De que va la etica

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Facultad de Humanidades y Comunicación Conceptos, Paradigmas y Aplicaciones de la Ética Managua, 2010 CONTENIDO Capítulo I: ¿Qué es la Ética? 1. Objeto de estudio de la ética 1. ¿De qué va la Ética? 2. Caso de Teresa 3. Conceptos básicos sobre Ética. 4. Diferencias y relaciones de la Ética con otras ciencias

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Facultad de Humanidades y Comunicación

Conceptos, Paradigmas y Aplicaciones de la Ética

Managua, 2010

CONTENIDO

Capítulo I: ¿Qué es la Ética?

1. Objeto de estudio de la ética

1. ¿De qué va la Ética?

2. Caso de Teresa

3. Conceptos básicos sobre Ética.

4. Diferencias y relaciones de la Ética con otras ciencias

2. Categorías básicas de la Ética

1. La conciencia moral

2. La libertad

3. Los valores

3. Desarrollo moral del sujeto

1. Sujeto moral

3.2 El modelo de Kohlberg

Capítulo II: Ética Filosófica

1. Éticas teleológicas

1. Aristóteles

2. Epicuro

3. Utilitarismo

2. Éticas deontológicas

2.1 Emmanuel Kant

2.2 Hans Jonas

3. Éticas Procedimentales.

1. Teoría de la Justicia: John Rawls

2. Ética del discurso: Jürgen Habermas.

4. Metodologías para solución de dilemas

Capítulo III: Éticas aplicadas

1. Responsabilidad Social de las Empresas (RSE)

1.1 ¿Qué es responsabilidad social?

1.2 Polémica entorno a la RSE

1.3 Momento actual de la RSE

2. Ética profesional

2.1 Teoría de las profesiones

2.2 Principios y normas de la ética profesional

3. Ética y derechos humanos

4. Ética y Ecología

5. Ética y Comunicación.

6. Ética y Economía

7. Ética y Persona: Criterios y principios. Aborto, Suicidio, Homicidio, drogas

Guía de actividades

PRESENTACIÓN

El año 2010 marca un hito en la historia de la Universidad Centroamericana, en cuanto se

conmemora el 50 aniversario de su fundación, con todo el significado que puede tener para la

rsidad el llegar a su madurez, pero además este aniversario tuvo un énfasis especial, en cuanto se

privilegió a lo largo del año, el tema de la ética como elemento esencial para cumplir con nuestra

Misión de Universidad inspirada en los principios ignacianos. El abordaje y reflexión sobre este

tema, se reflejó en los diversos espacios académicos que se abrieron durante el año, para

profundizar y evidenciar un tema tan vital para la comunidad universitaria en particular, y la sociedad

nicaragüense en general.

El Proyecto educativo de la UCA nos compromete cada día más con la formación de profesionales

de calidad, comprometidos con la justicia, con profundos principios éticos y dispuestos a contribuir

por una Nicaragua y un mundo mejor, en palabras del P. Xabier Gorostiaga, exrector de nuestra

Universidad, se trata de “ formar un capital humano ético donde el profesional adopte una nueva

visión y nuevos valores, una nueva opción de servicio alternativo ante un totalitarismo de valores

impuesto por el mercado”.

Ante esta difícil tarea que debemos asumir como comunidad universitaria, el colectivo de profesores

y profesoras de la asignatura de Ética del Departamento de Ciencias, Sociales, Ética y Ciencias

religiosas, coordinados por el Profesor Javier Menocal, ha asumido el reto de contribuir de manera

activa a esta formación y ha preparado el texto: Conceptos, Paradigmas y aplicaciones de la ética,

texto que evidencia la importancia de contar con materiales educativos , basados en la gran

experiencia acumulada de los y las docentes en la enseñanza-aprendizaje de la asignatura de ética

a las diversas carre

ras de la Universidad Centroamericana.

El colectivo docente de Ética se ha preocupado por el abordaje del tema, desde la pregunta

fundamental de ¿Qué es la ética? , realizando un recorrido del abordaje de la misma desde distintos

paradigmas teleológico, deontológico, dialógico y teoría de la justicia, pero quizás el mayor aporte

que presenta el texto y que hace la diferencia es el esfuerzo realizado por presentar la aplicación de

los conceptos y paradigmas a los diversos campos de la realidad social y de las profesiones,

ofreciendo una serie de actividades y ejercicios prácticos que permita a los y las estudiantes

reflexionar sobre esos dilemas éticos que a lo largo de su vida tanto personal como profesional

enfrentan, y logren asumir la ética más allá de una serie de principios filosóficos, que la hagan vida a

través de un proceso consciente, libre y racional.

Esperamos que este texto aporte a una nueva manera de enseñar la ética, como parte de repensar

ese nuevo humanismo que nos demanda la Realidad. Como todo material de trabajo este texto es

concebido como algo inacabado, en proceso de construcción y está abierto a sugerencias, aportes

de la comunidad universitaria para su enriquecimiento.

Iris Prado H.

Decana

Facultad de Humanidades y Comunicación.

PRÓLOGO

El libro de ética que tienes en tus manos ha sido elaborado para las y los estudiantes de pre-grado

de la Universidad Centroamericana (UCA) que cursan las asignaturas de Ética y Derechos

Humanos, Ética/Moral Social, Ética Ambiental y Ética Profesional.

Este texto ofrece una visión integral de la ética a través del desarroll

o de los principales temas que fundamentan el comportamiento moral. Este material de apoyo puede

abrir horizontes para solucionar con criterios éticos diversas situaciones que el profesional en una

empresa u organización debe resolver para contribuir a la construcción de una sociedad pluralista,

justa y democrática.

El libro consta de tres capítulos: el primero, ¿Qué es la Ética? presenta una selección de lecturas

correspondientes a una perspectiva introductoria. Se establece el objeto de estudio de la ética y sus

conceptos básicos como: conciencia, libertad, valores y el desarrollo moral del sujeto.

En el segundo capítulo, se exponen los principales paradigmas filosóficos que intentan explicar los

distintos comportamientos morales. Se destaca la tradición teleológica (Aristóteles, Epicuro y el

Utilitarismo), la deontología kantiana y la teoría de la justicia.

En el tercer capítulo queremos ofrecer una Aplicación de los conceptos y paradigmas a diversos

campos de la realidad social y de las profesiones, tales como: la empresa, la ecología, los derechos

humanos, la comunicación, la economía y la moral de la persona. Con esto queremos contribuir a la

reflexión de los/as estudiantes sobre los principios y virtudes que se deberían tener presente en el

ejercicio de la profesión.

Con el fin de que afiances tus conocimientos, el análisis de los dilemas éticos te brinda una serie de

metodologías que facilitan el planteamiento del problema, formulación de diversas alternativas y la

elección de aquella que pueda ser fundamentada con criterios éticos.

Para el desarrollo de estos contenidos, al final del libro, se

resenta un anexo que contiene diversas actividades que facilitan el proceso de enseñanza-

aprendizaje tales como: estudios de casos, guías para el análisis de texto, debates de videos y

películas seleccionadas para la mejor comprensión de los dilemas éticos.

Esperamos que este material les sea de provecho para que podamos lograr con éxito los objetivos

de esta asignatura.

Capítulo Primero

¿Qué es la Ética?

Mapa Conceptual

1. EL OBJETO DE ESTUDIO DE LA ÉTICA

Conociendo al autor del texto

Fernando Savater nació en San Sebastián, España, el 21 de junio de 1947. Voraz lector desde

pequeño, se licenció en Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid. Fue docente en la

Universidad Autónoma de Madrid hasta 1971. Tuvo que exiliarse durante los últimos años del

régimen franquista debido a sus ideas políticas y filosóficas (que quedaron patentes en sus dos

ensayos de 1972: Nihilismo y acción y La filosofía tachada). Ha estado fuertemente influido por

filósofos como Nietzsche, Cioran y Spinoza. Tras su regreso a España ha sido profesor de Ética y

Sociología de la UNED, catedrático de Ética de la Universidad del País Vasco y catedrático de

Filosofía de la Complutense de Madrid. Colaborador del diario El País, codirige junto a Javier

Pradera la revista Claves para la razón práctica.

Quedó finalista del premio Planeta por su novela El jardín de las dudas; ha recibido el Premio

Nacional de Ensayo, el Premio Cuco Cerecedo y el Premio Anagrama, entre otros galardones.

Especialmente crítico con el nacionalismo vasco y e

l terrorismo de ETA, su postura política ha suscitado numerosas polémicas, al igual que su

Manifiesto por la lengua común y su defensa del laicismo.

Síntesis

Con el título ¿De qué va la Ética?, este autor nos aproxima al concepto de Ética con un vocabulario

amigable y ejemplos de la vida cotidiana. El texto plantea la Ética como un tipo de conocimiento

especial para la persona humana, a diferencia del conocimiento instintivo de los seres irracionales,

pasando por la necesidad de elegir y tomar decisiones prudentes que nos ayuden a saber vivir y

vivir bien.

Texto

1.1 ¿De qué va la Ética?[1]

Hay ciencias que se estudian por simple interés de saber cosas nuevas; otras, para aprender una

destreza que permita hacer o utilizar algo; la mayoría, para obtener un puesto de trabajo y ganarse

con él la vida. Si no sentimos curiosidad ni necesidad de realizar tales estudios, podemos prescindir

tranquilamente de ellos. Abundan los conocimientos muy interesantes pero sin los cuales uno se las

arregla bastante bien para vivir: yo, por ejemplo, lamento no tener ni idea de astrofísica ni de

ebanistería, que a otros les darán tantas satisfacciones, aunque tal ignorancia no me ha impedido ir

tirando hasta la fecha. Y tú, si no me equivoco, conoces las reglas del fútbol pero estás bastante pez

en béisbol. No tiene mayor importancia, disfrutas con los mundiales, pasas olímpicamente de la liga

americana y todos contentos.

Lo que quiero decir es que ciertas cosas uno puede aprenderlas o no, a voluntad. Como nadie es

capaz de saberlo todo, no hay más remedio que elegir y aceptar con humildad lo mucho que

ignoramos. Se puede viv

ir sin saber astrofísica, ni ebanistería, ni fútbol, incluso sin saber leer ni escribir: se vive peor, si

quieres, pero se vive. Ahora bien, otras cosas hay que saberlas porque en ello, como suele decirse,

nos va la vida. Es preciso estar enterado, por ejemplo, de que saltar desde el balcón de un sexto

piso no es cosa buena para la salud; o de que una dieta de clavos (¡con perdón de los fakires!) y

ácido prúsico no permite llegar a viejo. Tampoco es aconsejable ignorar que si uno cada vez que se

cruza con el vecino le atiza un mamporro las consecuencias serán antes o después muy

desagradables. Pequeñeces así son importantes. Se puede vivir de muchos modos pero hay modos

que no dejan vivir.

En una palabra, entre todos los saberes posibles existe al menos uno imprescindible: el de que

ciertas cosas nos convienen y otras no. No nos convienen ciertos alimentos ni nos convienen ciertos

comportamientos ni ciertas actitudes. Me refiero, claro está, a que no nos convienen si queremos

seguir viviendo. Si lo que uno quiere es reventar cuanto antes, beber lejía puede ser muy adecuado

o también procurar rodearse del mayor número de enemigos posibles. Pero de momento vamos a

suponer que lo que preferimos es vivir: los respetables gustos del suicida los dejaremos por ahora

de lado. De modo que ciertas cosas nos convienen y a lo que nos conviene solemos llamarlo

“bueno” porque nos sienta bien; otras, en cambio, nos sientan pero que muy mal y a todo eso lo

llamamos “malo”. Saber lo que nos conviene, es decir: distinguir entre lo bueno y lo malo, es un

conocimiento que todos intentamos adquirir -todos sin excepción- por la cuenta que

nos trae.

Como he señalado antes, hay cosas buenas y malas para la salud: es necesario saber lo que

debemos comer, o que el fuego a veces calienta y otras quema, así como el agua puede quitar la

sed pero también ahogarnos. Sin embargo, a veces las cosas no son tan sencillas: ciertas drogas,

por ejemplo, aumentan nuestro brío o producen sensaciones agradables, pero su abuso continuado

puede ser nocivo. En unos aspectos son buenas, pero en otras malas: nos convienen y a la vez no

nos convienen. En el terreno de las relaciones humanas, estas ambigüedades se dan con aún

mayor frecuencia. La mentira es algo en general malo, porque destruye la confianza en la palabra -y

todos necesitamos hablar para vivir en sociedad- y enemista a las personas; pero a veces parece

que puede ser útil o beneficioso mentir para obtener alguna ventajilla. O incluso para hacerle un

favor a alguien. Por ejemplo: ¿es mejor decirle al enfermo de cáncer incurable la verdad sobre su

estado o se le debe engañar para que pase sin angustia sus últimas horas? La mentira no nos

conviene, es mala, pero a veces parece resultar buena. Buscar pleito con los demás ya hemos dicho

que es por lo común inconveniente, pero ¿debemos consentir que violen delante de nosotros a una

chica sin intervenir, por aquello de no meternos en líos? Por otra parte, al que siempre dice la

verdad -caiga quien caiga- suele cogerle manía todo el mundo; y quien interviene en plan Indiana

Jones para salvar a la chica agredida -es más probable que se vea con la crisma rota que quien se

va silbando a su casa. Lo malo parece a veces resultar más o menos bueno y lo bueno tiene en

nes apariencias de malo.

Lo de saber vivir no resulta tan fácil porque hay diversos criterios opuestos respecto a qué debemos

hacer. En matemáticas o geografía hay sabios e ignorantes, pero los sabios están casi siempre de

acuerdo en lo fundamental. En lo de vivir, en cambio, las opiniones distan de ser unánimes. Si uno

quiere llevar una vida emocionante, puede dedicarse a los coches de fórmula uno o al alpinismo;

pero si se prefiere una vida segura y tranquila, será mejor buscar las aventuras en el videoclub de la

esquina. Algunos aseguran que lo más noble es vivir para los demás y otros señalan que lo más útil

es lograr que los demás vivan para uno. Según ciertas opiniones lo que cuenta es ganar dinero y

nada más, mientras que otros arguyen que el dinero sin salud, tiempo libre, afecto sincero o

serenidad de ánimo no vale nada. Médicos respetables indican que renunciar al tabaco y al alcohol

es un medio seguro de alargar la vida, a lo que responden fumadores y borrachos que con tales

privaciones a ellos desde luego la vida se les haría mucho más larga, etc.

En lo único que a primera vista todos estamos de acuerdo es en que no estamos de acuerdo con

todos. Pero fíjate que también estas opiniones distintas coinciden en otro punto: a saber, que lo que

vaya a ser nuestra vida es, al menos en parte, resultado de lo que quiera cada cual. Si nuestra vida

fuera algo completamente determinado y fatal, irremediable, todas estas disquisiciones carecerían

del más mínimo sentido. Nadie discute si las piedras deben caer hacia arriba o hacia abajo: caen

hacia abajo y punto. Los castores hacen presas en los arroyos y las abejas

panales de celdillas hexagonales: no hay castores a los que tiente hacer celdillas de panal, ni abejas

que se dediquen a la ingeniería hidráulica. En su medio natural cada animal parece saber

perfectamente lo que es bueno y lo que es malo para él si discusiones ni dudas. No hay animales

malos ni buenos en la naturaleza, aunque quizá la mosca considere mala a la araña que tiende su

trampa y se la come. Pero es que la araña no lo puede remediar...

Voy a contarte un caso dramático. Ya conoces a las termitas, esas hormigas blancas que en África

levantan impresionantes hormigueros de varios metros de alto y duros como la piedra. Dado que el

cuerpo de las termitas es blando, por carecer de la coraza quitinosa que protege a otros insectos, el

hormiguero les sirve de caparazón colectivo contra ciertas hormigas enemigas, mejor armadas que

ellas. Pero a veces uno de esos hormigueros se derrumba, por culpa de una riada o de un elefante

(a los elefantes les gusta rascarse los flancos contra los termiteros, qué le vamos a hacer). En

seguida, las termitas-obrero se ponen a trabajar para reconstruir su dañada fortaleza, a toda prisa. Y

las grandes hormigas enemigas se lanzan al asalto. Las termitas-soldado salen a defender a su tribu

e intentan detener a las enemigas. Como ni por tamaño ni por armamento pueden competir con

ellas, se cuelgan de los asaltantes intentando frenar todo lo posible su marcha, mientras las feroces

mandíbulas de sus asaltantes las van despedazando. Las obreras trabajan con toda celeridad y se

ocupan de cerrar otra vez el termitero derruido... pero lo cierran dejando fuera a las pobres y

heroicas

oldado, que sacrifican sus vidas por la seguridad de las demás. ¿No merecen acaso una medalla,

por lo menos? ¿No es justo decir que son valientes?

Cambio de escenario, pero no de tema. En la Ilíada, Homero cuenta la historia de Héctor, el mejor

guerrero de Troya, que espera a pie firme fuera de las murallas de su ciudad a Aquiles, el enfurecido

campeón de los aqueos, aun sabiendo que éste es más fuerte que él y que probablemente va a

matarle. Lo hace por cumplir su deber, que consiste en defender a su familia y a sus conciudadanos

del terrible asaltante. Nadie duda de que Héctor sea un héroe, un auténtico valiente. Pero ¿es

Héctor heroico y valiente del mismo modo que las termitas-soldado, cuya gesta millones de veces

repetida ningún Homero se ha molestado en contar? ¿No hace Héctor, a fin de cuentas, lo mismo

que cualquiera de las termitas anónimas? ¿Por qué nos parece su valor más auténtico y más difícil

que el de los insectos? ¿Cuál es la diferencia entre un caso y otro?

Sencillamente, la diferencia estriba en que las termitas-soldado luchan y mueren porque tienen que

hacerlo, sin poderlo remediar (como la araña que se come a la mosca). Héctor, en cambio, sale a

enfrentarse con Aquiles porque quiere. Las termitas-soldado no pueden desertar, ni rebelarse, ni

remolonear para que otras vayan en su lugar: están programadas necesariamente por la naturaleza

para cumplir su heroica misión. El caso de Héctor es distinto. Podría decir que está enfermo o que

no le da la gana enfrentarse a alguien más fuerte que él. Quizá sus conciudadanos le llamasen

cobarde y le tuviesen por un caradura o quizá le preguntasen qué ot

ro plan se le ocurre para frenar a Aquiles, pero es indudable que tiene la posibilidad de negarse a

ser héroe. Por mucha presión que los demás ejerzan sobre él, siempre podría escaparse de lo que

se supone que debe hacer: no está programado para ser héroe, ningún hombre lo está. De ahí que

tenga mérito su gesto y que Homero cuente su historia con épica emoción. A diferencia de las

termitas, decimos que Héctor es libre y por eso admiramos su valor.

Y así llegamos a la palabra fundamental de todo este embrollo: libertad. Los animales (y no digamos

ya los minerales o las plantas) no tienen más remedio que ser tal como son y hacer lo que están

programados naturalmente para hacer. No se les puede reprochar que lo hagan ni aplaudirles por

ello porque no saben comportarse de otro modo. Tal disposición obligatoria les ahorra sin duda

muchos quebraderos de cabeza. En cierta medida, desde luego, los hombres también estamos

programados por la naturaleza. Estamos hechos para beber agua, no lejía, y a pesar de todas

nuestras precauciones debemos morir antes o después. Y de modo menos imperioso pero parecido,

nuestro programa cultural es determinante: nuestro pensamiento viene condicionado por el lenguaje

que le da forma (un lenguaje que se nos impone desde fuera y que no hemos inventado para

nuestro uso personal) y somos educados en ciertas tradiciones, hábitos, formas de comportamiento,

leyendas...; en una palabra, que se nos inculcan desde la cunita unas fidelidades y no otras. Todo

ello pesa mucho y hace que seamos bastante previsibles. Por ejemplo, Héctor, ese del que

acabamos de hablar. Su programación natural hacía que H

éctor sintiese necesidad de protección, cobijo y colaboración, beneficios que mejor o peor

encontraba en su ciudad de Troya. También era muy natural que considerara con afecto a su mujer

Andrómaca -que le proporcionaba compañía placentera- y a su hijito, por el que sentía lazos de

apego biológico-culturalmente, se sentía parte de Troya y compartía con los troyanos la lengua, las

costumbres y las tradiciones. Además, desde pequeño le habían educado para que fuese un buen

guerrero al servicio de su ciudad y se le dijo que la cobardía era algo aborrecible, indigno de un

hombre. Si traicionaba a los suyos, Héctor sabía que se vería despreciado y que le castigarían de

uno u otro modo. De modo que también estaba bastante programado para actuar como lo hizo,

¿no? Y sin embargo...

Sin embargo, Héctor hubiese podido decir: ¡a la porra con todo! Podría haberse disfrazado de mujer

para escapar por la noche de Troya, o haberse fingido enfermo o loco para no combatir, o haberse

arrodillado ante Aquiles ofreciéndole sus servicios como guía para invadir Troya por su lado más

débil; también podría haberse dedicado a la bebida o haber inventado una nueva religión que dijese

que no hay que luchar contra los enemigos sino poner la otra mejilla cuando nos abofetean. Me

dirás que todos estos comportamientos hubiesen sido bastante raros, dado quien era Héctor y la

educación que había recibido. Pero tienes que reconocer que no son hipótesis imposibles, mientras

que un castor que fabrique panales o una termita desertora no son algo raros sino estrictamente

imposibles. Con los hombres nunca puede uno estar seguro del todo, mientras que con

los animales o con otros seres naturales sí. Por mucha programación biológica o cultural que

tengamos, los hombres siempre podremos optar finalmente por algo que no esté en el programa (al

menos, que no esté del todo). Podemos decir «sí» o «no», quiero o no quiero. Por muy achuchados

que nos veamos por las circunstancias, nunca tenemos un solo camino a seguir sino varios.

Cuando te hablo de libertad es a esto a lo que me refiero. A lo que nos diferencia de las termitas y

de las mareas, de todo lo que se mueve de modo necesario e irremediable. Cierto que no podemos

hacer cualquier cosa que queramos, pero también cierto que no estamos obligados a querer hacer

una sola cosa. Y aquí conviene señalar dos aclaraciones respecto a la libertad:

Primera: No somos libres de elegir lo que nos pasa (haber nacido tal día, de tales padres y en tal

país, padecer un cáncer o ser atropellados por un coche, ser guapos o feos, que los aqueos se

empeñen en conquistar nuestra ciudad, etc.), sino libres para responder a lo que nos pasa de tal o

cual modo (obedecer o rebelarnos, ser prudentes o temerarios, vengativos o resignados, vestirnos a

la moda o disfrazarnos de oso de las cavernas, defender Troya o huir, etc.).

Segunda: Ser libres para intentar algo no tiene nada que ver con lograrlo indefectiblemente. No es lo

mismo la libertad (que consiste en elegir dentro de lo posible) que la omnipotencia (que sería

conseguir siempre lo que uno quiere, aunque pareciese imposible). Por ello, cuanta más capacidad

de acción tengamos, mejores resultados podremos obtener de nuestra libertad. Soy libre de querer

subir al monte Everest, pe

ro dado mi lamentable estado físico y mi nula preparación en alpinismo es prácticamente imposible

que consiguiera mi objetivo. En cambio soy libre de leer o no leer, pero como aprendí a leer de

pequeñito la cosa no me resulta demasiado difícil si decido hacerlo. Hay cosas que dependen de mi

voluntad (y eso es ser libre) pero no todo depende de mi voluntad (entonces sería omnipotente),

porque en el mundo hay otras muchas voluntades y otras muchas necesidades que no controlo a mi

gusto. Si no me conozco ni a mí mismo ni al mundo en que vivo, mi libertad se estrellará una y otra

vez contra lo necesario. Pero, cosa importante, no por ello dejaré de ser libre... aunque me escueza.

En la realidad existen muchas fuerzas que limitan nuestra libertad, desde terremotos o

enfermedades hasta tiranos. Pero también nuestra libertad es una fuerza en el mundo, nuestra

fuerza. Si hablas con la gente, sin embargo, verás que la mayoría tiene mucha más conciencia de lo

que limita su libertad que de la libertad misma. Te dirán: “¿Libertad? ¿Pero de qué libertad me

hablas? ¿Cómo vamos a ser libres, si nos comen el coco desde la televisión, si los gobernantes nos

engañan y nos manipulan, si los terroristas nos amenazan, si las drogas nos esclavizan, y si además

me falta dinero para comprarme una moto, que es lo que yo quisiera?”. En cuanto te fijes un poco,

verás que los que así hablan parece que se están quejando pero en realidad se encuentran muy

satisfechos de saber que no son libres. En el fondo piensan: “¡Uf! ¡Menudo peso nos hemos quitado

de encima! Como no somos libres, no podemos tener la culpa de nada de lo que nos ocurra... “P

ero yo estoy seguro de que nadie -nadie- cree de veras que no es libre, nadie acepta sin más que

funciona como un mecanismo inexorable de relojería o como una termita. Uno puede considerar que

optar libremente por ciertas cosas en ciertas circunstancias es muy difícil (entrar en una casa en

llamas para salvar a un niño, por ejemplo, o enfrentarse con firmeza a un tirano) y que es mejor

decir que no hay libertad para no reconocer que libremente se prefiere lo más fácil, es decir, esperar

a los bomberos o lamer la bota que le pisa a uno el cuello. Pero dentro de las tripas algo insiste en

decirnos: “Si tú hubieras querido... “

Cuando cualquiera se empeñe en negarte que los hombres somos libres, te aconsejo que le

apliques la prueba del filósofo romano. En la antigüedad, un filósofo romano discutía con un amigo

que le negaba la libertad humana y aseguraba que todos los hombres no tienen más remedio que

hacer lo que hacen. El filósofo cogió su bastón y comenzó a darle estacazos con toda su fuerza.

“¡Para, ya está bien, no me pegues más!“, le decía el otro. Y el filósofo, sin dejar de zurrarle,

continuó argumentando: ”¿No dices que no soy libre y que lo que hago no tengo más remedio que

hacerlo? Pues entonces no gastes saliva pidiéndome que pare: soy automático”. Hasta que el amigo

no reconoció que el filósofo podía libremente dejar de pegarle, el filósofo no suspendió su paliza. La

prueba es buena, pero no debes utilizarla más que en último extremo y siempre con amigos que no

sepan artes marciales...

En resumen: a diferencia de otros seres, vivos o inanimados, los hombres podemos inventar y elegir

en parte nues

tra forma de vida. Podemos optar por lo que nos parece bueno, es decir, conveniente para nosotros,

frente a lo que nos parece malo e inconveniente. Y como podemos inventar y elegir, podemos

equivocarnos, que es algo que a los castores, las abejas y las termitas no suele pasarles. De modo

que parece prudente fijarnos bien en lo que hacemos y procurar adquirir un cierto saber vivir que

nos permita acertar. A ese saber vivir, o arte de vivir si prefieres, es a lo que llaman ética. De ello, si

tienes paciencia, seguiremos hablando en las siguientes páginas de este libro.

1.2 El caso de teresa[2]

Conociendo la autora del texto

La Dra. Helen Mitchell es profesora de Filosofía en la Universidad de Maryland. Su gran logro como

docente e investigadora es tener estudiantes interactivos con una gran experiencia en la discusión,

donde los estudiantes conducen la sesión de clase sobre la base de un pensamiento reflexivo y de

análisis propio. La experiencia impresionante de la Dra. Mitchell incluye la autoría de numerosas

publicaciones en temas de la mujer y publicaciones sobre la historia del Holocausto.

Síntesis

El caso Teresa, aportado por esta excelente escritora, nos relata una situación humana compleja,

con sentimientos y perspectivas contradictorias entre sí. Teresa ha nacido con Anencefalia, sus

padres buscan encontrar un significado a la tragedia y el hospital está reunido de emergencia para

tomar una decisión. Sin embargo, todos están lejos de un consenso, mientras son conscientes de la

publicidad que rodea el caso y la trascendencia legal y social de la decisión final. No sólo hay que

decidir, sino justificar

con argumentos válidos que consideren el dolor de los padres, la vida de Teresa y de otros bebés, la

misión del hospital, los recursos limitados y la ética médica.

Mediación didáctica del material: Actividad No. 1.

Texto

Un bebé acaba de nacer, pero nadie a su alrededor se comportaba como la gente suele

comportarse en un parto, porque este bebé ha llegado al mundo con un cerebro deficiente. En

términos médicos, este bebé padece de anencefalia; sólo tiene la parte más primitiva del cerebro,

aquella situada encima de la médula espinal y que controla los latidos cardiacos, la respiración y

demás funciones autónomas (más o menos automáticas) que mantienen con vida a un cuerpo. El

bebé, una niña a quien sus padres han puesto por nombre Teresa, nunca podrá reconocer sus

rostros ni a ninguna otra persona o cosa en el mundo. Nunca podrá pensar ni hablar, ni tener ningún

tipo de interacción con nadie. El personal médico del hospital donde ha nacido asegura que en unos

días, quizá semanas, la niña habrá muerto.

En la esperanza de encontrar algún significado a esta tragedia, sus padres toman la dolorosa

decisión de donar sus órganos, con el fin de que otros niños puedan seguir viviendo. Para los

padres de Teresa, esto significa que su breve vida y su muerte tendrán un significado. Si esperan a

que sobrevenga su muerte natural, sus órganos se habrán deteriorado a tal punto que ya no serán

idóneos para un transplante. ¿Debe permitírseles que autoricen la donación de los órganos de

Teresa mientras la pequeña está con vida (conforme a ciertas definiciones médicas, aunque no

necesariamente conforme a toda las definiciones, y

teniendo en cuenta, además, que esto sucede en Estados Unidos, donde según las leyes de

algunos estados Teresa sigue con vida y según las leyes de otros estados la pequeña no está viva)?

Los deseos de los padres se basan en resultados. Por mucho que ellos lo desearan, su bebé nunca

saldría del hospital con ellos. Nunca tendrá vida en el sentido en que ellos entienden el término.

Todo su interés está ahora en revestir de significado la fugaz existencia de teresa y su muerte

prematura. Si otro niño u otros niños pudieran vivir después de recibir los órganos de Teresa, los

padres de la pequeña se sentirían consolados. Su dolor se vería mitigado al saber que su hija

seguía, en cierto sentido, viva en otros niños. Para algunos de los receptores, el corazón o el hígado

significarían la diferencia entre la vida y la muerte; para otros, la donación de un órgano significaría

una gran mejora de la calidad de vida.

El resultado que ellos más hubieran deseado –un bebé sano que llevarse a casa y amarlo- les ha

sido negado, pero entre los muchos resultados posibles, los padres eligen la donación de órganos

como la mejor posibilidad para ellos, para los demás niños y para su hija. No habría, desde su punto

de vista, absolutamente nada que ganar contemplando el deterioro de los órganos de su hija hasta

el punto en que, en el momento inevitable de su muerte, quedaran inservibles.

Una vez que ha escuchado los deseos de los padres, el consejo de ética del hospital se ha reunido

en sesión de emergencia para decidir la cuestión. Si bien todos sus miembros están comprometidos

a hacer lo moralmente correcto, también están

de las sinceras diferencias de opinión que existen al respecto. Todo el mundo es solidario con el

dolor de los padres, pero también todos están pendientes de la publicidad que sin duda rodeará al

caso y a sus numerosas ramificaciones legales. Aquello que decidan tendrá implicaciones a largo

plazo.

Uno de los miembros del consejo, un médico, comienza recordando a todos los demás colegas que

han hecho el juramento de preservar la vida. Como médicos, no pueden tomar la vida de un

paciente para salvar las vidas de otros, ni aun cuando exista la certeza de que la vida de Teresa

será breve. Mientras el bebé tenga vida, tiene derecho a su atención y protección, y a ellos no les

corresponde en absoluto jugar a ser Dios y disponer de sus órganos mientras su cuerpo los

mantenga con vida. Su vida y sus órganos, están en sus manos. Cuando la niña muera, sus padres

podrán tomar todas las decisiones que crean oportunas acerca del destino de sus órganos, pero

mientras sea una paciente con vida, deben valerse de todos los recursos médicos para asegurar

que la vida de Teresa se preserve.

Otro miembro del consejo, un abogado, se centra en la comparación de personas en edad madura

cuyos cuerpos “viven” pero que carecen de actividad cerebral. Existen precedentes legales y

médicos para retirar a esos pacientes de los sistemas que les prolongan la vida y permitirles que

mueran. Teresa se halla en una situación similar. Puesto que no posee actividad cerebral –el

electroencefalograma (EEG) mostraría una línea plana- Teresa es en esencia un cuerpo carente de

cerebro. En ella no cabe confusión con otros pacientes que, lesionados o

s, incluso graves, conservan su capacidad de raciocinio y poseen existencia mental. Podríamos

incluso, observa este miembro del consejo, hacerle un favor a este bebé, al terminar su breve, inútil

y posiblemente dolorosa vida. La diferencia en el caso de Teresa consiste en que sus órganos

tendrían que ser extraídos en presencia de un “corazón que late”.

Un tercer miembro del consejo, un sacerdote, discrepa y hace hincapié en que, ya sea que Teresa

encaje o no dentro de la definición de persona, es, en efecto, una persona conforme a las leyes del

estado y a la ley de Dios, quien la creó. Sólo respetando la vida en todas sus formas –tanto a

aquellos que son similares a nosotros como a quienes son radicalmente diferentes- podemos seguir

un curso de acción verdaderamente moral. Si perdemos un respeto vital por la vida del individuo,

abrimos las puertas a abusos tales como los cometidos en los campos de exterminio nazis y en las

celdas de tortura de las prisiones de todo el mundo. Nunca podemos llevar a cabo aquello que sea

meramente conveniente cuando se trata de la vida de un ser humano; siempre debemos

preguntarnos qué le debemos a esa persona como individuo. Lógicamente a Teresa le debemos la

vida tanto tiempo como sea posible; no hay cabida para otros argumentos.

La siguiente persona que expresa su opinión, una enfermera, se pregunta acerca de las otras vidas

–algunas de ellas en ese mismo hospital- que podrían salvarse si acortamos la vida de este otro

bebé en una semana cuando mucho. Luego de mencionar los casos de varios bebés y niños de

corta edad, cuyos pronósticos de vida son sombríos, la enfermera observa qu

e sin los órganos donados, casi todos ellos morirán en el plazo de un mes porque ninguno de ellos

tiene las suficientes probabilidades en una lista de espera de que el órgano que necesitan les llegue

a tiempo. Estamos jugando a la ruleta; ponemos en riesgo algo bueno y cierto, frente a algo malo e

incierto. Teresa carece por completo “de calidad de vida”, pues no está consciente de nada cuando

ocurre a su alrededor. Ser una persona significa estar consciente del mundo que te rodea y ser

capaz de interactuar con él. Ciertamente, no debemos provocarle en absoluto ningún dolor indebido,

pero nada obtenemos al respetar una personalidad de la que es obvio que Teresa carece.

Un representante de la comunidad, por su parte, observa que las discusiones acerca de qué

elementos constituyen a una persona como tal, u otras disquisiciones éticas o teóricas no van a

resolver nuestro problema. Podemos –y así lo haremos- discrepar en cuanto a estos temas

abstractos durante toda la noche y no nos ayudará en nada a decidir qué debe hacerse en este

caso. La ética, para esta persona, involucra cuidado, lo cual hace de este asunto algo muy sencillo:

Debemos cuidar a Teresa. Si vive dos días, una semana, dos semanas, un mes o cincuenta años,

nuestra obligación consiste en hacer cuanto sea posible por que su vida esté libre de dolor y sea lo

más satisfactoria posible. Nos dedicamos a procurar salud, y, si ello no es posible, procuramos

cuidado. No debería permitirse que nadie muera sin recibir un cuidado amoroso. Este argumento

sirve tanto para un paciente anciano y con una enfermedad terminal como para Teresa. Si perdemos

de vista esta im

portante consideración, no estaríamos muy lejos de conceptuarnos como una sociedad anónima

comercial y comenzar a basar todas nuestras decisiones en la “línea de producción”.

Este punto de vista no me parece malo, dice un administrador del hospital. Está bien y es positivo

hablar acerca del cuidado y calidad de vida de Teresa, pero lo fundamental es que mientras ella

utiliza los tan caros recursos de este hospital para vivir un día o dos más, nosotros gastamos

preciados dólares en cuidado de salud que podrían gastarse en cuidado prenatal para las madres de

la comunidad o para proporcionar vacunas que erradiquen las enfermedades de la infancia. ¿Por

qué utilizar nuestros recursos limitados en un paciente que no vivirá, todos coincidimos en esto, más

allá del día 15 de este mes? Lo que conseguiremos no será ayudar a la niña, sino obstruir más a

nuestro ya sobrecargado cuerpo médico. No existe una base racional para comprometernos a

mantener con vida a este bebé, una vez que sus padres han tomado la apreciable decisión de donar

sus órganos.

1.3 Conceptos básicos sobre ética[3].

Conociendo al autor del texto

José Rafael Lezama es licenciado en Filosofía por la Universidad Católica Andrés Bello en 1999, en

Caracas Venezuela, obtuvo la maestría en Filosofía por la Universidad Simón Bolívar, y ha

complementado su formación profesional con otros cursos como “Ciencia y tecnología, Sociedad y

valores; Seminario de Bioética y Genética; Educación en valores; El reto del espacio”.

Ha sido autor de numerosas publicaciones, libros y escritos con temas éticos; “Una breve reflexión

sobre la ética y la tecnología”; “Aspecto

s éticos de la investigación en células madres”; “La tecnología como determinantes de la condición

humana”; “¿Qué son los valores?”; “Educación en valores y tecnología”; “Bioética y pluralismo”, etc.

Síntesis

Para un adecuado estudio sistemático de la Ética, es preciso tener en cuenta su origen etimológico,

en sus dos acepciones greco – latinas para comprender la raíz de su sentido, y su posterior

evolución conceptual en el pensamiento occidental. Es importante, comprender el doble uso que se

le puede dar al término en la vida cotidiana por su doble dimensión; esta es, en cuanto “sustantivo”

como disciplina filosófica que busca la justificación teórica de los criterios de acción; y en cuanto

“adjetivo” como calificativo de lo lícito e ilícito de los actos humanos de nuestra vida cotidiana.

Así mismo, manejar las diferencias existentes en los términos “Ética” y “Moral”, para su adecuada

aplicación a los diversos enfoques teóricos de la disciplina, y los distintos casos o dilemas que

requieren solución. Para ello, sirve de ayuda el texto sobre los “Conceptos básicos de Ética”, que

presenta de manera muy clara e inductiva, la explicación de la concepción y definición básica de la

Ética y la Moral, partiendo de sus orígenes, su aplicación en la vida cotidiana, y las diferencias entre

ellas. El conocimiento y comprensión de las nociones conceptuales básicas de Ética y Moral, sirven

de fundamento y punto de partida para la profundización de los contenidos subsiguientes y la

aplicación posterior de los criterios teóricos – metodológicos de esta disciplina en el campo

profesional de cada área o ciencia.

Mediación

idáctica del material: Actividad No. 2.

Texto

Por un lado con el término “éthos” designaban a lo que en castellano nos referimos a las costumbres

o los hábitos automáticos; mientras que con el vocablo “ëthos” se referían al concepto de "modo de

ser", "carácter" o predisposición permanente para hacer lo bueno.

Es de este último vocablo griego "ëthos" de donde proviene la palabra castellana "ética". Aunque en

el origen, el "ëthos" se refería no solo a la "manera de ser" sino al "carácter" (en el sentido

psicológico que nosotros le damos ahora a esta palabra), posteriormente el término fue

evolucionando y hoy se refiere a “la manera de actuar, coherente, constante y permanente del

hombre para llevar a cabo lo bueno”. Este es el concepto clásico de lo que siempre se ha entendido

por ética.

Cuando los latinos se ven forzados a traducir esa palabra a su lenguaje propio utilizan el vocablo

"moralitas", que a su vez se origina de la raíz "mos", o "mores" que significaba simultáneamente:

costumbres y maneras permanentes de actuar o comportarse. Al no disponer el latín de dos

palabras para referirse a los dos conceptos que el griego podía diferenciar, muy pronto "moralitas"

sustituye a éthos y ëthos, y por lo tanto, en adelante una palabra sola va a significar tanto el modo

de ser o la predisposición propia de cada uno en lo que tiene que ver con lo bueno, como las

conductas acostumbradas o "de hecho".

Y del vocablo latín "moralitas" proviene la palabra "moral" en castellano.

Del análisis etimológico podemos ver que la palabra latina "moralitas" incluye no solo las acciones

humanas en "cuanto vividas de hecho"

sino también las acciones humanas en cuanto “elegidas como rectas” de acuerdo con el mundo de

valores permanente del individuo. Hoy en día a las primeras las estudia la sociología, la etnología, la

antropología o la psicología, mientras que las segundas son el objeto propio de la Ética o Moral en

tanto disciplinas filosóficas.

En el lenguaje corriente hay dos usos de la palabra ética. En algunos casos se emplea como

sustantivo y en otros como adjetivo. Cuando se le usa como sustantivo ("La Ética" o "La Moral") se

da a entender un saber específico dentro de las disciplinas humanas que tiene como objeto la

fundamentación racional de lo que debe ser la responsabilidad del ser humano para alcanzar lo

bueno o lo recto. En ese sentido, denominaría el saber filosófico coherente y sistematizado (en

teorías orgánicas) sobre las características que deben tener los valores, principios, normas y

virtudes para que el ser humano se realice como tal en su transcurrir histórico. Ese saber

sistematizado implica una concepción de lo que son los derechos y deberes que le corresponden

como individuo que vive en sociedad, así como las prohibiciones, sanciones y todos los tipos de

medios adecuados para alcanzar "el bien" en la interacción humana.

Pero con frecuencia la palabra "ética" es empleada en el lenguaje corriente como un adjetivo.

Entonces se comenta: "esto es ético" "fulano es un inmoral". En este caso la palabra "ética" o

"moral" en tanto adjetivo, juzga la cualidad de determinadas acciones de los individuos en cuanto

tienen que ver con la manera que éstos ejercen su responsabilidad frente a los valores, principios y

normas

orales. Hace un juicio valorativo de la acción humana en cuanto es capaz de encarnar o realizar en

la práctica, a los valores, principios, y normas éticas.

En realidad, este uso confuso de la palabra ética que se hace en el lenguaje vulgar alude a la doble

dimensión de las acciones humanas que tienen que ver con "el bien" o "lo bueno". Mientras que el

saber filosófico se preocupa de justificar racionalmente criterios de acción que no sean arbitrarios y

que sean universalmente válidos (dimensión objetiva) la ética en cuanto vivida de hecho, muestra

cómo los hombres concretan o no esos criterios en su acción personal (dimensión subjetiva de la

ética ).

De ahí que entendamos por “Ética o Filosofía Moral” la disciplina filosófica que reflexiona de forma

sistemática y metódica sobre el sentido, validez y licitud (bondad-maldad) de los actos humanos

individuales y sociales en la historia. Para esto utiliza la intuición, experiencia humana, depurada por

la elaboración racional.

Características de la Moral. La Moral es el hecho real que encontramos en todas las sociedades, es

un conjunto de normas a saber que se transmiten de generación en generación, evolucionan a lo

largo del tiempo y poseen fuertes diferencias con respecto a las normas de otra sociedad y de otra

época histórica, estas normas se utilizan para orientar la conducta de los integrantes de esa

sociedad.

Características de la Ética. Es el hecho real que se da en la mentalidad de algunas personas, es un

conjunto de normas a saber, principios y razones que un sujeto ha realizado y establecido como una

línea directriz de su propia conducta.

Semejanzas

Diferencias entre Ética y Moral. Los puntos en los que confluyen son los siguientes:

• En los dos casos se trata de normas, percepciones, deber ser.

• La Moral es un conjunto de normas que una sociedad se encarga de transmitir de generación en

generación y la Ética es un conjunto de normas que un sujeto ha esclarecido y adoptado en su

propia mentalidad.

Ahora los puntos en los que difieren son los siguientes:

• La Moral tiene una base social, es un conjunto de normas establecidas en el seno de una sociedad

y como tal, ejerce una influencia muy poderosa en la conducta de cada uno de sus integrantes. En

cambio la Ética surge como tal en la interioridad de una persona, como resultado de su propia

reflexión y su propia elección.

• Una segunda diferencia es que la Moral es un conjunto de normas que actúan en la conducta

desde el exterior o desde el inconsciente. En cambio la Ética influye en la conducta de una persona

pero desde su misma conciencia y voluntad.

• Una tercera diferencia es el carácter axiológico de la ética. En las normas morales impera el

aspecto normativo, legal, obligatorio, impositivo, coercitivo y punitivo. Es decir en las normas

morales destaca la presión externa, en cambio en las normas éticas destaca la presión del valor

captado y apreciado internamente como tal. El fundamento de la norma Ética es el valor, no el valor

impuesto desde el exterior, sino el descubierto internamente en la reflexión de un sujeto.

Existen entonces tres niveles de distinción.

• El primer nivel está en la Moral, o sea, en las normas cuyo origen es externo y tienen una acción

impositiv

a en la mentalidad del sujeto.

• El segundo es la Ética conceptual, que es el conjunto de normas que tienen un origen interno en la

mentalidad de un sujeto, pueden coincidir o no con la moral recibida, pero su característica mayor es

su carácter interno, personal, autónomo y fundante.

• El tercer nivel es el de la Ética axiológica que es el conjunto de normas originadas en una persona

a raíz de su reflexión sobre los valores.

Las diferencias entre Moral y Ética podrían explicarse resumidamente de la siguiente manera:

|MORAL |ÉTICA |

|Acervo de costumbres, principios, valores y normas de conducta, |Constituye también un conjunto

de valores, costumbres, principios y |

|adquiridos del medio (hogar, escuela, comunidad, trabajo, |normas, pero adquiridos, asimilados y

practicados de modo |

|iglesia, etc.). Su asimilación y práctica no depende solamente de|eminentemente racional, es decir

consciente. Se trata del ejercicio |

|una actitud completamente consciente o racional, sino |libre y consciente de la razón para dar

justificación a nuestro |

|esencialmente de un sentimiento de respeto a la autoridad moral |actuar desde el punto de vista del

bien y del mal. Tiene un carácter|

|de la que provienen. Tiene un carácter más subjetivo, más |más objetivo, más universal, más de

aceptación voluntaria de valores|

|particular, de vivencia de los valores. |razonados. |

1.4 DIFERENCIAS Y RELACIONES DE LA ÉTICA CON OTRAS CIENCIAS[4].

Conociendo a los autores del texto

Javier Fuertes Pérez nace en Asturias, España el 3 de noviembre de 1963. Realiza los diplomados

de filosofía y pedagogía en el Instituto Superior de Valladolid (1985). Obtiene el bachiller en Teología

en la Facultad de San Esteban de Salamanca (1988), y la licenciatura en la Universidad de Deusto

(1990). Prepara un doctorado en sociología sobre los problemas de la distribución de la riqueza en

nuestras sociedades contemporáneas. Desde 1995 enseña en la Universidad de Deusto donde

actualmente imparte la asignatura de ética profesional en las facultades de Ingeniería Informática y

de Telecomunicaciones y Turismo así como de ética económica en la Facultad de Derecho

Económico.

Galo Bilbao es licenciado en Filosofía y doctor en Teología, es profesor de Ética en la Universidad

de Deusto y miembro colaborador del Instituto Diocesano de Teología y Pastoral de Bilbao. Sus

reflexiones y publicaciones se centran en cuestiones de ética fundamental, profesional y política, y

en todas ellas presta especial atención a la relación entre la ética filosófica y la fe cristiana. En la

actualidad, compatibiliza su actividad docente con la responsabilidad de Apostolado Seglar.

Síntesis

La Ética no es una disciplina ajena o externa a las otras ciencias o disciplinas científicas, a las que

ésta puede someterse o no a partir de la actitud personal del profesional, sino una dimensión

ineludible y propia de la actividad del profesional en cada campo científico.

La Ética como disciplina emanada de la filosofía, madre de todas las c

iencias, sirve de marco de referencia y orientación sobre los principios de comportamiento que

deben regir el ejercicio profesional de las ciencias. Existen ciencias que estudian los actos humanos

al igual que la Ética, pero con un enfoque distinto, mientras la ética centra su estudio en los actos

humanos como actos de derecho, en los que se puede explorar la bondad o maldad, licitud o ilicitud

de los mismos, en otras disciplinas los actos humanos son abordados como hechos, en los que se

puede estudiar el porqué de esos actos, su significado para la sociedad, para el individuo en

particular, etc.

El extracto de texto que se presenta en el libro, tomado de “Ingeniería y Ética Profesional” de Galo

Bilbao, Javier Fuertes y José María Guibert, (2002), sobre la relación y diferencias de la Ética con

otras ciencias, nos hace una propuesta concreta de esas relaciones interdependientes y de las

diferencias existentes entre la Ética y las otras disciplinas. En el estudio y profundización de la Ética,

es de imprescindible importancia conocer las distintas conexiones y encuentros que tiene con las

otras ciencias, en qué medida se distancian o aproximan, en qué casos o situaciones se auxilian y

en qué forma se complementan recíprocamente.

Texto

Ya que se tiene definido lo que es la Ética, ahora hay que aclarar los límites de esta ciencia y

mostrar los terrenos más allá de sus fronteras.

1. Relación de la Ética con la Psicología. La Psicología se parece a la Ética en cuanto a que también

estudia los actos humanos, pero ésta los explica en el aspecto del hecho y la Ética solo se interesa

en las normas de derecho de ese

to, es decir la psicología solo estudia el acto como objeto material, el por qué ocurre. La Ética en

cambio estudia la bondad o maldad de dicho actos y dicta normas de cómo deben ser estos actos.

2. Relaciones entre la Ética y la Sociología. La sociología surgió en el siglo XIX gracias a las

aportaciones de Augusto Comte y Karl Marx. Estudia el comportamiento del hombre en forma global,

es una ciencia de hechos, mientras que la Ética es una ciencia de derechos.

3. Relaciones entre la Ética y el Derecho. El derecho es un conjunto de normas que rigen la

conducta humana y en esto se parece a la Ética, sin embargo, difieren entre las normas propias de

cada una. Existen cuatro diferencias principales:

a) Las normas de la Ética son autónomas (cada individuo debe darse sus normas propias) y las del

Derecho son heterónomas (las normas provienen de una autoridad diferente al individuo).

b) Las normas de la Ética rigen aspectos internos y las del Derecho aspectos externos.

c) Las normas de la Ética son unilaterales (el cumplir una norma no implica el surgimiento de un

derecho o una obligación por parte de otras personas), y las del Derecho son bilaterales (una

obligación implica un derecho y viceversa).

d) Las normas de la Ética son incoercibles (aún cuando tienen un carácter obligatorio, generalmente

no conllevan un castigo explícito en el caso de no cumplirlas) y las del Derecho son coercibles (la

autoridad que ha establecido ciertas normas civiles, tiene la facultad de exigir el cumplimientos de

ellas, y para llevar a cabo dicha tarea, impone vigilancia, fiscalización, sanciones, etc.).

|Tipo de normas |Fuente de las normas |Caracteres de la obligación|Destinatarios de las normas|

Tribunal ante el que |

| | | | |respondes |

|Legales o jurídicas |El Estado (gobernantes, |-Éxterna |Todos los que definen el |El Estado |

| |jueces, etc.) |-Coactiva |sistema legal como | |

| | | |ciudadanos | |

|De trato social, |Tradiciones, costumbres, |- Externa |Todos los miembros de la |La sociedad

circundante |

|cortesía o urbanidad |hábitos heredados |- Moderadamen- te activa |sociedad en cuestión | |

|Morales |Código de principios, |- Interna |Cada persona se considera |La propia conciencia |

| |normas y valores |- No coactiva |destinataria de las normas |personal |

| |personalmente asumido |- Referencia última para |que reconoce en conciencia | |

| | |orientar la propia conducta| | |

4. Relaciones entre la Ética y la Economía. La Economía es la ciencia que trata de la producción,

distribución y consumo de

bienes materiales. Sus temas son, el trabajo, la mercancía, el dinero, la ganancia, la utilización del

trabajo, el comercio, etc. La Ética relacionada con esta ciencia en el aspecto de la vida del ser

humano: su subsistencia, sus problemas pecuniarios, su lucha diaria por el alimento, la vivienda y la

ropa. Todo esto está afectado por la explotación del asalariado, la injusticia en el pago de sueldos, la

falta de higiene en las fábricas, la falta de esmero en el trabajo del obrero o la responsabilidad de los

empleados.

La Ética como la Economía presenta un modelo ideal que hay que cumplir, como si fuera un

proyecto que seguir –como la ley de la oferta y la demanda- aquí entra también la Ética ya que en

más de una ocasión el modelo económico es el relato de una serie de abusos, como suele ser en la

ley citada anteriormente. Los dos modelos, el económico y el ético tienen que ir entrelazados para

así evitar la explotación del trabajador, la marginación del asalariado, la usura en los intereses

cobrados a los países del tercermundistas, la colonización del trabajo, la producción y el gobierno de

los países débiles.

5. Relaciones entre la Ética y la Teología. En este caso la teología moral trata de la valoración moral

de los actos humanos, mismo tema que el de la ética, pero esta última utiliza la razón como

instrumentos de su estudio y la teología moral además de la razón utiliza los datos de la fe como la

Biblia, el Corán, etc.

6. Relaciones entre la Ética y la Religión. La religión es la relación entre el hombre y Dios. Es un

contacto íntimo de la persona con un ser infinito, del cual procede y ante el cua

l puede ponerse gratificante y reconfortante. La ética se relaciona con la religión en la siguiente

manera:

a) Una persona que mantiene un contacto íntimo con Dios, normalmente obtiene en ese contacto la

guía personal de su conducta correcta, se contacta simultáneamente el ser absoluto, el terreno de

los valores y la fortaleza de conducirse en la vida cotidiana.

b) La religión institucionalizada contiene una serie de preceptos, la mayoría de ellos con un alto valor

moral, como son la caridad, la humildad, el sentido comunitario, la compasión, la piedad, etc.

Es por esto que la ética y la religión guardan una muy estrecha relación, pero la ética científica y la

filosófica procuran mantener su autonomía con respecto a las normas morales que pueden surgir, y

de hecho han surgido, a partir de la religión, sea esta última, una vivencia o una institución.

2. CATEGORÍAS BÁSICAS DE LA ÉTICA: CONCIENCIA, LIBERTAD Y VALORES

2.1 La conciencia moral[5].

El ser humano es responsable no sólo ante las

normas, sino también de ellas; así también es

responsable, no sólo ante su conciencia, sino

del estado de su conciencia.

Diezmar Mieth

Conociendo al autor

l texto

Augusto Hortal Alonso es jesuita. Hizo su doctorado en Filosofía en la Universidad de Munich

(1975). Es profesor de Ética y Filosofía Práctica en la Universidad Pontificia Comillas de Madrid. En

los últimos años viene impartiendo la asignatura de Ética Profesional en la Licenciatura de

Traducción e Interpretación en dicha Universidad. Entre sus publicaciones cabe destacar: Ética

General de las Profesiones (2ª ed. 2004, en esta colección que él mismo dirige), Los cambios de la

ética y la ética del cambio (1989), Ética: I. Los autores de la vida moral (2ª ed. 2005).

Los autores y sus circunstancias de Augusto Hortal Alonso es un libro publicado por la Universidad

Pontificia de Comillas, este libro recoge los conceptos básicos de la Ética para responder a la

pregunta ¿Quién puede actuar moralmente? Hemos seleccionado el Capitulo IV La conciencia y el

Capítulo V La Libertad para el estudio de estos dos importantes temas de la Ética.

Síntesis

La conciencia parte de la afirmación “sin conciencia no hay vida moral” puesto que solo somos

responsables de lo que hacemos si actuamos en conciencia, es decir, la medida en que sabemos lo

que hacemos, lo que se pretende al hacerlo y sabe si eso que hace es bueno o malo, lícito o ilícito.

Para desarrollar el tema aborda los diferentes conceptos y tipos de conciencia, las dimensiones y

diferentes imágenes de la conciencia. Para concluir explica porque la conciencia es norma de

moralidad

La libertad es uno de los temas centrales de la Filosofía y de la Historia de la Filosofía, su

importancia radica en la constatación de que la libertad es presupuesto de la vida

moral, puesto que la responsabilidad, el derecho, la vida social no tendrían el sentido que les damos

en nuestra vida diaria sin presuponer la libertad. El texto esboza las coordenadas en que se inscribe

la libertad, para profundizar en la raíz y sentido de la misma para realización humana

Propuesta mediación didáctica del material: Actividad No. 3 y/o No. 4.

Texto

La vida moral tiene como presupuesto que quien actúa moralmente sabe lo que hace (hasta cierto

punto al menos) lo que pretende al hacerlo y sabe si eso que es bueno o malo, lícito o ilícito. A todo

esto es lo que llamamos actuar en conciencia. La persona moral para poder se autora de sus actos

para que éstos puedan serle imputados y merezca alabanza o reproche por ellos, tiene que saber lo

que hace, sin conciencia no hay vida moral.

¿Qué es la conciencia?

a. Conciencia en sentido general

Una primera acepción del término equivale a “darse cuenta”, ser consciente. Ésta es la conciencia

psicológica, la cual podemos definir como el conocimiento que tenemos de nuestro propio yo, de

nuestros actos y del mundo que nos rodea. Esta dimensión psicológica de la conciencia no es

todavía la conciencia moral, aunque constituye un presupuesto básico, ya que sólo podremos dar la

dimensión moral de la conciencia si previamente somos conscientes de nuestros actos.

b. Conciencia Moral

Pero la persona además de conocerse y conocer lo que le rodea, es capaz de valorar las cosas y

valorarse a sí misma sintiéndose responsable de sus actuaciones. Esta capacidad de valoración

según el bien y el al es la conciencia moral. Podemos llamar conciencia a la propiedad

que tenemos las personas para formular juicios sobre la rectitud de nuestros actos.

La conciencia moral desempeña la función de advertir y estimar las valoraciones implicadas en

nuestros actos proyectos y decisiones.

La conciencia moral es el conocimiento moral que acompaña nuestra vida moral y nuestras

actuaciones, porque al actuar bien o mal sabemos lo que hacemos y si eso que hacemos merece o

no aprobación.

Imágenes de la conciencia

Quien quiere actuar moralmente debe atenerse a los criterios que le dicta la conciencia. ¿Qué tiene

la conciencia para que tengamos que hacer caso de sus dictámenes? Unos ven en la conciencia

una voz un eco que hace resonar la voz de otro dentro de nosotros mismos. Otros como una luz

algo que ilumina nuestro camino para que elijamos, descubre la bondad o maldad de lo que hicimos

o vamos a hacer. O como un Juez que condena la maldad de nuestras acciones o aplaude y

aprueba su bondad. Es quien da la sentencia “hiciste bien o mal”. Otros la ven como un testigo que

llevamos dentro el cual testifica que somos nosotros los responsables de lo que hacemos en

cualquier circunstancia. También se le ve como el corazón en el sentido de que representa lo más

importante de nosotros mismos, algo muy interior y fuente de vida.

La conciencia es la responsable de la conducta moral de las personas. De ahí la importancia

fundamental que tiene para los individuos y para la sociedad, en general la debida formación de la

conciencia.

La conciencia norma de moralidad

La conciencia es la capacidad subjetiva de elaborar conocimientos objetivos, esa capacidad puede

ser mayor o menor segú

n el estadio evolutivo, la información, la formación, la trayectoria moral de la persona que juzga.

Debemos atenernos a nuestros conocimientos objetivos por ser nuestros y por verlos como

acertados en un momento dado. Por ser la forma concreta de respetar nuestra conciencia radical

ese momento.

Decir que la conciencia es norma de moralidad empieza por significar que nadie ocupa el lugar de

otro en las situaciones que vive, en las decisiones que toma y en las convicciones con que las toma.

Cualquier información adicional, cualquier consideración o argumentación que pueda conducir a un

cambio en el último juicio práctico de la conciencia del que actúa, tiene que ser aducidas y alegadas

ante la conciencia del que actúa tratando de iluminarla. Incluso corregirla, pero nunca de sustituirla.

Si nadie puede sustituirnos en la responsabilidad de lo que pensamos y hacemos puntualmente es

porque nadie puede sustituir a otro en el protagonismo de la propia biografía, de la que no sólo es

autor, sino también co-autor, víctima y sujeto paciente.

Ser persona consiste en serlo personalmente, como alguien que protagoniza su propio llegar a ser lo

que es, desde las posibilidades que se le van abriendo en el transcurso de su biografía. Conciencia

según esto sería la radical apertura de la persona a realidad como bien realizable, la capacidad de

ver esa realidad como posibilidades de realización humana.

Al actuar nos apropiamos de esas posibilidades, las realizamos haciéndolas nuestras. Todo cuanto

hacemos como personas se sedimenta en lo que somos como personas: logradas o malogradas, o

sólo logradas a medias.

La con

ciencia no es pues un mecanismo automático que nos proporciona un repertorio de soluciones a

nuestros problemas morales. Tampoco es la resultante de todas las influencias que se ejercieron y

ejercen sobre ella.

2.2 La libertad[6].

Creo que un hombre puede siempre hacer algo

de aquello que se ha hecho de él. Es la definición

que daría yo hoy de la libertad.

J. P. Sartre

Propuesta mediación didáctica del material: Actividad No. 5 y/o No. 7.

Dice Aristóteles que nadie se plantea cómo actuar en cuestiones que irremediablemente son como

son “nadie delibera sobre lo que no puede ser de otra manera” (Aristóteles, 1985. p. 139). Si todo

fuese necesariamente como es, y por lo mismo nuestras acciones siguiesen un curso rígidamente

marcado (determinismo físico, psíquico o metafísico), no tendría sentido que nos preguntásemos

qué podemos hacer. ¿Por qué iba a merecer alabanza alguien que no tuvo más remedio que hacer

lo que hizo? ¿Por qué reprochar a otro un comportamiento que no estuvo en su mano evitar?

Si alguien merece alabanza o reproche por algo que ha hecho, es porque se presupone que lo hizo

porque quiso, que no lo habría hecho si no hubiera querido. Hablar de normas, de bien moral, de

promesas, de alabanzas y reproches por acciones hechas por alguien, etc. Tiene como presupuesto

la libertad, el hecho de que determinadas actuaciones nuestras se deben principalmente a nosotros;

porque somos autores de nuestras acciones. La moral, la responsabilidad, el derecho, la vida social

no tendrían el sentido que les damos en nuestra vida diaria sin presuponer la libertad.

