti'g5+ �h8 26 llJf6 ltJd3 27 llJhS ��

.

351

28 : eS! . Concluyendo la lucha con una combinación típica sobre el tema de obs­trucción.

Un bonito ataque, pero que sólo fue posible gracias a los errores de las negras en las jugadas 16 y 17. Lo mismo puede de­cirse de las jugadas 12 llJb5, 12 liJg5 Y 12 i..g5, en general: muchas bonitas variantes, pero sólo gracias al juego impreciso del oponente.

c814) U b4!? ¡Un plan muy molesto para las negras! Tras el cambio de alfiles de casillas oscuras, las blancas pretenden tomar en g5 de peón, abriendo así la co­lumna h. En la partida Schultz-Meduna (Colonia 1988), las negras jugaron con ab­soluta despreocupación: 12 . . . i..d7 13 i..g5 ! �xg5 14 hg! lDf4 15 g3 lbg6, Y des­pués de 16 �g2! lDce7 17 l:. hl �c6 18 'ilt'gl ! , quedaron en posición desesperada.

Tampoco es satisfactorio U ... .: d8 13 �g5 b6? 14 ..txtlS hg (14 .. . ed 15 llJb5 ! ) 15 �xc6 g4 16 lDe5 be 17 "'e2 '¡'xb4 18 llJe4 it'dS 19 'it'xg4 iLe7 20 'iWb5, seguido de n el-e3-h3 (Wells-Ryan, Dublín 1993) .

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed ed 4 c4 ltJ'6 5 tt:lc3 e6 6 lUf3 �e7 203

Nadie ha descubierto todavía cómo deben defenderse las negras de 12 h4! ?

c815) U 'ií'd3! ? plantea problemas

complicados: 12 ... h6 13 ttJb5 "'d8 14 a3 b6 15 ttJc3

ttJde7 16 �f4 �b7 17 n ad1 n eS 18 'ii'b5 ttJaS 19 �xb7 ttJ xb7 (Wahls-Meduna, Alemania 1989) 20 ttJe5!? , o bien, 12 , . . g6 13 .i.h6 l:t d8 14 n ad1 �d7 15 'fi'd2 �e8 16 .i.xd5 ed 17 .i.f4 'tit'S 18 .i.g5 (Bel­khodja-Dautov, Nimes 1991). En estas partidas vemos claramente el defecto de la jugada 11 . . . 'iVd6, a saber, una absoluta fal­ta de ideas activas. Las negras sólo reaccio­nan ante las amenazas de su rival y ni siquiera piensan en crear un contrajuego propio.

c816) 12 .i.c2!? Una jugada con ideas. Las blancas planean primero amenazar ma­te con 13 1Wd3, y luego, según la situación, jugar bien ttJg5, �g5 ó h4. Las negras a me­nudo han logrado el éxito de esta forma.

352

12 . . . tt:Jce7 13 'ti'd3 tt:Jg6 14 lDe4 'ií'b6 15 lDxf6+ llJxf6 16 .i.g5 tt:Jd5 17 .i.b3 .i.d7 18 ttJe5 .i.b5 19 'ii'g3 (consiguiendo una disposición ideal de piezas) 19 ... 'iWxd4?! 20 l:l ad1 'ii'b4? 21 tDxg6 hg 22 .i.xd.5 ed 23 �e7, ganando calidad (Cabrilo-Savon, Belgrado 1988).

12 ... llJxc3? ! (antes hemos señalado ya, repetidamente, las fatales consecuen­cias de esta jugada) 13 be g6 (no es mejor 13 ... 'it'd.5 14 'iWd3 g6 15 .i.f4 b6 16 t2Jd2 .i.b7 17 lDe4 .i.g7 18 'iWg3 llJe7 19 lDd6, Ehlvest-Stohl (GroIÚnga 1982) 14 t2Jg5 !? .i.g7 (Hebden-Hoffman, Vrnjacka Banja 1989) 15 �f3!? , con fuerte presión.

U ... 'ii'b4!? . Un raro caso en el sistema 11 ... 'iWd6: ¡las negras atacan algo! Aparte de esto, la dama tiene la opción de trasla­darse a una posición más aceptable, en la casilla b6. 13 ¡Vd3 g6 14 �h6 l:td8 1.5 i.b3!? En la partida Kosten-Barbero (Saínt Affrique 1994), las negras declina­ron el sacrificio de peón y desplazaron el alfil 'de g7, es posible que con razón, pues en la variante 15 .•• lL:lxd4?! 16 lDe4! (la tentadora 16 .i.xd5 no ofrece nada, en vis-ta de 16 ... lDxf3+ 17 "xf3 .i.xc3 18 bc 'ifh4! ) 16 ... .i.h8 17 ttJxd4 Wxd4 18 �f3 'tW xb2 19 1:[ adl � d7 20 1:[ d2 'Mi eS 21 .i.xdS ed 22 ': xd5! . Las negras no so­breviven a la clavada sobre la columna d: 22 .•• 'ii' e6 23 l:t edl ]: ac8 24 h4, etc.

c82) 11 ••• lDce7. Esta jugada sólo pue­de tener un defecto: al reforzar d.5, las ne­gras pierden el control de la casilla e5. Por esta razón, rara vez se emplea 1 1 .. , lDde7? !

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204 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

A primera v!sta, una solución ideal. Ahora ambas casillas centrales (dS y e5) están bajo control de las negras. Pero es pronto para regocijarse, porque al cerrar la diagonal de la dama, las negras permiten 12 i..g5 ! , y a 12 .. . ltJf5 sigue 13 �xf6 Wxf6 14 dS ed 15 ltJxdS ¡rb6 (15 . . . \Wxb2? 16 %:l b1 'ij'xa2 17 !:i:Jc7 %:l b8 18 �xc6) 16 %:l el, con una importante ventaja (Neve­rov-Marcus, Dieren 1998) , mientras que 12 . . , �xg5? ! es sencillamente malo, en vista del sacrificio temático 13 �xh7+! (curio­samente, en la partida Gligoric-Portisch, Madrid 1960, las blancas omitieron esta posibilidad, y después de 13 i.. xg5 ltJf5 14 �xf5 �xg5 15 �e4 :1 d8, se acordaron tablas) 13 .. . c¡f;>xh7 14 ltJxg5+. Ninguno de los caballos negros puede llegar a f6 (otro inconveniente de 11 . . . lL\de7? ! ) y, por tan­to, el rey debe salir a campo abierto, 14 . . . c¡f;>g6 15 'fi'g4 f5 (15 '" 'iWxd4? 16 ltJge4+ !itb7 17 �b5+ c¡f;>g8 18 ttJg5) 16 'iWg3 c¡f;>f6 17 liJb5 , y ahora:

17 . . . ltJxd4 18 'iWe5+ 'it¡lxg5 19 'it'xg7+. 17 . . . r:t h8 18 ttJc7 :1 b8 19 ltJgxe6

�xe6 20 liJxe6 'ii'g8 21 dS ! 17 . . . ltJdS (relativamente lo mejor) 18

ttJd6 g6 19 ltJxc8 f4 20 Wb4 %:l b8 21 !:i:Je4+ r;J-;g7 22 'it'xd8 : xd8 23 li.Jcd6, con venta­ja en el final.

La posición después de 11 . . . ttJce7 pa­só con éxito la prueba de resistencia en la final del 36.° Campeonato de la URSS (Al­ma Ata 1968), en tres partidas de M. Pod­gaets contra Zeshkovsky, Vasiukov y Liberzon. Ciertamente, con el paso de los años, la teoría de la variante ha progresa­do, pero muchas viejas evaluaciones per­manecen inalterables.

(Ver diagrama 354.)

Veamos las posibles jugadas para las blancas: 12 h4, 12 'i!fb3, 12 '6'e2, 12 .d3 y

12 ttJe5. Las dos últimas son las más fuer­tes, mientras que las restantes tienen un

valor equivalente entre ellas. c821 ) 12 h4. Una jugada que ha vegeta­

do en el patio trasero de la teoría basta el match por el Campeonato Mundial entre Anand y Karpov (Lausana 1998). U ...

liJfS!? La continuación más concreta. También se juega 12 ... �d7, permitiendo que las blancas inicien un ataque con 13 ..,d3 h6 (si 13 O o . g6, entonces 14 i..b6 �g7 15 it..xg7 �xg7 16 �xdS llJxdS 17 ltJxdS ed 18 :t e5, con una ventaja estable, Obod­chu.k-Ács, Budapest 1994) 14 ttJg5 !? g6 15 llJf3 �g7 16 h5 g5 17 ttJxg5! hg 18 .i.xg5 (Dzhandzhava-Kalegin, Batumi 1991). 13 _d3. Anand tiene toda la razón al descar­tar la tentadora 13 .i.xf5 ef 14 ttJxd5 'it'xclS 15 .i.g5 . Como demostró la partida Ziborovsky-Kuczynski (Ksiaz 1998), la modificación de la estructura de peones, tras 15 . . . �e6!? 16 i..xf6 gf, no debe preo­cupar a las negras.

(Ver diagrama 355.)

Lo principal es que el excelente punto fuerte de la dama en d5 queda ahora ase­gurado. Además de esto, se abren pers­pectivas para las torres a lo largo de la columna g. Finalmente, no debemos olvi-

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed cd 4 e4 ttJf6 5 �c3 e6 6 �f3 i.e7 205

c:.;..;..;.;;.;�----,-,-,� _____ ----, 35j

dar que las blancas tienen una debilidad crónica en d4. Siguió: 17 'iVd2 �g7 18 h5 h6 19 lüh2 1: ad8 20 1: ad1 � h7, Y las ne­gras tienen mejores posibilidades. 13 .••

lü xc3?L No es la mejor elección. Las negras deberían fijarse en el orden de jugadas de la partida Tlmman-Portisch (Francfort 1 998): 13 . . . lü b4 ! 14 'ifc4 a5 lS .i.g5 i.xg5 16 hg lüd6 17 'irb3 lüxe4 18 1: xe4, y aquí las negras igualaron con 18 . . . b5 ! 19 a3 .i.b7 20 ab abl 21 %:. xa8 Wxa8. 14 be h6 15 hS. La alternativa es 15 i.xfS ef 16 i.a3 1: e8 17 .:. xe8+ Wxe8 18 l:t e1 Wd8 19 'li'b5 (a 19 c4 es preciso sa­crificar un peón, 19 ... b5 ! ? 20 cb .i.e6) 19 . . . i.e6 20 "'xb7 .i.d5 21 '&b5 1: d8 22 "'e2 "'aS 23 i.b4 'ti'xa2 24 'ii'xa2 .i.xa2 25 ..te7 aS 26 .i.xf6 gf, con un final igua­lado. 15 ... lüd6 16 llJeS. Las blancas no crean verdaderas amenazas con 16 .i.h7+ �h8 17 .i.a3 1ic7 18 llJeS 1: d8 19 1: ad1 b6. 16 ... tt:l xe4 17 it'xe4 .i.xeS 18 de (o bien 18 WxeS Wd5 19 'it'xd5 ed 20 i.a3 : d8 21 :1 e7 b6 22 f3 i.e6, con probables tablas).

(Ver diagrama 356.)

18 - f5!. Sólo después de esta fuerte ju­gada, es posible afirmar que las negras han igualado. En la lucha subsiguiente, corona-

da con un fascinante final de alfiles de dis­tinto color, las negras superaron a su opo­nente y lograron ganar la partida.

c822) U .b3. Con esta jugada las blancas se proponen dificultar a su opo­nente el desarrollo de su flanco de dama, pero la dama se aleja demasiado del obje­tivo principal: el ataque al rey. U oo . 'ilb6!? Las negras tienen una tarea algo más difí­cil en caso de 12 o o ' b6, y después de 13 .i.xctS tt:lxctS 14 ttJxctS .xd5 15 W�ctS ed 16 �g5 .i.xg5 17 lOxgS f6 18 lOB, las blan­cas tienen un final ligeramente mejor (Sveshnikov-Epishin, BieI 1993). 13 .i.xclS. Después de 13 .xb6 ab 14 i.g5 l: d8 15 l:ed1 h6 16 .i.xf6 tLlxf6 17 i.c2 .i.d7, la partida quedó igualada (Chiburdanidze­Ioseliani, Telavi 1988) . 13 o •• lOxclS 14 lO xdS ed 15 i.gS. Las no dejan de tener compensación por el material en la varian­te 15 'fi'xctS i.g4, pero después de 15 'it'xb6 ab 16 .i.d2, se acordaron tablas en la partida Himrnel-Podgaets (Dortmund 1993). 15 •.• i.xgS 16 �xb6 ah 17 llJxgS h6 18 .!DO i.e6.

(Ver diagrama 357.)

Este final se produjo en la partida Sveshnikov-Podgaets (Riga 1975), y es in­teresante que cada jugador lo consideraba

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206 LA DEFENSA CAAO-KANN. Volumen 2

favorable. Pero fueron las negras quienes se acercaron más a la verdad: 19 a3 1: feS 20 1: e3 l:t a4 21 h3 b5! 22 1: b3 b4!, con una fuerte iniciativa.

c823) 12 -'e2. Esta j ugada es infe­rior a 12 'iVd3 . 12 ••• g6! ? Tampoco se ve rastro de ventaja para las blancas tras 12 . . . h6 ! ? Por ejemplo: 13 .e2 i. d7 1 4 a3 1: c8 1 5 �c2 lU xc3 16 .d3 lU e2+ ! 1 7 1: xe2 lU g6 (Buturin-Ko slov, Sverd­lovsk 1987) . 13 .i. h6 , provocando el debilitamiento .. . g7-g6, aunque las blan­cas podrían regresar al plan con 13 "'b3. En la partida Vasiukov-Podgaets (Alma Ata 1968), las negras igualaron fácilmente, explotando la misma idea que se produjo en el encuentro con Sveshnikov: 13 . . . 'it' b6 ! ? 1 4 i. xd5 ttJ xd5 15 liJ xd5 ed 16 'iW xb6 ab 17 i. h6 n d8 18 a3 i. g4 1 9 lijeS � e6 20 1:1 ad1 l:t dc8 21 l:t d3 : a4 !

N o se encuentra en cualquier base de datos la partida Podgaets-Daskalov (Ode­sa 1975) , pese a que su desarrollo fue muy instructÍvo. A 13 'i/ib3, las negras reaccio­naron con la jugada 13 . . . cJ;g7, y tras 14 h4! (para, tras el cambio de alfiles negros, reto­mar de peón) 14 . . . ttJ c6 1 5 i. gS liJ aS 1 6 'it'e2 i.xgS 17 hg, surgió una posición crítica.

17 .. , 1: h8! ? Juego original. Las blancas abren la columna h, a fin de iniciar opera­ciones activas sobre la misma, después de g3, �g2 Y l:t hl . De modo que las negras se

proponen anticiparse. Sin embargo, el plan de Daskalov tiene

una laguna y las blancas consiguen poner­la de manifiesto de forma combinativa: 18 : ac1 ! h6 19 ttJxd5 ed 20 i.xg6! Ahora pierden tanto 20 . . . fg 21 'itc7+ "xc7 22 l:t xc7+ Wf8 23 lUeS �f5 24 g4 i.e4 2S f3, como 20 . . . hg 21 .i.xf7! Las negras respon­dieron 20 .. , �c6!?, que tampoco les salvó de la derrota: 21 gh+ ! : xh6 22 i.f5 .h8 (22 ... �xd4 23 'ilc3! i.xiS 24 liJxd4) 23 g3 l:l h1+ (23 . . . lUb4 24 "'xc8! l:l h1+ 25 �g2 : x c8 26 1: xc8 Wh5 27 1:[ x h 1 1W xfS 28 .: c7) 24 � g2 1% xe1 2S .: xe1 'ii'h5 26 lDh4! , y unas jugadas después todo ha­bía terminado.

13 .•. .i.g7 14 ii.xg7. Después de 14 ii.g5 f6! 15 ii.d2 .i.d7 16 1i'b3 ..tc6, en la partida Spassky-Petrosian (Moscú 1966), las negras consiguieron una disposición ideal para sus piezas, y las blancas tuvieron que tomar medidas para invertir la direc­ción de la lucha: 17 i.xd5 ed 18 lLJe4 : f7 19 liJc5 liJfS, con tablas.

También se ha visto 14 1Wd2 b6 15 h4 ..tb7 16 h5 lUf5 17 ii.xiS ef 18 ..txg7 ci;xg7

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed ed 4 c4 ttJf6 5 qJc3 e6 6 ttJf3 i.e7 207

19 l: ad1 ):tc8 20 llJe5? ! ¡t'h4! (Kurass­Podgaets, URSS 1969), con un juego có­modo para las negras.

14 ... �xg7. Si las blancas no atacan ahora, no atacarán nunca.

Después de 15 �xd5 tLlxd5 16 tLlxd5 'ikxd5 17 .:te5 "it'd6 18 .:t d1 f6 19 :t e5 �d7 20 lLld2 �c6 (Tal-Bagirov, Moscú 1967), las tablas parecen el resultado más probable, aunque, de todos modos, Tal aca­bó ganando.

En la partida Zesh.kovsky-Podgaets (Alma Ata 1968) hubo un juego más inte­resante: 15 ¡t'b3 lLlf6 16 tLle5!? (un sacrifi­cio de peón por la iniciativa) 16 .•. "ii'xd4 17 � liJf5 18 l:ad1 'iVcS 19 'ii'a4 a6! 20 .4 h6 21 h4 II a7, con un juego de doble filo.

e824) U '6'd3. El peón de h7 está col­gando y tiene sentido pensar en ambas de-fensas: la tradicional 12 . . . g6, Y la posiblemente más fuerte, 12 ... h6.

No es bueno 12 ... tDg6? ! de inmediato, porque las blancas tienen dos formas de lograr ventaja:

13 �d2 b6? ! 14 h4 ! �b7 15 h5 lü gf4 16 'it'bl 'fIc7 17 �xh7+ 'lth8 18 �e4, con un saludable peón de ventaja (Kamsky­Epishin, Las Palmas 1994).

13 ""5!1 (original, pero también muy

fuerte) 13 . . . CiJge7 14 CiJe5 1id6 15 �d2 g6 16 �h6 �g7 17 il..xg7 rj;xg7 18 l:ac1 n d8 19 'W'b3 (Bologan-Salov, Enghien­les-Bains 1999).

c8241) U ._ g6 13 �h6. No es terrible 13 h4 il.. d7 14 tDe5 �c6 15 �h6 : e8 16 h5, debido a 16 ... lLlf5 ! (Kveinis-Gah­wehns, Bonn 1994).

13 lLle5!? se encuentra de cuando en cuando. Después de 13 ... il..d7 14 �h6 il..g7 15 �xg7 Iittxg7, se llega a la posición que examinamos en detalle, a propósito de 12 lüe5. Ahora, sin embargo, nos deten­dremos en 13 ... b6! ?

Con e l alfil e n e4, l a idea ... b7-b6 pare­ce sospechosa. Pero si las blancas no con­siguen refutarla (y hasta ahora no lo han hecho), en lugar de la artificiosa ... �c8-d7-c6, el alfil se desarrolla, "como debe ser", por b7.

En la partida Kavalek-Hübner (Bu­gojno 1982), el juego continuó con 14 lüxd5 lLlxd5 15 �h6 �g7 16 lLlc6 'ifd6 17 �xd5 ed 18 lLle7+ 'lth8 19 'W'e3 �e6. El fianchetto no llegó a materializarse, pero esto no debería preocupar a las ne­gras, pues el juego está absolutamente equilibrado.

Es más fuerte 14 il..h6 �g7 15 Wh3!?

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208 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

. . . con idea de responder a 15 . . . .i.b7?! con 16 �g5 ! Desde h3, la dama no permite . . . f7-f6, y las negras se encuentran atadas de pies y manos.

En la partida Hachian-Asrian (Ere van 1996), a 15 'fIh3 se jugó 15 . . . f6? ! 16 �xg7 �xg7 17 lLld3 1td6, y tras 18 l: ac1 ! ? (en la partida las blancas situaron la torre da­ma en dI ) , el panorama era miserable pa­ra las negras. El rey está mal defendido, las torres blancas dominan las columnas e y e, y la casilla e6 está a punto de derrum­barse.

He aquí algunas variantes de muestra: 18 ... �d7 19 .i.xd5 lLlxd5 20 lbxd5 'it'xd5 (20 . . . ed 21 Wg3 'iWxg3 22 hg l:f7 23 lbf4 �f5 24 f3, Y las negras tienen un final difí­cil) 21 ltJf4 'it'xd4 (21 .. . 'iff5 22 : xe6! ) 22 %l ed1 Wa4 (22 .. . : ac8 23 'it'g4!) , y ahora

(Ver diagrama 362.)

23 : xd7+! Wxd7 24 li c7 ! , ganando. Así pues, ¿está justificada la idea 13 ... b6? No puede afirmarse, pues es demasiado pronto para sacar una conclusión. Des­pués de 14 �h6 �g7 15 'tWh3 ! ? , es preci­so intentar una solución muy simple: 15 . . . �xb6! ? 16 'ilt'xh6 �b7 . En nuestra opi­nión, las negras tienen una posición ple­namente defendible. Por ejemplo : 17

l. . • • 11 1

• ' . • • � �

• .'iY � D • D b D • D M = � 362

.: ac1 (nada se consigue con 17 lb xd5 .i.xd5 18 lOf3 lLlf5 19 �xf5 �xf3, mien­tras que la combinación 17 �xd5 lOxd5 18 ltJe4 f6 19 lüxg6 !? sólo es buena para forzar tablas) 17 . . . lLlf5 18 �xf5 ef, con igualdad.

13 ••. .i.g7. También puede preservarse el alfil de casillas negras, con 13 . . . ]: e8, pero la posición después de 14 .: ad1 .i. d7 15 .i.xd5 lLlxd5 16 ti) xd5 ed 17 ltJe5 �e6 18 h3 ': c8 19 ll d2 :t e7 20 'it'g3 .: cc7 21 II de2 debería evaluarse como favorable a las blancas (Marin-Jaltin, Go­temburgo 2004). 14 �xg7. Después de 14 'li'd2, queremos llamar la atención sobre 14 ... b6 ! ? Es sorprendente que se hayan jugado tan pocas partidas con este tema, ¡ a pesar de que sea la jugada más lógica! Las blancas pueden tratar de refutar la idea del fianchetto con 15 h4 ! ? �b7 16 h5.

(Ver diagrama 363 .)

Después de 16 . . . lOf5 17 �xg7 (17 .i.xf5 ef 18 .i.xg7 rJ; xg7 revierte a la parti­da Kurass-Podgaets) 17 . . . � xg7 18 lOxd5 �xd5 19 �xd5 'it'xd5 20 1:1 eS 'ifd8 21 d5 ed 22 ': xd5 'iff6 (Gipslis-Tavadian, Yur­mala 1983) 23 l:. dl, y las blancas tienen una ventaja mínima.

En lugar de mantener el peón en h5, es

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1 e4 eS 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 ttJf6 5 t¿jc3 e6 6 t¿jf3 �e7 209

mejor capturarlo, 16 ... gh!? No es fácil acercarse al rey negro, pero aparte de eso, la casilla g6 pertenece al caballo. He aquí algunas posibles variantes:

17 �xg7 rJ;xg7 18 "fi'g5+ ttJg6 19 'ii'xh5 lOf6.

17 'W'g5 lOf5 18 i..xg7 'iVxg5 19 ttJxg5 Wxg7.

17 lLle2 :lb8! 18 ttJg3 ttJf6 19 �xb7 l:t xb7 20 �xg7 wxg7 21 'ií'g5+ ttJg6 . 22 lOxh5+ lOxh5 23 'ii'xh5 l:td7 ! , y las negras tienen suficiente contrajuego.

14 _. wxgT 15 l:tacl!? La posición nos trae reminiscencias de la que se produjo en una de las partidas del match de Candi­datos al título mundial Smyslov-Ribli (Londres 1983). La diferencia radica en el hecho de que, en lugar de las jugadas l:t fl­el y Wd1-d3 de aquella partida, se realiza­ron tOf3-eS y a2-a3.

(Ver diagrama 364.)

El plan de Smyslov (que antes hemos analizado) es sencillo, pero, al mismo tiem­po, muy peligroso. Las blancas proyectan capturar dos veces en dS, y las negras no quieren retomar de peón pues, en tal caso, ¿cómo podrían explotar la debilidad del peón de d4? Además de esto, una vez fija­d� el par de peones d4-dS, el caballo blan-

co centralizado de eS siempre será más fuerte que el alfil de casillas blancas. Por consiguiente, es más lógico para las negras retomar en d.5 las dos veces de pieza. Pero . entonces (como sucedió en la mencionada partida Smyslov-Ribli), surge la posibili­dad de que una torre blanca llegue a c7.

� _ � M �x� �x� n �x� 'ii'xd5. ¡Un matiz importante ! Para Smyslov, como recordaremos, el peón ya estaba en aJ y podía situar la torre en c7 sin temor. Aquí, sin embargo, la jugada 18 :t e7! supone un sacrificio de peón. No obstante, ante el tablero, no es fácil deci­dirse por un sacrificio así. De ahí que, sin excepción, todo el mundo juegue, en el 15.0 ó 16.0 tumo, a2-aJ, perdiendo un tiempo precioso. Sin embargo, el análisis demues­tra que tras 18 .. . 'ii'xa2? 19 'fi'c3 ! , las blan­cas ganan en todas las variantes:

19 .. . �g8 20 �e5 'ii'd5 21 lLlg4! (esto es más fuerte que 21 lLlc6 l:l e8 22 t¡je7+ : xe7 23 l:t xe7 i..b7 24 t3 %t c8) 21 ... "iVg5 22 h3 ! , con la amenaza l:l eS.

19 ... 'ii'd5 20 n e5 1Wd8 21 d5 �g8 (21 . . . 'iff6 22 de J. xe6 23 n xe6 ! ) 22 de fe 23 l: xe6!

Si no es posible tomar en a2, sólo que­da 18 ••• J.d7, pero después de 19 �e5, la partida no puede considerarse igualada.

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2 1 0 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

A las negras les espera un dificil fmal sin peones, en caso de 19 . . . l::t fd8?! 20 ¡Ve3 Jt. e8 2 1 'ilIf4 'i't'xd4 22 1: xf7 + ! � xf7 23 'it'xf7+ �h8 (23 .. . �h6 24 'iff6 ! ) 24 'iff6+ c¡f;¡g8 25 'itxe6+ �g7 26 tOc6 'iWf6 27 tO xd8, y probablemente no consiguiesen salvarlo.

