De La Melancolía y La Mors Voluntaria. Ramon Andres

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Resumen La relación entre la melancolía y el suicidio es algo que la Historia ha venido constatando a lo largo de una abundante documentación. Son las dos caras de una misma moneda con la que no se puede comprar el bienestar emocional del ser humano. Ambas responden a la insatisfacción, al tedio, a la insuficiencia del mundo. Ambas, también, denotan el deseo de un ideal, de un estado superior que conduce al no dolor y, sin embargo, se presentan como una involuntaria afirmación de la vida. El presente artículo esboza, desde los filósofos griegos hasta los tratadistas medievales, y aun posteriores -tal es el caso de los maestros de los siglos XVII y XVIII- cómo ha sido considerado este fenómeno en el que confluyen razones no sólo ideológicas, sino también patológicas, sociológicas y culturales en una medida muy significativa. Palabras clave: Melancolía. Suicidio. Ética. Pasiones. Abstract ON MELANCHOLY AND THE MORS VOLUNTARIA The relation between melancholy and suicide has long been accounted by History through a vast documentation. They are the both sides of a coin that cannot be used to buy the emotional welfare of the human being. Both of them respond to the insatisfaction, the boredom, and the world’s insufficiency. Both also denote the wish for an ideal that leads to the absence of pain and, notwithstanding, appear as an involuntary affirmation of life. This article draws up, from the Greek philosophers to the medieval treatisers, and even later ones -such is the case of the masters of the XVllth and XVlllth centuries- how this phenomena, into which not only ideological but also pathological, sociological and cultural reasons converge to a very significant extent, has been considered. Key words: Melancholy. Suicide. Ethics. Passions. DE LA MELANCOLÍA Y LA MORS VOLUNTARIA RAMÓN ANDRÉS Poeta y musicólogo Nació en Pamplona en 1955 y curso estudios de violoncelo. Fundó y co-dirigió la Escuela de Música Antigua de Barcelona (1983). Ha impartido numerosos seminarios sobre organología e historia de la música y ha realizado diversas giras como intérprete de música medieval y renacentista. Ha editado varios libros de autores clásicos, entre los que se cuentan los Sonetos completos de Gabriel Bocángel (1986) o una antología de poesía barroca, Tiempo y caída. Temas de la poesía barroca (1994). Es autor de tres libros de poemas, Imagen de mudanza (1987), La línea de las cosas (1994) y La amplitud del límite (DVD, 2001). Entre sus publicaciones sobre temas musicales destacan Diccionario de instrumentos musicales (2001), obra única en su género, y Mozart (2003). Su último trabajo es Historia del suicidio en Occidente (2003). 329 RAMÓN ANDRÉS - DE LA MELANCOLÍA Y LA MORS VOLUNTARIA 69

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  • ResumenLa relacin entre la melancola y el suicidio es

    algo que la Historia ha venido constatando a lo largode una abundante documentacin. Son las dos carasde una misma moneda con la que no se puede comprarel bienestar emocional del ser humano. Ambasresponden a la insatisfaccin, al tedio, a lainsuficiencia del mundo. Ambas, tambin, denotan eldeseo de un ideal, de un estado superior que conduce alno dolor y, sin embargo, se presentan como unainvoluntaria afirmacin de la vida. El presente artculoesboza, desde los filsofos griegos hasta los tratadistasmedievales, y aun posteriores -tal es el caso de losmaestros de los siglos XVII y XVIII- cmo ha sidoconsiderado este fenmeno en el que confluyen razonesno slo ideolgicas, sino tambin patolgicas,sociolgicas y culturales en una medida muysignificativa.

    Palabras clave: Melancola. Suicidio. tica.Pasiones.

    AbstractON MELANCHOLY AND THE MORSVOLUNTARIA

    The relation between melancholy and suicide haslong been accounted by History through a vastdocumentation. They are the both sides of a coin thatcannot be used to buy the emotional welfare of thehuman being. Both of them respond to theinsatisfaction, the boredom, and the worldsinsufficiency. Both also denote the wish for an idealthat leads to the absence of pain and,notwithstanding, appear as an involuntary affirmationof life. This article draws up, from the Greekphilosophers to the medieval treatisers, and even laterones -such is the case of the masters of the XVllth andXVlllth centuries- how this phenomena, into which notonly ideological but also pathological, sociological andcultural reasons converge to a very significant extent,has been considered.

    Key words: Melancholy. Suicide. Ethics.Passions.

