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D a n i e l a R i c o M i r a n d a

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Asesora: Diana Castellanos

Pontificia Universidad Javeriana Carrera de Artes Visuales

Bogotá, Colombia 2014

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habitar errático

...................memorias de una nómada

i n d i c e

introducción

06...................

objetivos

09...................

18...................

homo ludens

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el trasteo

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................... Trabajo de grado para obtener el título de Maestra en Artes Visuales con énfasis en expresión gráfica{ }*

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introducción{ }

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Siempre me ha llamado mucho la atención el tema de cómo el habitar lugares y objetos, los convierte en extensiones de nuestra propia identidad. Esta articulación entre lugares, objetos e identidad sólo es posible mediante las emociones en el sentido en que cada objeto y lugar deja de ser lo que es en su sentido literal para cobrar valores imaginados; en tanto estos viven a través de nosotros dejando huella pero, a la vez, absorbiendo elementos de nuestra propia vida. Esta forma de relacionarnos con el entorno, determina entonces características de nuestra personalidad, clase, cultura y sociedad que definen quienes somos, relación que es cambiante día a día en función de los sucesos y de los paisajes que componen nuestra realidad y las emo-ciones que estos nos producen.

Este ha sido un tema recurrente en los trabajos que he hecho a los largo de la carrera y fue pre-cisamente en uno de ellos donde encontré un punto interesante de abordaje para mi proyecto de grado. Dicho trabajo consistía en hacer una arqueología a las mesitas de noche de diferentes personas para observar las colecciones involuntarias que se escondían en los cajones y de qué manera estaban organizados bajo la hipótesis de que estas colecciones permitirían hacer una lectura de ciertos aspectos del individuo al cual pertenecían. Haciendo esta exploración, noté que yo guardaba muy pocas cosas con respecto a los demás, quienes guardaban pequeños te-soros de gran valor sentimental y muy evocador dentro de sus recuerdos; mi mesita de noche tenía objetos con poca o ninguna conexión sentimental para mí y además cuya fecha de adquisi-ción no sobrepasaba trescientos sesenta y cinco días de anterioridad. Fue entonces cuando noté que no era un caso solo de mi mesa de noche sino en general, de toda mi habitación y descubrí que las personas tienen más objetos por apego que por su utilidad.

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De un tiempo para acá, me he enfrentado con constantes mudanzas de vivienda no por gusto, sino porque se convirtió en el trabajo de mi mamá, ella es arquitecta y se dedica a la comercia-lización de finca raíz, es decir, a la compra de inmuebles para remodelarlos y venderlos en un valor más alto del que los compró. El punto es, que vivimos en ellos durante todo el proceso de remodelación; esto ha hecho que se haya ido perdiendo esa conexión con los objetos la cual tanto me ha interesado, pues para efectos prácticos, las mudanzas han ido dejando atrás gran cantidad de pertenencias que, aunque tengan un valor simbólico, hacen más complejo el traslado de un lado a otro, bien sea por espacio o por que desaparecen durante el trasteo. Hay personas como mi abuela, que han vivido gran parte de su vida en el mismo lugar y al no haberse enfrentado nunca a un trasteo, pueden darse el gusto de guardar cosas, pues además de no ser conscientes del dilema que estas plantean a la hora de empacarlas en cajas y llevarlas a otro lugar: practicidad versus sentimiento, a veces personas como ella pierden la noción de lo que almacenan y de lo que no.

Este texto presenta los argumentos para el desarrollo de la obra visual que me propuse como proyecto de grado. Anteriormente realicé una descripción general de la experiencia que me llevó a acercarme al tema y por consiguiente a plantearme ciertos cuestionamientos sobre la noción de identidad, objeto, lugar y memoria; a continuación expondré algunos referentes visuales y teóricos que soportan la base conceptual del proyecto y finalmente, explicaré en que consistió el proceso para llegar a la realización de un juego de mesa como pieza conclusiva final.

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generalCrear un juego de mesa autorreferente que per-mita reflexionar sobre las relaciones que estable-ce el ser humano con los objetos, más que por su función, por el significado que se les otorga.

específicos1. Reflexionar sobre la necesidad del ser humano de anclar sus recuerdos a los objetos, como so-porte material de la memoria.

2. Indagar sobre el papel del juego y el juguete en el campo de las artes visuales y su pertinencia en el mismo.

3. Observar diferentes juegos de mesa, su estruc-tura y dinámicas de funcionamiento.

4. Desarrollar un juego que además de cumplir su función como objeto lúdico, sea consistente en sus aspectos gráficos.

objetivos

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n ó m a d a{memorias de una

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Desde que tengo memoria, todos los días sábado, mi familia y yo pasamos el día en casa de la abuela, la mamá de mi papá. Es una casa grande, llena de historias, pues han vivido allí más de treinta años. Por esa casa han pasado numerosos familiares y amigos de todas las edades que han vivido allí por temporadas bien sea de trabajo o de estudio, han llegado allí de otras ciudades, de otros pueblos. Siempre llegan allí porque los abuelos son el centro articulador de toda nuestra familia, y por ende su casa el núcleo central. Y como es una casa grande con varias habitaciones, camas plegables y colchones escondidos, siempre está lista para acoger a quien quiera quedarse a habitarla. Como ha sido hogar de muchas personas que van y vienen, sus rincones están llenos de historias y objetos que alguna vez tuvieron dueño pero que entre el ir y venir se quedaron olvidados en algún lugar de esta casa: prendas de vestir, una tortuga disecada, cuadernos de preescolar, juguetes de todo tipo, pelotas desinfladas, bicicletas desarmadas, lám-paras sin bombillo, el ojo de un venado como amuleto de buena suerte, un trapo que supongo alguna vez sirvió para encerar el piso. Estos, junto con otros que alguna vez usaron los dueños de casa como cajitas de fósforos, torres de periódico, botellas de vidrio, pedacitos de vela, colec-ciones de colores miniatura, relojes sin pila y un sinfín de otros tantos yacen empolvados en la buhardilla. Yo crecí familiarizada con todos ellos, mi hermana y yo pasábamos horas escuchando las historias, que existían detrás de cada uno, que nos contaba mi abuela para entretenernos, a veces ya hasta había olvidado la existencia de algunos que se escondían detrás de otros; aún hoy en día me gusta recorrer esas repisas, siempre veo cosas nuevas de antaño, aún me gustan las historias de mi abuela pero ya su memoria no es tan lúcida y ha olvidado algunas. Ella, es una persona muy apegada a los objetos, le gusta coleccionar cosas, sin llegar al punto de la acumu-lación, pues su casa siempre está limpia y ordenada; sin embargo, siempre ha sido difícil para ella deshacerse de los objetos pues cree firmemente que los objetos son el lugar de la memoria y dice “no botarlo, eso en algún momento se necesita”. Tal vez fueron todas esas tardes sabati-nas de historias las que despertaron mi interés en los objetos como vehículos de la memoria y constructores de identidad.

