De nación morisca

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GRANADA2 0 2 0

De nación morisca

Margarita M. Birriel SalcedoRaúl Ruiz Álvarez

(eds.)

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Este libro ha sido financiado por el Centro de Estudios Históricos del Valle de Lecrín y La Alpujarra, con la co-financiación de la Diputación de Granada a través del programa provincial de apoyo económico a entidades sin ánimo de lucro (convocatoria 2020).

© margarita m. birriel salcedo y raúl ruiz álvarez (eds.) de los textos: los autores© universidad de granada Campus Universitario de Cartuja Colegio Máximo, s.n., 18071, Granada Telf.: 958 243930-246220 Web: editorial.ugr.es ISBN: 978-84-338-6778-0 Depósito legal: Gr./1636-2020 Edita: Editorial Universidad de Granada Campus Universitario de Cartuja. Granada Fotocomposición: María José García Sanchis. Granada Diseño de cubierta: Esperanza Martín Hernández [email protected] Imprime: Imprenta Comercial. Motril Printed in Spain Impreso en España

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ÍNDICE

Presentación De Nación Morisca, por Margarita M. Birriel Salcedo y Raúl Ruiz Álvarez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

1. Paseos por los estudios moriscos, por Bernard Vincent . . . . . . . . . . . . .2. La diáspora morisca, acogida e identidad. Un balance, por Luis F. Ber-

nabé Pons . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .3. De la nación morisca. Evolución de su percepción en obras de refutación

de los siglos xvi y xvii: de fábricas de estereotipos a guías para un mejor conocimiento del Otro, por Youssef El Alaoui . . . . . . . . . . . . . . . . . .

4. El discurso de una exclusión: de Hernando de Talavera al Cardenal Cisneros, por Emilio González Ferrín . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

5. La conexión granadina. Corrientes de renovación espiritual en la Gra-nada carolina, por Sara Madrigal Castro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

6. Los moriscos y la rebelión de las Alpujarras en el pensamiento árabe, por Houssem Eddine Chachia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

7. Memoria, propaganda e identidad. Mecanismos de creación de la memo-ria cultural en la guerra de las Alpujarras (1568-1571), por Antonio Bernardo Espinosa Ramírez. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

8. El rey prudente y su política de opresión contra los moriscos, por Markria Souhila . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

9. La derrota de las Alpujarras y la inflación del imaginario sobre los mo-riscos, por Mohamed Saadan . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

10. La minoría morisca, nación mártir, según un autor árabe-palestino, por Mohammed Mounir Salah. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

11. Una perspectiva histórico-jurídica de la expulsión de los moriscos del Reino de Granada, por Marina Rojo Gallego-Burín. . . . . . . . . . . . . .

12. Viejas fuentes para nuevas perspectivas de estudio. La microhistoria apli-cada a las poblaciones rurales del Reino de Granada. El conocimiento de la intolerancia y la convivencia entre moriscos y cristianos viejos en la población de La Zubia, por Alberto Martín Quirantes . . . . . . . . . . .

13. El beneficio de una guerra. La esclavitud morisca en el reino de Sevilla, por Elena Lobo Guerrero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

14. Actitudes ante el matrimonio entre moriscos. La reacción de un clérigo en la Antequera finisecular, por Francisco Hidalgo Fernández. . . . . . . . .

15. Todos son una: los moriscos en las imágenes del siglo xvi, por Raúl Ruiz Álvarez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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16. Proyectadas y percibidas: las mujeres moriscas y del continente americano en el libro de trajes de Cesare Vecellio, por Rebeca García Haro . . . . . .

17. De nazaríes a moriscas: El mundo alpujarreño en clave femenina, por Ana María Carballeira Debasa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

18. La representación de la identidad múltiple en la Granada (re)conquistada en «El segundo hijo del mercader de sedas», por Elizabeth Espadas. . . .

19. Los moriscos en la otra orilla: vida y perspectivas, por Mohamed Reda Boudchar y Antonio Guzmán Valdivia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

20. «En quien tanto florecen religión y milicia». El VI conde de Miranda y la construcción de su imagen pública: de las Alpujarras al Consejo de Castilla, por María José Zaparaín Yáñez y Juan Escorial Esgueva . . . .

21. «De los del Reino de Granada». Análisis sociodemográfico de la población morisca en la collación sevillana de Santa Marina, por Eduardo Corona Pérez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

22. Demografía histórica del Caniles morisco (1540-1574), por Francisco Tristán García . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

23. La razzia de 1565 en la Taha de Órgiva, José Luis Puga Barroso . . . .24. La situación de la Alpujarra Alta previa a la conquista castellana. Estudio

histórico de una región olvidada, por Agustín Sánchez García. . . . . . .25. Actividades económicas y renta señorial en las alquerías de la ṭā ͨa de

Órgiva en el periodo morisco, por Alejandro Esteban Álvarez . . . . . . .26. Población en el Valle de Lecrín antes y después de la rebelión: el caso del

alojamiento de la tropa en las casas de El Padul, El Chite y Nigüelas, por Carmelo A. García Campoy. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

27. La herencia morisca en la agricultura de la Axarquía de Málaga a finales del siglo xvi, por David Ortega López . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

28. La repoblación de la villa de Motril tras la expulsión de los moriscos: el repartimiento de 1573, por Jesús Rodríguez Gálvez . . . . . . . . . . . . . .

29. De nación morisca a cristiano viejo: colonos pioneros en el señorío del Cenete, por Ricardo Ruiz Pérez. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

30. Conquista asimétrica: cristianos viejos y de nación morisca en América, por María Elvira Sagarzu Branca . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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PRESENTACIÓN DE NACIÓN MORISCA

El libro que tienen en sus manos, De nación morisca, es uno de los resultados del proyecto que pusimos en marcha desde el Centro de Estudios Históricos del Valle de Lecrín y La Alpujarra (CEHVAL) con el título de 450 Aniversario de la rebelión de las Alpujarras (2018-2021), con la colaboración de la Univer-sidad de Granada y numerosas instituciones estatales, andaluzas, provinciales y municipales, además de las contribuciones de asociaciones y empresas loca-les, con el objetivo de pensar sobre un periodo concreto de la historia de estas comarcas, pero también de la historia de Andalucía y España. Nos referimos, a los casi cien años que transcurren desde la conquista del reino de Granada por los Reyes Católicos hasta la rebelión morisca, su derrota e inmediata expulsión del Reino por Felipe II, y la subsiguiente repoblación.

La ocasión nos la brindaba el 450 aniversario de la rebelión de las Alpu-jarras (Navidad de 1568). Éramos conscientes de los problemas que las con-memoraciones generan ya que se mueven, en general, entre ser instrumento de la construcción identitaria y el consumo cultural turístico más vano; pero para el CEHVAL, y para quienes editan este libro, el aniversario producía un momento idóneo para allegar recursos económicos pero también de tener la oportunidad de unir en actos diversos a la sociedad y a la academia con el fin de pensar sobre el pasado, en una coyuntura en que en el Medi-terráneo, la guerra, los refugiados o los conflictos culturales encabezaban los titulares en los medios de comunicación. Este paralelismo nos lo había recordado Louis Cardaillac en el prefacio de su libro, Moriscos y cristianos. Un enfrentamiento polémico (México, 1977), cuando nos recordaba cómo la historia lo que nos enseña es a pensar los problemas, los conflictos de hoy, para intentar no repetirlos o, al menos, poder solucionarlos con el mínimo de bajas. En fin, cuando el trienio de nuestro proyecto está llegando a su fin, el balance es más que positivo ya que ha habido por un lado, actividades muy académicas, como el Congreso Recordar la Guerra, Construir la Paz (Bubión- Laujar de Andarax, 2018), por otro, las de difusión lúdíca caso del Festival Internacional de Música Antigua (Granada, 2019), pasando por actividades pedagógicas como la exposición itinerante Herencia morisca en colaboración con la Escuela Arte Granada (2018-2019), o ciclos de confe-rencias como el organizado en la Madraza en colaboración con la Cátedra

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Emilio García Gómez de la Universidad de Granada, dirigido por Carmelo Pérez Beltrán (mayo 2018) o, como en el caso que nos ocupa, la edición de una serie de libros sobre los moriscos, el patrimonio cultural o la guerra de las Alpujarras.

Así, pues, fue evidente desde el primer momento que uno de los resul-tados de este intenso y largo esfuerzo de tres años debía incluir al menos un libro sobre la minoría morisca. El aniversario de la rebelión era una ocasión idónea, en sí misma, para pensar de nuevo sobre la vida y destino de las mujeres y varones cuya diferencia el Estado consideró peligrosa, a lo que cabía añadir la idoneidad de la fecha pues a grosso modo habían transcurrido diez años de otro momento álgido de las publicaciones sobre las comuni-dades moriscas como había sido el aniversario de la expulsión general de los moriscos de España bajo Felipe III, que produjo numerosas actividades académicas, como el congreso que tuvo lugar en Granada en 2009, dirigido por Manuel Barrios Aguilera y Rafael G. Peinado Santaella; varios dossieres en revistas, Cahiers de la Mediterranée (2009), Chronica Nova (2010) o Áreas (2011), entre otras; además de numerosas publicaciones, en el caso de los libros, tanto reediciones como nueva investigación, por citar solo dos ejemplos: Antonio Domínguez Ortiz, Moriscos: La mirada de un historiador (Granada, 2009), y Francisco Javier Moreno Díaz del Campo, Los moriscos de la Mancha (Madrid, 2009). Esto nos daba una perspectiva de diez años para valorar adecuadamente qué se hace y cómo se hace la investigación sobre la minoría morisca. El objetivo, pues, era reunir un número amplio y diverso de contribuciones que nos dibujaran un mapa de las investiga-ciones. Es decir, qué preguntas se hacen quienes investigan (los problemas que les preocupan) y qué marcos teóricos y metodológicos se usan para dar respuesta a las preguntas planteadas.