    DE LA MELANCOLAY LA MORS

    VOLUNTARIA

    RAMN ANDRSPoeta y musiclogo

    Naci en Pamplona en 1955 y curso estudios devioloncelo. Fund y co-dirigi la Escuela de Msica Antigua deBarcelona (1983). Ha impartido numerosos seminarios sobre

    organologa e historia de la msica y ha realizado diversasgiras como intrprete de msica medieval y renacentista. Ha

    editado varios libros de autores clsicos, entre los que secuentan los Sonetos completos de Gabriel Bocngel (1986) ouna antologa de poesa barroca, Tiempo y cada. Temas de la

    poesa barroca (1994). Es autor de tres libros de poemas,Imagen de mudanza (1987), La lnea de las cosas (1994) yLa amplitud del lmite (DVD, 2001). Entre sus publicacionessobre temas musicales destacan Diccionario de instrumentos

    musicales (2001), obra nica en su gnero, y Mozart (2003).Su ltimo trabajo es Historia del suicidio en Occidente (2003).

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  • IntroduccinUn quiromntico podra decir que leer la mano de

    Judas, esa mano que Goltzius grab en 1558, permitever en las rayas el destino de un melanclico. Lasinrazn, el malestar, la confrontacin de distintosplanos ticos, la debilidad, en fin, el deseo de malograr laperspectiva de un devenir superior -en este caso, ser fiela Jess- son rasgos que desde antiguo se atribuyeron alos melanclicos. Personas emboscadas en la tiniebla,vidas de una realidad que jams responde al ideal porellas formulado. El afectado por la bilis negra -el trminomelancola procede de los vocablos griegos mlas,negro y chol, bilis- es un ser que vive el mundocomo insuficiencia, se conduele del non sufit orbis,esquiva el presente, su afn de excelencia esincompartible con lo cotidiano, ese eco de un fluirdegradado. Por ello, tras el estado melanclico, seencierra -lo veremos ms adelante- una voluntad depoder, un violento desacuerdo; de ah que histricamentese haya asociado con el acto radical del suicidio, almenos hasta las ms tardas dcadas del siglo XVIII.Freud y sus continuadores estudiaron y pusieron nombrea algo implcito en la raz misma de la conciencia y en elprimer desarrollo de las civilizaciones: el impulso demuerte, el deseo de destruccin, propia o ajena.

    Si contemplamos algunas de las xilografas de Lanave de los locos (Stultifera navis), obra que SebastianBrant dio a la imprenta en 1494, vemos que los suicidasy los decados de alma forman parte de una poblacindesheredada, marginal, cuya conducta era considerada,a partes iguales, entre el delito y la locura. En algunostratados miniados, particularmente de la Edad Media, lafigura del melanclico aparece con cauterizaciones en lacabeza, tratamiento anlogo que se aplicaba a quienhaba intentado quitarse la vida. Muchos de los nacidosde la estirpe de Can, por decirlo en palabras deGeremek, eran juzgados y apartados, enfermos de malaugurio sometidos a suplicios, embarcados en esametafrica nave que ro abajo transportaba una carga deinsensatos, hacinada entre las mercaderas que debandescargarse en los muelles.

    Ciertamente, las autoridades -miembros de losconsejos municipales, clrigos, mdicos y legisladores-cedieron por lo comn a la intemperancia, con lo que loscastigos hacia quienes mostraban conductas extraas odecidan acortarse la vida fueron de la mayor dureza.Castigar a un melanclico? Castigar a un suicida? Unacopiosa documentacin atestigua que, a partir de laEdad Media, y especialmente en el linde del siglo XI, lassanciones contra los suicidas fueron tan variadas comoviolentas. La incautacin de los bienes era prcticahabitual, as como la prohibicin de inhumarlos en suelosagrado. El cementerio, generalmente situado al lado dela iglesia, era un lugar destinado para quien habamuerto acorde con Dios, de modo que el suicida seenterraba en lugares apartadizos, y no era infrecuenteque su cuerpo permaneciera insepulto, apenasdisimulado, en el mejor de los casos, por unas piedras ounos leos, o bien depositado en un estercolero. Esnotorio que en muchos lugares de Europa no se lavarael cadver de los epilpticos, de los locos, tampoco el delos melanclicos, el de las mujeres que haban muertode parto, y todava menos el de los suicidas.

