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DE TIERRA Y SILENCIOS JUAN MANUEL PUENTE DOSSIER DE PRENSA

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DOSSIER DE PRENSA

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FICHA DE LA EXPOSICIÓN 3

NOTA DE PRENSA 4-5

TEXTOS DEL CATÁLOGO 6-10

LISTADO DE OBRAS EXPUESTAS 11-13

CV JUAN MANUEL PUENTE 14-15

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DE TIERRA Y SILENCIOS JUAN MANUEL PUENTE

FICHA DE LA EXPOSICIÓN:

Título: De tierra y silencios

Artista: Juan Manuel Puente

Lugar: Sala de Arte RobayeraAntiguas EscuelasBarrio El Castro, 3639318 Cudón - Miengo Cantabria

Organiza: Ayuntamiento de Miengo

Colabora: Consejería de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Cantabria

Inauguración: Sábado 4 de junio de 2016 a las 19:30 horas

Fechas: Del 4 de junio al 10 de julio de 2016

Horario: Martes a sábados de 19 a 21 horas. Domingos de 12 a 14 horas

Email:[email protected]

Web: www.salarobayera.es

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NOTA DE PRENSA:

DE TIERRA Y SILENCIOS

La pintura de Juan Manuel Puente abre el programa estival de la Sala de Arte Robayera del Ayuntamiento de Miengo

Juan Manuel Puente es el protagonista de la primera cita expositiva de la nueva temporada de la Sala de Arte Robayera del Ayuntamiento de Miengo, que abre sus puertas el próximo sábado 4 de junio a las 19:30 horas. La exposición, titulada “De tierra y silencios”, constituye un homenaje al perfil artístico del que fuera director de la sala de exposiciones del municipio de Miengo entre 1988 y 2015. Para la ocasión se han reunido cerca de una veintena de obras procedentes de distintas colecciones que recorren las diferentes etapas de su trabajo desde finales de la década de los ochenta hasta la actualidad.

“De tierra y silencios” se compone de una selección de paisajes abstractos cuyo punto de partida es el diálogo del pintor con la naturaleza, filtrado por sus propias emociones y vivencias. Son mayoritariamente composiciones de gran formato en las que Puente expresa su voluntad de experimentar con la materia, dejando fluir la imaginación para trascender lo anecdótico, lo documental o lo puramente retiniano. La tierra, como origen y como destino, es el principio de una indagación filosófica y estética que le lleva a trasladar a la pintura sus inquietudes metafísicas y existenciales. El artista experimenta con todo tipo de materiales, arenas, minerales, óxidos y pigmentos en polvo, mezclados con óleo o con acrílico, siguiendo un proceso de ejecución lento, minucioso y reflexivo donde la superposición de múltiples capas otorga dureza y peso a unas superficies “labradas” como la propia tierra.

Las obras de su primera etapa, influida por los valores del informalismo, muestran su predilección por lo orgánico, incluyendo en ocasiones algún tipo de referencia figurativa que sugiere formas que recuerdan a naturalezas muertas. En este periodo sus composiciones se encuentran cargadas de materia, con un relieve escarpado, dispuesto en diferentes estratos. Dominan las gamas oscuras contrastadas con toques de color más vivo que surgen desde el interior, con una pincelada gestual y empastada de resonancias expresionistas.

Estas obras iniciales dan paso a una segunda etapa más centrada en las superficies, donde el artista se propone trascender lo físico para profundizar en los valores de la materia. Juan Manuel Puente trabaja hasta encontrar la textura precisa, llegando a obtener calidades táctiles, en unas composiciones profundamente serenas y silenciosas que poseen un tratamiento menos orográfico, pero también más vibrante. La paleta oscura del periodo anterior es sustituida aquí por una amplia gama de tonos terrosos y ocres, salpicados por pequeñas notas de color con las que genera una especie de constelaciones que sugieren el universo mineral que emerge del interior de la tierra, dinamizando todo el espacio. En ocasiones, una banda geométrica situada en uno de los límites del cuadro, sirve para expresar el deseo de orden frente al caos, expresando la ambivalencia entre razón e intuición, entre lo concreto y lo indefinido.