En contraposición a esto mi hogar, que como lo dije antes, se mueve de casa en casa, la dinámi-ca es distinta: aquí los objetos que habitan el lugar, tienen funciones definidas bien sea por su uso práctico o con fines decorativos, en todo caso están en uso; cuando algo deja de funcionar, inmediatamente pasa a manos de otros dueños, porque es poco práctico cargar con un montón de cosas de un lado para otro. Las únicas cosas que permanecen bajo la escalera son las cajas del arbolito de navidad, el pesebre y otras cosas muy específicas que aunque no estén en constante uso, tienen su oportunidad en alguna época del año. Mi abuela, siempre ha criticado mucho esa

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manera de botar los objetos tan desalmada, y con el pasar del tiempo conversando con amigos y conocidos, me di cuenta que no solo mi abuela tiene esas consideraciones, pues gran parte de las personas que me rodean han vivido casi toda su vida en un mismo lugar, un lugar que por diferentes circunstancias eligieron como suyo, apto para construir una historia. Por este moti-vo, pueden darse el lujo de construir esta historia con objetos y conservarlos como parte de sí mismos, como trozos de su memoria e incluso de su alma. Baudillard, en su libro “La poética del espacio” afirma que las casas son diagramas que pueden guiar un análisis de la intimidad de las personas. A continuación se “leerán las casas” que he habitado, pues más que paisajes son estados del alma que incluso basta con describirlas físicamente para que expresen rasgos de la intimidad de quien las habita.

apartamentoLa primera vez que me mudé fue hacia 1997 cuando tenía cinco años; esa vez, fue la única ocasión donde el cambio de vivienda generó una emoción positiva en mí, pues vivíamos en un apartamento muy pequeño y el espacio no era suficiente para los dos adultos y dos niñas que vivían allí; yo estaba por entrar al colegio y mis papás consideraron que necesitábamos espacios como un estudio y una habitación más grande. La nueva casa era muy grande comparada con el apartamento, tenía dos pisos, estudio, dos baños, quedaba cerca de un parque por lo que evidentemente, el cambio fue muy emocionante; aunque en el apartamento mi hermana y yo teníamos algunos amigos, el cortar esos lazos no representaba una situación difícil debido a nuestra corta edad.

CASA 1La nueva casa, era muy diferente con respecto al apartamento, además de las cuestiones de ta-maño, estaban las huellas de las personas que se fueron quienes habían vivido allí toda su vida. El tamaño de su familia mucho más grande a la nuestra, los llevaron a adaptar espacios como habitaciones, las características de objetos, mobiliario, paredes, pisos, etc., distaban mucho de las de nuestras pertenencias. Esta fue la primera vez que me interesé, tal vez inconscientemente,

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por los espacios y objetos como extensión de la identidad de las personas. El habitar deja hue-llas, y estas permiten contar historias. La casa fue absolutamente modificada durante nuestro habitar, pisos, paredes tumbadas para generar espacios más grandes, closets, y un sin número de elementos que mis papás consideraron pertinentes. Allí, encontré nuevos amigos con quie-nes salía a jugar por las tardes después del colegio, recibí juguetes nuevos, pinté mi cuarto, coleccioné tarjetas de celular, puse adornos en las paredes y un sin número de intervenciones en ese lugar que consideraba mío. Un día cualquiera, cuando llegaba del colegio, vi un aviso de “se vende” en la ventana; llevábamos 4 años allí, y no imaginé la idea de una casa diferente en ningún momento. No quería irme, pero me explicaron que íbamos a ir a un sitio mejor, más grande y ojalá más cerca al colegio. Cada vez que iban personas a ver la casa, me daba mal ge-nio y pensaba: ojalá que no les guste; fue más de un mes de angustia, donde me sentía en una cuenta regresiva, que cuando llegara a cero representaría perder las cosas que conocía hasta ahora como mías. Ello acabó el día que llegó una familia que vio en nuestra casa, una buena posibilidad para vivir de ahí en adelante.

CASA 2Empezó la búsqueda de un nuevo lugar para vivir, después de quince días encontramos una casa efectivamente más grande y más cerca al colegio donde estudiábamos; el negocio se hizo rápidamente pues teníamos tan solo quince días más para hacer el trasteo. Empacar en cajas sólo lo necesario fue lo que nos dijeron mis papas; se fueron colecciones, juguetes, las cosas que se habían pegado en las paredes, amigos con los que se perdió todo el contacto, entre tantas otras que no quería que se fueran. Es curioso, pero esta fue la única casa junto con el apartamento donde después de nosotros quedaron huellas, es decir, las sombras en las paredes donde hubo cuadros, y muebles recostados sobre ellas; a partir de esta casa, como los tiempos de estadía empezaron a ser más cortos, no alcanzaron a formarse estas huellas.

La llegada fue similar a la otra, pues era un espacio mucho más grande. Estaba lleno de recuer-dos pues la casa pertenecía a una señora que había acabado de perder a su esposo, ya sus hijos habían crecido por tanto consideraba que era un espacio muy grande para ella sola. A pesar de estar desocupada, en los muebles quedaron sobres con cartas de esa familia, postales de navidad, fotos, y otros objetos que parecían insignificantes pero que con seguridad guardaban

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historias detrás; además de los objetos, estaban las marcas en la pared que evidenciaban los cuadros y adornos que se habían retirado, en el tapete las marcas de las patas de los muebles que se habían ido. A decir verdad, este tipo de encuentros me producen un poco de nostalgia. Nuestros objetos empezaron a invadir el espacio, a borrar las huellas de los otros. Lo más difícil en estos casos es vivir durante la remodelación, es decir, tratar de utilizar los espacios cuando no se puede; por ejemplo, acomodar todas las camas en la sala porque están arreglando los cuartos, o no poder bañarse con la llave del agua directamente porque están cambiando la tu-bería de toda la casa, sin contar con que además de la familia, se convive con personas extrañas como lo son trabajadores, carpinteros, pintores, etc., condiciones que transforman fuertemente las dinámicas cotidianas.

A las pocas semanas cuando expresé la idea de pintar mi cuarto, me dijeron que no, porque esta casa era también de paso, pues la idea era arreglarla y venderla a modo de negocio. A pesar de la advertencia, es difícil desligarse de las cosas.

La casa se arregló un poco a gusto de mi mamá, y otro poco de modo que se viera agradable y fuera fácil de vender. Es casi como vivir en una casa modelo, donde todo está pensado para que le guste a una futura familia; cualquier huella nuestra es rápidamente borrada pues es conside-rada defecto y en cierto modo, una devaluación del espacio; todo lo que sobre, va saliendo, no hay lugar para “chucherías”, eso sólo genera desorden. En esta casa sucedieron muchas cosas, llegó una mascota a la familia y mis papás se separaron. Este último suceso, hizo más duro el proceso de venta de la casa, pues me generaba angustia saber que a partir momento en el que alguien la comprara, nuestra familia dejaría de ser de cuatro para convertirse en una de tres.