    Razn y locuraEsta actitud de desafeccin, desde luego, no slo

    expresaba la desaprobacin social, sino tambin unaaprensin alimentada por las supersticiones. No envano, el loco, el nacido bajo la influencia de Saturno y elsuicida formaban parte de una genealoga transgresoradel orden. As, stos deban ser corregidos, aunque fueratras la muerte. El estigma del maleficio llev a obrar dela manera ms indecorosa. A menudo se les colgaba delos pies, y era conforme a la costumbre exhibirlos sobreunas andas para que las gentes de mal pasar tomaranescarmiento. No fueron pocos los casos en que seacusaba al suicida de felona (felo de se), por lo cual,despus de un macabro juicio, sus restos eran pasadospor la horca o decapitados. En Danzig se bajaba elcuerpo de quien haba recurrido a la mors voluntariapor una polea, y luego, el marco de la ventana por laque haba sido descendido, se arrancaba o quemaba.Fue ejercicio comn llevarlos a la huesa en los carros delos animales sacrificados. Ello ocurra en Espaa, enFrancia, en Inglaterra, en Italia. En la ciudad de Metzsola introducirse al suicida en un tonel y echarlo alMosela para que las aguas alejaran un alma indigna ysufriente. En 1439 cayeron tan intensas lluvias sobreBasilea, que la ciudad qued inundada; sus habitantesatribuyeron la desgracia al hecho de que una mujer, quese haba privado de la vida, fuese enterrada en tierrasagrada. El Consejo municipal decidi exhumar elcuerpo y echarlo al Rin. La ciudad se restableci pronto.

    La lista de agravios sera tan larga que resultaocioso mencionar las represalias tomadas contra quieneshan interrumpido, segn la mentalidad occidental, eljerrquico orden del tiempo y la recta ratio, aunque estaprocediera, contradictoriamente, de la religin. Quemarlas ropas del desaparecido, enterrarlo en los cruces decaminos para que el alma no supiera retornar al hogardel difunto, no fueron nicamente actitudestestimoniales del pasado, dado que durante una buenaparte del siglo XIX, y con puntual rigor en GranBretaa, la inhumacin se produca en las intersecciones

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    A partir de la Edad Media, yespecialmente en el linde del siglo

    XI, las sanciones contra lossuicidas fueron tan variadas como

    violentas.

    No fueron pocos los casos en quese acusaba al suicida de felona(felo de se), por lo cual, despusde un macabro juicio, sus restos

    eran pasados por la horca odecapitados.

  • viales a fin de que el paso de los carruajes despistara alyacente, de suerte que no pudiera orientarse a la horade un supuesto regreso. A mediados del siglo XX, enalgunos lugares de Portugal, Espaa y Francia, y muyen particular en las zonas rurales, las lpidas de losalienados y los suicidas se marcaban, y todava hoy esfrecuente encubrir los suicidios, que por un tcito pactosocial se anuncian como muertes accidentales,enfermedades, o, simplemente, repentinos trastornos delnimo.

    Un neologismo, y el temor de vivir ymorir

    La moral ha tenido, y sigue teniendo, una hondaincidencia en la medicina. Podra decirse que es uncomponente de la misma. Ivan Illich no se cans derepetir que el bistur cortaba a la profundidad que lamoral permita. El estudio de los temperamentos, ya seaen el Tractatus de quaternario (h. 1100) o en la clsicaAnatoma de la melancola, que Robert Burton, elMontaigne ingls, dio a la luz por primera vez en

    1621, son tan slo unos ejemplos entre los innmeroslibros mdicos en que se manifiesta dicha influencia. Dehecho, no hay acto ni disciplina alguna que se evale almargen de las cuestiones morales. Sera pueril pensarque el lenguaje, una de las armas arrojadizas de filo msinfame, est exento de ello.

    Pensemos que la palabra suicidio es un neologismoaparecido tardamente, en el siglo XVII, concretamenteen Religio medici de Thomas Browne, obra impresa en

    1642. Es de suponer que el trmino ya circulara porInglaterra desde haca unas pocas dcadas: se trata deun vocablo procedente del latn en el que intervienendos palabras, sui (de s mismo) y caedere (matar),toda vez que la terminacin deriva de homicidium.Jams fue usada una expresin de tal naturaleza conanterioridad, pues entre los griegos era frecuente elautocheir, que vena a significar actuar por propiamano, o emplear circunloquios como acabar con lavida o darse la muerte, giros que mantuvieron suequivalencia entre los latinos. Petronio, por ejemplo,

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    El Bosco reuni en su misteriosa obra un mundo onrico que se adelant al surrealismo moderno.

  • escribe no haber tenido nunca cobardes manos(ingenui timidas non habuisse manus)1, y Lucanohabla de las almas capaces de morir (animaequecapaces mortis)2. Con todo, la primera vez que seencuentra la expresin muerte voluntaria, tal como seha conservado hasta hoy, se halla en De senectute,obra de Cicern escrita en el 44 a.C., en la cual se leeque no a los dos Decios, que espolearon a sus caballospara en alocado galope se dieran a una muertevoluntaria (non duos Decios, qui ad voluntariammortem cursum equorum incitaverunt)3. Vale lareflexin de T. Szasz, segn la cual la transformacin demuerte voluntaria en suicidio seala el comienzo de unaimportante migracin ideolgica. Si se tiene en cuenta elsentido del sufijo cidio, agregado a las palabras con elsignificado de muerte, asesinato -parricidio, infanticidio,magnicidio-, el concepto en cuestin refiere un actoreprobable y susceptible de castigo: Si llamsemos alaborto feticidio u homicidio intrauterino, nopodramos hablar como lo hacemos del derecho de lasmujeres al aborto4.