De su etapa más reciente se muestran una serie de obras de pequeño formato que llevan por título “Horizonte”, en las que el pintor llega a un mayor grado de síntesis y opta por lo esencial. Divide la composición en dos ámbitos diferenciados, señalando una línea fronteriza, más o menos definida, que expresa de nuevo esa dicotomía entre espacio y profundidad, lo permanente y lo transitorio, lo real y lo soñado.

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DE TIERRA Y SILENCIOS JUAN MANUEL PUENTE

Juan Manuel Puente (Torrelavega, 1951) inicia su trayectoria artística en Mazcuerras en la década de los setenta, momento a partir del cual empieza a pintar al aire libre, influido por los paisajes de Agustín Riancho y Casimiro Sainz. Poco tiempo después, comienza a visitar las exposiciones de la Galería Sur en Santander, donde descubre la pintura informalista y recibe la influencia de pintores como Cossío, Díaz Caneja, el propio Tàpies y otros artistas de vanguardia.

Su primera exposición en solitario tiene lugar en el Círculo de Recreo de Torrelavega (Cantabria) en 1975. Desde entonces ha participado en numerosos proyectos individuales y colectivos en distintas galerías y centros de arte de Cantabria, País Vasco, Asturias, Aragón, Valencia, Murcia y Madrid. A lo largo de los últimos tres años ha recibido varios homenajes, entre los que cabe destacar el que le tributaron en la Casa Gótica de Mazcuerras en 2013 o la muestra de “Retratos a Juan Manuel Puente” en la Sala de Exposiciones El Diario Montañés de Torrelavega. Recientemente ha sido el autor de la portada del Anuario de Cantabria 2015 de este periódico.

Su talante autodidacta, su intuición y su voluntad de trabajo han marcado un itinerario vital y artístico donde la pasión por la pintura ha convivido con su compromiso con el proyecto Robayera, siendo el principal impulsor de la sala de exposiciones y de una colección de arte contemporáneo que incluye algunos de los nombres más significativos del panorama artístico español del último medio siglo.

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DE TIERRA Y SILENCIOS JUAN MANUEL PUENTE

DE CÓMO UN NÁUFRAGO PROVOCA UN DILUVIO

Donde hay más sensibilidad, allí es más fuerte el martirio.Leonardo

Quisiera que mis pinturas se vieran como si un ser humano hubiera pasado por ellas, como un caracol, dejando un rastro de la presencia humana y un trazo de

eventos pasados, como el caracol que deja su baba.Francis Bacon

Tiene algo de embaucador nostálgico y silencioso visionario. Y pocas veces pintor y cuadro, artista y composición se funden, se prolongan y se extienden con tanta coherencia como sucede con Juan Manuel Puente y su pintura. La textura del hombre y la de su fe en el arte se han traducido en un territorio de la diferencia, en un proyecto sostenido desde el empeño, en un espacio cuya habitación propia dispone de un campo de puertas abiertas a la creación. Robayera, su Rosebud de plástica y abrazo en el arte, nació hace ahora casi treinta años en un golpe de visión como una mancha de vitalismo artístico sobre una periferia árida, necesitada de cultura.

El pintor cántabro decidió un día en los años ochenta que desde la modestia, el criterio descentralizador y la mirada abierta, se podía vincular un municipio pequeño a la expresión artística y al pulso creativo contemporáneo. De Chillida a Juan Muñoz, de Tàpies a Chirino, de Uslé a Antonio López, la sala de exposiciones municipal de Miengo creció con discreción, pegada al horizonte y amparada en ese castillo interior que Puente ha sabido construir desde la pasión para defender un trayecto coherente y sin fisuras. Pintor que ha cedido mucho tiempo de su creación a otros pintores, Juan Manuel Puente ha levantado un proyecto expositivo de casi tres décadas con unos pocos materiales: calidad, ambición y encanto. Sin abandonar nunca sus pinceles y texturas, ha prolongado su estudio, sus silencios, su ansia de búsqueda en el mantra creativo del arte ajeno, proporcionando un hábitat natural en busca de la luz. Naturaleza y pintura se desbordan y entrelazan sin frontera posible, también sin límite. Artífice de esa isla de arte que es Robayera, con Miengo al fondo como su lugar en el mundo, Puente practica el exilio interior de una creación que busca profundizar en el conocimiento de sí mismo y en las entrañas de la tierra. No es un pintor maniático pero en su obsesivo duelo cotidiano ha sabido renunciar y conciliar el tiempo de su pintura y la de los demás. Metódico cuando toca compromiso, Puente ha creído tanto en la pausa como en ese paciente sufrimiento que da paso al hallazgo y a la lucidez, a la espera de un posible golpe de destino que desvelara un encuentro inesperado, ese deslumbramiento que también se desprende de ese bien escaso llamado sentido de la profesionalidad.

