Curación de Diez Leprosos

21
Curación de Diez Leprosos 1 de marzo de 2009 La gratitud a Dios la mostramos más que con palabras, con acciones concretas que buscan dar a Él la honra y la gloria. 11 Yendo Jesús a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. 12 Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos 13 y alzaron la voz, diciendo: !!Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros! 14 Cuando él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados. 15 Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz, 16 y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano. 17 Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están? 18 ¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero? 19 Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado. Luc. 17:11-19 Antes de este pasaje, en los primeros versículos de este capítulo 17 (1-10), Jesús ha dado diversas enseñanzas acerca de los que tropiezan y los que hacen tropezar a otros, acerca de las afrentas que uno puede sufrir y el perdón que debe hacer hacia el que ofende, acerca de la necesidad de tener más fe y del siervo obediente para con Dios. Lo que ocurre a continuación tiene relación con estas enseñanzas, con el propósito de que los discípulos estuviesen más preparados. En este pasaje, vemos que se encamina Jesús a Jerusalén, viniendo de Galilea (del norte) y pasa en la frontera de esta provincia con Samaria; ambas regiones eran despreciadas por los judios. Pero le salen al encuentro diez leprosos. La lepra es una enfermedad contagiosa (infecciosa), crónica y degenerativa, caracterizada por síntomas cutáneos y nerviosos sobre todo tubérculos, manchas blancas y anestesias. Era una enfermedad común en los pueblos antiguos y Judea no era la excepción. Dios había dado instrucciones a los sacerdotes y al pueblo de Israel para distinguir una lepra maligna de una benigna (que tenía curación). Ver Levítico, capítulos 13 y 14.

description

como agradecer todo a DIOS

Transcript of Curación de Diez Leprosos

Page 1: Curación de Diez Leprosos

Curación de Diez Leprosos1 de marzo de 2009

 La gratitud a Dios la mostramos más que con palabras, con acciones concretas que buscan dar a Él la honra y la gloria.  11 Yendo Jesús a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea.12 Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos13 y alzaron la voz, diciendo: !!Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros!14 Cuando él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados.15 Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz,16 y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano.17 Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están?18 ¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero?19 Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado. Luc. 17:11-19 Antes de este pasaje, en los primeros versículos de este capítulo 17 (1-10), Jesús ha dado diversas enseñanzas acerca de los que tropiezan y los que hacen tropezar a otros, acerca de las afrentas que uno puede sufrir y el perdón que debe hacer hacia el que ofende, acerca de la necesidad de tener más fe y del siervo obediente para con Dios. Lo que ocurre a continuación tiene relación con estas enseñanzas, con el propósito de que los discípulos estuviesen más preparados. En este pasaje, vemos que se encamina Jesús a Jerusalén, viniendo de Galilea (del norte) y pasa en la frontera de esta provincia con Samaria; ambas regiones eran despreciadas por los judios. Pero le salen al encuentro diez leprosos. La lepra es una enfermedad contagiosa (infecciosa), crónica y degenerativa, caracterizada por síntomas cutáneos y nerviosos sobre todo tubérculos, manchas blancas y anestesias. Era una enfermedad común en los pueblos antiguos y Judea no era la excepción. Dios había dado instrucciones a los sacerdotes y al pueblo de Israel para distinguir una lepra maligna de una benigna (que tenía curación). Ver Levítico, capítulos 13 y 14. Había la tradición entre los judíos de que tener lepra era un castigo de Dios por la desobediencia, como le pasó al rey Uzías (2ª. Cro. 26:16-21). Había lugares apartados (leprosarios), para confinar allí a los contaminados. Pero algunos leprosos vagaban por los caminos, llevando una especie de campana que tocaban para anunciarse como leprosos y que la gente no se les acercara. Por eso, el grupo de leprosos que encuentran a Jesús, se anuncian desde lejos. Alzan la voz para ser escuchados por Jesús, de quien han oído hablar que sana enfermos. Son diez personas despreciadas por la sociedad, las cuales repugnan a quien las ve; sufren la enfermedad, pero sufren más el desprecio de muchos. Por eso claman “…ten misericordia..” 