    Si hemos revisado el actual sentido de esta voz, noha sido con otra intencin que la de subrayar sucarcter punitivo y la aplicacin de ste a cualquier tipode conducta que conduzca a tomar la decisin final.

    Entre los griegos, sobre todo a partir de Platn, loscomportamientos no conformes con los usos de lacomunidad fueron susceptibles de censura, y por talrazn el filsofo de espalda ancha -de ah deriva sunombre- habl con relativa insistencia del suicidio y delos hombres de temperamento melanclico. Sinembargo, fue Aristteles5 quien puso mayor nfasis enello. El estagirita se pregunt por qu todos aquellos queson hombres de excepcin, fuere en la ciencia, lapoltica, la poesa o la filosofa son melanclicos, a qusu carcter huidizo e inestable, cul su clarividencia,pese a que esta enfermedad -exceso de bilis negra-produzca sntomas derivados en temores, torpezas,estados de locura o de entusiasmo, estupidez ypropensin al suicidio6. Esta supuesta genialidadatribuida a tales individuos, que durante elromanticismo ser objeto de una interpretacin muyparcial, fue para Aristteles consecuencia de una mezclainadecuada de los humores que, singularmente,comportaba un impulso de creatividad e imaginacin. Alremitir dicho mpetu, prevalece la inconstancia(anomalon) sobre la constancia (homalon), se estableceuna tensin de fuerzas con el objeto de tender alequilibrio, a la symmetria o trmino medio ansiado porla filosofa aristotlica. La prdida de dicha simetraconduce a actitudes suicidas.

    La medicina medieval, adems de reconocer loscaracteres positivos de los melanclicos, gracias enparte a la contribucin en el siglo XIII de David deDinant y Bartolomeo da Mesina, traductor de losProblemata, pudo comprobar que los melanclicos erantendentes a la prdida de la memoria y proclives a lasacciones que comportaban furor y violencia; unaenfermedad que cursa sin fiebre aunque provocagrandes desequilibrios (akrasa o apepsa) debido a laincorrecta mezcla humoral (krsis), como sealGaleno7 en su momento. Siguiendo a ste, los mdicosaconsejaban practicar sangras, ya que su principalproblema resida, segn creencia, en la acumulacin debilis negra en el encfalo. Aunque no haba muchodonde elegir, pues en la Europa medieval laalimentacin se caracteriz por el exceso de fculas y laausencia de protenas, sometan a estos enfermos a unaabstinencia de carne de cabra, buey y asno; tampoco loscaracoles, la liebre y el jabal eran su mejor alimento,puesto que producan sangre melanclica. La msperjudicial de las hortalizas era la col, y de entre laslegumbres la lenteja. Los vinos espesos y negrosgeneraban humor melanclico, y as tambin los quesosmuy curados. Estos desamparados del mundo tenanuna constitucin determinada: eran fuertes aunquedelgados, velludos, de tez oscura y anchas venas. Les

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    Pensemos que la palabra suicidioes un neologismo aparecido

    tardamente, en el siglo XVII,concretamente en Religio medici

    de Thomas Browne.

    En la Anatoma de la Melancola Burton recoge las antiguas reflexiones de Aristteles so-bre la melancola y las cristaliza en un libro de enorme influencia en el Renacimiento.

  • afectaba el clima, el insomnio les acosaba, y solanpadecer dolores estomacales, a los que Galeno habadado una gran importancia. ste los describi iracundos,penetrantes, de digestin rpida, temerosos a un mismotiempo de vivir y morir. Tantas eran sus obsesiones,que uno tema que Atlante, cansado de sostener elmundo, lo derribara destruyndose a s mismo y anosotros con l8.

    Asimismo, en el Canon de medicina de Avicena,fallecido en 1187, se manifiesta que los melanclicospresentan una fuerte tendencia a desear la muerte,sufren de ansiedad y desidia, estn de continuomeditabundos y su imaginacin delirante les lleva apadecer visiones extraas, diablos, artilugios decompleja mecnica y aves desconocidas9. No son muydistintas las apreciaciones de autores como Hugo de SanVctor, a los que juzga de soolientos y vigilantes,pues estn dominados por la aceda o evagatiomentis10. Hildegarda von Bingen11, para quien lamelancola tena su raz en la Cada de Adn, pues,segn ella, al comer la manzana se coagul su sangre,detect diferencias entre los varones y las mujeres quesufran dicha afeccin. As, los hombres biliosos sonsuspicaces y reservados, proclives a la palidez, capacesde pasar del entusiasmo al abatimiento en apenas unashoras, desnortados y muy dados a la concupiscencia.Tienen comercio con la mujer y, sin embargo, la odian.Mas las melanclicas tienen un difcil trato con loshombres, suelen ser irritables y de complexin mediana,a menudo de piel amarillenta, de comn infrtiles y decarcter inmaduro, bien acogidas en el silencio.