Es más fuerte entregar el peón de in­mediato, 19 ••• l::tad8!? 20 l::t xa7 �b5, si­tuando al oponente ante un dilema: aferrarse al material hasta el fin (21 t!t'f3 'it'xf3 22 ltJxf3 1: a8 23 l::t xa8 .: xa8 24 a3 1: c8) o devolver la calidad para quedarse con una ventaja estable en el final (21 'ilIe3 -' xd4 22 'i!fxd4 : xd4 23 b3). Creemos que el carácter de la lucha en cada caso no conviene a las negras.

c8242) 12 o •• h6!? El plan con .i.h6 y l::t acl es ahora imposible y las blancas de­berán pensar en otra cosa. 13 tOe5. El rea­grupamiento 'it'd3-e2, Jt.d3-b1 y 'ife2-d3 parece ideal, puesto que las negras no pue­den defenderse del mate con . . . g7-g6 (pues el peón de h6 quedaría colgando). Pero puede encontrarse una defensa: 13 "e2 .i.d7 (de nuevo vale la pena considerar 13 ... b6 ! ? , por ejemplo: 14 �d2 .tb7 15 l::t ac1 lLl xc3 16 bc �xe4 17 "xe4 lLlf5 18 .tf4 1:l c8 19 lLle5 .tg5, con posibilidades equi­valentes, Becerra-Asrian, Linares 1999) 14

�b1 .i.c6 (es impreciso 14 . . . liJxc3 15 bc �c6, ya que tras 16 tOe5 ! Jt.xe5 17 "xe5 'i+'d5, las blancas, en la partida Adams­Karpov, Montecado 1992, obtuvieron la ventaja de la pareja de alfiles) 15 'ii'd3 lLlg6! (cerrando la diagonal peligrosa) 16 a3 :t e8 1 7 liJ e4 tO df4 18 Jt. xf4 lb xf4 19 'it'd2 (no podemos ver una continuación del ataque: 19 llJxf6+ 'it'xf6 20 'iWb7+ �f8 21 .te4 : ac8) 19 . . . tOg6, y la posición ne­gra es más agradable (Trabert-Murdzia, Hamburgo 1995). 13 ... tOxc3 (ya nos detu­vimos en 13 .. . Jt.d7 al examinar 12 liJe5) 14 '6'xc3. Nonnalmente, las blancas toman de peón en este caso, pero en la presente situación el final resultante de 14 bc �xe5 ! 15 de 'i!t'xd3 16 �xd3 .td7 17 Jt.a3 J:l fe8 18 :l ad1 Jt.a4 19 l:.d2 l:t ac8 20 c4 b6 21 .td6 l¿jf5 (S. B. Hansen-L. B. Hansen, Copenhague 1996) no ofrece ventaja a las blancas. 14 _ tOrs. Conduce a interesantes complicaciones 14 . . . Wb6 15 Jt.c2!? (una vez' más, con idea de dejar paso a la dama hacía d3) 15 '" :l d8 16 �e3.

Una jugada errónea, 16 . . . lLld.5?, y la partida ya no puede salvarse: 17 'ild3 lb xe3 18 fe Jt.xe5 19 ti'h7+ !it;>f8 20 de 'ifxb2 21 l H1 "xe5 22 �g6 f5 23 e4. Las negras tienen dos peones de ventaja, pero

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed ed 4 c4 llJf6 5 ttJc3 e6 6 �f3 �e7 21 1

su rey está irremediablemente expuesto. Por ejemplo: 23 ... '6'f6 24 ef �e7 (24 ... e5 25 : adl ) 25 fe 'iV d4+ 26 rJt b1 � xe6 27 �17! l:U8 (27 . . . �x17 28 : ae1 + �e6 29 'a'g6 W'c4 30 'ifxg7+ � d6 31 n el) 28 �xc6 : xf1 + 29 :. xf1 �xe6 30 '6'f5+ �d6 31 "'b1 !

En la partida Dolmatov-Enklaar (Amsterdam 197�), las negras jugaron la más fuerte 16 ... llJf5. Sin embargo, la pre­sión blanca fue en aumento: 17 1:[ ad1 �d7 18 d5! 'f¡a6 (18 ... llJxe3 19 II xe3 ed no re­suelve el problema, debido a 20 'ii'd3 �e6 21 l1 de1 �f8 22 llJg6+! fg 23 ll xe6 'iWxb2 24 'it'xg6 1'1 ac8 25 ..tf5) 19 ..txf5 ef 20 �d4 ..te8 21 ¡Vf3!, Y Dolmatov impuso con firmeza su juego, en el que desempeñó un papel decisivo el peón pasado d.

15 �e3 aS!? Esta jugada, descubierta ante el tablero por Karpov, en su partida contra Topalov (Linares 1995) parece la más fuerte. La torre de a8 comienza así a "respirar" y, además, hay una idea concre­ta: imponer un cambio de damas tras . . . a5-a4 y . . .• d8-aS.

15 . . . llJ xe3 tiene una rica experiencia práctica. En el match por el Campeonato Mundial Femenino Chiburdanidze-Iose­liani (Telavi 1988) se jugó 16 fe .1: b8 17 .ti ad1 �d7 18 i..b1 �e8 19 llJg4 �g5 20 e4 h5 !, y las negras se libraron de sus di­ficultades. Después de 16 .xe3 't!fb6, las ne­gras también igualaron la partida después de 17 l:l ad1 ll d8 18 b3 i.d7 19 Vf3 i..b5 ! (Sher-L. B. Hansen. Vejle 1994). Las blan­cas sólo pueden luchar por la ventaja con 16 l:l xe3 ! ? Después de 16 .. , "b6 17 tt dl :. d8, surge una posición crítica.

(Ver diagrama 367.)

Las negras tienen una posición sólida, sin debilidades de peón. Está claro que en una lucha prolongada, de trincheras, sus

367

posibilidades, como mínimo no son peores. De modo que las blancas deben buscar fortuna en el ataque directo. Tres piezas si­tuadas en la columna e están ya listas para ello, por lo que sólo resta acomodar la da­ma. En consecuencia, 18 i.c2!?, pues si la dama blanca llega a h7, los frutos estarán maduros. 18 .

' . . i..d7? 19 'iVd3!, y ahora: 19

... ..te8 20 'ii'h7+ �f8 21 i.b3 'it'a5 22 llJxt7! �xf7 23 ,ixe6+ �e7 24 d5! Lo me­jor para las negras es entregar de inmedia­to la pareja de alfiles (y renunciar a ganar) y sobrevivir, mediante cambios en un final inferior, y tratar de hacer tablas, con 18 . , . ,ixe5 19 .l: xe5 ,id7. Después de 20 d5!? , son posibles las continuaciones siguientes:

20 '" ed? 21 'ii'd3. 20 . , . f6 ? ! 21 n e3 ed 22 'iV d3 � f8

23 'ii'h7 ..te6 24 l:lde1 i.g8 25 '6'h8 'fic7 (o bien 25 . . . 'iVd6 26 r1 g3 'ifc7 27 ,ih7 .17 28 :1ge3) 26 i.f5.

20 . . . II ac8 21 'fid3 g6 22 �b3 ,i b5 23 'it'f3 �c4 24 i.xc4 l:l xc4 25 de : xd1 +

26 lWxd1 fe 27 h3. Aunque es agónico ju­gar este final, las posibilidades de tablas no son malas.

16 r1 adl. En la partida fuente se jugó 16 l:t ac1 a4 17 n edl. Karpov tomó en e3. Posteriormente, el juego tomó otra direc­ción: 17 ... 'iVa5 18 'iWxa5 l:l xa5 19 �xf5

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2 1 2 LA DEFENSA CAAO-KANN. Volumen 2

�xe5 20 �e4 �d6 21 d5 ed 22 �xd5 �e5 23 b4 ab 24 ab �e6 (Lesiege-Shipov, Mos­cú 2001) . En lugar de 17 . . . _aS, vale la pe­na considerar 17 . . . n aS ! ? 18 llJc4 � b5. 16 oo. a4!? Tampoco aquí deben las negras apresurarse a tomar el alfil. Después de 16 . . . tZJxe3 17 'ti'xe3 (es más flojo 17 fe n a6 18 : el 1: d6, Malaniuk-Adams, Hastings 1995) 17 . . . 'it'b6 18 �c2! �xe5 19 de 'ilt'xe3 20 1:. xe3 , el final se define a favor de las blancas (Chekachev-Galkin, Kras­nodar 1 996). 17 liJ g4 �g5. A 17 . . . tb xe3 18 tbxf6+ 'ii'xf6 19 fe 'ii'd8 20 1:. el n a5 21 :t e2 b6 22 l:t ec2, y tampoco en este ca­so puede hablarse de posición igualada (Sharyazdanov-Lugovoi, Togliatti 2003) . 18 �xf5 ef 19 i.xg5 hg. Hay que recono­cer que ambos bandos se han apartado mucho de los cánones de lucha con peón central aislado. En la partida Molnar-Po­lak (Pula 2001), el juego continuó con 20 liJ e5 'it a5 ? 21 'ii' c4 � e6 22 d5 :t ac8 23 b4!, pero hay una mejora que se sugie­re por sí sola: 20 . . . �e6 ! , con igualdad. Es más fuerte 20 tbe3!?

Podría pensarse que los peones negros han avanzado demasiado, pero las varian­tes no lo confirman. Después de 20 oo. %1 a6 21 "cS .: d6 22 lDc4 (22 d5 1:. e8 ! r 22 0'0

: 115 23 'ti'a7 i.e6 24 tbe3 : &5 25 'it'xb7 f4 26 lLJc2 �d5 27 'tt'e7 : b5, el juego es mutuo.

c825) U lLJe5. Se considera con justicia que 12 . . . �d7 es la respuesta principal, pe­ro antes de ocuparnos de ella, lo haremos de las líneas marginales: 12 ... -ixe5, 12 .. . lLlf5, 12 .. . lLJc6 y 12 . . . g6.

U _. i.xe5. El cOm!enzo de una gran operación de cambios: 13 de lLl xc3 14 be 'tIt'xd1 15 n xdl . Cierto que, tras 15 . .. lLld5 ! , las posibilidades de tablas son rea­les, pero ¿por qué empobrecer el juego de esta forma? Por otro lado, que las negras puedan hacer tablas es algo que está por ver. Por ejemplo, en la partida Matsuura­Molina (Sao PauIo 1999), no las consiguie­ron: 16 l:l d3 b5 17 n b1 a6 18 .t a3 :t e8 19 �d6 �b7? 20 c4! be 21 :h3! En lugar de 19 . . . �b7, es mejor 19 .. . �d7 ! ? 20 �xd5 ed 21 1: xd5 .te6 22 1:[ d2 : ac8 23 �b4 f6! , 24 ef :t cd8, Y con alfiles de distinto color, como es sabido, por lo general no se pue­de ganar.

U ... lt)f5?! se considera dudoso, sobre la base de un análisis del gran maestro fili­pino Eugenio Torre: 13 lt)g4! lt)xd4 14 �xd5 ed 15 lt)xf6+ 'iWxf6 16 lt)xd.5 'tIfh4 17 �f4. En la partida Novikov-Lugovoi (San Petersburgo 1995) , las negras no to­maron el peón, optando por 13 . . . lt)b6, Y después de 14 lt)xf6+ 'ii'xf6 15 'it'g4 lt)c4, Lugovoi recomendó 16 d5!? lücd6 17 de � xe6 18 lDd5 Wd8 19 �g5, con la inicia­tiva. En nuestra opinión, el modo más sen­cillo de conseguir ventaja pasa por 14 �xf5 ! ? (en lugar de 14 lt)xf6+) 14 .. . ef 15 lt)xf6+ 'itxf6 16 d5.

U o .. llJc6!? Entre otras cosas, ésta es una clara invitación a entablar negociacio­nes de paz: 13 lt)f3 liJce7, etc. Si deciden seguir jugando, las blancas normalmente se decantan por 13 .d3. Después de 13 . . .

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 �f6 5 �c3 e6 6 �f3 .te? 2 1 3

g6? ! 14 �h6 �g7 15 �xg7 q;xg7 16 �xd5 ed 17 tLJxc6 be 18 tLJa4, y las negras están claramente peor (Sher-Asrian, Erevan 1996). Hay un juego más complicado tras 14 .. . l:t e8 15 l:t ad1 �b8 (15 . . . tLJxe5 16 de .ixe5 17 .ixg6!) 16 "f3! (Ara Minasian­E. Danielian, Erevan 2000), pero incluso en este caso las posibilidades están del la­do blanco. Contra 13 'ii'd3 es preciso jugar 13 ... h6!?, después de lo cual el juego se bi­furca en dos caminos.

También se ha jugado 14 a3, Y ahora: 14 . . . tLJde7 15 lüxc6 lü xc6 16 d5 ed

17 tLlxd5 �e6 18 t;Jxf6+ 'iWxf6 19 .ie3 (Ljubojevic-Jalifman, Groninga 1993).

14 .. . .ixe5 15 de ltJxe5 (Nijboer-van der Sterren, Hilversum 1989) 16 .ih7+ �h8 17 1:[ xe5 lLlxc3 18 be f5 19 Axf5 ef 20 'ii'xd8 l:t xd8 21 i.e3 (análisis de Nijboer).

Pero la respuesta más interesante ha esquivado a la práctica: 14 ... lLlxc3 ! ? 15 lLl xc6 llJe2+! 16 l:t xe2 bc 17 i.xc6 'iWb6 18 "'D (o bien 18 .ixa8 �a6 19 Vc2 .ixe2 20 i.e4 .ia6) 18 . . . .ia6 19 %l e1 : ad8 20 d5 ed 21 .ixd5 .: fe8, con un juego lucido.

14 .ixd5 se para con la inmediata 14 . . . tLlb4! 15 'ifg3 .ih4! Después de 16 'ii'f3, las negras pueden empezar a "secar" la po­sición: 16 '" ed 17 n e2 .i c6 18 a3 lüc6

19 lüxc6 be 20 liJa4, con una ventaja sólo mínima de las blancas (Smyslov-Ivanchuk, Moscú 1988) . Pero también es posible ju­gar de forma más entretenida: 16 . . . lLlxd5 17 l:t e4 ! ? f5 18 l:t xh4 (18 l:l e2 ! ? i. f6 19 .id2) 18 . . . 'ii'xh4 19 tt:Jg6 'iWxd4 (Mor­tensen-Jelling, Dinamarca 1989). Daro que si las complicaciones se inclinan a favor de las negras, las blancas pueden volver a 17 tt:Jxd5 (en lugar de 17 l:t e4) 17 . . . ed 18 tt:Jd3 'it'f6 19 'ti'xf6 .ixf6 20 i.e3 i.e6. El final está aproximadamente igualado (Djurhuus-Asrian, Erevan 1996).

U 000 g6 podría resultar prematuro. Ahora las blancas no necesitan gastar tiempo en 13 'ii'd3, pues existe la posibili­dad de entrar en una posición igualada, ¡pero con un tiempo de más ! Después de 13 i.h6 i.g7 14 .ixg7 r;;xg7, hay una idea desagradable para las negras, que ya he­mos visto en la partida Smyslov-Ribli: 15 l:l c1 ! ? b6 16 liJ xd5 tt:Jxd5 17 �xd5 'iWxd5 18 n c7 !

En la partida Spraggett-Taylor (Otta­wa 1984), las negras no pudieron resolver los problemas planteados y pronto se "consumieron": 18 ... i.b7 19 'ii'g4 : ac8 20 n d7 " a5 21 :. f1 .ic6 22 n e7 �f6? 23 :' xf7+! lt xf7 24 1Wf4+ cj;e7 25 'tWxf7+

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2 1 4 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

!if;d8 26 :. cl. En realidad, no todo es tan sombrío, ya que tras 22 . . . 'iJ'd.5 ! ? 23 l:t xa7 .i.b7 24 �d3 'it;>g8 25 lLlb4 'itd6 26 II xb7 'it'xb4, sigue siendo posible ofrecer una te­naz resistencia.

Aparte de 14 .i.xg7, examinaremos con detalle 14 'it' d2 ! ? Duran te largo tiempo, y sobre la base de la partida Li­berzon-Podgaets (Alma Ata 1 968), esta jugada no se consideraba peligrosa para las negras. He aquí cómo siguió aquella partida:

14 ... lOf6 (es malo 14 ... b6? ! , en vista de 15 t¿)g4! lOf5 16 .i.xf5 ef 17 i..xg7 rt; xg7 18 �h6+ �g8 19 lOxd.5 fg 20 t:Oe7+ c¡f;lh8, Grabics-Danielian, Hania 1994, 21 :t e5 ! , con la terrible amenaza 22 :t h5 ! , mientras que s i 2 1 . . . �f5, gana 22 :t ae1 �xd4 23 lOd5 ! ) 15 :t ad1 t¿) xe4 16 l:t xe4 b6! (16 .. . t:Of5? ! 17 .ixg7 rt;xg7 18 d.5 ! , Srnyslov-Padevsky, Moscú 1963) 17 1:t h4 lLlf5 18 i..xg7 �xg7 19 :t h3 .ib7 20 lOe2 :t c8 21 lDg3 h5 22 lDxf5+ ef y ambos opo­nentes acordaron tablas.

Más tarde, sin embargo, las blancas ha­llaron la forma de reforzar su juego: 16 lOxe4!? , luego cambiaron alfiles de casillas negras y, con la maniobra lbe5-g4, inicia­ron un ataque de mate sobre casillas oscu­ras. ¿Cómo defenderse?

No, en cualquier caso, 1 6 . . . t:O d 1 7 lDg4 'ite7. Después de 18 .ixg7 � xg 19 flh6+ � g8 20 t:Oc3 ! (Winsnes-Astran Suecia 1994) , las blancas tienen, en esen cia, una pieza extra en el ataque, pues el al til de c8, por más que se esfuerce, no puede cubrir las casillas negras en el entorno de su rey.

La jugadora armenia Elena Danielian defendió en dos ocasiones esta posición. En su partida contra Monica Grabics (Medellín 1 996) eligió 16 . . . b6 e incluso ganó (tomándose así cumplida revancha de su derrota de dos años atrás; v�ase a continuación). Pero esto no tiene rele­vancia para evaluar la presente posición, ya que tras 17 lbg4! t:Of5 18 � xg7 Q; xg7 19 'ilfe3 ! , las negras están al borde de la derrota, lo que fue debidamente confir­mado por la partida Hunt-Danielian (Zagan 1997), en la que se llegó, por in­versión de jugadas, a la misma posición: 1 6 . . . lLl f5 1 7 i.. xg7 ci; xg7 18 ltJ g4 ! b6 19 ¡fe3 ! Después de 19 . . . f6 20 ltJgxf6! n xf6 21 lLlxf6 Wxf6 22 d5+ e5 23 'ii'c6+, las negras se rindieron.

Aparentemente, la defensa más tenaz es 16 . . . i..xh6 !? 17 'fi'xh6 ltJf5 18 'it'd2 f6 1 9 lOg4 ct;g7 20 liJe3 lLle7! 21 lDc3 n n y parcheando como pueden los agujeros de su campo, las negras se disponen a recha­zar una nueva oleada de ataque.

Parece que aunque aquí hay muchas jugadas, no existe alternativa a U oo • .id7. El alimento mental que sigue espera a las negras después de 13 '6'd3. El peón de h7 está colgando, pero 13 .. . h6? ! no es efecti­vo, en vista de 14 'it'g3, con las amenazas i..xh6 y �g4. Por consiguiente, es preciso elegir entre 13 . . . tDg6 Y 13 . . . g6.

Es curioso que 13 .. . tDg6 se haya juga. do en muy pocas partidas, aunque todo pa­rece sugerir que esta jugada no es inferior

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1 e4 e6 2 d4 d5 3 ed ed 4 e4 lLlt6 5 tLlc3 e6 6 lLlt3 �e7 2 1 5

a la más popular, a saber, e l avance del peón g.

Los cambios no reportan ninguna ven­taja a las blancas:

14 llJxg6 hg 15 llJxd5 ed 16 �xd5? 'iraS!, la misma idea del ataque doble so­bre d5 y el, que también da resultado tras 14 llJxd5 ed 15 �xd5? 'ii'aS.

14 �xd5 ed 15 llJxd5 �xe5 16 de �c6, o bien 15 llJxg6 hg 16 �xd5 �c6, y es di­fícil incluso imaginar cómo pueden impo­ner las blancas su peón extra.

En la partida Ivanchuk-Karpov (Mon­tecarlo 1992), las blancas jugaron 14 �d2 i..c6 15 �xc6 bc 16 �a4. El modo más sencillo de igualar aquí es 16 ... II b8! , con estas posibles variantes: 17 a3 (17 l:. ac1 lLlb4) 17 ... llJb6 18 �xb6 1!r'xb6 19 �e3 1:tfd8 (a 19 �c3 seguiría lo mismo) 20 l:t ed1 (20 d5 'il'c7) 20 ... 'ii'b3 21 : ab1 'it'xd3 22 ll xd3 �e7.

13 _. g6 14 i..h6. Nada se consigue con 14 lLlg4 i..g7 15 llJh6+? ! <ith8 16 't!i'f3 f5 ! 17 i..c2 lLlc6, pero es interesante 14 h4 !? , Y las negras tienen que jugar muy preciso para no caer en una situación difícil: 14 .. . i..c6 (en caso de 14 . . . i..xh4 15 'it'h3 i..f6 16 llJ xd5 llJxd5 17 i..xd5 i..xe5 18 i..xb7, y las blancas tienen ventaja) 15 i..g5 tOf5 !?

16 i..xf6 tLl xf6 17 �xf5 (o bien 17 i..xc6 bc 18 tZJxc6 'ii'b6 19 ¡VD <itg7, con com­pensación) 17 . . . ef 18 II ad1 tLld5 19 'ilg3 f4! 20 'it'g4 h5 21 'ii'f3 lb xc3 . 14 o •• i..g7 15 i..xg7 �xg7. Aquí se plantea la cues­tión habitual: ¿cómo tomar en d5?

Hay pocos argumentos a favor de 16 lbxd5 ed 17 �f3 i..e6 18 'tib3 'ti'b6!? 19 '1Wxb6 ab 20 a3 1:1 fc8 21 1:1 e2 tLlf5 22 1:1 d2 l:. a4! 23 1:1 ad1 b5 ! ( ¡ recordemos que este plan se había implementado ya veinte años antes de la partida que comentamos, en el encuentro Sveshnikov-Podgaets ! ) 24 g4 lbd6 (Jarlov-Dzhandzhava, Moscú 1995) .

Es evidente que, en la situación con el par de peones fijos d4-d5, las blancas nece­sitan un caballo más que un alfil. Por con­siguiente, 16 �xd5 ed (es peor 16 ... tZJxd5 17 lZJxd5 ed 18 'ilt'b3) 17 h3. Examinare­mos brevemente las demás jugadas:

17 '1Wf3 i..f5 !? 18 11 ad1 (si 18 g4, enton­ces 18 . . . f6 ! 19 'ilt'g3 fe 20 '§xe5+ '1tt g8 21 gf lbxf5 22 tOxd5 1:1c8, con juego con­fuso) 18 .. . f6 19 lDd3 i..xd3 20 1l xd3 'iWd7 (Sturua-Bunnakin, Biel 2000).

17 ll e2 f6 18 lbxd7 'ii'xd7 19 .tl ae1 llJc6 20 g3 1:1f7 (Topalov-VlZhmanavin, Groninga 1993), y el juego en todo mo-

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21 6 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

mento es un poco más agradable para las blancas.

17 .•. f6 18 llJf3. He aquí otro momento importante.

La posición de las negras es claramen­te peor, de modo que podría decirse que "no corren el riesgo de ganar". Esto signi­fica que deberían concentrar sus esfuerzos en neutralizar la presión enemiga. ¿ Có­mo? En primer lugar, llevando la torre da-

ma a e8 y ofreciendo así una fuerza com­pacta y unificada. En segundo lugar, mejo­rando la posición del caballo de e7 y trasladándolo al puesto ideal de f4. Si todo esto se produce confonne a lo previsto, en­tonces las tablas estarán a su alcance.

18 ... �c6!. Después de 18 ... .: n? ! 19 l: e2 ':c8 20 l: ae1 (Hracek-Dzhandzha­va, Moscú 1994), las negras no lograron una adecuada coordinación de sus efecti­vos y perdieron en �nsecuencia. 19 .: e2. Parece que sería más peligrosa la concen­tración de las tres piezas pesadas en la co­lumna e: 19 : e6 Wd7 20 : ae1 %t ae8 21 'ilfe2! ? Las negras no lograrán resolver por medios tácticos el problema de la clavada, y el final tras 21 . . . 'W'xe6!? 22 "'xe6 lLJf5 23 'ii'xe8 1:[ xe8 24 1:[ xe8 �xe8 25 lOxd5 �c6 26 lOe3 probablemente está perdido. Pero con la tranquila 21 . . . �f7!, seguido de 22 . . . ttJc8, pueden conseguir igualar. 19 ,

.•• "' d7 20 b4 b6 21 b5 �b7 22 84 g5 ! 23 ':8el lüg6, y la partida finalizó en tablas (Kosten-Kuczynski, Saint Affrique 1995).

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21 7

Índice del capítulo 6

Pág. Pág.

1 e4 c6 2 d4 dS 3 ed ed 4 e4 liJf6 dl) 1 1 .. . ab 148

5 ltJc3 e6 6 ltJf3 liJe7 136 dJ) 11 ... ltJc6 148

L 7 c5 136 2) 10 ... llJbd7 148

7 .. . 0-0 136 a) 11 c6 149

A. 8 b4 136 b) 11 a3 149

1) 8 ... b6 136 e) 11 i.f4 149

2) 8 ... ltJe4 137 d) 11 Wc2 150

a) 9 'ifc2 137 ll. 7 i..g5 150

b) 9 i.b2 139 7 ... liJc6 8 c5 0-0 9 �b5 ltJe4

B. 8 i.g5 140 10 �xe7 151-152

8 .. . b6 9 b4 140 A. 10 ..• 'fIxe7 152

1) 9 .. . a5 140 1) 11 O-O 153

2) 9 ... �e6 141 2) 11 :t c1 153

3) 9 . .. ltJe4 141 3) 11 "c2 153

C. 8 i.f4 141 B. 10 ... llJxe7 154

8 . . . b6 9 b4 142 11 l:t cl b6 12 c6 154 1) 9 ... be 142 1) 12 . . . llJd6 154 2) 9 . .. a5 143 2) 12 . . . Vd6 154 3) 9 ... liJe4 144 ill. 7 cd 155

D. 8 "'c2 145 A. 7 ... ed 155 E. 8 i.c13 145 1) 8 .i.d.3 155 8 ... b6 9 b4 aS 10 llJa4 145-146 2) 8 ..ib5+ 157

1) 10 ... liJfd7 146 a) 8 .. . llJc6 157 a) 11 a3 146 b) 8 ... lLlbd7 157 b) 11 b5 146 e) 8 . . . ..id7 158 e) 11 h4 146 B. 7 ... liJxd5 158 d) 11 .c2 147 1) 8 i..b5+ 158

dl) 11 ... b5 147 2) 8 .i.c4 159

Page 223: Defensa caro kann 2 karpov

21 8 LA DEFENSA CARO-KAN N . Volumen 2

Pág. 8 . . . 0-0 9 0-0 lLle6 10 l:t e1 159-160

a) 10 .. . lLlxe3 160 11 be b6 12 �d3 �b7 160

al) 13 We2 161 a2) 13 h4 162

321) 13 . . . �xh4 162 322) 13 . . . 'ii'd5 163 323) 13 ... llJa5 164 a24) 13 ... �f6 164 a25) 13 . . , llc8 166

b) 10 '" a6 166 11 Ab3 llJxe3 12 be bS 166-167

b1) 13 d5 168 b2) 13' h4 168 b3) 13 'iWd3 169 b4) 13 ..te2 169

c) 1O .. . Af6 170 3) 8 i.d3 172 8 .. . o-o 9 O-O lLle6 172

a) 10 'fi'e2 172 b) 10 a3 173

b1) 10 . . . llJxc3 173 b2) 10 . . . i.f6 174

b21) 11 �e4 174 b211) 11 . . . 'it'd6 174 b2U) 11 ... llJce7 17S

b22) 1 1 J::t e1 177 c) 10 ne1 178

el) 10 .. . b6 178 c2) 10 .,. a6 179 c3) 10 ... llJxc3 179

Pág. c4) 10 .. , llJcb4 180 c5) 10 . . . Ad7 181 c6) 10 . . . 'ild6 181 c7) 10 ... liJf6 182 11 a3 b6 182

c71) 12 lOeS 182 c72) 12 .igS 182 12 .. . �b7 13 �c2 182

c721) 13 . . . 1Od5 183 c722) 13 ... n c8 186

c73) 12 i.bl 187 c74) 12 .ie2 188

c741) 12 .. . ..tb7 188 c742) 12 .. . .ia6 193

c8) 10 . . , .if6 199 11 .ie4 199

c81) 11 '" 'ii'd6 200 c811) 12 lO bS 200 c8U) 12 lOgS 201 c813) 12 AgS 201, c814) 12 h4 202 c815) 12 'ifd3 203 c816) 12 .ic2 203

c82) 1 1 .. . liJce7 203 c821) 12 h4 204 c822) 12 ¡Vb3 205 c823) 12 .e2 206 c824) 12 ¡Vd3 207

c8241) 12 . . . g6 207 c8242) 12 . . . h6 210

c825) 12 lüeS 212

Page 224: Defensa caro kann 2 karpov

21 9

Apéndice

Sistema Steiner: l e4 c6 2 c4

A fines de la década de los años veinte y comienzos de los treinta del siglo pasado, el jugador húngaro Lajos Steiner jugó al­gunas partidas memorables, que comenza­ban por las jugadas indicadas. Inspirado por sus victorias, publicó una serie de aná­lisis con los que se proponía demostrar que la jugada 2 c4 refutaba la Defensa Ca­ro-Kann.

