De la poética juvenil de Karol Wojtyla Valoración de sus dos poemas -Mousiké-

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    Bogdan PiotrowskiDe la potica juvenil de Karol Wojtyla Valoracin de sus dos poemas "Mousik"

    Pensamiento y Cultura, nm. 10, noviembre, 2007, pp. 69-102,Universidad de La Sabana

    Colombia

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  • Pensamiento y Cultura z ISSN 0123-0999 Vol. 10 z Noviembre de 200769

    De la potica juvenil de Karol Wojtyla

    Recibido: 2007 - 09 - 28Aprobado: 2007 - 10 - 31

    69-102pensam.cult. z ISSN 0123-0999

    De la potica juvenil de Karol WojtyaVALORACIN DE SUS DOS POEMAS MOUSIK

    Bogdan Piotrowski*

    Resumen: el artculo es resultado de la investigacin sobre la creacin literaria de Karol Wojtyla, espe-cialmente sobre su potica juvenil y sus dos poemas Mousik. Acerca al lector hispano a diferentes aspec-tos de esta importante manifestacin de la literatura universal del siglo XX, entre otros, la cronologa de la publicacin de los primeros poemas, la concepcin de arte potica, los anuncios del Nuevo Humanismo y la contribucin del joven Karol Wojtya, etc. Una amplia bibliografa que se encuentra al final del estudio com-prueba el uso de fuentes originales.

    Palabras clave: Karol Wojtya, Juan Pablo II, poesa, nuevo humanismo, potica, literatura universal.

    Abstract: This article results from a research on Karol Wojtylas literature creation, especially on his young poetry and his two poems titled Mousik. It helps Spaniard readers to get closer to different aspects of this important demonstration of the XX century universal literature. Some of these aspects are: the order in which the first poems were published; the poetic arts conception; the New Humanism announcements; young Karol Wojtylas contributions, etc. Original sources were used, as it can be seen in the large Bibliogra-phy the reader will find at the end of this paper.

    Key words: Karol Wojtyla, John Paul II, poetry, New Humanism, poetics, universal literature.

    Rsum : cet article est le rsultat dune recherche sur la cration littraire de Karol Wojtyla, particu-lirement sur sa potique juvnile et ses deux pomes Mousik. On rapproche le lecteur hispanique des plusieurs aspects de cette importante manifestation de la littrature universel du XXme sicle, notamment, la chronologie de la publication de ses premiers pomes, la conception de lart potique, les annonces du Nouveau Humanisme ainsi que la contribution du jeune Karol Wojtyla. Une large bibliographie qui se trouve la fin de ltude aide vrifier lutilisation des sources originales.

    Mots cls : Karol Wojtyla, Jean-Paul II, posie, nouveau humanisme, potique, littrature universel.

    * Doctor en Ciencias Humanas, Universidad de Varsovia (Polonia). Director Departamento de Lengua y Literatura, Universidad de La Sabana, Campus Universitario Puente del Comn, Cha, Cundinamarca, (Colombia). [email protected]

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    Desde las primeras intervenciones de Juan Pablo II, el mundo percibi que este Papa revelaba otra sensibilidad y hablaba otro len-guaje. Mezclaba la poesa con la filosofa e in-vitaba a la reflexin sobre el ser humano y la realidad circundante. Se centraba en los valores que consideraba fundamentales para respon-der al llamado de los tiempos. Sin embargo, si conocemos la evolucin del pensamiento y de la creacin de Karol Wojtya, huelga decir que sus ideas de madurez continuaron los plantea-mientos que haba concebido con anterioridad y que muchas de sus ideas de madurez se per-ciben desde su juventud. Podramos hasta ase-verar que los versos escritos en la juventud le sirvieron a Juan Pablo II como una especie de taller lingstico y literario, lo que se reflej con los aos en la fuerza de su arte potica y, espe-cialmente, en el lenguaje de sus homilas.

    Por estas razones, conocer su creacin lri-ca juvenil resulta de mucho inters, y su poema Mousik tiene un valor especial: es su primer texto artstico conocido. Al final de ste aparece la fecha 31 de diciembre de 1938; por enton-ces, su autor, Lolek como lo llamaban cario-samente sus familiares y amigos, tena apenas dieciocho aos. El texto es tanto ms interesante cuanto que, unos meses despus, Karol Wojtya escribi otro poema con el mismo ttulo. Ambos fueron elaborados en Cracovia, adonde el joven bachiller se haba trasladado con su padre en el verano de 1938 desde su pequea ciudad natal, Wadowice. Hasta hoy, ninguno de los dos poe-mas ha sido traducido al espaol.

    Ciertamente conviene presentar al lector el mbito que rodeaba al joven poeta y la poca en que concibi las dos versiones de Mousik. En la presente introduccin, adems de ofrecer una visin biogrfica del joven Karol, tratare-mos reflejar el medio cultural y los momentos histricos de esa poca. Esbozaremos una bre-

    ve cronologa de la publicacin de sus primeros poemas y arriesgaremos algunas consideracio-nes sobre su primer libro conocido, que puede llevar dos ttulos: Salterio renacentista o Libro eslavo. Igualmente nos detendremos en el arte potica del autor, cuyas ideas, a pesar de su juventud, sorprenden por sus originales apre-ciaciones, por su madurez y, sobre todo, por la vigencia de sus planteamientos. Estos ltimos permiten constatar que hasta en su poesa juve-nil se anuncia el Nuevo Humanismo que Juan Pablo II desarrollara posteriormente. Al final aportaremos unas apreciaciones crticas y efec-tuaremos un anlisis comparativo de los dos poemas, para terminar con unas conclusiones.

    Estampa biogrfica del joven Karol Wojtya

    Karol Wojtya naci en Wadowice el 18 de mayo de 1920. La Wadowice de antes de la Segunda Guerra Mundial, aunque era una ciu-dad pequea, de apenas siete mil habitantes, no tena el estigma de provinciana. Sus pobla-dores estaban al tanto de los acontecimientos culturales del pas y frecuentemente reciban a personalidades de la vida literaria y artstica nacional. En mltiples ocasiones, Karol Wojtya subray sus fuertes vnculos con la ciudad de su infancia y de su temprana juventud. Inclu-so manifest alguna vez que tena la impresin de que Wadowice le haba dado ms de lo que habra podido darle Cracovia. Siempre enfatiz el impacto que el espritu de la ciudad y el es-pritu de la tierra ejercieron sobre l, y la fran-queza del modo de pensar de sus gentes, que contribuyeron de modo indudable a cimentar su propia concepcin de la cultura. Wadowice permaneci en su memoria como su lugar de origen, su fuente espiritual, la raz de su iden-tidad. All regres unos das despus de haber-se ordenado sacerdote, y tambin despus de ser elegido obispo y cardenal. Igualmente, en

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    De la potica juvenil de Karol Wojtyla

    su primera peregrinacin papal a Polonia, los habitantes de su ciudad natal tuvieron el privi-legio de recibirlo en su condicin de sucesor de san Pedro.

    Karol Wojtya realiz sus estudios de pri-maria en el Colegio Masculino Marcin Wado-wita de la ciudad real de Wadowice y all mismo se gradu como bachiller. Siempre se destac como un excelente estudiante y la ma-yor parte del tiempo recibi las calificaciones de muy bueno y excelente1, de lo cual dan testimonio los recuerdos de los profesores y de los alumnos, pero tambin los certificados y las actas escolares. Esta extraordinaria capacidad de formacin tambin lo caracteriz durante sus aos universitarios. En los aos del colegio se destacaba igualmente por su trato amistoso, su elevada cultura, su disposicin de servicio y su sentido de liderazgo. Por ejemplo, presida el Consejo Estudiantil, perteneca al Crculo de Historiadores, participaba activamente en las actividades y en las ceremonias acadmi-cas del colegio (homenaje a Pulaski, discurso sobre la educacin polaca en el exterior, fiestas nacionales, etc.)2. Durante la visita al colegio del prncipe Adn Sapieha, arzobispo de Cracovia, l le dirigi el discurso en nombre de los estu-diantes. Fue miembro de la Sodalicia Mariana del Colegio. No sorprende, pues, que, en la cere-monia de grado, haya sido Karol Wojtya quien, por sus dones y su rendimiento acadmico, pro-nunci el discurso de agradecimiento de los ba-chilleres en presencia de las autoridades.

    Con frecuencia asista a los encuentros de egresados. Despus, en mltiples ocasiones, re-cordara que, en la parte superior del portn de ese establecimiento educativo, aparecan graba-dos el escudo y los siguientes versos de Tibulo siglo i a. C.:

    Casta placente superis pura cum veste veniteEt manibus puris sumite fontis aquam,

    que, en traduccin libre, podra interpre-tarse como:

    Los celestiales apreciaban las cosas limpias, y con vestidos impecablesy con las manos limpias tomaban el agua de la fuente.

    De cierto modo, este lema se volvi su con-signa personal. Su colegio le proporcion las eficaces herramientas de una slida formacin humanista en literatura, historia, latn, griego y alemn, adems de numerosas aficiones artsti-cas como dibujo, canto y teatro.

    All aprendi a valorar el arte, a participar en sus manifestaciones y a crear. Comenz a escribir poesa. En los aos del colegio, recuer-da uno de sus amigos, Lolek comenz escri-bir poesas; esto fue probablemente en quinto, cuando uno de nuestros entremetidos compa-eros lo descubri y divulg la noticia3. Ley con fascinacin a los clsicos polacos y a los de la literatura universal. Desde los aos ado-lescentes vivi deslumbrado por los versos del poeta-filsofo Cyprian Kamil Norwid, y esta admiracin lo acompaara a lo largo de la vida, algo fcilmente comprobable en sus homilas pontificias. Fue Norwid especialmente por su poema Promethidion quien le inspir al joven Wojtya la admiracin por el trabajo, tanto fsi-co como intelectual, en su dimensin salvfica, pues gracias a ste el hombre es perfectible, ca-paz de cultivar valores culturales y espirituales. Karol Wojtya se identific toda su vida con la idea del gran vate romntico polaco de que en los escalones del altar, el arte alcanza su cum-bre. Ya en esa poca, la presencia de Dios mar-caba la personalidad del joven Wojtya y se ha-ca visible en su creacin artstica y en todas sus actividades cotidianas. Otro amigo del colegio, Antoni Bohdanowicz, evoca: Despus de ha-ber terminado una materia, Lolek pasaba a otro cuarto y regresaba de all despus de un rato. Una vez, la puerta estaba entrecerrada, y vi que Lolek rezaba arrodillado en el reclinatorio4.

    1 Cfr. A. Boniecki MIC, ks. Kalendarium zycia Karola Wojtyy (Calendario de la vida de Karol Wojtyla), Znak, Krakw, 2000; especialmente, pp. 31-40.

    2 Ibd., pp. 36 y ss.

    3 J. Kus, Jak go zapamietalem [As lo recuerdo], en J. Kydrynski, Mlodziencze lata Karola Wojtyy. Wspomnienia [Los aos juveniles de Karol Wojtya. Recuerdos], Oficyna Cracovia, Krakw, 1990, pp. 65-66.

    4 A. Bohdanowicz, Wspomnienia kolegi z klasy [Los recuerdos de un amigo del saln de clase], en Kydrynski, ob. cit., p. 24; adems hay amplias apreciaciones sobre su modo de orar en las pp. 27-28.

