CUERPO Y SANGRE DE CRISTO

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Las palabras de JESÚS en la última cena y la promesa de que estaria con nosotros hasta el final de los tiempos.

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Historia de la Solemnidad del Corpus ChristiA fines del siglo XIII surgi en Lieja, Blgica, un Movimiento Eucarstico cuyo centro fue la Abada de Cornilln fundada en 1124 por el Obispo Albero de Lieja. Este movimiento dio origen a varias costumbres eucarsticas, como por ejemplo la Exposicin y Bendicin con el Santsimo Sacramento, el uso de las campanillas durante la elevacin en la Misa y la fiesta del Corpus Christi.Santa Juliana de Mont Cornilln, por aquellos aos priora de la Abada, fue la enviada de Dios para propiciar esta Fiesta. La santa nace en Retines cerca de Lige, Blgica en 1193. Qued hurfana muy pequea y fue educada por las monjas Agustinas en Mont Cornilln. Cuando creci, hizo su profesin religiosa y ms tarde fue superiora de su comunidad. Muri el 5 de abril de 1258, en la casa de las monjas Cistercienses en Fosses y fue enterrada en Villiers.Desde joven, Santa Juliana tuvo una gran veneracin al Santsimo Sacramento. Y siempre anhelaba que se tuviera una fiesta especial en su honor. Este deseo se dice haber intensificado por una visin que tuvo de la Iglesia bajo la apariencia de luna llena con una mancha negra, que significaba la ausencia de esta solemnidad.Juliana comunic estas apariciones a Mons. Roberto de Thorete, el entonces obispo de Lieja, tambin al docto Dominico Hugh, ms tarde cardenal legado de los Pases Bajos y a Jacques Pantalen, en ese tiempo archidicono de Lieja, ms tarde Papa Urbano IV.El obispo Roberto se impresion favorablemente y, como en ese tiempo los obispos tenan el derecho de ordenar fiestas para sus dicesis, invoc un snodo en 1246 y orden que la celebracin se tuviera el ao entrante; al mismo tiempo el Papa orden, que un monje de nombre Juan escribiera el oficio para esa ocasin. El decreto est preservado en Binterim (Denkwrdigkeiten, V.I. 276), junto con algunas partes del oficio.Mons. Roberto no vivi para ver la realizacin de su orden, ya que muri el 16 de octubre de 1246, pero la fiesta se celebr por primera vez al ao siguiente el jueves posterior a la fiesta de la Santsima Trinidad. Ms tarde un obispo alemn conoci la costumbre y la extendi por toda la actual Alemania.

El Papa Urbano IV, por aqul entonces, tena la corte en Orvieto, un poco al norte de Roma. Muy cerca de esta localidad se encuentra Bolsena, donde en 1263 o 1264 se produjo el Milagro de Bolsena: un sacerdote que celebraba la Santa Misa tuvo dudas de que la Consagracin fuera algo real. Al momento de partir la Sagrada Forma, vio salir de ella sangre de la que se fue empapando en seguida el corporal. La venerada reliquia fue llevada en procesin a Orvieto el 19 junio de 1264. Hoy se conservan los corporales -donde se apoya el cliz y la patena durante la Misa- en Orvieto, y tambin se puede ver la piedra del altar en Bolsena, manchada de sangre.El Santo Padre movido por el prodigio, y a peticin de varios obispos, hace que se extienda la fiesta del Corpus Christi a toda la Iglesia por medio de la bula "Transiturus" del 8 septiembre del mismo ao, fijndola para el jueves despus de la octava de Pentecosts y otorgando muchas indulgencias a todos los fieles que asistieran a la Santa Misa y al oficio.Luego, segn algunos bigrafos, el Papa Urbano IV encarg un oficio -la liturgia de las horas- a San Buenaventura y a Santo Toms de Aquino; cuando el Pontfice comenz a leer en voz alta el oficio hecho por Santo Toms, San Buenaventura fue rompiendo el suyo en pedazos.La muerte del Papa Urbano IV (el 2 de octubre de 1264), un poco despus de la publicacin del decreto, obstaculiz que se difundiera la fiesta. Pero el Papa Clemente V tom el asunto en sus manos y, en el concilio general de Viena (1311), orden una vez ms la adopcin de esta fiesta. En 1317 se promulga una recopilacin de leyes -por Juan XXII- y as se extiende la fiesta a toda la Iglesia.Ninguno de los decretos habla de la procesin con el Santsimo como un aspecto de la celebracin. Sin embargo estas procesiones fueron dotadas de indulgencias por los Papas Martn V y Eugenio IV, y se hicieron bastante comunes a partir del siglo XIV.La fiesta fue aceptada en Cologne en 1306; en Worms la adoptaron en 1315; en Strasburg en 1316. En Inglaterra fue introducida de Blgica entre 1320 y 1325. En los Estados Unidos y en otros pases la solemnidad se celebra el domingo despus del domingo de la Santsima Trinidad.

En la Iglesia griega la fiesta de Corpus Christi es conocida en los calendarios de los sirios, armenios, coptos, melquitas y los rutinios de Galicia, Calabria y Sicilia.Finalmente, el Concilio de Trento declara que muy piadosa y religiosamente fue introducida en la Iglesia de Dios la costumbre, que todos los aos, determinado da festivo, se celebre este excelso y venerable sacramento con singular veneracin y solemnidad; y reverente y honorficamente sea llevado en procesin por las calles y lugares pblicos. En esto los cristianos atestiguan su gratitud y recuerdo por tan inefable y verdaderamente divino beneficio, por el que se hace nuevamente presente la victoria y triunfo de la muerte y resurreccin de Nuestro Seor Jesucristo.

(Fiesta del Cuerpo de Cristo)Esta fiesta se celebra en la Iglesia Latina el jueves siguiente al Domingo de Trinidad para conmemorar solemnemente la institucin de la Sagrada Eucarista.Del Jueves Santo, que conmemora este gran evento, se hace mencin como Natalis Calicis (Nacimiento del Cliz) en el Calendario de Polemio (448) para el 24 de Marzo, siendo el da 25 de Marzo considerado en algunos lugares como el da de la muerte de Cristo. Este da, sin embargo, estaba en Semana Santa, un tiempo de tristeza, durante el cual se espera que las mentes de los fieles se ocupen con pensamientos de la Pasin del Seor. Ms an, tantos otros actos tenan lugar en este da que el acontecimiento principal casi se perda de vista. Esto se menciona como la razn principal para la introduccin de la nueva fiesta, en la Bula Transiturus.El instrumento de que se vali la Divina Providencia, fue Santa Juliana de Monte Cornilln, en Blgica. Ella naci en 1193 en Retines cerca de Lieja. Hurfana a temprana edad, fue educada por las monjas Agustinianas de Monte Cornilln. All, andando el tiempo hizo su profesin religiosa y ms tarde lleg a ser superiora. Intrigas de diversas clase la condujeron en varias ocasiones fuera del convento. Muri el 5 de Abril de 1258 en la Casa de las monjas Cistercienses en Fosses, y fue sepultada en Villiers.

Juliana, desde su temprana juventud, tuvo una gran veneracin por el Santsimo Sacramento, y siempre anhel una fiesta especial en su honor. Se afirma haberse incrementado este deseo por una visin de la Iglesia bajo la apariencia de la luna llena que tena un punto negro, el cual significaba la ausencia de tal solemnidad. Ella hizo conocer sus ideas a Robert de Thirete, entonces Obispo de Lieja, al erudito Dominico Hugo, ms tarde cardenal legado en los Pases Bajos, y a Jacques Pantalen, entonces Archidicono de Lieja, despus Obispo de Verdun, Patriarca de Jerusaln, y finalmente Papa Urbano IV. El Obispo Robert qued favorablemente impresionado, y, puesto que los obispos ya tenan el derecho de ordenar fiestas para sus dicesis, convoc un snodo en 1246 y orden que la celebracin se realizara el siguiente ao, tambin que un monje llamado Juan escribiera el Oficio para la ocasin. El decreto se conserva en Binterim (Denkwrdigkeiten, V, 1, 276), junto con partes del Oficio. El Obispo Robert no vivi para ver la ejecucin de su orden, pues muri el 16 de Octubre de 1246; pero la fiesta fue celebrada por primera vez por los cnones de San Martn de Lieja. Jacques Pantalen se convirti en papa el 29 de Agosto de 1261. La hermitaa Eva, con quien Juliana haba pasado algn tiempo, y quien tambin era una ferviente adoradora de la Sagrada Eucarista, ahora recomend encarecidamente a Enrique de Guelders, Obispo de Lieja, que solicitara al papa extender la celebracin al mundo entero. Urbano IV, siempre un admirador de la festividad, public la Bula Transiturus (8 de Septiembre de 1264), en la cual, despus de haber ensalzado el amor de Nuestro Seor como se expresaba en la Sagrada Eucarista, orden la celebracin anual de Corpus Christi en el Jueves siguiente al Domingo de Trinidad, concediendo al mismo tiempo muchas indulgencias a los fieles por su asistencia a la Misa y al Oficio. Este Oficio, compuesto a solicitud del papa por el Doctor Anglico Santo Toms de Aquino, es uno de los ms bellos en el Breviario Romano y ha sido admirado an por los protestantes.La muerte del Papa Urbano IV (2 de Octubre de 1264), poco despus de la publicacin del decreto, obstruy un poco la difusin de la festividad. Clemente V tom de nuevo el asunto en sus manos y, en el Concilio General de Viena (1311), una vez ms orden la adopcin de la fiesta. Public un nuevo decreto que incorporaba el de Urbano IV. Juan XXII, sucesor de Clemente V, recomend con insistencia su observancia.

Ningn decreto habla de la procesin teofrica como una caracterstica de la celebracin. Esta procesin, ya celebrada en algunos lugares, fue dotada con indulgencias por los Papas Martn V y Eugenio IV.La fiesta ha sido aceptada en 1306 en Colonia; Worms la adopt en 1315; Estrasburgo en 1316. En Inglaterra fue introducida desde Blgica entre 1320 y 1325. En los Estados Unidos y algunos otros pases la solemnidad se celebra en el domingo siguiente al de Trinidad.En la Iglesia Griega la fiesta del Corpus Christi se conoce en los calendarios de los Sirios, Armenios, Coptos, Melquitas, y en los Rutenianos de Galicia, Calabria y Sicilia.