Inmersos en esa empresa hemos reunido en este volumen un conjun-to de trabajos que abordan diversos aspectos de la investigación sobre las comunidades moriscas y el reino de Granada en ese periodo de tiempo. Aunque quizás haya que empezar explicando por qué hemos escogido este título De nación morisca. Jugamos con varios y finalmente nos pareció que la propuesta de Javier Castillo, hace años, de cómo los moriscos eran vistos como una nación, un grupo separado, nos permitía abordajes múltiples de las problemáticas de estudio de la minoría, además de ser un título lo suficientemente rotundo como para atraer a las y los potenciales lectores. Como siempre, una decisión sujeta a debate.

Un marco general que nos dibujara un mapa del estado del arte era imprescindible, no solo por conectar con lo anterior, sino sobre todo por insertar todas las contribuciones en un universo historiográfico preciso. Ese es el capítulo que abre este libro, Paseos por los Estudios Moriscos de Bernard Vincent en el que se trenzan genealogías y se desvelan las complejidades de la investigación de las últimas décadas.

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Una de esas grandes líneas de investigación morisca podemos agruparla bajo la rúbrica: identidades, discursos y religiosidad. En ella se abordan los imaginarios sociales, las líneas de fricción, las exclusiones tanto en el mun-do cristiano como islámico, la expresión religiosa o la narrativización de la derrota y el exilio como procesos de construcción de identidades, solidaridad grupal y esperanza. Capítulos que enlazan, desde una y otra orilla, con una larga tradición de obras como es la de Cardaillac, por citar solo alguna.

Si la anterior es una línea de investigación muy enraizada en los estu-dios moriscos, no lo es menos aquella que mira las condiciones materiales de vida y las relaciones sociales constituidas en torno a la obtención de re-cursos, tal y como establecieron, B. Vincent, R. Benítez Sánchez-Blanco, M. Birriel Salcedo, entre otros. Los trabajos aquí reunidos inciden en el análisis de los paisajes humanizados, sus continuidades y discontinuidades, en la organización del espacio social con atención a las prácticas económicas, los usos de trabajo o el peso de las cargas. Junto a ello, una importante inves-tigación sobre la demografía morisca, con especial atención a la esclavitud e, incluso al itinerario morisco en América.

Atravesando ambas líneas de indagación y como propio de una investi-gación interdisciplinar en su propia constitución, varios de los capítulos se han ocupado específicamente de la vida material (propiedad de la tierra) y las representaciones de la morisca/moriscas en las fuentes visuales y litera-rias. Además de traer a la historiografía morisca los debates que nos llegan de América de los sujetos fronterizos, o aproximarse a la minoría morisca a través de la construcción del imaginario en la ficción literaria, y sus múlti-ples percepciones y visiones.

Es indudable que la continuidad de los problemas no indica cambios en la forma de abordarlos o preguntarse por ellos. Los hay. Pensamos que es indudable el efecto de la historia cultural, o si se prefiere, la Nueva His-toria Cultural, a la reflexión sobre religiosidad, diversidad, desigualdad, representaciones, así como en los acercamientos a la vida material desde perspectivas más complejas sobre la toma de decisiones o ese tejer y destejer del deseo y el mundo.

Por último, solo nos resta resaltar la gentileza y generosidad de quienes han participado en este libro, también su paciencia en tiempos adversos. Nuestro agradecimiento también a todas las instituciones, empresas y aso-ciaciones que han financiado y hecho posible que este proyecto haya tenido un final feliz.

Margarita M. Birriel Salcedo (UGR-CEHVAL)Raúl Ruiz Álvarez (UGR-CEHVAL)

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Los editores me han pedido presentar «un balance historiográfico y de desafíos actuales de la investigación». En las páginas siguientes intentaré contestar al encargo, consciente de dejar de lado aportaciones importantes. Insistiré más bien en los trabajos de los últimos años pero con una ad-vertencia previa que me parece necesaria cuando los avances tecnológicos ponen a nuestro alcance la abrumadora bibliografía más moderna. Por haber leído muchas tesis y libros recientes estoy muy sorprendido por la escasez de referencias a trabajos anteriores a los primeros años del siglo xxi como si no hubiese nada anterior que hubiera resistido al tiempo que pasa. Hasta los años 1980-1990 se publicaron estudios de larga gestación que pueden ofrecer grandes garantías. Ciertamente las problemáticas han evolucionado, se han planteado preguntas inéditas y los métodos han cambiado pero creo profundamente en el carácter acumulativo del saber y de esta manera, trabajos de hace décadas pueden y deben estar leídos, contextualizados y valorados.

En lo que concierne a los estudios sobre los moriscos es necesario recordar que la primera gran ola científica data de los años 1950. Iniciada por un artículo de Fernand Braudel publicado en 1947, comprende las obras fundamentales de Joan Regla, Julio Caro Baroja, Tulio Halperín Donghi, Henri Lapeyre y de los primeros artículos sobre la materia de Antonio Domínguez Ortiz1. Todos estos trabajos han envejecido bien. Un

1. Fernand Braudel, «Conflits et refus de civilisation: espagnols et morisques au XVIe siècle», Annales ESC (1947): 397-410; Joan Regla, «La cuestión morisca y la coyuntura internacional en tiempos de Felipe II», Estudios de Historia Moderna, III (1953): 217-234; Joan Regla, «La expulsión de los moriscos y sus consecuencias. Contribución a su estudio», Hispania (1953): 215-267 y 447-461; Julio Caro Baroja, Los moriscos del reino de Granada. Ensayo de Historia social (Madrid: Instituto de Estudios Políticos, 1957); Tulio Halperín Donghi, «Recouvrement de civilisation: les morisques du royaume de Valence»,

Paseos por los estudios moriscos

Bernard VincentUniversidad de Paris VII Denis Diderot

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ejemplo entre muchos: en las páginas de Antonio Domínguez Ortiz y de Henri Lapeyre está lo esencial de la vuelta a España de moriscos expulsados entre 1609 y 1614, tema muy desarrollado desde la publicación del libro de Trevor Dadson en 20072.

Hubo una segunda y fecunda etapa desde mediados de los años 70 hasta principios de los 80. El primer libro importante se debió a la inicia-tiva de Mikel de Epalza, autor de varios trabajos anteriores, entre los que se encuentran su tesis sobre Fray Anselmo Turmeda. En 1973, con Ramón Petit, editó los Etudes sur les morisques andalous en Tunisie, decisivo paso hacia la integración en los estudios moriscos de los tiempos posteriores a la expulsión de España3. Posteriormente aparecieron el primer libro sobre el tema de Francisco Márquez Villanueva y dos libros que utilizan mucho la documentación inquisitorial, el de Louis Cardaillac y el de Mercedes García-Arenal. Y se publicó la síntesis que redacté con Antonio Domín-guez Ortiz. A poca distancia, aparecieron las primeras monografías signi-ficativas, la de Rafael Benítez sobre el Condado de Casares y la de Nicolas Cabrillana sobre la tierra de Almería4.

Un tercer tiempo fue el de la internacionalización del tema a través de múltiples coloquios o congresos, desde Alicante hasta Montpellier y Túnez-Zaghuan, y de la explosión de libros individuales o colectivos, y de artículos. Se multiplicaron las monografías locales y regionales a partir de la idea de la variedad de las situaciones moriscas cuyo desarrollo podemos reconstruir. Fernand Braudel la intuyó en la segunda edición francesa de

Annales ESC (1956):145-182; Tulio Halperín Donghi, «Un conflicto nacional: moriscos y cristianos viejos en Valencia», Cuadernos de Historia de España (1955): 5-115 y 1957, 83-250; Henri Lapeyre, Géographie de l’Espagne morisque (París: Sevpen, 1959); Antonio Domínguez Ortiz, «Felipe IV y los moriscos», Miscelánea de Estudios Árabes y Hebraicos (1959): 55-65.

2. Trevor J. Dadson, Los moriscos de Villarrubia de los Ojos (siglos xv-xviii). Historia de una minoría asimilada, expulsada y reintegrada (Madrid: Iberoamericana-Vervuert, 2007).

3. Mikel de Epalza, La Tuhfa, autobiografía y polémica contra el cristianismo de Abdal-lah al-Taryuman (Fray Anselmo Turmeda) (Roma: Academia nazionale dei Lincei, 1997); Mikel de Elpaza y Ramón Petit (dir.), Etudes sur les Moriscos andalous en Tunisie (Madrid: Instituto Hispano-Arabe de Cultura, 1973).

4. Francisco Márquez Villanueva, «El morisco Ricote o la hispana razón de estado», Personajes y temas del Quijote (Madrid: Taurus, 1975), 229-335; Louis Cardaillac, Morisques et Chrétiens, un affrontement polémique (1492-1640) (París: Klincksieck, 1977); Mercedes García-Arenal, Inquisición y moriscos. Los procesos del Tribunal de Cuenca (Madrid, Siglo XXI, 1978); Antonio Domínguez Ortiz y Bernard Vincent, Historia de los moriscos: vida y tragedia de una minoría (Madrid: Revista de Occidente, 1978); Rafael Benítez Sánchez-Blanco, Mo-riscos y Cristianos en el Condado de Casares (Córdoba: Diputación provincial, 1982); Nicolás Cabrillana, Almería morisca (Granada: Universidad de Granada, 1982).

