De Los Valores de La Democracia a La Educación Cívica

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DE LOS VALORES DE LA DEMOCRACIA A LA EDUCACIN CVICAPorEduardo S. Vila Merino

E

ste artculo pretende aportar elementos de anlisis para el debate tico, poltico y pedaggico sobre la democracia como medio y como fin, as como sobre el papel de sus principales valores, la igualdad y la libertad, como referentes para la construccin de un concepto de ciudadana que pivote entre los ejes de la participacin activa, la responsabilidad social solidaria y los derechos humanos. Desde este marco terico, que a su vez slo cobra sentido en su puesta en prctica, es desde donde podemos hablar de educacin democrtica como una educacin en y para la democracia, reflexionando y aportando principios para su praxis.Introduccin

La esencia de la democracia se haya encarnada en sus valores: lalibertady laigualdad.

En un mundo globalizado, donde las injusticias adquieren tambin tal dimensin, especialmente sensible en nuestro contexto latinoamericano, y donde la democracia como medio y como fin siempre parece estar entre parntesis o cuestionada, creo fundamental recuperar la reflexin en torno a sus valores principales y sus implicaciones educativas. De hecho, desde mi punto de vista, la esencia de la democracia se haya encarnada en sus valores: la libertad y la igualdad. Aunque enmarcados dentro de los valores de la modernidad clsica y, por tanto, al servicio de la construccin de una imagen racionalista del mundo que rechaza los dualismos y pretende la integracin del ser humano en la naturaleza (TOURAINE, 1994), estos valores, sin pretensiones absolutistas, tienen su lmite el uno en el otro, siendo el de ambos la dignidad humana, entendida como valor con pretensiones universalistas hacia el cual el ser humano y cualquier comunidad se debe, y, consiguientemente, tambin el primer referente que debe tener la propia democracia a la hora de preguntarse a s misma sobre su actuar, aunque ste se encuentre presidido por sus valores.La democracia est hecha para la libertad. Donde hay un residuo de autoritarismo no se puede hablar de democracia. (BILBENY, 1999; p. 39).La igualdad es el otro valor fundamental de la democracia. Es inconcebible el demcrata que abomina de la igualdad o la pone en entredicho. (...) La igualdad va unida a la libertad, y viceversa. Razn de esto ltimo: si no tolero que otro me mande sin que yo le haya dado autorizacin, es porque, en el fondo, ese otro es alguien como yo, un igual a m. Por qu tengo que ceder a su coaccin? Y al revs, si lo que procuramos es ser iguales en dignidad, derechos y obligaciones, es para que podamos ser cada uno un yo, un ser libre, y no haya quien sea ms libre que otros o a costa de su libertad. (BILBENY, 1999; p. 44).Desde esta perspectiva que comenta Bilbeny es desde donde la democracia, a travs de sus valores, debe ser y constituir una forma de dar(nos) a los otros desde nuestra alteridad y conseguir que sta sea valorada desde su condicin de tal, como una manera de impregnar nuestro quehacer de humanidad a partir de la libertad y de la igualdad que la misma otorga. Esta concepcin de la diferencia es una manifestacin de lo que podemos llegar a ser con los dems y con la oportunidad de ser y participar en una sociedad democrtica donde los bienes materiales y simblicos (entre los que se sita la educacin) se redistribuyan equitativamente, pues no podemos olvidar que la tangibilidad tica del valor de la igualdad proviene de la equidad, es decir, de dar no igual, sino en funcin de la necesidad. Una sociedad, por otro lado, que, para ser democrtica, tambin debe tener en la responsabilidad social de sus miembros otro pivote fundamental para construir a partir de ah la libertad de los mismos, la cual a su vez slo se podr dar si es para todas y todos. De esta manera, Sen examina la idea de la libertad y su importancia para conseguir una buena sociedad, una sociedad democrtica, estableciendo estos dos componentes en su anlisis:1) el valor de la libertad personal: la libertad personal es importante y debe garantizarse a aquellos que importan en una buena sociedad, y 2) la igualdad de la libertad: todo el mundo importa y la libertad que se garantiza a uno debe garantizarse a todos. Los dos componentes entraan que la libertad personal debe garantizarse de manera compartida a todos. (SEN, 2000 p. 283).Este anlisis tiene unas implicaciones polticas que hay que aadir a las consideraciones ticas antes enunciadas, cuyos mximos referentes son la cooperacin, como eje de la solidaridad y elemento poltico que vertebra a la igualdad, y la participacin, como autntico e imprescindible adalid de la construccin compartida de la libertad sin ningn tipo de coaccin antidemocrtica. Sera un absurdo democrtico hablar de igualdad para las personas que se encuentran en situacin de esclavitud y de libertad cuando exista trabajo forzoso.La ciudadana como sujeto poltico de la democraciaPero claro, adems de lo ya visto, los valores democrticos de la igualdad y la libertad, as como sus referentes desde el mundo de la tica y de la poltica, poseen unos elementos que podramos denominar mediadores, o sea, instrumentos para la construccin del proceso democrtico a travs del consenso y el desarrollo de lo ms humano del ser humano a travs del lenguaje: me refiero a los derechos humanos, como referente para la convivencia y la justicia, y al dilogo como posibilitador imprescindible para la realizacin de todo acto que podamos llamar democrtico. Desde mi punto de vista, las claves hay que encontrarlas en pensamientos como los que expresan nuestra necesidad de convivencia con las otras personas, ya que ello precisamente nos hace ms humanos, pues reconocindonos en los otros es como mejor podemos conocernos nosotros mismos. No en vano, la diversidad de culturas y comunidades son fuente de riqueza, y como tal deben entenderse desde la praxis democrtica.De esta manera, y sintetizando algunas de las cuestiones abarcadas hasta el momento, he desarrollado el siguiente cuadro con el fin de percibir de manera global dichas cuestiones desde las distintas dimensiones de referencia:VALORESDEMOCRTICOSTICAPOLTICAMEDIADORESEDUCACIN

