Cuidado Con Lo Que Deseas 2 Parte[1]

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Surgió a partir de la lectura de la novela de Alfaguara "Cuidado con lo que deseas" en el curso de Comunicación de de 4° año A de la I.E "R.P.B" del Callao-Perú.. Tres estudiantes se aventuraron a escribir la segunda parte de la obra; colocando sus perspectivas e intereses personales.

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Uno

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Una nueva regla

Había pasado ya una semana desde que Lorena robo el frasco

“Incitación” del cuarto de Ana, su mejor amiga. Después de pedir su

primer deseo, el nuevo cambio era un éxito, parecía que las cosas

para Lorena por fin irían bien. Quizá desear un cambio físico y

atraer a los chicos fue lo mejor que pudo desear. Aquel chico con

quien pasó en frente de aquella cafetería, llamado Jorge, un chico

atlético, no significaba nada para Lorena. Solo fue un choque y

fuga, solo quería probar si en verdad el genio podía hacer cumplir

sus deseos.

Entonces Lorena abrió el frasco y entre un humo espeso salio un

geniecito verde de aquel frasco tan raro:

- Si que es duro estar hay adentro, ya tan solo me faltan 1 001

deseos más y conseguiré ser un elfo - dijo el genio estirándose un

poco - Y tú, ¿como vas? - agregó.

- De maravilla, ¡en verdad tienes poderes! - dijo Lorena con una

gran sonrisa.

- Y ¿ya pensaste tu segundo deseo? Recuerda las reglas ¡eh!, que

no debes hablarle a nadie de mí, que tus deseos deben ser claros y

hay uno nuevo, que...

- Si, si, si, lo que digas. Y no hables mucho que me aburre tu voz

tan chillona.

- Si tú lo dices.

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- Y no, aun no he pensado mi segundo deseo, es que este deseo es

perfecto y lo haré durar.

- Lo mismo pensó mi antigua ama - susurró el genio.

- ¿Cómo? - preguntó Lorena, que no alcanzó a oír lo que el genio

dijo.

- No, nada, nada.

- Mejor escóndete no quiero que mi padre te vea. Últimamente anda

muy mal desde que se fue mi madre, no lo ha podido superar y solo

para borracho.

- Lo siento mucho - dijo el genio, que con un chasquido se metió de

nuevo al frasco.

Olvidando penas, Lorena se paró frente al espejo muy pensativa.

Tenía muy en claro para que quería ese deseo y era solo para

conquistar a Carlos, pero había un problema, Ana, ¿que pensaría

de ella si se vuelve a aparecer por su casa preguntando por su

hermano?, o peor aún, si lo ve con su hermano. Pensará que soy

una hipócrita, se decía Lorena frente al espejo.

Dos

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Una cita especial

Pasó poco rato. Entonces sonó el teléfono y Lorena con cierto

temor contestó.

- Aló

- ¿Lorena eres tú?

- Si ella habla.

- ¡Lorena!, habla Ana.

- A...a...na - tartamudeó Lorena, un poco asustada por lo que le iba

a decir.

- ¿Por qué no me has llamado? Ah pasado una semana que no nos

vemos

- Aaaahhhhh......

- Bueno no importa, quería saber si tienes tiempo para salir a tomar

un café, iré con Juan y mi hermano. ¿Te animas o no?

- No sé - dijo Lorena más calmada, pues acababa de comprobar de

que Ana había olvidado lo del frasco o que no le importaba - Acepto

ir.

- Bien, nos veremos mañana a las cinco de la tarde, en el café de

siempre

- Nos vemos entonces.

Lorena colgó y la esperanza de conquistar a Carlos renació. Ahora

tenía que ir a estudiar y su padre no llegaba, como siempre. Dejó

una nota, la dobló, la puso sobre la mesa al alcance de la vista de

cualquiera y se fue.

Tres

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Problemas que separan

Al volver ya de noche, tropezó con una botella de licor en la entrada

de su casa, entró y vio la nota aún doblada sobre la mesa. No le

importa nada, ni siquiera en donde estoy, que haré con él. Entonces

apareció su padre agarrándose de las paredes porque aún estaba

mareado.

- Perdóname hija no se lo que hago, debes comprenderme.

