Curso taller herramientasevaluar_material_01

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Instituto Tecnológico de Zacatepec

Subdirección Académica

Departamento de Desarrollo Académico

Curso-Taller: “Herramientas de evaluación por competencias”

Diseño por:

Dra. Ana Celia Campos Hernández

Dra. Clara Regina Moncada Andino

Todo comentario que enriquezca este trabajo será bien recibido. Muchas gracias

Julio, 2012

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Curso-Taller: “Herramientas de evaluación en competencias”

Materiales de apoyo

Día 1 Material 1 “Tipos y herramientas de evaluación por competencias”1

La evaluación debe entenderse como un proceso inicial, formativo y sumativo, mediante el cual se identifica en qué

medida los alumnos/as han desarrollado un mejor desempeño en la resolución de los problemas que se les

presentan a lo largo de la vida, utilizando los conocimientos, habilidades de pensamiento, destrezas y actitudes que

les permitirán contar con las competencias requeridas para hacerlo (Frade Rubio, pág. 13, 2009).

Las características científicas de la evaluación por competencias, la tipifican por ser un proceso objetivo, válido,

confiable, completo, integral, significativo, predictivo, que conduce a la toma de decisiones, es transparente y

promueve la rendición de cuenta entre el docente, el alumno y el resto de los actores que participan en la educación.

¿Qué entendemos por cada una de estas características?

Objetiva: atributo que define en qué medida los instrumentos permiten identificar lo real, lo que existe, lo

que es, sin tomar en cuenta criterios subjetivos inherentes a juicios personales. Por ejemplo si el alumno/a

me cae bien o mal; si me parece que hizo o no hizo, sin tener evidencias que lo comprueben.

Válida: mide lo que está destinada a medir. Se refiere a la exactitud que nuestros instrumentos y exámenes

tienen para establecer de manera precisa el nivel de desempeño definido en el programa.

Confiable: se refiere a la consistencia de los instrumentos cuando se aplican en diferentes condiciones y

contextos y se obtiene el mismo resultado. Eso quiere decir que dicho instrumento no cuenta con

elementos que se presten a diferentes interpretaciones. Por ejemplo, cuando un examen cuenta con un

dibujo que no se entiende, se puede interpretar de diversas formas, lo cual baja su confiabilidad, o bien

cuando se dan unas instrucciones que no están claras para la entrega de un producto.

Completa: alude a que la evaluación debe considerar todos los aspectos o contenidos del programa o

currículo o de la unidad que se esté evaluando.

Integral: consiste en que la evaluación debe incluir todas las áreas involucradas en la tarea asignada:

psicomotora, afectiva, cognoscitiva, así como todos los conocimientos, habilidades, destrezas y actitudes.

Significativa: se refiere a que los resultados y análisis obtenidos de la evaluación deben contar con

contenidos de utilidad tanto para el sujeto evaluado, como para el evaluador y para el contexto en el que se

mueven, de manera tal que el significado que tenga se encuentre definido por una realidad que requiere ser

modificada dadas las necesidades y problemas humanos.

Predictiva: define con anterioridad a la realización de la evaluación los aspectos a evaluar, los

mecanismos, los instrumentos y estrategias, de modo que todos los actores participantes en el proceso

sepan a qué atenerse.

Debe conducir a la toma de decisiones; y aportar elementos sustantivos para la mejora continua en el

proceso de enseñanza aprendizaje que se imparte.

Transparente: atributo que define que tanto el proceso de evaluación como sus resultados son auditables,

es decir que existen registros que confirman el resultado final. Piénsese que si se le entrega una

calificación de ocho al alumno/a tiene que haber registros que lo comprueben, de otra manera ni él ni sus

padres podrán reclamar.

Promueve la rendición de cuentas: cualidad que busca que las y los docentes rindan cuentas a la

sociedad, a quien los contrata, a los padres y madres de familia, y a sus propios alumnos sobre su trabajo,

logros y avances. Por ejemplo, cuando un maestro/a muestra los resultados de su evaluación a sus

directivos, exhibe qué tan competente es, lo que lo impulsará a mejorar su práctica.

1 Condensado de la obra Laura Frade Rubio: “La evaluación por competencias”, “Elaboración de rúbricas”, publicadas por la editorial Inteligencia Educativa, 2009 y 2011 respectivamente. Tomar en cuenta que la autora llama “instrumentos” a exámenes, portafolio, tareas, etc., y “herramientas” a la matriz de valoración, rúbrica, etc.

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Cuando evaluamos, debemos tomar en cuenta desde el aspecto inicial, el formativo y el sumativo; para ello tenemos

que utilizar diversos instrumentos para recopilar la evidencia que van dejando los estudiantes a través del proceso

de aprendizaje que se está evaluando, para finalmente decidir sobre la valoración y alcance de la/s competencia/s.

Si queremos evaluar por competencias tendríamos que establecer una línea base, el inicio desde el cual

valoraremos cómo se dará el avance, para luego visualizar el proceso desde el cual estaremos e impulsaremos la

adquisición de las competencias, esto es lo formativo, lo que nos llevará finalmente a identificar los resultados que

se obtendrán, lo sumativo. A lo largo de ese camino, estaremos observando de manera constante en dónde

debemos intervenir para llegar a la meta y qué debemos modificar en nuestra intervención.

