De la contratransferencia en Freud, al deseo del analista en Lacan

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Universidad Nacional de Córdoba

Facultad de Psicología

Seminario: El discurso analítico: La posición del analista en la enseñanza de Lacan, de la dirección de la cura a El reverso del psicoanálisis

Docente: Jorge Assef

Trabajo Final:

De la contratransferencia en Freud al deseo del analista en Lacan

Integrantes:

- Franco, Nicolás [email protected]

Año: 2012

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Nicolás Franco

Introducción:

A lo largo de la obra de Freud, se realizan pocas puntualizaciones

acerca de la figura del analista en el dispositivo analítico. El concepto aparece

por primera vez en Freud (1910) en “Las perspectivas futuras de la terapia

psicoanalítica” donde propone a la contratransferencia como “…la respuesta

emocional del analista a los estímulos que provienen del paciente.” Además

señala que es un obstáculo en el dispositivo y que debe ser removido. Pero

más allá de esas puntualizaciones, Freud no elabora una teoría de la

contratransferencia.

Al desarrollo del fenómeno de la contratransferencia de Freud, Lacan

postula la función del deseo del analista. Lacan, no deja de considerar a la

contratransferencia como la suma de los prejuicios del analista, pero realiza

una fuerte critica a la concepción que los post-freudianos tienen de ella, ya que,

como menciona en “La dirección de la cura y los principios de su poder”

(Lacan, 1958), se ha convertido en uno de los ejes en los que se sostiene la

dirección del tratamiento.

Menciona Lacan en el Seminario 11 “El deseo del analista […] tiende

hacia una dirección que es la opuesta exacta a la identificación.”(1964) El

analista no desea esa identificación, sino que en la cura emerja la verdad

propia y singular del analizante. Se propone que la noción del deseo del

analista implica descentrar la cuestión de una persona, la del analista, para

constituir una función que excede a una persona concreta.

Iremos dilucidando, de qué manera, la función del deseo del analista se

opone a la concepción de contratransferencia en Freud y los post-freudianos.

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Objetivos generales

1) Exponer la concepción de Freud y de los post-freudianos del

concepto de contra-transferencia

2) Dilucidar la proposición de Lacan del operador del deseo del analista

ante el concepto de contra-transferencia

3) Hacer un recorrido del concepto del deseo del analista en la obra de

Lacan

4) Investigar acerca de la posición del analista en el dispositivo analítico

Desarrollo

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Contratransferencia en Freud

El concepto de contratransferencia en Freud, no es una propuesta de

una teoría acabada como otros conceptos teóricos que él fundó. Es más bien

un encuentro con algo que se produce allí en el dispositivo analítico, pero de lo

cual no hizo mucho hincapié.

Si bien Freud propone al fenómeno de la transferencia como el motor de

la cura analítica y a su vez como la resistencia más fuerte que se produce allí,

a su vez, la contra-transferencia puede también entrar en juego también en la

relación analizante-analista. Es decir, la contra-transferencia, entendida como

la respuesta emocional del analista a los estímulos que provienen del paciente,

podría tener un lugar en la relación.

Con esta puntualización, Freud hace hincapié en que la

contratransferencia es un obstáculo en la cura analítica, y como tal, debe ser

removido. Para poder sostener esta teoría, Freud (1912) postulaba que nadie

puede ir mas allá de sus puntos ciegos, y para poder superar los puntos ciegos

había propuesto el Autoanálisis. Luego, en “Consejos al médico sobre el

tratamiento psicoanalítico”, bajo las influencias de Jung y el grupo de Zürich,

Freud propone ya el análisis didáctico

Es de destacar, que a lo largo de toda la obra de Freud, el analista

siempre representa a un sujeto, mas allá de que se lo reconozca alienado al

lugar en que la transferencia lo coloca. Es decir, el sujeto del analista está

presente allí, el ser del analista entra en juego allí, más allá del papel que le

toque en la trama singular de la relación transferencial

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La contra-transferencia en los post-freudianos

Si bien Freud no hace una teoría de la contra-transferencia, otros

autores posteriores a él, replantean la presencia de ésta en el análisis y su

significado.

Hubo dos grandes aportes a la teoría de la contra-transferencia por parte

de dos analistas. Por un lado, Paula Heimann publicó su trabajo en

“International Journal” en 1950 y tres años después publica Heinrich Racker en

esa misma revista “A contribution to the problem of countertransference”. Se le

asigna a ambos simultáneamente sus aportes a la teoría de la contra-

transferencia, aunque se destaca que el trabajo de Racker es más completo y

sistemático.

En lo que respecta a los aportes que estos autores hacen a la teoría de

la contra-transferencia, es en considerarla a ésta como un instrumento del

dispositivo analítico. Lo que destacan es que, ya no se la considera sólo como

un peligro sino también como un instrumento sensible, que puede ser útil para

el desarrollo del proceso analítico.

