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Sesión del día 7 de noviembre de 1973 ESTUDIO BIDIMENSIONAL DE UN ENFERMO ESQUIZOFRENICO 2) ENFOQUE DE LA FENOMENOLOGIA SOCIAL C. FRIGOLA SERRA * Este es un informe sobre una familia de 6 miembros, los padres y 4 hermanos. El hermano mayor de 22 años, el paciente de 18, un her- mano de 16 y una hermana de 10. En este informe intentaremos acer- carnos hacia un método de fenomenología social. Este método está basado en los trabajos e investigaciones del doctor ESTERSON. En este método se ha seguido la tradición de SuLIVAN de la observación parti- cipante y el enfoque clínico de aproximación a los esquizofrénicos, cuyas bases empíricas son, por un lado, los trabajos realizados por LAING y EsTERSON desde 1958- 1966 y por otro, las bases de la Teoría de la Comunicación Humana principalmente ]as teorías pragmáticas derivadas del <<Doble Vínculo». Pensamos que el paciente se encuentra en un momento de crisis existencial. Su «Social time», es decir, su tiempo social en la familia no corresponde en modo alguno al tiempo cronológico. Debemos rela- cionar su tiempo (adolescencia), recordemos gue el paciente tiene aho- ra 18 años, con los estados de vida del ciclo familiar. Queremos decir con esto que esta familia no estaba preparada para que el paciente pudiera llevar a cabo y de un modo satisfactorio su propia evolución personal y existencial. Quizá los patrones de interacción familiar no han cambiado a medida que la vida de los miembros y del grupo cam- Psiquiatra, psicoterapeuta familiar. Barcelona.

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Sesión del día 7 de noviembre de 1973

ESTUDIO BIDIMENSIONAL DE UN ENFERMO ESQUIZOFRENICO

2) ENFOQUE DE LA FENOMENOLOGIA SOCIAL

C. FRIGOLA SERRA *

Este es un informe sobre una familia de 6 miembros, los padres y 4 hermanos. El hermano mayor de 22 años, el paciente de 18, un her­mano de 16 y una hermana de 10. En este informe intentaremos acer­carnos hacia un método de fenomenología social. Este método está basado en los trabajos e investigaciones del doctor ESTERSON. En este método se ha seguido la tradición de SuLIVAN de la observación parti­cipante y el enfoque clínico de aproximación a los esquizofrénicos, cuyas bases empíricas son, por un lado, los trabajos realizados por LAING y EsTERSON desde 1958-1966 y por otro, las bases de la Teoría de la Comunicación Humana principalmente ]as teorías pragmáticas derivadas del <<Doble Vínculo» .

Pensamos que el paciente se encuentra en un momento de crisis existencial. Su «Social time», es decir, su tiempo social en la familia no corresponde en modo alguno al tiempo cronológico. Debemos rela­cionar su tiempo (adolescencia), recordemos gue el paciente tiene aho­ra 18 años, con los estados de vida del ciclo familiar. Queremos decir con esto que esta familia no estaba preparada para que el paciente pudiera llevar a cabo y de un modo satisfactorio su propia evolución personal y existencial. Quizá los patrones de interacción familiar no han cambiado a medida que la vida de los miembros y del grupo cam-

• Psiquiatra, psicoterapeuta familiar. Barcelona.

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biaban. Pensamos que haa existido acontecmuentos que han ocurrido, ya en la familia, ya fuera de ella y que han hecho surgir nuevas expe­riencias familiares, mientras que la estructura normativa que prevalecía era totalmente inadecuada o al menos así se presentaba.

Pero, ¿qué ocurría en el paciente que sus familiares y allegados vieran en él los primeros signos de enfermedad que más tarde fue eti­quetada de esquizofrenia?

Hace tiempo que abandonamos la perspectiva monádica, es decir, el enfoque unitario de un fenómeno o de una supuesta enfermedad aislada artificialmente del ambiente o del marco ecológico donde ocurre entre otras razones porque ha sido abandonado por casi todas las dis­ciplinas científicas que proponen el estudio del fenómeno en el marco ecológico. Además, nadie ignora dos realidades clínicas, una, la alta frecuencia de la recaída de un paciente al ser dado de alta y regresar a su familia, y por otro lado, el fenómeno ya señalado por varios auto­res consistente en la aparición de un trastorno sintomático en un miem­bro de la familia subsiguiente a la mejoría del paciente.

El método empleado por nosotros de observación y recopilación po­sibilitó el estudio simultáneo de cada miembro de la familia, de las relaciones entre estos miembros y de la familia como un sistema.

