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DE LOS PECES A LAS REDES: LAS ARTES DE PESCA DESDE UNA PERSPECTIVA ARQUEOICTIOLÓGICA ARTURO MORALES MUÑIZ Laboratorio de Arqueozoología. Departamento de Biología Universidad Autónoma de Madrid. Cantoblanco 28049 Madrid Revista de Bioarqueología "ARCHAEOBIOS" ISSN 1996-5214, Setiembre 2008 http://www.arqueobios.org 40 Vol 2, ISSN 1996-5214 | Setiembre 2008 | ARCHAEOBIOS Introducción El registro material disponible apunta a que la pesca es una actividad que, entre los homínidos, sólo llegamos a desarrollar los Homo sapiens sapiens (Morales & Roselló, 2005/2006). Las razones de tal hecho, por fuerza especulativas, atañen tanto al ámbito material de la subsistencia como al desencadenante “intelectual” que permitió tomar conciencia del acceso a presas dentro del agua y no sólo en sus márgenes. Ni unas ni otras hubiesen tenido proyección histórica sin el desarrollo de tecnologías específicas de captura que implicaron a una amplia gama de materiales así como de comportamientos modulados por dos conjuntos de fenómenos: a) Adecuación de los instrumentos de captura, las hoy llamadas artes de pesca, al ámbito acuático para lo cual se requirió no sólo un conocimiento profundo de las propiedades de los materiales con los que éstas se confeccionaron sino, ante todo, b) Conocer los hábitos y capacidades sensoriales de las potenciales presas a fin de optimizar su captura empleando el arte más adecuado para cada especie y circunstancia. Cincuenta milenios de innovación y mejora de las artes de pesca han convertido al hombre moderno en un depredador acuático tan formidable como lo habían llegado a ser sus antecesores en tierra firme. Y, aunque fue la revolución industrial la que transformó esta eficacia en la devastación que hoy amenaza con dar al traste con la pesca, casi todos los conocimientos sobre peces y artes que han hecho tan mortífero al hombre hunden sus raíces en épocas muy anteriores a la revolución neolítica. Estos conocimientos, como los aparejos que por su condición mayoritariamente orgánica desaparecen del registro, habremos de inferirlos a través de los siempre discutibles datos que proporcionan, por una parte, la etno- arqueología y, por otra, la extrapolación de la biología piscícola a situaciones pretéritas. Un breve repaso a la Biología y Fisiología de los Peces Los vertebrados primariamente acuáticos, lo que genéricamente hoy conocemos como “peces”, son un conjunto heterogéneo diseñado para vivir en el agua. Su diseño, generador de increíbles adaptaciones para evitar ser comido, está pobremente concebido para evitar a un depredador terrestre como el hombre que opera con unas estrategias a las que 500 millones de años de evolución dentro del agua son incapaces de dar respuesta. Este tipo de limitaciones se ponen de manifiesto en cualquier situación donde el depredador terrestre lleva la iniciativa como puede ser el caso de las aguas muy someras (Figura 1A). Para localizar presas y evitar ser comidos por depredadores acuáticos, en cambio, los peces disponen de un amplio repertorio de

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DE LOS PECES A LAS REDES: LAS ARTESDE PESCA DESDE UNA PERSPECTIVA

ARQUEOICTIOLÓGICAARTURO MORALES MUÑIZ

Laboratorio de Arqueozoología. Departamento de BiologíaUniversidad Autónoma de Madrid. Cantoblanco 28049 Madrid

Revista de Bioarqueología "ARCHAEOBIOS"ISSN 1996-5214, Setiembre 2008

http://www.arqueobios.org

40 Vol 2, ISSN 1996-5214 | Setiembre 2008 | ARCHAEOBIOS

Introducción

El registro material disponible apunta aque la pesca es una actividad que, entre loshomínidos, sólo llegamos a desarrollar los Homosapiens sapiens (Morales & Roselló, 2005/2006).Las razones de tal hecho, por fuerzaespeculativas, atañen tanto al ámbito material dela subsistencia como al desencadenante“intelectual” que permitió tomar conciencia delacceso a presas dentro del agua y no sólo en susmárgenes. Ni unas ni otras hubiesen tenidoproyección histórica sin el desarrollo detecnologías específicas de captura queimplicaron a una amplia gama de materiales asícomo de comportamientos modulados por dosconjuntos de fenómenos:

a) Adecuación de los instrumentos decaptura, las hoy llamadas artes de pesca, alámbito acuático para lo cual se requirió no sóloun conocimiento profundo de las propiedades delos materiales con los que éstas seconfeccionaron sino, ante todo,

b) Conocer los hábitos y capacidadessensoriales de las potenciales presas a fin deoptimizar su captura empleando el arte másadecuado para cada especie y circunstancia.

Cincuenta milenios de innovación ymejora de las artes de pesca han convertido alhombre moderno en un depredador acuático tanformidable como lo habían llegado a ser susantecesores en tierra firme. Y, aunque fue la

revolución industrial la que transformó estaeficacia en la devastación que hoy amenaza condar al traste con la pesca, casi todos losconocimientos sobre peces y artes que hanhecho tan mortífero al hombre hunden sus raícesen épocas muy anteriores a la revoluciónneolítica. Estos conocimientos, como losaparejos que por su condición mayoritariamenteorgánica desaparecen del registro, habremos deinferirlos a través de los siempre discutiblesdatos que proporcionan, por una parte, la etno-arqueología y, por otra, la extrapolación de labiología piscícola a situaciones pretéritas.

Un breve repaso a la Biología y Fisiología delos Peces

Los vertebrados primariamente acuáticos,lo que genéricamente hoy conocemos como“peces”, son un conjunto heterogéneo diseñadopara vivir en el agua. Su diseño, generador deincreíbles adaptaciones para evitar ser comido,está pobremente concebido para evitar a undepredador terrestre como el hombre que operacon unas estrategias a las que 500 millones deaños de evolución dentro del agua son incapacesde dar respuesta. Este tipo de limitaciones seponen de manifiesto en cualquier situacióndonde el depredador terrestre lleva la iniciativacomo puede ser el caso de las aguas muysomeras (Figura 1A).

Para localizar presas y evitar ser comidospor depredadores acuáticos, en cambio, lospeces disponen de un amplio repertorio de

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Figura 1. A: Grizzly (Ursus arctos) pescando un salmón. La captura de peces en aguas muy someras por parte de undepredador terrestre se ve facilitada por la incapacidad del pez para maniobrar con libertad. B: Mosaico de Océanos yTetis [Yakto Complex, Antioquía (Turquía), mediados del siglo IV d.C.]. Se aprecia la captura de un invertebrado marino(¿pulpo/langosta?) con la mano. La pesca de peces con la mano puede implicar bien la sujeción de una presa estáticapor sorpresa bien un manotazo vigoroso que saca al pez fuera del agua..

A B

órganos sensoriales que, además de los cincosentidos clásicos (vista, oído, gusto, tacto yolfato), incluyen dos específicamente diseñadospara aprovechar dos propiedades físicas delagua como son la transmisión de electricidad yde ondas de presión (Helfman et al. 1997;Wootton 1990). Tanto el electro receptor comolos baro receptores de la llamada línea lateral sesirven de estas propiedades para orientarse,detectar objetos que no ven, oyen ni huelen, ydesplazarse en grupo. No todos los peces tienenestas siete categorías de sentidos igual dedesarrolladas y aunque ello viene no pocasveces determinado por los lugares que habitan ylos modos de vida que practican, existendiferencias filogenéticas entre condrictios (pecescartilaginosos) y osteictios (peces óseos) que es

bueno conocer.Así, los peces cartilaginosos (rayas y

tiburones) suelen tener mucha peor vista peromejor olfato y capacidad electro-receptora quelos peces óseos (un sinfín de especies queconocemos por ser objeto preferente deconsumo). Por otra parte, y aunque el sistema dela línea lateral, un equivalente biológico delsonar, está desarrollado en todos los peces,suele ser más sensible en los óseos y hagenerado en éstos conductas sociales bienconocidas (por ejemplo, la formación de bancos)así como una supeditación de la vista a sucontrol en situaciones de pánico que lospescadores, desconocedores de los pormenoresfisiológicos del hecho, han sabido aprovechar(Figura 2).

Figura 2. ¿Porqué no se cazan calamares conred? Rodeados por el copo de una red dearrastre que se desplaza a más velocidad queellos, los calamares, dotados de buena vistapero sin línea lateral, pueden ver que la luz demalla les permite escapar, cosa que no dudanen hacer tras ralentizar su marcha. Los pecestambién ven esto pero en una situación deestrés, no parecen fiarse de su vista y sí de lalínea lateral que en este caso les informa quetienen un “muro”, no una red, desplazándosejunto a ellos. Resultado: continúan nadando enla misma dirección que el arte de arrastre yacaban siendo engullidos por él.

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Figura 3. Captura de pintarrojas por parte de los indios dela costa del Pacífico norteamericano. Un cebo(generalmente carne de salmón) atado a un palo se bajahasta el lecho marino y se hace ascender aplicandopequeños tirones erráticos, que simulan los movimientosde un pez en apuros (zig-zags). Atraído por éstos, elpequeño y lento escualo asciende a superficie donde escogido por la cola y volcado en la canoa o ensartado conuna lanza. En el recuadro se representa una línea decáscaras de coco ensartadas por un sedal, un peculiarcebo polinesio cuyo movimiento produce ruidos queatraen a los tiburones hasta la embarcación facilitando sucaptura con lanzas o arpones (Tomado de Stewart,1977)..

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Figura 4. Ventajas de ver antes de ser vistos. En unas condiciones de visibilidad horizontal de 10 m, un observadoracuático en la sombra (dentro del punteado) detecta objetos al descubierto a 12 m de distancia, es decir, 1.2 veces lavisibilidad que tiene cualquier observador al descubierto lo que le supone al primero un 20% de ventaja sobre esteúltimo. Más importante aún es el hecho de que el observador al descubierto no detectaría al que está en la sombra hastano encontrarse a 6 m de distancia lo que, en la práctica, supone para el que está a cubierto una ventaja visual del 100%sobre el que no lo está. Aunque esta ventaja disminuye mucho los días nublados, artes tales como los corralesaprovechan esta propensión de los peces por buscar la sombra para atraparlos con la bajada de marea (Tomado, conmodificaciones, de Helfman et al., 1997).