Una tras otra las temporadas de Robayera han estado grabadas a fuego lento, marcadas por la diversidad temática y la apuesta por la calidad.

En su particular territorio siempre aparece cerca un libro, un poema, un poeta, entre la devoción y la inspiración, para traducir a tiempo las palabras, para viajar con ellas, exento del ruido cotidiano, dispuesto a escuchar el discurrir del pensamiento y pintar ese sonido que fluye, invisible pero nada ajeno.

En Robayera han mostrado sus obras más de 150 artistas y, en paralelo, se ha constituido una Colección cercana ya a las 150 piezas. Durante los noventa incluso se barajó un proyecto de creación de centro de arte para el municipio destinado a albergar las muestras temporales y los fondos de la colección municipal, aunque nunca llegó a buen puerto. Pero estas solo son las cifras. El Puente artista, mientras repensaba y maduraba el conocimiento de su propia pintura, acercaba a Miengo el lenguaje diverso de los demás, en una suerte de milagro luminoso que ha alumbrado este cordón umbilical rural, modesto y periférico, engarzado con los grandes nombres, con un pulso de actualidad, también mediático, que ha proporcionado un gozoso acontecimiento cultural.

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Audaz e insistente, pionero y agitador desde la sombra, Puente ha creado un relato del mundo inmediato con fragmentos imprescindibles de historias de muchos. Frente al destello de la cultura espectáculo, la sumisión al canon, el escaparate superficial, el vacío mediático... Robayera representa una historia de la diferencia, un ejercicio de funambulismo sobre la cuerda floja de la cultura sembrada de lugares comunes que premia actuaciones convencionales, el ilusionismo y el cinismo de la moda y las tendencias, mientras se aniquilan las humanidades.

Juan Manuel Puente no es un gestor. Lo suyo ha sido el oficio de constructor de una pequeña babel artística con parada y fonda en una localidad de costa y agro. Sobriedad y humildad, constancia y capacidad de trabajo, sabiduría en la elección, su labor ha evitado cegarse por el fogonazo oportunista del éxito o el enquistamiento en la fórmula acomodada tras haber tocado una tecla espontánea. Detrás de este milagro nunca ha habido azar. Desde 1988 el convencimiento y la prudencia han sido las poderosas armas del fundador y director para sostener su proyecto, sorteando el escepticismo de muchos, la indiferencia de otros y los vaivenes políticos. No obstante Puente ha eludido el infantilismo de las manipulaciones corporativistas y las gestiones funcionariales.

Con sentido pedagógico, logrando superar las adversidades, con el apoyo institucional del municipio de Miengo y del Gobierno cántabro, Puente ha eludido la extravagancia, el tópico, la moda y ha hecho de la utopía un territorio de arte y naturaleza, poesía y rigor. Persuasivo, obsesivo en la medida en que exprime todas las posibilidades y horizontes, el pintor ha encabezado la descentralización cultural, en particular artística, de Cantabria, después seguida por otros espacios y proyectos como Sianoja o el Observatorio del Arte de Arnuero. Identidad y capacidad de atracción encauzada en el quehacer del factor humano de Puente, alejado del mercantilismo, del arte marca, y apuesta por el placer, por el júbilo intelectual y la experiencia emocional.

Ahora que el gran artífice de este espacio –antes desde la modesta sala en dependencias municipales y en los últimos años en la sede de las antiguas escuelas de Cudón– deja la dirección, que no su huella espiritual, en las manos experimentadas de Marta Mantecón, bueno es reclamar un espacio de exposición permanente que refleje el valor y la verdad de 30 años de fe en el arte.