CASA 3Era muchísimo más pequeña. Pertenecía a una pareja que había vivido allí gran parte de su matrimonio, sus hijos ya habían crecido y se habían ido, el señor estaba muy endeudado y la señora estaba muy enferma de los pulmones por tanto no podía respirar sin ayuda de una bala de oxígeno, entonces se había adaptado un sistema con un conducto que iba de la bala (ubicada en el segundo piso) hasta cualquier parte de la casa. Esta casa fue tal vez, la que tuvo el proceso de adaptación más largo y difícil; se armó una cocina improvisada en el patio durante varias semanas, cuestión que hacía muy difícil la labor de cocinar y lavar los platos; el comedor era una

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mesa pequeña sin asientos, a nivel del piso ubicada en alguna parte de la primera planta y las camas estaban colocadas todas en una misma habitación. Sin contar cuando se cambió el piso de toda la casa y tocaba caminar como jugando golosa para no pisar las baldosas frescas. A esta casa llegó una nueva mascota, que era temporal como todo lo nuestro, pero finalmente se que-dó; allí también murió la mascota que había llegado anteriormente. Transcurridos dos años y un par de meses la casa fue nuevamente puesta en venta; nos fuimos dejando atrás los vecinos de al lado que se habían convertido en buenos amigos y algunos muebles entre otras cosas. En este punto hacer los trasteos era más sencillo, pues no teníamos nada que no fuera necesario, y si lo había se quedaba en la casa; hay cosas que ni siquiera se desempacan de las cajas, ya están listas para irse a un nuevo depósito. Mi habitación a estas alturas ya carecía de personalidad, podía ser la habitación de cualquiera: una cama, un televisor, una silla y una repisa con algunos libros.

CASA 4Esta casa está conformada por niveles, en total cinco. Es mucho más grande que la anterior por tanto han llegado muchas cosas a ocupar esos espacios. Pertenecía a una familia de una pareja de esposos con dos hijas pequeñas y la mamá de la señora, estaban muy endeudados y por tanto tenían urgencia de vender la casa; estaba igual a como la habían comprado alguna vez, con paredes, pisos, baños y closets originales; lo único que habían apropiado ellos era el color de las paredes, cada espacio tenía uno muy particular : verde menta para el comedor, amarillo en una de las habitaciones, gris con puntos rojos en la otra, nos pidieron que no fuéramos a pintar de otro color, porque esos colores eran bonitos y guardaban significados para ellos. En el proceso de remodelación dentro de los closets encontramos sobres con cartas y fotos del año 1978 y anteriores, de dueños anteriores a los que les habíamos comprado, encontramos unos paquetes que contenían tierra, muñecos, collares, etc. Esta es mi casa actual, llevo acá dos años y unos meses; hace una semana fue vendida y como ya venía venir ese día, son muy pocas las cosas que conservo en mi habitación, la gran mayoría han aparecido desde que me mude aquí y definitivamente son muy pocas las que se irán a la nueva casa, cualquiera que sea.

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e r r át i c o{ }habitar

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El ser humano se aferra a los objetos porque teme a la muerte, pero no siempre fue así, pues el hombre es nómada por naturaleza. Desde sus orígenes, la especie humana habitaba senderos y estaba en constante desplazamiento, pues dependía directamente de lo que la natu-raleza le proporcionaba. Se establecían en lugares por periodos cortos de tiempo dependiendo de las posibilidades de alimentación que ofrecía el mismo.

María Teresa Hincapié, convencida de que el papel del ser humano es “habitar el camino”, de-dicó su obra a reflexionar sobre lo que es considerado necesario dentro de la cotidianidad, con el fin de hacer un alto en el camino de la acumulación para indagar sobre la naturaleza nómada del ser humano. En “una cosa es una cosa”, Hincapié lleva todos los objetos de su casa que per-tenecen a su cotidianidad y a sus rutinas diarias a la sala de exposiciones y hace una taxonomía de ellos durante ocho horas consecutivas; los clasifica por función y cuando termina, vuelve a empezar otra clasificación diferente en un sin número de repeticiones colocándolos uno detrás de otro en forma de espiral. “Al principio trabajaba con la cama, con escaparates, con mesas, con asientos, con cosas grandes… pero yo no puedo andar con la casa a cuestas, de trasteo en trasteo, entonces empezaron a desaparecer las cosas grandes, quedaron las chiquitas y bueno, fue un proceso de verdad muy fuerte, porque me permitió el dominio de la acción, del tiem-po, del rigor, y la creatividad”. (Hincapié,2001. Entrevista inédita con Magda Bernal publicada en http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/textos-sobre-la-coleccion-de-arte-del-banco-de-la-republica/maria-teresa-hincapie/una-cosa-es-una-cosa ).

OBJETOSYa he hablado antes de mi interés por los objetos y la relación que tienen estos con la memoria y los recuerdos. Los objetos son lo que son, pero al nosotros crear vínculos con ellos, se convier-ten en extensión de nuestra propia identidad y también en herramientas de catarsis personal. Así cómo los usuarios determinan la vida de los objetos, estos últimos influyen en los individuos y pueden recrear la vida que existe detrás de ellos, son capaces de expresar algo de la rutina e intimidad de quien los utiliza, generan cuestionamientos sobre la vida y el rol de cada uno en el mundo, no por menos la arqueología reconstruye la historia a partir de restos de objetos. Su geografía narra, recuerda, testimonia, documenta y archiva, lleva grabado un código tácito de individualidad, pues las historias que guardan salen siempre al encuentro de la mirada de quien los contempla imaginando, explorando y descubriendo.

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(Fig. 1)Sophie Calle.

“The hotel, Room 47”2008

(Fig. 2) Simon Evans.

“Everything I have”2008

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Rosa Olivares (2003) en su texto “Las pequeñas cosas”, plantea que no puede hablarse de objetos como una generalidad de todo lo que existe en el mundo, sino que es necesario cate-gorizarlos. Esta categorización tampoco puede ser general, los objetos se clasifican de diferente manera según cada persona, pues no para todos un mismo objeto es cotidiano o exótico dentro de sus actividades diarias, ni tiene las mismas significaciones ni evocaciones; la memoria y la ex-periencia juegan un papel importante en dicha caracterización, pues permite que existan tantas interacciones objeto-individuo como sea posible.

Por su parte la artista Sophie Calle en su serie fotográfica “The Hotel, Room 47” (fig.1), habla de cómo los objetos absorben la personalidad de quienes los utilizan y manipulan y por tanto nos dejan ver la vida que hay detrás de ellos. Esta pieza nace cuando Calle es contratada como muca-ma en un hotel, y al realizar la limpieza diaria de las habitaciones se da cuenta de la manera tan diferente en que las personas disponen un mismo objeto tan corriente como, por ejemplo, los zapatos. Es desde allí, donde nace un particular interés por imaginar la vida de las personas a las que pertenecen dichos objetos según lo que estos comunican a ella; junto con sus implementos de aseo, lleva consigo una libreta de apuntes donde consigna las fotos que toma a dichos obje-tos y además adjunta notas y breves acotaciones sobre las historias que ella construye, con el fin de llevar un hilo conductor del asunto. Posteriormente esta compilación de apuntes fue llevada a un libro que se imprimió y publicó en 1986.