    La exculpacin que Burton pedir en Anatoma dela melancola para el enajenado que se haya dadomuerte no dista conceptualmente de las razones en lostextos de medicina de la Baja Edad Media. A Boccacciole pareca normal que alguien pensara en acortarse lavida, en despojarse del cuerpo cuando se halla siempremalinconoso e malcontento12. La iconografa deentonces representa a estos hijos de Saturno con unosrostros de sinrazn, recostados, de mirada extraviada,trasijados, de curva espalda misantrpica, como en eltratado Von den vier Complexion der Menschen (sigloXV) guardado en Tubinga.

    Bajo la luz plomiza de SaturnoDesear revivir el pasado es prueba de la

    insatisfaccin del presente, y en este sentido el

    Renacimiento fue un ejercicio de regresin, la apuestapor una idealidad que chocaba frontalmente con la vidacotidiana. Porque no todo eran patios con escalinatas demrmol ni artesonados de cerezo. Ningn caminanteencontraba a su paso los paisajes del Pinturicchio,luminosos, con aves esmaltando el aire. Los humanistasitalianos, empleados en recomponer el sueo ureo deGrecia y Roma, tuvieron una visin muy distinta de loaportado por personalidades como Erasmo, Toms Moroy Juan Luis Vives, quienes denunciaron la precariedaden que viva la poblacin, amontonada en chamizos,rodeada de aguas pestilentes y de cadveres que, acausa de las epidemias, yacan alineados en las calles ala espera de ser enterrados en grandes fosas. Goltziuscuenta que, para sus estudios de dibujo anatmico,trataba de acercarse, en la medida de lo posible, a losmuertos agolpados en las esquinas, y lo haca con unpauelo en la cara para soportar el hedor. Es razonableque Hermann Broch pensara que el Renacimiento,poca del incipiente positivismo, tuviera como distintivouna actitud juvenil, y que por esa misma raznestuviera condenado al fracaso.

    Fue tal la veneracin hacia el pasado, que elsuicidio y la melancola se convirtieron en enseas de lanobleza, los intelectuales y los artistas, dado que

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    En el Canon de medicina deAvicena se manifiesta que los

    melanclicos presentan una fuertetendencia a desear la muerte,sufren de ansiedad y desidia,

    estn de continuo meditabundos ysu imaginacin delirante les lleva

    a padecer visiones extraas.

    Giotto fue el gran pintor que anticip el Renacimiento, tanto por su estilo como por suscontenidos, en los que se hace presente ya el nuevo sujeto moderno.

  • remitan a la Antigedad. Haba Lucrecias, Catones,Lucanos y Snecas en todas las cortes. En el Relox13,sin edicin hasta 1611, Antonio de Guevara aprueba lacostumbre de un pueblo de la India en el cual sedaban muerte a los cincuenta aos para evitar ladescompostura de la vejez. En esa misma poca, Pierrede Lostal ensalz en Les discours philosophiques de1578 los mritos de los suicidas que ornaron laAntigedad. As las cosas, y en contraposicin a lacondena del suicidio por parte de la Iglesia, no fueronpocos los moralistas e intelectuales -pensemos enMontaigne, Girolamo Cardano y John Donne- que seposicionaron en su defensa, o al menos en sujustificacin. Este proceso de idealizacin, por as decir,es altamente perceptible en las obras de los maestrosque plasmaron figuras de suicidas, como lo es tambinen la literatura. Si comparamos la Desperatio pintadapor Giotto hacia el ao 1300 -en la paduana Capelladegli Scrovegni-, mujer ahorcada y de puos todavatensos, como asidos a la culpa, con el retrato deSimonetta Vespucci recreada como Cleopatra, pintadoentre 1500 y 1510 por Piero di Cosimo (Muse Cond),se detecta una extraordinaria traslacin del significadodel acto suicida. En el lienzo de Cosimo es todoserenidad, reflejo de un mundo ordenado, indoloro,silencioso. La muchacha est de perfil, con los pechosdesnudos. Alrededor del cuello, entrelazada en un collarde plata, se desliza una serpiente.

