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Debemos el presente estudio al Dr. Wenceslao Soto Artuñedo, natural de Linares (Jaén), Doctor en Psicologíay en Historia. Últimamente se dedicó a estudiar la Historia de la Compañía de Jesús en Málaga y ha escrito varioslibros sobre este tema, en donde se tropezó con el tema morisco. Continúa su trabajo actual de Secretario delProvincial de la Compañía en la Provincia Bética (Andalucía y Canarias) con los estudios históricos. Es, también,miembro correspondiente del Instituto Histórico de la Compañía de Jesús (Roma), a quien agradecemos esta generosa,cualificada y humana colaboración.

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Después de la primera revuelta en Granada en1499 los moriscos quedaron «bautizados y no conver-tidos». Los jesuitas, especialmente los moriscos, cola-boraron con la Corona para cristianizarlos mediante laenseñanza y otros ministerios, a pesar de que no con-siguieron el éxito esperado. También los asistieron enla dispersión de 1570 y en la expulsión de 16101111. Pos-teriormente se produjeron contactos entre los jesuitasy el mundo musulmán, especialmente con ocasión delas misiones a Melilla.

1.1.1.1. CONTEXTOCONTEXTOCONTEXTOCONTEXTO HISHISHISHISTÓRICO DEL PROBLEMA MORIS-TÓRICO DEL PROBLEMA MORIS-TÓRICO DEL PROBLEMA MORIS-TÓRICO DEL PROBLEMA MORIS-COCOCOCO

El trato tolerante que habían recibido los mudéja-res durante el Medievo cambiaría a raíz de la conquis-ta de Granada en 1492. Al principio se mantuvo unapolítica de atracción suave, preconizada por el primerarzobispo fray Hernando de Talavera, pero esta acti-tud fue bruscamente rota por el cardenal Cisneros2222.Los mudéjares granadinos interpretaron que estasactuaciones contravenían las Capitulaciones y se amo-tinaron en el Albaicín en diciembre de 1499. La rebe-lión se extendió por el reino de Granada (1500-1501)y, después de capitular, la mayoría se vio compelida ala conversión. A estos «cristianos nuevos» se les de-nominaron «moriscos». Este bautismo forzado se lesimpuso después a los mudéjares de Castilla (1502) yAragón (1525)3333.

Para cristianizarlos se organizaron campañas evan-gelizadoras que no dieron fruto, por adolecer de super-ficialidad, precipitación e inadecuación metodológica.Los clérigos encargados de esta misión tardaron poco

en palpar la ineficacia de su trabajo y concibieron unadesconfianza radical frente a los moriscos y acabaroninteresándose sólo por el dinero que les daban los be-neficios, lo que no era un buen ejemplo. La sociedadde cristianos viejos tampoco dio ejemplo cristiano alos que querían convertir: presión fiscal, penas pecu-niarias por falta de fe, etc4444. Este era el juicio del jesui-ta morisco Ignacio de las Casas, quien acuñó la expre-sión de «bautizados y no convertidos» para definir alos moriscos5555.

Como autodefensa, los moriscos recurren a losmecanismos previstos en el Corán: Taqiyya (precau-ción) o kitman (discreción, secreto), son vocablos queen sentido técnico se refieren al acto con que uno,según su discreción, se exime del cumplimiento dedeberes religiosos en caso de fuerza mayor o de temorde un daño considerable. Una condición paralela de lataqiyya es la niyya, o intención y deseo presente en elcorazón de obrar según manda la ley6666. Es el disimulode las propias convicciones religiosas por motivos deprudencia, previsto en el Corán:

«Los creyentes que hayan caído en la aposta-sía sabrán cuán formidable es la ira del cielo, almenos que, cediendo a la violencia, sus labios ha-yan negado la fe que guardaban en sus corazo-nes»7777.

La Inquisición consideraba válido este bautismoforzado, por lo que los moriscos islamizantes eran tra-tados como apóstatas al descubrirlos en prácticasislámicas. No obstante, siguió una política de relativamoderación y a veces de inhibición, incluso dio edictos

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de gracia a cambio de denunciar a los cómplices. Ca-sas juzgaba que la Inquisición no podía castigar a lamayoría de los nuevos convertidos porque, al predicár-seles en castellano, no entendían ni podían asimilarnada de la doctrina cristiana.

Como respuesta, desde 1511, se puso en marchauna política de asimilación o castellanización de losmoriscos, mandándoles abandonar sus usos y costum-bres, pero el peso del dinero hizo que hasta 1567 nose urgieran las pragmáticas reales prohibiendo a losmoriscos el uso del árabe, sus vestidos, los baños,ceremonias de boda y la posesión de viviendas en lascostas. Esto se decidió en el sínodo granadino celebra-do en ese año. Las consecuencias fueron la subleva-ción armada de los moriscos granadinos, la guerra deGranada, la capitulación de los sublevados y su poste-rior dispersión por Andalucía Occidental y Castilla(1568-1570). Finalmente se produjo la expulsión deEspaña que se efectuó entre 1609 y 1614.

2. IGNACIO DE LOYOLA Y LOS MUSULMANES2. IGNACIO DE LOYOLA Y LOS MUSULMANES2. IGNACIO DE LOYOLA Y LOS MUSULMANES2. IGNACIO DE LOYOLA Y LOS MUSULMANES

Hay un primer encuentro de Ignacio de Loyola, quetodavía se llamaba Iñigo López de Loyola, con un «mo-ro», en marzo de 1522, que él mismo nos relata en suAutobiografía. Tenía, entonces, unos treinta y un añosde edad y estaba en la fase ingenua y radical de suconversión que tuvo lugar durante los nueve meses deconvalecencia en la casa-torre de Loyola, donde fuellevado después de ser herido, el 20 de mayo de 1521,en el frustrado intento de defender la fortaleza dePamplona del ataque de los franceses. Había salido dela casa paterna, con la firme decisión de dedicarse ahacer grandes obras para Dios. Iba camino de Monse-rrat, para hacer la «vela de armas», al modo de uncaballero cristiano, y continuar su peregrinación a Tie-rra Santa. El encuentro con el moro ocurrió en el cami-no entre Nájera y Lérida, cerca de Pedrola, poblaciónen la que abundaban los mudéjares vasallos del condede Ribagorza8888:

«Pues, yendo por su camino, le alcanzó un mo-ro, caballero en un mulo; y yendo hablando los dos,vinieron a hablar en Nuestra Señora; y el moro de-

cía que bien le parecía a él la Virgen haber concebi-do sin hombre; mas el parir quedando virgen no lopodía creer, dando para esto las causas naturalesque a él se le ofrecían 9999. La cual opinión por mu-chas razones que le dio el peregrino no pudo desha-cer. Y así el moro se adelantó con tanta priesa,que le perdió de vista, quedando pensando en loque había pasado con el moro. Y en esto le vinie-ron unas mociones que hacían en su ánimadescontentamiento, pareciéndole que no había he-cho su deber, y también le causaban indignacióncontra el moro, pareciéndole había hecho mal enconsentir que un moro dijese tales cosas de Nues-tra Señora, y que era obligado volver por su honra.Y así le venían deseos de ir a buscar el moro y dar-le de puñaladas por lo que había dicho; y perseve-rando mucho en el combate destos deseos, a la finquedó dubio, sin saber lo que era obligado hacer. Elmoro que se había adelantado, le había dicho quese iba a un lugar que estaba un poco adelante ensu mismo camino, muy junto del camino real, masno que pasase el camino real por el lugar.

»Y así después de cansado de examinar lo quesería bueno hacer, no hallando cosa cierta a que sedeterminase, se determinó en esto, scilicet, de de-jar ir la mula con la rienda suelta hasta el lugardonde se dividían los caminos; y que si la mula fue-se por el camino de la villa, él buscaría al moro y ledaría de puñaladas; y si no fuese hacia la villa, sinopor el camino real, dejarlo quedar» 10101010.

Afortunadamente, la mula siguió el camino real, apesar de que el camino hacia Pedrola era más ancho ycómodo, y la villa quedaba a poco más de «treinta ocuarenta pasos».