Hemos visto a los miembros de la familia en el hospital. Los he­mos observado tanto individualmente como en diadas y en otras com­binaciones. En esta investigación, salvo en dos ocasiones, grabamos en ci nta magnetofónica las sesiones, mientras que otro observador no par­t icipante, una asistenta social, anotaba la comunicación e interacción no­verbal que se iba sucediendo a lo largo de la entrevista. En ésta, ana­lizando la comunicación interpersonal, pusimos nuestro interés sobre todo en aquella clase de comunicación que nosotros llamamos: «Lo-que­no-se-dice» o <<Lo-que-deja-de-decirse» y que por supuesto no es necesa­riamente comunicación no-verbal.

Hemos analizado en esta familia, a lo largo de 12 horas de entre­vistas de las cuales tenemos grabadas 10 y en 5 ocasiones tenemos el relato del observador no-participante, la armonía y la apariencia fami­liar, el matrimonio como arqueología, la «familia» interiorizada de cada miembro, los espacios públicos y privados, los dioses lares, los posibles mitos familiares. Así como los sistemas religiosos, educativos, recreativos, etc'., de los miembros y de la familia como un todo.

Nos queda mucho para analizar todavía. Con los datos recogidos hemos hecho un índice concordante y una retotalización. Con éste, pasaremos a describir seguidamente esta familia.

En ella recordaremos, existe un miembro que psicopatológicamente presentaba un primer brote esquizofrénico. Cuando nos encontramos con él por primera vez, se encontraba en estado de no-integración per­sonal.

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Pedro fue visto desde una perspectiva clínica y su conducta y ex­periencia etiquetada de socialmente ininteligible y enferma. El cuadro clínico se alteró cuando fue visto con un enfoque de fenomenología social.

El siguiente es el relato que hizo el observador no participante cuando estábamos grabando la entrevista.

«Le parece que está representando un papel en una comedia. En esta comedia el papel privilegiado sería el representado por su madre porque la quiere mucho.

El padre representa el papel que debe representar siempre. Hay problemas familiares pero no se sabe de qué tipo son. El hermano mayor hace más cosas porque ha estudiado y traba­

jado. El paciente dice que no ha estudiado para no crear problemas económicos . Dice que le hubiera gustado hacer de pastelero y estudiar.

Le parece que estando aquí en la clínica está representando una co­media y sigue pensando que no debería fumar porque le sienta mal, pero fuma. Dice que quisiera tener novia y piensa que sus padres tam­bién, pero no se lo han dicho, le gustaría que su madre se lo dijera.

Cree que se equivocó al irse a trabajar fuera de casa por ser muy joven. Se sentía muy deprimido y quería ayudar económicamente en casa, por eso se marchó a trabajar fuera.

Dice que es homosexual porque ha trabajado mucho y descansado poco.

El quería ir con chicos mayores que él pero no podía ir e iba con chicos más pequeños. Los chicos mayores le decían que era peque­ño y no lo qüerían.»

PEDRO. -Me encuentro muy deprimido. Quiero irme a casa. ENTREVISTADOR. - ¿Encuentras a faltar a tus padres? PEDRO. -Mi padre no vino a verme-no sé-vinieron el sábado-mi padre

no vino ayer. E.- ¿Por qué? PEDRO. -No lo sé. E.- ¿De qué hablásteis? PEDRO. -Hable con mis padres de marchar a casa y mi madre me

dijo que cuando el doctor quiera.

El paciente sabe que el sábado vino a verle su padre (con su ma­dre). El padre vino, no porque quería o deseara verlo, sino porque era obligación de venir a la clínica por mandato del doctor para hacer una entrevista y solucionar el problema del paciente. Pero, ¿quería el padre solucionar el problema o estaba sólo actuando como si lo hiciera? El domingo cuando el padre estaba libre del trabajo y no tenía ninguna obligación, no estaba obligado a ello por ningún doctor no vino (sólo

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vino la madre y una tía) el paciente podía pensar que el padre haría poco por él.

E.- ¿Cuál era el problema familiar al ingresar? PEDRO. -Mi madre. Parece que estoy representando unos papeles de

una comedia. Yo me he hecho a mí mismo. E. - ¿Qué necesidad tienes de hacer una comedia? PEDRO. -Ninguna. Parece ser que represento muchos papeles. Mi ma­

dre representaría un papel privilegiado, representa un papel privi­legiado porque la quiero mucho.

E.- ¿Qué papel representa tu padre? PEDRO. -El padre representa el papel de padre, el que debe de hacer

siempre. E. - ¿Qué ocurre cuando el padre deja de hacer el papel de «padre»? PEDRO. - Nada. Son problemas, no sé de qué tipo son, son problemas

familiares. E.- ¿Los hermanos hacen el papel de «hermanos»? PEDRO. - Sí, el hermano mayor es el que más respeta a los padres. E. - ¿Cómo lo demuestra? PEDRO.- Porque es el hermano mayor. Mi hermano mayor estudió y

yo no lo hice porque pensé que sería un problema económico. E . - ¿Un problema económico? PEDRO. -Me gustaba estudiar y hacer de pastelero, pero no pude ha­

cerlo, no pude estudiar, no podía hacer las dos cosas. Este papel que represento sólo lo he hecho en la clínica.

