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Al principio de la película, Anna despierta a Michal, diciéndole que es el día de Pascua, luego de lo cual, le arroja agua en la cara con una jarra. Inmediatamente después, nos encontramos a Michal (supuestamente el padre de Anna) que escucha una conversación telefónica. En la misma, Anna le dice a Jarek, su pareja que por fortuna para ambos, ella no está embarazada. Luego vemos a Anna, que acompaña al aeropuerto a Michal. Lo despide desde lejos, mientras el hombre pasa por un pasillo antes de embarcar. Aquí se observa un letrero que señala: “Nothing to declare” (nada para declarar), un ícono irónico a los cuales Kieslowski recurre con frecuencia. Como veremos, el padre de Anna tendría más que un secreto para declararle a su hija. Anna ve como su padre embarca en un avión. La protagonista se queda mirando el avión hasta que lo pierde de vista. En la próxima secuencia, vemos a la protagonista en el consultorio de una oftalmóloga. Anna le comenta a la médica que su visión se había vuelto borrosa y se refiere al episodio anterior. “En el aeropuerto, observé un avión que despegaba pero no lo distinguía, sino que lo veía como una mancha borrosa. La oftalmóloga le hace un test con las clásicas letras de distintos tamaños y Anna va diferenciando las letras FAT… Y completa ella misma la palabra FATHER; sorprendiéndose de que la médica la haya conducido a formar la palabra, tan ligada al episodio de la forma difusa del avión en la que viajaba su padre. Es a partir de entonces cuando aparece un sobre que dice: “Para leer sólo después de mi muerte”, dirigido a Anna. No sabemos si éste sobre es una carta del padre de Anna. Pero este elemento encierra un secreto que ni la propia Anna se anima a descubrir. Vemos a la protagonista que trata de poner el sobre a trasluz, sobre una lámpara para descubrir, en vano, el contenido de la carta que está en su interior. Luego aparece Anna, en otra escena, en un bosque, con una tijera a punto de abrir el sobre. A lo lejos, se divisa un lago. Se ve a un hombre que rema en un pequeño barco y que se acerca lentamente hacia ella. La protagonista corta el sobre, pero con un efecto de “muñecas rusas” hay otro sobre dentro del primero. Éste tiene escrito en el frente: “Para mi hija, Anny”. Cuando Anna se dispone a abrir con la tijera el segundo sobre, el hombre del lago ya está sobre ella. Lleva el liviano barco sobre sus hombros y la mira fijamente. La mujer, entonces, desiste y aparta la tijera.

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resumen del decalogo

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Al principio de la película, Anna despierta a Michal, diciéndole que es el día de

Pascua, luego de lo cual, le arroja agua en la cara con una jarra.

Inmediatamente después, nos encontramos a Michal (supuestamente el padre de

Anna) que escucha una conversación telefónica.

En la misma, Anna le dice a Jarek, su pareja que por fortuna para ambos, ella no está

embarazada.

Luego vemos a Anna, que acompaña al aeropuerto a Michal.

Lo despide desde lejos, mientras el hombre pasa por un pasillo antes de embarcar.

Aquí se  observa un letrero que señala: “Nothing to declare” (nada para declarar), un

ícono irónico a  los cuales Kieslowski recurre con frecuencia. Como veremos, el padre

de Anna tendría más que un secreto para declararle a su hija. Anna ve como su padre

embarca en un avión.  La protagonista se queda mirando el avión hasta que lo pierde

de vista.

En la próxima secuencia, vemos a la protagonista en el consultorio de una

oftalmóloga. Anna le comenta a la médica que su visión se había vuelto borrosa y  se

refiere al episodio anterior. “En el aeropuerto, observé un avión que despegaba pero

no lo distinguía,  sino que lo veía como una mancha borrosa.

La oftalmóloga le hace un test con las clásicas letras de distintos tamaños y Anna va

diferenciando las letras FAT… Y completa ella misma la palabra FATHER;

sorprendiéndose de que la médica la haya conducido a formar la palabra, tan ligada al

episodio de la forma difusa del avión en la que viajaba su padre.

Es a partir de entonces cuando aparece un sobre que dice: “Para leer sólo después de

mi muerte”, dirigido a Anna. 

No sabemos si éste sobre es una carta del padre de Anna. Pero este elemento

encierra un secreto que ni la propia Anna se anima a descubrir.  