¿Cuándo descubrió el hombre losimpulsos que desencadenan el ataque por partede un pez para atraerlo hasta el lugar decaptura? La pregunta jamás tendrá respuestapero que los pescadores han sabido desdesiempre, por ejemplo, que a los tiburones lo queles atrae son los movimientos erráticos un pezherido nos lo demuestra la técnica tradicionalutilizada por los indios del noroeste americanopara capturar pintarrojas o el uso de cáscaras decoco atadas a un sedal que los polinesiosemplean para atraer a los escualos (Figura 3).

De igual manera, el despesque diurno delos corrales costeros aprovechó la querencia detantos peces por buscar la sombra en díassoleados (Figura 4).

Tan importante como el conocimiento dela fisiología sensorial ha sido el delcomportamiento en general y las preferenciasalimentarías en particular (Helfman et al., 1997;Pitcher, 1993; Wootton, 1990). Conocer estasúltimas permite, entre otros, elegir los cebos másadecuados para cada especie. A veces éstossirven para muchas especies (por ejemplo, las“gusanas” (poliquetos) en el caso de numerosospeces litorales como los espáridos) pero en elcaso de las especies más ictiófagas ello suponecebar con sus presas favoritas (p. ej., la caballa

en el caso del atún, la sardina en el caso de lascaballas o el pulpo en el caso del fletán; Leach,2006; Stewart, 1977).

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Figura 5. En situaciones de alarma (p.ej., ante un ruido br-usco) muchos peces gregarios tienden a compactarse entanto que otros se disgregan explosivamente. Aunqueambas conductas forman a veces parte de un continuo decomportamientos (véase Figura 6), está claro que las artesde enmalle tipo esparavel funcionarán mucho mejor con losprimeros que con los segundos.

Figura 6. Secuencia de respuestas de un banco de pecesante una situación de peligro visual. Desde la compactacióndel banco (círculo superior), la secuencia de respuestas sedesencadena a medida que la alarma aumenta yprosiguen, en el sentido de las agujas del reloj (flechasnegras), siguiendo un patrón de movimientos evasivos (asaber: visita de inspección-oscilaciones-vacuola-fontana-cascada-temblequeo) hasta desembocar en el “estallido”final. Conocer el repertorio de etapas en una especieconcreta permite anticipar acciones evasivas y hacer másoperativo cualquier arte de pesca, sobre todo los deintercepción (véase Figura 7; Tomado, con modificaciones,de Helfman et al., 1997).

Dos aspectos importantes delcomportamiento social de defensa, elagrupamiento (Figura 5) y la secuencia deconductas que desembocan en el denominado“escape explosivo” (Figura 6) son elementos delos que se ha servido tradicionalmente elpescador para capturar peces gregarios.Provocar el agrupamiento facilita la tarea deatrapar un banco o cardumen con una red entanto que dentro de la secuencia de conductasdefensivas, los flujos de escape pueden seradecuadamente dirigidos hacia una red o trampa(Figura 7).

Los peces son muy vulnerables a todasestas manipulaciones de sus comportamientosinstintivos sencillamente porque, hasta lairrupción del hombre en el dominio acuático,ningún depredador había sido tan capaz a lahora de engañar con trampas y señuelos. El queeste repertorio de engaños haya aparecido tanrecientemente, y el que la evolución orgánica nosea capaz de generar respuestas adaptativas tanrápido como dictan las circunstancias, ha jugadoa favor del pescador si bien vamos acumulandopruebas de que muchas especies han cambiadosu comportamiento como respuesta a laactividad pesquera (véase más abajo).

Además del comportamiento, muchosotros aspectos de la biología de los peces sonimportantes para llevar a cabo una pesca

eficiente. Entre estos, destacan losconocimientos sobre ciclos reproductores y ladistribución de cada especie.

El aspecto más rentable desde el puntode vista económico de la reproducción de lospeces es que durante la misma, muchasespecies se agrupan en aguas someras ymuchas otras se hacen vulnerables bien pordesplazarse a zonas muy accesibles, bien porbajar la guardia de su repertorio defensivo(Helfman et al., 1997; Pitcher, 1993; Wootton,1990). En estos casos el conocimiento defechas, hábitos, zonas y conductas resultafundamental (Figura 8). Muchos agrupamientosvan unidos a desplazamientos de laspoblaciones que conocemos como migraciones yla explotación sistemática de estos flujosmigradores resultaron tan productivos como paraprovocar en ciertas circunstancias lasedentarización de las poblaciones humanasmilenios antes de la llegada de las economíastradicionales de producción. Remarcamos eltérmino “tradicionales” por cuanto la explotaciónpre-europea de los salmones y otros peces delPacificonoroccidental, por ejemplo, encaja más

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Figura 7. En casi todos los peces gregarios cualquier ruido súbito puede desviar un flujo de su trayectoria original y enuna determinada dirección. En el caso del eperlano americano (Thaleichthys pacificus), por ejemplo, esta direcciónsuele ser invariablemente hacia el fondo. Por ello, un batido de la pala en la superficie del agua que los desvíe de surumbo y un rastro manual provisto de un copo muy largo, permite a los pescadores anticipar la reacción de los peces yrealizar capturas copiosas en un abrir y cerrar de ojos (Tomado de Stewart, 1977).

Figura 8. Dos tipos de trampas rudimentarias parainterceptar peces de río capaces de efectuar saltos(Tomado, con modificaciones, de Brandt ,1984).

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1 Existe otro aspecto importante referido a la biología reproductora que afecta muy directamente a la decisión de capturardeterminadas especies migratorias. Nos estamos refiriendo al reclutamiento de individuos de año en año.

con una economía de producción que con laclásica caza y recolección de los gruposnómadas que configuraron la humanidad antesdel Neolítico1.

El último aspecto de la biología de lospeces que conviene tener en cuenta a efectos devaloración de artes de pesca se refiere a loslugares que ocupan las distintas especies ogrupos de edad. En tanto no se comienza aexplotar sistemáticamente el dominio oceánico,el mar abierto localizado fuera de la plataformacontinental (Figura 9), a partir del medioevoeuropeo, la pesca marina es nerítica,preferentemente litoral, y centrada sobreespecies que viven a mayor o menor altura en lacolumna de agua. Tanto las formas estrictamentepelágicas (de aguas abiertas y superficiales)como las estrictamente bentónicas (que reposansobre el fondo marino) son componentesminoritarios de las “ictiocenosis” arqueológicashasta la antigüedad clásica. Ello hablaría deunas limitaciones que habrían sido tantotecnológicas como de disponibilidad de mano deobra durante la prehistoria y protohistoria conexcepciones como los anteriormentemencionados indios del Noroeste americano o

los “ictiófagos” de la antigüedad clásicaasentados en las costas del Mar Rojo y GolfoPérsico (Sahrhage & Lundbeck, 1992; Stewart,1977). Sólo especies que podían pescarse cerca

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Los peces pelágicos migratorios son los que mayores densidades presentan y mayores puestas realizan pero, por mor de lasusceptibilidad de sus larvas a distintas variables del agua, también son los que mayores fluctuaciones de densidad presentan. Así,en años buenos, el reclutamiento es enorme y la población derivada también pero los años malos de producen bajísimas densidadesdel recurso. Para pescadores litorales que desarrollaron su actividad a pequeña escala, habría sido paradójicamente más seguroconcentrarse en las bajas pero estables poblaciones de peces costeros que en las potencialmente productivas pero fluctuantespoblaciones migratorias.

Figura 9. Desglose de dominios marinos. Hasta la Edad Media lapesca parece haberse practicado principal o exclusivamente en laregión nerítica, a la vista de la costa y, por tanto, en aguassomeras, por debajo de los 20-30 m. Ello, unido al carácterindividual o de pequeños colectivos de la mayoría de lasoperaciones, ejerció una influencia determinante sobre los tiposde artes de pesca que tuvieron vigencia hasta el siglo XV.

de o desde la misma costa, incluidospecespelágicos como son el atún y lasardina en el litoral ibérico, son susceptiblesde aparecer en el registro arqueológico. Elpescador del que hablamos hubo de ser unprofundo conocedor de la topografía ydinámica costera y de todas y cada una delas especies susceptibles de aparecer a lolargo del ciclo anual en la zona dondeoperaba.

La Fauna Ibérica

Dado que el repaso que realizamosde las distintas artes de pesca habremos decentrarlo, a efectos de proporcionarejemplos, sobre determinados gruposparece lógico seleccionar la fauna ibérica,objeto prioritario de nuestra investigaciónhasta la fecha (Roselló 1989; Tablas 1-4).

Evaluar las artes de pesca desde laperspectiva de los peces requiere unamínima categorización de las distintasespecies y grupos. El sistema tradicional,inspirado en las subdivisiones de losdominios oceánicos (Figura 9), subdivide a

los peces según sean pelágicos (habitantes de la columna de agua), demersales (que vivenpróximos al fondo) y bentónicos (que viven sobre el fondo o enterrados en él). Los peces pelágicossuelen, a su vez subdividirse en oceánicos (mar abierto) y neríticos, que nadan próximos a la costay, en cualquier caso, sobre los fondos de la plataforma continental (Tablas 1-3).Tabla 1. Arqueoictiofaunas ibéricas:Relación de los principales taxonesdemersales.

Tabla 3. Arqueoictiofaunasibéricas: Relación de losprincipales taxones bentónicos.

Tabla 2. Arqueoictiofaunas ibéricas: Relaciónde los principales taxones pelágicos.

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Tabla 4. Arqueoictiofaunas ibéricas: Relación de taxones queocupan distintas zonas indiferentemente

Esta caracterización es ciertamentesimplista porque numerosas especies trasieganentre zonas, bien longitudinal bienbatimétricamente, a veces incluso a lo largo deldía y también porque un buen número deespecies son difíciles de encuadrar en undominio o biotopo concreto (Tabla 4).