IgualdadEquidadCooperacinDerechos humanos/DilogoPrincipio de equidad

LibertadResponsabilidadParticipacinDilogo/Derechos humanosPrincipio de inclusin

Si consideramos que la democracia descansa, sobre todo, en una cultura socio-poltica de la ciudadana, esta cultura debe incluir la necesaria presencia de los valores democrticos. De esta manera, no podemos hablar de un valor sin el otro. Como nos recuerda Touraine, con un guio a los valores emergentes de la modernidad tradicional:Cierto que un rgimen que privilegia la libertad puede dejar que se incremente la desigualdad y, a la inversa, que la bsqueda de la igualdad pueda hacerse al precio de una renuncia a la libertad. Pero es ms cierto todava que no hay democracia que no sea la combinacin de esos dos objetivos y que no los una mediante la idea de fraternidad. (TOURAINE, 1994; p. 162).Esto permite que nos introduzcamos de lleno en la definicin del sujeto democrtico a partir del concepto de ciudadana. Desde una perspectiva clsica, la ciudadana social cubre el conjunto de derechos y deberes referidos al bienestar del ciudadano, definido ste en un sentido muy amplio, aunque puede analizarse desde una doble dimensin:- Ciudadana sociopoltica, que engloba los derechos necesarios para la puesta en prctica de la libertad personal no exenta de responsabilidad social, as como para la participacin en los asuntos pblicos y la toma de decisiones sociales en condiciones de igualdad.- Ciudadana tica, que abarca los derechos necesarios para el cumplimiento de los derechos humanos y la posibilidad de que todas las personas tengan unas condiciones de vida dignas.Y es que no podemos obviar lo que nos anuncia con acierto el profesor Gimeno Sacristn:En tanto es una forma cultural, la ciudadana requiere de una organizacin social asentada en una determinada cultura formada por aquellas creencias, normas y procedimientos que el sujeto debe subjetivar como atributos incorporados a su pensamiento, a sus valores y a su comportamiento. Se trata de una nueva realidad que impone y propone un modelo de vida y un modelo educativo para encauzar el desarrollo de las redes sociales entre los seres humanos. (GIMENO SACRISTN, 2001; p. 163).

Con el trmino ciudadana se debe hacer referencia al derecho de todas las personas a participar en la construccin de una sociedad democrtica, por lo que se trata de un derecho inclusivo, como todos los derechos.

