De qué color es el Ártico

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¿De qué color es el Ártico? MARÍA MANUELA GÓMEZ GÓMEZ GUSTAVO ADOLFO RIVERO ORTIZ WILMER ANDRES ARÉVALO RUBIANO Análisis de Problemas Globales Septiembre 18, 2015 Introducción En Julio de este año, Obama le dio permiso a Shell para iniciar perforaciones en el ártico, una decisión que, según ambientalistas como Greenpeace, sig- nifica un gran riesgo para el medio ambiente, por la alta probabilidad de una catástrofe. Figure 1: Activistas cuelgan de un puente Fuente: Grenpeace.org Como reacción, activistas de esta organización se colgaron de un puente para impedir que el barco de Shell tuviera acceso al mar (Dav- enport, 2015), al final, el barco pasó. En efecto, se podría decir que esto era de esperarse, yaque desde una perspectiva clásica de la soberanía, el estado es la última autoridad, aún así, Greenpeace calificó toda la protesta como una gran victoria en el Ártico (Schleeter, 2015). Parece absurdo, pero no serían los únicos en pensar de esta manera. De hecho, diferentes miradas contemporáneas sobre la soberanía confirman esta perspectiva, e incluso añadirían que hay otros actores influenciando en el 1

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sobre la soberanía

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¿De qué color es el Ártico?

MARÍA MANUELA GÓMEZ GÓMEZ

GUSTAVO ADOLFO RIVERO ORTIZ

WILMER ANDRES ARÉVALO RUBIANOAnálisis de Problemas Globales

Septiembre 18, 2015

Introducción

En Julio de este año, Obama le dio permiso a Shell para iniciar perforacionesen el ártico, una decisión que, según ambientalistas como Greenpeace, sig-nifica un gran riesgo para el medio ambiente, por la alta probabilidad de unacatástrofe.

Figure 1: Activistas cuelgan de unpuente Fuente: Grenpeace.org

Como reacción, activistas de estaorganización se colgaron de unpuente para impedir que el barcode Shell tuviera acceso al mar (Dav-enport, 2015), al final, el barco pasó.En efecto, se podría decir que estoera de esperarse, yaque desde unaperspectiva clásica de la soberanía,el estado es la última autoridad,aún así, Greenpeace calificó toda laprotesta como una gran victoria enel Ártico (Schleeter, 2015). Pareceabsurdo, pero no serían los únicosen pensar de esta manera. De hecho,diferentes miradas contemporáneassobre la soberanía confirman esta

perspectiva, e incluso añadirían que hay otros actores influenciando en el

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poder estatal soberano de la zona. Entonces, Greenpeace y Obama rep-resentan dos mundos paralelos e irreconciliables. En tal situación, no escuestión de simplemente escoger a un bando, sino de preguntarse £cómo seconstruye la soberanía desde diversos actores en el ártico?

El presente trabajo distingue entre dos tipos de actores: estatales ytransnacionales. Primero, dentro de los estatales, se enfoca en los estadosribereños, o los llamados Arctic 5: Canadá, Dinamarca, Estados Unidos,Noruega y Rusia. Segundo, dentro de los transnacionales, se dividen lasposiciones particulares en tres tipos: los pueblos indígenas, Greenpeace yun magnate chino.

Para entender la relación aparentemente irreconciliable entre lo estataly lo transnacional es necesario problematizar por qué son irreconciliables.En primer lugar, en la soberanía clásica hay un elemento imprescindible: laautoridad (Krasner, 2009, pp. 107). Dentro de esta perspectiva, los Estadosson soberanos en tanto que son la autoridad final dentro de un territorio(Krasner, 2009, pp. 20; Sassen, 2006, pp. 6). Ahora bien, en diferentes visionescontemporáneas, esta idea tan cimentada sobre la soberanía del Estado sepone en cuestión (Sassen, 2006). Para algunos, la autoridad final en un terri-torio, no es siempre el Estado (Krasner, 2009). En otros casos, el Estado nopuede controlar todas las actividades dentro o sobre sus fronteras (Ohmae,1990; Papastergiadis, 2000). En resumen, hay una serie de actores globalesy fenómenos transnacionales que quedan por fuera de las concepcionesclásicas de la soberanía. Por tal motivo, este texto describe cómo, a partirdel ejemplo del Ártico, diversos actores estatales y transnacionales estánconstruyendo soberanía.

En el entendimiento estadocéntrico de la soberanía, se da por sentado laexistencia de un territorio delimitado. Así entonces, se cae en un dualismodónde la soberanía o es absoluta o es difuminada, obviando la construccióndel territorio. Para evitar caer, tanto en la trampa y con en el dualismo, esnecesario entender que en el caso del Ártico la construcción de soberanía nose enmarca en los términos de autoridad final, sino que se trata de algo quese da por sentado: el territorio y la territorialidad. Cuando se empieza porestas relaciones, se observa que diferentes actores intentan construir unasrelaciones espaciales de poder y es desde estas que se construye soberaníaen el Ártico. Al seguir las construcciones de soberanía de estos autores se de-muestra que, aunque hablan explícitamente de soberanía y en algunos casosde territorio, cada actor está construyendo un territorio y una territorialidad

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en el Ártico.

Arctic 5

¿Quién captura la bandera?

En 1984 Tom Høyem, el ministro danés de asuntos de Groenlandia, volóen helicóptero encima de un canal que separa a Groenlandia de Canadá,y aterrizó en una isla en medio del hielo y frío del Ártico. Allí plantó unabandera danesa y dejó una botella de licor danés con una nota diciendo“Bienvenido a Dinamarca” (Stevenson, 2007). ¿Qué importancia tienenestos objetos? Por un lado, plantar la bandera y dejar la nota y la botellatienen un sentido comunicativo, informando que la Isla Hans es territoriodanés. Por el otro, esos objetos, en tanto que comunican pertenencia de laisla a Dinamarca, tienen un valor discursivo: son la forma simbólica delterritorio (Passi, 2003, pp. pp. 113). Por lo tanto, tenemos dos condicionespara considerar la bandera y esos objetos como un acto territorial.