Importantes desde el punto de vista de lasartes de pesca son también las caracterizacionesbasadas en la talla ya que, por ejemplo, lospeces pequeños (menos de 10 cm de LS(longitud estándar) y por debajo de los 10 g depeso) no son objeto de captura con artespunzantes (anzuelos, fisgas, arpones, etc) entanto que los peces de más de 1 m de LS (+ 20kg) raramente se aproximan al litoral lo suficientecomo para ser capturados desde la costa. Otroselementos importantes de cara al empleo deartes de pesca son el gregarismo de la especie,que tipo de presas consume, si es territorial o noy si es sedentaria o migratoria. El empleo denumerosos artes de pesca, incluso en nuestrosdías, sólo se hace en determinadas épocas delaño y sólo en aquellas zonas de concentraciónde los flujos migratorios como son lasdesembocaduras de los ríos en el caso deespecies anfídromas (que trasieganregularmente entre las aguas dulces y lassaladas). Muchas de estas característicasbiológicas suelen ir asociadas y, así, los pecesmigratorios suelen ser gregarios y pelágicos entanto que muchos peces sedentarios suelen serterritoriales, demersales y litorales. La talla, encambio, es una variable mucho más lábil,máxime si consideramos que, por servertebrados de crecimiento continuo, incluso lospeces gigantes pasan por estadios de tallasdiminutas, pequeñas y medianas hasta alcanzarsus tallas máximas (Helfman et al., 1997).

En el registro ictioarqueológico peninsular,quizás en parte debido a contingenciasmetodológicas (por ejemplo, ausenciasistemática de cribado de muestras), sólo uncentenar de taxones marinos se vienerecuperando con regularidad (Morales & Roselló,en prensa; Roselló, 1989). Entre estos destacanlos espáridos (brecas, pargos, dentones, sargosy especies afines como la dorada), un grupo acaballo entre los dominios demersal y pelágico,

de formas polífagas (comen peces,invertebrados e incluso materia vegetal) que sóloabunda en las aguas más próximas a la costa,penetrando a veces en agua salobre (p.ej., ladorada). Este grupo viene acompañado de otrostambién sedentarios y laxamente gregariosformadores de pequeños cardúmenes, como sonlos más pelágicos mújoles (mugílidos) y lubinas(morónidos) o los más demersales meros(serránidos), salmonetes (múlidos) y corvinas(esciénidos). Todos estos grupos coexisten conuna serie de tiburones más o menos solitarios ysedentarios como son las musolas (géneroMustelus), solrayos (género Odontaspis) ycazones (Galeorhinus galeus). En las más fríasaguas del Atlántico, dos importantes gruposadicionales dentro de este conjunto son los muylitorales lábridos (maragotas, julias y afines) y,sobre todo, los gádidos (bacalao, eglefino,abadejo, fanecas y afines; Bødker-Enghoff,1999, 2000). Los lábridos son los másterritoriales de todos los mencionados y, portanto, también los más sedentarios, de estosgrupos demersales en tanto que los gádidos,formadores de grandes cardúmenes, incorporanmuchas especies migratorias, siendo estasmigraciones tanto longitudinales y latitudinalescomo a diferentes alturas dentro de la columnade agua. En las aguas dulces los principalespeces demersales en Iberia son la mayoría delos ciprínidos (barbos, bogas, cachos y afines)siendo la carpa una especie importada en laEdad Media.

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A pesar de sus comparativamente bajasdensidades pero gracias a ser sedentarios, lamayoría de los peces demersales han sido unrecurso predecible y, por tanto, objeto prioritariode las pesquerías ibéricas hasta la antigüedadclásica (Tabla 1; Roselló, 1989). Aunquedesconocemos los artes con los que secapturaban, creemos que los anzuelos pudieronhaber desempeñado un papel fundamental en talsentido. Desde luego, el arte de pincho debióhaber sido el único en el caso de los tiburonesdado que todos ellos pueden dañar seriamentecualquier arte de enmalle. En las aguas dulces,al menos en el caso de los ciprínidos menoscarnívoros, trampas de diverso tipo, perotambién arpones y venenos, pudieron habersuplido a las artes de pincho sobre todo en pozasy zonas de los ríos restringidas y de fácil accesopara el pescador.

Los peces pelágicos parecen haber sidoun recurso muy secundario a lo largo de laprehistoria y protohistoria ibérica hasta la llegadade los colonizadores transmediterráneos(Morales et al., 1998; Morales & Roselló, enprensa; Roselló, 1989). La gran mayoría de estospeces son migratorios que se acercan mucho allitoral o, como en el caso de las especiesanfídromas, remontan ríos para desovar. Duranteestos momentos, restringidos dentro de un cicloanual, las concentraciones pueden suponer unabiomasa que supera con creces las posibilidadesde captura de grupos pequeños de pescadores sibien los problemas principales de cara a centraruna economía sobre estos recursos son quéhacer con los excedentes en años deabundancia y el buscar alternativas en los añosde “sequía”. En efecto, las fluctuantes tasasinteranuales de reclutamiento en pecespelágicos, sin un mercado que absorba losexcedentes ni capital externo que compense laspérdidas, convierten en suicida cualquier intentopor centrar sobre este recurso una actividad quevino siendo de estricta subsistencia hasta lallegada de los fenicios a la Península Ibérica.

Dos son los principales grupos de pecespelágicos (Tabla 2). Los escómbridos (atunes yafines, caballas, melvas, etc) son migratorias demediano a gran tamaño (0,3 – 2 m) que realizandesplazamientos horizontales por todo el

Atlántico. Los clupeiformes, de mucho menortamaño (generalmente menos de 40 cm) ymenos viajeros que los escómbridos, desarrollanmigraciones de carácter vertical que losdesplazan desde la costa a aguas profundas dela plataforma continental durante el otoño-invierno. Los clupeiformes de menor tamaño(sardinas y boquerones) son estrictamentemarinos en tanto que los más grandes sábalos ysabogas (género Alosa) son anfídromos. En lasaguas más templadas peninsulares se incorporaun tercer gran grupo de especies pelágicas ymigratorias, los carángidos, donde se incluyenserviolas (género Seriola), palometas ypalometones (géneros Trachinotus y Lichia)pero, sobre todo, los chicharros o jureles (géneroTrachurus), que son un recurso de primeramagnitud en amplios sectores del litoral ibérico.Aunque ahora en franco declive, una últimaespecie migratoria – en este caso anfídroma- delas aguas más septentrionales peninsulares fueel salmón (Salmo salar), cuyo pariente la trucha(Salmo trutta fario) se cuenta entre las pocasespecies pelágico-demersales con las quecuentan las aguas dulces de la PenínsulaIbérica. Un último grupo de importanciasecundaria son los tiburones pelágicos, como elmarrajo (Isurus oxyrinchus) y los peces martillo(género Sphyrna), que suelen acompañar a loscardúmenes de atunes y otros escómbridos ensus desplazamientos. Su aparición en el registroarqueoictiológico ibérico se produce sobre todoentrado el primer milenio y en el litoral atlántico(Portugal y Golfo de Cádiz), posiblemente comoresultado de la pesca sistemática de atunes quecomienza entonces en esas zonas (datosinéditos).

Aunque los pelágicos de mayor tamañopueden ser pescados con anzuelos (los mayoresatunes también pueden ser arponeados desdeembarcaciones), lo más rentable en el caso deestas especies que viajan en grupos compactoses el embolsamiento previa intercepción de loscardúmenes. Desde tal perspectiva, tanto lasartes de enmalle pasivo (trasmallos para los demenor tamaño) como sobre todo las artes decerco practicadas desde la playa (jábegas,almadrabas de tiro) o con ayuda de pequeñasembarcaciones han jugado un papel importante

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en el pasado. En el caso de los pelágicosanfídromos, estas artes se vieroncomplementadas por otras de intercepciónestática caso de las encañizadas o inclusocestas y trampas de diversos tipos (Figura 8).

El sector de aparentemente más difícilacceso para el pescador prehistórico y de laantigüedad clásica en Iberia parece haber sidoel bentónico (Tabla 3). Dentro de éste tenemosun amplio conjunto de peces cartilaginososdonde destacan los angelotes (género Squatina)y una variada colección de rayas, incluyendo alchucho (Dasyatis pastinaca), águila de mar(Myliobatis aquila) y casi una decena del géneroRaja. Todas estas especies colonizan fondosarenosos. Algunos tiburones como las pintarrojas(género Scyliorhinus) entran dentro de estegrupo al pasar gran parte del día reposando encontacto con el fondo. Otro importante grupo esel de los hoy en día extinguidos esturiones(género Acipenser) que trasegaban entre el aguadulce y la marina. El tercer grupo, losAnguilliformes, incluye especies tanemblemáticas como la anfídroma anguila, elcongrio y la morena, típicos los dos últimos defondos rocosos. Pero sin duda el principalconjunto de peces, tanto por su diversidad comopor su importancia pesquera en la actualidad,son los peces planos o Pleuronectiformes, máspropios de fondos arenosos, donde se incluyen,además de los lenguados (familia Soleidae),sollas y platijas (familia Pleuronectidae),animales de mucho mayor tamaño caso de losrodaballos (familia Scophthalmidae). Gruposacompañantes de los anteriores, sobre todo enfondos rocosos, son representantes del ordenScorpaeniformes caso de los cabrachos (familiaScorpaenidae) así como los bejeles, borrachos yrubios (familia Tryglidae).

La pesca de todos estos peces, solitariosy laxamente territoriales en muchos casos,puede hacerse actualmente con redes dearrastre gracias a la presencia de potentesembarcaciones pero en la prehistoria y en laantigüedad clásica esta pesca se llevaba a cabode un modo individual con el empleo de anzuelos(caña, palangres de fondo, etc) y ocasionalmentede trampas (nasas) (Merino, 1997; Sahrhage &Lundbeck, 1992). Sólo en las aguas más

someras podían capturarse las especiesenterradas en el fondo arenoso (por ejemplo,rayas y pleuronectiformes) con artes tales comola fisga, el arpón o, quizás, el arco y flecha queno tenemos documentadas etnológicamente enla Península Ibérica (Sáñez-Reguart 1988,1993).

Artes de Pesca

En una valoración sobre las artes depesca en la prehistoria siempre existen una seriede cuestiones que deberían tenerse en cuenta amodo de marco general de referencia.

