De La Crisis Del Humanismo Al Proyecto Posthumanista

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De la crisis del Humanismo al proyecto posthumanista; una relectura de Heidegger desde Sloterdijk Dusan Vuskovic * Resumen: La Carta sobre el Humanismo de Martin Heidegger genera un nuevo ámbito de reflexión filosófica, el pensamiento trans-humanista o post-humanista, entendido éste como el intento de responder a la crisis constatada en la vigencia del humanismo tradicional. Para dar cuenta de esta inflexión del pensamiento occidental se expondrán los orígenes del concepto de humanismo, la crisis constada por Heidegger en la referida Carta sobre el Humanismo y los alcances de la respuesta que esboza Sloterdijk. Palabras Clave: Humanismo, educación, metafísica, política, parque humano, cultura letrada, antropología, domesticación, existencialismo, cultura post literaria, post humanismo. 1. El origen de la palabra "humanista" se remonta al siglo XVI, donde fue empleada en italiano (umanista), además fue utilizado el vocablo "humanístico" (humanistisch) para referirse a "estudios humanísticos" durante el siglo XVIII. Pero el primero en acuñar el término "humanismo" propiamente

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De la crisis del Humanismo al proyecto posthumanista; una relectura de Heidegger desde Sloterdijk Dusan Vuskovic *

Resumen:

La Carta sobre el Humanismo de Martin Heidegger genera un nuevo ámbito de reflexión filosófica, el pensamiento trans-humanista o post-humanista, entendido éste como el intento de responder a la crisis constatada en la vigencia del humanismo tradicional. Para dar cuenta de esta inflexión del pensamiento occidental se expondrán los orígenes del concepto de humanismo, la crisis constada por Heidegger en la referida Carta sobre el Humanismo y los alcances de la respuesta que esboza Sloterdijk.

Palabras Clave:

Humanismo, educación, metafísica, política, parque humano, cultura letrada, antropología, domesticación, existencialismo, cultura post literaria, post humanismo.

 

1.

El origen de la palabra "humanista" se remonta al siglo XVI, donde fue empleada en italiano (umanista), además fue utilizado el vocablo "humanístico" (humanistisch) para referirse a "estudios humanísticos" durante el siglo XVIII. Pero el primero en acuñar el término "humanismo" propiamente tal, fue el alemán J. Niethammer, el cual usó la palabra humanismo (humanismus) en una obra suya publicada en 1808. José Ferrater Mora postula que existe un fuerte vínculo en el significado de estos distintos vocablos.

Niethammer entendía por "humanismo" la tendencia a destacar la importancia del estudio de las lenguas y de los autores "clásicos" (latín y griego). Umanista se usó en Italia para referirse a los maestros de las llamadas "humanidades", es decir, a los que se consagraban a los studia humanitatis. El humanista se distinguía, pues, del "jurista", del "legista", del "canonista" y del "artista". 1

Desde la perspectiva de Ferrater Mora, el sentido otorgado al término humanismo se puede extender para designar el movimiento filosófico, artístico y cultural, ligado fuertemente al desarrollo del Renacimiento, que surgió en Italia en las postrimerías del siglo XIV, y que luego se expandió a otros países europeos durante los dos siguientes siglos. El humanismo

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presentó como su principales características: el antropocentrismo y el deseo de formar hombres eruditos que dominaran las artes liberales, especialmente disciplinas como la historia, la poesía, la retórica, la gramática (literatura) y la filosofía moral, todas las cuales suponen una base arraigada en el énfasis hacia el estudio y recuperación, por una parte, de los grandes autores latinos, y por otra, de la lengua y literatura griegas.

Efectuando un salto de varios siglos, según Ferrater Mora, en nuestro tiempo se denomina humanismo a todas aquellas corrientes o tendencias filosóficas que postulan la búsqueda de algún ideal humano, es decir, que pretenden que la humanidad se desarrolle con vistas a algún fin especial, que le otorga un fundamento y un sentido a la vida del hombre. Así van surgiendo distintos "ismos", cada uno con su sello y programa propio, como el cristianismo o el comunismo.

Siguiendo en esta misma línea, aparecen con el paso del tiempo múltiples y diferentes "apellidos" para un mismo nombre; humanismo cristiano, humanismo socialista, humanismo existencialista y humanismo científico, entre los que tuvieron mayor repercusión en la sociedad.

2.