Pero, para los daneses esa bandera no fue suficiente, volvieron en 2003,plantaron otra bandera y dejaron galletas, té y más licor (Bjerre, 2004). Losdaneses entendieron que la territorialidad no es simplemente dejar una notadiciendo “esto es mío”. Primero, el “esto” es un área geográfica específica:la isla. Segundo, el “mío” no es simplemente un enunciado de pertenencia,es una relación de poder. Tom Høyem planta una bandera, simbólicamentedice “la Isla Hans es de Dinamarca”, y desde entonces quiere comunicarque los daneses tienen un poder sobre esa área o territorio. Sin embargo, esarelación de poder no es efectiva si simplemente deja una nota o galletas y seva, nadie las tomaría en serio. Entonces, los daneses vuelven y ponen unabandera nueva, una y otra vez, reafirmando su control sobre la isla.

También vuelven por otras razones. Pronto después, en 2005, en unejercicio llamado “Frozen Beaver” los canadienses plantaron una bandera,dejaron whiskey canadiense y, con una pila de rocas, armaron un puntode referencia Inuit tradicional (National Post, 2005). Así mismo, un mesdespués, los daneses volvieron a la isla a reportar que la bandera canadienseya no estaba y de nuevo pusieron otra bandera danesa (DR, 2005). Desdeentonces, empezaron lo que se podría llamar un juego de capture the flag:dos territorialidades enfrentadas sin una frontera clara y que hasta el díade hoy representan la única disputa terrestre inconclusa en el Ártico (Byers,

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2013). Aunque hay intentos de controlar un área y de establecer una relaciónespacial de poder, lo que encontramos son dos signos lingüísticos, uno deDinamarca y otro de Canadá, dejando el significado del territorio (Delaney,2005, pp. 14) —en este caso quién tiene acceso y cuáles son las consecuenciasde las transgresiones— sin establecerse.

Si bien este juego es una disputa entre iguales por controlar una isladeshabitada que mide apenas 1.3 kilómetros cuadrados, lo es de manerasimbólica y discursiva, en donde ni uno ni el otro puede prevenir la transgre-sión al territorio. En consecuencia, el territorio no está siendo patrullado demanera efectiva como lo concibe una perspectiva clásica del Estado (Thom-son, 1995). En efecto, el problema es aún más grave. La Isla Hans es un lugar,hasta es un espacio delimitado por el mar, en donde se intenta comunicary llevar a cabo una relación espacial de poder, pero al final, es un espaciodelimitado que carece de significado. Por lo tanto, este pequeño lugar no esun territorio (Delaney, 2005, pp. 15).

La falta de significado tiene otra explicación. Sin tener que comprome-terse con una definición de territorialidad, se puede decir que esta relaciónde poder con un lugar, o lo que se ha denominado una “relación espacial depoder”, busca algo más allá de la pertenencia: control, ya sea de personaso recursos (Sack, 1986, pp. 21). Se seguiría que tanto los canadienses comolos daneses reclaman la isla como suya para controlar (o afectar) recursoso personas allí. Sin embargo, nadie vive en la isla y hasta el momento nose han encontrado recursos naturales. Si mucho, hay un reclamo sobre unuso histórico de la isla enunciado por un ex-ministro danés de Groenlandia:“los Inuit de Groenlandia [la usaban] como un sitio con perspectiva venta-josa para ver cómo [iba] el hielo y para identificar oportunidades de caza”(Høyem, 2005). Aún así, no queda claro qué se está intentando controlar oafectar en esta isla.

Adicionalmente, este control sobre un lugar, en tanto que monitorea elacceso, también implica vigilar las transgresiones. De manera que, paraque Dinamarca o Canadá comuniquen su relación espacial de poder comoterritorialidad necesitan explicitar qué constituye una transgresión y hacerexplícita sus consecuencias (Sack, 1981, 57). En todo caso, esto no sucedecon la Isla Hans. Cada Estado planta su bandera sin alguna autoridad quelo impida.

En conclusión, las acciones de estos dos países respecto a cómo decidenabordar este lugar en el Ártico podrían llegar a considerarse un simple juego

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de banderas, más no lo son. Si bien se intenta establecer una relación depoder espacial que se apoya simbólicamente, la falta de monitoreo de lastransgresiones y fronteras no delimitadas nos dificultan calificar el juego debanderas como territorialidades en sí. Tendríamos, si mucho, dos intentospor construir territorio.

Desde lo más profundo del mar

Dentro del área que abarca el ártico —un poco más de 14 millones de kms2(López, 2013, pp. 33)— la Isla Hans suena insignificante. Aún así, ponerbanderas en el Ártico no se limita a esta pequeña roca. Sólo dos años despuésde la última bandera danesa, en 2007, Vladimir Putin financió la expediciónArktika a bordo del rompehielos nuclear Akademik Fedorov. Con Arktikalogró plantar la bandera rusa en el lecho marino en la cordillera Lomonosov1, es decir, el Polo Norte, a más de 4200 metros de profundidad (Parfitt,2007b; Gabuev, 2007; Oliva, 2007). Ahora bien, plantar una bandera en unárea geográfica como la Isla Hans hace claro el lugar en el reclamo territorialsimbólico. Sin embargo, la bandera de Putin no tenía esta claridad.