La primera de éstas se refiere al origenmismo de la actividad pesquera. Sin entrar endetalles sobre el particular, está claro que lapesca es muy posterior, como actividadextractiva o de subsistencia, a la recolección y lacaza. La lógica nos obliga a postular que, aefectos tecnológicos y sin menospreciar técnicassencillas pero adaptadas a la captura de peces,como las ictiotoxinas, el repertorio de útilesempleado en la caza y la recolección hubo de serla base de partida sobre la que se elaboró latecnología de pesca, mucho más compleja ydiversificada a la postre de lo que nunca han sidolos útiles empleados para cazar. Decimos estoporque si bien nadie tiene inconveniente envislumbrar la transformación de la lanza en arpóno en dirigir un arco desde un ciervo hasta unlenguado, es muy posible que ello mismo seaplique en el caso de todas las artesespecíficamente “pescadoras” caso de corrales,encañizadas, nasas, anzuelos o redes. El que elregistro material sea parco en evidencias derestos orgánicos ni apoya ni inválida tal hechopero la lógica apunta a que casi todos los artesde pesca derivan, con mayor o menorelaboración, de artilugios de caza empleados porlos hombres del Paleolítico Superior (Figura 10).

El desglose de artes de pesca queofrecemos a continuación, arbitrario y discutiblecomo no podía ser de otro modo, diferencia entreaquellas artes que son practicadas a un nivelindividual y aquellas que, salvo excepciones,obligan a llevar a cabo una tarea colectiva. Entreestas últimas excluimos todas aquellas artes decerco y arrastre que se practican con

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Figura 10. Mosaico de caza de Kélibia (Túnez) que representa una redpara atrapar perdices y otras pequeñas presas terrestres de diseño muysimilar a una nasa.

embarcaciones por entender que su práctica sesitúa en etapas históricas posteriores al períodoque contempla este trabajo, esto es, hasta laantigüedad clásica (Sahrhage & Lundbeck, 1992;Merino, 1997).

a. Artes “Individuales”

El repertorio de las artes de pesca queaquí consideramos individuales abarca desde lomás sencillo a lo más específicamente diseñado

para la captura de animales acuáticos(ictiotoxinas). Como ya comentamos, gran partede este repertorio tecnológico surgió sin duda entierra firme y ha sido re-adecuado para optimizarla captura de peces. Salvo las ictiotoxinas y lascestas/trampa (nasas), la captura con estas artestambién se realiza a nivel individual y, salvo elanzuelo, todas ellas son operativas en aguassomeras, siempre con menos de dos metros deprofundidad. Hablamos de artes medianamenteproductivas en función del esfuerzo y tiempoinvertido si bien todo ello se verá muycondicionado por el volumen de las capturas.

a.1 – Mano

La mano ha sido una adaptación clave enla evolución del hombre si bien la captura depresas con la mano viene muy condicionada porel tamaño, movilidad y peligrosidad de éstas. Elempleo de la mano para pescar requiere mínima

complejidad aunque mucha destreza. Al igualque ocurre con los osos (Figura 1), la mayoría delas veces la mano no se emplea comoinstrumento directo para sujetar al pez sino comoobjeto contundente que saca a éste del agua deun “zarpazo”. Por razones obvias, el “arte” esmuy selectivo y aunque poco productivo (sólocaptura individuos y a un ritmo lento) puede serefectivo en cuerpos de agua restringidos(charcas, pozas). En el mar o en biotopos deecotono como las marismas y albuferas, incluso

en aguas muy someras (condiciónsine qua non para poder operar), lamano resulta impracticable.

Las especies tradicionalmentecapturadas a mano en la PenínsulaIbérica han sido las truchas asícomo ciprínidos de medianotamaño que habitan en aguascristalinas, caso de los barbos. Enzonas tropicales, tras las crecidasde los grandes ríos, la pesca amano en las llanuras inundadassuele ser una actividad estacionalde cierta importancia.

a.2 – Ictiotoxinas

Salvo por el conocimiento de las especiesbotánicas adecuadas –y hay miles potenciales-las ictiotoxinas son un segundo método de pescaque requiere mínima complejidad. Se trata deuna técnica potencialmente muy productiva yaque un solo individuo puede capturar un númeronotable de peces en poco tiempo. Laslimitaciones de su aplicación son de tipo espacialya que, al diluirse rápidamente, la ictiotoxina nopuede practicarse más que en ámbitosrestringidos, caso de charcas o pozas. En ríos ylagos sus efectos dependerán de la corriente delagua y, por esta misma razón, su empleo en lacosta, aunque potencialmente operativo enaguas muy someras (p.ej., charcas de marea),es desconocido en el registro etnográficoespañol (Álvarez, 1999; Sáñez-Reguart,1988,1993).

Las especies piscícolas susceptibles decapturarse con ictiotoxinas en Iberia serestringen a las de cursos medios del río y

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lagunas, caso de truchas, lucios y ciprínidosademás de todas aquéllas de pequeño tamañosin valor comercial (por ejemplo, colmillejas ylochas; familia cobítidos). Como en el caso de lamano, esta técnica de pesca no deja improntasen los restos de peces aparecidos en lossedimentos.

a.3 – “Lanza”

Incluimos dentro de este apartado lanzasy todos aquellos derivados de éstas que han sidoespecíficamente diseñados para capturar peces,caso de arpones, fisgas, etc. Se trata de artesrelativamente simples que presentan un sinfín demodificaciones en función de la talla ycaracterísticas de las especies que capturan, loslugares donde operan, etc. Tomadas comoconjunto se piensa que lanzas y derivadoshabrían sido la primera y más simple de las artesde pesca utilizadas por el hombre que podríanoperar tanto en aguas dulces como en el mar. Noqueda claro en cambio que su uso requiriesesiempre aguas cristalinas y poco profundas, pordebajo del metro, ya que, como bien documentael registro etnográfico, ciertos peces demersaleshan sido tradicionalmente atraídos hasta lasuperficie donde eran fácilmente ensartados conuna lanza convencional (Figura 3).

La dicotomía operativa de este tipo deartes se establece entre aquellas cuya acción norequiere desprenderse del aparejo para capturaral pez (la fisga sería el ejemplo más claro) y lasque, como los arpones, han de ser arrojadascontra un blanco en movimiento con elconsiguiente riesgo de pérdida. Por tal razón, adiferencia de la lanza o la fisga, la punta delarpón está con frecuencia diseñada paradesprenderse del vástago al cual se mantieneunido por una cuerda. Arrojar un arpón con lafuerza justa para poder ensartar al pez pero sinromper la punta en caso de errar el tiro, obliga adesarrollar una destreza que no requieren las“artes ensartadoras”, puesto que obliga a juzgarsimultáneamente la profundidad del fondo y lavelocidad del pez en movimiento, cálculo ésteúltimo que implica corregir los efectos de ladistorsión óptica producidos por la refracción(Figura 11).

Tanto en fisgas como en arpones losinteriores de las puntas son denticulados paraimpedir que el pez pueda desprenderse confacilidad gracias a los movimientos erráticos quedesarrolla. Toda esta modificación delinstrumento original seguramente se produjo alpoco de comenzar el proceso de adaptación dela lanza al ambiente acuático pero el registropaleolítico permanece mudo al respecto.

A nivel de grupos, las fisgas han sidoextraordinariamente efectivas en la captura deespecies bentónicas en aguas muy someras,caso de rayas, platijas o lenguados, perotambién de truchas y salmones, o inclusociprínidos que nadan cerca de la superficie, ydesde promontorios rocosos situados sobre elcurso de un río o una laguna. Los arpones,utilizados desde pequeñas embarcaciones, hansido tradicionalmente utilizados para la capturade grandes pelágicos algo más alejados de lacosta caso de atunes (Estrecho de Gibraltar) ode los petos (Acantocybium solandrum) unescómbrido migratorio que aparece en aguas deCanarias a finales del verano. Convenientementemodificados, los arpones fueron durante siglos elinstrumento clave en la captura de ballenas ycachalotes. La productividad de estas artespuede ser potencialmente muy elevada perodisminuye al incorporar la variable tiempo ya quelos recursos a los que se dirige suelen apareceren bajas densidades aunque es posible que en el

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Figura 11. Para un observador fuera del agua, la refracciónde la luz hace que los objetos dentro de aquella parezcanmás próximos y adelantados de lo que en realidad están.Esta ilusión óptica debe ser corregida mentalmente porquien quiera pescar un pez lanzando un proyectil decualquier tipo, incluidas las manos.

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pasado la cosas hayan sido muy distintas. Dehecho, con el pescador a pie, en aguas somerasesta productividad puede ser enorme ya queespecies bentónicas como las rayas y ciertospeces planos (platijas) alcanzan altísimasdensidades en las productivas aguas de lasdesembocaduras de ríos, albuferas y ensenadas.Estas mismas aguas son asimismo testigo deconcentraciones de peces como los salmones,sábalos, sabogas, mújoles y doradas que formanenormes bancos durante el remonte del río pero,aunque susceptibles de ser arponeados desdepequeñas embarcaciones, el hecho provocaríaun pánico dispersivo del cardumen que haríaimpracticable el alanceado de ejemplaresadicionales en tanto no se serenasen los ánimosde los animales.

Es muy infrecuente que aparezcanhuellas de impacto de estos proyectiles en loshuesos. Cuando lo hacen, son mucho másfrecuentes en el cráneo (desprovisto de carne)que en las vértebras, si bien la evidenciaetnográfica indica que el pescador apuntainvariablemente al cuerpo del pez. En cualquiercaso, nunca queda claro si el proyectil fue unarpón/fisga o una flecha (Figura 12).

a.4 – Arco y Flecha

Parece que este arte aparece justo al finaldel Paleolítico pero su registro no se documentacon anterioridad al Mesolítico ya que, salvo por larepresentación del salmón de Gourdan (Figura12), no tenemos constancia, ni etnográfica ni

arqueozoológica del uso de estos instrumentosen el registro ibérico. Las razones de este hechose nos escapan y sólo podemos pensar en elconjunto de dificultades que su uso entraña yaque, al igual que ocurría con la lanza, se trata deotro arte selectivo reutilizado para operar en elentorno acuático.