Si consideramos a esta familia como el paso de una situación diádica (padre-madre) a una situación triádica (familia); es decir que la forma­ción de esta familia fue una función del nacimiento de «otros» -los hi­jos- , era normal que cada uno pasara a formar parte de este «ego masa familiar» debiendo jugar su propio papel que le fue asignado. El hermano mayor -el primero iniciado- jugando su propio papel no amenazaba la seguridad ontológica de la diada (padre-madre). El her­mano mayor debía ser «el hermano mayor». Todo era como «debía ser» . Un padre actuaba como «un padre». Cada uno conocía su propio rol y papel.

¿Qué ocurriría en esta familia si alguien fallara en su papel?

PEDRO.- Mis hermanos hacen el papel siempre ... pero yo a veces no he hecho el papel que debería hacer.

E. - ¿Qué papel? PEDRO. - Tener un hecho -fumar por ejemplo- aún soy pequeño y

no debo fumar.

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Más adelante decía:

PEDRO. -Yo quiero encontrar novia y no la he encontrado. E.- ¿Tus padres te lo dicen? ¿Te sugieren que encuentres novia? PEDRO. - Sf, sí, mi padre y mi madre. E. - ¿Cómo te lo dicen? PEDRO. - Mi padre dice que quisiera que encontrara novia. Mi madre

no sé si lo dice, no lo puedo confirmar, porque ella dice que soy joven.

E.- ¿Tu madre te dice algo? PEDRO.- No me dice nada -mi madre-. Dice: ya encontrarás novia

y serás feliz. E.- ¿Esperarías que tu madre te lo dijera? PEDRO.- Sí, pero no me lo dice -cteo que este es el problema-. E.- ¿Cómo lo dice? PEDRO. - Un poco confuso.

Mientras que el paciente participara de la vida familiar en común, no podía ser un auténtico adulto. Para que el paciente fuera mayor - él ya lo eta- necesitaba la confirmación implícita y explícita de sus padres. El «tener novia» era un ejemplo. Nos preguntamos: ¿Cómo se lo dice la madre que diciéndolo no lo dice?, o en otras palabras ¿Cómo confirmaba y des-confirmaba la madre al paciente? Cuando dos personas se comunican, además de la definición de sí mismos, intentan definir su relación recíproca. La «otra» persona puede confirmar la definición que la primera persona hace de sí misma. La confirmación equivale a un buen desarrollo y estabilidad mentales. Además puede rechazar la definición que la primera persona hace de sí misma. En muchos casos el rechazo puede ser constructivo (E. BERNE: Transac­tíonal Analysis in Psychotherapy (N. Y. Grove Press, 1961) y T. A. HARRIS: I'm OK- you're OK (Harper and Row N. Y., 1969).

La desconfirmación es mucho más importante desde el punto de vista psicopatológico. Esta tercera posibilidad, la que está llevando a cabo la madre con el paciente, no sólo se refiere a la verdad o la false­dad de la auto-definición del paciente sino que niega la autenticidad de su auto-definición. LAING cita en su libro «The self and others» ... «el resultado final de esto se alcanza ... cuando, independientemente de como» (una persona) actúe o se sienta, independientemente de qué significado dé a su situación, sus sentimientos no son tenidos en cuen­ta, sus actos son desconectados de sus motivos, intenciones y conse­cuencias, la situación es despojada del significado que tiene para ella, de modo que queda totalmente confundida y alienada.>>

Para permanecer en la familia era necesario un respeto mutuo. Pe-

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dro no era considerado lo suficiente mayor como para tener novia y sin embargo mostraba signos de haber llegado a tal edad.

¿La familia era lo mismo para los hijos que para los padres? Pen­samos que para los hijos esta familia solamente era un nexo de unión hasta que fueran mayores de edad.

Más adelante el paciente decía:

PEDRO.- Quería levantar la casa, pero creo que me equivoqué al mar­char de casa.

E.- ¿Por qué? PEDRO. - Por marchar tan temprano y mis padres no lo querían. Que­

ría sacarme el carnet de conducir, pero no quería hacerlo tan pronto, lo quería hacer en Canarias porque es más barato.

E.- ¿Por marcharte tan temprano? PEDRO.- Tenía ganas de que en el hogar hubiera más moral, porque

estaba muy deprimido ... lo que quería también es ... que me hace falta más calor familiar.

Los padres temían la disolución del grupo familiar y este temor se veía cuando los hijos iban alcanzando la edad necesaria para «disol­ver» el grupo. Pero este temor de disolución de la matriz primaria no debían conocerlo los hijos.