Experiencia y sentimiento, intuición e indagación han marcado el tempo de esta iniciativa que ha salvado todos los síntomas inestables de un sistema cultural precario. Así llegó el sello internacional a Robayera, con la misma naturalidad con la que Uslé rompía sus compromisos por el mundo para hacer una parada fotográfica en Miengo, o Juan Muñoz mostraba su creación en un momento álgido de su proyección imparable poco antes de su muerte, o Markus Lüpertz no dejaba de sorprenderse por la lucidez integradora del proyecto Robayera.

Calidad, continuidad, regularidad expositiva han sido las constantes vitales de este lugar del arte en el mundo, un microcosmos surgido del entusiasmo y la pasión, del diálogo entre Puente y los artistas, de la complicidad de una comunidad del arte y la creación frente a la ausencia de órganos artísticos institucionales y académicos. Su concepto de globalización local o de localismo abierto a la firma de autor.

Queda, en fin, canalizar hacia el futuro la ‘energía Puente’, esa delgada línea de arte y vida, y viceversa, que ha forjado una república independiente en Miengo donde habitan los Teixidor, Genovés, Gerardo Delgado, Santiago Serrano, Chema Cobo, Antonio Mesones, Juan Barjola, Sergi Aguilar, Darío Villalba, Albert Ràfols-Casamada, Pilar Cossío, Manuel Quejido, Carlos Franco, Alfonso Albacete, Eva Lootz, Carmen Calvo, Darya Von Berner, Pedro Palazuelos, Ian Wallace, Cristina Iglesias, Joan Hernández Pijuan, Guinovart, Susana Solano, Jaume Plensa, Adolfo Schlosser, Juan M. Moro, Luis Gordillo, Miquel Navarro, Martín Chirino... eso que algunos llaman patrimonio para ver dinero y especulación, y otros una reserva para educar la mirada y bucear en el asombro. Sostiene Puente, con pocas palabras y hechos certeros, las razones del deseo. Larga vida a Robayera.

Guillermo Balbona

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DE TIERRA Y SILENCIOS JUAN MANUEL PUENTE

TIERRA A PESAR DE TODO

¿Y qué es esto? Pregunté a la tierra. Y me respondió: “No soy yo”. Idéntica confesión me hicieron todas las cosas que se hallan en ella.

Agustín de Hipona, Confesiones, Libro X

En uno de sus ensayos sobre la imaginación material, Gaston Bachelard afirma que la tierra es un elemento muy propio para esconder y manifestar las cosas que se le confían1, introduciendo así su análisis sobre las impresiones dinámicas que despiertan en nosotros las sustancias terrestres. Esta aproximación a lo telúrico constituye precisamente el eje sobre el que gravita toda la pintura de Juan Manuel Puente desde que iniciara, allá por los años setenta del pasado siglo, un lento proceso de introspección y síntesis orientado a aprehender e imaginar por partes iguales la materia terrestre.

Su historia comienza en Mazcuerras, cuando decide salir a pintar au plein air con un caballete que le fabrica un carpintero local. Su referencia en aquel momento era la pintura de paisaje de Agustín Riancho y Casimiro Sainz. Luego vendrán numerosos trayectos en tren hasta Santander, demasiado largos por aquel entonces, para visitar la Galería Sur y empaparse de informalismo, a través de la obra de Cossío, Díaz Caneja, Tàpies y otros artistas de vanguardia en un país todavía aislado por la dictadura. Su talante autodidacta y su voluntad de trabajo, alimentados por una mirada entrenada a fuerza de ver exposiciones, una curiosidad activa y buenas dosis de intuición, tenacidad y determinación le situaron en el punto de partida.