Todos esos millones de kilómetros de agua que componen el Ártico sonen gran parte masa de hielo y por el momento, hacen parte de las aguasmarítimas internacionales (López, 2013, pp. 34). Como tal, estas aguas estánbajo las ideas del embajador maltés Arvid Pardo quien dijo que el suelo delocéano debería ser herencia de la humanidad y gobernado por mecanismosinternacionales (Pardo, 1968). Más aún, estas ideas son la base del marcolegal para los mares y océanos que también regula el ártico: la Convenciónde las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CDM) de 1982 (UN, 1982).Dado que Rusia había ratificado el CDM en 1997 y desde Gorbachov haimpulsado una diplomacia basada fuertemente en la cooperación pacíficaen la zona ártica (Trillo, 2012, pp. 15), surge una pregunta sobre esa banderadel 2007 ¿en medio de qué contexto se enmarca?

La misma CDM especifica que desde el momento en que un país laratifique, dispone de 10 años para hacer reclamos sobre la extensión y de-limitación de la plataforma continental (CDM, Anexo II, Artículo 4). Estosreclamos extienden los límites más allá de las 200 millas náuticas que sepueden reclamar a través del Derecho del mar, argumentando “prolon-gación natural” basado en investigación geológica o geomorfológica (CDM,

1la cual atraviesa el Océano Ártico desde Siberia hasta Groenlandia

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Artículo 76(1)). Rusia presentó sus primeros reclamos en 2001, estos incluíanel Polo Norte y la cordillera Lomonosov que lo atraviesa (UN, 2001). LaComisión de Naciones Unidas sobre los Límites de la Plataforma Conti-nental (la Comisión), el órgano encargado de revisar los reclamos y hacerrecomendaciones, informó que Rusia necesitaría hacer más investigacionespara poder verificar el reclamo. Enseguida, los rusos se dedicaron a hacermás investigación y recoger datos.

La expedición Arktika tenía el objetivo científicas de recoger muestrasde flora y fauna, con la esperanza que sirvieran como evidencia para losreclamos territoriales (Sorokina, 2007). La bandera que dejaron en el PoloNorte tiene una ambigüedad que no tenían las banderas en la Isla Hans.Podría simplemente tener un valor de hito recordatorio de la llegada Rusa.De todas formas, un político canadiense reprochó a Rusia declarando que“este no es el siglo XV. No puedes ir alrededor del mundo, plantar unabandera y decir que estás reclamando ese territorio” (Parfitt, 2007a). Estecomentario obvia la ambigüedad del acto simbólico y complejo de la banderarusa. De igual modo, Canadá aún no ha entregado sus reclamos con respectoa la extensión continental en el Ártico a la Comisión (UN, 2013). Entonces,tampoco la bandera rusa es una amenaza para la construcción del territorioártico canadiense.

Lo que decide hacer Canadá ese mismo año también es ambiguo. In-auguró la operación anual de “soberanía” NANOOK (un ejercicio militar)con dos buques, un submarino y 650 marineros (Harper, 2012a). Aunqueel término “soberanía” aparece explícitamente, no se puede deducir queesta operación fuera en respuesta a la expedición Arktika. Los ejercicios sellevaron a cabo en un territorio ya consolidado como canadiense (French,2010). Más bien, caerían bajo la vigilancia del territorio y la afirmación dela soberanía doméstica. En todo caso, el despliegue militar reciente en elÁrtico merece su propia discusión que se retomará más adelante.

Finalmente, los Arctic 5 firmaron el Tratado de Ilulissat en 2008 confir-mando su adherencia al marco legal de la CDM y a la cooperación (Arctic5,2008). No obstante, cabe aclarar que la naturaleza de este documento no esestrictamente vinculante y al final sirve como diplomacia jurídica (Cinelli,2012, pp. 54). Mientras tanto, se estaban preparando otros reclamos.

Para 2011 el gobierno danés mandó su propia expedición científica: unequipo multinacional de 40 científicos dedicados a buscar evidencia que lacordillera Lomonosov es una extensión de su territorio? (Yenikeyeff and

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Krysiek, 2007). Finalmente, en Diciembre de 2014, Dinamarca presentó unreclamo sobre el Ártico argumentando que le pertenecen 895,000 kmš, lo quesignifica 20 veces más del tamaño de Dinamarca (Barham, The Guardian,2014).

Pese a que estas dimensiones son algo exageradas, es coherente que unEstado con un desconocimiento del territorio busque establecer fronterastan extensas. De modo que, es eficiente para Dinamarca intentar una terri-torialidad que pueda abarcar actividades y descubrimientos novedosos odesconocidos. En este sentido, los reclamos sobre el Ártico no dejan espaciosvacíos entre los Estados porque reconocen el potencial del lugar.

Intereses congelados

Considerar que delimitar fronteras es la única forma en que los Estadosintentan consolidar un territorio en el Ártico es insuficiente, ya que existenotros aspectos que también son relevantes. Debido a la posición geográfica-mente estratégica del ártico, no solamente es un escenario tentativo a nivelde rutas marítimas, como la Ruta del Norte, sino también se caracteriza porser una zona rica en recursos naturales (Daccach, 2015, pp. 14). Algunosestudios revelan que esta zona podría albergar alrededor del 25% de todaslas reservas mundiales de petróleo y gas no descubiertas (Economista, 2015;A. Bishop, 2011, pp. 40; Daccach, 2015, pp. 14). Ya que desde las crisis en-ergéticas de 1873, 1900, 1919, pero sobre todo, en la de 1973 el debate sobrela inminente escasez de recursos ha estado en el primer plano (EVE, 2008,pp. 14). De modo que, desde los años noventa se pronosticaba la incursiónen el norte, principalmente por Canadá, Rusia y los Estados Unidos (Patiño,2013; Lundestad, 2009; Sánchez, 2010) Aunque cabe aclarar, que bajo lasinverosímiles condiciones naturales árticas, los intereses económicos puedenllegar verse gravemente truncados (FIIA, 2014, p.3).

