Cuentos Por Hans Christian Andersen

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Cuentos

Por

HansChristianAndersen

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Elelfodelrosal

(Rosenalfen)

En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una deellas,lamáshermosadetodas,habitabaunelfo,tanpequeñín,queningúnojohumano podía distinguirlo. Detrás de cada pétalo de la rosa tenía undormitorio. Era tan bien educado y tan guapo como pueda serlo un niño, yteníaalasquelellegabandesdeloshombroshastalospies.¡Oh,yquéaromaexhalabansushabitaciones,yquéclarasyhermosaseranlasparedes!Noeranotracosasinolospétalosdelaflor,decolorrosapálido.

Sepasabaeldíagozandodelaluzdelsol,volandodeflorenflor,bailandosobrelasalasdelainquietamariposaymidiendolospasosquenecesitabadarpara recorrer todos loscaminosysenderosquehayenunasolahojade tilo.Sonloquenosotrosllamamoslasnervaduras;paraélerancaminosysendas,¡ynopoco largos!Antesdehaberlos recorrido todos,sehabíapuestoelsol;claroquehabíaempezadoalgotarde.

Seenfrióelambiente,cayóel rocío,mientrassoplabaelviento; lomejoreraretirarseacasa.Elelfoechóacorrercuandopudo,pero larosasehabíacerrado y no pudo entrar, y ninguna otra quedaba abierta. El pobre elfo seasustónopoco.Nuncahabíasalidodenoche,siemprehabíapermanecidoencasita,dormitandotraslostibiospétalos.¡Ay,suimprudencialeibaacostarlavida!

Sabiendoqueenelextremoopuestodeljardínhabíaunaglorietarecubiertade bella madreselva cuyas flores parecían trompetillas pintadas, decidiórefugiarseenunadeellasyaguardarlamañana.

Setrasladóvolandoalaglorieta.¡Cuidado!Dentrohabíadospersonas,unhombre joven y guapo y una hermosísimamuchacha; sentados uno junto alotro,deseabannotenerquesepararseentodalaeternidad;sequeríancontodaelalma,muchomásdeloqueelmejordeloshijospuedaquererasumadreyasupadre.

—Y,noobstante,tenemosquesepararnos—decíaeljoven—.Tuhermanonos odia; por esome envía con unamisiónmás allá de lasmontañas y losmares.¡Adiós,midulceprometida,puesloeresapesardetodo!

Se besaron, y la muchacha, llorando, le dio una rosa después de haberestampadoenellaunbeso,tanintensoysentido,quelaflorseabrió.Elelfoaprovechó la ocasión para introducirse en ella, reclinando la cabeza en lossuavespétalos fragantes;desdeallí pudooírperfectamente los adiosesde lapareja.Ysediocuentadequelarosaeraprendidaenelpechodeldoncel.¡Ah,

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cómopalpitabaelcorazóndebajo!Erantanviolentossus latidos,queelelfonopudopegarelojo.

Perolarosanopermaneciómuchotiempoprendidaenelpecho.Elhombrela tomóen sumano,y,mientrascaminaba solitarioporelbosqueoscuro, labesabacontantafrecuenciayfuerza,queporpocoahogaanuestroelfo.Éstepodíapercibiratravésdelahojaelardordeloslabiosdeljoven;ylarosa,porsuparte,sehabíaabiertocomoalcalordelsolmáscálidodemediodía.

Se acercó entonces otro hombre, sombrío y colérico; era el perversohermanodeladoncella.Sacandounafiladocuchillodegrandesdimensiones,lo clavó en el pecho del enamoradomientras éste besaba la rosa. Luego lecortólacabezaylaenterró,juntoconelcuerpo,enlatierrablandadelpiedeltilo.

—Helo aquí olvidado y ausente —pensó aquel malvado—; no volverájamás.Debíaemprenderunlargoviajeatravésdemontesyocéanos.Esfácilperderlavidaenestasexpediciones,yhamuerto.Novolverá,ymihermananoseatreveráapreguntarmeporél.

Luego, con los pies, acumuló hojas secas sobre la tierra mullida, y semarchóasucasaatravésdelanocheoscura.Peronoibasolo,comocreía;loacompañabaelminúsculoelfo,montadoenunaenrolladahojasecadetiloquese había adherido al pelo del criminal, mientras enterraba a su víctima.Llevaba el sombrero puesto, y el elfo estaba sumido en profundas tinieblas,temblandodehorrorydeindignaciónporaquelabominablecrimen.

Elmalvado llegóa casa al amanecer.Sequitó el sombreroy entró eneldormitoriodesuhermana.Lahermosay lozanadoncella,yacíaensu lecho,soñandoenaquélquetantolaamabayque,segúnellacreía,seencontrabaenaquellosmomentoscaminandoporbosquesymontañas.Elperversohermanoseinclinósobreellaconunarisadiabólica,comosóloeldemoniosabereírse.Entonceslahojasecaselecayódelpelo,quedandosobreelcubrecamas,sinqueélsedieracuenta.Luegosaliódelahabitaciónparaacostarseunashoras.Elelfo saltóde lahojay,entrándoseeneloídode ladormidamuchacha, lecontó,comoensueños,elhorribleasesinato,describiéndoleellugardondeelhermano lo había perpetrado y aquel en que yacía el cadáver. Le hablótambiéndeltilofloridoquecrecíaallí,ydijo:«Paraquenopiensesqueloqueacabodecontarteessólounsueño,encontrarássobretucamaunahojaseca».

Y,efectivamente,aldespertarella,lahojaestabaallí.

¡Oh, qué amargas lágrimas vertió! ¡Y sin tener a nadie a quien poderconfiarsudolor!

Laventanapermanecióabiertatodoeldía;alelfolehubierasidofácilirsealasrosasyatodaslasfloresdeljardín;peronotuvovalorparaabandonara

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laafligidajoven.EnlaventanahabíaunrosaldeBengala;seinstalóenunadesus flores y se estuvo contemplando a la pobre doncella. Su hermano sepresentórepetidamenteenlahabitación,alegreapesardesucrimen;peroellanoosódecirleunapalabradesucuita.

No bien hubo oscurecido, la joven salió disimuladamente de la casa, sedirigióalbosque,allugardondecrecíaeltilo,y,apartandolashojasylatierra,notardóenencontrarelcuerpodelasesinado.¡Ah,cómolloró,ycómorogóaDiosNuestroSeñorqueleconcedieselagraciadeunaprontamuerte!

Hubieraqueridollevarseelcadáveracasa,peroalserleimposible,cogiólacabezalívida,conloscerradosojos,y,besandolafríaboca,sacudiólatierraadheridaalhermosocabello.

—¡Laguardaré!—dijo,ydespuésdehabercubiertoelcuerpocontierrayhojas,volvióasucasaconlacabezayunaramitadejazmínqueflorecíaenelsitiodelasepultura.

Llegadaasuhabitación,cogiólamacetamásgrandequepudoencontrar,depositó en ella la cabezadelmuerto, la cubrió de tierra y plantó en ella laramadejazmín.

—¡Adiós, adiós!—susurró el geniecillo, que, no pudiendo soportar pormástiempoaquelgrandolor,volóasurosadeljardín.Peroestabamarchita;sólounaspocashojasamarillascolgabanaúndelcálizverde.

—¡Ah, qué pronto pasa lo bello y lo bueno!—suspiró el elfo. Por finencontró otra rosa y estableció en ella sumorada, detrás de sus delicados yfragantespétalos.

Cadamañanasellegabavolandoalaventanadeladesdichadamuchacha,ysiempreencontrabaaéstallorandojuntoasumaceta.Susamargaslágrimascaían sobre la ramita de jazmín, la cual crecía y se ponía verde y lozana,mientraslapalidezibainvadiendolasmejillasdeladoncella.Brotabannuevasramillas,yflorecíanblancoscapullitos,queellabesaba.Elperversohermanono cesaba de reñirle, preguntándole si se había vuelto loca. No podíasoportarlo, ni comprender por qué lloraba continuamente sobre aquellamaceta.Ignorabaquéojoscerradosyquérojoslabiosseestabanconvirtiendoallíentierra.Lamuchachareclinabalacabezasobrelamaceta,yelelfodelarosa solía encontrarla allí dormida; entonces se deslizaba en su oído y lecontabadeaquelanochecerenlaglorieta,delaromadelaflorydelamordeloselfos;ellasoñabadulcemente.Undía,mientrassehallabasumidaenunodeestos sueños, se apagó suvida, y lamuerte la acogió,misericordiosa.Seencontróenelcielo,juntoalseramado.

Y los jazmines abrieron sus blancas flores y esparcieron su maravillosoaromacaracterístico;erasumododelloraralamuerta.

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El mal hermano se apropió la hermosa planta florida y la puso en suhabitación, junto a la cama, pues era preciosa, y su perfume, una verdaderadelicia.Lasiguióelpequeñoelfodelarosa,volandodeflorecillaenflorecilla,encadaunadelascualeshabitabaunaalmita,yleshablódeljoveninmoladocuyacabezaeraahora tierraentre la tierra,y leshabló tambiéndelmalvadohermanoydeladesdichadahermana.

—¡Lo sabemos —decía cada alma de las flores—, lo sabemos! ¿Nobrotamos acaso de los ojos y de los labios del asesinado? ¡Lo sabemos, losabemos!Yhacíanconlacabezaunosgestossignificativos.

El elfono lograbacomprender cómopodíanestarse tanquietas,y se fuevolandoenbuscadelasabejas,querecogíanmiel,ylescontólahistoriadelmalvadohermano,ylasabejaslodijeronasureina,lacualdioordendeque,alamañanasiguiente,dieranmuertealasesino.

Pero la noche anterior, la primera que siguió al fallecimiento de lahermana,alquedarsedormidoelmalvadoensucamajuntoalolorosojazmín,seabrierontodosloscálices;invisibles,peroarmadasdeponzoñososdardos,salieron todas las almasde las flores y, penetrandoprimero en sus oídos, lecontaron sueños de pesadilla; luego, volando a sus labios, le hirieron en lalenguaconsusvenenosasflechas.—¡Yahemosvengadoalmuerto!—dijeron—,yseretirarondenuevoalasfloresblancasdeljazmín.

Alamaneceryabrirse súbitamente laventanadeldormitorio, entraronelelfo de la rosa con la reina de las abejas y todo el enjambre, que venía aejecutarsuvenganza.

Peroyaestabamuerto;variaspersonasquerodeabanlacamadijeron:—Elperfumedeljazmínlohamatado.

Elelfocomprendiólavenganzadelasfloresyloexplicóalareinadelasabejas,yella,contodoelenjambre,revoloteózumbandoentornoalamaceta.Nohabíamododeahuyentaralosinsectos,yentoncesunhombresellevóeltiestoafuera;masalpicarleenlamanounadelasabejas,soltóéllamaceta,queserompióaltocarelsuelo.

Entoncesdescubrieronellívidocráneo,ysupieronqueelmuertoqueyacíaenellechoeraunhomicida.

Lareinadelasabejasseguíazumbandoenelaireycantandolavenganzadelasflores,ycantandoalelfodelarosa,ypregonandoquedetrásdelahojamásmínimahayalguienquepuededescubrirlamaldadyvengarla.

Laagujadezurcir

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(Stoppenålen)

Éraseunavezunaagujadezurcir tanfinaypuntiaguda,quesecreíaserunaagujadecoser.

—Fijaosen loquehacéisymanejadmeconcuidado—decíaa losdedosquelamanejaban—.Nomedejéiscaer,quesivoyalsuelo,laspasaréisnegrasparaencontrarme.¡Soytanfina!

—¡Vamos,vamos,quenohayparatanto!—dijeronlosdedossujetándolaporelcuerpo.

—Mirad, aquí llego yo conmi séquito—prosiguió la aguja, arrastrandotrassíunalargahebra,perosinnudo.

Losdedosapuntaron laagujaa lazapatillade lacocinera;elcuerode lapartesuperiorhabíareventadoysedisponíanacoserlo.

—¡Quétrabajomásordinario!—exclamólaaguja—.Noesparamí.¡Merompo,merompo!—yserompió—.¿Nooslodije?—suspirólavíctima—.¡Soydemasiadofina!

—Ya no sirve para nada—pensaron los dedos; pero hubieron de seguirsujetándola, mientras la cocinera le aplicaba una gota de lacre y luego eraclavadaenlapecheradelablusa.

—¡Toma! ¡Ahora soyunprendedor!—dijo lavanidosa—.Biensabíayoque con el tiempo haría carrera. Cuando una vale, un día u otro se loreconocen—.Y se río para sus adentros, pues por fuera esmuy difícil vercuándoseríeunaagujadezurcir.Ysequedóallítanorgullosacómosifueseencoche,ypaseabalamiradaasualrededor.

—¿Puedo tomarme la libertad de preguntarle, con el debido respeto, siacaso es usted de oro?—inquirió el alfiler, vecino suyo—. Tiene usted unporte majestuoso, y cabeza propia, aunque pequeña. Debe procurar crecer,puesnosiempresepuedenponergotasdelacreenelcabo.

Aloíresto, laaguja se irguiócon tantoorgullo,quese soltóde la telaycayóenelvertedero,enelquelacocineraestabalavando.

—Ahoramevoydeviaje—dijolaaguja—.¡Contalquenomepierda!—.Peroeselcasoqueseperdió.

«Estemundonoestáhechoparamí—pensó,yaenelarroyodelacalle—.Soydemasiadofina.Perotengoconcienciademivaler,yestosiempreesunapequeñasatisfacción».Ymantuvosuactitud,sinperderelbuenhumor.

Porencimadeellapasabanflotandotodaclasedeobjetos:virutas,pajasypedazos de periódico. «¡Cómo navegan! —decía la aguja—. ¡Poco se

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imaginan loquehayenel fondo!Yoestoyenel fondoyaquí sigoclavada.¡Toma!,ahorapasaunavirutaquenopiensaennadadelmundocomonoseaenuna«viruta»,osea,enellamisma;yahoravieneunapaja:¡quémaneraderevolcarseydegirar!Nopiensestantoenti,quedaráscontraunapiedra.¡Yahorauntrozodeperiódico!Nadieseacuerdadeloquepone,y,noobstante,¡cómoseahueca!Yo,encambio,meestoyaquípacienteyquieta;sé loquesoyyseguirésiéndolo…».

Undíafueapararasuladounobjetoquebrillabatanto,quelaagujapensóque tal vez sería un diamante; pero en realidad era un casco de botella. Ycomobrillaba,laagujasedirigióaél,presentándosecomoalfilerdepecho.

—¿Usteddebeserundiamante,verdad?

—Bueno…sí,algoporelestilo.

Y los dos quedaron convencidos de que eran joyas excepcionales, y seenzarzaronenunaconversaciónacercadelopresuntuosaqueeslagente.

—¿Sabes?yovivíenelestuchedeunaseñorita—dijolaagujadezurcir—;eracocinera;teníacincodedosencadamano,peronuncahevistonadatanengreídocomoaquelloscincodedos;y,sinembargo,todasumisiónconsistíaensostenerme,sacarmedelestucheyvolvermeameterenél.

—¿Brillabanacaso?—preguntóelcascodebotella.

—¿Brillar?—exclamólaaguja—.No;peroaorgullososnadielosganaba.Erancincohermanos,todosdedosdenacimiento.Ibansiemprejuntos,lamardetiesosunoalladodelotro,apesardequeningunoeradelamismalongitud.Eldemásafuera,sellamaba«Pulgar»,eracortoygordo,estabaseparadodelamano,ycomosóloteníaunaarticulacióneneldorso,sólopodíahacerunainclinación;peroafirmabaquesiaunhombrese locortaban,quedaba inútilparaelserviciomilitar.Luegoveníael«Lameollas»,quesemetíaenlodulceyenloamargo,señalabaelsolylalunayeraelqueapretabalaplumacuandoescribían. El «Larguirucho» semiraba a los demás desde lo alto; el «Bordedorado» se paseaba con un aro de oro alrededor del cuerpo, y el menudo«Meñique»nohacíanada,de lo cual estabamuyufano.Todoera jactarseyvanagloriarse.Poresofuiyoadarenelvertedero.

—Ahoraestamosaquí,brillando—dijoelcascodebotella.Enelmismomomentollegómásaguaalarroyo,lodesbordóysellevóelcasco.

—¡Vamos!Aéstelohandespachado—dijolaaguja—.Yomequedo,soydemasiado fina, pero esto es mi orgullo, y vale la pena—. Y permanecióaltiva,sumidaensuspensamientos.

—De tan finaque soy, casi creeríaquenacídeun rayode sol.Tengo laimpresióndequeelsolmebuscasiempredebajodelagua.Soytansutil,que

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nimipadremeencuentra.Sinosemehubieserotoelojo,creoquelloraría;perono,noesdistinguidollorar.

Un día se presentaron varios pilluelos y se pusieron a rebuscar en elarroyo,enposdeclavosviejos,perraschicasyotrascosasporelestilo.Eraunaocupaciónmuysucia,peroellossedivertíandelolindo.

—¡Ay!—exclamóuno;sehabíapinchadoconlaagujadezurcir—.¡Estamarrana!

—¡Yonosoyningunamarrana,sinounaseñorita!—protestólaaguja;peronadie la oyó. El lacre se había desprendido, y elmetal estaba ennegrecido;peroelnegrohacemásesbelto,porloquelaagujasecreyóaúnmásfinaqueantes.

—¡Ahíviene flotandouna cáscaradehuevo!—gritaron los chiquillos, yclavaronenellalaaguja.

—Negrasobrefondoblanco—observóésta—.¡Québienmesienta!Soybienvisible. ¡Con talquenomemaree,nivomite!—.Perono semareónivomitó.

—Esunagran cosa contra elmareo tener estómagode acero.En esto síqueestoyporencimadelvulgo.Mesientocomosinada.Cuántomásfinaesuna,másresiste.

—¡Crac!—exclamó la cáscara, al sentirse aplastada por la rueda de uncarro.

—¡Uf, cómo pesa! —añadió la aguja—. Ahora sí que me mareo. ¡Merompo,merompo!—.Peronoserompió,peseahabersidoatropelladaporuncarro.Quedóenelsuelo,y,loqueespormí,puedeseguirallímuchosaños.

Elcaracolyelrosal

(Sneglenogrosenhækken)

Alrededordeljardínhabíaunsetodeavellanos,yalotroladodelsetoseextendíanloscamposypraderasdondepastabanlasovejasylasvacas.Peroenelcentrodeljardíncrecíaunrosaltodollenodeflores,yasuabrigovivíauncaracolquellevabatodounmundodentrodesucaparazón,puessellevabaasímismo.

—¡Paciencia!—decíaelcaracol—.Ya llegarámihora.Harémuchomásquedarrosasoavellanas,muchísimomásquedarlechecomolasvacasylasovejas.

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—Esperamosmucho de ti—dijo el rosal—. ¿Podría saberse cuándomeenseñarásloqueerescapazdehacer?

—Metomomitiempo—dijoelcaracol—;ustedessiempreestándeprisa.No,asínosepreparanlassorpresas.

Un añomás tarde el caracol se hallaba tomando el sol casi en elmismositioqueantes,mientrasel rosal seafanabaenecharcapullosymantener lalozaníadesusrosas,siemprefrescas,siemprenuevas.Elcaracolsacómediocuerpoafuera,estirósuscuernecillosylosencogiódenuevo.

—Nada ha cambiado —dijo—. No se advierte el más insignificanteprogreso.Elrosalsigueconsusrosas,yesoestodoloquehace.

Pasóelveranoyvinoelotoño,yelrosalcontinuódandocapullosyrosashastaquellególanieve.Eltiemposehizohúmedoyhosco.Elrosalseinclinóhacialatierra;elcaracolseescondióbajoelsuelo.

Luegocomenzóunanuevaestación,ylasrosassalieronalaireyelcaracolhizolomismo.

—Ahorayaeresunrosalviejo—dijoelcaracol—.Pronto tendrásque irpensandoenmorirte.Yahasdadoalmundocuantoteníasdentrodeti.Sieraonodemuchovalor,escosaquenohetenidotiempodepensarconcalma.Peroestáclaroquenohashechonadapor tudesarrollo interno,puesenesecasotendrías frutos muy distintos que ofrecernos. ¿Qué dices a esto? Pronto noserásmásqueunpaloseco…¿Tedascuentadeloquequierodecirte?

—Measustas—dijoelrosal—.Nuncahepensadoenello.

—Claro,nuncatehasmolestadoenpensarennada.¿Tepreguntastealgunavezporquéflorecíasycómoflorecías,porquélohacíasdeesamaneraydenodeotra?

—No—contestóalcaracol—.Florecíadepurocontento,porquenopodíaevitarlo.

¡Elsoleratancálido,elairetanrefrescante!…Mebebíaellímpidorocíoylalluviagenerosa;respiraba,estabavivo.Delatierra,alláabajo,mesubíalafuerza,quedescendíatambiénsobremídesdeloalto.Sentíaunafelicidadqueerasiemprenueva,profundasiempre,yasíteníaqueflorecersinremedio.

Taleramivida;nopodíahacerotracosa.

—Tuvidafuedemasiadofácil—dijoelcaracol.

—Cierto—dijoel rosal—.Me lodaban todo.Pero tú tuvistemás suerteaún.Túeresunadeesascriaturasquepiensanmucho,unodeesos seresdegraninteligenciaqueseproponenasombraralmundoalgúndía.

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—No,no,deningúnmodo—dijoel caracol—.Elmundonoexisteparamí. ¿Qué tengoyoquever conelmundo?Bastante esquemeocupedemímismoyenmímismo.

—¿Pero no deberíamos todos dar a los demás lo mejor de nosotros, nodeberíamos ofrecerles cuanto pudiéramos?Es cierto que no te he dado sinorosas; pero tú, en cambio, que posees tantos dones, ¿qué has dado tú almundo?¿Quépuedesdarle?

—¿Darle?¿Darleyoalmundo?Yoloescupo.¿Paraquésirveelmundo?Nosignificanadaparamí.Anda,siguecultivandotusrosas;esparaloúnicoquesirves.Dejaqueloscastañosproduzcansusfrutos,dejaquelasvacasylasovejas den su leche; cada uno tiene su público, y yo también tengo elmíodentrodemímismo. ¡Me recojoenmi interior,yenélvoyaquedarme!Elmundonomeinteresa.

Yconestaspalabras,elcaracolsemetiódentrodesucasaylaselló.

—¡Qué pena!—dijo el rosal—. Yo no tengomodo de esconderme, pormuchoquelointente.Siemprehedevolverotravez,siemprehedemostrarmeotravezenmisrosas.Suspétaloscaenylosarrastraelviento,aunqueciertavezvicómounamadreguardabaunademisfloresensulibrodeoraciones,ycómounabonitamuchachaseprendíaotraalpecho,ycómounniñobesabaotraenlaprimeraalegríadesuvida.Aquellomehizobien,fueunaverdaderabendición.Talessonmisrecuerdos,mivida.

Yel rosal continuó floreciendo en toda su inocencia,mientras el caracoldormíaalládentrodesucasa.Elmundonadasignificabaparaél.

Ypasaronlosaños.

Elcaracolsehabíavueltotierraenlatierra,yelrosaltierraenlatierra,ylamemorablerosadellibrodeoracioneshabíadesaparecido…Peroeneljardínbrotaban los rosalesnuevos,y losnuevoscaracoles se arrastrabandentrodesuscasasyescupíanalmundo,quenosignificabanadaparaellos.

¿Empezamosotraveznuestrahistoriadesdeelprincipio?Novalelapena;siempreseríalamisma.

Laprincesayelguisante

(Prinsessenpåærten)

Habíaunavezunpríncipequequeríacasarseconunaprincesa,peroquenosecontentabasinoconunaprincesadeverdad.Demodoquesededicóa

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buscarlapor elmundoentero, aunque inútilmente,yaquea todas lasque lepresentaban les hallaba algún defecto. Princesas había muchas, pero nuncapodíaestarsegurodequelofuesendeveras:siemprehabíaenellasalgoqueno acababa de estar bien.Así que regresó a casa lleno de sentimiento, pues¡deseabatantounaverdaderaprincesa!

Ciertanochesedesatóunatormentaterrible.Menudeabanlosrayosylostruenosylalluviacaíaacántaros¡aquelloeraespantoso!Deprontotocaronalapuertadelaciudad,yelviejoreyfueaabrirenpersona.

Enelumbralhabíaunaprincesa.Pero,¡santocielo,cómosehabíapuestoconelmaltiempoylalluvia!Elagualechorreabaporelpeloylasropas,selecolabaenloszapatosylevolvíaasalirporlostalones.Apesardeesto,ellainsistíaenqueeraunaprincesarealyverdadera.

«Bueno,esolosabremosmuypronto»,pensólaviejareina.

Y,sindecirunapalabra,sefueasucuarto,quitótodalaropadelacamaypuso un frijol sobre el bastidor; luego colocó veinte colchones sobre elguisante,yencimadeellos,veintealmohadoneshechoscon lasplumasmássuaves que uno pueda imaginarse. Allí tendría que dormir toda la noche laprincesa.

Alamañanasiguientelepreguntaroncómohabíadormido.

—¡Oh, terriblemente mal!—dijo la princesa—. Apenas pude cerrar losojosentodalanoche.¡Vayaustedasaberloquehabíaenesacama!Meacostésobre algo tan duro que amanecí llena de cardenales por todas partes. ¡Fuesencillamentehorrible!

Oyendo esto, todos comprendieron enseguida que se trataba de unaverdaderaprincesa,yaquehabíasentidoelguisantenadamenosqueatravésde los veinte colchones y los veinte almohadones. Sólo una princesa podíatenerunapieltandelicada.

Y así el príncipe se casó con ella, seguro de que la suya era toda unaprincesa.

Yelguisantefueenviadoaunmuseo,dondeselepuedevertodavía,anoserquealguienselohayarobado.

Vaya,éstesíquefuetodouncuento,¿verdad?

LasfloresdelapequeñaIda

(DenlilleIdasblomster)

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¡Misfloressehanmarchitado!—exclamólapequeñaIda.

—Tan hermosas como estaban anoche, y ahora todas sus hojas cuelganmustias.¿Porquéseráesto?—preguntóalestudiante,queestabasentadoenelsofá. Le tenía mucho cariño, pues sabía las historias más preciosas ydivertidas,yeramuyhábilademásenrecortarfigurascuriosas:corazonescondamasbailando,floresygrandescastilloscuyaspuertaspodíanabrirse.Eraunestudiantemuysimpático.

—¿Porquéponenunacara tan tristemis floreshoy?—dijo, señalándoleunramilletecompletamentemarchito.

—¿No sabes qué les ocurre?—respondió el estudiante—. Pues que estanochehanidoalbaile,yporesotienenhoylascabezascolgando.

—¡Perosilasfloresnobailan!—repusoIda.

—¡Claroquesí!—dijoelestudiante—.Encuantooscureceynosotrosnosacostamos,ellasempiezanasaltarybailar.Casitodaslasnochestienensarao.

—¿Ylosniñosnopuedenasistir?

—Claroquesí—contestóelestudiante—.Lasmargaritasylosmuguetesmuypequeñitos.

—¿Dóndebailanlasflores?—siguiópreguntandolaniña.

—¿No has ido nunca a ver las bonitas flores del jardín del gran palaciodondeelReypasaelverano?Claroquehasido,yhabrásvistoloscisnesqueacudennadandocuandohacesseñaldeecharlesmigasdepan.Puesallíhacenunosbailesmagníficos,telodigoyo.

—Ayerestuveconmamá—dijoIda—;perohabíancaído todas lashojasdelosárboles,yanoquedabaniunaflor.¿Dóndeestán?¡Tantascomohabíaenverano!

—Estándentrodelpalacio—respondióelestudiante—.Hasdesaberqueen cuanto el Rey y toda la corte regresan a la ciudad, todas las flores semarchancorriendodeljardínyseinstalanenpalacio,dondesediviertendelolindo.¡Tendríasqueverlo!LasdosrosasmáspreciosassesientaneneltronoyhacendeReyydeReina.Lasrojasgallocrestassesitúandepieaunoyotrolado y hacen reverencias; son los camareros. Vienen luego las flores máslindas y empieza el gran baile; las violetas representan guardiasmarinas, ybailan con los jacintos y los azafranes, a los que llaman señoritas. Lostulipanesylasgrandesazucenasdefuegosondamasviejasquecuidandequesebaileendebidaformaydequetodovayabien.

—Pero—preguntólapequeñaIda—,¿nadielesdicenadaalasfloresporbailarenelpalacioreal?

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—El caso es que nadie está en el secreto—, respondió el estudiante—.Ciertoquealgunavezqueotrasepresentadurantelanocheelviejoguardiándel castillo, con su manojo de llaves, para cerciorarse de que todo está enregla; pero no bien las flores oyen rechinar la cerradura, se quedan muyquietecitas, escondidas detrás de los cortinajes y asomando las cabecitas.«Aquíhueleaflores»,diceelviejoguardián,«peronoveoninguna».

—¡Quédivertido!—exclamóIda,dandounapalmada—.¿Ynopodríayoverlasflores?

—Sí—dijoel estudiante—.Sólo tienesqueacordarte, cuando salgas,demirar por la ventana; enseguida las verás.Yo lo hice hoy. En el sofá habíaestiradounlargoliriodePascuaamarillo;eraunadamadelacorte.

—¿Y las flores del Jardín Botánico pueden ir también, con lo lejos queestá?

—Sinduda—respondióelestudiante—,yaquepuedenvolar,siquieren.¿No has visto las hermosas mariposas, rojas, amarillas y blancas? Parecenflores, y en realidad lo han sido. Se desprendieron del tallo, y, agitando lashojas cual si fueran alas, se echaron a volar; y como se portaban bien,obtuvieronpermisoparavolarinclusoduranteeldía,sinnecesidaddevolveralaplantayquedarseensustallos,ydeestemodolashojasseconvirtieronalfinenalasdeveras.Túmismalashasvisto.ClaroquealomejorlasfloresdelJardínBotániconohanestadonuncaenelpalacioreal,oignoranlobienquesepasaallílanoche.¿Sabesqué?VoyadecirteunacosaquedejaríapasmadoalprofesordeBotánicaquevivecercadeaquí¿loconoces,no?Cuandovayasasujardíncontarásaunadesusfloreslodelgranbailedepalacio;ellalodiráalasdemás,ytodasecharánavolarhaciaallí.Sientonceselprofesoraciertaasalir al jardín, apenas encontraráuna sola flor, yno comprenderá adónde sehanmetido.

—Pero,¿cómovalafloracontarloalasotras?Lasfloresnohablan.

—Loquesedicehablar,no—admitióelestudiante—,peroseentiendenconsignos¿Nohasvistomuchasvecesque,cuandosoplaunpocodebrisa,lasflores se inclinan y mueven sus verdes hojas? Pues para ellas es como sihablasen.

—¿Yelprofesorentiendesussignos?—preguntóIda.

—Supongoquesí.Unamañanasalióaljardínyviocómounagranortigahacía signos con las hojas a un hermoso clavel rojo. «Eres muy lindo; tequiero», decía. Mas el profesor, que no puede sufrir a las ortigas, dio unmanotazoalaatrevidaenlashojasquesonsusdedos;maslaplantalepinchó,produciéndole un fuerte escozor, y desde entonces el buen señor no se havueltoameterconlasortigas.

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—¡Quédivertido!—exclamóIda,soltandolacarcajada.

—¡Qué manera de embaucar a una criatura! —refunfuñó el aburridoconsejerodeCancillería,quehabíavenidodevisitaysesentabaenelsofá—.El estudiante le era antipático, y siempre gruñía al verle recortar aquellasfiguras tan graciosas: un hombre colgando de la horca y sosteniendo uncorazónenlamano—pueseraunrobadordecorazones—,ounaviejabrujamontadaenunaescoba,llevandoasumaridosobrelasnarices.Todoestonopodíasufrirloelancianoseñor,ydecía,comoenaquellaocasión:

—¡Quémaneradeembaucaraunacriatura!¡Vayafantasíastontas!

Mas la pequeña Ida encontraba divertido lo que le contaba el estudianteacerca de las flores, y permaneció largo rato pensando en ello. Las floresestaban con las cabezas colgantes, cansadas, puesto que habían estadobailando durante toda la noche. Seguramente estaban enfermas. Las llevó,pues,juntoalosdemásjuguetes,colocadossobreunaprimorosamesitacuyocajón estaba lleno de cosas bonitas. En la camita de muñecas dormía sumuñecaSofía,ylapequeñaIdaledijo:

—Tienes que levantarte, Sofía; esta noche habrás de dormir en el cajón,pueslaspobrecitasfloresestánenfermasylastengoqueacostarenlacama,aversisereponen—.Ysacólamuñeca,queparecíamuyenfurruñadaynodijonipío;lefastidiabatenerquecedersucama.

Idaacostó las floresen lacamita, lasarropócon ladiminutamantay lesdijo que descansasen tranquilamente, que entretanto les prepararía té paraanimarlasyparaquepudiesenlevantarsealdíasiguiente.Corriólascortinasentornoalacamaparaevitarqueelsollesdieseenlosojos.

Durante toda la velada estuvo pensando en lo que le había contado elestudiante;ycuandoibaaacostarse,nopudocontenerseymiródetrásdelascortinasquecolgabandelantede lasventanas,dondeestabanlasespléndidasfloresdesumadre,jacintosytulipanes,ylesdijoenvozmuyqueda:

—¡Ya sé que esta noche bailaréis! —. Las flores se hicieron lasdesentendidas y nomovieron ni una hoja.Mas la pequeña Ida sabía lo quesabía.

Yaenlacama,estuvopensandodurantelargoratoenlobonitoquedebíaserveralasbellasfloresbailandoalláenelpalacioreal.«¿Quiénsabesimisfloresnobailarántambién?».Peroquedódormidaenseguida.

Despertóamedianoche;habíasoñadoconlasfloresyelestudianteaquienelseñorConsejerohabíaregañadoporcontarlecosastontas.EneldormitoriodeIdareinabaunsilencioabsoluto;lalámparadenocheardíasobrelamesita,ypapáymamádormíanapiernasuelta.

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—¿EstaránmisfloresenlacamadeSofía?—sepreguntó—.Megustaríasaberlo —. Se incorporó un poquitín y miró a la puerta, que estabaentreabierta.Enlahabitacióncontiguaestabansusfloresytodossusjuguetes.Aguzóeloídoyleparecióoírquetocabanelpiano,aunquemuysuavementeycontantadulzuracomonuncalohabíaoído.«Sindudatodaslasfloresestánbailando allí», pensó. «¡Cómo me gustaría verlo!». Pero no se atrevía alevantarse,portemoradespertarasuspadres.

—¡Sialmenosentrasenenmicuarto!—dijo;perolasfloresnoentraron,ylamúsicasiguiótocandoprimorosamente.Alfin,nopudoresistirmás,aquelloerademasiadohermoso.Bajóqueditadesucama,sedirigióalapuertaymiróalinteriordelahabitación.¡Diossanto,yquémaravillasseveían!

Aunque no había lámpara de ninguna clase, el cuarto estabamuy claro,gracias a la luna, que, a través de la ventana proyectaba sus rayos sobre elpavimento;parecíadedía.Losjacintosytulipanesestabanalineadosendoblefila;enlaventananohablaninguno,lostiestosaparecíanvacíos;enelsuelo,todas las flores bailaban graciosamente en corro, formando cadena ycogiéndose, al girar, unas con otras por las largas hojas verdes. Sentado alpianosehallabaungranlirioamarillo,queIdaestabaseguradehabervistoenverano,puesrecordabamuybienqueelestudiantelehabíadicho:

—¡Cómoseparecea laseñoritaLine!—ytodossehabíanechadoareír.PeroahoralapequeñaIdaencontrabaquerealmenteaquellalargafloramarillaseparecíaalacitadaseñorita,pueshacíasusmismosgestosaltocar,ysucaralargaymacilenta se inclinabaorahaciaun ladoorahacia elotro, siguiendoconunmovimientodelacabezaelcompásdelabellísimamúsica.

NadiesefijóenIda.Ellavioentoncescómoungranazafránazulsaltabasobrelamesadelosjuguetesy,dirigiéndosealacamadelamuñeca,descorríalas cortinas. Aparecieron las flores enfermas que se levantaron en el acto,haciéndose mutuamente señas e indicando que deseaban tomar parte en ladanza.Elviejodeshollinadordeporcelana,quehabíaperdidoellabioinferior,sepusoenpieehizouna reverenciaa las lindas flores, lascualesno teníanaspecto de enfermas ni mucho menos; saltaron una tras otra, contentas yvivarachas.

Pareciócomosialgocayesedelamesa.Idamiróenaquelladirección:erael látigo que le hablan regalado en carnaval, el cual había saltado, como siquisieratambiéntomarparteenlafiestadelasflores.Estabamuymonoconsuscintasdepapel,yselemontóencimaunmuñequitodeceraquellevabalacabeza cubierta con un ancho sombrero parecido al del consejero deCancillería.El latiguillo avanzaba a saltos sobre sus tres rojaspatasdepalocon gran alboroto pues bailaba una mazurca, baile en el que no podíanacompañarlelasdemásflores,queeranmuyligerasynosabíanpatalear.

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Depronto,elmuñecodecera,montadoenellátigo,sehinchóyaumentódetamaño,y,volviéndoseencimadelasfloresdepapelpintadoqueadornabansumontura,gritó:«¡Quémaneradeembaucaraunacriatura!¡Vayafantasíastontas!». Era igual, igual que el Consejero, con su ancho sombrero; se leparecía hasta en lo amarillo y aburrido. Pero las flores de papel se leenroscaron en las escuálidas patas, y el muñeco se encogió de nuevo,volviendoa sucondiciónprimitivademuñequitodecera.Dabagustoverlo;Idanopodíareprimirlarisa.EllátigosiguióbailandoyelConsejeronotuvomás remedio que acompañarlo; lo mismo daba que se hiciera grande o sequedarasiendoelmuñequitomacilentoconsugransombreronegro.Entonceslasotrasfloresintercedieronensufavor,especialmentelasquehabíanestadoreposandoen lacamita,yel látigosedejóablandar.Entoncesalguien llamódesdee1 interiordelcajón,dondeSofía, lamuñecadeIda,yacía juntoa losrestantesjuguetes;eldeshollinadorechóacorrerhastaelcantodelamesa,y,echándosesobrelabarriga,sepusoatirardelcajón.SelevantóentoncesSofíaydirigióunamiradadeasombroasualrededor.

—¡Conquehaybaile!—dijo—.¿Porquénomeavisaron?

—¿Quieresbailarconmigo?—preguntóeldeshollinador.

—¡Bah! ¡Buenbailarín eres tú!—replicó ella, volviéndole la espalda.Y,sentándose sobre el cajón, pensó que seguramente una de las flores lasolicitaríacomopareja.Peroningunalohizo.Tosió:¡hm,hm,hm!,masniporésas.Eldeshollinadorbailabasoloynolohacíamal.

Viendoqueningunadelasfloreslehacíacaso,Sofíasedejócaerdelcajónal suelo, produciendo un gran estrépito. Todas las flores se acercaronpresurosasapreguntarlesisehabíaherido,ytodassemostraronamabilísimas,particularmente las que hablan ocupado su cama. Pero Sofía no se habíalastimado; y las flores de Ida le dieron las gracias por el bonito lecho, y lacondujeronal centrode lahabitación,enel lugar iluminadopor la luzde laluna, y bailaron con ella, mientras las otras formaban corro a su alrededor.Sofíasesintiósatisfecha,dijoquepodíanseguirutilizandosucama,queelladormiríamuyagustoenelcajón.

Perolasfloresrespondieron:

—Graciasde todocorazón,masyanonosquedamucho tiempodevida.Mañanahabremosmuerto.PerodileaIdaquenosentierreeneljardín,juntoal lugardondereposaelcanario.Deestemodoenveranoresucitaremosaúnmáshermosas.

—¡No,nodebéismorir!—dijoSofía,ybesóalasflores.Seabrióenestola puerta de la sala y entró unagranmultitudde flores hermosísimas, todasbailando. Ida no comprendía de dónde venían; debían de ser las del palacio

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real.Delante ibandosrosasespléndidas,consendascoronasdeoro:eranunrey y una reina; seguían luego los alhelíes y clavelesmás bellos que quepaimaginar, saludando en todas direcciones. Se traían la música: grandesadormideras y peonias soplaban en vainas de guisantes, con tal fuerza quetenían la cara encarnada como un pimiento. Las campanillas azules y losdiminutosrompenievessonabancualsifuesencascabelitos.Eraunamúsicalamardealegre.Veníandetrásotrasmuchasflores, todasdanzando:violetasyamarantosrojos,margaritasymuguetes.Ytodasseibanbesandoentresí.¡Eraunespectáculorealmentemaravilloso!

Finalmente,sedieronunasaotraslasbuenasnoches,ylapequeñaIdasevolvióalacama,dondesoñóentodoloqueacababadepresenciar.

Aldespertarsealdíasiguiente,corrióalamesitaparaversiestabanenellalas flores; descorrió las cortinas de la camita: sí, todas estaban; perocompletamentemarchitas,muchomásque lavíspera.Sofíacontinuabaenelcajón,dondeladejaraIda,yteníaunacaramuysoñolienta.

—¿Te acuerdas de lo que debes decirme?—le preguntó Ida. Pero Sofíaestabacomoatontadaynorespondió.

—Eresunadesagradecida—ledijoIda—.Yanoteacuerdasdequetodasbailaroncontigo.Cogió luegounacajadepapelque teníadibujadosbonitospájaros,ydepositóenellalasfloresmuertas:

—Este será vuestro lindo féretro—dijo—, y cuando venganmis primosnoruegosmeayudaránaenterraroseneljardín,paraqueenveranovolváisacreceryoshagáisaúnmáshermosas.

Los primos noruegos eran dos alegres muchachos, Jonás y Adolfo. Supadreleshabíaregaladodosarcosnuevos,ylostraíanparaenseñárselosaIda.Ellaleshablódelaspobresfloresmuertas,yencasalesdieronpermisoparaenterrarlas.Losdosmuchachosmarchabanalpasoconsusarcosalhombro,eIda seguía con las floresmuertas en la bonita caja. Excavaron una pequeñafosaeneljardín;Idabesóalasfloresylasdepositóenlatumba,encerradasensu ataúd,mientrasAdolfo y Jonás disparaban sus arcos, a falta de fusiles ocañones.

Loschanclosdelasuerte

(Lykkensgalocher)

1.Cómoempezólacosa

En una casa de Copenhague, en la calle del Este, no lejos del Nuevo

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Mercado Real, se celebraba una gran reunión, a la que asistían muchosinvitados.Nohaymásremedioquehacerloalgunavezqueotra,puesloexigelavidadesociedad,yasíotrodíaloinvitanauno.Lamitaddeloscontertuliosestabanyasentadosalasmesasdejuegoylaotramitadaguardabaelresultadodel«¿Quévamosahacerahora?»delaseñoradelacasa.Enésasestaban,ylatertulia seguía adelante del mejor modo posible. Entre otros temas, laconversación recayó sobre la EdadMedia. Algunos la consideraban muchomás interesantequenuestraépoca.Knapp,el consejerode Justicia,defendíacontantoceloestepuntodevista,quelaseñoradelacasasepusoenseguidadesulado,yambosselanzaronaatacarunensayodeOrsted,publicadoenelalmanaque, en el que, después de comparar los tiempos antiguos y losmodernos, terminaba concediendo la ventaja a nuestra época. El consejeroafirmabaqueeltiempodelreydanésHanshabíasidoelmásbelloyfelizdetodos.

Mientras se discute este tema, interrumpido sólo un momento por lallegada de un periódico que no trae nada digno de ser leído, entrémonosnosotros en el vestíbulo, donde estaban guardados los abrigos, bastones,paraguasychanclos.Enélestabansentadasdosmujeres,unadeellasjoven,viejalaotra.Habríapodidopensarsequesumisióneraacampanarasuseñora,unaviejasolteronaotalvezunaviuda;peroobservándolasmásatentamente,uno se daba cuenta de que no eran criadas ordinarias; tenían las manosdemasiadofinas,suporteyactituderandemasiadomajestuosos—pueseran,enefecto,personas reales—,yelcortedesusvestidos revelabaunaaudaciamuypersonal.Eran,nimásnimenos,doshadas;lamásjoven,aunquenoeralaFelicidadenpersona,síera,encambio,unacamareradeunadesusdamasdehonor,lasencargadasdedistribuirlosfavoresmenosvaliososdelasuerte.Lamásviejaparecíaun tanto sombría, era laPreocupación.Susasuntos loscuidasiemprepersonalmente;asíestáseguradequesehanllevadoatérminodelamaneradebida.

Lasdoshadasseestabancontandomutuamentesusandanzasdeaqueldía.Lamensajera de la Suerte sólo había hecho unos encargos de pocamonta:preservado un sombrero nuevo de un chaparrón, procurado a un señorhonorable un saludo de una nulidad distinguida, etc.; pero le quedaba porhaceralgoquesesalíadelocorriente.

—Tengoquedecirleaún—prosiguió—quehoyesmicumpleaños,yparacelebrarlome han confiado un par de chanclos para que los entregue a loshombres.Estoschanclostienenlapropiedaddetransportarenelacto,aquienlos calce, al lugar y la época en quemás le gustaría vivir. Todo deseo queguarderelaciónconeltiempo,ellugaroladuración,escumplidoalacto,yasíelhombreencuentrafinalmentelafelicidadenestemundo.

—Esocrees tú—replicó laPreocupación—.Elhombrequehagausode

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esa facultad será muy desgraciado, y bendecirá el instante en que puedaquitarseloschanclos.

—¿Por qué dices eso?—respondió la otra—.Mira, voy a dejarlos en elumbral;alguienselospondráequivocadamenteyveráslofelizqueserá.

Éstafuelaconversación.

2.Quétallefuealconsejero

Sehabíahechoyatarde.ElconsejerodeJusticia,absortoensupanegíricode la época del reyHans, se acordó al fin de que era hora de despedirse, yquisoelazarque,envezdesuschanclos,secalzaselosdelasuerteysalieseconellosa lacalledelEste;perolafuerzamágicadelcalzadolo trasladóaltiempodelreyHans,yporesosemetiódepiesenlaporqueríayelbarro,puesenaquellostiemposlascallesnoestabanempedradas.

—¡Esespantosocómoestádesuciaestacalle!—exclamóelConsejero—.Hanquitadolaacera,ytodoslosfarolesestánapagados.

La lunaestabaaúnbaja sobreelhorizonte,yelaireeraademásbastantedenso, por lo que todos los objetos se confundían en la oscuridad. En laprimera esquina brillaba una lamparilla debajo de una imagen de laVirgen,pero la luzquearrojabaera casinula; elhombreno laviohastaqueestuvojuntoaella,ysusojossefijaronenlaestampapintadaenqueserepresentabaalaVirgenconelNiño.

«Debe anunciar una colección de arte, y se habrán olvidado de quitar elcartel»,pensó.

Pasaronporsuladovariaspersonasvestidasconeltrajedeaquellaépoca.

«¡Vayafachas!Saldrándealgúnbailedemáscaras».

De pronto resonaron tambores y pífanos y brillaron antorchas. ElConsejero se detuvo, sorprendido, y vio pasar una extraña comitiva. A lacabeza marchaba una sección de tambores aporreando reciamente susinstrumentos;lesseguíanalabarderosconarcosyballestas.Elmásdistinguidode toda la tropa era un sacerdote. El Consejero, asombrado, preguntó quésignificabatodoaquelloyquiéneraaquelhombre.

—EselobispodeZelanda—lerespondieron.

«¡Diossanto!¿Quéselehaocurridoalobispo?»,suspirónuestrohombre,meneandolacabeza.Peroeraimposiblequefueseaquélelobispo.Cavilandoysinverpordóndeiba,siguióelConsejeroporlacalledelEsteylaplazadelPuente Alto. No hubo medio de dar con el puente que lleva a la plaza dePalacio.Sóloveíaunariberabaja,yalfindivisódosindividuossentadosenunabarca.

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—¿Deseaelseñorquelepasemosalaisla?—preguntaron.

—¿Pasaralaisla?—respondióelConsejero,ignoranteaúndelaépocaenqueseencontraba—.AdondevoyesaChristianshafen,alacalledelMercado.

Losindividuoslomiraronsindecirnada.

—Decidme sólo dónde está el puente—prosiguió—.Es vergonzoso quenoesténencendidoslosfaroles;y,además,haytantobarroquenoparecesinoquecamineunoporuncenagal.

A medida que hablaba con los barqueros, se le hacían más y másincomprensibles.

—No entiendo vuestra jerga—dijo, finalmente, volviéndoles la espalda.No lograba dar con el puente, y ni siquiera había barandilla. «¡Esto es unavergüenzadedejadez!»,dijo.Nuncalehabíaparecidosuépocamásmiserableque aquella noche. «Creo que lomejor será tomar un coche», pensó; pero,¿coches me has dicho? No se veía ninguno. «Tendré que volver al NuevoMercado Real; de seguro que allí los hay; de otro modo, nunca llegaré aChristianshafen».

Volvió a la calle del Este, y casi la había recorrido toda cuando salió laluna.

«¡Diosmío,quéesperpentohanlevantadoaquí!»,exclamóaldistinguirlapuertadelEste,queenaquellostiempossehallabaenelextremodelacalle.

Entretantoencontróunportalito,porelquesalióalactualMercadoNuevo;pero no era sino una extensa explanada cubierta de hierba, con algunosmatorrales, atravesada por una ancha corriente de agua. Varias míserasbarracasdemadera,habitadaspormarinerosdeHalland,dequienesveníaelnombredePuntadeHalland,selevantabanenlaorillaopuesta.

«O lo que estoy viendo es un espejismo o estoy borracho—suspiró elConsejero—.¿Quédiabloseseso?».

Sevolviópersuadidodequeestabaenfermo;alentrardenuevoenlacalleobservó las casas con más detención; la mayoría eran de entramado demadera,ymuchasteníantejadodepaja.

«¡No,yonoestoybien!—exclamó—,y,sinembargo,sólohetomadounvasodeponche;ciertoqueesunabebidaquesiempresemesubealacabeza.Además,fueunagranequivocaciónservirnosponcheconsalmóncaliente;selodiréalaseñoradelAgente.¿Ysivolvieseadecirleloquemeocurre?Peroseríaridículo,y,porotraparte,talvezestényaacostados».

Buscólacasa,peronoaparecíaporningúnlado.

«¡Peroestoesespantoso,no reconozco lacalledelEste,nohayninguna

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tienda!Sóloveocasasviejas,míserasy semiderruidas,comosiestuvieseenRoeskilde o Ringsted. ¡Yo estoy enfermo! Pero de nada sirve hacerseimaginaciones.¿Dóndediablosestá lacasadelAgente?Éstanose lepareceennada,y,sinembargo,haygenteaún.¡Ah,nohayduda,estoyenfermo!».

Empujóunapuertaentornada,alaquellegabalaluzporunarendija.Erauna posada de los viejos tiempos, una especie de cervecería. La salapresentabaelaspectodeunatabernadelHolstein;ciertonúmerodepersonas,marinos,burguesesdeCopenhagueydosotresclérigos,estabanenfrascadosenanimadascharlassobresusjarrasdecerveza,yapenassedieroncuentadelforastero.

—Ustedperdone—dijoelConsejeroa laposadera,que seadelantóa suencuentro—.Mesientomuyindispuesto.¿Nopodríaustedproporcionarmeuncoche que me llevase a Christianshafen? La mujer lo miró, sacudiendo lacabeza; luego le dirigió la palabra en lengua alemana. Nuestro consejero,pensandoqueno conocía la danesa, le repitió su ruego en alemán.Aquello,añadidoalaindumentariadelforastero,afirmóenlataberneralacreenciadequetratabaconunextranjero;comprendió,sinembargo,quenoseencontrababien,yletrajounjarrodeagua;yporciertoquesabíauntantoaaguademar,apesarqueeradelpozodelacalle.

ElConsejero,apoyandolacabezaenlamano,respiróprofundamenteysepusoacavilarsobretodaslascosasrarasquelerodeaban.

—¿Eséste«ElDía»deestatarde?—preguntó,sólopordecir,algo,viendoquelamujerapartabaunagranhojadepapel.

Ella,sincomprenderlapregunta,lealargólahoja,queeraungrabadoenmaderaquerepresentabaunfenómenoatmosféricovistoenColonia.

—Esungrabadomuyantiguo—exclamóelConsejero,contentodeverunejemplartanraro—.¿Cómohavenidoasusmanosesterarísimodocumento?Es de un interés enorme, aunque sólo se trata de una fábula. Se afirma queestosfenómenoslumínicossonaurorasboreales,yprobablementesonefectosdelaelectricidadatmosférica.

Losquesehallabansentadoscercadeél,aloírsuspalabraslomiraronconasombro;uno se levantó,y,quitándose respetuosamenteel sombrero, ledijomuyserio:

—Seguramentesoisunhombredegranerudición,Monsieur.

—¡Oh, no!—respondió el Consejero—. Sólo sé hablar de unas cuantascosasquetodoelmundoconoce.

—Lamodestiaesunahermosavirtud—observóelotro—.Porlodemás,debocontestaravuestrodiscurso:mihisecusvidetur;perodejoensuspenso

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mijuicio.

—¿Tendríaislabondaddedecirmeconquiéntengoelhonordehablar?—preguntóelConsejero.

—SoybachillerenSagradasEscrituras—respondióelhombre.

Aquella respuesta bastó al magistrado; el título se correspondía con eltraje.«Seguramente—pensó—setratadealgúnviejomaestrodepueblo,unoriginaldeésosqueunoencuentraconfrecuenciaenJutlandia».

—Aunqueestonoesenrealidadunlocusdocendi—prosiguióelhombre—,osruegoqueosdignéishablar.IndudablementehabéisleídomuchosobrelaAntigüedad.

—Desdeluego—contestóelConsejero—.Megustaleerescritosantiguosyútiles,perotambiénsoyaficionadoalascosasmodernas,conexcepcióndeesashistoriastriviales,tanabundantesenverdad.

—¿Historiastriviales?—preguntóelbachiller.

—Sí,merefieroaestasnovelasdehoy,tancorrientes.

—¡Oh! —dijo, sonriendo, el hombre—, sin embargo, tienen muchoingenioyseleenenlaCorte.ElReygustademodoparticulardelanoveladelSeñorde IffvenyelSeñorGaudian,conel reyArtúsy losCaballerosde laTablaRedonda;sehareídonopococonsusaltosdignatarios.

—Pues yo no la he leído —dijo el Consejero—. Debe de ser algunaediciónrecientísimadeHeiberg.

—No —rectificó el otro—. No es de Heiberg, sino de Godofredo deGehmen.

—Ya. ¿Así, éste es el autor?—preguntó elmagistrado—.Es unnombreantiquísimo;asísellamaelprimerimpresorquehuboenDinamarca,¿verdad?

—Sí,esnuestroprimerimpresor—asintióelhombre.

Hasta aquí todo marchaba sin tropiezos; luego, uno de los buenosburguesessepusoahablarde lagravepestequesehabíadeclaradoalgunosañosantes,refiriéndosealade1494;peroelConsejerocreyóquesetratabadela epidemia de cólera, con lo cual la conversación prosiguió como sobreruedas.Laguerradelospiratasde1490,tanreciente,salióasuvezacolación.Los corsarios ingleses habían capturado barcos en la rada, dijeron; y elConsejero, que había vivido los acontecimientos de 1801, se sumó a losvituperioscontralosingleses.Elrestodelacharla,encambio,yanodiscurriótan llanamente, y enmás de unmomento pusieron los unos y el otro carasagrias;elbuenbachillerresultabademasiadoignorante,ylasmanifestacionesmás simples del magistrado le sonaban a atrevidas y exageradas. Se

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considerabanmutuamentede reojo,ycuando lascosas seponíandemasiadotirantes, el bachiller hablaba en latín con la esperanza de ser mejorcomprendido;peronadasesacabaenlimpio.

—¿Qué tal se siente? —preguntó la posadera tirando de la manga alConsejero.Entonceséstevolvióalarealidad;enelcalordeladiscusiónhabíaolvidadoporcompletoloqueantesleocurriera.

—¡Dios mío! pero, ¿dónde estoy? —preguntó, sintiendo que le dabavueltaslacabeza.

—¡Vamosa tomarunvasodelocaro!HidromielycervezadeBrema—pidióunodelospresentes—,yvosbeberéisconnosotros.

Entrarondosmozas,unadeellascubiertaconunacofiabicolor;sirvieronla bebida y saludaron con una inclinación. Al Consejero le pareció que unextrañofríolerecorríaelespinazo.

—¿Peroquéesesto,quéesesto?—repetía;peronotuvomásremedioquebeber con ellos, los cuales se apoderaron del buen señor. Estabacompletamentedesconcertado,yaldecirunoqueestababorracho,nolopusoenduda,yselimitóapedirlesqueleprocurasenuncoche.Entoncespensaronlosotrosquehablabaenmoscovita.

Nuncasehabíaencontradoenunacompañíatanrudaytanordinaria.«¡Espara pensar que el país ha vuelto al paganismo! —dijo para sí—. Estoypasandoelmomentomáshorribledemivida».Derepentelevinolaideademetersedebajodelamesayalcanzar lapuertaandandoagatas.Así lohizo,perocuandoyaestabaenlasalida,losotrossedieroncuentadesupropósito,lo agarraron por los pies y se quedaron con los chanclos en la mano…afortunadamenteparaél,puesalquitarleloschancloscesóelhechizo.

El Consejero vio entonces ante él un farol encendido, y detrás, un granedificio; todo le resultaba ya conocido y familiar; era la calle del Este, talcomonosotroslaconocemos.Seencontrótendidoenelsueloconlaspiernascontraunapuerta,frentealdormidovigilantenocturno.

«¡Dios bendito! ¿Es posible que haya estado tendido en plena calle ysoñando?—dijo—. ¡Sí, ésta es la calle del Este! ¡Qué bonita, qué clara ypintoresca!¡Esterribleelefectodeunvasodeponche!».

Dosminutosmástardesehallabaenuncochedepunto,queloconducíaaChristianshafen; pensaba en las angustias sufridas y daba gracias de todocorazónaladichosarealidaddenuestraépoca,que,contodossusdefectos,esinfinitamentemejorquelaqueacababadedejar;y,bienmirado,elconsejerodeJusticiaeramuydiscretoalpensardeestemodo.

3.Laaventuradelvigilantenocturno

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«¡Si son unos chanclos de verdad!—exclamó el vigilante—. Serán deltenientequeviveallí.Estándelantedelapuerta».

Elbuenhombretuvolaintencióndellamaryentregarlos,puesenelpisohablaluz;pero,temiendodespertaralosdemásvecinos,nolohizo.

«¡Quécalentitodebesentirseunoconestascosasenlospies!—pensó—.Elcueroesmuysuave»—.Leveníanbien—.«¡Quéextrañoeselmundo!Eltenientepodríameterseahoraensucamabiencaliente,peronoseñor,niseleocurre.Vengapasearsepor lahabitación;éstesíqueesunhombre feliz.Notiene mujer ni hijos, y cada noche va de tertulia. ¡Qué dicha estar en sulugar!».

Al expresar este deseo, obró el hechizo de los chanclos que se habíacalzado:elvigilantenocturnopasóaconvertirseenelteniente.Seencontróenlahabitaciónalta,conunpapelcolorderosaen lasmanos,enelqueestabaescrita una poesía, obra del propio teniente. Pues todos hemos tenido en lavidaunmomentodeinspiraciónpoética,ysientonceshemosanotadonuestrospensamientos,elresultadohasidounapoesía.Ladelpapelrezabaasí:

¡Quiénfuerarico!,suspiréamenudo,

cuandounpalmodelsuelolevantaba.

Fuerayorico,serviríaalrey

consableyuniformeybandolera.

Llegósíeltiempoenquefuioficial

maslariquezarehúyemiencuentro.

¡Ayúdame,DiosdelCielo!

Era,unanoche,jovenydichoso,

mebesabaenloslabiosunaniña.

Yoeraricoenhechizosypoesía,

peropobreendineros,¡aydemí!

Ellasólopedíafantasías,

yenestoyoerarico,quenodeoro.

Túlosabes,DiosdelCielo.

¡Quiénfuerarico!,suspiramialma.

Yalaniñasehahechounadoncella,

hermosa,inteligenteybondadosa.

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¡Sioyeramicanción,quehoyyotecanto

yquisieraquerermecomoantaño!

Perohedeenmudecer,puessoytanpobre.

¡Asíloquieres,DiosdelCielo!

¡Oh,sífuerayoricoenpazyamor,

noiríanalpapelestasmispenas!

Sólotú,amada,puedescomprenderme.

Leeestaslíneas,oyemilamento…

oscurocuento,hijodelanoche,

puesquesólotinieblassemeofrecen…

¡BendígateelDiosdelCielo!

Poesías así sólo se escriben cuando se está enamorado; pero un hombrediscretoseabstienededarlasa la luz.Teniente,amor,escasezdedineros,esun triángulo o, lo que viene a ser lo mismo, la mitad del dado roto de lafelicidad.Eltenienteloexperimentabaensuentraña,yporesosuspirabaconlacabezaapoyadacontraelmarcodelaventana.

«Esepobrevigilantedelacalleesmuchomásfelizqueyo;noconoceloqueyollamolamiseria;tieneunhogar,mujerehijos,quelloranconsuspenasygozanconsusalegrías.¡Ah,cuántomásfelizseríayosipudiesecambiarmecon él, y avanzar por la vida enfrentándome con sus exigencias y susesperanzas!¡Sindudaesmásfelizqueyo!».

En el mismo instante el vigilante volvió a ser vigilante, pues con loschanclosdelasuertesehabíatransformadoenelteniente,pero,segúnhemosvisto,sesintiódesdichadoydeseóserloquepocoantesera.Ydeestemodoelvigilantepasódenuevoaservigilante.

«Hasidounsueñomuydesagradable—dijo—,peromuyraro.Meparecióqueeraeltenientedearriba,y,sinembargo,nomedioningúngusto.Echabaenfaltaamimujercitayloschiquillos,quemeaturdenconsusbesos».

Sevolvióasentaryadarcabezadas;elsueñonoloabandonaba,puesaúnllevabaloschanclospuestos.Unaestrellaerrantesurcóelcielo.

«¡Allá va! —dijo—, pero, ¡qué importa, con las que hay! Me habríagustadoveresascosasmásdecerca,especialmentelaLuna,quenoseescapatandeprisacomolasestrellaserrantes.Segúnaquelestudiante,cuyaropalavami mujer, cuando morimos vamos volando de estrella en estrella. Es uncuento,desdeluego,perolobonitoquesería,sifueraverdad.Ojalápudierayo

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pegar un saltito hasta allí; el cuerpo podría quedarse aquí, echado en laescalera».

¿Sabes?,hayciertascosasenelmundoquenodebenmentarsesinmuchocuidado;perohayqueredoblaraúnlaprudenciacuandosellevanpuestosloschanclosdelasuerte.Escucha,sino,loquelesucedióalvigilante.

Todos conocemos la velocidad de la tracción a vapor; la hemosexperimentado, ya viajando en ferrocarril, ya pormar, en barcos; pero estevueloescomolamarchadeuncaracolcomparadaconlavelocidaddelaluz;corre diecinuevemillones de vecesmás rápida que elmejor corredor, y, sinembargo, laelectricidad todavía la supera.Lamuerteesunchoqueeléctricoque recibimos en el corazón; en alas de la electricidad, el alma, liberadaemprendeelvuelo.Ochominutosyunossegundosnecesitalaluzdelsolparaefectuarunviajedemásdeveintemillonesdemillas;coneltrenexpresodelaelectricidad, el almanecesita solamenteunospocosminutosparaefectuar elmismorecorrido.Elespacioquesepara losastrosnoesparaellamayorqueparanosotroslasdistanciasque,enunamismaciudad,medianentrelascasasde nuestros amigos, incluso cuando son vecinas. Pero este choque eléctricocardíaco nos cuesta el uso del cuerpo aquí abajo, a no ser que, como elvigilante,llevemospuestosloschanclosdelasuerte.

Enbrevessegundosrecorriónuestrohombrelascincuentaydosmilmillasque nos separan de la Luna, la cual, como se sabe, es de unamateriamásligeraquenuestraTierra;podríamosdecirquetienelablandaconsistenciadela nieve recién caída. Se encontró en una de aquellas innúmeras montañasanulares que conocemos por el granmapa de la Luna que trazara el doctorMädler; lo has visto, ¿verdad?Por el interior era un embudo que descendíacosa de media milla, y en el fondo se levantaba una ciudad, cuyo aspectopodemos figurarnos si batimos claras de huevo en un vaso de agua; losmaterialeseranblandoscomoellas,yformabantorresparecidas,concúpulasy terrazasenformadevelas, transparentesyflotantesen la tenueatmósfera.Nuestra tierra flotaba encima de su cabeza como un globo de color rojooscuro.

Inmediatamentevioungrannúmerodeseres,queseríansindudalosquenosotrosllamamos«personas»;perosufiguraeramuydistintadelanuestra.Tenían tambiénsu lengua,ynadiepuedeexigirqueunvigilantenocturno laentendiera;puesbien,apesardeello,resultóquelaentendía.

Sí, señor, resultó que el alma del vigilante entendía perfectamente lalenguadelosselenitas,loscualeshablabandenuestraTierraydudabandequepudieseestarhabitada.Enellalaatmósferadebíadeserdemasiadodensaparapermitir la vida de un ser lunático racional. Consideraban que sólo la Lunaestabahabitada;era,segúnellos,elastroidóneoparaservirdeviviendaalos

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moradoresdeluniverso.

Pero volvamos a la calle del Este y veamos qué pasa con el cuerpo delvigilantenocturno.

Yacíainanimadoenlaescalera;elchuzolehabíacaídodelamano,ylosojosteníanlamiradaclavadaenlaLuna,dondevagabasualmadebendito.

—¿Quéhoraes,vigilante?—preguntóuntranseúnte.Peroelvigilantenorespondió.Entonceselhombrelediouncapirotazoenlasnarices,conloqueel cuerpo perdió el equilibrio, quedando tan largo como era; ¡el vigilanteestaba muerto! Al transeúnte le sobrevino una gran angustia ante aquelhombrealqueacababadepropinaruncapirotazo.Elvigilanteestabamuerto,ymuertoquedó;sedioparte,secomentóelacontecimiento,yalamadrugadatrasladaronelcuerpoalhospital.

Ahorabien,¿cómoselasibaaarreglarelalma,siseleocurríavolver,y,comoesmuynatural,buscabaelcuerpoenlacalledelEste?Allí,desdeluego,noloencontraría.Lomásprobableesqueacudiesealapolicía,ydeellaalaoficinadeinformaciones,dondepreguntaríaneinvestigaríanentrelosobjetosextraviados; y luego iría al hospital. Pero tranquilicémonos; el alma esmuyinteligentecuandoobraporsímisma;eselcuerpoelquelavuelvetonta.

Según ya dijimos, el cuerpo del vigilante fue a parar al hospital ydepositadoenlasaladedesinfección,donde,comoeralógico,laprimeracosaquehicieronfuequitarleloschanclos,conlocualelalmahubodevolver.Sedirigió enseguida al lugar donde estaba el cuerpo, y un momento despuésnuestrohombreestabadenuevovivitoycoleando.Aseguróqueacababadepasarlanochemáshorribledesuvida;niporunescudoseavendríaavolveralasandadas;suertequeyahabíapasado.

Lodierondealtaelmismodía,peroloschanclosquedaronenelhospital.

4.Lahistoriaensupuntoculminante

Unnúmerodedeclamación

Unviajemuyfueradelocorriente

TodoslosciudadanosdeCopenhaguesabenhoydíacómoeslaentradadelhospital del rey Federico. Pero como puede darse el caso de que lean lapresente historia algunas personas desconocedoras de la capital, forzosonosserácomenzardandounadescripcióndeella.

El hospital queda separado de la calle por una reja bastante alta, cuyosbarrotesdehierroestán tandistantesentresí,quealgunosde losestudiantesinternos de Medicina, si eran flacos, podían escabullirse por entre ellos yefectuar suspequeñas correríaspor el exterior.Lapartedel cuerpoquemáscostabadepasareralacabeza;enestecaso,comoentantosotrosquevemos

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en la vida, las cabezasmenores eran lasmás afortunadas. Lo dicho bastarácomointroducción.

Uno de los jóvenes candidatos, de quien sólo desde el punto de vistacorporal podía decirse que tenía una gran cabeza, estaba de guardia aquellanoche. La lluvia caía a cántaros, lo cual suponía un obstáculomás; pero, apesardetodo,elmozoteníaquesalir,aunquefueresóloporuncuartodehora.Para una ausencia tan breve no había necesidad de dar explicaciones alportero,pensó,contaldepoderescurrirseporentrelasrejas.Allíestabanloschanclosqueelvigilantehabíaolvidado;niporunmomentoseleocurrióquepudiesenser losde laSuerte,y si sóloqueconaquel tiempo leharíanbuenservicio;poresoselospuso.Levinoentoncesladudadesipodríaonopasarporentrelosbarrotes,puesnuncalohabíaintentadoaún.

Yallíestaba.

«¡Quiera Dios que pueda pasar la cabeza!»—dijo, e inmediatamente, apesardequeeragrandeydura,pasóconfacilidadysincontratiempos,graciasaloschanclos;peronoelcuerpo,yallísequedó.

«¡Uf, estoy demasiado gordo!—dijo—. Creía que la cabeza era lomásdifícil.Nopodrésalir».

Trató entonces de retirarla, pero no hubo medio. Podía mover el cuellofácilmente,peroesoeratodo.Suprimerimpulsofuedeira,yelsegundo,detotaldesaliento.LoschanclosdelaSuertelohabíanpuestoenaquellaterriblesituación,y,desgraciadamenteparaél,noseleocurriódesearliberarsedeella,sinoque continuó forcejeando sin conseguir nadapositivo.Seguía lloviendointensamente,ypor lacallenopasabaunalma.Leera imposiblealcanzar lacadenadelacampanilladelapuerta;¿cómosoltarse?Comprendióquetendríaquepermanecerallíhastalamañana;entonceshabríandellamaraunherreroparaquelimaseunbarrote;peroestollevatiempo.Todalaescueladepobres,situadaenfrente,acudiríaconsusalumnosuniformadosdeazul,todoelbarriomarinerodeNyboder se concentraría allí paraverloen lapicota;habríaunaafluenciaenorme,muchomayorqueladelpasadoañoenquehabíaflorecidoelagavegigante.«¡Uf,lasangresemesubealacabeza,creoquemevolveréloco!¡Sí,mevolveréloco!¡Ah,sipudiesesoltarme,todoestaríaresuelto!».

¡Hubierapodidodecirloantes!Nobienhubomanifestadoaqueldeseo, lequedólibrelacabezayseprecipitóalinterior,desconcertadoporelsustoqueacababandecausarleloschanclosdelaSuerte.

Pero no creáis que paró aquí la cosa, no; lo peor es lo que sucediómástarde.

Transcurrieron la noche y el día siguiente, sin que nadie reclamara loschanclos.

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Al atardecer se celebraba una representación en el pequeño teatro delcallejón deKannike, la sala estaba llena de bote en bote. En un intermedioleyeron una poesía nueva que tenía por título «Las gafas de la abuela». Sehablaba en ella de unas gafas que tenían la virtud de hacer aparecer a laspersonas en figura de naipes, con los cuales podía adivinarse el futuro ypredecirloqueibaaocurriralañosiguiente.

El recitador cosechó grandes aplausos. Entre los espectadores seencontraba también nuestro estudiante del hospital, que no parecía yaacordarse de su aventura de la pasada noche. Llevaba puestos los chanclos,puesnadieloshabíareclamado,ycomolacalleestabasuciadebarro,pensóqueleprestaronbuenservicio.Estimóquelapoesíaeramuybuena.

Aquella idea le preocupaba; le habría gustado no poco poseer unosanteojos como los descritos; utilizándolos bien, tal vez fuera posible ver elmismo corazón de las personas, lo cual resultaría aún más interesante quesaberlosacontecimientosdelpróximoaño.Éstossesabríanalcabo,mientrasque aquello quedaría siempre oculto. «Sólo imagino toda la hilera decaballeros y señoras de primera fila: ¡si pudiese uno ver en sus corazones!Tendríaquehaberunaabertura,unaespeciedeescaparate.¡Cómorecorreríanmis ojos las tiendas! Aquella dama posee seguramente un gran negocio deconfección;laotratienelatiendavacía,peronolevendríamalunalimpiezageneral.Peroencontraríatambiénbuenosestablecimientos.¡Ay,sí!—suspiró—,sédeunoenquetodoesexcelente,lástimadelempleadoquehayenél;esloúnicomalode la tienda.De todaspartesme llamarían: ¡Venga,acérquesemás, por favor! ¡Oh, si pudiese filtrarme en ellos como un minúsculopensamiento!».

No necesitaron más los chanclos; el joven se contrajo e inició un viajeabsolutamenteinsólitoporloscorazonesdelosespectadoresdelaprimerafila.Elprimercorazónporelquepasópertenecíaaunadama;sinembargo,enelprimer momento creyó encontrarse en un instituto ortopédico, como suelenllamarse esos establecimientos en los que el médico arregla deformidadeshumanas y endereza a las personas. Estaba en el cuarto de cuyas paredescuelganlosmoldesenyesodelosmiembrosdeformes;conlaúnicadiferenciadequeenelinstitutosemoldeanalentrarelpaciente,mientrasenelcorazónnosemoldeabanyguardabanhastaquelosinteresadoshabíanvueltoasalir.Eran vaciados de amigas, cuyos defectos, corporales y espirituales, seguardabanallí.

Rápidamentepasóaotrocorazón,quelehizoelefectodeunvenerableyespacioso templo. La blanca paloma de la inocencia aleteaba sobre el altar;¡qué deseos sintió de hincarse de rodillas! Pero inmediatamente hubo detrasladarse al tercer corazón, aunque seguía oyendo las notas del órgano ytenía la impresióndehabersevueltounhombrenuevoymejor;nose sentía

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indigno de penetrar en el siguiente santuario, que le mostró una pobrebuhardilla con unamadre enferma. Por la abierta ventana, el sol bendito deDios;magníficasrosaslehacíanseñasdesdelapequeñamacetadeltejado,ydos pájaros de color azul celeste cantaban alegrías infantiles, mientras ladolientemadrepedíabendicionesparasuhija.

Andandoagatasentró luegoenunacarniceríaabarrotada.Nohacía sinotoparseconcarneymáscarne.Eraelcorazóndeunhombrericoyprestigioso,cuyonombreandaentodaslasbocas.

A continuación penetró en el corazón de su mujer, palomar viejo yderruido.Elretratodelhombreservíadeveleta;estabaencombinaciónconlaspuertas,lascualesseabríanycerrabansegúngirabaelhombre.

Vinodespuésunsalóndeespejos,talcomoelquetenemosenelpalaciodeRosenborg;sóloqueloscristalesaumentabanenproporcionesdesmesuradas.Enel centrodel recinto, sentadoenel suelocomounDalai-Lama,estabaelinsignificanteYOdelapersona,contemplandomaravilladosupropiatalla.

Luegocreyóentrarenunestrechoalfileterollenodepunzantesalfileres,yno tuvo más remedio que pensar: «Seguramente es el corazón de unasolterona». Pero era el de un joven guerrero, poseedor de numerosascondecoracionesydequiensedecía:eshombredealmaycorazón.

Completamente desconcertado salió el pobre pecador del último corazóndelaserie;noeracapazdeordenarsuspensamientos,ypensóquesuexcesivaimaginaciónlehabíajugadounamalapasada.«¡Diosmío!—suspiró—,debotenerpropensiónalalocura.Además,aquíhaceuncalorasfixiante,lasangrese me sube a la cabeza». Entonces se acordó de su peripecia de la nocheanterior,cuando lacabezase lehabíaquedadoaprisionadaentre losbarrotesde la reja. «¡Allí lo cogí de seguro!—pensó—.Tengoque ponerle remediocuanto antes.Un baño rusome aliviaría. ¡Si pudiese estar ahora en la tablamásaltadelbañodevapor!».

Yahílotenéisenlatablamásaltadelbañodevapor,perocontodoslosvestidos,botasychanclos.Lasardientesgotasdeaguaquecaíandeltecholedabanenlacara.

«¡Uy!»,gritó,saltandoprecipitadamenteparametersebajoladuchafría.Elguardiánsoltóunestridentegritoalveraaquelindividuovestido.

El estudiante tuvo la suficiente presencia de ánimo para decirle en vozbaja:

—¡Esunaapuesta!

Peroloprimeroquehizoencuantoestuvoensuhabitaciónfueaplicarsealpescuezo un gran vejigatorio español y tumbarse de espaldas, para que le

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saliesedelcuerpolalocura.

A la mañana siguiente tenía toda la espalda ensangrentada; era cuantohabíasacadodeloschanclosdelaSuerte.

5.Lametamorfosisdelescribiente

Entretanto, el vigilante nocturno, a quien a buen seguro no habéisolvidado,pensabaenloschanclosquehabíaencontradoydejadoluegoenelhospital.Fueareclamarlos,perocomonieltenienteninadiemásdesucallelosreconocieronporsuyos,losentregóalapolicía.

—Se parecen exactamente a los míos —dijo uno de los escribientes,examinandoelparencontradoyponiéndoloalladodelsuyo—.Creoqueniunzapaterolosdistinguiría.

—¡Señorescribiente!—dijounsubalterno,entrandoconunospapeles.

El escribiente se volvió y se puso a hablar con el otro; después mirónuevamente loschanclos,pero leresultabaya imposibleafirmarsi lossuyoseranlosdeladerechaolosdelaizquierda.

«¿Debendeserlosmojados?»—pensó;peroseequivocó,pueseranlosdelaSuerte.¿Ocreéistalvezqueunpolicíanopuedeequivocarse?Seloscalzó,semetió los papeles en el bolsillo y se llevó algunos escritos bajo el brazo,paraleerlosycopiarlosensucasa.Perocomoeradomingoporlamañanayhacíabuentiempo,pensó:«UnaexcursiónaFrederiksbergmesentaríabien».¡Pensadoyhecho!

Nopodéis imaginarunhombremásplácidoydiligenteque aquel joven;justoes,pues,queleconcedamospasearasugusto.Despuésdetantashorasdepermanecersentado,indudablementelasalidaleharábien.

Comenzó la excursioncita sin pensar en nada; por eso los chanclos notuvieron ocasión de poner en efecto su virtud mágica. En el camino seencontróconunconocido,unodenuestrosjóvenespoetas,elcuallecomunicóquealdíasiguienteemprenderíasuviajeveraniego.

—Demodo que semarcha—dijo el escribiente—. Es usted un hombrefeliz y libre. Puede volar adonde quiera, mientras nosotros estamos aquíencadenados.

—Pero su cadena está sujeta al árbol del pan—replicó el poeta—. Notienenquepreocuparseporeldíademañana,ysilleganaviejos,cobranunapensión.

—Sin embargo, ustedes llevan lamejor parte,—repuso el escribiente—.Esunplacerestarsetranquilocomponiendopoemas;todoelmundolesdirigepalabras amables, y son dueños de su vida y de sus actos.Me gustaría que

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probasealoquesabe,elocuparseenesosestúpidosprocesos.

Elpoetameneólacabeza,elescribientehizolomismo,ysesepararonsinhaberseconvencidomutuamente.

«Son gente original esos poetas —dijo el escribiente—. Me gustaríatransformarmeenunanaturalezacomolasuyayvolvermepoeta.Estoysegurode que no escribiría estas elegías que ellos escriben. ¡Qué precioso día deprimaveraparaunpoeta!Elaireeslímpidoytranslúcido,lasnubessedeslizanblandamente,ylospradosnosenvíansusaromas.¡Cuántosañoshacíaquenogozabadeunmomentocomoéste!».

Como podéis observar, se había transformado en poeta; no es que fuesenada extraordinario, pues es un disparate figurarse a los poetas como seresdiferentes de los demás humanos; cabe muy bien que entre éstos hayanaturalezasmuchomáspoéticasquealgunasgrandespersonalidadesreputadasde tales. La diferencia consiste sólo en que el poeta posee una memoriaespiritualmejorymáspotente,escapazderetenerlasideasylossentimientoshasta darles forma clara y precisa por medio de la palabra; en cambio, losdemásnosoncapacesdehacerlo.Peroelpasodeunanaturalezaordinariaaotramejordotada supone siempreuna transición,y ésta es la transiciónqueexperimentónuestroescribiente.

«¡Quémaravillosafragancia!—exclamó—.MerecuerdalasvioletasdetíaElena. Era yo un chiquillo entonces. ¡Cuánto tiempo hace que no habíapensado en aquellos días! La pobre y bondadosa mujer vivía detrás de laBolsa.Siempre teníauna ramaounosbrotesenagua,por rudoque fueseelinvierno.Lasvioletasolían,mientrasyoaplicabaunaperrachicacalentadaalcristalheladodelaventanaparahacermeunamirilla.Eraunavistapreciosa.Fuera, en el canal, se alineaban los barcos inmovilizados por el hielo, sintripulantesabordo; toda ladotaciónse reducíaaunachillonacorneja.Pero,cuandoempezabanasoplar losvientosprimaverales, todoseanimaba;entrecantosyhurras,aserrabanelhielo,calafateabanlosbarcosylosaparejaban,ymuy pronto se hacían a lamar hacia tierras extrañas.Yome quedé y estoycondenadoaseguiraquí,encerradoenlaComisaría,mirandocómolosdemássacan los pasaportes para trasladarse al extranjero. Es mi destino. ¿Quéhacerle?».Ysuspiróprofundamente.Deprontoquedósuspenso:«¡Diossanto!¿Quéme pasa? Jamás pensé ni sentí estas impresiones; debe ser el aire deprimavera, angustioso y agradable almismo tiempo».Y se sacó los papelesdel bolsillo. «Esto me hará pensar en otras cosas», dijo, dejando correr lamiradaporelpapel.«LaSeñoradeSigbrith;tragediaoriginalencincoactos»,leyó.«¿Quésignificaesto?Y,sinembargo,esdemipuñoyletra.¿Esposiblequehayaescritoyoestaobra?».«LaintrigadelmurooEldíadelapenitencia;farsamusical».«Pero,¿dedóndesalenestascosas?¡Melohabránmetidoenel bolsillo! Aquí hay una carta». Era de la dirección del teatro, en que le

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rechazaban las obras en un lenguaje muy poco cortés. «¡Hum!», dijo elescribiente sentándose en un banco. Sus ideas estaban llenas de vida, y sucorazón,desentimiento;maquinalmentecogióunadelasfloresmáscercanas;era una margarita vulgar; en un momento reveló todo aquello que, paraexplicarlo, los naturalistas emplean varias sesiones; le habló delmito de sunacimiento,delafuerzadelaluzsolar,queextiendesusdelicadashojasylaobliga a esparcir su aroma.Entonces pensó él en las luchas de la vida, quetantossentimientosdespiertantambiénennuestropecho.Elaireylaluzeranlosamantesdelaflor,perolaluzeraelpreferido,aellasedirigíalaflor,ysilaluzseextinguía,ellaplegabasuspétalosysedormíamecidaporelaire.«Alaluzesaquiendebomihermosura»,decíalaflor.«Perorespirasgraciasalaire»,lesusurrólavozdelpoeta.

Apocadistancia,unmuchachitogolpeabaconunpaloenunfosollenodebarro; lasgotasdeaguasaltabanporentre las ramasverdes,yelescribientepensó en losmillones de animalitos que, encerrados en aquellas gotas, eranproyectadosalaire,locual,considerandosuvolumen,significabaloqueparanosotrosserdisparadosalaregióndelasnubes.Pensandoenelcambioquesehabía originado en su persona, el escribiente sonrió y dijo: «Debo dormir ysoñar.Peroesmuyextrañoesodeestarsoñandodemodotannaturalysaberque se trata sólo de un sueño. ¡Si al menos lo recordase mañana, cuandodespierte!Ahoramepareceestarextraordinariamentebiendispuesto.¡Loveotodotanclaramenteymesientotanexcitado!,y,sinembargo,estoysegurodeque si al despertarme recuerdo algo, será una estupidez; yame ha ocurridootrasveces.Con lasmagnificenciasque sevenyoyenen sueños, sucede loque con el oro de los seres infernales. Cuando a uno se lo dan, es rico yespléndido,peromiradoalaluzdeldíanosonmásquepiedrasyhojassecas.¡Ay!—suspirómelancólico, contemplando los pájaros cantores que saltabanalegrementederamaenrama—,¡ésossonmásdichososqueyo!¡Volar!Éstesí que es un arte maravilloso. Feliz quien nació con él. Si me fuera dadometamorfosearme,loharíaenalondra».

En el mismo instante se le contrajeron los faldones de la levita y lasmangas, transformándose en alas; los vestidos se trocaron en plumas, y loschanclos, en garras. Él se dio cuenta, riéndose para sus adentros. «Bueno,ahorapuedoconvencermedequeestoysoñando,aunquenuncahabía tenidounsueñotandisparatado».Yremontándosealasramas,sepusoacantar;peroen su canto no había poesía, pues su naturaleza poética había desaparecido.Como todo aquel que hace las cosas a conciencia, los chanclos no podíanllevaracabodosfuncionessimultáneamente:quisoserpoeta,ylofue;quisoserpajarillo,yseconvirtióenave,perocesandolapropiedadanterior.

«Estoeslomásdeliciosodetodo—dijo—.Dedíaestoyenlacomisaría,sumidoenlalecturadelosexpedientesmásserios;denochepuedosoñarque

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vuelo,convertidoenalondra,enlosjardinesdeFrederiksberg.¡Habríaasuntoparaescribirunacomedia!».

Bajódenuevoparaposarseen lahierba,y,volviendo lacabezaen todasdirecciones, se puso a picotear los tallitos flexibles que, en proporción a suactualtamaño,leparecíanlargoscomoramasdepalmerasafricanas.

Aquelloduróunosinstantes;luegoloenvolviólanocheoscura:unobjetoenorme—asíselopareció—fuearrojadosobreél.Eraunagorraconqueungrumetequisoatraparalpajarillo.Unamanoquesemetiópordebajo,cogióalescribienteporlaespaldaylasalas,forzándoloapiar.Ensuprimermomentode susto gritó con todas sus fuerzas: —¡Mocoso desvergonzado! ¡Soyfuncionario de la policía!—. Pero el muchacho no oyómás que un «¡pío-pío!».Dandoungolpealpájaroenelpico,sealejóconél.

Enelpaseoseencontrócondosescolaresdelaclasesuperior,merefieroala clase social, entendámonos; pues comoalumnos figuraban entre losde lacola.Compraronelpájaroporochochelinesydeestamanerael escribientefueapararalsenodeunafamiliadelacalledelosGodos,deCopenhague.

«¡Menosmalque todoestoesun sueño!—dijoel escribiente—,deotromodo me enfadaría de verdad. Primero fui poeta, ahora soy alondra;seguramente fue lanaturalezapoética laquemeconvirtióenesteanimalito.Sea como fuere, no deja de ser muy desagradable caer en manos de estachiquillería.Megustaríasabercómoterminarátodoesto».

Los niños lo llevaron a una habitación hermosísima, donde los recibiósonrienteunaseñoramuygorda.Nosemostrómuycontenta,empero,dequetrajeranunpájaro tanvulgarcomolaalondra,pero,enfin,poraqueldía lespermitiríameterloen la jauladesocupadaquecolgabade laventana.—.Talvezlegustea«Papaíto»—añadió,dirigiendounasonrisaaungranpapagayoverdequesecolumpiabamuyorondoensuanillo,dentrodelapreciosajaulade latón—.Hoyeselcumpleañosde«Papaíto»—dijocon tonta ingenuidad—,yelpajarillodelcampolovaafelicitar.

«Papaíto»siguiócolumpiándoseelegantementesinresponderunapalabra;encambio,rompióacantarunlindocanariotraídoelañoanteriordesucálidayfragantepatria.

—¡Escandaloso! —gritó la señora, echando sobre la jaula un pañueloblanco.

—¡Pipip!—suspiróelpájaro—.¡Vayahorriblenevada!—ysecalló.

Elescribiente,o,comodecíalaseñorita,elpájarocampestre,fueapararaunajaula, juntoa ladelcanarioynolejosdel loro.Laúnicafrasequesabíaéstedecir,yqueamenudorepetíaconmuchagracia,era:«¡Bueno,vamosa

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serpersonas!».

Todolodemásquegritabaeratanininteligiblecomoeltrinardelcanario,exceptoparaelescribiente,transformadoahoraenpájaro.Elcomprendíamuybienasucompañero.

—Volabaenlaverdepalmerayelalmendroflorido—cantóelcanario—.Volaba con mis hermanos por encima de flores bellísimas, por encima dellago, terso como un espejo, en cuyo fondo se mecían los reflejos de lasplantas. Veía también muchos papagayos de vivos colores, que contabangraciosashistorias.

—Eransalvajes—replicóelloro—,salvajessincultura.—.Bueno,¡vamosa ser personas! ¿Por qué no te ríes? Si la señora y los forasteros se ríen,tambiénpuedeshacerlotú.Esungrandefectoelnosercapazdedisfrutardeloqueesverdaderamenterecreativo.¡Bueno,vamosaserpersonas!

—¡Oh!,¿teacuerdasdelaslindasdoncellasquebailabanbajolastiendaslevantadas,juntoalosárbolesenflor?¿Teacuerdasdelosdulcesfrutosydeljugorefrescantedelashierbassilvestres?

—Sí,meacuerdo—dijoelpapagayo—;peroaquí lopasomuchomejor;me dan bien de comer yme tratan con todos los cuidados; sé que soy unabuena cabeza y no pidomás. ¡Seamos personas!Tú eres un alma de poeta,comodicen,peroyoposeoconocimientos fundamentalesygracia.Tú tienesesoquellamangenio,perocarecesdediscreción;tepierdesenesaselevadasnotasnaturales,yporesotetapan.Amínomelohacen,puesleshecostadomáscaro.Meimpongoconelpicoy,además,sédecir:¡vitz,vitz,vitz!Bueno,¡vamosaserpersonas!

—¡Ah,patriamíacáliday florida!—repitióel canario—. ¡Quierocantartus árboles verde oscuro, y tus bahías tranquilas, donde las ramas besan lalímpida superficie del agua; quiero cantar el gozo de mis relucienteshermanos,allídondecrecenlasplantasfuentesdeldesierto!

—¡Cállateya,contuscancionestristes!—exclamóelpapagayo—.Dialgoquenoshagareír.Larisaeselsignodelsumonivelintelectual.Dimetúsiunperro o un caballo pueden reírse: no, llorar sí pueden, pero ¡reír!… Estacualidadsólosehadadoalhombre.¡Ho,ho,ho!—serioelloro,yañadiósuchiste:—.¡Vamosaserpersonas!

—Tú,pobreygrispajarillodanés—exclamóelcanariotambiénhascaídoprisionero.Seguramenteentusbosqueshacemásfrío,peroporlomenoshaylibertad.¡Echaavolar!Seolvidarondecerrar tu jaula,y laventanasuperiorestáabierta.¡Escapa,escapa!

Elfuncionarioobedeciómaquinalmenteysalióvolandodela jaula;enel

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mismomomentoseoyórechinarlaentornadapuertadelahabitacióncontiguay, con centelleantes ojos verdes, el gato de la casa se deslizó en la sala,lanzándosea la cazadelpajarillo.El canarioaleteóen la jaula, elpapagayogritó su «Vamos a ser personas», y el escribiente, presa de mortal pánico,levantóelvuelo,saliendoporlaventanayalejándoseporencimadelascasasycalles.Finalmente,hubodedetenerseadescansar.Lacasadeenfrenteteníaalgodefamiliar,ycomoestabaabiertaunadelasventanas,entróporella:erasupropiocuarto.Seposósobrelamesa.

«¡Vamos a ser personas!» —exclamó, sin reparar en lo que decía;simplemente remedaba al papagayo y en el mismo instante volvió a ser elescribiente,sóloqueseencontrósentadosobrelamesa.

—¡Dios me ampare! —dijo—. ¿Cómo vine a parar aquí y me quedédormido?¡Quésueñomásagitado!¡Yquéestupideztodoél!

6.Lomejorquetrajeronloschanclos

Al día siguiente, a primera hora, y cuando el escribiente estaba aúnacostado,llamaronalapuerta.Erasuvecinodelapuertadeenfrente,unjovenseminarista.

—Préstametuschanclos—dijo—,eljardínestámuymojado,perohaceunsolespléndido.Meapetecebajarafumarunapipa.

Se calzó los chanclos, y poco después se encontraba en el jardín, dondecrecíanuncirueloyunperal.EnelcentrodeCopenhague,unjardincitocomoaquélestenidoporunlujoenvidiable.

Elseminaristasepusoapaseardeunladoaotro;eransólolasseis;enlacalleresonólacornetadelpostillón.

—¡Ay,viajar,viajar!—exclamóelhombre—.Eslamáximafelicidaddelmundo,elcolmodemisdeseos.Sipudierahacerlo,secalmaríaestainquietudqueme atormenta. Pero habría de irmuy lejos; quisiera ver Suiza, recorrerItalia…

Porfortuna,loschanclosobraronenseguida,puesdeotromodohabríaidoa parar demasiado lejos, tanto para el como para nosotros. Estaba en plenoviaje: se encontró nada menos que en Suiza, apretujado con otros ochopasajerosenelinteriordeunadiligencia.

Ledolía lacabeza,sentíaungrancansancioen lanuca,y lasangrese lehabía acumulado en los pies, que estaban hinchados y oprimidos por elcalzado.Sehallabaenunestadodeduermevela,entredormidoydespierto.Enelbolsilloderechollevabaunacartadecrédito;enelizquierdo,elpasaporte,yenunpequeñobolsodecuero,sobreelpecho,algunasmonedasdeorobiencosidas. En sus sueños veía que uno u otro de aquellos tesoros se había

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perdido; por eso despertó sobresaltado, y el primermovimiento de sumanofuedibujaruntriángulo,dederechaaizquierdayalpecho,paracerciorarsedeque sus cosas seguían en su sitio. Paraguas, bastones y sombreros setambaleaban en la red de encima de su cabeza, privándose de gozar de unpanoramamaravilloso.Éllomirabaporelrabillodelojo,mientrassucorazóncantabaloqueyacantaraenSuizaporlomenosunpoetaaquienconocemos,bienquehastalafechanohadadoelpoemaalaimprenta:

Esésteunmundoenverdadmaravilloso.

VeoalzarseelMontblancaltivoymajestuoso.

¡Ah!,sidineroparaviajartuviera,

lavidafueraentoncesllevadera.

LaNaturalezaquelorodeabaeragrandiosa,graveyoscura.Losbosquesdeabetosparecíanbrezosenlasaltasrocas,cuyascumbresseocultabanenlaniebla.Comenzabaanevar,ysoplabaunvientohelado.

«¡Uf!—suspiró—, ojalá estuviésemos del otro lado de los Alpes. Seríatiempodeveranoyhabríacobradolaletra.Elmiedoqueestomeda,mequitatodoelgustodeestarenSuiza.¡Ay,siestuvieseyadelotrolado!».

Ahí lo tenéis en la otra vertiente de los Alpes, en plena Italia, entreFlorenciayRoma.ElLagoTrasimenobrillaba,alaluzvespertina,comooroflameante entre las montañas de un azul oscuro. En el lugar donde Aníbalderrotara a Flaminio, los sarmientos de la vid se daban ahora las manos,cogiéndose apaciblemente por los verdes dedos; simpáticos rapaces mediodesnudosguardabanunamanadadecerdos,negros comoel carbón,bajoungrupo de olorosos laureles, al borde del camino. Si fuésemos capaces dereproducirfielmenteaquelcuadro,loslectoresgritarían:«¡MagníficaItalia!».Sinembargo,nofueéstalaexclamaciónquesaliódeloslabiosdelseminaristanideningunodelosviajeros.

Moscasymosquitosapestososinvadíanpormillareselinteriordelcoche;erainútilesquivarlosconramasdemirto;apesardetodo,seguíanpicando.Nohabía nadie en el carruaje cuyo rostro no estuviese hinchado por lassangrientaspicaduras.Lospobrescaballoserandevoradosvivos; lasmoscaslos atacaban a montones, y sólo de tarde en tarde bajaba el cochero aespantarlas. Se puso el sol, y un frío, pasajero pero intenso, recorrió laNaturaleza toda; verdaderamente no resultaba agradable; pero en derredor,montañasynubesadquiríanunamaravillosatonalidadgris,claraybrillante—¿cómodecirlo?Vetúmismoymíralocontuspropiosojos;mejoresestoqueleerdescripcionesdeviaje.Eraincomparable,yasíloencontrarontambiénlosviajeros;peroibanconelestómagovacío,yelcuerpocansado;todoelanhelodel corazón se centraba en un buen descanso nocturno: ¿lo encontrarían?

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Todospensabanmásenresolveresteproblemaqueenlasbellezasnaturales.

Atravesaban un bosque de olivos; era algo así como cuando en la patriapasabanentrenudosossauces;yallíencontraronunasolitariaposada,encuyapuertasehabíaestacionadounadocenademendigoslisiados;elmásrobustode ellos parecía —para servirnos de una expresión de Marryat— «el hijoprimogénitodelHambre,llegadoalamayoredad»;losrestanteseranciegos,oprivadosdepiernas,porloquesearrastrabansobrelasmanos,omancos,sinbrazososindedos.Eralamiseriaharapienta.

—Eccellenza, ¡miserabili! —clamaban, exhibiendo los miembrosmutilados. Salió a recibir a los pasajeros la posadera en persona, descalza,desgreñada y con una blusa asquerosa. Las puertas estaban sujetas conbramantes; el suelo de las habitaciones era de una mezcla abigarrada deladrillos;murciélagosvolabanpordebajodeltecho,yencuantoalolor…

—Creoqueseríamejorinstalarnosenelestablo—dijounodelosviajeros—,almenosallísabeunoloquerespira.

Abrieronlasventanasparaquepenetraseunpocodeairefresco;peroantesqueéstellegaronlosbrazosestropeadosylaeternalamentación:«¡Miserabili,Eccellenza!».Enlasparedespodíanleersenumerosasinscripciones, lamitaddeellascontrala«bellaItalia».

Sirvieron la comida: una sopa de agua, sazonada con pimienta y aceiterancio; luego un plato de ensalada aliñada con el mismo aceite. Los platosfuertesfueronhuevospodridosycrestasdepolloasadas.Inclusoelvinoteníaunsaborextraño;sabíaamedicina.

Porlanochecolocaronlasmaletascontralapuerta,yunodelosviajerosseencargóde lavigilanciamientras losdemásdormían.Al seminarista lo tocóactuar de centinela. ¡Qué bochorno! El calor era opresivo, los mosquitoszumbaban y picaban, y los «miserabili» del exterior seguían quejándose ensueños.

«Sí,esodeviajarestámuybien—sedijoelseminarista—,sóloquesobrael cuerpo. Éste debiera poder descansar, mientras el espíritu vuela.Dondequieraquellego,notoquemefaltaalgo,ysientocomounaopresiónenel corazón; quiero algo que seamejor que lo que tengo en aquelmomento;pero,¿quéesydóndeestá?Enelfondosébienloquequiero:llegaraunfinfeliz,elmásfelizdetodos».

No bien había pronunciado este deseo, se encontró en su patria, en suhogar;laslargascortinasblancascolgabanantelasventanas,yenelsuelo,enelcentrodelahabitación,habíaelnegroataúd,enelcualdormíaélelsueñode la muerte. Su deseo quedaba cumplido: el cuerpo reposaba, y el almaviajaba. «No creas que nadie sea feliz antes de estar en la tumba»—tales

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fueronlaspalabrasdeSolón;yaquíseconfirmabasuverdad.

Todo cadáver es una esfinge de la inmortalidad. La esfinge tendida enaquel féretro tampoco nos respondió a lo que el vivo había escrito dos díasantes:

Tusilencio,¡oh,muerte!,eshorrorydesconsuelo,

tusdurashuellassonlosassepulcrales.

¿Nopuedeelpensamientoelevarsealcielo?

¿Somosacasosólocarneyhuesosmortales?

Almundoungrandolorsuelequedaroculto.

Parati,solosiempre,fueunagracialamuerte.

Máspesóelmundosobretucorazón,

quelatierraqueecharonsobretucuerpoinerte.

Dospersonajesibandeunladoparaotrodelahabitación,dospersonajesaquienesyaconocemos:elhadadelaPreocupaciónylamensajeradelaSuerte.Lasdosseinclinaronsobreelcadáver.

—¿Ves—dijo laprimeraqué felicidadhanproporcionado tuschanclosaloshumanos?

—Almenos al que aquí duerme le dieronunbien eterno—respondió laotra.

—¡Oh,no!—replicó laPreocupación—.Semarchóporpropiavoluntad,sinser llamado;sufuerzaespiritualnofuebastanteparaexplotar los tesorosquesudestinoleasignóenestaTierra.Voyahacerleunfavor.

Ylequitóloschanclosdelospies,conlocualterminóelsueñodemuerte,y el resucitado se incorporó. La Preocupación desapareció, llevándose loschanclos;seguramentelosconsideraríacomodesupropiedad.

Abuelita

(Bedstemoder)

Abuelita es muy vieja, tiene muchas arrugas y el pelo completamenteblanco,pero susojosbrillan comoestrellas, sóloquemuchomáshermosos,pues su expresión es dulce, y da gusto mirarlos. También sabe cuentosmaravillosos y tiene un vestido de flores grandes, grandes, de una seda tantupidaquecrujecuandoanda.Abuelitasabemuchas,muchísimascosas,pues

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vivíayamuchoantesquepapáymamá,estonadieloduda.Tieneunlibrodecánticosconreciascantonerasdeplata;loleecongranfrecuencia.Enmediodel libro hay una rosa, comprimida y seca, y, sin embargo, lamira con unasonrisa de arrobamiento, y le asoman lágrimas a los ojos. ¿Por qué abuelitamiraráasí lamarchita rosadesudevocionario?¿Nolosabes?Cadavezquelaslágrimasdelaabuelitacaensobrelaflor,loscolorescobranvida,larosasehinchaytodalasalaseimpregnadesuaroma;seesfumanlasparedescualsifuesenpuraniebla,yenderredorselevantaelbosque,espléndidoyverde,conlosrayosdelsolfiltrándoseentreelfollaje,yabuelitavuelveaserjoven,unabella muchacha de rubias trenzas y redondas mejillas coloradas, elegante ygraciosa;nohayrosamáslozana,perosusojos,susojosdulcesycuajadosdedicha,siguensiendolosojosdeabuelita.

Sentado junto a ella hay un hombre, joven, vigoroso, apuesto. Huele larosa y ella sonríe—¡pero ya no es la sonrisa de abuelita!— sí, y vuelve asonreír. Ahora se ha marchado él, y por la mente de ella desfilan muchospensamientosymuchasfiguras;elhombregallardoyanoestá,larosayaceenellibrodecánticos,y…abuelitavuelveaserlaancianaquecontemplalarosamarchitaguardadaenellibro.

Ahoraabuelitasehamuerto.Sentadaensusilladebrazos,estabacontandounalargaymaravillosahistoria.

—Se ha terminado—dijo—y yo estoymuy cansada; dejadme echar unsueñecito.

Se recostó respirando suavemente, y quedó dormida; pero el silencio sevolvíamásymásprofundo,yensurostrosereflejabanlafelicidadylapaz;sehabríadichoquelobañabaelsol…yentoncesdijeronqueestabamuerta.

La pusieron en el negro ataúd, envuelta en lienzos blancos. ¡Estaba tanhermosa, a pesar de tener cerrados los ojos! Pero todas las arrugas habíandesaparecido, y en su boca se dibujaba una sonrisa. El cabello era blancocomoplata y venerable, y nodabamiedomirar a lamuerta.Era siempre laabuelita, tan buena y tan querida. Colocaron el libro de cánticos bajo sucabeza, pues ella lo había pedido así, con la rosa entre las páginas. Y asíenterraronaabuelita.

En la sepultura, junto a la pared del cementerio, plantaron un rosal quefloreció espléndidamente, y los ruiseñores acudían a cantar allí, y desde laiglesia el órgano desgranaba las bellas canciones que estaban escritas en ellibro colocado bajo la cabeza de la difunta. La luna enviaba sus rayos a latumba,perolamuertanoestabaallí;losniñospodíanirporlanochesintemoracogerunarosadelatapiadelcementerio.Losmuertossabenmuchomásdecuanto sabemos todos los vivos; saben elmiedo, elmiedo horrible que noscausarían si volviesen. Pero son mejores que todos nosotros, y por eso no

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vuelven.Haytierrasobreelféretro,ytierradentrodeél.Ellibrodecánticos,con todas sus hojas, es polvo, y la rosa, con todos sus recuerdos, se haconvertidoenpolvotambién.Peroencimasiguenfloreciendonuevasrosasycantandolosruiseñores,yenviandoelórganosusmelodías.Yunopiensamuyamenudoenlaabuelita,ylaveconsusojosdulces,eternamentejóvenes.Losojosnomuerennunca.Losnuestrosveránaabuelita, jovenyhermosacomoantaño,cuandobesóporvezprimeralarosa,rojaylozana,queyaceahoraenlatumbaconvertidaenpolvo.

Loscampeonesdesalto

(Springfyrene)

Lapulga,elsaltamontesyelhuesecillosaltarínapostaronunavezaquiénsaltabamásalto,einvitaronacuantosquisieranpresenciaraquelcampeonato.Hayqueconvenirquesetratabadetresgrandessaltadores.

—¡Darémi hija al que saltemás alto!—dijo el Rey—, pues seríamuytristequelaspersonastuviesenquesaltardebalde.

Se presentó primero la pulga. Era bien educada y empezó saludando adiestro y a siniestro, pues por sus venas corría sangre de señorita, y estabaacostumbradaanoalternarmásqueconpersonas,yestosiempreseconoce.

Vino en segundo término el saltamontes. Sin duda era bastante máspesadotequelapulga,perosusmaneraserantambiénirreprochables;vestíaeluniformeverdeconelquehabíanacido.Afirmó,además,queteníaenEgiptounafamiliadeabolengo,yqueeramuyestimadoenelpaís.Lohabíancazadoenelcampoymetidoenunacasadecartulinadetrespisos,hechadenaipesde color, con las estampas por dentro. Las puertas y ventanas habían sidocortadasenelcuerpodeladamadecorazones.

—Sécantar tanbien—dijo—,quedieciséisgrillos indígenasquevienencantandodesdesuinfancia—apesardelocualnohanlogradoaúntenerunacasadenaipes—,sehanpasmadotantoaloírme,quesehanvueltoaúnmásdelgadosdeloqueeranantes.

Como se ve, tanto la pulga como el saltamontes se presentaron en todaforma,dandocuentadequiénes eran, ymanifestandoque esperabancasarseconlaprincesa.

Elhuesecillosaltarínnodijoestabocaesmía;peroserumoreabaqueeradetantopensar,yelperrodelaCortesólotuvoquehusmearlo,paraatestiguarque venía de buena familia. El viejo consejero, que había recibido tres

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condecoracionesporsumutismo,aseguróqueelhuesecilloposeíaeldondeprofecía;porsudorsopodíavaticinarsesiel inviernoseríasuaveoriguroso,cosaquenopuedeleerseenlaespaldadelqueescribeelcalendario.

—Demomento,yonodigonada—manifestóelviejoRey—.Mequedoaverveniryguardomiopiniónparaelinstanteoportuno.

Había llegado la hora de saltar. La pulga saltó tan alto, que nadie pudoverla,ylosdemássostuvieronquenohabíasaltado,locualestuvomuymal.

El saltamontes llegó a lamitad de la altura alcanzada por la pulga, perocomocasidioenlacaradelRey,éstedijoqueeraunasco.

El huesecillo permaneció largo rato callado, reflexionando; al fin yapensabanlosespectadoresquenosabíasaltar.

—¡Mientrasnosehayamareado!—dijoelperro,volviendoahusmearlo.¡Rutch!,elhuesopegóunbrincodeladoyfueapararalregazodelaprincesa,queestabasentadaenunescabeldeoro.

EntoncesdijoelRey:

—Elsaltomásaltoeselquealcanzaamihija,puesahíestálafinura;masparaellohayquetenercabeza,yelhuesecillohademostradoquelatiene.Aesollamoyotalento.

Ylefueotorgadalamanodelaprincesa.

—¡Pero si fui yo quien saltómás alto!—protestó la pulga—. ¡Bah, quéimporta!¡Quésequedeconelhueso!Yosaltémásaltoquelosotros,peroenestemundohayquesercorpulento,además,paraqueosvean.

Ysemarchóaalistarseenelejércitodeunpaísextranjero,dondeperdiólavida,segúndicen.

El saltamontes se instaló en el ribazo y se puso a reflexionar sobre lascosasdelmundo;ydijoasuvez:

—¡Hayquesercorpulento,hayquesercorpulento!

Luego entonó su triste canción, por la cual conocemos la historia. Sinembargo,yonolatengoporseguradeltodo,aunquelahayanpuestoenletrasdemolde.

Elniñotravieso

(Denuartigedreng)

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Érase una vez un anciano poeta,muy bueno ymuy viejo.Un atardecer,cuandoestabaencasa,el tiemposepusomuymalo; fuera llovíaacántaros,pero el anciano se encontrabamuy a gusto en su cuarto, sentado junto a laestufa,enlaqueardíaunbuenfuegoyseasabanmanzanas.

—Niunpelodelaropalesquedarásecoalosinfelicesqueestetemporalhaya pillado fuera de casa —dijo, pues era un poeta de muy buenossentimientos.

—¡Ábrame!¡Tengofríoyestoyempapado!—gritóunniñodesdefuera.Yllamabaalapuertallorando,mientraslalluviacaíafuriosa,yelvientohacíatemblartodaslasventanas.

—¡Pobrecillo! —dijo el viejo, abriendo la puerta. Estaba ante ella unrapazuelo completamente desnudo; el agua le chorreaba de los largos rizosrubios.Tiritabadefrío;denohallar refugio,seguramentehabríasucumbido,víctimadelainclemenciadeltiempo.

—¡Pobrepequeño!—exclamóelcompasivopoeta,cogiéndolodelamano—.¡Venconmigo,quetecalentaré!Voyadartevinoyunamanzana,porqueerestanprecioso.

Yloera,enefecto.Susojosparecíandoslímpidasestrellas,ysuslargosyensortijados bucles eran como de oro puro, aun estando empapados. Era unverdadero angelito, pero estaba pálido de frío y tiritaba con todo su cuerpo.Sosteníaenlamanounarcomagnifico,peroestropeadoporlalluvia;conlahumedad, loscoloresdesus flechas sehabíanborradoymezcladounosconotros.

El poeta se sentó junto a la estufa, puso al chiquillo en su regazo, leescurrióelaguadelcabello, lecalentó lasmanitasen las suyasy lepreparóvinodulce.Elpequeñonotardóenrehacerse:elcolorvolvióasusmejillas,y,saltandoalsuelo,sepusoabailaralrededordelancianopoeta.

—¡Eresunrapazalegre!—dijoelviejo—.¿Cómotellamas?

—MellamoAmor—respondióelpequeño—.¿Nomeconoces?Ahíestámi arco, con el que disparo, puedes creerme. Mira, ya ha vuelto el buentiempo,ylalunabrilla.

—Perotieneselarcoestropeado—observóelanciano.

—¡Malacosa sería!—exclamóelchiquillo,y, recogiéndolodel suelo, loexaminó con atención—. ¡Bah!, ya se ha secado; no le ha pasado nada; lacuerdaestábientensa.¡Voyaprobarlo!—.Tensóelarco,lepusounaflechay,apuntando,disparócertero,atravesandoelcorazóndelbuenpoeta.—.¡Yavesque mi arco no está estropeado! —dijo, y, con una carcajada, se marchó.¡Habíasevistounchiquillomásmalo!¡Dispararasícontraelviejopoeta,que

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lohabíaacogidoenlacalientehabitación,sehabíamostradotanbuenoconélylehabíadadotanexquisitovinoysusmejoresmanzanas!

Elbuenseñoryacíaenelsuelo,llorando;realmentelehabíanheridoenelcorazón.

—¡Oh, qué niño tan pérfido es ese Amor! Se lo contaré a todos loschiquillos buenos, para que estén precavidos y no jueguen con él, puesprocurarácausarlesalgúndaño.

Todoslosniñosyniñasbuenosaquienescontólosucedidosepusieronenguardiacontra las tretasdeAmor,peroéstecontinuóhaciendode las suyas,pues realmente esde la piel del diablo.Cuando los estudiantes salende susclases,élmarchaasulado,conunlibrodebajodelbrazoyvestidoconlevitanegra. No lo reconocen y lo cogen del brazo, creyendo que es también unestudiante, y entonces él les clava una flecha en el pecho. Cuando lasmuchachasvienendeescucharalseñorcurayhanrecibidoyalaconfirmaciónéllassiguetambién.Sí,siemprevadetrásdelagente.Enelteatrosesientaenlagranaraña,yechallamasparaquelaspersonascreanqueesunalámpara,pero¡quiá!;demasiadotardedescubrenellassuerror.Correporlosjardinesyentornoalasmurallas.Sí,undíahirióenelcorazónatupadreyatumadre.Pregúntaselo,verásloquetedicen.Créeme,esunchiquillomuytraviesoesteAmor;nuncaquierastratosconél;acechaatodoelmundo.Piensaqueundíadisparó,unaflechahastaatuancianaabuela;perodeesohacemuchotiempo.Yapasó, pero ella no lo olvida. ¡Caramba con este diablillo deAmor!Peroahorayaloconocesysabeslomaloquees.

IbyCristinita

(IboglilleChristine)

NolejosdeGudenaa,enlaselvadeSilkeborg,selevanta,semejanteaungranmuro,unalomallamadaAasen,acuyopie,delladodePoniente,había,ysiguehabiendoaún,unpequeñocortijo,rodeadoporunatierratanárida,quelaarenabrillaporentrelasescuálidasmiesesdecentenoycebada.

Desdeentonceshantranscurridomuchosaños.Lagentequevivíaallíporaqueltiempocultivabasumíseroterruñoycriabaademástresovejas,uncerdoydosbueyes;dehecho,vivíanconciertaholgura,afuerzadeaceptarlascosastalcomovenían.

Incluso habrían podido tener un par de caballos, pero decían, como losdemáscampesinos:«Elcaballosedevoraasímismo».

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Uncaballosecometodoloquegana.Jeppe-Jänsentrabajabaenveranosupequeño campo, y en invierno confeccionaba zuecos conmano hábil. Teníaademás,unayudante;unhombremuyduchoenlafabricacióndeaquellaclasede calzado: lo hacía resistente, a la vez que ligero y elegante. Tallabanasimismocucharasdemadera,yelnegocio les rendía;nopodíadecirsequeaquellagentefuesenpobres.

ElpequeñoIb,unchiquillode7años,únicohijodelacasa,sesentabaasuladoamirarlo;cortabaunbastoncito,ysolíacortarsetambiénlosdedos,peroundíatallódostrozosdemaderaqueparecíandoszuequitos.Dijoqueibaaregalarlos a Cristinita, la hija de un marinero, una niña tan delicada yencantadora, que habría podido pasar por una princesa. Vestidaadecuadamente, nadie hubiera imaginadoque procedía de una casa de turbadel erial de Seis. Allí moraba su padre, viudo, que se ganaba el sustentotransportando leña desde el bosque a las anguileras de Silkeborg, y a vecesinclusomáslejos,hastaRanders.NoteníaanadieaquienconfiaraCristina,queteníaunañomenosqueIb;poresolallevabacasisiempreconsigo,enlabarcayatravésdelerialylosarándanos.CuandoteníaquellegarseaRanders,dejabaaCristinitaencasadeJeppe-Jänsen.

Losdosniños se llevabanbien, tantoenel juegocomoa lashorasde lacomida;cavabanhoyosenlatierra,seencaramabanalosárbolesycorríanporlosalrededores;undíaseatrevieroninclusoasubirsesoloshastalacumbredelalomayadentrarseunbuentrechoenelbosque,dondeencontraronhuevosdechocha;fueungranacontecimiento.

IbnohabíaestadonuncaenelerialdeSeis,nicruzadoenbarcaloslagosde Gudenaa, pero ahora iba a hacerlo: el barquero lo había invitado, y lavísperasefueconélasucasa.

Alamadrugadalosdosniñosseinstalaronsobrelaleñaapiladaenlabarcaydesayunaronconpanyframbuesas.Elbarqueroysuayudanteimpulsabanlaembarcación con sus pértigas; la corriente les facilitaba el trabajo, y asídescendieron el río y atravesaron los lagos, que parecían cerrados por todaspartesporelbosqueyloscañaverales.Sinembargo,siempreencontrabanunpasopor entre los altos árboles, que inclinaban las ramashasta casi tocar elsuelo, y los robles que las alargaban a su encuentro, como si, habiéndoserecogido las mangas, quisieran mostrarles sus desnudos y nudosos brazos.Viejos alisos que la corriente había arrancado de la orilla, se agarrabanfuertementealsueloporlasraíces,formandoislitasdebosque.Losnenúfaresse mecían en el agua; era un viaje delicioso. Finalmente llegaron a lasanguileras, donde el agua rugía al pasar por las esclusas. ¡Cuántas cosasnuevasestabanviendoIbyCristina!

Enaquelentoncesnohabíaallíninguna fábricaniningunaciudad,y tan

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sólo seveían laviejagranja, en laque trabajabanunoscuantoshombres.Elagua,alprecipitarsepor lasesclusas,yelgriteríode lospatossalvajes,eranlos únicos signos de vida, que se sucedían sin interrupción. Una vezdescargadalaleña,elpadredeCristinacompróunbuenmanojodeanguilasyuncochinilloreciénsacrificado,yloguardótodoenuncesto,quepusoenlapopadelaembarcación.Luegoemprendieronelregreso,contracorriente,perocomoelvientoerafavorableypudierontenderlasvelas,lacosamarchabatanbiencomosiunpardecaballostirasendelabarca.

Alllegaraunlugardelbosquecercanoalaviviendadelayudante,ésteyelpadredeCristinadesembarcaron,despuésde recomendar a losniñosque seestuviesen muy quietecitos y formales. Pero ellos no obedecieron durantemucho rato; quisieron ver el interior del cesto que contenía el lechoncito;sacaronelanimal,y,comolosdosseempeñaronensostenerlo,selescayóalagua,ylacorrienteselollevó.Fueunsucesohorrible.

Ibsaltóatierrayechóacorreruntrecho;luegosaltótambiénCristina.

—¡Llévame contigo! —gritó, y se metieron saltando entre la maleza;prontoperdierondevistalabarcayelrío.Continuaroncorriendootropequeñotrecho,peroluegoCristinasecayóyseechóallorar;Ibacudióaayudarla.

—Venconmigo—dijo—,lacasaestáalláarriba.Peronoeraasí.Siguieronerrandoporun terrenocubiertodehojasmarchitasyde ramas secas caídas,que crujían bajo sus piececitos. De pronto oyeron un penetrante grito. Sedetuvieron y escucharon. Entonces resonó el chillido de un águila—era unchillidosiniestro,—quelosasustóenextremo.Sinembargo,delantedeellos,enloespesodelbosque,crecíanennúmeroinfinitomagníficosarándanos.Erademasiado tentador para que pudieran pasar de largo, y se entretuvieroncomiendo lasbayas,manchándosedeazul labocay lasmejillas.Enesto seoyóotrallamada.

—¡Nospegaránporlodellechón!—dijoCristina.

—Vámonosacasa—respondióIb—;estáaquíenelbosque.

Se pusieron en marcha y llegaron a un camino de carros, pero que noconducíaasucasa.Mientrastantohabíaoscurecido,ylosniñosteníanmiedo.Elsingularsilencioquelosrodeabaerasólointerrumpidoporelfeogritodelbúhoodeotrasavesquenoconocíanlosniños.Finalmenteseenredaronentrela maleza. Cristina rompió a llorar e Ib hizo lo mismo, y cuando hubieronlloradopor espacio de unahora, se tumbaron sobre las hojas y se quedarondormidos.

Elsol sehallabayamuyaltoenelcielocuandodespertaron; tenían frío,peroIbpensóquesubiéndoseauna lomacercanaapocadistancia,dondeelsolbrillabaporentrelosárboles,podríancalentarsey,además,veríanlacasa

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de sus padres.Pero lo cierto es que se encontrabanmuy lejos de ella, en elextremo opuesto del bosque. Treparon a la cumbre del montículo y seencontraron en una ladera que descendía a un lago claro y transparente; lospeces aparecían alineados, visibles a los rayos del sol. Fue un espectáculototalmenteinesperado,yporotrapartedescubrieronjuntoaellosunavellanomuy cargado de frutos, a veces siete en un solo manojo. Cogieron lasavellanas, rompieron las cáscaras y se comieron los frutos tiernos, queempezabanyaaestarensazón.Luegovinounanuevasorpresa,mejordicho,unsusto:delespesordebosquesalióunamujerviejayalta,derostromorenoycabellonegroybrillante;elblancodesusojosresaltabacomoenlosdeunmoro. Llevaba un lío a la espalda y un nudoso bastón en lamano; era unagitana.Losniños,alprincipio,nocomprendieronloquedijo,peroentonceslamujer se sacó del bolsillo tres gruesas avellanas, en cada una de las cuales,segúndijo,seconteníanlascosasmásmaravillosas;eranavellanasmágicas.

Iblamiró;lamujerparecíamuyamable,yelchiquillo,cobrandoánimo,lepreguntósiledaríalasavellanas.Ellaselasdio,yluegosellenóelbolsillodelasquehabíaenelarbusto.

Ib y Cristina contemplaron con ojos abiertos las tres avellanasmaravillosas.

—¿Habráenéstauncocheconcaballos?—preguntóIb.

—Hayunacarrozadeoroconcaballosdeorotambién—contestólavieja.

—¡Entoncesdámela!—dijoCristinita.Ibselaentregó,ylamujerlaatóenlabufandadelaniña.

—¿Yen ésta, nohabría unabufanda tanbonita como la deCristina?—inquirióIb.

—¡Diezhay!—contestólamujer—yademáshermososvestidos,mediasyunsombrero.

—¡Puestambiénlaquiero!—dijoCristina;eIblediolasegundaavellana.Laterceraerapequeñaynegra.

—Túpuedesquedarteconésta—dijoCristina—,tambiénesbonita.

—¿Yquéhaydentro?—preguntóelniño.

—Lomejorparati—respondiólagitana.

Y el pequeño se guardó la avellana. Entonces la mujer se ofreció aenseñarles el caminoque conducía a su casa, y, con su ayuda, Ib yCristinaregresaronaella,encontrandoalafamiliaangustiadaporsudesaparición.Losperdonaron, pese a que se habían hecho acreedores a una buena paliza, enprimer lugar por haber dejado caer al agua el lechoncito, y después por su

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escapada.

Cristinasevolvióasucasitadelerial,mientrasIbsequedabaen lasuyadel bosque. Al anochecer lo primero que hizo fue sacar la avellana queencerraba«lomejor».Lapusoentrelapuertayelmarco,apretó,ylaavellanasepartióconuncrujido;perodentronoteníacarne,sinoqueestaballenadeunaespeciederapéotierranegra.Estabaagusanada,comosueledecirse.

«¡Yamelofiguraba!—pensóIb—.¿Cómoenunaavellana tanpequeña,iba a haber sitio para lomejorde todo?TampocoCristina encontrará en lassuyasniloslindosvestidosnielcochedeoro».

LlegóelinviernoyelAñoNuevo.

Pasaron otros varios años. El niño tuvo que ir a la escuela deconfirmandos, y el párroco vivía lejos. Por aquellos días se presentó elbarquero y dijo a los padres de Ib que Cristina debíamarcharse de casa, aganarseelpan.Habíatenidolasuertedecaerenbuenasmanos,esdecir,deira servir a la casa de personas excelentes, que eran los ricos fondistas de lacomarcadeHerning.Entraríaenlacasaparaayudaraladueña,ysiseportababien,seguiríaconellosunavezrecibidalaconfirmación.

IbyCristinasedespidieron; todoelmundo los llamaba«losnovios».Alsepararseleenseñóellalasdosnuecesqueélledieraeldíaenquesehabíanperdido en el bosque, y que todavía guardaba; y le dijo, además, queconservaba asimismo en su baúl los zuequitos que él le había hecho yregalado.Yluegosesepararon.

Ibrecibiólaconfirmación,perosequedóencasadesumadre;eraunbuenoficialzuequero,yenveranocuidabadelabuenamarchadelapequeñafinca.Lamujersóloloteníaaél,pueselpadrehabíamuerto.

Rarasveces—yaunéstaspormediodeunpostillónodeuncampesinodeAal— recibía noticias de Cristina. Estaba contenta en la casa de los ricosfondistas, y el día de su confirmación escribió a su padre, y en la carta,enviaba saludos para Ib y su madre. Algo decía también de seis camisasnuevasyunbonitovestidoquelehabíanregaladolosseñores.Realmenteeranbuenasnoticias.

—Alaprimaverasiguiente,unhermosodíallamaronalapuertadeIbysumadre.Eran el barquero yCristina.Le habían dadopermiso para hacer unabrevevisitaasucasa,y,habiendoencontradounaoportunidadparairaTemyregresarelmismodía, lahabíaaprovechado.Era lindayelegantecomounaauténtica señorita, y llevaba un hermoso vestido, confeccionado con gustoextremoyquelesentabaalasmilmaravillas.Allíestabaataviadacomounareina, mientras Ib la recibía en sus viejos indumentos de trabajo. No supodecirle una palabra; cierto que le estrechó lamanoy, reteniéndola, se sintió

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feliz, pero sus labios no acertaban amoverse. No así Cristina, que habló ycontómuchascosasydiounbesoaIb.

—¿Acasonomeconoces?—lepreguntó.Peroinclusocuandoestuvieronsolosél,sinsoltarlelamano,nosabíadecirlesino:

—¡Te has vuelto una señorita, y yo voy tan desastrado! ¡Cuánto hepensadoentiyenaquellostiemposdeantes!

Cogidosdelbrazosubieronalmontículoycontemplaron,porencimadelGudenaa,elerialdeSeisconsusgrandescolinas;peroIbpermanecíacallado.Sinembargo,alsepararseviobienclaroenelalmaqueCristinadebíasersuesposa; ya de niños los habían llamado los novios; le pareció que eranprometidos,apesardequeniunoniotrohabíanpronunciadolapromesa.

Muy pocas horas pudieron permanecer juntos, pues ella debía regresar aTem para emprender el viaje de vuelta al día siguiente. Su padre e Ib laacompañaron hasta Tem; era luna llena, y cuando llegaron, el mozo, queretenía aún lamano deCristina, no podía avenirse a soltarla; tenía los ojosserenos,pero laspalabrasbrotaban lentasy torpes, aunquecadauna le salíadelcorazón:

—Sinotehasacostumbradoallujo—ledijo—ypuedesresignarteavivirconmigo en la casa de mi madre, algún día seremos marido y mujer. Peropodemosesperartodavíaunpoquitín.

—Sí, esperemos un poco, Ib —respondió ella, estrechándole la mano,mientraséllabesabaenlaboca—.¡Confíoenti,Ib!—dijoCristina—ycreoquetequiero;perodéjamequelopiensebien.

Y se despidieron. Ib explicó al barquero que él yCristina estaban comoquiendiceprometidos,yelhombrecontestóquesiemprehabíapensadoquelacosa terminaría de aquel modo. Acompañó a Ib a su casa y durmió en sumismacama,yyanosehablómásdelnoviazgo.

Habíatranscurridounaño;entreIbyCristinasehabíancruzadodoscartas,con las palabras«fiel hasta lamuerte»por antefirma.Undía el barquero sepresentóencasadeIb,trayéndolesaludosdelamuchachayunencargoalgomás peliagudo.Resultó que aCristina le ibanmuy bien las cosas,más quebien incluso; era una joven muy guapa, apreciada y estimada. El hijo delfondistahabíaestadoensucasa,devisita.VivíaenCopenhague,conunbuenempleo en una gran casa comercial. Se prendó de Cristina, a ella le gustótambién,ylospadresnoveíanlacosaconmalosojos.Peroalamuchachaleremordía la conciencia, sabiendo que Ib seguía pensando en ella, y por esoestabadispuestaarenunciarasufelicidad,dijoelbarquero.

DemomentoIbnocontestóunapalabra,perosepusopálidocomolacera;

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luego,sacudiendolacabeza,exclamó:

—NoquieroqueCristinarenuncieasufelicidad.

—Escríbeleunaspalabras—dijoelbarquero.

Ib escribió, sólo que no encontraba las palabras a propósito, por lo querasgómuchashojas;peroaldíasiguientehabíaconseguido,redactar lacartadirigidaalamuchacha:«Heleídolacartaqueescribisteatupadre,yporellaveoquelascosastevanespléndidamenteyquepuedesesperartodavíaotrasmejores. Pregunta a tu propio corazón, Cristina, y reflexiona en lo que teesperasitecasasconmigo.Muypocoesloquepuedoofrecerte.Nopiensesenmínienloquedemíhayadeser,piensasóloentufelicidad.Noestásligadaamíporningunapromesa,y si acasome ladisteen tucorazón, tedesligodeella.Quetodalaventuradelmundoacudaati,Cristinita.Diossabráencontrarconsueloparamicorazón.ParasiempretusinceroamigoIb».

Lacartafueexpedida,yCristinalarecibió.

SepublicaronlasamonestacionesenlaiglesiadelerialyenCopenhague,donde residía el novio, y allí se trasladó la moza con su suegra, pues losnegociosimpedíanalnovioemprenderellargoviajehastaJutlandia.Segúnloconvenido,CristinaseencontróconsupadreenelpueblodeFunder;estabaenelcaminoalacapital,yeraelmáscómodoparaél;allísedespidieronpadreehija.Cambiaronalgunaspalabras,peronohabíanoticiasdeIb;sehabíavueltomuyensimismado,segúndecíasuancianamadre.Sí,sehabíavueltocavilosoyretraído;poresolevinieronalamemorialas tresavellanasquedeniñolediera la gitana, de las cuales había cedido dos a Cristina. Eran avellanasmágicas, y en una de ellas se encerraba una carroza de oro con caballosdorados,yenlaotrahermosísimosvestidos.Sí,habíaresultadoverdad.Ahoraleesperabaunavidamagníficaenlacapitaldelreino,Copenhague.Paraellasehabíacumplidoelvaticinio…Encambio,lanuezdeIbconteníasólotierranegra.«Lomejorparaél»,comodijera lagitana;sí,y tambiénestosehabíacumplido;paraél,lomejoreralanegratierra.Ahoracomprendíaclaramenteloquelamujerquisosignificar:paraél,lomejoreralanegratierra,latumba.

Pasaron años—a Ib no le parecieron muchos, pero en realidad, fueronmuchos—;losviejosfondistasmurieronconpocotiempodediferencia,ysuhijoheredó toda su fortuna,unaporcióndemilesdeescudos.Cristinapudoviajarencarrozadoradayllevarhermososvestidos.

Durantedoslargosaños,elpadredeCristinanorecibiócartadesuhija,ycuando, por fin, llegó la primera, no respiraba precisamente alegría ybienestar. ¡Pobre Cristina! Ni ella ni su marido habían sabido observarmoderaciónen la riqueza;eldinerosehabía fundidocon lamismafacilidadconquevino;noleshabíatraídolaprosperidad,porsumismaculpa.

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Florecieron los brezosy semarchitaron; varios inviernosvieron la nievecaersobreelerialdeSeisysobreelmontículo,dondeIbvivíaalabrigodelviento.Brillabaelsoldeprimavera,eIbestabaarandosucampo.Deprontolepareció que la reja del arado chocaba con un pedernal; un objeto extraño,semejanteaunavirutanegra,salióalasuperficie,yalrecogerloIbvioqueerademetal; el puntodondehabía chocadoel aradodespedíaun intensobrillo.Era un pesado brazalete de oro de la antigüedad pagana. Pertenecía a unatumbaantigua,queencerrabavaliososadornos.Iblomostróalpárroco,quienle reveló el alto valor del hallazgo. Fuese con él al juez comarcal, quieninformóaCopenhagueyaconsejóaIbquellevasepersonalmenteelpreciosoobjetoalasautoridadescorrespondientes.

—Hasencontrado en la tierra lomejorquepodías encontrar—ledijo eljuez.

«¡Lomejor!—pensóIb—.¡Lomejorparamí,yenlatierra!Asítambiénconmigotuvorazónlagitana,suponiendoqueseaestolomejor».

IbseembarcóenAarhusparaCopenhague;paraél,quesólohabíallegadohastaGudenaa,aquellorepresentabaunviajealrededordelmundo.YllegóaCopenhague.

Le pagaron el valor del oro encontrado, una buena cantidad: seiscientosescudos. Nuestro hombre, venido del bosque de Seisheide, se entretuvovagandoporlascallesdelacapital.

Justamente la víspera del día en que debía embarcar para el viaje deregreso,equivocóladirecciónentrelamarañadecallejas,y,porelpuentedemadera,fueapararaChristianshafen,enlugardealaPuertadelOeste.HabíaseguidohaciaPoniente,perono llegóadondedebiera.En toda lacallenoseveíaunalma,cuandodeprontounachiquillasaliódeunamíseracasucha;Iblepidióqueleindicaseelcaminodesuposada.Lapequeñasequedóperpleja,lomiróyprorrumpióenamargollanto.Lepreguntóélquéleocurría;laniñarespondióalgoininteligible.Seencontrarondebajodeunfarol,yaldarlaluzenelrostrodelarapazuela,sintióIbunaimpresiónextraña,puesveíaantesíaCristinita,suvivoretrato,talcomolarecordabadeltiempoenqueamboseranniños.

Siguiendo a la chiquilla a su pobre casucha, subió la estrecha y ruinosaescalera, hasta una reducida buhardilla sesgada, bajo el tejado. Llenaba elcuartounaatmósferapesadayopresiva,ynohabíaluz.Deunrincónllegóunsuspiro, seguido de una respiración fatigosa. Ib encendió una cerilla. Era lamadredelacriatura,tendidaenunmíserolecho.

—¿Puedo hacer algo por usted? —preguntó Ib—. La pequeña me haguiado hasta aquí, pero soy forastero en la ciudad. ¿No hay algún vecino o

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alguienaquienpuedallamar?—.Ylevantólacabezadelaenferma.

EraCristina,ladelerialdeSeis.

Hacía años que su nombre no se había mencionado en Jutlandia; sólohubiera servido para turbar la mente de Ib. Y tampoco eran buenos losrumoresqueseoían,yqueresultaronserciertos.Elmuchodineroheredadodelospadresselehabíasubidoalacabezaalhijo,volviéndolearrogante.Dejósubuenacolocación;porespaciodemedioañoviajóporel extranjero; a suregresocontrajodeudas,perosindejardevivirrumbosamente.Labalanzaseinclinabacadavezmás,hastaquecayódeltodo.Susnumerososcompañerosdefrancachelasdecíandeélquellevabasumerecido,pueshabíaadministradosufortunacomouninsensato.UnamañanaencontraronsucadáverenelcanaldeljardíndePalacio.

Cristinallevabayalamuerteenelcorazón;suhijomenor,concebidoenlaprosperidad,nacidoenlamiseria,yacíayaenlatumba,trasunassemanasdevida.Enfermademuerteyabandonadadetodos,yacíaahoraCristinaenunamíserabuhardilla,sumidaenunamiseriaquedeseguronohubieraencontradoinsoportable en sus años infantiles del erial de Seis. Ahora empero,acostumbradaacosasmejores,lapobrezaleeraintolerable.Aquellapequeñaera su hija mayor —otra Cristinita, que había sufrido con ella hambre yprivaciones—,yellahabíatraídoaIbasuvera.

—Mipena esmorir dejando a esta pobre criatura—suspiró lamadre—.¿Quéserádeellaenelmundo?—.Nadamáspudodecir.

Ibencendióotracerillayuncabodevelaqueencontró,ylaluziluminólapobrehabitación.

Elhombre,almiraralachiquilla,pensóenCristina,cuandoeraniñaaún;poramordelamadrerecogeríaalahija,aquellahijaaquiennoconocía.Lamoribunda clavó en él lamirada, y sus ojos se abrieron desmesuradamente:¿lohabríareconocido?Él jamáslosupo,puesniunapalabrasalióyadesuslabios.

El escenario era el bosque del Gudenaa, cerca del erial de Seis; laatmósferaeragris,ylosbrezosestabanmarchitos; lastormentasdePonientebarríanlashojasamarillas,arrojándolasalríoyalotroladodelerial,dondeselevantaba la casa de turba del barquero, habitada ahora por personasdesconocidas.PerobajoelAas,resguardadadelvientoporlosaltosárboles,sealzabalacasita,blanqueadaypintada.Enelinteriorardíalaturbaenelhornoyentrabaelsol,quesereflejabaendosojosinfantiles;elcantoprimaveraldelaalondraresonabaen laspalabrasquesalíande laboquitarojaysonriente:habíaallívidayalegría,puesCristinitaestabapresente.Estabasentadaenlasrodillasde Ib,queeraparaellapadreymadrea lavez,aquellospadresque

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habíandesaparecidocomoseesfumaelsueñoparaniñosymayores.Ibvivíaen la casita linda y bien cuidada, en desahogada posición; la madre de lachiquillayacíaenelcementeriodelospobresdelaciudaddeCopenhague.

Ibteníadineroensuarca,sedecía;¡orodelanegratierra!Ytenía,además,aCristinita.

Lahucha

(Pengegrisen)

Elcuartodelosniñosestaballenodejuguetes.Enlomásaltodelarmarioestaba lahucha; eradearcillay tenía figuradecerdo, conuna rendijaen laespalda,naturalmente,rendijaquehabíanagrandadoconuncuchilloparaquepudiesen introducirse escudosdeplata; y contenía yadosde ellos, améndemuchos chelines. El cerdito-hucha estaba tan lleno, que al agitarlo ya nosonaba,locualeslomáximoqueaunahuchapuedepedirse.Allíseestaba,enloaltodelarmario,elevadoydigno,mirandoaltanerotodoloquequedabapordebajo de él; bien sabía que con lo que llevaba en la barriga habría podidocomprartodoelresto,yaesoselellamaestarsegurodesímismo.

Lomismopensaban los restantesobjetos,aunquese locallaban;puesnofaltaban temas de conversación. El cajón de la cómoda, medio abierto,permitía ver una gran muñeca, más bien vieja y con el cuello remachado.Mirandoalexterior,dijo:

—Ahora jugaremos a personas, que siempre es divertido.—¡El alborotoque se armó!Hasta los cuadros sevolvierondecara a lapared—puesbiensabíanqueteníanunreverso—,peronoesquetuvierannadaqueobjetar.

Eramedianoche,laluzdelalunaentrabaporlaventana,iluminandogratisla habitación. Era elmomento de empezar el juego; todos fueron invitados,incluso el cochecito de los niños, a pesar de que contaba entre los juguetesmásbastos.

—Cada uno tiene su mérito propio —dijo el cochecito—. No todospodemossernobles.Alguientienequehacereltrabajo,comosueledecirse.

El cerdo-hucha fue el único que recibió una invitación escrita; estabademasiado alto para suponer que oiría la invitación oral. No contestó sipensaba o no acudir, y de hecho no acudió. Si tenía que tomar parte en lafiesta,loharíadesdesupropiolugar.Quelosdemásobraranenconsecuencia;yasílohicieron.

Elpequeñoteatrodetíteresfuecolocadodeformaqueelcerdolovierade

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frente;empezaríanconunarepresentaciónteatral,luegohabríauntéydebategeneral; pero comenzaron con el debate; el caballo-columpio habló deejercicios y de pura sangre, el cochecito lo hizo de trenes y vapores, cosastodasqueestabandentrodesusrespectivasespecialidades,ydelasquepodíandisertarconconocimientodecausa.Elrelojdeparedhablódelostiquismiquisde lapolítica.Sabía lahoraquehabíadado lacampana,auncuandoalguienafirmaba que nunca andaba bien. El bastón de bambú se hallaba tambiénpresente, orgulloso de su virola de latón y de su pomo de plata, pues ibaacorazado por los dos extremos. Sobre el sofá yacían dos almohadonesbordados,muymonosyconmuchospajarillosenlacabeza.Lacomediapodíaempezar,pues.

Se sentaron todos los espectadores, y se les dijo que podían chasquear,crujiryrepiquetear,segúnlesvinieraengana,paramostrarsuregocijo.Peroel látigo dijo que él no chasqueaba por los viejos, sino únicamente por losjóvenesysincompromiso.

—Puesyolohagoportodos—replicóelpetardo.

—Bueno,enunsitiouotrohayqueestar—opinólaescupidera.

Tales eran, pues, los pensamientos de cada cual,mientras presenciaba lafunción.Noesqueéstavalieragrancosa,perolosactoresactuabanbien,todosvolvíanelladopintadohacialosespectadores,puesestabanconstruidosparamirarlossóloporaquellado,ynoporelopuesto.Trabajaronestupendamente,siempre en primer plano de la escena; tal vez el hilo resultaba demasiadolargo,peroasíseveíanmejor.Lamuñecaremachadaseemocionótanto,queselesoltóelremache,yencuantoalcerdo-hucha,seimpresionótambiénasumanera,por loquepensóhaceralgoen favordeunode losartistas;decidióacordarsedeélensutestamentoydisponerque,cuandollegasesuhora,fueseenterradoconélenelpanteóndelafamilia.

Sedivertíantantoconlacomedia,queserenuncióalté,contentándoseconel debate.Esto es lo que ellos llamaban jugar a «hombresymujeres», y nohabíaenelloningunamalicia,pueserasólounjuego.Cadacualpensabaensímismoyenloquedebíapensarelcerdo;éstefueelqueestuvocavilandopormástiempo,puesreflexionabasobresutestamentoysuentierro,que,pormuylejano que estuviesen, siempre llegarían demasiado pronto. Y, de repente,¡cataplum!,secayódelarmarioysehizomilpedazosenelsuelo,mientrasloschelinessaltabanybailaban,laspiezasmenoresgruñían,lasgrandesrodabanporelpiso,yunescudodeplataseempeñabaensaliracorrermundo.Ysalió,lomismoquelosdemás,entantoqueloscascosdelahuchaibanapararalabasura;peroyaaldíasiguientehabíaenelarmariounanuevahucha,tambiénenfiguradecerdo.Noteníaaúnniunchelínenlabarriga,porloquenopodíamatraquear,enlocualseparecíaasuantecesora;todoescomenzar,yconeste

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comienzopondremospuntofinalalcuento.

Enelmarremoto

(Veddetyderstehav)

Variosgrandesbarcoshabíansidoenviadosa lasregionesdelPoloNortepara descubrir los límites más septentrionales entre la tierra y el mar, einvestigar hasta dónde podían avanzar los hombres en aquellos parajes.Llevabanyamuchotiempoabriéndosepasoporentrelanieblayloshielos,ysus tripulaciones habían tenido que sufrir muchas penalidades. Ahora habíallegadoel inviernoydesaparecidoel sol; durantemuchas,muchas semanas,reinólanochecontinua;enderredortodoeraunúnicobloquedehielo,enelquelosbarcoshabíanquedadoaprisionados;lanievealcanzabagranaltura,yconellahabíanconstruidocasasenformadecolmena,algunasgrandescomotúmulos,yotras,máspequeñas,capacesdealbergarsolamentededosacuatrohombres.Sinembargo,laoscuridadnoeracompleta,pueslasaurorasborealesenviaban sus resplandores rojos y azules; era como un eterno castillo defuegosartificiales,ylanievedespedíauntenuebrillo;lanocheeraallícomoun largo crepúsculo llameante. En los períodos de mayor claridad sepresentaban grupos de indígenas de singularísimo aspecto, con sus hirsutosabrigosdepieles; ibanmontadosentrineosconstruidosdetrozosdehielo,ytraíanpielesengrandesfardos,graciasalascualeslascasasdenievepudieronserprovistasdecalientesalfombras.Laspielesservían,además,demantasyalmohadas,yconellaslosmarinerossearreglabancamasbajosuscúpulasdenieve,mientrasenelexteriorarreciabaelfríoconunaintensidaddesconocidainclusoenlosmásrigurososinviernosnórdicos.Ennuestrapatriaeratodavíaotoño,ydeelloseacordabanaquelloshombresperdidosentanaltaslatitudes;pensabanenelsoldesutierrayenelfollajeamarilloquecolgabaaúndesusárboles.El reloj lesdijoque eranocheyhorade acostarse, y enunade laschozas de nieve dos hombres se tendieron a descansar. El más joven teníaconsigoelmejorymáspreciadotesorodelapatria,regalodesuabuelaenelmomentodesupartida:laBiblia.Cadanocheselaponíadebajodelacabeza;ya desde niño sabía lo que en ella estaba escrito. Leía un trozo cada día, yestandoenellecholeveníancongranfrecuenciaalamemoriaaquellassantaspalabrasdeconsuelo:«Sitomaseyolasalasdelaaurorayestuvieseenelmarmásremoto, tumanomeguiaríahastaallí,yTudiestramesostendría».Yaestaspalabrasdeverdadsecerrabansusojosyllegabaelsueño,larevelacióndel espíritu enDios; el alma estaba vivamientras el cuerpo reposaba; él losentía, le parecía como si resonasen viejas y queridasmelodías, como si leenvolvieran tibias brisas estivales; y desde su lecho veía cómo un gran

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resplandorsefiltrabaatravésdelaníveacúpula.Levantabalacabeza,yaquelblanco refulgentenoeraparedni techo, sino lasgrandesalasdeunángel,acuyorostrodulceyradiantealzabalosojos.

Como del cáliz de un lirio salía el ángel de las páginas de la Biblia,extendíalosbrazos,ylasparedesdelachozaseesfumabanamododeunsutily vaporosomanto de niebla: los verdes prados y colinas de la patria, y susbosquesoscurosyrojizosseextendíanenderredor,alsolapacibledeunbellodíadeotoño;elnidodelacigüeñaestabavacío,perocolgabantodavíafrutosde los manzanos silvestres, aunque habían caído ya las hojas; brillaban losrojosescaramujos,yelestorninosilbabaensupequeñajaulaverde,colocadasobrelaventanadelacasadecampo,dondeteníaélsuhogar;elpájarosilbabacomo lehabían enseñado,y la abuela leponíamijo en la jaula, segúnvierahacersiemprealnieto;ylahijadelherrero,tanjovenytanlinda,sacabaaguadelpozoydirigíaunsaludoalaabuela,quienlecorrespondíaconungestodela cabeza,mostrándole almismo tiempo una carta llegada demuy lejos. Sehabía recibido aquellamismamañana; venía de las heladas tierras del poloNorte,dondeseencontrabaelnieto—enmanosdeDios—.Ylasdosmujeresreíanyllorabanalavez,yél,quetodoloveíayoíadesdeaquellosparajesdehieloynieve,enelmundodelespíritubajolasalasdelángel,reíaconellasyconellas lloraba.En lacarta se leíanaquellasmismaspalabrasde laBiblia:«En el mar más remoto, su diestra me sostendrá». Sonó en derredor unasublimemúsica,comosalidadeuncoroceleste,mientraselángelextendíasusalas,amododevelo,sobreelmozodormido…Sedesvanecióelsueño;enlachoza reinaba la oscuridad, pero la Biblia seguía bajo su cabeza, la fe y laesperanzamorabanensucorazón,Diosestabaconél,ytambiénlapatria,«enelmarremoto».

Dospisones

(Tojomfruer)

¿Hasvisto algunavezunpisón?Me refieroa estaherramientaque sirvepara apisonar el pavimento de las calles. Es de madera todo él, ancho pordebajoyreforzadoconarosdehierro;dearribaestrecho,conunpaloqueloatraviesa,yquesonlosbrazos.

En el cobertizo de las herramientas había dos pisonas, junto con palas,cubosycarretillas;habíallegadoasusoídoselrumordequelas«pisonas»nosellamaríanenadelanteasí,sino«apisonadoras»,vocabloque,enlajergadelospicapedreros,esel términomásnuevoyapropiadopara,designar loqueantañollamabanpisonas.

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Ahora bien; entre nosotros, los seres humanos, hay lo que llamamos«mujeres emancipadas», entre las cuales se cuentan directoras de colegios,comadronas, bailarinas—que por su profesión pueden sostenerse sobre unapierna—, modistas y enfermeras; y a esta categoría de «emancipadas» sesumarontambiénlasdos«pisonas»delcobertizo;laAdministracióndeobraspúblicaslasllamaba«pisonas»,yenmodoalgunoseaveníanarenunciarasuantiguonombreycambiarloporelde«apisonadoras».

—Pisónesunnombredepersona—decían—,mientrasque«apisonadora»loesdecosa,ynotoleraremosquenostratencomounasimplecosa;¡estoesofendernos!

—Miprometidoestádispuestoa romperelcompromiso—añadió lamásjoven,queteníapornovioaunmartinete,unaespeciedemáquinaparaclavarestacasenelsuelo,osea,quehaceenformatoscaloquelapisonaenformadelicada—.Mequierecomopisona,peronocomoapisonadora,porloqueenmodoalgunopuedopermitirquemecambienelnombre.

—¡Niyo!—dijolamayor—.Antesdejaréquemecortenlosbrazos.

Lacarretilla,sinembargo,sustentabaotraopinión;ynosecreadeellaquefuera un don nadie; se consideraba como una cuarta parte de coche, puescorríasobreunarueda.

—Debo advertirles que el nombre de pisonas es bastante ordinario, ymuchomenosdistinguidoqueeldeapisonadora,puesestenuevoapelativolesda cierto parentesco con los sellos, y sólo con que piensen en el sello quellevanlasleyes,veránquesinélnosontales.Yo,ensulugar,renunciaríaalnombredepisona.

—¡Jamás!Soydemasiadoviejaparaeso—dijolamayor.

—Seguramente usted ignora eso que se llama «necesidad europea» —intervino el honrado y viejo cubo—. Hay que mantenerse dentro de suslímites, supeditarse, adaptarsea lasexigenciasde laépoca,y si saleuna leyporlacuallapisonadebellamarseapisonadora,puesallamarseapisonadoratocan.Cadacosatienesumedida.

—Entalcasopreferiríallamarmeseñorita,siesquedetodosmodoshedecambiardenombre—dijolajoven—.Señoritasabesiempreunpocoapisona.

—Puesyoantesmedejaréreduciraastillas—proclamólavieja.Enestollegó la hora de ir al trabajo; las pisonas fueron cargadas en la carretilla, locualsuponíaunaatención;perolasllamaronapisonadoras.

—¡Pis!—exclamabanalgolpearsobreelpavimento—,¡pis!—,yestabana punto de acabar de pronunciar la palabra «pisona», pero se mordían loslabios y se tragaban el vocablo, pues se daban cuenta de que no podían

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contestar. Pero entre ellas siguieron llamándose pisonas, alabando los viejostiemposenquecadacosaerallamadaporsunombre,ycuandounaerapisonala llamaban pisona; y en eso quedaron las dos, pues el martinete, aquellamaquinaza,rompiósucompromisoconlajoven,negándoseacasarseconunaapisonadora.

Lacampana

(Klokken)

Alacaídade la tarde,cuandoseponeelsol,y lasnubesbrillancomosifuesendeoroporentrelaschimeneas,enlasestrechascallesdelagranciudadsolía oírse un sonido singular, como el tañido de una campana; pero sepercibía sólo por un momento, pues el estrépito del tránsito rodado y elgriteríoerandemasiadofuertes.

—Tocalacampanadelatarde—decíalagente—,seestáponiendoelsol.

Para losquevivíanfueradelaciudad,dondelascasasestabanseparadasporjardinesypequeñoshuertos,elcielocrepusculareraaúnmáshermoso,ylossonesdelacampanallegabanmásintensos;sehabríadichoqueprocedíandealgúntemplosituadoenlomáshondodelbosquefraganteytranquilo,ylagentedirigíalamiradahaciaélenactitudrecogida.

Transcurrióbastantetiempo.Lagentedecía:—¿Nohabráunaiglesiaalláenelbosque?Lacampanasuenaconunararasolemnidad.¿Vamosaverlo?

Losricossedirigieronallugarencoche,ylospobresapie,peroatodosseleshizoextraordinariamentelargoelcamino,ycuandollegaronaungrupodesaucesquecrecíanenlaorilladelbosque,sedetuvieronaacampary,mirandolaslargasramasdesplegadassobresuscabezas,creyeronqueestabanenplenaselva.Salióelpasteleroyplantósu tienda,y luegovinootro,quecolgóunacampanaenlacimadelasuya;porciertoqueeraunacampanaalquitranada,para resistir la lluvia, pero le faltaba el badajo. De regreso a sus casas, lasgentesafirmaronque laexcursiónhabía sidomuy romántica,muydistintaaunasimplemerienda.Trespersonasaseguraronquesehabíanadentradoenelbosque,llegandohastasuextremo,sindejardepercibirelextrañotañidodelacampana;perolesdabalaimpresióndequeveníadelaciudad.Unadeellascompusosobreelcasotodounpoema,enelquedecíaquelacampanasonabacomo la voz de unamadre a los oídos de un hijo querido y listo. Ningunamelodíaeracomparablealsondelacampana.

ElEmperador del país se sintió también intrigadoy prometió conferir eltítulo de «campanero universal» a quien descubriese la procedencia del

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sonido,inclusoenelcasodequenosetratasedeunacampana.

Fueron muchos los que salieron al bosque, pero uno solo trajo unaexplicaciónplausible.Nadiepenetrómuyadentro,yéltampoco;sinembargo,dijoqueaquelsonidodecampanaveníadeunaviejísimalechuzaquevivíaenunárbolhueco;eraunalechuzasabiaquenocesabadegolpearconlacabezacontraelárbol.Loquenopodíaprecisarerasiloqueproducíaelsonidoeralacabezaoeltroncohueco.Elhombrefuenombradocampanerouniversal,yenadelantecadaañoescribióuntratadosobrelalechuza;perolagentesequedótanenteradacomoantes.

Llegó la fiesta de la confirmación; el predicador había hablado congranelocuenciayunción,ylosniñosquedaronmuyenfervorizados.Paraelloseraundíamuyimportante,yaquedegolpepasabandeniñosapersonasmayores;el alma infantil se transportaba a una personalidad dotada demayor razón.Brillabaunsoldelicioso;losniñossalierondelaciudadynotardaronenoír,procedentedelbosque,eltañidodelaenigmáticacampana,másclaroyrecioquenunca.Atodos,exceptoatres, lesentraronganasdeirensubusca:unaniñaprefirióvolverseacasaaprobarseelvestidodebaile,pueselvestidoyelbaile habían sido precisamente la causa de que la confirmaran en aquellaocasión, ya que de otromodo no hubiera asistido; el segundo fue un pobreniño, a quien el hijo del fondista había prestado el traje y los zapatos, acondición de devolverlos a una hora determinada; el tercero manifestó quenuncaibaaunlugardesconocidosinsuspadres;siemprehabíasidounniñoobediente,yqueríaseguirsiéndolodespuésdesuconfirmación.Yquenadieseburledeél,apesardequelosdemáslohicieron.

Así, aparte los tres mencionados, los restantes se pusieron en camino.Lucía el sol y gorjeaban los pájaros, y los niños que acababan de recibir elsacramento iban cantando, cogidos de las manos, pues todavía no teníandignidadesnicargos,yerantodosigualesanteDios.Dosdelosmáspequeñosno tardaron en fatigarse, y sevolvieron a la ciudad;dosniñas se sentaron atrenzarguirnaldasde flores, y sequedaron también rezagadas; y cuando losdemásllegaronalossaucesdelpastelero,dijeron:

—¡Toma, ya estamos en el bosque! La campana no existe; todo sonfantasías.

Depronto,lacampanasonóenlomásprofundodelbosque,tanmagníficaysolemne,quecuatroocincode losmuchachosdecidieronadentrarseen laselva.Elfollajeeramuyespeso,yresultabaenextremodifícilseguiradelante;lasaspérulasylasanémonaserandemasiadoaltas,ylasfloridasenredaderasylas zarzamoras colgaban en largas guirnaldas de árbol a árbol, mientrastrinabanlosruiseñoresyjugueteabanlosrayosdelsol.¡Quéespléndido!Perolas niñas no podían seguir por aquel terreno; se hubieran roto los vestidos.

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Habíatambiénenormesrocascubiertasdemusgosmulticolores,yunalímpidafuentemanaba,dejandooírsumaravillosacanción:¡gluc,gluc!

—¿No será ésta la campana? —preguntó uno de los confirmandos,echándose al suelo a escuchar—. Habría que estudiarlo bien y se quedó,dejandoquelosdemássemarchasen.

Llegaronaunacasahechadecortezadeárbolyramas.Ungranmanzanosilvestrecargadodefrutoseencaramabaporencimadeella,comodispuestoasacudir sus manzanas sobre el tejado, en el que florecían rosas; las largasramas se apoyaban precisamente en el hastial, del que colgaba una pequeñacampana. ¿Sería la que habían oído? Todos convinieron en que sí, exceptouno,queafirmóqueerademasiadopequeñaydelicadaparaquepudieraoírseatangrandistancia;erandistintoslossonescapacesdeconmoveruncorazónhumano. El que así habló era un príncipe, y los otros dijeron: «Los de suespeciesiempreselasdandemáslistosquelosdemás».

Prosiguió,pues,solosucamino,yamedidaqueavanzabasentíacadavezmásensupecholasoledaddelbosque;peroseguíaoyendolacampanitajuntoalaquesehabíanquedadolosdemás,yaintervalos,cuandoelvientotraíalossonesdeladelpastelero,oíatambiénloscantosquedeallíprocedían.Perolascampanadasgravesseguíanresonandomásfuertes,yprontopareciócomosi,además,tocaseunórgano;susnotasveníandelladodondeestáelcorazón.

Se produjo un rumoreo entre las zarzas y el príncipe vio ante sí a unmuchachocalzadoconzuecosyvestidoconunachaqueta tancorta,que lasmangas apenas le pasaban de los codos. Se conocieron enseguida, pues elmocito resultóseraquelmismoconfirmandoquenohabíapodido irconsuscompañerosportenerquedevolveralhijodelposaderoeltrajeyloszapatos.Unavezcumplidoelcompromiso,sehabíaencaminadotambiénalbosqueenzuecosypobrementevestido,atraídoporlostañidos,tangravesysonoros,delacampana.