Qu es la Eucarista?La Eucarista es la consagracin del pan en el Cuerpo de Cristo y del vino en su Sangre que renueva mstica y sacramentalmente el sacrificio de Jesucristo en la Cruz. La Eucarista es Jess real y personalmente presente en el pan y el vino que el sacerdote consagra. Por la fe creemos que la presencia de Jess en la Hostia y el vino no es slo simblica sino real; esto se llama el misterio de la transubstanciacin ya que lo que cambia es la sustancia del pan y del vino; los accidenteforma, color, sabor, etc. permanecen iguales.La institucin de la Eucarista, tuvo lugar durante la ltima cena pascual que celebr con sus discpulos y los cuatro relatos coinciden en lo esencial, en todos ellos la consagracin del pan precede a la del cliz; aunque debemos recordar, que en la realidad histrica, la celebracin de la Eucarista (Fraccin del Pan) comenz en la Iglesia primitiva antes de la redaccin de los Evangelios.Los signos esenciales del sacramento eucarstico son pan de trigo y vino de vid, sobre los cuales es invocada la bendicin del Espritu Santo y el presbtero pronuncia las palabras de la consagracin dichas por Jess en la ltima Cena: "Esto es mi Cuerpo entregado por vosotros... Este es el cliz de mi Sangre...". Encuentro con Jess amor

Necesariamente el encuentro con Cristo Eucarista es una experiencia personal e ntima, y que supone el encuentro pleno de dos que se aman. Es por tanto imposible generalizar acerca de ellos. Porque slo Dios conoce los corazones de los hombres. Sin embargo s debemos traslucir en nuestra vida, la trascendencia del encuentro ntimo con el Amor. Resulta lgico pensar que quien recibe esta Gracia, est en mayor capacidad de amar y de servir al hermano y que adems alimentado con el Pan de Vida debe estar ms fortalecido para enfrentar las pruebas, para encarar el sufrimiento, para contagiar su fe y su esperanza. En fin para llevar a feliz trmino la misin, la vocacin, que el Seor le otorgue.Si apreciramos de veras la Presencia real de Cristo en el sagrario, nunca lo encontraramos solo, nicamente acompaado de la lmpara Eucarstica encendida, el Seor hoy nos dice a todos y a cada uno, lo mismo que les dijo a los Apstoles "Con ansias he deseado comer esta Pascua con vosotros " Lc.22,15. El Seor nos espera con ansias para drsenos como alimento; somos conscientes de ello, de que el Seor nos espera el Sagrario, con la mesa celestial servida? Y nosotros por qu lo dejamos esperando? O es que acaso, cundo viene alguien de visita a nuestra casa, lo dejamos slo en la sala y nos vamos a ocupar de nuestras cosas?Eso exactamente es lo que hacemos en nuestro apostolado, cuando nos llenamos de actividades y nos descuidamos en la oracin delante del Seor, que nos espera en el Sagrario, preso porque nos "am hasta el extremo" y resulta que, por quien se hizo el mundo y todo lo que contiene (nosotros incluidos) se encuentra all, oculto a los ojos, pero increblemente luminoso y poderoso para saciar todas nuestras necesidades.

Est Cristo presente en la Eucarista?Son varios los caminos por los que podemos acercarnos al Seor Jess y as vivir una existencia realmente cristiana, es decir, segn la medida de Cristo mismo, de tal manera que sea l mismo quien viva en nosotros (ver Gal 2,20). Una vez ascendido a los cielos el Seor nos dej su Espritu. Por su promesa es segura su presencia hasta el fin del mundo (ver Mt 28, 20). Jesucristo se hace realmente presente en su Iglesia no slo a travs de la Sagrada Escritura, sino tambin, y de manera ms excelsa, en la Eucarista.Qu quiere decir Jess con "venid a m"? l mismo nos revela el misterio ms adelante: "Yo soy el pan de vida. El que venga a m, no tendr hambre, el que crea en m no tendr nunca sed." (Jn 6, 35). Jess nos invita a alimentarnos de l. Es en la Eucarista donde nos alimentamos del Pan de Vida que es el Seor Jess mismo.

No est Cristo hablando de forma simblica?Cristo, se arguye, podra estar hablando simblicamente. l dijo: "Yo soy la vid" y l no es una vid; "Yo soy la puerta" y Cristo no es una puerta.Pero el contexto en el que el Seor Jess afirma que l es el pan de vida no es simblico o alegrico, sino doctrinal. Es un dilogo con preguntas y respuestas como Jess suele hacer al exponer una doctrina.A las preguntas y objeciones que le hacen los judos en el Captulo 6 de San Juan, Jesucristo responde reafirmando el sentido inmediato de sus palabras. Entre ms rechazo y oposicin encuentra, ms insiste Cristo en el sentido nico de sus palabras: "Mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida" (v.55).Esto hace que los discpulos le abandonen (v. 66). Y Jesucristo no intenta retenerlos tratando de explicarles que lo que acaba de decirles es tan solo una parbola. Por el contrario, interroga a sus mismos apstoles: "Tambin vosotros queris iros?". Y Pedro responde: "Pero Seor... con quin nos vamos si slo t tienes palabras de vida eterna?" (v. 67-68).Los Apstoles entendieron en sentido inmediato las palabras de Jess en la ltima cena. "Tom pan... y dijo: "Tomad y comed, esto es mi cuerpo." (Lc 22,19). Y ellos en vez de decirle: "explcanos esta parbola," tomaron y comieron, es decir, aceptaron el sentido inmediato de las palabras. Jess no dijo "Tomad y comed, esto es como si fuera mi cuerpo.es un smbolo de mi sangre".

Alguno podra objetar que las palabras de Jess "haced esto en memoria ma" no indican sino que ese gesto deba ser hecho en el futuro como un simple recordatorio, un hacer memoria como cualquiera de nosotros puede recordar algn hecho de su pasado y, de este modo, "traerlo al presente. Sin embargo esto no es as, porque memoria, anamnesis o memorial, en el sentido empleado en la Sagrada Escritura, no es solamente el recuerdo de los acontecimientos del pasado, sino la proclamacin de las maravillas que Dios ha realizado en favor de los hombres. En la celebracin litrgica, estos acontecimientos se hacen, en cierta forma, presentes y actuales. As, pues, cuando la Iglesia celebra la Eucarista, hace memoria de la Pascua de Cristo y sta se hace presente: el sacrificio que Cristo ofreci de una vez para siempre en la cruz permanece siempre actual (ver Hb 7, 25-27). Por ello la Eucarista es un sacrificio (ver Catecismo de la Iglesia Catlica nn. 1363-1365).San Pablo expone la fe de la Iglesia en el mismo sentido: "La copa de bendicin que bendecimos, no es acaso comunin con la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, no es comunin con el cuerpo de Cristo?". (1Cor 10,16). La comunidad cristiana primitiva, los mismos testigos de la ltima cena, es decir, los Apstoles, no habran permitido que Pablo transmitiera una interpretacin falsa de este acontecimiento.Los primeros cristianos acusan a los docetas (aquellos que afirmaban que el cuerpo de Cristo no era sino una mera apariencia) de no creer en la presencia de Cristo en la Eucarista: "Se abstienen de la Eucarista, porque no confiesan que es la carne de nuestro Salvador." San Ignacio de Antioqua (Esmir. VII).Finalmente, si fuera simblico cuando Jess afirma: "El que come mi carne y bebe mi sangre...", entonces tambin sera simblico cuando aade: "...tiene vida eterna y yo le resucitar en el ltimo da" (Jn 6,54). Acaso la resurreccin es simblica? Acaso la vida eterna es simblica?Todo, por lo tanto, favorece la interpretacin literal o inmediata y no simblica del discurso. No es correcto, pues, afirmar que la Escritura se debe interpretar literalmente y, a la vez, hacer una arbitraria y brusca excepcin en este pasaje.

Si la misa rememora el sacrificio de Jess, Cristo vuelve a padecer el Calvario en cada Misa?La carta a los hebreos dice: "Pero l posee un sacerdocio perpetuo, porque permanece para siempre... As es el sacerdote que nos convena: santo inocente...que no tiene necesidad de ofrecer sacrificios cada da... Nosotros somos santificados, mediante una sola oblacin... y con la remisin de los pecados ya no hay ms oblacin por los pecados." (Hb 7, 26-28 y 10, 14-18).La Iglesia ensea que la Misa es un sacrificio, pero no como acontecimiento histrico y visible, sino como sacramento y, por lo tanto, es incruento, es decir, sin dolor ni derramamiento de sangre (ver Catecismo de la Iglesia Catlica n. 1367).Por lo tanto, en la Misa Jesucristo no sufre una "nueva agona", sino que es la oblacin amorosa del Hijo al Padre, "por la cual Dios es perfectamente glorificado y los hombres son santificados" (Concilio Vaticano II. Sacrosanctum Concilium n. 7).El sacrificio de la Misa no aade nada al Sacrificio de la Cruz ni lo repite, sino que "representa," en el sentido de que "hace presente" sacramentalmente en nuestros altares, el mismo y nico sacrificio del Calvario (ver Catecismo de la Iglesia Catlica n. 1366; Pablo VI, Credo del Pueblo de Dios n. 24).El texto de Hebreos 7, 27 no dice que el sacrificio de Cristo lo realiz "de una vez y ya se acab", sino "de una vez para siempre". Esto quiere decir que el nico sacrificio de Cristo permanece para siempre (ver Catecismo de la Iglesia Catlica n. 1364). Por eso dice el Concilio: "Nuestro Salvador, en la ltima cena, ... instituy el sacrificio eucarstico de su cuerpo y sangre, con el cual iba a perpetuar por los siglos, hasta su vuelta, el sacrificio de la cruz." (ver Concilio Vaticano II, Sacrosanctum Concilium n. 47). Por lo tanto, el sacrificio de la Misa no es una repeticin sino re-presentacin y renovacin del nico y perfecto sacrificio de la cruz por el que hemos sido reconciliados.

Frutos de la Eucarista-Al recibir la Eucarista, nos adherimos ntimamente con Cristo Jess, quien nos transmite su gracia.-La comunin nos separa del pecado, es este el gran misterio de la redencin, pues su Cuerpo y su Sangre son derramados por el perdn de los pecados.-La Eucarista fortalece la caridad, que en la vida cotidiana tiende a debilitarse; y esta caridad vivificada borra los pecados veniales.-La Eucarista nos preserva de futuros pecados mortales, pues cuanto ms participamos en la vida de Cristo y ms progresamos en su amistad, tanto ms difcil se nos har romper nuestro vnculo de amor con l.-La Eucarista es el Sacramento de la unidad, pues quienes reciben el Cuerpo de Cristo se unen entre s en un solo cuerpo: La Iglesia. La comunin renueva, fortifica, profundiza esta incorporacin a la Iglesia realizada ya por el Bautismo.-La Eucarista nos compromete a favor de los pobres; pues el recibir el Cuerpo y la Sangre de Cristo que son la Caridad misma nos hace caritativos.

Porque la Eucarista es un sacrificio?La Eucarista es por encima de todo un sacrificio: sacrificio de la Redencin y al mismo tiempo sacrificio de la Nueva Alianza. El hombre y el mundo son restituidos a Dios por medio de la novedad pascual de la Redencin. Esta restitucin no puede faltar: es fundamento de la "alianza nueva y eterna" de Dios con el hombre y del hombre con Dios. Si llegase a faltar, se debera poner en tela de juicio bien sea la excelencia del sacrificio de la Redencin que fue perfecto y definitivo, o bien sea el valor sacrificial de la Santa Misa. Por tanto la Eucarista, siendo verdadero sacrificio, obra esa restitucin a Dios.En este sentido, el celebrante, en cuanto ministro del sacrificio, es el autntico sacerdote, que lleva a cabo en virtud del poder especfico de la sagrada ordenacin- el verdadero acto sacrificial que lleva de nuevo a los seres a Dios. En cambio, todos aquellos que participan en la Eucarista, sin sacrificar como l, ofrecen con l, en virtud del sacerdocio comn, sus propios sacrificios espirituales, representados por el pan y el vino, desde el momento de su presentacin en el altar.Efectivamente, este acto litrgico solemnizado por casi todas las liturgias, "tiene su valor y su significado espiritual". El pan y el vino se convierten en cierto sentido en smbolo de todo lo que lleva la asamblea eucarstica, por s misma, en ofrenda a Dios y que ofrece en espritu. Es importante que este primer momento de la liturgia eucarstica, en sentido estricto, encuentre su expresin en el comportamiento de los participantes. A esto corresponde la llamada procesin de las ofrendas, prevista por la reciente reforma litrgica y acompaada, segn la antigua tradicin, por un salmo o un cntico.Todos los que participan con fe en la Eucarista se dan cuenta de que ella es "Sacrificium", es decir, una "Ofrenda consagrada". En efecto, el pan y el vino, presentados en el altar y acompaados por la devocin y por los sacrificios espirituales de los participantes, son finalmente consagrados, para que se conviertan verdadera, real y sustancialmente en el Cuerpo entregado y en la Sangre derramada de Cristo mismo. As, en virtud de la consagracin, las especies del pan y del vino, "re-presentan", de modo sacramental e incruento, el Sacrificio propiciatorio ofrecido por El en la cruz al Padre para la salvacin del mundo.La recepcin de Jesucristo sacramentado bajo las especies de pan y vino en la sagrada Comunin significa y verifica el alimento espiritual del alma. Y as, en cuanto que en ella se da la gracia invisible bajo especies visibles, guarda razn de sacramento. Jess al instituir la Eucarista le confiere intrnsecamente el valor sacramental pues a travs de ella l nos transmite su gracia, su presencia viva. Por ello, la Eucarista es el ms importante de los sacramentos, de donde salen y hacia el que van todos los dems, centro de la vida litrgica, expresin y alimento de la comunin cristiana.Sacramento de Unidad. Al referirnos a la Eucarista como Comunin, estamos proclamando nuestra unin entre todos los cristianos y nuestra adhesin a la Iglesia con Jess. Por ello, la Eucarista es un sacramento de unidad de la Iglesia, y su celebracin slo es posible donde hay una comunidad de creyentes.