Este trabajo, me es principalmente interesante ya que sin ser estrictamente autobiográfico, sí evidencia aspectos personales de Calle en el sentido en que para crear las historias y hacer sus acotaciones respecto a los objetos y las situaciones, parte de sus experiencias previas con estos y así construye un imaginario que no está muy lejos de la realidad. Un aspecto fundamental para este tipo de construcciones, el cual está presente en esta obra, es el registro diario como elemento que evidencia el cambio dentro de una temporalidad, este registro da cuenta de una secuencia lineal resultado de la observación que permite mostrar cómo los objetos y entornos influencian las emociones, pensamientos, y comportamientos de maneras diferentes en quienes los ocupan.

Otro artista que ha trabajado el tema de los objetos como colección involuntaria es Simon Evans, en su obra “Everything I have”(fig.2), a modo de confesión hace un catálogo de los ob-jetos que posee en ese momento de su vida, pues afirma que estos son un punto de referencia para entender el contexto de las personas a quien pertenecen, pues generan cuestionamientos sobre la vida y el rol de cada uno en el mundo; este inventario cuenta con mil doscientos ele-

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(Fig. 3) Joan Brossa

“La sour de la cadira”2002

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mentos de uso cotidiano entre los que se encuentran prendas de vestir, alimentos, instrumentos de cocina, de aseo, mobiliario, electrodomésticos, entre otros, cada uno con su imagen y debajo breves notas sobre la relación de Evans con el artículo. Están implícitos también conceptos de consumismo y de necesidad vs deseo, pues genera muchas reflexiones en cuanto a si realmente necesitamos todo lo que queremos para vivir. Es interesante el carácter autobiográfico propio de la obra del artista, quien está muy interesado en construir capítulos de su vida diaria que evidencien su relación con el mundo desde su cotidianidad, pues traduce sus rutinas a listados, diagramas y mapas como desglosando cada uno de los aspectos que componen sus días para entender mejor su rol y su relación con todo lo que lo rodea.

En tanto, Joan Brossa, poeta español, basó gran parte de su obra en un proceso de observación de la identidad humana a través de los objetos. Somos los objetos que nos pertenecen, en ellos volcamos nuestras pasiones y emociones de manera inconsciente, transformando su naturaleza y dejando huella en ellos. En sus conocidos poemas-objeto (poemas visuales, fig.3), jugaba a modificar la forma de lo cotidiano para evidenciar cómo el objeto útil impone gran parte de las variables de nuestra conciencia.

Los objetos son entonces, además de ser ladrillos que construyen identidad, vehículos para el recuerdo ya sea personal o colectivo, que se inscriben en un contexto. Leonor Arfuch (Identi-dades colectivas, nación y escuela: implicancias en la construcción del lazo social, 2005) afirma: “La pregunta sobre cómo somos o de dónde venimos […] se sustituye en esta perspectiva, por el cómo usamos los recursos del lenguaje, la historia y la cultura en el proceso de devenir más que en el de ser, cómo nos representamos, somos representados, o podríamos representarnos. No hay entonces identidad por fuera de la representación, es decir de la narrativización -nece-sariamente ficcional- de sí mismo, individual o colectiva”. La memoria de los objetos empieza y acaba en nosotros.

Puedo concluir entonces, que el ser humano se aferra a los objetos porque tiene miedo de mo-rir; les delega recuerdos a manera de soporte material de la memoria como prueba de su paso por el mundo. Nos aferramos a los objetos y los dotamos de significado porque tememos que si dejan de existir, una parte de nosotros muere con ellos, nos da miedo olvidar lo que hemos vivi-do, nos da miedo perder las pruebas de que existimos en este mundo. Yo por el contrario creo que el otorgar tanto poder a un objeto, mata de por sí el recuerdo, pues en vez de hacerles un campo en algún lugar de la memoria e interiorizarlos para hacerlos parte de nosotros mismos, quedan supeditados al olvido de lo material.

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(Fig.4) Juerguen Chill

“Prisiones y Burdeles” 2009

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CASA Y HOGAREs importante hacer una diferenciación entre los conceptos casa y hogar pues algunas veces son concebidos erróneamente como sinónimos. Hogar se refiere al individuo o grupo de personas que habitan un espacio, viene del latín focaris que traduce fuego, por su acepción al sitio de la casa donde solía reunirse la familia alrededor del fuego para alimentarse y compartir; este concepto está totalmente relacionado con sensaciones de confort, seguridad y pertenencia, más no con espacios físicos. Casa por el contrario, se refiere al espacio físico que sirve como vivienda para una o varias personas. La casa se puede habitar pero al hogar se pertenece. Heidegger, habla del habitar no como una de las tantas actividades del hombre, sino como un forma básica que configura su ser, existe habitando y por ello construye espacios para albergar su ser, es de-cir, el hombre no habita porque edifique sino que habita y en consecuencia edifica.

Se considera que la casa se convierte en hogar cuando se habita, pues solamente al crear nexos y experiencias, independientemente si son agradables o no, mediante la interacción es posible que se generen emociones y sentimientos que afecten de manera significativa la cotidianidad del ser humano. Al igual que los objetos, el habitar los espacios, los convierte en extensión de la identidad de las personas, pues al adaptarse y permitir ser habitados, adquieren características de quien allí se encuentra, adaptaciones que intervienen en la manera que tiene el individuo de ver el mundo. Marc Auge se refiere a los lugares como aquellos espacios vitales de relación pero difiero en la categorización que hace entre “lugares” y “no lugares”, pues no puede generali-zarse con respecto a ello; los “no lugares” se definen como aquellos transitorios y de paso tales como autopistas, supermercados, transportes públicos, pero ¿Qué pasa cuando estos forman parte del paisaje cotidiano de un individuo? ¿Cuándo generan emociones bien sea negativas o positivas en quien los transita o habita?

Juergen Chill, en su serie fotográfica “Prisiones y burdeles” (fig.4), muestra desde una vista cenital pequeños habitáculos llenos de sutiles elementos, para indagar sobre la vida que existe detrás de estos reducidos espacios y como estos reflejan la identidad de quien los habita. Es interesante observar como estos espacios se transforman según su usuario, adquieren una iden-tidad propia sobre todo por los objetos que los habitan, configurando la realidad temporal de cada uno de los individuos. “Pensar la casa como acontecimiento desde una premisa singular,

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la de que su ser no está en nosotros sino que transita de unos a otros sin otra lógica que la de la posibilidad de ser continuamente formada, de ser vivida” (La casa deshecha, Felix Salgado, 1995).

Gastón Bachelard en su texto “La poética del espacio” plantea que la casa es nuestro rincón en el mundo, pues se convierte en el microcosmos de nuestra existencia. Todo espacio al ser habitado lleva la noción noción de hogar pues quien habita sensibiliza las condiciones de su albergue llevando a habitar no solo el espacio físico sino la virtualidad de este; es así como las diferentes casas que habitamos se convierten en morada de tesoros inmateriales e historias que se albergan en las rincones más recónditos. La casa es entonces un elemento integrador de pensamientos, sueños y recuerdos que se activan por evocaciones más que por descripciones minuciosas pues las dinámicas del habitar trascienden el espacio geométrico.