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    En Wadowice, Karol Wojtya estren sus dotes histrinicas. Hay testimonios de que ya en 1933 declamaba pblicamente en los actos oficiales del colegio5. Actuaba en varios grupos de teatro y hasta diriga espectculos. En 1935 represent a Hemn en Antgona. En febrero del ao siguiente actu como Gucio en Sluby panienskie [Votos de seoritas] de Aleksander Fredro y, unos meses despus, en septiembre, codirigi La no-divina comedia del vate romn-tico Zygmunt Krasinski, drama en el que re-present al conde Enrique. En febrero de 1937 represent dos papeles, Von Kostryn y Kirkor, en el drama de Mickiewicz Balladyna. Un ao despus protagoniz la obra de Stanislaw Wys-pianski Segismundo Augusto.

    Al final de los aos escolares, el joven Ka-rol conoci al tambin joven profesor de litera-tura polaca Mieczyslaw Kotlarczyk, quien haca poco haba sustentado, en la Universidad Jage-llona, su tesis doctoral, la cual versaba sobre el teatro. Luego desarroll con l una entraable amistad, y ambos fundaron el Teatro Raps-dico, donde crearon un nuevo gnero dram-tico que despert la admiracin hasta de los especialistas, adems de fervorosos aplausos de los espectadores. Se conservan reveladoras cartas que le mandaba desde Cracovia el joven Wojtya a su amigo de Wadowice. Ms adelante aprovecharemos algunos fragmentos muy sig-nificativos de esta correspondencia en nuestros comentarios.

    Hoy la educacin es uno de los temas ms discutidos. La sociedad brinda varias solucio-nes al problema que aqulla plantea, pero noso-tros, refirindonos a la confesin autobiogrfica del Santo Padre, queremos insistir en la impor-tancia de la formacin que los propios padres aportan a sus hijos. En la entrevista concedida a Andr Frossard, Juan Pablo II subray:

    Mi padre era admirable, y casi todos mis re-cuerdos de infancia y adolescencia se refieren a l. Los violentos golpes que tuvo que sopor-tar abrieron en l una profunda espiritualidad,

    y su dolor se haca oracin. El mero hecho de verle arrodillarse tuvo una influencia decisiva en mis aos de juventud. Era tan exigente con-sigo mismo, que no tena necesidad de mos-trarse exigente con su hijo: bastaba su ejemplo para inculcar disciplina y sentido del deber 6.

    Una actitud ejemplar puede impactar no solamente a los hijos sino tambin a los amigos de los hijos. Aprovechemos las reminiscencias de Juliusz Kydrynski, un amigo del papa, quien recuerda as a Wojtya padre:

    Era un hombre extraordinario. Siempre son-riente, menudo y totalmente canoso, ligera-mente encorvado, daba la impresin de ser mayor de lo que era. Era un hombre de una gran cultura y de una bondad y una delicadeza angelicales. Ya escrib en una oportunidad que si alguna vez me imaginaba a un hombre santo, pero simultneamente profunda y sabiamente vinculado a la vida, el padre de Karol podra ser un ejemplo7.

    En el caso del joven Karol, la figura del pa-dre es ms llamativa si recordamos que su ma-dre lo dej hurfano a los nueve aos de edad. La ausencia de la madre gener un gran vaco en la vida interior del joven. Lo podemos dedu-cir del poema Nad Twoja mogila [Sobre tu blanca tumba]. En l, adems de consideraciones acer-ca de la muerte, de su misterio y del dolor que conlleva, hallamos una conmovedora expresin de nostalgia por la presencia materna. Esta ao-ranza de una madre encontraba alivio, de al-gn modo, en los gestos generosos y llenos de bondad de Jadwiga Lewaj, su maestra privada de francs, y de Aleksandra Kydrynska ma-dre de su amigo Julin, a quien hasta llamaba mam. A Irena Szkocka le deca abuelita8.

    Para entender la vocacin literaria y aca-dmica de Karol Wojtya es conveniente citar el comentario de Juan Pablo II referente a su moti-vacin al escoger carrera universitaria:

    5 Boniecki MIC, ob. cit., p. 36.

    6 A. Frossard, No tengis miedo, Barcelona, Plaza y Jans, 1982, p. 12-13.7 J. Kydrynski, Namaszczony z Krakowa [El ungido de Cracovia],

    en ob. cit., p. 103.8 Boniecki MIC, ob. cit.; respectivamente, pp. 62 y 47.

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    De la potica juvenil de Karol Wojtyla

    A propsito de los estudios, deseo subrayar que mi eleccin de la filologa polaca estuvo moti-vada por una clara predisposicin hacia la lite-ratura. Sin embargo, ya durante el primer ao atrajo mi atencin el estudio de la lengua misma. Estudibamos la gramtica descriptiva del po-laco moderno y al mismo tiempo la evolucin histrica de la lengua, con un particular inters por el viejo tronco eslavo. Esto me introdujo en horizontes completamente nuevos, para no de-cir que en el misterio mismo de la palabra. La pa-labra, antes de ser pronunciada en el escenario, vive en la historia del hombre como dimensin fundamental de su experiencia espiritual. En ltima instancia remite al insondable misterio de Dios mismo. Redescubrir la palabra a travs de los estudios literarios y lingsticos me acerca-ba al misterio de la Palabra, de esa Palabra a la cual nos referimos cada da en la oracin del Angelus: La Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros (Jn. 1, 14). Comprend ms tarde que los estudios de filologa polaca preparaban en m el terreno para otro tipo de intereses y de estudios. Predisponan mi nimo para acercarme a la filosofa y a la teologa9.

    Como se ve, Karol Wojtya sigui el cami-no que Dios le indic.

    Podemos suponer que la alegra del joven Karol al ser admitido como estudiante de filolo-ga polaca en la Universidad Jagellona fue enor-me, por el prestigio y por la tradicin de sta. La academia de Cracovia fue fundada en 1364 por Casimiro III el Grande y es la ms antigua de esa parte de Europa, ms que cualquiera de las universidades de Alemania. Al penetrar en sus aulas, todo estudiante percibe el peso de la tradicin de seis siglos de pensamiento cientfi-co y poltico de Polonia que se ha desarrollado de manera decisiva en esa cuna de la cultura y del patriotismo polacos. Con ese smbolo se identifica lo ms preciado, lo ms duradero y lo ms bello en la nacin. Todos los polacos re-cuerdan que por esa alma mter ha pasado un interminable desfile de grandes compatriotas admirados en el mundo entero, como Gregorio Sanocensis, Nicols Coprnico, Jan Kochanows-ki, Andrzej Frycz-Modrzewski, Jan Sniadecki,

    H. Kollataj, K. Estreicher, K. Morawski, K. Ol-szewski, Z. Wrblewski, T. Lehr-Splawinski, A. Krzyzanowski, varios premios Nobel, etc.

    Segn el testimonio de L. Petecki, Karol Wojtya asisti en la primera fila a la misa inau-gural del ao acadmico en la iglesia acadmica de Santa Ana10 y luego particip en el cortejo ceremonial que, encabezado por Su Magnifi-cencia, recorri Planty la zona verde que ro-dea parte de la muralla medieval y el viejo cas-co urbano. El rector Tadeusz Lehr-Splawinski, quien ostentaba los cetros de oro regalados por los reyes de Polonia, era acompaado tradi-cionalmente por las autoridades acadmicas, vestidas con togas adornadas con pieles de ar-mio. Es muy probable que al joven estudiante lo impresionara tambin la biblioteca, que que-daba en el Collegium Maius, el edificio gtico ms antiguo de la universidad, que se conserva hasta ahora.

    Obedeciendo a su vocacin artstica, Ka-rol Wojtya emprendi los estudios de filologa polaca y tuvo como profesores a cientficos tan renombrados como S. Kolaczkowski, K. Nits-ch, S. Pigon, T. Lehr-Splawinski, K. Wyka, St. Urbanczyk, H. Oesterreicher, M. Malecki, L. Kamykowski, J. Spytkowski y S. Bednarski. Se destac entre el estudiantado por su prepara-cin y por su dedicacin al estudio, y su actitud era apreciada no solamente entre los profeso-res sino tambin por parte de los estudiantes. Una de sus compaeras de grupo, Krystyna Zbijewska, evoca: Un condiscpulo llamaba la atencin en los talleres y los seminarios por sus respuestas y por su evidente aplicacin: Karol Wojtya. No sabamos mucho de l, fuera de que provena de Wadowice y escriba poe-mas. Y una cosa ms: que era un idealista de opiniones progresistas, casi radicales; algunos lo apodaban el socialista. Silencioso, calmado, formal11. Otra amiga, Maria Bobrownicka, ex-pres esta opinin: Era considerado muy ca-paz e inteligente por los compaeros, aunque jams quera lucirse, no creaba alrededor de s

    9 Juan Pablo II, Don y misterio, Madrid, bac, 1996, pp. 21-22.

    10 Boniecki MIC, ob. cit., p. 44.11 K. Zbijewska, Laczy nas milosc naszej wsplnej Alma Mater

    [Nos une el amor a nuestra comn Alma Mter], en Kydrynski, ob. cit., p. 170.

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    Bogdan Piotrowski

    un aura de genialidad. Lo estimaba muchsimo el profesor Wyka12. La madurez de su pensa-miento ya en la adolescencia sorprenda a quie-nes lo trataban.

    Para completar este retrato del joven Karol Wojtya de la poca de Cracovia aprovechemos tambin los recuerdos de uno de sus amigos ms cercanos de ese entonces, Juliusz Kydryns-ki despus de ms de medio siglo, Juan Pablo II seguira apreciando la amistad con l y con su familia13, quien lo retrat de esta manera:

    Con su gran sentido del humor y su indudable encanto social, que haca que todos aquellos con quienes se encontraba en la vida lo quisie-ran y, despus de haberlo conocido, apreciaran su enorme camaradera y su amable partici-pacin en nuestra vida estudiantil, Karol era, sin embargo, esto se senta mucho ms serio que nosotros, algo ms encerrado en s mismo, como si siempre estuviera resolviendo proble-mas que lo sobrepasaban. []. Es difcil defi-nirlo, pero alrededor de ese muchacho exista un aura que impona una manera de compor-tamiento. El hecho es que, aunque nos senta-mos muy cmodos en su presencia, al mismo tiempo evitbamos, medio conscientes de ello, ciertas conversaciones, comportamientos y chistes, por otra parte muy propios de nues-tra edad moza. Simplemente sentamos que, al lado de Karol, no era decoroso comportarse o hablar brutal o indecentemente. De otra parte, a menudo, bromeando entre nosotros, tambin le hacamos bromas a l, algo que siempre reci-ba con una sonrisa indulgente, y, a veces, cuan-do alguien se sobrepasaba, sacuda la cabeza y, con la misma sonrisa, lo mximo que deca era: Ah, tonto, tonto, y jams le pas por la cabe-za ofenderse o mirar mal al burlador14.

    Este tipo de apreciaciones se repite, por lo general, entre sus colegas y amigos15. El futuro papa se destacaba por su seriedad, formacin, preparacin, capacidades, valores y virtudes.

    Podramos tambin agregar que era un excelen-te deportista y se destacaba especialmente en el ftbol y la natacin, como lo recuerda Adam Gatty-Kostyal16.

    Traigamos a colacin los recuerdos de otro de sus amigos, quien lo visit durante la guerra: Cuando mir los libros que haba en el apar-tamento de Karol, de la existencia de muchos de ellos no tena ni la menor idea. Puras obras de filsofos y diversos tratados religiosos17. El mismo personaje recordara:

    En una de nuestras reuniones vespertinas, Ka-rol ley su alegora moral escnica Job. Se de-sat entonces una larga discusin. Debatimos sobre el sentido del regreso a los misterios medievales, sobre la esencia de la metfora que trasladaba un significado pretrito a los tiempos de hoy, sobre los problemas religio-sos y ticos. Karol nos sobrepasaba en cada aspecto de esto gracias a su conocimiento de obras de las cuales los dems no tenamos la menor idea18.