Sacramento del amor fraterno. La misma noche que Jess instituy la Eucarista, instituy el mandamiento del amor. Por lo tanto, la Eucarista y el amor a los dems tienen que ir siempre juntos. Jess instituye la Eucarista como prueba de su inmenso amor por nosotros y pide a los que vamos a participar en ella, que nos amemos como l nos am. Y, en este sentido, la Eucarista tiene que estar necesariamente atencedido por el Sacramento de la Reconciliacin pues el recibir el "alimento de vida eterna" exige una reconciliacin constante con los hermanos y con Dios Padre.El misterio eucarstico, desgajado de su propia naturaleza sacrificial y sacramental, deja simplemente de ser tal. No admite ninguna imitacin "profana", que se convertira muy fcilmente (sino incluso como norma) en una profanacin. Esto hay que recordarlo siempre, y quiz sobre todo en nuestro tiempo en el que observamos una tendencia a borrar la distincin entre "sacrum" y "profanum", dada la difundida tendencia general (al menos en algunos lugares) a la desacralizacin de todo.En tal realidad la Iglesia tiene el deber particular de asegurar y corroborar el "sacrum" de la Eucarista. En nuestra sociedad pluralista, y a veces tambin deliberadamente secularizada, la fe viva de la comunidad cristiana -fe consciente incluso de los propios derechos con respecto a todos aquellos que no comparten la misma fe- garantiza a este "sacrum" el derecho de ciudadana. El deber de respetar la fe de cada uno es al mismo tiempo correlativa al derecho natural y civil de la libertad de conciencia y de religin.Los ministros de la Eucarista deben por tanto, sobre todo en nuestros das, ser iluminados por la plenitud de esta fe viva, y a la luz de ella deben comprender y cumplir todo lo que forma parte de su ministerio sacerdotal, por voluntad de Cristo y de su Iglesia

La Santa MisaJess quiso dejar a la Iglesia un sacramento que perpetuase el sacrificio de su muerte en la cruz. Por esto, antes de comenzar su pasin, reunido con sus apstoles en la ltima cena, instituy el sacramento de la Eucarista, convirtiendo pan y vino en su mismo cuerpo vivo, y se lo dio a comer; hizo participes de su sacerdocio a los apstoles y les mand que hicieran lo mismo en memoria suya.

As la Santa Misa es la renovacin del sacrificio reconciliador del Seor Jess. Adems de ser una obligacin grave asistir a la Santa Misa los domingos y feriados religiosos de precepto -a menos que se est impedido por una causa grave-, es tambin un acto de amor que debe brotar naturalmente de cada cristiano, como respuesta agradecida ante el inmenso don que significa que Dios se haga presente en la Eucarista. Es el sacramento del cuerpo y la sangre de Jesucristo bajo las especies de pan y vino. Por medio de la consagracin, el sacerdote convierte realmente en su cuerpo y sangre el pan y vino ofrecido en el altar.

Qu es la Santa Misa?Es la renovacin sacramental del sacrificio de la cruz.La Santa Misa es el mismo sacrificio de la Cruz?Si, la Santa Misa es el mismo sacrificio de la Cruz, pero sin derramamiento de sangre, pues ahora Jesucristo se encuentra en estado glorioso.Quin puede celebrar la Santa Misa?Solamente los sacerdotes pueden celebrar la Santa Misa, pues solo ellos pueden actuar personificando a Cristo, cabeza de la Iglesia.Cules son los fines por los que se ofrece la Santa Misa?Los fines por los que se ofrece la Santa Misa son cuatro: adorar a Dios, agradecerles sus beneficios con pedirle dones y gracias, y satisfacer por nuestros pecados.

La Santa ComuninLa Eucarista es tambin banquete sagrado, en el que recibimos a Jesucristo como alimento de nuestras almas.

La Comunin es recibir a Jesucristo sacramentado en la Eucarista; de manera que, al comulgar, entra en nosotros mismos Jesucristo vivo, verdadero Dios y verdadero hombre, con su cuerpo, sangre, alma y divinidad.La Eucarista es la fuente y cumbre de la vida de la iglesia, y tambin lo es de nuestra vida en Dios. La Iglesia manda comulgar al menos una vez al ao, en estado de gracia; recomienda vivamente la comunin frecuente y, si es posible, siempre que se asista a la Santa Misa, para que la participacin en al sacrificio de Jess sea completa.Es muy importante recibir la Primera Comunin cuando se llega al uso de razn, con la debida preparacin.Qu es la Santa Comunin?La Sagrada Comunin es recibir al mismo Jesucristo presente en la Eucarista.De qu modo est presente Jesucristo en la Eucarista?Jesucristo est en la Eucarista verdadera, real y sustancialmente presente, todo entero, vivo y glorioso, con su cuerpo, sangre, alma y divinidad, bajo cada una de especies y bajo cualquier parte de ellas.La Hostia consagrada es una "cosa"?No, la Hostia consagrada no es una "cosa", aunque lo parezca; es una Persona Divina, es Jess vivo y verdadero.Quin puede comulgar?Puede comulgar el que est gracia de Dios, guarda el ayuno eucarstico y sabe a quin va a recibir.En qu consiste el ayuno eucarstico?Consiste en abstenerse de tomar cualquier alimento o bebida, al menos desde una hora antes de la Sagrada Comunin, a excepcin del agua y de las medicinas. Los enfermos y sus asistentes pueden comulgar aunque hayan tomado algo en la hora inmediatamente anterior.Cundo se debe recibir la primera comunin?Se debe recibir cuando se comienza a tener uso de razn, lo cual se supone a partir de los siete aos; habiendo recibido previamente la preparacin oportuna y el sacramento de la penitencia.Qu pecado comete el que comulga en pecado mortal?El que comulga en pecado mortal comete un grave pecado llamado sacrilegio.Qu debe hacer el que desea comulgar y se encuentra en pecado mortal?El que desea comulgar y se encuentra en pecado mortal no puede recibir la Comunin sin haber acudido antes al sacramento de la Penitencia, pues para comulgar no basta el acto de contricin.Me propongo presentar aqu algunas breves consideraciones sobre un punto capital para la vida cristiana de cada bautizado: qu nos ensea el Dios revelador, a travs de las escrituras, de los Padres, y del Magisterio de la Iglesia, sobre la frecuencia de la comunin eucarstica y sobre los frutos temporales y eternos? Qu conclusiones pastorales saca la Iglesia y cules podra sacar en el futuro?