Al ser el ártico un territorio ciertamente desconocido, el interés de losEstados ribereños en este lugar debe fundamentarse en diversas razones.Hasta el momento, la que más han resaltado los Estados es la relacionadacon la abundancia de recursos naturales allí existentes. Por ende, amparadosen la supuesta riqueza de este lugar, inician sus estrategias para abordaral Ártico como propio. En este caso, las primeras acciones que dan cuentade esta apropiación son las prácticas económicas, que están claramentecimentadas en el potencial energético. Cabe mencionar que estos compor-

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tamientos estatales se caracterizan por ser procedimentales, por lo tantoexisten diferentes momentos de acción. De modo que, el método empleadopor los Estados inicia con hallar una justificación, que en este caso son losrecursos naturales. Dicha motivación la expresan en público, a sus con-nacionales de manera repetida y contundente. Luego, los Estados buscanlos mecanismos necesarios para la adjudicación del lugar como un nuevoespacio territorial. Estas tácticas estatales concuerdan exactamente con loque se espera desde una perspectiva territorial contemporánea (Passi, 2003).

Enmarcados en esta metodología, ver una serie de pronunciamientosformales por la mayoría de los países circumpolares es catalogable comosus estrategias comunicativas. Empezando con Canadá, que formula unapolítica exterior en el año 2006 con el propósito de garantizar el accesodel país a los recursos naturales y energéticos árticos, buscando el posi-cionamiento de Canadá como líder mundial en la producción energética(Patiño, 2013, pp. 45). Luego, Rusia en el 2008, proclama al ártico como lafuente principal de recursos naturales para el año 2020 (Wezeman, 2012,pp. 8). Después, los EEUU en el 2009 publica su hoja de ruta ártica, en lacual concibe a este territorio como un asunto de seguridad y de inversión(Navy, 2009; Benett, 2011). Con esta serie de pronunciamientos por parte delos Estados, vemos claramente como le están dando importancia al Ártico,construyéndolo desde sus intereses, en este caso económicos (Mikkola andKäpilä, 2014).

Se infiere entonces que estos intereses constituyen la justificación paraincluir el Ártico a los estados ribereños. En este proceso de inclusión, sepuede entender que cuando “ese lugar desconocido” —el Ártico— entra aser parte de las agendas, formalmente se institucionaliza la relación espacialde poder entre el Estado y el territorio, dejando de ser un lugar desconocido,a ser una parte más del Estado integrador. Luego, cuando este territoriose convierte en “el territorio ártico” se unifican las acciones estatales terri-toriales, de carácter militar y científico, las cuales soportan y justifican suspronunciamientos como parte de sus estrategias.

Descongelando balas

Se ha concluído que en el Ártico apenas hay indicios de construcción deterritorio por parte de los Estados ya que hay un desconocimiento técnico-científico. A pesar de esto, los Estados árticos han empezado toda una

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carrera armamentista especializada para las condiciones del Ártico bajosexcusas económicas. Esta militarización es un clásico ejemplo de una ter-ritorialidad de Estado, que para el caso del Ártico vas más allá de buscarcontrolar unos posibles recursos. De hecho, es una mera visibilización depoder entre jugadores poderosos en un espacio mundial.

La militarización en el Ártico se puede entender como un ejercicio clásicode territorialidad, estatal si nos basamos en los trabajos de (Huebert, 2010;Wezeman, 2012). En estos se encuentra una descripción del armamentocon el que cuentan los países circumpolares. Todas estas armas parecenindicar que inminentemente se avecina una guerra entre estos Estados porel Ártico, dado que la cantidad es abrumadora. Por ejemplo, solo conlos submarinos de los cinco Estados se cuentan hasta el momento con 31unidades. Asimismo, los trabajos muestran que los dos países que son mássofisticados en esta área, son sin duda Canadá y Rusia; juntos suman 208aeronaves (Patiño, 2013, pp. 67). Simultáneamente, Rusia ha vuelto a ocuparlas bases navales de la península de Kola, allí la Unión Soviética llevó acabo ensayos nucleares navales y además alojaba sus submarinos (Sergunin,2007; Rosas, 2002, pp. 136). Mientras Canadá que ha inició un programa demodernización militar, con el que busca el desarrollo de nuevas tecnologíasbélicas así como reducir su desventaja militar respecto a los demás paísesárticos (Harper, 2012b; Patiño, 2013).

Teniendo en cuenta el creciente desarrollo de armamento y la recu-peración de lugares olvidados, por parte de Canadá y Rusia, desde unaperspectiva contemporánea estos mecanismos se pueden entender como ladefensa bélica del territorio (Agnew, 1994, pp. 60). En otras palabras, lasformas militares que están tomando estos países estarían defendiendo laintegralidad del Ártico, o en efecto, buscan disuadir a los otros Estados paraasegurar su preponderancia militar, como bien lo menciona (Sergunin, 2007).Empero, si no está establecido un territorio por parte de los estados, ¿tendríaalgún sentido llamar estas acciones supuestamente “bélicas” o disuasivascomo una defensa del territorio?

Se ha sugerido hasta el momento que el Ártico no está completamenteestablecido como territorio para los estados. Lo anterior no quiere decir queel Ártico como el lugar extenso que es, no sea un territorio, sino que haylugares dentro del Ártico como la Isla Hans, una zona deshabitada alrededordel Polo Norte, en proceso de volverse territorio integrado de un estado.Bajo esta salvedad, las acciones bélicas de los estados ribereños presuponen

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un territorio sobre el cual pueden ejercer una relación espacial de poderde carácter estatal. Cuando en realidad, este territorio está en proceso deconstrucción a través de una serie de territorialidades. De modo que, losestados no hacen todo ese despliegue militar porque están defendiendo elterritorio. Como un acto territorial, todos estas armas, tropas, barcos, etc.visibilizan el poder espacial que esperan ejercer en el Ártico.