Por tanto, si hablamos de la ciudadana como constitutiva del sujeto democrtico, sta debe estar compuesta y tener su base en los valores de igualdad y libertad, y tener como finalidad el encauzamiento social de los mismos en todas los tipos de relaciones, normativas e interpersonales, afectivas y comunicativas, entre las ciudadanas y ciudadanos. Pero, para ello, nuevamente hay que diferenciar esta concepcin de la emergente democracia formal de corte neoliberal, para lo cual es necesario que las personas sientan la existencia de un vnculo con sus conciudadanos y que ste se manifieste a travs de una poltica cultural y educativa que permita la participacin en acciones comunicativas para la formacin de un espacio pblico discursivo.As, con el trmino ciudadana se debe hacer referencia al derecho de todas las personas a participar en la construccin de una sociedad democrtica, por lo que se trata de un derecho inclusivo, como todos los derechos. Adems, eso implica que el concepto de buen ciudadano parta de una exigencia tica para con los otros de forma que todos tengan acceso a los bienes, simblicos y materiales, de manera equitativa y responsable social y ecolgicamente. Por tanto, y siguiendo con las palabras de Gimeno Sacritn sobre el concepto de ciudadano y ciudadana, podemos decir que:Se trata de una construccin histricamente muy elaborada, cuya esencia radica en comprendernos y respetarnos como libres, autnomos e iguales, al tiempo que se vive con otros; condicin de la que deriva una forma de percibirse a s mismo en relacin con los dems: una identidad. (GIMENO SACRISTN, 2001; p. 152).Aparte de esto, los criterios de participacin en comn y el reconocimiento de los intereses bajo pretensiones de entendimiento deben implicar constantes transformaciones en las que el camino se haga al andar, es decir, donde democracia y ciudadana sean procesos siempre en (re)construccin sobre la base de sus valores, ya que a ser ciudadano o ciudadana se aprende sindolo.Adems de esta perspectiva educativa, imprescindible para el desarrollo y la asuncin de la ciudadana, no podemos olvidarnos nuevamente del contexto donde ese desarrollo se lleva a cabo. Muchas son las propuestas en este sentido, pero la mayor parte de ellas actualmente estn vinculadas, de una u otra manera, a lo que se ha dado en llamar mundialismo democrtico. En palabras de Bilbeny:La alternativa al globalismo neoliberal es el mundialismo democrtico. Es la opcin contraria al llamado, tambin, pensamiento nico, que no ve otro orden posible que el orden neoliberal hoy existente. En el mundialismo no hay un solo mundo al margen de todos los dems, sino muchos mundos en un solo mundo, que es plural. Es la opcin, en una palabra, por un pensamiento pluralista y a la vez inclusivo, no disgregador. (...) el mundialismo democrtico, movido por lo cvico, no lo econmico, y por lo que es comn a los pueblos, no a los ms favorecidos por el mercado, se propone un gobierno de los poderes pblicos y por el pblico en general. La democracia es vista, desde esta perspectiva, como un experimento en gran parte por hacer. (BILBENY, 1999; p. 92).La democracia educativa y la educacin para la democraciaPartiendo de esta realidad, podramos decir con Taylor (1994) que las formas principales de respeto desde la ciudadana deben darse sobre la identidad intransferible de cada persona y sobre las formas de accin y concepciones apreciados por los colectivos minoritarios. El comunitarismo de Taylor propone el concepto de reconocimiento como categora fundamental para armonizar las demandas de igualdad de las democracias modernas y el reconocimiento de las particularidades culturales e histricas, para alcanzar un igual reconocimiento a travs de una poltica de la diferencia donde la dignidad pasa de ser un derecho a un valor con pretensiones universalizantes.As, Taylor reclama el reconocimiento cultural como base necesaria y suficiente del sistema de derechos, mientras que Habermas advierte de que ello depende siempre de la aprobacin de los individuos, si bien reconoce que sta se encuentra en funcin del reconocimiento de sus particularidades y vinculaciones. En este sentido, se da una mediacin de la esfera pblica entre el sistema de derechos y el reconocimiento de las diferencias, ya que es en la formacin deliberativa de la misma donde se va a conformar el proceso poltico de la democracia, que siempre debe tener como pretensin el autoentendimiento colectivo y el desarrollo de una comunidad tica. As, el propio Habermas afirma quela poltica no tiene slo una funcin mediadora, sino que es cabalmente conformadora del proceso de constitucin de la sociedad. La poltica se concibe como la forma reflexiva de la eticidad de una forma de vida, como el medio en el que los miembros de comunidades de solidaridad ms o menos emergentes de manera natural se hacen conscientes de sus dependencias mutuas y, con voluntad y con conciencia, dan forma y desarrollan como ciudadanos sus relaciones de mutuo reconocimiento en una asociacin de sujetos de derecho libres e iguales. (HABERMAS, cit. por THIEBAUT, 1998; p. 142).