I. Breve visin histrica sobre la enseanza de la Iglesia en el pasadoNo tratamos de considerar simplemente la historia de una prctica y de sus diversas maneras de comprenderla, sino adems - y sobre todo - de preguntarnos lo que Cristo revelador quiere decirnos sobre la naturaleza, el sentido, las finalidades de la frecuencia de la comunin eucarstica.1. La escritura: El decreto Sacra tridentina synodus, publicado en 1905 por la Congregacin del concilio con la aprobacin de San Po X, resumi admirablemente la enseanza revelada en una presentacin sinttica que conviene citar. Evocando el discurso de Jess sobre el Pan de Vida, el texto nos dice: Mediante esta comparacin (Jn 6, 59) con el pan y el man, los discpulos podan comprender fcilmente que, siendo el pan el alimento cotidiano del cuerpo y que habiendo sido el man el alimento cotidiano de los Hebreos en el desierto, de la misma manera, el alma cristiana podra nutrirse cada da del pan celestial. Adems, cuando Jesucristo nos manda pedir en la oracin dominical nuestro pan de cada da, hay que entender esto, como casi todos los Padres de la Iglesia lo ensean, no tanto el pan material, alimento del cuerpo, cuanto el pan eucarstico que debe ser consumido cada da. (Actas de Po X, Bonne Presse, T.2 p. 253).A la luz del evangelio jonico, este texto recapitula de manera muy densa, primero, la enseanza del Dios de la primera Alianza a travs de la figura del man cotidiano de los Hebreos en el desierto, luego la del Dios de la Nueva Alianza, de Cristo, en los Evangelios sinpticos, inculcando el pedido del pan de cada da cuyo sentido eucarstico es propuesto por la unanimidad moral de los Padres de la Iglesia. El texto afirma, de manera impresionante, cmo las Escrituras del Antiguo y Nuevo Testamento, y luego los Padres, convergen para indicar la voluntad divina: que el pan eucarstico sea comido cada da por los miembros de la Iglesia de Cristo.El discurso del Pan de Vida, al presentarnos el man cotidiano como una prefiguracin - por lo dems negativa - del pan vivo bajado del cielo, nos hace comprender que este pan vivo debe ser comido tanto tiempo como dure el exilio terrestre, o sea cada da hasta la entrada en la Tierra Prometida. El texto de la Santa Sede agregaba el testimonio del libro de los Hechos (2, 42-46) segn el cual los nuevos bautizados se mostraban fieles a la fraccin del pan (...) Da tras da, partan el pan en sus casas. Varios exegetas reconocen el sentido eucarstico de esta doble mencin, esclarecida por el discurso sobre el Pan de Vida. Sin embargo los exegetas se dividen sobre, si es eucarstico o no, el sentido del pan cotidiano pedido en la Pter. Algunos han considerado que el sentido literal concierne al pan material en tanto que el sentido eucarstico constituira una interpretacin.Sin embargo, los criterios exegticos reconocidos por el Concilio Vaticano II permiten deducir con certeza el sentido eucarstico; el CEC ( 112 ss) cita tres: estar atento al contenido y a la unidad de toda la Escritura, en razn de la unidad del designio de Dios, cuyo centro es Cristo; leer la escritura en la tradicin viviente de toda la Iglesia, de la que son testigos privilegiados los Padres, y en la fidelidad a analoga de la fe, es decir a la cohesin de las verdades de la fe, entre ellas y con el contenido total de la revelacin, porque Dios no se contradice nunca. Aplicando estos criterios, el CEC ( 2835 a 2837) expone aquello que llama el sentido especficamente cristiano del pedido del pan cotidiano: Concierne la palabra de Dios a acoger en la fe al cuerpo de Cristo recibido en la Eucarista. Luego, el CEC analiza largamente la doble alusin temporal contenida en las dos comparaciones comparacin (Mateo, Lucas) del cuarto pedido: el pan nuestro de cada da, dnosle hoy, epiousios, recordando el alcance eucarstico de este trmino epiousios, que no tiene otro uso en el Nuevo Testamento. Citemos: Tomado en un sentido temporal, epiousios es una recuperacin pedaggica de hoy (Ex 16, 19-21), para confirmarnos en una confianza sin reservas. Tomado en un sentido temporal, epiousios significa todo lo que es necesario para la vida, todo bien suficiente para la vida. Tomado en sentido literal, el trmino epiousios (superesencial) designa directamente el cuerpo de Cristo, remedio de inmortalidad sin el cual no tenemos la Vida en nosotros (Jn 6, 53-56); finalmente, ligado al sentido precedente, el sentido celestial es evidente: este da es el del seor, el del festn del reino, anticipado en la Eucarista que es ya la prenda del reino que viene. Es por esto que conviene que la liturgia eucarstica sea celebrada cada da. El CEC puede entonces concluir: la Eucarista es nuestro pan cotidiano. Bock y Carmignac han mostrado el sentido profundo del pedido, en el Pter, del pan cotidiano visto en la prolongacin del man cotidiano, el nuevo man de la Nueva y Eterna Alianza, ese man que esperaban los judos del periodo intertestamentario. Carmignac precisa incluso, en sus Recherches sur le Notre Pre (Paris 1969, p. 198): La literatura talmdica y midrshica, cuya redaccin es ciertamente bastante posterior al tiempo de Cristo, contiene tambin diversas tradiciones antiguas que muestran que el man continuaba siendo considerado como el alimento especial de los tiempos mesinicos. Desde este punto de vista, convendra estudiar las perspectivas eucarsticas de los Padre de la Iglesia a propsito del man cotidiano dado al pueblo elegido en peregrinaje hacia la Tierra Santa.2. Los Padres: Los comentarios de los Padres sobre el alcance cotidiano del pedido del pan eucarstico continan iluminando a la Iglesia y a nuestras vidas. Citemos aqu a Cipriano, Basilio, Ambrosio y Agustn. Conviene distinguir, a propsito de los Padres, lo que dicen sobre la prctica efectiva de una frecuencia eucarstica determinada en sus tiempos y en sus regiones respectivas por una parte, y cmo, por otra parte interpretan las voluntades de Cristo manifestadas en el Nuevo Testamento. Si sus descripciones histricas manifiestan una gran variedad de ritmos eucarsticos su testimonio en favor del recurso cotidiano a la Eucarista impacta por la profundidad y el nmero de las motivaciones. En el siglo III, para Cipriano, en su tratado sobre la Oracin dominical, hace falta temer, al abstenerse del cuerpo de Cristo, separarse de la salvacin: si ustedes no comen la carne del Hijo del Hombre y no beben su sangre, no tendrn la vida en ustedes (Jn 6, 54). Y por consecuencia pedimos que nos sea dado cada da nuestro pan, es decir Cristo, para no apartarnos de la santificacin y del cuerpo de Cristo, nosotros que permanecemos y vivimos en l ( 18) Retengamos la afirmacin: Christum daris petimus. La Eucarista cotidiana es vista aqu como un medio de perseverar en la gracia de Cristo.Hacia el ao 372 San Basilio, al escribir a una mujer, dijo: Comulgar todos los das, participar continuamente de la Vida, es vivir en plenitud (Carta 93, RJ 919). Luego el santo agrega: Comulgamos cada semana cuatro veces (domingo, mircoles, viernes y sbado). Este Padre era consciente de una diferencia entre el ideal y su realizacin concreta. El Papa Juan Pablo II cit este texto de Basilio de Cesrea en su carta consagrada al santo el 2 de enero de 1980. Poco despus, San Ambrosio, obispo de Miln, en su Tratado sobre los sacramentos, se expresa en estos trminos: Qu te dice el Apstol? Cada vez que le recibimos, anunciamos la muerte del Seor (I Cor 11, 25-26). Si anunciamos la muerte del Seor, anunciamos el perdn de los pecados. Su sangre es derramada para el perdn de los pecados. Debo recibirlo siempre porque siempre perdona mis pecados. Yo, que peco siempre, debo tener un remedio siempre. Oyes decir que cada vez que se ofrece un sacrificio se representa la muerte del Seor lo mismo que la remisin de los pecados, y no recibes cada da este pan de vida! El que tiene una herida busca un remedio. El remedio es el venerable y celestial Sacramento (De Sacramentis, IV. 6.26 y V. 4.25-26).Comprendemos el pensamiento de Ambrosio. El sacrificio de la muerte del Resucitado obtiene la remisin de los pecados. Ahora bien, es este sacrificio el que hacemos nuestro y ofrecemos al recibir la Eucarista. Sabiendo que tenemos necesidad de obtener cada da la remisin de nuestros pecados cotidianos, cmo no comulgar cada da tal como el Seor nos invita hacindonos pedir cada da este pan de vida eterna que reconforta la substancia de nuestra alma? Dice expresivamente San Ambrosio.Su hijo espiritual Agustn persigue el mismo fin. En su sermn 227, 1, dirigindose el da de Pascua a los que haban sido bautizados la noche anterior, Agustn les dijo: Deben saber que han recibido lo que recibirn, lo que deberan recibir cada da: este pan que ven sobre el altar, santificado por la palabra de Dios, es el cuerpo de Cristo. El texto es muy fuerte: Lo que deberan recibir cada da: quis quotidie accipere debeastis.Por cierto, como lo precisar ms tarde San Po X, este deber de recepcin cotidiana no corresponde a un precepto divino sino solamente a un ardientsimo deseo de Cristo y de su Iglesia del que ya estaba consciente la comunidad de Hipona a fines del siglo IV y principios del siglo V gracias a la palabra de Agustn.En San Agustn, como en los Padres en general, el simbolismo eucarstico del pan cotidiano no es el nico: es conjuntamente que el cuerpo de Cristo y su Palabra constituyen un pan de Vida comido en la fe; la Palabra hace conocer la Eucarista e inflama de amor por ella. Ambas son, conjuntamente, el pan del alma, ese pan que reciben los nicos hijos de Dios, mientras que el pan material, alimento del cuerpo mortal, Dios lo da no solamente a los que cantan su alabanza, sino adems - nos recuerda Agustn - a los blasfemos (Sermn 56). La misma Iglesia, que recomienda la comunin cotidiana del cuerpo de Cristo, aconseja tambin la audicin o la lectura cotidiana de su Palabra, ofrecida precisamente como alimento en la liturgia eucarstica.Se podra multiplicar las citas patrsticas sobre el sentido eucarstico del pan cotidiano. Esto no es necesario. Dirijmonos ahora hacia el Magisterio papal y conciliar porque los Padre, para la inmensa mayora de los obispos, expresan ya su magisterio ordinario y universal.3. El magisterio de la Iglesia: Despus del periodo patrstico- y esto es bien conocido - el fervor de la caridad nutrida por la Eucarista frecuentemente recibida disminuy, y su prctica devino tan rara que en 1215 el IV Concilio Ecumnico de Letrn debi estatuirla bajo la obligacin de una frecuencia mnima: todos los miembros de la Iglesia, para perseverar en la gracia divina, comulgaran al menos una vez por ao.El Concilio de Trento, sin favorecer explcitamente la comunin cotidiana, la propona implcitamente a todos los catlicos expresando el deseo de que todos los fieles comulguen no solamente espiritualmente sino adems sacramentalmente en cada misa donde estuvieren presente, con el fin de recibir ms abundantemente los frutos del santsimo sacrificio de la misa (DS 1747, texto de 1562).

Este texto toma toda su importancia en el contexto de una declaracin anterior del mismo concilio, recapitulando la teologa patrstica y medieval en lo concerniente a los efectos de la comunin sacramental; en efecto, en 1551, el concilio haba recordado (DS 1638) que la comunin eucarstica nos libera de las faltas veniales, nos preserva de los pecados mortales, nos liga mediante lazos muy estrechos de fe, de esperanza y de caridad con el cuerpo de la Iglesia, cuyo jefe es Cristo, y constituye la prenda de nuestra glorificacin futura y de nuestra perpetua felicidad.Dicho de otra manera, cada comunin sacramental realizada en estado de gracia afecta nuestro pasado de pecado, fortifica nuestro presente de gracia, preserva nuestro futuro terrestre y merece nuestro futuro eterno. Tales son las intenciones con las cuales el cristiano debe comulgar, siguiendo al concilio, para que su comunin, lejos de ser la comida sacrlega de su propia condenacin que denunciaba san Pablo en su primera carta a los Corintios (11, 27-32), sea, por el contrario, una comunin inseparablemente sacramental y espiritual (DS 1638, 1646 y 1648).De estos temas tridentinos, como del conjunto de la teologa catlica, resalta claramente que el comulgante, a travs de cada nueva comunin sacramental y espiritual, recibe un nuevo aumento de gracia santificante, una nueva remisin de sus pecados veniales, nuevas y poderosas defensas para evitar el pecado en el futuro, nuevos mritos y se dispone a recibir durante la vida eterna nuevos y admirables grados de gloria, es decir, de conocimiento y de amor de Dios trino y uno como todos y cada uno de los elegidos.A pesar de la apertura del concilio de Trento, el rigorismo jansenista continuaba haciendo difcil el acceso a la comunin frecuente y cotidiana, especialmente a los mercaderes y a los esposos. Se discuta sobre las disposiciones necesarias para comulgar, e inclusive los telogos de buena marca pensaban que la comunin deba ser rara y sometida a numerosas condiciones previas.De ah las intervenciones liberadoras de dos Papas, el bienaventurado Inocencio XI, en 1679, y San Po X, en 1905 y 1910. San Po X zanj la controversia : apoyndose sobre los Padres de la Iglesia recordaba que ningn precepto reclamaba a los comulgantes cotidianos disposiciones ms grandes que aquellas pedidas para la comunin semanal y proclam un principio hoy da bastante olvidado: Los frutos de la comunin cotidiana son mucho ms abundantes que los de la comunin semanal.Para ser ms precisos, para poder comulgar cada da basta estar en estado de gracia y tener una recta intencin, es decir, aproximarse a la Eucarista, no por hbito sino para combatir sus faltas, crecer en la caridad y satisfacer la voluntad divina.Luego, para comulgar fructuosamente no es necesario estar exento de pecado venial deliberado, aunque esto es muy deseable. Por otra parte, a partir de San Po X, no es posible que los comulgantes cotidianos no se corrijan de su aficin a los pecados veniales, sobrentendindose que crecen en la gracia cada da. As, en esa poca, los comentadores subrayaron con razn que las personas que no comulgaban ms que una vez por semana, cuando tenan la posibilidad de hacerlo a menudo, comulgaban raramente. Este punto parece haber sido olvidado hoy da por un cierto nmero de eclesisticos, que tienden a considerar a los comulgantes de cada domingo como comulgantes frecuentes. Sucede que los enemigos de un cierto laxismo eucarstico actual, del que son vctimas aquellos que se confiesan raramente, caen en un neojansenismo al callar la invitacin eclesial a la comunin cotidiana: inclusive si algunos abusan de ella, todos tienen el derecho de conocerlaLas declaraciones tridentinas y las de Po X sobre los efectos de la comunin eucarstica, han sido magnficamente retomadas y profundizadas por el Papa Po XII en su encclica Mediator Dei et hominum, en 1947. Digo profundizadas, porque Po XII, siguiendo a Benedicto XIV, introdujo una nocin, no presente en el concilio de Trento, concerniente a la naturaleza misma de la comunin eucarstica: ella es una participacin del sacrificio. Dicho de otra manera, comulgar es volverse una sola vctima con Cristo crucificado y resucitado para la salvacin del mundo, Comer y beber a la divina vctima, no es solamente consumir una comida divina, sino adems insertarse en la oblacin sacrificial que esta vctima hace de ella misma para la felicidad eterna de cada persona humana; es, pues, disponerse en ella y con ella a entregar su cuerpo y a derramar su sangre para merecer a otro la gracia de apropiarse el mismo y nico sacrificio.Digmoslo de Paso, la encclica de Po XII sobre la liturgia sigue siendo el ms bello y el ms profundo de todos los documentos oficiales de la Iglesia sobre el sacrificio de la misa, el ms til para penetrar y comprender su naturaleza ntima. Por esta razn su influencia sobre los documentos oficiales del concilio Vaticano II ha sido tan explcita y tan grande: la encclica fue citada ocho veces, de las cuales cinco fueron en la constitucin dogmtica sobre la Iglesia Lumen Gentium (19, 11, 28 y 50). En particular, Po XII trata explcitamente el tema de la comunin cotidiana. Dios hace que los cristianos participen en el divino sacrificio recibiendo en la comunin sacramental, inclusive todos los das si lo pudieran, el cuerpo de Jess ofrecido por todos al Padre eterno. Subrayando la ofrenda de Cristo por nosotros en el contexto de la comunin, Po XII invita a concebirla como una participacin en la ofrenda (como vctima) de Cristo para el mundo. La presencia real no es solamente la de Dios hecho hombre, sino adems la de Dios-vctima glorificada. Comulgar cada da es volverse cada vez ms una vctima en Cristo, por l y con El y para l. Eso es lo que ha enseado el concilio Vaticano II en la constitucin Lumen Gentium citando la encclica de Po XII.