Probablemente este episodio agudizó su eternodeseo de ir a tierra de infieles y permanecer allí. Enuno de los Ejercicios Espirituales, en «el llamamientodel Rey Temporal, ayuda a contemplar la vida del ReyEternal», propone la llamada con estos términos: «Mivoluntad es de conquistar toda la tierra de infieles»11111111.Este entusiasmo por Tierra Santa lo había contagiadoa sus primeros compañeros de París, de manera que el

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voto que hace este grupo de «iñigistas» (origen insos-pechado de la Compañía de Jesús) el 15 de agosto de1534 en Montmartre, París, incluía el de ir a pedirpermiso al papa para peregrinar a Jerusalén y quedar-se allí para predicar a fieles e infieles; si no podían iren el plazo de un año o no podían quedarse allí, sepondrían a disposición del papa12121212. Un miembro de estegrupo de París, Pedro Fabro, dio los Ejercicios Espiri-tuales a D. Juan de Granada, nieto de Muley Hacén ymiembro del séquito del emperador Carlos, en Ratisbo-na en 154113131313.

3.3.3.3. LALALALA COMPAÑÍACOMPAÑÍACOMPAÑÍACOMPAÑÍA DEDEDEDE JESÚSJESÚSJESÚSJESÚS YYYY LOSLOSLOSLOS CRICRICRICRISTIANOSSTIANOSSTIANOSSTIANOSNUEVOSNUEVOSNUEVOSNUEVOS

3.1.3.1.3.1.3.1. PolíticaPolíticaPolíticaPolítica dededede lalalala Compañía de Jesús conCompañía de Jesús conCompañía de Jesús conCompañía de Jesús con lalalala «limpie-«limpie-«limpie-«limpie-za de sangre»za de sangre»za de sangre»za de sangre»

En España el problema de la limpieza de sangre seplanteó primero con los conversos judíos, y se exten-dió a los moriscos. Capítulos catedralicios, colegiosuniversitarios, órdenes religiosas, etc. fueron estable-ciendo sus estatutos de limpieza de sangre, más omenos estrictos, para asegurar la pureza de fe de susmiembros14141414. En 1554 fueron aprobados los estatutosde limpieza de sangre de las cuatro catedrales del rei-no de Granada. El recelo ante los conversos era talque el obispo de Málaga Fray Bernardo Manrique ad-vertía a Felipe II, en 1559, que ellos mismos eran elorigen de las herejías15151515. Ignacio de Loyola no cedió alas presiones, y desde la fundación de la Compañía en1540 admitía indistintamente a cristianos viejos ynuevos, por lo que existieron algunos jesuitas moris-cos, sobre todo en Granada y Murcia. Unos y otrostenían el mismo acceso a todos los «cargos», sin dis-criminación.

Se produjeron presiones, así el Inquisidor de Grana-da, Doctor Salcedo, escribió a Aquaviva para pedirleque pusiera en el gobierno y puestos grandes a «perso-nas limpias, y de oy mas guardese de recebir las queno lo son [...] como hacen las demás religiones de Es-paña» 16161616. San Ignacio no exigió la limpieza de sangreen la Compañía.

Este ambiente caló en la Orden, y en la Congrega-ción General V (1593) triunfaron las tesis discrimina-torias, y no sólo por presiones externas11117777. En estaCongregación General, al final de una grave crisis in-terna, se aprobó un decreto que prohibía la entrada enla Orden a descendientes de judíos y mahometanospara que la Compañía «quedara libre de aquellas ca-racterísticas que pudieran causar agravio» 18181818. El de-creto provocó divisiones en las comunidades y muchosjesuitas protestaron por esta medida, como contrariaal espíritu ignaciano. En Andalucía se dudaba si el de-creto de genere incluía a los coadjutores. Entendíanque sí, interpretando el texto al pie de la letra, perodudaban al referirse al espíritu del decreto y, sobretodo, por la mención a la profesión, que no hacían loscoadjutores. Por ello preguntan a Roma, así como so-bre el modo en que se habían de hacer las informacio-nes que habían de ser con juramento19191919.

En Málaga había en 1594 un jesuita llamado Alon-so de Santofimia, cuyo hermano estaba preso en laInquisición de Granada por judío. El Viceprovincial te-me que si esto se conoce fuera en perjuicio de la Com-pañía, pues una hermana y otros familiares de los doseran muy conocidos. Por esto propone al General en-viarlo a otra Provincia20202020. El Viceprovincial decidió cam-biarle el nombre, haciéndolo llamar Juan Bautista.Siente vergüenza porque se le ocupe en confesar, parano estar ocioso, mostrando así el Viceprovincial suactitud positiva hacia el decreto de genere, e insisteen enviarlo a un lugar lejano, como podría ser algúncolegio de Galicia. Igual petición hacía el rector deMálaga, Ignacio del Castillo21212121. En Sevilla era difíciladmitir jesuitas según este decreto,

«porque en esta ciudad de Sevilla apenas dalugar de rescebir en la compañía el decreto de lalimpieza, por estar los linajes de ella muy mescla-dos y aun los que mejor fama tienen, escudriñandoun poco se hallan dañados de alguna parte, deseosaber si es intencion de v.p. que se propongan su-jetos para ser dispensados, porque si no quitare-monos de cuidados» 22222222.

Según transmitía el consultor Melchor de Castro,

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hubo muchas críticas dentro y fuera de la Compañía.Pedía que el papa limitase de alguna forma la imposibi-lidad de admitir a los cristianos nuevos, pues por nopoder ser admitidos éstos había decaído la calidad delos candidatos23232323.

En Andalucía parece que se acató el decreto, sincompartirlo, lo que provocó que el General hiciera no-tar que en esta provincia la información de sangre sehacía muy superficialmente22224444. Ante las protestas delas Congregaciones Provinciales de las cuatro provin-cias jesuíticas españolas y Cerdeña, se mitigó el de-creto en la Congregación General 6ª de 1608, peroexcluyendo de la mitigación a los moriscos; y de nuevoen 1623, si bien, dicho decreto no fue abolido total-mente hasta 194625252525. Se llegó más allá cuando el Ge-neral Aquaviva ordena en 1614 que se expulse a unempleado morisco, cocinero en Marchena26262626.

Ignacio de las Casas se había pronunciado de mo-do muy duro contra la limpieza de sangre en sus infor-mes a Felipe III y a Clemente VIII, mostrándose parti-dario de la integración progresiva de los moriscos. Eneste contexto hay que situar la propuesta que el P.Juan Bautista Pacheco (que trabajaba con los moris-cos en Murcia) hizo a Clemente VIII, en 1598, de fun-dar una orden de jesuitas descalzos dedicados exclusi-vamente al ministerio con los moriscos27272727.

3.2.3.2.3.2.3.2. ApostoladoApostoladoApostoladoApostolado dededede lalalala CompañíaCompañíaCompañíaCompañía dededede JesúsJesúsJesúsJesús cocococon losn losn losn losmoriscosmoriscosmoriscosmoriscos

A medida que las casas de la Compañía se ibanesparciendo por la geografía española, uno de susapostolados habituales fue, desde 1545, el de los mo-riscos28282828. Esta dedicación abarcó dos áreas básicas: lapredicación y la enseñanza. Proponían un nuevo méto-do: conversaciones y disputas amigables, en privado,con los alfaquíes, maestros de la ley coránica; insis-tencia en el estudio de la lengua árabe y de la termino-logía teológica de las comunidades árabo-cristianasorientales para la evangelización y catequesis; evitarla predicación polémica e irritante, etc.

El ministerio con los musulmanes continuó después

de la expulsión de los moriscos, destacando el P. Fran-cisco de Alemán en Granada, hacia 1626, y Juan deAlmarza, en Murcia, hacia 1658. Ambos dejaron ma-nuscritos sendos catecismos: Explicación de la doctri-na cristiana para los moriscos de Granada con la refu-tación de sus principales errores y Método que se de-be guardar en la conversión de los moros esclavos anuestra Santa Fe, con algunas industrias para lograreste fruto 29292929.

3.3. Vocaciones moriscas a la Compañía3.3. Vocaciones moriscas a la Compañía3.3. Vocaciones moriscas a la Compañía3.3. Vocaciones moriscas a la Compañía

Fruto del trabajo de los jesuitas con los moriscosfue una reducida pero importante remesa de vocacio-nes moriscas a la Compañía. Se sabe que entraron enla Compañía, al menos seis. Tres de ellos eran de Gra-nada: Juan de Albotodo30303030 (1527-1578), Jerónimo deBenarcama e Ignacio de las Casas. Otros dos, de Gan-día: Pedro de Gandía y Martín Bedix. Y uno de Murcia,Francisco Hernández. Probablemente fueron moriscostambién otros granadinos: Tomás de Enciso, Diego deEscalona, Juan Evangelista y un «Pietro spagnolo mo-ro»31313131.