—Podemos ir juntos —dijo el príncipe. Mas el pobre chico estabaavergonzado de sus zuecos, y, tirando de las cortasmangas de su chaqueta,alegóquenopodríaalcanzarlo;creíaademásquelacampanadebíabuscarsehacialaderecha,queeselladodetodolograndeymagnífico.

—Enestecasonovolveremosaencontrarnos—respondióelpríncipe;ysedespidióconungestoamistoso.Elotroseintrodujoenlapartemásespesadelbosque,dondelosespinosnotardaronendesgarrarlelosyamíserosvestidosyensangrentarse cara, manos y pies. También el príncipe recibió algunosarañazos,peroelsolalumbrabasucamino.Loseguiremos,pueseraunmocitoavispado.

—¡Hede encontrar la campana!—dijo—aunque tenga que llegar al fin

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delmundo.

Losmalcaradosmonos, desde las copas de los árboles, le enseñaban losdientesconsusrisasburlonas.

—¿Ysilediésemosunapaliza?—decían—.¿Vamosaapedrearlo?¡Esunpríncipe!

Peroelmozocontinuóinfatigablebosqueadentro,dondecrecíanlasfloresmás maravillosas. Había allí blancos lirios estrellados con estambres rojoscomo la sangre, tulipanes de color azul celeste, que centelleaban entre lasenredaderas,ymanzanoscuyosfrutosparecíangrandesybrillantespompasdejabón. ¡Cómo refulgían los árboles a la luz del sol!En derredor, en torno abellísimos prados verdes, donde el ciervo y la corza retozaban entre la altahierba, crecían soberbios robles y hayas, y en los lugares donde se habíadesprendido la corteza de los troncos, hierbas y bejucos brotaban de lasgrietas.Habíatambiénvastosespaciosdeselvaocupadosporplácidoslagos,encuyasaguasflotabanblancoscisnesagitandolasalas.Elpríncipesedeteníacon frecuencia a escuchar; a veces le parecía que las graves notas de lacampanasalíandeunodeaquelloslagos,peromuyprontosepercatabadequenoveníandeallí,sinodemásadentrodelbosque.

Se puso el sol, el aire tomó una tonalidad roja de fuego,mientras en laselvaelsilenciosehacíaabsoluto.Elmuchachosehincóderodillasy,despuésdecantarelsalmovespertino,dijo:

—Jamás encontraré lo que busco; ya se pone el sol y llega la noche, lanoche oscura. Tal vez logre ver aún por última vez el sol, antes de que seocultedel todobajoelhorizonte.Voyatreparaaquellaroca;sucimaestanelevadacomoladelosárbolesmásaltos.

Yagarrándosealossarmientosyraíces,sepusoatreparporlashúmedaspiedras, donde se arrastraban las serpientes de agua, y los sapos lo recibíancroando;peroél llegóa lacumbreantesdequeelastro,vistodesdeaquellaaltura,desaparecieratotalmente.

¡Gran Dios, qué maravilla! El mar, inmenso y majestuoso, cuyas largasolasrodabanhastalaorilla,seextendíaanteél,yelsol,semejanteaungranaltarreluciente,aparecíaenelpuntoenqueseuníanelmaryelcielo.Todosedisolvía en radiantes colores, el bosque cantaba, y cantaba el océano, y sucorazónleshacíacoro;laNaturalezaenterasehabíaconvertidoenunenormey sagrado templo, cuyos pilares eran los árboles y las nubes flotantes, cuyaalfombra la formaban las flores y hierbas, y la espléndida cúpula el propiocielo.Enloaltoseapagaronlosrojoscoloresaldesaparecerelsol,peroensulugar se encendieron millones de estrellas como otras tantas lámparasdiamantinas,yelpríncipeextendiólosbrazoshaciaelcielo,haciaelbosquey

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haciaelmar;ydepronto,viniendodelcaminode laderecha, sepresentóelmuchachopobre,consusmangascortasysuszuecos;habíallegadotambiénatiempo,recorridasuruta.Losdosmozoscorrieronalencuentrounodeotroysecogieronde lasmanosenelgran templode laNaturalezayde laPoesía,mientrasencimadeellosresonaba lasantacampanainvisible,y losespíritusbienaventuradoslaacompañabanensuvaivéncantandounventurosoaleluya.

Sopadepalillodemorcilla

(Suppepåenpølsepind)

1.Sopadepalillodemorcilla

¡Vayacomidaladeayer!—comentabaunaviejadamadelafamiliaratonildirigiéndose a otra que no había participado en el banquete—.Yo ocupé elpuesto vigésimo-primero empezando a contar por el anciano rey de losratones,locualnoespocohonor.Encuantoalosplatos,puedoasegurartequeelmenú fue estupendo. Pan enmohecido, corteza de tocino, vela de sebo ymorcilla;yluegorepetimosdetodo.

Fuecomosicomiéramosdosveces.Todoelmundoestabadebuenhumor,ysecontaronmuchoschistesyocurrencias,comosehaceenlasfamiliasbienavenidas.Noquedónipizcadenada,apartelospalillosdelasmorcillas,yporesodierontemaalaconversación.Imagínatequehuboquienafirmóquepodíaprepararsesopaconunpalillodemorcilla.Desdeluegoquetodosconocíamosestasopadeoídas,comotambiénladeguijarros,peronadielahabíaprobado,ymuchomenospreparado.Sepronuncióunbrindismuyingeniosoenhonordesuinventor,diciendoquemerecíaserelreydelospobres.¿Verdadqueesunabuenaocurrencia?Elviejo reyse levantóyprometióelevaral rangodeesposayreinaaladoncelladelmundoratonilquemejorsupiesecondimentarlasopaencuestión.Elplazoquedóseñaladoparadentrodeunaño.

—¡Noestaríamal!—opinólaotrarata—.Pero,¿cómosepreparalasopa?

—Eso es, ¿cómo se prepara? —preguntaron todas las damas ratoniles,viejasyjóvenes.Todashabríanqueridoserreinas,peroningunasesentíaconánimosdeafrontar laspenalidadesdeunviajealextranjeroparaaprender lareceta, y, sin embargo, era imprescindible. Abandonar a su familia y losescondrijos familiares no está al alcance de cualquiera. En el extranjero notodoslosdíasseencuentracortezadequesoydetocino;unoseexponeapasarhambre,sinhablardelpeligrodequesetemeriendeungato.

Estasideasfueronseguramentelasquedisuadieronalamayoríadepartiren busca de la receta. Sólo cuatro ratitas jóvenes y alegres, pero de casa

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humilde,sedecidieronaemprenderelviaje.

Iríana loscuatroextremosdelmundo,aprobarquiénteníamejorsuerte.Cadaunaseprocuróunpalillodemorcilla,paranoolvidarsedelobjetodesuexpedición;seríasubáculodecaminante.

Iniciaronelviajeelprimerodemayo,yregresaronenlamismafechadelaño siguiente. Pero sólo volvieron tres; de la cuarta nada se sabía, no habíadadonoticiasdesí,yhabíallegadoyaeldíadelaprueba.

—¡No puede haber dicha completa!—dijo el rey de los ratones; y dioordendequeseinvitaseatodoslosqueresidíanamuchasmillasalaredonda.Como lugar de reunión se fijó la cocina. Las tres ratitas expedicionarias sesituaron en grupo aparte; para la cuarta, ausente, se dispuso un palillo demorcillaenvueltoencrespónnegro.NadiedebíaexpresarsuopiniónhastaquelastreshubiesenhabladoyelReydispuestoloqueprocedía.

Vamosaverloqueocurrió.

2.Deloquehabíavistoyaprendidolaprimeraratitaenelcursodesuviaje.

—Cuando salí por esos mundos de Dios—dijo la viajera— iba creída,comotantasdemiedad,quellevabaenmítodalacienciadeluniverso.¡Quéilusión!Hacefaltaunbuenaño,yalgúndíadepropina,paraaprendertodoloqueesmenester.YomefuialmaryembarquéenunbuquequepusorumboNorte.Mehabían dicho que en elmar conviene que el cocinero sepa cómosalirdeapuros;peronoescosafácil,cuandotodoestáatiborradodehojasdetocino,toneladasdececinayharinaenmohecida.Seviveacuerpoderey,perode preparar la famosa sopa ni hablar. Navegamos durante muchos días ynoches;aveceselbarcosebalanceabapeligrosamente,otraslasolassaltabansobrelabordaynoscalabanhastaloshuesos.Cuandoalfinllegamosapuerto,abandonéelbuque;estábamosmuyalNorte.

Produce una rara sensación eso de marcharse de los escondrijos dondehemos nacido, embarcar en un buque que viene a ser como un nuevoescondrijo, y luego, de repente, hallarte a centenares demillas y en un paísdesconocido. Había allí bosques impenetrables de pinos y abedules, quedespedían un olor intenso, desagradable para mis narices. De las hierbassilvestressedesprendíaunaromatanfuerte,quehacíaestornudarypensarenmorcillas, quieras que no. Había grandes lagos, cuyas aguas parecíanclarísimasmiradasdesdelaorilla,peroquevistasdesdeciertadistanciaerannegrascomotinta.Blancoscisnesnadabanenellos;alprincipiolostoméporespuma,taleralasuavidadconquesemovíanenlasuperficie;perodespuéslosvivolaryandar;sóloentoncesmedicuentadeloqueeran.Porciertoquecuandoandannopuedennegarsuparentescoconlosgansos.Yomejuntéalosdemiespecie, los ratonesdebosqueydecampo,que,por lodemás,sonde

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una ignorancia espantosa, especialmente en lo que a economíadoméstica serefiere; y, sin embargo, éste era el objeto demi viaje. El que fuera posiblehacersopaconpalillosdemorcillaresultóparaellosunaideataninaudita,quelanoticiaseesparcióporelbosquecomounreguerodepólvora;pero todoscoincidieronenqueelproblemanoteníasolución.Jamáshubierayopensadoqueprecisamenteallí, y aquellamismanoche, tuvieseque ser iniciadaen lapreparación del plato. Era el solsticio de verano; por eso, decían, el bosqueexhalabaaquelolortanintenso,yerantanaromáticaslashierbas,loslagostanlímpidos,y,noobstante,tanoscuros,conlosblancoscisnesensusuperficie.Alaorilladelbosque,entre tresocuatrocasas,habíanclavadounapercha tanaltacomounmástil,ydesucimacolgabanguirnaldasycintas:eraelárboldemayo.Muchachas y mozos bailaban a su alrededor, y rivalizaban en quiéncantaríamejoralsondelviolíndelmúsico.Lafiestadurótodalanoche,desdelapuestadelsol,alaluzdelaLunallena,tanintensacasicomolaluzdeldía,peroyonotoméparte.¿Dequélevendríaaunratoncitoparticiparenunbaileenelbosque?Permanecímuyquietecitaenelblandomusgo,sosteniendomuyprietomipalillo.Lalunailuminabaprincipalmenteunlugarenelquecrecíaunárbolrecubiertodemusgo,tanfino,quemeatrevoasostenerquerivalizabaconlapieldenuestrorey,sóloqueeraverde,pararecreodelosojos.

De pronto llegaron, a paso de marcha, unos lindísimos y diminutospersonajes, que apenas pasaban demi rodilla; parecían seres humanos, peromejor proporcionados. Se llamaban elfos y llevaban vestidos primorosos,confeccionados con pétalos de flores, con adornos de alas de moscas ymosquitos,todosdemuybuenver.Parecíacomosianduviesenbuscandoalgo,nosabíayoqué,hastaquealgunossemeacercaron.Elmásdistinguidoseñalóhaciamipalilloydijo:

«¡Uno así es lo que necesitamos! ¡Qué bien tallado! ¡Es espléndido!», ycontemplabamipalilloconverdaderoarrobo.

«Osloprestaré,perotenéisquedevolvérmelo»,lesdije.

«¡Te lo devolveremos!», respondieron a la una; lo cogieron y saltando ybrincando,sedirigieronal lugardondeelmusgoeramás fino,yclavaronelpalilloenelsuelo.Queríantambiéntenersuárboldemayo,yaquélresultabacomohechoamedida.Lolimpiaronyacicalaron;¡parecíanuevo!

Unas arañitas tendieron a su alrededor hilos de oro y lo adornaron conondeantes velos y banderitas, tan sutilmente tejidos y de tal inmaculadablancura a los rayos lunares, que me dolían los ojos al mirarlos. Tomaroncoloresdelasalasdelamariposa,ylosespolvorearonsobrelastelarañas,quequedaroncubiertascomodefloresydiamantesmaravillosos,tanto,queyonoreconocía yamipalillo demorcilla.En todo elmundono se habrávisto unárboldemayocomoaquél.Ysóloentoncessepresentólaverdaderasociedad

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deloselfos;ibancompletamentedesnudos,yaquelloeralomejordetodo.Meinvitaron a asistir a la fiesta, aunque desde cierta distancia, porque yo erademasiadograndota.

Empezólamúsica.Eracomosisonasenmillaresdecampanitasdecristal,consonidollenoyfuerte;creíqueerancisneslosquecantaban,ymepareciódistinguirtambiénlasvocesdelcuclilloydeltordo.Finalmente,fuecomosielbosqueenterosesumasealconcierto;eraunconjuntodevoces infantiles,sonidodecampanasycantodepájaros.Cantabanmelodíasbellísimas,ytodosaquellos sones salían del árbol de mayo de los elfos. Era un verdaderoconciertodecampanillasy,sinembargo,allínohabíanadamásquemipalillodemorcilla.Nuncahubieracreídoquepudiesenencerrarseenéltantascosas;perotododependedelasmanosaquevaunoaparar.Meemocionédeveras;llorédepuraalegría,comosólounratoncilloescapazdellorar.

Lanocheresultódemasiadocorta,peroallíarriba,yenestetiempo,elsolmadrugamucho.Alalbase levantóunaligerabrisa;serizólasuperficiedelaguadeloslagos,ytodoslosdelicadosyondeantesvelosybanderasvolaronporlosaires.Lasbalanceantesglorietasdeteladearaña,lospuentescolgantesybalaustradas,ocomoquieraquesellamen,tendidosdehojaahoja,quedaronreducidosalanada.Seisellosvolvieronatraermeelpalilloymepreguntaronsi tenía yo algún deseo que pudieran satisfacer. Entonces les pedí que meexplicasenlamaneradeprepararlasopadepalillodemorcilla.

«Ya habrás visto cómo hacemos las cosas —dijo el más distinguido,riéndose—.¿Aqueapenasreconocíastupalillo?».

«¡La verdad es que sois muy listos!», respondí, y a continuación lesexpliqué, sin más preámbulos, el objeto de mi viaje y lo que en mi tierraesperabandeél.

«¿Qué saldrán ganando el rey de los ratones y todo nuestro poderosoimperio—dije— con que yo haya presenciado estas maravillas? No podréreproducirlas sacudiendo el palillo y decir: Ved, ahí está lamaderita, ahoravendrá la sopa. Y aunque pudiera, sería un espectáculo bueno para lasobremesa,cuandolagenteestáyaharta».

Entonceselelfointrodujosusminúsculosdedosenelcálizdeunamoradavioletaymedijo:

«Fíjate; froto tu varitamágica. Cuando estés de vuelta a tu país y en elpalaciodeturey,tocaconlavaraelpechocálidodelRey.Brotaránvioletasyse enroscarán a lo largo de todo el palo, aunque sea en lomás riguroso delinvierno. Así tendrás en tu país un recuerdo nuestro y aún algo más porañadidura».

Peroantesdedarcuentadeloqueeraaquel«algomás»,laratitatocócon

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elpalilloelpechodelRey,y,efectivamente,brotóunespléndidoramilletedeflores,tandeliciosamenteolorosas,queelSoberanoordenóalosratonesqueestabanmáscercadelfuego,quemetiesenenélsusrabosparaprovocarciertoolorachamusquina,pueselde lasvioletas resultaba irresistible.Noeraésteprecisamenteelperfumepreferidodelaespecieratonil.

—Pero,¿quéhaydeese«algomás»quemencionaste?—preguntóel reydelosratones.

—Ahoravieneloquepudiéramosllamarelefectoprincipal—respondiólaratita—yhaciendogirarelpalillo,desaparecierontodaslasfloresyquedólavarilladesnuda,queentoncesseempezóamoveraguisadebatuta.

«Lasvioletas sonparaelolfato, lavistayel tacto—dijoel elfo—;perotendremosquedartetambiénalgoparaeloídoyelgusto».

Ylaratitasepusoamarcarelcompás,yempezóaoírseunamúsica,peronocomolaquehabíasonadoenlafiestadeloselfosdelbosque,sinocomolaquesesueleoírenlascocinas.¡Uf,québarullo!Ytodovinoderepente;eracomosielvientosilbaraporlaschimeneas;cocíancazosypucheros,labadilaaporreabaloscalderosdelatón,ydeprontotodoquedóensilencio.Seoyóelcantodelpucherocuandohierve,tanextraño,queunonosabíasiibaacesarosi sólo empezaba. Y hervía la olla pequeña, y hervía la grande, ninguna sepreocupaba de la otra, como si cada cual estuviese distraída con suspensamientos.Laratitaseguíaagitandolabatutaconfuerzacreciente,lasollasespumeaban, borboteaban, rebosaban, bufaba el viento, silbaba chimenea.¡Señor,lacosasepusotanterrible,quelapropiaratitaperdióelpalo!

—¡Vayarecetacomplicada!—exclamóelrey—.¿Tardarámuchoenestarpreparadalasopa?

—Esofuetodo—respondiólaratitaconunareverencia.

—¿Todo?Enestecaso,oigamos loque tienequedecirnos lasegunda—dijoelrey.

3.Deloquecontólaotraratita.

—Nacíenlabibliotecadelcastillo—comenzólasegundaratita—.Niyoniotrosvariosmiembrosdemifamiliatuvimosjamáslasuertedeentrarenuncomedor,ynodigamosyaenunadespensa.Sóloalpartir,yhoynuevamente,hevistounacocina.Enlabibliotecapasábamoshambre,yesomuyamenudo,peroencambioadquirimosnopocosconocimientos.Nosllegóelrumordelarecompensaofrecidaporlapreparacióndeunasopadepalillosdemorcilla,yante la noticia,mi vieja abuela sacó unmanuscrito.No es que supiera leer,pero había oído a alguien leerlo en voz alta, y le había chocado estaobservación: «Cuando se es poeta, se sabe preparar sopa con palillos de

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morcilla». Me preguntó si yo era poetisa; le dije yo que ni por asomo, yentoncesellameaconsejóqueprocurasellegaraserlo.Meinformédeloquehacíafaltaparaello,puesdescubrirlopormispropiosmediossemeantojabatan difícil como guisar la sopa. Pero mi abuela había asistido a muchasconferencias,yenseguidamerespondióquesenecesitaban trescondiciones:inteligencia,fantasíaysentimiento.«Silograshacerteconestastrescosas—añadió—seráspoetisaysaldrásadelantecontupalillodemorcilla».Así,melancéporesosmundoshaciaPoniente,parallegaraserpoetisa.

Lainteligencia,bienlosabía,esloprincipalparatodaslascosas:lasotrasdoscondicionesnogozandetantoprestigio;poresofui,antetodo,enbuscadeella.Pero,¿dóndehabita?Vealashormigasyserássabio;asídijoundíaungran reyde los judíos.Lo sabía tambiénpor labiblioteca,yyanodescanséhasta que hube encontrado un gran nido de hormigas. Me puse al acecho,dispuestaaadquirirlasabiduría.

Lashormigasconstituyen,efectivamente,unpueblomuyrespetable;sonlapurasensatez;todossusactossonunejemplodecálculo,comounproblemadelquepuedeshacer lapruebaysiempre te resultaexacto; todose reduceatrabajaryponerhuevos;segúnellas,estoesvivireneltiempoyprocurarparala eternidad; y así lo hacen. Se clasifican en hormigas puras e impuras; elrango consiste en un número, la reina es el número uno, y su opinión es laúnicaacertada; seha tragado toda laciencia,yestoeradegran importanciapara mí. Contaba tantas cosas y se mostraba tan inteligente, que a mí mepareciócompletamentetonta.Dijoquesunidoeralomásaltodelmundo;perocontiguoalnidohabíaunárbolmuchomásalto,nocabíadiscusión,yporesono se hablaba de ello.Un atardecer, una hormiga se extravió y trepó por eltronco; llegónosólohasta lacopa, sinomásarribadecuanto jamáshubierallegadounahormiga;entoncessevolvió,yseencontródenuevoencasa.Enelnido contó que fuera había algo mucho más alto; pero algunas de suscompañeras opinaron que aquella afirmación era una ofensa para todo elestado,ypor eso lahormiga fuecondenadaa ser amordazadayencerradaaperpetuidad.Pocotiempodespuéssubióalárbolotrahormigaehizoelmismoviaje e idéntico descubrimiento, del cual habló también, aunque, segúndijeron,concircunspecciónypalabrasambiguas;ycomo,porañadidura,eraunahormigarespetable,delaclasedelaspuras,leprestaroncrédito,ycuandomurió leerigieron,porsusméritoscientíficos,unmonumentoconsistenteenunacáscaradehuevo.Undíavicómolashormigasibandeunladoaotroconunhuevoacuestas.Unadeellasperdióelsuyo,ypormuchosesfuerzosquehacíaparacargárselodenuevo,nololograba.Seleacercaronentoncesotrasdosylaayudaroncontodassusfuerzas,hastaelextremodequeestuvieronapunto de perder también los suyos; entonces desistieron de repente, poraquello de que la caridad bien ordenada empieza por unomismo. La reina,hablando del incidente, declaró que en aquella acción se habían puesto de

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manifiestoalaparelcorazónylainteligencia.Estasdoscualidadesnossitúanalacabezadetodoslosseresracionales.¡Larazóndebeserentodomomentola predominante, y yo poseo la máxima! —se incorporó sobre sus patasposteriores,destacandosobretodolasdemás—;yonopodíaerrarelgolpe,ysacandolalengua,melazampé.«¡Vealashormigasyserássabio!».¡Ahorateníalareina!

Meacerquéalárboldemarras:eraunrobledetroncomuyaltoyenormecopa;¡losañosquetendría!Sabíayoqueenélhabitabaunservivo,unamujerllamadaDríada,quenaceconelárbolyconélmuere;melohabíandichoenla biblioteca; y he aquí que me hallaba ahora en presencia de un árbol deaquella especie y veía al hada, que, al descubrirme, lanzó un grito terrible.Comotodaslasmujeres,sienteterrorantelosratones;peroteníaotromotivo,además, pues yo podía roer el árbol del que dependía su vida. Le dirigípalabrasamistosasycordiales,paratranquilizarla,ymetomóensudelicadamano.Alenterarsedeporquérecorríayoelmundo,meprometióquetalvezaquella misma noche obtendría yo uno de los dos tesoros que andababuscando. Me contó que Fantasio era hermoso como el dios del amor, yademásmuyamigosuyo,yquesepasabamuchashorasdescansandoentrelasfrondosasramasdesuárbol,lascualesrumoreabanentoncesdemodomuchomásintensoyamorosoquedecostumbre.Solíallamarlasudríada,dijo,yalroble, su árbol. El roble, corpulento, poderoso y bello, respondíaperfectamente a su ideal; las raíces penetran profunda y firmemente en elsuelo, el tronco y la copa se elevan en la atmósfera diáfana y entran encontacto con los remolinos de nieve, con los helados vientos y con loscalurososrayosdelsol,todoasudebidotiempo.Ydijotambién:«Alláarribalospájaroscantanycuentancosasde tierrasextrañas.En laúnica ramaqueestá seca ha hecho su nido una cigüeña; es un bello adorno, y además nosenteramos de las maravillas del país de las pirámides. Todo eso deleita aFantasio,peronotienebastante;yotengoquehablarledelavidaenelbosquedesde el tiempo en que era pequeñita y mi árbol era tan endeble, que unaortigapodíaocultarlo,hastalosdíasactuales,enqueestangrandeypoderoso.Quédateaquíentrelasasperillasyprestaatención;encuantollegueFantasio,verélamaneradearrancarunaplumadesusalas.Cógela,ningúnpoetatuvootramejor;¡tendrásbastante!».

Y llegó Fantasio, le fue arrancada la pluma y yome hice con ella;masprimerohubedeponerlaenaguaparaqueseablandase,pueshabríacostadomuchodigerirla;luegolaroí.Noescosafácilllegaraserpoeta,anteshayquedigerir muchas cosas. Y he aquí que tenía ya dos condiciones: elentendimientoylafantasía,yporellassupequelaterceraseencontrabaenlabiblioteca,puestoqueungranhombrehaafirmado,depalabrayporescrito,quehaynovelascuyoexclusivoobjetoesliberaraloshombresdelaslágrimassuperfluas, o sea, que son una especie de esponjas que absorben los

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sentimientos.Me acordé de algunos de esos libros, queme habían parecidosiempreenextremoapetitosos;estaban tandesgastadosa fuerzade leídos,ytan grasientos, que forzosamente habrían absorbido verdaderos raudales delágrimas.

Regreséalabibliotecademitierra,devorécasiunanovelaentera—claroque sólo la parte blanda, o sea, la novela propiamente dicha, dejando lacorteza, laencuadernación—.Cuandohubedevoradoaéstayunasegundaacontinuación,notéquealgoseagitabadentrodemí,porloquemecomípartede una tercera, y quedé ya convertida en poetisa; así me lo dije para misadentros, y también lo dijeron los demás. Me dolía la cabeza, me dolía labarriga, qué sé yo los dolores que sentía. Me puse a imaginar historiasreferentes a un palillo de morcilla, y muy pronto tuve tanta madera en lacabeza,quevolabanlasvirutas.Sí,lareinadelashormigasposeíauntalentonadacomún.Meacordédeunhombrequealmeterseen labocaunaastillablanca quedó invisible, junto con la astilla. Pensé en aquello de «tocarmadera», «ver una viga en el ojo ajeno», «de tal palo tal astilla», en unapalabra, todosmis pensamientos se hicieron leñosos, y se descomponían enpalillos,tarugosymaderos.Ytodosellosmedabantemasparapoesías,comoes natural cuando una es poetisa, y yo he llegado a serlo. Por eso podrédeleitaroscadadíaconunpalilloyunahistoria.Éstaesmisopa.

—Oigamosalatercera—dijoelrey.

—¡Pip,pip!—seoyódeprontoenlapuertadelacocina,ylacuartaratita,aquella quehabíandadopormuerta, entró corriendo, y con suprecipitaciónderribóelpalilloenvueltoenelcrespóndeluto.Habíaviajadodíaynoche,enuntrendemercancías,aprovechandounaocasiónqueselehabíapresentado,yporunpelonollegódemasiadotarde.Seadelantó;parecíaexcitadísima;habíaperdidoelpalillo,peronoelhabla,ytomólapalabrasintitubear,comosilahubiesenestadoesperandoysóloaelladesearanoír,sinquelesimportaseuncomino el resto delmundo.Habló enseguida y dijo todo lo que tenía en elbuche.Llegótandeimproviso,quenadietuvotiempodeatajarla,niaellanisudiscurso.¡Escuchémosla!

4.Deloquecontólacuartaratita,quetomólapalabraantesquelatercera.

—Me fui directamente a la gran ciudad—dijo—; no recuerdo cómo sellama,tengomuymalamemoriaparanombres.Memetíenuncargamentodemercancíasconfiscadas,ydelaestaciónmellevaronaljuzgado,ymefuiaveralcarcelero.Élmehablódesusdetenidos,yespecialmentedeunoquehabíapronunciadopalabrasimprudentesquehabíansidorepetidasycundidoentreelpueblo. «Todo esto no esmásque sopade palillo demorcilla—medijo—;¡peroestasopapuedecostarlelacabeza!».Aquellodespertómiinterésporelpreso,y,aprovechandounaoportunidad,medeslicéensucelda.Nohaypuerta

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tanbien cerradaqueno tengaunagujerilloparaun ratón.Elhombre estabamacilento, llevaba una larga barba, y tenía los ojos grandes y brillantes. Lalámparahumeaba,perolasparedesyaestabanacostumbradas,ynoporesosevolvían más negras. El preso mataba el tiempo trazando en ellas versos ydibujos,blanco sobrenegro, lo cualhacíamuybonito,perono los leí.Creoqueseaburría,yporesofuiunhuéspedbienvenido.Meatrajoconpedacitosde pan, silbándome y dirigiéndome palabras cariñosas. Se mostraba tancontentodeverme,que le toméconfianzaynoshicimosamigos.Compartíaconmigo el pan y el agua, yme daba queso y salchichón.Yome daba unabuenavida,perodeboconfesarqueloquemásmeatraíaeralacompañía.Elhombrepermitíaquetreparaporsusmanosybrazos,hastaelextremodelasmangas;dejabaquemepasearaporsusbarbasymellamabasuamiguita.Meencariñé con él, pues la simpatía siempre es mutua, hasta el punto deolvidarme del objeto de mi viaje, y dejé el palillo en una grieta del suelo,donde debe seguir todavía.Yo quería quedarme donde estaba; sime iba, elpobrepresonotendríaanadie,yestoesdemasiadopocoenestemundo.¡Ay!Yomequedé,peroélno.Laúltimavezmehablótristemente,medioracióndobledemigadepanytrocitosdequeso,yademásmeenvióunbesoconlosdedos.Sefueynovolvió;ignorosuhistoria.«¡Sopadepalillodemorcilla!»,exclamóelcarcelero;yyomefuiconél.Perohicemalenconfiarme;ciertoqueme tomóen lamano,peromeencerróenuna jaulagiratoria. ¡Horrible!Correunasinparar,sinmoversenuncadelmismositio, ¡yse ríende ti,porañadidura!

Lanietadelcarceleroeraunamonadadecriatura,conuncabellorubioyondulado,ojosalegresyunaeternasonrisaenlaboca.

«¡Pobreratita!»,dijo,yseacercóamihorriblejaulaydescorrióelpestillodehierro.Yyosaltédeunbrincoalarcodelaventana,ydeallíalcanalóndeltejado.¡Libre,libre!Eramiúnicopensamiento,ynomeacordabaenabsolutodelobjetodemiviaje.

Oscurecía,erayanocheybusquérefugioenunaviejatorre,dondevivíanel guardián y una lechuza. No me inspiraban confianza, especialmente lasegunda,queseparecealosgatosytienelamalacostumbredecomersealosratones.Perotodoelmundopuedeequivocarse,yesoesloqueyohice,puessetratabadeunaviejalechuzaenextremorespetableymuyculta;sabíamásque el guardián, y casi tanto como yo. Las lechuzas jóvenes metían granbarulloyseexcitabanpor lascosasmás insignificantes.«¡Nohagamossopadepalillosdemorcilla!»,lesdecíaella,yestoeralomásduroqueseleocurríadecir; tal era suafectopor la familia.Mepareció tan simpática,que legrité«¡pip!» desde mi escondite. Aquella muestra de confianza le gustó, y meprometiótomarmebajosuprotección.Podíaestartranquila:ningúnanimalmecausaríadañonimemataría;meguardaríaparael invierno,cuando llegaran

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losdíasdehambre.

Era,desdeluego,unanimalmuylisto;meexplicóqueelguardiánnopodíatocar sin ayuda del cuerno que llevaba colgado del cinto. «Se hace elimportanteysecreelalechuzadelatorre.Piensaquetocarelcuernoesunagrancosa, y, sin embargo,depoco le sirve. ¡Sopadepalillosdemorcilla!».Entoncesyolepedílarecetadeestasopa,ymediolasiguienteexplicación:«Esodesopadepalillosdemorcillaesunaexpresióndeloshumanos,ytienediversos sentidos, y cada cual cree acertado el que le da. Es, como sidijéramos;nadaentredosplatos.Y,dehecho,esesto:nada».

«¡Nada!», exclamé, como herida por un rayo. La verdad no siempre esagradable,pero,despuésde todo,es lomejorquehayenelmundo.Yasí lodijotambiénlaviejalechuza.Yomepuseareflexionarycomprendíquesiostraíalomejor,osdaríaalgoquevalemuchomásqueunasopadepalillosdemorcilla.Yasímediprisaporllegaratiempo,trayendoconmigoloquehayde más alto y mejor: la verdad, los ratones son un pueblo ilustrado einteligente,yelreyreinasobretodos.Nodudoque,poramoralaverdad,meelevaráaladignidaddereina.

—¡Tuverdadesmentira!—protestó la ratitaquenohabíapodidohablar—.¡Yosécocinarlasopayloharé!

5.Cómofueguisadalasopa.

—Yonosalídeviaje—comenzóla terceraratita,quenopudohacerusode la palabra sino en cuarto lugar—.Me quedé en el país, y eso es lomásacertado.¿Paraquéviajar,siaquíseencuentratodo?Mequedéencasa,pues,ynoheconsultadoaseressobrenaturales,nimehetragadonadaquevalgalapena de contar, ni he hablado con lechuzas.Mi saber procede demi propiacapacidad de reflexión.Hagan el favor de disponer el caldero y llenarlo deaguahastaelborde.Luegoenciendanfuegoyhaganhervirelagua;tienequehervir.Echendespuésenellaelpalillodemorcilla,yacontinuación,queSuMajestadsedignemeterelraboenelaguahirvienteyagitarconélelcaldo.

CuantomástiempoestéagitándoloSuMajestad,másbuenasaldrálasopa.Nocuestanadanirequieremásaditamentos,¡todoestáenelagitar!

—¿Nopodríahacerloalgúnotroratón?—preguntóelrey.

—No—respondiólaratita—,lavirtudseencierrasóloenelrabodelreydelosratones.

Hirvió el agua, el rey se situó al lado del caldero, cuyo aspecto eraverdaderamente peligroso. Alargó el rabo como hacen los ratones en lalechería cuando sacan lanatadeun tazóny luego se lamen la cola.Pero selimitóaponerlasuyaenelvaporardientey,pegandounbrinco,dijo:

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—¡Desdeluego,túynootraseráslareina!Lasopapuedeaguardaraquecelebremos las bodas de oro. Entretanto, los pobres de mi reino podránalegrarseconestaesperanza,ytendránalegríaparalargotiempo.

Ysecelebrólaboda.Peromuchosratonesdijeron,alregresarasuscasas:

—Nodebierallamarsesopadepalillosdemorcilla,sinodecoladeratón.

En su opinión, todo lo que habían contado estaba muy bien, pero elconjuntodejabaalgoquedesear.

—Yo,porejemplo,lohabríaexplicadodetalytalmodo…

Eralacrítica,siempretaninteligente…pasadalaocasión.

**

Lahistoriadiolavueltaalmundo;lasopinionesdiferían,perolanarraciónse conservó. Y esto es lo principal, así en las cosas grandes como en laspequeñas, inclusoconlasopadepalillosdemorcilla. ¡Noesperéisqueos laagradezcan!

Lapiedrafilosofal

(Devisessten)

Sinduda conoces lahistoriadeHolgerDanske.No te lavoy a contar, ysólotepreguntarésirecuerdasque«HolgerDanskeconquistólavastatierradela IndiaOriental, hasta el término delmundo, hasta aquel árbol que llamanárbol del Sol», según narra Christen Pedersen. ¿Sabes quién es ChristenPedersen? No importa que no lo conozcas. Allí, Holger Danske confirió alPreste Juanpodery soberanía sobre la tierrade la India. ¿ConocesalPresteJuan?Bueno eso tampoco tiene importancia, pues no ha de salir en nuestrahistoria. En ella te hablamos del árbol del Sol «de la tierra de IndiasOrientales,enelextremodelmundo»,segúncreíanentonceslosquenohabíanestudiadoGeografíacomonosotros.Perotampocoestoimporta.

ElárboldelSoleraunárbolmagnífico,comonosotrosnuncahemosvistoniloverástú.Sucopaabarcabaunradiodevariasmillas;enrealidaderatodounbosque,ycadarama,aúnlamáspequeña,eracomounárbolentero.Habíapalmeras,hayas,pinos,enfin,todaslasespeciesdeárbolesquecrecenenelvastomundo,brotabanallícualramitasdelasramasgrandes,yéstas,consuscurvaturasynudos,parecíanasuvezvallesymontañas,yestabanrevestidasdeunverdoraterciopeladoycuajadodeflores.Cadaramaeracomoungranpradofloridoounhermosísimojardín.

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Elsolenviabasusrayosbienhechores;poralgoeraelárboldelSol,yenélse reunían las aves de todos los confines delmundo: las procedentes de lasselvasvírgenesamericanas,lasqueveníandelasrosaledasdeDamascoydelosdesiertosysabanasdeláfrica,dondeelelefanteyelleóncreenreinarcomoúnicos soberanos. Venían las aves polares y también la cigüeña y lagolondrina,naturalmente.Peronosóloacudíanlasaves:elciervo,laardilla,elantílopeyotrosmilanimalesvelocesyhermosossesentíanallíensucasa.Lacopadelárboleraungranjardínperfumado,yenella,elcentrodedondelasramas mayores irradiaban cual verdes colinas, se levantaba un palacio decristal,desdecuyasventanasseveíantodoslospaísesdelmundo.Cadatorreseerguíacomounlirio,ysesubíaasucimaporelinteriordeltallo,enelquehabíaunaescalera.Comosepuedecomprenderfácilmente,lashojasveníanasercomounosbalconesalosqueunopodíaasomarse,yenlomásaltodelaflor había una gran sala circular, brillante y maravillosa, cuyo techo era elcielo azul, con el sol y las estrellas. No menos soberbios, aunque de otraforma,eranlosvastossalonesdelpisoinferiordelpalacio,encuyasparedessereflejabaelmundoentero.Enellaspodíaversetodoloquesucedía,ynohacíafalta leer los periódicos, los cuales, por otra parte, no existían. Todos lossucesos desfilaban en imágenes vivientes sobre la pared; claro que no eraposible atender a todas, pues cada cosa tiene sus límites, valederos inclusoparaelmássabiodeloshombres,yelhechoesqueallímorabaelmássabiode todos. Su nombre es tan difícil de pronunciar, que no sabrías hacerloaunque te empeñaras, demaneraquevamosadejarlo.Sabía todo loqueunhombrepuedesaberytodoloquesesabráenestaTierranuestra,contodoslosinventos realizados y los que aún quedan por realizar; pero no más, pues,como ya dijimos, todo tiene sus límites. El sabio rey Salomón, con ser tansabio, no le llegaba en ciencia ni a la mitad. Ejercía su dominio sobre lasfuerzasde laNaturalezaysobrepoderososespíritus.LamismaMuerte teníaque presentársele cada mañana con la lista de los destinados a morir en eltranscursodeldía;peroelpropioreySalomóntuvoundíaquefallecer,yésteeraelpensamientoque,amenudoyconextrañaintensidad,ocupabaalsabio,al poderoso señor del palacio del árbol del Sol. También él, tan superior atodos los demás humanos en sabiduría, estaba condenado a morir. No loignoraba;ysushijosmoriríanasimismo;comolashojasdelbosque,caeríanyseconvertiríanenpolvo.Comodesaparecenlashojasdelosárbolesysulugares ocupado por otras, así veía desvanecerse el género humano, y las hojascaídasjamásrenacen;se transformanenpolvo,oenotraspartesdelvegetal.¿QuéesdeloshombrescuandovieneelángeldelaMuerte?¿Quésignificaenrealidadmorir?Elcuerposedisuelve,yelalma…sí,¿quéeselalma?¿Quéserá de ella? ¿Adónde va? «A la vida eterna», respondía, consoladora, laReligión.Pero,¿cómosehaceeltránsito?¿Dóndeseviveycómo?«Alláenelcielo —contestaban las gentes piadosas—, allí es donde vamos». «¡Allá

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arriba!—repetía el sabio, levantando los ojos al sol y las estrellas—, ¡alláarriba!»—yveía,dadalaformaesféricadelaTierra,queelarribayelabajoeranunasolaymismacosa,segúnellugarenqueunosehalleenlaflotantebolaterrestre.SisubíahastaelpuntoculminantedelPlaneta,elaire,queacáabajo vemos claro y transparente, el «cielo luminoso» se convertía en unespaciooscuro,negrocomoelcarbónytupidocomounpaño,yelsolaparecíasin rayos ardientes, mientras nuestra Tierra estaba como envuelta en unaniebla de color anaranjado. ¡Qué limitado era el ojo del cuerpo! ¡Qué pocoalcanzabaeldelalma! ¡Quépobreeranuestraciencia!Elpropiosabiosabíabienpocodeloquetantonosimportaríasaber.

Enlacámarasecretadelpalacioseguardabaelmáspreciosotesorodelatierra:«El librode laVerdad».Lo leíahoja trashoja.Eraun libroque todohombre puede leer, aunque sólo a fragmentos. Ante algunos ojos las letrasbailan y no dejan descifrar las palabras. En algunas páginas la escritura sevuelveavecestanpálidayborrosa,queparecenhojasenblanco.Cuantomássabio se es, tanto mejor se puede leer, y el más sabio es el que más lee.Nuestrosabiopodíaademásconcentrarlaluzdelasestrellas,ladelsol,ladelasfuerzasocultasy ladelespíritu.Contodoestebrillose lehacíaaúnmásvisiblelaescrituradelashojas.Masenelcapítulotitulado«Lavidadespuésdelamuerte»nosedistinguíani lamenormanchita.Aquelloloacongojaba.¿NoconseguiríaencontraracáenlaTierraunaluzquelehiciesevisibleloquedecía«EllibrodelaVerdad»?

ComoelsabioreySalomón,comprendíael lenguajede losanimales,oíasu canto y su discurso, mas no por ello adelantaba en sus conocimientos.Descubrió en las plantas y los metales fuerzas capaces de alejar lasenfermedadesy lamuerte, peroninguna capazdedestruirla.En todo loquehabía sido creado y él podía alcanzar, buscaba la luz capaz de iluminar lacertidumbredeunavidaeterna,peronolaencontraba.Teníaabiertoantesusojos «El libro de la Verdad», mas las páginas estaban en blanco. ElCristianismoleofrecíaenlaBiblialaconsoladorapromesadeunavidaeterna,peroélseempeñabavanamenteenleerensupropiolibro.

Tenía cinco hijos, instruidos como sólo puede instruirlos el padre mássabio, y una hija hermosa, dulce e inteligente, pero ciega. Esta desgraciaapenas la sentía ella, pues su padre y sus hermanos le hacían de ojos, y susentimientoíntimoledabalaseguridadsuficiente.

Nuncaloshijossehabíanalejadomásalládedondeseextendíanlasramasde losárboles,ymenosaún lahija; todossesentíanfelicesen lacasadesuniñez, en el país de su infancia, en el espléndido y fragante árbol del Sol.Comotodoslosniños,gustabandeoírcuentos,ysupadrelescontabamuchascosas que otros niños no habrían comprendido; pero aquéllos eran taninteligentes como entre nosotros suelen ser la mayoría de los viejos. Les

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explicaba los cuadros vivientes que veían en las paredes del palacio, lasaccionesdeloshombresylosacontecimientosentodoslospaísesdelaTierra,y con frecuencia los hijos sentían deseos de encontrarse en el lugar de lossucesosydeparticiparenlasgrandeshazañas.MaselpadrelesdecíaentonceslodifícilyamargaqueeslavidaenlaTierra,yquelascosasnodiscurríanenella como las veían desde sumaravillosomundo infantil. Les hablaba de laBelleza,laVerdadylaBondad,diciendoqueestastrescosassosteníanunidoalmundoyque,bajo lapresiónquesufrían,se transformabanenunapiedrapreciosa más límpida que el diamante. Su brillo tenía valor ante Dios, loiluminaba todo, y esto era en realidad la llamada piedra filosofal.Les decíaque,delmismomodoquepartiendodelocreadosededucía laexistenciadeDios, así también partiendo de los mismos hombres se llegaba a lacertidumbredequeaquellapiedraseríaencontrada.Másnopodíadecirles,yesto era cuanto sabía acerca de ella. Para otros niños, aquella explicaciónhubiera sido incomprensible, pero los suyos sí la entendieron, y andando eltiempoesdecreerquetambiénlaentenderánlosdemás.

NosecansabandepreguntarasupadreacercadelaBelleza,laBondadylaVerdad, y él les explicabamil cosas, y les dijo tambiénque cuandoDioscreó al hombre con limo de la tierra, estampó en él cinco besos de fuegosalidosdel corazón, férvidosbesosdivinos,y ellos son loque llamamos loscinco sentidos: por medio de ellos vemos, sentimos y comprendemos laBelleza, laBondady laVerdad;porellosapreciamosyvaloramos lascosas,ellossonparanosotrosunaprotecciónyunestímulo.Enellostenemoscincoposibilidades de percepción, interiores y exteriores, raíz y cima, cuerpo yalma.

Los niños pensaron mucho en todo aquello; día y noche ocupaba suspensamientos. El hermanomayor tuvo un sueñomaravilloso y extraño, queluegotuvotambiénelsegundo,ydespuéselterceroyelcuarto.Todossoñaronlomismo:quesemarchabanacorrermundoyencontrabanlapiedrafilosofal.Comouna llama refulgente, brillaba en sus frentes cuando, a la claridaddelalba,regresaban,montadosensusvelocísimoscorceles,alpalaciopaterno,atravésdelospradosverdesyaterciopeladosdeljardíndesupatria.Ylapiedrapreciosairradiabaunaluzcelestialyunresplandortanvivosobrelashojasdellibro,quesehacíavisible loqueenellasestabaescritoacercade lavidadeultratumba.La hermana no soñó en irse almundo, ni le pasó la idea por lamente;paraella,elmundoeralacasadesupadre.

—Memarcho a corrermundo—dijo elmayor—.Tengo que probar susazaresysumododevida,yalternarconloshombres.Sóloquierolobuenoyloverdadero; conellos encontraré lobello.Ami regresocambiaránmuchascosas.

Sus pensamientos eran audaces y grandiosos, como suelen serlo los

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nuestroscuandoestamosencasa,juntoalaestufa,antesdesaliralmundoyexperimentar los rigores del viento y la intemperie y las punzadas de losabrojos.

En él, como en sus hermanos, los cinco sentidos estaban muydesarrollados, tanto interior como exteriormente, pero cada uno tenía unsentidoque superaba enperfección a los restantes.En elmayor era el de lavista,ybuenservicioleprestaría.Teníaojosparatodaslasépocas,—decía—ojos para todos los pueblos, ojos capaces de ver incluso en el interior de latierra,dondeyacenlostesoros,yenelinteriordelcorazónhumano,comosiésteestuviera sólo recubiertoporuna láminadecristal;esdecir,queenunamejillaquesesonrojaopalidece,oenunojoquelloraoríe,veíamuchomásde lo que vemos nosotros. El ciervo y el antílope lo acompañaron hasta lafronteraoccidental,yallíselesjuntaronloscisnessalvajes,quevolabanhaciaelNoroeste.Éllossiguió,yprontoseencontróenelvastomundo,lejosdelatierradesupadre,lacualseextiende«porOrientehastaelconfíndelmundo».

¡Cómoabría losojos!Muchoera loquehabíaquever,y contemplar lascosasalnatural,talcomosonenrealidad,esmuydistintodeverlasenimagen,porbuenasqueseanéstas,ylasdelpalaciopaternonopodíansermejores.Enel primer momento, el asombro producido por la cantidad de baratijas yfruslerías quequeríanpasar por bellas, estuvo a puntodehacerle perder losojos;peronolosperdió,pueslosdestinabaacosasmáselevadas.

Lo que ante todo perseguía, poniendo en ello toda su alma, era elconocimientodelaBelleza,laVerdadylaBondad.Pero,¿cómoalcanzarlo?Amenudo tenía que presenciar cómo la Fealdad recibía la corona quecorrespondíaalaBelleza,cómolobuenosolíapasarinadvertido,mientraslamedianíaeraensalzadaenvezdecensurada.Lagenteveíaelnombreynoelmérito,el trajeynoelhombre, la famayno lavocación.Ynopodíaserdeotromodo.

«Hay que intervenir sin perder un momento», pensó, aprestándose a laacción;peromientrasbuscabalaverdadsepresentóeldiablo,queeselpadrede lamentira,mejordicho, lamentiramisma.Muyagustohabríaarrancadolosojos al vidente, pero la acciónhubiera sidodemasiadodirecta.El diablotrabajaconmásdiplomacia.Ledejó,pues,quesiguierabuscandoloverdaderoy lo bueno y que a veces los encontrara incluso, pero mientras lo estabamirando le sopló una astilla en cada ojo, uno tras otro, lo cual no es nadaindicadoparalavista,porexcelentequesea.Ylaastillaqueeldiablolesoplóse leconvirtióenunaviga,yelloencadaojo,por loquenuestrovidentesequedócomociegoenmediodelvastomundoyperdiólafeenél.Abandonósubuenaopinióndelmundoydesímismo,yesto,cuandolesucedeauno,yapuededecirsequeestálisto.

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—¡Adiós! —cantaron los cisnes salvajes, emprendiendo el vuelo haciaOriente—. ¡Adiós!—cantaron a su vez las golondrinas, dirigiéndose haciaLevante,enbuscadelárboldelSol.Noeranbuenaslasnoticiasquetraíanacasa.

—¡Maldebehaberleidoalvidente!—dijoelhermanosegundo—.Talvezaloyentelevayamejor—.Elsegundohermanoteníaparticularmentesensibleelsentidodeloído;sóloosdiréquepercibíahastaelrumorquehacelahierbaalcrecer;ymeparecequeconestobasta.

Se despidió cordialmente de todos y partió a caballo, armado de susgrandesaptitudesysusexcelentespropósitos.Lasgolondrinaslosiguieron,yélsiguióaloscisnes,yprontoestuvolejosdesupatria,enmediodelampliomundo.

Todos los excesos sonmalos. No tardó en comprobar la verdad de esteproverbio.Enefecto,suoídoeratansensiblequepodíapercibirelcrecimientode lahierba,pero tambiénel latirdel corazónhumanoen susalegríasy suspenas.Eracomosielmundoenterofueseuntallerderelojería,enquetodoslosrelojesmarchasen,dejandooírsutic-tac,mientraslosdetorrelanzabansucling-clang. Era insoportable. Pero él aguzó el oído tanto como pudo, hastaque,alfin,elestruendoygriteríofuerondemasiadointensosparaunhombresolo. Vinieron golfos callejeros de sesenta años—¡qué importa la edad!—gritandoyalborotando.Alprincipioeljovensereíadeellos,peroluegoselessumaron chismes y comadrerías que, zumbando por las casas, callejones ycalles,acababansaliendoalacarretera.Lamentiraeralaqueteníalavozmásrecia y se las daba de gran señora; el cascabel del loco sonaba con lapretensióndeserlacampanadelaiglesia.Aquellofueyademasiadoparaelmozo. Se taponó las orejas con los dedos… pero seguía oyendo cantosdesafinados y sones horrísonos, habladurías y chismes. Testarudasafirmacionesquenovalíanuncominosalíandelaslenguas,quetropezabanyse trababan, de tan deprisa como semovían. Era una confusión infernal denotasyruidos,debarulloyestrépito, tantopordentrocomoporfuera. ¡Quélocura,Diosmío,quéinsoportablebarahúnda!Elmozoapretabacadavezmáslosdedoscontra losoídos,hastaque se rompió los tímpanos,yentoncesnooyó ya nada, y lo bello, bueno y verdadero, que a través de su oído debíancomunicarse con su pensamiento, se le hicieron inaccesibles. Y se quedósilenciosoydesconfiado,perdidalafeentodo,especialmenteensímismo,locualesunagrandesgracia. Jamásencontraría lapoderosapiedra filosofalnivolveríaasucasaconella;renuncióatodo,inclusoasímismo,yestofuelopeor.LasavesquevolabanhaciaOrientellevaronlanoticiaalpalaciopaterno,en el árbol del Sol. Carta no llegó ninguna, aunque es cierto que no habíacorreo.

—Ahoravoyaprobarloyo—dijoel tercero—.Tengounanariz finísima

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—.La expresión no esmuy correcta, pero así la soltó, y hay que aceptarlocomoera,elbuenhumorenpersonay,además,poeta,unpoetadeveras.Sabíacantar loquenosabíadecir,yen rapidezdepensamientodejabaa losotrosmuyatrás—.¡Hueloelposte!—afirmaba;y,enefecto, susentidodelolfatoestaba maravillosamente desarrollado y le servía de guía en el reino de laBelleza—.Hayquiengozaconelolordemanzanasyquiensedeleitaconeldeunestablo—decía—.CadatipodeolortienesupúblicoenelreinodelaBelleza.Aunoslesgustarespirarelairedelataberna,viciadoporelhumeantepábilodelaveladesebo,yenelquelosapestososvaporesdelaguardientesemezclan con el humo delmal tabaco; otros prefieren un aire perfumado dejazmín,ysefrotanconlamásintensaesenciadeclavelquepuedenencontrar.Loshay,encambio,quebuscanelcortantevientomarino,lafrescabrisaoelairede las elevadascumbres,desdedondecontemplana suspies el afanosoajetreocotidiano—.Decíatodoestocomosihubieseestadoyaenelmundo,vividoytratadoconloshombres.Pero,enrealidad,todoerateoría.Quienasíhablabaeraelpoeta,haciendousodeldonqueDiosleotorgaraenlacuna.

Dijo,pues,adiósalhogarpaternodelárboldelSolypartió.Alsalirdelosdominios patrios montó en un avestruz, que es un ave más veloz que elcaballo.Pocomástardedivisóaloscisnessalvajesysesubióalaespaldadelmás robusto. Gustaba de las variaciones, y por eso voló por encima de losmares hacia tierras remotas, donde había grandes bosques, profundos lagos,empinadas montañas y orgullosas ciudades. Dondequiera que llegaba leparecíacomosiunresplandorsolarcubrieseelpaís.Lasfloresymatasolíanmás intensamente, pues sentían que se acercaba un amigo, un protector quesabía apreciarlas y comprenderlas. El mutilado rosal irguió sus ramas,desplegó sus hojas y dio nacimiento a la rosa más bella que nadie hayaimaginado;todoelmundopudoverla,yhastaelviscosocaracolnegroapreciósubelleza.

—Quieroestamparmiselloen la flor—dijoelcaracol—.Hedepositadomibabasobreella;nopuedohacermás.

—¡Así se trata a la Belleza en el mundo!—dijo el poeta; y cantó unacanción sobre este tema.La cantó a sumanera, pero nadie le hizo caso.Envistade ellodiodos chelinesyunaplumadepavoalpregonero; elhombretranscribió la canción para tambor y salió a tocarla por todas las calles ycallejones de la ciudad. Entonces la oyeron las gentes y exclamaron que lacomprendían y que era muy profunda. Y el poeta pudo componer máscanciones y cantó la Belleza, la Verdad y la Bondad; y las canciones eranrepetidas en la taberna, entre el humode la lámpara de sebo, y en el pradoplantadodetrébol,enelbosqueyaorillasdelampliomar.Todohacíapensarque el mozo sería más afortunado que sus dos hermanos mayores. Pero eldiablonolopudosufriryacudióconelinciensoreal,elinciensoeclesiásticoy

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todaslasclasesdeinciensoshonoríficosquepudoencontrar,y,hábilcomoesel diablo en la destilación, elaboró con todos ellos un incienso de olorintensísimocapazdeahogartodoslosdemásoloresydemarearaunángel,ynodigamosaunpobrepoeta.Eldiablosabemuybiencómohayquetrataralaspersonas.Alpoetaseloganóconincienso,ylellenólacabezadehumoshasta hacer que se olvidara de su misión, de su casa paterna y aun de símismo;todoélsedisolvióenhumoeincienso.

Todaslasavessedolierondelosucedido,yestuvierontresdíassincantar.Elnegro caracoldebosque sevolvió aúnmásnegro, aunquenode tristeza,sinodeenvidia.

—Soyyo—dijo—quiendebíahabersidoincensado,puesyofuiquienleinspirósucanciónmásfamosa,transcritaparaeltambor,sobrelamarchadelmundo.Yoescupísobrelarosa,lopuedodemostrarcontestigos.

Pero allá, en tierras de India, nada se supo de lo ocurrido. Todas lasavecillas se dolieron y permanecieron calladas por espacio de tres días, ycuandohubopasadoeltiempodelluto,habíasidoéstetanprofundoysentido,queseolvidarondelhechoquelohabíamotivado.¡Asívanlascosas!

—Ahorametocaamísaliralmundo,comohanhecholosotros—dijoelcuartode loshermanos.Teníaungenio tanbuenocomoelanterior,ymejortodavía,puesnoerapoeta,yestoayudaaestarsiempredebuenhumor.Losdos habían sido la alegría del palacio, y ahora éste quedaba triste ymelancólico.Loshombressiemprehanconsideradolavistayeloídocomolosdossentidosprincipales,losqueconvienetenermássensiblesydesarrollados.Lostresrestantessontenidosenmenos,peroelcuartohijodiscrepabadetalopinión. Su sentido más fino era el del gusto, en todas las acepciones quepuedatener.Dehecho,esunsentidodegranpodereinfluencia.Dominasobretodoloquepasaporlabocayporelespíritu;poresoelhijocatabatodoloqueseponíaenlasartén,elpuchero,labotellaylafuente.

—Estoesloquemiprofesióntienedetosco—decía.Paraél,cadapersonaeraunasartén,cadapaísunaenormecocina,vistoconlosojosdelespíritu.Yestoeraprecisamenteloquesusaptitudesteníandefino,yahoraseproponíasaliralmundoaponerloenpráctica.

—Talvezlasuertemeseamáspropiciaqueamishermanos—dijo—.Memarcho.Pero,¿quémediosdetransporteelegiré?¿Haninventadoyaelgloboaerostático?—preguntóa supadre,quienconocía todos losdescubrimientoshechosoporhacer.Peroelglobonohabíasidoinventadoaún,nielbuquedevapor,nielferrocarril.—.Tomaréunglobo—dijo—.Mipadresabecómosefabricanycómoseguían,yloaprenderé.Nadieconoceesteinvento,creeránquesetratadeunfenómenoatmosférico.Cuandotermineelviajequemaréelglobo,paralocualtendrásquedarmetambiénunascuantaspiezasdeesteotro

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inventofuturoquesellamaránlosfósforos.

Todo se lo dieron, y emprendió el vuelo, seguido de las aves, que loacompañaron hasta mucho más lejos de lo que habían acompañado a sushermanos. Estaban curiosas por ver cómo terminaba aquel viaje aéreo; yconstantemente se les sumaban otras bandadas, creídas que se trataba de unavedeunanuevaespecie¡Eradeverelséquitodelmozo!Elaireestabanegrodepájaros.Éstosformabangrandesnubes,comolasplagasde langostasqueazotanEgipto;yasífuecómoelquintohijosemetióenelvastomundo.

—ElvientodelEstesemehaportadocomounbuenamigoyauxiliar—dijo.

—VientodeEsteyvientodeOeste,querrásdecir—protestaronlosvientos—. Hemos alternado los dos, pues de otro modo no habrías podido seguirrumboNoroeste.

Pero él no oyó sus palabras; lo mismo daba. Las aves dejaron ya deseguirlo.Algunas habrían empezado a encontrar aburrido el viaje.Nohabíapara tanto, decían.A aquel hombre iban a subírsele los humos a la cabeza.¿Paraquévolardetrásdeél?Siestonoesnada,unaverdaderaestupidez.Yserezagaron,ylasdemásnotardaronenimitarlas.Teníanrazón:aquellonoeranada.

Elglobodescendiósobreunadelasciudadesmáspopulosas.Elaeronautaseapeóenel lugarmásalto,queera la torredela iglesia.Elglobovolvióaelevarse,contraloquedebíahacer.Adóndefueaparar,difícilesdecirlo,perotampocoestotieneimportancia;jamássesuponadadesuparadero.

Quedó elmozo en el campanario, y las aves lo dejaron que se arreglasecomopudiera.Estabanhartasdeél,yéldeellas.Todas laschimeneasde laciudadhumeabanyolían.

—Sonaltaresquehanerigidopara ti—dijoelviento,parahalagarlo.Élpermanecía arrogante enel lugar,mirandoa suspies lagenteque transitabaporlascalles.Unoestabaorgullosodesubolsabienrepleta;otroloestabadesu llave,apesardequenadaposeíaparacerrar;un terceroseafanabadesulevita,apolilladaporcierto,yotro,desucuerpo,roídodegusanos.

—¡Quéasco!¡Tendréquebajarprontoaagitarlaollayprobarla!—dijo—.Pero antes me estaré un rato aquí sentado. El viento me cosquillea en laespalda,ymeencuentromuyagusto.Mequedarémientrassopleelviento;meapetecedescansar.Cuandosetienemuchoquehacer,esconvenientequedarsemástiempoenlacama,diceelperezoso;perolaperezaeslamadredetodoslosvicios,yennuestrafamilianohayvicios.Lodigoyoylodicentodoslosquepasanporlacalle.Mequedomientrassopleviento,puesestomeapetece.

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Y se quedó; pero como estaba sentado sobre la veleta del campanario,vengadarvueltasymásvueltasconella,por loque leparecíaqueelvientoerasiempreelmismo;yallísiguió,sentadoygustandohorasyhoras.

En la tierrade India,enelpalaciodelárboldelSol, todoestabavacíoysilenciosodesdequeloshijossehabíanmarchado,unotrasotro.

—¡No tienen suerte! —decía el padre—. No traen a casa la preciosapiedra.Estoycondenadoanoencontrarla;estánlejos,muertos—.Yseinclinósobre«EllibrodelaVerdad»,aguzandolavistasobrelahojadondesetratabadelavidaquesiguealamuerte;peroeraletramudaparaél.

Lahijaciegaerasuconsueloysualegría;loamabaconternura,yporsufelicidaddeseabaquepudieraencontrarselapreciosajoya.Tristeyanhelantepensaba en sus hermanos. ¿Dónde estarían? ¿Dónde vivían? Deseaba soñarcon ellos, y, no obstante, cosa extraña, ni en sueños lograba encontrarlos.Finalmente,unanochesoñóquesusvocesla llamaban, la llamabandesdeelvastomundo, y que ella tuvo que salir, lejos, muy lejos; y, no obstante, leparecíaaúnestarenlacamadesupadre.Noencontrabaasushermanos,peroenlamanosentíacomosituviesefuegoardiente,aunquenolaquemaba;erala fulgurantegema,que llevaba a supadre.Aldespertarse creyóque aún latenía, mas era la rueca lo que sujetaba sumano. Durante las largas nocheshabíaestadohilandoincansablemente;lahebradelhusoeramássutilqueunatela de araña; ojos humanos no habrían podido descubrirla. Ella la habíahumedecidoconsuslágrimas,yeraresistentecomosogadeáncora.Tomóunaresolución: era necesario que el sueño se convirtiese en realidad. En plenanoche besó lamano de su padre, que aún dormía, y, cogiendo el huso, atófuertemente el extremo de la hebra a la casa paterna, ya que de otromodo,ciega como era, nunca habría podido encontrar el camino de vuelta. Semantendríacogidaalahebra,confiándoseaella,noasupropiocriterionialdeotros.CortócuatrohojasdelárboldelSolconlaideadelanzarlasalvientoparaquellegasenasushermanosamododecartaydesaludo,encasodequenolosencontraseensusandanzasporelmundo.¿Cómolopasaría, lapobreciega? Tenía, no obstante, el hilo invisible, al que podía agarrarse, y porencimadetodoposeíaunaaptitud:elsentimiento,yestoequivalíaatenerojosenlaspuntasdelosdedos,yorejasenelcorazón.

Y así se adentró en el maravilloso mundo del bullicio y del ruido, ydondequieraquellegabaseserenabaelcielo,cuyoscálidosrayospercibía;elarcoirissedesplegaba,saliendodelanegranube,porelaireazul;oíaelcantode los pájaros, olía el aroma de los naranjales y vergeles, tan intensamente,quecasicreíagustarlo.Lellegabandulcesacordesycantosprodigiosos,perotambiéngritosyaullidos;elpensamientoyeljuicioseagitabanenraralucha.Enlomásrecónditodelcorazónresonabanloslatidosylospensamientosdeloshombres.Vibrabauncoro:

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Lavidaeshumodeleznable

ynocheenquesellora.

Peroresonabatambiénuncántico:

Lavidaesunrosalincomparable

queelsolinundaydora.

Vinoluegounaamargaqueja:

Cadaunopiensasóloensí,

laverdadessóloésta.

Ylaréplica:

Pisaelamorconclaroresplandor

porlavidaterrena.

Oyóluegootraspalabras:

Fútilesnuestromundo,todoél,

eilusiónnuestrosactos.

Ytambiénéstas:

Peromuchohaydebuenoynoble

queelmundodesconoce.

Elevóseuncoroestrepitoso:

Todoeslocura,risayburla.

¡Ríe,ennombredeldiablo!

Masenelcorazóndelaciegadoncellaresonó:

AférrateatimismoyaférrateaDios.

Cúmplasesuvoluntad,amén.

Y,dondequieraquesepresentaba,entrelosgruposdehombresymujeres,jóvenes o viejos, brillaba en las almas la idea de laVerdad, laBondad y laBelleza.Dondequieraqueentraba—eneltallerdelartista,enlafastuosasaladefiestasoenlafábrica,enmediodelasruedasrechinantes,entodaspartes—parecíaqueentrabaunrayodesol;delarpasalíanacordes;delaflor,perfume,ysobrelasedientahojacaíalareparadoragotaderocío.

Pero estono lo podía consentir el diablo.Y como tienemás inteligenciaquediezmilhombresjuntos,supoencontrarunremedioalasituación.Sefuealpantano, cogióburbujasdel aguacorrompida,hizoque sonara sieteveces

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sobreellaselecodelapalabradementira,paradarlesmayorfuerza;redujoapolvomercenarios versos encomiásticos ymentirosos panegíricos, todos losqueencontró;loscocióconlágrimasvertidasporlaenvidia,esparcióencimacolorete raspado de la macilenta mejilla de una solterona, y con todo ellofabricóunamuchacha,idénticaenfigurayademanes,alavirtuosaciega.Lagentelallamaba«EldulceángeldelSentimiento»,yasísepusoenmarchalatretadeldiablo.Elmundoignorabacuáldelasdoseralaverdadera,¡cómoibaasaberlo!

Aférrateatimismo,yaférrateaDios.

Cúmplasesuvoluntad,amén.

Asícantabalaciega,llenadeconfianza.Dioalvientolascuatrohojasdelárbol del Sol, para que las llevasen a sus hermanos a manera de cartas ysaludos,seguradequesudeseoseríasatisfecho;yestabapersuadidatambiéndequeencontraría la joyaen laqueseencerraba toda labellezadelmundo.DesdelafrentedelaHumanidadenviaríasusrayoshastalacasadesupadre.

—A la casa de mi padre —repitió—. Sí, la piedra preciosa está en laTierra,deelloestoysegura.Sientosuardor;quecrecepormomentosenmimano cerrada.He captado y guardado cada granito deVerdad, tan pequeñoquevolabaenalasdelviento;dejéqueloimpregnaraelaromadelaBelleza.¡Haytantaenelmundo, inclusoparaelciego!Recogíelacordedelcorazónhumano, cuandopalpitabamovidopor laBondad, y le añadía lo demás.Loque traigo son granitos de polvo, pero en ellos hay el polvo de la piedrapreciosabuscada.¡Tengollenalamano!

Ylaalargóhaciasupadre.Estabaensupatria.Habíavueltoaellaenalasdelpensamiento,sinsoltarjamáselhiloinvisiblequeleservíadeguía.

Conelfragordelhuracánlaspotenciasdelmalselanzaroncontraelárboldel Sol, y en un terrible embate penetraron por la abierta puerta hasta lacámarasecreta.

—¡Se la lleva el viento! —exclamó el padre, cogiéndole la mano, quehabíaabierto.

—¡No! —contestó ella, segura de sí misma—, el viento no puedellevársela.Sientoenelalmaelcalordesusrayos.

Y entonces el padre vio una llama luminosa en el lugar donde el polvofulgurante, escapándosede sumano,volaba a lapágina enblancodel libro,aquella página que debía instruirlo acerca de la certeza de la vida eterna.Brillando con intensidad deslumbradora apareció una inscripción, una únicapalabra:«Fe».

Enelmismomomentoaparecieronloscuatrohermanos.Espoleadosporla

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nostalgia de la patria, cuando cayó sobre sus pechos la hoja verde,emprendieronelcaminodelregreso,seguidosdelasavesdepaso,delciervo,el antílope y de todos los animales del bosque. También ellos queríanparticiparde laalegría,¿yporquénodebíanhacerlo losanimales, siasí leseradado?

Muchasveceshemosvistocómounabrillantecolumnadepolvoselevantayseagitacuandounrayodesolpenetraenlahabitaciónporunagujerodelapuerta. Pues delmismomodo, sólo que con incomparablemagnificencia, acuyoladohastaelarcoirisparecíatoscoysinbrillo,selevantódelahojadellibro, de la luminosa palabra «Fe», el granito deVerdad con el brillo de laBelleza,conelsonmelodiosodelaBondad,irradiandounaluzmásvivaquelacolumnadefuegoqueguioaMoisésyalpueblodeIsraelhacialatierradeCanaán.Delapalabra«Fe»salióelpuentedelaesperanzaquellevaalamorabsoluto,enelinfinito.

Laespinosasendadelhonor

(Ærenstornevej)

Circula todavía por ahí un viejo cuento titulado: «La espinosa senda delhonor,deuncazador llamadoBryde,que llegóaobtenergrandeshonoresydignidades, pero sólo a costa de muchas contrariedades y vicisitudes en elcursode suexistencia».Esprobablequealgunosdevosotros lohayáisoídocontardeniños,ytalvezleídodemayores,yacasooshayahechopensarenlos abrojos de vuestro propio camino y en sus muchas «adversidades». Laleyendaylarealidadtienenmuchospuntosdesemejanza,perolaprimeraseresuelvearmónicamenteacáenlaTierra,mientrasquelasegundalasmásdelasveceslohacemásalládeella,enlaeternidad.

LaHistoriaUniversalesunalinternamágicaquenosofreceenunaseriedeproyecciones, el oscuro trasfondo de lo presente; en ellas vemos cómocaminanpor laespinosasendadelhonor losbienhechoresde laHumanidad,losmártiresdelgenio.

Estas luminosas imágenes irradian de todos los tiempos y de todos lospaíses, cadaunaduranteun solo instante,y, sin embargo, llenando todaunavida, con sus luchas y sus victorias. Consideremos aquí algunos de loscomponentes de esta hueste demártires, que no terminarámientras dure laTierra.

Vemos un anfiteatro abarrotado. Las Nubes, de Aristófanes, envían a lamuchedumbretorrentesdesátirayhumor;enescena,elhombremásnotable

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deAtenas, el que fuepara el puebloun escudocontra los treinta tiranos, esridiculizadoespiritualyfísicamente:Sócrates,elqueenelfragordelabatallasalvóaAlcibíadesyaJenofonte,elhombrecuyoespírituseelevóporencimadelosdiosesdelaAntigüedad,élmismosehallapresente;sehalevantadodesubancodeespectadorysehaadelantadoparaquelosateniensesqueseríenpuedancomprobarsiseparecealacaricaturaquedeélsepresentaalpúblico.Allí está erguido, destacando muy por encima de todos. Tú, amarga yponzoñosacicuta,habíasdeseraquíelemblemadeAtenas,noelolivo.

Siete ciudades se disputan el honor de haber sido la cuna de Homero;despuésquehubomuerto, se entiende.Fijaos en suvida:Va errantepor lasciudades,recitandosusversosparaganarseelsustento,suscabellosencanecenafuerzadepensarenelmañana.Él,elmáspoderosovidenteconlosoídosdelespíritu,esciegoyestásolo;laaceradaespinarasgaydestrozaelmantodelreydelospoetas.Suscantossiguenvivos,ysóloporélvivenlosdiosesyloshéroesdelaAntigüedad.

De Oriente y Occidente van surgiendo, imagen tras imagen, remotas yapartadas entre sí por el tiempo y el espacio, y, sin embargo, siempre en lasenda espinosadel honor, donde el cardono florecehasta queha llegado lahoradeadornarlatumba.

Bajolaspalmerasavanzanloscamellos,ricamentecargadosdeíndigoydeotros valiosos tesoros.ElRey los envía a aquel cuyos cantos constituyen laalegría del pueblo y la gloria de su tierra; se ha descubierto el paradero deaquel a quien la envidia y la falacia enviaron al destierro…La caravana seacercaalapequeñaciudaddondehallóasilo;unpobrecadáverconducidoalapuerta la hace detener.Elmuerto es precisamente el hombre a quien busca:Firdusi…Harecorridotodalaespinosasendadelhonor.

El africano de toscos rasgos, gruesos labios y cabello negro y lanoso,mendigaen lasgradasdemármoldepalaciode lacapital lusitana;esel fielesclavo de Camoens; sin él y sin las limosnas que le arrojan, moriría dehambresuseñor,elpoetadeLasLusiadas.

SobrelatumbadeCamoensselevantahoyunmagníficomonumento.

Unanuevaproyección.

Detrásdeunarejadehierrovemosaunhombre,pálidocomolamuerte,conlargabarbahirsuta.

—¡Herealizadoundescubrimiento,elmayordesdehacesiglos—grita—,yllevomásdeveinteañosencerradoaquí!

—¿Quiénes?

—¡Unloco!—diceelguardián—.¡Aloquepuedellegarunhombre!¡Está

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empeñadoenqueesposibleavanzaralimpulsodelvapor!

Salomón de Caus, descubridor de la fuerza del vapor, cuyas imprecisaspalabrasdepresentimientono fueron comprendidasporunRichelieu,murióenelmanicomio.

AhítenemosaColón,burladoyperseguidoundíaporlosgolfoscallejerosporque se había propuesto descubrir un nuevomundo, ¡y lo descubrió! Lascampanasde júbilodoblanasu regresovictorioso,pero lasde laenvidianotardarán en ahogar los sones de aquéllas. El descubridor de mundos, quelevantódelmarlatierraamericanaylaofrecióasurey,esrecompensadoconcadenasdehierro,quepediráseanpuestasensuataúd,comotestimoniosdelmundoydelaestimadesuépoca.

Lasimágenessesuceden;estámuyconcurridalasendaespinosadelhonor.

Heaquí,enelsenodelanocheylastinieblas,aquelquecalculólaaltituddelasmontañasdelaLuna,querecorriólosespacioshastalasestrellasylosplanetas,elcolosoquevioyoyóelespíritude laNaturaleza,ysintióquelaTierra se movía bajo sus pies: Galileo. Ciego y sordo está, un anciano,traspasado por la espina del sufrimiento en los tormentos del mentís, confuerzasapenasparalevantarelpie,queundía,eneldolordesualma,golpeóel suelo al ser borradas las palabras de la verdad: «¡Y, sin embargo, semueve!».

Ahí está una mujer de alma infantil, llena de entusiasmo y de fe, a lacabezadelejércitocombatiente,empuñandolabanderayllevandoasupatriaalavictoriaylasalvación.Estallaeljúbilo…yseenciendelahoguera:JuanadeArco,labruja,esquemadaviva.

Peoraún, lossiglosveniderosescupiránsobreelblancolirio:Voltaire,elsátirodelarazón,cantaráLapucelle.

En el Congreso de Viborg, la nobleza danesa quema las leyes del Rey:brillanenlasllamas,iluminanlaépocayallegislador,proyectanunaaureolaen la tenebrosa torre donde él está aprisionado, envejecido, encorvado,arañando trazos con los dedos en lamesadepiedra; él, otrora señor de tresreinos,elmonarcapopular,elamigodelburguésydelcampesino:CristiánII,de recio carácter en una dura época. Sus enemigos escriben su historia.Pensemosensusveintisieteañosdecautiverio,cuandonosvengaalamentesucrimen.AllísehacealavelaunanavedeDinamarca;enaltomástilhayunhombre que contempla por última vez la Isla Hveen: es Tycho Brahe, quelevantaráelnombredesupatriahastalasestrellasyserárecompensadoconlaofensa y el disgusto. Emigra a una tierra extraña: «El cielo está en todaspartes,¿quémásnecesito?»,sonsuspalabras;parteelmásilustredenuestroshombres,paraversehonradoylibreenunpaísextranjero.

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«¡Ah, libre, incluso de los insoportables dolores del cuerpo!», oímossuspiraratravésdelostiempos.¡Quécuadro!Griffenfeld,unPrometeodanés,encadenadoalarocosaIsladeMunkholm.

NoshallamosenAmérica,albordedeuncaudalosorío;sehacongregadounamuchedumbre,unbarcovaazarparcontravientoymarea,desafiandoloselementos. Roberto Fulton se llama el hombre que se cree capaz de estahazaña.Elbarcoiniciaelviaje;deprontosequedaparado,ylamultitudríe,silba y grita; su propio padre silba también: —¡Orgullo, locura! ¡Hasencontrado tumerecido! ¡Qué encierren a esta cabeza loca!—.Entonces serompeundiminutoclavoqueporunosmomentoshabíafrenadolamáquina,lasruedasgiran, laspalasvencenlaresistenciadelagua,elbuquearranca…Lalanzaderadelvaporreducelashorasaminutosentrelastierrasdelmundo.

Humanidad,¿comprendescuánsublimefueestedespertardelaconciencia,estarevelaciónalalmadesumisión,esteinstanteenquetodaslasheridasdelespinoso sendero del honor —incluso las causadas por propia culpa— sedisuelven en cicatrización, en salud, fuerza y claridad, la disonancia setransformaenarmonía,loshombresvenlamanifestacióndelagraciadeDios,concedidaaunelegidoyporéltransmitidaatodos?

Así la espinosa sendadel honor aparece comouna aureolaquenimba laTierra. ¡Feliz el que aquí abajo ha sido designado para emprenderla,incorporado graciosamente a los constructores del puente que une a loshombresconDios!

Sostenidoporsusalaspoderosas,vuelaelespíritudelaHistoriaatravésdelostiemposmostrando—paraestímuloyconsuelo,paradespertarunapiedadqueinvitaalameditación—,sobreunfondooscuro,encuadrosluminosos,elsenderodelhonor,sembradodeabrojos,quenotermina,comoenlaleyenda,enesplendorygozoaquíenlaTierra,sinomásalládeella,eneltiempoyenlaeternidad.

Laniñajudía

(Jødepigen)

Asistía a la escuela de pobres, entre otros niños, una muchachita judía,despiertaybuena,lamáslistadelcolegio.Nopodíatomarparteenunadelaslecciones,ladeReligión,pueslaescuelaeracristiana.

DurantelaclasedeReligiónlepermitíanestudiarsulibrodeGeografíaoresolversusejerciciosdeMatemáticas,perolachiquillateníaterminadosmuypronto sus deberes. Tenía delante un libro abierto, pero ella no lo leía;

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escuchaba desde su asiento, y el maestro no tardó en darse cuenta de queseguíaconmásatenciónquelosdemásalumnos.

—Ocúpatedetulibro—ledijo,condulzuraygravedad;peroellalomiróconsusbrillantesojosnegros,y,alpreguntarle,comprobóquelaniñaestabamuchomás enterada que sus compañeros.Había escuchado, comprendido yasimiladolasexplicaciones.

Supadreeraunhombredebien,muypobre.Cuando llevóa laniñaa laescuela,pusopor condiciónqueno la instruyesenen la fe cristiana.Pero setemió que si salía de la escuela mientras se daba la clase de enseñanzareligiosa, perturbaría la disciplina o despertaría recelos y antipatías en losdemás,yporesosequedabaensubanco;perolascosasnopodíancontinuarasí.

Elmaestro llamóalpadrede la chiquillay ledijoquedebíaelegir entreretirarasuhijadelaescuelaodejarquesehiciesecristiana.

—Nopuedosoportarsusmiradasardientes,elfervoryanhelodesualmaporlaspalabrasdelEvangelio—añadió.

Elpadrerompióallorar:

—Yomismosémuypocodenuestrareligión—dijo—,perosumadreerauna hija de Israel, firme en su fe, y en el lecho de muerte le prometí quenuestrahijanuncaseríabautizada.Debocumplirmipromesa,esparamíunpactoconDios.

Ylaniñafueretiradadelaescueladeloscristianos.

Habíantranscurridoalgunosaños.

EnunadelasciudadesmáspequeñasdeJutlandiaservía,enunamodestacasadelaburguesía,unapobremuchachadefemosaica,llamadaSara;teníael cabello negro como ébano, los ojos oscuros, pero brillantes y luminosos,como suele ser habitual entre las hijas del Oriente. La expresión del rostroseguíasiendoladeaquellaniñaque,desdeelbancodelaescuela,escuchabaconmiradainteligente.

Cadadomingollegabanalacalle,desdelaiglesia,lossonesdelórganoylos cánticos de los fieles; llegaban a la casa donde la joven judía trabajaba,laboriosayfiel.

—Guardaráselsábado—ordenabasureligión;peroelsábadoeraparaloscristianosdíadelabor,ysólopodíaobservarelpreceptoenlomásíntimodesualma,yesto leparecía insuficiente.Sinembargo, ¿qué sonparaDios losdías y las horas? Este pensamiento se había despertado en su alma, y eldomingo de los cristianos podía dedicarlo ella en parte a sus propiasdevociones;ycomoalacocinallegabanlossonesdelórganoyloscoros,para

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ella aquel lugar era santo y apropiado para lameditación. Leía entonces elAntiguo Testamento, tesoro y refugio de su pueblo, limitándose a él, puesguardabaprofundamenteenlamemorialaspalabrasquedijeransupadreysumaestro cuando fue retirada de la escuela, la promesa hecha a la madremoribunda,dequeSaranoseharíanuncacristiana,quejamásabandonaríalafe de sus antepasados. El Nuevo Testamento debía ser para ella un librocerrado, a pesar de que sabía muchas de las cosas que contenía, pues losrecuerdosdeniñeznosehabíanborradodesumemoria.UnaveladahallábaseSara sentada en un rincón de la sala, atendiendo a la lectura del jefe de lafamilia; le estaba permitido, puesto que no leía el Evangelio, sino un viejolibrodeHistoria;poreso sehabíaquedado.Tratabael librodeuncaballerohúngaro que, prisionero de un bajá turco, era uncido al arado junto con losbueyes y tratado a latigazos; las burlas y malos tratos lo habían llevado albordedelamuerte.Laesposadelcautivovendiótodassusalhajasehipotecóelcastilloy las tierras,a lavezquesusamigosaportabancuantiosassumas,puesel rescateexigidoeraenorme;fuereunido,sinembargo,yelcaballero,redimidodeloprobioylaesclavitud.Enfermoyachacoso,regresóelhombreasupatria.PocodespuéssonólallamadageneralalaluchacontralosenemigosdelaCristiandad;elenfermo,aloírla,nosediopuntodereposohastaversemontadoen su corcel; susmejillas recobraron los colores, parecieronvolversusfuerzas,ypartióalaguerra.Yocurrióquehizoprisioneroprecisamenteaaquelmismobajáquelohabíauncidoalaradoylohabíahechoobjetodetodasuertedeburlasymalostratos.Fueencerradoenunamazmorra,peroalpocoratoacudióavisitarloelcaballeroylepreguntó:

—¿Quécreesqueteespera?

—Bienlosé—respondióelturco—.¡Tuvenganza!

—Sí, la venganza del cristiano—repuso el caballero.—. La doctrina deCristo nos manda perdonar a nuestros enemigos y amar a nuestro prójimo,puesDioses amor.Vuelveenpaza tu tierraya tu familia,yaprendea sercompasivoyhumanoconlosquesufren.

Elprisioneroprorrumpióenllanto:

—¡Cómopodíayoesperarloqueestoyviendo!Estabaseguro,dequemeesperabanelmartirioylatortura;poresometoméunvenenoquememataráen pocas horas. ¡Voy amorir, no hay salvación posible! ¡Pero antes de queterminemivida,explícameladoctrinaqueencierratantoamorytantagracia,pues es una doctrina grande y divina! ¡Deja que en ella muera, quemueracristiano!—Supeticiónfueatendida.

Tal fue la leyenda, la historia, que el dueño de la casa leyó en alta voz.Todoslaescucharonconfervor,pero,sobretodo,llenódefuego,ydevidaaaquellamuchachasentadaenelrincón:Sara,lajovenjudía.Grandeslágrimas

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asomaronasusbrillantesojosnegros;ensualmainfantilvolvióasentir,comoya la sintieraantañoenelbancode laescuela, la sublimidaddelEvangelio.Laslágrimasrodaronporsusmejillas.

«¡Nodejesquemihijasehagacristiana!»,habíansidolasúltimaspalabrasdesumadremoribunda;yensucorazónyensualmaresonabanaquellasotraspalabrasdelmandamientodivino:«Honrarásatupadreyatumadre».

«¡No soy cristiana! Me llaman la judía; aún el domingo último me lollamaron en son de burla los hijos del vecino, cuandome estaba frente a lapuerta abierta de la iglesia mirando el brillo de los cirios del altar yescuchando los cantos de los fieles. Desdemis tiempos de la escuela hastaahora he venido sintiendo en el Cristianismo una fuerza que penetra enmicorazóncomounrayodesolaunquecierrelosojos.Peronoteafligiréenlatumba,madre,noseréperjuraalvotodemipadre:noleerélaBibliacristiana.TengoalDiosdemisantepasados;anteÉlpuedoinclinarmicabeza».

Ytranscurrieronmásaños.

Murió el cabeza de la familia y dejó a su esposa en situación apurada.Habíaquerenunciaralamuchacha;peroSaranosefue,sinoqueacudióensuayudaenelmomentodenecesidad;contribuyóasostenerelpesodelacasa,trabajandohastaaltashorasdelanocheyprocurandoelpandecadadíaconlalabordesusmanos.Ningúnparientequisoacudirenauxiliodelafamilia; laviuda,cadadíamásdébil,habíadepasarsemesesenterosenlacama,enferma.Saralacuidaba,lavelaba,trabajaba,dulceypiadosa;eraunabendiciónparalacasahundida.

—Toma laBiblia—dijoundía la enferma.—.Léemeun fragmento. ¡EstanlargalaveladaysientotantosdeseosdeoírlapalabradeDios!

Sarabajólacabeza;doblólasmanossobrelaBibliay,abriéndola,sepusoa leerla a la enferma. A menudo le acudían las lágrimas a los ojos, peroaumentaba en ellos la claridad, y también en su alma: «Madre, tu hija nopuede recibir el bautismo de los cristianos ni ingresar en su comunidad; loquisisteasíyrespetarétuvoluntad;estamosunidosaquíenlatierra,peromásalládeella…estamosaúnmásunidosenDios,quenosguíayllevaallendelamuerte.Éldesciendea la tierra,ydespuésdedejarlasufrir lahacemásrica.¡Locomprendo!Noséyomismacómofue.¡EsporÉl,enÉl:Cristo!».

Seestremecióalpronunciarsunombre,yunbautismodefuegolarecorriótodaellaconmásfuerzade laqueelcuerpopodíasoportar,por loquecayódesplomada,másrendidaquelaenfermaaquienvelaba.

—¡Pobre Sara!—dijeron—, no ha podido resistir tanto trabajo y tantasvelas.

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Lallevaronalhospital,dondemurió.Laenterraron,peronoalcementeriodeloscristianos;nohabíaenéllugarparalajovenjudía,sinofuera,juntoalmuro;allírecibiósepultura.

Y el Hijo de Dios, que resplandece sobre las tumbas de los cristianos,proyecta también su gloria sobre la de aquella doncella judía—que reposafuera del sagrado recinto; y los cánticos religiosos que resuenan en elcamposantocristianolohacentambiénsobresutumba,alaquetambiénllególarevelación:«¡Hayunaresurrección,enCristo!»,enÉl,elSeñor,quedijoasus discípulos: «Juan os ha bautizado con agua, pero yo os bautizaré en elnombredelEspírituSanto».

Juanelbobo

(Klods-Hans)

Allá en el campo, en una vieja mansión señorial, vivía un ancianopropietarioque teníadoshijos, tan listos, que con lamitadhubierabastado.LosdossemetieronenlacabezapedirlamanodelahijadelRey.Estabanensuderecho,pueslaprincesahabíamandadopregonarquetomaríapormaridoaquienfuesecapazdeentretenerlaconmayorgraciaeingenio.

Losdoshermanosestuvieronpreparándoseporespaciodeochodías;ésteeraelplazomáximoqueselesconcedía,másquesuficiente,empero,yaqueeranmuyinstruidos,yestoesunagranayuda.Unosesabíadememoriatodalaenciclopedialatina,yademáslacoleccióndetresañosenterosdelperiódicolocal, tanto del derecho como del revés. El otro conocía todas las leyesgremiales párrafo por párrafo, y todo lo que debe saber el presidente de ungremio. De este modo, pensaba, podría hablar de asuntos del Estado y detemaseruditos.Además,sabíabordartirantes,pueserafinoyágildededos.

—Mellevarélaprincesa—afirmabanlosdos;poresosupadredioacadauno un hermoso caballo; el que se sabía de memoria la enciclopedia y elperiódico, recibió uno negro como azabache, y el otro, el ilustrado encuestionesgremialesydiestroenlaconfeccióndetirantes,unoblancocomolaleche.Además, seuntaron losángulosde los labiosconaceitedehígadodebacalao,paradarlesmayor agilidad.Todos los criados salieronalpatioparaverlos montar a caballo, y entonces compareció también el tercero de loshermanos, pues eran tres, sólo que el otro no contaba, pues no se podíacompararencienciaconlosdosmayores,y,así,todoelmundolollamabaelbobo.

—¿Adóndevaisconeltrajedelosdomingos?—preguntó.

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—Apalacio, a conquistar a la hija del Rey con nuestros discursos. ¿Nooístealpregonero?—ylecontaronloqueocurría.

—¡Demonios!Puesnovoyaperderlaocasión—exclamóelbobo—.Yloshermanosserierondeélypartieronalgalope.

—¡Dadme un caballo, padre! — dijo Juan el bobo —. Me gustaríacasarme.Si laprincesameacepta,me tendrá,y sinomeacepta,yaverédetenerlayoaella.

—¡Qué sandeces estás diciendo! —intervino el padre.—. No te daréningúncaballo.¡Sinosabeshablar!Tushermanossondistintos,ellospuedenpresentarseentodaspartes.

—Sinomedaisuncaballo—replicóelbobo—montaréelmachocabrío;esmíoypuedellevarme.—Sesubióahorcajadassobreelanimal,y,dándoleconeltalónenlosijares,emprendióeltroteporlacarretera.¡Vayatrote!

—¡Atención,quevengoyo!—gritabaelbobo;ysepusoacantarcontantafuerza,quesuvozresonabaagrandistancia.

Los hermanos, en cambio, avanzaban en silencio, sin decir palabra;aprovechabaneltiempoparareflexionarsobrelasgrandesideasquepensabanexponer.

—¡Eh,eh!—gritóelbobo,¡aquíestoyyo!¡Miradloqueheencontradoenlacarretera!—.Ylesmostróunacornejamuerta.

—¡Imbécil!—exclamaronlosotros—,¿paraquélaquieres?

—¡Selaregalaréalaprincesa!

—¡Hazloquequieras!—contestaron,soltandolacarcajadaysiguiendosucamino.

—¡Eh,eh!,¡aquíestoyyo!¡Miradloqueheencontrado!¡Noseencuentratodoslosdías!

Loshermanossevolvieronaverelrarotesoro.

—¡Estúpido!—dijeron—,esunzuecoviejo,ysinlapala.¿Tambiénseloregalarásalaprincesa?

—¡Claro que sí! —respondió el bobo; y los hermanos, riendoruidosamente,prosiguieronsurutaynotardaronenganarleunbuentrecho.

—¡Eh,eh!,¡aquíestoyyo!—volvióagritarelbobo—.¡Voydemejorenmejor!¡Arrea!¡Sehavistocosaigual!

—¿Qué has encontrado ahora?—preguntaron los hermanos.—. ¡Oh!—exclamó el bobo—.Es demasiado bueno para decirlo. ¡Cómo se alegrará la

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princesa!

—¡Qué asco! —exclamaron los hermanos—. ¡Si es lodo cogido de unhoyo!

—Exacto, esto es —asintió el bobo—, y de clase finísima, de la queresbalaentrelosdedos—yasídiciendo,sellenólosbolsillosdebarro.

Loshermanospusieronloscaballosalgalopeydejaronalotrorezagadoenuna buena hora. Hicieron alto en la puerta de la ciudad, donde lospretendienteserannumeradosporelordendesu llegadaydispuestosenfiladeaseisdefrente,tanapretadosquenopodíanmoverlosbrazos.Ysuertedeello,puesdeotromodosehabríanrotomutuamentelostrajes,sóloporqueelunoestabadelantedelotro.

Todos los demás moradores del país se habían agolpado alrededor delpalacio,encaramándosehastalasventanas,paravercómolaprincesarecibíaalospretendientes.¡Cosarara!Nobienentrabaunoenlasala,parecíacomosiselehicieraunnudoenlagarganta,ynopodíasoltarpalabra.

—¡Nosirve!—ibadiciendolaprincesa—.¡Fuera!

Llegóelturnodelhermanoquesesabíadememorialaenciclopedia;perocon aquel largo plantón se le había olvidado por completo. Para acabar decomplicarlascosas,elsuelocrujía,yeltechoeratodoélunespejo,porlocualnuestro hombre se veía cabeza abajo; además, en cada ventana había tresescribanos y un corregidor que tomaban nota de todo lo que se decía, parapublicarloenseguidaenelperiódico,quesevendíaadoschelinesentodaslasesquinas. Era para perder la cabeza. Y, por añadidura, habían encendido laestufa,queestabacandente.

—¡Qué calor hace aquí dentro! —fueron las primeras palabras delpretendiente.

—Esquehoymipadreasapollos—dijolaprincesa.

—¡Ah!—ysequedóclavado;aquellarespuestanolahabíaprevisto;nolesalíaniunapalabra,contantascosasingeniosasqueteníapreparadas.

—¡No sirve! ¡Fuera!—ordenó la princesa.Y elmozo hubo de retirarse,paraquepasasesuhermanosegundo.

—¡Quécalormásterrible!—dijoéste.

—¡Sí,asamospollos!—explicólahijadelRey.

—¿Cómo di… di, cómo di…?—tartamudeó él, y todos los escribanosanotaron:«¿Cómodi…di,cómodi…?».

—¡Nosirve!¡Fuera!—decretólaprincesa.

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Le tocóentoncesel turnoalbobo,quienentróen la salacaballeroen sumachocabrío.

—¡Demonios,quécalor!—observó.

—Esqueestoyasandopollos—contestólaprincesa.

—¡Alpelo!—dijoelbobo.—.Así, no le importaráquease tambiénunacorneja,¿verdad?

—Conmuchogusto,nofaltabamás—respondiólahijadelRey—.Pero,¿traesalgoenqueasarla?;puesnotengonipucheroniasador.

—Yosílostengo—exclamóalegrementeelotro.—.Heaquíunexcelentepuchero, con mango de estaño—y, sacando el viejo zueco, metió en él lacorneja.

—Pues,¡vayabanquete!—dijolaprincesa—.Pero,¿ylasalsa?

Latraigoenelbolsillo—replicóelbobo—.Tengoparaesoymuchomás—ysesacódelbolsillounpuñadodebarro.

—¡Estome gusta!—exclamó la princesa—.Almenos tú eres capaz deresponderydehablar.¡Túserásmimarido!Pero,¿sabesquecadapalabraquedigamos será escrita y mañana aparecerá en el periódico? Mira aquellaventana: tres escribanos y un corregidor. Este es el peor, pues no entiendenada.—Desdeluego,estosólolodijoparaamedrentaralsolicitante.Ytodoslosescribanossoltaronlacarcajadaehicieronunamanchadetintaenelsuelo.

—¿Aquellasseñoríasdeallí?—preguntóelbobo—.¡Ahívaestoparaelcorregidor!—y, vaciándose los bolsillos, arrojó todo el barro a la cara delpersonaje.

—¡Magnífico! —exclamó la princesa.—. Yo no habría podido. Peroaprenderé.

YdeestemodoJuanelbobofueRey.Obtuvounaesposayunacoronaysesentóenuntrono—ytodoestolohemossacadodeldiariodelcorregidor,locualnoquieredecirquedebamoscreerloapiesjuntillas.

Elabecedario

(ABC-Bogen)

Éraseunavezunhombrequehabíacompuestoversosparaelabecedario,siempredosparacada letra, exactamentecomovemosen laantiguacartilla.Decía que hacía falta algo nuevo, pues los viejos pareados estaban muy

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sobados, y los suyos le parecían muy bien. Por el momento, el nuevoabecedario estaba sólo enmanuscrito, guardado en el gran armario-librería,junto a la vieja cartilla impresa; aquel armario que contenía tantos libroseruditos y entretenidos. Pero el viejo abecedario no quería por vecino alnuevo,yhabíasaltadoenelanaquelpegandounempellónalintruso,elcualcayó al suelo, y allí estaba ahora con todas las hojas dispersas. El viejoabecedario había vuelto hacia arriba la primera página, que era la másimportante,puesenellaestabantodaslasletras,grandesypequeñas.Aquellahojacontenía todoloqueconstituye lavidade losdemás libros:elalfabeto,las letras que, quiérase o no, gobiernan almundo. ¡Qué podermás terrible!Tododependedecómoselasdispone:puedendarlavida,puedencondenaramuerte; alegrar o entristecer. Por sí solas nada son, pero ¡puestas en fila yordenadas!…CuandoNuestroSeñor lashace intérpretesde supensamiento,leemosmáscosasdelasquenuestramentepuedecontenerynosinclinamosprofundamente,perolasletrassoncapacesdecontenerlas.

Puesallíestaban,caraarriba.ElgallodelaAmayúsculalucíasusplumasrojas, azules y verdes. Hinchaba el pecho muy ufano, pues sabía lo quesignificabanlasletras,yeraelúnicovivienteentreellas.

Alcaeralsueloelviejoabecedario,elgallobatiódealas,sesubiódeunavoladaaunbordedelarmarioy,despuésdealisarse lasplumasconelpico,lanzó al aire un penetrante quiquiriquí. Todos los libros del armario, que,cuando no estaban de servicio, se pasaban el día y la noche dormitando,oyeronlaestridentetrompeta.Yentonceselgallosepusoadiscursear,envozclarayperceptible,sobrelainjusticiaqueacababadecometerseconelviejoabecedario.

—Por lo visto ahora ha de ser todo nuevo, todo diferente—dijo—. Elprogresonopuededetenerse.Losniñossontanlistos,quesabenleerantesdeconocerlasletras.«¡Hayquedarlesalgonuevo!»,dijoelautordelosnuevosversos, que yacen esparcidos por el suelo. ¡Bien los conozco!Más de diezveces se los oí leer en alta voz. ¡Cómo gozaba el hombre! Pues no, yodefenderé losmíos, losantiguos,queson tanbuenos,y las ilustracionesquelos acompañan. Por ellos lucharé y cantaré. Todos los libros del armario losabenbien.Yahoravoyaleerlosdenuevacomposición.Losleerécontodapausaytranquilidad,ycreoqueestaremostodosdeacuerdoenlomalosqueson.

A.Ama

Saleelamaendomingada

Porunniñoajenohonrada.

B.Barquero

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Pasópenasyfatigaselbarquero,

Masahorareposaplacentero.

—Este pareado no puede ser más soso —dijo el gallo—. Pero sigoleyendo.

C.Colón

LanzóseColónalmaringente,

yensanchóselatierraenormemente.

D.Dinamarca

DeDinamarcahaymásdeunasagabella,

NocargueDioslamanosobreella.

—Muchos encontrarán hermosos estos versos—observó el gallo— peroyono.Nolesveonadadeparticular.Sigamos.

E.Elefante

Conímpetuyarrojoavanzaelelefante,

dejovencorazónybuentalante.

F.Follaje

Despójaseelbosquedelfollaje

Encuantolatierravisteelblancotraje.

G.Gorila

Pormásquetraigáisgorilasalaarena,

sevensiempretantorpes,quedapena.

H.Hurra

¡Cuántasveces,gritandoennuestratierra,

puedeun«hurra»sercausadeunaguerra!

—¡Cómovaunniñoacomprenderestasalusiones!—protestóelgallo—.Y,sinembargo,enlaportadaselee:«Abecedarioparagrandesychicos».Perolos mayores tienen que hacer algo más que estarse leyendo versos en elabecedario,ylospequeñosnoloentienden.

¡Estoeselcolmo!Adelante.

J.Jilguero

Cantaalegreensuramaeljilguero,

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devivoscoloresycuerpoligero.

L.León

Enlaselva,elleónlanzasurugido;

vedloluegoenlajaulaentristecido.

Mañana(solde)

Porlamañanasaleelsolmuypuntual,

masnoporquecanteelgalloenelcorral.

Ahora las emprende conmigo —exclamó el gallo—. Pero yo estoy enbuenacompañía,encompañíadelsol.Sigamos.

N.Negro

Negroeselhombredelsolecuatorial;

pormuchoquelolaven,siempreseráigual.

O.Olivo

¿Cuáleslamejorhoja,losabéis?Afe,

ladelolivodelapalomadeNoé.

P.Pensador

Ensumente,elpensadormuevetodoelmundo,

desdelomásaltohastalomásprofundo.

Q.Queso

Elquesoseutilizaenlacocina,

dondeconotrosmanjaressecombina.

R.Rosa

Entrelasflores,eslarosabella

loqueenelcielolamásbrillanteestrella.

S.Sabiduría

Muchoscreenposeersabiduría

cuandoenverdadsumolleraestávacía.

—¡Permitidmequecanteunpoco!—dijoelgallo—.Contantoleersemeacabanlasfuerzas.Hedetomaraliento.Ysepusoacantardetalforma,queno parecía sino una corneta de latón. Daba gusto oírlo —al gallo,entendámonos—.Adelante.

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T.Tetera

Lateteratienerangoenlacocina,

perolavozdelpucheroesaúnmásfina.

U.Urbanidad

Virtudindispensableeslaurbanidad,

sinosequiereserunogroensociedad.

Ahídebehabermuchofondo—observóelgallo—,peronodoyconél,pormuchoquetratodeprofundizar.

V.Valledelágrimas

Valledelágrimasesnuestramadretierra.

Aellairemostodos,enpazoenguerra.

—¡Estoesmuycrudo!—dijoelgallo.

X.Xantipa

—Aquínohasabidoencontrarnadanuevo:

Enelmatrimoniohayunarrecife,

alqueSócratesdaelnombredeXantipe.

—Alfinal,hatenidoquecontentarseconXantipe.

Y.Ygdrasil

EnelárboldeYgdrasillosdiosesnórdicosvivieron,

maselárbolmurióyellosenmudecieron.

—Estamos casi al final—dijo el gallo—. ¡No es poco consuelo! Va elúltimo:

Z.Zephir

Endanés,elcéfiroesvientodePoniente,

tehielaatravésdelpañomáscaliente.

—¡Porfinseacabó!Peroaúnnoestamosalcabodelacalle.Ahoravieneimprimirlo.Y luego leerlo. ¡Y lo ofrecerán en sustitución de los venerablesversos de mi viejo abecedario! ¿Qué dice la asamblea de libros eruditos eindoctos,monografíasymanuales?¿Quédicelabiblioteca?Yohedicho;quehablenahoralosdemás.

Los librosyelarmariopermanecieronquietos,mientraselgallovolvíaasituarsebajosuA,muyorondo.

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—He hablado bien, y cantado mejor. Esto no me lo quitará el nuevoabecedario.Deseguroquefracasa.Yahafracasado.¡Notienegallo!

Elalforfón

(Boghveden)

Sidespuésdeunatormentapasáisjuntoauncampodealforfón,loveréisamenudoennegrecidoycomochamuscado;sediríaquesobreélhapasadounallama,yellabradorobserva:—Estoesdeunrayo—.Pero,¿cómosucedió?Oslovoyacontar,puesyoloséporungorrioncillo,alcual,asuvez,selorevelóunviejosaucequecrecejuntoauncampodealforfón.Esunsaucecorpulentoyvenerableperomuyviejoycontrahecho,conunahendiduraeneltronco,delacualsalenhierbajosyzarzamoras.Elárbolestámuyencorvado,ylasramascuelganhastacasitocarelsuelo,comounalargacabelleraverde.

Entodosloscamposdeaquelloscontornoscrecíancereales,tantocentenocomocebadayavena,esamagníficaavenaque,cuandoestáensazón,ofreceelaspectodeuna filadediminutoscanariosamarillosposadosenuna rama.Todoaquelgranoeraunabendición,ycuandomásllenasestabanlasespigas,tantomásseinclinaban,comoengestodepiadosahumildad.

Perohabíatambiénuncamposembradodealforfón,frentealviejosauce.Sus espigas no se inclinaban como las de las restantes mieses, sino quepermanecíanenhiestasyaltivas.

—Indudablemente, soy tan rico como la espiga de trigo —decía—, yademássoymuchomásbonito;misfloressonbellascomolasdelmanzano;deleitalosojosmirarnos,amíyalosmíos.¿Hasvistoalgomásespléndido,viejosauce?

El árbol hizo un gesto con la cabeza, como significando: «¡Qué cosasdices!».Peroelalforfón,pavoneándosedepuroorgullo,exclamó:—¡Tontodeárbol!Depuroviejo,lahierbalecreceenelcuerpo.

Peroheaquíqueestallóunaespantosatormenta;todaslasfloresdelcamporecogieronsushojasybajaron lacabezamientras la tempestadpasabasobreellas;sóloelalforfónseguíatanengreídoyaltivo.

—¡Bajalacabezacomonosotras!—leadvirtieronlasflores.

—¡Paraqué!—replicóelalforfón.

—¡Agachalacabezacomonosotros!—gritóeltrigo—.Miraqueseacercaelángeldelatempestad.Susalasalcanzandesdelasnubesalsuelo,ypuede

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pegarteunaletazoantesdequetengastiempodepedirlegracia.

—¡Quévenga!Notengoporquéhumillarme—respondióelalforfón.

—¡Cierratusfloresybajatushojas!—leaconsejó,asuvez,elviejosauce—. No levantes la mirada al rayo cuando desgarre la nube; ni siquiera loshombrespuedenhacerlo,puesatravésdelrayoseveelcielodeDios,yestavisiónciegaalpropiohombre.¡Quénonosocurriríaanosotras,pobresplantasdelatierra,quesomosmuchomenosqueél!

—¿Menosqueél?—protestóelalforfón—.¡Puesahoramirarécaraacaraal cielo de Dios! —. Y así lo hizo, cegado por su soberbia. Y tal fue elresplandor, que no pareció sino que todo el mundo fuera una inmensallamarada.

Pasadayalatormenta, lasfloresylasmiesesseabrieronylevantarondenuevo enmedio del aire puro y en calma, vivificados por la lluvia; pero elalforfónaparecíanegrocomocarbón,quemadoporelrayo;noeramásqueunhierbajomuertoenelcampo.

Elviejosaucemecíasusramasalimpulsodelviento,ydesushojasverdescaían gruesas gotas de agua, como si el árbol llorase, y los gorriones lepreguntaron:

—¿Porquélloras?¡Sitodoestoesunabendición!Miracómobrillaelsol,ycómodesfilanlasnubes.¿Norespiraselaromadelasfloresyzarzas?¿Porquélloras,pues,viejosauce?

Yelsauceleshablódelasoberbiadelalforfón,desuorgulloydelcastigoque le valió. Yo, que os cuento la historia, la oí de los gorriones. Me lanarraronunatarde,enqueyoleshabíapedidoquemecontaranuncuento.

Elúltimosueñodelviejoroble

(CuentodeNavidad)

(Detgamleegetræssidstedrøm)

Había una vez en el bosque, sobre los acantilados que daban almar, unvetusto roble, que tenía exactamente trescientos sesenta y cinco años. Perotodoestetiempo,paraelárbolnosignificabamásqueloquesignificanotrostantosdíasparanosotros,loshombres.

Nosotrosvelamosdedía,dormimosdenocheyentoncestenemosnuestrossueños. La cosa es distinta con el árbol, pues vela por espacio de tresestaciones,ysóloeninviernoquedasumidoensueño;elinviernoessutiempo

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dedescanso,essunochetrasellargodíaformadoporlaprimavera,elveranoyelotoño.

Aquelinsectoqueapenasviveveinticuatrohorasyquellamamosefímera,másdeuncalurosodíadeveranohabíaestadobailando,viviendo,flotandoydisfrutando en torno a su copa. Después, el pobre animalito descansaba ensilenciosabienaventuranzasobreunadelasverdeshojasderoble,yentonceselárbolledecíasiempre:

—¡Pobrepequeña!Tuvidaenteradurasólounmomento.¡Québreve!Esuncasobientriste.

—¿Triste?—respondíainvariablementelaefímera—.¿Quéquieresdecir?Todo es tan luminoso y claro, tan cálido y magnífico, y yo me siento tancontenta…

—Perosóloundíaytodoterminó.

—¿Terminó? —replicaba la efímera—. ¿Qué es lo que termina? ¿Hasterminadotú,acaso?

—No,yovivomilesymilesdetusdías,ymidíaabarcaestacionesenteras.Esuntiempotanlargo,quetúnopuedescalcularlo.

—No te comprendo, la verdad. Tú tienes millares de mis días, pero yotengomillaresdeinstantesparasentirmecontentayfeliz.¿Terminaacasotodaesamagnificenciadelmundo,cuandotúmueres?

—No—decía el roble—.Continúamás tiempo, un tiempo infinitamentemáslargodelquepuedoimaginar.

—Entoncesnuestraexistenciaes igualde larga, sóloque lacontamosdemododiferente.

Ylaefímeradanzabaysemecíaenelaire,satisfechadesusalassutilesyprimorosas, queparecíanhechas de tul y terciopelo.Gozabadel aire cálido,impregnadodel aromade los campos de trébol y de las rosas silvestres, laslilas y lamadreselva, para no hablar ya de la aspérula, las primaveras y lamentarizada.Tanintensoeraelaroma,quelaefímerasentíacomounaligeraembriaguez.Eldíaeralargoyespléndido,saturadodealegríaydeairesuave,y en cuanto el sol se ponía, el insecto se sentía invadido de un agradablecansancio,producidoportantogozar.Lasalasseresistíanasostenerlo,y,casisin darse cuenta, se deslizaba por el tallo de hierba, blando y ondeante,agachaba la cabeza como sólo él sabe hacerlo, y se quedaba alegrementedormido.Éstaerasumuerte.

—¡Pobre,pobreefímera!—exclamabaelroble—.¡Quévidatanbreve!

Y cada día se repetía la misma danza, el mismo coloquio, la misma

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respuesta y elmismo desvanecerse en el sueño de lamuerte. Se repetía entodaslasgeneracionesdelasefímeras,ytodassemostrabanigualmentefelicesycontentas.

El roble había estado en vela durante toda su mañana primaveral, sumediodía estival y su ocaso otoñal. Llegaba ahora el período del sueño, sunoche.Seacercabaelinvierno.

Venían ya las tempestades, cantando: «¡Buenas noches, buenas noches!¡Cayóunahoja,cayóunahoja!¡Cosechamos,cosechamos!Veteaacostar.Tecantaremosentusueño,tesacudiremos,pero,¿verdadqueesolehacebienalas viejas ramas? Crujen de puro placer. ¡Duerme dulcemente, duermedulcemente!Estunochenúmerotrescientossesentaycinco;enrealidad,eresdocemesino.¡Duermedulcemente!Lanubeverteránievesobreti.Teharádesábana,unacalientemantaque teenvolverá lospies.Duermedulcemente,ysueña».

Yelroblesequedódespojadodetodosufollaje,dispuestoaentregarseasuprolongadosueñoinvernalysoñar;asoñarsiempreconlascosasvividas,exactamentecomoenlossueñosdeloshumanos.

Tambiénélhabíasidopequeño.Sucunahabíasidounabellota.Segúnelcómputodeloshombres,sehallabaahoraensucuartosiglo.Eraelroblemáscorpulentoyhermosodelbosque;sucoparebasabatodoslosdemásárboles,yera visible desdemuy adentro delmar, sirviendo a losmarinos de punto dereferencia.Nopensabaélenlosmuchosojosquelobuscaban.Enlomásaltodesuverdecopainstalabansunidolaspalomastorcaces,yelcuclillogritabasu nombre. En otoño, cuando las hojas parecían láminas de cobre forjado,acudíanlasavesdepasoydescansabanenellaantesdeemprenderelvueloatravésdelmar.Masahorahabíallegadoelinvierno;elárbolestabasinhojas,yquedaban al desnudo los ángulos y sinuosidades que formaban sus ramas.Venían las cornejas y los grajos a posarse a bandadas sobre él, charlandoacerca de los duros tiempos que empezaban y de lo difícil que resultaríaprocurarselapitanza.

FueprecisamenteenlosdíassantosdelasNavidadescuandoelrobletuvosusueñomásbello.Vaisaoírlo.

Elárbolsedabaperfectacuentadequeeratiempodefiesta.Creíaoírenderredor el tañido de las campanas de las iglesias, y se sentía como en unespléndido día de verano, suave y caliente. Verde y lozana extendía supoderosacopa, los rayosdelsol jugueteabanentresushojasy ramas,elaireestabaimpregnadodelaromadehierbasymatasolorosas.Pintadasmariposasjugabanalagallinitaciega,ylasefímerasdanzabancomositodohubiesesidocreado sólo para que ellas pudiesen bailar y alegrarse. Todo lo que el árbolhabíavividoyvistoenelcursodesusañosdesfilabaanteélcomounfestivo

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cortejo.Veíacabalgaratravésdelbosquegentileshombresydamasdetiemposremotos, con plumas en el sombrero y halcones en la mano. Resonaba elcuernodecaza,yladrabanlosperros.Violuegosoldadosenemigosconarmasrelucientesyuniformesabigarrados, con lanzasyalabardas,que levantaban,sustiendasyvolvíanaplegarlas;ardíanfuegosdevivaque,ybajolasampliasramas del árbol los hombres cantaban y dormían. Vio felices parejas deenamoradosqueseencontrabanalaluzdelalunayentallabanenlaverdosacortezalasinicialesdesusnombres.Undía—habíantranscurridoyamuchosaños—,unos alegres estudiantes colgaronuna cítara y un arpa eólica de lasramasdelroble;yheaquíqueahorareaparecíanysonabanmelodiosamente.Las palomas torcaces arrullaban como si quisieran contar lo que sentía elárbol,yelcuclillopregonabaavozengritolosdíasdeveranoquelequedabanaúndevida.

Fuecomosiunnuevoflujodevidarecorrieseelárbol,desde lasúltimasfibrasdelaraízhastalasramasmásaltasylashojas.Sintióelroblecomosiseestirarayextendiera.Porlasraícesnotaba,quetambiénbajotierrahayvidaycalor. Sentía crecer su fuerza, crecía sin cesar. Se elevaba el troncocontinuamente, ganando altura pormomentos. La copa se hacíamás densa,ensanchándoseysubiendo.Ycuantomáscrecíaelárbol, tantomayorerasusensación de bienestar y su anhelo, impregnado de felicidad indecible, deseguirelevándosehastallegaralsolresplandecienteyardoroso.

Rebasaba ya en mucho las nubes, que desfilaban por debajo de él cualoscurasbandadasdeavesmigratoriasodeblancoscisnes.

Ycadaunadelashojasdelárbolestabadotadadevista,como,situvieseun ojo capaz de ver. Las estrellas se hicieron visibles de día, tal eran degrandesybrillantes;cadaunalucíacomounpardeojos,unosojosmuydulcesy límpidos. Recordaban queridos ojos conocidos, ojos de niños, deenamorados,cuándoseencontrabanbajoelárbol.

Eran momentos de infinita felicidad, y, sin embargo, en medio de suventura sintió el roble un vivo afán de que todos los restantes árboles delbosque, matas, hierbas y flores, pudieran elevarse con él, para disfrutartambiénde aquel esplendoryde aquel gozo.Entre tantamagnificencia, unacosafaltabaalafelicidaddelpoderosoroble:nopodercompartirsudichacontodos, grandes y pequeños, y este sentimiento hacía vibrar las ramas y lashojascontantaintensidadcomounpechohumano.

Semoviólacopadelárbolcomosibuscaraalgo,comosialgolefaltara.Miróatrás,ylafraganciadelaaspérulaylaaúnmásintensadelamadreselvaylavioleta,subieronhastaella;yelroblecreyó,oírlallamadadelcuclillo.

Yheaquíqueempezaronadestacarporentre lasnubeslasverdescimasdelbosque,y el robleviocómocrecían losdemásárboleshasta alcanzar su

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mismaaltura.Lashierbasymatassubíantambién;algunassedesprendíandelas raíces, para encaramarse más rápidamente. El abedul fue el más ligero;cual blanco rayo proyectó a lo alto su esbelto tronco,mientras las ramas seagitabancomountulverdeocomobanderas.Todoelbosquecrecía,inclusolacañadepardashojas,ylasavesseguíancantando,yeneltallitoqueondeabaamodo de una verde cinta de seda, el saltamontes jugaba con el ala posadasobre lapata.Zumbaban los abejorrosy las abejas, cadapájaro entonaba sucanción,ytodoeramelodíayregocijoenlasregionesdeléter.

—Perotambiéndeberíanparticiparlaflorecilladelagua—dijoelroble—,y la campanilla azul, y la diminuta margarita—. Sí, el roble deseaba quetodos,hastalosmáshumildes,pudiesentomarparteenlafiesta.

—¡Aquíestamos,aquíestamos!—seoyógritar.

—Pero la hermosa aspérula del último verano (el año pasado hubo aquíuna verdadera alfombra de lirios de los valles) y elmanzano, silvestre, ¡tanhermosocomoera!,ytodalamagnificenciadeañosatrás…¡quélástimaquehayamuertotodo,ynopuedangozarconnosotros!

—¡Aquíestamos,aquíestamos!—seoyóelcoro,másaltoaúnqueantes.Parecíacomosisehubiesenadelantadoensuvuelo.

—¡Quéhermoso!—exclamó,entusiasmado,elviejoroble—¡Lostengoatodos,grandesychicos,nofaltaniuno!¿Cómoesposibletantadicha?

—EnelreinodeDiostodoesposible—seoyóunavoz.

Y el árbol, que seguía creciendo incesantemente, sintió que las raíces sesoltabandelatierra.

—Estoes lomejorde todo—exclamóel árbol—.Yanome sujetanadaallá abajo. Ya puedo elevarme hasta el infinito en la luz y la gloria. Ymerodeantodoslosquequiero,chicosygrandes.

—¡Todos!

Éste fue el sueñodel roble; ymientras soñaba, una furiosa tempestad sedesencadenópormarytierraenlasantanochedeNavidad.Elocéanolanzabaterribles olas contra la orilla, crujió el árbol y fue arrancado de raíz,precisamente mientras soñaba que sus raíces se desprendían del suelo. Sustrescientos sesenta y cinco años no representaban ya más que el día de laefímera.

LamañanadeNavidad,cuandovolvióasalirelsol,latempestadsehabíacalmado. Todas las campanas doblaban en son de fiesta, y de todas laschimeneas, hasta la del jornalero, que era la más pequeña y humilde, seelevabaelhumoazulado,comodelaltarenunsacrificiodeaccióndegracias.Elmar se fue también calmando progresivamente, y en un gran buque que

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aquella noche había tenido que capear el temporal, fueron izados losgallardetes.

—¡Noestáelárbol,elviejoroblequenosseñalabalatierra!—decíanlosmarinos—. Ha sido abatido en esta noche tempestuosa. ¿Quién va asustituirlo?Nadiepodráhacerlo.

Tal fue el panegírico, breve pero efusivo, que se dedicó al árbol, el cualyacía tendido en la orilla, bajo unmanto de nieve. Y sobre él resonaba unsolemne coro procedente del barco, una canción evocadora de la alegríanavideñaydelaredencióndelalmahumanaporCristo,ydelavidaeterna:

Regocíjate,greycristiana.

Vamosyaabajaranclas.

Nuestraalegríaessinpar.

¡Aleluya,aleluya!

Asídecíaelhimnoreligioso,ytodoslostripulantessesentíanelevadosasumaneraporelcantoylaoración,comoelviejorobleensuúltimosueño,elsueñomásbellodesuNochebuena.

«Algo»

(Noget)

—¡Quieroseralgo!—decíaelmayordecincohermanos.—.Quieroservirdealgoenestemundo.Siocupounpuesto,pormodestoquesea,quesirvaamissemejantes,seréalgo.Loshombresnecesitanladrillos.Puesbien,siyolosfabrico,haréalgorealypositivo.

—Sí, pero eso es muy poca cosa—replicó el segundo hermano.—. Tuambiciónesmuyhumilde:estrabajodepeón,queunamáquinapuedehacer.No,másvale ser albañil.Eso sí es algo,yyoquiero serlo.Esunverdaderooficio.Quienloprofesaesadmitidoenelgremioyseconvierteenciudadano,con su bandera propia y su casa gremial. Si todomarcha bien, podré teneroficiales,mellamaránmaestro,ymimujerserálaseñorapatrona.Aesollamoyoseralgo.

—¡Tonterías!—intervino el tercero.—.Ser albañil no es nada.Quedarásexcluidodelosestamentossuperiores,yenunaciudadhaymuchosqueestánpor encima del maestro artesano. Aunque seas un hombre de bien, tucondicióndemaestronotelibrarádeserloquellamanun«patán».No,yoséalgomejor. Seré arquitecto, seguiré por la senda delArte, del pensamiento,

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subiréhastaelnivelmásaltoenelreinodelainteligencia.Habrédeempezardesdeabajo,sí; te lodigosin rodeos:comenzarédeaprendiz.Llevarégorra,aunque estoy acostumbrado a tocarme con sombrero de seda. Iré a compraraguardiente y cerveza para los oficiales, y ellosme tutearán, lo cual nomeagrada, pero imaginaré que no es sino una comedia, libertades propias delCarnaval.Mañana,esdecir,cuandoseaoficial,emprenderémipropiocamino,sin preocuparme de los demás. Iré a la academia a aprender dibujo, y seréarquitecto.Estosíesalgo.¡Ymucho!Acasomellamenseñoría,yexcelencia,yme pongan, además, algún título delante y detrás, y venga edificar, comootros hicieron antes que yo. Y entretanto iré construyendomi fortuna. ¡Esealgovalelapena!

—Puesesoquetúdicesqueesalgo,semeantojamuypocacosa,yhastate diré quenada—dijo el cuarto.—.Noquiero tomar caminos trillados.Noquieroseruncopista.Miambiciónesserungenio,mayorquetodosvosotrosjuntos. Crearé un estilo nuevo, levantaré el plano de los edificios según elclima y los materiales del país, haciendo que cuadren con su sentimientonacionalylaevolucióndelaépoca,ylesañadiréunpiso,queseráunzócaloparaelpedestaldemigloria.

—¿Ysinadavalenelclimayelmaterial?—preguntóelquinto.—.Seríabien sensible, pues no podrían hacer nada de provecho. El sentimientonacional puede engreírse y perder su valor; la evolución de la época puedeescapardetusmanos,comoseteescapalajuventud.Yaveoqueenrealidadningunodevosotrosllegaráasernada,pormuchoqueloesperéis.Perohacedloqueosplazca.Yonovoyaimitaros;mequedaréalmargen,parajuzgarycriticar vuestras obras. En este mundo todo tiene sus defectos; yo losdescubriréysacaréalaluz.Estoseráalgo.

Así lo hizo, y la gente decía de él: «Indudablemente, este hombre tienealgo.Esunacabezadespejada.Peronohacenada».Y,sinembargo,porestoprecisamenteeraalgo.

Comoveis, esto no esmás que un cuento, pero un cuento que nunca seacaba,queempiezasiempredenuevo,mientraselmundoseamundo.

Pero,¿quéfue,afindecuentas,deloscincohermanos?Escuchadmebien,queestodaunahistoria.

Elmayor, que fabricaba ladrillos, observó que por cada uno recibía unamonedita,yaunquesólofueradecobre,reuniendomuchasdeellasseobteníaunbrillanteescudo.Ahorabien,dondequieraquevayáisconunescudo,a lapanadería,alacarniceríaoalasastrería,seosabrelapuertaysólotenéisquepedirloqueoshagafalta.Heaquíloquesaledelosladrillos.Loshayqueserompenodesmenuzan,peroinclusodeéstossepuedesacaralgo.

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UnapobremujerllamadaMargaritadeseabaconstruirseunacasitasobreelmalecón.Elhermanomayor,queteníaunbuencorazón,aunquenollegóasermásqueun sencillo ladrillero, le dio todos los ladrillos rotos, y unos pocosenterosporañadidura.Lamujerseconstruyólacasitaconsuspropiasmanos.Eramuypequeña;unadelasventanasestabatorcida;lapuertaerademasiadobaja,yel techodepajahubierapodidoquedarmejor.Pero,bienquemal, lacasucaeraunrefugio,ydesdeellasegozabadeunabuenavistasobreelmar,aquelmarcuyasfuriosasolasseestrellabancontraelmalecón,salpicandoconsusgotas salobres lapobre choza,y tal comoera, ésta seguía enpiemuchotiempodespuésdeestarmuertoelquehabíacocidolosladrillos.

El segundo hermano conocía el oficio de albañil, mucho mejor que lapobreMargarita,pueslohabíaaprendidotalcomosedebe.

Aprobadosuexamendeoficial,seechólamochilaalhombroyentonólacancióndelartesano:

Jovenyosoy,yquierocorrermundo,

eirlevantandocasaspordoquier,

cruzartierras,pasarelmarprofundo,

confiadoenmiarteymivaler.

Ysiamitierraregresaraundía

atraídoporelamorqueallídejé,

alárgamelamano,patriamía,

ytú,casitaquemíatellamé.

Yasílohizo.Regresóalaciudad,yaencalidaddemaestro,yconstruyócasas ymás casas, una junto a otra, hasta formar todauna calle.Terminadaésta, que era muy bonita y realzaba el aspecto de la ciudad, las casasedificaron para él una casita, de su propiedad. ¿Cómo pueden construir lascasas?Pregúntaseloaellas.Sino te responden, lohará lagenteensu lugar,diciendo:«Sí,esverdad,lacallelehaconstruidounacasa».Erapequeñaydepavimento de arcilla, pero bailando sobre él con su novia se volvió liso ybrillante;ydecadapiedrade laparedbrotóuna flor,con loque lasparedesparecíancubiertasdepreciosostapices.Fueunalindacasayunaparejafeliz.La bandera del gremio ondeaba en la fachada, y los oficiales y aprendicesgritaban «¡Hurra por nuestromaestro!». Sí, señor, aquél llegó a ser algo.Ymuriósiendoalgo.

Vinoluegoelarquitecto,eltercerodeloshermanos,quehabíaempezadode aprendiz, llevandogorrayhaciendodemandadero, peromás tardehabíaascendidoaarquitecto,traslosestudiosenlaAcademia,yfuehonradoconlos

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títulosdeSeñoríayExcelencia.Ysilascasasdelacallehabíanedificadounapara el hermano albañil, a la calle le dieron el nombre del arquitecto, y lamejorcasadeella fuesuya.Llegóaseralgo, sindudaalguna,conun largotítulodelanteyotrodetrás.Sushijospasabanporserdefamiliadistinguida,ycuandomurió, suviuda fueunaviudadealtocopete…yestoesalgo.Ysunombre quedó en el extremo de la calle y como nombre de calle siguióviviendoenlabiosdetodos.Estotambiénesalgo,síseñor.

Siguiódespuéselgenio,elcuartodeloshermanos,elquepretendíaidearalgonuevo,apartedelcaminotrillado,yrealzarlosedificiosconunpisomás,quedebíainmortalizarle.Perosecayódeestepisoyserompióelcuello.Esosí, le hicieron un entierro solemnísimo, con las banderas de los gremios,música, flores en la calle y elogios en el periódico; en su honor sepronunciaron trespanegíricos,cadaunomás largoqueelanterior, locual lehabríasatisfechoenextremo,pueslegustabamuchoquehablarandeél.Sobresu tumba erigieron unmonumento, de un solo piso, es verdad, pero esto esalgo.

El tercero habíamuerto, pues, como sus tres hermanosmayores. Pero elúltimo,elrazonador,sobrevivióatodos,yenestoestuvoensupapel,puesasípudodecir laúltimapalabra,quees loqueaél le interesaba.Comodecía lagente,eralacabezaclaradelafamilia.Perolellegótambiénsuhora,semurióysepresentóalapuertadelcielo,porlacualseentrasiemprededosendos.Yheaquíqueél ibadeparejaconotraalmaquedeseabaentrara suvez,yresultóserlapobreviejaMargarita,ladelacasadelmalecón.

—Deseguroqueserápararealzarelcontrasteporloquemehanpuestodepareja con esta pobre alma —dijo el razonador—. ¿Quién sois, abuelita?¿Queréisentrartambién?—lepreguntó.

Seinclinólaviejalomejorquepudo,pensandoqueelquelehablabaeraSanPedroenpersona.

—Soyunapobremujersencilla,sinfamilia,laviejaMargaritadelacasitadelmalecón.

—Ya,¿yquéesloquehicisteisalláabajo?

—Bienpoca cosa, en realidad.Nadaquepuedavalerme la entrada aquí.SeráunagraciamuygrandedeNuestroSeñor,simeadmitenenelParaíso.

—¿Ycómo fuequeosmarchasteisdelmundo?—siguiópreguntandoél,sólopordeciralgo,puesalhombreleaburríalaespera.

—Laverdadesquenolosé.Elúltimoañolopaséenfermaypobre.Undíano tuve más remedio que levantarme y salir, y me encontré de repente enmediodel fríoy lahelada.Seguramentenopuderesistirlo.Lecontarécómo

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ocurrió:Fueuninviernomuyduro,perohastaentonceslohabíaaguantado.Elviento se calmó por unos días, aunque hacía un frío cruel, como VuestraSeñoríadebesaber.Lacapadehieloentrabaenelmarhastaperdersedevista.Todalagentedelaciudadhabíasalidoapasearsobreelhielo,apatinar,comodicenellos,yabailar,ytambiéncreoquehabíamúsicaymerenderos.Yolooía todo desde mi pobre cuarto, donde estaba acostada. Esto duró hasta elanochecer.Había salido ya la luna, pero su luz eramuy débil.Miré almardesdemicama,yentoncesviquedeallídondesetocanelcieloyelmarsubíaunamaravillosanubeblanca.Mequedémirándolayviunpuntonegroensucentro,quecrecíasincesar;yentoncessupeloqueaquellosignificaba—puessoyviejay tengoexperiencia,—aunquenoes frecuenteverelsigno.Yo loconocíysentíespanto.Durantemividalohabíavistodosveces,ysabíaqueanunciabaunaespantosatempestad,conunagranmarejadaquesorprenderíaatodos aquellos desgraciados que allí estaban, bebiendo, saltando ydivirtiéndose. Toda la ciudad había salido, viejos y jóvenes. ¡Quién podíaprevenirlos,sinadieveíaelsignonisedabacuentade loqueyoobservaba!Sentí una angustia terrible, y me entró una fuerza y un vigor como hacíamucho tiemponohabla sentido.Salté de la camayme fui a la ventana; nopude ir más allá. Conseguí abrir los postigos, y vi a muchas personas quecorríanysaltabanporelhieloyvilaslindasbanderitasyoíloshurrasdeloschicos y los cantos de los mozos y mozas. Todo era bullicio y alegría, ymientrastantolablancanubeconelpuntonegroibacreciendopormomentos.Gritécontodasmisfuerzas,peronadiemeoyó,puesestabandemasiadolejos.Latempestadnotardaríaenestallar,elhieloseresquebrajaríayharíapedazos,ytodosaquéllos,hombresymujeres,niñosymayores,sehundiríanenelmar,sin salvación posible. Ellos no podían oírme, y yo no podía ir hasta ellos.¿Cómoconseguirqueviniesenatierra?DiosNuestroSeñormeinspirólaideadepegarfuegoamícama.

Más valía que se incendiara mi casa, a que todos aquellos infelicespereciesen.Encendíelfuego,vi laroja llama,salía lapuerta…peroallímequedé tendida, con las fuerzas agotadas. Las llamas se agrandaban a miespalda,saliendoporlaventanayporencimadeltejado.Lospatinadoreslasvieron y acudieron corriendo en mi auxilio, pensando que iba a morirabrasada.Todosvinieronhaciaelmalecón.Losoívenir,peroalmismotiempooíunestruendoenelaire,comoeltronardemuchoscañones.Laolademarealevantóelhieloylohizopedazos,perolagentepudollegaralmalecón,dondelaschispasmecaíanencima.Todosestabanasalvo.Yo,encambio,nopuderesistir el frío y el espanto, y por esto hevenido aquí, a la puerta del cielo.Dicenqueestáabiertaparalospobrescomoyo.Yahorayanotengomicasa.¿Quéleparece,medejaránentrar?

Seabrióenestolapuertadelcielo,yunángelhizoentraralamujer.Deésta cayó una brizna de paja, una de las que había en su cama cuando la

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incendióparasalvaralosqueestabanenpeligro.Lapajasetransformóenoro,peroenunoroquecrecíayechabaramas,quesetrenzabanenhermosísimosarabescos.

—¿Ves?—dijoelángelalrazonador—estolohatraídolapobremujer.Ytú, ¿qué traes? Nada, bien lo sé. No has hecho nada, ni siquiera un tristeladrillo.Podríasvolvertey,porlomenos,traeruno.Deseguroqueestaríamalhecho, siendo obra de tus manos, pero algo valdría la buena voluntad. Pordesgracia,nopuedesvolverte,ynadapuedohacerporti.

Entonces,aquellapobrealma,lamujerdelacasitadelmalecón,intercedióporél:

—Su hermano me regaló todos los ladrillos y trozos con los que pudelevantarmihumildecasa.Fueungranfavorquemehizo.¿Noserviríantodosaquellostrozoscomounladrilloparaél?Esunagraciaquepido.Lanecesitatanto,ypuestoqueestamosenelreinodelagracia…

—Tuhermano,aquientúcreíaseldemáscortosalcances—dijoelángel—aquélcuyahonradalaborteparecíalamásbaja,tedasuóbolocelestial.Noserás expulsado. Se te permitirá permanecer ahí fuera reflexionando yreparando tu vida terrenal; pero no entrarás mientras no hayas hecho unabuenaacción.

—Yolohabríasabidodecirmejor—pensóelpedante,peronolodijoenvozalta,yestoyaesalgo.

Elgorrodedormirdelsolterón

(Pebersvendensnathue)

Hay en Copenhague una calle que lleva el extraño nombre de«Hyskenstraede»(CallejóndeHysken).¿Porquésellamaasíyquésignificasu nombre? Hay quien dice que es de origen alemán, aunque esto seríaatropellarestalengua,puesentalcasoHyskensería:«Häuschen»,palabraquesignifica«casitas».Las talescasitas,porespaciode largosaños, sólo fueronbarracasdemadera,casicomolasquehoyvemosenlasferias,talvezunpocomayores,yconventanas,queenvezdecristalesteníanplacasdecuernoodevejiga,pueselponervidriosenlasventanaseraenaqueltiempotodounlujo.Deesto,empero,hacetantotiempo,queelbisabuelodecía,alhablardeello:«Antiguamente…».Hoyhacedeellovariossiglos.

Los ricos comerciantes deBrema y Lubeck negociaban enCopenhague.Ellosnoveníanenpersona,sinoqueenviabanasusdependientes,loscuales

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sealojabanenlosbarraconesdelaCallejadelascasitas,yenellasvendíansucervezaysusespecias.Lacervezaalemanaeraentoncesmuyestimada,y lahabía de muchas clases: de Brema, de Prüssinger, de Ems, sin faltar la deBrunswick. Vendían luego una gran variedad de especias: azafrán, anís,jengibrey,especialmente,pimienta.Éstaeralamásestimada,ydeaquíqueaaquellosvendedoresselesaplicaraelapodode«pimenteros».Cuandosalíandesupaís, contraíanel compromisodenocasarseenel lugarde su trabajo.Muchosdeellosllegabanaedadavanzadayteníanquecuidardesupersona,arreglarsucasayapagarlalumbre—cuandolatenían—.Algunossevolvíanhuraños, como niños envejecidos, solitarios, con ideas y costumbresespeciales. De ahí viene que en Dinamarca se llame «pimentero» a todohombresolteroquehallegadoaunaedadmásquesuficienteparacasarse.Hayquesabertodoestoparacomprendermicuento.

Escostumbrehacerburladelos«pimenteros»osolterones,comodecimosaquí;unadesusbromasconsisteendecirlequesevayanaacostaryquesecalenelgorrodedormirhastalosojos.

Corta,corta,madera,

¡aydeti,solterón!

Elgorrodedormirseacuestacontigo,

envezdeuntesoritolindoyfino.

Sí,estoesloquelescantan.Seburlandelsolterónydesugorrodenoche,precisamenteporqueconocentanmalaunoyotro.¡Ay,nodeseéisanadieelgorrodedormir!¿Porqué?Escuchad:

Antaño,laCallejadelasCasitasnoestabaempedrada;salíasdeunbachepara meterte en un hoyo, como en un camino removido por los carros, yademás era muy angosta. Las casuchas se tocaban, y era tan reducido elespacioquemediaba entre unahileray la de enfrente, que enverano solíantenderunacuerdadesdeuntenduchoalopuesto;todalacalleolíaapimienta,azafrán y jengibre. Detrás de las mesitas no solía haber gente joven; lamayoríaeransolterones,loscualesnocreáisquefueranconpelucaogorrodedormir,pantalóndefelpa,ychalecoychaquetaabrochadoshastaelcuello,no;aunqueéstaera,enefecto,laindumentariadelbisabuelodenuestrobisabuelo,y así lo vemos retratado. Los «pimenteros» no contaban con medios parahacerseretratar,yesunalástimaquenotengamosahoraelcuadrodeunodeellos,retratadoensutiendaoyendoalaiglesialosdíasfestivos.Elsombreroera alto y de ancha ala, y losmás jóvenes se lo adornaban a veces conunapluma;lacamisadelanadesaparecíabajouncuellovuelto,dehiloblanco;lachaquetaquedabaceñidayabrochadadearribaabajo; lacapacolgabasueltasobreelcuerpo,mientras lospantalonesbajaban rectoshasta loszapatos,de

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ancha punta, pues no usabanmedias.Del cinturón colgaban el cuchillo y lacucharaparaeltrabajodelatienda,améndeunpuñalparalapropiadefensa,locualeramuynecesarioenaquellostiempos.Justamenteasíibavestidolosdíasde fiesta el viejoAntón, unode los solteronesmás empedernidosde lacalleja; sóloqueenvezdel sombrero alto llevabauna capucha,ydebajodeellaungorrodepunto,unauténticogorrodedormir.Sehabíaacostumbradoallevarlo, y jamás se loquitabade la cabeza; y teníadosgorrosde éstos.Suaspectopedía avocesel retrato: era secocomounhuso, tenía labocay losojos rodeados de arrugas, largos dedos huesudos y cejas grises y erizadas.Sobreelojoizquierdolecolgabaungranmechónquelesalíadeunlunar;nopuede decirse que lo embelleciera, pero al menos servía para identificarlofácilmente.SedecíadeélqueeradeBrema,aunqueenrealidadnoeradeallí,perosívivíaenBremasupatrón.ÉleradeTuringia,delaciudaddeEisenach,enlafaldadelaWartburg.ElviejoAntónsolíahablarpocodesupatriachica,perotantomáspensabaenella.

Noerausualque losviejosvendedoresde lacallese reunieran,sinoquecadacualpermanecíaensutenducho,quesecerrabaalatardecer,yentonceslacallejaquedabacompletamenteoscura;sólountenueresplandorsalíaporlapequeña placa de cuerno del rejado, y en el interior de la casucha, el viejo,sentadogeneralmenteenlacamaconsulibroalemándecánticos,entonabasucanción nocturnal o trajinaba hasta bien entrada la noche, ocupado en milquehaceres.Divertidonoloera,abuenseguro.Serforasteroentierraextrañaescondiciónbienamarga.Nadiesepreocupadeuno,anoserqueleestorbe.Yentonceslapreocupaciónllevaconsigoelquitárseloaunodeencima.

En las nochesoscuras y lluviosas, la calle aparecía por demás lúgubreydesierta.Nohabíaluz;sóloundiminutofarolcolgabaenelextremo,frenteaunaimagendelaVirgenpintadaenlapared.Seoíatamborilearychapotearelaguasobreelcercanobaluarte,endirecciónalapresadeSlotholm,cercadelacualdesembocabalacalle.Lasveladasasíresultanlargasyaburridas,sinosebusca en qué ocuparlas: no todos los días hay que empaquetar odesempaquetar, liar cucuruchos, limpiar los platillos de la balanza; hay queidearalgunaotracosa,quees loquehacíanuestroviejoAntón:secosíasusprendasoremendabaloszapatos.Porfinseacostaba,conservandopuestoelgorro; se lo calaba hasta los ojos, y unos momentos después volvía alevantarlo, para cerciorarse de que la luz estaba bien apagada. Palpaba elpábilo,apretándoloconlosdedos,yluegoseechabadelotrolado,volviendoaencasquetarse el gorro. Pero muchas veces se le ocurría pensar: ¿no habráquedadounascuaencendidaenelbraserilloquehaydebajodelamesa?Unachispita que quedara encendida, podía avivarse y provocar un desastre. Yvolvía a levantarse, bajaba la escalera de mano—pues otra no había— y,llegado al brasero y comprobado que no se veía ninguna chispa, regresabaarriba.Perono era raroque, amitadde camino, le asaltase ladudade si la

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barradelapuertaestaríabienpuesta,ylasaldabillasbienechadas.Yotravezabajo sobre sus escuálidas piernas, tiritando y castañeteándole los dientes,hasta que volvía ameterse en cama, pues el frío esmás rabioso que nuncacuandosabequetienequemarcharse.Secubríabienconlamanta,sehundíael gorro de dormir hasta más abajo de los ojos y procuraba apartar suspensamientos del negocio y de las preocupaciones del día.Mas no siempreconseguía aquietarse, pues entonces se presentaban viejos recuerdos ydescorríansuscortinas, lascuales tienenavecesalfileresquepinchan. ¡Ay!,exclamauno;yselaclavanenlacarneyqueman,ylaslágrimaslevienenalos ojos. Así le ocurría con frecuencia al viejo Antón, que a veces llorabalágrimas ardientes, clarísimas perlas que caían sobre la manta o al suelo,resonando comoacordes arrancados a una cuerdadolorida, como si salierandel corazón. Y al evaporarse, se inflamaban e iluminaban en su mente uncuadrodesuvidaquenuncaseborrabadesualma.Sisesecabalosojosconelgorro,quedabanrotaslaslágrimasylaimagen,peronosufuente,quebrotabadel corazón. Aquellos cuadros no se presentaban por el orden que habíantenidoenlarealidad;locorrienteeraqueapareciesenlosmásdolorosos,perotambién acudían otros de una dulce tristeza, y éstos eran los que entoncesarrojabanlasmayoressombras.

TodosreconocencuánmagníficossonloshayedosdeDinamarca,peroenlamentedeAntónselevantabamásmagníficotodavíaelbosquedehayasdeWartburg; más poderosos y venerables le parecían los viejos robles querodeaban el altivo castillomedieval, con las plantas trepadoras colgantes delos sillares;másdulcementeolían las floresde susmanzanosque lasde losmanzanosdaneses;percibíabiendistintamente suaroma.Rodóuna lágrima,sonorayluminosa,yentoncesvioclaramentedosmuchachos,unniñoyunaniña.Estabanjugando.Elmuchachoteníalasmejillascoloradas,rubiocabelloondulado, ojos azules de expresión leal. Era el hijo del rico comerciante,Antoñito,élmismo.Laniñateníaojoscastañosypelonegro;lamirada,vivaeinteligente; eraMolly, hija del alcalde. Los dos chiquillos jugaban con unamanzana,lasacudíanyoíansonarensuinteriorlaspepitas.Cortabanlafrutay se la repartían por igual; luego se repartían también las semillas y se lascomíantodasmenosuna;teníanqueplantarla,habíadicholaniña.

—¡Verás lo que sale! Saldrá algo que nunca habrías imaginado. Unmanzanoentero,peronoenseguida.

Y depositaron la semilla en un tiesto, trabajando los dos con granentusiasmo. El niño abrió un hoyo en la tierra con el dedo, la chiquilladepositóenéllasemilla,ylosdoslacubrieroncontierra.

Ahoranovayasasacarlamañanaparaversihaechadoraíces—advirtióMolly—;esonosehace.Yoloprobépordosvecesconmisflores;queríaversicrecían,tontademí,ylasfloressemurieron.

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Antón se quedó con el tiesto, y cada mañana, durante todo el invierno,salióamirarlo,massóloseveíalanegratierra.Peroalllegarlaprimavera,ycuandoelsolyacalentaba,asomarondoshojitasverdeseneltiesto.

—SonyoyMolly—exclamóAntón—.¡Esmaravilloso!

Prontoaparecióuna tercerahoja;¿quésignificabaaquello?Yluegosalióotra,ytodavíaotra.Díatrasdía,semanatrassemana,laplantaibacreciendo,hastaqueseconvirtióenunarbolillohechoyderecho.

Y todo eso se reflejaba ahora en una única lágrima, que se deslizó ydesapareció;perootrasbrotaríandelafuente,delcorazóndelviejoAntón.

En las cercaníasdeEisenach se extiendeuna líneademontañas rocosas;unadeellastieneformaredondeadayestádesnuda,sinárboles,matorralesnihierba. Se llamaVenusberg, lamontaña deVenus, una diosa de los tiempospaganosaquienllamabanDamaHolle;todoslosniñosdeEisenachlosabíany lo saben aún. Con sus hechizos había atraído al caballero Tannhäuser, eltrovadordelcírculodecantoresdeWartburg.

LapequeñaMollyyAntónibanconfrecuenciaalamontaña,yundíadijoella:

—¿Aqueno te atreves a llamar a la rocaygritar: ¡«DamaHolle,DamaHolle,abre,queaquíestáTannhäuser!?».

Antón no se atrevió, pero síMolly, aunque sólo pronunció las palabras:«¡DamaHolle,DamaHolle!»envozmuyaltaymuyclara;elrestolodijodeunamaneratanconfusa,endireccióndelviento,queAntónquedópersuadidodequenohabíadichonada.¡Quévalienteestabaentonces!Teníaunairetanresuelto, como cuando se reunía con otras niñas en el jardín, y todas seempeñabanenbesarlo,precisamenteporqueélnosedejaba,ylaemprendíaagolpes,porloqueningunaseatrevíaaello.NadieexceptoMolly,desdeluego.

—¡Yo puedo besarlo!—decía con orgullo, rodeándole el cuello con losbrazos; en ello ponía su pundonor. Antón se dejaba, sin darle mayorimportancia.¡Québonitaera,yquéatrevida!DamaHolledelamontañadebíadesertambiénmuyhermosa,perosubelleza,Sedecía,eralaengañosabellezadel diablo. Lamejor hermosura era la de Santa Isabel, patrona del país, lapiadosa princesa turingia, cuyas buenas obras eran exaltadas en romances yleyendas;en lacapillaestabasu imagen, rodeadade lámparasdeplata;peroMollynoseleparecíaennada.

Elmanzanoplantadoporlosdosniñosibacreciendodeañoenaño,yllegóasertanalto,quehuboquetrasplantarloalairelibre,eneljardín,dondecaíelrocíoyelsolcalentabadeverdad.Allítomófuerzaspararesistiralinvierno.Despuésdelduroagobiodeéste,parecíacomosienprimaverafloreciesede

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alegría.Enotoñodiodosmanzanas,unaparaMollyyotraparaAntón;menosnohubiesesidocorrecto.

Elárbolhabíacrecidorápidamente,yMollynolefuealazaga;erafrescaylozanacomounaflordelmanzano;peronoestabaéldestinadoaasistirpormuchotiempoaaquellafloración.Todocambia,todopasa.ElpadredeMollysemarchóde la ciudad,yMolly se fueconél,muy lejos.Ennuestrosdías,graciasaltren,seríaunviajedeunashoras,peroentoncesllevabamásdeundía y una noche el trasladarse de Eisenach hasta la frontera oriental deTuringia,alaciudadquehoyllamamostodavíaWeimar.

LloróMolly,ylloróAntón;todasaquellaslágrimassefundíanenunasola,que brillaba con los deslumbradores matices de la alegría. Molly le habíadichoquepreferíaquedarseconélavertodaslasbellezasdeWeimar.

Pasóunaño,pasarondos,tres,yentodoaqueltiempollegarondoscartas:laprimeralatrajoelcarretero,laotra,unviajero.Erauncaminolargo,pesadoytortuoso,queserpenteabaporpueblosyciudades.

¡CuántasvecesAntónyMollyhabíanoídolahistoriadeTristánoIsolda!Y cuán amenudo, al recordarla, había pensado en sí mismo y enMolly, apesardequeTristánsignifica,alparecer,«nacidoen laaflicción»,yestonocuadrabaparaAntón.Porotraparte,éstenuncahabríapensado,comoTristán:«Mehaolvidado».Y,sinembargo,Isoldanoolvidabaalamigodesualma,ycuandolosdoshubieronmuertoyfueronenterradoscadaunoaunladodelaiglesia, los tilosplantados sobre sus tumbascrecieronpor encimadel tejadohastaentrelazarsusramas.¡Québellaeraestahistoria,yquétriste!

Pero la tristeza no rezaba con él yMolly; por eso se ponía a silbar unacancióndeltrovadorWalthervonderVogelweide:

¡Bajoeltilo

delacampiña!

Yquéhermosoeraespecialmenteaquellode:

¡Frentealbosque,enelvalle

tandaradai!

¡Québiencantaelruiseñor!

Aquella canción le venía constantemente a la lengua, y ésta era la quecantaba y silbaba en la noche de luna en que, cabalgando por la hondagarganta,sedirigíaaWeimaravisitaraMolly.Queríallegardesorpresa,y,enefecto,noloesperaban.

Le dieron la bienvenida con un vaso lleno de vino hasta el borde; seencontróconunaalegrecompañía,ymuydistinguida,uncuartocómodoyuna

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buena cama; y, no obstante, aquello no era lo que él había pensado eimaginado.No se comprendía a símismo ni comprendía a los demás, peronosotrossílocomprendemos.Sepuedeserdelacasa,vivirenfamilia,y,sinembargo,no sentirsearraigado; sehablacon losdemáscomosehablaen ladiligencia, trabar relaciones como en ella se traban.Uno estorba al otro, setienenganasdemarcharseodequeelvecinosemarche.AlgoasílesucedíaaAntón.

—Mira,yosoyleal—ledijoMolly—ytelodiréyomisma.Lascosashancambiadomuchodesdequeéramosniñosy jugábamosjuntos;ahora todoesmuydiferente,tantoporfueracomopordentro.Lacostumbreylavoluntadnotienenpoderalgunosobrenuestrocorazón.Antón,noquisieraquefuesesmienemigo,ahoraquevoyamarcharmemuy lejosdeaquí.Créeme, teapreciomucho,peroamartecomoahoraséquesepuedeamaraunhombre,esonuncahepodidohacerlo.Tendrásqueresignarte.¡Adiós,Antón!

Y Antón le dijo también adiós. Ni una lágrima asomó a sus ojos, perosintió que ya no era el amigo de Molly. Si besamos una barra de hierrocandente,nosproducelamismaimpresiónquesibesamosunabarradehielo:ambasnosarrancan lapielde los labios.Puesbien,Antónbesó, enelodio,conlamismafuerzaconquehabíabesadoenelamor.

Niundíanecesitóelmozopara regresaraEisenach;peroelcaballoquemontabaquedódeshecho.

—¡Quéimportayatodo!—dijoAntón—.Estoyhundidoyhundirétodoloque me recuerde a ella, Dama Holle, Dama Venus, mujer endiablada.¡Arrancaréderaízelmanzano,paraquejamásdéfloresnifrutos!

Peronodestruyóelárbol.Él fuequienquedópostradoencama,minadopor la fiebre.¿Quépodíacurarloyayudarlea restablecerse?Unacosavino,sin embargo, que lo curó, el remedio más amargo de cuantos existen, quesacudeelcuerpoenfermoyelalmaoprimida:elpadredeAntóndejódeserelcomerciantemásricodeEisenach.Llamaronalapuertadíasdifíciles,díasdeprueba; arremetió la desgracia; a grandes oleadas irrumpió en aquella casa,otrora tan próspera. El padre quedó arruinado, las preocupaciones y losinfortunios lo paralizaron, y Antón hubo de pensar en otras cosas que noteníannadaqueverconsuamorperdidoysurencoraMolly.Tuvoqueocuparen la casa el puestode supadreyde sumadre, disponer, ayudar, intervenirenérgicamente,inclusomarcharseacorrermundoparaganarseelpan.

Fuese a Brema, conoció la miseria y los días difíciles. Eso endurece elcarácter… a no ser que lo ablande, y a veces lo ablanda demasiado. ¡Quédistintoseranelmundoyloshombresdecomoloshabíaimaginadodeniño!¿Quésignificabanahoraparaéllascancionesdeltrovador?Palabrasvanas,unsoplo huero. Así le parecían en ciertos momentos; pero en otros, aquellas

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melodíaspenetrabanensualmaydespertabanenélpensamientospiadosos.

—LavoluntaddeDioseslamássabia—sedecíaentonces—.Fuebuenacosa que Dios Nuestro Señor me privara del amor de Molly. ¡Adónde mehabríallevado,ahoraquelafelicidadmehavueltolaespalda!Meabandonóantesdequepudierapensarosaberquemeveníaesterevésdefortuna.FueunagraciaquemeconcedióelSeñor;todolodisponedelmejormodoposible.Tododiscurresegúnsussabiosdesignios.¡Quépodíahacerellaparaevitarlo!¡Yyoqueleheguardadotantorencor!

Transcurrieron años. El padre deAntón habíamuerto, y gentes extrañasocupaban lacasapaterna.Sinembargo,el jovenestabadestinadoavolveraverla.Suricoamoloenvióenviajesdenegociosqueloobligaronapasarporsu ciudad natal de Eisenach. La antiguaWartburg se alzaba como siempre,sobrelapeñadel«fraileylamonja».Loscorpulentosroblesseguíandandoalconjunto el mismo aspecto que durante su infancia. La Venusberg brillaba,desnuda y gris, sobre el fondo del valle. Gustoso habría gritado:—¡DamaHolle, Dama Holle! ¡Abre tu montaña, que así al menos descansaré en mitierra!

Era un pensamiento pecaminoso, y el mozo se santiguó. En el mismomomentocantóunpajarilloenelzarzalylevinoalamemorialaviejatrova:

¡Frentealbosque,enelvalle

tandaradai!

¡Québiencantaelruiseñor!

En la ciudad de su infancia se despertaronmultitud de recuerdos que learrancaronlágrimas.Lacasapaternaselevantabaensusitiodesiempre,peroeljardíneradistinto.Uncaminovecinalloatravesabaporunodelosángulos,y el manzano que no había tenido valor para arrancar, seguía creciendo,aunquefueradeljardín,enelbordeopuestodelcamino.Elsollobañabacomoantes,yelrocíolorefrescaba,porloquedabatantofruto,quebajosupesolasramasseinclinabanhastaelsuelo.

—Prospera—sedijo—.Élpuedehacerlo.

Sin embargo, una de las grandes ramas estaba tronchada, por obra demanosdespiadadas,pueselárbolestabaalaveradelcamino.

—Cogensusfloressindarlelasgracias,lerobanlosfrutosylerompenlasramas.Delárbolpodríadecirselomismoquedeunhombre:nolepredijeronestasuerteenlacuna.Suhistoriacomenzódeunmodotanfelizyplacentero,y,¿quéhasidodeél?Abandonadoyolvidado,unárboldevergelpuestojuntoal foso, al borde del campo y de la carretera. Ahí lo tenéis sin protección,descuidado y roto. No se marchitará por eso, pero a medida que pasen los

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años,susfloresseránmenosnumerosas,dejarádedarfrutos,y,alfin…alfinseacabólahistoria.

Todo esto pensó Antón bajo el árbol, y lo volvió a pensar más de unanocheensucuartitosolitariodeaquellacasademaderaentierrasextrañas,enlacallejadelasCasitasdeCopenhague,dondesuricopatrón,elcomerciantedeBrema,lohabíaenviado,bajoelcompromisodenocasarse.

—¿Casarse?¡Jo,jo!—decíaconunarisahondaysingular.

Elinviernosehabíaadelantado;helabaintensamente.Enlacallearreciabalatempestaddenieve,ylosquepodíanhacerlosequedabanencasa.Poreso,losvecinosdelatiendadeenfrentenoobservaronqueladeAntónllevabadosdías cerrada, y que tampoco él se dejaba ver. ¡Cualquiera salía con aqueltiempo,sipodíaevitarlo!

Losdíaserangrisesyoscuros,yenlacasucha,cuyasventanas,noteníancristales,sinounaplacapocotranslúcida,lapenumbraalternabaconlanegranoche.ElviejoAntón llevabadosdías en la cama;no se sentíacon fuerzasparalevantarse.Hacíadíasqueveníasintiendoensusmiembrosladurezadeltiempo. Solitario yacía el viejo solterón, sin poder valerse; apenas lograbaalcanzareljarrodeaguapuestojuntoalacama,ydelquehabíaapuradoyalaúltima gota. No era la fiebre ni la enfermedad lo que le paralizaba, sino lavejez.Enlahabitacióndondeyacíareinabalanochecontinua;unaarañitaqueélnoalcanzabaaver,tejía,contentaydiligente,sutelasobresucabeza,comopreparandounpequeñocrespóndeluto,paraelcasodequeelviejocerraselosojosparasiempre.

El tiempo era interminable y vacío. El anciano no tenía lágrimas, nidolores.Molly se había esfumado de su pensamiento; tenía la impresión dequeelmundoysubullicioyanoleafectaban,comosiélnopertenecierayaalmundoynadieseacordaradesupersona.Porunmomentocreyótenerhambrey sed. Sí las tenía, pero nadie acudió a aliviarlo, nadie se preocupaba deasistirlo.Pensóenaquellosqueenotrostiemposhabíansufridohambreysed,seacordódeSantaIsabel,lasantadesupatriaysuinfancia,lanobleprincesadeTuringiaque,durantesuperegrinación terrena,entrabaen laschozasmásmíseras para llevar a los enfermos la esperanza y el consuelo. Sus piadososactosiluminabansumente,pensabaenlaspalabrasdeconsueloqueprodigabaa los que sufrían, y la veía lavando las heridas de los dolientes y dando decomer a los hambrientos a pesar de las iras de su severo marido. Recordóaquella leyenda: Un día que había salido con un cesto lleno de viandas, ladetuvosuesposo,quevigilabaestrechamentesuspasos,ylepreguntó,airado,qué llevaba. Ella, atemorizada, respondió: «Son rosas que he cogido en eljardín». Y cuando el landgrave tiró violentamente del paño, se produjo elmilagro:elpanyelvinoycuantoconteníaelcesto,sehabíantransformadoen

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rosas.