Llegamos as al magisterio ms reciente de la Iglesia, las enseanzas del concilio Vaticano II.

Si es cierto que la constitucin sobre la liturgia no menciona tan explcitamente la comunin cotidiana, est, sin embargo, fuertemente inculcada por el decreto conciliar sobre las Iglesias orientales catlicas, ( 15). As se puede decir: Se recomienda vivamente a los fieles recibir la santa Eucarista inclusive todos los das: enixe quotidie (Enixe: con todas sus fuerzas). Este texto est en perfecta armona con otra recomendacin conciliar hecha, esta vez, a los sacerdotes: se les recomienda, en efecto, celebrar cada da el sacrificio eucarstico, acto supremo de su ministerio sacerdotal. Nos encontramos en presencia de la primera recomendacin explcita de la comunin cotidiana por un concilio ecumnico. Cmo no destacar el magnfico progreso doctrinal concerniente a la prctica eucarstica en el historia de los concilios ecumnicos, este crescendo en la exhortacin consoladora de una Iglesia siempre preocupada de hacernos participar en la Eucarista?

El concilio de Nicea, en 325, recomienda facilitar el acceso a la comunin a los moribundos. El concilio de Letrn IV, en 1215, convoca a la amable y amante obligacin grave de una comunin anual. El concilio de Trento recomienda implcitamente y realmente la comunin cotidiana en el contexto del recuerdo de la interpretacin eucarstica del pan cotidiano que haban dado los Padres de la Iglesia. El concilio Vaticano II lo corona todo recomendando explcitamente la comunin cotidiana a todos los bautizados. Pero sin duda es uno de los consejos menos citados, tal vez el menos comentado del ltimo concilio! Pero no deja de ser importantsimo, en la medida en que concierne mucho ms a la vida cotidiana del cristiano que a las declaraciones, tan sutiles, sobre la libertad religiosa y sobre la colegialidad episcopal!Aunque el pedido del pan cotidiano tenga tambin en consideracin el pan material y la palabra de Dios, su sentido eucarstico, unido a los otros dos, sostenido por los Padres, por los catecismos de los dos concilios de Trento y de Vaticano II, y por el magisterio ordinario y universal de la Iglesia, est contenido en la revelacin a la cual se adhiere la fe catlica y podra ser definida como tal por la Iglesia.Dos documentos posteriores han completado, en el plano pastoral, el acento puesto por el concilio Vaticano II sobre la comunin cotidiana:- en 1967, la Santa Sede, en la instruccin Eucharisticum Mysterium, peda, siguiendo a San Po X, a los curas, confesores y predicadores exhortar frecuentemente al pueblo cristiano a la comunin cotidiana. La Instruccin recordaba tambin - punto a menudo desconocido hoy da - que conviene dar la comunin fuera de la misa a los fieles que estuvieran impedidos de participar en ella en razn de un horario incmodo. Insista, finalmente, sobre la necesidad de hacer accesible a toda hora la comunin cotidiana a los enfermos y a los ancianos, inclusive si no hubiera peligro de muerte;- en 1973, la Santa Sede public un ritual para la distribucin de la comunin fuera de la misa, previendo un rito ms largo y otro ms breve, Estos dos ritos tenan un punto comn. Haca falta que la proclamacin de la palabra ilumine y acompae la comunin del pan eucarstico, lo que constituye una aplicacin particular de un principio general de la reforma litrgica operada recientemente: el pan de la palabra y el pan de la Eucarista constituyen conjuntamente el pan especficamente cristiano de la Nueva Alianza.II Hacia el futuro de una Iglesia plenamente eucarsticaSi la declaracin del concilio Vaticano II sobre la comunin cotidiana, fuertemente aconsejada, marca un progreso importante en la toma de conciencia eclesial frente al llamado de Cristo, preocupado de darse siempre ms a la Iglesia, nos invita sobre todo a una urgente y radical renovacin de nuestra pastoral en ese asunto. Me gustara presentar aqu algunos aspectos fundamentales: se trata nada menos que la elaboracin de una pastoral totalmente centrada sobre el consejo evanglico supremo, ofrecido a todos, de la comunin cotidiana.1. En lo sucesivo, la preparacin a cada uno de los sacramentos, especialmente a los del bautismo de los adultos, de la primera confesin, de la confirmacin y del matrimonio, deber ser inseparable de la preparacin a la misa y a la comunin cotidiana - es intil objetar que en muchos lugares no hay sacerdotes, puesto que el cdigo de derecho cannigo prev la posibilidad de nombrar laicos como ministros extraordinarios de la distribucin de la comunin (CEC, 230). La Eucarista es la razn de ser de todos los otros sacramentos y muy especialmente del sacramento del orden: nuestros silencios sobre la misa cotidiana privan a numerosos jvenes de una superabundante fuerza sacramental, delante del llamado divino a un casto matrimonio, o al sacerdocio, o a la vida religiosa; la renovacin en el anuncio abrasador de la misa cotidiana condiciona largamente la solucin de los ms graves problemas de las familias y de la Iglesia. Sin ella, toda verdadera pastoral de conjunto es imposible.2) El relanzamiento del llamado a la misa cotidiana significa, de la manera ms concreta, la vocacin de cada uno a la perfeccin de la caridad, tal como lo ha subrayado el Concilio Vaticano II, porque la Eucarista es el sacramento del fervor de la caridad, nexo de la perfeccin. Cmo se podra ser perfecto, como el Padre celestial es perfecto, despreciando el principal medio de serlo, a saber la cotidiana unin eucarstica con Cristo mediador?3) Es paradjico pensar que cerca de un siglo despus de la carta liberadora de San Po X, no haya nacido ningn instituto religioso dedicado en primer lugar a la propagacin de la prctica de la misa y de la comunin de cada da entre los laicos, cuando han sido fundados numerosos institutos para poner en valor otros puntos, ciertamente tiles, pero menos fundamentales. Del mismo modo, ninguna de las asociaciones de fieles actualmente existentes parece tener este fin. Nada impide pensar que el tercer milenio estar marcado por la aparicin de estas asociaciones y de estos institutos, por cuyas intenciones nos hace falta rezar.4) Hace falta ir ms lejos y reconocer que la Iglesia se vuelve plenamente Iglesia, no solamente cuando sus miembros se renen alrededor del sacrificio de la Cruz perpetuado en la Eucarista, sino adems y sobre todo cuando lo hacen cada da. Es sobre todo a travs de la misa y de la comunin de cada da que la Iglesia crece sin cesar en el ser y en la caridad. El concilio Vaticano II. Citando a San Juan Crisstomo, nos dice en su decreto sobre el ecumenismo (15) que es mediante la celebracin de la Eucarista como la Iglesia de Dios se edifica y engrandece. Abramos aqu un parntesis ecumnico. Un monje atnito de la Iglesia ortodoxa griega, Nicodemo el Hagiorita, public en 1783 un libro sobre la comunin cotidiana, presentado al pblico francfono por el llorado telogo dominico M. J. Le Guillou. Para este monje, que las Iglesias griega y rusa han canonizado, el que tiene la conciencia pura debe comulgar cada da y hacer as la voluntad de Dios. Segn l, el Cristo eucarstico es el pan cotidiano que pedimos al Padre, y la liturgia es esencialmente asamblea eucarstica. La Iglesia tiene por razn de ser la unin eucarstica de cada uno de sus miembros con Cristo, comido y bebido despus de haber sido ofrecido por el mundo entero. Una eclesiologa no es plenamente eucarstica ms que reconociendo la necesidad, para cada uno de sus miembros, de crecer cada da, por una participacin siempre ms ferviente, en la Eucarista, en la caridad respecto de Cristo y de los otros bautizados.El Padre quiere reunirnos cada da, nutrindonos con su Hijo nico. Aceptando la invitacin a la comunin cotidiana dignamente preparada, permitimos a Cristo glorificado continuar construyendo por nuestro intermedio su Iglesia local y universal. Tengamos el valor de decirlo: el progreso simultneo de los creyentes catlicos y ortodoxos en direccin de la misa y de la comunin cotidiana debera constituir el factor secreto y mejor que arranque a Dios, mediante la violencia del humilde amor, nuestro comn retorno a la plena comunin jerrquica y mutua en la fe integral en la comunin comn del Cordero inmolado. En este sentido, esperamos que nuestros hermanos ortodoxos se apresuraran a traducir en las lenguas occidentales el tratado de Nicodemo el Hagiorita sobre la comunin cotidiana.