Page 2: Curación de Diez Leprosos

Como dice el vers. 14, éstos, que estaban desahuciados, son remitidos por Jesús a los sacerdotes, conforme a la Ley (Lev. 14:1-32). Seguramente, en otro tiempo habían ya acudido con el sacerdote, el cual les había dicha que su lepra era maligna. Ahora deben ir nuevamente, porque Jesús les dice que lo hagan y saben que algo grande puede pasar. En cuanto se dirigieron hacia los sacerdotes, la contaminación de su cuerpo desapareció de ellos.Nueve de estos hombres siguieron su carrera para ver a los sacerdotes con el propósito de que dieran fe de que no eran ya leprosos y que podían incorporarse a su familia y a la sociedad. Habían recibido lo que anhelaban. La vida volvería a ser como antes, ahora valorarían más el estar entre la gente y poderles tocar. Pero uno de los diez no siguió esa carrera, sino que regresó a Jesús glorificando a Dios a gran voz. Se humilló ante Jesús, dándole gracias. Era del que menos se esperaba, pues siendo samaritano también era despreciado por los judíos (Jn. 4:9). Pero éste hombre era agradecido. Sabía que las cosas buenas, la salud y todas las bendiciones, vienen de Dios (Stg. 1:17). Éste hombre entendió que Jesús tenía mucho que ver con Dios. Jesús le pregunta:  “..Y los nueve, ¿dónde están?”. Podemos también así preguntarnos dónde está una gran cantidad de personas por las cuales hemos orado por su salud y han sanado. También pensemos dónde están todas esas personas que en algún culto han levantado su mano indicando que han creído en Cristo Jesús. ¿Por qué no regresan todos?, ¿se acuerdan de Jesús sólo cuando necesitan algo o cuando tienen algún problema?, ¿cuántos hay que dan la honra y gloria a Jesús sin necesidad de tener algún problema? Un hombre de los diez, tal vez el más despreciado, dio gloria a Dios. La fe de este hombre, se vio más después de ser sanado; no antes. El milagro impactó su corazón y su vida, ya no sería el mismo.Este es un caso diferente al de los otros nueve, los cuales una vez sanados, se dedicaron a disfrutar de su nueva vida de salud en el cuerpo, pero no les interesó la salud del alma, la cual es más importante y también la da Jesús. Pero aquel hombre samaritano alcanzó algo más importante que la salud; la salvación. Este hombre fue fiel después de haber recibido el beneficio (y tal vez antes también). No hay mejor salud, que la espiritual.  Algunas personas necesitadas (como aquellos leprosos), se encuentran con Jesús y reciben una gran bendición, pero hay otras que no sienten la necesidad y tropiezan con Él, pues les es incómodo para su vida que consideran “realizada”. El hecho de que Jesús sana, indica que elimina la contaminación del cuerpo, pero antes debemos pedirle que quite la lepra del alma, la cual carcome los pensamientos y acciones, que perdone nuestras afrentas que y que seamos capaces de perdonar las que otros nos hacen. Seamos siervos obedientes a las indicaciones de Dios, debemos presentarnos delante de Él con sinceridad y limpieza de corazón, para darle la gratitud, la honra y la gloria. Algo grande puede pasar, cuando nuestra alma está limpia.La salud del alma es la salvación, la limpieza más importante es la espiritual, la cual sólo Dios da.

Page 3: Curación de Diez Leprosos
Page 4: Curación de Diez Leprosos

" Te daré gracias, Señor mi Dios, con todo mi corazón y glorificaré tu nombre para siempre. Porque grande es tu misericordia para conmigo; y has librado mi alma de las profundidades del Seol" (Salmo 86:12,13).

Para tu vida presente debes aprender a dar gracias a Dios por todo lo que sucede. Porque esta actitud te hace ver siempre lo positivo aún en medio de luchas, aunque no entiendas todo lo que ocurre a tu alrededor y dentro de tu mundo interior. La Biblia expresa:

"Entrad por sus puertas con acción de gracias, y a sus atrios con alabanza dadle gracias, bendecid su nombre. Porque el Señor es bueno; para siempre es su misericordia, y su fidelidad por todas las generaciones" (Salmo 100:4,5).

MEDITACION: QUIERO DARTE GRACIAS...

Quiero expresarte mis sentimientos surgidos en mi caminar por mi mundo interior de tinieblas y de luchas y victorias. Ahora me detengo un instante y miro hacia delante, a la luz de la aurora. He caminado un largo trecho donde tu luz me fue alumbrando cada día con mayor intensidad. Sé que un día cuando me llames, mi cuerpo dejará en libertad el alma que hoy te pertenece. Dejará esta prisión de carne y de luchas entre mis dos naturalezas, que se oponen entre el bien y el mal: La lucha de mi egoísmo y la de mi espíritu.

Miro también hacia atrás para ver el camino por donde me guiaste. Gracias Señor por salvarme cuando estaba ciego, prisionero y angustiado. Tu me llamaste y tuviste misericordia de mí. Por ese milagro y muchos más, sé que tu estás en mí, ahora, y más allá de mis pensamientos.

Ahora veo con paz mi pasado, no para llorar por mis errores, sino para reconocer la ceguera espiritual en que me encontraba, pero que tu alumbrastes poniendo en mi ser arrepentimiento y redimiédome con el perdón de mis pecados. Me diste también capacidad de perdonar a otros, pedir perdón y perdonarme a mí mismo.

Gracias, porque en mi caminar de tu mano, nunca me abandonaste. Pusiste el dedo sobre mis llagas para que a través del dolor de mis heridas tuviera que enfrentarme a ellas para poder sanarme emocional y espiritualmente. Me obligaste sutilmente a mirar la miseria dentro de mi alma para que fuera capaz de descubrir las cadenas que me aprisionaban.

Me diste la dicha de descubrir la verdad de mis tristezas, las razones por las que fracasé en tantas cosas a causa de los frutos del pecado en mi corazón. Pero más importante aún, me diste el derecho por tu gracia de ser llamado Hijo de Dios cuando te acepté en mi corazón. Llenaste mi vida de sabiduría y del poder de tu Santo Espíritu.

"A ti, Dios de mis padres, doy yo gracias y alabo, porque me has dado sabiduría y poder" (Daniel 2:23).

Ahora puedo entender que en tu camino permitiste momentos de lucha intensa y de angustia para moldear mi carácter y atraerme a tus brazos. Me enfrentaste a mis propios enemigos que arrebataban mi paz interior, pero no me entregaste a ellos. En cada lucha me diste el tiempo que necesitaba para alcanzar la victoria, "no con mis fuerzas sino con tu Santo Espíritu".