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su tesis publicada en 1966 (la primera data de 1949), después de haber absorbido los trabajos de Caro Baroja, Halperín Donghi y Lapeyre. Él escribía entonces «que hay no uno sino varios problemas moriscos» indi-cando las diferencias entre mudéjares antiguos, granadinos, aragoneses y valencianos5. Lo hemos afirmado, en 1978, Antonio Domínguez Ortiz y yo en la Historia de los moriscos como lo apuntan Bartolomé Miranda Díaz y Francisco de Córdoba Soriano en el exergo de su libro sobre los moriscos de Magacela. Decimos:

es aventurado hablar del morisco en términos generales, olvidando que había considerables diferencias no sólo entre individuos sino entre grupos. Había una enorme distancia entre los antiguos granadinos y los viejos grupos mudéjares castellanos, entre los murcianos casi asimilados y los valencianos casi irreductibles, entre los que habían olvidado su lengua y los que la conservaban, entre los que vivían inmersos en una atmósfera de odio correspondido y los que ostentaban buenas relaciones con sus vecinos, los cristianos viejos. Habría también que reducir a sus justos términos la equi-paración de los moriscos españoles con el mundo islámico extrapenínsular6.

En la misma línea, en la introducción a La comunidad morisca de Ávila, Serafín de Tapia, en 1991, abocaba por «una confrontación de los distintos estudios locales» para no correr «el riesgo de simplificar una rea-lidad que necesariamente debía ser muy heterogénea». Y añadía «incluso ateniéndonos solo a las ciudades no existe en Castilla una comunidad arquetípica sino que cada una de ellas constituía una realidad diferente de las demás»7. Así mismo en la introducción a su libro Los moriscos de la Mancha, Francisco Javier Moreno Díaz del Campo escribía en 2009 «el problema morisco no puede ser reducido a una única versión; que la vida de moriscos y cristianos viejos tuvo tantos vertientes como situaciones vitales pudieron derivarse de la misma; que hubo semejanzas, anhelos comunes, aspiraciones compartidas pero también insondables abismos y que, al final, estos prevalecieron sobre aquellos»8.

5. Fernand Braudel, La Méditerranée et le monde méditerranéen à l’époque de Felipe II (París: Armand Colin, 2.a ed., 1966, Tomo II), 118.

6. Domínguez Ortiz y Vincent, Historia de los moriscos: vida y tragedia de una mi-noría, 164.

7. Serafín de Tapia, La comunidad morisca de Ávila (Salamanca: Universidad de Salamanca, 1991).

8. Francisco Javier Moreno Díaz del Campo, Los moriscos de la Mancha. Sociedad, economía y modos de vida de una minoría en la Castilla moderna (Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2009).

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Este diagnóstico constante ha conducido poco a poco a la confección del morisco actual donde se pueden medir las diferencias existentes entre las cinco grandes categorías: aragoneses (o tagarinos), valencianos, grana-dinos antes y después de la rebelión de 1568-1570, mudéjares antiguos, «moros que de su propia voluntad hubieren venido de Berbería» según la expresión empleada en los decretos de expulsión, esta última categoría habiendo sido la última en llamar la atención. Y la infinidad de matices existentes hasta entre dos pueblos vecinos en cuanto a las actividades, a las prácticas religiosas o culturales, a las relaciones diarias con los cristianos viejos o a las posturas adoptadas frente a las presiones ejercidas por las autoridades civiles y eclesiásticas de cualquier ámbito. Hoy, de Magacela a Ascó, de Ricote a Ávila, de Guadix a Huesca, de Pastrana a Córdoba o Sevilla, de Cortés y los Pallás a Tenerife, quedan pocos espacios mal conocidos. La única ausencia urbana relevante me parece ser Toledo en la que está trabajando Francisco Javier Moreno9. Pero en cualquier momento puede imponerse una problemática nueva sostenida por una documenta-ción adecuada y aplicada a un pueblo de características interesantes. Por ejemplo, en Palma del Río, lugar de una comunidad de cierta entidad de mudéjares antiguos, o en Hornachos que, a pesar de los trabajos de Julio Fernández Nieva, está lejos de haber revelado todos sus secretos. La veta de la variedad no está agotada y volveré más adelante sobre este aspecto.

La conmemoración del cuarto centenario de la expulsión ha sido na-turalmente ocasión de encuentros en Europa, principalmente en España y en el Norte de África, y de numerosas publicaciones en parte preparadas años atrás. Así uno de los ejes fundamentales entonces abordados fue el

9. No se puede dar una lista exhaustiva de trabajos. Pero quiero recordar algunos demasiado olvidados a insuficientemente citados: Carmel Biarnes, Els moriscos a Catalunya (Ascó, 198); Juan Aranda Doncel, Los moriscos en tierras de Córdoba (Córdoba: Monte de Piedad y Caja de Ahorros, 1984); los numerosísimos artículos de Carlos Javier García Garrido sobre la zona accitana por ejemplo: «Colaboracionismo mudéjar-morisco en el reino de Granada», Miscelánea de estudios Árabes y Hebraicos, núm. 48 (1999): 121-155; los publicaciones de los cronistas del valle de Ricote, por ejemplo Luis Lisón, «Mito y realidad de la expulsión de los mudéjares murcianos del valle de Ricote», Areas, 14 (1992): 141-170; el libro de Jorge Antonio Catalá Sanz y Pablo Pérez García, Los moriscos de Cortes y los Pallás. Documentos para su estudio (Valencia: Universitat de Valencia, 2002); Anchel Conte Cazcarro, Los moriscos de la ciudad de Huesca, una convivencia rota (Huesca: Instituto de Estudios Altoaragoneses, 2009); Aurelio García López, Señores, seda y marginación. La comunidad morisca de Pastrana (Guadalajara: Aache ediciones, 2009); Bartolomé Miranda Díaz y Francisco de Córdoba Soriano, Los moriscos de Magacela (Magacela: Ayuntamiento de Magacela, 2010); José Pascual Martínez, Los moriscos mudéjares de Pliego: origen y ex-pulsión de una comunidad (Murcia: Editum, 2014); Manuel Lobo Cabrera, Los moriscos en Canarias. De esclavos a naturales (Madrid: Mercurio, 2015).

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de la misma expulsión inexplicablemente poco trabajado al nivel global. Disponemos primero de una muy oportuna recopilación de trabajos dis-pares de Rafael Benítez Sánchez-Blanco, publicada en Montpellier, y en lengua española en 2012. Retomando el hilo del análisis desarrollado en un libro anterior, el autor profundiza el examen del «triunfo de la razón de estado» como reza el subtítulo de la obra. Enseña que la decisión fue tomada para resolver problemas políticos. En esta vía el duque de Lerma no vaciló en utilizar todas las artimañas posibles en el marco de debates entre adversarios y partidarios de la expulsión. Rafael Benítez hace además una minuciosa comparación entre los distintos bandos proclamados.10 Luego nos beneficiamos de los libros de Manuel Lomas quien empezó publicando uno sobre el destierro desde el puerto de Denia, continuó con otro sobre el reino de Aragón y finalmente dedicó un tercero al proceso completo de la empresa, analizando todas sus etapas desde el momento de la toma de decisión, el 4 de abril de 1609, hasta el 20 de febrero de 1614 que lo consideró acabado11. Hace ver su enorme complejidad reforzada en bastantes momentos por la improvisación de la monarquía. A estos libros se han añadido varios artículos a los cuales se suman otros debidos a la pluma de Jorge Gil Herrera12. El avance ha sido muy notable y muy esclarecedor pero estos autores, como Henri Lapeyre, cincuenta años antes, se paran en los puertos de embarque. Uno de los problemas no elucida-dos es él de la odisea representada por los viajes del exilio. Adivinamos las inmensas dificultades encontradas pero seguimos sin ningún estudio parcial o sistemático que enseñara los trayectos a menudo accidentados, los múltiples incidentes ocurridos y las pérdidas humanas que podrían explicar el desfase evidente entre los números de los embarques y el de las instalaciones definitivas en los países de acogida. La tarea es sin duda difícil pero indispensable.

10. Rafael Benítez Sánchez-Blanco, Heroicas decisiones. La monarquía católica y los moriscos valencianos, (Valencia: Instituto Alfons el Magnànim, 2001); Rafael Benítez Sánchez-Blanco, Trípticos de la expulsión de los moriscos. El triunfo de la razón de estado (Montpellier: Presses Universitaires de la Méditerranée, 2012).

11. Manuel Lomas Cortés, El puerto de Denia y el destierro morisco (Valencia: Uni-versitat de Valencia, 2009); Manuel Lomas Cortés, La expulsión de los moriscos del Reino de Aragón. Política y administración de una deportación (1609-1611) (Teruel: Centro de Estudios Mudéjares, 2009); Manuel Lomas Cortés, El proceso de expulsión de los moriscos de España, (Valencia: Universitat de Valencia, 2011).

12. Ver por ejemplo Jorge Gil, «Expulsión y destierro de los moriscos mudéjares del Reino de Murcia (1610-1614)», Areas, núm. 30 (2011). El número entero, constituido por diez contribuciones y presentado por Luis F. Bernabé y José María Perceval, está dedicado a Los moriscos y su expulsión: nuevas problemáticas.