5) Entre tanto, el tiempo apremia. Antes del regreso de Cristo en gloria, la Iglesia debe pasar por una prueba final que estremecer la fe de numerosos creyentes: es el misterio de iniquidad del Anticristo que est ya en obra, es decir, el misterio del hombre glorificndose a s mismo en el lugar de Cristo Eucarstico (cf. CEC, 675, resumiendo varios textos del Nuevo Testamento)? La Iglesia no entrar en la gloria del reino ms que a travs de esta ltima Pascua, siguiendo cada vez ms, da a da a su Seor en su muerte y resurreccin (CEC 677). Si, el tiempo apremia. Cundo veremos a los consejos parroquiales y presbiterales intercambiar opiniones sobre los mejores medios de llevar al Cristo cotidiano del altar y del tabernculo a todos los miembros de la comunidad locales? Cundo veremos a los obispos pedir al Papa una encclica sobre la misa dominical y sobre la comunin cotidiana? Cundo veremos a un Papa convocar en Roma a un snodo episcopal que trate el supremo consejo evanglico, llamando a la participacin cotidiana de todos a la victoria eucarstica del Cordero de Dios? Cundo ser que este supremo consejo evanglico, el de la Eucarista cotidiana - consejo que a diferencia de los otros, no slo elimine los obstculos a la obligatoria perfeccin de la caridad, sino adems la nutra positivamente - sea reconocido como el que estructure un modo de vida que no se encuentre ms que en la sola Iglesia de Cristo y que est fundado sobre la fe en Cristo. Tal fue la intuicin genial del telogo espaol Suarez: el estado de la vida cristiana, fundamento del matrimonio y de la vida religiosa, y l mismo fundado sobre el bautismo y sobre la confirmacin, es un estado de perfeccin. Este estado obliga a la perfeccin de la caridad, dada por la Eucarista frecuente y cotidiana. El consejo de la comunin cotidiana se muestra as como el de la perfeccin eucarstica en la caridad. Constituye el punto culminante de la evangelizacin y de toda la economa orgnica y sacramental de la salvacin. Alentando la participacin sacramental y cotidiana en el sacrificio eucarstico, el concilio Vaticano II ha promovido un estado de vida estable, el estado de la vida cristiana, con miras a la perfeccin eterna de los bautizados-confirmados.Sepa lo que debe y no debe hacerse en la celebracin de la Misa VATICANO, 23 Abr. 04 / 07:08 pm (ACI).- La instruccin Redemptoris Sacramentum, describe detalladamente cmo debe celebrarse la Eucarista y lo que puede considerarse como "abuso grave" durante la ceremonia. Aqu les ofrecemos un resumen de las normas que el documento recuerda a toda la Iglesia.En el Captulo I sobre la ordenacin de la Sagrada Liturgia se seala que:Compete a la Sede Apostlica ordenar la sagrada Liturgia de la Iglesia universal, editar los libros litrgicos, revisar sus traducciones a lenguas vernculas y vigilar para que las normas litrgicas se cumplan fielmente.Los fieles tienen derecho a que la autoridad eclesistica regule la sagrada Liturgia de forma plena y eficaz, para que nunca sea considerada la liturgia como propiedad privada de alguien.El Obispo diocesano es el moderador, promotor y custodio de toda la vida litrgica. A l le corresponde dar normas obligatorias para todos sobre materia litrgica, regular, dirigir, estimular y algunas veces tambin reprender.Compete al Obispo diocesano el derecho y el deber de visitar y vigilar la liturgia en las iglesias y oratorios situados en su territorio, tambin aquellos que sean fundados o dirigidos por los citados institutos religiosos, si los fieles acuden a ellos de forma habitual.Todas las normas referentes a la liturgia, que la Conferencia de Obispos determine para su territorio, conforme a las normas del derecho, se deben someter a la recognitio de la Congregacin para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, sin la cual, carecen de valor legal.En el Captulo II sobre la participacin de los fieles laicos en la celebracin de la Eucarista, se establece que:La participacin de los fieles laicos en la celebracin de la Eucarista, y en los otros ritos de la Iglesia, no puede equivaler a una mera presencia, ms o menos pasiva, sino que se debe valorar como un verdadero ejercicio de la fe y la dignidad bautismal.Se debe recordar que la fuerza de la accin litrgica no est en el cambio frecuente de los ritos, sino, verdaderamente, en profundizar en la palabra de Dios y en el misterio que se celebra.Sin embargo, no se deduce necesariamente que todos deban realizar otras cosas, en sentido material, adems de los gestos y posturas corporales, como si cada uno tuviera que asumir, necesariamente, una tarea litrgica especfica; aunque conviene que se distribuyan y realicen entre varios las tareas o las diversas partes de una misma tarea.Se alienta la participacin de lectores y aclitos que estn debidamente preparados y sean recomendables por su vida cristiana, fe, costumbres y fidelidad hacia el Magisterio de la Iglesia.Se alienta la presencia de nios o jvenes monaguillos que realicen un servicio junto al altar, como aclitos, y reciban una catequesis conveniente, adaptada a su capacidad, sobre esta tarea. A esta clase de servicio al altar pueden ser admitidas nias o mujeres, segn el juicio del Obispo diocesano y observando las normas establecidas.En el Captulo 3, sobre la celebracin correcta de la Santa Misa se especifica sobre: La materia de la Santsima EucaristaEl pan a consagrar debe ser zimo, de slo trigo y hecho recientemente. No se pueden usar cereales, sustancias diversas del trigo. Es un abuso grave introducir en su fabricacin frutas, azcar o miel.Las hostias deben ser preparadas por personas honestas, expertas en la elaboracin y que dispongan de los instrumentos adecuados.Las fracciones del pan eucarstico deben ser repartidas entre los fieles, pero cuando el nmero de estos excede las fracciones se deben usar sobre todo hostias pequeas.El vino del Sacrificio debe ser natural, del fruto de la vid, puro y sin corromper, sin mezcla de sustancias extraas. En la celebracin se le debe mezclar un poco de agua. No se debe admitir bajo ningn pretexto otras bebidas de cualquier gnero.La Plegaria EucarsticaSlo se pueden utilizar las Plegarias Eucarsticas del Misal Romano o las aprobadas por la Sede Apostlica. Los sacerdotes no tienen el derecho de componer plegarias eucarsticas, cambiar el texto aprobado por la Iglesia, ni utilizar otros, compuestos por personas privadas.Es un abuso hacer que algunas partes de la Plegaria Eucarstica sean pronunciadas por el dicono, por un ministro laico, o bien por uno slo o por todos los fieles juntos. La Plegaria Eucarstica debe ser pronunciada en su totalidad, y solamente, por el sacerdote.El sacerdote no puede partir la hostia en el momento de la consagracin.En la Plegaria Eucarstica no se puede omitir la mencin del Sumo Pontfice y del Obispo diocesano.Las otras partes de la MisaLos fieles tienen el derecho de tener una msica sacra adecuada e idnea y que el altar, los paramentos y los paos sagrados, segn las normas, resplandezcan por su dignidad, nobleza y limpieza.No se pueden cambiar los textos de la sagrada Liturgia.No se pueden separar la liturgia de la palabra y la liturgia eucarstica, ni celebrarlas en lugares y tiempos diversos.La eleccin de las lecturas bblicas debe seguir las normas litrgicas. No est permitido omitir o sustituir, arbitrariamente, las lecturas bblicas prescritas ni cambiar las lecturas y el salmo responsorial con otros textos no bblicos.La lectura evanglica se reserva al ministro ordenado. Un laico, aunque sea religioso, no debe proclamar la lectura evanglica en la celebracin de la Misa.La homila nunca la har un laico. Tampoco los seminaristas, estudiantes de teologa, asistentes pastorales ni cualquier miembro de alguna asociacin de laicos.La homila debe iluminar desde Cristo los acontecimientos de la vida, sin vaciar el sentido autntico y genuino de la Palabra de Dios, por ejemplo, tratando slo de poltica o de temas profanos, o tomando como fuente ideas que provienen de movimientos pseudo-religiosos.No se puede admitir un Credo o Profesin de fe que no se encuentre en los libros litrgicos debidamente aprobados.Las ofrendas, adems del pan y el vino, s pueden comprender otros dones. Estos ltimos se pondrn en un lugar oportuno, fuera de la mesa eucarstica.La paz se debe dar antes de distribuir la sagrada Comunin, y se recuerda que esta prctica no tiene un sentido de reconciliacin ni de perdn de los pecados.Se sugiere que el gesto de la paz sea sobrio y se d a slo a los ms cercanos. El sacerdote puede dar la paz a los ministros, permaneciendo en el presbiterio, para no alterar la celebracin y del mismo modo si, por una causa razonable, desea dar la paz a algunos fieles. El gesto de paz lo establece la Conferencia de Obispos, con el reconocimiento de la Sede Apostlica, segn la idiosincrasia y las costumbres de los pueblos.La fraccin del pan eucarstico la realiza solamente el sacerdote celebrante, ayudado, si es el caso, por el dicono o por un concelebrantes, pero no por un laico. sta comienza despus de dar la paz, mientras se dice el Cordero de Dios.Es preferible que las instrucciones o testimonios expuestos por un laico se hagan fuera de la celebracin de la Misa. Su sentido no debe confundirse con la homila, ni suprimirla.Unin de varios ritos con la celebracin de la misaNo se permite la unin de la celebracin eucarstica con otros ritos cuando lo que se aadira tiene un carcter superficial y sin importancia.No es lcito unir el Sacramento de la Penitencia con la Misa y hacer una nica accin litrgica. Sin embargo, los sacerdotes, independientemente de los que celebran la Misa, s pueden escuchar confesiones, incluso mientras en el mismo lugar se celebra la Misa. Esto debe hacerse de manera adecuada.La celebracin de la Misa no puede ser intercalada como aadido a una cena comn, ni unirse con cualquier tipo de banquete. No se debe celebrar la Misa, a no ser por grave necesidad, sobre una mesa de comedor, o en el comedor, o en el lugar que ser utilizado para un convite, ni en cualquier sala donde haya alimentos. Los participantes en la Misa tampoco se sentarn en la mesa, durante la celebracin.No est permitido relacionar la celebracin de la Misa con acontecimientos polticos o mundanos, o con otros elementos que no concuerden plenamente con el Magisterio.No se debe celebrar la Misa por el simple deseo de ostentacin o celebrarla segn el estilo de otras ceremonias, especialmente profanas.No se debe introducir ritos tomados de otras religiones en la celebracin de la Misa.En el captulo 4, sobre la Sagrada Comunin, se ofrecen disposiciones como:Si se tiene conciencia de estar en pecado grave, no se debe celebrar ni comulgar sin acudir antes a la confesin sacramental, a no ser que concurra un motivo grave y no haya oportunidad de confesarse.Debe vigilarse para que no se acerquen a la sagrada Comunin, por ignorancia, los no catlicos o, incluso, los no cristianos.La primera Comunin de los nios debe estar siempre precedida de la confesin y absolucin sacramental. La primera Comunin siempre debe ser administrada por un sacerdote y nunca fuera de la celebracin de la Misa.El sacerdote no debe proseguir la Misa hasta que haya terminado la Comunin de los fieles.Slo donde la necesidad lo requiera, los ministros extraordinarios pueden ayudar al sacerdote celebrante.Se puede comulgar de rodillas o de pie, segn lo establezca la Conferencia de Obispos, con la confirmacin de la Sede Apostlica.As pues, no es lcito negar la sagrada Comunin a un fiel, por ejemplo, slo por el hecho de querer recibir la Eucarista arrodillado o de pie. Los fieles tienen siempre derecho a elegir si desean recibir la Comunin en la boca, pero si el que va a comulgar quiere recibir el Sacramento en la mano, se le debe dar la Comunin.Si existe peligro de profanacin, el sacerdote no debe distribuir a los fieles la Comunin en la mano.Los fieles no deben tomar la hostia consagrada ni el cliz sagrado por uno mismo, ni mucho menos pasarlos entre s de mano en mano.Los esposos, en la Misa nupcial, no deben administrarse de modo recproco la sagrada Comunin.No debe distribuirse a manera de Comunin, durante la Misa o antes de ella, hostias no consagradas, otros comestibles o no comestibles.Para comulgar, el sacerdote celebrante o los concelebrantes no deben esperar que termine la comunin del pueblo.Si un sacerdote o dicono entrega a los concelebrantes la hostia sagrada o el cliz, no debe decir nada, es decir, no pronuncia las palabras el Cuerpo de Cristo o la Sangre de Cristo.Para administrar a los laicos Comunin bajo las dos especies, se deben tener en cuenta, convenientemente, las circunstancias, sobre las que deben juzgar en primer lugar los Obispos diocesanos.Se debe excluir totalmente la administracin de la Comunin bajo las dos especies cuando exista peligro, incluso pequeo, de profanacin.No debe administrarse la Comunin con el cliz a los laicos donde: 1) sea tan grande el nmero de los que van a comulgar que resulte difcil calcular la cantidad de vino para la Eucarista y exista el peligro de que sobre demasiada cantidad de Sangre de Cristo, que deba sumirse al final de la celebracin; 2) el acceso ordenado al cliz slo sea posible con dificultad; 3) sea necesaria tal cantidad de vino que sea difcil poder conocer su calidad y proveniencia; 4) cuando no est disponible un nmero suficiente de ministros sagrados ni de ministros extraordinarios de la sagrada Comunin que tengan la formacin adecuada; 5) donde una parte importante del pueblo no quiera participar del cliz por diversos motivos.No se permite que el comulgante moje por s mismo la hostia en el cliz, ni reciba en la mano la hostia mojada. La hostia que se debe mojar debe hacerse de materia vlida y estar consagrada. Est absolutamente prohibido el uso de pan no consagrado o de otra materia.En el captulo 5, sobre otros aspectos que se refieren a la Eucarista, se aclara que:La celebracin eucarstica se ha de hacer en lugar sagrado, a no ser que, en un caso particular, la necesidad exija otra cosa.Nunca es lcito a un sacerdote celebrar la Eucarista en un templo o lugar sagrado de cualquier religin no cristiana.Siempre y en cualquier lugar es lcito a los sacerdotes celebrar el santo sacrificio en latn.Es un abuso suspender de forma arbitraria la celebracin de la santa Misa en favor del pueblo, bajo el pretexto de promover el ayuno de la Eucarista.Se reprueba el uso de vasos comunes o de escaso valor, en lo que se refiere a la calidad, o carentes de todo valor artstico, o simples cestos, u otros vasos de cristal, arcilla, creta y otros materiales, que se rompen fcilmente.La vestidura propia del sacerdote celebrante es la casulla revestida sobre el alba y la estola. El sacerdote que se reviste con la casulla debe ponerse la estola.Se reprueba no llevar las vestiduras sagradas, o vestir solo la estola sobre la cogulla monstica, o el hbito comn de los religiosos, o la vestidura ordinaria.En el captulo 6, el documento trata sobre la reserva de la Santsima Eucarista y su culto fuera de la Misa. Se recuerda que:El Santsimo Sacramento debe reservarse en un sagrario, en la parte ms noble, insigne y destacada de la iglesia, y en el lugar ms apropiado para la oracin.Est prohibido reservar el Santsimo Sacramento en lugares que no estn bajo la segura autoridad del Obispo o donde exista peligro de profanacin.Nadie puede llevarse la Sagrada Eucarista a casa o a otro lugar.No se excluye el rezo del rosario delante de la reserva eucarstica o del santsimo Sacramento expuesto.El Santsimo Sacramento nunca debe permanecer expuesto sin suficiente vigilancia, ni siquiera por un tiempo muy breve.Es un derecho de los fieles visitar frecuentemente el Santsimo Sacramento.Es conveniente no perder la tradicin de realizar procesiones eucarsticas.El captulo 7 versa sobre los ministerios extraordinarios de los fieles laicos. All el documento especifica que:Las tareas pastorales de los laicos no deben asimilarse demasiado a la forma del ministerio pastoral de los clrigos. Los asistentes pastorales no deben asumir lo que propiamente pertenece al servicio de los ministros sagrados.Solo por verdadera necesidad se puede recurrir al auxilio de ministros extraordinarios en la celebracin de la Liturgia.Nunca es lcito a los laicos asumir las funciones o las vestiduras del dicono o del sacerdote, u otras vestiduras similares. Si habitualmente hay un nmero suficiente de ministros sagrados, no se pueden designar ministros extraordinarios de la sagrada Comunin. En tales circunstancias, los que han sido designados para este ministerio, no deben ejercerlo.Se reprueba la costumbre sacerdotes que, a pesar de estar presentes en la celebracin, se abstienen de distribuir la comunin, encomendando esta tarea a laicos.Al ministro extraordinario de la sagrada Comunin nunca le est permitido delegar en ningn otro para administrar la Eucarista.Los laicos tienen derecho a que ningn sacerdote, a no ser que exista verdadera imposibilidad, rechace nunca celebrar la Misa en favor del pueblo, o que sta sea celebrada por otro sacerdote, si de diverso modo no se puede cumplir el precepto de participar en la Misa, el domingo y los otros das establecidos.Cuando falta el ministro sagrado, el pueblo cristiano tiene derecho a que el Obispo, en lo posible, procure que se realice alguna celebracin dominical para esa comunidad.Es necesario evitar cualquier confusin entre este tipo de reuniones y la celebracin eucarstica.El clrigo que ha sido apartado del estado clerical est prohibido de ejercer la potestad de orden. No le est permitido celebrar los sacramentos. Los fieles no pueden recurrir a l para la celebracin.El captulo 8 est dedicados a los Remedios:Cualquier catlico tiene derecho a exponer una queja por un abuso litrgico, ante el Obispo diocesano o el Ordinario competente que se le equipara en derecho, o ante la Sede Apostlica, en virtud del primado del Romano Pontfice.Por qu y para qu los diversos colores en la celebracin litrgica?El color como uno de los elementos visuales ms sencillo y eficaces, quiere ayudarnos a celebrar mejor nuestra fe. Su lenguaje simblico nos ayuda a penetrar mejor en los misterios celebrados: "La diversidad de colores en las vestiduras sagradas tiene como fin expresar con ms eficacia, aun exteriormente tanto las caractersticas de los misterios de la fe que se celebran como el sentido progresivo de la vida cristiana a lo largo del ao litrgico." (Misal romano - IGMR 307)Los colores actuales de nuestra celebracin:Actualmente el Misal (IGMR) ofrece este abanico de colores en su distribucin del Ao Litrgico:a) Blanco: Es el color privilegiado de la fiesta cristiana y el color ms adecuado para celebrar:-La Navidad y la Epifana-La Pascua en toda su cincuentena-Las Fiestas de Cristo y de la Virgen, a no ser que por su cercana al misterio de la Cruz se indique el uso del rojo. -Fiestas de ngeles y santos que no sean mrtires.-Ritual de la Uncin-Uncin y el Viticob) Rojo:Es el color elegido para:-La celebracin del Domingo de Pasin (Ramos) y el Viernes Santo, porque remite simblicamente a la muerte martirial de Cristo.-En la Fiesta de Pentecosts, porque el Espritu es fuego y vida. -Otras celebraciones de la Pasin de Cristo, como la fiesta de la Exaltacin de la Cruz.-Las fiestas de los Apstoles, evangelistas y Mrtires, por su cercana ejemplar y testimonial a la Pascua de Cristo.-La Confirmacin (Ritual N 20) se puede celebrar con vestiduras rojas o blancas apuntando al misterio del espritu o a la fiesta de una iniciacin cristiana a la Nueva Vida.c) Verde:El verde como color de paz, serenidad, esperanza se utiliza para celebrar el Tiempo Ordinario del Ao Litrgico. El Tiempo ordinario son esas 34 semanas en las que no se celebra un misterio concreto de Cristo, sino el conjunto de la Historia de la salvacin y sobre todo el misterio semanal del domingo como Da del Seor. d) Morado:Este color que remite a la discrecin, penitencia y a veces, dolor, es con el que se distingue la celebracin del -Adviento y la Cuaresma-las celebraciones penitenciales y las exequias cristianas.e) Negro:Que haba sido durante los siglos de la Edad Media el color del Adviento y la Cuaresma, ha quedado ahora mucho ms discretamente relegado: queda slo como facultativo en las exequias y dems celebraciones de difuntos.f) Rosa:El color rosa, que no haba cuajado en la historia para la liturgia, queda tambin como posible para dos domingos que marcan el centro del Adviento y la Cuaresma: el domingo "Gaudete" (3 de Adviento) y el domingo "Laetare" (4 de Cuaresma).g) Azul:Con sus resonancias de cielo y lejana es desde el siglo pasado un color privilegiado para celebrar en Espaa la solemnidad de la Inmaculada, aunque en el misal romano no aparezca.