Palabras, tan sólo palabras

Los países árticos complementan su estrategia territorial con un discursode legitimidad. Es así como Stephen Harper, el primer ministro canadienseha mencionado con la Declaración sobre la política exterior de Canadá enel Ártico, enfatizó en este como “una prioridad no negociable” (Placián,2010, pp. 1). Del mismo modo, Putin en ese mismo año afirma, en respuestaa las palabras de Harper, que “nuestros intereses están enfocados en elÁrtico” (Reuters, 2010). A simple vista, nos vemos frente a dos discursos queposeen un claro contenido patriótico buscando transmitir un sentimientode conquista del Ártico que le concierne no sólo al gobierno, sino a losconnacionales. Esta idea de un nosotros como nación “nuestro interés” no esmás que una práctica territorial, que busca por medio de la comunicación laconstrucción de una motivación conjunta, entre el gobierno y los ciudadanos,para lograr establecer como legítimo el ártico como territorio estatal.

Para lograr dicha legitimidad, cada nación emplea diferentes referentes.Por su lado, Canadá emplea su relación histórica con el territorio, la presen-cia de habitantes y la infraestructura (Placián, 2010, pp. 2). En otras palabras,este Estado recurre a la tradición de los pueblos nativos que han habitado elÁrtico desde tiempos ancestrales. Canadá, también incluye la capacidad deacción en el Ártico como un elemento de legitimidad, con el fin de sustentarsu proyecto de territorialidad.

Rusia, por otro lado, busca establecer dicha legitimidad fundamentadaprincipalmente en el conocimiento científico. De modo que, plantea tresetapas de aproximación territorial en el ártico. Primero, explora científica-mente para justificar su jurisdicción. Segundo, con dicha victoria académico-legal, pretende expandir sus fronteras, para en última instancia iniciar laexplotación de recursos naturales (Sánchez, 2010, pp. 2).

Como se puede evidenciar, ambos países buscan establecer una relacióncon este territorio, dándole importancia a elementos de la vida social, el

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control del espacio y la identidad (Agnew, 2000). En otras palabras, laestrategia territorial que quiere establecer Canadá desde sus formulacionesdiscursivas con el territorio del ártico yacen en la historia, esa que estáhecha de las personas que habitan determinados lugares, dándole valor a lacomunidad que ha nacido, vivido y muerto allí. Es por esto, que en su planhacia el Ártico enfatiza en las tropas: Canadian Rangers, las cuales estáncompuestas por civiles como por población indígena Inuit, que se encargande monitorear las fronteras canadienses. Rusia, al igual que Canadá buscaestablecer o fundar una identidad con el territorio, incluyendo a las personas,pero acentuando su posición en las formas geográficas naturales comopropias y, hallando su justificación por medio del discurso científico quefortalece el político y así mismo el militar.

Sería reduccionista considerar que estos son los únicos modos de com-portamiento exterior de estas dos naciones dentro del conjunto de los paísescircumpolares. En efecto, los cinco países del ártico, en el espíritu de cadauna de sus estrategias políticas exteriores o declaraciones, han resaltadola importancia de la diplomacia, la cooperación, el respeto por el derechointernacional, la sostenibilidad y el desarrollo social. Aunque, países comoCanadá y Rusia también advierten expresamente que reaccionarán en casode que otras partes tomen medidas que afecten sus intereses (Placián, 2010,pp. 2). Así que, explorar, ganar o conquistar son las acciones territoriales enlas que se está enmarcado la concepción y comprensión del Ático, es decir,se configuran como los intereses de estas naciones en este lugar.

En línea con estos diversos intereses respecto al Ártico, Dinamarca re-salta como sus principales objetivos la sostenibilidad y el desarrollo socialy en consecuencia financia y posiciona drones y satélites para la recolec-ción de información sobre el área McGwin (2015). Lo que, de forma mássimple, se puede comprender como un esfuerzo claro por monitorear elÁrtico, estableciendo así su forma de abarcar el territorio, es decir, haciendoseguimiento y transmitiendo información del mismo. Con lo mencionado,se podría afirmar entonces que Dinamarca está también interesada en elÁrtico, pero enfocada más en el ambiente y las personas, evitando singu-larmente los conflictos y minimizando la militarización (Benett, 2011). Loanterior, contrasta con las formas de posicionarse de Canadá y Rusia, en lascuales su discurso versa sin cesar en la defensa y la soberanía.

En efecto, Noruega también se va visto amedrentada por las acciones ydiscursos militaristas, especialmente los de origen ruso. Como resultado,

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en su estrategia hacia el Ártico, primero ha señalado sus esfuerzos en elarchipiélago de Svalbard, el cual es una prioridad para la defensa nacionalnoruega (of the Norwegian Prime Minister, 2007). Segundo, es evidenteque busca establecer fuertes lazos de cooperación equitativos con Rusia, endiversas áreas, como la ecológica y la militar (Benett, 2011; Gotkowska, 2014,pp. 21). En este sentido, se relaciona con la de Dinamarca ya que buscanen ambos casos comunicar que poseen estrategias territoriales de carácteramistoso, sin abandonar la fuerza militar y científica. Es decir, reconocen laimportancia de los otros Estados, pero también establecen su idea de controlsobre el territorio (Sack, 1981).

Asi pues, teniendo en cuenta todas las acciones empíricas de los Estadosárticos, tales como sus pronunciamientos, movimientos militares y susagendas o estrategias de política exterior, vemos cómo todas estas son en suconjunto acciones de carácter territorial. Estas acciones claramente buscanconstruir al Ártico como un territorio propio de cada estado. Así, recurrena la comunicación, generando motivaciones que versan entre los intereseseconómicos y la tradición de los pueblos que habitan el ártico con susconnacionales. Análogamente, los estados árticos desarrollan armamentoespecializado para poder situarse en este lugar, haciéndole creer a los otrosEstados que este lugar es conocido, y por ende propio. En otras palabras, esteconjunto de acciones hacen parte de un camino, en el que deben construir elterritorio que no poseen y desconocen. En este proceso de construcción seestablece una relación estrecha entre soberanía y territorialidad. Dado esto,los Estados sólo se dicen ejercer soberanía desde lo puramente espacial.