    No es una casualidad que Lucas Cranach pintarapor lo menos veintids telas de Lucrecia dndosemuerte. Qu distintas las Lucrecias de Antonio daFirenze y Francesco Raibolini. Es llamativo observar laevolucin de la serie del maestro alemn por cuantorevela un cambio expresivo, muy marcado a medida deltranscurrir de los aos. La Lucrecia conservada enKreuzlingen y pintada en torno a 1510, esttica y sinviolentar el rostro, apenas guarda parecido con lamisma noble romana que aparece en la obra de Cranachterminada hacia 1530 (Kunstmuseum, Basilea). Su caraes lastimera, pero sobre todo melanclica, con los ojoshundidos y las cejas enarcadas en oblicuo. Tiene elcabello crespo y un despojamiento en la frente, muysemejante a la Lucrecia del mismo artista guardada enel Muzeum Narodowe de Varsovia y fechada en 1538.Se dira que es la encarnacin misma de la melancola,el anuncio de que tarde o temprano morir un mundo,una poca, una determinada luz. Es unaresquebrajadura que permite ver la Cada, cuya mximaaceleracin se produjo en el XVII, el siglo menosproclive a los espejismos.

    El navarro Juan Huarte de San Juan, en el Examende ingenios para las ciencias de 1575, que al poco de

    aparecer fue prohibido por la Inquisicin, tratlargamente la naturaleza de los melanclicos y lasconsecuencias de dicho desarreglo de los humores. Enuna curiosa comparacin, este pugnaz mdico y escritorde fuste, refiere que si a cuatro hombres enfermos lespusisemos delante un pao azul para juzgar el color, elprimero, aquejado de humor cristalino o sanguino,dira que es rojo; el que padece de clera lo veraamarillo; el flemtico lo tendra por blanco, mientras queel afectado de bilis negra lo creera negro. Segn Huarte,cuya irona y presteza mental se repartan a partesiguales, declaraba la imposibilidad del bienestarhumano, antes bien el hombre es un animal neurticopor definicin y sometido a su propia servidumbre.Adems -escribe- nada favorece a quien de continuoest sujeto a los cambios del clima; incluso el aire letrastorna, puesto que el viento le lleva a respirar airescontrarios, de suerte que el que est hoy en Jerusaln,corriendo Levante, lo echa en las Indias de Poniente14.No recuerda esto al hundimiento del que hablaban StigDagerman, Celan y Cioran cuando sobreviene una lluviarepentina o clarea de improviso? El componentefisiolgico, argumenta Huarte, resulta tan determinanteque es del todo vano pretender que el espritu poseadominio del cuerpo, y ms teniendo en cuenta que unosson recios y los otros entecos.

    ste los observa apartadizos, cree que losmelanclicos desean poner fin a sus das a causa de sutemple arisco e indmito, gentes de speras y pocascarnes, imaginativos, avezados a los decaimientos y alas repentinas bravuras, cuya sabidura nace de lamelancola, en razn de que en ellos la bilis negra -dice- da compostura al cerebro, y as viven en unaperpetua lucha y contienda, sin tener quietud nisosiego15.

    Fueron tan numerosos los libros y escritos sobre lamelancola y sus efectos, que, ciertamente, suponen unafuente capital para un estudio histrico del suicidio. Unejemplo es el de Peter Barrough, cuyo compendiodeclara que los posedos por la aceda desean la muertey muy a menudo consideran y determinan matarse16.Sin embargo, ya hemos visto que el ms interesado enel anlisis del fenmeno melanclico y sus derivacionesfue Burton, el autor de la citada Anatoma de lamelancola. Por muchas crticas que haya recibido elextenso libro, al que se le ha achacado desorden, excesode citas y una articulacin poco coherente, tiene raznStarobinski al afirmar que en la Anatoma cabe todauna biblioteca.

    Burton saba que muchos suicidios se producan acausa de esta enfermedad, para la cual propone un

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    En el Renacimiento fue tal laveneracin hacia el pasado, que el

    suicidio y la melancola seconvirtieron en enseas de lanobleza, los intelectuales y losartistas, dado que remitan a la

    Antigedad.

    Freud, en Duelo y melancola,admita que la melancola,

    inductora de tendencias suicidas,est sujeta a un concepto que nisiquiera la psiquiatra descriptiva

    haba podido determinar.

