Cuentos para el andén Nº47

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Este número viene cargado de historias hiperbreves que salieron de las plumas de Óscar Esquivias, que nos trae un curso de natación; de Xavier Blanco y de Juan Pablo Goñi, que nos traen cinco microrrelatos como cinco soles. Estrenamos la sección de microhistorias de Sttorypics, publicamos las microrreseñas de nuestro club de lectura de Rivas Vaciamadrid, descubriremos Zacatrus: el paraíso de los juegos de mesa; meteremos los pies en la Nevera, las narices en Saturno y las orejas en Sinopsis. Y más cosas. No te quitamos más tiempo, esperamos que lo disfrutes.

Transcript of Cuentos para el andén Nº47

brevemente [22]

Relatos en cadena

dindondin [24]

andéndos [8]

Tres microrrelatos de Xavier Blanco

elmuro [3]

decamino [25]

entrecocheyandén [27]

Divino Tesoro, Virginia del Baño

cuentoscomochurros [12]

lapuertadelanevera [14]

mayo2016nº47

andénuno [5]

Curso de natación, Óscar Esquivias

Abrimos nueva sección para Sttorypics, donde publicamos una selección de las

microhistorias que inspiró en esta plataforma una de las fotografías de nuestro

último concurso de foto.

diccionariodesaturno [16]

Sttorypics [17]

sinopsis [19]

clubdelectura [20]

Edita: Grupo Andén C/ Feijoo, 6 - 4ºA - 28010 Madrid | [email protected] | www.grupoanden.com

Comité editorial: Alejandro Moreno, Víctor García Antón, Leticia Esteban | Editora: Natalia Muñoz.

Asesores de contenidos: Sergi Bellver, Juan Carlos Márquez y Kike Cherta (España), Juan Martini y Mónica Pano (Argentina),

Mª Luz Carrillo (México)

Publicidad: [email protected] | Diseño: www.jastenfrojen.com

Ilustración: Coordinación: www.leticiaestebanilustracion.com

Ilustración portada e interior: Kike Ibañez | www.kikeibanez.com

nove

dade

s

Con la colaboración de:

andéntres [10]

Dos microrrelatos de Juan Pablo Goñi

3

Este número viene cargado de historias hiperbreves

que salieron de las plums de Óscar Esquivias, que

nos trae un curso de natación; de Xavier Blanco y

de Juan Palo Goñi, que nos traen cinco microrrela-

tos como cinco soles. Estrenamos la sección de

microhistorias de Sttorypics, publicamos las micro-

rreseñas de nuestro club de lectura de Rivas

Vaciamadrid, descubriremos Zacatrus: el paraíso de

los juegos de mesa; meteremos los pies en la

Nevera, las narices en Saturno y las orejas en

Sinopsis. Y más cosas. No te quitamos más tiempo,

esperamos que lo disfrutes.

Cuentos para el andén

@cuentosanden

[email protected]

www.grupoanden.com

Te escuchamos:

elmuro

Finalistas:

Compartiendo huella. Alba Contreras

Arrollomolinos, Madrid (España)

Escapando de ti . Nedda Soriano (Antoñetta)

Móstoles, Madrid (España)

Charco. Gustavo Contreras

Ciudad de La Rioja (Argentina)

Tema: Huellas Ganadora: Sobre la pista - Inmaculada Núñez - Madrid (España)

Concurso de fotografía Participa enviando tus fotos a [email protected] las bases y mira las fotos en Facebook y grupoanden.comTema del próximo concurso: Vías.

andénuno

5

APRENDÍ a nadar el verano que mis padres se sepa-

raron. Aquel año no fuimos de vacaciones a San

Vincenzo (donde vivían mis cuatro abuelos) y per-

manecimos en Florencia. Mamá nos apuntó a mi

hermana Stefania y a mí a un curso de natación en

la piscina Le Pavoniere, que está en una suntuosa

villa del Parco delle Cascine, escondida entre enor-

mes árboles, en el lugar más umbroso y frío de la

ciudad. Nuestro monitor se llamaba Davide y traba-

jaba de socorrista. Mi hermana decidió ya el primer

día que era el hombre más guapo del mundo y que

debíamos casarle con mamá.

Stefania tenía catorce años. Yo, doce.