    Estos recuerdos, adems de confirmar la excepcional personalidad de Karol Wojtya, comprueban que desde su juventud se fue cris-talizando su concepcin del arte y de la cultu-ra con slidos cimientos en la religin catlica. Tambin la tica constitua uno de los puntos focales de su creacin. Resulta fcil constatar que esos pilares mantuvieron su vigencia a lo largo de toda la obra artstica wojtyiana.

    Los aos de la guerraEl 1o. de septiembre de 1939, en el momen-

    to de la invasin nazi a Cracovia, Karol Wojtya se encontraba en la catedral de Wawel con el fin de confesarse y recibir la comunin, como era su costumbre, especialmente, el primer vier-nes de cada mes. El padre Kazimierz Figlewicz recuerda que esa maana, en un ambiente ge-neralizado de pavor, el joven Karol le sirvi de monaguillo entre los aullidos de las alarmas y las explosiones de las bombas19.12 Cit. en Boniecki MIC, ob. cit., p. 42.

    13 Juan Pablo II, ob. cit., pp. 52-53.14 J. Kydrynski, Namaszczony z Krakowa [El ungido de Cracovia],

    ob. cit.; respectivamente, pp. 97 y 99.15 Podemos, por ejemplo, indicar los comentarios de Maria Bobrownic-

    ka, Franciszek Kleszcz, Irena Orlewiczowa, Danura Michalowska y otros, en Boniecki MIC, ob. cit., pp. 42-47.

    16 Ver ibd., p. 47.17 T. Kwiatkowski, Karol, en Kydrynski, ob. cit., p. 80.18 Ibd., p. 83.19 Cit. en Boniecki MIC, ob. cit., p. 47.

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    De la potica juvenil de Karol Wojtyla

    El joven Karol huy de los alemanes con su padre y se dirigi al oriente de Polonia, pero, en vista de la invasin sovitica, su destino cambi obligatoriamente, y decidieron regresar a Cra-covia. Como la gran mayora de los polacos, carecan de noticias de muchos de sus familia-res y amigos. Comenz un perodo de terror y de penuria, limitaciones y privaciones, pues haba que hacer largas filas hasta para comprar el pan20. Para no ser deportado a Alemania a pagar trabajos forzados, Karol Wojtya consi-gui trabajo, primero, en el restaurante de un familiar y, luego, en la cantera de Zakrzwek. En sus testimonios, compaeros de trabajo suyos como Jzef Pachacz, Jan Zyla, Klemens Witkowski, Marian Piwowarczyk, Blazer Trela, Franciszek Labus y otros21 subrayan su cumpli-miento del deber, su esfuerzo y su permanente disposicin a ayudar a quien lo necesitara. En el verano de 1941 comenz a trabajar en la fbri-ca de productos qumicos Solvay. Tambin sus colegas en este puesto de trabajo, como Jzef Dudek, Franciszek Poluta, Wladyslaw Cieluch, Antoni Englot, Stefania Burda y Stefania Kos-cielniakowa, adems de subrayar sus virtudes como trabajador, dan testimonio de su dedica-cin, en cualquier momento libre, al estudio y, especialmente, a la oracin22. Tena fama de ser muy piadoso.

    Muchos de sus amigos y conocidos sufrie-ron distintos tipos de padecimientos y algunos hasta perecieron durante los aos de la segunda guerra mundial. Por ejemplo, Juliusz Kydrynski estuvo detenido en Auschwitz, y Jerzy Zachuta, tambin seminarista clandestino, fue detenido por la Gestapo y fusilado. El 18 de febrero de 1941, por falta de cuidados adecuados, muri Karol Wojtya padre, y el joven qued, adems de hurfano, sin pariente cercano alguno.

    Ms adelante, Karol Wojtya se pregun-tara con frecuencia por qu Dios permiti la tragedia de la guerra. El impacto de la invasin hitleriana y de la ocupacin urga respuestas a

    preguntas difciles y aun imposibles de contes-tar. El sentido de justicia y de responsabilidad le hizo dirigir amargas y desgarradoras palabras a su amigo Mieczyslaw Kotlarczyk. Dos meses despus del ataque nazi a Polonia, el estudiante de segundo ao de filologa polaca escribi:

    He aqu a Polonia. La veo, como t la ves, pero no la haba visto hasta ahora []. Su idea (es decir, la de una Polonia justa) viva en nosotros como generacin romntica, pero no estaba en la realidad, porque se torturaba y encarcelaba al campesino cuando le reclamaba sus dere-chos al gobierno, porque senta su hora de An-helli [], porque tuvo la razn y el derecho, y se guiaba la nacin y se decan mentiras, y a sus hijos, como en los tiempos de las repar-ticiones, vientos contrarios los arrearon por el mundo por qu? para que no tuvieran que pudrirse en las crceles patrias. De verdad nos hemos liberado? Pienso que nuestra liberacin debera ser la puerta de Cristo23.

    La fe y la esperanza siempre estaban vivas en l y lo acompaaban firmemente hasta en los momentos ms dolorosos. Stanislaw Urban-czyk, uno de los profesores universitarios de Karol Wojtya, comenta as, despus de muchos aos, esas lneas:

    Las palabras citadas de Karol Wojtya, en ese entonces estudiante ya de segundo ao de fi-lologa polaca, nacieron bajo la influencia de la conmocin que vivi en septiembre de 1939 aquella generacin de polacos; hoy la recuer-dan slo los compatriotas que tienen sesenta aos o ms. Wojtya como se ve vivi pro-fundamente la emigracin de ese entonces en busca del pan, sobre todo a Francia y Blgica, y las huelgas campesinas, reprimidas sangrien-tamente por la polica del gobierno nacional de derecha de antes de la guerra. La misma conmocin vivieron los profesores de la Uni-versidad Jagellona que permanecieron en el campo de concentracin de Sachsenhausen, donde se encontraron con los mineros polacos de Westfalia y con los activistas campesinos de la Gran Polonia y la Pomerania. Me acuer-do de que Michal Siedlicki deca en voz alta: 20 Karol Wojtya lo seala en su carta de Mediados de septiembre de

    1939, dirigida a Mieczyslaw Kotlarczyk.21 Cit. en Boniecki MIC, ob. cit., pp. 59-60.22 Ibd., pp. 66-68.

    23 K. Wojtya, en carta del 2 de noviembre de 1939, dirigida a Mieczys-law Kotlarczyk.

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    Bogdan Piotrowski

    ramos injustos, no cuidbamos a nuestros hermanos, obreros y campesinos. Dmonos golpes de pecho porque somos culpables; sin embargo, ahora sabremos vivir. Muri unos das despus. Palabras similares me dijo Stefan Kloczkowski sin presentir que le quedaban dos semanas de vida24.

    La tragedia siempre reclama actos de con-ciencia. La sensibilidad de Karol Wojtya lo exi-ga mucho ms an.

    A pesar del profundo drama personal, so-cial y nacional vivido en esa poca, el joven Ka-rol se esforz no solamente en sobrevivir sino tambin en desarrollar su personalidad. A pesar de que la universidad estuviera oficialmente ce-rrada, l participaba en los cursos que se dicta-ban clandestinamente y expona su vida como lo hacan sus profesores. Su objetivo comn era preservar la cultura polaca. As continu estu-diando la gran literatura polaca, pero tambin la universal.

    En febrero de 1940 conoci a Jan Tyranows-ki. El encuentro con este promotor de la forma-cin mstica entre los jvenes le cambi la vida. Fue l quien le ense que no basta aprender de Dios sino que hay que vivir a Dios. Para el joven Karol, la realidad y la existencia adqui-rieron una nueva dimensin, aunque en algu-nos puntos no estaba plenamente de acuerdo con aqul. Ms tarde escribi: Parece que Jan subrayaba demasiado cierta separacin de la vida, interpretada con demasiada rigidez. Por ejemplo, no dispona de una visin plena de asuntos sobrenaturales como el matrimonio y la labor creativa en lo profesional, lo social y lo cultural. En relacin con la vida, el cristianismo es mucho ms valiente que como l lo proyec-taba25. Es importante sealar, igualmente, que fue Tyranowski quien por primera vez le ha-bl a Wojtya de san Juan de la Cruz26. Es bien

    sabido que el mstico espaol ejerci una gran influencia en la formacin filosfica y en la con-cepcin cultural y potica de Karol Wojtya. El estudiante encontr en la creacin de san Juan de la Cruz la respuesta a las preguntas funda-mentales sobre la existencia y sobre los lazos de la realidad con Dios, pero tambin sobre la soledad en que se encontraba y que tuvo que vivir de manera muy intensa en los aos de la ocupacin hitleriana, experimentando perma-nentemente el temor, las amenazas y la penu-ria. No ha de extraarnos que despus sostu-viese firmemente que hay que salvar lo terrenal para la eternidad. Las circunstancias histricas reclamaban lazos de cercana con l y la pre-sencia de Dios.

    Podemos observar, entonces, que, durante los dramticos aos de la guerra, Karol Wojtya reforz su formacin cultural. Continu crean-do. Escribi poesa. Su obra literaria demuestra sus hondas races cristianas y su rechazo al lai-cismo creciente. En 1940 elabor los dramas Job y Jeremas, inspirados en sus lecturas del Anti-guo Testamento. Mas el joven dramaturgo tam-bin practic el teatro de otro modo en los aos de la ocupacin alemana. Junto a Mieczyslaw Kotlarczyk fund en agosto de 1941 el Teatro Rapsdico, donde, a pesar de la prohibicin de las autoridades nazis, ambos montaban peri-dicamente espectculos con otros amigos. Se reunieron ms de cien veces para ensayar. Li-mitando la escenografa al mximo y centran-do su arte en la palabra, con apoyo musical, el grupo logr preparar diez ttulos y ofrecer, en la clandestinidad absoluta, veintids puestas en escena, presentadas en los apartamentos de diferentes amigos, por razones de seguridad. A las representaciones acudan amigos de los ar-tistas, pero tambin personalidades de la vida cultural de Cracovia. El primer drama, Krl-Duch [El rey-espritu], del vate romntico Juliusz Slowacki, fue representado el 1o. de noviembre de 1941, y Wojtya tuvo el papel protagnico del rey Boleslao el Temerario27. La obra se vol-

    24 S. Urbanczyk, Uniwersytet Karola Wojtyy, en Kydrynski, ob. cit., pp. 153-154.

    25 K. Wojtya, Aby Chrystus sie nami poslugiwal [Para que Cristo se sirva de nosostros], Krakw, 1979, pp. 25-26.

    26 El mismo Karol Wojtya lo destac en su artculo Apstol (Tygodnik Powszechny, 5, 35, 1949, pp. 8-9), donde rindi el homenaje a la memo-ria de J. Tyranowski. Luego lo coment en su famosa entrevista con Andr Frossard.

    27 Sin embargo, ya antes, en septiembre de 1940, haban presentado el acto ii de Uciekla mi przepireczka [Se me escap la codorniz] de S. Ze-romski. En esta poca tambin empezaron a hacer ensayos de Hamlet de Shakespeare.