  • interminable y variopinto recetario, desde la borraja alclsico elboro, desde las semillas de ans a la betnicay la ruda. Cuenta que a algunos favorece ponerse juntoal bazo una piedra llamada quelidonio, que nace en elvientre de la golondrina; otros mejoran escuchandomsica, otros con purgantes, y los hay que se curanllevando una esmeralda al cuello. No slo la vejez, lamala dieta, el aire insano, la vigilia y el cansanciofacilitan ceder ante la melancola; Burton asegura queno son menos importantes lo que l llamaba discordiasdel cerebro, de las cuales nacan la avaricia, elinmoderado deseo de aplauso, la filauta o egosmo, elhonor, el apetito concupiscible y, por supuesto, lavergenza. El humanista ingls relata el ejemplo deSfocles, que se suicid al no soportar que una obrasuya fuera silbada, al igual, segn cuenta, queAristteles, quien decidi acabar con la vida,avergonzado como estaba al no poder entender elmovimiento de Euripo. Menos ilustre es el caso de unsabio predicador holands que paseaba por los camposde Alkmaar; de pronto se vio sorprendido por unadiarrea, y por lo tanto debi retirarse al foso mscercano; como quiera que fue visto por algunas mujeresnobles de su parroquia [...] estaba tan abochornado quenunca despus mostr su cara en pblico ni subi alplpito, sino que se consumi de melancola17.

    Una parte de la obra de Burton, de forma ms omenos explcita, parece querer exculpar los actos de lossuicidas atendiendo a la debilidad humana y a losimpedimentos con que los hombres se encuentran acada paso para cumplir la vida sin enojo. La legislacinal respecto era tan dura que Burton busc justificacin,como aos antes lo haba hecho el poeta John Donne enBiathanatos, redactado en torno a 1609 o 1610. Dealgn modo quera impedirse, por parte de una minoraculta, que los dados a una mors voluntaria recibieranhumillacin: se talaban los rboles de sus propiedades,se tapiaban las ventanas de la casa, se exhortaba alolvido de su nombre. Puede asombrar que Luis XIVpermitiera en el Cdigo Penal de 1670 las mutilacionesa suicidas. Esta ley todava era contemplada en undecreto del Parlamento de Pars de 1749, y lleg aderogarse en 1789, cuando la Revolucin Francesa -ellosuena a chanza- instituy que los suicidas recibieran elmismo tratamiento que un criminal. Como pidiendocomprensin de antemano, ya que Robert Burton fueencontrado ahorcado en su casa de Oxford el 25 deenero de 1640, proclama que Se debe mitigar la crticahacia aquellos que, sufriendo largos aos, se violentana s mismos: lo que le ocurre a uno, le puede ocurrir acualquiera [...]. No deberamos ser tan precipitados yrigurosos en nuestras crticas como lo son algunos; lacaridad juzgar y esperar lo mejor18. Hacia el final delcaptulo ruega clemencia para los desvalidos que vivenbajo la plomiza luz de Saturno, han perdido la gua y, aligual que la nave sin timonel -comenta-, estncondenados a chocar contra una roca o a quedarvarados en los arenales.

    La muerte que no se alcanzaEn 1790 Weickhard efectu una sutil distincin

    entre las enfermedades del espritu y las del sentimiento.Haban quedado atrs revoluciones, tanto cientficascomo polticas, promulgaciones de derechos delciudadano y acontecimientos que cambiaron, al menosaparentemente, el panorama social. El campo mdico noqued al margen de tales novedades. El citadoWeickhard pens que entre las enfermedades del primergrupo (Geisteskrankheiten) deban considerarse laidiotez, el delirio, los trastornos de la imaginacin, lalentitud de espritu (tarditas ingenii) y la ausencia dememoria (oblivio); ms significativo, para el inters denuestro texto, es el segundo, en el que se enfatiza sobreconceptos muy ligados a la idea de melancola quetuvieron los antiguos, expresiones consideradaspatolgicas de un indomable malestar, expresadas en elfanatismo, la erotomana, la clera y el orgullo. Dichosestados los asoci a la excitacin, que tiene en sucontrario la depresin, cuyos sntomas y consecuenciason la tristeza, la envidia, la desesperacin y elsuicidio19. Es cierto que este afn de sistematizacinresponde a una nueva estructura de racionalidadespoleada por el ideario de las Luces, aunque suorientacin divisoria no prosper y cambi sobremaneradurante el siglo XIX, una orientacin que, segnFoucault, qued establecida en lo que llam grandesespecies: mana, o paranoia, o demencia precoz, lascuales son catalogaciones que no han funcionado msque a ttulo de imgenes, y sus conceptos claros y

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    RAMN ANDRS - DE LA MELANCOLA Y LA MORS VOLUNTARIA75

    Cranach incorpor el tema de la muerte de Lucrecia, habitual en la pintura renacentista,para ilustrar la cuestin siempre polmica del suicidio.

  • explcitos han permanecido sin eficacia20. Con ellodesea sealar que la melancola y el suicidio siguensiendo de compleja clasificacin y definicin, y msteniendo en cuenta la evolucin histrica de dichostrminos, que escapan a lo establecido por la sociologay la psiquiatra. Es llamativo comprobar cmoconceptualmente la melancola, el suicidio y la locurahan permanecido difusos, y cmo sta se ha constituidoen un comodn de la razn.