Las clases de natación empezaban a las nueve de

la mañana, cuando la piscina todavía no estaba

abierta al público. Antes de zambullirnos en el agua,

hacíamos unas tablas de gimnasia en el césped. Los

niños formábamos un corro y Davide se colocaba en

el centro para explicarnos los ejercicios. El monitor

iba en traje de baño, llevaba el torso cubierto por

una camiseta del restaurante La Magnificenza y

nunca se quitaba las gafas de sol, aunque el día

estuviera nublado. Tenía unas piernas morenas, den-

samente cubiertas de vello. También el ombligo,

que descubría cuando levantaba los brazos y la

camiseta se elevaba como un telón.

—Es perfecto para mamá -aseguraba Stefania.

Después nos metíamos en el agua y cuando

avanzaba pataleando entre las corcheras agarrado a

la tabla, sólo alcanzaba a ver las piernas de Davide.

Curso de nataciónÓscar Esquivias

6

andénuno

Siempre estaban allí, al borde de la piscina, como

dos columnas. El monitor palmeaba para animarnos,

nos gritaba órdenes, corregía nuestras posturas, nos

reñía si nos deteníamos y nos agarrábamos al brocal.

Yo trataba de imaginar cómo sonarían con su voz las

frases "Levantaos, hay que ir al colegio", "Comed

todo lo que hay en el plato" o "Un beso y a la cama".

No sé por qué (quizá me convenció de esto

Stefania), pensaba que si hacía bien los ejercicios

todas esas fantasías se cumplirían: Davide se ena-

moraría de mamá, luego se casarían y viviríamos

todos juntos en casa. Así que me esmeraba en batir

las piernas con ritmo, en aguantar la respiración y

soportar el cansancio.

Nunca me he esforzado tanto, jamás he puesto

mayor empeño en ninguna otra cosa.

Cuando acababa la clase, salía del agua temblan-

do, con la piel azul del frío, feliz y desazonado.

A mediados de agosto, papá volvió a casa.

tw Del libro: Andarás perdido por el mundo. Ediciones del Viento, 2016.Óscar Esquivias (Burgos, 1972): Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad deBugos, dirigió la publicación Calamar, revista de creación. Premio Setenil 2008 por ellibro de relatos La marca de Creta y Premio Tormenta 2011 por Pampanitos verdes,ambos de Ediciones del Viento.

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andéndos

Tres microrrelatos deXavier Blanco

Sombras

ME gusta visitar a mamá en la residencia. Escuchar esas histo-

rias que explica, sobre una vida que nunca fue la suya, de

maridos que te quieren e hijos con porvenir. Me gusta gara-

batear entre sus manos agrietadas, dibujarle sonrisas, apurar

las tardes a su lado; hablarle de mí, de la familia que nunca

tuve, de lo bien que me va en la vida.

Antes de marchar siempre pregunta quién soy y cómo me

llamo. Ni siquiera lloro. Luego regreso al parque y, envuelto

entre cartones, rezo para que no llueva. Y sigo coleccionando

sombras. Y sueño con volver mañana. Y así.

Amnesia

A Jesús Esnaola

LA risa un poco ronca y una barba que siempre pincha; te

despiertas con ese recuerdo y un extraño que duerme a tu

lado. Todo huele a vino barato. Te levantas, tu rostro golpea-

do se refleja en el espejo. Deambulas por la casa; hay una niña

sentada en el sofá. Abrazada a ese desconocido te ríes desde

una foto colgada en la pared. Regresas, lo miras; llevas un

cuchillo en la mano y le cortas el cuello. Luego te dejas caer

sobre el sillón y enciendes un cigarrillo. La pequeña levanta la

cabeza y te observa -un segundo, dos- luego regresa a la

videoconsola. No hay puertas, ni ventanas, y entonces te pre-

guntas cómo has podido llegar hasta allí.

9

andéndos

Desahucio

UNA sombra trajeada recorre las estancias inventariando

enseres: una mesa, tres niños, un oso de peluche, cuatro mira-

das perdidas...

La mujer sigue tendida en el suelo, pero ya no ofrece más

resistencia que su mudez. Dos operarios vacían la vivienda.

Después, como si la casa fuera una servilleta, doblan en cua-

tro las paredes desnudas, las introducen en un sobre y cierran

el expediente. No queda nada, solo el vacío pintado de gris, y

allí, suspendidos en el aire, la mujer y los pequeños. Inmóviles.