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    vi a presentar cuatro veces. Pero ya el 14 de fe-brero del ao siguiente se estren Beniowski. El joven Karol, visto su compromiso y apreciadas sus dotes, siempre interpretaba papeles princi-pales. En la lista de estrenos de la poca de la guerra del Teatro Rapsdico tambin aparecen ttulos como Hymny [Himnos] y Wesele [Boda] de Wyspianski, Portret artysty [Retrato del artista] de Norwid, Pan Tadeusz [Don Tadeo] de Mickiewicz y Samuel Zborowski de Slowacki. Aclaremos que varios espectculos, a pesar de haber sido pre-parados por el grupo, nunca se estrenaron: frag-mentos de prosa, Lalka [Mueca] de B. Prus, Quo vadis de H. Sienkiewicz, Popioly [Cenizas] de S. Zeromski, Chlopi [Campesinos] de W. Reymont en 1941-1942, Boska Komedia [La divina comedia] de Dante Alighieri en 1944 y Milosierdzie [Mi-sericordia] y Straszne dzieci [Hijos terribles] de K. H. Rostworowski en 1944-194528. En condicio-nes absolutamente adversas, la palabra polaca, aunque desterrada del teatro y perseguida por el enemigo, defenda su razn de ser y mante-na viva la llama de su espritu.

    Para completar esta visin de los aos de la guerra en relacin con la biografa de Karol Wojtya resulta imprescindible aludir a otro importante aspecto. En octubre de 1942 inici clandestinamente sus estudios en la Facultad de Teologa de la Universidad Jagellona como clrigo del Seminario de la Arquidicesis de Cracovia, que funcionaba en conspiracin. Cier-tamente, esa decisin obedeca a su firme vo-cacin y probaba su intensa vida interior, pero tambin manifestaba su fuerte voluntad de de-fender el espritu ante las insistentes y brutales acciones de los hitlerianos, quienes pretendan aniquilar la cultura polaca.

    Cronologa de la publicacin de los primeros poemas

    Los primeros versos de Karol Wojtya de los cuales tenemos referencia formaban el libro de poesas titulado Ballady beskidzkie [Baladas de

    los Beskidy]. Probablemente, estos textos fueron elaborados en 1938, o incluso antes, pero, infor-tunadamente parece, no se conservaron. Se sabe que apelaban a motivos folclricos y le-gendarios de Cracovia. Algunos antiguos ami-gos de Lolek crean recordar que estas prime-rsimas poesas tenan influencia de los poetas del grupo Skamander29. Su potica se caracteri-zaba por tratar temas de la cotidianidad, pero aluda a la vida cultural y poltica del pas, que haca poco haba recuperado la independencia. En oposicin a la vanguardia, los skamande-ristas retomaban conscientemente elementos de la tradicin nacional, especialmente de los romnticos, y conservaban la construccin cl-sica de los versos. Frecuentemente conceban el yo lrico como un hombre gris, un hombre del comn. Ciertamente, estos ecos literarios son perceptibles en la creacin juvenil de Karol Wojtya.

    La primera presentacin pblica de su poesa tuvo lugar el sbado 15 de octubre de 1938 en el Saln Azul de la Casa Catlica ac-tualmente, la sede de la Orquesta Filarmnica de Cracovia. La velada literaria, titulada Puente de lamos como camino, la protagoniz el grupo literario ms joven de Cracovia as lo anuncia-ba la prensa, integrado por Jerzy Bober, Jerzy Kalamacki, Tadeusz A. Kwiatkowski y Karol Wojtya. El ttulo de la reunin se haba tomado de uno de los poemas de Jerzy Kalamacki30. El cartel impreso con ese motivo informaba que los versos de los jvenes poetas seran recita-dos por cinco personas: A. Hajdyswna, L. Ja-blonska, H. Krlikiewiczwna, S. Sokolowski y J. Stwora. Y aunque realmente fue as, el joven Karol opt por declamar personalmente sus poemas. Una de las asistentes recordara aos despus: Fue una recitacin simultneamente expresiva y sencilla, caracterizada por una dic-

    28 M. Kotlarczyk, 25 lat Teatru Rapsodycznego [25 aos del Teatro Rapsdico], Krakw, 1966; segn Boniecki MIC, ob. cit., p. 65.

    29 El grupo Skamander se form alrededor de la revista del mismo nom-bre. Inicialmente lo conformaron los cinco poetas Jerzy Iwaszkiewicz, Jan Lechon, Antoni Slonimski, Julian Tuwim y Kazimierz Wierzynski, pero luego muchos otros escritores se sintieron atrados por sus pos-tulados, aunque nunca lanzaron un manifiesto artstico. Sus miem-bros promovan actitudes de individualidad y de originalidad esttica y postulaban la vinculacin de la poesa con el presente y la alabanza de todas las manifestaciones de la vida.

    30 B. Jerzy, Prycza w prycze [Camastro junto a camastro], en Kydrynski, ob. cit., p. 14.

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    cin impecablemente precisa y un fraseo suma-mente particular. Ejecutada, en fin, con una voz de una tonalidad especialmente bella, clida, suave, no muy baja, que expresaba su intimi-dad; una voz caracterstica slo de l: al mismo tiempo, vigorosa y sonora31.

    Otro asistente al recital y amigo de Wojtya, Juliusz Kydrynski, recordaba haber escuchado unos poemas algo largos, creados segn la for-ma de las baladas populares, de temtica regio-nal de los montes de Beskidy y que contenan motivos dramticos32. l tambin apreci su originalidad y le llam atencin la excelente re-citacin del autor. Lamentablemente no se co-nocen los textos ni los ttulos de esas poesas. Perduraron slo como recuerdos.

    Es posible que el joven Lolek hubiera ledo algunos de ellos unas semanas antes, en el ver-ano del 1938, cuando cumpla un trabajo social, con otros jvenes admitidos a la Universidad Jagellona de Cracovia, en un campamento en Zubrzyca Grna. Uno de sus compaeros de ese entonces, con quien entabl una amistad basada en los intereses literarios comunes, Jerzy Bober participante, luego, en la mencio-nada noche de poesa, recuerda que ambos adolescentes se daban a conocer mutuamente sus creaciones lricas y discutan animadamen-te sobre la importancia del contenido y de la forma en la literatura tradicional y en la de la vanguardia33. No se puede descartar que esos poemas constituyeran el desaparecido poemario Baladas de Beskidy.

    Ya hemos sealado que la primera versin del poema Mousik lleva la fecha 31 de di-ciembre de 1938; pero los dems poemas juveni-les de Karol Wojtya que conocemos provienen de la primavera de 1939. Fueron publicados, bajo diferentes ttulos y en distintas versiones: 1. Sonety. Magnificat [Sonetos. Magnficat], 2.

    Psalterz. Ksiega slowianska [Salterio. Libro eslavo] y, finalmente, 3. Renesansowy psalterz (Ksiega slo-wianska) [Salterio renacentista (Libro eslavo)].

    La iniciativa de la aparicin de estos ver-sos fue de Stanislaw Dziedzic, quien entreg para su publicacin, en 1995, el primer libro, que contiene diecisiete sonetos, el himno Ma-gnficat, un Postfacio de su autora y el texto Wiosna przyniosla mi te mysli [La prima-vera me trajo estos pensamientos] de Zofia Kotlarczykowa. Es de sealar que todos los so-netos y el Magnficat, adems de impresos, aparecen acompaados de los facsmiles de los originales, hecho inapreciable para los estudios filolgicos, teniendo en cuenta sobre todo el he-cho de que los editores estaban autorizados a introducir modificaciones en los textos.

    La segunda edicin apareci al ao si-guiente y lleva la dedicatoria A Emilia, mi madre e incluye la poesa sin ttulo conocida como Nad Twoja biala mogila [Sobre tu blanca tumba]. Es ms amplia que la prece-dente, y su contenido resulta verdaderamente revelador. Hay que sealar que hasta el poema mencionado constituye una verdadera primi-cia, puesto que, en las ediciones oficiales de la editorial Znak, se lo haba conocido en una versin abreviada de tres estrofas, mientras que en sta contiene cinco cuartetos, es decir casi el doble, y el contenido vara. Pero no terminan aqu las sorpresas. Despus vienen el texto del autor Do sonetw [A los sonetos] y, ahora s, los diecisiete sonetos. Adems aparece un extenso conjunto potico desconocido, titulado Symphonie-Scalenia [Symphonie-Uniones], compuesto por Biesiada (Poezja) [Banquete (Poesa)], Poemat o sobie [Poema de s mis-mo], Dopelnienie do sonetw [Comple-mento de los sonetos], Mousik y Slowo-Lo-gos (Rapsod) [Palabra-Logos (Rapsodia)], (un pie de pgina advierte que, en el manuscrito, la palabra logos est escrita en griego). El libro se cierra con Magnificat (Hymn) [Magnficat (Himno)], editado como anteriormente, pero seguido de Przypisy do `Psalterza. Ksiegi slowianskiej [Anotaciones a `Salterio. Libro eslavo], texto hasta entonces tampoco cono-

    31 D. Michalowska, Wazne dwa tygodnie [Dos semanas importan-tes], en Kydrynski, ob. cit., p. 113.

    32 K. Dybciak, Karol Wojtya a literatura, [Karol Wojtya y la literatura], Biblos, Tarnw, 1991, p. 61.

    33 B. Jerzy, Prycza w prycze [Camastro junto a camastro], en Ky-drynski, ob. cit., p. 10.

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    De la potica juvenil de Karol Wojtyla

    cido. El editor adjunt a esta publicacin un Postfacio que es una versin ms amplia del que haba publicado previamente y que lleva como ttulo Piesniany wladyka [El amo de los cantares].

    En ambas ediciones, los sonetos estn nu-merados con cifras romanas, pero en su pre-sentacin podemos observar pequeas varia-ciones formales. En la edicin de 1995, slo un soneto, el que lleva el nmero xiii, tiene sub-ttulo, el cual dice: y, de nuevo, mi soneto se dirige al amigo. En la edicin del ao sigui-ente, varios sonetos tienen subttulo: i (Carta al amigo), ii (Carta al amigo), iii (Carta al amigo), vii (Carta al amigo), xiii (Carta al amigo) y, finalmente, xvii (A los amigos). Sealemos, igualmente, el cambio del subttulo del soneto xiii entre una y otra ediciones.

    Adems hay que advertir que en la segun-da edicin aparecen dos fechas que tambin le dan significado al conjunto potico, especial-mente porque delimitan un parntesis temporal de creacin. Al soneto i lo precede la indicacin Cracovia, primavera de 1939, y al pie del so-neto xvii aparece: (termin el da de san Juan) 1939. Estas pequeas modificaciones tienen un significado paratextual cuya importancia no podemos ignorar. A este tema regresaremos.

    La tercera versin, Renesansowy psalterz (Ksiega slowianska) [Salterio renacentista (Libro es-lavo)] es un lbum en el que a las poesas, por solicitud del Santo Padre, las acompaan bellas fotografas de Adam Bujak. Fue la editorial Bi-aly Kruk, de Cracovia, la que llev a cabo su publicacin en 1999. Marek Skwarnicki pre-senta unas palabras introductorias en Poezja mlodosci [Poesa de la juventud]. sta es la edicin ms amplia, e incluye poemas no apa-recidos en las anteriores y jams publicados, aparte de algunos cuyas versiones son diferen-tes a las de las ediciones anteriores. Se abre con la dedicatoria A Emilia, mi madre y con el poema conocido como Nad Twoja biala mo-gila [Sobre tu blanca tumba], que consta de cinco cuartetos, pero en una versin algo distin-ta a la editada por Stanislaw Dziedzic. Siguen

    Piesn poranna [Canto matutino], diecio-cho sonetos y los poemas a gdy przyszedl Dawid do ziemi macierzy swej [ y cuan-do David lleg a su patria], Poezja (Uczta czarnoleska) [Poesa (Banquete de Czarno-las)] titulada, en la versin de 1996, Biesia-da (Poezja) (poemat o sobie) (dopelnienie do sonetw) [Banquete (Poesa) (poema de s mismo) (anotaciones a los sonetos)], Mou-sik, Slowo-Logos [Palabra-Logos], Ballada wawelskich arkad [Balada de las arcadas de Wawel] y Harfiarz [El arpi-sta]. Conviene sealar que su editor, Marek Skwarnicki, fue autorizado por Juan Pablo II a determinar las versiones finales que confor-maran esa edicin.