No hay que decir que no hay tal refuta­ción. Con una defensa correcta, las negras deberían superar todas las dificultades. Sin embargo, el jugador que las conduce está obligado a conocer con exactitud los pro­blemas que le esperan y no limitarse a con-

fiar en los principios generales, pues en tal caso puede caer en dificultades.

Conviene precisar que el Sistema Stei­ner a menudo pierde su carácter indepen­diente y traspone a otra variante de apertura. Así, después de 2 ... eS 3 liJf3 d6 4 d4 liJd7, tenemos una Defensa India An­tigua (con el alfil por e7), o India de Rey (con el alfil por g7). En caso de 2 . . . d5 3 ed cd 4 d4, se produce la posición inicial del Ataque Panov. Las jugadas 2 . .. e6 3 d4 d5 4 liJc3 de 5 liJxe4 i,b4+ 6 i,d2 'ifxd4 cons­tituyen el esquema básico del llamado Gambito Eslavo.

Pasemos revista a las distintas varian­tes. Después de 1 e4 c6 2 c4, las negras dis­ponen de tres posibilidades principales: (1) 2 . . . e5, (H) 2 . . . e6, y (HI) 2 . . . dS.

1 2 ..• eS. Las blancas, a su vez, tienen

ahora tres continuaciones: (A) 3 liJc3, (B) 3 d4, Y (C) 3 ttJf3.

A 3 liJc3. Idea del gran maestro letón

Nonnunds Miezis. Las blancas piensan fianchettar su alfil de rey lo que, para ser

Page 225: Defensa caro kann 2 karpov

220 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

francos, no es precisamnete una idea muy enérgica en la presente posición. 3 .•. �eS (si, por tiempo indefinido, las blancas de­clinan luchar por las casillas centrales, en­tonees las negras las ocuparán de buen grado) 4 g3 'ii'f6. Mereee seria considera­ción el sacrificio de peón 4 . . . liJf6 5 � g2 O-O 6 liJge2 d5 ! ?

E n l a partida Miezis-Sasikiran (Yakar­ta 2(01), las blancas no reaccionaron con la debida energía ante tal atrevimiento, y pronto se vieron obligados a asumir un

juego defensivo: 7 ed cd 8 liJxd5 lDc6 9 0-0 i.g4 10 h3 ..i h5 1 1 a3 lDxd5 12 cd liJd4 1 3 g4 ..ig6 14 d3 f5! 15 .te3 fg 16 hg 'it'h4, etc. Se diría que el tratamiento del GM K.rishnan Sasikiran tiene todos los núme­ros par.a convertirse en la réplica principal de las negras en esta posición.

5 'iVe2 d6 6 ..ig2 liJe7 7 lDt3 h6. Profi­laxis ante la posible amenaza .tc1-g5. Sin embargo, esta jugada tambien tiene un in­conveniente. 8 d3 O-O 9 o-o. Las blancas ac­tuaron de forma aguda en la partida Miezis-Henley (GausdaI 2001): 9 h3 ! ? a5 10 g4! ? lOg6 1 1 g5 ! , y quedó claro que la jugada 7 . . . h6 había sido una útil palanca para el ataque a la bayoneta en el flanco de rey. Siguió 1 1 ... hg 12 ..ixg5 'ife6 13 h4!

f5 1 4 0-0-0 fe 15 lOxe4 lDa6 16 h5 ! , y e) ata­que se tomó irresistible: 16 . . . Wg4 17 hg 'iixg2 18 ltJxe5 ! .c xf2 1 9 n h8+! 9 _ :t e8 10 ltbl 35 11 llJa4?! (una maniobra dudo­sa, que sugiere a las negras la ruptura ... b7-b5) 11 ... lDd7 U b3 ..ia7 13 ..ib2 b5! 14 eh ab 15 ttJ c3 ..ia6 16 ttJdl liJeS 17 liJe3 b4 18 lDc4 liJc6 19 �hl.

Así es cómo transcurrió el encuentro Miezis-Baljon (Francia 2000). Es evidente que con su última jugada, las blancas co­menzaron a preparar f2-f4. Las negras de­berían emprender de inmediato un juego activo en el flanco de dama. Por ejemplo: 19 .•. a4!? 20 ba ltJxa4 2l lDe3 lOe7 (impi­diendo la penetración de) caballo enemi­go en la casilla dS) 22 "d5 lDeS 23 lDel 1i'e6! 24 a3 (24 n a1 b3 ! ) 24 • . . fi'a2!. Des­pués de esta fuerte jugada, las negras ob­tienen por fuerza el mejor final: 25 :t al lOb3! 26 :' xaZ liJxd.2 27 l: gl b3 28 : al ..id4! . Se deshace así el bloqueo desde la casilla b2, el caballo blanco es obligado a retirarse, y las negras pueden desplegar sin obstáculos su iniciativa. 29 lDdl d5! 30 ed n ab8 31 liJc3 l?J xd5! (el sacrificio de calidad es el camino más corto hacia e) objetivo) 32 .txd5 ': xd5 33' lDxd5 ..ixb2 34 1:( dI ..ib7! 35 1: xd.2 ..id! . El peón b es

Page 226: Defensa caro kann 2 karpov

intocable, y la posición negra se gana fácil­mente.

Hoy día, la variante 3 lLlc3 �c5 4 g3 no disfruta de una gran popularidad.

B 3 d4!? Una jugada idealista. Explotan­

do el hecho de que la casilla c6 es inaccesi­ble al caballo, las blancas presionan de inmediato sobre los puntos e5 y d4. Espe­ran -no sin fundamento- que las negras no dispondrán de fuerzas suficientes para apuntalar estas casillas, y la ventaja en el centro será para las blancas.

Examinaremos estas jugadas: 3 . . . ed, 3 . . . �b4+, 3 ... lüf6 y 3 ... d6.

1) 3 _. ed?! (ésta parece la menos fuer­te de las cuatro posibilidades) 4 'ifxd4 'Wf6 S �e3 lüa6!? Tras el cambio de damas, no hay compensación por la debilidad del peón d en campo negro. 6 lDc3 �cS 7 'it'd2 �xe3 8 'ii'xe3 d6 9 lLJf3 CiJe7 10 0-0-0 Ag4. 10 ... 0-0 11 'ird2 n d8 no resuelve el pro­blema, en vista de 12 e5 ! ti'e6 13 ed ltJf5 14 .i.d3!, y no hay forma de recuperar el peón de d6: 14 ... 'fi'xd6 15 g4; 14 ... l:t xd6 15 : he1; 14 ... lDxd6 15 CiJg5, ganando. U eS!? Un sacrificio posicional de peón. A cambio, las blancas obtienen la casilla e4

APÉNDICE. SISTEMA STEINER: 1 e4 e6 2 e4 221

para el caballo y una duradera iniciativa. La menos apremiante 11 �e2!? tampoco parece m a l a . 11 . • . de 12 llJ e4 .. f4 13 lLl d6+ �f8 14 'tWxf4 el 15 .i. e2 lLl c5 16 l:t hel .i.xf3?!. Las negras entregan el importante alfil, a fin de eliminar la posibi­lidad de un salto del caballo blanco a e5 ó g5. Sin embargo, la pasividad de las piezas negras que quedan sobre el tablero es de­primente. Es más interesante 16 ... lLlg6!? 17 ltJg5, Y ahora:

17 ... .i.xe2? ! 18 :' xe2 f6 19 llJgf7 l:t g8 20 b4, Y las torres dobladas sobre la colum­na e son decisivas: 20 . . . lLla6 21 l:t de1 CiJc7 22 g3 !

17 .. . llJe5 ! ? 18 �c2 ! (de esta forma, las blancas impiden la penetración del caballo en d3) 18 . . . f6 19 .i.xg4 tLJxg4 20 tLJgíl ,C. g8 2 1 l: d2 f3! 22 h3 lDh6 23 tLJ xh6 gh 24 g3 Y es probable que las blancas ganen.

17 .i.xf3.

En la vieja partida Becker-Beutum (Viena 1931) siguió 17 ... h5 ? ! , Y las blancas dejaron escapar la ocasión de concluir la lucha de inmediato, con 18 b4 ! lDa6 19 tLJxb7 tt)xb4 20 1: d7 ltJg8 21 ltJc5. Ahora no es posible 21 .. . ltJxa2+, en vista de 22 <itb2 ltJb4 23 11 b7, pero lo cierto es que .. . ¡nada es posible !

Page 227: Defensa caro kann 2 karpov

222 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

Más tenaz habría sido asegurar el pun­to fuerte de c5 para el caballo: 17 ... aS! , Y aunque después de 18 ltJe4 fiJ xe4 19 l:1 xe4 fiJg6 20 l:td7, la posición negra si­gue siendo mala, ofrece posibilidades de resistencia.

2) 3 .•. �b4+ 4 �d2 �xd2+ 5 'it'xd2 d6.

El principal defecto de esta variante ( así como también de la anterior) sigue siendo su pasividad. A las blancas les re­sulta fácil ganar espacio lo que, a su vez, les permite obtener un juego hiperagre­sivo. 6 ltJc3!? Una pista nada ambigua de que, antes de jugar ltJg1-f3, las blan­cas planean avanzar el peón f. Por otra parte, 6 lLlf3 no sólo acredita falta de ideas, sino que es sencillamente una im­precisión: 6 . . . �g4 ! 7 �e2 � xf3 ! 8 i. xf3 fiJf6 9 lLJ c3 fiJbd7 10 n dI O-O 1 1 O-O n eS 12 b3 'it'a5 13 g3 n ad8 14 .ig2 a6 15 :1 fe1 b5 dio a las negras un juego iguarado, en la partida Imanaliev-Shaba­lov (Moscú 1994) .

Después de 6 lLlc3, las negras pueden elegir entre 6 . . . CiJf6 y 6 . . . ¡¡f6.

a) 6 ••• lLJf6. Es blandengue 6 . . . lLJd7? ! 7 f4! fiJgf6 8 CiJf3 O-O 9 0-0-0, con una ame­nazadora iniciativa (Gulko-Maksimenko, Berna 1994) . 7 f4 O-O 8 O-O-O!? Es más pru-

dente S CiJf3, con las siguientes variantes: S . . . ef 9 'iWxf4 fiJh5 10 'ii'd2 f5 ! ? (en es­

te avance radica el cambio en f4) 1 1 e5 de 12 fiJxe5 ¡Vh4+ 13 ¡f12 'it'x12+ 14 �xf2 fiJd7 15 CiJf3! La mejor estructura de peo­nes define la ventaja blanca.

S . . . ed 9 it'xd4 eS 10 'Wd2 1Oc6 1 1 0-0-0 .ig4 12 h3 �xf3 13 gf fiJd4 14 CiJb5 ! ? Al cambiar la única pieza activa del rival, las blancas controlan todo el tablero (Tal-Nei, Pamu 1971) .

Las variantes indicadas nos penniten extraer la conclusión de que después de S CiJf3 las posibilidades de las blancas son superiores. Pero la tentación de poner en marcha un ataque con enroques opuestos (con una gran superioridad, además, en el centro) es demasiado grande.

8 ... \!kaS 9 lüf3 CiJbd7

10 h3! ? Con idea de proseguir la ofensi­va en el flanco de rey, a base de g2-g4. El otro plan es crear un peón pasado en el centro: 10 fe de 11 d5. Pero se corre el pe­ligro de perder la iniciativa y, por otra par­te, no deben subestimarse las posibilidades de contraataque de las negras ( . . . b7-b5 !) . Así es cómo puede seguir la lucha tras 11 . . . cd:

12 cd a6 ! ? 13 � b 1 b5 14 � d3 b4

Page 228: Defensa caro kann 2 karpov

15 llJe2 %l e8 (defendiendo el peón de e5 y liberando al caballo para operaciones acti­vas) 16 tDg3 tt:Jc5 17 �c2 �d7 18 tOh4 1fb6, o bien, 12 ed b5 ! ? 13 llJxb5 (a 13 cb, las negras responden 13 . . . a6! , al modo del Gambito Volga) 13 ,., 'ilt'xa2 14 tt:Jc3 'it'b3, con juego muy poco claro en ambos casos.

10 ••• ed 11 ltJxd4 tt:JcS U i..d3 (T. Hansen-Bai, Gausdal 2000). Aquí las ne­gras omitieron la única posibilidad de lu­char: U ... i.e6! 13 g4 d5! (a un ataque de flanco, procede reaccionar en el centro) 14 cd (o bien 14 i.e2 tt:J a4 ! 15 fS tt:J xc3 16 _xc3 'ii'xc3+ 17 bc i.d7) 14 .•. cd 15 e5 tLlfe4!.

b) 6 ... 'Wf6!? Esto se jugó a menudo, gracias a la inagotable inventiva del GM inglés Anthony Miles.

Las negras no pueden igualar, pero sí pueden aportar diversidad a la posición. Desde luego, se protegen del ataque con 7 0-0-0 'ii'h6 !? 8 llJge2 'ii'xd2+ 9 : xd2 ttJf6 10 f3 tt:Jbd7 1 1 llJg3 g6 12 i.e2 ttJf8 13 d5 cS 14 h4 h5 15 a3 1;e7 (Becerra-Miles, La Habana 1997).

7 tt:Jge2!? (ahora, a . . . 'iff6-h6, las blan­cas siempre tienen la réplica t2-f4) 7 ...

4:Je7 8 0-0-0 O-O 9 f4 i..g4.

APÉNDICE. SISTEMA STEINER: 1 e4 e6 2 e4 223

La profilaxis (10 c¡f; bl? ! ) no es aquí apropiada: 10 '" ef 1 1 h3 .ihS 12 1: el i..xe2 13 .i xe2 cS ! , controlando las casi­llas negras (West-Miles, Sydney 1991) . Debería continuar, en cambio, la ofensi­va en el flanco de rey : 10 f5 ! ? tLl eS 11 de de 12 h3 � x e2 13 .i x e2 ttJ a6 14 g4! ? (Sax-Miles, Lugano 1989). Es posible que las blancas se hayan dejado llevar por las ilusiones, ¡pero lo cierto es que Miles venció tanto a West como a Sax!

3) 3 .•. tOf6!? Una jugada calificada de deficiente por muchos teóricos, sobre la base de la partida Tal-García (Sochi 1986), Sin embargo, en nuestra opinión, en gene­ral es la mejor respuesta a 3 d4. Después de 4 llJc3, las negras tienen derecho a ele­gir entre dos jugadas que clavan el caballo: 4 ... .ib4 Y 4 . . . 'iraS.

(Ver diagrama 384,)

a) 4 . • • .ib4!? 5 de ltJxe4 6 1Wd4 1!'a5!. Recomendación de Tal. Es flojo 6 ... d5?, en vista de 7 cd 'iiaS 8 1!'xe4 .ixc3+ 9 �d1 ! , como sucedió en la mencionada partida Tal-García. Pero otro error, 9 .. . cd? y, tras 10 1Wc2, las negras pierden irreme­diablemente uno de los alfiles. En conse­cuencia, García pronto se rindió. ¡Por

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224 U\ DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

estos trucos fue por lo que toda la varian­te fue enterrada! 7 liJe2 liJxc3 (es intere­sante poner a prueba 7 .. . liJe5 ! ? 8 ¡¡dI llJa4 ! ) S llJxc3 o-o 9 �e2 :t eS (las negras comienzan el asedio del peón de e5) 10 i.f4

10 ••• eS! 11 �d2 llJc6 U o-O liJ xe5 13 .tt fel �xc3 14 be .e7 15 l:t adl d6. Las posibili­dades de las negras son superiores y no sa­bemos hasta qué punto podrian mejorar su juego las blancas.

b) 4 .•. 'ifa5!? Si la jugada 4 . . . �b4!? ha sido poco investigada, no es el caso de la presente. No obstante, nos atrevemos a decir que incluso tras la jugada de dama, las negras tienen todos los motivos para

esperar contrajuego. 5 f3 i..b4 6 liJe2 ed 7 'ii'xd4

7 . • . d.5!. ¡Un golpe contra la casilla más protegida! El análisis, sin embargo, de­muestra que ésta no sólo es la única juga­da efectiva, sino también la única forma de imponer su voluntad al oponente. No bas-: ta para igualar 7 ... O-O, en vista de 8 e5 liJe8 9 �f4! Las blancas impiden el avan­ce liberador ... d7-d6, mientras que una ruptura por el otro flanco no parece con­seguir su objetivo: 9 . . . f6 10 0-0-0 �e5 1 1 'ifd2 fe 12 �xe5 d6 13 i..g3 i.b4 14 a3 �f5! ? 15 liJd4 �xc3 16 'W'xe3 'it'xc3+ 17 be � g6 18 h4 h6 1 9 h5 �h7 20 e5 ! d5 21 c4! , y el final, obviamente, es favorable a las blancas.

En la partida Ostermeyer-Meduna (Porz 1988), las negras propusieron un sa­crificio de peón: 7 .. . d6 8 i.f4 O-O !? , pero el hecho es que la compensación no parece suficiente: 9 �xd6!? i.xd6 10 Wxd6 l:ld8 1 1 'it'a3 'i!i'xa3 12 ba llJ a6 13 liJ f4 llJe� 14 l:t d1 li xdl+ 15 c¡f;xd1, etc.

También aquí resulta que no hay ver­dadera alternativa a 7 ... d.5!

S ed. Las blancas también pueden de­clinar el sacrificio con 8 �g5. pero las ne­gras no se detienen ahí: 8 ... de! Aunque su

Page 230: Defensa caro kann 2 karpov

flanco de rey pueda ser arruinado, la pose­sión de la casilla eS les concede incluso contrajuego. Así es cómo podrían evolu­cionar los acontecimientos: 9 i.xf6 gf 10 "xf6 0-0 11 fe tLld7 12 'ií'h4 tLleS 13 0-0-0 (o bien 13 .. g3+ � h8 14 tLld4 f5 ! ? , abrien­do la columna e y activando el alfil de c8) 13 ... tLlxc4 14 tLld4 tLle5, con juego muy agudo. 8 ... cd 9 ed o-o 10 a3 �c5 11 'irc4 'iWb6!? (tratando de explotar el debilita­miento de la diagonal a7-g1) U tLlg3 �f2+ 13 �d1 lObd7 14 tLlge4 tLlxe4 15 ttJxe4 :l d8.

¿No han conseguido las negras lo que querían? Las blancas tienen expuesto a su rey y sus piezas sin desarrollar. En las va­riantes de muestra 16 llJxf2 "i!i'xf2 17 "tIc7 :leS 18 i.d2 tlJb6, ó 16 'tt"c2 �d4 17 ..tc4 tlJf6, carece de sentido buscar una victoria inmediata, pero lo cierto es que son las ne­gras quienes dominan el juego. Digámoslo así: ¡cuánto más tiempo permanezca en la sombra la variante 3 ' " lbf6, tanto mejor para las negras!

4) 3 _ d6. La continuación principal. El juego en esta variante se dirige hacia una posición característica de las defensas in­dias, pero no de la Caro-Kann. Es dema­siado amplia como para incluirla aquí, y en

APÉNDICE. SISTEMA STEINER: 1 e4 e6 2 e4 225

tanto su identidad no sea total, debemos detener nuestra cobertura de la misma.

Las blancas pueden elegir entre 4 d.5, 4 lbc3 Y 4 lLltJ. Sólo hay otra jugada, muy "simple" : 4 de? ! , pero el final tras 4 . . . de 5 'fi'xd8+ �xd8 sólo puede ser peor, por ejemplo: 6 f4 ..tb4+ 7 lLlc3 lLlf6 8 ..td2 lbbd7 9 fe tLl xe5 10 lOf3 tLlfd7 11 a3 ..td6 12 l:t d1 q;e7 13 b4 l::le8 (Frialde-Sprag­gett, Toronto 1996).

a) 4 d5?!. Una jugada prematura, pues la tensión entre los peones d4 y e5 es favo­rable a las blancas, y no deberían, por tan­to, tener prisa por resolverla.

Las negras pueden tratar de igualar por métodos estándar, como 4 ... �e7 5 ttJc3 tDf6 6 h3 a6 7 ..td3 tD bd7 8 tDge2 h5 ! ?, en primer lugar, para impedir g2-g4, y en segundo lugar, para implementar una operación tendente a dominar las casillas negras en el flanco de rey.

Pero también pueden jugar de forma más aguda, 4 .•• f5!?, interesante incluso desde el punto de vista formal, pues las ocho jugadas realizadas lo han sido de peón. Si, no obstante, hablamos de esen­cia, entonces hay que decir que las blancas no están en condiciones de mantener el centro. 5 ..tdJ fe 6 ..txe4 ttJf6 7 ltJc3 tDxe4

Page 231: Defensa caro kann 2 karpov

226 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

8 llJxe4 Wb4 (la temprana incorporación de la dama está aquí plenamente justificada) 9 .e2 (a 9 W'd3 es preciso considerar 9 . . . 'itg4!?) 9 .•. cd 10 cd �f5. En la partida Ci­ric-Burmakin (Berlín 1995) el juego siguió de modo pacífico: 11 liJc3 ltJd7 12 liJO '6'h5 13 liJd4 'it'xe2+ 14 ltJdxe2, con un fi­nal igualado.

Más fundado es 11 . b5+ ! ? lb d7 12 ltJg3, y las blancas ganan un peón. Pero después de 12 ••. � c2 ! ? 13 liJ O ¡fa4 14 'it'xb7 l:t b8, las negras tienen compen­sación.

Dondequiera que vaya la dama, no en­contrará la paz:

15 'ilc7 �d3 ! ? (impidiendo el enro­que) 16 b3 l:t xb3 ! 17 'it'c8+ �e7 18 .i.g5+ r/;n 19 ab 'ilt'xa1+ 20 r/;d.2 'iYb2+ 21 r/;xd3 ltJcS+ 22 �e3 "c3+, con jaque perpe­tuo, o bien , 15 ¡j'c6 'it'b4+ ! (es inferior 15 . . . "- xc6? ! 16 de ltJ b6 17 �e3 1:1 c8 18 :t e1 , y el final es favorable a las blan­cas) 16 ltJ d2 �a4 17 'S'c4 liJ eS ! ? 18 O-O 'it'b7! 19 1:t e1 i.b5 20 'it'd4 ltJd3 21 : e3 1: c8. La iniciativa está en manos de las negras.

b) 4 ltJc3. Muchas partidas se han juga­do con este tema, pero sólo unas cuantas siguen los senderos de la Defensa Caro-

Kann. Por ejemplo: 4 . . . We7 5 llJ f3 llJ f6 6 �e2 .i.e7 7 0-0 llJbd7 es una Defensa India Antigua (A55). Lo mismo puede de­cirse de la secuencia 4 . . . g6 5 llJt3 .i.g7, de nuevo una India Antigua (esta vez, A42). Las líneas 4 ... i.e7 5 liJf3 .i.g4 y 4 ... liJf6 5 f4 "'aS pueden considerarse relativa­mente independientes.

b1) 4 •.. �e7 5 liJO �g4!?

Desde el punto de vista de la lucha por la ventaja, el final tras 6 de? ! �xf3 7 gf de 8 'it'xd8+ �xd8 es pobre, con dos alfiles que no desempeñan un papel especial, pues 10 esencial es el bloqueo sobre casi­llas negras.

Todos los esfuerzos blancos por cam­biar el statu qua no conducen a nada posi­tivo: 9 f4!? liJd7 10 .: g1 �c7! 11 �h3 llJgf6 12 .: xg7 ef! (ganando la importante casilla eS) 13 : g5 liJ e5 1 4 � f1 liJ g6 15 l:tf5 liJ g8 ! 16 b3 liJ8e7 1 7 .: hS .: d8 1 8 �a3 �c5, y las negras están mejor (Sax-Hort, Amsterdam 1983).

Si no puede cambiarse, significa que la casilla d4 debe sostenerse, con 6 i.e3, pe­ra entonces la operación estándar de cam­bio (de nuevo, puramente india) entra en acción: 6 oo. �xf3! 7 '6'xf3 .i.g5!. Es venta­joso para las negras eliminar del tablera

Page 232: Defensa caro kann 2 karpov

todas las piezas menores contrarias (ex­cepto el alfil de casillas blancas), pues en­tonces será tarea fácil proceder al bloqueo sobre casillas negras.

Así pues, para no quedar en una posi­ción estratégicamente desesperada, las blancas tienen que hacer algo con urgen­cia. Por ejemplo: 8 'fIg3 .i.xe3 9 fe!? "iWf6 10 eS!, dislocando la cadena de peones ne­gros y dando espacio al alfil de casillas cla­ras para operar. Ahora es insatisfactorio 10 ... de, debido a 11 .i.c4!, con la amenaza l: h1-fl. Sólo queda 10 ..• ed 11 ed de, pero entonces los sueños de un bloqueo pasan a mejor vida.

12 .i.c4! lüh6 (¿cómo, si no, defender la casilla f7?) 13 O-O-O! lüd7 (o bien 13 . . . O-O 14 dc 'fIe7 15 l:ld6 �h8 16 :I hd1, con gran ventaja posicional) 14 l:t hfi Wg6 15 "fIc7 l:td8 16 �b1. Las blancas se acer­can a la victoria, y ni siquiera 16 ... b5 ayu­da a las negras a salir del apuro, en vista de 17 dS!.

b2) 4 ._ lüf6!? 5 f41! (no hay que decir que es más fiable 5 ltJf3, pero entonces es­taríamos alejándonos de la Caro-Kann pa­ra entrar en el laberinto de las defensas indias) 5 - "'aS!. El orden de' jugadas co­rrecto. Las blancas están obligadas a de-

APÉNDICE. SISTEMA STEINER: 1 e4 e6 2 e4 227

fender el peón con una maniobra de dama poco atractiva, perdiendo así los tiempos necesarios para el desarrollo de sus piezas. 6 �d3 tlJa6 7 liJO ed 8 .xd4 ttJe5. Un ataque doble al peón de e4 y .o ottJ b3.

La defensa natural es 9 lLld2, pero des­pués de 9 .. . i..e7 10 i..e2 O-O 11 O-O i..d8!? , las blancas se enfrentan a�na nueva agre­sión. Las negras amenazan el traslado del alfil a b6, y el peón de d6 es intocable: 12 'ilt'xd6?! i,c7! 13 'ii'd4 ttJe6 14 'ii'd3 ttJxf4, o bien 13 b4 'tWxb4 14 'it'xc7 �xc3, con una gran ventaja de las negras.