A eso se añade que según entendamos la liberta

d, así entenderemos la vida moral: de forma más absoluta e interior o de forma más vulnerable, pero

a la vez con posibilidad de incidir en el mundo material y social, de forma más racional o más

arbitraria, etc. Por lo demás la libertad no sólo es presupuesto de la vida moral, sino también una de

las metas de la misma; aspecto este del que de momento no nos ocupamos directamente.

Coordenadas del concepto de libertad

La libertad es uno de los temas centrales de la Filosofía y de la Historia de la Filosofía. No es posible

ni necesario exponer y comentar aquí la historia del concepto de libertad[7]. Nos limitaremos a

esbozar las coordenadas en que se inscribe el planteamiento del tema.

a) Libertad social o política. Libre es originariamente el que no es esclavo: el que no pertenece a

otro más que a sí mismo, y por eso no se ve forzado a hacer lo que otro quiere. Además de la

situación social del esclavo, este concepto de libertad excluye la coacción externa y se opone a todo

tipo de condicionamiento exterior que nos fuerza a hacer lo que no queremos hacer, lo que sólo

hacemos porque nos fuerzan y coaccionan, no porque queremos.

b) Libertad interior. Libre es además el que tampoco es esclavo de sus pasiones, el que no está

completamente a merced de sus propios impulsos, pasiones y deseos. Fueron los estoicos los que

introdujeron este concepto de libertad. Para ellos es libre incluso el que acepta el curso inevitable de

los acontecimientos, especialmente cuando descubre en ellos una racionalidad impresa en el

cosmos, en la naturaleza y en la historia y se acomoda a ella con ánimo imperturbable e impasible

. Libertad es en este caso libertad del propio querer respecto de las propias pasiones, instintos,

pulsiones. Libre es el que hace lo que quiere y porque quiere, pudiendo no hacerlo si no quisiera,

aunque sólo sea en la esfera interna del puro querer.

c) Libertad como ejercicio de autodeterminación. Libre es, no sólo el que no es determinado por otro

ni está determinado por sus impulsos y pasiones, sino el que se determina a sí mismo desde lo más

constitutivo de su ser y de su libertad. Cuando el objeto de nuestro querer es tan central al mismo

dinamismo de nuestro querer y de nuestra libertad, la libertad no sólo es compatible sino que

encuentra su sentido y razón de ser en “no poder no querer” y a la vez “no querer no querer” aquello

que quiere. Libre es el que libre y necesariamente quiere aquello que le hace ser libre, la raíz y el

sentido pleno de su libertad, así como las concreciones incorporadas a su identidad por su biografía.

Este concepto ve la libertad como autorrealización a la vez libre y necesaria.

Los dos primeros conceptos de libertad son negativos[8] y se llaman también “libertad de”. El tercero

nos presenta la libertad como función de la autorrealización: el hombre es libre para realizarse como

hombre desde su libertad, comprometido con lo más íntimo y radical de su ser hombre y de su ser

libre. Se llama también “libertad para”. Comentemos un poco cada uno de estos aspectos.

La libertad civil: independencia y ausencia de coacción social

Toda una corriente de enfoques del tema de la libertad insiste o se centra en la relación del hombre

individual con los otros miembros de la sociedad en

que vive y muy especialmente con el Estado. En este contexto libertad es ausencia de coacción y de

obstáculos invencibles que puedan poner los otros o el Estado, de forma que nadie nos impida

hacer aquello que queremos, o al menos no nos veamos forzados a hacer lo que no queremos.

Este concepto de libertad es ante todo social y político. Como hemos señalado, en el mundo griego

y romano, se entendía por libertad la condición del que no era esclavo. El esclavo, por pertenecer a

otro, tenía que hacer lo que ese otro quería. El hombre libre, en cambio, se pertenece a sí mismo

(es sui iuris) y puede hacer lo que quiera. Este concepto de libertad desempeña un papel central en

la evolución política que va del absolutismo al estado liberal. La autoridad del monarca absoluto es

vista como la gran amenaza para la libertad de sus súbditos; el Estado de derecho hace de los

súbditos ciudadanos, en ellos radica la legitimidad democrática, y mediante la constitución y la ley,

expresión de la voluntad popular, el Estado pasa a ser el garante de las libertades de todos los

ciudadanos.

Cuando hoy se habla de libertad casi siempre se trata de la libertad social y política, de la

independencia que reclama para sí el individuo libre en sus propias actuaciones frente a posibles

interferencias o coacciones no deseadas de los otros o del Estado. Apenas se habla hoy de libertad

frente a las propias pasiones o impulsos interiores, salvo para excusar conductas o en contextos

terapéuticos. Tampoco se habla mucho del “para qué” o “hacia dónde” se orienta, puede o debe

orientarse, la libertad. La libertad se entiende ante todo como independen

cia, despego, desarraigo: ausencia de vínculos no deseados.

Lo que nosotros entendemos hoy por libertad política, como contrapuesta a la esclavitud y a la

coacción, tiene mucho que ver con lo que Constant llama “libertad de los modernos”.[9] Esta libertad

como independencia, ausencia de coacción, es la que se hace presente en todo el pensamiento

liberal desde Locke hasta nuestros días, y que C. B. MacPherson ha caracterizado como teoría

política del “individualismo posesivo”. Libertad es lo mismo que independencia de toda relación con

los demás, salvo las voluntarias[10].

Este es el concepto de libertad que sanciona la Declaración de los Derechos del Hombre y del

Ciudadanos de la Revolución Francesa (26/8/1789) en su artículo 4: “La libertad consiste en poder

hacer todo lo que no daña a los demás…”[11]

John Stuart Mill consideraba a mediados del siglo pasado en su escrito “On Liberty” que esta libertad

era algo nuevo. La llamada libertad civil y la contraponía al libre albedrío[12].

La libertad interior: el libre albedrío

Si en la concepción anterior la perspectiva es social y política, en la perspectiva que ahora

comentamos la libertad es ante todo un atributo de la voluntad. Esta manera de enfocar el tema

insiste en la relación del hombre consigo mismo y con los diferentes componentes que intervienen

en su actuación. Esto lleva a distinguir la actuación libre de la conducta involuntaria. Una persona a

quien los otros o el Estado no imponen nada, puede no ser libre, si está determinada por sus hábitos

compulsivos. Y viceversa: al hombre interiormente libre las coacciones del medio social no le llegan

a a

fectar en su núcleo más íntimo.

La ausencia de coacción externa y de condicionamientos internos se combina en la noción de libre

albedrío, libertad de indeterminación o indiferencia, cualidad de la voluntad de no estar determinada

a elegir entre dos o más posibilidades antes de determinarse a sí misma y por sí misma. Existe libre

albedrío cuando ni los factores externos ni los internos determinan a elegir una entre dos o más

posibilidades.

El concepto de libertad interior plantea el tema de la relación entre libertad y voluntad, entre voluntad

y deseos, tendencias, pasiones. Esto a su vez plantea el tema antropológico de por qué las

determinaciones racionales afectan de modo distinto al ejercicio de la libertad por contraposición a

los factores sensibles como las tendencias, deseos e instintos. Hoy hay que volver sobre este tema,

dada la importancia de las seducciones, no sólo de las coacciones, como enemigas de la libertad.

Es difícil decir dónde termina la coacción y empieza el chantaje o la seducción. Aristóteles (EN

1110a) cuando habla de la acción voluntaria (boulesis) alude a los navegantes que ante una

tempestad se ven obligados a echar al mar su cargamento para salvar sus vidas. Lo hacen con

harto dolor de su corazón, pero lo hacen queriendo, libremente; aunque no sería lo que hiciesen

espontáneamente fuera de las circunstancias que “les fuerzan” a hacerlo. El que obra así en tales

circunstancias, diríamos que obra libremente (le haríamos responsable de lo que ocurriese en caso

de no hacerlo), pero apenas podemos decir que lo hizo porque quiso. Lo hizo a regañadientes,

“malgré” (Ricoeur). Esto se pone

de manifiesto comparando esta actuación con otra que hiciese de buen grado y porque quisiera,

venciendo incluso dificultades y obstáculos.

¿Y qué pasa si se trata de un deseo compulsivo irrefrenable? ¿Diríamos que es libre el drogadicto,

ya bastante avanzado en su adicción, para no tomar la droga cuando la tiene a su alcance? En

términos menos extremos: ¿podrá evitar caer en el consumismo el que va con abundante dinero a

unos grandes almacenes y nunca ha sido formado para poner freno o límite a sus deseos?, ¿es libre

un glotón para no comer lo que le gusta cuando se lo ponen delante y hace unas horas que no

come?

¿Es libre el que no tiene lo necesario para comer? No parece que sea completamente ajeno al

concepto de libertad, a la mayor o menos amplitud del espacio de libertad de que disponemos, tener

o carecer de los medios de subsistencia ofrece un punto flaco y vulnerable que le hará someterse a

otros para conseguirlos. ¿Es libre el que carece de los medios materiales, las habilidades

psicológicas y las capacidades sociales para hacer aquello que quiere? Parece que esas

circunstancias ponen límites a su libertad, aunque como alega I. Berlin, no poder saltar dos metros

cincuenta centímetros o no poder volar no sea una falta de libertad, sino una limitación.

La libertad no se coarta sólo cuando se fuerza físicamente a alguien. También las amenazas son

males insoportables o que se hacen muy arduos de soportar, y también las persuasiones,

seducciones, y chantajes logran disminuir y aun suprimir la libertad. Pero eso ocurre en estrecha

colaboración con nuestros miedos y deseos. En la lucha a muerte entre el amor

y el esclavo, el amo es amo porque prefiere morir antes que ser esclavo; y el esclavo es esclavo

precisamente porque prefiere su supervivencia a su libertad.

La libertad depende, pues, del campo de posibilidades de acción que nos ofrecen las situaciones, de

la facilidad o dificultad que haya para realizar dichas posibilidades, de la importancia que se atribuya

a éstas en relación con el propio plan de vida, con el propio carácter y las circunstancias que está

viviendo, del valor que atribuya a esas posibilidades el que las tiene ante sí.

Normalmente tendemos a decir que es más libre el seducido que el amenazado, pero eso sólo es

así porque solemos atribuir mayor fuerza a nuestros miedos que a nuestros deseos. Muchas veces

irán mezclados (el palo y la zanahoria), y serán difíciles de separar y aun de distinguir. En el

síndrome de abstinencia del adicto a la heroína, la sensación negativa desasosegante que causa la

carencia de heroína va unida a la atracción por el alivio y placer experimentado en el pasado y que

se piensa volver a experimentar en el futuro tan pronto como se inyecte la próxima dosis.

Si traemos todo esto a colación, es sobre todo para presentar la seducción, no sólo la coacción o la

amenaza como enemiga, reductora o destructora de la libertad. No tiene buen cartel el estoicismo

en las sociedades de abundancia. Pero además de consideraciones ecológicas o de justicia, desde

la perspectiva de la libertad, un poco de ataraxia y apatheia estoica y un poco de la moderación

epicúrea en el disfrute de los placeres harían bien a la libertad en nuestra cultura se las seducciones

del marketing.

La liber

tad, su raíz y su sentido

La libertad como autodeterminación o “libertad para” va asociada en filosofía con el nombre de

Hegel, pero es un concepto que nace en contexto teológico con una formulación negativa: libertas a

peccato. Libre es el redimido, el liberado por Cristo y su gracia de la esclavitud del pecado. Agustín

elabora este concepto siguiendo a S. Pablo y contraponiéndolo al de libre albedrío[13].

Para S. Pablo y S. Agustín el que peca, peca libremente porque actúa de una manera que podría

haber evitado; el libre albedrío es ejercido al pecar. Desde la perspectiva del libre albedrío tan libre

es el que peca como el que no peca. El pecador, al pecar, “libremente” se convierte en esclavo del

pecado. Más libre será entonces el que eligió no pecar; y mucho más el que ni siquiera puede pecar

y ser esclavo del pecado. En este sentido Cristo y el mismo Dios son plenamente libres

precisamente en su incapacidad para hacer el mal.

Si la libertad consiste sólo en la ausencia de coacciones externas y de condicionamientos internos,

no se ve cuál es su valor o su sentido, ni siquiera de dónde surge. La rotura de todo vínculo, el

desarraigo, el no compromiso con nada ni con nadie, el aislamiento y la distancia, la indecisión

serían las maneras más seguras de ejercer y aun mantener la libertad. Para formularlo en forma de

paradoja: libre sería sobre todo el que nunca se ata porque nunca se decide, el que mantiene

abiertas todas las posibilidades, o el que hoy decide esto y mañana lo otro… Con lo que no se ve el

sentido de decidirse hoy por algo que una vez decidido nos suprime la libertad, nos ata.

Desde la persp

ectiva de la “libertad para”, sin embargo, no es más libre el que nunca se decide, ni quien decide

cada día de nuevo, dejando perpetuamente abiertas todas sus opciones y posibilidades, sino quien

desde la libertad ejercida y realizada, desde la determinación más íntima de su ser, llega a no poder

dejar de querer aquello que y a aquellos a quienes libremente amó y sigue amando[14].

La “libertad de” o libertad negativa es la condición normal de la libertad que encuentra su sentido en

la forma de “libertad para”. Escribe Zubiri: “En la medida en que el hombre tiene que elegir un

sistema de posibilidades, no solamente tiene libertad de, sino también libertad para. De ahí que la

interna articulación de la libertad en sentido negativo –libertad de- y la libertad en sentido positivo –

libertad para- confiere una figura concreta y finita a la libertad de cada hombre en cada momento de

su existencia”[15].

Erich Fromm resume la tesis central de su libro El miedo a la libertad[16] en estos términos: “La tesis

de este libro es la de que el hombre moderno, libertado de los lazos de la sociedad preindividualista

–lazos que a la vez lo limitan y le otorgaban seguridad-, no ha ganado la libertad en el sentido

positivo de la realización de su ser individual, esto es, la expresión de su potencialidad intelectual,

emocional y sensitiva. Aun cuando la libertad le ha proporcionado independencia y racionalidad, lo

ha aislado y, por tanto, lo ha tornado ansioso e impotente. Tal aislamiento le resulta insoportable, y

la alternativa que se le ofrece es la de rehuir la responsabilidad de esta libertad positiva, la cual se

funda en la unici

dad e individualidad del hombre”.

En el artículo de I. Berlin que ya hemos citado, tras una primera parte en que habla de la libertad

negativa en los términos que hemos recogido anteriormente, polemiza en la segunda parte con el

concepto de libertad positiva, por la posible utilización ideológica de la libertad positiva para recortar

las libertades. Pero el abuso no elimina el uso. El concepto de libertad positiva o “libertad para” sólo

es tan carente de sentido para quien dogmatiza el concepto de libertad negativa, mide todo con ese

baremo, y no quiere entrar en los temas y perspectivas que han hecho plantear la “libertad positiva”

o “libertad para”.

2.3 Los valores[17].

Noción de Valor

• El ser humano por su especial contextura de ser inacabado experimenta la urgencia de satisfacer

una serie de necesidades de diversa índole e importancia. Todo aquello que responda y satisfaga a

tales urgencias es considerado valioso pues sirve para completar diferentes dimensiones de la

persona: físicas, intelectuales, espirituales. Un valor es todo aquello que satisface una necesidad

humana.

Tipos de Valor

• Existen diferentes tipos de valores: económicos, políticos, estéticos, vitales, religiosos, teoréticos,

culturales, valores éticos.

Características de los valores:

• Bipolaridad: todo valor tiene un polo negativo y un polo positivo.

• El rango: un valor no es superior a otro, la superioridad de un valor se aprehende por un acto

especial que es “el preferir” subjetivo que cada persona hace de los valores que asume para guiar

su conducta. Por tal característica los valores no pueden ser c

lasificados en orden de importancia, los valores son jerarquizados por cada persona conforme a sus

preferencias. 

Jerarquía de valores 

• Cada persona establece su jerarquía de valores, es decir, prioriza, ordena y articula los valores a

partir de los fines que se ha trazado para dar sentido a su vida. 

La materia del valor moral. 

• El valor moral tiene por materia las acciones libres en las que el ser humano se define a si mismo. 

• La naturaleza que sustenta el valor moral es la acción humana, es decir, entra dentro de la

estructura dinámica del ser humano, que es la que define a la persona. 

Características Específicas de los Valores Éticos 

Compromiso Interno 

• El valor moral hace referencia directa en inmediata a la subjetividad entendida como

intencionalidad, como libertad y compromiso. 

• Lo especifico del valor moral esta en la intención del sujeto, incluye tanto la dimensión objetiva

como la dimensión subjetiva de la acción moral 

Tabla de Valores Éticos 

• Valores Éticos Antropológicos son los rectores del sistema axiológico de toda la persona: 

Estos son: La dignidad humana es el valor fundamental del resto de valores. Son también valores

antropológicos la libertad e igualdad. 

• Valores éticos individuales la persona elige, se apropia de estos valores para regir su conducta

verdad, amistad, autoestima, autonomía, sinceridad, franqueza, respeto, sencillez, diligencia,

espiritualidad, honradez, bondad, serenidad, gratitud, admiración, atención, escucha, organización,

constancia, critica, dinamismo, cortesía, empatía, paciencia, humildad.

• Valores éticos sociales son aquellos valores básicos que la persona elige y comparte con otras

personas a fin de lograr la convivencia en pacífica, la vida democrática. Son valores sociales la

justicia, solidaridad, equidad, confianza, reciprocidad, diálogo, cooperación, colaboración, diálogo,

pluralismo. 

Relación entre valores y cualidades de la personalidad. 

• La personalidad es el carácter que nos formamos es expresión superior del mundo subjetivo de

cada persona que se expresa en el comportamiento del sujeto y refleja sus cualidades internas. 

• Cuando la persona logra su autonomía a partir de valores éticos que dirigen responsablemente su

conducta se puede afirmar que los valores son cualidades o VIRTUDES de la personalidad lo que

supone un nivel de autoconciencia sobre los valores y que los valores tienen un sentido personal

para el sujeto. 

Las Virtudes 

• Las virtudes son un conjunto de valores que sirven de guía a la persona en la toma de decisiones y

son su soporte y apoyo a la hora de actuar. 

|VIRTUDES |CONJUNTO DE VALORES | 

|Perseverancia |Constancia, paciencia, organización, diligencia, autoestima, | 

| |optimismo | 

|Honestidad |Verdad, respeto, sinceridad, franqueza, confianza, humildad | 

|Solidaridad

|Empatía, generosidad, comprensión | 

|Profesionalidad |Eficiencia, organización, diligencia, crítica, honradez | 

|Cooperación |Empatía, confianza, reciprocidad, diálogo, escucha, ayuda, | 

| |tolerancia | 

Los Valores en la sociedad actual: relativismo, subjetivismo, politeísmo, pluralismo moral, Ética

Cívica o Ética de Mínimos. 

Relativismo moral: esta postura sostiene que la calificación moral de una acción depende de la

cultura o del grupo humano. Así, cada época, raza, pueblo o civilización tiene su propia escala de

valores, llegan a la conclusión de que no hay valores universalizables, sino que el mundo de las

valoraciones es siempre relativo a tradiciones, culturas. 

Como las tradiciones, culturas son diversas y las circunstancias son cambiantes, ningún

conocimiento o principio moral, según esta postura, es objetivo o universal. Es decir, el relativismo

postula que ningún conocimiento o principio moral es verdadero independientemente de las

opiniones de las personas o de sus circunstancias, ni tampoco, por esa misma razón, es válido para

todos en todo tiempo y lugar. En realidad, el relativismo, en cuanto al conocimiento de la realidad en

general, deviene en agnosticismo (la negación, o la puesta en duda, de la capacidad del ser humano

de conocer la verdad objetiva) y en cuanto al conocimiento de lo moral, en individualismo o

subjetivismo. 

Subjetiv

ismo moral: Consiste en creer que las cuestiones relativas a los valores morales son muy subjetivas,

que en el ámbito de los valores cada persona elige una jerarquía de valores u otra, pero la elige por

una especie de fe. 

Por eso se produce en el terreno de los valores una especie politeísmo moral que consiste en que

cada uno “adora” a su dios, acepta su jerarquía de valores y es imposible encontrar un acuerdo

argumentado, un acuerdo intersubjetivo. 

Ciertamente en las sociedades con democracia liberal está muy extendida la convicción de que las

cuestiones morales son subjetivas o relativas a cada sociedad o cultura y de que el pluralismo

consiste en tolerar las opciones ajenas. Sin embargo esto no sería pluralismo, sino politeísmo.

Afortunadamente no es este el modo de moral vigente en las sociedades actuales o al menos, el

modo vigente en la conciencia social de lo que debería ser. 

El pluralismo moral a diferencia del politeísmo, exige al menos un mínimo de coincidencia, no

alcanzada a través de pactos o negociaciones, sino de un conjunto de valores y normas que

comparten los miembros de una sociedad pluralista, sean cual fueren sus concepciones de vida

buena, sus proyectos de vida feliz. 

El pluralismo moral es incompatible con el subjetivismo y el relativismo moral, ya que el relativismo

supone que lo correcto o lo bueno depende de las culturas o de los grupos, o de las jerarquías

individuales, mientras que el pluralismo reconoce unos mínimos comunes, válidos par

a todos. 

Ética Cívica los valores que componen ese mínimo común conforman la Ética Cívica que es la

piedra angular para construir las diversas éticas profesionales, como también la ética de las

instituciones y organizaciones. 

La Ética Cívica es el conjunto de valores y normas que comparten los miembros de una sociedad

pluralista independientemente de sus concepciones de vida buena. Ciertamente las personas

desean ser felices y desean serlo a través de diversas dimensiones: La dimensión familiar, por la

cual son miembros de una familia, la dimensión religiosa, por la cual son miembros de una

comunidad de creyentes, la dimensión profesional, por la cual están enroladas en profesión. Sin

embargo, a todas ellas les une el hecho de ser miembros de una sociedad, de una comunidad

cívica, estrechamente ligados a otras personas, que formar parte de otras familias, otras

comunidades de creyentes, otras profesiones. 

Por eso la ética cívica es una ética de las personas en cuanto ciudadanas, es decir, en cuanto

miembros de una polis, de una civitas, de un grupo social que no es exclusivamente religioso, ni

exclusivamente familiar, ni tampoco estatal, sino que engloba las diversas dimensiones de las

personas ( religiosas, familiares, profesionales) las aglutina y creo un lazo entre todos los que

profesan distinta fe, pertenecen a distintas familias y desempeñan distintas profesiones, comparten

el espacio con distintos vecinos, pero no puede pretender en modo alguno absorber todas esas

dimensiones de la vida social. Conviene siempre recordar que la reducción de las dimensiones

sociales, la reducción de la pluralidad, mata l

a vida. 

3. DESARROLLO MORAL DEL SUJETO 

3.1 Sujeto moral 

Si todo lo social es aprendido, la ética no es más que 

una cuestión de aprendizaje 

J.H. Watson 

« Quod natura non dat, Salmantica non praestat ».[18] 

Adagio escolástico 

Las personas cuando nacen no son sujetos morales: llegan a serlo en el transcurso de su biografía;

bajo determinadas condiciones biológicas, psicológicas y socioculturales favorables. Antes de estar

en condiciones de ver lo que hacemos y de hacer lo que queremos, antes de ser hechos

responsables de nuestras acciones y omisiones, tenemos que haber desarrollado capacidades

cognitivas, emocionales y sociales que nos pongan en condiciones de poder actuar moralmente. 

Este hecho, aun siendo obvio, no ha recibido la atención que merece. Durante mucho tiempo ha

prevalecido una concepción antropológica para que lo esencial es lo permanente, lo que todas las

personas por naturaleza en todos y cada uno de los momentos de su existencia. En cambio lo que le

acontece a cada persona, su historia, lo que va siendo resultado de su biografía, era considerado

“accidental”. 

La filosofía moral que se inspira en esta concepción de la persona presupone el sujeto moral ya

constituido y se despreocupa de los caminos por los que la persona llega a constituirse en sujeto

moral o a malograrse como tal. Génesis y constitución del sujeto se consideran problemas

absolutamente heterogéneos que nada tiene que ver el uno con el otro. Se infravalora el carácter

constituyente de la génesis histórico-social de cada persona. Se cultiva la ficción de unos individuos

autónomamente constituidos en sujetos m

orales con total dependencia de las vicisitudes materiales y sociales por las que ha tenido que pasar

para llegar a ser sujeto, en la forma y medida que lo hayan alcanzado. Las formas inmaduras,

deficientes, peculiares o atípicas en que cada uno lo es, se silencian como si no existiesen. 

La teoría de L. Kohlberg sobre el desarrollo del Juicio Moral 

Esta teoría tiene como punto de partida la idea de que la moral se desarrolla en cada individuo

pasando por una serie de etapas. Estas etapas son las mismas para todos los seres humanos y se

dan en el mismo orden, creando estructuras que permitirán el paso a etapas posteriores. 

En el texto aparece un cuadro que describe cada una de estas etapas, las que agrupó en tres

niveles y seis estadios 

Conociendo al autor del texto 

Lawrence Kohlberg (25 de octubre de 1927 al 19 de enero de 1987). Psicólogo estadounidense.

Doctor en Filosofía presentó su tesis doctoral acerca del desarrollo del juicio moral. 

En 1968 se incorpora a la Universidad de Harvard, donde permanece hasta 1987. En esta

universidad desarrolla la parte más importante de su reflexión acerca del desarrollo moral y de la

autonomía. Para su investigación retomó gran parte de las aportaciones de Jean Piaget al estudio

de la moral dentro de la Psicología. Su trabajo se continuó en el “Centro para el Desarrollo y la

Educación Moral” fundado por él en Harvard. 

Síntesis 

El texto plantea de forma breve la teoría de Kohlberg sobre el desarrollo del juicio moral. Esta teoría

explica que las personas no justificamos todas nuestras decisiones del mismo modo, a lo largo de su

vida, ni argumentamos con

razones idénticas: nuestra conciencia moral sigue un proceso de crecimiento o de madurez, va

desarrollando la capacidad de formular juicios sobre lo que debemos hacer o rechazar. 

A través de diferentes investigaciones, Kolkberg llega a la conclusión que si bien las normas morales

o los valores pueden ser diferentes de los de otra persona, los razonamientos que los fundamentan

siguen estructuras o pautas parecidas. La persona en su proceso de crecimiento pasa por tres

niveles, el preconvencional, convencional y postconvencional, cada uno de ellos contiene dos

estadios o etapas. En total seis estadios de crecimiento a los que corresponden razonamientos

morales diferentes. 

Propuesta mediación didáctica del material: Actividad No. 6. 

Lawrenc Kohlberg comparte con J. Piaget la creencia en que la moral se desarrolla en cada

individuo pasando por una serie de fases o etapas. Estas etapas son las mismas para todos los

seres humanos y se dan en el mismo orden, creando estructuras que permitirán el paso a etapas

posteriores. Sin embargo, no todas las etapas del desarrollo moral surgen de la maduración

biológica como en Piaget, estando las últimas ligadas a la interacción con el ambiente. El desarrollo

biológico e intelectual es, según esto, una condición necesaria para el desarrollo moral, pero no

suficiente. Además, según Kohlberg, no todos los individuos llegan a alcanzar las etapas superiores

de este desarrollo. 

El paso de una etapa a otra se ve en este autor como un proceso de aprendizaje irreversible en el

que se adquieren nuevas estructuras de conocimiento, valoración y acción. Estas estructuras son

solidari

as dentro de cada etapa, es decir, actúan conjuntamente y dependen las unas de la puesta en

marcha de las otras. Kohlberg no encuentra razón para que, una vez puestas en funcionamiento,

dejen de actuar, aunque sí acepta que se produzcan fenómenos de desajuste en algunos individuos

que hayan adquirido las estructuras propias de la etapa de un modo deficiente. En este caso los

restos de estructuras de la etapa anterior podrían actuar aún, dando la impresión de un retroceso en

el desarrollo. 

Kohlberg extrajo las definiciones concretas de sus etapas del desarrollo moral de la investigación

que realizó con niños y adolescentes de los suburbios de Chicago, a quienes presentó diez

situaciones posibles en las que se daban problemas de elección moral entre dos conductas. El

análisis del contenido de las respuestas, el uso de razonamientos y juicios, la referencia o no a

principios, etc. -se analizaron treinta factores diferentes en todos los sujetos- fue la fuente de la

definición de las etapas. Posteriormente, y para demostrar que estas etapas eran universales,

Kohlberg realizó una investigación semejante con niños de una aldea de Taiwan, traduciendo sus

dilemas morales al chino y adaptándolos un poco a la cultura china. 

El desarrollo moral comenzaría con la etapa cero, donde se considera bueno todo aquello que se

quiere y que gusta al individuo por el simple hecho de que se quiere y de que gusta. Una vez

superado este nivel anterior a la moral se produciría el desarrollo según el esquema que

presentamos a continuación: 

Texto 

LOS SEIS ESTADIOS DEL JUICIO MORAL 

|Nivel y Estadio |¿Qué es el bien?

|Razones para hacer el bien |Frase que la |Perspectiva |Puede llevar | 

| | | |describe | | | 

|NIVEL I | | | | | | 

|PRECOVENCIONAL | | | | | | 

|Moral Heterónoma | | | |Instintiva |Hedonismo | 

| | | |Hacemos lo que |Egocéntrica. | | 

|ETAPA PREMORAL |Obtener placer |Evitar el dolor |vemos |La acción moral se | | 

|Edad 0-4 años | | | |regula en función del | | 

| | | | |castigo-obediencia. | | 

| | | | |SE confunde la | | 

| | | | |perspectiva de la | | 

|ESTADIO 1 |

| | |autoridad con la propia | | 

| | | |Haz lo que te | | | 

|Edad 4- 7 años |Observar normas bajo pena |Evitar castigo físico o |dicen | | | 

| |de castigos |material/Obtener recompensa | | | | 

| | | | | | | 

| | | | | | | 

| | | | | | | 

|ESTADIO 2 |Observar reglas por |Reconoce los intereses |Te doy para que |Individualismo

concreto,|Legalismo | 

|8 a 10 años |interés propio. |ajenos para establecer |me des |el bien es relativo | | 

| | |intercambios | |consciente de que toda |Instrumentalizar | 

| | | | |persona busca sus |a si mismo y las | 

|

| | | |propios intereses |relaciones humanas | 

| | | | | | | 

| | | | | | | 

| | | | | | | 

|NIVEL II | | | | | | 

|COVENCIONAL |Alabanza o reprobación |Necesidad de ser alguien |No hagas a los |Puede

ponerse en el |Gregarismo | 

|Moral Sociónoma |social |bueno para sí mismo y para |demás lo que no |lugar de la otra | | 

| | |los demás. |quieres para ti |persona. | | 

| | |Creencia en las normas para | |Consciente de acuerdos, | | 

|ESTADIO 3 | |fomentar comportamiento | |sentimientos y | | 

|10 a 18 años | |estereotipos | |expectativas mutuas | | 

|

| | | | | | 

| | | | | | | 

| | |La supervivencia para evitar| | | | 

| | |perturbar el sistema social |Es necesario |Perspectiva social y | | 

| | | |mantener el orden|motivos interpersonales | | 

|ESTADIO 4 |Cumplir deberes que se | |social |Toma el punto de vista | | 

|18 a los 23 años |han aceptado, cumplir con | | |del sistema que define | | 

| |las leyes, contribuir con | | |roles y normas | | 

| |la sociedad, con las | | | | | 

| |instituciones. | | | | | 

| | | | | |

| | | | | | | 

| | | | | | | 

|NIVEL III |¿Qué es el bien? |Razones para hacer el bien |Frase que la |Perspectiva |Puede llevar | 

|POSTCONVECIONAL | | |describe | | | 

|MORAL | | | | | | 

| | | | | | | 

| | | | | | | 

|AUTÓNOMA |Respetar el contrato |Sentimiento de obligación |Todos tenemos | | | 

|Edad |social y los derechos |frente a la ley por el bien |derechos y |Razón, conciencia de |Altruismo

| |individuales. |de todos. |deberes que |valores y derechos | | 

| |Respetar compromisos |Compromiso contractual |cumplir |inherentes a los |

|ESTADIO 5 |basados en la confianza |respecto a la familia, | |contratos sociales. | | 

|23 en adelante | |amistad, confianza | |Compromiso contractual | | 

| | | | |tomado en libertad | | 

| | | | |respecto a la familia, | | 

| | | | |trabajo | | 

| | | | | | | 

| | | | | | | 

| | | | | | | 

| | | | | | | 

| | | | | | | 

| | | | |

| | 

| | | | |Reconocimiento de | | 

| |Observar una conducta |La creencia como persona | |principios morales | | 

| |basada en principios |racional de la validez de |La persona es un |universales de justicia,| | 

| |éticos universales |principios morales |fin en si misma |igualdad y respeto a la | | 

|ESTADIO 6 | |universales y un sentido de |no puede ser |dignidad de todos los | | 

|Moral de Convicción | |compromiso personal con |tratada como un |seres humanos. | | 

| | |ellos. |medio |Perspectiva superior a | | 

| | | | |la sociedad | | 

| | | | | | | 

| | | | | | | 

| | | |

| | | 

| | | | | | | 

| | | | | | | 

| | | | | | | 

Referencia bibliográfica Capítulo I: 

1. Aristóteles. (1985). Ética a Nicómaco. México: Porrúa. 

2. Bilbao, G., Fuertes, J., Guibert, J. M. (2002). Ingeniería y Ética Profesional. Bilbao, Universidad de

Deusto, pp. 11-14. 

3. Buss Mitchell, H. (2000). Raíces de la Sabiduría. Internacional Thomson Editores pp. 453-465. 

4. Cortina, A. (2001). Alianza y contrato. Editorial Trotta, Madrid. 

5. Hortal Alonso, A. (1994). Los autores y sus circunstancias. Universidad pontificia de Comillas, pp.

105-109; 131-141. 

6. Morales G., A. (1998). Ética y negocios. Casos para el análisis ético. Publicaciones ETEA,

Algaida. Madrid, pp. 30-32. 

7. Lezama, J. R. (2007). Fundamentos Filosóficos de la Educación en valores. Publicaciones UCAB,

Caracas, Venezuela, p. 11. 

8. Savater, F. (1997). Ética para Amador. Editorial Ariel: México. Librodot.com. Capítulo 1. 

Capítulo Segundo 

Ética Filosófica 

Esquema gráfico: Capítulo Segundo 

|Éticas teleológicas o de fines |Éticas deontológicas o del deber | 

|(cons

ecuencialistas) |(principios, deberes, obligaciones) | 

|(télos = fin, finalidad, propósito) |(déon = deber, principio, obligación, norma). | 

| | | 

|Lo ético es alcanzar el fin o el bien supremo |Lo ético es cumplir el deber | 

|Eudemonismo. Aristóteles: |I. Kant: | 

|Bien = Felicidad | | 

| |Bien = cumplimiento del deber absoluto | 

|Hedonismo. Epicuro: | | 

|Bien = Placer/felicidad | | 

| | | 

|Utilitarismo. J. Bentham. J. S. Mill: | | 

|Bien = Utilidad/placer/felicidad |

|La bondad o maldad de las acciones depende de algo que se considera |Lo bueno y lo malo no

depende de los resultados o consecuencias de |

|el bien o fin supremo (felicidad, placer, bienestar…) y que es una |las acciones, sino de la acción

que es buena o valiosa en sí misma; | 

|consecuencia o resultado de las acciones que practiquemos. |no porque sirve para un fin distinto de

ella. | 

| | | 

|Para tomar decisiones hay que tomar en cuenta el contexto concreto, |Se ha de cumplir el deber o

el principio sin tomar en cuenta el | 

|sospesar las circunstancias específicas en las que actuamos y las |contexto específico en el que

actuamos. Se trata de deberes o | 

|consecuencias de nuestras acciones. |principios absolutos, sin condiciones concretas, sin

excepciones: | 

Riesgo de relativismo Riesgo de dogmatismo: 

y pragmatismo: seguir un valor absoluto sin tomar 

a) olvido de valores y en cuenta las circunstancias, ni 

derechos universales cómo ni a quiénes afectan las 

b) aceptar que cualquier medio decisiones que se toman. 

es bueno para lograr el fin que se persigue. 

|¿Cómo evitar estos riesgos? | 

|Éticas procedimentales

|Ética de la justicia como imparcialidad: J. Rawls | 

|Ética del discurso: J. Habermas | 

|Hay que atender a principios universales (ética deontológica) y también a circunstancias y

consecuencias concretas (ética teleológica). |

|Adela Cortina: Ética de la empresa como ética de la responsabilidad convencida. | 

|En las empresas (y organizaciones en general) es preciso tomar en cuenta: | 

|Legalidad vigente. | 

|Cómo y a quiénes afectan las decisiones de la empresa (ética consecuencialista). | 

|Los valores y derechos humanos universales (ética deontológica). | 

1. Éticas teleológicas[19]. 

Conociendo al autor del texto 

Xabier Etxeberria Mauleon es catedrático de Ética en la Universidad de Deusto (Bilbao) y miembro

del Instituto de Derechos Humanos Pedro Arrupe, de la misma universidad. Es responsable del área

de Paz y Derechos Humanos de Bakeaz. Profesor visitante de diversas universidades en América

Latina, donde colabora habitualmente con organizaciones indígenas y de derechos humanos, centra

su investigación filosóf

ica en los campos de la ética fundamental, la ética profesional y la ética política (especialmente en

torno a las identidades colectivas), así como en la vertiente ética de los derechos humanos. En torno

a ellos ha publicado numerosos artículos, cuadernos y libros. 

Temas Básicos de la Ética, es un libro del autor Xabier Etxeberia Mauleon, publicado por la Editorial

Desclee de Brouwer, en el año 2002, hemos seleccionado los capítulos II, III y IV para el estudio de

los paradigmas éticos tema central de la segunda unidad de este curso. Con el estudio de estas

propuestas éticas, entraran en contacto con las teorías de los grandes filósofos y sus principios

éticos de actuación. 

Síntesis 

Los capítulos seleccionados nos ofrecen, por un lado, temas las propuestas de las éticas

teleológicas, que tienen como punto de partida nuestra condición de seres inacabados y abiertos

que aspiran a realizarse lo más libre y plenamente posible, desde esta perspectiva se entiende la

ética como horizonte de plenitud (felicidad, virtudes, valores, etc.); por otro lado, las propuestas

deontológicas que nos sirven de guía para una convivencia en justicia que tiene en cuenta la

perspectiva social de la ética como ideal de convivencia (autonomía, deber, justicia, etc.). 

Propuesta mediación didáctica del material: Actividad No. 8 y/o No. 9. 

Texto 

1.1 Aristóteles: la Ética como horizonte de Plenitud 

La ética es el saber que trata de orientarnos hacia la realización de nuestra plenitud como

humanos. 

Orientarnos a la plenitud es orientarnos a lo que puede ser considerado nuestro bien superior. La

palabra que más se ha usado pa

ra concretar ese bien es la de felicidad. La vida ética es definida entonces como aspiración a la

felicidad. 

Aristóteles en su Ética nicomaquea, comienza indicando que sobre el nombre de nuestro bien

supremo todos estamos de acuerdo: la eudaimonía o felicidad; todos pensamos en que “vivir bien y

obrar bien es lo mismo que ser feliz”. La felicidad es para el autor una meta exigida por nuestra

naturaleza: tendemos hacia ella como un fin que está enraizado en nuestra esencia. El problema

aparece cuando nos preguntamos en qué consiste ser feliz. Aquí las propuestas empiezan a se

diferentes e incluso contradictorias. Para hacer luz a este confusión Aristóteles nos propone

distinguir jerarquizadamente medios que no son fines (ej. medicina) fines que son al mismo tiempo

medios (ej. Salud) y fin en sí que no puede ser medio: la felicidad. Los primeros se buscan en vistas

al último, que se busca por sí mismo. Esto nos da ya una primera pista: no podemos poner la

felicidad en los medios, que sólo se justifican si nos llevan al fin. 

De todos modos es una pista que debe ser matizada. Porque los medios no son puros instrumentos,

están impregnados de fin y el fin no es algo que se alcanza de repente tras un camino recorrido, es

la plenitud y consumación de lo que se va realizando en el camino. Y porque lo que directamente

nos moviliza son los fines concretos, los objetivos específicos –no puros medios- en los que

creemos vivir la felicidad. Desde ahí precisamente aparece inevitable asumir grados significativos de

pluralidad de bienes en las éticas que se muestran como aspiración a la felicidad. 

Hay además otra cuestión rel

evante: la felicidad concreta no puede ser buscada al margen de las circunstancias en las que nos

encontramos. Es algo que Aristóteles reconoce: deseamos la felicidad, viene a decirnos,

determinados por nuestra naturaleza, pero la concretamos a través del recorrido de la deliberación y

de la elección prudencial. Esto es, el camino de la felicidad es un trayecto que diseñan nuestras

elecciones o “deseos deliberados” sopesando adecuadamente las posibilidades existentes. 

Puestos a señalar propuestas más concretas, Aristóteles explicita tres ideales posibles de felicidad:

el del entregado a los placeres que obedece las leyes sólo por el temor; el del político, el hombre

virtuoso implicado plenamente en la vida de la ciudad, con un carácter perfecto regido por la

prudencia; y del sabio, con una vida contemplativa perfecta que privilegia la virtud de la sabiduría. El

primero de los ideales es inferior: sin que deba despreciarse el placer como fin. Entre los otros dos,

los textos más explícitos de Aristóteles parecen ir a favor del último, con lo que felicidad suprema

sería la actividad contemplativa[20]. Pero hay autores que entienden que con ello se contradice de

algún modo, pues tal elección ignora algo fundamental para el pensador: el carácter social y político

de la naturaleza humana, que debe condicionar su modo de felicidad. Según esto, habría que optar,

contra los textos explícitos de Aristóteles, por el ideal del hombre de la polis. 

Sin entrar aquí a fondo en los debates interpretativos en torno a Aristóteles, sí hay que resaltar que

el Estado, la polis (Aristóteles puede ser considerado como el último gran pen

sador de la ciudad griega), es el ámbito decisivo para la realización de la vida feliz. 

Se es feliz y virtuoso desde la referencia a la polis y para la polis, pues el hombre es, por naturaleza,

“animal político”, por lo que quien está fuera del Estado se halla por debajo por encima de lo

humano, es una bestia o un dios. Por eso precisamente puede decirse que es el ethos de la polis el

que marca el espacio de lo que debe hacerse, las virtudes que deben practicarse. En este sentido el

hombre perfecto, y como tal feliz, es el hombre perfecto para el bien de la polis que, de todos

modos, se realiza desde el logos participativo – por supuesto, sólo si se encuentra entre los

ciudadanos de pleno derecho, si no es mujer, esclavo o extranjero – no desde la mera sumisión. 

De las consideraciones precedentes se desprende algo fundamental: la realización de la felicidad

está íntimamente conexionada con la práctica de las virtudes. El bien o la felicidad del hombre es

una actividad que se expresa como virtud. Se logrará exponer con claridad lo que es la felicidad,

dice el autor, si se logra captar la función propia del hombre; esta función es “una actividad del alma

de acuerdo con la virtud y a lo largo de una vida entera” Si todas las virtudes son importantes, una

virtud clave, como ya se ha señalado, es la de phronesis o prudencia, la sabiduría práctica, la recta

deliberación en torno a lo que puede ser de varias maneras. La propuesta de Aristóteles puede ser

definida por eso como búsqueda prudencial de la felicidad. Quede señalado de momento a

expensas de desarrollar dos cuestiones relevantes: enseguida la de las virtudes

en cuanto tal y más adelante, ya en el marco de la realización de la ética, la de la prudencia o

sabiduría práctica. 

1.2 Epicuro 

Propuesta mediación didáctica del material: Actividad No. 10. 

Si Aristóteles es el último pensador de las polis griega, Epicuro puede se considerado el primer

pensador del imperio helénico que crea Alejandro. Este imperio trae consigo la desaparición del

sentimiento de pertenencia a una comunidad culturalmente unitaria, con sus referentes morales

precisos y en cuya vida política se participa activamente. Esto genera desarraigo y un centramiento

en la individualidad que nos suena extrañamente moderno. Epicuro va a seguir proponiendo una

ética orientada a la felicidad pero con acentos nuevos. 

En primer lugar, va a remitir de modo muy explícito la felicidad al placer. Dado, dice que juzgamos

los bienes según la norma del placer o dolor que nos proporcionan, el placer debe ser considerado

como el principio y fin de la vida feliz. Esto es la evitación del dolor y la obtención del placer deben

ser el criterio último de nuestras elecciones, o lo que es lo mismo, lo que elegimos se justifica por las

consecuencias de placer que trae. 

Que tengamos inclinación al placer y lo deseemos como bien supremo es tan evidente como que el

fuego quema. ¿Cómo alcanzar el máximo placer? Por un lado, evitando las grandes fuentes de

temor: los dioses, la muerte, y el dolor. Por otro, teniendo una visión muy clara de lo que constituye

la vida placentera. 

Para combatir las fuentes de temor, apoyado en su concepción mecanicista y atomista del cosmos,

Epicuro desdiviniza los astros y con ello destruye

el miedo que inspiraba porque se les suponía rectores de nuestro destino. Acepta a su modo a los

dioses populares pero los concibe como seres plenamente felices y despreocupados del cosmos, a

los que convencen ni nuestra ira ni nuestras súplicas, esto es, no se ocupan de nosotros: no pueden

beneficiarnos ni tampoco castigarnos. En cuanto a la muerte Epicuro advierte que no es ella la que

nos aflige sino un cierto modo de expectación de la misma: si todo el bien y todo el mal residen en

las sensaciones, y si la muerte consiste en la privación de sensaciones, ella en sí no es un mal; no

es sensato que nos angustie durante su espera aquella cuya “presencia” no puede perturbarnos,

porque cuando está presente nosotros no existimos. Además, el que muramos del todo –somos

átomos que la muerte desintegra- nos evita toda preocupación por los castigos divinos en la otra

vida. Esto es, lo que tenemos que hacer es centrarnos en esta vida presente intentando no demorar

la dicha. De este modo, el horizonte moral que nos propone Epicuro es la apertura a los goces de

esta vida algo muy próximo a determinadas sensibilidades actuales. 

Epicuro indica, de todos modos, que debe ser una apertura inteligente, que debemos hacer un

adecuado cálculo de la vida placentera en vistas a la plenitud de la misma. Para ayudarnos a tal

cálculo, el autor comienza proponiendo una serie de distinciones entre placeres. Hay que buscar

especialmente aquellos placeres que estando colmados ya no se pueden aumentar, porque son los

que evitan la permanente insatisfacción propia de deseos que nunca acaban de satisfacerse del

todo: el más relevante es a

quí la Ataraxia o ausencia de perturbación espiritual. En segundo lugar hay que distinguir entre

placeres de la carne y placeres de la mente. Hay que comenzar atendiendo los placeres corporales,

pero sólo aquellos que remiten a necesidades básicas (beber agua cuando se tiene sed) Después

hay que preferir los placeres de la mente, porque son éstos los que comprenden el límite frente al

deseo ilimitado de la carne, y porque son placeres mayores, teniendo incluso pode sobre los dolores

del cuerpo. 

Además de esta jerarquización, Epicuro nos propone varios criterios para el cálculo del placer. El

primero de ellos es estar atentos a las consecuencias globales que se desprenden de la satisfacción

de nuestros deseos: cada placer en sí es un bien, pero, por un lado, hay placeres que traen dolor y,

por otro, a veces hay que elegir un dolor para que traiga consecuencias de mayor placer. El

segundo es estar atento al discernimiento de los límites, a la mesura, a la sophrosyne, a través del

control, por parte de la mente, de los deseos corporales que nunca acaban de satisfacer y que

generan frustración. Para orientarnos en la elección mesurada del placer aparece una tercera regla

del cálculo, a partir de una nueva distinción entre placeres naturales (necesarios-beber cuando se

tiene sed- y no necesarios -comida opulenta-) y no naturales (no necesarios-fama-): los naturales

necesarios requieren ser satisfechos pues si no causan dolor, pero en general son accesibles; el

hombre es infeliz porque se embarca en los otros placeres, difíciles de saciar. 

La invitación a gozar del presente se concreta de este modo en invitación a l

a sobriedad y la frugalidad, no porque haya placeres en sí son malos, sino porque educados en ella

es como conseguimos el máximo de placer global. Efectivamente, el fruto más importante de la

sobriedad es la autarquía, la liberación de la sumisión a las circunstancias que, fuera de nuestro

control, pueden causarnos dolor. Una autarquía que nos empuja a arrinconar los anhelos de riqueza,

honores e ilusiones políticas. Salvo en esta última cuestión, en lo que se refiere al control de los

deseos Epicuro acaba ofreciendo una propuesta semejante a la virtud de la templanza de la que

habla Platón y Aristóteles, pero con un enfoque diferente. La templanza no se busca por sí misma,

no se busca porque los excesos son en sí malos –todo placer, toda sensación de agrado es buena-

sino porque suponen un error del cálculo. 

Ya se ha avanzado que Epicuro devalúa el marco político en lo que respecta a una vida feliz.

Preludiando la sensibilidad moderna, ve la sociedad y sus leyes como una especie de pacto de

conveniencia de los individuos que buscan en ella su seguridad. Es decir, no es la felicidad del

individuo la que se subordina a la comunidad sino ésta la que se pone al servicio del individuo.

Devaluado así el marco político, Epicuro propondrá la amistad como la referencia alternativa, porque

es ella la que da la más apreciable de las seguridades y porque puede extenderse indefinidamente.

Devaluada la comunidad política, se potencia la comunidad de amigos. 

1.3 Utilitarismo 

Propuesta mediación didáctica del material: Actividad No. 11. 

La versión actual más influyente de las teorías clásicas de la felicidad es el util

itarismo. Aunque con precursores, es fundado en sentido estricto por Benthan, siendo los otros dos

grandes “clásicos” de esta corriente J. S Mill y Sidgwick y teniendo seguidores actuales sobre todo

en las culturas anglófonas. Puede decirse que continúa la propuesta de felicidad en la línea de la

“razón calculadora del placer” propia del epicureismo, pero en circunstancias históricas específicas y

con una orientación específica. Recordado aquí sólo las circunstancias de la historia del

pensamiento, debe tenerse presente que aparece en plena expansión la ideología – y la economía

liberal y en los balbuceos de un socialismo naciente – (algo que se nota especialmente en Mill, que

no sin tensiones con la doctrina utilitarista puede ser considerado también uno de los pilares del

liberalismo con sensibilidad moral). En cuanto a la orientación específica, debe indicarse que se

trata de un hedonismo social, claramente interesado por las estrategias de felicidad para el conjunto

de la población – por la utilidad general - , aunque sea con bases individualistas: hay que plantearse

la búsqueda de mayor felicidad para el mayor número. 

El atractivo del utilitarismo arranca que es una teoría del bien/felicidad, no como bien en sí que se

me impone, sino como bien que sólo es tal cuando lo es para alguien, cuando alguien así lo ve. Lo

que significa: 1) que el bien se remite a la utilidad para satisfacer los deseos e intereses de las

personas; 2) que se condena o aprueba algo sólo en la medida en que se demuestre que empeora o

mejora el bienestar de la gente ; 3) que se aceptan sin discriminación las preferencias de cada uno,

toda

s las preferencias; 4) se busca maximizar el bienestar de manera imparcial, reclamando que todos

contemos como uno y nadie más que uno, y viéndolo como conquista del egoísmo inteligente

abierto a la benevolencia. 

Si, con todo, por un lado estas propuestas parecen ofrecer pistas seguras de orientación de la

conducta, tanto para las decisiones individuales como para las políticas, por otro lado son fuente de

importantes cuestiones, que han dado lugar a fuertes debates entre los utilitaristas mismos y con

sus críticos:1) ¿cómo debe definirse la utilidad- la felicidad -?;) ¿Por qué debe ser el fin supremo la

moralidad?; 3) ¿cómo puede y debe calcularse su maximización? Veamos cómo se ha tratado de

responder a estas tres cuestiones. 

Respecto a qué entender por felicidad, el utilitarismo ha ido modificando su respuesta. Bentham

comienza proponiendo un hedonismo cuantitativo. Lo que cuenta es la sensación de placer,

conseguir el máximo de sensaciones agradables y el mínimo de sensaciones dolorosas, vengan de

donde venga, de cara a lo cual, por supuesto, habrá que actuar inteligentemente. Mill le corregirá

enseguida proponiendo un hedonismo cualitativo porque entiende que no se pueden igualar los

placeres, ya que unos son más valiosos y por tanto deben ser más deseables que otros – “es

preferible ser un Sócrates insatisfecho a un cerdo satisfecho” -. La jerarquización entre placeres (por

ejemplo, entre el que puede proporcionar la comida, o la lectura de poesía, o la ayuda humanitaria)

debe hacerla el que los ha experimentado: por eso es importante una educación que permita

experimentar los placeres superiores. 

El pro

blema de estas propuestas se visualiza si nos imaginamos “enchufados” a una máquina de

experiencias que puede producir en nosotros grandes sensaciones de placer corporal pero también

de agradabilidad psíquica propia de los placeres superiores (en máquinas virtuales podemos incluso

“tener experiencia” de ayudar a los demás, aunque no lo hagamos): intuitivamente no parece que

pueda defenderse el ideal de una vida enganchada a un máquina, aunque resultara la más

agradable, como parece que no se trata de una experiencia de ser solidario, sino de serlo en

realidad. 

Teniendo en cuenta estas debilidades, el utilitarismo ha pasado a relacionar la felicidad con las

sensaciones de placer sino con la satisfacción de las preferencias de la gente. Ahora lo útil es lo que

maximiza esas preferencias, sin pronunciarnos sobre su mayor o menor bondad. Es bueno

satisfacerlas, sean cual sean, porque se entiende que toca al individuo ordenar sus objetivos y elegir

los medios para conseguirlos. El problema se presenta aquí a partir de las experiencias que

tenemos de que a veces, por ignorancia u otros factores, no siempre elegimos lo que nos conviene,

lo que es bueno para nosotros (desde el antiutilitarismo se dirá además: algo no es valioso porque

es elegido, es elegible porque es valioso). Es decir, en cualquier caso, los utilitaristas sensibles a

esta objeción tienden a decir que de lo que se trata es de satisfacer las preferencias informadas de

la gente. Dado, con todo, que esto último es difícil de lograr, puesto que ciertos inconvenientes sólo

se descubren cuando se han experimentado, otros utilitaristas proponen que el objetivo

debe satisfacer los intereses de bienestar, que, por un lado, deben concretarse a partir de los

deseos reales de la gente, por lo que no estarán alejados de sus preferencias, y , por otro, deben

definirse como los recursos necesarios para que cada uno persiga sus preferencias particulares,

recursos en los que no es difícil coincidir(salud, ingresos básicos, educación básica , vivienda, etc.).

Desde este último enfoque la felicidad se remite el bienestar (como estado en el que se dispone de

esos recursos), aunque éste a su vez puede verse como condición o medio para la felicidad, más

que para la felicidad misma. 

El segundo gran problema del utilitarismo, que hereda de Epicuro, es justificar por qué el placer-

bienestar debe ser el fin o bien último. En principio, de la constatación empírica de que deseamos el

placer por nuestra condición natural, se pasa a deducir que es deseable que hagamos del placer el

horizonte de nuestra realización personal, pero también es razonable que busquemos la felicidad de

todos los demás. A esta argumentación se le acusa de caer en dos falacias: la naturalista, que da el

salto de lo que es –deseo empírico- a lo que debe ser- ideal de vida-; y la de la composición , que da

el salto de lo personal- cada uno busca su felicidad- a lo colectivo. Aunque los utilitaristas han

ideado diversos argumentos para contrarrestar estas objeciones, debe reconocerse que la conexión

entre el utilitarismo como teoría descriptiva de los comportamientos humanos y el utilitarismo como

teoría normativa es problemática. 

Ilustremos esto último un poco más en lo que respecta al paso de la búsqueda de mi feli

cidad al deber de búsqueda de la felicidad de todos. Algunos entienden que es algo que puede

conseguirse desde el propio hedonismo ético egoísta. Teniendo en cuenta que cada uno sabe

asegurar mejor que nadie su felicidad individual , es deseable que cada uno promueva su propio

placer o bienestar, y así obtendrá, aunque no se busque explícitamente, el mayor bienestar para el

mayor número: basta con que ese egoísmo sea inteligente, conciente de que a mi bienestar le

interesa el bienestar de los demás. Por eso, los utilitaristas se remiten al hedonismo cualitativo para

indicar que si fomentamos placeres superiores como el de la solidaridad (hacia lo que tenderíamos

desde un cierto sentimiento natural de benevolencia) en ellos sintetizaremos a la vez la felicidad

personal y colectiva. 

La tercera gran cuestión a la que se enfrenta el utilitarismo es la de la cuantificación del

placer/felicidad a fin de que se logre su ideal de mayor felicidad para el mayor número. Esto pide, en

primer lugar, la comparabilidad entre bienes, algo muy difícil en el hedonismo tanto cuantitativo

como cualitativo (¿cómo comparar de cara a la suma el placer de comer chorizo con el de leer

poesía?), pero más fácil en el utilitarismo de satisfacción de intereses bienestar. Pide en segundo

lugar mantener una actitud estrictamente imparcial respecto a las personas implicadas en la suma –

que todos cuenten por igual-, lo que por un lado parece altamente moral pero por otro lado parece

hacernos sustituibles y en cualquier caso ignora la condición humana que exige que en ciertas

circunstancias ciertas personas contemos de modo especial para otras,

por ejemplo los hijos respecto a sus padres) Pide en tercer lugar igualar las preferencias sin entrar a

valorarlas, con lo cual habría que tener que tener igualmente en cuenta preferencias racistas y

antirracistas. Y pide, por último, estar dispuestos al sacrificio de una minoría cuando eso se ve

necesario para el bienestar de la mayoría, algo que aunque desde el deontologismo se considere

inaceptable – es tratar a las minorías como puro medio-, el utilitarismo juzga inevitable – como

condición de un bien mayor o del mal menor- indicando que lo que debe no es que se actúe según

la norma correcta sino que de modo tal que se obtenga las mejores consecuencias de bien. En

cualquier caso y en conjunto, la anhelada cuantificación utilitarista presenta serios problemas, tanto

a nivel de principios como de realización. 

Una última cuestión relevante en el utilitarismo es que al indicar que es lo valioso es la sensación de

agrado o el bienestar, concluye que los afectados por tal valor no son sólo los que pueden razonar

(los humanos) sino los que pueden sentir, es decir, también los animales. Esto es, hay que respetar

a los animales, porque como nosotros tienen capacidad para sufrir y gozar. El que nosotros seamos

sujetos racionales supone una distinción importante para la ética, pero sólo para determinar quiénes

son los sujetos que tienen obligaciones morales (nosotros y no los animales), no para determinar

quiénes son los sujetos valiosos en sí: nosotros y los animales, o mejor, los deseos e intereses de

hombres y animales que, por tanto, deben entrar en el cómputo de maximización de bienestar. 

2. Éticas Deontológicas.

2.1 Emmanuel Kant[21] 

Propuesta mediación didáctica del material: Actividad No. 12. 

Kant se ubica en una posición completamente diferente tanto de la de Aristóteles como de la de

Epicuro y los Utilitaristas, ya que ante la pregunta “¿Qué es el bien?” no acude a los fines de la

acción humana (como la felicidad), sino que intenta encontrar algo que pueda considerarse bueno

en términos absolutos, con prescindencia de cualquier cosa (inclusive las variaciones culturales,

sociales o históricas). Se trata de la ética llamada deontológica o ética del deber. La respuesta de

Kant es que lo único que puede ser absolutamente bueno, es la buena voluntad. Las cualidades,

habilidades o capacidades de las personas serán buenas o malas según ciertas condiciones.

Veamos cuáles: 

En primer lugar, serán buenas o malas en dependencia de cuál sea su intención al emplearlas, y no

de los resultados o consecuencias de la acción (como sostienen los utilitaristas). Así, cuando

juzgamos los actos morales podemos considerar lo que la persona quiso hacer, o bien lo que

realmente logró. Para Kant será importante lo primero. 

Supongamos que una médica emplea todo su conocimiento y dedicación para tratar a un paciente

que sufrió una herida grave. Si el paciente fallece, no podremos decir que los resultados alcanzados

hayan sido buenos; pero la médica hizo todo lo posible para salvarle la vida. Sin embargo, es

importante notar que el término “intención”, en Kant, supone una intención actuante: no se trata de

meramente desear hacer algo, sino de implementar todos los medios que están a nuestro alcance

para ello. Los resultados no son import

antes para juzgar el acto moral, pues haya diferentes factores que no podemos controlar, y de los

que, por tanto, no somos responsables. 

En segundo lugar, según Kant, para que la voluntad sea buena, es necesario que la persona actúe

por deber. Kant propone una clasificación de los actos, en relación con el deber, que exponemos a

continuación: 

a. Actuamos en forma contraria al deber, cuando hacemos lo opuesto de lo que requiere el deber.

Nuestro deber es ser honestos. Por lo tanto, si estafamos, estamos actuando en forma contraria al

deber, y nuestra acción tendrá un valor moral negativo. 

b. Actuamos de acuerdo con el deber cuando nos atenemos a lo que el deber nos requiere pero por

motivos que tienen que ver con nuestros propios intereses o inclinaciones. Por ejemplo,

supongamos que un lechero se encuentra ante la disyuntiva de agregarle o no agua a su

producción, para ganar más dinero. El lechero sabe que esto es una estafa, y decide no hacerlo

porque si sus clientes se dan cuenta perdería más de lo que ganaría en la diferencia. En este caso,

está actuando de acuerdo al deber, por inclinación mediata o interés. Su acción es correcta, pero

sus intenciones o motivos no tienen que ver con lo que es justo, sino con las consecuencias

(negativas para él) de su acción. También podría abstenerse de mezclar la leche con agua porque

sus propios hijos e hijas la beben. En este caso, su acto está de acuerdo al deber, pero en este caso

por inclinación inmediata (por el amor que les tiene a sus hijos). La acción de acuerdo con el deber,

sea por inclinación mediata o inmediata, tendrá un valor moral neutro.