Sin tu amor no hubiera podido vencer mi dolor y odio que estaba congelado en un lugar frío y remoto de mi mundo interno. Terminó el tiempo para recordar con dolor mi ayer. Ahora mis sueños para un mañana están en tus manos porque "Mayores son tus caminos y pensamientos que los míos". Queda el tiempo de caminar en comunión contigo, en libertad: Tú eres mi Dios, tu hijo soy.

Page 5: Curación de Diez Leprosos

"¡Gracias a Dios por su don inefable!" (2 Corintios 9:15). "Lavaré mis manos en inocencia, e iré alrededor de altar, Oh Jehová, para proclamar con voz de acción de gracias agradecimiento y contar todas tus maravillas" (Salmo 26: 6,7).

Page 6: Curación de Diez Leprosos
Page 7: Curación de Diez Leprosos

Diez leprosos son limpiados Lucas 17:11-19   (Enero 2006)

 

11Yendo Jesús a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. 12Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos 13y alzaron la voz, diciendo: ¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros! 14Cuando él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados. 15Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz, 16y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano. 17Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están? 18¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero? 19Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado. 

Hace un buen tiempo dialogando con un amigo, Me dijo lo siguiente:

" Mira que Yo si creo en los milagros, porque mi suegro estando postrando en cama debido a una enfermedad en sus piernas, le hicieron oración  y al poco tiempo mi suegro comenzó a caminar; cosa que no hacia hace un buen tiempo.

Le respondí: Yo también creo en los milagros que hace Dios, ya que el tiene misericordia de quien le place, ¿y tu suegro le dio las gracias a Dios aceptando a Jesús como su salvador? ¿este milagro cambió su vida? ¡NO! me respondió; el sigue haciendo su vida de antes de estar enfermo.

Hermanos y amigos, En esta historia de los 10 leprosos, sabemos que la lepra representa al pecado, ya que cuando está en su etapa terminal solo se espera la muerte, La persona podía estar contagiada y caminar entre la multitud sana, pero cuando la enfermedad avanzaba  la piel se le caía y es allí cuando se le enviaba hasta que muera; al sitio de aislamiento ubicado en las afueras de la ciudad, y se les prohibía regresar al pueblo y cuando alguien pasaba cerca de ellos tenían que dar la voz de alerta anunciando de que eran leprosos, para que la persona sana se alejara de ellos.

Algo muy similar es la persona antes de conocer a Dios, lleva el pecado pero no se da cuenta y permanece alejado de Dios y solamente cuando reconoce de corazón su pecado y se arrepiente, puede ser sanado por Dios y vivir justificado porque ahora es salvo; pero si siendo salvo todavía se siente pecador, va a ser arrojado al lago de fuego cuando venga Jesús por segunda vez, ya que ningún ser inmundo entrará al reino de Dios.

 Es por eso que al pasar Jesús entre el limite de ambas ciudades se los encontró, y de lejos le gritaron ¡Jesús maestro, ten misericordia de nosotros! Jesús les dijo que se mostraran a los sacerdotes para que ellos se dieran cuenta de que el hijo del hombre tiene poder para sanar, ( estos

hombres habían sido declarados enfermos de lepra, según la ley de LEVÍTICO  13: 1- 59 ) pero aquí viene lo interesante; dice que yendo fueron sanados y solamente uno volvió dando gracias a Dios, y este era samaritano, Hnos. los samaritanos eran personas que no se llevaban bien con los judíos y por lo tanto no compartían en su totalidad, su religión.¿acaso este hombre era cumplidor de la ley? absolutamente NO, pero si reconocía que estaba enfermo y solamente le esperaba la muerte como a los demás leprosos. y quizás había escuchado de Jesús que sanaba aun la lepra y cuando se dio cuenta que pasaba Jesús, animó a los otros a pararse y clamar por su misericordia, el pensamiento

Page 8: Curación de Diez Leprosos

y la actitud que tuvo este samaritano fue de reconocer que Jesús lo había sanado y  que mas allá de esto había algo mas que Jesús podía darle y teniendo esta fe se postra ante Jesús dando gracias a Dios. Y esto es lo mas lindo de este relato Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te

ha salvado. Hnos., ¿acaso Jesús no lo había sanado?, claro que SI, pero ahora le esta dando la salvación por su fe de haber creído en él, una cosa es sanacion y otra es la salvación, Jesús puede sanar a muchas personas por su misericordia, pero depende de la persona si quiere ser salvada, ¿hno, amigo fuisteis sanado por Jesús? ¿quieres que también te salve? acepta a Jesús y su completo y verdadero evangelio, cree que tiene poder para sanarte y también para salvarte, su salvación es perfecta, ya que él no hace las cosas a medias, el lo hace todo perfecto; y si dice que el nos ha hecho justos y perfectos tenemos que creerlo, porque dice la palabra en Romanos

10:10 "Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación"  Hebreos 10:14 porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados. Si usted dice, que aun habiendo aceptado a Jesús es pecador mire lo que dice Mateo

10:36 Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. 37Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.

si usted se considera sanado y no salvo, terminara como los nueve leprosos: sea como el samaritano teniendo la fe correcta en Jesús y no la de su carne