Como si el futuro no se hubiera dado por aludido. Como si los

recuerdos murieran más tarde.

tw Del libro: Todo es mentira. Y sin embargo. Ed. Talentura, 2015.Xavier Blanco Luque (1965): Nació en Barcelona, lugar donde actualmente reside, pero es en Mataró(Barcelona) donde habitan su recuerdos de infancia y de juventud. Tiene tres hijos. Profesionalmente se dedi-ca a otras cosas, pero lo que más le gusta es escribir. Participó en las antologías De antología: la logia del micro-rrelato (Ed. Talentura, 2013) y Despojos del Rec (Bombín rojo, 2014). http://xavierblanco.blogspot.com.es/

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andéntres

Dos microrrelatos deJuan Pablo Goñi

La mano

DE la pared salió una mano, huesuda, sin carne casi.

Doménico detuvo el brazo, azorado, cuando estaba por

descargar un nuevo mazazo. Dejando la maza en el piso,

se acercó a la mano, muy visible entre los ladrillos parti-

dos y las capas de pintura levantadas por el trabajo del

italiano. Evitó tocarla, sus propias manos estaban cubier-

tas de polvo, pese a que en alguna parte de su mente se

pedía la prueba del tacto para descartar una visión.

Doménico observó el resto de la habitación, los escom-

bros acumulados de la otra pared volteada, el piso vesti-

do de arenilla pálida, la abertura sin ventana. Sólo la mano

estaba fuera de lugar, en ese nuevo hueco que abría para

continuar las reformas. El hombre se demoró unos

segundos más, contemplándola, especulando sobre la

mano y las consecuencias que traería el hallazgo a su tra-

bajo. Pensaba en un cuerpo, no en la mano que veía, un

cuerpo empotrado en la pared doble, un cuerpo que

retrasaría la obra por semanas. Desde otras habitaciones

provenía el ruido habitual de las obras; golpes, mezclado-

ras, insultos, una radio con música de cumbia. Doménico

resolvió. Tomó otra vez la maza y dio un golpe contun-

dente, que volvió añicos los huesos blancos. No se detu-

vo hasta que la pared dejó de existir, y con ella su secreto.

Él era albañil, lo suyo era voltear y construir, para encon-

trar cadáveres secretos se escribían cuentos.

11

andéntres

tw La mano fue publicado en la Revista Nomastique (México) y Propiedad privada, en la antologíaLetras con arte. Juan Pablo Goñi Capurro. Escritor y dramaturgo argentino. Ha publicado los librosAmor, utopías y turbulencias (poesía), Alejandra (relato), ambos de Ed. Dunken; las novelas Lapuerta de Sierras Bayas, Pukiyari Editores, Mercancía sin retorno, La Verónica Cartonera. Entre susobras teatrales: Por la Patria, mi general (Argentina), Caza de Plagas (Chile) y Bajo la sotana(México).

Propiedad privada

REPETÍA "tenía alas, tenía alas", sin poder articular otras fra-

ses. La ambulancia acudió en un tiempo razonable; la

médica y los enfermeros consiguieron la misma respues-

ta a todas las preguntas que formularon. Parientes no

tenía, éramos todos vecinos y apenas si compartíamos un

saludo ocasional con él, ignorábamos hasta su nombre.

Murmuraciones, sí: que bebía mucho, que tenía ingresos

no declarados, que frecuentaba prostitutas, que las lleva-

ba a su casa; pero no firmaríamos esas murmuraciones en

la planilla de una médica. La doctora ordenó que lo car-

garan y lo trasladó al psiquiátrico, ubicado en una peque-

ña localidad vecina.

Su casa ha quedado sola y a oscuras, en la esquina

donde finaliza el barrio. Por un vecino proveedor del psi-

quiátrico, sabemos que continúa repitiendo las mismas

dos palabras ante psiquiatras y terapeutas. Nos desanima

saber que es poco probable que le den el alta; las noches

se han vuelto imposibles con los aleteos que llegan

desde la esquina, golpeando las paredes y las persianas

de la casa vacía. Ninguno se atreve a cruzar el cerco y abrir

la puerta. En este barrio respetamos la intimidad.

cuentoscomochurros

12

Unión ferroviariaLOS domingos por la tarde papá nos lleva a la vieja estación.

Vamos toda la familia. Da igual si tengo deberes o si las geme-

las están jugando con sus muñecas, o si el abuelo tose sin parar

y dice que le ha llegado la hora. Da igual si llueve o hace sol.