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Obviamente es necesario seguir los moriscos en sus destinos posterio-res a la expulsión. Si el problema morisco tiene un principio claro –oficial-mente en 1502, realmente unos años antes– no tiene fin como lo enseña la memoria documentada o imaginaria de los actuales posibles descendientes de los expulsados. Este enorme capítulo de la historia de la minoría ha existido desde los años 1960, nutrido por aportes norte-africanos y euro-peos, cuya pieza principal es el libro de Mikel de Epalza, Los moriscos antes y después de su expulsión, donde la vida en el exilio ocupa más espacio que la anterior a 1609 en España13. La veta no ha desaparecido como lo prue-ban una síntesis de Luis F. Bernabé Pons que prolonga el esfuerzo de Epal-za, las publicaciones de los encuentros de Túnez y de Rabat-Casablanca de 2008-2009, y varios libros editados de un lado como del otro del Medi-terráneo14. Sin embargo podemos constatar que los estudiosos son ahora menos numerosos que hace un par de décadas. El problema es sobre todo agudo para el Magreb central. Una comunidad tan numerosa y tan activa como la de Argel nos es casi desconocida y también las de Tremecen, Blida, El Kolea etc. donde vivieron grupos importantes. En el libro de Fatima Loualich sobre la familia en Argel encontramos muchas espigas relativas a moriscos en los siglos xvii y xviii, lo que indica la existencia de un poten-cial archivístico no aprovechado15. Curiosamente nuestros conocimientos

13. Mikel de Epalza, Los moriscos antes y después de su expulsión (Madrid: Mapfre, 1992).

14. Luis F. Bernabé Pons, Los moriscos: conflictos, expulsión y diáspora (Madrid: Cata-rata, 2009); Raja Yassine Bahri (coord.), Actas del coloquio internacional «Los moriscos y Túnez», (Túnez); Cartas de la Goleta, núm. 2, (abril 2009); Fatima Benlabbah y Achouak Chalka (coord.), Los moriscos y su legado. Desde esta y otras laderas (Casablanca: Instituto de Estudios Hispano-Lusos y Facultad de Letras y Ciencias Humanas Ben Msik de Casa-blanca, 2010); Hossein Bouzineb, La alcazaba del Buregreg: hornacheros, andaluces y medio siglo de designios españoles frustrados (Rabat: Ministerio de Cultura, 2007); Lofti Aïssa, Mouhamed Aouini, Houssam Eddine Chachia, Entre las orillas de dos mundos. El itine-rario del jerife morisco Muhammad ibn’ Abd al-Rafi: de Murcia a Túnez (Murcia: Editum, 2017); ver también los textos de Samia Chergui (sobre Argel), de Nizar Sayari y Hichem Rejeb (sobre Testour), de Salah Monqid (sobre Rabat) y Leila Maziane (sobre Salé) en el número 79 de los Cahiers de la Méditerranée dedicado a los moriscos bajo la dirección de María Ghazali, Niza, diciembre de 2009; y la contribución de Chaki Benafri, «La posición de la sublime puerta y de la regencia de Argel ante la rebelión de los moriscos granadinos (1568-1570): entre esperanza y decepción», Areas, núm. 30 (2011): 141-146; sobre los moriscos en el mediterráneo oriental, Tijana Krstic, «Los moriscos en Estambul», en Los moriscos: expulsión y diáspora. Una perspectiva internacional, Mercedes García-Arenal y Gerard Wiegers (Valencia: Universitat de Valencia, 2013), 257-274.

15. Fatima Loualich, La famille à Alger, XVIIe et XVIIIe siècles. Parentés, alliances et patrimoine (París: Bouchène, 2016); ver las páginas 105-109 donde está indicado la endo-gamia entre andalusíes, p. 176 y siguientes; 202 y siguientes; 245 etc.

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han progresado más netamente en los últimos años sobre los exilios en tierras cristianas. La presencia morisca en tierras francesas e italianas tiene dos aspectos. Fueron espacios de paso y espacios de instalación duradera. Lo primero fue muy importante en Francia donde varias decenas de miles de personas llegaron para reembarcarse hacia principalmente Túnez pero no hay que minimizar el paso por la península italiana, sea proveniente de Francia, sea directamente de España, para seguir en dirección a tierras tu-necinas o del Mediterráneo oriental. Luego Italia y Francia fueron refugios definitivos menores, de alrededor de bastantes miles en cada caso, pero muy esparcidos en función de las condiciones de acogida en los distintos estados y de las variaciones de políticas. Así los moriscos que se instalaron en tierras cristianas terminaron diluyéndose bastante rápidamente en las sociedades mayoritarias. Me llama poderosamente la atención que tanto en la Italia estudiada por Bruno Pomara como en la Francia estudiada por Pierre Santoni, Youssef el Alaoui y Luis Bernabé, no hay huellas más allá de mediados del siglo xvii16.

Queda dentro de la problemática relativa a la expulsión y sus conse-cuencias la cuestión de «los quedados y vueltos» a España, tema que ha despertado últimamente muchísima atención. Esta reviste dos aspectos: lo que concierne a los solos mudéjares antiguos y lo más general que engloba a todos. En cuanto al primero, Trevor Dadson demostró que muchos mudéjares antiguos del pueblo manchego de Villarrubia de los Ojos quedaron o volvieron rápidamente. A partir de este caso, comprobado pero limitado a unos centenares de personas, emitió la idea de un fenómeno muy común en toda España. Para una reflexión sobre el panorama global existe el libro de François Martínez que datado en 1997 no ha tenido el eco que merecía. Examina todas las categorías exceptuadas de la expulsión (niños, mujeres, «buenos cristianos», esclavos) y sobre el marco legal de la permanencia17. Y disponemos del estudio muy completo de Enrique

16. Bruno Pomara, Rifugati, I moriscos e l’Italia (Florencia: Firenze University Press, 2017); Pierre Santoni, «Le passage des morisques en Provence (1610-1614)», Provence Historique, tomo XLVI, fascicules 165 (1996): 333-383; Pierre Santoni, «Les tournées de François de Beaumont pour l’expulsion des morisques de Provence (janvier-mars 1611)», Cahiers de la Méditerranée, núm. 79 (diciembre de 2009): 267-302; Youssef El Alaoui, «Los moriscos de Francia tras la expulsión, apuntes para una historia de la minoría», en Los moriscos: expulsión y diáspora. Una perspectiva internacional, García-Arenal y Wiegers, 233-255; Youssef El Alaoui y Luis F. Bernabé Pons, Tras las huellas de Alfonso López, «Hechura morisca de Richelieu», en Comprender la expulsión de los moriscos, Ed. Bernard Vincent (Oviedo, 2020).

17. François Martinez, La permanence morisque en Espagne après 1609 (discours et réalités) (Lille: Atelier national de reproduction des thèses, 1997).

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Soria Mesa sobre el reino de Granada. Nos enseña «que centenares o más bien miles de personas siguieron viviendo en sus solares de antaño sin demasiados problemas». La demostración es impecable y sigo al autor en todo el libro salvo en una frase final. No creo que se pueda decir que así se «rompe por completo la imagen tradicional que nos habla de los siglos xvii y xviii como la época del triunfo definitivo del catolicismo, de la Contrarreforma, del disciplinamiento y de la confesionalización»18. A pesar de un revisionismo que está de moda, hay que resistir a la enfatización de unos contingentes limitados. Hubo, ciertamente, quedos y vueltos en todos los territorios de las coronas de Castilla y de Aragón pero fueron efectivos reducidos y dispersados salvo en tres micro-regiones, en la zona murciana, principalmente el Valle de Ricote, en el campo de Calatrava y en el bajo valle del Ebro. El total no debe superar unas decenas de miles de personas, quizás tres o cuatro, posiblemente entre el 10 y el 15% del conjunto de los moriscos. Me permito recordar que, en la Historia de los moriscos, el último capítulo (escrito por Antonio Domínguez Ortiz) se llamaba «la presencia morisca en España después de la expulsión». Ahí se hablaba del Valle de Ricote, del Campo de Calatrava, del Bajo Ebro, de las minas de Almadén, del reino de Granada…y esta enumeración provocaba un comentario «las referencias a moriscos en España después de la expulsión requieren… una criba, y un cierto sentido crítico para no dejarse impresionar por su número y pensar que fueron realmente muchos los que consiguieron quedarse o volver»19. Unas 30.000 personas a las que habría que añadir miles de berberiscos, que en un estado de 7.000.000 de habitantes representaba alrededor de 0,5% de la población total.

El número de los quedos y vueltos es débil frente al de los definitiva-mente exiliados. Y además, a los que fueron obligados a embarcarse, hay que añadir los moriscos que salieron voluntariamente en los años inme-diatamente anteriores a la medida de 1609. Los rumores corrían y grupos de minoritarios prefirieron alejarse organizando lo mejor posible su salida. Es un movimiento difícil de calibrar pero de cierta amplitud afectando en gran parte a moriscos adinerados que tuvieron un papel relevante en la reconstrucción de las comunidades exiliadas. Luis Bernabé ha recorda-do el caso de moriscos prudentes como el de Mustafa de Cárdenas (Ibn

18. Enrique Soria Mesa, Los últimos moriscos: pervivencias de la población de origen islámico en el reino de Granada (siglos xvii-xviii) (Valencia, Universitat de Valencia, 2014).