DIOS LOS BENDIGA

Page 9: Curación de Diez Leprosos
Page 10: Curación de Diez Leprosos

Y mientras iban en camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos, y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. Este era un samaritano. Jesús tomó la palabra y dijo: ¿acaso no eran 10 los que tienen un limpios de su enfermedad? ¿Dónde están los otros nueve? ¿Únicamente este extranjero ha vuelto para alabar a Dios?”.10 leprosos habían suplicado: “¡Jesús, maestro, en compasión de nosotros!”Jesús los envió el templo de Jerusalén para que ofrecieran las ofrendas prescritas en la ley por su curación, y para que los sacerdotes dieron testimonio de ella.Pero, no los curó de inmediato. No sabemos cuántos días llevarían de viaje, cuando descubrieron que la lepra había desaparecido. Uno se regresó. Los otros nueve completarían su viaje llenos de entusiasmo y alegría, hasta retornar a su hogar.El que regresó, busco a Jesús para darle las gracias… alabando a Dios a gritos.Fue cuando Jesús y su reclamo: “¿únicamente este extranjero ha vuelto para alabar a Dios?”Así somos nosotros… nos parecemos a los nueve que no regresaron. Porque los beneficios del Señor nos fluyen constante y silenciosamente, en cantidad abrumadora… y no nos percatamos, o no nos queremos percatar; por tanto, no sentimos agradecimiento, ni necesidad de manifestar gratitud.Cierra los ojos y cuenta, si puedes, los beneficios que en este mismo momento te ofrece la vida.El agradecimiento es parte del amor.Si no actualizamos y ponderamos los grandes beneficios del Señor en la mente y el corazón… ¿cómo podremos amarlo?Del salmo 97: El Señor nos ha mostrado su amor y su lealtad.Textos Bíblicos: 2 Reyes 5:14-17; 2 Timoteo 2:8-13; Lucas 17:11-19.

Page 11: Curación de Diez Leprosos

Imagine este escenario de Lucas 17: Jesús iba de camino a Jerusalén mientras el momento de su crucifixión estaba cerca. Cuando pasó entre Samaria y Galilea, se acercó a un pueblo anónimo. Y fuera de ese pueblo, estaban acampando diez leprosos terriblemente escuálidos y avergonzados. Evidentemente, nueve de estos leprosos eran judíos y uno era samaritano. Ahora, los judíos de ese día ni siquiera tocaban a los samaritanos, así que mucho menos vivían con ellos. Pero al parecer el dolor común de estos diez les había unido en una miseria compartida.Si has estudiado sobre la lepra alguna vez, puedes imaginar las sórdidas condiciones en que estaban. Lo que vemos cada día en la ciudad de Nueva York es bastante malo. En la calle 41, cerca de la entrada del Túnel Lincoln, se alinean cabañas provisionales en la calle, a lo largo de una cuadra de la ciudad. Son chozas de cartón – cajas de refrigerador cubiertas con trapos. Ves colchones sucios; podridos, ropa rasgada; basura sin valor amontonada encima de éstas “casas” lastimosas. Es una pequeña ciudad llena de piojos, cucarachas, ratas, drogas, alcohol, SIDA, enfermedad desenfrenada, y peleas constantes.Pero créeme – ¡esas chozas son palacios comparadas con las condiciones terribles de los diez leprosos que vivían en los días de Jesús! Estos hombres no tenían cheques por invalidez, ni bienestar social, ninguna estampilla para comida, ni hospitalización, ni red de seguridad social. Habían sido totalmente abandonados por la sociedad.Eran deambulantes desamparados – obligados a vivir en un campamento aislado fuera del pueblo. Por ley se les pedía a los leprosos quedarse por lo menos a 100 pasos (200-300 pies) de todos los demás. Cuándo la gente caminaba cerca, ellos tenían que gritar: “¡Inmundo, inmundo!”Dependiendo de cuánto tiempo habían sido leprosos, algunos habían perdido dedos de las manos, dedos de los pies, orejas, dientes, brazos, y nariz. Su carne estaba cruda y podrida – y el hedor y verlos era insufrible. Estos hombres pedían, robaban, y comían la comida que otros ni siquiera miraban. Probablemente vivían de los vertederos de basura.Pero lo que atormentaba a estos desechados la mayor parte del tiempo era el recuerdo persistente de sus seres queridos que tenían que dejar atrás cuando el sacerdote los pronunciaba leprosos. Perdieron a sus amantes esposas y la risa, adorables hijos que una vez retozaban con ellos. Perdieron casas, carreras, el respeto y toda esperanza de ser útiles. Algunos de ellos probablemente habían sido judíos fieles, arraigados en la tradición de la iglesia. Pero ahora estaban acampando fuera de este pueblo anónimo, llevando una existencia desoladora, solitaria y de vergüenza indecible. 

¡La lepra en la Biblia siempre ha sidoun tipo del pecado!

La Escritura muestra al leproso como un tipo del pecador viviendo en vergüenza – debilitado y gastado por los efectos terribles del pecado.En muchos de nuestros servicios en la iglesia de Times Square, las primeras tres filas están ocupadas por personas que habían sido “leprosos.” Éstos son hombres jóvenes de la Casa Timoteo Timothy House – antiguos adictos a las drogas y alcohólicos. La lepra del pecado le costó a muchos de ellos todo lo que tenían: esposas, hijos, trabajos, amor propio, salud, y razón. Algunos terminaron desamparados, desvalidos, totalmente perdidos.