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l u d e n s{homo

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Jugar es humano, es más, es un fenómeno fisiológico que se puede encontrar en sus formas más sencillas dentro de la vida animal, no se basa en ninguna conexión racional ni está vinculado con ninguna etapa de la cultura. Acompaña al homo desde las etapas tempranas de su vida y a lo largo de su historia como especie. El juego cumple diversas funciones en el desa-rrollo físico e intelectual de un individuo; cuando se es un recién nacido le ayudará a desarrollar percepción sensorial, coordinación, etc., conforme el individuo crece el juego se convierte en una actividad de desarrollo social, pues es un motor de relación con el otro e interacción con el entorno.

Johan Huizinga en su texto Homo Ludens (1938), habla del juego como un fenómeno cultu-ral necesario de donde parte y a partir del cual se desarrolla la cultura en sí misma. Hombre, juego y cultura conforman una relación simbiótica que determinan aspectos de identidad y de igual manera, dinámicas de relación del ser humano con sí mismo y su entorno. Roger Callois por su parte, en su texto “La máscara y el vértigo”, ahonda en algunos aspectos del juego, considerando esta actividad como un método de enseñanza – aprendizaje que pone a prueba ciertas destrezas y habilidades del jugador, sin que esto signifique que el juego prepare al ser humano para oficios específicos. Una de las relaciones más importantes que enuncia Callois en su texto entre juego, cultura y formación de sociedad es la instauración de normas y de orden. Sin embargo, aunque sean las anteriores características del juego en general, Callois propone una categorización del mismo que abarque todo tipo de manifestaciones lúdicas en las que el hombre pueda participar; estas cuatro categorías pueden llegar a entrelazarse en un sin número de posibilidades y se denominan ALEA, AGON, MIMICRY y ILINIX.

Alea: El azar es el principal componente de este grupo. Aquí el jugador está a merced del destino, pues su desempeño en el juego no depende de sus habilidades y destrezas. Dados, ruletas, pirinolas, bingos, etc., son ejemplo de juegos que hacen parte de esta categoría.

Agon: Abarca a todos los juegos donde competir es el objetivo principal. Se dan en-frentamientos en condiciones artificiales de igualdad, para que mediante sus habilidades los jugadores se desafíen por demostrar superioridad. Ejemplos de esta categoría son el ajedrez, billar, los deportes individuales o en grupo, etc.

Mimicry: Viene del termino mímesis. Esta categoría, esta compuesta por todos aque-llos juegos donde el jugador deja de ser el mismo para tomar el lugar de otro personaje ima-ginario y comportarse como tal. Esto sucede por ejemplo en los juegos de rol, o en los juegos donde niños y niñas asumen el papel de otros personajes para jugar con muñecas, marionetas, etc.

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Ilinx: Este grupo comprende todas aquellas actividades donde el ser humano busca vértigo y aventura, esto implica dejarse ir momentáneamente por sacudidas que destruyen la realidad bruscamente, como sucede por ejemplo en los parques de diversiones con artificios como la montaña rusa, carros chocones o la rueda de chicago; pero sin ir tan lejos, motocicle-tas, patinetas, entre otros, son juguetes que permiten ese tipo de placer y conducen al vértigo.

Como mencioné anteriormente, a pesar de existir estas cuatro categorías bien definidas por Callois, la mezcla entre ellas permite abarcar cualquier actividad lúdica realizada por el ser humano. Los juegos de mesa por ejemplo, serían el resultado de la mezcla entre AGON y ALEA, pues si bien tienen un fuerte componente de azar, el desempeño de un jugador en relación a sus oponentes, depende de sus habilidades durante la actividad.

El juguete nace entonces como facilitador de la actividad lúdica, del jugar, pero a su vez, carece de sentido sin el juego. Pero entonces ¿Qué es el juguete?, haciendo énfasis en su significado, se podría concluir que un juguete puede llegar a ser cualquier cosa, es decir, en la medida en la que un ser humano juegue con un objeto, este se convertirá de inmediato en un juguete. “Un juguete puede ser solo para mirar. Puede ser solo para mirar y quedarse mirando … Un juguete puede ser cualquier cosa porque se puede terminar jugando con un jabón por ejemplo o con la abuelita.” (Lopez, 1993).

Sin embargo más allá de la mirada desde el acto lúdico, el juguete se convierte en una de las formas más precarias en la que el hombre se relaciona con los objetos y aunque es principal-mente una fuente de diversión es también una manera de transmisión de ideas y conocimientos convirtiéndose en orientador y educador dentro de una sociedad. Pero además de los valores utilitarios del juguete, es importante observar la carga simbólica que existe en él, es decir, todas aquellas relaciones que evoca el juguete más allá de las concernientes a su función, aquellas ubi-cadas en el campo de lo sentimental y afectivo que evocan experiencias del pasado. Es así como el juguete más allá de ser un objeto de divertimento, es una práctica social y a través de sus construcciones simbólicas es posible determinar ideologías, formas culturales y organizativas, entre otros aspectos que han dado origen a estos objetos dentro de un contexto determinado.

[Como objeto de apropiacióndonde el artista toma el juguete ya existente con el fin de expresar una idea diferente a la que originalmente el objeto contiene en sí mismo. ]

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JUEGO, JUGUETE Y ARTESiendo el juego una actividad innata del ser humano y por consiguiente el juguete, no podían escaparse del campo del arte como tema de reflexión y de inspiración para numerosos artistas; de por sí, la creación de una obra plástica es un proceso lúdico; Friedich Schiller afirma que “la producción de formas artísticas son el impulso congénito de todo ser humano a jugar” (Schiller, 1795). En el acto de creación existe un juego con las formas, las texturas, los colores etc., no existen verdades, solo el impulso instintivo de comunicarse a través de dichos elementos, expe-rimentando placer y un mecanismo de aislamiento del entorno; independientemente si el re-sultado es una obra netamente visual y no propiamente un objeto lúdico, durante el proceso de creación están implícitos factores como el reto, la competencia, el desarrollo de destrezas ha-bilidades, la sed de triunfo, tensión pero sobre todo el trasladarse al terreno de lo inconsciente.

Dejando de lado la poética del acto creativo como proceso lúdico, como ya mencioné, a lo largo de la historia muchos artistas han realizado propuestas plásticas que giran en torno al juego y al juguete, pues este último como vehículo del primero, cobró un papel importante como objeto de apropiación, de intervención e incluso algunos artistas crearon los suyos propios partiendo de su reflexión dentro de un proceso de creación plástica y de unas necesidades que les plan-teaba su contexto. A pesar de ello, no todas las propuestas plásticas pueden ser observadas desde la misma óptica pues su reflexión frente a este tema es abordada de diferentes maneras en cada una. Diana Castellanos en el documento de investigación “ASOBI, una mirada al juguete-objeto-arte” establece cuatro categorías que se convierten en puntos de partida para observar las obras plásticas que abordan el tema del juego y el juguete en algún punto. A continuación las enunciaré y expondré algunos ejemplos para cada caso.