Martín Heidegger, en su obra Carta sobre el humanismo, escrita luego de la finalización de la Segunda Guerra Mundial, realiza una profunda crítica contra el humanismo, la cual descansa principalmente en la idea de que las distintas corrientes humanistas no han logrado penetrar en el fundamento último de la humanidad, y por ello han extraviado el rumbo haciendo naufragar al hombre a bordo de diferentes ideologías.

¿A qué otra parte va el "cuidado" si no en la dirección de devolver al hombre a su esencia? ¿Qué otra cosa significa esto, sino que el hombre (homo) sea humano (humanus)? Así es la humanidad el desiderátum de semejante pensar; pues esto es humanismo: pensar y cuidar de que el hombre sea humano y no "in-humano", esto es fuera de su esencia. Mas, ¿en qué consiste la humanidad del hombre? Esta descansa en su esencia. 2

En su texto, Heidegger realiza un breve análisis acerca de los diferentes humanismos que se han desplegado a través de la historia. Roma constituye, desde su perspectiva, la cuna del humanismo, en este lugar acontece el reconocimiento y la incorporación de la cultura helénica por parte de la república romana. Se pretende establecer un nuevo tipo de hombre, que representa la conexión entre la virtus romana y la paideia griega, el homo humanus, el cual se delimita frente al homo barbarus.

El fructífero encuentro de ambas culturas marcará el posterior desarrollo del humanismo, ya que tanto el Renacimiento italiano de los siglos XIV y XV, como el humanismo alemán del siglo XVIII, constituyen una glorificación del legado greco-romano. Luego, Heidegger reflexiona acerca de las tres formas de humanismo que él considera más influyentes durante su época: el marxismo, el existencialismo y el cristianismo. Cada una de estas corrientes ofrece distintas visiones acerca de la naturaleza, la historia y el sentido de la vida, sin embargo, ninguna aborda de modo acertado la pregunta por la esencia humana. No apuntan

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hacia el tema de fondo, que está a la base de todo posible sentido que se le puede otorgar al humanismo: ¿En qué consiste la humanidad del hombre? La omisión de este crucial cuestionamiento se debe a que tanto el marxismo, como el existencialismo y el cristianismo tienen su raíz en la metafísica, porque ofrecen una interpretación del ente que no considera previamente la pregunta por el Ser.

Tan distintas como pueden ser estas formas de humanismo, según finalidad y fundamento, según la manera y los medios de la respectiva realización, según la forma de su doctrina, coinciden empero en que la humanitas del homo humanus se determina con respecto a una interpretación ya fija de la naturaleza, de la historia, del principio del mundo, es decir, del ente en el todo.3

El marxismo, a su vez, considera que la historia escrita (así la llama Marx), posterior al régimen del comunismo primitivo sin clases sociales, se ha desenvuelto dialécticamente como la lucha constante de dos clases sociales, una de los cuales explota a la otra, a través del dominio de los medios de producción materiales (y por ende, de los medios espirituales). Esta contradicción interna de clases, presente en cada etapa de la historia, lleva en sí misma el gérmen de su solución, que es el paso a una nueva etapa histórica de desarrollo, donde aparece una nueva clase social dominante que reorganiza los medios de producción que la anterior clase dominante no había podido controlar. …la producción económica y la estructura social que de ella se deriva necesariamente en cada época histórica, constituyen la base sobre la cual descansa la historia política e intelectual de esa época; que por tanto, toda la historia (desde la disolución del régimen primitivo de propiedad común de la tierra) ha sido una historia de lucha de clases, de lucha entre clases explotadoras y explotadas, dominantes y dominadas, en las diferentes fases del desarrollo social; y que ahora esta lucha ha llegado a una fase en que la clase explotada y oprimida (el proletariado) no puede emanciparse de la clase que la explota y que la oprime (la burguesía), sin emancipar, al mismo tiempo y para siempre, a la sociedad entera de la explotación, la opresión y las luchas de clases… 4

3.

El Existencialismo, a su vez, afirma que el hombre no tiene ninguna esencia preestablecida que sea antológicamente anterior a él y que lo determine en su ser, sólo a través de su existencia el hombre puede llegar a constituir su esencia.

La filosofía de Sartre lleva este presupuesto hasta sus últimas consecuencias, eliminando la existencia de Dios, y con ello, toda posibilidad de aceptar la existencia de algún ente o fuerza superior que preconciba una esencia o una naturaleza común para todos los hombres. La ausencia de toda predeterminación de una esencia o de una naturaleza humana obliga a cada hombre a realizar una construcción constante de su propia esencia individual mediante los actos que realiza durante su vida. Estos actos que definen al hombre, son elegidos por él libremente.