Page 12: Curación de Diez Leprosos

No sé cómo estos diez leprosos oyeron de Jesús. Quizás un vagabundo leproso había pasado y les contó de las curaciones milagrosas que Jesús había realizado por leprosos en otros pueblos o ciudades. En cualquier caso, sabían que Jesús de algún modo estaría pasando – ¡y estaban esperando verlo ansiosamente!Trate de imaginarlo: Allí se sientan ellos, tan cerca del camino como pueden, pero todavía a unos doscientos a trescientos pies fuera del campo. Han acampado toda la noche. ¡Qué vista lastimosa la que deben haber sido! Diez hombres cojeando, sucios, decadentes, agonizantes, sosteniéndose uno al otro para cuando Jesús pasara.Me he preguntado muchas veces si, cuando ellos vieron a Jesús y a los apóstoles acercándose por el camino, empezaron a ondear sus muñones. ¿Señalaron sus extremidades que perdieron? ¿Ondearon sus trapos sucios de vestir? No sé cómo lograron llamar su atención; pero cuando Jesús se acercó gritaron fuerte: “¡Jesús, Maestro – ten misericordia de nosotros!”No estaban pidiendo dinero, o por el cielo cuando murieran. ¡Estaban pidiendo por misericordia! Era como si estuvieran suplicando: “Jesús – ¿cómo puedes algo tan lastimoso y no tener misericordia? ¿Cómo podrías darnos la espalda?”Estoy seguro que Jesús no hizo una mueca de dolor o se volteó ni siquiera por un momento. Él los miró directo a la cara – y con gran compasión dijo: “Vayan muéstrense a los sacerdotes.” (Lucas 17:14).¿Puedes imaginar lo que estos leprosos deben haber pensado? “¿Regresar al sacerdote? ¡Pero él fue quien nos examinó y nos declaró inmundos! Él nos corrió del pueblo. Si todos nosotros nos presentáramos a su puerta, él nos echaría una mirada y se burlaría de nuestro descaro. Nadie ha sido sanado nunca de lepra. Él pensaría que estamos locos!”¡Pero creo que había un flujo inmediato de vida, salud y fuerza en los diez hombres! Uno movió un brazo que no había podido mover en meses. Otro sintió vida empezando a latir en él – ¡y comenzó a saltar de arriba abajo! Uno detrás de otro, miraban sus manos, y las caras unos a otros – y su piel escamosa y cenicienta estaba comenzando a cambiar. La piel que lucía saludable estaba siendo restaurada en sus miembros, sus caras – ¡estaban siendo sanados!¿Recuerdas la hora en que Jesús tuvo misericordia de ti? – ¿cuán limpio y vivo te sentías? ¿Gritaste porque sentías su poder limpiador? ¿Sentías la nueva vida en ti?¡Estos hombres tenían que haber sentido esa vida! Puedes estar seguro se estremecieron de emoción, ¡y gritaron de alegría! La piel cruda y podrida se estaba cerrando ahora. Y donde hubo heridas ¡ahora había piel nueva, saludable! 

Jesús le dijo a estos diez leprosos la mismacosa que le había dicho a cada leproso que limpió:“¡Ve y muéstrate al sacerdote como testimonio!”

En Lucas 5:14, Jesús le había dicho a un leproso diferente: “Ve, y muéstrate al sacerdote, y ofrece por tu limpieza, según Moisés ordenó, para testimonio a ellos.” (Lucas 5:14).Ahora, ningún leproso podía simplemente volver a su hogar o iglesia o derechos de pacto. Había ciertas cosas que él tenía que hacer.Primero, tenía que ser declarado limpio por un sacerdote – y eso llevaba consigo una ceremonia muy elaborada, detallada que tomaba ocho días. Tenía que ser afeitado completamente, bañado y examinado. Después venían los sacrificios,

Page 13: Curación de Diez Leprosos

rociaduras de sangre y aceite, ungimientos, ofrendas. Y después de todo esto, tenía que esperar ocho días más antes que pudiera ser restaurado a su familia y a sus derechos. En total, ¡el proceso tomaba dieciséis días de increíble actividad religiosa!Estas ceremonias altamente religiosas eran simbólicas – tipos usados para enseñar al pueblo sobre la gloria del Mesías. Todo esta descrito en Levítico 14 – y esto era lo que los diez leprosos iban a hacer en su pueblo.De aquí a ese tiempo Jesús y los apóstoles probablemente tomaron algo para comer y estaban alejados por el camino más allá del pueblo. Pero de repente oyeron un alboroto detrás de ellos. Cuando se volvieron y miraron atrás, vieron a un hombre corriendo hacia ellos – ¡gritando y ondeando sus brazos! Uno de los discípulos dijo: “Es uno de esos diez leprosos del pueblo.” Y cuando se acercó, le oyeron gritando: “¡Gloria – gloria a Jesús! ¡Te alabo!”¡Era el Samaritano! Cuando llegó a Jesús, se postró a sus pies – ¡y rompió en alabanzas y acción de gracias! Desde lo más profundo de su ser vertió adoración para el Hijo del Dios viviente: “¡Tú eres Dios! No podrías haber hecho esto a menos que fueras el Hijo de Dios. ¡Alabado sea Dios! ¡Gloria!”Jesús inclinó el rostro a él y dijo: “¿No fueron diez los limpiados? pero ¿dónde están los nueve?” (Lucas 17:17). Él estaba preguntando: “¿Por qué sólo tú? ¿Dónde están tus amigos, los otros que sané?”Amado, ¡ésa es la pregunta que Jesús todavía está haciendo hoy! De las muchas multitudes que él ha limpiado y sanado, ¡sólo un remanente es atraído a él! Así que ¿dónde están los otros? Te diré dónde – están en el mismo lugar donde terminaron los nueve leprosos sanados: ¡perdidos en la iglesia – tragados por la religión!Creo en las estadísticas de la Biblia. Y si las estadísticas de esta historia en el evangelio de Lucas es exacta, entonces el 90 por ciento de aquéllos que son tocados por Jesús terminan regresando a alguna iglesia muerta y seca. ¡Nunca entran en Jesús – porque se pierden en la religión!Ahora, estos nueve leprosos estaban ansiosos por proseguir con sus vidas. Ellos dijeron: “Tengo que volver a mi esposa y familia. Quiero a mi amor propio. Quiero volver a la sinagoga y estudiar sobre la venida del Mesías!”Puedes decir: “¿Qué hay de malo en eso? ¿No se le ha ordenado al hombre mantener su propia casa? y ¿no habla. David de meditar en las cosas profundas de Dios? ¿No se supone que los cristianos sean motivados a trabajar diligentemente – para hacer exactamente lo que los nueve leprosos hicieron? Y ¿no dijo Jesús que fueran directamente al sacerdote?”Sí, todo eso es verdad – ¡pero todo pierde sentido si no consigues conocer a Jesús primero! 