[Como objeto de apropiacióndonde el artista toma el juguete ya existente con el fin de expresar una idea diferente a la que originalmente el objeto contiene en sí mismo. ]

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Luis Camitzer en su obra “El paisaje como actitud” (fig.5), establece una relación entre lo visual de la fotografía y lo textual del título, este último se convierte en un complemento de la imagen. “Una foto de la cabeza del artista, acostado, está poblada de bichitos, casitas, arbolitos, cositas y obliga a leer su cara como un paisaje, una suerte de Alicia en el país de las maravillas, un cuerpo creciendo entre objetos” (Catálogo de exposición de Luis Camitzer. Montevideo. 1986).

Jeff Koons con “Two balls 50/50 tank” (fig.6), se apropia de dos balones, independientemente de la analogía que busca con ellos, los convierte en estereotipos, donde la forma dista del contenido.

Liliana Moro con “Abassamento” (fig.7), recopila una gran cantidad de figurines de muñecas que se usan para vestirlas con prendas de papel. La obra tiene un trasfondo que habla sobre el género y el papel que juega la mujer dentro de nuestra sociedad.

Laurie Simmons por su parte, con la obra “In and around the house” (fig.8), hace una esce-nografía con elementos del mundo infantil “femenino” tales como muñecas y miniaturas de objetos cotidianos pertenecientes a las casas de muñecas. Con mucha ironía recrea rituales de la sociedad patriarcal que se dan en una casa, donde la mujer juega un papel importante.

Ann Haworth con “Betjeman dolls” (fig.9), realiza una instalación a partir de unos osos de pe-luche a quienes les cambia los rostros por el de John Betjeman, un poeta británico que habló sobre la niñez. La artista busca intervenir el juguete con el fin de hacer una reflexión de los sentimientos que pueden generar estos en los adultos.

Bernardo Salcedo con “Bajando las escaleras” (fig.10), realiza un ensamblaje de fragmentos de muñecas Barbie y piezas metálicas. Con esta obra, más allá de hacer una denuncia social, Salce-do estaba interesado en generar diversas reacciones de duda en el espectador que se enfrenta a las pequeñas esculturas.

[Como objeto de intervenciónel artista toma el juguete y después de diferentes procesos de deconstrucción, transfigu-ración, etc., es alterado en su forma o función con el fin de plantear nuevos significados y reflexiones en torno al objeto.

]

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(Fig.5) Luis Camitzer

“El paisaje como actitud” 1979

(Fig.6) Jeff Koons

“Two balls 50/50 tank.” 1985

(Fig.7) Liliana Moro

“Abassamento.”1991

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(Fig.8) Laurie Simmons

“In and around the house”1976

(Fig.9) Jann Haworth.

“Betjeman dolls” 1969

(Fig.10) Bernardo Salcedo

“Bajando las escaleras” 1994

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[Como protagonistael artista parte de la idea de juguetes ya existentes para su proceso creativo donde el resultado es una reinterpretación del artista de dicho juguete y no necesariamente busca replantear el significado del objeto.

]Henk Vish con su obra “Do not look at me” (fig 11), consistente en una escultura de gran for-mato, cuya forma está inspirada en las muñecas conocidas como matrioshkas. El artista logra figuras antropomorfas que evidencian la transformación de la idea del juguete bajo una pers-pectiva propia.

Consuelo Gómez con “Trompos” (fig. 12), elabora unas esculturas cuyo referente son los peon-zas; la artista está interesada en la forma, hace una abstracción de la geometría de estos elemen-tos y los plasma en grandes dimensiones.

En 1965 Gene Baro, un reconocido curador de arte, tiene la idea de convocar varios artistas para que fabricaran juguetes y posteriormente presentarlos en una exhibición. La idea de una exhibición de juguetes, juegos y objetos lúdicos resultaba muy interesante para Baro, pues suponía enfrentar a artistas visuales quienes no estaban sumergidos en el mundo del diseño de juguetes sino en pintura, escultura, dibujo, etc., a la creación de un artefacto que funcionara

[Como objetivoel juguete se convierte en el fin mismo de la obra, por tanto, el resultado es un objeto que guarda un sentido lúdico convirtiéndose la obra en facilitadora del juego. De todas las categorías esta es la que encuentro más interesante y además es aquí donde tiene lugar mi propuesta plástica final pues bajo los referentes anteriores encuentro luz verde en la creación de un objeto lúdico dentro del campo de las artes visuales, que permita al espectador interactuar con él, más allá del contacto visual que supone una pieza de museo.

]

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(Fig.11) Henk Vish

“Do not look at me” 1991

(Fig.12) Consuelo Gómez

“Trompo”1989

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como facilitador de juego. Cien artistas fueron invitados a participar bajo la condición de crear un juguete que evocara el significado que cada uno de ellos tenía. Las únicas limitantes eran que el artefacto no podría ser más grande de seis pies en ninguna dirección y que los materiales frá-giles estaban prohibidos para su fabricación. Además de los 100 artistas invitados, la invitación a participar se extendió a todos aquellos artistas que quisieran hacer parte del proyecto. Era imposible saber cuáles serían los resultados a los que llegarían los artistas incluso conociendo el estilo de cada uno; a lo largo de la preparación de la exhibición varios artistas renunciaron, algunos por considerar que sus ideas no eran buenas y otros por afirmar que lo que podía ser un juguete para alguien, para otro podría resultar un objeto absolutamente aburrido. De los ar-tistas que finalmente enviaron obra, surgieron cuatro percepciones sobre lo que era un juguete:

Más allá de encontrar un ganador, o poner a prueba las obras enviadas por los artistas, el obje-tivo de la exhibición era retar la imaginación de los adultos. Aunque se recibieron propuestas realmente exitosas y apetecidas por el público, finalmente se pudo concluir que fue difícil para varios participantes desprenderse del concepto “pieza de museo” por tanto sus resultados fue-ron objetos cuya máxima interacción con el espectador era netamente visual.

Además de esta, muchas han sido las exhibiciones en torno al juguete como protagonista de la obra. En el 2010 por ejemplo, en el Museo de Málaga se realizó una exposición titulada “Los juguetes de las vanguardias”; entre marionetas, juegos, escenarios miniatura, libros, etc., apare-

1. Un juguete es algo que significa participar en su construcción, es decir, lo que un niño hace cuando toma varios elementos y los re-contextualiza dentro de su juego. 2. El juguete como objeto de diversión y placer con el cual no se puede hacer mucho, pero es divertido tenerlo cerca.

3. El juguete como el entorno que le permite a un niño crear sus propias situaciones imaginarias.

4. El juguete como un objeto con el cual se pueden simular situaciones de la vida real.{ }

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(Fig.13) Bernard Bertschinger

“Topless boxes”1970, Play Orbit

(Fig.14) Calvin Lucas, Phillip Gregory, Kenneth Sadd-

ington. “Rotating Land”1970, Play Orbit.

(Fig.15) John Furnival“Etermenaki”

1970, Play Orbit.