Estos autores afirman que, la contra-transferencia actúa desde tres

formas:(Etchegoyen, 1997)1

1) Como obstáculo, peligro de escotomas o puntos ciegos

2) Como instrumento, para detectar que es lo que le está pasando en el

paciente

3) Y como campo, en el que el analizado puede realmente puede

adquirir una experiencia viva y distinta de la que tuvo originariamente

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A todas estas consideraciones, tanto de Freud, como de los post-

freudianos, Lacan las cuestiona, y les propone una formulación nueva, que

echaría luz sobre los errores en los que se están posicionando ellos, al

considerar a la contra-transferencia como un instrumento en el dispositivo

analítico.

El deseo del analista en “La dirección de la cura y los principios de

su poder”

El texto “La dirección de la cura” (Lacan, 1958)2 tiene 5 capítulos, que

se dividen en dos grandes partes. Primero la introducción en el capítulo I.

Luego los capítulos II, III, y IV que hablan de estrategia, táctica y ser,

conforman la primera parte. Y por último, el capitulo V, que es su lección sobre

el deseo, conforma la segunda parte.

Lacan, en el primer capítulo del texto, el más polémico, presenta cuales

van a ser los temas que se van a tratar a lo largo de todo el escrito, y a su vez,

realiza críticas a la forma en cómo los analistas post-freudianos están

manejando la táctica, la estrategia y la política en el análisis. Esto se observa

en el segundo párrafo del primer apartado, Lacan señala “…bajo el nombre de

psicoanálisis muchos se dedican a una “reeducación emocional del paciente”

(Lacan, 1958).Entonces lo que propone, es “volver a poner al analista en el

banquillo, en la medida en que lo estoy yo mismo, para observar que está tanto

menos seguro de su acción cuanto que en ella esta más interesado en su ser”.

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Ahora bien, luego de introducirnos en la estructura del texto de Lacan,

tratemos de acercarnos a la crítica que allí realiza al manejo de la transferencia

y contra-transferencia que le están dando los analistas post-freudianos, para

observar luego, que es lo que él propone.

En la página 599, en el punto 11 del capítulo 4, Lacan señala “…el

analista tiene que vérselas sucesivamente con todas las articulaciones de la

demanda del sujeto. Pero además, […] no debe responder ante ella sino de la

posición de la transferencia.”(Lacan, 1958) Y menciona allí también, “se

concibe una teoría del análisis […] que reduce al miedo el resorte de los

síntomas. Engendra una práctica donde se imprime […] una figura obscena y

feroz del superyó […] en la que no hay mas salida […] que la de hacer sentarse

al enfermo […] diciéndole: “Adelante. Ahora ya es usted un buen niño””

Considero que a lo que apunta Lacan con estos párrafos mencionados,

es a tres cosas:

- Por un lado, dar cuenta de las aberraciones que han hecho los

post-freudianos del manejo de la transferencia, donde se

espera, como mencioné al comienzo, de una reeducación

emocional el paciente, presentándose el ser del analista en el

dispositivo analítico, como algo a lo que el sujeto debe

identificarse.

- Por otro lado, a demostrar hay un poder que se pone en juego

en el análisis, que es el analista el que lo soporta, que es

responsable, pero que la acción analítica a la vez no es un

ejercicio de un poder.

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- Por último, hacer la crítica a los post-freudianos, donde

considera que, porque no entienden la acción analítica en su

autenticidad, ejercen un poder como refugio.

Está claro, que en todo momento, no se confunde entre contra-

transferencia y deseo del analista. Los sentimientos inevitables de un analista,

son un obstáculo y no un instrumento de la cura. Estos sentimientos, dice

Lacan (1958) en el punto 5 del primer punto, “solo tienen un posible en la

situación analítica, el del muerto.” Es decir, que aquí se advierte, de manera

clara la diferencia entre ambos. Lacan relaciona el deseo del analista con la

posición del esclavo en tanto este no tiene ningún derecho a hacer valer su

deseo.

Por lo que, la noción del deseo del analista implica descentrar la

cuestión de una persona, la del analista, para constituir una función que excede

a una persona concreta. Cito a Vilma Petrucci (1993)3, “que los sentimientos,

prejuicios y opiniones de un analista que constituyen su sistema ideacional

queden en suspenso, es condición del avance en la dirección de la cura”.

Puntualizaciones sobre el deseo del analista a lo largo de los

seminarios de Jacques Lacan

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Lacan fue haciendo aportes a la cuestión del deseo del analista a lo

largo de todos los seminarios de su enseñanza. Trataremos de abordar el tema

tomando los seminarios 8, 11 y 17.

