De una a otra Venezuela

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De una a otra Venezuela 14 de Julio, 2011 Hace tres cuartos de siglo, un joven de apenas treinta años de edad escribía un editorial en el diario Ahora ,que se editaba en la ciudad de Caracas. Su título: Sembrar el petróleo; su autor, Arturo Úslar Pietri. Nunca más que ahora, trágicamente, está vigente su llamada de alerta: “Urge aprovechar la riqueza transitoria de la actual economía destructiva para crear las bases sanas y amplias y coordinadas de esa futura economía progresiva que será nuestra verdadera acta de independencia”. Aquel editorial quiso fijar, en una sola frase y en líneas gruesas, el trance por el que debíamos pasar de una a otra Venezuela: del país endémicamente rural a uno de grandes ingresos petroleros. En 1936, Úslar preguntaba por el destino y el aprovechamiento de esos cuantiosos recursos del subsuelo, creyendo que ellos nos ofrecían la oportunidad de construir una nación de gran proyección y de avan- zada. No le hicimos caso a Úslar. A pesar de los esfuerzos y logros de la democracia, en la última década el Estado nacional se ha apropiado de la capacidad de emprendimiento del país y pretende convertir a sus ciudadanos en parásitos indolentes. Hoy, la nación se encuentra en el más difícil trance que jamás se le haya presentado. Estamos pasando de una a otra Venezuela. Estamos cerrando una época y entreabriendo otra, inédi- ta. Hoy se nos vuelve a presentar una oportunidad de fijar un nuevo rumbo, para hacer realidad la Ve- nezuela que deseamos. Nos encontramos en una encrucijada laberíntica, sin rumbos establecidos, sin metas definidas, con una conducción llena de incertidumbres y con un Estado divagante. Es momento de preguntarnos qué hacer: ¿cuáles son las premisas para la reconstrucción de Venezue- la? Necesitamos retomar el criterio de Úslar. Necesitamos liberarnos de la hipoteca a la cual este gobier- no nos ha condenado. Hemos sido relegados a la condición de un país de oportunidades perdidas, con una gigantesca deuda financiera que se agrava con la expropiación de la capacidad de producción del país. Nuestras próximas tres generaciones estarán sepultadas bajo el peso de esa inmensa y deliberada irresponsabilidad. Tenemos que emplear nuestros recursos petroleros, de una vez por todas, como catalizadores que nos transformen en sociedad del conocimiento, en una sociedad de innovación. Debemos aspirar a logros

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Documento presentado por la Fundación Arturo Uslar Pietri

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De una a otra Venezuela14 de Julio, 2011

Hace tres cuartos de siglo, un joven de apenas treinta años de edad escribía un editorial en el diario Ahora ,que se editaba en la ciudad de Caracas. Su título: Sembrar el petróleo; su autor, Arturo Úslar Pietri.

Nunca más que ahora, trágicamente, está vigente su llamada de alerta:

“Urge aprovechar la riqueza transitoria de la actual economía destructiva para crear las bases sanas y amplias y coordinadas de esa futura economía progresiva que será nuestra verdadera acta de independencia”.

Aquel editorial quiso fijar, en una sola frase y en líneas gruesas, el trance por el que debíamos pasar de una a otra Venezuela: del país endémicamente rural a uno de grandes ingresos petroleros. En 1936, Úslar preguntaba por el destino y el aprovechamiento de esos cuantiosos recursos del subsuelo, creyendo que ellos nos ofrecían la oportunidad de construir una nación de gran proyección y de avan-zada.

No le hicimos caso a Úslar. A pesar de los esfuerzos y logros de la democracia, en la última década el Estado nacional se ha apropiado de la capacidad de emprendimiento del país y pretende convertir a sus ciudadanos en parásitos indolentes. Hoy, la nación se encuentra en el más difícil trance que jamás se le haya presentado.

Estamos pasando de una a otra Venezuela. Estamos cerrando una época y entreabriendo otra, inédi-ta.

Hoy se nos vuelve a presentar una oportunidad de fijar un nuevo rumbo, para hacer realidad la Ve-nezuela que deseamos. Nos encontramos en una encrucijada laberíntica, sin rumbos establecidos, sin metas definidas, con una conducción llena de incertidumbres y con un Estado divagante.

Es momento de preguntarnos qué hacer: ¿cuáles son las premisas para la reconstrucción de Venezue-la?

Necesitamos retomar el criterio de Úslar. Necesitamos liberarnos de la hipoteca a la cual este gobier-no nos ha condenado. Hemos sido relegados a la condición de un país de oportunidades perdidas, con una gigantesca deuda financiera que se agrava con la expropiación de la capacidad de producción del país. Nuestras próximas tres generaciones estarán sepultadas bajo el peso de esa inmensa y deliberada irresponsabilidad.

Tenemos que emplear nuestros recursos petroleros, de una vez por todas, como catalizadores que nos transformen en sociedad del conocimiento, en una sociedad de innovación. Debemos aspirar a logros

concretos, y no a programas que se estancan en las palabras o, en el mejor de los casos, en maquetas de proyectos inconclusos.

La Fundación Arturo Úslar Pietri le propone al país una meta: convertir a Venezuela en una socie-dad del conocimiento y de la libertad.

* Renovar todo el proceso de aprendizaje por parte de niños y jóvenes a fin de eliminar el “efecto embudo” a partir del cual se da una gigantesca erosión de los educandos que ingresan en el primer año de los estudios formales en comparación con el porcentaje de los miembros de la misma cohorte que alcanzan un nivel preuniversitario.

* Asignarle rango profesional, categoría social, y formación permanente a quienes se dedican al oficio de la pedagogía aplicada.