Igual que ocurre también con el arpón, lafisga y la lanza, arco y flecha, son un arte deintercepción que debe ser manejado condestreza para no errar el blanco. Aquí no es tanimportante calcular la fuerza precisa del impacto(de hecho, el roce con el agua debilita mucho lafuerza de la flecha debido a su pequeña masa)como acertar ya que, caso contrario, la flechapuede perderse. También, a menos que sealcance algún órgano vital que lo paralice, el pezpuede escapar con la flecha clavada y morir sinque el pescador pueda llegar a capturarlo. Noextraña, por tanto, que arcos y flechas seempleen exclusivamente en aguas que, ademásde someras, sean remansadas y sobre blancoslo más estáticos posibles, preferiblemente pecesque reposan sobre el fondo, caso de las rayas ypeces planos, pero también otros como elpirarucú del Amazonas (Arapaima gigas) que sedesplazan lentamente y a corta distancia dellecho. Además, igual que los artes del anteriorapartado, arco y flechas son muy selectivos encuanto a tallas, no siendo practicable su uso enanimales por debajo de los 30 cm de LS y pesosinferiores al medio kilo, pero tampoco enejemplares por encima de los 70 cm de LS(aproximadamente 5 kg) salvo que se puedadañar el encéfalo y paralizar al animal. Si a todoello le unimos una productividad baja debido atratarse de un arte de acecho que consumemucho tiempo para retornos cárnicosnormalmente modestos no es de extrañar quearcos y flechas sean de uso pesquero tanlimitado.

¿Especies susceptibles de captura? Lasaguas someras y remansadas sólo sonfrecuentes entre las dulces y el blanco estáticose aplica sólo a un conjunto limitado de peces,fundamentalmente bentónico. En mar abierto elempleo de arco y flecha es tan desaconsejablecomo improductivo.

Figura 12. Salmón magdaleniense de la cueva de Gourdan(Alto Garona, Francia). Los proyectiles que aparecensobre su cuerpo se han interpretado como la más antiguarepresentación de flechas en el arte parietal. Deconfirmarse, además de situar el origen de éste arma en elpaleolítico, se evidenciaría un tipo de pesca que no estáactualmente documentada en Europa (Tomado de Cleyet-Merle, 1990).

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a. 5 – Cestas y Nasas

Mil y un tipos de trampas móviles han sidodiseñadas para la captura de peces sobre losprincipios de facilitar la entrada y dificultar lasalida. A diferencia de las artes comentadaspreviamente, una ventaja que incrementa laproductividad de estas trampas es que funcionande modo pasivo, sin la presencia física delpescador, si bien su conservación ymantenimiento obligan a veces a considerablesinversiones de tiempo y material. Sin dudaevolucionadas a partir de artilugios diseñadospara la captura de fauna terrestre (Figura 10), latrampa opera sobre la doble vertiente de explotarla conducta inquisitiva de los peces (es decir, suscomportamientos de exploración) así como sunecesidad por obtener alimento. De hecho, elegirel cebo adecuado es aquí tan importante comoelegir el emplazamiento.

En aguas ibéricas este tipo de artesoperan preferentemente sobre crustáceos y,dentro de los peces, sólo algunas especiesbentónicas y carnívoras, sobre todo las quepractican la necrofagia, caso de la anguila y delcongrio. Entre las especies demersales ibéricas,en cambio, sólo los lábridos y algún gádidoentran regularmente a estas nasas. La movilidaddel arte evita la sedentarización de lospescadores pero también es cierto que elvolumen de muchos artilugios impide el quepuedan ser transportados grandes distancias ocon facilidad. También es variable el rango detallas que pueden capturar aunque el diseño dela mayoría de las trampas impide la captura deanimales muy por encima del medio metro (esdecir, no más de 6-7 kg de peso). La libertad deemplazamiento y el poder operar tanto en aguascristalinas como turbias son dos ventajasadicionales pero su concepción, comocorresponde a su inclusión en este grupo, lo esmás para la captura de individuos que de gruposlo que no deja de limitar su productividad aefectos de biomasa capturada. Un últimoproblema es que el arte funciona sobre la basede capturar animales vivos. Si por cualquierrazón los capturados mueren dentro delreceptáculo, otros organismos, incluidos suspropios compañeros de infortunio, se encargarán

más pronto que tarde de consumir parcial ototalmente los cadáveres.

a.6 – Anzuelo

Posiblemente sea el anzuelo el único artede pesca que podríamos considerar comoespecíficamente concebido para la captura depeces, si bien convenientemente cebado elanzuelo se ha venido empleando en algunoslugares del litoral ibérico para capturar avesmarinas como charranes y golondrinas de mar.

Los anzuelos han sido confeccionadossobre multitud de materiales orgánicos,principalmente hueso y concha, antes de pasar aconfeccionarse con metales. Sus formas, si biendentro de las dos grandes variantes que vamosa comentar, parecen presentar infinitasmorfologías, que no sólo reflejan la idiosincrasiade los artesanos o las limitaciones estructuralesde los materiales empleados sino también elcomportamiento de las especies a las que vandirigidas (Figura 13).

Dotado de la cordelería adecuada, elanzuelo es operativo en casi cualquier tipo deambiente (dulceacuícola, marino, aguassomeras, profundas, mansas o turbulentas) y suespecificidad le permite capturar tallas queoscilan desde los 15-20 cm a los varios metrosde algunos esturiones o tiburones (Figura 14) asícomo peces con los más variados hábitos ycomportamientos. Fácil de transportar y pococostoso en términos de materia prima, permitepescar tanto de forma activa como pasiva, sinrequerir presencia física. Entre susinconvenientes hay que destacar que, por estarconcebido para la captura de individuos, suproductividad es limitada, asociándose su usocon pesca deportiva o de subsistencia, esto es,a pequeña escala.

Funcionalmente, existen dos grandescategorías de anzuelo: el denominado tipo “J” o“enganchador”, con el que estamos másfamiliarizados los occidentales, y el tipo “C” orotatorio, cuyo máximo exponente son losanzuelos maoríes (Figura 15). El tipo “J” estáconcebido para que el pescador, una vez que sepercata de que el pez ha mordido el cebo, tenseel sedal que permite enganchar al animal con el

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anzuelo. Este método, por tanto, implica que elpez introduzca el anzuelo en la cavidad bucal almordisquear el cebo lo suficiente como para quela maniobra de retirada clave al artilugio en lapared de la boca. Esta pesca “reactiva” implicapoca profundidad (menos de 20 m) y con sedaleshechos con fibras que no se estiren demasiadopues de otro modo los tirones del pez al morderel cebo resultan imperceptibles para el pescadory dan tiempo al animal a devorar el cebo siningerir el anzuelo o a regurgitar éste en caso dehaberlo engullido inadvertidamente. Idénticorazonamiento se aplicaría en el caso de laslíneas de anzuelos (palangres) situados en elfondo o a media agua: si no hay resistencia, elpez puede devorar el cebo o engullir el anzuelocon alta probabilidad de no quedar atrapado.

El principio operativo en el caso delanzuelo rotatorio es que sea el propio pez quienlleve a cabo su captura (Figura 16). Aunque lateoría del anzuelo rotatorio no ha sidocomprobada experimentalmente, distintos tiposde observaciones avalan su veracidad (Leach2006). Entre éstas tenemos el mayor poder de

penetración que presenta un anzuelo que“alinea” y, por tanto, permite sumar los vectoresde las direcciones de tiro del sedal y la depenetración de la punta (Figura 15).

Figura 13. Como tantos otros “anzuelos imposibles”, eldenominado “V” del Pacífico norteamericano estáconcebido para capturar un pez asimétrico como lo es elfletán (Hippoglossus stenolepis). El fletán nadahorizontalmente (dibujo intermedio de la columnaizquierda), estando entonces sus mandíbulas rotadas 90grados frente a la condición “normal” que presentan lospeces simétricos. En la columna de la derecha serepresenta, de arriba abajo, la secuencia del ataque yenganche del pez comenzando por la aproximación alcebo, engullido del anzuelo con ayuda de su vástagoinferior recto, que se desliza por el exterior de la boca y,finalmente, el clavado de la punta en la carne cuando setensa el sedal (Tomado, con modificaciones, de Stewart,1977).

Figura 14. El Samolov, un arte tradicional de pinchodesarrollado en Rusia para capturar esturiones cuandoéstos ascienden a superficie, combinaba anzuelos,sedales, flotadores y fuerza tractora proporcionada poracémilas para operar. El arte, con un anzuelo situado enposición invertida, resultaba efectivo cuando, quizás debidoa la densidad de estos peces demersales en los lechos delrío, alguno de ellos ascendía a alimentarse en las aguassuperficiales atacando el cebo desde abajo. El colapso deesta pesquería ha hecho tan infrecuentes las capturas delos ejemplares “pelágicos” que el Samolov ha desaparecidoa efectos prácticos y los esturiones hoy en día sonpescados con artes alternativos, principalmente de enmalle(Tomado de Cleyet-Merle, 1990).

Figura 15. Eficacia de penetración de distintos tipos deanzuelos (rotadores en la fila superior y de penetración enla fila inferior). Dado que la dirección de tiro de la patilla esfija, tienen mayor poder de penetración aquellos anzuelosque dispongan la punta, o muerte, de modo que tire en elmismo sentido que la patilla (tipos B,C, E y F) (Tomado, conmodificaciones, de Leach, 2006).

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Figura 16. La teoría de cómo actúa el anzuelo rotador (Tomado, conmodificaciones, de Leach, 2006)

Otra investigación que corrobora laefectividad del anzuelo rotatorio es la quellevaron a cabo Fernö & Huse (1983) conbacalaos en acuario. Además de unaconsiderable variación individual frente a losanzuelos (algunos peces ni se acercaron a ellosen tanto que uno tuvo 413 “interacciones” o“contactos”), el resultado más importante de estainvestigación fue comprobar como la intensidadde los comportamientos de respuesta disminuíandrásticamente con el tiempo, tanto si el pez habíasido enganchado como si no. De hecho, aunqueel estímulo físico del anzuelose revelaba como el factorclave en esta disminución dela respuesta, no parecía que lamayoría de los peces fuesencapaces de distinguir entre elanzuelo y el cebo (tras lainstauración del reflejocondicionado, los pecesmostraban idénticadisminución de respuestatanto con anzuelos aisladoscomo con cebos sin anzuelo).Aunque conocida, estarespuesta en declive no hasido nunca cuantificada yparece ser también muy variable entre especies(por ejemplo, una carpa que escapa a un anzuelono vuelve a picar en un año; Beukema 1970). Elpunto clave por tanto es que cualquierexperiencia previa con anzuelos hace al pezmenos susceptible de captura con este arte. Siello es así, el anzuelo rotatorio, con su puntadirigida hacia el interior, disminuye laprobabilidad de que un pez se pinche hasta queno sea demasiado tarde. Por ello, un anzuelo talgenera interacciones más agresivas por parte delpez lo que provoca un mayor número deanimales capturados y un menor número deanimales condicionados (“alertados”).