    La abundancia de libros aparecidos a partir de lasegunda mitad del siglo XVIII con el objetivo de penetraren la mente es sin duda indicativa. En 1758 Battie dabaa la imprenta A treatise of Madness, una obraconsiderada como el primer tratado psiquitrico y porello una de las fuentes de inspiracin del Trait mdico-philosophique sur lalination mentale ou la manie quePhilippe Pinel public en 1801. Incluso Kant21 dedic unbreve tratado a la locura, que imprimi annimamenteen 1764. Del melanclico opina que, respecto a sustristes y enfermizas sospechas, es un delirante, unapesadumbrado, y ya sabemos que los estadosatrabiliarios llevan a desear la muerte. Szasz y otrospsiquiatras crticos con el sistema sanitario mental handeclarado que en los dos ltimos siglos se ha cumplidouna legitimidad del poder estatal disfrazado dediagnstico y tratamiento mdico22. Las ideas detransgresin, pecado, desorden mental, homicidio de smismo, han sido absorbidas por la psiquiatra modernay les ha dado el nombre de enfermedad, se ha podidocambiar la nomenclatura de infractor por la deenfermo. Pero sta es nicamente una cuestin delenguaje, ya que no est en manos de ninguna cienciacondensar en un trmino lo que de por s esinexplicable, la materia de ese pulvis et umbrahoraciano. La medicina puede actuar como paliativo, lomismo que la filosofa y el arte, pero el dolor moral notiene ni tendr tratamiento. El propio Freud, en Duelo ymelancola, escrito en 1915 y publicado dos aos mstarde, admita que la melancola, inductora detendencias suicidas, est sujeta a un concepto que nisiquiera la psiquiatra descriptiva haba podidodeterminar.

    Aquellos melanclicos y suicidas observados porlos autores medievales, y ms tarde por Lipsio,Montaigne, Burton y tantos ms, son descritos porFreud como personas embargadas por un estado denimo doloroso, que presentan una cesacin del interspor el mundo exterior, prdida de capacidad amatoria ydisminucin del amor propio. Se cuestion, a principiosdel siglo XX, por qu el melanclico, que se desprecia ydeclara egosta, carente de ideas propias, celoso de susdebilidades, ha tenido que enfermar para descubrir estas

    supuestas verdades y llegar al conocimiento de smismo. El odio dirigido hacia el yo, un rasgo delmelanclico, obra a favor del suicidio. Acometerlo es eljaln de dicho fenmeno, y ms teniendo en cuenta queel inconsciente es inaccesible a la representacin de lapropia muerte. Al hilo de este discurso, Blanchot nos hahecho comprender que la muerte voluntaria es negarsea ver la otra muerte, la que no se capta y nunca sealcanza.

    Notas

    1. Carmina, 25, 2.

    2. La Farsalia, I, 461.

    3. XX, 75.

    4. Fatal Freeedom. Westport, 1999. (Trad. cast.: Libertadfatal. Barcelona, 2002, pp. 24-25.)

    5. Problemata XXX, 1, 953a.

    6. Ibid., 945b, 35.

    7. De locis affectis, III, 7, 166.

    8. III, 10, 193.

    9. Cap. Bilis negra y melancola.

    10. De medicina animae. En Ptr. Lat., 176.

    11. Causae et curae. En: J. Radden. The Nature of Melancholy.Oxford, 2000; 81-85.

    12. Ninfale Fiesolano, LXX.

    13. Relox. Libro ureo del gran emperador Marco Aurelio conel Relox de Prncipes. Madrid, 1611. En muchas partes deltexto Guevara muestra la admiracin ante el saber morir atiempo y olvidarse de s mismo.

    14. Examen de ingenios... XX, 2.

    15. Ibid., X.

    16. The Method of Physick. Londres, 1596; 46.

    17. Anatoma de la melancola, segunda seccin, miembro III,subseccin VI. Existe una traduccin espaola de esta obra,en tres volmenes, con un prlogo de J. Starobinski,publicada por la Asociacin Espaola de Neuropsiquiatra,Madrid, 1997-2002.

    18. Ibid., II.

    19. Der philosophische Artz. Citado por M. Foucault. Histoirede la folie lge classique. Pars, 1964; trad. cast.,Historia de la locura en la poca clsica. Mxico D. F.,1967; I, pp. 303-304.

    20. Histoire de la folie... II, p. 304.

    21. Versuch ber die Krankheiten des Kopfes. (Trad. cast.:Ensayo sobre las enfermedades de la cabeza. Madrid,2001.)

    22. Op. cit., p. 80.

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    HUMANITAS, HUMANIDADES MDICAS - Volumen 1 - Nmero 4 - Octubre-Diciembre 2003 76