Decía el paciente:

PEDRO.- Respecto al matrimonio, no creo que lo hiciera hasta llegar a una edad más normal, a los 26 ó 27 años.

E.- ¿No crees que es un poco tarde? PEDRO. -Yo pensaba a los .31 años, me podría casar y vivir normal­

mente ... E.- ¿Por qué esperar tanto? PEDRO. -No tiene sentido. Yo quería vivir un poco independiente de

mis padres pero ahora me doy cuenta de que no lo hice bien. Es un poco difícil de explicar, yo me veo -quiero decir- muy afli­gido por todo lo que pasó, ahora deseo calor familiar y estar en casa. Al salir de la familia se rompió un poco -quiero decir sólo a mi madre- yo quería ver paisaje, irme a Canarias, pero como no me encontraba a mí mismo, les había dicho -a mi madre- aún no se lo había dicho a mi padre.

E.- ¿Qué pensó tu madre de tu deseo de marcharte? PEDRO.- Que yo hacía malamente. E.- Para ellos era muy importante el que tú abandonases la familia ... PEDRO. -Lo mejor que podía haber hecho - no por el sitio que he

ido-, he caminado malamente, no he querido molestar a las per­sonas de mi lado, por eso ahora si indirectamente he afectado a al-

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guíen ... no ha sido por mala intención. Siempre me he portado

bien.

Los hijos no podían abandonar la familia antes de que los padres no estuvieran preparados para soportar la disolución del grupo fami­

liar. Casarse pronto sería como una amenaza contra la indisolubilidad

del grupo. Los hijos como material para ser «invertido» tenían aún

ciertas obligaciones. Decía la madre: «Antes era una persona normal, siempre traía el

dinero de su trabajo, pero ahora, ha gastado más y ha traído menos.

No sabemos lo que ha pasado. Pero más adelante la madre decía: «Se le ha visto con un carácter

de persona mayor>>. ¿Podía el paciente tener una identidad auténtica en este contexto? Decía el paciente: «No quiero marcharme de casa, dejar huella de

que no quiero irme y explicar todo a mis padres.

E. - ¿Qué pensarán de ti si les dices esto? PEDRO.- Pensarán que no es normal marcharse tan pronto de casa,

pero procuro no querer irme. Por el momento aun no quiero se­pararme de la familia y encontrarme en casa y poder pasar estas

Navidades con ellos. E. - ¿Tu madre sabe que quieres irte? PEDRO. - Sí, si lo sabe. E.- ¿Y tu padre? PEDRO. __:. Mi padre piensa que no tendría que marcharme. E.- ¿Qué pasaría si tú te marcharas? PEDRO. -Me sentiría más deprimido si me marchara de casa y menos

deprimido si estuviera en casa. E. - Es decir, ¿que de una forma o de otra te sentirías deprimido?

PEDRO.- Sí, si me quedo se olvidará pronto. E.- Tus padres, ¿crees que lo olvidarán todo? PEDRO. -No olvidarán el que yo me haya marchado de casa. E.- ¿Crees que tus padres tienen mucho interés en que te quedes

en casa? PEDRO. - Interés, interés, sí. Yo también tengo interés en quedarme,

parece que cada día le estoy diciendo algo nuevo. Yo he sido

muy tozudo -en mi casa- por esto ahora estoy aquí.

Cuando el paciente se definía a sí mismo (un movimiento de indi­

vidualización) la familia le comunicaba mensajes implícitos y expllcitos

algunos de ellos contradictorios entre sí. Las fuerzas emocionales de

unión familiar le comunicaban mensajes del tipo: - estás equivocado,

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- tienes que cambiar - ya verás las consecuencias. La interiorización de la familia en el paciente es tan confusa y mix­

tifi.cadora que se llega a la siguiente situación: no es que la idea que tiene el paciente de sí mismo '(ser una persona mayor, realizarse autén­ticamente como persona, etc.), esté o quede oculta por la ideas que los demás tienen de él, sino' la idea que los demás tienen de él es la que él tiene la obligación de tener de si mismo.

La siguiente es la transcripción que hizo la asistenta social que actuaba de observadora no participánte cuando se estaba grabando la entrevista . <<Madre e hijo parecen muy unidos mientras la madre va hablando. El paciente parece un poco cohibido para expresar su opi­nión. Parece que la madre influye bastante en las decisiones de sus hijos, parece que tiene tendencia a imponer sus opiniones.

Al preguntarle al paciente su opinión sobre su crisis se encuentra cohibido, mira insistentemente a su madre y no sabe qué decir. Su madre parece que le coarta su libertad de expresión, parece que no le deja desenvolverse por sí solo .

Muchas veces la madre habla por su hijo, éste la escucha y asiente . El hijo acepta las opiniones de su madre aunque parece que no esté de acuerdo con lo que ella dice pero tampoco se atreve a confirmarlo.