Estudios experimentales de campo hanrevelado asimismo que los anzuelos del tipo “C”,a igualdad de talla, capturan casi el doble deanimales que los anzuelos tipo “J” (Forster 1973).Las diferencias aquí fueron máximas en el casode los gádidos. De igual modo, y si bien en elcaso de los anzuelos tipo “J” los pequeños

capturan más especies que los grandes, en elcaso de los anzuelos tipo “C” ocurre al revés(Orsi et al., 1992). Las ventas recientes deanzuelos vienen a corroborar todas estas“ventajas” y así, desde 1987 y hasta 1990, losanzuelos de tipo “J” declinaron en el mercadodesde el 90% al 10% del total de ventas en tantoque los de tipo “C” acusaron un incrementoinverso, del 10% al 90% (Løkkeborg et al., 1993).

Existen numerosos comportamientos delos peces que afectan también su vulnerabilidadal arte. Estos dependen de sus hábitos, diurnos

o nocturnos, que condicionan su susceptibilidado propensión a picar en la hora “equivocada” deldía, que, en el caso de las lubinas y muchosotros peces litorales, implican al ciclo de marea oépoca del año.

Un arte de pincho de las múltiplesvariantes que existen, el cendal (pequeñaplataforma de la que salen distintos anzuelos),se sirve como ninguna otra de los movimientosque produce un pez atrapado para provocar máscapturas. Dado que los movimientos rápidos yviolentos del pez atrapado simulan elcomportamiento de muchas especies cuandoatrapan una presa, otros peces próximos alatrapado se sienten tentados a picar los cebosante lo que juzgan ser una conducta alimenticia.Son los peces laxamente sociales, caso deespáridos, múlidos (salmonetes) o serránidos,los más vulnerables a un arte que, como tantosotros, se vale del instinto para propiciar lacaptura.

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Figura 17. Los anzuelos rectos, como el de los indiosChumash norteamericanos (1250-1800 d.C.) aquírepresentado, están diseñados para quedaratravesados en la garganta (esófago) del pez. Muyinfrecuentes en la actualidad, en el pasado parecen,haberse usado en la captura de ciprínidos y otrasespecies de agua dulce capaces de engullir cebosvoluminosos (http://content.cdlib.org/ark).

A diferencia de muchas otras artes depesca, el anzuelo por sí mismo no sirve parapescar. Necesita combinarse con otroselementos, principalmente sedales pero tambiéncebos para resultar operativo por lo cual laaparición de anzuelos en el registro arqueológicoindefectiblemente implica el uso de fibrasvegetales. Los anzuelos del tipo “J” aparecen enel Epipaleolítico si bien desde el Solutrense

ibérico (Sala del Vestíbulo de la Cueva de Nerja,Málaga) hay constancia de un tercer tipofuncional y hoy en día en desuso: el anzuelorecto (Figura 17).

Como dijimos, prácticamente todas lasespecies de peces pueden ser capturadas conanzuelos. Tan solo las especies micrófagas, casode los lenguados, como las de menor tamaño,

caso de sardinas y boquerones, escapansistemáticamente a la actuación de estas artes.

Es sumamente infrecuente que los pecescapturados por anzuelo presenten señales delarte en sus huesos. De aparecer éstas, más queperforaciones, se trataría de fracturas opunciones de los principales huesos de la boca,fundamentalmente el maxilar, premaxilar ydentario. Lo cierto es que, al introducirse la puntadel anzuelo entre el tejido blando que une a estoshuesos, suele ser infrecuente encontrar este tipode señales que, por otra parte, pueden reflejaroperaciones de procesado o cocinado de losanimales que poco o nada tienen que ver con lacaptura.

b. Artes Colectivas

Desde el punto de vista de laproductividad, las artes de pesca capaces decapturar grupos de forma regular se sitúan enotro nivel de actuación dentro de las actividadesde explotación desde el momento en que obligana coordinar las tareas de grupos de personas.Por esta razón se piensa que hubieron de surgiruna vez las principales artes de pesca diseñadaspara la captura de individuos fueron conocidasen sus detalles y mejor modo de operar, lo cualno es si no una hipótesis gradualista más,pendiente de confirmación, en lo que habría sidola evolución de la tecnología pesquera(Sahrhage & Lundbeck, 1992; Merino, 1997).

b.1 – Corrales

Desconocemos el origen de este artedesarrollado en las aguas más someras de loslitorales del mundo, cuyo uso peninsular aparecedocumentado por Sáñez-Reguart (1988, 1993)desde el siglo XVIII y que perdura hasta nuestrosdías en ciertas playas del Golfo de Cádiz.

El llamado despesque se vale de laamplitud de mareas para llenar de aguagigantescas trampas artificiales (muros) que, enbajamar y al descender el nivel del agua pordebajo de los muros de piedra, atrapa todasuerte de peces litorales, preferiblementedemersales, caso de los espáridos, corvinas,salmonetes, centracántidos (chuclas) y

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serránidos (merillos y cabras) pero tambiénpequeños pelágicos que buscarían refugio entrelas rocas, caso de los pejerreyes (Atherinidae) yde los juveniles de mújoles y lubinas. Las tallasoscilarían desde animales diminutos (menos de10 cm) hasta peces grandes en el caso deespecies tales como las corvinas. Laconstrucción y mantenimiento de estos corralesrequiere un considerable esfuerzo e impide sutransporte lo que implica la actuación decolectivos sedentarios así como unaorganización social apreciable. Otroinconveniente que presentan es que, si porcualquier circunstancia se vuelven improductivoso los peces fluyen hacia otro lugar, cosa queocurre con frecuencia en zonas costerasdinámicas como las adyacentes a lasdesembocaduras de grandes ríos, se obliga arealizar construcciones nuevas lo cual nosiempre es posible si no existe un núcleoasentado en las cercanías.

Por todo ello, la existencia de corrales noshablaría de situaciones altamente estables encuanto a disponibilidad de recursos a lo largo deltiempo pero también de litorales en donde laamplitud de la marea se encuentre por encimade 1-2 metros. Como arte pasivo, incluso cuandola biomasa capturada no fuese elevada, el corralpudo haber constituido una fuente regular derecursos piscícolas que complementase losalimentos obtenidos por vías alternativas,incluida la pesca convencional.

Las pautas que permitirían barruntar eldespesque de una muestra arqueológica seríantanto una total ausencia de los grupos máspelágicos así como una regular aunque reducidapresencia de los grupos bentónicos más litorales,caso de pleuronectiformes (sollas, platijas yciertos grupos de soleidos como los lenguados ylas acedías). Dado que tales “huellastaxonómicas” se combinarían con las de otrostipos de pesca, quedarían invariablementediluidas en el registro ictioarqueológico por lo quehabría que recurrir a la información contextual(proximidad a un litoral adecuado, vestigios decorrales, etc) para inferir tales prácticas dedespesque en el pasado.

b.2 – Encañizadas

Las encañizadas, combinaciones deelementos estáticos (postes) y móviles (redes)son un arte de intercepción que viene a solventaruno de los grandes problemas que aquejan alcorral como es su carácter inmóvil. En efecto,estas artes pasivas funcionan sobre principiosque con frecuencia son similares a los de loscorrales pero a los que añaden la versatilidad desu transporte con lo que conjugan eventualescambios de emplazamiento.

Si los corrales se ven obligados adesarrollarse en puntos muy concretos del litoralcondicionados por la orografía, geodinámicacostera y mareas, las encañizadas, diseñadasfundamentalmente para la intercepción de flujosmigradores, ya sean estos anuales, estacionaleso circadianos, se emplazan en cualquier puntodonde la experiencia dicte que hay abundanciade peces aunque sólo sea de manera temporal.No quedan, por tanto, estos artes limitados a lasaguas marinas y, de hecho, son mucho másfrecuentes y productivos en aguas salobresdonde la coincidencia del agua dulce y salada esun preludio al trasiego regular de cardúmenes demújoles, esturiones, salmones, anguilas osábalos y sabogas, por citar sólo a los mejorconocidos de la ictiofauna ibérica. Entre lasespecies más pelágicas cabe citar a las agujas(Belone belone).

Aunque dependiendo del diseño lascapturas de las encañizadas oscilan desdeanimales pequeños por debajo de los 10 cm (porejemplo, pejerreyes y juveniles de sardinas oboquerones) a peces enormes (esturiones), lasencañizadas son artes que sólo se pueden calaren aguas someras. Costosas de mantener, confrecuencia sólo se calan en aquellos momentoscuando consta el flujo de animales migratoriosque son los que alcanzan las mayoresdensidades. Excepcionalmente, en zonas dealbufera y aguas someras muy productivas, lasartes pueden permanecer caladas a lo largo detodo el año. De hecho, hasta la antigüedadclásica la pesca en invierno desdeembarcaciones tuvo que haber sido muy rara,

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incluso en el Mediterráneo, debido a lasconstantes marejadas. Se cree que lasencañizadas sirvieron entonces para “cerrar elmar” (mare clausum), delimitando zonas depesca seguras para las embarcaciones.

En toda comunidad de peces de estero,donde encontramos mújoles, lubinas, doradas,anguilas y ciertos ciprínidos (carpas y bremas)en zonas como el Mar de Azov, cabe siempre laposibilidad que el tipo de arte de pesca empleadohaya sido la encañizada pero esto mismo seamplía para cualquier tramo de río bajo influenciade las mareas y en tal caso las especiesimplicadas, además de las anteriormentemencionadas, podrían incluir otras anfídromascomo sábalos, sabogas o esturiones, además denumerosas especies fluviales de ciprínidos, casode cachos, bogas y barbos. En cualquier caso,dado que la captura de los ejemplares se llevaríaa cabo con artes distintos a los de intercepción(por ejemplo, anzuelo, cestas, redes, lanzas, etc)tampoco tendríamos manera de inferir laexistencia de las encañizadas en ausencia dedatos documentales o arqueológicos.

b.3 – Redes

Debido a su productividad el arte deenmalle es el prioritario en la actualidad paracapturar peces. Desarrolladas posiblemente parala captura de animales terrestres (Figura 10), suempleo obliga a recurrir a grupos de personastanto si se trata de pesca activa como pasiva.Creemos que muchas de las redes queactualmente son de empleo común, tales comoel cerco y los arrastres, por el hecho de estarsujetas al uso de embarcaciones más o menospotentes, sin duda fueron desconocidas oapenas empleadas tanto en la prehistoria comoen la antigüedad clásica. Por ello, nuestroscomentarios van a centrarse en los otros trestipos de artes de enmalle, a saber, las redespersonales, los trasmallos y los cercos operadosdesde las playas.