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cen creaciones de Pablo Picasso, Marcel Douchamp, Paul Klee. Esta exposición retoma el punto de la historia durante el primer cuarto del siglo XX donde la caída de los imperios del centro de Europa dio paso a la gestación de nuevas formas de gobierno que atrajeron a numerosos colectivos de artistas a preocuparse porque sus ideas impregnaran la cotidianidad y de esta ma-nera contribuir con el desarrollo de una vida diferente. Las nuevas ideas pedagógicas influyeron de manera importante en aspectos culturales de la educación y por tanto demandaron nuevos elementos didácticos que permitieron dicha transmisión de valores y conocimientos; la exposi-ción entonces, recopiló aproximadamente quinientos veinte juguetes realizados por artistas de finales del siglo XIX y principios del XX, interesados en la relación arte-educación.

Colombia no es la excepción, aquí también se ha trabajado el tema del juguete como protago-nista de la obra en el campo artístico. En 1994 se realizó una exposición en la galería El Museo, de Bogotá, bajo la curaduría de María Elvira Ardila titulada “Juego de manos”; estuvo compuesta por veintitrés artistas colombianos, cada uno con una pieza que evidenciaba lo que significaba “juguete” para cada uno de ellos. Entre los artistas participantes surgieron las siguientes per-cepciones:

“Construir es una manera de jugar, todos los niños construimos cosas. Y hay muchas obras para las que me he apoyado en ideas y construcciones populares. Desde hace algunos años hice obras con papel oxidado. El barco de papeles una geometría popular y tradicional. La oxidación, el agua y el barco tienen una relación muy bella que lo remiten a uno a la infancia” (Castles, 1994).

“La vida se nos propone, si estamos dispuestos, como un juego de asociaciones, de roles o de analogías, guardando en sí todo lo siniestro que trae la posibilidad de ganar o perder. Como lanzando piedritas o dados, nos jugamos el destino. El niño se ejercita para la vida más frente a un tablero de juego o con sus fantasias lúdicas, que en la escuela. Este es el entrenamiento para afrontar el juego serio y peligroso que es el devenir, obligados a encontrar sus reglas secretas. Y es aquí donde la vida se asemeja más al arte con niveles de dimensión y de percepción que solo el adulto ejercitado cuando niño en el juego, puede aprehender” (Salas, 1994).

“Para mí el juego es como la búsqueda interior, es encontrar uno sus cajones secretos. Cada cajón guarda un secreto y abrirlo significa encontrarse con uno mismo, hallar su propio juego. Tiene que ver con lo oculto, con la estructura de sí mismo que uno no conoce” (Kuklinski, 1994).

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t r a s t e o{el

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Cuando llegó el momento de pensar en el planteamiento para mi proyecto de grado, con-sideré necesario mirar hacia atrás y hacer una retrospectiva de todos los trabajos que durante mi tiempo en la universidad despertaron más mi interés, de tal manera que pudiera encontrar en ellos temáticas similares, como método de exploración de mis reflexiones, ideas y pensa-mientos, con el fin de establecer una ruta organizadora de mi trabajo en términos conceptuales.

Surge entonces en el transcurso de seminario I, esta “Constelación” (fig.16) que funciona como un diagrama de articulación y relación de los conceptos identificados como recurrentes durante los trabajos realizados durante la carrera. La cotidianidad como realidad habitual a pesar de parecer una secuencia invariable y automatizada está en constante trasformación y mutación; no se transforma por motivo diferente a las relaciones que generamos diariamente con nuestro entorno (compuesto por lugares y objetos), pues cada uno de estos se convierte en observador de las pequeñas historias que construyen nuestra vida. Como mencioné en la introducción, la articulación entre lugares, objetos e identidad solo es posible mediante las emociones en el sentido en que cada objeto y lugar deja de ser lo que es en su sentido literal para cobrar valores imaginados cuando estos viven a través de nosotros dejando huella pero a la vez, absorbien-do elementos de nuestra propia vida. Esta forma de relacionarnos con el entorno, determina entonces características de nuestra personalidad, clase, cultura, sociedad que definen quienes somos, relación que es cambiante día a día en función de los sucesos y de los paisajes que com-pongan nuestra realidad y las emociones que estos nos produzcan.

Aunque en dicha retrospectiva encontré que más o menos todos mis trabajos estaban permea-dos por temáticas recurrentes, destaco dos por ser detonantes dentro del proceso. El primero consiste en una libreta de apuntes donde realizo una arqueología de mis intereses, gustos, posturas etc., construida diariamente, generando una narración de lo que soy de una manera no lineal. Para mí el registro puede tener cualquier técnica pero encuentro mayor predilección por el dibujo, tal vez, por su acceso inmediato y por la posibilidad de organización mental que genera en mí, además concibo el dibujo como la huella de lo que para cada individuo es lo real en una superficie. El trazo da cuenta también de temporalidad y de emocionalidad, además de lo que representa, puede leerse como un mensaje que demuestra diferentes condiciones de la situación en la que se realiza así como de las condiciones emocionales del alma.

El segundo y no menos importante consiste en una arqueología a diferentes mesitas de noche, que como mencioné en la introducción, me permitió descubrir la reducida cantidad de objetos

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(Fig.16) Daniela Rico Miranda

“Constelación” 2013

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que guardaba en ella en comparación de otras personas que se aferraban a pequeños tesoros; fue allí desde donde abordé el tema de los objetos y espacios como vehículos de la memoria y constructores de identidad. Elegí la mesa de noche como objeto de estudio, partiendo de la hipótesis de que este es un mueble utilizado para guardar pequeños objetos personales y cotidianos que se convierte en el contenedor de una colección involuntaria de elementos que permiten hacer una lectura de identidad y contexto del sujeto a quien le pertenece. Con el registro de los elementos encontrados allí, pretendo hacer una reflexión sobre todos aquellos objetos que conservamos por tener alguna evocación dentro de nuestra cotidianidad y lo que realmente necesitamos teniendo en cuenta la naturaleza nómada del ser humano.

Tras identificar la forma de abordar mi tema de interés con el trabajo de las mesitas de noche, con mí fascinación por las libretas de apuntes supe que el dibujo era el medio de hacerlo y aunque ya esto lo tenía claro, pasé muchas horas pensando cuál era la manera más acertada en cuanto a una propuesta plástica. Lo primero que plantee, fue en efecto, un diario donde pu-diera ir registrando con dibujos y palabras diferentes etapas de mi experiencia con este habitar errático, haciendo una taxonomía de los diferentes objetos que me habían acompañado a lo largo de la vida clasificándolos según su uso, o su significado, o los que aún existían frente a los que ya se habían ido, etc. Aunque catártico, esto resultó más extenso de lo que me imaginé pues son muchísimas cosas las que han ido y han venido, las que se han quedado y aún más las que recuerdo y tengo guardadas en lugares recónditos de mi mente; sumado a ello, clasificarlas me resultó un trabajo confuso pues después de empezar ya no sabía por dónde seguir, es decir, podrían existir tantas categorías como objetos. Decidí entonces buscar una manera más general de hablar sobre la experiencia y en la búsqueda de referentes que tenían que ver con libretas de apuntes y diarios, apareció la idea de un libro arte que además de hablar de objetos planteara como estos se relacionan con los espacios y cómo estos últimos se van transformando en el transcurso del tiempo. Entre boceto y boceto de cómo sería aquel libro, llegan a mis manos algunos catálogos de exposiciones de Libro Arte, algunos de la universidad, algunos externos a ella; encontré gran fascinación en aquellos que eran contenedores, y el espectador debía ir sacando de allí el contenido o debía ir moviendo partes para descubrir la preciosidad de las obras, en conclusión, en aquellos donde el espectador debía interactuar con el libro más allá de pasar las páginas (Fig.17,18 y 19). Innumerables propuestas surgieron hasta que no sé cómo ni cuándo, la estructura del libro desplegada se asemejaba a un tablero y las piezas anexas poco a poco tomaban cara de fichas. ¿Por qué no hacer un juego? pensé, pues además de ser una buena oportunidad para desarrollar un trabajo gráfico, un juego cumple los requerimientos de interactividad objeto–usuario que yo buscaba en el libro arte, sin embargo, lo que más me gustó

