Cultura de La Paz

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COMPRENSIÓN DE LA VIOLENCIA Y DIRECTRICES HACIA UNA CULTURA DE LA PAZ 1. Orígenes de la violencia La teoría de la violencia es en sí misma antropológica puesto que centra su justificación en el paso de la naturaleza a la cultura el cual es un parteaguas para el nacimiento del lenguaje y los procesos simbólicos. La violencia animal es un término erróneo puesto que para haya violencia primero se debe pasar por el registro simbólico del lenguaje, lo cual el animal no lo tiene. Se trata entonces de una supervivencia que pertenece al terreno de la physis-bios y que se desencadena a través del instinto ante la amenaza de la muerte debido a que por ley biológica todo organismo tiende a la vida. El instinto es entonces de supervivencia: comida, bebida, techo, procreación y crianza. Cualquier cosa que amenace estos rubros terminará en defensa, no en violencia. El amanecer del hombre se deriva del momento en que tuvo la capacidad de comunicación y de transformación de la materia. Pero esto no se hubiera dado sin las disposiciones neuronales, conexionistas y evolutivas del neocortex y de la estructura ósea que con el paso del tiempo evolucionó de los primeros homínidos lo que conocemos ahora como Homo- Sapiens-Sapiens. El momento del lenguaje articulado y simbólico posiblemente se dio como resultado de una serie de evoluciones y conexiones neuronales entre distintas áreas del cerebro. El homo-habilis muestra instrumentos líticos lo cual nos está diciendo que desde mediados del pleistoceno había ya una capacidad prensil y obviamente manipulación de la materia. Esto nos está dando los orígenes de lo que después desembocó en lenguaje articulado, vínculos sociales, caza, agricultura, ganadería, tribu, clan y civilización. Es en

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COMPRENSIÓN DE LA VIOLENCIA Y DIRECTRICES HACIA UNA CULTURA DE LA PAZ

1. Orígenes de la violencia

La teoría de la violencia es en sí misma antropológica puesto que centra su justificación en el paso de la naturaleza a la cultura el cual es un parteaguas para el nacimiento del lenguaje y los procesos simbólicos. La violencia animal es un término erróneo puesto que para haya violencia primero se debe pasar por el registro simbólico del lenguaje, lo cual el animal no lo tiene. Se trata entonces de una supervivencia que pertenece al terreno de la physis-bios y que se desencadena a través del instinto ante la amenaza de la muerte debido a que por ley biológica todo organismo tiende a la vida. El instinto es entonces de supervivencia: comida, bebida, techo, procreación y crianza. Cualquier cosa que amenace estos rubros terminará en defensa, no en violencia.

El amanecer del hombre se deriva del momento en que tuvo la capacidad de comunicación y de transformación de la materia. Pero esto no se hubiera dado sin las disposiciones neuronales, conexionistas y evolutivas del neocortex y de la estructura ósea que con el paso del tiempo evolucionó de los primeros homínidos lo que conocemos ahora como Homo-Sapiens-Sapiens. El momento del lenguaje articulado y simbólico posiblemente se dio como resultado de una serie de evoluciones y conexiones neuronales entre distintas áreas del cerebro.

El homo-habilis muestra instrumentos líticos lo cual nos está diciendo que desde mediados del pleistoceno había ya una capacidad prensil y obviamente manipulación de la materia. Esto nos está dando los orígenes de lo que después desembocó en lenguaje articulado, vínculos sociales, caza, agricultura, ganadería, tribu, clan y civilización. Es en este albor donde encontramos la teoría psicoanalítica del origen de la violencia.

Freud (1972) sostiene que el origen de la violencia en el hombre se da precisamente del paso de la fuerza muscular animal que decidía cómo se distribuía el conglomerado a una nueva dimensión cultural donde la materia ya ha sido transformada y se crean las armas. Es decir, la violencia comienza cuando lo simbólico ya está instaurado por un efecto sintomático que llamamos “Ego” el cual está enlazado con la memoria y con las estructuras sociales en donde existen grupos humanos que se identifican dentro de una comunidad que se diferencia de la otra y se enfrenta a ella generando conflictos.

Esta visión del homo-habilis-sapiens justifica el uso de la las armas y el nacimiento de la guerra como salida ante los conflictos de dos conciencias que tienen un objeto de deseo y que deben pelear por ello. Además también perfila la noción de enemigo que siempre está afuera de la comunidad y que es distinto por lo que hay que mantenerlo a cierta distancia y eliminarlo.

Esta postura de la justificación de la violencia del hombre para el desarrollo de la civilización permitió justificar la dominación masculina, los excesos del “falo” y la

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separación binaria de hombres y mujeres a través de una especificidad biológica. Bajo el paradigma, los estudios positivistas del siglo XIX sostuvieron una tesis que justificaba la violencia del hombre; se trataba de la idea de que el hombre era un animal que por naturaleza era violento”.

Bajo esta perspectiva la guerra, la competencia, el mal que habita en el vecino, los asesinatos y cualquier tipo de violencia era justificada por el discurso bio-determinista que asumía un saber inapelable sobre las funciones neuronales y locacionistas de las partes de cerebro que estaban destinadas, de acuerdo a su forma y medida, a una función específica y una de ellas era precisamente la función violenta del cerebro reptiliano. De ahí que se postulara que el hombre era violento “por naturaleza”.