En la puerta de la vieja estación hay un cartel que pone

PROHIBIDO EL PASO, pero nosotros levantamos un poco la

alambrada y nos colamos por debajo como ratoncitos, como

presos que se escapan de una cárcel. El abuelo a veces se atas-

ca porque es viejo y le falta agilidad. Una vez dentro, nos sepa-

ramos para comprobar que todo está en orden. Si vemos un

pájaro muerto o el cristal de una ventana roto se lo decimos a

papá. También le avisamos si vemos algo raro, como la vez que

encontramos a un señor durmiendo en uno de los bancos que

hay en el andén. Yo no quería despertarlo pero papá agarró un

palo y le atizó con todas sus fuerzas. El hombre echó a correr,

tenía la cara sucia y cojeaba un poco, no sabemos si por el

golpe o si ya estaba cojo de antes. Papá le gritó que no volvie-

ra nunca más por allí. Las gemelas se escondieron detrás del

abuelo, asustadas. Ellas son pequeñas y hay cosas que todavía

no entienden.

Después de la vuelta de reconocimiento, el abuelo me hace

un guiño, saca una vieja gorra que encontró de la Unión

Ferroviaria y se sitúa junto al cambio de agujas. El abuelo nunca

ha trabajado en una estación pero dice que sabe cuándo debe

mover la palanca de un lado a otro; papá se pone la chaqueta

marrón de cuando era más joven y se sienta en un banco a

esperar con un ramito de flores, y eso es lo único que hace,

esperar; las gemelas y yo, en cambio, saltamos de charco en

cuentoscomochurros

13

tw Colaboración mensual con Cuentos como Churros: ellos eligen una de las cuatro fotografíasseleccionadas de El muro y cocinan con ella un rico churro que publicamos aquí. I Gustavo Contreras, finalista de nuestro Concurso de Fotografía de este mes.

charco como ranas, o caminamos por las vías sin caernos ima-

ginando que el suelo está cubierto con lava de volcán. Si nos

alejamos demasiado, el abuelo nos hace señales con un ban-

derín rojo. Así más o menos es como pasamos la tarde. Aparte

de nosotros allí no hay nadie más y tampoco pasa ningún tren.

Por eso al final papá se queda dormido como aquel señor que

encontramos y nos toca ir a despertarlo. Este es el momento

más difícil para todos porque las gemelas comienzan a llorar y

papá se cubre la cara con las manos y también llora, pero con

los hombros, y el abuelo y yo tenemos que decirles que ya vol-

veremos el próximo domingo y que la vieja estación no es un

lugar seguro por la noche.

Humberto Reynaga

Se retuerce.

Sé de su trece,

cerré su éter, me

cede su suerte.

Esther PatrocinioSánchez

La suerte no existe, ni secrea ni se destruye, solose transforma.

SandrinaNo busques más

bajo la alfombra, la

clave está en el

congelador.

Aurora HidegardaSer diferente es la

clave de mi éxito. Poreso no me reconoces.

Sandrina

He puesto las lágrimas a

descongelar. Te espero a

la una para comer con

Alegría.

Laura AUna lágrima de

hielo más y te

descongelo.

Lágrima

https://www.instagram.com/strpatrocinio/

https://caprichosliterarios.wordpress.com/

https://eneljardiningles.wordpress.com/

http://aurorahildegarda.blogspot.com.es/

Déjale una nota al mundo en La puerta de la nevera: www.grupoanden.com

CCllaavvee

SSuueerrttee

14

lapuertadelanevera

Juan Carlos¡Te intenté com-

prender! Te deseo

mejor suerte...

16

CENTRO COMERCIAL

1. Espacio de esp

acios creado para quien

no tiene nada m

ejor que hacer c

uando

llueve. Precaución: en ello

s convergen desde

manadas de adolescentes h

asta fa

milias

con niños sin corre

a ni bozal. A

na Vigo

http://c

abalinho.blogspot.com.es/

2. Lugar en el q

ue son re

tenidos los c

omerciales

de las empresas p

ara que no engañen a los h

abi-

tantes de Saturno. ValentínBayon

CINE

1. El cine es un su

eño visible compartid

o.

december

2. Lugar donde re

presentan historia

s vista

s desde

otros o

jos.

Elisabet Jim

énez

POESÍA

1. Sutura de letras p

ara las herid

as del corazón.

Rosi García. http

://dibujandounpensamiento.blogspot.com.es/

2. Trasplante de corazón por v

ía oral.

Juan Carlos. http

s://caprichoslite

rarios.wordpress.c

om/

Una nueva civilización está empezando de cero en

Saturno, aún no tienen claros algunos conceptos,

¿les echas una mano con el diccionario?

Participa en www.grupoanden.com

2

3

1

diccionariodesaturno

Sttorypics

@MontanaEl día que la planta de río quiso ser tortuga, recibió el rechazo

de sus congéneres que, para burlarse de su caparazón marrón y su

cabecita asustadiza, vistieron sus mejores galas de color verde. No

sabían, pobres, que la tortuga nada a contracorriente, y que ellas

tendrían que soportar por siempre los envites del aguacero.

