De Sobremesa. Silva

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7/23/2019 De Sobremesa. Silva http://slidepdf.com/reader/full/de-sobremesa-silva 1/117 De sobremesa de José Asunción Silva Recogida por la pantalla de gasa y encajes, la claridad tibia de la lámpara caía en círculo sobre el terciopelo carmesí de la carpeta, y al iluminar de lleno tres tazas de China, doradas en el fondo por un resto de café espeso, y un frasco de cristal tallado, lleno de licor transparente entre el cual brillaban partículas de oro, dejaba ahogado en una penumbra de sombría púrpura, producida por el tono de la alfombra, los tapices y las colgaduras, el resto de la estancia silenciosa. En el fondo de ella, atenuada por diminutas pantallas de rojiza gasa, luchaba con la semioscuridad circunencina, la luz de las bujías del piano, en cuyo teclado abierto oponía su blancura brillante el mar!l al negro mate del ébano. "obre el rojo de la pared, cubierta con opaco tapiz de lana, brillaban las cinceladuras de los pu#os y el acero terso de las hojas de dos espadas cruzadas en panoplia sobre una rodela, y destacándose del fondo oscuro del lienzo, limitado por el oro de un marco $orentino, sonreía con e%presi&n bonachona, la cabeza de un burgomaestre $amenco, copiada de Rembrandt. El humo de dos cigarrillos, cuyas puntas de fuego ardían en la penumbra, ondeaba en sutiles espirales azulosas en el círculo de luz de la lámpara y el olor enerante y dulce del tabaco opiado de 'riente, se fundía con el del cuero de Rusia en (ue estaba forrado el mobiliario. )na mano de hombre se aanz& sobre el terciopelo de la carpeta, frot& una cerilla y encendi& las seis bujías puestas en pesado candelabro de bronce cercano a la lámpara. Con el aumento de luz fue isible el grupo (ue guardaba silencio* el !no per!l árabe de +osé ernández, realzado por la palidez mate de la tez y la negrura rizosa de los cabellos y de la barba- la conte%tura hercúlea y la !sonomía plácida de  +uan Roira, tan atrayente por el contraste (ue en ella forman los ojazos de e%presi&n infantil y las canas del espeso bigote, sobre lo moreno del cutis atezado por el sol- la cara enjuta y grae de 'scar "áenz, (ue con la cabeza hundida en los cojines del dián turco y el cuerpo tendido sobre él, se retorcía la puntiaguda barbilla rubia y parecía perdido en una meditaci&n interminable.  /onita sobremesa0 1ace media hora (ue estamos callados como tres muertos. Esta medialuz (ue te gusta a ti, ernández, ayuda al silencio, y es un narc&tico, prorrumpi& +uan Roira, escogiendo un cigarro en la caja de habanos abierta sobre la mesa, al pie del frasco de aguardiente de 2antzing... /onita sobremesa para una comilona rociada con ese borgo#a. "i ya me sentía con principios de congesti&n0 3 comenz& a pasearse a grandes pasos por el cuarto, con la mano derecha metida en el bolsillo del chaleco, y arrancándole al puro las primeras bocanadas de humo.

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De sobremesa

de José Asunción Silva

Recogida por la pantalla de gasa y encajes, la claridad tibia de la lámpara caía en

círculo sobre el terciopelo carmesí de la carpeta, y al iluminar de lleno tres tazas de

China, doradas en el fondo por un resto de café espeso, y un frasco de cristal tallado,

lleno de licor transparente entre el cual brillaban partículas de oro, dejaba ahogado en

una penumbra de sombría púrpura, producida por el tono de la alfombra, los tapices y

las colgaduras, el resto de la estancia silenciosa. En el fondo de ella, atenuada por

diminutas pantallas de rojiza gasa, luchaba con la semioscuridad circunencina, la luz

de las bujías del piano, en cuyo teclado abierto oponía su blancura brillante el mar!l al

negro mate del ébano.

"obre el rojo de la pared, cubierta con opaco tapiz de lana, brillaban las

cinceladuras de los pu#os y el acero terso de las hojas de dos espadas cruzadas en

panoplia sobre una rodela, y destacándose del fondo oscuro del lienzo, limitado por el

oro de un marco $orentino, sonreía con e%presi&n bonachona, la cabeza de un

burgomaestre $amenco, copiada de Rembrandt.

El humo de dos cigarrillos, cuyas puntas de fuego ardían en la penumbra,

ondeaba en sutiles espirales azulosas en el círculo de luz de la lámpara y el olorenerante y dulce del tabaco opiado de 'riente, se fundía con el del cuero de Rusia en

(ue estaba forrado el mobiliario.

)na mano de hombre se aanz& sobre el terciopelo de la carpeta, frot& una

cerilla y encendi& las seis bujías puestas en pesado candelabro de bronce cercano a la

lámpara. Con el aumento de luz fue isible el grupo (ue guardaba silencio* el !no

per!l árabe de +osé ernández, realzado por la palidez mate de la tez y la negrura

rizosa de los cabellos y de la barba- la conte%tura hercúlea y la !sonomía plácida de

 +uan Roira, tan atrayente por el contraste (ue en ella forman los ojazos de e%presi&n

infantil y las canas del espeso bigote, sobre lo moreno del cutis atezado por el sol- lacara enjuta y grae de 'scar "áenz, (ue con la cabeza hundida en los cojines del

dián turco y el cuerpo tendido sobre él, se retorcía la puntiaguda barbilla rubia y

parecía perdido en una meditaci&n interminable.

 /onita sobremesa0 1ace media hora (ue estamos callados como tres muertos.

Esta medialuz (ue te gusta a ti, ernández, ayuda al silencio, y es un narc&tico,

prorrumpi& +uan Roira, escogiendo un cigarro en la caja de habanos abierta sobre la

mesa, al pie del frasco de aguardiente de 2antzing... /onita sobremesa para una

comilona rociada con ese borgo#a. "i ya me sentía con principios de congesti&n0 3

comenz& a pasearse a grandes pasos por el cuarto, con la mano derecha metida en elbolsillo del chaleco, y arrancándole al puro las primeras bocanadas de humo.

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 45ué (uieres6 Esto lo llaman los poetas el silencio de la intimidad- también es

(ue 'scar nos ha contagiado- le comieron la lengua los ratones del hospital... 7o has

atraesado tres palabras desde (ue entraste. 8ienes sue#o, dijo dirigiéndose a "áenz,

(ue se incorpor& al oírlo.

 43o, sue#o6... no- estoy un poco cansado. 9ero suponte, +uan, sigui&, claando en

Roira los ojos pe(ue#os y penetrantes, (ue por un hábito profesional obseransiempre la !sonomía del interlocutor como buscando en ella el síntoma o la e%presi&n

de una oculta dolencia- suponte, paso la semana entera en las salas frías del hospital

y en las alcobas donde sufren tantos enfermos incurables- eo allí todas las angustias,

todas las miserias de la debilidad y del dolor humano en sus formas más tristes y más

repugnantes- respiro olores nauseabundos de desaseo, de descomposici&n y de

muerte- no isito a nadie y los sábados entro a(uí a encontrar el comedor iluminado a

giorno por treinta bujías diáfanas y perfumado por la profusi&n de $ores raras (ue

cubren la mesa y desbordan, multicolores, húmedas y frescas, de los jarrones de

cristal de :urano- el brillo mate de la ieja ajilla de plata marcada con las armas delos ernández de "otomayor- las frágiles porcelanas decoradas a mano por artistas

insignes- los cubiertos (ue parecen joyas- los manjares delicados, el rubio jerez a#ejo,

el johanissberg seco, los burdeos y los borgo#as (ue han dormido treinta a#os en el

fondo de la bodega- los sorbetes helados a la rusa, el to;ay con sabores de miel, todos

los re!namientos de esas comidas de los sábados, y luego, en el ambiente suntuoso

de este cuarto, el café aromático como una esencia, los puros ri(uísimos y los

cigarrillos egipcios (ue perfuman el aire... +unta a la impresi&n de todos esos detalles

materiales, la (ue me causa a mí, acostumbrado a er moribundos, el e%ceso de igor

físico y la superabundancia de ida de este hombr&n, dijo se#alando a ernández, (uese sonri& con una e%presi&n de triunfo, junta a eso con mis (uehaceres habituales y

con el ambiente mez(uino y prosaico en (ue io y comprenderá mi silencio cuando

estoy a(uí. 9or eso me callo, y por otras cosas también...

 4Cuáles son esas cosas6, in(uiri& ernández.

 "on tus aenturas amorosas, (ue todos te enidiamos en secreto, insinu& Roira

con aire paternal, y (ue por el lado antihigiénico preocupan a este don 9edro Recio

 8irteafuera.

 

7o, lo demás es (ue he comprendido la inutilidad de suplicarte para (ue uelasal trabajo literario y te consagres a una obra digna de tus fuerzas y (ue cada ez (ue

estoy a(uí, pre!ero no hablar para no repetirte (ue es un crimen disponer de los

elementos de (ue dispones, y dejar (ue pasen los días, las semanas, los a#os enteros

sin escribir una línea0 42ormiste sobre tus laureles, satisfecho con haber publicado dos

tomos de poesías, uno cuando ni#o y otro hace ya siete a#os6

 48e parece poco haber escrito un tomo de poesías como los <9rimeros =ersos> y

como los <9oemas del más allá>6

  3o no sé de esas cosas, pero me parece (ue alen la pena los ersos de

ernández, agreg& Roira con aire de fastidio. 9ara cual(uiera otro me parecería mucho, para ernández nada... Recuerde

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usted cuánto hace (ue los escribi&... 8odo lo (ue has hecho, continu& oliéndose al

poeta, todo lo más perfecto de tus poemas es nada, es inferior a lo (ue tenemos

derecho a esperar de ti, los (ue te conocemos íntimamente, a lo (ue tú sabes muy

bien (ue puedes hacer. 3 sin embargo, hace dos a#os (ue no produces una línea...

2ime, 4piensas pasar tu ida entera como has pasado los últimos meses, disipando

tus fuerzas en diez direcciones opuestas- e%poniéndote a los azares de la guerra pordefender una causa en (ue no crees, como lo hiciste en julio al combatir a las &rdenes

de :onteerde- promoiendo reuniones políticas para e%citar al pueblo de (ue te ríes-

cultiando $ores raras en el inernáculo- seduciendo histéricas estidas por ?orth-

estudiando árabe y emprendiendo e%cursiones peligrosas a las regiones más

desconocidas y malsanas de nuestro territorio para continuar tus estudios de

prehistoria y de antropología6 2éjame echarte un serm&n ya (ue me he callado tanto

tiempo. En tu frenesí por ampliar el campo de las e%periencias de la ida, en tu afán

por desarrollar simultáneamente las facultades múltiples con (ue te ha dotado la

naturaleza, as perdiendo de ista el lugar a donde te diriges. El aspecto de tuescritorio ayer por la ma#ana daría a pensar en un principio de incoherencia, a

cual(uiera (ue te conociera menos de lo (ue te conozco. 1abía sobre tu mesa de

trabajo un aso de antigua may&lica lleno de or(uídeas monstruosas- un ejemplar de

 8íbulo manoseado por seis generaciones, y (ue guardaba entre sus páginas

amarillentas la traducci&n (ue has estado haciendo- el último libro de no sé (ué poeta

inglés- tu despacho de @eneral, eniado por el :inisterio de @uerra- unas muestras de

mineral de las minas de Río :oro, cuyo análisis te preocupaba- un pa#uelo de batista

perfumado (ue sin duda le habías arrebatado la noche anterior en el baile de

"antamaría al más aristocrático de tus $irts- tu libro de che(ues contra el /ancoAnglo Americano, y presidía esa junta heter&clita el ídolo (uichua (ue sacaste del

fondo de un adoratorio, en tu última e%cursi&n, y una estatueta griega de mármol

blanco.

 8ú, sentado enfrente del escritorio, azotado ya por la ducha fría y e%citado por

tres tazas de té, comenzabas el día. 3a habías escrito una estrofa musical y perersa

destinada probablemente a una de tus íctimas- según me dijiste ya habías girado tres

che(ues para atender los pagos de la semana- llamado al teléfono para darle &rdenes

al ar(uitecto de =illa 1elena- comenzado en el laboratorio un ensayo del mineral de

Río :oro- ya habías leído diez páginas de una monografía sobre la raza azteca, ymientras ensillaban el más fogoso de los caballos, te entretenías en estudiar el plano

de una batalla. 2ios mío0 si hay un hombre capaz de coordinar todo eso, ese hombre,

aplicado a una sola cosa, será una enormidad0 9ero no, eso está fuera de lo humano...

 8e dispersarás inútilmente. 7o s&lo te dispersarás, sino (ue esos diez caminos (ue

(uieres seguir al tiempo, se te juntarán, si los sigues, en uno solo.

 45ué llea al Asilo de Bocos6, pregunt& ernández, sonriéndose con una sonrisa

de desdén... 7o lo creas... 3o creí eso en un tiempo. 1oy no lo creo.

 /ien, suponte (ue no sea así, continu& "áenz imperturbable. 2a por sentado (ue

tu organizaci&n de hierro resista las pruebas a (ue la sometes, y dime, 4tú si crees de

buena fe (ue aun(ue ias cien a#os alcanzarás a satisfacer los millones de

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curiosidades (ue leantas dentro de ti a cada instante, para lanzarlas por el mundo

como una jauría de perros hambrientos, a caza de impresiones nueas6 ... 43 para

seguir en esas locuras echas a un lado lo mejor de ti mismo, tu ocaci&n íntima, tu

alma de poeta6 ... 4Cuántos ersos has escrito en este a#o6

 =ersos... ni uno solo... pensé escribir un poema (ue tal ez habría sido superior a

los otros, no lo comencé, probablemente no lo comenzaré nunca... no oleré aescribir un solo erso... 3o no soy poeta...

)na e%clamaci&n de los dos amigos le impidi& continuar la frase...

 7o, no soy poeta, dijo con aire de conicci&n profunda... Eso es ridículo. 9oeta

yo0 Blamarme a mí con el mismo nombre con (ue los hombres han llamado a Es(uilo,

a 1omero, al 2ante, a "ha;espeare, a "helley... 5ué profanaci&n y (ué error. Bo (ue

me hizo escribir mis ersos fue (ue la lectura de los grandes poetas me produjo

emociones tan profundas como son todas las mías- (ue esas emociones subsistieron

por largo tiempo en mi espíritu y se impregnaron de mi sensibilidad y se conirtieron

en estrofas. )no no hace ersos, los ersos se hacen dentro de uno y salen. El (ue

menos ilusiones puede formarse respecto del alor artístico de mi obra soy yo mismo

(ue conozco el secreto de su origen... 45uieres saberlo6 =ií unos meses con la

imaginaci&n en la @recia de 9ericles, sentí la belleza noble y sana del arte heleno con

todo el entusiasmo de los einte a#os y bajo esas impresiones escribí los <9oemas

9aganos>, de un lluioso oto#o pasado en el campo leyendo a Beopardi y a Antero de

5uental, sali& la serie de sonetos (ue llamé después <Bas Almas :uertas>- en los

<2ías 2iáfanos> cual(uier lector inteligente adiina la in$uencia de los místicos

espa#oles del siglo =D, y mi obra maestra, los tales <9oemas de la Carne>, (ue

forman parte de los <Cantos del más allá>, (ue me han alido la admiraci&n de los

críticos de tres al cuarto, y cuatro o seis imitadores grotescos, 4(ué otra cosa son sino

una tentatia mediocre para decir en nuestro idioma las sensaciones enfermizas y los

sentimientos complicados (ue en formas perfectas e%presaron en los suyos /audelaire

y Rossetti, =erlaine y "inburne6... 7o, 2ios mío, yo no soy poeta... "o#aba antes y

sue#o todaía a eces en adue#arme de la forma, en forjar estrofas (ue sugieran mil

cosas oscuras (ue siento bullir dentro de mí mismo y (ue (uizás aldrían la pena de

decirlas, pero no puedo consagrarme a eso...

 

Al oírte comprendo por (ué dice :á%imo 9érez (ue el crítico en ti mata alpoeta... (ue tus facultades analíticas son superiores a tus fuerzas creadoras, dijo

"áenz.

 9uede ser, soy (uien menos puede decirlo, continu& ernández... 9oeta, puede

ser, ese ti(uete fue el (ue me toc& en la clasi!caci&n. 9ara el público hay (ue ser algo.

El ulgo les pone nombres a las cosas para poderlas decir y pega ti(uetes a los

indiiduos para poderlos clasi!car. 2espués el hombre cambia de alma pero le (ueda

el r&tulo. 9ubli(ué un tomo de malos ersos a los einte a#os y se endi& mucho- otro

de ersos regulares a los eintiocho y no se endi& nada. :e llamaron 9oeta desde el

primero, después del segundo no he uelto a escribir ni una línea y he hecho nueeo!cios diferentes, y a pesar de eso lleo todaía el ti(uete pegado, como un enase

(ue al estrenarlo en la farmacia contuo mirra, y (ue más tarde, lleno por dentro de

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cantáridas, de linaza o de opio ostenta por fuera el nombre de la balsámica goma.

9oeta0 9ero no, oye, no son mis facultades analíticas (ue 9érez e%agera, la raz&n

íntima de la esterilidad (ue me echas en cara- tú sabes muy bien cuál es* es (ue como

me fascina y me atrae la poesía, así me atrae y me fascina todo, irresistiblemente*

todas las artes, todas las ciencias, la política, la especulaci&n, el lujo, los placeres, el

misticismo, el amor, la guerra, todas las formas de la actiidad humana, todas lasformas de la =ida, la misma ida material, las mismas sensaciones (ue por una

e%igencia de mis sentidos, necesito de día en día más intensas y más delicadas...

45ué (uieres, con todas esas ambiciones puede uno ponerse a cincelar sonetos6 En

esas condiciones no manda uno en sus nerios...

  3 mucho menos cuando usa como tú un disfraz de perfecta correcci&n mundana,

se aísla como ies aislado entre los tesoros de arte y las comodidades fastuosas de

una casa como ésta y s&lo trata con una docena de chi$ados como somos tus amigos,

e%cepci&n hecha de Roira, los más a prop&sito para aislarte de la ida real...

4Ba ida real6... 9ero 4(ué es la ida real, dime, la ida burguesa sin emociones y

sin curiosidades6... Cierto (ue s&lo e%isten para mí diez amigos íntimos (ue me

entienden y a (uienes entiendo y algunos muertos en cuya intimidad io... Bas

demás son amistades epidérmicas, por decirlo así- en cuanto a mi ida de hoy, tú

sabes bien (ue, aun(ue distinta en la forma de la (ue he lleado en otras épocas, su

organizaci&n obedece en el fondo a lo (ue ha constituido siempre mi aspiraci&n más

secreta, mi pasi&n más honda* el deseo de sentir la ida, de saber la ida, de poseerla,

no como se posee a una mujer de (uien nos hacen due#os unos instantes de

desfallecimiento suyo y de audacia nuestra, sino como a una mujer adorada, (ue

conencida de nuestro amor se nos confía y nos entrega sus más deliciosos secretos.

48ú crees (ue yo me acostumbro a iir6... 7o, cada día tiene para mí un sabor más

e%tra#o y me sorprende más el milagro eterno (ue es el )nierso. Ba ida. 45uién

sabe lo (ue es6 Bas religiones no, puesto (ue la consideran como un paso para otras

regiones- la ciencia no, por(ue apenas inestiga las leyes (ue la rigen sin descubrir su

causa ni su objeto. 8al ez el arte (ue la copia... tal ez el amor (ue la crea.

48ú crees (ue la mayor parte de los (ue se mueren han iido6 9ues no lo creas-

mira, la mayor parte de los hombres, los unos luchando a cada minuto por satisfacer

sus necesidades diarias, los otros encerrados en una profesi&n, en una especialidad,

en una creencia, como en una prisi&n (ue tuiera una sola entana abierta siempre

sobre un mismo horizonte, la mayor parte de los hombres se mueren sin haberla

iido, sin llearse de ella más (ue una impresi&n confusa de cansancio0... Ah0 iir la

ida... eso es lo (ue (uiero, sentir todo lo (ue se puede sentir, saber todo lo (ue se

puede saber, poder todo lo (ue se puede... Bos meses pasados en la pes(uería de

perlas, sin er más (ue la arena de las playas y el cielo y las olas erdosas, respirando

a pleno pulm&n el ambiente yodado del mar- las temporadas de orgías y de tumultos

mundanos en 9arís- los meses de retiro en el iejo conento espa#ol, entre cuyos

paredones grises s&lo resuenan los rezos mon&tonos de los frailes y las graes

músicas del canto llano- la permanencia agitada en el escritorio de Conills, con mi

fortuna comprometida en el engranaje ertiginoso de los negocios yan;ees, y la

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cabeza llena de cotizaciones y de cálculos, en pleno hardor;, las suaes residencias

en Dtalia, en (ue secuestrado del mundo y olidado de mí mismo, ií encerrado en

iglesias y museos o so#ando por horas enteras en amorosa contemplaci&n ante las

obras de mis artistas predilectos como el "odoma y el =inci, todo eso son cinco

caminos emprendidos con loco entusiasmo, recorridos con frenesí, y abandonados por

temor de (ue me sorprendiera la muerte en alguno de ellos antes de transitar porotros, por estos otros nueos (ue trato de recorrer ahora y por los cuales dices tú (ue

oy gastando inútilmente mis fuerzas... Ah0 iir la ida0 emborracharme de ella,

mezclar todas sus palpitaciones con las palpitaciones de nuestro coraz&n antes de (ue

él se conierta en ceniza helada- sentirla en todas sus formas, en la gritería del

meeting donde el alma confusa del populacho se agita y se desborda en el perfume

acre de la $or e%tra#a (ue se abre, fantásticamente abigarrada, entre la atm&sfera

tibia del inernáculo- en el sonido gutural de las palabras (ue hechas canci&n

acompa#an hace siglos la música de las guzlas árabes- en la conulsi&n diina (ue

enfría las bocas de las mujeres al agonizar de oluptuosidad- en la !ebre (ue emanadel suelo de la sela donde se ocultan los últimos restos de la tribu salaje... 2ime,

"áenz, 4son todas esas e%periencias opuestas y las isiones encontradas del )nierso

(ue me procuran, todo eso es lo (ue (uieres (ue deje para ponerme a escribir

redondillas y a cincelar sonetos6

 7o, contest& el otro sin desconcertarse. 3o no te he dicho nunca (ue no pienses

sino (ue no abuses. Alegas tú (ue lo (ue yo llamo abuso es para ti lo estrictamente

necesario y te ríes de mis sermones. Es claro (ue si el !n de todos tus esfuerzos me

pareciera a tu altura, te aplaudiría, pero tú lo (ue (uieres es gozar y eso es lo (ue

persigues en tus estudios, en tus empresas, en tus amores, en tus odios. 7o son tuscomplicaciones intelectuales las (ue no te dejan escribir, ni tampoco son tus grandes

facultades críticas (ue re(uerirían (ue produjeras obras maestras para (uedar

satisfechas, no, no es eso- son las e%igencias de tus sentidos e%acerbados y la

urgencia de satisfacerlas (ue te domina. :ira, si en mis manos estuiera te (uitaría

cosa a cosa todo lo (ue te impide escribir y hacer glorioso tu nombre. 45uieres saber

(ué es lo (ue no te deja escribir6 El lujo enerante, el confort re!nado de esta casa

con sus enormes jardines llenos de $ores y poblados de estatuas, su par(ue

centenario, su inernáculo donde crecen, como en la atm&sfera enenenada de los

bos(ues natios, las más singulares especies de la $ora tropical. 4"abes (ué es6 7oson tanto las tapicerías (ue se desti#en en el estíbulo, ni los salones suntuosos, ni los

bronces, los mármoles y los cuadros de la galería, ni el gabinete del e%tremo oriente

con sus sederías chillonas y sus chirimbolos e%traagantes, ni las colecciones de

armas y de porcelanas, ni mucho menos tu biblioteca ni las aguafuertes y dibujos (ue

te encierras a er por semanas enteras. 7o, es lo otro. Bo (ue estimula el cuerpo, las

armas, los ejercicios iolentos, tus cacerías salajes con los :erizaldes y los

:onteerdes- tus negocios complicados- el sal&n de hidroterapia, la alcoba y el

tocador dignos de una cortesana. "on los icios nueos (ue dices (ue estás

inentando, esas joyas en cuya contemplaci&n te pasas las horas fascinado por subrillo, como se fascinaría una histérica- el té despachado directamente de Cant&n, el

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café escogido grano por grano (ue te manda Roira- el tabaco de 'riente y los

cigarros de =uelta Abajo, el ;ummel ruso y el ;rishabaar sueco, todos los detalles de la

ida elegante (ue lleas, y todas esas gollerías (ue han reemplazado en ti al poeta

por un gozador (ue a fuerza de gozar corre al agotamiento... 1ombre- cuando

estando sano como una manzana y fuerte como un carretero has dado en tomar

t&nicos de los (ue se les dan a los paralíticos y eso s&lo para sentirte más lleno deida de lo (ue estás0 :ira, si en mis manos estuiera te (uitaría todos los

re!namientos y las suntuosidades de (ue te rodeas, te debilitaría un poco para

tran(uilizarte, te pondría a iir en un pueblecito, en un ambiente pobre y tran(uilo

donde conersaras con gente del campo y no ieras más cuadros (ue las imágenes de

la iglesia ni consiguieras más libros (ue el A#o Cristiano, prestado por el cura. "i en

mis manos estuiera te salaría de ti mismo. A los seis meses de iir en ese

ambiente serías otro hombre y te pondrías a escribir algún poema de los (ue debes

escribir, de los (ue es tu deber escribir.

 

4Con(ue yo tengo deber de escribir poemas6, pregunt& ernández riéndose...9ues estoy diertido0 y enseriándose súbitamente* eliz tú (ue sabes cuáles son los

deberes de cada cual y cumples los (ue crees tuyos como los cumples. 2eber0

Crimen0 =irtud0 =icio0... 9alabras, como dice 1amlet... 3o estoy en la situaci&n en

(ue nos suponía el zapatero a(uel (ue cuando se emborrachaba nos detenía a la

salida del colegio, 4recuerdas6

 Ah0 sí, el zapatero Bandínez, contest& +uan Roira como si se dirigiera a él,

antier me lo encontré más borracho (ue nunca y me detuo con su eterno sonsonete*

<2adme una peseta, caballero. =os no sabéis la posici&n (ue ocupáis en la sociedad-

os no sabéis (ué cosa es el mal ni (ué cosa es el bien>. 4/ueno, +osé, y tú (ué tienes

(ue er con ese perdulario6, dijo interpelando a ernández.

  8ú no entiendes esas cosas, le respondi& éste, es una broma (ue tengo con

"áenz. Con(ue, dime pregunt& oliéndose al médico , 4tú sí crees (ue mi deber es

escribir poemas6 9ues mira, esa calaera, agreg& mostrando con la mano neriosa y

!na un cráneo cuyas cuencas acías donde se aglomeraba la sombra parecían mirarlo

desde el pedestal de la =enus de :ilo, donde estaba colocado, esa calaera me dice

todas las noches (ue mi deber es iir con todas mis fuerzas, con toda mi ida0...

 3 sin embargo los ersos me tientan y (uisiera escribir, 4para (ué ocultártelo6 Enestos últimos días del a#o sue#o siempre en escribir un poema pero no encuentro la

forma... Esta ma#ana oliendo a caballo de =illa 1elena me pareci& oír dentro de mí 

mismo estrofas (ue estaban hechas y (ue aleteaban buscando salida. Bos ersos se

hacen dentro de uno, uno no los hace, los escribe apenas... 4tú no sabes eso,

Roira...6

 7o, (ué sé yo de esas cosas0 contest& el interpelado. Bos tuyos me gustan y son

buenos de seguro, por(ue un hombre de gusto (ue tiene caballos como la pareja de

moros de tu ictoria y el árabe en (ue montas, y una casa como ésta y tanto cuadro y

tantas estatuas y cigarros de esta calidad, dijo mostrando la larga ceniza del puro casinegro (ue se estaba fumando, pues es clarísimo (ue no puede hacer malos ersos0

 49or (ué no escribes un poema, +osé6, insisti& "áenz.

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 9or(ue no lo entenderían tal ez, como no entendieron los <Cantos del más

allá>, dijo el poeta con dejadez. 43a no recuerdas el artículo de Andrés Ramírez en (ue

me llam& as(ueroso porn&grafo y dijo (ue mis ersos eran una mezcla de agua

bendita y de cantáridas6 9ues esa suerte correría el poema (ue escribiera. Es (ue yo

no (uiero decir sino sugerir y para (ue la sugesti&n se produzca es preciso (ue el

lector sea un artista. En imaginaciones desproistas de facultades de ese orden, 4(uéefecto producirá la obra de arte6 7inguno. Ba mitad de ella está en el erso, en la

estatua, en el cuadro, la otra en el cerebro del (ue oye, e o sue#a. @olpea con los

dedos esa mesa, es claro (ue s&lo sonarán unos golpes, pásalos por las teclas de

mar!l y producirán una sinfonía. 3 el público es casi siempre mesa y no un piano (ue

ibre como éste, concluy& sentándose al "teinay y tocando las primeras notas del

pr&logo del :ephisto.

 ernández, dijo Roira suspendiendo su interminable paseo para acercarse a la

mesa y sacudir la ceniza del puro (ue fumaba, en un platillo de cobre repujado. 'ye,

ernández* no te preocupes con los sermones de este médico, (ue (uiere ser para tiun don 9edro Recio 8irteafuera, ni con escribir unos ersos más o menos, para (ue tus

admiradores te proclamen genio al día siguiente del entierro0 :ás ale iir tres días

en 7are, como decía el minero, (ue tres siglos en el coraz&n de la posteridad... 7ada,

hijo, diiértete, cuídate, busca más caballos árabes y más armas si eso te suena,

compra más anticuallas y más chirimbolos, métete hasta las narices en la política,

déjate (uerer por todas las mujeres (ue se antojen de ti y hazte (uerer de todas las

(ue se te antojen, no uelas a escribir un solo erso si no se te da la gana... 9ara

todo eso te doy mi permiso a cambio de (ue me satisfagas esta noche un antojo (ue

tengo desde hace mucho tiempo... 5uiero oírte leer unas páginas (ue según me dijisteuna ez, tienen relaci&n con el nombre de tu (uinta, con un dise#o de tres hojas y una

mariposa (ue llean impreso en oro, en la pasta blanca, arios olúmenes de tu

biblioteca, y con a(uel cuadro de un pintor inglés... 4c&mo dices tú6, 4decadente6 no...

4simbolista6 no, 4prerrafaelita6 Eso es, prerrafaelita, (ue tienes en la galería y (ue no

logro entender por más (ue lo miro cada ez (ue paso por ahí... 4"abes de (ué te

hablo6...

 "í, sé de (ué me hablas, contest& ernández leantándose al oír ruidos de oces

y de pasos en el cuarto ecino.

El portier pesado de tela roja de 'riente bordado de oro (ue cierra la entrada de

la derecha, se abri& dándoles paso a Buis Cordoez y a :á%imo 9érez.

 /uenas noches, te traigo a este hombre para (ue lo distraigas, dijo Cordoez,

tendiéndole la mano a ernández- +uan, 'scar, saludando familiarmente a los amigos

con (uienes hablaba 9érez, y engo yo a desinfectarme de todas las ulgaridades

oídas en estas dos horas... 2ame una copa de jerez del más seco, y siéntate tú a(uí,

a#adi& mostrando un sill&n cercano al suyo, necesito oír buenos ersos para

desinfectarme el alma... "i tú supieras de d&nde engo...0

 

9ues no me parece imposible adiinarlo- de una comida en (ue has estado cercade una rubia... el estido lo cuenta... Drreprochable0... a#adi& ernández !jándose en

la gardenia fresca (ue lleaba Cordoez en el ojal del frac y en las gruesas perlas (ue

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le abotonaban la pechera.

 3a lo es, te e(uiocaste0 Bos poetas andan siempre so#ando cosas deliciosas.

7ada, hombre, de una comida dada por Ram&n Rey a 2aniel Aellaneda, en (ue se

habl& de política al comenzar y de religi&n y de mujeres al concluir. Cuando te digo

(ue necesito (ue me leas ersos de 7ú#ez de Arce para desinfectarme. 7o, no son

ersos, a#adi& dirigiéndole a ernández una mirada en (ue se adiinaba su amor casifraternal y su entusiasmo fanático por el poeta... 4"abes6... no son ersos de 7ú#ez de

Arce... es prosa tuya lo (ue (uiero... engo a pedirte de so#ar como dices tú... hace

tres días (ue no le pido de so#ara nadie por miedo de (ue me siran mal y (ue estoy

pensando a cada momento en (ue llegue esta noche para suplicarte me leas unas

notas tomadas en un iaje por "uiza, (ue nunca me has mostrado... 7os las as a leer

dentro de un rato, 4cierto6... "i tú supieras (ue he pasado hoy un mal día pensando en

ti, con la idea !ja de (ue estabas enfermo... 9ero estás bien, 4erdad6...

 7unca estoy bien en los últimos días del a#o, contest& ernández como distraído

por algo (ue lo preocupara- nunca estoy bien en los últimos días de diciembre.

Ba frescura y la animaci&n de Buis Cordoez, cuyas facciones delicadas y

naciente barba casta#a recordaban el per!l del Cristo de "cheFer, sin (ue los rizos

oscuros (ue le caían sobre la frente estrecha, ni el frac (ue le moldeaba el busto

alcanzaran a disminuir el parecido, formaban e%tra#o contraste con la atonía

meditabunda del semblante pálido y lo apagado de los ojos grises de :á%imo 9érez,

cuya $acura se adiinaba, mal disimulada por el estido de cheiot claro (ue traía

puesto, en las líneas del cuerpo tendido sobre el dián ecino, en una postura de

enfermizo cansancio.

 48ú no sigues bien, eh6... 4aumentan los dolores6... le pregunt& "áenz claándole

los ojos in(uisitios...

 "iguen los dolores, atroces, a pesar de los bromuros y de la mor!na... Esta noche

me sentía tan mal (ue me retiraba ya del Club cuando encontré a Cordoez y me hizo

el bien de traerme... 7o saben tus colegas (ué es lo (ue tengo... ernández, dime,

4tampoco pudieron hacer diagn&stico preciso de una enfermedad (ue sufriste en 9arís,

de una enfermedad neriosa de (ue me ha hablado, :arinoni...6 2ime, 4tú la

describiste en algunas páginas de tu diario6... "i nos las leyeras esta noche... Creo (ue

s&lo la lectura de algo inédito y (ue me interesara mucho alcanzaría a disipar un pocomis ideas negras.

  3o le había instado antes a +osé para (ue nos leyera algo relacionado con el

nombre de la (uinta, con =illa 1elena, dijo Roira malhumorado y como temeroso de

no lograr su empe#o- ahora tú y Cordoez ienen cada cual con su idea, y a a

resultar (ue +osé no nos lee nada al !n. ernández, 4(ué dices6

  8ú (uerrías leer la última noela de 9ereda, 4no, Cordoez6 dijo el escritor

distraído , recuérdame darte el tomo.

 7o- te había suplicado (ue nos leyeras unas notas escritas en "uiza, pero resulta

(ue Roira desea conocer unas páginas (ue según dice tienen relaci&n con =illa

1elena- 9érez otras (ue diz(ue describen una enfermedad (ue sufriste en 9arís y el

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doctor "áenz no opina, está callado como un mudo desde (ue entramos... habla,

"áenz0

 ernández no me oye nunca cuando le hablo. 1ace cuatro a#os le engo

diciendo (ue escriba y no me oye. +osé, 4no tienes tú, un cuento o cosa así, (ue pasa

en 9arís, una noche de a#o nueo6 insinu& el médico... 49or (ué no nos lo lees6...

 

 8odo eso es Ella... dijo el escritor, como perdido en un ensue#o- esta ma#ana las

rosas blancas en la erja de hierro de =illa 1elena- a mediodía el reoloteo de la

mariposilla blanca (ue se entr& por la entana del escritorio... Ahora cuatro deseos

encontrados (ue se juntan para (ue la nombre... "e pas& la mano por la frente y se

(ued& callado luego sin (ue durante diez minutos en (ue pareci& olidarse de todo y

sumirse en honda meditaci&n, ninguno de los amigos se atreiera a distraerlo.

 ernández, 4no nos as a leer nada6, pregunt& Roira impaciente, deteniéndose

cerca del sill&n de a(uél... 48ienes dolor de cabeza6... Eso ha sido el trabajo de hoy...

48ú para (ué trabajas6... 4no lees algo al !n6...

 +osé ernández, después de buscar en uno de los rincones oscuros del cuarto,

donde s&lo se adiinaba entre la penumbra rojiza la blancura de un ramo de lirios y el

contorno de un aso de bronce y de apagar las luces del candelabro, se sent& cerca de

la mesa, y poniendo sobre el terciopelo de la carpeta un libro cerrado, se (ued&

mirándolo por unos momentos.

Era un grueso olumen con es(uineras y cerradura de oro opaco. "obre el fondo

de azul esmalte, incrustado en el marro(uí negro de la pasta, había tres hojas erdes

sobre las cuales reoloteaba una mariposilla con las alas forjadas de diminutos

diamantes.Acomodándose ernández en el sill&n, abri& el libro y después de hojearlo por

largo rato ley& así a la luz de la lámpara*

9arís, G de junio de HIJ...

Ba lectura de dos libros (ue son como una perfecta antítesis de comprensi&n

intuitia y de incomprensi&n sistemática del Arte y de la ida, me ha absorbido en

estos días* forman el primero mil páginas de pedantescas elucubracionesseudocientí!cas, (ue intitul& 2egeneraci&n un doctor alemán, :a% 7ordau, y el

segundo, los dos olúmenes del diario, del alma escrita, de :aría /ash;irtseF, la

dulcísima rusa muerta en 9arís, de genio y de tisis, a los einticuatro a#os, en un hotel

de la calle de 9rony.

Como un es(uimal miope por un museo de mármoles griegos, lleno de Apolos

gloriosos y de =enus inmortalmente bellas, 7ordau se pasea por entre las obras

maestras (ue ha producido el espíritu humano en los últimos cincuenta a#os. Blea

sobre los ojos gruesos lentes de idrio negro y en la mano una caja llena de ti(uetes

con los nombres de todas las manías clasi!cadas y enumeradas por los alienistasmodernos. 2etiénese al pie de la obra maestra, compara las líneas de ésta con las de

su propio ideal de belleza, la encuentra deforme, escoge un nombre (ue dar a la

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supuesta enfermedad del artista (ue la produjo y pega el ti(uete clasi!catio sobre el

mármol augusto y albo. =istos al traés de sus anteojos negros, juzgados de acuerdo

con su canon estético, es Rosetti un idiota, "inburne un degenerado superior,

=erlaine, un medroso degenerado, de cráneo asimétrico y cara mongoloide,

agabundo, impulsio y dips&mano- 8olstoy, un degenerado místico e histérico-

/audelaire, un maniático obsceno- ?agner, el más degenerado de los degenerados,graf&nomo, blasfemo y erot&mano. 2ichoso clasi!cador de manías (ue no has sentido

la ida y no has encontrado en tu ocabulario técnico la f&rmula en (ué encerrar las

obras maestras de las edades muertas0, oye* 4eran neur&patas consumados los

hombres del Renacimiento, cuyas obras, telas y mármoles y bronces, donde el oro y la

sombra de los a#os acumulan misterio sobre misterio, turban a los sensitios de hoy

con el enigma cautiador de sus líneas y de sus medias tintas6 :ira los Cristos

dolientes y sombríos, más heridas (ue carne y más alma (ue cuerpo, (ue languidecen

entre las sombras de los lienzos del "odoma- interroga la sonrisa ambigua de las

!guras del =inci- respira el hedor (ue se desprende de las telas de =aldez Beal-contempla la crueldad re!nada y bárbara de las cruci!%iones del Espa#oleto- uele

tus manos rudas hacia el fondo de los siglos y distribuye ti(uetes de clasi!caci&n

patol&gica a esos (ue sintieron y e%presaron lo (ue sienten los hombres de hoy0 'h,

grotesco doctor alemán, zoilo de los 1omeros (ue han cantado los dolores y las

alegrías de la 9si(uis eterna, en este !n de siglo angustioso, tu oscuro nombre está

salado del olido0...

 8us rudas manos tudescas no alcanzaron a coger en su elo la mariposa de luz

(ue fue el alma de la /ash;irtseF, ni a profanar analizándola, una sola de las páginas

del diario. <:aría /ash;irtseF, escribiste, una degenerada muerta joen, tocada delocura moral, de un principio del delirio de las grandezas y de la persecuci&n y de

e%altaci&n er&tica morbosa>. KDégénérescence, olumen DD, página HLHM. 3 escrita la

frase en (ue acumulaste cuatro entidades patol&gicas para de!nir una de las almas

más ibrantes y más ardientes del tiempo presente, $ot& sobre tus labios gruesos

deliciosa sonrisa de satisfacci&n beata y estúpida0

2esde el fondo de la sencilla tumba (ue guarda tus cenizas en el Cementerio de

9assy y a donde irán los intelectuales de ma#ana a cubrir de $ores el mármol (ue

consera tu nombre, desde el fondo del tiempo donde llegarás agrandada por la

leyenda, perdona, oh muerta dulcísima0 al maniático seudosabio (ue te inmortaliz&

 juntándote con ?agner y con Dbsen, en la e%presi&n de su desprecio profundo0

5uiere :auricio /arrés, en las sutiles páginas (ue intitula <Ba leyenda de una

Cosmopolita>, y en (ue estudia a la /ash;irtseF, darnos de ella, ya (ue no un retrato

de!nitio, tres impresiones instantáneas de tres actitudes suyas y nos la presenta

adolescente, en las sabanas heladas de Rusia, dejando desarrollarse en sí el igor

espiritual y sensual (ue animara su ida- en plena juentud, dándole por fondo del

retrato los ramajes oscuros, al traés de los cuales ibra la música de una or(uesta, al

caer de la tarde, en un lugar de aguas de /ohemia y, tocada ya por la mano fría de la

tisis (ue le abrillanta los ojos con arti!cial brillo y le colora las mejillas pálidas con la

agitaci&n de la sangre empobrecida, bajo el sol de 7iza, sonriente y con el corpi#o

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$orecido por diminuto ramo de mimosas y de anémonas. 7inguno de los negatios del

ide&logo me satisface. Cierro los ojos y me la forjo así, de acuerdo con las páginas del

2iario* Es alta noche... Ba familia, cansada de las fatigas triiales del día, duerme

tran(uilamente. Ella, en el cuarto silencioso donde la rodean sus libros predilectos,

"pinoza, ichte, los más sutiles de los poetas, los más acres de los noelistas

modernos, acodada sobre el escritorio, cayéndole sobre la masa de cabellos casta#osla luz tibia de la lámpara, la cabeza apoyada en la mano pálida, ela y recapitula el

día. "e ha leantado a la madrugada, y al correr las persianas del balc&n, para

procurarse una noche arti!cial y faorable al estudio, el paso de un grupo de obreros

por la calle, llena de la bruma de la madrugada y azotada por la lluia, la ha hecho

enternecerse al pensar en la suerte de esos miserables. 8ras de arias horas de

lectura de /alzac, en (ue ha iido en comuni&n con a(uel genio enorme, el proyecto

del cuadro con (ue sue#a, del cuadro (ue ha de inmortalizarla, la ha hecho ir a

"Nres, donde la espera, el modelo, y allí en el luminoso paisaje de primaera, las

manos temblándole de artística !ebre, los ojos bien abiertos para erlo todo, losnerios tendidos para realizar el milagro de trasladar al lienzo la frescura de los

renueos, la tibieza del sol (ue ilumina el campo, la carne sonrosada del modelo,

sobre la cual $otan las diáfanas sombras de las ramas de un durazno en $or- el erde

húmedo de la yerba tierna, el morado de las ioletas y el amarillo de los renúnculos

(ue esmaltan el prado, el azul del cielo pálido en el horizonte, ha trabajado, olidada

de sí misma, en un frenesí, en una locura de arte, hora tras hora, el día entero. 9or la

tarde, rendida, desencantada de la pintura hasta el fondo del alma, conencida de (ue

serán anos todos sus esfuerzos para alcanzar la meta so#ada, hubo un instante en

(ue tuo (ue contenerse para no rasgar el lienzo en (ue trabaj& con todas susfuerzas. )n detalle de elegancia le hace olidar la momentánea angustia. 2oucet, el

costurero, la espera para ensayarle un estido de cresp&n de seda rosado, (ue tiene

por todo adorno una guirnalda de rosas de /engala, y (ue han combinado ambos para

(ue, al lucirlo ella en el pr&%imo baile, la concurrencia, al erla atraesar el sal&n

moderno por entre la correcci&n de los fracs negros y de las blancas pecheras, tenga

la ilusi&n de contemplar sonriente y animada por la ida, la más hermosa de las

pinturas de @reuze. 3 el estido la ha entusiasmado0 9or una hora se olida de la

artista (ue es, del !l&sofo (ue funciona dentro de ella y (ue analiza la ida a cada

minuto y a (uien preocupan los problemas eternos... 7o, ella no es eso, siente (ue hanacido para concentrar en sí todas las gracias y los re!namientos de una ciilizaci&n,

(ue su papel erdadero, el único a la medida de sus facultades, es el de una :adame

Récamier, (ue su teatro será un sal&n donde se junten las inteligencias de e%cepci&n y

de donde irradie la doble luz de las supremas elegancias mundanas y de las más altas

especulaciones intelectuales... Bos hombres más ilustres del momento serán los

huéspedes de ese centro, allí sonreirá suaemente Renán, moiendo la gran cabeza

bonachona, con ademán episcopal- 8aine endrá a eces y se dejará oír, un poco

absorto por instantes en su incesante pensar, animado otras, preguntando en frases

cortas, netas, precisas como f&rmulas- Oolá, entrudo y pálido, contará el plan de sunoela futura- 2audet paseará por sobre las obras de arte (ue destacan sus cartones

sobre las iejas tapicerías deste#idas, la mirada curiosa de sus ojos de miope y

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apoyará en el brocatel de los sillares la enmara#ada melena de piferaro- los pintores,

/astien Bepage, el preferido, chi(uitín, enérgico, chatico, con su rubia barba de

adolescente- Carrolus 2urán, con sus aires de espadachín y de tenorio- el :aestro

 8ony Robert leury, el de la dulce !sonomía árabe y los ojos dormidos- los poetas

Coppée, "ully 9rudhomme, 8heuriet, todos ellos serán recibidos allí como en una casa

del arte y se sentirán ajonjeados y mimados como por una hermana. Ella tendrá en lasmanos el cetro, será la =ittoria Colonna de ma#ana, rodeada por esa corte de

pensadores y de artistas...

'h sue#os anos deshechos como bombas de jab&n (ue nacen, se coloran y

reientan en el aire0... Al salir de casa de 2oucet, la idea de hablar con el médico, (ue

le dice la erdad respecto del mal (ue la está deorando, se le impone, "e ha sentido

tan enferma en los últimos días, han sido tan agudos los dolores (ue la han

atormentado, tan intensa la !ebre (ue le ha (uemado las enas- tan profundo el

decaimiento (ue la ha postrado por horas enteras0... En el silencio grae del sal&n de

consultas el esculapio la ausculta lentamente, golpea, con blandos golpecitos de lasyemas de los dedos, las espaldas gráciles, aplica atento el oído sobre la piel tersa

como el raso, del busto delicado, y tras del minucioso e%amen prescribe cáusticos (ue

(ueman el seno, aplicaciones de yodo (ue manchan y des!guran, drogas odiosas, un

iaje al :ediodía (ue e(uiale a abandonarlo todo, arte, sociedad, placeres y para

 justi!car las prescripciones rígidas y con su frialdad de hombre de ciencia,

acostumbrado al dolor ajeno, suelta las frases brutales. Está tísica... el pulm&n

derecho destrozado por los tubérculos, el iz(uierdo inadido ya, esa sordera (ue la

atormenta desde hace meses irá aumentando- la tos (ue la sacude y la lastima, los

insomnios atroces (ue la agotan, todo eso a a crecer, a tomar fuerza, y a dilatarsecomo las llamaradas de un incendio, a acabar con ella...

5ue está tísica0 "í, lo siente, lo sabe. 1ubo un momento en (ue al salir de la

casa del sabio se abandon& al desaliento y se sinti& cerca de la muerte, pero hace dos

horas ha olidado su mal... 9or la gran entana abierta del taller, cercano al cuartico

donde está ahora, se eía el cielo nocturno, de un azul profundo y transparente- la luz

de la Buna se !ltraba por allí e inundaba la penumbra de su sortilegio paci!cador.

"entada ella en el piano, al ibrar bajo sus dedos neriosos el teclado de mar!l, se

e%tendía en el aire dormido la música de /eethoen, y en la semioscuridad, eocada

por las notas dolientes del nocturno y por una lectura de 1amlet, $otaba pálido y

rubio, arrastrado por la melodía como por el agua pér!da del río homicida, el cadáer

de 'felia, 'felia pálida y rubia, coronada de $ores... el cadáer pálido y rubio

coronado de $ores, lleado por la corriente mansa...

=erdad (ue hacía dos horas la magia de la música la hizo olidarse de todo, de sí 

misma y de la tisis, pero ahora, desanecido el encanto, sola, sentada frente al

escritorio, acodada sobre éste, la luz tibia de la lámpara, cayéndole sobre la masa de

cabellos casta#os, la cabeza apoyada en la mano delicada, ahora al recapitular el día,

la lectura de /alzac, la furia de trabajo artístico en "Nres, el ensayo del estido, el

sue#o de grandeza mundana, los momentos pasados en el piano, todo se borra ante la

realidad cruel de la enfermedad (ue aanza en el gran silencio religioso de la

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medianoche- la siniestra profecía del hombre de ciencia llena sola, oscura y siniestra

como un horizonte nublado, el campo de su isi&n interior... :orir, 2ios mío, morir así 

tísica a los eintitrés a#os, al comenzar a iir, sin haber conocido el amor, única cosa

(ue hace digna a la ida de iirla, morir sin haber realizado la obra so#ada, (ue

salará el nombre del olido- morir dejando el mundo, sin haber satisfecho los

millones de curiosidades, de deseos, de ambiciones (ue siente dentro de sí, cuando elconocimiento de seis lenguas ias, de dos lenguas muertas, de ocho literaturas, de la

historia del mundo, de todas las !losofías del arte en todas sus formas, de la ciencia,

de las oluptuosidades de la ciilizaci&n, de todos los lujos del espíritu y del cuerpo,

cuando los iajes por toda Europa y la asimilaci&n del alma de seis pueblos, s&lo han

serido para desear la ida con ardor in!nito y concebir planes cuya realizaci&n

re(ueriría diez idas de hombre0 :orir así, sintiéndose el embri&n de sí mismo, morir

cuando se adora la ida, deshacerse, perderse en la sombra0 Dmposible0...