AsíseguíavivoelrecuerdodelasantaenlamemoriadelviejoAntón;asíla veía ante su mirada empañada, de pie junto a su lecho, en la estrechabarraca, en tierras danesas. Se descubrió la cabeza, fijó los ojos en losbondadososdelasanta,yasualrededortodosellenódebrilloyderosas,quese esparcieron exhalando delicioso perfume; y sintió también el olor tanquerido de lasmanzanas, que venía de unmanzano en flor cuyas ramas seextendíanporencimadesupersona.EraelárbolquedeniñoshabíanplantadoélyMolly.

Elmanzanosacudiósusaromáticashojas.Cayeronensufrenteardorosa,yla refrescaron; cayeron en sus labios sedientos, y obraron como vino y panreparadores;cayerontambiénsobresupecho,yleinfundieronunasensacióndealivio,dedeliciosafatiga.

—¡Ahoramedormiré!—murmuróconvozimperceptible—.¡Cómoaliviael sueño! Mañana volveré a sentirme fuerte y ligero. ¡Qué hermoso, quéhermoso!¡Aquelmanzanoqueplantécontantocariñovuelvoaverloahoraentodasumagnificencia!

Ysedurmió.

Al día siguiente—era ya el tercero que la tienda permanecía cerrada—,como había cesado la tempestad, un vecino entró en la vivienda del viejoAntón,que seguía sin salir.Loencontró tendidoen el lecho,muerto, conelgorrodedormirfuertementeasidoentrelasmanos.Alcolocarloenelataúdnolecubrieronlacabezaconaquelgorro;teníaotro,blancoylimpio.

¿Dóndeestabanahoralaslágrimasquehabíallorado?¿Dóndelasperlas?Se quedaron en el gorro de dormir—pues las verdaderas no se van con lacolada—,seconservaronconelgorroyconélseolvidaron.Aquellosantiguospensamientos, los viejos sueños, todo quedó en el gorro de dormir delsolterón.¡Nolodeseesparati!Tecalentaríademasiadolafrente,teharíalatirelpulsocondemasiadafuerza,teproduciríasueñosquepareceríanreales.Estole sucedió al primero que se lo puso, a pesar de que había transcurrido yamediosiglo.Fueelpropioalcalde,que,consumujeryoncehijos,estabamuyconfortablementeentresuscuatroparedes.

Enseguidasoñóconunamordesgraciado,conlaruinayelhambre.

—¡Uf, cómo calienta este gorro!—dijo, quitándoselo de un tirón; y alhacerlocayódeélunaperlayluegootra,brillantesysonoras—.¡Debedeserlagota!—exclamóelalcalde—,veouncentelleoantelosojos.

Eranlágrimas,vertidasmediosigloatrásporelviejoAntóndeEisenach.

Todos los que más tarde se pusieron aquel gorro de dormir tuvieron

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visionesysueños;supropiahistoriasetransformóenladeAntón,seconvirtióen toda una leyenda que dio origen a otras muchas. Otros las narrarán siquieren, nosotros ya hemos contado la primera y la cerramos con estaspalabras:Nuncadeseeselgorrodedormirdelsolterón.

Pegaojos(OleLuköie)

(OleLukøje)

En todo el mundo no hay quien sepa tantos cuentos como Pegaojos.¡Señor,losquesabe!

Al anochecer, cuando los niños están aún sentados a la mesa o en suescabel,vieneunduendellamadoPegaojos;subelaescaleraquedito,quedito,pues va descalzo, sólo en calcetines; abre las puertas sin hacer ruido y,¡chitón!,vierteen losojosde lospequeñuelos lechedulce,concuidado,concuidado,perosiemprebastanteparaquenopuedan tener losojosabiertosy,por tanto, verlo. Se desliza por detrás, les sopla levemente en la nuca y loshacequedardormidos.Peronolesduele,puesPegaojosesamigodelosniños;sólo quiere que se estén quietecitos, y para ello lomejor es aguardar a queesténacostados.Debenestarsequietosycallados,paraqueélpuedacontarlessuscuentos.

Cuando ya los niños están dormidos, Pegaojos se sienta en la cama.Vabienvestido;llevauntrajedeseda,peroesimposibledecirdequécolor,puestiene destellos verdes, rojos y azules, según como se vuelva. Y lleva dosparaguas,unodebajodecadabrazo.

Unodeestosparaguasestábordadoconbellas imágenes,y loabresobrelosniñosbuenos;entoncesellosdurantetodalanochesueñanloscuentosmásdeliciosos;elotronotieneestampas,ylodespliegasobrelosniñostraviesos,loscualesseduermencomomarmotasyporlamañanasedespiertansinhabertenidoningúnsueño.

AhoraveremoscómoPegaojosvisitó, todas lasnochesdeunasemana,aunmuchachitoquesellamabaFederico,paracontarlesuscuentos.Sonsiete,puessietesonlosdíasdelasemana.

Lunes

Atiende —dijo Pegaojos, cuando ya Federico estuvo acostado—, veráscómoarreglotodoesto.

Y todas las flores de las macetas se convirtieron en altos árboles, queextendieronlaslargasramaspordebajodeltechoyporlasparedes,demodo

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que toda la habitación parecía unamaravillosa glorieta de follaje; las ramasestabancuajadasdeflores,ycadafloreramásbellaqueunarosayexhalabaunaromadelicioso;ysitedabaporcomerla,sabíamásdulcequemermelada.

Habíafrutasquerelucíancomooro,ynofaltabanpastelesllenosdepasas.¡Unespectáculoinolvidable!Peroalmismotiemposalíanunaslamentacionesterriblesdelcajóndelamesa,queguardabaloslibrosescolaresdeFederico.

—¿Quépasaahí?—inquirióPegaojos,y,dirigiéndosea lamesa,abrióelcajón. Algo se agitaba en la pizarra, rascando y chirriando: era una cifraequivocada que se había deslizado en la operación de aritmética, y todoandabarevuelto,quenoparecíasinoquelapizarraibaahacersepedazos.Elpizarrín todo era saltar y brincar atado a la cinta, como si fuese un perrilloansiosodecorregirlafalta;masnololograba.Perolopeoreraelcuadernodeescritura.¡Quédelamentosyquejas!Partíanelalma.Dearribaabajo,encadapágina,sesucedíanlasletrasmayúsculas,cadaunaconunaminúsculaallado;servían de modelo, y a continuación venían unos garabatos que pretendíanparecérselesyeranobradeFederico;estabancomocaídassobrelaslíneasquedebíanservirlesparatenerseenpie.

—Mirad, os tenéis que poner así —decía la muestra—. ¿Veis? Así,inclinadas,conuntrazovigoroso.

—¡Ay! ¡qué más quisiéramos nosotras! —gimoteaban las letras deFederico—.Peronopodemos;¡somostanraquíticas!

—Entonces os voy a dar un poco de aceite de hígado de bacalao—dijoPegaojos.

—¡Oh,no!—exclamaronlasletras,yseenderezaronqueeraunprimor.—.Puesahoranohaycuento—dijoelduende—.Ejercicioesloqueconvieneaesasmocosuelas.¡Un,dos,un,dos!—.Ysiguióejercitandoalasletras,hastaque estuvieron esbeltas y perfectas como la propia muestra. Mas por lamañana, cuando Pegaojos se hubo marchado, Federico las miró y vio queseguíantanraquíticascomolavíspera.

Martes

NobienestuvoFedericoen lacama,Pegaojos,consu jeringaencarnada,rociólosmueblesdelahabitación,yenseguidasepusieronacharlartodosalavez,cadaunohablandodesímismo.Sólocallabalaescupidera,que,mudaensurincónseindignabaalverlavanidaddelosotros,quenosabíanpensarnihablarmásquedesuspropiaspersonas,sinningunaconsideraciónaella,queseestabatanmodestaensuesquina,dejandoquetodoelmundoleescupiera.

Encima de la cómoda colgaba un gran cuadro en un marco dorado;representabaunpaisaje,yenélseveíanviejosycorpulentosárboles,yflores

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entre la hierba, y ungran río que fluía por el bosque, pasando antemuchoscastillosparaverterse,finalmente,enelmarencrespado.

Pegaojostocóelcuadroconsujeringamágica,ylospájarosempezaronacantar;lasramas,amoverse,ylasnubes,adesfilar,segúnpodíaverseporlassombrasqueproyectabansobreelpaisaje.

EntoncesPegaojoslevantóaFedericohastaelniveldelmarcoylopusodepiesobreelcuadro,entrelaaltahierba;yelsollellegabaporentreelramajedelosárboles.Echóacorrerhaciaelríoysubióaunabarquita;estabapintadade blanco y encarnado, la vela brillaba comoplata, y seis cisnes, todos concoronas de oro en torno al cuello y una radiante estrella azul en la cabeza,arrastrabanlaembarcaciónalolargodelaverdeselva;losárboleshablabandebandidos y brujas, y las flores, de los lindos silfos enanos y de lo que leshabíancontadolasmariposas.

Peces magníficos, de escamas de oro y plata, nadaban junto al bote,saltando de vez en cuando fuera del agua con un fuerte chapoteo,mientrasinnúmerasavesrojasyazules,grandesychicas,loseguíanvolandoenlargasfilas,ylosmosquitosdanzaban,ylosabejorrosnoparabandezumbar:«¡Bum,bum!». Todos querían seguir a Federico, y todos tenían una historia quecontarle.

¡Vaya excursioncita!Tan pronto el bosque era espeso y oscuro, como seabríaenunmaravillosojardín,bañadodesolycuajadodeflores.Habíavastospalaciosdecristalymármolconprincesasensusterrazas,ytodaseranniñasaquienesFedericoconocíayconlascualeshabíajugado.Todaslealargabanlamanoyleofrecíanpastelillosdemazapán,muchomejoresquelosquevendíalamujerde lospasteles.Federico agarraba eldulceporunextremo,pero laprincesanolosoltabadelotro,yasí,alavanzarlabarquitasequedabancadaunoconunaparte:ella,lamáspequeña;Federico,lamayor.Yencadapalaciohabía príncipes de centinela que, sables al hombro, repartían pasas ysoldaditosdeplomo.

¡Bienseveíaqueeranpríncipesdeveras!

Elbarquitonavegabaorapor entre el bosque, ora a travésde espaciosossalones o por el centro de una ciudad; y pasó también por la ciudad de sunodriza, la que lohabía llevadoenbrazos cuandoél eramuypequeñíny lohabíaqueridotanto;yheaquíquelabuenamujerlehizoseñasconlacabezaylecantóaquellabonitacanciónquehabíacompuestoyenviadoaFederico:

¡Cuántoterecuerdo,miniñoquerido,

MidulceFederico,jamásteolvido!

Besémilvecestuboquitasonriente,

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Tuspárpadossuavesytublancafrente.

Oídetuslabioslapalabraprimera

Yhubedesepararmedetuvera.

¡BendígateDiosentodaocasión,

ángelquellevécontramicorazón!

Y todas las avecillas le hacían coro, y las flores bailaban sobre suspeciolos, y los viejos árboles inclinaban, complacidos, las copas, como sitambiénaelloslescontasehistoriasPegaojos.

Miércoles

¡Qué manera de llover! Federico oía la lluvia en sueños, y como aPegaojos le diopor abrir unaventana, el pequeñovio cómoel agua llegabahastaelantepecho,formandounlagoinmenso.Perojuntealacasaflotabaunbarcosoberbio.

—Siquieresembarcar,Federico—dijoPegaojos—,estanochepodríasirteportierrasextrañasymañanaestardevuelta.

YahítenéisaFederico,consusmejoresvestidosdomingueros,embarcadoen lamagníficanave.Enun trissedespejóelcieloyelbarco,con lasvelasdesplegadas,avanzóporlascalles,contorneólaiglesiayfueasaliraunmarinmenso.Y siguieron navegando hasta que desapareció toda tierra, y vieronunabandadadecigüeñasquesemarchabandesupaísenbuscadeotromáscálido.Lasavesvolabanenfila,unatrasotra,yestabanyalejos,muylejos.Unadeellassesentíatancansada,quesusalascasinopodíanyasostenerla;era la últimade la hilera, yvolabamuy rezagada.Finalmente, la vioperderaltura,con lasalasextendidas,yaunquepegóunosaletazos, todo fue inútil.Tocóconlaspataselaparejodelbarco,sedeslizóvelaabajoy,¡bum!,fueacaersobrelacubierta.

Lacogióelgrumeteylametióenelgallinero,conlospollos,losgansosylospavos;perolapobrecigüeñasesentíacohibidaentreaquellacompañía.

—¡Miradaésta!—exclamaronlospollos.

Elpavosehinchótantocomopudoylepreguntóquiénera.Lospatostodoera andar a reculones, empujándose mutuamente y gritando: «¡Cuidado,cuidado!».

Lacigüeñasepusoahablarlesde la tórridaáfrica,de laspirámidesy lasavestruces, que corren por el desierto más veloces que un camello salvaje.Perolospatosnocomprendíansuspalabras,yreanudaronlosempujones:—Estamostodosdeacuerdoenqueestonta,¿verdad?

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—Claroqueestonta!—exclamóelpavo,ysoltóunosgraznidos.Entonceslacigüeñasecallóysequedópensandoensuáfrica.

—¡Qué patas tan delgadas tiene usted! —dijo la pava—. ¿A cuánto lavara?

«¡Cuac, cuac, cuac!», graznaron todos los gansos; pero la cigüeña hizocomosinolosoyera.

—¿Por qué no te ríes con nosotros?—le dijo la pava—. ¿No te parecegraciosami pregunta? ¿O es que está por encima de tu inteligencia? ¡Bah!¡Quéespíritutanobtuso!Mejorserádejarla.

Y soltó otro graznido,mientras los patos coreaban: «¡Cuac, cuac! ¡cuac,cuac!».¡Diosmío,ycómosedivertían!

Pero Federico fue al gallinero, abrió la puerta y llamó a la cigüeña, quemuycontentalosiguióalacubiertadandosaltos.

Estaba ya descansada, y con sus inclinaciones de cabeza parecía dar lasgraciasaFederico.Desplególuegolasalasyemprendiónuevamenteelvuelohacialastierrascálidas,mientraslasgallinascloqueaban,lospatosgraznaban,yalpavoseleponíatodalacabezaencendida.

—¡Mañanaharemosunabuenasopacontigo!—ledijoFederico,yenestosedespertó,yseencontróensucamita.¡QuéextrañoviajelehabíaprocuradoaquellanochePegaojos!

Jueves

—¿Sabesqué?—dijoelduende—.Voyahacersalirunratoncillo,peronotengasmiedo,yletendiólamano,mostrándoleellindoanimalito.Havenidoainvitarteaunaboda.Estanoche secasandos ratoncillos.Vivenabajo, en ladespensadetumadre;¡esunaviviendamuyhermosa!

—Pero¿cómovoyapasarporlaratonera?—preguntóFederico.—.Déjalopormicuenta—replicóPegaojos—;veráscuánpequeñotevuelvo.Ylotocóconsujeringuitamágica,yenseguidaFedericosefuereduciendo,reduciendo,hastano sermás largoqueundedo—.Ahorapuedespedirle suuniformealsoldado de plomo; creo que te sentará bien, y en sociedad lo mejor espresentarsedeuniforme.

—Desdeluego—respondióFederico,yenunmomentoestuvovestidodesoldadodeplomo.

—¿Hace el favor de sentarse en el dedal de su madre? —preguntó elratoncito—.Seráparamíunhonorllevarlo.

—Silaseñoritaestanamable—dijoFederico;ysalieronparalaboda.

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Primerollegaronaunlargocorredordelsótano,juntolobastantealtoparaquepudiesenpasarconeldedal;yentodasulongitudestabaalumbradoconlafosforescenciademaderapodrida.

—¿Verdadquehuelebien?—dijo el ratónque lo llevaba—.Hanuntadotodoelpasilloconcortezadetocino.¡Ay,quécosatanrica!

Asíllegaronalsalóndelafiesta.Aladerechasehallabanreunidastodaslas ratitas, cuchicheando y hablándose al oído, que no parecía sino queestuviesen a partir un piñón; y a la izquierda quedaban los caballeros,alisándoselosbigotesconlapatita.Yenelcentrodelasalaaparecíalaparejadenovios,depiesobrelacortezadeunquesovaciado,besándosesinremilgosdelante de toda la concurrencia, pues estaban prometidos y dentro unosmomentosquedaríanunidosenmatrimonio.

Seguían llegando forasteros y más forasteros; todo eran apreturas ypisotones;losnoviossehabíanplantadoantelamismapuerta,demodoquenodejaban entrar ni salir. Toda la habitación estaba untada de tocino como elpasillo, y en este olor consistía el banquete; para postre presentaron unguisante, en el que un ratón de la familia habíamarcado con los dientes elnombredelosnovios,quierodecirlasiniciales.Jamásseviocosaigual.

Todos los ratones afirmaron que había sido una boda hermosísima, y elbanquete,magnífico.

Federico regresó entonces a su casa; estaba muy contento de haberconocido una sociedad tan distinguida; lástima que hubiera tenido quereducirsetantodetamañoyvestirsedesoldaditodeplomo.

Viernes

¡Esincreíble!,¡cuántagentemayorhayquequisieratenermeasulado!—dijo Pegaojos—, sobre todo los que han cometido alguna mala acción.«Sueñecitobueno—medicen—,nopodemospegarlosojosynospasamosenvelatodalasantanoche,rumiandonuestrasmaldades,que,sentadascualfeosduendes sobre la cama, nos rocían con agua hirviente. ¡Ah, si vinieses tú aecharlos y nos deparases un buen sueñecito!». Y, con un profundo suspiro,añaden:«Telopagaríamosgustosos.Buenasnoches,Pegaojos.Eldineroestáenlaventana».Peroyonolohagopordinero,—añadióelduende.

—¿Yquévamosahacerestanoche?—preguntóFederico.

—¿Quémedicesde ir aotraboda?Esdistintade lade anoche.Elgranmuñecodetuhermana,quetieneaspectodehombreysellamaArmando,vaacasarse con lamuñecaBerta.Además, es el cumpleaños de ella, por lo quellegaránmuchosregalos.

—Sí,yasé—respondióFederico—.Cadavezquelasmuñecasnecesitan

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vestidosnuevos,mihermanadicequeessucumpleañosolascasa.Lomenoslohahechocienveces.

—Si,peroestanocheeslabodanúmerocientouno,yestavezvaaserlaúltima.¡Seacabó!Poresoserádistintadelasdemás.¡Vamosallá!

Federico miró hacia la mesa. Encima estaba la casa de cartón con lasventanasiluminadas,y,fuera,todoslossoldadosdeplomopresentabanarmas.Laparejadenoviosparecíamuypensativa—ynolefaltabanmotivos—.Depie, en el suelo, se apoyaban los dos contra la pata de la mesa. Pegaojos,vestido con el traje negro de la abuela, los estaba casando. Terminada laceremonia, todos losmueblesde lahabitaciónentonaronuncantoquehabíacompuestoellápiz,conmúsicaderetretamilitar,quedecíaasí:

Vendrálacanción,comoelviento,alaparejaquehoysedesposa.

Estántiesoscomopalodehuso,puesquesondepieldecabritilla.¡Hurraporelpaloyporelcuero!¡Asícantamoshoyalvientoyaltiempo!

Y luego recibieron los regalos; pero habían renunciado a todo locomestible,pueslesbastabaconsuamor.

—¿Nos instalamos en una casita de veraneo o nos vamos de viaje?—preguntóelnovio.Llamaronaconsejoalagolondrina,quetantastierrashabíarecorrido,yalagallina,queporcincoveceshabíaincubadosuspolluelos.Ylagolondrinahablódelosbellospaísescálidosdondecuelganlossuculentosracimos de uvas, donde el aire es tibio y lasmontañas ostentan colores queaquísondesconocidos.

—Peronotienennuestrasberzas—observólagallina—.Unveranoestuvecon mis polluelos en el campo. Había un hoyo de arena, donde íbamos aescarbar,yluegonosdejabanentrarenunhuertodeberzas.¡Quéverdor,Diosmío!¡Nopuedeimaginarsecosamáshermosa!

—¡Bah, todas las coles son iguales!—dijo la golondrina—. Y además,aquíhacemuymaltiempo.

—Yaestamosacostumbrados.

—Perohacefríoyhiela.

—¡Estoesbuenoparalasberzas!—replicólagallina—.Ytampocofaltaelcalor.¿No teacuerdaselveranoquehizo,unosañosatrás,quecasinosepodíarespirar?Yluegoaquínohayaquellosbichosvenenososquevivenenaquellastierras,nitenemosbandidos.Quiendigaquenuestropaísnoeselmáshermosodetodosesundesalmado,ynomereceestaraquí—.Y,echándoseallorar,lagallinaprosiguió:—.Tambiényoheviajado.¡Amásdedoceleguasdeaquílleguéunavez!Laverdad,noesunplacerviajar.

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—Sí,lagallinaesunamujerrazonable—dijolamuñecaBerta—.Nomeapeteceirporlasmontañas;todoessubirparaluegovolverabajar.No,mejorseráirnosalhoyodearenayapasearporelhuertodecoles.

Yenesoquedaron.

Sábado

—¿Me contarás más cuentos? —preguntó Federico tan pronto comoPegaojoslohubosumidoenelsueño.

—Estanochenotendremostiempo—contestóelduende,abriendoelmásbonitodesusparaguas—.¡Mira loschinos!—.Todoelparaguasparecíaungran tazón chino, con árboles azules y puentes en ángulo, sobre los cualeshabíachinitosdepie, saludandocon lacabeza—.Paramañana tenemosqueengalanara todoelmundo—dijoPegaojos—,puesmañanaesdomingo.Hedevisitar loscampanariosparaver si losduendecillosbruñen lascampanas,paraquesuenenmejor;mellegaréalcampoacuidardequeelvientoquiteelpolvo de las hierbas y las hojas, y luego, y éste es el trabajo principal,descolgarélasestrellasparasacarlesbrillo.Melaspongoeneldelantal,peroantes tengo que numerarlas todas, así como los agujeros que ocupan alláarriba,paravolveracolocarlasluegoensuslugarescorrespondientes.Deotromodo no quedarían bien sujetas y tendríamos demasiadas estrellas fugaces,porquesevendríanabajorodandounatrasotra.

—Permítameunaobservación,señorPegaojos—dijounviejoretratoquecolgaba de una pared del cuarto de Federico—. Yo soy el bisabuelo deFederico.Leagradezcoquecuentehistorias alniño,perono le embrolle lasideas.Lasestrellasnopuedenbajarsenipulimentarse.Sonesferas,lomismoquenuestraTierra,yestoesprecisamenteloquetienendebueno.

—Gracias,viejobisabuelo—respondióPegaojos—,¡muchasgracias!Sitúereselcabezadelafamilia,yosoyaúnmásviejoquetú.Soyunviejopagano;los romanosy losgriegosme llamaronMorfeo.He estado en las casasmásnobles,ytodavíavoyaellas;ysétratar lomismoconloshumildesqueconlosgrandes.¡Ahoracuentatú!—.YPegaojoscerrósuparaguasysefue.

—¡Vaya, vaya! ¡Qué no pueda uno decir lo que piensa!—refunfuñó elretrato.

EntoncessedespertóFederico.

Domingo

¡Buenasnoches!—dijoPegaojos;yFederico,saludándoloconungestodelacabeza,volviócontralaparedelretratodesubisabueloparaevitarquesemetiesedenuevoenlaconversación,comolavíspera.

—Ahora vas a contarme cuentos: el de los cinco guisantes verdes que

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vivíanenunavaina,yeldelranúnculoquehacíalacortealafrancesilla,yeldelaagujasaquera,tanpagadadesí,quesecreyóserunaagujadecoser.

—¡Moderación,niño,quenohayqueabusarnidelobueno!—respondióel duende—. Ya sabes cuánto me gusta enseñarte cosas nuevas. Hoy tepresentaréamihermano.SellamaPegaojos,comoyo,peronuncasepresentamásqueunavezaunapersona,ycuandolohaceselallevaensucaballoylecuenta historias. Sólo sabe dos: una de ellas, tan hermosa que nadie en elmundoseríacapazdeimaginársela;laotraestanfeayhorrible,quenopuededescribirse—.Y,levantandoaFedericohastalaventana,ledijo:

—Verásahoraamihermano:lollamantambiénlaMuerte.¿Laves?Noestanhorriblecomolapintanenloslibrosdeestampas,dondeapareceenformade esqueleto. No. Lleva un vestido recamado de plata, un hermosísimouniforme de húsar, y a su espalda, sobre el caballo, ondea un manto deterciopelonegro.¡Fíjatecómogalopa!

FedericovioalaMuertecorriendovelozyllevándoseensucarreraasereshumanos,viejosyjóvenes.Aunoslossentabadelante,aotrosenlagrupadelcaballo,peroatodoslespreguntaba:—¿Quétal,tulibrodenotas?—.¡Bien!—respondíantodos.—.¡Quieroverlo!—decíaella,ynoteníanmásremedioqueenseñárselo.Losquetenían«bien»o«sobresaliente»,pasabanalapartedelanteradelcorcelydisfrutabandebellísimashistorias;perolosquetenían«pasadero»o«regular»eranpuestossobrelagrupaydebíanescucharcuentoshorribles; temblabany lloraban,esforzándoseporsaltardelcaballo;peroerainútil,puesestabanpegadosaél.

—¡PerosilaMuerteesunPegaojosestupendo!—exclamóFederico—.Nomedanipizcademiedo.

—Claro, no tienes por qué temerle —contestó el duende—; tú, sóloprocurallevarbuenasnotas.

—Esto sí que es instructivo —murmuró el retrato del bisabuelo—. Almenossirvedealgodecirloqueunopiensa—.Ysesintiósatisfecho.

Y ésta es la historia de Pegaojos.A lomejor estamisma noche viene acontartesuscuentos.

Elviejofarol

(Dengamlegadelygte)

¿Has oído la historia del viejo farol de la calle? No es muy alegre porcierto;sinembargo,valelapenaoírla.

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Era un buen farol que había estado alumbrando la calle durantemuchosaños.Lodierondebaja,yaquéllaeralaúltimanocheque,desdeloaltodesuposte, debía enviar su luz a la calle. Por eso su estado de ánimo era algoparecido al de unavieja bailarina queda su última representación, sabiendoqueal día siguientehabráde encerrarse, olvidada, en subuhardilla.El farolteníamiedodeldíasiguiente,puesnoignorabaqueseríallevadoporprimeravez a las casas consistoriales, donde el «ilustre Concejo municipal»dictaminaría si era aún útil o inútil. Decidirían entonces si lo enviarían ailuminarunodelospuentesounafábricadelcampo;talveziríaapararaunafundición, como chatarra, y entonces podría convertirse en mil cosasdiferentes; pero lo atormentaba la duda de si en su nueva condiciónconservaríael recuerdodesuexistenciacomofarol.Loquesíeraseguroesquedeberíasepararsedelvigilanteysumujer,aquienesconsiderabacomosufamilia:seconvirtióenfaroleldíaenqueelhombrefuenombradovigilante.Por aquel entonces lamujer eramuy peripuesta; sólo al anochecer, cuandopasabaporallí,levantabalosojosparamirarlo;perodedíanolohacíajamás.Encambio,enelcursodelosúltimosaños,cuandoyalostres,elvigilante,sumujeryelfarol,habíanenvejecido,ellalohabíacuidado,limpiadolalámparay echado aceite. Era un matrimonio honrado, y a la lámpara no le habíanestafadoniunagota.Yheaquíqueaquéllaerasuúltimanochedecalle;aldíasiguiente lo llevarían al ayuntamiento. Estos pensamientos tenían muyperturbadoalfarol;imaginaos,pues,cómoardería.Peroporsucabezapasarontambiénotrosrecuerdos;habíavistomuchascosaseiluminadootrasmuchas,acasotantascomoel«ilustreConcejomunicipal»;perose locallaba,porqueera un farol viejo y honrado y no quería despotricar contra nadie, ymenoscontraunaautoridad.Pensóenmuchascosas,mientrasoscilabasullama;eracomo si un presentimiento le dijese: «Sí, también se acordarán de ti. Allíestabaaquelapuestojoven—¡ay,cuántosañoshabíanpasado!quellegóconuna carta escrita en elegante papel color de rosa, con canto dorado y finaescritura femenina. La leyó dos veces, y, besándola, levantó hasta mí lamirada, que decía:—. ¡Soy el más feliz de los hombres! —Sólo él y yosupimos lo que decía aquella primera carta de la amada. Recuerdo tambiénotropardeojos;¡escurioso,lossaltosquepuedendarseconelpensamiento!Ennuestracallehuboundíaunmagníficoentierro;lamujer,jovenybonita,yacíaenel féretro,enelcochefúnebre tapizadode terciopelo.Lucían tantasflores y coronas, y brillaban tantos blandones, que yo quedé casi eclipsado.Toda la acera estaba llena de personas que acompañaban al cadáver; perocuandotodoslosciriossehubieronalejadoyyomiréamialrededor,quedabasolamenteunhombrejuntoalposte,llorando,ynuncaolvidaréaquellosojosllenosdetristezaquememiraban».Muchospensamientospasaronasípor lamentedelviejofarol,quealumbrabalacalleporvezpostrera.Elcentinelaqueesrelevadoconoceporlomenosasusucesorypuededecirleunaspalabras;

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pero el farol no conocía al suyo, y, sin embargo, le habría proporcionadoalgunasinformacionesacercadelalluviaylaniebla,dehastadóndellegabalaluzdelalunaenlaacera,ydequéladosoplabaelviento.

Enelarroyohabíatrespersonajesquesehabíanpresentadoalfarol,enlacreenciadequeélteníaatribucionesparadesignarasusucesor.Unodeelloseraunacabezadearenque,queen laoscuridades fosforescente,por locualpensaba que representaría un notable ahorro de aceite si lo colocaban en lacimadelpostedealumbrado.Elsegundoaspiranteeraunpedazodemaderapodrida,elcual luce también,yaunmásqueunbacalao, segúnafirmabaél,diciendo,además,queeraelúltimorestodeunárbol,queantañohabíasidolagloriadelbosque.Elterceroeraunaluciérnaga.Dedóndeprocedía,elfarolloignoraba,perolociertoeraquesehabíapresentadoyqueeracapazdedarluz;sinembargo, lacabezadearenquey lamaderapodridaasegurabanquesólopodía brillar a determinadas horas, por lo que no merecía ser tomada enconsideración.

Elviejofarolobjetóqueningunodelostresposeíalaintensidadluminosasuficienteparaserelevadoalacategoríadelámparacallejera,peroningunoselocreyó,ycuandoseenterarondequeelfarolnoestabafacultadoparaotorgarelpuesto,manifestaronquelamedidaeramuyacertada,puesrealmenteestabademasiadodecrépitoparapoderelegirconjusticia.

Entonces llegó el viento, quevenía de la esquinay soplópor el tubodeventilacióndelviejofarol.

—¡Quéoigo!—dijo—.¿Quémañanatemarchas?¿Éstaeslaúltimanochequenosencontramos?Enesecasovoyahacerteunregalo;voyaaireartelacabezadetalmodo,quenosólorecordarásclarayperfectamentetodoloquehasoídoyvisto,sinoqueademásverásconlamayorlucidezcuantoseleaosecuenteentupresencia.

—¡Buenoesesto!—dijoelviejofarol—.Muchasgracias.¡Contalquenomefundan!

—No lo harán todavía —dijo el viento—, y ahora voy a soplar en tumemoria. Si consigues más regalos de esta clase, disfrutarás de una vejezdichosa.

—¡Con tal que nome fundan!—repitió el farol—. ¿Podrías también enestecasoasegurarmelamemoria?

—Viejo farol, sé razonable —dijo el viento soplando. En aquel mismomomentosaliólaluna—.¿Yustedquéregalotrae?—preguntóelviento.

—Yo no regalo nada—respondió la luna—. Estoy enmenguante, y losfarolesnuncamehaniluminado,sinoalcontrario,soyyoquienhedadoluza

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losfaroles—.Yasídiciendo,lalunaseocultódenuevodetrásdelasnubes,puesnoqueríaquelaimportunasen.

Cayóentoncesunagotadeagua,comodeunagotera,yfueadareneltubodeventilación;perodijoqueprocedíade lasgrisesnubes, y era tambiénunregalo,acasoelmejordetodos.

—Tepenetrodetalmanera,quetendráslapropiedaddetransformarte,enuna noche, si lo deseas, en herrumbre, desmoronándote y convirtiéndote enpolvo—.Alfarolleparecióaquélunregalomuypocoenvidiable,yelvientoestuvodeacuerdoconél—.¿Notienenadamejor?¿Notienenadamejor?—soplócontodasufuerza.Enestocayóunabrillanteestrellafugaz,quedibujóunalargaestelaluminosa.

—¿Qué ha sido esto?—exclamó la cabeza de arenque—. ¿No acaba decaerunaestrella?Meparecequesemetióenelfarol.¡Caramba!,sipersonajestanencumbradossolicitantambiénelcargo,yapodemosnosotrosretirarnosacasita—. Y así lo hizo, junto con sus compañeros. Pero el farol brilló depronto con una intensidad asombrosa—. ¡Éste sí que ha sido unmagníficoregalo!—dijo—.Lasestrellasrutilantes,quetantomegustaronsiempreyquebrillan tanmaravillosamente,muchomás de lo que yo haya podido hacerlonunca a pesar de todosmis deseos y esfuerzos, han reparado enmí, pobreviejofarol,ymehanenviadounregaloporunadeellas.Yesteregaloconsisteenquetodoloqueyopiensoyveotanclaramente,tambiénpuedeservistoportodosaquellosaquienesquiero.Yéstesíqueesunverdaderoplacer,pueslaalegríacompartidaesdoblealegría.

—Esunpensamientomuydigno—dijoelviento—,pero,¿nosabesquetambién las velas pertenecen a esta clase? Si no encienden dentro de ti unavela, no puedes ayudar a nadie a ver nada. En esto no han pensado lasestrellas;creenquetodoloquebrillatieneensí,porlomenos,unavela.Peroestoycansado—añadióelvientovoyaecharmeunrato—.Ysecalmó.

Aldíasiguiente—bueno,eldíapodemossaltarlo—,a lanochesiguienteestabaelfarolenlabutaca.¿Ydónde?Puesencasadelvigilante,elcualhabíarogadoal ilustreConcejoMunicipalque lepermitieseguardarlo,enpagodesusmuchosybuenosservicios.Serierondeél,peroselodieron,yahítenéisanuestro farol en labutaca, al ladode la estufa encendida;yparecía comosihubiese crecido, tanto, que ocupaba casi todo el sillón. Los viejos estabancenando, y dirigían de vez en cuando afectuosas miradas al farol, al quegustosos habrían asignado un puesto en la mesa. Su vivienda estaba en elsótano, adosbuenasvarasbajo tierra.Para llegar a suhabitaciónhabíaqueatravesaruncorredorenlosado,perodentrolatemperaturaeraagradable,pueshabíanpuestoburleteenlapuerta.Elcuartoteníaunaspectolimpioyaseado,concortinasentornoalascamasyenlasventanitas,sobrelascualesseveían

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dos singularesmacetas, que elmarineroChristian había traído de las IndiasOrientales uOccidentales.Eran dos elefantes de arcilla, a los que faltaba eldorso; enel lugardeéstebrotaban,de la tierraque llenabael cuerpode loselefantes, unmagnífico puerro y un gran geranio florido: la primeramacetaera el huerto delmatrimonio; la segunda, su jardín.De la pared colgaba ungrancuadrodevistososcolores:«ElCongresodeViena».Deestemodoteníanreunidos a todos los emperadores y reyes. Un reloj de Bornholm, con suspesasdeplomo,cantabasueternotic-tac,adelantándosesiempre;peromejoresunrelojqueadelantaqueunoqueatrasa,pensabanlosviejos.

Estaban,pues,comiendosucena,segúnyadijimos,conelfaroldepositadoenelsillón,cercadelaestufa.Alfarolleparecíaqueaquelloeraelmundoalrevés.Perocuandoelvigilante,mirándolo,empezóahablardeloquehabíanpasado juntos, bajo la lluvia y la niebla, en las claras y breves noches deveranoy laépocade lasnieves,enque tantohabíadeseadoél regresara susótano,elfarolsintióquetodovolvíaaestarensusitio,puesveíatodoloqueel otro contaba, como si estuviese allímismo.Realmente el viento lo habíailuminadopordentro.

Eran diligentes y despiertos los dos viejos; ni una hora permanecíanociosos. En la tarde del domingo sacaban del armario algún libro,generalmenteunrelatodeviajes,yelviejo leíaenvozaltaacercadeáfrica,con sus grandes selvas y elefantes salvajes, y la anciana escuchabaatentamente,dirigiendomiradasdereojoalasmacetasdearcillaenfiguradeelefantes —. ¡Me parece casi que los veo! —decía. Entonces, el farolexperimentabavivísimosdeseosdetenerallíunavela,paraquelaencendiesenensu interior;así, lamujervería lascosascon lamismaclaridadqueél: loscorpulentos árboles, las entrelazadas ramas, los negros a caballo y grandesmanadas de elefantes aplastando con sus anchos pies los cañaverales y losarbustos.

—¿Dequémesirventodasmisaptitudes,sinohayaquíningunavela?—suspiraba el farol—. Sólo tienen aceite y luces de sebo, pero eso no essuficiente.

Undíaaparecióenelsótanotodounpaquetedecabosdevela;losmayoresfueronencendidos,ylosmáspequeñoslosutilizólaviejaparaencerarelhilocuando cosía. Ya tenían luz de vela, pero a ninguno de los ancianos se leocurríaponeruncaboenelfarol.

—Yyoaquíquieto,conmisrarasaptitudes—decíaéste—.Loposeotodoynopuedocompartirloconellos.Nosabenquepodríatransformarlasblancasparedes enhermosísimos tapices, en ricos bosques, en todo cuantopudieranapetecer.¡Nolosaben!

Porlodemás,elfaroldescansabamuylimpitoyaseadoenunrincón,bien

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visiblea todashoras;yauncuando lagentedecíaqueeraun trastoviejo,elvigilanteysumujerloseguíanguardando;leteníanafecto.

Undía—era el cumpleañosdel vigilante—, la vieja se acercó al farol ydijo:

—Voyailuminarlacasaentuobsequio.

Elfarolhizocrujireltubodeventilación,pensando:«¡Ahoraveránloquees luz!». Pero en lugar de una vela le pusieron aceite.Ardió toda la noche,pero sabiendo que el don que le concedieran las estrellas, el mejor don detodos, sería un tesoro muerto para esta vida. Y soñó —cuando se poseensemejantesfacultades,biensepuedesoñar—quelosviejoshabíanmuerto,yqueélhabíaidoapararalfundidoreibaaserfundido;temíatambiénquelollevasen al ayuntamiento, y el ilustreConcejoMunicipal lo condenase; peroaun cuando poseía la propiedad de convertirse en herrumbre y polvo a suantojo, no lo hizo. Así pasó al horno de fundición y fue transformado enhermosísimo candelabro de hierro, destinado a sostener un cirio. Le dieronformadeángel,unángelquesosteníaunramodeflores;enelcentrodelramopusieron la vela, y el candelabro fue colocado sobre una mesa escritoriocubiertadeunpañoverde.Lahabitacióneraacogedora;habíamuchoslibros,colgabanhermososcuadros—eralamoradadeunpoeta,ytodoloquedecíayescribía se reflejaba en derredor. La habitación evocaba espesos bosquesoscuros, prados bañados de sol donde se paseaba arrogante la cigüeña,cubiertasdenavesmecidasporlasolas…

—¡Qué aptitudes tengo! —dijo el farol al despertarse—. Casi deberíadesearquemefundieran.Perono,nomientrasvivanestosviejos.Mequierenpormímismo.Vengo a ser un poco como su hijo, puesme cuidaron ymedieronaceite,y lopaso tanbiencomo«ElCongreso»,con todoyserél tannoble.

Desdeaqueldíamenguósuagitacióninterior;ybienselomerecíaelviejoyhonradofarol.

Lagotadeagua

(Vanddråben)

Seguramentesabesloqueesuncristaldeaumento,unalentecircularquehacelascosascienvecesmayoresdeloqueson.Cuandosecogeysecolocadelantedelosojos,ysecontemplaasutravésunagotadeaguadelabalsadealláfuera,sevenmásdemilanimalesmaravillososque,deotromodo,pasaninadvertidos; y, sin embargo, están allí, no cabe duda.Diríase casi un plato

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llenodecangrejosquesaltanenrevoltijo.Sonmuyvoraces,searrancanunosa otros brazos y patas, muslos y nalgas, y, no obstante, están alegres ysatisfechosasumanera.

PuesheaquíquevivíaenotrotiempounancianoaquientodosllamabanCrible-Crable,puestalerasunombre.Queríasiemprehacerseconlomejordetodas las cosas, y si no se lo daban, se lo tomaba por arte de magia. Así,peligrabacuantoestabaasualcance.

El viejo estaba sentado un día con un cristal de aumento ante los ojos,examinandounagotadeaguaquehabíaextraídodeuncharcodelfoso.¡Diosmío,quehormiguero!Unsinfíndeanimalitosyendodeun ladoparaotro,yvengasaltarybrincar,vengazamarrearseydevorarsemutuamente.

—¡Qué asco! —exclamó el viejo Crible-Crable—. ¿No habrá modo deobligarlosavivirenpazyquietud,ydehacerquecadaunosecuidedesuscosas?—.Ypiensaquetepiensa,perocomonoencontrabalasolución,tuvoqueacudiralabrujería.

—Hay que darles color, para poder verlosmás bien—dijo, y les vertióencimaunagotadeunlíquidoparecidoavinotinto,peroqueenrealidaderasangredehechicerade lamejor clase, de la de a seis peniques.Y todos losanimalitos quedaron teñidos de rosa; parecía una ciudad llena de salvajesdesnudos.

—¿Quétienesahí?—lepreguntóotroviejobrujoquenoteníanombre,yestoeraprecisamentelobuenodeél.

—Siadivinasloquees—respondióCrible-Crable—,teloregalo;peronoestanfácilacertarlo,sinosesabe.

El brujo innominado miró por la lupa y vio efectivamente una cosacomparable a una ciudad donde toda la gente corría desnuda. Era horrible,pero más horrible era aún ver cómo todos se empujaban y golpeaban, sepellizcaban y arañaban,mordían y desgreñaban. El que estaba arriba queríairseabajo,yviceversa.

—¡Fíjate, fíjate!, su pata esmás larga que lamía. ¡Paf! ¡Fuera con ella!Ahí va uno que tiene un chichón detrás de la oreja, un chichoncitoinsignificante,peroleduele,ytodavíalevaadolermás.

Yseechabansobreél,yloagarraban,yacababancomiéndoseloporculpadelchichón.Otropermanecíaquieto,pacíficocomounadoncellita;sólopedíatranquilidadypaz.Peroladoncellitanopudoquedarseensurincón:tuvoquesalir,laagarrarony,enunmomento,estuvodescuartizadaydevorada.

—¡Esmuydivertido!—dijoelbrujo.

—Sí,pero¿quécreesquees?—preguntóCrible-Crable—.¿Erescapazde

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adivinarlo?

—Toma, pues es muy fácil —respondió el otro—. Es Copenhague ocualquieraotragranciudad,todassoniguales.Esunagranciudad,laquesea.

—¡Esaguadelcharco!—contestóCrible-Crable.

Lacasavieja

(Detgamlehus)

Había en una callejuela una casa muy vieja, muy vieja; tenía casitrescientosaños,segúnpodía leerseen lasvigas,en lasqueestabaescritoelaño, en cifras talladas sobre una guirnalda de tulipanes y hojas de lúpulo.Habíatambiénversosescritosenelestilodelostiempospasados,ysobrecadaunadelasventanasenlaviga,seveíaesculpidaunacaragrotesca,amododecaricatura. Cada piso sobresalíamucho del inferior, y bajo el tejado habíanpuestounagoteraconcabezadedragón;elaguadelluviasalíaporsusfauces,perotambiénporsubarriga,pueslacanalteníaunagujero.

Todas las otras casas de la calle eran nuevas y bonitas, con grandescristalesenlasventanasyparedeslisas;bienseveíaquenadaqueríantenerencomúnconlavieja,yseguramentepensaban:

«¿Hasta cuándo seguirá esteviejo armatoste, paravergüenzade la calle?Además, elbalcón sobresalede talmodoquedesdenuestrasventanasnadiepuedeverloquepasaallí.Laescaleraesanchacomoladeunpalacioyaltacomo la de un campanario. La barandilla de hierro parece la puerta de unpanteón,yademástienepomosdelatón.¡Habrásevisto!».

Frente por frente había también casas nuevas que pensaban como lasanteriores;peroenunadesusventanasvivíaunniñodecoloradasmejillasyojosclarosy radiantes, alque legustaba laviejacasa, tantoa la luzdel solcomoaladelaluna.Seentreteníamirandosusdecrépitasparedes,ysepasabahoras enteras imaginando los cuadrosmás singulares y el aspecto que añosatrás debía de ofrecer la calle, con sus escaleras, balcones y puntiagudoshastiales;veíapasarsoldadosconsusalabardasycorrer loscanalonescomodragonesyvestiglos.Erarealmenteunacasanotable.Enelpisoaltovivíaunanciano que vestía calzón corto, casaca con grandes botones de latón y unamajestuosapeluca.Todaslasmañanasibaasucuartounviejosirviente,quecuidaba de la limpieza y hacía los recados; aparte él, el anciano de loscalzones cortos vivía completamente solo en la vetusta casona. A veces seasomaba a la ventana; el chiquillo lo saludaba entonces con la cabeza, y elancianolecorrespondíadeigualmodo.Asíseconocieron,yentreellosnació

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laamistad,apesardenohabersehabladonunca;peroestonoeranecesario.

Elchiquillooyócómosuspadresdecían:

—Elviejodeenfrenteparecevivircondesahogo,peroestá terriblementesolo.

Eldomingosiguienteelniñocogióunobjeto,loenvolvióenunpedazodepapel,salióalapuertaydijoalmandaderodelanciano:

—Oye,¿quiereshacermeelfavordedarestodemipartealancianoseñorquevive arriba?Tengodos soldadosdeplomoy le doyuno, porque sé queestámuysolo.

El viejo sirviente asintió con un gesto de agrado y llevó el soldado deplomoalaviejacasa.Luegovolvióconelencargodeinvitaralniñoavisitarasuvecino,yelniñoacudió,despuésdepedirpermisoasuspadres.

Los pomos de latón de la barandilla de la escalera brillabanmuchomásquedecostumbre;diríasequeloshabíanpulimentadoconocasióndeaquellavisita; y parecía que los trompeteros de talla, que estaban esculpidos en lapuertasaliendodetulipanes,soplarancontodassusfuerzasyconloscarrillosmucho más hinchados que lo normal. «¡Taratatrá! ¡Qué viene el niño!¡Taratatrá!», tocaban; y se abrió la puerta. Todas las paredes del vestíbuloestaban cubiertas de antiguos cuadros representando caballeros con susarmaduras y damas vestidas de seda; y las armas rechinaban, y las sedascrujían.Veníaluegounaescaleraque,despuésdesubirunbuentrecho,volvíaa bajar para conducir a una azotea muy decrépita, con grandes agujeros ylargasgrietas,de lasquebrotabanhierbasyhojas.Todalaazotea,elpatioylasparedesestabanrevestidasdeverdor,yaunnosiendomásqueunterrado,parecíaun jardín.Había allí viejasmacetas concaraspintadas,y cuyasasaseranorejasdeasno;perolasflorescrecíanasuantojo,comoplantassilvestres.Deunodelostiestossedesparramabanentodossentidoslasramasyretoñosdeuna espesa clavellina, y los retoñoshablabanenvoz alta, diciendo:«¡Herecibidolacariciadelaireyunbesodelsol,yéstemehaprometidounaflorparaeldomingo,unaflorecitaparaeldomingo!».

Pasóluegoaunahabitacióncuyasparedesestabanrevestidasdecuerodecerdo,estampadodefloresdoradas.

Eldoradosedesluce

peroelcueroqueda,

decíanlasparedes.

Habíasillonesdealtosrespaldos,talladosdemodopintorescoyconbrazosa ambos lados. «¡Siéntese! ¡Tome asiento! —decían—. ¡Ay! ¡Cómo crujo!Seguramente tendré la gota, como el viejo armario. La gota en la espalda,

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¡ay!».

Finalmente,elniñoentróenlahabitacióndelmirador,enlacualestabaelanciano.

—Muchasgraciasporel soldadodeplomo,amiguitomío—dijoelviejo—.Ymilgraciastambiénportuvisita.

«¡Gracias,gracias!»,obien«¡crrac,crrac!»,seoíade todos losmuebles.Eran tantos, que casi se estorbaban unos a otros, pues, todos querían ver alniño.

En el centro de la pared colgaba el retrato de una hermosa dama, deaspectoalegreyjuvenil,perovestidaalaantigua,conelpeloempolvadoylastelastiesasyholgadas;nodijoni«gracias»ni«crrac»,peromirabaalpequeñoconojosdulces.Éstepreguntóalviejo:

—¿Dedóndelohassacado?

—Del ropavejero de enfrente —respondió el hombre—. Tiene muchosretratos.Nadielosconocenisepreocupadeellos,puestodosestánmuertosyenterrados;peroaéstalaconocíyoentiempos;haceyacosademediosigloquemurió.

Bajo el cuadro colgaba, dentro de un marco y cubierto con cristal, unramillete de flores marchitas; seguramente habrían sido cogidas tambiénmedio siglo atrás, tan viejas parecían.El péndulo del gran relojmarcaba sutictac, y las manecillas giraban, y todas las cosas de la habitación se ibanvolviendoaúnmásviejas;peroellosnolonotaron.

—Encasadicen—observóelniño—quevivesmuysolo.

—¡Oh!—sonrióelanciano—,notansolocomocrees.Amenudovienenavisitarme losviejospensamientos,con todo loque traenconsigo,y,además,ahorahasvenidotú.Notengoporquéquejarme.

Entonces sacó del armario un libro de estampas, entre las que figurabanlargascomitivas,cochessingularísimoscomoyanosevenhoydía,soldadosyciudadanos con las banderas de las corporaciones: la de los sastres llevabaunastijerassostenidaspordosleones;ladeloszapaterosibaadornadaconunáguila, sin zapatos, es cierto, pero con dos cabezas, pues los zapateros loquieren tener tododoble,parapoderdecir:esunpar. ¡Quéhermosolibrodeestampas!

Elancianopasóaotrahabitaciónabuscargolosinas,manzanasynueces;enverdadquelaviejacasanocarecíadeencantos.

—¡Nolopuedoresistir!—exclamódesúbitoelsoldadodeplomodesdesusitio encima de la cómoda—. Esta casa está sola y triste. No; quien ha

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conocidolavidadefamilia,nopuedehabituarseaestasoledad.¡Noloresisto!Eldíasehaceterriblementelargo,ylanoche,máslargaaún.Aquínoescomoentucasa,donde tupadrey tumadrecharlanalegremente,ydonde túy losdemáschiquillosestáis siemprealborotando.¿Cómopuedeelviejovivir tansolo?¿Imaginasloqueesnorecibirnuncaunbeso,niunamiradaamistosa,ounárboldeNavidad?Unatumbaestodoloqueespera.¡Nopuedoresistirlo!

—Nodebestomarlotanalatremenda—respondióelniño—.Yomesientomuybienaquí.Vienendevisitalosviejospensamientos,contodasucompañíaderecuerdos.

—Sí,peroyonolosveonilosconozco—insistióelsoldadodeplomo—.Nopuedosoportarlo.

—Puesnotendrásmásremedio—dijoelchiquillo.

Volvióelancianoconcararisueñayconriquísimasconfituras,manzanasynueces,yelpequeñoyanoseacordómásdelsoldado.

Regresóasucasacontentoyfeliz;transcurrierondíasysemanas;entreélylaviejacasasecruzaronnopocasseñasdesimpatía,yunbuendíaelchiquillorepitiólavisita.

Los trompeteros de talla tocaron: «¡Taratatrá! ¡Ahí llega el pequeño!¡Taratatrá!»; entrechocaron los sables y las armaduras de los retratos de losviejoscaballeros,crujieronlassedas,«habló»elcuerodecerdo,ylosantiguossillones que sufrían de gota en la espalda soltaron su ¡ay! Todo ocurrióexactamenteigualquelaprimeravez,puesallítodoslosdíaseraniguales,ylashorasnoloeranmenos.

—¡No puedo resistirlo!—exclamó el soldado—.He llorado lágrimas deplomo. ¡Qué tristeza la de esta casa! Prefiero que me envíes a la guerra,aunque haya de perder brazos y piernas. Siquiera allí hay variación. ¡No loresistomás!Ahorayaséloqueesrecibirlavisitadesusviejospensamientos,contodoslosrecuerdosquetraenconsigo.Losmíosmehanvisitadotambién,y,créeme,alalarganotedanningúnplacer;heestadoapuntodesaltardelacómoda. Os veía a todos allá enfrente, en casa, tan claramente como siestuvieseis aquí; volvía a ser un domingo por la mañana, ya sabes lo quequierodecir.Todoslosniñoscolocadosdelantedelamesa,cantabaisvuestracanción, la de todas las mañanas, con las manitas juntas. Vuestros padresestaban también con aire serio y solemne, y entonces se abrió la puerta ytrajeron a vuestra hermanitaMaría, que no ha cumplido aún los dos años ysiempreseponeabailarcuandooyemúsica,decualquierespeciequesea.Noestababienque lohiciera,perosepusoabailar;nopodíaseguirelcompás,pues las notas eran muy largas; primero se sostenía sobre una pierna einclinabalacabezahaciadelante,luegosobrelaotrayvolvíaainclinarla,pero

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la cosa nomarchaba. Todos estabais allí muy serios, lo cual no os costabapocoesfuerzo,peroyomereíaparamisadentros,y,alfin,mecaídelamesaymehiceunchichónqueaúnmedura;peroreconozcoquenoestuvobienquemeriera.Yahoratodovuelveadesfilarpormimemoria;yestosonlosviejospensamientos,conloquetraenconsigo.Dime,¿cantáistodavíalosdomingos?CuéntamealgodeMarita,y¿quétallevaamicompañero,elotrosoldadodeplomo?Deseguroqueesfeliz.¡Vamos,quenopuedoresistirlo!

—Losiento,peroyanomeperteneces—dijoelniño—.Teheregalado,ytienesquequedarte.¿Nolocomprendes?

Entróelviejoconunacajaqueconteníamuchascosasmaravillosas:unacasitadeyeso,unbotedebálsamoynaipesantiguos,grandesydoradoscomohoy ya no se estilan. Abriómuchos cajones, y también el piano, cuya tapatenía pintado un paisaje en la parte interior; dio un sonido ronco cuando elhombrelotocó;yenvozqueda,éstesepusoacantarunacanción.

—¡Ella sí sabía cantarla!—dijo, indicando con un gesto de la cabeza elcuadro que había comprado al trapero; y en sus ojos apareció un brilloinusitado.

—¡Quieroiralaguerra,quieroiralaguerra!—gritóelsoldadodeplomocontodassusfuerzas;yseprecipitóalsuelo.

¿Dónde se habrámetido?Lo buscó el viejo y lo buscó el niño, pero nolograron dar con él.—Ya lo encontraré—dijo el anciano—; pero no hubomodo,elsueloestabademasiadoagujereado;elsoldadohabíacaídoporunagrieta,yfueapararaunfosoabierto.

Pasó el día, y el niño se volvió a su casa.Transcurrió aquella semana yotrasvarias.Lasventanasestabanheladas;elpequeño,detrásdeellas,consualiento,conseguíadespejarunamirillaenelcristalparapoderverlacasadeenfrente:lanievellenabatodaslasvolutaseinscripcionesyseacumulabaenlasescaleras,comosinohubiesenadieenlacasa.Y,enefecto,nohabíanadie:elviejohabíamuerto.

Alanochecer,uncocheseparófrentealapuertaylobajaronenelféretro;reposaríaenelcampo,enelpanteónfamiliar.Aélseencaminóelcarruaje,sinquenadie loacompañara; todossusamigosestabanyamuertos.Alpasar,elniño,conlasmanos,envióunbesoalataúd.

Algunosdíasdespuéssecelebróunasubastaenlaviejacasa,yelpequeñopudoverdesdesuventanacómoselollevabantodo:losviejoscaballerosylasviejas damas, lasmacetas de largas orejas de asno, los viejos sillones y losviejosarmarios.Unosobjetospartíanenunadirección,yotros,enlaopuesta.Elretratoencontradoencasadelropavejerofuedenuevoalropavejero,dondequedó colgando ya para siempre, pues nadie conocía a la mujer ni se

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interesabayaporelcuadro.

Enprimaveraderribaronlacasa,pueseraunaruina,segúndecíalagente.Desdelacalleseveíaelinteriordelahabitacióntapizadadecuerodecerdo,rotoydesgarrado;y lasplantasde laazoteacolgabanmustiasen tornoa lasvigasdecrépitas.Todoselollevaron.

—¡Yaerahora!—exclamaronlascasasvecinas.

En el solar que había ocupado la casa vieja edificaron otra nueva yhermosa,congrandesventanasy lisasparedesblancas;en lapartedelanteradispusieron un jardincito, con parras silvestres que trepaban por las paredesdel vecino.Delante del jardín pusieron una gran verja de hierro, con puertatambiéndehierro.Eradeunefectomagnífico; lagentesedeteníaamirarlo.Losgorrionesseposabanpordocenasenlasparras,charloteandoentresícontodalafuerzadesuspulmones,aunquenohablabannuncadelacasavieja,delacualnopodíanacordarse.

Pasaronmuchosaños,yelniñosehabíaconvertidoenunhombrequeeraelorgullodesuspadres.Sehabíacasado,y,consujovenesposa,semudóalacasanuevadel jardín.Estabaundía enel jardín junto a su esposa,mirandocómoplantabaunaflordelcampoquelehabíagustado.Lohacíaconsumanodiminuta,apretandolatierraconlosdedos.—¡Ay!—.¿Quéesesto?Sehabíapinchado;ysacódelsuelounobjetocortante.

¡Era él! —imaginaos—, ¡el soldado de plomo!, el mismo que se habíaperdido en el piso del anciano. Extraviado entre maderas y escombros,¡cuántosañoshabíapermanecidoenterrado!

La joven limpió el soldado, primero conunahoja verde, y luego con sufino pañuelo, del que se desprendía un perfume delicioso. Al soldado deplomolehizoelefectodequevolvíaensídeunlargodesmayo.

—Deja que lo vea —dijo el joven, riendo y meneando la cabeza—.Seguramentenoeselmismo;peromerecuerdaunepisodioquevivíconunsoldadodeplomosiendoaúnmuyniño—.Ycontóasuesposalodelaviejacasayelancianoyelsoldadoquelehabíaenviadoporquevivíatansolo.Yselo contó con tanta naturalidad, tal y como ocurriera, que las lágrimasacudieronalosojosdelajoven.

—Es muy posible que sea el mismo soldado —dijo—. Lo guardaré ypensaré en todo lo queme has contado. Pero quisiera queme llevases a latumbadelviejo.

—Nosédóndeestá—contestóél—,ynolosabenadie.Todossusamigoshabíanyamuerto,nadiesepreocupódeél,yyoeraunchiquillo.

—¡Quésolodebiódesentirse!—dijoella.

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—¡Espantosamentesolo!—exclamóelsoldadodeplomo.Pero¡québellacosaesnoserolvidado!

—¡Muy bien!—gritó algomuy cerca; pero aparte el soldado, nadie vioqueeraun jiróndel tapizde cuerode cerdo.Le faltaba todoeldoradoy seconfundíaconlatierrahúmeda,peroteníasuopiniónylaexpresó:

Eldoradosedesluce

peroelcueroqueda.

Sinembargo,elsoldadodeplomonolopensabaasí.

UnarosadelatumbadeHomero

(EnrosefraHomersgrav)

EntodosloscantosdeOrientesuenaelamordelruiseñorporlarosa;enlas noches silenciosas y cuajadas de estrellas, el alado cantor dedica unaserenataalafragantereinadelasflores.

NolejosdeEsmirna,bajolosaltosplátanosadondeelmercaderguíasuscargadoscamellos,quelevantanaltivosellargocuelloycaminanpesadamentesobre una tierra sagrada, vi un rosal florido; palomas torcaces revoloteabanentrelasramasdeloscorpulentosárboles,ysusalas,alresbalarsobreellaslosoblicuosrayosdelsol,despedíanunbrillocomodemadreperla.

Teníaelrosalunaflormásbellaquetodaslasdemás,yaellalecantabaelruiseñor su cuita amorosa; pero la rosa permanecía callada; ni una gota derocío se veía en sus pétalos, como una lágrima de compasión; inclinaba larama sobre unas grandes piedras, —. Aquí reposa el más grande de loscantores—dijolarosa—.Quieroperfumarsutumba,esparcirsobreellamishojascuandolatempestadmedeshoje.ElcantordelaIlíadasetornótierra,enesta tierra de la que yo he brotado. Yo, rosa de la tumba de Homero, soydemasiadosagradaparaflorecersóloparaunpobreruiseñor.

Yelruiseñorsiguiócantandohastamorir.

Llegó el camellero, con sus cargados animales y sus negros esclavos; suhijitoencontróelpájaromuerto,y loenterróen lamismasepulturadelgranHomero; la rosa temblaba al viento. Vino la noche, la flor cerró su cáliz ysoñó:

Eraundíamagnífico,desolradiante;seacercabauntropeldeextranjeros,defrancos,queibanenperegrinacióna la tumbadeHomero.Entreellos ibauncantordelNorte,delapatriadelasnieblasylasaurorasboreales.Cogióla

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rosa, lacomprimióentre laspáginasdeun libroy se la llevóconsigoaotrapartedelmundoasulejanatierra.Larosasemarchitódepenaensuestrechaprisióndellibro,hastaqueelhombre,yaensupatria,loabrióyexclamó:«¡EsunarosadelatumbadeHomero!».

Talfueelsueñodelaflor,yaldespertartemblóalcontactodelviento,yuna gota de rocío desprendida de sus hojas fue a caer sobre la tumba delcantor.Salióelsol,ylarosabrillómásqueantes;eldíaeratórrido,propiodela calurosa Asia. Se oyeron pasos, se acercaron extranjeros francos, comoaquellosquelaflorvieraensueños,yentreellosveníaunpoetadelNortequecortólarosay,dándoleunbeso,selallevóalapatriadelasnieblasydelasaurorasboreales.

ComounamomiareposaahoraelcadáverdelaflorensuIlíada,y,comoenunsueño,looyeabrirellibroydecir:«¡HeaquíunarosadelatumbadeHomero!».

Visióndelbaluarte

(Etbilledefrakastelsvolden)

Esotoño.Estamosenloaltodelbaluartecontemplandoelmar,surcadopornumerososbarcos,y,alolejos,lacostasueca,quesedestaca,altiva,alaluzdelsolponiente.Anuestraespaldadesciende,abrupto,elbosque,ynosrodeanárbolesmagníficos,cuyoamarillofollajevadesprendiéndosedelasramas.Alfondohaycasaslóbregas,conempalizadas,yenelinterior,dondeelcentinelaefectúasumonótonopaseo, todoesangostoytétrico;peromástenebrosoestodavíadelotroladodelaenrejadacárcel,dondesehallanlospresidiarios,losdelincuentespeores.

Unrayodelsolponienteentraenladesnudacelda,pueselsolbrillasobrelosbuenosylosmalos.Elpreso,hoscoyrudo,dirigeunamiradadeodioaltibiorayo.Unpajarillovuelahastalareja.Elpájarocantaparalosbuenosylosmalos.Sucantoesunbrevetrino,peroelpájarosequedaallí,agitandolasalas. Se arranca una pluma y se esponja las del cuello; y el mal hombreencadenadolomira.Unaexpresiónmásdulcesedibujaensuhoscacara;unpensamientoqueélmismonocomprendeclaramente,brotaen supecho;unpensamientoquetienealgodecomúnconelrayodesolqueentraporlareja,ycon lasvioletasque tanabundantescrecenallá fueraenprimavera.Luegoresuenaelcuernodeloscazadores,melódicosyvigorosos.Elpájaroseasustayseechaavolar,alejándosedelarejadelpreso;elrayodesoldesaparece,yvuelvea reinar laoscuridaden lacelda, laoscuridadenelcorazóndeaquel

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hombremalo;peroelsolhabrillado,yelpájarohacantado.

¡Seguid resonando, hermosos toques del cuerno de caza! El atardecer esapacible,elmarestáencalma,tersocomounespejo.

Elángel

Engelen(1843)

Cada vez que muere un niño bueno, baja del cielo un ángel de DiosNuestro Señor, toma en brazos el cuerpecito muerto y, extendiendo susgrandesalasblancas,emprendeelvueloporencimadetodosloslugaresqueelpequeñueloamó,recogiendoalavezunramodefloresparaofrecerlasaDios,con objeto de que luzcan allá arriba más hermosas aún que en el suelo.NuestroSeñorseaprietacontraelcorazóntodasaquellasflores,peroalaquemáslegustaledaunbeso,conlocualellaadquierevozypuedeyacantarenelcorodelosbienaventurados.

HeaquíloquecontabaunángeldeDiosNuestroSeñormientrassellevabaalcieloaunniñomuerto;yelniñoloescuchabacomoensueños.Volaronporencimadelosdiferenteslugaresdondeelpequeñohabíajugado,ypasaronporjardinesdefloresespléndidas.

—¿Cuálnosllevaremosparaplantarlaenelcielo?—preguntóelángel.

Crecía allí un magnífico y esbelto rosal, pero una mano perversa habíatronchadoeltronco,porloquetodaslasramas,cuajadasdegrandescapullossemiabiertos,colgabansecasentodasdirecciones.

—¡Pobrerosal!—exclamóelniño—.Llévatelo;juntoaDiosflorecerá.

Y el ángel lo cogió, dando un beso al niño por sus palabras; y elpequeñueloentreabriólosojos.

Recogieron luego muchas flores magníficas, pero también humildesranúnculosyvioletassilvestres.

—Ya tenemosunbuen ramillete—dijoelniño;y el ángel asintiócon lacabeza, pero no emprendió enseguida el vuelo hacia Dios. Era de noche, yreinabaunsilencioabsoluto;ambossequedaronenlagranciudad,flotandoenelaireporunodesusangostoscallejones,dondeyacíanmontonesdepajaycenizas; había habido mudanza: se veían cascos de loza, pedazos de yeso,traposyviejossombreros,todoellodeaspectomuypocoatractivo.

Entre todos aquellosdesperdicios, el ángel señaló los trozosdeun tiestoroto;deéstesehabíadesprendidoun terrón,con las raíces,deunagran flor

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silvestreyaseca,queporesoalguienhabíaarrojadoalacalleja.

—Vamosallevárnosla—dijoelángel—.Mientrasvolamostecontaréporqué.

Remontaronelvuelo,yelángeldioprincipioasurelato:

—En aquel angosto callejón, en una baja bodega, vivía un pobre niñoenfermo.Desdeeldíade sunacimientoestuvoen lamayormiseria; todo loquepudohacerensuvidafuecruzarsudiminutocuartuchosostenidoendosmuletas;sufelicidadnopasódeaquí.Algunosdíasdeverano,unosrayosdesol entraban hasta la bodega, nada más que media horita, y entonces elpequeñosecalentabaalsolymirabacómosetransparentabalasangreensusflacosdedos,quemanteníalevantadosdelanteelrostro,diciendo:«Sí,hoyhepodido salir». Sabía del bosque y de sus bellísimos verdores primaverales,sólo porque el hijo del vecino le traía la primera ramadehaya.Se la poníasobre la cabeza y soñaba que se encontraba debajo del árbol, en cuya copabrillabaelsolycantabanlospájaros.

Undíadeprimavera,suvecinitoletrajotambiénfloresdelcampo,y,entreellasveníacasualmenteunacon la raíz;poreso laplantaronenunamaceta,quecolocaronjuntoa lacama,al ladodelaventana.Habíaplantadoaquellaflorunamanoafortunada,pues,creció,sacónuevasramasyfloreciócadaaño;para elmuchacho enfermo fue el jardínmás espléndido, su pequeño tesoroaquíenlaTierra.Laregabaycuidaba,preocupándosedequerecibiesehastaelúltimo de los rayos de sol que penetraban por la ventanuca; la propia florformabapartedesussueños,puesparaélflorecía,paraélesparcíasuaromayalegrabalavista;aellasevolvióenelmomentodelamuerte,cuandoelSeñorlo llamó a su seno. Lleva ya un año junto aDios, y durante todo el año laplantita ha seguido en la ventana, olvidada y seca; por eso, cuando lamudanza, la arrojaron a la basura de la calle. Y ésta es la flor, la pobreflorecilla marchita que hemos puesto en nuestro ramillete, pues haproporcionadomásalegríaquelamásbelladeljardíndeunareina.

—Pero,¿cómosabestodoesto?—preguntóelniñoqueelángelllevabaalcielo.

—Losé—respondióelángel—,porqueyofuiaquelpobreniñoenfermoquesesosteníasobremuletas.¡Ybienconozcomiflor!

El pequeño abrió de par en par los ojos y clavó la mirada en el rostroesplendorosodelángel;yenelmismomomentoseencontraronenelCielodeNuestroSeñor,dondereinalaalegríaylabienaventuranza.Diosapretóalniñomuertocontrasucorazón,yalinstantelesalieronaéstealascomoalosdemásángeles, y con ellos se echó a volar, cogido de las manos. Nuestro Señorapretótambiéncontrasupechotodaslasflores,peroalamarchitasilvestrela

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besó, infundiéndolevoz,yella rompióacantarconelcorodeangelitosquerodeanalAltísimo,algunosmuydecercaotrosformandocírculosentornoalosprimeros,círculosqueseextiendenhastaelinfinito,perotodosrebosantesdefelicidad.Ytodoscantaban,grandesychicos, juntoconelbuenchiquillobienaventuradoylapobreflorsilvestrequehabíaestadoabandonada,entrelabasuradelacallejaestrechayoscura,eldíadelamudanza.

Elyesquero

(Fyrtøjet)

Porlacarreteramarchabaunsoldadomarcandoelpaso.¡Un,dos,un,dos!Llevabalamochilaalhombroyunsablealcostado,puesveníadelaguerra,yahoraibaasupueblo.

Masheaquíqueseencontróenelcaminoconunaviejabruja.¡Uf!,¡quéespantajo!,conaquellabioinferiorquelecolgabahastaelpecho.

—¡Buenas tardes, soldado! —le dijo—. ¡Hermoso sable llevas, y quémochila tan grande! Eres un soldado hecho y derecho. Voy a enseñarte lamaneradetenertodoeldineroquedesees.

—¡Gracias,viejabruja!—respondióelsoldado.

—¿Vesaquelárboltancorpulento?—prosiguiólavieja,señalandounoquecrecía a poca distancia—. Por dentro está completamente hueco. Pues bien,tienesque trepara lacopayverásunagujero; tedeslizarásporélhastaquelleguesmuyabajodeltronco.Teataréunacuerdaalrededordelacinturaparavolverteasubircuandollames.

—¿Yquévoyahacerdentrodelárbol?—preguntóelsoldado.

—¡Sacar dinero! —exclamó la bruja—. Mira; cuando estés al pie deltroncoteencontrarásenungrancorredormuyclaro,puesloalumbranmásdecienlámparas.Verástrespuertas;podrásabrirlas,yaquetienenlallaveenlacerradura.Alentrarenlaprimerahabitaciónencontrarásenelcentrounagrancaja, con un perro sentado encima de ella. El animal tiene ojos tan grandescomotazasdecafé;peronoteapures.Tedarémidelantalazul;loextiendesenel suelo, coges rápidamente al perro, lo depositas sobre el delantal y teembolsastodoeldineroquequieras;sonmonedasdecobre.Siprefieresplata,deberás entrar en el otro aposento; en él hay un perro con ojos tan grandescomo ruedas demolino; pero esto no debe preocuparse. Lo pones sobre eldelantalycogesdinerodelacaja.Ahorabien,siteinteresamáseloro,puedestambién obtenerlo, tanto como quieras; para ello debes entrar en el tercer

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aposento.MaselperroquehayenéltienelosojostangrandescomolaTorreRedonda. ¡A esto llamo yo un perro de verdad! Pero nada de asustarte. Locolocassobremidelantal,ynoteharáningúndaño,ypodrássacardelacajatodoeloroquetevengaengana.

—¡Noestámal!—exclamóelsoldado—.Pero,¿quéhabrédedarte,viejabruja?Puessupongoquealgoquerrásparati.

—No —contestó la mujer—, ni un céntimo. Para mí sacarás un viejoyesquero, quemi abuela se olvidó ahí dentro, cuando estuvo en el árbol laúltimavez.

—Bueno,puesátameyalacuerdaalacintura—convinoelsoldado.

—Ahítienes—respondiólabruja—,ytomatambiénmidelantalazul.

Se subió el soldado a la copa del árbol, se deslizó por el agujero y, talcomoledijeralabruja,seencontrómuyprontoenelespaciosocorredorenelqueardíanlaslámparas.

Yabriólaprimerapuerta.¡Uf!Allíestabaelperrodeojoscomotazasdecafé,mirándolofijamente.

—¡Buenmuchacho!—dijoelsoldado,cogiendoalanimalydepositándolosobreeldelantaldelabruja.Sellenóluegolosbolsillosdemonedasdecobre,cerrólacaja,volvióacolocaralperroencimaypasóalahabitaciónsiguiente.Enefecto,allíestabaelperrodeojoscomoruedasdemolino.

—Mejorharíasnomirándomeasí—ledijo—.Tevaadolerlavista—.Ysentó al perro sobre el delantal. Al ver en la caja tanta plata, tiró todas lasmonedasdecobrequellevabaencimaysellenólosbolsillosylamochiladelasdelblancometal.

Pasó entonces al tercer aposento.Aquello presentabamal cariz; el perrotenía, en efecto, los ojos tan grandes como la Torre Redonda, y los movíacomosifuesenruedasdemolino.

—¡Buenasnoches!—dijoelsoldado llevándose lamanoa lagorra,puesperro como aquel no lo había visto en su vida.Una vez lo hubo observadobien,pensó:«Bueno,yaestávisto»,cogióalperro,lopusoenelsueloyabriólacaja.¡Señor,yquémontonesdeoro!HabríacomoparacomprarlaciudaddeCopenhagueentera,contodosloscerditosdemazapándelaspasteleríasytodos los soldaditos de plomo, látigos y caballos demadera de balancín delmundoentero.¡Allísíquehabíaoro,palabra!

Tiró todas las monedas de plata que llevaba encima, las reemplazó porotras de oro, y se llenó los bolsillos, lamochila, la gorra y las botas de talmodoqueapenaspodíamoverse.¡Noerapocorico,ahora!Volvióaponeralperrosobrelacaja,cerrólapuertay,porelhuecodeltronco,gritó:

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—¡Súbemeya,viejabruja!

—¿Tieneselyesquero?—preguntólamujer.

—¡Caramba!—exclamó el soldado—, ¡pues lo había olvidado! Y fue abuscarlabolsita,conlayescayelpedernaldentro.Laviejalosacódelárbol,y nuestro hombre se encontró de nuevo en el camino, con los bolsillos, lasbotas,lamochilaylagorrarepletosdeoro.

—¿Paraquéquiereselyesquero?—preguntóelsoldado.

—¡Eso no te importa! —replicó la bruja—. Ya tienes tu dinero; ahoradamelabolsita.

—¿Conque sí, eh?—exclamó elmozo—. ¡Me dices enseguida para quéquiereselyesquero,odesenvainoelsableytecortolacabeza!

—¡No!—insistiólamujer.

Yelsoldadolecercenólacabezaydejóenelsueloelcadáverdelabruja.Puso todo el dinero en su delantal, se lo colgóde la espalda comounhato,guardótambiénelyesqueroyseencaminódirectamentealaciudad.

Eraunapoblaciónmagnífica,ynuestrohombreentróen lamejorde susposadasypidió lamejorhabitaciónysusplatospreferidos,puesyaera ricocontantodinero.

Al criadoque recibióordende limpiarle lasbotas se leocurrióque eranmuyviejasparatanricocaballero;peroesquenosehabíacompradoaúnunasnuevas. Al día siguiente adquirió unas botas como Dios manda y vestidoselegantes.

Yahítenéisalsoldadoconvertidoenungranseñor.Lecontarontodaslasmagnificenciasqueconteníalaciudad,ylehablarondelReyydelopreciosaqueeralaprincesa,suhija.

—¿Dóndesepuedever?—preguntóelsoldado.

—Nohaymediodeverla—lerespondieron—.Viveenungranpalaciodecobre, rodeado de muchas murallas y torres. Nadie, excepto el Rey, puedeentrarysalir,puesexistelaprofecíadequelaprincesasecasaráconunsimplesoldado,yelMonarcanoquierepasarporello.

«Megustaríaverla»,pensóelsoldado;peronohabíamododeobtenerunaautorización.

El hombre llevaba una gran vida: iba al teatro, paseaba en coche por elparqueydabamuchodineroalospobres,locualdecíamuchoensufavor.Seacordabamuybiendeloduroqueesnotenerunaperragorda.Ahoraerarico,vestía hermosos trajes e hizo muchos amigos, que lo consideraban como

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persona excelente, un auténtico caballero, lo cual gustaba al soldado. Perocomo cada día gastaba dinero y nunca ingresaba un céntimo, al final lequedaronsólodosochavos.Tuvoqueabandonarlaslujosashabitacionesaquese había acostumbrado y alojarse en la buhardilla, en un cuartucho sórdidobajoeltejado,limpiarseélmismolasbotasycoserlasconunaagujasaquera.Ysusamigosdejarondevisitarlo;¡habíaquesubirtantasescaleras!

Un día, ya oscurecido, se encontró con que no podía comprarse ni unavela,yentoncesseacordódeuncachodeyescaquehabíaenlabolsitasacadadelárboldelabruja.Buscólabolsaysacóeltrocitodeyesca;yheaquíquealpercutirlaconelpedernalysaltarlaschispas,seabriósúbitamentelapuertayse presentó el perro de ojos como tazas de café que había encontrado en elárbol,diciendo:—¿Quémandamiseñor?

—¿Quésignificaesto?—inquirióelsoldado—.¡Vayayesquerogracioso,siconélpuedoobtenerloquequiera!Tráemeunpocodedinero,—ordenóalperro;ésteseretiró,yestuvodevueltaenunsantiaménconungranbolsodedineroenlaboca.

Entoncesseenteróelsoldadodelamaravillosavirtuddesuyesquero.Sigolpeabaunavez,comparecíaelperrodelacajadelasmonedasdecobre;sidos veces, se presentaba el de la plata, y si tres, acudía el del oro.Nuestrosoldadovolvióasus lujosashabitacionesdelprimerpiso,sevistiódenuevoconricasprendas,ysusamigosvolvieronaponerloporlasnubes.

Undíalevinounpensamiento:—¡Esbienextrañoquenohayamododeveralaprincesa!Debedesermuyhermosa,pero¿dequélesirve,sisehadepasarlavidaenelpalaciodecobrerodeadodemurallasytorres?¿Nohabríamodo de verla? ¿Dónde está el yesquero?— y, al encender la yesca, sepresentóelperrodeojosgrandescomotazasdecafé.

—Yaséqueestamosaaltashorasde lanoche,—dijoel soldado—peromegustaríamuchoveralaprincesa,aunquefuerasólounmomento.

Elperrose retiróenseguida,yantesdequeel soldado tuviera tiempodepensarlo,volvióaentrarconladoncella,lacualveníasentadaensuespalda,dormida, y era tan hermosa, que a la legua se veía que se trataba de unaprincesa.Elsoldadonopudoresistirylabesó;poralgoeraunsoldadohechoyderecho.

Semarchó entonces el perro con la doncella; pero cuando, a lamañana,acudieron el Rey y la Reina, su hija les contó que había tenido un extrañosueño,deunperroyunsoldado.Ellaibamontadaenunperro,yelsoldadolahabíabesado.

—¡Puesvayahistoria!—exclamólaReina.

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Ydispusieronquealanochesiguienteunaviejadamadehonorsequedasedeguardiajuntoalacamadelaprincesa,paracerciorarsedesisetratabaonodeunsueño.

AlsoldadoleentraronunosdeseoslocosdevolveraveralahijadelRey,yporlanochellamóalperro,elcualacudióatodaprisaasuhabitaciónconlamuchachaacuestas;perolaviejadamacorriótantocomoél,yalobservarquesuamadesaparecíaenunacasa,pensó:—Ahorayasédóndeestá,—yconunpedazodetizatrazóunagrancruzenlapuerta.Regresóluegoapalacioyseacostó;mas el perro, al darse cuenta de la cruzmarcada en la puerta, trazóotrasigualesentodaslasdemásdelaciudad.Fueunagranidea,puesladamanopodríadistinguirlapuerta,yaquetodasteníanunacruz.

Al amanecer, el Rey, la Reina, la dama de honor y todos los oficialessalieronparadescubrirdóndehabíaestadolaprincesa.

—¡Es aquí! —exclamó el Rey al ver la primera puerta con una cruzdibujada.

—¡No,esallí,cariño!—dijo laReina,viendounasegundapuertaconelmismodibujo.

—¡Pero si las hay en todas partes! —observaron los demás, puesdondequieraquemirasenveíancrucesenlaspuertas.Entoncescomprendieronqueerainútilseguirbuscando.

Pero la Reina era una damamuy ladina, cuya ciencia no se agotaba ensaberpasearencoche.Tomandosusgrandestijerasdeoro,cortóunateladesedayconfeccionóunalindabolsita.Lallenóluegodesémoladealforfónylaatóalaespaldadelaprincesa,abriendounagujeritoenella,conobjetodequeduranteelcaminosefuesesaliendolasémola.

Porlanochesepresentódenuevoelperro,montóalaprincesaensulomoy la condujo a la ventana del soldado, trepando por la pared hasta suhabitación.

AlamañanasiguienteelReyylaReinadescubrieronellugardondehablasido llevada su hija, y, mandando prender al soldado, lo encerraron en lacárcel.

Síseñor,alacárcelfueaparar.¡Quéoscurayfeaeralacelda!¡Ysitodopararaeneso!—Mañanaserásahorcado,—ledijeron.Laperspectivanoeramuyalegre,quedigamos;paracolmo,sehabíadejadoelyesqueroencasa.Porla mañana pudo ver, por la estrecha reja de la prisión, cómo toda la gentellegabapresurosadelaciudadparaasistiralaejecución;oyólostamboresypresencióeldesfiledelastropas.Todoelmundocorría;entrelamultitudibaunaprendizdezapatero,enmandilyzapatillas,galopandocontantaprisa,que

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unadelasbabuchaslesaliódisparadayfueadarcontralaparedenqueestabalarejapordondemirabaelsoldado.

—¡Hola,zapatero,nocorrastanto!—legritóéste—,noharánnadasinmí.Pero si quieres ir a mi casa y traerme mí yesquero, te daré cuatro perrasgordas.¡Perotienesqueirligero!—.Elaprendiz,contentoantelaperspectivadeganarseunasperras, echóacorrerhacia laposadayno tardóenestardevueltaconlabolsita,queentregóalsoldado.¡Yahoravienelobueno!

En lasafuerasde laciudadhabían levantadounahorca,ya sualrededorformaba la tropayseapiñaba lamultitud:millaresdepersonas.ElReyy laReinaocupabanuntronomagnífico,frentealtribunalyalconsejoenpleno.

El soldado estaba ya en lo alto de la escalera, pero cuando quisieronajustarle la cuerda al cuello, rogó que, antes de cumplirse el castigo, se lepermitiera,pobrepecador,satisfacerun inocentedeseo: fumarseunapipa, laúltimaquedisfrutaríaenestemundo.

El Rey no quiso negarle tan modesta petición, y el soldado, sacando layesca y el pedernal, los golpeó una, dos, tres veces. Inmediatamente sepresentaronlostresperros:eldelosojoscomotazasdecafé,elquelosteníacomoruedasdemolino,yeldelosdeltamañodelaTorreRedonda.

—Ayudadmeaimpedirquemeahorquen,—dijoelsoldado.Yloscanessearrojaronsobrelosjuecesysobretodoelconsejo,cogiendoalosunosporlaspiernasyalosotrosporlanarizylanzándolosalaire,tanalto,quealcaersehicierontodospedazos.

—¡A mí no, a mí no! —gritaba el Rey; pero el mayor de los perrosarremetiócontraélylaReina,ylosarrojóadondeestabanlosdemás.Alverlo,lossoldadosseasustaron,ytodoelpueblogritó:

—¡Buensoldado,serásnuestroReyytecasarásconlabellaprincesa!

Y a continuación sentaron al soldado en la carroza real, los tres canesabrieronlamarcha,danzandoygritando—¡hurra!—,mientraslosmuchachossilbabanconlosdedos,y las tropaspresentabanarmas.LaprincesasaliódelpalaciodecobreyfueReina.¡Ybienquelesupo!Labodaduróochodías,ylos perros, sentados junto a la mesa, asistieron a ella con sus ojazos bienabiertos.

Elcerrodeloselfos

(Elverhøj)

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Varios lagartos gordos corrían con pie ligero por las grietas de un viejoárbol;seentendíanperfectamente,pueshablabantodoslalengualagarteña.

—¡Quéruidoyalborotoenelcerrodelosellos!—dijounlagarto—.Vanyadosnochesquenomedejanpegarunojo.Lomismoquecuandomeduelenlasmuelas,puestampocoentoncespuedodormir.

—Algopasaallíadentro—observóotro—.Hastaqueelgallocanta,a lamadrugada, sostienenel cerro sobrecuatroestacas rojas,paraque seventilebien,ysusmuchachashanaprendidonuevasdanzas.¡Algoseprepara!

—Sí—intervinountercerlagarto—.Hehechoamistadconunalombrizdetierraqueveníadelacolina,enlacualhabíaestadoremoviendolatierradíaynoche.Oyómuchascosas.Vernopuede,lainfeliz,peroloqueespalparyoír,en esto se pinta sola. Resulta que en el cerro esperan forasteros, forasterosdistinguidos, pero, quiénes son éstos, la lombriz se negó a decírmelo, acasoellamismanolosabe.Hanencargadoalosfuegosfatuosqueorganicenunaprocesióndeantorchas,comodicenellos,ytodoeloroylaplataquehayenelcerro—ynoespoco—lopulenyexponenalaluzdelaluna.

—¿Quiénes podrán ser esos forasteros?—se preguntaban los lagartos—.¿Quédiablosdebesuceder?¡Oíd,quémaneradezumbar!

Enaquelmismomomentosepartióelmontículo,yunaseñoritaelfa,viejayanticuada,aunqueporlodemásmuycorrectamentevestida,salióandandoapasitos cortos. Era el ama de llaves del anciano rey de los elfos, estabaemparentadadelejosconlafamiliarealyllevabaenlafrenteuncorazóndeámbar.¡Movíalaspiernasconunaagilidad!:trip,trip.¡Vayamododetrotar!Ymarchódirectamentealpantanodelfondo,alaviviendadelchotacabras.

—Están ustedes invitados a la colina esta noche—dijo—. Pero quisierapedirlesungranfavor,sinofueramolestiaparaustedes.¿Podríantransmitirlainvitación a los demás? Algo deben hacer, ya que ustedes no ponen casa.Recibimos a varios forasteros ilustres, magos de distinción; por eso hoycompareceráelancianoreydeloselfos.

—¿Aquiénhayqueinvitar?—preguntóelchotacabras.

—Algranbailepuedenconcurrir todos, incluso laspersonas,con talquehablendurmiendoosepanhaceralgoqueseavengaconnuestromododeser.Pero en nuestra primera fiesta queremos hacer una rigurosa selección; sóloasistiránpersonajesdelamásaltacategoría.HastadisputéconelRey,puesyonoquería que los fantasmas fuesen admitidos.Ante todo, hayque invitar alViejodelMaryasushijas.Talveznolesgustevenira tierraseca,pero lesprepararemos una piedra mojada para asiento o quizás algo aún mejor;supongo que así no tendrán inconveniente en asistir, siquiera por esta vez.Queremosquevengantodoslosviejostrasgosdeprimeracategoría,concola,

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elGeniodelAguayelDuendey,amientender,nodebemosdejardeladoalCerdodelaTumba,alCaballodelosMuertosyalEnanodelaIglesia,todosloscualespertenecenalelementoclericalynoanuestraclase.Peroéseessuoficio;porlodemás,estánemparentadosdecercaconnosotrosynosvisitanconfrecuencia.

—¡Muybien!—dijoelchotacabras,emprendiendoelvueloparacumplirelencargo.

Lasdoncellaselfasbailabanyaenelcerro,cubiertasdevelos,ylohacíancontejidosdenieblayluzdelaluna,deungranefectoparalosaficionadosaestas cosas. En el centro de la colina, el gran salón había sido adornadoprimorosamente;elsuelo,lavadoconluzdeluna,ylasparedes,frotadascongrasadebruja,porloquebrillabancomohojasdetulipán.Enlacolinahabía,enelasador,granabundanciaderanas,pielesdecaracolrellenasdededosdeniñoyensaladasdesemillasdesetayhúmedoshocicosderatónconcicuta,cervezadeladestileríadelabrujadelpantano,améndefosforescentevinodesalitredelasbodegasfunerarias.Todomuybienpresentado.Entrelospostresfigurabanclavosoxidadosytrozosdeventanaldeiglesia.

El anciano Reymandó bruñir su corona de oro con pizarrínmachacado(entiéndasepizarríndeprimera);ynosecreaque lees fácilaun reyde loselfosprocurarsepizarríndeprimera.Eneldormitoriocolgaroncortinas,quefueronpegadasconsalivadeserpiente.Secomprende,pues,quehubieraallígranruidoyalboroto.

—Ahora hay que sahumar todo esto con orines de caballo y cerdas depuerco;entoncesyohabrécumplidoconmitarea—dijolaviejaseñorita.

—¡Dulcepadremío!—dijo lahijamenor,queeramuyzalamera—,¿nopodríasaberquiénessonlosilustresforasteros?

—Bueno—respondióelRey,tendréquedecírtelo.Dosdemishijasdebenprepararse para elmatrimonio; dos de ellas se casarán sin duda. El ancianoduendede allá enNoruega, el que reside en lavieja rocadeDovreyposeecuatropalaciosacantiladosdefeldespatoyunaminadeoromuchomásricadeloquecreenporahí,vieneconsusdoshijos,queviajanenbuscadeesposa.Elduende es un anciano nórdico, muy viejo y respetable, pero alegre ycampechano. Lo conozco de hace mucho tiempo, desde un día en quebrindamosfraternalmenteconocasióndesuestanciaaquíenbuscademujer.Ella murió; era hija del rey de los Peñascos gredosos deMöen. Tomó unamujer de yeso, como suele decirse. ¡Ah, y qué ganas tengo de ver al viejoduende nórdico! Dicen que los chicos son un tanto mal criados eimpertinentes; pero quizás exageran.Tiempo tendrán de sentar la cabeza.Aversisabéisportarosconellosenformaconveniente.

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—¿Ycuándollegan?—preguntóunadelashijas.

—Eso depende del tiempo que haga—respondió elRey.Viajan en planeconómico. Aprovechan las oportunidades de los barcos. Yo habría queridoque fuesen por Suecia, pero el viejo se inclinó del otro lado. No sigue lasmudanzasdelostiempos,yestonoseloperdono.

Enestollegaronsaltandodosfuegosfatuos,unodeellosmásrápidoquesucompañero;poresollegóantes.

—¡Yavienen,yavienen!—gritaronlosdos.

—¡Dadmelacoronaydejadquemepongaalaluzdelaluna!—ordenóelRey.

Las hijas, levantándose los velos, se inclinaron hasta el suelo. Entró elancianoduendedeDovreconsucoronadetarugosdehieloduroydeabetopulido. Formaban el resto de su vestido una piel de oso y grandes botas,mientrasloshijosibanconelcuellodescubiertoypantalonessintirantes,pueseranhombresdepeloenpecho.

—¿Esto es una colina?—preguntó el menor, señalando el cerro de loselfos—.EnNoruegalollamaríamosunagujero.

—¡Muchachos!—les riñó el viejo—. Un agujero va para dentro, y unacolinavaparaarriba.¿Notenéisojosenlacabeza?

Loúnicoquelescausabaasombro,dijeron,eraquecomprendíanlalenguadelosotrossindificultad.

—¡Esparacreerqueosfaltaalgúntornillo!—refunfuñóelviejo.Entraronluegoenlamansiónde loselfos,dondesehabíareunidolaflorynatade lasociedad,aunquedemaneratanprecipitada,quesehubieradichoqueelvientolos habla arremolinado; y para todos estaban las cosas primorosamentedispuestas.Lasondinassesentabanalamesasobregrandespatinesacuáticos,yafirmabanquesesentíancomoensucasa.Enlamesatodosobservaronlamáximacorrección,exceptolosdosduendecitosnórdicos,loscualesllegaronhastaponerlaspiernasencima.Peroestabanpersuadidosdequeaellostodolesestababien.

—¡Fuera los pies del plato! —les gritó el viejo duende, y ellosobedecieron, aunque a regañadientes. A sus damas respectivas les hicieroncosquillasconpiñasdeabetoquellevabanenelbolsillo;luegosequitaronlasbotasparaestarmáscómodosyselasdieronaguardar.Peroelpadre,elviejoduendedeDovre,erarealmentemuydistinto.

Supo contar bellas historias de los altivos acantilados nórdicos y de lascataratas que se precipitan espumeantes conun estruendo comparable al deltrueno y al sonido del órgano; y habló del salmón que salta avanzando a

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contracorriente cuando el Nöck toca su arpa de oro. Les habló de lasluminosasnochesdeinvierno,cuandosuenanloscascabelesdelostrineos,ylosmozoscorrenconantorchasencendidasporellisohielo,tantransparente,quepuedenverlospecesnadandoasustadosbajosuspies.Sí,sabíacontarconarte tal, que uno creía ver y oír lo que describía. Se oía el ruido de losaserraderos y los cantos de los mozos y las rapazas mientras bailaban lasdanzasdelpaís.¡Ohó!Depronto,elviejoduendediounsonorobesoalaviejaseñoritaelfa.Fueunbesocontodaslasdelaley,yesoquenoeranparientes.

Acontinuaciónlasmuchachashubierondebailar,primerobailessencillos,luego zapateados, y bien que lo hacían; finalmente, vino el baile artístico.¡Señores, y qué manera de extender las piernas, que no sabía uno dóndeempezabanydóndeterminaban,ni loqueeranpiernasyloqueeranbrazos!Eraaquellocomounrevoltijodevirutas,ymetíantantoruido,queelCaballodelosMuertossemareóyhuboderetirarsedelamesa.

—¡Brrr!—exclamó el viejo duende—, ¡vaya agilidad de piernas! Pero,¿qué saben hacer, además de bailar, alargar las piernas y girar comotorbellinos?

—¡Prontovasasaberlo!—dijoelreydeloselfos,yllamóalamenordesus hijas. Era ágil y diáfana como la luz de la luna, la más bonita de lashermanas.Semetióenlabocaunaramitablancayalinstantedesapareció;erasuhabilidad.

Peroelviejoduendedijoqueesteartenolopodíasoportarensuesposa,yquenocreíaquefuesetampocodelgustodesushijos.

Laotrasabíacolocarsedeladocomosifuesesupropiasombra,pues losduendesnolatienen.

Conlahijaterceralacosaeramuydistinta.Habíaaprendidoadestilarenladestileríadelabrujadelpantanoysabíamecharnudosdealisocongusanosdeluz.

—¡Seráunaexcelenteamadecasa!—dijoelduendeanciano,brindandoconlamirada,puesconsiderabaqueyahabíabebidobastante.

Se acercó la cuarta elfa. Venía con una gran arpa, y no bien pulsó laprimera cuerda, todos levantaron la pierna izquierda, pues los duendes sonzurdos,ycuandopulsólasegundacuerda,todostuvieronquehacerloqueellaquiso.

—¡Es una mujer peligrosa! —dijo el viejo duende; pero los dos hijossalierondelcerro,puesseaburrían.

—¿Quésabehacerlahijasiguiente?—preguntóelviejo.

—Heaprendidoaquerer a losnoruegos,ynuncamecasaré sinopuedo

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irmeaNoruega.

Perolamáspequeñamurmuróaloídodelviejo:

—Estoes sóloporque sabeunacanciónnórdicaquediceque, cuando laTierra se hunda, los acantilados nórdicos seguirán levantados comomonumentos funerarios. Por eso quiere ir allá, pues tiene muchomiedo dehundirse.

—¡Vaya,vaya!—exclamóelviejo—.¿Esastenemos?Pero,¿ylaséptimayúltima?

—Lasextavieneantesquelaséptima—observóelreydeloselfos,puessabíacontar.Perolasextasenegóaacudir.

—Yonopuedodeciralagentesinolaverdad—dijo—.Demínadiehacecaso,bastantetengoconcosermimortaja.

Sepresentóentonceslaséptimayúltima.Y,¿quésabía?Puessabíacontarcuentos,tantoscomoselepidieran.

—Ahí tienes mis cinco dedos —dijo el viejo duende—. Cuéntame uncuentoacercadecadauno.

Lamuchachalocogióporlamuñeca,mientrasélsereíadeunaformaquemás bien parecía cloquear; y cuando ella llegó al dedo anular, en el quellevabaunasortijadeoro,comosisupiesequeeracuestióndenoviazgo,dijoelviejoduende:

—Agárralofuerte,lamanoestuya.¡Tequieroatipormujer!

La elfa observó que faltaban aún los cuentos del dedo anular y delmeñique.

Los dejaremos para el invierno —replicó el viejo—. Nos hablarás delabetoydelabedul,delosregalosdelosespíritusydelaheladacrujiente.Túteencargarásdeexplicar,puesalláarribanadiesabehacerlocomotú.Yluegonos entraremos en el salón de piedra, donde arde la astilla de pino, ybeberemoshidromielenloscuernosdeorodelosantiguosreyesnórdicos.ElNöckmeregalóunpar,ycuandoestemosallívendráavisitarnoseldiablodelamontaña,elcual tecantará todas lascancionesde laszagalasde lasierra.¡Cómonosvamosadivertir!Elsalmónsaltaráenlacascada,chocandocontralas paredes de roca, pero no entrará. ¡Oh, sí, qué bien se está en la vieja yqueridaNoruega!Pero,¿dóndesehanmetidoloschicos?

Esoes,¿dóndesehabíanmetido?Puescorríanporelcampo,apagandolosfuegos fatuos que acudían, bonachones, a organizar la procesión de lasantorchas.

—¿Qué significan estas corridas? —gritó el viejo duende—. Acabo de

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procurarosunamadre,yvosotrospodéiselegiralaqueosgustedelastías.

Perolosjóvenesreplicaronquepreferíanpronunciarundiscursoybrindarpor la fraternidad. Casarse no les venía en gana. Y pronunciaron discursos,bebieronalasaluddetodosehicieronlapruebadelclavoparademostrarquese habían zampado hasta la última gota.Quitándose luego las chaquetas, setendieron a dormir sobre la mesa, sin preocuparse de los buenos modales.Mientras tanto,elviejoduendebailabaenelsalónconsujovenprometidaeintercambiabaconellaloszapatos,locualesmásdistinguidoqueintercambiarsortijas.

—¡Qué canta el gallo!—exclamó la vieja elfa, encargada del gobiernodoméstico—.¡Hayquecerrarlospostigos,paraqueelsolnonosabrase!

Ysecerrólacolina.

Enelexterior, los lagartossubíanybajabanpor losárbolesagrietados,yunodeellosdijoalosdemás.

—¡Cuántomehagustadoelviejoduendenórdico!

—¡Puesyoprefieroloschicos!—objetólalombrizdetierra;peroesquenoveía,lapobre.

Lapastorayeldeshollinador

(Hyrdindenogskorstensfejeren)

¿Hasvistoalgunavezunodeestosarmariosmuyviejos,ennegrecidosporlosaños,adornadoscontallasdevolutasyfollaje?Puesunoasíhabíaenunasala;eraunaherenciadelabisabuela,ydearribaabajoestabaadornadocontallas de rosas y tulipanes. Presentaba los arabescos más raros que quepaimaginar, y entre ellos sobresalían cabecitas de ciervo con sus cornamentas.En el centro, habían tallado un hombre de cuerpo entero; su figura era deverdadcómica,yensucarasedibujabaunamueca,puesaquellonosepodíallamarrisa.Teníapatasdecabra,cuernecitosenlacabezayunaluengabarba.Los niños de la casa lo llamaban siempre el «Sargento-mayor-y-menor-mariscal-de-campo-pata-de-chivo»; era un nombre muy largo, y son bienpocoslosqueostentansemejantetitulo;¡ynodebiódetenerpocotrabajo,elqueloesculpió!

Yallíestaba,con lavistafijaen lamesasituadadebajodelespejo,en laquehabíauna lindapastorcilladeporcelana,conzapatosdorados,elvestidograciosamente sujeto con una rosa encarnada, un dorado sombrerito en lacabezayunbáculodepastoren lamano:eraunprimor.Asu ladohabíaun

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pequeñodeshollinador,negrocomoelcarbón,aunqueasimismodeporcelana,tan fino y pulcro como otro cualquiera; lo de deshollinador sólo lorepresentaba:elfabricantedeporcelanalomismohubierapodidohacerdeélunpríncipe,¡quémásledaba!

He ahí, pues, al hombrecillo con su escalera, y unas mejillas blancas ysonrosadas como las de la muchacha, lo cual no dejaba de ser uncontrasentido,puesunpoquitodehollínlehubieracuadradomejor.Estabadepiejuntoalapastora;loshabíancolocadoallíalosdos,y,alencontrarsetanjuntos,sehabíanenamorado.Nadahabíaqueobjetar:amboserandelamismaporcelanaeigualmentefrágiles.

Asuladohabíaaúnotrafigura,tresvecesmayorqueellos:unviejochinoque podía agachar la cabeza. Era también de porcelana, y pretendía ser elabuelodelazagala,aunquenoestabaensituacióndeprobarlo.Afirmabatenerautoridad sobre ella, y, en consecuencia, había aceptado, con un gesto de lacabeza,lapeticiónqueel«Sargento-mayor-y-menor-mariscal-de-campo-pata-de-chivo»lehabíahechodelamanodelapastora.

—Tendrás un marido —dijo el chino a la muchacha— que estoy casiconvencido,esdemaderadeébano;haráde ti la«Sargento-mayor-y-menor-mariscal-de-campo-pata-de-chivo». Su armario está repleto de objetos deplata,¡ynodigamosyaloquedebencontenerloscajonessecretos!

—¡Noquieroentrareneloscuroarmario!—protestó lapastorcilla—.Heoídodecirqueguardaenéloncemujeresdeporcelana.

—Enestecaso,túserásladuodécima—replicóelchino—.Estanoche,encuantocrujaelviejoarmario,secelebrarálaboda,¡cómoyosoychino!—.E,inclinandolacabeza,sequedódormido.

La pastorcilla, llorosa, levantó los ojos al dueño de su corazón, eldeshollinadordeporcelana.

—Quisierapedirteunfavor.¿QuieresvenirteconmigoporesosmundosdeDios?Aquínopodemosseguir.

—Yoquierotodoloquetúquieras—lerespondióelmocito.—.Vámonosenseguida,estoysegurodequepodrésustentarteconmitrabajo.

—¡Oh, si pudiésemos bajar de la mesa sin contratiempo!—dijo ella—.Sólomesentirécontentacuandohayamossalidoaesosmundos.

Él la tranquilizó, y le enseñó cómo tenía que colocar el piececito en laslabradasesquinasyeneldoradofollajedelapatadelamesa;sesirviódesuescalera, y en un santiamén se encontraron en el suelo. Pero al mirar alarmario, observaron en él una agitación; todos los ciervos esculpidosalargaban la cabeza y, levantando la cornamenta, volvían el cuello; el

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«Sargento-mayor-y-menor-mariscal-de-campo-pata-de-chivo» pegó un brincoygritóalchino:

—¡Seescapan,seescapan!

Lospobrecillos,asustados,semetieronenuncajónquehabíadebajodelaventana.

Habíaallítresocuatrobarajas,aunqueningunacompleta,yunteatrillodetíteres montado un poco a la buena de Dios. Precisamente se estabarepresentando una función y todas las damas, oros y corazones, tréboles yespadas,sentadosenlasprimerasfilas,seabanicabanconsustulipanes;detrásquedabanlassotas,mostrandoqueteníancabezao,pordecirlomejor,cabezas,unaarribayotraabajo,comoescostumbreenlosnaipes.Elargumentotratabadedosenamoradosquenopodíanserelunoparaelotro,y lapastorcilla seechóallorar,porlomuchoqueeldramaseparecíaalsuyo.

—¡Nopuedoresistirlo!—exclamó—.¡Tengoquesalirdelcajón!—.Perounavezvolvieronaestarenelsueloylevantaronlosojosalamesa,elviejochino,despierto,setambaleócontodoelcuerpo,puespordebajodelacabezaloteníadeunasolapieza.

—¡Qué viene el viejo chino! —gritó la zagala azorada, cayendo derodillas.

—Semeocurreunaidea—dijoeldeshollinador—.¿Ysinosmetiésemosenaquellagranjarradelaesquina?Estaremosentrerosasyespliego,ysiseacercalearrojaremossalalosojos.

—No serviría denada—respondió ella—.Además, sé que el chinoy lajarra estuvieron prometidos, y siempre queda cierta simpatía en semejantescircunstancias.No;elúnicorecursoeslanzarnosalmundo.

—¿De verdad te sientes con valor para hacerlo? —preguntó eldeshollinador—. ¿Has pensado en lo grande que es y que nunca podremosvolveraestelugar?

—Sí—afirmóella.

Eldeshollinadorlamirófijamenteyluegodijo:

—Micaminopasapor lachimenea. ¿Deveras te sientesconánimoparaaventurarte en el horno y trepar por la tubería? Saldríamos al exterior de lachimenea;unavezallí,yasabríayoapañármelas.Subiremostanarriba,quenopodránalcanzarnos,yenlacimahayunorificioquesalealvastomundo.

Ylacondujoalapuertadelhorno.

—¡Quéoscuridad!—exclamóella,sindejardeseguirasuguíaporlacajadelhornoyporeltubo,oscurocomobocadelobo.

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—Estamosahoraenlachimenea—leexplicóél—.Fíjate:alláarribabrillalamáshermosadelasestrellas.

Eraunaestrelladel cieloque lesenviaba su luz, exactamentecomoparamostrarleselcamino.Yellosvenga treparyarrastrarse. ¡Horriblecamino,ytan alto! Pero elmozo la sostenía, indicándole losmejores agarraderos paraapoyar sus piececitos de porcelana. Así llegaron al borde superior de lachimeneaysesentaronenél,puesestabanmuycansados,ynosinrazón.

Encimade ellos se extendía el cielo con todas sus estrellas, y a suspiesquedabanlostejadosdelaciudad.Pasearonlamiradaenderredor,hastadondealcanzaron los ojos; la pobre pastorcilla jamás habla imaginado cosasemejante;reclinólacabecitaenelhombrodesudeshollinadoryprorrumpióenllanto,contalvehemenciaqueselesaltabaelorodelcinturón.

—¡Es demasiado! —exclamó—. No podré soportarlo, el mundo esdemasiadogrande.¡Ojaláestuviesesobrelamesa,bajoelespejo!Noseréfelizhasta que vuelva a encontrarme allí. Te he seguido al anchomundo; ahorapodríasdevolvermeallugardedondesalimos.Loharás,siesverdadquemequieres.

Eldeshollinador le recordóprudentementeelviejochinoyel«Sargento-mayor-y-menor-mariscal-de-campo-pata-de-chivo», pero ella no cesaba desollozarybesarasucompañerito,elcualnopudohacerotracosaquecederasussúplicas,aunsiendounalocura.

Y así bajaron de nuevo, no sinmuchos tropiezos, por la chimenea, y searrastraronporlatuberíayelhorno.Nofuenadaagradable.

Unavezenlacajadelhorno,pegaronlaorejaalapuertaparaenterarsedecómoandabanlascosasenlasala.Reinabaunprofundosilencio;miraronalinteriory…¡Diosmío!,elviejochinoyacíaenelsuelo.Sehabíacaídodelamesa cuando trató de perseguirlos, y se rompió en tres pedazos; toda laespaldaeraunodeellos,ylacabeza,rodando,habíaidoapararaunaesquina.El«Sargento-mayor-y-menor-mariscal-de-campo-pata-de-chivo»seguíaensupuestoconairepensativo.

—¡Horrible! —exclamó la pastorcita—. El abuelo roto a pedazos, ynosotrostenemoslaculpa.¡Noloresistiré!—yseretorcíalasmanos.

—Aúnesposiblepegarlo—dijoeldeshollinador—.Puedenpegarlomuybien,tranquilízate;sileponenmasillaenlaespaldayunbuenclavoenlanucaquedarácomonuevo;aúnnosdirácosasdesagradables.

—¿Crees?—preguntóella.Ytreparondenuevoalamesa.

—Ya ves lo que hemos conseguido—dijo el deshollinador—. Podíamoshabernosahorradotodasestasfatigas.

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—¡Si al menos estuviese pegado el abuelo! —observó la muchacha—.¿Costarámuycaro?

Pues lo pegaron, sí señor; la familia cuidó de ello. Fue encolado por laespaldayclavadoporelpescuezo,conlocualquedócomonuevo,aunquenopodíayamoverlacabeza.

—Sehavueltoustedmuyorgullosodesdequesehizopedazos—dijoel«Sargento-mayor-y-menor-mariscal-de-campo-pata-de-chivo»—. Y la verdadquenoveolosmotivos.¿Melavaadarono?

El deshollinador y la pastorcilla dirigieron al viejo chino una miradaconmovedora, temerosos de que agachase la cabeza; pero le era imposiblehacerlo, y le resultaba muy molesto tener que explicar a un extraño quellevabaunclavoenlanuca.Ydeestemodosiguieronviviendojuntasaquellaspersonitasdeporcelana,bendiciendoelclavodelabueloyqueriéndosehastaquesehicieronpedazosasuvez.

Elabeto

(Grantræet)

Allá en el bosque había un abeto, lindo y pequeñito. Crecía en un buensitio, ledabael solyno le faltabaaire,ya sualrededor sealzabanmuchoscompañerosmayores,tantoabetoscomopinos.

Peroelpequeñoabetosólosuspirabaporcrecer;noleimportabanelcalordelsolnielfrescordelaire,niatendíaalosniñosdelaaldea,querecorranelbosque en busca de fresas y frambuesas, charlando y correteando. A vecesllegaban con un puchero lleno de los frutos recogidos, o con las fresasensartadas en una paja, y, sentándose junto almenudo abeto, decían: «¡Quépequeñoyquélindoes!».Peroelarbolitoseenfurruñabaaloírlo.

Alañosiguientehabíayacrecidobastante,ylomismoalotroaño,puesenlos abetos puede verse el número de años que tienen por los círculos de sutronco.

¡Ay!, ¿por quénohede ser yo tan alto como los demás?—suspiraba elarbolillo—. Podría desplegar las ramas todo en derredor y mirar el anchomundodesdelacopa.Lospájarosharíansusnidosentremisramas,ycuandosoplaraelviento,podríamecerlaseinclinarlasconladistinciónyeleganciadelosotros.

Le eran indiferentes la luz del sol, las aves y las rojas nubes que, a lamañanayalatardecer,desfilabanenloaltodelcielo.

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Cuando llegaba el invierno, y la nieve cubría el suelo con su rutilantemantoblanco,muyamenudopasabaunaliebre,envelozcarrera,saltandoporencima del arbolito. ¡Lo que se enfadaba el abeto! Pero transcurrieron dosinviernosmásyelabetohabíacrecidoyabastanteparaquelaliebrehubiesededesviarseydarle lavuelta.«¡Oh,crecer,crecer, llegarasermuyaltoyacontarañosyaños:estoeslomáshermosoquehayenelmundo!»,pensabaelárbol.

En otoño se presentaban indefectiblemente los leñadores y cortabanalgunos de los árboles más corpulentos. La cosa ocurría todos los años, ynuestro joven abeto, que estaba ya bastante crecido, sentía entonces unescalofríodehorror,pueslosmagníficosysoberbiostroncossedesplomabanconestridentescrujidosygranestruendo.Loshombrescortabanlasramas,ylos árboles quedaban desnudos, larguiruchos y delgados; nadie los habríareconocido.Luegoerancargadosencarrosarrastradosporcaballos,ysacadosdelbosque.

¿Adóndeiban?¿Quésuertelesaguardaba?

En primavera, cuando volvieron las golondrinas y las cigüeñas, lespreguntóelabeto:

—¿Nosabéisadóndelosllevaron¿Noloshabéisvistoenalgunaparte?

Lasgolondrinasnadasabían,perolacigüeñaadoptóunaactitudcavilosay,meneandolacabeza,dijo:

—Sí,creoquesí.AlvenirdeEgipto,mecrucéconmuchosbarcosnuevos,queteníanmástilesespléndidos.Juraríaqueeranellos,puesolíanaabeto.Medieronmuchosrecuerdosparati.¡Llevantanaltalacabeza,contantaaltivez!

—¡Ah!¡Ojaláfuerayolobastantealtoparapodercruzarlosmares!Pero,¿quéeselmar,yquéaspectotiene?

—¡Seríamuylargodecontar!—exclamólacigüeña,ysealejó.

—Alégrate de ser joven —decían los rayos del sol—; alégrate de ircreciendosanoyrobusto,delavidajovenquehayenti.

Yelvientoleprodigabasusbesos,yelrocíovertíasobreélsuslágrimas,peroelabetonolocomprendía.

Al acercarse lasNavidades eran cortados árboles jóvenes, árbolesquenisiquiera alcanzaban la talla ni la edad de nuestro abeto, el cual no tenía unmomentodequietudnireposo; leconsumíaelafándesalirdeallí.Aquellosarbolitos—yeransiempre losmáshermosos—conservabantodosuramaje;loscargabanencarrostiradosporcaballosyselosllevabandelbosque.

«¿Adóndeiránéstos?—sepreguntabaelabeto—.Nosonmayoresqueyo;

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unoesinclusomásbajito.¿Yporquélesdejanlasramas?¿Adóndevan?».

—¡Nosotros lo sabemos, nosotros lo sabemos!—piaron los gorriones—.Allá,enlaciudad,hemosmiradoporlasventanas.Sabemosadóndevan.¡Oh!No puedes imaginarte el esplendor y la magnificencia que les esperan.Mirandoatravésdeloscristalesvimosárbolesplantadosenelcentrodeunaacogedora habitación, adornados con los objetos más preciosos: manzanasdoradas,pastelillos,juguetesycentenaresdevelitas.

—¿Ydespués?—preguntóelabeto,temblandoportodassusramas—.¿Ydespués?¿Quésucediódespués?

—Yanovimosnadamás.Peroesimposiblepintarlohermosoqueera.

—¿Quiénsabesiestoydestinadoarecorrertambiéntanradiantecamino?—exclamógozoso el abeto—.Todavía esmejorquenavegarpor losmares.Estoy impaciente por que llegue Navidad. Ahora ya estoy tan crecido ydesarrolladocomo losquese llevaronelañopasado.Quisieraestaryaenelcarro,enlahabitacióncalentita,contodoaquelesplendorymagnificencia.¿Yluego?Porqueclaroestáqueluegovendráalgoaúnmejor,algomáshermoso.Si no, ¿por quéme adornarían tanto?Sin dudame aguardan cosas aúnmásespléndidasysoberbias.Pero,¿quéserá?¡Ay,quésufrimiento,quéanhelo!Yomismonoséloquemepasa.

—¡Gózate con nosotros!—le decían el aire y la luz del sol goza de tulozanajuventudbajoelcieloabierto.

Pero él permanecía insensible a aquellas bendiciones de la Naturaleza.Seguía creciendo, sin perder su verdor en invierno ni en verano, aquel suverdor oscuro. Las gentes, al verlo, decían:—¡Hermoso árbol!—.Y he ahíque, al llegar Navidad, fue el primero que cortaron. El hacha se hincóprofundamente en su corazón; el árbol se derrumbó con un suspiro,experimentandoundoloryundesmayoquenolodejaronpensarenlasoñadafelicidad.Ahorasentíatenerquealejarsedellugardesunacimiento,tenerqueabandonarelterruñodondehabíacrecido.Sabíaquenuncavolveríaaverasusviejosyqueridoscompañeros,nialasmatasyfloresquelorodeaban;talveznisiquieraalospájaros.Ladespedidanotuvonadadeagradable.

El árbol novolvió en sí hasta elmomentode ser descargado en el patiojuntoconotros,yentoncesoyólavozdeunhombrequedecía:

—¡Eseesmagnífico!Nosquedaremosconél.

Yseacercaronloscriadosvestidosdegalaytransportaronelabetoaunahermosayespaciosasala.Detodaslasparedescolgabancuadros,yjuntoalagranestufadeazulejoshabíagrandesjarroneschinosconleonesenlastapas;había también mecedoras, sofás de seda, grandes mesas cubiertas de libros

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ilustradosyjuguetes,queabuensegurovaldríancienvecescienescudos;porlomenosesodecíanlosniños.Hincaronelabetoenunvoluminosobarrilllenodearena,peronoseveíaqueeraunbarril,puesdetodosualrededorpendíauna tela verde, y estaba colocado sobre una gran alfombra de mil colores.¡Cómotemblabaelárbol!¿Quévendríaluego?

Criados y señoritas corrían de un lado para otro y no se cansaban decolgarleadornosymásadornos.Enunaramasujetabanredecillasdepapelescoloreados; en otra, confites y caramelos; colgaban manzanas doradas ynueces,cualsifuesenfrutosdelárbol,yataronalasramasmásdecienvelitasrojas, azules y blancas. Muñecas que parecían personas vivientes —nuncahabíavistoelárbolcosasemejante—flotabanentreelverdor,yenlomásaltode la cúspide centelleaba una estrella de metal dorado. Era realmentemagnífico,increíblementemagnífico.

—Estanoche—decíantodos—,estanochesíquebrillará.

«¡Oh!—pensabaelárbol—,¡ojaláfueseyadenoche!¡Ojaláencendiesenprontolasluces!¿Yquésucederáluego?¿Acasovendránavermelosárbolesdel bosque? ¿Volarán los gorriones frente a los cristales de las ventanas?¿Seguiré aquí todo el verano y todo el invierno, tan primorosamenteadornado?».

Creíaestarenterado,desdeluego;perodemomentoeratalsuimpaciencia,quesufríafuertesdoloresdecorteza,yparaunárboleldolordecortezaestanmalocomoparanosotroseldecabeza.

Al fin encendieron las luces. ¡Qué brillo y magnificencia! El árboltemblabadeemociónportodassusramas;tanto,queunadelasvelitasprendiófuegoalverde.¡Ysepusoaarderdeverdad!

—¡Diosnosampare!—exclamaronlasjovencitas,corriendoaapagarlo.Elárboltuvoqueesforzarsepornotemblar.¡Quéfastidio!Ledisgustabaperderalgode su esplendor; todo aquel brillo lo tenía comoaturdido.He aquí queentoncesseabriólapuertadeparenpar,yuntropeldechiquillosseprecipitóen lasala,quenoparecíasinoque ibanaderribarelárbol; lesseguían,máscomedidas, las personasmayores.Los pequeños se quedaron clavados en elsuelo,mudosdeasombro,aunquesóloporunmomento;enseguidasereanudóel alborozo; gritando con todas sus fuerzas, se pusieron a bailar en torno alárbol,delquefuerondescolgándoseunotrasotrolosregalos.

«¿Quéhacen?—pensabaelabeto—.¿Quéocurriráahora?».

Lasvelasseconsumían,yal llegara las ramaseranapagadas.Ycuandotodasquedaronextinguidas,sediopermisoalosniñosparaqueselanzasenalsaqueo del árbol. ¡Oh, y cómo se lanzaron! Todas las ramas crujían; de nohaberestadosujetoaltechoporlacúspideconlaestrelladorada,seguramente

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lohabríanderribado.

Los chiquillos saltaban por el salón con sus juguetes, y nadie sepreocupabayadelárbol,apartelaviejaama,que,acercándoseaél,sepusoamirarporentrelasramas.Perosólolohacíaporsihabíaquedadoolvidadounhigoounamanzana.

—¡Uncuento,uncuento!—gritarondepronto,lospequeños,ycondujeronhastaelabetoaunhombrebajitoyrollizo.

Elhombresesentódebajodelacopa.—Puesasíestamosenelbosque—dijo—,yelárbolpuedesacarprovecho,siescucha.Perooscontarésólouncuentoynomás.¿PreferíseldeIvede-AvedeoeldeKlumpe-Dumpe,quesecayó por las escaleras y, no obstante, fue ensalzado y obtuvo a la princesa?¿Quéosparece?Esuncuentomuybonito.

—¡Ivede-Avede! —pidieron unos, mientras los otros gritaban:—.¡Klumpe-Dumpe!

¡Menudo griterío y alboroto se armó! Sólo el abeto permanecía callado,pensando: «¿y yo, no cuento para nada? ¿No tengo ningún papel en todoesto?».Claroqueteníaunpapel,ybienquelohabíadesempeñado.

El hombre contó el cuento de Klumpe-Dumpe, que se cayó por lasescaleras y, sin embargo, fue ensalzado y obtuvo a la princesa.Y los niñosaplaudieron, gritando:—¡Otro, otro!—. Y querían oír también el de Ivede-Avede, pero tuvieron que contentarse con el de Klumpe-Dumpe. El abetoseguíasilenciosoypensativo;nunca lasavesdelbosquehabíancontadounacosaigual.«Klumpe-Dumpesecayóporlasescalerasy,contodo,obtuvoalaprincesa.Demodoqueasívaelmundo»—pensó,creyendoqueelrelatoeraverdad,pueselnarradoreraunhombremuyafable—.«¿Quiénsabe?Talvezyomecaigatambiénporlasescalerasyganeaunaprincesa».Ysealegróantela idea de que al día siguiente volverían a colgarle luces y juguetes, oro yfrutas.

«Mañananovoyatemblar—pensó—.Disfrutaréalvermetanengalanado.MañanavolveréaescucharlahistoriadeKlumpe-Dumpe,yquizá,tambiénladeIvede-Avede».Yelárbolsepasótodalanochesilenciosoysumidoensuspensamientos.

Porlamañanasepresentaronloscriadosylamuchacha.

«Ya empieza otra vez la fiesta», pensó el abeto. Pero he aquí que losacaron de la habitación y, arrastrándolo escaleras arriba, lo dejaron en unrincónoscuro,alquenollegabalaluzdeldía.

«¿Qué significa esto?—se preguntó el árbol—. ¿Qué voy a hacer aquí?¿Quéesloquevoyaoírdesdeaquí?».Y,apoyándosecontralapared,venga

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cavilar y más cavilar. Y por cierto que tuvo tiempo sobrado, pues ibantranscurriendo los días y las noches sin que nadie se presentara; y cuandoalguien lohacía, era sóloparadepositargrandescajasenel rincón.Elárbolquedócompletamenteocultado;¿eraposiblequesehubieranolvidadodeél?

«Ahoraesinviernoalláfuera—pensó—.Latierraestáduraycubiertadenieve; los hombres no pueden plantarme; por eso me guardarán aquí,seguramente hasta la primavera. ¡Qué considerados son, y qué buenos!¡Lástimaqueseaestotanoscuroytansolitario!Noseveniunmíserolebrato.Bien considerado, el bosque tenía sus encantos, cuando la liebre pasabasaltandopor elmantodenieve; pero entoncesyonopodía soportarlo. ¡Estasoledaddeahorasíqueesterrible!».

«Pip,pip»,murmuróunratoncillo,asomandoquedamente,seguidoapocodeotro;y,husmeandoelabeto,seocultaronentresusramas.

—¡Haceunfríodeespanto!—dijeron—.Peroaquíseestábien.¿Verdad,viejoabeto?

—¡Yonosoyviejo!—protestóelárbol—.Hayotrosquesonmuchomásviejosqueyo.

—¿De dónde vienes? ¿Y qué sabes?—preguntaron los ratoncillos. Eranterriblemente curiosos—. Háblanos del más bello lugar de la Tierra. ¿Hasestadoenél?¿Hasestadoenladespensa,dondehayquesoenlosanaquelesyjamones colgandodel techo;donde sebaila a la luzde lavelaydondeunoentraflacoysalegordo?

—No lo conozco —respondió el árbol—; pero, en cambio, conozco elbosque, donde brilla el sol y cantan los pájaros —. Y les contó toda suinfancia; y los ratoncillos, que jamás oyeran semejantes maravillas, loescucharony luego exclamaron:—. ¡Cuántas cosas has visto! ¡Qué feliz hassido!

—¿Yo?—replicóelárbol;ysepusoareflexionarsobreloqueacababadecontarles—. Sí; en el fondo, aquéllos fueron tiempos dichosos. Pero acontinuaciónlesrelatólaNochebuena,cuandolohabíanadornadocondulcesyvelillas.

—¡Oh!—repitieronlosratones—,¡yquéfelizhassido,viejoabeto!

—¡Digoquenosoyviejo!—repitióelárbol—.Hastaesteinviernonohesalido del bosque. Estoy en lomejor de la edad, sólo que he dado un granestirón.

—¡Yqué bien sabes contar!—prosiguieron los ratoncillos; y a la nochesiguientevolvieronconotroscuatro,paraqueoyesentambiénalárbol;yéste,cuantomáscontaba,másseacordabade todoypensaba:«Laverdadesque

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eran tiempos agradables aquéllos. Pero tal vez volverán, tal vez volverán.Klumpe-Dumpesecayóporlasescalerasy,noobstante,obtuvoalaprincesa;quizásyotambiénconsigauna».Y,derepente,elabetoseacordódeunabedullindoypequeñíndesubosque;paraéleraunaauténticaybellaprincesa.

—¿Quién esKlumpe-Dumpe?—preguntaron los ratoncillos.Entonces elabetolesnarrótodalahistoria,sindejarseunasolapalabra;ylosanimales,depurogozo,sentíanganasdetreparhastalacimadelárbol.Lanochesiguienteacudieron en mayor número aún, y el domingo se presentaron incluso dosratas;peroaéstaselcuentonolesparecióinteresante,locualentristecióalosratoncillos,quedesdeaquelmomentolotuvierontambiénenmenos.

—¿Ynosabeustedmásqueuncuento?—inquirieronlasratas.

—Sólosééste—respondióelárbol—.Looíenlanochemásfelizdemivida;peroentoncesnomedabacuentademifelicidad.

—Perosiesunahistorialamardeaburrida.¿Nosabeningunadetocinoydevelasdesebo?¿Ningunadedespensas?

—No—confesóelárbol.

—Entonces, muchas gracias —replicaron las ratas, y se marcharon areunirseconsuscongéneres.

Alfin,losratoncillosdejarontambiéndeacudir,yelabetosuspiró:«¡Tanagradable como era tener aquí a esos traviesos ratoncillos, escuchando misrelatos!Ahoranotengonieso.Cuandosalgadeaquí,meresarcirédeltiempoperdido».

Pero ¿iba a salir realmente? Pues sí; una buena mañana se presentaronunoshombresycomenzarona rebuscarporeldesván.Apartaron lascajasysacaron el árbol al exterior. Cierto que lo tiraron al suelo sin muchosmiramientos,perouncriadoloarrastróhacialaescalera,dondebrillabalaluzdeldía.

«¡La vida empieza de nuevo!», pensó el árbol, sintiendo en el cuerpo elcontactodelairefrescoydelosprimerosrayosdelsol;estabayaenelpatio.Todosucedíamuyrápidamente;elabetoseolvidódesímismo:¡Habíatantoqueverasualrededor!Elpatioestabacontiguoaunjardín,queeraunaascuade flores; las rosas colgaban, frescaso fragantes, por encimade ladiminutaverja; estaban en flor los tilos, y las golondrinas chillaban, volando:«¡Quirrevirrevit,havueltomihombrecito!».Peronosereferíanalabeto.

«¡Ahoraavivir!»,pensóéstealborozado,yextendiósusramas.Pero,¡ay!,estaban secas y amarillas; y allí lo dejaron entre hierbajos y espinos. Laestrelladeoropelseguíaaúnensucúspide,yrelucíaalaluzdelsol.

En el patio jugaban algunos de aquellos alegres muchachuelos que por

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Nochebuena estuvieron bailando en torno al abeto y que tanto lo habíanadmirado.Unodeellosseleacercócorriendoylearrancólaestrelladorada.

—¡Mirad lo que hay todavía en este abeto, tan feo y viejo!—exclamó,subiéndoseporlasramasyhaciéndolascrujirbajosusbotas.

El árbol, al contemplar aquellamagnificencia de flores y aquella lozaníadel jardíny compararlas con supropioestado, sintióhaberdejadoeloscurorincón del desván. Recordó su sana juventud en el bosque, la alegreNochebuenay los ratoncillosque tanagustohabíanescuchadoelcuentodeKlumpe-Dumpe.

«¡Todopasó,todopasó!—dijoelpobreabeto—.¿Porquénosupegozarcuandoeratiempo?Ahoratodohaterminado».

Vinoelcriado,yconunhachacortóelárbolapedazos,formandoconellosunmontóndeleña,queprontoardióconclarallamabajoelgrancaldero.Elabetosuspirabaprofundamente,ycadasuspirosemejabaunpequeñodisparo;poreso loschiquillos,queseguían jugandoporallí, seacercaronal fuegoy,sentándoseycontemplándolo,exclamaban:«¡Pif,paf!».Peroacadaestallido,quenoerasinounhondosuspiro,pensabaelárbolenunatardecerdeveranoenelbosqueoenunanochedeinvierno,bajoelcentelleardelasestrellas;ypensabaenlaNochebuenayenKlumpe-Dumpe—elúnicocuentoqueoyeraensuvidayquehabíaaprendidoacontar—yasíhastaqueestuvodel todoconsumido.

Losniñosjugabaneneljardín,yelmenordetodossehabíaprendidoenelpecholaestrelladoradaquehabíallevadoelárbolenlanochemásfelizdesuexistencia.Peroaquellanochehabíapasado,y,conella,elabetoytambiénelcuento:¡Adiós,adiós!Yésteeseldestinodetodosloscuentos.

Eljabalídebronce

(Metalsvinet)

En laciudaddeFlorencia,no lejosde laPiazzadelGranduca,correunacalletransversalque,simalnorecuerdo,sellamaPortaRossa.Enella,frentea una especie de mercado de hortalizas, se levanta la curiosa figura de unjabalídebronce,esculpidoconmuchoarte.Agualímpidayfrescafluyedelabocadelanimal,queconeltiempohatomadouncolorverdeoscuro.Sóloelhocicobrilla,comosi lohubiesenpulimentado—yasíesenefecto—por laaccióndelosmuchoscentenaresdechiquillosypobresque,cogiéndoseaélconlasmanos,acercanlabocaaladelanimalparabeber.Esunbonitocuadroeldelabiendibujadafieraabrazadaporungraciosorapazmediodesnudo,que

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aplicasufrescabocaalhocicodebronce.

AcualquierforasteroquellegueaFlorencialeesfácilencontrarellugar;no tiene más que preguntar por el jabalí de bronce al primer mendigo queencuentre,seguroqueloguiaránaél.

Eraunanochecerdelinvierno;lasmontañasaparecíancubiertasdenieve,peroenelcielobrillabalalunallena;ylalunallenaenItaliaestanluminosacomoundíagrisdeinviernodelospaísesnórdicos;yleganaaún,pueselairebrillay adquiere relieve,mientrasqueenelNorte el techodeplomo, fríoylúgubre,deprimealhombre,loaplastacontraelsuelo,esesuelohúmedoyfríoqueundíacubrirásuataúd.

UnchiquilloharapientosehabíapasadotodoeldíasentadoeneljardíndelGranDuque, bajo el tejadodepinos, donde incluso en invierno florecen lasrosaspormillares;unchiquilloquepodíapasarporlaimagendeItalia,taleradehermoso,sonrientey,sinembargo,enfermizodeaspecto.Sufríahambreysed,nadie ledabauncéntimoyaloscurecer—horade cerrar el jardín—elporteroloechó.DuranteunlargoratoseestuvoentregadoasusensueñosenelpuentequecruzaelArno,contemplando lasestrellasquese reflejabanenelagua,entreélyelmagníficopuentedemármol«dellaTrinitá».

Sedirigióluegohaciaeljabalídebronce,hincólarodillaalllegaraély,pasando los brazos alrededor del cuello de la figura, aplicó la boca alrelucientehocicoybebióagrandes tragosdesufrescaagua.Al ladoyacíanunashojasdelechugaydosotrescastañas;aquellofuesucena.Enlacallenohabía ni un alma; el chiquillo estaba completamente solo; se sentó sobre eldorso del jabalí, se apoyó hacia delante, de manera que su rizada cabecitadescansara sobre ladel animal,y, sindarsecuenta, sequedóprofundamentedormido.

Al sonar lamedianoche,el jabalídebronce seestremeció,yelniñooyóque decía:—¡agárrate bien, chiquillo, que voy a correr!—.Y emprendió lacarrera, con él a cuestas. ¡Extraño paseo! Primero llegaron a la Piazza delGranduca, donde el caballo de bronce de la estatua del príncipe los acogiórelinchando.Elpolicromoescudodearmasdelasantiguascasasconsistorialesbrillabacomosifuesetransparente,mientraselDaviddeMiguelángelblandíasuhonda.Pordoquier rebullíaunavida sorprendente.LosgruposdebroncequerepresentanPerseoyelraptodelasSabinasseagitabanfrenéticamente;dela boca de lasmujeres surgió un grito demortal angustia, que resonó en lagranplazasolitaria.

El jabalí de bronce se detuvo en el Palazzo degli Uffizi, bajo la arcadadondesereúnelanoblezaenlasfiestasdecarnaval.—Agárratebien—repitióelanimal—,vamosasubirporestaescalera—.Elniñopermanecíacallado,entretemblorosoyfeliz.

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Entraron en una larga galería, que él conocía muy bien; ya antes habíaestadoenella.Delasparedescolgabanmagníficoscuadros,yhabíaestatuasybustos, todo iluminado por vivísima luz, como en pleno día. Pero lo máshermoso vino cuando se abrieron las puertas que daban acceso a una salacontigua.Elniñonohabíaolvidadocuánmagníficoeraaquello,peronuncalohabíavistotanesplendorosocomoaquellanoche.

Habíaallíunamaravillosamujerdesnuda,comosólopuedenmoldearlalaNaturalezayelcinceldelosgrandesmaestros.Movíalosgraciososmiembros,delfinessaltabanasuspies,lainmortalidadbrillabaensusojos.ElmundolallamalaVenusdeMédicis.Todoentornorelucíanlasestatuasdemármol,enlasquelapiedraaparecíaanimadaporlavidadelespíritu:figurasdehombresmagníficos,unoafilando laespada—poresose le llamaelAfilador—,másallá el grupo de los Pugilistas; la espada era aguzada, y los combatientesluchabanporlaDiosadelaBelleza.

El chiquillo estaba como deslumbrado por todo aquel esplendor; lasparedes ardían de color, y todo era vida y movimiento. Podían verse dosVenus,representandolaVenusterrena, turgenteyardorosa, talcomoTizianolahabíaapretadosobresucorazón.Erandossoberbiasfigurasfemeninas.Losbellos miembros desnudos se extendían sobre los muelles almohadones; elpechoselevantaba,ylacabezasemovíadejandocaerlosabundantesrizosentorno a los bien curvados hombros, mientras los oscuros ojos expresabanardientespensamientos.Peroningunode aquellospersonajesosaba salir porcompleto de su marco. La propia Diosa de la Belleza, los Pugilistas y elAfilador, permanecían en sus puestos, pues la Gloria que irradiaba de laMadonna, de Jesús y San Juan, los mantenía sujetos. Las imágenes de lossantosnoeranyaimágenes,sinolossantosenpersona.

¡Qué esplendor y qué belleza de sala en sala!Y el niño lo veía todo; eljabalídebronceavanzabapasoapasoporentre todaaquellamagnificencia.Una visión eclipsaba a la otra, pero una sola imagen se fijó en el alma delniño, seguramente por los niños alegres y dichosos que aparecían en ella, yqueelpequeñoyahabíavistoantesalaluzdeldía.

Sonmuchoslosquepasanpordelantedeaquelcuadrosinapenasrepararenél,y,sinembargo,encierrauntesorodepoesía.EsCristodescendiendoalos infiernos; pero a su alrededor no se ve a los condenados, sino a lospaganos.El florentinoAngioloBronzinopintóaquelcuadro, lomássublimedelcualeslacertezareflejadaenelrostrodelosniños,dequeiránalcielo:dosdeellosseabrazanya;uno,muychiquitín,tiendelamanoaotroqueestáaúnenelabismo,yseseñalaasímismo,comodiciendo:«¡Mevoyalcielo!».Todos los restantes permanecen indecisos, esperando o inclinándosehumildementeanteJesúsNuestroSeñor.

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Elniñoempleóenlacontemplacióndeaquelcuadromuchomásratoqueen todos los demás. El jabalí de bronce seguía parado delante de él. Sepercibióunlevesuspiro;¿salíadelapinturaodelpechodelanimal?Elniñoextendióelbrazohacia los sonrientespequeñuelosdelcuadro,yentonceseljabalíprosiguiósucamino,saliendoporelabiertovestíbulo.

—¡Gracias, y Dios te bendiga, buen animal! —exclamó el muchacho,acariciandoasumontura,quebajabasaltandolasescaleras.

—¡Gracias, y Dios te bendiga a ti! —respondió el jabalí—. Yo te heprestadounservicio,ytúmehasprestadootroamí,puessóloconunacriaturainocentesobreel lomomesondadasfuerzasparacorrer.¿Ves?,hastapuedoentrardentrodelcírculodeluzquevienedelalámparacolgadaanteelcuadrodelaVirgen.Atodaspartespuedollevarte,exceptoalaiglesia;perositúestásconmigo,puedomirarasuinterioratravésdelapuertaabierta.Noteapeesdemi espalda; si lo haces, caerémuerto, tal comome ves durante el día en lacalledelaPortaRossa.

—Me quedaré contigo, mi buen animal—respondió el niño; y el jabalíemprendió veloz carrera por las calles de Florencia, no deteniéndose hastallegaralaplazadondeselevantalaiglesiadeSantaCroce.

Seabrió súbitamente ladoblepuerta,y las lucesdelaltarproyectaronsubrillohastalasolitariaplaza.

Unextrañoresplandorirradiabadeunmonumentosepulcralsituadoenlanaveizquierdadeltemplo;millaresdeestrellasmóvilesformabanunaaureolaa su alrededor. El sarcófago ostentaba un blasón nobiliario: una escalera demano,decolorrojosobrecampoazul,querefulgíacomofuego.EralatumbadeGalileo.Esunmonumentosencillo,perolarojaescalerasobrecampoazulestállenadesignificado:eselsímbolodelArte,cuyocaminoconducesiemprehaciaarriba,haciael cielo,porunaescaleraardiente.Todos losprofetasdelespíritusubenalcielocomoelprofetaElías.

Enlanave,cadaestatuadelosricossarcófagosparecíaestaranimada.AllíestabaMiguel ángel, luego Dante, coronado de laurel; Alfieri,Maquiavelo;unosjuntoaotros,reposabanallíloshéroesdelespíritu,elorgullodeItalia.

Es una iglesia preciosa, mucho más que la catedral de mármol deFlorencia,aunquenotangrande.

Habríase dicho que las marmóreas ropas se movían, que las grandesestatuaslevantabanmáslacabeza,y,entrecantoyarmoniosossones,mirabanenmediodelanochehaciaelradiantealtar,verdaderaorgíadecolores,enelqueunosadolescentesvestidosdeblancobalanceabanincensariosdeoro.Suintensafragancia,saliendodelosámbitosdeltemplo,llegabahastalaplaza.

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Elniñotendiólosbrazosendireccióndelaluz,peroenelmismomomentoel jabalí de bronce reanudó su carrera. El pequeño hubo de cogersefirmemente; el viento le zumbaba en los oídos, oyó rechinar las puertas deltemplo y las vio girar sobre sus goznes, al tiempo que experimentaba lasensacióndeperderelsentido;sintióunfríodehieloyabriólosojos.

Amanecía. El niño se encontró precariamente sentado sobre el jabalí debronce,que,comosiempre,estabaenlacalledelaPortaRossa.

Sobrecogió al chiquillo un sentimiento demiedoy angustia al pensar enaquellaaquienllamabasumadre,lamujerquelavísperalohabíadespachadoconordendeprocurarsedinero.Noteníaniunochavo,ysentíahambreysed.Otravezseabrazóalcuellodeljabalí,lobesóenelhocicoy,dirigiéndoleungestoafectuoso,seencaminóhaciaunodeloscallejonesmásangostos;teníaapenas la anchura suficiente para permitir el paso de un asno bien cargado.Unagranpuertachapeadadehierroestabamedioabierta;elmuchachosubiópor una escalera de piedra de sucios peldaños, con una cuerda a guisa debarandilla,yllegóaunagaleríaabierta,enlaquecolgabanmuchosandrajos.Desdeallí,otraescaleraconducíaalpatio;delpozo,quehabíaenéstesalíanfuertesalambres,delosquesepodíatirardesdetodoslospisosdelacasa;loscubos colgaban uno al lado de otro,mientras rechinaba la polea, y un cubodanzabaenelaire,soltandoaguaqueibaacaeralpatio.Unaterceraescalera,semiderruida, conducía a los pisos. Dos marineros rusos bajaban saltandoalegremente, y por poco derriban al chiquillo; venían de alguna juerganocturna.Losseguíaunamujeryanojoven,aunquedeconstituciónrobusta,conabundantecabellonegro.

—¿Quétraes?—preguntóalmuchacho.

—Nomeriñas—suplicóéste—,nomehandadonada.

Ycogiólafaldadesumadre,comoparabesarla.Entraronenlahabitación,quenodescribiremos;diremossóloqueenellahabíaunbraserodeasasconfuego de carbón: marito lo llaman. La mujer lo cogió para calentarse losdedos,ydiounempellónalniñoconelcodo—.¡Seguroquetienesdinero!—gritó.

Elpequeñoseechóallorar,lamujerlediounapatada,yelllantosehizomásestridente—.¡Otecallaso teparto lacabeza!—dijoellablandiendoelfogónqueteníaenlamano.Elchiquilloseencogióhastaelsuelo,sincesarensusgritos;entoncessepresentó,enlapuertalavecina,tambiéncargadaconsumarito.

—¡Felicita!¿Quélehacesalchico?

—¡Esmihijo!—respondióFelicita—,ypuedomatarlosimedalagana,yaticonél,Glaninna—ylevantóelbrasero.Laotrahizolomismoenactitud

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defensiva, y los dos cacharros salieron, disparados el uno contra el otro,proyectando por la habitación, cascos, fuego y ceniza. El niño, en unsantiamén, llegó a la puerta, atravesó el patio y salió a la calle, corriendocuantolepermitíansuspiernas,hastaqueelcansancioloobligóadetenerse.SeparójuntoalaiglesiadelaSantaCroce,lamismacuyapuertaprincipalsehabía abierto ante él la noche anterior, y entró en ella. ¡Todo brillaba! Searrodilló frente a la primera tumba de la derecha, la de Miguel ángel, yprorrumpió en sollozos. Pasaba gente, decían la misa, y nadie prestabaatención al pequeño. Sólo un ciudadano de edad madura se detuvo unmomentoy,despuésdemirarlo,siguiósucaminocomolosdemás.

Elhambreylasedatormentabanalniño,que,agazapándoseenelánguloformado por la pared y el mausoleo de mármol, se quedó dormido. Casianochecíayacuandosedespertó,alsacudirloalguien.Seincorporóyvioanteélalmismociudadanodelamañana.

—¿Estás enfermo? ¿Dónde vives? ¿Te has pasado todo el día aquí?—fueronalgunasdelaspreguntasqueledirigióelanciano.Habiendorespondidoelniño, elhombre lo llevóconsigoaunacasita situadaapocadistancia, enunade lascalles transversales.Eraun tallerdeguantería.Entraron; lamujerestaba todavía trabajando, activamente y no se interrumpió al verlos. Unaperrita boloñesa, esquilada tan a rape que hasta se traslucía su piel rosada,subiéndosesobrelamesarecibióalniñoconanimadossaltosydandoalegresladridos.

—Lasalmasinocentessereconocen—dijolamujer,acariciandoalanimalyalrapaz.Aquellabuenagentelosentaronalamesaconellosyledierondecomer y de beber, diciéndole que podría pasar la noche en su casa. Al díasiguiente,eltíoGiuseppehablaríaconsumadre.Loacostaronenunacamitamuy pobre, pero que para él, acostumbrado a dormir sobre el duro suelo,resultó un lecho digno de un rey. Durmió de un tirón, soñando con lasmagníficasestatuasyeljabalídebronce.

EltíoGiuseppesalióalamañanasiguiente,congrandisgustodelpequeño,quesabíaqueelobjetodelagestiónerallevarloacasadesumadre.Elniñobesóllorandoalperrojuguetón,ylamujersonrióamablementealosdos.

¿QuénoticiastrajoasuvueltaeltíoGiuseppe?Estuvohablandolargoratoconsuesposa,lacualasentíaconlacabezayacariciabaalpequeño.—.Esunniñoprecioso—exclamó—.Puedellegarasertanbuenguanterocomotúlofuiste. Tiene los dedos finos y flexibles. LaMadonna lo ha destinado a serguantero.

Yelmuchachosequedóen lacasa,y lamujer leenseñóacoser.Comíaconexcelenteapetito,dormíabien,estabaalegre,yprontoempezóaandaralagreñaconBellissima,quetaleraelnombredelaperrita.Cuandoocurríaesto,

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lamujerseenfadaba,amenazabaconeldedoalniño,yloreñía;estolellegabaalcorazónyseretirabapensativo,asucuartito,quedabaalacalleyerausadoparasecarlaspieles.Lasventanasteníangruesasbarrasdehierro;élnopodíadormirpensandoeneljabalídebronce,yderepenteoyófueraun¡plas,plas!¿Seríaél?Deunbrincollegóalaventana,peronovionada;habíapasadoya.

—Ayudaalseñorallevarsuspinturas—dijolamujeralmuchachoaldíasiguiente,cuandopasóeljovenvecino,queerapintor,cargadoconsucajayuna gran tela arrollada. El niño cogió la caja, y los dos se dirigieron a laGaleríay subieronpor laescalera,queélconocíapor suexcursiónnocturnacon el jabalí.Reconoció las estatuas y los cuadros, lamaravillosaVenus demármoly todo loqueaquellanochehabíacobradovidaen toda lagamadecolores;volvióaverlaMadonna,conJesúsySanJuan.

SedetuvieronfrentealcuadrodeBronzino,aquelquerepresentaaCristodescendiendoa los infiernos, rodeadodeniñosque sonríen, segurosde ir alcielo.Elpobrepequeñoseriotambién,puesaquelloerasucielo.

—Ahora vuélvete a casa—le dijo el pintor— cuando tuvo preparado elcaballeteylospinceles.

—¿Nomedejaríaqueyomirase?—preguntóelniño—.¿Nopodríamirarcómopasaelcuadroasulienzoblanco?

—No pintaré todavía —respondió el artista sacando el carboncillo. Sumanosemovíarápidamente,elojocalculabalasdimensionesdelgrancuadroy, apesardeque se limitóa trazarun fino rasgo,prontoquedóesbozadoelCristoflotante,comoenlapintura.

—Ahora,márchate—insistióelpintor,yelniñoseencaminóquietamenteasucasa,sesentóalamesaysepusoaaprenderacoserguantes.

Sinembargo,supensamientoestuvotodoeldíaconcentradoenlasaladeloscuadros;poresosepinchólosdedosymostrómuypocadisposiciónparael oficio; pero dejó ya de reñir con Bellissima. Al llegar la noche,aprovechándosedequelapuertaestabaabierta,seescapódecasa.Hacíafrío,pero las estrellas brillaban con hermosísima claridad. Fue vagando por lascalles, quietas y solitarias, y muy pronto estuvo frente al jabalí de bronce.Inclinándosesobreél,lebesóelrelucientehocicoymontóensulomo.—.¡Mibuen animal, cómo te eché de menos! —dijo—. Esta noche daremos otropaseo.

Eljabalípermanecióinmóvil,mientraselaguafrescamanabaporsuboca.El pequeño seguíamontado en él cuando alguien le tiró de la chaqueta.AlmirarasuladovioaBellissima,laperritaesquilada,que,habiendoescapadotambién de la casa, lo había seguido sin él darse cuenta. La perrita ladrabacomo diciendo: «Aquí estoy, mírame, ¿por qué te sientas ahí arriba?». Un

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dragón,echandofuegoporlasfaucesnohabríaasustadoalniñotantocomoelperrilloenaquellugar.Bellissimaenlacalleysinvestir,comodecíalaabuela,¿qué ibaaresultarde todoaquello?Elperro jamássalíaen inviernosinqueantes lo abrigasen con una diminuta piel de cordero, que había cortado ycosidoasumedida.Lapielsesujetabaalcuellopormediodeunacintaroja,conunlazoyuncascabel,ydeotracintaquelepasabapordebajodelvientre.Elanimalparecíacasiunacabritacuando,enlaestaciónfría,ibadepaseoconla «signora». Y he aquí que ahora Bellissima estaba allí y desnuda; ¿quépasaría?Todoslossueñossedesvanecieron;elmuchachodiounbesoaljabalíde bronce y, cogiendo aBellissima, que tiritaba de frío, bajo el brazo, saliócorriendohaciacasa.

—¿Qué llevas ahí? —le gritaron dos guardias con quienes se topó.Bellissimanocesabadeladrar—.¿Dóndehasrobadoestehermosoperro?—ledijeron;yseloquitaron.

—¡Devuélvanmelo,porfavor!—suplicabaelchiquillo.

—Sinolohasrobado,diatuspadresqueencontraránelperroenelpuestodeguardia—.Y,dándoleladirección,sealejaronconBellissima.

La situación era desesperada; el chico estaba indeciso entre arrojarse alArnoeirseasucasayconfesarlotodo.Seguramentelomatarían,pensó.«Peroprefiero quemematen. Así iré a reunirme con Jesús y laMadonna». Y seencaminóacasa,dispuestoamorir.

Lapuertaestabacerrada;élnoalcazabaelpicaporteynohabíanadieenlacalle,perocogiendounadoquínsuelto,llamóconél.—¿Quiénva?—gritarondesdedentro.

—¡Soyyo!—respondióél—.Bellissimasehaescapado.¡Abridlapuertaymatadme!

Losviejos,especialmentela«signora»,tuvieronunsustoterriblealsaberque había desaparecido Bellissima. La mujer corrió a la pared dondeguardabanelabrigodelperro:lapieldecorderocolgabadesusitio.

¡Bellissima en el cuerpo de guardia! —exclamó a voz en grito. ¡Ah,mozueloendiablado!¿Cómoladejasteescapar?Semorirádefrío. ¡Elpobreanimalitoentreesospolicías,tangroseros!

Elmaridotuvoquesalirprecipitadamenteensubusca.Lamujerlloraba,yllorabatambiénelniño.Acudierontodoslosvecinosdelacasa,entreelloselpintor. Cogiendo al pequeño entre las rodillas, lo interrogó, y, a fuerza depaciencia,pudoreconstituirtodalahistoriadeljabalídebronceydelagaleríade pinturas. Muy coherente no lo era, pero el pintor consoló al niño ytranquilizó a la abuela; sin embargo, éstano las tuvo todas consigohasta la

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llegadadelpadreconBellissima,rescatadadelosgendarmes.Huboentoncesgranalegría;elpintoracaricióalchiquilloylediounpuñadodedibujos.

Eranunosapuntesmagníficos;¡quécabezasmásgraciosas!Perolomejoreraun retratodel jabalídebronce.Nosehavistocosamásbella.Conunospocostrazos,elanimalhabíasidoreproducidoenelpapel,einclusoseveíalacasadelfondo.

«¡Ah,quiénsupieradibujarypintar! ¡Podría llevarmeelmundoenteroamicasa!».

Aldíasiguiente,ensuprimermomentolibre,elpequeñocogióellápizytratódecopiareldibujodel jabalíenelreversodeunodelosapuntes.¡Ylesalió!Untantotorcidoeirregular,desdeluego;unapatamásgruesa,otramásdelgada… pero se reconocía. El niño tuvo una gran alegría. El lápiz no semovía con la soltura deseable, bien se daba cuenta; pero al día siguienteapareció un segundo jabalí al lado del primero, cien vecesmejor; el tercerosaliótanbien,quetodoelmundoloreconoceenseguida.

Peroconeltrabajodeguanteríalascosasibanmal,ylosrecadossehacíancon lentitud desesperante, pues el jabalí de bronce le había demostrado quetodas las estatuas pueden llevarse al papel, y la ciudad de Florencia es unverdaderoálbumdeestampasparaquiensetomalamolestiadehojearlo.EnlaPiazza della Trinitá hay una esbelta columna que sostiene a la diosa de laJusticia,con losojosvendadosy labalanza.No tardóenpasaralpapel,porobra del niño del guantero. La colección iba creciendo, pero sólo conteníaobjetosmuertos;hastaqueundíaBellissimaseleacercósaltando:—.¡Estatequieta!—legritóél—;tedibujaré,preciosa,yfigurarásentremiscuadros—.PeroBellissimanoqueríaestarsequieta,yelniño tuvoqueatarla.Lasujetóporlacabezayporelrabo;elperronoparabadeladrarypegarsaltos,ynohubomásremedioqueapretarlacuerda.Enestoentróla«signora».

—¿Quéhaces,desalmado?¡Pobreanimalito!—fuetodoloquepudodecir.Apartóalniñoaempujonesypatadas,y loechódecasademalamanera—.¡Golfodesagradecidoyendiablado!—.Y,llorando,desatóasuqueridaycasiasfixiadaBellissima.

Enaquelmomentoelpintorsubíalasescaleras(yaquíesdondelahistoriadaunvuelco).

En1834secelebróunaexposiciónenlaAcademiadelleArtideFlorencia;dos cuadros, colocados uno al lado del otro, atraían una gran multitud deadmiradores. El más pequeño representaba un alegre chiquillo sentado,dibujando.Teníapormodelounperritoboloñésesquiladoalrape;perocomoelanimalno seestuvieraquieto, lohabíanatado fuertementeconbramantespor lacabezaypor lacola.Habíaen lacomposiciónunavidayunaverdad

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quehablabanalosojosdelosespectadores.

Sedecíaqueelautoreraunjovenflorentinorecogidodelacalle,yqueunviejoguanterohabíaqueridocriar.Adibujarhabíaaprendidoélsolo.Unjovenpintor,famosoalasazón,habíadescubiertosutalentocuandoelchiquilloeraarrojadodelacasaporhaberatadoytomadopormodeloelperrilloboloñés,favoritodeladueña.

El aprendiz de guantero había llegado a ser un gran pintor; bien lodemostraba aquel cuadro, y más aún el otro, mayor, expuesto a su lado.Contenía una sola figura: la de un hermoso chiquillo vestido de harapos,dormidoenlacalleyapoyadocontraeljabalídebroncedelacalledelaPortaRossa.Todoslosvisitantesconocíanellugar.Losbrazosdelniñodescansabansobre la cabeza del animal; el pequeñodormía tranquilamente, y la lámparacolocadadelantedelaimagendelaMadonnaproyectabaunintensochorrodeluz sobre su pálida y hermosa cara. Era un cuadro delicioso; lo rodeaba ungranmarco dorado, de cuya esquina superior colgaba una corona de laurel;peroentresusverdeshojasflotabaunacintanegrayunlargocrespóndeluto.

Eljovenartistaacababademorir.

Lafamiliafeliz

(DenlykkeligeFamilie)

Lahojaverdemásgrandedenuestratierraesseguramenteladellampazo.Si te la pones delante de la barriga, parece todoundelantal, y si en tiempolluviosotelacolocassobrelacabeza,escasitanútilcomounparaguas;yavessiesenorme.Unlampazonuncacrecesolo.Dondehayuno,seguroquehaymuchosmás.Esungoceparalosojos,ytodaestamagnificenciaespastodeloscaracoles,losgrandescaracolesblancos,queentiempospasados,lagentedistinguida hacía cocer en estofado y, al comérselos, exclamaba: «¡Ajá, québien sabe!», persuadida de que realmente era apetitoso; pues, como digo,aquelloscaracoles senutríandehojasde lampazo,yporeso se sembraba laplanta.

Pues bien, había una vieja casa solariega en la que ya no se comíancaracoles.

Estosanimalessehabíanextinguido,aunquenoloslampazos,quecrecíanen todos los caminos y bancales; una verdadera invasión. Era un auténticobosque de lampazos, con algún que otromanzano o ciruelo; por lo demás,nadie habría podido suponer que aquello había sido antaño un jardín. Todoeranlampazos,yentreellosvivíanlosdosúltimosymatusalémicoscaracoles.

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Ni ellos mismos sabían lo viejos que eran, pero se acordabanperfectamente de que habían sido muchos más, de que descendían de unafamiliaoriundadepaísesextranjeros,ydequetodoaquelbosquehabíasidoplantado para ellos y los suyos.Nunca habían salido de sus lindes, pero noignorabanquemásalláhabíaotrascosasenelmundo,una,sobretodo,quesellamabala«casaseñorial»,dondeelloserancocidosy,vueltosdecolornegro,colocados en una fuente de plata; pero no tenían idea de lo que ocurríadespués.Porotraparte,nopodían imaginarsequé impresióndebíacausarelsercocidoycolocadoenunafuentedeplata;peroseguramenteseríadelicioso,ydistinguidopordemás.Nilosabejorros,nilossapos,nilalombrizdetierra,aquieneshabíanpreguntado,pudieroninformarles;ningunohabíasidococidonipuestoenunafuentedeplata.