La secuencia de jugadas más fuerte pa­ra ambos bandos es 12 'ith1 Ite8 13 'ifxd6 i..b6 14 e5 i..f5 ! (amenazando atrapar la dama) 15 a3! l:t ad8 16 b4 l:t xd6 17 ba �xa5 18 lLlce4!? ttJcxe4 19 ttJxe4 l:l dd8 20 ttJg3 .i.g4 conduce a una posición que ya hemos evaluado como favorable a las negras.

En la partida Prié-Anic (Cannes 1990) , posiblemente tras haber sopesado todos estos factores, las blancas decidie­ron defenderse contra el ataque doble de otra forma: 9 l:t bl, Y las negras ... ¡ to­maron la palabra a su oponente ! Des­pués de 9 ... Wb6? ! 10 i..d3 i..e7 11 b4 ttJ xd3+ 12 "iWxd3 lLlg4 13 l:t b2 ! f5 14 h3

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228 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

lLIh6 15 e5, Prié superó sus problemas de apertura.

Sin embargo, un examen más detallado nos revela que la defensa es ilusoria y que podía tomarse el peón: 9 ... lLIcxe4! 10 b4 'i!fb6!. Gracias a esta jugada, las negras no sólo salvan la pieza, sino que también lo­gran ventaja : 11 e5 'it'd8 12 l!J xe4 ¡j'e7 13 lD fg5 d5 14 :1 b3 lD xe4 15 n e3 f5 16 �e2 :1 g8! 17 0-0 g6, etc.

e) 4 liJO (la continuación más natural) 4 .•. J.g4. La continuación 4 '" liJd7 de nuevo nos conduce al esquema indio en­globando en el código A55. Después de 4 . . . �g4 se inicia la caza del peón de d4. Hay tres defensas a elegir: 5 de, 5 d.5 Y 5 ..ie2.

el) 5 de �xf3 6 gf. También es inocuo 6 'iWxf3 de 7 �e2 liJf6 8 o-o liJbd7 9 liJc3 Wc7 10 'it'g3 lOc5, con un traslado muy molesto del caballo a d4 ó f4. 6 .•. de 7 fi'xd8+ c;it xd8 (las negras en ningún mo­mento corren el riesgo de quedar peor en este final) 8 f4!? (tratando de "despertar" a los alfiles) 8 .•. �b4+!? La decisión más concreta. La insípida 8 . . . f6 es más floj a, pero incluso en tal caso la blancas no pue­den esperar milagros:

9 �h3 c;itc7 10 tOc3 lOa6! (con idea de cazar al importante alfil de casillas negras

en e3) 11 �e3 .tt d8 12 �e2 �c5 ! 13 : ag1 g6 14 fe �xe3 ! (la caza se ha culminado con éxito) 15 c¡t>xe3 fe 16 ': g5 l:t e8, y son las negras quienes juegan a ganar (Seira­wan-Nikolic, Ttlburg 1 990) .

9 liJc3 ! ? �d6 10 fe fe 1 1 .: g l g 6 12 �g5+ ri;c7 13 i.h3 h6 14 �e3 g5 15 0-0-0 tOf6 16 i.f5 ttJbd7 (pero no 16 . . . llJa6?, debido a 17 f4 ! , y las blancas rompen el bloqueo sobre casillas negras, Kaidanov­Blocker, Washington 1 994) 17 ttJa4!, y las blancas han logrado impedir el cambio de alfiles de casillas negras, pero, como antes, no hay una forma aparente de desplegar la iniciativa.

9 lDc3. La excéntrica 9 lte2 ! ? (a fin de evitar, en general, los cambios) no surte el efecto previsto: 9 ... llJd7 10 1: gl lDgf6! (con su ventaja en desarrollo, las negras sacrifican, con buen criterio, un peón) 11 n xg7 cj;e7 12 f3 lDh5 13 :1 g4 ltJ xf4+ 14 ..i xf4 ef 15 .: xf4 ..id6 (y una vez más, to­das las casillas oscuras están en poder de las negras) 16 l: h4 ltJe5 17 ltJc3 h5!?, con más que suficiente compensación (Yagu­pov-Navarovsky, Budapest 1991). 9 .o. ltJf6 10 f3 liJbd7 11 .le2. La alternativa es 11 ..i d2 ef 1 2 ..i x f4 llJ h5 13 i. d2 i. d6 14 0-0-0 ri;c7 15 ltJe2 :1 he8 16 cwt>c2 liJe5! 1 7 ltJd4 n ad8 18 ttJf5 (o bien 18 f4 lDg6 19 e5 ..ic5 20 ltJe2 f6 ! , minando el peón avanzado de e5) 18 oo, .tf8 19 �e2 lDg6! , con ocupación de la casilla f4. 11 o o . ..id6!? .

Obligando a las blancas a decidirse entre cerrar la posición con 12 f5 (en cuyo caso el alfil de casillas blancas pierde todos los derechos "de ciudadanía"), o bien cam­biar en el centro y permitir un bloqueo so­bre casillas negras. U fe i.xe5 13 O-O. Si 13 �e3 ! ? (Bunzmann-Brameyer, Alema­nia 1993), la reacción correcta es 13 .. . liJh5 ! ? 14 0-0-0 cJi;c7, con inevitable blo­queo de la casilla f4.

Page 234: Defensa caro kann 2 karpov

13 .•. g5!. El concepto de las negras si­gue inalterable por toda la duración del fi­nal: control de las casillas de su color y, si es posible, un absoluto bloqueo sobre tales casillas.

De modo que, para no permitir un ca­misa de fuerza, las blancas están obliga­das a efectuar una ruptura. Pero esta simplificación es favorable a las negras y (en primer lugar) pierden el defensor más importante de las casillas negras, a saber, el alfil de c1: 14 f4 gf 15 i. xf4 I:t g8+ 16 c¡f¡!h1 q; e7 17 i.xe5 liJ xe5 18 .n f5 l¿)fd7 19 n afl f6 (Nevednichy-Be­cerra, Erevan 1996). El gran maestro cu­bano ganó la partida, aunque, con un juego preciso, las blancas seguramente podían esperar unas tablas. i Pero no más !

Prácticamente, todas las variantes y versiones de este final -con cambios en eS y d&- son inocuas para las negras.

c2) 5 dS!? A diferencia del enfoque visto en la variante anterior, las blancas cierran el centro. Vale la pena añadir que, de forma análoga a la variante 1 e4 c6 2 c4 eS 3 d4 d6 4 d5?!, aquí el avance de peón es apropiado, porque la inclusión de las ju­gadas 4 liJf3 .i.g4 priva a las negras de su mejor recurso, . . . t7-fS !

APÉNDICE. SISTEMA STEINER: 1 e4 e6 2 e4 229

5 ... ..te7!? Una jugada idealista. Antes que nada, las negras quieren desarrollar su alfil de casillas oscuras.

La estándar S . . . liJf6 6 liJc3 � bd7 7 h3 i.xíJ 8 '6'xf3 i..e7 9 h4! , y de pronto, el al­fil de casillas blancas (la cenicienta de esta variante) se convierte en una pieza fuerte. En la partida Vaulin-Savon (Varsovia 1992) siguió 9 ... O-O 10 g3 ! aS 11 ..th3 liJcS 12 O-O cd 13 cd b5 (parece que las negras han encontrado contrajuego, pero no es más que una ilusión óptica) 14 i.e3! b4 15 i.xc5 ! be 16 i.a3 cb 17 ..txb2 tiJd7,y aquí la ventaja blanca se consolida con 18 l:. fc1 tLJcS 19 i.a3 l:1 b8 20 %1 c4.

6 tLJc3 i.xf3!? (aún no era demasiado tarde para volver al juego habitual, con 6 . . . liJf6) 7 'ií'xf3 i.g5 (el sueño se ha hecho realidad, pero . . . ) 8 'ilg3! i.xc1 9 l:. xc1.

(Ver diagrama 396.)

Con el cambio de alfiles de casillas os­curas, las negras no tienen piezas malas, pero .. . ¡el problema es que ninguna de ellas está en juego! La ventaja blanca en desarrollo (de, al menos, tres tiempos) cuestiona el plan estratégico negro. Por en­cima de todo, se amenaza c4-cS!

9 ... '6'f6 (9 . . . <¡P f8 10 cS ! ) 10 eS! de 11 de tiJxc6. A las negras les gustaría jugar

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230 LA DEFENSA CARO·KANN . Volumen 2

11 . . . bc para impedir que el caballo blanco llegue a d5, pero después de 12 lOa4 tDe7 13 tZJ xc5 O-O 14 II di ! , la ven taj a posicional de las blancas es demasiado grande (Suba­Ceteras, Rumanía 1999) . 12 tD d5 'i!t'h6 13 n xc5 'CWd6. La otra defensa contra el doble en c7 era 13 ... : c8, pero la sencilla combinación 14 �b5 (el peón de e5 está colgando) 14 ... �d6 15 ll xc6! bc 16 W'xg7 cb 17 O-O : c2 18 b4! refuta la idea. 14 II b5 'ifb6. Amenaza un jaque en c1 . Las negras, por supuesto, no tienen nada que objetar a una repetición de jugadas: 15 .c.c5 'itd6, pero las blancas tienen otros planes . . . 15 �e2!. El descuido del desarrollo de sus propias piezas costará cargo a las negras, pues no lograrán enrocar corto:

15 . . . .: b8 16 ltJb4! lOge7 17 lLlxc6 llJ xc6 1 8 l:t x e5+ ! c¡f¡l f8 1 9 'if a3+ � g8 20 ll d.5 "c1+ (también pierde 20 . . . ll e8, debido a 21 0-0 1:1 xe4 22 ti'xa7! ) 21 l:l d1 "'f4 22 Wg3, etc.

¿Quiere alguien enrocar largo? Bien­venido al club de los suicidas: 15 ... 'iYc1+ 16 �d1 0- 0-0 (no hay donde enrocar, ni tampoco salida alguna: 16 . . . 'iic4? 17 : b4! ¡¡cS 18 1:[ xb7 �f8 19 O-O) 17 0-0 'irc4. Después de 17 . . . 'ilfh6?, esta triste y breve historia termina en mate: 18 �g4+ !it;>b8 19 l:t xb7+ ! 18 .xg7 'i'xb5 19 'ifxb8 'il xb2 20 'il xb7 'i'xa2 21 'ti' xli !it;> b8 22 'it'c7+ �a8 23 i.g4 1WaS 24 W'g7, y las blancas tienen UD peón extra en el flanco de rey.

Naturalmente, este análisis debe ser confinnado en la práctica, pero la primera impresión es que la idea de cambiar alfiles de casillas negras ( .. . .i.f8-e7-g5) puede . acabar mal.

c3) 5 .te2 lLld7. El juego vinculado al cambio de alfiles de casillas negras carece ya de su anterior optimismo: 5 . . . i.e7!? 6 O-O i. xf3 7 i.xf3 i.g5 ! ? 8 �xg5 'tWxg5 9 'it'b3 ! "e7 10 ll d1 ! Sigue faltando mu­cho para el final, pero con damas sobre el tablero, las sutilezas posicionales quedan en la trastienda.

Page 236: Defensa caro kann 2 karpov

Se amenaza el ataque frontal c4-c5 ! Por ejemplo: 10 . . . liJa6 11 c5 ! dc 12 d5 ! liJf6 13 i.e2!? l:td8 14 d6! , Y las negras es­tán más cerea que nunca de la derrota: 14 . . . :. xd6 15 :. xd6 '6'xd6 16 'it' xb7 lLJ b4 17 liJc3 O-O 18 l:t d1 1i'b8 19 'ii'xb8 ': xb8 20 l1 d2!, con un final técnicamente ganado.

En la partida Chekachev-Varga (Lau­sana 2001), las negras, comprendiendo que podrían ser consumidas sin gran esfuerzo, dieron prioridad a poner su rey a cubierto: 10 . . , lDh6 11 lLJc3 0-0. Pero éste difícil­mente es un camino hacia la igualdad. He aquí una variante de muestra: 12 .:r. d2 lLJa6 13 de ! de 14 l:t ad1 liJc5 15 Wa3 ! (amenazando 16 llJa4) 15 ... :l feS" 16 b4 lDe6 17 l:t d7 1i'f6 18 1:. xb7 llJd4 19 lLJe2, y las blancas tienen una incuestionable ventaja.

6 �c3. No tiene sentido 6 lLJgl !? �xe2 7 lLJxe2 lügf6 8 lLlbc3 i.e7 9 o-o O-O, y sin el alfil de casillas blancas, pueden situar sus peones en casillas de ese color: 10 t1!? a6 1 1 a4 a5 12 i.e3 :t e8 13 b3 ed 14 i.xd4 i.f8 15 Wd2. En la partida Mijalchishin­Savchenko (Nova Gorica 1997), las negras entregaron un peón: 15 . . . d5 ! ? 16 cd cd 17 ed, después de lo cual dejaron escapar la oportunidad de lograr compensación, con · 17 ... lt)b6!? 18 .i.xf6 'ilxf6 19 �h1 l:t ad8. 6 ... iLe7 7 O-O lLJgf6. Ha pasado la ocasión de la maniobra 7 .. . �xt3 8 i.xt3 .i.g5, tan­to más cuanto que en la presente situación hay una réplica especular: 9 iLg4! iL xc1 10 iLxd7+ Wxd7 11 l:t xc1 lLlf6 12 f4! , ganan­do la lucha por el centro: 12 ... ed 13 "'xd4 O-O 14 :t cd1 :'fd8 15 eS! de 16 1txc5 'fIe7 17 :. xd8+ W'xd8 18 : dI, con ventaja (Nunn-Groszpeter, Budapest 1978). 8 i.e3 0-0. Ante nosotros, de nuevo un esquema de otra apertura (AS3). Pero puesto que hay un inconcebible número de partidas (con todos los posibles órdenes de juga-

APÉNDICE. SISTEMA STEINER: 1 e4 e6 2 e4 231

das), no podemos dejar de prestarle algu­na atención.

Hay tres métodos para luchar por la ventaja:

9 lLld2!? iLxe2 10 'ilxe2, y el peón f tie­ne vía libre: 10 ... ed 11 .i.xd4 %:t e8 12 f4! ? lLJf8 13 n ad1 lLJ6d7 1 4 lLJ f3 i.f6 15 �h1 'fkc7 16 'ii'f2 lLJe6 17 i.xf6 lLlxf6 (Bistric­Anic, Pula 1999) 18 lLJh4!? b6 19 liJf5 tlJc5 20 e5 !? de 21 'iig3 g6 22 'iWh4!? , con posi­bilidades de ataque.

9 d5 (consolidando la ventaja espacial) 9 . . . c5 10 llJe1 i.xe2 11 "'xe2 llJe8 12 g3 ! ? (preparando l a ruptura f2-f4) 1 2 . . . g6 13 .i.h6 lDg7 14 lDg2 .tg5 15 .txg5 'iWxg5 16 f4! (Morozevich-Savchenko, Alushta 1993).

9 :. el!? (una aguda jugada, con la que las blancas se mantienen a la espera) 9 ...

n e8. Pero ahora sigue con mucho mayor efecto 10 d5!. La torre de e8 no hace nada y pasará algún tiempo antes de que pueda regresar al lugar en que se necesita. 10 .•.

cS. Las negras deben cerrar el centro, pues de otro modo, la ruptura blanca será aún más fácil: 10 . . . iLf8? ! 11 b4 aS 12 de ! be 13 b5 ! (Ivanchuk-Gallego, Erevan 1996). 11 a3 : eS 12 lLld2!? (también aquí resulta útil esta idea) 12 ••• iLxe2 13 .xe2 : 18

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232 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

14 b4, con ventaja (Jaritonov-Savon, Mos­cú 1992).

El hecho es que en las variantes 1 e4 c6 2 c4 eS 3 d4 d6 4 �c3 ó 4 �f3, no es evi­dente que baya una línea hacia la igual­dad. Pero no debe olvidarse que las negras disponen de una buena carta en la manga, 3 oo. ltJf6! Así pues, es demasiado pronto para que las blancas se duennan en los laureles.

e 3 �f3!. Esta concreta jugada (y no 3

d4) es la más molesta para las negras, que disponen de cinco respuestas, con diverso grado de excentricidad: 3 o o , d5, 3 . . . f5, 3 o o '

lDf6, 3 . . . 'fIc7 Y 3 o o . 'ii'a5. La sexta, y la más popular, es 3 o o . d6, después de la cual 4 d4 nos lleva a una posición que ya hemos exa­minado.

1) 3 •.. d5?!. Las negras entregan mate­rial, sin que esté claro para qué. 4 cd cd 5 lLJ xe5 de 6 � b5+ .i. d7 7 'it'b3 ¡f e7 8 .i.xd7+ lLJxd7 9 'ilt'xb7 l:t b8 10 'it'xd7+ 'iWxd7 11 lLJxd7 <it xd7 (Florian-Zinn, Dresde 1 959) 12 LD c3 lLJ f6 13 b3 � c5 14 �b2, con un final fácilmente ganado.

2) 3 _. f5?!. Un azaroso experimento, pero puesto que su autor es el gran maes-

tro sueco Jonny Hector, debemos tomarlo en serio. Por cierto que no podemos imagi­nar cuál es aquí la mejor jugada.

4 lLJxe5 no sólo es la jugada más fuer­te, sino también la única normal: 4 ... Wf6 (defendiéndose contra la amenaza de ja­que en h5) 5 d4 d6 (5 o o . fe? ! 6 'ii'g4!) 6 lDf3 fe 7 lLJg5 d5 8 lDc3 h6 9 tOh3 ,*,f7 (no tie­ne sentido 9 '" .i.xh3? ! , en vista de 10 1Wh5+) 10 tOf4 .i.d6 11 'ifh5 ! ? g5 12 'W'xf7+ �xf7 13 lDh5 LDe7 14 .i.e2 .i.e6 y es posible sobrevivir. Cierto que en la par­tida Jansa-Bobzin (Hamburgo 1993), las negras no comprendieron que se amena­zaba 15 O-O Y pronto se despeñaron: 15 o o .

lUd7?! 16 f3! La columna f debe ser cerra­da antes de que las blancas golpeen: 15 .. . LDf5!? 16 cd cd 17 f3 e3 ! , y aunque es posi­ble que también aquí tengan ventaja las blancas (18 .i.d3!?), tendrán que demos­trarlo.

4 .i.e2!. Una solución clara. Primero, las blancas completan su desarrollo, y lue­go las debilidades de peón caerán por si solas: 4 ••. fe 5 lDxe5, y ahora:

5 ••. lDf6 6 0-0 �e7 7 lDc3 d5? (esto es muy malo, pero después de 7 o o , O-O 8 lDg4 : e8 9 .c2, la posición negra tampoco re­sulta envidiable) 8 cd cd 9 .i.b5+ �d7

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10 ttJxd7 ttJbxd7 11 lLlxd5 ! (Gofstein­Rector, Manila 1992) , o bien

5 _ 'li'h4 6 lLlc3 d6 7 �g4 ! ttJa6 8 .i..xc8 .: xc8 9 ttJg4 liJeS 10 O-O ttJf6 l l liJxf6+ gf 12 g3 tt g8 13 :te1 f5 14 d3, Y no está claro cómo podrán hacer tablas las negras a par­tir de esta posición (Sher-Hector, Vejle 1994).

3) 3 _. ttJf6 4 lLlc3. Vemos aquí una es­pecie de salvaje mezcla de las defensas Ca­ro-Kann y Petrov, tras 4 lLl xe5 !? d6 5 llJf3 llJxe4. Por otra parte, el camino está bas­tante inexplorado y puede reportar a las blancas posibilidades de éxito: 6 tt:Jc3 !? (más interesante que 6 d4 d5 7 ..td3 .i..b4+ 8 ltJbd2 ..te6 9 O-O lLlxd2 10 .i.xd2 �xd2 11 ttJxd2 0-0, con igualdad, Motwani-Speel­man, Dubai 1986) 6 . . . llJ xc3 (tampoco 6 ... ..tf5? ! resuelve los problemas de las ne­gras: 7 .i.d3 llJ xc3 8 dc, seguido de enro­que largo, Beliavsky-Tavadian, Yaroslavl 1 982) 7 dc .i. e7 8 ..t e2 llJ d7 9 O-O O-O 10 ..t.f4 llJf6 11 'it'c2 d5 12 l:tad1 'ifb6 13 -h3 ..td7 !4 ..te5, con alguna presión (Kuporo­sov-Meduna, Lame Bogdanec 1994). 4 _ •

..tb4 S llJxeS.

¿Deben las negras recuperar de inme­diato el peón (con 5 ... 'ti'e7), o deben es­perar (con 5 . .. O-O)? Ésa es la cuestión.

APÉNDICE. SISTEMA STEINER: 1 e4 c6 2 c4 233

a) S ... 'it'e7?! (demasiado conservador) 6 tt:Jd3!. La buena fortuna de las blancas es que encuentran un tiempo para efectuar esta retirada. Después de 6 ltJf3, como de­mostró hace mucho la partida van den Hoek-Euwe (La Haya 1942), las blancas no comprendieron que 6 ... lLl xe4 7 ..t e2 O-O 8 O-O d6 9 Wc2 ttJf6 10 d4 .i..g4 11 �g5 lLlbd7 12 !:t fe! n fe8 conducía a una ano­dina posición simétrica. 6 ••• ttJ xe4 7 .i..e2!? La alternativa es 7 "'e2, con mejor final o ataque:

7 . . . llJxc3 (final) 8 dc 'iWxe2+ 9 ..i.xe2 .i..� 10 ..i.M! � 11 0-0-0 .i..� U lLlb4 (Votava-Meduna, Lazne Bogdanec 1995).

7 . . . ..i.xc3 (ataque) 8 dc O-O 9 .i.f4 n e8 10 0-0-0 '6'f8 11 \i'c2 d6 12 f3 lLlf6 13 g4 lLla6 (Tepla-Stefanova, Benasque 1997) 14 i..g3 ! ?

7 ._ �a5 (no es bueno 7 . . . .id6, ya que tras 8 O-O O-O 9 lLl xe4 'it'xe4 10 b3 �c7 11 .ia3 !:t d8 12 l:le1 , la ventaja blanca no requiere explicación) 8 0-0 0-0 9 1: el d6 10 in ttJxc3 11 de 'it'f6 U .i.e4 .i..b6 U 'iYh5.

Ventaja en desarrollo y ataque. Las blancas amenazan mate en una, y a 13 . . . h6 tienen en cartera 14 g4! , Y el peón avanza de forma inexorable. En la partida Zai­chik-Izeta (España 1991), las negras se de-

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234 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

fendieron de otra forma: 13 ••• g6, pero des­pués de 14 �g5! no duraron mucho.

b) 5 _. 0-01? Las negras tienen un peón menos, pero a cambio, ¡una pieza más de­sarrollada! 6 �e2!? Es posible que debie­ran contentarse con menos, 6 LDd3 � xc3 7 de ttJxe4 8 �e2 d5 9 cd Wxd5 10 O-O �f5 11 �e3 .e6 12 l:l el ltJ d7 13 �f1 ¡j'dS 14 �f4 Wxd1 1S :t axd1 1tJef6 16 n, persi­guiendo la "ventaja de la pareja de alfiles" en el final (Tal-Mujametov, Leningrado 1 991 ) . 6 .•. d6 7 ltJ d3 � xe3 8 de � xe4 9 0-0 l:t eS. No ofrece perspectivas 9 . . . lLld7 10 :t e1 'iff6 11 f3 lDecS 12 lDf2 aS 13 i..e3 (Bareev-Volk.ov, Elistá 1998). A diferencia de la variante S .. . W'e7, no parece que en ésta haya mucho contenido . . . 10 f3 ltJf6 11 i..g5.

Con la apertura prácticamente finaliza­da, no hay un rayo de esperanza para las negras. La partida Vaganian-Nogueiras (Leningrado 1987) continuó así: 11 ••.

�bd7 12 1tJf2 "'&5 13 �h4 d5 14 � el b6 15 cd tD xtlS 16 �e4 �a6 17 it.xa6 'ilxa6 18 'iWd4 b5 19 84!? , Y de nuevo están mejor las blancas.

4) 3 _. 1We7. Las negras defienden tran­quilamente su peón de eS. Las blancas pueden elegir ahora entre 4 d4 Y 4 liJc3.

a) 4 d4 �b4+ 5 lbbd2!? Parece más sólido S �d2 �xd2+ 6 W'xd2 d6 7 liJc3 ltJf6 8 �e2 o-o 9 O-O. En la partida Bajo­vic-Meduna (Plovdiv 1982) , después de 9 oo. �g4 10 :1 fd1 l(Jbd7 11 l:l ac1 aS 12 h3, las negras descartaron erróneamente el cambio.

12 ... �h5? Un error táctico, antes que posicional. Pero las blancas "perdonaron" la vida a su oponente, al no apreciar que 13 de! ganaba material: 13 . . . de? 14 g4 �g6 15 g5, o bien 13 . . . l(JxeS 14 g4 �g6 15 'it'xd6 'tfxd6 16 n xd6. Las negras debían haber cambiado, 12 . . . .i.xf3 13 �xf3 : ad8, y las blancas no tendrían nada de particular.

5 ... ed 6 a3 i.xd2+?1. Por supuesto es atractivo mantener el peón de d4, pero las variantes concretas resultan favorables a las negras. Por consiguiente, era preciso ju­gar 6 ... �e7 7 ttJxd4 d6 8 ttJ2f3 ltJf6 9 it.d3 O-O 10 O-O :t e8, con un juego aceptable. 7 'Wxcll eS 8 "g5 l(Je7 (o bien 8 . . . g6 9 i.f4 d6 10 'ilig3 ! ) 9 'iWxg7 l:l g8 10 'iWxh7 ltJbáJ 11 l(Jg5 l(Jd8 12 h4!. Una posición no es­tándar requiere soluciones no estándar. De esta fonna, las blancas incorporan la torre al ataque. U ... Wb6 13 l:t h3 d5 14 }¿f3 de 15 ltJxe4 rs.

Page 240: Defensa caro kann 2 karpov

Así se jugó en la partida Kosten-Sza­bo1csi (Francia 1m), una partida cuya be­lleza quedó entre bastidores. Podria (y debería) haber seguido así: 16 �g5 'iWe6 17 l::t e3!!. Una jugada digna de un estudio sobre el tema de la intercepción: 17 .. . de 18 tLlf6+. También pierde 17 _. fe 18 1:[ xe4 .: g7!? 19 'li'h8+ 'l'g8 20 'ilIxg8+ n xg8 21 : xe7+ '1f¡lfH 22 l:t e5. ¿Por qué todo lo que no es forzado es tan hermoso?

b) 4 lOc3 lLlf6. Las negras no ven la lógi­ca idea 4 ... i.b4. Posiblemente, debido a S g3!? lLlf6 6 �g2 �xc3 7 be lLlxe4 8 1We2 d5 9 �a3 �e6 10 0-0 lLld7 11 cd cd 12 l:tfel lbdf6 13 l:abl. Las negras tienen un peón de ventaja, pero ninguna alegría: 13 .. . 0-0-0 14 ttJxe5! Wxe5 15 d3 Vc7 16de ttJxe4 17 l:ecl lLld6 i8 �xd6 ': xd6 19 c4! (A. Sokolov­Glek, VUnius 1984). 5 d4!? Las blancas juga­ron la apertura de una fonna inapropiada en la partida Franco-Abreu (Varadero 200:» : 5 a3?! (impidiendo el desarrollo del alfil por b4, pero quizá no deberían haberse preocu­pado por ello) 5 ... �c5 6 �d3?! (pero ésta es una jugada demasiado extraña; ¿por qué no 6 b4!?) 6 . .. aS 7 0-0 d6 8 h3, y ahora ...

