Es un día especial, y no solo para el rey de la casa, que a veces es demasiado pequeño para darse cuenta de lo que esa fecha significa, también para sus padres. Es un gran día –quizá el más grande para ese diminuto y travieso revoltijo que sonríe a nues-tro lado–, pues conmemora que el niño está aquí, con nosotros, y que es parte de nuestra familia. El pequeño es un milagro he-cho vida que nos emociona cada día, pero hoy más, porque

¡hoy es su cumpleaños!

cumpleaños

A los niños les encanta festejar el cumpleaños, lo mis-mo que les gusta celebrar el día de Reyes o la noche de San Juan, aunque su fiesta tiene un significado especial y propio, porque es la única que es solo suya. Además, cumple una función ritual clave, al representar el paso de los años y la alegría de crecer, nos explica Marta Cabezas, responsable de Área de Psicoterapia Infantil de Intro Psi-coterapia. También «rememora el día de su nacimiento, y al celebrarlo transmitimos al pequeño lo que supuso que él o ella entrara en nuestras vidas. El niño pequeño no se-rá consciente de todo esto pero recibirá la celebración co-mo una muestra de cariño y de importancia, algo que re-percutirá en su autoestima y seguridad personal», apunta.

Es un día muy importante que ocurre solo una vez al año. Por eso Diana Sánchez, psicóloga infantil y presi-dente de la Asociación de Psicología Perinatal, aconseja preparar al cumpleañero con antelación, sobre todo si es pequeño. «Podemos explicarle unos días antes qué va a ocurrir, que celebramos el día de su nacimiento, de su lle-gada al mundo. Y esto es algo que tenemos que hacerles

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Hay opciones para todos los gustos: tradicionales y sencillas, como la me-rienda en casa o el campo, y sofisti-cadas y modernas, como la fiesta te-mática de disfraces, llevar a los niños a un taller de circo o invitarles a ver una obra de teatro en un autobús.

A la hora de decidirlo, es buena idea empezar a tener en cuenta la opinión del cumpleañero, siempre partiendo de lo que los padres pueden permitirse. «A partir de los tres años empiezan a entender lo que significa el día de su cumpleaños y es cuando los padres pueden preguntar a quién les gustaría invitar o qué les gustaría que hubie-ra de comida, aunque eso no implica hacerles un cumpleaños “a la carta”. Como en la vida misma, deben aprender a manejarse dentro de unos lími-tes», apunta la psicóloga Marta Cabezas, quien aconseja darles unas cuantas posibilidades via-bles para nosotros y que elija dentro de ellas.

Por ejemplo, Pablo, de seis años, es un niño muy sensible y tímido y, por eso, «sus cumples los hemos celebrado muy tranquilos, con solo sus dos o tres mejores amigos, dejándoles a su aire y, sobre todo, sin piñata, porque odia el estrés de pelearse por los regalitos», nos cuenta su padre, Antonio, que trabaja como relaciones públicas en una gran empresa de organización de eventos.

OBJETIVO: pasarlo bienPara eso es primordial tener en cuenta cómo es el niño y cómo sería su cum-pleaños ideal. Si no, «corremos el riesgo de imponer lo que a nosotros nos gus-taría en vez de lo que de verdad le hace disfrutar a él o a ella», apunta la psicóloga Marta Cabezas.

La clave del ÉXITOEs una celebración no muy larga, con co-sas sencillas, y hay que combinar los mo-mentos de recogimiento, con los de ex-pansión. Los niños son de polaridades: de repente están muy excitados y necesitan correr o saltar y luego parar un momento y tener una actividad de concentración.

Cómo hacer la fiesta

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sentir como especial», indica la psicóloga. Además, es una oportunidad de oro para ha-

cerles partícipes de lo que significó para nosotros el día en que nacieron, para compartir anécdotas y sentimientos y alimentar esos vínculos que nos hacen ser una familia. «Ese día, al levantarse, el niño tiene que notar que lo que ocurre es algo es-pecial. La noche de antes le podemos contar un cuento sobre cómo vino al mundo, por ejemplo. Y por la mañana, tener preparado algún detalle en casa: igual podemos poner flores en un jarrón, o globos, o hacer un bizcocho que impregna de olor el hogar», señala Diana Sánchez.

Luego llegará la hora de la fiesta, que podemos celebrar en casa o fuera, en familia o con amigos, con payasos o con globos de agua.

El único requisito indispensable para asegurarnos de que el cum-pleañero disfrute es muy sencillo: el acompañamiento de los padres

No hace falta cantar muy alto el cumpleaños fe-liz, ni llenar la casa de regalos. Basta con que es-temos ahí, demostrándole que nos llena de felici-dad que esté en nuestra vida un año más.

El papel del adulto también es clave para que la fiesta no se salga de madre y los invitados se sientan seguros. «Nuestra presencia es muy im-portante, y no hablo de vigilarles, sino de estar con ellos. Si los pequeños notan que no están pro-tegidos se intentan hacer notar de cualquier ma-nera (lloran, se pelean, etc.)», advierte Sánchez.

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Los amigos son imprescindibles, sobre todo a partir de los tres años, que es cuando empiezan a relacio-narse con más niños fuera de casa

«Con el matiz social que solemos darle a estas celebraciones, los niños se sitúan en su grupo y entienden la importancia que tienen para los de-más. Los niños invitados aprenden a alegrarse y celebrar los momentos importantes para sus ami-gos (desprendiéndose del protagonismo que ese día le corresponde al otro) y el cumpleañero ex-perimenta cómo las personas que le quieren se unen para celebrar un día tan especial para él», indica Marta Cabezas.

Es a partir de esa edad cuando podemos empe-zar a contar con su opinión y preguntarle a quién quiere invitar o de qué le gustaría que fuera su tarta. Diana Sánchez secunda la recomendación de la pedagogía Waldorf respecto al número de invitados, atendiendo a la edad del cumpleañe-ro: «Si el niño tiene tres años, tres niños; cuatro años, cuatro niños... y así. A veces esto es difícil porque hay primos, etc., pero es una buena guía».

Muchas familias optan por feste- jarlo dos veces, una «pública» con los amiguitos de clase y otra más privada, solo para la familia

«Ese día lo celebramos como una fiesta íntima y familiar. Además de nuestra alegría, la tarta con velas, la canción de cumpleaños feliz y algún re-galito, que no tiene por qué ser muy aparatoso, pero siempre tiene que ir envuelto (si no, no tiene gracia), son las tres cosas que no pueden faltar. Luego solemos hacer otra fiesta en un sábado cer-cano con los compañeros de su clase. Pero siem-pre me gusta hacer la primera en casa solo con su padre y el hermano. Por una parte, así podemos celebrarlo siempre el día que es, aunque pille en lunes y, por otra, tenemos a nuestro cumpleañero solo para nosotros, porque en la fiesta grande con sus amigos me da la sensación de que se pierde entre tanto niño. Además, cuando sus amiguitos no están delante, no les da tanta vergüenza que les dé besos...», admite Rocío, madre de Rubén, de cuatro años y de Manuel, de seis.

¿Y qué pasa si hay her-manos? Si son peque-ños y de edad cercana pueden sentirse despla-zados, pero esto no tie-ne por qué ser negati-vo. Ellos aprenden a ce-der protagonismo, co-mo pasará en muchas ocasiones en la vida.