19. Domínguez Ortiz y Vincent, Historia de los moriscos: vida y tragedia de una mi-noría, 258.

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Abdar-Rafi) llegado a Túnez en 160720. Mercedes García-Arenal dedicó también al tema unas páginas subrayando que tuvo «un acrecentamiento notable en 1607-1608». Pero tiene al respecto un comentario que me pa-rece discutible. Afirma que esta realidad «convierte en relativas las cifras que desde el estudio clásico de Lapeyre… se consideran como admitidas respecto al número de moriscos que abandonó España y al contingente de población que de resultas perdió la Península»21. Las evaluaciones de Henri Lapeyre están apoyadas en un trabajo minucioso y han sido luego grosso modo confirmadas por estudios parciales basados en fuentes distintas a las utilizadas en la Géographie de l’Espagne morisque. Los dos movimientos, el de las salidas voluntarias y el posterior de las expulsiones no tienen in-terferencia. Hay que sumar los efectivos de las primeras –que merecen ser estudiadas pero que no deben pasar de unos miles de personas– al volumen de las segundas, lo que incrementa un poco la importancia de las perdidas.

Y para redondear la reflexión sobre las cifras, con el riesgo de que se me encuentre maniático, quiero lanzar una última aproximación nunca contemplada a pesar de la riqueza de preguntas que pueden sugerir. Si sumamos todos los moriscos que después de la expulsión vivieron y mu-rieron en tierras cristianas (España, Italia, Francia y seguramente Portugal), su total debe ser próximo a 50.000, posiblemente del orden del 15% del conjunto de la minoría, lo cual no es un porcentaje desdeñable. Sin em-bargo, se reunían las condiciones para que 50.000 personas dispersadas en medio de una población de 35 a 40 millones de habitantes estuviesen asimiladas y desde luego invisibles al cabo de pocas décadas. Lo que no impide estudiar sus maneras y sus estrategias de asimilación / integración como lo ha enseñado Enrique Soria Mesa.

* * *

Un segundo eje muy frecuentado es el de los componentes de las comunidades moriscas. Las investigaciones de las últimas décadas han puesto énfasis sobre el papel y las actividades de las élites, sobre todo entre los moriscos granadinos, antes y después de la rebelión de 1568-1570. Monografías sobre individuos y familias se acumulan. Ya sus actividades, sus movimientos, sus posturas políticas, sus relaciones con los demás,

20. Bernabé Pons, «La nación en lugar seguro: los moriscos hacia Túnez»: 116.21. Mercedes García-Arenal, «Los moriscos en Marruecos: de la emigración de los

granadinos a los hornacheros de Salé», 294.

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moriscos y cristianos viejos, no se nos escapan22. En este panorama tan nutrido faltan estudios sistemáticos de las familias más destacadas como los Compañero de Aragón, los Abenamires en el reino de Valencia o los Granada Venegas en el reino de Granada. Cada una de ellas podría ser el objeto de una tesis. Insistiré sobre el último caso, que aunque está presente ya en múltiples trabajos, es de una riqueza inagotable, de una riqueza ex-cepcional como lo ha afirmado muchas veces Enrique Soria Mesa23. Los miembros de esta familia principesca hicieron desde la conversión de Cidi Yahya Almayar / Pedro de Granada en 1489 gala de su filo cristianismo y de su indefectible lealtad a la monarquía hispánica. Veinticuatros de la ciudad de Granada, alcaides del Generalife y señores de Campotejar, tuvieron generación tras generación un papel político, económico y cultural fundamental durante más de un siglo. El papel cultural alcanzó dimensiones insospechadas en las últimas décadas del xvi con Alonso II (1530-1611) y su hijo Pedro III (1559-1643), creadores de una Academia literaria en la que participaban numerosos escritores, varios de ellos gente de iglesia. Ya en todos los volúmenes dedicados al asunto esencial de los libros de plúmbeos del Sacromonte, a los cuales han contribuido veinte y seis investigadores, ronda la posibilidad de un importante protagonis-mo de los Granada Venegas y de su entorno, empezando por el morisco Miguel de Luna que Mercedes García-Arenal y Fernando Rodríguez Me-diano han definido como «cristiano arábigo». A pesar de la riqueza y de la abundancia de los aportes del estudio de la «falsificación» representada por los libros plúmbeos que buscaban demostrar la antigüedad sagrada de Granada iluminada por «el origen histórico común para cristianos y árabes españoles»24, quedan muchas preguntas y muchas dudas. La edición crítica de los textos nos permitirá precisar cuál fue el contenido exacto de la empresa. Y podemos esperar que aparezcan nuevos elementos decisivos en cuanto a la autoría del fraude. El libro de Francisco Javier Martínez

22. María del Carmen Ansón Calvo, «Los últimos «reyezuelos» moriscos de Zaragoza», en Las élites en la época moderna, Eds. Enrique Soria Mesa, Juan Jesús Bravo Caro, José Mi-guel Delgado Barrado, vol. 2, (2009), 39-52; Diego Rojas y Alonso Muley Enríquez y Merín de Fez, «Ilustres esposos de Cándida Compañero», Sharq Al-Andalus, núm. 18 (2003-2007): 9-38; Rafael M. Pérez García y Manuel F. Fernández Chávez, Las élites moriscas entre Granada y el Reino de Sevilla. Rebelión, castigo y supervivencias (Sevilla: Universidad de Sevilla, 2015).

23. Por ejemplo en Enrique Soria Mesa, «De la conquista a la asimilación. La inte-gración de la aristocracia nazarí en la oligarquía granadina. Siglos xvi-xvii», Areas, núm. 14 (1992): 49-64.

24. Mercedes García-Arenal, «De la autoría morisca a la antigüedad sagrada de Gra-nada, rescatada al Islam», en Los plomos del Sacromonte, invención y tesoro, Eds. Manuel Barrios Aguilera y Mercedes García-Arenal, (Valencia: Universitat de Valencia, 2006, 557).

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Medina ofrece a este doble objetivo unas reflexiones interesantes. Por una parte, él enseña que no se ha suficientemente examinado los documentos desde la perspectiva cristiana. Por ejemplo, la Trinidad tan ajena al islam es varias veces presente en los textos. Y por otra parte él piensa que se debe buscar a los autores de la falsificación en la Iglesia de Granada25. Estoy convencido de que una magna iniciativa como la de los libros plúmbeos, que duró tantos años desde su arranque en los descubrimientos en 1588 al pie de la Torre Turpiana, no pudo desarrollarse sin la participación o la protección de autoridades. El mensaje llevado por el asunto servía a varios intereses y veo en ello la reunión de todos ellos. La Academia de los Gra-nada Venegas era un lugar idóneo de su expresión. Había moriscos cultos como Castillo, Luna y el propio Granada Venegas, unos «cristianos ará-bigos» en los cuales las autoridades civiles y eclesiásticas tenían confianza. Y había hombres de Iglesia, algunos teólogos, otros poetas, dramaturgos o historiadores. Se concentraban unas excepcionales competencias que podían estar fácilmente movilizadas para ensalzar la ciudad de Granada o simplemente la familia Granada Venegas26.

Al respecto, existe –felizmente– la publicación de un texto casi ol-vidado que se atribuía tradicionalmente al cronista de la reina Isabel de Castilla, Fernando de Pulgar. El título del escrito es Tratado de el origen de los reies de Granada. En su reciente edición, Frédéric Alchalabi demuestra que el tratado relatando la historia de los emires desde la primera mitad del siglo xiii hasta la toma de Granada en 1492 por los cristianos no puede ser de la pluma de Pulgar y debe haber sido redactado al final del siglo xvi o a principios del xvii. El documento constituye un alegato ilustrando el prestigio y las virtudes de los Alnayar / Granada Venegas27. Todo apunta a una autoría de un miembro del círculo académico y Frédéric Alchalabi se atreve a adelantar el nombre de Francisco Bermúdez Pedraza como hipótesis. De hecho, la presentación de la familia Granada Venegas en el Tratado tiene muchas semejanzas con la de la Antigüedad y excelencias de

25. Francisco Javier Martínez Medina, Cristianos y musulmanes en la Granada del xvi, una ciudad intercultural. Invenciones de reliquias y libros plúmbeos: el Sacromonte (Granada: Facultad de Teología, 2016).

26. Simposio nobleza y monarquía. Los linajes nobiliarios en el Reino de Granada. El linaje Granada Venegas, marqueses de Compotéjar, Ed. José Antonio García Luján (Huéscar: Asociación Cultural Raigadas, 2010).

27. Tractado del origen de los reyes de Granada, manuscrit 150, Bibliothèque de l’Académie Royale Espagnole (Madrid), Frédéric Alchalabi ed., Paris, e-Spania Books, 201; Frédéric Alchalabi, Le charme du Maure. Enquête sur le Tractado del origen de los reyes de Granada, œuvre apocryphe attribuée à Fernando de Pulgar (e-Spania Books, 2019).

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Granada del cronista y canónigo28. Sea Bermúdez Pedraza u otra persona cercana a la insigne familia morisca se multiplican los indicios haciendo de ella y de su amplio entorno intelectual y religioso unos verosímiles artífices del complejo montaje de los libros plúmbeos.

Al otro extremo de la jerarquía social se ha prestado mucha atención al fenómeno de la esclavitud. Primero a los seres humanos propiedad de los moriscos más acaudalados hasta que, en 1560, se les prohibiera poseer es-clavos, y luego el de los propios moriscos cautivos durante la rebelión de las Alpujarras y objetos de muchísimas «compraventas». La esclavitud morisca se difundió por numerosas ciudades de la península ibérica, principalmente en las de Andalucía. Estos esclavos eran en su inmensa mayoría mujeres y niños, ya que sus maridos o padres habían a menudo muerto durante la guerra29.