No es negativo, porque no se opone al deber; pero tampoco es positivo, porque se realizó por

interés o por afecto. 

c. Actuamos por deber cuando el único motivo de nuestra acción es el conocimiento de que esa es

la manera en que debemos actuar. Supongamos que la médica a la que nos referimos

anteriormente no conoce al herido, o más aún, que el paciente fue herido en una confrontación en la

que mató a un ser querido de la médica. Sin embargo, no hay otro médico presente, y ella, aun

conociendo lo que pasó, hace todo lo posible por salvarlo, porque ese es su deber. Aquí vemos la

distinción entre actuar por inclinación y actuar por deber. En tal sentido, para Kant, el deber es de

naturaleza exclusivamente racional; en cambio las inclinaciones corresponden a nuestros instintos y

a nuestros sentimientos y son, por tanto, de naturaleza emocional. 

Usted podrá organizar mejor estos conceptos si tiene en cuenta el siguiente esquema mediante el

que clasificamos los actos: 

Contrarios al deber Valor moral negativo 

Por inclinación mediata 

Actos De acuerdo con el deber Valor moral neutro 

Por inclinación inmediata 

Por deber Valor moral positivo 

Así lo expresa Kant: 

“Para desenvolver el concepto de una voluntad digna de ser estimada por sí misma (…) vamos a

considerar el concepto del deber (…) Prescindo aquí de todas aquellas acciones conocidas ya como

contrarias al deber (…) También dejaré a un lado las acciones que, siendo realmente conformes al

deber, no son de aquellas hacia las cuales el hombre siente inclinación inmediatam

ente; pero sin embargo, las lleva a cabo porque otra inclinación le empuja a ello (…) Mucho más

difícil de notar es esa diferencia cuando la acción es conforme al deber y el sujeto, además, tiene

una inclinación inmediata hacia ella. Por ejemplo: es, desde luego, conforme al deber que el

mercader no cobre más caro a un comprador inexperto; y en los sitios donde hay mucho comercio,

el comerciante avisado y prudente no lo hace, en efecto, sino que mantiene un precio fijo para todos

en general, de suerte que un niño puede comprar en su casa tan bien como otro cualquiera. Así,

pues, uno servido honradamente. Mas esto no es ni mucho menos suficiente para creer que el

mercader haya obrado así por deber, por principios de honradez; su provecho lo exigía; más no es

posible admitir, además, que el comerciante tenga una inclinación inmediata hacia los compradores,

de suerte que por amor a ellos, por decirlo así, no haga diferencias a ninguno en el precio. Así, pues

la acción no ha sucedido ni por deber, ni por inclinación inmediata, sino simplemente por una

intención egoísta. En cambio, conservar cada cual su vida es un deber, y además todos tenemos

una inmediata inclinación a hacerlo así (…) En cambio, cuando las adversidades y una pena sin

consuelo han arrebatado a un hombre todo el gusto por la vida, si este infeliz, con ánimo entero y

sintiendo más indignación que apocamiento o desaliento, y aun deseando la muerte, conserva su

vida, sin amarla, sólo por deber y no por inclinación o miedo, entonces su máxima sí tiene un

contenido moral.” 

KANT, M. Fundamentación de la metafísica de las costumbres. 

Buenos Aires, Espasa Calpe

/Austral, pp. 28-34. 

En tercer lugar, la voluntad será buena si obedece a la ley moral. Según Kant, siempre que

actuamos nos guiamos por principios, es decir, que actuamos de una manera relativamente

consistente, siguiendo una línea de conducta. Kant llama máximas a esos principios por los que nos

guiamos y considera que son subjetivos, porque nosotros mismos los proponemos. 

Por ejemplo, una persona mentirosa se guiará por una máxima como ésta: “Mentiré cada vez que

me convenga”, aunque no la formule explícitamente. Pero, ¿cómo hacemos para determinar si

nuestras máximas tienen valor moral positivo o negativo? Tenemos que probar si se las puede

universalizar sin contradicciones; es decir, si lo que quiero para mí, puedo quererlo al mismo tiempo

para todos los demás. En ese caso mi máxima tendría un valor moral positivo y se convertirá en ley.

Sigamos con el ejemplo: ¿debo mentir?, y la máxima subjetiva: “Mentiré sólo si me conviene”. Una

vez formulada la máxima tendría que preguntarme: ¿Qué pasaría si todos lo hicieran? Si todos

mintieran nadie creería a los demás y, al perderse la confianza, la mentira carecería de sentido pues

nadie la creería. 

La segunda pregunta que deberíamos formularnos es: ¿Puedo yo querer esas consecuencias? No,

puesto que si digo una mentira lo hago para que me crean. Entonces, yo quiero y no quiero la

mentira al mismo tiempo: la quiero para mí pero no para los otros. En mi voluntad hay una

contradicción, lo que me prueba que la máxima propuesta no puede universalizarse y por lo tanto

carece de valor moral positivo. 

Como el ser humano no es puramente racional sino que está compuesto

de razón y sensibilidad, Kant considera necesario que el deber tenga un carácter coercitivo

(obligatorio) y que la ley moral se le presente como una orden, pero una orden sin

condicionamientos. A esto lo llama Kant el imperativo categórico (imperativo, por ser una orden, y

categórico por no subordinarse a ninguna condición o hipótesis). Afirmar “No se debe mentir”, es

diferente de afirmar “Si no quiere perder la confianza de sus amigos, no les mienta”. El imperativo

categórico kantiano tiene dos formulaciones diferentes: 

1. Obra de modo tal que puedas querer sin contradicciones que tu máxima se convierta en ley

universal; 

2. Obra de modo tal que consideres a la humanidad (en ti mismo y en los otros) siempre como un fin

y nunca solamente como un medio. 

Si la médica de nuestro ejemplo salvara al herido porque le debe dinero, lo estaría considerando

como un medio para recuperar su dinero y no como un ser humano que debe ser ayudado porque

está en una situación de peligro (como un fin en sí mismo). En palabras de Kant: 

“El imperativo categórico es, pues, único, y es como sigue: obra según una máxima tal que puedas

querer al mismo tiempo que se torne ley universal (…) Vamos ahora a enumerar algunos deberes

(…): Una (…) persona a quien le va bien, ve a otras luchando contra grandes dificultades. Él podría

ayudarles, pero piensa: ¿qué me importa? ¡Qué cada cual sea lo feliz que el cielo o él mismo quiera

hacerle: nada voy a quitarle, ni siquiera le tendré envidia; no tengo ganas de contribuir a su

bienestar o a su ayuda en la necesidad! Ciertamente, si tal modo de pensar fuese una ley universal

de la naturalez

a, podría muy bien subsistir la raza humana (…) Pero aun cuando es posible que aquella máxima se

mantenga como ley natural universal, es, sin embargo, imposible querer que tal principio valga

siempre y en cualquier lugar como ley natural, pues una voluntad que así lo decidiera se contradiría

a sí misma, ya que podrían suceder algunos casos en que necesitase del amor y compasión ajenos,

y entonces, por la misma ley natural oriunda de su propia voluntad, veríase privado de toda

esperanza de la ayuda que desea”. 

KANT, M. (1983). Fundamentación de la metafísica de las costumbres. Buenos Aires 

Espasa-Calpe/Austral. Edición original de 1785; pp. 72-76. 

Por otra parte, según Kant, sólo es libre quien obedece a la ley moral, y su voluntad es

autónoma[22] porque no depende de nada externo a ella, sino que descubre la ley moral en sí

mismo, en su propia racionalidad. Y es la ley moral que nos confiere la mayor dignidad en tanto

seres humanos: por eso es más importante actuar por deber que buscar ser felices (a veces ambas

cosas son incompatibles). Kant sostiene al respecto que si la naturaleza hubiera querido hacernos

felices nos habría dotado sólo de instintos; si tenemos razón es para ser moralmente buenos. La

posición de Kant ha sido muy influyente en el pensamiento ético de la cultura occidental, y todavía

hoy lo es. 

2.2 Ética de la Responsabilidad: para una civilización tecnológica. Hans Jonas. 

Conociendo al autor del texto 

Hans Jonas era un judío religioso, alemán y exiliado primero en Inglaterra y luego en Israel, Canadá,

y Estados Unidos. Había sido discípulo de Husserl y de Heidegger  en Freiburg y de Bultma

nn en Malburg. Se dedicó al estudio de la filosofía gnóstica y su tesis doctoral sobre San Agustín y el

problema paulino de la libertad, influyó mucho en Hanna Arendt.  Ese cúmulo de circunstancias

conviene no olvidarlo cuando se plantea cualquier acercamiento a su obra. Su referente es la crisis

de la modernidad. Jonas ni quiso ser moderno ni vio en el pensamiento cuyo origen está en las

Luces, otra cosa que un totalitarismo tecnológico. 

La obra de Hans Jonas (1903-1993) es, hoy por hoy, uno de los referentes con mayor influencia en

el ámbito de las éticas aplicadas y su libro El principio de responsabilidad: Ensayo de una ética para

la civilización tecnológica[23] constituye un referente inexcusable en el campo de las éticas

deontológicas, con repercusión en bioética, tecnoética y ética ecológica. 

Síntesis 

Su reflexión sobre la responsabilidad no puede entenderse sin la experiencia de la Shoah: su madre

murió en Auschwitz y él fue voluntario en la Brigada Judía del ejército británico en la II Guerra

Mundial. Para comprender a Jonas no debiera pasarse por alto su conferencia "El concepto de Dios

después de Auschwitz", brutalmente desesperada, que ha sido tal vez la principal reflexión teológica

judía sobre el fenómeno hitleriano. Jonas considera que el nazismo es la expresión de un mundo en

que Dios ha renunciado al poder para que el hombre pueda existir. Por eso tampoco en la técnica

habrá nada bueno en sí mismo. El punto de partida es la existencia del mal. 

La ética de Jonas arranca de un hecho: el hombre es el único ser conocido que tiene

responsabilidad. Sólo los humanos pueden escoger consciente y deli

beradamente entre alternativas de acción y esa elección tiene consecuencias. La responsabilidad

emana de la libertad. O, en sus propias palabras: la responsabilidad es la carga de la libertad. La

responsabilidad es un deber, una exigencia moral que recorre todo el pensamiento occidental, pero

que hoy se ha vuelto más acuciante todavía, porque -en las condiciones de la sociedad tecnológica-

ha de estar a la altura del poder que tiene el hombre. 

En la ética de Jonas hay un elemento deontológico -finalmente, plantea un imperativo-, pero no

conviene olvidar que se parte de un argumento prudencial, prácticamente aristotélico. Su imperativo

es provocado por las nuevas condiciones de vida provocadas por la amenaza tecnológica. Para

Jonas, la responsabilidad moral arranca de una constatación fáctica (la vulnerabilidad de la

naturaleza en la era de la técnica) cuanto de un a priori kantiano de respeto a (todas las formas de)

la vida. 

Propuesta mediación didáctica del material: Actividad No. 13. 

Texto 

La ciencia y la técnica han modificado profundamente las relaciones entre hombre y mundo. Para

los antiguos, la potencia humana era limitada y el mundo, en cambio, era infinito. Jonas propone el

ejemplo de la ciudad griega, que era un enclave civilizado rodeada un entorno amenazador, de

bosques y selvas. Pero hoy la situación se ha invertido y la naturaleza se conserva en parques

naturales, rodeados de civilización y tecnología. Hoy la naturaleza es débil y está amenazada. El

hombre tiene, pues, el deber moral de protegerla y ese deber aumenta en la medida que sabemos lo

fácil que es destruir la vida. La ética hoy debe t

ener en cuenta las condiciones globales de la vida humana y de la misma supervivencia de la

especie.   

La idea fundamental sobre la que se sustenta la ética jonasiana es la experiencia de la

vulnerabilidad. Las generaciones actuales tienen la obligación moral de hacer posible la continuidad

de la vida y la supervivencia de las generaciones futuras. Ese deber es explicitado como imperativo

categórico. 

En el cap. V de su texto, que lleva por título "viejos y nuevos imperativos", considera que el

imperativo ético contemporáneo debe ser: 

  

• Obra de tal manera que los efectos de tu acción sean compatibles con la permanencia de una vida

humana auténtica sobre la tierra. 

  

Este imperativo puede expresarse también negativamente: 

  

• Obra de tal manera que los efectos de tu acción no sean destructivos para la futura posibilidad de

esta vida. 

  

O, más sencillamente, todavía: 

  

• No pongas en peligro las condiciones de la continuidad indefinida de la humanidad en la tierra. 

  

También se puede formular positivamente como: 

  

• Incluye en tu elección presente, como objeto también de tu querer, la futura integridad del hombre. 

  

Son, en definitiva, formulas diversas para un mismo imperativo de la responsabilidad (en el sentido

incluso más etimológico: se trata de "responder" a la agregación de poder tecnológico). 

Hacer hoy el bien, significa hacerlo en las condiciones de la tecnología. El imperativo tecnológico

significa, en consecuencia, partir de un criterio que ya no pude ser de "dominio", pero que aún no

puede ser de "comunidad", puesto que la comunidad mundial es un espejism

o. Por eso la responsabilidad tiene mucho de "cura" (la Sorge heideggeriana), que se acentúa

cuando el hombre tiene la impresión de no dominar su dominio. 

Jonas es un enemigo radical de las utopías (su "principio responsabilidad" es un largo debate

con/contra el "principio esperanza" de Bloch). La utopía consideraba que en el mundo todo era

posible y nada estaba escrito. Pero la experiencia de la bomba atómica, de la contaminación y de la

Shoah demuestra que, moralmente, la utopía puede acabar siendo la justificación del asesinato en

gran escala y de la destrucción del planeta. La utopía decía a los hombres "Tu puedes hacerlo; y, en

cuanto puedes, debes". La responsabilidad exige, sin embargo el cálculo de riesgos y, en la duda, si

algo puede fallar, es mejor no hacerlo.   

El deber o axioma básico de la responsabilidad comprende tres aspectos: 

1.      La existencia de un mundo habitable, pues no cualquier mundo puede ser un espacio de

"habitación" humana auténtica. 

2.      La existencia de la humanidad, porque un mundo sin hombres para Jonas equivale a la nada:

sin humanidad desaparece el ser. 

3.      El "ser tal" de la humanidad: la humanidad auténtica no es cualquiera, sino una humanidad

creadora. El ser del hombre crea valor y una humanidad no creadora no sería estrictamente

humana. 

A diferencia del imperativo categórico kantiano que se dirigía al comportamiento privado del

individuo, el nuevo imperativo de la responsabilidad se dirige al comportamiento público y social. No

se trata de buscar la concordancia del hombre consigo mismo, la coherencia personal del humano

que quiere estar a la altura de su d

eber, como acontecía en Kant, sino que se pone el acento en la dimensión de futuro que, al revés de

lo que acontece con la utopía, no se ve como promesa sino como amenaza.   

Si la ética de Jonas se pretende con valor universal, no es porque todo el mundo hace lo mismo

(cosa que ya sabemos que no ocurre) sino porque, obrando así, defendemos la vida de todos. 

El imperativo ético que propone Jonas (para escándalo de ilustrados) arranca del miedo o, por usar

sus palabras, de la "heurística del temor". (Heuristik der Furcht) -respeto mezclado con miedo- Es el

miedo a las consecuencias irreversibles del progreso (manipulación genética, destrucción del

habitat), lo que nos obliga a actuar imperativamente. El motor que nos impulsa a obrar es la

amenaza que pende sobre la vida futura. 

En la civilización actual es mucho más fácil saber qué es el mal que indagar sobre el bien: Un mal

absoluto, como la desaparición de la especie, debe obligarnos absolutamente. Si nos damos cuenta

de los efectos a largo término de nuestros actos y somos capaces de experimentar el sentimiento de

pérdida posible, necesariamente debemos sentirnos impelidos a obrar. No hay técnica "buena" y

técnica "mala". Como dice en su conferencia "Por qué la técnica moderna es objeto de la ciencia"

(1982): La bendición de la ciencia, puede convertirse en maldición: el hermano Caín (la bomba) es

malo, pero el hermano Abel (el pacífico reactor) también lo puede ser. 

El miedo es un sentimiento negativo, pero de esa negatividad puede salir algo positivo: hay que

prestar más atención a la profecía de la desgracia que a la de la felicidad utópica, y obrar en c

onsecuencia, tomando en serio la amenaza que planea sobre el futuro de la humanidad y que nos

invita a obrar con responsabilidad. 

En resumen, el imperativo de la responsabilidad puede esquematizarse en tres puntos:   

1.      Una constatación: el planeta está en peligro y la causa de este peligro es el poder del hombre,

poseedor de una técnica que ha llegado a ser anónima y autónoma.   

2.      Un axioma o imperativo: debemos actuar a partir del deber que es para todos los humanos la

supervivencia a largo plazo de la humanidad.

3.      Una teoría y una práctica ética: basada en la heurística del temor.   

Obviamente, este imperativo categórico colectivo arranca de una opción por el hombre y por la

continuidad de la evolución. La ética de Jonas se encuentra en un cruce de caminos: 

 •        Es emotivista, porque su opción por el deber ecológico y biotecnológico arranca del

sentimiento de superioridad de la vida.   

•        Es prudencial, y en cierto modo aristotélica, porque defiende un criterio de moderación para la

vida humana: no todo cuanto se puede hacer se debe hacer.   

•        Es deontológica y postkantiana, porqué asume la supervivencia de la vida (y no de "cualquier"

tipo de vida, sino de la vida humana creadora) como exigencia imperativa y universal. 

Pero, y eso es lo más importante, quiere ser  una "ética del futuro", lo que no quiere decir una ética

"en" el futuro, concebida para que algún día la lleven a cabo nuestros descendientes, sino una ética

que -desde hoy- se preocupa por el futuro y trata de protegerlo. Mañana puede ser tarde y los

optimistas -o los utópicos- tal vez no se dan cuenta... 

Par

a discutir a Jonas. 

La obra de Jonas está hoy en el centro del debate ecológico. Pero Jonas ha tenido una "fama

póstuma" pues, en vida, lo obscureció un "optimismo tecnológico" muy propio del progresismo

político. Jonas tuvo en vida tres tipos de impugnadores: los marxistas que creían en el principio

utopía (Bloch), los utilitaristas que ven en la crisis ecológica sólo un momento pasajero pero que se

arreglará con "más" ciencia y, finalmente, los existencialistas que sólo consideraban importantes los

problemas individuales y veían cualquier apelación a lo colectivo sólo el aspecto político (el famoso

"compromiso") pero desgajado de una consecuencia ecológica. Jonas no pudo ser comprendido

porque marxistas, utilitaristas y existencialistas son producto de la sociedad industrial y él, en

cambio, se siente fuera de esa tradición.   

En la obra de Jonas se hallan cuatro elementos muy poco "modernos", pero que deberían ser

pensados con detenimiento: 

Da muy poca -o ninguna- importancia a la autonomía moral del individuo, que para él es un

espejismo. El hombre es inseparable del colectivo y su autonomía siempre es parcial.   

Recupera un elemento que en la modernidad parecía olvidado: el mal. Recordar su existencia tal

vez sea de mal gusto pero, vista la historia reciente, es una obviedad.   

Centra su ética en la abstención, cuando la tradición occidental piensa, en cambio, la acción. 

No acepta la idea de la reciprocidad entre deberes y derechos. Los humanos tienen deberes,

especialmente con la supervivencia de la vida y con los no nacidos, más allá de la generación

presente   

Jonas (contra Nietzsche y contra Bl

och) nos obliga a pensar los límites (siniestros) de la voluntad de poder y la ingenuidad de una

utopía que tal vez, como el aprendiz de brujo sepa como comienza el conjuro pero finalmente no

sabe culminarlo y nos conduce, por ello, a la catástrofe. O, por decirlo con Jonas, al "perverso fin".  

3. ÉTICAS PROCEDIMENTALES 

3.1 Teoría de la Justicia: John Rawls.[24] 

Conociendo a la autora del texto 

Adela Cortina es desde 1987 catedrática de Ética y Filosofía Política en la Universidad de Valencia,

y desde 2008 miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Es becaria del DAAD y

de la Alexander von Humboldt-Stiftung, lo cual le permitió profundizar estudios en las Universidades

de Múnich y Francfort. Ha sido profesora visitante en las universidades de Louvain-la-Neuve,

Amsterdam, Notre Dame y Cambridge. 

Es directora de la Fundación ÉTNOR y del Máster Interuniversitario “Ética y Democracia”, Vocal de

la Comisión Nacional de Reproducción Humana Asistida, Vocal del Consejo Asesor del Ministerio de

Sanidad y Consumo. Entre sus libros cabe recordar Razón comunicativa y responsabilidad solidaria

(1985), Ética mínima (1986), Ética sin moral (1990), Ética aplicada y democracia radical (1993),

Ciudadanos del mundo (1997), Alianza y Contrato (2001), Por una ética del consumo (2002), Ética

de la razón cordial (2007), Lo justo como núcleo de las Ciencias Morales y Políticas (2008) y Las

fronteras de la persona. El valor de los animales, la dignidad de los humanos (2009). 

Propuesta mediación didáctica del material: Actividad No. 14. 

Texto 

En su famosa obra de 1971 (Teoría de la justicia)

este pensador norteamericano propone entender los principios morales básicos como si fuesen

producto de un hipotético acuerdo unánime entre personas iguales, racionales y libres que se

hallasen en una situación muy especial: una situación en la que no pudieran dejarse llevar por

intereses particulares y al mismo tiempo dispusieran de toda la información de carácter general que

fuera indispensable para optar principios de justicia adaptados a las peculiares condiciones que

reviste la vida humana. Esa situación imaginaria es llamada por Rawls “la posición original” y es

concebida por él como una forma gráfica, dramatizada, de expresar un razonamiento cuyas

premisas últimas son las convicciones básicas que todos compartimos acerca de las condiciones

ideales que debería satisfacer una negociación cuya finalidad fuese pactar unos principios morales

fundamentales para regir la convivencia y la cooperación mutua en una sociedad moderna. Tales

convicciones básicas (los llamados por Rawls “juicios ponderados en equilibrio reflexivo[25]”)

conforman una especie de “sentido común en cuestiones morales (rechazo de todo tipo de

discriminación en razón de sexo, raza, ideología, etc., igualdad ante la ley, rechazo de los abusos y

de la violencia injustificada, etc.) que Rawls considera sólida y fiable, aunque siempre revisable. 

Conforme a lo expuesto, en la elección de los principios de la justicia en la posición original nadie

debería –por ej.- aprovecharse de su fuerza física, o de su ingenio, o de su dinero, o de cualquier

otra ventaja natural o social para conseguir que los principios que se adopten pudieran favorecer a

determi

nados individuos a costa de los demás. Para que los intereses particulares de los “negociadores” no

distorsionen la situación de negociación alejándola del ideal de imparcialidad, Rawls propone que

imaginemos a estas personas como si estuviesen afectadas por un “velo de ignorancia” que les

impide conocer sus propias características naturales y sociales: desconocen cuál será su estado

físico, su sexo, su grado de inteligencia y cultura, los rasgos psicológicos que van a tener, el tipo de

familia que les va a tocar en suerte, las creencias que van a mantener, el proyecto de vida que se

van a trazar, etc. 

“Esta condición expresa uno de los juicios ponderados de los que hablábamos antes: la convicción

de que no sería justo que se diera un trato especial a los portadores de determinadas características

naturales o sociales. Imaginemos que vamos a inventar un nuevo deporte llamado “fútbol” y que los

encargados de redactar las reglas de juego fuesen personas que cedieran a la tentación de la

parcialidad desde el conocimiento de sus propias características y habilidades, de modo que

algunos proponen que si un jugador mide más de uno noventa, sus goles valdrían dos puntos, y en

cambio sólo valdrían un punto para los que midan menos; hay quien exige que los equipos sólo

pueden estar formados por personas que posean algún título nobiliario; otros piden que los goles

marcados por equipos de gran presupuesto deben valer tres veces más que los marcados por

equipos de economía modesta; otros podrían pedir que no se permita jugar a personas de cierta

raza en los partidos oficiales; etc., etc. Parece bastante evidente que este

cúmulo de despropósitos ya no resulta aceptable para personas de una época como la nuestra,

puesto que el nivel de conciencia moral alcanzado nos orienta hacia el rechazo racional de tales

existencias como contrarias a nuestro sentido de imparcialidad” 

Junto al “velo de ignorancia”, Rawls estipula que a las partes contratantes en la situación originaria

no les es posible dominarse o coaccionarse unos a otros, y que al mismo tiempo conocen

perfectamente las condiciones generales en las que se desenvuelve la vida humana (moderada

escasez de bienes, que se da la cooperación, pero también la competición entre las personas, etc.)

y disponen también de amplios conocimientos generales sobre economía, sociología, psicología,

etc. 

Rawls considera que, dadas todas estas estipulaciones, las partes contratantes acordarán la

adopción de estos dos principios de justicia: 

“(a) Toda persona tiene derecho a un esquema plenamente adecuado de libertades básicas iguales,

que sea compatible con un esquema similar de libertades para todos; y en este esquema las

libertades políticas iguales, y sólo ellas, han de tener garantizado su valor equitativo. 

(b) Las desigualdades económicas y sociales han de satisfacer dos condiciones: primera; deben

estar asociadas a cargos y posiciones abiertos a todos en condiciones de una equitativa igualdad de

oportunidades; y segunda, deben procurar el máximo beneficio de los miembros menos aventajados

de la sociedad”. 

Political Liberalism, pp. 5-6. 

El primer principio (principio de iguales libertades) ha de tener prioridad sobre el segundo, y la

primera parte del segundo (principio de justa igu

aldad de oportunidades) ha de tener prioridad sobre la segunda parte (principio de la diferencia) en

el sentido de que no sería suprimir ni recortar la primera parte de (b) para fomentar la segunda

parte. Esta norma de prioridad se expresa diciendo que los principios se hallan colocados en un

orden léxico. Pero, ¿por qué acordarían precisamente estos principios, y precisamente en ese orden

de prioridad? Porque, al tratarse de una situación de incertidumbre –debido al velo de ignorancia-

los contratantes se comportan racionalmente si se aseguran de que, sea cual sea su fortuna en la

obtención de dones naturales y de posiciones sociales, podrán disfrutar de determinados bienes

primarios (las libertades y derechos básicos, las oportunidades iguales para todos, y los recursos

económicos y culturales indispensables para conservar la propia autoestima) para poder llevar a

cabo, siquiera mínimamente, cualesquiera proyectos de vida que quieran trazarse. 

En síntesis, la ética rawlsiana concibe los contenidos morales que habitualmente aceptamos en las

modernas sociedades pluralistas y democráticas como las conclusiones de un procedimiento

dialógico entre personas concebidas como seres racionales y autónomos al modo kantiano. 

3.2. Ética del discurso[26]: Jürgen Habermas. 

Propuesta mediación didáctica del material: Actividad No. 15. 

Nacida en la década de 1970, propone esta ética encarnar en la sociedad los valores de libertad,

justicia y solidaridad a través del diálogo, como único procedimiento capaz de respetar la

individualidad de las personas y, a la vez, su innegable dimensión solidaria, porque en un diálogo

hemos

de contar con personas, pero también con la relación que entre ellas existe y que, para ser humana,

debe ser justa. Este diálogo nos permitirá poner en cuestión las normas vigentes en una sociedad y

distinguir cuáles son moralmente válidos, porque creemos que realmente humanizan. 

Obviamente, no cualquier forma de diálogo nos llevará a distinguir lo socialmente vigente de lo

moralmente válido, por eso la ética discursiva intentará presentar el procedimiento dialógico

adecuado para alcanzar esa meta, y mostrar cómo debería funcionar en los distintos ámbitos de la

vida social. Por eso ordena su tarea en dos partes: una dedicada la Fundamentación (al

descubrimiento del principio ético) y otra, a la aplicación del mismo a la vida cotidiana. 

Parte A: Fundamentación del principio ético 

Si para Kant el punto de partida de la ética era el hecho de la conciencia del deber, ahora partimos

también de un hecho: las personas argumentamos sobre normas y nos interesamos por averiguar

cuáles son moralmente correctas. Argumentamos sobre la insumisión y la desobediencia civil, sobre

la distribución de la riqueza, sobre la violencia y sobre un largo etcétera que tiene repercusiones

morales, y en esa argumentación podemos adoptar dos actitudes distintas: 1) la de discutir por

discutir, sin ningún deseo de averiguar si podemos llegar a entendernos; 2) la de tomar el diálogo en

serio, porque nos preocupa el problema y queremos saber si podemos entendernos. La primera

actitud convierte el diálogo en un absurdo, la segunda hace que el diálogo tenga sentido, como una

búsqueda cooperativa de la justicia y la corrección. 

Si Kant intent

aba desentrañar los presupuestos que hacen racional la conciencia del imperativo, la ética

discursiva se esfuerza en descubrir los presupuestos que hacen racional la argumentación, los que

hacen de ella una actividad con sentido, y en su búsqueda llega a conclusiones como las siguientes:

cualquiera que pretende argumentar en serio sobre normas tiene que presuponer: 

1) Que todos los seres capaces de comunicarse son interlocutores válidos –es decir, personas- y

que, por tanto, cuando se dialoga sobre normas que les afectan, sus intereses deben ser tenidos en

cuenta y defendidos, a poder ser, por ellos mismos. Excluir a priori del diálogo a cualquier afectado

por la norma, desvirtúa el presunto diálogo y lo convierte en pantomima. Por eso las cumbres

internacionales o las conversaciones locales, en las que no participan todos los afectados ni se

tienen en cuenta sus intereses, no son sino pantomimas. 

2) Que no cualquier diálogo nos permite descubrir si una norma es correcta, sino sólo el que se

atenga a unas reglas determinadas, que permiten celebrarlo en condiciones de simetría entre los

interlocutores. A este diálogo llamamos “discurso”. 

Las reglas del discurso son fundamentalmente las siguientes: 

-“Cualquier sujeto capaz de lenguaje y acción puede participar en el discurso”. 

-“Cualquiera puede problematizar cualquier afirmación”. 

-“Cualquiera puede introducir en el discurso cualquier afirmación”. 

-“Cualquiera puede expresar sus posiciones, deseos y necesidades”. 

-“No puede impedirse a ningún hablante hacer valer sus derechos, establecidos en las reglas

anterior

es, mediante coacción interna o externa al discurso”. 

(J. Habermas, Conciencia moral y acción comunicativa, pp. 112 y 113). 

3) Ahora bien, para comprobar, tras el discurso, si la norma es correcta, habrá de atenerse a dos

principios: 

-El principio de universalización, que es una reformulación dialógica del imperativo kantiano de la

universalidad, y dice así: 

“Una norma será válida cuando todos los afectados por ella puedan aceptar libremente las

consecuencias y efectos secundarios que se seguirían, previsiblemente, de su cumplimiento general

para la satisfacción de los intereses de cada uno”. 

-El principio de la ética del discurso, según el cual: 

“Sólo pueden pretender validez las normas que encuentran (o podrían encontrar) aceptación por

parte de todos los afectados, como participantes en un discurso práctico”. 

(J. Habermas, Conciencia moral y acción comunicativa, pp. 112 y 113) 

Por lo tanto, la norma sólo se declarará correcta si todos los afectados por ella están de acuerdo en

darle su consentimiento, porque satisface, no los intereses de un grupo o de un individuo, sino

intereses universalizables. Con lo cual el acuerdo o consenso al que lleguemos diferirá totalmente

de los pactos estratégicos, de las negociaciones. Porque en una negociación los interlocutores se

instrumentalizan recíprocamente para alcanzar cada uno sus metas individuales, mientras que en un

diálogo se aprecian recíprocamente como interlocutores igualmente facultados, y por eso la

racionalidad de los pactos es racionalidad instrumental, mientras que la racionalidad presente en los

diálogos es comunicativa. 

Parte B: Ética aplicada 

Naturalmente el discurso que acabamos de describir es un discurso ideal, bastante distinto a los

diálogos reales, que suelen darse en condiciones de asimetría y coacción, y en los que los

participantes no buscan satisfacer intereses universalizables, sino individuales y grupales. Sin

embargo, cualquiera que argumenta en serio sobre la corrección de normas morales presupone que

ese discurso ideal es posible y necesario, y por eso la situación ideal de habla a la que nos hemos

referido es una idea regulativa, es decir, una meta para nuestros diálogos reales y un criterio para

criticarlos cuando no se ajusten al ideal. 

Urge, pues, tomar en serio en las distintas esferas de la vida social la idea de que todas las

personas son interlocutores válidos, que han de ser tenidas en cuenta en las decisiones que les

afectan, de modo que puedan participar en ellas tras un diálogo celebrado en las condiciones más

próximas posible a la simetría, y que serán decisiones moralmente correctas, no las que se toman

por mayoría, sino aquellas en que todos y cada uno de los afectados están dispuestos a dar su

consentimiento, porque satisfacen intereses universalizables. 

Una aplicación semejante da lugar a la llamada “ética aplicada”, que hoy en día cubre, al menos, los

siguientes ámbitos: bioética o ética médica, ética de la empresa, ética económica, ética de la

información, genética, ética de la ciencia y la tecnología, ética ecológica, ética de la política y ética

de las profesiones. 

4. METODOLOGÍAS PARA SOLUCIÓN ÉTICA DE DILEMAS[27]. 

Conociendo al autor del texto 

Juan

Gerardo Garza Treviño es maestro en educación con especialidad en docencia a nivel superior.

Licenciado en psicología (Universidad Labastida). Licenciado en Administración de Empresas

(Tecnológico de Monterrey, Campus Monterrey). Ha impartido los cursos de Administración,

Mercadotecnia, y Valores para el ejercicio profesional. 

Inició su tarea docente en el Tecnológico de Monterrey, Campus Monterrey en 1968 como profesor

en el Departamento de Administración de Empresas. Fue Director de la Carrera de Licenciado en

Administración de Empresas (1971-1991) y desde 1990 es Director del Centro de Valores Éticos. Ha

sido conferencista e instructor de seminarios y conferencias en organismos empresariales,

asociaciones civiles e instituciones gubernamentales. Ha publicado cinco libros, de los cuales el más

reciente es “Administración contemporánea”. 

Síntesis 

La obra tiene el propósito de un trabajo tipo didáctico para la practica de valores, tiene una doble

finalidad ejercitar mediante actividades sencillas la vivencia de algunos valores esenciales en el

ejercicio profesional y establecer métodos fundamentales para la participación de los alumnos por

medio del intercambio de ideas. 

Propuesta mediación didáctica del material: Actividad No. 16, 17 ó 18. 

Texto 

Para plantear y resolver dilemas es necesario comprender algunas variables básicas que siempre

están presentes. Cada uno de los modelos que a continuación se presentan es una aportación en la

que pretende identificar las variables clave que deben clarificarse en una situación. Algunas de las

metodologías tienen elementos en común, pero cada uno presenta una v

isión original de realizar el estudio y la búsqueda de soluciones a cualquier dilema ético. 

Modelo de obligaciones, ideales y efectos 

Este primer modelo intenta integrar los mejores aspectos de los modelos tradicionales (utilitarismo,

idealismo, intuición) y se enfoca en tres conceptos clave: obligaciones, ideales y efectos. 

Lo primero que propone el modelo es entender claramente los tres conceptos fundamentales: 

a) Obligaciones. Restricciones acerca del comportamiento que habrá de seguirse; es aquello que

debe hacerse o evitarse (por ejemplo, relaciones entre negocios, cumplimiento de contratos,

justicia). 

b) Ideales. Nociones de excelencia, la meta para lograr mayor armonía con uno mismo o con los

demás (por ejemplo, conceptos como utilidad, productividad, calidad, estabilidad, tolerancia). 

c) Efectos. Las consecuencias, ya sean intencionales o no, de las decisiones (por ejemplo,

plataformas petroleras en alta mar y el riesgo de derrames de petróleo). 

Proceso 

Paso 1. Identificar los aspectos importantes en el caso o situación que se analizará utilizando como

punto de partida los conceptos claves de obligaciones, ideales y efectos. Preguntarse cuáles son las

obligaciones, ideales o efectos involucrados en este caso. El objetivo de este paso es ampliar el

punto de vista de uno mismo. 

Paso 2. Decidir en dónde debe ponerse mayor énfasis o enfocar el análisis de los aspectos

generados en el paso 1. ¿Cuál es el aspecto más crítico del caso? ¿Es una obligación, un ideal o un

efecto? (por ejemplo, permanecer en silencio acerca del diseño defectuoso de un avión con el efecto

de que muera gente en un

accidente aéreo versus publicar en la prensa el mal diseño con el efecto de dañar la credibilidad del

constructor de aviones). 

Paso 3. Una vez identificado el aspecto más importante donde debe enfocarse la decisión, aplicar

las reglas básicas para las decisiones. 

a) Cuando dos o más obligaciones estén en conflicto, elija la más importante. 

b) Cuando dos o más ideales estén en conflicto, o cuando los ideales estén en conflicto con las

obligaciones, elija aquella acción que hace honor al que toma en cuenta más el ideal más alto. 

c) Y cuando los efectos estén mezclados, elija aquella acción que produzca el mayor bien o el

menor daño (por ejemplo, el caso de salvar vidas es un mayor bien que el de salvar o cuidar la

imagen del constructor de aviones). 

El modelo de Nash 

Este modelo fue desarrollado por Laura Nash, quien sugiere 12 preguntas que hay que hacerse al

examinar qué tan ética es una decisión en la vida profesional: 

1) ¿Ha definido el problema de una forma precisa? Obtenga información precisa de hechos. 

2) Si usted fuera la otra parte, ¿cómo definiría la situación? 

3) ¿Cómo se suscitó el problema? Considere la historia del problema o los síntomas. 

4) ¿A quiénes y a los que usted debe ser leal como persona y como miembro de la organización?

Deberes personales vs. normas y políticas organizacionales. 

5) ¿Cuál es su intención al tomar la decisión? ¿Estaría orgulloso de la(s) acción (es) a tomar? 

6) ¿Cómo se compara esta intención con los resultados posibles? ¿Son los resultados negativos o

dañinos aun con buenas intenciones? 

7) ¿Su decisión a quién o quiénes podrían

dañar? 

8) ¿Podría usted discutir el problema con las partes afectadas antes de tomar su decisión? 

9) ¿Se siente seguro de que su posición ante este problema va a ser válida por un periodo largo?

Considere las consecuencias de largo plazo.

10) ¿Podría compartir abiertamente su decisión o acción con su jefe el director, su familia, y la

sociedad como un todo? ¿Se sentiría a gusto si esta información se difundiera en televisión? 

11) ¿Cuál es el potencial simbólico de su acción en caso de ser comprendida por los demás? ¿Y en

el caso de ser incomprendida? 

12) ¿Bajo qué condiciones estaría usted dispuesto a hacer excepciones a la postura que ha tomado

ante el dilema o problema? 

El modelo de Anthony Pagano 

Este modelo propone seis preguntas o pruebas para analizar lo ético de una decisión: 

1) ¿Es legal? Éste es un punto central en el análisis del caso. 

2) La prueba costo-beneficio. La perspectiva utilitarista (utilitaria): el mayor bien para la mayor parte. 

3) El imperativo categórico. ¿Desearía que dicha decisión o acción fuera un estándar universal (Lo

que es bueno para uno es bueno para todos)?

4) La prueba de la transparencia. Si apareciera dicha información en los medios de comunicación,

¿estaría orgulloso? 

5) La regla de oro. ¿Le gustaría que le pasara a usted lo mismo? 

6) Prueba de opinión calificada. Obtenga una segunda opinión de una persona que usted juzgue

tiene madurez y objetividad y a quien no afecte la decisión. 

El modelo de Henderson 

Un modelo de análisis de dilemas es el diseñado por Verne Henderson, quien plantea la necesidad

de analizar en cualquier

caso de ética cuatro variables: 

-Metas. 

-Motivos 

-Métodos. 

-Consecuencias. 

Las metas responden a la finalidad que se persigue con una acción: ¿qué se desea lograr?, ¿a

dónde se quiere llegar? Es la finalidad última de cualquier acción humana: ¿para qué?, ¿objetivos

se persigue?, ¿cuáles son los beneficios últimos que se desea conseguir? 

Los motivos tienen que ver con las razones más inmediatas que justifican la acción, es decir, ¿por

qué hacerlo? Las razones que explican el comportamiento de una persona son los móviles o

motivos que ha tenido para sus acciones: ¿qué beneficios inmediatos se obtienen con la acción

realizada? 

Los métodos hacen referencia a las acciones que se han realizado para conseguir los propósitos

deseados. Los métodos tienen que ver con los medios o procedimientos utilizados. En los dilemas

éticos deben distinguirse los medios lícitos e ilícitos. 

Las consecuencias significan el efecto que se obtiene como resultado de la acción. Toda acción

tiene consecuencias; en cada dilema es necesario preguntarse: ¿cuáles son esas consecuencias?,

¿de qué manera afecta una decisión a los involucrados en el caso? Las consecuencias pueden ser

para el tomador de la decisión en el dilema o para terceros directa o indirectamente involucrados. 

Modelo VCR 

El modelo VCR (por sus siglas en inglés: Values and Virtues, Consequences, Responsabilities and

rights), consiste en encontrar los: 

• Valores: principales fuentes motivadoras del ser humano. 

• Virtudes: características deseables en un ser humano; en un dilema ética se debe considerar que

la decisión refleja una virtud. 

• Consecuencia

s: este modelo recomienda analizar las consecuencias de las acciones que un profesional realiza

para decidir si conviene o no. 

• Responsabilidades y derechos: identificación de la responsabilidad y derechos de las partes

involucradas. 

Conclusión 

Cada una de las metodologías aquí revisadas plantea un orden en la revisión de los dilemas éticos.

Ninguno puede considerarse como el mejor modelo. Cada uno de ellos tiene variantes, semejanzas

y algún valor agregado. Cualquiera de las metodologías es valiosa, dado que ordena nuestro

pensamiento y clarifica los aspectos importantes por considerar al pretender dar respuesta o

solución a un dilema ético. 

Las metodologías nunca aseguran que podamos llegar a la mejor solución, pero sí reducen el riesgo

de realizar, sobre una situación compleja, un análisis simplista o superficial. Además, nos ofrecen la

posibilidad de evaluar la información, generar mejores alternativas de acción y, sobre todo, asumir el

compromiso de buscar siempre en un dilema: tomar la mejor decisión. 

Bibliografía Capítulo II: 

1) Etxeberia, X. (2002). La ética como horizonte de plenitud. Ética de las profesiones. Temas

básicos. Desclée, Bilbao. Cap. 2, pp. 31-41. 

2) Cortina A. y Martínez E. (2000). Ética. Akal, Madrid. pp. 93-98. 

3) Fernández J. L. (1996). Ética para Empresarios y Directivos. Esic Editorial, Madrid, 2da. Edición.

pp. 108-111. 

4) Garza J. (2005). Valores para el ejercicio profesional. Ed. Mc. Graw Hill, México. pp. 70-85. 

5) Proyecto de Educación de Adultos (2000). Filosofía. Secretaría de la Ciudad Autónoma de

Buenos Aires. Subsecretaría de Educació

n. 

Capítulo Tercero 

Éticas Aplicadas 

1. LA RESPONSABILIDAD SOCIAL DE LAS EMPRESAS 

1. ¿Qué es la Responsabilidad Social? 

Se suele llamar responsabilidad social a la imputabilidad de una valoración positiva o negativa por el

impacto que una acción tiene en la sociedad. Puede referirse a la imputación del perjuicio causado a

un ente social o a la sociedad en su conjunto; o al compromiso supuestamente necesario de un

agente social con su propia sociedad. 

La responsabilidad social es el compromiso contraído por las acciones u omisiones de cualquier

individuo o grupo que generen un impacto en la sociedad; pudiendo recaer éstas en una persona,

organización, gobierno o empresa. Dichas acciones suelen traer consigo una valoración positiva o

negativa por parte de la comunidad. 

De este modo, podemos ver acciones de responsabilidad social gubernamental ; podemos observar

instituciones cuya esencia misma es socialmente responsable; podemos observar programas de

responsabilidad social empresarial o incluso acciones de responsabilidad social personal o individual

como el caso de Maria Shirshova, quien reside en Tbilisi, Georgia trabajando como Directora

Creativa de una agencia joven y realiza diseños sociales como hobbie. Su filosofía es que no se

puede estar inserto en este mundo y permanecer indiferente ante sus problemas. 

La responsabilidad social se diferencia de la responsabilidad jurídica por carecer de un proceso

institucionalizado de adjudicación, es decir, no existen tribunales especializados en juzgar la

responsabilidad social que no esté prevista en normas jurídicas. La resp

onsabilidad social se diferencia también de la responsabilidad política porque no se limita a la

valoración del ejercicio del poder a través de una autoridad estatal. 

La Responsabilidad Social una Virtud Social 

Mientras que en la tradición kantiana la responsabilidad es la virtud individual de concebir libre y

concientemente las máximas universalizables de nuestra conducta, para otros autores como Hans

Jonas la responsabilidad es una virtud social que se configura bajo la forma de un imperativo que,

siguiendo formalmente al imperativo categórico kantiano, ordena: «obra de tal modo que los efectos

de tu acción sean compatibles con la permanencia de una vida humana auténtica en la tierra».

Dicho imperativo se conoce como el «principio de responsabilidad». 

La Responsabilidad Social un movimiento mundial 

La Responsabilidad Social es un movimiento mundial que está poco a poco cobrando fuerza y forma

a pesar de su juventud y de su carácter plural. La Responsabilidad Social va borrando todas las

diferenciaciones clásicas que existen entre sector privado y público, organizaciones con o sin fines

de lucro, ámbito nacional o internacional: Empresas y ONGs se asocian para proyectos comunes de

desarrollo, Sindicatos aprovechan la fuerza de persuasión de clientes corporativos para hacer

presión sobre una gerencia reacia a acatar los derechos laborales, Organizaciones privadas hacen

presión sobre gobiernos blandos para que la ley nacional se ponga al nivel de exigencia de

estándares internacionales, etc. Toda una serie de nuevas prácticas que redibujan el panorama de

la sociedad civil y la gestión organizacional al

rededor de la regulación mediante estándares de calidad ética así como buenas prácticas de

administración. 

La inmensa ventaja del gran debate mundial actual para conseguir una Norma de Responsabilidad

Social valedera para cualquier tipo de organizaciones, y que lleva el nombre poco poético de ISO

26000, es que congrega a ONGs, Empresas, Sindicatos, Organismos internacionales,

Universidades, etc. para establecer un consenso internacional acerca de lo que es la

Responsabilidad Social. 

Desde luego, constituye la definición de mayor legitimidad y ninguna organización podrá definir a

partir de ahora su Responsabilidad Social sin hacerle referencia, a menos que quiera aislarse por

completo del debate mundial. 

Definición de Responsabilidad Social (ISO 26000) 

"Responsabilidad Social es en verdad un nuevo modelo de gestión organizacional, aplicable a

cualquier tipo de organización, que se centra en el tema de la gestión de los impactos que una

organización genera, a corto y largo plazo, en el campo social y medioambiental, que afectan a un

sinnúmero de grupos de interés internos y externos de dicha organización.” 

“La gestión organizacional socialmente responsable debe: 

- ser consistente con el desarrollo sostenible y el bienestar de la sociedad; 

- tomar en cuenta las expectativas de las partes interesadas; 

- estar en conformidad con la legislación vigente y congruente con las normas de conducta

internacionales; e 

- integrada en toda la organización y practicada en todas sus relaciones.” 

El texto precisa además que las “actividades” de la organización incluyen sus productos y servicios,

“esfera

de influencia” y responsabilidad en la cadena de producción. Es decir que, por ejemplo, una

organización no sólo es responsable de lo que ocurre en ella, sino también en la cadena de sus

proveedores. 

1.2 Polémica en torno a la responsabilidad social de las empresas.[28] 

Conociendo al autor del texto 

Milton Friedman es un economista estadounidense (Nueva York, 1912 - San Francisco, 2006). Junto

a Henry Simons y F. A. Von Hayek, es el principal representante de la llamada Escuela de Chicago,

grupo de economistas que considera que los mercados competitivos libres de la intervención del

Estado contribuyen a que el funcionamiento de la economía sea más eficiente. 

Considerado uno de los más grandes economistas de su época, recibió multitud de honores, incluido

el Premio Nobel de Economía (1976). Sus postulados fueron la base de las políticas neoliberales

que se establecieron en algunos países en la década de 1980: fueron adoptados por el Gobierno

chileno del general Pinochet, por el Gobierno Reagan en EE.UU. y por el de Margaret Thatcher en el

Reino Unido. De hecho, en las ideas de Friedman y, en general, de la Escuela de Chicago, se halla

el fundamento teórico del denominado neoliberalismo actual. 

Síntesis 

El texto que aquí se presenta muestra la postura y principales argumentos de Milton Friedman sobre

la "Responsabilidad Social de las Empresas”. La tesis del autor es que los negocios sólo tienen una

responsabilidad social: emplear sus recursos y emprender actividades encaminadas a aumentar sus

utilidades, siempre que se mantengan dentro de las reglas del juego, es decir, en competencia libre

y abie

rta sin engaños ni fraudes. 

Desde esta perspectiva, quienes dirigen la empresa no pueden hacer uso de los recursos, propios

de la empresa, en actividades ajenas al giro del negocio, pues erosionan las utilidades de la misma.

Más aún, los ejecutivos corporativos de la empresa son directamente responsables ante sus

empleadores y, esta responsabilidad consiste en manejar el negocio de tal manera que puedan

generar tanto dinero como sea posible, sin salirse del marco jurídico institucional donde operan. El

negocio del negocio es el negocio, será pues la tónica de la postura de Friedman, que podrás

recoger como fruto de esta lectura. 

Propuesta mediación didáctica del material: Actividad No. 17 y/o 18. 

Texto 

Cuando oigo a empresarios hablando de manera elocuente sobre “las responsabilidades sociales de

la empresa en un sistema de libre empresa” me viene a la cabeza el maravilloso planteamiento de

aquel francés que a sus 70 años descubrió que había estado hablando en prosa durante toda su

vida. Los empresarios creen que están defendiendo la libre empresa cuando declaman que a la

empresa no le preocupan “simplemente” los beneficios, sino también promover unos fines “sociales”

deseables; que la empresa tiene una “conciencia social” y se toma en serio sus responsabilidades

para crear empleo, eliminar la discriminación, evitar la polución y cualquier otra cosa que sea el

reclamo de la cosecha contemporánea de reformistas. De hecho están – o estarían si ellos o

cualquier otro se lees tomara en serio- predicando el más puro y genuino socialismo. Los

empresarios que hablan en estos términos son títeres involuntarios de

las fuerzas intelectuales que han estado socavando las bases de una sociedad libre durante las

últimas décadas. 

Las discusiones sobre “las responsabilidades sociales de la empresa” destacan por su impresión

analítica y por su falta de rigor. ¿Qué significa decir que “la empresa” tiene responsabilidades? Sólo

las personas pueden tener responsabilidades. Una corporación es una persona artificial, y en este

sentido puede tener responsabilidades artificiales, pero no puede decirse que “la empresa” en su

conjunto tiene responsabilidades, ni siquiera en este sentido vago. El primer paso hacia la claridad al

examinar la doctrina de la responsabilidad social de la empresa es preguntar de manera precisa qué

implica y para quién. 

Supuestamente, los individuos que deben ser responsables son los empresarios, es decir, los

propietarios individuales o los ejecutivos corporativos. La mayor parte del debate sobre la

responsabilidad va dirigido a las corporaciones, de modo que en adelante dejaré de ocuparme

mayormente de los propietarios individuales y hablaré de los ejecutivos corporativos. 

En un sistema de libre empresa y de propiedad privada, un ejecutivo corporativo es un empleado de

los propietarios de la empresa, y tiene una responsabilidad directa para con sus empleadores. Esta

responsabilidad es dirigir la empresa con arreglo a los deseos de los mismos, que por lo general

serán ganar tanto dinero como sea posible ajustándose a las normas básicas de la sociedad, tanto

las plasmadas en las leyes como las plasmadas en las costumbres éticas. Por supuesto, en algunos

casos sus empleadores puede que tengan un objetivo distint

o. Un grupo de personas podría crear una corporación con un objetivo caritativo, como por ejemplo

un hospital o una escuela. El gerente de una corporación de este tipo no tendrá como objetivo

obtener beneficios monetarios, sino prestar determinados servicios. 

Tanto en un caso como en el otro, el punto clave es que, en su condición de ejecutivo corporativo, el

gerente es el agente de los individuos que son los propietarios de la corporación o que crean la

institución caritativa, y su responsabilidad básica es para con ellos. 

Ni que decir tiene que ello no significa que sea fácil juzgar hasta qué punto el ejecutivo corporativo

está desempeñando bien su cometido. Sin embargo, por lo menos el criterio voluntario está

claramente definido. 

Por su puesto, el ejecutivo corporativo es también una persona en su propio derecho; y, como tal,

puede que tenga muchas otras responsabilidades que reconozcan o asuma de manera voluntaria:

para con su familia, su conciencia, sus sentimientos de caridad, su iglesia, sus clubes, su ciudad, su

país. Puede que se sienta obligado por dichas responsabilidades a dedicar parte de sus ingresos a

causas que considera respetables, a rechazar trabajar para ciertas corporaciones, e incluso a

abandonar su trabajo, por ejemplo, para incorporarse al ejército de su país. Si lo deseamos,

podemos referirnos a algunas de estas responsabilidades como “responsabilidades sociales”. Sin

embargo, en este sentido ejecutivo corporativo está actuando como principal, y no como agente;

está gastando su propio dinero o tiempo o energía, y no el dinero de sus empleadores o el tiempo o

la energía que por contra

to se ha comprometido a dedicar a los objetivos de los mismos. Si esto son “responsabilidades

sociales”, son las responsabilidades sociales de los individuos, no de la empresa. 

¿Qué significa decir que el ejecutivo corporativo tiene una “responsabilidad social” en su condición

de empresario? Si esta afirmación no es pura retórica, entonces ello debe significar que el ejecutivo

corporativo tiene que actuar de algún modo que no sea en interés de sus empleadores. Por ejemplo,

que debe abstenerse de incrementar el precio del producto con el fin de contribuir al objetivo social

de impedir la inflación, aunque un cremento de precio fuera en beneficio de los mejores intereses de

la corporación. O que debe realizar una serie de gastos para reducir la polución por encima de la

cantidad que constituye los mejores intereses de la corporación o de lo que exige la ley con el fin de

contribuir al objetivo social de mejorar el medio ambiente. O que, a expensas de los beneficios

corporativos, debe contratar a unos indeseables en paro en vez de a unos trabajadores disponibles

más cualificados para contribuir al objetivo social de reducir la pobreza. 

En cada uno de estos casos, el ejecutivo corporativo estaría gastando el dinero de otra persona en

beneficio de un interés social general. En la medida en que sus acciones con arreglo a su

“responsabilidad social” reducen las ganancias de los grupos de interés, se está gastando el dinero

de los mismos. En la medida en que sus acciones incrementan el precio para los clientes, se está

gastando el dinero de los mismos. 

Los grupos de interés o los clientes o los empleados podrían gastar

se por separado su propio dinero en la acción particular si desearan hacerlo. El ejecutivo está

ejerciendo una “responsabilidad social” distinta, en vez de servir como agente de los grupos de

interés o de los clientes o de los empleados, sólo si se gasta el dinero de manera distinta a como

éstos se lo hubieran gastado. 

Sin embargo, si el ejecutivo lo hace en realidad está cobrando unos impuestos, por un lado, y

decidiendo cómo se gastará el rendimiento de dichos impuestos, por otro lado. 

Este proceso plantea cuestiones políticas a dos niveles: el principio y las consecuencias. A nivel del

principio político, cobrar impuestos y gastarse el rendimiento de los mismos son funciones

gubernamentales. Hemos establecido disposiciones constitucionales, parlamentarias y judiciales

muy elaboradas para controlar dichas funciones, para garantizar que los impuestos se cobran en la

medida de lo posible con arreglo a las preferencias y los deseos del público – al fin y al cabo, “la

fiscalidad sin representación” fue una de las consignas de la Revolución Americana. Tenemos un

sistema de comprobaciones y de balanza para separar la función ejecutiva de cobrar los impuestos

y administrar los programas de inversión y de la función judicial de mediar en las disputas e

interpretar la ley. 

Aquí el empresario –ya sea autoseleccionado o nombrado directamente o indirectamente por los

grupos de interés– debe actuar simultáneamente como legislador, ejecutivo y jurista. Debe decidir a

quién cobrar un impuesto, en qué cuantía y con qué objetivo, y debe gastarse el rendimiento de

dicho impuesto, todo ello guiándose únicamente por las exhortacio

nes generales para contener la inflación, mejorar el medio ambiente, combatir la pobreza, etc., etc. 

Toda la justificación para permitir que el ejecutivo corporativo sea seleccionado por grupos de

interés es que el ejecutivo es un agente que sirve los intereses de su principal. Esta justificación

desaparece cuando el ejecutivo corporativo cobra impuestos y se gasta el rendimiento de los

mismos para fines “sociales”. Se convierte entonces, en efecto, en un empleado de una empresa

privada. Por principio político es intolerable que tales funcionarios públicos –en la medida en que sus

acciones en nombre de la responsabilidad social sean reales y no sólo pura fachada– deban

seleccionarse tal como se hace actualmente. Si deben ser funcionarios, entonces deben ser

seleccionados mediante un proceso político. Si deben cobrar impuestos y realizar gastos para

favorecer objetivos “sociales”, entonces debe crearse una maquinaria social para valorar los

impuestos y determinar mediante un proceso político los objetivos que hay que servir. 

Éste es el motivo básico por el cual la doctrina de la “responsabilidad social” implica la aceptación de

la visión socialista según la cual son los mecanismos políticos, y no los mecanismos de mercado, la

manera apropiada de determinar la asignación de recursos escasos a usos alternativos. 

Debido a las consecuencias que de ello se derivan, ¿puede en realidad el ejecutivo corporativo

cumplir sus supuestas “responsabilidades sociales”? Por otra parte, supongamos que se le

permitiera gastarse el dinero de los grupos de interés o de los clientes o de los empleados. ¿Cómo

puede saber cómo debe g

astárselo? Se le dice que debe contribuir la inflación. ¿Cómo puede saber qué acción suya

contribuirá a tal fin? Se supone que es un experto en dirigir su empresa, en producir o vender un

producto o en financiarlo. Sin embargo, nada en su selección le convierte en un experto en inflación.

¿Comportará su reducción del precio de su producto una reducción de la presión inflacionista? ¿O,

al dejar más poder de gasto en manos de sus clientes, simplemente la desviará hacia otra parte?

¿O, al forzarle a producir menos como consecuencia del precio más bajo, contribuirá simplemente a

la escasez? Aunque el ejecutivo corporativo pudiera responder a estas preguntas, ¿hasta que puede

justificar la imposición de un coste a sus grupos de interés, clientes y empleados para objetivo

social? ¿Cuál es su proporción apropiada y cuál es la proporción apropiada de los demás? 

Y, tanto si lo desea como sino, ¿se le puede consentir que se gaste el dinero de sus grupos de

interés, de sus clientes o de sus empleados? ¿No van a despedirle los grupos de interés? (Ya sean

los actuales o los que ocupen su lugar cuando las acciones del ejecutivo corporativo en nombre de

la responsabilidad social hayan reducido los beneficios de la corporación y el precio de sus

acciones). Sus clientes y sus empleados pueden abandonarle por otros productos y empleadores

menos escrupulosos en el ejercicio de sus responsabilidades sociales. 

Esta faceta de la doctrina de la “responsabilidad social” adquiere su mayor relieve cuando los

sindicatos utilizan la doctrina para justificar la moderación salarial. El conflicto de intereses de sus

miembros a un objetivo algo

más general. Si los dirigentes sindicales intentan cumplir con la moderación salarial, es probable que

la consecuencia sean huelgas salvajes, revueltas de las bases y emergencia de sólidos

competidores por sus puestos. Se produce, por tanto, la ironía de que los líderes sindicales –por lo

menos en los Estados Unidos– se han opuesto a la interferencia del Gobierno con el mercado de

manera mucho más coherente y decidida a como lo han hecho los líderes empresariales. 

La dificultad de ejercer la “responsabilidad social” ilustra, por supuesto, la gran virtud de la empresa

competitivas privada, ya que fuerza a la gente a ser responsable de sus propias acciones y les

dificulta que puedan “explotar” a otras personas, ya sean para fines egoístas o no egoístas. Pueden

hacer el bien, pero sólo a expensas de ellos mismos. 

Puede que un lector que haya seguido el argumento hasta este punto tenga la tentación de objetar

que está muy bien hablar de que el Gobierno tiene la responsabilidad de cobrar impuestos y de

terminar los gastos para objetivos “sociales” tales como controlar la polución o formar al indecible

que está en paro, pero que los problemas son demasiado urgentes para esperar al lento desarrollo

de los procesos políticos, que el ejercicio de la responsabilidad social por parte de los empresarios

es una manera más rápida y segura de resolver los acuciantes problemas actuales. 

Aparte de la cuestión de hecho –comparto el escepticismo de Adam Smith sobre los beneficios que

pueden esperarse de “aquellos que se inclinaron por los negocios por el bien público” –, este

argumento debe ser rechazado por los motivos de princi

pio. A lo que equivale es una afirmación en el sentido de que aquellos que son partidarios de los

impuestos y de los gastos en cuestión no han conseguido convencer a la mayoría de sus

conciudadanos para que piensen igual, y que lo que pretenden es alcanzar por procedimientos

antidemocráticos lo que no pueden alcanzar por procedimientos democráticos. En una sociedad

libre, resulta difícil para la gente “mala” llevar a cabo cosas “malas”, especialmente porque el bien de

uno es el mal de otro. 

Para simplificar, me he concentrado en el caso especial del ejecutivo corporativo, excepto en la

breve digresión sobre los sindicatos. Sin embargo, precisamente el mismo argumento es aplicable al

fenómeno más reciente de apelar a los grupos de interés para exigir a las corporaciones que ejerzan

la responsabilidad social (como, por ejemplo, la reciente cruzada de General Motors). En la mayoría

de estos casos, lo que en realidad ocurre es que algunos grupos de interés intentan que otros

grupos de interés (o clientes o empleados) contribuyan contra su voluntad a causas “sociales”

impulsadas por los activistas. En la medida en que tengan éxito, están volviendo a cobrar impuestos

y gastándose el rendimiento de los mismos. 