@7mo31- Adelante Sra. tortuga, es usted bienvenida, usted que sí sien-

te y padece está invitada al festín, el menú está en la red e incluye

verdes agrios o salados, amarillos agridulces y otras especies de

buena sazón; ¿los postres? No, no contienen clorofila, pierda cui-

dado. Hay lugar para todos. Tome asiento… Sí, ¡es autoservicio!

@lasouriseLa vida es verde y agua; discurre por ella con tu historia a cues-

tas, que aunque pese y no ilumine, estás viva.

17

Cada mes Sttorybox elige una imagen de nuestro concurso de foto, sus

usuarios escriben microhistorias en Sttorypics sobre ella, y nosotros publica-

mos las mejores aquí.

I Jesús Baclini - San Cristóbal (Venezuela)

19

Tenemos el título del próximo éxito editorial, nos falta la

sinopsis ¿nos ayudas? Participa en www.grupoanden.com

«El regreso»

La Expedición 64, liderada por la Doctora Milar, logra alcanzar el

fondo de la Fosa de las Marianas. El equipo inicia los trabajos de

recogida de muestras biológicas, sometidos a una presión extre-

ma para la que están entrenados.

Pero ignoran que hay criaturas que no deben ser molestadas.

Laura A |https://eneljardiningles.wordpress.com/

Inés lo ha perdido todo, su marido, su trabajo...

Volviendo al lugar que marcó su infancia despertará sentimien-

tos enterrados hace mucho tiempo, resurgiendo de un modo

inesperado.

El regreso es el retorno a aquello que guardamos en un cajón del

fondo de nuestra mente, pensando que jamás despertará de

nuevo.

Kika Delgado

Cuando atravesó la puerta nada nos hizo sospechar, el mismo

cuerpo, la misma cara, era nuestro hijo. Pero al cabo de los días,

sutiles detalles dieron en que pensar. No hablaba como él, no

miraba como él, no olía como él. La persona que había regresa-

do era un absoluto desconocido.

Elisabet Jiménez

sinopsis

20

clubdelectura

Biblioteca municipalFederico García Lorca.Rivas Vaciamadrid

LA novela comienza con el encuentro casual entre dos

desconocidos: Bruno, un acaudalado joven con tenden-

cias psicópatas y Guy, un arquitecto con un futuro pro-

metedor. Lo más espeluznante del relato es sentir como

Guy es incapaz de poner freno a la delirante pesadilla en

la que se ve envuelto.

Ana-Rivas

UN pacto criminal entre extraños. Intercambio de vícti-

mas. Un plan para cometer crímenes perfectos: motivos

inconexos despistarán a investigadores atentos. Una tra-

ma original, una excelente experiencia de lectura.

Mariela E.

21

clubdelectura

Coordinamos clubes de lectura presenciales en la Comunidad de Madrid. Los asisten-

tes y nuestros seguidores escriben sus propias microrreseñas en grupoanden.com

sobre un libro leído en el club, y publicamos en CpA una selección de ellas.

QUIZÁS la novela más famosa de Patricia Highsmith, gra-

cias en particular a la adaptación cinematográfica que

hizo Hitchcock y que a mi parecer es muy superior al libro.

La novela tiene un punto de partida muy atractivo y un

protagonista memorable: Bruno. Lo mejor: la ambigüe-

dad y complejidad de las psicologías de los personajes.

Lo peor: la trama detectivesca. Se parece más a

Dostoyevsky que a Conan Doyle.

Félix

LA primera obra de Patricia Highsmith nos revela cómo

un simple encuentro con un desconocido nos puede

cambiar la vida. Bruno propone un trato a Guy, matar al

familiar del otro sin motivo, lo que hará inviable la investi-

gación por parte de la policía. Guy se ve atrapado en la

tela de araña que va tejiendo Bruno hasta que la culpabi-

lidad le haga perder todo lo que ansiaba.

Gran retrato psicológico de los dos protagonistas: el

alcoholismo y la obsesión de Bruno por Guy y el egois-

mo de Guy ante la posibilidad de perder su status.

criss lila

LA lectura espesa y monótona al principio. Bien los perso-

najes principales y el argumento pero le falta emoción.

Toñi-Rivas

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Billete de idaSemana 27 de concurso: 2 de mayo de 2016Ganador: Enrique Medina Pla

—Es como sale mejor. ¿Ves?, así las plantas creen que está

lloviendo.