El hombre, tal como lo concibe el existencialista, si no es definible, es porque empieza por no ser nada. Sólo será después, y será tal como se haya hecho. Así pues, no hay naturaleza

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humana, porque no hay Dios para concebirla. El hombre es el único que no sólo es tal como él se concibe, sino tal como él se quiere, y como se concibe después de la existencia, como se quiere después de este impulso hacia la existencia; el hombre no es otra cosa que lo que él se hace.5

Por su parte, el cristianismo piensa la historia de la humanidad como una parte de la historia divina, y el hombre se define en torno a su relación con Dios.

Todas estas respuestas pasan por alto la única pregunta realmente importante para Heidegger, aquella que apunta a la verdad del ser.

…todo humanismo es metafísico. En la determinación de la humanidad del hombre no sólo pregunta el humanismo por la relación del ser al hombre. El humanismo obstaculiza aún esta pregunta porque, a base de su proveniencia de la metafísica, ni conoce ni entiende esta pregunta. 6

Para el filósofo alemán, el problema de la metafísica, y por ende, del humanismo, es que piensa la esencia del hombre únicamente desde la dimensión de la animalidad. Los griegos y posteriormente los romanos, definen al hombre como animal racional, es decir, el hombre es considerado desde una perspectiva exclusivamente biológica, como un animal entre otros, con la diferencia de que éste posee la facultad de la razón. El hombre no puede ser tenido como un ente entre otros, por el contrario, posee un rasgo especial que lo hace ser diferente a todos los demás. Lo que lo separa no es una diferencia específica, sino una distinción de orden ontológico.

Heidegger considera que el hombre es el único ser viviente que logra trascender sus instintos y sus necesidades básicas para interrogarse por el fundamento último de su esencia y puede darse a sí mismo algo como un mundo, el cual trasciende del mero medio circundante en el cual están insertos los otros entes. Esta relación con el Ser, constitutiva del ser mismo del hombre, implica que habita y está en el mundo de un modo particular, lo que le confiere un carácter especial a su existencia. No se trata de que el hombre realice un constante auto-interrogatorio ontológico, sino que el simple hecho de ser humano, implica desde ya una pre-comprensión del Ser, en el sentido que desde nuestro nacimiento somos instalados en un espacio dotado de distintos significados que configuran nuestra forma de pensar y vivir.

Heidegger, ante la pregunta de si es posible reformular o volver a darle un sentido a la palabra humanismo, propone enfocar el humanismo hacia su único y posible fundamento; la humanidad del hombre depende de su dependencia del Ser.7

…¿no piensa tal pensar precisamente la humanitas del homo humanus? ¿No piensa tal pensar esta humanitas en una tan decisiva significación como no la ha pensado ninguna Metafísica y como no puede jamás pensarla? ¿No es eso "humanismo" en sentido eminentísimo? Sí, por cierto. Es el humanismo que piensa la humanidad del hombre desde la vecindad con el ser. Pero es al mismo tiempo el humanismo en el que no está en juego el hombre, sino la esencia histórica del hombre en su proveniencia desde la verdad del ser.

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El problema acerca del planteamiento que propone Heidegger consiste en que precisamente no se constituye como algo que trascienda esto, no pasa de ser una propuesta, una invitación hacia el futuro. Porque si bien Heidegger ilustra su idea a través de la metáfora de la vecindad con el Ser, no establece de qué forma, bajo cuáles principios, a través de qué medios, se puede llevar a cabo concretamente una reformulación del humanismo. Se puede pensar que el trabajo de Heidegger consiste principalmente en indicar cual puede ser la ruta a seguir para que el humanismo cobre verdadero sentido, y en despejar este camino de las piedras que el humanismo tradicional ha puesto. La tarea de recorrer la vía que conduce a la vecindad del Ser le corresponde a otros.

4.

La discusión en torno a la crisis del humanismo es retomada y vuelve a formar parte de la reflexión contemporánea, pero esta vez desde nuevas perspectivas, a partir de la conferencia pronunciada por el filósofo alemán, Peter Sloterdijk, en el castillo de Elmau, Baviera, en julio de 1999, en el contexto del Simposio Internacional Jenseits des Seins / Exodus from Being / Philosophie nach Heidegger, que formó parte de una serie de Simposios acerca de La filosofía en el final del siglo (Philosophie am Ende des Jarhunderts), la cual se titula Normas para el Parque Humano, una respuesta a la Carta sobre el Humanismo.