La situación del propietario individual es algo distinta. Si actúa para reducir los ingresos de su

empresa con el fin de ejercer su “responsabilidad social”, se está gastando su propio dinero, no el de

otro. Si desea gastarse su dinero para tales fines, está en su derecho, y no alcanzo a ver que pueda

hacerse objeción alguna a que lo haga. En este proceso el propietario individual también puede

imponer costes sob

re los empleados y los clientes. Sin embargo, dado que es mucho menos probable que el propietario

individual tenga el poder monopolístico de una gran corporación o sindicato, cualquier efecto

colateral en este sentido tenderá a ser menor. 

Por su puesto, en la práctica la doctrina de la responsabilidad social sirve a menudo para encubrir

acciones que se justifican por motivos distintos que el motivo para llevar a cabo dichas acciones. 

Para ilustrar dicha afirmación, puede muy bien que resulte beneficioso a largo plazo para una

corporación que es un empleador de primer orden en una pequeña comunidad dedicar recursos a

proporcionar comodidades para aquella comunidad o para mejorar el gobierno de la misma. Ello

puede facilitar la atracción de empleados deseables, puede reducir la factura salarial o reducir las

pérdidas causadas por hurtos y sabotajes o tener otros efectos positivos. O puede ser que, dadas

las leyes sobre la desgravación de las contribuciones benéficas de las empresas, los grupos de

interés puedan contribuir a promover más actos benéficos haciendo que sea la empresa y no ellos

mismos quien haga el regalo, ya que de este modo pueden contribuir con una cantidad que de lo

contrario se habría pagado como impuesto corporativos. 

En cada unos de estos casos, y en otros muy similares, existe una tentación muy fuerte de

racionalizar estas acciones como un ejercicio de “responsabilidad social”. En el presente clima de

opinión, con su aversión generalizada al “capitalismo”, a los “beneficios”, a la “corporación

desalmada” y demás, para una corporación ésta es una manera de general clientela y renombre

comerci

al como producto de unos gastos que están completamente justificados en el propio interés de la

empresa. 

Sería incoherente por mi parte pedir a los ejecutivos corporativos que se abstuvieran de recurrir a

esta pura fachada hipócrita porque perjudica los fundamentos de una sociedad libre. ¡Ello sería

pedirles que ejercieran una “responsabilidad social”! Si nuestras instituciones, y las actitudes del

público, encubren así las acciones que realizan en su propio interés, yo no puedo llamar a una gran

indignación para denunciarlos. Al mismo tiempo, puedo expresar admiración por aquellos

propietarios individuales de corporaciones cerradas o por los grupos de interés de corporaciones

más abiertas que menos precian dichas tácticas porque se acercan al fraude. 

Sea o no reprobable, la utilización del encubrimiento de responsabilidad social, y los disparates que

dicen en su nombre influyentes y prestigiosos empresarios, perjudican claramente los fundamentos

de una sociedad libre. Me ha impresionado una y otra vez el carácter esquizofrénico de muchos

empresarios. Son capaces de tener una gran visión y una gran lucidez en cuestiones internas de sus

empresas. Sin embargo, son increíblemente miopes y confusos en cuestiones que son externas a

sus empresas pero que afectan a la posible supervivencia de la empresa en general. Dicha miopía

queda sorprendentemente ejemplificada en los llamamientos que muchos empresarios realizan con

respectos a las pautas salariales o de precios o las políticas de control o de ingresos. No hay nada

que pueda hacer más en un breve espacio de tiempo para destruir un sistema de mercado y

sustituirlo p

or un sistema de control centralizado que el control gubernamental efectivo de los precios y

salarios. 

Dicha miopía también queda ejemplificada en los discursos de los empresarios sobre la

responsabilidad social. Puede que ello les reporte prestigio a corto plazo, pero contribuye a reforzar

la ya demasiado extendida visión según la cual la búsqueda de beneficios es malvada e inmoral y

debe ser refrenada y controlada por fuerzas externas. Una vez adoptada esta visión, las fuerzas

externas que refrenan el mercado no serán las conciencias sociales, por muy desarrolladas que

estén, de los ejecutivos pontificantes; será el puño de acero de los burócratas gubernamentales.

Aquí, como en el caso de los controles sobre precios y los salarios, a mí me parece que los

empresarios hacen gala de un impulso suicida. 

El principio político subyacente al mecanismo de mercado es la unanimidad. En un mercado libre

ideal basado en la propiedad privada, ningún individuo puede coaccionar a ningún otro, toda

cooperación es voluntaria, todas las partes de dicha cooperación se benefician de ella o no

necesitan participar en la misma. No existen valores ni responsabilidades “sociales” en ningún

sentido que no sean los valores y las responsabilidades compartidos por los individuos de los

distintos grupos que éstos constituyen voluntariamente. 

El principio político subyacente al mecanismo político es la conformidad. El individuo debe servir a

un interés social más general, ya sea determinado por una iglesia, un dictador o una mayoría. El

individuo puede tener un voto y decir en qué debe hacerse, pero si es desestimado, debe

conformarse. Pa

ra algunos es apropiado exigir a los demás que contribuyan a un objetivo social general tanto si lo

desean como si no. 

Por desgracia, la unanimidad no siempre es posible. Existen algunos aspectos en los que la

conformidad parece inevitable, de modo que no veo cómo puede uno evitar la utilización del

mecanismo político totalmente. 

Sin embargo, la doctrina de la “responsabilidad social” tomada seriamente ampliaría el alcance del

mecanismo político a toda actividad humana. Filosóficamente no difiere de la doctrina colectivista

más explícita. Difiere únicamente al profesar que cree que los fines colectivistas pueden alcanzarse

sin medios colectivistas. Por ello, en mi libro Capitalism and Freedom la he calificado de “doctrina

fundamentalmente subversiva” en una sociedad libre, y he afirmado que en tal tipo de sociedad

“existe una y sólo una responsabilidad social de la empresa: utilizar sus recursos y comprometerse

en actividades diseñadas para incrementar sus beneficios en la medida en que permanezca dentro

de las reglas del juego; es decir, comprometerse en una competencia abierta y libre sin engaño o

fraude”. 

Postura de Ian Davis. Empresa y sociedad el mayor contrato[29] 

“Al transformar las cuestiones sociales en estrategia, 

las grandes empresas pueden reformular el debate sobre su rol”. 

Ian Davis. 

Conociendo al autor del texto 

Ian Davis es un economista nacido en Kent, Inglaterra 1952. Es graduado en filosofía, política y

economía por la Universidad de Oxford y Balliol. Fue director general de la Compañía McKinsey,

Londres desde 2003 hasta 2009. 

Síntesis 

Los escándalos corporativos

de los últimos años han dejado por el suelo la imagen de las empresas globales. Es tiempo de

balances. Ian Davis, propone una nueva ética corporativa que concilie las presiones por rentabilidad

con la responsabilidad social. 

Texto 

El gran debate a largo plazo sobre el rol de la empresa en la sociedad se encuentra actualmente

atrapado entre dos posiciones ideológicas opuestas y trilladas. 

En un lado del debate actual se encuentran quienes afirman que (para utilizar la frase de Milton

Friedman) el “negocio del negocio es el negocio”. Esta creencia está mayormente asentada en las

economías anglosajonas. Según esta visión, las cuestiones sociales son periféricas con respecto a

los desafíos del management corporativo. El único objetivo legítimo de la empresa es crear valor

para el accionista. 

En el lado opuesto están los partidarios de la “responsabilidad social de la empresa” (RSE), un

movimiento en rápido crecimiento, de carácter más bien confuso, que abarcar tanto a las empresas

que ya la RSE como a los grupos de activistas escépticos que afirman que las empresas deben ir

más allá para mitigar sus impactos sociales. A medida que otras regiones del mundo –partes de la

Europa continental y central, por ejemplo – avanzan hacia el modelo anglosajón de valor para el

accionista, el debate entre ambas partes ha ido adquiriendo una importancia cada vez más global. 

Y es una pena. Porque ambas perspectivas ocultan de modos distintos la importancia de las

cuestiones sociales para el éxito de la empresa. Y también caricaturizan con poco espíritu de

servicio la contribución de la empresa reformulen este debate y rescat

en de las críticas su alto valor intelectual y moral. 

Las grandes empresas deben transformar las cuestiones sociales en estrategia, de tal manera que

ésta refleje la importancia real de su negocio. Deben articular la contribución social de la empresa y

definir su objetivo último con más sutiliza de la que se desprende de la visión mundial “el negocio del

negocio es el negocio” y de manera menos defensiva que la mayoría de los enfoques actuales en

materia de RSE. Ello puede contribuir a que la relación existente entre las grandes empresas y la

sociedad en este sentido sea percibida como un “contrato social” implícito; lo cual viene a ser

adaptar Rousseau al mundo de la empresa, podríamos decir. Este contrato comporta obligaciones,

oportunidades y ventajas mutuas para ambas partes. 

Sin embargo, para explicar la base de tal enfoque puede resultar útil determinar en primer lugar las

limitaciones de los dos polos ideológicos actuales. Comencemos por “el negocio del negocio es el

negocio”. En este caso se trata de una cuestión básicamente jurídica. En muchos países, como por

ejemplo Alemania, la obligación legal es en todo caso para los grupos de interés, e incluso en los

Estados Unidos la primacía legal de los accionistas está abierta a una muy amplia interpretación. 

El problema con la actitud de “el negocio del negocio” es más bien que puede impedir a la dirección

ver dos importantes realidades. La primera es que las cuestiones sociales no son tan tangenciales

con respecto al negocio del negocio, sino fundamentales para el mismo. Desde un punto de vista

defensivo, las empresas que ignoran el sentimiento público se

convierten en vulnerables a un ataque. Sin embargo, las presiones sociales también pueden

funcionar como indicadores prematuros de factores centrales para la rentabilidad corporativa, como

por ejemplo la normativa y el marco de la política pública en el que las empresas deben operar, el

deseo por parte de los consumidores de ciertos bienes por encima de otros, y la motivación (y la

predisposición a ser contratado en primer lugar) de los empleados. 

Las empresas que tratan las cuestiones sociales como molestas interrupciones o simplemente como

una manera injustificada de atacar al negocio están haciendo la vista gorda con respecto a las

fuerzas venideras que tienen el poder, fundamentalmente, de alterar su futuro estratégico. Si bien es

posible que el efecto de la presión social sobre dichas fuerzas no sea inmediato, ello no constituye

motivo alguno suficiente para que las empresas demoren el estar preparadas para hacerles frente.

Incluso desde una perspectiva estricta del valor para el accionista, la mayor parte del valor del

mercado de las acciones –generalmente más del 80% en los mercados públicos de los Estados

Unidos y de Europa occidental – depende de las expectativas de flujo de tesorería de las empresas

más allá de los tres años siguientes. 

Existen muchos ejemplos del impacto a largo plazo de las cuestiones sociales sobre las empresas.

Y están creciendo a un ritmo muy rápido. En el sector farmacéutico, una tormenta de presiones

sociales durante la pasada década –que eran consecuencia de cuestiones como la percepción

pública de que se cobraban unos precios excesivos por los fármacos contra el VIH en los paíse

s en vías de desarrollo, por ejemplo – se está traduciendo actualmente en un endurecimiento

generalizado (y en ocasiones aparentemente indiscriminado) del marco normativo. Mientras tanto,

en el sector de la alimentación y la restauración, el debate sobre el prolongado incremento de la

obesidad se está traduciendo actualmente en la exigencia de nuevos controles sobre la

comercialización de los alimentos poco saludables. 

En el caso de las grandes instituciones financieras, las preocupaciones sobre los conflictos de

intereses y la venta inadecuada de productos han conducido recientemente a cambios en las

prácticas centrales y en la estructuras del sector. Para algunos grandes revendedores, la resistencia

del público y de los planificadores a la creación de nuevas tiendas está limitando las oportunidades

de crecimiento. Y todo ello es no decir nada de hasta qué punto las presiones sociales y políticas

han convertido y redefinido la industria del tabaco, pongamos por caso, o los sectores petrolífero y

minero a lo largo de las últimas décadas. 

En todos estos casos, se han puesto en juego miles de millones de dólares de valor para el

accionista como consecuencia de cuestiones sociales que en última instancia acaban alimentando

motores fundamentales del rendimiento corporativo. En muchos casos, una perspectiva de “el

negocio del negocio es el negocio” ha impedido ver a las empresas consecuencias (o cambios en su

“contrato social” implícito) que a menudo podrían haberse previsto. 

Y tan importante como esto es que dichas consecuencias no sólo han comportado riesgos para las

empresas, sino que también han generado oport

unidades de creación de valor. En el caso del sector farmacéutico, por ejemplo, en el creciente

mercado de los medicamentos genéricos (es decir, no protegidos por una patente); en el caso de los

restaurantes de comida rápida, en el sentido de servir comidas más saludables; y en el caso de la

industria energética, en el sentido de cubrir una demanda rápidamente creciente (igual que la

presión normativa) de combustible más limpios como el gas natural. Las presiones sociales indican

a menudo la existencia de necesidades sociales o de preferencias de consumo no cubiertas. Las

empresas pueden verse beneficiadas si las perciben y les dan respuesta ante que sus

competidores. 

Juicio de valor 

Paradójicamente, el lenguaje del valor para el accionista puede dificultar a las empresas la

maximización del valor para el accionista en este sentido. Practicado como un mantra irreflexivo,

puede llevar a los directivos a concentrarse excesivamente en mejorar el rendimiento de sus

empresas a corto plazo, desatendiendo así importantes oportunidades y cuestiones a largo plazo.

Este éstas se encontrarían no sólo las presiones sociales, sino también la confianza de los

consumidores, la inversión en innovación y otras posibilidades de crecimiento. 

El segundo punto que la perspectiva de “el negocio del negocio es el negocio” oculta para muchas

empresas está relacionado con el primero: la necesidad de plantearse cuestiones relativas a su ética

y a su legitimidad. Por motivos de integridad y por su propio interés progresista, las grandes

empresas deben hacer frente a dichas cuestiones, tanto de palabra como en la práctica. 

No es ni su

ficiente ni inteligente afirmar que es cosa de los gobiernos dictar las leyes, y que las empresas

deben simplemente limitarse a operar dentro de dichas normas. Ni tampoco resulta suficiente,

aunque a menudo resulte válido, señalar que muchas de las críticas que se hacen a las empresas

son inmerecidas, o que quienes lanzan las acusaciones también deberían examinar sus propias

prácticas y su propia responsabilidad social. Independientemente de si las críticas son válidas o no,

su efecto acumulativo puede determinar el contexto estratégico de las empresas. Es pues imperativo

que las empresas intenten liderar estos debates, en vez de reaccionar a ellos. 

Además, en algunas partes del mundo, especialmente en algunos países pobres en vías de

desarrollo, tanto la normativa legal como la prestación de servicios públicos básicos brillan por su

ausencia, lo cual puede muy bien hacer que la perspectiva de “el negocio del negocio es el

negocio”sea poco útil como pauta para la acción corporativa. Si las empresas que operan en tales

entornos se concentran de manera demasiado estrecha en leyes locales mal definidas o temen lo

amplios debates sobre su supuesto comportamiento, entonces es probable que tengan que hacer

frente a cada vez más críticas sobre sus actividades, y que incurran por tanto en un mayor riesgo de

verse implicadas en las tensiones políticas locales. 

¿Es la RSE la respuesta? Ojalá lo fuera. Y no es para criticar las muy loables iniciativas que en

materia de RSE llevan a cabo las empresas individuales, ni para discutir la evidente necesidad de

que las empresas (igual que cualquier otra entidad social) sean respons

ables. Es más bien para examinar las amplias prescripciones que los grupos y activistas implicados

en la RSE han fijado para las empresas. Por lo general, entre las mismas figuran “el diálogo con

grupos de interés”, “los informes sociales y medioambientales” y las políticas corporativas en

cuestiones éticas. Este enfoque es demasiado limitado y demasiado defensivo y está demasiado

desconectado de la estrategia corporativa. 

La postura defensiva de la RSE: surge de su génesis. 

La postura defensiva de la RSE surge de su génesis. Su popularidad como conjunto de tácticas

entre las empresas fue impulsada en gran parte por una serie de campañas anticorporativas que

tuvieron lugar a finales de a década de 1990, y que a su vez cobraron mayor fuerzas por las

protestas antiglobalización que se produjeron más o menos en la misma época. Desde entonces las

empresas se han visto arrastradas a la SER, atraídas por biensonantes pero vagas nociones tales

como “el triple resultado” (la idea según la cual las empresas pueden servir simultáneamente

objetivos sociales y medioambientales y obtener beneficios). Las empresas han visto en la RSE un

modo de evitar las críticas de las ONG y contra su reputación, así como de mitigar los aspectos y las

consecuencias más duros del capitalismo. 

Esta actitud defensiva inicia la discusión con el pie equivocado, ciertamente, en lo que debería

afectar a los líderes empresariales. Las grandes empresas realizan unas contribuciones enormes y

de vital importancia a la sociedad moderna, contribuciones que no son lo bastante bien expresadas,

reconocidas. Entre éstas se encuentran las ganancias en product

ividad, la innovación y la investigación, el empleo, las invesiones a gran escala, el desarrollo y la

organización del capital humano. Todo ello es, y serña esencial para el futuro bienestar económico

nacional y global. Las grandes empresas también proporcionan un vehículo para la inversión que es

probable que sea central ara la prestación de pensiones en una OCDE que está envejeciendo. En

los países más pobres en vías de desarrollo, mientras tanto, la entrada de empresas multinacionales

(a través de la inversión extranjera directa) ha aportado a menudo capital, tecnología, habilidades y

otros elementos de vital importancia para la reducción de la pobreza. No es una coincidencia que los

países en desarrollo pongan tanto énfasis en atraer a grandes empresas y la inversión que ello

puede suponer para sus economías. 

¿Una cosa llamada sociedad? 

La RSE se limita a una ser una agenda para la acción corporativa, porque no logra captar la

importancia potencial de las cuestiones sociales para la estrategia corporativa. Hay que reconocer

que las empresas que emprenden con as ONG un “diálogo con los grupos de interés” serán más

conscientes de antemano de las cuestiones potenciales. Sin embargo, recabar de las ONG es sólo

una parte de lo que hay que hacer para comprender el alcance de las presiones sociales que en

última instancia pueden afectar a motores clave de la empresa, tales como la normativa, las pautas

de consumo y demás. 

Uno de los siguientes pasos obvios que las empresas deben dar, una vez han comprendido la

posible evolución de estas amplias presiones sociales, es planificar las opciones a lago plazo y las

res

puestas a las mismas. Sin embargo, las típicas iniciativas en materia de RSE—Una nueva política

ética por aquí, por ejemplo, o un brillante informe sobre sostenibilidad por allí– resultan a menudo

tangenciales en este sentido. Es perfectamente posible que una empresa pueda seguir muchas de

las prescripciones de la RSE y que siga sin embargo sufriendo muy de cerca los cambios sísmicos

de su entorno empresarial impulsado socialmente. 

Uno de los problemas en este sentido es que muchas empresas han elegido basar sus funciones de

RSE demasiado estrechamente dentro de sus departamentos de atención al público o corporativos.

Si bien es cierto que ejercen un rol táctico importante, a menudo dichos departamentos están

pensados para rebatir las críticas, y tienden a operar a cierta distancia de los niveles de toma de

decisiones dentro de la empresa. 

En las limitaciones tanto de al RSE como del razonamiento “el negocio del negocio es el negocio” se

encuentra el perfil de un nuevo enfoque para la empresa (tan importante para las empresas chinas,

indias o alemanas como para las empresas norteamericanas y británicas), del cual destacan tres

aspectos principales: 

El primero es una prescripción muy simple. Las empresas deben introducir procesos explícitos para

asegurarse de que las cuestiones sociales y las fuerzas sociales emergentes se discuten al más alto

nivel como parte de la planificación estratégica general. Ello significa que los directivos ejecutivos

deben educar e implicar a sus consejos de administración. Y significa, también, que deben

desarrollar amplias métricas o resúmenes que describan de manera útil las cuesti

ones importantes, esencialmente del mismo modo en que la mayoría de empresas analizan las

tendencias de los clientes en la actualidad. 

El riesgo de que los grupos de interés –incluyendo a los gobiernos, los grupos de consumidores, los

abogados y los medios de comunicación– se movilicen alrededor de cuestiones concretas puede

estimularse a grandes rasgos basándose en las agendas y los intereses conocidos de dichos

grupos. Así, por ejemplo, que el debate sobre la obesidad iba a repercutir a no muy largo plazo

sobre las empresas alimenticias era parcialmente predecible a partir de la creciente inversión de los

gobiernos en problemas de salud relacionados con la obesidad, del inevitable interés de los medios

por dicha cuestión, y del interés de algunos abogados por encontrar nuevos objetivos corporativos

con los que litigar. Sin embargo, cuando el sector se implicó en la cuestión lo hizo a la defensiva,

luchando para ponerse a nivel del debate público. En el futuro, las empresas deben hacer mucho

más para comprender dichas cuestiones anticiparse a las mismas. 

Ser grande no es tan fácil 

Tanto segundo como el tercer aspecto están relacionados con la idea de que existe un contrato

implícito entre las grandes empresas y la sociedad, o en realidad entre el conjunto de los sectores

económicos y la sociedad, el contrato que constituye el sujeto del presente artículo. Los detractores

han conseguido a menudo dar la imagen de que dicho contrato es una ganga en un único sentido

que beneficia a las empresas a costa de la sociedad. Sin embargo, la realidad es mucho más

compleja. Las actividades que las empresas llevan a cabo ha

n comportado claramente beneficios sociales, y también costes. De modo similar, sin embargo, en

un contrato hay dos partes, y las empresas deben reconocer que a cambio de la capacidad de

funcionar están sujetas a normas y restricciones. En ocasiones el contrato puede ser objeto de una

tensión evidente. 

La reciente reacción en contra de las grandes empresas que se ha producido en los Estados Unidos

puede interpretarse en el sentido que la sociedad está buscando modificar los términos del contrato,

basándose en la percepción popular de que las empresas han abusado de su rol. De modo similar,

en Alemania las empresas están luchando actualmente para defenderse de las acusaciones en el

sentido que su contrato con la sociedad está fundamentalmente desequilibrado. 

El segundo aspecto requiere que las empresas no sólo comprendan sus “contrato” individuales, sino

también, que los gestiones activamente. Para ello pueden elegir entre una variedad de tácticas

potenciales tales como: proporcionar una información más transparente; realizar cambios en materia

de I+D o reorganizar los activos para captar la oportunidades esperadas de futuro o para suprimir

las responsabilidades percibidas; introducir cambios en el enfoque normativo; y, a nivel del sector,

desarrollar y desplegar estándares voluntarios de comportamiento. 

Algunas empresas y sectores ya están experimentando con tales enfoque; prueba de ello es

reciente anuncio de General Electric de duplicar su inversión en investigación en materia de

tecnologías respetuosas con el medio ambiente. Sin embargo, hay margen para realizar muchas

más actividades en este sentido, a cond

ición de que se alineen con los objetivos estratégicos corporativos. Reorganizar la conducta a nivel

de todo el sector y de manera cada vez más global puede ser especialmente importante, ya que las

fechorías percibidas de una empresa pueden afectar al conjunto del sector en el que ésta opera. 

Un punto importante es que todas las empresas darán respuestas tácticas bastante distintas

dependiendo de las circunstancias, de manera que no siempre resultarán apropiadas las soluciones

estándar o simplemente biensonantes. La transparencia es un buen ejemplo de ello. Es fácil, pero

erróneo, afirmar que nunca puede haber bastante transparencia. Lo que podría ser bueno para una

empresa farmacéutica que intenta recuperar la confianza de sus clientes podría resultar perjudicial

para un administrador de fondos de protección. Y, naturalmente, un código de conducta voluntario

tendría una lectura muy distinta según se trata de un revendedor o de una empresa minera de

extracción de cobre. 

Ello me lleva al tercer aspecto del nuevo enfoque para los líderes empresariales. Éstos deben

conformar los debates sobre las cuestiones sociales de manera mucho más consciente, lo cual

significa que deben establecer estándares de integridad y de transparencia cada vez más altos

dentro de sus propias empresas. Y significa también que deben implicarse de manera mucho más

activa en los debates externos y en los medios de comunicación sobre las cuestiones sociales que

conforman su contexto empresarial. 

Un punto de partida puede ser que los CEO expresen públicamente el objetivo de la empresa en

términos menos áridos que el valor para el accionista.

El valor para el accionista debería seguir viéndose como la medida crítica del éxito empresarial. Sin

embargo, puede resultar más exacto, más motivador –y ciertamente más beneficioso para el valor

para el accionista a largo plazo– describir el objetivo último de la egresa como la provisión eficiente

de bienes y servicios que la sociedad desea. 

Éste es un objetivo enormemente valioso, incluso noble. Es la base fundamental del contrato entre

las empresas y la sociedad, y constituye el fundamento de las interacciones reales de la mayoría de

la gente con las empresas. Los CEO podrían señalar que los beneficios no deberían considerarse

un fin en sí mismos, sino más bien una señal de la sociedad en el sentido que su empresa está

teniendo éxito en su misión de proveer algo que la gente desea –y que está haciéndolo de tal

manera que utiliza los recursos de manera eficiente con respecto a otros posibles usos. Desde esta

perspectiva, la creación de valor para el accionista o de beneficios son la medida, y la recompensa,

del éxito en la provisión a la sociedad del objetivo empresarial más fundamental. Las medidas y las

recompensas reflejan los valores predominantes de la sociedad correspondiente. 

Al dejar de concentrarse de manera lingüísticamente rígida en el valor para el accionista, las

grandes empresas también pueden dejar claro ante el gran público que comprenden los elementos

de compensación que son inherentes a su contrato social. El debate entre empresa y la sociedad es

esencialmente un debate sobre la gestión de dichos elementos de compensación y sobre el acuerdo

acerca de los mismos. 

Cuestiones discutibles 

¿Qué puede significar esto en concreto? Actualmente no faltan precisamente grandes cuestiones

sociales que afectan directamente a muchas grandes empresas y que requieren un nuevo debate.

Entre éstas figuran las siguientes: garantizar que la ayuda y los regímenes de comercio promueven

con éxito el desarrollo en África y en otras regiones pobres (el despegue económico de dichas

regiones representaría un beneficio potencial de primer orden para los mercados globales, y también

para la seguridad internacional); promover un enfoque más sofisticado y sensible tanto desde las

empresas como desde los gobiernos para equilibrar los riesgos y las compensaciones sociales de

las nuevas tecnologías; liderar el diálogo sobre los retos de la atención sanitaria y de las pensiones

en muchos países desarrollados; y apoyar los esfuerzos para resolver los conflictos regionales. 

Obviamente, la cuestión relevante debe hacerse corresponder con la empresa concreta. Algunas

empresas y organizaciones empresariales han adoptado una actitud pública muy firme con respecto

a éstas y otras cuestiones similares. Sin embargo, por lo general el activismo corporativo organizado

de alto nivel es más notable por su ausencia. 

Los líderes empresariales no deberían tener miedo a abogar en mayor grado por el contrato entre

empresa y sociedad. La receptividad pública con respecto al liderazgo empresarial activo en

cuestiones como éstas puede ser mucho mejor de lo que algunos podrían incitarse a pensar. A

pesar de la pobre imagen y de la mala prensa de las grandes empresas en los últimos tiempos, las

encuestas sugieren que la gente conserva una creencia en

la capacidad de las empresas para proporcionar una contribución positiva a la sociedad. 

Hace más de dos siglos, el contrato social de Rousseau contribuyó a sembrar entre los líderes

políticos la idea de que éstos deben servir al bien público, para que su propia legitimidad no se vea

amenazada. Los CEO de las grandes corporaciones actuales deberían aprovechar la oportunidad

para replantear y reforzar sus propio contratos sociales con el fin de ayudar a garantizar, a largo

plazo, los miles de millones invertidos de sus accionistas. 

1.3 Momento actual de La Responsabilidad Social de la Empresa[30]. 

Conociendo a la autora del texto 

Elsa González, es catedrática española de Ética y Filosofía de la Universidad Jaume I de Castellón.

Es doctora contratada del departamento de Filosofía y Sociología. Realizó su tesis doctoral, sobre:

“La responsabilidad moral de la empresa. Una revisión sobre la teoría de los stakeholders desde la

ética discursiva”. 

Síntesis 

La presente investigación tiene como principal objetivo plantear la posibilidad de un modelo integral

de stakeholders capaz de dar razón de la responsabilidad moral de la empresa y de su aplicación o

realización en la praxis empresarial. Modelo que tiene su apoyo en dos pilares básicos: en el modelo

integrativo de ética empresarial y en el concepto de responsabilidad postconvencional. 

El modelo integral de stakeholders que se dibuja en esta investigación se configura como un marco

desde el cual reflexionar y poder elaborar respuestas de las exigencias morales, éticas y

pragmáticas del entorno empresarial, al reunir y combinar los tres usos de la metodol

ogía de stakeholders. Así pues, este modelo da satisfacción a demandas de la ética empresarial

integrativa que apunta que la racionalidad empresarial es una combinación de tres tipos de

racionalidad: comunicativa, estratégica y teleológica, tal y como se desprenden de la comprensión

de la ética empresarial en clave ético-discursiva. Además, este modelo integral de stakeholders,

ayuda responder las preguntas clave de la responsabilidad empresarial: ¿quién es responsable?

¿De qué es responsable? ¿Ante quién? ¿En nombre de qué es responsable la empresa? 

Texto 

En un contexto de la economía y sociedad global imparable, caracterizado por una interdependencia

cada vez mayor, el terreno de las consecuencias de nuestras acciones se amplía sensiblemente.

Aumenta, por tanto, la responsabilidad de la empresa a la hora de tomar decisiones cuyas

consecuencias afecten a los diferentes grupos de interés de la empresa (clientes, trabajadores,

proveedores, sociedad y propietarios o accionistas) 

El liderazgo ético de las empresas, en sociedades como las nuestras, es imprescindible para

modelar el tipo de globalización que queremos y para paliar las consecuencias negativas que ésta

tiene; para alcanzar un desarrollo económico, social y medioambiental sostenible; y para que el

resto de organizaciones tengan un referente hacia el que tender. 

De este modo, se va generando un marco de confianza recíproca, que resulta imprescindible para

que la sociedad se desarrolle en sus diferentes aspectos y, de manera importante, en los aspectos

económicos y empresariales. Este marco de confianza, por último, se convierte en un elemento vital

para que las empresas aumenten y sostengan su competitividad. 

En resumen, una mayor interdependencia, la necesidad de recuperar y aumentar la confianza y la

potenciación de la competitividad de las empresas son algunos de los elementos clave del contexto

en el que se abre la reflexión y el debate sobre la responsabilidad social de la empresa, así como la

necesidad de un desarrollo ético de la empresas, acorde a las expectativas éticas depositadas por la

sociedad en ella. 

¿Qué es la responsabilidad social de la empresa? 

Ética empresarial como fundamento de la responsabilidad social 

El sustento de la responsabilidad social de la empresa está en la concepción de la empresa como

una organización que responde a criterios éticos de comportamiento. 

Las empresas son organizaciones que tienen una actividad, una meta a desarrollar, y para llevar a

cabo diferentes actuaciones en el día a día. Las empresas van adquiriendo unos hábitos, un modo

de hacer las cosas, partiendo de su libertad para actuar y para tomar decisiones. 

Esta forma de hacer las cosas, este “carácter” de las empresas, es precisamente lo que intenta

orientar la ética empresarial, ayudando a que se vaya configurando una cultura empresarial que

responda a las exigencias de los diferentes grupos de interés que rodean a la empresa. 

Partiendo de este marco de libertad en que actúa la empresa, ésta se ve obligad a tener en cuenta

las consecuencias de sus acciones y decisiones, a asumir su responsabilidad por todos aquellos

actos y decisiones que afectan a sus diferentes stakeholder. 

Parece evidente, por tanto, que el planteamiento ético de la empre

sa deviene en una ética de la responsabilidad frente a los grupos de interés o stakeholders (clientes,

empleados, proveedores, propietarios o accionistas y sociedad), ya que la empresa en su quehacer

diario actúa y toma decisiones que afectan a los intereses legítimos de éstos y, por tanto, éstos han

de ser incorporados a la gestión de la empresa y correspondidos de forma satisfactoria. 

Concepto de la Responsabilidad 

En primer lugar, es necesario distinguir dos aspectos fundamentales que se enmarcan dentro del

término Responsabilidad. 

Por un lado, el concepto de Responsabilidad hace referencia a la idea de “dar cuentas”

(accountability). Las empresas se ven obligadas a ser cada vez más transparentes en la información

que ofrecen a la sociedad en relación con sus prácticas y formas de gestionarse. Esta idea da

respuesta a la exigencia de transparencia que la sociedad en un conjunto exige en la actualidad con

mayor fuerza a las empresas. 

Por otro lado, el término Responsabilidad hace referencia a “dar respuesta” (responsability) a las

expectativas que la sociedad tiene depositadas en la empresa. 

La empresa es una institución social que, como tal, igual que el resto de instituciones sociales,

necesita estar legitimada socialmente para seguir manteniendo su papel en la sociedad y, por tanto,

para perdurar en el tiempo. Esta legitimidad la alcanza la empresa dando respuesta a lo que la

sociedad espera de ella y asumiendo los valores y pautas de comportamiento que la propia

sociedad le marca. De esta forma, la empresa genera confianza, valor clave para que la empresa

sea un proyecto de largo plazo. 

BASES ÉTICA

S DE LA 

CONFIANZA 

Concepto de Stakeholders 

Tal y como indicábamos en el punto anterior, la empresa debe tener en cuenta e intentar dar

respuesta a las exigencias de sus grupos de interés o stakeholders. 

Este modelo de empresa basado en grupos de interés surge frente aun modelo anterior de

organizaciones que sólo daban cuentas a los accionistas o al capital y, por tanto, sólo buscaban la

maximización del beneficio económico. 

Así pues, el modelo de empresa basado en los stakeholders aparece como un modelo de empresa

plural, que da respuesta a la pluralidad de intereses legítimos que surgen en el desarrollo de la

actividad empresarial, frente a los cuales la empresa tiene una responsabilidad moral. 

Actualmente se entiende que los cinco grandes grupos de interés son los clientes, empleados,

proveedores, propietarios o accionistas y sociedad. 

Esta forma de entender la empresa, como un conjunto de stakeholder o grupos de intereses,

presenta varias dimensiones[31]: 

• Dimensión descriptiva: en esta fase se trata de hacer una relación de todos los grupos de intereses

relacionados con la empresa (mapa de stakeholders) y ver las interrelaciones que se producen entre

ellos (mapa de coaliciones de los stakeholders). 

• Dimensión normativa: una vez hecho el mapa de stakeholders y el mapa de coaliciones de los

stakeholders, es necesario analizar que intereses son legítimos y cuáles no. Sólo a los intereses que

poseen legitimidad moral tiene la empresa la responsabilidad de dar respuesta, una responsabilidad

que podríamos entender como una responsabilidad moral. 

Responsabilidad y stakeholders: Responsabilidad Social de la Empresa[32] 

Conociendo al autor del texto 

Domingo García–Marzá es catedrático de Ética de la Empresa de la Universidad Jaume I de

Castellón y miembro de la fundación ÉTNOR. El objetivo básico de este Observatorio consiste en

realizar un diagnóstico de la realidad empresarial en todas aquellas cuestiones que afectan a la

Ética y la Responsabilidad Social de la Empresa. 

Síntesis 

El artículo propone una definición dialógica de responsabilidad que nos permita comprender y

gestionar las bases éticas de la confianza depositada en la empresa. Se parte de la comprensión, de

la confianza como un recurso moral imprescindible para la buena marcha de la empresa, un

intangible que es necesario conocer y gestionar. Debemos, pues, delimitar bien el concepto de

responsabilidad moral de la empresa y diferenciarlo de su cumplimiento fáctico o responsabilidad

social. 

El principio de publicidad es el primer paso para demostrar este cumplimiento de las expectativas

sociales depositadas en la empresa. Desde estas ideas se propone un Sistema Integrado para la

gestión de la confianza que incluye códigos, comités y auditorías éticas. 

Texto 

Al unir, por un lado, la responsabilidad de la empresa, sustentada en su libertad a la hora de tomar

sus decisiones de acción y, por otro lado, el modelo de empresa plural, en el que aparecen

diferentes grupos de interés o stakeholders, surge el concepto de Responsabilidad Social de la

Empresa. 

Esta empresa que tiene en cuenta los intereses de sus diferentes stakeholders habrá dado

ya el primer paso hacia la gestión de la responsabilidad social de la empresa o responsabilidad

social corporativa. Pero, ¿cómo saber qué interese o exigencias de dichos grupos son legítimos? 

Para dar respuesta a esta cuestión es necesario apelar a un modelo de ética empresarial basada en

el diálogo. Como afirma la profesora Elsa González, “se apunta la necesidad de establecer diálogos

reales en los que no sólo se establezcan relaciones de poder estratégicas, sino que se potencie el

diálogo entre los afectados con el fin de intentar desentrañar qué intereses son universalizables o

válidos moralmente”. 

Definición del concepto de Responsabilidad Social de la Empresa 

La Comisión Europea, en su Libro Verde de 2001 Fomentar un marco europeo para la

responsabilidad social de la empresa, define dicho concepto como: 

“La integración voluntaria, por parte de las empresas, de las preocupaciones sociales y

medioambientales en sus operaciones comerciales y sus relaciones con sus interlocutores”. […] 

“La responsabilidad social de las empresas es, esencialmente, un concepto con arreglo al cual las

empresas deciden voluntariamente contribuir al logro de una sociedad mejor y un medio ambiente

más limpio”. 

De este modo, entiende que la Responsabilidad Social de las Empresas abarca tres aspectos

fundamentales, a saber: responsabilidad económica, responsabilidad social y responsabilidad

medioambiental. Atender a estas tres cuestiones es necesario para hacer de la empresa un proyecto

legitimo socialmente y perdurable en el tiempo. 

• Responsabilidad económica: 

Las empresas tienen como una de las acc

iones más importantes a desarrollar generar riqueza en el entorno en el que éstas están insertas,

(empleo, innovación, impuestos, etc.) 

Esta tarea es fundamental también para el propio desarrollo de la empresa, pero la riqueza que se

genere ha de basarse en valores y prácticas universalizables. 

Obtener beneficios y minimizar los costes de cualquier tipo, económico, medioambientales, sociales,

etc., es una tarea fundamental de una empresa socialmente responsable. 

• Responsabilidad social: 

La empresa, para ser una institución legitima socialmente, ha de dar respuestas a las demandas que

la sociedad le plantea desde los valores y las pautas de comportamiento que la propia sociedad le

indica. De este modo, la empresa conseguirá estar integrada en el entorno en el está inserta: 

La empresa expresa su responsabilidad social también a través del cuidado de su entorno físico.

Esta cuestión se muestra como una necesidad imperiosa para la propia subsistencia de la empresa,

ya que, por un lado, en España una gran parte de las cuestiones medioambientales se encuentran

reguladas y, por otro lado, el respeto y cuidado del medioambiente es una cuestión clave para llevar

a cabo un desarrollo sostenible. 

Según el CSR Europe (Corporate Social Responsability), y organización sin ánimo de lucro que

promueve la Responsabilidad Social de las Empresas. 

“la Responsabilidad Social Corporativa gira en torno a conductas esenciales de la empresas y la

responsabilidades por su impacto total en las sociedades en las cuales operan. La Responsabilidad

Social Corporativa no constituye una opción adicional ni un acto de filantr

opía. Una empresa socialmente responsable es aquella que lleva adelante un negocio rentable,

teniendo enguanta todos los efectos ambientales, sociales y económicos –positivos y negativos–

que genera en la sociedad.” 

¿Por qué debe la empresa asumir la responsabilidad social de la empresa? 

Podríamos decir, en primer lugar, que es el propio mercado el que está obligando a las empresas a

asumir dicha responsabilidad como algo necesario para poder seguir compitiendo, pero no parece

éste un argumento suficientemente sólido, ya que entonces la responsabilidad de la empresa se

entendería sólo como una cuestión estratégica y parece evidente que la responsabilidad social es, o

debe ser, algo más. 

Como hemos dicho anteriormente, no se trata de satisfacer sólo los intereses de aquellos

stakeholders que colaboran en la obtención de beneficio económico para la empresa, sino también

todas aquellas demandas de los diferentes grupos de interés que cuentan con una legitimidad

moral. 

Las empresas son instituciones que diariamente están tomando decisiones que afectan a su propio

desarrollo: invertir más o no, formar a mis trabajadores o no formarlos, respetar el medioambiente o

no respetarlo, etc. Esto significa que las empresas son organizaciones y quieres trabajan en ellas no

toman decisiones como sujetos particulares, sino como miembros de la organización, que actúan y

deciden tomando como base la libertad para actuar en un sentido o en otro. 

De este modo, igual que las personas somos responsables de las decisiones que tomamos, siempre

y cuando no hayamos sido forzados por algo externo a tomar dicha decisión, las empresas deb

en serlo también de las decisiones que ellas libremente toman, de las consecuencias que éstas

tienen en su entorno social o mediombiental. 

Tal y como se afirma en la Comunicación de la Comisión Europea relativa a la Responsabilidad

Social de las Empresas: una contribución empresarial al Desarrollo Sostenible, que se hizo pública

un año después del surgimiento del Libro Verde de la Responsabilidad Social, también de la

Comisión Europea. 

“La responsabilidad social de las empresas pueden por tanto, ayudar a la consecución del objetivo

estratégico establecido en marzo de 2000 en la cumbre de Lisboa, de convertir a la Unión Europeo

en 2010 en «la economía del conocimiento más competitiva y dinámica del mundo, capaz de crecer

económicamente cohesión social», y puede también contribuir a la estrategia europea de desarrollo

sostenible”. 

Tomando las palabras de la Profesora Adela Cortina, podríamos resumir entres las razones por las

que las empresas deben asumir su responsabilidad social, a saber: 

• Razones de justicia: 

Las personas implicadas en las empresas, trabajadores clientes, proveedores, competidores,

propietarios o accionistas y sociedad en general, no pueden ser instrumentalizadas. Es de justicia,

pues, que todos los stakeholders de la empresa sean tratados de forma digna, ya que de otro modo

estaríamos cayendo bajo mínimos de justicia. 

• Razones de prudencia: 

Es mucho más prudente e inteligente trabajar en una sociedad en la que las personas suelen

cumplir las normas, se respetan unas a otras, funciona la confianza, etc. Adaptando esto a las

empresas, podríamos decir que para éstas es mejor trab

ajar en un entorno en el que haya cooperación en un lugar de conflicto, en el que se respeten las

normas básicas del mercado, en lugar de actuar sin tener éstas en cuenta, etc. 

• Razones de eficiencia: 

También se siguen ventajas económicas, beneficios económicos de asumir la Responsabilidad

Social. La empresa ciudadana, la que vive incorporada a la sociedad, satisface mejor las

expectativas de los afectados, generando capital simpatía y cohesión para la empresa; la empresa

es mucho más accesible para las personas, es más conocida y tiene también una mejor imagen. 

Por otro lado, esta empresa está más preparada para anticipar el futuro y esto es fundamental para

una empresa que quiera ser preactiva, sobre todo, en tiempos de incertidumbre como los actuales.

Podríamos decir, pues, que asumir la responsabilidad social es también un factor de innovación para

las empresas. 

En definitiva, las empresas necesitan un ambiente social propio para desarrollar su actividad de

modo eficiente. De este modo, la asunción de la responsabilidad social se muestra como una

herramienta de gestión fundamental, ya que la empresa adquiere legitimidad social, cuestión

fundamental para que una empresa perdure en el futuro. 

Pasos a dar: un nuevo planteamiento de la empresa. 

Una vez visto el panorama conceptual de la Responsabilidad Social de la Empresas, es necesario

que nos centremos en ver cuáles pueden ser los primeros pasos a dar. 

• Misión y Visión 

Por su puesto, el primer paso imprescindible es que los directivos o líderes de la empresa

reflexionen y se sensibilicen de la importancia de que la empresa asuma su responsabili

dad social para el buen desarrollo de la misma. Una vez alcanzado este punto, es necesario

trasladar este convencimiento a todos los documentos y declaraciones que la empresa ha hecho

para definirse a sí misma. 

Es buen momento para repensar la misión y la visión de la empresa, que nos permitirá situarnos en

el nuevo contexto empresarial que nos encontramos y mostrar el valor añadido que la empresa

aporta a todos sus grupos de interés: empleados, clientes, proveedores, sociedad y propietarios o

accionistas. 

Junto con la definición de la misión y la visión, el tercer aspecto fundamental es plantear, o redefinir

en caso de que ya existan, los valores de la empresa. Este aspecto, que suele que darse como un

aspecto de menor importancia, es vital para el correcto desarrollo de la empresa en el futuro. 

• Valores 

Una herramienta habitual para mostrar los valores de la empresa son los códigos éticos. Tomando

las palabras del profesor Domingo García Marzá, podemos definir un código ético como “una

declaración de la apuesta ética de la empresa, de su posición ante los grupos de interés y de las

obligaciones y compromisos que piensa adquirir”. 

De forma esquemática, estos son los beneficios, tanto internos como externos, que obtiene la

empresa que elabora su propio código ético. 

Beneficios externos: 

- anticiparse a situaciones problemáticas antes de que estén reguladas por la ley. 

- mejorar la confianza de los inversores 

- atraer a personas de alta cualificación 

- mejorar la imagen corporativa 

- el desarrollo de la ética repercute en el interés de la economía misma. Presenta una

cara más humana del capitalismo y de la organización. 

Beneficios internos 

• Motivar a los empleados: un código ético clarifica las normas de acción y los valores que sirven de

referencia a la hora de tomar decisiones 

• Presentar sólidas líneas de actuación que orientan en una dirección y sentido determinado. Son

brújulas que pretenden contrarrestar el subjetivismo y la perspectiva a corto plazo. 

• Los códigos no limitan sólo las actuaciones de los trabajadores, sino también ponen cotas al poder

del empresario o del directivo 

• Obtener mayor rentabilidad reduciendo costes funcionales. Coordinar personas exige la

clarificación de unos valores que sirvan de estructura para la gestión flexible. 

En resumen, los códigos éticos clarifican y explicitan los medios y los fines de la organización ante la

comunidad, los trabajadores y ante sí misma. Este efecto de autocomprensión es un factor decisivo

para el desarrollo de una determinada cultura corporativa y filosofía empresarial. 

2. Ética Profesional[33] 

2.1. Teoría de las profesiones 

Es innegable que la actividad profesional como tal, sea cual sea ésta, ocupa un lugar significativo en

las sociedades humanas y especialmente en las modernas, pudiendo llegar a decir que la

preeminencia de las clases profesionales –y especialmente las técnicas-, es una dimensión

configuradora de las llamadas sociedades postindustriales. Comenzaremos este apartado por tanto

acercándonos a las profesiones como hecho relevante en la estructuración y funcionamiento de la

vida social, Recurriremos consecuentemente a los estudios sociológicos sobre esta cue

stión, aunque intentando mantener siempre una perspectiva ética. Partiendo de la reflexión

inaugurada por los maestros de la Sociología, formularemos las características definitorias de la

actividad profesional, para terminar exponiendo peculiaridades de la profesión de la ingeniería. 

Sociología de las profesiones 

Un primer acercamiento a la sociología de las profesiones procede del análisis del uso que del

término se hace. Según N. Elías (Fernández y Hortal, 24), podemos distinguir tres niveles del

mismo: 

-el primero, más antiguo y restricto, es el de aplicarlo exclusivamente a las profesiones clásicas, a

las primeras ocupaciones –no manuales ni comerciales- que posibilitaron a la gente medios dignos

de subsistencia, como es el caso de los médicos, abogados, e incluso anteriormente, sacerdotes o

militares; 

-el segundo, posterior y más amplio, que extendió el término a quienes tras un intenso periodo de

formación superior específica se dedican a la actividad para la que se han preparado, así

economistas, ingenieros, arquitectos, etc; 

-el tercero, el más actual y general, extiende el uso de la palabra a toda actividad laboral que

requiere una preparación específica, aunque no tenga rango universitario, tras la que se obtiene un

título que capacita para el ejercicio de dicha actividad, por ejemplo, fontaneros, mecánicos,

fisioterapeutas, etc. 

El hecho mismo de constatar esta progresiva ampliación del uso de la palabra “profesional” nos

manifiesta el prestigio social, el reconocimiento o valor positivo que

se le supone a la profesión como tal, hasta el punto de que toda actividad laboral quiere ser

considerada como una profesión. Como dice Victoria Camps: “La nuestra es una sociedad de

profesionales. El trabajo bien hecho y, sobre todo, exitoso, con marcas externas de prosperidad es

el fin de la praxis, la actividad que vale por ella misma. Y ciertamente es así; lo que nuestro mundo

reconoce, elogia y aplaude unánimemente es el éxito que confirma la profesionalidad” (Camps, 91). 

Mejor que hacer una definición cerradas del término profesión parece más adecuado, siguiendo a

González Anleo (Fernández y Hortal, 26-39), hacer una descripción de diversos rasgos o notas que

la caracterizan. Así se puede decir que la profesión es: 

a) un servicio a la sociedad único, definido y esencial: es decir, primero, el profesional reclama el

monopolio de la actividad que realiza, oponiéndose al intrusismo; segundo, el usuario sabe que

dicha actividad está bien definida y delimitada frente a otras; tercero, es un servicio del que ni la

sociedad en su conjunto ni ninguno de sus ciudadanos puede prescindir sin grave perjuicio para su

bienestar; 

b) considerado como una vocación: no necesariamente en el sentido estricto de una llamada o

trascendente o religiosa, pero sí porque se espera del profesional que se dedique en exclusividad –

incluso difuminando la separación entre ocio y trabajo- y de por vida a dicha actividad, que se

identifique con los ideales de la misma (prestando más atención al servicio ofrecido que a las

ganancias que le reporta) y se vincule solidariamente con el resto de miembros de la profesión,

incorporándose a su

organización propia (colegio o asociación); 

c) basado, fundamentalmente, en conocimientos y técnicas de carácter intelectual. Socialmente se

demanda del profesional una actitud inquisitiva, capacidad de obtener datos, elaborar diagnósticos y

proponer soluciones de una manera supuestamente objetiva, distante y crítica; 

d) que requiere un periodo previo de preparación especializada y habitualmente formal, en una

institución educativa. Esta intensa y larga formación, que se prolonga lo largo de toda la actividad

profesional de diversas maneras –formación permanente, reciclaje- parece justificar la posterior

exigencia de compensaciones de carácter económico, a través de unos honorarios elevados; 

e) demanda un amplio campo de autonomía, tanto personal como del colectivo en su conjunto, cuyo

correlato es la asunción de las responsabilidades inherentes al desarrollo de la actividad. 

Teniendo en cuenta todas estas características, se puede hablar, con Wilensky (Martín-Moreno) y

de Miguel, 25ss.) de un proceso de “profesionalización”, de adquisición progresiva por parte de

alguna actividad humana de la condición de profesión. Los sucesivos pasos en esta evolución serían

los siguientes: primero, la ocupación en cuestión se convierte en una actividad con plena dedicación;

a continuación, demanda unos conocimientos específicos en un centro especializado (que termina

siendo habitualmente una Escuela Superior o Universidad); posteriormente se constituye una

asociación profesional que abarca a quienes desarrollan la ocupación y han pasado previamente por

el proceso formativo requerido; luego será esta misma organización pro

fesional quien sucesivamente se encargue de obtener una regulación por ley de su actividad y por

último, la redacción de un código ético o de conducta. 

Resulta frecuente considerar el fenómeno de las profesiones como un rasgo característico de la

modernidad. Como ya hemos dicho anteriormente, T. Parsons presenta las profesiones como un

aspecto positivo de las sociedad modernas frente a las tradicionales, porque significan y suponen

especificidad funcional, universalismo, neutralidad afectiva e interés general. Sin embargo, hay que

decir que el paradigma de las profesiones liberales, aunque reciente en la sociedad norteamericana,

tiene una gran tradición, ya de siglos, en el contexto europeo, lo que posiblemente explique, al

menos de manera parcial, su resistencia a la desaparición a pesar de los cambios sufridos. Lo que

tal vez sí pueda afirmarse es que son propias de la modernidad urbana la expansión y

generalización de las profesiones, a tiempo que la pérdida de algunas de sus notas característica.

¿Qué cambios en la configuración de las profesiones se nos manifiestan como más significativos? 

En primer lugar, habría que hablar de los cambios producidos en un contexto más amplio que el de

las profesiones, el del paradigma laboral en su conjunto, que necesariamente afecta también al

profesional. Se puede decir que en gran medida el trabajo como fin en sí mismo ha desaparecido, se

ha transformado en una realidad meramente instrumental, en un medio necesario, pero medio en

definitiva, para la consecución de otros fines. Consecuentemente también se puede apreciar una

mutación de la moral del trabajo, que en palabras

de Marzal (Fernández y Hortal, 36) transita desde su consideración “como ethos, como tensión,

como deber-ser normativo, a una moral como mores, como aceptación sumisa de lo que se hace y

lo que se es”. 

Centrándonos a continuación en el contexto estrictamente profesional, podemos apuntar algunos

cambios especialmente relevantes en su configuración actual: 

- la expansión y generalización de las profesiones, debido a varias razones, como son la ampliación

de la enseñanza superior a amplias capas de la población y a la formulación y aparición permanente

de nuevas profesiones; 

- la lenta pero progresiva desaparición de la variable “género” en la determinación de la actividad

profesional a desarrollar. 

- el deslizamiento de los profesionales de las actividades estrictamente técnicas a otras de carácter

directivo; 

- la pérdida de la “indispensabilidad” o especificad formativa en el mercado laboral: la titulación

superior en sí misma vale más que la especialidad en la que se obtiene. 

- la aparición masiva de la figura del “paraprofesional”: interino, sustituto o ayudante del profesional,

en permanente precariedad; 

- la progresiva desaparición del profesional independiente, en beneficio del integrado en

organizaciones empresariales o burocráticas y en equipos de trabajo, que tiene en la “salarización”

una de sus consecuencias más significativas; 

- el creciente papel que los condicionamientos económicos, sociales y laborales tienen sobre la

actividad profesional, en detrimento de la dimensión más subjetiva que subyace a la perspectiva

vocacional. 

Todos estos aspectos y otros muchos más que se puedan argüir modifica

n notablemente el paradigma tradicional de la profesión, pero no parece que lleven tanto a la

desaparición de las profesiones como a su perpetuación a través de una permanente adaptación a

las nuevas circunstancias sociales. 

2.2 Principios y normas de la ética profesional 

¿Qué es la ética profesional? 

Tradicionalmente, se ha venido a entender el fenómeno moral como un acontecimiento de dos caras

o aspectos: 

• Por una parte, nos encontramos la dimensión del bien, de la búsqueda de la felicidad, alcanzable

mediante el desarrollo de determinadas conductas basadas en la ampliación de unas actitudes que

reciben el nombre de virtudes. En esta perspectiva se mueven las corrientes éticas llamadas

teleológicas, que tiene en Aristóteles a su más ilustre representante clásico. 

• Por otra, la dimensión del cumplimiento del deber, de la justicia del establecimiento de

procedimientos, de formalidades que posibilitan la promulgación de normas correctas. En esta

perspectiva se mueven las éticas deontológicas, que deben gran parte de su fuerza teórica a Kant. 

Si trasladamos esta distinción al ámbito de las profesiones podemos hablar de la existencia tanto de

una ética como de una deontología profesional. La primera se centraría sobre todo en perfilar y

definir el bien de una determinada profesión (no solo el personal del propio profesional sino

especialmente su aportación al bien social o bien común), mientras que segunda se ocuparía de las

obligaciones propias de dicha actividad. 

Dicho en unas categorías que han hecho fortuna en la terminología ética contemporánea: La ética

profesional sería la expresión d

e las diversas y plurales éticas de máximos existentes en todos y cada uno de los profesionales de

una determinada especialidad, mientras que la deontología expresaría la ética de mínimos que

todas la profesiones comparten y están obligadas a cumplir a pesar de sus diferencias. 

La ética profesional, en cuanto versión de una moral aplicada requiere de la ética civil como marco

de referencia. Hacerlo así posibilita, por un lado, reconocer y articular unos mínimos morales

comunes y la diversidad de opciones de vida feliz en el contexto de las sociedades pluralistas

actuales, con su correspondiente reflejo en el ámbito profesional. Por otro, la ética fundamenta la

pretensión de la ética profesional al tiempo que se realiza también efectivamente a través de ella

(Lozano, 71-74). 

Nuestra apuesta por una concepción de ética profesional “integral” supone no solamente, incorpora

la dimensión deontológico en la teleológica, sino también poner en relación todas las concepciones

éticas formuladas en la ya larga tradición de la filosofía moral y práctica, buscando una tensión

fructífera entre sus distintos acentos y preocupaciones. 

Fruto de este trabajo, que progresivamente va desarrollando, no tanto desde planteamientos

generales como a partir de las reflexiones surgidas en algunos ámbitos profesionales concretos-

especialmente la bioética y la ética de los negocios- van formulándose propuestas de principios de

ética profesional que gozan de un status reconocido y consolidado. 

¿Cuáles serían los principios rectores de la ética profesional a la que nos estamos refiriendo?

Inspirándonos en la brillante exposición de Diego

Gracia, que retoma creativamente propuestas anteriores, podríamos formular los principios de: 

• Beneficencia 

• Autonomía 

• Justicia 

• Responsabilidad 

Los principios son las señales que nos indican por donde conducirnos en el actuar concreto, pueden

definir como imperativos categóricos formales que expresan como se defiende el valor supremo.

Imperativo, se refiere a un mandato, según Kant es una ley obligatoria en materia de moral “Obra de

tal modo que tu actuar se pueda convertir en ley universal”. Formales: se refieren a las formas, no se

refieren a situaciones concretas, sino generales de todo tiempo y espacio que luego deben

discernirse en cada caso particular. 

Principio de Beneficencia 

Bene-ficencia: hacer el bien, su raíz principal se encuentra en el principio de la ética médica antigua

primun non nocere. Este principio nos indica entonces el imperativo del hacer el bien a todos, donde

el principio de no perjudicar sería una parte del anterior, no así en el actuar concreto. Ej. Correr un

riego para evitar que otro no sea dañado. Se pueden identificar tres niveles de obligatoriedad: 

1. Nivel Básico, debe hacer el bien al menos no causando mal: Se refiere a todo ser humano y con

más razón a un profesional. Cuando alguien recurre aun profesional tiene el derecho a exigirle que

por lo menos no ser perjudicado por su actuar, o la reputación. 

2. Nivel Profesional, debe hacer el bien ayudando a solucionar determinadas necesidades humanas:

El profesional responde aun requerimiento particular con los conocimientos que le ha dado la

sociedad. 

3. Nivel Universal, debe hacer el bien a t

oda la persona: Se refiere a la totalidad de la persona esto es su conciencia, su autonomía, y su

comunitariedad. 

El deber de una persona X de hacer el bien a alguien Y se establece, para los autores personalistas,

siempre que: 

a. Si Y esta en situación tal que corre el riesgo de sufrir una importante carencia o dañe, sino se

modifica esa circunstancia. 

b. Si la acción de X es necesaria para evitar esa carencia o daño. 

c. Si es probable que la acción que X esta en condiciones de hacer evite esa carencia o daño. 

d. Si la acción de X no lo perjudica. 

e. Si los beneficios de Y superan ampliamente los perjuicios que X pueda sufrir. Esto le implica

analizar no solo la forma, hacer positivamente el bien, sino analizar costos y beneficios los cuales

deben resolverse en cada situación. 

Esto último establece el limite entre lo heroico y deber ético. Donde lo heroico nunca es una

obligación pero las diferencias entre una y la otra no son del todo claras, debemos ser muy críticos

respecto a nuestras actitudes para poder en cada caso discernir los limites y diferencias. 

El Paternalismo 

Se entiende por paternalismo en ética profesional a aquellas acciones que se realizan sin el

consentimiento de del implicado, para maximizar el bien y evitar el perjuicio de la propia persona o

de terceros. 

Ahora bien ocultar información o tomar una decisión inconsulta contradice los principios de respeto

por la autonomía y libertad. Por otra parte existen circunstancias en las cuales la decisión del cliente

pudo ir contra sí mismo, en el caso de optar o contar con su propia decisión. 

Autores como Feinbert, J (

The problem of personhood) plantean la existencia de un paternalismo débil y un paternalismo

fuerte, en el primer caso se consideraría las circunstancias y se aplicaría en aquellos casos en que

específicamente la persona implicada a perdido autonomía por un estado de alteración o

disminución de sus capacidades donde su expresión de decisión no represen una opción libre y

autónoma. 

El paternalismo fuerte se refiere a los casos en los cuales el profesional opta con sus propios

criterios de bien si estos no coinciden con los del implicado, o también en los casos

independientemente de la situación siempre se decide por la persona afectada. 

Principio de Autonomía 

Según Kant es la capacidad del sujeto de gobernarse por una norma que el mismo acepta como tal

sin coerción externa. Por el hecho de autogobernarse el hombre es siempre un fin, por otra parte

todas las acciones de este debe poderse considerar ley universal lo que aleja esta posición

deontológico de las visiones intimistas. Esta aptitud esencial del ser humano es la raíz del derecho a

se respetado en las decisiones que una persona toma sobre sí misma sin perjudicar a otros. 

Stuart Mill desde el Utilitarismo considera a la autonomía como la ausencia de coerción sobre la

capacidad de acción y pensamiento del individuo. Para estos autores importa más hacer hincapié en

lo individual que en lo universal 

El pensamiento postkantiano incorporo a la filosofía utilitarista formulándolo con una cláusula de

excepción, “todo hombre merece ser respetado en las decisiones no perjudiciales para otros” aquí

se considera la defensa contra la arbitrariedad subjetiva. 

En nuestro actuar profesional el respetar las decisiones del otro significa obtener consentimiento

antes de actuar. Autores como Engelhardt, H (The Foundations of Biothics) considera que la

autoridad para las acciones que implican al otro se derivan del mutuo consentimiento de ambos.