Actores transnacionales

Indígenas

Los indígenas han sido usados por parte de los Estados para legitimar larelación espacial de poder de los soberanos con el ártico. Sin embargo, ellosmismos tienen otras ideas sobre este lugar. ¿Quiénes son ellos? Pues bien,los pueblos originarios del Ártico por tradición han sido conocidos comolos Inuit. Estas comunidades existían antes de las formaciones estatalesmodernas y han habitado en los territorios pertenecientes a Groenlandia,Canadá, Alaska y Chutkoka (Rusia) (Fabbi, 2015, pp. 482). Dada su local-ización geográfica estos pueblos son transnacionales. Y es gracias a esta

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condición que tienen vínculos que permean la territorialidad exclusiva delos estados (Shadian, 2006). No es de sorprenderse que en el año 2009 sereunieran formalmente los líderes de las comunidades de los tres diferentesterritorios para establecer su declaración sobre la soberanía ártica (Inuit,2009; Cinelli, 2012, pp. 58; Shadian, 2010, pp. 490; Fabbi, 2015, pp. 482).

Se pensaría entonces, que los indígenas Inuit buscan, al unirse, desarrol-lar una soberanía nacional amparados bajo el derecho internacional que lespermita autodeterminarse debido al desplante de carácter internacional quelos Estados árticos llevaron a cabo al omitirlos. Es decir, la declaración quelos Inuit propondría en última instancia, crear una doble soberanía. DesdeTilly se ve como la acción por parte de comunidades inconformes con elsoberano del momento, quienes desconocen su autoridad exclusiva, y creanuna propia autoridad dentro del territorio del soberano, convirtiéndoloen propio (Tilly, 1991). En la lógica mencionada por Tilly, los indígenasrecurrirían a la autodeterminación como pueblo aborigen como meta úl-tima. Peculiarmente, los Inuit y sus acciones no corresponden a este caso decomportamiento. En efecto, los indígenas Inuit si desarrollan una posiciónpropia territorial hacia el Ártico, pero no de esa manera.

Lo interesante fue la causa que los llevó a reunirse formalmente en esaocasión. No fue otra que para hacerle frente a la preocupación surgidaante la posición tomada por los Estados respecto a la soberanía del ártico,la cual coloca a los circumpolares en calidad de autoridades exclusivasde este lugar, dejando ciertamente de lado a los habitantes originarios, eneste caso los Inuit. Dado lo anterior, los Inuit se ven en la necesidad deestablecer una declaración para sentar una posición alrededor de los asuntossoberanos del ártico. Es por esto que en este documento los Inuit lamentan elolvido de los derechos de esta comunidad en la conducción de las relacionesinternacionales del ártico, como también la participación de estas en laresolución de las controversias territoriales, que no solo conciernen a losEstados sino también a los pueblos indígenas (Cinelli, 2012, pp. 58).

Es sugestivo por parte de los Estados la aparente omisión de estas comu-nidades. Mencionamos ?aparente? ya que desde sus políticas internas, síse ha incluido a los Inuit expresamente con relación al Ártico. Por ejemplo,Canadá bajo la directriz de Harper, al expresar su interés económico en estelugar también incluyó la necesidad de garantizar un desarrollo sostenible.De modo que este gobierno creó el CanNor, que es la agencia que tienecomo propósito estimular la participación de los grupos indígenas en los

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temas fundamentales de la región (Patiño, 2013, pp. 53). De manera quelos Estados efectivamente han incluido a los indígenas, pero sólo como unasunto de carácter doméstico, lo cual molestó los indígenas Inuit, que deseantener injerencia internacional en el Ártico dada su naturaleza transnacional.

Se pensaría entonces, que los indígenas Inuit buscan, al unirse, desarrol-lar una soberanía nacional amparados bajo el derecho internacional que lespermita autodeterminarse debido al desplante de carácter internacional quelos Estados árticos llevaron a cabo al omitirlos. Es decir, la declaración quelos Inuit propondría en última instancia, crear una doble soberanía. DesdeTilly se ve como la acción por parte de comunidades inconformes con elsoberano del momento, quienes desconocen su autoridad exclusiva, y creanuna propia autoridad dentro del territorio del soberano, convirtiéndoloen propio (Tilly, 1991, pp. 61-91). En la lógica mencionada por Tilly, losindígenas recurrirían a la autodeterminación como pueblo aborigen comometa última. Peculiarmente, los Inuit y sus acciones no corresponden a estecaso de comportamiento. En efecto, los indígenas Inuit si desarrollan unaposición propia territorial hacia el Ártico, pero no de esa manera.

Es por lo esto que los Inuit van a emplear dos elementos esenciales parasentar su posición en este territorio, sin que necesariamente desafíen la au-toridad exclusiva de los estados. Primero, ellos utilizan a su favor la lógicajurídica de los cinco estados para permanecer allí y beneficiarse de las ac-ciones territoriales estatales soberanas. En otras palabras, en su declaración,recurriendo a su naturaleza transnacional se definen como pueblo indígena,como pueblo indígena del ártico, como ciudadanos de estados árticos, yfinalmente, como ciudadanos indígenas de Estados árticos, a nivel circum-polar y local (Inuit, 2009; Cinelli, 2012, pp. 59). A primera vista, parece queesta definición jurídica está llena de tecnicismos, que pueden llegar a serconfusos, incluso incomprensibles. Pero al revisarlos detalladamente, seevidencia que es una estrategia premeditada para posicionarse jurídica yconsecuentemente con sus intereses. De esta menar esperan ser tenidos encuenta como actores con injerencia internacional en el Ártico.

En verdad, este uso del lenguaje busca que los Inuit no sean obviadosintencionalmente de nuevo por parte de los Estados. De forma audaz, se de-finen con estos tecnicismos para que en la lógica del derecho, en cual primanlos Estados, no los excluyan de nuevo. Dicho de otro modo, las acciones delos indígenas Inuit son una clara estrategia de carácter comunicativo. Enla que en un primer momento, amparados bajo el derecho internacional,

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emplean algunos de estos términos para protegerse y dejar constancia queson parte del Ártico como territorio.