Los viejos caracoles blancos eran los más nobles del mundo, de eso síestabanseguros.Elbosqueestabaallíparaellos,ylacasaseñorial,paraquepudieransercocidosydepositadosenunafuentedeplata.

Vivían muy solos y felices, y como no tenían descendencia, habíanadoptado un caracolillo ordinario, al que educaban como si hubiese sido supropio hijo; pero el pequeño no crecía, pues no pasaba de ser un caracolordinario. Los viejos, particularmente la madre, la Madre Caracola, creyóobservar que se desarrollaba, y pidió al padre que se fijara también; si nopodíaverlo,almenosquepalparalapequeñacascara;yéllapalpóyvioquelamadreteníarazón.

Undíasepusoalloverfuertemente.

—Escuchaelrampataplándelalluviasobreloslampazos—dijoelviejo.

—Sí, y las gotas llegan hasta aquí—observó la madre—. Bajan por eltallo.Veráscómoestosemoja.Suertequetenemosnuestrabuenacasa,yqueelpequeño tiene también la suya.Saltaa lavistaquenoshan tratadomejorquea todos los restantesseresvivos;quesomos los reyesde lacreación,enunapalabra.Poseemosunacasadesdelahoraenquenacemos,yparanuestrouso exclusivo plantaron un bosque de lampazos. Me gustaría saber hastadóndeseextiende,yquehayahíafuera.

—Nohaynada fueradeaquí—respondióelpadre—.Mejorqueestonopuedehabernada,yyonotengonadaquedesear.

—Puesamí—dijolavieja—megustaríallegarmealacasaseñorial,quemecocieranymepusieranenunafuentedeplata.Todosnuestrosantepasadospasaronporelloy,créeme,debedeseralgoexcepcional.

—Tal vez la casa esté destruida—objetó el caracol padre—,oquizás elbosque de lampazos la ha cubierto, y los hombres no pueden salir. Por lodemás,nocorreprisa;túsiempreteprecipitas,yelpequeñosiguetuejemplo.

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Entresdíassehasubidoaloaltodeltallo;realmentemedavértigo,cuandolevantolacabezaparamirarlo.

—No seas tan regañón—dijo lamadre—.El chiquillo trepa conmuchocuidado, y estoy segura de que aún nos darámuchas alegrías; al fin y a lapostre, no tenemos más que a él en la vida. ¿Has pensado alguna vez enencontrarle esposa? ¿No crees que si nos adentrásemos en la selva delampazos,talvezencontraríamosaalgunodenuestraespecie?

—Seguramentehabráporallícaracolesnegros—dijoelviejo—caracolesnegrossincáscara;pero,¡sontanordinarios!,y,sinembargo,sonorgullosos.Peropodríamosencargarloalashormigas,quesiemprecorrendeunladoparaotro,comosituviesenmuchoquehacer.Seguramenteencontraríanunamujerparanuestropequeño.

—Yoconozco a lamáshermosade todas—dijounade las hormigas—,perometemoquenohayanadaquehacer,puessetratadeunareina.

—¿Yesoquéimporta?—dijeronlosviejos—.¿Tieneunacasa?

—¡Tiene un palacio! —exclamó la hormiga—, un bellísimo palaciohormiguero,consetecientoscorredores.

—Muchasgracias—dijolamadre—.Nuestrohijonovaairaunnidodehormigas. Si no sabéis otra cosa mejor, lo encargaremos a los mosquitosblancos,quevuelanamuchomayordistancia,tantosilluevecomosihacesol,yconocenelbosquedelampazospordentroyporfuera.

—¡Tenemosesposaparaél!—exclamaronlosmosquitos—.Acienpasosdehombreenunzarzal,viveuncaracolitoconcasa;esmuypequeñín,perotienelaedadsuficienteparacasarse.Estáanomásdecienpasosdehombredeaquí.

—Muybien,puesquevenga—dijeronlosviejos—.Élposeeunbosquedelampazos,yella,sólounzarzal.

Y enviaron recado a la señorita caracola. Invirtió ocho días en el viaje,peroahíestuvoprecisamenteladistinción;porellopudoversequepertenecíaalaespecieapropiada.

Ysecelebrólaboda.Seisluciérnagasalumbraronlomejorquesupieron;por lo demás, todo discurrió sin alboroto, pues los viejos no soportabanfrancachelasnibullicio.PeroMadreCaracolapronuncióunhermosodiscurso;el padre no pudo hablar, por causa de la emoción. Luego les dieron enherencia todoelbosquede lampazosydijeron loquehabíandichosiempre,que era lo mejor del mundo, y que si vivían honradamente y como Diosmanda, y se multiplicaban, ellos y sus hijos entrarían algún día en la casaseñorial, seríancocidoshastaquedarnegrosy lospondríanenuna fuentede

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plata.

Terminadoeldiscurso,losviejossemetieronensuscasas,delascualesnovolvieronyaasalir;sedurmierondefinitivamente.Lajovenparejareinóenelbosqueytuvounanumerosadescendencia;peronadieloscociónilospusoenuna fuente de plata, de lo cual dedujeron que la mansión señorial se habíahundido y que en elmundo se había extinguido el género humano; y comonadieloscontradijo,lacosadebíadeserverdad.Lalluviacaíasóloparaellossobrelashojasdelampazo,consurampataplán,yelsolbrillabaúnicamenteparaalumbrarleselbosqueyfueronmuyfelices.Todalafamiliafuemuyfeliz,deveras.

ElpequeñoTuk

(LilleTuk)

Puessí,ésteeraelpequeñoTuk.Enrealidadnosellamabaasí,peroésteeraelnombrequesedabaasímismocuandoaúnnosabíahablar.QueríadecirCarlos, esundetallequeconviene saber.Resultaque teníaquecuidarde suhermanita Gustava, muchomenor que él, y luego tenía que aprenderse suslecciones;pero,¿cómoatenderalasdoscosasalavez?Elpobremuchachitoteníaasuhermanasentadasobrelasrodillasylecantabatodaslascancionesque sabía, mientras sus ojos echaban alguna que otra mirada al libro deGeografía, que tenía abierto delante de él. Para el día siguiente habría deaprenderse de memoria todas las ciudades de Zelanda y saberse, además,cuantodeellasconvieneconocer.

LlególamadreacasaysehizocargodeGustavita.Tukcorrióalaventanay se estuvo leyendo hasta que sus ojos no pudieron más, pues había idooscureciendoysumadrenoteníadineroparacomprarvelas.

—Ahí va la vieja lavandera del callejón—dijo la madre, que se habíaasomado a la ventana—.La pobre apenas puede arrastrarse y aún tiene quecargarconelcubollenodeaguadesdelabomba.Anda,Tuk,sébuenoyveaayudaralapobreviejecita.Harásunabuenaacción.

Tukcorrióalacalleaayudarla,perocuandoestuvoderegresolaoscuridadera completa, y comono había que pensar en encender la luz, no tuvomásremedioqueacostarse.Sulechoeraunviejocamastroy,tendidoenélestuvopensando en su lección de Geografía, en Zelanda y todo lo que habíaexplicadoelmaestro.Debierahaberseguidoestudiando,peroeraimposible,ysemetióellibrodebajodelaalmohada,porquehabíaoídodecirqueaquelloayudabaaretenerlasleccionesenlamente;peronohayquefiarsemuchode

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loqueseoyedecir.

Yallí seestuvopiensaque tepiensa,hastaquedepronto leparecióquealguienledabaunbesoenlabocayenlosojos.Sedurmió,y,sinembargo,noestabadormido;eracomosilaancianalavanderalomiraraconsusdulcesojosyledijera:—Seríaungranpecadoquemañananosupiesestuslecciones.Mehas ayudado, ahora te ayudaré yo, y Dios Nuestro Señor lo hará, en todomomento.

YdeprontoellibroempezóamoverseyagitarsedebajodelaalmohadadenuestropequeñoTuk.

—¡Quiquiriquí!¡Put,put!—.EraunagallinaqueveníadeKjöge.

—¡SoyunagallinadeKjöge!—gritó,yluegosepusoacontardelnúmerodehabitantesqueallíhabía,ydelabatallaqueenlaciudadsehabíalibrado,añadiendo empero que en realidad no valía la pena mencionarla—. Otromeneoyzarandeoy,¡bum!,algoquesecae:unavedemadera,elpapagayodeltiroalpájarodePrastö.Dijoqueenaquellaciudadvivíantantoshabitantescomo clavos tenía él en el cuerpo, y estaba no poco orgulloso de ello—.Thorwaldsenviviómuycercademí.¡Cataplún!¡Québienseestáaquí!

PeroTukyanoestabatendidoensulecho;derepenteseencontrómontadosobre un caballo, corriendo a galope tendido. Un jinete magníficamentevestido,conbrillantecascoyflotantepenacho,lososteníadelantedeél,ydeestemodoatravesaronelbosquehastalaantiguaciudaddeVordingborg,muygrandeymuybulliciosaporcierto.Altivastorresselevantabanenelpalacioreal,ydetodaslasventanassalíavivísimaluz;enelinteriortodoerancantosybailes:el reyWaldemarbailabacon las jóvenesdamascortesanas, ricamenteataviadas.Despuntóelalba,yconlasalidadelsoldesaparecieronlaciudad,elpalacioylastorresunatrasotra,hastanoquedarsinounasolaenlacumbredela colina, donde se levantara antes el castillo.Era la ciudadmuypequeña ypobre,yloschiquillospasabanconsuslibrosbajoelbrazo,diciendo:—Dosmilhabitantes—.Peronoeraverdad,noteníatantos.

YTukseguíaensucamita,comosoñando,y,sinembargo,nosoñaba,peroalguienpermanecíajuntoaél.

—¡Tuquito,Tuquito!—dijeron.Eraunmarino,unhombremuypequeñín,semejanteauncadete,peronoerauncadete.

—TetraigomuchossaludosdeKorsör.Esunaciudadfloreciente,llenadevida,conbarcosdevaporydiligencias;antespasabaporfeayaburrida,peroéstaesunaopiniónanticuada.

—Estoyaorillasdelmar,dijoKorsör;tengocarreterasyparquesyhesidolacunadeunpoetaque tenía ingenioygracia;no todos los tienen.Unavez

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quise armar un barco para que diese la vuelta al mundo, mas no lo hice,aunque habría podido; y, además, ¡huelo tan bien! Pues en mis puertasflorecenlasrosasmásbellas.

Tuklasvio,yantesumirada todoapareciórojoyverde;perocuandoseesfumaronloscolores,seencontróanteunaladeracubiertadebosquejuntoallímpidofiordo,yenlacimaselevantabaunahermosaiglesia,antigua,condosaltastorrespuntiagudas.Delaladerabrotabanfuentesquebajabanenespesosriachuelosdeaguasmurmurantes,ymuycercaestabasentadounviejoreyconlacoronadeorosobreellargocabello;eraelreyHroardelasFuentes,enlasinmediacionesdelaciudaddeRoeskilde,comolallamanhoydía.YtodoslosreyesyreinasdeDinamarca,coronadosdeoro,seencaminaban,cogidosdelamano, a la vieja iglesia, entre los sones del órgano y el murmullo de lasfuentes.NuestropequeñoTukloveíayoíatodo.

—¡NoolvideslosEstados!—ledijoelreyHroar.

Deprontodesapareciótodo.¿Dóndehabíaidoaparar?Dabaexactamentela impresión de cuando se vuelve la página de un libro. Y hete aquí unaanciana,unaescardaderavenidadeSorö,dondelahierbacreceenlaplazadelmercado.Llevabasudelantalde telagrissobre lacabezaycolgándolede laespalda;estabamuymojado—seguramentehabíallovido—.Síquehallovido—dijo la mujer, y le contó muchas cosas divertidas de las comedias deHolberg, así comodeWaldemaryAbsalón.Perodepronto se encogió todaellaysepusoamover lacabezacomosiquisierasaltar—.¡Cuac!—dijo—,está mojado, está mojado; hay un silencio de muerte en Sorö—. Se habíatransformado en rana; ¡cuac!, y luego otra vez en una vieja—. Hay quevestirse segúnel tiempo—dijo—. ¡Estámojado, estámojado!Miciudadescomounabotella:seentraporeltapónyluegohayquevolverasalir.Antestenía yo corpulentas anguilas en el fondo de la botella, y ahora tengomuchachosrobustos,decoloradasmejillas,queaprendenlasabiduría:¡griego,hebreo, cuac, cuac!—. Sonaba como si las ranas cantasen o como cuandocamináis por el pantano con grandes botas. Era siempre lamisma nota, tanfastidiosa, tan monótona, que Tuk acabó por quedarse profundamentedormido,ylesentómuybienelsueño,porqueempezabaaponersenervioso.

Peroaunentoncestuvootravisión,oloquefuera.SuhermanitaGustava,la de ojos azules y cabello rubio ensortijado, se había convertido en unaesbeltamuchacha,y,sinteneralas,podíavolar.YheaquíquelosdosvolaronporencimadeZelanda,porencimadesusverdesbosquesyazuleslagos.

—¿Oyescantarelgallo,Tuquito?¡Quiquiriquí!LasgallinassalenvolandodeKjöge. ¡Tendrásungallinero,ungrangallinero!Nopadeceráshambrenimiseria.Cazaráselpájaro,comosueledecirse; serásunhombre ricoy feliz.Tu casa se levantará altivamente como la torre del reyWaldemar, y estará

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adornadaconcolumnasdemármolcomolasdePrastö.Yameentiendes.Tunombre famosodará lavueltaa laTierra,comoelbarcoquedebíapartirdeKorsöryenRoeskilde—¡no teolvidesde losEstados!dijoel reyHroar—;hablarás con bondad y talento, Tuquito, y cuando desciendas a la tumba,reposarástranquilo…

—¡Cómosi estuviese enSorö!—dijoTuk,y sedespertó.Brillaba la luzdel día, y el niño no recordaba ya su sueño; pero eramejor así, pues nadiedebe saber cuál será su destino. Saltó de la cama, abrió el libro y en unperiquete se supo la lección. La anciana lavandera asomó la cabeza por lapuertay,dirigiéndoleungestocariñoso,ledijo:

—¡Gracias,—hijo mío, por tu ayuda! Dios Nuestro Señor haga que seconviertaenrealidadtusueñomáshermoso.

Tuknosabíaloquehabíasoñado,pero¿comprendes?NuestroSeñorsílosabía.

Lasombra

(Skyggen)

¡Es terrible lo que quema el sol en los países cálidos! Las gentes sevuelvenmuymorenas, y en los paísesmás tórridos su piel se quema hastahacersenegra.Peroahoravaisaoír lahistoriadeunsabioquedelospaísesfríospasósin transicióna loscálidos,ycreíaquepodríaseguirviviendoallícomoen su tierra.Muypronto tuvoquecambiardeopinión.Durante el díatuvo que seguir el ejemplo de todas las personas juiciosas: permanecer encasa,con lospostigosdepuertasyventanasbiencerrados.Sehubieradichoque la casa entera dormía o que no había nadie en ella. Para empeorar lascosas, la estrecha calle de altos edificios, en la que residía nuestro hombre,estabaorientadademaneraqueenelladabaelsoldesdeelmediodíahastaelocaso;erarealmenteinaguantable.Elsabiodelastierrasfríaseraunhombrejoveneinteligente;teníalaimpresióndeestarencerradoenunhornoardiente,yaquelloloafectódetalmodoqueadelgazóterriblemente,tanto,quehastasusombrasecontrajoyredujo,volviéndosemuchomáspequeñaquecuandosehallaba en su país; el sol la absorbía también. Sólo se recuperaban alanochecer,unavezelastrosehabíaocultado.

Era un espectáculo que daba gusto. No bien se encendía la luz de lahabitación, la sombra se proyectaba entera en la pared, en toda su longitud;debíaestirarsepararecobrarlasfuerzas.Elsabiosalíaalbalcón,paraestirarseenél,yencuantoaparecíanlasestrellasenelcieloserenoymaravilloso,se

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sentíapasardemuerteavida.

Entodoslosbalconesdelascasas—enlospaísescálidos,todaslascasastienenbalcones—seveíagente;pueselaireesimprescindible,inclusocuandose es moreno como la caoba. Todo se animaba, arriba y abajo. Zapateros,sastresyciudadanosengeneralsalíanalacalleconsusmesasysillas,yardíala luz, y más de mil luces, y todos hablaban unos con otros y cantaban, yalgunospaseaban,mientrasrodabancochesypasabanmulos,haciendosonarsus cascabeles. Desfilaban entierros al son de cantos fúnebres, los golfilloscallejeros encendían petardos, repicaban las campanas; en suma, que en lacallereinabaunagrananimación.Unasolacasa,lafronterizaalaocupadaporel sabio extranjero, se mantenía en absoluto silencio, y, sin embargo, lahabitabaalguien,pueshabíafloresenelbalcón,floresquecrecíanubérrimasbajoelsolardoroso,cosaquehabríasidoimposibledenoserregadas;alguiendebía regarlas, pues, y, por tanto, alguien debía de vivir en la casa. Alatardecer abrían también el balcón, pero el interior quedaba oscuro, por lomenos las habitaciones delanteras; del fondo llegaba música. Al sabioextranjero aquella música le parecía maravillosa, pero tal vez era puraimaginación suya, pues lo encontraba todo estupendo en los países cálidos;¡lástimaqueel solquemara tanto!Elpatrónde lacasadonde residía ledijoque ignoraba quién vivía enfrente; nunca se veía a nadie, y en cuanto a lamúsica, la encontraba aburrida. Era como si alguien estudiase una pieza,siempre la misma, sin lograr aprenderla. «¡La sacaré!», piensa; pero no loconseguirá,pormuchoquetoque.

Unanocheelforasterosedespertó.Dormíaconelbalcónabierto,elvientolevantó lacortina,yalhombre leparecióquedelbalcónfronterizoveníaunbrillomisterioso; todas las flores relucíancomo llamas, con los coloresmásespléndidos,yenmediodeellashabíaunaesbeltayhermosadoncella;parecíabrillarellatambién.Elsabiosesintiódeslumbrado,perohizounesfuerzoparasacudieseelsueñoyabriólosojoscuantopudo.Deunsaltobajódelacama;sin hacer ruido se deslizó detrás de la cortina, pero la muchacha habíadesaparecido,ytambiénelresplandor;lasfloresnorelucíanya,peroseguíantan hermosas comode costumbre; la puerta estaba entornada, y en el fondoresonabaunamúsicatandeliciosa,queverdaderamenteparecíacosadesueño.Era como un hechizo; pero, ¿quién vivía allí? ¿Dónde estaba la entradapropiamentedicha?Laplantabajaestabaenteramenteocupadaportiendas,ynoeraposiblequeenéstasestuvieralaentrada.

Un atardecer se hallaba el sabio sentado en su balcón; tenía la luz a suespalda,porloqueeranaturalquesusombraseproyectasesobrelapareddeenfrente, al otro lado de la calle, entre las flores del balcón; y cuando elextranjerosemovía,semovíatambiénella,comoyasecomprende.

—Creoquemisombraesloúnicovivientequeseveahídelante—dijoel

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sabio—. ¡Cuidadoque estágraciosa, sentada entre las flores!Lapuerta estáentreabierta.Esunaoportunidadquemisombrapodríaaprovecharparaentraradentro;a lavueltamecontaría loquehubiesevisto. ¡Venga,sombra—dijobromeando—,anímatey sírvemedealgo!Entra,¿quieres?—y ledirigióunsignoconlacabeza,signoquelasombraledevolvió—.Bueno,vete,peronotemarches del todo—. El extranjero se levantó, y la sombra, en el balcónfronterizo, se levantó a su vez; el hombre se volvió, y la sombra se volviótambién. Si alguien hubiese reparado en ello, habría observado cómo lasombrasemetía,porlaentreabiertapuertadelbalcón,enelinteriordelacasade enfrente, al mismo tiempo que el forastero entraba en su habitación,dejandocaerdetrásdesilalargacortina.

A la mañana siguiente nuestro sabio salió a tomar café y leer losperiódicos.—.¿Quésignificaesto?—dijoalentrarenelespaciosoleado—.¡Notengosombra!Entoncesseráciertoquesemarchóanocheynohavuelto.¡Estosíqueesbueno!

Lefastidiabalacosa,notantoporlaausenciadelasombracomoporqueconocía el cuento del hombre que había perdido su sombra, cuento muypopularenlospaísesfríos.Ycuandoelsabiovolvieraasupatriayexplicarasuaventura,todosloacusaríandeplagiario,ynoqueríapasarportal.Poresoprefiriónohablardelasunto,yenestoobrómuycuerdamente.

Alanochecersaliódenuevoalbalcón,despuésdecolocarlaluzdetrásdeél,puessabíaquelasombraquieretenersiempreasuseñorporpantalla;peronohubomediodehacerlacomparecer.Sehizopequeño,seagrandó,pero lasombra no se dejó ver. El hombre la llamó con una tosecita significativa:¡ajem,ajem!,peroenvano.

Era,desdeluego,parapreocuparse,aunqueenlospaísescálidostodocrececon gran rapidez, y al cabo de ocho días observó nuestro sabio, con gransatisfacción,que, tanprontocomosalíaelsol, lecrecíaunasombranuevaapartirdelaspiernas;porlovisto,habíanquedadolasraíces.Alastressemanasteníaunasombramuydecente,que,enelcursodelviajequeemprendióalastierrasseptentrionales,fuecreciendogradualmente,hastaquealfinllegóasertanaltaytangrande,queconlamitadlehabríabastado.

Asíllegóelsabioasutierra,dondeescribiólibrosacercadeloqueenelmundohaydeverdadero,debuenoydebello.Deestamanerapasarondíasyaños;muchosaños.

Unatardeestabanuestrohombreensuhabitación,yheaquíquellamaronalapuertamuyquedito.

—¡Adelante!—dijo, pero no entró nadie. Se levantó entonces y abrió lapuerta: se presentó a su vista un hombre tan delgado, que realmente daba

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grima verlo. Aparte esto, iba muy bien vestido, y con aire de personadistinguida.

—¿Conquiéntengoelhonordehablar?—preguntóelsabio.

—Yadecíayoquenomereconocería—contestóeldesconocido—.Mehevueltotancorpórea,queinclusotengocarneyvestidos.Nuncapensóustedenvermeenesteestadodeprosperidad.¿Noreconoceasuantiguasombra?Sindudacreyóqueyanoibaavolver.Pueslohepasadomuybiendesdequemeseparédeusted.Heprosperadoentodoslosaspectos.Megustaríacomprarmilibertad,tengomediosparahacerlo—.Ehizotintinearunmanojodevaliososdijesquelecolgabandelreloj,ypusolamanoenlareciacadenadeoroquellevaba alrededordel cuello. ¡Cómo refulgían losbrillantes en susdedos!Ytodosauténticos,además.

—Pues no, no acierto a explicarme…—dijo el sabio—. ¿Qué significatodoesto?

—No es corriente, desde luego, —respondió la sombra—, pero es queustedtambiénsesaledeloordinario,yyo,bienlosabe,desdemuypequeñaseguí sus pasos.En cuantousted creyóqueyo estaba en situaciónde ir poresos mundos de Dios, me fui por mi cuenta. Ahora estoy en muy buenasituación,perounaespeciedeanhelomeimpulsóavolveraverloantesdesumuerte, pues usted debemorir. Además,me apetecía visitar de nuevo estastierras, pues uno quiere a su patria. Sé que usted tiene otra sombra; ¿he depagarlealgoaustedoaella?Dígamelo,porfavor.

—¿De verdad eres tú? —exclamó el sabio—. ¡Es asombroso! Jamáshubieracreídoqueunaviejasombrapudiesevolverenfigurahumana.

—Dígamecuántotengoqueabonarle—insistiólasombrapuesmemolestaestarendeudaconalguien.

—¡Qué cosas tienes!—exclamó el sabio—.Aquí no se trata de deudas.Puedes sentirte tan libre como cualquiera. Me alegro mucho de tu buenafortuna.Siéntate,miviejaamiga,ycuéntametansóloloqueocurrióyloqueviste,enlastierrascálidas,enaquellacasadeenfrente.

—Voy a contárselo—dijo la sombra, tomando asiento—, pero tiene queprometerme no decir a nadie que yo fui un día su sombra; pues a lomejorvolvemos a encontrarnos en esta ciudad.Mi intención es casarme; tengo desobrasparamanteneraunafamilia.

—Tranquilízate —contestó el sabio—. Jamás diré a nadie lo que enrealidaderes.Ahívamimano,yyasabesquesoyhombredepalabra.

—Yyosombradepalabra—respondióellaexpresándosedelúnicomodoquepodía.

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Sin embargo, era curioso que se hubiera hecho tan humana. Vestía denegro,sutrajeeradefinísimopaño,llevabazapatosdecharol,yunsombreroquesóloconsistíaencopayala,pornodecirnadadeloqueyasabemos: lacadena de oro y las sortijas de brillantes. Sí, la sombra vestía con granelegancia,yesoeraprecisamenteloquehacíadeellaunserhumano.

—Pues voy a contarle —dijo, apoyando los pies, con los zapatosencharolados, sobreelbrazode lanueva sombracon toda la fuerzaposible;nos referimos a la segunda sombra que al sabio le habla nacido, y quepermanecíaechadaasuspiescomounperrillo.Lohizo,orapororgullo,oraparaqueselequedasepegada.Lasombradelsueloseestuvomuyquietecitaycallada; no quería perder palabra del relato, pues tenía gran interés enenterarse de cómo podía emanciparse y convertirse en una personaindependiente.

—¿Sabequiénresidíaenlacasadeenfrente?—dijolasombra—.¡Pueslabellezamáxima,laPoesía!Yoestuveallítressemanas,yelefectoeselmismoque si se viviese tres mil años y se leyese todo lo que se ha compuesto yescrito.Loafirmoyeslaverdad.Lohevistotodoytodolosé.

—¡LaPoesía!—exclamó el sabio—. Sí, no es raro que viva sola en lasgrandes ciudades. ¡La Poesía! La vi un solo y brevemomento, pero estabamedio dormido. Salió al balcón, reluciente como la aurora boreal. ¡Cuenta,cuenta!Túestuvisteenelbalcón,entrasteenlacasay…

—Me encontré en la antesala —continuó la sombra—. Usted seguíamirando más allá de la habitación. No había luz, reinaba una especie depenumbra,peroestabanabiertaslaspuertasdeunalargaseriedeaposentosysalones,situadosunosenfrentedeotros.Dentro,laclaridaderavivísima,ylaluzmehabríafulminadosihubieraentradodirectamenteenlahabitacióndeladoncella;perofuiprudenteymetométiempo,queesloquedebehacerse.

—¿Yquévisteluego?—preguntóelsabio.

—Lovitodoyselovoyacontar,pero—yconstequenoespresunción—,dadamicondicióndeserlibreylosconocimientosqueposeo,paranohablaryademibuenaposiciónyfortuna,creonoestaríademásquemetratasedeusted.

—Lepidomilperdones—respondióel sabio—, ¡esunavieja costumbretan arraigada! Tiene usted toda la razón y trataré de no olvidarlo. Perocuéntemetodoloquevio.

—Todo—asintiólasombra—,pueslohevistotodoylosétodo.

—¿Quéaspectoofrecíanaquellassalas,lasmásinteriores?¿Noeranacasocomo el verde bosque? ¿No tenía uno la impresión de hallarse en un

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santuario? ¿No eran las salas como el cielo estrellado, cuando uno lo miradesdelacimadelasmontañas?

—De todohabía—dijo lasombra—.Noentréenteramente, sinoquemequedéenlahabitaciónprimera,enlapenumbra;peroestabamuybiensituada,pues lovi todoyme enteréde todo.Estuve en la antesala de la corte de laPoesía.

—Pero,¿quéesloquevio?¿PasaronacasoporlosgrandessalonestodoslosdiosesdelaAntigüedad?¿Combatíanlosantiguoshéroes?¿Jugabanniñosencantadoresycontabansussueños?

—Ledigoqueestuveallí,ycomprenderásindudaquevicuantohabíaquever.Siustedhubieraentrado,nosehabríaconvertidoenhombre,peroyosí,yal mismo tiempo conocí mi naturaleza íntima, mi condición innata, miparentesco con la Poesía.Cuando vivía con usted no pensaba en ello, pero,bien lo sabe, al salir y ponerse el sol, adquiría yo unas proporcionessorprendentes, y a la luz de la luna era casi más visible que usted mismo.Entoncesnocomprendíaminaturaleza,peroenlaantesaladelaPoesíasemerevelóplenamente.Meconvertíenserhumano.Salídeallímaduro,peroustedsehabíamarchadoyadelastierrascálidas.Medabavergüenzamostrarmeenminuevacondiciónhumana,talcomo,iba;necesitabazapatos,vestidos,todoesebarnizquedistinguealhombre.Busquérefugio—austedselodiré,perono vaya a ponerlo en ningún libro—, busqué refugio en las faldas de lacocinera, me escondí debajo de ellas. La mujer no tenía idea de lo queencerraba.Sólodenochesalíayoarondarporlascallesbajolaluzdelaluna;meapretabatanlargocomoeracontralapared—¡producíauncosquilleotanagradable en la espalda!—corríadeun ladoparaotro, por los tejadosy lasventanasmásaltasmirabaalinteriordelascasas;veíaloquenadiepodíavery presencié lo que nadie más ha presenciado ni debiera presenciar. En elfondo,esunmundomuymalo.Nomehabría interesadoconvertirmeen serhumano si no fuera por la especial distinción que ello confiere. Vi lo másincreíble,enlasmujeres,enloshombres,enlospadresyenlostiernoshijos;vi—prosiguió la sombra— lo que nadie debiera saber y que, sin embargo,todosseafananporsaber:lomaloencasadelvecino.Sihubiesepublicadounperiódico,¡quééxitoelmío!Perooptéporescribira lasmismaspersonas,ycundióelespantoentodaslasciudades,alasquellegaba.Sentíanterrordemí,y al propio tiempome apreciaban. Los profesores me tomaban por uno deellos,lossastresmedabantrajesnuevos,estoybienprovisto;eljefedelacasade la moneda acuñó monedas para mí, y las mujeres decían que era muyguapo.Asílleguéaserelpersonajequesoy,yahoramedespido.Ahítienemitarjeta;vivoenlapartesoleada,ycuandollueveestoysiempreencasa—.Ylasombrasemarchó.

—¡Quécosamásextraña!—dijoelsabio.

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Transcurrióunaño,ylasombrasepresentódenuevo.

—¿Quétal?—preguntó.

—¡Ay!—contestó el sabio—.Yo venga escribir acerca de la verdad, labondady labelleza, peronadiemehace caso.Estoydesesperado,pues estosignificamuchoparamí.

—Puesamímepreocuparíamuypoco—dijolasombra—.Yoengordo,yestoes loquehayqueprocurar.Ustednosabecomprenderelmundo;caeráenfermocomosigaasí.Debeviajar.Yovoyaemprenderunviajeenverano,¿quiereacompañarme?Megustaríateneruncompañero.¿Quierevenircomomisombra?Tendrémuchogustoenllevarlo;lepagarélosgastos.

—¡Vausteddemasiadolejos!—dijoelsabio.

—Dependedecómoselotome—observólasombra—.Unviajeleharíamuchobien.Siseavieneasermisombra,lotendrátodogratis.

—¡Bastadelocuras!—exclamóelsabio.

—¡Perosielmundoesasí—replicó lasombra—yseguiráasí!—.Ysemarchó.

Las cosas le iban mal al sabio; lo perseguían las preocupaciones y losdisgustos;y todo loqueescribíasobre laverdad, labondady labelleza,eraapreciado por la mayoría como las rosas lo son por una vaca. Al fin cayóenfermo.

—¡Pareceustedunasombra!—ledecíalagente;yaloírlosentíacómounescalofríolerecorríalaespalda.

—Vaya una temporada a un balneario —le aconsejó la sombra en lasiguientevisita—;essuúnicoremedio.Enconsideraciónanuestrasantiguasrelaciones,lollevaréconmigo.Lepagaréelviaje,ustedescribirálacrónicaymedistraeráduranteelcamino.Piensoiratomarlasaguas,pueslabarbanomecrececomodebiera,locualnodejadeserunaenfermedad,pueshayquetener barba. Sea razonable y acepte mi ofrecimiento; viajaremos comocompañeros.

Ypartieron;lasombradeseñor,yelseñordesombra.Ibansiemprejuntos,encoche,apieoacaballo,elunodelanteyelotrodetrásodelado,segúnlaposicióndelsolenelcielo.Lasombraselasarreglabaparaocuparsiempreellugardeprecedencia,yelsabionodejabadeadvertirlo.Eramuybondadoso,dulceyamable,yundíadijoalasombra:

—Puestoquesomoscompañerosdeviajeyademáscrecimosjuntos,¿porquénonostuteamos?Seríamuchomáscordial.

Lasombra,quesehabíaconvertidoenelverdaderoseñor,replicó:

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—Apreciolafranquezaylabuenaintenciónconquemehabla,yyovoyacorresponderle con lamisma franqueza y sinceridad. Usted, que es hombredocto, sabe sindudacuán rara es laNaturaleza.Ciertaspersonasnopuedentocarpapelgris,pueslesmarea;otrasnoresistenelruidodeunclavorascandouncristal.Puesamímeproduceunaimpresiónsimilarcadavezquelooigotratarme de tú; me siento como aplastado contra el suelo, como cuandoocupaba mí antigua posición. Ya ve que se trata de un sentimiento, no deorgullo.Nopuedopermitirqueustedmetutee,peroencambioyolotratarédetúconmuchogusto,conlocualquedarásatisfechalamitaddesudeseo.

Ylasombrasepusoatutearasuex-señor.

«Realmente, pasa ya de la raya —pensó el sabio— que yo tenga quetratarla de usted y, en cambio, ella me trate a mí de tú». Pero tuvo queresignarse.

Llegaronaunbalneariodondehabíamuchosextranjeros, entre ellosunahermosaprincesaaquejadadeunararaenfermedad:suvistaeraexcesivamentepenetrante,locualeraparainquietaracualquiera.

Enseguida se dio cuenta de que el nuevo huésped era completamentedistintodetodoslosdemás.

—Dicen que ha venido para que le crezca la barba, pero el verdaderomotivoyolosé:esquenopuedeproyectarsombra.

Despertada su curiosidad, procuró entrar enseguida en relación con elrecién llegado.Porsucalidaddeprincesanonecesitabaandarseconmuchasceremonias,porloque,alencontrarseconélenelpaseo,ledijo:

—Laenfermedaddeustedesquenotienesombra.

—¡SuAltezaRealhamejoradomuchodesudolencia!—dijolasombra—.Séquesumalconsisteentenerlavisióndemasiadoaguda,peroobservoquesehacurado.Elcasoesquetengounasombraqueseapartadelovulgar.¿VeVuestraAltezaestepersonajequemeacompañaconstantemente?Losdemástienenunasombraordinaria,peroamílocorrientenomegusta.Esfrecuentequesevistaa loscriadosconuna libreade telamásfinaque laque llevaelseñor; por la misma razón, he vestido de persona a mi sombra. Fíjese queinclusolehesuministradounasombrapropia.Esmuycostoso,peromedeleitaposeeralgoqueseaexclusivamentemío.«¿Cómo?»,pensólaprincesa.«¿Esposiblequemehayacurado?Estebalnearioeselmejordetodos.Ennuestraépocaelaguaposeevirtudessorprendentes.Peronomemarcharé,puesestoempiezaahoraaresultardivertido;esteextranjeromegusta.Ojalánolecrezcalabarba,puesentoncessemarcharíaenseguida».

Aquellanoche,enelgransalóndefiestas,bailaronlaprincesaylasombra.

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Conserellamuyligera,lasombraloeramuchomás;nuncahabíabailadoconunaparejacomoaquélla.Ledijodequépaíserayresultóqueélloconocía;habíaestadoenél,enausenciadelaprincesa.Sehabíaasomadoalasventanasy escudriñado los pisos de arriba y los de abajo; lo vio todo; por eso pudoresponder a su interlocutora y darle tales noticias que quedó admirada. Sinduda era el hombremás sabio delmundo entero.Sintió gran respeto por suciencia, y cuando volvieron a bailar, ella se enamoró; bien lo observó lasombra, pues la princesa lo había atravesado con susmiradas. Bailaron portercera vez, y ella estuvo a punto de confesárselo; pero logró contenerseprudentemente,pensandoensupaís,ensureinoyensusnumerosossúbditos.«Esunsabio—sedijo—,locualestábien;ybailamagníficamente,locualesotra cualidad. Pero tengo que averiguar si posee conocimientosfundamentales». Y se puso a formularle preguntas dificilísimas, que ellamismanohubierasabidocontestar:lasombrapusounacaramuyextraña.

—¡Estoustednolosabe!—dijolaprincesa.

—Lo aprendí ya siendo niño—respondió la sombra—. Estoy seguro dequeinclusomisombra,queestáenlapuerta,seríacapazdecontestarle.

—¡Susombra!—exclamólaprincesa—.¡Estoseríaaúnmásperegrino!

—Noleaseguroquepuedahacerlo—contestó lasombrapero tengomismotivosparacreerlo—. ¡Lleva tantosañossiguiéndomeymehaoído tantasveces!PeropermítamequeadviertaaVuestraAltezaquesumayororgulloeselsertenidaporunserhumano.Cuandoestádebuenas—yesnecesarioqueestédebuenhumorpararesponder—hadesertratadacomounapersona.

—Eso me gusta —dijo la princesa. Y, dirigiéndose al sabio, quepermanecíaenlapuerta, lehablódelSolydelaLunaydeloquehayenelexterioryelinteriordelhombre;yatodolerespondió.

«¡Qué hombre tan excepcional debe de ser, para tener una sombra tanerudita!—pensó—. Sería una bendición parami pueblo que lo erigiese pormarido.¡Loharé!».

Pronto llegaronaunacuerdo laprincesay lasombra.Peronadiedeberíasaberloantesdelregresodeellaasupatria.

—¡Nadie, ni siquiera mi sombra!—insistió ésta, que tenía sus reservasmentales.

Yllegaronalpaísenquereinabalaprincesa.

—Escucha, mi buen amigo —dijo la sombra al sabio—, he llegado almáximo grado de felicidad y poder que puede alcanzar un hombre; voy ahacerportialgoextraordinario.Vivirássiempreconmigoenpalacio,montarásenmirealcarrozaydispondrásdecienmilescudosanuales;peroesnecesario

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quedejesquetodostellamensombra;nodebesdecirquefuisteunhombre;yunavezalaño,cuandoyomesienteenelbalcónalavistadelamultitud,teecharásamispies,comoespropiodeunasombra.HasdesaberquemecasoconlahijadelRey;labodasecelebraráestanoche.

—¡Alto!Esto es ya demasiado—replicó el sabio—. ¡No quiero y no loharé!Seríatantocomoengañaratodoelpaís,ya laprincesaporañadidura.Lo revelaré todo: que yo soy un ser humano, y tú una sombra, sólo quevestida.

—Nadietecreerá—dijolasombra—.Sérazonableollamoalaguardia.

—Mevoyinmediatamenteaveralaprincesa—respondióelsabio.

—Yo iréprimero—dijo la sombra—,y tú irás a la cárcel—.Yasí fue,pues los centinelas obedecieron a aquél que, según sabían, se casaría con lahijadelRey.

—Estás temblando—exclamó laprincesa al presentarse la sombra en suhabitación—.¿Tehaocurridoalgo?Novayasacaerenfermo,hoyquehadecelebrarsenuestraboda.

—¡Mehasucedidolomáshorriblequequepaimaginar!—dijolasombra.Figúrate(aunqueclaroestáquealcerebrodeunasombranoselepuedepedirgran cosa) que mi sombra se ha vuelto loca. Ha dado en creer que es unhombreyque,¡fíjate!,lasombrasoyyo.

—¡Estoeshorrible!—dijolaprincesa—.¿Lahanencerrado?

—¡Sí!Ymetemoquenosanaránunca.

—¡Pobre sombra! —dijo la princesa—, es bien desgraciada. Sería unabuenaacciónliberarladelapocavidaquetiene.Y,pensándolobien,creoqueseránecesarioacabarconellasinarmarruido.

—¡Es dura cosa! —observó la sombra—, pues siempre fue una fielservidora—.Ysimulóquesuspiraba.

—¡Quéalmamásnoble!—dijolaprincesa.

Aquella noche se iluminó toda la ciudad y fueron disparadas salvas deartillería:¡bum!;ylastropaspresentaronarmas.¡Vayaboda!Laprincesaylasombrasalieronalbalcónparaqueelpueblolosvieseylosaclamase.

Elsabionosuponadadetodasaquellasmagnificencias:lehabíanquitadolavida.

Losvecinos

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(Nabofamilierne)

Cualquierahabríadichoquealgoimportanteocurríaenlabalsadelpueblo,y,sinembargo,nopasabanada.Todoslospatos,tantolosquesemecíanenelagua como los que se habían puesto de cabeza—pues saben hacerlo—, depronto se pusieron a nadar precipitadamente hacia la orilla; en el suelocenagoso quedaron bien visibles las huellas de sus pies y sus gritos podíanoírse a gran distancia. El agua se agitó violentamente, y eso que unosmomentosantesestabatersacomounespejo,enelquesereflejabanunoporuno losárbolesyarbustosde lascercaníasy laviejacasadecampocon losagujeros de la fachada y el nido de golondrinas, peromuy especialmente elgranrosalcuajadoderosas,quebajabadesdeelmurohastamuyadentrodelagua.Elconjuntoparecíauncuadropuestodelrevés.Peroencuantoelaguaseagitaba,todoserevolvía,ylapinturaseesfumaba.Dosplumasquehabíancaídodelospatosaldesplegarlasalas,sebalanceabansobrelasolas,comosisoplaseelviento;y,sinembargo,nolohabía.Porfinquedaroninmóviles:elagua recuperó su primitiva tersura y volvió a reflejar claramente la fachadacon el nido de golondrinas y el rosal con cada una de sus flores, que eranhermosísimas,aunqueellasloignorabanporquenadieselohabíadicho.Elsolsefiltrabaporentrelasdelicadasyfraganteshojas;ycadarosasesentíafeliz,demodoparecidoaloquenossucedealaspersonascuandoestamossumidosennuestrospensamientos.

—¡Qué bella es la vida!—decía cada una de las rosas—.Lo único quedesearíaespoderbesaralsol,porsertancálidoytanclaro.

—Ytambiénquisierabesarlasrosasdedebajodelagua:¡separecentantoanosotras!Ybesaría tambiéna lasdulcesavecillasdelnido,queasoman lacabezapiandolevemente;notienenaúnplumascomosuspadres.Sonbuenoslosvecinosquetenemos,tantolosdearribacomolosdeabajo.¡Quéhermosaeslavida!

Aquellos pajarillos de arriba y de abajo—los segundos no eran sino elreflejodelosprimerosenelagua—erangurriatos,hijosdegorriones;habíanocupado el nido abandonado por las golondrinas el año anterior, y seencontrabanenélcomoensupropiacasa.

—¿Sonpatitoslosqueallínadan?—preguntaronlosgurriatosalverflotarenelagualasplumasdelaspalmípedas.

—¡No preguntéis tonterías! —replicó la madre—. ¿No veis que sonplumas,prendasdevestirvivascomolasqueyollevoyquevosotrosllevaréistambién, sólo que las nuestras son más finas? Por lo demás, me gustaríatenerlas aquí en el nido, pues son muy calientes. Quisiera saber de qué seespantaronlospatos.Habrásucedidoalgoenelagua.Yonohesido,aunque

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confieso que he piado un poco fuerte. Esas cabezotas de rosas deberíansaberlo,peronosabennada;mirarseenelespejoydespedirperfume,esoescuantosabenhacer.¡Quévecinastanaburridas!

—¡Escuchadlospajarillosdearriba!—dijeronlasrosas—,hacenensayosdecanto.Nosabentodavía,peroyavendrá.¡Québonitodebesersabercantar!Esdeliciosotenervecinostanalegres.

Enaquelmomentollegaron,galopando,doscaballos;veníanaabrevar;unzagalmontabaunodeellos,despojadodetodassusprendasdevestir,exceptoel sombrero, grande y de anchas alas. El mozo silbaba como si fuese unpajarillo,ysemetióconsucabalgaduraenlapartemásprofundadelabalsa;alpasarjuntoalrosalcortóunadesusrosas,selaprendióenelsombrero,parairbienadornado,ysiguióadelante.Lasotrasrosasmirabanasuhermanaysepreguntabanmutuamente:—.¿Adóndeva?—peroningunalosabía.

—Avecesmegustaríasaliracorrermundo—dijounadelasfloresasuscompañeras—. Aunque también es muy hermoso este rincón verde en quevivimos.Duranteeldíabrillaelsolynoscalienta,yporlanoche,elcieloesaúnmásbello;podemosverloatravésdelosagujeritosquetiene.

Sereferíaalasestrellas;pensabaqueeranagujerosdelcielo.¡Nollegabaamáslacienciadelasrosas!

—Nosotrostraemosvidayanimaciónaestosparajes—dijolagorriona—.Losnidosdegolondrinasondebuenagüero,dicelagente;poresosealegrande tenernos. Pero aquel vecino, el gran rosal que se encarama por la pared,producehumedad.Esperoque semarchepronto, y en su lugar crezca trigo.Lasrosassólosirvendeadornoyparaperfumarelambiente;alosumo,parasujetarlas al sombrero.Todos los años semarchitan, lo sépormimadre.Lacampesinalasconservaensal,yentoncestienenunnombrefrancésquenosépronunciar,nimeimporta;luegolasesparceporlaventanacuandoquierequehuelabien.¡Yéstaestodasuvida!Nosirvenmásqueparaalegrarlosojosyelolfato.Yalosabéis,pues.

Alanochecer,cuandolosmosquitosempezaronadanzarenelairetibio,ylasnubesadquirieronsus tonalidades rojas,sepresentóel ruiseñorycantóalas rosas que en este mundo lo bello se parece a la luz del sol y viveeternamente. Pero las rosas creyeron que el ruiseñor cantaba sus propiasloanzas, y cualquiera lohabríapensado también.No se lesocurrióque eranellaselobjetodesucanto;sinembargo,experimentaronungranplacerysepreguntabansitalvezlosgurriatosnosevolveríanasuvezruiseñores.

—Hecomprendidomuybienloquecantóelpájaro—dijeronlosgurriatos—.Sólounapalabraquisieraquemeexplicasen:¿quésignifica«lobello»?

—No es nada —respondió la madre—, es una simple apariencia. Allá

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arriba,en la fincade losseñores,donde laspalomas tienensucasapropiaytodoslosdíasselesrepartenguisantesygrano—yohecomidotambiénconellas,yalgúndíavendréisvosotros:dimeconquiénandasytediréquiéneres—,puesenaquellafincatienendospájarosdecuelloverdeyunmechoncitodeplumasenlacabeza.Puedenextenderlacolacomosifueseunagranrueda;tienentodosloscolores,hastaelpuntodequeduelenlosojosdemirarlos.Sellaman pavos reales, y son la belleza. Sólo con que los desplumasen unpoquitín, casi no se distinguirían de nosotros. ¡Me entraban ganas deemprenderlasapicotazosconellos,peroerantangrandotes!

—Puesyo losvoyapicotear—exclamóel benjamínde losgurriatos; elmocosonoteníaaúnplumas.

Enelcortijovivíaunjovenmatrimonioquesequeríatiernamente;losdoseran laboriosos y despiertos, y su casa era un primor de bien cuidada. Losdomingos por la mañana salía la mujer, cortaba un ramo de las rosas másbellasylasponíaenunflorero,enelcentrodelarmario.

—¡Ahoramedoycuentadequeesdomingo!—decíaelmarido,besandoasu esposa; y luego se sentaban y lean un salmo, cogidos de las manos,mientraselsolpenetrabaporlasventanas,iluminandolasfrescasrosasyalaenamoradapareja.

—¡Este espectáculo me aburre! —dijo la gorriona, que lo contemplabadesdesunidodeenfrente;yechóavolar.

Lo mismo hizo una semana después, pues cada domingo ponían rosasfrescas en el florero, y el rosal seguía floreciendo tan hermoso. Losgorrioncitos,queya teníanplumas,hubieranquerido lanzarseavolarconsumadre,peroésta lesdijo:—¡Quedaosaquí!—yseestuvieronquietecitos—.Ella se fue, pero, como suele ocurrir con harta frecuencia, de pronto quedócogida en un lazo hecho de crines de caballo, que unosmuchachos habíancolocado en una rama. Las crines aprisionaron fuertemente la pata de lagorriona,tanto,queparecíaqueibanapartirla.¡Quédoloryquémiedo!Loschicoscogieronelpájaro,oprimiéndoleterriblemente:—¡Sóloesungorrión!—dijeron—;peronolosoltaron,sinoquese lo llevaronacasa,golpeándoloenelpicocadavezquechillaba.

En la casa había un viejo entendido en el arte de fabricar jabón para labarbaypara lasmanos, jabón enbolasy enpastillas.Eraunviejo alegreytrotamundos; al ver el gorrión que traían los niños, del que, según ellos, nosabíanquéhacer,lespreguntó:

—¿Queréisquelopongamosguapo?

Un estremecimiento de terror recorrió el cuerpo de la gorriona al oíraquellaspalabras.Elviejoabriósucaja—queconteníacoloresbellísimos—,

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tomó una buena porción de purpurina y, cascando un huevo que leproporcionaron los chiquillos, separó la clarayuntóconella todoel cuerpodel avecilla, espolvoreándolo luego con el oro. Y de este modo quedó lagorrionadorada, aunquenopensaba en subelleza, pues semoría demiedo.Después,el jaboneroarrancóun traporojodel forrodesuviejachaqueta, locortóenformadecrestaylopegóenlacabezadelpájaro.

—¡Ahora veréis volar el pájaro de oro!—dijo, soltando al animalito, elcual,presademortalterror,emprendióelvueloporelespaciosoleado.¡Diosmío,ycómorelucía!Todoslosgorriones,ytambiénunacornejaquenoestabaya en la primera edad, se asustaron al verlo, pero se lanzaron en supersecución,ávidosdesaberquiéneraaquelpájarodesconocido.

—¿Dedónde,dedónde?—gritabalacorneja.

—¡Esperaunpoco, esperaunpoco!—decían losgorriones.Peroellanoestabaparaaguardar;dominadaporelmiedoylaangustia,sedirigióenlínearectahaciasucasa.Poco le faltabaparadesplomarse rendida,perocadavezera mayor el número de sus perseguidores, grandes y chicos; algunos sedisponíaninclusoaatacarla.

—¡Fijaosenése,fijaosenése!—gritabantodos.

—¡Fijaos en ése, fijaos en ése! —gritaron también sus crías cuando amadre llegó al nido—.Seguramente es un pavito, tiene todos los colores, yhacedañoalosojos,comodijomadre.¡Pip!¡Eslabelleza!—.Yarremetieroncontraellaapicotazos, impidiéndoleposarseenelnido;yestabalagorrionatanaterrorizada,quenofuecapazdedecir¡pip!,ymuchomenos,claroestá,¡soyvuestramadre!Lasotrasaveslaagredierontambién,learrancarontodaslasplumas,ylapobrecayóensangrentadaenmediodelrosal.

—¡Pobre animal!—dijeron las rosas—. ¡Ven, te ocultaremos! ¡Apoya lacabecitasobrenosotras!

Lagorrionaextendióporúltimavez las alas, luego lasoprimiócontra elcuerpoy expiró en el senode la familiavecinade las frescasyperfumadasrosas.

—¡Pip!—decíanlosgurriatosenelnido—,noentiendodóndepuedeestarnuestramadre.¿Noseráunatretasuya,paraquenosdespabilemospornuestracuentaynosbusquemoslacomida?Noshadejadoenherencialacasa,pero,¿quiéndenosotrossequedaráconella,cuandolleguelahoradeconstituirunafamilia?

—Puesyaveréiscómoosechodeaquí,eldíaenqueamplíemihogarconmujerehijos—dijoelmáspequeño.

—¡Yotendrémujerehijosantesquetú!—replicóelsegundo.—.¡Yosoy

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el mayor! —gritó un tercero. Todos empezaron a increparse, a propinarsealetazosypicotazos,y,¡paf!,unotrasotrofueroncayendodelnido;peroaúnen el suelo seguían peleándose. Con la cabeza de lado, guiñaban el ojodirigidohaciaarriba:erasumododemanifestarsuenfado.

Sabíanyavolarunpoquitín;luegoseejercitaronunpocomásyporúltimo,convinieron en que, para reconocerse si alguna vez se encontraban por esosmundos de Dios, dirían tres veces ¡pip! y rascarían otras tantas con el pieizquierdo.

Elmás pequeño, que había quedado en el nido, se instaló a sus anchas,pues había quedado como único propietario; pero no duró mucho susatisfacción. Aquella misma noche se incendió la casa: las rojas llamasestallaronatravésdelasventanas,prendieronenlapajasecadeltechoy,enunmomento,elcortijoenteroquedóreducidoacenizas.Elmatrimoniopudosalvarse,peroelgurriatomurióabrasado.

Cuandosalióel sola lamañanasiguientey todoparecíadespertardeunsueño tranquilo y reparador, de la casa no quedabanmás que algunas vigascarbonizadas,quesesosteníancontralachimenea,loúnicoqueseguíaenpie.De entre los restos salía aún una densa humareda; pero delante se alzaba,lozanoyflorido,elrosal,cuyasramasyfloressereflejabanenelagualímpidaytranquila.

—¡Qué bellas son las rosas frente a la casa incendiada! —exclamó unhombre que acertaba a pasar por allí—. Voy a tomar un apunte. Sacó delbolsillounlápizyuncuadernodehojasblancas—pueserapintor—ydibujólosescombroshumeantes, losmaderoscalcinadossobre lachimenea,queseinclinaba cada vezmás, y, en primer término, el gran rosal florido, que eraverdaderamentehermosoyconstituíaelmotivocentraldelcuadro.

Pocashorasmástardepasaronporellugardosdelosgorrionesquehablannacidoallí.—.¿Dóndeestá lacasa?—preguntaron—.¿Dóndeestáelnido?¡Pip! Todo se ha consumido, y nuestro valiente hermano habrá muertoachicharrado.Leestábienempleadoporhabersequeridoquedarconelnido.Las rosas han escapado con vida; helas ahí con sus mejillas coloradas. Ladesgraciadelvecinolasdejatanfrescas.Noquierodirigirleslapalabra.Estesitiosemehaceinsoportable.—Yseecharonavolar.

Enunhermosoysoleadodíadel siguienteotoño,queparecíadeverano,bajaronlaspalomasalsecoylimpiosuelodelpatioqueseextendíafrentealagran escalera de la hacienda señorial. Las había negras y blancas yabigarradas, sus plumas brillaban al sol, y las viejas madres decían a lospichones:—¡Agruparse,chicos,agruparse!—puesasíparecíanmejor.

—¿Quiénes esepequeñínparduscoque salta entrenosotras?—preguntó

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unapalomacuyosojosdespedíandestellosrojosyverdes.

—¡Pequeñín,pequeñín!—dijo.

—¡Son gorriones, pobrecillos! Siempre hemos tenido fama de serbondadosas,dejémoslesquesellevenunosgranitos.Hablanpocoentreellos,yrascantangraciosamenteconelpie.

Rascaban,enefecto;tresveceslohicieronconelpieizquierdo,diciendoalmismo tiempo «¡pip!». Y entonces se reconocieron: eran tres gorriones delnidodelacasaquemada.

—¡Qué bien se come aquí! —dijeron los gorriones. Y las palomas sepaseaban a su alrededor, pavoneándoseyguardándose suopinión.—. ¡Fíjateenaquellabuchona!—dijounadelaspalomasasuvecina—.¡Quémaneradetragarselosarbejones!Comedemasiadosysequedaconlosmejoresademás.¡Curr, curr! Mira cómo se le hincha el buche. ¡Vaya con el bicho feo yasqueroso!¡Curr,curr!—.Ysusojosdespedíanrojaschispasdeindignación—. ¡Agruparse, agruparse! ¡Pequeñines, pequeñines!, ¡curr, curr! —. Asídiscurrían las cosas entre las amables palomas y los pichones; y así es deesperarquesigandiscurriendodentrodemilaños.

Losgorrionessetratabanacuerpoderey,semovíanasusanchasentrelaspalomas,aunquenoseencontrabanensuelemento.Hartosalfin,selargaron,mientrasintercambiabanopinionesacercadesushuéspedes.Saltaronluegolavalladeljardíny,comoestuvieseabiertalapuertadelahabitaciónquedabaaél,unosaltóalumbral.Habíacomidomuybienysesentíaanimoso.—¡Pip!—dijo—,me lanzo. ¡Pip!—dijoelotro—, tambiényome lanzo,ymásaúnquetú—.Yseentróenlahabitación.Nohabíanadieenella,yelterceroalverlo,deunavoladaseplantóenelcentroydijo:—¡odentrodeltodoonada!Soncuriososlosnidosdeloshombres.¡Toma!¿Quéeseso?

¡Eran las rosasde laviejacasa,quese reflejabanenelagua,y lasvigascarbonizadas,apoyadascontralaruinosachimenea!¿Cómohabíaidoapararaquelloalahabitacióndelahaciendaseñorial?

Los tres gorriones se alzaron para volar por encima de las rosas y de lachimenea,perofueronachocarcontraunapared.Erauncuadro,ungrandeymagníficocuadro,queelpintorhabíacompuestoabasedesuapunte.

—¡Pip!—dijeron losgorriones—. ¡Noesnada, sólo es apariencia! ¡Pip!¡Estoeslabelleza!¿Locomprendes?¡Yono!—.Ysealejaronvolando,puesentraronpersonasenelcuarto.

Transcurrierondíasyaúnaños;laspalomasarrullaronmuchasveces,porno decir gruñeron, las muy enredonas. Los gorriones pasaron los inviernoshelándoseylosveranosdándoselagranvida.Todosestabanyaprometidoso

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casados, como se quiera. Tenían pequeñuelos y, como es natural, cada unocreíaquelossuyoseranlosmáslistosyhermosos.Unovolabaporaquí,otroporallá,ycuandoseencontrabansereconocíanporsu¡Pip!yeltriplerascarcon el pie izquierdo. Lamás vieja era una gorriona solterona, que no tenlanidonipolluelos.Deseosadeirseaunagranciudad,emprendióelvuelohaciaCopenhague.

Habíaallí,cercadelPalacio,unagrancasapintadadevivoscolores,juntoalcanal,dondeamarrabanbarcoscargadosdemanzanasymuchasotrascosas.Lasventanaseranmásanchasporlaparteinferiorqueporlasuperior,ysilosgorrionesmirabandentrodeledificio,cadahabitaciónselesaparecíacomountulipán,conmilcoloresyarabescos;yenelcentrodelaflorhabíapersonajesblancos, de mármol, aunque algunos eran de yeso; pero esto no sabíandistinguirlolosojosdelosgorriones.Enlacimadelacasahabíaungrupodebronce,figurandounacuadrigaguiadaporladiosadelaVictoria;ytodoerademetal:elcarro,loscaballosyladiosa.EraelmuseoThorwaldsen.

—¡Cómobrilla,cómobrilla!—dijolagorriona—.Seguramenteestoeslabelleza.¡Pip!¡Peroaquíesmuchomayorqueenelpavo!

Recordabaque,siendo«niña»,sumadrelehabíadichoquelabellezamásgrande estaba en el pavo. Bajó al patio, donde todo era magnífico, conpalmeras y ramas pintadas en las paredes; en el centro crecía un gran rosalllenoderosasqueseextendíahastaelladoopuestodeunatumba.Volóhastaallíyseencontróconvariosgorrionesqueagitabanlasalas.Dijeron«¡Pip!»yrascaron tresvecesconelpie izquierdo,aquel saludo tanqueridoque tantasveces dirigió a unos y otros en el curso de su vida sin que nadie locomprendiera, pues los que una vez se separaron, no suelen volver aencontrarsetodoslosdías.Peroaquellaformadesaludarsehabíaconvertidoenhábitoenella,yheaquíqueahorasetopabacondosviejosgorrionesyunojoven,quedecían«¡Pip!»yrascabanconelpieizquierdo.

—¡Ah, hola, buenos días, buenos días!—. Eran tres gorriones del viejonido, con otro más joven que formaba parte de la familia—. ¿Aquí nosencontramos? —dijeron.—. Es un lugar muy distinguido, pero lo que escomidanosobra.¡Estoeslabelleza!¡Pip!

Entraron muchas personas, que venían de las salas laterales, donde sehallaban lasmagníficas estatuas demármol, y se dirigieron a la tumba queguardaba los restos del gran maestro, autor de todas aquellas esculturas.Cuantos se acercaban contemplaban con rostro radiante la sepultura deThorwaldsen; algunos recogían los pétalos de rosa caídos y los guardaban.Algunos venían de muy lejos, de Inglaterra, Alemania y Francia; y la máshermosadelasseñorascogióunarosayselaprendióenelpecho.Pensaronentonces los gorriones que allí reinaban las rosas, que la casa había sido

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construida para ellas, y les pareció un tanto exagerado; pero viendoque loshumanosmostraban tanto amor por las flores, no quisieron ellos sermenos.—.¡Pip!—dijeron,poniéndoseabarrerelsueloconelraboyguiñandoelojoalasrosas.Nobienlashubieronvisto,quedaronpersuadidosdequeeransusantiguasvecinas,y,enefecto,loeran.Elpintorquedibujaraelrosaljuntoalaviejacasadecampoincendiadahabíaobtenidopermiso,yaavanzadoelaño,para trasplantarlo, y lo había regalado al arquitecto, pues en ningún sitiocrecían rosas tan hermosas. El arquitecto había plantado el rosal sobre latumba de Thorwaldsen, donde florecía como símbolo de la Belleza, dandorosasencarnadasyfragantes,quelosturistassellevabancomorecuerdoasuslejanospaíses.

—¿Habéisencontradoacomodoenlaciudad?—preguntaronlosgorriones.Las rosas contestaronconungesto afirmativo,y, reconociendoa suspardosvecinosdelestanquecampesino,sealegrarondevolveraverlos.

—¡Qué bello es vivir y florecer, encontrarse con antiguos amigos yconocidosyversiemprecarasamables!Aquíescomositodoslosdíasfueseunagranfiesta.

—¡Pip!—dijeron losgorriones—.Sí, sonnuestros antiguosvecinos; susdescendientes de la balsa del pueblo se acuerdan de nosotros. ¡Pip! ¡Quésuertehantenido!Loshayquehastadurmiendohacenfortuna.Ylaverdadesquenocomprendoquébellezapuedehaberenunacabezarojacomolassuyas.¡Allíhayunahojaseca,laveomuybien!

Se pusieron a picotearía hasta que cayó; pero el rosal quedó aún máslozanoymásverde,ylasrosassiguieronenviandosuperfumealatumbadeThorwaldsen,acuyonombreinmortalsehabíaasociadosubelleza.

Holgereldanés

(HolgerDanske)

Hay en Dinamarca un viejo castillo llamado Kronborg. Está junto alÖresund, estrecho que cruzan diariamente centenares de grandes barcos, lomismoinglesesquerusosyprusianos,saludandoalviejocastilloconsalvasdeartillería,¡bum!,yélcontestaconsuscañones:¡bum!Puesdeestaformaloscañonesdicen«¡Buenosdías!»y«¡Muchasgracias!».Eninviernonopasaporallí ningún buque, ya que entonces está todo cubierto de hielo, hasta muyarribadelacostasueca;peroenlabuenaestaciónesunaverdaderacarretera.Ondean las banderas danesa y sueca, y las poblaciones de ambos países sedicen«¡Buenosdías!»y«¡Muchasgracias!»,peronoacañonazos,sinoconun

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amistosoapretóndemanos,yunosllevanpanblancoyrosquillasalosotros,pueslacomidaforasterasiempresabemejor.Perolomásestupendodetodoesel castillo deKronborg, en cuyas cuevas, profundas y tenebrosas, a las quenadiebaja, resideHolgerelDanés.Vavestidodehierroyacero,yapoya lacabeza en sus robustos brazos; su larga barba cuelga por sobre la mesa demármol,alaqueestápegada.Duermeysueña,peroensueñosvetodoloqueocurre allá arriba, enDinamarca.PorNochebuenabaja siempreun ángel deDiosyledicequeesciertoloquehasoñado,yquepuedeseguirdurmiendotranquilamente,puesDinamarcanoseencuentraaúnenverdaderopeligro.Siestepeligrosepresentara,Holger,elviejodanés,selevantaría,yromperíalamesaalretirarlabarba.Volveríaalmundoypegaríatanfuerte,quesusgolpesseoiríanentodoslosámbitosdelaTierra.

UnancianoexplicóasunietecitotodasestascosasacercadeHolger,yelpequeño sabíaque todo loquedecía su abuelo era lapuraverdad.Mientrascontaba, el viejo se entretenía tallando una gran figura de madera querepresentaríaaHolger,destinadaaadornarlaproadeunbarco;pueselabueloeraescultordemadera,osea,unhombrequetallafigurasparaespolonesdebarcos, figuras que van de acuerdo con el nombre del navío. Y en aquellaocasiónhabía representadoaHolger,erguidoyaltivo,consu largabarba, laancha espada de combate en una mano, mientras la otra se apoyaba en elescudoadornadoconlasarmasdanesas.

El abuelo contó tantas y tantas cosas de hombres ymujeres notables deDinamarca,queelnietocreyóalfinquesabíatantocomoelpropioHolger,elcual, además, se limitaba a soñarlas; y cuando se fue a acostar, se puso apensartantoenaquello,queaplicólabarbillacontralacolchaysedioacreerqueteníaunaluengabarbapegadaaella.

Elabuelosehabíaquedadoparaproseguirsutrabajo,yrealizabalaúltimapartedelmismo,queeraelescudodanés.Cuandoyaestuvolistocontemplósuobra, pensando en todo loque leyerayoyera, y en loque aquella nochehabía explicado al muchachito. Hizo un gesto con la cabeza, se limpió lasgafasy,volviendoasentarse,dijo:

—Durante el tiempo que me queda de vida, seguramente no volveráHolger;peroesepequeñoqueduermeahítalvezloveayestéasuladoeldíaqueseanecesario.

Yelviejoabuelorepitiósugesto,ycuantomásexaminabasuHolger,másseconvencíadequehabíahechounabuenatalla;leparecióquecobrabacolor,y que la armadura brillaba comohierro y acero; en el escudo de armas, loscorazonesseenrojecíangradualmente,ylosleonescoronados,saltaban.

—Eselescudomáshermosodecuantosexistenenelmundoentero—dijoel viejo—. Los leones son la fuerza, y los corazones, la piedad y el amor.

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Contempló el primer león y pensó en el rey Knud, que incorporó la granInglaterra al trono de Dinamarca; y al considerar el segundo recordó aWaldemar, unificador deDinamarca y conquistador de los países vendos; eltercer león le trajoa lamemoriaaMargarita,queunióDinamarca,SueciayNoruega.Ycuandosefijóenlosrojoscorazones,leparecieronquebrillabanaúnmásqueantes;eranllamasquesemovían,ysus,pensamientosfueronenposdecadaunodeellos.

Laprimera llama locondujoaunaestrechayoscuracárcel,ocupadaporunaprisionera,unahermosamujer,hijadeCristiánIV:LeonoraUlfeldt;ylallama se posó, cual una rosa, en su pecho, floreciendo y brillando con elcorazóndelamejorymásnobledetodaslasmujeresdanesas.

—Sí,esunodeloscorazonesdelescudodeDinamarca—dijoelabuelo.Yluegosumentesedirigióalallamasegunda,quelollevóaaltamar,dondeloscañonestronaban,ylosbarcosaparecíanenvueltosenhumo;ylallamasefijó,comounacondecoración,enelpechodeHvitfeldtcuando,parasalvarlaflota,volósupropiobarcoconélabordo.

LatercerallamalotransportóalasmíserascabañasdeGroenlandia,dondeelpárrocoHansEgederealizabasuapostoladodeamorconpalabrasyobras;lallamaeraunaestrellaensupecho,uncorazónenlasarmasdanesas.

Ylospensamientosdelabueloseanticiparonalallamaflotante,puessabíaadónde ibaésta.En lapobreviviendade la campesina,FedericoVI,depie,escribíacontizasunombreenlasvigas.Lallamatemblabasobresupechoyensucorazón;enaquellahumildeestancia,sucorazónpasóaforzarpartedelescudodanés.Yelviejosesecólosojos,pueshabíaconocidoalreyFederico,con sus cabellos de plata y sus nobles ojos azules, y por él había vivido.Yjuntando lasmanos se quedó inmóvil, con lamirada fija. Entró entonces sunueraadeciralancianoqueerayamuy tardeyhoradedescansar,yque lamesaestabapuesta.

—Pero, ¡qué hermosa estatua has hecho, abuelo!—exclamó la joven—.¡Holgerynuestroescudocompleto!Diríaqueestacaralahevistoyaantes.

—No, tú no la has visto—dijo el abuelo—, pero yo sí, y he procuradotallarlaenlamadera,talycomolatengoenlamemoria.Cuandolosinglesesestabanenlaradaeldía2deabril,supimosdemostrarqueéramoslosantiguosdaneses.Abordodel«Dinamarca»,dondeyoservíaen laescuadradeSteenBille,habíaamiladounhombre;habríasedichoquelasbalasleteníanmiedo.Cantabaalegrementeviejascanciones,mientrasdisparabaycombatíacomosifueseunsersobrehumano.Meacuerdotodavíadesurostro;peronosé,nilosabenadie, dedóndevinoni adónde fue.Muchasveceshepensado si seríaHolger,elviejodanés,enpersona,quehabríasalidodeKronborgparaacudiren nuestra ayuda a la hora del peligro. Esto es lo que pensé, y ahí está su

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efigie.

Ylafiguraproyectabaunagransombraenlaparede inclusosobrepartedel techo;parecíacomosiallíestuvieseelpropioHolger,pues lasombrasemovía;claroquepodíatambiénserdebidoaquelallamadelalámparaardíademanera irregular.Lanueradiounbesoal abueloy loacompañóhastaelgran sillóncolocadodelantede lamesa,yellay sumarido,hijodelviejoypadre del chiquillo que dormía en la cama, se sentaron a cenar. El ancianohablódelosleonesydelosdaneses,delafuerzaylaclemencia,yexplicódemodo bien claro que existía otra fuerza, además de la espada, y señaló elarmario que guardaba viejos libros; allí estaban las comedias completas deHolberg, tan leídasyreleídas,queunocreíaconocerdesdehacíamuchísimotiempoatodossuspersonajes.

—¿Veis?Éste tambiénsupozurrar—dijoelabuelo—.Hizocuantopudopor acabar con todo lo disparatado y torpe que había en la gente —y,señalandoelespejosobreelcualestabaelcalendariocon laTorreRedonda,dijo:—.TambiénTicoBrahemanejó la espada, pero no con el propósito decortarcarneyquebrarhuesos,sinoparatrazaruncaminomásprecisoentrelasestrellasdelcielo.Yluegoaquelcuyopadrefuedemiprofesión,elhijodelviejo escultor, aquel a quien yo mismo he visto, con su blanco cabello yanchos hombros, aquel cuyo nombre es famoso en todos los países de laTierra.Sí,élsabíaesculpir,yosólosé tallar.Sí,Holgerpuedeaparecérsenosenfigurasmuydiversas,paraqueentodoslospueblossehabledelafuerzadeDinamarca.¿BrindamosalasaluddeBertel?

Pero el pequeño, en su cama, veía claramente el viejo Kronborg y elÖresund,yveíaalverdaderoHolgeralláabajo,consubarbapegadaalamesade mármol, soñando con todo lo que sucede acá arriba. Y Holger soñabatambiénenlareducidaypobreviviendadel imaginero,oíacuantoenellasehablaba,y,conunmovimientodelacabeza,sindespertardesusueño,decía:

—Sí, acordaos de mí, daneses, retenedme en vuestra memoria. No osabandonaréenlahoradelanecesidad.

Allá,anteelKronborg,brillabalaluzdeldía,yelvientollevabalasnotasdel cuerno de caza a las tierras vecinas; los barcos, al pasar, enviaban sussalvas:¡bum!¡bum!,ydesdeelcastillocontestaban:¡bum!¡bum!PeroHolgerno se despertaba, por ruidosos que fuesen los cañonazos, pues sólo decían:«¡Buenosdías!»,«¡Muchasgracias!».Deunmodomuydistintotendríanquedispararparadespertarlo;peroundíauotrodespertará,puesHolgereldanésesdereciamadera.

Unahistoria

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(Enhistorie)

En el jardín florecían todos losmanzanos; se habían apresurado a echarfloresantesdetenerhojasverdes;todoslospatitosestabanenlaera,yelgatocon ellos, relamiéndose el resplandor del sol, relamiéndoselo de su propiapata.Ysiunodirigíalamiradaaloscampos,veíalucireltrigoconunverdeprecioso,y todoera trinarypiardemilpajarillos, comosi secelebraseunagran fiesta; y de verdad lo era, pues había llegado el domingo.Tocaban lascampanas,ylasgentes,vestidasconsusmejoresprendas,seencaminabanalaiglesia,tanorondasysatisfechas.Sí,entodosereflejabalaalegría;eraundíatantibioytanmagnífico,quebienpodíadecirse:

—Verdaderamente,DiosNuestroSeñoresdeunabondadinfinitaparaconsuscriaturas.

En el interior de la iglesia, el pastor, desde el púlpito, hablaba, sinembargo,convozmuyreciayairada;selamentabadequetodosloshombresfueranunosdescreídosylosamenazabaconelcastigodivino,puescuandolosmalosmueren,vanalinfierno,aquemarseeternamente;ydecíaademásquesugusanonomoriría,nisufuegoseapagaríanunca,yquejamásencontraríanlapaz y el reposo. ¡Daba pavor oírlo, y se expresaba, además, con tantaconvicción…!Describíaalosfeligreseselinfiernocomounacuevaapestosa,dondeconfluyetodalainmundiciadelmundo;allínohaymásairequeeldelallamaardientedelazufre,nisuelotampoco:todossehundiríancontinuamente,eneternosilencio.Erahorribleoírtodoaquello,peroelpárrocolodecíacontodasualma,ytodoslospresentessesentíansobrecogidosdeespanto.Y,sinembargo, allá fuera los pajarillos cantaban tan alegres, y el sol enviaba sucalor,ycadaflorecillaparecíadecir:«Diosesinfinitamentebuenoparatodosnosotros».Sí, allá fuera las cosas eranmuydistintasde como laspintaba elpárroco.

Al anochecer, a la hora de acostarse, el pastor observó que su esposapermanecíacalladaypensativa.

—¿Quétepasa?—lepreguntó.

—Me pasa…—respondió ella—, puesme pasa que no puedo concretarmis pensamientos, que no comprendo bien lo que dijiste, que haya tantaspersonasimpíasyquehandesercondenadasalfuegoeterno.¡Eterno…!¡Ay,qué largo es esto! Yo no soy sino una pobre pecadora, y, sin embargo, notendríavalorparacondenaralfuegoeternonisiquieraalmásperversodelospecadores. ¡Cómo podría, pues, hacerlo Dios Nuestro Señor, que esinfinitamente bueno y sabe que el mal viene de fuera y de dentro! No, nopuedocreerlo,pormásquetúlodigas.

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Habíallegadoelotoño,ylashojascaíandelosárboles;elgraveyseveropárroco estaba sentado a la cabeceradeunamoribunda: un alma creyente ypiadosaibaacerrarlosojos;erasupropiaesposa.

—…SialguienmerecedescansoenlatumbaygraciaanteDios,ésaerestú—dijoelpastor.Lecruzólasmanossobreelpechoyrezóunaoraciónparaladifunta.

Lamujerfueconducidaasusepultura.Dosgruesaslágrimasrodaronporlasmejillasdeaquelhombregrave.Enlacasaparroquialreinabanelsilencioylasoledad:elsoldelhogarsehabíaapagado;ellasehabíaido.

Eradenoche;unvientofríoazotólacabezadelclérigo.Abriólosojosylepareciócomosilalunabrillaraenelcuarto,y,sinembargo,noeraasí.Perojunto a su cama estaba de pie una figura humana: el espíritu de su esposadifunta,quelomirabaconexpresiónafligida,comosiquisieradecirlealgo.

Elpárrocoseincorporóenellechoyextendióhaciaellalosbrazos:

—¿Tampoco túgozasdel eternodescanso?¿Esposibleque sufras, tú, lamejorylamáspiadosa?

La muerta bajó la cabeza en signo afirmativo y se puso la mano en elpecho.

—¿Podríayoprocurarteelreposoenlasepultura?

—Si—llegóasusoídos.

—¿Dequémanera?

—Dameuncabello,unsolocabellodelacabezadeunpecadorcuyofuegojamáshayadeextinguirse,deunpecadoraquienDioshayadecondenaralaspenaseternasdelinfierno.

—¡Oh,seráfácilsalvarte,mujerpuraypiadosa!—exclamóél.

—¡Sígueme, pues! —contestó la muerta—. Así nos ha sido concedido.Volarás ami ladoalládondequiera llevarte tupensamiento; invisibles a loshombres,penetraremosensusrinconesmássecretos,perodeberásseñalarmecon mano segura al condenado a las penas eternas, y tendrás que haberloencontradoantesdequecanteelgallo.

En un instante, como llevados por el pensamiento, estuvieron en la granciudad, y en las paredes de las casas vieron escritas en letras de fuego losnombres de los pecados mortales: orgullo, avaricia, embriaguez, lujuria, enresumen,elirisdesietecoloresdelasculpascapitales.

—Sí, ahí dentro, como ya pensaba y sabía—dijo el párroco moran losdestinados al fuego eterno—. Y se encontraron frente a un portal

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magníficamente iluminado, de anchas escaleras adornadas con alfombras yflores;yde losbulliciosossalones llegaban lossonesdemúsicadebaile.Elportero lucía librea de seda y terciopelo y empuñaba un bastón conincrustacionesdeplata.

—¡NuestrobailecompiteconlosdelPalacioReal!—dijo,dirigiéndosealamuchedumbreestacionadaenlacalle.Ensurostroyensuporteenterosereflejabaunsolopensamiento:«¡Pobregentuzaquemiráisdesde fuera,paramítodossoiscanalladespreciable!».

—¡Orgullo!—dijolamuerta—.¿Loves?

—¿Ese? —contestó el párroco—. Pero ése no es más que un loco, unnecio;¿cómohadesercondenadoalaspenaseternas?

—¡Nomásqueun loco!—resonópor toda lacasadelorgullo.Todosenellaloeran.

Entraronvolandoalinteriordelascuatroparedesdesnudasdelavariento.Escuálidocomounesqueleto,tiritandodefrío,hambrientoysediento,elviejose aferrabaaldinerocon toda su alma.Lovieron saltarde sumísero lecho,como presa de la fiebre, y apartar una piedra suelta de la pared.Allí habíamonedas de oro metidas en un viejo calcetín. Lo vieron cómo palpaba suchaquetaandrojosa,dondeteníacosidasmásmonedas,ysusdedoshúmedostemblaban.

—¡Está enfermo! Es puro desvarío, una triste demencia envuelta enangustiaypesadillas.

Sealejaronrápidamente,ymuyprontoseencontraroneneldormitoriodelacárcel,donde,enunalargahileradecamastros,dormíanlosreclusos.Unode ellos despertó, y, comoun animal salvaje, lanzó ungrito horrible, dandocon el codo huesudo en el costado del compañero, el cual, volviéndose,exclamómediodormido:

—¡Cállatelaboca,sobruto,yduerme!¡Todaslasnocheshaceslomismo!

—¡Todas las noches! —repitió el otro— … ¡Sí, todas las noches sepresenta y lanza alaridos yme atormenta!En unmomento de ira hice tal ycualcosa;nacíconmalosinstintos,yellosmehanllevadoaquíporsegundavez; pero obré mal y sufro mi merecido. Una sola cosa no he confesado.Cuando salí de aquí la última vez, al pasar por delante de la finca de miantiguoamo,seencendióenmíelodio.Frotéun fósforocontra lapared,elfuegoprendióeneltejadodepajaylasllamaslodevorarontodo.Mepasóelarrebato, como suele ocurrirme, y ayudé a salvar el ganado y los enseres.Ningún ser vivo murió abrasado, excepto una bandada de palomas quecayeron al fuego, y el perromastín, en el que no había pensado. Se le oía

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aullarentrelasllamas…ysusaullidossiguenlastimándomelosoídoscuandomeechoadormir;ycuandoyaduermo,vieneelperro,enormeehirsuto,yseechasobremíaullandoyoprimiéndome,atormentándome…¡Escuchaloquetecuento,pues!Túpuedesroncar,roncartodalanoche,mientrasyonopuedodormiruncuartodehora—.Yenunarrebatodefuror,pegoasucampanerounpuñetazoenlacara.

—¡EseMads se ha vuelto loco otra vez!—gritaron en torno; los demáspresos se lanzaron contra él, y, tras dura lucha, le doblaron el cuerpo hastameterle la cabeza entre las piernas, atándolo luego tan reciamente, que lasangrecasilebrotabadelosojosydetodoslosporos.

—¡Vais a matarlo, infeliz! —gritó el párroco, y al extender su manoprotectorahaciaaquelpecadorquetantosufría,cambióbruscamentelaescena.

Volaron a través de ricos salones y de modestos cuartos; la lujuria, laenvidiaytodoslosdemáspecadoscapitalesdesfilaronanteellos;unángeldeldivinotribunaldabalecturaasusculpasyasudefensa;ciertoqueellocontabapoco ante Dios, pues Dios lee en los corazones, lo sabe todo, lomalo quevienededentroydefuera;Él,quees lamismagraciayelamormismo.Lamanodelpastortemblaba,noseatrevíaaalargarlaparaarrancaruncabellodelacabezadeunpecador.Ylaslágrimasmanabandesusojoscomoelaguadelagraciaydelamor,queextinguenelfuegoeternodelinfierno.

Enestocantóelgallo.

—¡Dios misericordioso! ¡Concédele paz en la tumba, la paz que yo nopudedarle!

—¡Gozodeella,ya!—exclamólamuerta—.Loquemehahechovenirati han sido tus palabras duras, tu sombría fe en Dios y en sus criaturas.¡Aprende a conocer a los hombres! Aun en los malos palpita una parte deDios,unapartequeapagaráyvencerálasllamasdeinfierno.

Elsacerdotesintióunbesoensus labios;había luzasualrededor:elsolradiantedeNuestroSeñorentrabaenlahabitación,dondesuesposa,dulceyamorosa,acababadedespertarlodeunsueñoqueDioslehabíaenviado.

ElAveFénix

(FuglFøniks)

EneljardíndelParaíso,bajoelárboldelasabiduría,crecíaunrosal.Ensuprimera rosanacióunpájaro; suvueloeracomoun rayode luz,magníficossuscolores,arrobadorsucanto.

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PerocuandoEvacogióelfrutodelacienciadelbienydelmal,ycuandoellayAdánfueronarrojadosdelParaíso,delaflamígeraespadadelángelcayóuna chispa en el nido del pájaro y le prendió fuego. El animalito murióabrasado, pero del rojo huevo salió volando otra ave, única y siempre lamisma:elAveFénix.CuentalaleyendaqueanidaenArabia,yquecadacienañossedalamuerteabrasándoseensupropionido;yquedelrojohuevosaleunanuevaaveFénix,laúnicaenelmundo.

El pájaro vuela en torno a nosotros, rauda como la luz, espléndida decolores,magníficaensucanto.Cuandolamadreestásentadajuntoalacunadel hijo, el ave se acerca a la almohada y, desplegando las alas, traza unaaureola alrededor de la cabeza del niño. Vuela por el sobrio y humildeaposento,yhayresplandordesolenél,ysobrelapobrecómodaexhalan,superfumeunasvioletas.

Pero el Ave Fénix no es sólo el ave de Arabia; aletea también a losresplandoresdelaauroraborealsobrelasheladasllanurasdeLaponia,ysaltaentre las flores amarillas durante el breve verano de Groenlandia. Bajo lasrocas cupríferasdeFalun, en lasminasde carbónde Inglaterra, vuela comopolilla espolvoreada sobre el devocionario en las manos del piadosotrabajador.EnlahojadelotosedeslizaporlasaguassagradasdelGanges,ylosojosdeladoncellahindúseiluminanalverla.

¡Ave Fénix! ¿No la conoces? ¿El ave del Paraíso, el cisne santo de lacanción?IbaenelcarrodeThespisenformadecuervoparlanchín,agitandolasalaspintadasdenegro;elarpadelcantordeIslandiaerapulsadaporelrojopico sonoro del cisne; posada sobre el hombro de Shakespeare, adoptaba lafigura del cuervo deOdin y le susurraba al oído: ¡Inmortalidad! Cuando lafiestadeloscantores,revoloteabaenlasaladelconcursodelaWartburg.

¡AveFénix!¿Nolaconoces?TecantólaMarsellesa,ytúbesastelaplumaque se desprendió de su ala; vino en todo el esplendor paradisíaco, y tú levolvistetalvezlaespaldaparacontemplarelgorriónqueteníaespumadoradaenlasalas.

¡ElAvedelParaíso!Rejuvenecidacadasiglo,nacidaentrelasllamas,entrelas llamasmuertas; tu imagen, enmarcada enoro, cuelga en las salas de losricos; tú misma vuelas con frecuencia a la ventura, solitaria, hecha sóloleyenda:elAveFénixdeArabia.

EneljardíndelParaíso,cuandonacisteenelsenodelaprimerarosabajoelárboldelasabiduría,Diostebesóytediotunombreverdadero:¡poesía!

Elcuellodecamisa

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(Flipperne)

Éraseunavezuncaballeromuyelegante,queportodoequipajeposeíauncalzadoryunpeine;peroteníauncuellodecamisaqueeraelmásnotabledelmundoentero;ylahistoriadeestecuelloeslaquevamosarelatar.Elcuelloteníayalaedadsuficienteparapensarencasarse,yheaquíqueenelcestodelaropacoincidióconunaliga.

Dijoelcuello:

—Jamás vi a nadie tan esbelto, distinguido y lindo. ¿Me permite que lepreguntesunombre?

—¡Noselodiré!—respondiólaliga.

—¿Dóndevive,pues?—insistióelcuello.

Perolaligaeramuytímida,ypensóquelapreguntaeraalgoextrañayquenodebíacontestarla.

—¿Es usted un cinturón, verdad? —dijo el cuello—, ¿una especie decinturóninterior?Bienveo,misimpáticaseñorita,queesunaprendatantodeutilidadcomodeadorno.

—¡Hagaelfavordenodirigirmelapalabra!—dijolaliga.—.Nocreoquelehayadadopieparahacerlo.

—Sí,melohadado.Cuandoseestanbonita—replicóelcuellonohacefaltamásmotivo.

—¡Noseacerquetanto!—exclamólaliga—.¡Pareceustedtanvaronil!

—Soytambiénuncaballerofino—dijoelcuello—,tengouncalzadoryunpeine—.Lo cual no era verdad, pues quien los tenía era su dueño; pero legustabavanagloriarse.

—¡Noseacerquetanto!—repitiólaliga—.Noestoyacostumbrada.

—¡Qué remilgada! —dijo el cuello con tono burlón; pero en éstas lossacarondelcesto,losalmidonarony,despuésdehaberloscolgadoalsolsobreel respaldodeunasilla, fueroncolocadosen la tabladeplanchar;y llegó laplanchacaliente.

—¡Miquerida señora—exclamaba el cuello—,mi querida señora! ¡Quécalorsiento!¡Sinosoyyomismo!¡Sicambiototalmentedeforma!¡Mevaaquemar;vaahacermeunagujero!¡Huy!¿Quierecasarseconmigo?

—¡Harapo!—replicólaplancha,corriendoorgullosamenteporencimadelcuello;seimaginabaserunacalderadevapor,unalocomotoraquearrastrabalosvagonesdeuntren.

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—¡Harapo!—repitió.

El cuello quedó un poco deshilachado de los bordes; por eso acudió latijeraacortarloshilos.

—¡Oh! —exclamó el cuello—, usted debe de ser primera bailarina,¿verdad? ¡Cómosabeestirar laspiernas!Es lomásencantadorquehevisto.Nadieseríacapazdeimitarla.

—Yalosé—respondiólatijera.

—¡Merecería ser condesa!—dijo el cuello—. Todo lo que poseo es unseñordistinguido,uncalzadoryunpeine.¡Situviesetambiénuncondado!

—¿Semeestádeclarando,elasqueroso?—exclamólatijera,y,enfadada,lepropinóuncortequelodejóinservible.

—Al fin tendré que solicitar la mano del peine. ¡Es admirable cómoconservaustedtodoslosdientes,miqueridaseñorita!—dijoelcuello—.¿Nohapensadonuncaencasarse?

—¡Claro,yapuedefigurárselo!—contestóelpeine—.Seguramentehabráoídoqueestoyprometidaconelcalzador.

—¡Prometida!—suspiró el cuello; y como no había nadie más a quiendeclararse,selasdioendecirmaldelmatrimonio.

Pasómuchotiempo,yelcuellofueapararalalmacéndeunfabricantedepapel.Habíaallíunanutridacompañíadeharapos;losfinosibanporsulado,lostoscosporelsuyo,comoexigelacorrección.Todosteníanmuchascosasqueexplicar,peroelcuellolossuperabaatodos,pueseraungranfanfarrón.

—¡Ladenoviasquehetenido!—decía—.Nomedejabanunmomentodereposo.Andabayohechounpetimetreenaquellostiempos,siempremuytiesoyalmidonado.Teníaademásuncalzadoryunpeine,quejamásutilicé.Teníanquehabermevistoentonces,cuandomeacicalabaparaunafiesta.Nuncameolvidaré de mi primera novia; fue una cinturilla, delicada, elegante y muylinda;pormísetiróaunabañera.Luegohubounaplanchaqueardíapormipersona;peronolehicecasoysevolviónegra.Tuvetambiénrelacionesconunaprimerabailarina;ellameprodujolaherida,cuyacicatrizconservo;¡eraterriblemente celosa! Mi propio peine se enamoró de mí; perdió todos losdientesdemaldeamores.¡Uf!,¡ladeaventurasquehecorrido!Peroloquemásmeduelees la liga,digo, lacinturilla,quese tiróa labañera. ¡Cuántospecadosllevosobrelaconciencia!¡Yaestiempodequemeconviertaenpapelblanco!

Yfueconvertidoenpapelblanco,contodoslosdemástrapos;yelcuelloesprecisamentelahojaqueaquívemos,enlacualseimprimiósuhistoria.Yle está bien empleado, por haberse jactado de cosas que no eran verdad.

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Tengámoslo en cuenta, para no comportarnos como él, pues en verdad nopodemossabersitambiénnosotrosiremosadaralgúndíaalsacodelostraposviejos y seremos convertidos en papel, y toda nuestra historia, aún lo másíntimoysecretodeella,seráimpresa,yandaremosporesosmundosteniendoquecontarla.

Ellino

(Hørren)

El lino estaba florido. Tenía hermosas flores azules, delicadas como lasalasdeunapolilla,yaúnmuchomásfinas.Elsolacariciaba lasplantasconsusrayos,ylasnubeslasregabanconsulluvia,ytodoellolegustabaallinocomo a los niños pequeños cuando sumadre los lava y les da un beso porañadidura. Son entonces mucho más hermosos, y lo mismo sucedía con ellino.

—Dicelagentequemesostengoadmirablemente—dijoellinoyquemealargo muchísimo; tanto, que hacen conmigo una magnífica pieza de tela.¡Qué feliz soy! Sin duda soy elmás feliz delmundo.Vivo con desahogo ytengoporvenir. ¡Cómovivifica el sol, y cómogustay refresca la lluvia!Midichaescompleta.Soyelsermásfelizdelmundoentero.

—¡Sí,sí,sí!—dijeronlasestacasde lavalla—,túnoconoceselmundo,peroloqueesnosotras,nosotrastenemosnudos—ycrujíanlamentablemente:

Roncaqueroncacarraca,

roncacontesón.

Seterminólacanción.

—No,noseterminó—dijoellino—.Elsolluceporlamañana,lalluviareanima.Oigo cómo crezco y siento cómo florezco. ¡Soy dichoso, dichoso,másqueningúnotro!

Pero un día vinieron gentes que, agarrando al lino por el copete, loarrancaron de raíz, operación que le dolió.Lo pusieron luego al agua comoparaahogarlo,yacontinuaciónsobreelfuego,comoparaasarlo.¡Horrible!

«Nosiemprepuedenmarcharbienlascosas—suspiróellino.—.Hayquesufrirunpoco,asíseaprende».

Perolascosassepusieroncadavezpeor.Ellinofuepartidoyroto,secadoypeinado.Élyanosabíaquépensardetodoaquello.Luegofueapararalarueca,¡yroncaqueronca!Nohabíamaneradeconcentrarlasideas.

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«¡Hesidoenormementefeliz!—pensabaenmediodesus fatigas—.Hayque alegrarse de las cosas buenas de que se ha gozado. ¡Alegría, alegría,vamos!»—.Asígritabaaún,cuandollegóaltelar,dondesetransformóenunamagníficapiezadetela.Todaslasplantasdelinoentraronenunapieza.

—¡Peroestoesextraordinario!Jamáslohubieracreído.Sí, lafortunamesiguesonriendo,apesardetodo.Lasestacassabíanbienloquesedecíanconsu:

Roncaqueronca,carraca,

roncacontesón.

Lacanciónnohaterminadoaún,nimuchomenos.Nohahechomásqueempezar.¡Esmagnífico!Sí,hesufrido,peroencambiodemíhasalidoalgo;soyelmásfelizdelmundo.Soyfuerteysuave,blancoylargo.¡Quédistintoasersólounaplanta,inclusodandoflores!Nadietecuida,ysólorecibesaguacuandollueve.Ahorahayquienmeatiende:lamuchachamedalavueltacadamañana,yalanochecermeriegaconlaregadera.LapropiaseñoradelPastorha pronunciado un discurso sobremí, diciendo que soy el linomejor de laparroquia.Nopuedehaberunadichamáscompleta.

Llególa telaacasaycayóenmanosde las tijeras. ¡Cómolacortaban,yquémaneradepunzarlaconlaaguja!¡Verdaderamentenodabaningúngusto!Pero de la tela salieron doce prendas de ropa blanca, de aquellas que esincorrectonombrar,peroquenecesitan todas laspersonas. ¡Nadamenosquedoceprendas!

—¡Mirad!¡Ahorasíquedemíhasalidoalgo!Ésteera,pues,midestino.Esespléndido;ahoraprestounservicioalmundo,yasíescomodebeser;estodagustodeverdad.Noshemosconvertidoendoce,y,sinembargo,seguimossiendounoyelmismo,somosunadocena.¡Quésorpresastienelasuerte!

Pasaronaños,yanopodíanseguirsirviendo.

—Algún día tendrá que venir el final —decía cada prenda—. Bien mehabríagustadodurarmástiempo,peronohayquepedirimposibles.

Fueroncortadasatrozosyconvertidasentrapos,porloquecreyeronqueestaban listosdefinitivamente,pues losdescuartizaron, estrujarony cocieron(¡quéséyoloquehicieronconellos!),yheaquíquequedarontransformadosenunhermosopapelblanco.

—¡Caramba,vayasorpresa!¡Ysorpresaagradableademás!—dijoelpapel—.Soy ahoramás finoque antes, y escribirán enmí. ¡Las cosasquevan aescribir!Éstasíqueesunasuertefabulosa—.Y,enefecto,escribieronenélhistoriasmaravillosas, y la gente escuchaba embobada su lectura, pues erannarracionesdelamejoríndole,delasquehacenaloshombresmejoresymás

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sabios de lo que fueran antes; era una verdadera bendición lo que decíanaquellaspalabrasescritas.

—Esto es más de cuanto había soñado mientras era una florecita delcampo.¡Cómopodíaocurrírsemequeundíaibaallevarlaalegríayelsaberaloshombres!¡Aúnahoranoaciertoacomprenderlo!Y,noobstante,esverdad.DiosNuestroSeñorsabequenadahehechopormímismo,nadamásqueloquecaíadentrodemishumildesposibilidades.Y,con todo,medeparagozotras gozo. Cada vez que pienso: «¡Se terminó la canción!», me encuentroelevadoaunacondiciónmejorymásalta.Seguramentemeenviaránahoraaviajar por elmundo entero, para que todos los hombresme lean.Es lomásprobable.Antes daba flores azules; ahora, en lugar de flores, tengo losmásbellospensamientos.¡Soyelmásfelizdelmundo!

Peroelpapelnosaliódeviaje,sinoquefueenviadoalaimprenta,dondetodo lo que tenía escrito se imprimió para confeccionar un libro, o, mejordicho,muchoscentenaresdelibros;puesdeestamaneraunnúmeroinfinitodepersonaspodríanextraerdeellosmuchomásplaceryprovechoquesielúnicopapel original hubiese recorrido todo el Globo, con la seguridad de que amitaddecaminohabríaquedadoyainservible.

«Sí,estoesindudablementelomássatisfactoriodetodo—pensóelpapelescrito—.Nosemehabíaocurrido.Mequedoencasaymetratancontodosloshonores,comosifueseelabuelo.Yhanescritosobremí;justamentesobremí fluyeron las palabras salidas de la pluma. Yome quedo, y los libros semarchan.Ahorapuedehacersealgopositivo.¡Quécontentoestoy,yquéfelizmesiento!».

Despuésenvolvieronelpapel,formandounpaquetito,ylopusieronenuncajón.

—Cumplidalamisión,convienedescansar—dijoelpapel—.Eslógicoyrazonable recogerse y reflexionar sobre lo que hay en uno. Hasta ahora nosupeloqueseencerrabaenmí.«Conóceteatimismo»,ahíestáelprogreso.¿Quévendrádespués?Deseguroquealgúnadelanto;¡siempreadelante!

Undíaecharontodoelpapelalachimenea,puesibanaquemarloenvezdevenderloaltenderoparaenvolvermantequillayazúcar.Habíanacudidoloschiquillosdelacasayformabancírculo;queríanverloarder,ycontemplarlasrojaschispasenelpapelhechoceniza,aquellaschispasqueparecíancorreryextinguirse una tras otra con gran rapidez—son los niños que salen de laescuela, y la última chispa es el maestro; a menudo cree uno que se hamarchadoya,yresultaquevuelveapresentarsepordetrás.

Y todo el papel formaba un montón en el fuego. ¡Qué modo de echarllamas! «¡Uf!», dijo, y en un santiamén estuvo convertido todo él en una

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llama,que se elevómuchomásde loquehiciera jamás la florecita azul dellino,ybrillómuchomás tambiénque lablanca teladehilo.Todas las letrasescritasadquirieroninstantáneamenteuntonorojo,ytodaslaspalabraseideasquedaronconvertidasenllamas.

—¡Ahora subo en línea recta hacia el Sol!—exclamó en el seno de lallama,ypareciócomosimilvoceslodijeranalunísono;ylallamaseelevópor lachimeneaysalióalexterior.Mássutilesque las llamas, invisiblesdeltodoa loshumanosojos, flotabanseresminúsculos, igualesennúmeroa lasfloresquehabíadadoel lino.Eranmás ligerosaúnque la llamaquehablanproducido, y cuando ésta se extinguió, quedando del papel solamente lasnegrascenizas,siguieronellosbailandotodavíaunratito,yallídondetocabandejaban sus huellas, las chispas rojas. Los niños salían de la escuela, y elmaestro, el último de todos. Daba gozo verlo; los niños de la casa, de pie,cantabanjuntoalascenizasapagadas:

Roncaqueronca,carraca,

roncacontesón.

¡Seterminólacanción!

Perolosminúsculosseresinvisiblesdecíanacoro:

—¡Lacanciónnohaterminado,yestoeslomáshermosodetodo!Losé,yporesosoyelmásfelizdelmundo.

Mas esto los niños no pueden oírlo ni entenderlo, ni tienen por quéentenderlo,pueslosniñosnonecesitansaberlotodo.

Historiadeunamadre

(Historienomenmoder)

Estaba una madre sentada junto a la cuna de su hijito, muy afligida yangustiada, pues temía que el pequeño se muriera. Éste, en efecto, estabapálido como la cera, tenía los ojitos medio cerrados y respiraba casiimperceptiblemente,devezencuandoconunaaspiraciónprofunda,comounsuspiro.La tristezade lamadreaumentabapormomentosalcontemplara latiernacriatura.

Llamaron a la puerta y entró un hombre viejo y pobre, envuelto en unholgadocobertor,queparecíaunamantadecaballo;sonmantasquecalientan,peroélestabahelado.Seestabaenlomáscrudodelinvierno;enlacalletodoaparecíacubiertodehieloynieve,ysoplabaunvientocortante.

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Comoelviejotiritabadefríoyelniñosehabíaquedadodormido,lamadreselevantóypusoacalentarcervezaenunbote,sobrelaestufa,parareanimaralanciano.Éstesehabíasentado juntoa lacuna,ymecíaalniño.Lamadrevolvió a su lado y se estuvo contemplando al pequeño, que respirabafatigosamenteylevantabalamanita.

—¿Crees que vivirá? —preguntó la madre—. ¡El buen Dios no querráquitármelo!

El viejo, que era la Muerte en persona, hizo un gesto extraño con lacabeza;lomismopodíaserafirmativoquenegativo.Lamujerbajólosojos,ylas lágrimas rodaron por sus mejillas. Tenía la cabeza pesada, llevaba tresnoches sin dormir y se quedóunmomento comoaletargada; perovolvió enseguidaensí,temblandodefrío.

—¿Quéesesto?—gritó,mirandoen todasdirecciones.Elviejo sehabíamarchado,ylacunaestabavacía.¡Sehabíallevadoalniño!Elrelojdelrincóndejóoírunruidosordo,lagranpesadeplomocayórechinandohastaelsuelo,¡paf!,ylasagujassedetuvieron.

Ladesoladamadresaliócorriendoalacalle,enbuscadelhijo.Enmediodelanievehabíaunamujer,vestidaconunlargoropajenegro,queledijo:

—LaMuerte estuvo en tu casa; lo sé, pues la vi escapar con tu hijito.Volabacomoelviento.¡Jamásdevuelveloqueselleva!

—¡Dimepordóndesefue!—suplicólamadre—.¡Enséñameelcaminoylaalcanzaré!

—Conozcoelcamino—respondiólamujervestidadenegroperoantesdedecírtelo tienes que cantarme todas las canciones con que meciste a tupequeño.Megustan,lasoímuchasveces,puessoylaNoche.Hevistocorrertuslágrimasmientrascantabas.

—¡Te las cantaré todas, todas!—dijo lamadre—, pero nome detengas,paraquepuedaalcanzarlayencontraramihijo.

Pero laNochepermaneciómudae inmóvil,y lamadre, retorciéndose lasmanos,cantóylloró;yfueronmuchaslascanciones,perofueronaúnmáslaslágrimas.EntoncesdijolaNoche:

—Ve hacia la derecha, por el tenebroso bosque de abetos. En él videsapareceralaMuerteconelniño.

Muyadentrodelbosque sebifurcabael camino,y lamujerno sabíapordóndetomar.Selevantabaallíunzarzal,sinhojasniflores,pueserainvierno,ylasramasestabancubiertasdenieveyhielo.

—¿NohasvistopasaralaMuerteconmihijito?

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—Sí—respondióelzarzal—peronotediréelcaminoquetomósiantesnomecalientasapretándomecontratupecho;memuerodefrío,ymisramasestánheladas.

Yellaestrechóelzarzalcontrasupecho,apretándoloparacalentarlobien;ylasespinasseleclavaronenlacarne,ylasangrelefluyóagrandesgotas.Perodelzarzalbrotaronfrescashojasybellasfloresenlanocheinvernal:¡talera el ardor con que la acongojada madre lo había estrechado contra sucorazón!Ylaplantaleindicóelcaminoquedebíaseguir.

Llegóaungranlago,enelquenoseveíaningunaembarcación.Noestababastante helado para sostener su peso, ni era tampoco bastante somero parapodervadearlo;y, sinembargo,no teníamás remedioquecruzarlo siqueríaencontrar a su hijo. Se echó entonces al suelo, dispuesta a beberse toda elagua;pero¡quécriaturahumanaseríacapazdeello!Maslaangustiadamadrenoperdíalaesperanzadequesucedieraunmilagro.

—¡No, no lo conseguirás!—dijo el lago—.Mejor será que hagamos untrato.Soyaficionadoa coleccionarperlas, y tusojos son lasdosperlasmáspurasquejamáshevisto.Siestásdispuestaadesprendertedeellosafuerzadellanto, te conduciré al gran invernadero donde reside la Muerte, cuidandofloresyárboles;cadaunodeellosesunavidahumana.

—¡Ay,quénodierayoporllegaradondeestámihijo!—exclamólapobremadre—, y se echó a llorar con más desconsuelo aún, y sus ojos se ledesprendieron y cayeron al fondo del lago, donde quedaron convertidos enpreciosísimas perlas. El lago la levantó como en un columpio y de un soloimpulso lasituóen laorillaopuesta.Se levantabaallíungranedificio,cuyafachadateníamásdeunamilladelargo.Nopodíadistinguirsebiensieraunamontaña con sus bosquesy cuevas, o si era obra de albañilería; ymenos lopodíaaveriguarlapobremadre,quehabíaperdidolosojosafuerzadellorar.

—¿Dónde encontraré a la Muerte, que se marchó con mi hijito? —preguntó.

—No ha llegado todavía—dijo la vieja sepulturera que cuida del graninvernaderodelaMuerte—.¿Quiéntehaayudadoaencontrarestelugar?

—ElbuenDiosmehaayudado—dijolamadre—.Esmisericordioso,ytúloserástambién.¿Dóndepuedoencontraramihijo?

—Loignoro—replicólamujer—,yveoqueeresciega.Estanochesehanmarchitado muchos árboles y flores; no tardará en venir la Muerte atrasplantarlos.Yasabrásquecadapersonatienesupropioárboldelavidaosuflor, segúnsunaturaleza.Parecenplantascorrientes,peroenellaspalpitauncorazón; el corazón de un niño puede también latir. Atiende, tal vezreconozcas el latido de tu hijo, pero, ¿quémedarás si te digo lo que debes

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hacertodavía?

—Nadamequedaparadarte—dijolaafligidamadreperoiréportihastaelfindelmundo.

—Nada hay allí que me interese —respondió la mujer pero puedescederme tu largacabelleranegra;bien sabesqueeshermosa,ymegusta.Acambiotedaréyolamía,queesblanca,perotambiénteservirá.

—¿Nadamás?—dijolamadre—.Tómalaenhorabuena—.Dioalaviejasuhermosocabello,ysequedóconelsuyo,blancocomolanieve.

Entraron entonces en el gran invernadero de la Muerte, donde crecíanárboles y flores en maravillosa mezcolanza. Había preciosos, jacintos bajocampanasdecristal,ygrandespeoníasfuertescomoárboles;yhabíatambiénplantas acuáticas, algunas lozanas, otras enfermizas. Serpientes de agua lasrodeaban, y cangrejos negros se agarraban a sus tallos. Crecían soberbiaspalmeras,roblesyplátanos,ynofaltabaelperejilnitampocoeltomillo;cadaárbolycadaflorteníasunombre,cadaunoeraunavidahumana;lapersonavivíaaún:ésteenlaChina,ésteenGroenlandiaoencualquierotrapartedelmundo.Habíagrandesárbolesplantadosenmacetastanpequeñasyangostas,que parecían a punto de estallar; en cambio, se veían míseras florecillasemergiendodeunatierragrasa,cubiertademusgotodoalrededor.Ladesoladamadrefueinclinándosesobrelasplantasmásdiminutas,oyendoel latidodelcorazónhumanoquehabíaencadauna;yentremillones reconocióeldesuhijo.

—¡Eséste!—exclamó,alargandolamanohaciaunapequeñaflorazuldeazafránquecolgabadeunlado,gravementeenferma.

—¡Notoqueslaflor!—dijolavieja—.Quédateaquí,ycuandolaMuertellegue,pueslaestoyesperandodeunmomentoaotro,nodejesquearranquelaplanta;amenázalaconhacertúlomismoconotrasyentoncestendrámiedo.Esresponsabledeellas,anteDios;sinsupermisonodebearrancarseninguna.

De pronto se sintió en el recinto un frío glacial, y la madre ciegacomprendióqueentrabalaMuerte.

—¿Cómoencontrasteelcaminohastaaquí?—preguntó.—.¿Cómopudistellegarantesqueyo?

—¡Soymadre!—respondióella.

LaMuertealargósumanohuesudahacialaflordeazafrán,perolamujerinterpuso las suyas con gran firmeza, aunque temerosa de tocar una de sushojas.LaMuertesoplósobresusmanosyellasintióquesusoploeramásfríoqueeldelvientopolar.Ysusmanoscedieronycayeroninertes.

—¡Nadapodráscontramí!—dijolaMuerte.

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—¡PerosílopuedeelbuenDios!—respondiólamujer.

—¡Yo hago sólo su voluntad!—replicó la Muerte—. Soy su jardinero.Tomo todos sus árboles y flores y los trasplanto al jardín del Paraíso, en latierradesconocida;ytúnosabescómoesyloqueenel jardínocurre,niyopuedodecírtelo.

—¡Devuélveme mi hijo! —rogó la madre, prorrumpiendo en llanto.Bruscamentepusolasmanossobredoshermosasflores,ygritóalaMuerte:

—¡Lasarrancarétodas,puesestoydesesperada!

—¡No las toques!—exclamó laMuerte—.Dicesqueeresdesgraciada,ypretendeshaceraotramadretandesdichadacomotú.

—¡Otramadre!—dijolapobremujer,soltandolasflores—.¿Quiénesesamadre?

—Ahítienestusojos—dijolaMuerte—,loshesacadodellago;¡brillabantanto!Nosabíaqueeranlostuyos.Tómalos,sonmásclarosqueantes.Miraluegoenelprofundopozoqueestáa tu lado; tediré losnombresde lasdosfloresquequeríasarrancaryverástodosuporvenir,todoelcursodesuvida.Miraloqueestuvisteapuntodedestruir.

Miróellaal fondodelpozo;yeraunadeliciavercómounadelasfloreseraunabendiciónparaelmundo,vercuántafelicidadyventuraesparcíaasualrededor.

Lavidadelaotraera,encambio,tristezaymiseria,doloryprivaciones.

—LasdossonloqueDioshadispuesto—dijolaMuerte.

—¿Cuál es la florde ladesgraciay cuál lade laventura?—preguntó lamadre.

—Estonotelodiré—contestólaMuerte—.Sólosabrásqueunadeellaseraladetuhijo.Hasvistoeldestinoqueestabareservadoatupropiohijo,suporvenirenelmundo.

La madre lanzó un grito de horror: —¿Cuál de las dos era mi hijo?¡Dímelo,sácamedela incertidumbre!Perosieseldesgraciado, líbralodelamiseria, llévaselo antes. ¡Llévatelo al reino de Dios! ¡Olvídate de mislágrimas,olvídatedemissúplicasydetodoloquedijeehice!

—Notecomprendo—dijolaMuerte—.¿Quieresquetedevuelvaatuhijooprefieresquemevayaconéladondeignorasloquepasa?

Lamadre, retorciendolasmanos,cayóderodillasyelevóestaplegariaaDiosNuestroSeñor:

—¡NomeescuchescuandotepidaalgoquevacontraTuvoluntad,quees

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lamássabia!¡Nomeescuches!¡Nomeescuches!

Ydejócaerlacabezasobreelpecho,mientraslaMuertesealejabaconelniño,haciaelmundodesconocido.

Buenhumor

(Etgodthumør)

Mipadremedejóenherenciaelmejorbienquesepuedaimaginar:elbuenhumor. Y, ¿quién era mi padre? Claro que nada tiene esto que ver con elhumor. Era vivaracho y corpulento, gordo y rechoncho, y tanto su exteriorcomosuinteriorestabanentotalcontradicciónconsuoficio.Y,¿cuálerasuoficio,suposiciónenlasociedad?Siestotuvieraqueescribirseeimprimirsealprincipiodeun libro,esprobablequemuchos lectores lodejarande lado,diciendo:«Todoestoparecemuypenoso;sontemasdelosqueprefieronooírhablar».Y, sin embargo,mi padre no fue verdugoni ejecutor de la justicia,antes al contrario, su profesión lo situó a la cabeza de los personajes másconspicuosdelaciudad,yallíestabaensuplenoderecho,puesaquélerasuverdaderopuesto.Teníaqueirsiempredelante:delobispo,delospríncipesdela sangre…; sí, señor, iba siempre delante, pues era cochero de las pompasfúnebres.

Bueno,puesyalosabéis.Yunacosapuedodecirentodaverdad:cuandoveíanamipadresentadoalláarribaenelcarruajedelamuerte,envueltoensulargacapablanquinegra,cubiertalacabezaconeltricornioribeteadodenegro,pordebajodelcualasomabasucararolliza,redondaysonrientecomoaquellacon laque representanal sol, nohabíamaneradepensar en el lutoni en latumba. Aquella cara decía: «No os preocupéis. A lo mejor no es tan malocomolopintan».

Puesbien,deélheheredadomibuenhumorylacostumbredevisitarconfrecuenciaelcementerio.Estoresultamuyagradable,contaldeirallíconunespíritu alegre, y otra cosa, todavía:me llevo siempre el periódico, comoélhacíatambién.

Ya no soy tan joven como antes, no tengo mujer ni hijos, ni tampocobiblioteca,pero,comoyahedicho,comproelperiódico,yconélmebasta;eselmejordelosperiódicos,elqueleíatambiénmipadre.Resultamuyútilparamuchascosas,yademástraetodoloquehayquesaber:quiénpredicaenlasiglesias, y quién lo hace en los libros nuevos; dónde se encuentran casas,criados,ropasyalimentos;quiénefectúa«liquidaciones»,yquiénsemarcha.Yluego,unoseenteradetantosactoscaritativosydetantosversosingenuos

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quenohacendañoanadie,anunciosmatrimoniales,citasqueunoaceptaono,y todo de manera tan sencilla y natural. Se puede vivir muy bien y muyfelizmente,ydejarque loentierrenauno,cuandose tieneel«Noticiero»;alllegar al final de la vida se tiene tantísimo papel, que uno puede tenderseencimasinolepareceapropiadodescansarsobrevirutasyserrín.

El «Noticiero» y el cementerio son y han sido siempre las formas deejercicio quemás han hablado ami espíritu,mis balnearios preferidos paraconservarelbuenhumor.

Ahorabien,porelperiódicopuedepasearcualquiera;peroveníosconmigoal cementerio. Vamos allá cuando el sol brilla y los árboles están verdes;paseémonosentoncesporentrelastumbas,cadaunadeellasescomounlibrocerradoconellomohaciaarriba;puedeleerseeltítulo,quediceloquelaobracontiene,y,sinembargo,nadadice;peroyoconozcoel intríngulis, losépormipadreypormímismo.Lotengoenmilibrofunerario,unlibroquemehecompuestoyomismoparamiservicioygusto.Enélestántodosjuntosyaúnalgunosmás.

Yaestamosenelcementerio.

Detrásdeunarejapintadadeblanco,dondeantañocrecíaunrosal—hoyno está, pero unos tallos de siempreviva de la sepultura contigua hanextendidohastaaquísusdedos,ymásvaleestoquenada—,reposaunhombremuy desgraciado, y, no obstante, en vida tuvo un buen pasar, como sueledecirse, o sea, que no le faltaba su buena rentecita y aún algomás, pero setomabaelmundo,entodocaso,elArte,demasiadoapecho.Siunanocheibaalteatrodispuestoadisfrutarcontodasualma,seponíafrenéticosóloporqueeltramoyistailuminabademasiadolacaradelaluna,oporquelasbambalinascolgabandelantedelosbastidoresenvezdehacerlopordetrás,oporquesalíaunapalmeraenunpaisajedeDinamarca,uncactoenelTirolohayasenelnortedeNoruega.¿Acaso tieneeso lamenor importancia?¿Quiénreparaenestascosas?Eslacomedialoquedebecausarosplacer.Tanprontoelpúblicoaplaudíademasiado,comonoaplaudíabastante.—Esta leñaestáhúmeda—decía—,noquemaráestanoche.Y luego sevolvíaaverquégentehabía,ynotabaquesereíanadeshora,enocasionesenquelarisanoveníaacuento,yelhombreseencolerizabaysufría.Nopodíasoportarlo,yeraundesgraciado.Yheloaquí:hoyreposaensutumba.

Aquí yace un hombre feliz, o sea, un hombre muy distinguido, de altacuna;yéstafuesudicha,yaque,porlodemás,nuncahabríasidonadie;peroenlaNaturalezaestátodotanbiendispuestoyordenado,quedagustopensarenello.Ibasiempreconbordadospordelanteypordetrás,yocupabasusitioen los salones,comosecolocauncostosocordóndecampanillabordadoenperlas,quetienesiempredetrásotrocordónbuenoyrecioquehaceelservicio.

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Tambiénél llevabadetrásunbuen cordón,unhombredepaja encargadodeefectuar el servicio. Todo está tan bien dispuesto, que a uno no pueden pormenosquealegrárselelaspajarillas.

Descansaaquí—¡estosíqueestriste!—,descansaaquíunhombrequesepasó sesenta y siete años reflexionando sobre lamanera de tener una buenaocurrencia. Vivió sólo para esto, y al cabo le vino la idea, verdaderamentebuena a su juicio, y le dio una alegría tal, que semurió de ella, con lo quenadiepudoaprovecharse, pues anadie la comunicó.Ymuchome temoquepor causa de aquella buena idea no encuentre reposo en la tumba; puessuponiendoquenosetratedeunaocurrenciadeesasquesólopuedendecirsealahoradeldesayuno—puesdeotromodonoproducenefecto—,ydequeél, comobuendifunto,y segúnesgeneral creencia, sólopuedeaparecerse amedianoche, resulta que no siendo la ocurrencia adecuada para dicha hora,nadieseríe,yelhombretienequevolversealasepulturaconsubuenaidea.Esunatumbarealmentetriste.

Aquí reposa una mujer codiciosa. En vida se levantaba por la noche amaullarparahacercreeralosvecinosqueteníagatos;¡hastatantollegabasuavaricia!

Aquíyaceunaseñoritadebuenafamilia;semoríaporlucir lavozenlasveladasdesociedad,yentoncescantabaunacanción italianaquedecía:«Mimancalavoce!»(«¡Mefaltalavoz!»).Eslaúnicaverdadquedijoensuvida.

Yace aquí una doncella de otro cuño. Cuando el canario del corazónempieza a cantar, la razón se tapa los oídos con los dedos. La hermosadoncellaentróenlagloriadelmatrimonio…Eséstaunahistoriadetodoslosdías,ymuybiencontadaademás.¡Dejemosenpazalosmuertos!

Aquíreposaunaviuda,queteníamielenloslabiosybilisenelcorazón.Visitabalasfamiliasalacazadelosdefectosdelprójimo,deigualmaneraqueen días pretéritos el «amigo policía» iba de un lado a otro en busca de unaplacadecloacaquenoestabaensusitio.

Tenemosaquíunpanteóndefamilia.Todoslosmiembrosdeellaestabantan concordes en sus opiniones, que aun cuando el mundo entero y elperiódico dijesen: «Es así», si el benjamín de la casa decía, al llegar de laescuela: «Pues yo lo he oído de otro modo», su afirmación era la únicafidedigna,pueselchicoeramiembrodelafamilia.Ynohabíaduda:sielgallodelcorralacertabaacantaramedianoche,eraseñaldequerompíaelalba,pormásqueelvigilanteytodoslosrelojesdelaciudadseempeñasenendecirqueeramedianoche.

ElgranGoethecierrasuFaustoconestaspalabras:«Puedecontinuarse»,lomismopodríamosdecirdenuestropaseoporelcementerio.Yovoyallícon

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frecuencia;cuandoalgunodemisamigos,odemisnoamigossepasade larayaconmigo,mevoyallí,buscounbuentrozodecéspedyseloconsagro,aéloaella,aquienseaquequieroenterrar,y loentierroenseguida;yallí seestánmuertecitose impotenteshastaqueresucitan,nuevecitosymejores.Suvida y sus acciones, miradas desde mi atalaya, las escribo en mi librofunerario. Y así debieran proceder todas las personas; no tendrían queencolerizarse cuando alguien les juega una mala pasada, sino enterrarloenseguida, conservar el buen humor y el «Noticiero», este periódico escritoporelpueblomismo,aunqueavecesinspiradoporotros.

Cuando suene la hora de encuadernarme con la historia de mi vida ydepositarme en la tumba, poned esta inscripción: «Un hombre de buenhumor».

Éstaesmihistoria.

Elnidodecisnes

(Svanereden)

EntrelosmaresBálticoydelNortehayunantiguonidodecisnes:sellamaDinamarca.Enélnacieronysiguennaciendocisnesquejamásmorirán.

En tiempos remotos, una bandada de estas aves voló, por encima de losAlpes,hastalasverdesllanurasdeMilán;aquellabandadadecisnesrecibióelnombredelongobardos.

Otra, de brillante plumaje y ojos que reflejaban la lealtad, se dirigió aBizancio, donde se sentó en el trono imperial y extendió sus amplias alasblancasamododeescudo,paraprotegerlo.Fueronlosvaringos.

EnlacostadeFranciaresonóungritodeespantoantelapresenciadeloscisnessanguinarios,quellegabanconfuegobajolasalas,yelpueblorogaba:

—¡Diosnoslibredelossalvajesnormandos!

Sobre el verde césped de Inglaterra se posó el cisne danés, con triplecoronarealsobrelacabezayextendiendosobreelpaíselcetrodeoro.

Los paganos de la costa de Pomerania hincaron la rodilla, y los cisnesdanesesllegaronconlabanderadelacruzylaespadadesnuda.

—Todoesoocurrióenépocasremotísimas—dirás.

Tambiénentiemposrecientessehanvistovolardelnidocisnespoderosos.

Hízose luz en el aire, hízose luz sobre los campos del mundo; con sus

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robustos aleteos, el cisne disipó la niebla opaca, quedando visible el cieloestrellado,comosiseacercasealaTierra.FueelcisneTychoBrahe.

—Sí,enaqueltiempo—dices—.Pero,¿yennuestrosdías?

Vimosuncisnetrasotroenmajestuosovuelo.Unopulsóconsusalaslascuerdasdelarpadeoro,y lasnotas resonaronen todoelNorte; las rocasdeNoruegaselevantaronmásaltas,iluminadasporelsoldelaHistoria.Seoyóunmurmulloentrelosabetosylosabedules;losdiosesnórdicos,sushéroesysusnoblesmatronas,sedestacaronsobreelverdeoscurodelbosque.

Vimosuncisnequebatíalasalascontralapeñamarmórea,contalfuerzaque la quebró, y las espléndidas figuras encerradas en la piedra avanzaronhasta quedar inundadas de luz resplandeciente, y los hombres de las tierrascircundanteslevantaronlacabezaparacontemplarlasportentosasestatuas.

Vimosuntercercisnequehilabalahebradelpensamiento,elcualdaahoralavueltaalmundodepaísenpaís,ysupalabravuelaconlarapidezdelrayo.

DiosNuestroSeñoramaalviejonidodecisnesconstruidoentrelosmaresBálticoyNorte.

Dejad si no que otras aves prepotentes se acerquen por los aires conpropósito de destruirlo. ¡No lo lograrán jamás!Hasta las crías implumes secolocan en círculo en el borde del nido; bien lo hemos visto. Recibirán losembates enplenopecho, del quemanará la sangre;mas ellos se defenderánconelpicoyconlasgarras.

Pasaránaúnsiglos,otroscisnessaldrándelnido,queseránvistosyoídosen toda la redondez del Globo, antes de que llegue la hora en que puedadecirseenverdad:

—Eselúltimodeloscisnes,elúltimocantoquesaledesunido.

Laviejalosasepulcral

(Dengamlegravsten)

Enunapequeñaciudad, todaunafamiliasehallabareunida,unatardecerdelaestaciónenquesediceque«lasveladassehacenmáslargas»,encasadelpropietariodeunagranja.Eltiempoeratodavíatempladoytibio;habíanencendido la lámpara, las largas cortinas colgaban delante de las ventanas,donde se veían grandes macetas, y en el exterior brillaba la luna; pero nohablabandeella,sinodeunagranpiedrasituadaenlaera,alladodelapuertade la cocina, y sobre la cual las sirvientas solían colocar la vajilla de cobre

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bruñida para que se secase al sol, y donde los niños gustaban de jugar. Enrealidaderaunaantigualosasepulcral.

—Sí—decíaelpropietario—,creoqueprocededelaiglesiaderruidadelviejo convento. Vendieron el púlpito, las estatuas y las losas funerarias.Mipadre, que en gloria esté, compró varias, que fueron cortadas en dos parabaldosas;peroéstasobró,yahíladejaronenlaera.

—Biensevequeesunalosasepulcral—dijoelmayordelosniños—.Aúnpuededistinguirseenellaunrelojdearenayunpedazodeunángel;perolainscripción está casi borrada; sólo queda el nombre de Preben y una Smayúsculadetrás;unpocomásabajoseleeMarthe.Escuantopuedesacarse,yaúntodoesosólosevecuandohallovidoyelaguahalavadolapiedra.

—¡Diosmío,perosieslalosadePrebenSvaneydesumujer!—exclamóunhombremuyviejo;porsuedadhubierapodidoserelabuelodetodoslosreunidosenlahabitación—.Sí,aquelmatrimoniofueunodelosúltimosquerecibieronsepulturaenelcementeriodelantiguoconvento.Eraunarespetablepareja demis añosmozos. Todos los conocían y todos los querían; eran laparejamásancianadelaciudad.Corríaelrumordequeposeíanmásdeunatoneladadeoro,y,noobstante,vestíancongransencillez,conprendasdelastelasmásbastas,aunquesiempremuyaseados.Formabanunasimpáticaparejadeviejos,PrebenysuMarta.Dabagustoverlossentadosenaquelbancodelaalta escalera depiedra de la casa, bajo las ramasdel viejo tilo, saludandoygesticulando, con su expresión amableybondadosa.Encaritativosnohabíaquien les ganara; daban de comer a los pobres y los vestían, y ejercían sucaridad con delicadeza y verdadero espíritu cristiano. La mujer murió laprimera;recuerdomuybieneldía.Erayounchiquilloyestabaconmipadreen casa del viejo Preben, cuando su esposa acababa de fallecer; el pobrehombre estaba muy emocionado, y lloraba como un niño. El cadáver sehallaba aún en el dormitorio contiguo; Preben habló a mi padre y a variosvecinosdelosoloqueibaaencontrarseenadelante,delobuenaqueellahabíasido, de los muchos años que habían vivido juntos y de cómo se habíanconocido y enamorado. Yo era muy niño, como he dicho, me limitaba aescuchar; perome causó una enorme impresión oír al viejo y ver cómo ibaanimándosepocoapocoylevolvíanloscoloresalacaraalcontarsusdíasdenoviazgo,ycuánbonitahabíasidoella,y los inocentesardidesdequeél sehabíavalidoparaverla.Ynoshabló tambiéndeldíade laboda;susojosseiluminaron,yelbuenhombrerevivióaqueltiempofeliz…yheaquíqueahorayacía ellamuerta en el aposento contiguo,y él, viejo también, hablandodeltiempodelaesperanza…sí,asívanlascosas.Entonceserayounniño,yhoysoy viejo, tan viejo comoPrebenSvane. Pasa el tiempoy todo cambia.Meacuerdomuybiendelentierro;elviejoPrebenseguíadetrásdelféretro.Pocosaños antes, el matrimonio habíamandado esculpir su losa sepulcral, con la

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inscripción y los nombres, todo excepto el año de la muerte; al atardecertransportaronlapiedraylaaplicaronsobrelatumba…paravolveralevantarlaun añomás tarde, cuando el viejo Preben fue a reunirse con su esposa.Nodejaroneltesorodelquehablabalagente;loquequedófueparaunafamiliaque residía muy lejos y de la que nadie sabía la menor cosa. La casa deentramadodemadera,conelbancoenloaltodelaescaleradepiedrabajoeltilo, fue derribada por orden de la autoridad; era demasiado vieja y ruinosaparadejarla enpie.Más tarde, cuando la iglesia conventual corrió lamismasuerte,yfuecerradoelcementerio,lalosasepulcraldePrebenysuMartafueaparar,comotodolodemásdeallí,amanosdequienquisocomprarlo,yhaquerido el azar que esta piedra no haya sido rota a pedazos y usada parabaldosa, sino que se ha quedado en la era, lugar de juego para los niños,plataforma para la vajilla fregada de las sirvientas. La carretera empedradapasa hoypor encimadel lugar dondedescansan el viejoPrebeny sumujer.¿Quién se acuerda ya de ellos? —. Y el anciano meneó la cabezamelancólicamente—.¡Olvidados!Todoseolvida—concluyó.

Yentoncesseempezóahablardeotrascosas;peroelmuchachito,unniñodegrandesojosserios,sehabíasubidoaunasillaymirabaalaera,dondelalunaenviabasublancaluzalaviejalosa,aquellapiedraqueantesleparecierasiempre vacía y lisa, pero que ahora yacía allí como una hoja entera de unlibrodeHistoria.TodoloqueelmuchachoacabadeoíracercadePrebenysumujervivíaenaquellalosa;yéllamiraba,yluegolevantabalosojoshacialaclara luna, colgada en el alto cielo purísimo; era como si el rostro deDiosbrillasesobrelaTierra.

—¡Olvidado! Todo se olvida —se oyó en el cuarto, y en el mismomomento un ángel invisible besó al niño en el pecho y en la frente y lemurmuróaloído:—.¡Guardabienlasemillaquetehandado,guárdalahastaeldíade sumaduración!Por ti, hijomío, esta inscripciónborrada, esta losadesgastadaporlaintemperie,resucitaráentrazosdeoroparalasgeneracionesvenideras. El anciano matrimonio volverá a recorrer, cogido del brazo, lasviejas calles, y se sentará de nuevo, sonriente y con rojas mejillas, en laescalera bajo el tilo, saludando a ricos y pobres. La semilla de esta horagerminaráalolargodelosaños,paratransformarseenunfloridopoema.Lobueno y lo bello no cae en el olvido; sigue viviendo en la leyenda y en lacanción.

Tienequehaberdiferencias

(Dererforskel)

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Eraelmesdemayo.Soplabaaúnunvientofresco,perolaprimaverahabíallegado;asíloproclamabanlasplantasylosárboles,elcampoyelprado.Eraunaorgíade flores,que seesparcíanhastapordebajode losverdes setos;yjustamenteallílaprimaverallevabaacabosuobra,manifestándosedesdeundiminuto manzano del que había brotado una única ramita, pero fresca ylozana, y cuajada toda ella de yemas color de rosa a punto de abrirse.Biensabíalaramitalohermosaqueera,puesesoestáenlahojacomoenlasangre;poresonosesorprendiócuandouncochemagníficosedetuvoenelcaminofrente a ella, y la joven condesa que lo ocupaba dijo que aquella rama demanzanoeralomásencantadorquepudierasoñarse;eralaprimaveramismaensumanifestaciónmásdelicada.Yquebraronlarama,que ladamitacogióconlamanoyresguardóbajosusombrilladeseda.Continuaronluegohaciapalacio, aquel palacio de altos salones y espléndidos aposentos; sutilescortinas blancas aleteaban en las abiertas ventanas, y maravillosas floreslucían en jarros opalinos y transparentes; en uno de ellos—habríase dichofabricadodenievereciéncaída—colocaronlaramitadelmanzanoentreotrasdehaya,tiernasydeunverdeclaro.Dabaalegríamirarla.

A la ramita se le subieron los humos a la cabeza; ¡es tan humano eso!Pasaron por las habitaciones gentes de toda clase, y cada uno, según suposiciónycategoría,sepermitiómanifestarsuadmiración.Unospermanecíancallados,otroshablabandemasiado,ylaramadelmanzanopudodarsecuentadequetambiénentreloshumanosexistendiferencias,exactamentelomismoque entre las plantas. «Algunas están sólo para adorno, otras sirven para laalimentación,einclusolashaycompletamentesuperfluas»,pensólaramita;ycomoseaquelahabíancolocadodelantedeunaventanaabierta,desdesusitiopodíavereljardínyelcampo,loqueledabaoportunidadparacontemplarunamultitud de flores y plantas y efectuar observaciones a su respecto.Ricas ypobres aparecían mezcladas; y, aún se veían, algunas en verdadinsignificantes.

—¡Pobres hierbas descastadas! —exclamó la rama del manzano—. Laverdad es que existe una diferencia. ¡Qué desgraciadas deben de sentirse!,suponiendo que esas criaturas sean capaces de sentir como nosotras.Naturalmente,esforzosoquehayadiferencias;delocontrariotodasseríamosiguales.

Nuestra rama consideró con cierta compasión una especie de flores quecrecían en número incontable en campos y ribazos. Nadie las cogía parahacerseun ramo,pues erandemasiadoordinarias.Hasta entre los adoquinescrecían:comoelúltimodeloshierbajos,asomabanpordoquier,yparacolmoteníanunnombredelomásvulgar:dientedeleón.

—¡Pobre planta despreciada!—exclamó la rama delmanzano—. Tú notienes laculpadesercomoeres, tanordinaria,nideque tehayanpuestoun

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nombretanfeo.Peroconlasplantasocurreloqueconloshombres:tienequehaberdiferencias.

—¡Diferencias!—replicóelrayodesol,mientrasbesabaalmismotiempola florida ramadelmanzanoy losmíserosdientesde leónquecrecíanenelcampo;ytambiénloshermanosdelrayodesolprodigaronsusbesosatodaslasflores,pobresyricas.

NuestraramitanohabíapensadonuncasobreelinfinitoamordeDiosporsu mundo terrenal, y por todo cuanto en él se mueve y vive; nunca habíareflexionado sobre lomuchode buenoy de bello que puede haber en él—oculto,peronoolvidado—.Pero,¿acasonoesestotambiénhumano?

El rayodesol,elmensajerode la luz, lo sabíamejor.—Novesbastantelejos, ni bastante claro. ¿Cuál es esa planta tan menospreciada que asícompadeces?

—Eldientedeleón—contestólarama—.Nadiehaceramilletesconella;todo el mundo la pisotea; hay demasiados. Y cuando dispara sus semillas,salen volando en minúsculos copos como de blanca lana y se pegan a losvestidosdelosviandantes.Esunamalahierba,heahíloquees.Perohastadeesohadehaber.¡Cuántagratitudsientoyopornosercomoél!

Depronto llegó al campoun tropel de chiquillos; elmenor de todos eraaún tan pequeño, que otros tenían que llevarlo en brazos. Y cuando lohubieronsentadoenlahierbaenmediodetodasaquellasfloresamarillas,sepusoagritardealegría,aagitarlasregordetaspiernecillasyarevolcarseporlahierba,cogiendoconsusmanitaslosdoradosdientesdeleónybesándolosensudulceinocencia.

Mientrastantolosmayoresrompíanlascabecitasfloridas,separándolasdelos talloshuecosydoblandoéstos en anillopara fabricar con ellos cadenas,que se colgaron del cuello, de los hombros o en torno a la cintura; se lospusierontambiénenlacabeza,alrededordelasmuñecasylostobillos—¡quépreciosidad de cadenas y grilletes verdes!—. Pero los mayores recogíancuidadosamentelasfloresencerradasenlasemilla,aquella ligerayvaporosaesferade lana,aquellapequeñaobradeartequepareceunanubecillablancahechadecopitosminúsculos.Selaponíanantelaboca,ydeunsoploteníanque deshacerla enteramente. Quien lo consiguiera tendría vestidos nuevosantesdeterminarelaño—lohabíadichoabuelita.

Ydeestemodoladespreciadaflorseconvertíaenprofeta.

—¿Ves?—lepreguntóelrayodesolalaramademanzano—.¿Vesahorasubellezaysuvirtud?

—¡Sí,paralosniños!—replicólarama.

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Enesto llegóalcampounaancianita,y,conunviejoyromocuchillodecocina,sepusoaexcavarparasacarlaraízdelaplanta.Queríaemplearpartedelasraícesparaunainfusióndecafé;elrestopensaballevárselasalboticarioparasacarunoscéntimos.

—Pero la belleza es algo mucho más elevado —exclamó la rama delmanzano—.Asureinovansólo loselegidos.Existeunadiferenciaentre lasplantas,deigualmodocomolahayentrelaspersonas.

Entonces el rayode sol lehablódel infinito amordeDiospor todas suscriaturas, amor que abraza con igual ternura a todo ser viviente; y le hablótambién de la divina justicia, que lo distribuye todo por igual en tiempo yeternidad.

—¡Sí,esocreeusted!—respondiólarama.

Enesoentrógenteenelsalón,yconellalacondesitaquetanlindamentehabíacolocado la ramafloridaenel transparente jarrón,sobreelquecaíaelfulguranterayodesol.Traíaunaflor,oloquefuese,cuidadosamenteenvueltaentresocuatrograndeshojas,quelarodeabancomouncucurucho,paraqueniunhálitodeairepudiesedarleyperjudicarla:y¡lallevabaconuncuidadotan amoroso!Muchomayordel que jamás sehabíaprestado a la ramitadelmanzano. La sacaron con gran precaución de las hojas que la envolvían yapareció…¡lapequeñaesferitadeblancos copos, la semilladeldespreciadodientedeleón!Estoeraloquelacondesacontantocuidadohabíacogidodelatierraytraídoparaqueniunadelassutilísimasflechasdeplumaqueformansuvaporosabolitafuesellevadaporelviento.Lasosteníaenlamano,enteraeintacta; y admiraba su hermosa forma, aquella estructura aérea y diáfana,aquellaconstruccióntanoriginal,aquellabellezaqueenunmomentodisiparíael viento. Daba lástima pensar que pudiera desaparecer aquella hermosarealidad.

—¡FijaosquemaravillosamentehermosalahacreadoDios!—dijo—.Lapintaré juntocon la ramadelmanzano.Todoelmundo,encuentraesta ramaprimorosa;pero lapobre florecilla, a sumanera, ha sido agraciadaporDioscon no menor hermosura. ¡Qué distintas son, y, sin embargo, las dos sonhermanasenelreinodelabelleza!

Yelrayodesolbesóalhumildedientedeleón,exactamentecomobesabaa la florida rama del manzano, cuyos pétalos parecían sonrojarse bajo lacaricia.

Ellibromudo

(Denstummebog)

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Juntoalacarreteraquecruzabaelbosqueselevantabaunagranjasolitaria;lacarreterapasabaprecisamenteasutravés.Brillabaelsol,todaslasventanasestabanabiertas;enelinteriorreinabagranmovimiento,peroenlaera,entreel follaje de un saúco florido, había un féretro abierto, con un cadáver quedebíarecibirsepulturaaquellamismamañana.Nadievelabaasulado,nadiellorabaporeldifunto,cuyorostroaparecíacubiertoporunpañoblanco.Bajolacabezateníaunlibromuygrandeygrueso;lashojaserandegrandespliegosdepapel secante,yencadaunahabía,ocultasyolvidadas, floresmarchitas,todo un herbario, reunido en diferentes lugares.Debía ser enterrado con él,puesasílohabíadispuestosudueño.Cadaflorresumíauncapítulodesuvida.

—¿Quiéneselmuerto?—preguntamos,ynosrespondieron:

—Aquel viejo estudiante de Upsala. Parece que en otros tiempos fuehombre muy despierto, que estudió las lenguas antiguas, cantó e inclusocompusopoesías,segúndecían.Peroalgoleocurrió,yseentregóalabebida.Decayó su salud, y finalmente vino al campo, donde alguien pagaba supensión.Era dulce como un niñomientras no lo dominaban ideas lúgubres,pero entonces se volvía salvaje y echaba a correr por el bosque como unabestia acosada. En cambio, cuando habían conseguido volverlo a casa y lopersuadíandequehojeasesulibrodeplantassecas,eracapazdepasarseeldíaentero mirándolas, y a veces las lágrimas le rodaban por las mejillas; sabeDiosenquépensaríaentonces.Perohabíarogadoquedepositaranellibroenel féretro, y allí estaba ahora. Dentro de poco rato clavarían la tapa, ydescansaríaapaciblementeenlatumba.

Quitaron el pañomortuorio: la paz se reflejaba en el rostro del difunto,sobreelquedabaunrayodesol;unagolondrinapenetrócomounaflechaenelfollajeydiomediavuelta,chillando,encimadelacabezadelmuerto.

¡Quémaravillosoes—todoshemosexperimentadoestaimpresión—sacara la luz viejas cartas de nuestra juventud y releerlas! Toda una vida asomaentonces, con sus esperanzas y cuidados. Cuántas veces creemos que unapersonaconlaqueestuvimosunidosdecorazón,estámuertahacetiempo,y,sinembargo,viveaún,sóloquehemosdejadodepensarenella,aunqueundíapensamos que seguiremos siempre a su lado, compartiendo las penas y lasalegrías.

La hoja de roble marchita de aquel libro recuerda al compañero, alcondiscípulo,alamigoparatodalavida;seprendióaquellahojaalagorradeestudiante aquel día que, en el verde bosque, cerraron el pacto de alianzaperenne. ¿Dónde está ahora? La hoja se conserva, la amistad se hadesvanecido.Hayaquíunaplantaexóticadeinvernadero,demasiadodelicadapara los jardines nórdicos…Diríase que las hojas huelen aún. Se la dio la

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señoritadeljardíndeaquellacasanoble.Yaquíestáelnenúfarqueélmismocogió y regó con amargas lágrimas, la rosa de las aguas dulces. Y ahí unaortiga;¿quédicensushojas?¿Quéestaríapensandoélcuandolaarrancóparaguardarla? Ved aquí el muguete de la soledad selvática, y la madreselvaarrancadadelamacetadelataberna,yeldesnudoyafiladotallodehierba.

Elfloridosaúcoinclinasusumbelastiernasyfragantessobrelacabezadelmuerto; lagolondrinavuelveapasarvolandoy lanzandosu trino…Yluegovienenloshombresprovistosdeclavosymartillo;colocanlatapaencimadeldifunto, de manera que la cabeza repose sobre el libro… conservado…deshecho.

Dentrodemilaños

(Omårtusinder)

Sí,dentrodemilañoslagentecruzaráelocéano,volandoporlosaires,enalas del vapor. Los jóvenes colonizadores de América acudirán a visitar lavieja Europa. Vendrán a ver nuestros monumentos y nuestras decaídasciudades, delmismomodoque nosotros peregrinamos ahora para visitar lasdecaídas magnificencias del Asia Meridional. Dentro de mil años, vendránellos.

El Támesis, el Danubio, el Rin, seguirán fluyendo aún; el Montblanccontinuaráenhiestoconsunevadacumbre,laaurorasborealesproyectaránsusbrillantes resplandores sobre las tierras del Norte; pero una generación trasotrasehaconvertidoenpolvo,seriesenterasdemomentáneasgrandezashancaídoenelolvido,comoaquellasquehoydormitanbajoel túmulodondeelrico harinero, en cuya propiedad se alza, se mandó instalar un banco paracontemplardesdeallíelondeantecampodemiesesqueseextiendeasuspies.

—¡AEuropa!—exclamaránlasjóvenesgeneracionesamericanas—.¡Alatierra de nuestros abuelos, la tierra santa de nuestros recuerdos y nuestrasfantasías!¡AEuropa!

Llegalaaeronave,llenadeviajeros,pueslatravesíaesmásrápidaqueporel mar; el cable electromagnético que descansa en el fondo del océano hatelegrafiadoyadandocuentadelnúmerodelosqueformanlacaravanaaérea.Ya se avista Europa, es la costa de Irlanda la que se vislumbra, pero lospasajerosduermentodavía;hanavisadoquenoselesdespiertehastaqueesténsobreInglaterra.AllípisaránelsuelodeEuropa,enlatierradeShakespeare,como la llaman los hombres de letras; en la tierra de la política y de lasmáquinas,comola llamanotros.Lavisitaduraráundía:esel tiempoquela

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apresuradageneraciónconcedealagranInglaterrayaEscocia.

El viaje prosigue por el túnel del canal hacia Francia, el país deCarlomagno y de Napoleón. Se cita a Molière, los eruditos hablan de unaescuela clásica y otra romántica, que florecieron en tiempos remotos, y seencomiaahéroes,vatesysabiosquenuestraépocadesconoce,peroquemástardenacieronsobreestecráterdeEuropaqueesParís.

La aeronave vuela por sobre la tierra de la que salió Colón, la cuna deCortés,elescenariodondeCalderóncantósusdramasenversosarmoniosos;hermosasmujeresdenegrosojosvivenaúnenlosvallesfloridos,yenestrofasantiquísimasserecuerdaalCidylaAlhambra.

Surcando el aire, sobre elmar, sigue el vuelo hacia Italia, asiento de lavieja y eterna Roma. Hoy está decaída, la Campagna es un desierto; de laiglesia de San Pedro sólo queda unmuro solitario, y aun se abrigan dudassobresuautenticidad.

YluegoaGrecia,paradormirunanocheenellujosohoteledificadoenlacumbredelOlimpo;poderdecirque sehaestadoallí, vistemucho.ElviajeprosigueporelBósforo,conobjetodedescansarunashorasyvisitarelsitiodondeantañosealzóBizancio.Pobrespescadoreslanzansusredesallídondelaleyendacuentaqueestuvoeljardíndelharénentiemposdelosturcos.

Continúaelitinerarioaéreo,volandosobrelasruinasdegrandesciudadesqueselevantaronaorillasdelcaudalosoDanubio,ciudadesquenuestraépocanoconoceaún;peroaquíyallá—sobrelugaresricosenrecuerdosquealgúndíasaldrándelsenodeltiempo—seposalacaravanaparareemprendermuyprontoelvuelo.

AlfondosedespliegaAlemania—otroracruzadaporunadensísimareddeferrocarrilesycanales—elpaísdondepredicóLutero,cantóGoetheyMozartempuñó el cetro musical de su tiempo. Nombres ilustres brillaron en lasciencias y en las artes, nombres que ignoramos. Un día de estancia enAlemania y otro para el Norte, para la patria de Örsted y Linneo, y paraNoruega, la tierra de los antiguos héroes y de los hombres eternamentejóvenesdelSeptentrión.Islandiaquedaenelitinerarioderegreso;elgéiseryanobulle,yelHeclaestáextinguido,perocomolalosaeternadelaleyenda,laprepotenteislarocosasigueincólumeenelmarbravío.

—HaymuchoqueverenEuropa—diceeljovenamericano—ylohemosvistoenochodías.Sepuedehacermuybien,comoelgranviajero—aquísecitaunnombreconocidoenaqueltiempo—hademostradoensufamosaobra:CómovisitarEuropaenochodías.

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Elúltimodía

(Pådenyderstedag)

Detodoslosdíasdenuestravida,elmássantoesaquelenquemorimos;esel último día, el grande y sagrado día de nuestra transformación. ¿Te hasdetenidoalgunavezapensarseriamenteenesahorasuprema,laúltimadetuexistenciaterrena?

Hubounavezunhombre,uncreyenteamachamartillo,segúndecían,uncampeón de la divina palabra, que era para él ley, un celoso servidor de unDiosceloso.HeaquíquelaMuertellegóalaveradesulecho,laMuerte,consucaraseveradeultratumba.

—Hasonadotuhora,debesseguirme—ledijo,tocándolelospiesconsudedogélido;ysuspiesquedaronrígidos.LuegolaMuerteletocólafrenteyelcorazón,quecesódelatir,yelalmasalióenposdelángelexterminador.

Peroen losbreves segundosque transcurrieronentreelmomentoenquesintióelcontactodelaMuerteenelpieyenlafrenteyelcorazón,desfilóporlamentedelmoribundo,comounaenormeoleadanegra,todoloquelavidalehabíaaportadoe inspirado.Conunamiradarecorrióelvertiginosoabismoyconunpensamientoinstantáneoabarcótodoelcaminoinconmensurable.Así,en un instante, vio en una ojeada de conjunto, la miríada incontable deestrellas,cuerposcelestesymundosqueflotanenelespacioinfinito.

En unmomento así, el terror sobrecoge al pecador empedernido que notiene nada a que agarrarse; tiene la impresión de que se hunde en el vacíoinsondable.Elhombrepiadoso,encambio,descansatranquilamentesucabezaenDiosyseleentregacomounniño:

—¡HágaseenmíTuvoluntad!

Peroaquelmoribundonose sentíacomounniño; sedabacuentadequeeraunhombre.Notemblabacomoelpecador,puessesabíacreyente.Sehabíamantenidoaferradoalasformasdelareligióncontodarigidez;eranmillones,losabía,losdestinadosaseguirporelanchocaminodelacondenación;conelhierro y el fuego habría podido destruir aquí sus cuerpos, como seríandestrozadassusalmasyseguiríansiéndoloporunaeternidad.Perosucaminoibadirectoalcielo,dondelagracialeabríalaspuertas,lagraciaprometedora.

Yelalmasiguióalángeldelamuerte,despuésdemirarporúltimavezallecho donde yacía la imagen del polvo envuelta en la mortaja, una copiaextraña del propio yo. Y volando llegaron a lo que parecía un enormevestíbulo, a pesar de que estaba en un bosque; la Naturaleza aparecíarecortada, distendida, desatada y dispuesta en hileras, arreglada

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artificiosamente como los antiguos jardines franceses; se celebraba unaespeciedebailededisfraces.

—¡Ahítieneslavidahumana!—dijoelángeldelamuerte.

Todos los personajes iban más o menos disfrazados; no todos los quevestían de seda y oro eran losmás nobles y poderosos, ni todos los que secubríanconel ropajede lapobrezaeran losmásbajose insignificantes.Erauna mascarada asombrosa, y lo más sorprendente de ella era que todos seesforzabancuidadosamenteenocultar algodebajode susvestidos;perounotirabadelotroparadejaraquelloalavista,yentoncesasomabaunacabezadeanimal: en uno, la de unmono, con su risa sardónica; en otro, la de un feochivo,deunaviscosaserpienteodeunmacilentopez.

Era la bestia que todos llevamos dentro, la que arraiga en el hombre; ypegaba saltos, queriendo avanzar, y cada uno la sujetaba, con sus ropas,mientras los demás la apartaban, diciendo: «¡Mira! ¡Ahí está, ahí está!», ycadaunoponíaaldescubiertolamiseriadelotro.

—¿Quéanimalvivíaenmí?—preguntóelalmaerrante;yelángelde lamuerte le señaló una figura orgullosa. Alrededor de su cabeza brillaba unaaureoladebrillantescolores,peroenelcorazóndelhombreseocultabanlospiesdelanimal,piesdepavoreal;laaureolanoerasinolacolaabigarradadelave.

Cuandoprosiguieronsucamino,otrasgrandesavesgritaronperversamentedesdelasramasdelosárboles,convoceshumanasmuyinteligibles:

—Peregrinodelamuerte,¿noteacuerdasdemí?

Eranlosmalospensamientosylasconcupiscenciasdelosdíasdesuvida,quegritaban:«¿Noteacuerdasdemí?».

Porunmomentoseespantóelalma,pues reconoció lasvoces, losmalospensamientosydeseosquesepresentabancomotestigosdecargo.

—¡Nadabuenoviveennuestra carne, ennuestranaturalezaperversa!—exclamó el alma—. Pero mis pensamientos no se convirtieron en actos, elmundonoviosusmalosfrutos—.Yapresuróelpaso,paraescapardeaquelhorrible griterío; mas los grandes pajarracos negros la perseguían,describiendocírculosasualrededor,gritandocontodassusfuerzas,comoparaque el mundo entero los oyese. El alma se puso a brincar como una corzaacosada, y a cada salto ponía el pie sobre agudas piedras, que le abríandolorosasheridas.—.¿Dedóndevienenestaspiedrascortantes?Yacenenelsuelocomohojasmarchitas.

—Cadaunadeellasesunapalabraimprudentequeseescapódetuslabios,yquehirióatuprójimomuchomásdolorosamentedecomoahoralaspiedras

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telastimanlospies.

—¡Nuncapenséenello!—dijoelalma.

—Nojuzguéissinoqueréisserjuzgados—resonóenelaire.

—¡Todoshemospecado!—dijoelalma,volviendoalevantarse—.YoheobservadofielmentelaLeyyelEvangelio;hiceloquepude,nosoycomolosdemás.

Así llegaron a la puerta del cielo, y el ángel guardián de la entradapreguntó:

—¿Quiéneres?Dimecuálestufeypruébamelacontusacciones.

—Heguardado rigurosamente losmandamientos.Mehe humillado a losojos delmundo, he odiadoy perseguido lamaldady a losmalos, a los quesiguenporelanchocaminode laperdición,yseguiréhaciéndoloasangreyfuego,sipuedo.

—¿EresentoncesunadeptodeMahoma?—preguntóelángel.

—¿Yo?¡Jamás!

—Quienempuñelaespadamoriráporlaespada,hadichoelHijo.Túnotienessufe.¿EresacasounhijodeIsrael,delosquedicenconMoisés:«Ojoporojo,dientepordiente»;unhijodeIsrael,cuyoDiosvengativoessólodiosdetupueblo?

—¡Soycristiano!

—No te reconozconien tu fenien tushechos.LadoctrinadeCristoestodaellareconciliación,amorygracia.

—¡Gracia!—resonóenlosetéreosespacios;lapuertadelcieloseabrió,yelalmaseprecipitóhacialaincomparablemagnificencia.

Perolaluzquedeellairradiabaerantancegadora, tanpenetrante,queelalma hubo de retroceder como ante una espada desnuda; y las melodíassonaban dulces y conmovedoras, como ninguna lengua humana podríaexpresar. El alma, temblorosa, se inclinómás ymás,mientras penetraba enellalacelesteclaridad;yentoncessintióloquenuncaanteshabíasentido:elpesodesuorgullo,desudurezaysupecado.Sehizolaluzensupecho.

—Loquedebuenohiceenelmundo, lohiceporquenosupehacerlodeotromodo;perolomalo…¡esosíquefuecosamía!

Yelalmasesintiódeslumbradaporlapurísimaluzcelestialysedesplomódesmayada, envuelta en sí misma, postrada, inmadura para el reino de loscielos, y, pensando en la severidad y la justicia de Dios, no se atrevió apronunciarlapalabra«gracia».

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Y,noobstante,vinolagracia,lagraciainesperada.

El cielo divino estaba en el espacio inmenso, el amor de Dios sederramaba,severtíaenélenplenitudinagotable.

—¡Santa,gloriosa,dulceyeterna seas,oh,almahumana!—cantaron losángeles.

Todos, todosretrocederemosasustadoscomoaquellaalmaeldíapostrerodenuestravidaterrena,antelagrandiosidadylagloriadelreinodeloscielos.Nosinclinaremosprofundamenteynospostraremoshumildes,y,noobstante,nos sostendrá Su Amor y Su Gracia, y volaremos por nuevos caminos,purificados, ennoblecidos y mejores, acercándonos cada vez más a lamagnificenciadelaluz,y,fortalecidosporella,podremosentrarenlaeternaclaridad.

Elduendedelatienda

(Nissenhosspækhøkeren)

Érase una vez un estudiante, un estudiante de verdad, que vivía en unabuhardillaynadaposeía;yérase tambiénun tendero,un tenderodeverdad,quehabitabaenla trastiendayeradueñode todalacasa;yensuhabitaciónmoraba un duendecillo, al que todos los años, porNochebuena, obsequiabaaquélconuntazóndepapasyunbuentrozodemantequilladentro.Bienpodíahacerlo;yelduendecontinuabaenlatienda,yestoexplicamuchascosas.

Unatardecerentróelestudianteporlapuertatrasera,acomprarseunavelayelquesoparasucena;noteníaaquienenviar,porloqueibaélmismo.Ledieron loquepedía, lopagó,yel tenderoysumujer ledesearon lasbuenasnoches con un gesto de la cabeza. La mujer sabía hacer algo más quegesticularconlacabeza;eraunpicodeoro.

El estudiante les correspondió de la misma manera y luego se quedóparado,leyendolahojadepapelqueenvolvíaelqueso.Eraunahojaarrancadadeunlibroviejo,quejamáshubierapensadoquelotratasenasí,pueseraunlibrodepoesía.

—Todavíanosquedamás—dijoel tendero—;locompréaunaviejaporunosgranosdecafé;porochochelinesselocedoentero.

—Muchasgracias—repusoelestudiante—.Démeloacambiodelqueso.Puedo comer pan solo; pero sería pecado destrozar este libro. Es usted unhombre espléndido, un hombre práctico, pero lo que es de poesía, entiendemenosqueesacuba.

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La verdad es que fue un tanto descortés al decirlo, especialmente por lacuba; pero tendero y estudiante se echaron a reír, pues el segundo habíahabladoenbroma.Contodo,elduendesepicóaloírsemejantecomparación,aplicada a un tendero que era dueño de una casa y encima vendía unamantequillaexcelente.

Cerradoquehubolanoche,yconellalatienda,ycuandotodoelmundoestabaacostado,exceptoelestudiante,entróelduendeenbuscadelpicodeladueña, pues no lo utilizaba mientras dormía; fue aplicándolo a todos losobjetosdelatienda,conlocualéstosadquiríanvozyhabla,ypodíanexpresarsus pensamientos y sentimientos tan bien como la propia señora de la casa;pero,claroestá,sólopodíaaplicarloaunsoloobjetoalavez;yeraunasuerte,puesdeotromodo,¡menudobarullo!

Elduendepusoelpicoen lacubaquecontenía losdiariosviejos.—¿Esverdadqueustednosabeloqueeslapoesía?

—Claro que lo sé—respondió la cuba—. Es una cosa que ponen en laparteinferiordelosperiódicosyquelagenterecorta;tengomotivosparacreerquehaymásenmíqueenelestudiante,yestoquecomparadoconeltenderonosoysinounacubadepocomásomenos.

Luegoelduendecolocóelpicoenelmolinillodecafé.¡Diosmío,ycómosesoltóéste!Ydespuésloaplicóalbarrilitodemantecayalcajóndeldinero;ytodoscompartieronlaopinióndelacuba.Ycuandolamayoríacoincideenunacosa,noquedamásremedioquerespetarlaydarlaporbuena.

—¡Yahora,alestudiante!—pensó;ysubiócallanditoalabuhardilla,porlaescaleradelacocina.Habíaluzenelcuarto,yelduendecillomiróporelojodelacerradurayvioalestudiantequeestabaleyendoellibrorotoadquiridoenlatienda.Pero,¡quéclaridadirradiabadeél!