Este autor formula la máxima: “no hagan a otros lo que no se harían a sí mismos, y haz por ellos lo

que en ellos te has puesto de acuerdo en hacer”. 

De este principio se deriva la obligación social de garantizar el derecho a consentir principalmente

en aquellos casos en los débiles que no pueden hacerlo por sí mismos y necesitan de un

consentimiento sustituto. 

Principio de Justicia –equidad 

Este principio se refiere al principio general de justicia aplicado a las relaciones interpersonales. El

autor contemporáneo que más ha hecho repensar el concepto de justicia es Rawls, J (A Theory of

Justicie) este investigador (citado por Gracia, D en Teoría de Justicia) establece que partiendo de

una sociedad no corrompida, compuesta por seres iguales, maduros y autónomos, estos integrantes

estructurarían dicha sociedad sobre bases racionales estableciendo que los criterios o bienes

primarios accesibles para todos estén compuestos de: 

1. Libertades básicas (conciencia y pensamieto) 

2. Libertad de movimiento, de elegir ocupación, teniendo como base la igualdad de diversas

oportunidades. 

3. La posibilidad de ejercer tareas de responsabilidad de acuerdo a las capacidades de gobierno y

autogobierno de los sujetos. 

4. La posibilidad de tener renta y riqueza 

5. El respeto a sí mismo como persona 

En esta sociedad sus ciudadan

os distribuirían los bienes igualitariamente, a menos que la desigualdad beneficiara a todos. Como

esta situación es improbable quedan dos alternativas hacer que las desigualdades beneficien a los

más favorecidos (máximas) o minimiza los perjuicios de los más desfavorecidos (maximin). Es lógico

pensar que en la posición original los ciudadanos libres y autónomos opten por maximin. De este

modo se establecerían el principio: 

“Todos los bienes sociales primarios (libertad igualdad de oportunidades, renta, riqueza y bases de

respeto humano) han de ser distribuidos de modo igual, a menos que una distribución desigual de

uno o de todos los bienes beneficia a aquellos menos aventajados” 

A su vez de este se desprenden dos principios 

1. Igualdad de libertades básicas individuales en un esquema compatible con el esquema de

libertades para todos. 

2. Las desigualdades sociales y económicas deben: estar asociadas a cargos y posiciones abiertos

a todos en igualdad de oportunidades; deben suponer el mayor beneficio para los más

desfavorecidos. 

En resumen el principio de igualdad es el imperativo moral que nos obliga a: 

• Igual consideración y respeto por todos los seres humanos, esto implica el imperativo negativo de

no discriminar por ningún motivo ni circunstancial y el imperativo positivo de buscar la igualdad en el

acceso de todos los individuos a la satisfacción de sus necesidades básicas, dichas necesidades

están explicadas en los derechos humanos. 

• La diferencia son éticamente justificables, si estas son las menores humanamente posibles y sean

para beneficio de los más desfavorecidos. 

Este prin

cipio de equidad, es sumamente removedor ya que obliga a no instalarse en soluciones

permanentes y tensiones porque exige comparar ese ideal ético con la realidad y buscar siempre los

cambios que eso implica. 

Los principios éticos no prevalecen unos sobre otros sino que es a través del equilibrio de los tres

que se resuelven los problemas éticos a los cuales debemos incorporarles las normas éticas y los

sujetos deben incorporarlos a su práctica, a su forma de razonar, de otra manera se transforma en

letra muerta. 

Principio de Responsabilidad 

La responsabilidad Moral se nos presenta como una categoría fundamental de la ética y

particularmente de la ética profesional. De hecho la responsabilidad se nos presenta como condición

de posibilidad de nuestro reconocimiento como sujetos morales. Veámoslo desarrollando sus

contenidos alrededor de tres cuestiones fundamentales. 

1. ¿De qué se es responsable? 

2. ¿Ante quien se es responsable? 

¿De qué se es responsable? 

- Podemos empezar diciendo que en primer lugar somos responsables de nosotros mismos.

Tenemos responsabilidad, más allá de las actuaciones concretas, de la globalidad de desarrollarnos

como persona plenamente humana, de llegar a ser lo que estamos llamados a ser. Esta referencia a

la “llamada” (vocación) nos permite descubrir ya una primera relación entre profesión y

responsabilidad. La profesión entendida como respuesta a una llamada interior constituye un

elemento fundamental de la propia existencia en su conjunto. Para responder es necesario

previamente escuchar, atender a las demandas de la realidad, discernir las propias capacidades y

dec

idir consecuentemente. Y todo ello teniendo en cuenta que no se trata sólo de elegir una profesión

sino también un modo de ejercerla. En esta perspectiva, la responsabilidad asume las condiciones

del principio de autonomía. 

- En segundo lugar, somos responsables de la obra bien hecha. Es decir, de aquellas acciones que

realizo libremente, pudiendo hacer actuado de otra manera. Esta perspectiva jurídica aparece

claramente en el ámbito del derecho, pero no por ello desaparece en estrictamente moral: somos

merecedores del premio o del castigo según se nos imputen respectivamente acciones meritorias o

censurables. 

Desde la perspectiva de la ética profesional, toda aquellas acciones del profesional en cuanto tal son

imputables al mismo. El profesional debe de responder por la obra bien hecha. En el lenguaje

coloquial distinguimos con claridad la obra bien realizada, hecha por un profesional, de la chapuza

que denota precisamente ausencia de profesionalidad. 

- En tercer lugar, asumimos la responsabilidad por las consecuencias de la obra bien hecha, lo que

exige al profesional una previsión de las consecuencias de la obra bien hecha, lo que supone

analizar las circunstancias, la utilización posterior de la obra de su trabajo y decidir su actuación

teniendo todo esto en cuenta, pues en realidad ha de asumir la responsabilidad de todas las

consecuencias previsibles que llegan a materializarse. No tener en cuenta todo esto sería,

precisamente una irresponsabilidad profesional. Para terminar, no está de más anotar que la

responsabilidad de la obra bien hecha y por sus consecuencias asume las condiciones del princip

io de beneficencia. 

¿Ante quien se es responsable? 

Son varias las direcciones a las que hay dirigir la mirada para contestar adecuadamente a esta

pregunta: 

a. Ante nosotros mismos Si como hemos dicho, somos responsables de llegar a ser lo que estamos

llamados a ser, tenemos que rendir cuentas ante nosotros mismos de ello. 

b. Ante y con la institución, corresponsables hoy en día la práctica profesional se desarrolla

mayoritariamente en el interior de una organización o institución. Por eso hay que afirmar que el

profesional es responsable de su actuación ante la organización en la que trabaja. Pero esta

afirmación comporta otra que nos amplía la perspectiva utilizada hasta ahora para afrontar la

cuestión de la responsabilidad. El profesional es responsable ante la institución, pero también es

corresponsable con ella. Este contexto organizativo hace necesario tener en cuenta nuevos

elementos, como son: 

- La coacción institucional a la iniciativa personal: Las instituciones inscriben la acción del

profesional en una organización con la que puede no estar de acuerdo en muchos aspectos. Esto

obliga al profesional a discernir responsablemente su implicación en una determinada institución y el

modo de expresarla, según la mayor o menor sintonía respecto a sus objetivos entre él y la propia

institución. Todo ello además – no podemos olvidarlo- está condicionado de manera significativa por

las circunstancias concretas que concurran en el mercado laboral. 

- La corresponsabilidad grupal con sus efectos contradictorios sobre la responsabilidad personal: por

una parte, la extensión de los procesos de deliberación di

fumina las responsabilidades personales (aunque no de la misma manera en todos y ningún caso

eliminándola); por otra, esa misma colectivización de las decisiones abre al profesional a la

experiencia de sentirse responsable con otros. 

- Las implicaciones sociopolíticas: precisamente la corresponsabilidad nos abre a la relevancia

sociopolítica de las actuaciones institucionales. Si constatamos los grandes retos a los que como

humanidad nos enfrentamos: desequilibrio norte-sur, crisis ecológica…. descubrimos que nuestra

responsabilidad personal queda agrandada a través de la corresponsabilidad institucional, que

demanda consecuentemente una corresponsabilidad interinstitucional, incluso a nivel mundial. 

Todo esto nos lleva a destacar la responsabilidad de los profesionales respecto a las instituciones

en las que trabajan criticándolas, apoyándolas, transformándolas y a las que ellos mismos crean

(colegios, asociaciones) y la necesidad de ponerlas al servicio del bien común. 

Terminamos este pequeño apartado constatando que la responsabilidad desde esta perspectiva

institucional asume el principio de justicia 

- Ante los otros responder nos remite fundamentalmente a los otros, ante quienes somos

responsables. En la perspectiva de la ética profesional, somos directamente responsables ante el

cliente, el usuario de nuestro servicio profesional, ante quien debemos cumplir lo acordado

previamente, colaborar lealmente en la consecución de sus objetivos, asesorarle e informarle

oportunamente 

Para terminar este apartado y a modo de resumen, queremos hacer notar que el planteamiento de

los principios de una ética profes

ional desarrollado en las páginas precedentes tiene la virtualidad de recoger en cada una de sus

categorías básicas la perspectiva de las tres instancias básicas que intervienen en la vida

profesional. Si el principio de beneficencia remite expresamente al comportamiento del profesional,

el de autonomía recoge la dignidad y derechos del usuario mientras que el de justicia hace presente

el marco social. 

Por último hemos visto como el principio de responsabilidad aparece como la categoría síntesis de

los otros tres principios; en cuanto responsabilidad por uno mismo y ante sí, remite a la autonomía;

en cuanto responsabilidad por la obra bien hecha; al de beneficencia y , por último, en cuanto a la

responsabilidad institucional ante la sociedad al de justicia. 

Normas 

Reglas que deben seguir o las que se deban ajustar las conductas, tareas, actividades, etc.

(Diccionario Real Academia Española). Como se definió al principio en el modulo de introducción

estas establecen las acciones que nos permiten llegar a los valores éticos. Las normas éticas

fundamentales del profesional son la confidencialidad, veracidad y fidelidad. 

Confidencialidad 

La confidencialidad o secreto profesional se remonta el año V a. C. con el juramento Hipocrático

“todo lo que viere u oyere en mi profesión o fuera de ella, lo guardare con sumo sigilo”. El juramento

hebreo de Asaf que data de los siglos III y VII reza “novelaras secretos que se te hayan confiado”, la

tradición católica da un lugar especial a la confidencialidad en el Sacramento de Reconciliación o

Confesión. 

Las primeras menciones formales referentes al secreto profesional

se formulan dentro del ejercicio de la medicina por Percival en 1803 dándole un papel

preponderante al tema en la medicina, posteriormente otros códigos de ejercicio de la medicina de

América ya desde principios de siglo (el código venezolano del ejercicio de la medicina data de

1918) cuentan con normas explícitas referidas a la confidencialidad, sin presentar mayores

modificaciones en su mención. 

En la actualidad todas las profesiones establecen de diferentes maneras y en forma continua el

derecho de las personas a la confidencialidad de aquellas informaciones obtenidas a lo largo de la

relación con un profesional. 

Modernamente los códigos consideran que esta norma no es absoluta es decir que se consideran

que hay situaciones particulares en las cuales no es obligatorios el secreto profesional, incluso en

muchos casos se fijan explícitamente aquellas excepciones a la norma. Este tema es de particular

interés, para su mejor comprensión lo detallaremos a continuación. 

Podemos identificar dos tipos excepciones según: 

a. Sea contra los intereses de la persona o sus intereses. 

b. A favor de sus intereses de la persona. 

Dentro de estos dos tipos de excepciones existe una gama de situaciones, donde no todas son

justificables y donde las diferentes corrientes filosóficas dan distintas respuestas. Algunos casos que

pueden ilustrar, el conocimiento de un peligro de vida, tratar de prevenir problemas laborales,

justificar una actitud en juicio, presunción de un fraude. 

En el sentido utilitario esta norma permite controlar y proteger las comunicaciones dicho de otro

modo esta norma habita cierto tipo de r

elación que facilita la acción del profesional (que el paciente en confianza informe a su medico, que

un productor muestre su situación patrimonial a un agrónomo). También importa desde el utilitarismo

saber si esta norma se mantiene con un buen propósito o con un mal propósito, es en este segundo

caso en el que se deberían quebrantar. 

En cambio desde el punto de vista deontológico si bien se acepta que esta norma habilita un ámbito

de confianza, respeto e intimidad su verdadero valor no surge de estas consecuencias sino que esta

norma se deriva del principio de respeto a la autonomía que se pacta en el acuerdo implícito al

comienzo de la relación. 

Veracidad 

Son muchos los códigos religiosos que recogen el valor de la verdad, como el octavo mandamiento

del Antiguo Testamento, no mentir se presenta a todas luces como un acuerdo tácito en toda

interrelación entre seres racionales y podemos afirmar que la veracidad se fundamenta en respeto

por la autonomía. Sin embargo en el ejercicio profesional se presentan una serie de situaciones en

las cuales se plantean disyuntivas y la resolución no parece sencilla. 

En primer termino conviene identificar la clasificación que hacen Beuchamp y Childress en primer

instancia el concepto de mentira dentro su definición más clásica es decir aquella discordancia entre

lo que se piensa con la mente y lo que se dice con dos tipos de situaciones una intención consiente

de engañar al otro, la segunda situación supone la existencia de intención de engañar (falsedad). 

Un segundo concepto de mentira seria negar la verdad a alguien en legitimo derecho de saberla, si

bien no hay disc

ordia sí hay omisión. Los argumentos planteados se alinearían con una visión deontológica. Desde

el punto de vista utilitarista la verdad afianza las relaciones de confianza entre el profesional y el

cliente, un mundo basado en la mentira sería peor basado en la verdad, por lo tanto dicen que la

verdad es útil para la convivencia social. 

La veracidad debe estar en concordancia con los principios de autonomía y de beneficencia, es así

que es discutible tildar de inmoral en aquellos casos que el engaño es imprescindible para lograr el

bien de una persona. 

Consentimiento 

Como dijimos más arriba, respetar el principio de autonomía se viabiliza por la norma de veracidad y

se instrumenta por el consentimiento, el consentimiento como obligación ética que debe ser

solicitada a una persona que solicita nuestros servicios como profesional ha tenido diversas

justificaciones. 

Jurídico es un instrumento de los estados que permite dar protección a los más débiles y al bien

común y exigen mediante leyes la expresa autorización del individuo (ej. Donación de órganos). 

a. Deontológica el consentimiento este legislado o no es condición para el ejercicio de la autonomía

de la persona. 

b. Utilitarista el consentimiento es beneficioso para la convivencia social.

Existen determinadas condiciones preestablecidas para llegar a un acuerdo valido. 

a) Que la persona sea competente esto es que la persona este en condiciones y con capacidades

para comprender la información que se le brinda. 

b) Información suficiente cuales son los procedimientos a seguir cuales son las alternativas. 

c) Información adecuada que le sea br

indada la información de modo tal que sea accesible para el paciente. 

d) Finalmente dependerá de las características de las profesiones y de las relaciones que se

establecen y las formalidades que viabilizan el acuerdo de consentimiento valido. 

Para resumir podemos decir que la decisión informada y su instrumento el consentimiento valido son

las claves para trasladarla decisión del profesional a su verdadero lugar la propia persona. 

Fidelidad 

El juramento hipocrático reza: “…juro cumplir fielmente según mi leal saber y entender…” 

Promesas un compromiso de realizar un acto o acción que se asume con otra persona. Por fidelidad

se puede entender al mismo tiempo una virtud y una norma aquí nos importa en tanto norma, desde

esta aceptación responde a la definición como la obligación que se asume al haber aceptado un

acuerdo. 

Una promesa o un acuerdo que no se cumple equivale a firmar como verdad un acontecimiento que

a posteriori se verifica como no valido, porque los hechos no son acordes a las afirmaciones

categóricas respecto al futuro y que han llevado a los clientes a tomar determinadas decisiones. 

Desde el punto de vista utilitario la ruptura de una promesa sería una catástrofe social con grandes

perjuicios para la mayoría de la sociedad de ahí que es mejor mantener la norma que no

mantenerla. 

Desde un punto de vista deontológico se visualiza como la norma básica y fundamental a partir del

cual todos los demás principios morales se derivarían. 

A modo de ejemplo se presentan tres modelos de acuerdo profesional-persona: 

a) El profesional como personalista fuerte (mago paternal) es un agente de

servicios, él decide los medios específicos y a la persona solo le queda aceptar o no el resultado

buscado con la intervención profesional. 

b) El profesional como agente del cliente en este caso la relación es la inversa es el cliente el que

domina la relación según la relación de dependencia que el dinero establece. 

c) El profesional como asesor calificado y comprometido con la persona que solicita sus servicios, es

una relación entre dos sujetos libres, éticamente rectos y autónomos. 

Códigos 

Dentro de las éticas aplicadas, es necesario destacar la existencia de unos mecanismos de

autorregulación de los profesionales, los llamados códigos deontológicos. Suelen ser textos

normativos elaborados y aprobados por los órganos representativos de la profesión correspondiente

(colegio o asociación profesional) en el que se establecen pautas de comportamiento o conducta en

el ejercicio de la actividad profesional. 

3. Ética y derechos humanos[34]. 

El concepto de Derechos Humanos 

La noción de derechos humanos se corresponde con la afirmación de la dignidad de la persona

frente al Estado. El poder público debe ejercerse al servicio del ser humano: no puede ser empleado

lícitamente para ofender atributos inherentes a la persona y debe ser vehículo para que ella pueda

vivir en sociedad en condiciones cónsonas con la misma dignidad que le es consustancial. 

La sociedad contemporánea reconoce que todo ser humano, por el hecho de serlo, tiene derechos

frente al Estado, derechos que este, o bien tiene el deber de respetar y garantizar o bien está

llamado a organizar su acción a fin de satisfacer su plena realización. Est

os derechos, atributos de toda persona e inherentes a su dignidad, que el Estado está en el deber

de respetar, garantizar o satisfacer son los que hoy conocemos como derechos humanos. 

En esta noción general, que sirve como primera aproximación al tema, pueden verse dos notas o

extremos, cuyo examen un poco más detenido ayudará a precisar el concepto. En primer lugar, se

trata de derechos inherentes a la persona humana; en segundo lugar, son derechos que se afirman

frente al poder público. Ambas cuestiones serán examinadas sucesivamente en este capítulo. 

I. Los Derechos Humanos son inherentes a la persona 

Una de las características resaltantes del mundo contemporáneo es el reconocimiento de que todo

ser humano, por el hecho de serlo, es titular de derechos fundamentales que la sociedad no puede

arrebatarle lícitamente. Estos derechos no dependen de su reconocimiento por el Estado ni son

concesiones suyas; tampoco dependen de la nacionalidad de la persona ni de la cultura a la cual

pertenezca. Son derechos universales que corresponden a todo habitante de la tierra. La expresión

más notoria de esta gran conquista es el artículo 1 de la Declaración Universal de Derechos

Humanos: todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como

están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros. 

A. Bases de la inherencia 

El fundamento de este aserto es controversial. Para las escuelas del derecho natural, los derechos

humanos son la consecuencia normal de que el orden jurídico tenga su arraigo esencial en la

naturaleza humana. Las bases de justicia

natural que emergen de dicha naturaleza deben ser expresadas en el derecho positivo, al cual, por

lo mismo, está vedado contradecir los imperativos del derecho natural. Sin embargo, el

iusnaturalismo no tiene la adhesión universal que caracteriza a los derechos humanos, que otros

justifican como el mero resultado de un proceso histórico. 

La verdad es que en el presente la discusión no tiene mayor relevancia en la práctica. Para el

iusnaturalismo la garantía universal de los derechos de la persona es vista como una comprobación

histórica de su teoría. Para quienes no adhieren a esta doctrina, las escuelas del derecho natural no

han sido más que algunos de los estímulos ideológicos para un proceso histórico cuyo origen y

desarrollo dialéctico no se agota en las ideologías aunque las abarca. 

Lo cierto es que la historia universal lo ha sido más de la ignorancia que de protección de los

derechos de los seres humanos frente al ejercicio del poder. El reconocimiento universal de los

derechos humanos como inherentes a la persona es un fenómeno más bien reciente. 

En efecto, aunque en las culturas griega y romana es posible encontrar manifestaciones que

reconocen derechos a la persona más allá de toda ley y aunque el pensamiento cristiano, por su

parte, expresa el reconocimiento de la dignidad radical del ser humano, considerado como una

creación a la imagen y semejanza de Dios, y de la igualdad entre todos los hombres, derivada de la

unidad de filiación del mismo padre, la verdad es que ninguna de estas ideas puede vincularse con

las instituciones políticas o el derecho de la antigüedad o de la baja edad media. 

Dent

ro de la historia constitucional de occidente, fue en Inglaterra donde emergió el primer documento

significativo que establece limitaciones de naturaleza jurídica al ejercicio del poder del Estado frente

a sus súbditos: la Carta Magna de 1215, la cual junto con el Hábeas Corpus de 1679 y el Bill of

Rights de 1689, pueden considerarse como precursores de las modernas declaraciones de

derechos. Estos documentos, sin embargo, no se fundan en derechos inherentes a la persona sino

en conquistas de la sociedad. En lugar de proclamar derechos de cada persona, se enuncian más

bien derechos del pueblo. Más que el reconocimiento de derechos intangibles de la persona frente al

Estado, lo que establecen son deberes para el gobierno. 

Las primeras manifestaciones concretas de declaraciones de derechos individuales, con fuerza

legal, fundadas sobre el reconocimiento de derechos inherentes al ser humano que el estado está

en el deber de respetar y proteger, las encontramos en las revoluciones de independencia

norteamericana e iberoamericana, así como en la revolución francesa. Por ejemplo, la Declaración

de Independencia del 4 de julio de 1776 afirma que todos los hombres han sido creados iguales, que

han sido dotados por el Creador de ciertos derechos innatos; que entre esos derechos debe

colocarse en primer lugar la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; y que para garantizar el

goce de esos derechos han establecido entre ellos gobiernos cuya autoridad emana del

consentimiento de los gobernados. En el mismo sentido la Declaración de los Derechos del Hombre

y del Ciudadano del 26 de agosto de 1789, reconoce que los hombre

s nacen y permanecen libres e iguales en derechos y que las distinciones sociales no pueden estar

fundadas sino en la utilidad común. 

Es de esta forma que el tema de los derechos humanos, más específicamente el de los derechos

individuales y las libertades públicas, ingresó al derecho constitucional. Se trata, en verdad, de un

capítulo fundamental del derecho constitucional, puesto que el reconocimiento de la intangibilidad de

tales derechos implica limitaciones al alcance de las competencias del poder público. Desde el

momento que se reconoce y garantiza en la constitución que hay derechos del ser humano

inherentes a su misma condición en consecuencia, anteriores y superiores al poder del Estado, se

está limitando el ejercicio de este, al cual le está vedado afectar el goce pleno de aquellos

derechos. 

En el derecho constitucional, las manifestaciones originales de las garantías a los derechos

humanos se centraron en lo que hoy se califica como derechos civiles y políticos, que por esa razón

son conocidos como “la primera generación” de los derechos humanos. Su objeto es la tutela de la

libertad, la seguridad y la integridad física y moral de la persona, así como de su derecho a participar

en la vida pública. 

Sin embargo, todavía en el campo del derecho constitucional, en el presente siglo se produjeron

importantes desarrollos sobre el contenido y la concepción de los derechos humanos, al aparecer la

noción de los derechos económicos, sociales y culturales, que se refieren a la existencia de

condiciones de vida y de acceso a los bienes materiales y culturales en términos adecuados a la

dignidad inherente a la f

amilia humana. Esta es la que se ha llamado “segunda generación” de los derechos humanos. Se

volverá sobre el tema. 

Un capítulo de singular trascendencia en el desarrollo de la protección de los derechos humanos es

su internacionalización. En efecto, si bien su garantía supraestatal debe presentarse, racionalmente,

como una consecuencia natural de que los mismos sean inherentes a la persona y no una

concesión de la sociedad, la protección internacional tropezó con grandes obstáculos de orden

público y no se abrió plenamente sino después de largas luchas y de la conmoción histórica que

provocaron los crímenes de las eras nazi y stalinista. Tradicionalmente, y aún algunos gobiernos de

nuestros días, a la protección internacional se opusieron consideraciones de soberanía, partiendo

del hecho de que las relaciones del poder público frente a sus súbditos están reservadas al dominio

interno del Estado. 

Las primeras manifestaciones tendientes a establecer un sistema jurídico general de protección a

los seres humanos no se presentaron en lo que hoy se conoce, en sentido estricto, como el derecho

internacional de los derechos humanos, sino en el denominado derecho internacional humanitario.

Es el derecho de los conflictos armados, que persigue contener los imperativos militares para

preservar la vida, la dignidad y la salud de las víctimas de la guerra, el cual contiene el germen de la

salvaguardia internacional de los derechos fundamentales. Este es el caso de la Convención de La

Haya de 1907 y su anexo, así como, más recientemente, el de las cuatro convenciones de Ginebra

de 1949 y sus protocolos de 1977. 

Lo que en de

finitiva desencadenó la internacionalización de los derechos humanos fue la conmoción histórica de

la segunda guerra mundial y la creación de las Naciones Unidas. La magnitud del genocidio puso en

evidencia que el ejercicio del poder público constituye una actividad peligrosa para la dignidad

humana, de modo que su control no debe dejarse a cargo, monopolísticamente, de las instituciones

domésticas, sino que deben constituirse instancias internacionales para su protección. 

El preámbulo de la carta de las Naciones Unidas reafirma “la fe en los derechos fundamentales del

hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de derechos de hombres y

mujeres”. El artículo 56 de la misma carta dispone que “todos los miembros se comprometen a

tomar medidas, conjunta o separadamente en cooperación con la Organización, para la realización

de los propósitos consignados en el artículo 55”, entre los cuales está “el respeto universal de los

derechos humanos y de las libertades fundamentales de todos”. 

El 2 de mayo de 1948 fue adoptada la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del

Hombre y el 10 de diciembre del mismo año la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó

la Declaración Universal de los Derechos Humanos. 

Estas declaraciones, como todos los instrumentos de su género, son actos solemnes por medio de

los cuales quienes los emiten proclaman su apoyo a principios de gran valor, juzgados como

perdurables. Los efectos de las declaraciones en general, y especialmente su carácter vinculante,

no responden a un enunciado único y dependen, entre otras cosas, de las circunstancias en que la d

eclaración se haya emitido y del valor que se haya reconocido al instrumento a la hora de invocar los

principios proclamados. Tanto la Declaración Universal como la Americana han tenido gran

autoridad. Sin embargo, aunque hay muy buenos argumentos para considerar que han ganado

fuerza obligatoria a través de su reiterada aplicación, la verdad es que en su origen carecían de

valor vinculante desde el punto de vista jurídico. 

Una vez proclamadas las primeras declaraciones, el camino para avanzar en el desarrollo de un

régimen internacional de protección imponía la adopción y puesta en vigor de tratados

internacionales a través de los cuales las partes se obligaran a respetar los derechos en ellos

proclamados y que establecieran, al mismo tiempo, medios internacionales para su tutela en caso

de incumplimiento. 

En el ámbito internacional, el desarrollo de los derechos humanos ha conocido nuevos horizontes.

Además de los mecanismos orientados a establecer sistemas generales de protección, han

aparecido otros destinados a proteger ciertas categorías de personas –mujeres, niños, trabajadores,

refugiados, discapacitados, etc.- o ciertas ofensas singularmente graves contra los derechos

humanos, como el genocidio, la discriminación racial, el apartheid, la tortura o la trata de personas.

Más aún, en el campo internacional se ha gestado lo que ya se conoce como “tercera generación”

de derechos humanos, que son los llamados derechos colectivos de la humanidad entera, como el

derecho al desarrollo, el derecho a un medio ambiente sano y el derecho a la paz. 

Así, pues, cualquiera sea el fundamento filosófico de la inherencia

de los derechos humanos a la persona, el reconocimiento de la misma por el poder y su plasmación

en instrumentos legales de protección en el ámbito doméstico y en el internacional, han sido el

producto de un sostenido desarrollo histórico, dentro del cual las ideas, el sufrimiento de los pueblos,

la movilización de la opinión pública y una determinación universal de lucha por la dignidad humana,

han ido forzando la voluntad política necesaria para consolidar una gran conquista de la humanidad,

como lo es el reconocimiento universal de que toda persona tiene derechos por el mero hecho de

serlo. 

B. Consecuencias de la inherencia 

El reconocimiento de los derechos humanos como atributos inherentes a la persona, que no son una

concesión de la sociedad ni dependen del reconocimiento de un gobierno, acarrea consecuencias

que a continuación se enuncian esquemáticamente. 

1. El estado de derecho 

Como lo ha afirmado la Corte Interamericana de Derechos Humanos, “en la protección de los

derechos humanos está necesariamente comprendida la restricción al ejercicio del poder estatal”

(Corte I.D.H., la expresión “leyes” en el artículo 30 de la Convención Americana sobre Derechos

Humanos, Opinión Consultiva OC-6/86 del 9 de mayo de 1986. Serie A No.6, §22). En efecto, el

poder no puede lícitamente ejercerse de cualquier manera. Más concretamente, debe ejercerse a

favor de los derechos de la persona y no contra ellos. 

Esto supone que el ejercicio del poder debe sujetarse a ciertas reglas, las cuales deben comprender

mecanismos para la protección y garantía de los derechos humanos. Ese conjunto de reglas que

define

n el ámbito del poder y lo subordinan a los derechos y atributos inherentes a la dignidad humana es

lo que configura el estado de derecho. 

2. Universalidad 

Por ser inherentes a la condición humana todas las personas son titulares de los derechos humanos

y no pueden invocarse diferencias de regímenes políticos, sociales o culturales como pretexto para

ofenderlos o menoscabarlos. Últimamente se ha pretendido cuestionar la universalidad de los

derechos humanos, especialmente por ciertos gobiernos fundamentalistas o de partido único,

presentándolos como un mecanismo de penetración política o cultural de los valores occidentales.

Desde luego que siempre es posible manipular políticamente cualquier concepto, pero lo que nadie

puede ocultar es que las luchas contra las tiranías han sido, son y serán universales. 

A pesar de la circunstancia señalada, y sin duda como el fruto de la persistencia de la opinión

pública internacional y de las organizaciones no gubernamentales, la Declaración adoptada en

Viena el 25 de junio de 1993 por la Conferencia Mundial de Derechos Humanos, explícitamente

afirma que el carácter universal de los derechos humanos y las libertades fundamentales “no admite

dudas” (párrafo 1). Señala asimismo que “todos los derechos humanos son universales, indivisibles

e interdependientes entre sí” y que, sin desconocer particularidades nacionales o regionales y los

distintos patrimonios culturales “los estados tienen el deber, sean cuales sean sus sistemas

políticos, económicos y culturales, de promover y proteger todos los derechos humanos y las

libertades fundamentales” (párrafo 3). 

3. Transnacionali

dad 

Ya se ha comentado el desarrollo histórico de los derechos humanos hacia su internacionalización.

Si ellos son inherentes a la persona como tal, no dependen de la nacionalidad de esta o del territorio

donde se encuentre: los porta en sí misma. Si ellos limitan el ejercicio del poder, no puede invocarse

la actuación soberana del gobierno para violarlos o impedir su protección soberana del gobierno

para violarlos o impedir su protección internacional. Los derechos humanos están por encima del

estado y su soberanía y no puede considerarse que se violenta el principio de no intervención

cuando se ponen en movimiento los mecanismos organizados por la comunidad internacional para

su promoción y protección. 

Ha sido vasta la actividad creadora de normas jurídicas internacionales, tanto sustantivas como

procesales. Durante las últimas décadas se ha adoptado, entre tratados y declaraciones, cerca de

un centenar de instrumentos internacionales relativos a los derechos humanos. En el caso de las

convenciones se han reconocido derechos, se han pactado obligaciones y se han establecido

medios de protección que, en su conjunto, han transformado en más de un aspecto al derecho

internacional y le han dado nuevas dimensiones como disciplina jurídica. Todo ello ha sido el fruto

de una intensa y sostenida actividad negociadora cumplida en el seno de las distintas

organizaciones internacionales, la cual, lejos de fenecer o decaer con la conclusión de tan

numerosas convenciones, se ha mantenido en todo momento bajo el estímulo de nuevas iniciativas

que buscan perfeccionar o desarrollar la protección internacional en alguno de sus a

spectos. 

También se ha multiplicado el número –más de cuarenta- y la actividad de las instituciones y

mecanismos internacionales de protección. En su mayor parte, han sido creadas por convenciones

internacionales, pero existe también, especialmente alrededor del Centro de Derechos Humanos de

las Naciones Unidas, un creciente número de mecanismos no convencionales de salvaguardia. En

los tres últimos años se ha comenzado a observar una innovación consistente en la inclusión de un

componente de derechos humanos en operaciones para el mantenimiento de la paz dependiente del

consejo de Seguridad (El Salvador, Cambodia, Haití). 

La labor de todas estas entidades, aunque todavía de limitada eficacia, ha sido positivamente

creativa y ha servido para ensanchar el alcance del régimen. Han cumplido una fecunda tarea en la

interpretación y aplicación del derecho. Han ideado medios procesales para abrir cauce a la

iniciativa individual dentro de los procedimientos internacionales relativos a los derechos humanos.

Con frecuencia, en fin, han definido su propia competencia a través de la interpretación más amplia

posible de la normativa que se las atribuye, y han cumplido actuaciones que difícilmente estaban

dentro de las previsiones o de la intención de quienes suscribieron las correspondientes

convenciones. 

4. Irreversibilidad 

Una vez que un determinado derecho ha sido formalmente reconocido como inherente a la persona

humana queda definitiva e irrevocablemente integrado a la categoría de aquellos derechos cuya

inviolabilidad debe ser respetada y garantizada. La dignidad humana no admite relativismos, de

modo que sería i

nconcebible que lo que hoy se reconoce como un atributo inherente a la persona, mañana pudiera

dejar de serlo por una decisión gubernamental. 

Este carácter puede tener singular relevancia para determinar el alcance de la denuncia de una

convención internacional sobre derechos humanos (hasta ahora prácticamente inexistentes). En

efecto, la denuncia no debe tener efecto sobre la calificación de los derechos que en él se han

reconocido como inherentes a la persona. El denunciante solo se libraría, a través de esa hipotética

denuncia de los mecanismos internacionales convencionales para reclamar el cumplimiento del

tratado, pero no de que su acción contra los derechos en él reconocidos sea calificada como una

violación de los derechos humanos. 

5. Progresividad 

Como los derechos humanos son inherentes a la persona y su existencia no depende del

reconocimiento de un Estado, siempre es posible extender el ámbito de la protección a derechos

que anteriormente no gozaban de la misma. Es así como han aparecido las sucesivas

“generaciones” de derechos humanos y como se han multiplicado los medios para su protección. 

Una manifestación de esta particularidad la encontramos en una disposición que, con matices, se

repite en diversos ordenamientos constitucionales, según la cual la enunciación de derechos

contenida en la constitución no debe entenderse como negación de otros que, siendo inherentes a la

persona humana, no figuren expresamente en ella. 

De este género de disposiciones es posible colegir: 

Primero: que la enumeración de los derechos constitucionales es enunciativa y no taxativa. 

Segundo: que los derechos

enunciados en la constitución no agotan los que deben considerarse como “inherentes a la persona

humana”. 

Tercero: que todos los derechos enunciados en la constitución, empero, sí son considerados por

esta como “inherentes a la persona humana”. 

Cuarto: que todo derecho “inherente a la persona humana” podría haber sido recogido

expresamente por el texto constitucional. 

Quinto: que una vez establecido que un derecho es “inherente a la persona humana”, la

circunstancia de no figurar expresamente en el texto constitucional no debe entenderse en

menoscabo de la protección que merece. 

En conclusión, lo jurídicamente relevante es que un determinado derecho sea “inherente a la

persona humana”. Es por esa razón, y no por el hecho de figurar en el articulado de la constitución,

que esos derechos deben ser considerados como atributos inviolables que, por fuerza de la dignidad

humana, deben ser objeto de protección y garantía por el Estado. En consecuencia, no cabe hacer

distinciones en cuanto al tratamiento y régimen jurídico de los derechos de la naturaleza apuntada

con base en el solo criterio de que figuren expresamente o no en la constitución. Para determinar si

estamos frente a un derecho que merezca la protección que la constitución acuerda para los que

expresamente enumera lo decisivo no es tanto que figure en tal enunciado, sino que pueda ser

considerado como “inherente a la persona humana”. 

Esto abre extraordinarias perspectivas de integración del derecho internacional de los derechos

humanos al derecho interno, pues en los países cuyas constituciones contienen una disposición

como la comentada, la adhesió

n del Estado a la proclamación internacional de un derecho como “inherente a la persona humana”

abre las puertas para la aplicación de dicha disposición. En tal supuesto, los derechos humanos

internacionalmente reconocidos deben tener la supremacía jerárquica de los derechos

constitucionales y estar bajo la cobertura de la justicia constitucional. 

Hay otro elemento que muestra cómo la protección de los derechos humanos se plasma en un

régimen que es siempre susceptible de ampliación, mas no de restricción y que también atañe a la

integración de la regulación internacional entre sí y con la nacional. La mayoría de los tratados sobre

derechos humanos incluyen una cláusula según la cual ninguna disposición convencional puede

menoscabar la protección más amplia que puedan brindar otras normas de derecho interno o de

derecho internacional. En esta dirección, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha

señalado que, “si a una misma situación son aplicables la Convención Americana y otro tratado

internacional, debe prevalecer la norma más favorable a la persona humana” (Corte I.D.H., La

colegiación obligatoria de periodistas –arts. 13 y 29 Convención Americana sobre Derechos

Humanos-). Opinión Consultiva OC-5/85 del 13 de noviembre de 1985, Serie A No. 5, §52). Este

principio representa lo que se ha llamado la “cláusula del individuo más favorecido”. 

Habiendo pasado revista al significado de los derechos humanos como atributos inherentes a toda

persona, corresponde ahora ver como los mismos se afirman frente al Estado o, más

genéricamente, frente al poder público. 

II. Los Derechos Humanos se afirman frente al poder

público 

Los derechos humanos implican obligaciones a cargo del gobierno. El es el responsable de

respetarlos, garantizarlos o satisfacerlos y, por otro lado, en sentido estricto, solo él puede violarlos.

Las ofensas a la dignidad de la persona pueden tener diversas fuentes, pero no todas configuran,

técnicamente, violaciones a los derechos humanos. Este es un punto conceptualmente capital para

comprender a cabalidad el tema de los derechos humanos. 

Como ya se ha dicho en el breve recuento anterior, durante la mayor parte de la historia el poder

podía ejercerse con escasos límites frente a los gobernados y prácticas como la esclavitud y la

tortura eran admitidas y hasta fundamentadas en ideas religiosas. La lucha por lo que hoy llamamos

derechos humanos ha sido, precisamente, la de circunscribir el ejercicio del poder a los imperativos

que emanan de la dignidad humana. 

La nota característica de las violaciones a los derechos humanos es que ellas se cometen desde el

poder público o gracias a los medios que este pone a disposición de quienes lo ejercen. No todo

abuso contra una persona ni toda forma de violencia social son técnicamente atentados contra los

derechos humanos. Pueden ser crímenes, incluso gravísimos, pero si es la mera obra de

particulares no será una violación de los derechos humanos. 

Existen, desde luego, situaciones límites, especialmente en el ejercicio de la violencia política. Los

grupos insurgentes armados que controlan de una manera estable áreas territoriales o, en términos

generales, ejercen de hecho autoridad sobre otras personas, poseen un germen de poder público

que están obligados, lo

mismo que el gobierno regular, a mantener dentro de los límites impuestos por los derechos

humanos. De no hacerlo no solo estarían violando el orden jurídico del Estado contra el que

insurgen, sino también los derechos humanos. Puede incluso considerarse que quienes se afirmen

en posesión de tal control. Aún si no lo tienen, se están autoimponiendo los mismos límites en su

tratamiento a las personas sobre las que mantienen autoridad. Por lo demás, aplicando principios

extraídos de la teoría de la responsabilidad internacional, si un grupo insurgente conquista el poder,

son imputables al Estado las violaciones a obligaciones internacionales –incluidas las relativas a

derechos humanos- cometidas por tales grupos antes de alcanzar el poder. 

Lo que no es exacto es que diversas formas de violencia política, que pueden tipificar incluso

gravísimos delitos internacionales, sean violaciones de los derechos humanos. La responsabilidad

por la efectiva vigencia de los derechos humanos incumbe exclusivamente al Estado, entre cuyas

funciones primordiales está la prevención y la punición de toda clase de delitos. El Estado no está

en condiciones de igualdad con personas o grupos que se encuentren fuera de la ley, cualquiera sea

su propósito al así obrar. El Estado existe para el bien común y su autoridad debe ejercerse con

apego a la dignidad humana, de conformidad con la ley. Este principio debe dominar la actividad del

poder público dirigida a afirmar el efectivo goce de los derechos humanos (A) así como el alcance

de las limitaciones que ese mismo poder puede imponer lícitamente al ejercicio de tales derechos

(B). 

A. El

poder público y la tutela de los derechos humanos 

El ejercicio del poder no debe menoscabar de manera arbitraria el efectivo goce de los derechos

humanos. Antes bien, el norte de tal ejercicio, en una sociedad democrática, debe ser la

preservación y satisfacción de los derechos fundamentales de cada uno. Esto es válido tanto por lo

que se refiere al respeto y garantía debido a los derechos civiles y políticos (1), como por lo que toca

a la satisfacción de los derechos económicos, sociales y culturales y de los derechos colectivos (2). 

1. El respeto y garantía de los derechos civiles y políticos 

Como antes quedó dicho, los derechos civiles y políticos tienen por objeto la tutela de la libertad, la

seguridad y la integridad física y moral de la persona, así como de su derecho a participar en la vida

pública. Por lo mismo, ellos se oponen a que el Estado invada o agreda ciertos atributos de la

persona, relativos a su integridad, libertad y seguridad. Su vigencia depende, en buena medida, de

la existencia de un orden jurídico que los reconozca y garantice. En principio, basta constatar un

hecho que los viole y que sea legalmente imputable al Estado para que este pueda ser considerado

responsable de la infracción. Se trata de derechos inmediatamente exigibles, cuyo respeto

representa para el Estado una obligación de resultado, susceptible de control jurisdiccional. 

En su conjunto, tales derechos expresan una dimensión más bien individualista, cuyo propósito es

evitar que el Estado agreda ciertos atributos del ser humano. Se trata, en esencia, de derechos que

se ejercen frente –y aún contra- el Estado y proveen a

su titular de medios para defenderse frente al ejercicio abusivo del poder público. El Estado, por su

parte, está obligado no solo a respetar los derechos civiles y políticos sino también a garantizarlos. 

El respeto a los derechos humanos implica que la actuación de los órganos del Estado no puede

traspasar los límites que le señalan los derechos humanos, como atributos inherentes a la dignidad

de la persona y superiores al poder del Estado. 

El respeto a los derechos humanos impone la adecuación del sistema jurídico para asegurar la

efectividad del goce de dichos derechos. El deber de respeto también comporta que haya de

considerarse como ilícita toda acción u omisión de un órgano o funcionario del Estado que, en

ejercicio de los atributos de los que está investido, lesione indebidamente los derechos humanos. En

tales supuestos, es irrelevante que el órgano o funcionario haya procedido en violación de la ley o

fuera del ámbito de su competencia. En efecto, lo decisivo es que actúe aprovechándose de los

medios o poderes de que dispone por su carácter oficial como órgano o funcionario. 

La garantía de los derechos humanos es una obligación aún más amplia que la anterior, pues

impone al Estado el deber de asegurar la efectividad de los derechos humanos con todos los medios

a su alcance. Ello comporta, en primer lugar, que todo ciudadano debe disponer de medios

judiciales sencillos y eficaces para la protección de sus derechos. Por obra del mismo deber, las

violaciones a los derechos en dichas convenciones deben ser reputadas como ilícitas por el derecho

interno. También está a cargo del Estado prevenir razonablemen

te situaciones lesivas a los derechos humanos y, en el supuesto de que estas se produzcan, a

procurar, dentro de las circunstancias de cada caso, lo requerido para el restablecimiento del

derecho. La garantía implica, en fin, que existan medios para asegurar la reparación de los daños

causados, así como para investigar seriamente los hechos cuando ello sea preciso para establecer

la verdad, identificar a los culpables y aplicarles las sanciones pertinentes. 

Estos deberes del poder público frente a las personas no aparecen del mismo modo cuando se trata

de los derechos económicos, sociales y culturales y los derechos colectivos. 

2. La satisfacción de los derechos económicos, sociales y culturales y los derechos colectivos 

Como también ha quedado dicho, los derechos económicos, sociales y culturales, se refieren a la

existencia de condiciones de vida y de acceso a los bienes materiales y culturales en términos

adecuados a la dignidad inherente a la familia humana. La realización de los derechos económicos,

sociales y culturales no depende, en general, de la sola instauración de un orden jurídico ni de la

mera decisión política de los órganos gubernamentales, sino de la conquista de un orden social

donde impere la justa distribución de los bienes, lo cual solo puede alcanzarse progresivamente. Su

exigibilidad está condicionada a la existencia de recursos apropiados para su satisfacción, de modo

que las obligaciones que asumen los estados respecto de ellos esta vez son de medio o de por

comportamiento. El control del cumplimiento de este tipo de obligaciones implica algún género de

juicio sobre la política económic

o-social de los estados, cosa que escapa, en muchos casos, a la esfera judicial. De allí que la

protección de tales derechos suela ser confiada a instituciones más político-técnicas que

jurisdiccionales, llamadas a emitir informes periódicos sobre la situación social y económica de cada

país. 

De allí la principal diferencia de naturaleza que normalmente se reconoce entre los deberes del

poder público frente a los derechos económicos y sociales con respecto a los que le incumben en el

ámbito de los civiles y políticos. Estos últimos son derechos inmediatamente exigibles y frente a

ellos los estados están obligados a un resultado: un orden jurídico-político que los respete y

garantice. Los otros, en cambio son exigibles en la medida en que el Estado disponga de los

recursos parar satisfacerlos, puesto que las obligaciones contraídas esta vez son de medio o de

comportamiento, de tal manera que, para establecer que un gobierno ha violado tales derechos no

basta con demostrar que no ha sido satisfecho, sino que el comportamiento del poder público en

orden a alcanzar ese fin no se ha adecuado a los standards técnicos o políticos apropiados. Así, la

violación del derecho a la salud o al empleo no depende de la sola privación de tales bienes como sí

ocurre con el derecho a la vida o a la integridad. 

Esta consideración, que en general es atinada, amerita, sin embargo, ciertos matices. La primera

proviene del hecho de que hay algunos derechos económicos y sociales que son también libertades

públicas, como la mayor parte de los derechos sindicales o la libertad de enseñanza. En estos casos

el deber de respeto y garantía de l

os mismos por parte del poder público es idéntico al que existe respecto de los derechos civiles y

políticos. 

Por otra parte, aunque, en general, es cierto que la sola no satisfacción de los derechos

económicos, sociales y culturales no es demostrativa, en sí misma, de que el Estado los ha violado,

cabe plantearse si la realidad de ciertas políticas configura la vulneración de los derechos

económicos, sociales y culturales de manera parecida a los derechos civiles y políticos, es decir, ya

no como consecuencia de su no realización, sino por efecto de la adopción de políticas que están

orientadas hacia la supresión de los mismos. Es un tema abierto a la discusión. 

En cuanto a los derechos colectivos, la sujeción del poder público es mixta. En un sentido positivo,

es decir, en lo que toca a su satisfacción, puede hablarse de obligaciones de comportamiento: la

acción del Estado debe ordenarse de la manera más apropiada para que tales derechos –medio

ambiente sano, desarrollo, paz- sean satisfechos. En un sentido negativo, esto es, en cuanto a su

violación, más bien se está ante obligaciones de resultado: no es lícita la actuación arbitraria del

poder público que se traduzca en el menoscabo de tales derechos. 

En todos estos casos, claro está, la violación de los derechos humanos ocurrirá en la medida en que

la actuación del poder público desborde los límites que legítimamente pueden imponerse a los

mismos por imperativos del orden público o del bien común. 

B. Los límites legítimos a los derechos humanos 

El derecho de los derechos humanos, tanto en el plano doméstico como en el internacional, autoriza

lim

itaciones a los derechos protegidos en dos tipos de circunstancias distintas. En condiciones

normales, cada derecho puede ser objeto de ciertas restricciones fundadas sobre distintos

conceptos que pueden resumirse en la noción general de orden público. Por otra parte, en casos de

emergencia, los gobiernos están autorizados para suspender las garantías. 

1. Limitaciones ordinarias a los derechos humanos 

Los derechos humanos pueden ser legítimamente restringidos. Sin embargo, en condiciones

normales, tales restricciones no pueden ir más allá de determinado alcance y deben expresarse

dentro de ciertas formalidades. 

a. Alcance 

La formulación legal de los derechos humanos contiene, normalmente, una referencia a las razones

que, legítimamente, puedan fundar limitaciones a los mismos. 

En general, se evitan las cláusulas restrictivas generales. Aplicables a todos los derechos humanos

en su conjunto y se ha optado, en cambio, por fórmulas particulares, aplicables respecto de cada

uno de los derechos reconocidos, lo que refleja el deseo de ceñir las limitaciones en la medida

estrictamente necesaria para asegurar el máximum de protección al individuo. Las limitaciones están

normalmente referidas a conceptos jurídicos indeterminados, como lo son las nociones de “orden

público” o de “orden”; de “bien común”, “bienestar general” o “vida o bienestar de la comunidad” de

“seguridad nacional”, “seguridad pública” o “seguridad de todos”; de “moral” o “moral pública”; de

“salud pública”, o de “prevención del delito”. 

Todas estas nociones implican una importante medida de relatividad. Deben interpretarse en

estrecha relació

n con el derecho al que están referidos y deben tener en cuenta las circunstancias del lugar y del

tiempo en que son invocadas e interpretadas. A propósito de ellas se ha destacado que, tratándose

de nociones en que está implicada la relación entre la autoridad del Estado y los individuos

sometidos a su jurisdicción, todas ellas podrían ser reducidas a un concepto singular y universal,

como es el de orden público. 

El orden público, aún como concepto universal, no responde a un contenido estable ni plenamente

objetivo. La Corte Interamericana de Derechos Humanos lo ha definido como el conjunto de “las

condiciones que aseguran el funcionamiento armónico y normal de instituciones sobre la base de un

sistema coherente de valores y principios” (Corte I.D.H.: La colegiación obligatoria de periodistas,

cit., §64). 

Ahora bien, de alguna manera, la definición de esos “valores y principios” no puede desvincularse de

los sentimientos dominantes en una sociedad dada, de manera que si la noción de “orden público”

no se interpreta vinculándola estrechamente con los standards de una sociedad democrática, puede

representar una vía para privar de contenido real a los derechos humanos internacionalmente

protegidos. En nombre de un “orden público”, denominado por principios antidemocráticos, cualquier

restricción a los derechos humanos podría ser legítima. 

Las limitaciones a los derechos humanos no pueden afectar el contenido esencial del derecho

tutelado. La misma Corte también ha dicho que nociones como la de “orden público” y la de “bien

común” no pueden invocarse como “medios para suprimir un derecho garantizado por la Conven

ción” y deben interpretarse con arreglo a las justas exigencias de una sociedad democrática,

teniendo en cuenta “el equilibrio entre los distintos intereses en juego y la necesidad de preservar el

objeto y fin de la Convención” (Corte I.D.H.: La colegiación obligatoria de periodistas, cit., §67). 

b. La forma 

En un estado de derecho, las limitaciones a los derechos humanos solo pueden emanar de leyes, se

trata de una materia sometida a la llamada reserva legal, de modo que el poder ejecutivo no está

facultado para aplicar más limitaciones que las que previamente hayan sido recogidas en una ley del

poder legislativo. 

Este es un principio universal del ordenamiento constitucional democrático, expresado, entre otros

textos por el artículo 30 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, según el cual las

restricciones que la Convención autoriza para el goce de los derechos por ella reconocidos, solo

podrán emanar de “leyes que se dictaren por razones de interés general y con el propósito para el

cual han sido establecidas”. Respecto de este artículo, la Corte ha interpretado “que la palabra

leyes... significa norma jurídica de carácter general, ceñida al bien común, emanada de los órganos

legislativos constitucionalmente previstos y democráticamente elegidos, y elaborada según el

procedimiento previsto en las constituciones de los estados partes para la formación de las leyes”

(Corte I.D.H., La expresión “leyes” en el artículo 30 de la Convención Americana sobre Derechos

Humanos, cit. §38). 

Solo en circunstancias excepcionales el gobierno se ve facultado para decidir por sí solo la

imposición de determinada

s limitaciones extraordinarias a algunos derechos humanos, pero para ello tiene previamente que

suspender las garantías de tales derechos. 

2. Las limitaciones a los derechos humanos bajo estados de excepción 

Los derechos garantizados pueden verse expuestos a limitaciones excepcionales frente a ciertas

emergencias que entrañen grave peligro público o amenaza a la independencia o seguridad del

Estado. En tales circunstancias el gobierno puede suspender las garantías. A este respecto, la Corte

Interamericana de Derechos Humanos ha enfatizado que, dentro del sistema de la Convención, se

trata de una medida enteramente excepcional, que se justifica porque “puede ser en algunas

hipótesis, el único medio para atender a situaciones de emergencia pública y preservar los valores

superiores de la sociedad democrática” (Corte I.D.H., El hábeas corpus bajo suspensión de

garantías (arts. 27.2 y 25.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos), Opinión Consultiva

OC-8/87 del 30 de enero de 1987, §20). 

Sin embargo, evocando quizás los abusos a que ha dado origen en el hemisferio, afirmó que “la

suspensión de garantías no puede desvincularse del ejercicio efectivo de la democracia

representativa a que alude el artículo 3 de la carta de la OEA” y que ella no “comport(a) la

suspensión temporal del estado de derecho (ni) autori(za) a los gobernantes a apartar su conducta

de la legalidad a la que en todo momento deben ceñirse” (ibid.), pues el efecto de la suspensión se

contrae a modificar, pero no a suprimir “algunos de los límites legales de la actuación del poder

público” (ibid. §24). 

La suspensión de garantías está sujeta,

además, a cierto número de condiciones, entre las que cabe enunciar, también de modo

esquemático, las siguientes: 

a. Estricta necesidad. La suspensión de las garantías debe ser indispensable para atender a la

emergencia. 

b. Proporcionalidad, lo que implica que solo cabe suspender aquellas garantías que guarden

relación con las medidas excepcionales necesarias para atender la emergencia. 

c. Temporalidad. Las garantías deben quedar suspendidas solo por el tiempo estrictamente

necesario para superar la emergencia. 

d. Respeto a la esencia de los derechos humanos. Existe un núcleo esencial de derechos cuyas

garantías no pueden ser suspendidas bajo ninguna circunstancia. El enunciado de los mismos varía

en los diferentes ordenamientos constitucionales y en los distintos tratados sobre el tema. La lista de

garantías no suspendibles más amplia es, probablemente, la contenida en el artículo 27 de la

Convención Americana sobre Derechos Humanos, según el cual están fuera de ámbito de los

estados de excepción los siguientes derechos: el derecho a la vida; el derecho a la integridad

personal; la prohibición de esclavitud y servidumbre; la prohibición de la discriminación; el derecho a

la personalidad jurídica; el derecho a la nacionalidad; los derechos políticos; el principio de legalidad

y retroactividad; la libertad de conciencia y de religión; la protección a la familia y los derechos del

niño; así como las garantías judiciales indispensables para la protección de tales derechos, entre las

cuales deben considerarse incluidos el amparo y el hábeas corpus. 

e. Publicidad. El acto de suspensión de garantías debe publicarse por

los medios oficiales del derecho interno de cada país y comunicarse a la comunidad internacional,

según lo pautan algunas convenciones sobre derechos humanos. 

I. CONCLUSIÓN 

El tema de los derechos humanos domina progresivamente la relación de la persona con el poder en

todos los confines de la tierra. Su reconocimiento y protección universales representa una

revalorización ética y jurídica del ser humano como poblador del planeta más que como poblador del

Estado. Los atributos de la dignidad de la persona humana, donde quiera que ella esté y por el

hecho mismo de serlo prevalecen no solo en el plano moral sino en el legal, sobre el poder del

Estado, cualquiera sea el origen de ese poder y la organización del gobierno. Es esa la conquista

histórica de estos tiempos. 

4. Ética y Ecología[35]. 

a) ¿Qué es una ética ambiental? 

El Parque Nacional Kakadu de la zona septentrional de Australia contiene espesos bosques,

marismas y ríos que sustentan una rica variedad de vida; contiene especies únicas, incluidas

algunas, como el loro encapuchado y la tortuga nariz de cerdo, en peligro de extinción. Kakadu

permite un gozo estético y oportunidades de ocio e investigación. Muchos opinan que es un lugar de

inmensa belleza e importancia ecológica. Tiene significación espiritual para los aborígenes Jawoyn.

Kakadu también es rico en oro, platino, paladio y uranio, minerales que algunos opinan deberían ser

objeto de explotación minera. Los ambientalistas afirman que si se lleva a cabo este proyecto, se

reducirán las oportunidades estéticas, de ocio e investigación, disminuirá la belleza de Kakadu,

desaparecerán las espec

ies, se reducirá la riqueza ecológica, se pondrá en peligro este ámbito natural y se ofenderá a los

valores espirituales de los Jawoyn. Actualmente ya se están realizando prospecciones mineras en la

zona de Kakadu y hay presiones para que se permitan otras nuevas. ¿Deberían permitirse nuevas

minas? ¿Debería permitirse actividad minera alguna? ¿Con qué exactitud podemos alcanzar la

respuesta de estos interrogantes éticos? 

Sin duda la evidencia empírica o fáctica desempeña un papel. Por ejemplo los adversarios de la

actividad minera afirman que probablemente contaminará los ríos, envenenará a animales, pondrá

en peligro especies y alterará los ecosistemas. Esta oposición a la actividad minera se basa en

razones empíricas; es decir, razones sobre lo que de hecho sucede y sucederá. Muchos de los

partidarios de semejante actividad ponen en cuestión estas razones empíricas y aun otros piensan

que aun si fuesen verdaderas estas razones, es mejor proseguir con la actividad minera. Así pues,

el recopilar los hechos no garantiza que se zanje la cuestión. Los argumentos acerca de estos

hechos sólo tienen razón de ser, sólo tienen sentido, frente a cierto tipo de contexto, y las

diferencias de este contexto dan lugar a valoraciones diferentes de lo que debe hacerse. Este

contexto lo constituyen cosas tales como deseos, preferencias, aspiraciones, metas y principios,

incluidos principios morales. Un ambientalista podría desear conocer si la minería constituye una

amenaza para la naturaleza porque desea que se proteja ésta o, de manera aún más grave, porque

piensa que es moralmente malo ocasionar la muerte de la naturaleza. 

El

contexto valorativo no tiene que incluir principios morales; algunas personas pueden ser amorales

(pueden ser del tipo de los egoístas racionales descritos en el artículo 16,”El egoísmo”). Sin

embargo, muchas personas desean que sus actos y los actos de los demás, incluidos gobiernos y

empresas, se atengan a principios morales. Para semejantes personas la resolución de la

controversia sobre el Kakadu exige apelar a principios que ofrecen orientación moral en nuestro

trato de la naturaleza y que nos permiten responder a cuestiones como estas: ¿importa que

nuestras acciones causen la extinción de una especie?; ¿importa que nuestras acciones provoquen

la muerte de animales individuales?; ¿importa que causemos una erosión generalizada en el

Kakadu? ¿Importaría que llegásemos a convertir el río South Alligator en una vía de agua

desprovista de vida?; ¿qué es mejor, proteger el Kakadu o crear una mayor riqueza material que

mejore la vida de determinadas personas? ¿Constituye la extinción de una especie un precio

aceptable a pagar por el aumento de las oportunidades de empleo? Semejante conjunto de

principios, que guiasen nuestro trato de la naturaleza, constituiría una ética ambiental en el sentido

más general. Pero hay una variedad de éticas ambientales concurrentes, que incluso se solapan en

parte. 

Quienes tienen una perspectiva moral sobre cuestiones ambientales están comprometidos con una

ética ambiental que al menos se concreta en un principio moral, pero normalmente consta de varios.

Pensemos en los ambientalistas que afirman que la extinción de las especies a consecuencia de la

acción humana es algo malo, quizás inc

luso algo malo sea cual sea la causa. Este puede ser un principio básico de una ética ambiental. Sin

haberlo concebido explícitamente de esta forma, un ambientalista podría suscribir no obstante la

idea de que la extinción de la especie, etc., es algo malo en sí mismo, al margen de las

consecuencias que pueda tener. Otra posibilidad es que el principio no sea de carácter básico sino

que descanse sobre un principio que expresa el interés por el bienestar humano, unido a la creencia

de que la extinción de especies perjudica a los humanos. El explicitar el compromiso ético es el

primer paso para someterlo a valoración crítica o justificación. Para que podamos decidir entre

diversas éticas ambientales concurrentes, es preciso justificarías. No basta con que una política

ambiental se atenga a principios de una u otra ética ambiental, debe adecuarse a una ética correcta,

o bien a la más justificada. Tenemos así dos cuestiones: ¿cómo puede concretarse una ética

ambiental?; y ¿cómo puede justificarse una pretendida ética ambiental. 

1. Una ética centrada en el ser humano 

Algunos piensan que las políticas ambientales deberían evaluarse exclusivamente sobre la base de

su incidencia sobre las personas (véase Baxter, 1974, y Norton, 1988). Esto supone una ética

ambiental centrada en el ser humano. Aunque los utilitaristas clásicos incluyen el sufrimiento de

animales en sus cálculos éticos, una variante del utilitarismo, que nos insta a maximizar el

excedente de felicidad humana sobre infelicidad humana, constituye un ejemplo de ética centrada

en las personas. El tomar en serio semejante ética nos obliga a calcular los efectos de

las opciones sobre el Kakadu sobre la felicidad e infelicidad humana. Podríamos comprobar que la

minería reduciría la riqueza ecológica de las marismas y que si sucediese esto se causaría la

infelicidad de algunas personas; por ejemplo algunos podrían conmoverse por la situación de

determinados animales, otros podrían entristecerse por la pérdida de especies, otros -por ejemplo,

los miembros de generaciones futuras- podrían perder la oportunidad de goces recreativos o

estéticos particulares, otros podrían verse negativamente afectados por los cambios climáticos

resultantes, los cambios de las mareas etc., y otros podrían verse psicológicamente afectados por el

expolio de zonas con las que tienen una vinculación espiritual. Habría pues que sustraer estos

efectos negativos de cualesquiera aumentos de felicidad resultantes de las prospecciones mineras

en el Kakadu. Una ética centrada en los hombres podría permitir un considerable acuerdo con los

ambientalistas sobre la forma de proceder. Esto dependería de los hechos acerca de los efectos que

los cambios del medio natural tienen sobre las personas. 