La madre sigue considerando a su · hijo como un niño aunque diga que ya es mayor y pueda decidir por sí solo. Al decir el paciente que quería tener novia su madre reacciona como si pensara que dice ton­tedas.»

Como vemos, cualquier intento por parte del paciente de autode­finición, es decir, definirse como un «yo» la madre lo desconfu·ma. Pero no sólo esto, sino que después de desconfirmarlo niega que lo ha hecho. El paciente se está convirtiendo en la negación de la negación de su madre.

MADRE. - ¡Tienes gue decidir para ti, por ti mismo ! PEDRO. - Sí, yo decido . MADRE. - Ya decides por ti mismo, pensar, hago todo lo que me con­

viene a mí. Pl'mR,o. - Sí, madre. MADRE. -No te pongas nervioso (con ironía la madre coge la mano

del paciente, la estrecha entre las suyas, parece como si le estuviera pidiendo algo al paciente).

E. - Le es tá usted cogiendo la mano ... - quiero decir- como a un niño. ·

MADRE. - (Interrumpiendo) Es que tiene las manos frías ... PEDRO. - Sí, es verdad (confirmando la invalidación de su madre).

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La madre le dice que debe decidir por él mismo, pero al decirlo no lo dice; en el nivel no-verbal, es decir, utilizando otro canal comuni­cacional, al cogerle la mano hacia su hijo, invalida lo que ha dicho pri­mero: le sigue considerando como incapaz de decidir por él. Le está comunicando: «como podrás decidir sin mí ayuda».

Esta situación paradójica ocurre cuando la madre implícitamente niega lo que explícitamente afirma, pero es tan perfecta que el paciente no siente la existencia de ningún problema ni cuestión en absoluto.

Además al hacer la declaración de manera irónica, le está comuni­cando que hay una trampa, pero no aclara al paciente si está siendo irónica acerca de lo que ha dicho, o acerca de su ironía, o acerca de ella, o acerca del paciente, o de cualquier otro combinación.

Existían dos fronteras; la frontera matrimonial y la frontera filial. Los hijos debían proteger la frontera matrimonial (diada de los padres) a costa de sacrificar su propia frontera.

Decía el e1 al hablar del nexo de unión:

e1.*- El y yo (el paciente) nos hemos dado cuenta de lo que era la casa, porque él siempre ha tenido o sea y quizá teníamos más hacia la casa, digamos una cosa ... o sea, un amor fuerte, no por el traba­jo, para ayudar a casa, eso.

E.- ¿Los padres temían que ustedes se marcharan? e1. - Bueno, sabían que nos teníamos que ir, pero, era, yo tengo no­via, yo me tengo que ir, él, su edad pues ya, en fin, ya sabían que nos teníamos que ir.

e3.* - Pues era .. . muy interesado ... tenía muchas atenciones. Sabía que llevando un regalo a mi hermana ... a mi madre .. . en casa, simplemente una cosa de adorno ... o algo.

E.- Es decir, ¿que Pedro mantenía el calor familiar? Ct.- Sí, manteníamos el calor familiar, pero lo que pasa era. .. yo

quizá no he llegado a tanto, porque he sido más bien para mí. El ha mirado más que yo, más que yo, porque yo generalmente siem­pre ... llegar a casa y salir ... en fin ... él es mucho más que yo.

El paciente había «Ínteriorizado» a toda la familia. Se esperaba de él que así lo hiciera, aun a pesar de sacrificar su propia identidad. Decía el hermano mayor :

C1.- Sí, sí, me enviaba dinero allí cuando hacía la mili ... trataba de ayudarnos.

* Hermano mayor (C1). * Hermano tercero (Ca).

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CJ. - A Pedro lo que le ha pasado es que le ba tomado mucho cariño a la familia, porque ha sido muy cariñoso así, siempre con todos,

.lo que pasa ahora, claro nunca ha pasado nada en la familia ... hasta ahora .. . hasta que le ha ocurrido esto a mí hermano.

E. -No ha pasado nada o no se han dado cuenta ... hacía cosas que eran obligación del padre.

C¡. - Sí, sí, estoy de acuerdo ... yo digo generalmente en una familia ... un chico así, hay muchísimos casos ... un chico así. .. muy bien, para lo joven que era, ganaba bastante dinero . .. si puede, si ve que puede ayudar comprando regalos o enviándome dinero a mí ... yo lo veo muy normal eso.

Más adelante ...

CJ.- El cuando venía de trabajar y venía a casa ... pues siempre se preocupaba por los padres ... , sí, cuando hacía enfadar a mis pa­dres .. . y eso ... se metía conmigo.