Delaspáginasemergíaunvivísimorayodeluz,queibatransformándoseenun tronco, enunpoderosoárbol,quedesplegaba sus ramasycobijabaalestudiante.Cadaunadesushojaseratiernaydeunverdejugoso,ycadaflor,unahermosacabezadedoncella,deojosyaoscurosyllameantes,yaazulesymaravillosamente límpidos.Losfrutoseranotras tantas rutilantesestrellas,yuncantoyunamúsicadeliciososresonabanenladestartaladahabitación.

Jamás había imaginado el duendecillo una magnificencia como aquélla,jamáshabíaoídohablardecosasemejante.Poresopermaneciódepuntillas,mirandohastaqueseapagólaluz.Seguramenteelestudiantehabíasopladolavela para acostarse; pero el duende seguía en su sitio, pues continuabaoyéndose el canto, dulce y solemne, una deliciosa canción de cuna para elestudiante,queseentregabaaldescanso.

—¡Asombroso!—se dijo el duende—. ¡Nunca lo hubiera pensado!A lo

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mejorme quedo con el estudiante…—Y se lo estuvo rumiando buen rato,hastaque,al fin,venció lasensatezysuspiró—.¡Peroelestudianteno tienepapillas,nimantequilla!—.Ysevolvió; sevolvióabajo, acasadel tendero.Fue una suerte que no tardasemás, pues la cuba había gastado casi todo elpicode la dueña, a fuerzadepregonar todo lo que encerraba en su interior,echadasiempredeunlado;ysedisponíajustamenteavolverseparaempezaracontarporelladoopuesto,cuandoentróelduendeylequitóelpico;peroenadelante toda la tienda, desde el cajón del dinero hasta la leña de abajo,formaronsusopinionescalcándolassobrelasdelacuba; todoslaponíantanaltayleotorgabantalconfianza,quecuandoeltenderoleíaenelperiódicodelatardelasnoticiasdearteyteatrales,elloscreíanfirmementequeprocedíandelacuba.

En cambio, el duendecillo ya no podía estarse quieto como antes,escuchandotodaaquellaerudiciónysabihonduradelaplantabaja,sinoqueencuantoveíabrillar la luzen labuhardilla,eracomosisusrayosfuesenunospotentescablesqueloremontabanalasalturas;teníaquesubiramirarporelojodelacerradura,ysiempresesentíarodeadodeunagrandiosidadcomolaqueexperimentamosenelmartempestuoso,cuandoDioslevantasusolas;yrompíaallorar,sinsaberélmismoporqué,perolaslágrimaslehacíanungranbien. ¡Qué magnífico debía de ser estarse sentado bajo el árbol, junto alestudiante! Pero no había que pensar en ello, y se daba por satisfechocontemplándolodesdeelojodelacerradura.Yallíseguía,enelfríorellano,cuando ya el viento otoñal se filtraba por los tragaluces, y el frío ibaarreciando.Sóloqueelduendecillonolonotabahastaqueseapagabalaluzdelabuhardilla,ylosmelodiosossoneserandominadosporelsilbardelviento.¡Ujú,cómotemblabaentonces,ybajabacorriendolasescaleraspararefugiarseen su caliente rincón, donde tan bien se estaba! Y cuando volvió laNochebuena, con sus papillas y su buena bola de manteca, se declaróresueltamenteenfavordeltendero.

Peroamedianochedespertóalduendecillounalborotohorrible,ungranestrépitoen losescaparates,ygentesque ibanyveníanagitadas,mientraselserenonocesabadetocarelpito.Habíaestalladounincendio,ytodalacalleaparecía iluminada. ¿Sería su casa o la del vecino? ¿Dónde? ¡Había unaalarma espantosa, una confusión terrible! La mujer del tendero estaba tanconsternada,quesequitólospendientesdeorodelasorejasyselosguardóenel bolsillo, para salvar algo. El tendero recogió sus láminas de fondospúblicos, y la criada, su mantilla de seda, que se había podido comprar afuerzadeahorros.Cadacualqueríasalvarlomejor,ytambiénelduendecillo;y de un salto subió las escaleras y semetió en la habitación del estudiante,quien, de pie junto a la ventana, contemplaba tranquilamente el fuego, queardía en la casa de enfrente. El duendecillo cogió el libro maravilloso queestaba sobre la mesa y, metiéndoselo en el gorro rojo lo sujetó

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convulsivamenteconambasmanos:elmáspreciosotesorodelacasaestabaasalvo.Luegosedirigió,corriendoporel tejado,alapuntadelachimenea,yallíseestuvo,iluminadoporlacasaenllamas,apretandoconambasmanoselgorro que contenía el tesoro. Sólo entonces se dio cuenta de dónde teníapuestosucorazón;comprendióaquiénpertenecíaenrealidad.Perocuandoelincendio estuvo apagadoy el duendecillohubovuelto a sus ideasnormales,dijo:

—Me he de repartir entre los dos. No puedo separarme del todo deltendero,porcausadelaspapillas.

Yenestosecomportócomounauténticoserhumano.Todosprocuramosestarbienconeltendero…porlaspapillas.

Elgolletedebotella

(Flaskehalsen)

Enunatortuosacallejuela,entrevariasmíserascasuchas,sealzabaunadeparedesentramadas,altaydesvencijada.Vivíanenellagentemuypobre;ylomásmíserodetodoeralabuhardilla,encuyoventanucocolgaba,alaluzdelsol,unaviejajaulaabolladaquenisiquierateníabebedero;ensulugarhabíaun gollete de botella puesto del revés, tapado por debajo con un tapón decorcho y lleno de agua. Una vieja solterona estaba asomada al exterior;acababadeadornarconprímulas la jauladondeundiminutopardillosaltabade uno a otro palo cantando tan alegremente, que su voz resonaba a grandistancia.

«¡Ay, bien puedes tú cantar!—exclamó el gollete. Bueno, no es que lodijera como lo decimosnosotros, puesun cascodebotella nopuedehablar,pero lo pensó a su manera, como nosotros cuando hablamos para nuestrosadentros—. Sí, tú puedes cantar, pues no te falta ningún miembro. Si túsupieras,comoyo losé, loquesignificahaberperdido toda laparte inferiordel cuerpo, sin quedarme más que cuello y boca, y aun ésta con un tapónmetidodentro…Seguroquenocantarías.Perovalemásasí,quesiquiera túpuedas alegrarte. Yo no tengo ningúnmotivo para cantar, aparte que no séhacerlo;antessísabía,cuandoeraunabotellahechayderecha,ymefrotabancon un tapón. Era entonces una verdadera alondra, me llamaban la granalondra. Y luego, cuando vivía en el bosque, con la familia del pellejero ycelebraron la boda de su hija… Me acuerdo como si fuese ayer. ¡La deaventurasquehepasado,yquepodríacontarte!Heestadoenelfuegoyenelagua, metida en la negra tierra, y he subido a alturas que muy pocos han

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alcanzado,yahímetienesahoraenestajaula,expuestaalaireyalsol.Alomejortegustaríaoírmihistoria,aunquenolavoyacontarenvozalta,puesnopuedo».

Yasíelgolletedebotella—hablandoparasí,oporlomenospensándolopara sus adentros—empezó a contar suhistoria, que era notable deverdad.Entretanto,elpajarillocantabasualegrecanción,yabajoen lacalle todoelmundoibayvenía,pensandocadacualensusproblemasoennada.Peroelgolletedelabotellarecuerdaquerecuerda.

Vioelhornoardientede lafábricadonde,soplando, lehabíandadovida;recordóquehacíauncalorsofocanteenaquelhornoestrepitoso, lugardesunacimiento;quemirandoasushonduraslehabíanentradoganasdesaltardenuevoaellas,peroque,pocoapoco,alirseenfriando,sefuesintiendobienyagustoensunuevositio,enhileraconunregimientoenterodehermanosyhermanas, nacidas todas en el mismo horno, aunque unas destinadas acontenerchampañayotrascerveza,locualnoerapocadiferencia.Mástarde,yaenelanchomundo,cabemuybienqueenunabotelladecervezaseenvaseelexquisito«lacrimaeChristi»,yqueenunabotelladechampañaechenbetúndecalzado;perosiemprequedalaforma,comoejecutoriadelnacimiento.Elnobleessiemprenoble,aunquepordentroestéllenodebetún.

Despuésdeunrato,todaslasbotellasfueronembaladas,lanuestraconlasdemás.Nopensabaentoncesellaqueacabaríaensimplegolleteyqueserviríadebebederodepájaroenaquellasalturas,locualnodejadeserunaexistenciahonrosa,puessiquieraseesalgo.Novolvióaver la luzdeldíahastaqueladesembalaronen labodegadeuncosechero, juntoconsuscompañeras,y laenjuagaron por primera vez, cosa que le produjo una sensación extraña. Sequedó allí vacía y sin tapar, presa de un curioso desfallecimiento. Algo lefaltaba,nosabíaquéapuntofijo,peroalgo.Hastaquelallenarondevino,unvino viejo y de solera; la taparon y lacraron, pegándole a continuación unpapel en que se leía: «Primera calidad».Era como sacar sobresaliente en elexamen;peroesqueenrealidadelvinoerabueno,ylabotella,buenatambién.Cuandoseesjoven,todoelmundosesientepoeta.Labotellasesentíallenadecancionesyversosreferentesacosasdelasquenoteníalamenoridea:lasverdes montañas soleadas, donde maduran las uvas y donde las retozonasmuchachas y los bulliciososmozos cantan y se besan. ¡Ah, qué bella es lavida!Todoaquellocantabay resonabaenel interiorde labotella, lomismoqueocurreeneldelosjóvenespoetas,queconfrecuenciatampocosabennadadetodoaquello.

Unbuendíalavendieron.Elaprendizdelpeleterofueenviadoacompraruna botella de vino «del mejor», y así fue ella a parar al cesto, junto conjamón, salchichas y queso, sin que faltaran tampoco una mantequilla demagnífico aspecto y un pan exquisito. La propia hija del peletero vació el

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cesto.Erajovenylinda;reíansusojosazules,yunasonrisasedibujabaensuboca,quehablabatanelocuentementecomosusojos.Susmanoseranfinasydelicadas,ymuyblancas,aunquenotantocomoelcuelloyelpecho.Seveíaalaleguaqueeraunadelasmozasmásbellasdelaciudad,y,sinembargo,noestabaprometida.

Cuandolafamiliasalióalbosque,lacestadelacomidaquedóenelregazode lahija; el cuellode labotellaasomabaporentre losextremosdelblancopañuelo; cubría el tapón un sello de lacre rojo, que miraba al rostro de lamuchacha.Peronodejabadeechartampocoojeadasaljovenmarino,sentadoasu lado.Eraunamigode infancia,hijodeunpintor retratista.Acababadepasarfelizmentesuexamendepiloto,yaldíasiguienteseembarcabaenunanaveconrumboalejanospaíses.Deellohabíanestadohablandolargamentemientrasempaquetaban,yenelcursodelaconversaciónnosehabíareflejadomuchaalegríaenlosojosyenlabocadelalindahijadelpeletero.

Los dos jóvenes se metieron por el verde bosque, enzarzados en uncoloquio.¿Dequéhablarían?Labotellanolooyó,puessehabíaquedadoenla cesta. Pasó mucho rato antes de que la sacaran, pero cuando al fin, lohicieron, habían sucedido cosas muy agradables; todos los ojos estabansonrientes, incluso los de la hija, la cual apenas abría la boca, y tenía lasmejillasencendidascomorosasencarnadas.

Elpadrecogiólabotellallenayelsacacorchos.Esextraño,sí,laimpresiónque se siente cuando a una la descorchan por vez primera. Jamás olvidó elcuello de la botella aquel momento solemne; al saltar el tapón le habíaescapadodedentrounrarosonido,«¡plump!»,seguidodeungorgoteoalcaerelvinoenlosvasos.

—¡Porlafelicidaddelosprometidos!—dijoelpadre,ytodoslosvasossevaciaron hasta la última gota,mientras el joven piloto besaba a su hermosanovia.

—¡Dichasybendiciones!—exclamaronlosdosviejos.

Elmozovolvióallenarlosvasos.—¡Pormiregresoyporlabodadehoyen un año! —brindó—, y cuando los vasos volvieron a quedar vacíos,levantandolabotella,añadió:—¡Hasasistidoaldíamáshermosodemivida;nuncamásvolverásaservir!—Ylaarrojóalaire.

Poco pensó entonces la muchacha que aún vería volar otras veces labotella;y,sinembargo,asífue.Labotellafueacaerenelespesocañaveraldeun pequeño estanque que había en el bosque; el gollete recordaba aúnperfectamentecómohabíaidoapararallíycómohabíapensado:

«Lesdivinoyellosmedevuelvenaguacenagosa;suintenciónerabuena,detodosmodos».Nopodíayaveralaparejadenoviosniasusregocijados

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padres,perodurantelargoratolosestuvooyendocantarycharlaralegremente.Llegaronenestodoschiquilloscampesinos,que,mirandoporentrelascañas,descubrieronlabotellayselallevaronacasa.Volvíaaestaratendida.

En la casa del bosque donde moraban los muchachos, la víspera habíallegado su hermano mayor, que era marino, para despedirse, pues iba aemprenderunlargoviaje.Corríalamadredeunladoparaotroempaquetandocosasymáscosas;alanochecer,elpadre iríaa laciudadaverasuhijoporúltimavezantesdesupartida,yallevarleelúltimosaludodelamadre.Habíapuestoyaenelhatounabotellitadeaguardientedehierbasaromáticas,cuandosepresentaronlosmuchachitosconlabotellaencontrada,queeramayorymásresistente. Su capacidad era superior a la de la botellita, y el licor eramuybueno para el dolor de estómago, pues entre otrasmuchas hierbas, conteníacorazoncillo.Estavezno llenaron labotellaconvino,comolaanterior,sinoconunapociónamarga,aunqueexcelente,paraelestómago.Lanuevabotellareemplazóa laantigua,yasíreanudóaquéllasuscorrerías.PasóabordodelbarcopropiedaddePeterJensen,justamenteelmismoenelqueservíaeljovenpiloto, el cual no vio la botella, aparte que lo más probable es que no lahubiera reconocidonipensadoqueera lamismaconcuyocontenidohabíanbrindadoporsunoviazgoysufelizregreso.

Aunquenoeravinoloquelallenaba,noeramenosbuenosucontenido.APeterJensenlollamabansuscompañeros«Elboticario»,puesacadamomentosacaba labotellayadministrabaaalguien laexcelentemedicina—excelentepara el estómago, entendámonos—; y aquello duró hasta que se huboconsumidolaúltimagota.Fuerondíasfelices,ylabotellasolíacantarcuandolafrotabanconeltapón.Deentonceslevinoelnombredealondra,laalondradePeterJensen.

Había transcurridoun largo tiempo,y labotellahabíasidodejada,vacía,enunrincón;masheaquíque—silacosaocurrióduranteelviajedeidaoeldevuelta,labotellanolosuponuncaapuntofijo,puesjamásdesembarcó—se levantó una tempestad. Olas enormes negras y densas, se encabritaban,levantaban el barco hasta las nubes y lo lanzaban en todas direcciones; sequebróelpalomayor,ungolpedemarabrióunavíadeagua,y lasbombasresultabaninútiles.Eraunanocheoscuracomobocadelobo,yelbarcoseibaapique;enelúltimomomento,eljovenpilotoescribióenunahojadepapel:«¡EnelnombredeDios,naufragamos!».Estampóelnombredesuprometida,elsuyopropioyeldelbuque,metióelpapelenunabotellavacíaqueencontróamanoy,tapándolafuertemente, laarrojóalmartempestuoso.Ignorabaqueera la misma que había servido para llenar los vasos de la alegría y de laesperanza. Ahora flotaba entre las olas llevando un mensaje de adiós y demuerte.

Hundióseelbarco,yconéllatripulación,mientraslabotellavolabacomo

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unpájaro, llevandodentrouncorazón,unacartadeamor.Ysalióelsolysepusodenuevo,yalabotellalepareciócomosivolviesealostiemposdesuinfancia,enqueveíaelrojohornoardiente.Vivióperíodosdecalmaynuevastempestades,peroniseestrellócontraunarocanifuetragadaporuntiburón.

Más de un año estuvo flotando al azar, ora hacia el Norte, ora haciaMediodía,amerceddelascorrientesmarinas.Porlodemás,eradueñadesí,peroalcabodeuntiempounollegaacansarseinclusodeesto.

Lahojaescrita,conelúltimoadiósdelnovioa suprometida, sóloduelohabría traído, suponiendo que hubiese ido a parar a las manos a que ibadestinada.Pero,¿dóndeestabanaquellasmanos,tanblancascuando,alláenelverdebosque,seextendíansobrelajugosahierbaeldíadelnoviazgo?¿Dóndeestaba la hija del peletero? ¿Dónde se hallaba su tierra, y cuál sería lamáspróxima?Labotellaloignoraba;seguíaensueternovaivén,yalfinsesentíayahartadeaquellavida;sudestinoeraotro.Contodo,continuósuviaje,hastaque, finalmente, fue arrojada a la costa, en un país extraño.No comprendíaunapalabradeloquelasgenteshablaban;noeralalenguaqueoyeraenotrostiempos,yunosesientemuydesvalidocuandonoentiendeelidioma.

Alguienrecogiólabotellaylaexaminó.Vieronqueconteníaunpapelylosacaron; pero, por muchas vueltas que le dieron nadie supo interpretar laslíneas escritas. Estaba claro que la botella había sido arrojada al mardeliberadamente,yqueen lahojaseexplicabaelmotivodeello,peronadiesupoleerlo,porloquevolvieronaintroducirelpliegoenelfrasco,elcualfuecolocado en un gran armario de una espaciosa habitación de una casagrandiosa.

Cada vez que llegaba un forastero sacaban la hoja, la desdoblaban ymanoseaban, con lo que el escrito, trazado a lápiz, iba borrándoseprogresivamente y volviéndose ilegible; al fin nadie podía reconocer queaquello fueran letras.La botella permaneció todavía otro año en el armario;luego la llevaron al desván, donde se cubrió, de telarañas y de polvo. Allírecordaba ella los días felices en que, en el bosque, contenía vino tinto, yaquellosotrosenquevagabamecidapor lasolas,portadorasdeunmisterio,unacarta,unsuspirodedespedida.

Eneldesvánpasóveinteaños,yquiénsabehastacuándohubieraseguidoenél,denohabersidoporquereconstruyeronlacasa.Alquitareltechosaliólabotella;algodijerondeellalospresentes,¡perocualquieraloentendía!Noseaprendenadaviviendoeneldesván,aunqueseestéenélveinteaños.

«Simehubiesendejadoenlahabitacióndeabajo—pensó—deseguroquehabríaaprendidolalengua».

La levantaronyenjuagaron,ybienque lonecesitaba.Sesintió,entonces

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diáfanay transparente, jovendenuevocomoendíaspretéritos;pero lahojaescritaqueestabaencerradaensu interiorseestropeócompletamenteconéllavado.

Llenaron el frasco de semillas, no sabía ella de qué clase. La taparon yenvolvieron,conloquenovioniunresquiciodeluz,ynohablemosyadesoly luna; «cuando sevadeviajehayquepoderver algo», pensaba labotella.Pero no pudo ver nada, aunque de todos modos hizo lo principal: viajar yllegaradestino.Allíladesenvolvieron.

Y,apesarde todo,seguramentesehabrá rajado—.Perono,nosehabíarajado.Labotellacomprendíatodaslaspalabrasquesedecían,pueslohacíanenlalenguaqueoyeraenelhornovidriero,encasadelbodeguero,enelverdebosque y luego en el barco: la única vieja y buena lengua que ella podíacomprender.Había llegadoa su tierranatal,quesaludóalborozada.Depurogozo,porpocosaltade lasmanosque la sostenían;apenas sediocuentadequeladescorchabanyvaciaban.Lallevarondespuésalabodega,paraquenoestorbase,yallísequedó,olvidadadeltodo.Encasaesdondeseestámejor,aunque sea en la bodega. Jamás se le ocurrió pensar cuánto tiempopasó enella;llevabayaallívariosaños,bienapoltronada,cuandounbuendíabajaronunosindividuosysellevarontodaslasbotellas.

El jardín ofrecía un aspecto brillantísimo: lámparas encendidas colgabanen guirnaldas, y faroles de papel relucían a modo de grandes tulipanestransparentes. La noche era magnífica, y la atmósfera, quieta y diáfana;brillabanlasestrellasenuncielodelunanueva;éstaseveíacomounaboladecolor grisazulado ribeteada de oro. Para quien tenía buena vista, resultabahermosísima.

Lossenderoslateralesestabantambiénalgoiluminados,losuficienteparanoandarporellosaciegas.Entrelossetoshabíancolocadobotellas,cadaunaconunaluz,ydesunúmeroformabapartenuestraantiguaconocida,destinadaaterminarundíaensimplegollete,bebederodepájaros.Enaquelmomentoleparecía todoinfinitamentehermoso,puesvolvíaaestarenmediodelverdor,tomabaparteenlafiestayelregocijo,oíaelcantoylamúsica,elrumoryelzumbidodemuchasvoceshumanas,especialmentelasquellegabandelapartedeljardínadornadaconlinternasdepapeldecolores.Ciertoqueellaestabaenunode loscaminos laterales,pero justamenteaquellodabaoportunidadparaentregarse a los recuerdos. La botella, puesta de pie y sosteniendo la luz,prestabaunautilidadyunplacer,yasíescomodebeser.Enhorassemejantesseolvidaunohastadelosveinteañosdereclusióneneldesván.

Muy cerca de ella pasó una pareja solitaria, cogida del brazo, —comoaquellosnoviosdelbosque,elpilotoylahijadelpeletero.Labotellatuvolaimpresión de que revivía la escena. Por el jardín paseaban los invitados, y

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tambiéngentesdel pueblodeseosasde admirar aquellamagnificencia.Entreéstaspaseabaunaviejasolteronaquehabíavistomoriratodossusfamiliares,aunque no le faltaban amigos. Por su cabeza pasaban los mismospensamientosqueporlamentedelabotella:pensabaenelverdebosqueyenuna jovenparejadeenamorados;de todohabíagozado,puestoque lanoviaeraellamisma.Habíasidolahoramásfelizdesuvida,horaquenoseolvidayanunca,nicuandosellegaaserunaviejasolterona.Peroniellareconociólabotellaniéstaalaex-prometida,yasíescomoandamostodosporelmundo,pasando unos al lado de otros, hasta que volvemos a encontrarnos; eso lesocurrióaellas,quevinieronaencontrarseenlamismaciudad.

Labotellasaliódeljardínparavolveralatiendadelcosechero,dondeotravez la llenaron de vino para el aeronauta que el próximo domingo debíaelevarse en globo. Un enorme hormiguero de personas se apretujaban paraasistir al espectáculo. Resonó lamúsica de la bandamilitar y se efectuaronmúltiplespreparativos;labotellaloviotododesdeunacestadondesehallabajuntoconunconejovivo,aunquemediomuertodemiedo,porquesabíaqueselollevabanalasalturasconelexclusivoobjetodesoltarloenparacaídas.Labotellanosabíadesubidasnidebajadas;viocómoelgloboibahinchándosegradualmente, y cuando ya alcanzó el máximo de volumen, comenzó alevantarseyadarmuestrasdeinquietud.Depronto,cortaronlasamarrasquelo sujetaban, y el aeróstato se elevó en el aire con el aeronauta, el cesto, labotella y el conejo. La música rompió a tocar, y todos los espectadoresgritaron«¡hurra!».

«¡Esgraciosoestodevolarporlosaires!—pensólabotellaesotraformadenavegar.Nohaypeligrodechoquesaquíarriba».

Muchos millares de personas seguían la aeronave con la mirada, entreellas, la vieja solterona, desde la abierta ventana de su buhardilla, de cuyapared colgaba la jaula con el pardillo, que no tenía aún bebedero y debíacontentarseconunadiminutaescudillademadera.Enlamismaventanahabíaun tiesto con un arrayán, que habían apartado algo para que no cayera a lacallecuandolamujerseasomaba.Estadistinguíaperfectamentealaeronautaen su globo, y pudo ver cómo soltaba el conejo con el paracaídas y luegoarrojaba la botella proyectándola hacia lo alto. La vieja solterona pocosospechabaquelahabíavistovolaryaotravez,aqueldíafelizenelbosque,cuandoeraellaaúnmuyjovencita.

A la botella no le dio tiempo de pensar; ¡fue tan inopinado aquello deencontrarse de repente en el punto crucial de su existencia! Al fondo sevislumbraban campanarios y tejados, y las personas no eran mayores quehormigas.

Luegoseprecipitó,aunavelocidadmuydistintadeladelconejo.Volteaba

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en el aire, sintiéndose joven y retozona—estaba aún llena de vino hasta lamitad—,aunquepormuypoco tiempo. ¡Quéviaje!El sol lecomunicabasubrillo,todalagenteseguíaconlavistasuvuelo;elglobohabíadesaparecidoya, y pronto desapareció también la botella. Fue a caer sobre uno de lostejados,haciéndosemilpedazos;peroloscascosllevabantalimpulso,quenose quedaron en el lugar de la caída, sino que siguieron saltando y rodandohastadarenelpatio,dondeacabarondedesmenuzarseydesparramarseporelsuelo. Sólo el gollete quedó entero, cortado en redondo, como con undiamante.

—Podríaservirdebebederoparaunpájaro—dijoelhombrequehabitabaenelsótano;peroélnoteníapájaronijaula,ytampocoeracosadecomprarseunoyotrasóloporelmerohechodeteneruncuellodebotellaapropiadoparabebedero.La vieja solterona de la buhardilla le encontraría aplicación, y heaquícómoelgolletefueaparararriba,dondelepusieronuntapóndecorcho,ylapartequeantesmirabaalcielofueahoracolocadahaciaabajo.¡Cambiosbienfrecuentesenlavida!Lollenarondeaguafrescaylocolgarondelarejade la jaula, por el exterior; y la avecilla se puso a cantar con tanto brío yregocijo,quesustrinosresonabanagrandistancia.

—¡Ay,bienpuedestúcantar!—fueloquedijoelgolletedelabotella,elcual no dejaba de ser una notabilidad, ya que había estado en el globo.Eratodoloquesesabíadesuhistoria.Colgadoahoraencalidaddebebedero,oíalos rumores y los gritos de los transeúntes y las conversaciones de la viejasolterona en su cuartucho. Es el caso que acababa de llegar una visita, unaamigadesuedad,yambassepusieronacharlar—nodelgolletedelabotella,sinodelmirtodelaventana.

—No te gastes dos escudospor la coronadenovia de tu hija—decía lasolterona—; yo te daré una que he conservado, con floresmagníficas. ¿Vesaquelarbolillode laventana?Esunesquejedelarrayánqueme regalasteeldía en quemeprometí, para que al cabo de un añome tejiera la corona denovia;peroesedíajamásllegó.Secerraronlosojosdestinadosailuminarmisgozosymidichaenestavida.Reposaahoradulcementeenelfondodelmar,pobrealmamía.Elarbolilloseconvirtióenunárbolviejo,peroyoenvejecímásaún,ycuandoaquélsemarchitó,cortélaúltimadesusramasverdesylaplanté,yaquellaramitasehavueltoestearbolillo,que,alfin,seráunadornodenovia,lacoronadetuhija.

Mientras pronunciaba estas palabras, gruesas lágrimas resbalabanpor lasmejillas de la vieja solterona; hablaba del amigo de su juventud, de sunoviazgoenelbosque.Pensabaenelmomentoenquetodoshabíanbrindadoporlosprometidos,pensabaenelprimerbeso—perotodoestoselocallaba;ahoranoerasinounaviejasolterona.¡Entantascosaspensó!—,peroniporunmomentolevinoalaimaginaciónqueenlaventanahabíaunrecuerdode

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aquellosdíasventurosos,elgolletedelabotellaquehabíadicho«¡plump!»alsaltar el tapón con un estampido. Por su parte, él no la reconoció tampoco,pues aunque hubiera podido seguir perfectamente la narración, no lo hizo.¿Paraqué?Estabasumidoensuspropiospensamientos.

Cadacosaensusitio

(Altpåsinretteplads!)

Hacedeestomásdecienaños.

Detrásdelbosque,aorillasdeungranlago,selevantabaunviejopalacio,rodeado por un profundo foso en el que crecían cañaverales, juncales ycarrizos. Junto al puente, en la puerta principal, habla unviejo sauce, cuyasramasseinclinabansobrelascañas.

Desdeelvalle llegaban sonesdecuernosy trotesdecaballos;por eso lazagala se daba prisa en sacar los gansos del puente antes de que llegase lapartidadecazadores.Veníaéstaatodogalope,ylamuchachahubodesubirsedeunbrincoaunadelasaltaspiedrasquesobresalíanjuntoalpuente,paranoser atropellada. Era casi una niña, delgada y flacucha, pero en su rostrobrillaban dos ojos maravillosamente límpidos. Mas el noble caballero noreparóenellos;aplenogalope,blandiendoellátigo,porpurocaprichodioconélenelpechodelapastora,contantafuerzaqueladerribó.

—¡Cada cosa en su sitio!—exclamó—. ¡El tuyo es el estercolero!—ysoltóunacarcajada,pueselchistelepareciógracioso,ylosdemáslehicieroncoro. Todo el grupo de cazadores prorrumpió en un estruendoso griterío, alquesesumaronlosladridosdelosperros.Eraloquedicelacanción:

«¡Borrachaslleganlasricasaves!».

Diossabeloricoqueera.

La pobremuchacha, al caer, se agarró a una de las ramas colgantes delsauce,ygraciasaellapudoquedarsuspendidasobreelbarrizal.Encuantolosseñoresylajauríahubierondesaparecidoporlapuerta,ellatratódesalirdesuatolladero, pero la rama se quebró, y la muchachita cayó en medio delcañaveral,sintiendoenelmismomomentoquelasujetabaunamanorobusta.Era un buhonero, que, habiendo presenciado toda la escena desde algunadistancia,corrióensuauxilio.

—¡Cadacosaen su sitio!—dijo, remedandoalnobleen tonodeburlayponiendoa lamuchachaenun lugar seco.Luego intentóvolver a adherir laramaquebradaalárbol;peroesode«cadacosaensusitio»nosiempretiene

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aplicación,y así la clavó en la tierra reblandecida—.Crece si puedes; crecehasta convertirte en una buena flauta para la gente del castillo—.Con elloqueríaauguraralnobleylossuyosunbienmerecidocastigo.Subiódespuésalpalacio, aunquenopasóal salónde fiestas;noerabastantedistinguidoparaello. Sólo le permitieron entrar en la habitación de la servidumbre, dondefueron examinadas sus mercancías y discutidos los precios. Pero del salóndondesecelebrabaelbanquetellegabaelgriteríoyalborotodeloquequeríanser canciones; no sabían hacerlo mejor. Resonaban las carcajadas y losladridosdelosperros.Secomíaybebíaconelmayordesenfreno.Elvinoylacervezaespumeabanencopasyjarros,yloscanesfavoritosparticipabanenelfestín; los señoritos losbesabandespuésde secarleselhocicocon las largasorejas colgantes. El buhonero fue al fin introducido en el salón, con susmercancías; sólo querían divertirse con él. El vino se les había subido a lacabeza,expulsandodeellaalarazón.Lesirvieroncervezaenuncalcetínparaque bebiese con ellos, ¡pero deprisa! Una ocurrencia por demás graciosa,comoseve.Rebañosenterosdeganado,cortijosconsuscampesinos fueronjugadosyperdidosaunasolacarta.

—¡Cadacosaensusitio!—dijoelbuhonerocuandohubopodidoescaparsanoysalvodeaquellaSodomayGomorra,comoéllallamó—.Misitioeselcamino,bajoelcielo,ynoalláarriba—.Ydesdeelvalladosedespidiódelazagalaconungestodelamano.

Pasarondíasysemanas,yaquellaramaquebradadesaucequeelbuhoneroplantara junto al foso, seguía verde y lozana; incluso salían de ella nuevosvástagos. La doncella vio que había echado raíces, lo cual le produjo grancontento,puesleparecíaqueerasupropioárbol.

Yasífueprosperandoeljovensauce,mientrasenlapropiedadtododecaíaymarchaba del revés, a fuerza de francachelas y de juego: dos ruedasmuypocoapropiadasparahaceravanzarelcarro.

Nohabíantranscurridoaúnseisaños,cuandoelnoblehubodeabandonarsupropiedadconvertidoenpordiosero,sinmáshaberqueunsacoyunbastón.Lacompróunricobuhonero,elmismoqueundíafueraobjetodelasburlasdesusantiguospropietarios,cuandolesirvieroncervezaenuncalcetín.Pero lahonradez y la laboriosidad llaman a los vientos favorables, y ahora elcomercianteeradueñodelanoblemansión.Desdeaquelmomentoquedarondesterrados de ella los naipes. —. ¡Mala cosa! —decía el nuevo dueño—.Vienedequeeldiablo,despuésquehubo leído laBiblia,quiso fabricarunacaricaturadeellaeideoeljuegodecartas.

Elnuevo señorcontrajomatrimonio—¿conquiéndirías?—.Puescon lazagala, que se había conservadohonesta, piadosa y buena.Y en sus nuevosvestidos aparecía tan pulcra y distinguida como si hubiese nacido en noble

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cuna. ¿Cómo ocurrió la cosa? Bueno, para nuestros tiempos tan ajetreadosseríaéstaunahistoriademasiado larga,peroelcasoesquesucedió;yahoravienelomásimportante.

En la antigua propiedad todo marchaba a las mil maravillas; la madrecuidabadelgobiernodoméstico,y elpadre,de las faenas agrícolas.Llovíansobre ellos las bendiciones; la prosperidad llama a la prosperidad. La viejacasaseñorialfuereparadayembellecida;selimpiaronlosfososyseplantaronenellosárbolesfrutales;lacasaeracómoda,acogedora,yelsuelo,brillanteylimpísimo.Enlasveladasdeinvierno,elamaysuscriadashilabanlanaylinoenelgransalón,ylosdomingosseleíalaBibliaenaltavoz,encargándosedeello el Consejero comercial, pues a esta dignidad había sido elevado el ex-buhonero en los últimos años de su vida. Crecían los hijos—pues habíanvenido hijos—, y todos recibían buena instrucción, aunque no todos eraninteligentesenelmismogrado,comosuelesucederenlasfamilias.

Laramadesaucesehabíaconvertidoenunárbolexuberante,ycrecíaenplena libertad, sin ser podado. —. ¡Es nuestro árbol familiar! —decía elancianomatrimonio,ynosecansabanderecomendarasushijos,inclusoalosmásligerosdecascos,quelohonrasenyrespetasensiempre.

Yahoradejamostranscurrircienaños.

Estamos en los tiempos presentes. El lago se había transformado en uncenagal,ydelaantiguamansiónnobiliariaapenasquedabavestigio:unalargacharca,conunas ruinasdepiedraenunodesusbordes,eracuantosubsistíadelprofundo foso, en el que se levantabaun espléndidoárbol centenarioderamascolgantes:eraelárbolfamiliar.Allíseguía,mostrandolohermosoquepuede ser un sauce cuando se lo deja crecer en libertad. Cierto que teníahendido el tronco desde la raíz hasta la copa, y que la tempestad lo habíatorcidounpoco;perovivía,ydetodassusgrietasydesgarraduras,enlasqueelvientoy la intemperiehabíandepositado tierra fecunda,brotaban floresyhierbas;principalmenteenloalto,allídondeseseparabanlasgrandesramas,se había formado una especie de jardincito colgante de frambuesas y otrasplantas, que suministran alimento a los pajarillos; hasta un gracioso acerolohabía echado allí raíces y se levantaba, esbelto y distinguido, enmedio delviejosauce,quesemirabaenlasaguasnegrascadavezqueelvientobarríalaslentejas acuáticas y las arrinconaba en un ángulo de la charca.Un estrechosenderopasabaatravésdeloscamposseñoriales,comountrazohechoenunasuperficiesólida.

Enlacimadelacolinalindanteconelbosque,desdelacualsedominabaun soberbiopanorama, se alzaba el nuevopalacio, inmensoy suntuoso, concristales tan transparentes, que habríase dicho que no los había. La granescalinatafrentealapuertaprincipalparecíaunagaleríadefollaje,untejido

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derosasyplantasdeampliashojas.Elcéspederatanlimpioyverdecomosicadamañanaycadatardealguienseentretuvieraenquitarhastalamásínfimabriznadehierbaseca.Enelinteriordelpalacio,valiososcuadroscolgabandelas paredes, y había sillas y divanes tapizados de terciopelo y seda, queparecíancapacesdemoverseporsuspropiospies;mesascontablerodeblancomármolylibrosencuadernadosentafileteconcantosdeoro…Eragentemuyricalaqueallíresidía,gentenoble:eranbarones.

Reinabaallíungranorden,ytodoestabaenrelaciónconlodemás.«Cadacosaensusitio»,decíanlosdueños,yporesoloscuadrosqueantañohabríanadornadolasparedesdelaviejacasa,colgabanahoraenlashabitacionesdelservicio.Erantrastosviejos,enparticularaquellosdosantiguosretratos,unodeloscualesrepresentabaunhombreencasacarosayconenormepeluca,yelotro,unadamadecabelloempolvadoyaltopeinado,quesosteníaunarosaenlamano, rodeadosunoyotrodeunagranguirnaldade ramasdesauce.Losdoscuadrospresentabannumerososagujeros,producidosporlosbaronesitos,queloshabíantomadoporblancodesusflechas.EranelConsejerocomercialylaseñoraConsejera,losfundadoresdellinaje.

—Sinembargo,nopertenecendeltodoanuestrafamilia—dijounodelosbaronesitos—.Élhabíasidobuhonero,yella,pastora.Noerancomopapáymamá.

Aquellosretratoserantrastosviejos,y«¡cadacosaensusitio!»,sedecía;por eso el bisabuelo y la bisabuela habían ido a parar al cuarto de laservidumbre.

Elhijodelpárrocoestabadepreceptorenelpalacio.Undíasalióconlosseñoritosylamayordelashermanas,queacababaderecibirsuconfirmación.Ibanporelsenderoqueconducíaalviejosauce,yporelcaminolajovencitahizounramodefloressilvestres.«Cadacosaensusitio»,ydesusmanossalióuna obra artística de rara belleza. Mientras disponía el ramo, escuchabaatentamentecuantodecíanlosotros,ysentíaungranplaceroyendoalhijodelpárrocohablardelasfuerzasdelaNaturalezaydelavidadegrandeshombresymujeres.Eraunamuchachadealmasanayelevada,denoblessentimientos,ydotadadeuncorazóncapazderecogeramorosamentecuantodebuenohabíacreadoDios.

Se detuvieron junto al viejo sauce. El menor de los niños pidió que lefabricasenunaflauta,comolashabíatenidoyadeotrossauces,yelpreceptorrompióunaramadelárbol.

—¡Oh,nolohagáis!—dijolabaronesita;peroyaeratarde—.¡Esnuestroviejoárbolfamoso!Loquieromucho.Encasasemeríenporeso,peromedalomismo.Hayunaleyendaacercadeeseárbol…

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Ycontó cuantohabíaoídodel sauce, del viejo castillo, de la zagalay elbuhonero,quesehabíanconocidoenaquellugaryeranlosfundadoresdelanoblefamiliadelabaronesita.

—Noquisieronserelevadosalanobleza;eranproboseíntegros—dijo—.Teníanporlema:«Cadacosaensusitio»,ytemíansentirsefueradesusitiosise dejaban ennoblecer por dinero. Su hijo, mi abuelo, fue el primer barón;tengoentendidoquefueunhombresabio,degranprestigioymuyqueridodepríncipes y princesas, que lo invitaban a todas sus fiestas. A él va laadmiración de mi familia, pero yo no sé por qué los viejos bisabuelos meinspiranmássimpatía.¡Quévidatanrecogidaypatriarcaldebiódellevarseenelviejopalacio,dondeelamahilabaencompañíadesuscriadas,yelancianoseñorleíalaBibliaenvozalta!

—Fuerongentesensataydegrancorazón—asintióelhijodelpárroco;ydeprontoseencontraronenzarzadosenunaconversaciónsobrelanoblezaylaburguesía, y casi parecía que el preceptor no formaba parte de esta últimaclase,taleraelcalorconquéencomiabaalaprimera.

—Esunasuerteperteneceraunafamiliaquesehadistinguido,y,porello,llevar un impulso en la sangre, un anhelo de avanzar en todo lo bueno. Esmagnífico llevar un apellido que abra el acceso a las familias másencumbradas.Noblezaespalabraquesedefineasímisma,es lamonedadeoroque lleva suvalor en su cuño.El espíritude la época afirma,ymuchosescritoresestándeacuerdoconél,naturalmente,quetodoloqueesnoblehadesermaloydisparatado,mientrasenlospobrestodoesbrillante,tantomáscuantomássebajaenlaescalasocial.Peroyonocompartoestecriterio,queescompletamenteerróneoydisparatado.Enlasclasessuperioresencontramosmuchosrasgosdeconmovedoragrandeza;mipadremecontóuno,alqueyopodría añadir otros muchos. Un día se encontraba de visita en una casadistinguida de la ciudad, en la que según tengo entendido,mi abuela habíacriado a la señora. Estaba mi madre en la habitación, al lado del noble yancianoseñor,cuandoéstesediocuentadeunamujerdeavanzadaedadquecaminaba penosamente por el patio apoyada en dos muletas. Todos losdomingosveníaarecogerunasmonedas.«Eslapobrevieja—dijoelseñor—.¡Le cuesta tanto andar!». Y antes de que mi madre pudiera adivinar suintención,habíacruzadoelumbralycorríaescalerasabajo,él,SuExcelenciaenpersona,alencuentrodelamendiga,paraahorrarleelcostosoesfuerzodesubirarecogersulimosna.Essólounpequeñorasgo,pero,comoelóbolodelaviuda, resuenaen lomáshondodel corazónymanifiesta labondadde lanaturalezahumana;yésteesel rasgoquedebedestacarelpoeta,ymásquenuncaennuestrotiempo,puesreconfortaycontribuyeasuavizardiferenciasya reconciliara lagente.Perocuandounapersona,por serdesangrenobleyposeerunárbolgenealógicocomoloscaballosárabes,selevantacomoéstos

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sobresuspatas traserasyrelinchaen lascallesydiceensucasa:«¡Aquíhaestadogentedelacalle!»,porquehaentradoalguienquenoesdelanobleza,entonces la nobleza ha degenerado, ha descendido a la condición de unamáscaracomoaquélladeTespis; todoelmundo seburladel individuo,y lasátiraseensañaconél.

Talfueeldiscursodelhijodelpárroco,unpocolargo,yentretantohabíaquedadotalladalaflauta.

Había recepción en el palacio. Asistían muchos invitados de losalrededoresydelacapital,ydamasvestidasconmayoromenorgusto.Elgransalónpululabadevisitantes.Reunidosenungruposeveíaalosclérigosdelacomarca, retirados respetuosamente en un ángulo de la estancia, como si sepreparasenparaunentierro,cuandoenrealidadaquelloeraunafiesta,sóloqueaúnnohabíaempezadodeverdad.

Habíadedarseungranconcierto;paraello,elbaronesitohabía traídosuflautadesauce,perotodossusintentosylosdesupadreporarrancarunanotaalinstrumentohabíansidovanos,y,así,lohabíanarrinconadoporinútil.

Se oyó música y canto de la clase que más divierte a los ejecutantes,aunque,porlodemás,muyagradable.

—¿También usted es un virtuoso?—preguntó un caballero, un auténticohijodefamilia—.Tocalaflautayselafabricaustedmismo.Eselgenioquetodolodomina,yaquiencorrespondeellugardehonor.¡Diosnosguarde!Yomarcho al compás de la época, y esto es lo que procede. ¿Verdad que va adeleitarnosconsupequeñoinstrumento?—.Yalargandoalhijodelpárrocolaflauta tallada del sauce de la charca, con voz clara y sonora anunció a laconcurrenciaqueelpreceptordelacasalosobsequiaríaconunsolodeflauta.

Fácilescomprenderqueseproponíanburlarsedeél,porloqueeljovenseresistía, a pesar de ser un buen flautista. Pero tanto insistieron y loimportunaron,que,cogiendoelinstrumento,selollevóasuslabios.

Era una flauta maravillosa. Salió de ella una nota prolongada, como elsilbidodeunalocomotora,ymásfuerteaún,queresonóportodalafinca,y,másalládelparqueyelbosque,portodoelpaís,enunaextensióndemillasymillas; y al mismo tiempo se levantó un viento tempestuoso, que bramó:«¡Cadacosaensusitio!».

Yyatenéisapapávolando,comollevadoporelviento,hastalacasadelpastor, y a éste volando al palacio, aunqueno al salón, pues en él nopodíaentrar,pero sí enel cuartode loscriados,dondequedóenmediode toda laservidumbre; y aquellos orgullosos lacayos, en librea y medias de sedaquedaroncomoparalizadosdeespanto,alveraunindividuodetanhumildecategoríasentadoalamesaentreellos.

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Enelsalón,labaronesitafuetrasladadaalacabeceradelamesa,elpuestoprincipal, y a su lado vino a parar el hijo del párroco, como si fueran unapareja de novios. Un anciano conde de la más rancia nobleza del paíspermaneciódondeestaba,ensulugardehonor,pueslaflautaerajusta,comosedebeser.Elcaballerochistoso,aquelhijodefamiliaquehabíaprovocadolacatástrofe,volódecabezaalgallinero,ynofueélsolo.

El sonde la flauta seoía avarias leguas a la redonda, y en todaspartesocurríancosasextrañas.Unaricafamiliadecomerciantes,queusabacarrozadecuatrocaballos,sevioarrojadadelcarruaje;nisiquieraledejaronunpuestodetrás.Doscampesinosacaudalados,queennuestrotiempohabíanadquiridomuchosbienesademásdesuscampospropios,fueronadarconsushuesosenunbarrizal.¡Eraunaflautapeligrosa!Afortunadamente,reventóalaprimeranota,ysuertehubodeello.Entoncesvolvióalbolsillo.¡Cadacosaensusitio!

Aldíasiguientenosehablabayadelosucedido;deahívienelaexpresión:«Guardarselaflauta».Todovolvióaquedarcomoantes,exceptoquelosdosviejosretratos,eldelbuhoneroyeldelapastora,fueroncolgadosenelgransalón, alquehabían sido llevadospor laventolera;ycomounentendidoencosasde arte afirmaraque se trataba realmentedeobrasmaestras, quedarondefinitivamenteenelpuestodehonor.Antesseignorabasumérito,¿cómoibaasaberse?

Perodesdeaqueldíapresidieronelsalón:«Cadacosaensusitio»,yahílotenéis.Largaeslaeternidad,máslargaqueestahistoria.

Laprincesadelguisante

(Prinsessenpåærten)

Éraseunavezunpríncipequequeríacasarseconunaprincesa,peroquefuese una princesa de verdad. En su busca recorrió todo el mundo, massiempre había algún pero. Princesas había muchas, mas nunca lograbaasegurarsedequelofuerandeveras;cadavezencontrabaalgoqueleparecíasospechoso. Así regresó a su casa muy triste, pues estaba empeñado enencontraraunaprincesaauténtica.

Una tarde estallóuna terrible tempestad; se sucedían sin interrupción losrayos y los truenos, y llovía a cántaros; era un tiempo espantoso. En éstasllamaronalapuertadelaciudad,yelancianoReyacudióaabrir.

Unaprincesaestabaenlapuerta;pero¡santoDios,cómolahabíanpuestolalluviayelmaltiempo!Elagualechorreabaporelcabelloylosvestidos,sele metía por las cañas de los zapatos y le salía por los tacones; pero ella

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afirmabaqueeraunaprincesaverdadera.

«Prontolosabremos»,pensólaviejaReina,y,sindecirpalabra,sefuealdormitorio, levantó lacamaypusounguisante sobre la telametálica; luegoamontonóencimaveintecolchones,yencimadeéstos,otrostantosedredones.

Enestacamadebíadormirlaprincesa.

Porlamañanalepreguntaronquétalhabíadescansado.

—¡Oh,muymal!—exclamó—.No he pegado un ojo en toda la noche.¡SabeDiosloquehabríaenlacama!¡Eraalgotanduro,quetengoelcuerpollenodecardenales!¡Horrible!

Entoncesvieronqueeraunaprincesadeverdad,puestoque,apesardelosveintecolchonesylosveinteedredones,habíasentidoelguisante.Nadie,sinounaverdaderaprincesa,podíasertansensible.

Elpríncipelatomóporesposa,puessehabíaconvencidodequesecasabaconunaprincesahechayderecha;yelguisantepasóalmuseo,dondepuedeversetodavía,sinadieselohallevado.

Estosíqueesunahistoria,¿verdad?

Laúltimaperla

(Densidsteperle)

Era una casa rica, una casa feliz; todos, señores, criados e incluso losamigoserandichososyalegres,puesacababadenacerunheredero,unhijo,ytantolamadrecomoelniñoestabanperfectamente.

Sehabíaveladolaluzdelalámparaqueiluminabaelrecogidodormitorio,antecuyasventanascolgabanpesadascortinasdepreciosassedas.Laalfombraeragruesaymullidacomomusgo;todoinvitabaalsueño,alreposo,yaestatentacióncediótambiénlaenfermera,ysequedódormida;bienpodíahacerlo,puestodoandababienyfelizmente.Elespírituprotectordelacasaestabaalacabecera de la cama; diríase que sobre el niño, reclinado en el pecho de lamadre, seextendíauna redde rutilantesestrellas,cadaunade lascualeseraunaperlade la felicidad.Todas lashadasbuenasde lavidahabíanaportadosus dones al recién nacido; brillaban allí la salud, la riqueza, la dicha y elamor;ensuma,todocuantoelhombrepuededesearenlaTierra.

—Todolohantraído—dijoelespírituprotector.

—¡No!—seoyóunavozcercana,ladelángelcustodiodelniño—.Hayun

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hadaquenohatraídoaúnsudon,perovendrá,lotraeráalgúndía,aunqueseadeaquíamuchosaños.Faltaaúnlaúltimaperla.

—¿Falta?Aquínopuedefaltarnada,ysifueseasíhayqueirenbuscadelhadapoderosa.¡Vamosabuscarla!

—¡Vendrá,vendrá!Hacefaltasuperlaparacompletarlacorona.

—¿Dóndevive?¿Dóndeestásumorada?Dímelo,iréabuscarlaperla.

—Túloquieres—dijoelángelbuenodelniño—yoteguiarédondequieraquesea.Notieneresidenciafija,lomismovaalpalaciodelEmperadorcomoalacabañadelmáspobrecampesino;nopasajuntoanadiesindejarhuella;atodos les aporta su dádiva, a unos unmundo, a otros un juguete.Habrá devenir también para este niño. ¿Piensas tú que no todos los momentos soniguales?Puesbien,iremosabuscarlaperla,laúltimadeestetesoro.

Y,cogidosdelamano,seecharonavolarhaciaellugardondealasazónresidíaelhada.

Era una casa muy grande, con oscuros corredores, cuartos vacíos ysingularmentesilenciosa;unaseriedeventanasabiertasdejabanentrarelairefrío,cuyacorrientehacíaondearlaslargascortinasblancas.

Enel centrode lahabitación seveíaunataúdabierto, conel cadáverdeunamujerjovenaún.Lorodeabangrancantidaddepreciosasyfrescasrosas,detalmodoquesóloquedabanvisibleslasfinasmanosenlazadasyelrostrotransfigurado por la muerte, en el que se expresaba la noble y sublimegravedaddelaentregaaDios.

Juntoalféretroestaban,depie,elmaridoylosniños,engrannúmero;elmáspequeño,enbrazosdelpadre.Eraelúltimoadiósalamadre;elesposolebesólamano,secaahoracomohojacaída,aquellamanoquehastapocoanteshabía estado laborando con diligencia y amor. Gruesas y amargas lágrimascaíanalsuelo,peronadiepronunciabaunapalabra;elsilencioencerrabaallítodounmundodedolor.Calladosysollozando,salierondelahabitación.

Ardía un cirio, la llama vacilaba al viento, envolviendo el rojo y altopabilo. Entraron hombres extraños, que colocaron la tapa del féretro y lasujetaronconclavos;losmartillazosresonaronporlashabitacionesypasillosdelacasa,ymásfuertementeaúnenloscorazonessangrantes.

—¿Adóndeme llevas?—preguntó el espíritu protector—.Aquí nomoraningúnhadacuyasperlasformenpartedelosdonesmejoresdelavida.

—Puesaquíesdondeestá,ahora,enestemomentosolemne—replicóelángelcustodio,señalandounrincóndelaposento;yallí,enellugardondeenvida lamadre se sentara entre flores y estampas, desde el cual, como hadabienhechora del hogar había acogido amorosa almarido, a los hijos y a los

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amigos,ydesdedonde,cualunrayodesol,habíaesparcidolaalegríaportodalacasa,comoelejeyelcorazóndelafamilia,enaquelrincónhabíaahoraunamujerextraña,vestidaconunlargoyamplioropaje:eralaAflicción,señoraymadreahoraenelpuestodelamuerta.Unalágrimaardienterodóporsusenoysetransformóenunaperla,quebrillabacontodosloscoloresdelarcoiris.La recogió el ángel, y entonces, adquirió el brillo de una estrella de sietematices.

—Laperladelaaflicción,laúltima,quenopuedefaltar.Realzaelbrilloyelpoderdelasotras.¿Veselresplandordelarcoiris,queunelatierraconelcielo?Concadaunadelaspersonasqueridasquenosprecedenenlamuerte,tenemosenelcielounamigomásconquiendeseamosreunirnos.Atravésdela noche terrenamiramos las estrellas, la últimaperfección.Contémplala, laperla de la aflicción; en ella están las alas dePsique, quenos levantarándeaquí.

¡Noerabuenaparanada!

(Hunduedeikke)

El alcalde estaba de pie ante la ventana abierta; lucía camisa de puñosplanchadosyunalfilerenlapechera,yestabareciénafeitado.Lohabíahechoconsupropiamano,ysehabíaproducidounapequeñaherida;perolahabíatapadoconuntrocitodepapeldeperiódico.

—¡Oye,chaval!—gritó.

El chaval era el hijo de la lavandera; pasaba por allí y se quitórespetuosamente la gorra, cuya visera estaba doblada de modo que pudieseguardarseenelbolsillo.Elniño,pobrementevestidoperoconprendaslimpiasycuidadosamenteremendadas,sedetuvoreverente,cualsiseencontraseanteelReyenpersona.

—Eres un buenmuchacho—dijo el alcalde—, ymuy bien educado. Tumadredebedeestarlavandoropaenelrío.Ytúirásallevarleesoquetraesenelbolsillo,¿no?Malasunto,esedetumadre.¿Cuántolellevas?

—Mediocuartillo—contestóelniñoamediavoz,entonoasustado.

—¿Yestamañanasebebióotrotanto?—prosiguióelhombre.

—No,fueayer—corrigióelpequeño.

—Doscuartoshacenunmedio.Novaleparanada.Estristelacondicióndeesagente.Dilea tumadrequedebieraavergonzarse.Ytúprocuranoserun

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borracho, aunque mucho me temo que también lo serás. ¡Pobre chiquillo!Anda,vete.

El niño siguió su camino, guardando la gorra en lamano, por lo que elvientoleagitabaelrubiocabelloyselolevantabaenlargosmechones.Torcióalllegaralextremodelacalle,yporuncallejónbajóalrío,dondesumadre,depiesenelaguajuntoalabanqueta,golpeabalapesadaropaconlapala.Elagua bajaba en impetuosa corriente —pues habían abierto las esclusas delmolino,— arrastrando las sábanas con tanta fuerza, que amenazaba llevarsebanquetaytodo.Aduraspenaspodíacontenerlalamujer.

—¡Porpocosemellevaamíytodo!—dijo—.Graciasaquehasvenido,puesnecesitoreforzarmeunpoquitín.Elaguaestáfría,y llevoyaseishorasaquí.¿Metraesalgo?

Elmuchachosacólabotella,ysumadre,aplicándoselaalaboca,bebióuntrago.

—¡Ah,québiensienta!¡Quécalorcitoda!Eslomismoquetomarunplatodecomidacaliente,ysalemásbarato.¡Bebe,pequeño!Estáspálido,debesdetenerfríoconestasropastandelgadas;estamosyaenotoño.¡Uf,quéfríaestáelagua!¡Contalquenocaigayoenferma!Peronoserá.Dameotrotrago,ybebe tú también, pero un sorbito solamente; no debes acostumbrarte, pobrehijitomío.

Ysubióalapasarelasobrelaqueestabaelpequeñoypasóalaorilla;elagua le manaba de la estera de junco que, para protegerse, llevaba atadaalrededordelcuerpo,ylegoteabatambiéndelafalda.

—Trabajotanto,quelasangrecasimesaleporlasuñas;peronoimporta,contalquepuedacriartebienyhacerdetiunhombrehonrado,hijomío.

En aquelmomento se acercó otramujer demás edad, pobre también, ajuzgarpor suportey sus ropas.Cojeabadeunapierna,yunaenormegreñapostiza le colgaba encima de un ojo, con objeto de taparlo, pero sóloconseguíahacermásvisiblequeera tuerta.Eraamigade la lavandera,y losvecinoslallamaban«lacojadelrizo».

—Pobre, ¡cómo te fatigas,metida en esta agua tan fría!Necesitas tomaralgoparaentrarencalor;¡yaúntereprochanquebebasunasgotas!—.Ylecontóeldiscursoqueelalcaldehabíadirigidoasuhijo.Lacojalohabíaoído,indignadadequealniñoselehablaseasídesumadre,censurándolaporlostraguitosquetomaba,cuandoélsedabagrandesbanquetazosenelqueelvinoseibaporbotellasenteras.

—Sirvenvinosfinosyfuertes—dijo—,ymuchosbebenmásdeloquelasedlespide.Peroaesonolollamanbeber.Ellossongentedecondición,ytú

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novalesparanada.

—¡Conque esto te dijo, hijo mío! —balbuceó la mujer con labiostemblorosos—.¡Quétienesunamadrequenovalenada!Talveztengarazón,peronodebiódecírseloa lacriatura.¡Conloquetuvequeaguantar,encasadelalcalde!

—Serviste en ella, ¿verdad? cuando aúnvivían sus padres;muchos añoshanpasadodesdeentonces.Muchasfanegasdesalhanconsumido,yleshabrádado mucha sed —y la coja soltó una risa amarga—. Hoy se da un granconviteencasadelalcalde;enrealidaddebieranhaberlosuspendido,peroyaera tarde, y la comida estaba preparada. Hace una hora llegó una cartanotificandoqueelmásjovendeloshermanosacabademorirenCopenhague.Loséporelcriado.

—¡Hamuerto!—exclamólalavandera,palideciendo.

—Sí—respondiólaotra—.¿Tanapechotelotomas?Claro,loconociste,puesservíasenlacasa.

—¡Hamuerto!Eraelmejordeloshombres.NovanaDiosmuchoscomoél—ylaslágrimaslerodabanporlasmejillas—.¡Diosmío!Medavueltaslacabeza.Debeserquemehebebido labotella,yesdemasiadoparamí. ¡Mesientotanmal!—yseagarróaunvalladoparanocaerse.

—¡SantoDios, estásenferma,mujer!—dijo lacoja—.Pero talvez se tepase.¡No,deverdadestásenferma!Lomejorseráqueteacompañeacasa.

—Pero,¿ylaropa?

—Déjala de mi cuenta. Cógete a mi brazo. El pequeño se quedará aguardar la ropa; luego yo volveré a terminar el trabajo; ya quedan pocaspiezas.

Lalavanderaapenaspodíasostenerse.

—Estuvedemasiadotiempoenelaguafría.Desdelamadrugadanohabíatomado nada, ni seco ni mojado. Tengo fiebre. ¡Oh, Jesúsmío, ayúdame allegaracasa!¡Mipobrehijito!—exclamó,prorrumpiendoallorar.

Alniñoselesaltarontambiénlaslágrimas,ysequedósolojuntoalaropamojada. Las dos mujeres se alejaron lentamente, la lavandera con pasoinseguro.Remontaronelcallejón,doblaronlaesquinay,cuandopasabanpordelante de la casa del alcalde, la enferma se desplomó en el suelo. Acudiógente.

La coja entró en la casa a pedir auxilio, y el alcalde y los invitados seasomaronalaventana.

—¡Otra vez la lavandera!—dijo—. Habrá bebidomás de la cuenta; no

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valeparanada.Lástimaporelchiquillo.Yoletengosimpatíaalpequeño;perolamadrenovalenada.

Reanimaron a la mujer y la llevaron a su mísera vivienda, donde laacostaronenseguida.

Suamigacorrióaprepararleunatazadecervezacalienteconmantequillayazúcar;segúnella,nohabíamedicinacomoésta.Luegosefueallavadero,acabó de lavar la ropa, bastante mal por cierto,—pero hay que aceptar labuenavoluntad—y,sinescurrirla,laguardóenelcesto.

Al anochecer se hallaba nuevamente a la cabecera de la enferma. En lacocinadelaalcaldíalehabíandadounaspatatasasadasyunabuenalonjadejamón,conloquecenaronopíparamenteelniñoy lacoja; laenfermasedioporsatisfechaconelolor,yloencontrómuynutritivo.

Seacostóelniñoenlamismacamadesumadre,atravesadoenlospiesyabrigado conunavieja alfombra toda zurciday remendada con tiras rojas yazules.

Lalavanderaseencontrabauntantomejorada;lacervezacalientelahabíafortalecido,yelolordelasabrosacenalehabíahechobien.

—¡Gracias, buen alma!—dijo a la coja—.Te lo contaré todo cuando elpequeñoduerma.Creoqueestáyadormido. ¡Quéhermosoydulceestáconlosojoscerrados!Nosabeloquesufresumadre.¡QuieraDiosNuestroSeñorquenohayadepasarnuncaporestos trances!Cuandoyoservíaencasadelpadredel alcalde, que eraConsejero, regresó elmás jovende loshijos, queentonceseraestudiante.Yoerajoven,alborotadayfogosaperohonrada,esosíque puedo afirmarlo anteDios—dijo la lavandera—.Elmozo era alegre yanimado,ymuybienparecido.Hastalaúltimagotadesusangreerahonestaybuena.Jamásdiolatierraunhombremejor.Erahijodelacasa,yyosólounacriada,peronosprometimosfidelidad,siempredentrodelahonradez.Unbesonoespecadocuandodossequierendeverdad.Élloconfesóasumadre;paraélrepresentabaaDiosenlaTierra,ylaseñoraerataninteligente,tantiernayamorosa.Antes demarcharseme puso en el dedo su anillo de oro.Cuandohubo partido, la señorame llamó a su cuarto.Me habló con seriedad, y noobstantecondulzura,comosóloelbondadosoDioshubierapodidohacerlo,yme hizo ver la distancia que mediaba entre su hijo y yo, en inteligencia yeducación. «Ahora él sólo ve lo bonita que eres, pero la hermosura sedesvanece.Túnohassidoeducadacomoél;nosoisigualesenlainteligencia,y ahí está el obstáculo. Yo respeto a los pobres —prosiguió—; ante Diosmuchos de ellos ocuparán un lugar superior al de los ricos, pero aquí en laTierranohayquedesviarsedelcamino, si sequiereavanzar;deotromodo,volcaráelcoche,ylosdosseréisvíctimasdevuestrodesatino.Séqueunbuenhombre,unartesano,seinteresaporti;eselguanteroErich.Esviudo,notiene

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hijosyseganabienlavida.Piensabienenesto».Cadaunadesuspalabrasfueparamíunacuchilladaenelcorazón,perolaseñoraestabaenlocierto,yestome obligó a ceder. Le besé lamano llorando amargas lágrimas, y lloré aúnmuchomáscuando,encerrándomeenmicuarto,meechésobrelacama.Fueunanochedolorosa;sóloDiossabeloquesufríyluché.AlsiguientedomingoacudíalaSagradaMisaapediraDiospazyluzparamicorazón.YcomosiÉl lo hubiera dispuesto, al salir de la iglesia me encontré con Erich, elguantero.Yonodudabaya;éramosdelamismaclaseycondición,yélgozabainclusodeunaposicióndesahogada.Poresofuiasuencuentroycogiéndolelamano, le dije: «¿Piensas todavía en mí?». «Sí, y mis pensamientos seránsiempre para ti sola», me respondió. «¿Estás dispuesto a casarte con unamuchacha que te estima y respeta, aunque no te ame? Pero quizás el amorvengamástarde».«¡Vendrá!»,dijoél,ynosdimoslasmanos.Mevolvíyoalacasademiseñora;llevabapendientedelcuello,sobreelcorazón,elanillodeoroquemehabíadadosuhijo;dedíanopodíaponérmeloeneldedo,perolohicea lanochealacostarme,besándolo tanfuertementeque lasangremesalió de los labios. Después lo entregué a la señora, comunicándole que lapróximasemanaelguanteropedirlamimano.Laseñorameestrechóentresusbrazos y me besó; no dijo que no valía para nada, aunque reconozco queentonces yo eramejor que ahora; pero ¡sabía tan poco delmundo y de susinfortunios!NoscasamosporlaCandelaria,yelprimerañolopasamosbien;tuvimosuncriadoyunacriada;túservisteentoncesencasa.

—¡Oh, y qué buen ama fuiste entonces para mí! —exclamó la coja—.Nunca olvidaré lo bondadosos que fuisteis tú y tu marido. —Eran buenostiemposaquellos…Notuvimoshijosporentonces.Alestudiante,novolvíaverlojamás.O,mejordicho,sí,loviunavez,peronoélamí.Vinoalentierrodesumadre.Lovijuntoasutumba,blancocomoyesoymuytriste,peroerapor su madre. Cuando, más adelante, su padre murió, él estaba en elextranjero;novinonihavueltojamásasuciudadnatal.Nuncasecasó,loséde cierto. Era abogado. De mí no se acordaba ya, y si me hubiese visto,difícilmentemehabríareconocido.¡Mehevueltotanfea!Yesasícomodebeser.

Luego le contó los días difíciles de prueba, en que se sucedieron lasdesgracias.Poseíanquinientosflorines,yenlacallehabíaunacasaenventapor doscientos, pero sólo sería rentable derribándola y construyendo unanueva.Lacompraron,yelpresupuestodelosalbañilesycarpinterosseelevóamilveinteflorines.Erichteníacrédito;leprestaroneldineroenCopenhague,peroelbarcoquelotraíanaufragó,perdiéndoseaquellasumaenelnaufragio.

—Fueentoncescuandonacióestehijomío,queahoraduermeaquí.Asupadreleacometióunagraveylargaenfermedad;durantenuevemeses,tuveyoquevestirloydesnudarlo.Lascosasmarchabancadavezpeor;aumentabanlas

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deudas,perdimosloquenosquedaba,ymimaridomurió.Yomehematadotrabajando,he luchadoysufridoporestehijo,hefregadoescalerasy lavadoropa,bastaofina,peroDioshaqueridoquellevaseestacruz.Élmeredimiráycuidarádelpequeño.

Ysequedódormida.

A lamañana se sintiómás fuerte; pensó que podría reanudar el trabajo.Estabadenuevocon lospiesenelagua fría, cuandode repente lecogióundesmayo.Alargóconvulsivamentelamano,diounpasohacialaorillaycayó,quedandoconlacabezaenlaorillaylospiesenelagua.Lacorrientesellevóloszuecosquecalzabaconunmanojodepajaencadauno.Allílaencontrólacojadelrizocuandofueatraerleunpocodecafé.

Entretanto,elalcaldelehabíaenviadorecadoasucasaparaqueacudieseaverlo cuanto antes, pues tenía algo que comunicarle. Pero llegó demasiadotarde.Fueunbarberoparasangrarla,perolamujerhabíamuerto.

—¡Sehamatadodeunaborrachera!—dijoelalcalde.

Lacartaquedabacuentadelfallecimientodelhermanoconteníatambiéncopiadeltestamento,enelcualselegabanseiscientosflorinesalaviudadelguantero,queenotro tiemposirvieraen lacasadesuspadres.Aqueldinerodeberíapagarse,contanteysonante,alalegatariaoasuhijo.

—Algo hubo entre ellos —dijo el alcalde—. Menos mal que se hamarchado;todalacantidadseráparaelhijo;loconfiaréapersonashonradas,paraquehagandeélunartesanobuenoycapaz.

Diosdiosubendiciónaaquellaspalabras.

Elalcaldellamóalniñoasupresencia,leprometiócuidardeél,yledijoqueeramejorquesumadrehubiesemuerto,puesnovalíaparanada.

Condujeronel cuerpoal cementerio, al cementeriode lospobres; la cojaplantóunpequeñorosalsobrelatumba,mientraselmuchachitopermanecíadepieasulado.

—¡Madremía!—dijo, deshechoen lágrimas—.¿Esverdadquenovalíaparanada?

—¡Oh,sí,valía!—exclamólavieja,levantandolosojosalcielo.

—Hacemuchosañosqueyo losabía,peroespecialmentedesde lanocheúltima.Tedigoquesívalía,yquelomismodiráDiosenelcielo.¡Noimportaqueelmundosigaafirmandoquenovalíaparanada!

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Bajoelsauce

(Underpiletræet)

LacomarcadeKjögeesácidaypelada;laciudadestáaorillasdelmar,yestoessiempreunaventaja,peroesinnegablequepodríasermáshermosadeloqueesen realidad; todoalrededor soncampos lisos,yelbosquequedaamuchadistancia.Sinembargo,cuandonosencontramosagustoenun lugar,siempredescubrimosalgodebelloenél,ymástardeloecharemosdemenos,aunquenoshallemosenelsitiomáshermosodelmundo.Yforzosoesadmitirque en verano tienen su belleza los arrabales de Kjöge, con sus pobresjardincitos extendidos hasta el arroyo que allí se vierte en el mar; y así locreíanenparticularKnudyJuana,hijosdedosfamiliasvecinas,quejugabanjuntosysereuníanatravesandoarastraslosgroselleros.Enunodelosjardinescrecíaunsaúco,enelotrounviejosauce,ydebajodeéstegustabandejugarsobretodolosniños;yselespermitíahacerlo,apesardequeelárbolestabamuycercadelrío,yloschiquilloscorríanpeligrodecaerenél.PeroelojodeDiosvelasobrelospequeñuelos—denoserasí,¡maliríanlascosas!—.Porotraparte,losdoseranmuyprudentes;elniñoteníatantomiedoalagua,queenveranonohabíamododellevarloalaplaya,dondetanagustochapoteabanlosotrosrapacesdesuedad;esolohacíaobjetodelaburlageneral,yélteníaqueaguantarla.

Undíalahijitadelvecino,Juana,soñóquenavegabaenunbotedevelaenlaBahía deKjöge, y queKnud se dirigía hacia ella vadeando, hasta que elaguale llegóalcuelloydespués locubrióporentero.DesdeelmomentoenqueKnudseenteródeaquelsueño,yanosoportóquelotachasendemiedoso,aduciendocomopruebaalsueñodeJuana.Ésteerasuorgullo,masnoporesoseacercabaalmar.

Lospobrespadressereuníanconfrecuencia,yKnudyJuanajugabanenlosjardinesyenelcaminoplantadodesaucesquediscurríaalolargodelosfosos.Bonitosnoeranaquellosárboles,puesteníanlascopascomopodadas,peronoloshabíanplantadoparaadorno,sinoparautilidad;máshermosoeraelviejosaucedeljardínacuyopie,segúnyahemosdicho,jugabanamenudolosdosamiguitos.En laciudaddeKjögehayunagranplaza-mercado,en laque,durantelaferiaanual,seinstalanverdaderascallesdepuestosquevendencintasdeseda,calzadosytodaslascosasimaginables.Habíaentoncesungrangentío, ygeneralmente llovía; además, apestaba a sudorde las chaquetas deloscampesinos,aunqueolíatambiénaexquisitoalajú,delquehabíatodaunatiendaabarrotada;pero lomejorde todoeraqueelhombreque lovendíasealojaba, durante la feria, en casa de los padres deKnud, y, naturalmente, loobsequiaba con un pequeño pan de especias, del que participaba tambiénJuana.Perohabíaalgoquecasieramáshermosotodavía:elcomerciantesabía

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contarhistoriasdecasitodaslascosas,inclusodesusturrones,yunaveladaexplicó una que produjo tal impresión en los niños, que jamás pudieronolvidarla; por eso será conveniente que la oigamos también nosotros, tantomás,cuantoqueesmuybreve.

—Sobreelmostrador—empezóelhombre—habíadosmoldesdealajú,uno en figura de unhombre con sombrero, y el otro en formademujer sinsombrero,peroconunamanchadeoropelenlacabeza;teníanlacaradelado,vueltahacia arriba,yhabíaquemirarlosdesdeaquel ánguloynodel revés,puesjamáshayquemirarasíaunapersona.Elhombrellevabaenelcostadoizquierdo una almendra amarga, que era el corazón, mientras la mujer eradulce toda ella.Estabanparamuestra en elmostrador, y llevabanyamuchotiempo allí, por lo que se enamoraron; pero ninguno lo dijo al otro, y, sinembargo,precisoesquealguienlodiga,sihadesaliralgodetalsituación.

«Eshombre,yportanto,tienequeserelprimeroenhablar»,pensabaella;no obstante, se habría dado por satisfecha con saber que su amor eracorrespondido.

Lospensamientosdeéleranmuchomásambiciosos,comosiempresonloshombres;soñabaqueeraungolfocallejeroyqueteníacuatrochelines,conloscualessecomprabalamujeryselacomía.

Asícontinuaronporespaciodedíasysemanasenelmostrador,ycadadíaestabanmás secos; y los pensamientos de ella eran cada vezmás tiernos yfemeninos: «Me doy por contenta con haber estado sobre la mesa con él»,pensó,yserompióporlamitad.

«Si hubiese conocido mi amor, de seguro que habría resistido un pocomás»,pensóél.

—Y ésta es la historia y aquí están los dos—dijo el turronero.—. Sonnotables por su vida y por su silencioso amor, que nunca conduce a nada.¡Vedlosahí!—ydioaJuanaelhombre,sanoyentero,yaKnud,lamujerrota;peroalosniñosleshabíaemocionadotantoelcuento,quenotuvieronánimosparacomerselaenamoradapareja.

Al día siguiente se dirigieron, con las dos figuras, al cementerio, y sedetuvieron junto al muro de la iglesia, cubierto, tanto en verano como eninvierno, de un rico tapiz de hiedra; pusieron al sol los pasteles, entre losverdeszarcillos,ycontaronaungrupodeotrosniñoslahistoriadesuamor,mudoeinútil,ytodoslaencontraronmaravillosa;ycuandovolvieronamirara la pareja de alajú, un muchacho grandote se había comido ya la mujerdespedazada,yesto,porpuramaldad.Losniñosseecharonallorar,yluego—yesdesuponerquelohicieronparaqueelpobrehombrenoquedasesoloen elmundo— se lo comieron también; pero en cuanto a la historia, no la

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olvidaronnunca.

Losdoschiquillosseguíanreuniéndosebajoelsauceojuntoalsaúco,ylaniñacantabacancionesbellísimasconsuvozargentina.AKnud,encambio,se lepegaban lasnotasa lagarganta,peroalmenos se sabía la letra,ymásvaleestoquenada.LagentedeKjöge,yentreellalaseñoradelaquincallería,sedeteníanaescucharaJuana.—¡Quévozmásdulce!—decían.

Aquellos días fueron tan felices, que no podían durar siempre. Las dosfamilias vecinas se separaron; la madre de la niña había muerto, el padredeseaba ir a Copenhague, para volver a casarse y buscar trabajo; queríaestablecerse demandadero, que es un oficiomuy lucrativo. Los vecinos sedespidieron con lágrimas, y sobre todo lloraron los niños; los padres seprometieronmutuamenteescribirseporlomenosunavezalaño.

YKnudentródeaprendizdezapatero;erayamayorcitoynoselepodíadejarociosopormástiempo.Entoncesrecibiólaconfirmación.

¡Ah,quénohubieradadoporestarenCopenhagueaqueldía solemne,yveraJuanita!Peronopudoir,nihabíaestadonunca,apesardequenodistabamásdecincomillasdeKjöge.Sinembargo,atravésdelabahía,ycontiempodespejado,Knudhabíavistosustorres,yeldíadelaconfirmacióndistinguióclaramentelabrillantecruzdoradadelaiglesiadeNuestraSeñora.

¡Oh,cómoseacordódeJuana!Yella,¿seacordaríadeél?Sí,seacordaba.

HaciaNavidadllegóunacartadesupadreparalosdeKnud.LascosaslesibanmuybienenCopenhague,yJuana,graciasasuhermosavoz,ibaatenerunagransuerte;habíaingresadoenelteatrolírico;yaganabaalgúndinerillo,yenviabaunescudoasusqueridosvecinosdeKjögeparaquecelebrasenunasalegresNavidades.Queríaquebebiesenasusalud,ylaniñahabíaañadidodesupuñoyletraestaspalabras:«¡AfectuosossaludosaKnud!».

Todos derramaron lágrimas, a pesar de que las noticias eran muyagradables;perotambiénselloradealegría.DíatrasdíaJuanahabíaocupadoel pensamiento de Knud, y ahora vio el muchacho que también ella seacordabadeél,ycuantomásseacercabaeltiempoenqueascenderíaaoficialzapatero,másclaramentesedabacuentadequeestabaenamoradodeJuanaydequeéstadebíasersumujer;ysiempreque leveníaesta ideasedibujabaunasonrisaensuslabiosytirabaconmayorfuerzadelhilo,mientrastesabaeltirapié;avecesseclavabalaleznaenundedo,pero¡quéimporta!Desdeluegoquenoseríamudo,comolosdosmoldesdealajú; lahistoriahabíasidounabuenalección.

Yascendióaoficial.Secolgólamochilaalhombro,yporprimeravezensu vida se dispuso a trasladarse a Copenhague; ya había encontrado allí unmaestro.¡QuésorprendidaquedaríaJuana,yquécontenta!Contabaahora16

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años,yél,19.

Ya enKjöge, se le ocurrió comprarle un anillodeoro, pero luegopensóque seguramente los encontraría mucho más hermosos en Copenhague. Sedespidiódesuspadres,yundíalluviosodeotoñoemprendióelcaminodelacapital;lashojascaíandelosárboles,ycaladohastaloshuesosllegóalagranCopenhagueyalacasadesunuevopatrón.

ElprimerdomingosedispusoavisitaralpadredeJuana.SacódelbaúlsuvestidodeoficialyelnuevosombreroquesetrajeradeKjögeyquetanbienlesentaba;anteshabíausadosiempregorra.Encontrólacasaquebuscaba,ysubió los muchos peldaños que conducían al piso. ¡Era para dar vértigo lamaneracómolagenteseapilabaenaquellaenmarañadaciudad!

La vivienda respiraba bienestar, y el padre de Juana lo recibió muyafablemente.Asuesposanolaconocía,peroellalealargólamanoyloinvitóatomarcafé.

—Juanaestarácontentadeverte—dijoelpadre—.Tehasvueltounbuenmozo. Ya la verás; es una muchacha que me da muchas alegrías y, Diosmediante,medarámásaún.Tienesupropiahabitación,ynospagaporella.Yel hombre llamó delicadamente a la puerta, como si fuese un forastero, yentraron—¡quéhermosoeraallí!—.SeguramenteentodoKjögenohabíaunaposentosemejante:ni lapropiaReinalotendríamejor.Habíaalfombras;enlas ventanas, cortinas que llegaban hasta el suelo, un sillón de terciopeloauténticoyenderredorfloresycuadros,ademásdeunespejoenelqueunocasipodíameterse,pueseragrandecomounapuerta.Knudloabarcótododeuneojeada,y,sinembargo,sóloveíaaJuana;eraunamozayacrecida,muydistintadecomolaimaginara,sóloquemuchomáshermosa;entodaKjögenose encontraría otra como ella; ¡qué fina y delicada! La primeramirada quedirigió a Knud fue la de una extraña, pero duró sólo un instante; luego seprecipitóhaciaélcomosiquisierabesarle.Nolohizo,peropocolefaltó.Sí,estaba muy contenta de volver a ver al amigo de su niñez. ¿No brillabanlágrimasensusojos?Ydespuésempezóapreguntaryacontar,pasandodesdelos padres de Knud hasta el saúco y el sauce; madre saúco y padre sauce,comolosllamaba,cualsifuesenpersonas;perobienpodíanpasarportales,silo habían sido los pasteles de alajú. De éstos habló también y de sumudoamor,cuandoestabanenelmostradorysepartieron…ylamuchachasereíacontodaelalma,mientraslasangreafluíaalasmejillasdeKnud,ysucorazónpalpitabaconviolenciadesusada.No,nosehabíavueltoorgullosa.Yellafuetambién la causante—bien se fijóKnud—de que sus padres lo invitasen apasarlaveladaconellos.Sirvióeltéyleofrecióconsupropiamanounatazaluegocogióunlibroysepusoaleerenaltavoz,yalmuchacholeparecióquelo que leía trataba de su amor, hasta tal punto concordaba con suspensamientos. Luego cantó una sencilla canción, pero cantada por ella se

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convirtióen todaunahistoria;eracomosisucorazónsedesbordaseenella.Sí, indudablementequeríaaKnud.Las lágrimasrodaronpor lasmejillasdelmuchachosinpoderélimpedirlo,ynopudosacarunasolapalabradesuboca;seacusabadetontoasímismo,peroellaleestrechólamanoyledijo:

—Tienesunbuencorazón,Knud.Sésiemprecomoahora.

Fue una velada inolvidable. Son ocasiones después de las cuales no esposibledormir,yKnudsepasólanochedespierto.

AldespedirloelpadredeJuanalehabíadicho:

—Ahora no nos olvidarás. Espero que no pasará el invierno sin quevuelvasavisitarnos.Porello,bienpodíarepetirlavisitaelpróximodomingo;y tal fue su intención. Pero cada velada, terminado el trabajo—y eso quetrabajabahasta entrada la noche—,Knud salía y se ibahasta la calle dondevivía Juana; levantaba los ojos a su ventana, casi siempre iluminada, y unanoche vio incluso la sombra de su rostro en la cortina —fue una nochemaravillosa—. A la señora del zapatero no le parecían bien tantas salidasvespertinas,ymeneabalacabezadubitativamente;peroelpatrónsesonreía:

—¡Esjoven!—decía.

«El domingo nos veremos, y le diré que es la reina de todos mispensamientosyquehadesermiesposa.Sólosoyunpobreoficialzapatero,peropuedollegaramaestro;trabajaréymeesforzaré(sí,selovoyadecir).Anadaconduceelamormudo,loséporaquellosalajús».

Y llegó el domingo, y Knud se fue a casa de Juana. Pero, ¡qué pena!Estaban invitados a otra casa, y tuvieron que decirlo al mozo. Juana leestrechólamanoylepreguntó:

—¿Hasestadoenelteatro?Puestienesqueir.Yocantoelmiércoles,y,sitienestiempo,teenviaréunaentrada.Mipadresabeladireccióndetuamo.

¡Qué atención más cariñosa de su parte! Y el miércoles llegó,efectivamente, un sobre cerrado que contenía la entrada, pero sin ningunapalabra,yaquellanocheKnudfueporprimeravezensuvidaalteatro.¿Quévio?Puessí,vioaJuana,tanhermosayencantadora;ciertoqueestabacasadaconundesconocido,pero aquello era comedia,una cosa imaginaria,bien losabíaKnud;deotromodo,ellanohabríaosadoenviarlelaentradaparaqueloviera.Alterminar,todoelpúblicoaplaudióygritó«¡hurra!»,yKnudtambién.

Hasta el Rey sonrió a Juana, como si hubiese sentido mucho placer enverlaactuar.¡Diosmío,quépequeñosesentíaKnud!Perolaqueríacontodasualma,yellaloqueríatambién;peroeselhombrequiendebepronunciarlaprimera palabra, así lo pensaba también la figura del cuento. ¡Teníamuchaenjundiaaquellahistoria!

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Nobienllegóeldomingo,KnudseencaminónuevamenteacasadeJuana.Suestadodeespíritueraserioysolemne,comosifueraarecibirlaComunión.Lajovenestabasolaylorecibió;laocasiónnopodíasermáspropicia.

—Hashechomuybienenvenir—ledijo—.Estuveapuntodeenviarteunrecadopormipadre,peropresentíquevolveríasestanoche.DebodecirtequeelviernesmemarchoaFrancia;tengoquehacerlo,siquierollegaraseralgo.

Knudsintiócomosielcuartodieravueltasasualrededor,yleparecióquesu corazón iba a estallar. No asomó ni una lágrima a sus ojos, pero sudesolaciónnoeramenosvisible.

—Mibuenoyfielamigo…—dijoella,ysuspalabrasdesataronlalenguadelmuchacho.Ledijocómolaqueríaycómodeseabaquefuesesuesposa.Yalpronunciarestaspalabras,vioqueJuanapalidecíay,soltándolelamano,ledijoconacentograveyafligido:

—¡No quieras que los dos seamos desgraciados,Knud!Yo seré siempreunabuenahermanaparati,siemprepodráscontarconmigo,peronadamás—y le pasó la mano suave por la ardorosa frente—. Dios nos da la fuerzanecesaria,contalquenosotrosloqueramos.

Enaquelmomentolamadrastraentróenelaposento.

—Knud está desolado porque me marcho —dijo Juana ¡Vamos, sé unhombre!—yledioungolpeenelhombro;eracomosinohubiesenhabladomás que del viaje.—¡Chiquillo!—añadió—.Vas a ser bueno y razonable,comocuandodeniñosjugábamosdebajodelsauce.

LeparecióaKnudqueelmundosehabíasalidodequicio;susideaserancomounahebrasueltaflotandoamerceddelviento.Sequedósinsabersilohabíaninvitadoono,perotodossemostraronafablesybondadosos;Juanalesirvió téycantó.Noerayaaquellavozdeantes,y,noobstante, sonaba tanmaravillosamente,queelcorazóndelmuchachoestabaapuntodeestallar.Yasísedespidieron.Knudnolealargólamano,peroellaselacogió,diciendo:

—¡Estrechalamanodetuhermanaparadespedirte,miviejohermanodejuego!—y se sonreía entre las lágrimas que le rodaban por las mejillas; yvolvióallamarlohermano.¡Valienteconsuelo!Talfueladespedida.

Se fue ella a Francia, y Knud siguió vagando por las sucias calles deCopenhague.Loscompañerosdeltallerlepreguntaronporquéestabasiempretancaviloso,yloinvitaronairconellosadivertirse;poralgoerajoven.

Y fue con ellos al baile, donde había muchas chicas bonitas, aunqueningunacomoJuana.Allí,dondehabíaesperadoolvidarsedeella,lateníamásquenuncapresenteensuspensamientos.«Diosnosdalafuerzanecesaria,contal que nosotros lo queramos», le había dicho ella; una oración acudió a su

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menteyjuntólasmanos…losviolinesempezaronatocar,ylasmuchachasabailarencorro.Knudseasustó;leparecióquenoeraaquélunlugaradecuadopara Juana, pues la llevaba siempre en su corazón; salió, pues, del baile y,corriendoporlascalles,pasófrentealacasadondeellahablavivido.Estabaoscura;todoestabaoscuro,desiertoysolitario.Elmundosiguiósucamino,yKnudelsuyo.

Llegóelinvierno,ysehelaronlasaguas;parecíacomositodosepreparaseparalatumba.

Peroalvenir laprimaverayhacersea lamar elprimervapor, le entró aKnudungrandeseodemarcharselejos,muylejosacorrermundo,aunquenodeiraFrancia.

Cerró lamochila y se fue aAlemania, peregrinando de una población aotra,sinpararseenninguna,hastaque,alllegaralaantiguaybellaciudaddeNuremberg, le pareció que volvía a ser señor de sus piernas y que podíaquedarseallí.

Nurembergesunaantiguaymaravillosaciudad,queparece recortadadeuna vieja crónica ilustrada. Las calles discurren sin orden ni concierto; lascasasnogustandeestaralineadas;miradorescontorrecillas,volutasyestatuasresaltanporencimadelasaceras,yenloaltodelostejados,asombrosamentepuntiagudos, corren canalones que desembocan sobre el centro de la calle,adoptandoformasdedragonesyperrosdealargadoscuerpos.

Knudllegóalaplazadelmercado,conlamochilaalaespalda,ysedetuvojunto a una antigua fuente, en la que unas soberbias figuras de bronce,representativas de personajes bíblicos e históricos, se levantan entre loschorros de agua que brotan del surtidor.Una hermosamuchacha que estabasacando agua dio de beber a Knud, y como llevara un puñado de rosas, leofreciótambiénuna,yestolotomóelmuchachocomounbuenagüero.

Desdelacercanaiglesialellegabansonesdeórgano,tanfamiliarescomosifueranlosdelaiglesiadeKjöge,yelmozoentróenlavastacatedral.Elsol,a través de los cristales policromados, brillaba por entre las altas y esbeltascolumnas. Un gran fervor llenó sus pensamientos, y sintió en el alma unaíntimapaz.

BuscóyencontróenNurembergunbuenmaestro;sequedóensucasayaprendiólalengua.

Los antiguos fosos que rodean la ciudad han sido convertidos enhuertecitos,perolasaltasmurallascontinúanenpie,consuspesadastorres.Elcordelerotrenzasuscuerdasenelcorredorconstruidodevigasque,alolargodelmuro,conducealaciudad,yallí,brotandodegrietasyhendeduras,creceelsaúco,extendiendosusramasporencimadelasbajascasitas,enunadelas

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cualesresidíaelmaestroparaquientrabajabaKnud.Sobrelaventanucadelabuhardillaqueerasudormitorio,elarbustoinclinabasusramas.

Residióallí todounveranoyun invierno,peroal llegar laprimaveranopudo resistir pormás tiempo; el saúco floreció, y su fragancia le recordabatanto su tierra, que le parecía encontrarse en el jardín de Kjöge. Por esocambióKnuddepatrón,ysebuscóotroenelinteriordelaciudad,enunlugardondenocrecieransaúcos.

Su taller estaba en las proximidades de un antiguo puente amurallado,encimadeunbajomolinodeaguasquemurmurabaeternamente;pordebajofluía un río impetuoso, encajonado entre casas de cuyas paredes seproyectabanmiradorescorroídos,siempreapuntodecaersealagua.Nohabíaallí saúcos, ni siquiera una maceta con una planta verde, pero enfrente selevantabaunviejoycorpulentosauce,queparecíaagarrarsealacasaparanoser arrastrado por la corriente. Extendía sus ramas por encima del río,exactamentecomoeldeljardíndeKjögelohacíaporencimadelarroyo.

En realidad, había ido a parar de la madre saúco al padre sauce;especialmente en las noches de luna, aquel árbol le hacía pensar enDinamarca. Pero este pensamiento,más que de la luz de la luna, venía delviejosauce.

Nopudoresistirlo;y¿porquéno?Pregúntaloalsauce,pregúntaloalsaúcoflorido. Por eso dijo adiós a su maestro de Nuremberg y prosiguió superegrinación.

AnadiehablabadeJuana;seguardabasupenaenelfondodelalma,dandouna profunda significación a la historia de los pasteles de alajú. Ahoracomprendía por qué el hombre llevaba una almendra amarga en el costadoizquierdo;tambiénélsentíasuamargor,mientrasqueJuana,siempretandulceyafable,erapuramiel.Teníalasensacióndequelascorreasdelamochilaleapretaban hasta impedirle respirar, y las aflojó, pero inútilmente. A sualrededorveíatansólomediomundo,elotromediolollevabadentro;talerasuestadodeánimo.

Hasta el momento en que vislumbró las altas montañas no se ensanchópara él el mundo; sus pensamientos salieron al exterior, y las lágrimasasomaronasusojos.LosAlpesse leaparecíancomolasalasplegadasdelaTierra, y como si aquellas alas se abrieran, con sus cuadrosmaravillososdenegrosbosques,impetuosasaguas,nubesymasasdenieve.

«EldíadelJuicioFinal,laTierralevantarásusgrandesalas,volaráaDiosyestallarácomounaburbujadejabónensusluminososrayos.¡Ah,sifueraeldíadelJuicio!»—suspiró.

Siguióerrandoporelpaís,queseleaparecíacomounvergelcubiertode

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césped; desde los balcones de madera lo saludaban con amables signos decabezalasmuchachasencajeras,lascumbresdelasmontañasseveíanteñidasderojoalosrayosdelsolponiente,ycuandodescubriólosverdeslagosentrelos árboles oscuros, le vino a lamente el recuerdo de laBahía deKjöge, ysintióquesupechosellenabademelancolía,peronodedolor.

En el lugar donde el Rin se precipita como una enorme ola y,pulverizándose, se transforma en una claramasa de nubes blancas como lanieve, como si allí se forjasen las nubes—con el arco iris flotando encimacualunacintasuelta—,pensóenelmolinodeKjöge,consusaguasrugientesyespumeantes.

GustososehabríaquedadoenlaapacibleciudaddelRin;perocrecíanenellademasiadossaúcosysauces,porloqueprosiguiósucamino,cruzandolaspoderosasyabruptasmontañas,atravésdedesplomadasparedesderocasydesenderosque,cualnidosdegolondrinas,sepegabana las laderas.Lasaguasmugían en las hondonadas, las nubes se cernían sobre su cabeza; por entrecardos,rododendrosynievefueavanzandoalcalordelsolestival,hastaquedijo adiós a las tierras septentrionales, y entró en una región de castaños,viñedosymaizales.Lasmontañaseranunmuroentreélytodossusrecuerdos;yasíconveníaquefuese.

Sedesplegabaanteélunaciudadgrandeymagnífica,llamadaMilányenella encontró aunmaestro alemánque leofreció trabajo; era el tallerdeunmatrimonioyaentradoenaños,gentehonradaacartacabal.Elzapateroysumujer tomaron afecto a aquel mozo apacible, de pocas palabras, pero muytrabajador,piadosoybuencristiano.TambiénaélleparecíaqueDioslehabíaquitadolapesadacargaqueoprimíasucorazón.

Su mayor alegría era ir de vez en cuando a la grandiosa catedral demármol,queleparecíaconstruidaconlanievedesupatria,todaellatalladaenestatuas, torres puntiagudas y abiertos y adornados pórticos; desde cadaángulodecadaespira,decadaarcolesonreíanlasblancasesculturas.Encimatenía el cielo azul; debajo, la ciudad y la anchurosa y verdeante llanuralombarda, mientras al Norte se desplegaba el telón de altas montañasnevadas… Entonces pensaba en la iglesia de Kjöge, con sus paredes rojas,revestidasdeyedra,peronolaechabademenos;queríaqueloenterrasenallí,detrásdelasmontañas.

Llevaba un año allí, y habían transcurrido tres desde que abandonara supatria,cuandoundíasupatrónlollevóalaciudad,peronoalcircoaveraloscaballistas, sino a la ópera, la gran ópera, cuyo salón era digno de verse.Colgabanallísietehilerasdecortinasdeseda,ydesdeelsuelohastaeltecho,a una altura que daba vértigo, se veían elegantísimas damas con ramos defloresenlasmanos,comodisponiéndoseairalbaile,mientrasloscaballeros

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vestíandeetiqueta,muchosdeellosconelpechocubiertodeoroyplata.Laclaridadcompetíaconladelsolmásespléndido,ylamúsicaresonabafuerteymagnífica,muchomásqueenelteatrodeCopenhague;peroallíestabaJuanay aquí… ¡Sí, fue comoun hechizo! Se levantó el telón, y apareció tambiénJuana,vestidadeoroyseda,conunacoronaenlacabeza.Cantócomosólounángel de Dios sabría hacerlo, y se adelantó en el escenario cuanto le fueposible, sonriendo como sólo Juana sabía sonreír; y miró precisamente aKnud.

Elpobremuchachoagarrólamanodesumaestroygritó:

—¡Juana!—masnadielooyósinoél,pueslamúsicaahogósuvoz.Sólosuamohizounsignoafirmativoconlacabeza.

—Sí, en efecto, se llama Juana—y, sacando un periódico, lemostró sunombreescritoenél.

¡No,noeraunsueño!Ytodoelpúblicolaaclamaba,ylearrojabafloresycoronas,ycadavezqueseretirabavolvíaaaplaudir llamándolaa laescena.Salióunainfinidaddeveces.

Enlacalle,lagenteseagrupóalrededordesucoche,yKnudseencontróenprimerafila,locodefelicidad,ycuando,juntocontodoelgentío,sedetuvofrente a su casa magníficamente iluminada, se halló él a la portezuela delcarruaje. Se apeó Juana, la luz le dio en pleno rostro, y ella, sonriente yemocionada,diolasgraciasporaquelhomenaje.Knudlamiróalacara,yellamiróasuvezaladeljoven…masnoloreconoció.Uncaballeroquelucíaunacondecoraciónenelpecho leofrecióelbrazo…Estabanprometidos,dijo lagente.

LuegoKnudse fuea sucasay se sujetó lamochilaa la espalda.Queríavolverasutierra;necesitabavolveraella,alsaúco,alsauce—¡ay,bajoaquelsauce!—.Enunahorapuederecorrersetodaunavidahumana.

Le instaron a que se quedase, más ninguna palabra lo pudo retener. Ledijeronqueseacercabaelinvierno,quelasmontañasestabanyanevadas;peroél podría seguir el rastro de la diligencia, que avanzaba despacio—y así leabriríacamino—,lamochilaalaespaldayapoyadoensubastón.

Y tomó el camino de lasmontañas, cuesta arriba y cuesta abajo. Estabacansado, y no había visto aún ni un pueblo ni una casa;marchaba hacia elNorte.Fulgurabanlasestrellasenelcielo,levacilabanlaspiernas,ylacabezaledabavueltas;enelfondodelvallecentelleabantambiénestrellas,comosielcieloseextendieranosóloenlasalturas,sinobajosuspies.Sentíaseenfermo.Aquellos astrosdel fondo sevolvían cadavezmás clarosy luminosos, y semovíandeuno a otro lado.Eraunapequeña ciudad, en la quebrillaban lasluces,ycuandoélsediocuentadeloquesetrataba,hizounúltimoesfuerzoy

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pudollegarhastaunamíseraposada.

Permanecióenellaunanocheyundíaentero,puessucuerponecesitabadescansoycuidados;enelvalledeshelabayllovía.Alamañanasepresentóun organillero, que tocó una melodía de Dinamarca, y Knud ya no pudoresistirpormástiempo.Anduvodíasydíasatodaprisa,comoimpacienteporllegaralapatriaantesdequetodoshubiesenmuerto;peroanadiehablódesuanhelo,nadiehabríacreídoenlapenalesucorazón, lapenamáshondaquepuedesentirse,pueselmundosóloseinteresaporloqueesalegreydivertido;ni siquiera los amigos hubieran podido comprenderlo, y él no tenía amigos.Extranjero, caminaba por tierras extrañas rumbo alNorte. En la única cartaquerecibieradesucasa,unacartaquesuspadreslehabíanescritohacialargotiempo, se decía: «No eres un danés verdadero como nosotros. Nosotros losomoshastaelfondodelalma.Atitegustansólolospaísesextranjeros».Estolehabíanescritosuspadres.¡Ay,quémalloconocían!

Anochecía; él andaba por la carretera, empezaba a helar, y el paisaje sevolvíamásymás llano, todoélcamposyprados. Juntoalcaminocrecíauncorpulentosauce.¡Parecíaaquellotanfamiliar,tandanés!Sesentóalpiedelárbol;estabafatigado, lacabezase lecaía,y losojosse lecerraban;peroélseguíadándosecuentadequeelsauceinclinabalasramashaciaél;elárbolsele aparecía comounhombreviejoy fornido, era el padre sauce enpersona,que locogíaenbrazosy lo levantaba,aél,alhijo rendido,y lo llevabaa latierradanesa,alaabiertaplayaluminosa,aKjöge,aljardíndesuinfancia.Sí,eraelmismosaucedeKjögequesehabía lanzadoalmundoensubusca;yahoralohabíaencontradoyconducidoaljardincitojuntoalriachuelo,dondese hallaba Juana en todo su esplendor, la corona de oro en la cabeza, tal ycomolavieralaúltimavez,yledecía:—¡Bienvenido!

Yheaquíqueviodelantedeéladosextrañasfiguras,sóloquemuchomáshumanasque lasque recordabadesuniñez; tambiénellashabíancambiado.Eranlosdosmoldesdealajú,elhombreylamujer,quelomirabandefrenteyteníanmuy buen aspecto.—. ¡Gracias!—le dijeron a la vez—.Tú nos hasdesatado la lengua, nos has enseñado que hay que expresar francamente lospensamientos;deotromodonadaseconsigue,yahoranosotroshemoslogradoalgo:¡Estamosprometidos!

YseecharonaandarcogidosdelamanoporlascallesdeKjöge;inclusovistosdeespaldaestabanmuycorrectos,nohabíanadaquereprocharles.Yseencaminaron directamente a la iglesia, seguidos porKnud y Juana, cogidosasimismodelamano;ylaiglesiaaparecíacomoantes,consusparedesrojascubiertas de espléndida yedra, y la gran puerta de doble batiente abierta;resonaba el órgano,mientras los hombres ymujeres avanzabanpor la nave:«¡Primerolosseñores!»,decían;ylosnoviosdealajúdejaronpasoaKnudyJuana, los cuales fueron a arrodillarse ante el altar; ella inclinó la cabeza

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contrael rostrodeél,y lágrimasglacialesmanaronde susojos; eraelhieloquerodeabasucorazón,fundidoporsugranamor; las lágrimasrodabanporlas mejillas ardorosas del muchacho… Y entonces despertó, y se encontrósentado al pie del viejo sauce de una tierra extraña, al anochecer de un díainvernal;unafuertegranizadaquecaíadelasnubesleazotabaelrostro.

—¡Ha sido lahoramáshermosademivida—dijo—,yha sido sólounsueño! ¡Diosmío,dejaquevuelvaa soñar!—y,cerrando losojos, sequedódormido,soñando…

Hacia lamadrugada empezó a nevar, y el viento arrastraba la nieve porencimadel dormidomuchacho.Pasaronvariaspersonasque sedirigían a laiglesia,yencontraronaloficialartesano,muerto,helado,bajoelsauce.

Unahojadelcielo

(EtbladfraHimmelen)

Agranaltura,enelairelímpido,volabaunángelquellevabaenlamanouna flor del jardín del Paraíso, y al darle un beso, de sus labios cayó unaminúscula hojita, que, al tocar el suelo, en medio del bosque, arraigó enseguidaydionacimientoaunanuevaplanta,entrelasmuchasquecrecíanenellugar.

—¡Qué hierba más ridícula! —dijeron aquéllas. Y ninguna queríareconocerla,nisiquieraloscardosylasortigas.

—Debe de ser una planta de jardín—añadieron, con una risa irónica, ysiguieron burlándose de la nueva vecina; pero ésta venga crecer y crecer,dejandoatrásalasotras,yvengaextendersusramasenformadezarcillosasualrededor.

—¿Adóndequieresir?—preguntaronlosaltoscardos,armadosdeespinasentodassushojas—.Dejaslasriendasdemasiadosueltas,noesésteellugarapropiado.Noestamosaquíparaaguantarte.

Llegóelinvierno,ylanievecubriólaplanta;peroéstadioalaníveacapaun brillo espléndido, como si por debajo la atravesara la luz del sol. Enprimavera se había convertido en una planta florida, la más hermosa delbosque.

Vino entonces el profesor de Botánica; su profesión se adivinaba a lalegua.Examinó laplanta, laprobó,peronofigurabaensumanual;no logróclasificarla.

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—Esunaespeciehíbrida—dijo—.Nolaconozco.Noentraenelsistema.

—¡No entra en el sistema! —repitieron los cardos y las ortigas. Losgrandesárbolescircundantesmirabanlaescenasindecirpalabra,nibuenanimala,locualessiemprelomásprudentecuandoseestonto.

Seacercóenesto,bosqueatravés,unapobreniñainocente;sucorazónerapuro,y suentendimiento,grande,graciasa la fe; toda suherenciaacáen laTierra se reducía a una viejaBiblia, pero en sus hojas le hablaba la voz deDios: «Cuando los hombres se propongan causarte algúndaño, piensa en lahistoria de José: pensaron mal en sus corazones, mas Dios lo encaminó albien.Sisufresinjusticia,sieresobjetodeburlasydesospechas,piensaenÉl,el más puro, el mejor, Aquél de quien se mofaron y que, clavado en cruz,rogaba:

«¡Padre,perdónalos,quenosabenloquehacen!».

La muchachita se detuvo delante de la maravillosa planta, cuyas hojasverdesexhalabanunaromasuaveyrefrescante,ycuyasfloresbrillabanalosrayosdel solcomouncastillode fuegosartificiales, resonandoademáscadauna como si en ella se ocultase el profundo manantial de las melodías, noagotadoenel cursodemilenios.Conpiadoso fervorcontempló laniña todaaquellamagnificenciadeDios;torcióunaramaparapoderexaminarmejorlasflores y aspirar su aroma, y se hizo luz en sumente, almismo tiempo quesentíaungranbienestarenelcorazón.Lehabríagustadocortarunaflor,peronosedecidíaahacerlo,puessehabríamarchitadomuypronto;así,selimitóallevarse una de las verdes hojas que, una vez en casa, guardó en suBiblia,dondeseconservófresca,sinmarchitarsenunca.

QuedóocultaentrelashojasdelaBiblia;enellafuecolocadadebajodelacabeza de lamuchachita cuando, pocas semanasmás tarde, yacía ésta en elataúd,conlasagradagravedaddelamuertereflejándoseensurostropiadoso,como si en el polvo terrenal se leyera que su alma se hallaba en aquellosmomentosanteDios.

Pero en el bosque seguía floreciendo la planta maravillosa; era ya casicomo un árbol, y todas las aves migratorias se inclinaban ante ella,especialmentelagolondrinaylacigüeña.

—¡Estosonartesdelextranjero!—dijeron loscardosy lampazos—.Losquesomosdeaquínosabríamoscomportarnosdeestemodo.

Ylosnegroscaracolesdebosqueescupieronalárbol.

Vinodespuéselporquerizoarecogercardosyzarcillosparaquemarlosyobtenerceniza.Elárbolmaravillosofuearrancadoderaízyechadoalmontónconelresto:

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—Quesirvaparaalgotambién—dijo,yasífue.

Masheaquíquedesdehacíamuchotiempoelreydelpaísveníasufriendodeunahondísimamelancolía;eraactivoytrabajador,perodenadaleservía;le leían obras de profundo sentido filosófico y le leían, asimismo, las másligerasquecabíaencontrar;todoerainútil.Enestollegóunmensajedeunodeloshombresmássabiosdelmundo,alcualsehabíandirigido.Surespuestafuequeexistíaunremedioparacuraryfortaleceralenfermo:«EnelpropioreinodelMonarcacrece,enelbosque,unaplantadeorigenceleste;tienetalycualaspecto,esimposibleequivocarse».Yseguíaundibujodelaplanta,muyfácildeidentificar:«Esverdeeninviernoyenverano.Cogedcadaanochecerunahoja fresca de ella, y aplicadla a la frente del Rey; sus pensamientos seiluminarán y tendrá un magnífico sueño que le dará fuerzas y aclarará susideasparaeldíasiguiente».

Lacosaestababienclara,ytodoslosdoctores,yconelloselprofesordeBotánica,sedirigieronalbosque.Sí;mas,¿dóndeestabalaplanta?

—Seguramentehaidoapararamimontón—dijoelporqueroytiempohaestáconvertidaenceniza;pero,¿quésabíayo?

—¿Qué sabías tú? —exclamaron todos—. ¡Ignorancia, ignorancia! —.Estaspalabrasdebíanllegaralalmadeaquelhombre,puesaélyanadiemásibandirigidas.

No hubomodo de dar con una sola hoja; la única existente yacía en elféretrodeladifunta,peronadielosabía.

ElReyenpersona,desesperado,seencaminóaaquellugardelbosque.

—Aquíestuvoelárbol—dijo—.¡Seaésteunlugarsagrado!

Ylorodearonconunaverjadeoroypusieronuncentinela.ElprofesordeBotánica escribió un tratado sobre la planta celeste, en premio del cual locubrierondeoro,congransatisfacciónsuya;aquelbañodeorolevinobienaélyasufamilia,yfuelomásagradabledetodalahistoria,yaquelaplantahabíadesaparecido,yelReysiguiópresodesumelancolíayaflicción.

—Peroyalassufríaantes—dijoelcentinela.

Laniñadelosfósforos

(Denlillepigemedsvovlstikkerne)

¡Quéfríohacía!;nevabaycomenzabaaoscurecer;eralaúltimanochedelaño,lanochedeSanSilvestre.Bajoaquelfríoyenaquellaoscuridad,pasaba

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por lacalleunapobreniña,descalzaycon lacabezadescubierta.Verdadesquealsalirdesucasallevabazapatillas,pero,¡dequélesirvieron!Eranunaszapatillasquesumadrehabía llevadoúltimamente,ya lapequeña leveníantan grandes, que las perdió al cruzar corriendo la calle para librarse de doscochesqueveníana todavelocidad.Unade laszapatillasnohubomediodeencontrarla, y la otra se lahabíapuestounmozalbete, quedijoque laharíaservirdecunaeldíaquetuviesehijos.

Y así la pobrecilla andaba descalza con los desnudos piececitoscompletamenteamoratadosporelfrío.Enunviejodelantalllevabaunpuñadode fósforos, y unpaquete enunamano.En todo el santo día nadie le habíacomprado nada, ni le había dado un mísero chelín; se volvía a su casahambrientaymediohelada,¡yparecíatanabatida,lapobrecilla!Loscoposdenievecaían sobre su largocabello rubio, cuyoshermosos rizos le cubríanelcuello;peronoestabaellaparapresumir.

Enunánguloqueformabandoscasas—unamássalientequelaotra—,sesentóenelsueloyseacurrucóhechaunovillo.Encogíalospiececitostodoloposible,peroelfríolaibainvadiendo,y,porotraparte,noseatrevíaavolveracasa,puesnohabíavendidoniun fósforo,ni recogidoun tristecéntimo.Supadrelepegaría,ademásdequeencasahacíafríotambién;sóloloscobijabaeltejado,yelvientoentrabaportodaspartes,pesealapajaylostraposconquehabíanprocuradotaparlasrendijas.Teníalasmanitascasiateridasdefrío.¡Ay,unfósforolaaliviaríaseguramente!¡Siseatrevieseasacarunosolodelmanojo,frotarlocontralaparedycalentarselosdedos!Ysacóuno:«¡ritch!».¡Cómo chispeó y cómo quemaba! Dio una llama clara, cálida, como unalucecita,cuandolaresguardóconlamano;unaluzmaravillosa.Leparecióalapequeñuelaque estaba sentada junto a unagran estufadehierro, conpiesycampanade latón;el fuegoardíamagníficamenteensu interior, ¡ycalentabatanbien!Laniñaalargólospiesparacalentárselosasuvez,peroseextinguióla llama, se esfumó la estufa, y ella se quedó sentada, con el resto de laconsumidacerillaenlamano.

Encendióotra,que,alarderyproyectarsuluzsobrelapared,volvióaéstatransparente como si fuese de gasa, y la niña pudo ver el interior de unahabitacióndondeestabalamesapuesta,cubiertaconunblanquísimomantelyfinaporcelana.Unpatoasadohumeabadeliciosamente, rellenodeciruelasymanzanas. Y lo mejor del caso fue que el pato saltó fuera de la fuente y,anadeandoporel sueloconun tenedoryuncuchilloa laespalda, sedirigióhacia la pobre muchachita. Pero en aquel momento se apagó el fósforo,dejandovisibletansólolagruesayfríapared.

Encendió la niña una tercera cerilla, y se encontró sentada debajo de unhermosísimoárboldeNavidad.Eraaúnmásaltoymásbonitoqueelquevierala última Nochebuena, a través de la puerta de cristales, en casa del rico

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comerciante. Millares de velitas, ardían en las ramas verdes, y de éstascolgabanpintadasestampas, semejantesa lasqueadornaban losescaparates.Lapequeñalevantólosdosbracitos…yentoncesseapagóelfósforo.Todaslas lucecitas se remontaron a lo alto, y ella se dio cuenta de que eran lasrutilantes estrellas del cielo; una de ellas se desprendió y trazó en elfirmamentounalargaesteladefuego.

«Alguien se está muriendo» —pensó la niña, pues su abuela, la únicapersona que la había querido, pero que estabamuerta ya, le había dicho—:Cuandounaestrellacae,unalmaseelevahaciaDios.

Frotóunanuevacerillacontralapared;seiluminóelespacioinmediato,yapareciólaancianaabuelita,radiante,dulceycariñosa.

—¡Abuelita!—exclamó lapequeña—. ¡Llévame, contigo!Séque te irástambiéncuandoseapagueelfósforo,delmismomodoquesefueronlaestufa,el asado y el árbol deNavidad. Se apresuró a encender los fósforos que lequedaban,afanosadenoperdera suabuela;y los fósforosbrillaroncon luzmás clara que la del pleno día. Nunca la abuelita había sido tan alta y tanhermosa;tomóalaniñaenelbrazoy,envueltaslasdosenungranresplandor,henchidasdegozo,emprendieronelvuelohacialasalturas,sinquelapequeñasintiera ya frío, hambre ni miedo. Estaban en la mansión de Dios NuestroSeñor.

Pero en el ángulo de la casa, la fríamadrugada descubrió a la chiquilla,rojas lasmejillas, y laboca sonriente…Muerta,muertade frío en laúltimanochedelAñoViejo.LaprimeramañanadelNuevoAñoiluminóelpequeñocadáver, sentado, con sus fósforos, un paquetito de los cuales aparecíaconsumidocasideltodo.«¡Quisocalentarse!»,dijolagente.Peronadiesupolasmaravillas que había visto, ni el esplendor con que, en compañía de suancianaabuelita,habíasubidoalagloriadelAñoNuevo.

Cincoenunavaina

(Femfraenærtebælg)

Cincoguisantesestabanencerradosenunavaina,ycomoelloseranverdesylavainaeraverdetambién,creíanqueelmundoenteroeraverde,yteníantodalarazón.Creciólavainaycrecieronlosguisantes;paraaprovecharmejorel espacio, se pusieron en fila. Por fuera lucía el sol y calentaba la vaina,mientras la lluvia la limpiaba y volvía transparente. El interior era tibio yconfortable,habíaclaridaddedíayoscuridaddenoche,talycomodebeser;ylos guisantes, en la vaina, iban creciendo y se entregaban a sus reflexiones,

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puesenalgodebíanocuparse.

—¿Nospasaremostodalavidametidosaquí?—decían—.¡Contaldequenonosendurezcamosafuerzadeencierro!Medalaimpresióndequehaymáscosasalláfuera;escomounpresentimiento.

Yfuerontranscurriendolassemanas;losguisantessevolvieronamarillos,ylavaina,también.

—¡El mundo entero se ha vuelto amarillo! —exclamaron; y podíanafirmarlosinreservas.

Undíasintieronuntirónenlavaina;habíasidoarrancadaporlasmanosdealguien,y,juntoconotras,vinoaencontrarseenelbolsillodeunachaqueta.

—Pronto nos abrirán—dijeron los guisantes, afanosos de que llegara elansiadomomento.

—Megustaríasaberquiéndenosotrosllegarámáslejos—dijoelmenordeloscinco—.Notardaremosensaberlo.

—Seráloquehayadeser—contestóelmayor.

¡Zas!, estalló lavainay loscincoguisantes salieron rodandoa la luzdelsol. Estaban en una mano infantil; un chiquillo los sujetaba fuertemente, ydecíaqueestabancomohechosamedidaparasucerbatana.Ymetiendounoenella,sopló.

—¡Heme aquí volando por el vastomundo! ¡Alcánzame, si puedes!—ysaliódisparado.

—YomevoydirectoalSol—dijoelsegundo—.EsunavainacomoDiosmanda,yquemeirámuybien—.Yallásefue.

—Cuando lleguemos a nuestro destino podremos descansar un rato —dijeronlosdossiguientes—,peronosquedaaúnunbuentrechopararodar—,y,enefecto,rodaronporelsueloantesdeirapararalacerbatana,peroalfindieronenella—.¡Llegaremosmáslejosquetodos!

—¡Será loquehayade ser!—dijo el últimoal sentirseproyectado a lasalturas. Fue a dar contra la vieja tabla, bajo la ventana de la buhardilla,justamente en una grieta llena de musgo y mullida tierra, y el musgo loenvolvióamorosamente.Yallísequedóelguisanteoculto,peronoolvidadodeDios.

—¡Seráloquehayadeser!—repitió.

Vivíaenlabuhardillaunapobremujerqueseausentabadurantelajornadapara dedicarse a limpiar estufas, aserrar madera y efectuar otros trabajospesados,puesnolefaltabanfuerzasniánimos,apesardelocualseguíaenla

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pobreza.Enlareducidahabitaciónquedabasólosuúnicahija,mocitadelicadaylindaquellevabaunañoencama,luchandoentrelavidaylamuerte.

—¡Seiráconsuhermanita!—suspirabalamujer—.Tuvedoshijas,ymuyduro me fue cuidar de las dos, hasta que el buen Dios quiso compartir eltrabajoconmigoyseme llevóuna.Bienquisierayoahoraquemedejase laquemequeda,peroseguramenteaÉlnoleparecebienqueesténseparadas,ysellevaráaéstaalcielo,consuhermana.

Pero la doliente muchachita no se moría; se pasaba todo el santo díaresignadayquieta,mientrassumadreestabafuera,aganarelpandelasdos.

Llegó la primavera; una mañana, temprano aún, cuando la madre sedisponía amarcharse a la faena, el sol entró piadoso a la habitación por laventanucay se extendiópor el suelo, y la niña enfermadirigió lamirada alcristalinferior.

—¿Quéesaquelloverdequeasomajuntoalcristalyquemueveelviento?

Lamadreseacercóalaventanaylaentreabrió.

—¡Mira!—dijo—,esunaplantadeguisantequehabrotadoaquíconsushojitas verdes. ¿Cómo llegaría a esta rendija? Pues tendrás un jardincito enquerecrearlosojos.

Acercó la camita de la enferma a la ventana, para que la niña pudiesecontemplarlatiernaplanta,ylamadresemarchóaltrabajo.

—¡Madre, creo queme repondré!—exclamó la chiquilla al atardecer—.¡Elsolmehacalentadotanbien,hoy!Elguisantecrecealasmilmaravillas,ytambiényosaldréadelanteymerepondréalcalordelsol.

—¡Dios lo quiera! —suspiró la madre, que abrigaba muy pocasesperanzas. Sin embargo, puso un palito al lado de la tierna planta que tanbuenánimohabíainfundidoasuhija,paraevitarqueelvientolaestropease.Sujetó en la tabla inferior un bramante, y lo ató en lo alto delmarco de laventana,conobjetodequelaplantatuvieseunpuntodeapoyodondeenroscarsuszarcillosamedidaqueseencaramase.Y,enefecto,seveíacrecerdíatrasdía.

—¡Diosmío,hastafloresecha!—exclamólamadreunamañanayleentróentonces la esperanza y la creencia de que su niña enferma se repondría.Recordóqueenaquellosúltimostiemposlapequeñahabíahabladoconmayoranimación;quedesdehacíavariasmañanassehabíasentadosolaenlacama,y,enaquellaposición,sehabíapasadohorascontemplandoconojosradianteseljardincitoformadoporunaúnicaplantadeguisante.

Lasemanasiguientelaenfermaselevantóporprimeravezunahora,yseestuvo, feliz, sentada al sol, con la ventana abierta; y fuera se había abierto

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tambiénunaflordeguisante,blancayroja.Lachiquilla,inclinandolacabeza,besóamorosamentelosdelicadospétalos.Fueundíadefiestaparaella.

—¡Diosmisericordioso la plantó y la hizo crecer para darte esperanza yalegría,hijita!—dijolamadre,radiante,sonriendoalaflorcomosifueseunángelbueno,enviadoporDios.

Pero, ¿y los otros guisantes?Puesverás:Aquel que salió volandopor elamplio mundo, diciendo: «¡Alcánzame si puedes!», cayó en el canalón deltejadoyfueapararalbuchedeunapaloma,dondeseencontrócomoJonásenelvientrede laballena.Losdosperezosos tuvieron lamisma suerte; fuerontambién pasto de las palomas, con lo cual no dejaron de dar un ciertorendimientopositivo.Encuantoalcuarto,elquepretendíavolarhastaelSol,fueacaeralvertedero,yallíestuvodíasysemanasenelaguasucia,dondesehinchóhorriblemente.

—¡Cómo engordo!—exclamaba satisfecho—.Acabaré por reventar, queestodoloquepuedehacerunguisante.Soyelmásnotabledeloscincoquecrecimosenlamismavaina.

Yelvertederodiosubeneplácitoaaquellaopinión.

Mientrastanto,allá,enlaventanadelabuhardilla,lamuchachita,conlosojos radiantes y el brillo de la salud en las mejillas, juntaba sus hermosasmanossobrelaflordelguisanteydabagraciasaDios.

—Elmejorguisanteeselmío—seguíadiciendoelvertedero.

Elintrépidosoldaditodeplomo

(Denstandhaftigetinsoldat)

Éranseunavezveinticinco soldadosdeplomo, todoshermanos,pues loshabían fundido de unamisma cuchara vieja. Llevaban el fusil al hombro ymirabande frente; eluniformeeraprecioso, rojoy azul.Laprimerapalabraqueescucharonencuanto se levantó la tapade lacajaque loscontenía fue:«¡Soldadosdeplomo!».Lapronuncióunchiquillo,dandounagranpalmada.Eran el regalo de su cumpleaños, y los alineó sobre la mesa. Todos eranexactamenteiguales,exceptouno,quesedistinguíaunpoquitodelosdemás:lefaltabaunapierna,pueshabíasidofundidoelúltimo,yelplomonobastaba.Pero con una pierna, se sostenía tan firme como los otros con dos, y de élprecisamentevamosahablaraquí.

Enlamesadondeloscolocaronhabíaotrosmuchosjuguetes,yentreellosdestacaba un bonito castillo de papel, por cuyas ventanas se veían las salas

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interiores.Enfrente,unosarbolitosrodeabanunespejoquesemejabaunlago,enelcual flotabanyse reflejabanunoscisnesdecera.Todoeraenextremoprimoroso,perolomáslindoeraunamuchachitaqueestabaenlapuertadelcastillo. De papel también ella, llevaba un hermoso vestido y una estrechabanda azul en los hombros, amodo de fajín, con una reluciente estrella deoropel en el centro, tan grande como su cara. La chiquilla tenía los brazosextendidos, pues era una bailarina, y una pierna levantada, tanto, qué elsoldadodeplomo,noalcanzandoadescubrirla,acabóporcreerquesóloteníauna,comoél.

«He aquí lamujer que necesito—pensó—. Pero estámuy alta paramí:vive en un palacio, y yo por toda vivienda sólo tengo una caja, y ademássomosveinticincolosquevivimosenella;noeslugarparaunaprincesa.Sinembargo,intentaréestablecerrelaciones».

Ysesituódetrásdeunatabaqueraquehabíasobrelamesa,desdelacualpudo contemplar a sus anchas a la distinguida damita, que continuabasosteniéndosesobreunpiesincaerse.

Al anochecer, los soldados de plomo fueron guardados en su caja, y loshabitantes de la casa se retiraron a dormir. Éste era el momento que losjuguetes aprovechaban para jugar por su cuenta, a «visitas», a «guerra», a«baile»;lossoldadosdeplomoalborotabanensucaja,puesqueríanparticiparenlasdiversiones;masnopodíanlevantarlatapa.Elcascanuecestodoeradarvolteretas,yelpizarrínvengadivertirseenlapizarra.Conelruidosedespertóel canario, el cual intervino también en el jolgorio, recitando versos. Losúnicos que no se movieron de su sitio fueron el soldado de plomo y labailarina;éstaseguíasosteniéndosesobrelapuntadelpie,yélsobresuúnicapierna;perosindesviarniporunmomentolosojosdeella.

El reloj dio las doce y, ¡pum!, saltó la tapa de la tabaquera; pero lo quehabíadentronoerarapé,sinounduendecillonegro.Eraunjuguetesorpresa.

—Soldadodeplomo—dijoelduende—,¡nomiresasí!

Peroelsoldadosehizoelsordo.

—¡Esperaaquelleguelamañana,yaverás!—añadióelduende.

Cuandolosniñosse levantaron,pusieronelsoldadoen laventana,y,seaporobradel duendeodel viento, se abrió ésta de repente, y el soldadito seprecipitó de cabeza, cayendo desde una altura de tres pisos. Fue una caídaterrible.Quedóclavadodecabezaentrelosadoquines,conlapiernaestiradaylabayonetahaciaabajo.

Lacriadayelchiquillobajaroncorriendoabuscarlo;mas,apesardequecasilopisaron,nopudieronencontrarlo.Sielsoldadohubiesegritado:«¡Estoy

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aquí!»,indudablementehabríandadoconél,peroleparecióindecorosogritar,yendodeuniforme.

Heaquíquecomenzóallover;lasgotascaíancadavezmásespesas,hastaconvertirse en un verdadero aguacero. Cuando aclaró, pasaron por allí dosmozalbetescallejeros.

—¡Mira! —exclamó uno—. ¡Un soldado de plomo! ¡Vamos a hacerlenavegar!Conunpapeldeperiódicohicieronunbarquito,y,embarcandoenélal soldado, lo pusieron en el arroyo; el barquichuelo fue arrastrado por lacorriente, y los chiquillos seguían detrás de él dando palmadas de contento.¡Diosnosproteja!¡yquéolas,yquécorriente!Nopodíaserdeotromodo,conel diluvio que había caído. El bote de papel no cesaba de tropezar ytambalearse, girando a veces tan bruscamente, que el soldado por poco semarea; sinembargo,continuaba impertérrito, sinpestañear,mirandosiempredefrenteysiemprearmaalhombro.

Depronto,elboteentróbajounpuentedelarroyo;aquelloestabaoscurocomoensucaja.

—«¿Dónde iré a parar? —pensaba—. De todo esto tiene la culpa elduende. ¡Ay, si almenos aquellamuchachita estuviese conmigo en el bote!¡Pocomeimportaríaestaoscuridad!».

Derepentesalióunagranratadeaguaquevivíadebajoelpuente.

—¡Alto!—gritó—.¡Aver,tupasaporte!

Pero el soldado de plomo no respondió; únicamente oprimió con másfuerzaelfusil.

Labarquillasiguiósucamino,ylaratatrasella.¡Uf!Cómorechinabalosdientesygritabaalasvirutasylaspajas:

—¡Detenedlo, detenedlo! ¡No ha pagado peaje! ¡No ha mostrado elpasaporte!

Lacorrientesevolvíacadavezmás impetuosa.Elsoldadoveíaya la luzdel sol al extremo del túnel. Pero entonces percibió un estruendo capaz deinfundirterroralmásvaliente.Imaginadque,enelpuntodondeterminabaelpuente,elarroyoseprecipitabaenungrancanal.Paraél,aquelloresultabatanpeligrosocomoloseríaparanosotroselcaerporunaaltacatarata.

Estaba ya tan cerca de ella, que era imposible evitarla. El barquito saliódisparado,peronuestropobresoldaditoseguíatanfirmecomoleeraposible.¡Nadiepodíadecirquehabíapestañeadosiquiera!Labarquitadescribiódosotresvueltas sobre símismaconun ruido sordo, inundándosehasta elborde;ibaazozobrar.Alsoldadolellegabaelaguaalcuello.Labarcasehundíapormomentos, y el papel se deshacía; el agua cubría ya la cabeza del soldado,

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que,enaquelmomentosupremo,seacordódelalindabailarina,cuyorostronuncavolveríaacontemplar.Leparecióqueledecíanaloído:

«¡Adiós,adiós,guerrero!¡Tienesquesufrirlamuerte!».

Se desgarró entonces el papel, y el soldado se fue al fondo, pero en elmismomomentoselotragóungranpez.

¡Allí sí se estaba oscuro! Peor aún que bajo el puente del arroyo; y,además, ¡tan estrecho!Pero el soldado seguía firme, tendido cuán largo era,sinsoltarelfusil.

El pez continuó sus evolucionesyhorriblesmovimientos, hasta que, porfin,sequedóquieto,yensuinteriorpenetróunrayodeluz.Sehizounagranclaridad, y alguien exclamó:—¡El soldado de plomo!—. El pez había sidopescado,llevadoalmercadoyvendido;y,ahoraestabaenlacocina,dondelacocineraloabríaconungrancuchillo.Cogiendoporelcuerpocondosdedoselsoldadito,lollevóalasala,puestodosqueríanveraquelpersonajeextrañosalido del estómago del pez; pero el soldado de plomo no se sentía nadaorgulloso.Lopusierondepiesobrelamesay—¡quécosasmásrarasocurrena veces en el mundo!— se encontró en el mismo cuarto de antes, con losmismosniñosylosmismosjuguetessobrelamesa,sinquefaltaseelsoberbiopalacioylalindabailarina,siempresosteniéndosesobrelapuntadelpieyconlaotrapiernaalaire.Aquelloconmovióanuestrosoldado,yestuvoapuntodellorarlágrimasdeplomo.Perohabríasidopocodignodeél.Lamirósindecirpalabra.

Enéstas,unodeloschiquillos,cogiendoalsoldado,lotiróalachimenea,sinmotivoalguno;seguramentelaculpalatuvoelduendedelatabaquera.

El soldado de plomo quedó todo iluminado y sintió un calor espantoso,aunque no sabía si era debido al fuego o al amor. Sus colores se habíanborrado también, a consecuencia del viaje o por la pena que sentía; nadiehabría podido decirlo. Miró de nuevo a la muchacha, se encontraron lasmiradas de los dos, y él sintió que se derretía, pero siguió firme, arma alhombro.Seabriólapuerta,yunaráfagadevientosellevóalabailarina,que,cualunasílfide,selevantóvolandoparaposarsetambiénenlachimenea,juntoalsoldado;seinflamóydesaparecióenuninstante.Asuvez,elsoldaditosefundió, quedando reducido a una pequeña masa informe. Cuando, al díasiguiente,lacriadasacólascenizasdelaestufa,noquedabadeélmásqueuntrocito de plomo; de la bailarina, en cambio, había quedado la estrella deoropel,carbonizadaynegra.

Elporquerizo

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(Svinedrengen)

Érase una vez un príncipe que andabamal de dinero. Su reino eramuypequeño, aunque lo suficiente para permitirle casarse, y esto es lo que elpríncipequeríahacer.

Sinembargo,fueunagranosadíaporsuparteelirsederechoalahijadelEmperadorydecirleenlacara:—¿Mequierespormarido?—.Silohizo,fueporquelafamadesunombrehabíallegadomuylejos.Másdecienprincesaslohabríanaceptado,pero,¿loquerríaella?

Puesvamosaverlo.

En la tumbadelpadredelpríncipecrecíaun rosal, un rosalmaravilloso;florecíasolamentecadacincoaños,yaunentoncesnodabasinounaflor;peroeraunarosadefraganciatal,quequienlaolíaseolvidabadetodassuspenasypreocupaciones.Además, el príncipe tenía un ruiseñor que, cuando cantaba,habríase dicho que en su garganta se juntaban las más bellas melodías deluniverso. Decidió, pues, que tanto la rosa como el ruiseñor serían para laprincesa,yselosenvióencerradosenunasgrandescajasdeplata.

El Emperador mandó que los llevaran al gran salón, donde la princesaestaba jugando a «visitas» con sus damasdehonor.Cuandovio las grandescajasqueconteníanlosregalos,exclamódandounapalmadadealegría:

—¡Aversiseráungatito!—peroalabrir lacajaaparecióelrosalconlamagníficarosa.

—¡Quélindaes!—dijerontodaslasdamas.

—Esmásquebonita—precisóelEmperador—,¡eshermosa!

Perocuandolaprincesalatocó,porpocoseechaallorar.

—¡Ay,papá,quélástima!—dijo—.¡Noesartificial,sinonatural!

—¡Quélástima!—corearonlasdamas—.¡Esnatural!

—Vamos,noteaflijasaún,yveamosquéhayenlaotracaja—,aconsejóelEmperador;ysalióentonceselruiseñor,cantandodeunmodotanbello,quenohubomediodemanifestarnadaensucontra.

—¡Superbe, charmant! —exclamaron las damas, pues todas hablabanfrancésacualpeor.

—Estepájaromerecuerda lacajademúsicade ladifuntaEmperatriz—observóunancianocaballero—.Eslamismamelodía,elmismocanto.

—Enefecto—asintióelEmperador,echándoseallorarcomounniño.

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—Esperoquenoseanatural,¿verdad?—preguntólaprincesa.

—Sí,loes;esunpájarodeverdad—respondieronlosquelohabíantraído.

—Entonces,dejadloenlibertad—ordenólaprincesa;ysenegóarecibiralpríncipe.

Pero éste no se dio por vencido. Se embadurnó de negro la cara y,calándoseunagorrahastalasorejas,fueallamarapalacio.

—Buenosdías,señorEmperador—dijo—.¿Nopodríaisdarmetrabajoenelcastillo?

—Bueno —replicó el Soberano—. Necesito a alguien para guardar loscerdos,puestenemosmuchos.

Y así el príncipe pasó a ser porquerizo del Emperador. Le asignaron unreducidoymíserocuartuchoenlossótanos,juntoaloscerdos,yallíhubodequedarse.Pero se pasó el día trabajando, y al anochecer había elaboradounprimorosopucherito,rodeadodecascabeles,demodoqueencuantoempezabaacocerlascampanillasseagitaban,ytocabanaquellaviejamelodía:

¡Ay,queridoAgustín,

todotienesufin!

Pero lomás asombroso era que, si se ponía el dedo en el vapor que seescapabadelpuchero,enseguidaseadivinaba,porelolor,losmanjaresqueseestabanguisandoen todos loshogaresde laciudad. ¡Desde luego la rosanopodíacompararseconaquello!

Heaquíqueacertóapasarlaprincesa,queibadepaseoconsusdamasy,aloírlamelodía,sedetuvoconunaexpresióndecontentoensurostro;puestambiénella sabía lacancióndel«QueridoAgustín».Era laúnicaque sabíatocar,ylohacíaconunsolodedo.

—¡Esmicanción!—exclamó—.Esteporquerizodebeserunhombredegusto.Oye,veteabajoypregúntalecuántocuestasuinstrumento.

Tuvoqueirunadelasdamas,peroantessecalzóunoszuecos.

—¿Cuántopidesportupuchero?—preguntó.

—Diezbesosdelaprincesa—respondióelporquerizo.

—¡Diosnosasista!—exclamóladama.

—Ésteeselprecio,nopuedorebajarlo—,observóél.

—¿Quétehadicho?—preguntólaprincesa.

—Nomeatrevoarepetirlo—replicóladama—.Esdemasiadoindecente.

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—Entoncesdímeloaloído—.Ladamalohizoasí.

—¡Esungrosero!—exclamó laprincesa,y siguió sucamino;peroa lospocospasosvolvieronasonarlascampanillas,tanlindamente:

¡Ay,queridoAgustín,

todotienesufin!

—Escucha—dijolaprincesa—.Pregúntalesiaceptaríadiezbesosdemisdamas.

—Muchas gracias —fue la réplica del porquerizo—. Diez besos de laprincesaomequedoconelpuchero.

—¡Es un fastidio! —exclamó la princesa—. Pero, en fin, poneos todasdelantedemí,paraquenadielovea.

Lasdamassepusierondelanteconlosvestidosextendidos;elporquerizorecibiólosdiezbesos,ylaprincesaobtuvolaolla.

¡Dios santo, cuánto se divirtieron!Toda la nochey todo el día estuvo elpucherocociendo;nohabíaunsolohogarenlaciudaddelquenosupieranloqueenélsecocinaba,asíeldelchambeláncomoeldelremendón.Lasdamasnocesabandebailarydarpalmadas.

—Sabemosquiéncomerásopadulceytortillas,yquiéncomerápapillasyasado.¡Quéinteresante!

—Interesantísimo—asintiólaCamareraMayor.

—Sí, pero de eso, ni una palabra a nadie; recordad que soy la hija delEmperador.

—¡Nofaltabamás!—respondierontodas—.¡Niquedecirtiene!

Elporquerizo,osea,elpríncipe—peroclaroestáqueellasloteníanporunporquerizoauténtico—nodejabapasarunsolodíasinhacerunacosauotra.Losiguientequefabricófueunacarracaque,cuandogiraba,tocabatodoslosvalsesydanzasconocidosdesdequeelmundoesmundo.

—¡Oh,estoessuperbe!—exclamólaprincesaalpasarporellugar.

—¡Nunca oí música tan bella! Oye, entra a preguntarle lo que vale elinstrumento;peronadadebesos,¿eh?

—Pidecienbesosde laprincesa—fue la respuestaque trajo ladamadehonorquehabíaentradoapreguntar.

—¡Estehombreestáloco!—gritólaprincesa,echándoseaandar;perosedetuvoalospocospasos—.HayqueestimularelArte—observó—.PoralgosoylahijadelEmperador.Dilequeledarédiezbesos,comolaotravez;los

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noventarestanteslosrecibirádemisdamas.

—¡Oh,señora,nosdarámuchavergüenza!—manifestaronellas.

—¡Ridiculeces! —replicó la princesa—. Si yo lo beso, también podéishacerlovosotras.Noolvidéisqueosmantengoyospago—.Ylasdamasnotuvieronmásremedioqueresignarse.

—Seráncienbesosdelaprincesa—replicóél—ocadaunosequedaconlosuyo.

—Poneos delante de mí —ordenó ella; y, una vez situadas las damasconvenientemente,elpríncipeempezóabesarla.

—¿Quéalborotohayenlapocilga?—preguntóelEmperador,queacababadeasomarsealbalcón.Y,frotándoselosojos,secalóloslentes—.LasdamasdelaCortequeestánhaciendodelassuyas;bajaréaverquépasa.

Yseapretóbienlaszapatillas,pueslasllevabamuygastadas.

¡Demonios,ynosediopocaprisa!

Al llegar al patio se adelantó callandito, callandito; por lo demás, lasdamasestabanabsorbidascontandolosbesos,paraquenohubieseengaño,yno se dieron cuenta de la presencia del Emperador, el cual se levantó depuntillas.

—¿Quésignificaesto?—exclamóalverelbesuqueo,dándoleasuhijaconlazapatillaenlacabezacuandoelporquerizorecibíaelbesonúmeroochentayseis.

—¡Fuera todos de aquí!—gritó, en el colmo de la indignación.Y todoshubierondeabandonarelreino,inclusolaprincesayelporquerizo.

Y he aquí a la princesa llorando, y al porquerizo regañándole, mientrasllovíaacántaros.

—¡Ay,mísera demí!—exclamaba la princesa—. ¿Por qué no acepté alapuestopríncipe?¡Quédesgraciadasoy!

Entonceselporquerizoseocultódetrásdeunárbol,y,limpiándoselatizneque lemanchaba la cara y quitándose las viejas prendas con que se cubría,volvió a salir espléndidamente vestido de príncipe, tan hermoso y gallardo,quelaprincesanotuvomásremedioqueinclinarseanteél.

—Hevenidoadecirtemidesprecio—exclamóél—.Tenegasteaaceptaraun príncipe digno. No fuiste capaz de apreciar la rosa y el ruiseñor, y, encambio, besaste al porquerizo por una bagatela. ¡Pues ahí tienes larecompensa!

Y entró en su reino y le dio con la puerta en las narices. Ella tuvo que

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quedarsefuerayponerseacantar:

¡Ay,queridoAgustín,

todotienesufin!

Loszapatosrojos

(Derødesko)

Érase una vez una niña muy linda y delicada, pero tan pobre, que enveranoandabasiempredescalza,yen inviernoteníaque llevarunosgrandeszuecos, por lo que los piececitos se le ponían tan encarnados, que dabalástima.

Enelcentrodelpueblohabitabaunaanciana,viudadeunzapatero.Teníaunasviejastirasdepañocolorado,yconellascosió,lomejorquesupo,unpardezapatillas.Eranbastantepatosas,perolamujerhabíapuestoenellastodasubuenaintención.Seríanparalaniña,quesellamabaKaren.

Le dieron los zapatos rojos elmismo día en que enterraron a sumadre;aqueldía los estrenó.Noeran zapatosde luto, cierto, perono teníaotros, ycalzadaconellosacompañóelhumildeféretro.

Acertóapasarungrancoche,enelqueibaunaseñoraanciana.Alveralapequeñuela,sintiócompasiónydijoalseñorcura:

—Dadmelaniña,yolacriaré.

Karencreyóquetodoaquelloeraefectodeloszapatoscolorados,peroladama dijo que eran horribles y los tiró al fuego. La niña recibió vestidosnuevosyaprendióaleeryacoser.Lagentedecíaqueeralinda;sóloelespejodecía:

—Eresmásquelinda,ereshermosa.

UndíalaReinahizounviajeporelpaís,acompañadadesuhijita,queeraunaprincesa.Lagenteafluyóalpalacio,yKarentambién.Laprincesitasalióal balcón para que todos pudieran verla. Estaba preciosa, con un vestidoblanco, pero nada de cola ni de corona de oro. En cambio, llevaba unosmagníficoszapatosrojos,detafilete,muchomáshermosos,desdeluego,quelosque laviudadelzapaterohabíaconfeccionadoparaKaren.Nohayenelmundocosaquepuedacompararseaunoszapatosrojos.

Llegó la niña a la edad enquedebía recibir la confirmación; le hicieronvestidos nuevos, y también habían de comprarle nuevos zapatos. El mejor

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zapatero de la ciudad tomó la medida de su lindo pie; en la tienda habíagrandes vitrinas con zapatos y botas preciosos y relucientes. Todos eranhermosísimos,perolaancianaseñora,queapenasveía,noencontrabaningúnplaceren laelección.Habíaentreellosunpardezapatosrojos,exactamenteigualesalosdelaprincesa:¡quépreciosos!Además,elzapaterodijoqueloshabía confeccionado para la hija de un conde, pero luego no se habíanadaptadoasupie.

—¿Sondecharol,no?—preguntólaseñora—.¡Cómobrillan!

—¿Verdad que brillan? —dijo Karen; y como le sentaban bien, se loscompraron;perolaancianaignorabaquefuesenrojos,puesdehaberlosabidojamás habría permitido que la niña fuese a la confirmación con zapatoscolorados.Perofue.

Todo elmundo lemiraba los pies, y cuando, después de avanzar por laiglesia,llegóalapuertadelcoro,lepareciócomosihastalasantiguasestatuasdelassepulturas,lasimágenesdelosmonjesylasreligiosas,consuscuellostiesos y sus largos ropajes negros, clavaran los ojos en sus zapatos rojos; ysóloenellosestuvolaniñapensandomientraselobispo,poniéndolelamanosobrelacabeza,lehablódelsantobautismo,desualianzaconDiosydequedesde aquel momento debía ser una cristiana consciente. El órgano tocósolemnemente,resonaronlasvocesmelodiosasdelosniños,ycantótambiénelviejomaestro;peroKarensólopensabaensusmagníficoszapatos.

Por la tarde se enteró la anciana señora—alguien se lo dijo de que loszapatoserancolorados,ydeclaróqueaquelloerafeoycontrarioalamodestia;y dispuso que, en adelante,Karen debería llevar zapatos negros para ir a laiglesia,aunquefueranviejos.

El siguiente domingo era de comunión. Karen miró sus zapatos negros,luegocontemplólosrojos,volvióacontemplarlosy,alfin,selospuso.

Brillaba un sol magnífico. Karen y la señora anciana avanzaban por laaceradelmercadodegranos;habíaunpocodepolvo.

En la puerta de la iglesia se había apostado un viejo soldado con unamuleta y una larguísima barba, más roja que blanca, mejor dicho, roja deltodo.Seinclinóhastaelsueloypreguntóaladamasiqueríaquelelimpiaseloszapatos.Karenpresentótambiénsupiececito.

—¡Caramba, qué preciosos zapatos de baile! —exclamó el hombre—.Ajustadbiencuandobailéis—yconlamanodioungolpealasuela.

LadamaentregóunalimosnaalsoldadoypenetróenlaiglesiaconKaren.

Todos los fieles miraban los zapatos rojos de la niña, y las imágenestambién;ycuandoella,arrodilladaanteelaltar,llevóasuslabioselcálizde

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oro,estabapensandoensuszapatoscoloradosylepareciócomosinadaranenelcáliz;yseolvidódecantarelsalmoyderezarelpadrenuestro.

Salieronlosfielesdelaiglesia,ylaseñorasubióasucoche.Karenlevantóel pie para subir a su vez, y el viejo soldado, que estaba junto al carruaje,exclamó:—¡Vayapreciososzapatosdebaile!—.Ylaniñanopudoresistirlatentación de marcar unos pasos de danza; y he aquí que no bien huboempezado, sus piernas siguieron bailando por sí solas, como si los zapatoshubiesenadquiridoalgúnpodersobreellos.Bailandose fuehasta laesquinade la iglesia, sinsercapazdeevitarlo;elcochero tuvoquecorrer trasellayllevarla en brazos al coche; pero los pies seguían bailando y pisaronfuertementealabuenaanciana.Porfinlaniñasepudodescalzar,ylaspiernassequedaronquietas.

Alllegaracasaloszapatosfueronguardadosenunarmario;peroKarennopodíaresistirlatentacióndecontemplarlos.

Enfermó la señora,ydijeronqueyano securaría.Huboqueatenderlaycuidarla,ynadieestabamásobligadoahacerloqueKaren.Peroenlaciudaddabanungranbaile,ylamuchachahabíasidoinvitada.Miróalaseñora,queestaba enferma de muerte, miró los zapatos rojos, se dijo que no cometíaningúnpecado.Seloscalzó—¿quéhabíaenellodemalo?—yluegosefuealbaileysepusoabailar.

Pero cuando quería ir hacia la derecha, los zapatos la llevaban hacia laizquierda;ysiqueríadirigirsesalaarriba,laobligabanahacerlosalaabajo;yasísevioforzadaabajarlasescaleras,seguirlacalleysalirporlapuertadelaciudad,danzandosinreposo;y,sinpoderdetenerse,llegóaloscurobosque.

Viobrillarunaluzentrelosárbolesypensóqueeralaluna,puesparecíaunacara;peroresultóserelviejosoldadodelabarbaroja,quehaciéndoleunsignoconlacabeza,ledijo:

—¡Vayahermososzapatosdebaile!

Se asustó lamuchacha y trató de quitarse los zapatos para tirarlos; peroestaban ajustadísimos, y, aun cuando consiguió arrancarse las medias, loszapatosnosalieron;estabansoldadosalospies.Yhubodeseguirbailandoporcampos y prados, bajo la lluvia y al sol, de noche y de día. ¡De noche,especialmente,erahorrible!

Bailandollegóhastaelcementerio,queestabaabierto;perolosmuertosnobailaban,teníanotracosamejorquehacer.Quisosentarsesobrelafosadelospobres,dondecreceelamargohelecho;masnohabíaparaellatranquilidadnireposo,ycuando,sindejardebailar,penetróenlaiglesia,vioenellaunángelvestidodeblanco,conunasalasquelellegabandesdeloshombrosalospies.Surostroteníaunaexpresióngraveysevera,yenlamanososteníaunaancha

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ybrillanteespada.

—¡Bailarás—ledijo—,bailarásentuszapatosrojoshastaqueestéslívidayfría,hastaquetupielsecontraigasobretushuesos!Irásbailandodepuertaen puerta, y llamarás a las de las casas donde vivan niños vanidosos ypresuntuosos,paraquealoírtesientanmiedodeti.¡Bailarás!

—¡Misericordia!—suplicóKaren.Peronopudooírlarespuestadelángel,pues sus zapatos la arrastraron al exterior, siempre bailando a través decampos,caminosysenderos.

Unamañanapasóbailandopordelantedeunapuertaqueconocíabien.Enel interior resonaba un cantar de salmos, y sacaron un féretro cubierto deflores.Entoncessupoquelaancianaseñorahabíamuerto,ycomprendióquetodoelmundolahabíaabandonadoyelángeldeDioslacondenaba.

Y venga bailar, baila que te baila en la noche oscura. Los zapatos lallevabanporespinosycenagales,ylospieslesangraban.

Luegohubodedirigirse,atravésdelerial,hastaunacasitasolitaria.Allíseenteródequeaquéllaeralamoradadelverdugo,y,llamandoconlosnudillos,alcristaldelaventanadijo:

—¡Sal,sal!¡Yonopuedoentrar,tengoqueseguirbailando!Elverdugolerespondió:

—¿Acasonosabesquiénsoy?Yocortolacabezaalosmalvados,ycuidodequeelhacharesuene.

—¡Nomecorteslacabeza—suplicóKaren—,puesnopodríaexpiarmispecados;perocórtamelospies,conloszapatosrojos!

Reconocía su culpa, y el verdugo le cortó los pies con los zapatos, peroéstos siguieron bailando, con los piececitos dentro, y se alejaron campo atravésyseperdieronenelbosque.

El hombre le hizo unos zuecos y unas muletas, le enseñó el salmo quecantanlospenitentes,yella,despuésdebesarlamanoquehabíaempuñadoelhacha,emprendióelcaminoporelerial.

—Yahesufridobastanteporloszapatosrojos—dijo—;ahoramevoyalaiglesiaparaquetodosmevean—.Ysedirigióaltemplosintardanza;peroalllegar a la puerta vio que los zapatos danzaban frente a ella, y, asustada, sevolvió.

Pasótodalasemanaafligidayllorandoamargaslágrimas;peroalllegareldomingodijo:

—Ya he sufrido y luchado bastante; creo que ya soy tan buena comomuchos de los que están vanagloriándose en la iglesia —. Y se encaminó

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nuevamente a ella; mas apenas llegaba a la puerta del cementerio, vio loszapatos rojos que continuaban bailando y, asustada, dio media vuelta y searrepintiódetodocorazóndesupecado.

Dirigiéndose a casa del señor cura, rogó que la tomasen por criada,asegurandoqueseríamuydiligenteyharíacuantopudiese;nopedíasalario,sinosólouncobijoylacompañíadepersonasvirtuosas.Laseñoradelpastorse compadeció de ella y la tomó a su servicio. Karen se portó con todamodestiay reflexión;alanochecerescuchabaatentamentealpárrococuandoleíalaBibliaenvozalta.Eracariñosacontodoslosniños,perocuandolosoíahablardeadornosyostentacionesydequedeseabanserhermosos,meneabalacabezaconungestodedesaprobación.

Al otro domingo fueron todos a la iglesia y le preguntaron si deseabaacompañarlos;peroella,afligida,con lágrimasen losojos, se limitóamirarsusmuletas.Losdemássedirigieronal temploaescuchar lapalabradivina,mientrasellaseretirabaasucuartito,tanpequeñoquenocabíanenélmásquela camayuna silla.Se sentó enél conel librode cánticos,y, al absorbersepiadosa en su lectura, el viento le trajo los sones del órgano de la iglesia.Levantóellaentonceselrostroy,entrelágrimas,dijo:

—¡Diosmío,ayúdame!

Yheaquíqueelsolbrillócontodosuesplendor,yKarenviofrenteaellael ángel vestido de blanco que encontrara aquella noche en la puerta de laiglesia; pero en vez de la flameante espada su mano sostenía ahora unamagníficaramacuajadaderosas.Tocóconellaeltecho,queseabrió,yenelpuntodondehabíatocadolaramabrillóunaestrelladorada;yluegotocólasparedes,queseensancharon,yvioelórganotocandoylasantiguasestatuasdemonjes y religiosas, y la comunidad sentada en las bien cuidadas sillas,cantando los himnos sagrados. Pues la iglesia había venido a la angostahabitaciónde la pobremuchacha, o tal vez ella había sido transportada a laiglesia.Seencontrósentadaensusilla,juntoalosmiembrosdelafamiliadelpastor,ycuando,terminadoelsalmo,lavieron,lasaludaronconungestodelacabeza,diciendo:

—Hicistebienenvenir,Karen—.FuelamisericordiadeDios—dijoella.

Y resonó el órgano, y, con él, el coro de voces infantiles, dulces ymelodiosas. El sol enviaba sus brillantes rayos a través de la ventana,dirigiéndolosprecisamentealasilladondesesentabaKaren.Elcorazóndelamuchachaquedótanrebosantedeluz,depazydealegría,queestalló.SualmavolóaDiosNuestroSeñor,yallínadielepreguntóyaporloszapatosrojos.

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ColáselChicoyColáselGrande

(LilleClausogstoreClaus)

Vivíanenunpueblodoshombresquesellamabanigual:Colás,peroelunotenía cuatro caballos, y el otro, solamente uno. Para distinguirlos llamabanColáselGrandealdeloscuatrocaballos,yColáselChicoalotro,dueñodeuno solo.Vamos a ver ahora lo que les pasó a los dos, pues es unahistoriaverdadera.

Durante toda la semana,Colás elChico teníaque ararpara elGrande,yprestarlesuúnicocaballo; luegoColáselGrandeprestabaalotrosuscuatrocaballos,perosólounavezalasemana:eldomingo.

¡HabíaqueveraColáselChicohaciendorestallarellátigosobreloscincoanimales!Losmirabacomosuyos,perosóloporundía.Brillabaelsol,ylascampanasdelaiglesiallamabanamisa;lagente,endomingada,pasabaconeldevocionariobajoelbrazoparaescucharalpredicador,yveíaaColáselChicolabrandoconsuscincocaballos;yalhombreledabatantogustoquelovieranasí,que,pegandounnuevolatigazo,gritaba:«¡Oho!¡Miscaballos!»

—Nodebesdeciresto—lereprendióColáselGrande—.Sólounodeloscaballosestuyo.

Peroencuantovolvíaapasargente,ColáselChico,olvidándosedequenodebíadecirlo,volvíaagritar:«¡Oho!¡Miscaballos!».

—Te lo advierto por última vez —dijo Colás el Grande—. Como lorepitas,learreountrastazoatucaballoquelodejoseco,ytodoesotehabrásganado.

—Teprometoquenovolveréadecirlo—respondióColáselChico.Peropasómás gente que lo saludó con un gesto de la cabeza y nuestro hombre,muy orondo, pensando que era realmente de buen ver el que tuviese cincocaballosparaararsucampo,volvióarestallarel látigo,exclamando:«¡Oho!¡Miscaballos!».

—¡Yatedaréyotuscaballos!—gritóelotro,y,agarrandounmazo,ledioenlacabezaaldeColáselChico,ylomató.

—¡Ay! ¡Me he quedado sin caballo! —se lamentó el pobre Colás,echándoseallorar.Luegolodespellejó,pusolapielasecaralviento,lametióenunsaco,quesecargóalaespalda,yemprendióelcaminodelaciudadparaversilavendía.

Ladistancia eramuy larga; tuvoque atravesarungranbosqueoscuro, ycomoel tiempoeramuymalo, seextravió,ynovolvióadarconelcamino

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hastaqueanochecía;yaeratardepararegresarasucasaollegaralaciudadantesdequecerraselanoche.

Amuypocadistanciadelcaminohabíaunagrancasadecampo.Aunquelospostigosdelasventanasestabancerrados,por lasrendijassefiltrabaluz.«Esagentemepermitirápasarlanocheaquí»,pensóColáselChico,yllamóalapuerta.

Abrióladueñadelagranja,peroaloírloquepedíaelforasteroledijoquesiguiese su camino, pues su marido estaba ausente y no podía admitir adesconocidos.

—Bueno, no tendré más remedio que pasar la noche fuera dijo Colás,mientraslamujerlecerrabalapuertaenlasnarices.

Habíamuycercaungranmontóndeheno,yentreélylacasa,unpequeñocobertizocontejadodepaja.

—Puedodormiralláarriba—dijoColáselChico,alvereltejadillo—;seráuna buena cama.No creo que a la cigüeña se le ocurra bajar a picarme laspiernas—pueseneltejadohabíahechosunidounaauténticacigüeña.

Se subiónuestrohombreal cobertizoy se tumbó,volviéndoseoradeunlado ora del otro, en busca de una posición cómoda. Pero he aquí que lospostigos no llegaban hasta lo alto de la ventana, y por ellos podía verse elinterior.

Enelcentrodelahabitaciónhabíapuestaunagranmesa,convino,carneasadayunpescadodeapetitosoaspecto.Sentadosalamesaestabanlaaldeanayelsacristán,ellaleservía,yaélseleibanlosojostraselpescado,queerasuplatofavorito.

«¡Quiénestuvieraconellos!»,pensóColáselChico,alargando lacabezahacia laventana.Yentoncesvioquehablaademásunsoberbiopastel. ¡Québanquete,santoDios!

Oyóentoncesenlacarreteraeltrotedeuncaballoquesedirigíaalacasa;eraelmaridodelacampesina,queregresaba.

Elmarido era un hombre excelente, y todo elmundo lo apreciaba; sóloteníaundefecto:nopodíaveralossacristanes;encuantoseleponíaunoantelos ojos, entrábale una rabia loca. Por eso el sacristán de la aldea habíaesperadoaqueelmaridosalieradeviajeparavisitarasumujer,yellalehabíaobsequiadoconlomejorquetenía.Aloíralhombrequevolvíaseasustaronlosdos,yellapidióalsacristánqueseocultaseenungranarcónvacío,puessabía muy bien la inquina de su esposo por los sacristanes. Se apresuró aesconderenelhornolassabrosasviandasyelvino,nofueraqueelmaridoloobservaraylepidieracuentas.

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—¡Qué pena!—suspiró Colás desde el tejado del cobertizo, al ver quedesaparecíaelbanquete.

—¿Quién anda por ahí? —preguntó el campesino mirando a Colás—.¿Quéhacesenlapaja?Entra,queestarásmejor.

Entonces Colás le contó que se había extraviado, y le rogó que lepermitiesepasarallílanoche.

—No faltabamás—le respondió el labrador—,pero antesharemosalgoporlavida.

Lamujer recibió a los dos amablemente, puso la mesa y les sirvió unasoperadepapillas.Elcampesinoveníahambrientoycomíaconbuenapetito,peroNicolásnohacía sinopensar enaquel suculentoasado, elpescadoyelpastelescondidosenelhorno.

Debajodelamesahabíadejadoelsacoconlapieldecaballo;yasabemosque iba a la ciudad para venderla. Como las papillas se le atragantaban,oprimióelsacoconelpie,ylapielsecaprodujounchasquido.

—¡Chit! —dijo Colás al saco, al mismo tiempo que volvía a pisarlo yproducíaunchasquidomásruidosoqueelprimero.