Sin embargo, esta decisión se habría alcanzado considerando sólo los intereses de las personas.

Una forma clara de expresarlo consiste en decir que esta ética sólo considera moralmente

relevantes a las personas. Algo es moralmente relevante si es susceptible de evaluación ética por

derecho propio, independientemente de su utilidad como medio para otros fines. Pensemos en la

tortuga nariz de cerdo. De acuerdo con la ética centrada en las personas que acabamos de

describir, no son moralmente relevantes ni la especie en su conj

unto ni sus miembros individuales: lo único moralmente a considerar es la felicidad e infelicidad de

los humanos, lo cual puede verse o no afectado por lo que suceda a las tortugas. 

3. Una ética centrada en los animales 

Existe una concepción de la ética que no sólo considera moralmente relevantes a las personas sino

también a los animales no humanos; incluye en su ámbito a todos los animales. Muchas de las

cosas que hacemos al entorno natural afectan adversamente a los animales no humanos y esto es

algo relevante para esta ética. Por ejemplo, si pensamos que la polución de cianuro del río South

Alligator produciría sufrimiento a los animales no humanos, esto es un perjuicio moral a tener en

cuenta independientemente de cómo resulten las cosas para los humanos. Este ejemplo no es

caprichoso: pensemos en el efecto que tiene para los animales no humanos la deforestación, la

construcción de presas en valles fluviales, la explotación de canteras en las montañas, la

construcción de oleoductos, etc. Una ética centrada en los animales insta a la consideración moral

de animales individuales y no de especies: lo que sucede a la especie tiene sólo un interés indirecto

por cuanto afecta a animales individuales. 

Si bien una ética centrada en los animales considera igualmente relevantes a todos los animales, no

los clasifica necesariamente por igual. Una forma clara de expresar esto consiste en decir que

algunas éticas centradas en los animales otorgarán una significación moral diferente a diferentes

tipos de animales. Una forma que puede adoptar esta diferenciación supone la no-consideración

arbitraria - y muchos diría

n que injustificada- de los intereses de los animales no humanos simplemente porque son intereses

no humanos. La influencia de esto sobre las valoraciones acerca de las políticas dependerá del

grado de no-consideración. Podría consistir en hacer siempre valer más los intereses humanos que

los intereses no humanos, sea cual sea la intensidad o fuerza de los intereses y sea cual sea el

número de individuos implicado. 

También podría ser de tal modo que permitiese el primado de los intereses no humanos más fuertes

o más numerosos sobre los intereses humanos más débiles o de menor cuantía. Para evitar la

arbitrariedad parece ser necesario un igual trato de intereses iguales. Esto dejaría espacio para la

diferenciación, que aún podría hacerse sobre la base de intereses que no todos los animales tienen.

Por ejemplo, los humanos tienen la capacidad de desarrollar el conocimiento teórico o la acción

racional autónoma, capacidades que obviamente no tienen los canguros. Estas capacidades deben

avalar determinados intereses que, como carecen de ellos, no podrían tener los canguros.

Semejantes intereses adicionales pueden decantar una decisión en favor de los humanos y en

contra de los canguros. 

Esto es especialmente probable en los casos -aunque no de manera exclusiva en éstos- en que sus

intereses comunes estén igualmente amenazados o igualmente protegidos: la apelación al interés

adicional y no común sirve de criterio de decisión. Imaginemos que un importante avance médico

dependiese de encerrar bien a personas o a canguros. El mantener a canguros en un amplio recinto

para estudiarlos puede ser moralmente preferible si no a

menaza sus intereses; si no son tratados cruelmente, si son alimentados, si son capaces de vivir de

acuerdo con su naturaleza. El confinar a personas del mismo modo no es moralmente aceptable en

razón de los intereses adicionales de los humanos. Este tipo de diferenciación trata por igual

intereses iguales independientemente de la especie y también permite que los intereses no

compartidos dejen lugar a grados de significación moral (véase el artículo 30,”Los animales”, para

una exposición adicional de la ética centrada en los animales). 

    

4. Una ética centrada en la vida 

El orden de los seres vivos incluye más que animales humanos y no humanos; incluye plantas,

algas, organismos unicelulares, quizás virus y, según han sugerido algunos, ecosistemas e incluso

el conjunto de la biosfera (véase Attfild, 1983, Goodbaster, 1978, y Taylor 1986). La complejidad de

una ética centrada en la vida dependerá de cómo se responde la pregunta “¿qué es vivir?”. Se

responda como se responda esta cuestión dará idea de un sistema autorregulado que persigue, de

forma no necesariamente consciente, determinados fines. Además, este rasgo es el que

normalmente se supone otorga relevancia moral a los seres vivos. Una ética centrada en la vida

considera moralmente relevantes a todos los seres vivos, aunque no necesariamente con igual

significación moral. Así, podría ser mejor salvar a una tortuga nariz de cerdo que a un arbusto

waratah, aun cuando ambos sean moralmente relevantes. Sin embargo, la primera puede ser

moralmente más relevante por su condición de ser vivo complejo. Aquí la complejidad sirve de

intensificador: de dos seres

vivos, será moralmente más significante el más complejo. Por considerar un caso diferente, podría

ser preferible salvar a una planta que salvar a una tortuga nariz de cerdo, porque sólo aquella planta

puede ocupar su nicho ecológico particular, mientras que la tortuga nariz de cerdo ocupa un nicho

que quizás podrían ocupar tortugas parecidas de diferente especie. Aquí la diferenciación se basa

en una valoración moral de las consecuencias respectivas de la eliminación de la planta y de la

tortuga nariz de cerdo y no de las características internas de ambos seres vivos. 

Una ética centrada en la vida exige que, a la hora de decidir cómo hemos de actuar, tengamos en

cuenta el impacto de nuestras acciones sobre todo ser vivo afectado por ellas. Por ejemplo, si

prosiguen las prospecciones mineras en el Kakadu, ello supondrá la tala de árboles y la destrucción

de otra vegetación; determinará la muerte de algunos animales y la alteración, si no la destrucción,

de los ecosistemas de los humedales. Estos hechos y otros hablan en contra de la minería y en

conjunto han de sopesarse frente a los resultados favorables que podrían obtenerse si prosiguen las

prospecciones. Como los beneficios sólo incluirían ventajas materiales para algunas personas, sería

difícil realizar la suma valorativa de forma que aprobase la actividad minera. Esto no quiere decir

que nunca sea moralmente permisible talar árboles, allanar dunas, sacrificar animales, modificar

ecosistemas, etc. Lo permisible depende de cuáles sean los resultados y de las diferencias de

significación moral dentro de la clase de lo moralmente relevante. 

En ocasiones una ética

centrada en la vida podría adoptar una forma radical: podría afirmar que no sólo son moralmente

relevantes todos los seres vivos sino que además tienen igual significación moral. (Véase Naess,

1979.) Este igualitarismo biótico, si fuese justificable, haría realmente difícil defender las

intervenciones humanas morales en el entorno natural. Sólo permitiría juicios cuantitativos; por

ejemplo, que dos seres vivos importan más que uno. La mayoría de las éticas centradas en la vida

propuestas contemplan una significación diferencial en el orden de los seres vivos, aún cuando no

se considere siempre más significativos a los humanos. La conservación de la biosfera y de

ecosistemas mayores podría considerarse más significativa que la conservación de grandes

contingentes de personas. 

5. ¿Derechos de las piedras? 

Las éticas consideradas hasta aquí evalúan las acciones teniendo en cuenta las consecuencias para

los individuos y agregándolas. Lo que distingue a estas éticas es el tipo de individuos que

contemplan; además, las últimas incluyen a todos los individuos incluidos por las anteriores. Podría

decirse que somos inexorablemente atraídos hacia una ética centrada en la vida; que no existe una

forma no arbitraria de detener el desplazamiento desde la ética de alcance más limitado a la ética de

más amplio alcance. ¿Por qué no dar una vuelta más de tuerca al argumento e incluir también a los

seres no vivos como seres moralmente considerables? No se trata aquí de atribuir una vida o una

perspectiva mental a seres no vivos; eso sería entrar en una discusión totalmente distinta. Lo que se

quiere decir es que los seres no

vivos que, al igual que muchos seres vivos carecen de conciencia e incluso de una organización

biológica rudimentaria, son moralmente relevantes. Podemos llamar a ésta la “ética del todo”. 

Pensemos por ejemplo en las piedras. La actividad minera supondrá la demolición de rocas, la

alteración de estructuras geológicas, la destrucción de fósiles, etc. ¿Tienen algo malo cosas

semejantes? Aquí hemos de tener cuidado de olvidar por un momento el perjuicio inducido que

causaríamos a plantas, animales y ecosistemas; tenemos que preguntarnos si estas cosas serían

malas en si mismas. Otro ejemplo podría aclarar la cuestión. Imaginemos un plan para probar un

misil disparando a un cuerpo celeste alejado v totalmente carente de vida, que sería destruido a

consecuencia de la prueba. ¿Sería esto malo en sí? De acuerdo con la ética que atribuye ”derechos”

a las piedras, por así decirlo, lo sería. Si tenemos todo en cuenta quizás no lo fuese, pero según

esta ética también debe tenerse esto en cuenta. Al igual que la ética centrada en la vida, esta ética

puede concretarse de diversas maneras. Puede conceder grados de significación moral y otorgar

una significación moral comparativamente mínima a los seres no vivos. Puede reflejar un

igualitarismo biológico y negar que existan gradaciones de significación moral, o bien puede situarse

entre ambos extremos. 

    

6. El holismo ecológico 

Como dijimos anteriormente, cualquier ética que nos guíe en nuestro trato del medio natural es, en

el sentido más general, una ética ambiental. El término «ética ambiental» tiene en ocasiones usos

más restringidos. En ocasiones se utiliza para in

dicar una ética que considera moralmente relevantes a otros individuos distintos a las personas, y

que proporciona argumentos de peso a las exigencias morales de los ambientalistas. Una ética

centrada en la vida es una ética ambiental en este sentido, y una ética centrada en los animales lo

es con menor claridad. Sin embargo, algunos reservan el término para una ética específica, el

holismo ecológico, presumiblemente porque piensan que sólo una ética semejante proporciona una

protección moralmente satisfactoria del entorno natural (véase Callicott, 1979). El holismo ecológico

considera moralmente relevantes dos tipos de cosas; el conjunto de la biosfera y los grandes

ecosistemas que la componen. 

Los animales individuales, incluidos los humanos, así como las plantas, rocas, moléculas, etc., que

componen estos grandes sistemas no son moralmente relevantes; sólo importan en tanto en cuanto

contribuyen al mantenimiento del todo significativo al que pertenecen. ¿Por qué habríamos de

preocuparnos si se causa la extinción de una especie? Deberíamos preocuparnos no por lo que esto

supone para sus miembros individuales o incluso para la propia especie sino porque la extinción va

en contra de la meta de mantener la biosfera o los ecosistemas. Es una cuestión debatida la de si el

holismo ecológico debe considerarse estructuralmente diferente de las otras éticas. Estas atendían a

individuos, y el «holismo» puede considerarse caracterizado por un centro de atención diferente. Sin

embargo, es posible considerar a la biosfera y a los ecosistemas como individuos, si bien individuos

extremadamente complejos. 

En este caso, el holis

mo es una concepción según la cual los individuos, los únicos que para muchos son moralmente

relevantes, no lo son. Obsérvese que, aunque los principios del holismo ecológico difieren de los de

otras éticas, esto no supone que difiera de éstas en cuanto a sus implicaciones programáticas. La

ética centrada en la vida y la ética del todo sancionará con toda probabilidad políticas ambientales

similares en razón de la índole de los mecanismos que mantienen los ecosistemas y la biosfera.

Asimismo, es posible combinar el holismo ecológico con cualquiera de las restantes éticas descritas.

Si, por ejemplo, se combina con la ética centrada en los animales estaríamos obligados a considerar

los intereses de los animales y la meta del mantenimiento de la biosfera. Cuando éstas entran en

conflicto, por ejemplo en algún extraño caso en el que sólo se puede salvar a animales simplificando

un ecosistema, sería preciso algún tipo de transacción o equilibrio de intereses. 

b) Justificación de una ética ambiental 

No es demasiado difícil apreciar la fuerza de la tesis de que los humanos son moralmente

relevantes. Resulta obvio que son relevantes porque tienen intereses que se pueden perjudicar o

beneficiar. Estos intereses se basan en capacidades de los humanos; por ejemplo, la capacidad de

sentir dolor y placer, la capacidad de elegir racionalmente y la capacidad de actuar libremente.

Menos obvio es que son relevantes en razón de las propiedades o características que poseen que

no dan lugar a intereses, por tanto en razón de propiedades intrínsecas. Por ejemplo, podría decirse

que cualquier cosa que tiene la propiedad de ser un ser viv

o complejo es, en esta medida, intrínsecamente valiosa, lo que quiere decir que existe una razón

moral para preservarla por sí misma, independientemente de la utilidad que tenga. 

Lo que tiene de determinante una ética centrada en los humanos nos mueve hacia una ética

centrada en los animales, y posiblemente más allá (este argumento lo desarrolla Lon Gruen en el

artículo 30, «Los animales»). La congruencia y el evitar distinciones morales arbitrarias estimulan el

paso de una ética centrada en los humanos a una ética centrada en los animales. Asimismo, al

reflexionar sobre seres no humanos podemos apreciar nuevas razones en favor de la relevancia

moral; por ejemplo, los individuos no humanos pueden tener propiedades estéticas como la belleza,

que podemos considerar les convierte en moralmente relevantes. También éste es un caso en el

que son relevantes moralmente no porque tengan intereses sino porque poseen una propiedad que

les otorga un valor intrínseco. 

Las razones aducidas en favor de una ética centrada en los animales, ¿avalan también una ética

centrada en la vida? Si puede decirse que las plantas -y los ecosistemas o la biosfera- tienen

intereses, como el interés por prolongar su existencia, quizás sea así. A menudo el concepto de

interés se explica en términos de que una cosa tiene un bien por sí misma que puede ser

perjudicado o favorecido. Algunos afirman que las plantas tienen un bien propio; por ejemplo, que el

bien de un árbol se favorece mediante los nutrientes suficientes para que siga floreciendo y se

perjudica cuando se le priva de nutrientes. El bien de una planta se determina por el tipo de cosa q

ue es, por el tipo de organización biológica que constituye, por lo que significa que sea un miembro

en crecimiento de su especie. Las plantas tienen un bien en este sentido pero obviamente esto no

basta para basar la tesis de que tienen intereses en un sentido moralmente relevante. Las plantas

no tienen un punto de vista desde el cual experimenten el mundo. Al árbol no le importa que se

seque y muera por falta de agua; le importaría a un canguro. Así como las plantas tienen metas

naturales, no tienen una actitud hacia estas metas y no experimentan el avance hacia ellas. Pueden

decirse cosas similares acerca de la biosfera y de los ecosistemas. Es esta diferencia la que algunos

consideran el tope del desplazamiento, la que proporciona un corte no arbitrario, desde una ética

centrada en los animales a una ética centrada en la vida. 

Sin embargo, incluso si se niega que las plantas tengan intereses, de ello no se sigue que no sean

moralmente relevantes. Recuérdese que se habían sugerido razones, que no tienen que ver con

intereses, en virtud de las cuales los humanos y los no humanos son moralmente relevantes. Estas

razones concernían a la propiedad de ser un ser complejo y a la propiedad de ser algo bello. Las

plantas pueden poseer estas propiedades, y silos animales son moralmente relevantes en virtud de

poseerlas, también lo son las plantas. La clave para defender así una ética centrada en la vida está

en demostrar que las propiedades a las que se apela son intrínsecamente valiosas. 

Puede decirse algo en favor de una ética centrada en la vida que nos impulse hacia una ética del

todo? La propiedad de constituir un

ser vivo complejo no puede ilustrarse con las piedras, etc., pero una propiedad afín, la de ser un

sistema complejo, puede ilustrarse con colecciones de seres no vivos que muestran ciertas

relaciones entre si. Si es su complejidad organizativa per se lo que hace a algo moralmente

relevante, entonces algunos seres inorgánicos serán moralmente relevantes; por ejemplo, los

cuerpos que forman el sistema solar, las pautas de desgaste de un acantilado y un copo de nieve.

La relevancia de esta idea para el caso del Kakadu depende, entre otras cosas, de si se considera

seres vivos a los ecosistemas. Si no es así, entonces son seres no vivos que muestran complejidad

y que, a partir de esta idea, son moralmente relevantes. 

El hecho de que sean moralmente relevantes proporcionaría una razón moral para oponerse a la

actividad minera. O también podríamos juzgar que una razón por la que consideramos moralmente

relevantes a los seres vivos es porque constituyen una muestra de belleza. En algunos casos esta

belleza podría ilustrarse por los rasgos más generales y externos de una cosa, como en el caso de

los tigres, las ballenas, las orquídeas y las proteas. Además, la belleza podría ilustrarse en el detalle

más especifico del funcionamiento biológico de un ser. Algunos seres inorgánicos como los cantos

rodados, las dunas, las lunas inertes y los icebergs pueden ser hermosos, con lo que si se utiliza la

belleza como base para atribuir la relevancia moral a los seres vivos, entonces al menos algunos

seres no vivos son moralmente relevantes. La exigencia del rasgo de la belleza como base para la

relevancia moral es discutible; sin emba

rgo, algunos autores la defienden vigorosamente, por ejemplo Rolston (1988). Quienes se oponen a

ella suelen decir que lo moralmente relevante es la apreciación de la belleza más que la belleza en

si. 

Así pues, una forma de lograr el paso de una ética a la siguiente es encontrar un determinante de

relevancia moral en esta ética y mostrar que su aplicación rigurosa nos lleva a una ética del

siguiente tipo. Otra forma consiste en mostrar que existen nuevos rasgos moralmente relevantes

que la ética más restrictiva ignora de manera injustificada. Un rasgo así podría ser la propiedad de

ser un objeto natural; es decir, un objeto que no es el producto de la tecnología y de la cultura

humana. Las piedras son objetos naturales y según esta concepción seria indebido, aunque quizás

no considerando las cosas globalmente, destruirlas. Hay otras propiedades candidatas: 

Por ejemplo, la propiedad de mostrar diversidad de partes, la propiedad de integración funcional de

las partes, la propiedad de mostrar armonía y la propiedad de ser un sistema autorregulado. Este

último grupo de propiedades, si se consideran determinantes de la relevancia moral, nos llevan en la

dirección del holismo ecológico o en la dirección de una ética mixta. Esto es así porque son

propiedades que ilustran de manera paradigmática los ecosistemas y la biosfera. Si aceptamos que

son determinantes de la relevancia moral, tenemos una razón, además de las que podamos

desprender de las demás éticas que hemos examinado, para resistirnos a políticas que determinen

la alteración de los ecosistemas. ¿Cómo decidir silos determinantes candidatos de la relevancia

moral

lo son de hecho? Pensemos en el carácter natural y en la propiedad de mostrar diversidad de

partes. Imaginemos que una determinada mina exige la destrucción de un grupo de árboles de una

formación rocosa y de la propia floración. 

Los ambientalistas protestan por cuanto esto supone una pérdida de valor no compensada. La

empresa minera promete reconstruir la floración con elementos sintéticos y sustituir los árboles por

modelos de plástico. Este trozo de entorno artificial será indistinguible, excepto por análisis de

laboratorio, del originalmente existente. Será exactamente igual de atractivo, no se dañará a ningún

animal a resultas de ello ni se alterará ningún ecosistema. Ni la ética centrada en los humanos ni la

ética centrada en los animales deja lugar para una crítica ambientalista. La ética centrada en la vida

puede motivar la crítica al denunciar la tala de árboles vivos. Sin embargo, para algunos esto no

parece ser lo único moralmente censurable en la propuesta de la empresa minera. ¿No es también

moralmente sospechosa por sustituir lo natural por lo artificial? Imaginemos un caso parecido en el

que se elimine sólo una floración en roca, desprovista de vida, siendo sustituida luego por roca

sintética. Ni siquiera una ética centrada en la vida permitiría cuestionar la moralidad de esta acción. 

Algunas personas consideran que incluso en este caso modificado la empresa minera hace algo

recusable moralmente. Si se extiende esta noción presta apoyo a una variante de la ética del todo

que incluye en su ámbito a todos los seres naturales (véase Elliot, en van DeVeer y Pierce, 1986,

págs. 142-50). Es difícil estar

totalmente seguro del origen de la creencia de que la naturalidad es un determinante de la

relevancia moral. Es posible que pensemos que la floración artificial es algo dudosa por cuanto no

podemos distanciarnos de la idea de que resultará notablemente diferente o de la idea de que

perjudicará intereses de los animales o que determinará una alteración del ecosistema. Si este es el

origen de nuestra creencia, carece de base la idea de que la naturalidad sea un determinante de la

relevancia moral. Pero debemos estar atentos a otra posibilidad. La naturalidad podría ser un

determinante condicional; es decir, podría exigir la presencia de alguna otra propiedad, por ejemplo,

la complejidad. Así pues, lo moralmente relevante no son los seres naturales sino cosas que son a

la vez naturales y complejas. 

Pensemos en la propiedad de tener una diversidad de partes. ¿Es ésta un determinante de la

relevancia moral? Aquí podemos comparar una zona cubierta de pluviselva con una zona que se ha

talado de árboles y está siendo cultivada. ¿Qué es más valioso en sí? Una vez más hemos de

distanciarnos de determinadas ideas; por ejemplo, la idea de que el talar bosques tropicales es

contrario a los intereses humanos a largo plazo, la idea de que los animales silvestres habrían

sufrido durante la tala o la idea de que se habría desplazado a los pueblos aborígenes. Al intentarse

esto, muchos dirían que la pluviselva tiene más valor. Imaginemos, pues, que sólo podría salvarse

una de estas áreas de una devastación masiva. Muchos dirían que, considerando las cosas en sí

mismas, debería salvarse la pluviselva. Además, una razón posible a aduci

r es que la pluviselva muestra más diversidad; tiene una composición más compleja y rica. También

podrían aducirse otras razones; por ejemplo, que la pluviselva tiene propiedades estéticas que no

posee la zona cultivada. Nuestra disposición, por ejemplo, a atribuir propiedades estéticas como la

belleza a la pluviselva puede depender de si comprendemos a ésta como sistema ecológico: el

conocer cómo funcionan concertadamente las cosas para mantener el todo podría ayudarnos a

considerarlo como un objeto bello. El considerar este tipo de razones como razones para evitar el

despojo ambiental sirve de base a una ética ambiental que va más allá de una ética centrada en los

humanos o en los animales y quizás también de una ética centrada en la vida. 

Incluso si aceptamos, por ejemplo, que los ecosistemas del Kakadu son moralmente relevantes,

¿cómo sopesar esto frente a intereses humanos (o de otro tipo)? Un primer paso consiste en

preguntarnos si hay formas alternativas de satisfacer intereses humanos. 

En ocasiones habrá casos de genuino conflicto en el que las diferentes consideraciones morales

tiran en direcciones diferentes. Aquí hemos de enumerar con cuidado las consideraciones morales

relevantes, preguntarnos por su importancia y formarnos un juicio de carácter global. No se dispone

de un cálculo decisivo que nos ayude en estos juicios. No es correcto decir que siempre debe

privilegiarse a los humanos ni tampoco decir que preservar un ecosistema siempre es más

importante que proteger cualquier conjunto de intereses humanos. No obstante habrá casos, como

el del Kakadu, en el que la política moralmente adecuada está suf

icientemente clara. 

5. Ética y Comunicación. 

Propuesta mediación didáctica del material: Actividad No. 19. 

Derechos y deberes del profesional de la comunicación 

La carta de Radio France Internationale (RFI), l comienzo del apartado de Principios Generales, reza

así : “Libertad” y Responsabilidad son las dos palabras claves – complementarias e indisociables-

que se emplean para definir la misión de los que, periodistas o no, se dirigen al público mediante la

prensa, la radio, la televisión o los nuevos medios de comunicación“. La labor del profesional de la

comunicación discurre entre el binomio libertad-responsabilidad. El profesional debe contar con

libertad (aunque sabemos que no va a ser absoluta, que va a estar condicionada por el medio para

el que trabaja, sus anunciantes etc.) para ejercer la función social que le corresponde, para actuar

de forma responsable. 

Como señala Etxberria (2003), en la actividad periodística entre en juego cuatro valores éticos

fundamentales: 

a. La verdad y la veracidad, lo contrario, el engaño, es la negación de la información. 

b. La libertad, que es la condición de posibilidad de la información. 

c. La dignidad de las personas como venimos diciendo, las personas, que son a la vez protagonistas

y receptoras, deben ser tratadas como seres valiosos por sí mismos que son. Esto se traduce, como

mínimo, en un respeto que podría formularse como “no dañar” (recordemos el principio de no

maleficencia); pero también está abierto a dimensiones en positivo (recordemos el principio de

beneficencia). 

d. La responsabilidad, que como hemos señalado es el eje vertebra

dor de la ética profesional y debe combinar el respeto a los principios con la valoración de las

consecuencias y las circunstancias. 

En la sociedad de la información hay una serie de factores que dificultan la asignación de

responsabilidades y que puede parecer que difuminan la responsabilidad profesional de la

comunicación (Greppi, 2002):n 

a. La propiedad y gestión de los medios ya no coincide. Surge la pregunta sobre quién, cómo y por

qué se toman las decisiones en las grandes empresas mediáticas. 

b. La aceleración del proceso de fabricación de la noticia difumina al autor que siempre hay detrás

de la misma y que es responsable de lo que dice. 

c. Las condiciones en las que se distribuyen los mensajes dificulta también la asignación de

responsabilidades. Esto se debe, principalmente, a dos hechos que se complementan y refuerzan

entre sí: la deslocalización y descontextualización de las fuentes, por un lado; y la multiplicación y

diversificación de los canales de distribución, por otro. 

d. Los mecanismos tradicionales de control (leyes y tribunales, y opinión pública) apenas inciden en

la realidad. De ahí que aparezcan nuevos mecanismos de control. 

“El desempeño de cualquier profesión implica trabajar dentro de unos parámetros de legalidad y

justicia, bien sea porque existen leyes sobre el ejercicio de esa labor en concreto, o bien porque la

empresa en cuestión posee un determinado código en el que ser perfilan los deberes y derechos del

trabajador. En este sentido, el periodista no difiere de cualquier otro profesional” (Rodríguez Pardo,

1999,89). Además, dada la trascendencia de la labo

r del periodista, vamos a apelar de forma especial a la responsabilidad que se sitúa más allá de la

meramente jurídica. 

Hay básicamente dos formas de entender el binomio libertad-responsabilidad: 1. La responsabilidad

como consecuencia inmediata de los actos libres y directos de las personas, lo que hace hincapié en

las consecuencias de los actos libres; 2. SE puede entender que la libertad y responsabilidad son

dos caras de una misma moneda. O como señala Soria (2003, 312)”la responsabilidad hace la

libertad una brújula con sentido, no una brújula loca”. Esto último nos da pie a hablar de la actuación

en conciencia. 

Actuar en conciencia y a conciencia supone (Soria, 1997, 63): 

a. La obligación de formarse éticamente. El informador, como toda persona, tiene obligación de

formar su conciencia. 

b. La obligación de obedecer y seguir la conciencia personal bien formada. En esto adquiere

plenitud el binomio libertad – responsabilidad, entendido como dos caras de una misma moneda. 

c. La obligación de no coaccionar la conciencia ajena, que se sigue de la obligación anterior. 

d. Ser consciente de que la conciencia no es infalible, puede equivocarse (por ejemplo, cuando parte

de hechos erróneos). 

Cuando entran en colisión los propios principios y valores y los del medio, la única salida es la

actuación libre en conciencia. En este capítulo veremos un instrumento para solucionar posibles

conflictos: la cláusula de conciencia. 

Otras posibles soluciones son: la concertación con la empresa, el director y la redacción de

principios que rijan la actividad del medio; la adhesión explícita a un de

terminado Código; la manifestación por parte del informados de reservas parciales a la cosmovisión

ideológica del medio; y la garantía empresarial de que no será obligado a escribir en contra de su

conciencia (Soria, 2003). 

La BBC se vio implicada en los últimos tiempos en uno de los más claros ejemplos de defensa de

los valores periodísticos más puros. El caso de las declaraciones del hombre experto en armas

químicas del gobierno de Blair, David Nelly, y su posterior suicidio pusieron contra las cuerdas a uno

de los medios de mayor prestigio mundial. Inmediatamente, la publicación del nombre de Nelly se

erigió en el guante arrojadizo entre la administración británica y la corporación mediática y se puso

en entredicho el buen hacer de la cadena. Durante el escándalo se elucubró sobre la supuesta

exageración de la emisora pública al ofrecer las declaraciones de Kelly, e incluso si suicidio se debió

más a la fuerte presiones ejercidas por el gobierno británico. Para The Economist “quizás nunca sea

posible contestar la pregunta central: ¿le dijo Kelly a la BBC todo lo que la BBC dijo que el dijo? En

Otoño de 2003 la cadena colgó en su sitio de Internet un importante apartado que tituló “Las Reglas

del Juego” y que describe, por medio de prestigiosos profesionales de los medias, los cinco valores

que consideran de mayor trascendencia. 

I. El secreto profesional: Derecho y Deber 

El secreto profesional es, a la vez, un derecho del profesional de la comunicación a mantener

ocultas sus fuentes y un deber adquirido con dichas fuentes. En muchas ocasiones se presenta

como la única vía para acceder a informacione

s relevantes. El secreto profesional es esencial en el ejercicio de la profesión porque supone la base

de una relación cuyo eje es la confianza. Supone no revelar a nadie aquello que ha sido conocido

por vía confidencial. Está relacionado con la intimidad, la fidelidad y la seguridad de las personas y

de los grupos (Bláquez, 2002). 

Cuando un periodista revela sus fuentes otorga mayor credibilidad a lo que dice, pero hay ocasiones

en las que éstas deben permanecer en el anonimato, a veces por razones obvias (por ejemplo,

porque de lo contrario la fuente puede sufrir una denuncia o poner en peligro su seguridad), y a

veces por razones no tan obvias. Pero también hay situaciones en las que la fuente no pueda o n

deba permanecer en el anonimato (por ejemplo, si el interés por el anonimato no es proporcional al

interés informativo). Sin embargo, llegado a un acuerdo, el profesional deberá medir sus palabras

para no ir en contra del compromiso adquirido. En algunos libros d estilo se proponen fórmulas (por

ejemplo, “fuentes policiales” o “fuentes oficiales”) para dar alguna pista a la vez que se mantiene el

anonimato. 

En el desarrollo de la actividad diaria, el secreto profesional abre puertas, preserva la discreción de

las fuentes y genera mayor confianza con el informador. El periodista ha de cuidar de forma muy

especial estas fuentes porque pueden proporcionarle, de cara al futuro, una mayor información que

permita construir con más detalle la sucesiva narración de los hechos. En estos casos, el profesional

debe manejar con cierta destreza esta posibilidad que le ofrecen los estatutos de los medios y la ley.

Continuamente se suceden ejemplos en lo que se solicitan mayores medidas para proteger este

derecho de los profesionales de la información. En 2002, “varios medios de comunicación

encabezados por el diario New Cork Times y las cadenas de televisión CNN y BBC han pedido que

si limite estrictamente el deber de testificar de los periodistas en los procesos de justicia

internacional. 

Básicamente, lo que pretenden estos medios es no poner en peligro a los corresponsales de guerra.

Unos 30 medios de comunicación, así como la ONG Reporteros sin Fronteras, dirigieron una carta al

Tribunal Penal Internacional de la antigua Yugoslavia en la que exigen que los testimonios de los

periodistas se limiten estrictamente a los casos en los que sean absolutamente especiales para

esclarecer los hechos. 

Podemos distinguir varios tipos de secreto profesional (Bláquez, 2002, 477-479): 

• Natural. Es debido a la misma naturaleza de la información. Secretos naturales son todos aquellos

que se refieren al mundo íntimo, a los afectos y sentimientos. Revelando estos secretos violamos el

respeto a la dignidad humana y cometemos una injusticia fundamental. 

• Prometido Cuando media la promesa formal de no revelar. . Si el asunto por su propia naturaleza

es grave, revelarlo es una injusticia. Quien nos respeta estos secretos no es digno ni de credibilidad

ni de confianza. Si la naturaleza del secreto no es grave la obligación de guardarlo depende de la

fuerza o naturaleza de la promesa, aunque siempre es mejor guardarlos. 

• Confiado Se trata de un contrato, explícito o implícito para desahogarse y recibir ánimo. Se pued

en dar muchos grados de obligatoriedad en la confidencialidad, pero, normalmente, se suelen

distinguir tres niveles. 

Confidencia entre amigos, normalmente para desahogarse y recibir ánimos. La prudencia dice qué

se puede revelar y qué no. Respetar las confidencias denota madurez humana y responsabilidad

moral. 

Secreto confiado a un amigo por razón de su competencia en busca de consejo. En estos casos hay

mayor obligación de guardar un secreto. 

Secreto confiado en tercer grado Éste es, propiamente dicho, el secreto profesional. La confidencia

se le hace a una persona por razón de su profesión y para obtener consejo cualificado. La obligación

de guardar el secreto es de estricta justicia. 

Sin embargo, no siempre la sociedad comprende este derecho que ampara al profesional de la

comunicación. En más de una ocasión, los periodistas tienen que enfrentarse a peticiones de penas

en distintos tribunales de justicia. Un caso evidente lo encontramos hace más de diez años. El 10 de

abril de 1991 se juzgó en Bilbao a un periodista del diario El Correo que se negó a revelar al juez el

lugar donde realizó una entrevista. El abogado defensor pidió la absolución para el informador sobre

la base del derecho y deber legítimo de los periodistas de acogerse al secreto profesional y no

revelar sus fuentes. SE llegaba a esta situación a raíz de una entrevista a un corredor de comercio

involucrado en unas diligencias abiertas por una presunta estafa. Tras esta entrevista, el acusado de

estafa, interpuso una querella criminal por injurias contra el periodista y solicitó entre otras pruebas,

que se recibiera dec

laración al periodista que había realizado el reportaje. O más recientemente, el caso de un periodista

portugués que fue detenido por negarse a revelar ante la juez la identidad de su fuente durante un

proceso relacionado con el tráfico de drogas. A pesar de ser puesto en libertad ese mismo día, el

periodista José Luis Manso Preto, lo que representa un caso inédito que no se producía en Portugal

desde la revolución de los Claveles. 

Lo específico del secreto profesional en el caso del periodista supone: no revelar las fuentes de

información, no sacar a luz los nombres de las personas que han facilitado la información de forma

confidencial y mantener a buen recaudo todo aquello que los autores de la información prohíban que

sea revelado. (Bláquez 2002, 483) 

Si bien el secreto profesional en la práctica contribuye a la libertad de expresión y a apoyar la

autoridad moral del periodista, en la práctica puede dar lugar a abusos. Muchas veces los

profesionales lo utilizan como parapeto para ejercer un mal entendido derecho a la información

(véase lo expuesto en el tema 2). El derecho a la información no es un derecho absoluto (el único

derecho absoluto es la vida humana), sino un derecho relativo que está sujeto a principios éticos. No

parece que el derecho a informar, en caso de conflicto, pueda ponerse por encima del derecho a la

vida, a la intimidad, al honor y a la propia imagen. La preservación de la paz social y la seguridad

nacional o personal están por encima del derecho al secreto que, además, debe ser compatible con

el derecho de acceso a las fuentes y a la crítica constructiva (Bláquez, 2002). 

El secreto

profesional no constituye un privilegio o una situación de impunidad, sino que amplía el ámbito de

responsabilidad (Soria, 1997). El informador se hace responsable de lo difundido. 

Veamos cuáles son los límites al secreto profesional (Bláquez, 2002, 484-486: 

• El bien común. La obligación de guardar el secreto profesional se difumina si con ello se puede

acarrear consecuencias perjudiciales a la comunidad (por ejemplo, en casos de terrorismo o

epidemias). La norma a aplicar en caso de duda, prevalece el secreto profesional, guiado por el

sentido común. 

• El daño a terceros inocentes. El respeto a la inocencia prevalece sobre el secreto, aunque es difícil

aplicar este principio en la práctica. Normalmente se suelen señalar los siguientes criterios: 

- La obligación de guardar secreto disminuye cuando afecta a personas públicas de gran

trascendencia, o cuanto más inocente sea la parte perjudicada. 

- Cuando alguien quiere ampararse en el secreto profesional para cometer alguna injusticia, hay que

advertirle de que se puede violar el secreto profesional. 

- Cuando la injusticia se ha consumado ya no es lícito revelar el secreto. 

- No hay que guardar el secreto hasta el heroísmo. La propia vida está por encima de los secretos

de los demás. 

- Autorización el secreto deja de ser un secreto cuando el interesado autoriza a revelarlo. Incluso, en

algunos casos podría presumirse esta autorización, aunque la presunción es algo muy delicado. Un

criterio práctico para estos casos es informar únicamente sobre los aspectos técnicos, dejando las

referencias personales. 

Para terminar est

e apartado sobre el secreto profesional recogeremos en el siguiente cuadro resumen cuál es la

naturaleza jurídica, su justificación, así como las dudas y objeciones que suscita. 

El Secreto Profesional 

|Naturaleza |Como derecho: exime de una obligación | 

| |Como deber: obliga a mantener en secreto las fuentes | 

|Justificación |Se ha pactado con la fuente | 

| |Es necesario para obtener información relevante | 

|Objeciones |La acción de los tribunales en la aplicación de la justicia es superior a cualquier

privilegio. | 

|Dudas |¿Quién debe ser protegido? ¿Son los reporteros? | 

| |Se restringe a la modalidad periodística o se extiende a otros tipos de comunicación pública? | 

| |¿Qué se protege? ¿Sólo las fuentes o también el material informativo? ¿Tiene límites? ¿Cuáles? | 

II. La cláusula de Conciencia 

La cláusula de conciencia tiene cierta relación con el secreto profesional, pero difiere en algo

fundamental: mientras que el secreto profesional tiene cierta trascendencia pública, la cláusula de

conciencia apenas tiene repercusión exterior porque es un derecho que

afecta la actividad del informador en la empresa en y para la que trabaja y cuyo fundamento se

encuentra en la libertad ideológica que el informador tiene , al igual que todo ciudadano, y del que

nadie le puede privar (Rodríguez Pardo, 1999, 95) 

La visualización histórica de esta figura ética, y posteriormente jurídica, que poseen los

profesionales de la información se inicia con la formalización de la profesión periodística como parte

del régimen laboral. Se plantea en Francia en 1935, y es más concretamente Georges Bourdon,

presidente del Sindicato Nacional de Periodistas, el que logró convencer a los periodistas y

legisladores para que incluyeran en esa nueva relación laboral una serie de privilegios para los

profesionales (Azurmendi, 1997). 

El profesional de la comunicación normalmente está integrado en una empresa y ese hecho limita su

actividad. La línea editorial del medio, el estatuto de redacción (si lo hay) y los usos profesionales

condicionan el ejercicio de la profesión. Aunque no suponen la supresión de la independencia moral

del informador, sí exigen una aceptación de los principios ideológicos del medio. El marcado

carácter intelectual de la profesión justifica el reconocimiento de esta cláusula (Azurmendi, 1997).

La cláusula de conciencia está sobreentendida en el contrato laboral entre la empresa informativa y

el periodista. Supone la posibilidad de que el periodista rescinda unilateralmente del contrato,

percibiendo igual indemnización a la del despido improcedente, cuando la línea editorial ha

cambiado de modo que le afecta negativamente en su ideología o dignidad profesional ( Escobar d

e la Serna, 2003). La carga de la prueba recae en quien invoca la cláusula de conciencia, al igual

que ocurre en cualquier relación contractual (Díaz Arias, 2003ª). 

Son varios los supuestos que ampara la cláusula de conciencia: 

1. Cuando el medio de comunicación manifiesta un cambio notable en la orientación informativa. 

2. Cuando se producen modificaciones en las condiciones de trabajo que suponen un perjuicio grave

para la integridad profesional o deontológica del informador. 

3. Un informador se puede negar a elaborar informaciones contrarias a la línea ideológica del medio

o a los principios éticos. 

4. Cuando se produzcan alteraciones, para poder difundir la información con el nombre, pseudónimo

o signo de identificación del informador debe existir el consentimiento del mismo. 

El editor no puede obligar al informador a vulnerar los límites intrínsecos, extrínsecos o las normas

deontológicas (Díaz Arias, 2003ª.) 

a. Los límites intrínsecos: los informadores han de ser veraces y respetar en su labor el pluralismo

social, siendo fieles a los hechos. 

b. Los límites extrínsecos: los derechos fundamentales de terceros, en especial los derechos de las

personas y de protección de menores. 

c. Las normas deontológicas, compartidas por la generalidad de la población y adaptadas a la

práctica, que sirven de guía para el respeto de esos límites y ayudan al cumplimiento de la función

pública. 

III. Derechos de autor 

Para comprender mejor la idea de los derechos de autor sobre las obras creadas hay que partir de

la ideal del profesional de la comunicación como intelectual. Desde la con

figuración de la profesión con sus derechos y responsabilidades, ésta ha ido atravesando diferentes

etapas desde el mínimo reconocimiento hasta la más elevada valoración, sobre todo por parte de la

sociedad. El profesional de los medios de comunicación ha visto desplazada en los últimos tiempos

su ligazón a la intelectualidad, transformada en corporaciones, ya que apenas tienen cabida los

ámbitos autónomos de producción. Este hecho hace que el intelectual de la comunicación quede

prácticamente desprotegido frente a la empresa y busque, en instrumentos como el derecho que

ahora detallamos algún apoyo al que agarrarse. 

Los derechos de autor son los que éste tiene sobre su creación. Éste es uno de los principales focos

de conflicto entre periodistas y empresas informativas y entre anunciantes y empresas publicitarias.

Existen tres corrientes jurídicas en relación con relación a este tema: 1) Aquella que los identifica

con un tipo de propiedad; 2) Aquella que los ve como una manifestación de un derecho de la

persona; 3) Aquella que sostiene una visión conciliadora de las dos anteriores y se centra en la

facultad de difundir. Nos centramos en ésta última y presentamos un cuadro resumen de los

elementos constitutivos de los derechos de autor. 

|SUJETO |Quien crea una obra literaria, científica o artística, que puede ser transferida a otras

personas físicas o | 

| |jurídicas, y que se fija en un soporte. | 

|OBJETO |Las creaciones originales

|CONTENIDO |Facultades morales: | 

| |De identidad (reconocimiento del autor, utilización de seudónimo o anonimato) | 

| |Derecho de integridad de la obra | 

| |Derecho de modificación de la obra | 

| |De su difusión | 

| |De no difundirla | 

| |De retirar de la circulación la obra (compatible con el pago de una indemnización a quien en ese

momento ostente | 

| |los derechos de explotación) | 

| |Facultades de explotación supone: | 

| |reproducción | 

| |distribución | 

| |c

omunicación pública(ante el público o retransmitida a través de los medios de comunicación) | 

| |transformación de la obra | 

| |La explotación puede ser directa o mediante la cesión (que puede ser o no en exclusiva) | 

| |Facultad de obtención de beneficio económico directa o indirectamente (medie o no un contrato de

cesión) | 

Fuente: elaboración a partir de Azurmendi (1997, pp. 180-181) 

Los derechos de autor del periodista cuentan con dos limitaciones: 

a) Por la relación laboral con su empresa. Por lo general el periodista se integra en una empresa

informativa y su trabajo es realizado en equipo y para un empresario. 

b) Por el contenido de interés informativo de su trabajo. Las noticias no son objeto de derechos de

autor. 

El medio audiovisual también tiene sus especificidades: 

a) Salvo pacto en contrario, el empresario ostenta los derechos de autor de un equipo que trabaja en

régimen laboral. 

b) En caso de grabación audiovisual, los participantes ceden la facultad de explotación al productor,

para lo que es necesario la autorización expresa de todos los autores. El productor tiene la

obligación de remunerar a los mismos, al menos una vez al año, según lo determinado por cada

modalidad de explotación. 

En la actividad publicitaria, al no existir relación laboral, no se puede establecer una norma que los

derechos pertenezcan al anunciante. Es necesario que conste en el contrato d

e creación y difusión de publicidad los términos que la agencia y anunciante ceden los derechos. 

IV. Los deberes del profesional de la Comunicación 

Vamos a presentar en un cuadro los deberes del profesional de la comunicación agrupados en tres

bloques: 

Anteriores al acto informativo no son exigibles hasta que se produzca el acto informativo. 

Coetáneos al acto informativo son exigibles de forma simultánea al acto informativo y pueden hacer

referencia al mensaje, el receptor o el informador. 

Posteriores al acto informativo o consecuenciales. Se derivan del acto informativo ocurrido. 

Deberes del profesional de la comunicación 

|ANTERIORES |Formación, preparación y estudio para cumplir con la vocación y las propias

aptitudes. | 

| |Cumplir con os requisitos y exigencias formales para el ejercicio. | 

| |No incurrir en incompatibilidades establecidas por la ley. | 

| |Evaluar las posibles consecuencias de la información que se pretenden dar. | 

|COETÁNEOS |Relativos al mensaje | 

| |La información para ser tal debe ser verdadera y comunicada. Los caminos para informar la

verdad son | 

| |distintos según se trate de un mensaje de hechos, de ideas o de juicios. | 

|

|Relativos al receptor | 

| |El informador debe tener la mentalidad de educador. Todos los mensajes informativos tienen un

efecto | 

| |educativo. La información difundida no debe ser alienante. Debe enseñar no qué pensar o qué

hacer, sino cómo| 

| |decidir libremente qué pensar o qué hacer. | 

| |Deberes de realización del informador | 

| |El profesional, ante todo, es una persona y debe llevar adelante su proyecto de realización en

todos los | 

| |ámbitos de la vida. En la medida que lo logra aumenta su credibilidad. | 

| |El informador debe ser justo (vivir honestamente, no dañar a nadie y dar a cada uno lo suyo). La

información| 

| |es el medio, no el fin, para alcanzar la justicia. | 

| |Debe ser diligente en el tratamiento de la información. | 

| |Debe ser libre, debe contar con autonomía, en la realización de su trabajo. | 

| |Debe trabajar y perfeccionarse continuamente buscando la excelencia

profesional. | 

| |Debe respetar los derechos de sus semejantes (en especial el derecho a la intimidad, el honor y la

imagen; | 

| |así como a la voz y la igualdad –de las minorías-) No debe difundir aquello que pueda poner en

peligro la | 

| |convivencia social. | 

|POSTERIORES |Debe rectificar a petición de los afectados, o como ejercicio de autorrectificación. | 

| |Debe sostener y ratificar la información si tiene la certeza de que es correcta. | 

| |Debe cumplir con la responsabilidad penal. | 

| |Debe cumplir con la responsabilidad civil. | 

| |Debe trascender, compartir sus conocimientos y experiencias. | 

Fuente: elaboración a partir de Gareis (2003, pp. 202-209) 

Para terminar, después de señalar los distintos deberes del profesional de la comunicación,

queremos enunciar once situaciones especialmente conflictivas en el ejercicio de esta profesión y a

las que hay que ser especialmente sensibles: 

1. Las relaciones con la fuentes 

2. Los conflictos de interés 

3. Todo lo relacionado con regalos, ayudas etc. 

4. El grado de compromiso con la verdad

5. El grado de compromiso con el interés público. El problema es qué sucede cuando el interés

público no coincide con la verdad. 

6. La invasión de la privacidad. 

7. La corrección de errores cuando estos se comenten. 

8. El cumplimiento de la ley. 

9. La búsqueda de prestigio profesional 

10. La falta de rigor, la escasa profesionalidad. 

11. El plagio, no siempre fácil de definir y delimitar. 

V. Anexos 

En el anexo incluimos tres documentos que sirven para profundizar en el sentido último de la

profesión y las exigencias de un buen ejercicio de la misma. 

En el primero se presenta el “Dodecálogo del Deberes Éticos del Periodista” de Camilo José Cela,

quien ejerció muchos años como periodista. En el segundo se describe el perfil del informador

responsable. Y en el tercero se sintetiza las que la BBC denomina Las reglas del juego. 

Conociendo al autor del texto 

Camilo José Cela ha sido uno de los más altos escritores españoles de la segunda mitad del siglo

XX. Su obra se arraiga en una profunda raíz de nuestra cultura: la que continúa la estirpe literaria de

Quevedo y Valle-Inclán y la pictórica de Goya. 

Cela supo aunar magistralmente el extraordinario dominio del lenguaje con la visión desgarrada y la

búsqueda de la pureza que se esconde tras las más violentas pasiones humanas. En definitiva, su

obra indaga en lo que hay de más esencial y elemental en las personas. 

Fue un escritor completo: novelista, poeta, articulista, autor de romances de ciego y de inolvidables

libros de viajes; en todos ellos ha dejado la huella de su vigorosa personalidad humana y literaria. 

DODECÁLOGO ÉTICO DE CAMIL

O JOSÉ CELA 

El periodista debe: 

1. Decir lo que acontece, no lo que quisiera que aconteciese o lo que imagina que aconteció. 

2. Decir la verdad anteponiéndola a cualquier otra consideración y recordando siempre que la

mentira no es noticia y, aunque por tal fuere tomada, no es rentable. 

3. Ser tan objetivo como un espejo plano; la manipulación y aun la mera visión especular y

deliberadamente monstruosa imagen o la idea expresada con la palabra cabe no más que a la

literatura y jamás al periodismo. 

4. Callar antes de deformar; el periodismo no es el ni el carnaval, ni la cámara de horrores, ni el

museo de las figuras de cera. 

5. Ser independiente en su criterio y no entrar en el juego político inmediato. 

6. Aspirar el entendimiento intelectual y no al presentimiento visceral de los sucesos y situaciones. 

7. Funcionar acorde con su empresa –quiere decirse con la línea editorial-ya que un diario ha ser

una unidad de conducta y de expresión y no unas suma de parcialidades; en el supuesto de que la

coincidencia de criterios fuera insalvable, ha de buscar trabajo en otro lugar ya que ni la traición a sí

mismo, fingiendo, o a al empresa, mintiendo) ni la conspiración, ni la sublevación, ni el golpe de

estado son armas admisibles. En cualquier caso recuérdese que para exponer la baraja de posibles

puntos de vista ya están las columnas y los artículos firmados. Y no quisiera seguir adelante – dicho

sea al margen de los mandamientos- sin expresar mi dolor por el creciente olvido en el que, salvo

excepciones conocidas y por todos celebradas, están cayendo los artículos literarios y de

pensamiento n

o político en el periodismo actual. 

8. Resistir toda suerte de presiones: morales, sociales, religiosas, políticas, familiares, económicas,

sindicales, incluidas las de la propia empresa. (Este mandamiento debe relacionarse con el anterior) 

9. Recordar en todo momento que el periodista no es el eje de nada sino el eco de todo. 

10. Huir de la voz propia y escribir siempre con la máxima sencillez y corrección posible y un total

respeto a la lengua. 

11. Conservar el más firme y honesto orgullo profesional a todo trance, y , mintiendo los debidos

respetos, no inclinarse ante nadie. 

12. No ensayar la delación, ni dar pábulo a la murmuración ni ejercitar jamás la adulación: al delator

se le paga con desprecio y con la calderilla del fondo de reptiles; al murmurador se le acaba

cayendo la lengua, y al adulador se le premia con una cicatera y despectiva palmadita en al

espalda”. 

2. EL INFORMADOR RESPONSABLE 

El informador responsable: 

• Por relación al público, respeta la vida privada y reputación de las personas, así como sus

convicciones, su sensibilidad y legítimas costumbres. Por lo mismo, evita las calumnias, las

acusaciones infundadas y los prejuicios sobre los juicios legales. Reconoce el derecho del público a

saber la verdad, acepta el derecho de réplica, las sugerencias y las críticas constructivas. Presenta

los hechos con objetividad, pero sin brutalidad, ni sensacionalismo. 

• Por relación a los eventos, obtiene los datos informativos por medios justos y honestos, los verifica

al máximo y los comunica con veracidad, evitando toda forma de manipulación malintencionad

a. Corrige cualquier error una vez detectado. 

• Por relación a las fuentes, respeta la confidencialidad y el secreto profesional, reclama el derecho

al acceso razonable a las fuentes de información y trata de conocerlas con la mayor competencia

posible. 

• Por relación al grupo profesional cuida su integridad personal evitando el soborno y las ventajas

personales; es solidario con sus colegas y nos les causa perjuicios mediante la promoción justa y

equitativa. Por la misma razón se abstiene de practicar el plagio y se comporta de modo que no

quede el gremio profesional en mal lugar. 

• Por relación al ideal de servicio sirve al interés público, colabora a la creación de una opinión

pública informada y objetiva, contribuye noblemente a la educación de las masas y apoya la lucha

social por la vía de la justicia, el respeto y la paz sociales. 

• Por relación a la comunidad internacional se abstiene de atacar a las naciones amigas mientras se

respeten los derechos humanos fundamentales, favorece la convivencia pacífica y el mejor

conocimiento de los países extranjeros. 

3. LAS REGLAS DEL JUEGO (BBC) 

“La precisión, la imparcialidad y la transparencia son las bases de 

todo el periodismo de la BBC, independientemente 

del medio que utilicemos para llegar al público”. 

Nigel Cahpaman 

Subdirector del Servicio Mundial de la BBC 

Imparcialidad 

La imparcialidad debida es la base editorial de la BBC. Todos nuestros programas y servicios

informativos deben ser justos, estar libres de prejuicios, mostrar amplitud de criterio y respetar la

verdad. 

La búsqueda de la imparcialidad demuestra el co

mpromiso de la BBC con el público, reflejando la gama de intereses de nuestra audiencia, así como

todo punto de vista, credo y corriente de pensamiento. 

Por eso la primera regla del juego es la imparcialidad, mediante la cual los periodistas de la BBC se

esfuerzan por informar sobre los acontecimientos mundiales de forma equilibrada y sin sesgos. 

Precisión 

La precisión para reflejar la verdad es uno de los pilares editoriales del BBC. Sin ella pierden

credibilidad los valores como la imparcialidad, la responsabilidad o la transparencia. 

Transparencia 

La transparencia en toda actividad periodística de la BBC es uno de los elementos clave de nuestra

política editorial. 

En las “reglas del juego”, la transparencia se refiere al tratamiento que se les da a todos los que

contribuyen con nuestros programas o reportajes, incluidos los menores de edad. 

La transparencia indica un trato justo, honesto y respetuoso de los entrevistados y de los

protagonistas de la noticia, y exige, además consideración a la privacidad de los mismos. 

Toda persona partícipe en nuestra cobertura tiene el derecho de saber de qué trata el programa o

artículo a todo entrevistado se le debe dar la oportunidad de responder a las preguntas. 

Los periodistas de la BBC deben tener cuidado especial con la participación de menores de edad.

En ese caso, lo más importantes es respetar sus derechos. 

Sin embargo, todas estas consideraciones no se pueden interpretar como un obstáculo insalvable a

un periodismo indagatorio, dispuesto a plantear preguntas que hay que hacer y a impulsar el debate

de nuevos temas y ángulos. 

Responsabilidad 

Uno

de los desafíos que enfrentan los periodistas y productores de la BBC es llevar a nuestro público

global una programación y contenidos decentes, dignos y relevantes. 

Independencia 

El público de la BBC debe poder confiar en la independencia e integridad de nuestros periodistas y

su trabajo. 

Nuestra audiencia debe tener confianza en que tomamos decisiones informativas por razones

editoriales sólidas y por presiones indebidas políticas, comerciales o de intereses especiales. 

La independencia en las reglas del juego significa que los periodistas de la BBC deben esforzarse y

mantenerse alertas para evitar que su cobertura se vea influida indebidamente. 

Los programas o artículos de la BBC jamás deben de dar la impresión de que respaldan o

promocionan un producto o servicio, o que están comprometidos con una posición política o con un

grupo de presión determinado. Siempre debe haber una justificación editorial para mencionar tanto

marcas comerciales como posiciones políticas en nuestra cobertura periodística. 

Los presentadores, reporteros y productores de la BBC no deben tener ninguna vinculación

importante con los productos, servicios, empresas, partidos políticos y grupos de presión

mencionados en sus espacios. 

6. Ética y Economía. 

Conociendo al autor del texto 

Fernando Montes s. j., rector de la Universidad Alberto Hurtado de Chile. Licenciado en sociología

por la Universidad de Lovaina, Bélgica. Este documento fue presentado en el Seminario

Internacional “Ética y Desarrollo: Los Nuevos Desafíos", Tegucigalpa, Honduras – 2 de Septiembre

de 2001. 

Propuesta mediación didáctica del material: Activi

dad No. 20. 

Texto 

Provengo de un pequeño país que desde los años ochenta ha aplicado ortodoxamente los

postulados de una economía de mercado abierto. Los sacrificios iniciales fueron grandes pero los

éxitos fueron también considerables. Alto crecimiento, baja inflación, finanzas públicas ordenadas,

decrecimiento del número de pobres, en los primeros años aumento del empleo etc. Sin embargo,

pasado quince años aunque nadie quiere perder lo alcanzado, se constata un creciente descontento

y un malestar que abarca no sólo el campo económico. 

Aunque hemos recuperado la democracia, en muchos aspectos estamos ante un país más

desarticulado, con menos ciudadanos y más consumidores. Hay una pena que se extiende. 

Existe el sentimiento que pasamos de un período militar, donde las fuerzas armadas no estuvieron

bajo el control político civil, ha algo analógico: un grupo de economistas que en cierto modo están

por encima del sentir y control ciudadano. En este contexto quisiéramos reanalizar las relaciones

entre ética y economía. 

Procederé en dos partes: En primera constataré ciertos deslizamientos o evolución en las relaciones

entre ética y economía; en la segunda me referiré a ciertos desafíos particulares en la actual

coyuntura que vive nuestro país. 

1º Deslizamientos o evolución de las relaciones entre ética y economía 

El desarrollo de las relaciones entre ética y economía no ha sido lineal ni fácil. Toda descripción

somera de una evolución comporta necesariamente elementos de simplificación. Señalaré cuatro

“deslizamientos” o líneas de progresión. 

1. a) De Adam Smith a Amartya Sen. Redescubrimiento de la ec

onomía como ciencia social. 

1. 1) La economía nace merodeando el campo de la reflexión ética. De hecho Adam Smith fue ante

todo un moralista. El conjunto de su obra, en particular “The theory of moral sentiments” lo

atestigua. 

2. 

3. 2) Constituida la economía como ciencia tuvo la tentación de concebirse cada vez más como

ciencia exacta. Usó más y más las formalizaciones y modelos predictivos matemáticos y se desligó

de la consideración moral. La persistencia, complejidad y novedad de los problemas; el progreso en

la epistemología de las ciencias y otros factores han contribuido a pensar que el desarrollo no puede

limitarse a lo puramente económico ni depender exclusivamente de la economía. Se ha llegado a

hablar de desarrollo de capital social y por ende de desarrollo humano. Testigo de esta evolución es

el indio Amartya Sen, premio Nóbel de economía, que habla del desarrollo como libertad. La ética

pasa a ocupar un lugar de privilegio en la búsqueda de soluciones económicas. Los economistas se

hacen más suspicaces frente a la “mano invisible” que parece ser desigual en el modo de repartir

sus golpes o restablecer los equilibrios. En otras palabras ha habido un paulatino retorno a los

factores éticos. 

1. b) De la administración a la economía. 

2. 1) Por la inmediatez de los problemas y sus consecuencias prácticas se desarrolló fuertemente un

pensamiento moral ligado a la empresa y a la administración. Generalmente ese pensamiento tuvo

una lógica utilitarista y pragmática, aunque no exclusivamente. Lo ético (no robar, no mentir, cumplir

los compromisos) es presentado como buen negocio, como a

lgo rentable a la larga. 

3. 

4. 2) De esa visión más ligada a los negocios, se ha ido pasando paulatinamente a la necesidad de

una reflexión ética en torno a la economía misma, a los modelos que ella propone y a las decisiones

globales que se toman. La economía parecía en deuda con la moral, pues prácticamente sólo

trataba el problema de la equidad relacionado con la distribución. Hoy vemos que todas las

decisiones económicas tienen consecuencias inmediatas en la conducta humana, en la organización

social sociedad y en la cultura. 

c) De la justificación al sentido 

1. 1) Muy frecuentemente se buscó en la ética una justificación o una aprobación desde el punto de

vista de la vida social. Por ejemplo debió justificarse el lucro o el préstamo a interés. Es famosa la

defensa del relativo “egoísmo” del carnicero y el panadero en un texto frecuentemente citado de A.

Smith. 

2. 

3. 2) En un mundo que ha perdido sus metas, se ha visto la necesidad de ir al fondo de las cosas

discutiendo el destino mismo de la economía y su ubicación en el conjunto. Ella se ha ido abriendo a

una interrogación total y de fondo, sobre todo al situarla en el conjunto del proyecto humano. ¿Para

qué? ¿Por qué y cómo? ¿qué consecuencias no sólo económicas sino para toda la vida social y

humana? etc. 

4. 

d) De los valores económicamente relevantes a la responsabilidad social. 

1. 1) Tal vez haciéndose eco de las consideraciones de Max Weber en su Ética Protestante, se ha

reflexionado en los “valores que contribuyen al desarrollo económico”. Se estudió como fomentar el

espíritu de trabajo bien hecho, la honradez,

la verdad, la austeridad y espíritu de ahorro, la capacidad de riesgo porque eso tenía directa

incidencia en el desarrollo económico. Últimamente se ha insistido en la Confianza (Peyrefitte). Ese

es un avance desde el punto de vista ético porque hace comprender el factor humano de la

economía que no es sólo un problema monetario o de producción. 