En su texto, Sloterdijk analiza diferentes aspectos relacionados con los fundamentos del humanismo, y genera un cuestionamiento sobre la efectividad actual del modelo de transmisión cultural humanista.

Sloterdijk, a partir de una metáfora empleada por el poeta Jean Paul, elabora una representación acerca del significado del fenómeno humanista, que se puede interpretar como el intento de formar una comunidad de amigos reunidos en torno a su común afición por la cultura letrada. Los libros constituyen cartas que pretenden seducir a sus posibles destinatarios, en este caso los lectores, e invitarlos a tomar parte activa de una creciente correspondencia literaria. De esta manera se configura una red de envíos postales, donde la escritura se transforma en el canal de transmisión de los diferentes mensajes dirigidos a múltiples e inciertos receptores.

Se podría entonces retrotraer el fantasma comunitario que subyace a todo humanismo al modelo de una sociedad literaria, sociedad en la que los participantes descubren por medio de lecturas canónicas su común amor hacia remitentes inspirados. En el corazón del humanismo entendido de este modo descubrimos una fantasía de secta o club, el sueño de fatal solidaridad de aquellos que han sido elegidos para poder leer. 8

Sloterdijk comparte la opinión de Heidegger en torno al rol principal que adquiere la correspondencia greco-romana en el contexto de la formación del humanismo, en su despliegue a través de la historia, y en su influencia decisiva sobre toda futura correspondencia. Por una parte, los helenos comenzaron la redacción de cartas que buscaban reclutar miembros para formar la sociedad literaria, por otra parte, los romanos

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recibieron afectuosamente este envío epistolar y fueron los primeros en inscribirse en el club de los letrados.

Si, por el contrario, no hubiese tenido lugar esa disposición de los lectores romanos a aficionarse con los envíos a distancia de los griegos, habrían faltado destinatarios, y si los romanos no hubieran entrado en juego con su receptividad sobresaliente, las comunicaciones griegas no habrían alcanzado nunca el espacio europeo occidental, ese espacio todavía hoy habitado por los propulsores del humanismo. No existiría el fenómeno "Humanismo", ni una forma respetable de discursos filosóficos latinos, ni mucho menos las tardías culturas filosóficas en idiomas nacionales. 9

Según Sloterdijk, la articulación entre el envío griego y la recepción romana constituye el núcleo de todo el fenómeno humanista y la condición de posibilidad de todo su ulterior desarrollo. A partir del intercambio greco-romano, se desenvuelve el humanismo históricamente a través del reconocimiento y establecimiento de clásicos literarios que conforman un canon universal de lectura.

En los siglos XIX y XX aparece el humanismo asociado a diferentes estados nacionales burgueses europeos, aquí se puede constatar un movimiento recíproco; por una parte, cada país establece su propio canon y sus propios clásicos nacionales que adquieren valor universal, por otra parte, estos mismos clásicos contribuyen en la representación de la imagen que cada nación elabora para sí misma. La pregunta que surge entonces es ¿las naciones son creadoras de literatura, o es la literatura quien crea las naciones? Incluso, Sloterdijjk sugiere que las naciones burguesas pueden entenderse como la instauración de ficciones de orden literario y epistolar, en el sentido de que pertenecer a ellas no significa tanto formar parte de un territorio delimitado por márgenes espaciales, sino más bien confluir en un contexto literario común.

Según ellos, en esencia, el Humanismo burgués no era otra cosa que la facultad de imponer a los jóvenes la lectura de los clásicos y de establecer la validez universal de las lecturas nacionales. De tal modo que las naciones burguesas eran hasta cierto grado ellas mismas productos literarios y postales: ficciones de un destino de amistad con compatriotas remotos y una afinidad empática entre lectores de los mismos inspirados autores de propiedad común.10

A partir del pensamiento de Sloterdijk, se puede establecer aquello que está en el fondo de todo el programa humanista; la aspiración de formar un determinado tipo de hombre, el cual encarna el ideal de erudición y cultura que sustenta el proyecto humanista desde sus orígenes. Cada uno de estos hombres constituye una pieza necesaria para formar la red internacional de amigos letrados y su formación intelectual se inserta dentro del marco del canon literario universal.