—¡Oye!¿Quéllevasenelsaco?—preguntóeldueñodelacasa.—.Nada,es un brujo —respondió el otro—. Dice que no tenemos por qué comerpapillas,conlacarneasada,elpescadoyelpastelquehayenelhorno.

—¿Quédices?—exclamóelcampesino,corriendoaabrirelhorno,dondeaparecierontodaslasapetitosasviandasquelamujerhabíaocultado,peroqueélsupusoqueestabanallíporobradelbrujo.Lamujernoseatrevióaabrirlaboca; trajo los manjares a la mesa, y los dos hombres se regalaron con elpescado,elasado,yeldulce.EntoncesColásvolvióaoprimirelsaco,ylapielcrujiódenuevo.

—¿Quédiceahora?—preguntóelcampesino.

—Dice —respondió el muy pícaro— que también ha hecho salir tresbotellasdevinoparanosotros;yqueestánenaquelrincón,alladodelhorno.

Lamujernotuvomásremedioquesacarelvinoquehabíaescondido,yellabrador bebió y se puso alegre. ¡Qué no hubiera dado, por tener un brujocomoelqueColásguardabaensusaco!

—¿Es capaz de hacer salir al diablo?—preguntó—.Me gustaría verlo,ahoraqueestoyalegre.

—¡Claroquesí!—replicóColás—.Mibrujohacecuantolepido.¿Verdad,tú? —preguntó pisando el saco y produciendo otro crujido—. ¿Oyes? Hadichoquesí.Peroeldiabloesmuyfeo;serámejorquenoloveas.

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—Noletengomiedo.¿Cómocreesquees?

—Puesseparecemuchoaunsacristán.

—¡Uf!—exclamóelcampesino—.¡Síqueesfeo!¿Sabes?,unacosaqueno puedo sufrir es ver a un sacristán. Pero no importa. Sabiendo que es eldiablo,lopodrétolerarporunavez.Hoymesientoconánimos;contalquenosemeacerquedemasiado…

—Comoquieras, se lopediré al brujo—,dijoColás, y, pisandoel saco,aplicócontraéllaoreja.

—¿Quédice?

—Dice que abras aquella arca y verás al diablo; está dentro acurrucado.Peronosuelteslatapa,quepodríaescaparse.

—Ayúdame a sostenerla —le pidió el campesino, dirigiéndose hacia elarca en que lamujer habíametido al sacristán de carne y hueso, el cual semoríademiedoensuescondrijo.

Elcampesinolevantóunpocolatapaconprecauciónymiróalinterior.

—¡Uy!—exclamó,pegandounsaltoatrás—.Yalohevisto.¡Igualqueunsacristán!¡Espantoso!

Lo celebraron con unas copas y se pasaron buena parte de la nocheempinandoelcodo.

—Tienes que venderme el brujo —dijo el campesino—. Pide lo quequieras;tedaréaunqueseaunafanegadedinero.

—No, no puedo—replicó Colás—. Piensa en los beneficios que puedosacardeestebrujo.

—¡Me he encaprichado con él! ¡Véndemelo!—insistió el otro, y siguiósuplicando.

—Bueno—seavinoalfinColás—.Loharéporquehassidobuenoymehasdadoasiloestanoche.Tecederéelbrujoporunafanegadedinero;perohadeserunafanegarebosante.

—La tendrás —respondió el labriego—. Pero vas a llevarte también elarca;nolaquieroencasaniunminutomás.¡Quiénsabesieldiabloestáaúnenella!

Colás el Chico dio al campesino el saco con la piel seca, y recibió acambiounafanegadedinerobiencolmada.Elcampesinoleregalótodavíauncarretónparatransportareldineroyelarca.

—¡Adiós!—dijoColás,alejándoseconlasmonedasyelarcaquecontenía

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alsacristán.

Porelbordeopuestodelbosquefluíaunríocaudalosoymuyprofundo;elagua corría con tanta furia, que era imposible nadar a contra corriente. Nohacía mucho que habían tendido sobre él un gran puente, y cuando Colásestuvoenlamitaddijoenvozalta,paraquelooyeraelsacristán:

—¿Quéhagoconestacajatanincómoda?Pesacomosiestuviesellenadepiedras. Yame voy cansando de arrastrarla; la echaré al río, si va flotandohastamicasabien,ysino,noimporta.

Ylalevantóunpococonunamano,comoparaarrojarlaalrío.

—¡Detente, no lo hagas!—gritó el sacristán desde dentro. Déjame salirprimero.

—¡Diosmevalga!—exclamóColás,simulandoespanto—.¡Todavíaestáaquí!¡Echémosloalríosinperdertiempo,queseahogue!

—¡Oh,no,no!—suplicóelsacristán—.Simesueltas tedaréunafanegadedinero.

—Bueno,estoyaesdistinto—aceptóColás,abriendoelarca.Elsacristánseapresuróasalirdeella,arrojóelarcaalaguaysefueasucasa,dondeColásrecibióeldineroprometido.Conelquelehabíaentregadoelcampesinoteníaahoraelcarretónlleno.

«Me he cobrado bien el caballo», se dijo cuando de vuelta a su casa,desparramóeldineroenmediodelahabitación.

«¡Larabiaque tendráColáselGrandecuandoveaquemehehechoricoconmiúnicocaballo!;peronoselodiré».

Yenvióaunmuchachoacasadesucompadreapedirlequeleprestaraunamedidadefanega.

«¿Paraquélaquerrá?»,sepreguntóColáselGrande;yuntóelfondoconalquitránparaquequedasepegadoalgodeloquequeríamedir.Yasísucedió,pues cuando le devolvieron la fanega había pegadas en el fondo tresrelucientesmonedasdeplatadeochochelines.

«¿Quésignificaesto?»,exclamó,ycorrióacasadeColáselChico.

—¿Dedóndesacasteesedinero?—preguntó.

—Delapieldemicaballo.Lavendíayertarde.

—¡Pues sí que te la pagaron bien!—dijo el otro, y, sin perder tiempo,volvió a su casa, mató a hachazos sus cuatro caballos y, después dedesollarlos,semarchóconlaspielesalaciudad.

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—¡Pieles, pieles! ¿Quién compra pieles? —iba por las calles, gritando.Acudieronloszapaterosycurtidores,preguntándoleelprecio.

—Unafanegadedineroporpiel—respondióColás.

—¿Estásloco?—gritarontodo—.¿Creesquetenemoseldineroafanegas?

—¡Pieles,pieles!¿Quiéncomprapieles?—repitióavozengrito;yatodoslosque lepreguntabanelprecio les respondía:—.Una fanegadedineroporpiel.

—Este quiere burlarse de nosotros —decían todos, y, empuñando loszapateros sus trabas y los curtidores susmandiles, se pusieron a aporrear aColás.

—¡Pieles,pieles!—gritaban,persiguiéndolo—.¡Yaveráscómoadobamoslatuya,quepareceráunestropajo!¡Echadledelaciudad!—.YColásnotuvomás remedio que poner los pies en polvorosa.Nunca le habían zurrado tanlindamente.

«¡Ahora es la mía!», dijo al llegar a casa. «¡Ésta me la paga Colás elChico!¡Lepartirélacabeza!».

Sucedióqueaqueldía,encasadelotroColás,habíafallecidolaabuela,yaunquelaviejahabíasidosiempremuydurayregañona,elnietolosintió,yacostóaladifuntaenunacamabiencalentita,paraversilograbavolverlaalavida. Allí se pasó ella la noche, mientras Colás dormía en una silla, en unrincón.Noeralaprimeravez.

Estandoyaaoscuras,seabriólapuertayentróColáselGrande,armadodeunhacha.Sabiendobiendóndeestabalacama,avanzódirectamentehastaellayasentóunhachazoenlacabezadelaabuela,persuadidodequeeraelnieto.

—¡Paraquenovuelvasaburlartedemí!—dijo,ysevolvióasucasa.

«¡Esunmalhombre!»,pensóColáselChico.«Quisomatarme!Suertequelaabuelayaestabamuerta;deotromodo,estonolocuenta».

Vistió luego el cadáver con las ropas del domingo, pidió prestado uncaballoaunvecinoy,despuésdeengancharloasucarro,pusoelcadáverdelaabuela, sentado,enelasiento trasero,demodoquenopudieracaerseconelmovimientodelvehículo,ypartióbosqueatravés.Alsalirelsolllegóaunagranposada,yColáselChicoparóenellaparadesayunarse.

Elposaderoerahombremuyrico.Buenoenelfondo,peroteníaungenio,prontoeirascible,comosihubieseensucuerpopimientaytabaco.

—¡Buenosdías!—dijoaColás—.¿Tantempranoyyaendomingado?

—Sí, respondióelotro—.Voya laciudadcon laabuela.La llevoenel

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carro, pero no puede bajar. ¿Queréis llevarle un vaso de aguamiel? Perotendréisquehablarleenvozalta,puesesduradeoído.

—Nofaltabamás—respondióelventero,y,llenandounvasodeaguamiel,salióaservirloalaabuela,queaparecíasentada,rígida,enelcarro.

—Os traigo un vaso de aguamiel de parte de vuestro hijo —le dijo elposadero.Perolamujer,comoesnatural,permanecióinmóvilycallada.

—¿Nomeoís?—gritóelhombrecon toda la fuerzadesuspulmones—.¡Ostraigounvasodeaguamieldepartedevuestrohijo!

Y como lo repitiera dos veces más, sin que la vieja hiciese el menormovimiento,elhombreperdiólosestribosyletiróelvasoalacara,demodoqueellíquidoselederramóporlanarizyporlaespalda.

—¡Santo Dios! —exclamó Colás el Chico, saliendo de un brinco yagarrando al posadero por el pecho—. ¡Hasmatado ami abuela! ¡Mira quéagujerolehashechoenlafrente!

—¡Oh, qué desgracia! —gritó el posadero llevándose las manos a lacabeza—. ¡Todo por la culpa de mi genio! Colás, amigo mío, te daré unafanegademonedasyenterraréatuabuelacomosifueselamíapropia;peronodigasnada,puesmecostaríalavidayseríaunalástima.

Así,ColáselChicocobróotrabuenafanegadedinero,yelposaderodiosepulturaalaviejacomosihubiesesidosupropiaabuela.

Alregresarnuestrohombrecontodoeldinero,envióunmuchachoacasadeColáselGrandeapedirprestadalafanega.

«¿Quésignificaesto?»,pensóelotro.«Pues,¿nolomaté?Voyaverloyomismo».Y,cargandoconlamedida,sedirigióacasadeColáselChico.

—¿Dedóndesacaste tantodinero?—preguntó,abriendounosojoscomonaranjasalvertodaaquellariqueza.

—Nomematasteamí, sinoamiabuela—replicóColáselChico—.Hevendidoelcadáverymehandadoporélunafanegadedinero.

—¡Québien te lohanpagado!—exclamóelotro,y,corriendoasucasa,cogió el hacha,mató a su abuela y, cargándola en el carro, la condujo a laciudaddonderesidíaelboticario,alcualpreguntósilecompraríaunmuerto.

—¿Quiénesydedóndelohassacado?—preguntóelboticario.

—Es mi abuela —respondió Colás—. La maté para sacar de ella unafanegadedinero.

—¡Diosnosampare!—exclamóelboticario—.¡Quédisparate!Nodigaseso,quepuedencortartelacabeza—.Ylehizovercuánperversahabíasido

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suacción,diciéndolequeeraunhombremaloyquemerecíauncastigo.Seasustó tantoColás que,montando en el carro de un brinco y fustigando loscaballos, emprendió la vuelta a casa sin detenerse.El boticario y los demáspresentes,creyéndoleloco,ledejaronmarcharlibremente.

«¡Melavasapagar!»,dijoColáscuandoestuvoenlacarretera.«Éstanotela paso, compadre».Y en cuanto hubo llegado a su casa cogió el sacomásgrandequeencontró,fuealencuentrodeColáselChicoyledijo:

—Por dos veces me has engañado; la primera maté los caballos, y lasegundaamiabuela.Tútieneslaculpadetodo,peronovolverásaburlartedemí—.YagarrandoaColáselChico,lometióenelsacoy,cargándoseloalaespaldaledijo:

—¡Ahoravoyaahogarte!

Eltrechohastaelríoeralargo,yColáselChicopesabalosuyo.Elcaminopasabamuycercadelaiglesia,desdelacualllegabanlossonesdelórganoyloscantosdelosfieles.Colásdepositóelsacojuntoalapuerta,pensandoquenoestaríademásentraraoírunsalmoantesdeseguiradelante.Elprisioneronopodríaescapar,ytodalagenteestabaeneltemplo;yasíentróenél.

—¡Dios mío, Dios mío! —suspiraba Colás el Chico dentro del saco,retorciéndose y volviéndose, sin lograr soltarse. Mas he aquí que acertó apasarunpastormuyviejo,decabelloblancoyquecaminabaapoyándoseenunbastón.Conducíaunamanadadevacasybueyes,quealpasar,volcaronelsacoqueencerrabaaColáselChico.

—¡Diosmío!—continuabasuspirandoelprisionero—.¡Tanjovenytenerqueiralcielo!

—Encambio,yo,pobredemí—replicóelpastor—,nopuedoir,apesardesertanviejo.

—Abreelsaco—gritóColás—,méteteenélenmilugar,ydentrodepocoestarásenelParaíso.

—¡Demil amores!—respondió el pastor, desatando la cuerda. Colás elChicosaliódeunbrincodesuprisión.

—¿Querráscuidardemiganado?—lepreguntóelviejo,metiéndoseasuvezenelsaco.Colásloatófuertemente,yluegosealejóconlamanada.

Apoco,ColáselGrandesaliódelaiglesia,ysecargóelsacoalaespalda.Allevantarloleparecióquepesabamenosqueantes,pueselviejopastoreramucho más desmirriado que Colás el Chico. «¡Qué ligero se ha vuelto!»,pensó.«Estoeselpremiodehaberoídounsalmo».Yllegándosealrío,queeraprofundoycaudaloso,echóal aguael sacoconelviejopastor,mientrasgritaba,creídodequeerasurival:

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—¡Novolverásaburlartedemí!

Yemprendióelregresoasucasa;peroalllegaralcrucededoscaminossetopódenuevoconColáselChico,queconducíasuganado.

—¿Quéesesto?—exclamóasombrado—.¿Peronoteahogué?

—Sí—respondióelotro—.Hacecosademediahoraquemearrojastealrío.

—¿Ydedóndehassacadoesterebaño?—preguntóColáselGrande.

—Sonanimalesdeagua—respondióelChico—.Voyacontartelahistoriay a darte las gracias por haberme ahogado, pues ahora sí soy rico de veras.Tuvemuchomiedo cuando estaba en el saco, y el vientome zumbó en losoídosalarrojarmetúdesdeelpuente,yelaguaestabamuyfría.Enseguidamefuialfondo,peronomelastimé,puesestácubiertodelamásmullidahierbaquepuedas imaginar.Tanprontocomocaíseabrióelsacoysemepresentóuna muchacha hermosísima, con un vestido blanco como la nieve y unadiadema verde en torno del húmedo cabello.Me tomó la mano y me dijo:«¿Eres tú, Colás el Chico? Demomento ahí tienes unas cuantas reses; unamillamáslejos,teaguardatodaunamanada;telaregalo».Entoncesviqueelríoeracomounagrancarreteraparalagentedemar.Porelfondohayungrantránsitodecarruajesypeatonesquevienendelmar,tierraadentro,hastadondeempiezaelrío.Habíafloreshermosísimasylahierbamásverdequehevistojamás.Lospecespasabannadandojuntoamisorejas,exactamentecomolospájaros en el aire. ¡Y qué gente más simpática, y qué ganado más gordo,paciendoporlashondonadasylosribazos!

—¿Yporquéhasvueltoalatierra?—preguntóColáselGrande.Yonolohabríahecho,sitanbienseestabaalláabajo.

—Sí—respondióelotro—,perosemeocurrióunagranidea.Yahasoídolo que te dije: la doncella me reveló que una milla camino abajo—y porcaminoentendíaelrío,puesellosnopuedensaliraotrositio—meaguardabatodaunamanadadevacas.Peroyosémuybienqueel ríodescribemuchascurvas,oraaquí,oraallá;eselcuentodenuncaacabar.Encambio,yendoportierra se puede acertar el camino; me ahorro así casi media milla, y llegomuchoantesallugardondeestáelganado.

—¡Qué suerte tienes! —exclamó Colás el Grande—. ¿Piensas que medaríantambiénganado,sibajasealfondodelrío?

—Seguro—respondióColáselChico—,peroyonopuedo llevarteenelsaco hasta el puente, pesas demasiado. Si te conformas, con ir allí a pie yluegometerteenelsaco,tearrojarealríoconmuchogusto.

—Muchasgracias—asintióelotro—.Perosicuandoestéabajonomedan

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nada,tezurrarédelolindo;ynocreasquehabloenbroma.

—¡Bah! ¡No te lo tomes tanapecho!—yseencaminaron losdosal río.Cuandoelganado,queandabasediento,vioelagua,echóacorrerhaciaellaparacalmarlased.

—¡Fíjatecómoseprecipitan!—observóColáselChico—.Biensevequequierenvolveralfondo.

—Sí,ayúdame—dijoeltonto—;delocontrariovasallevarpalo—.Ysemetió en un gran saco que venía atravesado sobre el dorso de uno de losbueyes.

—Ponledentrounapiedra,nofueracasoquequedaseflotando—añadió.

—Perfectamente —dijo el Chico, e introduciendo en el saco unavoluminosapiedra,loatófuertementey,¡pum!,ColáselGrandesalióvolandoporlosaires,yenuninstantesehundióenelrío.«Metemoquenoencuentresel ganado», dijo el otro Colás, emprendiendo el camino de casa con sumanada.

Elpatitofeo

(Dengrimmeælling)

¡Quéhermosaestabalacampiña!Habíallegadoelverano:el trigoestabaamarillo;laavena,verde;lahierbadelosprados,cortadaya,quedabarecogidaen los pajares, en cuyos tejados se paseaba la cigüeña, con sus largas patasrojas, hablando en egipcio, que era la lengua que le enseñara su madre.Rodeaban los campos y prados grandes bosques, y entre los bosques seescondían lagos profundos. ¡Quéhermosa estaba la campiña!Bañada por elsolselevantabaunamansiónseñorial,rodeadadehondoscanales,ydesdeelmurohastaelaguacrecíangrandesplantas trepadoras formandounabóvedatanaltaquedentrodeellapodíaestardepieunniñopequeño,maspordentroestaba tan enmarañado, que parecía el interior de un bosque. En medio deaquellamaleza,unagansa,sentadaenelnido,incubabasushuevos.Estabayaimpaciente, pues ¡tardaban tanto en salir los polluelos, y recibía tan pocasvisitas!

Losdemáspatospreferíannadarporloscanales,envezdeentrarahacerlecompañíaycharlarunrato.

Porfinempezaronaabrirseloshuevos,unotrasotro.«¡Pip,pip!»,decíanlos pequeños; las yemas habían adquirido vida y los patitos asomaban lacabecitaporlacáscararota.

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—¡Cuac,cuac!—gritabancontodassusfuerzas,mirandoatodosladosporentre lasverdeshojas.Lamadre losdejaba,pueselverdeesbuenopara losojos.

—¡Quégrandeeselmundo!—exclamaronlospolluelos,puesahorateníanmuchomássitioqueenelinteriordelhuevo.

—¿Creéisquetodoelmundoesesto?—dijolamadre—.Puesandáismuyequivocados. Elmundo se extiendemuchomás lejos, hasta el otro lado deljardín,ysemeteenelcampodelcura,aunqueyonuncaheestadoallí.¿Estáistodos?—prosiguió, incorporándose—.Puesno,nolostengotodos;elhuevogordotenosehaabiertoaún.¿Vaatardarmucho?¡Yaestoyhastalacoronilladetantoesperar!

—Bueno,¿quétalvamos?—preguntóunaviejagansaqueveníadevisita.

—¡Estehuevoquenoterminanunca!—respondiólaclueca—.Noquieresalir.Peromiralosdemáspatitos:¿verdadquesonlindos?Todosseparecenasupadre;yelsinvergüenzanovieneaverme.

—Déjameverelhuevoquenoquiere romper—dijo lavieja—.Creéme,estoesunhuevodepava;tambiénamímeengañaronunavez,ypasémuchasfatigas con lospolluelos, pues le tienenmiedoal agua.Nopude conél;medesgañitéylopuseverde,perotodofueinútil.Averelhuevo.Sí,esunhuevodepava.Déjaloyenseñaalosotrosanadar.

—Lo empollaré un poquitín más —dijo la clueca—. ¡Tanto tiempo heestadoencimadeél,quebienpuedoesperarotropoco!

—¡Cómoquieras!—contestólaotra,despidiéndose.

Al fin se partió el huevo. «¡Pip, pip!» hizo el polluelo, saliendo de lacáscara.Eragordoyfeo;lagansasequedómirándolo:

—Esunpatoenorme—dijo—;nosepareceaningunodelosotros;¿seráunpavo?Bueno,prontolosabremos;delaguanoseescapa,aunquetengaquezambullirseatrompazos.

Eldíasiguienteamanecióespléndido;elsolbañabalasverdeshojasdelaenramada.Lamadre se fue con toda su prole al canal y, ¡plas!, se arrojó alagua.«¡Cuac,cuac!»—gritaba,yunpolluelotrasotrosefueronzambullendotambién;elagualescubriólacabeza,peroenseguidavolvieronasalirafloteysepusieronanadartanlindamente.Laspatitassemovíanporsísolasytodoschapoteaban,inclusoelúltimopolluelogordoteyfeo.

—Puesnoespavo—dijolamadre—.¡Fíjatecómomuevelaspatas,yquébiense sostiene!Eshijomío,nohayduda.Enel fondo, sibiensemira,notiene nada de feo, al contrario. ¡Cuac, cuac!Venid conmigo, os enseñaré elgranmundo,ospresentaréalospatosdelcorral.Peronoosalejéisdemilado,

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nofuesequealguienosatropellase;y¡muchocuidadoconelgato!

Yseencaminaronalcorraldelospatos,dondehabíaunbarulloespantoso,pues dos familias se disputaban una cabeza de anguila.Y al fin fue el gatoquiensequedóconella.

—¿Veis?Asívaelmundo—dijolagansamadre,afilándoseelpico,puestambiénellahubieraqueridopescarelbotín—.¡Servíosdelaspatas!yaversiosdespabiláis.Idahacerunareverenciaaaquelpatoviejodeallí;eselmásilustredetodoslospresentes;esderazaespañola,poresoestátangordo.Vedla cinta colorada que lleva en la pata; es la mayor distinción que puedeotorgarseaunpato.Esparaquenosepierdayparaquetodosloreconozcan,personas y animales. ¡Ala, sacudiros! No metáis los pies para dentro. Lospatitos bien educados andan con las piernas esparrancadas, como papá ymamá.¡Así!,¿veis?Ahorainclinadelcuelloydecir:«¡cuac!».

Todos obedecieron, mientras los demás gansos del corral los miraban,diciendoenvozalta:

—¡Vaya!sólofaltabanéstos; ¡cómosinofuésemosyabastantes!Y,¡quéasco!Fijaosenaquelpollito:¡aésesíquenolotoleramos!—.Yenseguidaseadelantóungansoylepropinóunpicotazoenelpescuezo.

—¡Déjaloenpaz!—exclamólamadre—.Nomolestaanadie.

—Sí, pero es gordote y extraño —replicó el agresor—; habrá quesacudirlo.

—Tiene usted unos hijosmuy guapos, señora—dijo el viejo de la patavendada—.Lástimadeestegordote;ésesíqueesunfracaso.Megustaríaquepudieseretocarlo.

—No puede ser, Señoría—dijo la madre—. Cierto que no es hermoso,pero tiene buen corazón y nada tan bien como los demás; incluso diría quemejor. Me figuro que al crecer se arreglará, y que con el tiempo perderávolumen. Estuvo muchos días en el huevo, y por eso ha salido demasiadorobusto—. Y con el pico le pellizcó el pescuezo y le alisó el plumaje—.Además,esmacho—prosiguió—,asíquenoimportagrancosa.Estoyseguradequeseráfuerteysedespabilará.

—Los demás polluelos son encantadores de veras —dijo el viejo—.Considéreseustedencasa;ysiencuentraunacabezadeanguila,hagaelfavordetraérmela.

Ydeestemodotomaronposesióndelacasa.

Elpobrepatitofeonorecibíasinopicotazosyempujones,yeraelblancode las burlas de todos, lo mismo de los gansos que de las gallinas. «¡Quéridículo!», se reían todos, y el pavo, que por haber venido al mundo con

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espolones se creía el emperador, se henchía como un barco a toda vela yarremetíacontraelpatito,conlacabezacoloradaderabia.Elpobreanimalitonunca sabía dónde meterse; estaba muy triste por ser feo y porque era lachacotadetodoelcorral.

Así transcurrióelprimerdía;peroen los sucesivos lascosas sepusieronaún peor. Todos acosaban al patito; incluso sus hermanos lo tratabanbrutalmente, y no cesaban de gritar: —¡Así te pescara el gato, bichoasqueroso!; y hasta la madre deseaba perderlo de vista. Los patos lopicoteaban;lasgallinaslogolpeaban,ylamuchachaencargadaderepartirelpiensoloapartabaapuntapiés.

Al fin huyó, saltando la cerca; los pajarillos de la maleza se echaron avolar,asustados.«¡Huyenporquesoyfeo!»,dijoelpato,y,cerrandolosojos,siguiócorriendoaciegas.Asíllegóhastaelgranpantano,dondehabitabanlospatossalvajes;cansadoydolorido,pasóallílanoche.

Por lamañana, lospatossalvajes,al levantarelvuelo,vieronasunuevocompañero:—. ¿Quién eres?—le preguntaron, y el patito, volviéndose entodasdirecciones,lossaludóatodoslomejorquesupo.

—¡Eresunespantajo!—exclamaronlospatos—.Perononosimporta,contalqueno tecasesennuestra familia—.¡El infeliz!Loúltimoquepensabaeraencasarse,sedabapormuysatisfechoconquelepermitiesenecharseenelcañaveralybeberunpocodeaguadelpantano.

Asítranscurrierondosdías,alcabodeloscualessepresentarondosgansossalvajes,machoslosdos,parasermásprecisos.Nohacíamuchoquehabíansalidodelcascarón;poresoerantanimpertinentes.

—Oye, compadre —le dijeron—, eres tan feo que te encontramossimpático. ¿Quieres venirte con nosotros y emigrar? Cerca de aquí, en otropantano,vivenunasgansassalvajesmuyamables,todassolteras,ysabendecir«¡cuac!».Alomejortieneséxito,aunsiendotanfeo.

¡Pim,pam!,seoyerondosestampidos:losdosmachoscayeronmuertosenel cañaveral, y el agua se tiñó de sangre. ¡Pim, pam!, volvió a retumbar, ygrandes bandadas de gansos salvajes alzaron el vuelo de entre la maleza,mientrasserepetíanlosdisparos.Eraunagrancacería;loscazadoresrodeabanelcañaveral,yalgunosaparecíansentadosenlasramasdelosárbolesquelodominaban;seformabannubecillasazuladasporentreelespesordel ramaje,cerniéndoseporencimadelagua,mientraslosperrosnadabanenelpantano,¡plas,plas!,yjuncosycañasseinclinabandetodoslados.¡Quésustoparaelpobre patito! Inclinó la cabeza para meterla bajo el ala, y en aquel mismomomentoviojuntoasíunhorribleperrazoconmediopalmodelenguafuerayunaexpresiónatrozenlosojos.Alargóelhocicohaciaelpatito,leenseñólos

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agudosdientesy,¡plas,plas!sealejósincogerlo.

—¡LoadoseaDios!—suspiróelpato—.¡Soytanfeoquenielperroquisomorderme!

Yseestuvomuyquietecito,mientraslosperdigonessilbabanporentrelascañasyseguíansonandolosdisparos.

Hastamuyavanzadoeldíanoserestableciólacalma;maselpobreseguíasin atreverse a salir. Esperó aún algunas horas: luego echó un vistazo a sualrededor y escapó del pantano a toda la velocidad que le permitieron suspatas.Corrió a través de campos y prados, bajo una tempestad que le hacíamuydifícillahuida.

Alanochecerllegóaunapequeñachozadecampesinos;estabatanruinosa,quenosabíadequéladocaer,yporesosesosteníaenpie.Elvientosoplabacon tal fuerza contra el patito, que éste tuvoque sentarse sobre la colaparaafianzarse y no ser arrastrado. La tormenta arreciaba más y más. Al fin,observóque lapuertasehabíasalidodeunode losgoznesydejabaespacioparacolarseenelinterior;yestoesloquehizo.

Vivíaenlachozaunaviejaconsugatoysugallina.Elgato,alquellamaba«hijito»,sabíaarquearellomoyronronear,einclusodesprendíachispassiselefrotabaacontrapelo.Lagallinateníalaspatasmuycortas,yporesolaviejala llamaba «tortita paticorta»; pero eramuy buena ponedora, y su dueña laqueríacomoaunahija.

Porlamañanasedieroncuentadequehabíallegadounforastero,yelgatoempezóaronronear,ylagallina,acloquear.

—¿Quépasa?—dijolaviejamirandoasualrededor.Comonoveíabien,creyóqueeraungansocebadoquesehabríaextraviado—.¡Nosecazantodoslosdías!—exclamó—.Ahoratendréhuevosdepato.¡Contalquenoseaunmacho!Habráqueprobarlo.

Y puso al patito a prueba por espacio de tres semanas; pero no salieronhuevos.Elgatoeraelmandamásdelacasa,ylagallina,laseñora,ylosdosrepetíancontinuamente:—¡Nosotrosyelmundo!—convencidosdequeelloseran la mitad del universo, y aún la mejor. El patito pensaba que podíaopinarsedeotromodo,perolagallinanoledejabahablar.

—¿Sabesponerhuevos?—lepreguntó.

—No.

—¡Entoncescierraelpico!

Yelgato:

—¿Sabesdoblarelespinazoyronronearyecharchispas?

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—No.

—Entoncesnopuedesopinarcuandohablanpersonasdetalento.

El patito fue a acurrucarse en un rincón, malhumorado. De pronto seacordódel aire libre y de la luz del sol, y le entraron tales deseosde irse anadaralagua,quenopudoreprimirseyselodijoalagallina.

—¿Quémoscatehapicado?—lereplicóésta—.Comonotienesningunaocupación,teentranestosantojos.¡Ponhuevosoronronea,veráscómosetepasan!

—¡Pero es tan hermoso nadar! —insistió el patito—. ¡Da tanto gustozambullirsedecabezahastatocarelfondo!

—¡Haygustosquemerecenpalos!—respondiólagallina—.Creoquehasperdidolachaveta.Preguntaalgato,queeslapersonamássabiaqueconozco,silegustanadarozambullirseenelagua.Yyanohablodemí.Pregúntalosiquieresaladueña,lavieja;enelmundoenteronohaynadiemásinteligente.¿Creesqueleapetecenadarymeterseenelagua?

—¡Nomecomprendéis!—suspiróelpatito.

—¿Quéno te comprendemos? ¿Quién lo hará, entonces?Nopretenderássermáslistoqueelgatoylamujer,¡ynohablemosyademí!Notengasesoshumos,criatura,ydagraciasalCreadorporlascosasbuenasquetehadado.¿No vives en una habitación bien calentita, en compañía de quien puedeenseñartemucho?Peroeresuncharlatánynodagustotratarcontigo.Créeme,esportubienquetedigocosasdesagradables;ahíseconocealosverdaderosamigos.Procuraponerhuevosoronronear,oaprendeadespedirchispas.

—CreoquememarcharéporesosmundosdeDios—dijoelpatito.

—Eslomejorquepuedeshacer—lerespondiólagallina.

Yelpatitosemarchó;sefuealagua,anadaryzambullirse,pero,todoslosanimaleslodespreciabanporsufealdad.

Llegóelotoño:enelbosque,lashojassevolvieronamarillasypardas,yelviento las arrancaba y arremolinaba, mientras el aire iba enfriándose pormomentos; se cernían las nubes, llenas de granizo y nieve, y un cuervo,posadoenlavalla,gritaba:«¡au,au!»,depurofrío.Sólodepensarloleentranaunoescalofríos.Elpobrepatitolopasabamuymal,realmente.

Unatardecer,cuandoelsolseponíaya,llegótodaunabandadadegrandesy magníficas aves, que salieron de entre los matorrales; nunca había vistonuestropatoavestanespléndidas.Sublancuradeslumbrabayteníanlargosyflexiblescuellos;erancisnes.Suchillidoeraextraordinario,y,desplegandolaslargas alas majestuosas, emprendieron el vuelo, marchándose de aquellas

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tierras frías hacia otrasmás cálidas y hacia lagos despejados. Se elevaron agranaltura,yelfeopatitoexperimentóunasensaciónextraña;giróenelaguacomounarueda,y,alargandoelcuellohaciaellas,soltóungritotanfuerteyraro,queélmismoseasustó.¡Ay!,nopodíaolvidaraquellasaveshermosasyfelices,yencuantodejódeverlas, sehundióhastael fondodelpantano.Alvolver a la superficie estaba como fuera de sí. Ignoraba su nombre y haciadondesedirigían,y,no,obstante,sentíaungranafectoporellas,comonolohabíasentido,pornadie.Nolasenvidiaba.¡Cómoselehubierapodidoocurrirel deseo de ser como ellas! Habríase dado por muy satisfecho con que lohubiesentoleradolospatos,¡pobrecillo!,feocomoera.

Era invierno, y el frío arreciaba; el patito se veía forzado a nadar sindescansoparanoentumecerse;mas,porlanoche,elagujeroenqueflotabasereducíaprogresivamente.Helabatanto,quesepodíaoírelcrujidodelhielo;elanimalitoteníaqueestarmoviendoconstantementelaspatasparaimpedirquesecerraseelagua,hastaque lo rindióelcansancio,y,alquedarsequieto, loaprisionóelhielo.

Por la mañana llegó un campesino, y, al darse cuenta de lo ocurrido,rompióelhieloconunzuecoy,cogiendoelpatito,lollevóasumujer.Enlacasasereanimóelanimal.

Los niños querían jugar con él, pero el patito, creyendo que iban amaltratarlo,saltóasustadoenmediodelalechera,salpicandodelechetodalahabitación.Lamujersepusoagritaryaagitarlasmanos,conloqueelavesemetiódeunsaltoenlamantequera,y,deella,eneljarrodelaleche¡yyoquésé dónde! ¡Qué confusión! Lamujer lo perseguía gritando y blandiendo lastenazas;loschiquilloscorrían,saltandoporencimadelostrastos,paracazarlo,entrerisasybarullo.Suertequelapuertaestabaabiertaypudorefugiarseentrelasramas,enlanievereciéncaída.Allísequedó,rendido.

Seríademasiadotristenarrartodaslasprivacionesylamiseriaquehubodesufrirnuestropatitoduranteaquelduroinvierno.

Lo pasó en el pantano, entre las cañas, y allí lo encontró el sol cuandovolvió el buen tiempo. Las alondras cantaban, y despertó, espléndida, laprimavera.

Entonceselpatitopudobatirdenuevolasalas,quezumbaronconmayorintensidadqueantesylosostuvieronconmásfuerza;yantesdequepudieradarse cuenta, se encontró enungran jardín, donde losmanzanos estaban enflor,ylasfraganteslilascurvabansuslargasramasverdessobrelostortuososcanales.¡Oh,aquellosíqueerahermoso,conelfrescordelaprimavera!Deentre lasmatas salieron en aquelmomento trespreciosos cisnes aleteandoyflotandolevementeenelagua.Elpatitoreconocióaaquellasbellasavesysesintióacometidodeunaextrañatristeza.

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—¡Quiero irme con ellos, volar al lado de esas aves espléndidas! Mematarán a picotazos por mi osadía: feo como soy, no debería acercarme aellos.Peroiré,paseloquepase.Mejorsermuertoporellosquevermevejadopor los patos, aporreado por los pollos, rechazado por la criada del corral yverme obligado a sufrir privaciones en invierno. Con un par de aletazos seposóenelagua,ynadóhacialoshermososcisnes.Éstosalverle,corrieronasu encuentro con gran ruido de plumas.—¡Matadme!—gritó el animalito,agachandolacabezayaguardandoelgolpefatal—.Pero,¿quées loquevioreflejado en la límpida agua? Era su propia imagen; vio que no era un avedesgarbada, torpe y de color negruzco, fea y repelente, sino un cisne comoaquéllos.

¡Quéimportahabernacidoenuncorraldepatos,cuandosehasalidodeunhuevodecisne!

Entonces recordó con gozo todas las penalidades y privaciones pasadas;sóloahoracomprendíasufelicidad,antelamagnificenciaquelorodeaba.

Loscisnesmayoresdescribíancírculosasualrededor,acariciándoloconelpico.

Sepresentaronluegoeneljardínvariosniños,queecharonalaguapanygrano,yelmáspequeñogritó:

—¡Hayunonuevo!

Ysuscompañeros,alborozados,exclamarontambién,haciéndolecoro:

—¡Sí,havenidounonuevo!

Ytodofueronaplausos,ybailes,ybrincos;ycorriendoluegoalencuentrode sus padres, volvieron a poco con pan y bollos, que echaron al agua,mientrasexclamaban:

—El nuevo es el más bonito; ¡tan joven y precioso! —. Y los cisnesmayoresseinclinaronanteél.

Peroélsesentíaavergonzado,yocultólacabezabajoelala;nosabíaquéhacer, ¡era tan feliz!,peronipizcadeorgulloso.Recordaba lasvejacionesypersecucionesdequehabíasidoobjeto,yheaquíqueahoradecíanqueeralamáshermosaentre lasaveshermosasdelmundo.Hasta las lilasbajaronsusramas a su encuentro, y el sol brilló, tibio y suave. Crujieron entonces susplumas,seirguiósuesbeltocuelloy,rebosanteelcorazón,exclamó:

—¡Cómopodíasoñartantafelicidad,cuandonoeramásqueunpatitofeo!

Pulgarcita

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(Tommelise)

Érase unamujer que anhelaba tener un niño, pero no sabía dónde irlo abuscar.Alfinsedecidióaacudiraunaviejabrujayledijo:

—Megustaríamuchotenerunniño;dimecómolohedehacer.

—Sí, será muy fácil —respondió la bruja—. Ahí tienes un grano decebada;noescomolaquecreceenelcampodellabriego,nilaquecomenlospollos.Plántaloenunamacetayverásmaravillas.

—Muchasgracias—dijolamujer;diodocesueldosalaviejaysevolvióacasa; sembró el grano de cebada, y brotó enseguida una flor grande yespléndida, parecida a un tulipán, sólo que tenía los pétalos apretadamentecerrados,cualsifuesetodavíauncapullo.

—¡Quéflortanbonita!—exclamólamujer,ybesóaquellospétalosrojosyamarillos;yenelmismomomentoenque los tocaronsus labios,seabrió laflorconunchasquido.Eraenefecto,untulipán,ajuzgarporsuaspecto,peroen el centro del cáliz, sentada sobre los verdes estambres, se veía una niñapequeñísima, linda y gentil, no más larga que un dedo pulgar; por eso lallamaronPulgarcita.

Ledioporcunaunapreciosacáscaradenuez,muybienbarnizada;azuleshojuelasdevioletafueronsucolchón,yunpétaloderosa,elcubrecama.Allídormía de noche, y de día jugaba sobre lamesa, en la cual lamujer habíapuestounplatoceñidoconunagrancoronadeflores,cuyospeciolosestabansumergidosenagua;unahojadetulipánflotabaamododebarquilla,enlaquePulgarcitapodíanavegardeunbordealotrodelplato,usandocomoremosdosblancascrinesdecaballo.Eraunamaravilla.Ysabíacantar,además,convoztandulceydelicadacomojamássehayaoído.

Una noche,mientras la pequeñuela dormía en su camita, se presentó unsapo,quesaltóporuncristalrotodelaventana.Erafeo,gordoteyviscoso;yvino a saltar sobre lamesa donde Pulgarcita dormía bajo su rojo pétalo derosa.

«¡Seríaunabonitamujerparamihijo!»,sedijoelsapo,y,cargandoconlacáscaradenuezenquedormíalaniña,saltóaljardínporelmismocristalroto.

Cruzabael jardínunarroyo,anchoydeorillaspantanosas;unverdaderocenagal,y allívivía el sapocon suhijo. ¡Uf!, ¡yqué feoyasquerosoera elbicho! ¡igualquesupadre!«Croak,croak,brekkerekekex!», fue todo loquesupodecircuandovioalaniñitaenlacáscaradenuez.

—Hablamásquedo,novayasadespertarla—leadvirtióelviejosapo—.Aún se nos podría escapar, pues es ligera como un plumón de cisne. La

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pondremossobreunpétalodenenúfarenmediodelarroyo;allíestarácomoen una isla, ligera y menudita como es, y no podrá huir mientras nosotrosarreglamoslasalaquehadeservuestrahabitacióndebajodelcenagal.

Crecíanenmediodel ríomuchosnenúfares,deanchashojasverdes,queparecíannadarenlasuperficiedelagua;elmásgrandedetodoseratambiénelmás alejado, y éste eligió el viejo sapo para depositar encima la cáscara denuezconPulgarcita.

Cuandosehizodedíadespertó lapequeña,yalverdondeseencontrabaprorrumpió a llorar amargamente, pues por todas partes el agua rodeaba lagranhojaverdeynohabíamododeganartierrafirme.

Mientras tanto, el viejo sapo, allá en el fondo del pantano, arreglaba suhabitaciónconjuncosyfloresamarillas;habíaqueadornarlamuybienparalanuera.Cuandohubo terminadonadóconsu feohijohacia lahojaenquesehallabaPulgarcita.Queríantrasladarsulindolechoalacámaranupcial,antesdequelanoviaentraraenella.Elviejosapo,inclinándoseprofundamenteenelagua,dijo:

—Aquítepresentoamihijo;serátumarido,yviviréismuyfelicesenelcenagal.

—¡Coax, coax, brekkerekekex! —fue todo lo que supo añadir el hijo.Cogieron lagraciosacamitayecharonanadarconella;Pulgarcita sequedósolaenlahoja,llorando,puesnopodíaavenirseavivirconaquelrepugnantesaponiaaceptarpormaridoasuhijo,tanfeo.

Los pececillos que nadaban por allí habían visto al sapo y oído suspalabras, y asomaban las cabezas, llenos de curiosidad por conocer a lapequeña.Alverlatanhermosa,lesdiolástimaylesdolióquehubiesedevivirentre el lodo, en compañía del horrible sapo. ¡Había que impedirlo a todacosta!Sereunierontodosenelagua,alrededordelverdetalloquesosteníalahoja,locortaronconlosdientesylahojasalióflotandoríoabajo,llevándoseaPulgarcitafueradelalcancedelsapo.

En su barquilla, Pulgarcita pasó por delante de muchas ciudades, y lospajaritos,alverladesdesuszarzas,cantaban:«¡Quéniñamáspreciosa!».Ylahojaseguíasurumbosindetenerse,yasísalióPulgarcitadelasfronterasdelpaís.

Una bonita mariposa blanca, que andaba revoloteando por aquelloscontornos,vinoapararsesobrelahoja,pueslehabíagustadoPulgarcita.Éstasesentíaahoramuycontenta,libreyadelsapo;porotraparte,¡eratanbelloelpaisaje! El sol enviaba sus rayos al río, cuyas aguas refulgían como oropurísimo.Laniñasedesatóelcinturón,atóunextremoentornoalamariposayelotroalahoja;yasílabarquillaavanzabamuchomásrápida.

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Másheaquíquepasóvolandoungranabejorro,y,alverla,rodeóconsusgarrassuesbeltocuerpecitoyfueadepositarloenunárbol,mientraslahojadenenúfarseguíaflotandoamerceddelacorriente,remolcadaporlamariposa,quenopodíasoltarse.

¡QuésustoeldelapobrePulgarcita,cuandoelabejorroselallevóvolandohacia el árbol!Loquemás la apenabaera la lindamariposablancaatadaalpétalo,puessinolograbasoltarsemoriríadehambre.Alabejorro,encambio,le tenía aquello sin cuidado. Se posó con su carga en la hojamás grande yverdedelárbol,regalóalaniñaconeldulcenéctardelasfloresyledijoqueeramuybonita,aunqueennadaseparecíaaunabejorro.Mástardellegaronlos demás compañeros que habitaban en el árbol; todos querían verla. Y laestuvieron contemplando, y las damitas abejorras exclamaron, arrugando lasantenas:

—¡Sólo tiene dos piernas; qué miseria!—¡No tiene antenas!—observóotra—. ¡Qué talla más delgada, parece un hombre! ¡Uf, que fea!—decíantodaslasabejorras.

Y, sin embargo, Pulgarcita era lindísima. Así lo pensaba también elabejorroquelahabíaraptado;peroviendoquetodoslosdemásdecíanqueerafea, acabó por creérselo y ya no la quiso. Podía marcharse adonde leapeteciera.Labajó,pues,alpiedelárbol,yladepositósobreunamargarita.Lapobresequedóllorando,pueseratanfeaquenilosabejorrosqueríansabernadadeella.Y laverdadesquenosehavistocosamásbonita,exquisitaylímpida,tantocomoelmásbellopétaloderosa.

Todo el verano se pasó la pobre Pulgarcita completamente sola en elinmensobosque.Setrenzóunacamacontallosdehierbas,quesuspendiódeunahojadeacedera,pararesguardarsedelalluvia;paracomerrecogíanéctarde las flores y bebía del rocío que todas las mañanas se depositaba en lashojas.Asítranscurrieronelveranoyelotoño;peroluegovinoelinvierno,elfríoylargoinvierno.Lospájaros,quetanarmoniosamentehabíancantado,semarcharon;losárbolesylasfloressesecaron;lahojadeacederaquelehabíaservido de cobijo se arrugó y contrajo, y sólo quedó un tallo amarillo ymarchito. Pulgarcita pasaba un frío horrible, pues tenía todos los vestidosrotos; estaba condenada a helarse, frágil y pequeña como era. Comenzó anevar, y cada copo de nieve que le caía encima era como si a nosotros nosecharan toda una palada, pues nosotros somos grandes, y ella apenasmedíaunapulgada.Seenvolvióenunahojaseca,peronoconseguíaentrarencalor;tiritabadefrío.

Juntoalbosqueseextendíaungrancampodetrigo;lohabíansegadohacíatiempo, y sólo asomaban de la tierra helada los rastrojos desnudos y secos.Para lapequeñaera comounnuevobosque,por elque se adentró,y ¡cómo

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tiritaba!Llegó frente a la puerta del ratón de campo, que tenía un agujeritodebajo de los rastrojos.Allí vivía el ratón, bien calentito y confortable, conunahabitaciónllenadegrano,unamagníficacocinayuncomedor.LapobrePulgarcitallamóalapuertacomounapordioseraypidióuntrocitodegranodecebada,puesllevabadosdíassinprobarbocado.

—¡Pobre pequeña!—exclamó el ratón, que era ya viejo, y bueno en elfondo—, entra enmi casa, que está bien caldeaday comerás conmigo—.YcomolefuesesimpáticaPulgarcita,ledijo:—Puedespasarelinviernoaquí,siquierescuidardelalimpiezademicasa,ymeexplicascuentos,quemegustanmucho.

Pulgarcitahizoloqueelviejoratónlepedíaylopasólamardebien.

—Hoy tendremos visita—dijo un día el ratón—.Mi vecino suele venirtodas lassemanasaverme.Esaúnmás ricoqueyo; tienegrandessalonesyllevaunahermosacasacadeterciopelonegro.Siloquisieraspormaridonadatefaltaría.Sóloqueesciego;habrásdeexplicarlelashistoriasmásbonitasquesepas.

PeroaPulgarcitaleinteresabamuypocoelvecino,pueserauntopo.

Éstevino,enefecto,devisita,consunegracasacadeterciopelo.Eraricoeinstruido, dijo el ratón de campo; tenía una casa veinte vecesmayor que lasuya.Cienciaposeíamucha,masnopodíasufrirelsolnilasbellasflores,delasquehablabacondesprecio,puesno,lashabíavistonunca.

Pulgarcitahubodecantar,yentonó«Elabejorroechóavolar»y«Elfrailedescalzovacampoa través».El toposeenamoróde laniñaporsuhermosavoz,peronadadijo,pueseracircunspecto.

Pocoanteshabíaexcavadounalargagaleríasubterráneadesdesucasaaladel vecino e invitó al ratóny aPulgarcita a pasear por ella siempre que lesviniese engana.Les advirtióquenodebíanasustarsedelpájaromuertoqueyacíaenelcorredor;eraunpájaroentero,conplumasypico,queseguramentehabía fallecido poco antes y estaba enterrado justamente en el lugar dondehablaabiertosugalería.

El topo cogió con la boca un pedazo de madera podrida, pues en laoscuridadrelucecomofuego,y,tomandoladelantera,lesalumbróporellargoyoscuropasillo.Alllegaralsitiodondeyacíaelpájaromuerto,eltopoapretóelanchohocicocontrael techoy,empujandola tierra,abrióunorificioparaque entrara luz.En el suelo había una golondrinamuerta, las hermosas alascomprimidascontraelcuerpo,laspatasylacabezaencogidasbajoelala.Lainfeliz avecilla habíamuerto de frío.A Pulgarcita se le encogió el corazón,puesqueríamuchoalospajarillos,quedurantetodoelveranohabíanestadocantandoygorjeandoa sualrededor.Peroel topo,consucortapata,dioun

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empujónalagolondrinaydijo:

—Ésta ya no volverá a chillar. ¡Quépena, nacer pájaro!ADios gracias,ninguno de mis hijos lo será. ¿Qué tienen estos desgraciados, fuera de suquivit,quivit?¡Vayahambrelaquepasaneninvierno!

—Habláiscomounhombresensato—asintióelratón—.¿Dequélesirvealpájarosucantocuando llegael invierno?Paramorirdehambreydefrío,éstaeslaverdad;perohayquienloconsideraunagrancosa.

Pulgarcita no dijo esta boca esmía, pero cuando los otros dos hubieronvueltolaespalda,seinclinósobrelagolondrinay,apartandolasplumasquelecubríanlacabeza,besósusojoscerrados.

«¡Quiénsabesiesaquéllaquetanalegrementecantabaenverano!»,pensó.«¡Cuántosbuenosratostedebo,mipobrepajarillo!».

El topo volvió, a tapar el agujero por el que entraba la luz del día yacompañóa casa a susvecinos.AquellanochePulgarcitanopudopegarunojo;saltó,pues,delacamaytrenzóconhenounagrandeybonitamanta,quefue a extender sobre el avecilla muerta; luego la arropó bien, con blancoalgodónqueencontróenelcuartodelarata,paraquenotuvierafríoenladuratierra.

—¡Adiós,mipajarito!—dijo—.Adiósygraciasporlascancionesconquemealegrabasenverano,cuandotodoslosárbolesestabanverdesyelsolnoscalentabaconsusrayos.

Aplicó entonces la cabeza contra el pecho del pájaro y tuvo unestremecimiento; le pareció como si algo latiera en él. Y, en efecto, era elcorazón,pueslagolondrinanoestabamuerta,ysísóloentumecida.Elcalorlavolvíaalavida.

Enotoño,todaslasgolondrinassemarchanaotrastierrasmáscálidas;perosi alguna se retrasa, se enfría y cae comomuerta.Allí se queda en el lugardondehacaído,ylaheladanievelacubre.

Pulgarcitaestabatodatemblorosadelsusto,pueselpájaroeraenormeencomparación con ella, que nomedía sino una pulgada. Pero cobró ánimos,puso más algodón alrededor de la golondrina, corrió a buscar una hoja dementaqueleservíadecubrecama,ylaextendiósobrelacabezadelave.

Alanochesiguientevolvióaverlaylaencontróviva,peroextenuada;sólotuvofuerzasparaabrirlosojosymiraraPulgarcita,quien,sosteniendoenlamanountrocitodemaderapodridaafaltadelinterna,laestabacontemplando.

—¡Gracias,milindapequeñuela!—murmurólagolondrinaenferma—.Yaheentradoencalor;prontohabrérecobradolasfuerzasypodrésalirdenuevoavolarbajolosrayosdelsol.

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—¡Ay!—respondióPulgarcita—,hacemuchofríoalláfuera;nievayhiela.Quédateentulechocalentitoyyotecuidaré.

Letrajoaguaenunahojadeflorparaquebebiese.Entonceslagolondrinale contó que se había lastimado un ala en unamata espinosa, y por eso nopudo seguir volando con la ligereza de sus compañeras, las cuales habíanemigradoalastierrascálidas.Cayóalsuelo,yyanorecordabanadamás,nisabíacómohabíaidoapararallí.

Elpájaro sequedó todoel inviernoenel subterráneo,bajo los amorososcuidadosdePulgarcita,sinquelosupieraneltoponielratón,puesniunoniotropodíansufriralagolondrina.

No bien llegó la primavera y el sol comenzó a calentar la tierra, lagolondrinasedespidiódePulgarcita,lacualabrióelagujeroquehabíahechoel topo en el techo de la galería. Entró por él un hermoso rayo de sol, y lagolondrinapreguntóalaniñitasiqueríamarcharseconella;podríamontarsesobresuespalda,ylasdosseiríanlejos,alverdebosque.MasPulgarcitasabíaquesiabandonabaalratónlecausaríamuchapena.

—No,nopuedo—dijo.

—¡Entonces adiós, adiós, mi linda pequeña! —exclamó la golondrina,remontando el vuelo hacia la luz del sol. Pulgarcita la miró partir, y laslágrimaslevinieronalosojos;pueslehabíatomadomuchoafecto.

—¡Quivit, quivit!—chilló lagolondrina, emprendiendoelvuelohacia elbosque. Pulgarcita se quedó sumida en honda tristeza.No le permitieron yasalir a tomar el sol. El trigo que habían sembrado en el campo de encimacrecióasuvez,convirtiéndoseenunverdaderobosqueparalapobrecriatura,quenomedíamásdeunapulgada.

—Enveranotendrásquecosertetuajuardenovia—ledijoundíaelratón.Eraelcasoquesuvecino,elfastidiosotopodelanegrapelliza,habíapedidosumano—.Necesitasropasdelanaydehilo;hasdetenerprendasdevestidoydecama,paracuandoseaslamujerdeltopo.

Pulgarcita tuvo que echar mano del huso, y el ratón contrató a cuatroarañas,quehilabanytejíanparaelladíaynoche.Cadaveladaveníadevisitaeltopo,ysiemprehablabadelomismo:quecuandoterminaseelverano,elsolno quemaría tanto; que la tierra dejaría de arder y de estar dura como unapiedra;yqueentoncessecelebraríalaboda.MasPulgarcitanosealegrabanipizca,puesnopodíasufriralaburridotopo.Cadamañana,alahoradesalirelsol,ycadaatardecer,alahoradeponerse,sedeslizabafuera,sinhacerruido,y cuando el viento separaba las espigas, descubriendo el cielo azul, la niñapensabaenlopreciosoquedebíasertodoaquelmundodeluz,ysentíaungrandeseo de volver a ver a su golondrina; pero ésta nunca acudía;

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indudablemente,estaríamuylejos,enelverdebosque.

Alllegarelotoño,Pulgarcitateníalistosuajuar.

—Dentrodecuatrosemanasserálaboda—dijoelratón.Perolapequeña,prorrumpiendoallorar,manifestóquenoqueríaalpesadotopo.

—¡Tonterías!—replicóelratón—.Notepongastercaotemorderéconmidienteblanco.¡Despreciaraunhombretanguapo!¡Nilareinatieneunabrigodeterciopelonegrocomoelsuyo!Ynohablemosdesucocinaysudespensa,quesonlomejordelomejor.TendríasquedargraciasaDiosporlasuertequetienes.

Llegó el día de la boda. El topo se presentó a buscar a Pulgarcita, parallevárselaavivirconéldebajodelatierra,dondeyanovolveríaaverlaluzdeldía, a laqueél teníahorror.Lapobrecillaestabadesolada.Quiso salir adespedirsedelsol,quebañabaaúnlapuertadelacasadelratón.

—¡Adiós,soldemivida!—exclamó—,y,levantandoelcielolosbrazos,avanzóunospasosporelcampo,segadoyaycubiertosolamenteporlossecosrastrojos¡Adiós,adiós!—repitió,abrazandounaflorecitarojaquecrecíaenellugar—.Saludademiparteamiqueridagolondrinasiacertaresaverla.

—¡Quivit,quivit!—oyóenaquelmismoinstanteencimadesucabeza,y,allevantarlosojos,divisóalagolondrinaquepasabavolando.¡QuéalegríaladePulgarcita,cuandolareconoció!Lecontócuánadisgustosecasabaconelfeotopo,ycómotendríaquevivirbajotierra,dondenoveríajamáslaluzdelsol.Ymientrashablabanopodíacontenerlaslágrimas.

—Se acerca el frío invierno—dijo la golondrina—,memarcho a paísesmáscálidos.¿Quieresvenirteconmigo?¡Móntateenmiespalda!Teatasconel cinturón y huiremos del horrible topo y de su oscura madriguera;cruzaremos lasmontañas en busca de tierras calurosas, donde el sol es aúnmás brillante que aquí, donde reina un eterno verano y crecen floresmagníficas. ¡Vente conmigo,mi querida Pulgarcita, queme salvaste la vidacuandoyacíacomomuertaeneltenebrososubterráneo!

—¡Sí, me voy contigo! —dijo Pulgarcita. Se sentó sobre el dorso delpájaro,apoyandolospiesensusalasdesplegadas,atóelcinturónaunadelasplumasmásresistentesylagolondrinaechóavolar,remontándoseenelaire,atravésdebosquesymares,porencimademontañaseternamentecubiertasdenieve.Laniña tiritaba en aquel aire tan frío, por loque se escurrióbajo lascalientes plumas del ave, asomandoúnicamente la cabeza para poder seguiradmirandolasbellezasquesedesplegabanalfondo.

Yllegaronalastierrascálidas,dondeelsolbrillamuchomásesplendorosoque aquí, el cielo parece mucho más alto, y en los ribazos y setos crecen

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hermosísimos racimos verdes y rojos. En los bosques penden limones ynaranjas,impregnaelaireunafraganciademirtosymenta,yporloscaminoscorretean niños encantadores, jugando con grandes y abigarradasmariposas.Perolagolondrinaproseguíasuvuelo,ycadavezeraelespectáculomásbello.Enmitaddeunbosquecillodemajestuososárbolesverdes,albordedeunlagoazul, se levantaba un soberbio palacio de mármol blanco, construido entiempos antiguos. Trepaban parras por sus altas columnas, y en la cima deellas había muchos nidos de golondrina; uno era la morada de la quetransportabaaPulgarcita.

—Éstaesmicasa—dijoelave—.Perosiprefieresbuscarteunaparatienlas flores que crecen en el suelo, te bajaré hasta él y lo pasarás a las milmaravillas.

—¡Qué hermosura! —exclamó Pulgarcita, dando una palmada con susmanitasminúsculas.

Yacíaallíunagrancolumnablanca,quesehabíadesplomadoyrotoentrespedazos, entre los cuales crecían exquisitas flores, blancas también. LagolondrinadescendióconPulgarcitaacuestasyladepositósobreunodesusanchospétalos.Pero,¡quésorpresa!Enelcálizdelaflorhabíaunhombrecilloblanco y transparente, como de cristal; llevaba en la cabeza una lindísimacoronadeoro,ydesushombrossalíandosdiáfanasalas;yelpersonajillonoeramayorquePulgarcita.Eraelángeldelaflor.Encadaunamorabaunodeaquellosenanitos,varónohembra;peroaqueleraelreydetodos.

—¡Dios mío, y qué hermoso! —susurró Pulgarcita al oído de lagolondrina. El principito tuvo un susto al ver al pájaro, que era enorme encomparación con él, tan menudo y delicado; pero al descubrir a Pulgarcitaquedóencantado:eralamuchachamásbonitadecuantasvierajamás.Sequitóde la cabeza la corona de oro y la puso en la de ella, al tiempo que lepreguntabasunombreysiqueríacasarseconél.Siaceptaba,seríalareinadetodaslasflores.¡Quédiferenciaentreestepretendienteyelhijodelsapo,yeltopodelapellizanegra!Dijo,pues,quesíalapuestopríncipe,yentoncessaliódecadaflorunadamaouncaballero,tangentilesquedabagozoverlos.CadaunotrajounregaloaPulgarcita,peroelmejordetodosfueunpardehermosasalas que le ofreció una gran mosca blanca; las aplicaron a la espalda dePulgarcita, y enadelante también ellapudovolarde flor en flor.Hubogranregocijo, y la golondrina, desde su nido, les dedicó sus más bellos cantos,aunqueenelfondoestabatriste,puesqueríadetodocorazónaPulgarcitaylaapenabatenerquesepararsedeella.

—YanotellamarásPulgarcita—dijoalaniñaelángeldelasflores—.Esunnombremuyfeo,ytúeresmuybonita.TellamaremosMaya.

—¡Adiós, adiós!—cantó la golondrina emprendiendo de nuevo el vuelo

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conrumboaDinamarca,dondeteníaunniditoencimadelaventanadelacasadeaquelhombrequetantoscuentossabe.Losaludóconsu«¡quivit,quivit!»,yasíescomoconocemostodaestahistoria.

Eltrajenuevodelemperador

(Kejserensnyeklæder)

Hacedeestomuchosaños,habíaunEmperadortanaficionadoalostrajesnuevos,quegastabatodassusrentasenvestirconlamáximaelegancia.Noseinteresabaporsussoldadosniporelteatro,nilegustabasalirdepaseoporelcampo, a menos que fuera para lucir sus trajes nuevos. Tenía un vestidodistintoparacadahoradeldía,ydelamismamaneraquesedicedeunrey:«EstáenelConsejo»,denuestrohombresedecía:«ElEmperadorestáenelvestuario».LaciudadenquevivíaelEmperadoreramuyalegreybulliciosa.Todos los días llegaban a ella muchísimos extranjeros, y una vez sepresentaron dos truhanes que se hacían pasar por tejedores, asegurando quesabíantejerlasmásmaravillosastelas.Nosolamenteloscoloresylosdibujoseranhermosísimos,sinoque lasprendasconellasconfeccionadasposeían lamilagrosa virtud de ser invisibles a toda persona que no fuera apta para sucargooquefuerairremediablementeestúpida.

—¡Deben ser vestidos magníficos! —pensó el Emperador—. Si lostuviese,podríaaveriguarquéfuncionariosdelreinosonineptosparaelcargoqueocupan.Podríadistinguirentrelosinteligentesylostontos.Nada,queseponganenseguidaatejerlatela—.Ymandóabonaralosdospícarosunbuenadelantoenmetálico,paraquepusieranmanosalaobracuantoantes.

Ellosmontaronuntelarysimularonquetrabajaban;peronoteníannadaenlamáquina.Apesardeello, sehicieronsuministrar las sedasmás finasyeloro de mejor calidad, que se embolsaron bonitamente, mientras seguíanhaciendo como que trabajaban en los telares vacíos hasta muy entrada lanoche.

«Me gustaría saber si avanzan con la tela»—, pensó el Emperador. Perohablaunacuestiónqueloteníauntantocohibido,asaber,queunhombrequefueraestúpidooineptoparasucargonopodríaverloqueestabantejiendo.Noes que temiera por símismo; sobre este punto estaba tranquilo; pero, por siacaso, prefería enviar primero a otro, para cerciorarse de cómo andaban lascosas.Todos los habitantes de la ciudad estaban informadosde la particularvirtuddeaquellatela,ytodosestabanimpacientesporverhastaquépuntosuvecinoeraestúpidooincapaz.

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«Enviaré a mi viejo ministro a que visite a los tejedores —pensó elEmperador—. Es un hombre honrado y el más indicado para juzgar de lascualidadesde la tela,pues tiene talento,ynohayquiendesempeñeel cargocomoél».

Elviejoydignoministrosepresentó,pues,enlasalaocupadaporlosdosembaucadores,loscualesseguíantrabajandoenlostelaresvacíos.«¡Diosnosampare! —pensó el ministro para sus adentros, abriendo unos ojos comonaranjas—.¡Perosinoveonada!».Sinembargo,nosoltópalabra.

Losdosfulleroslerogaronqueseacercaselepreguntaronsinoencontrabamagníficoselcoloryeldibujo.Leseñalabaneltelarvacío,yelpobrehombreseguía con los ojos desencajados, pero sin ver nada, puestoquenadahabía.«¡Diossanto!—pensó—.¿Serétontoacaso?Jamáslohubieracreído,ynadietienequesaberlo.¿Esposiblequeseainútilparaelcargo?No,desdeluegonopuedodecirquenohevistolatela».

—¿Qué? ¿No dice Vuecencia nada del tejido? —preguntó uno de lostejedores.

—¡Oh, precioso, maravilloso! —respondió el viejo ministro mirando através de los lentes—. ¡Qué dibujo y qué colores! Desde luego, diré alEmperadorquemehagustadoextraordinariamente.

—Nosdaunabuenaalegría—respondieronlosdostejedores,dándolelosnombres de los colores y describiéndole el raro dibujo. El viejo tuvo buencuidadodequedarselasexplicacionesenlamemoriaparapoderrepetirlasalEmperador;yasílohizo.

Los estafadores pidieron entonces más dinero, seda y oro, ya que lonecesitabanpara seguir tejiendo.Todo fue aparar a subolsillo, puesni unahebraseempleóeneltelar,yelloscontinuaron,comoantes,trabajandoenlasmáquinasvacías.

Poco después el Emperador envió a otro funcionario de su confianza ainspeccionar el estadode la tela e informarsede si quedaríapronto lista.Alsegundo leocurrió loquealprimero;miróymiró,perocomoenel telarnohabíanada,nadapudover.

—¿Verdad que es una tela bonita? —preguntaron los dos tramposos,señalandoyexplicandoelpreciosodibujoquenoexistía.

«Yonosoytonto—pensóelhombre—,yelempleoquetengonolosuelto.Sería muy fastidioso. Es preciso que nadie se dé cuenta». Y se deshizo enalabanzas de la tela que no veía, y ponderó su entusiasmo por aquelloshermososcoloresyaquelsoberbiodibujo.

—¡Esdignodeadmiración!—dijoalEmperador.

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Todoslosmoradoresdelacapitalhablabandelamagníficatela,tanto,queel Emperador quiso verla con sus propios ojos antes de que la sacasen deltelar. Seguido de una multitud de personajes escogidos, entre los cualesfigurabanlosdosprobosfuncionariosdemarras,seencaminóalacasadondeparaban los pícaros, los cuales continuaban tejiendo con todas sus fuerzas,aunquesinhebrasnihilados.

—¿Verdadqueesadmirable?—preguntaronlosdoshonradosdignatarios—.FíjeseVuestraMajestadenestoscoloresyestosdibujos—yseñalabaneltelarvacío,creyendoquelosdemásveíanlatela.

«¡Cómo! —pensó el Emperador—. ¡Yo no veo nada! ¡Esto es terrible!¿Serétonto?¿Acasonosirvoparaemperador?Seríaespantoso».

—¡Oh, sí, es muy bonita!—dijo—.Me gusta, la apruebo—. Y con ungesto de agradomiraba el telar vacío; no quería confesar que no veía nada.Todos los componentes de su séquito miraban y remiraban, pero ningunosacabanadaenlimpio;noobstante,todoeraexclamar,comoelEmperador:—¡oh,québonito!—,yleaconsejaronqueestrenaselosvestidosconfeccionadoscon aquella tela, en la procesión que debía celebrarse próximamente.—¡Espreciosa,elegantísima,estupenda!—corríadebocaenboca,ytodoelmundoparecíaextasiadoconella.ElEmperadorconcedióunacondecoraciónacadauno de los dos bellacos para que se la prendieran en el ojal, y los nombrótejedoresimperiales.

Durante toda la noche que precedió al día de la fiesta, los dosembaucadoresestuvieronlevantados,condieciséislámparasencendidas,paraquelagenteviesequetrabajabanactivamenteenlaconfeccióndelosnuevosvestidosdelSoberano.Simularonquitarlateladeltelar,cortarlacongrandestijeras y coserla con agujas sin hebra; finalmente, dijeron: —¡Por fin, elvestidoestálisto!

LlegóelEmperadorencompañíadesuscaballerosprincipales,y losdostruhanes,levantandolosbrazoscomosisostuviesenalgo,dijeron:

—Esto son los pantalones.Ahí está la casaca.—Aquí tenéis elmanto…Lasprendassonligerascomosifuesendetelaraña;unocreeríanollevarnadasobreelcuerpo,masprecisamenteestoeslobuenodelatela.

—¡Sí!—asintieron todos los cortesanos, a pesar de que no veían nada,puesnadahabía.

—¿QuieredignarseVuestraMajestadquitarseel trajequelleva—dijeronlosdosbribones—paraquepodamosvestiroselnuevodelantedelespejo?

Se quitó el Emperador sus prendas, y los dos simularon ponerle lasdiversaspiezasdelvestidonuevo,quepretendíanhaberterminadopocoantes.

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Ycogiendo alEmperador por la cintura, hicieron como si le atasen algo, lacolaseguramente;yelMonarcatodoeradarvueltasanteelespejo.

—¡Dios,yquébienlesienta,levaestupendamente!—exclamabantodos—.¡Vayadibujoyvayacolores!¡Esuntrajeprecioso!—ElpaliobajoelcualiráVuestraMajestaddurantelaprocesión,aguardayaenlacalle—anuncióelmaestrodeCeremonias.

—Muybien,estoyapunto—dijoelEmperador—.¿Verdadquemesientabien?—ysevolvióunavezmásdecaraalespejo,paraquetodoscreyeranqueveíaelvestido.

Losayudasdecámaraencargadosdesostenerlacolabajaronlasmanosalsuelo comopara levantarla, y avanzaron con ademánde sostener algo en elaire; por nada delmundo hubieran confesado que no veían nada.Y de estemodoechóaandarelEmperadorbajoelmagníficopalio,mientraselgentío,desdelacalleylasventanas,decían:

—¡QuépreciosossonlosvestidosnuevosdelEmperador!¡Quémagníficacola!¡Quéhermosoestodo!Nadiepermitíaquelosdemássediesencuentadeque nada veía, para no ser tenido por incapaz en su cargo o por estúpido.NingúntrajedelMonarcahabíatenidotantoéxitocomoaquél.

¡Pero si no lleva nada!—exclamó de pronto un niño—. ¡Dios bendito,escuchad la voz de la inocencia!—dijo su padre; y todo el mundo se fuerepitiendoaloídoloqueacababadedecirelpequeño.

—¡Nollevanada;esunchiquilloelquedicequenollevanada!

—¡Perosinollevanada!—gritó,alfin,elpuebloentero.

AquelloinquietóalEmperador,puesbarruntabaqueelpuebloteníarazón;maspensó:«Hayqueaguantarhastaelfin».Ysiguiómásaltivoqueantes;ylosayudasdecámaracontinuaronsosteniendolainexistentecola.

Elruiseñor

(Nattergalen)

En China, como sabes muy bien, el Emperador es chino, y chinos sontodoslosquelorodean.Haceyamuchosañosdeloquevoyacontar,masporesoprecisamentevale lapenaque looigáis,antesdeque lahistoriasehayaolvidado.

ElpalaciodelEmperadoreraelmásespléndidodelmundoentero,todoéldelamásdelicadaporcelana.Todoenélera tanpreciosoyfrágil,quehabía

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queirconmuchocuidadoantesdetocarnada.Eljardínestaballenodefloresmaravillosas,yde lasmásbellascolgabancampanillasdeplataquesonabanpara que nadie pudiera pasar de largo sin fijarse en ellas. Sí, en el jardínimperial todo estaba muy bien pensado, y era tan extenso, que el propiojardineronoteníaideadedóndeterminaba.Siseguíasandando,teencontrabasen el bosque más espléndido que quepa imaginar, lleno de altos árboles yprofundos lagos.Aquel bosque llegaba hasta elmar, hondo y azul; grandesembarcacionespodíannavegarpordebajodelasramas,yallívivíaunruiseñorquecantabatanprimorosamente,queinclusoelpobrepescador,apesardesusmuchasocupaciones,cuandoporlanochesalíaaretirarlasredes,sedeteníaaescucharsustrinos.

—¡Diossanto,yquéhermoso!—exclamaba;peroluegoteníaqueatenderasusredesyolvidarsedelpájaro;hastalanochesiguiente,enque,alllegardenuevoallugar,repetía:—.¡Diossanto,yquéhermoso!

Detodoslospaísesllegabanviajerosalaciudadimperial,yadmirabanelpalacioyeljardín;peroencuantooíanalruiseñor,exclamaban:—¡Estoeslomejordetodo!

Deregresoasustierras,losviajeroshablabandeél,ylossabiosescribíanlibros y más libros acerca de la ciudad, del palacio y del jardín, pero sinolvidarse nunca del ruiseñor, al que ponían por las nubes; y los poetascomponían inspiradísimospoemassobreelpájaroquecantabaenelbosque,juntoalprofundolago.

Aquelloslibrossedifundieronporelmundo,yalgunosllegaronamanosdelEmperador.Sehallabasentadoensusillóndeoro,leyendoyleyendo;devezencuandohacíaconlacabezaungestodeaprobación,pueslesatisfacíaleeraquellasmagníficasdescripcionesde laciudad,delpalacioydel jardín.«Perolomejordetodoeselruiseñor»,decíaellibro.

«¿Qué es esto? —pensó el Emperador—. ¿El ruiseñor? Jamás he oídohablardeél.¿Esposiblequehayaunpájaroasíenmiimperio,yprecisamenteen mi jardín? Nadie me ha informado. ¡Está bueno que uno tenga queenterarsedesemejantescosasporloslibros!».

Ymandó llamar almayordomo de palacio, un personaje tan importante,que cuando una persona de rango inferior se atrevía a dirigirle la palabra ohacerleunapregunta,selimitabaacontestarle:«¡P!».Yestonosignificanada.

—Segúnparece,hayaquíunpájarodelomásnotable,llamadoruiseñor—dijoelEmperador—.Sedicequeeslomejorqueexisteenmiimperio;¿porquénosemehainformadodeestehecho?

—Eslaprimeravezqueoigohablardeél—sejustificóelmayordomo—.NuncahasidopresentadoenlaCorte.

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—Pues ordeno que acuda esta noche a cantar enmi presencia—dijo elEmperador—.Elmundoenterosabeloquetengo,menosyo.

—Eslaprimeravezqueoigohablardeél—repitióelmayordomo—.Lobuscaréyloencontraré.

¿Encontrarlo?,¿dónde?EldignatariosecansódesubirYbajarescalerasyderecorrersalasypasillos.Nadiedecuantospreguntóhabíaoídohablardelruiseñor.Yelmayordomo,volviendoalEmperador, ledijoquesetratabadeunadeesasfábulasquesuelenimprimirseenloslibros.

—Vuestra Majestad Imperial no debe creer todo lo que se escribe; sonfantasíasyunacosaquellamanmagianegra.

—PeroellibroenqueloheleídomelohaenviadoelpoderosoEmperadordelJapón—replicóelSoberano—;portanto,nopuedesermentiroso.Quierooír al ruiseñor. Que acuda esta noche a, mi presencia, para cantar bajo miespecialprotección.Sinosepresenta,mandaréquetodosloscortesanosseanpateadosenelestómagodespuésdecenar.

—¡Tsing-pe!—dijoelmayordomo;yvueltaasubirybajarescalerasyarecorrersalasypasillos,ymediaCorteconél,puesanadielehacíagraciaquelepatearanelestómago.Ytodoerapreguntarporelnotableruiseñor,conocidoportodoelmundomenosporlaCorte.

Finalmente,dieronen lacocinaconunapobremuchachita,queexclamó:—¡Diosmío!¿Elruiseñor?¡Claroqueloconozco!¡québiencanta!Todaslasnochesmedanpermisoparaque llevealgunassobrasdecomidaamipobremadrequeestáenferma.Vivealláenlaplaya,ycuandoestoyderegreso,meparo a descansar en el bosque y oigo cantar al ruiseñor.Y oyéndolo semevienenlas lágrimasa losojos,comosimimadremebesase.Esunrecuerdoquemeestremecedeemociónydulzura.

—Pequeñafriegaplatos—dijoelmayordomo—,tedaréunempleofijoenla cocina y permiso para presenciar la comida del Emperador, si puedestraernosalruiseñor;estácitadoparaestanoche.

Todossedirigieronalbosque,allugardondeelpájarosolíasituarse;mediaCortetomabaparteenlaexpedición.Avanzabanatodaprisa,cuandounavacasepusoamugir.

—¡Oh!—exclamaronloscortesanos—.¡Yalotenemos!¡Quéfuerzaparaunanimaltanpequeño!Ahoraquecaigoenello,noeslaprimeravezquelooigo.

—No,esoesunavacaquemuge—dijolafregonaAúntenemosqueandarmucho.

Luegooyeronlasranascroandoenunacharca.

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—¡Magnífico! —exclamó un cortesano—. Ya lo oigo, suena como lascampanillasdelaiglesia.

—No, eso son ranas —contestó la muchacha—. Pero creo que notardaremosenoírlo.

Yenseguidaelruiseñorsepusoacantar.

—¡Esél!—dijolaniña—.¡Escuchad,escuchad!¡Allíestá!—yseñalóunaavecillagrisposadaenunarama.

—¿Es posible?—dijo el mayordomo—. Jamás lo habría imaginado así.¡Qué vulgar! Seguramente habrá perdido el color, intimidado por unosvisitantestandistinguidos.

—Mi pequeño ruiseñor —dijo en voz alta la muchachita—, nuestrograciosoSoberanoquierequecantesensupresencia.

—¡Conmuchogusto!—respondióelpájaro,yreanudósucanto,quedabagloriaoírlo.

—¡Parececampanitasdecristal!—observóelmayordomo.

—¡Mirad cómo semueve sugarganta!Es raroquenunca lohubiésemosvisto.CausarásensaciónenlaCorte.

—¿QueréisquevuelvaacantarparaelEmperador?—preguntóelpájaro,puescreíaqueelEmperadorestabaallí.

—Mipequeñoyexcelenteruiseñor—dijoelmayordomotengoelhonordeinvitarloaunagranfiestaenpalacioestanoche,dondepodrádeleitarconsumagníficocantoaSuImperialMajestad.

—Suenamejorenelbosque—objetóel ruiseñor;perocuando ledijeronqueeraundeseodelSoberano,losacompañógustoso.

Enpalacio todohabía sidopulidoy fregado.Lasparedesyel suelo,queerandeporcelana,brillabanalaluzdemillaresdelámparasdeoro;lasfloresmásexquisitas,consuscampanillas,habíansidocolocadasenloscorredores;lasidasyvenidasdeloscortesanosproducíantalescorrientesdeaire,quelascampanillasnocesabandesonar,yunonooíanisupropiavoz.

Enmedio del gran salón donde el Emperador estaba, habían puesto unapercha de oro para el ruiseñor. Toda laCorte estaba presente, y la pequeñafregonahabíarecibidoautorizaciónparasituarsedetrásdelapuerta,puesteníaya el título de cocinera de laCorte. Todo elmundo llevaba sus vestidos degala,ytodoslosojosestabanfijosenlaavecillagris,a laqueelEmperadorhizosignodequepodíaempezar.

Elruiseñorcantótandeliciosamente,quelaslágrimasacudieronalosojos

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delSoberano;ycuandoelpájarolasviorodarporsusmejillas,volvióacantarmejor aún, hasta llegarle al alma.ElEmperador quedó tan complacido, quedijoqueregalaríasuchineladeoroalruiseñorparaqueselacolgasealcuello.Mas el pájaro le dio las gracias, diciéndole que ya se considerabasuficientementerecompensado.

—Hevisto lágrimasen losojosdelEmperador; ésteesparamíelmejorpremio.Laslágrimasdeunreyposeenunavirtudespecial.Diossabequehequedadobienrecompensado—yreanudósucanto,consudulceymelodiosavoz.

—¡Es la lisonjamásamableygraciosaqueheescuchadoenmivida!—exclamaronlasdamaspresentes;ytodassefueronallenarselabocadeaguapara gargarizar cuando alguien hablase con ellas; pues creían que tambiénellas podían ser ruiseñores. Sí, hasta los lacayos y camareras expresaron suaprobación, y esto es decir mucho, pues son siempre más difíciles decontentar.Realmente,elruiseñorcausósensación.

SequedaríaenlaCorte,enunajaulaparticular,conlibertadparasalirdosveces durante el día y una durante la noche. Pusieron a su servicio diezcriados,acadaunodeloscualesestabasujetopormediodeunacintadesedaqueleataronalrededordelapierna.Laverdadesquenoeranprecisamentedeplaceraquellasexcursiones.

La ciudad entera hablaba del notabilísimo pájaro, y cuando dos seencontraban, se saludaban diciendo el uno: «Rui», y respondiendo el otro:«Señor»; luegoexhalabanunsuspiro, indicandoquesehabíancomprendido.Huboinclusoonceverdulerasquepusieronsunombreasushijos,peroniunodeellosresultócapazdedarunanota.

UnbuendíaelEmperadorrecibióungranpaqueterotulado:«Elruiseñor».

—Heaquíunnuevo libroacercadenuestro famosopájaro—exclamóelEmperador.Peroresultóquenoeraunlibro,sinounpequeñoingeniopuestoen una jaula, un ruiseñor artificial, imitación del vivo, pero cubiertomaterialmentedediamantes,rubíesyzafiros.Sólohabíaquedarlecuerda,yseponía a cantar una de lasmelodías que cantaba el de verdad, levantando ybajando la cola, todo él un ascuade plata y oro.Llevabauna cinta atada alcuelloyenellaestabaescrito:«ElruiseñordelEmperadordelJapónespobreencomparaciónconeldelEmperadordelaChina».

—¡Soberbio!—exclamaron todos, y el emisario que había traído el aveartificial recibió inmediatamente el título de Gran Portador Imperial deRuiseñores.

—Ahoravanacantarjuntos.¡Quédúoharán!

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Y los hicieron cantar a dúo; pero la cosa nomarchaba, pues el ruiseñorauténticolohacíaasumanera,yelartificialibaconcuerda.

—Noselepuedereprochar—dijoelDirectordelaOrquestaImperial—;mantieneelcompásexactamenteysiguemimétodoalpiedelaletra.

En adelante, el pájaro artificial tuvo que cantar sólo.Obtuvo tanto éxitocomoelotro,y,además,eramuchomásbonito,puesbrillabacomounpuñadodepulserasybroches.

Repitió treinta y tres veces la misma melodía, sin cansarse, y loscortesanos querían volver a oírla de nuevo, pero el Emperador opinó quetambién el ruiseñor verdadero debía cantar algo. Pero, ¿dónde se habíametido?Nadie sehabíadadocuentadeque, saliendopor laventanaabierta,habíavueltoasuverdebosque.

—¿Quésignificaesto?—preguntóelEmperador.Ytodosloscortesanossedeshicieronenreprocheseimproperios,tachandoalpájarodedesagradecido.—.Porsuertenosquedaelmejor—dijeron,yelavemecánicahubodecantardenuevo,repitiendoportrigesimocuartavezlamismacanción;perocomoeramuydifícil,nohabíamododequelosoyentesselaaprendieran.ElDirectorde laOrquesta Imperial sehacía lenguasdelartedelpájaro,asegurandoqueeramuysuperioralverdadero,nosóloenlorelativoalplumajeylacantidaddediamantes,sinotambiéninteriormente.

—PuesfíjenseVuestrasSeñoríasyespecialmenteSuMajestad,queconelruiseñordecarneyhuesonuncasepuedesaberquéesloquevaacantar.Encambio,enelartificialtodoestádeterminadodeantemano.Seoirátalcosaytalotra,ynadamás.Enéltodotienesuexplicación:sepuedeabriryponerdemanifiesto cómoobra la inteligencia humana, viendo cómo están dispuestaslasruedas,cómosemueven,cómounaseengranaconlaotra.

—Eso pensamos todos —dijeron los cortesanos, y el Director de laOrquesta Imperial, fue autorizadopara que el próximodomingomostrara elpájaro al pueblo—. Todos deben oírlo cantar— dijo el Emperador; y así sehizo,yquedó lagente tansatisfechacomosisehubiesenemborrachadoconté, pues así es como lo hacen los chinos; y todos gritaron: «¡Oh!», y,levantando el dedo índice, se inclinaron profundamente. Mas los pobrespescadoresquehabíanoídoalruiseñorauténtico,dijeron:

—Noestámal;lasmelodíasseparecen,perolefaltaalgo,noséqué…

Elruiseñordeverdadfuedesterradodelpaís.

El pájaro mecánico estuvo en adelante junto a la cama del Emperador,sobreunaalmohadadeseda;todoslosregalosconquehabíasidoobsequiado—oroypiedraspreciosas—estabandispuestos a su alrededor, y se lehabía

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conferido el título dePrimerCantor deCabecera Imperial, con categoría denúmerounoal lado izquierdo.PueselEmperadorconsiderabaqueeste ladoeraelmásnoble,porsereldelcorazón,quehastalosemperadorestienenalaizquierda. Y el Director de la Orquesta Imperial escribió una obra deveinticincotomossobreelpájaromecánico;tanlargayerudita,tanllenadelasmás difíciles palabras chinas, que todo el mundo afirmó haberla leído yentendido,puesdeotromodohabríanpasadoportontosyrecibidopatadasenelestómago.

Asítranscurrieronlascosasduranteunaño;elEmperador,laCorteytodoslosdemáschinossesabíandememoriaeltrinodecantodelavemecánica,yprecisamenteporesolesgustabamásquenunca;podíanimitarloylohacían.Losgolfillosdelacallecantaban:«¡tsitsii,cluclucluk!»,yhastaelEmperadorhacíacoro.Eradeverasdivertido.

Pero he aquí que una noche, estando el pájaro en pleno canto, elEmperador,queestabayaacostado,oyódeprontoun«¡crac!»enel interiordelmecanismo; algo había saltado. «¡Schnurrrr!», se escapó la cuerda, y lamúsicacesó.

ElEmperadorsaltódelacamaymandóllamarasumédicodecabecera;pero, ¿qué podía hacer el hombre? Entonces fue llamado el relojero, quien,traslargosdiscursosymanipulaciones,arreglóunpocoelave;peromanifestóque debían andarse con mucho cuidado con ella y no hacerla trabajardemasiado,pueslospernosestabangastadosynoeraposiblesustituirlosporotrosnuevosqueasegurasenelfuncionamientodelamúsica.¡Quédesolación!Desdeentoncessólosepudohacercantaralpájarounavezalaño,yaunestoera una imprudencia; pero en tales ocasiones el Director de la OrquestaImperial pronunciaba un breve discurso, empleando aquellas palabras tanintrincadas, diciendo que el ave cantaba tan bien como antes, y no hay quedecirquetodoelmundosemanifestabadeacuerdo.

Pasaroncincoaños,cuandoheaquíqueunagrandesgraciacayósobreelpaís.LoschinosqueríanmuchoasuEmperador,elcualestabaahoraenfermodemuerte.Yahabíasidoelegidosusucesor,yelpueblo,enlacalle,nocesabadepreguntaralmayordomodePalacioporelestadodelancianomonarca.

—¡P!—respondíaéste,sacudiendolacabeza.

FríoypálidoyacíaelEmperadorensugrandeysuntuoso lecho.Toda laCorte locreíayamuerto,ycadacualseapresurabaaofrecersus respetosalnuevosoberano.Loscamarerosdepalaciosalíanprecipitadamenteparahablardelsuceso,ylascamarerassereunieronenuntémuyconcurrido.Entodoslossalones y corredores habían tendido paños para que no se oyera el paso denadie,yasíreinabaungransilencio.

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PeroelEmperadornohabíaexpiradoaún;permanecíarígidoypálidoenlalujosacama,consuslargascortinasdeterciopeloymacizasborlasdeoro.Porunaventanaqueseabríaenloaltodelapared,lalunaenviabasusrayos,queiluminabanalEmperadoryalpájaromecánico.

ElpobreEmperadorjadeaba,congrandificultad;eracomosialguienselehubierasentadosobreelpecho.AbriólosojosyvioqueeralaMuerte,quesehabíapuestosucoronadeoroenlacabezaysosteníaenunamanoeldoradosableimperial,yenlaotra,sumagníficoestandarte.Entorno,porlosplieguesde los cortinajes asomaban extravías cabezas, algunas horriblemente feas,otras, de expresión dulce y apacible: eran las obras buenas y malas delEmperador,quelomirabanenaquellosmomentosenquelamuertesehabíasentadosobresucorazón.

—¿Teacuerdasdetalcosa?—murmurabanunatrasotra—.¿Ydetalotra?—.Ylerecordabantantas,quealpobrelemanabaelsudordelafrente.

—¡Yonolosabía!—seexcusabaelEmperador—.¡Música,música!¡Quésueneelgrantamborchino—gritó—paranooírtodoesoquedicen!

Pero las cabezas seguíanhablando,y laMuerte asentía con la cabeza, almodochino,atodoloquedecían.

—¡Música, música!—gritaba el Emperador—. ¡Oh tú, pajarillo de oro,canta,canta!Tedioroyobjetospreciosos,conmimanotecolguédelcuellomichineladorada.¡Canta,cantaya!

Mas el pájaro seguíamudo, pues no había nadie para darle cuerda, y laMuerte seguía mirando al Emperador con sus grandes órbitas vacías; y elsilencioeralúgubre.

Deprontoresonó,procedentede laventana,uncantomaravilloso.Eraelpequeño ruiseñor vivo, posado en una rama. Enterado de la desesperadasituación del Emperador, había acudido a traerle consuelo y esperanza; ycuanto más cantaba, más palidecían y se esfumaban aquellos fantasmas, lasangreafluíaconmásfuerzaalosdebilitadosmiembrosdelenfermo,einclusolaMuerteprestóoídosydijo:

—Sigue,lindoruiseñor,sigue.

—Sí, pero, ¿me darás el magnífico sable de oro? ¿Me darás la ricabandera?¿Medaráslacoronaimperial?

Y la Muerte le fue dando aquellos tesoros a cambio de otras tantascanciones,yelruiseñorsiguiócantando,cantandodelsilenciosocamposantodondecrecen las rosasblancas,donde las lilas exhalan suaromaydonde lahierbalozanaeshumedecidaporlaslágrimasdelossupervivientes.LaMuertesintióentoncesnostalgiadesujardínysalióporlaventana,flotandocomouna

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nieblablancayfría.

—¡Gracias, gracias! —dijo el Emperador—. ¡Bien te conozco, avecillacelestial!Tedesterrédemireino,y,sinembargo,contuscantoshasalejadodemilecholosmalosespíritus,hasahuyentadodemicorazónlaMuerte.¿Cómopodrérecompensarte?

—Yamehasrecompensado—dijoelruiseñor—.Arranquélágrimasatusojoslaprimeravezquecantéparati;estonoloolvidarénunca,puessonlasjoyasquecontentanalcorazóndeuncantor.Peroahoraduermeyrecuperalasfuerzas,queyoseguirécantando.

Asílohizo,yelSoberanoquedósumidoenundulcesueño;¡quésueñotandulceytanreparador!

El sol entraba por la ventana cuando el Emperador se despertó, sano yfuerte.Ningunodesuscriadoshabíavueltoaún,puestodoslocreíanmuerto.Sóloelruiseñorseguíacantandoenlarama.

—¡Nunca te separarás de mi lado! —le dijo el Emperador—. Cantaráscuando te apetezca; y en cuanto al pájaro mecánico, lo romperé en milpedazos.

—No lo hagas —suplicó el ruiseñor—. Él cumplió su misión mientraspudo;guárdalocomohastaahora.Yonopuedoanidarnivivirenpalacio,peropermíteme que venga cuando se me ocurra; entonces me posaré junto a laventanay tecantaréparaqueestéscontentoy reflexiones.Tecantaréde losfelices y también de los que sufren; y delmal y del bien que se hace a tualrededor sin tú saberlo. Tu pajarillo cantor debe volar a lo lejos, hasta lacabañadelpobrepescador,hastaeltejadodelcampesino,haciatodoslosqueresidenapartadosdetiydetuCorte.Prefierotucorazónatucorona…aunquelacoronaexhalaciertooloracosasanta.Volveréacantarparati.Perodebesprometermeunacosa.

—¡Lo que quieras! —dijo el Emperador, incorporándose en su ropajeimperial, que ya se había puesto, y oprimiendo contra su corazón el pesadosabledeoro.

—Una cosa te pido: que no digas a nadie que tienes un pajarito que tecuentatodaslascosas.¡Saldrásganando!

Yseechóavolar.

Entraron los criados a ver a su difunto Emperador. Entraron, sí, y elEmperadorlesdijo:¡Buenosdías!

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Elcofrevolador

(Denflyvendekuffert)

Éraseunavezuncomerciantetanrico,quehabríapodidoempedrartodalacalle con monedas de plata, y aún casi un callejón por añadidura; pero seguardó de hacerlo, pues el hombre conocía mejores maneras de invertir sudinero,ycuandodabaunochavoerapararecibirunescudo.Fueunmercadermuylisto…yluegomurió.

Suhijoheredó todos sus caudales, yvivía alegremente: todas lasnochesiba al baile demáscaras, hacía cometas con billetes de banco y arrojaba alaguapanecillosuntadosdemantequillaylastradosconmonedasdeoroenvezde piedras.No es extraño, pues, que pronto se terminase el dinero; al fin anuestromozonolequedaronmásdecuatroperrasgordas,yportodovestido,unas zapatillas y una vieja bata de noche. Sus amigos lo abandonaron; nopodían ya ir juntos por la calle; pero uno de ellos, que era un bonachón, leenvióunviejocofreconesteaviso:«¡Embala!».Elconsejoerabueno,desdeluego,perocomonadateníaqueembalar,semetióélenelbaúl.

Erauncofrecurioso:echabaavolarencuantoseleapretabalacerradura.Yasílohizo;enunsantiamén,elmuchachosevioporlosairesmetidoenelcofre,despuésdesalirporlachimenea,ysemontóhastalasnubes,vuelaquetevuela.Cadavezqueelfondodelbaúlcrujíaunpoco,anuestrohombreleentrabapánico;sisedesprendiesenlastablas,¡vayasalto!¡Diosnosampare!

Deestemodollegóatierradeturcos.Escondiendoelcofreenelbosque,entrehojarascaseca,seencaminóalaciudad;nollamólaatencióndenadie,pues todos los turcos vestían también bata y pantuflos. Se encontró con unamaquellevabaunniño:

—Oye,nodriza—lepreguntó—,¿quéesaquelcastillotangrande,juntoalaciudad,conventanastanaltas?

—Allívive lahijadelRey—respondió lamujer—.Se lehaprofetizadoquequienseenamoredeellalaharádesgraciada;poresonosedejaquenadieseleacerque,sinoesenpresenciadelReyydelaReina.—Gracias—dijoelhijodelmercader—,yvolvióasubosque.Semetióenelcofrey levantóelvuelo; llegó al tejado del castillo y se introdujo por la ventana en lashabitacionesdelaprincesa.

Estabaelladurmiendoenunsofá;eratanhermosa,queelmozonopudoreprimirseylediounbeso.Laprincesadespertóasustada,peroélledijoqueeraeldiosdelosturcos,llegadoporlosaires;yestolatranquilizó.

Sesentaronunojuntoalotro,yelmozosepusoacontarhistoriassobrelos

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ojosdelamuchacha:erancomolagososcurosymaravillosos,porlosquelospensamientos nadaban cual ondinas; luego historias sobre su frente, quecomparóconunamontañanevada, llenademagníficos salonesycuadros;yluegolehablódelacigüeña,quetraealosniñospequeños.

Sí,eranunashistoriasmuyhermosas,realmente.Luegopidióalaprincesasiqueríasersuesposa,yellaledioelsísinvacilar.

—Pero tendréisquevolverelsábado—añadió—,pueshe invitadoamispadres a tomar el té. Estarán orgullosos de queme case con el dios de losturcos. Peromira de recordar historias bonitas, que amis padres les gustanmucho.Mimadre las prefiere edificantes y elevadas, ymi padre las quieredivertidas,pueslegustareírse.

—Bien,notraerémásregalodebodaquemiscuentos—respondióél,ysedespidieron;peroantes laprincesaleregalóunsableadornadoconmonedasdeoro.¡Ybienquelevinieronalmozo!

Se marchó en volandas, se compró una nueva bata y se fue al bosque,donde se puso a componer un cuento.Debía estar listo para el sábado, y lacosanoestanfácil.

Ycuandolotuvoterminado,erayasábado.

El Rey, la Reina y toda la Corte lo aguardaban para tomar el té encompañíadelaprincesa.Lorecibieroncongrancortesía.

—¿Vais a contarnos un cuento—le preguntó laReina—, uno que tengaprofundosentidoyseainstructivo?

—Peroquealmismotiemponoshagareír—añadióelRey.

—De acuerdo —respondía el mozo, y comenzó su relato. Y ahora,atención.

«Éraseunavezunhazdefósforosqueestabanenextremoorgullososdesualtaestirpe;suárbolgenealógico,esdecir,elgranpino,delquetodoseranunaastillita, había sidoun añosoy corpulento árbol del bosque.Los fósforos seencontraban ahora entre un viejo eslabón y un puchero de hierro nomenosviejo, al que hablaban de los tiempos de su infancia. —¡Sí, cuando noshallábamos en la rama verde—decían— estábamos realmente en una ramaverde!Cadaamanecerycadaatardecer teníamostédiamantino:eraelrocío;durantetodoeldíanosdabaelsol,cuandonoestabanublado,ylospajarillosnos contaban historias. Nos dábamos cuenta de que éramos ricos, pues losárbolesdefrondasólovanvestidosenverano;encambio,nuestrafamilialucíasu verde ropaje, lo mismo en verano que en invierno.Mas he aquí que sepresentóelleñador,lagranrevolución,ynuestrafamiliasedispersó.Eltroncofuedestinadoapalomayordeunbarcodealtobordo,capazdecircunnavegar

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el mundo si se le antojaba; las demás ramas pasaron a otros lugares, y anosotrosnoshasidoasignadalamisióndesuministrarluzalabajaplebe;poreso,apesardesergentedistinguida,hemosvenidoapararalacocina.

—Midestinohasidomuydistinto—dijoelpucheroacuyoladoyacíanlosfósforos—.Desdeelinstanteenquevinealmundo,todohasidoestregarme,ponermealfuegoysacarmedeél;yoestoyporlopráctico,y,modestiaaparte,soyelnúmerounoenlacasa,miúnicoplacerconsiste,terminadoelserviciodemesa,enestarmeenmisitio, limpioybruñido,conversandosesudamenteconmiscompañeros;perosiexceptúoelbalde,quedevezencuandobajaalpatio, puede decirse que vivimos completamente retirados. Nuestro únicomensajero es el cesto de la compra, pero ¡se exalta tanto cuando habla delgobierno y del pueblo!; hace unos días un viejo puchero de tierra se asustótantoconloquedijo,quesecayóalsueloyserompióenmilpedazos.Yoosdigoqueestecestoesunrevolucionario;ysino,altiempo.

—¡Hablasdemasiado!—intervinoeleslabón,golpeandoelpedernal,quesoltóunachispa—.¿Nopodríamosecharunacanaalaire,estanoche?

—Sí,hablemos—dijeronlosfósforos—,yveamosquiéneselmásnobledetodosnosotros.

—No, no me gusta hablar de mi persona —objetó la olla de barro—.Organicemos una velada. Yo empezaré contando la historia de mi vida, yluego los demás harán lo mismo; así no se embrolla uno y resulta másdivertido.En lasplayasdelBáltico,donde lashayasque cubrenel suelodeDinamarca…

—¡Buenprincipio!—exclamaronlosplatos—.Sinduda,estahistorianosgustará.

—… pasé mi juventud en el seno de una familia muy reposada; selimpiabanlosmuebles,serestregabanlossuelos,ycadaquincedíascolgabancortinasnuevas.

—¡Québienseexplica!—dijo laescobadecrin—.Diríasequehablaunamadecasa;hayunnoséquédelimpioyrefinadoensuspalabras.

—Exactamente loqueyopensaba—asintióelbalde,dandounsaltitodecontentoquehizoresonarelsuelo.

Laollasiguiócontando,yelfinresultótanagradablecomohabíasidoelprincipio.

Todoslosplatoscastañetearonderegocijo,ylaescobasacódelboteunashojas de perejil, y con ellas coronó a la olla, a sabiendas de que los demásrabiarían.«Sihoylepongoyounacorona,mañanamepondráellaotraamí»,pensó.

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—¡Voyabailar!—exclamólatenaza,y,¡dichoyhecho!¡Diosnosampare,y cómo levantaba la pierna! La vieja funda de la silla del rincón estalló alverlo—.¿Mevaisacoronartambiénamí?—preguntolatenaza;yasísehizo.

—¡Vayagentuza!—pensabanlosfósforos.

Letocabaentonceselturnodecantaralatetera,peroseexcusóalegandoqueestabaresfriada;sólopodíacantarcuandosehallabaalfuego;perotodoaquelloeranremilgos;noqueríahacerlomásqueenlamesa,conlasseñorías.

Habíaenlaventanaunaviejapluma,conlaquesolíaescribirlasirvienta.Nadadenotablepodíaobservarseenella,apartequelasumergíandemasiadoeneltintero,peroellasesentíaorgullosadelhecho.

—Si la teteraseniegaacantar,quenocante—dijo—.Ahí fuerahayunruiseñor enjaulado que sabe hacerlo. No es que haya estudiado en elConservatorio,masporestanocheseremosindulgentes.

—Me parece muy poco conveniente —objetó la cafetera, que era unacantoradecocinayhermanastradelatetera—tenerqueescucharaunpájaroforastero.¿Esestopatriotismo?Quejuzgueelcestodelacompra.

—Francamente,mehabéisdesilusionado—dijoelcesto—.¡Vayamaneraestúpidadepasarunavelada!Enlugardeircadacuálporsulado,¿noseríamucho mejor hacer las cosas con orden? Cada uno ocuparía su sitio, y yodirigiríaeljuego.¡Otracosaseria!

—¡Sí,vamosaarmarunescándalo!—exclamarontodos.

En esto se abrió la puerta y entró la criada. Todos se quedaron quietos,nadie se movió; pero ni un puchero dudaba de sus habilidades y de sudistinción. «Si hubiésemos querido—pensaba cada uno—, ¡qué veladamásdeliciosahabríamospasado!».

Lasirvientacogiólosfósforosyencendiófuego.¡Cómochisporroteaban,yquéllamasechaban!

«Ahora todos tendrán que percatarse de que somos los primeros —pensaban—. ¡Menudo brillo y menudo resplandor el nuestro!». Y de estemodoseconsumieron».

—¡Quécuentotanbonito!—dijolaReina—.Mepareceencontrarmeenlacocina,entrelosfósforos.Sí,tecasarásconnuestrahija.

—Desdeluego—asintióelRey—.Serátuyaellunesporlamañana—.Lotuteabanya,considerándolocomodelafamilia.

Se fijó el día de la boda, y la víspera hubo grandes iluminaciones en laciudad, se repartieron bollos de pan y rosquillas, los golfillos callejeros sehincharondegritar«¡hurra!»ysilbarconlosdedosmetidosenlaboca…¡Una

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fiestamagnífica!

«Tendré que hacer algo», pensó el hijo delmercader, y compró cohetes,petardos y qué sé yo cuántas cosas de pirotecnia, las metió en el baúl yemprendióelvuelo.

¡Pim,pam,pum!¡Vayaestrépitoyvayachisporroteo!

Los turcos, al verlo, pegaban unos saltos tales que las babuchas lesllegaban a las orejas; nunca habían contemplado una traca como aquella.Ahora síqueestabanconvencidosdequeeraelpropiodiosde los turcoselqueibaacasarseconlahijadelRey.

Nobienllegónuestromozoalbosqueconsubaúl,sedijo:«Mellegaréalaciudad,aobservarelefectocausado».

Eraunacuriosidadmuynatural.

¡Quécosascontabalagente!Cadaunadelaspersonasaquienespreguntóhabía presenciado el espectáculo de una manera distinta, pero todoscoincidieronencalificarlodehermoso.

—Yovialpropiodiosdelosturcos—afirmóuno—.Susojoserancomorutilantesestrellas,ylabarbaparecíaaguaespumeante.

—Volabaenvueltoenunmantode fuego—dijootro—.Por losplieguesasomabanunosangelitospreciosos.

Sí,escuchócosasmuyagradables,yaldíasiguienteeralaboda.

Regresóalbosqueparainstalarseensucofre;pero,¿dóndeestabaelcofre?Elcasoesquesehabía incendiado.Unachispadeuncohetehabíaprendidofuegoenel forroy reducidoelbaúlacenizas.Yelhijodelmercaderyanopodíavolarnivolveralpalaciodesuprometida.

Ellasepasótodoeldíaeneltejado,aguardándolo;ysigueaúnesperando,mientras él recorre el mundo contando cuentos, aunque ninguno tanregocijantecomoeldelosfósforos.

Lamargarita

(Gåseurten)

Oídbienloqueosvoyacontar:Alláenlacampaña,juntoalcamino,hayunacasadecampo,quedesegurohabréisvistoalgunavez.Delantetieneunjardincitoconfloresyunacercapintada.Allícerca,enelfoso,enmediodelbelloyverdecésped,crecíaunapequeñamargarita,alaqueelsolenviabasus

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confortantes rayos con lamisma generosidad que a las grandes y suntuosasfloresdeljardín;yasícrecíaelladehoraenhora.

Allí estaba una mañana, bien abiertos sus pequeños y blanquísimospétalos,dispuestoscomorayosentornoalsolecitoamarilloquetienenensucentrolasmargaritas.Nosepreocupabadequenadielavieseentrelahierba,nisedolíadeserunapobreflorinsignificante;sesentíacontentay,vueltadecaraalsol,estabamirándolomientrasescuchabaelalegrecantodelaalondraenelaire.

Así,nuestramargaritaeratanfelizcomosifuesedíadegranfiesta,y,sinembargo, era lunes. Los niños estaban en la escuela, y mientras ellosestudiaban sentados en sus bancos, ella, erguida sobre su tallo, aprendía aconocer la bondad de Dios en el calor del sol y en la belleza de lo que larodeaba,yseleocurrióquelaalondracantabaaquellomismoqueellasentíaen su corazón; y lamargaritamiró con una especie de respeto a la avecillafelizqueasísabíacantaryvolar,perosinsentiramargurapornopoderhacerlotambiénella.«¡Veoyoigo!—pensaba—;elsolmebañayelvientomebesa.¡CuánbuenohasidoDiosconmigo!».

En el jardín vivían muchas flores distinguidas y tiesas; cuanto menosaromaexhalaban,máspresumían.Lapeoniasehinchabaparaparecermayorquelarosa;peronoeseltamañoloquevale.Lostulipanesexhibíancoloresmaravillosos;bienlosabíanyporesoseerguíantodoloposible,paraqueselesviesemejor.Noprestabanlamenoratenciónalahumildemargaritadealláfuera, la cual los miraba, pensando: «¡Qué ricos y hermosos son!¡Seguramentevendránavisitarloslasavesmásespléndidas!¡Quésuerteestartancerca;asípodrévertodalafiesta!».Ymientraspensabaesto,«¡chirrit!»,he aquí que baja la alondra volando, pero no hacia el tulipán, sino hacia elcésped,dondeestabalapequeñamargarita.Éstatemblódealegría,ynosabíaquépensar.

El avecilla revoloteaba a su alrededor, cantando: «¡Qué mullida es lahierba! ¡Qué linda florecita,decorazóndeoroyvestidodeplata!».Porque,realmente, el punto amarillo de lamargarita relucía comooro, y eran comoplatalosdiminutospétalosquelorodeaban.

Nadie podría imaginar la dicha de lamargarita.El pájaro la besó con elpicoy,despuésdededicarleuncantomelodioso,volvióaremontarelvuelo,perdiéndoseenelaireazul.Transcurrióunbuencuartodehoraantesdequelaflor se repusiera de su sorpresa. Un poco avergonzada, pero en el fondorebosantedegozo,miróalasdemásfloresdeljardín;habiendopresenciadoelhonor de que había sido objeto, sin duda comprenderían su alegría. Lostulipanes continuaban tan envarados como antes, pero tenían las carasenfurruñadas y coloradas, pues la escena les había molestado. Las peonias

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tenían la cabeza toda hinchada. ¡Suerte que no podían hablar! Lamargaritahubieraoídocosasbiendesagradables.Lapobreadvirtióelmalhumordelasdemás,ylosentíaenelalma.

En éstas se presentó en el jardín una muchacha, armada de un grancuchillo,afiladoyreluciente,y,dirigiéndosedirectamentehacialostulipanes,loscortóunotrasotro.«¡Quéhorror!—suspirólamargarita—.¡Ahorasíquetodoha terminadoparaellos!».Lamuchachasealejócon los tulipanes,y lamargaritaestuvomuycontentadepermanecerfuera,enelcésped,ydeserunahumilde florecilla. Y sintió gratitud por su suerte, y cuando el sol se puso,plegósushojasparadormir,ytodalanochesoñóconelsolyelpajarillo.

Alamañanasiguiente,cuandolamargarita,feliz,abriódenuevoalaireyalaluzsusblancospétaloscomosifuesendiminutosbrazos,reconociólavozde la avecilla; pero era una tonada triste la que cantaba ahora. ¡Buenosmotivosteníaparaellolapobrealondra!Lahabíancogidoyestabaprisioneraen una jaula, junto a la ventana abierta. Cantaba la dicha de volar y de serlibre;cantaba lasverdesmiesesde loscamposy losviajesmaravillososquehicieraenelaireinfinito,llevadaporsusalas.¡Lapobreavecillaestababientriste,encerradaenlajaula!

¡Cómohubieraqueridoayudarla,lamargarita!Pero,¿quéhacer?Noseleocurríanada.Seolvidódelabellezaquelarodeaba,delcalordelsolydelablancuradesushojas;sólosabíapensarenelpájarocautivo,paraelcualnadapodíahacer.

Deprontosalierondosniñosdeljardín;unodeellosempuñabauncuchillograndeyafilado,comoelqueusó laniñaparacortar los tulipanes.Vinieronderechoshacialamargarita,quenoacertabaacomprendersupropósito.

—Podríamos cortar aquí un buen trozo de césped para la alondra—dijouno, poniéndose a recortar un cuadrado alrededor de lamargarita, demodoquelaflorquedóenelcentro.

—¡Arrancalaflor!—dijoelotro,ylamargaritatuvounestremecimientode pánico, pues si la arrancaban moriría, y ella deseaba vivir, para que lallevaranconelcéspedalajauladelaalondraencarcelada.

—No,déjala—dijoelprimero—;hacemásbonitoasí—ydeestaformalamargaritasequedóconlahierbayfuellevadaalajauladelaalondra.

Pero la infeliz avecilla seguía llorando su cautiverio, y no cesaba degolpearconlasalaslosalambresdelajaula.Lamargaritanosabíapronunciaruna sola palabra de consuelo, por mucho que quisiera. Y de este modotranscurriótodalamañana.

«¡No tengo agua!—exclamó la alondra prisionera—. Se han marchado

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todos,ynohanpensadoenponermeunagotaparabeber.Tengo lagargantasecayardiente,meahogo,estoycalenturienta,yelaireesmuypesado.¡Ay,memoriré,lejosdelsol,delafrescahierba,detodaslasmaravillasdeDios!»,yhundióelpicoenelcésped,para reanimarseunpoquitínconsuhumedad.Entonces se fijó en lamargarita, y, saludándola con la cabeza y dándole unbeso,dijo:¡Tambiéntúteagostarásaquí,pobreflorecilla!Túyestepuñadodehierba verde es cuantome han dejado de esemundo inmenso que eramío.Cada tallito de hierba ha de ser paramí un verde árbol, y cada una de tusblancas hojas, una fragante flor. ¡Ah, tú me recuerdas lo mucho que heperdido!

«¡Quién pudiera consolar a esta avecilla desventurada!» —pensaba lamargarita,sinlograrmoverunpétalo;peroelaromaqueexhalabansushojillaseramuchomás intensodelquesueleserlespropio.Loadvirtió laalondra,yaunquesentíaunasedabrasadoraque lehacíaarrancar lasbriznasdehierbaunatrasotra,notocóalaflor.

Llegóelatardecer,ynadievinoatraerunagotadeaguaalpobrepajarillo.Éste extendió las lindas alas, sacudiéndolas espasmódicamente; su canto seredujo a un melancólico «¡pip, pip!»; agachó la cabeza hacia la flor y sucorazónsequebró,demiseriaydenostalgia.Laflornopudo,comolanocheanterior,plegarlasalasyentregarsealsueño,yquedóconlacabezacolgando,enfermaytriste.

Losniñosnocomparecieronhasta lamañanasiguiente,yalverelpájaromuerto se echaron a llorar. Vertiendo muchas lágrimas, le excavaron unaprimorosa tumba, que adornaron luego con pétalos de flores. Colocaron elcuerpo de la avecilla en una hermosa caja colorada, pues habían pensadohacerle un entierro principesco. Mientras vivió y cantó se olvidaron de él,dejaronquesufrieraprivacionesenlajaula;y,encambio,ahoraloenterrabancongranpompaymuchaslágrimas.

Eltrocitodecéspedconlamargaritaloarrojaronalpolvodelacarretera;nadiepensóenaquellaflorecillaquetantohabíasufridoporelpajarillo,yquetantohabríadadoporpoderloconsolar.

Loquehaceelpadrebienhechoestá

(Hvadfattergør,deteraltiddetrigtige)

Voyacontarosahoraunahistoriaqueoícuandoeramuyniño,ycadavezquemeacuerdodeellameparecemásbonita.Conlashistoriasocurreloqueconciertaspersonas:embellecenamedidaquepasanlosaños,yestoesmuy

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alentador.

Algunas veces habrás salido a la campiña y habrás visto una casa decampo,conuntejadodepajaenelquecrecenhierbasymusgo;enelrematedel tejadonopuedefaltarunnidodecigüeñas.Lasparedessontorcidas; lasventanas, bajas, y de ellas sólo puede abrirse una.El horno sobresale comounapequeñabarrigaabultada,yelsaúcoseinclinasobreelseto,cercadelcualhayunacharcaconunpatoounoscuantospatitosbajoelachaparradosauce.Tampoco,faltaelmastín,queladraatodaalmaviviente.

Puesenunacasacomolaquetehedescritovivíaunviejomatrimonio,unpobrecampesinoconsumujer.Noposeíancasinada,y,sinembargo, teníanunacosasuperflua:uncaballo,quesolíapacerenlosribazosdeloscaminos.Elpadre lomontabapara trasladarse a la ciudad, y losvecinos se lopedíanprestado y le pagaban con otros servicios; desde luego, habría sido másventajoso para ellos vender el animal o trocarlo por algo que les reportasemayorbeneficio.Pero,¿porquélopodíancambiar?

—Tú verás mejor lo que nos conviene—dijo la mujer—. Precisamentehoyesdíademercadoenelpueblo.Veteallíconelcaballoyquetedendineroporél,ohazunbuenintercambio.Loquehaces,siempreestábienhecho.Vetealmercado.

Learreglólabufandaalrededordelcuello,puesestoellalohacíamejor,ylepusotambiénunacorbatadedoblelazo,quelesentabamuybien;lecepillóel sombrero con la palma de lamano, le dio un beso, y el hombre se pusoalegrementeencaminomontadoenelcaballoquedebíavenderotrocar.«Elviejoentiendedeesascosas—pensaba lamujer—.Nadie loharámejorqueél».

Elsolquemaba,yniunanubecillaempañabaelazuldelcielo.Elcaminoestaba polvoriento, animado por numerosos individuos que se dirigían almercado, en carro, a caballo o a pie. El calor era intenso, y en toda laextensióndelcaminonosedescubríaniunpuntitodesombra.

Nuestroamigoseencontróconunpaisanoqueconducíaunavaca,todolobienparecidaqueunavacapuedeser.«Deseguroquedabuenaleche—pensó—.Talvezseríaunbuencambio».

—¡Oyetú,eldelavaca!—dijo—.¿Ysihiciéramosuntrato?Yaséqueuncaballoesmáscaroqueunavaca;peromedaigual.Deunavacasacaríayomásbeneficio.¿Quieresquecambiemos?

—Muybien—dijoelhombredelavaca;ytrocaronlosanimales.

Cerradoeltrato;nadaimpedíaanuestrocampesinovolverseacasa,puestoqueelobjetodelviajequedabacumplido.Perosuintenciónprimerahabíasido

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iralaferia,ydecidióllegarseaella,aunquesólofueraparaecharunvistazo.Así continuó el hombre conduciendo la vaca. Caminaba ligero, y el animaltambién,porloquenotardaronenalcanzaraunindividuoconunaoveja.Eraunbuenejemplar,gordoyconunbuen«toisón».

«¡Esa oveja sí que me gustaría! —pensó el campesino—. En nuestrosribazosnunca le faltaríahierba,yen inviernopodríamos tenerlaencasa.Yocreoquenosconvienemásmantenerunaovejaqueunavaca».

—¡Amigo!—dijoalotro—,¿quieresquecambiemos?

Elpropietariodelaovejanoselohizorepetir;efectuaronelcambio,yellabradorprosiguió sucamino,muycontentoconsuoveja.Masheaquíque,viniendoporunsenderoquecruzabalacarretera,vioaunhombrequellevabaunagordaocabajoelbrazo.

—¡Caramba! ¡Vaya oca cebada que traes!—le dijo—. ¡Qué cantidad degrasaydepluma!Noestaríamalennuestracharca,atadadeuncabo.Laviejapodría echarle los restos de comida.Cuántas veces le he oído decir: ¡Ay, situviésemos una oca! Pues ésta es la ocasión. ¿Quieres cambiar? Te daré laovejaporlaoca,ymuchasgraciasencima.

Elotroaceptó,nofaltabamás;hicieronelcambio,yelcampesinosequedócon laoca.Estabaya cercade la ciudad,y elbulliciode la carretera iba enaumento;eraunhormiguerodepersonasyanimales,quellenabanelcaminoyhastalacuneta.Llegaronalfinalcampodepatatasdelportazguero.Ésteteníauna gallina atada para que no se escapara, asustada por el ruido. Era unagallinaderrabada,bizcaydebonito aspecto.«Cluc, cluc»,gritaba.No sé loqueellaqueríasignificarconsucacareo,elhechoesqueelcampesinopensóalverla:«Eslagallinamáshermosaquehevistoenmivida;esmejorquelacluecadelseñorrector;megustaríatenerla.Unagallinaeselanimalmásfácildecriar;siempreencuentraungranitodetrigo;puededecirsequesemantieneellasola.Creoseríaunbuennegociocambiarlaporlaoca».

—¿Ysicambiáramos?—preguntó.

—¿Cambiar?—dijo el otro—. Pormí no hay inconveniente y aceptó laproposición. El portazguero se quedó con la oca, y el campesino, con lagallina.

Laverdadesquehabíaaprovechadobieneltiempoenelviajealaciudad.Por otra parte, arreciaba el calor, y el hombre estaba cansado; un trago deaguardienteyunbocadillolevendríandeperlas.Comoseencontraradelantede la posada, entró en ella en el preciso momento en que salía el mozo,cargadoconunsacollenoarebosar.

—¿Quéllevasahí?—preguntóelcampesino.

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—Manzanas podridas —respondió el mozo—; un saco lleno para loscerdos.

—¡Qué hermosura demanzanas! ¡Cómo gozaría la vieja si las viera! Elañopasadoelmanzanodelcorralsólodiounamanzana;huboqueguardarla,yestuvo sobre la cómoda hasta que se pudrió. Esto es signo de prosperidad,decía la abuela. ¡Menuda prosperidad tendría con todo esto! Quisiera darleestegusto.

—¿Cuántomedaisporellas?—preguntóelhombre.

—¿Cuánto os doy? Os las cambio por la gallina —y dicho y hecho,entrególagallinayrecibiólasmanzanas.Entróenlaposadaysefuedirectoalmostrador. El saco lo dejó arrimado a la estufa, sin reparar en que estabaencendida.En la sala habíamuchagente forastera, tratante de caballos ydebueyes,yentreellosdos ingleses, loscuales,comotodoelmundosabe,sontanricos,quelosbolsilloslesrevientandemonedasdeoro.Yloquemáslesgustaeshacerapuestas.Escuchasino.

«¡Chuf, chuf!» ¿Qué ruido era aquél que llegaba de la estufa? Lasmanzanasempezabanaasarse.

—¿Quépasaahí?

Notardóenpropagarse lahistoriadelcaballoquehabíasido trocadoporunavacay,descendiendoprogresivamente,sehabíaconvertidoenunsacodemanzanaspodridas.

—Esperaallegaracasa,veráscómolaviejaterecibeapuñadas—dijeronlosingleses.

—Besosmedará,quenopuñadas—replicóelcampesino—.Laabuelavaadecir:«Loquehaceelpadre,bienhechoestá».

—¿Hacemos una apuesta? —propusieron los ingleses—. Te apostamostodoeloroquequieras:onzasdeoroatoneladas,cienlibras,unquintal.

—Con una fanega me contento —contestó el campesino—. Pero sólopuedojugarunafanegademanzanas,yyoylaabuelaporañadidura.Creoqueesmedidacolmada.¿Quépensáisdeello?

—Conforme—exclamaronlosingleses—.Tratohecho.

Engancharon el carro del ventero, subieron a él los ingleses y elcampesino, sin olvidar el saco de manzanas, y se pusieron en camino. Notardaronenllegaralacasita.

—¡Buenasnoches,madrecita!

—¡Buenasnoches,padrecito!

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—Hehechounbuennegocioconelcaballo.

—¡Ya lodecíayo; túentiendesdeeso!—dijo lamujer, abrazándolo, sinrepararenelsaconienlosforasteros.

—Hecambiadoelcaballoporunavaca.

—¡Diossealoado!¡Ladelechequevamosatener!Porfinvolveremosaverenlamesamantequillayqueso.¡Buennegocio!

—Sí,peroluegocambiélavacaporunaoveja.

—¡Ah! ¡Estoestáaúnmejor!—exclamó lamujer—.Túsiemprepiensasentodo.Hierbaparaunaovejatenemosdesobra.Nonosfaltaráahoralecheyquesodeoveja,nimediasdelana,yaunbatasdedormir.Todoesolavacanoloda;pierdeelpelo.Eresunaperlademarido.

—Peroesquedespuéscambiélaovejaporunaoca.

—Así tendremos una oca por San Martín, padrecito. ¡Sólo piensas endarmegustos!¡Quéideahastenido!Ataremoslaocafuera,enlahierba,y¡loqueengordaráhastaSanMartín!

—Esquehecambiadolaocaporunagallina—prosiguióelhombre.

—¿Unagallina?¡Éstesíqueesunbuennegocio!—exclamólamujer—.La gallina pondrá huevos, los incubará, tendremos polluelos y todo ungallinero.¡Esloqueyomásdeseaba!

—Sí, pero es que luego cambié la gallina por un saco de manzanaspodridas.

—¡Venquetedéunbeso!—exclamólamujer,fueradesídecontento—.¡Gracias, marido mío! ¿Quieres que te cuente lo que me ha ocurrido? Encuanto tehubistemarchado,mepuseapensarquécomidapodríaprepararteparalavuelta;semeocurrióquelomejorseríatortilladepuerros.Loshuevoslostenía,peromefaltabanlospuerros.Mefui,pues,acasadelmaestro.Sédeciertoquetienenpuerros,peroyasabesloavaraqueeslamujer.Lepedíquemeprestaseunospocos.«¿Prestar?—merespondió—.Notenemosnadaenelhuerto,niunamalamanzanapodrida.Niunamanzanapuedoprestaros».Puesahorayopuedoprestarlediez,¡quédigo!todounsaco,¡quégusto,padrecito!Ylediootrobeso.

—Magnífico —dijeron los ingleses—. ¡Siempre para abajo y siemprecontenta!Estonosepagacondinero—.Ypagaronelquintaldemonedasdeoroalcampesino,querecibíabesosenvezdepuñadas.

Sí,señor,siempresesaleganandocuandolamujernosecansadedeclararqueelpadreentiendeentodo,yqueloquehace,bienhechoestá.

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Ésta es la historia que oí de niño. Ahora tú la sabes también, y no loolvides:loqueelpadrehace,bienhechoestá.

Loscisnessalvajes

(Devildesvaner)

Lejos de nuestras tierras, allá adonde van las golondrinas cuando elinviernollegaanosotros,vivíaunreyqueteníaoncehijosyunahijallamadaElisa.Losoncehermanoseranpríncipes; llevabanunaestrellaenelpechoysable al cinto para ir a la escuela; escribían con pizarrín de diamante sobrepizarrasdeoro,yaprendíandememoriaconlamismafacilidadconqueleían;enseguidasenotabaqueeranpríncipes.Elisa, lahermana,sesentabaenunescabelderelucientecristal,yteníaunlibrodeestampasquehabíacostadoloquevalíalamitaddelreino.

¡Qué bien lo pasaban aquellos niños! Lástima que aquella felicidad nopudiesedurarsiempre.

Supadre,reydetodoelpaís,casóconunareinaperversa,queodiabaalospobresniños.Yaalprimerdíapudieronellosdarsecuenta.Fueel caso,quehabíagrangalaentodoelpalacio,ylospequeñosjugarona«visitas»;peroenvezderecibirpastelesymanzanasasadascomosesueleentalesocasiones,lanueva Reina no les dio más que arena en una taza de té, diciéndoles queimaginaranqueeraotracosa.

AlasemanasiguientemandóaElisaalcampo,avivirconunoslabradores,yantesdemucho tiempo lehabíayadichoalRey tantascosasmalasde lospríncipes,queésteacabópordesentendersedeellos.

—¡Avolarporelmundoyapañarosporvuestracuenta!—exclamóundíala perversamujer—; ¡a volar como grandes aves sin voz!—. Pero no pudollegaralextremodemaldadquehabríaquerido;losniñossetransformaronenonce hermosísimos cisnes salvajes. Con un extraño grito emprendieron elvueloporlasventanasdepalacio,y,cruzandoelparque,desaparecieronenelbosque.

EraaúndemadrugadacuandopasaronporellugardondesuhermanaElisayacía dormida en el cuarto de los campesinos; y aunquedescribieronvarioscírculos sobre el tejado, estiraron los largos cuellos y estuvieron aleteandovigorosamente,nadielosoyónilosvio.Hubierondeproseguir,remontándosebastalasnubes,poresosmundosdeDios,ysedirigieronhaciaungranbosquetenebrosoqueseextendíahastalamismaorilladelmar.

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LapobreElisitaseguíaenelcuartodeloslabradoresjugandoconunahojaverde,únicojuguetequeposeía.Abriendoenellaunagujero,miróelsolasutravésy lepareciócomosiviera losojos límpidosde sushermanos;ycadavezquelosrayosdelsolledabanenlacara,creíasentirelcalordesusbesos.

Pasabanlosdías,monótonoseiguales.Cuandoelvientosoplabaporentrelosgrandessetosderosalesplantadosdelantedelacasa,susurrabaalasrosas:

—¿Qué puede haber más hermoso que vosotras? —. Pero las rosasmeneabanlacabezayrespondían—:Elisaesmáshermosa—.Cuandolaviejadelacasa,sentadalosdomingosenelumbral,leíasudevocionario,elvientolevolvíalashojas,ypreguntabaallibro:—¿Quiénpuedesermáspiadosoquetú?—.Elisaesmáspiadosa—replicabaeldevocionario;y loquedecían lasrosasyellibroeralapuraverdad.Porqueaquellibronopodíamentir.

Habíanconvenidoenquelaniñaregresaríaapalaciocuandocumplieselosquinceaños;peroalverlaReinalohermosaqueera,sintiórencoryodio,ylahabría transformado en cisne, como a sus hermanos; sin embargo, no seatrevióahacerloenseguida,porqueelReyqueríaverasuhija.

Porlamañana,muytemprano,fuelaReinaalcuartodebaile,queeratodoéldemármolyestabaadornadoconespléndidosalmohadonesycortinajes,y,cogiendotressapos,losbesóydijoalprimero:

—Súbete sobre la cabeza de Elisa cuando esté en el baño, para que sevuelvaestúpidacomotú.Pontesobresufrente—dijoalsegundo—,paraquese vuelva como tú de fea, y su padre no la reconozca—. Y al tercero—:Siéntate sobre su corazón e infúndelemalos sentimientos, para que sufra—.Echó luego los sapos al aguaclara, que inmediatamente se tiñódeverde,y,llamandoaElisa,ladesnudó,mandándoleentrarenelbaño;yalhacerlo,unode los sapos se le puso en la cabeza, el otro en la frente y el tercero en elpecho, sinque laniñaparecieranotario;yencuantose incorporó, tres rojasfloresdeadormideraaparecieronflotandoenelagua.Aquellosanimaleseranponzoñosos y habían sido besados por la bruja; de lo contrario, se habríantransformadoenrosasencarnadas.Sinembargo,seconvirtieronenflores,porel solo hecho de haber estado sobre la cabeza y sobre el corazón de laprincesa, la cual era, demasiado buena e inocente para que los hechizostuviesenacciónsobreella.

Al verlo la malvada Reina, la frotó con jugo de nuez, de modo que sucuerpoadquirióuntintepardonegruzco;leuntóluegolacaraconunapomadaapestosayledesgreñóelcabello.EraimposiblereconoceralahermosaElisa.

Por eso se asustó su padre al verla, y dijo que no era su hija. Nadie lareconoció, excepto el perro mastín y las golondrinas; pero eran pobresanimalescuyaopiniónnocontaba.

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LapobreElisarompióa llorar,pensandoensusoncehermanosausentes.Salió,angustiada,depalacio,ydurantetodoeldíaestuvovagandoporcamposyeriales,adentrándoseenelbosqueinmenso.Nosabíaadóndedirigirse,perose sentía acongojada y anhelante de encontrar a sus hermanos, que a buenseguroandaríantambiénvagandoporelampliomundo.Hizoelpropósitodebuscarlos.

Llevabapocoratoenelbosque,cuandosehizodenoche;ladoncellahabíaperdidoelcamino.Setendiósobreelblandomusgo,y,rezadassusoracionesvespertinas, reclinó la cabeza sobre un tronco de árbol.Reinaba un silencioabsoluto,elaireestabatibio,yenlahierbayelmusgoquelarodeabanlucíanlasverdeslucecitasdecentenaresdeluciérnagas,cuandotocabaconlamanounadelasramas,losinsectosluminososcaíanalsuelocomoestrellasfugaces.

Toda la noche estuvo soñando en sus hermanos. De nuevo los veía deniños, jugando, escribiendo en la pizarra de oro con pizarrín de diamante ycontemplandoelmaravillosolibrodeestampasquehabíacostadomedioreino;peronoescribíaneneltablero,comoantes,cerosyrasgos,sinolasosadísimasgestasquehabíanrealizadoytodaslascosasquehabíanvistoyvivido;yenellibro todo cobraba vida, los pájaros cantaban, y las personas salían de laspáginas y hablaban con Elisa y sus hermanos; pero cuando volvía la hojasaltaban de nuevo al interior, para que no se produjesen confusiones en eltexto.

Cuandodespertó, el sol estabaya alto sobre el horizonte.Elisanopodíaverlo, pues los altos árboles formaban un techo de espesas ramas; pero losrayosjugueteabanalláfueracomounondeantevelodeoro.Elcampoesparcíasus aromas, y las avecillas venían a posarse casi en sus hombros; oía elchapoteodel agua, pues fluían en aquellos alrededoresmuchasy caudalosasfuentes,queibanadesaguarenunlagodelímpidofondoarenoso.Había,si,matorralesmuyespesos,peroenunpuntolosciervoshabíanhechounaanchaabertura,yporellabajóElisaalagua.Eraéstatancristalina,que,denohaberagitado el viento las ramas ymatas, lamuchacha habría podido pensar queestabanpintadasenelsuelo;taleralaclaridadconquesereflejabacadahoja,tantolasbañadasporelsolcomolasquesehallabanenlasombra.

Alversupropiorostrotuvoungransobresalto,tannegroyfeoera;peroencuantosehubofrotado losojosy la frentecon lamanomojada,volvióabrillar su blanquísima piel. Se desnudó y se metió en el agua pura; en elmundoenteronosehabríaencontradounaprincesatanhermosacomoella.

Vestida ya de nuevo y trenzado el largo cabello, se dirigió a la fuenteborboteante,bebiódelhuecodelamanoyprosiguiósumarchaporelbosque,a la ventura, sin saber adónde. Pensaba en sus hermanos y en Diosmisericordioso, que seguramente no la abandonaría: El hacía crecer las

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manzanassilvestresparaalimentara loshambrientos;y laguiohastaunodeaquellosárboles,cuyasramassedoblabanbajoelpesodelfruto.Comiódeél,y,despuésdecolocarapoyosparalasramas,seadentróenlapartemásoscurade la selva. Reinaba allí un silencio tan profundo, que la muchacha oía elrumordesuspropiospasosyeldelashojassecas,quesedoblabanbajosuspies. No se veía ni un pájaro: ni un rayo de sol se filtraba por entre lascorpulentas y densas ramas de los árboles, cuyos altos troncos estaban tancercaunosdeotros,que,almirarladoncellaaloalto,leparecíaverserodeadaporunenrejadodevigas.Eraunasoledadcomonuncahabíaconocido.

Lanochesiguientefuemuyoscura;niunadiminutaluciérnagabrillabaenelmusgo.Ellaseechó,triste,adormir,yentoncestuvolaimpresióndequeseapartabanlasramasextendidasencimadesucabezayqueDiosNuestroSeñorla miraba con ojos bondadosos, mientras unos angelitos le rodeaban yasomabanporentresusbrazos.

Aldespertarsepor lamañana,nosabía sihabíasoñadoosi todoaquellohabíasidorealidad.

Anduvounospasosyseencontróconunaviejaquellevababayasenunacesta.Lamujerlediounascuantas,yElisalepreguntósiporcasualidadhabíavisto a los once príncipes cabalgando por el bosque.—.No—respondió lavieja—,peroayervioncecisnes,concoronasdeoroenlacabeza,queibanríoabajo.

AcompañóaElisaun trecho,hastauna laderaacuyopie serpenteabaunriachuelo.Losárbolesdesusorillasextendíansuslargasyfrondosasramasalencuentro unas de otras, y allí donde no se alcanzaban por su crecimientonatural,lasraícessalíanalexterioryformabanunentretejidoporencimadelagua.

Elisadijoadiósalaviejaysiguióporlamargendelrío,hastaelpuntoenqueéstesevertíaenelgranmarabierto.

Frente a la doncella se extendía el soberbio océano, pero en él no sedivisaba ni una vela, ni un bote. ¿Cómo seguir adelante? Consideró lasinnúmeras piedrecitas de la playa, redondeadas y pulimentadas por el agua.Cristal,hierro,piedra,todoloacumuladoallíhabíasidomoldeadoporelagua,a pesar de ser ésta mucho más blanda que su mano. «La ola se mueveincesantementeyasíalisa lascosasduras;puesyoseré tan incansablecomoella.Graciasporvuestralección,olasclarasysaltarinas;algúndía,melodiceelcorazón,mellevaréisalladodemishermanosqueridos».

Entrelasalgasarrojadasporelmaralaplayayacíanonceblancasplumasdecisne,quelaniñarecogió,haciendounhazconellas.Estabancuajadasdegotitas de agua, rocío o lágrimas, ¿quién sabe? Se hallaba sola en la orilla,

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peronosentíalasoledad,pueselmarcambiabaconstantemente;enunashorassetransformabamásvecesqueloslagosentodounaño.Siavanzabaunagrannube negra, el mar parecía decir: «¡Ved, qué tenebroso puedo ponerme!».Luegosoplabaviento,ylasolasvolvíanalexteriorsuparteblanca.Perosilasnubeserandecolorrojoylosvientosdormían,elmarpodíacompararseconunpétaloderosa;erayaverde,yablanco,aunquepormuchacalmaqueenélreinara, en la orilla siempre se percibía un leve movimiento; el agua selevantabadébilmente,comoelpechodeunniñodormido.

A la hora del ocaso, Elisa vio que se acercaban volando once cisnessalvajescoronadosdeoro; ibanalineados,uno trasotro, formandouna largacintablanca.Elisaremontólaladerayseescondiódetrásdeunmatorral;loscisnesseposaronmuycercadeella,agitandolasgrandesalasblancas.

No bien el sol hubo desaparecido bajo el horizonte, se desprendió elplumajede las avesy aparecierononce apuestospríncipes: loshermanosdeElisa.Lanzóellaunagudogrito,puesaunquesushermanoshabíancambiadomucho,lamuchachacomprendióqueeranellos;algoensuinteriorledijoquenopodíanserotros.Searrojóensusbrazos,llamándolosporsusnombres,ylosmozossesintieronindeciblementefelicesalveryreconocerasuhermana,tanmayoryay tanhermosa.Reíany llorabana lavez,yprontosecontaronmutuamenteelcruelprocederdesumadrastra.

—Nosotros —dijo el hermano mayor— volamos convertidos en cisnessalvajes mientras el sol está en el cielo; pero en cuanto se ha puesto,recobramosnuestrafigurahumana;poresodebemoscuidarsiempredetenerun punto de apoyo para los pies a la hora del anochecer, pues entonces sivolásemoshacalasnubes,nosprecipitaríamosalabismoalrecuperarnuestracondicióndehombres.Nohabitamosaquí;allendeelocéanohayunatierratanhermosacomoésta,peroelcaminoesmuylargo,atravésdetodoelmar,ysinislasdondepernoctar;sólounarrecifesolitarioemergedelasaguas,justoparadescansarenélpegadosunosaotros;ysielmarestámuymovido,susolassaltanporencimadenosotros;pero,contodo,damosgraciasaDiosdequelaroca esté allí.En ella pasamos la noche en figurahumana; si no la hubiera,nuncapodríamosvisitarnuestraamadatierranatal,pueslatravesíanosllevadosdelosdíasmáslargosdelaño.Unasolavezalañopodemosvolveralapatria,dondenosestápermitidopermanecerporespaciodeoncedías,volandoporencimadelbosque,desdeelcualvemoselpalacioenquenacimosyquees morada de nuestro padre, y el alto campanario de la iglesia donde estáenterradanuestramadre.Estandoallí,nosparececomosiárbolesymatorralesfuesenfamiliaresnuestros;loscaballossalvajescorrenporlaestepa,comolosvimosennuestra infancia; loscarboneroscantan lasviejascancionesacuyoritmobailábamosdepequeños;esnuestrapatria,quenosatraeyenlaquetehemosencontrado,hermanitaquerida.Tenemosaúndosdíasparaquedarnos

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aquí,pero luegodeberemoscruzarelmarenbuscadeuna tierraespléndida,peroquenoeslanuestra.¿Cómollevarteconnosotros?noposeemosningúnbarco,niunmíserobote,nadaenabsolutoquepuedaflotar.

—¿Cómopodríayoredimiros?—preguntólamuchacha.

Estuvieronhablandocasitodalanoche,ydurmieronbienpocashoras.

Elisa despertó con el aleteo de los cisnes que pasaban volando sobre sucabeza.Sushermanos, transformadosdenuevo,volabanengrandescírculos,y,sealejaron;perounodeellos,elmenordetodos,sehabíaquedadoentierra;reclinólacabezaensuregazoyellaleacariciólasblancasalas,yasípasaronjuntostodoeldía.Alanochecerregresaronlosotros,ycuandoelsolsepusorecobrarontodossufiguranatural.

—Mañana nos marcharemos de aquí para no volver hasta dentro de unaño;peronopodemosdejartedeestemodo.¿Tesientesconvalorparavenircon nosotros? Mi brazo es lo bastante robusto para llevarte a través delbosque, y, ¿no tendremos entre todos la fuerza suficiente para transportartevolandoporencimadelmar?

—¡Sí,llevadmeconvosotros!—dijoElisa.

Emplearontodalanochetejiendounagrandeyresistenteredconjuncosyflexiblecortezadesauce.Se tendióenellaElisa,ycuandosalióelsoly loshermanossehubierontransformadoencisnessalvajes,cogiendolaredconlospicos, echaron a volar con su hermanita, que aún dormía en ella, y seremontaronhastalasnubes.Alverquelosrayosdelsolledabandellenoenlacara,unodeloscisnessesituóvolandosobresucabeza,parahacerlesombraconsusanchasalasextendidas.

Estaban ya muy lejos de tierra cuando Elisa despertó. Creía soñar aún,puestanextrañoleparecíaverseenlosaires,transportadaporencimadelmar.Asuladoteníaunaramallenadeexquisitasbayasrojasyunmanojoderaícesaromáticas.Elhermanomenorlashabíarecogidoypuestojuntoaella.

Elisaledirigióunasonrisadegratitud,puesloreconoció;eraelquevolabaencimadesucabeza,haciéndolesombraconlasalas.

Ibantanaltos,queelprimerbarcoquevieronasuspiesparecíaunablancagaviota posada sobre el agua.Tenían a sus espaldas unagrannube; era unamontaña,enlaqueseproyectabalasombradeElisaydelosoncecisnes:ellodemostrabalaenormealturadesuvuelo.Elcuadroeramagnífico,comojamásvieralamuchacha;peroalelevarsemáselsolyquedarrezagadalanube,sedesvaneciólahermosasilueta.

Siguieronvolandodurante todoeldía, raudoscomozumbantes saetas;y,sinembargo,llevabanmenosvelocidadquedecostumbre,pueslosfrenabael

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pesodelahermanita.Selevantómaltiempo,yelatardecerseacercaba;Elisaveía angustiada cómo el sol iba hacia su ocaso sin que se vislumbrase elsolitario arrecife en la superficie delmar. Se daba cuenta de que los cisnesaleteaban con mayor fuerza. ¡Ah!, ella tenía la culpa de que no pudiesenavanzar con la ligereza necesaria; al desaparecer el sol se transformarían ensereshumanos,seprecipitaríanenelmaryseahogarían.Desdeelfondodesucorazón elevó una plegaria a Dios misericordioso, pero el acantilado noaparecía.Losnegrosnubarronesseaproximabanpormomentos,ylasfuertesráfagasdevientoanunciabanlatempestad.Lasnubesformabanunúnicoarco,grandeyamenazador,queseadelantabacomosifuesedeplomo,ylosrayossesucedíansininterrupción.

El sol sehallabayaalniveldelmar.AElisa lepalpitabael corazón; loscisnesdescendieronbruscamente,contantarapidez,quelamuchachatuvolasensación de caerse; pero en seguida reanudaron el vuelo. El círculo solarhabíadesaparecidoensumitaddebajodelhorizontecuandoElisadistinguióporprimeravezelarrecifealfondo,tanpequeño,quehabríasedicholacabezadeunafocaasomandofueradelagua.Elsolseguíaocultándoserápidamente,yanoeramayorqueunaestrella,cuandosupietocótierrafirme,yenaquelmismomomentoel astrodeldía se apagócual laúltimachispaenunpapelencendido.Vioasushermanosrodeándola,cogidostodosdelbrazo;habíaelsitiojustoparalosdoce;elmarazotabalaroca,proyectandosobreellosunalluviadeaguapulverizada;elcieloparecíaunaenormehoguera,ylostruenosretumbaban sin interrupción.Loshermanos, cogidosde lasmanos, cantabansalmosyencontrabanenellosconfianzayvalor.

Alamanecer,elcielo,purísimo,estabaencalma;nobiensalióelsol, loscisnesreemprendieronelvuelo,alejándosedelaislaconElisa.Elmarseguíaaún muy agitado; cuando los viajeros estuvieron a gran altura, les pareciócomosilasblancascrestasdeespuma,quesedestacabansobreelaguaverdenegruzca,fuesenmillonesdecisnesnadandoentrelasolas.

Alelevarsemáselsol,Elisavioantesí,alolejos,flotandoenelaire,unatierramontañosa, con las rocas cubiertas de brillantesmasas de hielo; en elcentro se extendía un palacio, que bien mediría una milla de longitud, conatrevidascolumnatassuperpuestas;debajoondeabanpalmeralesymagníficasflores, grandes como ruedas de molino. Preguntó si era aquél el país dedestino,peroloscisnessacudieronlacabezanegativamente;loqueveíaeraelsoberbio castillo de nubes de la Fata Morgana, eternamente cambiante; nohabíaallílugarparacriaturashumanas.Elisaclavóenéllamiradayviocómose derrumbaban las montañas, los bosques y el castillo, quedandoreemplazados por veinte altivos templos, todos iguales, con altas torres yventanales puntiagudos. Creyó oír los sones de los órganos, pero lo que enrealidadoíaeraelrumordelmar.Estabayamuycercadelostemploscuando

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éstos se transformaron en una gran flota que navegaba debajo de ella; y almirar al fondo vio que eran brumas marinas deslizándose sobre las aguas.Visionesconstantementecambiantesdesfilabanantesusojos,hastaquealfinvislumbróla tierrareal, términodesuviaje,congrandiosasmontañasazulescubiertasdebosquesdecedros,ciudadesypalacios.Muchoantesdelapuestadelsolseencontróenlacimadeunaroca,frenteaunagrancuevarevestidadedelicadasyverdesplantastrepadoras,comparablesabordadasalfombras.

—Vamos a ver lo que sueñas aquí esta noche —dijo el menor de loshermanos,mostrándoleeldormitorio.

—¡Quiera el Cielo que sueñe la manera de salvaros! —respondió ella;aquella idea no se le iba de la mente, y rogaba a Dios de todo corazónpidiéndoleayuda;hastaensueñoslerezaba.Yheaquíquelepareciócomosisaliera volando a gran altura, hacia el castillo de la FataMorgana; el hada,hermosísimayreluciente,salíaasuencuentro;y,sinembargo,separecíaalaviejaquelehabíadadobayasenelbosqueyhabladodeloscisnesconcoronasdeoro.

—Tushermanospuedenserredimidos—ledijo—;pero,¿tendrástúvaloryconstanciasuficientes?Ciertoqueelaguamoldealaspiedrasapesardesermásblandaquetusfinasmanos,peronosienteeldolorquesentirántusdedos,y no tiene corazón, no experimenta la angustia y la pena que tú habrás desoportar.¿Vesestaortigaquetengoenlamano?Puesalrededordelacuevaenqueduermescrecenmuchasdesuespecie,perofíjatebienenqueúnicamentesirven las que crecen en las tumbas del cementerio.Tendrás que recogerlas,pormásquetellenenlasmanosdeampollasardientes;rompelasortigasconlospiesyobtendráslino,conelcualtejerásoncecamisones;losechassobrelosonce cisnes, y el embrujodesaparecerá.Pero recuerdabienquedesde elinstanteenqueempieces la laborhastaque la terminesno te estápermitidopronunciar una palabra, aunque el trabajo dure años. A la primera quepronuncies,unpuñalhomicidasehundiráenelcorazóndetushermanos.Detulenguadependesusvidas.Noolvidesnadadeloquetehedicho.

Elhadatocóentoncesconlaortigalamanodeladormidadoncella,yéstadespertócomoalcontactodelfuego.Erayaplenodía,ymuycercadellugardondehabíadormidocrecíaunaortigaidénticaalaquevieraensueños.CayóderodillasparadargraciasaDiosmisericordiosoysaliódelacuevadispuestaainiciarsutrabajo.

Cogióconsusdelicadasmanoslashorriblesplantas,quequemabancomofuego, y se le formaron grandes ampollas enmanos y brazos; pero todo loresistía gustosamente, con tal de poder liberar a sus hermanos. Partió lasortigasconlospiesdescalzosytrenzóelverdelino.

Alanochecerllegaronloshermanos,loscualesseasustaronalencontrara

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Elisamuda.Creyeronquese tratabadealgúnnuevoembrujodesuperversamadrastra;peroalversusmanos,comprendieronelsacrificioquesuhermanasehabíaimpuestoporsuamor;elmáspequeñorompióallorar,ydondecaíansus lágrimas se le mitigaban los dolores y le desaparecían las abrasadorasampollas.

Pasólanochetrabajando,puesnoqueríatomarseunmomentodedescansohastaquehubieseredimidoasushermanosqueridos;ycontinuódurantetodoeldíasiguiente,enausenciade loscisnes;yaunqueestabasola,nuncapasóparaellaeltiempotandeprisa.Teníayaterminadouncamisónycomenzóelsegundo.

Enestoresonóuncuernodecazaenlasmontañas,ylaprincesaseasustó.Lossonesseacercabanprogresivamente,acompañadosdeladridosdeperros,porloqueElisacorrióaocultarseenlacuevay,atandoenunfajolasortigasquehabíarecogidoypeinado,sesentóencima.

Enaquelmismomomentoaparecióenelvalle,saltando,unenormeperro,seguidomuyprontodeotros,queladrabanycorríandeunoaotrolado.Pocodespuéstodosloscazadoresestabandelantedelagruta;elmásapuestoeraelreydelpaís.SeacercóaElisa;nuncahabíavistoaunamuchachatanbella.

—¿Cómollegasteaquí,preciosa?—dijo.Elisasacudiólacabeza,puesnopodíahablar:ibaenellolaredenciónylavidadesushermanos;yocultólasmanosdebajodeldelantalparaqueelReynovieseeldolorquelaafligía.

—Venteconmigo—dijoelpríncipe—,nopuedesseguiraquí.Sieres tanbuenacomohermosa, tevestirédeseday terciopelo, tepondré lacoronadeoro en la cabeza y vivirás en el más espléndido de mis palacios —y asídiciendolasubiósobresucaballo.

Ellallorabayagitabalasmanos,peroelReydijo:

—Sólo quiero tu felicidad. Un día me lo agradecerás—. Y se alejarontodosporentre lasmontañas,montadaelladelanteyescoltadade losdemáscazadores.

Alponerseelsolllegaronalavistadelahermosacapitaldelreino,consusiglesiasycúpulas.ElSoberanolacondujoapalacio,unsoberbioedificiocongrandessurtidoresen lasaltassalasdemármol; lasparedesy techosestabancubiertosdepinturas;peroElisanoveíanada,susojosestabanhenchidosdelágrimas, y su alma, de tristeza; indiferente a todo, se dejó poner vestidosreales,perlasenelcabelloyguantesenlasinflamadasmanos.

Asíataviada,subellezaeratandeslumbrante,quetodalaCorteseinclinórespetuosamente ante ella; y el Rey la proclamó su novia, pese a que elarzobispo sacudía la cabeza y murmuraba que seguramente la doncella del

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bosqueeraunabruja,quehabíaofuscadolosojosytrastornadoelcorazóndelRey.

Éste,empero,nolehizocasoymandóquetocaselamúsica,sirviesenlosmanjares más exquisitos y bailasen las muchachas más lindas; luego lacondujoaunosmagníficossalones,pasandoporolorososjardines.Peronilamás leve sonrisa se dibujó en sus labios ni se reflejó en sus ojos, llenos detristeza.ElReyabrióunapequeñahabitacióndestinadaadormitoriodeElisa;estabaadornadaconpreciosostapicesverdes,yseparecíasorprendentementea la gruta que le había servido de refugio.En el suelo había el fajo de linohiladodelasortigas,ydebajodelamanta,elcamisónyaterminado.Todolohabíatraídounodeloscazadores.

—Aquípodrásimaginartequeestásentuantiguohogar—ledijoelRey—.Ahí tienesel trabajoenqueteocupabas;enmediodetodoesteesplendor teagradarárecordaraquellostiempos.

Al ver Elisa aquellas cosas tan queridas de su corazón, sintió que unasonrisasedibujabaensubocayquelasangreafluíadenuevoasusmejillas.Pensó en la salvación de sus hermanos y besó la mano del Rey, quien laestrechó contra su pecho y dio orden de que las campanas de las iglesiasanunciasenlapróximaboda.Lahermosaymudadoncelladelbosqueibaaserreinadelpaís.

El arzobispo no cesaba demurmurar palabrasmalévolas a los oídos delRey, pero no penetraban en su corazón, pues estaba firmemente decidido acelebrar la boda. El propio arzobispo tuvo que poner la corona a la nuevasoberana;ensuenojo,selaencasquetóhastalafrente,contalviolenciaquelehizodaño.Peromayoreralaopresiónquelanuevareinasentíaenelpecho:laangustia por sus hermanos; y esta pena del alma le impedía notar lossufrimientosdel cuerpo.Suboca seguíamuda, puesuna solapalabrahabríacostadolavidaasushermanos;massusojosexpresabanunamorsinceroporaquelreybuenoyapuesto,quesedesvivíaporcomplacerla.Dedíaendíaibaqueriéndolo más tiernamente, y sólo deseaba poder comunicarle sus penas.Peronoteníamásremedioqueseguirmuda,ymudadebíaterminarsutarea.Poreso,durantelanochesedeslizabadesuladoy,yendoalpequeñoaposentoadornadocomo lagruta,confeccionaba loscamisones,uno trasotro;peroaldisponerseaempezarelséptimo,vioqueselehabíaterminadoellino.

Noignorabaqueenelcementeriocrecíanlasortigasquenecesitaba;perodebíacogerlasellamisma.¿Cómohacerlo?¿Cómosalirsinserobservada?

«¡Ah,quérepresentaeldolordemisdedoscomparadoconeltormentoquesufremicorazón!—pensaba—.Esnecesarioquemeaventure.NuestroSeñornoretirarádemísumanobondadosa».Angustiada,comosifueseacometerunamalaacción,salióahurtadillasaljardín.Alaluzdelaluna,siguióporlas

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largasavenidasyporlascallessolitarias,dirigiéndosealcementerio.Sentadasenunagran losa funerariaviouncorrode feasbrujas;ypresenció cómosedespojabandesusharapos,cual si sedispusieranabañarse,ycon losdedoslargos y escuálidos extraía la tierra de las sepulturas recientes, sacaban loscadáveres y devoraban su carne. Elisa hubo de pasar cerca de ellas y fueblancode susmalasmiradas,pero lamuchacha,orandoen silencio, recogiósusortigasylasllevóapalacio.

Unasolapersona lahabíavisto,elarzobispo,elcualvelabamientras losdemásdormían.Así, pues, había tenido razónal sospecharque laReina eraunabruja;poresohabíahechizadoalReyyatodoelpueblo.

EnelconfesionariocomunicóalReyloquehabíavistoyloquetemía;ycuandolasduraspalabrassalierondesuboca,lossantosdetallamenearonlascabezas,comodiciendo:«Noesverdad,Elisaesinocente».Peroelarzobispointerpretóelgestodemododistinto;pensóquedeclarabancontraellayqueeransuspecadoslosquehacíanagitarlascabezasdelossantos.Dosgruesaslágrimasrodaronpor1asmejillasdelRey,yvolvióapalacioconladudaenelcorazón. A la noche siguiente simuló dormir, aunque el sueño no habíaacudidoasusojos,viocómoElisaselevantaba,ylomismoserepitióenlasnochessiguientes;y,siguiéndola,laveíadesaparecerenelaposento.

Susemblante se tornabacadadíamássombrío.Elisa sedabacuenta, sincomprenderelmotivo,y, angustiada, sufríacadavezmásen sucorazónporsus hermanos. Sus ardientes lágrimas fluían por el terciopelo y la púrpurareales,depositándosecualdiamantespurísimos;ytodoslosqueveíanelricoesplendor de sus ropas la envidiaban por ser Reina. Estaba ya a punto determinarsutarea;ysólolefaltabauncamisón;peronolequedabayanilinoniortigas. Por tanto, tuvoque dirigirse por últimavez al cementerio a recogerunosmanojos.Pensóconangustiaenlasolitariaexpediciónyenlashorriblesbrujas,perosuvoluntadseguíafirme,comosuconfianzaenDios.

Salió Elisa, seguida por el Rey y el arzobispo, quienes la vierondesaparecertraslareja,yalacercarsevierontambiénlasbrujassentadasenlaslosassepulcrales;yelReysevolvió,convencidodequeeraunadeellaslaqueaquellamismanochehabíareclinadoaúnlacabezasobresupecho.

—¡Qué el pueblo la juzgue! —dijo; y el pueblo sentenció que fuesequemadaviva.

De los lujosos salones de palacio la condujeron a un calabozo oscuro yhúmedo, donde el viento silbaba a través de la reja. En vez de terciopelo yseda,ledieronelmontóndeortigasquehabíarecogido,paraquelesirviesende almohada; los burdos y ardorosos camisones que había confeccionadoserían sus mantas; y, sin embargo, aquello era lo mejor que podían darle;reanudó su trabajoy elevó suspreces aDios.Fuera, losgolfos callejeros le

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cantaban canciones insultantes; ni un alma acudía a prodigarle palabras deconsuelo.

Haciaelanocheceroyódelantedelarejaelrumordelasalasdeuncisne;erasuhermanomenor,quehabíaencontradoasuhermana.Prorrumpióéstaensollozosdealegría,apesardesaberqueaquellanocheseríaprobablementelaúltimadesuexistencia.Pero teníael trabajocasi terminado,ysushermanosestabanallí.

Se presentó el arzobispo para asistirla en su última hora, como habíaprometido al Rey;mas ellameneó la cabeza, y con lamirada y el gesto lepidióquesemarchase.Aquellanochedebíaterminarsutarea;deotromodo,todo habría sido inútil: el dolor, las lágrimas, las largas noches en vela. Elpreladosealejódirigiéndolepalabrasdeenojo,maslapobreElisasabíaqueerainocenteyprosiguiósulabor.

Los ratoncillos corrían por el suelo, acercándole las ortigas a sus pies,deseosos de ayudarla, y un tordo se posó en la reja de la cárcel y estuvocantandotodalanochesusmásalegrescanciones,parainfundirvaloraElisa.

Rayaba ya el alba; faltaba una hora para salir el sol, cuando los oncehermanossepresentarona lapuertadepalacio, suplicandoserconducidosapresencia delRey. Imposible—se les respondió—, era de noche todavía, elSoberanoestabadurmiendoynoselepodíadespertar.Rogaron,amenazaron,vinolaguardia,yelpropioReysaliópreguntandoquésignificabaaquello.Enaquelmomentosalióel solydesaparecieron loshermanos,perooncecisnessalvajesvolaronencimadelpalacio.