EL FUEGO En nuestras celebraciones:- Aparece en forma de lmparas y cirios encendidos durante la celebracin o delante del sagrario.Aparte del simbolismo de la luz entra aqu tambin esa misteriosa realidad que se llama fuego: la llama que se va consumiendo lentamente mientras alumbra, embellece, calienta, dando sentido familiar a la celebracin. - Vigilia de Pascua: Es la celebracin que queda enriquecida de modo ms explcito con el simbolismo del fuego. La hoguera que arde fuera de la Iglesia y de la que se va a encender el Cirio Pascual remite intensamente al triunfo de la luz sobre la tiniebla, del calor sobre el fro, de la vida sobre la muerte. De all partir la procesin con su festivo grito: "Luz de Cristo", y la luz se ir comunicando progresivamente a cada uno de los participantes.El simbolismo de la luz est realmente muy aprovechado en el lenguaje festivo de la Noche Pascual. Pero en su raz est el fuego que tiene sus direcciones propias y riqusimas.Su simbolismo naturalEl lenguaje del fuego tiene en nuestra sensibilidad humana y social, una interesante serie de sentidos. El fuego calienta, consume, quema, ilumina, purifica, es fuente de energa. Es origen de innumerables beneficios para la humanidad, pero tambin destruye, castiga, asusta y mata. Es un elemento bienhechor pero a la vez peligroso. Un rayo o un incendio pueden generar calamidades enormes. Sin el fuego no podemos vivir, pero puede causarnos tambin la muerte. No es nada extrao que en torno a este misterioso elemento natural se haya creado todo un simbolismo:-Para expresar la presencia misma de la divinidad, invisible pero fuerte, incontrolable, purificadora, castigadora,-o para designar los sentimientos humanos, como la pasin, que est escondida pero que puede alcanzar una fuerza inaudita, para bien o para mal: el amor, el odio, el entusiasmo...etc.-El fuego es tambin la imagen del calor familiar, el crepitar de la llama en el hogar ilumina la vida, ahuyenta el fro, da alegra y sensacin de bienestar. En la Revelacin:Para saber toda la densidad de significado que el fuego puede llegar a tener y lo que puede expresar tambin en nuestras celebraciones, no hay mejor medio que repasar, que de lo que l dicen el Antiguo y Nuevo Testamento.Ante todo, el fuego sirve para expresar de algn modo lo que es imposible de expresar: la presencia misteriosa de Dios mismo en la historia humana. Recordemos el misterioso episodio de la zarza que arde sin consumirse (Ex 3). Moiss se acerca a un lugar que en seguida reconoce como sagrado, y oye la voz "Yo soy el Dios de Abraham...". Tambin es con el fuego con el que se simboliza el juicio de Dios, como el fuego que penetra a todo ser existente, lo pone en evidencia, lo purifica o lo castiga. (Vase: Dan. 7,10; Gen 19; Is 66,16)EL INCIENSOQu quiere simbolizar el incienso?Lo que el incienso quiere significar en nuestra liturgia nos lo han ido explicando los varios documentos con sus explicaciones. El incienso crea una atmsfera agradable y festiva en torno a lo que se inciensa, a la vez que crea un aire entre misterioso y sagrado por la sutil impalpabilidad de su perfume y de su humo. Expresa elegantemente el respeto y la reverencia hacia una persona o hacia algn smbolo de Cristo.Pero ms en profundidad indica la actitud de oracin y elevacin de la mente hacia Dios. Ya el Salmo 140 nos hace decir: "suba mi oracin como incienso en tu presencia".El incienso es smbolo, sobre todo, de la actitud de ofrenda y sacrificio de los creyentes hacia Dios. El incienso une de algn modo a las personas con el altar, con sus dones y sobre todo con Cristo Jess que se ofrece en sacrificio.A quines se inciensa?-El Misal Romano sugiere con libertad el uso del incienso en estos momentos de la Misa:Durante la procesin de entradaAl comienzo de la Misa para incensar el altarEn la procesin y proclamacin del evangelioEn el ofertorio, para incensar las ofrendas, el altar, el presidente y el pueblo cristianoEn la ostensin del Pan consagrado y del Cliz despus de la consagracin (IGMR 235)a) Llevar incienso en la procesin de entrada e incensar el altar que va a ser el centro de la celebracin eucarstica, puede indicar el respeto al lugar, a las personas y al altar, o simplemente significar el tono festivo y sagrado de la accin que empieza. Pero el Misal no da demasiado relieve a este primer gesto: siempre se ha considerado ms importante la incensacin del altar en el ofertorio.b) La incensacin del evangelio fue entrando a partir del siglo XI como signo de honor y respeto hacia Aqul cuyas palabras vamos a escuchar. El Misal (IGMR 33 y 35) explica por qu en el momento del evangelio se acumulan los signos de especial veneracin: el lector ordenado, la postura de pie, el beso y otras muestras de honor entre las que hay que recordar el incienso.c) El uso del incienso en el ofertorio tiene especial inters. El altar y las ofrendas de pan y vino sobre l se inciensan "para significar de este modo que la poblacin de la Iglesia y su oracin suben ante el trono de Dios como el incienso" (IGMR 51). En este momento "tambin el sacerdote y el pueblo pueden ser incensados". Junto con el pan y el vino ofrecidos sobre el altar, y que son incensados, tambin el presidente se ofrece a s mismo, y con l toda la comunidad y as se convierten ellos mismos en ofrenda y sacrificio, unidos e incorporados al sacrificio de Cristo. Son las personas, principalmente, las que vienen a ser simbolizadas como ofrenda y homenaje a Dios, con el gesto del incienso. Si nada ms fuera un gesto de honor, se quedara la asamblea sentada mientras la inciensan. En cambio, se pone de pie para indicar su actitud positiva, comprometida, de unin espiritual con las ofrendas eucarsticas.d) En la consagracin el acto de la incensacin manifiesta al Seor mismo. Todas las incensaciones se dirigen a los signos sacramentales de la presencia del Seor: el altar, la cruz, el libro del evangelio, el presidente, la asamblea. Ahora se inciensa el pan y el vino consagrados, el signo central y eficaz de la auto-donacin de Cristo.