Ba idea de la lucha contra el mal la domina ahora... hay (ue luchar... un a#o

destinado a encerlo será su!ciente. En plena salud más tarde ganará el tiempoperdido- tules diáfanos y blancuras de mimosas y de camelias elarán sobre lo túrgido

del seno las manchas de los cáusticos y del yodo, y el cuerpo entero ostentará la

coloraci&n suae de la sangre ii!cada por el aire tibio y salino del :editerráneo.

1ay (ue luchar, hay (ue iir0 1ay (ue pintar las "antas :ujeres, guardando el

sepulcro. Ba :agdalena sentada, de per!l, el codo apoyado en la rodilla derecha y la

barba en la mano, con el ojo átono, como si no iera nada, pegada a la piedra (ue

cierra el sepulcro y con el brazo iz(uierdo caído en una postura de in!nito cansancio.

En la actitud de :aría, de pie, tapándose la cara con la mano, y con los hombros

leantados por un sollozo, destacando la silueta oscura sobre el cielo plomizo delcrepúsculo, debe adiinarse una e%plosi&n de lágrimas, de desesperaci&n, de dejo, de

agotamiento de!nitio. A lo lejos, entre la semioscuridad de la hora trágica (ue

esfuma los contornos de las cosas, se adiinarán las formas de los (ue acaban de

enterrar al Cristo y sobre el lienzo $otará la atm&sfera sombría de un dolor in!nito.

1ay (ue pintar- hay (ue pintar a :argarita, después del encuentro con austo, con el

seno agitado y los ojos brillantes y las mejillas encendidas por el fuego de amor (ue le

hacen correr por las enas las palabras del gallardo caballero. El cuadro de "Nres no

la satisface- hay (ue pintar otro en pleno aire como los de /astien y encerrar en él un

paisaje de primaera, donde por sobre una orgía de tonos luminosos, de pálidosrosados, de erdes tiernos, se oigan cantos de pájaros y murmullos cristalinos de agua

y se respiren campesinos olores de saia y de nidos- la calle, ese canal de piedra, por

donde pasa el río humano, hay (ue estudiarla, erla bien ista, sentirla, para trasladar

a otros lienzos sus aspectos risue#os o sombríos, los efectos de niebla y de sol- entre

las líneas geométricas de las fachadas, el piso húmedo por la lluia reciente, los

follajes pobres de los árboles (ue crecen en la atm&sfera pesada de la ciudad, y sobre

el banco del bouleard e%terior, (uietas y en posturas de descanso para sorprender en

ellas, no el gesto momentáneo de la acci&n sino el ritmo misterioso y la e%presi&n de

la ida, hay (ue pintar dos chicuelas $acuchas, ajadas por la pobreza y el icioancestral y un bohemio grasiento y lamentable con la cara encendida y los ojos

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encarnados por el uso de enenosos alcoholes, (ue sigue, melanc&licamente, con la

mirada turbia y aga, el humo de la pipa (ue se está fumando- pero no, ese cuadro

por perfecto (ue sea no será el desiderátum, por(ue está iciado de canallería

moderna, como dice "aint :arceau%, hay (ue hacer algo grande y noble... Concluidos

ésos, será 1omero (uien da el tema, y se laará los ojos de toda la ulgaridad de la

ida diaria, forjando en un lienzo enorme a Alcinoos y a la Reina, sentados en el trono,en una galería de altas columnas de mármol rosado, rodeados por la Corte, mientras

(ue 7ausicaa, apoyada en una de las pilastras, oye a )lises contarle al Rey sus

aenturas interminables y 2emodocuos, cuyo canto ha interrumpido el iajero,

malhumorado como un poeta a (uien no oyen, apoya en las rodillas la lira y uele la

cabeza para mirar hacia afuera... 1ay (ue pintar eso pero pintarlo de eras, en plena

pasta, con una factura potente, rica, s&lida donde nadie reconozca una manecita de

mujer- hay (ue pintarlo íido, caliente, amplio de tal modo (ue el (ue ea el cuadro

sienta lo (ue sinti& ella al manejar los pinceles y las brochas. 1ay tanto (ue hacer

para llegar allá0 8odos esos cuadros re(uieren estudios preios, composicionescomplicadas, preparaci&n de detalles y (uerría estarlos haciendo ya, haberlos hecho,

no perder un minuto... 1ay tanto (ue hacer y la ida es tan corta... Bos proyectos de

escultura la fascinan por(ue la escultura es honrada y no enga#a al ojo con los

colores, ni admite farsas ni tapujos... :odelará todo lo (ue sue#a* moribunda de amor

y de tristeza, caída sobre las arenas de la playa al er huir en el horizonte la ela del

barco (ue llea a 8eseo, una Ariadna con el pecho lleno de sollozos- luego un bajo

reliee colosal con seis !guras sorprendidas en actitudes llenas de gracia, y las

esculturas serán tales (ue "aint :arceau% mismo se entusiasme, y las pinturas

tendrán tal arte (ue el jurado imbécil no podrá menos de darle la primera medalla, enun sal&n pr&%imo. Ah0 la medalla, c&mo la ha deseado, c&mo la desea desde hace

tiempo, c&mo la ha perseguido, c&mo la e en sus sue#os- la medalla la hará

comprender (ue hizo bien en consagrarse a la pintura, (ue no se ha e(uiocado, (ue

es alguien, (ue puede amar, pensar, iir como ien todos, tran(uila, sin

atormentarse con tantas ambiciones. Cuando se la den podrá iir como todo el

mundo, y entonces sus fuerzas, dirigidas en otro sentido la llearán lejos, muy lejos,

se abandonará a la delicia de sentir, la dominará una pasi&n profunda por un hombre

superior (ue la entienda, irá a respirar por temporadas el aire perfumado y tibio de

7iza, de "an Remo, de "orrento, olerá a Espa#a, a 8oledo, a /urgos, a C&rdoba, a"eilla, cuyos nombres ennoblecen con s&lo pronunciarlos, a @ranada, a embelesarse

con las policromías de las ar(uitecturas árabes, con los follajes frescos de los laureles

rosa y de los casta#os gigantes, con lo azul del cielo- a =enecia, donde sube hacia el

!rmamento, por entre ruinosos palacios de mármol, una !ebre sutil de los canales

erdosos, a er la melanc&lica !esta (ue son las pinturas de 8iépolo- a :ilán, donde

sonríen las creaciones del =inci y a Roma, sobre todo, a Roma, la ciudad madre, la

metr&poli, el único lugar

Al ponerse el "ol tras de las cúpulas de la /asílica, centro de la cristiandad,

alumbra las huellas del arte de hace einticinco siglos, la complicaci&n de la ida

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moderna más fastuosa y más amplia y sugiere a las almas pensatias la f&rmula de lo

(ue será la sensibilidad de ma#ana.

Ah0 2ios mío, y Rusia, Rusia, la madre, la patria, la tierra del nihilismo, y de los

zares, con su semiciilizaci&n tan diferente de la ciilizaci&n latina, sus costumbres

peculiares, su pueblo supersticioso y medio salaje, su aristocracia gozadora- su arte

propio y su singular literatura- Rusia la reclama* irá a 9etersburgo, donde la recibirá laCorte, a :oscú, a PieF, la ciudad santa, llena de catedrales y conentos- olerá a

respirar en los campos solariegos el aire (ue en la ni#ez le infundi& la !ebre (ue la

anima, y esos múltiples iajes, esas e%periencias casi opuestas de la ida los alternará

con las temporadas de 9arís, en el sal&n a(uel lleno de hombres de genio- con días

distribuidos entre las !estas mundanas, donde seducirá a todos su elegancia, y la

lectura de !l&sofos y la audici&n de las músicas de 1aendel y de /eethoen y la

continuaci&n de sus estudios, de otros estudios nueos con (ue sue#a, sociología,

política, lenguas orientales, historia y literatura de pueblos (ue no conoce bien y cuya

alma se asimilará para agrandar su isi&n del unierso. =iirá así y todo eso lo harácon todos sus nerios, con toda su alma, con todo su ser, arrancándole a cada

sensaci&n, a cada idea, un má%imo de ibraciones profundas0

Ahora un desfallecimiento interior la embarga- ha sentido una picada ahí, en el

punto (ue el médico le mostr& como foco de la enfermedad (ue la deora y el

punzante dolor uele a traerla a la realidad... Ah0, sí, la tos, el sudor, el insomnio, los

cáusticos, las unturas de yodo, el iaje al mediodía, el ani(uilamiento... la muerte... el

!n, todo eso está cerca. 43 2ios, en d&nde está si la deja morir así, en plena ida,

sintiendo esa e%uberancia de fuerzas, esos entusiasmos locos por erlo todo, por

sentirlo todo, por comprender el )nierso, su obra6... 42ios, en d&nde está si la deja

morir así, después de haber sido buena, después de no haber hablado nunca mal de

nadie, ni proferido una (ueja por las amarguras (ue le han tocado en suerte, de haber

derramado a su alrededor el oro para enjugar lágrimas, después de regalar su

esmeralda faorita para distraer a alguien, (ue no la (uiere, de un sufrimiento de un

instante6... 42espués de haber llorado por los dolores ajenos, de haber lleado su

piedad hasta (uerer a los animales humildes6 "i e%iste, si es la bondad suprema, 4por

(ué la mata así, a los eintitrés a#os antes de iir y cuando (uiere iir6... 42&nde

está el buen 2ios, el 9adre Eterno de las criaturas6... Ah0 no e%iste. "pinoza, se lo ha

ense#ado, las lecturas cientí!cas, le han mostrado el unierso como una eterna

reuni&n de átomos, regida, desde los millones de soles (ue arden en el fondo del

in!nito hasta el centro misterioso de la conciencia humana, por leyes oscuras e

inconmoibles, (ue no reelan una oluntad suprema tendiente al bien... sí, un

torbellino de átomos en (ue las formas surgen, se acentúan, se llena, se deshacen

para oler a la 8ierra y renacer en otras formas (ue morirán a su ez arrastradas por

la eterna corriente... 7o. Eso no puede ser. Ella no es atea, ella (uiere creer, ella cree.

Ba /iblia contiene las palabras (ue calman y confortan- los ersos del "almo CD, <8e

cubrirá con sus alas poderosas- en seguridad estarás bajo su abrigo>, le cantan en la

memoria- el "alador, con la cabeza aureolada y los brazos abiertos camina ahora

sobre las agitadas olas negras del océano de sus pensamientos y dice las palabras

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suaes (ue le derraman en el alma una diina paz inefable* </ienaenturados los (ue

tengan hambre y sed de justicia por(ue ellos serán hartos...>. 3 desfalleciente ella de

mística emoci&n, mentalmente se prosterna a los pies del 2iino :aestro...

"úbita asociaci&n de ideas f&rjase en su cerebro y esa dulce imagen huye

disipada por el recuerdo de las obras de Renán y de "trauss, en (ue éstos, con su

análisis de concienzudos e%egetas, muestran al Cristo al traés de los te%tosinterpretados con rígido criterio, no como al 1ombre 2ios, encarnado para purgar los

pecados del mundo, sino como la más alta e%presi&n de la bondad humana. Bos libros

de crítica y de historia religiosa (ue he leído allí mismo en el silencio de ese gabinetico

de estudio donde está sentada ahora, ahuyentan al diino fantasma del consolador de

los hombres... 7o hay a (uién inocar en los momentos de desesperante angustia... y

la muerte iene, la muerte está cerca. )n sudor frío le moja las sienes, el cansancio la

dobla, y en la claridad fría y difusa del amanecer (ue se !ltra por los cristales y a

atenuando, atenuando la luz tibia de la lámpara (ue alumbr& la elada pensatia,

siente un escalofrío (ue la obliga a leantarse, a absorber dos cucharadas de jarabede opio para conciliar el sue#o por una hora y a amontonar sobre el catre de bronce

dorado los blandos edredones forrados en suae seda, para deolerle calor a su

cuerpecito endeble, minado por la tisis, (ue dormirá ahora, en el tibio nido por bree

espacio, y para siempre, dentro de unos meses, en el fondo de la tumba, bajo el

césped húmedo del cementerio0...

:a#ana estará leantada desde temprano, se sonreirá al contemplar en el espejo

su tez aterciopelada y r&sea como un durazno maduro, los grandes ojos casta#os (ue

se sonríen al mirar- la espesa cabellera (ue le cae sobre los hombros de graciosa

cura, y ebria de ida, y hambrienta de sentir comenzará el día, lleno de las mismas

!ebres, de los mismos sue#os, de los mismos esfuerzos y de los mismos desalientos

de la íspera.

Es así como la he isto al leer el 2iario. Esa es la composici&n del lugar, (ue para

proceder de acuerdo con los métodos e%altantes de Boyola, el sutil psic&logo, he

hecho para sentir todo el encanto de a(uella a (uien :auricio /arrés propone (ue

eneremos bajo la adocaci&n adorable de 7uestra "e#ora del 9erpetuo 2eseo...

 +amás !gura alguna de irgen, so#ada por un poeta, 'felia, +ulieta, =irginia, @raziella,

Eangelina, :aría, me ha parecido más ideal ni más tocante (ue la de la maraillosa

criatura (ue os dej& su alma escrita en los dos olúmenes (ue están abiertos ahora,

sobre mi mesa de trabajo y sobre cuyas páginas cae, al traés de las cortinas de gasa

 japonesa (ue elan los idrios del balc&n, la diáfana luz de esta fresca ma#ana de

erano parisiense...

 +unio LQ

"i es cierto (ue el artista e%presa en su obra sue#os (ue en cerebros menos

poderosos, confusos, e%isten latentes- y (ue por eso, s&lo por eso, por(ue las líneasdel bronce, los colores del cuadro, la música del poema, las notas de la partici&n,

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realzan, pintan, e%presan, cantan, lo (ue habríamos dicho si hubiéramos sido capaces

de decirlo, el amor (ue a la /ash;irtseF profesamos algunos de hoy, tiene como causa

erdadera e íntima (ue ese 2iario, en (ue escribi& su ida, es un espejo !el de

nuestras conciencias y de nuestra sensibilidad e%acerbada. 49or (ué has de simpatizar

tú con la muerta adorable a (uien /arrés enera y a (uien amamos unos cuantos, oh0

grotesco doctor :a% 7ordau, si tu fe en la ciencia miope ha suprimido en ti el sentidodel misterio- si tu espíritu sin curiosidades no se apasiona por las formas más

opuestas de la ida- si tus rudimentarios sentidos no re(uieren los re!namientos

supremos de las sensaciones raras y penetrantes6... 45ué hay de e%tra#o en cambio

en (ue un hombre a (uien las einticuatro horas del día y de la noche no le alcanzan

para sentir la ida, por(ue (uerría sentirlo y saberlo todo, y (ue, situado en el centro

de la ciilizaci&n europea, sue#a con un 9arís más grande, más hermoso, más rico,

más pererso, más sabio, más sensual y más místico, se entusiasme con a(uella (ue

lle& en sí una actiidad iolenta y una sensibilidad rayana en el dese(uilibrio6...

1ay frases del 2iario de la rusa (ue traducen tan sinceramente mis emociones,mis ambiciones y mis sue#os, mi ida entera, (ue no habría podido jamás encontrar

yo mismo f&rmulas más netas para anotar mis impresiones.

Escribe después de una lectura de Pant*

<7o sé por d&nde comenzar, ni a (uién ni c&mo preguntárselo, y me (uedo así,

estúpida, maraillada, sin saber para d&nde coger y iendo por todos lados tesoros de

interés* historias de pueblos, lenguas, ciencias, toda la 8ierra, todo lo (ue no conozco-

yo (ue (uerría erlo, conocerlo y aprenderlo todo junto>.

Escribe seis meses antes de morir*<:e parece (ue nadie adora todo como yo- lo adoro todo* las artes, la música, los

libros, la sociedad, los estidos, el lujo, el ruido, el silencio, la tristeza, la melancolía, la

risa, el amor, el frío, el calor- todas las estaciones, todos los estados atmosféricos, las

sabanas heladas de Rusia y los montes de los alrededores de 7ápoles- la niee en

inierno, las lluias de oto#o, la alegría y las locuras de la primaera, los tran(uilos

días del erano y sus noches consteladas, todo eso lo admiro y lo adoro. 8odo toma a

mis ojos interesantes y sublimes aspectos, (uerría erlo, tenerlo, abrazarlo, besarlo

todo, y confundida con todo, morir, no importa cuándo, dentro de dos o dentro de

treinta a#os, morir en un é%tasis para sentir el último misterio, el !n de todo o eseprincipio de una ida nuea. 9ara ser feliz necesito 8'2', el resto no me basta0...>.

eliz tú, muerta ideal (ue lleaste del )nierso una isi&n intelectual y artística y

a (uien el amor por la belleza y el pudor femenino impidieron (ue el entusiasmo por la

ida y las curiosidades insaciables se complicaran con sensuales !ebres de goce, con

la m&rbida curiosidad del mal y del pecado, con la illanía de los cálculos y de las

combinaciones (ue harán enir a las manos y acumularán en el fondo de los cofres el

oro, esa alma de la ida moderna0 eliz tú (ue encerraste en los límites de un cuadro

la obra de arte so#ada y diste en un libro la esencia de tu alma, si se te compara con

el fanático tuyo (ue a los eintiséis a#os, al escribir estas líneas, siente dentro de sí,bullir y herir millares de contradictorios impulsos encaminados a un solo !n, el mismo

tuyo* poseerlo 8'2'- feliz tú admirable 7uestra "e#ora del 9erpetuo 2eseo0

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2espués de haber creído por algún tiempo (ue el unierso tenía por objeto

producir de cuando en cuando, un poeta (ue lo cantara en impecables estrofas, y a los

pocos meses de haber publicado un tomo de poesías <Bos primeros ersos>, (ue me

procur& ridículos triunfos de anidad literaria y dos aenturas amorosas (ue infatuaron

mis einte a#os, la intimidad profunda (ue trabé con "errano y su alta superioridad

intelectual y su pasi&n por la !losofía, cambiaron el rumbo de mi ida. ue un a#oinolidable, a(uel en (ue, desprendido de toda preocupaci&n material, libre de toda

idea de goce, de todo compromiso mundano, los días y las noches huyeron, diididos

entre los largos paseos matinales por la aenida de pinos de la )niersidad, la lectura

de los !l&sofos de todas las edades, al mediodía, en la biblioteca silenciosa donde s&lo

se oía el oltear de las páginas, tornadas por las manos de los estudiantes, y las

noches pasadas en el aposento silencioso del más noble de los amigos, disertando con

él sobre los más apasionadores problemas (ue pueden solicitar al espíritu humano0

8ran(uilidad de los nerios apaciguados por el régimen calmante y por el aislamiento,

conersaciones en (ue los nombres de 9lat&n, de Epicuro, de Empédocles, de "anto 8omás, de "pinoza, de Pant y de ichte mezclados a los de los pensadores de hoy,

?ndt, "pencer, :adsley, Renan, 8aine, irradiaban como estrellas !jas sobre la

majestad negra del cielo nocturno- értigo de la inteligencia (ue, desprendida del

cuerpo in(uiere las leyes del ser- noble ida de pensador, en (ue la única !gura de

mujer (ue pasaba por mi imaginaci&n como depurada de sensualidad por las altas

especulaciones intelectuales, era la de la abuela, con sus largas guedejas de plata

cayéndole sobre las sienes y su per!l semejante al de la "anta Ana del =inci, cuán

lejos estáis del értigo y del frenesí gozador de mi ida de hoy0 Ba muerte repentina

de "errano, la llegada de mi mayor edad, la necesidad de administrar una fortunacuantiosa y situada en alores fácilmente aumentables dieron !n a a(uel período casi

monástico de ida. 2euelto al torbellino del mundo, due#o de un caudal enorme para

la ida de mi tierra natal, bulléndome en las enas los instintos, animado por la rabia

de acci&n de los Andrade- suelto, libre, sin padre, sin madre ni hermanos, recibido y

cortejado donde(uiera, lleno de aspiraciones encontradas y iolentas, poseído de una

pasi&n loca por el lujo en todas sus formas, fui el Alcibíades ridículo de a(uella

sociedad (ue me abri& paso como a un con(uistador. A#os de locura y de acci&n en

(ue comenzaron a elaborarse dentro de mí los planes (ue hoy me dominan, en (ue la

comprimida sensualidad reent& como brote igoroso bajo el sol de primaera, en (uelas pasiones intelectuales comenzaron a crecer y con ellas la curiosidad in!nita del

mal- soplo de la suerte (ue me hizo conserar la fortuna heredada sin (ue el fabuloso

derroche alcanzara a disminuirla, ambiciones (ue haciéndome encontrar estrecho el

campo y ulgares las aenturas femeninas y mez(uinos los negocios, me forzasteis a

dejar la 8ierra, donde era (uizás el momento de isar a la altura, y enir a conertirme

en el rastaquoere ridículo, en el snob grotesco (ue en algunos momentos me siento0

=anidad (ue te solazas al leer el suelto en (ue el Gil Blasanuncia (ue

el richissime Américain don +oseph ernández y Andrade compr& tal cuadrito de

RaFaeli, y te hinchas como un pao real (ue abre la erdeléctrica cola constelada deojos, cuando al rodar la ictoria de la 'rloF, al paso rítmico de la pareja de moros por

la Aenida de las Acacias, entre la bruma aga (ue enuele el /os(ue a las seis de la

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tarde, algún gomoso zute, murmura fascinado por la elegancia de los caballos o la

e%centricidad del estido de la impure y le dice al compa#ero* ...Tiens, regarde, ma

vieille! Epatante la maitresse du poete!... debes estar satisfecha, =anidad0...

"í, ésa es la ida, cazar con los nobles, más brutos y más lerdos (ue los

campesinos de mi tierra, galopando estido con un casac&n rojo, tras del alazán del

2u(ue chocho y obtuso- estirse con otro casac&n blanco, con un chaleco de sedabordado de colores y con medias y zapatos femeninos para hacer piruetas de

maromeros y grotescos dengues al poner el cotill&n en casa de :adame la 9rincesse

 8res Estrellas- acompa#ar a la noicia recién casada (ue (uiere ponerse al corriente, a

casa de costureras y modistas, para dirigirle la hechura de los estidos (ue no podría

escoger sola- perder una hora conersando con el camisero para sugerirle la idea de

una pechera de batista plegada y rizada y cinco minutos escogiendo la $or rara (ue

debe adornar la solapa del frac- sí, anidad, satisfácete, ésa es la ida y son ésas las

ocupaciones del hombre (ue pas& su igésimo a#o leyendo a 9lat&n y a "pinoza0

Es ridículo. Escribo e inoluntariamente cedo a mis e%ageraciones. Esa no es toda

mi ida. +unto a ese mundano fatuo está el otro yo, el adorador del arte y de la ciencia

(ue ha juntado ya ochenta lienzos y cuatrocientos cartones y aguas fuertes de los

primeros pintores antiguos y modernos, milagrosas medallas, inapreciables bronces,

mármoles, porcelanas y tapices, ediciones inerosímiles de sus autores predilectos,

tiradas en papeles especiales y empastadas en maraillosos cueros de 'riente- el

adorador de la ciencia (ue se ha pasados dos meses enteros yendo diariamente a los

laboratorios de psicofísica- el maniático de !losofía (ue sigue las conferencias de Ba

"orbona y de la Escuela de Altos Estudios, y cerca de ese yo intelectual funciona el

otro, el yo sensual (ue especula con é%ito en la /olsa, el gastr&nomo de las cenas

fastuosas, due#o de una musculatura de atleta, de los caballos fogosos y iolentos, de

Belia 'rloF, de las pedrerías dignas de un rajá o de una emperatriz, de los mobiliarios

en (ue los tapiceros han agotado su arte, de los inos de treinta a#os (ue infunden

igor nueo y calientan la sangre- y por encima de todo eso está un analista (ue e

claro en sí mismo y (ue llea sus contradictorios impulsos múltiples, armado de una

oluntad de hierro, como lleaban los cocheros d&ricos los cuatro caballos de la

cuadriga en las carreras de las 'limpiadas0

 3 estás satisfecho, 9angloss, me pregunta ahora la oz interior (ue habla en las

horas de análisis íntimo... 7o, jamás, esa ida (ue a tantos les parecería increíble por

su intensidad no sire sino para e%citar mis deseos de iir... :ás0 todo0 grita el

:onstruo (ue lleo por dentro... 7o eres nadie, no eres un santo, no eres un bandido,

no eres un creador, un artista (ue !je sus sue#os con los colores, con el bronce, con

las palabras o con los sonidos- no eres un sabio, no eres un hombre si(uiera, eres un

mu#eco borracho de sangre y de fuerza (ue se sienta a escribir necedades... Ese

obrero (ue pasa por la calle con su blusa azul laada por la mujercita cari#osa y (ue

tiene las manos ásperas por el trabajo duro, ale más (ue tú por(ue (uiere a alguien,

y el anar(uista (ue guillotinaron antier por(ue lanz& una bomba (ue reent& un

edi!cio, ale más (ue tú por(ue realiz& una idea (ue se había encarnado en él0 Eres

un miserable (ue gasta diez minutos en pulirse las u#as como una cortesana y un

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inútil hinchado de orgullo monstruoso0... 'h0 un plan a (ué consagrar la ida, bueno o

malo, no importa, sublime o infame, pero un plan (ue no sean los (ue tengo hoy, ni la

casa de comercio en 7uea 3or; para especular en grande y doblar mi fortuna, ni el

iaje alrededor del mundo para almacenar sensaciones e ideas, ni la ida en el

archipiélago para pescar perlas (ue me den más oro- no, un plan (ue no se re!era a

mí mismo, (ue me sa(ue de mí, (ue me llee como un huracán, sin sentirme iir0...

Bâle, 2 de unio

2e la tarde de ayer s&lo me (uedan dos sensaciones, el pu#o de la camisa

empapado en sangre y la orla negra de la carta- de la noche el ruido del tren al cruzar

la sombra... A estas horas debe de haber muerto y la policía estará buscándome. :e

hice inscribir en el registro del hotel con el nombre de +uan "im&nides, griego, agente

iajero, para despistarla... 2el estado en (ue estoy a la locura no hay más (ue unpaso0 :arinoni debe telegra!arme hoy mismo y del hotel mandarán el telegrama a

?hyl, donde oy a esconderme en una hostería a dos ;il&metros del pueblecito0

"h#l, 2$ de unio

rente de la hoja de papel en (ue escribo está el telegrama de :arinoni

desplegado. Bo he leído einte eces y he necesitado dos horas de re$e%i&n para

despertarme de la sangrienta pesadilla. <9uede oler, dice, la policía ignora todo. Ella

ayer, perfectamente, en el /os(ue, con un estido nueo. Comi& en buena compa#ía

en la Cascada. elicitaciones sinceras>. 42&nde fue la herida entonces, si no dej&

huella6... "iento todaía el calor de la sangre en la mano y ahí en la maleta de iaje

está la camisa con el pu#o empapado en sangre.

 %l d&a siguiente

Ba escena brutal, la idea del asesinato, la huida, la angustia, me habían impedido

leer, entendiéndola, la carta de Emilia. "&lo comprendía (ue había muerto la iejecita,

lo único (ue me (uedaba de familia erdadera sobre la 8ierra y sentía como un peso(ue me oprimiera el pecho, como un nudo en la garganta y como una negrura en el

alma, pero los detalles de la muerte los ignoraba, como si no los hubiera leído. 5uiero

copiar la carta, a(uí para encontrarla más tarde, dentro de unos a#os al releer este

diario maldito, y reiir las horas singulares de estos días en (ue esa impresi&n noble

se mezcl& con la angustia de un crimen. 2icen así los renglones trazados en el papel

de gruesa orla negra por la mano débil de Emilia*

<:i carta del primero te decía (ue tu abuelita estaba e%tremadamente débil y

(ue había tenido arios értigos en los últimos días. Ba situaci&n se agra& desde la

noche del L. El doctor Slarez, a (uien mandé llamar a pesar de (ue ella se opuso, laoblig& a guardar la cama desde ese día y me hizo saber (ue era inútil todo esfuerzo

para salarla por ser lo (ue estábamos iendo el !n de la enfermedad, tal como lo

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había preisto desde hacía a#os. "e limit& a prescribir (uietud completa y una poci&n

narc&tica. "in insinuaci&n de nadie mand& llamar ella al Arzobispo, (uien era su

confesor, como recuerdas, y después de confesar recibi& la comuni&n con su feror

acostumbrado. En los días (ue precedieron a la muerte no recibi& a nadie, con

e%cepci&n del 9relado, y me habl& continuamente de ti, con más amor (ue nunca y de

la muerte (ue esperaba con tran(uilidad absoluta. El ocho por la noche comenz& undelirio e%tra#o, sin !ebre, precursor del !n, en (ue diag& continuamente alternando

sus oraciones preferidas con e%tra#as frases referentes a ti. T"e#or, sálalo, sálalo

del crimen (ue lo empuja, sálalo de la locura (ue lo arrastra, sálalo del in!erno (ue

lo reclama. 9or tu agonía en el huerto, y por tu corona de espinas, por tus sudores de

sangre y por la hiel de la esponja, sálalo del crimen, sálalo de la locura, sálalo del

in!erno0...T, decía agitándose sobre las almohadas... TBo as a salar* míralo bueno,

míralo santo. /enditos sean la se#al de la cruz hecha por la mano de la =irgen, y el

ramo de rosas (ue caen en su noche como signo de salaci&n0 Está salado0 :íralo

bueno, míralo santo0 /enditos seanT. )na e%presi&n de beatitud suae reemplaz& enla cara !na la angustia de antes y adormecida, la respiraci&n estertorosa, deoli& a

2ios el alma. 9erd&name si te doy estos dolorosos detalles de la agonía. 8e conozco y

sé (ue te harán sufrir pero (ue (uieres saberlos.

:uri& como una santa, como había iido. A la estancia mortuoria s&lo entramos

don rancisco Cordoez, el doctor Alarez, el Arzobispo y yo. El 9relado estuo largo

tiempo arrodillado cerca del féretro. 9ara mí la elada mortuoria fue una impresi&n

mística superior a todas las (ue he sentido en mi ida. Estaba segura de (ue a(uel

cadáer era el de una santa de la raza de las :&nicas, y (ue su alma había recibido ya

el premio de la e%istencia sin mancha. Ba e%presi&n del cadáer, de la cabeza !na conlas facciones como depuradas por la muerte, enmarcada por la blancura de las canas

(ue parecían de niee a la luz de los cirios, era de una serenidad in!nita. 2esde el

fondo de los cuadros de =áz(uez (ue adornan la alcoba, los santos sus amigos

parecían contemplarla, sacando la cabeza del lienzo y saliéndose de entre el oro

deste#ido de los antiguos marcos espa#oles. Esa noche pasada al lado de la santa

muerta me dará alor para sufrir todos los males de la ida con la esperanza de morir

así.

El cadáer ocupa la b&eda central en el monumento de la familia, cerca a tu

padre. Ba casa está cerrada y en su alcoba, a tu uelta, si algún día ueles,

encontrarás todaía el olor de los cirios mortuorios, pues la llae no saldrá de mis

manos mientras ia.

 8u pena es la mía. 8e acompa#o con todo mi coraz&n y a 2ios y a la "anta (ue

hoy ela por ti en el cielo les pido por tu felicidad con todo el feror de mi cari#o por ti.

Emilia...>.

:i felicidad... 2ios mío0 5ué fácil (ue las líneas anteriores las leyera en una

prisi&n, detenido por haber asesinado a una de las hetairas de más renombre de la

/abilonia moderna... Ah0, la impresi&n (ue me ha causado la lectura de esa carta elmismo día en (ue debí cometer un crimen, en (ue lo cometí casi0 Ba santa muerta,

allá en la alcoba tendida de antiguo damasco oscuro y yo el mismo día en (ue supe su

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muerte, huyendo como un asesino, después de haber (uerido matar a una mujer

indefensa0

Ba i por primera ez, oyendo la música sobrehumana de las ?al;irias, en un

palco de la 'pera. 1abía llegado de =iena la íspera. El fondo carmesí de la pared del

palco realzaba la pureza de su per!l de 2iana Cazadora como un estuche de raso rojo

el oriente de una perla sin tacha- entre los cabellos de un rubio pálido, en los l&bulos

de las orejas diminutas, alrededor de las mu#ecas redondas y !nas y sobre el corpi#o

bajo de gasa erde pálida (ue dejaba medio desnudo el seno, brillaban, ardían, las

diáfanas esmeraldas de mi tierra, las luminosas esmeraldas de :uzo.

Ba e%presi&n so#adora de la cabeza rubia, la palidez dorada de la tez, el color del

aéreo estido, el brillo de a(uellas joyas de reina la hacían semejar más (ue una

mujer de carne y hueso una aparici&n irreal, ondina habitadora de las profundidades

de un lago o ?illy salida del fondo negro y misterioso de las $orestas. Ba cabalgata de

las ?al;irias poblaba el aire, la sobrehumana música llenaba la sala con sus

sobrehumanas ibraciones y ella, como subyugada por la insistencia de mis ojos (ue

la deoraban desde el palco, oli& a mirarme. Ba primera mirada, lenta y penetrante

como un beso columbino, me hizo correr un escalofrío de oluptuosidad por la

espalda... 8res días después era mía.

Esa delicada criatura ataiada e idealizada por proeedores artistas fue el ídolo

de estos seis últimos meses. 'h, las primeras noches de delicia sensual en el amplio

lecho profundo, dorado y ornamentado como un altar- la palidez ambarina, las líneas

perfectas, el olor a magnolia, el ello de oro sedoso de a(uel cuerpo de einte a#os,e%tendido en oluptuosas posturas sobre las sábanas de raso negro0 'h, las caricias

lentas, sabias e insinuantes de a(uellas manos delgadas y neriosas- la lasciia de

a(uellos labios (ue modulaban los besos como una cantatriz de genio modula las

notas de una frase musical- oh0, el re!namiento de sensualidad, la furia del goce, la

graedad casi religiosa de todos los minutos consagrados al amor, como si en ez de

tener de él la miserable noci&n moderna (ue lo relega al dominio de lo inmundo lo

sintiera ella grae y noble y como una funci&n augusta. Así debieron de amar las

sacerdotisas de la Afrodita (ue creían en su 2iosa y consideraban sagrado el Acto.

A los (uince días de la primera noche sabía ya (ué e%tra#a misti!caci&n eraa(uella criatura y la comprendía menos (ue antes, a pesar de eso. "e llamaba :aría

Begendre, el otro era el nombre de guerra. El padre y la madre iían en una callejuela

de /atignolles, él, zapatero de iejo, brutal y alcoholizado- ella, una pobre mujer,

delgaducha, pálida, de aire enfermizo, a (uien sacudía el marido cada ez (ue bebía

más de lo necesario. Criaban dos hijas más, insigni!cantes. 49or (ué misterio ésta

había ido a dar cuatro a#os antes de (ue yo la encontrara a manos de un e%

presidente de la república sudamericana, (ue arrojado de su tierra por una de esas

reoluciones (ue constituyen nuestro sport predilecto, lleg& a 9arís desbordante de

oro y de color local, en busca de seguridad y de placeres y la colm& de regalos en una#o6... 4El 2u(ue ruso (ue de paso por 9arís ii& más tiempo en la alcoba de ella (ue

en otros lugares y la lle& luego a 9etersburgo, de donde oli& rebautizada con

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apellido de princesa y due#a de las esmeraldas fabulosas y del collar de diamantes,

fue (uien le educ& los sentidos y despert& en ella ese sensualismo sibarítico, (ue me

sedujo desde el primer momento como una fascinaci&n, o su educador fue más bien el

pererso poeta italiano de (uien se enamor& locamente y a (uien colm& de regalos,

sin (ue el ate famélico y complaciente protestara contra a(uel papel e(uíoco de

faorito pagado6... 7o lo sé, ni me importa saberlo, ni lo sabré nunca. Ba encontréinstalada en un departamento pe(ue#o, cuyos balcones miraban sobre el par(ue

:onceau, amueblado con un re!namiento de gusto inerosímil en una mujer aun

nacida sobre las gradas de un trono.

Ba salita con las paredes tendidas de una sedería japonesa, amarilla como una

naranja madura, y con bordados de oro y de plata hechos a mano, amueblada

sobriamente con muebles (ue habrían satisfecho las e%(uisiteces del esteta más

e%igente- la alcoba tapizada de antiguos brocateles de iglesias, deste#idos por el

tiempo- con su mobiliario auténtico del siglo =D y el cuarto de ba#o, donde lucía una

tina de cristal opalescente como los idrios de =enecia, junto a las mesas de tocador,todas de cristal y de ní(uel, sobre la decoraci&n pompeyana de las paredes y del piso,

sugerían la idea de (ue algún poeta (ue se hubiera consagrado a las artes

decoratias, un ?alter Crane o un ?illiam :orris, por ejemplo, hubiera dirigido la

instalaci&n, detalle por detalle.

Al isitarla la primera ez comprendí claramente (ue ninguna noci&n estética

había determinado la escogencia de todo eso- (ue lo tenía por(ue le había gustado

como a otras les gustan la felpa rosada, las terracotas de a seis francos, las

oleografías y las $ores de trapo, y cuando por e%igencia suya comí en su

departamento, lo suculento de las iandas, lo inédito de las salsas y lo a#ejo de los

inos me hizo er (ue poseía a(uellos primores de la industria artística, solamente

por(ue necesitaba como cosa corriente y a cual(uier precio sensaciones profundas y

!nas. 49ero de d&nde diablos había sacado a(uella aristocracia de los nerios, más

rara (uizás (ue las de la sangre y la inteligencia, ella la hija de un zapatero

mugriento6... Enigma insoluble... El té (ue bebía en frágiles tazas chinas, dignas de

una itrina de museo, era té de caraana comprado a precio absurdo y sostenía

ingenuamente (ue era el menos malo (ue había encontrado en 9arís- tomaba el único

café libre de toda so!sticaci&n (ue he bebido en Europa- iía (uejándose de la mesa

y al proponerle (ue fuéramos a comer en algunos de los restaurantes afamados, hacía

una mueca de asco, como si en todos ellos juntos no se pudiera encontrar un

beefstea; deorable- cultiaba con pasi&n la manía de los encajes antiguos y los

amontonaba sin usarlos en el enorme armario de maderas olorosas, perfumado por

@uerlain con aromáticas yerbas, en donde amontonadas en pilas simétricas y

enormes, deslumbraban el ojo las blancas batistas de sus ropas íntimas, y lo

acariciaban los pálidos matices de las camisas de dormir, frágiles como telara#as, de

las enaguas bordadas como pa#uelos de baile y de los calzones de seda olorosos a iris

de lorencia y franjiponia.

En su boca de fresa la frase a(uella de la princesita al oír los aullidos del pueblo

pidiendo pan* 4"i no tienen pan, por (ué no comen bizcochos6... parecería natural- el

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lujo es su elemento como el agua el de los peces, pero un lujo como inconsciente e

ingénito...

  8ú estudias... 4cierto6..., me preguntaba una tarde, tendidos ambos en el dián

turco del saloncito de la iz(uierda... 49ara (ué, dime6... a#adi& ingenuamente.. 9ara

saber..., le contesté sorprendido... 3 (ué sacas con saber, a#adi& besándome, la ida

no es para saber, es para gozar. @oza, gozar es mejor (ue pensar, a#adi& con acentode conicci&n íntima.

 3 parece (ue yo hubiera aceptado su !losofía, a juzgar por mis últimos meses, en

(ue no he abierto un libro y he abandonado el griego y el ruso y los estudios de

gramática comparada y los planes de mis poemas, y los negocios, para iir

preocupado s&lo de placeres, de sport, de !estas, de esgrima, en una incesante

cacería de sensaciones... :e estaba ahogando por falta de aire intelectual,

acostumbrado al silencio (ue forma también parte de la naturaleza de Belia, por(ue en

días enteros de estar juntos no atraesaba una palabra, hundiéndome lentamente en

una atonía intelectual increíble... 'h, la Circe (ue cambia los hombres en cerdos0... En

los minutos de lucidez me sentía agonizar entre la materia como el Emperador

arrojado a las letrinas por el pueblo romano.

Ba primera ez (ue encontré a la de Roberto en casa de Belia, la monstruosa

sospecha se me cla& en la imaginaci&n. Alta, huesosa, delgada, los ojos ardientes, el

seno sin reliee, calzada y estida con estilo masculino y con algo hombruno en toda

ella, en el bozo (ue le sombrea el labio delgado, en los ademanes bruscos, en la oz

de modulaciones graes, la italiana me fue odiosa s&lo al erla... 45uién es6 49or (ué

la tratas6 le pregunté a la 'rlof... 9or(ue me gusta, contest& y se encerr& en el silencio

de siempre. )na tarde, al entrar, las lámparas no estaban encendidas y el sal&n se

adormecía en la oscuridad del crepúsculo. 'í en uno de los rincones oscuros un

cuchicheo, y antes de encender una cerilla pas& rozándome un bulto y sali& a la

antecámara. Belia al er luz se incorpor& en el dián donde estaba recostada... 45uién

sali& de a(uí6, pregunté nerioso, Angela de Roberto, 4no es cierto6... "í..., contest&

con su tran(uilidad inalterable... 43 por (ué la recibes, si sabes (ue me es odiosa6,

dije sin poderme contener... 9or(ue me gusta- contest&, oliendo a encerrarse en su

silencio enigmático, y la noche (ue sigui& a esa tarde fue una de las más deliciosas

noches de mi ida...

El LL por la tarde me fui a erla, a pedirle una taza de té y a llearle una

miniatura encantadora, montada por /assot, en un círculo de diminutas perlas

rosadas. :e abri& la camarera, y al erme hizo una mueca e%tra#a, de burla, de

alegría, de miedo, un gesto e%traagante (ue me lo sugiri& todo. Al hacer saltar la

puerta de la alcoba (ue se deshizo al primer empuj&n brutal, y cedi& rompiéndose, un

doble grito de terror me son& en los oídos y antes de (ue ninguna de las dos pudiera

desenlazarse, había alzado con un impulso de loco duplicado por la ira, el grupo

infame, lo había tirado al suelo, sobre la piel de oso negro (ue está al pie del lecho, y

lo golpeaba furiosamente con todas mis fuerzas, arrancando gritos y blasfemias, conlas manos iolentas con los tacones de las botas, como (uien aplasta una culebra. 7o

sé c&mo sa(ué de la aina de cuero el pu#alito toledano damas(uinado y cincelado

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como una joya (ue lleo siempre conmigo y lo enterré dos eces en la carne blanda-

sentí la mano empapada en sangre tibia, enainé el arma, bajé en dos saltos la

escalera oyendo los gritos y me metí en un !acre dándole al cochero las se#as del

escritorio de :iranda.

2e ahí, después de pedirle una suma al cajero y de recoger mi correspondencia

llegada una hora antes, fui a mi hotel para (ue rancisco arreglara un saco de iaje,salí en otro coche pedido por el conserje y llegué a la estaci&n a tomar el tren, el

primero (ue saliera, para cual(uier parte... 8omé el (ue me trajo a /Ule, donde dormí,

y desde el día siguiente estoy a(uí, donde, con una angustia suprema, he esperado el

telegrama de :arimoni, (ue tengo abierto frente a la página (ue escribo... En !n, no

he matado a nadie, fue un rasgu#o, ayer estaba comiendo en el Restaurante de la

Cascada, y respiro0...

Ahora analizo fríamente. 49or (ué cometí esa brutalidad digna de un carretero e

intenté un asesinato de (ue me sal& el tama#o del pu#al (ue es más bien una joya

(ue un arma, yo el libertino curioso de los pecados raros (ue ha tratado de er en la

ida real, con oluptuoso diletantismo, las más e%tra#as prácticas, inentadas por la

depraaci&n humana, yo el poeta de las decadencias (ue ha cantado a "afo la

lesbiana y los amores de Adriano y Antinoo en estrofas cinceladas como piedras

preciosas6 4Celos6 "ería grotesco... 4'dio por lo anormal6... 7o, puesto (ue lo anormal

me fascina como una prueba de rebeldía del hombre contra el instinto... 4Entonces6...

ue un moimiento irrazonado, un impulso ciego, inconsciente, como el (ue una tarde

del oto#o pasado me hizo insultar sin motio al diplomático alemán (ue me habían

presentado diez días antes, dando ocasi&n para un duelo estúpido en la frontera belga

y para (ue :arinoni me creyera loco.

"h#l, ' de ulio

Encontré un nido donde esconderme a pensar, una casucha de madera tosca,

habitada por una pareja de iejos campesinos. Es un sitio inaccesible donde no llegan

turistas, una garganta salaje de monte, llena del ruido de un torrente (ue se uele

niebla al rodar entre enormes pedregones negros y sombreado por pinos y casta#os

altísimos. 1e escrito a 9arís pidiendo (ue me manden a Dnterla;en una multitud decosas (ue me hacen falta, y oy ma#ana a treparme a mi picacho sin llear más libros

(ue unos estudios de prehistoria americana, escritos por un alemán y unos tratados

de botánica. "iento una emoci&n rara al pensar en mi escondite.

() de ulio

El iejo y la ieja due#os de la casa no han estado nunca en ninguna ciudad ni

saben leer ni escribir- me miran como un animal raro, y s&lo me dirigen la palabrapara decirme buenos días y buenas noches. 7o pudiendo comer su comida me

alimento con la leche de unas acas (ue tienen en una e%planada ecina. :i cuarto, el

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cuarto de don +osé ernández, le richissime américain, tiene por mobiliario una cama

en (ue no se acostaría por ninguna suma el último de mis criados parisienses, una

mesa tosca en (ue escribo y un enorme plat&n de madera, (ue por la ma#ana me

llenan de agua helada, cogida en el torrente para ba#arme. 8odo eso, por fortuna, más

aseado (ue lo de los mejores hoteles del mundo, probablemente. Bas sábanas gruesas

de la cama huelen a campo y los muebles relucen como acabados de barnizar. Enestos cinco días no se me ha pasado por la cabeza una imagen oluptuosa, no he

sentido ningún deseo y me he emborrachado de aire y de ideas.

A la madrugada me leanto y tras del ba#o helado y la leche (ue tiene todaía la

tibieza de la ubre, trepo por entre la bruma gris penetrada de luz, donde los

accidentes de la monta#a se en apenas como sombras azulosas, hasta una colina

(ue domina el paisaje. Es un mar de apores blancos (ue se a iluminando,

iluminando, hasta (ue los rayos del "ol lo deshacen y muestran el paisaje enuelto en

brumas suaes, (ue $otan como jirones de un elo de noia, sobre el azul de las

monta#as lejanas, sobre las erduras de los alles y en último término sobre lablancura de plata de un neado, allá en el horizonte... Buego se a precisando todo, el

cielo se azula, se deshace la niebla, los tonos se acentúan, se hacen más intensas las

erduras, se e lo negro o lo rojizo de tal cual roca desnuda. "&lo se oyen los cantos

de los pájaros y el ruido sordo y ahogado del torrente (ue muge en su cauce de

piedras. El aire tiene un olor egetal y es ralo, ligero... 8endido en la altura, sobre la

manta (ue me acompa#a en todos mis iajes, me dejo inadir por la sensaci&n

penetrante y profunda de frescura (ue se desprende de todo a(uello. :iro a mi

alrededor y en primer término, cerca de la erdura amarillenta y aérea de un grupo de

sauces, diiso el iejo molino cuya gran rueda, al girar contra lo negro del pared&nenmohecido por la humedad, conierte el chorro de agua (ue la muee en hilos y

gotas de cristal transparente e impalpable apor, mientras (ue las golondrinas (ue

anidan en los aleros y los huecos del edi!cio etusto entrecruzan sobre él los amplios

semicírculos y encontrados zigzags de su incesante y nerioso reoloteo. 9asa a los

pies del molino el camino de cabras (ue trepa a la cima y en rápida cura se oculta

tras de los primeros contrafuertes de la monta#a (ue son a esa hora, istos desde

donde estoy, una masa de negruzca neblina argentada, rizada por los erdes

matorrales (ue se destacan sobre el segundo contrafuerte cuya confusa masa de

detalles esfuma la niebla elándolos. Allá a lo lejos, la oscuridad azulosa de los montesdel fondo, con sus per!les de puntiagudos picachos y denteladas rocas (ue se cortan

oscuras en un ángulo de anfractuosas sinuosidades sobre el diáfano azul pálido del

cielo y la blancura deslumbrante de las nubes matinales.

=uelo los ojos hacia abajo y eo el alle con lo erdoso de su alfombra egetal,

sobre la cual $ota un poco de niebla, manchado a(uí y allá con las masas oscuras de

los matorrales y de los grupos de árboles, cruzado por las líneas delgadas y

amarillentas de los caminos, por los hilos negros de la ferroía y por el plateado zigzag

del torrente (ue lo atraiesa- y en un recodo de la hondonada, al pie de la monta#a

diiso los techos, la cúpula de la iglesia y el cementerio del pueblecito, medio oculto

por la oscuridad erdosa del follaje, y al frente, en el horizonte donde la niebla

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interpuesta uele a borrar los detalles, las ondulaciones de los per!les y la confusa

masa azulosa de otra cordillera, (ue abriéndose en irregular brecha, muestra en el

fondo la cegadora blancura inmaculada de un entis(uero.

Ba naturaleza, pero la naturaleza contemplada así, sin (ue una oz humana

interrumpa el diálogo (ue con el alma pensatia (ue la escucha entabla ella, con las

oces de sus aguas, de sus follajes, de sus ientos, con la eterna poesía de las luces yde las sombras. Cuando aislado así de todo ínculo humano, la oigo y la siento, me

pierdo en ella como en una nirana diina. )na noche en medio del Atlántico, sentado

en la popa del bu(ue donde dormían ya los pasajeros, tran(uilo, sin preocupaci&n

personal ninguna, me abandoné como lo he hecho estas ma#anas a su misterioso

sortilegio y a la fascinadora orgía (ue es para mí contemplarla. 7o había luna. El

bu(ue era una masa negra (ue huía en la sombra. El mar calmado y el cielo de un

azul sombrío y purísimo se confundían en el horizonte- las constelaciones y los

planetas resplandecían en el fondo del azul in!nito* el heridero de soles de la =ía

Báctea era un camino de luz pálida en la inmensidad negra y abajo la estela (uedejaba el barco era otra ía láctea, donde entre la fosforescencia erde azulosa ardía

sutil polo de diamantes. En la primera hora de (uietud pensatia olieron a mi

mente escenas del pasado, fantasmas de los a#os muertos, recuerdos de lecturas

remotas- luego lo particular cedi& a lo uniersal- algunas ideas generales, como una

teoría de musas (ue llearan en las manos las f&rmulas del unierso, des!laron por el

campo de mi isi&n interior. Buego cuatro entidades grandiosas, el Amor, el Arte, la

:uerte, la Ciencia, surgieron en mi imaginaci&n, poblaron solas las sombras del

paisaje, isiones inmensas suspendidas entre dos in!nitos del agua y del cielo- luego

a(uellas últimas e%presiones de lo humano se fundieron en la inmensidad negra yolidado de mí mismo, de la ida, de la muerte, el espectáculo sublime entr& en mi ser

por decirlo así y me dispersé en la b&eda constelada, en el océano tran(uilo, como

confundido en ellos en un é%tasis panteísta de adoraci&n sublime. Dnstantes

inolidables cuya descripci&n se resiste a todo esfuerzo de la palabra0 Ba luz de la

madrugada (ue desti#& el brillo de las estrellas y le deoli& al mar su glauca

coloraci&n mareante, me hizo oler a las realidades de la ida.