El padre apretaba suavemente la mano de su hijo sobre la

boca de la manguera. El chorro se abría como un abanico de

cristal.

— No olvides regarlas cada dos o tres días, ¿vale? Ahora te

ocupas tú de esto.

El niño asentía concentrado en el agua.

—¿Cuándo vas a volver?

El padre le pasó la mano por la cabeza.

—¿Y por qué no vienes tú en verano? Así te enseño lo que

haya aprendido de alemán.

El agua espantaba a las avispas escondidas bajo las hojas.

Teoría del orden naturalSemana 28 de concurso: 9 de mayo de 2016Ganador: Rafael Olivares Seguí

El agua espantaba a las avispas escondidas bajo las hojas,

sin embargo, la mariposa que libaba la flor de magnolia,

soportaba esta vez, con estoicismo y resignación, el inoportu-

no aguacero. No quería que por un asustado aleteo la señala-

ran, de nuevo, desde el otro lado del planeta.

mayo

brevemente

23

Letras de OrienteSemana 29 de concurso: 16 de mayo de 2016Ganadora: Paloma Casado Marco

Desde el otro lado del planeta llegan las cartas que recibe

periódicamente. Cuando abre el buzón y encuentra un sobre

escrito con esa letra extraña, siente un regocijo que creía olvi-

dado. Luego extrae con cuidado la cuartilla y lee sin com-

prender. A veces encuentra dibujado un corazón, un pájaro o

una flor de almendro y por eso sabe que son cartas de amor.

Las guarda ordenadas en un cajón y algún domingo por la

tarde, las abre y olfatea su perfume de madreselva. Le hacen

tanta ilusión, que no piensa devolverlas ni decirle al cartero

que en esa casa no vive Mizuki Tanaka.

Sol nacienteSemana 30 de concurso: 23 de mayo de 2016Ganadora: Mei Morán

En esa casa no vive Mizuki Tanaka, pero si alguien se toma

la molestia y entra en el jardín, podrá encontrarse con su som-

bra. Derretida para siempre encima de los escalones en los

que, sentado, tomaba té aquel día de verano de 1945.

brevemente

tw Relatos finalistas de mayo de 2016 del concurso Relatos en Cadena, organizado porla Cadena SER y Escuela de Escritores. Puedes leer todos los seleccionados enwww.escueladeescritores.com o www.cadenaser.com.

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dindondin

XIV Concurso: "El coloquio de los perros" Género: Relato corto y fotografía (España)

Fecha de entrega: hasta el 1 de julio.

Premio: 400 €

http://www.escritores.org

Premio Iberoamericano de cuentoJulio Cortázar 2016Género: Cuento (Cuba)Fecha de entrega: hasta el 14 de julio.

Premio: 800 €

http://www.escritores.org

¡Nadie es inocente!Del 17 al 19 de junio. Primer Festival de Novela Negra: Huellas del crimenCentro de las Artes de San Luis Potosí. México

http://www.mexicoescultura.com

AnimalistaHasta el 12 de junio. La Casa Encendida. MadridEntrada gratuita

http://www.lacasaencendida.es

25

decamino

http://zacatrus.es/

tw Nuestro futuro es siempre una incógnita y eso nos gusta. Lo que sí sabemos es que vamos a seguir publi-cando juegos de mesa, como por ejemplo el Virrey o el 10' to Kill, y también componentes para los juegos,como los ZacaChips, unos adorables componentes de madera que acaban de ver la luz. Y más cosillas que,por ahora, son secretos clasificados.

Zacatrus empezó hace ya cinco años

como una tienda online de juegos de

mesa. Luego nos complicamos la vida

y nos convertimos en editorial de jue-

gos de mesa. Empezamos con el

"Coup", un juego de mentiras y traicio-

nes. Luego, nos lo pusimos un poco

más difícil y nos lanzamos a distribuir

a tiendas los juegos de otras editoria-

les. Y ya, para rizar el rizo, en 2015

abrimos nuestra primera tienda física

en el centro de Madrid (C/ Fernández

de los Ríos, 57). Así que Zacatrus es

muchas cosas pero todas tienen que

ver con los juegos de mesa. Y con

todas nos lo pasamos muy bien.