Vemos a la protagonista que trata de poner el sobre a trasluz, sobre una lámpara para

descubrir, en vano,  el contenido de la carta que está en su interior.

Luego aparece Anna, en otra escena, en un bosque, con una tijera a punto de abrir el

sobre.

A lo lejos, se divisa un lago. Se ve a un hombre que rema en un pequeño barco y que

se acerca lentamente hacia ella.

La protagonista corta el sobre, pero con un efecto de “muñecas rusas” hay otro sobre

dentro del primero. Éste tiene escrito en el frente: “Para mi hija, Anny”.

Cuando Anna se dispone a abrir con la tijera el segundo sobre, el hombre del lago ya

está sobre ella. Lleva el liviano barco sobre sus hombros y la mira fijamente. La

mujer, entonces, desiste y aparta la tijera.

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Una convergencia: el hombre es el médico residente de “Decálogo Dos” y el conductor

del tranvía de “Decálogo Tres”. Representa la figura del Destino tanto en  “Decálogo

Tres”, como en las otras entregas referidas.

Por otro lado, la imagen del hombre en el barco puede asociarse al Dios Caronte. En la

mitología griega, Caronte era el barquero del Hades, el encargado de guiar

las sombras errantes de los difuntos  recientes de un lado a otro del río Aqueronte,

si tenían un óbolo (moneda) para pagar el viaje.

En la siguiente toma, vemos a Anna intentando falsificar del sobre de la carta.

En ese momento, golpea la puerta un amigo de su padre, Adam, quien viene a buscar

unos papeles.

Anna se los entrega y poco antes de que él  se vaya le pregunta si cree que su madre

(que murió a  los cinco días de que Anna naciera) podría tener un secreto que nadie

supiera.

Adam le contesta que no lo creía, y que de ser así, en cualquier caso le hubiere dejado

una carta contándoselo.

Anna sonríe. Las palabras de Adam le dan un indicio del sentido de la voluntad de su

madre y del sentido de la carta que le había dejado en consecuencia. Era su deseo

que Anna conociese sus secretos.

Entretanto, Michal vuelve de su viaje. Anna lo recibe en el aeropuerto de nuevo; le

muestra sus nuevos anteojos, él se los acomoda. Entonces, la protagonista le recita

textualmente el contenido de la carta de su madre, que se supone ha leído.

Citando una parte de la carta en primera persona, le dice al hombre: “Tu padre no es

Michal”.  Ambos se separan bruscamente, tras golpearla Michal  en la cara.

Enseguida, Anna va a lo de Jarek,  y él no se encuentra. Entonces, pasa y habla con la madre de él. Le dice que se casarán pronto. Subestima el valor del consentimiento de Michal respecto a la unión y le dice a la madre de Jarek que él “no era su padre, por lo cual le daba igual lo que pensara”.

Anna y Michal se encuentran en el ascensor de la casa de Anna. Michal en silencio, la

abraza poco antes de llegar al piso tres, donde Anna vive.

El ascensor no se detiene y sigue hasta el piso cuatro (coincidente con “Decálogo

Cuatro”), donde sube un vecino.

Se trata del personaje del médico en “Decálogo Dos”, el mismo que había jurado que

el marido de Dorotka iba a morir para evitar que la mujer abortase al hijo de su

amante. El hombre los mira fijamente. Bajan a la planta baja. El médico de “Decálogo

Dos” se despide.

El ascensor baja hasta el subsuelo.

Alli, un hombre sube con unas cajas y los protagonistas bajan en el sótano, porque

Michal dice que le quiere mostrar algo a Anna. De un armario con pequeña rejas, saca

una foto.

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En ésta aparece la madre de Anna y dos hombres. Michal le dice a Anna: “uno de ellos

podría ser tu padre”.

Luego, ambos conversan en el departamento de Anna. Michal le dice a la mujer que él

“nunca estuvo seguro de  ser el padre de Anna, pero que había sospechado que tal

vez no lo era”. Agregando que “nunca le importó demasiado, porque para él, ella

siempre había sido su hija”.

Le comenta que el tiempo le impuso dilaciones. Y que a los diez años le iba a dar la

carta de su madre, pero que en ese momento le pareció que Anna “era muy joven”.