- Es que siempre es lo mismo. A veces quisiera aquí a mi madre,

pero ya no nos quiere, y ni siquiera un genio la haría cambiar de

opinión.

- ¿Cómo?

- Lo que quiero que entiendas es que me haces sufrir con tu

indiferencia - cambió de tema Lorena.

- Es que, a veces me recuerdas a tu......

- ¿A mi madre?, ¿Acaso eso ibas a decir? Mi madre quizá alguna

vez nos quiso, pero quien en realidad la alejó de nosotros fuiste tú y

tu vicio al licor - dijo Lorena, que con furia, agarró la botella y la

arrojó contra la pared, al instante esta se rompió. Entonces subió a

su cuarto rápidamente y se encerró, se metió en su cama y unas

lágrimas se desprendieron de su rostro. Ya no sabía en quien

confiar. Ciertamente el licor destruía su pequeño hogar.

A la mañana siguiente su padre le toco la puerta, pero Lorena

estaba muy resentida y no le abrió, solo esperó a que se fuera a

trabajar, para por fin abrir su puerta.

Cuatro

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Café, peleas y más problemas

Se acordó entonces de su cita en el café, así que comenzó a

alistarse primero escogiendo su ropa, luego planchándola hasta que

no le quede ninguna arrugadita, cuidando como siempre de

cualquier imperfección. Entonces sonó el teléfono.

- ¡Hola Lorena soy Jorge!

- ¿Jorge?, pero ¿Cómo conseguiste mi número?

- Eso no importa, te llamó para suplicarte que volvamos.

- Estas loco.

- Pero loco por ti - insistió Jorge - No se que me pasa, pero me

siento atraído por ti, no puedo vivir sin ti. Te encontraré, y seremos

felices....

Entonces Lorena colgó un poco confundida. Volvió entonces a

sonar el teléfono. Pero Lorena no contestó. Aquel ruido se volvía

insoportable, el teléfono timbró diez largos minutos y luego se

calmó.

Lorena no le dio importancia y ya siendo las cinco y cuarenta se

apuro en salir. Pasando por su sala divisó en la mesa una nota.

Quizá es de mi padre - pensó Lorena - no la leeré, no me importa,

así como no le importo. Y con esas se fue.

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Llegó y allí estaban sentados Ana, Juan y Carlos, justo en medio del

café. Lorena llevaba una ropa muy sexy. Y ni siquiera puso un pie

en el café para que todos los hombres voltearan a verla. Las

miradas la avergonzaron un poco y con cierta timidez se acercó a la

mesa y Ana la recibió.

- Hola Lorena, pensé que no venias, vamos siéntate.

Había un solo asiento libre, el que estaba justo entre Carlos y Juan.

A Lorena se le veía confiada, confiada en que su deseo le

funcionaría. Entonces pidieron unos cafés.

- Estás muy bonita - dijo Carlos a Lorena

- Gracias - dijo Lorena con una sonrisa coqueta.

Así pasaron un rato entre halagos y sonrisitas. Carlos se estaba

enamorando de Lorena. Pero al parecer Juan también había

quedado deslumbrado por la reciente belleza de Lorena y al igual

que Carlos la silla de Juan se acercaba hacia Lorena poco a poco.

Entonces Ana cortó aquella situación.

- Juan ¿me acompañas a la barra, por favor? - dijo Ana, tratando de

dejar a la parejita a solas.

- Está bien - respondió Juan, no muy feliz de alejarse de Lorena.

Estando a solas.

- Lorena, esto lo que siento es algo muy fuerte, algo mágico.

- Y si que lo es - dijo Lorena, recordando al genio.

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- Me gustas mucho - dijo Carlos elevando su mano hacia el rostro

de Lorena, quien cerró los ojos y se dejó llevar, acercaron sus

labios, y un eterno beso se produjo entre ellos. En ese momento las

miradas acosadoras de todos en la cafetería, hasta incluso la de

Juan, desaparecieron para Lorena, que no podía pensar en otra

cosa que en Carlos.

Entonces aquel casi eterno besó se cortó cuando de pronto Carlos

quedo tendido en el suelo. Lorena de un salto se puso de pie. Y

cuando alzó la cara lo vio, era él.

- Jorge, ¿pero qué haces aquí?