(Ver diagrama 407.)

8 ... g5 ! Explotando el hecho de que las blancas tienen las manos atadas, las negras

APÉNDICE. SISTEMA STEINER: 1 e4 e6 2 c4 235

comienzan el ataque. En lugar de a2-a3, casi siempre es útil jugar d2-d4.

5 • • . .,t b4 6 de lLl xe4 7 � d4!? " a5 8 'ifxe4 �xc3+. Otra posición fresca, en la que los conceptos y criterios generales no son de aplicación. Es preciso considerar todas las variantes en detalle .

9 �d2. Merecía consideración 9 lLld2!? , una jugada que, al menos, no pue­de refutarse de inmediato: 9 ... .i.b4 1O a3 ! (pero no 10 .i.d3?! , en vista de 10 ... lLla6! 11 �c2 lbc5 12 'tWe2 lLle6, y las negras trasladan el caballo de b8 a e6) 10 ... .i.e7 (ahora, 10 .. . lLla6 se para con 11 1: b1 ! �e7 12 b4) 11 1:[ bU (¡nada menos !) 11 .. .

"fIIe7 12 b4 d6 13 �b2 O-O 14 .i.d3 g6 15 ed

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236 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

�xd6 16 ¡We2 �d7 17 c5, y todo el juego está en manos de las blancas. 9 . . • �xd2+ 10 �xd2 �a6 11 a3 (preparándose a enro­car largo) 11 • . • O-O U 0-0-0 d5!? (sin este sacrificio de peón, es difícil para las negras finalizar su desarrollo) 13 ed .i.f5.

En la partida Jarlov-Shabanov (Kuibis­hev 1990), las blancas jugaron la descuida­da 14 �b3? ! Allí Y entonces la dama se volvió "rabiosa" (o, en lenguaje diplomáti­co, "desesperada") : 14 ... 'tli'xa3! 15 ba �xe4 16 n d4 .i.f5 17 eS �b8 18 �c4 �d7 19 n el bS ! La posición está llena de vida.

Pero entretanto, incluso era posible arrinconar a las negras: 14 '\i'e3! n ad8 15 lüb3 "a4 16 eS! : fe8 17 'ií'c3 'lt'f4+ 18 �d2 lZJb8 19 �e4 b6 20 g3!. Desviando a la dama enemiga de su puesto centraL Las blancas se apoderan de la columna e y penetrar en la séptima fila : 20 . . . 'ií'h6 21 :1 he1 be 22 n e7! n f8 23 f4 'it'xd6 24 : xa7, con ventaja.

5) 3 .•. • aS!? La originalidad aumenta de jugada en jugada. Las negras quieren postergar todo lo posible el avance d2-d4. 4 lLlc3. El GM Joel Lautier realizó un tra­tamiento innovador de esta posición: 4 .te2 ltJf6 5 O-O !? lZJxe4 6 :t e1 d6 7 d4 ltJf6

8 �d.2 'ikc7 9 de de 10 �xeS! �e7 1 1 �f4 'tWb6 12 .c2 O-O 13 �c3 �e6 14 : ad1 �bd7 15 �f3! Las blancas han recupera­do el peón y sus piezas ocupan casillas sig­nificativamente mejores (Lautier-Kuc­zynski, Polanica Zdroj 1991) . 4 ••. �f6. La siguiente jugada blanca es muy impor­tante.

Está claro que las negras piensan jugar . . . .ttS-b4. Esta idea puede prevenirse (con 5 a3, ó S d3 �b4 6 �d.2) o ignorarse: S g3 ó 5 .i.e2.

S a3 no parece nada especial, debido a S o •• �cS, y es dudoso 6 lüxeS? ! �xf2+! 7 �xf2 'fixeS 8 d3 dS, con mejores perspec­tivas para las negras. Mientras que en caso de 6 .te2 d6 7 O-O "c7 8 l:I. b1 �g4 9 b4 �b6 10 d3 i.xf3 ! ? 11 .i.xf3 �bd7 12 1L1e2 O-O 13 i.b2 l:tfe8 14 "c2 cS ! ? 15 g3 lZJf8 16 �g2 lüe6, las negras salen de la apertu­ra con una posición muy fiable (Jarlov­Volkov, S amara 2000).

S d3! ? se ensayó en la partida Ivan­chuk-Domínguez (Erevan 2001). Las ne­gras, al ver que a S ... ..i.b4 seguiría 6 i.d2, deciden jugar con fuego, 5 ... d5? ! Ahora, como hizo Lautier, Ivanchuk podría haber explotado la posición avanzada de la dama negra para proceder a un rápido des arro-

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110 de sus efectivos: 6 cd cd 7 tlJxe5 �b4 8 �d2! de 9 tlJc4! 'it'c5 1O a3 �xc3 11 �xc3 ed 12 �xd3 O-O 13 O-O, con una importan­te ventaja.

El plan 5 g3! ? nos trae reminiscencias del método de Miezis en la variante 1 e4 c6 2 c4 e5 3 tlJc3 �c5 4 g3? ! Allí criticamos ese plan, pero aquí la dama negra no es muy útil en la lucha del flanco de rey. En la partida Balashov-Volkov (Elistá 2(00), las blancas obtuvieron una prometedora posi­ción: 5 . . . �b4 6 'W'e2 O-O 7 �g2 d6 8 O-O lLl bd7 9 d3 � xc3 10 bc a6 1 1 tlJ h4 b5 12 lLlf5 'W/c7 13 1Wd2! (una jugada muy molesta, con la que las blancas amenazan situar su dama en g5) 13 .. . �h8 14 d4 (14 f4!?) 14 ... bc 15 de de 16 'iVd6.

5 �e2 (actualmente, la jugada más popular, aunque 5 d3 ! ? no parece, como mínimo, inferior) 5 000 �b4 6 Vc2!? Una continuación flexible. Al defender el peón de e4; las blancas planean un asalto en el flanco de dama, mediante a2-a3 y b2-b4. Sin embargo, en caso de cambio en e3, las blancas tienen la posibilidad de reto­mar con el peón d, seguido del doblaje de sus piezas mayores en la abierta columna central. Después de 6 O-O O-o 7 d3, las ne­gras tienen más palancas para el contra­juego:

APÉNDICE. SISTEMA STEINER: 1 e4 e6 2 e4 237

7 ... d5?! (aparentemente, prematuro) 8 cd (ahora, las negras deberán desprender­se del alfil, y la ventaja del par de alfiles re­sulta significativa; no es tan claro 8 ed cd 9 ttJxe5, Korchnoi-Gurevich, Barcelona 1992, 9 ... d4! ?) 8 ... ..txc3 9 bc cd 10 lLlxe5 de 11 ttJc4 'W/c7 (11 ... 'iWxc3? pierde cali­dad: 12 �b2 Wb4 13 i.a3) 12 de lLl xe4 13 i.d3 .i.e6 14 .i.xe4 .1xc4 15 .:t e1 tlJa6 16 i.e3 (Cholovic-Volkov, Ohrid 2001).

7 . . . :t e8 está desprovista de ideas: 8 i.d2 �f8 9 d4 d6 10 b4! 'W/c7 11 d5 tt.Jbd7 12 .:te1 Ae7 13 �f1 c5 14 a3 b6 (Tzermia­dianos-Miles, Agios Nikolaos 1997) 15 lLlh4!? g6 16 g3, con ventaja de espacio.

7 . . . i.xc3 ! (lo mejor y más acorde con los requerimientos de la posición, pues las blancas no pueden retomar con el peón d) 8 bc d6 9 'iWc2 ]:t e8 10 h3 tt.Jbd7 11 tt.Jh2 d5 12 cd cd 13 ed ttJxd5 14 �d2 tt.J7f6 15 .: ab1 'Wic7, con juego cómodo (Castillo­Ravi, Linares 2(00).

6 oo. o-o 7 O-O rl e8 8 aJ. De una u otra fonna, las negras deben retroceder. Pue­den conceder espacio (8 ... .i.f8), o penni­tir la creación de un peón débil en su campo (8 . . . i.xc3 9 dc). En la partida Las­tin-Volkov (Penn 1997), la igualdad resul­tó asequible: 8 ... .1xc3 9 dc d6 10 i.g5 ttJbd7 1 1 :t ad1 'ilc7 12 tt.Je1 h6 13 Ae3 lLl f8 14 g3 i.h3 15 tt.Jg2 n ad8 16 f3 b6 17 n d2 d5 ! , pero el juego blanco no pro­duce muy buena impresión. 8 o .. �f8 En­tregando espacio. Las blancas tienen elección: ¿cuál de los dos peones avanzar?

(Ver diagrama 412.) .

9 b4!? Las blancas quieren atacar so­bre un frente lo más amplio posible. Pero deberían tener en cuenta que el peón de b4 permite una posterior ruptura a las ne­gras, con . . . a7-a5. Es más prudente 9 d4 d6 1 0 h3 ttJ bd7 1 1 i. e3 a6 12 de ttJ x e5

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238 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

1 3 lDd4! (con ventaja de espacio, es desfa­vorable cambiar piezas; por otro lado, las blancas piensan "cargar" con f2-f4 ! ) 13 . . . Wic7 1 4 .: ac1 b6 15 f4 lDg6 1 6 g4 ! ? �b7 17 liJf5 c5 18 �, con fuerte iniciativa (lvan­chuk-Miles, Biel 1989). 9 •.. 'fIc7 (sin caer en la trampa, por otro lado nada sofistica­da: 9 .. , �xb4? 10 ab! 'ifxa1 1 1 ttJa2 aS 12 b5, Y la dama negra está perdida) 10 iLb2 aS! 11 e5 d6 12 lD a4 ab 13 ab liJ bd7 14 1: fel b5!. Parece que las blancas están empezando a preguntarse si 9 b4 no habrá sido inconveniente. Pero los peones no pueden retroceder. .. Si ahora 15 cb, enton­ces, tras 15 ... ttJ xb6 16 d4 llJxa4 17 : xa4 :. xa4 18 "xa4 �d7 19 'ii'c2 lWb8, la debi­lidad de b4 no concederá una vida tranqui­la a las blancas. 15 ed '6'xd6 16 l¿Jc5 .: xa1 17 � xa1 liJ x c5 18 be "'c7 19 h3. Así continuó la partida Erikalov-Sitnikov (Smolensk 2000) , en la que las negras co­metieron el error de no poner a prueba el potencial de sus piezas. Después de 19 _.

lt.Jh5! 20 d4 ed 21 lüxd4?!. Es más fuerte 21 jt,xd4, aunque tampoco aquí es inferior la posición negra, en vista de la debilidad de c5: 21 ... l¿Jf4 22 �f1 We7, etc. Ahora la torre se incorpora al ataque con efectos decisivos: 21 oo. liJf4 22 �f3 .: eS! 23 l¿Jb3 � g5 24 �h1

� 413

24 ••. iL xh3! 25 gh "cS 26 iLg4 1: xg4! 27 hg 'iWxg4 28 f3 'iWxl'3+ 29 q;,h2 liJe2, ga­nando.

Una bonita variante, pero que no tiene repercusión sobre la evaluación general del sistema 1 e4 c6 2 c4 eS, un sistema du­doso. ¿Tienen las negras alguna objeción a. entrar en los canales de las defensas in­dias? Muy bien, pero ¿por qué no entrar en ellos a través de la D efensa Caro­Kann? La combinación de un temprano . . . c7-c6 y . . . e7-e5 conduce a una lucha en la que las negras pierden las casillas centrales d4 y e5 sin lucha: 3 liJf3! d6 4 d4! , Y sus ju­gadas extravagantes e intrincadas no po­drán modificar esta evaluación.

TI 2 oo. e6. De esta forma, las negras obtie­

nen una posición sólida, aunque un tanto pasiva. En respuesta, las blancas pueden elegir entre 3 liJf3, 3 lLJc3 y 3 d4.

A 3 liJf3!? Una vieja y respetable jugada.

Hoy rara vez se emplea, aunque a las ne­gras no les resulta fácil igualar el juego. 3 ••. d5 4 ed ed 5 al cd 6 �b5+. Ahora es posible:

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6 . . . .i.d7 7 .i.xd7+ 'iWxd7 8 liJe5 ! ? 'W/c7 9 0-0 .i.d6 10 d4 tiJe7 1 1 ltJc3 0-0 12 .i.f4, con una ventaja mínima (Botvinnik-Flohr, Leningrado 1933).

6 .0. tiJ c6 7 'il e2+ "ile7 8 t¿) eS � d7 9 .i.xc6 be 10 O-O

10 oo. <iti> d8!? (renovando la amenaza ... f7-f6, pues ahora, como antes, seguiría un jaque en h5) 11 b3!? (las blancas se mantienen alerta; a 11 . . . f6 seguirla 12 .i.a3!) 11 o .. 'iNe6 U �b2 f6 13 "(3 .i.d6 14 ttJxd7 �xd7 15 ttJc3 ttJh6 16 ltJa4 'ft'f5 17 .c3. El juego inventivo de ambos oponentes condujo a una posición en la que, no obstante, las posibilidades de las blancas son superiores (Gulko-Shabalov, Berna 1992).

B 3 liJc3 d5 4 cd ed S ed cd. En esta va­

riante (como también en la anterior) to­do se basa en aspectos sutiles, a primera vista invisibles. ¿Deben dar las blancas un jaque en b5 o deben esperar? Y des­pués del jaque, ¿deben desarrollar pri­mero la dama por a4 o el caballo, por f3 y luego e5? En variantes como ésta el or­den de las jugadas tiene una signifi�ación decisiva.

AP�N DICE. SISTEMA STEINER: 1 e4 e6 2 e4 239

1) 6 �bS+ ttJc6 7 'ii'a4 'it'd6? Una im­precisión imperceptible, y ahora la posi­ción ya no puede salvarse. La única fonna correcta de j ugar es 7 . . . liJe7 8 liJ f3 a6 9 O-O �e6, como en la partida Giorgadze-011 (Thilisi 1983), en la que siguió 10 �xc6+ tt:J xc6 11 tUd4 'ií'd7 12 ltJ xe6 fe 13 'ifg4 0-0-0 14 d3 .i.d6, y todo está en orden pa­ra las negras. 8 tUf3 lLlf6 9 O-O �e7 10 lLleS �d7 11 d4 'ifb4 U tt:Jxd7 �xd7 13 Wc2 l:tad8 14 .i.f4 �d6o

Hemos llegado a un momento crítico de la partida Tartakower-Cohn (Carlsbad 1911). Las blancas no apreciaron la senci­lla combinación lS "f5+! rj;c7 16 "xf6! gr- 17 tt:Jxd5+ �b8 18 tUxb4 .i.xf4 19 lLlxc6+ be 20 .i.xc6 1:1 xd4 21 g3, con un fi­nal técnicamente ganado.

2) 6 tiJf3 lLlf6 7 �bS+ .i.d7 8 'fi'b3 .ixbS 9 'i\VxbS+ 'ifd7 10 lLleS 'ii'xbS 11 liJxbS lLla6. Se ha llegado a este final de forma forzosa, pero ¿cómo debe evaluar­se? Los jugadores prácticos dicen que las negras pueden contar con las tablas. Pero deben conducir la defensa con una disci­plina férrea. La partida Olafsson-Shabalov (Saint- Martin 1993) siguió así: U d4 (vale la pena considerar 12 d3!? , privando de la casilla e4 al caballo negro, por ejemplo: 12

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240 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

. . . �b4+ 13 �d1 O-O 14 �g5, con una lige­ra ventaja) U ••. �b4+ 13 �e2 O-O 14 �e3 lDe4 15 1: bc1 liJd6 16 a4.

Aquí, las negras deberían jugar 16 __

ltJfS!?, con idea de que tras 17 liJe7 ltJ xe7 18 n xc7 ': ab8! 19 lDd7, disponen del re­curso 19 ..• : fc8!, y la iniciativa blanca gra­dualmente se va diluyendo: 20 : ac1 : xc7 21 : xc7 i..d6 22 1: el 1: c8, etc. Sin embar­go, si 19 .: d7 (en lugar de 19 ltJd7) , enton­ces 19 '" f6 20 liJd3 .id6, con juego igualado.

e 3 d4 d5 4 e5. Es más flojo 4 cd ed 5 e5 ,

debido a 5 . . . liJa6! , pues resulta que a 6 �xa6 sigue 6 ... Wa5+, de modo que las negras trasladan el caballo a e6 con con­trajuego: 6 liJe3 liJc7 7 liJge2 l1Je7 8 lüf4 l2Jf5 9 i..e3 lDe6 10 ltJxe6 �xe6 11 �d3 lOxe3 12 fe 'iYh4+ 13 g3 Wg5 14 'it'd2 h5 (Tal-Bisguier, Bled 1961).

Si 4 lZJe3, la lucha discurre por los cana­les de la Defensa Eslava (D31) , tanto en caso de 4 ... �b4 5 e5, como de 4 '" cÍe 5 l2J xe4 �b4+ 6 �d2 'Wxd4 (Gambito Es­lavo).

Después de 4 e5, la elección de las ne­gras no es fácil.

Realizar el avance 4 .. . c5?! difícilmente puede considerarse una buena idea, ya que las blancas tienen la posibilidad de simplifi­car favorablemente la posición: 5 cd 'it'xd5 6 lZJc3! .xd4 7 'ilixd4 cd 8 lDb5 lDa6 9 liJf3 .ic5 10 a3! El final es muy difícil para las negras. Por ejemplo: 10 ... lZJh6 11 �xh6 gh 12 �e2 � e7 13 O-O �d7 14 lDfxd4 .: ac8 15 l:.fd1 .txd4 16 lDxd4 lDb8 17 f4 (Kaida­nov-Zamora, Nueva York 1997).

La tentativa por modificar la idea, 4 ... de 5 �xc4 cS? ! , tampoco es buena, por 6 d5! a6 (Stohl-Shabalov, Werfen 1990) 7 d6! liJc6 8 lDf3 f6 9 .tf4, con mejores perspec­tivas para las blancas.

Las negras no deberían provocar una crisis tan repentina y, por el contrario, es aconsejable que completen tranquilamente su desarrollo y luego tratar de realizar las rupturas temáticas. Precisamente así, con sangre fría y lógica, evolucionó la partida Vaganian-Dolmatov (Vllnius 1980): 4 _

liJe7 S lOO b6! 6 ltJc3 �a6! (provocando la jugada blanca que sigue, después de la cual queda debilitado el caballo de e3) 7 b3 lüf5 8 .te2 .tb4 9 �b2, Y aquí y ahora 9 _ eS!?

(Ver diagrama 418.)

El desarrollo de las negras no es peor que el de su oponente y las variantes con-

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cretas no revelan defectos en su posición. Por ejemplo : 10 O-O liJ c6 11 cd � xc3 U .i..xc3 �xe2 13 �xe2 \Wxd5 14 de be 15 �Udl lLJfd4 16 .i..xd4 1LJxd4!? 17 1LJxd4 ed 18 : ael 0-0, con un final igualado.

El sistema con 2 . . . e6 nunca ha sido muy popular y, desde luego, no puede considerarse una línea principal. Es de­masiado duro entrar en este juego y el sistema es para jugadores con nervios muy fuertes, sin inclinación al juego aparatoso. Tales jugadores se sientan an­te su tablero, trabajan duro y paciente­mente y, como resultado, consiguen unas arduas tablas con negras. ¿Tiene eso al­go de malo?

m 2 _ dS!? Una continuación crítica para

la evaluación de todo el Sistema Steiner. Las negras están dispuestas a sacrificar un peón, aunque con algunas condiciones. 3 ed. Tiene sentido restringir las posibilida­des de las negras con 3 cd, ya que el sacri­ficio de peón 3 ... lLJf6? ! 4 dc liJxc6 es dudoso en esta posición: 5 d3 e5 6 .i..e2 'IIb6 7 tLlf3 .i..c5 8 O-O tLJg4 9 'fi'e1 �d7 10 lt)bd2 "fIc7 11 llJb3 .i..b6 12 'it'c3 ().{) 13 h3 lüf6 14 .i.e3. La actividad de las piezas negras es variable, pero el peón extra de

APÉNDICE. SISTEMA STEINER: 1 e4 e6 2 e4 241

las blancas es constante (Mestel-Ruxton, Plymouth 1989).

Después de 3 ed, las negras pueden op­tar por el jue go agudo, en busca de la ini­ciativa, con (A) 3 . . . liJf6, pero también pueden regresar a los canales del juego nonnal y "correcto" , con (B) 3 ... cd.

A 3 ..• liJf6!? En esta posición, el sacrifi­

cio tiene más fundamento. Las blancas dispolnen ahora de dos caminos indepen­dientes: 4 1Wa4 y 4 dc. La tercería vía, 4 d4, revierte al Ataque Panov.

1) 4 'ilr'a4!? y aquí las blancas no pue­den evitar una bifurcación en la ruta.

No es tan fácil desembarazarse de la clavada sobre la diagonal a4-e8. Sin em­bargo, la práctica ha demostrado que la aparición de una pieza en d7 altera la ar­monía en las filas negras. Por ejemplo: 4 ., . 'it'd7 5 dc ttJxc6 6 liJO e5 7 d3, Y ahora:

7 . . . e 4 ! ? 8 de liJ x e4 9 .i.. e3 liJ c5 1 O �xc5 �xc5 1 1 �e2 O-O 12 lLJc3 .i.. b4 13 'iWc2 1: e8 14 O-O �xc3 (las negras explo­tan la posibilidad de fracturar la estructu­ra de peones contraria, aunque las blancas obtengan juego sobre la columna b, y los peones doblados controlen casillas centra-

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242 LA DEFENSA CARO-KANN . Volumen 2

les) 15 be 'ilt'g4 16 �d3 'ti'h5 17 : ab1 , con ventaja (Vaulin-Zurek, Pardubice 1994).

7 .. . kc5 8 �e2 O-O 9 lbc3 '1WfS 10 O-O �d7 1 1 'itc2 l:t ad8 12 a3 1:He8 13 liJe4 lbxe4 14 de 'it'g6 15 ke3, y la iniciativa ne­gra está llegando a su fin (Chernishov­Afek, Pardubice 1998).

4 000 e6!? 5 de �c5!? ¡ Correcto ! El co­mienzo de un gambito que no permite pa­rarse a medio camino. Tanto más cuanto que el riesgo no es excesivo. Por ejemplo: 6 ef+ �xf7 7 lbe2 liJg4, f2 está colgando y las blancas tienen un dramático retraso en desarrollo. Las negras sitúan sus piezas pe­sadas en las columnas e y f Y es el fin.

En la partida Hübner-Luther (Saar­brucken 2002), las blancas se apresuraron a devolver el material, pero no por ello pu­dieron evitar una demoledora derrota:

6 liJf3 liJg4! 7 d4 kxd4 8 tD xd4 'iWxd4 9 W'c2 �a6 10 liJa3 (10 h3?! llJb4 11 1We2 �eS) 10 oo. �xe6 11 h3 liJb4 12 1Wd2 'ilVe4+ 13 �e2 'iYxg2 14 l:t n tDh2 15 �xb4 0-0-0 16 liJb5 eb 17 �f4, y, por últi­mo, una atractiva combinación: 17 000 'ilVxfl+! 18 kxfl �f3+ 19 �e2 ltJd4+ 20 ct>d2 liJc6+, etc.

2) 4 de �xc6 5 LOf3?!. Uno de esos ca­sos en que la jugada más popular es, al

mismo tiempo, la más floja. El camino nor­mal, 5 d3 e5 6 �e2! (pero no 6 tDf3? , y más adelante explicaremos por qué) 6 . . . �í5 7 LO í3 'it' d7 8 O-O 0-0-0 9 'it'a4 � xd3 1 0 �xd3 'iVxd3 11 ke3 (Selesniev-Bogol­jubov, Triberg 1917), y aquí, 11 . . . tLlg4! 12 k xa7 e4 13 �g5 'ii'd6, con fuerte ataque. Por ejemplo: 14 g3 'iig6 15 h4 �e7 16 ltJh3 �xh4! Pero la idea más interesante en es­ta posición es tratar de diferir el desarrollo del caballo por f3: 5 liJc3 !? eS 6 d3 �c5 7 �e3 �xe3?! (es probable que las negras no deban mejorar la estructura de peones de su oponente) 8 fe 'it'b6 9 'iWd2 �e6.

En la partida Korchnoi-Gat (Zurich 1988), las blancas no siguieron con esta po­lítica hasta el final y optaron por 10 lLlf3?! Después de 10 .. . : d8 11 ¡fcl liJg4 12 ltJdl, las negras omitieron una victoria for­zada: 12 ... e4! 13 de : xdl + ! 14 .xdl 'it'xb2 15 .te2 'iWc3+ 16 tDd2 �xe3. Las blancas deberían asegurarse contra la rup­tura . . . e5-e4, con 10 e4 ! y sólo después de­sarrollar el caballo.

S 000 e5 6 d3 e4! . ¡Éste es el tema funda­mental de la variante! A diferencia de la lí­nea 5 d3 e5 6 �e2, aquí las blancas no tienen un alfil en e2. Por consiguiente, el rey está obligado a emprender una larga

Page 248: Defensa caro kann 2 karpov

marcha, probablemente desesperada. 7 de 'ti'xd1+ 8 'ittxd1 tiJxe4 9 .te3 .if5 10 ttJh4 0-0-0+ 1l �c1 .ie6.

A pesar del peón extra, las blancas de­berían pensar en salvarse. Sin embargo, no parece haber una salida:

12 ttJd2 tiJxd2 13 .ixd2 .ic5 , con futu­ro doblaje de torres sobre la columna d.

12 t¿)f3 i..c5 13 .i.xc5 t¿)xc5 14 ltJc3 tiJb4 (tratando de llegar a la casilla débil d3) 15 tiJe1 i..f5 (entre otras cosas, amena­za mate en dos: 16 ... tiJxa2+! y 17 ... lt)b3++) 16 b3 %t he8 17 .ie2 l:t xe2! 18 t¿)xe2 tiJbd3+ 19 lL)xd3 lL)xd3+ 20 � d2 lL)xf2+ 21 �e3 lL)xh1 22 1: xhl l: d3+, etc.

En la partida Chandler-Adams (Has­tings 1989), las blancas trataron de recom­poner su posición con ayuda de U tLlc3, pero después de U ... lL)xc3 13 be c;!¡lb8!? 14 lL)f3 tiJaS, cualquiera tomaría partido por las negras.

B 3 .•• cd 4 cd 'lfxd5 5 lL)c3 'ild8. En esta

ramificación, las negras no sacrifican nada y, en general, su juego es tranquilo. 6 d4 tLlf6 7 t¿)f3 e6 8 .i.d3 (8 .i.c4!? conduce a una posición del Gambito de Dama Acep­tado muy conocida, desde los tiempos del

APÉNDICE. SISTEMA STEINER: 1 e4 e6 2 e4 243

match Steinitz-Zukertort por el Campeo­nato Mundial de 1886) 8 ..• .i.e7.

A esta posición puede llegarse por va­rias aperturas, como el Ataque Panov, el Gambito de Dama, la Defensa Nirnzoin­dia, la variante 2 c3 contra la Siciliana y muchos otros esquemas.

¿ Cómo pueden desarrollar sus fuerzas las blancas? Tras cubrir la casilla b4 contra un doble de caballo, pueden disponer una batería sobre la diagonal b1-h7, con la da­ma en d3 y el alfil en c2 (ó b1) . Las negras no pueden soportar esa presión y se verán obligadas a debilitar el escudo de peones de su enroque. Las torres blancas ocupa­rán las columnas centrales, el alfil de casi­llas negras se situará en g5, y un caballo ocupará la casilla e5. Tal es la disposición general de las piezas blancas.