Estos nueve leprosos habían sido verdaderamentetocados por el poder de Jesús -

¡Se habían convertido en testigos de su poder!“Vayan… al sacerdote… para testimonio a ellos” (Lucas 5:14). En los años por venir, estos leprosos tendrían un testimonio poderoso. Podrían pasar el resto de sus vidas hablando de cómo Jesús simplemente habló la palabra, y fueron sanados:

Page 14: Curación de Diez Leprosos

“¡Una vez fui un leproso! Estaba totalmente solo sin esperanza – un hombre muerto, sucio, impuro, perdido. Entonces Jesús vino y me limpió. He sido sanado ahora por veinticinco años – ¡alabado sea su nombre!”Todo eso suena maravilloso. Pero el problema era, que estaban hablando de un hombre que no conocían – ¡testificando del poder de un Salvador del que no sabían nada! Sólo lo ven a lo lejos. Podían decirte cómo era él, cómo hablaba, cómo caminaba – pero ¡nunca se acercaron a él y a su corazón!Uno de mis más grandes pesares en todos mis años de ministerio ha sido ser testigo del agotamiento de antiguos adictos y alcohólicos que habían sido liberados milagrosamente de vidas de terrible pecado y crimen. Muchos de ellos fueron llamados por Dios para predicar. Pero las iglesias y los pastores a lo largo de los Estados Unidos seguían pidiéndoles que vinieran y dieran sus testimonios espectaculares. Eran persuadidos y animados a dar detalles sangrientos de su pasado.Ahora, años después, muchos de estos antiguos adictos están contando la misma historia: “Hace quince años era un chulo. Viví con prostitutas y fui a la cárcel veinte veces. Un día alguien me dijo sobre Jesús – y fui limpiado y sanado!”Amado, ¡cientos de tales preciosos convertidos están ahora agotados, apartados y náufragos! No tienen nada del carácter de Cristo, ninguna relación con Dios, porque están viviendo en una sola experiencia del pasado. Nunca volvieron a Jesús – ¡nunca llegaron a conocerle!Muchas personas han preguntado por qué la Iglesia Times Square no tiene convertidos de nuestros centros de caridad que vengan y testifiquen cada semana. De hecho, estos hombres y mujeres tienen algunos de los testimonios más increíbles que hayas oído.Pero ¡queremos más para ellos a que terminen con un viejo, testimonio estropeado! Queremos que sigan con Jesús – ¡poder estar de pie y contar de un caminar fresco, a diario con él, de lo que él ha hecho por ellos hoy!¡Queremos que tengan más de Cristo! 

¡Qué triste es ver a tantos convertidos – tantas personas liberadas – establecerse y

perderse en la euforia de la cristiandad moderna!Algunas personas simplemente no quieren seguir con Jesús. ¡Prefieren la religión muerta! Disfrutan la pompa y el formalismo de la ceremonia de la “alta iglesia.”Oh, ¡cuán religiosos se deben haber sentido esos nueve leprosos mientras pasaban por el largo ritual de limpieza! Y que ceremonia increíble fue:Primero, el sacerdote tomaba dos palomas. Mataba uno sobre un tazón de agua “viva” (o, corriendo) y dejaba que la sangre goteara en el agua. Entonces ataba el hisopo a una rama de cedro (cerca de 16 pulgadas de largo) y lo amarraba a la paloma viva con una cinta de lana carmesí. Las alas y la cola de la paloma se sumergían en la sangre y el agua.La sangre era rociada sobre el leproso limpiado en la frente y muñecas siete veces. Entonces la paloma viva era liberada para que volara lejos a un campo abierto. Después, el leproso lavaba sus ropas, se afeitaba sus cabellos, se bañaba cuidadosamente y entraba en el pueblo para aislarse por siete días.