Esta realidad ha sido uno de los vectores que han conducido a la historia de la niñez y a la del género en el marco de los estudios moriscos. Estos dos campos constituyen hoy el medio más prometedor del ahonda-miento de la sociedad morisca. El interés por los niños no es nada nuevo. Remonta a los años 1970, lo que a menudo se ha olvidado. En 1975, Nicolás Cabrillana publicó un artículo sobre los niños encomendados y al año siguiente Miquel Barceló y Miguel López abordaron el tema30. Los encomendados eran niños, de más de nueve años y medio las niñas, y diez años y medio los varones, confiados a familias. A pesar de su estatuto de libres, bastantes encomendados eran tratados como esclavos a lo largo de su vida. El otro origen de la atención a los niños moriscos proviene de las disposiciones que les están dedicando en los bandos de expulsión31. Ya en el primero de todos, el del reino de Valencia, está precisado «que los mu-

28. Francisco Bermúdez de Pedraza, Antiguedad y excelencias de Granada (Madrid, 1608; ed. facsímil, Granada, 1981).

29. Aurelia Martín Casares, La esclavitud en la Granada del siglo xvi (Granada: Uni-versidad de Granada, 2000); Manuel F. Fernández Chávez, Rafael M. Pérez García, En los márgenes de la ciudad de Dios: moriscos en Sevilla (Valencia: Universitat de Valencia, 2009).

30. Nicolas Cabrillana, «Almería en el siglo xvi: moriscos encomendados», Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, tomo LXXVIII (1975): 41-68; Miquel Barceló, «Els nins moriscos», Primer congreso de Historia del País Valenciano, vol. II (1976), 327-332; Miguel López, «El colegio de los niños moriscos en Granada (1526-1576)», Miscelánea de Estudios Árabes y Hebraicos, 33-68.

31. Mario Martínez Gomis, «El control de los niños moriscos en Alicante tras el decreto de expulsión de 1609», Revista de Historia moderna, Anales de la Universidad de Alicante, núm. 1 (1981): 251-280; José Luis Betrán Moya, «Los niños moriscos antes y después de la expulsión», en Historia y perspectivas de investigación: estudios en memoria del profesor Ángel Rodríguez Sánchez, Ed. Miguel Rodríguez Cancho (Badajoz: Junta de Extremadura, 2002), 295-300. Ver evidentemente también el libro de François Martinez citado en la nota 17.

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chachos y muchachas menores de 4 años de edad que quisieran quedarse, y sus padres lo tuvieren por bien, no serán expelidos, etc.». Estas palabras indican la preocupación de las autoridades en limitar la pérdida de almas. A lo largo del siglo xvi existió un debate sobre las condiciones de una ne-cesaria peculiar evangelización destinada a los jóvenes. Lo que se tradujo por la creación de colegios específicos que dieron pobres resultados32.

Es extraño constatar que, a pesar de su relevancia, el papel de las mu-jeres no haya tenido más espacio antes del siglo xxi con la excepción del libro de Aurelia Martín Cásares sobre la esclavitud. Pero, en 2005, Mary Elizabeth Perry subrayó la importancia de las moriscas en la resistencia a las normas editadas por las autoridades y a la represión, tanto en el ámbito privado como en el público33. Este aspecto está presente también en tra-bajos de Margarita M. Birriel. La profesora de la universidad de Granada recientemente ha subrayado el potencial representado por las fuentes no-tariales para medir las posibilidades de acceso de las mujeres a los recursos materiales, principalmente a través de dotes y testamentos34.

Los protocolos notariales tienen la inmensa virtud, al menos en España, de concernir a casi toda la población, hasta los más modestos, en el mundo urbano y en el mundo rural. Pero hace bastantes años que este último que comprende la inmensa mayoría de los moriscos –como del conjunto de los habitantes de la España del Antiguo Régimen– está descuidado por la investigación. Si miramos las actas de los cuatro últimos simposios internacionales de mudejarismo (celebrados en 2005, 2008, 2011, 2014), que constituyen un excelente barómetro de la materia, cons-tatamos lo limitado de los acercamientos al ámbito rural. En el undécimo encuentro fue abordado, eso sí, el tema del agua pero fue tratado solamen-te por cuatro investigadores. A ellos se sumó en el simposio siguiente Jorge del Olivo35. Posteriormente no hubo apenas aportaciones en este campo

32. Isabelle Poutrin, «Est-il permis de tuer son père hérétique ou de le dénoncer à l’Inquisition? L’évêque d’Orihuela et les fils de morisques», Cahiers de Framespa (2015).

33. Mary Elizabeth Perry, The Handless Maiden. Moriscos and the politics of religion in Early Modern Spain, (Princeton: Princeton University Press, 2005).

34. Margarita M. Birriel Salcedo, Las moriscas del reino de Granada. Repensando el conflicto étnico religioso desde el género, in Una vida dedicada a la universidad. Estudios en homenaje al profesor José Manuel de Bernardo Ares, Ed. Carlos Martínez Shaw (Córdoba: Universidad de Córdoba, 2019), 151-170.

35. Francisco Andújar Castillo, «Los moriscos y el regadío. Hacia una nueva inter-pretación», Actas del XI Simposio Internacional de Mudejarismo (Teruel: Centro de Estudios Mudéjares, 2009), 305-322; Francisco J. Moreno Díaz del Campo, «Granadinos en la Mancha: la relación del morisco con el regadío en la Castilla interior», Actas del XI Simposio Internacional de Mudejarismo, 363-378; Ferrán Esquilache Martí, «Sobre la rigidez de los

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salvo unos intentos a partir de los libros de apeo granadinos pero lejos de la inmensa cosecha de los años 1980 y 1990 dada por el equipo formado por Manuel Barrios Aguilera para el reino de Granada o de los trabajos de Manuel Ardit, Eugenio Ciscar y Santiago La Parra sobre el reino de Valencia o de Gregorio Colas sobre el reino de Aragón36. Los campesinos casi han desaparecido de nuestros horizontes. Estoy convencido de que se podría superar este bache recurriendo a la práctica y a los métodos de la microhistoria. Eligiendo un pueblo para lo cual se pueden movilizar muchas fuentes, evidentemente los protocolos pero también los registros parroquiales, hoy abandonados a pesar de ofrecer a través del padrinazgo de los bautizados y de los testigos de los matrimonios cantidad de datos so-bre redes de relaciones. Y fuentes judiciales, por ejemplo procesos y visitas inquisitoriales o expedientes examinados por tribunales diocesanos, etc. Se podría tener un excelente retrato de la población local, de sus actividades, de sus prácticas, de las relaciones internas a la comunidad morisca, de la de los moriscos con los cristianos viejos, etc.37.

He aludido más arriba a la evangelización de los niños moriscos. Más allá del interés para una edad peculiar, el problema fundamental planteado es el de la conversión con todas sus implicaciones político-religiosas. Es el tercero de los dominios que ocupan perfectamente hoy los investigadores,

sistemas hidráulicos y la evolución del parcelario en las huertas de moriscos. El caso de la acequia de Alèdua», Actas del XI Simposio Internacional de Mudejarismo, 379-392; María del Carmen Ansón Calvo, «Los moriscos aragoneses y el agua: dos fuentes de riqueza», Actas del XI Simposio Internacional de Mudejarismo, 393-408; Jorge del Olivo Ferreiro, «El uso del agua en pequeñas comunidades rurales: el caso de Sabiñán», Actas del XII Simposio Internacional de Mudejarismo (Teruel: Centro de Estudios Mudéjares, 2011), 601-608.

36. Ver entre muchos estudios Hombre y territorio en el reino de Granada (1570-1630), Francisco Andujar Eds. Castillo y Manuel Barrios Aguilera (Almería: Instituto de Estudios Almerienses, 1995); Eugenio Ciscar Pallares, Tierra y señorío en el País Valenciano (1570-1620) (Valencia: Del Cenia al Segura, 1977); Santiago La Parra López, Los Borja y los moriscos, (Valencia: ed. Alfons el Magnànim, 1992); Manuel Ardit Lucas, «Expulsió dels moriscos i creixement agrari al País Valencià», Afers, núm. 5-6 (1987): p. 273-316; Grego-rio Colas Latorre, «Cristianos y Moriscos de Aragón, una nueva lectura de sus relaciones y comportamientos en el marco de la sociedad rural», Mélanges de la Casa de Velázquez (1992), 153-170.

37. A partir de las numerosas fuentes que he consultado, estoy convencido de la existencia de las condiciones necesarias al ejercicio de una excelente microhistoria. Por ejemplo, se puede aplicar al binomio de los pueblos del reino de Granada que son Mojácar y Turre para los años 1560, o para Benimodo y Carlet, pueblos del reino de Valencia para los años 1570-1580, cf Bernard Vincent, «La difícil convivencia», en Las figuras del desor-den. Heterodoxos, proscritos y marginados, Actas del V Congreso de Historia Social de España, Coords. Santiago Castillo y Pedro Oliver (Madrid: Siglo XXI, 2006), 57-79.

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y uno de los que suscitan las propuestas más renovadoras. Hace tiempo que se conoce bien la cronología de las campañas de evangelización pero poco a poco la reflexión sobre la participación de las distintas órdenes reli-giosas (franciscanos, dominicos, jesuitas), la existencia de establecimientos de enseñanza reservados a los moriscos, sobre los métodos empleados, y entre ellos sobre el problema-clave del recurso o no a la lengua árabe, sobre la práctica sacramental, sobre unos actores importantes desde Tomás de Villanueva hasta Ignacio de las Casas, desde Pedro Guerrero hasta Feli-ciano de Figueroa, se agudizó38. Un paso decisivo ha sido realizado con el libro de Isabelle Poutrin que analiza la base teológica y jurídica de los debates que se han desarrollado durante el siglo xvi acerca de la conversión forzada, absoluta o condicional. La lista de las fuentes primarias utilizadas es impresionante con una atención particular a textos esenciales pero casi ignorados como el Per utilis et singularis questio: seu tractatus super nova paganarum regni Valentiae conversione escrito en 1525 por el procurador del tribunal inquisitorial de la ciudad del Turia, Fernando de Loazes. Su familiaridad con los documentos jurídicos y teológicos conduce la autora a prevenirnos contra nuestra práctica de anacronismos, del uso abusivo de los conceptos de tolerancia e intolerancia, de la simplificación de la oposición entre política de Talavera y política de Cisneros, etc. Nos invita a huir de posturas emotivas y superficiales acercándonos al lenguaje y a los argumentos de los hombres del siglo xvi para entender el camino que llevó a las autoridades españolas civiles y eclesiásticas de la evangelización a la expulsión39.