    En la presentacin, Skwarnicki hace unas interesantes aclaraciones referentes al ttu-lo y al contenido del poemario. Seala, entre otras cosas, que, a pesar de que el ttulo evoca los salmos, stos se hallan ms bien ausentes en los versos. Por otra parte, en esa edicin se incluyeron por primera vez dos poemas lla-mados salmos por el mismo joven Wojtya: Canto matutino e y cuando David lleg a su patria. Adems encontramos origina-les descripciones de las distintas partes del Salterio renacentista, como Sonetos-Bocetos, Symphonie-Uniones, Balada, Rapsodia. Skwarnicki subraya, adems, el claro deseo de integracin armoniosa de todos los poemas en un todo msico-lrico, sustentando su juicio en la evidente intencionalidad de todos los ttulos y subttulos, que constituyen una verdadera estructura paratextual34. Igualmente indica que en esta creacin potica an se percibe la influ-encia de los escritores representativos de la jo-ven Polonia modernista posromntica, lo cual constituye un hito diferenciador, desde el pun-to de vista formal y lingstico, con respecto a su poesa posterior. Sin embargo, hay que enfa-tizar que desde las primeras manifestaciones hasta la obra madura se percibe una evidente

    34 M. Skwarnicki, Poezja mlodosci [Poesa de juventud], en Wojtya, Karol, Renesansowy psalterz (Ksiega slowianska) [Salterio renacentista (Li-bro eslavo)], Adam Bujak Poezje slowem i swiatlem pisane [Poesas escritas con palabras y luz]; Wydawnictwo Bialy Kruk, Krakw, 1999, pp. 9.

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    continuidad del planteamiento conceptual y del mbito cultural, algo que siempre ha atra-do la atencin de los lectores.

    Para ilustrar las apreciaciones del clebre editor conviene citarlo brevemente:

    Vale la pena agregar que, en la pgina titular del texto mecanografiado de Salterio renacen-tista que constituye la ltima versin del autor y el fundamento de esta edicin aparece como autor David. Otras partes del texto testimo-nian que el joven creador pretenda identificar-se con la figura del Rey David, poeta y pastor.

    Se identifica, sin embargo, no slo con el sacer-dote y profeta hebreo sino tambin con el anti-guo eslavo vidente y vaticinador que sigui la historia de su pueblo. El hecho de relacionar tan estrechamente las tradiciones judaica, gre-corromana y eslava antigua evoca la concep-cin del arte y de la cultura de Cyprian Kamil Norwid. Otro patrono de la poesa del joven Karol Wojtya es Estanislao Wyspianski, quien pobl de divinidades griegas el monte Wawel para captar el sentido de la vida humana y el sentido de la historia nacional. Esta tradicin la sostienen y desarrollan los poemas de Salterio renacentista35.

    Es comprensible, pues, que la poesa juve-nil de Karol Wojtya constituya la piedra angu-lar de la adecuada apreciacin de toda su obra literaria.

    El arte potica

    Si los poemas mismos contienen de for-ma implcita su concepcin del arte potica, el epistolario de Karol Wojtya con su amigo Mie-czyslaw Kotlarczyk constituye una asombrosa y fidedigna fuente que atestigua la excepcional madurez artstica y los amplios horizontes inte-lectuales del joven estudiante. En la carta fecha-da 7-x-1940 se hallan sorprendentes conside-raciones acerca de su visin terica del arte y de su propia creacin:

    En cuanto a la llama que se encendi en m, creo que depende muy estrechamente de la

    actuacin de la Fuerza Superior. No es as lo siento una artesana sino un vuelo de arran-que. No quiero decir simplemente: la actua-cin de la Gracia. De otra parte, todo es actua-cin de la Gracia, todo puede ser la actuacin de la Gracia; solamente hay que saber y, sobre todo, querer colaborar con ella. []. Resulta supongo que hay que saber responder a la Gracia con Humildad. Entonces la lucha por la Poesa va a ser, en esta dimensin, la lucha por la Humildad.

    Adems, no hay tanto como t piensas. Duran-te mucho tiempo llevo estas cosas en m y as ocurre, mientras no estn terminadas inter-namente en m, no me permiten (exactamente) escribirlas. Naturalmente, me dejo llevar. La vida arrastra e impone cierto afn. Pero ars lon-ga: se puede decir aqu en otro sentido, el de siempre. Ars longa.

    [] De verdad, Miecio, no hay mucho; pueden ser, en total, unas 100-120 pginas. Otra cosa el ciclo de proyectos, pero esto es apenas una semilla en el suelo. [] Que Dios, Padre To-dopoderoso, te ayude y bendiga en todos tus planes.

    Los hombres nuevos tienen que ser: hombres de Dios.

    [] En todos nuestros asuntos apoymonos en la oracin. No olviden que somos miembros de la comunin de los Santos. La oracin es la atraccin mutua entre la Gracia y nosotros.

    Y todo es actuacin de la Gracia!36.

    En este fragmento encontramos varios ele-mentos de inters en relacin con el tema que queremos aclarar, aunque sea de modo muy breve. Antes de pasar a comentarios ms am-plios es conveniente sealar una costumbre personal de Karol Wojtya, la cual empez a practicar en su juventud y conserv hasta sus ltimos das. Antes de consignar sus ideas en el papel, pula sus versos en su memoria. Cuando eran apenas semillas, como deca, tena que

    35 Ibd., pp. 8-9.

    36 Z. Kotlarczykowa, Wiosna przyniosla mi te mysli [La prima-vera me trajo estos pensamientos], en K. Wojtya, Sonety. Magnifi-cat, [Sonetos. Magnficat], Wydawnictwo Literackie, Krakw, 1995, pp. 52-53.

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    cultivarlos, hacerlos crecer. Unos aos despus de la poca bajo estudio expres en un poema que el pensamiento es un espacio asombroso. El poeta-filsofo norwidiano pula internamen-te cada expresin, la perfeccionaba, la ajustaba a todas las exigencias, y solamente cuando res-ponda plenamente a sus expectativas la verta a travs de la escritura. Podramos afirmar que su acto artstico era una prueba de su ejemplar conciencia intelectual.

    Wojtya sigue la tradicin de la inspiracin divina del arte y ve al artista como un co-crea-dor, al lado de Dios. Asume en su plenitud el concepto de filiacin divina y se considera sen-cillamente un instrumento que trata de respon-der adecuadamente a los retos planteados. Para l, el artista, como todo hombre, busca y aplica la perfectibilidad, pero lo hace con ms ahnco que todos. En este sentido, ya divisa los rasgos del nuevo humanismo y abriga la idea de que los hombres nuevos deben sentirse hombres de Dios. l mismo acta como un poeta de Dios.

    Es menester sealar que no hay unanimi-dad entre los crticos acerca de la clasificacin de su poesa. Algunos por ejemplo, Elzbieta Feliksiak sostienen que Karol Wojtya empren-de el camino que tomaron exponentes de la poe-sa metafsica como san Gregorio, san Juan de la Cruz, Goethe, Hlderlin, Mickiewicz, Krasins-ki, Norwid, Wyspianski, Whitman y Pound37. Otros, como Wieslaw Pawel Szymanski, niegan este carcter, aunque afirman su gran dosis de religiosidad. El ltimo sostiene firmemente:

    La poesa de Karol Wojtya reside, toda, en la Iglesia. Incluso, como lo veremos, cuando ha-bla de la patria secular. Porque la direccin del proceso del pensamiento de Wojtya revelada en su poesa es sta: la patria la Patria la Iglesia. Hay, en esta lrica no lo ocultaremos momentos de cansancio y hasta de rebelin. No obstante, la lrica de Karol Wojtya no es una lrica mstica. El racionalismo y la msti-ca tal vez no sean dominios cohesivos. A decir

    verdad, la poesa de Wojtya es profundamente como ninguna otra poesa polaca excepto la de Norwid racionalista. Todo lo que contiene y revela constituye un trabajo de pensamiento. []. Pero la verdad sea dicha existe en su creacin potica un momento tal vez se pue-da captarlo y describirlo en que, sin renun-ciar al pensamiento, Wojtya pasa claramente al lado de la fe. Esta fe, como punto de la llegada, como fondo, es redescubierta, sin embargo, por un camino racional. Esto ocurre cuando Wojtya supera, en su poesa, el problema del desdo-blamiento o de la fisin o de la incohe-rencia, eliminando definitivamente, por lo mismo, la oposicin externo-interno y al-canzando la paz que resulta del sentimiento de unidad de la existencia38.

    Compartamos, igualmente las opiniones de otro importante crtico, Waldemar Smaszcz, quien tambin subraya el gran valor de la reli-giosidad en la obra de nuestro autor y quien, al mismo tiempo, destaca su alta apreciacin del lenguaje potico: Karol Wojtya repitmoslo desde sus primeros poemas hablaba de Dios y del hombre inscrito en la obra divina de la sal-vacin. No absolutizaba la poesa, pero tena tambin la conciencia de su valor excepcional, porque el conocimiento potico no se puede reemplazar por ningn otro39. Una vez ms descuella la concepcin unitaria del arte de Wojtya.

    El poeta parece conciliar desde muy joven la fe y la razn. En todos sus poemas juveniles irradia abundantemente la presencia de Cristo. Como aspiraba llevarlo a cabo el joven Karol, esttica va a la par con su concepcin teolgica. An ms: en sus versos, Dios creador est re-presentado expresamente como un artista: Es-cultor Todopoderoso, Padre de la Gran Poe-sa, Tallador de las figuras de los Santos

    Es menester, igualmente, recalcar que Ka-rol Wojtya form su visin histrica de la li-teratura polaca contempornea. Manejaba sus

    37 Cfr. E. Feliksiak, Karola Wojtyy poetyckie powroty do zrdel [Los regresos poticos de Karol Wojtya a las fuentes], en E. Feliksiak et al., O poezji Karola Wojtyy [De la poesa de Karol Wojtya], Filia Uniwersyte-tu Warszawskiego w Bialymstoku, Bialystok, 1991, p. 96.

    38 W. P. Szymanski, Z mroku korzeni [De la penumbra de las races], Calva-narium, Kalwaria Zebrzydowska, 1989, p. 22.

    39 W. Smaszcz, O czytaniu poezji Karola Wojtyly [De la lectura de la poesa de Karol Wojtyla], en Wojtya, Karol, Poezje wybrane [Poemas seleccionados], PAX, Warszawa, 1995, p.106.

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    propios criterios de valoracin, interpretaba las ideas y las ideologas plasmadas en las obras, analizaba formalmente los distintos procedi-mientos argumentativos y las estructuras, pon-deraba los diferentes estilos, compulsaba los diferentes lenguajes y expresiones. Era capaz de enfrontar diferentes crticas y demostrar la validez de sus puntos de vista. En fin, tambin estaba en condiciones de oponerse a las modas o a la fascinacin de algunos lectores por cier-tos autores del momento que gozaban de gene-rosa acogida.