4. LOS JESUITAS Y LOS MORISCOS DE GRANADA4. LOS JESUITAS Y LOS MORISCOS DE GRANADA4. LOS JESUITAS Y LOS MORISCOS DE GRANADA4. LOS JESUITAS Y LOS MORISCOS DE GRANADA

4.1. Fundación del colegio de Granada4.1. Fundación del colegio de Granada4.1. Fundación del colegio de Granada4.1. Fundación del colegio de Granada

En Granada se funda un colegio de la Compañía en1554. Por la gran población morisca existente, sepensó, desde el principio, en aprender el árabe paraintroducirse entre ellos32323232. En 1557 ingresa en la Com-pañía Juan de Albotodo, lo que supuso el punto departida para una acción apostólica creciente y establecon estos cristianos nuevos. Albotodo comenzó aten-diendo a los moriscos presos y dando misiones en lasAlpujarras y otras comarcas. Entre sus frutos se cuen-ta la fundación en el Albaicín de un hospital donde sufundador, un anciano morisco rico, vivía sirviendo ycurando a los pobres33333333.

4.2. Fundación en el Albaicín4.2. Fundación en el Albaicín4.2. Fundación en el Albaicín4.2. Fundación en el Albaicín

La predicación de Albotodo hizo pensar en una ca-sa estable entre los moriscos, petición que el arzobis-

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po, D. Pedro Guerrero, hizo llegar al P. General DiegoLaínez en 1558. Los mismos moriscos solicitaron alarzobispo que los jesuitas vivieran entre ellos y fuesensus predicadores, en 1559. El P. General aprobó laidea en 1559 a modo de prueba, a pesar de las dificul-tades que veía en ello el Provincial Bustamante: bau-tismo forzado y experiencia negativa de los moriscospor la desconfianza mostrada hasta entonces por losclérigos, que buscaban preferentemente su interéseconómico. La casa sería centro de enseñanza y apos-tolado (ambos gratis) así como escuela de árabe paralos jesuitas33334444. Pero el General no autorizó que los je-suitas aceptaran el colegio de San Miguel, sino que lodirigieran seglares, y ellos sólo ayudaran35353535, al modocomo se hacía en Roma con la casa de catecúmenosdesde el tiempo de San Ignacio36363636.

a) La Casa y escuela del Albaicín (1559-1569)a) La Casa y escuela del Albaicín (1559-1569)a) La Casa y escuela del Albaicín (1559-1569)a) La Casa y escuela del Albaicín (1559-1569)

Se encontró una casa junto a la iglesia de San Bar-tolomé (que se aplicó a la Compañía) capaz para docepersonas de comunidad con oficinas y capilla, trasla-dándose a ella la primera comunidad el 5 de julio de1559. Este primer grupo estaba compuesto por el su-perior, Sancho de Castilla, el P. Albotodo (predicadoren árabe), el P. Francisco de la Torre (maestro de es-critura), Juan García (maestro de lectura, confesor ypredicador en castellano) y Diego de Yébenes (encar-gado de la casa), más cuatro novicios y un donado,Pedro Delgado (corrector, encargado de la disciplinade los alumnos). Después se fueron añadiendo otros.El número de jesuitas fue variable desde el máximo dedoce en 1561 hasta el mínimo de seis en 1566. Ordi-nariamente había dos sacerdotes y seis o siete herma-nos.

El orden del día comenzaba por la mañana en laiglesia, donde acudían niños y niñas para rezar. Al aca-bar, las niñas volvían a sus casas y los niños mayoresa sus oficios. Los demás quedaban en la escuela treshoras por la mañana y otras tres por la tarde. En1559 había doscientos alumnos; en abril de 1560eran cuatro, la mayoría moriscos. A finales de ese añoeran trescientos cincuenta moriscos y doscientos cris-tianos viejos. En 1563 había un total de trescientos

alumnos y en 1567 los moriscos eran sólo doscientos.

Además de las oraciones, recitación de la doctrinacristiana y misa diarias, los niños tenían procesión dela doctrina, recitándola por las calles, una vez entresemana y los días de fiesta. También acompañaban alos jesuitas a los hospitales para obras de misericor-dia.

No faltó el teatro, como era habitual en los cole-gios de la Compañía. En 1561 vino de Córdoba el P.Pedro Pablo de Acebedo, quien compuso un dramasobre las virtudes teologales y una disputa de las sec-tas en la que se ponía de manifiesto la verdad de laley cristiana. Tampoco faltó el entremés y la danza.

b) Escuela de niñas moriscasb) Escuela de niñas moriscasb) Escuela de niñas moriscasb) Escuela de niñas moriscas

Los jesuitas se ocuparon también de la educaciónde las niñas moriscas. Para ello pidieron a dos señorasancianas ocuparse de ellas. Se alquiló una casa en unlugar céntrico del barrio y los jesuitas las visitabanpara la atención espiritual.

c) Enseñanza a adultos y otros ministeriosc) Enseñanza a adultos y otros ministeriosc) Enseñanza a adultos y otros ministeriosc) Enseñanza a adultos y otros ministerios

En 1562 se había comenzado una nueva experien-cia para atender a varones mayores de cincuenta ysesenta años y otros más jóvenes que, por sus obliga-ciones, no podían acudir al colegio: dos hermanos ibana sus casas, mañana y tarde, y les enseñaban a leer,escribir, contar y la doctrina cristiana.

Junto con la labor educativa se intensificaron losministerios. Albotodo predicaba en árabe y Juan Bau-tista Sánchez en castellano. La asistencia era masivaal ser obligatoria, puesto que eran llamados nominal-mente todos los que estaban obligados a ir a misa. En1561 un hermano enseñaba la doctrina en la cárcel alos presos moriscos, en árabe. El protagonista era Al-botodo, que extendió su influjo en los pueblos cerca-nos y las Alpujarras. Cuatro años después de la aper-tura de la casa parecía que se iban cumpliendo losobjetivos previstos. Los moriscos mostraron su alegríay llevaban a sus hijos e hijas para que los educaran los

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jesuitas.

d)d)d)d) ElElElEl convictorio-seminarioconvictorio-seminarioconvictorio-seminarioconvictorio-seminario dededede huérfanoshuérfanoshuérfanoshuérfanos (1561-1567)(1561-1567)(1561-1567)(1561-1567)

D. Pedro Guerrero encargó a la Compañía en 1561un internado para niños moriscos en orden a preparar-los para el ministerio entre los suyos. Dejó en manosdel rector del colegio Juan de la Plaza el número y laselección de los huérfanos. Se eligieron cinco de lasAlpujarras y del Albaicín y se les instaló en una casacontigua a la escuela, a cargo del donado Pedro Delga-do. Uno de estos niños era Ignacio de las Casas.

4.3. La crisis (1565-1567)4.3. La crisis (1565-1567)4.3. La crisis (1565-1567)4.3. La crisis (1565-1567)

Todas las expresiones laudatorias estaban muylejos de corresponder a una transformación de la po-blación morisca. Ya en 1565 la crisis producida por elcansancio y el desánimo se hizo patente: El superiorPedro Navarro informaba a Francisco de Borja, VicarioGeneral, que la escuela no producía resultados apre-ciables. Había ido decreciendo el alumnado morisco,de manera que en 1567 las dos terceras partes de losniños eran cristianos viejos y sólo una centena losmoriscos. En cuanto aprendían algo de leer y escribirse los llevaban los padres a sus oficios. Los adultos nocambiaban hacia una verdadera vida cristiana y el jui-cio sobre los niños del convictorio también era negati-vo. Proponía dejar la residencia de la casa del Albai-cín, a pesar de la oposición de Albotodo, quien perma-neció allí con sólo cinco hermanos. La respuesta deBorja fue contraria al cierre.

Al hacer la autocrítica del fracaso del Albaicín, losjesuitas lo atribuían también al modo con que la Com-pañía había llevado este apostolado. Era aventuradollevar adelante esta obra con novicios e inexpertos ycon siete superiores distintos en los diez años queduró la casa. Aunque la mayoría de los superiores eranpersonas de talento (el último de ellos el P. GonzaloMeléndez fue el primer superior del colegio de Mála-ga), el continuo cambio en la dirección no podía serprovechoso. Tampoco significaba mucho la ayudaprestada por estudiantes del colegio de abajo, el deSan Pablo, en las vacaciones.

Por otro lado, el sínodo provincial de Granada re-solvió en 1565 poner en vigor las medidas para erradi-car las costumbres tradicionales de los moriscos, ensuspenso desde 1511 y 1526, publicándose, el 1 deenero de 1567, la real pragmática prohibiendo a losmoriscos el uso del árabe, sus vestidos, baños, cere-monias de boda y viviendas en las costas.