* Explorar, diseñar e instrumentar la inserción de las nuevas tecnologías de información y comunica-ción como complemento a los existentes procesos institucionales a fin de convertir a los estudiantes en aprendices permanentes a lo largo de su presencia en el siglo XXI.

* Expandir la educación superior para que las universidades sirvan a toda la población ávida de aprovechar oportunidades de profesionalización continuada y de ampliación de conocimientos.

* Fomentar la creación, en las diferentes plataformas de educación superior, de “colegios de excelencia” en los cuales los punteros nacionales en las diferentes disciplinas académicas puedan dedicarse al avan-ce de los diferentes campos científicos. * Generar a todo nivel educativo espacios para el ejercicio del pluralismo de opiniones en contra de la deformación propia del “pensamiento único”. De poco vale alcanzar en alto índice de escolaridad de la población si ésta está condenada a depender de medios de comunicación dominados por la censura hegemónica del Estado.

Se propone, paralelamente, invertir en un programa de modernización en lo económico: incentivar más que nunca el espíritu empresarial, la motivación al logro. Significa armar bancos de data y asistencia a quien quiere competir comercialmente, a quien desea ofrecer bienes y servicios. Es inversión que faci-lita el aprendizaje a venezolanos que deseen volar solos, y ser dueños de su propio destino sin talan-queras de ideologías trasnochadas. Es sembrar confianza en el individuo y por consiguiente en la co-munidad.

En lo social es abrir las oportunidades a través de la educación. Entendiendo por educación no solo la asistencia a una escuela formal sino la oportunidad de aprendizaje de oficios y artes y profesiones que enriquezcan a la sociedad a medida que el individuo obtiene metas que mejoran su vida y la de quie-nes le rodean. Su siembra es la sustancia necesaria para transformar el país. Con venezolanos capaci-tados la inversión en infraestructura es posible.

Los requerimientos de un país en busca del mejor posicionamiento a nivel global supone la inversión en grandes y modernas vías de comunicación, de vialidad que apunte al próximo siglo, de aeropuertos, metros, trenes y flotillas de impecable transporte urbano masivo, al menor costo posible para aquellos que más lo necesiten y con mayor responsabilidad ambiental. Es necesario invertir en ello para arran-car con pie firme en la reconstrucción de Venezuela.

Es necesario sembrar recursos en salud pública. Hemos tenido los mejores médicos del continente. Se tiene, por deber de justo gobernante, que crear un sistema asistencial y preventivo como no se ha visto en América Latina. El recurso humano lo tenemos, pero ¿cómo puede ser que le hayamos negado las estructuras necesarias; hospitales, ambulatorios, clínicas especializadas, consultorios públicos y asisten-cia de emergencia a la misma población a quien pertenece la riqueza petrolera? Es robo a mano ar-mada. Invirtamos en una sociedad modelo en medicina preventiva y asistencial, de primer orden; ejemplo para el continente. En la macro estrategia que deseamos se despliegue en el país, lo más perentorio es tomar posesión, de nuevo, de nuestra increíble riqueza natural.

El petróleo, con los profesionales y técnicos que solo nosotros pudimos formar, debe ser de nuevo na-cionalizado. Es nuestro. Nuestro para mercadear inteligentemente. Para convertirlo en productos aca-bados de mucho mayor precio en los mercados internacionales, generando además amplia gama de em-pleo directo e indirecto en el país. Tomemos posesión de nuevo del resto de nuestra incalculable riqueza minera. Mineral de hierro, bauxita, oro… preparemos a nuestros hijos para transformar y gerenciar esa riqueza.

La bondad de redes hidrográficas, su abundancia y fuerza es envidia de casi todos los países del mun-do. Invirtiendo en la educación necesaria para preservarlas y utilizarlas de manera inteligente y sus-tentable alargamos la vida de una flora y fauna casi inigualable en parte alguna del planeta. Y con la inversión en gerencia especializada, en ecólogos, geógrafos, creativos del entretenimiento y grandes pu-blicistas de lo nuestro, creemos una industria turística como ni siquiera Costa Rica, Francia o Es-paña hayan soñado.

Invertir en una nueva atmósfera de oportunidad social, igualando hacia arriba, creando un país de amplia influencia como modelo de utilización correcta de la más avanzada tecnología, es poner aten-ción, finalmente, a la contundente sugerencia de Arturo Úslar Pietri. Es otro momento histórico, son otras las habilidades necesarias para aprovechar los extraordinarios hallazgos de la ciencia y la tecno-

logía, pero sigue vigente la advertencia…”utiliza inteligentemente tu riqueza…siembra ese petróleo” Hoy podemos transformar esta deprimente realidad en lo que siempre fue el destino real de Venezue-la.

Si nos dejamos guiar por estos planteamientos entonces, como nación, podremos llegar a ser exportado-res del procesamiento tecnológico, de la solución creadora, de la visión adelantada y así insertarnos en las redes que se expanden e imbrican en las principales regiones del mundo.

Si en el siglo XIX exportamos independencia, si en el siglo XX exportamos democracia y voto popu-lar, hoy nos vemos obligados a exportar un nuevo modelo para la reducción de la pobreza, con base en la innovación, la libertad y la solidaridad.

Es un contrasentido que claudiquemos nuestra soberanía a fin de subsidiar modelos económicos y polí-ticos fracasados los cuales solo –al cabo de más de cincuenta años– buscan tímidamente cómo salir de la fosa de la censura y de la pobreza.

Solo así superaremos el estatismo caótico y castrante de una Venezuela sin rumbo, en la que se procu-ra confiscar nuestras libertades.

Solo así daremos inicio a otra Venezuela, auténticamente independiente. Es el deseo de todos.

Hoy nuevamente, retomemos no una simple consigna sino el rumbo, sembremos el petróleo y pasemos de una vez por todas, de una a otra Venezuela.