    En los aos juveniles de Wojtya, la tra-dicin potica polaca del esteticismo se haba impuesto, de cierto modo, a los extremos. Pa-rece que fue Nalkowska quien manifest que, en su prosa, ninguna palabra poda aparecer dos veces en la misma pgina. El poeta-filso-fo norwidiano se aleja con premeditacin de estos postulados y busca ms bien demostrar la fuerza natural de la palabra, que siempre abraza una riqueza semntica inagotable. Unas interesantes inquietudes al respecto expone un profesor de la Universidad Jagellona, Wieslaw Pawel Szymanski, quien apunta:

    Entonces, si en las obras de Karol Wojtya, en el espacio de menos de veinte versos, encon-tramos varias veces la misma palabra, cmo llamaremos a esta poesa a la luz de la opinin de Nalkowska? Por el momento, mientras no la descifremos, esteticismo? Si una misma palabra aparece ms de diez veces en un bre-ve fragmento de una obra, hay tal vez que mirar este hecho como un recurso consciente, funcionalizado? Quizs Wojtya simplemen-te usa la palabra a su modo? Usndola reite-radamente como un agricultor utiliza siempre la misma herramienta, quiere quizs llamar la atencin del lector? Quizs la poesa de Ka-rol Wojtya no es solamente poesa? Quizs es un trabajo conscientemente hecho con de-terminado objetivo?40.

    Por tradicin se haba interpretado la pa-labra potica como la que transformaba estti-camente la realidad circundante. Karol Wojtya

    le da otra dimensin. Pretende que la palabra potica exprese con exactitud el pensamiento. De este modo pretende superar los dualismos y lograr la unicidad de la poesa.

    Es muy cierto que en los versos wojtylia-nos podemos encontrar con cierta frecuencia el uso reiterado de ciertos vocablos. Esta repeti-cin es intencional, tiene su objetivo: pretende acercar al lector a la realidad de la palabra y le otorga a sta unas dimensiones desconocidas de belleza. Al respecto, el mismo crtico seal con mucho tino:

    No obstante qued sin respuesta la pregunta por el valor esttico de la palabra desnuda, la palabra repetida varias veces en los fragmentos de las obras. Dicho valor existe. Mas es como si estuviera ausente de los textos de Wojtya. Slo aparece cuando leemos esta lrica en voz alta. En ese momento, una misma palabra puede sonar distinta cada vez que se pronuncie. La escala de entonaciones de una misma palabra resulta muy grande. Y ste es el ltimo argu-mento de la tesis de que Karol Wojtya vea sus poesas como rapsodias41.

    En efecto, la lrica de Karol Wojtya es una poesa perfectamente teatral. Sus valores se des-tacan durante la recitacin, por los juegos de sus lneas meldicas, por el amplio despliegue de imgenes, por el condensado contenido de las emociones de la vida interior del yo lrico que logran afianzar lazos con la realidad externa. Un papel sumamente importante ejerce la es-tructura dialgica de los poemas, con frecuencia reforzada por preguntas, puntos suspensivos y exclamaciones. La reiteracin de una palabra, tan caracterstica de esta poesa, es un elemento ms del conjunto de estos recursos.

    Para apreciar adecuadamente el arte po-tica de Karol Wojtya conviene traer a colacin el juicio valorativo de uno de los representantes de su generacin, compaero de estudios suyo y, luego, apreciado poeta y celebrado crtico li-terario, Tadeusz Kwiatkowski:

    40 Szymanski, ob. cit., p. 10. 41 Ibd., p. 17.

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    De la potica juvenil de Karol Wojtyla

    Desde los tiempos universitarios hizo un gran progreso, madur cada ms, y la muerte de su padre ahond su sensibilidad hacia los asun-tos definitivos que tienen tanta presencia en la poesa romntica. Los fragmentos que recitaba Karol sonaban con tonos totalmente distintos a los que yo imaginaba en mis lecturas solita-rias. Entonces entend que los versos de Karol se originaban en el sustrato de la tradicin ms-tico-escatolgica. Y nosotros los jvenes, a la sazn apenas escritores prometedores, haba-mos cedido a la fascinacin de la vanguardia, dedicada a la forma moderna y alejada de los cnones de las estilsticas antiguas. Contra este fondo, los versos de Karol parecan anticuados ensayos filosofantes que tenan poco en comn con la realidad. ramos superficiales vasallos de las novedades. Sobre todo yo, que antes de la guerra me mova en el ambiente de los escri-tores y pintores de izquierda, quienes negaban todo lo escrito antes de la primera guerra mun-dial. No escriba poesas porque me atraa ms la prosa, pero la poesa la meda segn sus mo-delos. Karol me abri los ojos sobre la esencia del contenido y la misin de la poesa42.

    Las palabras citadas nos permiten, indu-dablemente, comprender mejor la originalidad de la creacin del poeta-filsofo norwidiano, su lugar particular, alejado de las tendencias de moda, en la evolucin de la poesa polaca, pero tambin de la universal. El joven Karol, indife-rente a las opiniones circulantes y convencido de sus razones, trazaba y emprenda su propio camino artstico.

    En toda la labor creativa de su juventud, y a pesar de la trgica guerra, Karol Wojtya opt por los valores universales que se fundamentan en la trada clsica constituida por la verdad, el bien y la belleza. En consecuencia, tambin des-de sus aos de adolescencia concibi el amor y la libertad como rasgos antropolgicos insosla-yables para lograr las condiciones del verdade-ro crecimiento de la persona43. Para el poeta, el arte tiene la alta funcin de enaltecer al hombre y contribuir al perfeccionamiento de su propia existencia y de sus relaciones con los dems. l

    intenta actualizar estos aspectos de la larga his-toria del Occidente y demostrar su imperecede-ra validez universal.

    As mismo, el joven estudiante intenta de abrazar tres grandes tendencias muy presentes en la tradicin de la cultura polaca: la antige-dad clsica, el cristianismo y las races eslavas. Busca una sntesis de diferentes modelos cul-turales con base en la profunda conviccin de que aqulla slo se logra por medio del dilo-go. Naturalmente, el arte contribuye, a travs de numerosos elementos conceptuales, a la consolidacin de los efectos esperados y a la promocin de la tolerancia y el respeto. Esta actitud juvenil de apertura hacia el otro per-durar a lo largo de toda la actuacin de Karol Wojtya, primero, y, luego, de Juan Pablo II. En estos primeros momentos, sin duda, anuncia la gran fascinacin por la libertad de la persona que siempre lo caracterizara. En vista de las reiteradas demostraciones de la presencia de elementos del cristianismo en esta poesa, no consideramos necesario insistir en ellos. En cambio nos gustara sentar unas breves consi-deraciones en relacin con las tradiciones esla-va y griega antigua.

    En los poemas juveniles abundan antiguos elementos eslavos: lozanos robles y tilos, miel, colmenas y trigo, entre los naturales, y tambin los ritos paganos, especialmente, la fiesta sob-tka, del solsticio del 21 de junio, que en Polonia y, de hecho, en todo Occidente se relacion despus con la fiesta de san Juan. En los so-netos, como lo exiga la tradicin popular, los personajes tocan instrumentos, cantan y bailan alrededor de las fogatas, echan hierbas arom-ticas en stas para garantizar la buena salud y lanzan coronas de flores a los ros para proteger sus campos y sus casas de las inundaciones. No se olvide que una de las versiones conocidas del libro de poesa juvenil de Wojtya se titula Libro eslavo, lo cual tambin comprueba su in-tensa fascinacin por la cultura de los antiguos habitantes de Polonia y de las regiones del cen-tro y del oriente de Europa.

    Por otra parte, algunos ttulos de poemas tambin dan pistas de su gran aprecio de la cul-

    42 Kwiatkowski, ob. cit., pp. 77-78.43 Cfr. K. Dybciak, Postfacio, en ob. cit., p. 279.

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    tura helena. Como ejemplos limitmonos a citar Mousik y Logos. Sealemos, no obstante, que son numerosos los nombres alusivos a la Antigedad griega: Acrpolis, rdenes jnico y drico, Dionisos, Afrodita, Hera, Pitgoras, etc. El poeta percibe que la cultura griega, los ves-tigios eslavos y el cristianismo son testimonios de las distintas etapas de la evolucin europea y que todos ellos, gracias a su diferencia, contribu-yen a la pluralidad cultural de la Europa una.

    La utilizacin de motivos universales y na-cionales pretende abarcar el espacio y el tiempo y, mediante su entrelazamiento, afirmar la tra-dicin con la cual el autor se siente identificado y a la cual quiere certificar su pertenencia. A los motivos poticos se atribuyen consecuencias existenciales, y, por ende, el pensamiento invita a la realizacin de actos que afiancen la identi-dad del individuo y de la colectividad a la cual pertenece. Segn esta interpretacin, la historia permite construir el futuro. Esta proyeccin de la esperanza se debe a un fuerte optimismo pero tambin a cierta desilusin e inconformi-dad con el presente. No olvidemos que estos poemas fueron escritos durante la palpable tensin vivida antes de la invasin y durante la inhumana ocupacin nazi.

    Para cerrar estas consideraciones sobre los aspectos tericos y estticos del arte potica de Karol Wojtya es pertinente citar una carta que le escribi a su amigo Mieczyslaw Kotlarczyk dos meses y medio despus del estallido de la segunda guerra mundial. El contenido de estas lneas epistolares revela una verdadera propues-ta programtica; an ms: todo un manifiesto artstico. A pesar de que el texto es algo extenso, lo incluimos casi en su totalidad en vista de su excepcional valor documental y de que hasta ahora no haba sido traducido al espaol. A pe-sar de las numerosas referencias especficas a la cultura de Polonia, la exposicin no representa dificultades para su adecuada comprensin y conlleva muchos propsitos que podran con-siderarse de alcance universal:

    Mi ms querido hermano:Te mando estos fragmentos de Libro eslavo. Los le aqu, y tambin otros, a Zosia, y para ti

    transcribo esta tarea de anhelos primaverales, este asunto de mi alma y de mi corazn.

    Hay que precisar esta idea que perdura en no-sotros, hay que exteriorizar esta tendencia que mueve la corriente de nuestra juventud pero no ha podido manifestarse. Y esta corriente tiene en nosotros una fuente comn: el Amor profundo, la Libertad eslava y srmata y ya no slo el deseo sino el anhelo de la Belleza. Lo que hemos hablado a veces en la calle Duga: que el Arte no es nicamente una verdad rea-lista o slo un juego sino, sobre todo, una su-perestructura, una mirada adelante y arriba, la compaera de la religin y la gua que nos con-duce por el camino que lleva a Dios; y que tiene la dimensin de un romntico arco iris: desde la tierra y desde el corazn del hombre hacia el infinito. Entonces, delante de ella, aparecen horizontes ms grandes, gigantescos, metafsi-cos y angelicales. Y as ha sido sobre todo en nuestra tierra, en Polonia. Es lo que separa, por ejemplo, a Wyspianski de Shakespeare; lo que los separa y los diferencia. [].

    Se trata de un canto impregnado del espritu polaco y eslavo. La primavera me trajo estos pensamientos, la primavera nostlgica y com-partida con tanta cercana a ustedes me inspiro estas consideraciones. Hay en ellas, en cierto modo, una sntesis de la juventud: y Cristo de un nuevo medioevo y el amor a Cracovia y el smbolo de Wawel y los recuerdos de los Beski-dy, de sobtka, de Wowro44 y de nosotros. Es la confesin de la fe y la pena de la juventud en la superacin de cada lugar comn y del facilis-mo y, por as decirlo, una tarea filosfica.