En cierta manera Felipe Pereda hace una advertencia similar porque las imágenes han tenido un papel relevante en la evangelización. A pesar de su importancia no se habían apenas tenido en cuenta. Felipe Pereda exa-

38. Hay que recordar primero el magnífico trabajo de Francisco Borja de Medina S.J., «La compañía de Jesús y la minoría morisca ( 1545-1614)», Archivum Historicum Societatis Iesu, vol. LVII (1988): 3-136; sobre los dominicos ver Emilio Callado Estela, «Dominicos y moriscos en el reino de Valencia», Revista de historia moderna, Anales de la Universidad de Alicante (2009): 109-134; ver sobre el uso de la lengua árabe en la catequesis, Youssel El Alaoui, Jésuites, Morisques et Indiens. Etude comparative des méthodes d’évangélisation de la Compagnie de Jésus d’après les traités de José de Acosta (1588) et d’Ignacio de las Casas (1605-1607), (París: Honoré Champion, 2006); sobre los métodos de la evangélización en general ver Bernard Ducharme, De la polémique au catéchisme: les méthodes d’évangélisation des Morisques en Espagne (XVe-XVIe siècles), (Thèse: Université de Montpellier III, 2014). En línea: https://tel.archives-ouvertes.fr.

39. Isabelle Poutrin, Convertir les musulmans. Espagne, 1491-1609 (París: Presses Uni-versitaires de France, 2012). Estamos esperando su traducción al español en la Biblioteca de Estudios Moriscos de la Universidad de Valencia.

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mina los esfuerzos de Hernando de Talavera, el primer obispo de Granada, para fomentar la producción de estampas y estatuas y de estimular su pose-sión entre los moriscos40. A partir de esta aportación la historia del arte ha entrado plenamente en el campo de los estudios moriscos. La reunión de lo visual y de lo escrito en la empresa evangelizadora abre grandes perspec-tivas. Habrá sin embargo que dar sitio a la oratoria, su tercera dimensión fundamental. Tarea difícil porque no sabemos casi nada de los sermones dirigidos por los curas a los moriscos o a los cristianos viejos viviendo en lugares mixtos. Las fuentes eclesiásticas no han sido suficientemente cuestionadas en este plan y, posiblemente, a partir de fuentes indirectas, por ejemplo judiciales, se podría hacer una aproximación.

Un libro de Borja Franco y Francisco J. Moreno moviliza asimismo las obras de arte como elementos constitutivos del imaginario cristiano de los moriscos a la par de las imágenes literarias y de las oficiales en la vía abierta antaño por José María Perceval41. Su reflexión enseña la dificultad de discernir la realidad del morisco, una realidad además fluctuante en el espacio y en el tiempo como lo demuestra la vestimenta «indicador significativo de identificación de un ser humano» tema que ha atraído últimamente a varios historiadores, en particular a Javier Irigoyen-García y a Israel Lasmarías Ponz42. Así Borja Franco y Francisco J. Moreno disecan los modos de construcción de la alteridad de los moriscos subrayando «la importancia de la variedad, versus una única y tipificada identidad de los recién convertidos»43.

En la primera parte está examinado el empleo por las ciencias sociales de conceptos complejos como raza e identidad, y como han sido aplicados a la historia de los moriscos. Me detendré solamente en las consideraciones acerca de la palabra identidad a la vez tan usual, tan práctica y tan difícil. Un rápi-

40. Felipe Pereda, Las imágenes de la discordia. Política y poética de la imagen sagrada en la España del cuatrocientos (Madrid: Marcial Pons, 2007).

41. José María Perceval, Todos son uno. Arquetipos, xenofobia y racismo. La imagen del morisco en la Monarquía española durante los siglos xvi y xvii (Almería: Instituto de Estudios Almerienses, 1997); Borja Franco Llopis y Francisco J. Moreno Díaz del Campo, Pintando al converso. La imagen del morisco en la península ibérica (1492-1614) (Madrid: Cátedra, 2019).

42. Javier Irigoyen-García, Moors dressed as Moors: Clothing, social distinction and ethnicity in Early Modern Iberia, (Toronto: University of Toronto Press, 2017); Israel Las-marias, «Vestir al morisco, vestir a la morisca: el traje de los moriscos en Aragón en la Edad Moderna», en 30 años de mudejarismo: memoria y futuro (1975-2005) (Teruel: Centro de Estudios Mudéjares, 2007), 629-641.

43. Esta frase está en la introducción a Identidades cuestionadas, coexistencia y conflictos interreligiosos en el Mediterráneo (siglos xiv-xviii), Eds. Borja Franco, Bruno Pomara, Manuel Lomas, Bárbara Ruiz (Valencia: Universitat de Valencia), 17.

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do repaso a la bibliografía reciente bastará para enseñar cómo ha invadido nuestro campo de estudio. En el epílogo de su libro sobre los moriscos de la Mancha, Francisco Moreno afirma que los moriscos (son) «negativos en todo momento a perder sus más básicas señas de identidad»44. En la introducción de la obra sobre los moriscos de Huéscar, Anchel Conte Carazcarro anota «tenemos alguna noticia de individuos convertidos al cristianismo antes del forzado bautismo, pero solo la fuerza los llevó a la conversión masiva y con ella a la pérdida de su identidad religiosa, civil y política»45. En el último capítulo del libro colectivo la expulsión de los moriscos, Eliseo Serrano divide el contenido de la historiografía en cinco apartados, el tercero está titulado «conversión, identidad, asimilación»46. En la introducción de sus Deporta-dos en nombre de Dios, Raphaël Carrasco escribe «así, la historia cuestiona dimensiones esenciales de lo que hoy se llama la identidad, como la cultural, la espiritual o la sentimental»47. Javier Irigoyen-García emplea varias veces el término en la introducción a Moors dressed as moors, por ejemplo cuando dice que «yet for the external observer, clothing as a marker of ethnic identity»48. En la presentación a un libro publicado en francés, Youssef el Alaoui precisa,

La multiplication des études sur les Morisques ainsi que les thématiques développées autour de cette question dans de nombreux travaux (exclusion/inclusion, assimilation, intégration, marginalisation, discrimination, iden-tités, peur de l’autre, expulsions) en ont fait désormais un objet familier49.

La lista de citas es inagotable y contradice la afirmación según la cual el concepto de identidad, «hoy en día parece incluso vetusto». Esta extraña frase refleja probablemente el embarazo, la inseguridad que tene-mos a la hora de precisar un objeto cuyo inmenso uso mediático obliga a los investigadores a acrecentar su vigilancia. En esta vía, Borja Franco y Francisco J. Moreno han tenido una doble ambición que explicitan de la manera siguiente

44. Moreno Díaz del Campo, Los moriscos de la Mancha. Sociedad, economía y modos de vida de una minoría en la Castilla moderna, 450.

45. Anchel Conte Cazcarro, Los moriscos de la ciudad de Huesca, una convivencia rota, 9.

46. Eliseo Serrano Martín, «La historiografía morisca», en La expulsión de los moriscos, Ed. Antonio Moliner (Barcelona Monteada y Reixac: Nabla eds., 2009), 310.

47. Raphaël Carrasco, Deportados en nombre de Dios. La expulsión de los moriscos: cuarto centenario de una ignominia (Barcelona: Destino, 2009), 25.

48. Javier Irigoyen-García, Moors dressed as Moors: Clothing, social distinction and ethnicity in Early Modern Iberia, 16.

49. Morisques. Une histoire si familière, Ed. Youssef El Alaoui (Rouen: Presses Uni-versitaire de Rouen et du Havre, 2017).

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No es nuestra atención aquí resolver el problema de las identidades moris-cas o cristiano-viejas, sino plantear la importancia que las mismas pudieron tener en la creación de la imagen de los conversos, para encuadrar el estudio de dichas representaciones. Más allá de la visión estereotípica del morisco como «uno» idea que pervivió durante siglos, debemos conocer de modo más detallado qué suponía sentirse miembro de dicha comunidad50.

La empresa, lo sabemos todos, es dificultosa entre otras razones porque la documentación que emana de los propios moriscos es escasa. Pero al me-nos, habremos cumplido un gran paso si oponemos a la imagen reductora del morisco como «uno», la realidad de la pluralidad de las identidades. De hecho, todas las citas que he acumulado anteriormente invitan a emprender este camino. Cada individuo tiene varias identidades y los moriscos no son una excepción. El principal problema, consecuencia de las variedades de la alteridad, consiste en definir las identidades compartidas por colectivos importantes. Desde luego la más evidente es la convicción de pertenecer al islam. Mikel de Epalza ha demostrado muchas veces que el comportamiento islámico de los moriscos era el centro mismo de su identidad51. Pero estan-do de acuerdo con él me sumo al comentario de Luis Bernabé para quien «decir simplemente que los moriscos de España en los siglos xvi y xvii eran musulmanes no es suficiente en muchos casos»52. Me permitiría precisar en «todos casos». Limitarse a una única identidad, aunque fuera reivindicada por una inmensa mayoría, facilitaría la manipulación hacia representaciones reductoras del tipo de la fabricada por Serafín Fanjul para quien como tales musulmanes los moriscos constituían un cuerpo extraño a España cuya expulsión estaba justificada53. Por eso insisto en la existencia, entre otras, de otra identidad de la mayoría de los moriscos, él de su afecto a su tierra natal. Pedro de Valencia lo resume perfectamente cuando escribe «ser españoles

50. Franco y Moreno Díaz del Campo, Pintando al converso. La imagen del morisco en la península ibérica (1492-1614), 58-59.