Este paradigma antropológico, se articula sobre la base de dos ideas fundamentales que sostiene Sloterdijk en su obra:

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La primera idea consiste en que el humanismo se plantea como la antítesis del salvajismo. Se pretende someter la parte agresiva e irracional de la conducta humana al dominio de la prudencia y la razón.

En tales humanismos de posguerra, por ilusorios que hayan sido sus orígenes, se revela siempre un motivo sin el cual sería imposible comprender la tendencia humanista como un todo, ya sea en los días de los romanos como en la era moderna de los Estados nacionales burgueses: el Humanismo como palabra y cosa tiene siempre un opuesto, pues es un compromiso en pos del rescate de los seres humanos de la Barbarie.11

Esta idea de Sloterdijk se puede extrapolar en torno a diferentes vertientes del humanismo.

En la época de la república romana, todos los pueblos que no estuvieran circunscritos al Imperio, eran considerados como bárbaros que representaban exactamente lo contrario al ideal de hombre romano, incluso se puede pensar que no los consideraban hombres propiamente tales, sino animales salvajes susceptibles de ser domesticados y civilizados.

Por otra parte, el cristianismo constituye un intento de rescatar al hombre del dominio de sus instintos, todo lo que provenga de su parte sensible tiene una connotación moral negativa, debe ser en lo posible suprimido y sometido al imperio de la parte racional. El cuerpo es rechazado como ámbito de exclusiva animalidad y el alma es ensalzada como aquello que constituye la más pura esencia del hombre.

En el caso del comunismo, se presenta éste como el deseo de salvar al hombre de la alienación frente al producto de su trabajo, es decir, el hombre se siente un extraño respecto de sus propias obras. Trabajar no adquiere mayor sentido para él que el de cobrar un salario, el cual por lo demás no corresponde al verdadero valor de su esfuerzo, merced a la plusvalía que obtiene el capitalista, en el contexto de un sistema económico de explotación de la clase social dominante sobre la clase trabajadora.

La segunda idea que desarrolla Sloterdijk es que el humanismo sustenta la idea de que leer correctamente permite ejercer una domesticación en la conducta y el modo de pensar del hombre, lo que lleva a determinar que el ser humano es un animal que puede ser domesticado bajo ciertas reglas y principios. Pero ¿qué significa leer de modo correcto? Es posible entender que esto implica no sólo el simple hecho de leer cualquier texto, sino que realizar la actividad lectora dentro del marco impuesto por el canon universal de lectura humanista, de preferencia siguiendo la guía o tutela de algún mentor especializado, o bajo el amparo de alguna institución educativa que promueva el estudio de los pilares teóricos del humanismo tradicional.

El tema latente del humanismo es entonces el rescate del ser humano del salvajismo, y su tesis latente dice: La lectura correcta domestica. 12

En la conferencia Normas para el parque humano, una respuesta a la Carta sobre el Humanismo, como bien lo indica su título, Sloterdijk establece un diálogo con el texto de Heidegger, llevando a cabo una reflexión sobre algunas de sus ideas principales.

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Sloterdijk postula que Heidegger, a través de su obra, Carta sobre el Humanismo, genera un nuevo ámbito de reflexión filosófica, el pensamiento trans-humanista o post-humanista, entendiendo esto como el intento de demoler el edificio conceptual erigido sobre las bases teóricas del humanismo.

Con esto ya se vuelve manifiesta parte de la estrategia de Heidegger: hay que abandonar la palabra Humanismo si la labor del pensamiento, la labor que quiso parecer como ya resuelta en la tradición humanista o metafísica, ha de ser retomada en su fatal y verdadera simplicidad. En pocas palabras, ¿para qué ensalzar de nuevo al hombre y su autorizada autorrepresentación filosófica, si en la catástrofe presente se mostraba, precisamente, que el problema es el hombre mismo junto con sus sistemas de autoelucidación y autoensalzamiento metafísico? 13

Sloterdijk, si bien estima que Heidegger utiliza un lenguaje oscuro y hermético para formular sus ideas, le reconoce el mérito de ser el primero en declarar la incapacidad del humanismo para abordar de modo adecuado la verdadera pregunta por la esencia del hombre, lo que produjo lamentables consecuencias en el desarrollo filosófico y social de la humanidad.

Por un lado, en la historia del pensamiento europeo se estableció como verdadero un conjunto de ideas y definiciones acerca de la esencia humana, todas las cuales descansan en presupuestos insuficientes e infundamentados, en tanto provienen de la definición griega clásica de hombre, donde éste se entiende como animal racional.