Para que una democracia sea educativa, es imprescindible que la educacin sea democrtica. Y, en sentido inverso, para que se d una educacin democrtica, es necesaria una democracia que sea educativa.

As pues, para que los valores democrticos sean verdaderamente constitutivos de una sociedad democrtica, sta requiere de una esfera pblica permanentemente activa, lo que conlleva a su vez el ejercicio constante de una ciudadana plena en derechos democrticos y con el nico deber, como exigencia de la propia democracia, de la puesta en prctica de sus valores.Por otro lado, para que una democracia sea educativa, es imprescindible que la educacin sea democrtica. Y, en sentido inverso, para que se d una educacin democrtica, es necesaria una democracia que sea educativa. Esta interrelacin dialctica no es, sin embargo, simtrica en su reciprocidad, puesto que todo proceso democrtico tiene un componente educativo inherente a sus valores, virtudes y aspiraciones, pero, al mismo tiempo, a ser demcratas, como hemos explicitado ya, se aprende viviendo en democracia. De ah el papel fundamental de los procesos educativos en la formacin y desarrollo de la democracia y para el ejercicio de una ciudadana activa.La educacin en la democracia es una tarea encaminada al desarrollo de una personalidad que hace del dilogo, la confrontacin de ideas y la participacin los elementos de su proceso formativo permanente. (...) Educar para y en la democracia, considerada esta ltima como el mejor mtodo para resolver las tensiones y conflictos que se dan en la sociedad en el mbito individual, nacional y global, se asienta sobre la idea de una ciudadana que participa en la construccin cultural y moral y en el sostenimiento de la democracia misma. En este sentido, la democracia no es algo alejado de las personas, no es una instancia meramente formal e institucional, sino un estilo de vida legitimado por una norma basada en el dilogo, la comunicacin y el consenso. (TUVILLA, 1998; p. 113).Desde esta ptica, el proceso educativo slo puede considerarse como un medio para el desarrollo autnomo y crtico de las personas, un desarrollo que interrogue y cuestione el mundo que nos rodea, los valores culturales socializados en nuestro entorno y los modos de sentir, pensar y actuar que se derivan de todo ello. Por eso hablamos de un proceso de (re)construccin personal y colectiva a travs de una concepcin dinmica y transformadora de la cultura.Otra consecuencia de esta visin debe ser, por consiguiente, el priorizar el papel protagonista de las personas en su educacin, entendida como un derecho humano absolutamente imprescindible e irrenunciable, y la presencia como criterios configuradores del quehacer en las instituciones educativas de los valores democrticos. Se trata no slo de una necesidad de participacin, sino de dar la palabra a todos los actores sociales con el referente continuo de crear formas de racionalidad enfocadas hacia el entendimiento como respuesta a una realidad social impregnada de vejaciones pseudodemocrticas e intereses privados economicistas que se priorizan a los humanos y educativos. Interesantes en este sentido resultan las propuestas de Guttman:Una educacin democrtica debera presentar a los estudiantes diversas perspectivas y equiparlos para deliberar como ciudadanos igualitarios acerca de por qu y cundo resulta justificable acordar el desacuerdo sobre una cuestin (como el culto religioso) y cundo es moralmente necesario decidir colectivamente acerca de una poltica individual sustantiva (como la no discriminacin sexual y racial). Las decisiones acerca de tolerar la diversidad religiosa pero no la discriminacin racial o sexual se deben realizar colectivamente, por su propia naturaleza, ya sea a nivel estatutario o constitucional. La reciprocidad exige que estas decisiones se justifiquen en pblico, en la medida de lo posible, a las personas que se vean obligadas por ellas. (GUTTMAN, 2001; p. 376).

Debe quedarnos bien claro que la educacin democrtica es un proceso que emana de un ideal a la vez poltico y educativo.