2. Definiciones y dimensiones de la violencia

La violencia se puede definir como el pasaje a un acto que trasgrede la dimensión corporal y subjetiva del otro. Sus gérmenes subjetivos o las intenciones de violentar a alguien no pueden considerarse violencia hasta que se materialicen en la trasgresión. La violencia encuentra formas distintas de expresarse en cada cultura y en cada individuo dependiendo de una serie de factores complejos que pueden ir desde lo psíquico hasta lo social. René Giraud (1995) la define en relación al campo del otro y al tratamiento que se le da a éste para enmarcarlo en el castigo correspondiente que la sociedad reclama.

Para Girard la violencia es un fenómeno que no escapa lo social puesto que no solamente abarca el acto sino al tratamiento que la sociedad le da al mismo puesto que la violencia no es un evento aislado que pueda analizarse solamente a partir de lo Lacán llamaría “lo real” sino que se genera a partir de toda una serie de disposiciones psico-culturales que la gatillan y la producen. En el fenómeno de la violencia siempre podemos encontrar un violentador y un violentado, un agresor y un agredido.

Por otro lado, el binarismo agresor-agredido tampoco se encuentra aislado sino dentro de un sistema comunal que examina, analiza y dictamina el acto violento por medio de un sistema penal o de una institución reguladora llamada “justicia”. No obstante, Girard observa que nuestra sociedad no tiene la dimensión comunal de las sociedades “primitivas” puesto que opera por medio del individualismo y no de la comunidad. En las sociedades primitivas que él estudia encuentra que todo acto que se considere trasgresor tiene una repercusión y un castigo que la misma comunidad vigila que se cumpla; es decir que si alguien comete un acto violento toda la comunidad se entera y el agresor debe pagar su acto ante los ojos de la misma como si al cometer daño al prójimo le hiciera el mismo daño a la misma comunidad que es la que vigila, castiga y regula.

En nuestra sociedad tenemos el sistema penal que supuestamente aplica los castigos correspondientes para aquellas trasgresiones que el Estado considera punibles. Sin embargo, por la densa demografía de las sociedades modernas y el proceso de

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individualización que es resultado de las relaciones productivas-materiales y modernas no podemos como individuos reclamar algo de un campo que aparece desdibujado o ajeno; a saber, el del otro que siempre es un desconocido, uno más dentro de la gran masa de individuos que conforman la sociedad occidental de las grandes ciudades.

Por las mismas razones expuestas anteriormente no podemos enterarnos ni interesarnos en las conductas violentas del otro ya que es imposible estar al tanto de todas las trasgresiones que ocurren en una ciudad. Tiene que pasar un evento realmente violento que llame la atención de los medios para que nos enteremos, aún así no consideramos al semejante como alguien cercano porque no pertenece a nuestra red de obligaciones con el otro (Bleichmar, 2002).

De igual manera, la violencia está pluralizada y aterrizada en hechos cotidianos que pueden ir desde “Violencias Simbólicas” de las que habla Bourdieu hasta “Violencias Reales” que rozan la angustia y malestar. Sabemos que las condiciones sociales de desigualdad puestas en juego en todo discurso y en todo orden social patriarcal genera lo que Bourdieu ( )llamó “violencia simbólica”. Sin embargo, no solamente la diferencia de los sujetos genera violencia sino que la violencia también puede definirse como el goce de tener poder sobre el otro. Una especie de mecanismo perverso en donde el otro queda borrado del registro simbólico en su estatuto de persona y se delega al de objeto.

La violencia en nuestra sociedad ha tomado distintos nombres y se ha concebido de distintas manera a tal grado que en algunos sectores pareciera que se trata de un tema de poca importancia o incluso chistoso. Vemos programas de televisión, anuncios publicitarios, videos en la red o imágenes que normalizan la violencia y que por lo tanto le restan importancia cuando en realidad deberíamos tener cuidado de lo que está sucediendo en un mundo comunicacional en donde la información se produce a cada instante dando como resultado nuevas subjetividades que vale la pena analizar y categorizar en sus dimensiones reales para poder intervenir y tratar de transformar la violencia.

3. Violencia, cultura y contexto socioeconómico

El problema de la violencia en México es que ésta va en aumento debido a las condiciones socio-económicas y educacionales. No solamente el problema versa sobre el narcotráfico y todas sus consecuencias sino que también desde los núcleos básicos de la sociedad, como la familia o la escuela podemos encontrar rastros y evidencias contundentes que la vida cotidiana de muchos mexicanos pasa por situaciones de violencia.

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La violencia escolar:

Definir lo escolar, el ambiente escolar, la educación pública en nuestro país.

El enfoque Socio clínico:

Definir el enfoque desde lo teórico hasta la repercusión en la intervención y las miras hacia los proceso reflexivos y el cambio social a nivel local.

Objetivos:

- Identificar la violencia en la escuela

- Proponer una intervención socio-clínica

- Aplicar un método de intervención socioclínico

- Medir, analizar y evaluar los resultados

- Proponer intervenciones socioclìnicas en las escuelas.

Metodología:

- Autobiográfica cualitativa

- Sociodrama

Sujetos de estudio:

- Alumnos de preparatoria entre 18 y 21 años.

- Hombres y mujeres.

- Que hayan pasado, experimentado o visto situaciones de violencia.