    Porque quera crear una brecha. Iba en contra de mis colegas, que se seguan maravillando de la grandilocuencia de Tuwim, de la maravillo-sa expresin lo reconozco de Liebert, de la beligerancia nacional partidista de Galczynski y, finalmente, de la lrica pantesta de Lesmian Canto del eslavo, Sonetos. Nosotros, la gene-racin ms joven, tenemos la fe de Poln, que fue un sodalis de Mara y se protega el pecho con el escapulario como con un escudo. La po-

    44 Wowro: Jedrzej Wawro (1864-1937) fue un clebre tallador que escul-pa figuras en madera, especialmente las de los santos. Sus esculturas, expresin del folclor, despertaban la admiracin hasta de los clebres artistas profesionales, sobre todo por su ornamentacin, que abunda-ba en pjaros, ramas floridas y rboles. Su obra se puede apreciar en museos y colecciones privadas.

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    De la potica juvenil de Karol Wojtyla

    lonidad latina, apoyada en el cristianismo, es una fuerza enorme, un reino del espritu, una idea digna del amor supremo. Porque, para no-sotros, el espritu es ms que la violencia y que la espada; porque, en nosotros, las races de la Belleza han penetrado profundamente; porque nuestra Belleza y nuestro arte son de nuestra Nacin y para nuestra Nacin: es los cantos de los vates, el teatro de Wyspianski, los Libros de Kasprowicz y la filosofa de Norwid! En ella est la lnea de la gran poesa polaca, un canto que sigue sonando, que la nacin, como en el Gnesis del espritu, entonaba con la fuer-za del trabajo penoso y del sacrificio orienta-do a lo alto y a la liberacin, mientras que, en nuestro arte de antes de la guerra, slo haba importaciones, romances, comedias sosas y verdes, todo tan inautntico, tan no-polaco, tan no-eslavo, ni de Cristo ni de Dios.

    Tenemos que renacer y diferenciarnos. Y un intento juvenil de eso son estos poemas lricos: sonetos, sinfonas e himnos. En la carta hay unas cuantas muestras. Me resulta difcil trans-cribirlo todo. [].

    Quizs te extraar, Miecio querido, que sean poemas lricos. Hemos hablado bastante de esto precisamente, con Zosia! Por eso te voy a enu-merar las causas, sobre las que he reflexionado mucho: primero, una especie de orden interior y, simplemente, la imposicin de cierto gnero; luego, el trabajo a ratos y una enorme fragmen-tariedad en su elaboracin, mientras que un drama exige una continuidad y una concentra-cin; tercera razn: la juventud. No pienses que no he probado el pan de Apolo. S; pero no que-d contento con los resultados. En mi interior hay un montn de proyectos apenas intuidos, apenas esbozados, que necesitan calma, trabajo y madurez. Ves? Estoy apenas aprendiendo a hablar con estos versos, antes de poder con-versar. Adems, a m se me ocurren imgenes muy teatrales. En una oportunidad me lo sea-l Emil Zegadlowicz. Y, por cierto, tambin el hecho de haber tenido tan pocas posibilidades de expresarme teatralmente. Porque, a decir verdad, desde Judas no he actuado nada.

    Admiro tu teatro y quisiera, verdaderamente, co-crearlo, porque sera muy distinto de todo lo polaco y no rebajara al hombre sino lo enaltecera y lo hara irradiar, y no lo daara sino lo volvera un ngel.

    Tal es en m la voluntad de trabajar en la futura Patria. Yo, como artista, no soy un caballero de espada, pero quisiera construir su teatro y su poesa, hasta con media paga, con entusiasmo y xtasis, con toda el alma eslava, con todo el es-mero y la juventud, con las mangas recogidas, manos a la obra! []. Ojal haya entusiasmo en tu corazn ardiente!, ojal haya jvenes y santos, cristianos y franciscanos!

    Es todo45.

    Hay muchos pasajes de las cartas dirigi-das a Mieczyslaw Kotlarczyk Miecio, como lo llamaban familiarmente que invitan a la reflexin artstica y despiertan el asombro. No es usual que un joven de menos de veinte aos tenga una concepcin tan estructurada, tan vas-ta, tan slida y, al mismo tiempo, tan profunda y tan precisa sobre la cultura, el arte y la religin. Era algo excepcional entonces, y sigue sindolo. Un perspicaz aspirante a polonista que apenas inicia sus estudios percibe claramente las de-ficiencias de la cultura contempornea y em-prende el espinoso camino de cambiarla. Por eso, con plena conciencia y gran tranquilidad, opta por ir contra la corriente dominante. No teme ser ridiculizado por sus amigos. Los he-chos que recuerdan quienes lo rodeaban en esa poca lo comprueban.

    Si el rebelde joven Arthur Rimbaud gener, con su arbitraria concepcin de las asociaciones gratuitas, una revolucin en la historia del arte, tambin el joven Wojtya tiene el mpetu para invitar a sus coetneos a dar un giro artstico. No siente temor ni respeto al pretender crear una brecha que permita devolverle al arte su verdadera dimensin y otorgarle de nuevo la posibilidad de ejercer las funciones que ha ejer-cido a lo largo de su evolucin. En este sentido, recoge un trmino que es patrimonio de una ideologa opuesta a la suya y sostiene que el arte es una superestructura y que debe mirar adelante y arriba. Sus posibilidades son infi-nitas como las combinaciones de los colores del arco iris, pero debe someterse a una condicin:

    45 Carta de Karol Wojtya a Mieczyslaw Kotlarczyk (14-xi-1939), en Kot-larczykowa, ob. cit., pp. 50-52.

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    proyectarse desde la tierra y desde el corazn del hombre hacia el Infinito. Observamos que, ya a la edad de diecinueve aos, nuestro poeta protestaba contra la secularizacin de la cultura contempornea.

    Ya en ese entonces, sus versos constituan uno de los ms esenciales caminos de conoci-miento y de profundizacin en los misterios de la vida y del mundo, una especie del labo-ratorio del corazn, la mente y la imaginacin, un importante testimonio de experiencia espi-ritual46, como lo seal Stanislaw Dziedzic, el benemrito divulgador de la poesa juvenil de Karol Wojtya.

    Los anuncios del Nuevo Humanismo y la contribucin

    del joven Karol Wojtya

    En pginas anteriores hemos aludido al Nuevo Humanismo que desarroll con tanto empeo Karol Wojtya hasta lograr que Juan Pablo II se convirtiera en su mximo represen-tante; pero el tema es tan significativo que se precisa esclarecer algunos aspectos ms.

    De la carta del 14 de noviembre del 1939 se deduce fcilmente que el Libro eslavo que cono-cemos es slo una parte de la produccin po-tica de sus aos adolescentes conservada hasta nuestros das. Pero lo que conocemos despliega una riqueza conceptual enorme, rebosante de ideas programticas y, al mismo tiempo, univer-sales. Los crticos han clasificado estos poemas como iuvenilia, y estamos de acuerdo con ellos en cuanto dicha etiqueta alude a la edad del au-tor y, por consiguiente, tambin a la forma y al lenguaje de su obra, de cierto modo prestados. Sin embargo, su trasfondo filosfico, esttico, tico y antropolgico resulta sumamente ma-duro y revelador. An ms: se anticipa por de-cenios el marco terico del Nuevo Humanismo promovido a finales del siglo xx!

    Cules son los elementos del Nuevo Huma-nismo que, plasmados en las pginas de Lolek, nos autorizan a hablar de su actitud precursora?

    Primero que todo, su visin es una reac-cin a la creciente tendencia laicista del mate-rialismo, no slo en cuanto a la ideologa sino tambin contra todos los ismos esteticistas, muy cuestionables desde el punto de vista an-tropolgico y culturolgico. Basndose en la premisa de la unidad de la vida, posicin que refleja indudablemente su fuerte arraigo realis-ta, el joven poeta no quiere seguir los engaosos senderos artsticos de las modas de turno. No acepta la separacin entre el arte y la existen-cia del hombre y su realidad social y cultural. Por eso insiste tanto en la necesidad de culti-var la tradicin literaria de los vates romnti-cos polacos: Mickiewicz, Slowacki, Krasinski y Norwid. En esta lnea, un importante punto de referencia ejerce tambin Stanislaw Wyspians-ki, un destacado modernista o, si se prefiere, un neorromntico.

    En el teatro de Shakeaspeare cristaliz ma-gistralmente el afn renacentista por lo antro-pocntrico. Wojtya pretende dotar al drama de dimensiones metafsicas que amplen sus hori-zontes. Propone una especie de antropotelismo que no ignore, en su proyeccin, la ineludible filiacin divina y que, adems, implique que toda accin del hombre est dirigida a favore-cer al hombre, afirmando el bien y la verdad, es decir la dignidad de la persona. En este sentido evoca a Cristo del Medioevo, pero en una di-mensin nueva y de corte fenomenolgico, en un leguaje deducido directamente de la expe-riencia del hombre para poder entender lo ms humano sin recurrir a interpretaciones tomadas de la realidad extrahumana.

    Por otro lado, la interpretacin del tiempo no poda ser un retroceso. Wojtya jams pens en devolverse a la Edad Media. El nuevo hu-manista vive el presente pero encara el futuro, en su quehacer diario y en su misterio escato-lgico. La apertura a lo que nos rodea permite extraer valiosos materiales para construir. No se necesitan utopas sino perseverancia en el trabajo, madurez en la concepcin creativa.

    46 S. Dziedzic, Pismienny wladyka [El amo de la escritura], en K. Wojtya, Psalterz (Ksiega slowianska) [Salterio (Libro eslavo)], Oficyna Cracovia, Krakw, 1996, p. 65.

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    De la potica juvenil de Karol Wojtyla

    Wojtya escribi la carta en la que le remita sus poemas a su gran amigo Mieczyslaw Kot-larczyk cuando Polonia ya haba vivido un mes y medio bajo la ocupacin nazi. Las noticias eran ms que preocupantes. Una semana antes de su escritura, exactamente el 6 de noviembre de 1939, los alemanes llevaron a cabo su triste-mente clebre Sonderaktion Krakau, que preten-da aniquilar la famosa academia medieval de Cracovia. La memoria colectiva se niega olvidar que los hitlerianos invitaron engaosamente a los profesores de la Universidad Jagellona a una reunin para debatir sobre el futuro de esa alma mter y los llevaron presos a los campos de con-centracin de Sachsenhausen y Dachau.

    Indudablemente, todos los polacos esta-ban conmocionados por ese acontecimiento: Sin embargo, Lolek demuestra gran fortaleza de es-pritu y le escribe a su amigo: Para nosotros, el espritu es ms poderoso que la violencia y que la espada. La expresin es rotunda y no tras-luce sentimiento alguno de angustia o desespe-racin. Las pruebas duras le ayudan al hombre a forjar la entereza, a afirmarse y a encontrar la plenitud. La razn es capaz de asumir el dolor y conservar la esperanza, lo cual constituye otra demostracin de que no existe ninguna contra-diccin entre el conocimiento y la fe.

    El Libro eslavo, como lo defini el autor, es el Amor profundo, la Libertad eslava y sr-mata y ya no slo el deseo sino el anhelo de la Belleza. Se sabe cuntos infortunios caus la libertas aurea srmata en la historia de Polonia, pero el conocimiento del pasado permite enten-der mejor lo que debe construirse. Conocer me-jor las propias limitaciones es ejercer mejor la libertad, condicin imprescindible de todo acto verdaderamente humano. Por ende, el Nuevo Humanismo es siempre una apologa de la li-bertad. El hombre debe disponer del derecho a escoger. Es l quien decide, y jams se lo puede cohibir en su eleccin: este criterio estuvo arrai-gado desde sus aos de adolescencia en la crea-cin del futuro Papa.