 3a (ue no é%tasis de esos, producidos por la grandiosidad de la escena, sí he

sentido por momentos bajar sobre mi espíritu una suprema paz en las horas pasadas

en el picacho a donde subo. El plan (ue reclamaba el !n único a (ue consagrar la ida

me ha aparecido, claro y preciso como una f&rmula matemática. 9ara realizarlo

necesito un esfuerzo de cada minuto por a#os enteros, una oluntad de hierro (ue no

ceda un instante. :ás o menos será éste. 8engo (ue aumentar al doble o al triple de lo

(ue ale hoy mi fortuna para comenzar. "i la comisi&n de ingenieros, mandada de

Bondres por :orrel V /lundell, da un dictamen faorable, sobre las minas de oro (ue

tengo casi negociadas con ellos y (ue en la mortuoria de mi padre se aaluaron en

una suma insigni!cante, las minas me darán al endérselas arios millones de francos.

2eben los ingleses cablegra!ar a 9arís, de un momento a otro y los :irandas me

aisarán por telégrafo a @inebra, donde iré a pasar el mes de agosto. 1echa esa

operaci&n trasladaré a 7uea 3or; todo mi capital y fundaré con Carrillo la casa para

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llear a cabo los negocios (ue tiene él pensados. 8ras de Carrillo están los Astor, los

millonarios (ue no han dado un paso en falso desde (ue comenzaron a negociar y en

manos de él mi oro trabajará por mí, mientras me consagro en alma y cuerpo a

recorrer los Estados )nidos, a estudiar el engranaje de la ciilizaci&n norteamericana,

a indagar los por(ués del desarrollo fabuloso de a(uella tierra de la energía y a er

(ué puede aproecharse, como lecci&n, para ensayarlo luego, en mi e%periencia.2esde 7uea 3or; iré por temporadas a 9anamá a dirigir en persona las pes(uerías de

perlas, (ue darán al e%plotar los bancos desconocidos hasta hoy, maraillas como las

(ue produjeron cuando 9edrarias 2áila remiti& a los Reyes de Espa#a la (ue remata

la Corona Real. 8odo el oro (ue esas e%plotaciones produzcan y lo (ue hoy poseo

estará listo para el momento en (ue regrese a mi tierra, no a la capital sino a los

estados, a las proincias (ue recorreré una por una, indagando sus necesidades,

estudiando los cultios adecuados al suelo, las ías de comunicaci&n posibles, las

ri(uezas naturales, la índole de los habitantes, todo esto acompa#ado de un cuerpo de

ingenieros y de sabios (ue serán para mis compatriotas, ingleses (ue iajan en buscade or(uídeas. 9asaré unos meses entre las tribus salajes, desconocidas para todos

allá y (ue me aparecen como un elemento aproechable para la ciilizaci&n por su

igor iolento las unas, por su indolencia dejatia las otras.

Buego me instalaré en la capital e intrigaré con todas mis fuerzas y a empujones

entraré en la política para lograr un puestecillo cual(uiera, de esos (ue se consiguen

en nuestras tierras sudamericanas por la amistad con el presidente. En dos a#os de

consagraci&n y de incesante estudio habré ideado un plan de !nanzas racional, (ue es

la base de todo gobierno y conoceré a fondo la administraci&n en todos sus detalles. El

país es rico, formidablemente rico y tiene recursos ine%plotados, es cuesti&n dehabilidad, de simple cálculo, de ciencia pura, resoler los problemas actuales. En un

ministerio, logrado con mis dineros y mis in$uencias puestas en juego, podré mostrar

algo de lo (ue se puede hacer cuando hay oluntad. 2e ahí a organizar un centro

donde se recluten los ciilizados de todos los partidos para formar un partido nueo,

distante de todo fanatismo político o religioso, un partido de ciilizados (ue crean en

la ciencia y pongan su esfuerzo al sericio de la gran idea, hay un paso. 2e ahí a la

presidencia de la república preia la necesaria propaganda, hecha por diez peri&dicos

(ue denuncien abusos anteriores, preias promesas de contratos, de puestos

brillantes, de grandes mejoras materiales, otro... Eso por las buenas. "i la situaci&n nopermite esos platonismos, como desde ahora lo presumo, hay (ue recurrir a los

resortes supremos para e%citar al pueblo a la guerra, a los medios (ue nos procura el

gobierno con su falso liberalismo para proocar una poderosa reacci&n conseradora,

aproechar la libertad de imprenta ilimitada (ue otorga la Constituci&n actual, para

denunciar los robos y los abusos del gobierno general y de los estados, a la in$uencia

del clero perseguido para leantar las masas fanáticas, al orgullo de la ieja

aristocracia conseradora lastimada por la oclocracia de los últimos a#os, al egoísmo

de los ricos, a la necesidad (ue siente ya el país de un orden de cosas estables-

proceder a la americana del sur y tras de una guerra en (ue sucumban unos cuantosmiles de indios infelices, hay (ue asaltar el poder, espada en mano y fundar una

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tiranía, en los primeros a#os apoyada en un ejército formidable y en la carencia de

límites del poder y (ue se transformará en poco tiempo en una dictadura con su nuea

constituci&n su!cientemente elástica para (ue permita preenir las reueltas de forma

republicana por supuesto, (ue son los nombres lo (ue les importa a los pueblos, con

sus periodistas de la oposici&n presos cada (uince días, sus destierros de los jefes

contrarios, sus con!scaciones de los bienes enemigos y sus sesiones tempestuosas delas Cámaras disueltas a bayonetazos, todo el juego.

Este camino (ue me parece el más práctico, puesto (ue es el más brutal,

re(uiere, para tomarlo, otros estudios (ue haré con placer, cediendo a la atracci&n

(ue sobre mi espíritu han ejercido siempre los triunfos de la fuerza. Con (ué placer os

estudiaré, monstruosas má(uinas de guerra, cuyo acero donde estalla la mezcla

e%plosia, derrama la lluia de proyectiles en el campo enemigo y siembra la muerte

en las !las destrozadas- granadas de fulminantes picratos y (ue al estallar reducíais

los piafantes caballos y los cuerpos de los jinetes a informes despojos sangrientos-

c&mo in(uiriré los secretos de uestra estrategia, las sutilezas de uestra táctica,sombras de monstruos a (uienes la humanidad degradada enera, legendarios

:olochs, Alejandros, Césares, Aníbales, /onapartes, al pie de cuyos altares enrojece el

suelo la hecatombe humana y humea como un incienso el humo de las batallas0

'h0 (ué delicia la de escribir, después de instalar un gobierno de fuerza, grande

y buen amigo, al acreditar los respectios plenipotenciarios (ue pedirán su

reconocimiento ante todos los presidentes de todas las republi(uitas a la americana

del centro o del sur donde las cosas se hacen así y de pensar (ue en irtud de un plan

elaborado con la frialdad con (ue se resuele la inc&gnita de una ecuaci&n, lleg& uno

al puesto (ue ambiciona con el !n de modi!car un pueblo y elearlo y eri!car en él

una asta e%periencia de sociología e%perimental. 7ingún esfuerzo me parecerá

e%cesio para coronar la altura (ue representa s&lo la posibilidad de comenzar a obrar

ampliamente.

En esa lejanía están los a#os decisios, en (ue todo habrá de ser energía y

acci&n. E(uilibrados los presupuestos por medio de sabias medidas econ&micas*

disminuci&n de los derechos aduaneros, (ue a la larga, facilitando enormes

introducciones duplicará la renta- supresi&n de los inútiles empleos, reorganizaci&n de

los impuestos sobre bases cientí!cas, economía de todo género- a los pocos a#os el

país es rico y para resoler sus actuales problemas econ&micos, basta un esfuerzo de

orden- llegará el día en (ue el actual dé!cit de los balances, sea un superáit (ue se

transforme en carreteras, en ferrocarriles indispensables para el desarrollo de la

industria, en puentes (ue crucen los ríos torrentosos, en todos los medios de

comunicaci&n de (ue carecemos hoy, y cuya falta sujeta a la patria, como una cadena

de hierro y la condena a inacci&n lamentable.

Esos serán los a#os de aproechar los estudios preios, eri!cados por los sabios

y los ingenieros (ue la recorrieron a#os antes pagados con mi oro. En a(uellos climas

(ue an desde el calor de :adagascar, en los hondos alles e(uinocciales, hasta elfrío de "iberia, en los luminosos páramos donde blan(uea la niee perpetua, surgirán,

incitados por mis agentes y estimulados por las primas de e%plotaci&n, todos los

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cultios (ue enri(uecen, desde el banano cantado por /ello en su oda diina hasta los

lí(uenes (ue cubren las glaciales rocas polares- todas las crías de animales útiles

desde los aestruces (ue pueblan las ardientes llanuras de Africa, hasta los rengíferos

del polo. Dnnumerables reba#os pastarán en las fecundas dehesas, doblaránse bajo el

peso de los racimos cárdenos, las ramas de los cafetos- en perspectias regulares

donde el ojo se pierde en el crepúsculo erde producido por la sombra del guamoprotector, ágil trepará la ainilla por los troncos disformes de los cauchos, colgando de

sus frágiles bejucos sus aromáticas urnas y en las serranías abruptas el platino y el

oro, la plata y el iridio, brillarán ante los ojos del minero, tras de la e%caaci&n fatigosa

y el complicado laboreo del mineral natio.

2udoso de mis propias aptitudes, por grandes (ue sean los estudios (ue haya

hecho para ese entonces, llamaré economistas de fama europea y consultaré los más

grandes estadistas del mundo para proceder acorde con ellos al arbitrar las medidas

(ue coronarán la obra.

Ddeadas y planteadas éstas se hará conocer la tierra nuea y desbordante de

ri(ueza en los mercados europeos gracias a agentes !scales (ue los recorran y a los

esfuerzos de una diplomacia sagaz, ampliamente renteada y escogida entre la $or y

nata de los talentos nacionales. Bos bonos depreciados antes serán una inersi&n tan

segura como los consolidados ingleses y colosales empréstitos lanzados por los 1ut; y

los Rothschild y suscritos en condiciones faorables, permitirán completar los

resultados perseguidos en la constante labor. Ba inmigraci&n atraída por el precio

mínimo a (ue se harán las adjudicaciones de baldíos en los territorios hoy desiertos,

a$uirá como un río de hombres, como un Amazonas cuyas ondas fueran cabezas

humanas y mezcladas con las razas indígenas, con los antiguos due#os del suelo (ue

hoy egetan sumidos en oscuridad miserable, con las tribus salajes, cuya !ereza y

gallardía natias serán potente elemento de italidad, poblará hasta los últimos

rincones desiertos, labrará el campo, e%plotará las minas, traerá industrias nueas,

todas las industrias humanas. 9ara atraer esa inmigraci&n ciilizada, colosales

steamers de compa#ías subencionadas por el gobierno con sumas (ue permitan

reducir a un mínimo, suprimir casi el costo del pasaje, cruzarán el Atlántico e irán a

recoger a los tripulantes, ansiosos de nuea ida, en los puertos de la ieja Europa, de

donde el hambre los arrojan, en los del +ap&n y China, países desbordantes de

poblaci&n hambreada y en las amplias radas de la península índica de donde el natio

pobre, el paria desheredado, el bengalí de dulzura casi femenina, emigrarán ansiosos

de una patria nuea, para no sentir en la espalda el látigo inglés (ue los $agela0

:onstruosas fábricas donde a(uellos infelices encuentren trabajo y pan nublarán

en ese entonces con el humo denso de sus chimeneas el azul profundo de los cielos

(ue cobijan nuestros paisajes tropicales- ibrará en los llanos el grito metálico de las

locomotoras (ue cruzan los rieles comunicando las ciudades y los pueblecillos nacidos

donde (uince a#os antes fueron las estaciones de madera tosca y donde, a la hora en

(ue escribo, entre lo enmara#ado de la sela irgen e%tienden sus ramas seculares las

colosales ceibas, entrelazadas de lianas (ue trepan por ellas como serpientes, y

sombrean el suelo pantanoso, nido de reptiles y de !ebres- como una red aérea los

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hilos del telégrafo y del teléfono agitados por la idea se e%tenderán por el aire-

cortarán la dormida corriente de las grandes arterias de los caudalosos y lentos ríos

naegables, a cuya orilla crecerán los cacaotales frondosos, blancos y rápidos apores

(ue anulen las distancias y lleen al mar los cargamentos de frutos y conertidos

éstos en oro en los mercados del mundo, olerán a la tierra (ue los produjo a

multiplicar, en progresi&n geométrica, sus fuerzas gigantescas.Buz0 :ás luz0... Bas últimas palabras del poeta sublime de *austo serán el lema

del pueblo (ue así emprende el camino del progreso. Ba instrucci&n pública atendida

con especial empe#o y propagada por todos los medios posibles desde el

;indergarten donde los chicuelos aprenden a deletrear entre las rosas, hasta las

grandes uniersidades en (ue los sabios de ochenta a#os, encanecidos sobre los

instrumentos de obseraci&n, se entregan a las más audaces especulaciones (ue

solicitan el pensamiento humano , leantará al pueblo a una altura intelectual y moral

superior a la de los más aanzados de Europa. Bibre el país de los paorosos

problemas (ue minan las iejas sociedades europeas y estallan en ellas en alaridosnihilistas y reentar de bombas, mirará tran(uilo hacia el futuro.

Ba capital transformada a golpes de pica y de millones como transform& el /ar&n

1aussman a 9arís recibirá al e%tranjero adornada con todas las $ores de sus jardines

y las erduras de sus par(ues, le ofrecerá en amplios hoteles re!namientos de confort

(ue le permitan forjarse la ilusi&n de no haber abandonado el risue#o home y

ostentará ante él en la perspectia de anchas aenidas y erdeantes plazoletas las

estatuas de sus grandes hombres, el orgullo de sus palacios de mármol, la grandeza

melanc&lica de los iejos edi!cios de la época colonial, el esplendor de teatros, circos

y deslumbrantes itrinas de almacenes, bibliotecas y librerías (ue junten en sus

estantes los libros europeos y americanos ofrecerán nobles placeres a su inteligencia y

como $or de esos progresos materiales podrá contemplar el desarrollo de un arte, de

una ciencia, de una noela (ue tengan sabor netamente nacional y de una poesía (ue

cante las iejas leyendas aborígenes, la gloriosa epopeya de las guerras de

emancipaci&n, las bellezas naturales y el porenir glorioso de la tierra regenerada.

Establecer una dictadura conseradora como la de @arcía :oreno en el Ecuador o

la de Cabrera en @uatemala y pensar (ue bajo ese régimen sombrío con oscuridades

de mazmorra y negruras de in(uisici&n, se eri!(ue el milagro de la transformaci&n

con (ue sue#o, parece absurdo a primera ista. 7o lo es si se medita. Está cansado el

país de peroratas demag&gicas y falsas libertades escritas en la carta constitucional y

ioladas todos los días en la práctica y ansía una f&rmula política más clara, pre!ere

ya el grito de un dictador de (uien sabe (ue procederá de acuerdo con sus amenazas,

a las plat&nicas promesas de respeto por la ley burladas al día siguiente. El é%ito de la

enorme empresa depende de la habilidad con (ue, al normalizarse la situaci&n,

después del triunfo, se inicien las modi!caciones (ue lentamente cambiarán la

situaci&n del partido encido y le permitirán oler a la escena política aleccionado

por la ruda lecci&n de la derrota y por los primeros a#os de régimen estrecho en (ue

sus conductores comprendan lo inútil de la lucha a mano armada. "o#arán entonces

en transacciones (ue les permitan escalar puestos secundarios o ociferarán contra

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los abusos cometidos, pero sus discursos no encontrarán eco por(ue el pueblo sentirá

ya las entajas del nueo régimen. El desarrollo industrial absorberá parte de las

fuerzas (ue antes producían hondas perturbaciones al agitarse en la política y las

concesiones, paulatinamente otorgadas, irán atrayéndole al gobierno la opini&n de la

 juentud, desenga#ada de los iejos ideales y el apoyo de los capitalistas de todos los

bandos, (ue desean seguridad y bienestar. A cada progreso realizado en el ordenmaterial, a cada derecho respetado, corresponderán las !las opuestas con un

moimiento (ue las acer(ue y permitan nueas concesiones y a la larga, serenados

los ánimos y desaparecidos de la escena los antiguos caudillos llenos de ideas

e%ageradas, cuya presencia en ella, impedía deoler la elasticidad necesaria al juego

del organismo social, una oposici&n moderada, apenas iable, por(ue no tendrá

abusos (ue denunciar ni reclamos (ue alzar a lo alto como banderas de guerra,

establecerá un e(uilibrio casi perfecto entre las e%igencias de los más aanzados y la

prudencia preisia de los más retr&grados.

Bento aprendizaje de la ciilizaci&n por un pueblo ni#o, (ue al traducirse en micerebro en una imagen plástica y casi grotesca por la reducci&n, me haces pensar en

los gateos del chi(uitín (ue balbucea sílabas informes- en las andaderas (ue le

impiden caer al ensayar los primeros pasos, en los pinitos (ue hace entre una silla y

una mesa, en el cuarto (ue atraiesa, apoyándose en los muebles, en las caminadas

de a diez metros (ue sorprenden a la mamá sonriente, hasta (ue el músculo

endurecido por el ejercicio y el igor de los nerios le permiten caminar colgado de la

mano de la nodriza0... Bas piernecitas (ue apenas lo sostienen, tendrán más tarde

tendones y músculos y osatura formidable con (ue oprima los ijares del caballo fogoso

en (ue cruce la llanura y las manos pe(ue#as llenas de sonrosados hoyuelos, cuyosdedillos sostenían con di!cultad el juguete preferido, alzarán la azada para labrar el

suelo de la patria y la espada para defenderlo0...

=eo mentalmente la transformaci&n del país en los personajes (ue me

acompa#arán en cada época y en cada escena de la tarea, desde la entrada a la

capital, a sangre y fuego, entre el estallido de las bombas y las descargas de la

fusilería del ejército encedor, mandado por lo más selecto de la aristocracia

conseradora, mis primos los :onteerde, atléticos, brutales y fascinadores,

improisados generales en los campos de batalla, debido a sus audacias de salajes-

los iejos jefes encanecidos en el sericio, el general Castro y los dos =alderrama, por

ejemplo, hasta el día en (ue estos ejetes enerables y estorbosos para mi plan

duerman tran(uilos en la tumba junto con los jefes ciiles del partido encido, (ue

sesentones y tiritando de miedo presenciaron el triunfo cruento el día en (ue se

implant& la dictadura. Bos (ue eran en ese entonces mozuelos insulsos, conertidos

los unos en entrudos ministros de Estado y los otros en $acos periodistas de la

oposici&n, se darán cuenta, en esa época distante a donde llega mi imaginaci&n, de

(ue los problemas (ue a sus padres les parecieron insolubles, se resolieron casi de

por sí al fundar un gobierno estable y darles ocupaci&n a los agos, al cultiar la tierra

y al tender rieles (ue facilitarán el desarrollo del país.

En ese entonces, desprendido del poder (ue (uedará en manos seguras, retirado

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en una casa de campo rodeada de jardines y de bos(ues de palmas, desde donde se

diise en lontananza el azul del mar y no lejos la cúpula de alguna capilla sombreada

por oscuros follajes, saciado ya de lo humano y contemplando desde lejos mi obra,

releeré a los !l&sofos y a los poetas faoritos, escribiré singulares estrofas enueltas

en brumas de misticismo y pobladas de isiones apocalípticas (ue contrastando de

e%tra#a manera con los ersos llenos de lujuria y de fuego (ue forjé a los einte a#os,harán so#ar abundantemente a los poetas enideros. En ellos pondré, como en un

aso sagrado, el supremo elí%ir (ue las múltiples e%periencias de los hombres y de la

ida, hayan depositado en el fondo de mi alma ardiente y tenebrosa.

Blearé allí la e%istencia desencantada y dulcísima de un don 9edro DD desposeído

del trono, (ue lee a Renán en las tardes de meditaci&n. 2epurado mi ser de todo

sentimiento humano e inaccesible a toda emoci&n (ue no enga de alguna erdad,

desconocida de los hombres y entreista por mí, en el apaciguamiento de la ejez y

con la serenidad (ue dan los sue#os realizados, al morir, nada más, sobre mi cadáer

todaía tibio, comenzará a formarse la leyenda (ue me haga aparecer como unmonstruoso problema de psicol&gica complicaci&n ante las generaciones del futuro.

:ientras no haya realizado si(uiera la primera parte de ese plan no dormiré

tran(uilo. 5ue es grande... :ás grande era el de /olíar al jurar la libertad de un

continente en la falda del :ontepincio, el de /onaparte cuando encerrado a los einte

a#os en el cuartico de 2Wle, pobre militarcillo desconocido, so#aba en cambiar la faz

de Europa y en repartir tronos a sus hermanos como (uien reparte un pu#ado de

monedas.

  3o estaba loco cuando escribí esto, no "áenz, e%clam& ernández,

interrumpiendo la lectura, dirigiéndose al médico y sonriéndole amistosamente...

 Es la única ez (ue has estado en tu juicio, contest& "áenz con frialdad.

 :e habían ocurrido todas las cosas posibles e imposibles respecto de ti, menos

ésta, (ue alguna ez se te hubieran ocurrido semejantes barrabasadas0 8ú, presidente

de la república, (ué degradaci&n para ti, solt& Roira con acento indignado. 8ú de

presidente de la república...

 2ime, 4las entas de las minas, los negocios en 7uea 3or; y las pes(uerías de

perlas te dieron los resultados (ue esperabas6 +osé, pregunt& Buis Cordoez con aire

meditabundo. "uperiores a lo (ue esperaba, respondi& el poeta...

  3 entonces (ué te detuo, di, 4(ué te detuo para hacer eso (ue habrías podido

hacer y (ue era grande, enorme6 pregunt& Cordoez con su entusiasmo de siempre.

 Bos pasteles trufados de hígado de ganso, el champa#a seco, los tintos tibios, las

mujeres ojierdes, las japonerías y la chi$adura literaria, contest& 'scar "áenz con

displicencia, desde su sill&n perdido en la sombra.

 Eres más psic&logo (ue !si&logo, respondi& ernández.

 

 3 tú eres un chi$ado por(ue habiendo concebido eso hace ocho a#os, nos loestás leyendo a(uí ahora, en ez de haberlo realizado de parte a parte...

El té serido por rancisco, el criado iejo (ue acompa#& al poeta desde (ue lo

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io nacer, interrumpi& la lectura por unos instantes.

 8res tazas de té has bebido, tres tazas0, le grit& "áenz a ernández, sin poderse

contener al erlo llenar por tercera ez la frágil tacita de porcelana y agitar el

aromático licor con la cucharilla. ernández, sigue0, dijeron en coro Cordoez, "áenz y

9érez, mientras (ue +uan Roira se leantaba para despedirse diciendo...

 

"oy una bestia... 7adie te (uiere como yo. :e encanto al oír a los inteligentes

recitar tus ersos y llamarte gran poeta- de repente se me antoja oírte leer algo como

esta noche- pongo toda la atenci&n (ue 2ios me dio, y mi palabra de honor (ue me

(uedo a oscuras de la mayor parte de lo (ue oigo... 5ué tiene (ue er todo eso (ue

nos has leído, con el nombre de la (uinta, con el cuadro de la galería ni con la marca

de los libros empastados en cuero blanco0... "oy una bestia... :a#ana te mandaré las

parásitas (ue llegaron hoy del cafetal.

 4Bas odontoglosum6..., pregunt& ernández, usando el nombre técnico de la

planta por hábito ad(uirido al hablar de botánica con el inglés (ue cuida el

inernáculo.

 7o entiendo eso, las (ue (uerías, mandaron un mundo... :a#ana las tendrás... 3

después de apretar las manos de los amigos, en la suya grande, dura y tostada, sali&

refunfu#ando entre dientes. 2ecididamente no entiendo nada de eso, soy una

bestia0...

 +osé, sigue0, dijo Cordoez con impaciencia al er caer la portiere roja sobre las

espaldas del gigante.

 3 ernández ley& así a la luz de la lámpara*

+nterlaen, 2' de ulio

/orracho de ideas y cansado de pensar salí de mi escondite hace ocho días a

gastar las fuerzas (ue la (uietud, los ba#os helados y el ejercicio habían acumulado

en mí, y desde esa ma#ana hasta esta noche ha sido una orgía de moimiento

incesante, de paisajes recorridos, de escaladas ertiginosas de monta#as y de

incansables caminadas por alles frescos llenos de erdura nuea. 7eeras,

entis(ueros, altas cimas donde el pulm&n se llena de aire purísimo, los ojos de

claridades impreistas, el cerebro de grandiosas ideas- donde la sangre se ii!ca y se

enri(uece mejor (ue con la higiene más cuidadosa obserada en una ciudad0 7unca

e%perimentada sensaci&n de igor ardiente y de fuerza muscular inagotable (ue

gastar en nueos ejercicios, me ha hecho sentir todo el igor (ue encierra mi cuerpo a

pesar del (ue he derrochado en los últimos meses, y en todos los momentos he

meditado en los pormenores de mi plan. 7i un deseo, ni una imagen sensual me han

perseguido- las tentaciones enfermizas se respiran con el olor de cocina y de

perfumería, de polos de arroz y de mujer (ue $otan en el aire, cargado de e$uios de

lasciia y de gérmenes de enfermedades mentales, de la /abilonia moderna.

7aturaleza, bendita seas0... 8us espectáculos istos en soledad completa, sin oír una oz humana (ue

turbe nuestra meditaci&n, son como un bromuro e!caz y calmante para las almas

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insomnes0

Antier estaba en un entis(uero, todo blanco, claro, diáfano el suelo, las lejanías

llenas de niebla, donde reerberaba el sol matinal, el cielo luminoso. Bos guías se

habían (uedado atrás. 2estapé el frasco plano, lleno de chartreuse erde (ue lleaba

en la cintura y sorbí un trago largo (ue me (uem& el paladar con el sabor de las

plantas aromáticas diluidas en el alcohol sutil, y me hizo correr calor por todo elcuerpo helado por el ambiente glacial. 9ensé en la 'rloF, en las sábanas de raso negro

sobre las cuales e%tiende las curas del cuerpo ambarino perfumado de magnolia- en

la tina de cristal rosado llena de agua tibia (ue se opaliza con los inagres aromáticos

preparados por Bubin, y al sentirme libre de sortilegio carnal, en (ue ií enuelto por

seis meses, solté una carcajada, una carcajada ibrante y poderosa (ue reson& como

un disparo en el silencio blanco del entis(uero- una carcajada de salaje, después de

(ue ha roto en mil pedazos el fetiche (ue lo asustaba. Adi&s, sensualidades de

bizantino, a iir ida de hombre0

+nterlaen, 2- de ulio

El conjunto cosmopolita de estas mesas redondas de los grandes hoteles y los

contrastes disparatados de todas ellas0 El menú francés parece un e%otismo dada la

composici&n heterogénea de la del 1otel =ictoria, donde io... 'h, personajes (ue

me diertís al obseraros y dais a mi imaginaci&n fantaseadora ocasi&n de forjarme

uestra ida mientras engullo los manjares- grueso agente iajero alemán, oloroso a

cereza, (ue cuentas tus groseras aenturas de taberna y de burdel,entremezclándolas de carcajadas sonoras- gomoso parisiense, corbateado de rosa, de

los zapatos y los bigotes puntiagudos y de la inteligencia roma, (ue estropeas

lamentablemente los términos de sport ingleses al adaptarlos a tus pronunciaciones

guturales- espa#ol cuyo per!l regular y cerdoso bigote negro an precedidos de

ineitable pitillo infecto y (ue a todas horas sigues con ojos de lujuria a la criada suiza

coloradota y fresca- brasile#os amarillosos y enclen(ues, (ue e%hibís inerosímiles

diamantes pajizos montados en los botones de la camisa, y tiritáis de frío como oistitís

del tr&pico en las noches inernales de Bondres- aenturero ruso de la rizada barba

casta#a (ue sientes la nostalgia de la ruleta y las carpetas erdes de :ontecarlo-iejas inglesas, secas unas eces como sarmientos, desbordantes otras como informes

pa(uetes de carne linfática, (ue recorréis la Europa entera, con el /aede;er en una

mano y la /iblia en la otra, pronunciando el mismo beautiful, beautiful charming, (uite

charming, ante los !ords glaciales de 7oruega, los neados y los lagos azules de la

"uiza heroica, los ardientes sitios de Castilla la =ieja, llenos de nobles !ebres y los

paisajes sonrosados del litoral del :editerráneo- iejas (ue atraesáis los países (ue

os atraen bebiendo el mismo té tibio, deorando los mismos asados sanguinolentos y

escribiendo en uestra clara cursia las mismas cartas de diez hojas, con las espalda

uelta a paisajes adorables- canonesa alemana de los catorce cuarteles en el escudo,(ue paseas por sobre la asistencia la insípida mirada incomprensia de tus ojuelos

grises y melanc&licos- pareja de renteros franceses a (uienes alguna agencia de iajes

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traslada de lugar en lugar para (ue admiréis sin comprenderlos, los sitios y los

edi!cios designados por la guía +ohanne a uestros entusiasmos de inofensio

turismo- honorable :r. ?oodding, (ue haciendo propaganda por cuenta de la secta

trinitaria, con un ejemplar de los eangelios debajo del brazo, azotas con los faldones

de tu larga leita negra, las madreselas $orecidas por la primaera y paseas tu prole

 las cuatro chi(uitinas rubias (ue parecen salidas de un álbum de Pate @reenay portodos los caminos planos de cerca a todos los hoteles donde cuesta la asistencia diez

francos por día- enorme conde alaco o rumano de la melena rizada a la caracalla y de

los ojos boinos y apagados- príncipe italiano, cuyo palacio secular, donde habitaron

tus antepasados gloriosos, endieron los acreedores cansados de cobrarte- oh,

muestras de la calidad corriente de la especie humana, fabricadas de prisa por el @ran

1acedor, sin hinchazones de músculos y sin a!namientos de nerios, lectores de

'hnet,

adoradores de @aboriau y de :ontepin (ue consideráis como lo supremo del arte

los cuadros en (ue sonríen las enus de pomada rosada pintadas por /ouguereau, (ueos pasmáis oyendo las musi(uillas italianas de hace treinta a#os y las idiotas

pornografías de los cafés conciertos y a (uienes dejan fríos las dulces ingenuidades de

los pintores prerrafaelistas, las sutilezas del arte japonés, las grandiosas sinfonías de

?agner, los dolorosos personajes (ue atraiesan la sombra gris de las noelas de

2ostoies;y, las e%traterrestres creaciones de 9oe- admiradores de lo mediocre y de

lo fácil a (uienes :a% 7ordau presentaría como prototipos del perfecto e(uilibrio,

todos osotros engullís la misma sopa de !deos cosmopolita, los mismos asados

sospechosos, rociados con el mismo :edoc (uímico, absorbéis la misma compota de

negras ciruelas pasas con (ue los amables propietarios de los hoteles suizos nutrenuestras hermosas personas en las temporadas de eraneo0 Bees os sean esos

manjares indigestos y coniértanse en sangre de uestra sangre y en hueso de

uestros huesos y ayude a peptonizarlos y a facilitar uestras difíciles digestiones la

acci&n de gracias (ue articulan los labios enjutos y la bendici&n (ue esparcen en el

aire los dedos $acos del abate 9azaillini, sentado a la cabecera de la mesa, en (ue

lucen ahora el (ueso de Camembert de coloraci&n cadaérica, el Ro(uefort

delicuescente y la decocci&n de chicoria amarga con (ue creyendo (ue absorbéis el

café aromático, el licor de =oltaire y de /alzac, !nalizáis uestros pantagruélicos

almuerzos0

+nterlaen, ' de agosto, por la noche

7ini Rousset, la dietta de un teatro bufo del /ouleard, 7ini Rousset, la (ue

estida con una guirnalda de hojas de parra enlo(ueci& una sala de prostitutas y de

iidores, e%hibiendo desnudas las curas de estatua y las frescuras túrgidas de su

cuerpo de =enus, en una reista del a#o pasado, 7ini Rousset a (uien mandé ramos

de gardenias y un par de diamantes sin lograr más (ue una mueca de burla y unafrase grosera el día en (ue (uise hacerla mía, 7ini Rousset por (uien habría dado un

mes de ida antes de tropezar con la 'rloF, acaba de salir de mi cuarto, dejándome

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en él su olor de Chypre y en los nerios la ibraci&n de una iolenta sacudida de

placer. Bleg& hace una hora, con seis baúles llenos de sombreros y de estidos y tres

perros falderos y al encontrar mi nombre en el registro del hotel, después de instalada

en su cuarto, se ino al mío y entrándose en puntas de pies se me acerc& por detrás y

me cerr& con las manecitas blandas y suaes los ojos (ue leían en ese momento una

página de la ética de "pinoza... Adiina (uién es, adiina (uién es, rasta(uoNre poeta,especie de animal, adiina (uién es, gritaba besándome y mordiéndome la nuca con

la boca olorosa a menta0 Como un sátiro borracho de se%o, la leanté del suelo con los

brazos al desprenderme de su abrazo lascio, y la proocaci&n comenzada con su

chanza infantil, acab&, unos minutos después, en un doble maullido salaje de

oluptuosidad, sobre el dián de la alcoba.

Antipatizo con ella con todas mis fuerzas. Es una encarnaci&n auténtica de toda

la canallería y de todo el icio parisiense. El @il /las cont& una ez, en un suelto, el

antojo (ue tuo al er en una feria a un jayán (ue medio desnudo leantaba pesos de

a diez arrobas, y la seducci&n del 1ércules hecha por ella al terminarse el espectáculoy la lleada de éste entre su coche, y el encierro con él durante dos días y dos noches

en la alcoba por donde han pasado todos los (ue han tenido modo de disponer de

unos cuantos billetes de a mil francos para pagarse ese capricho por una noche. Es

una :esalina comprable- grosera como una erdulera y hermosa como una enus

griega... "e ha ido ahora a arreglar el modo de pasar la noche en mi departamento sin

(ue la ean los criados y a mandar helar unas botellas de champa#a. Ba orgía será

digna de mis cincuenta días de abstinencia y de estudios estúpidos...

@inebra, J de agosto

Acabo de leantarme, después de pasar cuarenta y ocho horas bajo la in$uencia

letárgica del opio, del opio diino, omnipotente, justo y sutil, como lo llama 5uincey,

(ue pag& con la ida su amor por la droga funesta, bajo cuya in$uencia se

embrutecen diariamente millones de hombres en el E%tremo 'riente. 1a sido un

absurdo pero no podía hacer otra cosa después de la escena horrible. 5uería huir de la

ida por unas horas, no sentirla.

Cuando rendidos ambos de lujuria y de cansancio, borrachos de champa#ahelado, la Rousset comenzaba a adormecerse con la hermosa cabeza sobre los

almohadones blandos, una furia inerosímil, una ira de "ans&n mutilado por 2alila, me

crisp& de pies a cabeza, al pensar, con toda la e%citaci&n del alcohol en el cuerpo, en

los insultos groseros (ue nos habíamos prodigado en la hora anterior,

entremezclándolos de caricias depraadas y en mis planes de ida racional y

abstinente, deshechos por la noche de orgía. )n impulso loco surgi& en las

profundidades de mi ser, irrazonado y rápido como una descarga eléctrica y como un

tigre (ue se abalanza sobre la presa cer(ué con las manos crispadas, sujetándola

como con dos garras de !erro, la garganta blanca y redonda de la dietta. Ahogarlaahí, como un animal da#ino contra las almohadas de plumas0 2io un grito horrible al

despertarse, as!%iándose, me cla& los ojos, con las pupilas dilatadas, como una

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e%presi&n de terror sobrehumano, y al adiinar mi intenci&n asesina, mientras (ue

seguía estrechándola con las manos, grit& con oz ronca, loco0 loco0 está loco0 y

sacudiéndose con la agilidad de un enado perseguido por la jauría, huy& medio

desnuda a encerrarse en su cuarto, llorando de miedo.

7o me habría atreido a erle la cara al día siguiente. A la madrugada llamé al

criado (ue había enido de 9arís con mi e(uipaje, le di &rdenes para enirme a buscara(uí, y al llegar unas horas más tarde al hotel me acosté y tomé una iolenta dosis de

opio. /ajo su in$uencia estue cuarenta y ocho horas. Al asomarme al espejo ayer

para estirme me he (uedado aterrado de mi semblante. Es el de un bandido (ue no

hubiera comido en diez días- represento cuarenta a#os- los ojos apagados y hundidos

en las ojeras ioláceas, la piel apergaminada y marchita. 8engo la oz trémula y

acilante el paso. Bas isiones (ue me produjo el opio fueron aterradoras, pero no creí 

nunca (ue los estragos de la noche de orgía y de la droga enenosa me dejaran en la

postraci&n en (ue me siento...

El delirio de la abuelita moribunda, la locura a lo lejos, 2ios mío0 2ios mío0 2ios

de mi infancia, si e%istes, sálame0... 42&nde están la se#al de cruz y el ramo de rosas

blancas (ue caerán en mi noche como símbolo de salaci&n6...

Ginebra, (( de agosto

49or d&nde empiezo6 7o sé. Es tan delicado, tan dulce, tan e%tra#o, tan aterrador

lo (ue siento, (ue temo al (uerer decir la impresi&n con palabras, destrozar su

frescura, como se destrozaría el esmalte de luz de una mariposa de :uzo, al (uererla!jar con un clao de hierro. ue ayer tarde en un comedorcito reserado (ue tiene

ista sobre el jardín del hotel, y por cuyos balcones abiertos enía con la brisa del

lago, el olor moribundo de las madreselas (ue lo enmarcan. Comía solo, deseoso de

eitar las promiscuidades y el ruido de la mesa común, y leía las "oledades, de "ully

9rudhomme, a la luz de las bujías del candelabro. )n criado, entreabri& la puerta,

encendi& las de otro, puesto en la mesita ecina, coloc& sobre ella un menu del día y

oliendo a la puerta entreabierta, doblado en dos pronunci& un pus pouez entre

:osié, pus pouez entré, :ademuasell..., con su más puro acento alemán. Entraron

ella adelante, él atrás, correspondieron la enia (ue les hice leantándome ydesembarazada ella del abrigo de iaje y del sombrero (ue le daba cierto parecido,

por su forma e%tra#a, con el retrato de una princesita hecho por =an 2yc;, (ue está

en el :useo de Ba 1aya, se sentaron a comer.

Bentamente, mientras e%aminaba yo la e%tra#a !gura del hombre, se (uit& ella

los guantes de "uecia y se frot& las manos, dos manecitas largas y pálidas de dedos

a!lados como los de Ana de Austria en el retrato de Rubens, con (ue se ech& para

atrás los bucles de la suelta cabellera casta#a, rizosa y sede#a (ue donde la luz la

hería de frente tenía isos de oro. Ba oz argentina y fresca son& entonces discutiendo

los platos de la comida... 9ara ti ino del Rhin y (ueso, no, papá, decía, para mí lechey fresas... El hombre, (ue podría tener cincuenta a#os, pero con la cabeza y la barba

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blancas de canas como un anciano, la miraba con dulzura paternal, (ue hacía más

e%tra#o contraste con la e%presi&n dolorosa de las líneas de su !sonomía !na de noble

o de artista, admirablemente modelada y cuya distinci&n aumentaban los cabellos

crespos y la !na barba blanca cortada en punta y el erde deste#ido de sus ojos

apasionados. =as a comer sola, le dijo, estoy ansioso por leer los detalles, y coloc&

sobre la mesa, doblado a lo largo un peri&dico impreso en caracteres alemanes... lee,contest&le ella, acercando el candelabro para (ue la luz cayera sobre la hoja.

)na simpatía irresistible me había ligado a ellos, en esos segundos, en (ue,

olidados de mi presencia, los e%aminaba con mi curiosidad insaciable. "in duda

habían (uerido huir de la ulgaridad de los comensales de la table dXhote, al

refugiarse en el comedor reserado. 9ara (ue a(uellas canas blan(uearan sus sienes,

para (ue las hondas arrugas de sufrimiento surcaran así su frente amarillenta de

pensador, para (ue a(uella indeleble e%presi&n dolorosa le marcara así las facciones,

debía él haber sufrido horriblemente, por(ue el igor de su naturaleza se adiinaba en

las líneas del cuerpo, moldeado por un estido gris, de re!nada elegancia y el per!lenérgico daba a pensar en un militar acostumbrado al mando y retirado del sericio. El

otro per!l, el de ella, ingenuo y puro como el de una irgen de ra Angélico, de una

insuperable gracia de líneas y de e%presi&n, se destacaba sobre el fondo sombrío del

papel del comedor, iluminado de lleno por la luz del candelabro. Completaban su

belleza los cabellos, (ue se le enían y le caían sobre la frente estrecha en abundosos

rizos, las débiles curas del cuerpecito de (uince a#os, con el busto largo y esbelto,

estido de seda roja, las manos blan(uísimas y !nas. Al bajar los párpados, un poco

pesados, la sombra de las pesta#as crespas le caía sobre las mejillas pálidas, de una

palidez sana y fresca como la de las hojas de una rosa blanca pero de una palideze%ange, profunda, sobrenatural casi, y por la cura armoniosa de los labios rosados

$otaba una sonrisa supremamente comprensia. 7o le había isto los ojos y fascinado

como estaba por la gracia de su !gura ideal, por la impresi&n de frescura y de

aristocracia (ue manaba de toda ella, como emana el aroma de una $or (ue se abre,

so#aba en érselos. 2e repente sacudi& la cabeza hacia atrás, y agitando los sedosos

bucles de la cabellera casta#a, la oli& en la direcci&n de mi asiento y los cla& en mí 

mirándome !jamente, con e%presi&n seera. Eran unos grandes ojos azules,

penetrantes, demasiado penetrantes, cuyas miradas se posaron en mí como las de un

médico en el cuerpo de un leproso, corroído por las úlceras, y buscaron las mías comopara penetrar, con despreciatia y helada insistencia hasta el fondo de mi ser, para

leer en lo más íntimo de mi alma. 9or primera ez en mi ida bajé los ojos ante una

mirada de mujer. :e parecía (ue, en los segundos (ue sostue la suya había leído en

mí, como en un libro abierto la orgía de la íspera, la borrachera de opio, y penetrando

más lejos, la pu#alada a la 'rloF, las crápulas de 9arís, todas las debilidades, todas las

miserias, todas las ergenzas de mi ida. Dncliné la cabeza aergonzado como un

chi(uillo de escuela sorprendido en falta, buscando una estrofa del libro. "entía (ue

sus miradas se habían posado en él, (ue ya sabía (ue era un libro de poesías, de

a(uellas poesías de "ully 9rudhomme dulces y penetrantes como femeniles (uejidos...Con la mirada (ue le dirigí habría (uerido pedirle perd&n por haberla contemplado con

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mis ojos (ue han isto la maldad humana y se han delectado en su espectáculo,

por(ue la luz de pureza, de santidad (ue irradi& en los suyos a la primera mirada (ue

cruzamos, me había sugerido no sé (ué e%tra#a impresi&n de místico respeto

irresistible... Al mirarla de nueo me encontré con sus pupilas !jas en mí, y habría

bajado las mías si no hubiera isto en el azul de las suyas, en la cura de los labios

!nos, en toda la dulce !sonomía una e%presi&n, de lástima in!nita, de suprematernura, compasia, más suae (ue ninguna caricia de hermana. A(uella mirada

derram& en mi espíritu la paz (ue baja sobre un coraz&n de cristiano después de

confesar sus faltas y de recibir la absoluci&n- una paz profunda y humilde, llena de

agradecimiento por la piedad diina (ue leía en sus ojos.

 "i erré antes, fue por(ue no sabía (ue e%istieras sobre la tierra, criatura de

pureza y de luz. 8&(uenme otra ez tus miradas y mi alma será sala, decía en el

fondo de mi conciencia entenebrecida una oz (ue ibraba como un canto de

esperanza.

 

2escienda la paz sobre ti, pero no te alejes de mi camino, pobre alma oscura y

enferma, yo seré tu conductora hacia la luz, tu 2iotima y tu /eatriz, decían las pupilas

azules.

)n coro de esperanzas reson& dentro de mí como una música mística en la

semioscuridad de una iglesia abandonada. Realmente, la delicia (ue e%perimentaba al

mirarla, con su misteriosa palidez mortal, sus cabellos de oro sombrío y sus radiosas

pupilas azules claadas en las mías, tenía algo del encanto con (ue me fascinan

ciertas músicas, ciertas frases de /ach y de /eethoen, al ibrar en mis oídos.

)na e%presi&n no ya de piedad misericordiosa sino de inefable ternura ilumin& susemblante pálido, lee sonrisa (ue se dirigi& hacia mí como un rayo de luz, ar(ue& la

ingenua cura de sus labios y la !sonomía se humaniz& sin perder su nobleza

majestuosa y un ensue#o de ternura diina se dilat& dentro de mí, como la luz de la

aurora entre la oscuridad de una madrugada tétrica disipando las sombras,

llenándome el alma de claridades tibias, de temblores de saia, de frescuras de agua

cristalina y de cantos de pájaros, (ue suben hacia el "ol, encedor de la noche.

Bos recuerdos de mis liiandades pasadas desaparecieron ahuyentados por la luz,

la fuente de aguas ias brot& del pe#asco árido, y las imágenes de un idilio se

desarrollaron y iieron en el fondo de mi espíritu. "ería en el fondo del bos(ue, dondela sombra de las ramas cae sobre la alfombra de hojas secas y rojizas y sobre el

césped blando. =estida de blanco, sentada en musgosa roca, yo arrodillado a sus pies,

con la frente febril apoyada en sus rodillas, acariciarían mi cabeza sus largas manos

pálidas, y la caricia derramaría en mí, no la !ebre oluptuosa del amor humano, sino

la calma luminosa del amor diino. Con la oz ahogada le diría (ue la había buscado

por largos a#os, (ue mis labios, (uemados por los cálidos borgo#as y los champa#as

ardientes de las orgías de la 8ierra, tenían sed de su amor infantil y puro, como del

agua de una fuente oculta donde se copian los helechos y se re$eja el cielo. Bas

estrofas dulcísimas de ray Buis de Be&n, subían de mi boca hacia ella como un cántico*

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 %lma divina, en velo

De emeniles ormas encerrada,

/uando viniste al suelo

0obaste de pasada

1a celestial, riqu&sima morada.

=olí a buscar las pupilas azules y sus miradas de misteriosa ternura me decían

(ue consentía en mis sue#os y una e%presi&n de soberano amor esplendía de la pálida

faz, uelta hacia mí. Ante mi imaginaci&n sobree%citada y (ue había perdido la noci&n

de la realidad, el oro de los cabellos sueltos, heridos por la luz de las bujías, reisti& el

brillo de una aureola (ue irradiaba sobre el fondo oscuro del comedor.

Al leantar los ojos erdosos del peri&dico (ue leía, el padre, dirigi&le la palabra

en italiano y rompi& la fascinaci&n. En las frases (ue en el mismo idioma le contest&

ella, percibí los nombres de la :alloggia, de "ilaplana y de "an :oritz entre las

dulces sílabas cantantes de la lengua de Beopardi, (ue tomaban en su boca

sonoridades de música.

 "íranos usted el café en el departamento dijo al criado el hombre de la barba

blanca, leantándose y pasándole el abrigo y ayudándole a !jar, con in!nitas

delicadezas como de madre, sobre los rizos casta#os de la ind&mita cabellera la

singular toca negra (ue atrajo mis miradas cuando entraron.

"alieron del comedor, él adelante, ella atrás, y al oler la cabeza para (ue fueramía otra mirada larga, pensatia y profunda de los grandes ojos azules, el brillo de

éstos, la palidez e%ange y como luminosa del semblante y la esbeltez del cuerpo

largo y delgado, les dieron a mis ojos, al erla, así, sobre el fondo negro (ue

enmarcaba la puerta, el aspecto de una aparici&n.

)nos minutos después, al leantarme de la mesa, el brillo de un objeto caído al

pie del asiento donde se había sentado, me hizo acercarme y recogerlo. Era un

camafeo sobre cuyo fondo gris lo blanco del reliee forjaba una rama con tres hojas, y

reoloteando sobre ellas, una mariposa con las alas abiertas. Ba piedra estaba

montada en oro mate, en forma de broche y la joya, de una perfecci&n insuperable detrabajo, se le había caído seguramente al (uitarse el abrigo.

Ba guardé para entregársela al día siguiente y encontrar en la ocasi&n dada por la

casualidad, un principio de relaciones, y salí a buscar en el registro de la portería los

nombres de los singulares iajeros. 1abían llegado hacía tres horas y había dicho él

(ue pasarían dos días en el hotel al tomar el departamento marcado con el número J,

una gran sala con dos alcobas laterales, situado en el segundo piso y con ista sobre

el jardín. =enían de 7iza, no habían anotado el lugar adonde se dirigían y estaban

inscritos con los nombres de Conde Roberto de "cilly y 1elena de "cilly 2ancourt.

)na idea e%tra#a me cruz& por la mente. A(uel nombre, 1elena, no eocaba enmí ninguna !gura de mujer (ue se fundiera con él, ninguna de las (ue han atraesado

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mi ida, dejándome la melancolía de un !n de amor tras de los fugitios entusiasmos,

se llamaba así, so#é en la princesa 1elena del idilio de 8enysson y mentalmente la

llamé 1elena, como a una amiga de la infancia.

)na mano enguantada de cabritilla oscura se apoy& en mi hombro sacándome de

mis sue#os. Era la de Enri(ue Borenzana, uno de mis amigos de la adolescencia, (ue

ie en Bondres y (ue, de paso por @inebra, en los días anteriores, había enido aerme sin lograrlo por(ue mi criado, mientras estue bajo la in$uencia del opio, no

dej& entrar a nadie al departamento, dando como e%cusa, por orden mía, una

enfermedad grae.

 1ombre, me dijo estrechándome la mano entre las suyas, he enido a erte tres

eces y no lo he conseguido... 41a sido grae el mal6... Estás horriblemente

des!gurado y pálido y tienes un aire de crápula, (ue a no conocerte me haría pensar

horrores de ti..., agreg& familiarmente y después de conersar conmigo y media hora

en el cuarto de fumar, donde dos yan(uis atléticos y sanguíneos infectaban el aire con

el humo de sus cigarrillos de =irginia y se enenenaban sistemáticamente con his;y,

oloroso a petr&leo, me oblig& a estirme y a acompa#arlo a una conferencia de

historia (ue daba esa noche una notabilidad local. 9uso en su empe#o para llearme,

la dulzura grae de un hermano (ue (uiere arrancar a otro de dolorosas ideas por

medio de una distracci&n impuesta casi. Dndudablemente con su perspicacia de

!sonomista nato, me ley& en la cara los estragos del opio.