Atento al paisaje, Puente inicia un periodo de búsqueda y conocimiento sensible basado en un diálogo intenso con la naturaleza, filtrado por sus propias emociones y vivencias; un proceso que exige penetrar en la intimidad de la tierra, dejarse deslumbrar por sus cualidades y aprender a mirar como un arqueólogo y como un poeta2. Guiado por su afán experimental, comienza a interiorizar sus formas, sus tonos, sus matices, sus reflejos, también sus sonidos. Su visión de la naturaleza es holística. No se conforma con observar el aspecto exterior de las cosas; prefiere saborear la médula, más allá de la envoltura, adentro. Tampoco se propone pintar la realidad tal como la perciben nuestros sentidos, sino experimentarla, buscar la sorpresa, dejar fluir la imaginación, quizá para devolverle su principal cometido, que no es otro que desbloquear nuestra percepción sensible en esa relación de intercambio que mantenemos con las cosas. Para ello es preciso trascender lo anecdótico, lo documental o lo puramente retiniano. Su imaginación explora la materia, se convierte en una potencia creativa y soñadora que le ayuda a proyectar su mirada3. Juan Manuel Puente es consciente de que son estos valores los que nos impulsan hacia el conocimiento y que para llegar al interior de las cosas hay que trabajar oníricamente, pero no se puede hacer soñar describiendo, por lo que es necesario desligarse de las imágenes inmediatas y renunciar al inventario de lo visible. Es justamente esa voluntad de penetrar en la materia dejando fluir una imaginación inventiva, sostiene Bachelard, la que otorga valor a las imágenes y duración a la forma.

En su acercamiento a la tierra, Puente atraviesa una primera fase donde muestra su predilección por lo orgánico, próxima a los valores del informalismo. La superficie de sus composiciones, cargada de materia, presenta un relieve escarpado, dispuesto en múltiples estratos, como en una excavación arqueológica. El pintor retrata la tierra, su orografía, sus discontinuidades, sus accidentes. Dominan las gamas oscuras, contrastadas con toques de color más vivo que surgen desde el interior, como el magma. El carácter expresionista de estas primeras obras se manifiesta con una pincelada gestual y empastada, sugiriendo en ocasiones algún tipo de referencia figurativa, bien a través de formas orgánicas indeterminadas o de elementos que insinúan una naturaleza muerta.

Las obras del periodo inicial dan paso a una etapa más centrada en la superficie, en el manto, en la piel. Ahora el pintor prefiere abstraer la corteza para revelar su núcleo. Trascender lo físico y descubrir los ecos imaginarios de la materia, interrogarla –e interrogarse con ella–, analizarla, comprenderla. El proceso cobra aquí un papel esencial. La ejecución es lenta, minuciosa, reflexiva. Juan Manuel Puente incorpora la sustancia misma de que está hecho aquello que nos presenta e introduce tierras, arenas, minerales, óxidos y pigmentos en polvo, a veces mezclados con aceite. Experimenta con los materiales para obtener calidades táctiles hasta encontrar la textura precisa. La superposición de imprimaciones y capas otorga dureza y peso a unas superficies trabajadas, labradas, como la propia tierra.

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Las composiciones se vuelven más serenas y silenciosas, con un tratamiento menos orográfico, pero también más vibrante. La densidad matérica otorga una presencia más sólida y compacta a la pintura. Su paleta se muestra más cálida, dominada ahora por una amplia gama de tonos terrosos y ocres, en los que resuena el cromatismo de Altamira. Sin embargo, esta apariencia plana de formas en reposo esconde en profundidad multitud de notas de color, brillos metálicos, que hormiguean y se agitan, brotando toda su potencia subterránea y sus dinámicas de atracción. Estos archipiélagos nos remiten a un universo mineral que emerge del interior y activa todo el espacio, imprimiendo dinamismo a cada paisaje abstracto en su crecimiento orgánico. Se produce entonces una intensa vibración matérica que pone en juego dialécticas de superficie, pero también de profundidad. Desaparece el centro y la composición se llena de pequeños matices que traducen una intensidad mayor, germinando auténticas constelaciones que nos invitan a soñar. La tierra nos revela un mundo otro, latente más allá de la corteza, que acaba remitiendo al cosmos y a cierto sentido de lo infinito. Sus analogías imaginarias poseen esa cualidad expansiva que apuntaba Bachelard.

Puente sondea los valores que perduran a base de buscar una constante en lo transitorio y lo efímero. Trata de capturar algo siempre fugitivo en la materia, alguna posibilidad de permanencia. En ocasiones, demarca un límite mediante una banda geométrica que sirve de testigo y contrapunto a este universo orgánico, quizá para expresar su deseo de orden frente al caos. El espacio infinito se confronta así a un área bien delimitada que traslada sus reflexiones metafísicas e inquietudes existenciales, la eterna ambivalencia entre razón e intuición, entre lo concreto y lo indefinido. Cada obra acoge en depósito el sedimento de sus preocupaciones ontológicas y sus incertidumbres.