Las redes personales o esparaveles son,por su facilidad de uso y transporte, la primerade las adaptaciones de artes de enmalleutilizadas en la captura de peces. Por ello,aunque las evidencias arqueológicas no nos

sitúan con anterioridad al Neolítico suizo (Twann;Cleyet-Merle 1990: 147), es muy posible que yadesde el Paleolítico Superior existiesen variantesde estas redes en distintos lugares del mundo.Arte centrado en la captura de peces nadadores,tanto epipelágicos (sardinas, boquerones,pejerreyes) como demersales (ciprínidos y pecesgato), el esparavel es extraordinariamenteproductivo si se maneja con destreza (15-20kg/lance fue el peso medio de las capturas quecita Bekker-Nielsen (2005) en playas actuales deOmán). Aunque puede operar tanto desdepequeñas embarcaciones como con el pescadorintroducido en el agua, sólo es adecuado su usoen aguas someras lo cual restringe este tipo depesca a los litorales, tanto marinos como deaguas continentales.

Otra limitación del esparavel, es el rangode tallas de las capturas que se centra en bancosde pequeños peces (10-30 cm de LS media)cuyas maniobras de escape dan tiempo a la reda rodearlos. Así, parece ser que el interés porque la red contacte simultáneamente en todo superímetro con el agua deriva del hecho de que elchasquido perimetral que produce este contactoagrupa a los peces justo por debajo del centro dela red facilitando su embolsamiento (Figura 5).En estos detalles radica la destreza del pescadory por eso en condiciones de aguas movidas ensuperficie o de visibilidad limitada, el esparavelpierde gran parte de su efectividad.

Un segundo gran conjunto de redes, eneste caso estáticas, son los trasmallos. Aunquelimitados a un paño en la condición más simple,estas redes suelen incluir 2-3 líneas de paños, elsegundo o medio con luz de malla inferior a lasotras (Figura 18).

Figura 18. Modo de operar un trasmallo moderno de triplepaño

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El trasmallo es un arte que puede calarsea diferentes profundidades aunque encondiciones preindustriales sólo se calaba enfondos someros o cerca de la superficie más omenos alejada de la costa.

Un dicho antiguo mantiene que lostrasmallos atraen a los peces pero, como tantasotras creencias, ésta no pasa de ser un modoequivocado de interpretar la realidad. Eltrasmallo, como la encañizada, es un arte deintercepción. Actúa sobre cardúmenes deanimales que, inadvertidamente, se dan debruces con la red. Los objetos que se sitúan pordelante de un pez son más difícilmentedetectables por la línea lateral ya que en el morrola densidad de neuromastos (las célulasreceptoras del sistema) es baja, disminuyendo lacapacidad de detección de obstáculos. Lospaños exteriores de la red son también difícilesde detectar por el ojo en tanto el pez no estámaterialmente encima de ellos. En talescircunstancias, aunque la cabeza del pezatraviese estos paños sin problema, embisteirremediablemente al interior, de red mucho másfina, en el cual queda enganchado por elopérculo (Figura 18). Incluso si el pez se percatadel primer paño, lo suele hacer demasiado tarde,lo que hace imposible evitar la “embestida”debido a la inercia. Ello se complica en pecesgregarios donde la inercia de avance del grupoestrella literalmente a los que van en vanguardiacontra el enmalle, por mucho que se hayanpercatado de su presencia.

Este diseño resulta particularmenteefectivo en la captura de sardinas, chicharros,caballas y otro sinfín de peces sociales, propiosdel dominio pelágico. Calado a media agua, eltrasmallo puede capturar a estos mismos gruposasí como a determinadas especies demersalesque ascienden por la columna de agua (porejemplo, esciénidos y espáridos). El diseño delas redes impone limitaciones a la productividadde un arte que, por ser pasivo y centrarse enpeces gregarios, suele ser extraordinariamenteproductivo. En efecto, las luces de malla impidenla captura de animales pequeños (menos de 10cm de LS) pero también animales por encima delos 50 – 60 cm de LS. Otros inconvenientes sonla fragilidad de los enmalles que requieren

constantes reparaciones, la dificultad detransporte que lo hacen impráctico parapoblaciones nómadas y el tener que desplazarseregularmente hasta el arte para asegurarse quelos peces atrapados no se deterioran o sondevorados por otros.

Cuando los peces son grandes, el únicomodo de capturarlos con red es embolsándolosantes de que puedan escapar lo cual requiereactuar con extrema rapidez en no pocos casos.Como dijimos, las artes de cerco y arrastrecumplen estos cometidos pero actualmenterealizan estas tareas con ayuda deembarcaciones de motor. Sin embargo, el cercoha venido siendo utilizado desde tiemposinmemoriales en aguas someras por gruposorganizados de pescadores que se ayudaban aveces de acémilas y pequeñas embarcacionespara agilizar el manejo del arte.

Estos cercos en aguas someras conocendiversas modalidades (chinchorro, jábegas,almadrabas de tiro, etc) cuyo funcionamientoconsiste en interceptar cardúmenes o embolsara los peces que ocupan una pequeña zonapróxima a la costa a base de mantener en tierraun extremo de la red y desplegar el opuesto en elagua en un arco que concluye de nuevo en tierrafirme. El achicado de la red, tirando de amboscabos desde tierra, concluye con la salida delarte fuera del agua. Tanto si se empleananimales de tiro en tierra como embarcacionespara desplegarlo, el cerco precisa de un grannúmero de personas y mucha coordinaciónaunque, incluso con embarcaciones y redespequeñas, suele ser muy productivo. Otralimitación importante, como en muchos artes deenmalle, es el estado de la mar. Por tal razón, ydado que la productividad máxima del arte selogra durante la migración costera deescómbridos y carángidos, estos cercos operansobre todo durante el final de la primavera y elverano, que coincide con la época del año demayor calma en las aguas litorales.

Una última variante de las artes de redque viene a ser una versión sofisticada de laencañizada es la llamada almadraba de buche,un conjunto de redes de intercepción (boliches)que funcionan más como canalizadoras de unflujo de peces hacia un copo (matador),

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funcionalmente equivalente a una jábega oalmadraba de tiro aunque de recorrido vertical envez de horizontal. Este arte, que se discute si seorigina en la antigüedad clásica o en épocabizantina, constituye, por su complejidad, el cenitde las artes de pesca hasta la revoluciónindustrial.

Ninguna red es operativa por sí sola ytodas requieren distintos artilugios que convienetener en cuenta a la hora de evaluar laproductividad de estas artes en tiempospretéritos. Un problema fundamental son lasfibras vegetales que se emplean paraconfeccionarlas. Estas exhiben una elasticidad ehigroscopía que dificulta su movimiento dentrodel agua al tiempo que aumenta su visibilidad.Redes gruesas y visibles habrán dificultadosobremanera el manejo de cualquier arte deenmalle antes de la aparición de las máquinas.

Otro tanto es posible decir en el caso delos flotadores y pesas empleados para mantenererguidas las redes o, simplemente, calarlas.Habituados como estamos al uso del plomo(densidad, p = 11,34) para confeccionar estoslastres desde, cuando menos, época púnica, nosolvidamos que las piedras, el materialtradicionalmente empleado antes de laantigüedad clásica, tienen gravedadesespecíficas en torno a 2,7 (de media), es decir,apenas superiores a las del agua de mar (p =1,025). Ello, unido a lo grueso de muchas fibrasvegetales utilizadas en las redes, debió haberlimitado seriamente la operatividad de estas

artes de enmalle sobre todo en aguas cristalinasfavoreciendo alternativas como las artes depincho.

Discusión: la inferencia de artes de pesca através de la ictiofauna

¿En qué medida puede el analista defauna inferir las artes de pesca utilizadas en unyacimiento a partir de las características de laasociación íctica? Esta cuestión resulta clave enausencia de registros materiales, documentalesy contextuales adecuados y para ello el uso deinferencias analógicas, basadas en el principiodel actualismo, resulta ser un elemento clave. Elproblema interpretativo entonces se nos planteasobre una doble vertiente, tan teórica comopráctica, que atañe tanto al fenómeno de laequifinalidad como a la validez del propioactualismo.

a. El problema de la equifinalidad

A nadie se le escapa que casi cualquierespecie de pez puede ser capturado condistintas artes en función del emplazamiento delpescador, la tecnología de la que dispone e,incluso, del momento del día en el que pesca(Figura 19). Del mismo modo, un mismo tipobásico de arte (anzuelo, red, etc.) es capaz decapturar un sinfín de especies con muy diferentebiología y distribución según la zona yprofundidad a la que opere, hecho que depende

Figura 19. En las especies que alcanzan tallas elevadas esfrecuente que distintas artes de pesca sean empleadaspara capturar ejemplares de distinta tamaño, dado quecada grupo de talla suele ocupar distintas zonas en el mary diferir en sus hábitos alimentarios y de comportamiento.

Figura 20. Anzuelos idénticos sirven para capturarnumerosas especies de distinta talla y hábitos que, confrecuencia, ocupan también lugares diferentes.

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no tanto del arte en sí como de sus elementoscomplementarios caso de flotadores, plomadas,sedales, etc. (Figura 20). Esta ausencia decorrespondencia biunívoca entre la especie y elarte empleado en su captura es un caso más delfenómeno de la equifinalidad, el cual, porintroducir ambigüedad en la inferencia, conviertea ésta en inoperante.