    Uno de los principales motores del Nuevo Humanismo es la dialctica entre lo nacional

    y el pluriculturalismo. Con qu anticipacin tuvo en cuenta nuestro autor este aspecto! Po-demos abordar dicha dialgica segn diferen-tes enfoques. Al optar por lo nacional, Wojtya llega a sus races eslavas y latinas, lo cual le per-mite acuar el concepto de polonidad latina, sobre el cual quiere construir la identidad de su nacin y de su cultura. Advierte el peligro de las importaciones, especialmente cuando son vacas, intiles y deformadoras. No obstante, es muy consciente de los procesos dialcticos y puntualiza: Tenemos que renacer y diferen-ciarnos. La diferencia, desde luego, implica la pluralidad pero, para que sta sea enriquece-dora, sus ingredientes deben ser vigorosos y su desarrollo impone un permanente renacer. Su asuncin del legado pagano de los eslavos, que se refleja en los mltiples elementos cultu-rales presentes en los versos que escribi du-rante la ltima primavera previa a la Guerra, y de la tradicin grecorromana testimonia de ma-nera diciente la apertura y la universalidad del cristianismo en la concepcin del joven poeta.

    Su interpretacin culturolgica es religio-sa, por lo que reiteradas veces el joven Wojtya insiste en que el arte debe ser inseparable de la fe. Todo lo que hace el hombre afirma es actuacin de la Gracia Divina; pero hay que saber y, sobre todo, querer colaborar con ella. Por esto esperaba que los hombres futuros fue-ran jvenes y santos, cristianos y francisca-nos, como lo consign en la famosa carta de noviembre de 1939. Un ao despus consign un pensamiento muy parecido: Los hombres nuevos tienen que ser hombres de Dios47.

    Las dos versiones de Mousik

    Los dos poemas Mousik fueron elabo-rados en menos de un ao. El primero lleva al final la anotacin de que le fue inspirado y fue escrito el 31 de diciembre de 1938. Algo muy sintomtico. Cuando todos piensan en festejar el fin del ao y se preparan para el baile de San Silvestre, el joven estudiante Karol Wojtya ela-bora un poema que plasma una visin de las

    47 Carta a Mieczyslaw Kotlarczyk (7-x-1940).

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    contradicciones del mundo. El otro poema se suele diferenciar del primero agregndole el nmero 2 al mismo ttulo. No se conoce la fecha exacta de su creacin; tan slo se sabe que fue escrito en 1939 y que formaba parte de una se-leccin de versos que el poeta le envi con una carta, a mediados de noviembre de 1939, a su amigo Mieczyslaw Kotlarczyk por intermedio de la esposa de ste, Sofa. Los poemas tienen algunos aspectos comunes, pero son notoria-mente distintos, de modo que conviene realizar un anlisis de sus semejanzas y diferencias.

    El ttulo de ambos poemas fue escrito en griego en el manuscrito original, lo cual tiene significado y exige unos comentarios. El solo hecho de que el poeta decida reiterar el ttulo despierta un inters particular. Hacerlo no es corriente. A qu se deber? Es preciso recordar que el trmino mousik abarcaba un campo se-mntico mayor que el que hoy solemos asociar particularmente con la msica. En los tiempos arcaicos, los griegos llamaban mousik a todo el arte, en su triple configuracin de poesa, m-sica y danza. En los dos poemas observamos la convergencia de estos tres componentes y, aunque la figuracin de la danza no es obvia, podemos apreciar claramente la presencia de lo teatral y un movimiento permanente de los elementos en las escenas descritas: por ejem-plo, soplan los vientos, las nubes se desplazan, doblan las campanas, los caballos galopan, se elevan las neblinas, el ro corre y hasta arrastra cosas La meloda se precipita a tierra como un buitre, rompe en pedazos la mortaja de los prados; la tempestad corre sobre corceles ne-gros; los efebos cuelan el bronce; los ngeles re-cogen los cuerpos cados en los campos de bata-lla; las muchachas cantan y bailan, y sus trenzas se mecen. En ambos poemas, el personaje lrico camina, cae, se levanta, corre. Al leer los versos se tiene la sensacin de estar en un teatro qui-zs incluso en un cine en el que las escenas se suceden rpidamente. La visin descrita se per-cibe como una espectacular danza. La dinmica sucesin de las imgenes est acompaada por un sugestivo fondo musical.

    La presencia de la msica es sumamente intensa y se exterioriza de muchas maneras.

    Se oyen desde aires buclicos hasta lgubres tonos de rquiem. El pastor toca la flauta y suenan los cencerros de los rebaos. Resuenan las trompetas angelicales. Otras flautas suenan con tristeza. Tambin retumban cascos de cor-celes, sollozan cuerdas de violn, gimen otras cuerdas plaideras, la lluvia repica en las ven-tanas como tambores en un entierro. Adems de los instrumentos musicales violn, flauta, tambor, rgano, piano, arpa, trompa, trompeta, violonchelo, lad, en la gran msica del mun-do tambin participa la naturaleza: cantan rui-seores, gorjean unos pajaritos mientras otros dejan de trinar, telegrafa el pjaro carpintero, zumban los abejorros, en las montaas lloran y allan criaturas, hay ecos y susurros, el eco se extrava, murmuran los campos

    Si bien los dos poemas comentados se ti-tulan Mousik, el segundo tiene adems un subttulo Sinfona que refuerza el sentido del ttulo pero tambin anuncia el contenido y la composicin del poema. Una sinfona contie-ne mltiples acordes de voces que se funden en una voz unnime, y el poeta inscribe su texto en este campo semntico como una obra que alaba coralmente la magnitud de Dios. En el poema se tocan instrumentos de cuerda, de viento y de percusin s, pero ms que todo son las palabras mismas y sus conjuntos los que can-tan, vibran, suenan, susurran, gimen, etc. En el transcurso del poema se percibe la perfectibili-dad del hombre, anloga al perfeccionamiento histrico de los instrumentos musicales como respuesta a la majestad de la armona csmica. En determinado momento, el yo potico confie-sa: en mi sinfona est la paz. Naturalmente, se refiere a la paz del Seor, a la paz de la entre-ga sin condiciones a Dios, es decir a la acepta-cin incondicional de Su voluntad.

    Entre los motivos musicales introducidos por Karol Wojtya descuella uno en especial: la campana. Las campanas doblan en ambos poe-mas, pero sus taidos resultan ms fuertes en Mousik 2:

    La campana doblaba. Boca abajo,asuma en s la msica: el ser, el no ser.

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    De la potica juvenil de Karol Wojtyla

    El milenario instrumento de bronce se iden-tifica con la msica como representante de la fe, de la religin, mbito donde est en juego la existencia del hombre frente a su desaparicin, a su muerte.

    Al final de poema, la simbologa de la cam-pana adquiere una fuerte valoracin patritica:

    Voy a enganchar los bueyes. Te sacar a la torre,mi campana de bronce! Sobre la torre de Se-gismundo.Vamos a sentirnos ms libres. Tendremos ms espacio. Voy a golpear el pecho con el corazn. Escu-cha, Polonia!

    La campana se convierte en el propio pecho del yo lrico, quien evoca la histrica casi le-gendaria campana de Segismundo, de la po-ca renacentista, que dobla durante las grandes fiestas nacionales y en ocasiones muy especiales por ejemplo, el ascenso de Karol Wojtyla al Trono de San Pedro. Su repicar irradia desde la catedral de Cracovia, en el Castillo Real, hacia todos los rincones del pas. El corazn del vate se convierte en el corazn de la campana de Se-gismundo, y el corazn de la campana parece repicar en el pecho del poeta.

    La campana simboliza, en estas circuns-tancias, una larga tradicin cultural, llena de significacin esttica, pero tambin constituye un elemento vital de la historia de la Iglesia. Gracias a su capacidad de convocatoria, la cam-pana se asocia con los templos, las fiestas, las ceremonias, las santas misas, las liturgias, los ritos. Casi se podra decir que la campana ad-quiere el valor de smbolo de la compleja ima-gen de la Iglesia. Siendo un elemento musical muy significativo, hasta asume su significado como consecuencia de la accin potica pars pro toto metonimia: Msica, amplia casa de bronce!. Su presencia es enftica.

    Tradicionalmente se ha considerado que la msica es capaz de ejercer influencia sobre el intelecto y los sentimientos de las personas. El poeta tambin se inclina por esta apreciacin,

    pero insiste ms en su vnculo con la religin. En este sentido puede haber varios matices. Por ejemplo, la msica funciona como smbolo de la fe y de la religin. Adems puede ser inter-pretada, igualmente, en cuanto presencia real, fsica, porque se desempea como un pilar de la fe. En Mousik 2 hallamos las siguientes imgenes:

    Y la nacin se fue a los templos. Abrieron las iglesias.(La msica de las paredes es eterna, la msica de las velas es tenue.)La nacin caminaba por abajo, por arriba en-traban los ngeles,

    y, en otra estrofa: La msica suena entre las nubes. (Milagros, milagros). La msica adquiere dimensiones salvficas en sus mani-festaciones tanto instrumentales como vocales. En este punto se recuerdan las famosas pala-bras de san Agustn, quien sostena que el que canta, reza dos veces.

    Ante una amenaza, la msica puede ca-llar. Su ausencia puede anunciar una catstrofe, como en estos versos:

    Avanzaban las huestes de Batu Kan.(Nada de msica: las teclas se mojan en la lluvia.)

    No olvidemos que ambos poemas fueron escritos durante el perodo de tensin de la pre-guerra. Las palabras citadas aluden, en analoga con las posibles invasiones hitlerianas, a las tr-gicas conquistas de los mongoles. As, hechos histricos adquieren dimensiones estticas.

    Las exclamaciones: Oh Msica! Meloda! Msica! y Oh Msica! Armona! Msica! aparecen reiteradas veces en ambos poemas. Estas invocaciones desempean un papel casi ritual. Entre los antiguos griegos se consideraba que la msica dispona de una particular poten-cia y que ejerca una poderosa influencia sobre el alma. Platn, Aristteles y Teofrasto adheran a esta tendencia interpretativa. El joven Karol Wojtya se empea en prolongar estas ideas en su poesa.

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    En este gran concierto potico no slo se escuchan las melodas, los instrumentos, las vo-ces y a quienes tocan y cantan sino que tambin se valoran sus resultados. Los sonidos permiten prever consecuencias, como en este ejemplo: Los truenos suenan cada vez ms cerca. El poeta se siente como un director de orquesta. Aspira a controlar la participacin de los ins-trumentos, las tonalidades y los movimientos. Quiere articular sus deseos con la realidad, y, por esta razn, despus de la primera tempes-tad, el yo lrico clama: Basta. En mi sinfona est la paz. No obstante, se da cuenta de que las circunstancias son ajenas a su voluntad.

    En ambos poemas, aunque acta y asume diferentes roles, el personaje lrico permanece como el portavoz del autor, como una proyec-cin suya. En cierto momento se ofrece como el necesario y obediente instrumento de la Providencia:

    Herrero, ponme bajo tu martilloy frjame!

    Ve en la msica el reflejo de la armona del mundo. Una vez ms retoma la vieja tradicin griega, especialmente el pensamiento de Pit-goras, quien deduca de sus clculos matemti-cos, de los fundamentos de la proporcin y de los nmeros, que la msica y el sistema acstico eran expresin de la armona del cosmos. Por estas razones, en Mousik 2 alude al filsofo presocrtico de Samos:

    Entre los piso