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(Fig. 17)

(Fig. 18)

(Fig. 19)

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de esta idea fue que los jugadores podrían enfrentarse al tema de habitar los espacios y objetos desde mi perspectiva a medida que iban recorriendo el tablero. Ahora, ¿qué tan pertinente era hacer un juego como proyecto de grado de una carrera de artes visuales?

Tras revisar varias referencias de artistas que a lo largo de la historia han trabajado el tema del juego y el juguete en su obra, encontré pertinencia de mi proyecto dentro del campo de las artes visuales. Revisando aún más el tema, encontré a Julie Chen, una artista que fue un gran referente dentro del proceso creativo, pues gran parte de su obra consiste en libros arte que lle-gan a tal punto de interacción con quien navega en ellos, que se convierten en juegos de mesa; algunos donde el jugador es solamente una persona, otros donde los participantes son varios, pero siempre bajo el concepto de objeto lúdico.

“Personal paradigms” (fig.20), una de las piezas de Chen, es una edición limitada de 100 copias que consiste en un juego de autoconocimiento de un único participante; además de un tablero, contiene dados, libros de registro, entre otras piezas que permiten el desarrollo del mismo; lo que me parece más interesante en la obra de esta artista es que cada uno de los pequeños elementos que conforman las piezas, corresponden a la estética particular de la artista y hacen que además de que se lleve a cabo o no el juego, la pieza invita a recorrerla, es decir, que resulta interesante también cada uno de sus componentes por separado.

Partiendo de ello empecé planteando la dinámica del juego, es decir, cuáles serían los objetivos del mismo, y como tendría que funcionar para que estos se cumplieran. Para ello, ahondé en el tema de los juegos de mesa y estudiando diferentes mecánicas de funcionamiento, me di cuenta que es muy difícil hacer una clasificación de los mismos, pues existen numerosos criterios a eva-luar como la temática, la dificultad, la duración, el número de jugadores, etc., pero puede ha-blarse para empezar de dos grandes grupos: abstractos (fig,21) y temáticos (fig.22); los primeros son todos aquellos donde los componentes del juego no representan ninguna situación de la vida real como sucede en ajedrez, parqués, damas, charadas, etc. Los temáticos por el contrario responden a temas específicos, las fichas y tablero pueden incluir miniaturas y se caracterizan por sumergir a los jugadores en roles y situaciones determinadas; de estos últimos se han trata-do innumerables temas como por ejemplo de detectives, de guerra, de conquista de territorio, entre otros; en este tipo de juegos cada uno de los elementos que lo componen debe tener un sentido que corresponda a algún aspecto del tema. Otro factor muy importante en los juegos de mesa es la competencia, que es básicamente lo que determina la dinámica del juego, pues es el afán de triunfo lo que permite que el juego se desarrolle; para ello se puede dejar todo al

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(Fig 22) Cluedo

(Fig 21) Parqués

(Fig. 20) Julie Chen.

“Personal paradigms”2008

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azar mediante elementos como el dado como único elemento de avanzar dentro del tablero o puede combinarse con actividades que pongan a prueba las habilidades de los jugadores y que influyan en determinar un ganador.

Tras esta exploración entre diferentes juegos, determiné que de acuerdo a la temática de los trasteos como detonante de este proyecto de grado, tendría que ser un juego temático donde cada una de las piezas girara en torno a ello y donde el azar no fuera lo único que determinara quien sería el ganador, sino que existieran otras actividades dentro del juego que permitieran la reflexión de los jugadores en torno a cómo el ser humano tiende a guardar objetos por las memorias que estos contienen y no por su función, pero sin ánimo de satanizar este acto, es decir, el juego no pretende ser una crítica, sino una reflexión a partir de mi propia experiencia.Poco a poco el tablero y demás piezas empezaron a tomar forma, sobre todo porque cada una tenía un significado dentro de mi vivencia en las mudanzas; por ejemplo, el número de jugado-res estuvo determinado por los seis integrantes que componen mi familia (Fig. 23) y así mismo las fichas adquirieron una personalidad, cada una representando a uno de nosotros; los dibujos de los objetos en diferentes partes del tablero son todos aquellos que tengo o tuve alguna vez (Fig.24 y 25). En cuanto a la dinámica del juego, se establecieron tres aspectos principales para que se cumpliera el objetivo del juego antes mencionado (ver instructivo en el anexo):

Tarjetas de evento, con el fin de hacer la reflexión sobre la acumulación de objetos por su significado más que por su función.

Tarjetas de ayuda, con el fin de dinamizar el juego y plantear el sentido de competencia entre los jugadores.

Tarjetas de reto, además de ser la parte del juego que pone a prueba las habilidades de los jugadores, el fin es de estas tar-jetas es reflexionar sobre el dilema que plantea el deshacerse de un objeto con significado personal frente a un objeto útil.

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(Fig 24)

(Fig 25)

(Fig 23)

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Bajo este mecanismo básico que permite que el juego se desarrolle, cada componente corres-ponde a una parte importante que hace alusión a alguna etapa de mi relación, y en cierta parte de mi familia, con los objetos y la memoria, determinada por nuestra experiencia de habitar múltiples espacios en cortos periodos de tiempo. Encontré que con este juego de mesa, cada jugador puede sumergirse en la situación de lo que significa un trasteo bajo mi punto de vista, pues cada una de las piezas alude a ello, a la casa y a la memoria. Si me preguntasen porque mi proyecto de grado es un juego de mesa llamado “el trasteo”, diría que el proceso de exploración me llevo a ello; no era mi idea inicial, ni tampoco imaginé que sería el resultado, pero los reque-rimientos de la obra fueron transformando lo que en el comienzo era un Libro Arte hacia a algo más dinámico que se convirtió en objeto lúdico y mediador del juego donde están plasmadas mis reflexiones y experiencias. El ser humano debe potenciar su capacidad de jugar y acercarse las obras de arte con un tono más espontaneo y cercano que del que se acerca en un museo; es necesario reflexionar, en particular en el campo artístico, lo que el juego significa y seguramente de esta manera surgirán muchas más obras que nos lleven a otra realidad.

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Asesora: Diana Castellanos.........................{ }

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Este texto se terminó de imprimir a los siete días del mes de Junio de dos mil catorce, paradójicamente, justo el día en que me mudé a mi

nueva casa.

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