27

LA maleta llamó nuestra atención desde el primer momento, ¿sabe

usted? Era una maleta de cuero bueno, nada de esas guarrerías que ven-

den las tiendas de los chinos. No era muy grande, no, y el corte era

moderno, de los de ahora, que para el caso es lo mismo que se estilaba

hace cincuenta años. Una igualita que esa llevaba mi Julián en sus tiem-

pos de cartero. Era el cartero aquí, ¿sabe? En fin, ya le digo, una maleta de

cuero con sus correas bien rematadas, sus dos hebillas, su asa para colgar

al hombro, sus remaches… vamos, una maleta, qué quiere que le diga,

siento no poderle dar más detalles.

Solo con verla supimos que habíamos acertao. Nos mirábamos

entre nosotras y aguantábamos la risa, porque ahí sí que ya no podía-

mos echarnos para atrás. Ya ve usté, la maleta abierta de par en par

sobre la mesa de mi salón, que veíamos todos los bolsillitos de dentro,

de esos de rejilla que se cierran con un corchete plateado, cada uno

con sus pastillitas de colores. A mí me daba risa de mi pastillero tan tris-

te. Pensaba en mi pastillero y me daba la risa. No señora, ahí todavía no

nos habíamos tomado ninguna de las que traía el chico. No me preo-

cupo, pero ponga cuidao, que al final son ustedes los que lían las cosas

con tal de llevarse a alguien al calabozo.

El muchacho tuvo que quitar todas las tonterías que tengo en la

mesa para poder abrir la maleta. Sí, todo eso que ve apilado ahí enci-

ma. Las figuritas de porcelana, las fotos… Ésa que tiene usted en la

mano es del Julián y mía, de cuando nos íbamos a bañar al río. Sí que

era guapo, sí. No sabe usted lo que daría yo ahora mismo por viajar en

el tiempo y bañarme otra vez con él en el río. Nos bañábamos con la

mismita ropa que trajimos al mundo, ¿sabe? Esperábamos a la hora de

la siesta y salíamos de casa como dos niños planeando una trastada, sin

mirarnos, para que nuestra risa no levantase ninguna persiana. No le

diga a mi hija que le he contado esto, que se me muere del susto.

En una de esas siestas la encargamos a ella, que no entiendo toda-

vía cómo me ha salido tan sosa con el empeño que pusimos... ¡Uy!, per-

Divino TesoroVirginia del Baño Alumna de Escuela de Escritores

entrecocheyandén

entrecocheyandén

28

done, ahora mismo no la estaba escuchando. ¿El pañito de ganchillo?

no lo quitó, no, puso la maleta directamente encima, me acuerdo por-

que se enganchó una hebilla. Venía muy bien preparado el muchacho,

¿sabe? Hasta música de cuando jovencitas nos puso, porque decía que

para estas cosas la música viene siempre bien.

¿Que cómo lo encontramos? Por el nieto de la Valentina, que es un

moderno, y le dijo dónde buscar. Ese chico no se mete nunca en nada.

Por lo visto miraron en no sé cuántos sitios antes de elegir al muchacho

éste. Y eligieron bien. No señora, no, nadie más sabía lo que íbamos

hacer. Si mi hija se hubiera enterado de algo me habría preparado una

maleta igualita que la que le cuento, con sus hebillas bien ajustadas y

sus remaches bien rematados para meterme de cabeza en la residen-

cia. Anda que no tiene ganas… Y si se pudo fue porque esperamos a

que se fuera el fin de semana por ahí, que si no de qué…

Tres, éramos tres, las tres que quedamos en pie todavía, y las tres

estuvimos de acuerdo en hacerlo. Antes nos juntábamos siempre

cinco, pero la Paqui se murió el año pasado y a la Juanita desde que

perdió la cabeza hasta le tienen que limpiar el culo. Perdóneme si la he

ofendido, pero dígame si eso es vivir. Y ahora no quedo más que yo pa

sentarme aquí y contarle lo que pueda, que tampoco es que pueda

contarle mucho, usted se hará cargo... ¿Que no me ría?

Pero cómo no voy a reírme ¿mujer? Si es que me pone usted una

cara de susto… la verdad es que se sorprende usted con poca cosa

para ser policía.