Esto supone, que cuando evaluamos por competencias los profesores tenemos que diseñar un plan de evaluación

que incluya los instrumentos, permita recopilar las evidencias necesarias para identificar el desempeño del alumno a

lo largo de todo el proceso. En paralelo le debe quedar al alumno claro y de manera objetiva, válida, confiable,

transparente, lo que debe saber hacer y pueda tomar sus propias decisiones. Las rúbricas son herramientas en

donde se plasman los criterios que el profesor seguirá para evaluar al alumno con un determinado instrumento que

le llevará a la calificación, y que lógicamente tendrá que conocer, a priori, el estudiante.

La fase de la evaluación inicial está centrada en identificar la línea base, el inicio para el desarrollo de la

competencia. En esta fase de diagnóstico inicial se busca determinar qué sabe hacer el estudiante en determinado

contexto, no son solo preguntas de conocimientos previos sino cómo los usa para resolver la demanda o situación

didáctica presentada.

Los instrumentos que pudieran ser utilizados son:

un examen (de ingreso),

valoración directa en el desempeño del estudiante,

técnicas proyectivas2.

La fase de la evaluación formativa está centrada en el proceso que se realiza para desarrollar la competencia. Los

instrumentos utilizados pudieran ser:

portafolio y/o puntos de referencia,

producto resultado de investigar una situación didáctica,

tareas,

elementos formativos de disposición actitudinal,

diario de campo, bitácora y/o registros anecdóticos,

relación de cotejo sobre conductas determinadas.

En esta fase se busca determinar cómo se desarrollan las competencias mediante la recopilación de los

instrumentos, así como de la información conductual que emite el estudiante en el proceso que se registra en

diarios, fotografías, videos, etc.

La fase de la evaluación sumativa está centrada en el resultado alcanzado por las estrategias para desarrollar la

competencia. Ésta busca establecer qué tanto adquirió el estudiante la competencia definida de antemano y

observable en su interacción y comportamiento final. Es el momento en que se decide la calificación.

Los instrumentos utilizados pudieran ser: 2 Las técnicas proyectivas son unos instrumentos considerados como especialmente sensibles para revelar aspectos inconscientes de la conducta ya que permiten provocar una amplia variedad de respuestas subjetivas, son altamente multidimensionales y evocan respuestas y datos del sujeto, inusualmente ricos con un mínimo conocimiento del objetivo del test, por parte de éste (Lindzey 1961).

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exámenes escritos y/u orales,

entrevistas,

productos finales resultado del estudio de caso, la resolución de un problema, el trabajo colaborativo o el

proyecto.

También existe la fase de la evaluación implícita, que está concentrada en identificar de manera constante la zona

de desarrollo próximo para detectar cuándo se interviene y cómo por parte del docente. La forma de implantarlo es

a través de:

la observación directa de los estudiantes: lo que dicen, hacen y manifiestan, saben hacer o por el contrario

no pueden,

el cuestionamiento constante sobre lo que hacen con miras a que logren todo su potencial.

Desde el punto de vista del aprendizaje, los instrumentos son todos aquellos productos/evidencias que el estudiante

realiza por sí mismo para apropiarse del conocimiento cultural producido como lo serían: resúmenes, mapas,

esquemas, ensayos, maquetas, planos, proyectos, etc., y se recopilan -como parte o no de un portafolio- para poder

identificar qué tanto y cómo avanza dicho proceso de apropiación, reflejando el gradual logro de la competencia; lo

que implica adoptar el pensamiento complejo para el análisis del aprendizaje, de manera que no se excluya ninguna

perspectiva.

Paralelamente se deben considerar las herramientas para la verificación, que son todos aquellos elementos que le

permiten al docente incidir o intervenir en dicha apropiación y producción, como lo serían: rúbricas, esquemas de

autoevaluación, y el establecimiento de cualquier cuestionario que lo lleve a revisar, corregir y mejorar aquello que

hace y produce en su proceso de aprendizaje, en donde instrumento y herramienta deberán contemplar los estados

de desarrollo en los que el sujeto se encuentra, no para definir un límite infranqueable sino para que partiendo de

éste, logremos identificar mejores zonas de desarrollo próximo. La metodología de este proceso de análisis se

enfoca en lo cualitativo y en lo cuantitativo.

En síntesis, la evaluación por competencias es continua, sistémica y basada en evidencias que se realiza durante

todo el tiempo por parte del docente. No obstante, los dos momentos centrales son el aspecto formativo y el

sumativo, ya que requieren de una planeación y estructuración flexibles, en la que se defina paso por paso lo que

llevará a cabo el estudiante.

Los dos momentos mencionados en el párrafo anterior permite la realimentación en cada uno de ellos, y es a través

de la evidencia de aprendizaje que se comprueba el logro de la competencia y/o aprendizaje esperado. Sin

embargo, en esta correlación de momentos, están presentes otros que permiten acentuar la interiorización del

proceso de evaluación: la autoevaluación, al coevaluación, la heteroevaluación.

Queda claro que ¡evaluar no es calificar!!!... evaluar es un proceso más profundo y complejo pues no se reduce a

asignar un número o palabra al proceso de aprendizaje, es llegar a un juicio de valor que toma en cuenta las

características temáticas del conocimiento, las peculiaridades del individuo y el entorno existente. Asimismo, los

diversos escenarios en los cuales se desarrolla el proceso, a bien de potenciar las habilidades y la zona potencial de

desarrollo próximo de los actores del aprendizaje.

Por esto, la evaluación debe ser concebida como parte del proceso educativo y no como el fin. Evaluar, por tanto,

es evaluarse, evaluarse es aprender con gusto, es desarrollar nuestras propias competencias para enfrentar las

demandas que se presentan en el Siglo XXI, a través de nuestro quehacer.