- Te dije que te encontraría, no puedo creer que me cambies por

este, piénsalo Lorena, nacimos para estar juntos - dijo Jorge con un

tono obsesivo - yo te amo.

- ¿Quién es este tipo? - preguntó Carlos levantándose del suelo.

- Soy Jorge, su novio.

- Eso no es cierto - dijo Lorena.

- No me niegues.

- Cállate - dijo muy molestó Carlos, que le propinó un golpe a Jorge

en la boca.

Entonces comenzaron a pelearse Ana y Juan que no estaban muy

lejos se acercaron. Juan trató de separarlos, vinieron entonces los

de seguridad y los separaron. Sacaron a Jorge por haber iniciado la

pelea y a los cuatro los dejaron quedarse en el café. Entonces se

sentaron Ana, Juan, Lorena y Carlos en su mesa, un silencio

profundo invadió la mesa hasta que Lorena se paró - Con permiso -

y se dirigió al baño.

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Al salir Lorena del baño, vio a Juan en frente de ella, al parecer la

estaba esperando, Lorena camino de frente tratando de ignorarlo,

Pero no pudo porque Juan le cerró el pase.

- ¿Qué pasa Juan? - preguntó Lorena inocentemente.

- Que, ¿no te das cuenta?

- ¿Cuenta?, ¿de qué?

- Me gustas Lorena, creo que fue un amor a primera vista.

- Pero y Ana.

- A quién le importa Ana

Entones Juan acaricio su pelo y la besó. Lorena quedó inmóvil, no

supo que hacer y de la nada empujó a Juan, miró hacia un costado

y allí estaba Ana, parada y pasmada. Lorena supo que su deseo se

había salido de control.

- A...a...a...ana, este.......yo - tartamudeo Lorena

Entonces Lorena no vio otra salida sino que irse de ese lugar. Se

dirigió a la mesa, donde estaba Carlos sentado, tomo su cartera y

se fue. Cuando Lorena llegó a salir del café escuchó - ¡Te amo

Lorena! - Y Lorena no llegó a distinguir si fue Carlos, Juan o algún

cliente del Café.

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Cinco

Un irremediable deseo

Llegó a su casa con lágrimas en la cara, no sabía que hacer.

Lorena subió a su cuarto, y se encerró. No quería saber de nadie,

entonces abrió el frasquito de quinqué y en un espiral de humo salió

el geniecillo.

- ¿Ya pensaste tu segundo deseo? - dijo el genio de muy buen

humor.

- No, todavía - dijo Lorena que aun lloraba

- ¿Y para qué me llamaste?

- Es que el deseo no funcionó, todo esta fuera de control, ¡Vamos

genio, ayúdame!

El padre que estaba cerca, escuchó sus llantos y gritos de Lorena.

- ¿Estás bien hija? - dijo el padre a punto de abrir la puerta del

cuarto de Lorena, pero no pudo porque Lorena hay mismo le hecho

seguro a su puerta - Abre hijita.

- ¿Acaso ahora te importo?

- Siempre me has importado.

- Eso es lo que crees - dijo Lorena que no controlaba su llanto y la

furia que sentía por que las cosas le habían salido mal.

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Lorena tenía miedo de presentarse ante su papá, en parte por

temor a que el deseo lo afecte. Aunque hasta entonces no había

pasado nada, pero con el genio nunca se sabía. Pero su padre le

insistía tanto, en verdad se había preocupado. A Lorena le hacía

falta un consejo de madre.

Entonces Lorena se sintió tan ofuscada por lo del Café, que dijo, sin

percatarse de que el genio aún estaba fuera de la botella –

Desearía que mi padre desaparezca para siempre y me deje sola.

El genio dio un chasquido y se metió de nuevo al frasco. De pronto

quedo en silencio la casa. Lorena quedó pasmada, arrepentida de

lo que acababa de decir. Abrió entonces la puerta, miró hacia fuera

y no encontró a nadie, rápidamente abrió el frasco y salió el genio.

- Espero que me saques para tu tercer deseo - dijo el genio con

gran soltura.

- ¡Devuélveme a mi padre!

- No puedo, ni siquiera tu tercer deseo puede romper lo que acabas

de decir.

- Pero porque.

- Esta en tu contrató.

- ¿Qué contrato, no firme nada?