Al oler a pie al hotel, con una medianoche espléndida, constelada de estrellas,

entre cuyo cielo brillaba la Buna en su último cuarto, como una joya de plata sobre un

estuche de raso negro, los follajes de los árboles, (ue se mecían al soplo del iento,

las aguas del lago, con sus transparencias profundas donde temblaban re$ejos de

astros, eran un cuadro digno del sentimiento nueo (ue llenaba todo mi ser y me

hacía oler a los puros y lejanos días de mi adolescencia. Ba mirada de las pupilas

azules, radiosas en la !sonomía mortalmente pálida (ue enmarcaban los rizosos

cabellos casta#os iluminaba mi espíritu. "o#ando en ella salé la puerta de hierro de

la erja del hotel y, temiendo el insomnio seguro en mi lecho, comencé a pasearme

por el jardín. Ba egetaci&n oscura manchada de blanco a(uí y allí por las $ores

abiertas olía, como un frasco de esencia rara, brillaban arriba las estrellas, y, en la

(uietud de la medianoche, se oía el silencio. 2e repente al leantar la cabeza para er

el cielo al traés de los árboles (ue e%tendían contra él las masas negras de sus

ramazones, i iluminado en la fachada, uno de los balcones del segundo piso, con los

cristales abiertos, y las cortinas blancas caídas. )na larga sombra de mujer, como

enuelta en un manto (ue le cayera de la cabeza sobre los hombros, se destacaba

confusa sobre la blancura de niebla del transparente. Era Ella* era ésa la alcoba de la

iz(uierda del departamento número J. "eguramente el padre dormía ya, en la de la

derecha donde no había luz.

:oido por un impulso irresistible arran(ué unas cuantas $ores de los matorrales,

calculé el peso necesario para (ue el ramo llegara a su destino, !jé en él mi tarjeta yolí a bajar al jardín. Ba luz alumbraba todaía los transparentes blancos caídos hasta

el suelo, y agitados suaemente por la brisa nocturna. Ba sombra había desaparecido.

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Con el coraz&n saltándoseme del pecho, como un ladr&n (ue teme ser descubierto,

me escondía en la sombra de un matorral, y de pie sobre el banco de piedra, tiré el

ramo, (ue cruz& por el aire y fue a caer adentro, en el cuarto, por entre la abertura de

las cortinas.

Estas se leantaron un momento después y me dejaron er en el fondo oscuro

del aposento la luz de la lámpara (ue ardía cobijada por amplia pantalla de gasa.=oliéndole la espalda, camin& de frente la silueta negra y larga, como la de una

irgen de ra Angélico, lleg& al balc&n y con la cabeza alzada hacia el cielo, leant& la

mano derecha a la altura de los ojos, trazando con ella lentamente una cruz en la

sombra, mientras (ue la iz(uierda arrojaba con fuerza algo (ue atraes& el espacio, y

ino a caer a mis pies blanco como una paloma sobre el suelo sombrío. Era un gran

ramo de $ores, (ue reg& pálidos pétalos en el espacio oscuro al cruzarlo y rebot& al

tocar la tierra... en el ruido de su caída me pareci& oír las palabras del delirio de la

abuelita agonizante, <"e#or, sálalo de la locura (ue lo arrastra, sálalo del in!erno

(ue lo reclama>... 1ondo estremecimiento de religioso temor me sacudi& la carne,corri& por mi espalda un escalofrío sutil y como si me hubiera tocado la muerte, caí 

desfallecido sobre el banco de piedra. Al oler en mí y recordar la escena bus(ué las

$ores cuya blancura se eía en la sombra, para conencerme de (ue no había so#ado.

Era un ramo de pálidas rosas té (ue leanté para besarlo. =olí los ojos a la fachada

del hotel (ue estaba ya oscura y muerta, y por cuyos balcones cerrados no !ltraba un

solo rayo de luz.

Cuando desperté esta ma#ana, después de un dormir enfermizo, conseguido con

dos gramos de cloral y lleno de las imágenes del día, de los ojos azules, de la faz

pálida, de la cabellera casta#a, del incesante reoloteo de una mariposilla blanca

sobre tres hojas erdes y del ramo de rosas, el "ol rayaba de oro las persianas de mis

balcones. Eran las diez y media. /us(ué con los ojos las $ores, creyendo (ue la escena

nocturna formaba parte de la pesadilla del cloral. Ahí estaban en el jarr&n de bohemia

donde las había puesto al acostarme. :edio marchitas ya pendían algunas sobre la

mesa y dos de ellas cubrían el camafeo montado en oro erdoso.

 8ras del ba#o y la minuciosa toilette con (ue (uise hacer desaparecer las huellas

del opio y del cloral, bajé al comedor a tomar el té matinal. :e sentía triste y con el

coraz&n oprimido por un peso e%tra#o. El criado (ue me siri& la íspera trajo el

desayuno y con él un telegrama de :iranda y Compa#ía llegado en las primeras horas

de la ma#ana. =enciendo cierta repugnancia lo mandé a preguntarle al conserje del

hotel si el se#or "cilly y la se#orita habían salido. Cuando oli&, tomado ya el té y

leído el telegrama, lo esperaba con ansiedad.

 El se#or y la se#orita se fueron esta ma#ana, a primera hora, lleando sus

e(uipajes en un coche particular (ue ino a buscarlos. El conserje le oy& decir a él a la

estaci&n, pero no oy& el nombre de la estaci&n... 4El se#or toma más té6 pregunt&

mirando la taza acía...

42&nde buscarla cuando termine en Bondres el negocio con :orrell y /lundell-d&nde buscarla, por(ue necesito erla como necesito respirar, olerla a er, ba#ar mi

alma en la luz de sus ojos azules, besar sus manos largas y blancas, arrodillado a sus

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pies6 49or (ué la bendici&n y el ramo de rosas (ue coinciden de tan singular manera

con las frases del delirio de la iejecita agonizante6... 4Con(ue el misterio puede

ad(uirir así forma material, mezclarse a nuestra ida, codearnos a la luz del "ol6.. El

ramo de rosas está ya encerrado en una caja de cristal (ue me permitirá llearlo en el

iaje, y la caja se ha perfumado con el tenue olor de las $ores moribundas.

:iranda V Compa#ía me aisan haber recibido carta de :orrell, diciéndoles (ueaceptan el precio (ue !jé a las minas, en irtud del informe de la comisi&n de

ingenieros (ue oli& ya y cuyo dictamen esperábamos para cerrar el negocio.

Estaré en Bondres el HY, como lo e%igen, para !rmar las escrituras, y me iré de

a(uí hoy mismo para so#ar con ella mientras iajo.

42&nde estará6... En la Engadina, seguramente... Be oí nombrar a la :alloggia, a

"ilaplana y a "aint :oritz... 8erminado mi asunto con los ban(ueros ingleses la iré a

buscar allá, y si no la encuentro la buscaré en toda Europa, en todo el mundo por(ue

necesito erla para iir.

1ondres, (( de octubre

2os meses de ida en la ciudad monstruo, no isitada en mi última permanencia

en Europa y de la cual guardaba la confusa impresi&n recibida, hace once a#os- dos

meses (ue se han deslizado rápidos entre las innúmeras diligencias (ue re(uiri& la

enta de las minas, y la ansiedad con (ue esperé inútilmente respuesta a mis

telegramas dirigidos a todos los grandes hoteles de Europa- y a las cartas en (ue

solicité en ano de algunas agencias de informes datos acerca del paradero de "cilly yde su hija.

"u hija... me sonrío al pensar (ue he escrito esa palabra... 7o la llamo así cuando

al nombrarla mentalmente, la eoco con toda la suae gracia de sus contornos apenas

núbiles de largos lineamientos enueltos en la seda roja del corpi#o, con su mortal

palidez e%ange, enmarcada por el oro oscuro de la destrenzada cabellera y

alumbrada por la luminosa sonrisa de las pupilas azules- la llamo 1elena, como si la

intimidad en (ue he iido con su imagen, la hubiera acercado a mí, y la nombro con

la ternura (ue ibraría en mi oz agitada si oprimiera en las mías, impolutas de todo

contacto femenino desde la noche en (ue recogí el ramo de rosas blancas hasta el

instante en (ue escribo estas líneas, sus largas manos alabastrinas (ue al hacer en el

aire la mística se#al de la cruz arrojaron las pálidas $ores entre la sombra nocturna.

1elena0 1elena0... A eces, en la (uietud de la medianoche, silenciosa en este

rinc&n del Bondres millonario, sentado frente a mi escritorio sobre el cual está abierto

un tomo de poesías Zde[ "helley o Rossetti (ue ahora me embargan con sus etéreas

delicadezas y la música casi italiana de sus estrofas, alzo los ojos del libro y contemplo

a la luz de la lámpara el camafeo montado en oro (ue no pude deolerle.

2igo entonces su nombre en alta oz como una f&rmula eocatoria (ue hubierade hacerla surgir y aparecérseme, allá en el fondo sombrío de la estancia donde caen

en pliegues opulentos y pesados las cortinas de terciopelo erde, e irse acercando,

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acercando, sin tocar la alfombra hasta detenerse en el círculo de luz de la lámpara y

mirarme con sus ojos dominadores.

49or (ué sin tocar la alfombra, pregunta al analista (ue lleo dentro de mí mismo

y (ue percibe y discrimina hasta las sombras de mis ideas6... 49or (ué sin tocar la

alfombra6 Ría al oír esta frase el :e!st&feles (ue todos lleamos dentro del alma,

agite las luengas plumas del rojo birrete, crispe diab&lica mueca su ir&nica !sonomía,iluminada por un re$ejo de in!erno y lance al aire su carcajada de burla- sin tocar la

alfombra por(ue al pensar en ella la eo, incontaminada por la atm&sfera de la tierra,

inse%ual y radiosa como los (uerubines de :ilton. Bas frases (ue ienen a mis labios

para cantarla entonces, no son los inarm&nicos períodos de mi prosa incolora, sino

estos ersos de Ba =ita 7uoa, en (ue el 2ante habla de /eatriz*

<Cuando mi 2ama camina por alguna parte, Amor e%tiende sobre los corazones

corrompidos una capa de hielo (ue rompe y destruye todos los malos pensamientos.>

El (ue se e%ponga a erla o se ennoblece o muere- cuando alguno digno de

mirarla la encuentra, e%perimenta todo el poder de sus irtudes y si ella le honra con

su saludo dulcísimo le uele tan modesto, tan honrado y tan bueno, (ue llega hasta

perder el recuerdo de los (ue lo ofendieron.>3 2ios ha concedido una gracia particular

a mi 2ama* la persona (ue le dirige la palabra no puede tener mal !n>.

Esta noche, hace dos meses, de la noche de Dnterla;en- a estas horas ya estaba

dormido, bajo la in$uencia del cloral. Es curiosa la historia de los sesenta días (ue han

pasado desde la hora del encuentro.

"e fueron los primeros diez en formalizar la enta de las minas de :al 9aso, y al

terminar el siguiente ya el /anco de Dnglaterra me tenía abonadas en cuenta las cienmil libras recibidas como precio, de :orrell y /lundell, sin (ue esa noche, e%citado por

la idea de a(uel dinero ganado casi sin esfuerzo, me sugirieran la imaginaci&n ni los

sentidos una sola idea de placeres (ue buscar ni de emociones ardientes (ue obtener

con ese oro (ue podía transformarse en sensuales locuras. Retirado en mi casita cuyos

balcones tienen isita sobre 1yde 9ar;, y donde los tapiceros instalaron rápidamente

los mobiliarios y obras de arte (ue me rodeaban en 9arís, he diidido mi tiempo entre

un trabajo (ue estoy haciendo en el oreign '\ce, las isitas a los inernáculos de

más fama y una serie de estudios nueos emprendidos a(uí, en la (uietud de mi

escritorio, con dos profesores de renombre.:is derroches de la temporada no alcanzan a mil libras* setecientas, pagadas por

un cuadro de "ir Edard /urne +ones y las doscientas y pico de una cuenta del librero,

cubierta ayer. 7o he puesto los pies en un sal&n a pesar de (ue los Borenzanas,

Roberto /lundell y Camilo :endoza, nuestro gran estadista, (ue ie en Richmond, me

han isitado con insistencia. 7o he pisado un restaurante ni un teatro, y mis paseos a

pie se han dirigido de preferencia hacia los barrios silenciosos de la burguesía

acomodada, donde las amplias calles, eladas por las niebles de oto#o e%tienden, a la

hora del crepúsculo, la monotonía de sus mansiones tran(uilas, separadas de la ía

pública por las erduras de los jardinillos (ue anteceden sus fachadas. 9or ellascuántas eces he andado a esa hora paseante ingenuo y un poco desprendido de sí 

mismo para sorprender el alma británica en sus sencillas manifestaciones e%teriores y

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me he detenido cuando por la entana de guillotina de algún balc&n entreabierto

adiino, al traés de los idrios la luz de la lámpara (ue alumbra la elada familiar, de

una lámpara cuya luz cae sobre la amplia mesa de oscura carpeta cerca de la cual se

sentarán la ieja de antiparras, papalina y pelu(uín, cantada por 9ombo, el grueso

inglesote colorado y $emático, (ue lee el 8it /its y contempla carcajeándose las

caricaturas de 9unch, y las dos misses rubias y frescas de ojos erdosos, con elisitante estido del ineitable smo;ing, para tomar el eterno té tibio, desirtuado por

la leche abundante, la infusi&n insípida en (ue la ieja y pudibunda Albion ha

conertido el nerioso licor (ue en la tierra natia, apuran los mandarines estidos de

seda rosada y las risue#as mousmés de oblicuos ojos, en diminutas tazas de frágil

porcelana delgada como una cáscara de hueo, (ue lucen ramos de crisantemos,

doradas medias lunas, hieráticas grullas e inerosímiles pagodas.

'tras eces para buscar el contraste, enuelto en oscuro ulster (ue oculta el

estido, recorro el horror de los barrios pobres, llenos de seres degradados y oscuros,

poblados de mendigos y donde la bruma oto#al ahoga la escasa luz rojiza de losfaroles de petr&leo, para entreer, tras de las grasientas idrieras de algún tienducho

lleno de restos de cosas (ue fueron, la cara a!lada y hambrienta de algún judío (ue

parece salido de un ghetto de la Edad :edia y en el fondo de las tabernas hediondas a

enenoso brandy y a cerezas nauseabundas, siniestros per!les de ru!anes,

arrugadas facies de iejas pro%enetas y caras marchitas de chicuelas desergonzadas,

corroídas ya por el icio, y (ue tienen todaía aire de inocencia no destruida por la

incesante enta de sus pobres caricias inhábiles.

lota sobre mi espíritu el melanc&lico recogimiento del oto#o, de sus follajes

(uemados y enrojecidos por el frío, de los nubarrones cobrizos y ioláceos de sus

crepúsculos, del olor a nidos abandonados y a cloroformo de las hojas (ue se

desprenden de las ramas, y reolotean en el aire húmedo, bajo los rayos enfermizos

del sol de octubre, (ue apenas las calientan, para caer al suelo y esperar allí, podridas

y negras, la soledad el inierno helado y las frescas sinfonías de la primaera0

9or la noche me enuele una pereza del cuerpo (ue me hace sonreír si al entrar

al cuarto de estirme eo el negro frac, los brode(uines de charol, la resplandeciente

camisa, los calcetines de seda, los pa#uelos de batista, los guantes blancos y las

gardenias para el ojal, puestas en asitos de electroplata, (ue rancisco, mi iejo

criado, prepara cuidadosamente, sin consultarme y e%tiende sobre un dián bajo,

frente al enorme espejo claro, enmarcado de bronce, en preisi&n de una salida

mundana. :e sonrío y isto amplio estido de franela- friolento hago encender la

chimenea cuyo suae calor neutraliza la temperatura (ue anuncia un inierno

rigurosísimo, y con las piernas enueltas en la eterna manta seillana compa#era de

mis iajes y aspirando el humo opiado y aromático de un cigarrillo de 'riente, me

siento cerca al fuego para contemplar los derrumbes de negros castillos (ue forjan los

troncos carbonizados, el rojo de las caernas de fuego, donde arden los tizones y los

incendios azules de las lengetas de llama. 1oras de in!nito recogimiento en (ue

medito en el plan (ue ha de inmortalizar mi memoria, lecturas de "ha;espeare y de

:ilton, en el silencio de las madrugadas insomnes, cuán lejos estáis del brutalismo

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gozador de mis noches parisienses en (ue, tras de una cena de langosta a la

americana y champa#a e%tra dry, la alcoba de la 'rloF oía mis gritos de salaje

oluptuosidad y su cuerpo delicado se lastimaba estrujado por mis manos

gozadoras0...

Enri(ue Borenzana, el socio de /otell, con (uien estue en @inebra, ino a(uí 

anoche y me dijo al entrar y erme* Eres otro hombre del (ue i en "uiza- estásrosado y fresco como una miss y se te ríen los ojos0... 3a lo creo (ue soy otro hombre...

"i no lleara en el fondo del alma la incurable nostalgia de las pupilas azules, si

supiera c&mo encontrarla, cuán feliz sería al sentirme regenerado por ella0

1ondres, () de noviembre

9asé una noche atroz y no comprendo la causa. )n día regular- la mitad gastada

en el :inisterio de Relaciones E%teriores tomando copias fotográ!cas de lacorrespondencia del :inistro (ue acredit& mi país en Dnglaterra para pedir el

reconocimiento de su independencia, la tarde en una fábrica de fusiles (ue con furia

me he entregado a los estudios militares (ue re(uiere el cumplimiento de mi plan y la

noche a(uí iendo una serie de aguafuertes y de acuarelas (ue me ofrecen en enta-

total* ninguna emoci&n fuerte. Comida sencilla, con un poco de burdeos iejo y pálido.

 3 entonces, 4por (ué la horrible pesadilla (ue me ha hecho gritar y agitarme, la

pesadilla angustiosa sin más imagen (ue la atraesara sino una caída mía entre la

oscuridad negra de un abismo y, arriba, arriba, las tres hojas de la rama del camafeo y

el reoloteo de la mariposa blanca sobre un cielo azul cruzado de nubes blancas6...49or (ué la depresi&n de hoy en (ue me siento sin ánimo de trabajar ni de iir, y

pienso en 1elena como un chi(uillo perdido entre la noche de un bos(ue, pensaría en

las caricias de la madre6... Es una obsesi&n enfermiza casi- al dormirme la eo estida

con el corpi#o de seda roja (ue lleaba en @inebra, llamarme con la mano pálida- al

abrir los ojos, lo primero en (ue pienso es en ella y al hacer un esfuerzo para recordar

las impresiones del sue#o, me parece (ue entre la oscuridad de éste ha pasado,

estida de blanco, con un estido cuya falda cae sobre los pies desnudos, en una orla

de dibujo bizantino, de oro bordado sobre la tela opaca, y lleando en los pliegues

níeos del manto (ue la enuele, un manojo de lirios blancos... Ciertas sílabasresuenan dentro de mí cuando interiormente percibo su imagen <:anibus date lilia

plenis>... dice una oz en el fondo de mi alma y se confunde en mi imaginaci&n su

!gura (ue parece salida de un cuadro de ra Angélico y las graes y musicales

palabras del e%ámetro latino.

 8odo eso es delicioso pero es una obsesi&n enfermiza y yo sé el remedio. 2igo el

remedio por(ue el placer comprado me repugna como una droga nauseabunda y no

está en Bondres ninguna de las dos amigas inglesas (ue me darían una noche de

caricias, ni a(uella aristocrática Bady =iian encontrada en /erlín hace un a#o, tan

fresca y tan dulce y tan loca y tan ardiente- ni la otra, anny @reen, la profesional a(uien tue tres semanas en Roma, hace cuatro a#os, estúpida como una campesina

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ignorante y sentimental como una heroína de Richardson, pero insuperablemente

hermosa.

7o están en Bondres. Comprendo cuál es la causa de mi e%tra#o estado nerioso

en (ue las imágenes internas se conierten casi en alucinaciones y (uiero suprimirlo.

:e prooca por momentos salir a Regent "treet a las HH de la noche, buscar alguna de

a(uellas +enny, como la del poema de Rossetti*

h, merr#, la3#, languid 4enn# 

*ond o a iss and ond o a guinea5

hacer de ella mi presa, traerla a mi casa donde al er el mobiliario y las ajillas y

los cuadros, todo el lujo de la instalaci&n, abriría tama#os ojos y sin e%plicarse mi

capricho por su cuerpecito débil, tenerla unas semanas en (ue las pobres

oluptuosidades (ue me procurara se mezclaran para mí de una impresi&n de piedad

por ella y de obra de caridad hecha al eitarle sus interminables paseos por 9icadilly ylas brutalidades de sus compradores nocturnos, y calmada con el abuso la !ebre (ue

me corre por las enas, despacharla regalándole alguna suma (ue fuera la (ue gasto

en una joya de (ue me antojo y con (ue pudiera i ir tran(uila hasta la ejez, en

alguna casita risue#a de los suburbios, casada con el noio (ue la adoraba antes de

caer y acordándose de mí como de un semidi&s con (uien se encontr& una noche...

7o puedo. )na presencia femenil en la casa donde está el broche del camafeo de

1elena y donde tanto he pensado en ella, sería imposible. Al día siguiente habría

arrojado a la calle, colmándola de insultos a la pobrecilla chicuela, sintiendo por ella

horrible odio y asco profundo.

Bondres, HG de noiembre

ue Roberto /lundell, (uien lo arregl& todo. Es judío por la madre y con la

perspectia del negocio proyectado, habría hecho más por tenerme contento, si yo lo

hubiera e%igido. Dbamos juntos el día (ue la encontré por primera ez y me (uedé

maraillado con su belleza (ue le ali& hasta hace dos a#os la protecci&n de un

miembro de la familia real. 9arece (ue /lundell y ella son iejos amigos y me supongo(ue algo le llegará a su cartera de cuero de caimán y es(uineras de oro, de la fuerte

suma (ue le entregué preiamente con la condici&n de (ue todo se haría de acuerdo

con mis deseos.

Al penetrar en la alcoba la sangre me encendía las mejillas y me zumbaba en los

oídos y i a la sombra de las cortinas erdemar de azulosos cambiantes el oro del

amplio catre y las blancuras de espuma y de niee de donde emergía el busto, con el

seno desnudo casi, mal oculto por la abierta camisa de batista, todo alumbrado por la

luz de una lamparilla eléctrica (ue !ngía milagrosa $or de luz sonrosada entre las

hojas de bronce (ue la sostenían a la cabecera del lecho. =en, me grit& sonriendo ymostrando entre los rosados labios el esmalte de la dentadura maraillosa- en, y

tendi& los brazos, esparciendo en el ambiente el olor de una mata de rosas (ue

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sacude el aire tibio de la primaera.

"í0 =e, me gritaban los gl&bulos de la sangre, encendida por el deseo- los

nerios tendidos por la continencia de tres meses, los músculos igorizados por la

castidad, e, sacia tu sed en ese puro aso de nácar (ue (uiere sentir tus labios,

bésalos, sáciate, hártate, agoniza de oluptuosidad en sus brazos en un espasmo de

interminables ibraciones0...

"eparándolos de los de ella, olí los ojos hacia el fondo oscuro de la alcoba,

donde la sombra se aglomeraba resistente a la luz eléctrica por el color sombrío de los

tapices y di un grito... Acaba de er unidas, en lo alto del muro, como en una medalla

antigua, el per!l !no y las canas de la abuelita y sobre él, el per!l sobrenaturalmente

pálido de 1elena, en una alucinaci&n de un segundo.

49or (ué gritas6... pregunt&, sin (ue desapareciera de sus labios frescos la

sonrisa deliciosa de oluptuosidad (ue los ar(ueaba... 49or (ué gritas6 Bo (ue está

caído ahí sobre la alfombra es un ramo de $ores (ue recibí hoy de 7iza, rec&gelo,

tráemelo y bésame, agreg& reclinando los rizos rubios de la hermosa cabeza sobre el

holán de los almohadones.

Recogí el ramo, (ue no había isito antes y con él en la mano me acer(ué al

lecho, donde el torneado brazo, blanco, blanco y fragante circund& mi cuello.

Eres hermoso0, dijo claándome los ojos negros de acariciadora mirada y

atrayéndome hacia ella. Eres hermoso, pero 4por (ué miras esas $ores con ojos de

loco6, son unas $ores (ue me trajeron de 7iza y las había olidado ahí... :ira la

mariposita blanca (ue se ino entre la caja0, grit& mirando el insecto (ue emprendi&

uelo por el aire de la alcoba perfumada y tibia.9rete%té un értigo y me despedí besándole las manos con (ue me detenía y

trayendo en las mías el olor de las rosas té (ue formaban el ramo, y en los ojos el

aleteo de la mariposilla blanca, (ue olaba ahí en ese momento y en mis sue#os hace

cuatro noches, cuando en pesadilla de indecible horror, rodaba yo al fondo del abismo

ertiginoso.

1elena enía de 7iza la tarde en (ue la encontré en @inebra... Bas frescas rosas

té del ramo (ue he tenido en mis manos esta noche, están atadas con la misma cinta

de e%tra#as labores en forma de cruz (ue sujeta las del otro ramo (ue ya no es más

(ue un cementerio de $ores negras y marchitas entre la caja de cristal (ue las guarda.Al inclinarme para respirar el olor de las $ores frescas, en la alcoba donde so#é dejar

mi enfermedad gastando la saia acumulada en tres meses, alz& de ellas el uelo la

mariposa blanca de mi sue#o, la mariposa del camafeo, por(ue las dos son una sola...

2oy por sentado (ue fue una alucinaci&n febril, haber isto juntas las dos cabezas de

los seres cuyas palabras y miradas me enuelen hoy en una trama de sombras,

pero... 4por (ué estas casualidades (ue toman para mí la forma de un interrogante

abierto sobre el misterio6... 49or (ué la cinta con la misma labor e%tra#a de cruces

entrelazadas6- 4por (ué estas $ores nacidas en el mismo sitio (ue las otras

probablemente, llegan, en el momento preciso, al lugar donde iba yo a enilecermecon un placer comprado, para no pensar en Ella6...

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 8emí la locura al salir de las orgías brutales de la carne y ahora el noble amor por

la enigmática criatura (ue me parecía traer en las manos un hilo de luz conductor (ue

habría de guiarme por entre las negruras de la ida, ese amor delicioso y fresco (ue

me ha rejuenecido el alma, es causa de supremas angustias por(ue mi raz&n se

agota in(uiriendo los por(ués del misterio (ue lo enuele.

"i lograra erla, cambiar estos sue#os (ue me enlo(uecen por la serenidad (ueesparcirían en mi alma las primeras frases cambiadas con Ella0...

:i profesor de griego (ue iene diariamente, me había hablado arias eces de

su amigo "ir +ohn Riington, el gran médico (ue ha consagrado sus últimos a#os a la

psicología e%perimental y a la psicofísica y cuyas obras, <Correlaci&n de las epilepsias

laradas con la concepci&n pesimista de la ida>, <Causas naturales de apariencias

sobrenaturales> y sobre todo <Ba higiene moral> y <Ba eoluci&n de la idea de lo

2iino>, lo colocan a la altura de los grandes pensadores contemporáneos, de "pencer

y de 2arin, por ejemplo. Conocía yo los libros de Riington de tiempo atrás y los leía

y releía con grande entusiasmo, por(ue la obseraci&n directa y precisa de los hechos,

la l&gica perfecta de los raciocinios, s&lidos como una cadena de hierro y las escasas

pero segurísimas deducciones generales (ue de ellas desprende, hacen de esa lectura

 jugoso y forti!cante alimento para mi espíritu acilante y curioso de los problemas de

la ida interior. Esas obras estarán en pie cuando muchas de las astas teorías de

otros !l&sofos (ue gozan hoy de más fama (ue él, ayan desmoronándose a los

golpes de pica de posteriores inestigaciones.

Conseguí para Riington dos cartas de introducci&n, releí sus libros antes de ir a

la consulta, por creerlo útil para mi plan y por especialísimo faor logré una

conferencia nocturna en (ue conersamos largamente por horas enteras, solos en su

amplio gabinete, lleno de curiosos instrumentos de obseraci&n y de obras técnicas

referentes a su especialidad, y en su sala donde he tenido una emoci&n inolidable.

Ba primera impresi&n (ue produce mi médico con la frescura casi infantil de sus

mejillas sonrosadas y llenas (ue contrastan con la barba rizosa y gris y la singular

italidad (ue reelan sus miradas y los ágiles moimientos del cuerpo recio y

membrudo no debilitado por los sesenta y cinco a#os (ue llea gallardamente, es la

de una perfecta salud corporal y mental. /enéola sonrisa de inteligencia ilumina

a(uella !sonomía grae y desde el primer momento e%perimenté cerca de él laimpresi&n de con!anza (ue inspira un hombre enejecido en el estudio de las miserias

humanas.

 2octor, le dije sentándome en el sill&n (ue me ofrecía, tiene usted enfrente a un

enfermo curioso (ue en perfecta salud corporal, iene a buscar en usted los au%ilios

(ue la ciencia puede ofrecerle para mejorar su espíritu. El catolicismo les da a sus

fanáticos, directores espirituales a (uienes se entregan. 3o, falto de toda creencia

religiosa, engo a solicitar de un sacerdote de la ciencia, cuyos méritos conozco, (ue

sea mi director espiritual y corporal. 4Acepta usted el cargo6

 

Bo acepto, contest& con graedad sonriente, e%igiendo de antemano como losministros del noble culto (ue usted nombra contrici&n por los pecados contra la

higiene (ue usted haya cometido y el !rme prop&sito de la enmienda... Cuénteme

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usted sus pecados...

Con la ingenuidad de un adolescente (ue abre su alma al sacerdote (ue ha de

absolerlo, le referí mi ida, sin atenuar nada, ni mis ímpetus idealistas, ni mis

desmedidas ambiciones de saber, de gloria, de ri(uezas y de placeres, ni las

crapulosas orgías, los mujeriles desfallecimientos y las miserables inacciones (ue me

postran por temporadas. Be conté los últimos seis meses con mayor sinceridad (uizás(ue la (ue he empleado en estas notas escritas para mí mismo.

'ía sin (uitarme los ojos (ue bajaba yo al suelo por momentos, sin moer una

mano, sin (ue su impasible !sonomía griega tradujera la más mínima emoci&n.

 Cuente usted ahora los antecedentes de su familia, descríbamela, pínteme usted

su país, la ciudad donde usted se form&, dígame usted cuanto crea (ue pueda

ilustrarme.

Bo hice sencillamente y hablé por largo tiempo sin (ue dejara de prestarme

atenci&n por un segundo, ni me (uitara de encima los ojos. Ahora tenga usted la bondad de e%ponerme la organizaci&n actual de su ida,

sus planes para el futuro, todo lo (ue se re!ere al presente.

1ablé contándole mi e%istencia casi monástica desde mi encuentro con 1elena,

los planes (ue abrigo respecto de mi país, le referí el incidente (ue tuo lugar en la

alcoba de Constanza Bandseer, mis estudios de griego y árabe, los infructuosos

ensayos hechos para encontrar a la (ue es hoy toda la ida de mi alma... hasta (ue

esta pregunta hecha con la ingenuidad de ni#o (ue tienen los sabios cuando se trata

de cuestiones de sentimiento, me desconcert& por(ue no supe (ué responderle.

 

4)sted tiene intenciones de casarse con esa hermosa joen si la encuentra, y defundar una familia6...

Al no darle yo respuesta por(ue me (uedé confuso y como aergonzado por

a(uella pregunta, se leant& para traer y colocar sobre la mesa arios aparaticos, a

cuyo e%amen me someti& sucesiamente, haciéndome permanecer de pie, sentarme,

recostarme, contar, endándome los ojos para picarme con al!leres o leantar pesas

sujetas a las piernas- estrechar un globo de caucho, ce#irme a la mu#eca un

mecanismo de reloj terminado con una pluma (ue trazaba sobre una cinta larga línea

ondulante y rítmica- leantar diersas masas de hierro, buscar la inc&gnita de una

ecuaci&n y traducir por escrito un te%to de Arist&fanes del original griego, mientras

(ue él contaba los minutos inclinado sobre el cron&metro como tomándole el pulso a

mi inteligencia.

 1ay a(uí un error, dijo e%aminando la hoja de papel (ue le tendía, estos

adjetios se re!eren a la acci&n (ue denota el erbo y no al sujeto de la frase...

 3 entonces comenz& otro e%amen de todo mi cuerpo, casi desnudo sobre un

dián de marro(uí negro, e%amen durante el cual analizaba yo el e%tra#o efecto (ue

me habían producido sus palabras* 4)sted tiene intenciones de casarse con esa

hermosa joen, si la encuentra, y de fundar una familia62ios mío, yo, marido de 1elena0 1elena mi mujer0 Ba intimidad del trato diario,

los detalles de la ida conyugal, a(uella isi&n deformada por la maternidad... 8odos

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los sue#os del unierso habían pasado por mi imaginaci&n menos ese (ue me

sugerían las frases del especialista.

 "ería usted un modelo !siol&gico, dijo, cuando después del e%amen, olimos a

sentarnos cerca del pesado escritorio de nogal, si fuera un poco más amplia su

caidad torácica y si no e%istiera cierta desproporci&n entre su desarrollo muscular y

su fuerza neriosa- es raro (ue su organismo haya soportado los e%cesos a (ue ustedlo ha sometido.

  8iene usted (ue comenzar, continu& con una oz pausada, baja y suaísima, por

regularizar todas, absolutamente todas, sus funciones, sin detenerse a pensar (ue hay

funciones nobles y bajas en el ser humano. A pesar de (ue mani!esta usted

entusiasmo por la ciencia (ue no admite hoy separaci&n alguna entre los fen&menos

de la ida y los considera todos, desde la respiraci&n y la nutrici&n, hasta las más altas

ideaciones y los sentimientos más nobles como manifestaciones de una misma causa,

los unos comprensibles por caer bajo el dominio de nuestros actuales métodos de

obseraci&n y de análisis y los otros incomprensibles todaía por lo rudimentario de

los aparatos (ue apenas comenzamos a emplear para obserarlos, a pesar de (ue

a!rma usted (ue no tiene creencias religiosas, es usted un espiritualista conencido,

un místico casi, tal ez contra su gusto. "us frases lo han reelado. 9uede usted tener

deseos de no creer pero las in$uencias atáicas (ue subsisten en usted lo obligan a

creer y usted procede de acuerdo con ellas en lo (ue se re!ere a la clasi!caci&n de sus

actos- haga un esfuerzo, triunfe usted de sí mismo, regularice su ida, déle usted en

ella el mismo campo a las necesidades físicas (ue a las morales, (ue llama usted, a

los placeres de los sentidos (ue a los estudios, cuide el est&mago y cuide el cerebro y

yo le garantizo la curaci&n.

 Regularice usted su ida y déle una direcci&n precisa y sencilla, continu&

después de otro largo silencio, en (ue me pareci& leer cierta simpatía en la fría mirada

de sus ojos. Bo primero (ue debe hacer es distraerse, forzándose a alternar sus

estudios con diersiones, nobles si usted las pre!ere así- frecuente los teatros y los

conciertos- tendría mucho gusto en llearlo a casa de uno de mis mejores amigos

donde se toca e%celente música de los iejos maestros alemanes y donde encontraría

usted buena compa#ía. 2euélales a las necesidades se%uales su papel de

necesidades por más (ue le repugne y no mezcle usted sus sensaciones de ese orden

con sentimentalismos ni con emociones estéticas (ue lo e%alten- esto mientras

encuentre usted a la joen a (uien ama y se case usted con ella para normalizar en la

ida marital los impulsos de su instinto.

 7o le incomode a usted (ue le hable de su amor en esos términos, dijo al er el

gesto (ue hice inoluntariamente al oír la frase, ese ideal tiene usted (ue conertirlo

en su esposa, usted necesita, antes (ue todo, como un ni#o asustado por la apariencia

de un objeto (ue no ha isto bien y cuyo miedo se desanece al tocarlo, encontrar a

esa se#orita, tratarla, er si su carácter y sus ideas coinciden con los de usted y, si es

así, casarse con ella para(ue desaparezca el fantasma (ue usted se ha forjado. Es un fantasma. Bo io

usted estando bajo la in$uencia del opio y de una profunda debilidad causada por la

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orgía de la íspera, la impresi&n (ue le causaron a usted sus miradas en el comedor y

el capricho (ue tuo ella de tirarle un ramo de rosas, han determinado en usted una

autosugesti&n, (ue ha ido prolongándose gracias al iolento cambio de régimen a (ue

ha sometido usted su organismo y al aislamiento en (ue se ha encerrado. 7o ha

habido impresiones e%ternas (ue la combatan, y sigue desarrollándose, y como

coincide con una frase (ue lo había impresionado a usted, por haberla dicho unapersona de su familia al morir, ha ido reistiendo apariencias sobrenaturales...

"e call&, inclinando la cabeza pensatia y la leant& al cabo de unos momentos

de silencio, sonriéndose.

  8enga usted la bondad de repetirme la descripci&n de la !gura de la se#orita

cuando usted la e estida de blanco y con los lirios en la mano y le parece recordar

una frase latina.

Bo hice con la paciencia con (ue un enfermo le cuenta por segunda ez al ulgar

esculapio un síntoma de la dolencia física (ue lo a(ueja.

 4"e siente usted nerioso esta noche6, me pregunt& sonriendo aún con una

franca sonrisa (ue le ar(ue& los labios y me reel& la animalidad potente de su

organismo.

 7o, doctor, estoy en perfecta calma, la conersaci&n con usted me ha

tran(uilizado como una dosis de bromuro, le respondí, sonriendo a mi ez.

 45uiere usted er su isi&n pintada en un lienzo, por un pintor (ue muri& hace

a#os6, me dijo, sin dejar de sonreír, e%citado por la perplejidad (ue reelaba mi

semblante al oír la e%tra#a propuesta.

 

Como usted gus

te, contesté sin saber a derechas (ué decía y lleno de una curiosidad infantil (ue

se mezclaba con cierta angustia e%tra#a.

 9erdone usted, oy a dar orden de (ue enciendan luz en mi sal&n donde está la

pintura. 5ué e%tra#a casualidad, agreg& hablando consigo mismo y leantándose para

apretar un timbre eléctrico a cuya llamada obedeci& el criado estido de frac (ue se

present& unos instantes después en el cuarto.

 4Bas se#oras están en la sala6, le pregunt&.

 

7o, se#or- acaban de retirarse a sus alcobas. 4Están encendidas las lámparas en la sala6...

 "í, se#or, contest& el siriente.

 9onga usted una, donde alumbre bien el cuadro (ue está en la pared de la

derecha, y síranos usted el té allá, orden&, y oliéndose a mí, familiarmente, como

si la perspectia de un triunfo hubiera roto el hielo (ue nos separaba, me golpe& el

hombro como a un amigo iejo y me dijo*

 )n capricho de mi mujer me hizo comprar hace diez a#os, haciendo un esfuerzo

por cierto, por(ue la estrechez de mi presupuesto de entonces no me permitíafantasías de esas, la tela (ue oy a mostrarle. 4)sted estuo en Bondres cuando era

ni#o6, me pregunt& con animaci&n súbita...

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 "í, doctor, le respondí, ine con mi padre y pasé a(uí un mes del (ue consero

recuerdos muy confusos.

 42&nde iían ustedes6...

 En un hotel cerca del Regent "treet (ue no he encontrado ahora, contesté

impaciente y enerado por el interminable interrogatorio.

  3 la e%hibici&n del lienzo tuo lugar ahí cerca en la galería donde lo compré, dijo

hablando consigo mismo. =enga usted a erlo, a#adi& leantándose para mostrarme el

camino, y alzando el portier (ue separaba el gabinete de un cuarto oscuro (ue

atraesamos para entrar al sal&n donde ardían cuatro lámparas.

 4"e parece6, pregunt& desde el sill&n donde se había acomodado para er el

efecto (ue me estaba produciendo la contemplaci&n de la pintura, al cabo de largo

rato en (ue yo, como hipnotizado por a(uella realidad de mi isi&n no podía separar

los ojos de la !gura de 1elena, (ue estida con el fantástico traje y el manto blanco de

mis sue#os, y lleando en las manos los lirios pálidos, pisaba una orla negra (ueestaba al pie de la pintura, y sobre la cual se leía en caracteres dorados como las

coronas de un cuadro bizantino, la frase <:anibus date lilia plenis>.

 4"e parece6, repiti& Riington... =enga usted a sentarse a(uí desde donde la

erá bien y tomará el té conmigo, hablando de ella.

 Es ella, doctor, es ella, le dije sentado ya en el sitio (ue me designaba, y

oliendo los ojos hacia la diina aparici&n (ue me sonreía, enmarcada de oro sobre la

pared oscura. Es ella, doctor- pero, 4c&mo se e%plica este misterio (ue rodea todo lo

(ue a ella se re!ere- (ue me hace encontrar a(uí ese lienzo (ue es su retrato- la

noche en (ue engo a hablarle a usted de ella6, 4c&mo me hizo encontrar el ramo derosas y la mariposilla blanca la noche en (ue fui a buscar otra mujer para olidarla por

unas horas6, 4c&mo se e%plica usted todo eso6, agregué sin poderme contener.

 =uele usted a er el fantasma y a so#ar con lo sobrenatural, contest& con

graedad casi seera. Aplí(uese usted a encontrar causas y no a so#ar. :e ha descrito

usted a la se#orita como una !gura semejante a las de las írgenes de ra Angélico y

este cuadro es obra de uno de los miembros de la cofradía prerrafaelita, el grupo de

pintores ingleses (ue se propusieron imitar a los primitios italianos hasta en sus

amaneramientos menos artísticos. Es claro (ue la se#orita no siri& de modelo por(ue

según me dice usted cuando más podrá tener (uince a#os y hace einte (ue fuepintado el cuadro- pero, dígame* 4(ué tiene de e%tra#o (ue el modelo fuera una tía o

la madre de la (ue usted encontr& en @inebra y (ue las dos se parecieran mucho6

Ahora, 4por (ué se juntaban en su imaginaci&n cierto erso latino y la !gura (ue usted

eía6... 9or(ue un recuerdo de esta pintura y de la leyenda (ue tiene al pie istas por

usted hace muchos a#os, resucit& en su memoria, gracias a la analogía (ue hay entre

la !sonomía de su amada y la (ue representa este dibujo... Ba memoria es como una

cámara oscura (ue recibe innumerables fotografías. 5uedan muchas guardadas en la

sombra- una circunstancia las retira de allí, recibe la placa un rayo de sol (ue la

imprime sobre la hoja de papel blanco, y heme a(uí (ue usted se pregunta (uién hizoel retrato, sin recordar el momento en (ue el negatio recibi& el rayo de luz (ue lo

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traz& en las sales de plata. =amos, 4todaía está usted iendo el fantasma6 2eseche

usted esas ideas místicas (ue son un resto del catolicismo de sus antepasados,

pre!era usted la acci&n al sue#o inútil, bus(ue usted desde ma#ana a la joen, cásese

con ella y será usted muy feliz. 47o es cierto (ue será usted muy feliz6, pregunt& con

interés.

 

:uy feliz, doctor, contesté siriéndome el té, traído por el criado.

 7o tome usted más (ue una taza, debe medirse usted en el uso de los

e%citantes. )na taza de té por la noche, nada más, y una pe(ue#a de café, a la

comida. 2isminuya usted el ino, pero no brusca, sino gradualmente, reemplácelo por

cereza, suprima poco a poco los licores y los condimentos, haga comidas abundantes

pero sin re!namiento alguno- cambie los ejercicios fuertes como la e(uitaci&n y la

esgrima, (ue son e%citantes musculares, por decirlo así, y haga largas caminatas a pie

por el campo. 5uisiera (ue conencido usted de (ue es preciso huir de toda e%citaci&n

de cual(uier naturaleza (ue sea, fuera abandonando paulatinamente sus hábitos de

lujo e%cesio y sus preocupaciones de arte para dirigir su inteligencia y sus esfuerzos

en el sentido de alguna asta especulaci&n industrial, una ferrería, una fábrica, (ue le

permitiera hacer continuas combinaciones para ensancharla y lo entretuiera con los

detalles de su administraci&n. =ea usted, en lugar de pensar en ir a ciilizar un país

rebelde al progreso por la debilidad de la raza (ue lo puebla y por la in$uencia de su

clima, donde la carencia de estaciones no faorece el desarrollo de la planta humana,

as&ciese usted con alguna gran casa inglesa a cuya industria sea aplicable el arte, con

unos fabricantes de muebles o de porcelanas, de idrieras o de telas lujosas para

tapizar y consagre usted su talento a hacer por ese medio objetio la educaci&n

estética de los consumidores. Con una sola idea de arte aplicada a la industria se

ennoblece ésta como se perfuman hectolitros de alcohol con una gota de esencia de

rosas. Ese sería un hermoso plan. 'iga usted otro. =uela usted a su país y apli(ue

usted su fortuna a una gran e%plotaci&n agrícola (ue lo hará inmensamente rico y lo

diertirá con todas las e%periencias de aclimataci&n de razas, animales y plantas

e%&ticas (ue puedan desarrollarse en esos climas. 8ambién le será proechosa si le

permite iir en el campo. A(uí en Bondres dirigiendo su manufactura, allá en América

desarrollando sus empresas podrá ust

ed iir tran(uilo educando a su familia y haciendo feliz a la se#orita (ue se

encontr& en @inebra. 9ero de preferencia abandone su sue#o de regreso a la patria y

establézcase a(uí. 4rancamente, no cree usted más c&modo y más práctico iir

dirigiendo una fábrica en Dnglaterra (ue ir a hacer ese papel de 9r&spero de

"ha;espeare con (ue usted sue#a, en un país de calibanes6...

 Además, ésa es la ida (ue le coniene, continu& después de meditar un poco...

2eseche esos sue#os políticos (ue son irrealizables. )sted no tiene el hábito de

ejecutar planes y ésa es una educaci&n, un entrainement, dijo usando la palabra

francesa- hay (ue comenzar ideando y lleando a cabo cosas pe(ue#as, prácticas,

fáciles, para lograr al cabo de muchos a#os enormidades de esas con (ue ustedsue#a. :e hace usted la impresi&n de un ni#o (ue se siente robusto y al er a un

gimnasta de profesi&n jugar con pesas de a doscientos ;ilogramos cree (ue puede

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hacerlo sin maliciar (ue las fuerzas de sus músculos apenas le permitirán recoger la

pelota de caucho, con (ue juega.

 Abandone usted esos sue#os, continu&- abandone los sue#os de gloria, de arte,

de amores sublimes, de grandes placeres, la ciencia uniersal, todos los sue#os. El

sue#o es el enemigo de la acci&n. 9iense usted, conciba un plan pe(ue#o, realícelo

pronto y pase a otro. Ba delicia de iir, (ue usted e%perimenta hoy, cortada porbruscas depresiones (ue lo postran, es al mismo tiempo la causa de sus ambiciones

desmedidas, y el peligro futuro para usted- la causa, por(ue es ella la (ue le hace

desear continuamente impresiones nueas en la esperanza de (ue son gratas, el

peligro por(ue reela una sensibilidad e%agerada, una especie de hiperestesia (ue lo

imposibilita para resistir el dolor, el día en (ue éste llame a su puerta. 4Conoce usted

el dolor6, pregunt& pensatio...

 1e sufrido, doctor, menos (uizá (ue la mayor parte de los hombres y puesto (ue

es conenido (ue todo detalle de mi ida interior lo conocerá usted, debo decirle (ue

en los momentos de sufrimiento se produce en mí un placer superior al dolor mismo,

el de sentir ese dolor, el de conocer las impresiones nueas (ue me procura.

 Ese es el síntoma (ue completa el cuadro, continu&* hay en usted por el

momento tal embriaguez de ida (ue me hace recordar la frase de @oethe* <Ba

 juentud es una embriaguez de sangre>. 8odo le aparece a usted hermoso, risue#o,

grandioso, todo lo atrae, todo reclama su atenci&n. El día en (ue su sistema, cansado

por los abusos, se debilite, los nerios transmitirán de preferencia las sensaciones

desagradables o dolorosas, mortal apatía lo dominará a usted inhibiéndolo para la

acci&n, su est&mago gastado y sin fuerzas digerirá mal, trabajará escasamente su

cerebro y entonces será usted el reerso de la medalla, su misantropía, su odio por

todo, su desencanto no tendrán límites. 8odo joen gozador es el proyecto de un

anciano melanc&lico, los botones de rosa se conierten en rosas marchitas- s&lo lo

duro guarda la forma (ue desafía el tiempo. "i usted lo piensa bien, erá (ue el

ascetismo, (ue es la última palabra de las religiones, es el secreto de la paz interior*

endureciendo al hombre por las priaciones oluntarias a (ue lo somete, lo

insensibiliza para el sufrimiento.

Esa (uimera (ue se ha forjado usted de dominarlo todo, de gozar con los

sentidos y siendo al tiempo mundano, artista, sabio, guerrero y conductor de hombres,es el supremo absurdo. :ientras usted no se encierre en una especialidad y olide el

resto, se sentirá usted mal. :e argirá usted (ue han e%istido hombres (ue lo han

realizado casi, (ue el =inci posey& todas las ciencias y las artes de su tiempo y (ue

(uizás no hubo regi&n alguna de los conocimientos humanos por donde @oethe no

paseara su inteligencia poderosa. :e permitiré obserarle (ue la ciencia en el tiempo

en (ue ii& Beonardo era un embri&n apenas, y (ue el hombre de ?eimar ii&

setenta y tantos a#os estudiando met&dicamente. El simple acto de pensar agota- ea

usted a mi (uerido amigo 1eriberto "pencer, (ue se ha ce#ido siempre a las

prescripciones de la higiene más absoluta y está pagando ya con su falta de fuerzassus colosales estudios- recuerde usted a muchos literatos franceses contemporáneos,

neur&patas o imposibilitados para la producci&n en plena juentud y comprenderá

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usted (ue el abuso de trabajo mental es el peor de los abusos.

1onradamente es mi deber decirle a usted (ue la herencia y la ida (ue usted ha

lleado me hacen temer por su porenir en caso de (ue usted no cambie de régimen.

1ay en usted un doble ataismo, caso curioso, de impulsios inconscientes casi, y de

cerebrales uni!cados. "i usted logra e(uilibrar esas tendencias (ue luchan entre ellas

y consigue (ue sus facultades mentales dirijan sus instintos, está usted salado, sicontinúa su ida con esas alternatias de ascetismo y de crápula, con esos estudios

sin orden, con esos planes imposibles, irá a dar el día en (ue menos lo espere, al

tropezar con una circunstancia impreista, a la imbecilidad o a la locura.

Creo inútil decirle (ue los e%citantes y los narc&ticos (ue usted ha usado han

hecho la mitad de la obra al producir su estado de hoy. Es usted un predispuesto y son

los predispuestos los (ue dan a la mor!na, al opio, el éter, amplia cosecha de

íctimas. /ús(uela usted desde ma#ana, dijo mirando el cuadro al cual había yo

dirigido los ojos, y al encontrarla cásese con ella y funde un hogar, donde dentro de

einte a#os ea usted a sus hijos sucederle en los negocios y tenga la satisfacci&n de

recordar los e%traíos de su juentud, como recuerda uno un peligro cuando ya está

salado de él. Ese amor puede ser su salaci&n...