4444.4..4..4..4. ReactivaciónReactivaciónReactivaciónReactivación deldeldeldel apostoladoapostoladoapostoladoapostolado enenenen elelelel AlbaAlbaAlbaAlbaicínicínicínicín(1567-1569)(1567-1569)(1567-1569)(1567-1569)

Viendo el fracaso de los métodos suaves, los jesui-tas se identificaron con las provisiones reales de asi-milación, de manera que su práctica fue acompañadade una intensificación del apostolado por parte de laCompañía. En 1567 se pusieron en marcha nuevosmétodos: catequización de los moriscos más entendi-dos y respetados entre los suyos; envío a Montilla decinco muchachos para perfeccionar estudios; y el des-tino al Albaicín de otro padre apto para el ministeriode moriscos y un hermano más para la escuela.

Todos los domingos por la tarde, cinco jesuitas consus respectivos compañeros iban a cinco parroquiasdel Albaicín para catequizar a un grupo selecto de mo-riscos. El método empleado era similar al de Japón yChina: se les exponían las verdades de la fe, se lespreguntaba sobre su comprensión, se les daba libertadpara exponer sus dudas y se resolvían. El mismo pro-vincial, Avellaneda, quiso personalmente conocer laproblemática y predicó en el Albaicín, llegando a laconclusión de que a pesar de su bautismo eran comoinfieles.

No obstante, en dos meses se notó un resultadoespectacular, incluso cinco moriscos se confesaron deherejía. Después de una catequesis en la iglesia delSalvador, en el Albaicín, se levantó el morisco princi-pal y pidió a los jesuitas que intercedieran ante el ar-zobispo para que les consiguiera del rey un perdóngeneral, así como que la Inquisición no los castigasepor las faltas pasadas, petición que hacía tiempo es-peraba el arzobispo.

En la Congregación Provincial de los jesuitas cele-

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brada en Granada en 1568 se acordó que se fueseprocurando la fundación de una casa en el Albaicín, yaque la que tenían era alquilada. Pero esto no fue acep-tado por el P. General Francisco de Borja, quien dejabaasí clara su mentalidad con respecto a los moriscos:no deseaba que la Compañía lo llevase como cosa pro-pia y estable sino sólo al modo de una misión encarga-da por el arzobispo.

El arzobispo, a sugerencia de los jesuitas, fundóuna cofradía para los moriscos del Albaicín bajo laadvocación de la «Limpia y Pura Concepción de Nues-tra Señora», radicada en la iglesia de San Bartolomé,asignada a la Compañía. En 1569 había ya veinte co-frades.

4.5.4.5.4.5.4.5. AlzamAlzamAlzamAlzamiiiientoentoentoento dededede loslosloslos moriscosmoriscosmoriscosmoriscos granadinosgranadinosgranadinosgranadinos (1568-(1568-(1568-(1568-1570)1570)1570)1570)

Los jesuitas, colaborando activamente en la ejecu-ción de las pragmáticas reales, contribuyeron, sin per-catarse, a exasperar los ánimos de muchos moriscos.Esta actitud de confianza en la política integradoraera de extrañar en cuanto que los jesuitas estaban altanto de los movimientos de rebeldía contra ella porparte morisca. De hecho estuvieron informados de larebelión preparada para el Jueves Santo de 1568 quefue abortada. El 23 de diciembre de ese mismo año unmorisco buen cristiano, Maese Francisco Abenedem,informó al P. Albotodo de los rumores de alzamientoen el Albaicín para Nochebuena. Informado, a su vez,el corregidor, montó la guardia, de modo que esa no-che no se produjo la revuelta en el Albaicín, pero sí sedio en las Alpujarras el estallido del anunciado levanta-miento37373737.

El 26 de diciembre un centenar de sublevados capi-taneados por Fárax Abenfárax irrumpieron en el Albai-cín, llegaron a la casa de la Compañía, golpearon supuerta, rasgaron el IHS y derribaron la cruz sobre lapuerta, pidiendo a voces la entrega del «traidor» Albo-todo38383838. Ese mismo día salió tras ellos el marqués deMondéjar sin conseguir darles alcance. El día 4 deenero salieron con las tropas de Mondéjar varios jesui-tas del colegio para ayuda espiritual y material en el

real. Otros acompañaron como capellanes al ejércitode Juan de Austria y las galeras de Luis de Reque-sens.

4.6. Clausura de la casa del Albaicín4.6. Clausura de la casa del Albaicín4.6. Clausura de la casa del Albaicín4.6. Clausura de la casa del Albaicín

Como consecuencia del alzamiento y guerra, lapoblación morisca del Albaicín, a pesar de no habersesumado a la revuelta, como se temía, fue objeto decontinua sospecha y odio por parte de los cristianosviejos. El 3 de enero de 1569 se produjo en la ciudadun serio altercado por los rumores de un supuesto al-boroto en el Albaicín. Según las fuentes de la Compa-ñía fue sin fundamento e inventado por los cristianosviejos, con el objeto de entrar a saco en el Albaicín, loque hicieron, asesinando a más de doce moriscos.

A mediados de febrero se hizo un registro generalen el Albaicín en busca de armas y gente sospechosa,y se detuvo a un buen número de moriscos principalespor estar implicados en el alzamiento. La mayoría deellos moriría en la matanza de la cárcel de la Chancille-ría perpetrada la noche del 16 al 17 de marzo de1569 a manos de los cristianos viejos presos a quie-nes el carcelero proporcionó armas con el pretexto deun supuesto motín.

Ante los avances de la rebelión fue creciendo lainquietud en Granada y se creyó la posibilidad de ungolpe en el Albaicín para la noche de San Juan enconjunción con las tropas de Abén Humeya. La juntade guerra de Granada decidió el desalojo del Albaicín yla deportación de su población adulta masculina entredoce y sesenta años. El 23 de junio se dio el pregón yD. Juan de Austria ordenó que se recogieran en susparroquias para pasar allí la noche con guardias a laspuertas, poniéndolos bajo la protección real, para ga-rantizarles sus vidas, por intercesión de Albotodo39393939. El24 de junio fueron trasladados al hospital real y entreel 30 de junio y el 1 de julio salieron escoltados paradiversos puntos de Andalucía y Castilla.

La casa de la Compañía del Albaicín ya no teníaobjeto. Consultado el arzobispo, se cerró y los jesuitasbajaron al colegio de San Pablo en julio de 1569, jus-

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tamente a los diez años de la fundación.

De la correspondencia de los jesuitas se deduce sumentalidad respecto al alzamiento. Por un lado losjesuitas condenaban la rebelión, la apostasía y losexcesos cometidos por los «moros» contra los cristia-nos, pero también criticaron ciertas actuaciones de loscristianos y mostraban cierta simpatía con los moris-cos no sublevados y cierta indulgencia respecto a al-gunas acciones de guerra por parte de los «moros».

Es difícil hacer un balance del fruto conseguido enesos diez años de la casa del Albaicín en vistas a lacristianización de los moriscos. Parece que los frutosno respondieron a los medios aplicados por la Compa-ñía. No obstante, al producirse la sublevación la pers-pectiva era favorable: se había apalabrado la comprade una casa, la escuela y cofradía estaban pujantes, ylos naturales le profesaban al superior, P. GonzaloMeléndez, respeto y afecto extraordinarios. Por estolos jesuitas lamentaron el desalojo del Albaicín y elcierre de la casa.

Se puede afirmar que, en general, se consiguió unaconvivencia y una corriente de mutua simpatía entrela Compañía y la población morisca del Albaicín. Losmoriscos les llevaban a la casa regalos, y, aunque nolos aceptaban, no se molestaban; dejaban entrar a losjesuitas a sus casas sin recelo alguno y admiraban eldesinterés de los jesuitas. Por otro lado los jesuitas semovían libremente por el barrio de día y de noche ynunca sufrieron ningún «atentado».

4.7. Éxodo de los moriscos granadinos (1570)4.7. Éxodo de los moriscos granadinos (1570)4.7. Éxodo de los moriscos granadinos (1570)4.7. Éxodo de los moriscos granadinos (1570)

El final de la guerra de Granada con la capitulaciónfirmada el 1 de noviembre de 1570 supuso la deporta-ción masiva de esa población fuera del reino de Grana-da.

Sevilla fue el centro de gravedad del apostoladocon los moriscos exiliados, en su mayor parte proce-dentes de Almería. Allí fue destinado el P. Albotodo.Éste logró crear una corriente de opinión favorable alos moriscos expulsos, reuniendo limosnas para aten-

derlos y procurando la atención del cabildo sevillano.Los jesuitas acompañaban a los enfermos hacia elhospital, defendiéndolos de las furias del populacho.De este modo hubo aquí un apostolado con los moris-cos que duraría cuarenta años, hasta la expulsión de1610. También acudía el P. Albotodo a la cárcel, don-de inició al famoso P. Pedro de León40404040.