- Pues lo firmaste cuando pediste tu primer deseo. Hay dice que

tienes derecho a tres deseos, que deben ser claros, que no debes

mencionarle a nadie de mí y que en tus deseos no debes mencionar

las palabras: nunca, jamás, para siempre o por la eternidad, porque

sino el deseo es casi imposible de romper. Eso es nuevo, te gusta o

no.

- Déjate de bromas. Entonces, ¿hay una solución?

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- Si, pero es muy difícil, debes encontrar el deseo perfecto - y

diciendo esto, el genio se disolvió y se metió de nuevo al frasco

Lorena, salió a caminar un rato, tratando de calmarse un poco,

tratando de calmar su pena, porque todo le salía mal y no debía

fallar en su último deseo. Sin darse cuenta, terminó en frente de la

casa de Ana, se paro frente a ella, se dispuso a tocar la puerta; pero

ya no había sentido en disculparse. Retrocedió y siguió su caminó

cabizbaja. Entonces de repente sintió un empujón.

- Hola Carlos - suspiró Lorena - disculpa no te vi.

- Hola Lorena - respondió él, saludó tajantemente y sin nada más

que decir se metió a la casa de Ana.

A Carlos ya no le interesaba Lorena, pues ya se había anulado su

primer deseo. Todo ese amor solo fue una farsa y Lorena ya lo

había entendido.

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Seis

Un deseo a la perfección

Entonces regresó a su casa cerca de los ocho de la noche. Vio la

nota aún sobre la mesa, la de su padre, se acercó a ella la

desenvolvió y comenzó a leer:

Hijita sé que no soy el mejor padre del mundo, pero trato de

serlo, debes comprender mi dolor. Si últimamente te he

descuidado, pues te pido perdón, por el amor de padre que te

tengo dejaré el vicio, me esforzaré.

Entonces Lorena cayó en llanto y se acordó cuando le quiso hablar

pero no le escuchó. Entonces siguió leyendo:

Hija, a veces quisiera retroceder el tiempo, y evitar cosas, para

que nada de lo que este pasando ahora, en realidad no

estuvieran pasando...

Entonces Lorena soltó la nota, se secó las lágrimas y se fue

corriendo a su cuarto. Rápidamente ubicó aquel frasco de nombre

“Incitación” y lo abrió. Entonces salió un humo espeso y entre esto

una pequeña sombra, el humo se disipó y el geniecillo se hizo notar.

- Espero que hayas pensado bien tu deseo.

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- Si, ya lo tengo - afirmó Lorena.

- Bien, ¿y cuál es?

- Deseo que Ana nunca hubiera obtenido el frasco de forma de

quinqué de nombre “Incitación”.

- Bien dicho - dijo el genio

Entonces el genio alzó sus manos y dio una palmada. Enseguida

una luz enceguecedora nació del frasco y todo empezó a dar

vueltas tan rápido que ya no se distinguían las cosas.

De repente Lorena apareció sentada en la sala de su casa. Empezó

a buscar a su padre por todos lados. Cuando de pronto se abrió la

puerta.

- ¡Papá eres tú! - dijo Lorena corriendo a abrazarlo.

- Vaya sorpresa.

- ¡Y no estas borracho!

- Sabes hija - dijo el padre a Lorena mientras se sentaban - Cuando

me dirigía al bar, no se que pasó que algo me hizo reaccionar, me

acordé de ti y lo mucho que me importas, así que me vine y de

ahora en adelante estaremos juntos.

- Te quiero mucho.

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Epílogo

Por otro lado, en el centro comercial.

Entró en la tienda tan nerviosa como si fuera a cometer un atraco a

punta de pistola.

Llegó al departamento de perfumería y se paró como por casualidad

delante de un extraño frasquito que no había visto nunca. Era rojo,

en forma de quinqué. Ana ni siquiera sabía que tipo de perfume

podía contener.

Lo agarró, vio el nombre “Glamur”, pero se arrepintió y lo dejó en su

lugar.

Trabajo realizado por los estudiantes del 4°A .I.E “Raúl Porras

Barrenechea” Carmen de la legua Reynoso. 2010.

Luis Aod Vaca Huamaní.

Evelyn Palacios Díaz.

Bryan Tataje D.

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Fin