Sin embargo a los quince años, cuando dudó en dársela nuevamente, “ya era

demasiado mayor”.

Anna  mira las dos velas que están cerca del sofá, encendidas ambas. Establece que la

de la derecha será la de Michal y la de la izquierda la suya. La  vela que se apague

primero le dará el derecho al otro a hacer la primera pregunta.

Se apaga  la vela del hombre. Él debe, en consecuencia, hacer la pregunta.

Pero Anna la formula por él. “¿Por qué he leído la carta?”, se pregunta a sí misma, en

voz alta. “Porque querías que lo hiciera”, contesta, de la misma manera, ella.  

Había sido la primera vez que Michal no se había llevado con él la carta cuando estaba

de viaje, sospechando que si la dejaba en la casa, Anna se atrevería a leerla. Y una

ocasión fue suficiente para que esto ocurriese.

Anna va más lejos y se refiere al significado oculto de la carta.  Y le comenta a Michal

que ella ha sentido sentimientos ambiguos hacia él y que lo ha deseado estando con

otros hombres. Le dice que, aún más, ella ha tenido sentimientos de culpa cuando

estaba con Jarek y otros hombres, porque “sentía que lo estaba engañando (a Michal)

de algún modo”.

Michal le contesta que al no ser su padre “él no puede prohibirle ni forzarla a hacer

nada que ella no quiera”. Y  duda en reconocerlo, pero luego admite haber tenido

sentimientos de celos “no paternales sino por una mujer”.

Anna le confiesa haber abortado el año anterior. El protagonista se lo reprocha,

increpándola por haber hecho algo horrible e  irreversible.

La mujer le contesta con palabras duras: “No creo que te hubiera afectado que lo

tuviera o no… Tú solamente querías que las cosas sucedieran sin verte implicado en

ellas”. De la misma manera que con la carta; en la cual él había escrito, en el sobre

exterior: “Abrir sólo después de mi muerte”.

Michal amenaza con irse y Anna guarda la carta en un cajón inmediatamente.

“Nunca quisiste que yo creciera… tampoco te volviste a casar tras la muerte de mi

madre. ¿Estabas esperándome, verdad?”, lo inquiere Anna.

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Se saca la blusa, diciéndole que ella no es su hija y preguntándole si quiere “estar con

ella”. Michal la cubre con un sweater.

Y ambos descubren que, de alguna forma el vínculo que tienen va mucho más allá de

lo biológico. Ambos saben que “los días que han dejado atrás nunca volverán“. Son

padre e hija por un lazo indestructible, cuya solidez no reposa exclusivamente en la

sangre. 

A la mañana siguiente, Anna se despierta. En la pared de su habitación hay un afiche

publicitario de una marca de cigarrillos (Winston). En el mismo se lee una frase en

alemán: “Großer Geschmack eines freien Landes”, que significa: “Gran sabor, un país

libre”. 

Anna se da cuenta de que Michal no está allí. Se asoma por la ventana y ve la figura

del hombre alejándose. Le grita llamándolo: “Papá” y baja corriendo a buscarlo.

Cuando están uno frente a otro, Anna lo mira fijamente y le dice: “Te he mentido,

papá… Nunca he leído la carta, ni siquiera la he abierto”.

Y continúa con su confesión: “La Escribí yo misma, copié la letra de mamá del sobre

blanco”.  

En ese momento, una presencia ajena los interrumpe. Pasa casi de nuevo y en forma

casi imperceptible el hombre contemplativo con su bote en los hombros; símbolo del

Destino.

Cuando se aleja, la protagonista le pregunta a Michal qué había en la verdadera carta.

Michal le contesta que no lo sabía.  

Anna cambia de tema sin más premuras y le pregunta al Michal a dónde iba. El

hombre le contesta, evidentemente mintiéndole, que “a comprar leche”.

Como en un acuerdo tácito, suben al apartamento y, juntos los dos, queman la carta

de la madre de Anna. 

La mujer sostiene la carta con una mano mientras el fuego avanza. Michal sopla la

llama.

Se escucha una voz en off de la protagonista, tratando de leer el único extremo de la

carta de su madre que se ha perdurado: “Querida Anna: Me gustaría decirte algo de

gran importancia: Michal No es”…  Pero no  alcanza a leer más porque el resto de la

carta ya ha sucumbido ante las llamas.