Además, afirman que la soberanía inicia en el hogar (Inuit, 2009). Másallá de una explicación antropológica de lo que significa el hogar y el terri-torio, lo que llama la atención es que recurren a su ancestralidad culturalen el territorio. Por lo tanto, dejan claro que existe una inextricable uniónentre cultura y territorio. Así, los asuntos de soberanía y de los derechossoberanos se basan en el derecho de la libre determinación. Este derechoes el fundamento jurídico que los legitimaría a estar presentes, estrechay constructivamente, con los Estados árticos para trazar el futuro de lagobernanza del Ártico (Inuit, 2009; Cinelli, 2012, pp. 60-61).

No obstante, después de ampararse bajo el derecho internacional y hacertodas esas aclaraciones frente a los estados, cabe preguntarse £qué forma desoberanía están buscando los Inuit en el territorio Ártico? Pues bien, en suconjunto las acciones territoriales de los Inuit no se pueden igualar a las deuna ONG, en la que simplemente buscan alcanzar un impacto internacional,de hecho es más complejo, ellos buscan alcanzar un grado de soberaníacomo una colectividad política (Shadian, 2010, pp. 490).

A decir verdad, más que poner en duda a la soberanía estatal, los Inuitformulan una nueva forma de concebirla. Ellos simplemente buscan comoúltimo fin en sus acciones territoriales reivindicar su participación en elejercicio de la soberanía junto con el de los estados árticos, sin poner enduda esa soberanía y los intereses soberanos (Cinelli, 2012, pp. 61). Desdeesta perspectiva, la soberanía está determinada por la participación activaen la toma de decisiones y busca avanzar en la administración conjunta conlos Estados Árticos en el marco de una institución regional que opere enun contexto de cooperación global. Si bien, esta concepción de soberaníaaparenta estar subordinada al Estado, lo que están pidiendo los Inuit esque el Estado los deje intervenir en asuntos que aún no sabemos si sondomésticos o internacionales por el mismo proceso de territorialidad en elÁrtico. Lo anterior, es problemático desde la lógica de la soberanía estatal,en la que no se puede intervenir un tercero que cuestione su autoridad.

Piratas criogénicos

El 18 de Septiembre de 2013 el barco Arctic Sunrise llegó cerca a la plataformaplataforma petrolífera Prirazlomnaya ubicada en el Ártico ruso. Esta plataforma

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pertenece a la compañía Gazprom y es la primera en hacer exploración com-ercial petrolera en el litoral del Ártico (Gazprom, 2015). El Arctic Sunrisese dirigía hacia esta plataforma como parte de la campaña de Greenpeacellamada Save the Arctic y enfocada principalmente en la creación de un San-tuario Global en la zona deshabitada alrededor del Polo Norte (Greenpeace,2015). Dentro de esta campaña los objetivos del tour del Arctic Sunrise eranvisibilizar los peligros de la perforación ártica y el cambio climático, ademásde desafiar el poder corporativo (Greenpeace, 2013, pp. 17). Dicho de otromodo, para Greenpeace el Arctic Sunrise iba a enfrentarse a Gazprom. Loque los activistas a bordo de este barco no sabían era que en realidad noera un mero desafío al poder corporativo de Gazprom sino que estabantransgrediendo en el territorio ruso.

En principio, Greenpeace tenía planeado una protesta para crear con-sciencia sobre los riesgos de la perforación comercial en el Ártico (Green-peace, 2013). Ellos lograron llegar hasta la plataforma con su armamento:todas sus pancartas, cámaras y espíritu activista. Infortunadamente, suspequeñas lanchas inflables ya habían transgredido el territorio ruso. Por lotanto, fueron tratados como piratas y 30 de ellos terminaron confinados noconsiderar las consecuencias de su transgresión (Greenpeace, 2013). Green-peace no se esperaba este desenlace, entró a ?desafiar el poder corporativo?como si se tratara de un enfrentamiento entre iguales, entre dos actorestransnacionales. En una orilla estaba Gazprom, una de las empresas depetróleo más grandes del mundo. Mientras que al otro bando, se ubicabanellos, una organización no gubernamental con alto grado de visibilidadinternacional. Lamentablemente, no sabían a quién se enfrentaban.

Si bien Greenpeace tiene todos los elementos que definen a un actortransnacional (acciones transfronterizas, actor no-estatal, programa global),Gazprom, cumple con algunos de la definición, carecen de un elementoprimordial: ponen en cuestión la definición de los valores establecidos porel Estado y buscan incidir en la distribución de los recursos (González, 2009).Además, sería incoherente clasificarla como un actor no-estatal ya que unpoco más del 50% de esta compañía pertenece al Estado ruso (Goldman,2008).

Gazprom, como todas las compañías que han embarcado en expedi-ciones comerciales en el Ártico, tiene el permiso del estado para incursionaren su territorio (Crumley, 2009). Desde el punto de vista de la territorialidades el estado quien está poniendo las reglas de acceso. Y desde la perspectiva

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de Krasner está ejerciendo soberanía doméstica (Krasner, 2009, pp. 20). Enconsecuencia, Gazprom, y por extensión, las compañías que tienen expedi-ciones comerciales en el ártico, no actúan como actores transnacionales, sinocomo un actor internacional sujeto al Estado.