E. - ¿Pero este era el deber del padre? CJ. - Bueno, generalmente el padre no actuaba mucho ... cuando ha habi­

do pequeñas discusiones no. Mi padre muchas veces no estaba ... no. E. - Hubiera sido normal que el padre controlara esto .. . C¡.- O sea que la discusión siempre ve1úa por esto. Cuando no hada-

mos las cosas bien se enfadaba ... así cualquier cosa ... porque ... teníamos un perro y yo era el que lo tenía que cuidar ... cuando él venía del trabajo yo tenía que lavarlo y eso.

E. - Es decir, ¿que era como el padre? C1 . - Quizá lo suplía un poco en este momento ...

Representando el papel de «padre» frente a sus herinanos, frente a su madre, frente a su padre y frente a sí mismo, el paciente se encon­traba en tma posición insostenible. En algunas ocasiones la madre invi­taba al paciente a desafiar a su padre o le mostraba la impotencia de éste representando el propio papel de «padre».

¿Este papel de «padre» era siempre <<representado» por el paciente? Paradójicamente cuando nosotros quisimos ver experimentalmente

estas situaciones de interacción -utilizando tm cuestionario para fami­lias (el cuestionario de FERREIRA y WINTER)- nos encontramos con resultados sorprendentes. El cuestionario que presenta 7 situaciones con 10 alternativas cada una se pasa en primer lugar a los miembros de la familia separadamente. En segundo lugar se pasa a toda la familia junta.

Hemos grabado en cinta magnetofónica la interacción verbal de la famili.a junta y anotando la comunicación no-verbal. Una asistenta so­cial que hacía de observadora no participante anotó lo siguiente:

«El hermano mayor es el que ha cogido el papel y le va pregun-

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tando a cada uno. Dirige la discusión imponiendo bastante sus opinio­nes. El hermano menor no interviene en la discusión. El padre no tiene intervención directa, acepta lo que dicen los demás. La madre también ha intervenido bastante en la toma de las decisiones. El pa­ciente ha intervenido poco y no protesta cuando toman una decisión distinta de la que él ha tomado, solamente les dirige una mirada pero no habla.»

De las 7 situaciones, sólo en la 2.3 el padre actuó como tal, pero pidió la ayuda del paciente para que lo confirmara. Transcribimos la grabación siguiente:

C,.- ¿Y qué país iríamos a visitar, a ver? M.- Yo a Rusia . G.- ¿Y tú? C3. -Yo a América. G . -¿Ytú? PEDRO. - Yo también ... M.- O sea que cada uno a un ... G.- Y yo al Japón ... ¿Y dónde m amos a organizar el viaje -diri­

giéndose al padre para que le dijera la última palabra- a dónde lo organizarías tú ... ?

PADRE.- (Como enfadado) Yo ... que ... (protestando) ... sé. G.- ¿Pero a dónde iríamos ... ? donde dijeras tú tendríamos que ir. PADRE.- Con vosotros. C •. - ¡Pero tú eres el que dene que decir a dónde vamos! PADRE. - Pedro, ¿irías tú a Francia conmigo? (dirigiéndose al paciente). PEDRO.- Sí.

Al final la famiHa después de una corta discusión decidió ir a Francia. Al estudiar la plenitud de elección, es decir, estudiando hasta qué

extremo las elecciones de la familia cumplian las elecciones individuales, vimos que solamente en una ocasión el padre hizo cumplir sus deseos. Tuvo una puntuación de l. El C1 tuvo una puntuación de 3, el paciente sin intervenir verbalmente el mayor tiempo tuvo una puntuación de 2 y el Cl sin intervenir tampoco una puntuación de 3. Paradójicamente la madre, que hablaba casi consta ntemente tuvo una puntuación de O. Obviamente nuestras ideas sobre la dominancia y la sumisión de las relaciones, tal como se deducía de impresiones clínicas, no podían ser probadas.

Somos conscientes que esto no quiere decir nada. Esta técnica fue planteada como un instrumento investigador y está por lo tanto en el área de investigación, pero para el conocimiento de la patología inte­racciona! nos ha servido de gran ayuda en muchos casos. Ahora, des­pués de casi 100 familias estudiadas hemos empezado a sentir cierta

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confianza en nuestros hallazgos, pero esto tampoco quiere decir nada. Cuando de alguna manera, alguno de los miembros de la familia

personifica el rol del otro, por incompetencia de éste para representar su propio rol, se crean confusiones y dan lugar a estrategias de los demás miembros de la familia de tipo mixtificador. Estas comunicacio­nes y cambios estratégicos suelen estar regulados por lo que nosotros llamamos «miembro semáforo», ya que todas ellas pasan a su través y él las dirige, ordena y canaliza. Sin embargo en este caso descubrimos que paradójicamente el miembro semáforo no era necesariamente el l1der del grupo.

Nos planteamos la siguiente cuestión. ¿Cómo debíamos ver a los padres, como padxes de sus lújos, corno padres respetados y respeta­bles, directores del grupo familiar que ahora funcionaba mal porque un miembro padecía algo que ellos llamaban enfermedad, o como hijos de sus propios padres, padres que ahora no existían físicaménte pero que ellos tenían interiorizados?