  3 has resistido ocho a#os de la misma ida de entonces y hoy, cuando te hablo

yo como te hablaba Riington, hoy cuando todaía es tiempo, te ríes de mí y no me

haces caso, dijo graemente 'scar "áenz desde su asiento, perdido en la

semioscuridad carmesí de la estancia lujosa.

 1oy es diferente, respondi& ernández con cierta superioridad, he distribuido mis

fuerzas entre el placer, el estudio y la acci&n- los planes políticos de entonces los heconertido en un sport (ue me diierte, y no tengo iolentas impresiones

sentimentales por(ue desprecio a fondo a las mujeres y nunca tengo al tiempo menos

de dos aenturas amorosas para (ue las impresiones de una y otra se contrarresten

y...

  3 para (ue las heroínas hagan contraste, insinu& Buis Cordoez, la una rubia y

lánguida, lectora de 1eine y la otra morena y ardiente, lectora de la 9ardo /azán- una

sentimental como una colegiala y la otra sensual desde las puntas de las u#as hasta la

médula de los huesos...

)na sonrisa de anidad ilumin& la !sonomía fatigada del poeta... Continúa, +osé- me ha mejorado tu lectura, dijo :á%imo 9érez, desde el dián

ecino donde estaba recostado.

1ondres, 2) de noviembre

Ese amor puede ser su salaci&n0, fue la última frase del !si&logo materialista...

"álalo "e#or del in!erno (ue lo reclama0 /enditos sean la se#al de cruz hecha por

la mano de la irgen y el ramo de rosas (ue caen en su noche como signo desalaci&n0 Está salado, míralo bueno, míralo santo0 ueron las frases de la abuelita

en el misterioso delirio (ue tom& forma en una realidad casi diina. El raciocinio de la

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ciencia, la intuici&n de la santidad, el grito del sentimiento, todas las oces de la ida

se funden en un coro sublime para llamarle, oh, misteriosa criatura de los rizosos

cabellos casta#os (ue son de oro donde la luz los toca- de las subyugadoras pupilas

azules y de las pálidas mejillas tersas como las hojas de las camelias blancas y de las

largas manos alabastrinas (ue al trazar entre la oscuridad el signo de la redenci&n

arrojaron el ramo de rosas (ue cay& entre la negrura del jardín, como tus miradascayeron en las sombras de mi alma0 'h, tú, inmaculada, tú, purísima, todo te llama,

en a salar el alma manchada y débil (ue siente $otar sobre ella las alas negras de la

locura y (ue te inoca hoy desde el borde del abismo0

Reconcentrado en mí como un piloto (ue en hora de supremo peligro junta sus

fuerzas agotadas para consultar la brújula y alejarse de la tempestad, las palabras de

Riington me han hecho pensar por horas enteras. 1e hecho al analizarme, una

plancha de anatomía moral como dice /ourget en el prefacio de su marailloso André

Cornélis

y me he aterrado al erla. 1ela a(uí*

1ijo único del matrimonio de amor de dos seres de opuestos orígenes, dentro de

mi alma luchan y bregan los instintos encontrados de dos razas, como los dos gemelos

bíblicos en el ientre materno. 9or el lado de los ernández ienen la frialdad

pensatia, el hábito del orden, la isi&n de la ida como desde una altura inaccesible a

las tempestades de las pasiones- por el de los Andrades, los deseos intensos, el amor

por la acci&n, el iolento igor físico, la tendencia a dominar los hombres, el

sensualismo gozador. 41asta (ué punto el recuerdo de mi padre, de su !gura delicada,

de su cuerpo endeble, de su recogimiento silencioso, de su pasi&n por las ciencias

e%actas, aclara con e%tra#a luz la apariencia de ciertos momentos de mi ida

psí(uica6 Ba abuelita, la pobre santa, muerta sin (ue yo le cerrara los ojos, aprendi&

de a(uella familia de ascetas, el desprecio inse%ual por las debilidades de la carne.

<Es una criatura infame, (ue no tiene perd&n ni de 2ios ni de los hombres>, decía al

oír nombrar a una pobre adúltera y un fulgor de indignaci&n le iluminaba los ojos

apagados y un temblor de ira le hacía temblar los enjutos labios. Ba prescindencia de

todo lujo, la modestia casi monástica (ue reinaban en la casa paterna, donde las

ajillas de plata dormían guardadas en los iejos escaparates de nogal y los criados

desatendían sus (uehaceres para ir a la iglesia. Al hundir los ojos en las lejanías del

tiempo, surgen ante mí las !guras de la familia* por el lado paterno la de do#a Dnés

ernández de "otomayor, la irgen de LL a#os (ue, en ísperas de contraer

matrimonio, rompi& su compromiso para consagrarse a 2ios y entrar al conento de

las monjas de "anta Dnés, con el nombre de "or :aría de la Cruz, a !nes del siglo =DDD,

la del tercer abuelo (ue se educ& en "alamanca, fue capitán de los reales ejércitos y

desempe#& en mi tierra odiosos puestos dados por la Dn(uisici&n y más lejos,

dominándolas todas, la del hermano del primer antepasado (ue se traslad& a América

para acompa#arlo, a(uel Alaro ernández de "otomayor y =ergara el arzobispo,

sabio, comentador de 8ertuliano, (ue a los setenta a#os deuelto a Espa#a muri&

irgen y en olor de santidad. 2elicadas miniaturas encuadradas de diminutos

diamantes, antiguos lienzos espa#oles donde se destacan !guras descarnadas y

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animadas de intensa ida espiritual- apolillados cronicones amarillentos, reales

cédulas, pergaminos manuscritos por insignes artistas, en (ue los caracteres g&ticos

de la leyenda alternan con los colores de complicados blasones heráldicos, cuentan las

glorias de a(uella raza de intelectuales de débiles músculos, delicados nerios y

empobrecida sangre cuyos gl&bulos deste#idos corren por los ramales azulosos de mis

enas. Ba piedad cat&lica (ue la anim& subsiste en mí transformada en un misticismoateo, como reie en ciertos degenerados, conertido en m&rbidas duplicidades de

conciencia, el mal sagrado de los átaos epilépticos.

Ah0, sí, pero en los hoyuelos de las mejillas de mi madre reían frescuras de $or,

su leche tenía el sabor (ue tiene la de las campesinas igorosas- el abuelo materno

era un jayán potente y rudo (ue a los setenta a#os tenía dos (ueridas y descuajaba a

hachazos los troncos de las selas enmara#adas y allá en las llanuras de mi tierra

cuentan todaía la tenebrosa leyenda de estupros, incendios y asesinatos de los

cuatro Andrades, los salajes compa#eros de 9áez en la campa#a de los Blanos, (ue

recorrieron ictoriosos, sembrando el terror en las huestes espa#olas, al rudo galopede sus potros, con la lanza tendida por el brazo férreo, con la locura en el alma, la

sangre (uemada por el alcohol y la blasfemia en la boca gruesa solicitadora de

besos0...

Esos instintos comprimidos y encontrados subsisten en mí, determinan mis

impulsos sin (ue puedan contenerlos las falsas ad(uisiciones de la educaci&n y del

raciocinio- domíname religiosa impresi&n (ue me hace doblar las rodillas, si penetro

en la semioscuridad de un templo a la hora del crepúsculo y el día en (ue sentí la

mano empapada en la sangre tibia de la 'rloF, no pude contener un grito de gozo.

9ara (ue la antinomia de esos encontrados impulsos se hubiera transformado en

permanente e(uilibrio, habría sido preciso (ue un plan erdaderamente cientí!co de

educaci&n los hubiera aproechado utilizándolos. Bas circunstancias decidieron (ue

pasara mis primeros a#os bajo las más contradictorias in$uencias. 9erdí a mi madre

siendo ni#o- cuando a la muerte de mi padre, al cumplir diecisiete a#os, salí del

colegio de jesuitas donde mi adolescencia se desliz& bajo el yugo de seera disciplina,

el estado de mi salud (uebrantada por la mala higiene del internado y mi parentesco

con los :onteerdes, sobrinos carnales de mi madre y due#os de las propiedades de

campo ecinas a las nuestras, me llearon a iir, en pleno contacto con la naturaleza,

brutal ida de campesinos, en las haciendas, donde bajo la doble in$uencia de la

 juentud y del régimen mis músculos se igorizaron y se enri(ueci& mi sangre. En

a(uella temporada de ida singular las cacerías de enados, y los iolentos ejercicios

atléticos, se alternaban con las orgías ertiginosas en (ue 1umberto :onteerde,

borracho y con la rizosa cabeza recostada sobre algún seno desnudo, me gritaba a oz

en cuello mientras su padre, don 8eodoro, paseaba por sobre la concurrencia la mirada

átona de sus ojos enturbiados por el alcohol* <'ye, +osé, tú y yo no hemos nacido para

iir en sociedad, somos salajes, somos Andrades, somos los nietos de los llaneros>.

E%tra#a temporada a(uella en (ue la lectura de los más grandes poetas y el heror

sentimental y sensual de la juentud y la dejadez del cuerpo tras de las noches

crapulosas, me hicieron escribir mis <9rimeros ersos>- más e%tra#a si se compara

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con el a#o siguiente en (ue la intimidad con "errano, el noble amigo (ue consagr& su

ida a trascendentales especulaciones resucit& en mí al meditabundo !l&sofo (ue

hered& de sus abuelos el intenso amor por la ida moral. E%tra#as in$uencias (ue

dieron como resultado (ue al entrar por primera ez a los eintiún a#os, corbateado

de blanco y con el busto moldeado por un frac de 9oole al sal&n donde hice mi primera

con(uista aristocrática, cuatro almas* la de un artista enamorado de lo griego, y (uesentía con acritud la ulgaridad de la ida moderna- la de un !l&sofo descreído de todo

por el abuso de estudio- la de un gozador cansado de los placeres ulgares, (ue iba a

perseguir sensaciones más profundas y más !nas, y la de un analista (ue las

discriminaba para sentirlas con más ardor, animaron mi coraz&n, (ue latía bajo la

resplandeciente pechera, co(uetamente abotonada con una perla negra.

Así, proteica y múltiple, ubicua y cambiante, resistente al in$ujo de los

ambientes, igorosa por los ejercicios atléticos, por el uso de suculentos manjares y

licores a#ejos, enerada por sensuales delicias, mi personalidad se fue desarrollando y

alternaron dentro de mí épocas de salajez gozadora y ardiente y largos días demeditatio desprendimiento de las realidades tangibles y de ascética continencia.

)n cultio intelectual emprendido sin método y con locas pretensiones al

uniersalismo, un cultio intelectual (ue ha enido a parar en la falta de toda fe, en la

burla de toda alla humana, en una ardiente curiosidad del mal, en el deseo de hacer

todas las e%periencias posibles de la ida, complet& la obra de las otras in$uencias y

ino a abrirme el oscuro camino (ue me ha traído a esta regi&n oscura, donde hoy me

mueo sin er más en el horizonte (ue el abismo negro de la desesperaci&n y en la

altura, allá arriba, en la altura inaccesible, su imagen, de la cual, como de una estrella

en noche de tempestad, cae un rayo, un solo rayo de luz.

48error6... 48error de (ué6... 2e todo por instantes... 2e la oscuridad del aposento

donde paso la noche insomne iendo des!lar un cortejo de isiones siniestras- terror

de la multitud (ue se muee áida en busca de placer y de oro- terror de los paisajes

alegres y claros (ue sonreían a las almas buenas- terror del arte (ue !ja en posturas

eternas los aspectos de la ida, como por un tenebroso sortilegio- terror de la noche

oscura en (ue el in!nito nos mira con sus millones de ojos de luz- terror de sentirme

iir, de pensar (ue puedo morirme, y en esas horas de terror, frases estúpidas (ue

me suenan dentro del cerebro cansado, <4y si hubiera 2ios6... Bos pobres hombres

están solos sobre la tierra>, y (ue me hace correr un escalofrío por las értebras.

7o, no es terror de eso, es terror de la locura. 2esde hace a#os el cloral, el

cloroformo, el éter, la mor!na, el haschich, alternados con e%citantes (ue le deolían

al sistema nerioso el tono perdido por el uso de las siniestras drogas, dieron en mí 

cuenta de a(uella irginidad cerebral más preciosa (ue la otra de (ue habla Basegue.

2espués, la crápula del cuerpo obstinado en e%perimentar sensaciones nueas, la

crápula del alma empe#ada en descubrir nueos horizontes, después todos los icios y

todas las irtudes, ensayados por conocerlos y sentir su in$uencia, me han traído al

estado de hoy, en (ue, unos días, al besar una boca fresca, al respirar el perfume deuna $or, al er los cambiantes de una piedra preciosa, al recorrer con los ojos una obra

de arte, al oír la música de una estrofa, gozo con tan iolenta intensidad, ibro con

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ibraciones tan profundas de placer, (ue me parece absorber en cada sensaci&n, toda

la ida, todo lo mejor de la ida, y pienso (ue jamás hombre alguno ha gozado así- y

en (ue otros, cansado de todo, despreciando, odiando todo, sintiendo por mí mismo y

por la e%istencia un odio sin nombre, (ue nadie ha e%perimentado, me siento incapaz

del más mínimo esfuerzo, permanezco por horas enteras, hebetado, estúpido, inerte,

con la cabeza en las manos y llamando a la muerte ya (ue la energía no me alcanza para acercarme a la sien la boca de acero (ue podría

curarme del horrible, del tenebroso mal de iir...

Ba locura0, 2ios mío, la locura0 A eces, 4por (ué no decirlo, si hablo para mí 

mismo6... Cuántas eces la he isto pasar, estida de brillantes harapos,

casta#eteándole los dientes, agitando los cascabeles del irrisorio cetro, y hacerme

misteriosa mueca con (ue me conida hacia lo desconocido0 En una alucinaci&n (ue la

otra noche me domin& por unos minutos las joyas (ue brillaban sobre el terciopelo

negro del enorme estuche, se trocaron a la luz de la lámpara (ue las alumbraba en los

mágicos arreos de su estido de reina- otra noche en una pesadilla (ue me apret& con

sus garras negras y de la cual desperté ba#ado en sudor frío, una cabeza horrible, la

mitad mujer de einte a#os, sonrosada y fresca pero coronada de espinas (ue le

hacían sangrar la frente tersa, la otra mitad, calaera seca con las cuencas de los ojos

acías y negras, y una corona de rosas ci#éndole los huesos del cráneo, todo ello

destacado sobre una aureola de luz pálida, una cabeza horrible me hablaba con la

boca, mitad labios de rosada carne, mitad huesos pálidos, y me decía* <"oy tuya,

eres mío, soy la locura0>.

Boco0... El loco, en el cuartucho oscuro del manicomio, oloroso y orines de

rat&n, enuelto en la camisa de fuerza0... el loco con el cabello cortado al rape,

recibiendo en las $acas espaldas huesosas el chorro helado de la ducha, bajo el ojo

imperturbable del hombre de ciencia (ue anota sus gestos iolentos y sus

entrecortadas blasfemias para conertirlos en una precisa y razonada monografía...

4Boco6... 4y por (ué no6 Así muri& /audelaire, el más grande para los erdaderos

letrados, de los poetas de los últimos cincuenta a#os, así muri& :aupassant, sintiendo

crecer alrededor de su espíritu la noche y reclamando sus ideas... 9or (ué no has de

morir así, pobre degenerado, (ue abusaste de todo, (ue so#aste con dominar el arte,

con poseer la ciencia, toda la ciencia, y con agotar todas las copas en (ue brinda laida las embriagueces supremas0

9ero no0, dulce isi&n angélica (ue en mis sue#os lleas las manos llenas de

lirios blancos y (ue presente ante mí trazaste con ellas el signo de la redenci&n y

arrojaste en mi noche las pálidas $ores, el alma (ue tú faoreciste con tus miradas

santi!cadoras, no irá a desagregarse así.

Cuando en ti pienso, /eatriz (ue me harás ascender desde el fondo de mi

in!erno hasta las alturas de tu gloria, los ersos de Alighieri, suenan dentro de mi

alma como un cántico de esperanza y de consoladora certidumbre*

<Cuando mi 2ama camina por alguna parte, Amor e%tiende sobre los corazonescorrompidos una capa de hielo (ue rompe y destruye los malos pensamientos.>El (ue

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se e%ponga a erla o se ennoblece o muere. Cuando alguno digno de mirarla la

encuentra, e%perimenta todo el poder de sus irtudes y si ella lo honra con su saludo

lo uele tan modesto, tan honrado y tan bueno (ue llega hasta perder el recuerdo de

los (ue lo ofendieron.>3 2ios ha concedido una gracia particular a mi 2ama- la

persona (ue le dirija la palabra no puede tener mal !n>.

'h, en, surge, aparécete, 1elena0 Bo (ue (ueda de bueno en mi alma tereclama para iir.

Estoy harto de la lujuria y (uiero el amor- estoy cansado de la carne y (uiero el

espíritu. 1ubo en mi alma muladares inmundos (ue limpi& la fuente de aguas ias

abierta en ella por la mirada insostenible de tus ojos azules. 9ara recibirte, lo (ue es

hoy seca maleza $orecerá de $ores perfumadas y los sue#os buenos de mi

adolescencia resucitarán todos cuando tus pies pe(ue#uelos huellen la tenebrosa

puerta de mi espíritu, y te acompa#arán como una procesi&n de ángeles- donde

(uedan charcos de enenenadas emanaciones, habrá dormidos lagos, apenas rizados

por las alas de los cisnes blancos. "i sobre mi cuerpo crispado de oluptuosidad se

pasearon manos buscadoras y lascias, si pedí el olido a todas las embriagueces de

todas las orgías, si rodé como un borracho por la escalera ertiginosa del icio, fue

por(ue no te había isto todaía. 8en piedad de mí. 9ara alcanzar tu santidad, por(ue

te siento santa y me apareces ce#ida con una aureola de misticismo y casi sagrada,

para alcanzar tu santidad, he procurado ser bueno. 7o hay una mancha en mi ida

después de (ue tus ojos cruzaron sus miradas con las mías. 9ero para ser bueno

necesito de ti, necesito erte. =en, surge, aparécete, sálame, en a librarme de la

locura (ue aanza en mi cielo como una nube negra pre#ada de tempestades, en a

salar lo (ue (ueda en mí de los santos de mi raza, del sabio arzobispo y de la

dulcísima monja, (ue en tierra para ti desconocida, duermen, su último sue#o, a la

sombra de las arcadas g&ticas, en los iejos sepulcros de piedra0

1ondres, ' de diciembre

El hilo de luz (ue me hará encontrarla, está en el misterioso parecido del cuadro

de Riington con ella, pensé hace dos semanas y por un fen&meno (ue es frecuente

en mí y (ue me hace tomar siempre el camino más largo y perderme en él cuandotrato de inestigar algo (ue me interesa, en ez de irme derecho al iejo, o de

preguntarle el nombre del pintor de la misteriosa tela y de continuar in(uiriendo hasta

dar con la erdad, me entregué, con loco entusiasmo al estudio de los orígenes y del

desarrollo de la escuela prerrafaelista, de las idas y de las obras de sus jefes y de las

causas (ue determinaron la aparici&n de ella en el mundo del arte.

1e salido de mi tarea con unas cuantas percepciones nueas de la belleza y

guarda mi espíritu algo como el perfume y el alma del ideal (ue animaba a los nobles

artistas (ue ilustraron la cofradía- como un suae olor rancio de incienso, producido

por la ingenua piedad suaísima de los pintores precentistas, y como undeslumbramiento causado por el colorido de ciertas telas inmortales. En resumen,

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 jamás me había sentido más ridículo en el interior- (uise saber de 1elena, y he sabido

detalles de la ida del /eato Angélico de iesole, leído cartas de Rossetti y de 1olman

1unt, canzones de @uido Caalcanti y de @uido @uinicelli, ersos de ?illiam :orris y

de "inburne, isto cuadros de Rossetti y de "ir Edard /urne +ones. En resumen,

todo se complica dentro de mí, y toma isos literarios, una curiosidad se agrega a

otra, los atractios de la obra de arte me hacen olidar los más graes intereses de laida, y sin la llamada brutal a la realidad, dada por el doctor Riington antier, habría

pasado (uién sabe cuánto tiempo sin buscarla, so#ando en Ella, con la imaginaci&n

dando ueltas alrededor de su radiosa imagen, y los ojos persiguiendo en poemas y

cuadros, frases y lineamientos (ue me hicieran recordarla.

7o soy práctico. Riington me lo ha dicho en tono despreciatio y yo (ue lo sé

mejor (ue él me sonrío al pensar en el desprecio (ue reelaba su oz al decírmelo. 7o

soy práctico, ya lo creo, y los hombres prácticos me inspiran la e%tra#a impresi&n de

miedo (ue produce lo ininteligible.

9ercibir bien la realidad y obrar en consonancia en ser práctico. 9ara mí lo (ue se

llama percibir la realidad (uiere decir no percibir toda la realidad, er apenas una

parte de ella, la despreciable, la nula, la (ue no me importa. 4Ba realidad6... Blaman la

realidad todo lo mediocre, todo lo triial, todo lo insigni!cante, todo lo despreciable-

un hombre práctico es el (ue poniendo una inteligencia escasa al sericio de pasiones

mediocres, se constituye una renta italicia de impresiones (ue no alen la pena de

sentirlas. 2e esa concepci&n del indiiduo arranca la organizaci&n actual de la

sociedad, (ue el más ilustre de sus detractores llama <una sociedad an&nima para la

producci&n de la ida de emociones limitadas>, y esa concepci&n de la ida sire de

base a la estética de :a% 7ordau (ue clasi!ca las erdaderas obras de arte como

productos patol&gicos y a la as(uerosa utopía socialista (ue en los falansterios con

(ue sue#a para el futuro, repartirá por igual pitanza y estidos a los genios y a los

idiotas.

Ba realidad0 Ba ida real0 Bos hombres prácticos0... 1orror0... "er práctico es

aplicarse a una empresa mez(uina y ridícula, a una empresa de a(uellas (ue osotros

despreciasteis, oh0 celosos, oh0 creadores, oh padres de lo (ue llamamos el alma

humana, (ue impedisteis con uestras sublimes locuras (ue nuestros ojos iluminados

por un resto de la luz (ue irradi& de uestros espíritus, no sean los ojos átonos de los

rumiantes0 8ú no fuiste práctico, sublime guerrero, poeta (ue so#aste y realizaste la

independencia de cinco naciones semisalajes, para enir a morir, bajo techo ajeno,

sintiendo dentro de ti la suprema melancolía del desenga#o, a la orilla del mar (ue

ba#a tus natales costas- ni tú tampoco, pobre genoés so#ador (ue le diste un mundo

a la Corona de Espa#a, para morir entre cadenas- ni tú, manco inmortal, (ue pasaste

miserias sin cuento- ni tú, $orentino sublime (ue con el alma llena de las ardientes

isiones de tu 2iina Comedia, mendigaste el pan del desterrado, ni tú, 8asso, ni tú,

9etrarca, ni tú, pobre Rembrandt, ni tú, enorme /alzac, perseguido por los ruines

acreedores, ni osotros, todos, oh0 poetas, oh0 genios, oh0 faros, oh padres del

espíritu humano (ue atraesasteis la ida, amando, odiando, cantando, so#ando,

mendigando mientras (ue los otros se enri(uecían, gozaban y morían satisfechos y

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tran(uilos0

2iago al escribir. Cada uno de esos hombres al olidar las miserables

materialidades de la ida lo hacía para realizar algún plan grande (ue inmortalizara su

memoria. 3o pierdo inútilmente mi tiempo entretenido como un ni#o en futilidades

más o menos hermosas, sin buscar la única, (ue deolerá la paz a mi espíritu

conturbado.

Cuando puse los pies en el sal&n de consulta de Riington, todas las impresiones

de las últimas dos semanas re$uían a mi memoria y olidado de los detalles de la ida

real, se moía mi espíritu en un ambiente de etéreas delicadezas y sobrenaturales y

deliciosos sentimientos producidos por la contemplaci&n incesante de los cuadros y la

lectura de los ersos de Rossetti. Ese ambiente de ardiente y melanc&lico misticismo

poblado de ensue#os referentes a 1elena y perfumado de ella, como el aire de

suntuoso retrete femenino del aroma de las $ores (ue agonizan aromándolo, me había

enuelto por largas horas, como una niebla espiritual, impidiéndome el contacto con el

mundo e%terior. 2isip&se como por encantamiento al sentarme en uno de los sillones

de la consulta y recorrer con los ojos la concurrencia (ue esperaba, haciendo antesala,

el turno obligado para solicitar los au%ilios del hombre de ciencia. rente a mí un

iejazo apoplético y obeso, enuelto en pesado abrigo de pieles, con el cogote rojo

como jam&n y rugoso como un cuero de caimán, los ojos cubiertos por dobles anteojos

negros, y los enormes pies deformados por la gota, calzados con gruesos botarrones,

roncaba a pierna suelta. "e había dormido esperando el turno. En un ángulo de la sala

una mujer de anguloso per!l, canosa y con cara de hambre miraba con sus ojuelos

grises cargados de odio, a una pobre chi(uilla de doce a trece a#os de ralos cabellos

de un rubio sucio, deste#ida tez salpicada de pecas, y descolorida boca entreabierta

(ue dejaba er los dientes picados y las encías deste#idas. En otro sill&n estaba

sentado un hombrecillo enclen(ue, de color de aceituna (ue guardaba una (uietud

absoluta, in(uietante, inerosímil, y por entre a(uellos cuatro indiiduos, de miserable

y dolorosa apariencia, se paseaba a grandes pasos por el sal&n un fantástico

personaje, desmesuradamente largo y $aco, de aspecto caricatural, (ue se retorcía

con furia los pelos de larguísimo bigotillo encerado y cuyos gestos sacudidos seguían

con indulgente solicitud los ojos de un hombre de treinta a#os, estido con re!nada

elegancia, pero en cuya delicada y hermosa !sonomía, de una palidez e%tra#a, se

leían los signos de de!nitio e irremediable agotamiento.

Ba chi(uilla del pelo rubio se sacudi& toda, dio un gritico agudo de pájaro herido y

agit& sus miembros débiles un estremez&n nerioso- despert&se con un ron(uido

bronco el personaje de las pieles y se frot& con la enorme mano rojiza y rellena como

un guante de esgrima la faz apoplética, no hizo un moimiento el indiiduo erde

aceituna, (ue parecía una estatua de cera, y isiblemente humillado, al sentirse en

a(uella asamblea de incurables, el enfermo elegante (ue un momento antes paseaba

por todo el cuarto la mirada de sus ojos cansados, los oli& a un anillo de rubíes (ue

le adornaba el dedo me#i(ue de la mano iz(uierda.

E%citado por la ista de a(uellos infelices, surgi& en el fondo de mí el orgullo de la

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ida, de la juentud y del igor y con inoluntario moimiento me apreté con la

derecha, crispada casi, el bíceps del brazo iz(uierdo, (ue sobresalía elástico y fuerte,

formando como una masa de hierro, bajo la gruesa cheiotte del estido de inierno-

la sangre se me subi& a las mejillas y con brusco moimiento me leanté para salir...

7o, yo no estaba enfermo, yo no era un incurable, un harapo humano como a(uellos

desgraciados. 4Enfermo, yo6 42e (ué6 2e un e%ceso de ida, de un e%ceso de ideas,de un e%ceso de fuerza y como si hubiera isto la muerte al er a(uellos restos de

persona (ue iban a buscar modo de aliiar sus días miserables, deseé en ese minuto

todos los placeres de la ida, todos los sabores, los perfumes, los colores, las líneas,

las músicas, los contactos deliciosos- me prooc& apurarlo todo ahí, en ese minuto,

antes de (ue mi cuerpo se deformara y se conirtiera en una miseria como las (ue

estaba iendo...

 8an profunda fue la impresi&n (ue no caí en la cuenta de la salida de la persona

cuya consulta había terminado, ni i, en el primer momento, a Riington, (ue por la

puerta entreabierta del gabinete me miraba de pies a cabeza, con ojos de in(uietud.

 2octor, dije saludándolo olidado de (ue había enfermos (ue debían

precederme.

 "iga usted, dijo con cierta brus(uedad, haciéndome entrar al cuarto.

Ahí sigui& una escena grotesca en (ue sin poderme dominar y llorando como una

mujer, abrazado a a(uel jayán, casi desconocido para mí, le conté la atroz impresi&n

(ue me había producido su horrible clientela, y le supli(ué (ue me asegurara (ue no

estaba enfermo, (ue no me olería loco, y en (ue con frases estúpidamente

sentimentales le supli(ué (ue me permitiera eniar un pintor a su casa para obteneruna copia del cuadro. "uae como una madre (ue maneja a un muchacho enfermo,

consentido y antojadizo, el especialista se deneg& a mi deseo y con su graedad

acostumbrada, me hizo er todo lo (ue había de anormal y de enfermizo en mi estado

de espíritu de esos momentos.

  3o había creído menos grae su caso. Es preciso (ue usted aproeche las fuerzas

(ue le (uedan para buscar la curaci&n inmediatamente- aya usted desde ma#ana a

buscar a esa se#orita, diiértase, distráigase, no sue#e más- el sue#o es un eneno

para usted. +uegue, emborráchese, más bien. Eso sería más higiénico en su estado de

hoy. 7o pierda usted un minuto, aya a buscarla. )sted la encontrará y si (uiere lahará su esposa. Está usted joen, posee una hermosa fortuna, tiene usted todos los

elementos para ser feliz- no pierda su tiempo en inútiles desaríos... "ea feliz...

Be he remunerado al iejo esa e%tra#a consulta, terminada por esa fantástica

receta, con largueza de príncipe. Creía (ue me deolería el che(ue, pero no, lo

guard& y lo empleará bien de seguro. 8anto mejor.

2entro de diez días estaré en 9arís, reinstalado en mi hotel, y consagrado a

buscarla. 9ienso con horror en oler a la ciudad donde mi ida se desliz& por tanto

tiempo en medio de as(uerosas delicias. 8ú hueles a fábrica y a humo, mi Bondres

fuliginoso y negro, la trabaz&n aérea de telegrá!cas redes cruza tu cielo opaco- tienetu ferrocarril subterráneo aspecto de pesadilla grotesca- el pueblo (ue te habita ignora

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la sonrisa- tú 9arís, acaricias al iajero con la amplitud de tus elegantes aenidas, con

la gracia latina de tus moradores, con la belleza armoniosa de tus edi!cios, pero en el

aire (ue en ti se respira se confunden olores de mujer y de polos de arroz, de guiso y

de pelu(uería0 Eres una cortesana. 8e amo despreciándote como se adora a ciertas

mujeres (ue nos seducen con el sortilegio de su belleza sensual y sé bien (ue los pies

de 1elena no huellan tu suelo, oh pér!da y oluptuosa /abilonia02e la temporada de Bondres me lleo una deliciosa impresi&n de recogimiento y

de ida interior e%acerbada hasta lo indecible. 2os idiomas (ue eran para mí letra

muerta, el griego y el ruso- dos ramos de la actiidad humana (ue me eran e%tra#os,

todas las artes de la guerra y la agronomía con todos sus progresos realizados en la

última mitad de este siglo me son completamente familiares. Amplia cosecha de

impresiones de arte, lecturas de los originales de los trágicos griegos (ue conocía

antes en malas traducciones, de los poetas anteriores a "ha;espeare, de toda la

pléyade moderna, desde el sensual y ibrante "inburne hasta la mística Cristina

Rossetti- inefables en sue#os proocados por los cuadros de 1olman 1unt, ?histler yde /urne +ones, todo eso me has dado, ciudad monstruo (ue me apareces casi ideal

por(ue mientras he iido en tu seno he iido con su recuerdo0

Al comenzar los tapiceros a desarmar la casa me he (uedado sorprendido del

número de objetos de arte y de lujo (ue insensiblemente he comprado en estos seis

meses y los he remirado uno por uno, con cari#o, por(ue en lo futuro me recordarán

una época de mi ida más noble (ue los últimos a#os. 8ú irás a adornar el estíbulo

del hotel en 9arís, enorme aso etrusco (ue ostentas en tus bajoreliees hermosa

procesi&n de sátiros y de ninfas, y por sobre las cabezas de carnero (ue forman tus

asas, las or(uídeas del tr&pico, enredarán sus tallos $orecidos de níeas mariposas

egetales, salpicadas de iolado y de púrpura- os cruzaréis en guerrera panoplia sobre

la partesana, cincelada como una joya, osotras, espadas árabes de policromas

empu#aduras, con las tersas hojas de complicados gailanes y retorcidas

contraguardas (ue templaron en las aguas del 8ajo los maestros toledanos del siglo

=D y las árabes moharras y peligrosas franciscas con las !nas dagas damas(uinadas

de oro- contra lo deste#ido de uestros matices moribundos, antiguos brocateles

pesados, sonreirán los dos cuadros de @ainsborough y de Reynolds (ue compré en la

enta del mes anterior- osotros, ejemplares de "helley, de /urne, de Peats, de

 8ennyson y de Rossetti, (ue lleáis sobre el marro(uí blanco de las primorosas pastas,

grabadas las tres hojas y la mariposa del camafeo, iréis a esperar sobre el elador

eneciano de mala(uita (ue recorran uestras páginas sus ojos, sorprendidos de

encontrar allí el dise#o de su joya perdida, y tú, rubí único, rubí de /urmah, pagado a

/entzen en una fortuna, rubí (ue ardes como una ascua y brillas como un rayo de luz,

tú irás a irradiar, como una cristalizaci&n sangre, sosteniendo el anillo nupcial, y

empalideciendo más la sobrenatural blancura de sus dedos a!lados, en su pálida

mano de reina0

6ar&s, 2- de diciembre

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2esde el momento en (ue pisé esta ciudad me ha inadido un malestar

indescriptible. 7o es una impresi&n moral, por(ue serenado mi espíritu por la idea de

buscar a 1elena y confortado por la esperanza de encontrarla, me siento mejor- no es

una enfermedad por(ue ningún síntoma e%terno la traduce, ni lo acompa#a dolor

alguno, y mi cuerpo rebosa de ida. 8engo como una plétora de fuerza disponible (ue

no encuentro c&mo gastar. El día de antier lo pasé todo en iolentos ejercicios físicos,e(uitaci&n, ciclismo, bo%, $orete, (ue en ez de fatigarme, le dieron a mis músculos

una sensaci&n de fuerza precisa, (ue por absurda (ue sea la imagen, se me ocurre

comparar con la (ue tendría una má(uina bien construida, si tomara conciencia de la

solidez de sus engranajes de acero y de la potencia del motor (ue los hace funcionar.

Estas hecho un 1ércules, me decía antier el iejo :iranda, golpeándome el hombre, y

brillándole los ojos de enidia, en los momentos (ue pasé en su escritorio.

1echo un 1ércules y parece (ue ese e%ceso de igor es la causa del e%tra#o

estado en (ue me encuentro. Ayer no pude resistir más y me fui a un médico, a (uien

sin entrar en detalles de otro orden, le referí mis acha(ues. ue el profesor Charet, elsabio (ue ha resumido en los seis olúmenes de sus admira bles Becciones sobre el

sistema nerioso, lo (ue sabe la ciencia de hoy a ese respecto y (ue me conoce y me

mira con e% trema beneolencia desde (ue oí sus lecciones en la facultad y presencié

sus curiosas e%periencias de hipnotismo en la "alp]triNre.

 1a realizado usted el consejo de "pencer, me dijo, <seamos buenos animales>,

es usted un hermoso animal, agreg& sonriéndose. Espero (ue no se tratará de una e

nfermedad grae. 4A (ué le debo el placer de su consulta6...

 

A una abominable impresi&n de ansiedad y de angustia bajo la cual estoyiiendo desde mi llegada a 9arís- de angustia sin motio y por consiguiente más

odiosa, de ansiedad (ue no se re!ere a nada, y a la cual preferiría en dolor más

intenso... 4Be ha sucedido a usted, doctor, correr, ya en retardo, a una cita urgente,

contar los minutos, los segundos, abrir el reloj, no er la hora, olerlo a abrir, er (ue

el instantáneo se muee, recti!car si el cron&metro funciona, aplicándole el oído, creer

(ue se ha parado, buscar la hora en los relojes de la calle, sentir (ue el tren o el coche

no caminan y no descansar de la horrible impresi&n (ue le hace correr sudor frío por

las sienes y le aprieta el epigastrio, sino después de estar en el lugar conenido6...

9rolongue usted eso por seis días, e%acérbelo, hágalo más insoportable (uitándole lacausa y tendrá usted idea de lo (ue siento.

:e interrog& hábil y discretamente hasta hacerme confesar los cinco meses de

abstinencia se%ual a (ue me ha condenado la imposibilidad de tolerar cual(uier

contacto femenino desde la tarde del bendito encuentro en @inebra.

 Acabáramos, prorrumpi& con una sonrisa de alegría (ue le alumbr& toda la cara

afeitada y le hizo al sacudir la cabeza, brillar los cabellos blancos y lisos (ue, echados

para atrás le caen en espesa melena sobre el cuello del largo leit&n negro.

Acabáramos, 4y ese capricho6 4un oto de castidad hecho por usted, a sus a#os y con

esa facha6..., pregunt& con amable e%presi&n. 7o es un capricho- obedece a motios (ue serían largos de e%plicar, dije, para

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ahorrar comentarios. 4Con(ue cree usted (ue es ésa la causa6

  3a lo creo, amigo mío, respondi& con suaidad acariciadora, ya lo creo, (ue es

ésa la causa. Con esa !siología de atleta (ue tiene usted y con sus eintiséis a#os0

"up&ngase usted una batería poderosa acumulando electricidad- una caldera

produciendo apor, electricidad y apor (ue no se emplean0 Estos primeros meses han

debido de ser terriblemente inc&modos y e%perimento admiraci&n por la fuerza deoluntad (ue le ha permitido a usted pasarlos así. "obran las drogas, amigo mío, usted

sabe el remedio, aplí(ueselo... en dosis pe(ue#as al principio, agreg& sonriendo

siempre.

 "i no me da usted otro, contesté empleando un tono análogo al (ue usaba él, no

me curaré pronto, esté usted seguro.

 Ah0 4con(ue insiste usted en su régimen6..., pregunt& con e%presi&n de

marcada curiosidad... Es admirable... =amos, pues gaste usted fuerza en todo sentido

como lo ha hecho usted en estos días y complete la obra del ejercicio iolento con

largos ba#os calientes y altas dosis de bromuro. /romuro por agua ordinaria, agreg&

entregándome la f&rmula y..., cuidado con (ue se despierte de repente la bestia (ue

ha logrado usted domesticar y haga alguna andanada, 4eh6... me dijo al apretarme la

mano en la puerta de la consulta.

Dnútil todo. 1e permanecido horas enteras en la enorme tina de mármol blanco,

aletargado por la in$uencia de la temperatura ardiente del agua- tengo en el paladar

el sabor salino de la droga sedante y en las narices el olor de la esencia de toronjil (ue

el profesor agreg& a la sal. Dnútil todo. Ba angustia me oprime, me agota, me

embrutece- me hace sudar frío, me imposibilita para pensar. En las últimas cuarenta yocho horas no he podido pegar los ojos y el cerebro fatigado por el insomnio, funciona

débilmente. 7o pienso casi, y me muero de ansiedad. 42e (ué6... 2e nada... Esta

ma#ana hice ensillar el más fogoso de mis caballos, un árabe, !no y nerioso como un

artista, (ue se e%cita y piafa al erme, y huyendo de la e%hibici&n del /os(ue y de los

trotecitos de ordenanza, galope furiosamente tendido al traés sobre el fogoso animal

(ue se sorbía los ientos del paisaje inernal, deastado por el frío... :e parecía (ue

a(uella carrera furibunda tenía algún objeto (ue no alcanzaría, y la angustia crecía,

crecía, y en el ruido de las herraduras al golpear la carretera desierta y blanca de

niee, me parecía oír una oz (ue me gritaba* <Apura, apura, as a llegar tarde- másaprisa, apura, apura0>. 3 bajo esa impresi&n llegué cuatro horas después al hotel,

ba#ado en sudor, rendido y temblando de miedo como si allí me esperara una mala

noticia... 41ay cartas6, le pregunté al portero (ue me tendi& dos. Como si fueran algo

inesperado y graísimo abrí las cubiertas con sobresalto- eran una nota de :orrell y

/lundell, dándome aiso de cien libras pagadas a mi sastre en Bondres y una es(uela

de Alberto :iranda aisándome (ue me habían conseguido al !n unas aguafuertes

tras de las cuales andaba hace meses...

2esde hace seis horas tirito, calado de frío, hasta las médulas de los huesos,

tendido en el dián de mi despacho sobre el cual ha acumulado rancisco, mantas ypieles (ue no me calientan, como no me calienta el claro fuego (ue arde en la

chimenea. :e hielo y me muero de angustia. 9ara distraerla escribo estas líneas, y al

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releerlas y encontrarlas inteligibles e%perimento una sorpresa e%tra#a. Es tan grande

la debilidad mental (ue e%perimento (ue no podría agregarles cien más. El cerebro se

rebela a pensar. Espesa bruma enuele mi horizonte intelectual- mortal decaimiento

me postra, y si por mí fuera no haría un moimiento para no gastar las escasas

fuerzas (ue me (uedan. Es como si por una herida inisible se me estuieran yendo al

tiempo la sangre y el alma. Así debi& de agonizar "éneca con las enas abiertas, entreel agua tibia de la tina de mármol. En mi espíritu, donde las imágenes pierden su

reliee y se confunden, $otan dos ersos de un soneto de Rossetti, de a(uel soneto en

(ue una isi&n le habla al poeta entre la bruma nocturna*

1oo at m# ace, m# name is might have been

+ am also called, no more, are7ell.

8h, m&rame la a3!... 8#e mi nombre!89e llamo lo que pudo ser! 9e llamo...

Es tarde...

me llamo... Adi&s0...

 3 no puedo leantarme y me muero de angustia y de debilidad... Ba :uerte0...

7o me impresiona pensar en ella- estoy seguro de (ue no es ni más horrible ni más

misteriosa (ue la =ida0

(: de enero

Estoy mejor ya, acostado todaía, y mientras llega el profesor Charet,

(ue endrá a las tres de la tarde, me entretengo en describir, poseído de mi

eterna manía de conertir mis impresiones en obra literaria, los síntomas de la e%tra#a

dolencia.

Bas últimas líneas trazadas a(uí tienen fecha del L^. 9asé ese día y los dos

siguientes en el mismo estado de malestar indescriptible (ue e%perimentaba alescribir entonces. Ba impresi&n de angustia se hizo tan intolerable (ue, a pesar de mis

esfuerzos para dominarme, se traducía en inoluntario (uejido como el (ue me habría

arrancado una neuralgia y la postraci&n se acentu& de tal modo, (ue los esfuerzos

para leantarme y estirme fueron inútiles. rancisco, aterrado con mi enfermedad y

sin orden mía, corri& al escritorio de los :irandas y a la o!cina de :arinoni. )nas

horas después, al oír oces, abrí los ojos, (ue había mantenido cerrados, y al traés de

la bruma (ue llenaba el cuarto i seis caras (ue se inclinaban sobre la mía, distinguí 

los bigotazos blancos de don :ariano :iranda, la carita árabe de =icente, su hijo, la

cabezota rubia de :arinoni y la corbata lila de uno de los médicos, un personajerosado y oloroso a Chypre, (ue me auscultaba frenéticamente, dándome golpecitos

con los dedos llenos de anillos.

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1ice un esfuerzo para incorporarme, y la cabeza, como desarticulada por la

debilidad, se me fue para atrás sobre los almohadones en (ue me habían acomodado.

Ba presencia de a(uella gente me deoli& un poco de energía, irritándome con las

caras de pésame (ue me mostraban. Bogré enderezarme, saludarlos, y le contesté con

displicencia al médico de la corbata lila, de las patillas rubias y del pelo rizado, (ue me

preguntaba (ué sentía* 2ebilidad y sue#o, se#or... 2ebilidad y sue#o. :e (uejaba por(ue me dolía un

poco la cabeza.

 Creo (ue estamos en presencia, (uerido colega, dijo el afeminado personaje,

oliéndose a su compa#ero, un indiiduo rechoncho y carirredondo, de barbilla

casta#a y pelada cabeza, (ue me miraba con e%presi&n entre ir&nica y despreciatia,

de fen&menos neurasténicos atribuibles al estado de profunda debilidad en (ue se

encuentra el paciente. 1ay ciertos puntos relatios al diagn&stico y al tratamiento en

(ue la ilustrada opini&n de usted contribuiría a aclarar mis ideas, (uerido colega.

 "i (uieren ustedes hablar a solas pasen al sal&n, sugiri& don :ariano :iranda,

mostrándoles el camino. 2icen (ue no es grae. Eso fue todo lo (ue sa(ué en limpio-

lo demás no se lo entiendo* astenia, neurastenia, anemia, epidemia, syrongomelia,

camelia, neurosis, coril&poro... (ué sé yo, refunfu#& entre dientes, mascando el

ineitable cigarro cuya ceniza negrusca caía sobre el tapiz de Aubusson, (ue cubría el

suelo y cuyo humo nauseabundo me reoli& el alma.

  8ú lo (ue tienes es (ue agabundeas mucho, continu& acomodándose en una

silla y mareándome con el olor del tabaco. 1aces bien, muchacho- tienes dinero, estás

 joen y fuerte- pero no abuses, no abuses. 'ye las noticias de la tierra, comenz& =icente, con su iacidad de mico y el

insoportable entusiasmo (ue pone en contar todo lo (ue se re!ere a los demás. 48ú no

has recibido las cartas de hoy6... Claro (ue no. En el escritorio las abrimos hace media

hora. Bas Reyes (ue, como tú sabes, le cuentan a =íctor todo cuanto sucede allá, le

dan una partida de noticias a cual más inesperadas- la primera, el matrimonio del

calaer&n de tu primo 1eriberto :onteerde, del tronera de 1eriberto- 4adiina con

(uién6... Con Dnés "errano. 47o te sorprende6... Casarse :onteerde, todo fuego, con

la "errano, tan fría y tan boba y de posici&n social inferior a la de él, por(ue en !n, sea

lo (ue sea, los :onteerdes son los :onteerdes. 9arece (ue irán a pasarse la luna demiel en el /uen Retiro, la hacienda de don 8eodoro. Aburrido a(uello, 4eh6 2ime, a(uí 

entre los dos* 4no crees tú (ue sea puro cálculo de :onteerde ese matrimonio6... Bas

Reyes le dicen a =íctor (ue está mal de fortuna y (ue le debe mucho a "pínola. 8al ez

sea cierto. 5uién sabe, 4eh6... A mi papá le parece muy probable- a Alberto también,

agreg& con aire de malicia... 7osotros recibimos las &rdenes para el trousseau de la

noia- la madre encarga un broche de diamantes, (ue será de lo mejor (ue se ha

mandado para allá en los últimos a#os... y uno de los hermanos un libro de misa...

4Ridículo para regalo de matrimonio, no te parece, un libro de misa6... Ah0, pero (ué

te cuento yo de noticias de allá cuando a(uí en la colonia hay una cosa nuea (ue teinteresará muchísimo... Bleg& al !n Eduardo :ontt, 4oyes6, y sé de buena tinta (ue no

trajo más (ue cuatro mil francos- y si lo ieras0... "e ha mandado hacer camisas en

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casa de 2oucet, ropa donde Eppler- comi& el domingo en el Café de 9arís, con una

cocota famosa y ayer andaba en el /os(ue en coche de remise...8odo eso con cuatro

mil francos0 Es increíble, 4ah6 4"erá (ue juega, no es cierto6... 45ué dices tú de eso6...

4"erá (ue juega6... A mi papá le parece probable.

 A ése habrá (ue hacerle suscripci&n para (ue se uela a la tierra, como al

:u#oz a(uel de las letras protestadas, dijo !los&!camente don 8eodoro, mascando sueterno cigarro. El (ue diz(ue tampoco a muy bien de negocios es el paisano a(uel

casado con la chilena, (ue compr& títulos de Conde y farolea tanto con su intimidad

con los 'rleans y con los 2u(ues de la 8remaouille...

 Es (ue no todos tienen las rentas de don +osé ernández, le interrumpi& =icente,

creyendo decirme una amabilidad- las renticas (ue permiten darse la gran ida sin

llegar a pedir pesetas... 3 a prop&sito de rentas, (ué barbaridad de precios los de las

aguafuertes (ue te mandaron hoy al escritorio... y lo (ue has de er es (ue le

parecieron abominables a Alberto, (ue entiende de pintura. Es (ue tú tienes unos

gustos tan e%traagantes0

Bos médicos entraron- el buch&n de la cara ir&nica con el ce#o fruncido, el de la

corbata lila y las doradas patillas más caricontento y más orondo (ue nunca.

 :i amable y bondadoso colega ha tenido la bondad de honrarme autorizándome

para decirle a usted la opini&n (ue hemos formado respecto de la noedad (ue usted

e%perimenta. "on graes los des&rdenes del sistema nerioso..., comenz& ahuecando

la oz y emprendiéndola con una disertaci&n interminable en (ue enumer& todas las

neurosis ti(ueteadas y clasi!cadas en los últimos einte a#os y las conocidas desde el

principio de los tiempos. :e habl& del értigo mental y de la epilepsia, de la catalepsiay de la letargia, de la corea y de las parálisis agitantes, de las ata%ias y de los tétanos,

de las neuralgias de las neuritis y de los tics dolorosos, de las neurosis traumáticas y

de las neurastenias, y con especial complacencia de las enfermedades recién

inentadas, del railay frain y del railay spine, de todos los miedos m&rbidos, el

miedo de los espacios abiertos y de los espacios cerrados, de la mugre y de los

animales, del miedo de los muertos, de las enfermedades y de los astros. A todas

a(uellas miserias les daba los nombres técnicos, ;enofobia, claustrofobia, misofobia,

zoofobia, necrofobia, pasofobia, astrofobia, (ue parecían llenarle la boca y dejársela

sabiendo a miel al pronunciarlas... El otro indiiduo, el buch&n de la barbilla casta#a,continuaba callado, sonriéndose, y tenía cara de diertirse hasta lo in!nito con a(uella

charla e%hibicionista de su (uerido colega.

 43 cuál de esas enfermedades creen ustedes (ue tengo yo6..., pregunté diertido

ya por el personaje...

 "ería aenturado un diagn&stico en estos momentos en (ue la indecisi&n de los

síntomas y las escasas nociones (ue poseemos sobre la etiología del mal, impiden la

precisi&n re(uerida, dijo con graedad sacerdotal... Bos síntomas harían creer en una

somnosis o en una narcolepsia, pero nada podemos precisar antes de (ue se

regularicen las funciones del tubo digestio. Dngeniis largiter entris... 1ay (ue purgarlo, solt& el esculapio de la cabeza cala, disparando a(uella frase

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como un pistoletazo, y como si se tratara de un caballo.

Bos ersos de la zarzuela espa#ola me cantaron en la memoria y trajeron

inoluntaria sonrisa a mis labios.

 4u3gando por los s&ntomas

que tiene el animal,

bien puede estar hidr;obo,

bien puede no lo estar.

< a=rma el grande >ip;crates

que el perro en caso tal

suele ladrar much&simo

o suele no ladrar.