Si ubicamos la transgresión de Greenpeace en el nivel de la territori-alidad el Estado no hacía más que defender su territorio e imponer lasconsecuencias de las transgresiones. Greenpeace, no vio su protesta comouna transgresión porque tiene otra concepción del territorio en el Ártico.Como se había mencionado, una de las metas de Greenpeace es convertir elÁrtico en un ?santuario global?. Es decir, Greenpeace no está de acuerdocon los reclamos territoriales de los Estados porque para ellos el Ártico ledebe pertenecer a la humanidad (Greenpeace, 2015). Entre tanto, es perti-nente resaltar que esta construcción del territorio se diferencia tanto de laconstrucción estatal como la de los indígenas. La estatal y la indígena setrata de tener un control desde el territorio mismo. Greenpeace no buscaobtener el control en el Ártico sino excluir a otros de tenerlo.

El nuevo héroe cóndor

Reconociendo que el hielo también tiene un encanto particular, Huang Nubo,dueño de una compañía especializada en el negocio turístico mundial, tratóde comprar tierras en la frontera del Ártico en dos ocasiones, 2011 (Wardand Hook, 2011) y 2013 (Valdimarsson 2013). Estos intentos de compra,fallidos y exitosos, encendieron las especulaciones de los Estados árticos y laprensa tratando de entender las intenciones escondidas de Huang. En todocaso, este magnate llama la atención no tanto por sus intenciones, secretaso no, sino por la reacción de los Estados a estos negocios. Así, surge lainterrogante, £cómo llegan algunos Estados árticos a interesarse en Huang?

Huang, podría decirse, es un personaje enigmático. En 2011, tenía ne-gociados 300 km2 de tierras en cercanías al Ártico en Islandia y planeabainvertir US$200 millones en la construcción de un centro turístico (Yuqun,2011). Estos planes se vieron como parte de las últimas actividades sospe-chosas de China, la cual, según el ministro del interior islandés ÖgmundurJónasson, había estado muy activa comprando tierra alrededor del mundo(Valdimarsson, 2013). Aunque, no todos estaban en contra de las intencionesde Huang en el Ártico, su oferta fue rechazada bajo leyes islandesas depropiedad extranjera. La posición de Islandia es defensiva pues las acciones

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y deseos de Nubo desconciertan al Estado islandés, hechos que conllevan aconstantes especulaciones alrededor de él.

Tiempo después, en mayo de 2014, Huang compró un kilómetro cuadradode tierra noruega a un propietario de tierras local (Lindblad, 2014). Luegode esta primera compra, intentó comprar otras tierras privadas en el archip-iélago de Svalbard (Lindblad, 2014). A la aparición de Huang como probablecomprador, el Estado Noruego prendió sus alarmas. Probablemente teníanlos mismos intereses en que el territorio siguiera siendo noruega así fueseprivado. Adicionalmente, la información de que Huang había sido miembrodel partido comunista chino y había trabajado diez años en el ministerio depropaganda de ese país (Lindblad, 2014) fue usada por el estado noruegopara indagar sobre sus leyes de propiedad extranjera. El problema es queNoruega no cuenta con restricciones a la compra de tierra (Higgins, 2014).

Como se evidencia, Noruega e Islandia empezaron a tener una per-spectiva precavida porque, en este caso, Huang, como actor transnacional,crea otra concepción de territorio: apropiarse de una parte para sí mismo.Además, señaló estar planeando entrar en uno o dos países primero y luegoexpandirse al resto de Europa Nórdica sin preocuparse por los rechazosislandeses (Cao, 2014). Lo que dicen muestra este deseo de expansión delterritorio es que se construye a partir de un neo-imperialismo.

Conclusión

Como se ha demostrado en este trabajo, el concepto de soberanía vistodesde el dualismo que planteamos al inicio resulta problemático a la horade abordar el caso del Ártico. Dicho conflicto radica en que el concepto desoberanía, desde cualquiera de las dos perspectivas, da por sentado que elespacio es equivalente al territorio. Cuando no se parte de este supuesto,se entiende entonces, que la territorialidad es polisémica, por extensión,los diferentes actores que convergen en el Ártico desafían la concepción?estatal? de soberanía desde estas múltiples territorialidades.

En este escenario la soberanía se caracteriza por una constante tensiónentre la construcción de territorio de los estados Árticos y la de los actorestransnacionales, donde las relaciones de poder se ven en todos los casosestablecidas alrededor de un espacio físico.

Cabe mencionar que la soberanía no siempre ha estado ligada a unespacio físico porque como constructo cambiante a través de la historia se le

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ha configurado alrededor de una noción de territorio que es inminentementesocial. Esto hace que se pierda por completo la dimensión puramente físicade esta relación. Si algo nos muestran estos lugares en el Ártico, todavía noterritorios, es la importancia de esta ?fisicalidad?.

Si algo se ha evidenciado en el caso de este artículo, es cómo en el Árticolo físico es lo protagónico, el lecho marino con su promesa de recursos, latierra y el hielo. Este hielo se derrite y desaparece, para volver a conge-larse, modificando las relaciones que allí se establecen, abriendo nuevasposibilidades de relaciones espaciales como la Ruta del Noreste.

El hielo que se transforma, nos invita a repensar el espacio, a volver aotorgarle una importancia a lo físico, incita a preguntarnos, qué significala re-espacialización de las relaciones y cómo ésta puede llegar a dar aconceptos ya establecidos nuevos significados.

Pronto el Ártico dejará de ser el territorio lejano y deshabitado £quépasará cuando el hielo desaparezca y ya nunca se vuelva a congelar y seaevidente que las nuevas rutas conectan dos mundos que siempre estuvieroncerca pero a causa del hielo infinitamente lejos? Quizá finalmente compren-deremos que la Tierra que en algún momento fue aplanada, efectivamentees curva y el hecho de esta curvatura va a reconfigurar por completo lasrelaciones entre diversos actores a diferentes escalas.

Concebir el Ártico como cualquier otro lugar de la Tierra y esperar aque en él se repitan episodios ya pasados como la guerra fría, es quitarlesu agencia al hielo, por ello la invitación final es que desde las relacionesinternacionales nos olvidemos un poco del poder y le demos relevancia a lomaterial, a lo físico.

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