Estas sospechas se intensifican en los horizontes, donde muestra un mayor grado de síntesis y opta por lo esencial, introduciendo gamas aún más austeras de azules, grises, tierras y negros bien cocinados, en los que se precisa entrar poco a poco para descubrir sus texturas. Divide la composición en dos ámbitos diferenciados –quién sabe si de tierra o de mar–, señalando una línea fronteriza, más o menos definida, que separa un mundo de otro, provocando la tensión entre la visión cercana y una lejanía4. La pintura sustancializa ahora un combate entre espacio y profundidad, dando testimonio de la inmensa dualidad de todo lo que concierne al ser humano. El horizonte, territorio donde anida la utopía, expresa nuevamente esa dicotomía de lo permanente y lo transitorio, lo prescrito y lo indeterminado, lo real y lo soñado. Formula interrogantes que se resisten a revelar su secreto.

Juan Manuel Puente se ha batido con la materia durante años. Su pensamiento estético y su praxis artística forman un todo coherente que transmite, ante todo, la pasión que siente por la pintura. El proceso, está siempre en proceso. La obra, siempre en obra, en perpetuo ensayo. Nos sitúa frente a paisajes imaginarios que poseen su propia resonancia. La tierra, como ha expuesto con acierto Lorenzo Oliván, deja una interrogación abierta en cada tela, se vuelve pregunta en el aire, se convierte en espacio5. No hay visión rasante. Tampoco mímesis ni re-presentación. Con todo, la transcripción del paisaje, una vez interiorizado, es hondamente real. La pintura plasma su percepción de la tierra, como origen y como destino; trasciende el plano físico para expresar el fruto de una indagación filosófica sobre el mundo que habitamos y, por añadidura, sobre nosotros mismos. En este sentido, demanda una contemplación activa, pausada y muda; nos invita a mirar con los ojos de la imaginación. Traza un camino, un surco en la tierra, que debemos seguir, hacia dentro y hacia fuera, que no se contiene jamás en los límites del lienzo, sino que, como el horizonte de sus obras más recientes, se prolonga ad infinitum.

Solemos buscar en la abstracción un significado oculto; sin embargo, aquí es la tierra misma la que se presenta, lugar del que venimos y al que sin duda retornaremos. La sustancia terrestre deviene pensamiento y el arte gnosis, fuente de conocimiento. A fuerza de perseguir lo otro en el seno de lo mismo, Juan Manuel Puente se comporta como quien excava y su gesto arqueológico, tal como advirtiera Walter Benjamin a propósito de la memoria, nos da a ver todo aquello por lo que vale la pena emprender semejante labor, sin temor a retornar una y otra vez a un único y análogo estado de las cosas, señalándonos no solo las capas de donde provienen los descubrimientos sino, sobre todo, las que fue necesario atravesar para llegar a ellos6. Lo que vemos en estos paisajes abstractos es tierra, a pesar de todo. Lo que nos mira, la materia misma transformada en imaginación e impregnada de silencios.

Marta Mantecón

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NOTAS:

1 “La terre est un élément très propre pour cacher et manifester les choses qui lui sont confiées”, en Gaston Bachelard: La tierra y las ensoñaciones del reposo. Ensayo sobre las imágenes de la intimidad. Fondo de Cultura Económica, México D.F., 2006. p. 11.

2 “Propongo a cada quien la apertura de las compuertas interiores, un viaje hacia el espesor de las cosas, una invasión de cualidades, una revolución, o una subversión comparable a la que realizó el arado o la pala, cuando, de repente y por primera vez, son expuestos a la luz millones de fragmentos, de pajillas, de raíces, de gusanos y de pequeños bichos que hasta entonces habían sido enterrados. ¡Oh, recursos infinitos del espesor de las cosas!”, en Gaston Bachelard, op. cit., p. 24. 3 “La imaginación no es otra cosa que el sujeto transportado dentro de las cosas”, en Gaston Bachelard, op. cit., p. 13. 4 “Se sueña más allá del mundo y más acá de las realidades humanas”, en Gaston Bachelard, op. cit., p. 14. 5 Lorenzo Oliván: Tierra vuelta espacio. [Cat. Exp.] Galería Fernando Latorre, Zaragoza, 2004.