Ante los ojos de la sociedad ellos estaban casados y así lo habían estado durante más de 23 años, pero ¿qué significa esto en la práctica? Simplemente que ellos participaban de cosas en común, incluidos los hijos y que les permitía vivir en la misma casa y compartir la misma economía doméstica.

E.- ¿Qué pensaba de su marido antes, cuando eran novios? M.- Pensaba Jo primero, no sabía quien era, vamos, después hablan­

do allí con la gente que lo conocía, buenas personas, me enteré de que era trabajador ...

E.- ¿Usted conocía a sus padres? M.- No, a la madre, a la madre sí. E.- ¿Cómo era ella? M.- Corriente, normal. P.- Yo vivía solo con mi madre antes de casarme, en aquel tiempo,

yo me licencié en el 41, vivía en X y claro al estar soltero tenía derecho de tenerla a ella . .. los otros estaban casados.

E.- ¿Hasta qué edad vivió con su madre? M.- Estuvo con nosotros hasta 4 años después de casados. P.- Me casé a los 31 desde los 22 que me coloqué allí.

¿Qué cambió en el padte cuando se casó? Seguía jugando el mismo papel de hijo que había estado jugando casi toda su vida . Seguía vi­viendo con su madre pero compartía su cama con una mujer que era y llamaba su esposa. Así siguiendo como hijo de su madre no había peligro ni temor de escándalo. .

El seguía compartiendo las mismas cosas de antes, cada una, ma­dre y esposa, debían hacer su «Rapel».

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Dec.ía el padre: «Ella (la madre) no se metía en nada conmigo, ella no me aconsejaba nada ni yo le decía a ella tampoco».

No es que queramos decir que ellos no tenían respeto el uno por el otro. Ellos se tenían un cierto respeto, pero era tal como el del hom­bre de negocios para otro que meticulosamente cumple su parte en el contrato.

Aunque cada uno desempeñaba papeles que ayudaban a desempeñar los papeles de «otro» todo debía de estar «en su sitio». Cuando alguien se pasaba su conducta era vista como «no muy normal».

Aparte de las «manías» que atribuyen los padres al paciente cuando este se comportaba como un verdadero hijo al acusar al padre de in­competente respecto a su madre: no sacarla a pasear los domingos, cuidarse un poco de la casa, también lo acusaban de anormal.

Decía el padre:

P. - Es el que ha tenido más atenciones, incluso trabajando, cada semana trabajando, los domingos venía a casa y siempre su rega­lito que le llevaba (riendo).

M.- Y o pienso que ése tiene más atenciones pero de quererme me quieren todos igual.

E.- ¿Es el que lo demuestra más? Quizá los otros hermanos lo verán con envidia .. .

M.- No, no ... este último regalo que me hizo, los otros -vaya con Periquillo éste- la atención que ha tenido, un jarrillo con flores encima (sonriendo y con ironía).

Más adelante el padre decía:

P.- Esto de mayor si, lo considero - se refiería al paciente. E.- ¿Lo considera más responsable que los otros? P.- En todo más responsable, en todo, se hace --esto- de las cosas. E. - ¿De la casa? P.- Sí, sí... M.- Y se da más cuenta de las cosas.

Los padres veían al paciente como el más responsable, pero tam­bién como el más anormal y más tarde como enfermo.

Cuando más tarde fue visto como enfermo y por lo tanto irrespon­sable de sus actos, el paciente llegó a ser en la clínica responsable de ser «no responsable» y «enfermo».

E.- ¿Es muy extraño entonces que le haya pasado esto? ¿No se lo imaginaron nunca que pudiera llegar a esto? (refiriéndonos a los síntomas).

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P.-Nunca. M. - Nunca. E.- ¿Entonces lo consideran ustedes enfermo? M.- Nos lo trajeron ... Se fue bueno y vino enfermo, cuando nos lo.

han traído enfermo, pues claro, lo consideramos enfermo. E.- ¿Por qué? M. - Porque se ve, porque le ha dado esto. P.- Mire, y él mismo, los primeros días, nosotros cuando nos dijeron

que era cansancio, pues lo tuvimos solo en la casa dos días, dos días, pero como vimos que aquello ... se ponía a peor entonces recu­rrimos a esto.

E.- ¿Entonces era algo más que cansancio? P.- Mire, el día que decidimos llevarlo al médico tenía un poco de

barba yo me estaba afeitando con la eléctrica y como pues era lógi­co, para que fuera presentable pues dije que ... de afeitarlo a él tam­bién. Pues está así algo mejor no ... y entonces fue cuando le pasaba la maquinilla así, fue cuando se empezó a notar él aquello.