Por otro parte, los distintos sistemas económicos, políticos e ideológicos (nazismo, comunismo, fascismo, capitalismo) que el hombre creó, supuestamente en beneficio de la sociedad, no lograron más que sumergir a la humanidad en constantes luchas de poder que desembocaron en los horrores acontecidos durante la Segunda Guerra Mundial. En opinión de Sloterdijk, este contexto histórico marcó definitivamente la época en que Heidegger escribió su texto Carta al Humanismo, ejerciendo una influencia decisiva en su pensamiento, y lo llevó a pensar que la perspectiva antropocéntrica debe ser superada, el hombre no puede estar en el centro de todo, ese lugar de privilegio le corresponde al Ser.

Pero Sloterdijk también realiza una crítica contra la imposibilidad del pensamiento de Heidegger de concederle algún valor antropológico a la formación del hombre.

Con su terca reserva contra toda antropología y su celo por mantener una procedencia puramente ontológica para el ser-ahí y el ser-en-el-mundo, Heidegger no tomó en modo alguno debida cuenta de este estallido. Pues el hecho de que el hombre pueda convertirse en el ser que es en el mundo, tiene sus raíces en la historia de la especie, raíces que se manifiestan en los conceptos abismales del nacimiento prematuro, la neotenia (conservación de caracteres inmaduros en la adultez), y la inmadurez animal crónica del hombre. 14

Sloterdijk no está de acuerdo con la visión de Heidegger, quien en su insistencia por establecer una diferencia irreconciliable entre la constitución ontológica del hombre y la constitución óntica del animal, olvida que hubo un período de tiempo, en el cual, a través

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de un largo proceso de hominización, emergió el hombre a partir de los mamíferos vivíparos. Para Sloterdijk, el tránsito desde el animal-sapiens hasta el homo-sapiens genera un vínculo tan fuerte que condiciona la constitución ontológica del hombre, la cual es influida por los elementos que él menciona, tales como el nacimiento prematuro, la neotenia y la inmadurez crónica animal, lo que a su vez repercute determinando características psicológicas, biológicas y sociales en la formación del ser humano.

NOTAS

[1] J. Ferrater Mora, Diccionario de Filosofía, Tomo II (E-J). Editorial Ariel, Barcelona, 1999, p. 1700.[2] M. Heidegger, Carta sobre el humanismo. Taurus Ediciones, Madrid, 1959, p. 14.[3] M. Heidegger, Carta sobre el humanismo. Taurus Ediciones, Madrid, 1959, p. 16.[4] C. Marx y F. Engels, Manifiesto del Partido Comunista, en C. Marx F. Engels Obras Escogidas en tres tomos, Tomo I. Editorial Progreso, Moscú 1973, pp. 102-103. [5] J. P. Sartre, El Existencialismo es un humanismo. Ediciones Orbis, Buenos Aires 1984, p. 60.[6] M. Heidegger, Carta sobre el humanismo. Taurus Ediciones, Madrid, 1959, p. 17.[7] M. Heidegger, Carta sobre el humanismo. Taurus Ediciones, Madrid, 1959, p. 41.[8] P. Sloterdijk, Normas para el parque humano, una respuesta a la Carta sobre el Humanismo. Ediciones Siruela, Madrid, 2000. p. 3.[9] P. Sloterdijk, Normas para el parque humano, una respuesta a la Carta sobre el Humanismo. Ediciones Siruela, Madrid, 2000. pp. 2-3.[10] P. Sloterdijk, Normas para el parque humano, una respuesta a la Carta sobre el Humanismo. Ediciones Siruela, Madrid, 2000. p. 4.[11] P. Sloterdijk, Normas para el parque humano, una respuesta a la Carta sobre el Humanismo. Ediciones Siruela, Madrid, 2000. p. 5.[12] P. Sloterdijk, Normas para el parque humano, una respuesta a la Carta sobre el Humanismo. Ediciones Siruela, Madrid, 2000. p. 5.[13] P. Sloterdijk, Normas para el parque humano, una respuesta a la Carta sobre el Humanismo. Ediciones Siruela, Madrid, 2000. pp. 7-8.[14] P. Sloterdijk, Normas para el parque humano, una respuesta a la Carta sobre el Humanismo. Ediciones Siruela, Madrid, 2000. pp. 11-12.