¿ Cómo piensan las blancas inclinar la partida a su favor? Hay dos ideas básicas. Bien ejecutar la ruptura d4-dS (pero sólo si es realmente efectiva, pues de otro mo­do se provocarán cambios masivos que desembocarán en unas rápidas tablas), o bien coordinar sus piezas para ejecutar un

ataque de mate. En el último caso, suelen producirse sacrificios (sobre todo de caba­llo en fl).

Page 249: Defensa caro kann 2 karpov

244 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

Cuando el oponente cuenta con un peón d aislado, el principio defensivo bási­co es éste: con la maniobra . . . ltJf6-d5 ó . . . ltJc6-b4-d5, las negras deben bloquear el peón de d4 y tratar de simplificar la posi­ción en la medida de lo posible. Además de esto, el alfil dama debe fianchettarse ( . . . R.c8-b7 ó .. . R.c8-d7-c6).

Lo más importante para las blancas es decidir cuál será su próxima jugada: 9 R.g5 ó 9 O-O. Uno se preguntaría cuál es la dife­rencia, pero lo cierto es que la diferencia es enonne.

1) 9 R.g5!?, las negras ejecutan fácil­mente la maruobra simplificadora . . . ltJf6-d5, en el momento propicio y con el orden correcto de jugadas. Pero si no lo hacen, sucumbirán a un ataque devastador.

a) 9 ... O-O? (una jugada superficial) 10 R.c2! ltJc6 11 a3! b6 U 'it'd3 g6 13 h4! aS 14 h5 �a6

15 'fi'd2?!. Después de 15 'ti'e3 ! (apuntan­do también a la casilla e6), las negras no pueden salvarse. Por ejemplo:

15 .. . ltJxh5? 16 : xh5 ! gh, y la muy bri­llante 17 �f6 ! ! � xf6 1 8 �h6 fuerza el mate.

15 ... lLlg4 16 't;'e4 �xg5 17 Vxg4 �f6 (tampoco salva la más tenaz 17 ... h6 18

:¿ d 1 f5 19 'i'g3) 18 hg hg 19 � xg6! fg 20 Wxg6+ �g7 21 lOg5 lH6 22 :t h8+! , de nuevo con mate.

15 ... lLldS 16 lOxdS ed 17 hg hg (o bien 17 . . . �xg5 18 lOxg5 hg 19 �xg6!) 18 �xg6! fg (declinar el sacrificio no significa que pueda resistirse el ataque: 18 . . . :. e8 19 �h7+ rJ;g7 20 �xe7 "xe7 21 lOe5 ! 'itf6 22 : h5) 19 1te6+ :1 f7 20 'ilt'xg6+ 1:[ g7 21 W'e6+ Ilt7 22 : h7, ganando fácilmente.

Estamos siguiendo la partida Vadasz­Sapis (Budapest 1977), incluida en muchos libros de aperturas. Prácticamente, todos los comentaristas pasan por alto el mo­mento clave del encuentro. Sólo mencio­nan que después de 15 'ii'd2 ¡fc7 16 hg fg (no es mejor 16 . . . hg? , por 17 �f4 'ird8 18 �e5) 17 �b3 tDd8 18 'ii'e3 ..tc4 19 .ixc4 'it'xc4 20 4::le5, las blancas lograron una fá­cil victoria. El conjunto del juego blanco, que comienza con 10 .ic2, se considera ejemplar.

Sin embargo, 15 'iVd2? ! es, en esencia, una imprecisión, después de la cual las blancas podrían verse privadas de una me­recida victoria. Concretamente, ¿qué ha­cer después de 15 ... 4::lxh5?

De forma análoga a la variante 15 We3 tD xh5, también aquí se sugiere por

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sí sola 16 l:l xh5 ! ? Pero en tal caso, sigue un jarro de agua fria, con 16 . . . f6 ! Ésta es la diferencia entre tener la dama en e3 y no en d2, a saber, que la casilla e6 no es­tá a su alcance. Tampoco pueden corre­gir la posición, con 17 '6'e3 gh 18 'ii'xe6+ �h8 19 'iWxc6 fg 20 'ií'h6 l: n 21 liJe5 1% g7, Y el desenlace de la lucha no está claro. Muchos comentaristas mencionan la jugada 15 ... lO xh5 ! , pero indican que se refuta con 16 g4 1l.xg5 17 lO xg5 liJf6 18 lO xh7. En realidad, se trata de una pista falsa. En lugar de 17 . . . liJf6 es más fuerte 17 . . . lO xd4! 18 Ad1 (18 1l.e4 lLlb3) 18 . . . �b7 19 1% h3 f6 20 lO xh7 �xh7 21 gh g5 ! , Y son las negras quienes juegan a ganar.

Es mejor 16 1l. xe7!? liJ xe7 17 g4 lLl f6 (es flojo 17 . . . .t b7? 1 8 1:[ xh5 ! ) 1 8 'ifh6 �h8 1 9 lO gS 'ii'xd4 (si 19 . . . lLl eg8, las negras reciben mate con 20 V xh7+ !) 20 ••• lLl xg4 21 'ifh4 "'xf2+! , y las negras conservan posibilidades de tablas.

Estas variantes, sin embargo, aunque dignas de atención, sólo son interesantes como notas al margen en un manual de aperturas. Para la teoría de la variante en cuestión (9 . . . O-O?) hay algo más impor­tante: después de 10 �c2! lOc6 1 1 a3! b6 12 Vd3 g6 13 h4! a5 14 h5 �a6 15 1We3! , las blancas despliegan un ataque irresis­tible.

b) 9 ... lLIc6!. La reacción correcta. No tiene sentido que las negras se apresuren a enrocar. 10 O-O. En caso de 10 a3, un aspec­to negativo del temprano desarrollo del al­fil por g5 sale a la luz, pues con la ... lLId5!, las negras pueden realizar cambios favora­bles: 11 ll.xe7 lLlcxe7 12 .tb5+ .td7 13 ll.xd7+ .xd7 14 lLle5 lLIxc3 ! 15 be 'tWd5. 10 - O-O 11 : el (con idea de llevar el alfil a bl).

APÉNDICE. SISTEMA STE INER: 1 e4 e6 2 e4 245

11 .•• b6!? Sin apresurarse a revelar el plan respecto a qué caballo debe bloquear el peón de d4. Es más habitual que las ne­gras traten de resolver este problema de inmediato. Por ejemplo:

1 1 . . . 1Od5 12 h4!? (Zajarov-Malajov, Kolontaevo 1 997) 12 .. , h6 13 lO xd5 ed 14 ll.xe7 _xe7, y ahora las blancas prefe­rirían que su peón estuviese en h2.

1 1 . . . tUb4 12 .tbl b6 13 a3 liJbd5 14 'tt'd3 g6 (los oponentes sitúan sus piezas "conforme al libro") 15 .th6 : e8 16 liJeS 1l.b7 17 lOe4 tLixe4 18 'ii'xe4 (Yubishiev­Lovkov, San Petersburgo 2(01) 18 . . . 1l.f6, y toda la lucha está por delante.

U rI el. Es preciso saber cómo neutra­lizar la presión sobre la columna c. En ca­so de 12 �xf6 !? 1l.xf6 13 tLie4 i..b7 14 tLixf6+ 'ti'xf6 15 1l.e4 l:ac8 16 l:lc3 ! ? , la reacción correcta es 16 . . . . f4! 17 : el (nada se consigue con 17 Wb 1 , debido a 17 .. . f5 18 .txc6 l:r. xc6) 17 .. . h6 ! 18 li'a4 'ifd6 19 l: ecl . Parece que las blancas han refor­zado su posición al máximo, pero la táctica rescata a las negras.

(Ver diagrama 427.)

19 . . , lDxd4! 20 1l.xb7 tLie2+ 21 c¡f¡lh1 l: xc3! (a 21 q¡,n seguiría la misma jugada) 22 n xc3 tLixc3 23 bc n d8. En esta posi-

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246 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

ción, las tablas son el resultado más pro­bable.

n oo. �b7 13 �b1 . El plan tradicional es jugar a2-a3, a fin de impedir el doble de caballo, y desarrollar la dama por d.3, pro­vocando un debilitamiento en el flanco de rey enemigo. 13 _o � c8 14 a3 g6 15 '6'd3 l: eS (sobreprotegiendo al alfil de e7 y preparando la maniobra simplificadora . . . �f6-d5) 16 i.a2 lüdS!

Debería apreciarse que son las negras quienes han ganado la batalla estratégica. Todas las casillas vulnerables están cubier­tas y es ínevitable que se produzca una simplificación favorable a sus intereses. En la partida Onischuk-Rogers (Yakarta

1997), el juego continuó así: 17 i.xdS (na­da se consigue con 17 h4 /tJxc3 18 be �a5, ni con 17 i.d2 lDxc3 18 �xc3 �f6) 17 _

� xgS 18 l¿) xg5 'ii' xgS 19 ..i. f3 � ed8 20 'i!i'e3 .xe3 21 fe lOaS, con un final igualado.

No obstante, la jugada 9 i.g5 ayuda a las negras a organizar sus defensas, fa­cilitándoles la maniobra simplificadora . . . lOf6-dS.

.

2) 9 O-O lüc6! 10 a3 O-O. En vista de que el peón de d4 está colgando, las blancas se ven obligadas a reajustar sus planes. El despliegue del alfil por g5 se descarta y sa­le por e3. Las torres se sitúan no en el y dl, sino en dl y el. La dama se instala en e2 y el alfil de casillas blancas en a2, para controlar la casilla d.5 y, a la primera opor­tunidad que se presente, apoyar el avance d4-d.5. 11 i.e3 b6 12 1!t'e2 i.b7 13 :fd1 Wb8!? Liberar la casilla d8 para la torre y amenaza un oportuno ... l¿)f6-g4. También merece consideración la más natura1 13 . . .

� c:8. 14 h3 ll d8 15 � acl lld7 16 .i.bl Wd8 17 ..i.a2 l:c8 (las negras completan el reagrupamiento de sus fuerzas y se dispo­nen a renovar la presión sobre el peón de d4) 18 : c2!? Una jugada flexible, que de­ja al oponente en la ignorancia respecto a los propios planes. Primero, las blancas doblan torres en la columna e, y luego con­centran sus piezas mayores en las colum­nas adyacentes, acelerando la ruptura d4-dS. 18 _o llJaS (las negras impiden la ruptura de peón, pero al alto precio de perder el control de la casilla e5) 19 lDe5 (apuntando claramente a la casilla fl) 19 _ � de7 20 1: del. Aquí llega la primera ame­naza concreta: 21 b4! llJc6 22 lDbS, ganan­do calidad. 20 •.• lOe4?! . Naturalmente, las negras tratan de simplificar la posición, pe­ro omiten un golpe táctico de su rival. Sin embargo, no está claro qué sugerir en lu-

Page 252: Defensa caro kann 2 karpov

gar de la textual. En caso de 20 ... �d5?!, las blancas obtienen una gran ventaja con 21 lüxd5 �xd5 22 1: xc7 1: xc7 23 :. xc7 .xc7 24 �xd5 ed 25 'W't3! Tampoco es sa­tisfactorio 20 ... a6? (parando la amenaza 21 b4! Y 22 �b5) , en vista de 21 d5 ! �xd5 22 lüxf7! q.,xf7 23 �xb6 ! , ganando.

"---__ ----' ______ ---' 429

21 1LJxf7!. No hay que decir que el sa­crificio tiene un carácter puramente intui­tivo, ya que no es posible calcular sus consecuencias en el juego práctico. 21 _

q.,xf7 22 .g4! (un recurso extremada­mente desagradable para las negras) 22 __

"'d7 (22 ... �d5 no salva, debido a 23 lüxd5! 1: xc2 24 l:t xc2 l:t xc2 25 'Wxe4 1: xb2 26 lü f4 1: xa2 27 'ii' xe6+ � e8 28 "'xa2, y las blancas ya atacan con mate­rial de ventaja) 23 lüxe4!! . En esta jugada radica la clave de la operación táctica inicia­da en la jugada 21 . Aun con torre menos, las blancas siguen jugando posicionalmen­te, mejor�do la disposición de sus piezas. 23 _ :. xc2 24 :. xc2 l:t xc2 25 'iff5+! �e8 (25 ... �f6? pierde, por 26 �xe6+! -'xe6 27 lLlg5+) 26 �xe6 Wa4 27 lüd6+! . Explo­tando la invulnerabilidad del caballo las blancas lo trasladan a una posición m� ac­tiva. 27 _ q.,dS (27 '" �xd6 28 'iff7+ �d8 29 �g5+) 28 1LJf7+ �e8 29 lDe5!

APÉNDICE. SISTEMA STEINER: 1 e4 e6 2 c4 247

Se amenaza 30 i..d7+, ganando la da­ma. En la partida Podgaets-Zhuravlev (Leningrado 1971), las negras trataron de defenderse con 29 _. �c6, pero después de 30 d5! , el peón se incorpora al ataque con efectos decisivos: 30 ... �b5 31 1Wf7+ �d8 32 d6! . Unas pocas jugadas después, las ne­gras se rindieron.

Las negras tenían otra posibilidad a su alcance, 29 . . . <t>d8, pero tampoco esto les hubiese salvado: 30 �d7!, Y ahora:

30 . . . '1Wb3 31 lDfl+ 'fNxfl (31 oo. rj;c7 32 �f4+) 32 .xfl �xd7 33 'ti'f5+ y 34 'ifxc2, o bien, 30 . . . �c8 31 1LJf1+ ctJc7 32 �xc8 g5 (de otro modo, 33 �f4+) 33 � a6 ! lD b7 34 't!ke4!

El Sistema Steiner se encuentra toda­vía hoy en el repertorio de muchos juga­dores de elite. Desde luego, no puede decirse que lo jueguen con absoluto rigor, pero tampoco puede afirmarse que lo ha­gan en un alarde de superioridad.

U n sistema así es bueno como anna sorpresiva en un torneo. Por ejemplo, si us­ted sabe que su oponente de tumo, a 1 e4 c6 2 c4 responde, invariablemente, 2 ... e5. Pero sabido esto, sólo necesita que el es­quema indio convenga a su juego. Por otra parte, su oponente tiene inclinación a 2 . o o

d5 3 ed cd 4 cd 'Wxd5 5 ttJc3 ¡Vd8, y a us-

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248 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

ted le gustan posiciones con un peón aisla­do en d4. Está claro que su siguiente rival no ignorará que juega usted el Sistema Steiner, pero esto no importa. ¡Llévelo en la maleta en su próximo torneo!

Si, de todos modos, j uega con ne­gras, entonces el Sistema Steiner requiere algo más: ¡conocimientos! Lo último que debe hacer es sentarse y pensar ante el ta-

bIero en cómo reaccionar a 1 e4 c6 2 c4! ? No, debe estar prevenido d e antemano: cómo planea rechazar la ofensiva, en qué tipo de posición está dispuesto a entrar. Esperamos que las variantes examina­das en este libro le ayuden a tomar la de­cisión apropiada. Si es así, no hay forma de que el Sistema Steiner le resulte te­mible.

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249

Índice del Sistema Steiner

Pág.

1 e4 c6 2 c4 219 L 2 ... eS 219

A. 3 l¿Jc3 219 & 3 M nI

1) 3 '" ed 221 2) 3 ... J.b4+ 222 4 J.d2 .i.xd2+ 5 'iVxd2 d6 6 lbc3 222

a) 6 ... l¿Jf6 222 b) 6 ... 'iff6 223

3) 3 ... l"t)f6 223 4 l"t)c3 223

a) 4 ... .tb4 223 b) 4 . . . • a5 224

4) 3 ... d6 225 a) 4 dS 225 b) 4 l¿Jc3 226

b1) 4 '" .te7 226 b2) 4 '" l¿Jf6 227

e) 4 l¿Jf3 228 4 ... .i.g4 228

el) 5 de 228 el) 5 d5 229 c3) 5 .i.e2 230

C. 3 l¿Jf3 232 1) 3 '" dS 232 2) 3 . .. f5 232 3) 3 '" lbf6 233

Pág.

4 1Oc3 .i.b4 5 ltJxe5 233 a) 5 ' " 'iie7 233 b) 5 . . . O-O 234

4) 3 .. . 'fIJe7' 234 a) 4 d4 234 b) 4 1Oc3 235

5) 3 .. . ¡fa5 236 ll. 2 ... e6 238

A. 3 l"t)f3 238 B. 3 ltJc3 239 3 . . . d5 4 ce ed 5 ed ed 239

1) 6 J.b5+ 239 2) 6 llJf3 239

C 3 � 2� 1ll. 2 .. . dS 241 3 ed 241

A. 3 ... l¿Jf6 241 1) 4 1h4 241 2) 4 de 242

B. 3 . . . ed 243 4 cd "ifxclS 5 liJe3 'ifd8 6 d4 ltJf6 7 ¿¿jt3 e6 8 .i.d3 �e7 243

1) 9 �g5 244 a) 9 . . . 0-0 244 b) 9 . . . lOe6 245

2) 9 0-0 246

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250

Partidas ilustrativas

1 M. ADAMS-R. PONOMARIOV

Sofía 2005

1 e4 c6 2 c4 d5 3 ed cd 4 cd llJf6 5 llJc3 lb xd5 6 llJf3 lO c6 7 d4 .i.g4 8 'ifb3 .i.xf3 9 gf e6

La variante 9 . . . llJ b6 ha sido erradica­da de la práctica magistral. ¿Para siempre? No lo sabemos, pero desde hace ya algunos años, nadie se arriesga a jugar la posición tras 10 d5! llJd4 1 1 .i.b5+! (véase pág. 23).

10 'it'xb7 llJxd4 11 �b5+ lO xb5

u 'ifc6+

-*�. -_ . R • • •

El mayor experto, con negras, en este sistema, el gran maestro Alexei Dreev, no sólo consiguió igualar, sino incluso vencer a las blancas en este supuesto "árido final técnico". He aquí un ejemplo reciente: 12 'ifxb5+ 1i'd7 13 'ifxd7+ � xd7 14 llJ xd5 ed 15 �e3 �b4+ 16 �e2 aS (en la sección teórica, hemos mostra­do nuestra preferencia por 16 . . . .: hcS, y la partida Rozentalis-Bologan) 17 n hd1 �e6 18 n acl n hc8 19 �d3 f6 20 b3 .i.d6 21 h3 g5 22 .i.d2 �b4 23 .i.e3 .la3 24 : xc8 II xc8 25 .i. b6 .i b4 26 a3 1: c6 27 .id8 .i.xa3 28 �xaS .i.c5 29 b4 ..txf2 30 b5 n c4 (Bartel-Dreev, Internet 2004). Objetivamente, la posición es confusa (las negras tienen un peón de ventaja, pe­ro las blancas cuentan con un peligroso peón pasado). Subjetivamente... ¡Dreev ganó!

U ... q;e7 13 W'xbS 1Wd7 14 lOxdS+ W'xd5 15 'iWxd5

La alternativa es el jaque intermedio 15 .i g5+ f6, Y sólo ahora 16 Wxd5 ed 17 .ie3. En el encuentro Onischuk-Bolo­gan (Poilcovsky 2(05), las negras pudieron defenderse fácilmente en una variante que antes se consideraba peligrosa: 17 '" �e6

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8 1:[ gl !? (para la idea de esta jugada, véa­� página 32). Aquí Bologan jugó 18 .. . g6 9 0-0-0 i.b4 20 1:[ d3 l:t ac8+ ! 21 q¡,b1 leS! (el principal recurso defensivo es ambiar alfiles) 22 l:. el i.xe3 23 fe l: eS, y ! acordaron tablas.

lS _ ed

16 i.e3 Alexei Dreev introdujo una importan­

te novedad en la variante 16 �f4 ct> f6 17 0-0-0, mejorando su propia partida con Onischuk, en la que se jugó 17 ' " 1: d8, pe­ro resultó que no era necesario defender el peón de dS, y después de 17 . . . �cS!? 18 l:t xd5 �xt2 19 q¡,b1 l:the8 20 a4 :t e2 21 lI c1 1:[ ae8, y las negras no tienen difi­cultades (Sulskis-Dreev, Tallinn 2004).

16 ... �e6 17 0-0-0 i.b4 18 l:td3 También esta posición fOlIDa parte de

la teoría. Por qué se incluye, repetimos, es también la idea principal de la defensa: procurar el cambio a toda costa del alfil de e3. En la partida Franco-Domínguez (pá­gina 29) se jugó 18 ... l:thd8 19 a3 l:1 ac8+! 20 �'bl .teS! En la presente partida, Po­nomariov recurre a la misma idea, pero una jugada antes:

18 - 1: hc8+! 19 �b1 .i.c5! ¿ Qué mejora había pensado Adams?

PARTIDAS ILUSTRATIVAS 251

20 1:[ el �b6 21 1: gl �xe3 22 1: xe3+ ctftf6

Parece que ninguna. La posición blan­ca no es mejor en modo alguno y el gran maestro inglés, muy razonablemente, for­zó tablas.

23 l:. g4 :l e7 24 :f4+ c¡f;g6 25 l:. g4+ «iftf6 26 n f4+ c¡t;g6 27 l: g4+

Tablas. Como hemos visto, esto justifica la con­

clusión de la página 33: "Después de 9 .. . e6, sólo es posible confiar seriamente en ganar el final, si el oponente tiene un nivel considerablemente inferior."

2 A. GRISCHUK-E. BAREEV

Moscú 2004

1 e4 c6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 lDf6 S lDc3 lDc6 6 .i.gS de

El valor de esta variante está increíble­mente sobrestimado. La jugada 7 dS, la lí­nea principal durante más de medio siglo, ha caído en el olvido. Como pista, pode­mos mencionar que habría que indagar en 7 . . . lDa5!? 8 b4 cb 9 ab �d7! 10 b4 %tc8! (página 41).

7 �xc4!? A cambio, es improbable que la teoría

de esta jugada se desarrolle con rapidez. En respuesta, Evgeni Bareev eligió la con­tinuación más fundada que, como veremos por la secuencia que sigue, no estaba del todo listo para entrar en el debate.

7 ••• 1Wxd4 8 'ilxd4 lLl xd4 9 0-0-0 eS 10 f4! .i.g4 ll lUf3 lUxO U gf .i.xO 13 fe .i.xh1 14 ef

(Ver diagrama 433.)

Aquí finaliza el análisis de B. Kantsler (página 36). La evaluación es que la inicia-

Page 257: Defensa caro kann 2 karpov

252 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

tiva de las blancas compensa con creces el material sacrificado.

14 ... ll eS Parece mentira, pero es cierto: ¡esta ju­

gada natural pierde por fuerza! 15 lle1+ "Es importante excluir la posibilidad

de que las negras enroquen" (A. Gris­chuk).

15 ... �d7 16 :t d1+! �d6 Alexander Grischuk indica estas va­

riantes para demostrar que las blancas ga­nan, después de 16 .. . we8 17 i..d3! :

17 . . . i.. d5 1 8 � b 1 h6 1 9 lLl xd5 hg 20 i..b5+ �d8 21 lLle7+ q;c7 22 ,u c1+ �b6 23 .u xc8 �xb5 24 l: xf8! l: xf8 25 fg, o bien, 17 . . . i..f3 18 ll el+ c¡;,d7 19 i..f5+ r/;;c7 20 l:t e3 i..h1 21 ..tf4+ ..td6 22 l:t e7+ �e6 23 i..d7 + r/;;c5 24 i..e3+ q¡,c4 25 q¡,c2 ..txe7 26 fe ..tc6 27 a3! !

17 �e2! gf 18 i..xf6 i..g2 19 ..teS q;e6 20 i..xd6 J:t hd8 21 ..tg3 ll xd1+ 22 �xdl 86 23 C¡Pd2

La posición negra es muy difícil, y des­pués de la jugada que sigue, desesperada.

(Ver diagrama 434.)

23 _ c¡t;.f5? 24 ..td3+ <it;>g4 25 lDdl! �g5 No es posible 25 . . . h5, debido a 26

lOe3+ �f3 (26 .. . �h3 27 ..tf5++) 27 i..e2+

L--_----'-______ � 434

<iPe4 28 lüxg2. Con la caída del peón h desaparece la última esperanza para las negras. Como el autocrítico Grischuk re­conocía, no condujo la parte técnica de la lucha de forma impecable, pero de todos modos sí lo bastante bien como para no permitir a las negras la más mínima espe­ranza de tablas.

¿Se trata del funeral de una varian­te? ¡En absoluto ! A comienzos de 2005, en el prestigioso torneo de Wijk aan Zee, se jugó la partida Mamedyarov­Smits. En lugar de 14 . . . .: c8? , las ne­gras plantearon una mejora, 14 . . . h6 ! , Y aunque Mamedyarov jugó a lo Gris­chuk, privando a las negras del enroque (15 l:t e1+ q;d7 16 ,U d1+ ct> e8) , después de 17 ..th4 :t e8 18 ..te2 g5 ! 19 i..g3 i.. e4 20 .i g4 J:t x c3 + 2 1 bc i.. a3+ 22 lit d2 h5 , las posibilidades fueron mutuas, y la partida fue ganada por Smits.

Debe buscarse una mejora para las blancas, en torno a la jugada 18 ..te2. El gran maestro petersburgués Sergeí Iva­nov sugiere 18 II e1+ . c¡f;> d7 19 ..t xf7 :1 xc3+ 20 be g5 21 i..g3 ..t a3+ 22 <tP e2 ..tf3 23 i..e6+ <it c6 24 f7, con ventaja. El refinamiento analítico es intermina­ble . . .

Page 258: Defensa caro kann 2 karpov

3 V. IVANCHUK-P. HARIKRISHNA

Trípoli 2004

1 c4 c6 2 e4 d5 3 ed ed 4 d4 li.Jf6 5 ttJc3 ltJc6 6 �g5 de 7 ..ixc4 e6

Como ya hemos dicho (en la página 33), esta sólida jugada ganará el reconoci­miento general si (y cuando) la evaluación de las complicaciones tras 7 ... "xd4 resul­te desfavorable a las negras.

8 li.JD ..ie7 9 0-0 O-O 10 n el a6 11 �d3 �d7 12 1:1 el 11 eS

. No es diferente al esquema habitual con el peón d aislado, pero difícilmente podría haberse previsto la tormenta que sigue ...

13 h4!? ¡El momento más delicado de la parti­

·da! En la página 38 se hizo referencia a la partida Ivanchuk-Dreev, 13 a3 ltldS 14 h4!? lüxc3 15 bc h6 16 �xe7 li.Jxe7, y las negras lograron defenderse. ¿En qué sen­tido mejora la novedad de Ivanchuk aque­lla partida? Resulta que si las negras siguen el mismo camino que Dreev, 13 o o .

lüd5, ¡entonces perderán rápidamente y de forma muy espectacular! He aquí la va­riante principal: 14 lüxd5! �xg5 (14 oo. ed

PARTIDAS ILUSTRATIVAS 253

15 l:t xc6! �xg5 16 l:t xc8) 15 �xh7+ ! �xh7 16 li.Jxg5+ �h6 (16 oo. �g8 17 'ifh5) 17 1Wd2! �g6 (17 o o . "a5 1"8 li.Jxfl+ �g6 19 lüe5+ �h7 20 'iVxaS li.JxaS 21 lOxd7) 18 li.Jf4+ �h6 (18 oo. �f6 19 li.Je4+ r:J;e7 20 li.Jd5+! ed 21 'it'g5+) 19 li.Jgxe6! fe 20 ltJxe6+ y 21 ltJxd8.