Porlapuertadelaciudadafluíaunagranmultitud;elpuebloqueríaasistira laquemadelabruja.Unviejo jamelgotirabade lacarretaenqueéstaeraconducida,cubiertaconunatúnicaderudaarpillera,sueltoelhermosocabelloalrededor de la cabeza, una palidez de muerte pintada en las mejillas. Suslabiossemovíanlevemente,mientraslosdedosseguíantejiendoelverdelino.Ni siquiera camino del suplicio interrumpía Elisa su trabajo; a sus pies seamontonabandiezcamisones,yestabaterminandoelúltimo.Elpopulacholaescarnecía:

—¡Mirad labrujacómomurmura!No llevaen lamanoundevocionario,no,sigueconsusbrujerías.¡Destrozadlaenmilpedazos!

Se lanzaron hacia ella para arrancarle los camisones, y en el mismomomento acudieron volando once blancos cisnes, que se posaron a sualrededoren lacarreta, agitando lasgrandesalas.Alverlo, lamuchedumbreretrocedióaterrorizada.

—¡Es un signo del cielo! ¡No cabe duda de que es inocente!—decíanmuchosenvozbaja;peronoseatrevíanaexpresarsedeotromodo.

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Elverdugolaagarródelamano,yentoncesellaechórápidamentelosoncecamisones sobre los cisnes, que en el acto quedaron transformados en otrostantos gallardos príncipes; sólo elmenor tenía un ala en lugar de un brazo,puesfaltabaunamangaasucamisón;lamuchachanohabíatenidotiempodeterminarlo.

—Ahorayapuedohablar—exclamó—.¡Soyinocente!Elpueblo,alverloocurrido,sepostróanteellacomoanteunasanta;peroElisacayódesmayadaenbrazosdesushermanos,nopudiendoresistirtantasemociones,angustiasydolores.

—¡Sí, es inocente!—gritó el hermanomayor, y contó al pueblo todo losucedido,ymientrashablabaseesparcióunafraganciacomodemillonesderosas, pues cada pedazo de leña de la hoguera había echado raíces yproyectabaramas.Eraunsetoaromático,altoycuajadoderosasencarnadas,conuna flor en la cumbre, blancaybrillante comouna estrella.La cortó elReyylapusoenelpechodeElisa,lacualvolvióensí,llenoelcorazóndepazyfelicidad.

Lascampanasde todas las iglesiassepusierona repicarporsímismasylospájarosacudieronengrandesbandadas;pararegresarapalacioseorganizóunacabalgatacomo,jamáslavieraunrey.

Eltullido

(Krøblingen)

Éraseunaantiguacasaseñorial,habitadaporgentejovenyapuesta.Ricosen bienes y dinero, querían divertirse y hacer el bien.Querían hacer feliz atodoelmundo,comoloeranellos.

Por Nochebuena instalaron un abeto magníficamente adornado en elantiguo salón de Palacio.Ardía el fuego en la chimenea, y ramas del árbolnavideñoenmarcabanlosviejosretratos.

Desde el atardecer reinaba también la alegría en los aposentos de laservidumbre. También había allí un gran abeto con rojas y blancas velillasencendidas, banderitas danesas, cisnes recortados y redes de papeles decolores y llenas de golosinas. Habían invitado a los niños pobres de laparroquia,ycadaunohabíaacudidoconsumadre,alacual,másquealacopadelárbol, se le iban losojosa lamesadeNochebuena,cubiertaderopasdelanaydehilo,ytodaclasedeprendasdevestir.Aquelloeraloquemirabanlasmadresyloshijosyamayorcitos,mientraslospequeñosalargabanlosbrazoshacialasvelillas,eloropelylasbanderitas.

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Lagentehabíallegadoaprimerashorasdelatarde,yfueobsequiadaconla clásica sopa navideña y asado de pato con berza roja. Una vez hubieroncontempladoelárboly recibido los regalos,sesirvióacadaunounvasodeponcheymanzanasrellenas.

Regresaron entonces a sus pobres casas, donde se habló de la «buenavida»,esdecir,delabuenacomida,ysepasóotravezrevistaalosregalos.

EntreaquellagenteestabanGarte-irstenyGarten-Ole,unmatrimonioqueteníacasaycomidaacambiodesutrabajoeneljardíndeSusSeñorías.CadaNavidadrecibíansubuenapartedelosregalos.Teníanademáscincohijos,yatodoslosvestíanlosseñores.

—Sonbondadososnuestrosamos—decían—.Tienenmediosparahacerelbien,ygozanhaciéndolo.

—Ahítienenbuenasropasparaquelasrompanloscuatro—dijoGarten-Ole—.Mas,¿porquénohaynadaparael tullido?Siempresuelenacordarsedeél,aunquenovayaalafiesta.

Eraelhijomayor,alquellamaban«Eltullido»,perosunombreeraJuan.De niño había sido el más listo y vivaracho, pero de repente le entró una«debilidad en las piernas», como ellos decían, y desde entonces no pudotenersedepieniandar.Llevabayacincoañosencama.

—Sí,algomehandadotambiénparaél—dijolamadre.Peroessólounlibro,paraquepuedaleer.

—¡Esonoloengordará!—observóelpadre.

Pero Hans se alegró de su libro. Era un muchachito muy despierto,aficionadoalalectura,aunqueaprovechabatambiéneltiempoparatrabajarenlascosasútilesencuantoselopermitíasucondición.Eramuyágildededos,ysabíaemplearlasmanos;confeccionabacalcetinesdelana,einclusomantas.Laseñorahabíahechogranencomiodeellasylashabíacomprado.

Eraun librodecuentoselqueacababanderegalaraHans,yhabíaenélmuchoqueleer,ymuchoqueinvitabaapensar.

—Denadavaaservirle—dijeronlospadres—.Perodejemosque lea, leayudaráamatareltiempo.Nosiemprehadeestarhaciendocalceta.

Vinolaprimavera.Empezaronabrotarlahierbaylasflores,ytambiénloshierbajos,comosesuelellamaralasortigasapesardelascosasbonitasquedeellasdiceaquellacanciónreligiosa:

Silosreyessereuniesen

yjuntaransustesoros,

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nopodríanañadir

unasolahojaalaortiga.

EneljardíndeSusSeñoríashabíamuchoquehacer,nosolamenteparaeljardineroysusaprendices,sinotambiénparaGarten-KirstenyGarten-Ole.

—¡Qué pesado! —decían—. Aún no hemos terminado de escardar yarreglar loscaminos,yya loshanpisadodenuevo. ¡Hayunajetreocon losinvitadosdelacasa!¡Loquecuesta!Suertequelosseñoressonricos.

—¡Quémalrepartidoestátodo!—decíaOle—.Segúnelseñorcura,todossomoshijosdeDios.¿Porquéestasdiferencias?

—Porculpadelpecadooriginal—respondíaKirsten.

De eso hablaban una noche, sentados junto a la cama del tullido, queestabaleyendosuscuentos.

Lasprivaciones,lasfatigasyloscuidadoshabíanencallecidolasmanosdelos padres, y también su juicio y sus opiniones.No lo comprendían, no lesentrabaenlacabeza,yporesohablabansiempreconamargurayenvidia.

—Hayquienviveenlaabundanciaylafelicidad,mientrasotrosestánenla miseria. ¿Por qué hemos de purgar la desobediencia y la curiosidad denuestrosprimerospadres?¡Nosotrosnonoshabríamosportadocomoellos!

—Sí, habríamos hecho lo mismo—dijo súbitamente el tullido Hans.—.Aquíestá,enellibro.

—¿Quéesloqueestáenellibro?—preguntaronlospadres.

Y entonces Hans les leyó el antiguo cuento del leñador y su mujer.TambiénellosdecíanpestesdelacuriosidaddeAdányEva,culpablesdesudesgracia.Heaquíqueacertóapasarelreydelpaís:«Seguidme—lesdijo—yviviréistanbiencomoyo:sieteplatosparacomeryunoparamirarlo.Estáenunasoperatapada,quenodebéistocar;delocontrario,sehabráterminadovuestrabuenavida».«¿Quépuedehaberen la sopera?»,dijo lamujer.«¡Nonos importa!», replicó el marido. «No soy curiosa—prosiguió ella—; sóloquisierasaberporquénonosestápermitidolevantarlatapadera.Estoyseguraqueesalgoexquisito».«Contalquenohayaalgunatrampa,porejemplo,unapistola que al dispararse despierte a toda la casa». «Tienes razón», dijo lamujer, sin tocar la sopera.Pero aquellanoche soñóque la tapa se levantabasolaysalíadelrecipienteelaromadeaquelponchedeliciosoquesesirveenlasbodasy losentierros.Yhabíaunamonedadeplataconesta inscripción:«Si bebéis de este ponche, seréis las dos personas más ricas del mundo, ytodos los demás hombres se convertirán en pordioseros comparados convosotros». Se despertó la mujer y contó el sueño a su marido. «Piensasdemasiado en esto», dijo él. «Podríamos hacerlo con cuidado», insistió ella.

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«¡Cuidado!»,dijoelhombre;ylamujerlevantócongrancuidadolatapa.Yheaquíquesaltarondosligerosratoncillos,yenunsantiaméndesaparecieronporunaratonera.«¡Buenasnoches!—dijoelRey—.Yapodéisvolverosavuestracasa a vivir de lo vuestro. Y no volváis a censurar a Adán y Eva, pues oshabéismostradotancuriososydesagradecidoscomoellos».

—¡Cómohabrávenidoapararallibroestahistoria!—dijoGarten-Ole.

—Diríasequeestáescritaprecisamenteparanosotros.Escosadepensarlo.

Aldíasiguientevolvieronal trabajo.Los tostóelsol,y la lluvia loscalóhastaloshuesos.Rumiaronsusmelancólicospensamientos.

Nohabíaanochecidoaún,cuandoyahabíancenadosuspapillasdeleche.

—¡Vuelvealeernoslahistoriadelleñador!—dijoGarten-Ole.

—Hayotrasquetodavíanoconocéis—respondióHans.

—NomeimportandijoGarten-Ole—.Prefierooírlaqueconozco.

Y elmatrimonio volvió a escucharla; ymásde unanoche se la hicieronrepetir.

—Noacabodeentenderlo—dijoGarten-Ole—.Conlaspersonasocurreloqueconlaleche:quesecuaja,yunaparteseconvierteenfinorequesón,ylaotra,ensueroaguado.Loshayquetienensuerteentodo,sepasaneldíamuyrepantingadosynosufrencuidadosniprivaciones.

Eltullidooyóloquedecía.Elchicoeradébildepiernas,perodespejadodecabeza,ylesleyódesulibrouncuentotitulado«Elhombresinnecesidadesnipreocupaciones».¿Dóndeestaríaesehombre?Habíaquedarconél.

ElReyestabapostradoensucamadeenfermo,ynopodríacurarhastaquesepusiera lacamisadeunhombrequeenverdadpudieraafirmarque jamáshabía sabido lo que era una preocupación o una necesidad. Se enviaronemisariosatodoslospaísesdelmundo,acastillosypalaciosyalascasasdetodosloshombresricosyalegres;perocuandoseinvestigabaafondo,todoshabíanpasadosuspenasydesgracias.

«¡Yono!—exclamóunporquerizoque,sentadoalbordedelazanja,reíaycantaba—.¡Yosoyelmásfelizdeloshombres!».«Danostucamisa,pues—dijeronlosenviados—.Tepagaremosconlamitaddelreino».

Peroelhombrenoteníacamisa,y,sinembargo,seconsiderabaelmásfelizdelosmortales.

—¡Quétipo!—exclamóGarten-Ole,yélysumujerserieroncomonolohabíanhechodesdehacíamuchotiempo.

Enestoacertóapasarelmaestrodelpueblo.

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—¡Qué alegres estáis! —dijo—. Esto es una novedad en vuestra casa.¿Habéissacadolalotería,acaso?

—¡Nada de eso! —respondió Garten-Ole—. Es que Hans nos estabaleyendo un cuento de su libro. Era el cuento del «Hombre sinpreocupaciones»,yresultaquenollevabacamisa.Estascosasleabrenaunolosojos,ymáscuandoestánenunlibroimpreso.Cadaunotienequellevarsucruz,yestoessiempreunconsuelo.

—¿Dedóndesacasteisellibro?—preguntóelmaestro.

—Se lo regalaron a Hans hace un año, para Navidad. Se lo dieron losseñores.Ya sabe usted cómo le gusta leer, a pesar de ser tullido.Aquel díahubiéramos preferido que le regalaran camisas. Pero es un libro notable.Parecequerespondeanuestrospensamientos.

Elmaestrocogióellibroyloabrió.

—Léenos otra vez lamisma historia—dijoGarten-Ole—; todavía no lacomprendodeltodo.Ydespuésnosleeráladelleñador.

AOlelebastabanaquellosdoscuentos.Enlamíseravivienda,ysobresuánimoamargado,producíanelefectodedosrayosdesol.

Hanssehabíaleídotodoellibrodecaboarabo,yvariasveces.Aquelloscuentos lo transportabanalvastomundode fuera, alquenopodía irporquesuspiernasnolosostenían.

Elmaestrosesentóalaveradesulechoylosdosseenfrascaronenunaagradableconversación.

Desdeaqueldía,elmaestroacudióconmásfrecuenciaalacasadeHans,mientrassuspadresestabantrabajando.Ycadaunadesusvisitaseraparaelniño una verdadera fiesta. ¡Cómo escuchaba lo que el anciano le explicabaacercadelainmensidaddelaTierraydesusmuchospaíses,ydequeelSoleramediomillóndevecesmayorquenuestroGloboy estaba tan lejos, queunabaladecañónnecesitaríaveinticincoañosparacubrirladistanciaqueloseparadelaTierra,mientraslosrayosluminososllegabanenochominutos!

Soncosasquesabecualquieralumnoaplicado,peroerannovedadesparaHans,másmaravillosasaúnqueloscuentosdellibro.

Variasvecesalañoinvitabanlosseñoresalmaestroacomer,yundíaéstelesexplicólaimportanciaqueparalapobrecasateníaellibrodecuentos,yelbienquedosdeelloshabíanaportado.Consulectura,elpobreperointeligentetullidohabíallevadoalacasalareflexiónylaalegría.

Almarcharseelmaestro,laseñoralepusoenlamanounpardebrillantesescudosdeplataparaelpequeñoHans.

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—¡Serán para mis padres! —dijo el muchacho al recibir el dinero delmaestro.

YGarten-OleyGarten-Kirstenexclamaron:

—AunsiendotullidonostraeHansbeneficiosybendiciones.

Unosdíasmástarde,hallándoselospadrestrabajandoenlapropiedaddesusamos,sedetuvoantelapuertadelahumildecasaelcochedelosseñores.Eraelamaqueveníadevisita,contentadequesuregalodeNavidadhubiesellevadotantoconsueloyalegríaalniñoyasuspadres.

Letraíapanblanco,frutayunabotelladezumodefrutas;peroloquemásentusiasmó al muchacho fue una jaula dorada, con un pajarito negro quecantaba maravillosamente. La pusieron sobre la vieja cómoda, a ciertadistanciadelacamadelmuchacho,paraqueéstepudieraveryoíralpájaro.Hastalagentequepasabaporlacarreterapodíaoírsucanto.

Garten-Ole y Garten-Kirsten regresaron cuando ya la señora se habíamarchado. Vieron lo alegre que estaba Hans, pero sólo pensaron en lascomplicacionesquetraeríaaquelregalo.

—Hay muchas cosas en que no piensan los ricos —dijeron. Ahoratendremosquecuidartambiéndelpájaro,pueseltullidonopuedehacerlo.¡Alfinselocomeráelgato!

Transcurrieronochodías,yluegoochomás.Enaqueltiempo,elgatohabíaentradomuchasvecesenlahabitaciónsinasustaralpájaronicausarleningúndaño.Yheaquíqueentoncesocurrióunsucesoextraordinario.

Eraunatardeenquelospadresysushijoshabíansalidoasutrabajo.Hansestabasolo,ellibrodecuentosenlamano,leyendoeldelamujerdelpescadorque vio realizados todos sus deseos. Quiso ser reina y lo fue, quiso seremperatrizy lo fue;máscuandopretendió ser comoDiosNuestroSeñor, seencontróenelbarrizaldelquehabíasalido.

Aquel cuento no guardaba relación alguna con el pájaro ni con el gato,pero ¡fue precisamente el que estaba leyendo cuando sucedió el granacontecimiento!Seacordódeéltodoelrestodesuvida.

La jaula estaba sobre la cómoda, y el gato, sentado en el suelo, mirabafijamentealpájarocon susojos amarilloverdosos.Habíaalgoen la caradelfelino que parecía decir al pájaro: «¡Qué apetitoso estás! ¡Cuán a gusto tecomería!».

Hanslocomprendió.Loleyóenlacaradelgato.¡Fuera,gato!—gritó—.¡Lárgatedelcuarto!

Hábríasedichoqueelanimalsearqueabaparasaltar.

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Hansnopodía alcanzarlo, y sólo teníapara arrojarle sumayor tesoro: ellibrodecuentos.Selotiró,perosesoltólaencuadernación,quevolóhaciaunlado,mientraselcuerpodelvolumen,con todas lashojasdispersas, lohacíahaciaelopuesto.Elgatoretrocedióunpococonpasoslentos,mirandoaHans,comodiciéndole:

—¡Notemetasenmisasuntos,Hans!Yopuedoandarysaltar,ytúno.

Hansnoapartabalamiradadelgato,sintiendounagraninquietud;tambiénelpájaroparecíaalarmado.Nohabíanadieaquienpoderllamar;parecíacomosielgatolosupiera.Volvióaagacharseparasaltar,yHansagitólamantadelacama,pueslasmanossípodíamoverlas.Maselfelinonosepreocupabadelamanta,ycuandoselaarrojóelmuchacho,deunbrincosesubióalasillayalantepechodelaventana,conlocualquedóaúnmáscercadelpajarillo.

Hanssentíacómolasangrelebullíaenelcuerpo,peronopensabaenella,sinosóloenelgatoyenelpájaro.Fueradellecho,elniñonopodíavalerse,pues las piernas no lo sostenían. Sintió que le daba un vuelco el corazóncuandovioelgatosaltardelantepechodelaventanaychocarconlajaula,quesecayó,conelavecillaaleteandoespantadaensuinterior.

Hans lanzó un grito, sintió una sacudida en todo su cuerpo y,maquinalmente,bajódelacamaysefuealacómoda,donde,echandoalgato,cogiólajaulaconelasustadopájaro,yconellaenlamanoseechóacorreralacalle.

Conlágrimasenlosojossepusoagritar:

—¡Puedoandar,puedoandar!

Acababa de recobrar la salud. Es una cosa que puede suceder y que lesucedióaél.

Elmaestrovivíaapocadistancia,yelniñosedirigiócorriendoasucasa,descalzo,sinmásprendasquelacamisaylachaqueta,siempreconlajaulaenlamano.

—¡Puedoandar!—gritaba—. ¡SeñorDiosmío!—sollozabay llorabadepuraalegría.

Lahubo,ygrande,enlamoradadeGarten-OleyGarten-Kirsten.

—¡Quécosamejorpodíamosesperarennuestravida!—decíanlosdos.

Hansfuellamadoalamansióndelosseñores;hacíamuchosañosquenohabíarecorridoaquelcamino,ylepareciócomosilosárbolesylosavellanos,quetanbienconocía,losaludaranydijeran:«¡BuenosdíasHans!Bienvenidoalairelibre».Elsolleiluminabaelrostroyelcorazón.

Los jóvenes y bondadosos señores lo hicieron sentar a su lado, y se

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mostrarontancontentoscomosifueradesufamilia.

Perolamásencantadadetodosfuelaseñora,quelehabíaregaladoellibrodecuentosyelpajarillo,elcualhabíamuertodelsusto,esverdad,perohabíasido el instrumento de su recuperación, así como el libro había servido deconsuelo y regocijo a sus padres. Lo guardaba, lo guardaría siempre y loleería,pormuchosañosqueviviese.Enadelantepodríacontribuirasostenersu casa.Aprenderíaunoficio, tal vez el de encuadernador, pues, decía, «asípodréleertodosloslibrosnuevos».

Aquellatarde,despuésdehablarconsumarido,laseñoramandóllamaralospadresdelmuchacho.Eraunmocitopiadosoy listo, tenía inteligenciayseddesaber.Diosfavorecesiempreunacausajusta.

Por la noche los padres regresaron a su casa muy contentos,particularmenteKirsten;peroyaaldíasiguienteestabalamujerllorosaporqueHanssemarchaba.Ibabienvestido,eraunbuenchico,peroteníaquecruzarelmar,parairaunaciudadlejana,dondeasistiríaaunaescuela,yhabríandepasarmuchosañosantesdequesuspadresvolvieranaverlo.

No se llevó el libro de cuentos. Sus padres quisieron guardarlo comorecuerdo.Yelpadreloleíaconfrecuencia,perosólolashistoriasqueconocía.

YrecibieroncartasdeHans,cadaunamásoptimistaquelaanterior.Vivíaenunacasaconpersonasexcelentes,y,lomáshermosodetodoparaél:ibaala escuela. ¡Había en ella tanto que aprender y saber! Su mayor deseo erallegaraloscienañosysermaestro.

—¡Quién sabe si lo veremos! —dijeron sus padres, estrechándose lasmanoscomocuandoloscasaron.

—¡Quésuertehemos tenidoconHans!—decíaOle—.¡Diosnoolvidaaloshijosdelospobres,no!Justamenteeneltullidoibaamostrarsubondad.¿VerdadqueparececomosiHansnosleyerauncuentodellibro?

Lallavedelacasa

(Portnøglen)

Todaslasllavestienensuhistoria,y¡haytantas!Llavesdegentilhombre,llaves de reloj, las llaves de San Pedro…Podríamos contar cosas de todas,peronoslimitaremosahacerlodelallavedelacasadelseñorConsejero.

Aunquesaliódeunacerrajería,cualquierahubiesecreídoquehabíavenidode una orfebrería, según estaba de limada y trabajada. Siendo demasiado

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voluminosa para el bolsillo del pantalón, había que llevarla en la de lachaqueta, donde estaba a oscuras, aunque también tenía su puesto fijo en lapared, al lado de la silueta del Consejero cuando niño, que parecía unaalbóndigadeasadodeternera.

Dícesequecadapersonatieneensucarácteryconductaalgodelsignodelzodíacobajoelcualnació:Toro,Virgen,Escorpión,oelnombrequeseledéen el calendario.Pero la señoraConsejera afirmabaque sumaridonohabíanacido bajo ninguno de estos signos, sino bajo el de la «carretilla», puessiemprehabíaqueestarempujándolo.

Supadreloempujóaundespacho,sumadreloempujóalmatrimonio,ysuesposalocondujoaempujoneshastasucargodeConsejerodecámara,aunqueseguardómuybiendedecirlo;eraunamujercabalydiscreta,quesabíacallaratiempoyhablaryempujarenelmomentooportuno.

El hombre eraya entrado en años, «bienproporcionado», segúndecía élmismo, hombre de erudición, buen corazón y con «inteligencia de llave»,término que aclararemos más adelante. Siempre estaba de buen humor,apreciabaatodossussemejantesygustabadehablarconellos.Cuandoibaalaciudad,costabaDiosyayudahacerlevolveracasa,amenosquesuseñoraestuviese presente para empujarlo. Tenía que pararse a hablar con cadaconocidoqueencontraba;ysusconocidosnoeranpocos,porloquesiempreseenfriabalacomida.

LaseñoraConsejeralovigilabadesdelaventana.

—¡Ahí llega! —decía la criada—. Pon la sopa. ¡Vamos! Ahora se hadetenidoacharlarconuno.¡Sacaelpucherodelfuego,quecocerádemasiado!¡ahoraviene!¡Vuelvelaollaalfuego!—.Peronollegaba.

Avecesyaestabadebajomismodelaventanayhabíasaludadoasumujerconungestodelacabeza;peroacertabaapasarunconocidoynopodíadejarde dirigirle unas palabras. Y si luego sobrevenía un tercero, sujetaba alanteriorpor elojal, y al segundo lo cogíade lamano, alpropio tiempoquellamabaaotroquetratabadeescabullirse.

EraparaponerapruebalapacienciadelaConsejera.

—¡Consejero,consejero!—exclamaba—.¡Ay!Estehombrenacióbajoelsignodelacarretilla;nosemuevedelsitio,comonoleempujen.

Era muy aficionado a entrar en las librerías y ojear libros y revistas.Pagabaunpequeñohonorarioasu libreroacambiodepoderse llevaracasalos libros de nueva publicación. Se le permitía cortar las hojas en sentidolongitudinal,masnoeneltransversal,puesnohubieranpodidovendersecomonuevos.Era,entodoslosaspectos,unperiódicoviviente,puesestabaenterado

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denoviazgos,bodas,entierros,críticasliterariasycomadreríasciudadanas,ysolía hacer misteriosas alusiones a cosas que todo el mundo ignoraba. Lassabíaporlallavedelacasa.

Desdesustiemposdereciéncasados,losConsejerosvivíanencasapropia,y desde entonces tenían la misma llave. Lo que no conocían aún eran susmaravillosasvirtudes;éstasnolasdescubrieronhastamástarde.

Reinaba a la sazón FedericoVI. EnCopenhague no había aún ni gas nifarolesdeaceite,comonoexistíantampocoelTivolinielCasino,nitranvías,niferrocarriles.Habíapocasdiversiones,encomparaciónconlasdehoy.

Losdomingoseracostumbredarunpaseohastalapuertadelcementerio.Allí, la gente leía las inscripciones funerarias, se sentaba en la hierba,merendaba y echaba un traguito. O bien se llegaba hasta Friedrichsberg, aescucharlabandamilitarquetocabafrenteapalacio,ydondesecongregabamuchopúblicoparaveralafamiliarealremandoenlosestrechoscanales,conelReyaltimónylaReinasaludandodesdelabarcaatodoslosciudadanossindistincióndeclases.Lasfamiliasacomodadasdelacapitalibanallíatomarelté vespertino. En una casita de campo situada delante del parque lessuministrabanaguahirviendo,perolateteradebíantraérselaellos.

Allísedirigieron losConsejerosunasoleada tardededomingo; lacriadalosprecedíaconlatetera,uncestoconlacomidaylabotelladeaguardientedeSpendrup.

—Cogelallavedelacalle—dijolaConsejera—,noseaquealavueltanopodamosentrarencasa.Yasabesquecierranaloscurecer,yqueestamañanase rompió el cordón de la campanilla. Volveremos tarde. A la vuelta deFrederichsbergtenemosqueiraVesterbro,averlapantomimade«Arlequín»enelteatroCasortis.Lospersonajesbajanenunanube.Cuestadosmarcoslaentrada.

YfueronaFrederichsberg,oyeronlamúsica,vieronla lancharealconlabanderaondeante,yvierontambiénalancianomonarcayloscisnesblancos.Despuésdeunabuenameriendasedirigieronalteatro,perollegarontarde.

Losnúmerosdebailehabíanterminado,yempezadolapantomima.Comodecostumbre, llegaron tardepor culpadelConsejero,que sehabíadetenidocincuentavecesenelcaminoacharlarconunconocidoyotro.Enelteatroseencontrótambiénconbuenosamigos,ycuandoterminólafunciónhuboqueacompañar a una familia al «puente» a tomar un vaso de ponche; erainexcusable, y sólo tardarían diez minutos; pero estos diez minutos seconvirtieronenunahora;lacharlaerainagotable.Departicularinterésresultóun barón sueco, o tal vez alemán, elConsejero no lo sabía a punto fijo; encambio, retuvomuybien el truco de la llave que aquél le enseñó, y que ya

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nuncamásolvidaría.¡Fuelamardeinteresante!Consistíaenobligaralallavearesponderacuantoselepreguntara,aunlomásrecóndito.

La llave del Consejero se prestaba de modo particular a la experiencia,puesteníaelpaletónpesado.Elbarónpasabaelíndiceporelojodelallaveydejaba a ésta colgando; cada pulsación de la punta del dedo la ponía enmovimiento,haciéndoledarungiro,ysinolohacía,elbarónselasapañabaparahacerledarvueltasdisimuladamenteasuvoluntad.

Cadagiroeraunaletra,empezandodesdelaAyllegandohastalaquesequisiera,segúnelordenalfabético.Unavezobtenidalaprimeraletra,lallavegirabaensentidoopuesto; sebuscabaentonces la letra siguiente,yasíhastaobtener,conpalabrasyfrasesenteras,larespuestaalapregunta.Todoerapuracharlatanería, pero resultaba divertido. Este fue el primer pensamiento delConsejero,peroluegosedejósugestionarporeljuego.

—¡Vamos,vamos!—exclamó,alfin,laConsejera—.AlasdocecierranlapuertadePoniente.Nollegaremosatiempo,sólonosquedauncuartodehora.¡Yapodemoscorrer!

Teníanquedarseprisa.Variaspersonasquesedirigíana laciudadse lesadelantaron. Finalmente, cuando estaban ya muy cerca de la caseta delvigilante,dieron lasdocey secerró lapuerta,dejandoamuchagente fuera,entreellaalosConsejerosconlacriada,lateteraylacanastavacía.Algunosestabanasustados,otrosindignados,cadacualselotomabaasumanera.¿Quéhacer?

Porfortuna,desdehacíaalgúntiemposehabíadadoordendedejarabiertauna de las puertas: la del Norte. Por ella podían entrar los peatones en laciudad,atravesandolacasetadelguarda.

Elcaminonoeracorto,perolanocheerahermosa,conuncieloserenoyestrellado,cruzadodevezencuandoporestrellasfugaces.Croabanlasranasenlosfososyenelpantano.Lagenteibacantando,unacancióntrasotra,peroelConsejeronocantabanimirabalasestrellas,ycomotampocomirabadondeponía los pies, se cayó, cuan largo era, sobre el borde del foso. Cualquierahabríadichoquehabíabebidodemasiado,masloqueselehabíasubidoalacabezanoeraelponche,sinolallave.

Finalmente,llegaronalapuertaNorte,yporlacasetadelguardaentraronenlaciudad.

—¡Ahorayaestoytranquila!—dijolaConsejera—.Estamosenlapuertadecasa.

—Pero,¿dóndeestálallave?—exclamóelConsejero.Nolateníanienelbolsillotraseroniellateral.

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—¡Diosnosampare!—dijolaConsejera—.¿Notieneslallave?Lahabrásperdido en tus juegos demanos con el barón. ¿Cómo entraremos ahora?Elcordóndelacampanillaserompióestamañana,comosabes,yelvigilantenotienellavedelacasa.¡Esparadesesperarse!

La criada se puso a chillar. El Consejero era el único que no perdía lacalma.

—Hayque romper un vidrio de la droguería—dijo—.Despertaremos altenderoyentraremosporsutienda.Meparecequeserálomejor.

Rompió un cristal, rompió otro, y gritando: «¡Petersen!», metió por elhuecoelmangodelparaguas.Delinteriorllególavozdelahijadeldroguero,el cual abrió la puerta de la tienda, gritando: «¡Vigilante!», y antes de quehubiesetenidotiempodeveryreconoceralafamiliaconsejerilydeabrirlelapuerta,silbóelvigilante,ydelacallecontigualerespondiósucompañeroconotrosilbido.Empezóaasomarsegentealasventanas:

—¿Dónde está el fuego? ¿Qué es ese ruido? —se preguntabanmutuamente, y seguían preguntándoselo todavía cuando ya el Consejeroestaba en su piso, se quitaba la chaqueta y… aparecía la llave; no en elbolsillo,sinoenelforro;sehabíametidoporunagujeroque,desdeluego,nodebieradeestarallí.

Desde aquella noche, la llave de la calle adquirió una particularimportancia, no sólo cuando se salía, sino también cuando la familia sequedaba en casa, pues el Consejero, en una exhibición de sus habilidades,formulaba preguntas a la llave y recibía sus respuestas. Pensaba él antes larespuestamásverosímilylahacíadaralallave.Alfin,élmismoacabóporcreerenlascontestaciones,muyalcontrariodelboticario,unjovenpróximoparientedelaConsejera.

Dichoboticarioeraunabuenacabeza,loquepodríamosllamarunacabezaanalítica. Ya de niño había escrito críticas sobre libros y obras de teatro,aunqueguardandoelanonimato,comohacentantos.Nocreíaenabsolutoenlosespíritus,ymuchomenosenlosdelasllaves.

—Veráusted,respetadoseñorConsejero—decía—:creoen la llaveyenlos espíritus de las llaves en general, tan firmemente como en esta nuevacienciaqueempiezaadifundirse,enelveladorgiratorioyenlosespíritusdelos muebles viejos y nuevos. ¿Ha oído, hablar de ello? Yo sí. He dudado,¿sabeusted?,puessoyalgoescéptico;peromeconvertíalleerunahorripilantehistoriaenunaprestigiosarevistaextranjera.¡ImagíneseseñorConsejero!Voyarelatárselotodo,talcomololeí.Dosmuchachosmuylistosvieroncómosuspadres evocaban el espíritu de una granmesa del comedor. Estaban solos eintentaron infundir vida a una vieja cómoda, imitando a sus padres. Y, en

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efecto, brotó la vida, se despertó el espíritu, perono tolerabaórdenesdadasporniños.Se levantócon tanta furia,que toda lacómodacrujía;abrió todosloscajones,yconlaspatas—laspatasdelacómoda—metióaunchiquilloencada cajón, echando luego a correr con ellos escaleras abajo y por la calle,hasta el canal, en el que se precipitó; los pequeñosmurieron ahogados.Loscadáveres recibieron sepultura en tierra cristiana, pero la cómoda fueconducidaanteeltribunal,acusadadeinfanticidioycondenadaaserquemadavivaenlaplazapública.¡Asíloheleído!—dijoelboticario—.Loheleídoenuna revista extranjera, conste que nome lo he inventado. ¡Qué la llavemelleve,sinodigoverdad!¡Lojuroporella!

ElConsejero consideró que se trataba de una broma demasiado grosera.Jamáslosdospudieronponersedeacuerdoenmateriadellaves;elboticarioeracerradoaellas.

El Consejero hizo muchos progresos en la ciencia llaveril. La llave seconvirtióensupasión,enlarevelacióndesuingenio.

Unanoche,cuandoelConsejerosedisponíaaacostarseyestabayamediodesnudo, alguien llamó a su cuarto desde el pasillo. Era el tendero, que sepresentabaapesarde loavanzadode lahora. Ibaél tambiénamediovestir,pero,segúndijo,selehabíaocurridounaideaytemíanopoderguardarlatodalanoche.

—SetratademihijaLotte-Lene;quisierahablarledeella.Esbonita,estáconfirmadaydesearíacolocarlabien.

—¡Todavíanosoyviudo!—dijoelConsejero,conunasonrisasatisfecha—.Nitengotampocounhijoaquienpoderofrecerle.

—Ustedyameentiende,señorConsejero—replicóeldroguero—.Mihijatocaelpianoysabecantar;lahabránoídodesdeaquí.Notienenideadeloquees capaz la chiquilla; sabe imitar la manera de hablar y los ademanes decualquier persona. Para el teatro está que ni pintada, y ésta es una buenacarreraparamuchachasbonitasydebuenafamilia.Alomejorsecasanconunconde,peroenestonoesenloquepensamos,niyoniLotte-Lene.Sabecantarysabetocarelpiano,últimamenteestuveconellaenlaescueladecanto.Lohizobien,peronotieneesoqueyollamovozcampanuda,nitampocoesegritodecanarioquealcanzalasnotasmásaltasyqueseexigealascantantes,porlocualmedisuadieronde que emprendiese esta carrera.En fin,medije, si nopuede ser cantante, podrá ser actriz; aquí sólo es cuestión de hablar. Estamañanahablédelcasoconelinstructor,comolollaman.«¿Esinstruida?»,mepreguntó. «No, en absoluto», le respondí. «La cultura es necesaria para unaartista»,replicóél.Puedetodavíaadquirirla,pensé,ymevolvíacasa.Acasosifueraaunabibliotecacirculantey leyera loquehayenella,medije.Yestanoche,cuandomedisponíaadesnudarme,semeocurriódeprontounaidea:

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¿Por qué alquilar libros cuando se pueden tener de prestado? El Consejerotienemuchosyselosdejaráleer.Enelloshaytodalacienciaquenecesita,yademáslostendrágratis.

—Lotte-Lene, ¡simpática chica! —respondió el Consejero—, una lindamuchacha.Nolefaltaránlibrosparaleer.Pero,¿tieneesoquellamanrasgosde ingenio, cómo le diré yo, algo de genial, genio, en fin? Y otra cosa nomenosimportante:¿tienesuerte?

—Sacó dos veces en la tómbola —dijo el tendero—: la primera, unarmarioropero,ylasegunda,seisparesdesábanas.Comosuerte,noestámal.

—Voyapreguntaralallave—dijoelConsejero.

Y poniéndola sobre su índice derecho y el del tendero, la hizo girar,sacandoletratrasletra.

Lallavedijo:«Victoriaysuerte».YconelloquedóselladoelporvenirdeLotte-Lene.

ElConsejeroledioinmediatamentedoslibros:«Dyveke»y«Tratoconlaspersonas»,deKhigge.

DesdeaquellanocheempezóunarelaciónmásíntimaentreLotteLeneyelConsejero.Subíaamenudodevisita,yelseñorlaencontrabaunamuchachajuiciosa, que creía en él y en la llave. La Consejera veía algo de infantil eingenuo en la franqueza con que confesaba su extrema ignorancia. Elmatrimonioseaficionóaellayalossuyos,cadaunoasumanera.

—¡Hueletanbienarriba!—decíaLotte-Lene.

Habíaunperfume,unafragancia,unoloramanzanasenelpasillo,dondela Consejera tenía un barril de manzanas de Gravenstein; y en todas lashabitacionesolíaarosasyaespliego.

—¡Estanbonito!—exclamabaLotte-Lene.Ysusojosserecreabanenlaprofusióndehermosasfloresquelaseñorateníasiempreallí;hastaenplenoinviernoflorecíanramasdelilasydecerezo.Lasramascortadasydeshojadaseranpuestasenagua,yenlacaldeadahabitaciónnotardabanendarfloresyhojas.

—Diríasequelasramasdesnudasnotienenvida,yfíjatecómoresucitan.

—Nunca se me habría ocurrido —decía Lotte-Lene—. Es hermosa laNaturaleza,despuésdetodo.

Y el Consejero lemostró su cuaderno de la llave, donde tenía anotadasmuchascosassorprendentesquelallavehabíadicho,inclusoacercademediatartademanzanaquehabíadesaparecidodelarmario,precisamenteunanocheenquelacriadahabíarecibidolavisitadesuenamorado.

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ElConsejerohabíapreguntadoa la llave:«¿Quién se comió el pastel, elgatooelnovio?».Ylallaverespondió:«Elnovio».ElConsejeroyalohabíasospechadoantesdepreguntarlo,ylacriadaloconfesó.Aquellamalditallavelosabíatodo.

—¿Verdadqueesnotable?—dijoelConsejero—.¡Lallave,lallave!YdeLotte-Lenedijo:«Victoriaysuerte».Yaveremos.Yoasílocreo.

—¡Esestupendo!—dijoLotte-Lene.

LaseñoraConsejeranoestabatansegura,peroseguardabasusdudasenpresenciadesumarido;mástardeconfióaLotte-LenequeelConsejero,ensujuventud,estuvolocoporelteatro.Sientoncesalguienlohubieseempujado,indudablementesehabríadistinguidocomoactor,pero la familiase lohabíaquitado de la cabeza. Quería salir a escena, y con este propósito llegó aescribirunacomedia.

—Esungransecretoestoqueacabodeconfiarle,miqueridaLotte-Lene.Laobranoeramala,pueslaaceptaronenelTeatroReal,aunquelasilbaronyya no se ha vuelto a hablar de ella; pero yome alegro. Soy su esposa y loconozco.Ahoraustedquiereseguirsumismocamino.Ledeseomuchasuerte,peroyonocreoquelacosamarche,notengofeenlallavedelacalle.

Lotte-Lenesítenía,fe,yenestocoincidíaconelConsejero.

Suscorazoneslatíanalunísonocontodahonestidadyrespetomutuo.Porotra parte, la muchacha poseía virtudes que la Consejera apreciaba en altogrado. Sabía elaborar fécula de patata, confeccionar guantes de seda conmediasviejas,forrarsesuszapatosdebaile,apesardequeteníamediosparacomprárselosnuevos.Segúndecíaeltendero,guardabachelinesenelcajóndelamesa,yobligacionesenelarcadecaudales.Seríaunaesposaexcelenteparaelboticario,pensabalaConsejera;peroselocallabaynoqueríaquelodijesetampocola llave.Elboticarionotardaríaenestablecerse;pensabaponerunafarmaciaenunaciudadcercana.

Lotte-Leneleíaconstantemente«Dyveke»ylaobradeKnigge«Tratoconlos hombres». Leía aquellos dos libros desde hacía dos años, y se sabía el«Dyveke» dememoria, de cabo a rabo, en todos los papeles. Sin embargo,sóloquería representaruno: eldeDyveke,masnoen la capital, donde todoeran envidias y no la querían. Su proyecto era empezar su carrera artística,comodecíaelConsejero,enunapopulosaciudaddeprovincias.

Ysediolaextrañacoincidenciadequefueprecisamenteenlaciudadenqueacababadeestablecerseelboticario,elmásjovendesuprofesión,aunquenoelúnico.

Llegóalfinlagrannoche,esperadacontantaexpectación.Lotte-Lenese

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hallabacaminodelavictoriaylafelicidad,segúnhabíapronosticadolallave.ElConsejeronoestabapresente;yacíaencama,cuidadoporlaConsejera,queleponíatoallascalientesyleadministrabamanzanilla.

El matrimonio no asistió a la representación de «Dyveke», pero sí elboticario,elcualescribióluegounacartaasuparienta,laConsejera.

«El cuello de la Dyveke fue lo mejor de todo—escribía—. Si hubiesetenidoenelbolsillolallavedelConsejero,lahabríasacadoparasilbar.Selomerecíalaartistayselomerecíalallave,quedemodotandesvergonzadolepronosticóvictoriaysuerte».

ElConsejeroleyólacarta.Eramaldadpura,dijo,llavifobiaquesecebabaenlainocentemuchacha.

No bien se hubo levantado y volvió a ser un hombre de cuerpo entero,envió al boticario unamisiva tan breve como emponzoñada; éste respondiócomosinohubiesevistoenellamásquebromaybuenhumor.

Le daba las gracias por toda su anterior y espontánea contribución adifundir el valor incalculable y la incomparable importancia de la llave, y acontinuacióncomunicabaenconfianzaalConsejeroque,paralelamenteasusactividadesdeboticario,estabaescribiendounagrannovelasobrellaves,enlaquetodoslospersonajeseranúnicayexclusivamentellaves.Ladelacalleeraelprotagonista,naturalmente,yladelConsejerolehabíaservidodemodelo,dotada comoestabadel donproféticoy sibilino.En torno a ella giraban lasdemás llaves: la antigua de gentilhombre, habituada al esplendor y lassolemnidadesde laCorte; la llavedel reloj,pequeña,delicadaydistinguida,que costaba cuatro chelines en la quincallería; la del bancode la iglesia, decondiciónclericalyquevioespíritusunanocheque sehabíaquedadoen lacerradura; la de la despensa, del cuarto de la leña y de la bodega… todassalían,girandoentornoaladelacalle.Alsolbrillabacomoplata,yelviento,eseespíritucósmico,seentrabaenellaylahacíacantarcomounaflauta.Erala llaveporantonomasia, la llavedelConsejero;yenadelante sería lade lapuertadelcielo,ladelsoberanoPontífice,infaliblecomoél.

—¡Maldad! —dijo el Consejero—. ¡Maldad y envidia! —. Nuncavolvieronaverseélyelboticario.Mejordicho,sevieronenelentierrodelaConsejera.

Fuelaprimeraenmorir.

En la casa reinaban el luto y la soledad.Hasta las ramas de cerezo quehabíandadonuevasyemasy flores,manifestaron sudolory semarchitaron.Quedaronabandonadas,nocuidadaspornadie.

ElConsejeroyelboticariosiguierontraselféretro,elunoalladodelotro,

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como los dos parientesmás próximos. Ni la ocasión ni el estado de ánimoconvidabanalaspullasydisputas.

Lotte-LenepusoelcrespóndelutoenelsombrerodelConsejero.Volvíaaestarensucasadesdehacíatiempo,sinhaberencontradolavictoriaylasuerteenelcaminodelArte.Peronodebíadesesperar;Lotte-Lene teníaantesíunporvenir.Lallavelohabíadicho,yelConsejerotambién.

Subió a verlo y hablaron de la difunta; lloraron, pues Lotte-Lene erasensible.LuegohablarondeArte,yLotte-Lenerecobrósusánimos.

—Lavidadelteatroesencantadora—decía—.¡Perohaytantacomadreríay tanta envidia! Prefiero seguir mi propio camino. Primero yo, después elArte.

LlevarazónKnigge,enloquedicesobrelosactores;ellaloveía,ylallaveseequivocó;perolamuchachanoselodijoalConsejero.Loamaba.

Mientrasduróelañodelluto,lallavedelacallefueparaélunconsueloyunestímulo.Leplanteólapregunta,yellarespondió.Yterminadoelaño,unanoche que estaba con lamuchacha y el aire era propicio a las expansionessentimentales,preguntóalallave:

—¿Mecasaré?¿Yconquién?

Nohabíanadieparaempujarlo,peroélempujóalallave,lacualdijo:

—¡Lotte-Lene!

Dichoyhecho:Lotte-LeneseconvirtióenConsejera.

«Victoriaysuerte».

¡Loquehabíaprofetizadolallave!

TíaDolordeMuelas

(TanteTandpine)

¡Quédedóndehemossacadoestahistoria?¿Quieressaberlo?

Pueslahemossacadodelbarrilquecontieneelpapelviejo.

Más de un libro bueno y raro ha ido a parar a la mantequería y a laabacería, no precisamente para ser leído, sino como articulo utilitario. Loemplean para liar cucuruchos de almidón y café o para envolver arenques,mantequillayqueso.Lashojasescritassontambiénútiles.

Yamenudoocurrequevaapararalcuboloquenodebiera.

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Conozco a un dependiente de una verdulería, hijo de un mantequero;ascendióde labodegaa laplantabaja;eshombremuy leído,conculturadebolsas de abacería, tanto impresas comomanuscritas. Posee una interesantecolección, de la que forman parte notables documentos extraídos de lapapelera de tal o cual funcionario demasiado ocupado y distraído; cartasconfidencialesdeunamigoa laamiga;comunicacionesescandalosasquenodebierancircularnisercomentadaspornadie.Esunaespeciedeestacióndesalvamento para una parte no despreciable de la literatura, y su campo deacción esmuy amplio, pues dispone de la tienda de sus padres y de la deldueño,dondehasalvadomásdeunlibro,uhojasdeél,quebienmerecíanserleídasyreleídas.

Meenseñósucoleccióndecosasimpresasymanuscritassacadasdelcubo,lamayoríadeellasdelamantequería.Habíaallívariashojasdeuncuadernorelativamenteabultado,delquemellamólaatenciónelcarácterdeletra,muycuidadoyclaro.

—Loescribióunestudiante—medijo—.Unestudiantequevivíaenfrenteyquemurióhaceunmes.Padecíamuchodedolordemuelas,porloqueaquíseve.¡Esmuydivertidasulectura!Estoessólounapequeñapartedeloqueescribió,pueshabíatodounlibroyaúnalgomás.Porél,mispadresdieronalapatronadelestudiantemedialibradejabónverde.Estoestodoloquepudesalvar.

Selopedíprestado,loleíyahoravoyacontarlo.Eltítuloera:

Tíadolordemuelas.

De niño, mi tía me regalaba golosinas. Mis dientes resistieron, sinestropearse.Ahorasoymayor,soyyaestudiante,yellasigueregalándomecondulces;soypoeta,dice.

Ciertoquehayalgodepoetaenmí,peronolobastante.Amenudo,yendoporlascallesdelaciudad,meparececomosianduvieseporelinteriordeunagranbiblioteca; las casas son las estanteríasde los libros, y cadapiso esunanaquel. Aquí hay una historia cotidiana, allá una buena comedia u obrascientíficasdetodaslasramas,aculláliteratura,buenaodepacotilla.Ypuedofantasearyfilosofarsobretodosesoslibros.

Hayalgodepoetaenmí,peronolobastante.Muchaspersonastienendeellotantocomoyo,y,sinembargo,noostentanningúnescudonicollarconeltítulodepoeta.

ParaellosyparamíesundondeDios,unagraciaconcedida,bastanteparaunomismo,perodemasiadopequeñaparaquemerezcasercomunicadaalosdemás.Vienecomounrayodesol,llenaelalmayelpensamiento;vienecomoaromadeflores,comounamelodíaqueunoconocesinacertararecordarde

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dóndeprocede.

Unanoche,hacepoco,enmihabitación,sentíaganasdeleer,peronoteníaningúnlibro;yheaquíquedeprontocayódeltilounahojaverdeytierna.Unsoplodeairelaintrodujoenmicuarto.

Contemplé sus numerosas y ramificadas nervaduras; por su superficie semovíaungusanillo,comointeresadoenestudiarlahojaaconciencia.Aquellomehizopensarenlacienciahumana.Tambiénnosotrosnosarrastramossobrelasuperficiedeunahoja,noconocemosotracosa,yenseguidanossentimoscon ánimos para pronunciar una conferencia acerca del árbol entero, con suraíz, tronco y copa, el gran árbol:Dios, elmundo y la inmortalidad.Y, sinembargo,detodoellonoconocemossinounahoja.

Mientrasestabaasíocupado,recibílavisitadetíaMille.Leenseñélahojaconelgusano,lecomuniquémispensamientosyviquesusojosbrillaban.

—¡Eresunpoeta!—exclamó—.¡Quizáselmásgrandequetenemos!¡Quécontenta bajaría a la tumba, si yo pudiera verlo! Desde el entierro delcervecero Rasmussen, me has estado asombrando con tu poderosaimaginación.

AsídijotíaMille,ymebesó.

¿QuiéneratíaMilleyquiénelcerveceroRasmussen?

Cuandoéramosniños,llamábamostíaalaqueloeradenuestramadre;nolaconocíamosporotronombre.

Nos regalaba confituras y azúcar, a pesar del peligro que suponían paranuestrosdientes;pero,comoelladecía,lospequeñoseransudebilidad.Habríasidocruelprivarlosdeaquelpoquitíndegolosinasquetantolesgustaban.

Poresoqueríamostantoanuestratía.

Eraunaviejasolterona.Siemprelaconocívieja.Sehabíaplantadoenunamismaedad.

Había sufrido mucho de dolor de muelas, y hablaba constantemente deello; por eso su amigo el cervecero Rasmussen, hombre muy chistoso, lallamabaTíaDolordeMuelas.

Éste hacía varios años que había dejado el negocio, para vivir de susrentas;frecuentabalacasadelatíayeramásviejoqueella.Nolequedabaniundiente,apartedosotresnegrosraigones.

Dejovenhabíacomidomuchoazúcar,nosdecía;poresoseveíadeaquelmodo.

Por lo visto, tía nunca debió de haber comido azúcar de pequeña, pues

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teníaunosdientesmagníficosyblanquísimos.

Loscuidababien,porotraparte;nuncaseibaadormirconellos,decíaelcerveceroRasmussen.

Los niños sabían que aquello era puramalicia, pero tía afirmaba que lodecíasinmalaintención.

Una mañana, a la hora del desayuno, contó un sueño desagradable quehabíatenidoporlanoche:queselehabíacaídoundiente.

—Estosignifica—dijo—queperderéunbuenamigoounabuenaamiga.

—Sieldienteerapostizo—observóelcerveceroconunasonrisaburlona—,talvezseaunfalsoamigo.

—¡Es usted un viejo grosero!—replicó tía, enfadada como nunca la hevisto.

Posteriormentedijoquehabíasidounabromadesuviejoamigo,quien,asujuicio,eraelhombremásnobledelaTierra,yquecuandomurieseseríaunangelitodeDiosenelcielo.

Aquella presunta transformación me dio mucho que pensar. ¿Podríareconocerlobajosunuevafigura?

De joven había pretendido ami tía. Ella se lo pensó demasiado tiempo,permaneció indecisa y se quedó soltera, pero siempre fue para él una fielamiga.

LuegomurióelcerveceroRasmussen.

Lo llevaron a la tumba en el coche fúnebre más caro, y hubo nutridoacompañamiento;inclusopersonajescondecoradosyenuniforme.

Tía presenció la comitiva desde la ventana, vestida de luto, rodeada detodosnosotros,sinquefaltasemihermanitomenor,traídoporlacigüeñaunasemanaantes.

Cuandohubierondesfiladolacarrozafúnebreyelséquito,ylacallequedódesierta, tía quiso marcharse, pero yo me opuse; aguardaba al ángel, elcervecero Rasmussen. Estaría convertido en un angelillo alado y no podíadejardeaparecérsenos.

—¡Tía!—dije—,¿nocreesquevaavenir?¿OquecuandolacigüeñanostraigaotrohermanitoseráelcerveceroRasmussen?

Tíaquedóanonadadaantemifantasía,yexclamó:«¡Esteniñoseráungranpoeta!».Yloestuvorepitiendodurantetodosmisañosescolaresaundespuésdemiconfirmaciónycuandoerayaestudiante.

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Fue y sigue siendo para mí la amiga que más simpatiza con el dolorpoéticoyeldolordemuelas.Yosufroaccesosdeunoyotro.

—Anota todos tuspensamientos—decía—yguárdalosenelcajónde lamesa;asílohacíaJean-Paul.Llegóaserungranpoeta,delcualrecuerdomuypocacosa,loconfieso;noesbastanteinteresante.Túdebesserinteresante.¡Yloserás!

Lanocheque siguió a aquella conversaciónme lapasédominadopor elanheloyeltormento,elafánylailusióndeserelgranpoetaquemitíaveíayadivinabaenmí.Peroexisteundolorpeorqueaquél:eldolordemuelas.Éstemeatormentaba;meconvirtióenungusanoquemeretorcíaentrevejigatoriosycataplasmas.

—¡Yoséloqueeseso!—decíalatía;ysubocadibujabaunatristesonrisa.¡Cómobrillabansusdientes!

Perodeboempezarunnuevocapítulodelahistoriademitía.

Llevabaunmesenunanuevacasa.Undíahablabadeelloconmitía.

—Esunafamiliamuytranquila.Nosepreocupandemínicuandollamotresveces.Enfrentehayunbarulloinfernal,conlosruidosdelvientoydelagente.Vivoexactamenteencimadelportal;cadacochequeentraosalehacemoverloscuadrosdelasparedes.Tiemblatodalacasa,comoenunterremoto.Desde la camasiento lavibraciónen todoel cuerpo,pero supongoqueestofortifica los nervios.Cada vez que hay tormenta—¡y cuidadoque aquí sonfrecuentes!,— los ganchos de las ventanas oscilan y golpean contra lasparedes.Acadaráfagasuenalacampanilladelapuertadelpatiovecino.

Nuestrosinquilinosregresanacasaagotas,yaanochecidoomuyavanzadalanoche.Elqueresideencimademicuarto,queduranteeldíadaleccionesdetrombón,eselquevuelvemástardeyantesdeacostarsesedaunpaseítoporlahabitación,conpasorecioybotasclaveteadas.

No hay doble ventana, y sí en cambio un cristal roto, sobre el cual lapatronahapegadounpapel.Elvientosoplaporlaraja,connotascomparablesalasdelzumbidodeltábano.Esmicancióndecuna.Ysillegoadormirme,notardaendespertarmeelcantodelgallo.Lospollosygallinasdelgallinerodeltenderodelsótanomeanuncianqueprontoserádía.Loscaballitosque,afaltadeestablo,estánatadosenelcuartuchodedebajolaescalera,noparandecocearcontralapuertayelpanelparadesentumecerse.

Encuantoalborea,elportero,queduermeconsufamiliaenlabuhardilla,bajalasescalerascongranruido:matraqueansusabarcas,susportazoshacentemblar lacasa,yunavezpasadoel temporalel inquilinodearribaempiezaconsugimnasia,levantandoconcadamanounaboladehierroquenopuede

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sostener,porloqueselecaeunavezyotra,mientraslachiquilleríadelacasa,quedebeiralaescuela,seprecipitaporlasescalerassaltandoygritando.Yomevoyalaventana,laabroparaqueentreairepuro,ymedoyporsatisfechocuando puedo obtenerlo, cosa que sólo sucede cuando la solterona del pisotraseronoestálavandoguantesconaguadelejía,puestalessuoficio.Aparteesto,esunacasaestupenda,ylafamiliaesmuytranquila.

Éstefueelrelatoquehiceami tíaacercademipensión.Claroque ledialgo más de vivacidad, pues la exposición oral tiene siempre acentos másvivosyamenosquelaescrita.

—¡Eres un poeta!—exclamómi tía—. Pon esta descripción por escrito,eres tan bueno como Dickens. ¡Y mucho más interesante! Pintas, cuandohablas. Describes tu casa tan bien, que me parece verla. ¡Me entranescalofríos! No te quedes ahí: ponle algo vivo, personas, personas queconmuevan,depreferenciadesgraciados.

Y,efectivamente, trasladéalpapel ladescripcióndelacasatalcomoera,ruidosa y alborotada, pero sólo conmigo en ella, sin acción. Ésta vendrádespués.

Era una noche de invierno, a la hora de salir del teatro; el tiempo erahorrible,conunatempestaddenievequeapenaspermitíaandar.

Mitíahabíaidoalteatro,yyodebíaacompañarlaasucasa,perocuandounoapenaspuede sostenerse a símismo, ¿cómova a sostener a los demás?Loscochesestabantodosalquilados.Mitíavivíaenlasafueras,mientrasmicasa estaba amuypocadistanciadel teatro;deno ser así, habríamos tenidoqueaguardarenlagarita.

Avanzamos pisando la espesa nieve, envueltos por los coposarremolinados,sosteniéndolayoyayudándolaacaminar.Sólonoscaímosdosveces,yaúnsobresueloblando.

Alllegaramipuertanossacudimoslanieve,operaciónqueproseguimosen la escalera, pues traíamos la suficiente para cubrir con ella el piso delrellano.

Nosquitamos todas lasropasposibles.Lapatronaprestóami tíamediassecas y una toca. Dijo, y tenía razón, que por aquella noche no había quepensar en volver a su casa, y así la invitaba a compartir su habitación; learreglarlaunacamaenelsofá,colocadocontralapuerta,eternamentecerrada,quecomunicabaconmicuarto.

Asílohicimos.

El fuego ardía en mi estufa; trajeron la tetera, y todos nos sentimosconfortadosenlapequeñahabitación,aunquenotantocomoencasademitía,

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dondeen inviernogruesascortinascuelganante lapuerta,y,otrasnomenosgruesasante lasventanas,al tiempoqueelsueloestácubiertoporunadoblealfombra con tres capas de grueso papel debajo. Allí se está como en elinteriordeunabotellallenadeairecalienteybientapada.Pero,comoyadije,tampocoseestabamalenmicuarto,mientrasfuerabramabaelviento.

Tía se puso a hablar y contar.Recordó su juventud, y con ella volvió elcervecero;antiguosrecuerdos.

Seacordabadecuandomesalióelprimerdienteydelaalegríaqueaquelloprodujoenlafamilia.

¡El primer diente! El diente de la inocencia, brillante como una blancagotitadeleche.

Luego salió otro, y otros más, toda la serie, en fila, arriba y abajo,magníficosdientesdeleche,perosólolavanguardia,nolosauténticos,losquedebendurartodalavida.

Tambiénéstosllegaron,ylasmuelasdeljuicio,elalaextremadelaserie,salidosentredoloresyconnopocostrabajos.

¡Yluegosemarchan,unotrasotro!Semarchanantesdehabercumplidosutiempodeservicio;hastaelúltimoseva,yaqueldíanoesderegocijo,sinodemelancolía.

Viene la vejez, aunque el corazón se sienta joven. No es que seanagradablesestaclasedepensamientosyconversaciones,peroelhechoesquenosdioporhablardetodasesascosas.Retrocedimosalosañosdelainfancia,y charla que te charla, demodo que dieron las doce antes de quemi tía seretiraseadescansar.

—¡Buenas noches, querido! —me dijo—. Yo dormiré aquí como si lohiciesesobremipropiacómoda.

Ysefueadescansar,peronohubotranquilidadenlacasanifueradeella.Latempestadsacudíalasventanas,golpeabanloslargosganchosdehierro,yla campanilla de la puerta trasera del patio del vecino no paraba de sonar.Había llegado el inquilino de arriba, quien dio su acostumbrado paseíto,tirandoconestrépitolasbotasantesdedecidirseaacostarse;peroencuantosedurmió empezó a roncar con tal violencia, que había que ser sordo para nooírloatravésdeltecho.

Yo no dormí ni descansé. El tiempo no era para eso, con el ruido quearmaba. El viento silbaba y cantaba a sumanera, ymis dientes empezarontambiénadespertarse,asilbarycantaralasuya.Parecíaanunciarseunfuertedolordemuelas.

Entrabaelaireporlaventana.Lalunaproyectabasusrayosenelsuelode

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manera intermitente, según los movimientos de las nubes impelidas por elviento tempestuoso.La alternanciade luzy sombrasoriginabaun estadodeinquietud, hasta que al fin la sombradel suelo adquirió un aspectopeculiar.Miréaquellamasamóvilysentíunacorrientedeairehelado.

En el suelo aparecía sentada una figura delgada y larguirucha, comocuando los niños dibujan en la pizarra un objeto que quiere ser un hombre.Formaelcuerpounaúnicarayafina;otrasdos lateralessonlosbrazos,cadapiernaesotralínea,ylacabezaesunpolígono.

Prontolafigurasehizomásprecisa,conunaespeciederopajemuysutil,muyfino,peroquemostrabasupertenenciaalsexofemenino.

Oíun zumbido. ¿Era ella o el viento, que rumoreaba comoun tábano alentrarporelcristalroto?

¡No,no,eraellaenpersona,laseñoraDolordeMuelas!¡Su«horripilanciasataniainfernalis»!¡LíbrenosDiosdesuvisita!

—¡Se está bien aquí!—zumbó—. Es un buen barrio. Tierra pantanosa,cenagal.Aquíhanzumbadomosquitosdeaguijónponzoñoso;ahorayotengoelaguijón,ydeboafilarloendienteshumanos.Brillanblancoscomoésedelacama.Han resistido el dulzor y la acidez, el calor y el frío, las cáscaras denuez y los huesos de ciruela. Pues ahora voy a menearlos y sacudirlos, aabonarlasraícesconairecorriente,ahacerquesientanunfríodemuerte.

Talfueeldiscursoespantosodelaespantosavisita.

—Conqueerespoeta,¿eh?—dijo—.Puesvoyaintroducirteentodaslasrimas del dolor. Sentirás hierro y acero en el cuerpo, hilos tirarán de tusnervios.

Pareciócomosimeatravesaranelespinazoconunaagujacandente.Yomerevolvíayretorcía.

—¡Estupenda dentadura!—dijo—.Un órgano para tocarlo, un conciertode armónica, grandioso, con timbalesy trompetas, flautinesy trompas en lamueladeljuicio.¡Agranpoeta,granmúsica!

Ytocaba,presentandounaspectohorrible,inclusocuandonoveíamásquesu mano de largos dedos de afiladas uñas, cada uno de los cuales era uninstrumentodemartirio:elpulgaryelíndiceteníantenazaytornillo,eldedomayor terminaba en una agudísima aguja, el anular era un taladro, y elmeñique,unajeringuillaconvenenodemosquito.

—¡Yo te enseñaré el arte de la métrica!—decía—. A un gran poeta lecorresponde un fuerte dolor de muelas; para un pequeño poeta, basta unoligero.

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—¡Ay!¡Dejaqueseapequeño!—implorabayo—.¡Quéseamuypequeño!No soy poeta, además, sólo tengo accesos poéticos, accesos de dolor demuelas.¡Márchate,márchate!

—¿ReconocesahoraqueyosoymáspoderosoquelaPoesía,laFilosofía,lasMatemáticasyquetodalaMúsica?—preguntó—.¿Máspoderosoquelossentimientospintadosy tallados enmármol?Soymásviejoque ellos todos.Nacíjuntoalparaísoterrenal,dondesoplabaelvientoybrotabanloshúmedoshongos.PersuadíaEvadequesevistieseparaprotegersedel frío,yaAdántambién.Puedescreerme,habíafuerzaenelprimerdolordemuelas.

—¡Locreotodo!—dije—.¡Peromárchate,márchate!

—Si te comprometes a renunciar a ser poeta, a no llevar más versos alpapelniaregistrarlosentablasniotromaterialdeescribir,cualquieraquesea,tedejaréenpaz.Perovolveréencuantoempiecesdenuevo.

—¡Telojuro!—respondí—.¡Noquierovertemás,nisentirtupresencia!

—Verme,síhabrásdeverme,peroenfiguramásamabledelaquetengoahora, me verás personificado en tía Mille. Y te diré: «¡Escribe, mi niñoquerido! ¡Eres un gran poeta, tal vez el mejor de los que tenemos!». Pero,créeme,comoempiecesaescribir,pondrémúsicaatusversosylostocaréentuarmónica.¡Miniñoquerido!¡PiensaenmícuandoveasatíaMille!

Ydesapareció.

Comodespidomepropinóunpinchazoardiente,quemellegóalfondodelaquijada.Perosecalmópronto,yfuisintiendoquemesumergíaenaguaderosas, vi cómo se inclinaban los blancos nenúfares con sus anchas hojasverdes, se hundían debajo de mí, se marchitaban y se deshacían, y yo mehundíaconellas,medisolvíaenlapazyeldescanso…

—¡Muere,fúndetecomolanieve!—cantabaalgoenelagua¡Evapórateenlanube,vagacomoella…!

Desde el fondo del agua veía yo brillar grandes nombres luminosos,inscripcionesenondeantesbanderasvictoriosas,lapatentedelainmortalidad,escritaenelaladelaefímera.

Elsueñofueprofundo,unsueñosinvisiones.Yanooíelsilbardelviento,nilosportazos,nilacampanadelapuertadelvecino,nilaruidosagimnasiadelinquilinodearriba.

¡Lafelicidad!

Deprontollegóunaráfagadevientotanfuerte,queabriódeunempellónla cerrada puerta que comunicaba con el cuarto de la tía. Ésta se levantósobresaltada, y, poniéndose los zapatos y el vestido, entró corriendo en mi

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habitación.

Yo dormía como un angelito, me dijo después. No pudo decidirse adespertarme.

Medespertéyomismo,abrílosojos.Mehabíaolvidadoporcompletodeque mi tía estaba en casa, pero pronto me vino a la mente y recordé laaparicióndeldolordemuelas.Sueñoyrealidadseconfundían.

—¿No escribiste nada, después de darnos las buenas noches? —mepreguntó—.¡Quélástima!Eresmipoetayloserássiempre.

Me pareció como si se sonriese pérfidamente. No sabía si estaba esapresencia de mi buena tía Mille, que tanto me quería, o de aquel horriblepersonajeaquienhabíadadomipromesalanocheanterior.

—¿Hasescrito,hijo?

—¡No,no!—exclamé—.¡TúerestíaMille!

—¿Quién,sino?—dijoella.Yloera,indudablemente.

Mebesóytomóuncochedepuntoparavolverseasucasa.

Yoescribíloqueantecede.Nosonversos,ynoseimprimiránjamás.

Enefecto,aquíterminabaelmanuscrito.Mijovenamigoeldependientedela abacería, no pudo encontrar lo que faltaba; corría disperso por elmundo,convertido en papel para envolver arenques salados, mantequilla y jabónverde;habíacumplidosumisión.

Elcerveceromurió, tíaMillemurió,ymurióelestudiante,cuyaschispasdeingeniohabíanidoapararalcubo.Yésteeselfindelahistoria:lahistoriadeTíaDolordeMuelas.

Lasirenita

(Denlillehavfrue)

Enaltamarelaguaesazulcomolospétalosdelamáshermosacentaura,yclaracomoelcristalmáspuro;peroestanprofunda,queseríainútilecharelancla, pues jamás podría ésta alcanzar el fondo. Habría que poner muchoscampanarios,unosencimadeotros,paraque,desdelashonduras,llegasenalasuperficie.

Peronocreáisqueelfondoseatododearenablancayhelada;enélcrecentambién árbolesyplantasmaravillosas, de talloyhojas tan flexibles, que al

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menormovimientodelaguasemuevenyagitancomodotadasdevida.Todaclasedepeces,grandesychicos,sedeslizanporentrelasramas,exactamentecomohacenlasavesenelaire.Enelpuntodemayorprofundidadsealzaelpalacio del rey del mar; las paredes son de coral, y las largas ventanaspuntiagudas,del ámbarmás transparente;yel tejadoestáhechodeconchas,queseabrenycierransegúnlacorrientedelagua.Cadaunadeestasconchasencierraperlasbrillantísimas,lamenordelascualeshonraríalacoronadeunareina.

Hacíamuchosañosqueelreydelmareraviudo;suancianamadrecuidabadelgobiernodelacasa.Eraunamujermuyinteligente,peromuypagadadesunobleza;poresollevabadoceostrasenlacola,mientrasquelosdemásnoblessólo estaban autorizados a llevar seis. Por lo demás, era digna de todos loselogios,principalmenteporlobienquecuidabadesusnietecitas,lasprincesasdelmar.Estaseranseis,ytodasbellísimas,aunquelamásbellaeralamenor;teníalapielclaraydelicadacomounpétaloderosa,ylosojosazulescomoellago más profundo; como todas sus hermanas, no tenía pies; su cuerpoterminabaencoladepez.

Lasprincesassepasabaneldíajugandoenlasinmensassalasdelpalacio,encuyasparedescrecían flores.Cuandoseabrían losgrandesventanalesdeámbar, los peces entraban nadando, como hacen en nuestras tierras lasgolondrinascuando lesabrimos lasventanas.Y lospeces seacercabana lasprincesas,comiendodesusmanosydejándoseacariciar.

Frentealpalaciohabíaungranjardín,conárbolesdecolorrojodefuegoyazuloscuro;susfrutosbrillabancomooro,ylasfloresparecíanllamas,porelconstantemovimientode lospecíolosy lashojas.El suelo lo formabaarenafinísima, azul como la llamadel azufre.De arribadescendíaunmaravillosoresplandorazul;másqueestarenel fondodelmar, se tenía la impresióndeestarenlascapasaltasdelaatmósfera,conelcieloporencimaypordebajo.

Cuandonosoplabaviento,seveíaelsol;parecíaunaflorpurpúrea,cuyocálizirradiabaluz.

Cada princesita tenía su propio trocito en el jardín, donde cavaba yplantaba lo que le venía en gana. Una había dado a su porción forma deballena; otra había preferido que tuviese la de una sirenita. En cambio, lamenorhizolasuyacircular,comoelsol,ytodassusfloreseranrojas,comoél.Erauna chiquillamuyespecial, calladay cavilosa, ymientras sushermanashacían gran fiesta con los objetos más raros procedentes de los barcosnaufragados,ellasólojugabaconunaestatuademármol,ademásdelasrojasflores semejantes al sol. La estatua representaba un niño hermosísimo,esculpido en unmármolmuy blanco y nítido; las olas la habían arrojado alfondodelocéano.Laprincesaplantójuntoalaestatuaunsaucelloróncolor

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derosa;elárbolcrecióespléndidamente,ysusramascolgabansobreelniñodemármol, proyectando en el arenoso fondo azul su sombravioleta, que semovía a compásde aquéllas; parecía como si las ramasy las raíces jugasenunasconotrasysebesasen.

Lo que más encantaba a la princesa era oír hablar del mundo de loshombres, de allá arriba; la abuela tenía que contarle todo cuanto sabía debarcosyciudades,dehombresyanimales.Seadmirabasobretododequeenlatierralasflorestuvieranolor,pueslasdelfondodelmarnoolíananada;ylasorprendía tambiénque losbosquesfuesenverdes,yque lospecesquesemovían entre los árboles cantasen tan melodiosamente. Se refería a lospajarillos,quelaabuelallamabapeces,paraquelasniñaspudieranentenderla,puesnohabíanvistonuncaaves.

—Cuando cumpláis quince años—dijo la abuela— se os dará permisoparasalirde lasaguas,sentarosa la luzde la lunaen losarrecifesyver losbarcosquepasan;entoncesveréistambiénbosquesyciudades.

Alañosiguiente,lamayordelashermanascumpliólosquinceaños;todassellevabanunañodediferencia,porloquelamenordebíaaguardartodavíacinco,hastapodersalirdelfondodelmaryvercómosonlascosasennuestromundo.Perolamayorprometióalasdemásquealprimerdíalescontaríaloquevierayloquelehubieraparecidomáshermoso;puespormáscosasquesuabuelalescontasesiemprequedabanmuchasqueellasestabancuriosasporsaber.

Ninguna, sin embargo, se mostraba tan impaciente como la menor,precisamenteporquedebíaesperaraúntantotiempoyporqueeratancalladayretraída.Sepasabamuchasnochesasomadaalaventana,dirigiendolamiradaa lo alto, contemplando, a través de las aguas azuloscuro, cómo los pecescorreteabanagitandolasaletasylacola.Alcanzabatambiénaverlalunaylasestrellas,queatravésdelaguaparecíanmuypálidas,aunquemuchomayoresdecomo lasvemosnosotros.Cuandounanubenegra las tapaba, laprincesasabía que era una ballena que nadaba por encima de ella, o un barco conmuchoshombresabordo,loscualesjamáshubieranpensadoenquealláabajohabíaunajovenyencantadorasirenaqueextendíalasblancasmanoshacialaquilladelnavío.

Llegó,pues,eldíaenquelamayordelasprincesascumplióquinceaños,yseremontóhacialasuperficiedelmar.

Asuregresotraíamilcosasquecontar,perolomáshermosodetodo,dijo,habíasidoeltiempoquehabíapasadobajolaluzdelaluna,enunbancodearena, con el mar en calma, contemplando la cercana costa con una granciudad,donde las lucescentelleabancomomillaresdeestrellas,yoyendo lamúsica,elruidoylosrumoresdeloscarruajesylaspersonas;tambiénlehabía

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gustadoverloscampanariosytorresyescuchareltañidodelascampanas.

¡Ah, con cuánta avidez la escuchaba su hermana menor! Cuando, yaanochecido,salióalaventanaamiraratravésdelasaguasazules,nopensabaenotracosasinoenlagranciudad,consusruidosysubullicio,yleparecíaoírelsondelascampanas,quellegabahastaelfondodelmar.

Al año siguiente, la segunda obtuvopermiso para subir a la superficie ynadaren todasdirecciones.Emergióenelmomentoprecisoenqueel sol seponía,yaquelespectáculoleparecióelmássublimedetodos.Deunextremoelotro,elsoleracomodeoro—dijo—,ylasnubes,¡oh,lasnubes,quiénseríacapazdedescribirsubelleza!Habíanpasadoencimadeella,rojasymoradas,pero conmayor rapidez volaba aún, semejante a un largo velo blanco, unabandadadecisnessalvajes;volabanendirecciónalsol;peroelastroseocultó,yenunmomentodesaparecióeltinterosadodelmarydelasnubes.

Alcabodeotroañoletocóelturnoalahermanatercera,lamásaudazdetodas; por eso remontó un río que desembocaba en el mar. Vio deliciosascolinas verdes cubiertas de pámpanos, y palacios y cortijos que destacabanentremagníficosbosques;oyóelcantodelospájaros,yelcalordelsoleratanintenso, que la sirena tuvo que sumergirse varias veces para refrescarse elrostro ardiente. En una pequeña bahía se encontró con una multitud dechiquillos que corrían desnudos y chapoteaban en el agua. Quiso jugar conellos, pero los pequeños huyeron asustados, y entonces se le acercó unanimalito negro, un perro; jamás había visto un animal parecido, y comoladrabaterriblemente,laprincesatuvomiedoycorrióarefugiarseenaltamar.Nuncaolvidaríaaquellossoberbiosbosques, lasverdescolinasyel tropeldechiquillos,quepodíannadarapesardenotenercoladepez.

Lacuartadelashermanasnofuetanatrevida;nosemoviódelaltamar,ydijo que éste era el lugarmás hermoso; desde él se divisaba un espacio demuchasmillas,yelcielosemejabaunacampanadecristal.Habíavistobarcos,peroagrandistancia;parecíangaviotas; losgraciososdelfineshabíanestadohaciendo piruetas, y enormes ballenas la habían cortejado proyectando aguaporlasnaricescomocentenaresdesurtidores.

Al otro año tocó el turno a la quinta hermana; su cumpleaños caíajustamente en invierno; por eso vio lo que las demás no habían visto laprimera vez. El mar aparecía intensamente verde, y en derredor flotabangrandesicebergs,parecidosaperlas—dijo—y,sinembargo,muchomayoresque loscampanariosqueconstruían loshombres.Adoptaban las formasmáscaprichosasybrillabancomodiamantes.Ella sehabía sentadoen lacúspidedelmásvoluminoso,ytodoslosvelerossedesviabanaterrorizadosdel lugardondeellaestaba,consulargacabelleraondeandoalimpulsodelviento;perohacia el atardecer el cielo se había cubierto de nubes, y habían estallado

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relámpagos y truenos, mientras el mar, ahora negro, levantaba los enormesbloquesdehieloquebrillabanalarojaluzdelosrayos.Entodoslosbarcosarriabanlasvelas,ylastripulacioneseranpresadeangustiaydeterror;peroella habla seguido sentada tranquilamente en su iceberg contemplando losrayosazulesquezigzagueabansobreelmarreluciente.

La primera vez que una de las hermanas salió a la superficie del agua,todas las demás quedaron encantadas oyendo las novedades y bellezas quehabía visto; pero una vez tuvieron permiso para subir cuando les viniera engana,aquelmundonuevopasóaserindiferenteparaellas.Sentíanlanostalgiadelsuyo,yalcabodeunmesafirmaronquesusparajessubmarinoseranlosmáshermososdetodos,yquesesentíanmuybienencasa.

Algún que otro atardecer, las cinco hermanas se cogían de la mano ysubían juntasa lasuperficie.Teníanbellísimasvoces,muchomásbellasquecualquierhumanoycuandosefraguabaalgunatempestad,sesituabanantelosbarcos que corrían peligro de naufragio, y con arte exquisito cantaban a losmarineroslasbellezasdelfondodelmar,animándolosanotemerlo;peroloshombres no comprendían sus palabras, y creían que eran los ruidos de latormenta,ynuncaleseradadocontemplarlasmagnificenciasdelfondo,puessielbarcoseibaapique,lostripulantesseahogaban,yalpalaciodelreydelmarsólollegabancadáveres.

Cuando, al anochecer, las hermanas, cogidas del brazo, subían a lasuperficiedelocéano,lamenorsequedabaabajosola,mirándolasconganasdellorar;perounasirenanotienelágrimas,yporesoesmayorsusufrimiento.

—Aysi tuvieraquinceaños!—decía—.Séquemegustará elmundodealláarriba,yamaréaloshombresquelohabitan.

Ycomotodollegaenestemundo,alfincumpliólosquinceaños.—.Bien,ya eres mayor —le dijo la abuela, la anciana reina viuda—. Ven, que teataviarécomoatushermanas—.Ylepusoenelcabellounacoronadeliriosblancos;perocadapétaloeralamitaddeunaperla,ylaancianamandóadherirochograndesostrasalacoladelaprincesacomodistintivodesualtorango.

—¡Duele!—exclamabaladoncella.

—Hayquesufrirparaserhermosa—contestólaanciana.

Ladoncellademuybuenaganasehabríasacudidotodasaquellosadornosy lapesadadiadema,paraquedarsevestidacon las rojas floresde su jardín;peronoseatrevióaintroducirnovedades.—¡Adiós!—dijo,elevándose,ligeraydiáfanaatravésdelagua,comounaburbuja.

El sol acababa de ocultarse cuando la sirena asomó la cabeza a lasuperficie;perolasnubesrelucíanaúncomorosasyoro,yenelrosadocielo

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brillabalaestrellavespertina,tanclaraybella;elaireerasuaveyfresco,yenelmar reinabaabsolutacalma.Habíaapocadistanciaungranbarcode trespalos;unasolavelaestabaizada,puesnosemovíanilamáslevebrisa,yencubiertaseveíanlosmarinerosporentrelasjarciasysobrelaspértigas.Habíamúsicaycanto,yaloscurecerencendieroncentenaresdefarolillosdecolores;parecía como si ondeasen al aire las banderas de todos los países.La jovensirenaseacercónadandoalasventanasdeloscamarotes,ycadavezqueunaola la levantaba, podía echar unamirada a través de los cristales, límpidoscomo espejos, y veía muchos hombres magníficamente ataviados. El máshermoso,empero,eraeljovenpríncipe,degrandesojosnegros.Seguramentenotendríamásalládedieciséisaños;aqueldíaerasucumpleaños,yporesosecelebraba la fiesta. Los marineros bailaban en cubierta, y cuando salió elpríncipe se dispararon más de cien cohetes, que brillaron en el aire,iluminándolocomolaluzdedía,porlocuallasirena,asustada,seapresuróasumergirseunosmomentos;cuandovolvióaasomaraflordeagua,lepareciócomo si todas las estrellas del cielo cayesen sobre ella. Nunca había vistofuegosartificiales.Grandessoleszumbabanenderredor,magníficospecesdefuego surcaban el aire azul, reflejándose todo sobre elmar en calma. En elbarcoeratallaclaridad,quepodíadistinguirsecadacuerda,ynodigamosloshombres. ¡Ay, qué guapo era el joven príncipe! Estrechaba lasmanos a losmarinos,sonriente,mientraslamúsicasonabaenlanoche.

Pasabaeltiempo,ylapequeñasirenanopodíaapartarlosojosdelnavíonidelapuestopríncipe.Apagaronlosfarolesdecolores, loscohetesdejarondeelevarseycesarontambiénloscañonazos,peroenlasprofundidadesdelmaraumentabanlosruidos.Ellaseguíameciéndoseenlasuperficie,paraecharunamirada en el interior de los camarotes a cada vaivén de las olas. Luego elbarcoacelerósumarcha,izarontodaslasvelas,unatrasotra,y,amedidaqueel oleaje se intensificaba, el cielo se iba cubriendo de nubes; en la lejaníazigzagueabanyalosrayos.Seestabapreparandounatormentahorrible,ylosmarinoshubierondearriarnuevamentelasvelas.Elbuquesebalanceabaenelmar enfurecido, las olas se alzaban como enormes montañas negras queamenazabanestrellarsecontralosmástiles;peroelbarcoseguíaflotandocomoun cisne, hundiéndose en los abismos y levantándose hacia el cieloalternativamente,juguetedelasaguasenfurecidas.Alajovensirenaleparecíaaquelloundeliciosopaseo,perolosmarinerospensabanmuydeotromodo.Elbarcocrujíaycrepitaba,lasgruesasplanchassetorcíanalosembatesdelmar.El palo mayor se partió como si fuera una caña, y el barco empezó atambalearsedeuncostadoalotro,mientraselaguapenetrabaenélporvariospuntos. Sólo entonces comprendió la sirena el peligro que corrían aquelloshombres; ella misma tenía que ir muy atenta para esquivar los maderos yrestos flotantes.Unas veces la oscuridad era tan completa, que la sirena nopodíadistinguirnadaenabsoluto;otrasveces los relámpagosdabanuna luz

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vivísima, permitiéndole reconocer a los hombres del barco. Buscabaespecialmente al príncipe, y, al partirse el navío, lo vio hundirse en lasprofundidadesdelmar.Suprimersentimientofuedealegría,puesahoraibaatenerloensusdominios;peroluegorecordóqueloshumanosnopuedenvivirenelagua,yqueelhermosojovenllegaríamuertoalpalaciodesupadre.No,noeraposiblequemuriese;poresoechóellaanadarporentrelosmaderosylasplanchasqueflotabanesparcidasporlasuperficie,sinpararmientesenquepodíanaplastarla.Hundiéndoseenelaguayelevándosenuevamente,llegóalfinallugardondeseencontrabaelpríncipe,elcualsehallabacasialcabodesusfuerzas; losbrazosypiernasempezabanaentumecérsele,susbellosojossecerraban,yhabríasucumbidosinlallegadadelasirenita,lacualsostuvosucabezafueradelaguayseabandonóalimpulsodelasolas.

Alamanecer,latempestadsehabíacalmado,perodelbarconoseveíaelmenorresto;elsolseelevó,rojoybrillante,delsenodelmar,ypareciócomosi lasmejillas del príncipe recobrasen la vida, aunque sus ojos permanecíancerrados. La sirena estampó un beso en su hermosa y despejada frente y leapartó el cabello empapado; entonces lo encontró parecido a la estatua demármoldesujardincito;volvióabesarlo,deseosadequeviviese.

La tierra firmeapareció ante ella: altasmontañas azules, en cuyas cimasresplandecía la blanca nieve, como cisnes allí posados; en la orilla seextendíansoberbiosbosquesverdes,yenprimertérminohabíaunedificioquenosabíaloqueera,peroquepodíaserunaiglesiaounconvento.Ensujardíncrecíannaranjosylimoneros,yantelapuertasealzabangrandespalmeras.Elmar formaba una pequeña bahía, resguardada de los vientos, pero muyprofunda,quesealargabahastaunasrocascubiertasdefinayblancaarena.Aella se dirigió con el bello príncipe y, depositándolo en la playa, tuvo buencuidadodequelacabezaquedasebañadaporlaluzdelsol.

Lascampanasestabandoblandoenelgranedificioblanco,yungrupodemuchachassalieronaljardín.Entonceslasirenasealejónadandohastadetrásde unas altas rocas que sobresalían del agua, y, cubriéndose la cabeza y elpechodeespumadelmarparaquenadiepudieseversurostro,sepusoaespiarquiénseacercaríaalpobrepríncipe.

Al poco rato llegó junto a él una de las jóvenes, que pareció asustarsegrandemente,perosóloporunmomento.Fueenbuscadesuscompañeras,ylasirenaviocómoelpríncipevolvíaalavidaycómosonreíaalasmuchachasquelorodeaban;sóloaellanotesonreía,puesignorabaquelohabíasalvado.Sesintiómuyafligida,ycuandolovioentrarenelvastoedificio,sesumergiótristementeenelaguayregresóalpalaciodesupadre.

Siemprehabíasidodetemperamentotaciturnoycaviloso,perodesdeaqueldíalofuemásaún.Sushermanaslepreguntaronquéhabíavistoensuprimera

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salida,masellanolescontónada.

Muchas veces a la hora del ocaso o del alba se remontó al lugar dondehabía dejado al príncipe.Vio cómomaduraban los frutos del jardín y cómoeran recogidos; vio derretirse la nieve de las altasmontañas, pero nunca alpríncipe;poresocadavezvolvíaapalaciotristeyafligida.Suúnicoconsueloera sentarse en el jardín, enlazando con sus brazos la hermosa estatua demármol, aquellaestatuaque separecíaalguapodoncel;perodejódecuidarsus flores, que empezaron a crecer salvajes, invadiendo los senderos yentrelazandosuslargostallosyhojasenlasramasdelosárboles,hastataparlaluzporcompleto.

Porfin,incapazdeseguirguardandoelsecreto,locomunicóaunadesushermanas,ymuyprontolosupieronlasdemás;pero,aparteellasyunaspocassirenasdesuintimidad,nadiemásseenteródeloocurrido.Unadelasamigaspudodecirlequiéneraelpríncipe,pueshabíapresenciadotambiénlafiestadelbarcoysabíacuálerasupatriaydóndesehallabasupalacio.

—Ven, hermanita—dijeron las demás princesas, y pasando cada una elbrazoentornoaloshombrosdelaotra,subieronenlargahileraalasuperficiedelmar,enelpuntodondesabíanqueselevantabaelpalaciodelpríncipe.

Estaba construido de una piedra brillante, de color amarillo claro, congrandes escaleras demármol, una de las cuales bajaba hasta elmismomar.Magníficas cúpulas doradas se elevaban por encima del tejado, y entre lascolumnas que rodeaban el edificio había estatuas de mármol que parecíantener vida. A través de los nítidos cristales de las altas ventanas podíancontemplarse los hermosísimos salones adornados con preciosos tapices ycortinas de seda, y congrandes cuadros en las paredes; unadelicia para losojos.

En el salón mayor, situado en el centro, murmuraba un grato surtidor,cuyoschorrossubíanagranalturahacialacúpuladecristales,atravésdelacual la luzdelsol llegabaalaguaya lashermosasplantasquecrecíanenlaenormepila.

Desdeque supodónde residíaelpríncipe, sedirigíaallímuchas tardesymuchas noches, acercándose a tierra mucho más de lo que hubiera osadocualquieradesushermanas;inclusoseatrevíaaremontarelcanalquecorríapordebajodelasoberbiaterrazalevantadasobreelagua.Sesentabaallíysequedabacontemplandoasuamado,elcualcreíaencontrarsesolobajolaclaraluzdelaluna.

Varias noches lo vio navegando en su preciosa barca, conmúsica y conbanderas ondeantes; ella escuchaba desde los verdes juncales, y si el vientoacertabaacogerleellargoveloplateadohaciéndolovisible,élpensabaqueera

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uncisneconlasalasdesplegadas.

Muchas noches que los pescadores se hacían a la mar con antorchasencendidas, les oía encomiar los méritos del joven príncipe, y entonces sesentía contenta de haberle salvado la vida, cuando flotabamediomuerto, amerceddelasolas;yrecordabacómosucabezahabíareposadoensuseno,ycon cuánto amor lo había besado ella. Pero él lo ignoraba; ni en sueños laconocía.

Cada día iba sintiendo más afecto por los hombres; cada vez sentíamayores deseos de subir hasta ellos, hasta sumundo, que le parecíamuchomásvastoqueelpropio:podíanvolarensusbarcosporlasuperficiemarina,escalarmontañasmásaltasquelasnubes;poseíantierrascubiertasdebosquesycampos,queseextendíanmuchomásalládedondealcanzabalavista.Habíamuchas cosas que hubiera querido saber, pero sus hermanas no podíancontestar a todas sus preguntas. Por eso acudió a la abuela, la cual conocíamuybienaquelmundosuperior,queellallamaba,conrazón,lospaísessobreelmar.

—Suponiendo que los hombres no se ahoguen —preguntó la pequeñasirena—, ¿viven eternamente? ¿No mueren como nosotras, los seressubmarinos?

—Sí, dijo la abuela —, ellos mueren también, y su vida es más brevetodavíaquelanuestra.Nosotraspodemosalcanzarlaedaddetrescientosaños,perocuandodejamosdeexistirnosconvertimosensimpleespuma,queflotasobreelagua,ynisiquieranosquedaunatumbaentrenuestrosseresqueridos.No poseemos un alma inmortal, jamás renaceremos; somos como la verdecaña: una vez la han cortado, jamás reverdece. Los humanos, en cambio,tienen un alma, que vive eternamente, aun después que el cuerpo se hatransformadoentierra;unalmaqueseelevaatravésdelairediáfanohastalasrutilantes estrellas. Del mismo modo que nosotros emergemos del agua yvemos las tierras de los hombres, así también ascienden ellos a sublimeslugaresdesconocidos,quenosotrosnoveremosnunca.

—¿Porquénotenemosnosotrasunalmainmortal?—preguntó,afligida,lapequeña sirena—.Gustosacambiaríayomiscentenaresdeañosdevidaporser sólo un día una persona humana y poder participar luego del mundocelestial.

—¡No pienses en eso! —dijo la vieja—. Nosotras somos mucho másdichosasymejoresqueloshumanosdealláarriba.

—Así,pues,¿moriréyvagaréporelmarconvertidaenespuma,sinoírlamúsica de las olas, ni ver las hermosas flores y el rojo globo del sol? ¿Nopodríahacernadaparaadquirirunalmainmortal?

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—No—dijo laabuela—.Hayunmedio,sí,peroescasi imposible:seríanecesarioqueunhombretequisieraconunamormásintensodelquetieneasu padre y sumadre; que se aferrase a ti con todas sus potencias y todo suamor, e hiciese que un sacerdote enlazase vuestras manos, prometiéndotefidelidadaquíyparatodalaeternidad.Entoncessualmaentraríaentucuerpo,ytútambiéntendríasparteenlabienaventuranzareservadaaloshumanos.Tedaríaalmasinperderporellolasuya.Peroestojamáspodrásuceder.Loqueaquí en el mar es hermoso, me refiero a tu cola de pez, en la tierra loencuentranfeo.Nosabríancomprenderlo;paraserhermosos,ellosnecesitandosapoyosmacizos,quellamanpiernas.

Lapequeñasirenaconsideróconunsuspirosucoladepez.

—Nonospongamostristes—laanimólavieja—.Saltemosybrinquemosdurante los trescientos años que tenemos de vida. Es un tiempomuy largo;tantomejorsedescansaluego.Estanochecelebraremosunbailedegala.

La fiesta fue de una magnificencia como nunca se ve en la tierra. Lasparedes y el techo del gran salón eran de grueso cristal, pero transparente.Centenaresdeenormesconchas,colorde rosayverde, sealineabanaunoyotroladoconunfuegodellamaazulqueiluminabatodalasalayproyectabasuluzalexterior,atravésdelasparedes,yalumbrabaelmar,permitiendoverlos innúmeros peces, grandes y chicos, que nadaban junto a los muros decristal:unos, conbrillantes escamaspurpúreas;otros, con reflejosdoradosyplateados.Porelcentrodelasalafluíaunaanchacorriente,yenellabailabanlosmoradoressubmarinosalsondesupropioydeliciosocanto;loshumanosdenuestratierranotienentanbellasvoces.Lajovensirenaeralaquecantabamejor;losasistentesaplaudían,yporunmomentosintióungozoauténticoensucorazón,alpercatarsedequeposeíalavozmáshermosadecuantasexistenenlatierrayenelmar.Peromuyprontovolvióaacordarsedelmundodeloalto;nopodíaolvidaralapuestopríncipe,nisupenapornotenercomoélunalmainmortal.Poresosaliódisimuladamentedelpalaciopaternoy,mientrasenéltodoerancantosyregocijo,seestuvosentadaensujardincito,presadelamelancolía.

En éstas oyó los sones de un cuerno que llegaban a través del agua, ypensó:«Deseguroqueenestosmomentosestásurcandolasolasaquelseraquienquieromásqueamipadreyamimadre,aquélqueesdueñodetodosmispensamientosyencuyamanoquisierayodepositar ladichade todamivida.Lointentarétodoparaconquistarloyadquirirunalmainmortal.Mientrasmishermanasbailanenelpalacio,iréalamansióndelabrujamarina,aquiensiempretantotemí;perotalvezellameaconsejeymeayude».

Ylasirenitaseencaminóhaciaelrugientetorbellino,traselcualvivíalabruja.Nuncahabíaseguidoaquelcamino,enelquenocrecíanfloresnialgas;

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unsueloarenoso,peladoygris,seextendíahastalafatídicacorriente,dondeelagua se revolvía con un estruendo semejante al de ruedas de molino,arrastrandoalfondotodoloqueseponíaasualcance.Parallegaralamansióndelahechicera,nuestrasirenadebíaatravesaraquellossiniestrosremolinos;yenunlargotrechonohabíamáscaminoqueuncenagalcalienteyburbujeante,quelabrujallamabasuturbera.Detrásestabasucasa,enmediodeunextrañobosque. Todos los árboles y arbustos eran pólipos, mitad animales, mitadplantas;parecíanserpientesdeciencabezassalidasdelatierra;lasramaseranlargos brazos viscosos, con dedos parecidos a flexibles gusanos, y todos semovíandesdelaraízhastalapunta.Rodeabanyaprisionabantodoloqueseponíaasualcance,sinvolveryaasoltarlo.Lasirenitasedetuvoaterrorizada;sucorazónlatíademiedoyestuvoapuntodevolverse;peroelpensarenelpríncipe y en el alma humana le infundió nuevo valor. Se ató firmementealrededor de la cabeza el largo cabello flotante para que los pólipos nopudiesenagarrarlo,dobló lasmanos sobre elpechoy se lanzóhaciadelantecomosólosabenhacerlolospeces,deslizándoseporentreloshorriblespóliposque extendían hacia ella sus flexibles brazos y manos. Vio cómo cada unomanteníaaferrado,conciendiminutosapéndicessemejantesafuertesarosdehierro,loquehabíalogradosujetar.Cadávereshumanos,muertosenelmaryhundidos en su fondo, salían a modo de blancos esqueletos de aquellosdemoníacos brazos. Apresaban también remos, cajas y huesos de animalesterrestres; pero lo más horrible era el cadáver de una sirena, que habíancapturadoyestrangulado.

Llegó luegoaunvastopantano,dondese revolcabanenormesserpientesacuáticas, que exhibían sus repugnantes vientres de color blancoamarillento.Enelcentrodellugarsealzabaunacasa,construidaconhuesosblanqueadosde náufragos humanos; en ella moraba la bruja del mar, que a la sazón seentreteníadejandoqueunsapocomiesedesuboca,deigualmaneracomoloshombres dan azúcar a un lindo canario. A las gordas y horribles serpientesacuáticas las llamaba sus polluelos y las dejaba revolcarse sobre su pechoenormeycenagoso.

—Ya sé lo que quieres—dijo la bruja—. Cometes una estupidez, peroestoy dispuesta a satisfacer tus deseos, pues te harás desgraciada, mi bellaprincesa.Quiereslibrartedelacoladepez,yenlugardeellatenerdospiernasparaandarcomoloshumanos,paraqueelpríncipeseenamoredetiy,consuamor,puedasobtenerunalmainmortal—.Ylabrujasoltóunacarcajada,tanruidosayrepelente,quelossaposylasculebrascayeronalsuelo,enelquesepusierona revolcarse.—.Llegas justoa tiempo—prosiguió labruja—,puesde haberlo hecho mañana a la hora de la salida del sol, deberías haberaguardadounaño,antesdequeyopudieraayudarte.Teprepararéunbrebajeconelcualtedirigirásatierraantesdequeamanezca.Unavezallí,tesentarásenlaorillaylotomarás,yenseguidatedesaparecerálacola,encogiéndosey

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transformándose en lo que los humanos llaman piernas; pero te va a doler,comositerajasenconunacortanteespada.Cuantosteveandiránqueereslacriaturahumanamáshermosaquehancontemplado.Conservarástumododeandaroscilante;ningunabailarinaserácapazdebalancearsecomotú,peroacada paso que des te parecerá que pisas un afilado cuchillo y que te estásdesangrando.Siestásdispuestaapasarportodoesto,teayudaré.

—Sí—exclamólajovensirenaconvozpalpitante,pensandoenelpríncipeyenelalmainmortal.

—Perotenencuenta—dijolabruja—queunavezhayasadquiridofigurahumana, jamás podrás recuperar la de sirena. Jamás podrás volver por elcaminodelaguaatushermanasyalpalaciodetupadre;ysinoconquistaselamor del príncipe, de tal manera que por ti se olvide de su padre y de sumadre,seaferreaticonalmaycuerpoyhagaqueelsacerdoteunavuestrasmanos,convirtiéndoosenmaridoymujer,noadquirirásunalmainmortal.Laprimera mañana después de su boda con otra, se partirá tu corazón y teconvertirásenespumaflotanteenelagua.

—¡Acepto!—contestólasirena,pálidacomolamuerte.

—Perotienesquepagarme—prosiguiólabruja—,yelprecioquetepidonoespoco.Poseeslamáshermosavozdecuantashayenelfondodelmar,ycon ella piensas hechizarle. Pues bien, vas a darme tu voz. Pormi preciosobrebajequierolomejorqueposees.Yotengoqueponermipropiasangre,paraqueelfiltroseacortantecomoespadadedoblefilo.

—Perosimequitaslavoz,¿quémequeda?—preguntólasirena.

—Tu bella figura —respondió la bruja—, tu paso cimbreante y tusexpresivosojos.Contodoestopuedesturbarelcorazóndeunhombre.Bien,¿hasperdidoyaelvalor?Saca la lenguay lacortaré,enpagodelmilagrosobrebaje.

—¡Sea,pues!—dijolasirena;ylabrujadispusosucalderoparaprepararelfiltro.

—Lalimpiezaesbuenacosa—dijo,fregandoelcalderoconlasserpientesdespués de hacer un nudo con ellas; luego, arañándose el pecho hasta queasomó su negra sangre, echó unas gotas de ella en el recipiente. El vapordibujabalasfigurasmásextraordinarias,capacesdeinfundirmiedoalcorazónmás audaz. La bruja no cesaba de echar nuevos ingredientes al caldero, ycuando ya la mezcla estuvo en su punto de cocción, produjo un sonidosemejantealdeuncocodriloque llora.Quedóal fin listoelbrebaje, el cualteníaelaspectodeaguaclarísima.

—Ahí lo tienes—dijo la bruja, y, entregándoselo a la sirena, le cortó la

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lengua,conloqueéstaquedómuda,incapazdehablarydecantar.

—Silospóliposteapresancuandoatraviesesdenuevomibosque—dijolahechicera—, arrójales unas gotas de este elixir y verás cómo sus brazos ydedoscaendeshechosenmilpedazos—.Peronofuenecesarioacudiraaquelrecurso,pueslospóliposseapartaronaterrorizadosalverelbrillantebrebajequelasirenallevabaenlamano,yquerelucíacomosifueseunaestrella.Asícruzórápidamenteelbosque,elpantanoyelrugientetorbellino.

Veía el palacio de su padre; en la gran sala de baile habían apagado lasantorchas;seguramentetodoelmundoestaríadurmiendo.Sinembargo,noseatrevió a llegar hasta él, pues era muda y quería marcharse de allí parasiempre. Le pareció que el corazón le iba a reventar de pena. Entróquedamente en el jardín, cortó una flor de cada uno de los arriates de sushermanas y, enviando al palacio mil besos con la punta de los dedos, seremontóatravésdelasaguasazules.

El sol no había salido aún cuando llegó al palacio del príncipe y seaventuró por la magnífica escalera de mármol. La luna brillaba con unaclaridadmaravillosa.Lasirenaingirióelardienteyacrefiltroysintiócomosiunaespadadedoblefiloleatravesaratodoelcuerpo;cayódesmayadayquedótendida en el suelo como muerta. Al salir el sol volvió en sí; el dolor eraintensísimo,peroantesíteníaalhermosoyjovenpríncipe,conlosnegrosojosclavados en ella. La sirena bajó los suyos y vio que su cola de pez habíadesaparecido, sustituida por dos preciosas y blanquísimas piernas, las máslindas que pueda tener unamuchacha; pero estaba completamente desnuda,por lo que se envolvió en su larga y abundante cabellera. Le preguntó elpríncipe quién era y cómo había llegado hasta allí, y ella le miró dulce ytristementeconsusojosazules,puesnopodíahablar.Entonceslatomóéldelamano y a condujo al interior del palacio. Como ya le había advertido labruja,acadapasoquedabaeracomosianduvierasobreagudospunzonesyafiladoscuchillos,perolosoportósinunaqueja.Delamanodelpríncipesubíaligera como una burbuja de aire, y tanto él como todos los presentes semaravillabandesuandargraciosoycimbreante.

Le dieron vestidos preciosos de seda ymuselina; era lamás hermosa depalacio,peroeramuda,nopodíahablarnicantar.BellasesclavasvestidasdesedayoroseadelantaronacantaranteelhijodelReyysusaugustospadres;una de ellas cantó mejor que todas las demás, y fue recompensada con elaplausoyunasonrisadelpríncipe.Seentristecióentonceslasirena,puessabíaque ella habría cantado más melodiosamente aún. «¡Oh! —pensó— si élsupieraqueporestarasuladosacrifiquémivozparatodalaeternidad».

A continuación las esclavas bailaron primorosas danzas, al son de unamúsica incomparable, y entonces la sirena, alzando los hermosos y

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blanquísimosbrazoseincorporándosesobrelaspuntasdelospies,sepusoabailarconunarteyunabellezajamásvistos;cadamovimientodestacabamássuhermosura,ysusojoshablabanalcorazónmáselocuentementequeelcantodelasesclavas.

Todos quedaronmaravillados, especialmente el príncipe, que la llamó supequeñaexpósita;yellasiguióbailando,apesardequecadavezquesupietocabaelsuelocreíapisarunagudísimocuchillo.Dijoelpríncipequequeríatenerla siempre a su lado, y la autorizó a dormir delante de la puerta de suhabitación,sobrealmohadonesdeterciopelo.

Mandóquelehicieranuntrajedeamazonaparaquepudieseacompañarloa caballo. Y así cabalgaron por los fragantes bosques, cuyas verdes ramasacariciaban sus hombros, mientras los pajarillos cantaban entre las tiernashojas.Subióconelpríncipealasmontañasmásaltas,y,aunquesusdelicadospies sangrabany losdemás loveían, ella seguía a su señor sonriendo,hastaquepudieron contemplar las nubes a sus pies, semejantes a unabandadadeavescaminodetierrasextrañas.

En palacio, cuando, por la noche, todo elmundo dormía, ella salía a laescalerademármolabañarselospiesenelaguademar,paraaliviarsudolor;entoncespensabaenlossuyos,alosquehabíadejadoenlasprofundidadesdelocéano.

Una noche se presentaron sus hermanas, cogidas del brazo, cantandotristemente, mecidas por las olas. Ella les hizo señas y, reconociéndola, lassirenas se le acercaron y le contaron la pena que les había causado sudesaparición.Desdeentonceslavisitarontodaslasnoches,yunavezvioalolejos incluso a su anciana abuela—que llevabamuchos años sin subir a lasuperficie—yalreydelmar,conlacoronaenlacabeza.Ambosletendieronlosbrazos,perosinatreverseaacercarseatierracomolashermanas.

Cada día aumentaba el afecto que por ella sentía el príncipe, quien laqueríacomosepuedequereraunaniñabuenaycariñosa;peronuncalehabíapasadoporlamentelaideadehacerlareina;y,sinembargo,necesitaballegarasersuesposa,puesdeotromodonorecibiríaunalmainmortal,ylamismamañanadelabodadelpríncipeseconvertiríaenespumadelmar.

—¿Nomeamasporencimadetodoslosdemás?—parecíandecirlosojosdelapequeñasirena,cuandoéllacogíaensusbrazosylebesabalahermosafrente.

—Sí,tequieromásqueatodos—respondíaél—,porqueereslaquetienemejorcorazón,lamásadictaamí,yporqueteparecesaunamuchachaaquienvi una vez, pero que jamás volveré a ver. Navegaba yo en un barco quenaufragó,y lasolasmearrojarona laorillacercadeunsantuario,enelque

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variasdoncellascuidabandelculto.Lamásjovenmeencontróymesalvólavida,yolavisolamentedosveces;eralaúnicaaquienyopodríaamarenestemundo,perotútelepareces,túcasidestierrassuimagendemialma;ellaestáconsagradaaltemplo,yporesomibuenasuertetehaenviadoati.Jamásnossepararemos.

«¡Ay!,nosabequelesalvélavida—pensólasirena—.Lollevésobreelmarhastaelbosquedondeselevantaeltemplo,y,disimuladaporlaespuma,estuveespiandosillegabansereshumanos.Vialalindamuchacha,aquienélquieremásqueamí».Yexhalóunprofundosuspiro,puesllorarnopodía.«Ladoncellapertenecealtemplo,hadicho,ynuncasaldráalmundo;novolveránaencontrarsepues,mientrasqueyoestoyasulado,loveotodoslosdías.Locuidaré,loquerré,lesacrificarémivida».

Sin embargo, el príncipe debía casarse, y, según rumores, le estabadestinada por esposa la hermosa bija del rey del país vecino. A este fin,armaronunbarcomagnífico.Sedecíaqueelpríncipeibaapartirparavisitarlastierrasdeaquelpaís;peroenrealidaderaparaconoceralaprincesasuhija,y por eso debía acompañarlo un numeroso séquito. La sirenita meneaba,sonriendo,lacabeza;conocíamejorquenadielospensamientosdesuseñor.

—¡Debopartir!—le había dicho él—.Debover a la bella princesa,mispadresloexigen,peronomeobligaránatomarlapornovia.Nopuedoamarla,puesnoseparecealahermosadoncelladeltemploqueescomotú.Siundíadebieraelegiryonovia,éstaseríastú,mimudaexpósitadeelocuentemirada—.Labesólosrojoslabios,y,jugandoconsulargacabellera,apoyólacabezasobresucorazón,quesoñabaenlafelicidadhumanayenelalmainmortal.

—¿No te damiedo elmar,mi pequeñinamuda?—le dijo cuando ya sehallabanabordodelnavíoquedebíaconducirlosalvecinoreino.Ylehablóde la tempestadyde lacalma,de losextrañospecesquepueblan losfondosmarinosydeloquevenenelloslosbuzos;yellasonreíaescuchándolo,puesestabamuchomejorenteradaqueotrocualquieradeloquehayenelfondodelmar.

Unanochede clara luna, cuando todosdormían, excepto el timonel, quepermanecía en su puesto, se sentó ella en la borda y clavó lamirada en elfondodelasaguaslímpidas.Leparecióquedistinguíaelpalaciodesupadre.Arribaestabasuancianaabuelaconlacoronadeplataenlacabeza,mirandoasu vez la quilla del barco a través de la rápida corriente. Las hermanassubieronalasuperficieysequedarontambiénmirándolatristemente,agitandolas blancas manos. Ella les hacía señas sonriente, y quería explicarles queestaba bien, que era feliz, pero se acercó el grumete, y las sirenas sesumergieron,por loqueélcreyóqueaquellacosablancaquehabíavistonoerasinoespumadelmar.

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A lamañana siguiente el barco entró en el puerto de la capital del paísvecino.Repicabantodaslascampanas,ydesdelasaltastorresllegabaelsonde las trompetas, mientras las tropas aparecían formadas con banderasondeantesy refulgentesbayonetas.Los festejossesucedíansin interrupción,conbailesyreuniones;maslaprincesanohabíallegadoaún.Segúnsedecía,la habían educado en un lejano templo, donde había aprendido todas lasvirtudespropiasdesucondición.Alfinllegóalaciudad.

Lasirenitaestabaimpacienteporversuhermosura,yhubodeconfesarseque nunca había visto un ser tan perfecto. Tenía la piel tersa y purísima, ydetrásdelaslargasyoscuraspestañassonreíanunosojosazuloscuro,dedulceexpresión.

—Erestú—dijoelpríncipe—laquemesalvócuandoyoyacíacomouncadáverenlacosta—.Yestrechóensusbrazosasuruborosaprometida.—.¡Ah, qué feliz soy!—añadió dirigiéndose a la sirena—. Se ha cumplido elmayordemisdeseos.Tú tealegrarásdemidicha,puesmequieresmásquetodos.

Lasirenalebesólamanoysintiócomosileestallaraelcorazón.Eldíadelabodasignificaríasumuerteysutransformaciónenespuma.

Fueron echadas al vuelo las campanas de las iglesias; los heraldosrecorrieron las calles pregonando la fausta nueva.En todos los altares ardíaaceite perfumado en lámparas de plata. Los sacerdotes agitaban losincensarios,ylosnovios,dándoselamano,recibieronlabendicióndelobispo.Lasirenita,vestidadesedayoro, sostenía lacolade ladesposada;perosusoídos no percibían la música solemne, ni sus ojos seguían el santo rito.Pensabasolamenteen supróximamuerteyen todo loquehabíaperdidoenestemundo.

Aquellamismatardelosnoviossetrasladaronabordoentreeltronardeloscañonesyelondeardelasbanderas.Enelcentrodelbuquehabíanerigidounasoberbiatiendadeoroypúrpura,provistadebellísimosalmohadones;enelladormiríalafelizparejadurantelanochefrescaytranquila.

Elvientohinchólasvelas,ylanavesedeslizó,raudaysuave,porelmarinmenso.

Aloscurecerencendieronlámparasylosmarinerosbailaronalegresdanzasen cubierta. La sirenita recordó su primera salida del mar, en la que habíapresenciado aquellamismamagnificencia y alegría, y entrando en la danza,voló como vuela la golondrina perseguida, y todos los circunstantesexpresaron su admiración; nunca había bailado tan exquisitamente. Parecíacomosiaceradoscuchillos le traspasaran losdelicadospies,peroellano lossentía; más acerbo era el dolor que le hendía el corazón. Sabía que era la

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últimanochequeveía a aquel por quienhabía abandonado familia y patria,sacrificadosuhermosavozysufridodíatrasdíatormentossinfin,sinqueéltuvieralamáslevesospechadesusacrificio.Eralaúltimanochequerespirabael mismo aire que él, y que veía el mar profundo y el cielo cuajado deestrellas.Laesperabaunanocheeterna sinpensamientosni sueños,puesnotenía alma ni la tendría jamás. Todo fue regocijo y contento a bordo hastamucho después de medianoche, y ella río y bailó con el corazón lleno depensamientosdemuerte.Elpríncipebesóasuhermosanovia,yellaacaricióel negro cabello de su marido y, cogidos del brazo, se retiraron los dos adescansarenlapreciosatienda.

Se hizo la calma y el silencio en el barco; sólo el timonel seguía en supuesto. La sirenita, apoyados los blancos brazos en la borda, mantenía lamiradafijaenOriente,enesperadelaaurora;sabíaqueelprimerrayodesollamataría.Entonces vio a sus hermanas que emergían de las aguas, pálidascomo ella; sus largas y hermosas cabelleras no flotaban ya al viento; se lashabíancortado.

—Lashemosdadoalabrujaacambiodequenosdejeacudirentuauxilio,paraquenomuerasestanoche.Nosdiouncuchillo,ahílotienes.¡Miraquéafiladoes!Antesdequesalgaelsoldebesclavarloenelcorazóndelpríncipe,ycuandosusangrecalientesalpiquetuspies,volveráacrecertelacoladepezyserásdenuevounasirena,podrássaltaralmaryvivir tus trescientosañosantesde convertirte en saladaymuerta espuma. ¡Apresúrate!Élo túdebéismorirantesdequesalgaelsol.Nuestraancianaabuelaestátantriste,queselehacaídolablancacabellera,delmismomodoquenosotrashemosperdidolanuestrabajo las tijerasde labruja. ¡Mata al príncipeyvuelve connosotras!Dateprisa,¿novesaquellasfajasrojasenelcielo?Dentrodebrevesminutosaparecerá el sol ymorirás.—Y, con un hondo suspiro, se hundieron en lasolas.

Lasirenitadescorrióeltapizpúrpuraquecerrabalatiendayvioalabelladesposada dormida con la cabeza reclinada sobre el pecho del príncipe. Seinclinó,besó lahermosa frentede suamado,miróal cielodonde lucíacadavezmásintensamentelaaurora,miróluegoelafiladocuchilloyvolvióafijarlosojosensupríncipe,queensueños,pronunciabaelnombredesuesposa;sólo ella ocupaba su pensamiento. La sirena levantó el cuchillo con manotemblorosa,yloarrojóalasolasconungestoviolento.Enelpuntodondefueacaerpareciócomosigotasdesangrebrotarandelagua.Nuevamentemiróasuamadocondesmayadosojosy,arrojándosealmar,sintiócómosucuerposedisolvíaenespuma.

Asomó el sol en el horizonte; sus rayos se proyectaron suaves y tibiossobreaquellaespumafría,ylasirenitasesintiólibredelamuerte;veíaelsolreluciente, y por encima de ella flotaban centenares de transparentes seres

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bellísimos; a su través podía divisar las blancas velas del barco y las rojasnubes que surcaban el firmamento. El lenguaje de aquellos seres eramelodioso, y tan espiritual, que ningún oído humano podía oírlo, ni ningúnhumano ojo ver a quienes lo hablaban; sinmoverse se sostenían en el aire,graciasasuligereza.Lapequeñasirenavioque,comoellos,teníauncuerpo,queseelevabagradualmentedelsenodelaespuma.

—¿Adónde voy? —preguntó; y su voz resonó como la de aquellascriaturas, tan melodiosa, que ninguna música terrena habría podidoreproducirla.

—Areunirteconlashijasdelaire—respondieronlasotras.—.Lasirenanotieneunalmainmortal,nipuedeadquirirlasinoespormediacióndelamordeun hombre; su eterno destino depende de un poder ajeno. Tampoco tienenalma inmortal las hijas del aire, pero pueden ganarse una con sus buenasobras.Nosotrasvolamoshacialastierrascálidas,dondeelairebochornosoypestífero mata a los seres humanos; nosotras les procurarnos frescor.Esparcimos el aroma de las flores y enviamos alivio y curación. Cuandohemoslaboradoporespaciodetrescientosaños,esforzándonosporhacertodoelbienposible,nosesconcedidaunalmainmortalyentramosaparticipardelafelicidadeternaquehasidoconcedidaaloshumanos.Tú,pobrecillasirena,te has esforzado con todo tu corazón, como nosotras; has sufrido, y sufridocon paciencia, y te has elevado al mundo de los espíritus del aire: ahorapuedes procurarte un alma inmortal, a fuerza de buenas obras, durantetrescientosaños.

Lasirenitalevantóhaciaelsolsusbrazostransfigurados,yporprimeravezsintió que las lágrimas asomaban a sus ojos. A bordo del buque reinabanuevamenteelbullicioylavida;lasirenavioalpríncipeyasubellaesposaquelabuscaban,escudriñandoconmelancólicamiradalaburbujeanteespuma,comosisupieranquesehabíaarrojadoalasolas.Invisible,besóalanoviaenlafrentey,enviandounasonrisaalpríncipe,seelevóconlosdemásespíritusdelairealasregionesetéreas,entrelasrosadasnubes,quesurcabanelcielo.

—DentrodetrescientosañosnosremontaremosdeestemodoalreinodeDios.

—Podemosllegaraélantes—susurróunadesuscompañeras—.Entramosvolando, invisibles, en lasmoradas de los humanos donde hay niños, y porcada día que encontramos a uno bueno, que sea la alegría de sus padres ymerecedor de su cariño, Dios abrevia nuestro período de prueba. El niñoignoracuándoentramosensucuarto,ysinoscausagozoynoshacesonreír,nosesdescontadounañode los trescientos;pero sidamosconunchiquillomaloytravieso,tenemosqueverterlágrimasdetristeza,yporcadalágrimasenosaumentaenundíaeltiempodeprueba.

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Lomásincreíble

(Detutroligste)

Quienfuesecapazdehacerlomásincreíble,secasaríaconlahijadelReyyseconvertiríaendueñodelamitaddelreino.

Los jóvenes —y también los viejos— pusieron a contribución toda suinteligencia,susnerviosysusmúsculos.Dossehartaronhastareventar,yunosematóafuerzadebeber,ylohicieronpararealizarloqueasuentendereramásincreíble,sóloquenoeraaquélelmododeganarelpremio.Losgolfilloscallejeros se dedicaron a escupirse sobre la propia espalda, lo cualconsiderabanelcolmodeloincreíble.

Seseñalóundíaparaquecadacualdemostraseloqueeracapazdehaceryque, a su juicio, fuera lo más increíble. Se designaron como jueces, desdeniñosdetresañoshastacincuentonesmaduros.Hubounverdaderodesfiledecosas increíbles, pero el mundo estuvo pronto de acuerdo en que lo másincreíble era un reloj, tan ingenioso por dentro como por fuera. A cadacampanadasalíanfigurasvivasqueindicabanloqueelrelojacababadetocar;entotalfuerondoceescenas,configurasmovibles,cantosydiscursos.

—¡Estoeslomásincreíble!—exclamólagente.

ElrelojdiolaunayaparecióMoisésenlamontaña,escribiendoelprimermandamientoenlasTablasdelaLey:«HayunsoloDiosverdadero».

AldarlasdossevioelParaísoterrenal,dondeseencontraronAdányEva,felices a pesar de no disponer de armario ropero; por otra parte, no lonecesitaban.

Cuandosonaronlastres,salieronlostresReyesMagos,unodeellosnegrocomoelcarbón;¡quéremedio!Elsollohabíaennegrecido.Llevabaninciensoycosaspreciosas.

A las cuatro se presentaron las estaciones: la Primavera, con el cuclilloposadoenunatiernaramadehaya;elVerano,conunsaltamontessobreunaespigamadura;elOtoño,conunnidodecigüeñasabandonado—pueselavesehabíamarchadoya—,yelInvierno,conunaviejacornejaquesabíacontarhistoriasyantiguosrecuerdosjuntoalfuego.

Dieronlascincoycomparecieronloscincosentidos:laVista,enfiguradeóptico; elOído, en la de calderero; elOlfato vendía violetas y aspérulas; elGustoestabarepresentadoporuncocinero,yelTacto,porunsepultureroconuncrespónfúnebrequelellegabaalostalones.

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El relojdio las seis,yaparecióun jugadorqueechó losdados;alvolverhaciaarribalapartesuperior,salióelnúmeroseis.

Vinieronluegolossietedíasdelasemanaolossietepecadoscapitales;losespectadores nopudieronponerse de acuerdo sobre lo que eran en realidad;seacomofuere,tienenmuchodecomúnynoesmuyfácilsepararlos.

Acontinuación,uncorodemonjescantólamisadeocho.

Con las nueve llegaron las nueve Musas; una de ellas trabajaba enAstronomía;otra,enelArchivohistórico;lasrestantessededicabanalteatro.

A las diez salió nuevamente Moisés con las tablas; contenían losmandamientosdeDios,yerandiez.

Volvieronasonarcampanadasysalieron,saltandoybrincando,unosniñosyniñasquejugabanycantaban:«¡Ahora,niños,aescuchar; lasonceacabandedar!».

Y al dar las doce salió el vigilante, con su capucha, y con la estrellamatutina,cantandosuviejatonadilla:

¡Eramedianoche,

cuandonacióelSalvador!

Y mientras cantaba brotaron rosas, que luego resultaron cabezas deangelillosconalas,queteníantodosloscoloresdeliris.

Resultó un espectáculo tan hermoso para los ojos como para los oídos.Aquel reloj eraunaobradearte incomparable, lomás increíblequepudieraimaginarse,decíalagente.

Elautoreraunjovendeexcelentecorazón,alegrecomounniño,unamigobuenoyleal,yabnegadoconsushumildespadres.Semerecíalaprincesaylamitaddelreino.

Llegóeldíadeladecisión;todalaciudadestabaengalanada,ylaprincesaocupabaeltrono,alquehabíanpuestocrinnueva,sinhacerlomáscómodoporeso. Los jueces miraban con pícaros ojos al supuesto ganador, el cualpermanecíatranquiloyalegre,segurodesusuerte,pueshabíarealizadolomásincreíble.

—¡No,estoloharéyo!—gritóenelmismomomentounpatánlarguiruchoyhuesudo—.Yo soyelhombrecapazde lomás increíble—.Yblandióunhachacontralaobradearte.

¡Cric,crac!,enuninstantetodoquedódeshecho;ruedasyresortesrodaronporelsuelo;lamaravillaestabadestruida.

—¡Éstaesmiobra!—dijo—.Miacciónhasuperadoalasuya;hehecholo

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másincreíble.

—¡Destruir semejante obra de arte! —exclamaron los jueces.—.Efectivamente,eslomásincreíble.

Todoelpuebloestuvodeacuerdo,porloqueleasignaronlaprincesaylamitad del reino, pues la ley es la ley, incluso cuando se trata de lo másincreíbleyabsurdo.

Desde lo alto de las murallas y las torres de la ciudad proclamaron lostrompeteros:

—¡Vaacelebrarselaboda!

La princesa no iba muy contenta, pero estaba espléndida, y ricamentevestida. La iglesia era un mar de luz; anochecía ya, y el efecto resultabamaravilloso.Lasdoncellasnoblesdelaciudadibancantando,acompañandoalanovia;loscaballeroshacíanlopropioconelnovio,elcualavanzabaconlacabezatanaltacomosinadapudieserompérsela.

Cesóelcantoehízoseunsilenciotanprofundo,quesehabríaoídocaeralsuelounalfiler.Yheaquíqueenmediodeaquellaquietudseabriócongranestrépitolapuertadelaiglesiay,«¡bum!¡bum!»,entróelrelojy,avanzandopor la nave central, fue a situarse entre los novios. Losmuertos no puedenvolver, estoya lo sabemos,perounaobradearte sípuede; el cuerpoestabahechopedazos,peronoelespíritu;elespectrodelArteseapareció,dejandoyadeserunespectro.

La obra de arte estaba entera, como el día que la presentaron, intacta ynueva. Sonaron las campanadas, una tras otra, hasta las doce, y salieron lasfiguras. Primero Moisés, cuya frente despedía llamas. Arrojó las pesadastablasdelaleyalospiesdelnovio,quequedaronclavadosenelsuelo.

—¡No puedo levantarlas! —dijo Moisés—. Me cortaste los brazos.Quédatedondeestás.

Vinieron despuésAdán yEva, losReyesMagos deOriente y las cuatroestaciones,ytodosledijeronverdadesdesagradables:«¡Avergüénzate!».

Peroélnoseavergonzó.

Todaslasfigurasquehabíanaparecidoalasdiferenteshoras,salierondelrelojyadquirieronunvolumenenorme.Parecíaquenoibaaquedarsitioparalaspersonasdecarneyhueso.Ycuandoalasdocesepresentóelvigilanteconlacapuchaylaestrellamatutina,seprodujounmovimientoextraordinario.Elvigilante,dirigiéndosealnovio,ledioungolpeenlafrenteconlaestrella.

—¡Muere! —le dijo—. ¡Medida por medida! ¡Estamos vengados, y elmaestrotambién!¡adiós!

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Ydesapareciólaobradearte;perolaslucesdelaiglesialatransformaronengrandesfloresluminosas,ylasdoradasestrellasdeltechoenviaronlargosyrefulgentesrayos,mientraselórganotocabasolo.Todoslospresentesdijeronqueaquelloeralomásincreíblequehabíanvistoensuvida.

—Llamemos ahora al vencedor —dijo la princesa—. El autor de lamaravillaserámiesposoyseñor.

Yeljovensepresentóenlaiglesia,conelpuebloenteroporséquito,entrelas aclamaciones y la alegría general. Nadie sintió envidia. ¡Y esto fueprecisamentelomásincreíble!

Elcompañerodeviaje

(Rejsekammeraten)

ElpobreJuanestabamuytriste,puessupadresehallabaenfermoeibaamorir.Nohabíamásqueellosdosenlareducidahabitación;lalámparadelamesaestabapróximaaextinguirse,yllegabalanoche.

—Has sido un buen hijo, Juan —dijo el doliente padre—, y Dios teayudaráporloscaminosdelmundo—.Ledirigióunamiradatiernaygrave,respiró profundamente y expiró; habríase dicho que dormía. Juan se echó allorar; ya nadie le quedaba en la Tierra, ni padre ni madre, hermano nihermana. ¡PobreJuan!Arrodillado juntoal lecho,besaba la fríamanodesupadremuerto,yderramabaamargas lágrimas,hastaqueal fin se lecerraronlosojosysequedódormido,conlacabezaapoyadaeneldurobarrotedelacama.

Tuvounsueñomuyraro;viocómoelSolylaLunaseinclinabananteél,yvioasupadrerebosantedesaludyriéndose,conaquellarisasuyacuandosesentíacontento.Unahermosamuchacha,conunacoronadeoroenellargoyrelucientecabello, tendió lamanoaJuan,mientraselpadre ledecía:«¡Miraquénovia tanbonita tienes!Es lamásbelladelmundoentero».Entoncessedespertó: el alegre cuadro se había desvanecido; su padre yacía en el lecho,muertoyfrío,ynohabíanadieenlaestancia.¡PobreJuan!

A la semana siguiente dieron sepultura al difunto; Juan acompañó elféretro,sinpoderveryaaaquelpadrequetantolohabíaquerido;oyócómoechaban tierra sobre el ataúd, para colmar la fosa, y contempló cómodesaparecía poco a poco,mientras sentía la pena desgarrarle el corazón.Albordede la tumba cantaronunúltimo salmo,que sonó armoniosamente; laslágrimasasomaronalosojosdelmuchacho;rompióallorar,yelllantofueunsedante para su dolor. Brilló el sol, espléndido, por encima de los verdes

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árboles;parecíadecirle:«Noestéstriste,Juan;¡miraquéhermosoyazuleselcielo!¡AlláarribaestátupadrepidiendoaDiosportubien!».

—Seré siempre bueno —dijo Juan—. De este modo, un día volveré areunirmeconmipadre. ¡Quéalegríacuandonosveamosdenuevo!Cuántascosaspodrécontarleycuántasmemostraráél,ymeenseñarálamagnificenciadelcielo,comolohacíaenlaTierra.¡Oh,quéfelicesseremos!

Yseloimaginabatanalovivo,queasomóunasonrisaasuslabios.Lospajarillos,posadosenloscastaños,dejabanoírsusgorjeos.Estabanalegres,apesardeasistiraunentierro,perobiensabíanqueeldifuntoestabayaenelcielo,teníaalasmuchomayoresymáshermosasquelassuyas,yeradichoso,porque acá en la Tierra había practicado la virtud; por eso estaban alegres.Juanlosvioemprenderelvuelodesdelasaltasramasverdes,ysintióeldeseodelanzarsealespacioconellos.Peroanteshizounagrancruzdemaderaparahincarlasobrelatumbadesupadre,yalllegarlanoche,lasepulturaaparecíaadornadaconarenayflores.Habíancuidadodeellopersonasforasteras,puesentodalacomarcaseteníaengranestimaaaquelbuenhombrequeacababademorir.

De madrugada hizo Juan su modesto equipaje y se ató al cinturón supequeña herencia: cincuenta florines y unos peniques en total; con ella sedisponíaacorrermundo.Sinembargo,antesvolvióalcementerio,y,despuésde rezar un padrenuestro sobre la tumba dijo: ¡Adiós, padre querido! Serésiemprebueno,ytúlepedirásaDiosquelascosasmevayanbien.

Alentrarenlacampiña,elmuchachoobservóquetodaslasfloresseabríanfrescasyhermosasbajolosrayostibiosdelsol,yquesemecíanalimpulsodelabrisa,comodiciendo:«¡Bienvenidoanuestrosdominios!¿Verdadquesonbellos?».PeroJuansevolvióunavezmásacontemplarlaviejaiglesiadonderecibiera de pequeño el santo bautismo, y a la que había asistido todos losdomingosconsupadrealosoficiosdivinos,cantandohermosascanciones;enloaltodelcampanariovio,enunaabertura,alduendedeltemplo,depie,consupequeñagorraroja,yresguardándoseelrostroconelbrazodelosrayosdelsolqueledabanenlosojos.Juanledijoadiósconunainclinacióndecabeza;el duendecillo agitó la gorra colorada y, poniéndose una mano sobre elcorazón, con la otra le envió muchos besos, para darle a entender que ledeseabaunviajemuyfelizymuchobien.

PensóentoncesJuanenlasbellezasqueveríaenelampliomundoysiguiósucamino,muchomásalládedondellegarajamás.Noconocíaloslugaresporlosquepasaba,nilaspersonasconquienesseencontraba;todoeranuevoparaél.

La primera noche hubo de dormir sobre un montón de heno, en plenocampo;otro lechonohabía.Peroeramuycómodo,pensó;elpropioReyno

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estaríamejor.Todalacampiña,conelrío,lapiladehierbayelcieloencima,formaban un hermoso dormitorio. La verde hierba, salpicada de florecillasblancasycoloradas,hacíadealfombra,laslilasyrosalessilvestreseranotrostantosramilletesnaturales,yparalavaboteníatodoelrío,deagualímpidayfresca, con los juncosycañasque se inclinabancomoparadarle lasbuenasnochesylosbuenosdías.Lalunaeraunalámparasoberbia,colgadaalláarribaen el techo infinito; una lámpara con cuyo fuegonohabíamiedode que seencendieran las cortinas. Juan podía dormir tranquilo, y así lo hizo, nodespertándose hasta que salió el sol, y todas las avecillas de los contornosrompieronacantar:«¡Buenosdías,buenosdías!¿Notehaslevantadoaún?».

Tocabanlascampanas,llamandoalaiglesia,pueseradomingo.Lasgentesibanaescucharalpredicador,yJuanfueconellas;lasacompañóenelcantodelossagradoshimnos,yoyólavozdelSeñor;leparecíaestarenlaiglesiadonde había sido bautizado y donde había cantado los salmos al lado de supadre.

En el cementerio contiguo al templo había muchas tumbas, algunas deellascubiertasdealtahierba.EntoncespensóJuanenladesupadre,ysedijoqueconeltiempopresentaríatambiénaquelaspecto,yaqueélnoestaríaallíparalimpiarlayadornarla.Sesentó,puesenelsuelo,ysepusoaarrancarlahierba y enderezar las cruces caídas, volviendo a sus lugares las coronasarrastradasporelviento,mientraspensaba:«Talvezalguienhagalomismoenlatumbademipadre,yaquenopuedohacerloyo».

Ante lapuertade la iglesiahabíaunmendigoancianoquesesosteníaensus muletas; Juan le dio los peniques que guardaba en su bolso, y luegoprosiguiósuviajeporelanchomundo,contentoyfeliz.

Alcaerlatarde,eltiemposepusohorrible,ynuestromozosedioprisaenbuscaruncobijo,peronotardóencerrarlanocheoscura.Finalmente,llegóaunapequeñaiglesia,quese levantabaenloaltodeunacolina.Porsuerte, lapuertaestaba sóloentornadaypudoentrar.Su intenciónerapermanecerallíhastaquelatempestadhubierapasado.

—Mesentaréenunrincón—dijo—,estoymuycansadoynecesitoreposo—.Sesentó,pues,juntólasmanospararezarsuoraciónvespertinayantesdequepudieradarsecuenta,sequedóprofundamentedormidoytransportadoalmundo de los sueños, mientras en el exterior fulguraban los relámpagos yretumbabanlostruenos.

Sedespertóamedianoche.Latormentahabíacesado,ylalunabrillabaenel firmamento, enviando sus rayos de plata a través de las ventanas. En elcentrodel templohabíaunféretroabierto,conundifunto,esperandolahorade recibir sepultura. Juan no era temeroso ni mucho menos; nada lereprochabasuconciencia,ysabíaperfectamentequelosmuertosnohacenmal

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anadie;losvivossonlosperversos,losquepracticanelmal.Masheaquíquedosindividuosdeestaclaseestabanjuntoaldifuntodepositadoenel temploantes de ser confiado a la tierra. Se proponían cometer con él una fechoría:arrancarlodelataúdyarrojarlofueradelaiglesia.

—¿Por qué queréis hacer esto?—preguntó Juan—.Es unamala acción.Dejadquedescanseenpaz,ennombredeJesús.

—¡Tonterías!—replicaronlosmalvados—.¡Nosengañó!Nosdebíadineroynopudopagarlo;yahoraquehamuertonocobraremosuncéntimo.Poresoqueremos vengarnos. Vamos a arrojarlo como un perro ante la puerta de laiglesia.

—Sólotengocincuentaflorines—dijoJuan—;estodamifortuna,peroosladarédebuenaganasimeprometéisdejarenpazalpobredifunto.Yomelasarreglarésindinero.Estoysanoyfuerte,ynomefaltarálaayudadeDios.

—Bien—replicaronlosdosimpíos—.Siteavienesapagarsudeudanoleharemosnada,teloprometemos—.EmbolsaroneldineroquelesdioJuan,y,riéndoseacarcajadasdeaquelmagnánimoinfeliz,siguieronsucamino.Juancolocónuevamenteelcadáverenel féretro,con lasmanoscruzadassobreelpecho,e,inclinándoseanteél,sealejócontentobosqueatravés.

En derredor, dondequiera que llegaban los rayos de luna filtrándose porentreelfollaje,veíajugaralegrementealosduendecillos,quenohuíandeél,pues sabían que era unmuchacho bueno e inocente; son sólo losmalos, dequienes los duendes no se dejan ver. Algunos no eran más grandes que elanchodeundedo,y llevabansujetoel largoyrubiocabelloconpeinetasdeoro.Dedosendossebalanceabanenequilibriosobrelasabultadasgotasderocío, depositadas sobre las hojas y los tallos de hierba; a veces, unade lasgotitas caía al suelo por entre las largas hierbas, y el incidente provocabagrandes risas y alboroto entre los minúsculos personajes. ¡Qué delicia! Sepusieron a cantar, y Juan reconoció enseguida las bellas melodías queaprendieradeniño.Grandesarañasmulticolores,conargénteascoronasenlacabeza, hilaban, de seto a seto, largos puentes colgantes y palacios que, alrecoger el tenue rocío, brillaban comonítido cristal a los claros rayos de laluna.Elespectáculoduróhastalasalidadelsol.Entonces,losduendecillossedeslizaron en los capullos de las flores, y el viento se hizo cargo de suspuentesypalacios,quevolaronporlosairesconvertidosentelarañas.

Enéstas,Juanhabíasalidoyadelbosquecuandoasuespaldaresonóunareciavozdehombre:

—¡Hola,compañero!,¿adóndevamos?

—PoresosmundosdeDios—respondióJuan—.Notengopadrenimadreysoypobre,peroDiosmeayudará.

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—Tambiényovoyacorrermundo—dijoelforastero—.¿Quieresquelohagamosencompañía?

—¡Bueno!—asintió Juan, y siguieron juntos.No tardaron en simpatizar,pueslosdoseranbuenaspersonas.Juanobservómuypronto,empero,queeldesconocido eramuchomás inteligente que él.Había recorrido casi todo elmundoysabíadetodaslascosasimaginables.

Elsolestabayamuyaltosobreelhorizontecuandosesentaronalpiedeunárbolparadesayunarse;yenaquelmismomomentoselesacercóunaancianaque andabamuy encorvada, sosteniéndose en unamuletilla y llevando a laespaldaunhazde leñaquehabía recogidoenelbosque.Llevabaeldelantalrecogidoyatadopordelante,yJuanobservóqueporélasomabantreslargasvarasde sauceenvueltasenhojasdehelecho.Llegadaadondeellosestaban,resbalóycayó,empezandoaquejarselamentablemente;lapobresehabíarotounapierna.

Juanpropusoenseguidatrasladaralaancianaasucasa;peroelforastero,abriendosumochila,dijoqueteníaunungüentoconelcual,enunsantiamén,curaríalapiernarota,detalmodoquelamujerpodríaregresarasucasaporsupropio pie, como si nada le hubiese ocurrido. Sólo pedía, en pago, que leregalaselastresvarasquellevabaeneldelantal.

—¡Muchopides!—objetólavieja,acompañandolaspalabrasconunrarogesto de la cabeza. No le hacía gracia ceder las tres varas; pero tampocoresultabamuy agradable seguir en el suelo con la pierna fracturada.Le dio,pues, lasvaras,yapenaselungüentohubotocadolafracturase incorporólaabuela y echó a andarmuchomás ligera que antes.Y todopor virtud de lapomada;perohayqueadvertirquenoeraunapomadadelasquevendenenlabotica.

—¿Paraquéquiereslasvaras?—preguntóJuanasucompañero.

—Son tres bonitas escobas—contestó el otro—.Megustan, quéquieresquetediga;yosoyasídeextraño.

Yprosiguieronunbuentrecho.

—¡Se está preparando una tormenta! —exclamó Juan, señalando haciadelante—.¡Quénubarronesmáscargados!

—No —respondió el compañero—. No son nubes, sino montañas,montañas altas y magníficas, cuyas cumbres rebasan las nubes y estánrodeadas de una atmósfera serena. Es maravilloso, créeme. Mañana yaestaremosallí.

Pero no estaban tan cerca como parecía. Un día entero tuvieron quecaminarparallegarasupie.Lososcurosbosquestrepabanhastalasnubes,y

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habíarocasenormes,tangrandescomounaciudad.Debíadesermuycansadosubiralláarriba,y,así,Juanysucompañeroentraronenlaposada;teníanquedescansaryreponerfuerzasparalajornadaquelesaguardaba.

En la sala de la hostería se había reunido mucho público, pues estabaactuandountitiritero.Acababademontarsupequeñoescenario,ylagentesehallabasentadaenderredor,dispuestaapresenciarelespectáculo.Enprimerafilaestabasentadoungordocarnicero,elmás importantedelpueblo,consugranperromastínechadoasulado;elanimalteníaaspectoferozylosgrandesojosabiertos,comoelrestodelosespectadores.

Empezó una linda comedia, en la que intervenían un rey y una reina,sentados en un tronomagnífico, con sendas coronas de oro en la cabeza yvestidosconropajesdelargacola,comocorrespondaatanilustrespersonajes.Lindísimos muñecos de madera, con ojos de cristal y grandes bigotes,aparecíanenlaspuertas,abriéndolasycerrándolas,parapermitirlaentradadeaire fresco.Era una comediamuybonita, y nada triste; pero he aquí que allevantarselareinayavanzarporlaescena,sabeDiosloquecreerlaelmastín,perolociertoesquesesoltódesuamoelcarnicero,seplantódeunsaltoenelteatroy,cogiendoalareinaporeltronco,¡crac!,ladespedazóenunmomento.¡Espantoso!

Elpobretitiriteroquedóasustadoymuycontrariadoporsureina,pueseralamásbonitadesusfiguras;yelperrolahabíadecapitado.Perocuando,mástarde,elpúblicoseretiró,elcompañerodeJuandijoquerepararíaelmal,y,sacandosufrasco,untólamuñecaconelungüentoquetanmaravillosamentehabía curado la pierna de la vieja. Y, en efecto; no bien estuvo la muñecauntada,quedódenuevoentera,einclusopodíamovertodoslosmiembrossinnecesidad de tirar del cordón; habríase dicho que era una persona viviente,sólo que no hablaba. El hombre de los títeres se pusomuy contento; ya nonecesitabasosteneraquellamuñeca,quehastasabíabailarporsísola:ningunaotrafigurapodíahacertanto.

Porlanoche,cuandotodosloshuéspedesestuvieronacostados,seoyeronunossuspirosprofundísimosytanprolongados,quetodoelmundoselevantóparaverquiénlosexhalaba.Eltitiriterosedirigióasuteatro,puesdeélsalíanlasquejas.Losmuñecos,elreyytodalacomparseríaestabanrevueltos,yeranellos los que así suspiraban,mirando fijamente con sus ojos de vidrio, puesquerían que también se les untase un poquitín con la maravillosa pomada,comolareina,parapodermoverseporsucuenta.Lareinasehincóderodillasy,levantandosumagníficacorona,imploró:

—¡Quédateconella,perountaamiesposoya loscortesanos!Alpobrepropietariodelteatroselesaltaronlaslágrimas,pueslaescenaeraenverdadconmovedora. Fue en busca del compañero de Juan y le prometió toda la

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recaudaciónde lavelada siguiente si seaveníaauntarleaunque sólo fuesencuatro o cincomuñecos; pero el otro le dijo que por toda recompensa sóloqueríaelgransablequellevabaalcinto;cuandolotuvo,aplicóelungüentoaseisfiguras,lascualesempezaronabailarenseguida,contantagracia,quelasmuchachasdeverasquelovieronlasacompañaronenladanza.Ybailaronelcochero y la cocinera, el criado y la criada, y todos los huéspedes, hasta lamisma badila y las tenazas, si bien éstas se fueron al suelo a los primerospasos.Fueunanochemuyalegre,desdeluego.

Alamañanasiguiente,Juanysucompañerodeviajesedespidierondelacompañía y echaron cuesta arriba por entre los espesos bosques de abetos.Llegarona tantaaltura,que las torresde las iglesiasseveíanal fondocomodiminutas bayas rojas destacando en medio del verdor, y su mirada pudoextenderseamuchas,muchasmillas,hasta tierrasquejamáshabíanvisitado.Tanta belleza ymagnificencia nunca la había visto Juan; el sol parecíamáscálidoenaquelairepuro;elmozooíaloscuernosdeloscazadoresresonandoentrelasmontañas,tanclaramente,quelaslágrimasasomaronasusojosynopudopormenosde exclamar: ¡Dios santoymisericordioso, quisiera besarteportubondadconnosotrosyportodaesabellezaque,paranosotrostambién,haspuestoenelmundo!

El compañero de viaje permanecía a su vez con las manos juntascontemplando,porencimadelbosqueylasciudades,lalejaníainundadaporelsol.Almismotiempooyeronencimadesuscabezasuncantoprodigioso,yalmiraralasalturasdescubrieronflotandoenelespaciouncisneblancoquecantaba como jamás oyeran hacer a otra ave. Pero aquellos sones fuerondebilitándose progresivamente, y el hermoso cisne, inclinando la cabeza,descendióconlentitudyfueacaermuertoasuspies.

—¡Qué alas tan espléndidas!—exclamó el compañero—.Mucho dinerovaldrán, tanblancasygrandes; ¡voy a llevármelas! ¿Ves ahora cómoestuveacertadoalhacermeconelsable?—.Cortólasdosalasdelcisnemuertoyselasguardó.

Caminaronmillasymillasmontesa través,hastaquepor finvieronanteellos una gran ciudad, con cien torres que brillaban al sol cual si fuesen deplata. En el centro de la población se alzaba un regio palacio de mármolrecubiertodeoro;eralamansióndelRey.

Juanysucompañeronoquisieronentrarenseguidaenlaciudad,sinoquese quedaron fuera, en una posada, para asearse, pues querían tener buenaspecto al andar por las calles. El posadero les contó que el Rey era unaexcelentepersona,incapazdecausarmalanadie;pero,encambio,suhija,¡ay,Diosnosguarde!,eraunaprincesaperversa.Bellezanolefaltaba,yenpuntoahermosura ninguna podía compararse con ella; pero, ¿de qué le servía? Era

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unabruja,culpabledelamuertedenumerososyapuestospríncipes.Permitíaque todos los hombres la pretendieran; todos podían presentarse, ya fuesenpríncipesomendigos,lomismodaba;peroteníanqueadivinartrescosasqueellasehabíapensado.Secasaríaconelqueacertase,elcualseríaReydelpaíseldíaenquesupadrefalleciese;peroelquenodabaconlastresrespuestas,era ahorcado o decapitado. El anciano Rey, su padre, estaba en extremoafligidoporlaconductadesuhija,masnopodíaimpedirsusmaldades,yaqueen cierta ocasión prometió no intervenir jamás en los asuntos de suspretendientes y dejarla obrar a su antojo. Cada vez que se presentaba unpríncipeparasometersealaprueba,eracolgadoolecortabanlacabeza;perosiempreselehabíaprevenidoysabíabienaloqueseexponía.ElviejoReyestaba tan amargado por tanta tristeza y miseria, que todos los añospermanecíaundíaenteroderodillas, juntoconsussoldados, rogandopor laconversión de la princesa; pero nada conseguía. Las viejas que bebíanaguardiente,enseñaldedueloloteñíandenegroantesdellevárseloalaboca;másnopodíanhacer.

—¡Quéhorribleprincesa!—exclamóJuan—.Unabuenaazotaina,heaquíloquenecesita.SiyofueseelRey,prontocambiaría.

Deprontoseoyóungrangriteríoen lacarretera.Pasaba laprincesa.Erarealmente tan hermosa, que todo el mundo se olvidaba de su maldad y seponíaavitorearla.Laescoltabandocepreciosasdoncellas, todasvestidasdeblanca seda y cabalgando en caballos negros como azabache, mientras laprincesamontabauncorcelblancocomolanieve,adornadocondiamantesyrubíes;sutrajedeamazonaeradeoropuro,yellátigoquesosteníaenlamanorelucía como un rayo de sol, mientras la corona que ceñía su cabezacentelleabacomolasestrellitasdelcielo,yelmantoquelacubríaestabahechodemilesdebellísimasalasdemariposas.Y,sinembargo,ellaeramuchomáshermosaquetodoslosvestidos.

Alverla,Juansepusotodocolorado,porlasangrequeafluyóasurostro,yapenas pudo articular una palabra; la princesa era exactamente igual queaquellabellamuchachaconcoronadeoroquehabíavistoensueñoslanochede lamuertede supadre.Laencontró indeciblementehermosa,yenel actoquedóenamoradodeella.Eraimposible,pensó,quefueseunabruja,capazdemandarahorcarodecapitaralosquenoadivinabansusacertijos.«Todosestánfacultadesparasolicitarla,inclusoelmáspobredelosmendigos;iré,pues,alpalacio;notengomásremedio».

Todosinsistieronenquenolohiciese,puessindudacorreríalasuertedelosotros;tambiénsucompañeroderutatratódedisuadirlo,peroJuan,segurodequetodoseresolveríabien,secepillóloszapatosylachaqueta,selavólacaraylasmanos,sepeinóelbonitocabellorubioyseencaminóalaciudadyalpalacio.

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—¡Adelante!—gritóelancianoReyalllamarJuanalapuerta.Laabrióelmozo,yelSoberanosalióarecibirlo,enbatadenocheyzapatillasbordadas.Llevabaenlacabezalacoronadeoro,enunamano,elcetro,yenlaotra,elgloboimperial.

—¡Unmomento!—dijo,poniéndoseelglobodebajodelbrazoparapoderalargar lamanoaJuan.Peronobiensupoquese tratabadeunpretendiente,prorrumpióallorarcontalviolencia,quecetroyglobolecayeronalsueloyhubodesecarselosojosconlabatadedormir.¡PobreviejoRey!

—Nolointentes—ledijo—,acabarásmalamente,comolosdemás.Venyveráslequeteespera—.YcondujoaJuanaljardínderecreodelaprincesa.

¡Horribleespectáculo!Decadaárbolcolgabantresocuatropríncipesque,habiendo solicitado a la hija del Rey, no habían acertado a contestar suspreguntas.Acadaráfagadevientomatraqueabanlosesqueletos,porloquelospájaros,asustados,nuncaacudíanaljardín;lasfloresestabanatadasahuesoshumanos,yenlasmacetas,loscráneosexhibíansurisamacabra.¡Quéextrañojardínparaunaprincesa!

—¡Yaloves!—dijoelRey—.Teesperalamismasuertequeatodosésos.Mejoresquerenuncies.Meharíassufrirmucho,puesnopuedosoportarestoshorrores.

JuanbesólamanoalbondadosoMonarca,yledijoquesindudalascosasmarcharíanbien,puesestabaapasionadamenteprendadodelaprincesa.

Enestollegóellaapalacio,juntoconsusdamas.ElReyyJuanfueronasuencuentro,adarlelosbuenosdías.Eramaravillosomirarla;tendiólamanoalmozo,yéstequedómuchomáspersuadidoaúndequenopodíatratarsedeunaperversa hechicera, como sostenía la gente. Pasaron luego a la sala del pisosuperior,y loscriadossirvieronconfiturasypastassecas,peroelReyestabatan afligido, que no pudo probar nada, además de que las pastas erandemasiadodurasparasusdientes.

Se convino en que Juan volvería a palacio a la mañana siguiente. Losjueces y todo el consejo estarían reunidos para presenciar la marcha delproceso.Silacosaibabien,Juantendríaquecomparecerdosvecesmás;perohasta entonces nadie había acertado la primera pregunta, y todos habíanperdidolavida.

AJuannolepreocupóniporunmomentolaideadecómomarcharíanlascosas;antesbien,estabaalegre,pensandotansóloenlabellaprincesa,segurodequeDiosleayudaría;dequémanera,loignoraba,ypreferíanopensarenello.Ibabailandoporlacarretera,deregresoalaposada,dondeloesperabasucompañero.

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Elmuchachonoencontrópalabrasparaencomiarlaamabilidadconquelorecibiera la princesa y describir su hermosura. Anhelaba estar ya al díasiguienteenelpalacio,paraprobarsusuerteconelacertijo.

Perosucompañeromeneólacabeza,profundamenteafligido.

—Te quiero bien —dijo—; confiaba en que podríamos seguir juntosmuchotiempo,yheaquíquevoyaperderte.¡Mipobre,miqueridoJuan!,medanganasdellorar,peronoquieroturbartualegríaenestaúltimaveladaquepasamos juntos. Estaremos alegres, muy alegres; mañana, cuando te hayasmarchado,podréllorarcuantoquiera.

Todos loshabitantesde la ciudad sehabíanenteradode la llegadadeunnuevopretendientealamanodelaprincesa,yunagrancongojareinabapordoquier. Se cerró el teatro, las pasteleras cubrieron sus mazapanes concrespón,elReyylossacerdotesrezaronarrodilladosenlostemplos;latristezaera general, pues nadie creía que Juan fuera más afortunado que suspredecesores.

Alatardecer,elcompañerodeJuanpreparóunponche,ydijoasuamigo:

—Vamosaalegrarnosyabrindarporlasaluddelaprincesa.

PeroalsegundovasoleentróaJuanunapesadeztangrande,quetuvoquehacer un enorme esfuerzo paramantener abiertos los ojos, basta que quedósumidoenprofundosueño.Sucompañerololevantóconcuidadodelasillaylollevóalacama;luego,cerradayalanoche,cogiólasgrandesalasquehabíacortado al cisne y se las sujetó a la espalda. Semetió en el bolsillo lamásgrandedelasvarasrecibidasdelaviejadelapiernarota,abriólaventana,y,echandoavolarporencimadelaciudad,sedirigióalpalacio;allíseposóenunrincón,bajolaventanadelaposentodelaprincesa.

En la ciudad reinaba el más profundo silencio. Dieron las doce menoscuartoenelreloj,seabriólaventana,ylaprincesasalióvolando,envueltaenun largomantoblancoy conalasnegras, alejándose endirecciónauna altamontaña. El compañero de Juan se hizo invisible, para que la doncella nopudiesenotarsupresencia,yselanzóensupersecución;cuandolaalcanzó,sepuso a azotarla con su vara, con tanta fuerza que la sangre fluía de su piel.¡Quéviajecito!Elvientoextendíaelmantoen todasdirecciones,amododeunagranveladebarcoacuyotravésbrillabalaluzdelaluna.

—¡Quémaneradegranizar!—exclamabalaprincesaacadaazote,ybienempleado le estaba. Finalmente, llegó a la montaña y llamó. Se oyó unestruendosemejanteauntrueno;seabriólamontaña,ylahijadelReyentró,seguida del amigo de Juan, que, siendo invisible, no fue visto por nadie.Siguieronporuncorredormuygrandeymuylargo,cuyasparedesbrillabandemanera extraña, gracias a más de mil arañas fosforescentes que subían y

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bajaban por ellas, refulgiendo como fuego. Llegaron luego a una espaciosasala,todaellaconstruidadeplatayoro.Floresdeltamañodegirasoles,rojasyazules,adornabanlasparedes;peronadiepodíacogerlas,puessustalloseranhorribles serpientesvenenosas,y lascorolas, fuegopuroque les salíade lasfauces. Todo el techo se hallaba cubierto de luminosas luciérnagas ymurciélagos de color azul celeste, que agitaban las delgadas alas. ¡Quéespanto!Enelcentrodelpisohabíauntrono,soportadoporcuatroesqueletosde caballo, con guarniciones hechas de rojas arañas de fuego; el tronopropiamentedichoeradecristalblancocomolaleche,ylosalmohadoneserannegrosratoncillosquesemordíanlacolaunosaotros.Encimahabíaundoselhecho de telarañas color de rosa, con incrustaciones de diminutas moscasverdes que refulgían cual piedras preciosas. Ocupaba el trono un viejohechicero,conunacoronaenlafeacabezayuncetroenlamano.Besóa laprincesa en la frente y, habiéndole invitado a sentarse a su lado, en elmagníficotrono,mandóqueempezaselamúsica.Grandessaltamontesnegrostocaban la armónica, mientras la lechuza se golpeaba el vientre, a falta detambor. Jamás sehavisto tal concierto.Pequeños trasgosnegroscon fuegosfatuosenlagorradanzabanporlasala.Sinembargo,nadiesediocuentadelcompañerodeJuan;colocadodetrásdeltrono,pudoverloyoírlotodo.

Los cortesanos que entraron a continuación ofrecían, a primera vista, unaspectodistinguido,peroobservadosdecerca,lacosacambiaba.Noeransinopalos de escoba rematados por cabezas de repollo, a las que el brujo habíainfundidoviday recubierto convestidosbordados.Pero, ¡quémásdaba!Suúnicamisióneradeadorno.

Terminadoelbaile,laprincesacontóalhechiceroquesehabíapresentadoun nuevo pretendiente, y le preguntó qué debía idear para plantearle elconsabidoenigmacuando,aldíasiguiente,aparecieseenpalacio.

—Tediré—contestó—.Yoelegiríaalgoqueseatanfácilquenisiquierasele ocurra pensar en ello. Piensa en tu zapato; no lo adivinará. Entonces lomandarásdecapitar,ycuandovuelvasmañanapor lanoche,noteolvidesdetraermesusojos,puesmelosquierocomer.

Laprincesaseinclinóprofundamenteyprometiónoolvidarsedelosojos.El brujo abrió la montaña, y ella emprendió el vuelo de regreso, siempreseguidadelcompañerodeJuan,elcual laazotabacon tal fuerzaqueella sequejaba amargamente de lo recio del granizo y se apresuraba cuanto podíapara entrar cuanto antes por la ventana de su dormitorio. Entonces elcompañero de viaje se dirigió a la habitación donde Juan dormía y,desatándoselasalas,semetióenlacama,puessesentíarealmentecansado.

Juandespertódemadrugada.Sucompañeroselevantótambiénylecontóquehabíatenidounextrañosueñoacercadelaprincesaydesuzapato;yasí,

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le dijo que preguntase a la hija delRey si por casualidad no era en aquellaprendaenlaquehabíapensado.Puesestoeraloquehabíaoídodelabiosdelbrujodelamontaña.

—Lo mismo puede ser esto que otra cosa —dijo Juan—. Tal vez seaprecisamente loquehas soñado, pues confío enDiosmisericordioso;Élmeayudará.Seacomofuere,nosdespediremos,puessiyerrononosvolveremosaver.

Seabrazaron,yJuanseencaminóa laciudadyalpalacio.Elgransalónestaba atestado de gente; los jueces ocupaban sus sillones, con las cabezasapoyadasenalmohadonesdepluma,puestendríanquepensarnopoco.ElReyse levantó,sesecó losojosconunblancopañuelo,yenelmismomomentoentró laprincesa.Estabamuchomáshermosaaúnque lavíspera,ysaludóatodos los presentes con exquisita amabilidad. A Juan le tendió la mano,diciéndole:

—Buenosdías.

Actoseguido,Juanhubodeadivinarloquehabíapensadolaprincesa.Ellalo miraba afablemente, pero en cuanto oyó de labios del mozo la palabra«zapato»,surostropalidecióintensamente,yunestremecimientosacudiótodosucuerpo.Sinembargo,nohabíaremedio:¡Juanhabíaacertado!

¡Qué contento se puso el viejo Rey! Tanto, que dio una voltereta, tangraciosa,quetodosloscortesanosestallaronenaplausos,ensuhonoryeneldeJuan,porhaberacertadolavezprimera.