2. 2) Desde esa consideración centrada en los valores se ha abierto otra perspectiva para reanalizar

la relación entre ética y economía: tomar conciencia de la responsabilidad en las hondas

consecuencias que tienen las teorías y decisiones económicas en la vida y desarrollo de las

personas y las sociedades. Las decisiones no son neutras como podría pretender una cierto tipo de

ciencia. Cada decisión influye en la vida y en la muerte de hombres, mujeres y niños; y marcan los

movimientos sociales y sus organizaciones. 

2º Algunos desafíos particulares 

Precisamente desde la perspectiva de las consecuencias que se siguen de las diferentes opciones

económicas, señalaré cinco puntos que se presentan como desafíos. 

a) La perspectiva desde donde se hace economía. 

El conocimiento humano, por objetivo que él sea, está fuertemente influido por la perspectiva desde

el cual se hace. El lugar social colorea la elección de los temas, cuestiona las soluciones y

ciertamente interviene en los acentos. Si esto es verdad en cualquier parte de la tierra, lo es más en

América Latina porque se trata de sociedades profundamente segmentadas. Los profesionales

generalmente provienen de un grupo social y se relacionan con dicho grupo. 

Esto se agrava porque normalmente se tiene como refer

encia principal el mundo académico de sociedades desarrolladas. Los académicos repiten lo

aprendido en Chicago, con los matices propios de esa escuela, usando métodos, y mediaciones

americanas y pensando publicar en revistas de referencia que avalan la validez académica. 

La ciencia tiene algo de universal y no se trata de fomentar un nacionalismo estrecho pero, una

ciencia aplicada, ciencia social como es la economía es necesariamente deudora de su entorno. 

Ejemplo. En mi patria ante la grave situación de la vivienda, un sacerdote convocó a algunos

arquitectos para planear casas elementales que resolvieran al menos transitoriamente el problema.

Los arquitectos profesionales, formados en nuestras universidades fueron incapaces. Un joven, sin

estudios de arquitectura, sobre un papel cuadriculado de aritmética propuso un modelo que ha dado

alivio a miles y miles de familias jóvenes y a los más pobres que no tenían lo más mínimo para tener

privacidad y vida familiar. Faltaba alguien que hiciera arquitectura desde otro ángulo, con ojos

nuevos y creatividad...aunque con pocos medios. 

En Chile, los economistas conocen a los pobres fundamentalmente por las estadísticas. En las

universidades se estudian casos importados y los jóvenes no conocen la realidad de su pueblo.

Están más familiarizados con lo que pasa en Miami que en las poblaciones más pobres de su

ciudad. 

No deja de ser significativo el vuelco dado por Yunus, con su banco de los pobres, que desde

Bangladesh rompió todas las certezas de banqueros y teóricos clásicos. 

En la Universidad Católica de Chile, se publicó un libro recogiendo artículos sobre la p

obreza en Chile, destinado a nosotros y todos esos artículos están escritos en Ingles. En nuestro

Banco Central se hacen regularmente seminarios entre los investigadores del lugar y se hace el

seminario en inglés. Esto es anecdótico pero es grave porque denota un grupo herodiano, es decir

vueltos a la cabeza del imperio y no a aquellos que se debe servir. Una relación fructífera entre ética

y economía supone necesariamente cuestionar el punto de partida y el punto de referencia de esta

ciencia. 

Es interesante, en Chile el programa de viviendas populares (Un Techo para Chile) que reagrupa

estudiantes de todas las universidades que sienten el vacío en la formación recibida y quieren

conocer y servir a los más necesitados de su pueblo. Eso ha influido en su modo de estudiar y de

producir académicamente. 

b) Economistas vs. Políticos. La necesidad de interdisciplinariedad 

Es un hecho que poco a poco la economía ha ido convirtiéndose en el tema central cuando se habla

de desarrollo. Si hoy todos reconocen que el desarrollo humano no se limita a lo económico, en la

práctica el tema económico sigue siendo central. 

Esto ha significado que los economistas y los empresarios han tomado el relevo de los políticos en

las decisiones más importantes. Ellos deciden las inversiones, asignan los sacrificios, determinan los

ritmos etc. Los políticos, con menos ciencia en la materia, pierden ante los empresarios y

economistas su autoridad. 

En otras palabras, en la actualidad vemos que se desarticula el sistema político. Los políticos

pierden estima y autoridad. Aunque hagan las promesas que hagan, a la hora de llegar al poder,

deben seguir los dictados de los economistas que reconocen pocas posibilidades de movimiento. 

Esto puede tener consecuencias fatales por el desinterés en la política, la falta de participación de

los jóvenes...lo cual puede llevar a aventuras antidemocráticas o populistas. 

La centralidad de lo económico ha llevado también a una desarticulación de los sistemas sociales de

participación. Las organizaciones populares se disgregaron. De ciudadano se ha pasado a

consumidor. 

Las consecuencias de las decisiones económicas tienen repercusiones sociales y políticas que

exigen una reformulación ética. 

c) Una economía que no nos quite el carácter de ser sujetos de la historia. 

El renacimiento significó un sueño de la centralidad del ser humano en el universo. Eso llegó a

formularse en el siglo de las luces y en la revolución francesa en una gran confianza en la razón y la

libertad. 

Surgieron, sin embargo en el siglo XIX, preguntas que cuestionaron a fondo las certezas culturales

de la centralidad del sujeto libre y razonable. Marx nos llenó de dudas porque nos condicionó

fuertemente a los sistemas productivos y a las clases sociales. La libertad ciertamente era algo a

obtener a largo plazo porque estaba limitada por sus alineaciones. 

Por otra parte Freud nos hizo descubrir que nuestra libertad estaba inmersa en un mundo

inconsciente de pulsiones y traumas desconocidos que nos arrebatan la libertad y la condicionan.

Por su parte Darwin nos quitó la pretendida diferencia esencial del hombre con los otros seres pues

nos hizo ser parte de una cadena de vivientes que pasando de las células primordiales llegó hasta l

a conciencia. Eso hoy es considerado más radicalmente, porque se estudia la evolución de la

materia y se nos inserta en un proceso que va de los elementos minerales a la vida y la conciencia.

Para consolarnos se nos dice que somos polvo de estrellas, pero en definitiva solo polvo. Nietzsche

lleva todas esas preguntas al plano moral y viene a preguntarnos en esas circunstancias sobre las

fuentes de la moralidad. 

Es interesante la “hubris”, el orgullo humano nacido en el renacimiento, es fuertemente cuestionado,

el sujeto parece perder su autonomía y su libertad es puesta en entredicho. 

Touraine, nos recuerda que la modernidad nació sobre dos pilares: la razón y la libertad pero que

por la concepción reinante en la ciencia, la razón aplastó la libertad. El hombre fue sometido a un

destino impuesto por las leyes de la naturaleza que se extendieron a las ciencias sociales y

políticas. Se establecieron regímenes que parecían imponer la fuerza de la razón ordenadora en la

sociedad destruyendo al individuo. 

En esa línea se inserta parte de la economía clásica y eso hace crisis. Hay que repensar el rol de la

libertad y el factor humano. Hay que reintroducir la ética para que las leyes económicas no sean

concebidas como algo inexorable sino como una oportunidad para que el hombre sea sujeto de la

historia, libre y responsable de los demás. 

La crisis de un constructivismo voluntarista que creyó que se podía conducir la economía de manera

arbitraria y el reconocimiento que hay ciertas leyes y principios que se deben respetar, hizo creer

que el hombre debía bajar la cabeza y someterse a esas leyes. Es un desafío llegar

a un equilibrio desarrollar su libertad y su responsabilidad. 

d) La economía dentro de un cambio cultural. 

Sabemos que la cultura es lo que nos permite vivir humanamente, lo que nos permite ordenar

nuestro mundo, tener parámetro para ubicarnos, lo que ordena nuestros valores y fija nuestros fines

jerarquizando los medios. 

Cada vez más somos concientes que la economía se entiende dentro de una cultura y que ella

influye a su vez en la cultura. El verdadero desarrollo esta ligado a un desarrollo cultural. Una

invasión cultural puede paralogizar y dejar a las víctimas en estado de anomía, de autismo cultural.

Parte de eso les pasó a nuestros grupos étnicos a la hora de la invasión hispánica. Un cambio de

cultura rompió el alma de muchos pueblos. 

Dos elementos de la cultura quiero señalar en referencia al problema de ética y economía, el

problema de los fines y medios; y el problema del individualismo y las redes de transmisión de la

cultura. 

1. 1) Fines y medios 

Un ser sin fin pierde la libertad. Si llegamos a un aeropuerto sin saber nuestro destino todos los

vuelos pierden su sentido para nosotros. 

Fácilmente quedamos sin sentido y sin esperanza o convertimos en fines los medios que son sólo

medios. Hacer de un medio un fin, es hacerse esclavo. Vivimos una sociedad rica en medios y falta

de fines por los cuales valga la pena vivir y sacrificarse. 

1. 2) Individuo vs. persona 

Nuestra cultura ha insistido en el individuo más que en la persona. El concepto de persona recalca

la idea que somos un centro de relaciones, en cambio la noción de individuo acentúa la división, la

diferencia. Al insist

ir en el individuo, el autoconocimiento, la autorrealización, la competencia, se convierten en valores

importantes en desmedro del servicio, la solidaridad, la división complementaria del trabajo, y sobre

todo el sacrificio por los demás. 

Fácilmente se quiebra el sentido social, el sentido de pertenencia, de responsabilidad social. Hay

problemas para el sacrificio y para soportar la frustración. 

Eso distorsiona la noción de libertad que se convierte en auto afirmación más que en solidaridad y

responsabilidad; convierte la noción de amor en autocomplacencia y hedonismo etc. 

Es interesante pero la economía tiene mucho que decir porque responde a necesidades humana y

crea nuevas necesidades. 

e) Gratuidad 

No quisiera terminar esta exposición sin referirme a algo que no es fácil ligar con la economía pero

es de lo más esencial para la humanidad. Me refiero a la gratuidad. Es algo en lo que los pueblos

latinoamericanos podemos aportar. Desde nuestra pobreza, nuestro sentido de acogida, nuestro

gusto por la fiesta podemos decir algo al verdadero desarrollo humano. 

Lo más humano, no se compra ni se vende, tiene valor pero no tiene precio. La amistad, una

sonrisa, la felicidad, el amor... la misma muerte, se reciben y se dan. La poesía es una dimensión

humana que también está en el reino de lo gratuito. Cuando Miguel Hernández estaba preso en las

cárceles de España, le escribía a su hijo “tu risa me hace libre...la cárcel me quita la libertad”. No es

fácil que un economista entienda esa lógica que es esencial para la vida del hombre en esta tierra y

para el desarrollo. Vengo de una tierra que ha obtenido dos prem

ios Nóbel de Literatura por su poesía y no podemos dejar que se cercene esta dimensión. Neruda le

pedía al Aire que no se dejara encajonar, que no se vendiera, que correteara haciendo fiesta.

Paradójicamente eso no puede ser ajeno al pensar económico. El Evangelio tiene en sus inicios una

máxima sabia: “no sólo de pan vive el hombre” o dicho de otro modo necesitamos alimentarnos de

panes confeccionados con trigos más sutiles. En esa línea podemos aportar algo porque nuestro

mundo por ser pobre es más poético y más gratuito. 

El mismo Neruda visitando Machupichu y viendo las maravillas hechas por el ser humano,

contemplando los éxitos de la empresa productiva, le pregunta a las ruinas 

“Aire en el Aire ¿y el hombre donde estaba? 

Piedra en la Piedra ¿y el hombre donde estaba?... Piedra en la piedra ¿y en la base harapos?...Y

suplica a esos restos de piedras milenarias “devuélveme al esclavo que enterraste”. Hay ahí una

intuición: el rechazo de un progreso que pueda esclavizarnos. 

Pienso con Amartya Sen que ética y economía se relacionan porque finalmente en ellas se juega la

libertad del ser humano. Y esa libertad humana es rica en novedades, recursos... en sencillez y

gratuidad. En otras palabras no podemos descuidar de producir en abundancia el pan que

compartimos para que en ninguna mesa de nuestro continente él escasee. Pero debemos saber que

ese pan se amasa no solo con trigo sino con lágrimas, con dignidad, con esperanzas y con libertad.

Ahí se expresa el alma de la parte nuestra de América. 

7. Ética y Persona: Criterios y principios. Aborto, Suicidio, Homicidio, drogas. 

7.1 Criterios Éticos[36] 

Con

ociendo al autor del texto 

Marciano Vidal García, es un sacerdote redentorista, profesor en la Universidad Pontificia Comillas

(Madrid) y en el Instituto Superior de Ciencias Morales (Madrid) del que ha sido director varios años.

Actualmente es director del Instituto interfacultativo de la Universidad Pontificia Comillas. Además de

su actividad docente ordinaria, interviene en Congresos, Semanas y Jornadas. Da cursos

extraordinarios en diferentes países. 

Su obra fundamental es Moral de Actitudes, un auténtico manual de Ética Teológica en el que

recoge las más valiosas aportaciones de la tradición teológica, dialoga con los saberes

antropológicos del momento y propone un proyecto ético para la realización de la persona y para la

construcción de un mundo justo y solidario. 

Propuesta mediación didáctica del material: Actividad No. 21. 

Texto 

Es importante encontrar criterios de carácter general a los que podamos apelar no sólo en las

situaciones de conflicto, sino que ofrezcan una orientación al proyecto global de nuestra vida

personal y profesional. Los principios pueden parecer casi evidentes; pero son de extraordinaria

importancia por sus consecuencias prácticas y sus conclusiones. 

Entendemos por “principio” una afirmación fundamental de la que se derivan una serie de

consecuencias o conclusiones. No son algo añadido a la persona, como cualquier calificativo, sino

que fluyen como atributos de su misma realidad y se fundamentan en su naturaleza. Los principios

se caracterizan por lo absoluto de sus exigencias, la universalidad de su validez y la inmutabilidad

de su contenido. 

1. El principio del doble e

fecto 

Este principio permite resolver aquellos casos en los cuales una acción determinada provoca

simultáneamente al menos dos consecuencias, de las cuales una es positiva y la otra negativa.

Consiste en valorar este tipo de acciones no según el criterio deontológico normalmente usado, sino

según el criterio teleológico. 

El Principio del Doble Efecto reúne cuatro condiciones: 

1. La acción debe ser buena o, al menos no mala; para algunos, no mala, es equiparable con

indiferente o permitida. 

2. La acción no busca producir malos resultados ni mal alguno. 

3. El buen resultado no es consecuencia del mal. Es decir, no se usa un mal como medio para

obtener algún resultado (para muchos este es el punto de mayor importancia). 

4. El resultado final es que lo bueno debe ser proporcionado. Es decir, las metas positivas deben ser

mayores que los males acumulados como consecuencia de los actos. 

El principio del doble efecto pone de manifiesto que la inmensa mayoría de los actos conllevan

incontables ambigüedades y problemas. Lo anterior implica que entre una decisión y otra debe

elegirse la que más se apegue a la “mejor ética”, o la que produzca el mayor beneficio, y el menor

daño, en caso de que no exista la posibilidad de no afectar. 

Elegir entre hacer o no hacer, o entre tomar un camino u otro ("toda elección implica una pérdida",

sostenía Schoppenhauer) sugiere que la mejor ética es la que más beneficios produce a todos los

implicados. 

Considerar el efecto, sea doble o no, de una acción no es otra cosa que volver a la argumentación

teleológica y a su procedimiento valorativo específico, que tiende a identif

icar las consecuencias con otros tantos valores o no valores, para considerar luego moralmente

recta aquella acción cuyo efecto positivo se identifica con el valor más fundamental y más urgente

respecto a los valores menos fundamentales y menos urgentes del otro efecto negativo. 

La preocupación por no deslizarse hacia una visión ética demasiado permisiva y al mismo tiempo

por delimitar los contextos de aplicabilidad del principio, se fijan ciertas condiciones: 1) bondad o al

menos indiferencia moral de la acción; 2) honestidad del fin; 3) independencia del efecto bueno del

malo; 4) razón proporcionalmente grave. 

En ellas es fácil ver la consideración, típica del modo de proceder teleológico, de la relación

recíproca entre los valores y los no valores que constituyen los efectos de la acción, de la relación

que se establece entre el valor o no valor medio (acción) y el valor o no valor fin y de la urgencia de

realizar un determinado valor. 

2. El principio de totalidad 

Este principio procede de la visión de la relación entre la parte y el todo. Del significado más

completo que posee el todo respecto a la parte y de la preferencia consiguiente que es preciso

otorgarle en el plano de la realidad propia de la persona humana particular. En otros términos, de la

visión de la preferencia que merece el valor de la totalidad cuando entra en conflicto con el valor de

la parte, como, por ejemplo, cuando se hace necesaria la amputación de un miembro para la

supervivencia del individuo. 

Se identifica con la posibilidad moral de intervenir en la integridad física del cuerpo humano,

localizando exactamente el momento crite

riológico en virtud del cual es moralmente aceptable la intervención lesiva de la parte, que por

motivos varios se hace indispensable para el bien del todo. 

La interpretación explicativa de este principio giraría siempre en torno a esta terminología mientras

no se evidencie claramente la perspectiva profundamente teleológica de base, mediante la

explicitación de los respectivos valores con los cuales vienen a identificarse la parte y el todo. 

En efecto, el principio se usa normalmente para indicar la precedencia que posee el valor no moral

más fundamental vida (el todo) respecto a los otros valores no morales mucho menos

fundamentales (la parte). Sin embargo, se usa también para indicar la preferencia que el sujeto

deberá dar siempre al valor moral de su bondad personal en el caso en que ésta entre en conflicto

con otros valores no morales, aunque se trate también del de la vida. 

Con el principio de totalidad la ética responde a la pregunta sobre la posibilidad moral de lesionar el

propio organismo. La respuesta inicial deontológicamente fundada, que lleva a afirmar la ilicitud

moral de cualquier intervención, se transforma en atento examen de los casos particulares y de los

diversos valores que en ellos concurren; el conflicto se resuelve basándose en el principio que en

último análisis responde plenamente a la perspectiva de la argumentación normativa de tipo

teleológico. 

3. La excepción 

También el recurso al principio de la excepción, ocurre en el momento en que se toma en

consideración la colisión de deberes o el conflicto de valores que viene a crearse en ciertos casos.

Cuando la observancia de la norm

a deontológica, debido a ese conflicto de valores, lleva a consecuencias aún más graves que

aquéllas a las que conduce la restricción de su ámbito aplicativo. 

Así, por ejemplo; la norma que afirma siempre y en todas partes la ilicitud moral de matar a otro,

prevé también con el uso de este principio su no aplicabilidad a los casos de legítima defensa, de

muerte del tirano o de guerra justa. 

Analizar detalladamente si, por qué y hasta qué punto en estos casos para la tradición moral el

principio de la excepción hacía moralmente lícita la muerte del otro, no lleva a resultados

satisfactorios mientras no nos reintroducimos en la perspectiva peculiar de la argumentación

teleológlca, que encuentra la solución de los diversos casos de conflicto entre los valores: 

-en la defensa del valor de la vida propia cuando se es agredido y no existe otra posibilidad de

defensa, justamente porque se trata de dos valores de igual grado que entran en conflicto y que a

causa de la agresión ajena no pueden salvaguardarse contemporáneamente; 

-en tender a la realización del menor número de no valores no morales, que corresponde al otro

principio teleológico del mal menor, cuando se trata de valores o no valores de igual grado: la vida

del tirano es un valor, pero la vida de todos aquellos que a causa del tirano corren el riesgo de

perecer es un valor de igual grado, que interese a un número mayor de personas y que en cuanto tal

merece ser salvaguardado; 

-en la defensa de ciertos valores de fundamental importancia para la vida del individuo y de la

sociedad en que éste vive, como las libertades político-religiosas, de las que el suje

to moral tiene necesidad para realizar y expresar su propio valor moral: en este caso la guerra justa

era considerada como la correspondencia social de la legítima defensa. 

4. La Epiqueya 

 El término “epiqueya” tiene su origen semántico y conceptual en el ámbito del mundo griego.

Significa “moderación” y se utiliza para indicar la actitud que ha de mantenerse respecto a la ley

positiva. Es sobre todo Aristóteles el que desarrolla una teoría de la epiqueya, por la que ésta

constituye el criterio último de valoración de la ley positiva, a la luz de las exigencias superiores de la

ley natural. La epiqueya es entonces como una forma de excepción a la ley positiva cuando ésta ley

entra en conflicto con los dictámenes de la ley natural. Se dirige por tanto a la consecución de una

justicia mejor, no siempre expresada correctamente en la letra de la ley. 

En la reflexión ética contemporánea se ha recuperado a la epiqueya en su significado original,

poniéndola en relación con los derechos de la conciencia. Se trata de una actitud inspirada en la

conciencia del valor y del límite de la ley, y por consiguiente proyectada a la asunción de una

responsabilidad personal concreta para con la misma: responsabilidad que puede llevar consigo

tanto la renuncia a actuar sus contenidos, por ser injustos, como el compromiso de ir más allá de la

ley para vivir plenamente el valor expresado insuficientemente por ella. Para el cristiano esto tiene

su fundamento en la afirmación de Jesús: «El sábado está hecho para el hombre, y no el hombre

para el sábado". 

El ejercicio correcto de la epiqueya exige una profunda madurez interior y un v

ivo sentido de la prudencia. Sólo con estas condiciones es posible evitar tanto el peligro de

legalismo como el de la permisividad, y enfrentarse seriamente con la ley Sin faltar a las exigencias

de la situación y de la vocación personal de cada uno. 

5. Las distinciones reiteradas 

Además de los principios arriba mencionados, la ética recurre también a algunas distinciones. Aquí

se toman en consideración sólo las más frecuentes: 

a. Voluntario-involuntario. Esta distinción se usa particularmente como criterio aplicativo del principio

del doble efecto. Para que la acción sea moralmente recta, se decía, es necesario querer la

realización del efecto positivo y no querer, en cambio, sino sólo tolerar, la del efecto negativo. Con

esta distinción se hacía referencia a la distinción, fundamental en la ética normativa, entre actitud y

comportamiento, indicando de qué modo debía calificarse la actitud moral de la persona al realizar la

acción. En efecto, querer el efecto negativo y no el positivo de la acción se identifica con una actitud

moralmente mala. 

b. Directo-indirecto. Mientras que el criterio del voluntario-involuntario se refiere a la actitud con que

se realiza la acción por el doble efecto, este segundo criterio se refiere a las características que

debe poseer el comportamiento desde el punto de vista moral: el efecto negativo debe seguirse sólo

indirectamente de la realización de la acción de doble efecto, no puede ser nunca su fin directo, éste

debe siempre identificarse con el efecto positivo. La extracción del útero afectado por tumor en una

mujer encinta aclara plenamente el ámbito aplicativo de este cr

iterio. 

c. Activo-pasivo. Sustancialmente idéntica a la precedente, esta distinción sólo difiere por la

terminología y por el ámbito aplicativo en el que habitualmente se usa: el relativo a la eutanasia. El

recurso a esta distinción brota, de la posibilidad de delimitar, justamente mediante el principio de

dejar morir (eutanasia pasiva) o de la no obstinación terapéutica, la norma deontológicamente

fundada en la falta de autorización, que prohíbe cualquier intervención activa o directa encaminada a

abreviar la vida ajena. 

d. Inocente-culpable. Esta distinción se introducía en el contexto del discurso sobre los raros casos

en los cuales se juzgaba lícito realizar una acción que tuviese como consecuencia, no querida

(involuntaria) e indirecta, la muerte de un inocente (interrupción del embarazo); en cambio,

normalmente no se usaba cuando se hablaba de muerte por legítima defensa, justamente porque se

distinguía el comportamiento con el inocente del seguido con un injusto agresor. Eliminar a un

culpable salvando así la vida propia era considerada una acción moralmente lícita, mientras que

eliminar al inocente se consideraba acción moralmente ilícita, justamente porque en este caso el

valor de la vida no era considerado en concurrencia con otros valores. 

7.2 Inviolabilidad de la vida humana. Situaciones concretas[37]. 

El Aborto 

Propuesta mediación didáctica del material: Actividad No. 22. 

La interrupción voluntaria de un embarazo antes de la viabilidad fetal cae dentro de lo que se

considera un aborto provocado. Todos los abortos provocados, en razón al objeto mismo del acto,

es decir la realización de una

acción que tiene por consecuencia la muerte de un ser humano, aparecen constituyendo actos

éticamente ilícitos si se les analiza en forma independiente de la intención del ejecutante y de las

circunstancias que lo rodean. 

Definiciones y clasificaciones 

Para centrar el problema, es útil precisar algunas definiciones. De acuerdo a su finalidad y

circunstancias, los abortos provocados han sido clasificados en los siguientes tipos: 

• Aborto libre. Es el aborto realizado bajo el supuesto derecho que tendría la mujer para interrumpir

su embarazo. Se invocan una serie de motivaciones, las más frecuentes son las económicas o

sociales. Bajo este concepto, algunos aceptan como suficiente la voluntad de la mujer y bastaría el

hecho de ser un embarazo no deseado. 

• Aborto eugenésico. Es aquel que pretende la eliminación de un feto cuando se puede predecir con

probabilidad o certeza que nacerá con un defecto o enfermedad. 

• Aborto por razones médicas o terapéuticas. Es aquella interrupción voluntaria de un embarazo

antes de la viabilidad fetal por razones de salud materna. 

• Aborto por motivaciones mixtas. Se refiere a la llamada reducción fetal selectiva, que pretende

eliminar algunos embriones en el caso de embarazos múltiples, con el fin que otros tengan mejor

probabilidad de sobrevivir. 

Aborto por razones médicas o terapéuticas 

Es la interrupción voluntaria de un embarazo antes de la viabilidad fetal (23 semanas o menos de

500 g) por razones de salud materna. Se invocan aquí razones de tipo preventiva y curativa. Serían

preventivas en el caso que se considerara que la gestación podría agravar o empeorar el pronó

stico de una enfermedad de base y curativa cuando se considera que el embarazo está causando

un peligro para la vida de la madre. Por ejemplo, en el caso de enfermedades psiquiátricas, se

considera preventivo el evitar una descompensación psicótica postparto y curativo el impedir un

eventual suicidio en el caso de rechazar la solicitud del aborto. 

Dificultades de la definición. El concepto de aborto terapéutico es muy amplio, ya que diferentes

autores consideran como tal: 

• Sólo casos en que el embarazo esté poniendo en peligro la vida de la madre. 

• Cuando agrava el pronóstico materno en casos de alguna enfermedad.

• Cualquier aborto provocado. Se cita a Benjamín Viel: "Si Salud para la OMS es la condición de

bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de enfermedad. Ante tal definición se

pregunta, ante una mujer que solicita aborto y que está físicamente sana, ¿está acaso mental o

socialmente sana? Si no lo está tendría su salud alterada y si la tiene, la medicina debe ayudarla. Al

aceptar tal definición todo aborto inducido es terapéutico". 

• Cualquier aborto provocado por un médico. Como los médicos realizan terapias, cualquier aborto

realizado por un médico sería terapéutico. 

Formulación del problema 

Para el análisis de un problema ético-clínico no basta con evaluar si una intervención clínica

corresponde o no con una definición; las definiciones son demasiado amplias para un caso particular

o, dicho de otra manera, los casos clínicos concretos en los que nos corresponde decidir no son

definibles. Corresponde pues, un análisis individual y profundo de cada caso, tratando de incluir

todos los aspectos que constituyen un acto en cuanto ético. 

Intento de solución 

Los elementos a considerar en el análisis ético son la jerarquía de valores y principios involucrados,

la información clínica éticamente relevante, la decisión de la madre, adecuadamente informada, y la

adecuada ponderación de los elementos anteriores, junto a circunstancias particulares. 

Valores o principios en juego. Son los siguientes: 

• Respeto a la vida. La interrupción del embarazo significa la muerte del embrión. También parece

existir un riesgo vital para la madre, riesgo que no existiría sin ese embarazo. 

• Principio de beneficiencia. La obligación del médico es buscar el bien en lo que a salud de sus

pacientes se refiere. Es necesario considerar que en cada uno de estos casos existen dos

personas. 

• Principio de autonomía. La madre tiene derecho a participar en las decisiones terapéuticas que le

conciernen a ella y también a su hijo, en forma subrogada. No olvidar que el feto tiene también

autonomía, aunque no pueda ejercerla. 

• Principio de justicia. Como seres humanos, ambos tienen igual derecho a la vida y a acciones que

les permitan un desarrollo saludable. 

• Principio de no maleficiencia. Ni a la madre ni al embrión o feto se les puede arbitrariamente

realizar una acción que les sea perjudicial. 

Participación de la madre en la decisión. En virtud de la autonomía que le corresponde como

persona, la madre debe participar activamente en la decisión a tomar, si su condición clínica le

permite la competencia necesaria. Es indispensable entonces una adecuada y entendible

información del clínico hac

ia ella. Esto no significa que el médico esté moralmente obligado a realizar la acción que ella

determine, ya que como vimos, éste también tiene obligaciones para el feto o embrión, cuya

autonomía no es ejercida actualmente. En caso de conflicto, el médico puede desistir de seguir

atendiéndola, asegurándose que pueda contar con otro profesional calificado que lo haga. 

Propuesta para abortos terapéuticos. De las interrupciones del embarazo antes de la viabilidad fetal

por razones de salud materna, sólo serían éticamente lícitas aquellas efectuadas cuando el médico

tratante está razonablemente convencido de que si no realiza dicha acción, sus dos pacientes

morirán. En dichos casos no sólo existirían circunstancias en las cuales el efecto buscado es

proporcionado al efecto no deseado, sino que la acción libremente elegida por el médico sería recta,

lícita y no constituiría un acto de los llamados intrínsicamente malos. Estos últimos son los que,

según la tradición moral, son ilícitos por sí y en sí mismos, independientemente de las

circunstancias, por razón de su objeto, como por ejemplo el homicidio, el genocidio o el aborto

(Veritatis Splendor Nº 79-83). 

En muchos casos la omisión de actuar provocaría un mal mayor. La interrupción del embarazo en

circunstancias que si no se actúa morirán ambos y que el actuar significa salvar al único posible de

salvar (más aun, si se toma todas las providencias para atender y tratar de salvar al otro) no puede

considerarse una elección errada, producto de un desorden de la voluntad y por lo tanto de un mal

moral, sino que una acción que le corresponde como médico y hombre recto pu

esto en una difícil situación. 

Conclusión. Las interrupciones de embarazo, como actos físicos genéricos, no pueden ser valoradas

éticamente. Actos instrumentales, como por ejemplo un legrado uterino son absolutamente

indiferentes desde del punto de vista moral, desprovistos de su especificación formal. Son las

diferencias específicas que completan una acción concreta, las que permiten una valoración ética. 

En el tema de las interrupciones de embarazos no es posible hacer una evaluación ética sólo

analizando si una acción corresponde o no con una definición, ya que a pesar que las definiciones

comprenden un género y diferencias, éstas no logran alcanzar la especificidad de una acción

concreta. La definición de aborto terapéutico como "interrupción voluntaria de una gestación antes

de la viabilidad fetal, por razones de salud materna" es por lo tanto demasiado genérica, no logra

agotar la especificidad de frecuentes y diversas situaciones clínicas. 

De acuerdo a lo discutido, serían lícitas las interrupciones de embarazos en las cuales el fin buscado

por el agente (médico tratante) no sólo es bueno (ordenado), sino que también proporcionado al

efecto no deseado. No serían lícitas en cambio, las interrupciones del embarazo en las cuales el fin

buscado por el médico es desordenado o desproporcionado en relación al efecto no deseado. 

En conclusión, es necesario que los médicos tratantes realicemos, frente a un caso en particular, un

análisis acucioso de nuestras motivaciones, de lo que pretendemos con nuestra intervención, así

como también un estudio profundo de los datos clínicos relevantes, para así poder juzgar

adecuadamente la proporcionalidad de los efectos posibles en las diversas circunstancias,

constituyendo de este modo el acto moral completo, del cual sí podemos juzgar su licitud o ilicitud. 

El Suicidio. 

Propuesta mediación didáctica del material: Actividad No. 23. 

Concepto. Es el acto de quitarse la propia vida. Muchas religiones lo consideran un pecado, y en

algunas jurisdicciones se considera un delito. Por otra parte, algunas culturas lo ven como una forma

honorable de escapar de algunas situaciones humillantes o sin escapatoria. 

Para considerarse suicidio, la muerte debe ser un elemento central y el motivo del acto, y no sólo

una consecuencia ineludible. Así, los hombres bomba y los mártires no son considerados suicidas,

dado que unos mueren como consecuencia de la explosión que ellos mismos provocan y los otros

se sacrifican en nombre de una creencia. Tampoco son suicidas los que se sacrifican por otros en

caso de emergencia, ni los soldados que luchan en una guerra, y en estos casos, los muertos no

son proscritos por la religión ni por la ley. En el caso de que el suicidio tenga consecuencias legales,

la ley recoge que debe haber prueba de intención de morir, así como la propia muerte, para que el

acto sea considerado un suicidio. 

Actualmente, en los albores del nuevo milenio, el suicidio parece arraigarse más en la humanidad y,

aunque se dice que sus principales causas son consecuencia de problemas sociales y

socioeconómicos, no hay una definición exacta que justifique la acción. Por eso, para la sociedad

occidental vuelve actualmente preocupante la tentativa del suicidio, en tanto que en ella se

vislumbra un acto de angustia y de tedio de la vida en medio de la opulencia del progreso y de la

sociedad científica y tecnológica. 

Tipología. Una clasificación posible, de las tantas que se pueden hacer, es la que divide los suicidios

en: 

• Los vicariantes: se adelantan o aceleran el acto de la muerte que se vislumbra en un futuro, con la

justificación de que no hay esperanzas y sólo creen ver a su alrededor sufrimientos y nada puede

compensar el período de espera. 

• Los perfeccionistas: no toleran cualquier disminución de los atributos a su persona, lo mismo en la

belleza que en la potencia sexual, o un defecto cualquiera, menoscabo económico o social, o la

pérdida del poder y prestigio. 

• Los hedonistas: no soportan nada que constituya un impedimento o una disminución del placer de

predominio sensual. 

• Los transicionales: ante ciertas crisis vitales de transición inevitables, optan por el suicidio. 

• Los sintomáticos: dependen de una enfermedad mental, psicosis, confusión mental, demencia y

depresión. 

En la Historia. Si se mira la historia, encontramos una doble valoración del suicidio. Los estoicos

formulaban en ciertos casos un juicio positivo; Epicuro enseñaba que si la vida dejaba de ser

placentera, era lícito ponerle fin; Séneca condenaba el suicidio cometido solo por el deseo de morir,

pero aprobaba el que era por gesto de dignidad y de valor, o cuando era para escapar al sufrimiento

o a los achaques de la vejez y la enfermedad. 

Platón fue contrario al suicidio y lo veía como un acto de insubordinazación contra la divinidad. En

boca de Sócrates pone las siguientes palabras

en el diálogo del Fedón: “Es muy justo sostener que uno no se puede suicidar y que es preciso

esperar que Dios nos envíe una orden formal de abandonar la vida”. Aristóteles lo considera un acto

vil, contrario al bien social. Para los neoplatónicos el suicidio era un impedimento a la plena

liberación del alma. 

En el plano moral, en los siglos de historia occidental desde la aparición del cristianismo, siempre se

condenó moralmente el suicidio de una manera prácticamente unánime, aunque las formulaciones y

justificaciones presentaran ciertas diferencias. Ni siquiera la división religiosa del siglo XVI, fruto de

la Reforma Protestante cambió esta posición. 

Es importante destacar que a todo lo largo de la historia moral, encontramos dos rupturas, que

aunque minoritarias “no dejan de ser significativas”. La primera se sitúa en los siglos XVII y XVIII (y

esta continúa teniendo representantes en la actualidad); y la segunda se puede ubicar en nuestro

siglo. 

La primera ocurre durante el Renacimiento y posteriormente la Ilustración, donde se fue creando un

clima favorable para que la disposición más radical de la propia vida, por medio del suicidio, no se

restara a la libertad del hombre. El tema de la libertad del ser humano para suicidarse se convirtió

para algunos en una actitud coherente de asumir su propia existencia. De hecho, incluso en el siglo

XIX, el romanticismo fue favorable a una consideración positiva de algunos suicidios. 

La segunda ruptura, es la que condena moralmente el suicidio. Ésta tiene lugar en nuestro siglo, con

una novedad importantísima: se cuestiona o se niega la tesis de la moralidad obje

tiva del suicidio no sólo desde la ética filosófica, sino que también en el mismo cristianismo se

defiende la pluralidad moral. Hay otro matiz nuevo: que el tema del suicidio se piensa mucho más

como una decisión radical sobre la propia vida implicada en la eutanasia voluntaria o suicidio

asistido. 

Hay, por tanto, una mayor apertura y se deja atrás la tesis tradicional de que todo suicidio sea

objetivamente inmoral y de que esta posición se imponga como norma obligatoria e irrenunciable

desde la condición cristiana. 

Valoración ética. En la actualidad hay dos posturas o visiones, dentro de un mismo paradigma,

acerca del mismo, por ello, toca analizar cuáles son las implicaciones morales propias del suicidio. 

Por lo que respecta a la dimensión moral objetiva, el suicidio aparece como una opción claramente

negativa, si lo colocamos dentro de un horizonte de preferencias humanas y humanizadoras, como

la autorrealización, la posibilidad de cambio, de la creatividad, de la posibilidad de decisiones

nuevas y la libertad vivida más intensamente. Sin embargo, es difícil formular un juicio ético concreto

del suicidio en el plano subjetivo, ya que la responsabilidad subjetiva del suicidio es en la mayoría de

los casos muy limitada, ya que muchas veces la libertad está muy condicionada por procesos

psicológicos de carácter depresivo. 

El problema en la valoración ética es distinguir con cuidado que al tratar el suicidio los argumentos

aducidos en favor y en contra, estos permanecen a menudo abstractos e incompletos si no se

amplían con los conocimientos de las dimensiones patológicas y trágicas del mismo, puesto que la r

esponsabilidad de sujeto es relativa a su efectiva libertad. 

El argumento tradicional de la moral católica ha sido la soberanía de Dios, Señor de la muerte y la

vida, pero sabemos que hoy vivimos en una sociedad marcada por la secularidad, donde sin

descartar éste, tenemos que exponer otras razones que entren en diálogo directo con las corrientes

de pensamientos actuales. La soberanía de Dios es sólo una instancia dirigida a la responsabilidad

del ser humano. Por tanto, el problema ético no consiste en definir el suicidio como “malum in se”,

sino más bien en tomar conciencia del hecho de que el hombre, como criatura hecha libre por Dios,

debe administrar responsablemente el bien (“vida”) puesto en sus manos. 

El llamado suicidio asistido, plantea la disyuntiva real sobre el derecho a vivir y el derecho a morir.

Los avances científicos puede mantener la vida humana, incluso en condiciones de sufrimiento

extremo; y ello nos mueve a hablar cada vez más del derecho a morir en paz. Sin que esto

signifique que se cuestione el valor de la persona moribunda, sino más bien a discutir si para ella es

un verdadero valor seguir viviendo así. 

Por tanto, no vale emitir veredictos de culpabilidad sobre cada uno de los seres humanos, sino

conducir a cada uno a la práctica cada día más fácil del bien. La valoración moral del sujeto no sólo

es delicada y difícil, sino que por encima de todo resulta imposible a nuestra mirada. Solamente una

desorbitada presunción puede hacernos creer que está a la altura de nuestras posibilidades emitir

juicios morales acerca de la persona. 

Homicidio 

Propuesta mediación didáctica del material:

Actividad No. 24. 

Concepto. El homicidio es un delito que consiste en matar a otra persona. El homicidio se diferencia

del asesinato porque éste es un delito de carácter muy específico, que consiste en matar a una

persona concurriendo ciertas circunstancias, tales como: alevosía, precio, recompensa o promesa

remuneratoria y ensañamiento, aumentando deliberada e inhumanamente el dolor del ofendido. 

Valoración ética. Si la vida es un bien supremo del ser humano, todo acto violento que la impida es

una grave ofensa contra la sociedad y la condición humana. En un estado social de derecho, es a

partir de la existencia de la persona que se da la democracia, el encuentro, la convivencia y las

demás herramientas que permiten al hombre habitar como ser natural y social, por ello la promoción

a defenderla y protegerla. 

Todo ser humano, desde que existe tiene que ser respetado puesto que es un valor en sí mismo.

Nadie tiene derecho de disponer sobre la vida de otro (excluyendo los casos de accidente

involuntario o de legítima defensa). Ningún interés en particular, político, ideológico o incluso

religioso puede justificar el homicidio. 

El infanticidio, el fratricidio, el parricidio, el homicidio del cónyuge son delitos especialmente graves a

causa de los vínculos naturales que destruyen. 

Preocupaciones de eugenesia o de salud pública no pueden justificar ningún homicidio, aunque

fuera ordenado por las propias autoridades. 

Así mismo no es ético, exponer a alguien sin razón grave a un riesgo mortal, así como negar la

asistencia a una persona en peligro. La aceptación por parte de la sociedad o gobiernos (del hambr

e de la población) que provocan muertes sin esforzarse por remediarlas es una injusticia y una falta

grave. Los traficantes cuyas prácticas usureras y mercantiles provocan el hambre y la muerte de las

personas, cometen indirectamente un homicidio. Este les es imputable. 

Drogas[38] 

Propuesta mediación didáctica del material: Actividad No. 25. 

Concepto. 

Son aquellas sustancias cuyo consumo puede producir dependencia, estimulación o depresión del

sistema nervioso central, o que dan como resultado un trastorno en la función del juicio, la

percepción del comportamiento o del ánimo de la persona. 

Drogadicción. 

Es una enfermedad que consiste en la dependencia de sustancias que afectan el sistema nervioso

central y las funciones cerebrales, produciendo alteraciones en el comportamiento, la percepción, el

juicio y las emociones. Los efectos de las drogas son diversos, dependiendo del tipo de droga y la

cantidad o frecuencia con la que se consume. Pueden producir alucinaciones, intensificar o

entorpecer los sentidos, provocar sensaciones de euforia o desesperación. Algunas drogas pueden

incluso llevar a la locura o la muerte. 

La dependencia producida por las drogas puede ser de dos tipos: 

- Dependencia física: El organismo se vuelve necesitado de las drogas, tal es así que cuando se

interrumpe el consumo sobrevienen fuertes trastornos fisiológicos, lo que se conoce como síndrome

de abstinencia.

- Dependencia psíquica: Es el estado de euforia que se siente cuando se consume droga, y que

lleva a buscar nuevamente el consumo para evitar el malestar u obtener placer. El individuo siente

una imperiosa necesidad de

consumir droga, y experimenta un desplome emocional cuando no la consigue. 

Algunas drogas producen tolerancia, que lleva al drogadicto a consumir mayor cantidad de droga

cada vez, puesto que el organismo se adapta al consumo y necesita una mayor cantidad de

sustancia para conseguir el mismo efecto. 

La dependencia, psíquica o física, producida por las drogas puede llegar a ser muy fuerte,

esclavizando la voluntad y desplazando otras necesidades básicas, como comer o dormir. La

necesidad de droga es más fuerte. La persona pierde todo concepto de moralidad y hace cosas que,

de no estar bajo el influjo de la droga, no haría, como mentir, robar, prostituirse e incluso matar. La

droga se convierte en el centro de la vida del drogadicto, llegando a afectarla en todos los aspectos:

en el trabajo, en las relaciones familiares e interpersonales, en los estudios, etc. 

Causas. 

Existen muchas causas y muchos factores. Lo primero que hay que tener en cuenta es que el

fenómeno de la drogadicción no es exclusivo de un grupo o estrato social, económico o cultural

determinado. El consumo de drogas afecta a toda la sociedad en su conjunto. 

En general, el uso de drogas corresponde a un afán de huir de la realidad. Las drogas proporcionan

una vía de escape, un alivio temporal a los problemas personales, familiares o sociales. También

son una puerta de salida frente al vacío existencial presente en el interior de la persona, el cual la

lleva a volcarse en búsqueda de salidas ilusorias que llenen dicho vacío. 

Algunos factores que favorecen el fenómeno de la drogadicción pueden ser clasificados del modo

siguiente: 

- Factore

s de tipo social: En la actualidad, existe una amplia disponibilidad de drogas, legales e ilegales, lo

que hace mucho más fácil el acceso y el consumo de las mismas. Tranquilizantes, somníferos,

hipnóticos, etc., se pueden conseguir en las farmacias sin receta médica. Asimismo el amplio tráfico

y distribución de drogas ilegales hace que sea fácil obtenerlas. Algunas drogas, como el éxtasis,

están "de moda", y prácticamente se puede obtener en cualquier discoteca. Niños y jóvenes que

viven en las calles pueden obtener fácilmente la pega. 

También existe mucha desinformación en el tema de las drogas. Algunos sectores proponen la

despenalización e incluso la legalización del uso de drogas tales como la marihuana y la cocaína,

argumentando que no son peligrosas, al menos no más que el tabaco o el alcohol, que son legales;

o que al legalizar la droga el tráfico ilícito y las mafias cesarán de existir. Los medios de

comunicación y sistemas educativos favorecen también el consumo de drogas al promover valores

distorsionados (el placer y la satisfacción como meta última de la vida, el consumismo, el sentirse

bien a cualquier precio, el vivir el momento, etc.) 

El ansia del joven de pertenecer a un grupo, de sentirse parte de un círculo social determinado, y las

presiones por parte de los "amigos", pueden hacer también que el joven se vea iniciado en el

consumo de drogas. El consumo puede ser el requisito para la pertenencia a dicho grupo, y una vez

dentro se facilita la adquisición y el consumo de sustancias tóxicas. 

- Factores de tipo familiar: Los hijos de padres fumadores, bebedores o tóxico dependientes son

más procl

ives a tomar drogas que los hijos de padres que no lo son. Un ambiente familiar demasiado

permisivo, donde no exista disciplina o control sobre los hijos; o demasiado rígido, donde los hijos se

encuentren sometidos a un régimen demasiado autoritario o se encuentren sobreprotegidos, puede

también fomentar el consumo de drogas. La desatención de los hijos por parte de los padres, las

familias divididas o destruidas, las continuas peleas de los cónyuges frente a los hijos, la falta de

comunicación entre hijos y padres, todos éstos son factores que contribuyen a crear un clima de

riesgo, donde la droga puede convertirse fácilmente en una válvula de escape. 

Se ha comprobado que el uso de drogas por parte de los jóvenes es menos frecuente cuando las

relaciones familiares son satisfactorias. 

- Factores de tipo individual: Muchos factores personales pueden influir en la decisión de consumir

drogas. Éstas pueden ser vistas como una vía de escape a los problemas cotidianos; algunas

personas las usan como medio para compensar frustración, soledad, baja autoestima o problemas

afectivos. Bajo el efecto de las drogas la persona experimenta un estado de euforia que le hace

olvidar los problemas o las limitaciones que tenga. Lo malo es que es una ilusión, y luego de ese

estado de euforia viene una frustración incluso mayor que la inicial, lo que lleva a la persona a

recurrir nuevamente a la droga. 

Otros se inician en la droga por curiosidad, o para experimentar sensaciones nuevas ante una cierta

apatía, hastío, aburrimiento o incluso sinsentido de la vida. Ante el vacío que experimentan, la droga

se presenta como una posibilidad

, aparentemente atractiva, de llenar ese vacío. 

Consecuencias. 

Entre las consecuencias del abuso de drogas podemos señalar: 

- Trastornos fisiológicos y psicológicos: el síndrome de abstinencia, convulsiones, cambios en el

ritmo cardiaco, deterioro del sistema nervioso central, etc. Entre los trastornos psicológicos:

alucinaciones, tendencias paranoicas, depresión, neurosis, etc. 

- Deterioro y debilitamiento de la voluntad: el drogadicto se vuelve literalmente un esclavo de la

droga, pudiendo hacer lo que sea para conseguirla. 

- Deterioro de las relaciones personales: el drogadicto ya no es capaz de mantener relaciones

estables, ya sea con familiares o amigos. Muchas veces roba o engaña para poder conseguir droga,

lo cual deteriora aún más sus relaciones. 

- Baja del rendimiento en el trabajo o en el estudio. Se llega al grado de abandonar metas y planes,

recurriendo a la droga como única "solución". 

- Consecuencias sociales: el drogadicto puede verse involucrado en agresiones o conflictos. Bajo la

influencia de la droga se pueden llegar a cometer crímenes tales como robos o asesinatos. 

- Consecuencias económicas: El uso de drogas puede llegar a ser muy caro, llevando al drogadicto

a destinar todos sus recursos para mantener el consumo. 

Las drogas no solamente tienen consecuencias negativas para quienes las usan. También se ven

afectadas las personas que rodean al drogadicto, especialmente las de su entorno más cercano,

como familiares y amigos. No es sólo la vida del drogadicto la que está en juego. 

Valoración ética. 

Para clarificar el problema es necesario formular la siguiente pregunta: ¿Es

bueno para un hombre, el padecer voluntariamente la alteración o la pérdida de su capacidad de

percibir, conocer, juzgar y decidir libremente en vista de un placer específico que se obtiene con la

droga o inmediatamente a través de ella? Y también esta otra: ¿Es moralmente bueno ponerse en

ocasión de adquirir una dependencia tal o una droga que no sólo no se pueda vivir sin ella, sino que

de algún modo se viva para ella? 

Las dos preguntas obtienen fácilmente una respuesta negativa. La mayor parte de la gente se siente

inclinada a afirmar: "No es bueno consumir drogas". 

Examinemos nosotros, por un momento, la calidad moral de los efectos señalados. 

Digamos, que lo que se ha llamado "alterar por algún tiempo los procesos naturales de la

inteligencia, de la voluntad libre, de la efectividad", etc., es más serio de lo que parece. Estas

expresiones encierran, en realidad, la alteración o la pérdida de las dos capacidades esenciales del

hombre como ser espiritual y personal: la autoconciencia y la autodeterminación libre. 

Es decir, el que se droga renuncia -por un poco de tiempo, y esto no le resta significación- al núcleo

mismo de su ser personal, se puede decir, a ser persona; ya que en aquel lugar donde cada uno es

más estrictamente uno mismo, desde donde cada uno realiza sus aportaciones originales, donde se

toman las decisiones y se asumen las responsabilidades, allí ya no hay un sujeto consciente, libre y

responsable, ya no está la persona, sino que opera una fuerza mecánica, ciega y tiránica: la droga. 

La valoración ética entonces se matiza del siguiente modo: 

a) el uso de tóxicos es moralmente lícito

en un tratamiento médico controlado y en una experimentación moralmente lícita; 

b) el uso incontrolado por parte de los individuos es moralmente reprobable. 

Las razones éticas que apoyan tales afirmaciones radican en los contravalores que se dan en el uso

indiscriminado de los tóxicos. Son valores de la persona los que quedan vulnerados en tal

comportamiento. 

- valor de “autodominio”: la persona tiene el imperativo de auto poseerse; el uso indiscriminado de

los tóxicos coloca a la persona en una condición de esclavitud psíquica y somática. 

- valor de “responsabilidad”: la persona que mediante las drogas se evade de la realidad es una

persona no responsabilizada. Es una renuncia a la libertad (es una huida de la condición humana). 

- valor de “realizarse”: la persona que se lanza al mundo de los tóxicos no quiere afrontar sus

problemas y resolverlos. 

- valor de la persona como realidad “no manipulable”: a capricho: en plan de experimentación,

búsqueda de novedad, deseo de placer. 

A todos estos contravalores de carácter personal hay que sumar los contravalores de tipo social. El

que vive en el mundo de las drogas hace descender el nivel ético de la humanidad y provoca un

descenso en el afán de superación del hombre en todos los sectores de la vida social. 

Bibliografía capítulo III: 

1. De la edición impresa de The Economist. 26 de mayo de 2005. 

2. Echaniz Arantza y Pagola Juan (2004. Ética del profesional de la comunicación. Ed. Desclée de

Brouwer. 

3. González, E. “La gestión de la responsabilidad basada en el enfoque de los stakeholders, en

Fichar, G 

4. García Marzá Domingo (2004

). Ética empresarial. Del diálogo a la confianza, Madrid, Trotta, pp. 245-260. 

5. Galo Bilbao Alberdi, Javier Fuertes Pérez, José M.Guibert Ucín. Universidad de Deusto, Bilbado

2002. 

6. Marciano V. y Santidrian P. (1980). Ética Personal. Tomo I. Ed. Paulinas. Madrid. 

7. Milton Friedman. The New York Times Magazine, 13 de septiembre de 1970. Copyright 1970 de

The New York Time Company. 

Internet: 

1. http://www.bbc.uk/spanish/specials. 

GUÍA DE ACTIVIDADES 

Actividad No.1: Actividad de grupo. 

A. Realizar una lectura atenta del texto 1: Caso de Teresa. 

B. Analizar el caso de Teresa teniendo en cuentas las orientaciones que siguen: 

1. ¿Cuál es el diagnóstico que dan los médicos sobre el caso de Teresa? 

2. ¿Cuál es la decisión que han tomado los padres de Teresa y las razones que justifican su

decisión? 

3. ¿Por qué el caso debe ser resuelto por el Consejo de Ética del hospital? 

4. Llenen el siguiente cuadro. 

|Miembros |Posición |Razones que justifican su |Aspectos que le parecen aceptables |Aspectos que

les parecen inaceptables | 

|Del | |decisión |de esta posición |de esta posición | 

|Comité | | | | | 

| | | | | | 

| | | |

| | 

| | | | | | 

| | | | | | 

| | | | | | 

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| | | | | | 

| |

| | | | 

| | | | | | 

| | | | | | 

| | | | | | 

| | | | | | 

5. La postura del grupo 

|Miembros que integran el grupo |Postura |Razonamientos que justifican su postura | 

| | | | 

| | | | 

| | | | 

| | | | 

Actividad No.2: Actividad individual. 

- Lectura Conceptos de Ética 

- Realiza un Informe de lectura. Ten en cuenta la siguiente guía: 

1. Elabora un organizador gráfico (mapa conceptual, cuadro sinóp

tico, cuadro comparativo) que muestre los diferentes conceptos de ética. 

2. Parafrasea los párrafos correspondientes a las Características de la Moral y Características de la

Ética. 

3. Elabora un cuadro comparativo que muestre las diferencias y relación de la Ética con otras

ciencias. 

4. Para concluir expresa ¿cuál es la importancia de la ética en la vida personal y social? 

Actividad No.3: Conciencia, libertad, valores. 

- Leer cada uno de los textos referidos a estos tres temas. 

- Teniendo en cuenta los contenidos de estos responder a las siguientes cuestiones: 

1. Establezca la relación y diferencia entre los conceptos de conciencia en sentido general y

conciencia moral. 

2. Elabore un concepto propio de conciencia moral tenga en cuenta las diferentes definiciones e

imágenes de la conciencia moral que aparecen en el texto y la importancia de la conciencia en la

conducta moral de las personas. 

3. Elabore un concepto propio de libertad que incluya cada una de las coordenadas de la libertad. 

4. A partir de la frase de J. P Sastre establezca la relación entre conciencia moral y libertad y su

función en la conducta humana 

5. Los valores elabore un mapa conceptual con los conceptos claves y secundarios que aparecen en

el texto. 

6. Elabore un cuadro comparativo que muestre las diferencias entre relativismo, subjetivismo,

politeísmo y pluralismo moral. 

7. Cómo entiendes la afirmación de la autora acerca de que la Ética Cívica es una ética pluralista. 

8. Elabore sus conclusiones personales sobre la importancia de estos tres temas en su humana y

profesional. 

Actividad

No. 4 

Objetivos: 1. Sintetizar los contenidos de la 1º Unidad aplicando los conceptos estudiados ética,

conciencia, libertad y valores. 

2. Analizar desde una perspectiva ética las actuaciones de los 3 personajes principales de la

película Dos completos desconocidos. 

Guía para el análisis y debate de la película 

|Nombres de los |Rasgos de su |Decisiones relevantes |Valores y/o Anti-valores que |Consecuencias

de sus actuaciones | 

|personajes |carácter | |guían decisiones | | 

| | | | | | 

| | | | | | 

| | | | | | 

| | | | | | 

Actividad No. 5 

Objetivo: Explorar, analizar y aplicar las historias que aparecen en el vídeo al tema de La Libertad. 

Guía para el análisis y debate del vídeo Mañana es una excusa. 

Producción de estudiantes de la carrera de Comunicación Social UCA. 

• Explorando 

1. ¿De qué trata el vídeo? ¿Qué escenas te impresionan? 

• Analizando 

2. ¿En qué coordenadas de la libertad ubicas las actuaciones de estos jóvenes? ¿Son libres?

Justifica tu respuesta. 

3. ¿Qué situaciones, qué comportamientos favorecen o no el fortalecimiento de la libertad de cada

uno de estos jóvenes? 

• Aplicándolo a la vida 

4. ¿Qué mensaje tiene este vídeo para los jóvenes nicaragüenses? 

5. ¿Qué le dirías a Enrico si tuvieses la oportunidad de conversar con él acerca del uso de su

libertad? ¿Qué le dirías a René? 

Actividad No.6 

Guía para el análisis y debate de la película Mentiroso Compulsivo (liar-liar) 

Objetivo: Propiciar el análisis y reflexión de la historia presentada en la cinta con los contenidos del

tema desarrollo del sujeto moral. 

Reparto: Maura Tierney, Jim Carrety, Justin Cooper. 

Duración: 1: 27 minutos. 

Explorando la película 

Seleccionen las tres escenas que más les llamaron la atención ¿Qué relación le encuentran con el

tema del desarrollo moral del sujeto? 

• Definición de sujeto moral 

• Capacidades y condiciones necesarias para poder actuar moralmente. 

• Fases o etapas del desarrollo del juicio moral según Piaget y Kohlberg. 

Analizando la película 

Analicen especialmente las actuaciones del padre y el niño 

• El niño: Teniendo en cuenta las investigaciones de Piaget sobre la mentira en los niños ¿Cuál es la

razón fundamental por la que el niño pide el deseo “de que su padre no mienta por 24 horas?” 

• El padre: En el juicio moral del padre, ¿Qué fenómenos de desajuste se observan en las

estructuras (conocimiento, valoración, acción) que permiten el paso de una etapa otra? 

• Niveles y Estadios Kholberg define los niveles y estadios del desarrollo moral del sujeto ¿en qué

niveles y esta

dios puedes ubicar algunas de las actuaciones del padre? 

• Relaciones interpersonales 

• Ética profesional 

Anoten sus reflexiones acerca de las implicaciones que tienen el nivel de desarrollo moral sujeto en

la dinámica de sus relaciones interpersonales y en su ética profesional. 

Aplicándolo a la vida 

• Identificas en algún aspecto situaciones semejantes o parecidas que pueden vivir algunos hijos

con sus padres ¿Cuáles son las implicaciones en la formación moral de los niños? 

• ¿Cuál es el mensaje que les deja esta película? 

Actividad No. 7 

Objetivo: Analizar y debatir la historia de esta película teniendo en cuenta el tema de la dignidad

humana y libertad. 

Guía para el análisis y debate de la Película María Llena de Gracia 

Reparto Evangelina Morales, Jenny Paola Vega, Catalina Sandino 

Director: Joshua Marston. 

Duración: 01:41:00 Género Drama. 

Explorando la película 

- Comenta brevemente de que trata la película. 

- Comenta la escena que más te llamó la atención ¿qué te impresionó? 

- ¿Qué temas relacionados con la dignidad humana y la libertad como núcleos de la experiencia

ética encuentras en la película? 

Analizando el tema 

- Qué decisiones éticas o contrarias a la ética toma María. ¿en qué decisiones es evidente que ella

actúa como una persona que defiende su dignidad humana y libertad? ¿Qué criterios éticos

consideras que justifican sus actuaciones? 

- ¿Qué decisiones toma María que lesionan su propia dignidad humana? ¿Son las presiones

familiares, sociales, las circunstancias una justificación para tomar la decis

ión de obtener dinero fácil? 

- ¿Cuál es el mensaje de esta película? ¿Qué le dirías a María antes de su decisión de transportar la

droga? 

Aplicándolo a la Vida 

- ¿Qué aplicaciones concretas encuentras de esta película a la vida real cotidiana? 

- Identificas en algún aspecto situaciones semejantes o parecidas que pueden ¿vivir algunas

jóvenes en Nicaragua? 

Actividad No. 8: ¿Qué es para mí la felicidad? 

Leo la historia a continuación y contesto las siguientes preguntas. 

La historia de Andrés 

Dicen que aquellos que nacen en luna llena, cuando en ningún lugar de la tierra sopla el viento y los

lobos no aúllan porque tienen laringitis, reciben el don inapreciable de tener un hada madrina. Y que

ésta le concede un deseo cada diez años. 

Al cumplir diecisiete años, Andrés se internó por primera vez en el bosque al encuentro de su hada

madrina. La encontró bromeando con unas flores a las que cambiaba de color en medio de sus risas

y a pesar de sus protestas. 

- Hola, Andrés, ¿cuál es tu deseo? 

- Quiero ser un hombre. 

- Ya lo eres. 

- Quiero decir todo un hombre, un auténtico hombre. 

- ¿Y eso en qué consiste, Andrés? 

- Quiero ser un gran guerrero. 

El hada madrina lo convirtió en un gran guerrero. Durante diez años, Andrés derrotó ejércitos, rindió

fortalezas inexpugnables, mató hombres de todos los colores y tamaños y fue aclamado por miles

de soldados como el más hábil y fuerte luchador. Pero cuando volvió a encontrarse con el hada ésta

lo halló triste. 

- No estoy seguro de que eso sea ser un hombre, un auténtico hombre, madrina. 

- ¿Cuál es entonces

tu deseo? 

- Quiero tener poder, quiero que todos me obedezcan. 

El hada madrina lo convirtió en un hombre muy poderoso, dotándole de riqueza para comprar y

sobornar, de astucia para juntar y dividir y de la indiferencia suficiente para no sentir escrúpulos.

Diez años después acudió cabizbajo a la cita con su hada madrina. 

- No estoy seguro de que el poder sea lo que distingue al hombre auténtico. 

- ¿Cuál es, entonces, tu deseo? 

