De Los reyes magos, la abuela vieja, la hija, su nio y su esposo, y mucho ms.

Muchos aos antes que el maestro ganara el premio de la herldica simblica de la Parroquia de Libres de Santa Ana de Baranoa, yo vea desde las rendijas de la puerta- ventana de la casa antigua, a la Abuela vieja Ana, a Mara la virgen con su esposo y el nio en brazos, y a 3 viejos rabes ms -uno con un cofrecito entre las manos, otro con un brasero colgante, y el tercero encorvado y soplando aire con su boca pasar muchas veces rodeados de un rayo de luz lejano, del vuelo de una paloma, y del aire de la calle oloroso a incienso y mirra; unas caminando cansados, otras corriendo como si los persiguieran, otras buscando no s qu cosa ... Ahora entiendo, que ese grupo de personajes emblemticos de este pueblo nico en el mundo, y que sobreviven en Baranoa del ahora, se agrup por el juramento de la abuela vieja de no abandonar a su hija embarazada historia narrada en piedra (S. XIII) en la parte superior de la puerta derecha de la Iglesia de Notre Dame en Pars -, y por una equivocacin que no fue de ella -la abuela- sino de un cura aprendiz en Amrica, que llev la imagen de Ana y la de su nia Mara al templo de la entonces Parroquia de Libres de Baranoa y del cual, cansadas y asustadas, no quisieron salir; por eso le dedicaron el pueblo a la vieja abuela.Lo extrao fue que siglo y medio ms tarde y hasta la fecha, quin lo iba a creer, fjense bien, ella -la abuela vieja-, su hija y su pequeo nio y su padre, con los extraos forneos, bien entradas las noches buscan desesperados, e ignorados, su originario hogar quemado por una cruenta e irresponsable lucha poltica entre gentes del mismo pueblo. Fue en ese momento, cuando El los cit en su discurso de premiacin ante las autoridades de la parroquia como desplazados de su propia tierra, y desconcertada por sus palabras, regresaron a mi corazn estos pesados, inmensos e impresionantes recuerdos de mi pequea edad - y que solo hoy expongo- y de mi gran cuerpo piata ahora con una criatura en mis entraas. Como dije, no hay pueblo alguno en el mundo que tenga a la Abuela de Dios, a la Madre de Dios, al pap de Dios, a Dios mismo, y a los Magos sabios que corrieron las peligros ms difciles para llegar a tiempo a adorar a la nueva promesa de Vida; pero este pueblo de Baranoa, aun ahora, no lo comprende.... Ahora mi cuerpo piata, como en lo alto de un rbol de mamn, reventado por la fiesta de la venida de mi nueva vida, me desvanece ingrvida con estos desgajados, flotantes y reveladores recuerdos s, s, yo los vea.....