Sucompañerotuvotambiénunagranalegríacuandosupoloocurrido.EncuantoaJuan, juntandolasmanosdiograciasaDios,confiadoenqueno lefaltaríatambiénsuayudalasotrasdosveces.

Aldíasiguientedebíacelebrarselasegundaprueba.

Lavelada transcurriócomolaanterior.CuandoJuansehubodormido,elcompañero siguióa laprincesaa lamontaña,vapuleándolamás fuertementeaún que la víspera, pues se había llevado dos varas; nadie lo vio, y él, encambio, pudo oírlo todo. La princesa decidió pensar en su guante, y elcompañerodeviajeselodijoaJuan,comosisetratasedeunsueño.Deestemodonuestromozopudoacertarnuevamente,locualprodujoenormealegríaenpalacio.Toda laCorte se puso a dar volteretas, como las vieran hacer alRey el día anterior, mientras la princesa, echada en el sofá, permanecíacallada.YasólofaltabaqueJuanadivinaselaterceravez;si loconseguía,secasaría con la bella muchacha, y a la muerte del anciano Rey heredaría eltrono imperial; pero si fallaba, perdería la vida, y el brujo se comería sushermososojosazules.

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Aquellanoche,Juanseacostópronto;rezósuoraciónvespertinaydurmiótranquilamente,mientras su compañero, aplicándose las alas a la espalda, secolgabaelsabledelcintoy,tomandolastresvaras,emprendíaelvuelohaciapalacio.

La noche era oscura como boca de lobo; arreciaba una tempestad tandesenfrenada,quelastelasvolabandelostejados,ylosárbolesdeljardíndelosesqueletossedoblabancomocañasalempujedelviento.Losrelámpagossesucedíansininterrupción,yretumbabaeltrueno.Seabriólaventanaysalióla princesa volando. Estaba pálida como la muerte, pero se reía del maltiempo,deseosadequefueseaúnpeor;sublancomantosearremolinabaenelairecualunaampliavela,mientraselamigodeJuanlaazotabafuriosamentecon las tres varas, de talmodo que la sangre caía a gotas a la tierra, y ellaapenaspodíasostenerelvuelo.Porfinllegóalamontaña.

—¡Qué tormenta y qué manera de granizar!—exclamó—. Nunca habíasalidocontiemposemejante.

—Todoslosexcesossonmalos—dijoelbrujo.EntoncesellalecontóqueJuan había acertado por segunda vez; si al día siguiente acertaba también,habría ganado, y ella no podría volver nunca más a la montaña ni repetiraquellasartesmágicas;poresoestabatanafligida.

—¡No lo adivinará!—exclamó el hechicero—. Pensaré algo que jamáspueda ocurrírsele, amenos que sea un encantadormás grande que yo. Peroahora,¡adivertirnos!—.Ycogiendoalaprincesaporambasmanos,bailaroncontodoslospequeñostrasgosyfuegosfatuosquesehallabanenlasala;lasrojasarañassaltabanenlasparedesconelmismoregocijo;habríasedichoelcentelleodefloresdefuego.Laslechuzastamborileaban,silbabanlosgrillos,ylosnegrossaltamontessoplabancontodassusfuerzasenlasarmónicas.¡Fueunbailebienanimado!

Terminadoeljolgorio,laprincesahubodevolverse,puesdelocontrariolaecharíandemenosenpalacio;elhechicerodijoquelaacompañaríayharíanelcaminojuntos.

Emprendieronelvueloenmediode la tormenta,yelcompañerodeJuanlessacudiódelolindoconlastresvaras;nuncahabíarecibidoelbrujoenlasespaldasunagranizada comoaquélla.Al llegar a palacio ydespedirse de laprincesa,ledijoaloído:

—Piensaenmicabeza.

PeroelamigodeJuanlooyó,yenelmismomomentoenquelahijadelRey entraba en sudormitorioy el brujo se disponía a volverse, agarrándoloporlaluengabarbanegra,¡zas!,deunsablazoleseparólahorriblecabezadeloshombros, sinque elmago lograseverlo.Luego arrojó el cuerpo al lago,

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para pasto de los peces, pero la cabeza sólo la sumergió en el agua y,envolviéndolaluegoensupañuelo,sedirigióalaposadayseacostó.

A la mañana entregó el envoltorio a Juan, diciéndole que no lo abriesehastaquelaprincesalepreguntaseenquéhabíapensado.

Habíatantagenteenlaampliasala,queestaban,comosueledecirse,comosardinas en barril.El consejo en pleno aparecía sentado en sus poltronas deblandosalmohadones,yelancianoReyllevabaunvestidonuevo;lacoronadeoro y el cetro habían sido pulimentados, y todo presentaba aspecto de gransolemnidad;sólolaprincesaestabalívida,ysehabíaataviadoconunropajenegrocomoaladecuervo;habríasedichoqueasistíaaunentierro.

—¿En qué he pensado?—preguntó a Juan. Por toda contestación, éstedesató el pañuelo, y él mismo quedó horrorizado al ver la fea cabeza delhechicero. Todos los presentes se estremecieron, pues verdaderamente erahorrible; pero la princesa continuó erecta como una estatua de piedra, sinpronunciarpalabra.AlfinsepusodepieytendiólamanoaJuan,pueshabíaacertado.Sinmirarlo,dijoenvozalta,conunsuspiro:

—¡Desdehoyeresmiseñor!Estanochesecelebrarálaboda.

—¡Esoestábien!—exclamóelancianoRey—.¡Asísehacenlascosas!

Todoslosasistentesprorrumpieronenvítores,labandadelaguardiasalióa tocarpor lascalles, lascampanas fueronechadasalvuelo,y laspastelerasquitaron los crespones que cubrían sus tortas, pues reinaba general alegría.Pusieronenelcentrodelaplazadelmercadotresbueyesasados,rellenosdepatosypollos,ycadacualfueautorizadoacortarseunatajada;delasfuentesfluyódulcevino,yelquecomprabaunaroscaenlapanaderíaeraobsequiadoconseisgrandesbollos,¡depasas,además!

Al atardecer se iluminó toda la ciudad, y los soldados dispararon salvascon loscañones,mientras losmuchachos soltabanpetardos; enelpalacio secomía y bebía, todo eran saltos y empujones, y los caballeros distinguidosbailabanconlasbellasseñoritas;delejosselesoíacantar:

¡Cuántalindamuchachita

quegustabailarcomotornodehilar!

Gira,gira,doncellita,

saltaybailasinparar,

hastaquelasueladelzapato

sevayaasoltar!

Sin embargo, la princesa seguía aúnembrujadaynopodía sufrir a Juan.

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Peroel compañerodeviajenohabíaolvidadoestedetalle,ydioa Juan tresplumasdelasalasdelcisneyunabotellitaqueconteníaunasgotas,diciéndolequemandase colocar junto a la cama de la princesa un gran barril lleno deagua,yquecuandoellasedispusieraaacostarse,ledieseunempujoncitodemaneraquesecayesealagua,enlacuallasumergiríaportresveces,despuésdehaberleechadolasplumasylasgotas.Conestoquedaríadesencantadayseenamoraríadeél.

Juan lohizo talycomosucompañero lehabía indicado.Laprincesadiograndes gritos al zambullirse en el agua y agitó las manos, adquiriendo lafigura de un enorme cisne negro de ojos centelleantes; a la segundazambullidura salió el cisneblanco, con sóloun aronegro en el cuello. JuandirigióunaplegariaaDios;nuevamente sumergióelaveenel agua,yenelmismoinstantequedóconvertidaenlahermosísimaprincesa.Eratodavíamásbellaqueantes,yconlágrimasenlosmaravillososojoslediolasgraciasporhaberlalibradodesuhechizo.

AlamañanasiguientesepresentóelancianoReycontodasuCorte,ylasfelicitacionesseprolongaronhastamuyavanzadoeldía.Elprimeroenllegarfueelcompañerodeviaje,conunbastónen lamanoyelhatoa laespalda.Juan lo abrazó repetidamente y le pidió que no se marchase, sino que sequedaseasulado,puesaéldebíatodasufelicidad.Peroelotro,meneandolacabeza,lerespondiócondulzura:

—No,mihorahasonado.Nohicesinopagarmideuda.¿Teacuerdasdeaquel muerto con quien quisieron cebarse aquellos malvados? Diste cuantoteníasparaquepudiesedescansarenpazensutumba.Puesaquelmuertosoyyo.

Yenelmismomomentodesapareció.

La boda se prolongó un mes entero. Juan y la princesa se amabanentrañablemente, y el anciano Rey vio aúnmuchos días felices, en los quepudosentarasusnietecitossobresusrodillasy jugarconellosconelcetro;peroalfinJuanllegóaserreydetodoelpaís.

Lagranserpientedemar

(Denstoresøslange)

Érase un pececillo marino de buena familia, cuyo nombre no recuerdo;peroestotelodiránlossabios.Elpezteníamilochocientoshermanos,todosdelamismaedad.Noconocíanasupadreniasumadre,ydesdeunprincipiotuvieron que gobernárselas solos, nadando de un lado para otro, lo cual era

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muydivertido.Aguaparabebernolesfaltaba:todoelocéano,yenlacomidanoteníanquepensar,puesveníasola.Cadaunoseguíasusgustos,ycadaunoestabadestinadoatenersupropiahistoria,peronadiepensabaenello.

La luz del sol penetraba muy al fondo del agua, clara y luminosa, eiluminabaunmundodemaravillosas criaturas, algunas enormesyhorribles,con bocas espantosas, capaces de tragarse de un solo bocado a los milochocientoshermanos;peroaellosnoselesocurríapensarlo,yaquehastaelmomentoningunohabíasidoengullido.

Los pequeños nadaban en grupo apretado, como es costumbre de losarenquesycaballas.Yheaquíquecuandomásagustonadabanenlasaguaslímpidasy transparentes, sinpensarennada,deprontoseprecipitódesde loalto,conunruidopavoroso,unacosalargaypesada,queparecíanotenerfin.Aquellacosaibaalargándoseyalargándosecadavezmás,ytodopececitoquetocabaquedabadescalabradootanmalparado,queseacordaríadeellotodalavida. Todos los peces, grandes y pequeños, tanto los que habitaban en lasuperficie como los del fondo delmar, se apartaban espantados,mientras elpesado y larguísimo objeto se hundía progresivamente, en una longitud demillasymillasatravésdelocéano.

Pecesycaracoles, todos losseresvivientesquenadan,searrastranosonllevados por la corriente, se dieron cuenta de aquella cosa horrible, aquellaanguila de mar monstruosa y desconocida que de repente descendía de lasalturas.

¿Qué era pues? Nosotros lo sabemos. Era el gran cable submarino, demillasymillasdelongitud,queloshombrestendíanentreEuropayAmérica.

Dondequieraquecayóseprodujounpánico,undesconciertoyagitaciónentre losmoradoresdelmar.Lospecesvoladores saltabanpor encimade lasuperficie marina a tanta altura como podían; el salmonete salía disparadocomo un tiro de escopeta, mientras otros peces se refugiaban en lasprofundidadesmarinas,echándosehaciaabajocontantaprisa,quellegabanalfondoantesqueallíhubieranvistoelcabletelegráfico,espantandoalbacalaoy a la platija, que merodeaban apaciblemente por aquellas regiones,zampándoseasussemejantes.

Unos cohombros de mar se asustaron tanto, que vomitaron sus propiosestómagos, apesarde lo cual siguieronvivos,puespara ellos estonoesungrave trastorno. Muchas langostas y cangrejos, a fuerza de revolverse, sesalierondesubuenacoraza,dejándoseenellasuspatas.

Con todo aquel espanto y barullo, los mil ochocientos hermanos sedispersaron y ya no volvieron a encontrarse nunca; en todo caso, no sereconocieron.Sólomediadocenasequedóenunmismolugar,y,alcabode

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unas horas de estarse quietecitos, pasado ya el primer susto, empezaron asentirelcosquilleodelacuriosidad.

Miraronasualrededor,arribayabajo,yenlashondurascreyeronentreverel horrible monstruo, espanto de grandes y chicos. La cosa estaba tendidasobreelsuelodelmar,hastamáslejosdeloquealcanzabasuvista;eramuydelgada,peronosabíanhastaquépuntopodríahincharsenicuánfuerteera.Seestabamuyquieta,pero,temíanellos,alomejoreraunardid.

—Dejadlodondeestá.Nonospreocupemosdeél—dijeronlospececillosmásprudentes;peroelmáspequeñoestabaempeñadoensaberquédiabloseraaquello.Puestoquehabíavenidodearriba,arribaleinformaríanseguramente,y así el grupo se remontó nadando hacia la superficie. El mar estabaencalmado, sin un soplode viento.Allí se encontraron conundelfín; es ungransaltarín,unaespeciedepayasoquesabedarvolteretassobreelmar.Teníabuenosojos,debiódehaberlovisto todoyestaríaenterado.Lo interrogaron,peroresultóquesólohabíaestadoatentoasímismoyasuscabriolas,sinvernada;nosupocontestar,ypermaneciócalladoconaireorgulloso.

Se dirigieron entonces a la foca, que en aquel preciso momento sesumergía. Ésta fuemás cortés, a pesar de que se come los peces pequeños;peroaqueldíaestabaharta.Sabíaalgomásqueelsaltarín.

—Me he pasado varias noches echada sobre una piedra húmeda, desdedonde veía la tierra hasta una distanciada variasmillas.Allí hay unos seresmuytaimadosqueensulenguasellamanhombres.Andansiempredetrásdenosotrosperogeneralmentenosescapamosdesusmanos.Esoesloqueyohehecho,ydeseguroquelomismohizolaanguilamarinaporquienpreguntáis.Estuvoensupoder,enlatierrafirme,Diossabecuántotiempo.Loshombreslacargaronenunbarcoparatransportarlaaotratierra,situadaalotroladodelmar.Yo vi cómo se esforzaban y lo que les costó dominarla, pero al fin loconsiguieron, pues ella estaba muy débil fuera del agua. La arrollaron ydispusieronencírculos;oíelruidoquehacíanparasujetarla,pero,contodo,ellaselesescapó,deslizándoseporlaborda.Lateníanagarradacontodassusfuerzas,muchasmanoslasujetaban,peroseescabullóypudollegaralfondo.Ysupongoqueallísequedaráhastanuevaorden.

—Estáalgodelgada—dijeronlospececillos.

—La han matado de hambre —respondió la foca—, pero se repondráprontoyrecobrarásuantiguagorduraycorpulencia.Supongoqueeslagranserpientedemar,quetantotemenloshombresydelaquetantohablan.Yonolahabíavistonunca,nicreíaenella;ahorapiensoqueesésta—yasídiciendo,sezambulló.

—¡Lo que sabe ésa! ¡Y cómo se explica!—dijeron los peces—. Nunca

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supimosnosotrostantascosas.¡Contalquenoseanmentiras!

—Vámonos abajo a averiguarlo —dijo el más pequeñín—. En caminooiremoslasopinionesdeotrospeces.

—Nodaremosniuncoletazoporsabernada—replicaronlosotros,dandolavuelta.

—Puesyo,allámevoy—afirmóelpequeño,ypuso rumboal fondodelmar.Peroestabamuylejosdellugardondeyacía«elgranobjetosumergido».Elpececillotodoeramirarybuscaraunoyotrolado,amedidaquesehundíaenelagua.

Nuncahastaentonceslehabíaparecidotangrandeelmundo.Losarenquescirculabanengrandesbandadas,brillandocomounagigantescaembarcacióndeplata,seguidosdelascaballas,todavíamásvistosas.Pasabanpecesdemilformas, con dibujos de todos los colores; medusas semejantes a floressemitransparentes se dejaban arrastrar, perezosas, por la corriente. Grandesplantas crecían en el fondo del mar, hierbas altas como el brazo y árbolesparecidosapalmeras,conlashojascubiertasdeluminososcrustáceos.

Porfinelpececillodistinguióalláabajounafajaoscuraylarga,yaellasedirigió; pero no era ni un pez ni el cable, sino la borda de un gran barconaufragado, partido en dos por la presión del agua. El pececillo estuvonadando por las cámaras y bodegas. La corriente se había llevado todas lasvíctimasdelnaufragio,menosdos:unamujer jovenyacíaextendida,conunniñoenbrazos.Elagualoslevantabaymecía;parecíandormidos.Elpececillose llevó un gran susto; ignoraba que ya no podían despertarse. Las algas yplantas marinas colgaban a modo de follaje sobre la borda y sobre loshermosos cuerpos de la madre y el hijo. El silencio y la soledad eranabsolutos. El pececillo se alejó con toda la ligereza que le permitieron susaletas,enbuscadeunasaguasmásluminosasydondehubieraotrospeces.Nohabíallegadomuylejoscuandosetopóconunballenatoenorme.

—¡No me tragues! —le rogó el pececillo—. Soy tan pequeño, que notienesniparaundiente,ymesientomuyagustoenlavida.

—¿Qué buscas aquí abajo, donde no vienen los de tu especie? —lepreguntóelballenato.

Yelpezlecontólodelaanguilamaravillosaoloquefuera,quesehabíasumergidodesdelasuperficie,asustandoinclusoalosmásvalientesdelmar.

—¡Oh, oh! —exclamó la ballena, tragando tanta agua, que hubo dedispararunchorroenormepararemontarsearespirar—.Entoncesesofue loquemecosquilleoenel lomocuandomevolví.Lotoméporelmástildeunbarcoquehubierapodidousarcomoestaca.

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Peroesonopasóaquí; fuemuchomás lejos.Voyaenterarme.Asícomoasí,notengootracosaquehacer.

Ysepusoanadar,yelpececitolosiguió,aunqueaciertadistancia,puespordondepasabaelballenatoseproducíaunacorrienteimpetuosa.

Se encontraron con un tiburón y un viejo pez-sierra; uno y otro teníannoticiasdelaextrañaanguilademar,tanlargaydelgaducha;comoverla,nolahabíanvisto,yaesoiban.

Seacercóentoncesungatomarino.

—Voyconvosotros—dijo;yseunióalapartida.

—Como esa gran serpiente marina no sea más gruesa que una soga deancla,lapartirédeunmordisco.—Y,abriendolaboca,exhibióseishilerasdedientes—.Sidejoseñalesenunancladebarco,bienpuedopartirlacuerda.

—¡Ahí está!—exclamó el ballenato—.Ya la veo—. Creía tenermejorvista que los demás—. ¡Mirad cómo se levanta, mirad cómo se dobla yretuerce!

Peronoerasinounaenormeanguilademar,devariasvarasdelongitud,queseacercaba.

—Ésa la vimos ya antes —dijo el pez-sierra—. Nunca ha provocadoalborotoenelmar,niasustadoaunpezgordo.

Y, dirigiéndose a ella, le hablaron de la nueva anguila, preguntándole siqueríaparticiparenlaexpedicióndedescubrimiento.

—Silaanguilaesmáslargaqueyo,habráunadesgracia—dijolareciénllegada.

—Lahabrá—contestaron los otros—.Somosbastantes para no tolerarlo—yprosiguieronlaruta.

Al poco rato se interpuso en su camino algo enorme, un verdaderomonstruo, mayor que todos ellos juntos. Parecía una isla flotante que nopudiera mantenerse a flor de agua. Era una ballena matusalénica; tenía lacabeza invadida de plantas marinas, y el lomo tan cubierto de animalesreptadores, ostras y moluscos, que toda su negra piel parecía moteada deblanco.

—Venteconnosotros,vieja—ledijeron—.Haaparecidounnuevopezquenopodemostolerar.

—Prefiero seguir echada—contestó la vieja ballena—.Dejadme enpaz,dejadmedescansar.¡Uf!,tengounaenfermedadgrave;sólomealiviocuandosuboalasuperficieysacolaespaldadelagua.Entoncesacudenlashermosas

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aves marinas y me limpian el lomo. ¡Da un gusto cuando no hundendemasiado el pico! Pero a veces lo hincan hasta la grasa. ¡Mirad! Todavíatengoenlaespaldaelesqueletodeunave.Clavólasgarrasdemasiadohondasynopudosoltarsecuandomesumergí.Lospecespequeñoslahanmondado.¡Buenasestamoslasdos!Estoyenferma.

—Pura aprensión —dijo el ballenato—. Yo no estoy nunca enfermo.Ningúnpezloestájamás.

—Dispensa—dijo la vieja—.Las anguilas enfermande la piel, la carpasufredeviruelas,ytodospadecemosdelombricesintestinales.

—¡Tonterías!—exclamó el tiburón, y se marcharon sin querer oír más;teníanotracosaquehacer.

Finalmente llegaron al lugar donde había quedado tendido el cabletelegráfico. Era una cuerda tendida en el fondo del mar, desde Europa aAmérica, sobre bancos de arena y fango marino, rocas y selvas enteras decoral.Allícambiabalacorriente,seformabanremolinosyhabíaunherviderodepeces,enbancosmásnumerososquelasinnúmerasbandadasdeavesquelos hombres ven desfilar en la época de la migración. Todo es bullir,chapotear, zumbar y rumorear. Algo de este ruido queda en las grandescaracolas,ylopodemospercibircuandolesaplicamoseloído.

—¡Allíestáelbicho!—dijeronlospecesgrandes,yelpequeñotambién.Yestuvieron un rato mirando el cable, cuyo principio y fin se perdían en elhorizonte.

Delfondoseelevabanesponjas,póliposymedusas,yvolvíanadescenderdoblándose a veces encima de él, por lo que a trechos quedaba visible, y atrechos oculto. Alrededor rebullían erizos de mar, caracoles y gusanos.Gigantescas arañas, cargadas con toda una tripulación de crustáceos, sepavoneabancercadelcable.Cohombrosdemar—decolorazuloscuro—,ocomosellamenestosbichosquecomencontodoelcuerpo,yacíanoliendoelnuevoanimalquesehabíainstaladoenelsuelomarino.Laplatijayelbacalaoserevolvíanenelagua,escuchandoen todasdirecciones.Laestrellademarque se excava un hoyo en el fango y saca sólo al exterior los dos largostentáculosconlosojos,permanecíaconlamiradafija,atentaaloquesalieradetodoaquelbarullo.

Elcabletelegráficoseguíainmóvilensusitio,y,sinembargo,habíaenélvidaypensamientos;lospensamientoshumanoscirculabanasutravés.

—Este objeto lleva mala intención —dijo el ballenato—. Es capaz depegarmeenelestómago,queesmipuntosensible.

—Vamos a explorarlo—propuso el pólipo—. Yo tengo largos brazos y

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dedosflexibles;yalohetocado,yvoyacogerlounpocomásfuerte.

Yalargólosmáslargosdesuselásticosdedosparasujetarelcable.

—Notieneescamas—dijo—nipiel.Meparecequenodarácríasvivas.

Laanguilasetendiójuntoalcable,estirándosecuantopudo.

—¡Puesesmáslargoqueyo!—dijo—.Peronosetratasólodelalongitud.Hayquetenerpiel,cuerpoyagilidad.

El ballenato, joven y fuerte, descendió a mayor profundidad de la quejamásalcanzara.

—¿Erespezoplanta?—preguntó—.¿Oserássolamenteunadeesasobrasdealláarriba,quenopuedenmedrarentrenosotros?

Mas el cable no respondió; no lo hace nunca en aquel punto. Lospensamientospasabandelargo;enunsegundorecorríancentenaresdemillas,deunoaotropaís.

—¿Quierescontestar,oprefieresquetepartamosamordiscos?—preguntóelfierotiburón,alquehicieroncorolosdemáspeces.

El cable siguió inmóvil, entregado a sus propios pensamientos, cosanatural,puestoqueestállenodeideas.

—Simemuerden, ¿amiqué?Mevolverán arribayme repararán.Ya leocurrióaotrosmiembrosdemifamilia,enmaresmáspequeños.

Poresocontinuósincontestar;otroscuidadostenía.Estabatelegrafiando,cumpliendosumisiónenelfondodelmar.

Arriba,seponíaelsol,comodicenloshombres.Sevolvióelastrocomodevivísimo fuego,y todas lasnubesdel cieloadquirieronuncolor rojo, acualmáshermoso.

—Ahora llega la luz roja—dijeron los pólipos—.Así veremosmejor lacosa,siesquevalelapena.

—¡Aella,aella!—gritóelgatomarino,mostrandolosdientes.

—¡Aella,aella!—repitieronelpez-espada,elballenatoylaanguila.

Yselanzaronalataque,conelgatomarinoalacabeza;peroaldisponersea morder el cable, el pez-sierra, de puro entusiasmo, clavó la sierra en eltraserodelgato.Fueunagranequivocación,pueselotrono tuvoya fuerzasparahincarlosdientes.

Aquelloprodujoungran revueloen la regióndel fango:pecesgrandesychicos, cohombros de mar y caracoles se arrojaron unos contra otros,devorándosemutuamente, aplastándose y despedazándose,mientras el cable

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permanecíatranquilo,realizandosuservicio,queesloquehadehacer.

Arribareinabalanocheoscura,perobrillabanlasmiríadasdeanimalículosfosforescentesquepueblanelmar.Entreellosbrillabauncangrejonomayorqueunacabezadealfiler.Parecementira,peroasíes.

Todoslospecesyanimalesmarinosmirabanelcable.

—¿Quéserá,quénoserá?—Ahíestabaelproblema.

En esto llegó una vacamarina, a la que los hombres llaman sirena. Erahembra,teníacolaydoscortosbrazosparachapotear,yunpechocolgante;enlacabezallevabaalgasyparásitos,delocualestabamuyorgullosa.

—Si deseáis adquirir ciencia y conocimientos—dijo—, yo soy la únicaqueoslospuededar;peroacambioreclamopastosexentosdepeligroenelfondo marino para mí y los míos. Soy un pez como vosotros, y, además,terrestre,afuerzadeejercicio.Enelmarsoyelmásinteligente;conozcotodoloque semueveacáabajoy todo loquehayallá arriba.Esteobjetoqueosllevadecabezaprocededearriba,ytodoloquedeallícae,estámuerto,osemuereyqueda impotente.Dejadlocomoloquees,una invenciónhumanaynadamás.

—Puesyocreoqueesalgomás—dijoelpececito.

—¡Cállatelaboca,caballa!—gritólagordavacamarina.

—¡Perca!—laincreparonlosdemás,locualeraaúnmásinsultante.

Ylavacamarinalesexplicóqueaquelanimalquetantoleshabíaalarmadoyque,porlodemás,nohabíadichoestabocaesmía,noeraotracosasinounainvencióndelatierraseca.Ypronuncióunabreveconferenciasobrelaastuciadeloshumanos.

—Quieren cogernos —dijo—; sólo viven para esto. Tienden redes, yvienenconceboenel anzuelopara atraernos.Éstede ahí esuna especiedelarga cuerda, y creyeronque lamorderíamos, los tontos.Pero anosotrosnonoslapegan.Nadadetocarla,yaveréiscómoellasolasepudreysedeshace.Todoloquevienedearribanovaleparanada.

—¡No vale para nada! —asintieron todos, y para tener una opiniónadoptaronladelavacamarina.

Maselpececillosequedóconsuprimeraidea.

—Esta serpiente tandelgaday tan larga esquizás elmásmaravillosodetodoslospecesdelmar.Lopresiento.

—Elmásmaravilloso—decimos también loshombres;y lodecimosconconocimientodecausa.

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Es lagran serpientemarina, quedesdehace tiempoanda en cancionesyleyendas.

Fuegestadacomohijadelahumanainteligencia,ybajadaalfondodelmardesde las tierras orientales a las occidentales, para llevar las noticias ymensajes con la misma rapidez con que los rayos del sol llegan a nuestroPlaneta.Creceenpoderyextensión,añotrasaño,atravésdetodoslosmares,alrededor de toda la Tierra, por debajo de las aguas tempestuosas y de laslímpidas y claras, cuyo fondo ve el navegante, como si surcara el airetransparente, descubriendo el inmenso tropel de peces que constituyen unmilagrosocastillodefuegosartificiales.

Alláenlosabismosmarinosyacelaserpiente,elbenditomonstruomarinoquesemuerdelacolaalrodeartodoelGlobo.Pecesyreptilesarremetendecabezacontraél,nocomprendenestacreaciónvenidadeloalto:laserpientedelacienciadelbienydelmal,repletadepensamientoshumanos,silenciosa,y que, no obstante, habla en todas las lenguas, la más maravillosa de lasmaravillasdelmardenuestraépoca:lagranserpientemarina.

Eljardineroyelseñor

(Gartnerenogherskabet)

Aunamilladedistanciadelacapitalhabíaunaantiguaresidenciaseñorialrodeadadegruesosmuros,contorresyhastiales.

Vivíaallí,aunquesóloenverano,unafamiliaricaydelaaltanobleza.Detodos los dominios que poseía, esta finca era lamejor ymás hermosa. Porfuera parecía como acabada de construir, y por dentro todo era cómodo yagradable.Sobrelapuertaestabaesculpidoelblasóndelafamilia.Magníficasrocasseenroscabanentornoalescudoylosbalcones,yunagranalfombradecésped se extendía por el patio. Había allí oxiacantos y acerolos de floresencarnadas, así como otras flores raras, además de las que se criaban en elinvernadero.

El propietario tenía un jardinero excelente; daba gusto ver el jardín, elhuertoy los frutales.Contiguoquedaba todavíaun restodelprimitivo jardíndelcastillo,consetosdearbustos,cortadosenformadecoronasypirámides.Detrásquedabandosviejosycorpulentosárboles,casisiempresinhojas;porelaspectosehubieradichoqueunatormentaounhuracánloshabíacubiertodegrandesterronesdeestiércol,peroenrealidadcadaterróneraunnido.

Morabaallídesdetiemposinmemorialesunmontóndecuervosycornejas.Eraunverdaderopueblodeaves,y lasaveseranlosverdaderosseñores, los

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antiguos y auténticos propietarios de la mansión señorial. Despreciabanprofundamente a los habitantes humanos de la casa, pero toleraban lapresencia de aquellos seres rastreros, incapaces de levantarse del suelo. Sinembargo, cuandoesos animales inferioresdisparaban sus escopetas, las avessentían un cosquilleo en el espinazo; entonces, todas se echaban a volarasustadas,gritando«¡rab,rab!».

Confrecuenciael jardinerohablabaalseñorde laconvenienciadecortaraquellosárboles,queafeabanalpaisaje.Unavezsuprimidos,decía,lafincaselibraría también de todos aquellos pajarracos chillones, que tendrían quebuscarseotrodomicilio.Peroeldueñonoqueríadesprendersedelosárbolesnidelasaves;eranalgoqueformabapartedelosviejostiempos,ydeningúnmodoqueríadestruirlo.

—Losárbolesson laherenciade lospájaros;haríamosmalenquitársela,mibuenLarsen.

Taleraelnombredel jardinero,aunqueestono importamuchoanuestrahistoria.

—¿No tienes aún bastante campo para desplegar tu talento, amigomío?Disponesdetodoeljardín,losinvernaderos,elvergelyelhuerto.

Cierto que lo tenía, y lo cultivaba y cuidaba todo con celo y habilidad,cualidadesqueelseñorlereconocía,aunqueavecesnoserecatabadedecirleque,encasasforasteras,comíafrutosyveíafloresquesuperabanencalidadoenbellezaalosdesupropiedad;yaquelloentristecíaaljardinero,quehubieraqueridoobtenerlomejor,yponíatodosuesfuerzoenconseguirlo.Erabuenoensucorazónyensuoficio.

Undíasuseñorlomandóllamar,y,contodalaafabilidadposible,lecontóque la víspera, hallándose en casa de unos amigos, le habían servido unasmanzanas y peras tan jugosas y sabrosas, que habían sido la admiración detodos los invitados. Cierto que aquella fruta no era del país, pero conveníaimportarlayaclimatarla,aserposible.Sesabíaquelahabíancompradoenlamejor frutería de la ciudad; el jardinero debería darse una vuelta por allí, yaveriguardedóndeveníanaquellasmanzanasyperas,paraadquiriresquejes.

El jardinero conocía perfectamente al frutero, pues a él le vendía, porcuentadelpropietario,elsobrantedefrutaquelafincaproducía.

Sefueelhombrealaciudadypreguntóalfruterodedóndehabíasacadoaquellasmanzanasyperastanalabadas.

—¡Sisondesupropiojardín!—respondióelvendedor,mostrándoselas;yeljardinerolasreconocióenseguida.

¡No se puso poco contento el jardinero! Corrió a decir a su señor que

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aquellasperasymanzanaserandesupropiohuerto.

Elamonopodíacreerlo.

—No es posible, Larsen. ¿Podría usted traerme por escrito unaconfirmacióndelfrutero?

YLarsenvolvióconladeclaraciónescrita.

—¡Esextraño!—dijoelseñor.

Enadelante,todoslosdíasfueronservidasalamesadeSuSeñoríagrandesbandejas de las espléndidasmanzanas y peras de su propio jardín, y fueronenviadasporfanegasytoneladasaamistadesdelaciudadydefueradeella;inclusoseexportaron.Todoelmundosehacíalenguas.Hayqueobservar,detodosmodos,quelosdosúltimosveranoshabíansidoparticularmentebuenosparalosárbolesfrutales;lacosechahabíasidoespléndidaentodoelpaís.

Transcurrióalgúntiempo;undíaelseñorfueinvitadoacomerenlaCorte.Alamañanasiguiente,SuSeñoríamandóllamaraljardinero.Habíanservidounos melones producidos en el invernadero de Su Majestad, jugosos ysabrosísimos.

—Mi buen Larsen, vaya usted a ver al jardinero de palacio y pídalesemillasdeestosexquisitosmelones.

—¡Perosieljardinerodepalaciorecibiólassemillasdeaquí!—respondióLarsen,satisfecho.

—Enestecaso,elhombrehasabidoobtenerunfrutomejorqueelnuestro—replicóSuSeñoría—.Todoslosmelonesresultaronexcelentes.

—Pues me siento muy orgulloso de ello —dijo el jardinero—. DebomanifestaraVuestraSeñoría,queesteañoelhortelanodepalacionohatenidosuerteconlosmelones,yalverlohermososqueeranlosnuestros,ydespuésdehaberlosprobado,encargótresdeellosparapalacio.

—¡No,noLarsen!Novayaustedaimaginarsequeaquellosmeloneserandeestapropiedad.

—Pues estoy seguro de que lo eran—. Y se fue a ver al jardinero depalacio,yvolvióconunadeclaraciónescritadequelosmelonesservidosenlamesarealprocedíandelafincadeSuSeñoría.

Aquello fue una nueva sorpresa para el señor, quien divulgó la historia,mostrandoladeclaración.Ydetodaspartesvinieronpeticionesdequeselesfacilitaranpepitasdemelónyesquejesdelosárbolesfrutales.

Se recibieron noticias de que éstos habían cogido bien y de que dabanfrutosexcelentes,hastaelpuntodeque se lesdioelnombredeSuSeñoría,

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que,porconsiguiente,pudoyaleerseenfrancés,inglésyalemán.

¡Quiénlohubierapensado!

«¡Contaldequealjardineronoselesubanloshumosalacabeza!»,pensóelseñor.

Pero el hombre se lo tomó de modo muy distinto. Deseoso de serconsiderado como uno de los mejores jardineros del país, se esforzó porconseguirañotrasañolosmejoresproductos.Masconfrecuenciateníaqueoírquenuncaconseguíaigualarlacalidaddelasperasymanzanasdeaquelañofamoso.Losmelonesseguíansiendobuenos,peroyanoteníanaquelperfume.Lasfresaspodíanllamarseexcelentes,peronosuperioresalasdeotrasfincas,yunañoenquenoprosperaronlosrábanos,sólosehablódeaquelfracaso,sinmencionarselosproductosquehabíanconstituidounéxitoauténtico.

Eldueñoparecíaexperimentarunasensacióndealiviocuandopodíadecir:—¡Esteañonoestuvodesuerte,amigoLarsen!—.Yseleveíacontentísimocuandopodíacomentar:—Esteañosíquehemosfracasado.

Un par de veces por semana, el jardinero cambiaba las flores de lahabitación,siemprecongustoexquisitoymuybiendispuestas;lascombinabademodoqueresaltaransuscolores.

—Tieneustedbuengusto,Larsen—ledecíaSuSeñoría—.EsundonquelehaconcedidoDios,noesobrasuya.

Undíasepresentóeljardineroconunagrantazadecristalqueconteníaunpétalodenenúfar;sobreél,yconellargoygruesotallosumergidoenelagua,habíaunaflorradiante,deltamañodeungirasol.

—¡EllotodelIndostán!—exclamóeldueño.

Jamás habían visto aquella flor; durante el día la pusieron al sol, y alanochecer a la luz de una lámpara. Todos los que la veían la encontrabanespléndida y rarísima; así lo manifestó incluso la más distinguida de lasseñoritasdelpaís,unaprincesa,inteligenteybondadosaporañadidura.

SuSeñoríatuvoahonorregalársela,ylaprincesaselallevóapalacio.

Entonceselpropietariosefuealjardínconintencióndecogerotraflordela especie, pero no encontró ninguna, por lo que, llamando al jardinero, lepreguntódedóndehabíasacadoellotoazul.

—Laheestadobuscando inútilmente—dijoel señor—.He recorrido losinvernaderosytodoslosrinconesdeljardín.

—No,desdeluegoallínohay—dijoeljardinero—.Esunavulgarflordelhuerto.Pero,¿verdadqueesbonita?Pareceuncactoazuly,sinembargo,noessinolaflordelaalcachofa.

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—Pues teníaquehabérmeloadvertido—exclamóSuSeñoría—.Creímosque se trataba de una flor rara y exótica. Me ha hecho usted tirarme unaplancha con la princesa. Vio la flor en casa, la encontró hermosa; no laconocía,apesardequeesduchaenBotánica,peroestaCiencianadatienedecomúnconlashortalizas.¿Cómoseleocurrió,mibuenLarsen,ponerunaflorasíenlahabitación?¡Esridículo!

YlahermosaflorazulprocedentedelhuertofuedesterradadelsalóndeSuSeñoría, del que no era digna, y el dueño fue a excusarse ante la princesa,diciéndole que se trataba simplemente de una flor de huerto traída por eljardinero,elcualhabíasidodebidamentereconvenido.

—Pues es una lástima y una injusticia—replicó la princesa—. Nos haabiertolosojosaunaflordeadornoquedespreciábamos,noshamostradolabellezadondenuncalahabíamosbuscado.Quieroqueeljardinerodepalaciometraigatodoslosdías,mientrasesténfloreciendolasalcachofas,unadesusfloresamihabitación.

Ylaordensecumplió.

SuSeñoríamandódeciraljardineroqueletrajeseotraflordealcachofa.

—Bienmirado, es bonita—observó— ymuy notable—.Y encomió aljardinero.

«EstolegustaaLarsen—pensó—.Esunniñomimado».

Undíadeotoñoestallóunahorribletempestad,quearrecióaúndurantelanoche,contantafuriaquearrancóderaízmuchosgrandesárbolesdelaorilladel bosque y, con gran pesar de Su Señoría—un «gran pesar» lo llamó elseñor—,perocongrancontentodeljardinero,tambiénlosdosárbolespeladosllenosdenidos.Entreelfragordelatormentapudooírseelgraznaralborotadodeloscuervosycornejas;lasgentesdelacasaafirmaronquegolpeabanconlasalasenloscristales.

—Yaestaráustedsatisfecho,Larsen—dijoSuSeñoría—;latempestadhaderribadolosárboles,ylasavessehanmarchadoalbosque.Aquínadaquedayadelosviejostiempos;hadesaparecidotodahuella,todaseñaldeellos.Peroamíestomeapena.

Eljardineronocontestó.Pensabasóloenloquehablallevadoenlacabezadurante mucho tiempo: en utilizar aquel lugar soleado de que antes nodisponía.Loibaatransformarenunadornodeljardín,enunobjetodegozoparaSuSeñoría.

Los corpulentos árboles abatidos habían destrozado y aplastado losantiquísimossetoscontodassusfiguras.Elhombrelossustituyóporarbustosyplantasrecogidasenloscamposybosquesdelaregión.

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Aningúnotrojardineroselehabíaocurridojamásaquellaidea.Éldispusolosplanteles teniendoencuenta lasnecesidadesdecadaespecie,procurandoquerecibiesenelsololasombra,segúnlascaracterísticasdecadauna.Cuidólaplantaciónconelmayorcariño,yelconjuntocreciómagníficamente.

Porlaformayelcolor,elenebrodeJutlandiaseelevódemodoparecidoalciprésitaliano;lucíatambién,eternamenteverde,tantoenlosfríosinvernalescomoenelcalordelverano,labrillanteyespinosaoxiacanta.Delantecrecíanhelechosdediversasespecies,algunasdeellassemejantesahijasdepalmeras,yotras,parecidasalospadresdeesahermosaydelicadaplantaquellamamosculantrillo.Estabaallílamenospreciadabardana,tanlindacuandofresca,quehabría encajado perfectamente en un ramillete.Estaba en tierra seca, pero amayorprofundidadqueellayensuelohúmedocrecíalaacedera,otraplantahumilde y, sin embargo, tan pintoresca y bonita por su talla y sus grandeshojas. Con una altura de varios palmos, flor contra flor, como un grancandelabro de muchos brazos, se levantaba la candelaria, trasplantada delcampo.Ynofaltaban tampoco lasaspérulas,dientesde leónymuguetesdelbosque,nilaselváticacala,nilaacederillatrifolia.Erarealmentemagnífico.

Delante, apoyadas en enrejados de alambre, crecían, en línea, peralesenanos de procedencia francesa. Como recibían sol abundante y buenoscuidados,notardaronendarfrutostanjugososcomolosdesutierradeorigen.

En lugar de los dos viejos árboles pelados erigieron un alta asta debandera,encuyacimaondeabaelDanebrog,yasuladofueronclavadasotrasestacas,por lasque,enveranoyotoño, trepabanloszarcillosdel lúpuloconsus fragantes inflorescencias en bola, mientras en invierno, siguiendo unaantigua costumbre, se colgaba una gavilla de avena con objeto de que nofaltase la comida a los pajarillos del cielo en la venturosa época de lasNavidades.

—¡Ensuvejez,nuestrobuenLarsensenosvuelvesentimental!—decíaSuSeñoría—.Peronosesfielyadicto.

PorAñoNuevo,una revista ilustradade lacapitalpublicóuna fotografíadelaantiguapropiedadseñorial.Aparecíaenellaelastaconlabanderadanesaylagavilladeavenaparalasavecillasdelcieloenlosalegresdíasnavideños.Elhechofuecomentadoyalabadocomouna ideasimpática,queresucitaba,contodossushonores,unaviejacostumbre.

—ResuenanlastrompetasportodoloquehaceeseLarsen.¡Esunhombreafortunado!Casihemosdesentirnosorgullososdetenerlo.

Peronosesentíaorgullosoelgranseñor.SesentíasóloelamoquepodíadespediraLarsen,peroquenolohacía.Eraunabuenapersona,ydeestaclasehaymuchas,parasuertedelosLarsen.

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Yéstaeslahistoria«deljardineroyelseñor».

Detenteapensarunpocoenella.

Laparejadeenamorados(trompoypelota)

Kærestefolkene(Toppenogbolden)

Un trompo y una pelota yacían juntos en una caja, entre otros diversosjuguetes,yeltrompodijoalapelota:

—¿Porquénonoshacemosnovios,puestoquevivimosjuntosenlacaja?

Pero la pelota, que estaba cubierta de un bello tafilete y presumía comounaencopetadaseñorita,nisedignócontestarle.

Al día siguiente vino el niño propietario de los juguetes, y se le ocurriópintareltrompoderojoyamarilloyclavarunclavodelatónensucentro.Eltromporesultabaverdaderamenteespléndidocuandogiraba.

—¡Míreme! —dijo a la pelota—. ¿Qué me dice ahora? ¿Quiere queseamos novios? Somos el uno para el otro. Usted salta y yo bailo. ¿Puedehaberunaparejamásfeliz?

—¿Ustedcree?—dijolapelotaconironía—.Seguramenteignoraquemipadreymimadrefueronzapatillasdetafilete,yquemicuerpoesdecorchoespañol.

—Sí,peroyosoydemaderadecaoba—respondiólapeonza—yelpropioalcaldefuequienmetorneó.Tieneuntornoysedivirtiómuchohaciéndome.

—¿Esciertoloquedice?—preguntólapelota.

—¡Quéjamásrecibaunlatigazosimiento!—respondióeltrompo.

—Desde luego, sabe usted hacerse valer—dijo la pelota—; pero no esposible;estoy,comoquiendice,prometidaconunagolondrina.Cadavezquesaltoenelaire,asomalacabezaporelnidoypregunta:«¿Quiere?¿Quiere?».Yo,interiormente,lehedadoyaelsí,yestovaletantocomouncompromiso.Sinembargo,apreciosussentimientosyleprometoquenoloolvidaré.

—¡Vayaconsuelo!—exclamóeltrompo,ydejarondehablarse.

Aldíasiguiente,elniñojugóconlapelota.Eltrompolaviosaltarporlosaires, igual que un pájaro, tan alta, que la perdía de vista.Cada vez volvía,peroaltocarelsuelopegabaunnuevosaltoseaporafándevolveralnidodela golondrina, sea porque tenía el cuerpo de corcho. A la novena vez

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desaparecióyyanovolvió;pormuchoqueelniñoestuvobuscándola,nopudodarconella.

—¡Yo sé dónde está! —suspiró el trompo—. ¡Está en el nido de lagolondrinaysehacasadoconella!

Cuantomáspensabaeltrompoenellotantomásenamoradosesentíadelapelota. Su amor crecía precisamente por no haber logrado conquistarla. Lopeoreraqueellahubieseaceptadoaotro.Yeltromponocesabadepensarenlapelotamientrasbailabayzumbaba;ensuimaginaciónlaveíacadavezmáshermosa.Asípasaronalgunosañosyaquelloseconvirtióenunviejoamor.

Eltrompoyanoerajoven.Peroheaquíqueunbuendíalodorarontodo.¡Nuncahabíasidotanhermoso!Enadelanteseríauntrompodeoro,ysaltabaqueerauncontento. ¡Habíaqueoírsuronrón!Perodeprontopegóunsaltoexcesivoy…¡adiós!

Lobuscaronportodaspartes,inclusoenlabodega,peronohubomododeencontrarlo.¿Dóndeestaría?

Habíasaltadoaldepósitodelabasura,dóndesemezclabantodaclasedecachivaches,tronchosdecol,barredurasyescombroscaídosdelcanalón.

—¡A buen sitio he ido a parar! Aquí se me despintará todo el dorado.¡Vayagentuzalaquemerodea!—Ydirigióunamiradadesoslayoaunlargotronchodecolquehabíancortadodemasiadocercadelrepollo,yluegootraaun extraño objeto esférico que parecía unamanzana vieja. Pero no era unamanzana,sinounaviejapelota,quesehabíapasadovariosañosenelcanalónyestabamedioconsumidaporlahumedad.

—¡Gracias a Dios que ha venido uno de los nuestros, con quien podréhablar!—dijolapelotaconsiderandoaldoradotrompo.

—Tal y comome ve, soy de tafilete, me cosieronmanos de doncella ytengoelcuerpodecorchoespañol,peronadiesabeapreciarme.Estuveapuntodecasarmeconunagolondrina,perocaíenelcanalón,yenélmehepasadoseguramente cinco años. ¡Ay, cómo me ha hinchado la lluvia! Créeme, ¡esmuchotiempoparaunaseñoritadebuenafamilia!

Peroeltromponorespondió;pensabaensuviejoamor,y,cuantomásoíaalapelota,tantomásseconvencíadequeeraella.

Vinoenéstaslacriada,paraverterelcubodelabasura.

—¡Anda,aquíestáeltrompodorado!—dijo.

El trompo volvió a la habitación de los niños y recobró su honor yprestigio,perodelapelotanadamássesupo.Eltrompoyanohablómásdesuviejoamor.Elamorseextinguecuandolaamadasehapasadocincoañosen

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uncanalónyquedahechaunasopa;nisiquieraesreconocidaalencontrarlaenuncubodebasura.

Larosamásbelladelmundo

(Verdensdejligsterose)

Érase una reina muy poderosa, en cuyo jardín lucían las flores máshermosasdecadaestacióndelaño.Ellapreferíalasrosasporencimadetodas;poresolasteníadetodaslasvariedades,desdeelescaramujodehojasverdesyolordemanzanahastalamásmagníficarosadeProvenza.Crecíanpegadasal muro del palacio, se enroscaban en las columnas y los marcos de lasventanas y, penetrando en las galerías, se extendían por los techos de lossalones,congranvariedaddecolores,formasyperfumes.

Pero en el palacio moraban la tristeza y la aflicción. La Reina yacíaenfermaensulecho,ylosmédicosdecíanqueibaamorir.

—Hayunmediodesalvarla,sinembargo—afirmóelmássabiodeellos—.Traedlelarosamásespléndidadelmundo,laqueseaexpresióndelamorpuroymássublime.Sipuedeverlaantesdequesusojossecierren,nomorirá.

Yyatenéisaviejosyjóvenesacudiendo,decercaydelejos,conrosas,lasmásbellasquecrecíanentodoslosjardines;peroningunaeralarequerida.Laflormilagrosateníaqueprocederdeljardíndelamor;peroinclusoenél,¿quérosaeraexpresióndelamormáspuroysublime?

Los poetas cantaron las rosas más hermosas del mundo, y cada unocelebrabalasuya.Yelmensajecorrióportodoelpaís,acadacorazónenqueel amor palpitaba; corrió elmensaje y llegó a gentes de todas las edades yclasessociales.

—Nadie ha mencionado aún la flor —afirmaba el sabio. Nadie hadesignadoellugardondefloreceentodasumagnificencia.Nosonlasrosasdela tumba de Romeo y Julieta o de laWalburg, a pesar de que su aroma seexhalarásiempreenleyendasycanciones;nisonlasrosasquebrotarondelaslanzasensangrentadasdeWinkelried,delasangresagradaquemanadelpechodel héroe quemuere por la patria, aunqueno haymuertemás dulce ni rosamás roja que aquella sangre. Ni es tampoco aquella flor maravillosa paracuidar la cual el hombre sacrifica su vida velando de día y de noche en lasencillahabitación:larosamágicadelaCiencia.

—Yosédóndeflorece—dijounamadrefeliz,quesepresentóconsuhijitoa lacabecerade laReina—.Sédóndeseencuentra la rosamáspreciosadel

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mundo,laqueesexpresióndelamormáspuroysublime.Floreceenlasrojasmejillasdemidulcehijitocuando,restauradoporelsueño,abrelosojosymesonríecontodosuamor.

Bellaesesarosa—contestóelsabioperohayotramásbellatodavía.

—¡Sí,otramuchomásbella!—dijounadelasmujeres—.Lahevisto;noexiste ninguna que sea más noble y más santa. Pero era pálida como lospétalosde la rosade té.En lasmejillasde laReina lavi.LaReinasehabíaquitado la real corona, y en las largas ydolorosas noches sostenía a suhijoenfermo, llorando,besándoloyrogandoaDiosporél,comosólounamadreruegaalahoradelaangustia.

—Santa ymaravillosa es la rosa blanca de la tristeza en su poder, perotampocoeslarequerida.

—No; la rosamás incomparable lavianteelaltardelSeñor—afirmóelanciano y piadoso obispo—. La vi brillar como si reflejara el rostro de unángel.Las doncellas se acercaban a la sagradamesa, renovaban el pacto dealianza de su bautismo, y en sus rostros lozanos se encendían unas rosas ypalidecían otras.Había entre ellas unamuchachita que, henchida de amor ypureza, elevaba su alma aDios: era la expresión del amormás puro ymássublime.

—¡Bendita sea!—exclamóel sabio—,masningunohanombradoaún larosamásbelladelmundo.

Enestoentróenlahabitaciónunniño,elhijitodelaReina;habíalágrimasen susojosyen susmejillas,y traíaungran libroabierto, encuadernadoenterciopelo,congrandesbrochesdeplata.

—¡Madre!—dijoelniño—.¡Oyeloqueacabodeleer!—.Y,sentándosejuntoalacama,sepusoaleeracercadeAquélquesehabíasacrificadoenlacruzparasalvaraloshombresyalasgeneracionesquenohabíannacido.

—¡Amormássublimenoexiste!

Se encendió un brillo rosado en las mejillas de la Reina, sus ojos seagrandaronyresplandecieron,puesvioquedelashojasdeaquellibrosalíalarosamás espléndida del mundo, la imagen de la rosa que, de la sangre deCristo,brotódelárboldelaCruz.

—¡Ya la veo!—exclamó—. Jamásmorirá quien contemple esta rosa, lamásbelladelmundo.

Lascigüeñas

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(Storkene)

Sobre el tejado de la casa más apartada de una aldea había un nido decigüeñas.Lacigüeñamadreestabaposadaenél,juntoasuscuatropolluelos,queasomaban lascabezasconsuspiquitosnegros,puesnosehabían teñidoaúnderojo.Apocadistancia,sobreelvérticedeltejado,permanecíaelpadre,erguido y tieso; tenía una pata recogida, para que no pudieran decir que elmontarlaguardianoresultabafatigoso.Sehubieradichoqueeradepalo,talerasuinmovilidad.«Daungrantonoelquemimujertengauncentinelajuntoal nido —pensaba—. Nadie puede saber que soy su marido. Seguramentepensará todo elmundo queme han puesto aquí de vigilante.Eso damuchadistinción».Ysiguiódepiesobreunapata.

Abajo,en lacalle, jugabaungrupodechiquillos,yheaquíque,aldarsecuenta de la presencia de las cigüeñas, el más atrevido rompió a cantar,acompañadoluegoportodalatropa:

Cigüeña,cigüeña,vuélveteatutierra

másalládelvalleydelaaltasierra.

Tumujerseestáquietaenelnido,

ytodossuspolluelossehandormido.

Elprimeromorirácolgado,

elsegundochamuscado;

alterceroloderribaráelcazador

yelcuartoiráapararalasador.

—¡Escuchaloquecantanlosniños!—exclamaronlospolluelos—.Cantanquenosvanacolgaryachamuscar.

—No os preocupéis —los tranquilizó la madre—. No les hagáis caso,dejadlosquecanten.

Ylosrapacessiguieroncantandoacoro,mientrasconlosdedosseñalabanalascigüeñasburlándose;sólounodelosmuchachos,quesellamabaPerico,dijoquenoestababienburlarsedeaquellosanimales,ysenegóatomarparteen el juego. Entretanto, la cigüeña madre seguía tranquilizando a suspequeños:

—No os apuréis—les decía—, mirad qué tranquilo está vuestro padre,sosteniéndosesobreunapata.

—¡Oh, qué miedo tenemos!—exclamaron los pequeños escondiendo lacabecitaenelnido.

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Aldíasiguienteloschiquillosacudieronnuevamenteajugar,y,alverlascigüeñas,sepusieronacantarotravez.

Elprimeromorirácolgado,

elsegundochamuscado.

—¿De veras van a colgarnos y chamuscamos? —preguntaron lospolluelos.

—¡No,claroqueno!—dijo lamadre—.Aprenderéisavolar,puesyoosenseñaré; luego nos iremos al prado, a visitar a las ranas. Veréis como seinclinan ante nosotras en el agua cantando: «¡coax, coax!»; y nos laszamparemos.¡Québienvamosapasarlo!

—¿Ydespués?—preguntaronlospequeños.

—Después nos reuniremos todas las cigüeñas de estos contornos ycomenzarán los ejercicios de otoño. Hay que saber volar muy bien paraentonces; la cosa tiene gran importancia, pues el que no sepa hacerlo comoDiosmanda, serámuerto a picotazos por el general.Así que es cuestión deaplicaros,encuantolainstrucciónempiece.

—Perodespuésnosvanaensartar,comodecíanloschiquillos.Escucha,yavuelvenacantarlo.

—¡Es a mí a quien debéis atender y no a ellos!—les regañó la madrecigüeña—. Cuando se hayan terminado los grandes ejercicios de otoño,emprenderemos el vuelo hacia tierras cálidas, lejos, muy lejos de aquí,cruzandovallesybosques. IremosaEgipto,dondehaycasas triangularesdepiedraterminadasenpunta,quesealzanhastalasnubes;sellamanpirámides,ysonmuchomásviejasdeloqueunacigüeñapuedeimaginar.Tambiénhayunrío,quesesaledelcauceyconviertetodoelpaísenuncenagal.Entonces,bajaremosalfangoynoshartaremosderanas.

—¡Ajá!—exclamaronlospolluelos.

—¡Sí,esmagnífico!Entodoeldíanohaceunosinocomer;ymientrasnosdamosallítanbuenavida,enestastierrasnohayunasolahojaenlosárboles,yhacetantofríoquehastalasnubessehielan,seresquebrajanycaenalsueloenpedacitosblancos.Sereferíaalanieve,peronosabíaexplicarsemejor.

—¿Y también esos chiquillos malos se hielan y rompen a pedazos?—,preguntaronlospolluelos.

—No, no llegan a romperse, pero poco les falta, y tienen que estarsequietosenelcuartooscuro;vosotros,encambio,volaréisporaquellastierras,dondecrecenlasfloresyelsolloinundatodo.

Transcurrióalgún tiempo.Lospollueloshabíancrecido losuficientepara

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poder incorporarseenelnidoydominarconlamiradaunbuenespacioasualrededor. Y el padre acudía todas las mañanas provisto de sabrosas ranas,culebrillasyotrasgolosinasqueencontraba.¡Erandeverlasexhibicionesconquelosobsequiaba!Inclinabalacabezahaciaatrás,hastalacola,castañeteabaconelpicocualsifueseunacarracayluegolescontabahistorias,todasacercadelcenagal.

—Bueno,hallegadoelmomentodeaprenderavolar—dijounbuendíalamadre—,yloscuatropollitoshubierondesaliralrematedeltejado.¡Cómosetambaleaban, cómo se esforzaban en mantener el equilibrio con las alas, ycuán a punto estaban de caerse! ¡Fijaos en mí!—dijo la madre—. Debéisponerlacabezaasí,ylospiesasí:¡Un,dos,un,dos!Asíescomotenéisquecomportaros en el mundo —. Y se lanzó a un breve vuelo, mientras lospequeñospegabanunsaltito,conbastantetorpeza,y¡bum!,secayeron,pueslespesabamuchoelcuerpo.

—¡No quiero volar!—protestó uno de los pequeños, encaramándose denuevoalnido—.¡Meesigualnoiralastierrascálidas!

—¿Prefiereshelarteaquícuandollegueel invierno?¿Estásconformeconquetecojanesosmuchachotesytecuelguen,techamusquenyteasen?Bien,puesvoyallamarlos.

—¡Oh, no! —suplicó el polluelo, saltando otra vez al tejado, con losdemás.

Al tercer día ya volaban un poquitín, conmucha destreza, y, creyéndosecapacesde cernerse en el aireymantenerse en él con las alas inmóviles, selanzaron al espacio; pero ¡sí, sí…! ¡Pum! empezaron a dar volteretas, y fuecosadedarseprisaaponerdenuevolasalasenmovimiento.Yheaquíqueotra vez se presentaron los chiquillos en la calle, y otra vez entonaron sucanción:

¡Cigüeña,cigüeña,vuélveleatutierra!

—¡Bajemos de una volada y saquémosles los ojos! —exclamaron lospollos—. ¡No, dejadlos! —replicó la madre—. Fijaos en mí, esto es loimportante: —Uno, dos, tres! Un vuelo hacia la derecha. ¡Uno, dos, tres!Ahora hacia la izquierda, en torno a la chimenea. Muy bien, ya vaisaprendiendo;elúltimoaleteo,hasalido tan limpioypreciso,quemañanaospermitiréacompañarmealpantano.Allíconoceréisvariasfamiliasdecigüeñasconsushijos,todasmuysimpáticas;megustaríaquemispequeñosfuesenlosmás lindos de toda la concurrencia; quisiera poder sentirme orgullosa devosotros.Esohacebuenefectoydaungranprestigio.

—¿Yno nos vengaremos de esos rapaces endemoniados?—preguntaronloshijos.

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—Dejadlosgritarcuantoquieran.Vosotrososremontaréishastalasnubesyestaréisenelpaísdelaspirámides,mientrasellospasanfríoynotienenniunahojaverde,niunamanzana.

—Sí, nos vengaremos—se cuchichearon unos a otros; y reanudaron susejerciciosdevuelo.

De todos los muchachuelos de la calle, el más empeñado en cantar lacancióndeburla,yelquehabíaempezadoconella,eraprecisamenteunrapazmuy pequeño, que no contaríamás allá de 6 años. Las cigüeñitas, empero,creíanqueteníalomenoscien,pueseramuchomáscorpulentoquesumadrey su padre. ¡Qué sabían ellas de la edad de los niños y de las personasmayores!Estefueelniñoqueellaseligieroncomoobjetodesuvenganza,porser el iniciador de la ofensiva burla y llevar siempre la voz cantante. Lasjóvenescigüeñasestabanrealmenteindignadas,ycuantomáscrecían,menosdispuestassesentíanasufrirlo.Alfinsumadrehubodeprometerlesque lasdejaría vengarse, pero a condición de que fuese el último día de supermanenciaenelpaís.

—Antes hemosde ver qué tal os portáis en las grandesmaniobras; si lohacéis mal y el general os traspasa el pecho de un picotazo, entonces loschiquilloshabrántenidorazón,enpartealmenos.Hemosdeverlo,pues.

—¡Si, ya verás! —dijeron las crías, redoblando su aplicación. Seejercitabantodoslosdías,yvolabancontalligerezayprimor,quedabagusto.

Yllegóelotoño.Todaslascigüeñasempezaronareunirseparaemprenderjuntas el vuelo a las tierras cálidas,mientras en la nuestra reina el invierno.¡Quédeimpresionantesmaniobras!Habíaquevolarporencimadebosquesypueblos, para comprobar la capacidaddevuelo, pues eramuy largo el viajeque les esperaba. Los pequeños se portaron tan bien, que obtuvieron un«sobresalientecon ranayculebra».Era lanotamejor,y la ranay laculebrapodíancomérselas;fueunbuenbocado.

—¡Ahora,lavenganza!—dijeron.

—¡Sí, desde luego! —asintió la madre cigüeña—. Ya he estado yopensando en lamás apropiada. Sé dónde se halla el estanque en que yacentodos los niños chiquitines, hasta que las cigüeñas vamos a buscarlos parallevarlosalospadres.Loslindospequeñuelosduermenallí,soñandocosastanbellas como nunca más volverán a soñarlas. Todos los padres suspiran portener uno de ellos, y todos los niños desean un hermanito o una hermanita.Pues bien, volaremos al estanque y traeremos uno para cada uno de loschiquillosquenocantaronlacanciónyseportaronbienconlascigüeñas.

—Pero,¿yelqueempezóconlacanción,aquelmocosodelgaduchoyfeo—gritaronlospollos—,quéhacemosconél?

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—Enelestanqueyaceunniñitomuerto,quemuriómientrassoñaba.Pueslo llevaremos para él. Tendrá que llorar porque le habremos traído unhermanitomuerto;encambio,aaquelotromuchachitobueno—nolohabréisolvidado, el que dijo que era pecado burlarse de los animales—, a aquél lellevaremos un hermanito y una hermanita, y como elmuchacho se llamabaPedro,todosvosotrososllamaréistambiénPedro.

Yfuetalcomodijo,ytodaslascríasdelascigüeñassellamaronPedro,ytodavíasiguenllamándoseasí.

Elpactodeamistad

(Venskabspagten)

Nohacemuchoquevolvimosde unviajecito, y ya estamos impacientesporemprenderotromáslargo.¿Adónde?PuesaEsparta,aMicenas,aDelfos.Hay cientos de lugares cuyo solo nombre os alboroza el corazón. Se va acaballo, cuesta arriba, por entre monte bajo y zarzales; un viajero solitarioequivale a toda una caravana. Él va delante con su «argoyat», una acémilatransportaelbaúl,latiendaylasprovisiones,yaretaguardiasiguen,dándoleescolta, una pareja de gendarmes. Al término de la fatigosa jornada, no leesperaunaposadaniun lechomullido;confrecuencia, la tiendaessuúnicotecho,enmediodelagrandiosanaturalezasalvaje.El«argoyat»lepreparalacena:unarrozpilav;miríadasdemosquitosrevoloteanentornoaladiminutatienda; es una noche lamentable, y mañana el camino cruzará ríos muyhinchados.¡Tentefirmesobreelcaballo,sinoquieresquetellevelacorriente!

¿Cuálserálarecompensaparatusfatigas?Lamássublime,lamásrica.LaNaturaleza semanifiesta aquí en toda su grandeza, cada lugar está lleno derecuerdoshistóricos,alimentotantoparalavistacomoparaelpensamiento.Elpoetapuede cantarlo, y el pintor, reproducirlo en cuadrosopulentos; pero elaromadelarealidad,quepenetraenlossentidosdelespectadorylosimpregnaparatodalaeternidad,esonopuedenreproducirlo.

En muchos apuntes he tratado de presentar de manera intuitiva unrinconcitodeAtenasydesusalrededores,y,sinembargo,¡quépálidohasidoel cuadro resultante! ¡Qué poco dice de Grecia, de este triste genio de labelleza,cuyagrandezaydolorjamásolvidaráelforastero!

Aquel pastor solitario de allá en la roca, con el simple relato de unaincidencia de su vida, sabría probablemente, mucho mejor que yo con mispinturas,abrirtelosojosati,quequierescontemplarlatierradeloshelenosensusdiversosaspectos.

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—Dejémosle,pues,lapalabra—dicemiMusa—.Elpastordelamontañanoshablarádeunacostumbre,unasimpáticacostumbretípicadesupaís.

Nuestra casa era de barro, y por jambas tenía unas columnas estriadas,encontradas en el lugar donde se construyó la choza. El tejado bajaba casihasta el suelo, y hoy era negruzco y feo, pero cuando lo colocaron estabaformadoporuntejidodefloridaadelfayfrescasramasdelaurel,traídasdelasmontañas. En torno a la casa apenas quedaba espacio; las peñas formabanparedes cortadas a pico, de un color negro y liso, y en lomás alto de ellascolgaban con frecuencia jirones de nubes semejantes a blancas figurasvivientes.Nuncaoíallíelcantodeunpájaro,nuncavibailaraloshombresalsondelagaita;peroenlosviejostiempos,estelugarerasagrado,yhastasunombre lo recuerda, pues se llamaDelfos. Losmontes hoscos y tenebrososaparecíancubiertosdenieve;elmásalto,aqueldecuyacumbretardabamásen apagarse el sol poniente, era el Parnaso; el torrente que corría junto anuestracasabajabadeél,yantañohabíasidosagradotambién.Hoy,elasnoenturbia susaguascon suspatas,pero lacorriente sigue impetuosayprontorecobra su limpidez. ¡Cómo recuerdo aquel lugar y su santa y profundasoledad!Enelcentrodelachozaencendíanfuego,yensurescoldo,cuandosóloquedabaunespesomontóndecenizasardientes,cocíanelpan.Cuandolanieve se apilaba en torno a la casuca hasta casi ocultarla,mimadre parecíamás feliz que nunca;me cogía la cabeza entre lasmanos,me besaba en lafrente y cantaba canciones que nunca le oyera en otras ocasiones, pues losturcos,nuestrosamos,nolastoleraban.Cantaba:

«En la cumbre del Olimpo, en el bajo bosque de pinos, estaba un viejociervoconlosojosllenosdelágrimas;llorabalágrimasrojas,sí,yhastaverdesyazulceleste:Pasóentoncesuncorzo:

—¿Quétienes,queasílloraslágrimasrojas,verdesyazuladas?—Elturcohavenidoanuestraciudad,cazandoconperrossalvajes,todaunajauría.

—¡Losecharédelasislas—dijoelcorzo—,losecharédelasislasalmarprofundo!—.Peroantesdeponerseelsolelcorzoestabamuerto;antesdequecerraralanoche,elciervohabíasidocazadoymuerto.

Ycuandomimadrecantabaasí,selehumedecíanlosojos,ydesuslargaspestañascolgabaunalágrima;peroellalaocultabayvolvíaelpannegroenlaceniza.Yoentonces,apretandoelpuño,decía:—¡Mataremosalosturcos!—.Masellarepetíalaspalabrasdelacanción:«—.¡Losecharédelasislasalmarprofundo!—.Peroantesdeponerseel sol, el corzoestabamuerto;antesdequecerraralanoche,elciervohabíasidocazadoymuerto».

Llevábamosvariosdías,consusnoches,solosenlachoza,cuandollegómipadre;yosabíaqueibaatraermeconchasdelGolfodeLepanto,otalvezuncuchillo,afiladoyreluciente.Peroestaveznos trajounacriaturita,unaniña

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desnuda,bajo supelliza. Ibaenvueltaenunapiel,yaldepositarla,desnuda,sobreelregazodemimadre,vimosquetodoloquellevabaconsigoerantresmonedas de plata atadas en el negro cabello.Mi padre dijo que los turcoshabíandadomuertealospadresdelapequeña;tantasytantascosasnoscontó,quedurante toda lanoche estuve soñandocon ello.Mipadrevenía tambiénherido;mimadre levendóelbrazo,pues laheridaeraprofunda,y lagruesapellizaestabatiesadelasangrecoagulada.Lachiquillaseríamihermana,¡quéhermosa era! Los ojos de mi madre no tenían más dulzura que los suyos.Anastasia —así la llamaban— sería mi hermana, pues su padre la habíaconfiado al mío, de acuerdo con la antigua costumbre que seguíamosobservando.Dejóveneshabíantrabadounpactodefraternidad,eligiendoaladoncellamáshermosayvirtuosadetodalacomarcaparatomareljuramento.Muyamenudooíayohablardeaquellahermosayraracostumbre.

Y, así, la pequeña se convirtió en mi hermana. La sentaba sobre misrodillas, le traía floresyplumasde lasavesmontaraces,bebíamos juntosdelasaguasdelParnaso,yjuntosdormíamosbajoeltejadodelaureldelachoza,mientrasmimadreseguíacantando, inviernotras invierno,sucancióndelaslágrimas rojas, verdes y azuladas. Pero yo no comprendía aún que era mipropiopueblo,cuyasinnúmerascuitassereflejabanenaquellaslágrimas.

Un día vinieron tres hombres; eran francos y vestían demodo distinto anosotros. Llevaban sus camas y tiendas cargadas en caballerías, y losacompañaban más de veinte turcos, armados con sables y fusiles, pues losextranjeros eran amigos del bajá e iban provistos de cartas de introducción.Veníanconelsoloobjetodevisitarnuestrasmontañas,escalarelParnasoporentrelanieveylasnubes,ycontemplarlasextrañasrocasnegrasyescarpadasquerodeabannuestrachoza.Nocabíanenella,apartequenopodíansoportarelhumoque,deslizándosepordebajodel techo,salíapor labajapuerta;poreso levantaron sus tiendas en el reducido espacioquequedaba al ladode lacasuca, y asaron corderos y aves, y bebieron vino dulce y fuerte; pero losturcosnopodíanprobarlo.

Al proseguir su camino, yo los acompañé un trecho con mi hermanitaAnastasiaalaespalda,envueltaenunapieldecabra.Unodeaquellosseñoresfrancosmecolocódelantedeunarocaymedibujójuntoconlaniña,tanbien,queparecíamosvivosycomosifuésemosunasolapersona.Nuncahabíayopensadoenello,y,sinembargo,Anastasiayyoéramosunosolo,puesellasepasabalavidasentadaenmisrodillasocolgadademiespalda,ycuandoyosoñaba,siemprefigurabaellaenmissueños.

Dosnochesmástardellegaronotrasgentesanuestrachoza,armadasconcuchillos y fusiles. Eran albaneses, hombres audaces, según dijo mi padre.Permanecieron muy poco tiempo; mi hermana Anastasia se sentó en lasrodillasdeunodeellos,ycuandosehubieronmarchado,laniñanoteníayaen

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el cabello las tresmonedas deplata, sinoúnicamentedos.Ponían tabaco enunas tiras de papel y lo fumaban; el más viejo habló del camino que lesconveníaseguir;sobreélnoestabanaúndecididos.

—Siescupoarriba—dijo—,mecaealacara;siescupoabajo,mecaealabarba.

Perohabíaqueelegiruncamino;yalfinsefueron,acompañadospormipadre. Al poco rato oímos disparos, otros les respondieron, unos soldadosentraronenlachozaysenosllevaronpresosamimadre,aAnastasiayamí.Los bandidos se habían cobijado en nuestra choza, y mi padre los habíaseguido; por eso se nos llevaban. Vi los cadáveres de los bandidos, vi elcadáver demi padre, y lloré hasta queme quedé dormido.Al despertarmeencontréenlacárcel,cuyorecintonoeramásmiserablequenuestracasucha.Medieron cebollas y vino resinoso, que vertieron de un saco embreado: nocomamosmejorencasa.

Ignoro cuánto tiempo permanecimos encarcelados, pero sí sé quetranscurrieronmuchosdíasymuchasnoches.AlsalirdelaprisióneralaSantaPascua,yyo llevéaAnastasia a cuestas, puesmimadre estaba enferma,nopodíacaminarsinomuydespacio,ytuvimosqueandarmuchoantesdellegaralmar,alGolfodeLepanto.Entramosenunaiglesia, todaellaunreflejodeimágenes sobre fondo dorado; había ángeles, ¡oh, tan preciosos!, aunqueAnastasia no me parecía menos bonita que ellos. En el centro del templo,sobreelsuelo,habíaunataúdllenoderosas;eraNuestroSeñorJesucristo—dijo mi madre—, que yacía allí en forma de bellas flores. El sacerdoteanunció:«¡Cristoharesucitado!».Lagentesebesaba.Todosteníanunavelaencendidaen lamano; tambiénamímedieronuna,yotraaAnastasia, aunsiendo tan pequeña. Resonaban las gaitas, los hombres salían de la iglesiabailandocogidosde lamano,y fuera lasmujeresasabanelcorderopascual.Nos invitaron; yome senté junto al fuego; unmuchachomayor que yomerodeóelcuelloconelbrazoy,besándome,dijo:«¡Cristoharesucitado!».DeestemodonosconocimosAftánidesyyo.

Mimadresabíaremendarredesdepesca;eraunaocupaciónlucrativaalláenelGolfo,y,así,nosquedamoslargotiempoenlaorilladelmar,aquelmartan hermoso que sabía a lágrimas, y que por sus colores recordaba las delciervo,puestanprontoerarojocomoverdeoazul.

Aftánides sabía guiar el bote, yo me embarcaba en él con mi pequeñaAnastasia,ylaembarcaciónsedeslizabaporelagua,rauda,comounanubeatravés del cielo. Luego, cuando el sol se ponía, las montañas se teñían deazuloscuro,unasierraasomabaporencimade laotra,yal fondoquedabaelParnaso,consumantodenieve;alsolponiente,lacumbrerelucíacomohierroalrojovivo.Sehubieradichoquelaluzveníadesuinterior,puesalcabode

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largo rato de haberse ocultado, el sol seguía aún brillando en el aire azul yradiante.Lasblancasavesmarinasazotabanconlasalaslasuperficiedelagua;denoserporellas, laquietudhabríasidotanabsolutacomoentrelasnegraspeñasdeDelfos.Yomeestaba tendidodeespaldaenelbote, conAnastasiasentadasobremipecho,y lasestrellasdelcielobrillabanmásclarasque laslámparas de nuestra iglesia. Eran lasmismas estrellitas, y se hallaban en elmismolugarsobremíquecuandomeencontrabayoenDelfosdelantede lachoza.AlfinacabópareciéndomequeestabatodavíaenDelfos.Desúbitoseoyó un chapoteo en el agua y lancé un grito, puesAnastasia había caído almar;peroAftánidessaltó rápidamente trasella,ypocos instantesdespués lalevantaba yme la entregaba. Le quitamos los vestidos, exprimimos el aguaque los empapaba y volvimos a vestirla. Aftánides hizo lo mismo con susropasynosquedamosenelmarhastaquetodosehubosecado;ynadiesupouna palabra del susto que habíamos pasado por causa de mi hermanitaadoptiva,encuyavida,desdeentonces,Aftánides,tuvoparte.

Llegóelverano.Elsoleratanardiente,quesecabalashojasdelosárboles.Me acordaba yo de nuestras frescas montañas, con sus aguas límpidas; ytambiénmimadresentíalanostalgiadeellas;yasí,unatardeceremprendimoselregresoaaquellatierranuestra.¡Quésilencioyquepaz!Pasamosporentrealtostomillos,queolíanaúnapesardequeelsolhabíachamuscadosushojas.Ni un pastor encontramos, ni una choza en nuestro camino. Todo estabasilencioso y solitario; sólo una estrella fugaz nos dijo que todavía quedabavidaalláenelcielo.Nosésieraelpropioairediáfanoyazulelquebrillaba,osieranrayosdelasestrellas;perodistinguíamosbientodosloscontornosdelasmontañas.Mimadreencendiófuegoyasócebollasquetraíaconsigo,ymihermanita y yo dormimos entre los tomillos, sin temor al feo smidraki, quedespidellamasporlasfauces,nitampocoallobonialchacal;mimadreestabasentadajuntoanosotros,yesto,creíayo,erasuficiente.

Llegamosanuestraviejatierra;perodelachozaquedabasólounmontónderuinas;habíaqueconstruirotranueva.Unasmujeresayudaronamimadre,yenpocosdíasestuvieronlevantadaslasparedesycubiertasconotrotejadodeadelfa.Conpiedrasycortezadeárbol,mimadretrenzómuchasfundasdebotellas,mientrasyoguardabaelpequeñohatodelossacerdotes.Anastasiaylastortuguitaseranmiscompañerasdejuego.

Un día recibimos la visita de nuestro querido Aftánides. Tenía muchosdeseosdevernos,dijo,ysequedódosdíasenteros.

Al cabo de unmes volvió nos contó que pensaba ir en barco a Patras yCorfú,peroanteshabíaqueridodespedirsedenosotros;amimadreletrajounpescadomuy grande. Nos contó muchas cosas, no solamente acerca de lospescadoresdealláabajo,enelGolfodeLepanto,sinotambiéndelosreyesylos héroes que en otros tiempos habían reinado en Grecia como ahora los

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turcos.

Muchasveceshevistobrotarunayemaenelrosalydesarrollarsealcabodedíasysemanashastaconvertirseenflor,yhacerseflorantesdequeyomehubiese detenido a pensar en lo grande, hermoso y, roja que era; pues lomismo me ocurrió con Anastasia. Era una bella moza, y yo un robustomuchacho. Las pieles de lobo de los lechos de mi madre y Anastasia, yomismolashabíaarrancadoalosanimalescazadosconmipropiaescopeta.Losañossehabíanidocorriendo.

Un atardecer se presentó Aftánides, esbelto como una caña, fuerte ymoreno;nosbesóatodosynoshablódelmarinmenso,delasfortificacionesdeMaltaydelasextrañassepulturasdeEgipto.Nosparecíaestarescuchandounaleyendadelossacerdotes;yolomirabaconunaespeciedeveneración.

—¡Cuántascosassabes—ledije—,yquébienlascuentas!

—Un día me contaste tú la más hermosa de todas —respondió—. Mecontastealgoquenuncamássehaborradodemimemoria:lodelaantiguaybella costumbre del pacto de amistad, costumbre que yo quisiera seguirtambién.Hermano,vámonos losdosa la iglesia, comoundía lohicieron tupadre y el de Anastasia. La doncella más hermosa y más inocente esAnastasia, tu hermana: ¡qué ella nos consagre! No hay ningún pueblo quetengaunacostumbretanbellacomonosotros,losgriegos.

Anastasia se sonrojó como un pétalo de rosa fresca, ymimadre besó aAftánides.

Aunahoradecaminodenuestrachoza,allídondetierramullidacubrelasrocas y algunos árboles dan sombra, se levantaba la pequeña iglesia; unalámparadeplatacolgabadelanteelaltar.

Yomehabía puestomimejor vestido: la blanca fustanelamebajaba, enabundantespliegues,porencimadelosmuslos;eljubónencarnadosequedabaceñidoyajustado;enlaborladelfezrelucíalaplata,ydelcinturónpendíanelcuchillo y las pistolas.Aftánides llevaba el traje azul propio de losmarinosgriegos,exhibiendoenelpechounaplacadeplataconlaimagendelaVirgen;sufajaerapreciosa,comolasquesólollevanlosricos.Bienseveíaquenospreparábamos para una fiesta.Entramos en la solitaria iglesita, donde el solponiente,penetrandoporlapuerta,enviabasusrayosalalámparaencendidayalospolicromoscuadrosdefondo,deoro.Nosarrodillamosenlasgradasdelaltar, y Anastasia se colocó delante de nosotros; un largo ropaje blanco,holgadoyligero,cubríasushermososmiembros;teníaelblanquísimocuelloyelpechocubiertoconunacadenademonedasantiguasynuevas,yresultabaunmagníficoatavío.Elcabellonegrorecogido;enunmoño,estabasujetoporunadiminutacofia,adornadaconmonedasdeplatayoroencontradasenlos

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templos antiguos. Ningunamuchacha griega habría podido soñar un tocadomásprecioso.Ensurostroradiantelosojosbrillabancomodosestrellas.

Lostresorábamos,yellanospreguntó:

—¿Queréisseramigosenlavidayenlamuerte?

—¡Sí!—respondimos.

—¿Pensaréis,sucedaloquesuceda:miamigoespartedemí;misecretoessu secreto,mi felicidad es la suya: el sacrificio, la constancia, cuanto enmíhaylepertenececomoamímismo?

Yrepetimos:

—¡Sí!

Juntándonos lasmanos,nosbesóen la frente,yvolvimosa rezarenvozqueda.Entróentonceselsacerdoteporlapuertadelpresbiterio,nosbendijoalostres,yuncantodelosdemásreligiososresonódetrásdelaltar.Elpactodeeternaamistadquedabasellado.Cuandonos levantamos,viamimadreque,enlapuertadelaiglesia,llorabavehementemente.

¡Quéalegría, luego,ennuestracasitayenlafuentedeDelfos!LaveladaqueprecedióaldíadelapartidadeAftánides,estábamosélyyosumidosennuestrospensamientos,sentadosenlaladeradelapeña,subrazoentornoamicuerpo,elmíorodeándoleelcuello.HablábamosdelamiseriadeGrecia,delos hombres en quien podía confiar. Cada pensamiento de nuestras almasaparecíaclaro,antelosdos;yolecogílamano.

—¡Unacosadebessaber,unacosaquehastaestemomento,sóloDiosyyosabemos!Mialmaenteraesamor.Unamormásfuertequeelquesientopormimadreyporti.

—¿A quién amas, pues? —preguntó Aftánides, y su rostro y cuelloenrojecieron.

—Amo a Anastasia—dije, y sentí su mano temblar en la mía, y lo vipalidecercomouncadáver.Lovi,locomprendí,y,pareciéndomequetambiénmimanotemblaba,meinclinéhaciaély,besándoleenlafrente,murmuré:

—Nuncaselohedicho;talvezellanomequiere.Hermano:piensaenquelaheestadoviendotodoslosdías,hacrecidojuntoamí,ydentrodemialma.

—Ytuyahadeser—respondióél—,¡tuya!Nopuedomentirte,niquiero.Yotambiénlaamo.Peromañanamemarcho.Dentrodeunañovolveremosavernos; para entonces estaréis casados, ¿verdad? Tengo algo de dinero,quédate con él, debes aceptarlo, debes aceptarlo—. Seguimos errando porentrelasrocas;cerrabalanochecuandollegamosalachozademimadre.

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Anastasiasalióarecibirnosconlalámpara;cuandoentramos,mimadrenoestaba allí. La muchacha miró a Aftánides con expresión de maravillosamelancolía.

—¡Mañanatevasdenuestrolado!—dijo—,¡cuántolosiento!

—¡Teapena!—exclamóél,ymeparecióobservarensuspalabrasundolortanintensocomoelmío.Nopudehablar,peroél,cogiéndomelamano,dijo:—.Nuestrohermanoteama;¿loquierestúaél?Ensusilencioseexpresasuamor.

Anastasia, temblando, rompióa llorar;yo laveíasóloaella,sóloenellapensaba,y,pasándoleelbrazoalrededordelcuerpo,ledije:

—¡Sí,teamo!—.Oprimióellasubocacontralamía,ymerodeóelcuelloconlasmanos;perolalámparasehabíacaídoalsuelo,ylahabitaciónquedóoscura,comoelcorazóndenuestropobreyqueridoAftánides.

Antes de rayar el alba se levantó, se despidió de todos besándonos yemprendió el camino. Había entregado a mi madre todo su dinero paranosotros.Anastasia eraminovia,ypocosdíasmás tarde se convirtió enmiesposa.

Eslapuraverdad

(Deterganskevist!)

—¡Esuncasoespantoso!—exclamóunagallinadelextremoopuestodelpueblo,dondeelhechonohabíasucedido—.¡Hapasadoalgoespantosoenelgallinerodeallá!Loqueesestanoche,noduermosola.Menosmalquesomostantas—.Ylescontóelcaso,yalasdemásgallinasseleserizaronlasplumas,yalgalloselecayólacresta.¡Eslapuraverdad!

Peroempecemosporelprincipio,pueslacosasucedióenungallinerodelotroextremodelpueblo.Seponíaelsol,ylasgallinassesubíanasupercha;unadeellas,blancaypaticorta,poníasushuevoscon todaregularidadyeraunagallinade lomás respetable.Unavezen supercha, sededicó a asearseconelpico,yenlaoperaciónperdióunapluma.

—¡Yavolóuna!—dijo—.Cuantomásmedesplumo,másguapaestoy—.Lodijoenbroma,puesdetodaslasgallinaseraladecaráctermásalegre;porlo demás, como ya dijimos, era la respetabilidad personificada. Y luego sepusoadormir.

Elgallineroestabaaoscuras; lasgallinasestabanalineadasensupercha,

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perolacontiguaalanuestrapermanecíadespierta.Aquellaspalabraslashabíaoídoyno lashabíaoído, comoamenudoconvienehacer en estemundo, siunoquierevivirenpazytranquilidad.Contodo,nopudocontenerseydijoalavecinadelotrolado:

—¿Nohasoído?Noquierocitarnombres,perolociertoesquehayaquíunagallinaquesedesplumaparaparecermáshermosa.Siyofuesegallo, ladespreciaría.

Peroheaquíquemásarribadelasgallinasvivíalalechuza,consumaridoysuprole;todoslosmiembrosdelafamiliateníanunoídofinísimoyoyeronlas palabras de la gallina, y, oyéndolas, revolvieron los ojos, y la madrelechuzasepusoaabanicarseconlasalas.

—¡No escuchéis esas cosas! Pero habéis oído lo que acaban de decir,¿verdad?Yoloheoídoconmispropiasorejas;¡loqueoiránaún,laspobres,antesdequesemecaigan!Hayunagallinaquehastatalpuntohaperdidotodanoción de decencia, que se está arrancando todas las plumas a la vista delgallo.

—Prenezgardeauxenfants!—exclamóelpadrelechuza—.Estascosasnosonparaquelasoiganlosniños.

—Perovoyacontárseloalalechuzadeenfrente.Eslamásrespetabledeestosalrededores—.Yseechóavolar.

—¡Jujú,ujú!—ylasdosseestuvieronasícomadreandosobreelpalomardelvecino,yluegocontaronlahistoriaalaspalomas:—.¿Habéisoído,habéisoído?¡Ujú!Hayunagallinaqueporamordelgallosehaarrancadotodaslasplumas.¡Ysemoriráhelada,sinolohahechoya!¡Ujú!

—¿Dónde,dónde?—arrullaronlaspalomas.

—Enelcorraldeenfrente.Escomosilohubiesevistoconmisojos.Esuncaso tan indecoroso, que una casi no se atreve a contarlo, pero es la puraverdad.

—¡Lapurra, lapurraverrdad!—corearon laspalomas, y, dirigiéndose algallinero de abajo:—.Hay una gallina—dijeron—, y hay quien afirma quesondos,quesehanarrancadotodaslasplumasparadistinguirsedelasdemásy llamar la atención del gallo. Es el colmo… y peligroso, además, pues sepuedepescarunresfriadoymorirsedeunacalentura…Yparecequeyahanmuerto,¡lasdos!

—¡Despertad,despertad!—gritóelgallosubiéndosealavallaconlosojossoñolientos, pero vociferando a todo pulmón:—. ¡Tres gallinas han muertovíctimasdesudesgraciadoamorporungallo!Searrancarontodaslasplumas.Esunahistoriahorrible,ynoquieroguardármelaenelbuche. ¡Pasadla,que

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corra!

—¡Qué corra!—silbaron losmurciélagos—, y las gallinas cacarearon, ylosgalloscantaron:—¡Quécorra,quecorra!Ydeestemodo lahistoria fuepasando de gallinero en gallinero, hasta llegar, finalmente, a aquel del cualhabíasalido.

—Son cinco gallinas—decían—que se han arrancado todas las plumaspara que el gallo viera cómo habían adelgazado por su amor, y luego sepicotearonmutuamentehastamatarse,congranbochornoyvergüenzadesufamiliaygranperjuicioparaeldueño.

Comoesnatural, la gallina a la que se la había soltado la plumitano sereconoció como la protagonista del suceso, y siendo, como era, una gallinarespetable,dijo:

—Este tipodegallinasmereceneldespreciogeneral. ¡Desgraciadamente,abundanmucho!Estascosasnodebenocultarse,yharécuantopuedaparaqueelhechosepubliqueenelperiódico;quelosepatodoelpaís.Selotienenbienmerecidolasgallinas,ytambiénsufamilia.

Ylacosaaparecióenelperiódico,enletrasdemolde,yeslapuraverdad:«Unaplumillapuedemuybienconvertirseencincogallinas».

Lareinadelasnieves

(Snedronningen)

PRIMEREPISODIO

Tratadelespejoydeltrozodeespejo.

Atención,quevamosaempezar.Cuandohayamosllegadoalfinaldeestapartesabremosmásqueahora;puesestahistoriatratadeunduendeperverso,unodelospeores,¡cómoqueeraeldiabloenpersona!Undíaestabademuybuenhumor,pueshabíaconstruidounespejodotadodeunacuriosapropiedad:todo lo bueno y lo bello que en él se reflejaba se encogía hasta casidesaparecer,mientrasqueloinútilyfeodestacabayaúnseintensificaba.Lospaisajes más hermosos aparecían en él como espinacas hervidas, y laspersonas más virtuosas resultaban repugnantes o se veían en posicióninvertida, sin tronco y con las caras tan contorsionadas, que era imposiblereconocerlas; y si uno tenía una peca, podía tener la certeza de que se leextendería por la boca y la nariz. Eramuy divertido, decía el diablo. Si unpensamientobuenoypiadosopasabaporlamentedeunapersona,enelespejosereflejabaunarisasardónica,yeldiabloseretorcíadepuroregocijoporsu

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ingeniosa invención. Cuantos asistían a su escuela de brujería —puesmantenía una escuela para duendes— contaron en todas partes que habíaocurrido un milagro; desde aquel día, afirmaban, podía verse cómo son enrealidadelmundoyloshombres.DieronlavueltaalGloboconelespejo,y,finalmente, no quedó ya un solo país ni una sola persona que no hubieseaparecidodesfiguradaenél.Luegoquisieron subir almismocielo,deseososde reírse a costa de los ángeles y de Dios Nuestro Señor. Cuanto más seelevabanconsuespejo,tantomássereíaéstesarcásticamente,hastatalpuntoqueaduraspenaspodíansujetarlo.SiguieronvolandoyacercándoseaDiosyalosángeles,yheaquíqueelespejotuvotalaccesoderisa,quesesoltódesusmanosycayóalaTierra,dondequedórotoencienmillones,quédigo,enbillonesdefragmentosyaúnmás.Yjustamenteentoncescausómástrastornosque antes, pues algunos de los pedazos, del tamaño de un grano de arena,dieronlavueltaalmundo,deteniéndoseenlossitiosdondeveíangente,lacualse reflejaba en ellos completamente contrahecha, o bien se limitaban areproducir sólo lo irregular de una cosa, pues cada uno de los minúsculosfragmentos conservaba la misma virtud que el espejo entero. A algunaspersonas, uno de aquellos pedacitos llegó a metérseles en el corazón, y elresultadofuehorrible,pueselcorazónse lesvolviócomoun trozodehielo.Variospedazoserandeltamañosuficienteparaservirdecristalesdeventana;pero era muy desagradable mirar a los amigos a través de ellos. Otrosfragmentos se emplearon para montar anteojos, y cuando las personas secalabanestoslentesparaverbienyconjusticia,huelgadecirloquepasaba.Eldiablo se reía a reventar, divirtiéndose de lo lindo. Pero algunos pedazosdiminutosvolaronmáslejos.Ahoravasaoírlo.

SEGUNDOEPISODIO

Unniñoyunaniña.

Enlagranciudad,dondeviventantaspersonasysealzantantascasasquenoquedasitioparaquetodostenganunjardincito—porloquelamayoríahandecontentarse concultivar flores enmacetas—,habíadosniñospobresquetenían un jardín un poquito más grande que un tiesto. No eran hermano yhermana, pero se querían como si lo fueran. Los padres vivían en lasbuhardillasdedoscasascontiguas.Enelpuntodondese tocabanlos tejadosdelascasas,yelcanalóncorríaentreellos,seabríaunaventanitaencadaunodelosedificios;bastabaconcruzarelcanalónparapasardeunaaotradelasventanas.

Los padres de los dos niños tenían al exterior dos grandes cajones demadera,enlosqueplantabanhortalizasparalacocina;encadaunocrecíaunpequeño rosal, y muy hermoso por cierto. He aquí que a los padres se lesocurriólaideadecolocarloscajonesdetravéssobreelcanalón,demodoquealcanzasendeunaaotraventana,con loqueparecíandosparedesdeflores.

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Zarcillos de guisantes colgaban de los cajones, y los rosales habían echadolargasramas,quesecurvabanalencuentrounadeotra;eraunaespeciedearcodetriunfodeverdorydeflores.Comoloscajoneseranmuyaltos,ylosniñossabían que no debían subirse a ellos, a menudo se les daba permiso paravisitarse;entonces,sentadosensustaburetesbajolasrosas,jugabanenbuenapazyarmonía.

En invierno, aquel placer se interrumpía. Con frecuencia, las ventanasestabancompletamenteheladas.Entoncesloschiquilloscalentabanalaestufamonedas de cobre, y, aplicándolas contra el hielo que cubría al cristal,despejaban en él una mirilla, detrás de la cual asomaba un ojo cariñoso ydulce, uno en cada ventana; eran los del niño y de la niña; él se llamabaCarlos,y ella,Margarita.Enveranoera fácilpasardeun salto a la casadelotro, pero en invierno había que bajar y subir muchas escaleras, y ademásnevabacopiosamenteenlacalle.Esunenjambredeabejasblancas—decíalaabuela,queeramuyviejecita.

—¿Tienen tambiénuna reina?—preguntóundía el chiquillo, pues sabíaquelasabejasdeverdadlatienen.

—¡Claroquesí!—respondiólaabuela—.Vuelaenelcentrodelenjambre,conlasmásgrandes,ynuncaseposaenelsuelo,sinoquesevuelvevolandoalanegranube.Algunasnochesdeinviernovuelaporlascallesdelaciudadymira al interior de las ventanas, y entonces éstas se hielan de una maneraextraña,cubriéndosecomodeflores.

—¡Sí,ya lohevisto!—exclamaronlosniñosadúo;yentoncessupieronqueaquelloeraverdad.

—¿Ypodríaentraraquílareinadelasnieves?—preguntólamuchachita.

—Déjala que entre—dijo el pequeño—. La pondré sobre la estufa y sederretirá.

Perolaabuelaleacaricióelcabelloysepusoacontarotrashistorias.

Aquellanoche, estandoCarlitosen sucasamediodesnudo, se subióa lasillaquehabíajuntoalaventanaymiróporelagujerito.Fueracaíanalgunoscoposdenieve,yunodeellos,elmayor,seposósobreelbordedeunodeloscajonesdeflores; fuecreciendoycreciendo,yse transformó, finalmente,enunadoncellavestidaconunexquisitoveloblancohechocomodemillonesdecopos en formade estrella.Era hermosa y distinguida, pero de hielo, de unhielo cegador y centelleante, y, sin embargo, estaba viva; sus ojos brillabancomo límpidasestrellas,peronohabíapazy reposoenellos.Hizoungestoconlacabezayunaseñaconlamano.Elniño,asustado,saltóalsuelodeunbrinco; en aquel momento pareció como si delante de la ventana pasaravolandoungranpájaro.Fueunasensacióncasireal.

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Aldíasiguientehuboheladaconelcielosereno,yluegovinoeldeshielo;después apareció la primavera. Lució el sol, brotaron las plantas, lasgolondrinas empezarona construir susnidos; se abrieron lasventanas,y losniñospudieronvolverasujardincitodelcanalón,encimadetodoslospisosdelascasas.

En verano, las rosas florecieron con todo su esplendor. La niña habíaaprendido una canción que hablaba de rosas, y en ella pensaba almirar lassuyas;ylacantóasucompañero,elcualcantóconella:

«Florecenenelvallelasrosas,

Benditoseas,Jesús,quelashacestanhermosas».

Y los pequeños, cogidosde lasmanos, besaron las rosas y, dirigiendo lamiradaalaclaraluzdelsoldivino,lehablaroncomosifueseelNiñoJesús.¡Qué días tan hermosos! ¡Qué bello era todo allá fuera, junto a los lozanosrosalesqueparecíandispuestosaseguirfloreciendoeternamente!

Carlos y Margarita, sentados, miraban un libro de estampas en que serepresentabananimalesypajarillos,yentonces—el relojacababadedar lascincoenelgrancampanario—dijoCarlos:

—¡Ay,quépinchazoenelcorazón!¡Yalgomehaentradoenelojo!

Laniña le rodeóelcuelloconelbrazo,yélparpadeaba,peronoseveíanada.

—Creo que ya salió —dijo; pero no había salido. Era uno de aquellosgranitos de cristal desprendidos del espejo, el espejo embrujado. Bien seacuerdan de él, de aquel horrible cristal que volvía pequeño y feo todo lograndeybuenoqueenélsereflejaba,mientrashacíaresaltartodolomaloyponíaderelievetodoslosdefectosdelascosas.PuesalpobreCarlitoslehabíaentrado uno de sus trocitos en el corazón. ¡Qué poco tardaría éste envolvérselacomountémpanodehielo!Yanoledolía,peroallíestaba.

—¿Porqué lloras?—preguntó el niño—. ¡Qué fea te pones!Noha sidonada.¡Uf!—exclamódepronto—,¡aquellarosaestáagusanada!Ymiracómoestá tumbada. No valen nada, bien mirado. ¡Qué quieres que salga de estecajón!—ypegandounapatadaalcajón,arrancólasdosrosas.

—Carlos, ¿qué haces? —exclamó la niña; y al darse él cuenta de suespanto,arrancóuna tercera flor, se fuecorriendoasuventanayhuyóde lacariñosaMargarita.

Alcomparecerellamástardeconellibrodeestampas,ledijoCarlosqueaquello era para niños de pecho; y cada vez que abuelita contaba historias,salía él con alguna tontería. Siempre que podía, se situaba detrás de ella, y,calándoseunasgafas,seponíaaimitarla;lohacíaconmuchagracia,ytodos

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lospresentessereían.Prontosuporemedarlosandaresylosmodosdehablardelaspersonasquepasabanporlacalle,ytodoloqueteníandepeculiarydefeo.Y lagenteexclamaba:—¡Tieneunacabezaextraordinariaestechiquillo—.Perotodoveníadelcristalqueporelojoselehabíametidoenelcorazón;esto explica que se burlase incluso de la pequeña Margarita, que tanto loquería.

Sus juegos eran ahora totalmente distintos de los de antes; eran muyjuiciosos. En invierno, un día de nevada, se presentó con una gran lupa, ysacandoalexteriorelextremodesuchaqueta,dejóquesedepositasenenellaloscoposdenieve.

—Miraporlalente,Margarita—dijo;ycadacoposeveíamuchomayor,ytenía la forma de unamagnífica flor o de una estrella de diez puntas; dabagustomirarlo.

—¡Fíjatequéarte!—observóCarlos—.Esmuchomásinteresantequelasflores de verdad; aquí no hay ningúndefecto, son completamente regulares.¡Sinofueraporquesefunden!

Pocomástarde,elniño,conguantesysugrantrineoalaespalda,dijoaloídodeMargarita:

—Mehandadopermisoparairalaplazaajugarconlosotrosniños—ysemarchó.

Enlaplazanoerararoqueloschiquillosmásatrevidosatasensustrineosalos coches de los campesinos, y de esta manera paseaban un buen trechoarrastrados por ellos. Era muy divertido. Cuando estaban en lo mejor deljuego, llegó un gran trineo pintado de blanco, ocupado por un personajeenvueltoenunapielblancaytocadoconungorro,blancotambién.Eltrineodiodosvueltasalaplaza,yCarloscorrióaatarleelsuyo,dejándosearrastrar.Eltrineodesconocidocorríaavelocidadcreciente,yseinternóenlacallemáspróxima; el conductor volvió la cabeza e hizo una seña amistosa a Carlos,comosiyaloconociese.CadavezqueCarlostratabadesoltarse,elconductorle hacía un signo con la cabeza, y el pequeño se quedaba sentado. Al finsalieron de la ciudad, y la nieve empezó a caer tan copiosamente, que elchiquillonoveíasiquieralamanocuandoselaponíadelantedelosojos;perolacarreracontinuaba.Élsoltórápidamentelacuerdaparadesatarsedeltrineograndeperodenadalesirvió;supequeñovehículoseguíasujeto,ycorríanconla velocidad del viento. Se puso a gritar, pero nadie lo oyó; continuabanevandointensamente,yeltrineovolaba,pegandodevezencuandoviolentossaltos,comosisalvasefososysetos.Carlosestabaaterrorizado;queríarezarelPadrenuestro,perosóloacudíaasumemorialatablademultiplicar.

Los copos de nieve eran cada vez mayores, hasta que, al fin, parecían

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grandes pollos blancos. De repente dieron un salto a un lado, el trineo sedetuvo,y lapersonaque loconducíase incorporóenelasiento.Lapielyelgorroerandepuranieve,yantelosojosdelchiquillosepresentóunaseñoraaltayesbelta,deunblancoresplandeciente.EralaReinadelasNieves.

—Hemos corridomucho—dijo—,pero, ¡qué frío!Métete enmi piel deoso.

Prosiguió,ylosentójuntoaellaensutrineoyloenvolvióenlapiel.Aélleparecióquesehundíaenuntorbellinodenieve.

—¿Todavía tienes frío?—le preguntó la señora, besándolo en la frente.¡Oh,suslabioseranpeorqueelhielo,yelbesoseleentróenelcorazón,queyadesuyoestabamediohelado!Tuvolasensacióndequeibaamorir,peronodurómásqueuninstante;luegosesintióperfectamente,ydejódenotarelfrío.

«¡Mitrineo!¡Noolvidesmitrineo!»,pensóéldepronto;peroestabaatadoaunodelospollosblancos,elcualechoavolardetrásdeellosconeltrineoala espalda. La Reina de las Nieves dio otro beso a Carlos, yMargarita, laabuelaytodoslosdemásseborrarondesumemoria.

—Notevolveréabesar—dijoella—,puesdelocontrariotemataría.

Carloslamiró;eramuyhermosa;nohabríapodidoimaginarunrostromásinteligenteyatractivo.Yanoleparecíadehielo,comoantes,cuandolehabíaestadohaciendoseñasatravésdelaventana.Alosojosdelniñoeraperfecta,ynoleinspirabatemoralguno.Lecontóquesabíahacercálculomental,hastaconquebrados;quesabíacuántasmillascuadradasycuántoshabitantesteníaelpaís.Ellaloescuchabasonriendo,yCarlosempezóapensarquetalveznosabíaaúnbastante.Ylevantólosojosalfirmamento,yellaemprendióelvuelocon él, hacia la negra nube, entre el estrépito de la tempestad; el niño seacordódeunaviejacanción.Pasaronvolandoporencimadeciudadesylagos,demares y países; debajo de ellos aullaban el gélido viento y los lobos, ycentelleabalanieve;yencimavolabanlasnegrasyruidosascornejas;peroenlo más alto del cielo brillaba, grande y blanca, la luna, y Carlos la estuvocontemplandodurante toda la larganoche.AlamanecersequedódormidoalospiesdelaReinadelasNieves.

TERCEREPISODIO

Eljardíndelahechicera.

Pero,¿quéhacíaMargarita,alverqueCarlosnoregresaba?¿Dóndeestaríael niño? Nadie lo sabía, nadie pudo darle noticias. Los chicos de la callecontabanquelohabíanvistoatarsutrineoaotromuygrandeyhermosoqueentró en la calle, y salió por la puerta de la ciudad. Todos ignoraban suparadero; corrieron muchas lágrimas, y también Margarita lloró copiosa y

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largamente.Despuéslagentedijoquehabíamuerto,quesehabríaahogadoenelríoquepasabaporlasafuerasdelaciudad.

¡Ah,quédíasdeinviernomáslargosytristes!Yllególaprimavera,consusolconfortador.

—Carlosmurió;yanolotengo—dijolapequeñaMargarita.

—Nolocreo—respondióelsol.

—Estámuertoyhadesaparecido—dijolaniñaalasgolondrinas.

—¡Nolocreemos!—replicaronéstas;yalfinlapropiaMargaritallegóanocreerlotampoco.

—Me pondré los zapatos colorados nuevos —dijo un día—. Los queCarlosnohavistoaún,ybajaréalríoapreguntarporél.

Era aún muy temprano. Dio un beso a su abuelita, que dormía, y,calzándoseloszapatosrojos,saliósoladelaciudad,endirecciónalrío.

—¿Es cierto que me robaste a mi compañero de juego? Te daré miszapatosnuevossimelodevuelves.

Y lepareciócomosi lasondas lehiciesenunas señas raras.Sequitó loszapatos rojos, que le gustaban con delirio, y los arrojó al río; pero cayeronjuntoalaorilla,ylaslevesondaslosdevolvieronatierra.Sehabríadichoqueelríonoaceptabalaprendaqueellamásquería,porqueCarlosnoestabaenél.PeroMargarita,pensandoquenohabíaechadoloszapatoslobastantelejos,sesubióaunboteque flotabaentre los juncosy, avanzandohasta su extremo,arrojó nuevamente los zapatos al agua. Pero resultó que el bote no estabaamarradoy,conelmovimientoproducidoporlaniña,sealejódelaorilla.Aldarsecuentalaniña,quisosaltaratierra,peroantesquepudierallegarapopa,la embarcación se había separadoya cosa de una vara de la ribera y seguíaalejándoseavelocidadcreciente.

Margarita,enextremoasustada, rompióa llorar,peronadie laoyóapartelosgorriones,loscuales,nopudiendollevarlaatierra,seecharonavolaralolargo de la orilla, piando como para consolarla: «¡Estamos aquí, estamosaquí!».Elboteavanzaba,arrastradoporlacorriente,yMargaritapermanecíadescalzaysilenciosa;loszapatitosrojosflotabanenposdelabarca,sinpoderalcanzarla,pueséstanavegabaamayorvelocidad.

Las dos orillas eran muy hermosas, con lindas flores, viejos árboles yladerasenlasquepacíanovejasyvacas;peronoseveíaniunserhumano.

«AcasoelríomeconduzcahastaCarlitos»,pensóMargarita,yaquellaidealedevolviólaalegría.Sepusoenpieyestuvomuchashorascontemplandolahermosa ribera verde, hasta que llegó frente a un gran jardín plantado de

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cerezos,enelquesealzabaunacasitaconextrañasventanasdecolorrojoyazul. Por lo demás, tenía el tejado de paja, y fuera había dos soldados demadera,conelfusilalhombro.

Margarita los llamó,creyendoqueerandeverdad;perocomoesnatural,norespondieron;seacercómuchoaellos,pueselríoimpelíaelbotehacialaorilla.

Laniñavolvióallamarmásfuerte,yentoncessaliódelacasaunamujermuy vieja, muy vieja, que se apoyaba en una muletilla; llevaba, paraprotegersedelsol,ungransombreropintadodebellísimasflores.

—¡Pobre pequeña! —dijo la vieja—. ¿Cómo viniste a parar a este ríocaudalosoyrápidoquetehaarrastradotanlejos?

Y,entrandoenelagua,lamujersujetóelboteconsumuletilla,tiródeélhaciatierrayayudóaMargaritaadesembarcar.

Sealegrólaniñadevolverapisartierrafirme,aunquelaviejanodejabadeinspirarleciertotemor.

—Ven y cuéntame quién eres y cómo has venido a parar aquí—dijo lamujer.

Margarita se lo explicó todo,mientras lamujer no cesaba demenear lacabezadiciendo:«¡Hm,hm!».YcuandolaniñahuboterminadoypreguntadoalaviejasiporcasualidadhabíavistoaCarlitos,respondióéstaquenohabíapasado por allí, pero que seguramente vendría. No debía afligirse y sí, encambio, probar las cerezas, y contemplar sus flores, que eranmáshermosasquetodosloslibrosdeestampas,yademáscadaunasabíauncuento.TomóaMargaritadelamanoyentróconellaenlacasa,cerrandolapuertatrasdesí.

Las ventanas eran muy altas, y los cristales, de colores: rojo, azul yamarillo,porloquelaluzdeldíaresultabamuyextraña.Sobrelamesahabíaunplatodeexquisitascerezas,yMargaritacomiótodaslasquelevinieronengana, con permiso de la dueña.Mientras comía, la vieja la peinaba con unpeinedeoro,yelpelose le ibaensortijandoy formandounpreciosomarcodoradoparasucaritacariñosa,redondayrosada.

—¡Siemprehesuspiradoportenerunaniñabonitacomotú!—dijolavieja—.¡Yaverásquébienlopasamoslasdosjuntas!

YmientrasseguíapeinandoelcabellodeMargarita,ésta ibaolvidándosede su amiguitoCarlos, pues la viejaposeía el arte dehechicería, aunquenofueraunabrujaperversa.Practicabasudonsóloparasatisfaceralgúnantojo,yle habría gustado quedarse con Margarita. Por eso salió a la rosaleda y,extendiendolamuletillahaciatodoslosrosales,magníficamentefloridos,hizoquetodosdesaparecieranbajolanegratierra,sindejarseñalnirastro.Temíala

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mujerqueMargarita,alverlasrosas,seacordasedelassuyasydeCarlitosyescapase.

Entonces condujo a la niña al jardín. ¡Dios santo! ¡Qué fragancia yesplendor!Crecían allí todas las flores imaginables; las propias de todas lasestaciones aparecían abiertas y magníficas; ningún libro de estampas podíacomparársele.Margaritasepusoasaltardealegríayestuvojugandohastaqueel sol se ocultó tras los altos cerezos. Entonces fue conducida a una bonitacama,conalmohadadesedaroja llenadepétalosdevioletas,ysedurmióysoñócosascomosólolassueñaunareinaeldíadesuboda.

Al día siguiente volvió a jugar al sol con las flores, y de este modotranscurrieronmuchosdías.Margaritaconocíatodaslasflores,yapesardelasmuchasquehabía,leparecíaquefaltabauna,sinpoderprecisarcuál.Enunaocasiónenqueestabasentadacontemplandoelsombrerodelavieja,queteníapintadas tantasflores,vio tambiénlamásbelladetodas: larosa.Laviejasehabíaolvidadodeborrarladelsombrerocuandohizodesaparecerlasrestantesbajotierra.Pero,yasesabe,unonopuedeestarentodo.

—Ahoraquecaigoenello—exclamóMargarita—,¿nohayrosasaquí?

Ysepusoarecorrerlosarriates,buscaquebusca,peronohabíaninguna.Entoncessesentóenelsueloyrompióa llorar;sus lágrimasardientescaíansobre un lugar donde se había hundido uno de los rosales, y cuandohumedecieron el suelo, brotó de pronto el rosal, tan florido como en elmomento de desaparecer, y Margarita lo abrazó, y besó sus rosas, y levolvieronalamemorialaspreciosasdesucasay,conellas,Carlitos.

—¡Ay,cómomeheentretenido!—exclamólaniña—.YoibaenbuscadeCarlos.¿Nosabendóndeestá?—preguntóalasrosas—.¿Creenqueestávivooqueestámuerto?

—Muerto no está —respondieron las rosas—. Nosotras hemos estadodebajodelatierra,dondemorantodoslosmuertos,peroCarlosnoestaba.

—Gracias —dijo Margarita, y, dirigiéndose a las otras flores, miró suscálicesylespreguntó—:¿SabenporventuradóndeestáCarlos?

Perotodaslasflorestomabanelsol,ensimismadasensuspropiashistorias.Margaritaoyómuchísimas,peroningunadecíanadadeCarlos.

¿Quédecía,pues,laazucenadefuego?

—Oye el tambor: «¡Bum, bum!». Son sólo dos notas, siempre «¡bum!¡bum!». Escucha el plañido de las mujeres. Escucha la llamada de lossacerdotes.Envuelta en su largomanto rojo, lamujer está sobre la pira; lasllamaslarodean,asícomoasuesposomuerto.Perolamujerhindúpiensaenelhombrevivoqueestáentrelamultitud:enél,cuyosojossonmásardientes

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quelasllamas;enél,elardordecuyosojosagitasucorazónmásqueelfuego,queprontoreducirásucuerpoacenizas.¿Puedelallamadelcorazónperecerenlallamadelahoguera?

—Nocomprendounapalabradeloquedices—exclamóMargarita.

—Puesésteesmicuento—replicólaazucena.

¿Quédijolacampanilla?

—Másarribadelsenderodemontañasealzaunantiguocastillo.Laespesasiempreviva crece en torno de los vetustos muros rojos, hoja contra hoja,rodeandola terraza.Allímoraunahermosadoncellaque, inclinándosesobrela balaustrada,mira constantemente al camino.No hay en el rosal una rosamásfrescaqueella;ningunaflordemanzanoarrancadaporelvientoflotamásligeraqueella;elcrujidodesuropajedesedadice:«¿Novieneaún?».

—¿TerefieresaCarlos?—preguntóMargarita.

—Yo hablo tan sólo de mi leyenda, de mi sueño —respondió lacampanilla.

¿Quédiceelrompenieves?

—Entreunosárboleshayuna larga tabla,colgadadeunascuerdas;esuncolumpio.Dos lindaschiquillas—susvestidossonblancoscomolanieve,yensussombrerosflotanlargascintasdesedaverde—sebalanceansentadasenél.Suhermano,queesmayor,estátambiénenelcolumpio,depie,rodeandolacuerdaconunbrazoparasostenerse,puestieneenunamanounaescudilla,yenlaotra,unapaja,yestásoplandopompasdejabón.Elcolumpionopara,y las pompas vuelan, con bellas irisaciones; la última está aún adherida alcanutilloysetuercealimpulsodelviento,pueselcolumpiosigueoscilando.Unperritonegro,ligerocomolaspompasdejabón,selevantasobrelaspatastraseras; tambiénélqueríasubiralcolumpio.Pasavolandoelcolumpio,yelperrocae,ladrandofurioso,ylaspompasestallan.Uncolumpio,unaesferitadeespumaquerevienta;¡éstaesmicanción!

—Acaso sea bonito eso que cuentas, pero lo dices demodo tan triste, yademásnohablasdeCarlitos.

¿Quédecíanlosjacintos?

—Éranse tres bellas hermanas, exquisitas y transparentes. El vestido deunaerarojo;elde lasegunda,azul,yelde la tercera,blanco.Cogidasde lamanobailabanalbordedellagotranquilo,alasuaveluzdelaluna.Noeranelfos,sinosereshumanos.Elaireestabaimpregnadodedulcefragancia,ylasdoncellasdesaparecieronenelbosque.Lafraganciasehizomásintensa;tresféretros,queconteníanalashermosasmuchachas,salierondelaespesuradelaselva, flotando por encima del lago, rodeados de luciérnagas, que los

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acompañaban volando e iluminándolos con sus lucecitas tenues. ¿Duermenacasolasdoncellasdanzarinas,oestánmuertas?Elperfumedelasfloresdicequehanmuerto;lacampanavespertinallamaaloficiodedifuntos.

—¡Qué tristeza me causas! —dijo Margarita—. ¡Tu perfume es tanintenso! No puedo dejar de pensar en las doncellas muertas. ¡Ay!, ¿estarámuertoCarlitos?Lasrosasestuvierondebajodelatierraydijeronqueno.

—¡Cling,clang!—sonabanloscálicesdelosjacintos—.NodoblamosporCarlitos, no lo conocemos. Cantamos nuestra propia pena, la única queconocemos.

YMargarita pasó al botón de oro, que asomaba por entre las verdes ybrillanteshojas.

—¡Cómobrillas,solecito!—ledijo—.¿Sabesdóndepodríaencontraramicampanerodejuegos?

El botón de oro despedía un hermosísimo brillo y miraba a Margarita.¿Quécanciónsabríacantar?TampocosereferíaaCarlos.Nosabíaquédecir.

—Elprimerdíadeprimavera,elsoldelbuenDios lucíaenunapequeñaalquería,prodigandosubenéficocalor;susrayossedeslizabanporlasblancasparedes de la casa vecina, junto a las cuales crecían las primeras floresamarillas, semejantes a ascuas de oro al contacto de los cálidos rayos. Laancianaabuelaestabafuera,sentadaensusilla;lanieta,unalindamuchachaque servía en la ciudad, acababade llegarparaunabrevevisitaybesóa suabuela.Habíaoro,oropurodelcorazónensubeso.Oroenlaboca,oroenelalma,oroenaquellahoramatinal.Ahítienesmicuento—concluyóelbotóndeoro.

—¡Mi pobre, mi anciana abuelita! —suspiró Margarita—. Sin duda meecha de menos y está triste pensando en mí, como lo estaba pensando enCarlos. Pero volveré pronto a casa y lo llevaré conmigo.De nada sirve quepreguntealasflores,lascualessabensólodesuspropiaspenas.Nomediránnada.

Ysearregazóelvestiditoparapoderandarmásrápidamente;peroelliriodePascualegolpeóenlapiernaalsaltarporencimadeél.Sedetuvolaniñay,considerandolaaltafloramarilla,lepreguntó:

—¿Acasotúsabesalgo?—yseagachósobrelaflor.¿Quéledijoésta?

—Meveoamímisma,meveoamímisma.¡Oh,cómohuelo!Arriba,enlapequeña buhardilla, está,medio desnuda, una pequeña bailarina, que ora sesostiene sobre una pierna, ora sobre las dos, recorre con sus pies todo elmundo,peroessólounailusión.Vierteaguadelateterasobreunpedazodetela que sostiene: es su corpiño, ¡la limpieza es una gran cosa! El blanco

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vestidocuelgadeungancho; fue también lavadoen la teteray secadoeneltejado. Se lo pone, se pone alrededor del cuello el chal azafranado, y asíresaltamás el blanco del vestido. ¡Arriba la pierna! ¡Mira qué alardes hacesobre un tallo! ¡Me veo a mí misma, me veo a mí misma! ¡Oh esto esmagnífico!

—¡Y qué me importa eso a mí! —dijo Margarita—. ¿A qué viene esahistoria?

Yechóacorrerhaciaelextremodeljardín.

La puerta estaba cerrada, pero ella forcejeó con el herrumbroso cerrojohastadescorrerlo;seabrióporfin,ylaniñaselanzóalvastomundoconlospiesdescalzos.Portresvecessevolvióamirar,peronadielaperseguía.Alfin,fatigadísima, se sentó sobre una gran piedra, y al dirigir la mirada a sualrededorsediocuentadequeelveranohabíapasadoydequeestabayamuyavanzadoelotoño,cosaquenohabíapodidoobservarenelhermoso jardín,dondesiemprebrillabaelsol,ylasflorescrecíanentodaslasestaciones.

—¡Diosmío,cómomeheretrasado!—dijoMargarita—.¡Estamosyaenotoño;tengoquedarmeprisa!

Ysepusoenpieparareemprendersucamino.

Pobres piececitos suyos, ¡qué heridos y cansados! A su alrededor todoparecía fríoydesierto; las largashojas de los sauces estaban amarillas, y elrocíosedesprendíaengrandesgotas.Caían lashojasunas trasotras;sóloelendrino tenía aún fruto, pero era áspero y contraía la boca. ¡Ay, qué gris ydifícilparecíatodoenelvastomundo!

CUARTOEPISODIO

Elpríncipeylaprincesa.

Margaritanotuvomásremedioquetomarseotrodescanso.Yheaquíqueenmediodelanieve,enelsitiodondesehabíasentado,saltóunagrancornejaque llevababuen ratoallí contemplandoa laniñaybamboleando lacabeza.Finalmente,ledijo:

—¡Crac,crac,buenosdías,buenosdías!

No sabía decirlomejor, pero sus intenciones eran buenas, y le preguntóadóndeibatansolaporaquellosmundosdeDios.Margaritacomprendiómuybien la palabra «sola» y el sentido que encerraba.Contó, pues, a la cornejatodasuhistoriayluegolepreguntósihabíavistoaCarlos.

Lacornejahizoungestosignificativoconlacabezayrespondió:

—¡Alomejor!

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—¿Cómo?¿Creesquelohasvisto?—exclamólaniña,besandoalavetanfuertementequeporpocolaahoga.

—¡Cuidado,cuidado!—protestólacorneja—.MeparecequeeraCarlitos.Sinembargo,tehaolvidadoporlaprincesa.

—¿Viveconunaprincesa?—preguntóMargarita.

—Sí,escucha—dijolacorneja—;peromeresultadifícilhablartulengua.Sientendieseslanuestra,telopodríacontarmejor.

—Lo siento, pero no la sé —respondió Margarita—. Mi abuelita sí laentendía, y también la lengua de las pes. ¡Qué lástima, que yo no laaprendiera!

—No importa—contestó la corneja—.Te lo contaré lomejor que sepa;claroqueresultarámuydeficiente.

Yleexplicóloquesabía.

—En este reino en que nos encontramos, vive una princesa de lo másinteligente; tanto, que se ha leído todos los periódicos delmundo, y los havueltoaolvidar.Yavessieslista.Unodeestosdíasestabasentadaeneltrono—lo cual no es muy divertido, según dicen—; el hecho es que se puso acanturrearunacanciónquedecíaasí:«¿Ysimebuscaraunmarido?».«Oye,esomerecesermeditado»,pensó,ytomólaresolucióndecasarse.Peroqueríaunmaridoquesupierarespondercuandoellalehablara;unmaridoquenoselimitase a permanecer plantado y lucir su distinción; esto eramuy aburrido.ConvocóentoncesatodaslasdamasdelaCorte,ycuandoellasoyeronloquelaReinadeseaba,sepusieronmuycontentas.«¡Estomegusta!—exclamarontodas—;haceunosdías queyopensaba también en lomismo».Te adviertoque todo loquedigoesverdad—observó lacorneja—.Loséporminovia,quetienelibreentradaenpalacio;estádomesticada.

Lanoviaeraotracorneja,claroestá.Puesunacornejabuscasiempreaunasemejantey,naturalmente,essiempreotracorneja.

—Losperiódicosaparecieronenseguidaconelmonogramadelaprincesadentrodeunaorladecorazones.Podíaleerseenellosquetodojovendebuenparecerestabaautorizadoapresentarseenpalacioyhablarconlaprincesa;elquehablasecondesenvolturaysinsentirseintimidado,ydesplegaselamayorelocuencia, sería elegido por la princesa como esposo. Puedes creerme —insistiólacorneja—,esverdad,tanverdadcomoqueestoyahoraaquí.Acudióunamultituddehombres,todoeranaglomeracionesycarreras,peronadasaliódeello,nielprimerdíanielsegundo.Todoshablabanbienmientrasestabanen la calle; pero en cuanto franqueaban la puerta de palacio y veían loscentinelas en uniforme plateado y los criados con librea de oro en las

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escaleras, y los grandes salones iluminados, perdían la cabeza.Y cuando sepresentabananteel tronoocupadopor laprincesa,nosabíanhacerotracosaque repetir la última palabra que ella dijera, y esto a la princesa no leinteresaba ni pizca. Era como si al llegar al salón del trono se les hubiesemetido rapéenelestómagoyhubiesenquedadoaletargados,nodespertandohasta encontrarse nuevamente en la calle; entonces recobraban el uso de lapalabra.Yhabíaunaenormecolaquellegabadesdeelpalaciohastalapuertadelaciudad.Yoestabatambién,comoespectadora.Ypasabanhambreysed,peroenelpalacionoselesservíaniunvasodeagua.Algunos,máslistos,sehabían traído bocadillos, pero no creas que los compartieran con el vecino.Pensaban:«Mejorquetengacaradehambriento,asínoloquerrálaprincesa».

—Pero, ¿y Carlos, y Carlitos?—preguntóMargarita—. ¿Cuándo llegó?¿Estabaentrelamultitud?

—Espera, espera, ya saldrá Carlitos. El tercer día se presentó unpersonajito,sincaballonicoche,peromuyalegre.Susojosbrillabancomolostuyos,teníauncabellolargoyhermoso,perovestíapobremente.

—¡EraCarlos!—exclamóMargarita,alborozada—.¡Oh,loheencontrado!

Ydiounapalmada.

—Llevabaunpequeñomorrala laespalda—prosiguió lacorneja—.No,debíadesersutrineo—replicóMargarita—,puessemarchóconeltrineo.

—Esmuyposible—admitiólacorneja—,nomefijébien;peroloquesísé,porminoviadomesticada,esqueeltalindividuo,alllegaralapuertadepalacioyverlaguardiaenuniformedeplatayaloscriadosdelaescaleraenlibreadorada,noseturbólomásmínimo,sinoque,saludándolesconungestodelacabeza,dijo:«Debeserpesadoestarseenlaescalera;yoprefieroentrar».Lossaloneseranunascuadeluz;losconsejerosprivadosydeEstadoandabandescalzos llevando fuentes de oro. Todo era solemne y majestuoso. Loszapatosdelreciénllegadocrujíanruidosamente,peroélnoseinmutó.

—¡Es Carlos, sin duda alguna! —repitió Margarita—. Sé que llevabazapatosnuevos.Oícrujirsussuelasencasadeabuelita.

—¡Yalocreoquecrujían!—prosiguiólacorneja—,ynuestrohombresepresentó alegremente ante laprincesa, la cual estaba sentada sobreunagranperla,del tamañodeun tornodehilar.Todas lasdamasde laCorte,consusdoncellas y las doncellas de las doncellas, y todos los caballeros con suscriados y los criados de los criados, que a su vez tenían asistente, estabancolocados en semicírculo; y cuanto más cerca de la puerta, más orgullososparecían.Alasistentedelcriadodelcriado,quevasiempreenzapatillas,unocasinoseatreveamirarlo;taleslaaltivezconqueseestájuntoalapuerta.

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—¡Debeserterrible!—exclamóMargarita—.¿YvasadecirmequeCarlossecasóconlaprincesa?

—De no haber sido yo corneja me habría quedado con ella, y esto queestoyprometido.Parecequeélhablótanbiencomolohagoyocuandohabloenmilengua;asímelohadichominoviadomesticada.Eraaudazyatractivo.Nosehabíapresentadoparaconquistaralaprincesa,sinosóloparaescucharsu conversación. Y la princesa le gustó, y ella, por su parte, quedó muysatisfechadeél.

—Sí, seguro que era Carlos —dijo Margarita—. ¡Siempre ha sido taninteligente! Fíjate que sabía calcular de memoria con quebrados. ¡Oh, porfavor,llévamealpalacio!

—¡Niña, qué pronto lo dices! —replicó la corneja—. Tendré queconsultarloconminoviadomesticada;seguramentepodráaconsejarnos,puesdeunacosaestoyseguro:quejamásunachiquillacomotúseráautorizadaaentrarenpalacioporlosprocedimientosreglamentarios.

—¡Sí,medaránpermiso!—afirmóMargarita—.CuandoCarlossepaquesoyyo,saldráenseguidaabuscarme.

—Aguárdame en aquella cuesta—dijo la corneja, y, saludándola conunmovimientodelacabeza,sealejóvolando.

Cuandoregresó,anochecíaya.

—¡Rah!¡rah!—gritó—.Ellamehaencargadoquetesalude,yahívaunpanecillo que sacó de la cocina. Allí hay mucho pan, y tú debes de estarhambrienta.Noesposiblequeentresenelpalacio;vasdescalza;loscentinelasenuniformedeplatayloscriadosenlibreadeoronotelopermitirán.Peronollores, de un modo u otro te introducirás. Mi novia conoce una escaleritatraseraqueconducealdormitorio,ysabedóndehacerseconlasllaves.

Se fueron al jardín, a la gran avenida donde las hojas caían sin parar; ycuando en el palacio se hubieron apagado todas las luces una tras otra, lacornejacondujoaMargaritaaunapuertatraseraqueestabaentornada.

¡Oh,cómo lepalpitabaa laniñaelcorazón,deangustiaydeanhelo!Leparecíacomosifueraacometerunamalaacción,y,sinembargo,sóloqueríasaber siCarlosestabaallí.Queestaba, era casi seguro;y en su imaginaciónveíasusojosinteligentes,sulargocabello;loveíasonreírcómoantes,cuandose reunían en casa entre las rosas. Sin duda estaría contento de verla, deenterarse del largo camino que había recorrido en su busca; de saber laafliccióndetodoslossuyosalnoregresarél.¡Oh,quémiedo,y,alavez,quécontento!

Llegaron a la escalera, iluminada por una lamparilla colocada sobre un

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armario.Enelsueloesperabalacornejadomesticada,volviendolacabezaentodas direcciones.Miró aMargarita, que la saludó con una inclinación, talcomoleenseñaralaabuelita.

—Mi prometido me ha hablado muy bien de usted, señorita —dijo lacorneja domesticada—. Su biografía, como vulgarmente se dice, o sea, lahistoria de su vida, es, por otra parte,muy conmovedora.Haga el favor decoger la lámpara, y yo guiaré. Lomejor es ir directamente por aquí, así noencontraremosanadie.

—Tengo la impresióndequealguiennos sigue—exclamóMargarita;enefecto,algopasóconunsilbido;erancomosombrasquesedeslizabanporlapared,caballosdeflotantesmelenasydelgadaspatas,cazadores,caballerosydamascabalgando.

—Son sueños nada más —dijo la corneja—. Vienen a buscar lospensamientos de SuAlteza para llevárselos de caza. Tantomejor, así podráustedcontemplarla a sus anchas en la cama.Peroconfío enque, si esustedelevada a una condición honorífica y distinguida, dará pruebas de seragradecida.

—Nohablemosahoradeeso—intervinolacornejadelbosque.

Llegaronalprimersalón,tapizadodecolorderosa,conhermosasfloresenlas paredes. Pasaban allí los sueños rumoreando, pero tan vertiginosos, queMargaritanopudoveralosnoblespersonajes.Cadasalónsuperabaalanterioren magnificencia; era para perder la cabeza. Al fin llegaron al dormitorio,cuyotechoparecíaunagranpalmeraconhojasdecristal,perocristalprecioso;en el centro, de un grueso tallo de oro, colgaban dos camas, cada unasemejanteaunlirio.Enlaprimera,blanca,dormíalaprincesa;enlaotra,roja,MargaritadebíabuscaraCarlos.Separóunadelashojasencarnadasyviouncuellomoreno. ¡EraCarlos! Pronunció su nombre en voz alta, acercando lalámpara —los sueños volvieron a pasar veloces por la habitación—, él sedespertó,volviólacabezay…¡noeraCarlos!

Elpríncipeseleparecíasóloporelpescuezo,peroerajovenyguapo.Laprincesa,parpadeandoporentrelablancahojadelirio,preguntóquéocurría.Margaritarompióallorarylecontótodasuhistoriayloqueporellahabíanhecholascornejas.

¡Pobre pequeña!—exclamaron los príncipes; elogiaron a las cornejas ydijeronque no estaban enfadados, aunque aquello no debía repetirse. Por lodemás,recibiríanunarecompensa.

¿Prefierenmarcharse libremente—preguntó la princesa—o quedarse enpalacioencalidaddecornejasdeCorte,conderechoatodoslosdesperdiciosdelacocina?

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Las dos cornejas se inclinaron respetuosamente y manifestaron queoptaban por el empleo fijo, pues pensaban en la vejez y en que sería muyagradablecontarconalgopositivoparacuandoaquéllallegase.

El príncipe se levantó de la cama y la cedió aMargarita; realmente nopodía hacer más. Ella cruzó las manos, pensando: «¡Qué buenas son laspersonas y los animales, después de todo!», y cerrando los ojos, se quedódormida.Acudierondenuevotodoslossueños,ycreyóverangelitosdeDiosque guiaban un trineo en el que viajaba Carlos, el cual la saludaba con lacabeza. Pero todo aquello fue un sueño, y se desvaneció en elmomento dedespertarse.

Al día siguiente la vistieron de seda y terciopelo de pies a cabeza. Lainvitaron a quedarse en palacio, donde lo pasaríamuy bien; pero ella pidiósólouncochecitoconuncaballoyunpardezapatitos,paraseguircorriendoelmundoenbuscadeCarlos.

Ledieronzapatosyunmanguitoylavistieronprimorosamente,ycuandose dispuso a partir, había en la puerta una carroza nueva de oro puro; losescudos del príncipe y de la princesa brillaban en ella como estrellas. Elcochero,criadosypostillones—puesno faltaban tampoco lospostillones—,llevabansendascoronasdeoro.Lospríncipesenpersonalaayudaronasubiralcocheyledesearontodaclasedeventuras.Lacornejasilvestre,queyasehabíacasado,laacompañóuntrechodetresmillas,posadaasulado,puesnopodíasoportarirdeespaldas.Laotracornejasequedóenlapuertabatiendodealas;nosiguióporquedesdequecontabaconunempleofijo,sufríadedoloresdecabeza,puescomíaconexceso.Elinteriordelcocheestabaacolchadoconcosquillasdeazúcar,yenelasientohabíafrutaymazapán.

—¡Adiós,adiós!—gritaronelpríncipeylaprincesa;yMargaritalloraba,yllorabatambiénlacorneja—.Alcabodeunasmillassedespidiótambiénésta,y resultó muy dura aquella despedida. Se subió volando a un árbol, ypermanecióenélagitandolasnegrasalashastaquedesaparecióelcoche,querelucíacomoelsol.

QUINTOEPISODIO

Lapequeñabandolera.

Avanzaban a través del bosque tenebroso, y la carroza relucía comounaantorcha. Su brillo era tan intenso, que los ojos de los bandidos no podíanresistirlo.

—¡Es oro, es oro!—gritaban, y, arremetiendo con furia, detuvieron loscaballos, dieron muerte a los postillones, al cochero y a los criados ymandaronapearseaMargarita.

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—Está gorda, apetitosa, la alimentaron connueces—dijo la vieja de losbandidos,queerabarbuday teníaunascejasque lecolgabanporencimadelosojos.

—Serásabrosacomouncorderillobiencebado.¡Semehacelabocaagua!—ysacósuafiladocuchillo,quedabamiedodebrillantequeera.

—¡Ay! —gritó al mismo tiempo, pues su propia hija, que se le habíasubidoalaespalda,acababadepegarleunmordiscoenlaoreja;erasalvajeyendiabladacomoellasola.

—Maldita rapaza! —exclamó la madre, renunciando a degollar aMargarita.

—¡Jugaráconmigo!—dijolaniñadelosbandoleros.

—Medarásumanguitoysulindovestido,ydormiráenmicamaypegóalaviejaotromordisco,quelahizosaltarydarvueltas,mientraslosbandidosreíanydecían:

—¡Cómobailaconsugolfilla!

—¡Quiero subir al coche! —gritó la pequeña salvaje, y hubo quecomplacerla, pues era malcriada y terca como ella sola. Ella y Margaritasubieron al carruaje y salieron a galope a campo traviesa. La hija de losbandoleroseradelaedaddeMargarita,peromásrobusta,anchadehombrosyde piel morena. Tenía los ojos negros, de mirada casi triste. Rodeando aMargaritaporlacintura,ledijo:

—No temataránmientras yo nome enfade contigo ¿Eres una princesa,verdad?

—No—respondióMargarita, y le contó todas sus aventuras y lomuchoqueansiabaencontrarasuCarlitos.

Laotralamirabamuyseriamente;hizounsignoconlacabezaydijo:

—Notematarán,aunqueyomeenfade;entoncesloharéyomisma.

YsecólosojosdeMargaritaymetiólasmanosenelhermosomanguito,tanblandoycaliente.

Elcochesedetuvo;estabanenelpatiodeuncastillodebandoleros,todoélderruido de arriba abajo. Cuervos y cornejas salían volando de los grandesorificios,yenormesperrosmastines,cadaunodeloscualesparecíacapazdetragarseunhombre,saltabansinladrar,pueslesestabaprohibido.

Enlaespaciosasala,viejayahumada,ardíaungranfuegoenelcentrodelsuelo de piedra; el humo se esparcía por debajo del techo, buscando unasalida.Cocíaungrancalderodesopa,almismotiempoqueasabanliebresy

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conejos.

—Estanochedormirássolaconmigoyconmisanimalitos—dijolahijadelosbandidos.

Ledierondecomerybeber,yluegolasdosniñasseapartaronaunrincóndondehabíapajayalfombras.Encima,posadasenestacasyperchas,habíauncentenar depalomas, dormidas al parecer, peroque semovieronunpoco alacercarselaschicas.

—Todassonmías—dijolahijadelosbandidos,y,sujetandounaporlospies, la sacudió violentamente, haciendo que el animal agitara las alas—.¡Bésala! —gritó, apretándola contra la cara de Margarita—. Allí están laspalomas torcaces, las buenas piezas —y señaló cierto número de barrasclavadas ante un agujero en la parte superior de la pared—. También sontorcaces aquellas dos; si no las tenemos encerradas, escapan; y éste es mipreferido—yasídiciendo,agarrópor loscuernosun reno,queestabaatadoporun reluciente anillode cobre en torno al cuello—.Nohaymás remedioquetenerlosujeto,delocontrariohuye.Todaslasnocheslehagocosquillasenelcuelloconelcuchillo,ytienemiedo.

Y la chiquilla, sacando un largo cuchillo de una rendija de la pared, lodeslizó por el cuello del reno.El pobre animal todo era patalear, y la chicavengareírse.LuegometióaMargaritaenlacamaconella.

—¿Duermes siempre con el cuchillo a tu lado? —preguntó Margarita,mirandoelarmaunsiesnoesnerviosa.

—¡Desdeluego!—respondiólapequeñabandolera—.Nuncasabeunaloquepuedeocurrir.PerovuelveacontarmeloquemedijisteantesdeCarlitosyporquétefuisteporesosmundos.

Margarita le repitió su historia desde el principio, mientras las palomastorcacesarrullabanensujaulay lasdemásdormían.Lahijadelosbandidospasó un brazo en torno al cuello deMargarita, y, con el cuchillo en la otramano,sepusoadormiryaroncar.Margarita,encambio,nopodíapegarlosojos,puesnosabíasi seguiríavivaosidebíamorir.Losbandidos, sentadosalrededor del fuego, cantaban y bebían, mientras la vieja no cesaba de darvolteretas.ElespectáculoresultabahorribleparaMargarita.

Enestodijeronlaspalomastorcaces:

—¡Ruk,ruk!,hemosvistoaCarlitos.Unpolloblancollevabasutrineo,élibasentadoenlacarrozadelaReinadelasNieves,quevolabaporencimadelbosque cuando nosotras estábamos en el nido. Sopló sobre nosotras ymurierontodasmenosnosotrasdos.¡Ruk,ruk!

—¿Quéestándiciendoahíarriba?—exclamóMargarita—.¿Adóndeibala

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ReinadelaNieves?¿Sabéisalgo?

—Al parecer se dirigía a Laponia, donde hay siempre nieve y hielo.Preguntaalrenoatadoahí.

—Allíhayhieloynieve,¡quémagníficoesaquelloyquébienseestá!—dijoelreno—.Saltaunoconlibertadporlosgrandespradosrelucientes.AllítienelaReinadelasNievessutiendadeverano;perosupalacioestácercadelPoloNorte,enlasislasquellamanSpitzberg.

—¡Oh,Carlos,Carlitos!—suspiróMargarita.

—¿Nopuedesestartequieta?—lariñólahijadelosbandidos—¿oquieresqueteclaveelcuchilloenlabarriga?

AlamañanasiguienteMargarita lecontó todo loque lehabíandicho laspalomastorcaces;lamuchachasequedómuyseria,moviólacabezaydijo:

—¡Quémás da, quémás da! ¿Sabes dónde está Laponia?—preguntó alreno.

—¿Quién lo sabría mejor que yo? —respondió el animal, y sus ojosdespedíandestellos—.Allínacíymecrie.¡Cómohebrincadoporsuscamposdenieve!

—¡Escucha!—dijolamuchachaaMargarita—.Yavesquetodosnuestroshombressehanmarchado,peromimadresigueencasa.Mástardeempinaráel codo y echará su siestecita; entonces haré algo por ti—. Saltando de lacama,cogióasumadreporelcuelloy,tirándoledelosbigotes,ledijo:

—¡Buenosdías,midulcechivo!

Laviejacorrespondióasuscariciasconvarioscapirotazosquelepusierontodalanarizamoratada;peronoerasinounamuestradecariño.

Cuando la vieja, tras unos copiosos tragos, se entregó a la consabidasiestecita,lahijallamóalrenoyledijo:—Podríadivertirmeaúnunascuantasveces cosquilleándote el cuello con la punta de mi afilado cuchillo; ¡estásentonces tangracioso!Peroes igual, tedesataréy teayudaréaescapar,paraquetemarchesaLaponia.Perocuidadebrincarconánimosydeconduciraesta niña al palacio de laReina de lasNieves, donde está su compañero dejuegos.Yaoístesurelato,pueshablababastantealtoytúescuchabas.

Elrenopegóunbrincodealegría.LamuchachamontóaMargaritasobresu espalda, cuidando de sujetarla fuertemente y dándole una almohada parasentarse.

—Asíestásbien—dijo—,ahítienestusbotasdepiel,pueshacefrío;peroyomequedoconelmanguito;esdemasiadoprecioso.No tevasahelarporeso.Tedaré losgrandesmitonesdemimadreque te llegaránhastaelcodo;

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póntelos…así;ahoratusmanosparecenlasdemimadre.

Margaritallorabadealegría.

—Nopuedovertelloriquear—dijolahijadelosbandidos—.Debesestarcontenta;ahítienesdospanesyunjamónparaquenopaseshambre.

Atólasvituallasalagrupadelreno,abriólapuerta,hizoentrartodoslosperrosy,cortandolacuerdaconsucuchillo,dijoalreno:

—¡Agalope,peromuchocuidadoconlaniña!

Margarita alargó las manos, cubiertas con los grandes mitones, hacia lamuchachita,paradespedirsedeella,yenseguidaelrenoemprendiólacarreraa campo traviesa, por el inmenso bosque, por pantanos y estepas, a todavelocidad.Aullaban los lobos y graznaban los cuervos; del cielo llegaba unsonidode«¡p-ff,p-ff!»,comosiestornudasen.

—¡Sonmisaurorasboreales!—dijoelreno—.Miracómobrillan.

Yredoblólavelocidad,díaynoche.Seacabaronlospanesyeljamón,yalfinllegaronaLaponia.

SEXTOEPISODIO

Lalaponaylafinesa.

Hicieronalto frenteaunacasitadeaspectomuypobre.El tejado llegabahastaelsuelo,ylapuertaeratanbajaque,paraentrarysalir,lafamiliateníaque arrastrarse. Nadie había en la casa, aparte una vieja lapona que cocíapescadoenunalámparadeaceite.ElrenocontótodalahistoriadeMargarita,aunque después de haber relatado la propia, que estimaba mucho másimportante.Laniñaestabatanateridadefrío,quenopodíahablar.

—¡Pobres!—dijo lamujer lapona—. ¡Lo que les queda aún por andar!Tienen que correr centenares de millas antes de llegar a Finlandia, que esdondevivelaReinadelasNieves,ytodaslasnochesenciendeuncastillodefuegosartificiales.Escribiréunaslíneassobreunbacalaoseco,puespapelnotengo,yloentregaréisalafinesadealláarriba.Ellapodráinformarosmejorqueyo.

Y cuandoMargarita se hubo calentado y saciado el hambre y la sed, lamujerescribióunaspalabrasenunbacalaosecoy,recomendandoalaniñaquecuidasedenoperderlo, loatóalreno,elcualreemprendiólacarrera.«¡P-ff!¡P-ff!», seguía rechinando en el cielo; y durante toda la noche lucieronmagníficasaurorasborealesazules.LuegollegaronaFinlandia,y llamaronalachimeneadelamujerfinesa,yaquepuertanohabía.

La temperaturadel interior era tan elevada, que lamisma finesa iba casidesnuda;eramenudayenextremosucia.Seapresuróaquitar losvestidosa

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Margarita, asícomo losmitonesybotas,yaquedeotromodoelcalor se lehabríahechoinsoportable;pusounpedazodehielosobrelacabezadelrenoyluegoleyólaslíneasescritasenelbacalao.Lasleyóportresveces,hastaquese las hubo aprendido dememoria, y a continuación echó el pescado en elcalderodelasopa,pueseraperfectamentecomestible,yaquellamujeratodolehallabasuaplicación.

EntonceselrenoempezóacontarsuhistoriaydespuésladeMargarita.Lamujerfinesaselimitabaapestañear,sindecirunapalabra.

—Eresmuylista—dijoelreno—.Séquepuedesatartodoslosvientosdelmundoconunahebra.Cuandoelmarinosueltaunodeloscabos,tienevientofavorable; si suelta otro, el viento arrecia, y si deja el tercero y el cuarto,entonces se levanta una tempestad que derriba los árboles. ¿No querríasprocuraraestaniñaunelixirqueledélafuerzadedocehombresylepermitadominaralaReinadelasNieves?

—¡Lafuerzadedocehombres!—dijolafinesa—.Nocreoquesirvieradegrancosa.

Y, dirigiéndose a un anaquel, cogió una piel arrollada y la desenrolló.Había escritas en ella unas letrasmisteriosas, y lamujer se puso a leer contantoesfuerzo,queelsudorlemanabadelafrente.

PeroelrenorogócontantainsistenciaenprodeMargarita,yéstamiróalamujer con ojos tan suplicantes y llenos de lágrimas, que la finesa volvió apestañearyse llevóalanimalaunrincón,dondeledijoaloído,mientras leponíasobrelacabezaunnuevopedazodehielo:

—Enefecto,esverdad:CarlitosestáaúnjuntoalaReinadelasNieves,apleno gusto y satisfacción, persuadido de que es elmejor lugar delmundo.Peroellosedebeaqueleentróenelcorazónunaastilladecristal,yenelojo,ungranitodehielo.Hayqueempezarporextraérselos;delocontrario,jamásvolveráasercomounapersona,ylaReinadelasNievesconservarásupodersobreél.

—¿Ynopuedes tú dar algúnmejunje aMargarita, para que tenga podersobretodasesascosas?

—Nopuededarlemáspoderqueelqueyaposee.¿Noveslograndequees?¿Novescómolasirvenhombresyanimales,ylolejosquehallegado,apesar de ir descalza? Su fuerza no puede recibirla de nosotros; está en sucorazón, por ser una niña cariñosa e inocente. Si ella no es capaz de llegarhastalaReinadelasNievesyextraerelcristaldelcorazóndeCarlos,nosotrosnadapodemoshacer.Adosmillasdeaquí empiezael jardínde laReina; túpuedesllevarlahastaallí;déjalacercadeungranarbustoquecreceenmediodelanieveyestállenodebayasrojas,ynoteentretengascontándolechismes;

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vuélveteaquíenseguida.

Dichoesto,lafinesamontóaMargaritasobreelreno,elcualechóacorreratodavelocidad.

—¡Oh, me dejé los zapatitos! ¡Y los mitones! —exclamó Margarita alsentirelfríocortante;peroelrenonoseatrevióadetenerseysiguiócorriendohasta llegaralarbustode lasbayas rojas.Unavezenél,hizoque laniñaseapease y la besó en la boca,mientras por susmejillas resbalaban grandes yrelucientes lágrimas; luegoemprendió el regreso agalope tendido.LapobreMargarita se quedó allí descalza y sin guantes, en medio de aquella gélidatierradeFinlandia.

Echó a correr de frente, tan deprisa como le era posible. Vino entoncestodounejércitode coposdenieve;peronocaíandel cielo, el cual aparecíacompletamente sereno y brillante por la aurora boreal. Los copos de nievecorríanporelsuelo,ycuantomásseacercaban,másgrandeseran.Margaritase acordó de lo grandes y bonitos que le habían parecido cuando loscontemplóatravésdeunalente;sóloqueahoraerantodavíamuchomayoresymás pavorosos; tenían vida, eran los emisarios de la Reina de las Nieves.Presentaban las formasmás extrañas; unos parecían enormes y feos erizos;otros, arañas apelotonadas que sacaban las cabezas; otros eran comogordosositosdepelohirsuto;perotodosteníanunbrilloblancoytodoseranvivos.

MargaritarezóunPadrenuestro,yelfríoeratanintenso,quepodíaversupropia respiración,que le salíade labocaen formadevapor.Yelvapor sehacíacadavezmásdenso,hastaadoptarlafiguradeangelitosradiantes,queibancreciendoamedidaqueseacercabanalatierra;todosllevabancascoenlacabeza,ylanzayescudoenlasmanos.Sunúmerocrecíaconstantemente,ycuandoMargaritahuboterminadosupadrenuestro,larodeabatodounejército.Con sus lanzas picaban los horribles copos, haciéndolos estallar en cienpedazos,yMargaritaavanzabaseguraycontenta.

Losángeles leacariciabanmanosypies,con loqueella sentíamenoselfrío;ysedirigiórápidamentealpalaciodelaReinadelasNieves.

Pero veamos ahora cómo lo pasabaCarlos, quien no pensaba, nimuchomenos,enMargarita,nisospechabasiquieraqueestuviesefrentealpalacio.

SÉPTIMOEPISODIO

DelpalaciodelaReinadelasNievesydeloqueluegosucedió.

Losmurosdel castillo erandenieve compacta, y sus puertas y ventanasestabanhechasdecortantesvientos;habíamásdeciensalones,dispuestosalalbur de las ventiscas, y el mayor tenía varias millas de longitud. Losiluminaba la refulgente aurora boreal, y eran todos ellos espaciosos, vacíos,

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helados y brillantes. Nunca se celebraban fiestas en ellos, ni siquiera unpequeñobailedeosos,enquelatempestadhubierapodidoactuardeorquestaylososospolares,andandosobresuspatastraseras,exhibirsuporteelegante.Nunca una reunión social, con susmanotazos a la boca y golpes de zarpa;nunca un té de blancas raposas: todo era desierto, inmenso y gélido en lossalones de la Reina de las Nieves. Las auroras boreales flameaban tannítidamente,quepodíacalcularseconexactitudcuándoestabanensumáximoyen sumínimo.En el centrode aquella interminable saladesiertahabíaunlagohelado,rotoenmilpedazos,tanigualesentresíqueelconjuntoresultabaunaverdaderaobradearte.EnmediosesentabalaReinadelasNievescuandoresidía en su palacio; decía entonces que estaba sentada en el espejo de larazón,yqueésteeraelúnicoyelmejorespejodelmundo.

Carlitosestabaamoratadodefrío,casinegro;peronosedabacuenta,puesellalohabíahechobesarporlahelada,ysucorazóneracomountémpanodehielo. Se entretenía arrastrando cortantes pedazos de hielo llanos yyuxtaponiéndolos de todas las maneras posibles para formar con ellos algodeterminado, como cuando nosotros combinamos piezas de madera yreconstituimos figuras: lo que llamamos un rompecabezas. El muchachoobteníadiseñosextremadamenteingeniosos;eraelgranrompecabezasheladodelainteligencia.Paraél,aquellasfiguraseranperfectasyteníangrandísimaimportancia; y todo por el granito de hielo que tenía en el ojo. Combinabafigurasqueeranunapalabraescrita,perodeningúnmodolograbacomponerelúnicovocabloque le interesaba:ETERNIDAD.Sinembargo, laReinadelasNieveslehabíadicho:—Siconsiguescomponerestafigura,serásseñordetimismoyteregalaréelmundoenteroyunpardepatinesporañadidura—.Peronohabíamodo.

—Tengoquemarcharmealastierrascálidas—dijolaReinadelasNieves—.Quieroecharunvistazoalospucherosdehierro.Sereferíaalosvolcanesque nosotros llamamos Etna y Vesubio. Les pondré un poquitín de blanco,comocorresponde;yademáslesirábienaloslimonesyalasuvas.

Ylevantóelvuelo,dejandoaCarlossoloenaquellasalaheladayenorme,tanlejana,entregadoasuscombinacionesconlospedazosdehielo,pensandoy cavilando hasta sorberse los sesos. Permanecía inmóvil y envarado; se lehubieratomadoporunaestatuadehielo.

Y he aquí queMargarita franqueó la puerta del palacio. Soplaban en élvientoscortantes,perocuandolaniñarezósuoraciónvespertina,secalmaroncomosilesentrarasueño;yellaavanzóporlasenormessalasfríasydesiertas:¡allí estaba Carlos! Lo reconoció enseguida, se le arrojó al cuello y,abrazándolofuertemente,exclamó:

—¡Carlos!¡MiCarlitosquerido!¡Alfinteencontré!

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Pero él seguía inmóvil, tieso y frío; y entoncesMargarita lloró lágrimasardientes,quecayeronsobresupechoypenetraronensucorazón,derritiendoeltémpanodehieloydestruyendoeltrocitodeespejo.Éllamiró,ylaniñasepusoacantar:

Florecenenelvallelasrosas.

¡Benditoseas,Jesús,quelashacestanhermosas!

Entonces Carlos prorrumpió en lágrimas; lloraba de tal modo, que elgranito de espejo le salió flotando del ojo. Reconoció a la niña y gritóalborozado:

—¡Margarita,mi queridaMargarita! ¿Dónde estuviste todo este tiempo?¿Ydóndeheestadoyo?

Ymirabaasualrededor.

—¡Quéfríohaceaquí!¡Quégrandeesestoyquédesierto!

Y se agarraba a Margarita, que de alegría reía y lloraba a la vez. Elespectáculoeratanconmovedor,quehastalostémpanossepusieronabailar,ycuando se sintieroncansadosyvolvierona echarse, lohicieron formando lapalabraque,segúnlaReinadelasNieves,podíahacerloseñordesímismoydarleelmundoenteroyunpardepatinesademás.

Margarita lo besó en lasmejillas, y éstas cobraron color; lo besó en losojos,quesevolvieronbrillantescomolosdeella;lobesóenlasmanosylospies,yelniñoquedósanoycontento.YapodíavolverlaReinadelasNieves;sucartadeemancipaciónquedabaescritaconrelucientestémpanosdehielo.

Cogidosdelamano,losniñossalierondelenormepalacio,hablandodelaabuelitaydelasrosasdeltejado;ydondequieraquefuesen,alpuntoamainabaelvientoysalíaelsol.Alllegaralarbustodelasbayasrotas,vieronalrenoquelosaguardaba,encompañíadeunahembraconlasubresllenas,quedioalos niños su tibia leche y los besó en la boca. Acto seguido condujeron aCarlosyMargaritaalacasadelamujerfinesa,encuyacaldeadahabitaciónsereconfortaron,ylamujerlesindicóelcaminodesupatria.Hicierontambiénescalaenlachozadelalapona,queentretantohabíacosidovestidosparaellosyreparadosustrineos.

Laparejaderenos,saltandoasulado,lossiguióhastalafronteradelpaís,donde brotaba la primera hierba; allí se despidieron de los animales y de lalapona.

—¡Adiós!—sedijerontodos—.Ylasprimerasavecillaspiaron,elbosqueteníayemasverdes,ydesuespesorsalióunsoberbiocaballo,queMargaritareconoció—eraelquehabíatiradodeladoradacarroza—,montadoporunamuchacha que llevaba la cabeza cubierta con un rojo y reluciente gorro, y

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pistolasalcinto.Eralahijadelosbandidos,quehartadelossuyos,sedirigíahaciaelNorte,resueltaaencaminarseluegoaotrasregionessiaquéllanolaconvencía. Reconoció inmediatamente a Margarita, y ésta a ella, con granalegríadeambas.

—¡Valiente mocito, que se marchó tan lejos! —dijo a Carlitos— megustaríasabersitemerecesquevayanabuscartealfindelmundo.

PeroMargarita,dándoleunosgolpecitosenlasmejillas,lepreguntóporelpríncipeylaprincesa.

—Sefueronaotrastierras—dijolamuchacha.

—¿Ylacorneja?

—La cornejamurió.Ahora la domesticada es viuday va conunhilo delananegraen lapata;nohacemásque lamentarse,aunque todoescomedia.Perocuéntamequéfuedetiycómolopescaste.

MargaritayCarlosselocontaron.

—¡Y colorín colorado, este cuento se ha acabado! —dijo la pequeñabandolera;y,cogiendoa losdosde lamano, lesprometióvisitarlossialgúndíaibaasuciudad;dichoesto,semarchóporesosmundos.

CarlosyMargarita continuaroncogidosde lamano,y, segúnavanzaban,surgíalaprimaveraconfloresyfollaje;lascampanasdelasiglesiasrepicaban,ylosniñosreconocieronlasaltastorresylagranciudadnatal.Sedirigieronalapuertadelaabuelita,subieronlasescalerasyentraronenelcuarto,dondetodo seguía comoantes, en sumismo lugar.El relojdecía«¡tic, tac!»,y lasagujasgiraban;peroalpasarlapuertasedieroncuentadequesehabíanvueltopersonas mayores. Las rosas del terrado florecían entrando, por la abiertaventana,ya su ladoestabanaún sus sillitasdeniños,CarlosyMargarita sesentaroncadacualenlasuya,sinsoltarselasmanos.Habíanolvidado,comosihubiese sido un sueño de pesadilla, la magnificencia gélida y desierta delpalaciodelaReinadelasNieves.Laabuelita,sentadaalaclaraluzdelsoldeDios,leíalaBibliaenvozalta:«Sinosevuelvencomolosniños,noentraránenelreinodeloscielos».

Carlos yMargarita se miraron a los ojos y de pronto comprendieron laviejacanción:

¡Florecenenelvallelasrosas

Benditoseas,Jesús,quelashacestanhermosas!

Y permanecieron sentados, mayores y, sin embargo, niños, niños por elcorazón.Yllegóelverano,elveranocalurosoybendito.

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