Felipe III en el consejo de 4 de abril de 1609 deci-dió la expulsión de los moriscos de España, atribuidaal descubrimiento de una conjura morisca. Los jesuitasintervinieron con memoriales a favor de los moriscos yde su evangelización. Ignacio de las Casas, antes desu muerte en 1608, exponía la situación a la que ha-bía llegado el problema morisco, defendía el derechode los moriscos a ser evangelizados en su propia len-gua y afirmaba que nada de lo que se había hecho has-ta entonces había dado resultado por métodos inade-cuados. Proponía como métodos aptos: ganar las vo-luntades de los moriscos tratándolos bien de palabra yobra; reducción de las cargas fiscales igualándolas alas de los cristianos viejos y supresión de la farda;destierro de los alfaquíes a ciudades de cristianos vie-jos y educación cristiana de los niños y niñas. Paratodo ello era fundamental un clero morisco.

5.5.5.5. LOSLOSLOSLOS JESUITASJESUITASJESUITASJESUITAS DE MÁLAGA Y LA EXPULSIÓN DEDE MÁLAGA Y LA EXPULSIÓN DEDE MÁLAGA Y LA EXPULSIÓN DEDE MÁLAGA Y LA EXPULSIÓN DELOS MORISCOSLOS MORISCOSLOS MORISCOSLOS MORISCOS

Antes de la fundación del colegio de Málaga(1572), un grupo de jesuitas acompañó a Málaga a lossetecientos soldados heridos en la toma del Peñón deFrigiliana en Junio de 1569. Pero no consta en el cole-gio de Málaga41414141 un apostolado especial y estable conlos moriscos en Málaga.

La dedicación por parte de los jesuitas de Málaga aeste colectivo44442222 se ofreció cuando se procedió a suexpulsión de España por real pragmática de 9 de di-ciembre de 1609, de Felipe III. Los jesuitas del colegiode Málaga atendieron a la concentración de los docemil moriscos, según las fuentes jesuitas, que se produ-jo en Málaga43434343. No sabemos en qué medida la cifra dedoce mil moriscos se ajusta a la realidad. Algunos au-tores, siguiendo a Lapeyre, dan mil doscientos once

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embarcados en Málaga, de los que doscientos sesentay seis procedían de Antequera44444444. Otros estudios ofre-cen una cantidad de treinta mil para Andalucía occi-dental y ocho mil o nueve mil para el reino de Grana-da45454545.

Llegaron a esta ciudad portuaria el 2 de febrero de1610 y fueron congregados en las Atarazanas, parasu registro, antes de ser trasladados a África, siendorequerida la Compañía de Jesús por las autoridadespara asistirlos. La actitud de estos jesuitas hacia losmoriscos partía de la convicción de que pertenecían ala comunidad de cristianos, y en las presentes circuns-tancias, su misión consistió en consolarlos, exhortar-los a conservar la fe, a confesarse y a «ponerse a biencon Dios». Acudieron algunos de estos religiosos paraconfesarlos y darles pláticas, tanto a grandes gruposcomo a individuos, sobre el peligro que corrían los queeran cristianos al pasar a tierra de infieles. Intentaronconvencerlos de que se fueran a otros reinos cristia-nos y apartaban a los que querían ir a tierra de cristia-nos por conservar la fe, aunque a algunos les supusola separación de su familia. Un joven de dieciséis años,hijo de una viuda con otros dos hijos, no siguió a sumadre, aunque ella lo intentó ganar con lágrimas yhalagos.

En otra ocasión estaba un jesuita haciendo esteapostolado entre los moriscos acumulados en un granpatio, casi todos con idea de irse a África, cuando seacercó a una niña de diez o doce años, que sólo teníaa su abuela de más de ochenta años y una hermana decuatro o seis años. Intentó convencer a la abuela, yaque la nieta mayor quería ir a tierra de cristianos. Lanieta se echó a llorar discutiendo con la abuela y ro-gándole de rodillas y a grandes gritos que fuesen atierra de cristianos. Estas voces reunieron a muchagente alrededor. Por la Real Cédula se ordenaba quese retuvieran los niños a los padres que querían ir aBerbería, con lo cual casi todos cambiaron de opinióny pidieron ir a tierra de cristianos, según nos transmitela Historia del colegio de Málaga.

Los trámites eran lentos y por el hacinamiento en-fermaban y morían muchos durante el mes y medio

que duró el embarque. Había doscientos moriscos encada nave pequeña y cuatrocientos o quinientos en lasgrandes, de manera que «entrar en esos barcos, eracomo entrar en un horno de fuego, sin haber por dondeandar». Los jesuitas buscaron limosnas y solicitaron alCabildo eclesiástico y otras personas que enviasentodos los días cantidad suficiente de pan y otros ali-mentos. Iban a repartirlos dos religiosos con prebenda-dos todos los días. Les daban pláticas exhortándolos amantenerse en la fe haciendo un acto final de peniten-cia impactante.

Asistían a los moribundos y bautizaban a los niñosque nacían, acudiendo tanto a las necesidades espiri-tuales como a las materiales. Ayudaron e intercedie-ron por muchos pobres que teniendo despacho paralos pueblos de Oriente les faltaban las posibilidades yacudían a los jesuitas para todo lo que necesitaban.

En 1611 hubo otra oleada de expulsión, de los quese habían quedado a título de buenos cristianos. Tam-bién se acudió a ellos pero era menor la necesidadmaterial y espiritual y duró menos tiempo la estanciaen Málaga. En 1613 llegaron al puerto malacitanounos navíos de moriscos que se dirigían a Roma. Co-mo en las otras ocasiones, se les atendió espiritual-mente y socorrió con limosnas46464646.

Durante el vicerrectorado del P. Méndez de Cabre-ra (septiembre 1617 – julio 1618) acudieron cuatrojesuitas a asistir a un grupo de moriscos que habíancapturado los holandeses «que estaban por acá depaz», después de saquear la isla de Lanzarote. Dis-puestos a no perdonar a ninguno de los cautivos, losechaban al mar de dos en dos atados por las espaldas«muchos de los cuales siendo de los moriscos que seexpelieron de España y acordándose de la fe católicaen que algún tiempo habían vivido alumbrados del cie-lo desearon acabar en ella». El Obispo y el Comisariode la Inquisición encomendaron esta misión a los jesui-tas quienes los atendieron en las naves hasta el cum-plimiento de su castigo. Consiguieron liberar y resca-tar a muchos cautivos cristianos, sobretodo a jóvenesy niños47474747.

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6.6.6.6. LOSLOSLOSLOS JESUITASJESUITASJESUITASJESUITAS DEDEDEDE MÁLAGAMÁLAGAMÁLAGAMÁLAGA YYYY ELELELEL APOSTOLADOAPOSTOLADOAPOSTOLADOAPOSTOLADOCON MUSULMANESCON MUSULMANESCON MUSULMANESCON MUSULMANES

Con anterioridad a la expulsión de los moriscos de1610, no consta ninguna dedicación especial a losmusulmanes, salvo intentos de catequesis y bautismo,como se narra en la carta anual de 1579:

«Multi mauri, quibus divino benefitio errorumtenebris disculpis lux veritatis illuxit, catechismoinstituti sunt, ut salutari aqua confessim perfun-dantur» 48484848.

En 1581 los jesuitas lograron que se bautizara unmusulmán condenado a muerte49494949. Otras alusiones alapostolado con los «mauri» aparecen en los años1590/ 91, 1592, 1601, 1613/1450505050. Con ocasión de«una Cédula Real en que el Rey mandaba saliesen deMálaga todos los esclavos moros», muchos de ellospidieron el bautismo, pero temiendo el Obispo DonJuan Alonso de Moscoso que fuese fingido, pidió alRector encargara a un padre su catequesis y mandó alos párrocos que no bautizasen a ninguno sin la apro-bación escrita de los padres de la Compañía. Se hicie-ron algunos bautizos solemnes. La Historia del colegioincluye esta información en el capítulo 14, donde tra-ta «De lo sucedido en tiempo del 11º Rector desteColegio años 1607-1608-1609». Si no sirve de con-firmación de este dato, puede ser una referencia a élla alusión que hace Medina Conde del Obispo JuanAlonso y Moscoso de que «atendió con santo zelo à lainstrucción de no pocos infieles, que acudian a estePuerto a convertirse à nuestra Sta. Fé: dábales decomer, y vestir hasta el dia que se bautizaban, y des-pues los acomodaba en algún exercicio». Incluso algu-nos judíos vinieron para convertirse; uno de ellos, jun-to con su mujer e hijos fueron bautizados solemnemen-te, recibiéndolos el Comisario de la Inquisición51515151. Tam-bién refiere que la Ciudad admitió una petición el 30de abril de 1610 de parte de los negros, mulatos yesclavos berberiscos, para que fundar la hermandadde la Misericordia (con objetivos similares a la de SanJulián) que administraban, y tener la sede en el hospi-tal de Santa Ana, lo que se les concedió, tomando lahermandad el nombre de El Ángel Custodio. Todo esto

parece presuponer una corriente de conversión entrelos esclavos berberiscos52525252.