En el seminario 8 “La transferencia” (Lacan, 1960-1961)4, en el capitulo

XII denominado “Critica de la contratransferencia”, Lacan plantea, al igual que

en la dirección de la cura, que se ha hecho, por parte de los post-freudianos al

fenómeno de la contratransferencia un medio instrumental en el dispositivo

analítico, que puede ser codificado. *

En este capítulo, se hacen referencias claras a la posición que toma la

escuela kleiniana ante la posición del analista en la transferencia. Lacan

propone allí lo siguiente “Lo que nos es presentado como desviación de la

contratransferencia se plantea aquí al mismo tiempo como medio instrumental

[…] Habrá que esforzarse al menos en recuperar el hilo de la situación […]

mediante el reconocimiento de sus efectos sobre el analista.” (Lacan, 1960-

1961) Considero que el autor, al igual que en la dirección de la cura, buscaba

por medio las criticas, “hacer de sus escollos boyas de nuestra ruta” (Lacan,

1958), como lo dice en el texto recién mencionado.

Es decir, no es por gusto propio que él realiza las críticas a la

concepción que tienen los post-freudianos de la contratransferencia, sino mas

bien, para poder demostrar su “impropiedad conceptual” ya que se ha

convertido en el eje a los que se sujeta la dirección del tratamiento en ellos.

En este seminario, Lacan introduce la noción de Agalma, como el objeto

fundamental que está en juego en el análisis del sujeto, y dice que “por el solo

hecho de que ha transferencia, estamos implicados en la posición de ser aquel

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que contiene el ágalma”. Un poco más adelante menciona una cita, que

podríamos acercar a la posición del analista en el dispositivo analítico. Allí

menciona “…Solo en la medida en que sabe qué es el deseo, pero no sabe lo

que desea ese sujeto […] está en posición de tener en él, el objeto de dicho

deseo.” (Lacan, 1960-1961)

En el seminario 11, “Los cuatro conceptos fundamentales del

psicoanálisis” Lacan (1964)5 introduce que, del SsS al deseo del analista, se

teje, en la transferencia el pasaje del ideal del yo al objeto a. En este momento

de la enseñanza de Lacan, se puede observar de manera clara dos cosas:

1) Por un lado, una conceptualización más clara acerca de la posición

del analista en el fenómeno de la transferencia

2) Por otro lado, la relación del deseo del analista con el fin del análisis.

Para poder justificar lo aquí mencionado, tomo una frase de Lacan que

dice “…porque el deseo del analista sigue siendo una x, no tiende a la

identificación sino en el sentido exactamente contrario” (Lacan, 1964)

A lo que apunta Lacan con esta frase es a delimitar que, si el mecanismo

fundamental que distingue a la operación analítica es el mantenimiento de la

distancia entre I y a, la posición del analista en el espacio analítico no es

cualquiera. Si la función en relación al fin de análisis es establecer y mantener

la distancia y la diferencia entre el ideal y el objeto a, el analista deberá

correrse del ideal por el sujeto a encarnar, para servir de soporte al objeto a

separador y posibilitar así la transformación del sujeto en relación al deseo.

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Es en este punto donde podemos empalmar con “La proposición del 9

de octubre de 1967”6, donde se justifica allí, la posición del psicoanalista en

relación al analizante. Allí Lacan nos dice: “Únicamente hay que tener presente

que con respecto al psicoanalizante, el psicoanalista, y a medida que más se

haya avanzado hacia el final de la partida, está en posición de resto” (Lacan,

1967). Es por medio de que el analista ocupa este lugar de resto, por medio de

la que el analizante puede acceder a ese objeto a causa de su singular modo

de gozar.

Por último, queda explicitar las puntualizaciones que hace del deseo del

analista y de la posición del analista en el dispositivo analítico que realiza

Lacan (1969) en el seminario 17 “El reverso del psicoanálisis”. 7

En el capitulo “Saber, medio de goce”, Lacan dice: “La posición del

psicoanalista, llego a articularla de la siguiente forma. Digo que esencialmente

está hecha del objeto a. […] El analista por su parte tiene que representar aquí,

de algún modo, el efecto de rechazo del discurso, es decir, el objeto a” (1969).

Ya con la producción de los cuatro discursos, Lacan puede terminar de ubicar

definitivamente cual es el lugar que ocupa en psicoanalista en el dispositivo

analítico. Es decir, ubica al analista en el lugar del objeto a y da rigor formal a

esta cuestión al ubicar al objeto a en el lugar del agente en el discurso

analítico.

Con todo lo explicitado hasta aquí, estamos en condiciones de afirmar

que es por el deseo del analista que se funda la experiencia de un análisis, lo

que deriva en que la sesión se establece y se estructura por el deseo del

analista.