51. Por ejemplo: Mikel de Epalza, Problemas teológicos musulmanes y cristianos de España con los poderes cristianos, Sharq Al-Andalus, 8 (1991): 89-96.

52. Luis F. Bernabé Pons, «¿Es el otro uno mismo? Algunas reflexiones sobre la iden-tidad de los moriscos», en Identidades cuestionadas. Coexistencia y conflictos interreligiosos en el Mediterráneo (ss. xiv-xviii), Eds. Borja Franco, Bruno Pomara, Manuel Lomas y Bárbara Ruiz (Valencia: Universitat de València, 2016).

53. Serafín Fanjul, La quimera de al-Andalus (Madrid: Siglo XXI, 2004); ver Bernard Vincent, «Una extraña pregunta¿Eran españoles los moriscos?», en Identidades y fronteras culturales en el mundo ibérico en la Edad moderna, Eds. José Betrán, Bernat Hernández, Doris Moreno (Barcelona: Universitat Autònoma de Barcelona, 2016), 121-130. Versión francesa en Bernard Vincent, L’Islam d’Espagne au XVIe siècle (París: Bouchène, 2017).

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como los demás que habitan España» afirmación sostenida por muchos otros testimonios de cristianos viejos54. Los moriscos no querían elegir entre su tierra y su fe y en lugares de su exilio se ha desarrollado la nostalgia de la tierra de sus ancestros. La inmensa mayor parte de ellos se consideraban a la vez españoles y musulmanes.

Tenemos que estar particularmente atentos al vocabulario que emplea-mos y al sentido que damos a las palabras, sean identidad, raza, tolerancia. O asimilación e integración. Sobre estos últimos términos, recuerdo la definición que un seminario de investigadores reunido durante varios años en París dio. Integración correspondería a la

inserción social de individuos o de grupos alógenos, con conservación de marcadores de la diferencia (nombre, vestido, práctica religiosa…) mientras la asimilación presuponía al contrario la elisión de estos mismos marcado-res. Sin embargo, hasta en caso de asimilación, la memoria social puede mantener el estigma de la diferencia55.

Existe un magnífico ejemplo de este fenómeno que afectó a Pedro III de Granada Venegas el 6 de junio de 1588 pocas semanas después de los primeros hallazgos de la torre Turpiana. Era el día del Corpus. El alcalde de Corte en la Chancillería hizo descolgar los escudos que ornaban la casa del ilustre morisco. Alonso II, padre de Pedro III, se fue a la Corte para quejarse del agravio56.

Me gustaría terminar este incompleto balance con la evocación de otra tarea imprescindible: la de la cuidadosa edición de documentos de los siglos xvi y xvii de gran importancia para la minoría. He aludido ya al Tratado de los moriscos de España escrito probablemente en 1605 por el humanista extremeño Pedro de Valencia. Nos beneficiamos desde 1999 de una excelente edición crítica de esta obra fundamental y casi ignorada, realizada por Rafael González Canal con un sustancial estudio introducto-rio de Raphaël Carrasco57. Del mismo modo podemos utilizar la acertada edición que el filólogo Santiago Talavera y el historiador Francisco Moreno

54. Tratado acerca de los moriscos de España, en Pedro de Valencia, Obras comple-tas, vol. IV, Escritos sociales, 2. Escritos políticos, Eds. Rafael González Cañal y Hipólito Riesco Álvarez, 81.

55. Les musulmans dans l’histoire de l’Europe. Une intégration invisible, Dir. Jocelyne Dakhlia et Bernard Vincent (París, Albin Michel, 2011), 19.

56. «Francisco Henríquez de Jorquera», Anales de Granada, Ed. Antonio Marín Ocete (Granada: Universidad de Granada, 1934), 2.a ed. facsímil con estudio preliminar e índices por Pedro Gan Giménez y Luis Moreno Garzón, (Granada: Universidad de Granada, 1987).

57. Pedro de Valencia, Obras completas.

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han hecho del Diálogo de Consuelo por la expulsión de los moriscos de España que, datando de 1613, es el único documento de la veta justificadora de la expulsión basado en un intercambio de argumentos entre dos personas58. Y entre las piezas archivísticas recientemente publicadas hay que destacar la riqueza del Cedulario del Reino de Granada (1511-1514) por revelar la importancia de la etapa inicial de la política aplicada a los moriscos59.

Escuchar la voz de los moriscos es un privilegio al cual pocas fuentes nos permiten de acceder. Por eso dos publicaciones de fechas cercanas al cuarto centenario de la expulsión son muy notables. El catálogo de la antología de manuscritos aljamiados presentada en una exposición de la Biblioteca Nacional de Madrid constituye a la vez un valioso instrumento de trabajo y un balance sobre las investigaciones sobre «los libros de los moriscos»60. Por otra parte, Carmen Barceló y Ana Labarta han reunido una serie de 176 textos en lengua árabe que se refieren a la minoría islá-mica valenciana (1401-1608). Viene a completar otra de 211 textos esta-blecida en 1984 por Carmen Barceló. Las dos terceras partes de la nueva aportación corresponden al periodo morisco61.

Este último libro ha sido publicado por la universidad de Valencia. Ella y la universidad de Granada han cumplido (y cumplen) una labor decisiva y encomiable a favor de los estudios moriscos. La primera ha reeditado por ejemplo la obra de Danvila y Collado en su Biblioteca de estudios moriscos, la segunda la de Boronat y Barrachina en su colección Archivum62. La primera ha editado varios textos cortos relativos a la expulsión de 1609; la segunda

58. Santiago Talavera y Francisco J. Moreno, Juan Ripol y la expulsión de los moriscos de España (Zaragoza: Institución Fernando el Católico, 2008).

59. Pedro José Arroyal Espigares, Esther Cruces Blanco y María Teresa Martín Palma, Cedulario del Reino de Granada (1511-1514) (Málaga: Universidad de Málaga, 2008); con un estudio introductorio de Ángel Galán Sánchez; sobre el periodo 1500-1515 disponemos de los trabajos de Ángel Galán Sánchez y Rafael Peinado Santaella, Hacienda regia y población en el Reino de Granada, La geografía morisca a comienzos del siglo XVI, (Granada: Universidad de Granada, 1997); Ángel Galán Sánchez, Una sociedad en transición: los granadinos de mudéjares a moriscos (Granada: Universidad de Granada, 2010); Rafael Peinado Santaella, Los inicios de la resistencia musulmana en el reino de Granada, (Granada: El Legado Andalusí, 2011).

60. Memoria de los moriscos. Escritos y relatos de una diáspora cultural, Eds. Alfredo Materos Paramio y Juan Carlos Villaverde Amieva (Biblioteca Nacional de España, 2010).

61. Carmen Barceló y Ana Labarta, Archivos moriscos, textos árabes de la minoría islámica valenciana, 1401-1608, (Valencia: Universitat de Valencia, 2009).

62. Manuel Dánvila y Collado, La expulsión de los moriscos españoles (Valencia: Uni-versitat de Valencia, 2007) (primera edición, Valencia, 1889); edición, introducción y notas de Rafael Benítez Sánchez-Blanco; Pascual Boronat y Barrachina, Los moriscos españoles y su expulsión (Granada: Universidad de Granada, 1992) (primera edición Valencia, 1901), Archivum 38; con un estudio preliminar de Ricardo García Cárcel.

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el sínodo de Guadix de 155463. Y se está esperando la edición crítica del Tractado del origen de los reies de Granada establecida por Frédéric Alchalabi de la cual he ya hablado. Por fin, en el marco de un encuentro organizado para conmemorar el 450 aniversario de la rebelión de los moriscos granadinos como no regocijarse del trabajo de Javier Castillo Fernández que ha dado una impresionante edición, con 1661 abundantes notas y preciosos apéndices documentales, de la fundamental crónica de Mármol Carvajal. Además, el volumen está acompañado por un segundo imponente libro sobre la obra y la vida hasta ahora llena de misterios del cronista64. Estos dos libros son instrumentos de consulta obligada que dan una extraordinaria luz al aconte-cimiento que fue motivo de nuestra reunión en el corazón de las Alpujarras.

63. Els desterrament morisc valencià en la literatura del segle XVII (els autors menors), Ed. Manuel Lomas Cortes (Valencia: Universitat de Valencia, 2010); Martín de Ayala, Sínodo de la diócesis de Guadix y Baza, con un estudio preliminar de Carlos Asenjo Sedano (Granada: Universidad de Granada, 1994) (Archivum 47).

64. Luis de Mármol Carvajal, Historia del rebelión y castigo de los moriscos del reino de Granada, estudio, edición notas e índice de Javier Castillo Fernández (Granada: Uni-versidad de Granada, 2015) (primera edición Málaga, 1600); Javier Castillo Fernández, Entre Granada y el Magreb. Vida y obra del cronista Luis del Mármol Carvajal (1524-1600) (Granada: Universidad de Granada, 2016).

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