También los jesuitas de Málaga se ocupaban prefe-rentemente de los comerciantes extranjeros que entra-ban por el puerto, para intentar convertirlos, así comoa los musulmanes esclavos, y los que estaban presosen la cárcel. Aparecen relaciones del apostolado conlos islámicos en las cartas anuas de Málaga en losaños 1616, 1623, 1625, 1632, 1637, 163955553333. En1617 un estudiante jesuita daba catequesis a más desesenta musulmanes54545454. Hacia 1620, un musulmán eratan obstinado que, aún estando para morir, no queríaoír a los jesuitas, hasta que un día consintió y en bre-ve tiempo se bautizó con el nombre que había pedido,Roque. Al preguntarle la razón del nombre contó quehacía tiempo dio dos maravedís de limosna a un pobre;después vio entre sueños que San Roque lo salvaba deun león. Se le dio la comunión y poco después murió55555555.

Hacia 1623 un musulmán condenado a muertepudo ser convertido por dos jesuitas que lograron elaplazamiento del cumplimiento de la sentencia hastaque lo instruyeron y lo bautizaron al pie del suplicio,sirviéndole de padrinos «los caballeros más principa-les». Se catequizaron también a otros musulmanesesclavos, cuyos señores deseaban cristianizar, quefueron bautizados con examen y aprobación de laCompañía56565656. Este apostolado se repetía con frecuen-cia «con mucha devoción suya y gusto de sus due-ños»57575757. En 1639 se daba catequesis a mahometa-nos58585858.

En 1753 se bautizó a un joven de Orán, llamadoJaque. Fue instruido por el P. Francisco de Béjar ybautizado el 16 de enero de 1753 con el nombre deJuan Manuel Antonio Julián. En 1758 se convirtió unjoven llamado Juasmi y fue bautizado el 24 de agostode 1758 con el nombre de Antonio José; antes habíasido catequizado en la cárcel por un jesuita55559999. Dado elcarácter edificante de la fuente que nos transmiteestos datos, que no hemos podido contrastar conotros documentos, ignoramos hasta qué punto se ajus-ta a la realidad o magnifica el papel de los jesuitas.

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Los jesuitas de Málaga se ocupaban de convertir alos musulmanes, muchos de ellos presos en la cárcel.Hacia 1620, un musulmán era tan obstinado que aúnyendo a morir no quería oír a los sacerdotes, hastaque un día consintió y en breve tiempo se bautizó conel nombre que había pedido, Roque. Al preguntarle larazón del nombre contó que hacía tiempo dio dos ma-ravedís de limosna a un pobre; después vio entre sue-ños que San Roque lo salvaba de un león. Se le dio lacomunión y poco después murió60606060.

Hacia 1623 dos jesuitas consiguieron convertir aun musulmán condenado a muerte, logrando el aplaza-miento del cumplimiento de la sentencia hasta que loinstruyeron y lo bautizaron al pie del suplicio, sirvién-dole de padrinos «los caballeros más principales»61616161.Se catequizaron a algunos musulmanes que fueronbautizados con examen y aprobación de la Compa-ñía62626262. Se repetía esto con frecuencia «con muchadevoción suya y gusto de sus dueños»63636363.

En 1753 se bautizó a un joven de Orán, llamadoJaque. Fue instruido por el P. Francisco de Béjar ybautizado el 16 de enero de 1753 con el nombre deJuan Manuel Antonio Julián64646464. En 1758 se convirtióun joven llamado Juasmi y fue bautizado el 24 deagosto de 1758 con el nombre de Antonio José65656565.

En Melilla misionaron los jesuitas en varias ocasio-nes, una de estas misiones la realizó en 1590 los PP.José de Cuadros y Pedro de Angulo66666666. Hacía más decatorce años que esa ciudad, de unos seiscientos veci-nos, no recibía predicaciones. Cerca de Melilla les en-señaron una cueva donde, según la tradición, estuvoSan Agustín, información que recibieron con gran inte-rés, ya que por aquel tiempo se estaba instalando lacomunidad de agustinos en Málaga. Fundaron en estaciudad una cofradía contra los juramentos blasfemosy permanecieron dos meses administrando sacramen-tos a los soldados y al resto de la población (entretodos, unos mil). Un día, acabada la predicación, el P.Cuadros fue seguido hasta su aposento por un escude-ro quien le pidió quedarse a solas con él. Entonces leconfesó que hacía seis años había jurado matar a unapersona importante de Melilla y escaparse por la mu-

ralla, yéndose con los moros. Lo tenía todo preparadopara aquella noche pero el sermón del P. Cuadros lehizo desistir, por lo que se confesó y cambió de vida.

Hay otra historia interesante que reproducimos enel apéndice documental, relativa a una niña que siendomusulmana quiso ser cristiana, en contra de la volun-tad de sus padres, según confesó al P. Cuadros, por-que una imagen del Niño Jesús que tenían los solda-dos en un altar de una de las puertas de la ciudad, y ala que ella le llevaba guirnaldas de flores, así se lopedía. La niña bautizada quedó en poder del Alcaidequien la vendió en Málaga al veedor del Rey que latrataba como a una hija, ya que el matrimonio carecíade descendencia, aunque la tuvo, según Santibáñez,por petición de la niña mora a un Niño Jesús que habíaen la casa, y a instancias de un franciscano que cono-cía su historia67676767. Cuando el P. Cuadros se enteró deque estaba en Málaga, ofreció a sus amos su preciopara que quedase en libertad y darle estado, pero noquisieron deshacerse de ella, prometiendo que la deja-rían en libertad y casarían con la dote que pudieran.Se cuenta que fue después a Granada, donde se hizomonja en el convento de la Encarnación, donde vivió ymurió santamente, con el nombre de María de la Con-cepción68686868.

Otra misión tuvo lugar en Melilla en el año de1630. En la carta anual de 1630 se cuenta el ambien-te desesperado en el que vivía la población española:el uso y frecuencia de los sacramentos eran muy esca-sos; en lugar de las buenas costumbres introducidastiempo atrás, ya casi olvidadas, arreciaban ahora lasacometidas casi continuas de mahometanos y judíoscontra los cristianos. Como consecuencia lógica pulu-laban por doquier las supersticiones, hechicerías, ma-gia y trucos semejantes. Era frecuente que soldadoscristianos, rendidos por el hambre y abrumados portoda clase de calamidades, desertasen para acogersea las comodidades que les brindaban los campamentosenemigos aunque así cayesen dentro de «las garras dela secta mahometana». Enredados de este modo, eracosa fácil para muchos en trance tan apurado, en me-dio de tierra tan inhóspita, que se preguntasen paraqué les valía sentirse y apellidarse cristianos. En este

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ambiente acudieron dos jesuitas con licencia del Cabil-do, sede vacante, y con el apoyo del Proveedor Realde aquella ciudad. Al poco de zarpar de Málaga, ya denoche sufrieron la embestida de una tempestad quecasi les hace naufragar, a pesar de lo cual se encon-traron, al amanecer frente a Melilla. Oyendo muchasconfesiones y pronunciando muchos sermones logra-ron cambiar el ambiente religioso.

Los moros alcalayenses, normalmente amigos de

los españoles por las vituallas que recibían de ellos,interceptaron toda comunicación marítima con Melilla,lo que se logró descubrir con la colaboración de unmusulmán. Unos cuivizanos (mahometanos muy próxi-mos a los españoles y enemigos acérrimos de los alca-layenses) colaboraron también e reiniciaron el comer-cio con los españoles, llevando su parte de ganancia.Los jesuitas lograron quitar en los españoles la cos-tumbre de llevar amuletos y revitalizaron la herman-dad del Rosario69696969.

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NOTASNOTASNOTASNOTAS

1.— SOTO ARTUÑEDO, Wenceslao, «Los jesuitas deGranada y Málaga y los moriscos», Isla de Arriarán,(Málaga),VII (1996), 153-169.