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Como lo relata Silvia Salman en “El deseo del analista y el inconsciente”

(2000)8 “El analista en la cura, es soporte de aquello que en la estructura posee

el carácter de lo pulsional bajo la forma del objeto alrededor del cual gira la

pulsión.[…]De este modo, su función (la del deseo del analista) pone de relieve

lo que se juega para cada sujeto en su análisis como objeto causa de deseo,

causa ignorada y velada por la satisfacción pulsional fantasmatica y

sintomática.”

Es en ese lugar donde debe alojarse el analista en el dispositivo, y es

desde allí desde donde debe operar. Como mencionamos anteriormente, la

noción del deseo del analista implica descentrar la cuestión de una persona, la

del analista, para constituir una función que excede a una persona concreta.

Para concluir, si entendemos al objeto a como objeto causa de deseo y,

como tal, resto de goce a localizar en un análisis, esto solo será posible si el

analista se hace objeto causa de deseo en esa experiencia, encarnando el

objeto a, soporte del fantasma del analizante. Punto de anclaje de la función

"deseo del analista".

Reflexiones Finales

¿Puede homologarse el concepto de contratransferencia en Freud con el

deseo del psicoanalista en Lacan? ¿Se puede utilizar la contratransferencia del

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analista como un instrumento en el dispositivo analítico? El ser del analista

¿entra en juego en el dispositivo analítico? ¿Está de acuerdo Lacan con el uso

que se da de la contratransferencia por parte de los post-freudianos? ¿Cuál es

la posición del analista con respecto a la transferencia? ¿Qué tiene que ver el

objeto a en esta cuestión del deseo del analista?

Todas estas preguntas fueron las que se me fueron generando a lo largo

de toda la elaboración de la monografía, las cuales a medida que se iba

indagando y leyendo un poco más, se fueron esclareciendo.

Desde donde partimos fue de “No, bajo ningún punto de vista puede

homologarse el concepto de contratransferencia con el deseo del analista.” Ahí

fue donde empezaron los interrogantes “Pero, ¿Por qué?... Si la

contratransferencia es la suma de los prejuicios del analista, y el deseo del

analista es… ¿Qué es el deseo del analista?”

Lacan, a lo largo de los escritos y los seminarios, fue dilucidando de

manera exhaustiva que la contra-transferencia y el deseo del analista no se

pueden homologar, y que bajo ningún punto de vista, se puede hacer del

obstáculo de la contra-transferencia, un medio instrumental para utilizar en el

dispositivo analítico.

El deseo del analista es una función, es un operador, que Lacan propone

como respuesta a la pregunta sobre la posición del analista. El analista se

desplaza del lugar del amo, se pone como agente del discurso y se dirige al

sujeto como sujeto barrado, y frente a la suposición que el analizante le hace,

el analista no se identifica con ese lugar, sino mas bien, se ubica como soporte

del objeto a, como ese plus de goce.

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Para finalizar, cito a Lacan:

“Si el analista trata de ocupar este lugar arriba a la izquierda que

determina su discurso, es precisamente porque no está ahí, en absoluto por sí

mismo. Es ahí donde estaba el plus de goce, el gozar del otro, adonde yo, en

tanto profiero el acto psicoanalítico, debo llegar” (Lacan, 1969)

Entonces, ¿Se pueden utilizar los sentimientos del analista como

instrumento para dirigir una cura? No, siempre los sentimientos del analista

son un obstáculo en la cura. Y por lo tanto, para evitar que el ser del analista no

aparezca en juego en el dispositivo analítico, y que el analista pueda alojarse

como resto, como desecho del discurso del analizante, es imprescindible el

análisis personal.

Bibliografía

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Referencias

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1 Etchegoyen, H (1997) De la transferencia y la contratransferencia. En Etchegoyen, H., Los fundamentos de la técnica psicoanalítica. (P. 93-178) Amorrortu

2 Lacan, J. (1958): "La dirección de la cura y los principios de su poder" En Lacan, J., Escritos 1. México: Siglo XXI

3 Pretucci, V. (1993) El deseo del analista y su posición en el dispositivo de la cura. El caldero de la escuela (S.n) 29-31

4 Lacan, J. (1960-1961): Seminario Libro 8, La Transferencia- Paidós- Argentina 2003

5 Lacan, J. (1964): Seminario Libro 11, Los Cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis. Paidós- Argentina- 1989

6 Lacan, J. (1967) Proposición del 9 de octubre de 1967. Momentos cruciales de la experiencia analítica. Manantial

7 Lacan, J: (1964) “El Reverso del Psicoanálisis”. Saber, medio de goce. Paidós, 1992. Bs. As.

8 Salman, S. (2000) El deseo del analista y el inconsciente. El caldero de la escuela (S.n) 22-24