Page 15: Curación de Diez Leprosos

Al octavo día, regresaba al sacerdote trayendo dos corderos machos y una oveja sin mancha. También traía 2.8 galones de harina y un cuarto de aceite. Éstos eran para una ofrenda de ofensa, una ofrenda por el pecado y una ofrenda quemada.El sacerdote tomaba el aceite y lo vertía en la palma de su propia mano, entonces lo salpicaba siete veces en tierra. Tomando la sangre del cordero, tocaba al leproso en su lóbulo derecho, dedo pulgar derecho, y el dedo del pie derecho. El sacerdote entonces lo ungía con aceite en estos mismos tres puntos, y vertía el aceite restante sobre su cabeza.¡Cuán ceremonial era todo esto – cuán religiosos los leprosos deben de haberse sentido! Y de hecho, estos rituales representaban cosas muy significativas – unciones, ungimientos, limpiezas con sangre. ¡Pero todo era muerto!Estos leprosos habían ido de ser tocados por Jesús, de vuelta a la muerte, al ritualismo y al formalismo seco. Sí, habían recobrado su amor propio. Habían entrado de nuevo a la vida de la iglesia. Habían recobrado las bendiciones materiales. ¡Pero nunca llegaron a conocer a Jesús!Puedes preguntar: “¿Por qué Jesús los enviaría de regreso a tal ritualismo?” Creo que Cristo envió a esos leprosos al sacerdote esperando que estuvieran hambrientos por conocer la realidad detrás de todo el ritual:“El agua corriente – ¿No dijo él una vez que él mismo era agua viva? Y la rociadura de sangre – ¿No dijo él que su sangre sería derramada, que él sería crucificado? El cordero siendo sacrificado – ¿qué significa eso?”Ves, no había un sacerdote en Israel que podía decirles a estos nueve leprosos lo que esas ceremonias significaban. ¡Ellos las realizaron todas por repetición! No – ¡Jesús quería que esos leprosos volvieran a él y fueran enseñados! Cuando ellos habían clamado a él en la orilla del camino: “¡Maestro, ten misericordia!” usaron una palabra que significaba: “¡Comandante, Maestro!” Ellos sabían que él tenía toda la verdad – pero ellos no estaban hambrientos por ella.Esos nueve leprosos representan las miles de almas pobres que hoy se sientan en las iglesias escuchando a ministros que no saben de lo que están hablando. ¡Todo está seco, aburrido – muerto! Pero sé que está teniendo un buen efecto: ¡La gente se está cansando! Muchos están diciendo: “Esto no es para lo que Jesús me salvó – sentarme aquí y secarme bajo un hombre que simplemente está yendo por las mociones. ¡Denme la realidad! ¡Denme a Cristo! 

Ahora quiero contarte del hombre del remanente -¡el único entre diez que se vuelve y corre de vuelta a Jesús!

¿Por qué es que en cada generación hay un remanente que corre a Jesús con pasión y acción de gracias? ¿Por qué Dios siempre tiene uno entre diez que deja todo y regresa sólo para adorar y alabar a Cristo – mientras el otro noventa por ciento continúa mecánicamente?Creo que el samaritano regresó a Jesús porque no estaba atado por formas y rituales. ¡No tenía que “desaprenderlo” todo! Tú ves, los otros nueve habían sido criados ortodoxos, sus mentes entrenadas desde la niñez en el ritual y la ceremonia. Todavía estaban atados por su tradición. Pero una vez que el samaritano vio todo el sistema religioso, gritó: “¡De ninguna manera!”Él fue testigo de la falsedad de los líderes y feligreses. Él vio a los fariseos robando a las viudas y tomando sus casas. Él vio a los sacerdotes sobornando y siendo sobornados. Él vio los templos llenos de cambistas de dinero, convirtiendo la casa

Page 16: Curación de Diez Leprosos

de Dios en una cueva de ladrones. Él vio a los escribas haciendo reglas para otros, las que nunca levantaron un dedo para guardarlas ellos mismos.Él vio todos los frentes blanqueados, caras falsas y normas dobles. Y se dijo a sí mismo: “Esto es el ciego guiando al ciego – no es para mí. ¡Quiero lo verdadero!”Ahora, cuando se dirigía hacia el pueblo con los otros nueve – de regreso al sacerdote, la iglesia, la sociedad, el respeto y la buena vida – se detiene y piensa: “¡Espera un minuto! Recuerdo como era cuando lo tenía todo – dinero, prestigio, seguridad. ¡Era miserable! Mis así llamados amigos todos me rechazaron a la primera mención que podía tener lepra. Estaba vacío – atado por hábitos pecaminosos, lleno de odio y amargura. Era un infierno viviente. ¿Por qué debo regresar a eso?”Entonces algo en su corazón empezó a arder: “Mírenme – estoy limpio. ¡Jesús me sanó! La iglesia puede esperar – mi familia y carrera pueden esperar. ¡Voy a Jesús! ¡Quiero ir a conocer al que me sanó!” Llegó a la misma conclusión a la que todo el pueblo del remanente llega:No hay nada allí afuera que yo quiera. ¡Todo es vanidad! Voy a Jesús – ¡Él será mi realidad!” 