2.— HERRERO DEL COLLADO, Tarsicio, Talavera y Cis-neros. Dos vivencias socio-religiosas en la conversiónde los moros de Granada, Darek-Nyumba, Madrid 2001,colección «Pliegos de Encuentro» nº 26, 64 pp.

3.— FERNÁNDEZ ÁLVAREZ, M. y DÍAZ MEDINA, A., His-toria de España. Tomo 8: Los Austrias Mayores y laculminación del Imperio (1516-1598), Gredos, Madrid1987, 214-216; AVILÉS FERNÁNDEZ, M., VILLAS TINOCO,S. y CREMADES GRIÑAN, M.C., Historia de España. Tomo9: La crisis del s. XVII, bajo los últimos Austrias (1598-1700), Gredos, Madrid 1988, 139-141; TUÑÓN DE LARA,M. (Dir)., Historia de España, V: La frustración de unimperio (1476-1714), Labor, Barcelona 1982, 203-206;VARIOS, Málaga, Tomo II: Historia, Ed. Anel, Granada1984, 563-566; LÓPEZ DE COCA CASTAÑER, J.E.: «Losmoriscos malagueños hasta su expulsión (1501-1570)»,en VARIOS, Historia de Málaga, Tomo I, Unicaja-DiarioSur, Málaga 1994, 301-312; PÉREZ DE COLOSÍA, Mª. I. yGIL SANJUÁN, J., «Málaga y la Inquisición (1550-1600)», Jábega 38 (1982), especialmente las páginas31-45.

4.— Cfr. GIL SANJUÁN, J.: «Presión material sobrelos moriscos andaluces», Baetica 3 (1980), 186 ss.

5.— Ignacio de las Casas escribió una serie de infor-mes al papa Clemente VIII, al rey Felipe III, al SupremoConsejo de la Inquisición y al Consejo de Aragón. Seconservan en la British Library de Londres, y suponen

una fuente de información interesante por la doble con-dición del autor: jesuita y morisco. Es uno de los docu-mentos estudiados por MEDINA ROJAS, F.B.: «La Com-pañía de Jesús y la minoría morisca (1545-1614)»,Archivum Historicum Societatis Iesu, 57 (1988), 3-136.Sobre Ignacio de las Casas ver la voz MEDINA, F. B.,«Casas, Ignacio de las», en O’NEILL, Charles E. y DOMÍN-GUEZ, Joaquín Mª. (Directores), Diccionario Histórico dela Compañía de Jesús, 4 vol., Institutum Historicum S.I. / Universidad Pontificia de Comillas, Madrid 2001, I,687-688.

6.— PAREJA, F.M., La religiosidad musulmana, BAC,Madrid 1975, 226-227.

7.— Cor. 16,108.8.— GARCÍA VILLOSLADA, R., San Ignacio de Loyola.

Nueva Biografía, BAC, Madrid 1986, 189-192.9.— La virginidad antes del parto la admitía el moro,

conforme al Corán, pero no en el parto. El capítulo XIXdel Corán está dedicado a María y en los números 21 y22 trata de la concepción milagrosa de Jesús.

10.— SAN IGNACIO DE LOYOLA: «Autobiografía», nn.15 y 16; en Obras completas, BAC, Madrid 1982, 99.

11.— SAN IGNACIO DE LOYOLA: «Ejercicios Espiritua-les» nº93, en Obras completas, BAC, Madrid 1982,231.

12.— GARCÍA VILLOSLADA, o.c. pp. 364-365; SCHUR-HAMMER, G., Francisco Javier. Su vida y su tiempo,,Tomo I, Mensajero, Bilbao 1991, 276-280.

13.— MEDINA ROJAS, o.c. 28-29.14.— TUÑÓN DE LARA, o.c. 203.

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15.— KAMEN, H., Felipe de España, Siglo XXI, Ma-drid 1998, pag. 86.

16.— Archivum Romanum Societatis Iesu (ARSI),Hispania. 134, fol. 64: Granada, 14. 11. 1587.

17.— O'MALLEY, J. W., o.c., 234-239; BANGERT, W.V., Historia de la Compañía de Jesús, Santander, SalTerrae 1981, 132; ASTRAIN, A., Historia de la Compa-ñía de Jesús en la Asistencia de España, Sal Terrae,Madrid 1912-1925, III, 589-593; MEDINA ROJAS, F.B.,«Ignacio de Loyola y la “limpieza de sangre”», en PLA-ZAOLA, J. (Ed.), Ignacio de Loyola y su tiempo. CongresoInternacional de Historia (9-13 septiembre 1991), Men-sajero / Universidad de Deusto, Bilbao, 1992, 579-615;MEDINA, F. B., «Ignacio de Loyola y los judíos», Anuariodel Instituto Ignacio de Loyola, Universidad de Deusto,San Sebastián, nº 4 (1997), 37-63; MEDINA, F. B., «Pre-cursores de Vieira: Jesuitas andaluces y castellanos afavor de los cristianos nuevos», en Terceiro Centenárioda morte do Padre António Vieira. Congresso Internaci-onal. Actas, 3 vol. Universidade Católica Portuguesa-Província Portuguesa da Companhia de Jesus, Braga1999, vol. I, 491-519.

18.— BANGERT, W.V., Historia de la Compañía deJesús, Santander, Sal Terrae, 1981, 132.

19.— ARSI, Hisp. 137, ff.6-7: Francisco Duarte aAquaviva, Montilla 04.07.1594.

20.— ARSI, Hisp. 137, fol. 20: Cristóbal Méndez aAquaviva, Montilla 11.07.1594.

21.— ARSI, Hisp. 137, fol. 1522v: Cristóbal Mén-dez a Aquaviva, Granada 27.08. 1594.

22.— ARSI, Hisp. 137, 113 v.: Pedro de Montes aAquaviva, Sevilla, 08.08.1594.

23.— ARSI, Hisp. 139, fol. 300: Melchor de Castroa Aquaviva, Sevilla 28.10.1596.

24.— ARSI, Baetica. 3 II, fol. 867: A Melchor deSan Juan, 1606.

25.— O'Malley, J.W., Los primeros jesuitas,Mensajero-Sal Terrae, Santander 1995, 234-239; AS-TRAIN, A. Historia de la Compañía de Jesús en la Asis-tencia de España, 7 vol. Sal Terrae, Madrid 1912-1925, tomo 3, 589-593.

26.— ARSI, Baet. 4 II, fol. 78v.27.— MEDINA ROJAS, o.c. 20-22.28.— ASTRAIN, o.c., Tomo 2, 544-548.29.— MEDINA ROJAS, o.c. 22-30.30.— «Elogio del P. Maestro Juan de Alvotodo», en

Historia del Colegio de San Pablo. Granada 1554-1765,Edición crítica del manuscrito Jesuitas, Libro 773 delArchivo Histórico Nacional de Madrid, a cargo de Joa-quín de BÉTHENCOURT y Estanislao OLIVARES, BibliotecaTeológica Granadina, nº 25. Facultad de Teología deGranada, 1991, 186-188. Sobre Ignacio de las Casasver la voz, «Albotodo», en O’NEILL, Charles E. y DOMÍN-GUEZ, Joaquín Mª. (Directores), Diccionario Histórico dela Compañía de Jesús, 4 vol., Institutum Historicum S.I. / Universidad Pontificia de Comillas, Madrid 2001, I,38-39.

31.— MEDINA ROJAS, o.c. 30-31.32.— Historia Colegio San Pablo, 27-42; ASTRAIN,

Tomo I, 433-436. Los datos de este apartado estántomados de MEDINA ROJAS, quien utiliza la útil corres-pondencia entre Granada, el provincial de Andalucía y laCuria generalicia de Roma; parte de esta corresponden-cia está escrita por personajes que vivieron de primeramano los acontecimiento reseñados. Otros datos suel-tos aparecen en Historia del Colegio de San Pablo. Gra-nada 1554-1765.

33.— Historia del Colegio San Pablo, 63; MEDINA

ROJAS, o.c. 61-63.34.— Historia del Colegio San Pablo, 31, 175-176.35.— Biblioteca Nacional, Ms. 2307, 43: «Respues-

tas para la provincia de la Andaluzía a la CongregaciónProvincial del año 1568».

36.— MEDINA ROJAS, F. B.: «La Compañía de Jesúsy la minoría morisca (1545-1614)», en Archivum Histo-ricum Societatis Iesu, 57 (1988), 4-136; CALERO PALA-CIOS, M.C., «La educación de los moriscos», en La ense-ñanza y la educación en Granada bajo los Reyes Aus-trias, Granada 1978, 97-151; ÁLVAREZ RODRÍGUEZ, J. R.,«La Casa de la doctrina del Albaicín. Labor apostólicade la Compañía de Jesús con los moriscos», Cuadernosde la Alhambra, 19-20 (1983-1984), 233-246; LÓPEZ, Elcolegio de los niños moriscos de Granada, Granada.