Confrontado ante este problema, elanalista se ve obligado a adoptar un “programade mínimos” con frecuencia más basado ennegaciones que en afirmaciones. Así, lapresencia de soleidos, concita la idea dearrastres de fondo ya que el estricto hábitobentónico de estos peces y sus diminutas bocashacen impracticable su captura con nasas,anzuelos u otras artes de enmalle. El uso devenenos y de la mano quedaría fuera de lugarpues los soleidos se sitúan en aguas litoralesabiertas donde estos métodos resultanimpracticables pero descartar el empleo defisgas, arpones o flechas sólo se basa en elhecho de que estas especies son de pequeñatalla y no ocupan preferentemente biotoposdonde se emplean tales artes, algo que no dejade ser discutible. Por último, el empleo deencañizadas o corrales también se descarta altratarse de animales de hábitos sedentarios ycuya natación apenas los eleva sobre el sustrato.Incluso aquí, donde todo parece muy claro,tendríamos que considerar la posibilidad de quesi los hábitos pretéritos de los soleidos losintrodujeron en esteros, albuferas o deltas de ríoen números apreciables, su captura pudo haberimplicado, como ocurre a veces con sollas yplatijas, el empleo de arpones o proyectiles. Setrataría, por tanto, de aplicar este “programa demínimos en negativo” cuya capacidad explicativasería, por fuerza, limitada.

Los soleidos son, probablemente, el casomás fácil a efectos de inferencia del artepesquero de la ictiofauna ibérica y, sin embargo,no parecen exentos de problemas (por cierto,prácticamente no hay registro de soleidos en lahistoria peninsular hasta la Edad Media, lo quenos hace especular que pudo ser entoncescuando ganó aceptación el arte de arrastre defondo; Morales & Roselló, en preparación). ¿Quéocurre con otros peces?. En muchos casos

aplicamos nuestro “programa de mínimos ennegativo” echando mano del actualismo (véasemás abajo) haciendo uso entonces no sólo delconjunto de taxones sino de la informacióncomplementaria que proporcionan distintosparámetros biológicos, especialmente sus tallas.Así, especulamos que, si bien los clupeiformesse habrían capturado mayoritariamente conredes, los trasmallos sólo podrían capturaranimales por encima de los 10 cm (LT) en tantoque las artes de cerco, operando desde la playao pequeñas embarcaciones, serían lasresponsables de la captura de los juveniles desardinas y boquerones que colmatan lascubetas de salazón de tantas factorías romanas.Lo cierto es que, al poder también pescarse conartes de cerco sardinas y boquerones grandes, laespeculación no puede ir más allá.

Las interpretaciones se complicansobremanera si, en vez de grupos concretos, loque intentamos inferir son todas las artesempleadas en la génesis de una determinadamuestra arqueológica. Antes vimos que un corralde despesque nos vendría indicado por unamuestra con especies muy litorales, tolerantes alas altas temperaturas y a cambiantesconcentraciones de oxígeno, dominadas portallas medias (30 – 60 cm de LT). En este cajónde sastre entrarían numerosos grupos de pecesóseos, en especial espáridos, corvinas,salmonetes y lábridos, pero no esperaríamosencontrar peces cartilaginosos ni de gran tamañoy sólo ocasionalmente formas juveniles depelágicos o pelágicos de muy pequeño tamaño,caso de los pejerreyes, que gustan deguarnecerse entre los intersticios de los muros ose sitúan en la sombra. Pero una tal asociaciónpodría también argumentarse como producidacon artes de malla de varios tipos o, sieliminásemos a los animales más pequeños, poranzuelos calados desde la misma línea deplaya.

Por lo que se refiere a la captura de flujosmigratorios, la idea que estos concitan es la deartes de intercepción que, dependiendo de sidesplegadas en ríos, aguas salobres, playas omar abierto (lo que nos vendría indicado por lasespecies aparecidas), podrían ser de malla(jábegas, almadrabas de tiro) o encañizadas. En

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el más claro de estos casos, cuando se tratasede un evento puntual y aislado, en la muestrasólo aparecería una especie migratoria siendotodos sus individuos de talla similar dado que losbancos migratorios agrupan sistemáticamenteanimales de la misma edad. Aún en tal hipotéticay sencilla situación ¿quién podría asegurar queestos bancos no fueron pescados con anzuelossi las tallas registradas se encontrasen pordebajo del metro?.

El hecho de que la mayoría de losdepósitos arqueológicos, como horizontesdiacrónicos de acumulación, incorporenevidencias de múltiples episodios de pesca nosiempre ejecutados con un mismo arte hace que,incluso en el mejor de los casos (por ejemplo,peces pelágicos de grandes dimensiones que seaproximan a la costa sólo en determinada épocadel año), la sombra de equifinalidad planee sobrela validez de cualquier inferencia del arte depesca que se realice en ausencia de contextoarqueológico y de datos complementarios. Comoen tantos otros casos, se impone aquí lacolaboración entre los analistas de fauna y losexcavadores.

b. La validez del actualismo

Esta colaboración entre los analistas defauna y los excavadores no resulta de utilidadpara solventar un segundo problema de muydistinta naturaleza. Todo el edificio de laArqueozoología, como el de cualquier otraciencia natural, reposa sobre la validez de lasinferencias analógicas basadas en el principiodel actualismo (Morales, 1996). Este principio,conviene decirlo, se viene aplicando de formaautomática más por razones operativas que deotra índole y es por ello por lo que no deberíamosperder de vista el riesgo y limitaciones queentraña si las conductas y biologías de los pecesfueron distintas en el pasado de lo que nosinforman los estudios actuales (Whitehead et al.,1984; Wootton, 1990; Pitcher, 1993; Helfman etal., 1997; http://www.fishbase.org/search.php).

Desde el punto de vista biológico existeconstancia de cambios recientes en ladistribución y los comportamientos de muchasespecies que podrían haber repercutido en qué

recursos estuvieron disponibles en el pasado yde que modo pudieron ser capturados. Antescomentamos cómo la experiencia con anzueloshace a los peces más remisos a picar. Es posibleque este tipo de comportamientos de evitaciónpudieron haber supuesto la existencia deanimales más confiados y, por tanto, másaccesibles que podrían capturarse con artestotalmente diferentes a las hoy empleadas.Según John Cabot, los indios de Terranovapescaban bacalaos, con el agua por la cintura,utilizando simples cestos, tal era la abundancia ymansedumbre de estos peces en las aguassomeras (Kurlansky, 1999). Aunque el hechopudo haber sido exagerado por el naveganteitaliano con fines propagandísticos, creemos quealgunos hechos del pasado sólo podríanexplicarse si hubiesen existido distribuciones ycomportamientos muy diferentes a los que hoyconocemos. Así, por ejemplo, explicaríamos lapresencia de marucas (Molva molva), que hoyaparecen por debajo de los 100 m, en los nivelespaleolíticos de la cueva de Nerja(Málaga)(Morales & Roselló, en prensa). Algunosde estos animales son de tallas enormes (másde 2 m) y aunque nos resulta imposibledeterminar dónde y de que modo fueronpescados, para que lo hicieran pescadoressolutrenses con la que suponemos muyrudimentaria tecnología, tendríamos que postularque los animales fueron mucho más costeros enel pasado de lo que lo son en la actualidad. Deigual modo, es más que posible que algunas delas citas de merluza (Merluccius merluccius) enel paleolítico cantábrico no sean intrusivas yevidencien una disyunción batimétrica quehubiese aproximado a esta especie mucho mása la costa en el pasado (Roselló & Morales,2008).

Que la biología y comportamientos de lospeces se ha visto alterada como consecuenciade veinte milenios pescando dan cuenta tantoprocesos de extinción local [por ejemplo, deleglefino (Melanogrammus aeglefinus) en el Marde Alborán epipaleolítico (Rodrigo, 1994)] comola menor precocidad en la maduración de ciertospeces en el pasado (por ejemplo, los atunes dePunta Camarinal (Cádiz) que refieren Morales &Roselló, 2007) así como la existencia de tallas

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desconocidas hoy en día para determinadasespecies. Muchos de estos cambios han podidodesplazar a determinadas especies hacia losmárgenes fisiológicos de sus tolerancias,márgenes que hoy consideramos comoparadigmáticos. Desconociendo en que medidaestos cambios supusieron el que una especieque antes se capturaba mayoritariamente conanzuelo hoy sólo pueda pescarse con red (Figura14), resulta imposible calibrar la validez de lainferencia actual sobre el arte de pesca comoextrapolable a una situación pretérita.

Algo similar ocurre en el caso de lasinterpretaciones culturales. La pesca actual,tanto la industrial como la deportiva, poco o nadatiene que ver con la pesca tradicional hasta elsiglo XVIII ((Sahrhage & Lundbeck, 1992;Merino, 1997). De hecho, como tantas especiesde interés comercial, esta pesca tradicional esahora otra “especie” en vías de extinción de laque sólo algunos tratados etnográficos puedenproporcionarnos un pálido reflejo (Stewart,1977). ¿Qué artes se emplearon en aquellaszonas donde se ha perdido todo vestigio oral ydocumental de prácticas pretéritas? A diferenciade los cazadores-recolectores “convencionales”,muchos grupos de pescadores prehistóricos yprotohistóricos hubieron de restringirdrásticamente su movilidad debido a laslimitaciones que a su libre trasiego imponían lascostosas artes de pesca que desarrollaron. Estelocalismo adaptativo sin duda fue el origen deprácticas endémicas que, por desconocidas, sólopodemos hoy imaginar. En qué medida seríanestas artes comparables con las de los pueblosindígenas cuyas tradiciones han quedadoreflejadas documentalmente es también algosobre lo que sólo cabe especular. Pero lo que noes especulación es decir que jamás los atunesfueron interceptados, como hacen hoy en día lasavionetas, en mar abierto y antes de alcanzar lacosta ni que la pesca de salmones con red fuerapracticada en el pasado en ese mismo marabierto. De hecho, es muy posible que la capturaregular en masa de grupos no haya sido la pescadominante hasta la Edad Moderna y que, por lomismo, encañizadas, redes fijas y anzueloshayan competido en igualdad de condicioneshasta bien entrada la Edad Media con las artes

de cerco en mar abierto y los arrastres. Sonconsideraciones de este tipo las que nos hacenplantearnos hasta que punto se encuentrandeformadas nuestras bases de inferenciaanalógica a efectos de valoración de las artes depesca en el pasado.

Agradecimientos

Guadalupe López Monteagudo (CSIC, Madrid) tuvo lagentileza de proporcionarnos las imágenes de mosaicosque aparecen en las figuras 2 y 10. Eufrasia Roselló (UAM)aportó su revisión crítica a varias versiones del manuscrito.

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