1ubo una discusi&n entre las dos notabilidades respecto del (ue escribiría la

f&rmula, y al !n el hombre de la barbilla casta#a traz& en el papel signos (ue

e(uialían a una dosis de sal de Dnglaterra, calculada para purgar a un toro de

2urham.

 "e tomará usted esto ma#ana temprano, y una dosis igual pasado ma#ana, y

otra todas las ma#anas durante seis días, me dijo con brus(uedad. Al séptimo, estará

usted bueno, le doy mi palabra de honor.

 Celebro (ue no sea nada... )sa pero no abuses, dijo don :ariano leantándose...

45ué sabio, eh6, insinu& mostrándome el personaje de la corbata lila... Es el médico

de =icentico.

  3 de ella, me murmur& al oído éste al despedirse... me lo recomend& ella.

Ella es una actriz de los bufos, (ue se está comiendo la fortuna de los :irandas,

serida en forma de diamantes y de coches por mi bien informado amigo, (ue naci&

rep&rter, como otros nacen ciegos.

 Recuérdame contarte otra noticia (ue trajo el correo, dijo con aire picaresco

sacudiéndome la mano al despedirse...

"alieron. 4A (ué habían enido a(uellos buenos amigos6... El uno a fumarse unnauseabundo cigarro, arrellenado en una poltrona más c&moda (ue las de su

despacho- el otro, a traerme su cosecha de ulgaridades- los dos médicos, a cobrar su

charla el uno, su estúpida receta el otro.

 2eliciosos sus paisanos0, dijo :arinoni, saliendo del rinc&n donde se había

metido desde (ue entr&. 2eliciosos0 49ero (ué es lo (ue tienes6 Estás des!gurado,

agreg& al er mi palidez, mis ojeras profundas y el temblor de mis manos débiles.

45ué te pasa6... 8ú estás muy mal. Es necesario (ue enga Charet- oy a traerlo- no

me gusta tu aspecto, agreg& después de (ue le hube contado el martirio de los

últimos días.

A medianoche, después de un sue#o (ue más bien me había (uitado (ue

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deuelto las fuerzas, un sue#o de ni#o (ue se muere de debilidad, desperté, presa de

mortal sobresalto, sudando frío y dando un grito de angustia.

 45ué es esto, amigo mío6, me dijo Charet, (ue, sentado al lado del dián,

espiaba mi sue#o, acomodando los almohadones (ue me sostenían la cabeza... 45ué

es esto6 1aga usted un esfuerzo y cuénteme (ué le ha pasado.

 

5ue me estoy muriendo, doctor..., le dije estrechándole la mano...- (ue me estoy

muriendo sin causa, muriéndome de angustia y de falta de fuerzas.

 4)sted cometi& alguna locura después de ir a mi consulta, no es cierto6... 1e

llegado a imaginarme, mientras lo eía dormido, (ue ha tenido usted una hemorragia

abundante... 2éjeme usted e%aminarlo, dijo acercando la luz. Dncorp&rese usted un

poco para oír el coraz&n- así, eso es... /ien* ahora, recuéstese usted..., p&ngase ahí el

term&metro, no se in(uiete usted- crea (ue haré cuanto esté a mi alcance para

mejorarlo. )sted me interesa de eras... "u familia no ie ahora en 9arís, 4cierto6...

 

7o tengo familia, doctor- io solo con mis criados. 9ero tiene usted muchos, muchísimos amigos (ue lo (uieren, dijo como para

consolarme. Esta noche al entrar he encontrado gente en el estíbulo y en el sal&n...

4Con(ue ie usted solo, completamente solo6..., oli& a preguntar... )n grado

menos de la temperatura normal, dijo mirando el term&metro- el pulso de un ni#o

moribundo- esa palidez, esa postraci&n, y el día en (ue usted estuo en mi consulta,

me (uedé asombrado de su igor... El coraz&n está débil como el de un iejo de

setenta a#os... =amos, tenga usted con!anza en mí- con!éseme usted (ué es lo (ue le

ha pasado... 4ue muy abundante la hemorragia6...

Cuando le conté (ue había seguido estrictamente sus prescripciones y cuál habíasido mi ida desde (ue no nos eíamos, se leant& del asiento y comenz& a pasearse

por el cuarto a pasos contados y lentos, con las manos metidas en los bolsillos del

pantal&n y la cabeza inclinada sobre el pecho.

 7o puedo soportar por más tiempo lo (ue siento, le dije incorporándome. 2éme

usted algo (ue me haga dormir o me uelo loco. 9í(ueme usted con mor!na, hágame

beber cloral, hágame dormir a todo trance, aun(ue me cueste la ida.

  3o no puedo hacer eso, se#or- mi deber me lo prohíbe, contest& deteniéndose,

con aire a la ez ceremonioso y desagradado. Además, el sue#o arti!cial no le

impediría sentir lo (ue siente. 3o, respecto de usted, no sé más (ue dos cosas*

primera, (ue si le diera a usted la más pe(ue#a dosis de narc&tico, lo enenenaría,

por(ue está usted en un estado de debilidad e%trema increíble- segunda, (ue tengo

(ue leantarle las fuerzas, por(ue el coraz&n funciona muy lentamente, y su

organismo entero presenta fen&menos graes e ine%plicables de depresi&n y de

agotamiento, (ue no entiendo.

 4Esto es mortal, doctor6 2ígamelo usted francamente, de una ez, le dije con

oz trémula.

 

:i pobre amigo, comenz&, sentándose otra ez cerca del dián* está ustedhablando con un ignorante. )sted ha seguido mis cursos, ha isto mis e%periencias-

según entiendo, ha leído mis libros, sabe (ue gozo de alguna fama en el mundo

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cientí!co... 7o se e%tra#e de lo (ue oy a decirle. 'iga usted... yo no sé lo (ue usted

tiene. "i fuera un charlatán, le diría un nombre rotundamente- inentaría una entidad

patol&gica a (ué referir los fen&menos (ue estoy obserando, y lo llenaría de drogas...

Bo más (ue puedo hacer en obse(uio suyo es llamar a alguno de mis colegas para (ue

me acompa#e a estudiar su caso... 9uede ser (ue él ea más claro (ue yo. 45uiere

usted (ue lo hagamos6...:e denegué abiertamente, y pareci& agradecérmelo. A la ma#ana siguiente

oli& y me oblig& a beber dos copas de cognac, (ue me (uemaron la garganta y me

trastornaron un poco. El iejo espiaba con interés los efectos del licor. :e puso una

inyecci&n de éter y me hizo tomar unos gránulos de cafeína. :e prometi& (ue haría

preparar inmediatamente un medicamento para (ue comenzara a tomarlo de hora en

hora, y (ued& en (ue olería antes de la tarde.

 'frézcame usted (ue, por grande (ue sea el malestar (ue sienta, no se moerá

usted de esta cama ni tomará usted nada (ue no sea su poci&n.

"e lo ofrecí, y de hora en hora apuré el contenido de la oscura botella. Era un

licor rojizo, perfumado, meloso y amargo en (ue se fundían diez sabores e%tra#os. A la

(uinta cucharada, como (uemado por un fuego interior, sentía correr la sangre por las

enas y estremecimientos de ida ibrándome a lo largo de la columna ertebral. :e

prooc& leantarme. 8omaba la se%ta, cuando entr& Charet con :arinoni.

 43a resucit& usted6, me pregunt& el iejo, tendiéndome la mano.

Comencé a hablarle en oz alta, ibrante y llena, y le di las gracias por sus

cuidados. :e sentía moribundo y estoy lleno de ida, doctor, le dije- me ha deuelto

usted mis fuerzas perdidas en unas horas- ahora a usted a (uitarme esta malditaimpresi&n de ansiedad (ue me desespera, 4no es cierto6...

 Eso desaparecerá en tres o cuatro días, si todo sigue bien. 48endrá usted alor

su!ciente para pasarlos sin recurrir a los narc&ticos6... "i usted lo tiene, me atreeré a

pronosticarle una mejoría rápida. "in embargo, no debo ocultarle un temor (ue tengo

desde ayer- es fácil (ue de un momento a otro le comience a usted una neuralgia

iolenta (ue prolongará su enfermedad por arias semanas. 9uede usted leantarse

ma#ana, si no siente dolor alguno, y pasar unas horas en el escritorio. Cuidado con el

frío...

El treinta y uno por la tarde me asegur& (ue me encontraba bien y (ue enalgunos días más podría salir a la calle. "intiéndome con fuerzas de sobra y

desesperado con a(uel encierro, en (ue mis nerios e%citados no habían tolerado más

compa#ía (ue la del suae :arinoni, a (uien el recargo de ocupaciones le impedía

estar a mi lado, conencí a rancisco, rendido por las noches de igilia, de (ue se

acostara y preparé mi salida nocturna. 2esde el mediodía era ya intolerable lo (ue

estaba sintiendo. El malestar (ue me hizo ir la primera ez a casa de Charet, la

ansiedad loca del galope en el camino de "Nres, la horrible angustia de los días

pasados, eran un juego de ni#os junto al martirio de a(uella tarde. Ba perspectia de

la noche insomne del a#o nueo, a(uel lento sonar de las horas en el iejo reloj delestíbulo, a(uella melancolía sin nombre (ue me había inadido el alma desde por la

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ma#ana, me hacían inaceptable la idea de la reclusi&n. 5uería oír el ruido de la

multitud, perderme por unos minutos en el tumulto humano, olidarme de mí mismo.

"on&, cerrándose tras de mí, la puerta del hotel. )na ráfaga helada me azot& la

cara y me hizo correr un escalofrío por las értebras. Ba ansiedad tom& la forma

concreta de una idea de moimiento, y tue (ue contenerme para no realizar el deseo

(ue surgi& en las profundidades de mi ser, de correr como un loco, frenéticamente,hasta caer falto de aliento contra la sábana helada (ue e%tendía el inierno sobre el

piso de la calle silen ciosa.

Eran las doce menos einte minutos cuando salí al bulear y me confundí con el

río humano (ue por él circulaba. El aspecto de las barracas de a#o nueo, negras

sobre la blancura de la niee, de las entanas de los restaurantes, rojizas por la luz

(ue se !ltraba por los despulidos idrios y las transparentes cortinillas, los es(ueletos

descarnados de los árboles, (ue alzaban las desmedradas ramas hacia el cielo plomizo

y bajo, la misma animaci&n de la multitud, ruidosa y alegre, aumentaron la horrible

impresi&n (ue me dominaba. Caminé durante un cuarto de hora con paso bastante

!rme y... :e detue un instante cerca de un pico de gas, cuya llama ardía en la

oscuridad nocturna como una mariposa de fuego... 4Cartas transparentes6, me dijo un

muchacho, (ue guard& el obsceno pa(uete al olerlo a mirar.

Ba luz de las entanas de una tienda de bronces me atrajo, y caminando

despacio, por(ue sentía (ue las fuerzas me abandonaban, fui a pararme al pie de una

de ellas.

)na mujer pálida y $aca, con cara de hambre, las mejillas y la boca te#idas de

carmín, me hizo estremecer de pies a cabeza al tocarme la manga del pesado abrigode pieles (ue me enolía, y son& siniestramente en mis oídos el pssit, pssit, (ue le

dirigi& a un inglés obeso y sanguíneo, forrado en cheiotte gris, (ue se había detenido

a mi lado y (ue se fue tras ella. Al oler la cabeza, los faroles de idrio rojo de un

!acre (ue cruz& por la bocacalle ecina, distrajeron mi atenci&n por unos segundos.

:e !jé luego en la entana, y en el momento mismo en (ue i el gran reloj de mármol

negro con su muestra de alabastro y olante montado por fuera, colgando de la mano

de una !gura de bronce, sostenido por un hilo de metal dorado, comprendí a (ué se

refería la angustia horrible (ue había enido sintiendo en los días y las noches

anteriores* ah, indudablemente era el terror irrazonado, siniestro y lúgubre del a#o(ue iba a comenzar0 altaban cinco minutos para las doce. El puntero de oro aanzaba

sobre la muestra de alabastro. El olante iba y enía* tic tac, tic tac- tic tac- un hilo

luminoso sobre el fondo de sombrío* tic tac, tic tac. Bos dos espejos laterales de la

entana, al copiarse, re$ejaban con un tinte erdoso de cadáer descompue

sto mi !sonomía horriblemente des!gurada y pálida, el per!l adelgazado por el

sufrimiento de los días anteriores y la mara#a de la descuidada barba. :e pareci& (ue

estaba preso entre dos muros de idrio y (ue jamás podría salir de allí. El olante iba y

enía* tic tac, tic tac, y cada oscilaci&n marcaba un grado más de angustia, de terror y

de desesperaci&n en mi alma. Rígido el cuerpo, crispados los nerios, e%acerbados lossentidos. El murmullo del río humano (ue corría a mis espaldas se cambi& para mis

oídos alucinados en un sollozo in!nito (ue iba a perderse en a(uellos nubarrones

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plomizos y grises (ue encapotaban el cielo. 8ic tac, tic tac, tic tac* El olante iba y

enía sobre el fondo oscuro de la entana. A cada segundo (ue pasaba lo sobrenatural

se acercaba más y más para aparecérseme en el fondo del abismo de sombra (ue se

abriría tras de la muestra de alabastro al sonar la hora del a#o nueo. Ba hora se

acercaba. 8ic tac, tic tac... 5uise huir para no er a(uello, y las piernas no obedecieron

al impulso de la oluntad. )n frío mortal me subi& desde los pies hasta la nuca. En lapesadilla sin nombre en (ue se deshacía mi ser, i aanzarse hasta mí el reloj de

mármol negro, como un ser iiente, y aterrado caminé para atrás cuatro pasos. Bos

doce golpes sonaron en mis oídos lentamente, graemente, cubriendo todos los

rumores de la calle con un ruido ensordecedor, metálico y !no de campanas de oro.

Confundidos los punteros en uno solo para marcar la hora trágica del horror supremo,

el olante se detuo, inm&il, como obedeciendo a un mandato de lo inisible. Espesa

niebla $ot& ante mis ojos, una neuralgia iolenta me atraes& la cabeza de sien a sien,

como un rayo de dolor, y caí desplomado sobre el hielo.

Cuando olí en mí estaba en mi cuarto, estido, con la camisa abierta, acostadoen el lecho. :arinoni estaba allí cerca, y rancisco rezaba, arrodillado, las oraciones de

los agonizantes. "obre la mesa cercana a mi lecho ardía un cirio al pie de un Cristo. Ba

luz tétrica de la madrugada se !ltraba por los calados de los balcones. )na neuralgia

horrible me apretaba la cabeza como en un círculo de !erro- pero la impresi&n de

angustia había desaparecido.

 :arinoni0, grité, me he salado- acércate.

 9or milagro estás io. Eres un loco. "i supieras la noche (ue nos ha hecho

pasar. 4C&mo es eso de (ue estás bueno6...

 Estoy bueno. 8engo un dolor horrible (ue me a a matar tal ez, pero no siento la

ansiedad de los días pasados. 2ije eso y caí en una especie de letargia profunda.

2e los primeros diez días de !ebre consero confusas impresiones. :is ojos no

acostumbrados a la penumbra gris de la alcoba, percibían oscuramente lo blanco y lo

negro del estido de una hermana de caridad sentada a la cabecera del lecho, y el

contorno de la níea corneta (ue, contra la oscuridad de la pared, se le antojaba a mi

pobre cerebro una garza con las alas abiertas, y por asociaci&n de ideas eocaba el

recuerdo de los pantanos de "anta /árbara.

Al desaparecer la !ebre sentí una debilidad e%trema. Ahora estoy en plenaconalescencia, siento (ue la ida me uele con cada copa de los a#ejos inos

espa#oles (ue apuro, con cada bocado de los (ue deoro con apetito pantagruélico, y

Charet está encantado de er la rapidez con (ue oy ad(uiriendo fuerzas.

9arece (ue el iejo me hubiera cogido cari#o. Es sensual hasta las puntas de las

u#as- tiene la pasi&n de la obra de arte, un gusto e%(uisito, y según dicen, posee la

más hermosa colecci&n de tapices persas (ue e%iste en 9arís. Cuando iene a erme

se acomoda en un sill&n cerca del fuego, bebe a traguitos un jerez deste#ido de

cuarenta a#os, saboreándolo, iéndole el color al leantar a la altura de los ojos la

frágil copa de "aliati, en (ue se le sire y oliéndolo con delicia. A eces, como parae%cusarse de apurar la tercera, dice <e%celente>, pegándose a la boca los dedos

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recogidos de la mano, abriéndolos luego y e%tendiendo el brazo para leantarlo, con

un moimiento blando (ue parece esparcir en el aire el perfume del a#ejo licor.

 5ué falta hace entre los tesoros de arte (ue han amontonado usted en su

iienda una mujer, no una (uerida, (ue sería incapaz de entender nada de esto, sino

una mujer muy joen y de gran raza, (ue gozara con cada detalle suntuoso y animara

con su frescura las magni!cencias sombrías de estos aposentos, donde usted debeechar de menos, a eces, una delicada presencia femenina... Cásese usted, amigo

mío... El matrimonio es una hermosa inenci&n de los hombres, la única capaz de

canalizar el instinto se%ual.

 4"e sonríe por(ue le hablo así6... 1a de saber usted (ue la medicina no ha sido

para mí más (ue una necesidad, un modo de ganar el pan. 3o tengo nerios de artista,

no de hombre de ciencia- por eso me entiendo bien con usted. A(uí entre nosotros le

con!eso (ue una de las amarguras de mi ida es (ue mi nombre a a (uedar pegado

para toda la eternidad al de una as(uerosa alteraci&n de los cordones neriosos de la

médula. Esa idea me reuele el alma. )n botánico desnicha, en alguna monta#a del

tr&pico, una hermosa planta de olorosas $ores- un astr&nomo obsera un cometa, y la

humanidad en lo futuro no puede separar su recuerdo de la imagen de los pétalos

frescos, o de los luminosos rayos (ue caen de lo alto... )no de nosotros, doblado sobre

el cadáer sanguinolento, hurgándolo con el bisturí, e una fea manchita (ue le

parece an&mala, somete el tejido al microscopio, gasta sus pobres ojos obserándolo,

escribe una monografía en (ue inenta lo (ue le falta saber, y por premio de sus

esfuerzos consigue esto* (ue un charlatán, al desahuciar a un infeliz cuyo mal ignora,

lo acabe de aterrar diciéndole* tiene usted un principio de mal de /rigth... no puedo

hacer nada por su salud- estos síntomas denuncian la neuropatía cerebro cardiaca de

Prishaber, la ciencia es impotente- conénzase usted de (ue lo deora la enfermedad

de Charet... 4Be parece a usted muy entretenido eso de (ue le den el nombre de uno

a una cosa innoble6, concluy&, con las manos metidas en el fondo de los bolsillos y

sacudiendo la cabeza con e%presi&n de asco... @oce usted suaemente de la ida,

cásese usted, amigo mío, sea usted feliz...

() de mar3o

El regalo de Riington, una copia suntuosamente enmarcada y hecha por mano

de maestro del cuadro (ue adorna su sala, lleg& hace cuatro días a mi hotel. ue en el

sal&n donde abrí la caja, retirando yo mismo los tornillos, leantando las tablas,

rompiendo los papeles (ue lo enolían, hasta contemplar la ideal imagen de la

Ddolatrada. Dmposible permitir (ue una mano seril hubiera ejecutado a(uella tarea. Ba

pintura es un perfecto espécimen de los procedimientos de la cofradía prerrafaelista-

casi nulo el moimiento de la !gura noble, colocada de tres cuartos y mirando de

frente- maraillosos por el dibujo y por el color los piececitos desnudos (ue asoman

bajo el oro de la complicada orla bizantina (ue borda la túnica blanca y las manosa!ladas y largas, (ue desligadas de la mu#eca al modo de las !guras del 9armagiano,

se juntan para sostener el manojo de lirios, y los brazos enueltos hasta el codo en los

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albos pliegues del largo manto y desnudos luego. El modelado de la cabeza, el brillo

ligeramente e%cesio de los colores, agrupados por to(ues, todo el conjunto de la

composici&n se resiente del amaneramiento puesto en boga por los imitadores de los

(uattrocentistas. Está detallado a(uello con la minuciosidad e%trema, con todo el

acabado (ue satisfaría al Rus;in más e%igente- distingue (uien lo mira uno a uno los

rayos (ue forman la aureola (ue circuye los rizos casta#os de la cabeza, los hilos deoro de la orla bordada, las ramazones de los duraznos en $or, los pétalos rosados de

éstas, las hojas de las rosas amarillas, sobre la erdura de los matorrales, y en los

reto#os y yerbas del suelo podría un botánico reconocer una a una las plantas

copiadas allí por el artista. Al pie de la pintura, sobre la orla negra, brilla en dorados

caracteres latinos la frase*

:A7D/)" 2A8E BDBDA 9BE7D"

45uién era el pintor, ese +.. "iddal, cuyo nombre está al pie de la tela, (ue con

tan e%tremado amor puso la mística e%presi&n de unci&n soberana y casi estática en

el lienzo (ue puebla ahora mi casa y mi ida de dulcísimos ensue#os6... 7i lo

mencionan los críticos (ue han escrito sobre la 9re Raphaelite /rotherhood, ni !gura

su nombre en ninguna galería, ni catálogo de museo.

5ué me importa el ideal de arte (ue le dictaba su técnica minuciosa, si ante mis

ojos sonríes, con la suae gracia de los largos lineamientos de tu cuerpo delicado, con

la misteriosa irradiaci&n de tus pupilas azules (ue alumbran la sobrenatural palidez

del semblante, enmarcado por los sedosos rizos casta#os de la destrenzada

cabellera0, oh imagen (ue llenas mi ida y mi alma0...1e a(uí lo (ue he encontrado para (ue, en el cuarto ecino al escritorio, donde

amplia cortina de antiguo tejido y deste#idos matices deja caer sus pliegues a los

lados del balc&n enmarcándolo, esté junto lo mejor de mí mismo. "obre las paredes

tendidas de oscuro cuero de C&rdoba s&lo atraen las miradas dos telas* la copia

eniada por el doctor Riington y el retrato de la abuela, con su per!l de "anta Ana y

las canas blancas destacándose sobre un fondo oscuro (ue pint& para mí +ames

:acX7eil ?histler, el e%tra#o artista (ue, al decir de un crítico, sabe con e%tralúcida

intuici&n desprender en sus obras, ba#adas de misterio, lo suprasensible de lo real.

Al pie del retrato de 1elena, pesada mesa de bronce cincelado sostiene las jardineras llenas de $ores (ue pedí a Cannes por telégrafo. "ube hasta sus pies el

aroma de las rosas rojas, de las rosas amarillentas y de las rosas blancas, de los ramos

de ioletas de 9arma (ue languidecen en altas copas de cristal opalescente, de los

montones de claeles blancos, áureos, sonrosados, purpúreos, confundidos con la

suae emanaci&n de las mimosas y de los lirios. A(uella oposici&n de íidos tonos

(ue cantan, tentaría la paleta de un colorista.

"obre el erde de los eladores de mala(uita contrasta el blanco de las pastas,

ornamentadas con las tres hojas y la mariposa, de los tomos de ersos (ue compré en

Bondres e hice encuadernar a mi antojo. )n solo sill&n, donde bajo la miradaapaciguadora de sus ojos azules, oy a leer a "helley y a Bongfello, y el pesado cofre

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de hierro donde guardo las joyas, su camafeo, y el ramo de rosas de @inebra, forman

el mobiliario del cuarto.

Ese ambiente de espiritualidad es el (ue re(uieres, amor de alma, para (ue

ias con intensa ida, y el único (ue me parece respirable hoy, en (ue mi ternura

aspira a ti con todas sus fuerzas como débil planta (ue uele sus hojas hacia el sol0

() de abril

Charet, fastidiado de esperarme en el despacho, mientras me estía, estaba

acomodado en el sill&n, la cabezota contra el espaldar de éste, los (ueedos de oro

montados en la nariz, y los poemas de Peats en la mano, cuando entré al saloncito.

 Bos poetas ateos, de j&enes, no creen en 2ios, pero creen en los ángeles y en la

=irgen "antísima, dijo leantándose al erme. 1asta ahora éste es el sitio donde he

respirado atm&sfera más espesa de misticismo... desde (ue paseo mi persona por

este pícaro mundo. "i el pobre "cilly 2ancourt entrara a este cuarto, se arrollidaría aler el retrato colocado en este ambiente de capilla... "e pone usted malo... 45ué le

pasa a usted6, a#adi& con cara de sorpresa... 41e cometido una indiscreci&n al entrar

a(uí6... 9erd&neme usted- i la puerta entreabierta y no resistí la tentaci&n de hacerlo-

amos a su escritorio.

"entado cerca de éste, Charet, instado por mí, con no sé (ué frases locas, para

(ue me e%plicara (ué (uería decir con lo (ue me había hecho temblar de sorpresa al

oírlo, me dijo más o menos lo siguiente*

 1izo doce a#os, a !nes de enero, estaba en 9roenza huyéndole al frío del

inierno, cuando recibí un telegrama de un hotelero de 7iza, ofreciéndome gruesasuma por ir a pasar algunos días allí y prestarle mis sericios a un enfermo grae. Era

tan halage#a la oferta (ue no acilé en ponerme en camino, para presenciar a mi

llegada una de las escenas más angustiosas (ue he isto en la práctica de mi

profesi&n, tanto más cuanto (ue mi ciencia nada podía hacer para eitarla. Ahora, al

er ese cuadro, del cual poseo una fotografía regalada entonces por "cilly 2ancourt,

creo er a la pobrecilla con la admirable belleza de sus eintitrés a#os, y recuerdo

como si fueran cosas de ayer los horribles sufrimientos del pobre hombre cuando,

arrodillado al pie del lecho, bebiéndole el aliento enenenado y besándola, olía los

ojos hacia mí, como pidiéndome (ue la defendiera contra la muerte. 2octor* sálelausted y le seriré de rodillas toda mi ida- soy rico- disponga usted de mi fortuna, pero

sálela0, me decía, suplicante- y yo comprendía el paro%ismo de dolor (ue lo crispaba

al er la !gura ideal y la mirada de ternura sobrehumana con(ue lo enolían los ojos

azules de la tísica.

Ba enfermedad había sido un resfriado, cogido la noche en (ue salieron de 9arís-

pero la frágil constituci&n de la enferma y (uién sabe (ué herencia de tuberculosis,

hicieron estallar una tisis galopante, ante la cual fueron inútiles mis esfuerzos. 2ecirle

a usted (ué especie de dolor, de locura fue la del marido al conencerse de (ue

estaba muerta, sería tarea imposible.

 uera de esta criatura, me decía, mostrándome días después una chi(uitina de

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cuatro a#os (ue parecía comprender el horror de lo (ue había pasado y lo miraba con

los mismos ojos azules de la madre y tenía aspecto delicado como el de una $or

enferma, no tengo a nadie en el mundo. :e oy a Africa, me oy a E%tremo 'riente, a

recorrer toda la América, a iajar por a#os enteros para no morirme a(uí de

melancolía. 9obre hombre0 :e caus& tal impresi&n erlo en ese estado, (ue recuerdo

hasta sus últimas frases* 2octor* no se e%tra#e usted al erme sufrir así, al er mi desesperaci&n- usted no

sabe (ue era una santa, usted no sabe (ue todas las de su raza han sido adoradas así,

frenéticamente. 47o ha oído usted contar la historia de Rossetti, el poeta pintor (ue

cas& con :aría Dsabel Beonor "iddal, (ue era de la misma familia de mi mujer, hace

eintitantos a#os6... y (ue 4jamás pint& en sus cuadros ni cant& en sus ersos a otra

(ue a ella, y (ue muerta ella deposit& en el ataúd el manuscrito de sus poemas para

(ue durmiera junto de la (ue los había inspirado6... Rossetti estuo, al morir :aría

Dsabel, casi loco- y si a#os más tarde el cloroformo y la tristeza dieron cuenta de su

ida, fue por(ue no hizo lo (ue oy a hacer yo, a pedirle a los iajes y al estudio de lasreligiones la fuerza necesaria para no dejar a esta chicuela sola en el mundo0, decía

mostrándome a la ni#a.

 43 la fotografía, doctor6...

 Ah, sí0 Ese cuadro (ue tiene usted es un retrato de la mujer de "cilly 2ancourt,

hecho por un hermano (ue abandon& la pintura después, para irse a la Dndia, según

me dijo entonces a(uél... 3 oiga usted... El amanerado imitador de los prerrafaelistas

no hizo más (ue da#ar el modelo al sujetarlo a las inenciones de su escuela, por(ue

la muerta era más hermosa todaía- tenía una cabellera casta#a de isos dorados, ese

color auburn (ue dicen los ingleses, y unos ojos azules como no he isto otros

después. 9obre hombre- no lo he uelto a er nunca.

 47i a saber de él, doctor6..., le pregunté con mal disimulada impaciencia.

 7i una palabra. Creo (ue la única persona a (uien le escribe en 9arís es al

@eneral des Oardes. "iri& a sus &rdenes como Capitán en la guerra con 9rusia en

HI_Q, y éste lo tiene en grande estima por su alor... 43 c&mo amos de salud6,

in(uiri&, oliendo a sus carneros.

Charet me autoriz& desde ese día para oler a mi ida de antes de la

enfermedad* Está usted hoy más fuerte (ue la tarde en (ue ino a mi consulta por primera

ez. @oce usted suaemente de la ida... "ea usted feliz, me dijo, golpeándome el

hombro al salir.

@ozar de la ida sin ella0 @ozaré de la ida cuando me arrodille a sus pies.

/endito seas rayo de luz (ue has caído en la noche de mi alma y (ue me permitirás

encontrarla0

2) de mar3o Cuanto le puedo contar es cuento le he contado- diríjase usted al profesor

:ortha, a (uien "cilly 2ancourt le escribe con frecuencia sobre sus chi$aduras de

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orientalismo y de historia religiosa, dijo, con su oz ruda y leantándose de la silla, en

el sal&n del Círculo, el iejo @eneral des Oardes. 2iríjase usted a :ortha... Ahora

resulta usted preocupado también de esoterismo y de religiones. Creía (ue la ida de

cuartel (ue ha lleado lo había preserado de esas agabunderías. 3 es usted joen

para ser @eneral, agreg& con ir&nica e%presi&n, torciéndose el iejo mostacho canudo.

 

 3o no soy @eneral, le contesté, riéndome, al oír a(uella salida.

 9ues es e%tra#o... 8odos los paisanos de usted (ue yo he conocido en el Círculo,

son generales, gru#&, despidién dose.

9oco más había adelantado con la conersaci&n (ue tue con él y (ue acab& con

a(uella frase eocatoria de las charreteras de fácil ad(uisici&n en nuestras repúblicas

latinoamericanas. Cont&me en ella la campa#a hecha por ambos, él como Coronel,

"cilly 2ancourt como Capitán en la (uinta diisi&n del ejército mandado por el @eneral

de 8ailly, las marchas y contramarchas, las indecisiones y los desaciertos de la funesta

campa#a- me pint& al pobre Emperador átono y decaído, sumido en la incertidumbre y

en el silencio- puso por las cumbres a 8rochu (ue, al decir suyo, habría salado a

rancia si hubiera realizado sus planes- llam& imbéciles a Rouher, a :ontauban y a

Chereau- insult& a /azaine, glori!c& a :ac :ahon- me describi& a gritos y con oces

técnicas las batallas de "aint 9riat, de ?issenbourg y de roeschiller, y el aire de

mortal tristeza y de embrutecimiento de 7apole&n al er entrar sucesiamente a la

9refectura de "edán a 2ucrot, a 2ouay luego, a Bebrun después- el diálogo brutal

entre 2ucrot y ?impfen y la salida de éste a parlamentar con el enemigo.

 "cilly 2ancourt, me dijo energizándose, no io el !n de la batalla, ni !gura su

nombre en el registro de las ergonzosas capitulaciones, ni se lle& de "edán en losojos el horror de er a nuestros noenta mil soldados (ue, inutilizados por los días (ue

pasaron en el campo de la miseria, con los pies metidos entre el barro, empapados por

la lluia, temblando de hambre y de sed, de frío y de ergenza y sintiendo la trágica

sacudida del desmoronamiento del imperio, esperaban a los batallones de reclutas

alemanes (ue habían de llearlos prisioneros a 9rusia. 7o, "cilly 2ancourt no io nada

de esto. 2espués de animar a los nuestros con su coraje de le&n, de e%citarlos con el

grito, con el ademán y con el ejemplo, y de recibir tres heridas, al er perdida la

batalla, desapareci&, nadie sabe c&mo. Reuelta el alma por las desgracias de rancia,

pas& a Dnglaterra, donde contrajo matrimonio unos a#os después con la hija de unactor o de un músico de fama, y cuando muri& ésta, se ausent& de Europa... 3a le digo

a usted, el único (ue sabe de él es :ortha, a (uien le escribe sobre esas chi$aduras

de religiones y de orientalismos.

El coraz&n se me saltaba del pecho al entrar la última ez al entresuelo de techo

bajo y ruin aspecto situado en una callejuela del /arrio Batino, donde el autor de <Bas

Religiones de 'riente> recibe los escasos isitantes (ue an a distraerlo de sus

preocupaciones habituales, la interpretaci&n de seculares te%tos sagrados, de los

iejos himnos litúrgicos y de los cultos primitios de la humanidad. =oy a hablarle de

"cilly 2ancourt y a él a decirme d&nde encontraré a 1elena0, pensaba dentro de mí,sentado ya en un canapé de la pobre y aseada salita (ue precede el cuarto de estudio,

y contemplando una escultura asiria, un cuerpo de le&n alado con cabeza humana de

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luenga y rizada barba, coronada por la tiara sacerdotal, (ue, frente a frente del /udha

entrudo, (ue sonríe sobre la pobre y negruzca chimenea, forma el único adorno de la

estancia.

:ortha es un iejecito adorable, con una cara larguísima cuya amarillenta y

apergaminada piel cruzan hondas arrugas erticales, y una cabellera de seda blanca

toda despeinada, de la cual le caen pelos sueltos y largos por sobre la frente enorme ylos ojos iísimos y negros. Cuando se ríe hay algo de infantil en la alegría, (ue le

anima la cara, y canas, arrugas y ojos, todo se ríe. "us libros y la necesidad de obtener

indicaciones sobre una inscripci&n lapidaria fueron la disculpa con (ue me le presenté

hace ya arios días. :e habl& en la primera entreista de unos pergaminos egipcios

(ue estaban para la enta en Bondres, hícelos comprar allí por :orrell y /lundell, se

los enié y estamos al partir de un con!te- me cree un egipt&logo consumado.

Al entrar al cuarto, lleno de papeles, de piedras, de restos de estatuas y de

inscripciones, estaba escribiendo algo con su letrica !nísima, y un rayo de sol (ue se

colaba por la entana le hacía brillar como plata las canas blan(uísimas.

 4Escribía usted, (uerido maestro6... preguntéle.

 "í, anotaba la traducci&n hecha por mi cofrade :áspero, del himno descubierto

por @rebaut cerca de las necr&polis de Oaouyet el Anyan. 'iga usted (ué sublimidad*

 8ú te leantas, bené!co Amm&n Ra 1arma;outi . 8ú te despiertas, erídico "e#or

de los dos horizontes, ardes, resplandeces, subes y culminas . Bos hombres y los

dioses se arrodillan ante esa (ue es tu forma . 'h, "e#or de las formas0

)na hora entera en (ue lo hice hablar y no hablé para (ue no descubriera mi

superchería, y al cabo de la cual lo traje por enredados caminos al asunto en (uetengo puesta toda mi alma.

 Ah, sí0 "cilly 2ancourt, me dijo- pero "cilly 2ancourt no es un especialista, es un

hombre (ue (uiere saber todo lo referente a todas las religiones. Bos ritos egipcios del

Antiguo Dmperio los conoce bastante. 1ace seis a#os recibí su última carta, datada en

Abydos, donde estaba estudiando los bajorreliees del templo. 8enía buenos datos

para ser dados por un a!cionado, pero su fuerte son las religiones de la Dndia. Es uno

de los pocos europeos (ue ha logrado entrar al fondo de los santuarios de /enarés y

cultiar relaciones íntimas con los sacerdotes budistas de las pagodas del "ur- pero no

aya usted a creerlo un hombre de ciencia, y sobre todo, un hombre desinteresado ensus estudios. Bo (ue él persigue es la esencia misma de las religiones, lo sobrenatural,

con (ue nada tenemos (ue er los (ue procedemos de buena fe. 7o hay religi&n (ue

no haya estudiado, haciendo para ello enormes iajes e inauditos gastos, isitando los

santuarios y recorriendo los lugares en (ue naci&. A estos últimos charlatanismos de la

fuerza psí(uica y de las telepatías, de las sugestiones a largas distancias y de las

apariciones luminosas, los conoce como Croo;es, y creo (ue se ríe de ellos. Estuo en

el Congreso de Religiones de Chicago, en HIJG, sin tomar parte en él, y estoy seguro

de (ue les habría podido ense#ar algo de la suya a cada uno de los asistentes.

7osotros nos escribíamos hasta hace seis a#os, y de repente dej& de contestarme."upe después por mi colega Chenneieres (ue lo encontr& en Roma, (ue estaba allí 

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con un hijo suyo. 9arece (ue ese joen ha hecho los mismos estudios (ue el padre, y

(ue fue (uien lo indujo a abandonarlos, para entregarse al culto cat&lico con raro

feror. :e ha referido Chenneieres (ue iían cerca al =aticano, (ue el 9apa los

recibía frecuentemente y (ue comulgaban todos los días en la misa dicha por "u

"antidad. 3o he seguido escribiéndole a "cilly de acuerdo con la promesa (ue le hice

de comunicarlelos resultados obtenidos en mis estudios de las antiguas religiones de Egipto,

pero no me ha uelto a contestar.

 43 le escribe usted a Roma sabiendo (ue él iaja continuamente6..., le pregunté.

 7o, son sus ban(ueros (uienes corren con dirigirle las cartas- yo las enío a la

o!cina de Bazard, Casseres y Compa#ía. 9oco más deben de interesarle mis pacientes

inestigaciones a nuestro amigo, (ue lo (ue buscaba en sus iajes no era la ciencia de

los orígenes y del desarrollo de las religiones, sino un culto (ue practicar, y por !n ino

a dar al catolicismo, para lo cual sobraban todas las ueltas (ue dio. Cuando yo le

digo a usted (ue "cilly 2ancourt no ha sido nunca un sabio y (ue sus inestigaciones

no eran desinteresadas0

Al !n di con el hilo de la luz (ue busco, con la pista (ue sigo para encontrarte,

oh0, camino (ue me llearás hacia ella, pensé sorprendido de la feliz casualidad (ue

me hizo poner en manos de Bazard, Casseres y Compa#ía, las sumas (ue había

mantenido en casa de :iranda hasta el a#o antepasado0 /endita seas tú, Actriz de

los /ufos, ídolo de mi amigo el instintio rep&rter don =icente, (ue con tu apetito de

diamantes y el dominio (ue ejerces sobre él y el temor (ue sentí de (ue fuera a caer

mi oro en tus rosadas manecitas, junto con los patacones de don :ariano, hicistesurgir en mi cerebro la idea de trasladar mis fondos a casa de los judíos0, pensaba

subiendo la escalera monumental del escritorio de éstos. )n ban(uero judío sire para

todo... hasta para decirle a uno d&nde está la isi&n con (ue sue#a. 'h, Dsrael0,

murmuré dentro de mí mismo al empujar la puerta del escritorio.

7athaniel Casseres, doblado en dos, las narices de águila, los ojos erdosos, el

collar de barba rubia, todo él encantado de erme, me estrech& la mano con afectuoso

ademán y me jur& (ue su familia había estado consternada con mi enfermedad. =ii&

el tipo cuatro a#os en /uenos Aires y habla espa#ol, un espa#ol aprendido en

rancfort, (ue destroza los oídos. 4A (ué depemos el fonor de per al se#or ernández en esta su casa6... 48iene

compras (ue hacer u ortenes (ue tar6...

 3 al e%plicarle (ue deseaba saber el lugar donde estaba su cliente y (ue le

suplicaba me informara de él*

 Ah, sí0 9uen cliente, puen hombre, puena persona el se#or Chilly... 9uen cliente,

puen hombre, puena persona, pero no puedo informarlo a usted te lo (ue tesea... y

más o menos me e%plic& esto. Bos únicos negocios (ue la casa de Bazard, Casseres y

Compa#ía tiene con el Conde, consisten en recibir de una compa#ía de seguros sobre

la ida gruesa suma (ue le paga ésta, a la cual entreg& su capital para recibir renta

iajera. Al oírlo me corri& un estremecimiento de frío por las espaldas. 3 si llegara a

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morir, 4(ué sería de la suerte de 1elena, abandonada, sola, sin fortuna, sin amigos6...

 'tra operaci&n hacemos por su cuenta, continu& el obse(uioso 7athaniel, es

pagar instalamentos de un seguro de ida de una hija suya, para (ue ésta lo reciba al

cumplir einte a#os- un seguro fuerte, (ue le deolerá a la se#orita "cilly 2ancourt el

capital (ue su padre entreg& a la compa#ía, hábil operaci&n, pero (ue sobre todo

satisface los gustos de nuestro cliente, (ue no (uiere ocuparse de negocios, ni dedinero, y (ue gira a nuestro cargo por cual(uier suma (ue se le ofrezca, desde

cual(uier punto de Europa, Asia, América, Africa u 'ceanía, donde toman sus che(ues

nuestros ban(ueros, por(ue la casa tiene agentes en todo el mundo, agreg&,

complacido. 9ara él no llega a(uí más correspondencia (ue la de un sabio su amigo.

1ace tres a#os recibimos del se#or "cilly telegrama de Roma, dando orden de no

eniarles esas cartas, y la casa, cumpliendo las suyas, las guarda a(uí. El no escribe

nunca.

 43 d&nde está fechado el último che(ue del se#or de "cilly6, pregunté.

 1e dado a usted todos esos datos en estricta resera, y así le daré el otro.

9ermítame usted hablo con el tenedor de libros para informarlo.

 2e Alejandría, y es por una suma fuerte. 9robablemente seguiría para 'riente...

El a#o pasado, por esta época, recibimos un che(ue de /enarés... 9uen cliente, puen

amigo, puena persona el se#or de Chilly 8ancourt0

 3 haciendo reerencias y ofreciéndome (ue la casa estaría a mis &rdenes

siempre, me acompa#& hasta la puerta, por donde salí desesperado.

2ios mío, un mes perdido así, cultiando imbéciles, oyendo referir la batalla de

"edán y leer los himnos a Amm&n Ra 1arma;outi, y sabiendo por los judíos c&mo estácolocada la fortuna del padre, todo esto sin encontrar el camino (ue me llee hacia

ella0 1oy me sé la historia de los "cilly como tal ez no la sabrá el Conde, (ue no tiene

cara de darle importancia a esas anidades. Cuanto libro he encontrado (ue pueda

darme luz sobre los antepasados de 1elena, lo he leído con una paciencia de

benedictino. 8engo la cabeza llena de nombres y de hechos (ue an desde el a#o de

cuarenta y ocho, en (ue un "cilly, amigo íntimo de Bamartine, !gur& en la política,

hasta el mil trescientos eintisiete, en (ue otro parti& para la primera Cruzada. "é sus

armas y sus blasones, su escudo de combate y su grito de guerra. 2ios mío0 43 (ué

me importa todo eso si pierdo la esperanza de encontrarla y si me desespera perderesa esperanza6 1elena, amor mío, 1elena, amor mío de mi alma, en, surge,

aparécete ante mis ojos cansados de buscarte y hunde en ellos las penetrantes

miradas de tus pupilas azules, para (ue eas hasta mi alma y (ue en ella s&lo te

re$ejas tú, como en las aguas de un lago dormido, el cielo constelado de astros0

(2 de abril

"&lo una entaja retiré de las entreistas con el @eneral des Oardes, con :ortha ycon el obse(uioso judío, (ue mi amor por 1elena, de (uien conozco ya la familia, la

historia del padre y la inersi&n de la fortuna de éste, se haya dulci!cado, sin

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disminuirse, pero humanizándose, por decirlo así. "&lo el amor comprende, Ddolatrada,

de (uien por intuitia adiinaci&n sé hasta los más rec&nditos secretos de bondad y de

nobleza- s&lo el amor comprende0 9ara el @eneral des Oardes no e%istes, s&lo ie en

su imaginaci&n la imagen de tu padre, tal como lo io en los días de la funesta

campa#a- para el profesor :ortha eres un mozo ocupado en estudios de historia

religiosa, el judío s&lo sabe de ti el oro (ue recibirás al cumplir los einte a#os0 "&lo elamor comprende0 Charet, a (uien la práctica de su profesi&n no le ha endurecido el

alma, como a tantos de sus (ueridos colegas, sabe la agonía del ser (ue te dio la ida,

recuerda el horrible dolor de tu padre cuando el trágico suceso, y entrei& en tus ojos

de ni#a el fulgor (ue tienen hoy, el fulgor terrible de santidad y de dulzura (ue

alumbr& mi alma en la noche de @inebra. "&lo yo, (ue (uiero buscar en ti la luz (ue

me alumbre y el áncora (ue me sale, sé de ti todo cuanto saben ellos juntos y te

adiino tal como eres... "&lo el amor comprende0

1oy hay dos lugares en la 8ierra donde no se posan pies humanos. Enuele

sagrado silencio la atm&sfera (ue en ellos se respira- son la estancia donde muri& lasanta de los cabellos de plata cuyo per!l sonríe a seis pasos de este sitio, en el cuadro

de ?histler, y el cuarto, tomado en al(uiler por diez a#os al hotelero suizo y cuya llae

está en la caja de hierro cerca del camafeo- el cuarto por cuyo balc&n me arroj& ella el

ramo de rosas en la noche inolidable.

( de abril

2ecía ayer (ue mi amor se dulci!caba, humanizándose... Ah, sí0... "&lo mi

espíritu la reclamaba hace unos días, y ahora todo mi ser la reclama0... Antes deencontrarla no sabía lo (ue era el amor y había besado s&lo con la imaginaci&n, mis

ideales de poeta, con mis labios de carne las bocas lascias y entreabiertas de mis

fáciles idolatradas. Ahora mi espíritu y mis labios sue#an con ella, y si en ella pienso

ibra todo mi ser, como las cuerdas de un instrumento sonoro bajo el arco inspirado

del artista (ue les comunica su alma.

9uesto (ue reestida de misterio y de más allá, entraste en mi ida, irgen

inmaculada y dulcísima, nuestro amor será un é%tasis. Ennoblecidos por ti, los detalles

de la e%istencia diaria se trans!gurarán, y cada paso andado por los caminos de la

tierra será un paso hacia lo alto. 9or ti abandonaré los planes destinados a hacer pasarmi nombre a los tiempos enideros. 5ué más gloria (ue iir arrodillado a tus pies

sintiendo la caricia de tus manos y bebiendo en tus labios la esencia misma de la ida0

'ye* en la tierra (ue me io nacer hay un río caudaloso (ue se precipita en raudo

salto desde las alturas de la altiplanicie fría hasta el fondo del cálido alle donde el sol

calienta los follajes y dora los frutos de una $ora para ti desconocida. Bas cataratas del

7iágara, profanadas por los ferrocarriles y por la canallería humana (ue a a diertirse

en los hoteles (ue las rodean, son un lugar grotesco cerca de la majestad de templo

del agreste sitio, donde cae en sábana de espumas, atronando los ecos de las

monta#as seculares, el raudal poderoso. Cortada a pico sobre el abismo, donde laniebla se irisa y resplandecen las aguas a la salida del "ol, álzase ingente y rígida roca

de basalto. A(uella roca es el lindero de una de mis posesiones.

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"obre ella construiré para ti un palacio (ue reista por fuera el aspecto de

renegrido castillo feudal, con sus fosos, sus puentes leadizos y sus eleados

torreones enueltos en erdeoscura yedra y grisosos musgos y (ue en el interior

guarde los tesoros de arte (ue poseo y (ue animarás tú con tu presencia. =iiremos,

cuando la ida de Europa te canse y (uieras pedir impresiones nueas a los

grandiosos horizontes de las llanuras y a las cordilleras de mi patria, en a(uel nido deáguilas (ue por dentro será un nido de palomas blancas, lleno de susurros y de

caricias. 1abrá ma#anas de sol en (ue nos erán pasar cabalgando en una pareja de

caballos árabes, por los caminos (ue se e%tienden en la sabana,

y los rudos campesinos se arrodillarán al erte, creyendo (ue eres un ángel,

cuando claes en sus cuerpos deformados por las rústicas faenas, la resplandeciente

mirada de tus pupilas azules- habrá noches en (ue en el aire perfumado del cuarto,

donde humea el té rubio en las tazas de China y alumbra el suntuoso mobiliario la luz

de las lámparas, atenuada por pantallas de encaje, ibren las frases sublimes de una

sonata de /eethoen, arrancada por tus pálidas manos al teclado sonoro y en (ue,desfalleciente de emoci&n contenida, te leantes del piano para contemplar desde el

balc&n de piedra la catarata iluminada por la Buna. Apoyarás entonces la cabeza en

mi hombro, me enolerán los rizos casta#os de la destrenzada cabellera, olerás

hacia los míos tus radiosos ojos azules, y la palidez sobrenatural de tu semblante, la

mortal palidez e%ange de tus mejillas y de tu frente se sonrosará bajo los besos de

mis labios0.

1elena0 1elena0 :e corre fuego por las enas y mi alma se olida de la tierra

cuando pienso en esas horas (ue llegarán si logro encontrarte y unir tu ida con la

mía0...

(? de abril

Ayer salt& otro edi!cio destrozado por una bomba e%plosia, y la concurrencia

mundana aplaudi& en un teatro del bulear hasta lastimarse las manos, Ba Casa de

:u#ecas, de Dbsen, una comedia al modo nueo, en (ue la heroína, 7ora, una

mujercilla común y corriente, con una alma de eso (ue se usa, abandona marido, hijos

y relaciones para ir a cumplir los deberes (ue tiene consigo misma, con un yo (ue noconoce y (ue se siente nacer en una noche como hongo (ue brota y crece en bree

espacio de tiempo. Así a estallidos de melinita en las bases de los palacios y a golpes

de zapa en lo más profundo de sus cimientos morales, (ue eran las antiguas

creencias, marcha la humanidad hacia el reino ideal de la justicia, (ue crey& Renán

entreer en el !n de los tiempos. Dbsen y Raachol le ayudan, cada cual a su modo-

cae el primer magistrado de rancia herido por el pu#al de Cesáreo "anto, y escribe

"uderman Ba dama estida de gris, donde la abnegaci&n y el amor a la familia toman

tintes de sentimientos grotescos, sin (ue el !nal de cuento de hadas, agregado por el

noelista a su obra, como un farmaceuta hábil, echaría jarabe para dulci!car unap&cima (ue contuiera estricnina, alcance a disimular el acre sabor de la letánica

droga.

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 8&rnase el arte en medio de propaganda antisocial, síntoma curioso (ue coincide

con la tendencia negadora de la ciencia falsa, la única al alcance de las multitudes.