Partiendo de aqu, debe quedarnos bien claro que la educacin democrtica es un proceso que emana de un ideal a la vez poltico y educativo. Y ello es as en la medida en que permite el desarrollo de polticas culturales emancipadoras a la vez que abogan por la horizontalidad en la toma de decisiones desde principios dialogadores inclusivos donde todas las voces tengan su espacio y todas las personas sean actores dentro de los procesos normativos y sustantivos del quehacer educativo, ya sea dentro o fuera del mbito institucional. En tal sentido, conviene recoger las afirmaciones de Popkewitz, cuando dice:Las prcticas discursivas de la escolarizacin son ms que una simple transmisin de ideas; constituyen los principios de realidades. Los discursos no son simples estrategias de comunicacin, sino tambin prcticas culturales y polticas. (Popkewitz, 1998; p. 159).Por consiguiente, en este contexto debe ser absolutamente necesario el profundizar en las instituciones educativas y sus dimensiones curriculares y organizativas para acabar aterrizando en el contexto de participacin directa (aula u otros espacios educativos no formales) como expresin ltima e ineludible del mundo de la tica discursiva y la democracia en la praxis social y educativa. De esta manera, considero que el anlisis educativo de los principios de igualdad desde la diferencia y libertad para la inclusin debe hacer suyas estas cuatro dimensiones:1. Una educacin comn, para la convivencia de las personas desde la riqueza de su heterogeneidad y el desarrollo de iniciativas transformadoras a nivel educativo y social.2. Un currculum comn, para desarrollar conocimientos, actitudes y procedimientos plurales, dialgicos y coherentes con los valores democrticos.3. Una organizacin comn, para fomentar mtodos y estrategias didcticas diversas, siempre desde los principios del aprendizaje cooperativo y en funcin de todos los miembros de la comunidad educativa y sus contextos de desarrollo.4. Un espacio comn, para educar a ciudadanos y ciudadanas crticas y demcratas.En definitiva, se trata de hacer una apuesta coherente y constante por la democracia, donde el componente crtico hacia las injusticias se complete y se haga verdaderamente revolucionario desde las propuestas de mejora que debe conllevar el mismo, pues lo contrario puede ser postmodernamente peligroso. Y ello, tanto desde una perspectiva micropoltica, desde los contextos inmediatos de accin e influencia de las personas, colectivos e instituciones democrticas, como desde una perspectiva macropoltica, segn la cual una visin democrtica de la educacin debe estar comprometida con el fomento de un extenso debate pblico en el que las propuestas y polticas educativas puedan ser probadas a travs del dilogo crtico y en el que todas las personas participen activamente.Por tanto, y sintetizando algunas de las ideas aqu expuestas sobre la democracia, recurrimos nuevamente a las palabras de Bilbeny:La educacin democrtica ensea a escuchar. Or es difcil en nuestra sociedad del ruido. Escuchar lo es ms todava. Y, sin embargo, de la actitud de escucha de la voz y las razones del otro y de las nuestras, en la intimidad de nuestra conciencia depende la suerte de la democracia en todos sus aspectos bsicos: como un instrumento y unos valores, un proceso en el tiempo y un compromiso personal a cada momento. (BILBENY, 1999; p. 141).Profundizar en esto, tanto desde el contexto social (como ciudadanas y ciudadanos) como desde el contexto educativo (como educadoras y educadores comprometidos tica y polticamente con los valores democrticos y la lucha contra la exclusin de las personas y las culturas minoritarias), debe ser nuestra prioridad y nuestra senda.

PARA SABER MS:BILBENY, Norbert (1999):Democracia para la diversidad. Ed. Ariel, Barcelona.GIMENO SACRISTN, Jos (2001):Educar y convivir en la cultura global. Eds. Morata, Madrid.GUTTMAN, A. (2001):La educacin democrtica. Una teora poltica de la educacin. Ed. Paids, Barcelona.POPKEWITZ, Thomas S. (1998):La conquista del alma infantil. Poltica de escolarizacin y construccin del nuevo docente. Ed. Pomares-Corredor, Barcelona.TAYLOR, Charles (1994):La tica de la autenticidad. Ed. Paids, Barcelona.THIEBAUT, Carlos (1998):Vindicacin del ciudadano. Ed. Paids, Barcelona.TOURAINE, Alain (1994):Qu es la democracia?Ed. Temas de Hoy, Madrid.TUVILLA, Jos (1998):Educacin en derechos humanos: hacia una perspectiva global. Descle de Brouwer, Bilbao.