¡ Una brillante idea! Sin embargo, el gran maestro indio Harikrishna consiguió neutralizarla. Después de

13 ... lLlb4! la partida transcurrió, durante mucho tiempo, por tranquilos canales posicio­nales.

14 �b1 �c6 15 ttJe5 g6 16 'iNb3 li.Jbd5 Al descartar 16 .. . 'ir'xd4, las negras se­

guramente querían jugar seguro. 17 li.Jxc6 be 18 lLJa4 lLJd7 19 1Wg3 �xg5

20 hg ... aS 21 b3 .c. fd8 22 ,i, e4 'ti' d2 23 n edl 'tfb4

El momento clave de la partida. Tomar en a2 es peligroso, pues podría perderse la dama. Pero . . . ¡ es necesario! Después de 23 . . . 'iW x a2 24 l:t a1 'fi' e2 25 ..i d3 " h5 26 ,i,xa6 n b8, el desenlace de la lucha no está claro. Ahora, sin embargo, la ventaja blanca va en aumento en cada jugada.

24 �xdS! cd 25 n c7! 1:1 xc7 26 'Wixc7 'ií'b8 27 : c1 .a8 28 n c6 li.Jf8 29 ttJc5 eS

Page 259: Defensa caro kann 2 karpov

254 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

30 ,U f6 ed 31 ti'xfi+ c¡l¡.h8 32 l:t xa6 'i/fb8 33 n a7 'it'e5 34 lOd3!

Las negras se rindieron.

4 L. ARONIAN-M. CARLSEN

Trípoli 2004

1 c4 c6 2 e4 d5 3 ed cd 4 d4 lOf6 5 lLlc3 g6 6 'i!t'b3 �g7 7 cd O-O 8 �e2 lObd7

Profundicemos (véanse páginas 85-86) en nuestro conocimiento de la posición, tras 8 . . . llJ a6 9 �f3 'iYb6 10 'it'xb6 ab 1 1 lLl ge2 �b4 12 O-O : d8 13 d6 n xd6 1 4 �f4 n d7 15 l Hdl llJfd5!

Es sorprendente que el principal ex­perto en este sistema, Vladimir Burma­kin, lo haya jugado de forma imprecisa. Después de 16 lLl xd5 lLl xd5 17 � e5 , no retiró el caballo del cambio, prefiriendo la rutinaria 17 . . . n d8 ? ! Siguió 1 8 � xd5 ! l:1 xd5 1 9 lLlc3 l:t d 8 2 0 � xg7 rJ; xg7 21 d5 ! Esta idea la hemos exami­nado en detalle en la página 86. Las blancas tienen una apreciable ventaja y Burmakin no consiguió alterar esta eva­luación: 21 ... �d7 22 : d4 n dc8 23 f3 h5 24 a3 � f8 25 l:t ad1 n c5 26 n b4 b5

27 �f2 etc. (Umbacb-Burmakin, Zuricb 2004) .

Nuestra recomendación también resul­tó correcta en la variante 16 �g3 llJxc3 17 bc lLlc6. Señalamos que, después de 18 tZJf4 l:1 aS 19 b4, las negras, sin pérdida de tiempo, debían contraatacar en el centro: 19 . . . e5 ! En la partida Popovic-Zelcic (Bosnjaci 2005), las blancas trataron de lo­grar ventaja: 18 : db1 !? , y la reacción del GM croata Robert Zelcic fue previsible y . . . ¡ absolutamente correcta!: 18 . . . e5 ! Des­pués de 19 ir.xc6 bc 20 �xe5 �xe5 21 de :[ d2 22 llJg3 1: dxa2 23 : xa2 : xa2 24 h3 b5, las blancas debieron redoblar sus es­fuerzos para no perder.

9 �f3 lLlb6 10 a4!? ¡Una idea nueva! Las blancas fuerzan

el avance del peón a, pero ¿por qué? 10 _. aS ll lLlge2 �f5

Esta posición es bien conocida para nosotros (véanse páginas 81-82), pero sin la inclusión de las jugadas 10 a4 a5. Trate­mos de ver cuáles son las ventajas e in­convenientes en la posición para las blancas.

La ventaja es evidente: el recurso ... W'd8-d7, que en su momento fue la lí­nea principal, en esta posición no es posi-

Page 260: Defensa caro kann 2 karpov

ble, pues el caballo de b6 cuelga. También hay un defecto evidente: en muchas va­riantes, el caballo se traslada a b4, de don­de ya no podrá ser expulsado con a2-a3. Pero en general... las variantes concretas no son muy distintas de las que examina­mos en las páginas 81-82. He aquí las lí­neas clave:

12 O-O � d3 ! 13 d6 ed 14 �xb7 n b8 15 �t3 tlJbd5.

12 liJf4 g5 ! 13 tlJ fe2 g4 14 tlJ g3 � g6 15 �e2 tlJbxd.5.

12 d6!? ed 13 i.xb7 :. b8 14 i.t3 tlJbdS 15 "dI �b4.

12 1i'd1 ¡Pero esto es ya una sorpresa ! Al acti­

var el caballo de b6, las blancas pueden ol­vidarse de cualquier ventaja de apertura. Parece que al GM armenio se le escapó al­go en su laboratorio analítico ...

12 __ ltJbxdS 13 ()..O 'ti'd7 14 �g3 i.e6 15 liJge4 ltJxe4 16 llJxe4 b6

El desarrollo de las fuerzas práctica­mente se ha completado. Las piezas negras son dispuestas de forma annoniosa y tie­nen en perspectiva el asedio al peón de d4.

a.a � • .l • .t.

' .

17 lLlg5 1: ad8 18 lLlxe6 'li'xe6 19 l:t el Wd6 20 �g5 ,i,f6 21 Wd2 �xgS 22 'tixg5 ltJb4 23 1: adl ltJc2 24 l:t e4 'IIf6 25 'ti'xf6

PARTIDAS ILUSTRATIVAS 255

ef 26 g4 n d6 27 l: d2 ttJb4 28 1: e7 l:Ud8 29 l:t b7 1: xd4 30 : xd4 n xd4 31 1: xb6 �d3 32 b3 liJf4 33 h4

Aquí se podrían acordar ya unas tablas por repetición de jugadas: 33 n b5 .:. d3 34 i.g2 ttJe2+ 35 'it>f1 tlJf4 36 �gl , etc.

33 ••. � g7 34 : b5 1: d3 35 i. e4 n c3 36 l:t xaS

Finalmente, las blancas aceptan lo ine­vitable. Podían prolongar la lucha con 36 B, pero después de 36 . . . h5, las posibilida­des de las negras, como mÚlimo, no serían peores.

36 .•. 1: xb3 37 n b5 1: a3 38 a5 tLle2+ 39 'it>g2 ttJc3 40 .:r. b4 ltJxe4 41 1: xe4 1: xa5

Después de algunas jugadas, ambos contendientes acordaron tablas. Obvia­mente, una victoria moral para el joven talento noruego, que se enfrentaba a uno de los grandes maestros más fuertes del mundo.

5 R. RUCK-A. HORVATH

Austria 2005

1 e4 c6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 ttJf6 5 ttJc3 e6 6 ltJO

En la variante 6 a3 de 7 i.xc4 �e7 8 ttJf3 O-O 9 O-O, la idea de Yudasin, 9 . . . �d7 ! ? 10 'ti'e2 �c6 11 ':' d1 i.d5 (página 89) se puso a prueba entre ... ¡dos progra­mas de juego por ordenador! Después de 12 ttJxd.5 lUxd5 13 �d3 tUd7, la blancas plantearon una novedad: 14 ltJe5 (recor­demos que, contra Yudasin, Topalov jugó 14 'ife4, página 90). La partida continuó así: 14 . . . %:t c8 15 \!lB f5 16 i.f4 lUxf4 17 'ti'xf4 li.Jxe5 18 'iixe5 1: c6 19 �c4! (19 . . . %:t xc4 20 'it'xe6+ y 21 �xc4). Las blancas obtuvieron cierta iniciativa, pero las ne-

Page 261: Defensa caro kann 2 karpov

256 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

gras lograron defenderse (lsiChess- The Baron, Leiden 2004).

6 ._ tDc6 7 eS i.e7 8 �b5 O-O 9 o-o liJe4 10 .:t el. En la página 95 recomendamos 10 'ili'c2, y seguimos apoyando esa recomen­dación. ¿Por qué estropear la propia es­tructura de peones?

10 ... ltJ xe3! 11 be �d7 12 � f4 b6! 13 cb ab

14 :t e3!? No es que sea nuevo, pero no es un

plan incoherente. ¡Es obvio que las blan­cas van en busca del mate!

14 _. n a3 15 �xc6 �xc6 16 lLJe5 Sit..e8 17 'ff'g4 �f6 18 : g3 1Wa8!

Una y otra vez, las negras se defienden con mucha precisión. Parece que 19 �h6 gana, pero el ataque puede rechazarse en

todas las variante: 19 . . . 1: xa2 20 :n (o bien 20 ': xa2 1Wxa2 21 h4 �b1 + 22 C¡Ph2 "'f5) 20 .. , 1:[ al 21 �xg7 :. xf1 + 22 <it>xf1 1Ia1+ 23 �e2 1Wb2+ 24 fiPel 'iic1+ 25 <iPe2 .ib5+ 26 c4 �xc4+ 27 ltJxc4 'iWxc4+ 28 �e1 h5 ! , etc.

19 "e2 .a6 20 'iWd2 Ahora, cuando el plan de las blancas

parece fracasar, las negras efectúan dos ju­gadas débiles consecutivas.

20 .•. 'it'a7?! 21 �b6 <it>b8?

Después de 21 .. . 1i'e7, las negras no tendrían nada que temer (22 .ixg7? �xg7 23 'W'h6 f6). Pero el gran maestro Adam Horvatb concede a su oponente la oportu­nidad de producir una brillante (aunque no complicada) combinación.

22 �xg7+! El error de las negras es tanto más sor­

prendente cuanto que las blancas incluso disponen de otro camino, menos apre­miante, hacia la victoria: 22 lLJ g4 � e7 23 �xg7+ �xg7 24 Vh6+ c;t>h8 25 'üf6 i..xf6 26 'i!i'xf8++.

22 _ . ..txg7 23 : xg7! <itxg7 24 'ifg5+ <t>h8 25 'iWf6+ �g8 26 ll'lg4 h6 27 l1.Jxh6+ �h7 28 lLlg4

Las negras se rindieron. El GM Robert Ruck condujo esta par­

tida con agresividad, pero no puede decir­se que haya modificado las conclusiones de la teoría.

6 M. ADAMS-G. KALLAI

Francia 2004

1 e4 c6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 lbf6 5 lbc3 e6 6 ttJf3 �b4 7 cd ttJxd5 8 "el lbc6

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Nos ocuparemos brevemente de las lí­neas marginales.

De los peligros que acechan a la inme­diata 8 . 0 . O-O?! (debido a 9 .id3 ! ), ya he­mos hablado en detalle en la página 111 . He aquí un ejemplo reciente sobre el te­ma: 9 ... ltJf6 10 O-O tDc6 11 a3 �e7 12 .ie3 a6? (las negras se balancean ya al borde del precipicio, y en esta posición perder tiempo es un lujo inadmisible) 13 .: adl "'c7 14 rl fel .i.d7 .

Después de 15 d5! , la posición negra se viene abajo: 15 . . o ltJaS (también es malo 15 '00 ed 16 ltJxd5! lüxd5 17 i.xh7+ �h8 18 l:l xd5) 16 i.g5 i.d6 17 i.xf6 gf 18 lLle4 rJJg7 (o bien 18 '0' 'ifxc2 19 ttJ xf6+! ct; g7 20 ttJhS+ rJJh6 21 i.xc2 �xh5 22 de i.xe6 23 l:l xd6) 19 ttJxd6, y las negras se rindie­ron (A. Sokolov-M. Fischer, Lenk 2005).

En la variante 8 . . 0 ttJ d7 9 � d3 lO7f6 10 0-0 �d7 11 lLIxd5 lLIxd5 12 liJe5 i.d6 13 �e4, se introdujo· una importante mejora para las negras en la partida Jarlov-Bachin (Dagomis 2004): 13 '00 'ilc7! En la sección teórica (página 112) nos inclinábamos por la partida Benjamin-Seirawan, en la que después de 13 . .. l:lc8 14 1fb3 i.c6 15 "it'g3, las blancas ejercieron la iniciativa durante mucho tiempo. ¿Cuál es la idea de 13 ' 0 .

PARTIDAS ILUSTRATIVAS 257

"c7? Todo resulta del hecho de que la maniobra 14 'it'b3 .ic6 15 'ifg3 es ahora, sencillamente imposible, en vista de 15 .. . f6! obliga a Jarlov a cambiar damas, pero el final tras 14 'ilxc7 i.xc7 es fácilmente de­fendible para las negras.

9 .1e2 0-0 10 O-O �e7 Otra dirección del juego popular es 10

. . . 1: e8 11 .: dI i.f8 12 'ii'e4 �d7. Antes se jugaba aquí 13 i.g5 (página 124), sin particular reflexión, pero en el Campeona­to Mundial, Michael Adams prescindió de dicha jugada, en favor de 13 �d3! ? La partida continuó con 13 .. , f5 14 'ire2 i.d6 15 i. c4 ltJ xc3 16 bc ttJ a5 17 i.d3 ..tc6 18 n b1 'W/c7 19 c4 !? (un prometedor sa­crificio de peón) 19 .. . i.xf3 20 'ifxf3 ttJc6 21 .1e3 .i. xh2+ 22 � f1 i.d6 23 eS! .i.f8 24 d5 ! Las blancas se apoderaron de la ini­ciativa y no la dejaron escapar hasta el fin de la lucha (Adams-Asrian, Trípoli 2004).

11 l:l d1 i.f6 La jugada 11 . . . .id7? ! , considerada de­

ficiente por la teoría, se vio en la partida Adams-Bologan (Internet 2004). No se descartó porque dos peones quedasen col­gando tras 12 lOxd5 ! ed 13 "'b3! Como se demostró en la página 120, después de 13 .. . �e8, el peón no vale la pena de tomar­se: 14 "'xb7 %1 b8 15 'ifa6 ttJb4 16 1t'xa7 .:t a8 17 'iib7 i.c6. Pero aquí, después de 14 ltJe5! , las negras no son envidiables, con una posición pasiva y sin el menor rastro de contrajuego. Bologan optó por 13 . . . .i.c8, pero después de 14 .if4 lL1aS 15 "'c3 lLlc6 16 liJeS! fue comprimido en una prensa de la que no pudo liberarse: 16 . . . ttJxe5 17 de �e6 18 i.f3 'iid7 19 �e3 :Hc8 20 "d3, etc.

U lDe4 Antes, Adams prefería atacar de otra

forma: 12 'ife4 lLlce7 13 ,i,d3 g6 14 Ü6 .:t e8 15 h4 (véase página 121). Pero para la

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258 LA DEFENSA CARO·KANN. Volumen 2

presente partida había preparado una nueva idea .. .

U ... i.e7?! Las negras inmediatamente son presa

de los nervios. ¿Por qué, en posición igua· lada, conceden a su oponente dos tiem· pos? Debían haber optado por 12 o" CiJce7 ó 12 ... h6.

13 i.e4 i.d7 14 CiJegS lLJf6 15 liJeS Aparece la primera amenaza (16

CiJexf7 ! ? %1 xf7 17 lbxe6). Sin embargo, la posición negra parece sólida, lo que hace difícil imaginar que la partida sólo durará dos jugadas más.

15 ... lbb4 16 "e2 Una nueva amenaza está ahora en el

orden del día: 17 lLJxd7 'il'xd7 18 lbxe6! 16 ••. .:l c8? Antes que situar la torre en cS, en ge·

neral, ¡sería mejor para las negras no mo­verla! Pero hablando seriamente, la amenaza sobre las casillas r7 y e6 sólo pue-de rechazarse con 16 ... lbbd5 y, llegado el caso, también con 16 ... i.e8.

17 lbexf7! Ahora está claro que en la variante 17

o " 1: xf7 1 8 i. xe6 �xe6 19 'it' xe6 1i'f8 20 !¡Jxf7 ti'xf7, la desafortunada torre cae, 21 _xc8+. El error desmoralizó tanto a las

negras que se rindieron de inmediato, a pesar de que 20 . . . %l c6! (en lugar de 20 . . . 'iWxf7) aún permite ofrecer una fuerte re· sistencia.

7 D. SCHNEIDER-M. KUIOVICH

Dalias 2004

1 e4 c6 2 d4 d.5 3 ed cd 4 e4 !¡Jf6 5 !¡Jc3 e6 6 lt:lO .ib4 7 cd !¡Jxd5 8 'it'r2 !¡Jc6 9 .id3 �a5!? 10 a3 !¡Jxc3!? 11 be lbxd4 U lt:lxd4 'iWxd4

La variante de gambito, con algunas de las líneas más interesantes del Ataque Panov.

13 �bS+ .id7 No tieme fin el debate teórico sobre

la línea 13 .. . ctle7 14 O-O. Así, en la parti­da Blauert-Pascal (Budapest 2(04), las negras tomaron el peón que, como hemos dicho (página 1 16), está "envenenado": 14 .. . fi'xc3? ! Sin embargo, ¿qué espera­ban hacer las negras esta vez? ¡Parece que nada ! Después de 15 'W'e4 l:t d8 16 "'h4+ �f8 17 'iWxh7, está claro que no pueden jugar 17 ... 'ii'xa1, en vista de 18 "'h8+ rtre7 19 .ig5+' "'f6 20 'fi'xg7! Las

Page 264: Defensa caro kann 2 karpov

negras pueden optar por una jugada de espera, 17 ... 'it'eS, pero 18 a4! (amenazan­do el desarrollo estándar en estas posicio­nes del alfil por a3) les obliga a asumir lo inevitable: 18 ... 'ilxa1 19 Wh8+ r:j;e7 20 ..lgS+ 'it'f6 21 Wxg7!, y las blancas ga­naron poco después.

En la partida N. Kosintseva-J. Houska (Dresde 2004), las negras siguieron la mta principal: 14 ... "'eS lS a4 �b6. Y con ra­zón, porque la novedad 16 l:t dI !? (sólo he­mos examinado 16 .ia3, página 1 16) resultó inocua: 16 ... .ic5 17 g3 'ifíS 18 ..ld3 'W'bS 19 �e4 l:l e8 20 c4 �f8. Las ne­gras no han completado su desarrollo, pero cuando todas sus piezas estén movili­zadas tendrán posibilidades de imponer su peón extra.

14 0-0 'ildS 15 c4 .. rs 16 i.xd7+ c;i¡>xd7 17 'tWb2

No hay que decir que es más natural 17 'lfb3. Nadezhda K.osintseva planteó en es­ta variante otra novedad, en su partida contra Leila DZhavachishvili, en la Olim­piada de Calvia 2004. Después de 17 ... b6, jugó 18 �b2!? (para 18 l:l dl+ r:j;e7 19 a4, véase la página 118). Y otra vez la novedad no produjo el efecto deseado. Siguió: 18 .. , we7 19 'tWg3 l:hd8 20 ll ad1 .i.d2 21 a4 �f4 22 1t'xg7 .i.xh2+! 23 �xh2 'ifh5+ 24 wg3 l: xdl 25 l: xd1 'fixdl, y la actividad de las restantes piezas blancas fue suficien­te para hacer tablas.

La retirada de la dama blanca a b2 pa­rece artificial, pero tiene al menos alguna ventaja: ¡que está menos estudiada!

17 - b6 18 a4 (Ver diagrama 44S.)

18 _ 16?! ' . , .

Después de la presente partid� es pre­ciso archivar finalmente esta · colirinua:. ci6n. Las negras pueden elegir entr� 18. ...

PARTIDAS ILUSTRATIVAS 259

n ad8, 18 ... ll hd8 Y 18 o • • <¡f¡le7, jugadas so­bre las que hemos informado en detalle en las páginas 118-120.

19 l: d1+ <¡f¡lc6 20 eS n ad8 21 �e3 En la sección teórica hicimos referen­

cia a la partida Al. Karpov-Ovechkin, en la que se jugó 21 'ií'bS+ <¡f¡lc7 22 i.e3 �b8 23 'Wc6 'ii'bS 24 l:d6, etc. Pero, por lo vis­to, la posición blanca es tan buena que hay más de una forma de ganar.

21 ... 'ii'e4 También pierde 21 ... 1: d5 22 '6'b5+

q;c7 23 'ii'a6 ! (Ravi-Ramesh, Calcuta 2002). Ahora, sin embargo, la posición está madura para una combinación:

22 'ilb5+ q;c7 23 cb+ ab 24 l: ac1+ �b7 25 i.xb6! �xb6 26 aS! C;;a8 27 ab cj;b8 28 l:l xd8+ 1: xd8 29 'fió!

Las negras se rindieron. La variante de gambito no es del todo

mala para las negras, que pueden jugarla, pero .. . sólo si cuentan con suficientes co­nocimientos sobre ella. Si no es así, el cas­tigo por su falta de aplicación no se hará esperar, ¡y el desastre será completo!

Page 265: Defensa caro kann 2 karpov

260 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

8 I. SOLOMUNOVICH-Z. ZELIC

Neum 2005

En la sección de partidas ilustrativas trata­mos de volcar la experiencia de grandes maestros reconocidos. Pero con esta parti­da hemos decidido hacer una excepción. Igor Solomunovich, que representa a Ale­mania, no tiene un gran Elo ("sólo" es maestro), pero condujo esta lucha de for­ma inspirada, y es apropiada porque reba­tió nuestra exposición de la variante de apertura que antes parecía de alto calibre para las negras. 1 e4 c6 2 d4 d5 3 cd ed 4 e4 lDf6 5 lLJc3 e6 6 lDD i.e7 7 cd lLJxd5 8 �c4 0-0 9 o-o tiJc6 10 :l e1

Recordemos (véanse páginas 160-161) que aceptar el sacrificio de peón, 10 ..ixd5?! ed 1 1 'ilt'b3 i.g4 12 'it'xb7, signifi­ca firmar un acuerdo de paz, como volvió a demostrarse en la partida Bachin-GaIkin (Dagomis 2004): 12 . . . lLJb4 13 �f4 (man­teniendo a raya la casilla b8, aunque no por mucho tiempo) 13 ... .ltxf3 14 gf .id6! 15 i..g3 a6 16 a3 rl. b8 17 1Wa7 ll a8 18 'i"b7 l:l b8 19 'W'a7, tablas.

10 ... lLJ xc3 Es más fiable 10 o o . �f6, seguido de

.. . lLJce7. 11 be b6 U i.d3 .ltb7 13 h4! �f6 Es peligroso tomar en h4: 13 ... �xh4

14 ltJxh4 'it'xh4 15 D e3, pero quizá des­pués de esta partida, el único estrecho sen­dero para las negras sea la variante 13 . , . .: eS 14 lDg5 �xg5 15 ..ixg5 'it'd5 16 1Wg4 f5 17 'ilg3 lDaS.

14 lLlg5 g6 15 'ilg4 h5 15 .. . lLJe7 16 h5 ! 16 'iVg3 lLJe7 16 '" 1i'd7 17 lLJ e4 �g7 18 � g5 lLJ e7

19 'iltd6!

17 �a3 'ii'd7 17 o o . D c8 18 tiJxe6! fe 19 ll. xe6. No es

casualidad que recorramos tan rápida­mente una partida llena de variantes. En primer lugar, se expuso en forma detallada en la sección teórica (páginas 164-165) y, en segundo lugar, ¡la parte más interesan­te del juego aún no ha empezado!

18 l:. adl! A lo largo de muchos años, se ha consi­

derado la partida Banas-Ostenstad (inclui­da en la página 165-166) la base de esta variante: 18 lLJ e4 i,xe4 19 ..i xe4 .: ac8 20 'u e3 D fe8 21 'W'f4 �g7, con un juego cómodo para las negras. Sin embargo, ¿qué es lo que cambia la entrada en acción de la torre dama?

18 .•• :t reS

19 d5!! ¡Mucho, y posiblemente incluso todo!

Las blancas avanzan su peón central a una casilla cuatro veces defendida y ninguna apoyada. Las variantes que a continuación se indican demuestran que la idea de Igor Solornynovich es no sólo hermosa, sino absolutamente correcta.

19 ' O O ed 20 lLJxf7 ! q;xf7 21 .: xe7+! .: xe7 22 'it'xg6+, con inmediata victoria.

19 . . . �xd5 20 c4 i.c6 21 �xg6.

Page 266: Defensa caro kann 2 karpov

19 .. . 1Wxd5 20 .i.e4 (no hay necesidad de 20 .i.xg6 ttJxg6 21 :1 xctS i.xctS) 20 .. . Wxa2 21 l:l al 'fic4 22 i.xb7.

19 0 . 0 ttJxd5 20 c4 tDc3 21 � xg6 tD xdl 22 .i.xf7+ c¡f¡Ih8 23 .i.xh5 1: g8 (23 . . o lLlc3 24 tDfl+ �h7 25 'iVg6++) 24 .: xdl, des­plegando un ataque de mate con material igualado.

Sin embargo, si hay algo en que las ne­gras puedan contar para sobrevivir debe hall�e precisamente en la variante 19 . . .

lOxctS 20 c4 tDc3 21 i.xg6. Sólo que en lu­gar de 21 . . . �xdl es preciso decidirse por 21 ... "'xdl !? o incluso por 21 ... tDe2+!?, y la línea no está clara. En cualquier caso, con la respuesta de las negras en la parti­da, Solomunovich completó el cuadro con dos o tres golpes enérgicos:

19 ••• eS 20 liJ e4! �g7 21 liJ d6 ]: f8 22 liJxb7 'it'xb7 23 d6 tDc6 24 i.c4 l: ad8 25 .i.d5!

Descartando, con razón, 25 'ili'xg6 �a5 26 .tdS 1rxd5 27 'ii'xg7+ cJ;;xg7 28 .: ><d5 liJc4.

25 .•• "'a6 26 c4 � d4 27 d7! :. xd7 28 .i.xts � xf8 29 l:t xd4!

Sin esperar a 29 . . . ed 30 'ilb8+, las ne­gras se rindieron. ¡Brillante actuación!

Pero es difícil actualmente pensar en algo genuinamente nuevo. Resulta que in­cluso a comienzos de 2004, en Cappelle-la­Grande se jugó una partida TImofeev­Eliet, en la que las negras, en lugar de 18 . . . l:lfe8, jugaron 18 '" l1 ac8, y las blancas respondieron .. .

(Ver diagrama 447.)

¡Sí, lo que usted pensaba! 19 ctS ! ! La idea del GM ruso aún es más nítida, pues la torre negra sigue en f8 y, como conse­cuencia, el caballo no puede tomar en ctS. Siguió: 19 . . . ed 20 1t'f4 'iPg7 21 �b5 �c6 22 lOe4 ¡ff5 23 'tfxf5 liJ xf5 24 �xf8+

PARTIDAS ILUSTRATIVAS 261

:. xf8 25 liJxf6 �xb5 26 tDxh5+!, y las ne­gras se rindieron. ¡Segundo desastre en lo que parecía una variante fiable! Se diría que la idea 13 . . . .tf6 ha quedado arrinco­nada ...

9 A. SHARIYAZDANOV·V. PETYJOV

Dagomis 2004

1 e4 c6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 liJf6 5 tLlc3 e6 6 liJO �e7 7 cd lbxd5 8 .i.d3 0·0 9 0-0 lbc6 10 l:t el lbcb4?!

Una jugada de segunda fila (véanse de­talles en la página 180), pero que tiene su propio "espíritu". ¡La tormenta combina­tiva es ahora irresistible!