:ientras más pura es la forma del ánfora más enenoso puede juzgarse el

contenido- mientras más dulce el erso y la música, más aterradora la idea (ue

entra#an0

:oriste a tiempo, 1ugo, padre de la lírica moderna- si hubieras iido (uince

a#os más, habrías oído las carcajadas con (ue se acompa#a la lectura de tus poemas

animados de un enorme soplo de fraternidad optimista- moriste a tiempo- hoy la

poesía es un entretenimiento de mandarines enerados, una adiinanza cuya soluci&n

es la palabra nirana. El frío iento del 7orte, (ue trajo a tu tierra la piedad por el

sufrimiento humano (ue desborda en las noelas de 2ostoies;i y de 8olstoi, acarrea

hoy la oz terrible de 7ietzsche.

'ye, obrero (ue pasas tu ida doblado en dos, cuyos músculos se empobrecen

con el rudo trabajo y la alimentaci&n de!ciente, pero cuyas encallecidas manos hacen

todaía la se#al de la cruz, obrero (ue doblas la rodilla para pedirle al cielo por los

due#os de la fábrica donde te enenenas con los apores de las mezclas e%plosias,

oye, obrero, 4nada eocan en tu rudimentario cerebro las rudas sílabas de ese nombre

germano, 7ietzsche, cuando ibran en tus oídos6... Bos ecos del 7orte las repercuten,

suenan ya en todo Europa y sus discípulos predican el eangelio de ma#ana. 7o lo

creas parecido al eangelio (ue cuenta la historia del pálido 7azareno diciendo las

consoladoras bienaenturanzas junto a las ondas azules del dormido lago de

 8iberiades y e%pirando en lo alto de la cruz, con el cuerpo amoratado por los golpes y

la pálida frente destrozada por la corona de espinas- es un eangelio (ue cuenta la

historia de Oaratustra, en una cuea, meditando, entre el águila y la serpiente, en el

reaalúo de todos los alores. 47ada le sugiere tampoco esa frase a tu obtuso

entendimiento6... Es (ue la humanidad había estado recibiendo como erdaderas,

nociones falsas sobre su origen y su destino, y el profundo !l&sofo encontr& una piedra

de to(ue en (ué ensayar las ideas como se ensayan las monedas para saber el oro

(ue contienen. Eso es lo (ue se llama reaaluar todos los alores. Bo (ue tú llamas

conciencia, eso (ue te atormenta cuando crees haber cometido una falta, no es más

(ue el instinto de la crueldad (ue puedes ejercer contra los otros, y (ue al no

ejercerlo, por(ue la sociedad te lo impide encerrándote en la noci&n del deber, como a

un le&n en una jaula de !erro, te atormenta como atormentarían sus inútiles garras al

$ao animal si las hundiera en su propia carne al no poder destrozar los barrotes

rígidos ni la presa deliciosa. Esos mismos deberes en (ue crees, no son más (ue la

inenci&n con (ue una raza potente y noble de hombres alegres (ue reían entre los

incendios, los estupros, los asesinatos y los robos, sujet& a las razas de débiles

encidos, de (ue hizo sus esclaos. Bos buenos entre los encedores eran los más

crueles, los más brutales, los más duros, y los esclaos inentaron como irtudes las

cualidades opuestas a las (ue eían en sus amos* la continencia, el sacri!cio de sí 

mismo, la piedad por el sufrimiento ajeno. En la reuelta de los esclaos, (ue tuo

lugar hace siglos, fue necesaria una íctima para (ue tuieran una bandera (ue

leantar, un hombre (ue juntara en sí todas a(uellas falsas irtudes y muriera por

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a!rmarlas, e Dsrael cruci!c& al Cristo, a ese (ue tú creías 2ios, y triunf& la moral de los

débiles, la (ue te ense#& tu padre, ésa sobre la cual está fundada la sociedad de hoy.

48ú no sabías nada de eso, obrero (ue con las manos encallecidas por el trabajo

haces todaía la se#al de la cruz y te arrodillas para pedir por los due#os de la fábrica

donde te enenenan los apores de las mezclas e%plosias6 9ues sábelo, y regenerado

por la ense#anza de Oaratustra, profesa la moral de los amos- ie más allá del bien y

del mal. "i la conciencia son las garras con (ue te lastimas y con (ue puedes destrozar

lo (ue se te presente y coger tu parte de botín en la ictoria, no te las hundas en la

carne, uélelas hacia afuera- sé el sobrehombre- el )bermensch libre de todo

prejuicio, y con las encallecidas manos con (ue haces todaía, estúpido, la se#al de la

cruz, recoge un poco de las mezclas e%plosias (ue te enenenan al respirar sus

apores, y haz (ue salte en pedazos, al estallido del fulminante picrato, la fastuosa

iienda del rico (ue te e%plota. :uertos los amos serán los esclaos los due#os y

profesarán la moral erdadera en (ue son irtudes la lujuria, el asesinato y la

iolencia. 4Entiendes, obrero6...

Así, a estallidos de melinita en las bases de las ciudades y a golpes de zapa en lo

más profundo de sus cimientos morales, (ue eran las antiguas creencias, marche la

humanidad hacia el reino ideal de la justicia (ue entrei& Renán en el !n de los

tiempos. 7ietzsche, Dbsen y Raachol le ayudan, cada cual a su modo.

Allá en las más e%celsas alturas de lo intelectual, noble grupo de desinteresados

!l&sofos, indaga, inestiga, sondea el inefable misterio de la ida y de las leyes (ue la

rigen, y transforma sus pacientes estudios en libros (ue carecen de categ&ricasa!rmaciones, (ue apenas anotan lo bien sabido, lo (ue cae bajo el dominio de la

obseraci&n- en libros (ue muestran en el límite de la humana ciencia <las olas negras

del océano del misterio para embarcarnos en el cual no tenemos ni barca ni brújula>,

al decir de la grandiosa frase de Bittré. Coincide la impresi&n religiosa (ue esos

grandes espíritus e%perimentan al considerar el problema eterno y e%presan en sus

obras, con el renacimiento idealista del arte, causado por la ineitable reacci&n contra

el naturalismo estrecho y brutal (ue pri& hace unos a#os. En ez de las prostitutas y

de las cocineras, de los ganapanes y de los empleadillos (ue ganan cien pesetas al

mes, deléitanse los noelistas en pintarnos grandes damas (ue se mueen ensuaísimos ambientes, magas (ue realizan los prodigios de los antiguos teúrgos y

sabios (ue poseen los secretos supremos. 8&rnase la música de sensual modulaci&n

(ue acariciaba los oídos y sugería oluptuosas tentaciones, en misteriosa oz (ue

habla al cerebro- pasan místicas sombras por entre el crepúsculo (ue enuele las

estrofas de los poetas y toman forma en los lienzos, las isiones del más allá. Bos

e%ploradores (ue uelen de la Canaan ideal del arte, trayendo en las manos frutas

(ue tienen sabores desconocidos y deslumbrados por los horizontes (ue entreieron,

se llaman ?agner, =erlaine, 9uis de Chaannes, @ustae :oreau.

En manos de los maestros la noela y la crítica son medios de presentar alpúblico los aterradores problemas de la responsabilidad humana y de discriminar

psicol&gicas complicaciones- ya el lector no pide al libro (ue lo diierta sino (ue lo

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haga pensar y er el misterio oculto en cada partícula del @ran 8odo.

42udas todaía del renacimiento idealista y del neomisticismo, espíritu (ue

in(uieres el futuro y es desplomarse las iejas religiones6... :ira* del oscuro fondo del

'riente, patria de los dioses, uelen el budismo y la magia a recon(uistar el mundo

occidental. 9arís, la metr&poli, les abre sus puertas como las abri& Roma a los cultos

de :itra y de Dsis- hay cincuenta centros teos&!cos, centenares de sociedades (ueinestigan los misteriosos fen&menos psí(uicos- abandona 8olstoi el arte para hacer

propaganda práctica de caridad y de altruismo, la humanidad está salada, la nuea

fe enciende sus antorchas para alumbrarle el camino tenebroso0

Ah, sí0 49ero tú no sabes, crítico optimista, (ue cantaleteas el místico

renacimiento, y al er esos síntomas cantas hosanna en las alturas y paz sobre la

tierra a los hombres de buena oluntad, (ué es lo (ue le llega al pueblo, a la masa, al

reba#o humano, de todos esos fulgores (ue te deslumbran, del inarm&nico coro (ue

forman esas oces al rezar el <9adre nuestro (ue estás en los cielos>, (ue es la

oraci&n a la moda, entre los intelectuales de hoy6... 9ues oy a decírtelo* lo (ue el

pueblo comienza a saber es lo (ue le ense#an los ulgarizadores de la falsa ciencia, la

única ulgarizable, los +ulio =erne de la psicología y de la doctrina eolucionista, es

(ue el hombre tuo por antepasado al mono y (ue el deber es s&lo el límite de la

fuerza de (ue disponemos. 1ay oces (ue le gritan a las multitudes* <:ira* ese

iejecito pálido, estido de blanco, (ue se pasea prisionero por el =aticano, es un

farsante- ese mu#eco (ue está allá arriba en la cúspide del edi!cio social, un imbécil>.

 3 mientras los neomísticos inentan sus religiones para poetas, para enteros

millonarios o para sabios puri!cados por el estudio, el populacho alza los ojos y mira.

Así los alzaba hace ciento einte a#os, para er, entre la atm&sfera de la corte,

perfumada de mariscala, los tacones rojos de las faoritas, las empoladas pelucas,

las chorreras de encajes, las casacas de colorines de los cortesanos (ue rodeaban al

si!lítico monarca. =oltaire no había reído aún- Rousseau no había llorado todaía. 'y&

la !era de repente la blasfemia y el sollozo, se sacudi& del letargo en (ue dormía,

cla& las garras en la presa dorada y el charco de sangre del 8error mostr& el poder de

sus garras y los destrozos de su ira sangrienta.

En los últimos a#os, al alzar las miradas hacia lo alto lo (ue el le&n ha isto es la

cara imbécil de papá @réy, y tras de ella el per!l judío de 2aniel ?ilson, (ue, como

un ratero, se guardaba el oro, producto de la enta de gloriosas condecoraciones- lo

(ue ha isto es al brae général, caracoleando en el negro caballo- lo (ue ha isto es

el asunto de 9anamá, a(uella lluia de lodo (ue salpic& las canas de Besseps y las

frentes de tantos de sus senadores ilustres.

4Crees tú, crítico optimista (ue cantaleteas el místico renacimiento y cantas

hosanna en las alturas, (ue la ciencia notadora de los 8aine y de los ?undt, la

impresi&n religiosa (ue se desprende de la música de ?agner, de los cuadros de 9uis

de Chaannes, de las poesías de =erlaine y la moral (ue le ense #an en sus prefacios

9aul /ourget y Eduardo Rod, sean ca denas su!cientes para sujetar a la !era cuandooiga el Ean gelio de 7ietzsche6... El pu#al de Cesáreo "anto y el reen tar de las

bombas de nitroglicerina pueden sugerirte la res puesta.

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(' de abril

)na oleada poderosa de sensualismo me corre por todo el cuerpo, enciende mi

sangre, entona mis músculos, da en mi cerebro reliee y color a las más deste#idas

imágenes y hace ibrar interminablemente mis nerios al contacto de las más lees

impresiones gratas. 7o es fuera de él, es en el fondo de mi espíritu donde está

subiendo la saia, donde están cantando los pájaros, donde están reentando los

brotes erdes, donde están corriendo las aguas, donde están aromando las $ores, al

recibir los besos tibios de la primaera. El amor ha hecho su nido en mi alma. :úsicas

(ue $otáis en ella, líneas, colores, olores, contactos, sensaciones de fuerza

desbordante, sangre (ue me enciendes las mejillas, sue#os (ue aleteáis en la sombra,

delectaci&n morosa (ue traes ante mí el oluptuoso cuadro de los placeres pasados y

me hostigas con el recuerdo de sus punzantes delicias, todos osotros bailáis un coro

bá(uico, una saturnal en (ue los besos estallan, y los cuerpos se confunden y caen

entrelazados sobre el césped aromoso y blando0 1elena, 1elena0 8engo sed de todo

tu ser y no (uiero manchar los labios (ue no se posan en una boca de mujer desde

(ue la sonrisa de los tuyos ilumin& mi ida, ni las manos, impolutas de todo contacto

femenino, desde (ue recogieron el ramo de rosas arrojado por tus manos0 1elena0

=en, surge, aparécete, bésame y apacigua con tu presencia la !ebre sensual (ue me

está deorando0

($ de abril

Ahí estaban en la tiendecita /assot, situada en la calle de la 9az, deleitando los

ojos con el brillo de las piedras aglomeradas ante mí sobre el idrio del mostrador por

las manos del aristocrático joyero. 2el gran /alzac cuentan (ue, enamorado de los

isos rosados de dos perlas gemelas, trabaj& un a#o para ad(uirirlas- de Richelieu

moribundo, (ue hundía las $acas manos en el cofre rebosante de pedrería y (ue al

hacerlas brillar se le iluminaban los apagados ojos. "írame conmigo mismo de e%cusa

tan ilustres ejemplos para disculpar mi pasi&n, superior a las de ellos por osotros,

misteriosos minerales, más s&lidos (ue el mármol, más duros (ue el metal, másdurables (ue las humanas construcciones, más radiosos (ue la luz (ue re$ejáis,

centuplicándola y colorándola con los matices de uestra esencia. 'h, piedras

rutilantes, espléndidas e inulnerables, íidas gemas (ue dormisteis por siglos

enteros en las entra#as del planeta, delicia del ojo, símbolo y resumen de las ri(uezas

humanas0 Bos diamantes se irisan y brillan como gotas de luz- semejan pedazos del

cielo del tr&pico en las noches consteladas los oscuros za!ros- tú, rubí, ardes como

una cristalizaci&n de sangre- las esmeraldas ostentan en sus cristales luminosos los

erdes diáfanos de los bos(ues de mi tierra- tenéis osotros, topacios y amatistas (ue

ornamentáis los gruesos anillos episcopales, coloraciones suaes del cielo en lasmadrugadas de primaera, son azulinas, sonrosadas y erde pálidas las llamas (ue

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arden entre tu leche luminosa, &palo cambiante- crisoberilos* osotros brilláis con

áureo brillo, como los ojos fosforescentes de los gatos, y (uién dirá la delicia (ue

procuráis a (uien os mira, oh, perlas0 más discretas en uestro brillo (ue las gemas

radiantes, perlas (ue os formáis en el fondo glauco de los mares, perlas blancas de

suaísimo oriente, perlas rosadas de =isapour y de @olconda, fantásticas perlas

negras de =eraguas y de Chiri(uí, perlas (ue adornáis las coronas de los reyes, (uetembláis en los l&bulos de las orejas sonrosadas y pe(ue#uelas de las mujeres, y os

posáis como un beso sobre la frescura palpitante de los senos desnudos0 :ás artista

y más crédula la humanidad de otros tiempos, os reisti& con el sagrado carácter de

amuletos y mezcl& a la sensual delicia (ue esparcen uestras luces la eneraci&n por

uestros mágicos poderes, diamantes conjurados de las maldiciones y los enenos,

za!ro (ue preseras de los naufragios, esmeralda (ue ayudas los partos difíciles, rubí 

(ue das la castidad, amatista (ue eitas la embriaguez, &palo (ue te empalideces si la

Ddolatrada nos olida0 'h, piedras rutilantes, inulnerables y espléndidas, íidas

gemas (ue dormisteis por largos siglos en las entra#as del planeta, delicia del ojo,símbolo y resumen de las ri(uezas humanas0

Ahí estaba en la tienda de /assot, cuando, frente, en la puerta, se detuo el

coche de elegante y sencillo aspecto. Con moimientos ágiles y miradas de in(uietud,

como de enada sorprendida, baj& de él, camin& diez pasos, en (ue al traés del

estido de opaca seda negra, ornamentada de azabaches, adiiné las curas

deliciosas del seno, de los torneados brazos y de las piernas largas y !nas, como las

de la 2iana Cazadora de +uan @oujon, y ino a detenerse junto al mostrador donde

estaban las joyas. :i olfato aguzado percibi&, fundidos en uno, el olor de pan fresco

(ue emanaba de toda ella, un olor delicioso de salud y de ida y el del ramo declaeles rosados (ue lleaba en el corpi#o. 1usmeé el olor como un perro de cacería

lanzado sobre la pista, y antes de (ue pronunciara la primera palabra, ya la habían

desnudado mis miradas y le había besado con los ojos la nuca llena de ello de oro,

los espesos y crespos cabellos oscuros de isos rojizos, recogidos bajo el gran

sombrero de !eltro ornamentado de plumas negras, los grandes ojos grises, la naricita

!na y la boca, roja como un pimiento, donde se le asomaba la sangre. Así, sonrosada y

fresca, con su olor a leadura y a claeles, parecía una soberbia $or de carne acabada

de abrir.

 

48iene usted collares de diamantes blancos6..., pregunt& al joyero, con el más

puro acento yan(ui y con una sonrisa infantil (ue le hizo brillar entre lo rosado de los

labios el nácar de la dentadura.

  8odo esto es demasiado alioso para mí, murmur& entre dientes al oír los

precios, al tiempo (ue en su semblante súbita e%presi&n de mal humor y de tristeza

reemplazaba la e%citaci&n (ue le abri& los ojos y se le asom& a la boca al er las

costosas pedrerías.

 7o hay nada demasiado caro para usted. Esta joya estará en sus manos esta

noche, si usted me permite presentársela, le dije, paso, en inglés, al oído casi, con ozronca en (ue ibraba la tentaci&n.

 Es espléndido, dijo en el mismo idioma, (ue sonaba en su boca como una

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música, mirándome de pies a cabeza y iendo mi mano crispado sobre el estuche de

seda negra. 4=erdad6..., a#adi& claando en los míos los ojos claros, y con toda la cara

iluminada por una e%presi&n de felicidad indescriptible, como jamás la he isto en

ninguna !sonomía.

 =enga usted a las nuee de la noche y hablaremos. 7o pregunte mi nombre al

portero- lo esperaré yo misma en la puerta, como si oliera de la calle- entraremos juntos, dijo teniéndome una hoja de papel, (ue arranc& de la diminuta cartera forrada

en cuero de Rusia, y en la cual escribi& febrilmente las se#as, las de una calle

tran(uila de los Campos Elíseos. A las nuee en punto entraré con usted, como si

oliera de la calle, agreg& con oz grae y mirándome en los ojos.

Bos dependientes de /assot nos miraban, cuchicheando, sorprendidos del diálogo

a media oz y en idioma e%tranjero (ue se había entablado entre nosotros, personas

desconocidas, puesto (ue no la había saludado al entrar.

 Esas joyas son magní!cas, pero demasiado aliosas para mí* perdone usted

se#or, dijo al empleado, (ue se la comía con los ojos.

 Bo espero a usted a las nuee, oliéndose a mí, con la e%presi&n seria de una

persona (ue sabe lo (ue hace y acostumbrada a negocios importantes.

 3 con sus moimientos ágiles y sus miradas de enada, cruz& el espacio (ue la

separaba del coche, (ue parti& al subir ella, sin oler los ojos a la joyería.

 "oberbia criatura0 Esas americanas del 7orte... eh0 me insinu& el dependiente,

un cincuent&n entrecano, con los ojos llenos de malicia y la chiera y los bigotes

puntiagudos, retorcidos a lo 7apole&n DDD. "oberbia criatura0 8iene loco por un collar

de diamantes, (ue no le (uiere comprar, al marido, (ue es un jayanote yan(ui con lacara afeitada y tipo de Cuá;ero. Ba semana pasada estuieron isitando todas las

tiendas de joyas, él de mal modo y rega#ándola, ella haciéndole mil zalamerías para

decidirlo. Ahora anda sola, pero seguramente no tiene el dinero completo. Estas

americanas del 7orte... Esté usted seguro de (ue no descansa hasta (ue tenga el

collar. Ah0, 4con (ue se (ueda usted con él6... dijo abriendo tama#os ojos... Es lo

mejor (ue hemos tenido en los últimos a#os... a#adi& con displicencia, una joya de

esas (ue no prooca ender.

En esas piedras os ais a conertir, deste#idos billetes azules de a mil francos,

(ue habéis enido a mí sin buscaros, en las tres noches en (ue, enga#ando mi hambrede besos con la ertiginosa jugarreta en (ue olabais sobre la carpeta erde, os

recogía con helada indiferencia, mientras (ue los otros jugadores se leantaban de la

mesa con los bolsillos acíos, los ojos irritados y las manos trémulas0

 3 ahora escribo mi aentura. 45ué ha entendido ella al decirme (ue aya a

buscarla, después de mi frase brutal6... 7o sé. "&lo sé (ue los diamantes, dignos de

una princesa, brillan en el fondo de los cálices de las $ores de un ramo, donde los hice

colocar para lleárselos, y (ue será mía. =eo su carne desnuda, sus gráciles formas

ofrecidas a mis besos, y ardo. "on las ocho de la noche- dentro de dos horas estará

en mis brazos, lo estoy sintiendo, y se realizarán los contenidos deseos (ue acumulan

en mí ocho meses de loca continencia y de estúpidos sentimentalismos, sugeridos por

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haber isto una muchachita anémica, estando bajo la in$uencia del opio0 1urrah a la

carne0 1urrah a los besos (ue se posan como mariposas sobre el terciopelo de la piel

sonrosada, a los besos (ue entran como áspides por entre el raso aromoso de los

labios, a los besos (ue penetran como insectos borrachos de miel hasta el fondo de

las $ores- a las manos trémulas (ue buscan- al olor y al sabor del cuerpo femenino

(ue se abandona0 1urrah a la carne0 Afuera oz de mis tres Andrades, sedientos desangre, borrachos de alcohol y de se%o, (ue, tendidos sobre los potros salajes, con el

lanz&n en la mano, atraesabais las poblaciones incendiadas atronándolas con nuestro

grito* 2ios es pa reírse del- el aguardiente pa bebérselo- las hembras pa pre#arlas, y

los espa#oles pa descuartizarlos0 @rita, oz de mis llaneros salajes* 1urrah a la

carne0

2@ de abril

'h, la e%tra#a y deliciosa criatura0 Entramos juntos, abri& con su llae la puerta

del estíbulo, (ue atraes& rápidamente, y cuando llegué al saloncito amable,

después de (uitarme el abrigo, en uno de cuyos amplios bolsillos estaba el collar de

diamantes disimulado entre las $ores, ya había encendido las lámparas. Ba desnudez

de la pieza estrecha, amueblada s&lo con dos sillas, un dián, un elador y una

lámpara, y la e%presi&n de su carita seria, disiparon mis últimas dudas. 7o, a(uella no

era una mujer comprable- (uién sabe (ué capricho loco por la aliosa joya la había

hecho recibirme, y (ué había entendido al oír mi frase brutal0

 

"iéntese usted, me dijo, ya sentada en un sill&n de brocatel grisoso, al pie deuna alta lámpara, de la cual caía, en cuadro, la luz sobre la alfombra, suaizada por un

pantall&n de gasa de un erde deste#ido.

ue ella (uien rompi& primero el silencio. 3o me contenté, mientras dur& éste,

con e%tasiarme los ojos recorriéndola toda, desde la masa espesa de los cabellos

oscuros, (ue le coronaban la cabeza, de enérgica y !nas facciones, hasta los

piececitos angostos y largos (ue calzados con un zapato bajo de resplandeciente

charol, dejaban adiinar su blancura por entre los calados de la media de seda negra,

!na como un encaje.

 

4)sted ha iido en los Estados )nidos6..., fue la primera frase (ue, después deotro silencio, me dirigi& la boca encarnada y fresca, en un francés gutural y bronco,

(ue me hizo sonreír inoluntariamente al oírlo... 47o6... Eso e(uiale, más o menos, a

(ue usted no me entienda y tal ez a (ue me juzgue mal, y lo probable es (ue no

podamos hacer nada..., continu& asomándosele a los ojos la misma tristeza de ni#o

consentido a (uien se le niega un juguete, (ue le había isto en la joyería al oír los

precios de los diamantes. Ah, pero usted habla inglés mejor (ue yo0 8al ez podamos

entendernos- perdone usted (ue lo deje solo unos segundos, a#adi&, leantándose.

Estas americanas del 7orte0, pensaba para mi coleto, haciendo mía la frase del

empleado de /assot, (ue había oído por la ma#ana.

 A(uí están, dijo, poniendo sobre una mesita (ue acerc&, unas cajas de terciopelo

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y de raso y encendiendo dos bujías para facilitarme el e%amen... =éalas usted,

aalúelas y después le haré mi propuesta.

 =alen la mitad de lo (ue ale el mejor de los collares (ue usted io en la calle de

la 9az, le contesté con calma imperturbable y sin una sonrisa, después de e%aminar el

contenido de los estuches, marcados los unos con el nombre de 8iFany, los otros con

los de arios joyeros parisienses de segundo orden, y donde no había una sola piedrasin defecto. Esto ha sido escogido más en ista del tama#o (ue de la calidad- usted

conendrá conmigo en (ue los diamantes, o son pajizos o tienen defectos, rayas o

(uebraduras (ue los hacen desmerecer- en (ue los rubíes no son del mismo matiz y

en (ue una de las esmeraldas del broche es más pálida (ue las otras y tiene jardín, le

dije asumiendo de lleno mi papel de negociante en joyas.

 Cosas de +ohn, (ue no distingue0 3o pre!ero un diamantito así de grande, dijo

mostrándome la punta de la u#a rosada, blanca y brillante de uno de los dedos, pero

(ue no tenga mácula, a una tapa de botell&n con iso pajizo. 3, sonriéndose por

primera ez* usted es un maestro, y (ué re!nado0 ho re!ned, a#adi& sin (uitar los

ojos de la perla negra (ue me abotonaba la pechera... 9ero, en !n* usted coniene

conmigo en (ue estas joyas alen la mitad de lo (ue ale el collar- pues oiga usted mi

propuesta* le daré a usted mi nombre, (ue ya a siendo una garantía, y esto, dijo,

mostrando los estuches y un pagaré por la diferencia con el precio del collar. 2entro

de tres meses le eniaré de Chicago el alor total de éste, y usted me deolerá lo

mío, junto con el pagaré cancelado, entregándolo todo en el Consulado de los Estados

)nidos, donde formalizaremos la operaci&n, ma#ana, a primera hora. 4Acepta usted6,

pregunt&, sonriéndose con alegría.

 7o acepto, se#ora, respondí con estudiada frialdad, deleitándome en er c&mo

bajaba los ojos, (ue se le humedecieron, y c&mo le caía sobre las mejillas la sombra

de las largas pesta#as crespas. 45ué ganaría yo con ese negocio6

 Como usted me dijo esta ma#ana (ue podría procurarme el collar, contest& con

un mohín de despecho.

 9ero usted entendi& mal, comencé, con una oz (ue trataba de hacer !rme, sin

lograrlo. 1ay una combinaci&n por la cual usted tendrá la joya esta noche, sin pagar ni

un centao por ella, insinué, mirándole al fondo de los ojos, (ue había leantado del

suelo, ya serenos, y (ue me miraban !jamente. "e ha e(uiocado usted, se#or, me contest&, encen diéndosele las mejillas y

poniéndose en pie con un moimiento brusco de todo el cuerpo y mirándome con una

e%presi&n profunda de desprecio y de ira. "e ha e(uiocado usted, se#or0 4Con(ue se

ha atreido usted a creer (ue mi pasi&n por las piedras a hasta hacerme olidar

(uién soy y (ue esos diamantes pueden comprarme6... 49ero no e usted, infeliz (ue

esas cajas llenas de joyas (ue le ofrezco son mías, muy mías6... Ah, es (ue usted no

sabe mi nombre y cree (ue le oy a robar la diferencia, dijo gritando, soy 7elly0... y ahí 

un apellido alemán con falsa terminaci&n inglesa, el de un millonario de Chicago,

conocido en el mundo entero como uno de los más fuertes empresarios deferrocarriles de los Estados )nidos. 5ué bien se e (ue no ha iido usted en mi tierra

cuando entiende tan mal mi proceder y me juzga así0, continu& sin sentarse y con la

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e%presi&n de angustia de (uien se siente manchado por infame e inmerecida

sospecha.

Recogí el !no pa#uelo de batista y encajes, perfumado de clael, (ue se le

cay& al suelo al leantarse, y le dije, respirando el olor y con oz dulce*

 "e#ora* h&nreme usted con permitirme permanecer a(uí unos instantes más, y

crea usted (ue habla con un caballero. 9use el pa#uelillo sobre el elador y bus(ué

nerioso la cartera, y abriéndola le tendí una de mis tarjetas de isita. "i usted se

siente ofendida al terminar nuestra conersaci&n, (ue me eníe su marido ma#ana

dos testigos (ue arreglen con los míos las condiciones de un encuentro... )sted le dirá

(ue esta noche me he entrado tras de usted, (ue olía a su casa, y (ue he

pretendido besarla y poseerla. 1aga usted eso, pero déjeme hablarle, le grité, casi,

poseído de la furia de coronar el plan (ue se había formado dentro de mí en esos

minutos.

C&mo0 4)sted es el se#or ernández, don +osé ernández, el autor de los 9oemas9aganos, (ue tradujo :urray6, dijo, sentada ya y alzando los ojos de la diminuta hoja

de papel bristol... 3 yo (ue no lo había reconocido... 8ambién es (ue el retrato es muy

iejo, 4cierto6 7o tenía usted barba entonces... Dgnoraba completamente (ue iiera

en 9arís. "iéntese usted, se#or ernández- a usted a tomar el té conmigo y amos a

hablar de sus ersos. Así olidaremos la estúpida historia del collar...

Ah0 4Con(ue leíste el articulillo a(uel publicado en un magazine de /oston y

escrito por el yan(ui (ue isit& mi tierra y (ue me pag& los (uinientos d&lares (ue le

presté, llamándome en él gran poeta, traduciendo una parte de mis estrofas y

haciendo imprimir con su traducci&n el retrato (ue acompa#a la segunda edici&n deBos 9rimeros =ersos6 4Con (ue lo has leído, mi yan(ui adorable y frenéticamente

altia, y (uieres (ue hablemos de mis 9oemas 9aganos6

 1ablemos de sus ersos, de los 9oemas 9aganos. Bos conozco en la traducci&n

de :urray, publicada en el <7ort American :agazine>. 5ué hermosos, fascinadores0

1o loely, fascinating, dijo, sonriéndome, hablemos de sus ersos, se#or ernández.

 7o, se#ora- hablemos de usted y del collar (ue usted desea y (ue su marido no

(uiere comprarle, (ue le está haciendo cometer locuras y (ue

me ha hecho a mí presentarme en su casa y tener el honor de hablar con usted.

=uele usted al collar... "ea... 45ué es lo (ue pretende usted decirme6, me dijo

con mal disimulada impaciencia y un gesto de orgullo. 8engo la esperanza de (ue

usted me crea una se#ora y de (ue no a a hacerme perder la ilusi&n de creerlo a

usted un caballero.

 Bo (ue pretendo decirle, comencé, temblándome la oz de emoci&n, es (ue le

suplico a usted, del modo más respetuoso, (ue acepte esa joya (ue pongo a sus pies

sin pedirle más sino (ue, cuando la luzca usted sobre su cuerpo de diosa, recuerde

usted al hombre a (uien hizo feliz permitiéndole satisfacer un antojo suyo. "i usted

acepta mi propuesta, el collar estará en sus manos dentro de un minuto y yo me irésin haberlas besado, para no oler a erla, si usted lo e%ige.

 41abla usted en serio6, me pregunt& con honda agitaci&n ine%plicable, al oír mi

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respuesta.

 "e#ora* s&lo espero (ue usted me permita, e irme, por(ue temo ser inoportuno.

 2ios mío, 2ios mío0 /usca el modo de hacerme feliz y me conoci& esta

ma#ana- y el otro me insulta cuando le ruego y me deja sola para irse a buscar

mujeres perdidas en 7uea 3or;0 5ué ida0..., articul& entre los sollozos (ue la

ahogaban, acostando la cabeza contra el espaldar del sill&n y cubriéndose los ojos

llenos de lágrimas con el pa#uelito de batista oloroso a claeles.

Bos sollozos la sacudían toda- los nerios triunfaban de a(uella naturaleza rica y

enérgica.

"alí a la antecámara, bus(ué el ramo y entrando en puntas de pies fui a

arrodillarme junto al sill&n donde lloraba, como la serpiente se arrastr& al pie de Ea

inocente al ofrecerle la poma. Bos sollozos y las lágrimas seguían, y yo guardaba

silencio.

 

7elly0, le dije cuando comenz& a calmarse, circuyéndole el talle !no con unbrazo, acariciándole la frente con las $ores del ramo, y cantándole una cancioncilla

mon&tona con (ue las nodrizas en lorida arrullan a los chi(uillos para (ue se

duerman. 7o llore, 7elly- las $ores la están besando para contentarla- los diamantes la

(uieren er, 7elly linda y fresca como las $ores- 7elly radiosa y fría como los

diamantes (ue alen menos (ue esas lágrimas.

=encida por a(uellos mimos y sorprendida al oírlos, apart& el pa#uelo y hundi&

los ojos en los purpúreos cálices de las glo%inias y en las blancas hojas de las

gardenias, donde temblaban los diamantes como gotas de luz.

 

7o, no, dijo sonriéndose, con una sonrisa (ue le alumbraba los ojos húmedoscomo un rayo de sol un paisaje de primaera recién mojado por la lluia. 7o, no- si

usted no acepta mi propuesta, no me hable más- eso ale una suma loca. :i padre,

(ue es millonario y (ue me adora, nunca me los habría regalado. 7o, lléeselos usted

y regáleme las $ores. Están lindas0, dijo, respirando el ramo. @uarde usted eso,

recogiendo el hilo de platino, animado de luminosa ida por la palpitaci&n blanca, roja,

azul de las pedrerías radiosas (ue se irisaban a la luz de las bujías y de la lámpara.

ernández* 4por (ué me (uiere usted regalar eso6...

1ablábamos, ella con la cabeza adorable, cuyos oscuros rizos me acariciaban la

frente, doblada sobre la mía, (ue casi se apoyaba en sus rodillas, hincado como

estaba a sus pies, respirando su aroma de $or y circuyéndola con los brazos.

 9or(ue los poetas andan por el mundo s&lo para realizar los antojos de las diosas

como usted, le respondí cubriendo de besos una de las manos suaes y frías, con(ue

hacía esfuerzos para alejarme de ella. 7elly* esos diamantes an a hacer (ue usted se

acuerde de mí al erlos más tarde- no me niegue usted la delicia de pensar (ue oy a

iir en su memoria en sus noches de triunfo.

 3 mis labios, recorriendo los ramales azulosos de las enas, (ue se

transparentaban bajo el !no cutis de la mu#eca delgada, subían por el brazo torneadoy blanco, desnudo hasta el codo de la negra manga de opaca seda ornamentada de

azabaches.

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 43 por (ué (uiere (ue yo me acuerde de usted por los diamantes6 :e acordaré

de usted por(ue sé sus ersos deliciosos y por(ue lo he isto así arrodillado a mis pies,

(ueriendo realizar un antojo mío a costa de una suma enorme y diciéndome cosas (ue

nadie me había dicho nunca... 5ué cosas las (ue usted me dice0 C&mo se e (ue

usted es poeta, un gran poeta, a#adi& con tono conencido. 45uiere usted oír sus

ersos, dichos por mí en mi lengua6 Es menos hermosa (ue la suya. Bos sé dememoria. 'iga usted... 3 recit& con su oz de oro las estrofas del canto a =enus, (ue

dicen las glorias de la Afrodita al nacer de las olas marinas.

 Ahora a usted a decírmelos en su idioma- no lo entiendo, pero suena como una

música. 1o noble, ho musical, decía poniendo la orejilla sonrosada cerca a mi boca,

(ue le recitaba paso, muy paso, mis mejores endecasílabos.

1ablábamos así, perdidos en la delicia de saborear la esencia de los ersos y de

sentirnos cerca, sin (ue ella, la orgullosa de unos minutos antes, ni yo, el respetuoso

admirador (ue le había jurado (ue se iría sin besarle las puntas de los dedos, nos

diéramos cuenta del értigo (ue se estaba apoderando de ambos. "in saber c&mo,

estaba sentado en el sill&n y la tenía sentada en las rodillas. )no de los piececitos

colgaba sobre la alfombra. El encaje de seda negra de la media transparentaba la

blancura del pie angosto y largo y de la pantorrilla de túrgida cura, descubierta por la

falda negra donde lucía el brillo mate de los azabaches. Be estaba besando la nuca,

llena de ello dorado, y sentía estremecerse bajo mis labios todos sus nerios. Ba

manecita !ja (ue agarraba la mía hundía crispada en mi carne las u#as sonrosadas y

puntiagudas. En el silencio s&lo oíamos las palpitaciones de nuestras arterias.

 :ás ersos, más paso..., me dijo con e%presi&n acaricia dora, acercando a mi

mejilla ardiente la suya fría y aterciopelada y embriagándome con su olor a pan fresco

y a claeles húmedos.

Be dije las estrofas (ue pintan los grupos de palomas blancas sobre el altar de

Cypris, enueltas por el humo aromático del sacri!cio y aleteando entre las rosas, y se

las dije en su lengua, mientras (ue le enolía la mu#eca en el collar (ue le circuy& el

brazo pálido, como una serpiente de luz, y comenz& a irradiar con el brillo de sus

centenares de facetas.

 4Cuántos a#os tienes6..., me pregunt& de repente, paseándome suaemente la

mano blanca por los cabellos y por la barba... 4=eintiséis6 3o, dieciocho- él tienecuarenta y dos... 4Con (uién ies6... 4"olo6... 47i padre, ni madre, ni mujer, ni hijos6

47ada6 4"olo en ese hotel6... El otro día me detue a er la fachada. Es antigua,

4cierto6... 3 majestuoso, majestic. 43 ies solo ahí6... =ies como un príncipe. 43 no te

da tristeza estar solo6... 43 (ué haces6... C&mo gozarás de la ida, 4no6

 7o. Adoro la belleza y la fuerza y escribo ersos de esos (ue sabes, le dijo con

tono triste y mintiéndole para acabar de fascinarla.

 43 recibes mujeres6..., me pregunt&, riéndose con una picardía deliciosa.

 7o, por(ue no las encuentro tan bellas como 7elly, le respondí enoliéndola en

una mirada de deseo loco. 1acía ocho meses (ue no daba un beso ni recibía una

caricia.

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 Es imposible0 Es irreal0 it is irreal... +úrame (ue eso es cierto, dijo con oz

ahogada y hablándome al oído.

  8e lo juro. 3o (uiero lo perfecto y no lo encuentro. Bo demás me causa asco. 3

cuando hallo una mujer de (uien me enamoro en una hora con todas mis fuerzas y a

(uien le suplico (ue consere unas pobres piedras para (ue se acuerde de mí, una a

cuyos pies pasaría la ida arrodillado y por cuyos besos daría mi alma, ella rehúsa miamor y me tira a la cara el regalo con(ue sue#o hacerla feliz un minuto.

 7o, dijo- suéltame y espera... 3 se leant& para dejar la salita.

 48e as, 7elly6...

 9ero uelo en este momento, respondi& leantando el portier, (ue cay& tras de

ella.

"erá tuya, será tuya0, me gritaba por dentro la oz de los llaneros. "erá tuya0

 48e gusto así6, me pregunt& oliendo a sentarse en mis rodillas en el ángulo del

cuarto donde había más sombra y e%tendía sus blandos cojines un dián turco, ampliocomo un lecho nupcial. 7o me lo he estrenado todaía. :íralo.

El corpi#o de terciopelo negro de un traje de baile, sujeto en los hombros por dos

lazos, sobre uno de los cuales lucía el ramo de glo%inias y de gardenias, dejaba er las

blancuras túrgidas del seno, (ue ondulaba con rítmico moimiento bajo el hilo de

platino animado de luminosa ida, por la palpitaci&n blanca, roja y azul de las

pedrerías (ue se irisaban en la media luz de crepúsculos. 48e gusto así6, pregunt&,

inclinándose para er los diamantes y dejándome hundir la mirada en los tesoros (ue

ocultaba mal el terciopelo del corpi#o.

 

"i nos hubiéramos encontrado antes0 :e oy ma#ana para 7uea 3or;,

ernández, mi poeta, comenz&, reclinando la cabeza en mi hombro y enoliéndome el

cuello con los brazos desnudos y fragantes.

 "i nos hubiéramos encontrado hace un mes0 8al ez me habrías amado... 5ué

felices seríamos, 4cierto6

 7o seríamos más felices (ue ahora, 7elly, por(ue te amo con toda mi alma. 9ero

no te irás ma#ana- te (uedarás a(uí y yo iiré de rodillas, adiinándote los

pensamientos.

 

:e oy ma#ana por la ma#ana- tengo todo listo, cerrados los baúles, tomado elpasaje... Esta tarde puse un cablegrama aisándolo. :i padre me espera por minutos.

9ediré el diorcio al llegar y iiré tran(uila.

 Es un canalla, 4no es cierto, amor mío6..., le dije al oído- no te (uiere y no te da

las joyas (ue (uieres.

 Es un canalla, un brutal, y no me (uiere. 45ué importan las joyas6 8ú me las

das... 3a es, y si no me las das, me dices cosas dulces y deliciosas, 4no es cierto6,

contest& ci#éndose a mí... :e lleo el collar. 45ué me pides en cambio6, dijo soltando

los brazos y sujetándome las manos con las suyas. 45ué me pides en cambio6...

  3o, nada- lo (ue (uiero es (ue seas feliz un minuto y (ue te acuerdes de mí.

2ime (ue lo guardarás siempre y me iré dichoso sin darte un solo beso.

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 4Con(ue (uieres hacerme feliz e irte6... El collar es mío... 4Aceptas un regalo (ue

oy a hacerte6..., me dijo al oído con una e%presi&n de triunfo... 3o también te oy a

hacer un regalo, pero inerosímil, digno de ti (ue eres poeta- un regalo (ue tú mismo

as a creer (ue es un sue#o. 3o también (uiero hacerte feliz siendo feliz. 5uiero ser

feliz una noche. 7o lo he sido nunca. 'dio el tiempo. El tiempo es una cosa estúpida,

a stupid thing0... (ue s&lo e%iste para el cuerpo, a#adi& mirándome con la carainspirada, como la de una pitonisa. En mi tierra (ueremos suprimirlo con la

electricidad, con el apor, con la inteligencia. Allá creamos en una década ciudades

más grandes (ue las de Europa, (ue tienen seis siglos, y hemos hecho una ciilizaci&n

de doscientos a#os. El tiempo es una cosa estúpida (ue se arrastra. 3o (uiero

suprimirlo en mi ida... 4Entiendes6... 8e amo, ernández... :e oy ma#ana. 'tra se

iría lleándose su amor- yo, (uiero dártelo- te amo, me suspir& al oído, besándome.

  3 yo te adoro, 7elly, respondí buscando con locura sus labios primero, y

hundiendo luego la frente en el seno blando, perfumado y fresco...

 

7o- déjame, déjame- a(uí, no- lléame- 4no ies solo6..., articul& ce#ida a mí y

crispada por el deseo- iremos a pie, donde (uieras...

 :i coche espera en la puerta... =en, dije como en un sue#o, un instante después,

en el estíbulo, abrigándole los hombros desnudos y apagando las luces.

2e la noche s&lo me (uedan el recuerdo de su belleza sonriente bajo las amplias

cortinas de terciopelo de mi lecho, en la alcoba alumbrada apenas por la lámpara

bizantina de oscuro cristal rojo- la impresi&n de tenaz frescura y el perfume de su

cuerpo adolescente y el arrullo de su oz al instarme para (ue fuera a los Estados

)nidos. =en en el erano, me decía- +ohn no estará allá. 7os encontrarás en 7e 9orty te presentaré a mi padre y a todos nuestros amigos... /uscaremos un lugar en d&nde

ernos, un

cottage rodeado de árboles y de $ores, y seré feliz... "i me ofreces enir, no pido

el diorcio- tolero lo de hoy a cambio de (ue estés tran(uilo y me ames. +úrame (ue

irás... /ésame0

"u delirio de goce frisaba a la altura del mío, y la noche fue un solo beso,

entrecortado por sollozos de oluptuosidad.

  8odo ha sido irreal y adorable... Drreal and loely... 8ú eres irreal y adorable... 8e

espero en junio en 7e 9ort, fue la última frase, gritada desde la barandilla delenorme apor (ue soltaba las amarras y la negra columna de humo, ennegreciendo el

cielo del 1are hasta donde fui a acompa#arla.

 8odaía tengo en los ojos su !na silueta enuelta en el largo sobretodo gris de

iaje, y la palpitaci&n del pa#uelito blanco (ue agitaba al irse alejando el barco sobre

las olas gris erdosas del Atlántico, bajo un cielo nublado, plomizo y sombrío, como un

alma llena de remordimientos.

(o. de septiembre

Cinco meses sin haber escrito a(uí una línea. ue un estímulo apenas la noche de

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delicias pasada con 7elly, una gota de licor para el (ue agoniza de sed, sed non

satiata0 :e e%cit&, bebimos, me emborraché, y ahora tengo en el alma el dejo (ue

(ueda en el cuerpo después de una borrachera. El baile tuo por objeto deslumbrarlas,

y de tal modo las deslumbr&, (ue cuando amaneci& y las últimas notas de la or(uesta

ibraron en la atm&sfera de los salones impregnados de emanaciones humanas y del

melanc&lico perfume de las $ores moribundas, ya había besado las tres bocascodiciadas y obtenido de ellas la promesa de las tres citas.

"untuosa !esta, al decir de los diarios bulearderos, (ue me fastidiaron con los

detalles del lujo en ella desplegado por le richissime americain don +oseph ernández

et Andrade. 4"untuosa !esta6 7o sé, pero, en todo caso, un poco más elegante y más

artística (ue las (ue he alcanzado a er hasta hoy. 2igo más artística, por(ue en los

salones (ue amueblaban y ornamentaban objetos dignos de !gurar en cual(uier

museo, y en el hall, decorado con e%&ticas plantas y raras $ores, se oyeron los

penetrantes sones del iolín mágico de "arasate, las (uejas de la guitarra

incomparable de +iménez :anj&n y ibraron las cálidas notas, (ue al decir de:onteerde, cuestan a libra esterlina cada una, de la oz del tenor a la moda. 2igo

más elegante por(ue una parte del 9arís fríolo y mundano, (ue por la tarde se e%hibe

en la Aenida de las Acacias y se da cita, en las noches de estreno en los grandes

teatros, code& en ella por unas horas al 9arís artista y pensador, (ue ie encerrado

en los talleres, en los gabinetes de e%perimentaci&n o doblado sobre las páginas (ue

pasado ma#ana serán el libro a la moda. "egún decires, la concurrencia sali&

sorprendida de las e%(uisiteces de la mesa y la calidad de los a#ejos licores. )n

murmullo de aprobaci&n corri& por las salas, cuando al mariposear el cotill&n agitando

en ronda rítmica sus alas de cintas y gasas, se repartieron los regalillos a losdanzantes.

Ba impresi&n erdaderamente grata (ue tue fue er mezclado lo más

distinguido y simpático de la colonia hispanoamericana con lo más linajudo y

empingorotado del aristocrático barrio. Bogré (ue los compatriotas (ue honran a la

 8ierra con su ciencia, "errano el !l&logo y :endoza el estadista, dejaran su encierro

claustral para asomarse a(uí por unos instantes. 2u(uesas ejanconas de tantísimas

campanillas y retumbantes nombres, cuyo origen remonta a la Roma de los Antoninos,

paseáronse al brazo de generales, e%presidentes de nuestras repúblicas, (ue

ostentaban uniformes más de oro (ue de pa#o- hubo miembro del +oc;ey Club (ue le

hiciera la corte a una chicuela recién llegada, (ue tenía todaía en los ojos el recuerdo

del cielo del tr&pico y en los oídos el rumor de la brisa entre los cafetales, y hasta se

diirti& el grupo donde lucían la cala de :anourier, el !l&sofo espiritualista, las

arrugas de :ortha, mi e%profesor de ar(ueología egipcia, y el mon&culo del noelista

psic&logo, autor de <Bos 9er!les emeninos>, (ue, despreciando esa noche a las

mujeres, (ue preguntaban por él para hacerle la corte, fue a esconderse entre

a(uellas anticuallas y a conersar con el doctor Charet, (ue me dijo, al pasar por

cerca de él, golpeándome el hombro*

 Así se hace. @oce usted suaemente de la ida, amigo mío- goce usted

suaemente de la ida.

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45ué me import& el é%ito de la !esta6... "i mi lucidez de analista me hizo er (ue

para mis elegantes amigos europeos no dejaré de ser nunca el rasta(ouNre, (ue trata

de codearse con ellos empinándose sobre sus talegas de oro- y para mis compatriotas

no dejaré de ser un farol&n (ue (uería mostrarles hasta d&nde ha logrado insinuarse

en el gran mundo parisiense y en la high life cosmopolita6

Eso no impidi& (ue las tres mujeres concurrieran y (ue mi plan se realizara.

43 eso (ué me importa, si ninguna de las tres ha podido darme lo (ue le pido al

amor, y s&lo me (ueda hoy el orgullo de haber seducido en unas horas a las tres

bellezas de (uien nadie se atreería a sospechar y (ue la concurrencia entera design&

como las tres reinas de la !esta6

43 eso (ué me importa, si yo no io para los demás, sino para mí mismo, y si

ese triunfo no me satisface, por(ue sé (ue tal ez ellas mismas ignoran las razones

(ue tuo cada una para entregárseme y para colmarme de caricias locas6...

43 (ué me importan esas ideas sobre el amor, ni (ué me importa nada, si lo (uesiento dentro de mí es el cansancio y el desprecio por todo, el mortal dejo, el spleen

horrible, el tedium itae (ue, como un monstruo interior cuya hambre no alcanzara a

saciarse con el unierso, comienza a deorarme el alma6...

=osotros conocisteis ese mal sin nombre y sin remedio, patricios romanos (ue,

hartos de los goces de la carne, ahítos de las declamaciones de los !l&sofos y de los

ersos de los poetas y de las creaciones del arte heleno y latino, abandonábais los

triclinios de mar!l recubiertos de púrpura, sobre los cuales caían en lluia las arom

osas esencias y las rosas de 9oestum, tirábais al suelo la áurea copa cincelada,

llena de ino de Chypre, y la corona de rosas (ue os ce#ía la frente y, despreciando lasensual delicia (ue os brindaba la cortesana desnuda a uestro lado, corríais a buscar

en la despreciada ense#anza de los rudos discípulos del 7azareno, en la práctica de la

pobreza y de la humildad, una fe nuea y una esperanza sublime (ue os hiciera

cambiar de ida, abrazaros a la cruz, desa!ar las iras del Emperador y, trans!gurados

por el é%tasis, ir a esperar la hora de la muerte bajo las garras de los leones, sobre la

arena ensangrentada del circo0

Ah0 sí, eso fue entonces. En nuestra época mediocre y ruin no (ueda camino

abierto para las almas del temple de las uestras, (ue siente lo (ue sentisteis. Bo

sublime ha huido de la 8ierra. Ba fe ciega (ue en su regazo de sombra les ofrecía unaalmohada d&nde descansar las cabezas a los cansados de la ida, ha desaparecido del

unierso. El ojo humano al aplicarlo al lente del microscopio (ue inestiga lo

in!nitesimal y al lente del enorme telescopio (ue, uelto hacia la altura, le reela el

cielo, ha encontrado, arriba y abajo, en el átomo y en la inconmensurable nebulosa,

una sola materia, sujeta a las mismas leyes (ue nada tienen (ue er con la suerte de

los humanos. "utiles e%egetas y concienzudos comentadores estudiaron los iejos

te%tos sagrados y los analizaron descubriendo en ellos no las palabras, (ue son el

camino, la erdad y la ida, sino las sabias prescripciones de los ciilizadores de las

naciones primitias y la leyenda forjada por un pueblo de poetas. El cadáer delRedentor de los hombres yace en el sepulcro de la incredulidad, sobre cuya piedra el

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alma humana llora como llor& la :agdalena sobre el otro sepulcro.