No pienses por un minuto que este leproso limpiadoregresó tan sólo para dar gracias – No. ¡Él estaba abrumado

por un deseo de adorar a este Hombre Jesús!El leproso remanente no podía parar de gritar: “¡Gloria!” ¡Alabanzas brotaron de lo más profundo de su ser!Creo que si cualquier persona adora a Cristo como hizo este hombre – quedando postrado a sus pies, gritando gracias sin moderación – ¡tal persona está decidida a nunca dejar a Jesús! En su corazón dice, “¿A quién iré? ¡Él tiene palabras de vida eterna!”Imagino a este hombre apareciéndose en todos los lugares donde Jesús enseñó. Cada vez que Cristo estaba en la ladera de una montaña o costa, allí se sentaba el leproso limpiado, justo al frente. Él gritaba en alta voz: “¡Te amo, Jesús! ¡Gloria a Dios! ¡Te Alabo!” Le veo en la Ascensión, llorando: “¡Llévame contigo, Jesús!” Y me gusta pensar que estuvo en el Aposento Alto el día de Pentecostés, alabando a Dios – ¡lleno del Espíritu Santo!Mas la verdad es que a nosotros se nos ha dado algo que el leproso agradecido nunca tuvo – ¡un potencial para el poder más allá de cualquiera conocido a la humanidad!En enero, cada cuatro años, América inaugura, un presidente a lo que se llama “el cargo más poderoso de la tierra.” Su firma es ley. Él manda al ejército más poderoso del mundo. Simplemente puede pulsar un botón y traer la destrucción a naciones enteras. ¡Pero el poder que tiene es nada comparado al poder que Jesús nos ha dado a ti y a mí!Ves, tenemos acceso absoluto para venir a la misma presencia del Creador y Dios vivo – ¡y también para que él venga a nosotros! “Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar al Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo… acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe.” (Hebreos 10:19-22).

Page 17: Curación de Diez Leprosos

El leproso remanente no tenía tal poder. Sólo vino después que el velo del Templo se rasgó en dos. Cuando eso pasó, significaba que el hombre podía entrar y Dios podía salir – ¡para que pudiera reunirse con nosotros!La palabra “libertad’ en este versículo significa “con apertura, publicidad no disimulada.” Amado, ¡esa “publicidad’” es por causa del diablo! Significa que podemos decir a cada demonio del infierno: “¡Tengo derecho por la sangre de Jesucristo para caminar en la presencia de Dios y hablar con él – y él conmigo!”¿Crees que tienes este derecho – que Dios está dispuesto a salir y reunirse contigo? ¡Acerquémonos a él con corazón lleno de la seguridad de fe! No entramos por la sangre de una paloma o cabra o toro – sino por la sangre de nuestro Señor Jesús:“Y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención. Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santificaban para la purificación de la carne, ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obra muertas para que sirváis al Dios vivo?” (Hebreos 9:12-14).¡Nada estremece más el corazón de Dios que cuando sus hijos van a él confiadamente, sin timidez! Él quiere que vengamos, diciendo: “tengo derecho de estar aquí. ¡Y aun si mi corazón me condena, Dios es mayor que mi corazón!” (ver 1 Juan 3:20).Después que este leproso se acercó a Jesús la segunda vez, la Escritura dice que Jesús “[le] sano.” “Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado.” (Lucas 17:19). Esta vez Jesús le dio más que limpieza – él le dio plenitud, en su mente, cuerpo, alma y espíritu. Y eso es lo que Dios está dando a todos los que se acercan a él hoy: ¡plenitud!Me agrada pensar que este leproso del remanente regresó a su ciudad natal y tuvo una reunión con los otros nueve leprosos sanados. ¡Qué conversación la que ellos habrían tenido!Los nueve probablemente estaban de pie hablando de todos los problemas que enfrentaron cuando regresaron: Las esposas se habían vuelto a casar. Los niños se alejaron avergonzados. Los viejos amigos todavía actuaban como extraños. ¡Los ajustes tenían que estar agobiándolos!Entonces todos se volvieron al leproso del remanente. “¿Cómo resultó todo para ti? ¿Recuerdas a ese Galileo, Jesús, el que nos sanó? ¿Qué fue de él? Y ¿por qué estás tan contento?”Él irrumpió en una sonrisa y dijo: “¡Estuve con él ayer! Estoy siguiéndolo – soy su discípulo, y él es mi maestro. Y créanme, ¡no he tenido problemas de ajuste! No me molesta que mi familia me rechace, o que mis amigos me desampararan. ¡Jesús me dio albergue!“Hermanos, permítanme decirles – ¡camino con Dios! Él me habla y me enseña. Soy ahora un fabricante de tiendas – ¡pero mi trabajo que más me recompensa es alabar a mi Señor!”Quizás invitó a los otros nueve a ir con él a ver a Jesús. Pero ellos probablemente le habrían rechazado: “Lo sentimos – estudiamos la ley tres noches por semana. Estamos en una gran discusión ahora sobre cuando el Mesías vendrá.” Pueden

Page 18: Curación de Diez Leprosos

haber pensado que estaban buscando al Mesías – ¡pero ya lo habían pasado por alto!Así que el leproso del remanente se va – regresa a Jesús, cantando: “Hay una canción en mi corazón que los ángeles no pueden cantar – ¡Redimido! ¡Redimido!” Él está viviendo en la redención – ¡restaurado, totalmente libre!Querido santo, tú y yo tenemos algo mayor que este leproso. No tenemos sólo una puerta abierta, sino un Padre amante que nos dice: “Ven – eres limpio. Créelo – actúa en esto. ¡Ven y encuéntrate con Cristo!” ¡Aleluya!