6 Walter Benjamin: “Desenterrar y recordar”, en Cuadros de un pensamiento. Imago Mundi, Buenos Aires, 1992.

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Sin títuloc. 1988Óleo y pigmentos sobre loneta145 x 190 cmColección particular

Sin título1989Óleo, acrílico y pigmentos sobre loneta100 x 145 cmColección particular

Sin títuloc. 1989Acrílico y pigmentos sobre loneta70 x 70 cmColección particular

Geografía II1989Acrílico y pigmentos sobre loneta165 x 150 cmColección particular

Sin títuloc. 1989Acrílico y pigmentos sobre loneta70 x 70 cmColección particular

Paisaje interior1990-1991Acrílico y pigmentos sobre loneta200 x 200 cmColección Caja Cantabria

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Sin títuloc. 2004Acrílico y pigmentos sobre loneta130 x 130 cmColección Navacerrada

Sin títuloc. 2004Acrílico y pigmentos sobre lonetaDíptico de 130 x 150 cm y 130 x 130 cmColección del artista

Noja I2006Acrílico sobre lienzo130 x 162 cmColección Sianoja

Horizonte2011Óleo sobre lienzo24 x 33 cmColección del artista

Horizonte2011Óleo sobre lienzo24 x 33 cmColección del artista

Horizonte2011Óleo sobre lienzo24 x 33 cmColección del artista

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Horizonte2011Óleo sobre lienzo24 x 33 cmColección del artista

Horizonte2011Óleo sobre lienzo24 x 33 cmColección del artista

Horizonte2011Óleo sobre lienzo24 x 33 cmColección del artista

Horizonte2011Óleo sobre lienzo24 x 33 cmColección del artista

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JUAN MANUEL PUENTETorrelavega, Cantabria, 1951

Director de la Sala Robayera del Ayuntamiento de Miengo desde su fundación en 1988 hasta 2015.

EXPOSICIONES INDIVIDUALES

1975 Círculo de Recreo, Torrelavega, Cantabria.1976 Sala de Exposiciones de Turismo, Plaza Porticada, Santander.1978 Caja de Ahorros, Torrelavega, Cantabria.1985 Sala de Exposiciones de Turismo, Plaza Porticada, Santander. Casa de Cultura, Torrelavega, Cantabria.1987 Galería Siboney, Santander.1988 Sala Robayera, Miengo, Cantabria.1989 Galería Siboney, Santander.1991 Galería Siboney, Santander. Sala de Exposiciones San Román de Escalante, Cantabria. Galería Siena, Burgos. Galería Aritza, Bilbao.2002 “Espacio interior”, Sala Mauro Muriedas, Torrelavega, Cantabria.2003 Galería Rúas, Laredo, Cantabria.2004 “En lo profundo de la tierra roja”, Galería Cornión, Gijón, Asturias. “Tierra vuelta espacio”, Galería Fernando Latorre, Zaragoza.2005 “La tierra que pisamos”, Galería Fernando Silió, Santander.2009 Galería Rúas, Laredo, Cantabria.2011 “Mirar, pensar el horizonte”, Sala de Exposiciones El Diario Montañés, Torrelavega, Cantabria.2012 “Mirar, pensar el horizonte”, Galería Cornión, Gijón, Asturias.2013 Librería Dlibros, Torrelavega, Cantabria.2016 “De tierra y silencios”, Sala Robayera, Miengo, Cantabria.

