Curiosidades del corazón

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Curiosidades Súbitos encuentros de for- ma y color rojo amenazan el ‘ton ton’ del órgano que, desde el fuego y las señales, han buscado al majadero culpable de su letal grieta. CORAZÓN PONLE UN PARCHE A TU 48

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Curiosidades

Súbitos encuentros de for-ma y color rojo amenazan el ‘ton ton’ del órgano que, desde el fuego y las señales, han buscado al majadero culpable de su letal grieta.

corazónPonle un Parche a tu

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¿Alguna vez te han robado el cora-zón? Si no lo has

encontrado tu vida corre pe-ligro, pues vivir sin él es como

refugiarse en el gusto por el sufri-miento o en el rechazo al dolor. En

el Ecuador no existe registro alguno de acusaciones acerca de este delito

humano ni especialistas en criminalís-tica cardiaca que den luz a tan oscuros

sucesos que, generalmente, ocurren en la alcoba o en el umbral de un bar. Tampoco las víctimas se han atrevido a delatar a los mal-hechores que saquearon su cuerpo. En este momento, el ladrón de corazones está ávido por irse de faena nuevamente y la oferta crece a cada instante, al punto que puede volver a tocar a tu puerta. No debes seguir esperando: ¡corre a poner la denuncia!

La búsqueda inicia en el lejano Egipto, donde sus habitantes consideraban al corazón como una de las partes espirituales más importantes del ser humano porque originaba los senti-mientos, el pensamiento, la memoria, la inteli-gencia, la conciencia, la imaginación, el valor, la fuerza vital y el deseo. Lo denominaban ‘ib’ y, tras la muerte de su poseedor, era sometido al sx

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Texto: Cristhian Vera

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juicio final. Si el tiempo fuera desleal los egip-cios hubiesen sido el finiquito perfecto para los destructores del corazón. Un asalto romántico en aquellos tiempos hubiese desatado una guerra entre las momias y los vivos. De este re-corrido solo queda la mística para interrogar al sospechoso que vacila en dar su siguiente gol-pe mientras tú parpadeas.

El estilo de los aztecas consistía en extraer el corazón al prisionero y lo guardaban en un reci-piente especial para luego ser arrojado al fuego fatuo que liberaba el espíritu animado que era apetecido por los dioses. Nuestros paisanos in-cas hicieron lo mismo con el ‘shungo’ (corazón en quechua). Al parecer, Eros y sus parecidos es-taban de vacaciones. Solo Dios cuidaba del suyo, que era sagrado. Para aplaudirle al calendario, hay artistas y famosos que no han tenido una buena coraza para esquivar la epidemia: Beetho-ven y las damas de la nobleza austriaca, Chavela Vargas y Frida Kahlo, Shakespeare algo se traía con Romeo y Julieta, el ingenioso Don Quijote de La Mancha se imagina amando a Dulcinea o aquel amor de antaño que no puedes olvidar. Mientras lo piensas, el susodicho está recargan-do el arma que te flechará. ¿Más sangre?

El rompEcorazonEs Está dE fiEsta

Si la Policía recomienda esperar que las inves-tigaciones den sus frutos el vagabundo recogerá de sus plegarias lo suficiente para retirarse de tu ventana. Mientras lo ves partir, piensas que se-guirlo es la mejor idea. En el trayecto, tropiezas, te levantas y tu corazón ha realizado 100 000 pulsa-ciones en todo el día, no puede más. La zoquete palpitación te induce a continuar. Las clases de dignidad de la escuela se fueron a la letrina y tus padres, como guardias de castillo real, te cortan las ganas. Aquello fue más rápido que un estornu-do. No quieres que nadie pedalee tu bicicleta ni que sus ejes suenen como matraca vieja porque los necesitas engrasados. Sin buenos resultados, el grito desesperado (no el de Cuathémoc Sán-chez ni el de héroes) es presa del Síndrome de Estocolmo que empieza a perpetuarse.

las hEridas quE EngrupEn

Antropólogos y médicos cardiólogos no han sido invitados a esta tertulia que se dispara a arruinarse. Eso lo anticipó un señor Oscar Wil-de que rezaba: “Un fracaso en amor es, para el hombre, como una misión cumplida. Los corazones están hechos para ser rotos”. No vayas a pensar que este escritor es un profeta sino que su talento con la pluma daba crédito a su ingenio satírico. Ahora, descansas en tu aposento bajo las notas de Neruda o el ritmo de John Lennon que, juntos a tu dolor, forman una sinfonía que suplica el retorno de santo Cupido para pedirle un milagro que borre tu lesión. El dinero no alcanza para las velas y la oración no tiene la cacofonía que seduzca al beato. Escribir acerca del incidente sirve para apaciguar la ira que engorda.

Lo siguiente no es apto para cardiacos por-que puede destruir el paradigma comercial del corazón. Si tienes problemas con tu presión arterial pasa al siguiente capítulo. El Dr. Rafael Arcos Rendón, presidente de la Sociedad Sud-americana de Cardiología, afirma que no hay aspirina ni inyección que combata el mal. Sus años de experiencia cardiovascular le dan voz para reiterar que “el corazón nunca se parte”, más aun cuando se trata de relaciones amoro-sas. Lo que sí sucede es que, a partir de un infar-to, puede producirse una muerte de las células del músculo cardiaco que provocaría una pe-queña fisura en el órgano (casi nunca sucede). Si tu presión arterial bajó y empezaste a sentir un frío agudo que te pone pálido ingiere un ca-ramelo de dulce para controlar el susto.

los rEmEdios casEros

El mundo se alarma porque, según la Orga-nización Mundial de la Salud (OMS), cada año mueren 17,3 millones de personas a causa de infarto de miocardio y accidente cerebrovas-cular que son las principales causas. Por ello, cada 28 de septiembre se celebra el Día Mun-dial del Corazón para difundir la alimentación

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sana y actividad física, métodos para reducir los factores de riesgo. Descartado el 14 de febre-ro, es hora que empieces con los preparativos para la fiesta de tu corazón partido. Aunque la medicina moderna no haya avanzado mucho en temas afectivos, lo cierto es que este órgano con forma de pera invertida es el refugio de la sensibilidad de los hombres que, cada vez que alguien le “mueve el piso”, bombea más de 75 ml de sangre a través de sus intrincadas cavi-dades. No descartes el brebaje de toronjil, ideal para esperar el apresamiento del enigmático asesino que rompió tu corazón.

‘réquiEm’ por un latido

El saber popular nunca se equivoca: “La jus-

ticia es ciega”. Nunca hubo testigos ni pruebas que dieran con el nombre del individuo. El la-mento se propaga e ingresa la duda, la misma que te dificulta creer si tu corazón fue robado por alguien o si solo se niega a dar tregua a su amante asesino. Cualquiera que fuese la ver-sión, demostrarán tu buen talante para predi-car la superstición. Cual buena lengua de cuen-tero profesional, que se arriesga para desarmar su necesitado/cotizado corazón, no quieres recibir otro puñal que dibuje un rompecabezas en tu interior. Si algún día llegas a saber el tipo de sangre del destructor, conocerás profunda-mente al celoso postulante que resguardará ese rincón de tu cuerpo y tendrás autoridad imperativa para condenarlo o absolverlo de la trágica culpa palpitar.

Una herida en el corazón obliga a la víctima a convertir lo cotidiano en mágico. Su condena es un mandamiento que espanta la pereza.

Foto

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