11 .i.bl tDf6 12 �e5 i.d7 13 .i.g5 :1 c8 Detengámonos en la posición después

de 13 . . . .i.c6 14 .: e3 g6. En la partida Podgaets-Novak (comentada en la página 180) se jugó 15 : h3, mientras que en el encuentro Szabados-Müller (Zurich 1962) las blancas jugaron de otro modo: 15 .i.h6 11 e8 16 l:t g3 y. tras 16 ... tLlbd5, se presentó una excelente oportunidad de ejecutar una combinación de mate. Sí, ¿pero cómo tomar en g6: con el alfil o con el caballo?

Page 267: Defensa caro kann 2 karpov

262 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

" ¿ Cuál es la diferencia si, después de todo, tengo que tomar dos veces en g6?", probablemente pensó Eugenio Szabados y jugó 17 ltJxg6? ! hg 18 �xg6 (esperando 18 . . . fg 19 'tlfd3, con mate). Siguió la imprevis­ta 18 . . . �d6 ! , Y aquí aún podía acogerse al jaque perpetuo: 19 �xf7+ �xfl 20 l:l g7+ �f8 21 tDxd.5 �xd5 22 "c2 (las conse­cuencias de "ganar" la dama, 22 l::t d7+ �g8 23 n xd8 n axd8 24 ..tg5 �f7 no es­tán nada claras) 22 oo. �e4! 23 : g3+ �f7 24 : g7+ c¡l;>f8 25 n g3+, etc. Mientras que aquí, en caso del correcto orden de juga­das, 17 ..txg6! hg 18 ttJxg6 ! , las blancas dis­pondrían de una buena réplica a 18 . . . �d6: 19 ltJe5+ (descubierto y, al mismo tiempo, intercepción) 19 . . . �h7 20 !iJ xfl �xg3 (20 ... ¡Ve7 21 1:. g7++) 21 1i'd3+ '1ft g8 22 'i!t g6++.

¿Por qué comentamos con tanto deta­lle esta vieja y olvidada partida? Porque en 2004, el gran maestro Andrei Shariyaz­danov tuvo que resolver el mismo proble­ma que Eugenio Szabados en 1962.

14 l:. e3 g6 1.5 l:l g3 �c6 16 �h6 l:l e8 17 a3 ttJbdS

(Ver diagrama 449.)

18 ..txg6! i y Shariyazdanov estuvo a la altura de

las circunstancias! Es superfluo recordar que en caso de 18 !iJxg6? ! hg 19 .i.xg6, las blancas de nuevo tendrían que aferrarse a una tablas después de 19 . . . .i.d6! Es sor­prendente que este error también sea el mismo que un viejo ejemplo práctico. 20 �xfl+ �xf7 21 : g7+ c¡tts 22 !iJxd5 � xd5 23 'ii'd3 �e4 24 n g3+ �f7 25 l::t g7 +, tablas (Filip-Pogats, Budapest 1961) .

18 .•. hg 19 lUxg6 fg La repetición es la madre de la ense­

ñanza y por eso es por lo que repetimos el mate después de 19 . . . .i.d6: 20 llJe5+ �h7 21 lUxf7 �xg3 (21 . . . 'ile7 22 : g7++) 22 'ft'd3+ <i!tg8 23 'W'g6++.

20 'itd3! Aún no era demasiado tarde para equi­

vocarse: 20 : xg6+? c¡t h7 21 'il'd3 llJ xc3 22 ': g7+ �h8! (22 ... �xh6 23 .g6++) 23 be : g8 24 .g6 �e4 25 'ii'f7 'ittB. Sin embar­go, después de la correcta 20 'it'd3! , la úni­ca jugada de las negras es abandonar.

10 V. POTKIN-A. GALKIN

Dagomis 2004

1 e4 c6 2 d4 d5 3 ed cd 4 c4 ttJf6 5 !iJc3 e6

Page 268: Defensa caro kann 2 karpov

6 1L10 i.e7 7 cd liJxd5 S .idJ liJc6 9 0-0 0-0

10 lle1 lDf6 11 a3 b6 U Ag5 Hay otro camino que sigue disfrutando

de popularidad: 12 Ac2 .ib7 (es más con­creto 12 ... .ia6; precisamente para evitar esta jugada eligen las blancas 12 �g5, con el propósito de esperar, hasta que el alfil contrario se desarrolle por b7) 13 \i'd3. En la partida Sedina-I. Vasilevich, del Cam­peonato de Europa Femenino (Kishinev 2(05), las negras cayeron en una conocida trampa: 13 ... 1: c8? 14 d5 ! ed 15 .ig5 g6 ( no es mej or 1 5 . . . lb e4 1 6 ltJ xe4 de 17 'lfxe4 g6 18 �h6 : e8 19 ll ad1 "fIic7 20 .ib3) 16 1:1. xe7 ! lb xe7 (16 ... 'irxe7 17 lLlxd5 llJxd5 18 Axe7 llJcxe7 19 �b3) 17 .ixf6 y al final perdieron, como ya ad­vertimos en la página 188 al respecto.

Pero en la partida Srivachiranot -Tan Lian Ann (Singapur 2004), los oponentes decidieron poner a prueba una larga va­riante teórica: 1 3 . . . g6 14 .i h6 II e8 15 l:ladl 1: c8 16 i.b3 ¿¿¡aS 17 ..ia2 lLld5 18 lüe4 ttJf6 19 lbeg5 i.d5.

�n la página 193 mostramos una parti­da unportante para la evaluación de todo e! sistema con 10 ... lüf6 y 12 ... �b7, Lech­ti�ara-Gheorghiu, en la que las blancas sa­crificaron pieza: 20 lbxt7!? �xf7 21 lDe5+

PARTIDAS ILUSTRATIVAS 263

c;t;g8 22 ttJxg6, pero después de 22 . . . ..id6! no pudieron obtener compensación sufi­ciente ni siquiera para hacer tablas.

En Singapur pudimos encontrar una mejora: 20 ..ixd5 ! ? ttJxd5, Y sólo ahora 21 ltJxf7!? ci;xf7 22 ttJe5+ <itg8 23 llJxg6. La idea es clara: a 23 ... .id6 sigue 24 1: e4! (no hay alfil en d5 que proteja la casilla e4).

Pero a las blancas se les había escapa­do algo, concretamente, 23 ... .ig5! (como sucedió en la partida), y de nuevo el ata­que no compensó la pieza sacrificada: 24 CiJe7+ 'fJJxe7 25 'iWg3 �h8 26 i.xg5 'fIg7 27 'ii'h4 1: g8 28 :1 e5 1: cf8, etc.

12 o •• A b7 13 i. e2 llJ d5 14 'ir'd3 g6 15 ..ib6 l:l eS 16 .: ad1

La alternativa es 16 .ia4. 16 _. ltJxc3!? 17 be i.xa3 18 llJg5 .ie7 Esta jugada tiene una buena reputa-

ción, pero insistimos en la audaz 18 . . . liJaS !? (véase página 184).

19 llJxf7!? Una novedad, o quizá sería más correc­

to decir que . . . ¡una bomba contra el rey ne­gro! Después de esta partida, la teoría de la variante (con tendencia a líneas del tipo 19 'tWg3 'ii'd6 20 'iVh3 .ixg5 21 it,xg5 f5! ) tuvo que ser reescrita por completo.

Page 269: Defensa caro kann 2 karpov

264 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

19 .•. �xf7 20 : xe6! Amenaza 21 .: xg6! con mate, y tomar

la torre es imposible, también a causa del mate: 20 '" �xe6 21 'it'h3+ �f6 22 i.b3! i.f8 23 'i!fh4+ �f5 24 'ii'f4++, o bien 20 ... lOb4 21 cb � xe6 22 'iWh3+ ctfrf6 23 i.b3 i.d5 24 1: e1 ! i.xb3 25 1Wf3++.

20 •.. �f6 21 1: xe8 �xe8 22 �c4 'itd6 23 �a4

La primera de una serie de jugadas for­zadas. Es posible, como demostró el gran maestro Potk:in, que en la variante 23 1: el + �d7 (23 ... 'ittd8 24 1: e6) 24 �a4 II e8 25 n xe8 <iPxe8 26 d5, la ventaja blan­ca no es lo bastante amplia. Pero aspiran a más. . .

23 ... �d8 24 : el lOe7 2S : e6 'ii'd5 Pero aquí es difícil entender por qué se

descarta 25 . . . "'a3. La amenaza es 26 . . . �d.5, mientras que si 26 1: xf6 .a1+ 27 'fi'n Wxa4, las negras están cerca de las ta­blas.

26 Wxd5+ ttJxd5 27 :d6+ Las blancas siguen jugando a ganar . . .

Objetivamente, estaría justificado luchar por las tablas (como en la variante de muestra 27 c4 i.e7 [27 .. . lOc3? 28 .: e8+ �c7 29 �f4+] 28 cd �xd5) . La partida fi­nalizó en tablas, pero de otra forma:

27 ••. � c7 28 rI d7 + � e8 29 c4 llJ e3 30 :1 f7 l"i) xa4 31 : xf6 .i e4 32 : f7 aS 33 .tf4 lLJc3 34 �e5 b5 35 f3 R.f5 36 %U8+ c¡f;>b7 37 :f7+

Hay que decir, sin embargo, que las blancas consiguieron salvarse con un poco de suerte.

Comoquiera que sea, la idea 19 l"i)xf7!? c-J;xf7 20 ': xe6! es muy fuerte y probable­mente ganadora. La espera para confirmar esta hipótesis no creemos que sea dema­siado larga .. .

11 B. MACIEJA-L. DOMÍNGUEZ

Bermudas 2005

1 e4 c6 2 c4 d5 3 cd cd 4 ed En la sección teórica (páginas 242-

243), prestamos atención a la captura de dama en d5. Ahora, sin embargo, trata­remos de sistematizar la experiencia magistral en el período 2004-2005 con el desarrollo más popular.

4 .Oo lüf6 5 Wa4+!? Las negras tenían una tarea más fácil,

en caso de 5 i.bS+. He aquí un ejemplo de una reciente O limpiada: 5 . . . iü bd7 6 liJc3 a6 7 .te2 b5 8 d4 b4 9 liJa4 liJ xd.5 10 i.f3 �b7 11 lLJe2 e6 12 O-O .td6 13 liJg3 'ifh4 14 : el O-O, y las blancas poco más pueden hacer que pensar en cómo no perder (Delgado-Dreev, Olimpiada de Calvia 2004).

5 . .. lübd7 6 l¿)c3 g6 7 ttJf3 .ig7 8 i.c4 O-O 9 d3 a6

Los grandes maestros georgianos tra­tan esta posición a su manera. No avanzan

los peones a y b, prefiriendo un desarrollo libre de piezas: 9 . o o ttJ b6 10 'it'b3 .ig4. He aquí un par de ejemplos:

11 ttJe5 'fIc7 12 ttJ xg4 lOxg4 13 b3 _e5+ 14 l"i)e2 ltJf6 15 .tf4 'iff5 16 g4 1i'd7 17 liJe3 h5 18 f3 : ad8 19 i.b5 "eS (Jo­nes-Izoria, Varsovia 2005).

11 ttJg5!? (una idea moderna, sobre la que volveremos) 1 1 oo • .: eS 12 �e3 h6 13 lüge4 l"i)xe4 14 lOxe4 liJxe4 15 dc 1Wa5+ 16 lD d2 e6 1 7 de � x e6 18 O-O ': fd8 19 : fd1 b6 (Gagunashvili-Kacheishvili, Dubai 2(05), en ambos casos con juego sa­tisfactorio para las negras.

10 'iWa3 b6 También aquí es posible 10 oo. l"i)b6.

Después de 11 'il'b3, la diferencia con la variante que acabamos de ver radica en el

Page 270: Defensa caro kann 2 karpov

hecho de que el peón negro se encuentra en a6 y no en a7.

La partida Najer-Ehrenburg (Ashdod 2004) tuvo un desarrollo muy interesante: 11 ... .i.f5 12 O-O -'c7 13 .i.g5 lD xc4 14 dc �d3 (obviamente, las negras pensaban que habían calculado mejor que su opo­nente, pero no era así.. .) 15 d6! No es bue­no tomar el peón, 15 ... ed 16 �xf6 �xf1 (16 ... .i.xf6 17 lbd5) 17 lDd5 1Wxc4 18 :. xf1 'IIxb3 19 ab .i.xf6 20 lDxf6+, etc. Tampoco sirve de alivio 15 ... 'ii'xc4 16 de % He8 17 rI fe1 .xb3 18 ab .i.f5 (con idea de cerrar la columna e, hacia la casilla e6), y la blancas tienen una agradable elección entre 19 �xf6 �xf6 20 lDd5 .i.xb2 21 1: a2 �e6 22 li:Jc7 y la sorprendente 19 tLlb5 ! ? a b 20 :. xa8 .: xa8 2 1 �xf6 : e 8 22 .i.xg7 rJ; xg7 23 lZ)d4.

Sin embargo, en la partida siguió 15 ... "xd6 16 :. fd1 ! � ac8 17 ..ixf6 . �xf6 18 tLle4 .i.xe4 1 9 .: xd6 ed 20 l:t d1, y aunque imponer una dama así es muy difícil, es in­dudable que las posibilidades de victoria están del lado blanco.

11 0-0 ..tb7 12 l:l el l:t e8 La posición más candente en el esque­

ma del Sistema Steiner.

13 lOgS!?

PARTIDAS ILUSTRATIVAS 265

Precisamente esta idea es la que revive el interés por la posición. Con la casilla f7 como diana, las blancas tratan de crear complicaciones favorables, con el avance del peón d. Anteriormente se jugaba la blandengue 13 .i.g5, y las negras igualaban sin mayores dificultades: 13 . . . b5 14 �b3 tLlb6, etc.

13 _ b5 La continuación popular, pero no la

más fuerte. Quizá las investigaciones teóri­cas acaben inclinándose por una de las dos continuaciones que siguen:

13 . . . h6 1 4 tLl ge4 liJ e5 15 ..tf4 liJ h5 16 ..txe5 .i.xe5 17 : ad1 .c7 18 g3 : ad8 19 �b3 liJ f6 20 d4 ..t d6 21 liJ xd6 Wxd6 22 'f6xd6 1:[ xd6 23 l:. e5 tLlg4 24 :1 e4 tLlf6 25 1:[ e5 liJg4, con tablas por repetición de jugadas (Radjabov-Azmajparashvili, Dos Hermanas 2005).

13 .. . :c8 14 d6 e6 15 ..tf4 b5 16 ..tb3 tLlc5 17 :1 ad1 tLlh5 18 ..te3 tLlxb3 19 ab f5 20 tLl h3 '6'd7 21 f3 ..tf8 22 ..tc5 1: cd8 23 d4 ..txd6, y las negras llevan todo el pe­so de la partida (Kadziolka-Ehrenburg, Varsovia 2005).

14 ..tb3 tLlb6 Las negras jugaron de forma empren­

dedora en la partida Najer-Mittelman (As­hdod 2004): 14 ... h6 15 lbge4 tLlxe4 16 de tLle5 17 :1 dI 'ilc7 18 d6 ed 19 Wxd6 Wxd6 20 n xd6 :1 ac8 21 1: b6 ..txe4! 22 tLlxe4 liJc4. Aceptar el sacrificio de pieza (23 ..txc4 l:t xc4 24 t3) no tiene sentido, en vis­ta de 24 ... :. cxe4! 25 fe ..td4+ 26 'iil'fl ..txb6. En respuesta, las blancas también sacrifican: 23 .i.xh6! tOxb6 24 tOd6 .i.xb6 25 .i.xf7+ �f8 26 ..txe8, posiblemente con alguna ventaja.

15 d6 e6 16 tOge4 tOxe4 Dos rondas después, el GM cubano Le­

nier Domínguez trató de mejorar su pro­pio juego: 16 . . . liJ bd7 1 7 liJ xf6+ tLl xf6

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266 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

1 8 \i'b4 .ic6 19 �g5 h6 20 �h4 g5 21 �g3 ti'b6 22 lLle4 LOh5 23 � acl tDxg3 24 1LJ xg3 : ed8 , pero después de 25 h4 � e8 26 hg hg 27 'ti'g4 ! , volvió a ser derro­tado (Harikrishna-Domínguez, Bermudas 2005).

17 tZJxe4 ..txe4 18 de .ie5 19 : dl! La fase forzada de la partida ha lle­

gado a su fin. Las blancas tienen la pare­ja de alfiles y un peón pasado avanzado en el centro. Las negras sólo pueden confiar en un bloqueo, pero, obviamen­te, las posibilidades de las blancas son superiores.

19 _ ¡fh4 20 g3 No hay que decir que la variante 20 f4

..txf4 21 g3 .ixg3 22 hg 'ii'xg3+ no convie­ne a las blancas.

20 ••• 1Wxe4 21 �e3 1LJd7 22 11 dl : ed8 23 1: adl lLlf6

Una decisión incomprensible. Las ne­gras deshacen voluntariamente el bloqueo de la casilla d7, permitiendo que la dama enemiga llegue a e7. ¿Para qué? Parece más sencillo y natural 23 ... :t deB.

24 d7! 'iWb7 Una pérdida de tiempo, pero también

en caso de 24 . o o 'ir'c6 25 'ife7, el ataque blanco difícilmente puede pararse, pues existe la mortal amenaza 26 1:1 d6! ..txd6 27 "xf6 ..tf8 28 �d4, o bien 27 .oo �c5 28 1:1 cl.

25 'il'e7 Wc6 26 .tg5 Como antes, parece fuerte 26 1:1 d6! (y

si 26 o o • • f3, entonces las blancas pueden elegir entre 27 1: xa6! y 27 ..txe6!) . Pero las blancas encuentran otro camino hacia la victoria no menos convincente.

26 _ "'1'3 Permitiendo un sencillo remate. Sin

embargo, no había salvación en ningún ca­so. Por ejemplo: 26 o o ' cj;g7 27 :t e2 (pero no 27 f4 'it'b6+ 28 cj;g2 llJg8) 27 oo. tZJe4 (27

... llJg8 28 'tIi'xd8! ) 28 :. xe4! 'ilt'xe4 29 ..txe6 .f3 30 .tl d3 !

453

27 .ixe6! �h8 Pierden tanto 27 ... fe 28 ti'xe6+ rj;g7

29 'ifxe5, como 27 ... llJe4 28 .id5 lLlxg5 29 'ii'xg5 �f6 30 �xf3 ..txg5 31 ..txa8 .i.xd2 32 : xd2.

28 � d3 Las negras se rindieron.

12 ZHANG ZHONG-Al. JARITONOV

Moscú 2004

1 e4 c6 2 c4 d5 3 cd cd 4 ed liJf6 5 tlJc3 lLlxdS

Lo más sencillo. Aunque también es posible 5 .. . g6 6 ..tc4 �g7 7 lLlge2 O-O, de­j ando para más tarde la captura del peón de d5. Después de 8 O-O, resultaron intere­santes las siguientes partidas:

8 .. . b6 9 d3 .ib7 10 ii'b3 tlJa6 11 ..tg5 h6 12 .ixf6 .ixf6 13 lLle4 �g7 14 ll fe1 �h7 15 : ad1 lLlc7 16 tlJf4 ..te5 17 tDh3 ..td4 18 LOd2 lüxd5 (Martos-Burmakin, Linares 2(05).

8 .. . tlJ bd7 9 lüf4 g5 10 ltJfe2 llJ b6 11 d3 h6 12 'fi'b3 ..tf5 13 ..te3 ..tg6 14 a4 lLl g4

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15 b3 tOe5 16 .c fd1 l:t c8 (Zhang Zhong­Volk:ov, Internet 2004). En ambos casos, las negras se apoderaron de la iniciativa.

6 lOD t¿)c6 7 .i.b5 e6 8 � �e7 9 d4 � 10 l:. el

Esta torre también se sitúa en dI, sin particular efecto. Por ejemplo: 10 .e2 .i.d7 11 l:td1 :l e8 12 �d2 :t e8 13 .i.d3 lLlcb4 14 .i.bl lLlf6 15 lLle5 .i.c6 16 a3 lLlbd5 (Damljanovic-Dreev, Alboks 2005).

La posición después de 10 l:t el es muy popular, pero es difícil de entender la ra­zón de esa popularidad. En última instan­cia, se produce el mismo tipo de posición con peón central aislado (que hemos exa­minado en detalle en la sección teórica del Ataque Panov), pero con una reserva: las blancas, al haber gastado tiempo en juga­das con su alfil de casillas claras (.i.f1-b5-d3), no pueden aspirar a ventaja alguna.

10 _ .i.d7 Aquí también se ha jugado 10 ... 'it'd6

11 a3 1:. d8, pero el carácter de la lucha, en cualquier caso, permanece. constante. Las negras dirigen con éxito su juego contra el peón d aislado. Por ejemplo: 12 .i.d3 lLlf6 13 ..te3 b6 14 "'e2 .i.b7 15 l:. ad1 h6 16 ..tb1 ..tf8 (Miezis-Dreev, Reykjavik 2004).

El único defecto de 10 ... .i.d7, en rela-

PARTIDAS ILUSTRATIVAS 267

ción con 10 ... 'W'd6, es que ahora las blan­cas pueden, si lo desean, simplificar, con 11 tOxd5 ed, y las tablas serán prácticamente inevitables, pero el gran maestro chino, co­mo se verá por el juego que sigue, no esta­ba de talante pacífico ...

11 .i.d3 lDf6 U a3 l:t eS 13 i-c2 En la vieja partida Gligoric-Pomar

(Olimpiada de Niza 1974), las blancas ga­naron rápida y brillantemente: 13 i.b1 : e8 14 'ií'd3 g6 15 .i.a2 a6 16 .i.h6 "aS 17 d5! ed 18 t¿)xclS .i.f5 19 l:. xe7! l:t xe7 (la dama es intocable: 19 .. . .i.xd3 20 lLlxf6+ � h8 21 .i.g7+! cJ;; xg7 22 l:l xf7+ "" h6 23 : xh 7 ++ ) 20 lD xf6+, etc. Pero el juvenil moscovita Alexander Jaritonov, para no perder tiempo en balde, concibió una for­ma económica y muy funcional de dispo­ner sus piezas. La dama va a a5, la torre de rey a d8, dando paso al alfil dama hacia e8, con lo que la presión sobre el peón de d4 es más que perceptible.

13 ..• 'ifa5!? 14 .i.g5 l:Ud8 15 Wd3 g6 16 h4 .i.e8! 17 lI adl 'ii'b6 18 .i.bl l:l d7

Temiendo acabar con su dama en al: 18 .. . 'irxb2 19 lOa4 "ifal .

19 'ti'e2

455

19 ... lLlxd4!? Desde luego, las negras pueden intensi-

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268 LA DEFENSA CARO-KANN. Volumen 2

ficar la presión (con 19 . . . l:l cd8 ó 19 . . . .d8), pero es comprensible que Jaritonov quiera clarificar la situación, ¡ aunque sea a costa de la dama!

20 lüxd4 :. xd4 21 �e3 :t xdl!? La alternativa es 21 . . . �c5 22 �xd4

� xd4, de nuevo con plena compensación por el material sacrificado.

22 �xb6 :' xel+ 23 'tWxel ab ¿ Cómo evaluar esta posición? A cam­

bio de la dama, las negras cuentan con una torre, un alfil y un peón, lo que viene a re­presentar, más o menos, igualdad material. A esto hay que añadir que, en esta posi­ción abierta, el par de alfiles espera la oportunidad de manifestarse.

Posiblemente las blancas deberían ha­ber mostrado mayor precaución e iniciar negociaciones de paz. Pero Zhang Zhong sigue en pos de una inalcanzable victoria:

24 �a2 l:t d8 25 b4 � c6 26 �b3 b5 27 'ii'e2 l:td4 28 lüxb5 %: e4 29 'it'n :1 xh4 30 �c4 lbe4 31 .e2 �f6!

Descubriendo un eslabón vulnerable en la cadena de peones que cubre al rey contrario, el de f2. Con el mismo objetivo, también merece consideración 31 . . . .i.d8.

32 'ife3 �g5 33 'tWb6 lbg3! A estas alturas, las negras ya no acepta­

rían las tablas. 34 fg %: xc4 35 lLld6 : c2 36 'i'i c7 Una trágica pérdida de tiempo. Pese al

aparente peligro, deberían haber jugado 36 lbxb7 ': xg2+ 37 t¡f;!fl ': c2 38 lüc5 , y las negras no logran crear amenazas de mate. Ahora, sin embargo, en un solo momento, la posición blanca se desmorona.

36 _ .i.e3+ 37 �h2 l:t xg2+ 38 �h3 : f2 39 Wd8+

Aquí ya es demasiado tarde para 39 lüxb7, por 39 . . . �g2+ 40 �g4 (40 �h2 �xb7+) 40 . . . : f1 ! 41 .c8+ ct;g7 42 'it'c3+ f6 43 W'xe3 h5+ 44 �h4 l:. h1++.

39 _ . f1tg7 40 lüe8+ �xe8 41 .xe8 h5 42 'it'b5 g5 43 g4 hg+ 44 ct;g3 fS

¡ Una curiosa posición! Las blancas só­lo pueden esperar un jaque perpetuo, pero esa oportunidad nunca se les presentará. Al lograr un respiro, tras una serie de ja­ques, las negras avanzan sus peones. Este procedimiento se repite, una y otra vez, hasta que las blancas admiten la derrota . . .

45 'ilt'd7+ Wf6 46 W'd8+ �e5 47 '6'c7+ Wd4 48 ""6+ Wd3 49 'ifxe6 :13+ 50 <ift>g2 f4

¡Primer avance! 51 �3+ <it;>d4 52 'ltb2+ <it;>d5 53 'tWb3+

�d6 54 'iWd3+ <it;>c7 55 1Wc4+ �b8 S6 'it'b5 :1'2+ 57 �hl g3

¡Segundo avance! 58 We5+ <it;>c8 59 'ii'e8+ Q;c7 60 We7+

�b6 61 '6'd8+ <it;>b5 62 'iVdS+ <it;>a4 63 'W'dl+ c¡pxa3 64 "al+ :a2

Las blancas se rindieron.

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Índice de las partidas ilustrativas

Los números se refieren a las páginas.

1 M. Adams - R. Ponomariov 2 A. Grischuk - E. Bareev 3 V. Ivanchuk - P. Harikrishna 4 L. Aronian - M. Carlsen 5 R. Ruck - A. Horvath 6 M. Adams - G. Kallai 7 D. Schneider - M. Kuiovich 8 1. Solomunovich - Z. Zelic 9 A. Sharyazdanov - V. Petyjov

10 V. Potkin - A. GaIkin 11 B. Macieja - L. Domínguez 12 Zhang Zhong - Al. Jaritonov

250 251 253 254 255 256 258 260 261 262 264 266

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De los mismos autores:

ANATOLl KARPOV MlJAIL POCGAETS

La Ddensa CARO -KANN Volumen 1

�riante del Avance y Sistema de Gambito

La Defensa Caro-Kann. Volumen 1 Variante del A vanee

y Sistema de Gambito 272 pp.

Adeptos vitalicios a la Defensa Caro-Kann, los autores, no se engañan respecto a lo peligrosa que p uede resultar la iniciativa de las blancas.

Pese a todo, conservan la fe en los recursos defensivos y de contraataque de las negras en esta apertura, que comentan y respaldan en este primer

volumen con análisis concretos y originales. Además de la Variante del Avance los autores cubren también en esta

obra las líneas del Sistema de Gambito convirtiéndola en un arma única para los jugadores con blancas y una fuente esencial de referencia para

los seguidores de la Caro-Kann.