37.— MÁRMOL CARVAJAL, L., Rebelión y castigo delos moriscos de Granada, Libro cuarto, capítulo II, Mála-ga 1600, Edición facsímil Editorial Arguval, 1991, 89.

38.— MÁRMOL CARVAJAL, o.c., p. 91.39.— MÁRMOL CARVAJAL, o.c., p. 183.40.— Cfr. HERRERA PUGA, P., Grandeza y miseria en

Andalucía, Biblioteca Teológica Granadina. Facultad deTeología, Granada, 1981.

41.— SOTO ARTUÑEDO, Wenceslao, «La fundación del

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colegio de San Sebastián, primera institución de losjesuitas en Málaga», Studia Malacitana nº 25, Universi-dad / Real Academia de Bellas Artes de San Telmo,Málaga, 2003.

42.— Una visión de conjunto de la situación de lapoblación morisca malagueña la podemos encontrar enla documentación relativa a la visita de la Inquisición en1568, en PÉREZ DE COLOSÍA, Mª. I. y GIL SANJUÁN, J.:«Málaga y la Inquisición (1550-1600)», Jábega, 38(1982), número monográfico, especialmente las 57 ss..También se puede consultar BRAVO CARO, J.: «Los Con-cejos malagueños ante el problema morisco en el sigloXVI», en Actas de las X Jornadas de Andalucía y Améri-ca (Universidad de Santa María de la Rábida. Marzo1991): Andalucía y América. Los Cabildos andaluces ylos americanos. Su historia y su organización actual,Patronato Provincial Quinto Centenario, Excma. Diputa-ción de Huelva, El Monte, Caja de Ahorros de Huelva ySevilla, Universidad de Santa María de la Rábida, Huel-va 1992, 67-83; LÓPEZ DE COCA CASTAÑER, J.E.: «Losmoriscos malagueños hasta su expulsión (1501-1507)»,en VARIOS, Historia de Málaga, Tomo I. Unicaja / DiarioSur, Málaga 1994, 301-312; GIL SANJUÁN, J.: «Presiónfiscal sobre los moriscos andaluces», Baetica 3 (1980),186 ss.; GALÁN SÁNCHEZ, A., «Los moriscos de Málagaen la época de los Reyes Católicos», Jábega, 39(1982), 1-80; CANDAU CHACÓN, Mª L., Los moriscos enel espejo del tiempo, Universidad de Huelva, 1997.

43.— «Historia del colegio», cap. 15; Litterae An-nuae Societatis Iesu. Anni MDCX, Dilingae, apud vi-duam Ionannis Mayer, 490.

44.— VARIOS, Málaga. II: Historia, Editorial Anel,Granada, 1984, 601.

45.— PÉREZ BUSTAMANTE, C., La España de Felipe III.Historia de España de Menéndez Pidal, Vol. XXIV, Espa-sa Calpe, Madrid 1996, 209.

46.— MEDINA ROJAS, F.B.: «La Compañía de Jesús yla minoría morisca (1545-1614)», en AHSI, 57 (1988),132; SOTO ARTUÑEDO, W., La actividad de los jesuitas enla Málaga Moderna (1572-1767), Publicaciones ObraSocial y Cultural de CajaSur, Córdoba 2004, 353-355.

47.— Historia del colegio, cap. 17. En 1621 se rea-nudan las hostilidades con Holanda, después de la tre-gua de doce años acordada en 1609, Cfr. RICARD, R.,«Notas sobre los moriscos de Canarias en el siglo XVI»,El Museo Canario, 4 (1934), 1-10; PÉREZ DE COLOSÍA

RODRÍGUEZ, Mª. I., «Embargo de navíos holandeses en elpuerto de Málaga (1623-1624)», Baetica 3, (1980),207-247; SOTO ARTUÑEDO, Wenceslao, o.c., 351-353.

48.— ARSI, Hisp. 141, 368v: Carta anua de 1579,Pedro Bernal, Córdoba 01.01. 1579.

49.— ARSI, Baet. 19 I, 8v.50.— MEDINA ROJAS, F. B., o.c., 26.51.— ARSI, Baet. 19 I, 120: Littera Annua 1609.52.— GARCÍA DE LA LEÑA, o.c., IV, 84, 89-90. Ver

también GÓMEZ GARCÍA, Mª. C. y MARTÍN VERGARA, J.Mª., La esclavitud en Málaga entre los siglos XVII y XVIII,Diputación Provincial, Málaga 1993, 41-47. Ver CORTÉS

LÓPEZ, José Luis, Los moriscos y sus esclavos negros,Darek-Nyumba, Madrid 1992, col. «Pliegos de Encuen-tro» nº 17, 44 pp.

53.— MEDINA ROJAS, o.c., 27.54.— ARSI, Baet 19 I, 221: Littera Annua 1617.55.— Historia del colegio, cap. 20.56.— Ibíd., cap. 22.57.— Ibíd., cap. 24.58.— ARSI, Baet 19 II, 466: Annua litterae 1639.59.— Historia del colegio, cap. 69.60.— Ibíd., p. 107.61.— Ibíd., p. 137.62.— Ibíd., p. 138.63.— Ibíd., p. 154.64.— Ibíd., p. 477.65.— Ibíd., p. 486.66.— Ibíd., cap. 9; SANTIBÁÑEZ, J. de, Historia de la

Provincia de Andalucía de la Compañía de Jesús. AlExmo. Sr. Don Alonso Fernandes de Cordova, Marquesde Priego, Duque de Feria y Alcalá y Señor de la casade Aguilar, Copia del siglo XIX del original manuscrito enel Rectorado de la Universidad de Granada, Caja B, 48-50, 3ª parte, cap. 46.

67.— SANTIBÁÑEZ, o.c., 3ª parte, cap. 46.68.— SANTIBÁÑEZ, o.c., 3ª parte, cap. 46, cree que

se funden en esta historia las de dos moras converti-das: la una en Melilla, y la otra, la que murió como mon-ja en Granada, de la que se escribe en la vida de DoñaIsabel de Ávalos, fundadora del convento. Respecto deesta última mora monja ignoramos los detalles de enqué consistió su entrada en el convento, dadas las prác-ticas de limpieza de sangre en boga en estos años.

69.— Apéndice documental 02: ARSI, Baet. 19 II,277-278: Annua littera 1630.

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NÚMEROS DE ENCUENTRO ISLAMO-CRISTIANOPUBLICADOS SOBRE MORISCOS

19 «Aspecto religioso del proble-ma de los moriscos de Grana-da», por Fernando AYAPE.

181 «¿Por qué seguimos ignorandoa nuestros compatriotas losmoriscos?» por Hans-JoachimKRESS.

227 «Sobre moriscos», por Águe-da RODRÍGUEZ PALOMARES.

308 «La voz oficial de los musul-manes hispanos, mudéjares ymoriscos, a sus autoridadescristianas. Cuatro textos, enárabe, en castellano y en cata-lán-valenciano», por Míkel deEPALZA.

315 «Obispos -¿mozárabes o neo-

mozárabes?- en Albarracín yValencia, en tiempos del Cid,en su contexto islamo-cristia-no», por Míkel de EPALZA.

325 «Estructuras de acogida de losmoriscos emigrantes de Espa-ña en el Magreb», por Míkelde EPALZA.

339-340 «Ignacio de Loyola y la“limpieza de sangre”», porFrancisco de Borja MEDINA

S.J.396 «La figura de Jesús en el ma-

nuscrito mudéjar-morisco deOcaña», por Iris HOFMAN

VANNUS.

NÚMEROS DE LA COLECCIÓN PLIEGOS DE ENCUENTROPUBLICADOS SOBRE MORISCOS

17.— Los moriscos y sus esclavosnegros, por José Luis CORTÉS

LÓPEZ.18.— Dichos y refranes españoles

sobre moros y judíos, porDAREK-NYUMBA .

19.— Los otros españoles, por Emi-lio GALINDO AGUILAR y Emi-lia ALONSO GALINDO .

26.— Talavera y Cisneros. Dos vi-vencias socio-religiosas en laconversión de los moros deGranada, por Tarsicio HERRE-RO DEL COLLADO.

27.— Los moriscos frente a laInquisición, por Míkel DE

EPALZA.

Todas estas publicaciones pueden conseguirse en la siguiente dirección:DAREK-NYUMBA — c/ Alcalá, 41 - 3º Izq. — 28014 Madrid

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