<9adre nuestro (ue estás en los cielos, santi!cado sea tu nombre...>. Ba oraci&n

(ue la santa de las guedejas de plata me ense#& de rodillas cuando apenas podía

balbucirla, iene a mis labios de hombre y no la puedo rezar. 8ú estás acío, oh, cielo,

hacia donde suben las oraciones y los sacri!cios0

7eomisticismo de 8olstoi, teoso!smo occidental de las du(uesas chi$adas,

magia blanca del magní!co poeta cabelludo, de (uien 9arís se ríe, budismo de los

elegantes (ue usan mon&culo y tiran $orete- culto a lo diino, de los !l&sofos (ue de

struyeron la ciencia, culto del yo, inentado por los literatos aburridos de la

literatura- espiritismo (ue crees en las mesas (ue bailan y en los espíritus (ue dan

golpecitos, grotescas religiones del !n del siglo D, as(uerosas parodias, plagios de

los antiguos cultos, dejad (ue un hijo del siglo, al agonizar éste, os enuela en una

sola carcajada de desprecio y os escupa a la cara0

Es esa hambre de certidumbres, esa sed de lo absoluto y de lo supremo, esatendencia de mi espíritu hacia lo alto, lo (ue he enido enga#ando con mis aenturas

amorosas, como enga#aba mi sed de éstas con las jugarretas de las últimas noches de

castidad. 9ero el hambre de creer no hay con (ué saciarla (ue no sea con la creencia

misma... 43 en (ué creerás, alma mía, alma melanc&lica y ardiente, si los hombres son

ese miserable tropel (ue se agita, cometiendo infamias, buscando el oro, enga#ando a

las mujeres, burlándose de lo grande, y si ya murieron los dioses6

5uizás el Amor tuo sabores acres y e%táticos (ue pudieran reemplazar a la fe. El

de lo místico ino en las rudas épocas medieales, y en la e%pansi&n grandiosa de

pasiones (ue fue del Renacimiento. Amar temblando, por(ue al traés de la puerta dela alcoba, tibia y perfumada por los besos, se oía el ruido de los pasos y de las armas

de los matones eniados por el marido, (ue subían a engar la afrenta- amar orando,

por(ue la 2ama reestía aspecto de :adona- amar sin satisfacer el amor e

inmortalizando el nombre de Ella en canciones o en estatuas, ser /enenuto Cellini o

@odofredo, Alighieri, 9etrarca o :iguel Angel, cuando Ellas se llamaban /eatriz

9ortinari, Baura o =ittoria Colonna, fue empresa de hombres- pero hoy, en estas

sociedades decrépitas, en (ue el adulterio es fácil y practicable sin peligro, como un

sport- en (ue la ida de la mujer es toda entera una lenta y gradual preparaci&n para

la caída y en (ue los maridos ienen a isitar al afortunado para pedirle faores, esmiseria indigna de un hombre.

 8al ez mi misantropía me llea a juzgar a esos infelices enga#ados peor de lo

(ue merecen. 1abrán creído (ue lo (ue ieron la noche del baile fue un $irt sin

consecuencia y e%plotable para ellos gracias a mi juentud y a mi dinero- pero lo

cierto es (ue las circunstancias se han enlazado de tan e%tra#o modo, (ue se

necesitaría beneolencia de santo para no juzgarlos como los juzgo, por lo menos

como unos imbéciles.

'ye, 9epillo, me dijo el amigo Rias, usando el antipático nombre con (ue me

llama- engo a pedirte un faor (ue s&lo tú puedes hacerme.

 Estoy a tus &rdenes, le respondí, creyendo (ue se trataba de un duelo en (ue

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debía acompa#arlo como testigo, y sorprendido de oírlo hablar así... 48omas café6..,

a#adí, ofreciéndole, por(ue tomaba el mío, acabando de comer en el cuarto de fumar,

cuando entr& como un huracán, y con aire agitado y la respiraci&n anhelante.

 7o, no tomo- me pone nerioso. 'yes, 9epe* as a hacerme un sericiazo, de

esos (ue s&lo a un amigo íntimo se le pueden pedir. 7o me lo niegas, 4eh6, a#adi&,

entrecortado- júrame (ue no me lo niegas.

 "i te digo (ue estoy a tus &rdenes.

 4Con(ue dejas de ir a austo por ayudarme6 47o tienes plan para esta noche6...

/ien, c&mo te lo agradezco0 9ues, mira* tenemos cuatro, Amorteguí, Rodríguez,

"aaedra y yo una cena con cuatro mujeres, pero de lo !no, 4oyes6... cuatro

horizontales (ue te (uedarías bobo si te dijera los nombres... cuatro de lo bueno0, y

suponte la (ue se me atraiesa0 Consuelo está indispuesta y no tengo (uién me la

acompa#e y me da pena dejarla sola. 3a es... 3 eso de (uedarse uno conersando

con su mujer, por(ue ella se siente débil y de acostarse a las once, después de tomar

el té, cuando tiene entre manos una cena con cuatro tipos como Rodríguez y con

cuatro mujeres así, de lo !no... 7o, si estaba desesperado. A fuerza de cailar

mientras comíamos, se me ocurri& la cosa- 4no es6... 3o me uelo a casa, por(ue le

dije (ue salía por un momento- entras tú de isita y te haces el afanado- me dices (ue

Amorteguí me estaba buscando con urgencia en el bulear, por(ue tiene (ue hablar

conmigo esta noche de un negocio. 8e juro (ue es ella la (ue me hace salir0 :e oy y

tú me la acompa#as hasta lo más tarde posible, 4no6, para (ue no caiga en la cuenta

de la hora a (ue uelo, si se desela, como le sucede casi todas las noches. 45ué tal

el plan, eh6 4C&mo te parece mi combinaci&n6 4Admirable, cierto6... :e ayudas...

 Admirable..., le dije. 2e mil amores- me tienes allá dentro de media hora a lo

sumo, y sali& hecho unas pascuas, retorciéndose los bigotes y sintiéndose un

:a(uiaelo.

 45ué primor me trae usted ahí6..., me pregunt& la dejatia y lánguida criatura,

cuando después de salir el otro, nos (uedamos solos en el cuartico donde recibe a sus

íntimos. 4Alguna de esas cosas (ue s&lo usted encuentra6..., dijo para disimular la

turbaci&n en (ue estaba al sentirse sola conmigo después del beso delicioso cambiado

en el fondo del inernáculo desierto donde me la lleé por unos segundos la noche del

baile, y de los juramentos de amor con (ue lo acompa#é. 45ué primor me trae, +osé6... 4lores6 2ios mío, $ores rosadas de las de

@uaimis0... Bas mismas, dijo, toda trémula, como acariciando con los ojos el ramo de

or(uídeas (ue se había puesto en las rodillas, y (ue acababa yo de formar en el

inernadero al salir de la casa... 2ios mío0... 4y d&nde consigue usted $ores de

nuestra tierra en 9arís, +osé6...

 En casa, Consuelo, le dije, sentándome a su lado, sobre la misma tur(uesa de

donde se había leantado al erme entrar unos momentos antes. En casa, Consuelo...

2esde una tarde, hace nuee a#os, tengo siempre, esté donde estuiere, unas plantas

(ue cuido mucho para (ue den $ores de ésas... desde hace nuee a#os y desde unatarde, dije, mirándola, para er el efecto de las sugestia frase (ue había estudiado

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desde el momento en (ue el astuto Rias me cont& su plan en el cuarto de fumar.

"e puso pálida, más pálida (ue lo está siempre- le temblaron las manos y los

labios, y baj& los ojos al suelo.

7uee a#os antes, casi ni#os ella y yo, una tarde deliciosa, una tarde del tr&pico,

de esas (ue conidan a so#ar y a amar con el aroma de las brisas tibias y la frescura

(ue cae del cielo, sonrosado por el crepúsculo, olíamos por un camino estrecho,

sombreado de corpulentos árboles y encerrado por la maleza, al pueblecillo donde

salía a eranear su familia. 7os habíamos adelantado al grupo de paseantes. 3o,

diciéndole (ue la adoraba, recitándole estrofas del Ddilio, de 7ú#ez de Arce, y

sintiéndome el 9ablo de a(uella =irginia estida de muselina blanca, (ue apoyaba su

bracito en el mío.

 5uiero $ores de ésas, me dijo, mostrándome un ramo de parásitas rosadas (ue

colgaban de la rama de un arbusto, y al entregárselas, en la semioscuridad del

camino, donde el aire era tibio y olaban las luciérnagas y aromaban los naranjos en

$or, la cogí en mis brazos y la besé con todo el ardor de mis dieciocho a#os, y ella me

deoli& los idílicos besos con su boca irgen y fresca.

 "on $ores de @uaimis, Consuelo, le dije... 2esde esa tarde tengo siempre plantas

de esas en casa para respirar en su olor el beso de entonces, (ue ha sido el minuto

más feliz de mi ida. 2esde entonces hasta la noche en (ue, iiendo, ya a(uí, supe

(ue usted se había casado con Rias, no ha habido un solo día en (ue no piense en

usted con la misma ternura. "i su padre no se hubiera reído entonces de mi amor,

por(ue era yo un ni#o, y no me hubiera prohibido oler a su casa, como lo hizo, (ué

feliz hubiera sido y (ué distinta mi suerte0 Entonces me am& usted, no me lo niegue-déjeme creer (ue fue así- después me olid&. 'jalá hubiera hecho yo lo mismo. Antes

de anoche, al erla a usted en casa, entre las erduras del inernáculo, con ese

estido de muselina blanca (ue la hacía parecida a la (ue me hizo feliz con su cari#o

de ni#a, y al sentirme cerca de usted, me olidé de todo, me sentí el de entonces,

sentí por usted el mismo amor de ese instante, aumentado por nuee a#os de pensar

en usted, y tue la audacia de robarle un beso, (ue fue un é%tasis... Ahora engo a

pedirle a usted perd&n, Consuelo, por esa audacia sin nombre, y se lo pido en nombre

de nuestro amor de ni#os, y de rodillas... Consuelo* 4me perdona6, continué, ya

arrodillado, al pie de ella y besándole las manos, (ue me abandonaba, inertes. 4)sted,con toda su dulzura, no le podrá perdonar a un hombre (ue la ha adorado toda su ida

y (ue no hace más (ue so#ar con usted, (ue le hable así, por(ue no puede callar por

más tiempo6 2ime, a#adí, oliendo al tuteo delicioso (ue usábamos cuando ni#os-

dime, Consuelo* 4no es (ue te adoro con toda mi alma6, 4no comprendiste (ue la

!esta de la otra noche no tuo más objeto (ue erte en casa, (ue sentirte cerca unos

minutos, (ue sentir tus manos en las mías6, 4no sientes (ue estas $ores tienen el

mismo olor de nuestras $ores del @uaimis6... Respíralas- 4no les sientes el olor del

beso de entonces6...

 3a la tenía en mis brazos, enuelta, fascinada, subyugada por mi comedia desentimentalismos, (ue se transform& dentro de mí en sensual delirio al sentir (ue me

deolía los besos (ue le daba, y al oírla decirme* <Ba otra noche me iba muriendo en

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el inernáculo cuando me besaste. 3o no he hecho más (ue pensar en ti desde

entonces. "i me casé, fue por enir a 9arís y erte. 3o nunca le he dado un beso a

Rias. +úrame (ue me adoras, por(ue me parece un sue#o oírtelo decir... +osé, +osé0

9or 2ios0 9ero esto es un crimen adorarnos así- un crimen espantoso siendo yo su

mujer>.

 

7o, no es un crimen, mi amor- sería un crimen si él te (uisiera, si no fuera (uienes, si no se hubiera casado contigo por tu fortuna, si no te abandonara como te

abandona, si yo no te adorara así, Consuelo, 4no es cierto (ue es una locura (ue me

(uede a(uí un segundo más6, dije, dominándome para lograr la promesa (ue

buscaba, cuando puede oler de un momento a otro y sorprender algo en nuestras

caras de la delicia (ue han sido estos momentos. 47o es cierto (ue es una locura,

cuando ma#ana podemos pasar horas enteras juntos, donde no tengamos (ue temer,

en casa, donde haremos de cuenta (ue no estamos en 9arís y respiraremos en el

inernáculo el olor de nuestros bos(ues6... 45ué6, insistí al oír la respuesta. 45ué6 48e

da miedo ir6 43 no te acuerdas de (ue estamos en 9arís, donde nadie mira a nadie yde (ue iimos a dos pasos6... 4Alguna ez ha enido Rias a mediodía, mientras

andas tú por los almacenes, o te pregunta d&nde has estado6 9odemos pasar juntos

seis horas, (ue aldrán para mí por seis a#os de felicidad... 4:e tienes miedo6... 47o

sabes (ue mi amor es tan puro como lo era entonces, (ue me basta erte, oírte para

ser feliz y (ue no te daré un beso si no (uieres6...

 3 ino y fue mía- y después ha enido dos eces, sin pedírselo casi, por(ue ha

(uerido, por(ue necesita caricias como necesita respirar, y por(ue el otro, el hombre

astuto de las ma(uiaélicas combinaciones, anda cenando con sus horizontales, (ue

le están comiendo medio lado, y tiene abandonada esa $or de sensualidad y de

inocencia, (ue se pasa muchos días y muchas noches sola, por(ue no tiene casi

relaciones en 9arís.

Con otras armas cay& la otra, la rubia baronesa alemana, (ue tiene la carnadura

dorada de las =enus del 8iciano y está e%enta de todo prejuicio, según dice ella, la

lectora de 1auptman y de @erman /ahr. Con ésa afecté frialdad absoluta la noche del

baile y me limité a hablarle en alemán y referirle con sencillez el duelo con su pariente

el "ecretario de Embajada, y a hacerla con!dente de mi desprecio por los hombres.

Creyéndome de mármol, mientras paseábamos juntos por las salas, emprendi& una

conersaci&n destinada probablemente a cerciorarse de mis escasas facultades

amatorias y a escandalizarme con el desprecio profundo (ue manifestaba por todas

las coneniencias sociales y todas las ideas corrientes sobre moral. Ba dejé hablar

largamente. Ba oía como si no la entendiera, sin contestarle más (ue lo necesario,

para (ue siguiera hablando, y claándole los ojos en el seno de +uno, medio desnudo

de un corpi#o de terciopelo erde oscuro, sobre el cual esplendían magní!cos

diamantes, y en los labios rojos como una fresa madura. Claaba ella los ojos en mí,

como buscando el efecto de sus frases audaces y de su belleza majestuosa, y se

sonreía con una sonrisa de desafío al erme palidecer por instantes, al crecer dentro

de mí la tentaci&n (ue me estaba crispando los nerios.

  8odas ésas son teorías, se#ora- teorías y nada más. )sted en la práctica es una

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puritana rígida y respeta hasta los más estúpidos lazos con (ue nos sujeta la sociedad.

"i usted iiera de erás, más allá del bien y del mal, como dice 7ietzsche, sería otra

cosa- pero no es así. "i yo le diera a usted un beso ahora, dije, haciéndola sentarse en

un saloncito donde no había nadie, usted haría (ue su marido me mandara un par de

testigos- y si la initara a comer sola conmigo ma#ana, a las siete de la noche, no

olería a contestarme el saludo. 1aga usted el ensayo, me respondi&, lleando su audacia y mi e%citaci&n al

paro%ismo y aliéndose de una frase (ue lo enolía todo.

Ba besé frenéticamente, y acudi& a la cita al día siguiente por la tarde.

 Bo (ue me ha fascinado en usted, decía al salir de casa, es su desprecio por la

moral corriente. Bos dos nacimos para entendernos. )sted es el sobrehombre, el )ber

mensch con (ue yo so#aba.

Con la :usellaro fue otra historia. "o prete%to de amor al arte pagano y de mi

entusiasmo por los poetas modernos de Dtalia, habíamos tenido en los últimos tiemposconersaciones indeciblemente libertinas. Ba iba a er desde tres meses antes, los

martes por la noche, en (ue recibe en su casa la $or y nata de los condes y

mar(ueses arruinados y de los pintores y músicos de la Colonia. :e había recitado los

más ardientes poemas en (ue 2XAnnunzio canta las glorias de la carne, con oz

ligeramente ronca y elada, medio cerrados los oscuros ojos (ue, con la mate

blancura de la piel, lo puro del per!l y lo espeso de la cabellera negra, hacen so#ar

con una romana de los tiempos del Dmperio- me había oído decirle cosas sin nombre,

sin ruborizarse. "us formas esculturales y sus ademanes de reina atraían las miradas

masculinas la noche del baile. 9or haber enido arias eces a casa, con el marido, aer mis colecciones de medallas, de camafeos y de piedras grabadas, se sentía como

en la suya y hacía los honores. Esa noche emanaba de ella un tibio olor de Chypre,

(ue, confundido con el de su cuerpo, la enolía, al bailar, como en una atm&sfera

espesa de oluptuosidad. En los brazos redondos y de ideal blancura, sobre el descote

cortado en cuadro y sobre los negros cabellos ondeados y brillantes, ardían los rubíes

sangrientos, (ue tenían el mismo matiz de la opaca seda del traje, bordado de

argentadas pasamanerías (ue lleaba puesto.

  +ulia, le dije lleándola hacia el rinc&n donde una copia de la =enus de :ilo

destaca sus blancuras de mármol sobre la pesada cortina del fondo, esta noche labelleza de usted embriaga, como embriagaría un ino de alerno, bebido en copa de

oro. "i usted pudiera erse con unos ojos de hombre, se enamoraría de usted misma.

"ue#a uno al erla a usted con no iir en este siglo dejatio y triste, en (ue hasta el

placer se mide y se tasa, sino en la época de los /orgias, prooca erla presidiendo

una orgía de príncipes, en (ue el sabor de los besos se mezclara con el del eneno.

 )sted sue#a en eso por(ue tiene músculos de jayán y nerios de artista del

Renacimiento- a todos estos parisienses les parezco ulgar, de !jo- para ellos la

distinci&n consiste en ser $aca y pálida. Bos dos deberíamos ser más íntimos, por(ue

nos parecemos mucho- ambos somos paganos, me dijo, (uemándome con susmiradas de fuego y mareándome con su olor pererso y sugestio.

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 Esa intimidad depende de usted. "i usted iniera a erme el juees por la

ma#ana, nos sentiríamos paganos hasta las médulas de los huesos- le leería unos

ersos y le mostraría unas aguafuertes de elicien Rops, (ue usted no conoce, por(ue

son dignas del :useo "ecreto de 7ápoles...

 "i estoy loca por erlas, me dijo, con la cara iluminada por la alegría y

estrechándome el brazo contra el seno de diosa. =endré a las ocho. :usellaro no seleanta nunca antes de las doce.

 3 un beso sell& el tácito pacto (ue contenían a(uellas frases- un beso dado

detrás de la cortina, a (ue le olían las espaldas los concurrentes, empe#ados en er

a "arasate, (

ue se leantaba para comenzar a tocar el iolín, al (ue le arrancaba misteriosos

(uejidos.

42onjuanismo6 4"educci&n6... Respecto de Consuelo, tal ez, en (uien to(ué las

más ocultas !bras del sentimiento al recordarle nuestros infantiles y dulcísimosamores- no con las otras dos, iciosas, coleccionadoras de sensaciones, aleccionadas

por (uién sabe (ué predecesores míos, corrompidas por el arte y la literatura y

empe#adas cada una de ellas en er en mí el personaje (ue les han mostrado como

ideal los librejos ponzo#osos (ue han leído sin entenderlos. 4"educci&n6 7o- si nadie

seduce a nadie. "i es la idea del placer la (ue nos seduce... 8an ardiente era el deseo

en ellas como en mí- dentro de unos a#os no recordarán la aentura, y si la recuerdan,

les parecerá a ambas tan inocente como me parece a mí ahora.

43 esto llaman crimen los moralistas seeros, (ue predican su moral en dramasde tres actos6 4Crimen6 1alagar a una mujer, idealizarle el icio, ponerle al frente un

espejo donde se mire más bella de lo (ue es, hacerla gozar de la ida por unas horas y

(uedarse sintiendo desprecio por ella, asco de sí mismo, odio por la grotesca parodia

del amor y ganas de algo blanco, como una cima de entis(uero, para (uitarse del

alma el olor y el sabor de la carne0

:usellaro me llam& la otra noche en el Círculo, donde le habían limpiado los

bolsillos la íspera, y con mil zalamerías seriles y poniendo por las cumbres mis

conocimientos de arte, me habl& de un cofrecito de plata, cincelado por 9ollaiuolo, (ue

endía un amigo suyo en lorencia.

 =ale siete mil francos, me dijo. Al momento en (ue supe (ue lo endían, pensé

en aisárselo a usted, seguro de (ue se (uedará con él. :i amigo no (uiere (ue se

sepa su nombre. Es un objeto (ue ha pertenecido a su familia desde hace trescientos

a#os, y del cual se desprende, obligado por las circunstancias. )sted sabe c&mo an

las cosas en Dtalia.

 2e sobra. 8elegrafíele usted a primera hora diciéndole (ue lo ha colocado y (ue

me lo eníe, le respondí. Be eniaré a usted el che(ue ma#ana mismo.

:e río del cofre cincelado por 9ollaiuolo0 Recibiré algún chirimbolo recién salidodel molde. Bo (ue a a reírse de mí el afortunado marido de la admiradora de

9etronio0

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El de 'lga, el bar&n alemán delgaducho y triste, (ue tiene la manía de las

estampillas de correo y las colecciona con entusiasmo de colegial, acaba de salir de

a(uí para pedirme un faor especial. 5uiere el /usto del Bibertador, una

condecoraci&n (ue da el @obierno de =enezuela- y al efecto, desea (ue hable con el

simpático mozo autor de Espirales de humo, (ue representa a a(uella naci&n en 9arís

y con (uien sabe (ue me ligan relaciones de amistad. 2entro de unas semanas tendrásu medalla y se la colgará al uniforme para (ue luzca al lado de las siete con (ue lo

engalana al llearlo, y recibirá una estampilla de mi colecci&n.

 4"iempre ha sido así, no es cierto6, pregunt&, oliendo a mirarla, como

fastidiado por mi solicitud.

 "iempre, le contest&, tendida en la otomana y enuelta en los pliegues de la

rosada bata de seda $oja (ue huele a heliotropo blanco... "iempre, le contest&,

sonriendo, con su dulzura de moribunda.

  8ambién es (ue no (uiere salir- mira, 9epillo* tú (ue estás desocupado, paséala-

a mí los negocios no me dejan un minuto libre- si lo tuiera, lo haría. 8ú (ue sabes

tanto de cuadros y de estatuas, lléamela a los museos- yo no tengo tiempo. 49or (ué

no as al Boure ma#ana con ernández6, le pregunt&... 47o decías (ue tenías ganas

de ir6

 4Dremos, no, +osé6 Es (ue cuando uno no está acostumbrada a la ida de Europa,

no se le ocurre salir con un amigo, 4cierto6 ...3 los ojos árabes me miraban con delicia,

y la cabeza, recostada sobre los cojines blandos de la otomana, me ofrecía millones de

besos para el día siguiente.

 

Es (ue las mujeres no malician lo (ue lo absorben a uno los negocios, continu& elotro. 8ú (ue sabes la complicaci&n de los míos, suponte si tendré tiempo para pasearla

y distraerla como (uerría...

43 si lo tienes para jugar billar y bacarat en el club y para pasarte las semanas

enteras con tus famosas horizontales e ir a cenar con ellas, grandísimo tarambana6,

pensaba yo entre mí al oírlo.

 42e modo, 9aco, (ue me autorizas formalmente para pasearla y distraerla6, le

pregunté con una frialdad de iejo de setenta a#os.

 Be engo suplicando desde (ue lleg&, (ue salga a conocer a 9arís, y maldito el

caso (ue me hace0

 'iga usted, Consuelo* su marido me la entrega para (ue la haga pasear y la

distraiga- después usted no alegue (ue no le ha dado permiso para ir a tal o cual

parte.

 7o, lléala a donde (uieras- e con ernández a donde te llee, 4oyes6... Ah0 las

diez, dijo, sacando el reloj- tengo (ue salir- tú me e%cusas, 4cierto6 8engo una cita con

Amorteguí para un negocio importante.

2iz(ue al día siguiente le pregunt& ella (ue si no hablarían los (ue nos conocen

al ernos juntos en mi coche, y le dijo él soltando la carcajada* 7o* si a ernández lo conocen todos... 48ú sabes c&mo lo llaman6 El Casto +osé.

7o te afanes por lo (ue digan, (ue no dirán nada...

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3 me lo contaba ella, riéndose con la boca carnuda y deliciosa, recostada en uno

de los dianes de mi biblioteca0 :e oy a pasar contigo los días enteros, si (uieres, me

decía- para (ue me consientas y me (uieras- si no, me muero... Estoy muy enferma,

4sabes6 8engo !ebrecita todas las noches, desde hace un a#o, desde (ue ine. 7o

estudies tanto, agregaba, iendo los atlas, las cartas geográ!cas, los gruesos

olúmenes abiertos sobre las mesas y los estantes enormes de la biblioteca- te matassi sigues estudiando así. :ira* as a descansar paseándome- desde ma#ana le echo la

llae a este cuarto de iejo y comenzamos nuestras e%cursiones...

2icho y hecho. Como no (uería (ue la ieran conmigo, los sitios predilectos

fueron los alrededores de 9arís, los pueblecitos rientes y llenos de erdura, las salas

de los museos, las iglesias más distantes del centro.

Cluny no me gusta- hay allí tanto ejestorio, y a(uello huele a sacristía- lo (ue

me encanta es el Bu%emburgo, (ue tiene cuadros nueos, y esos jardines tan lindos,

cerca. 43 esto es lo (ue ponderan6, me preguntaba, iendo los arcos de piedra

renegrida y las misteriosas esculturas de las torres de 7uestra "e#ora.

Cuánto más linda "an rancisco, (ue es nuea y tiene tantos dorados0 3o

comencé una ez a leer una noela (ue se llama como esta iglesia, y no seguí por(ue

no entendía nada. 48ú has oído hablar de ella6... Creo (ue es de 2umas.

Resucit& con mi amor. 2io en no (uerer (ue saliéramos y se pasaba los días

enuelta en la rosada bata de seda $oja, iendo dibujos a la sanguínea, aguafuertes,

grabados en acero y acuarelas de los (ue guardan mis cartones- e%aminando los

camafeos uno por uno. :ira esta pintura, me decía, mostrándomela y paseando por

las salas desiertas sus miradas curiosas y la languidez dejatia y rítmica de su cuerpodelicioso, (ue ondula como las palmas de nuestra tierra, al soplo del iento del mar.

41acerla comer algo (ue la alimentara6... 7o- golosinas y frutas, pastelillos rellenos de

con!turas, con!tes, caramelos y almendras de la casa /oissier y albérchigos y uas

moscateles, (ue destrozaba con sus dientes de azulosa blancura.

  8e as a morir de anemia, Consuelo, le dije una ma#ana, en (ue, sentados

ambos en el comedor, no (uería probar un ala de pollo (ue le ofrecía, suplicándole.

 9ero si tú sabes (ue nunca como carne. 2ame café negro- eso sí, y una copita de

marras(uino, continu& tendiéndome la taza de "eres y la frágil copa en forma de lirio.

2ime* 4a (ue tú no has pensado en esto6, 4(ué tienen a(uí (ue sea tan bueno como lo(ue tenemos nosotros allá6 :ira el café, el chocolate, las pi#as, la ainilla, las

esmeraldas, el oro, todo eso, (ue es lo mejor, iene de nuestra tierra. 48e acuerdas de

las pi#as del @uaimis6... "e las manda coger uno a los negros, y se las traen por

montones... A(uí s&lo las comen los millonarios, los príncipes0... 42e (ué te ríes6, me

pregunt&, seria, al er la sonrisa (ue no pude contener al oírla...

 2e pensar (ue a las mujeres (ue nacen allá no las consiguen ni los príncipes, le

dije, aludiendo a la carcajada (ue le solt& al de 9ontaento la noche del baile en (ue

(uiso besarle una mano.

 

7o, ésas son para los (ue las conocen desde (ue nacieron y las consienten como

tú a mí. Estas de a(uí serán más lindas y más elegantes, dijo- pero no saben (uerer.

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A(uí nadie (uiere a nadie. 4"abes tú lo (ue a mí me parecen las parisienses6 :u#ecas

ias... a#adi&, soltando una carcajada. 48ú crees (ue alguna de ésas es capaz de

(uerer como (ueremos nosotras6...

Así se han ido tres meses casi, en diálogos de esos, en siestas dormidas en las

dos hamacas, (ue hice colocar entre las palmas del inernáculo, en paseos de (ue

olíamos con los ojos llenos del color y el olor del campo, donde pasábamos lasma#anas en rasguear una bandola (ue tenía yo en mi escritorio como adorno y hacer

sonar en el aire de 9arís las dejatias canciones de la tierra donde nacimos... Be he

ofrecido ir a "an "ebastián y a /iarritz, para donde se la lle& 9aco a er toros.

 'ye* allá oiremos si(uiera hablar espa#ol y no me llamarán :adame. =amos a

estar felices- endrás, 4cierto6

 :e la has curado, 9epillo0 :írala c&mo está de rosada y de gorda... 1an sido los

paseos contigo. 7o sé c&mo agradecértelo. "i ieras el bueno humor (ue tiene ahora.

Antes iía suspirando. =en a "an "ebastián y allá completarás la obra. 48e esperamos

precisamente6 Dnstale tú, Consuelo, le decía el marido esta ma#ana, al dejarlos en la

estaci&n, donde cruzamos la última mirada, y le estreché la mano, (ue no oleré a

sentir en las mías por mucho tiempo, por(ue, cansado de besos, de mimos, de

eneramientos y de lasciias, me iré dentro de tres semanas a 7uea 3or; a er si los

negocios a la americana y el hard or; me curan del mal de iir y del asco de la ida,

(ue estoy sintiendo.

(@ de septiembre

3 no me he ido0 "i uele, le cerraré brutalmente la puerta y haré (ue alguien le

sugiera al marido (ue no la deje salir sola, por(ue corre peligro de (ue se rían de él, si

siguen iéndola conmigo. 2esde su ida me he consagrado a reisar mi plan concebido

en "uiza en el erano pasado, en los días en (ue ií en el picacho abrupto donde no

llegaba ni el ruido de la canallería humana. 8ran(uilos los sentidos por los e%cesos de

los meses pasados, he uelto a iir la ida erdadera y a sentir (ue me renacen las

alas (ue me habían cortado las tres 2álilas, la lectora de 7ietzsche, la sensual romana

y mi sentimental y perezosa amiga, (ue no ha leído, a 2ios gracias, ningún libro (ue le

haya (uitado del alma el perfume de sencillez (ue la hace adorable.

Es una almita cerrada, inconsciente y fresca, (ue guarda todo su olor a monta#a

y a nido y a rosas como las parásitas del @uaimis, como las or(uídeas rosa

das (ue le di la tarde en (ue la besé por primera ez0

(A de octubre

Camilo :onteerde, mi primo hermano, (ue está en 9arís ahora, y yo no

hablamos nunca de arte. En literatura se (ued& en el naturalismo de Oola, (ue es paraél la f&rmula suprema. "abe (ue lo considero de cuarto orden como escultor, a pesar

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de la fama de (ue disfruta en mi tierra, y no entiende mis ersos, según confesi&n

propia. Eso es música del porenir, puro ?agner..., me dice cuando lee algo mío. 9ara

mí el primer poeta contemporáneo de Espa#a es Campoamor... ése es claro y lo

entiendo...

7o hablamos de arte nunca. 1ablamos de nosotros mismos, o mejor dicho, me

habla él de él y de mí, dada la especie de pudor (ue me impide dejarle er ciertosmodos de sentir míos, de (ue se reiría. En cambio, e%agera él un poco su cinismo-

cuando me hace con!dencias, toma la pose canaille, (ue diría un pintor, y me e%hibe

un personaje muy diferente del (ue conoce el público y muy parecido al (ue describe

Buis :ontes, (ue lo desprecia y lo odia con todas sus fuerzas y no le reconoce ni aun

sus más positios méritos.

 48ú siempre cazando el pájaro azul6, me decía antier en el cuarto de fumar. =oy

mil d&lares de apuesta a (ue estás enamorado plat&nicamente y a (ue todo lo (ue he

isto en tu casa lo has comprado y lo has pagado.

 7o conozco otro modo de hacerse uno a lo (ue desea, le dije. 48ú has encontrado

otro6

  3a lo creo- se lo hace uno regalar o se lo llea. A(uí en 9arís debe ser difícil el

procedimiento mío- pero en mi tierra me ha surtido resultado completo. 8odos los

tapices, los muebles antiguos, las armas y los cuadros (ue tengo han salido de los

conentos y de las iglesias. 4C&mo6, me dirás tú. 9ues haciendo tales bajezas para

tenerlos- diciendo tales cosas respecto de ellos, (ue el due#o o la due#a, iejo (ue lo

conoci& a uno de muchacho, o muchacho (ue lo admira y (uiere tenerlo contento, a

las pocas ueltas manda la pintura, el broncecito, el objeto hist&rico, diciéndose* <Estoa(uí no luce mayor cosa y en cambio :onteerde contará (ue es regalo mío...>. 4Es

(ue tú no eres práctico6..., continu& después de un silencio y como pensando en alta

oz. 8ú te entusiasmas con las cosas, te enamoras de las mujeres, haces locuras por

ellas, tienes la manía de trabajar y de saber. 45ué ha sido hasta ahora de tu ida6...

)na cacería al pájaro azul... :ira* el secreto es, con el menor esfuerzo posible, lograr

el mayor resultado posible, sin moerse casi y a punta de imbecilidad de los otros y de

las otras, de adulaciones de uno a los (ue no las esperan y de insolencia con los (ue

las esperan. Así, comienza a lloerle a uno todo del cielo, amigos, fama, dinero y

mujeres. :ujeres0, sigui& en su mon&logo, apurando a tragos largos una copa grandede his;y (ue se había serido- mujeres0 todas incoherentes* +orge "and y Cora 9earl,

"arah /ernhardt y +uana de Arco- todas deliciosas, todas as(uerosas, y todas

mujeres0 48ú conoces la taberna de Rousselot en :ontmartre6... 5ué as tú a ir allá0...

8ú, el so#ador de aristocráticos idealismos0...

 43 por (ué me preguntas si la conozco6, le pregunté, riéndome...

 9or(ue antenoche me encontré ahí una marailla, una de las muchachas (ue

enden la cereza. Es deliciosamente estúpida y estúpidamente deliciosa. 8ú no

entiendes de eso. 8ú as so#ando siempre en alguna 2ulcinea, como el caballero de la

triste !gura- yo soy más práctico... Bos dos somos del mismo árbol, los Andradea(uellos, 4oyes6... con dos injertos diferentes, tú de 2on 5uijote... yo de "ancho- tú

andas peleando con los molinos, soltando a los prisioneros, istiéndote con el yelmo

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de :ambrino y buscando a :erlín, el encantador... 2ime (ue no ies leyendo libros

de caballerías...

Así llama a todos los (ue sean de ciencia un poco abstrusa, de noela

psicol&gica, de poesía de alto aliento, de crítica sutil y personal.

  3o me oy ahora para 7ormandía a comprar unas acas- después iré a Dnglaterra

a buscar unos toros 2urham. 48ú crees en mi pasi&n por el arte6... Ba escultura me

importa un comino. =ente conmigo a Dnglaterra.

 7o puedo, le dije- tengo mucho (ue hacer.

 48ú tienes mucho (ue hacer, iiendo en 9arís, y a los eintisiete a#os, y con tus

millones6... 9ero entonces ya no tienes remedio...

:onteerde es un hombre práctico, indudablemente.

(' de octubre

En el aislamiento en (ue he iido estas semanas, todos los recuerdos de lo

reciente se han borrado a mi alrededor, y la imagen de 1elena ha ido resucitando

hasta hacerse más íida (ue nunca. Ayer, al abrir la puerta del cuarto donde están

los retratos, la puerta cuya llae s&lo tengo yo y (ue no había uelto a usar desde el

encuentro con 7elly, un olor e%tra#o y nauseabundo me impidi& entrar. Estaba oscura

la tarde, y el tono sombrío del cuero de C&rdoba (ue cubre las paredes, acrecentaba la

oscuridad de la estancia. "&lo distinguí en ella la blancura de la túnica y del manto,

destacándose sobre el fondo sombrío.

=olí a pasos lentos y precedido de rancisco, (ue entr& con las bujías de un

candelabro, encendidas para alumbrarme el camino. El nauseabundo olor era el de las

últimas $ores pedidas a Cannes, (ue al descomponerse, habían podrido el agua de los

asos. 'lía a(uello a sepulcro, y los montones de hojas y de pétalos secos, de ramillos

negros, de cálices duros los unos y acartonados como momias, podridos los otros por

la humedad yacían en los $oreros de :urano y en las jardineras sobre el mármol

cubierto de polo de la mesa- las rosas desprendidas del tallo y negras casi, sugerían

la idea de un cementerio de $ores.

El criado abri& el balc&n para renoar el aire pesado. 9or él entraron la difusa luz

del crepúsculo ioláceo y cobrizo y la lloizna fría, (ue sacudi& las cortinas,melanc&licamente. )n rayo de sol brill& en el marco del retrato de la santa de las

guedejas blancas y tirité al sentir el soplo helado del aire del oto#o.

"obre los eladores de mala(uita el polo opacaba el erde de la piedra y unas

moscas muertas e%tendían las inertes alitas y las rígidas patas. El polo y las moscas

habían manchado el marro(uí blanco y los dorados de los libros (ue compré en

Bondres en el inierno pasado- y a la doble luz de las bujías del candelabro y del

crepúsculo, (ue !ltraba por el balc&n su tristeza fría, me parecieron deste#idos y

ajados los colores de las alfombras de 'riente (ue cubren el piso.

:i alma en ese momento estaba más sombría (ue el cuarto abandonado y másmarchita (ue las $ores. Bos pobres libros manchados han ido a dar a mi biblioteca, y el

pesado cofre de hierro de las joyas, a mi escritorio. Ba copia del cuadro de Riington y

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el retrato pintado por ?histler están en mi alcoba. 2uermo bajo las miradas de la

santa de las guedejas de plata y de la !gura (ue llea en las manos el manojo de lirios

blancos, y pienso a eces (ue si sobre la oscura tapicería (ue cubre las paredes

hubieran estado siempre los dos lienzos, ni 7elly, ni la de Rias, ni la :usellaro, ni

'lga, habrían entrado ni a mi ida, ni a mi alcoba.

2' de octubre

1an sido diez días de actiidad loca, sin resultado alguno. 2esde hace cinco hay

un empleado mío en cada una de las capitales de Europa, sin más o!cio (ue recorrer

los hoteles y telegra!arme. 9or conducto de :arinoni y so prete%to de un negocio de

grande importancia he logrado (ue la agencia Charnoz les transmita a sus

corresponsales del mundo entero el nombre de "cilly, para (ue aerigen por él, y yo

me paso las horas en mi escritorio esperando, minuto por minuto, la llegada de lospartes telegrá!cos o de los telegramas. Empresa inútil- empresa inútil, y sin embargo,

tengo la seguridad de encontrarla y de (ue algún día, al contarle mi impaciencia de

estas horas, sus pupilas azules tengan un brillo más dulce al mirarme y se sonrían sus

labios apenas rosados, animando con esa sonrisa la sobrenatural palidez e%ange de

las mejillas enmarcadas por la rizosa e ind&mita cabellera casta#a, (ue tiene isos de

oro donde la luz la toca0

1elena0 1elena0 1oy no es el grotesco temor al dese(uilibrio, como lo era al

escribir los ridículos análisis de Bondres, lo (ue me hace inocarte para pedirte (ue

me sales. Es un amor sobrenatural (ue sube hacia ti como una llama donde se hanfundido todas las impurezas de mi ida. 8odas las fuerzas de mi espíritu, todas las

potencias de mi alma se uelen hacia ti como la aguja magnética hacia el inisible

imán (ue la rige... 4En d&nde estás6... "urge, aparécete. Eres la última creencia y la

última esperanza. "i te encuentro será mi ida algo como una ascensi&n gloriosa hacia

la luz in!nita- si mi afán es inútil y anos mis esfuerzos, cuando suene la hora

suprema en (ue se cierran los ojos para siempre, mi ser, misterioso compuesto de

fuego y de lodo, de é%tasis y de rugidos, irá a deshacerse en las oscuridades

insondables de la tumba.

(- de enero

Estue diez días sin saber de mí. Bo primero (ue i al abrir los ojos, a la sombra

de las cortinas de terciopelo de la cama y en la media luz arti!cial de la alcoba, fue la

gran cabeza de Charet inclinada sobre la mía. :e hundía en los entreabiertos ojos la

mirada aguda y penetrante de los suyos, y los tenía tan cerca de los míos, (ue le eía

una a una las pesta#as grisosas.

 

4:e conoce usted, ernández6 "í, maestro, articulé con di!cultad y con oz apagada.

 Está salado0, oí (ue decía, y al oler a cerrar los ojos para hundirme en el

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pesado letargo, alcancé a er dos cabezas de mujer (ue cuchicheaban en la sombra.

2espués, nada, ni pensamiento alguno, ni imagen alguna (ue cruzara la

inconsciencia en (ue estaba sumido. 2e cuando en cuando unas manos (ue me

leantaban la cabeza, la luz de una bujía, el brillo de una cuchara de plata y el sabor

de una droga (ue me (uemaba la garganta- a eces un dolor (ue me cruzaba la

cabeza de sien a sien, y por instantes la sensaci&n de caer, como una piedra entre lonegro de una noche sin astros.

Cuando comenz& a dolerme todo el cuerpo, como magullado y herido, y las

sensaciones e%ternas fueron acentuándose, me (uejaba como un ni#o y me debatía

como un energúmeno para no tomar las cucharadas.

 Eso es ya la mejoría- a oliendo, decía la oz acariciadora de Charet- ya hay

oluntad. "i es una naturaleza de hierro0

 Amigo mío, me dijo el primer día en (ue después de larguísimo sue#o y de

sentirme io al despertar, hice un esfuerzo para moerme, tiene usted enfermedadescapaces de desconcertar al (ue más seguro esté de su ciencia. 1a estado usted entre

la ida y la muerte- hubo un instante en (ue el coraz&n estuo tan débil, (ue con el

oído puesto sobre él esperé las últimas palpitaciones, y en (ue la temperatura baj&

grado y medio

de lo normal. Ahora su coraz&n funciona bien y la temperatura acusa ligera

!ebre. 1a sido el mismo accidente de hace un a#o, pero mucho más grae. Está usted

hoy, com

o entonces, como si hubiera tenido una hemorragia copiosa. 8enemos (ue hacer

sangre, amigo mío0... 3 he hecho sangre, como dice él, en la conalecencia, (ue le ha parecido rápida y

(ue me ha parecido interminable, por(ue no eía la hora de ponerme en moimiento-

mi juentud y el igor de mi organizaci&n, ayudados por sus sabias indicaciones,

triunfaron de la horrible debilidad en (ue me dej& el értigo.

Ahora acabo de pasearme por el hotel, (ue está acío, completamente acío, con

las paredes y los pisos desnudos. :is pasos repercuten en los salones desiertos y

como agrandados por falta de muebles. 8iene todo él, alumbrado por el frío sol de

inierno, la tristeza de los sitios donde iimos, dejando algo de nosotros mismos, y

(ue no oleremos a er nunca. :a#ana endrá a habitar entre sus cuatro paredes

otro, (uizá menos desgraciado (ue el (ue lo abandona.

:uebles y objetos de arte, caballos y coches, todo el fastuoso tren (ue fue como

la decoraci&n en (ue me moí en estos a#os de ida en el iejo continente, me

esperan ya en el apor (ue al romper el día comenzará a cruzar las olas erdosas del

enorme Atlántico para ir a fondear en la rada donde se alza, con el eléctrico fanal en la

mano, la estatua de la Bibertad, modelada por /artholdi.

=oy a pedirles a ulgares ocupaciones mercantiles y al empleo incesante de mi

actiidad material lo (ue no me darían ni el amor ni el arte, el secreto para soportar laida, (ue me sería imposible en el lugar donde, bajo la tierra, ha (uedado una parte

de mi alma. El coche (ue me lleará a la estaci&n para tomar el tren (ue me aleje de

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9arís para siempre irá primero al lugar donde he pasado las ma#anas de los últimos

días.

Al llegar a él el LI de octubre, con una tarde destemplada y húmeda, :arinoni se

alej& suplicándome (ue lo esperara por unos momentos. "eguramente (uería estar

solo para conmemorar el aniersario. Caminé unos pasos, y al sentir lo mojado del

piso, fui a detenerme bajo las ramas de un árbol y cerca de una columna (ue tenía lainscripci&n medio borrada por los a#os la lluia. Recorrí con las miradas el horizonte

cobrizo, sobre el cual cortaban sus negruras !nas, como los calados de un encaje, las

cimas de los árboles de la entrada, sacudidos por el iento. Allá, lejos, entre las

sombras (ue empezaban a enoler el paisaje, dorada por un rayo del sol, brillaba la

cúpula de los Dnálidos. 9or sobre la ciudad, confusamente delineada, sobresalían las

masas negras de las torres de 7uestra "e#ora, y el cielo rojizo se re$ejaba en la

corriente del río.

Al bajar los ojos hacia el suelo alfombrado por las hojas marchitas, cuyo olor

melanc&lico estaba respirando en la tristeza del paisaje, tropezaron mis miradas con

una rama (ue pendía, rota, del rosal ecino y cuyas tres hojas se agrupaban en la

misma disposici&n (ue tienen las del camafeo de 1elena. )na mariposilla blanca se

detuo sobre ellas un instante, y leantando el uelo ino a tocarme la frente.

"obrecogi&me al erla el supersticioso terror (ue me inadi& al er la otra alzarse

de entre el ramo de rosas blancas, en la alcoba de Constanza Bansser- me crisp& el

recuerdo de la pesadilla de Bondres, en (ue, rodando hacia el fondo de un abismo

negro, eía arriba, arriba, las tres hojas de una rama y el reoloteo de la mariposa

blanca sobre la claridad azul del cielo- y al recordar el horrible sue#o, una ansiedad sin

nombre, una impresi&n de miedo irrazonado e irresistible, me a$oj& las piernas y me

(uit& las fuerzas. Comprendí (ue iba a caerme en ese instante, ahí, sobre el barro, y a

morirme del mismo mal (ue me hizo caer en el bulear la última noche del a#o

antepasado, al detenerse el olante y cruzarse los punteros de oro sobre la muestra

de alabastro. Bas doce campanadas ensordecedoras (ue oí a(uella noche comenzaron

a sonarme en los oídos. 2ando media uelta para buscar un punto de apoyo en el

monumento (ue tenía a la espalda, y cerrando los ojos, alcance a cogerme de la erja

baja de hierro y de la pilastra (ue formaba la es(uina. Caí de rodillas apoyándome con

la mano derecha en el suelo y agarrándome con la iz(uierda de la baranda de metal

frío. El desanecimiento iba pasando y la impresi&n de terror disminuía. Abrí al !n los

ojos. =i blanco- hice un esfuerzo horrible para leantarme, y de pie ya, agarrado de la

baranda, los olí a cerrar instantáneamente, por(ue sentí (ue me olía el értigo.

2e repente di un grito de terror. 1abía sentido unas manos (ue se apoyaban en mis

hombros. =olí la cabeza. Era :arinoni (ue había uelto y me había cogido por detrás.

 45ué tienes6, pregunt&, asustado.

 El értigo..., alcancé a contestarle.

 5uédate (uieto- deja (ue te pase- yo te tengo para (ue no te caigas, dijo y me

sostuo con todo su cuerpo... "uelta la erja- eso es, ap&yate en mí. 5uédate (uieto...  3a pas&, le dije al sentir (ue disminuía gradualmente la angustia, y leanté la

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cabeza. Al hacerlo, leí la inscripci&n negra sobre el mármol blanco, (ue encierra la

erja- di otro grito, (ue son& en todo el cementerio, y caí desplomado.

2e ahí hasta el despertar en la alcoba, con la cabeza apoyada en los

almohadones y los ojos de Charet !jos en los míos, no tengo recuerdo ninguno.

1ace doce días hice mi primera salida para ir al cementerio, a donde he uelto

después, todas las ma#anas, a cubrir de $ores la losa (ue reza su nombre y dice la

fecha y la hora de su muerte. Es la última hora del a#o, en (ue agonicé de angustia

frente al reloj de mármol negro, iendo juntarse los punteros de oro para marcar el

minuto supremo sobre la muestra de alabastro, tras de la cual creí sentir (ue iba a

aparecérseme lo 2esconocido. Ba hora del tren se acerca. 'igo el ruido del coche (ue

se detiene frente a la puerta del hotel.

=iene a buscarme para ir a llearle las últimas $ores (ue pondré sobre su tumba.

4"u tumba6 4:uerta tú6... 4Conertida tú en carne (ue se pudre y (ue deorarán

los gusanos6... 4Conertida tú en un es(ueletito negro (ue se deshace6 7o, tú no hasmuerto- tú estás ia y iirás siempre, 1elena, para realzar el místico delirio de las

abuelas agonizantes, arrojando en el alma de los poetas ateos, entenebrecida por las

orgías de la carne, el pálido ramo de rosas y para hacer la se#al (ue sala, con los

dedos largos de tus manos alabastrinas.

4:uerta tú6... +amás0 8ú as por el mundo con la suae gracia de tus contornos

de irgen, de tu pálida faz, cuya mortal palidez e%ange alumbran las pupilas azules y

enmarca la ind&mita cabellera (ue te cae en oscuros rizos sobre los hombros.

4:uerta tú, 1elena6 ...7o, tú no puedes morir. 8al ez no hayas e%istido nunca y

seas s&lo un sue#o luminoso de mi espíritu- pero eres un sue#o más real (ue eso (uelos hombres llaman la Realidad. Bo (ue ellos llaman así es s&lo una máscara oscura

tras de la cual se asoman y miran los ojos de sombra del misterio, y tú eres el :isterio

mismo.

 +osé ernández, al suspender la lectura, cerr& el libro, empastado en marro(uí 

negro, y ajustándole la cerradura de oro con la mano neriosa, lo coloc& sobre la