EXPOSICIONES COLECTIVAS

1972 “Juan Manuel Puente y Faustino Cuevas”, Centro Cultural Igareda, Cabezón de la Sal, Cantabria.1977 XI Exposición de Arte Local, Ayuntamiento de Torrelavega, Cantabria.1979 “Arte Actual”, Caja de Ahorros de Santander y Cantabria (itinerante).1984 “Pinturas de Artistas Cántabros”, Cámara Oficial de Comercio, Santander.1985 XIV Exposición de Arte Local, Ayuntamiento de Torrelavega, Cantabria.1986 “Homenaje a José Pozueta Escalante”, Caja de Ahorros, Torrelavega, Cantabria. I Exposición de Arte para la Paz, Casa de Cultura, Torrelavega, Cantabria.1988 Interart, Feria Internacional de Arte, Valencia. “Evocación de lo inmóvil”, 37 Festival Internacional, Santander.1989 III Bienal de Pintura, Murcia. II Bienal de Pintura María Blanchard, Santander.1990 II Bienal de Pintura María Blanchard, Casa de Cultura, Torrelavega. “10 Propuestas Cántabras”, Museo de Teruel. Bienal de Albacete.1991 ARCO, Feria Internacional de Arte Contemporáneo, Galería Siboney, Madrid. III Bienal de Pintura María Blanchard, Santander.1992 “Objetos de Deseo / Objetos de Codicia”, Galería Siboney, Santander. “A Orillas del Saja”, Galería Algas, Suances, Cantabria. Premios María Blanchard, Consejería de Cultura y Deporte del Gobierno de Cantabria, Feria de Arte de Santander.

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DE TIERRA Y SILENCIOS JUAN MANUEL PUENTE

1993 “La Idea en el Arte. Fondos para una colección de Arte Contemporáneo”, Centro Cultural Caja Cantabria, Santander. “Fondos de galería y pequeñas ideas para una colección”, Galería Índice, Torrelavega, Cantabria.1995 Colección Municipal del Ayuntamiento de Miengo 1989-1994, Sala Robayera, Miengo, Cantabria. “10 años en la trinchera del norte”, Galería Siboney, Santander.1996 Colección Municipal de Arte del Ayuntamiento de Miengo, Casa de Cultura, Torrelavega, Cantabria. “Al Norte I. Abstracciones”, Consejería de Cultura del Gobierno de Cantabria (itinerante). “Verano 96”, Galería Aritza, Bilbao.1999 Centro Cultural de Villanueva de la Peña, Cantabria.2000 “Solsticio”, Sala Mauro Muriedas, Torrelavega, Cantabria. “Torrelavega, espacio de creación II. Artistas de un siglo”, Sala Mauro Muriedas, Torrelavega, Cantabria.2001 “Memoria de un fin de siglo”, Sala Luz Norte, Santander.2005 “Pintores Montañeses”, Galería Rúas, Laredo, Cantabria.2006 Sianoja, Simposio Internacional de Artistas, Palacio del Marqués de Albaicín, Noja, Cantabria. “Colectiva de verano”, Galería Rúas, Laredo, Cantabria. Sianoja, Simposio Internacional de Artistas, Ámbito Cultural El Corte Inglés, Santander. “Artistas de Cantabria por la Paz”, Paraninfo de la Universidad de Cantabria, Santander. Galería Espiral, San Miguel de Meruelo, Cantabria.2008 “Artistas de Cantabria por la Paz”, El Sario, Universidad Pública de Navarra, Pamplona. “Colectiva de verano”, Casino del Sardinero, Santander. “Torrelavega a propósito”, Centro Nacional de Fotografía, Torrelavega, Cantabria.2009 Sianoja, Noja, Cantabria. “Cantabria con la Marcha Mundial por la Paz”, Sala Universidad, E.T.S. de Náutica, Santander.2013 “La Ruta del Arte”, Colección Sianoja, Noja, Cantabria.2014 “15 años / 35 países en la Colección Sianoja”, Sala Universidad, E.T.S. de Náutica, Santander.2015 “Los animales” de José Luis Hidalgo, ilustrado por 11 artistas cántabros, Centro Nacional de Fotografía, Torrelavega, Cantabria.2016 “Paisajes y Territorios. La mirada poética”, Sala de Exposiciones del CASYC, Santander.

VARIOS

2013 “Homenaje”, Casa Gótica, Mazcuerras, Cantabria. “Retratos a Juan Manuel Puente”, Sala de Exposiciones El Diario Montañés, Torrelavega, Cantabria.2015 Ilustración “Los animales” de José Luis Hidalgo.2016 Portada “Anuario de Cantabria 2015”, El Diario Montañés, Santander.

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SALA DE ARTE ROBAYERAAntiguas EscuelasBarrio El Castro, 36

39318 Cudón - MiengoCantabria

[email protected]://www.salarobayera.es