Pues no sé decirle cómo era el muchacho de la maleta. Tenía un no

sé qué atractivo, una vez le habías echado los ojos encima no dejabas

de mirarle, pero la maleta fue lo primero que vimos, ya le digo. Primero

la guinda llamó nuestra atención y cuando ya habíamos cogido con-

fianza queríamos todas comernos el pastel... Ay hija, perdone, que ya ni

reírme con ganas puedo con esta tos… Debía haber visto usted a la

Maruja, que llevaba años consumidita por la diabetes, si tenía ganas de

comérselo, vaya si las tenía…

¡Bueno mujer, perdone, que ya sigo! Lo que quería decirle es que de

la maleta me acuerdo, pero del muchachito poco, que era muy cariño-

so y muy atento, con vaqueros de esos desgastaos y una barba de

meses, pero poco más puedo decirle. Le contratamos porque hay cosas

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que al menos una vez en la vida hay que probarlas, y a nosotras ya nos

daba lo mismo ocho que ochenta. ¿Qué dice usted? Ya. Pues mire qué

le digo; nos hemos pasao la vida de amargura en amargura, cada una

las nuestras, así que nos hemos ganado el derecho de hacer lo que nos

dé la gana. Cuando tenga usted mis años tendrá que elegir y entonces

veremos si se acuerda de lo que le estoy contando hoy.

Sigo, sí. La Maruja fue la primera. Parece que la estoy viendo todavía.

Se levantó apoyándose en el bastón -lo lleva porque la diabetes le

envenenó las piernas, ¿sabe?- se acercó a la maleta y eligió bolsillo. Le

costaba un poco abrir el corchete por el temblor de las manos. Eligió

una pastilla roja, que siempre ha sido muy comunistilla la Maruja. El

chico no se las dio, no señora, nos dejó muy claro que teníamos que

tomarlas nosotras solitas. Al principio no pasaba nada, la Maruja volvió

al sofá y se sentó justo donde está usted y todas la mirábamos. Era raro

eso, ¿sabe? Todas ahí esperando. Luego empezó a marcar el pasodoble

con el bastón y a reírse como tonta, y después salió en busca de su

nuera, porque se le había soltado la lengua y quería decirle cuatro

cosas que llevaba muchos años callándose. Toda la vida ha sido un

bicho esa muchacha. A la pobre Maruja ni disfrutar de los nietos la dejó.

Lo que vino después lo sé porque me lo ha contado mi hija, pero segu-

ro que usted está más enterada. A la nuera la encontraron tiesa de un

bastonazo en la cabeza y a la Maruja con la boca llena de dulces y la

sonrisa aún en la cara. Al final le consiguió tomar la delantera a la puñe-

tera diabetes.

Después fue la Valentina. Llevaba ya un buen rato observando la

maleta cuando eligió el bolsillo del medio. Ese no tenía pastillas, sino

unos papelitos en forma de corazón que se tenían que poner en la len-

gua. El muchacho nos aconsejaba, ya le digo, pero elegíamos nosotras.

Fue curiosa la reacción de ella porque parecía que tenía las ideas más

claras que nunca.

Nos miraba con los ojos muy abiertos y asentía con la cabeza con

tanta determinación que no se le notaban los temblores del párkinson.

La Valentina sufrió mucho en la vida, ¿sabe usted? La casaron a la fuer-

za con uno que tenía los bolsillos llenos y el corazón vacío, sin impor-

tarles que ella ya andaba hablándose con un chico de aquí. Primero los

padres le rompieron el corazón con el casamiento y luego el marido se

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fue encargando de romperle los huesos día a día el muy animal. El

hombre al que ella quería se metió a cura y se fue por ahí de misione-

ro. Hace dos años pidió el traslado a la iglesia de aquí para pasar la vejez

en su tierra. Y lo demás lo han visto ustedes esta mañana cuando han

investigado en la sacristía. Qué mejor manera de morir que esa, con un

montón de velas encendidas y ellos dos en la gloria bendita.

En cuanto a mí… pues ya lo sabe, que no pude hacer nada, porque

la mosquita muerta de mi hija apareció antes de tiempo y me jorobó el

gusto. El muchacho salió disparado por la puerta del patio en cuanto

oyó la llave en la cerradura, con las buenas piernas que tenía debió

ponerse en el coche en dos zancadas.

No tomé nada, ya le digo. Estoy segura de que con una de esas pas-

tillitas por fin podría dormir una buena siesta. Llevo años sin poder dor-

mir una en condiciones…

¿La maleta? Pues no sé… ¿No la han encontrado ustedes? Aquí no

la hemos visto. De todos modos con tanto revuelo me he desorienta-

do un poco, y no me acuerdo bien de las cosas, ¿sabe? Me gustaría des-

cansar ya, si no le importa, porque poco más le puedo decir... Sí, claro,

déjele su número en comisaría a mi hija que yo si me acuerdo de algo

más se lo digo.

Y acérqueme por favor ese vaso de agua, que me toca la pastilla y

no quiero que se me pase la hora.