- Quiero ser un sabio prestigioso. 

Lo fue. Nadie gozó de tanto reconocimiento por su ciencia y buen criterio. Las universidades se

disputaban entre sí nombrarlo doctor honoris causa, los científicos le escuchaban con el silencio

más respetuoso y no sólo le pedían consejo los reyes, sino también los jóvenes amantes, que es

mucho más difícil. 

Diez años después, el hada madrina lo encontró en el bosque con barba de tres días. 

- Te has adelantado a la cita. 

- Estaba inquieto. No estoy seguro de que ser sabio sea lo que distingue al verdadero hombre. 

- ¿Qué quieres que te conceda? 

- Quiero cuidar y proteger a una mujer y a una descendencia numerosa. 

- Necesitarás más de diez años. Bueno, veré lo que puedo hacer. 

A la mañana siguiente, Andrés se encontró casado con una dulce mujer y reproducido con

asombrosa fidelidad por diez niños de edad escalonada de año en año a partir de los dos meses.

Durante diez años continuó teniendo niños. Y a todos mantenía con su trabajo y protegía con su

fuerza e inteligencia. 

La nueva cita convocó a la madrina con un Andrés muy abatido. 

- ¿Tampoco era eso lo que querías? 

- Se dejan cuidar y proteger m

uy poco. Conforme se hacen mayores parecen no necesitar mis consejos, y ella es fuerte, y ¡vaya si

lo es! 

- ¿Qué te concedo ahora? 

Quiero ser todo un hombre. Quiero conquistar muchas mujeres. 

El hada madrina suspiró. 

- Podrías haber pensado eso hace veinte años. Me hubiera resultado más fácil que ahora. 

Cuando se alejaba, Andrés oyó que le llamaba el hada y se volvió. 

- Ah, Andrés. Supongo que también querrás ser muy fogoso sexualmente y todo eso. Antes de que

me lo tengas que pedir dentro de diez años, te lo concedo ahora. 

Marchó Andrés agradecido y antes de salir del bosque encontró a una bella campesina que al verle

suspiró y dejó caer el cántaro de leche que portaba; temblaron los robles con el estrépito de sus

efusiones. Y se iniciaron así diez años en los que Andrés gozó de los favores de más campesinas y

de princesas, de matronas y curanderas -que eran los oficios que en aquella época dejaban ejercer

a las mujeres-, y de sencillas amas de casa, así como de complejas doncellas. 

- Esperaba verte contento esta vez –le dijo el hada al encontrarle de nuevo. 

- Eso no es ser un verdadero hombre. 

- ¿Qué quieres, pues, ahora? 

- Eso, ser un verdadero hombre. 

- Ya te dije hace cuarenta años que eras un hombre. 

- Pero yo quiero ser todo un hombre, un hombre auténtico. 

- Mira, ¿por qué no te olvidas de eso? Has matado, has oprimido, has abandonado, has causado

dolor y has dado la lata buscando ser un verdadero hombre. Y no has sido feliz. Puedo concederte

que seas feliz. 

- No quiero ser feliz. Lo que quiero ser es un verdadero hombre. 

- Pues, mira hijo –c

ontestó el hada madrina-, vete al diablo. 

Joseph Vincent Marqués 

1. ¿Qué sentí al leer el cuento titulado “La historia de Andrés”? ¿Qué fue lo que más me llamó la

atención? 

2. ¿Cuál es el valor o fin supremo o último que orienta la vida de Andrés y cuáles los medios que

considera adecuados para lograrlo? 

3. ¿Qué mensaje le deja esta historia, en relación al tema de la felicidad? 

Actividad No. 9: Aristóteles 

- Ideas previas: ¿qué es para nosotros la felicidad? ¿cómo lograr la felicidad? 

- Leemos el texto sobre Aristóteles con la finalidad de comprender el paradigma y para preparar la

exposición. Tener en cuenta las siguientes cuestiones: 

1. Investigar la biografía de Aristóteles, sus principales obras e influencia de su pensamiento en el

desarrollo de la ética occidental. 

2. Recuerdo que el objeto de estudio de la ética es la respuesta a este tipo de preguntas ¿cuáles

son los fines o bienes supremos? ¿por que razones han de ser esos bienes y no otros? 

a. ¿Cuál es a juicio de Aristóteles el fin o bien supremo del ser humano? 

b. Expongo al menos dos razones aristotélicas que justifiquen que este es el bien supremo y no

otro. 

3. ¿Qué son las virtudes para Aristóteles? ¿Cuál es la importancia de las virtudes en la conducta

humana? ¿Qué relación establece entre virtudes y hábitos? 

4. ¿Por qué la prudencia es la virtud por excelencia para Aristóteles? ¿Qué significa la búsqueda

prudente de la felicidad? 

5. ¿Cómo formularían el criterio ético aristotélico que debe ser atendido antes de tomar una

decisión? 

6. Recuerden la Historia de Andrés. La conducta del s

er humano virtuoso/feliz, según Aristóteles coincide con alguno de los hombres que quiere ser

Andrés ¿en qué nos basamos para responder? 

7. ¿Qué les llama la atención en relación al fin que orienta la vida de Andrés y los medios que utiliza

para llegar a ese fin?. ¿Coinciden con la propuesta aristotélica? 

8. ¿En qué se parecen los contenidos de la Historia de Andrés a las formas en que buscan la

felicidad los hombres en la sociedad actual? 

9. ¿Qué destacarían como lo más aceptable y lo menos aceptable de los planteamientos de la

filosofía moral de Aristóteles? Damos razones de nuestras respuestas. 

Actividad No. 10: Epicuro 

- Leer el texto referido al paradigma ético propuesto por Epicuro y preparar la exposición, teniendo

en cuenta las siguientes cuestiones: 

1. Investigar la biografía de Epicuro. 

2. Qué es el bien /la felicidad para Epicuro, cuál es el horizonte moral que propone Epicuro. 

3. Qué es el placer para Epicuro, cómo alcanzar el máximo placer, evitando las grandes fuentes de

temor. Resuman con palabras del grupo las razones que nos ofrece este filósofo para convencernos

de que no debemos temer a) a los dioses b) a la muerte. 

4. Expliquen el Cálculo Inteligente del Placer que propone Epicuro. Utilicen ejemplos que permitan

comprender mejor las ideas epicúreas. 

- Distintos tipos de placeres 

- Criterios para el cálculo del placer 

- Regla del cálculo 

- Invitación a gozar del presente: templanza 

5. Epicuro propone un cálculo del placer para evitar el dolor. Elaboren un cuadro sinóptico,

esquema, mapa conceptual que exprese esta

propuesta. 

6. Relación individuo sociedad desde la perspectiva de Epicuro 

7. ¿Creen que en la actualidad hay gente que orienta su comportamiento a partir de algunas de las

propuestas éticas de Epicuro? Argumenten su respuesta y busquen ejemplos para ilustrarla. 

8. ¿Qué les parece a ustedes lo más y lo menos aceptable de la propuesta ética de este filósofo?

Den razones de su respuesta. 

Actividad No. 11: Utilitarismo 

- Ideas Previas A la hora de tomar una decisión ¿Qué significaría para ustedes buscar la felicidad

para el mayor número de personas? Anotamos nuestra respuesta a esta pregunta. 

- Investiguen las biografías de John Stuart Mill y Jeremy Benthan, elaboren una breve reseña de las

mismas. 

- Leer el texto referido a este paradigma a fin de preparar la exposición teniendo en cuenta las

siguientes cuestiones: 

1. Investigar la biografía de John Stuart Mill y Jeremy Benthan. 

2. Porqué el utilitarismo es considerado un hedonismo ético social. Cómo justifica el placer-bienestar

como el fin o bien último. Expliquen cómo se hace el cálculo hedonista. Utilicen ejemplos de la vida

cotidiana para explicar este punto. 

3. Anoten la formulación del principio de utilidad formulado por J. Benthan, expliquen cuál es el

razonamiento que hace de este principio. 

4. Anoten y expliquen el criterio ético fundamental del utilitarismo, cuál es el mayor atractivo de este

criterio ético. Utilicen ejemplos de la vida cotidiana para explicar el punto. 

5. Establecer las diferencias entre el hedonismo cuantitativo de Benthan y el hedonismo cualitativo

de Mill. Utilicen ej

emplos cotidianos para explicar el punto 

6. Explique el criterio ético utilitarista y la relación que establece con las preferencias de la gente

(enfoque sobre la felicidad, objeciones, cómo tratan de superar objeciones) Utilice ejemplos

cotidianos. 

7. Expliquen la dimensión consecuencialista del utilitarismo. Utilicen ejemplos concretos de la vida

cotidiana. 

8. Con ejemplos de la vida cotidiana expliquen cuales son las grandes cuestionamientos que

enfrenta el utilitarismo, así como aspectos relevantes de este paradigma ético. 

9. Piensen en dos casos concretos. 

a. Uno, en el que los planteamientos utilitaristas fuesen aceptables éticamente. Justifiquen su

posición. 

b. Otro, en el que los planteamientos utilitaristas no fuesen aceptables éticamente, igualmente.

Razonar posición 

Actividad No. 12: Ética deontológica: Inmauel kant 

- Ideas Previas: ¿Qué entiendes por buena voluntad? ¿y por buena intención? ¿Qué significa actuar

por deber? 

- Leemos los datos biográficos que aparecen en el texto. 

- Analizar el texto referidos a la Ética del Deber: I. Kant con el objetivo de preparar nuestra

exposición teniendo en cuenta las siguientes cuestiones. 

1. ¿Qué es para Kant lo único que puede ser absolutamente bueno? ¿Qué debe tenerse en cuenta

al juzgar los actos morales? ¿qué importancia tienen los resultados de la acción? 

2. Distingan entre intención actuante y deseo de hacer algo. Utilice ejemplos para establecer esta

distinción. 

3. ¿Cuál es la clasificación de los actos que propone Kant para explicar cuándo la persona actúa p

or deber? ¿cómo probar que una máxima puede universalizarse? 

4. Expliquen ¿por qué el deber es racional y qué significa obedecer a la ley moral? ¿qué es la ley

moral? ¿qué significa imperativo categórico? 

5. Anota las dos formulación del imperativo categórico de Kant 

-Expliquen esta formulación utilizando dos ejemplos 

7. Desde esta perspectiva kantiana expliquen el tema de la libertad, voluntad autónoma y dignidad

humana. 

8. Traten de aplicar los criterios éticos de Kant a los siguientes ejemplos:

Ejemplo 1. El Bombero. 

a. Supongamos que un bombero voluntario entre a un edificio en llamas. Sabe que es peligroso y

que puede perder su vida, sin embargo, se propone salvar las vidas de cinco personas

(desconocidas para él) atrapadas en una habitación del tercer piso, ¿como evaluaría su acción

desde el punto de vista kantiano (moralmente buena, moralmente mala, moralmente neutra? ¿Qué

principio o máxima objetiva justifica esa evaluación? ¿Tiene algo que ver con el imperativo

categórico? 

b. Supongamos que las personas atrapadas no son desconocidas, sino que se trata de la familia del

bombero ¿cómo se evaluaría su acción desde el punto de vista kantiano (moralmente buena,

moralmente mal, moralmente neutra) ¿En qué me baso para contestar? 

c. Supongamos que el bombero no es un voluntario, sino que recibe un premio económico por cada

persona que logra salvar ¿cómo se evaluaría su acción desde el punto de vista kantiano?

Argumento mi respuesta. 

d. Distingo a partir del ejemplo del bombero la

intención de un acto entendida como mero deseo y la intención actuante como la propone Kant. 

Ejemplo 2. El bodeguero 

(A) Un bodeguero tiene la intención de introducir un producto en el vino que lo rebaje, pero sin

hacerle perder su sabor original, sabiendo que ese producto puede ser peligroso para la salud (B)

Pero decide no hacerlo porque teme ir preso si algún consumidor se enferma gravemente. 

a. Enuncien la máxima o principio subjetivo que el bodeguero debió pensar (implícitamente) en el

caso (A) tomo como referencia el ejemplo de la mentira. 

b. ¿Qué valor moral tiene esa máxima o principio que el bodeguero pensó? Justifiquen su respuesta

tomando en consideración la primera formulación del imperativo categórico y refiriéndolo al ejemplo

concreto del bodeguero. 

c. Diga en (B) a qué tipo de actos en relación con el deber corresponde la conducta que finalmente

adoptó el bodeguero. Justifiquen su respuesta. 

d. En nuestra vida cotidiana ¿realizamos acciones siguiendo planteamientos éticos de tipo kantiano?

Utilicen un ejemplo cotidiano para ilustrar la explicación. 

9. ¿Qué nos parece aceptable del planteamiento filosófico de Kant? ¿Qué nos parece menos

aceptable? 

Actividad No. 13: Ética de la responsabilidad. Hans Jonas 

- Ideas previas ¿qué significa ser responsables? ¿por qué somos responsables? 

- Leemos los datos biográficos de Hans Jonas que aparecen en el texto. 

- Leemos y analizamos el texto sobre la ética de la responsabilidad que aparecer en el dossier y los

textos complementarios indicados por el/la profesor (a

) con el objetivo de comprender el paradigma ético propuesto por H. Jonas y de preparar la

exposición. 

- Para la exposición tenemos en cuenta las siguientes cuestiones: 

1. ¿Cuál es el hecho que Jonas utiliza como punto de partida para elaborar su propuesta ética? 

2. Expliquen detenidamente la idea fundamental que sustenta la ética jonasiana. 

3. ¿Cuál es el principio ético de actuación que propone H. Jonas? 

4. ¿Qué busca este principio? ¿a quien va dirigido el imperativo categórico de la responsabilidad?

Expliquen el deber o axioma básico (en sus tres aspectos) que sustenta este principio (imperativo)

en su expresión positiva y en su expresión negativa. 

5. Explique en que consiste la “heurística del temor y porqué Jonas parte de ella para formular el

imperativo ético. 

6. Para Hans ¿qué significa hacer el bien en las condiciones de la tecnología? 

7. Expliquen porque Hans era enemigo radical de las utopías expliquen en qué consiste el cálculo de

riesgos. 

8. Expliquen los dos caminos en que se ubica la ética de Jonas 

9. Para finalizar presenten esquemáticamente los tres puntos centrales del imperativo de la ética

jonasiana. 

10. ¿Qué les parece lo más aceptable y los menos aceptable de esta propuesta ética? 

Actividad No. 14: Teoría de la justicia: John Rawls 

- Traten de compartir sus Ideas Previas sobre la justicia ¿para ustedes en qué consiste la justicia? 

- Investiguen la biografía de John Rawls, elaboren una breve reseña de la misma. 

-Lean detenidamente los textos referidos a la Teoría de la Justicia de Raw

ls, tengan también en cuenta los principios éticos de Kant para preparar la exposición. 

Traten de comprender, explicar, y utilizar ejemplos para la exposición de esta teoría: 

1 Tarea que se plantea Rawls al desarrollar su teoría de la justicia ¿a qué va dirigida, qué quiere

ofrecer, con que objetivo, cómo funcionaría, qué quiere regular y posibilitar? 

2. Cuáles son los Bienes primarios que necesitamos, según el autor, para realizarnos como

personas. Cómo deben ser distribuidos por el Estado. Bajo qué virtudes y criterios innegociables

deben legitimarse las instituciones del Estado. 

3. Anoten la formulación de los principios de justicia que Rawls propone para la distribución justa de

estos bienes. 

4. Expliquen el principio de libertad: 

-Libertad básica 

- Compatibilidad con la libertad similar de los demás 

-No escoger objetivos que transgredan la libertad de los demás 

- Objetivo de este principio 

-Libertades ciudadanas que garantiza este principio 

5. Explique el principio de diferencia: 

- En qué consiste este principio 

- Cuál es el análisis que hace Rawls en relación a las diferentes expectativas de los más

aventajados y las expectativas de los menos aventajados. 

- Cuando este esquema se vuelve injusto ¿qué expectativas deben ser maximizadas? 

- En qué consiste el principio de maximización y la conexión en cadena cuando se enfrenta un

problema. 

6. Conclusiones: ¿tiene algún parecido la teoría de la justicia de Rawls con nuestras ideas previas

sobre la justicia? Razonamos nuestra respuesta y elaboramos nuestras conclusiones sobre esta

teoría de

la justicia 

7. ¿Qué nos parece lo más aceptable y lo menos aceptable de esta teoría? 

Damos razón de las respuestas. 

Actividad No. 15: Ética del diálogo/discurso. 

- Ideas previas: ¿Qué es el diálogo? ¿Por qué es importante el diálogo para encontrar la solución

correcta a los problemas? ¿Qué cuestiones se deben tener en cuenta para llegar a acuerdos a

través del diálogo? 

- Leer detenidamente el texto referido a la Ética del Discurso/diálogo propuesta por J. Habermas y K.

Appel, tengan también en cuenta los principios éticos de Kant para preparar la exposición. 

1. Objetivo de un diálogo. 

2. Punto de partida de la Ética del discurso/diálogo 

3. Bases y aspiraciones de toda comunicación 

4. Situación ideal del habla en la que debe darse el discurso/diálogo, para que el acuerdo sea válido.

Quiénes son los participantes. Reglas del discurso/ diálogo. 

5. Cuáles son los principios que comprueban la validez de una norma. 

6. Aspectos en que esta norma sería similar al imperativo categórico de Kant, anota la reformulación

dialógica del imperativo categórico kantiano. 

7. Explicar la afirmación de V. Camps “la ética es comunicación, diálogo” 

8. Argumenten sobre la importancia del ethos dialógico de la Ética Discursiva para la formación del

sujeto moral. 

9. De forma gráfica exprese los aspectos fundamentales de la Ética del Discurso(mapa conceptual,

cuadro sinóptico u otros) 

10. ¿Qué les parece lo más aceptable y menos aceptable de esta propuesta ética? 

Actividad No. 16: El dilema de Alfonso 

1. Lectura del caso 

El padre de Alfonso ha sufrido

la amputación de sus piernas, con mucha voluntad ha aprendido a caminar con prótesis, en una

casa de salud. Puede movilizarse cortas distancias, pero debe recibir atención y cuidados. El señor

quiere volver a su casa, pero al enfermar y fallecer su esposa, eso ya no es posible. 

Luego de vivir un tiempo en la casa de salud, saliendo tres días a la semana a casa de sus hijos, el

padre le plantea a Alfonso que está angustiado y que quiere ir a vivir con él. La hermana de Alfonso

no está de acuerdo y no cree que sea una buena opción. Alfonso está casado y tiene dos hijos de 6

y 3 años de edad. En la casa hay un lugar adecuado para que esté su padre, la esposa de Alfonso

intuye que no es conveniente que venga a vivir allí. Pero accede a que su suegro vaya a pasar una

temporada. 

Después de dos meses de estadía en una convivencia muy difícil, llega el verano y Alfonso le

plantea a su padre que volverá a la casa de salud, para que su familia pueda salir de vacaciones. 

Al final del mes de licencia, el padre insiste en volver a la casa de Alfonso y la esposa se niega ya

que sostiene que no le hará bien a los niños convivir con el abuelo porque es egoísta, hace

diferencias entre los nietos y manipula a su hijo, debido a su enfermedad. 

2. Análisis del caso ¿Qué debe hacer Alfonso? ¿Por qué? ¿En qué criterios éticos me baso para

justificar mi respuesta? 

Actividad No. 17: La guerra de los juguetes 

1. Leo el caso “La guerra de los juguetes”. 

2. Relleno el cuadro que está al final de la lectura. 

3. En caso de estar en la situación de Tom Daner, ¿Cuál será la decisión correcta? Seleccione una

de las metodologías p

ara solucionar este caso. Justificar su decisión usando los criterios éticos estudiados. 

El caso “La guerra de los juguetes”. 

A principios de 1986. Mike Teal, director de ventas de Crako Industries, se puso en contacto con

Tom Daner, presidente de la agencia de publicidad Daner Associates. Crako Industries, una

empresa familiar fabricante de juguetes, ha sido durante mucho tiempo uno de los clientes

importantes y predilectos de Daner Associates. El director de ventas de Crako Industries explicó que

la compañía acababa de desarrollar un nuevo helicóptero de juguete. 

Para el juguete habían tomado como modelo los helicópteros militares utilizados en Vietnam y que

habían aparecido en las películas de Rambo. Mike Teal explicó que habían desarrollado el juguete

en respuesta a la moda de los juguetes bélicos que barría el país tras el éxito de las películas de

Rambo. Inicialmente, Crako Industries se había resistido a entrar en los juguetes bélicos, ya que

algunos de sus miembros eran contrarios a la violencia asociada a este tipo de juguetes. Pero, dado

que los segmentos del mercado de juguetes estaban cada vez más dominados por los juguetes

bélicos, ahora la familia pensaba que la entrada en ese mercado era crucial para su negocio. En

consecuencia, aprobaron el desarrollo de una línea de juguetes bélicos con la esperanza de no

entrar demasiado tarde en ese mercado. Ahora Mike Teal quería que Daner Associates preparase

una campaña de publicidad en televisión para el juguete. 

El helicóptero de juguete desarrollado por los diseñadores de Crako tenía una longitud de unos 45

c., funcionaba con pilas y era de plástico

y acero. A ambos lados se habían montado réplicas desmontables de ametralladoras y una camilla

también desmontable basada en las camillas utilizadas para rescatar a los soldados heridos del

campo de batalla. Mike Teal, de Crako, explicaba que intentaban desarrollar un juguete que debía

percibirse como más machista que la línea de juguetes GI Joe, líder en ventas. Según el director de

ventas, para competir con éxito en el mercado actual de juguetes la compañía tendría que adoptar

un enfoque de publicidad que fuera incluso más agresivo y duro que el de otras empresas. En

consecuencia, continuaba, los anuncios desarrollados por Daner Associates tendrán que ser

agresivos y machista. Sugirió que los anuncios del juguete en televisión podían mostrar al

helicóptero entrando en picado y disparando sobre edificios. Mejor cuanta más violencia y caos total

mostrasen los anuncios. Crako Industries confiaba en gran medida en las ventas del nuevo juguete y

algunos de los directivos de la empresa creían que el futuro de la misma podía depender del éxito

de este juguete. 

Tom Daner no estaba dispuesto a que su agencia desarrollase anuncios en televisión que

aumentasen la que él ya consideraba una excesiva violencia dirigida a los niños. Concretamente

recordaba el anuncio de un triciclo con una replica de ametralladora montada en el manillar. El

anuncio mostraba el triciclo a través de los bosques conducido por un niño pequeño que perseguía a

otros niños que huían por un camino polvoriento. En un momento dado, la cámara se acercaba por

encima del hombro del niño, enfocaba a través del punto de mira del arma y mostraba como

apuntaba a

la espalda de los niños que huían de la ametralladora del triciclo. Anuncios como este perturbaba a

Tom Daner y le habían llevado a pensar que las agencias de publicidad debían encontrar otras

maneras de promocionar esos juguetes. Sugirió, por tanto, que en lugar de promocionar el

helicóptero de Crako mediante la violencia, debería presentarse de alguna otra manera. Cuando

Teal le preguntó qué tenía en mente, Tom se vio obligado a admitir que no lo sabía. Pero, de todas

formas, señaló Tom, ninguna de las tres grandes cadenas de televisión aceptaría un anuncio

violento dirigido a niños. Las tres cadenas observaban un código de publicidad que prohibía

anuncios violentos, intensos o no realistas dirigidos a niños. 

Sin embargo, esto no parecía suponer un verdadero obstáculo para Teal. Aunque las cadenas

nacionales podían rechazar anuncios demasiado violentos para niños, los canales locales de

televisión no eran tan remilgados. Estos últimos solían aceptar anuncios dirigidos a niños que las

grandes cadenas habían rechazado por demasiado violentos. Los canales locales insertaban los

anuncios en su programación local y por tanto eludían los códigos de publicidad de las tres cadenas

nacionales. Daner Associates simplemente tendría que insertar los anuncios desarrollados para el

helicóptero de Crako a través de canales locales de televisión en todo el país. Mike teal estaba

decidido, si Daner Associates no desarrollaba una campaña de publicidad agresiva y dura, la

compañía de juguetes trasladaría su cuenta a una agencia que lo hiciese. De mala gana, Tom Daner

aceptó desarrollar la campaña publicitaria. Crako Industries repres

entaba un millón de dólares del total de ingresos de Daner. 

Al igual que Crako Industries, Daner Associates era también una empresa familiar. Fundada por su

padre hacía casi 50 años, la agencia de publicidad que ahora dirigía Tom Daner había crecido de

manera espectacular bajo su liderazgo. En 1975 la empresa recaudó 3 millones de dólares en bruto;

diez años después, tenía unos ingresos de 25 millones de dólares y ofrecía una línea completa de

servicios de publicidad. La compañía estaba dividida en tres departamentos (creativo, medios y

ejecutivos de cuentas) cada uno de los cuales tenían unos doce empleados. Tom Daner atribuía

gran parte del éxito de la compañía a muchas de las personas que había contratado recientemente,

especialmente un grupo de titulados en MBA que había desarrollado nuevas estrategias de

marketing basadas en investigaciones de mercado mas completas. Sin embargo, la mayoría de

decisiones se tomaban en un comité ejecutivo formado por cinco personas: Tom Daner, el director

contable y los tres jefes de departamento. Como propietario presidente, las opiniones de Tom

tendían a influir en la mayoría de las decisiones, lo que daba lugar a lo que uno de los miembros del

comité denominaba una dictadura benevolente. Tom era una persona entusiasta, agradable,

inteligente y culta. Antes de terminar los estudios había pensado convertirse en misionero pero

cambió de idea y ahora estaba casado y era padre de tres hijas. Entre sus héroes personales

estaban Thomas Merton, Albert Schweitzer y Tom Doley. 

Cuando Tom Daner presentó el acuerdo con Crako al comité ejecutivo descubrió que sus miembros

no compartían s

us recelos. Los demás miembros del comité pensaban que Daner Associates iba a darle a Crako

exactamente el tipo de anuncio que quería con una gran carga de violencia. Además, los redactores

y artistas del departamento creativo estaban entusiasmados con la posibilidad de dejar volar su

imaginación en el proyecto, muchos de ellos convencidos de que podrían producir fácilmente un

anuncio que acaparase la atención con una sobrecarga violenta en la programación televisiva. El

departamento creativo, de hecho, produjo rápidamente un guión de video mostrando el helicóptero

abalanzándose desde el cielo con sus ametralladoras disparando sobre un poblado de la selva.

Pensaban que este tipo de anuncio era exactamente lo que les estaba pidiendo el cliente. 

Pero después de haber visto la copia, Tom Daner se negó a utilizarlo. Insistió en que debían

producir un anuncio que cumpliese las necesidades del cliente, pero que también siguiese las

directivas de las cadenas nacionales. El anuncio no debía glorificar la violencia y la guerra, sino que

de alguna manera debería apoyar los valores de la familia y la cooperación. Decepcionados y algo

frustrados, en el departamento creativo volvieron al trabajo. Unos días después, presentaron una

segunda propuesta: un anuncio que mostraría al helicóptero de juguete volando en la sala de estar

de una casa donde un niño está jugando, luego la escena cambia para mostrar al niño sobre una

roca que surge del suelo de la sala de estar; el helicóptero baja en picado y recoge al niño como si

lo rescatase de la roca en la que se ha quedado aislado. Aunque en el departamento creativo

estaban ligeramente s

atisfechos con su intento, creían que era demasiado soso. Sin embargo a Tom le gustó y se filmó

una versión del anuncio. 

Unas semanas más tarde, Tom Daner se reunió con Mike Teal y su equipo y les presentó el film. La

sesión no fue un éxito. Teal rechazó el anuncio. Refiriéndose a las regulaciones de las cadenas que

otros anuncios de juguetes estaban rompiendo con la misma frecuencia que los motoristas rompían

el límite de velocidad de 90 km por hora, dijo “este anuncio va sólo a 50 Km., por hora, y yo quiero

uno que vaya a 120 Km., por hora”. Si la próxima versión no era más dura y agresiva, Crako

Industries se vería obligada a cambiar de agencia. 

Decepcionado, Tom Daner volvió al departamento creativo y les dijo que siguieran adelante y

diseñasen el tipo de anuncio que había planteado en un principio “No sé qué más hacer”. En poco

tiempo el departamento creativo le presentó una propuesta de anuncio en el que había escenas en

que el helicóptero bombardeaba un poblado. Poco después se construyó un pequeño plato que

presentaba un poblado de la selva junto a un puente que cruzaba un río. El anuncio se filmó

utilizando el decorado de la selva como fondo. 

Cuando Tom vio el resultado no le gusto. Decidió reunirse con su departamento creativo y expresar

sus opiniones. “La cuestión es”, dijo: “básicamente la cuestión de la violencia ¿Realmente queremos

presentar juguetes como instrumentos para destruir personas? Este anuncio va a fomentar la

agresividad y la violencia. Glorificará la dominación y lo hará con niños que son extremadamente

impresionables. ¿Queremos realmente hacer esto?” No obstante, los miembros del dep

artamento creativo respondieron que simplemente le estaban dando a su cliente lo que había

pedido. Este cliente, además, era una cuenta importante. El cliente quería un anuncio agresivo y

machista y eso era lo que le estaban dando. El anuncio podía violar las normas de las grandes

cadenas de televisión, pero había maneras de eludir las cadenas. Además, dijeron, todas las demás

agencias de publicidad en el sector estaban transgrediendo los límites contra la violencia

establecidos por las cadenas. Tom hizo un último intento ¿por qué no vender el juguete como un

juego de aventura y fantasía? Sugirió filmar de nuevo el anuncio utilizando el mismo decorado de

jungla. Pero en lugar de presentar al helicóptero disparando contra un poblado en llamas, mostrar

que volaba al rescate de las personas que había en el poblado en llamas. Crear un anuncio que

tenga emoción, aventura y fantasía, pero sin agresividad. “Intentaba”, dijo más tarde, “llegar a una

nueva manera de enfocar este tipo de publicidad. Debemos seguir el mercado o podemos

encontrarnos sin negocio al intentar moralizar el mercado. Pero, ¿por qué no intentar un nuevo

enfoque? ¿Por qué no promocionar juguetes como instrumentos que expanden la imaginación de

los niños de una manera positiva y que fomentan los valores de la cooperación en lugar de la

violencia y la agresividad?”. 

Se filmó una nueva versión del anuncio que ahora mostraba al helicóptero volando sobre el

decorado de la selva. Planos rápidos y un fondo musical fuerte daban la sensación de emoción y

peligro. El helicóptero vuela dramáticamente a través de la selva y sobre el río y el puente para

rescatar a

un muchacho de un poblado en llamas. Cuando irrumpen en la escena destellos de luces y disparos

fortuitos, el helicóptero se eleva y huye hacia el cielo. El anuncio definitivo era claramente

emocionante e intenso, y promocionaba el salvamento de una vida en lugar de la violencia contra la

vida. 

Sin embargo, cuando se filmó la versión definitiva quedó claro que no superaría la censura de las

cadenas. Las directivas de las cadenas de televisión requerían que los escenarios de los anuncios

para niños representasen cosas al alcance de la mayoría de niños para no crearles falsas

expectativas. Evidentemente, el elaborado decorado de la jungla (cuya construcción costó 25.000

dólares) no estaba al alcance de la mayoría de niños y, por tanto, la mayoría de niños no podrían

recrear la escena del anuncio al comprar el juguete. Además, las normas de las cadenas

estipulaban que en los anuncios para niños las escenas debían estar filmadas con iluminación

normal que no crease intensidades indebidas. De nuevo era evidente que el anuncio del helicóptero,

que creaba emoción al utilizar cambios rápidos de luz y de planos, no obedecía estas normas. 

Después de revisar el filme, Tom Daner reflexionó sobre las instrucciones de última hora que le

había dado el director de ventas de Crako, después de haber visto la primer versión del anuncio el

anuncio en televisión debería mostrar cosas estallando bajo el fuego de las armas del pequeño

helicóptero y quizá incluso un poco de sangre en el fuselaje; el anuncio debía ser violento. Ahora

Tom debía tomar una decisión. ¿Arriesgaba la cuenta mostrando sólo el anuncio con la misión de

rescate? ¿O

debía dejar que Teal viese también el anuncio que mostraba al helicóptero disparando al poblado,

consciente de que, si la veía, probablemente prefería esta versión? ¿Y la misión de rescate era

verdaderamente tan diferente del anuncio que mostraba los disparos sobre el poblado? ¿Importaba

que el anuncio con la misión de rescate seguía violando algunas de las normas de las grandes

cadenas? ¿Y si sólo ofrecía a Teal la misión de rescate y este aceptaba el enfoque rescate pero

exigía más violencia, debería claudicar? ¿Debía Tom arriesgarse con el lanzamiento de una

campaña de publicidad que se basaba en este enfoque no probado? ¿Qué ocurriría si no se vendía

el juguete de Crako? ¿Era correcto experimentar con el producto de un cliente, especialmente un

producto que era tan importante para el futuro del negocio del cliente? Tom no estaba seguro sobre

qué debía hacer. Quería mostrar a Teal sólo el anuncio de la misión de rescate, pero pensó que

primero debía responderse a sí mismo todas estas preguntas. 

| |Razones, motivos, qué valoran | 

|Mike Teal | | 

| | | 

| | | 

|Tom Daner |

| | | 

| | | 

|Diseñador Craso | | 

| | | 

| | | 

|3 grandes cadenas TV | | 

| | | 

| | | 

|Cadenas TV locales | | 

| | | 

| | | 

|Resto comité directivo Daner | | 

| |

| | | 

|Departamento creativo Daner | | 

| | | 

| | | 

| | | 

| | | 

| | | 

Actividad No. 18: Los Mapuches 

Los mapuches persisten en “guerra” contra Endesa y a favor de su cultura[39]. 

Un caballo con montura mexicana. Éste fue el precio que pagó la filiar chilena de Endesa, Enersis,

por una porción de tierra. Al menos eso relató ayer Antonlín Curriao, el representante de la

comunidad mapuche afectada por la construcción de una presa en su territorio, Alto Biobío (600

kilómetros al sur de Santiago). La justicia chilena ha paralizado las obras, pero Endesa niega hacer

violado las leyes, asegura haber pagado un precio justo por las tierras y anuncia que proseguirá con

las obras. 

La d

ecisión de Endesa no depende de sí misma, sino del resultado de la apelación que ha presentado.

Los jueces paralizaron cautelarmente la construcción de la central hidroeléctrica de Ralco porque “el

daño ambiental sería irreversible y sería el antecedente de innumerables perjuicios a quienes han

hecho de la zona su hábitat”. Y ése es el nudo gordiano para los manapuches: el hábitat. “No

queremos que se construya la presa, no queremos que el agua cubra el cementerio en el que yacen

nuestros antepasados”, se lamentaba pausadamente Curriao. La presa, con una inversión de 78,500

millones de pesetas, inundaría 3,467 hectáreas. 

Endesa manejo otro argumento: 83 de las 91 familias accedieron a canjear sus tierras, es decir, a

venderlas, para que la presa pueda construirse. Fuentes de Enersis, en Santiago, aseguran que se

ha pagado un “buen precio a gente que es de lo más pobre del país”, y que “están contentos” con la

operación. 

Curriao y los abogados, profesores de la universidad y el diputado socialista que le acompañaba en

su visita a Madrid discrepan. El longo, como le llaman sus compañeros a Curriao, sostiene que

Enseda violó la ley: “Nos decían que tenían el permiso del Gobierno cuando no lo tenían, nos hacían

ofertas sin que estuviera presente nadie del Gobierno, lo que va contra la ley, igual que construir sin

tener el permiso de toda la comunidad, que es lo que han hecho”. Según explicó el diputado del

partido socialista chileno Alejandro Navarro, la ley sobre asuntos indígenas exige la presencia de

autoridades gubernativas para que “informe al indígena y de fe de que la operaciones realiza en

condiciones de igua

ldad”. ¿Y qué conseguían a cambio? “Un arado, dos bueyes, tierras nevadas… y poco dinero”. 

Las fuentes consultadas en Enersis desmienten la mayor: “No tengo constancia de que haya habido

engaño, y los que vivían entre hectáreas ahora viven en 15. Se trata de un plan de 20 millones de

dólares (3,200 millones de pesetas)”. Pero el longo cuenta otra verdad: “A los blancos que vivían en

la zona les pagaron diez veces más que a nosotros”. 

Los mapuches, después de conseguir la paralización de las obras, apuntan al mismísimo despacho

del presidente de Endesa, Rodolfo Martín Villa: estudian una demanda por genocidio contra los

administradores de la empresa. Enrique de Santiago, el abogado español al que le han encargado el

caso, reconoce que es difícil que prospere, si bien le otorga cierto fundamento: “Había informes

oficiales del Gobierno chileno que desaconsejaban la obra porque aseguraban que la presa llevaría

consigo la destrucción de dos comunidades indígenas. Y no se han tenido en cuenta”. Así, Endesa

habría cometido genocidio “por emprender la obra”. Para Enersis, esto no son más que “cuentos de

ambientalistas radicales”. 

Si es probable que Endesa se faje de las acusaciones de genocidio, si finalmente llegan a

formularse ante un tribunal, más complicado le será lidiar con las accione que emprenderán los

mapuches como accionistas de la empresa. “Esto será lo primero”, anuncia De Santiago. “Endesa

cotiza en la Bolsa de Nueva York, responsabilidades a los administradores”. 

Endesa fuma la pipa de la paz 

La eléctrica acuerda con los pehuenches dar luz verde a la central Ralco[40] 

Después de seis años de conflic

to, Endesa Chile cerró esta semana un acuerdo económico con las últimas cuatro familias

pehuenches de la zona cordillerana del río Biobío que se resistían a ser trasladadas desde sus

tierras, ubicadas 500 kilómetros al sur de Santiago, y permitir que sean tapadas por el lago artificial

que se formará en 2004, cuando funcione la central hidroeléctrica Ralco. 

La participación del Gobierno del socialista Ricardo Lagos fue determinante para llegar a una

solución que deja más satisfecha a la empresa, que finalizará un proyecto de 570 millones de

dólares, y al Gobierno, que apaga el choque entre los derechos de los indígenas y las necesidad de

abastecimiento eléctrico, que a los pehuenches. 

Según el memorando de entendimiento, que aún debe ser suscrito ante notario, las cuatro familias

que resistieron hasta el final a Endesa -del grupo Endesa España- recibirán de la empresa el

equivalente a 1.2 millones de dólares de compensación y 77 hectáreas de terreno en permuta por

las tierras que entregan. La empresa deberá entregar otros 460,000 dólares para una institución que

generará proyectos de desarrollo para hijos y descendientes de los afectados. 

Además, el Gobierno se comprometió a entregarles 1,200 hectáreas de un terreno cercano,

asistencia técnica y otros beneficios al centenar de familiares pehuenches que debieron trasladarse.

A cambio, los afectados aceptaron permutar sus tierras y deponen las acciones judiciales que

habían emprendido, e informan a la comisión interamericana de Derechos Humanos, que depende

de la Organización de Estados Americanos (OEA), donde demandaron al Estado, de esta solución. 

Un ministr

o mapuche 

El coste total del proceso de relocalización de las 98 familias pehuenches que desde épocas

ancestrales vivían en el alto Bionío fue entre 24 y 25 millones de dólares, incluyendo las tierras de

permuta y viviendas para los afectados. El monto estaba dentro de lo que se podía prever, aunque

el conflicto supuso atrasos, afirma el gerente de Endesa, Héctor López “Con este entendimiento

termina el conflicto. Ha sido una experiencia nueva, en que por primera vez hubo que desplazar a

personas de un área de características indígenas… Todos hemos aprendido”, sostiene. 

López desmiente que las últimas familias pehuenches hayan recibido una compensación mayor y

dice esperar que Ralco entre en producción en julio próximo. Cuando esté en funcionamiento, esta

hidroeléctrica tendrá una potencia de 570 megavatios, que representa el 8% del sistema

interconectado central del país, donde habita el 93% de los chilenos. 

Con satisfacción, Lagos resaltó que se ha logrado un acuerdo en un tema “tremendamente

complejo”, demostrando que es posible, “respetando las comunidades pehuenches, tener un

desarrollo hidroeléctrico, fundamental para Chile”. La mediación del Gobierno, hecha de forma

reservada y encabezada por un ministro democratacristiano, Francisco Huenchumilla, de

ascendencia mapuche, apuntó a conciliar dos derechos en pugna, el de los indígenas a vivir en sus

tierras, con la necesidad de asegurar el abastecimiento eléctrico, aunque la clave fue el monto de

las compensaciones. 

Sin embargo, entre los pehuenches se advierte cierta amargura. Al término de la reunión con

Endesa y el Gobierno, una de las cuatro mujeres q

ue suscribió el memorando dijo: “No estamos para nada satisfechas con el acuerdo”. Uno de los

abogados de las familias indígenas, Roberto Zeledón, dijo que las últimas firmantes – Berta

Quintremán, Aurelia Marihuán, Mercedes Huenteao y Rosario Hueteao- “son las grandes

sacrificadas, porque están renunciando a lo mayor, que es el derecho a permanecer en sus tierras. 

Actividad No. 19: “Derechos y Deberes del profesional de la comunicación” 

Guía para elaborar el informe: 

Acerca de los valores éticos 

1. Según Etxeberría en la actividad periodística entran en juego cuatro valores éticos fundamentales.

¿Cuáles son estos valores? escribe tus reflexiones sobre cada uno de estos valores teniendo en

cuenta su importancia en la conducta del profesional de la comunicación. 

Misión del profesional de la comunicación 

2. Personalmente como entiendes el binomio libertad-responsabilidad en el trabajo del profesional

de la comunicación. 

Secreto profesional 

3. Elabora un gráfico que exprese las distinciones existentes entre secreto natural, secreto

prometido y secreto confiado (los tres niveles de obligatoriedad en la confidencialidad que pueden

darse en el secreto confiado) y los límites al secreto profesional. 

4. Exprese con precisión qué es lo específico del secreto profesional en el caso del periodista. 

Cláusula de Conciencia 

5. Explica con tus palabras en qué consiste la cláusula de conciencia, ten en cuenta los supuestos

que ampara la cláusula de conciencia. 

Deberes del profesional de la Comunicación 

6. Comenta tu opinión acerca de las reglas del juego BBC como instrumento útil para el ejercicio de

la ética profes

ional del comunicador social y de los medios de comunicación. 

En relación a los deberes del profesional de la comunicación 

7. Selecciona dos deberes anteriores, dos coetáneos y dos posteriores que te parezcan

especialmente importantes y justifica tu selección. 

Para profundizar en el sentido último de la profesión y exigencias de un buen ejercicio profesional

leer los tres documentos Anexos y luego: 

8. Selecciona dos aspectos del Dodecálogo, dos del perfil y dos de las reglas del Juego que

quisieras destacar, escribe tus comentarios respecto a cada unos de estos aspectos seleccionados. 

Conclusiones personales 

Aportes que te ofrece esta lectura para tu formación profesional 

Carencias, debilidades que encuentras en este texto. 

Actividad No. 20: Ética y Economía. 

1. De acuerdo, a la lectura, haga una lista de valores éticos que están en relación con la economía.

¿Por qué la economía está vinculada con la ética? 

2. Desarrolle y explique cómo la economía a lo largo de su historia, está íntimamente relacionada

con la ética. ¿De qué manera? ¿Cómo? ¿Qué desafíos tiene hoy? 

3. ¿Cuáles han sido y son las principales desviaciones de la economía en materia de

responsabilidad social? ¿Cuáles son sus principales fortalezas? Explique y comente. 

4. ¿Qué papel tiene la economía en el desarrollo integral de la persona? ¿Cuáles son sus

principales amenazas? 

Actividad No. 21: Principios y criterios éticos. 

a. ¿Qué debe hacerse cuando se presupone que separar a siameses conllevará “casi seguro” la

muerte de uno y “casi seguro” la supervivencia del otro, a sabiendas que sin separarlos ambos

podrían vivir “muchos años” aunque en condiciones inadecuadas? 

b. Si se siguen las indicaciones de los cirujanos, ¿cómo procederían? Si el siamés que se salvó,

quedase con muchas deficiencias, haber inducido la muerte del otro parecería incorrecto ya que las

metas positivas no fueron mayores que las negativas. 

Actividad No. 22: Aborto. 

1. ¿En qué consiste el aborto y cuáles son los tipos? 

2. ¿Qué es el aborto terapéutico? ¿Cuál es la valoración ética? Explique. 

3. Lee la siguiente historia de Vanesa: 

“Vanesa, tiene 17 años y es una chica desenfadada, segura de sí misma, que dice que "ya tiene

edad para saber lo que quiere". Se sabe atractiva, y adopta un estilo ligero en el modo de vestir y de

comportarse, aunque de hecho mantiene las distancias y juega un poco con varios chicos que la

cortejan. 

Roberto, uno de sus amigos, ha invitado a Vanesa a una fiesta el sábado por la noche en su casa.

Van pasando las horas, con música a todo volumen, baile, ratos de conversación... y copas, muchas

copas. Vanesa piensa que tiene "un buen aguante" y que "sabe ponerse alegre sin perder el

control". Sin embargo, la elegancia y la simpatía del anfitrión hace que no se dé realmente cuenta de

lo que, poco a poco, está bebiendo. Los demás invitados se van yendo, y al final Roberto se ofrece a

llevarla a su casa en coche. Vanesa acepta. 

Ya en el coche, Roberto pretende hacer una pequeña demostración de su modo de conducir, por las

calles ya casi vacías. Va muy aprisa. Vanesa quiere aparentar que no le impresiona. Está un poco

mareada, y también algo nerviosa, y le pide a Roberto que pare, pues prefiere seguir an

dando un poco. Sin embargo, él entiende que al pedir que pare le está insinuando que da vía libre

para otro tipo de cosas, y es lo que acaba ocurriendo. 

Cuando Vanesa se da cuenta de lo que ha sucedido, le invade un sentimiento mezcla de

desconcierto, tristeza y rabia. Parece que se va sobreponiendo conforme pasan los días, pero al

cabo de pocas semanas percibe algún indicio que le lleva a creer que está embarazada. Se hace

una prueba, y sus temores se confirman. Alarmada, va a ver a Roberto y se lo cuenta. Roberto elude

toda responsabilidad, con gran cinismo: "lo siento de verdad, pero ya sabes lo que tienes que

hacer". 

4. ¿Qué piensa Vanesa cuando sabe que está embarazada? ¿Qué crees que debe hacer Vanesa? 

5. ¿Bajo cuál tipo o clasificación de aborto está sugiriendo Roberto? ¿Por qué? 

6. En el caso que Vanesa se practicara el aborto, dé una valoración ética. Argumente su respuesta. 

Actividad No. 23: Suicidio. 

1. ¿Qué es el suicidio? Ejemplifique formas que no son consideradas suicidios, ¿por qué? 

2. ¿Cuál fue la valoración ética del suicidio en el periodo antiguo y en el Renacimiento y la

Ilustración? ¿Y en la actualidad? 

3. Lee la siguiente carta de Vincent van Gogh. 

27 de Julio de 1890. 

Mi querido Théo: 

No hay que juzgar a Dios por este mundo, es un estudio suyo que le salió mal. 

En los estudios fracasados, cuando se ama al artista, no se critica mucho y mejor se calla. No

obstante, se tiene el derecho de exigir algo mejor ya que es de esperar que la misma mano creadora

tome su desquite. Entonces, esta vida, criticada por buenas y hasta excelentes razones, hay que

tomarla

como lo que es y guardar la esperanza de ver algo mejor que esto en la otra vida. 

Lo mejor es, quizá, ridiculizar nuestras pequeñas miserias y también, un poco, las grandes de la vida

humana. Yo solamente quisiera que se nos pudiera probar algo tranquilizante y que nos consolara

de manera que cesáramos de sentirnos culpables o desgraciados y que así pudiéramos marchar sin

extraviarnos en la soledad o en la nada y sin tener que calcular, a cada paso, el mal que sin querer

podríamos ocasionar a los demás. Yo quisiera poder llegar a esa seguridad que te vuelve feliz,

alegre y vivaz en toda ocasión. 

¡Ah!... ¡Si todos los artistas tuvieran con qué vivir, con qué trabajar!... Pero no es así. Mi único

deseo, mi única preocupación en cuestión de dinero o finanzas es suprimir las deudas. No obstante,

querido hermano, mi deuda es tan grande que cuando la haya pagado, el mal de producir cuadros

me habrá robado la vida y me parecerá no haber vivido. Yo siento hasta el extremo de quedar

moralmente aplastado y físicamente aniquilado, la necesidad de producir, precisamente porque en

resumen no tengo otro medio de llegar a compensar nuestros gastos y no puedo hacer nada ante el

hecho de que mis cuadros no se vendan. Me apena tanto que la pintura sea como una mala amante,

que gasta siempre y jamás es bastante. 

Ya vez, de cuando en cuando en la vida uno se siente desconcertado. Yo siento pasar el anhelo de

casamiento y de niños y en ciertos momentos estoy bastante melancólico de estar como estoy a los

37 años, cuando debería sentir completamente distinto. Algunas veces se lo reprocho a esta sucia

pintura. Richepin dijo alguna v

ez: "El amor al arte hace perder el amor verdadero." No sé, quizá me tomo todas estas cosas

demasiado a pecho y siento tal vez demasiada tristeza. 

Sin embargo, si yo pensara, si yo reflexionara en las posibilidades desastrosas no podría hacer

nada. Me arrojo entonces con la cabeza perdida en el trabajo y si en el interior la tempestad retumba

demasiado fuerte me bebo un vaso de más para aturdirme. Como vez trabajo por necesidad, por no

sufrir tanto moralmente, para distraerme. Pero no hay caso. Nosotros, los artistas, en la sociedad

actual, no somos más que cántaros quebrados. 

¡Qué miseria… y todo, por así decir, por nada! 

Yo renunció a seguir y me detengo silenciosamente como un signo final de interrogación. Hubiera

preferido morir a causar y sufrir tantas molestias. 

¿Si tomamos el tren para irnos a Tarascón o a Ruan, tomamos la muerte para irnos a una estrella? 

No me parece imposible que el cólera, el mal de piedra, la tisis, el cáncer, sean medios de

locomoción celeste, como los barcos a vapor, los ómnibus y el ferrocarril, lo son terrestres. 

Morir tranquilamente de vejez sería ir a pie. 

Adiós. 

Todo tuyo, 

VINCENT Van GOGH. 

4. ¿Cómo se puede clasificar este suicidio? Argumente su respuesta. 

5. Valoración ética de este suicidio. 

Actividad No. 24: Homicidio. 

1. Establezca la diferencia entre homicidio y asesinato. 

2. Explique los diversos tipos de homicidio. 

3. Presente las razones éticas de la ilicitud del homicidio. ¿Existe alguna excepción? Argumente. 

Actividad No. 25: Drogas. 

Responde a las siguientes preguntas. 

a. ¿Qué es drogadicción? ¿Quién es un

drogadicto? 

b. ¿Cómo se puede entender el hecho de la drogadicción? 

c. ¿Por qué la drogadicción es moralmente ilícita? 

d. ¿Cuándo puede estar permitida la droga? ¿Puede estarlo alguna vez? 

e. ¿Qué es lo que a tu juicio se puede hacer para disminuir o terminar con las droga? 

----------------------- 

[1] Tomado de: Savater, F. (1997). Ética para Amador. Editorial Ariel: México. Librodot.com. Capítulo

1, pp. 1-6. 

[2] Tomado de: BUSS MITCHELL, H. (2000). Raíces de la sabiduría, Internacional Thomson

Editores, México, pp. 453-465. 

[3] Cfr. LEZAMA, J. R. (2007). Fundamentos filosóficos de la Educación en Valores. Publicaciones

UCAB, Caracas, Venezuela, p. 11. 

[4] Cfr. BILBAO G., FUERTES J., y GUIBERT J. M. (2002). Ingeniería y Ética Profesional. Bilbao,

Universidad de Deusto, pp. 11-14. 

[5] HORTAL A. (1994). Los autores y sus circunstancias. Madrid: Universidad Pontificia de Comillas.

pp. 105-109. 

[6] HORTAL A. (1994). Los autores y sus circunstancias. Madrid: Universidad Pontificia de Comillas,

pp. 131-141. 

[7] Para una visión panorámica véase lo que el Diccionario de Filosofía de Ferrater Mora J. (T. III,

1968-1979) o la Enciclopedia filosófica italiana (2ª. Ed. 1967, t. III, p. 1536-1560) dicen bajo el

concepto de libertad. 

[8] BERLIN, I.: “Dos conceptos de libertad”, en: Cuatro ensayos sobre la libertad, Alianza, Madrid

1988. En las pp. 208ss viene a incluir en la “libertad positiva” tanto la libertad hegeliana como la

libertad kantiana o estoica, más adelante veremos por qué. 

[9] CONSTANT, B.: “De la libertad de los antiguos comparada con la de los modernos” (incluido en:

B. CONSTANT, Del espíritu de conquista, Tecnos, Madrid 1988, pp. 63-93). Entre los antiguos el

individuo, “soberano casi habitualmente en los negocios públicos, era esclavo en todas sus

relaciones privadas” (Ibid., pág. 68). 

[10] K. MARX, comentaba en “La cuestión judía” que esa libertad individual y su aplicación

constituyen el fundamento de la sociedad burguesa. Sociedad que hace que todo hombre encuentre

en los demás, no la realización, sino, por el contrario, la limitación, de su libertad. MARX K.; RUGE,

A.: Anales franco-alemanes, Ed. Martínez Roca, Barcelona 1973, p. 244. 

[11] La Declaración de 24/6/1793, en su artículo 6 proclama: “La libertad es el poder que pertenece

al hombre de hacer todo lo que no dañe a los derechos de los demás: tiene como fundamento la

naturaleza; como regla, la justicia; como salvaguardia, la Ley; su límite moral está en esta máxima:

no hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti”. 

[12] “El objeto de este trabajo es el libre arbitrio, sino la libertad social o civil, es decir, la naturaleza y

los límites del poder que puede legítimamente ejercer la sociedad sobre el individuo: cuestión

raramente planteada y casi nunca discutida en términos generales, pero que influye profundamente

sobre las controversias prácticas del siglo…” J. St. MILL, La libertad, Madrid 1890, p. 1. 

[13] JOSÉ GÓMEZ CAFFARENA sintetiza las dos nociones de libertad (“liberum arbitrium” y

“libertas a peccato”) de la tradición cristiana en la siguiente definición: “Apertura al Bien infinito, que

desvincula del bien meramente finito”. GÓMEZ CAFFARENA, J.: “La noción metafísica de libertad

en la tradición cri

stiana”, Pensamiento 17 (1961) 523-531; aquí p. 528. Reelaborado por el autor en su Metafísica

fundamental, Revista de Occidente, Madrid 1969, p. 240-255. 

[14] “La apertura radical se actualiza en el amor… la apertura es apertura al Bien. La autonomía de

un ser personal finito sólo puede ser auténtica en la consonancia con toda otra autonomía, y,

radicalmente, con la Autonomía Subsistente”. GÓMEZ CAFFARENA J.: “La noción…”, p. 530 s. Cfr.

Hortal A.: “Educar la libertad”, Revista de Educación, no. 297 (1992), 73-79. 

[15] ZUBIRI X.: Sobre el hombre, Sociedad de Estudios y Publicaciones, Alianza, Madrid 1986, p.

145. 

[16] FROMM, E.: El miedo a la libertad, Paidós, Buenos Aires 1971, p. 24. 

[17] Cfr. LEZAMA J. R. (2007). Fundamentos Filosóficos de la Educación en Valores. Publicaciones

UCAB, Caracas, Venezuela. Págs. 13-17. 

[18] Lo que la naturaleza no lo da, Salamanca no lo presta. 

[19] Cfr. ETXEBERÍA, X. (2002). Temas básicos de la ética. Desclée de Brouwer, Bilbao. Cap. 2, 3 y

4, Págs. 31-41. 

[20] Apoyándose más en Ética a Eudemo que en Ética a Nicómaco la escolástica medieval

interpretó a Aristóteles en el sentido de postular como máxima realización de la felicidad la

contemplación de Dios tras la muerte, a la que por tanto todos debemos aspirar. 

[21] Proyecto de Educación de Adultos (2000). Filosofía. Secretaría de la Ciudad Autónoma de

Buenos Aires. Subsecretaría de Educación. 

[22] Autónomo (auto: sí mismo – nomos: ley), que se da su propia ley; se opone a heterónomo

(hetero: diferente – nomos: ley) que recibe su ley de otros. 

[23] (ed. original, 1973, trad. cast. Ed, Herder, Barcelona, 1975). 

[24] Cor

tina A. y Martínez E. (2000). Ética. Akal, Madrid, pp. 93-98. 

[25] La noción de “equilibrio reflexivo” significa que los juicios ponderados son aquéllos que mejor

expresan nuestro sentido de la justicia por tratarse de juicios que emitimos en las condiciones más

favorables posibles, y que a partir de ellos obtenemos unos principios de justicia cuyas

implicaciones, en algún caso nos pueden llevar a revisar de nuevo nuestros iniciales juicios

ponderados, iniciando así una serie de revisiones recíprocas entre juicios y principios que culmina

en algún tipo de equilibrio. 

[26] Cortina A. y Martínez E. (2000). Ética. Akal, Madrid. pp. 93-98. 

[27] GARZA J. (2005). Valores para el Ejercicio Profesional. Mac Graw Hill, México, Págs. 63-66. 

[28] Por Milton Friedman The New Cork Times Magazine, 13 de septiembre de 1970. Copyright 1970

de The New York Time Company. 

[29] 26 de mayo de 2005. De la edición impresa de The Economist. 

[30] GONZÁLEZ, E. “La gestión de la responsabilidad basada en el enfoque de los stakeholders, en

Fichar, G. 

[31] GONZÁLEZ, E. “La gestión de la responsabilidad basada en el enfoque de los stakeholders, en

Fichar, G. 

[32] GARCÍA MARZÁ, D. (2004). Ética empresarial. Del diálogo a la confianza, Madrid, Trotta, pp.

245-260. 

[33] Galo Bilbao Alberdi, Fuertes Pérez Javier, José M.Guibert Ucín. Universidad de Deusto, Bilbado

2002. 

[34] Publicado en: Estudios Básicos de Derechos Humanos, IIDH, San José, 1994. Por Pedro

Nikken: Ex Presidente del Consejo Directivo del IIDH y Ex Presidente de la Corte Interamericana de

Derechos Humanos. Profesor de la Universidad Central de Venezuela. 

[35] TOMADO DE:

http://www.gobiernodecanarias.org/educacion/usr/ibjoa/et/sing24.html.

[36] Cfr. Marciano Vidal-Pedro Santidrian (1980). Ética Personal. Las actitudes éticas. Tomo I.

Ediciones Paulinas. Madrid, Págs. 153-157. 

[37] Cfr. Marciano Vidal-Pedro Santidrian (1980). Ética Personal. Las actitudes éticas. Tomo I.

Ediciones Paulinas. Madrid, Págs. 153-157. 

[38] Se sigue a Marciano Vidal y Pedro Santidrian. Ética Personal. Tomo I. Pág. 219-227. 

[39] Diario el País Internacional, S.A, 1999. 

[40] El País. NEGOCIOS -21-09-2003. Manuel Delano. 

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Selección de Lecturas 

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Breve acercamiento a los clásicos 

1. Es Max Weber quien con todo merecimiento ocupa un lugar significativo en la especulación de las

profesiones. Hace una primera y significativa definición de la

profesión: “Es la actividad especializada y permanente de un hombre que, normalmente, constituye

para él una fuente de ingresos y, por tanto, un fundamento económico seguro de su existencia”. Y

todo su trabajo reflexivo posterior merece ser considerado básicamente por dos motivos. Por un

lado, por destacar –en su obra La ética protestante y el espíritu del capitalismo- el proceso de

emancipación de las profesiones respecto de la religión, con la consecuente aparición de una ética

autónoma de las mismas. Por otra, por su intento –en Economía y Sociedad- de ofrecer una

criteriología que posibilite establecer diversas clasificaciones de las profesiones. Finalmente,

tampoco podemos olvidar sus ya antológicas conferencias sobre las profesiones del político y del

científico entendidas como vocación. 

2. También es obligatorio citar a H. Spencer con su Origen de las profesiones. En esta obra formula

varias ideas interesantes sobre nuestro tema. Así, considera que las profesiones están dirigidas a

aumentar la vida, ejerciendo por tanto un servicio positivo a la sociedad en su conjunto. También

concluye que el origen y características de las profesiones las vincula históricamente al ámbito

eclesiástico. De este modo, Spencer plantea ya desde el comienzo dos temas centrales del análisis

sociológico de las profesiones: su formación y su papel social, desde la clave del poder. 

3. Por su parte, Emile Durkheim también aborda la problemática de las profesiones en sus

conferencias publicadas bajo el título Ética profesional y moral cívica. En ellas defiende la idea de la

necesidad de diversas éticas profesionales, acordes con los dis

tintos ámbitos sociales –cada uno con sus especificidades y particularidades- en los que se

desarrolla la actividad. También subraya la necesidad de la existencia de una moral si se quieren

alcanzar los objetivos propios de cualquier actividad profesional, pero defendiendo que esta

reglamentación moral no puede venir del Estado –que se limita a elaborar leyes jurídicas- sino de los

propios profesionales agrupados en comunidad. Esta dimensión colectiva de la profesión, la

vinculación de cada profesional con los otros miembros de su grupo, es la que posibilita que cada

uno de ellos no actúe por egoísmo e interés personal, sino por el bien de la sociedad en su

conjunto. 

4. En el estudio sociológico de las profesiones, al igual que en la vida cotidiana, también se han

producido divergencias y valoraciones encontradas respecto a su objeto de investigación. Así, por

ejemplo y tomando como referencia dos autores ineludibles, mientras Talcote Parsons –profundo

estudioso de las profesiones en la sociedad norteamericana- tiene una visión muy positiva y

optimista de las mismas, Ivan Illich arremete contra las profesiones por su poder hegemónico en las

sociedades modernas. Si para unos las profesiones son expresión de racionalidad, universalismo e

interés general, para otros no representan sino el monopolio, el elitismo y el privilegio.

(2012, 05). Ética. BuenasTareas.com. Recuperado 05, 2012, de http://www.buenastareas.com%2Fensayos%2F%C3%89tica%2F4207227.html