M. - Se ve que se puso nervioso entonces. P.- Quizá los nervios cuando yo le afeitaba fue cuando se puso ya

del todo peor.

¿Y qué pasaba entonces con el paciente? ¿Dónde estaba situado en este juego de sombras familiares? ¿Esperando que dijese o hiciera lo que sus padres y hermanos querían que dijese o hiciera? No se en­contraba en ninguna parte. Estaba en el límite familiar, una situación muy difícil. Requerido por sus padres y por su familia para que per­sonificara y controlara por cuenta de ellos el desorden personal, el pa­ciente se llegó a convertir en el personaje que estaba interpretando. Utilizando palabras de ESTERSON: se experimentó a sí mismo mediante la experiencia del otro que le experimentaba a él. En otras palabras: interiorizó la visión de sí mismo que tenía la familia de él.

En nuestra etapa teórica nos hemos enfrentado con múltiples con­tradicciones que existían en el sistema familiar y entre éste y nosotros mismos. Por ejemplo a nivel personal llegamos a enfrentar:

a) C6mo el paciente se veía a sí mismo (por ejemplo, como perso­na mayor, responsable, con problemas personales, sexuales, económicos, independencia ... ), con

b) Lo que el paciente hacía (actuando como «habiendo llegado a la edad», comportamiento en el trabajo, sexual, en el orden domés­tico ... ), con

e) Lo que el paciente veía y hacía de sí mismo (siendo mayor y comportándose como tal, los problemas sexuales y sus primeras expe­riencias desagradables, etc .... , con

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d) El sistema y contexto familiar (considerándolo como no habien­do llegado a la edad, tener que trabajar para su familia, suplir al padre en algunos casos, mantener el calor familiar, etc., y esto respecto a los demás miembros. · Somos conscientes de que quizás hemos visto cosas que no exis­tían y no viendo cosas que sí existían, tenemos aún mucho material para investigar y nuestro camino podía seguir adelante.

Al enfrentarnos con las contradicciones entre los niveles a, b, e, d, nos dimos cuenta de que por ejemplo, cuando el padre afirmaba que decía y hacía esto y aquello quería significar otra cosa, ya que lo que nosotros percibíamos era del todo contradictorio a lo que él decía o hacía. Y no sólo el padre sino la madre. Cuando el paciente lo hacía también, que por supuesto había sido entrenado o mixtificado, no lo vimos como síntomas de una posible enfermedad, sino como contra­dicciones, es decir, dialectamente hablando, como la simultánea afirma­ción (decir esto) y negación (no decir esto) respecto a una cuestión o respecto a una unidad de conducta.

Hemos planteado la siguiente interpretación surgida de la observa­ción de numerosos casos. La primera crisis esquizofrénica que suele darse en la adolescencia - primet brote- sería la experiencia de la cri­sis de la adolescencia dentro de un contexto familiar y social en el cual ningún miembro puede tener una auténtica identidad personal ni una relación de reciprocidad directa, donde las confusiones y las con­tradicciones se remontan a varias generaciones creando un clima fami­liar mantenido.

El sistema institucional interpreta la experiencia de esta crisis exis­tencial y personal como síntoma de una enfermedad y etiqueta al indi­viduo de «esquizofrénico». Su tratamiento está dirigido a romper esta experiencia, abortándola y creando una amnesia de concienciación, de tal manera que el individuo cada vez se reconocerá menos a sí mismo y actuará cada vez más según los patrones de experimentación que le son dados tanto por su familia como por el nuevo contexto social que se ha formado.

Los episodios se repiten siempre que el individuo intenta salirse de los patrones de interacción que tiene marcados, sobre todo en los períodos de crisis de evolución e involución fisiológica en los cuales el individuo se encuen tra a sí mismo y se pregu nta: ¿quién es?, ¿qué hace?, ¿adónde va?, etc.

Siendo acreedor de nuevos tratamientos, cubriendo y ocultando cada vez más profundamente el origen de la crisis, que en algunos casos puede remontarse a las primeras experiencias de la vida personal, la única posibilidad de superación de la crisis para el esquizofrénico es el retorno a aquellas vivencias primeras que llegaron a ser co11 el tiempo el origen del primer brote esquizofrénico, es decir que ha de realizar

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una «reversión» - un descenso a los infiernos- según palabras textua­les de un paciente para volver a emerger a través de todas estas viven­cias y experiencias que ha ido acumulando a través de la crisis.

El papel del psiquiatra en este caso sería la de participación con el paciente esquizofrénico en el desarrollo de su crisis, haciendo él mismo una reversión, ayudando a superarla y haciéndola consciente a nivel personal y familiar ya que suele ser en este nivel donde se origina, descubriendo las Inixtifi.caciones de las situaciones mixti6cantes que no sólo llegan a producir la crisis, sino que incluso enmascaran su exis­tencia.

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