LA IMPOSICIN DE MANOSEn el Nuevo Testamento la accin e imponer sobre la cabeza de uno las manos tiene significados distintos, segn el contexto en el que se site. Ante todo puede ser la bendicin que uno transmite a otro, invocando sobre l la benevolencia de Dios.As, Jess impona las manos sobre los nios, orando por ellos.

La despedida de Jess en su Ascensin, se expresa tambin con el mismo gesto: "alzando las manos los bendijo" (Lc 24,50).Es una expresin que muchas veces se relaciona a la curacin. Jairo pide a Jess: "Mi hija est a punto de morir; ven impn tus manos sobre ella para que se cure y viva" (Mc 5,23).Imponer las manos sobre la cabeza de una persona, significa en muchos otros pasajes, invocar y transmitir sobre ella el don del Espritu Santo para una misin determinada. As pasa con los elegidos para el ministerio de diconos en la comunidad primera: "hicieron oracin y les impusieron las manos" (Act 6,6). Hay dos momentos en la celebracin de la Eucarista en que el gesto simblico tiene particular nfasis.Ante todo cuando el presidente, en la Plegaria Eucarstica, invoca por primera vez al Espritu (Epclesis), extendiendo sus manos sobre el pan y el vino: "santifica estos dones con la efusin de tu Espritu". La Bendicin Final es el segundo momento en el que el gesto de la imposicin adquiere especial nfasis.Este gesto nos habla tambin del don de Dios y la mediacin eclesial:Estupendo binomio: la mano y la palabra. Unas manos extendidas hacia una persona o una cosa, y unas palabras que oran o declaran. Las manos elevadas apuntando al don divino, y a la vez mantenidas sobre esta persona o cosa, expresando la aplicacin o atribucin del mismo don divino a estas criaturas.La mano poderosa de Dios que bendice, que consagra, que inviste de autoridad, es representada sacramentalmente por la ,mano de un ministro de la Iglesia, extendida con humildad y confianza sobre las personas o los elementos materiales que Dios quiere santificar.

EL SALUDO DE LA PAZEl Misal describe as el gesto de la paz: Los fieles "imploran la paz y la unidad para la Iglesia y para toda la familia humana, y se expresan mutuamente la caridad, antes de participar de un mismo pan" (IGMR 56b).a) Se trata de la paz de Cristo: "Mi paz os dejo, mi paz os doy". El saludo y el don del Seor que se comunica a los suyos en la Eucarista. No una paz que conquistemos nosotros con nuestro esfuerzo, sino que nos concede el Seor.b) Un gesto de fraternidad cristiana y eucarstica: Un gesto que nos hacemos unos a otros antes de atrevernos a acudir a la comunin: para recibir a Cristo nos debemos sentir hermanos y aceptarnos los unos a los otros. Todos somos miembros del mismo Cuerpo, la Iglesia de Cristo. Todos estamos invitados a la misma mesa eucarstica. Darnos la paz es un gesto profundamente religioso, adems de humano. Est motivado por la fe ms que por la amistad: reconocemos a Cristo en el hermano al igual que lo reconocemos en el pan y el vino.EL SACERDOTE BESA EL LIBRO DE LOS EVANGELIOSAl hacerlo el sacerdote dice en voz baja: "Las palabras del Evangelio borren nuestros pecados". Esta frase expresa el deseo de que la Palabra evanglica ejerza su fuerza salvadora perdonando nuestros pecados. Besar el Evangelio es un gesto de fe en la presencia de Cristo que se nos comunica como la Palabra verdadera.LA SEAL DE LA CRUZNo nos damos mucha cuenta, porque ya estamos acostumbrados a ver la Cruz en la Iglesia, en nuestras casas, pero la Cruz es una verdadera ctedra, desde la que Cristo nos predica siempre la gran leccin del cristianismo. La Cruz resume toda la teologa sobre Dios, sobre el misterio de la salvacin en Cristo, sobre la vida cristiana.La Cruz es todo un discurso: Nos presenta a un Dios trascendente pero cercano; un Dios que ha querido vencer el mal con su propio dolor; un Cristo que es juez y Seor, pero a la vez siervo, que ha querido llegar a la entrega total de s mismo, como imagen plstica del amor y de la condescendencia de Dios; un Cristo que en su Pascua - muerte y resurreccin- ha dado al mundo la reconciliacin. Los cristianos con frecuencia hacemos con la mano la seal de la Cruz, o nos la hacen otros, como en el caso del bautismo o de las bendiciones.Es un gesto sencillo pero lleno de significado. Esta seal de la Cruz es una verdadera confesin de fe: Dios nos ha salvado en la Cruz de Cristo. Es un signo de pertenencia, de posesin: al hacer sobre nuestra personas este signo es como si dijramos: "estoy bautizado, pertenezco a Cristo, El es mi Salvador, la cruz de Cristo es el origen y la razn de ser de mi existencia cristiana...".Los cristianos debemos reconocer a la Cruz todo su contenido para que no sea un smbolo vaco. Y entonces s, puede ser un signo que continuamente nos alimente la fe y el estilo de vida que Cristo nos ense. Si entendemos la Cruz y nuestro pequeo gesto de la seal de la Cruz es consciente, estaremos continuamente reorientando nuestra vida en la direccin buena. EL AGUAEl agua es una realidad que ya humanamente tiene muchos valores y sentidos: saciar la sed, limpia, es fuente de vida, origina la fuerza hidrulica...Tambin nos sirve para simbolizar realidades profundas en el terreno religioso la pureza interior, sobre todo. Por eso se encuentran las abluciones o los baos sagrados en todas las culturas y religiones (a orillas del Ganges para los indios, del Nilo para los egipcios, del Jordn para los judos).Para los cristianos el agua sirve muy expresivamente para simbolizar lo que Cristo y su salvacin son para nosotros: Cristo es el "agua viva" que sacia definitivamente nuestra sed (coloquio con la samaritana: Jn 4); el agua sirve tambin para describir la presencia vivificante del Espritu (Jn 7, 37-39) y para anunciar la felicidad el cielo (Apoc 7, 17; 22, 1).En nuestra liturgia es lgico que tambin se utilice este simbolismo. A veces se usa el agua sencillamente con una finalidad prctica: por ejemplo en las abluciones de las manos despus de ungir con los Santos Oleos o de los vasos empleados en la Eucarista. Otras veces un gesto que en su origen haba sido "prctico" ha adquirido ahora un simbolismo: como la mezcla del agua en el vino, que en siglos pasados era necesario por la excesiva gradacin del vino, y que luego adquiri el simbolismo de nuestra humanidad incorporada a la divinidad de Cristo.Pero el agua tiene muchas veces un sentido simblico: lavarse las manos para indicar la purificacin que el sacerdote ms que nadie necesita, o lavar los pies para expresar la actitud de servicio. Sobre todo el agua nos hace celebrar significativamente el Bautismo con el gesto de la inmersin en agua (bautismo significa inmersin" en griego): porque es un sacramento que nos hace sumergirnos sacramentalmente en Cristo, en su muerte y resurreccin, y nos engendra a la vida nueva. La aspersin de la comunidad con agua en la Vigilia Pascual, o en el rito de entrada de la Eucarista dominical, o el santiguarse con agua al entrar en la Iglesia, son recuerdos simblicos del Bautismo. Tambin el hecho de las casas (de las casas, de los objetos, de las personas) o el gesto de aspersin en las exequias se realicen con agua, quiere prolongar el simbolismo purificador y vitalizador del Bautismo.En el rito de la Dedicacin de iglesias se asperjan con agua las paredes, el altar y finalmente el pueblo cristiano: siempre con la misma intencin "bautismal", que conmueve a las personas, al edificio y a los objetos de nuestro culto. Todo queda incorporado a la Pascua de Cristo. Otro significado del simbolismo del agua es su cualidad de apagar la sed del hombre. Sed que no es slo material, sino que muy expresivamente puede referirse s los deseos ms profundos del ser humano: la felicidad, la libertad, el amor, etc.LAS CAMPANASEs muy antiguo el uso de objetos metlicos para sealar con su sonido la fiesta o la convocatoria de la comunidad. Desde el sencillo "gong" hasta la tcnica evolucionada de los fundidores de campanas o los campanarios elctricos actuales, las campanas y las campanillas se han utilizado expresivamente en la vida social y en el culto. Son instrumentos de metal, en forma de copa invertida, con un badajo libre.Cuando los cristianos pudieron construir iglesias, a partir del siglo IV, pronto se habla de torres y campanarios adosados a las iglesias, con campanas que se convertirn rpidamente en un elemento muy expresivo para sealar las fiestas y los ritmos de la celebracin cristiana. Tambin dentro de la celebracin se utilizaron las campanillas, a partir del siglo XIII, ahora bastante menos necesarias (IGMR 109 deja libre su uso) porque ya la celebracin la seguimos ms fcilmente, a no ser que se quieran hacer servir, no tanto para avisar de un momento -por ejemplo, la consagracin sino para darle simblicamente realce festivo, como en el Gloria de la Vigilia Pascual.Los nombres latinos de "signum"