CUENTOS DE VACACIONES - metode.es · muy relevantes así como los Cuentos de vacaciones....

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Núm. 96 MÈTODE 39 MONOGRÁFICO MèTODE SCIENCE STUDIES JOURNAL (2018). Universitat de València. DOI: 10.7203/metode.8.10460 Artículo recibido: 29/06/2017, aceptado: 21/07/2017. CUENTOS DE VACACIONES LA LITERATURA DE FICCIÓN DE SANTIAGO RAMÓN Y CAJAL SUSANA COLLADO-V ÁZQUEZ Y JESÚS MARÍA CARRILLO Santiago Ramón y Cajal, padre de la neurociencia, obtuvo el Premio Nobel de Medicina en 1906 por su teoría neuronal. Además de ser un gran histólogo, investigador y docente, mostró interés por la fotografía, la filosofía, la astronomía, el ajedrez y la hipnosis. Escribió obras científicas y biográficas muy relevantes así como los Cuentos de vacaciones. Narraciones pseudocientíficas, cinco relatos con finalidad pedagógica en los que se mezclan conceptos científicos, ficción, algo de ironía y donde siem- pre están presentes el microscopio y la microbiología. Los relatos plantean dilemas sociales o morales de difícil solución motivados por avances de la ciencia o por una incorrecta educación científica de la población. Cajal pretendía mejorar esa educación y desterrar falsas creencias y supersticiones. Palabras clave: neurociencia, Santiago Ramón y Cajal, literatura, ciencia ficción, divulgación. EL NACIMIENTO DE LA CIENCIA FICCIÓN Algunos autores consideran que el término ciencia fic- ción fue acuñado en 1929 por Hugo Gernsback (1884- 1967), editor de una de las primeras revistas del género, y que dicha denominación fue popularizada por la revis- ta Astounding Science Fiction de John W. Campbell en 1938. Sin embargo, quien realmente empleó por vez pri- mera el término fue William Wilson en 1851 en A little earnest book upon a great old subject (“Un librillo honesto sobre un gran clásico”) (Novell Monroy, 2008; Oliveros-Aya, 2015; Pérez-Rodrí- guez, 2007). Gernsback definió la ciencia ficción como aquellas narraciones fantásticas en las que se entremez- clan ficción, hechos científicos y visiones proféticas. También se emplearon otros términos como literatura futurista, novela cien- tífica o ficción científica (Pérez- Rodríguez, 2007). La ciencia ficción recibe nume- rosas influencias, por ejemplo, de los viajes extraordi- narios o las utopías, que aparecen en obras como La Odisea de Homero (siglo VIII a. C.) que narra el retorno a Ítaca de Ulises. También incorpora múltiples elemen- tos fantásticos, como los que aparecen en los Relatos verídicos de Luciano de Samósata (125-192), parodia de los relatos de viajes, donde incluso se narra una ba- talla interestelar y un viaje a la Luna, mucho antes de que Julio Verne (1828-1905) escribiera De la Tierra a la Luna (1865), o que George Méliès (1861-1938) lo inmortalizara en su famosa película Viaje a la Luna (1902). Antífanes de Atenas (408-334 a. C.) y Heródoto (484-426 a. C.) también escribieron sobre viajes fantás- ticos como si se tratara de historias reales. El primero que confesó que eran pura ficción fue Lucio Apuleyo (125-180), autor de El asno de oro y viajero empeder- nido (Novell Monroy, 2008; Pérez-Rodríguez, 2007). Algunos autores consideran que la ciencia ficción comenzó con estas obras de viajes fan- tásticos. Otros, que nació con la obra Frankenstein o el moderno Prometeo de Mary Shelley (1797- 1851), publicada en 1818. En la obra, tantas veces llevada al cine, el doctor Víctor Frankenstein consigue crear vida a partir de fragmentos de cadáveres, utili- zando la electricidad generada en una tormenta (Novell Monroy, 2008). Seguramente la autora había leído o escuchado alguna conferencia so- bre los experimentos de Luigi Galvani (1737-1798) con las ranas y la electricidad y eso le dio la idea para su novela (Miscione, 2015). No solo se trataba de la crea- ción de vida a partir de cadáveres, sino del debate que «GRAN AMANTE DE LA LECTURA, CAJAL ESCRIBIÓ ALGUNOS RELATOS EN LOS QUE SE ENTREMEZCLABAN LA FICCIÓN CON ELEMENTOS CIENTÍFICOS»

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Núm.96 MÈTODE 39

MONOGRÁFICOMètode Science StudieS Journal(2018).UniversitatdeValència.DOI:10.7203/metode.8.10460Artículorecibido:29/06/2017,aceptado:21/07/2017.

CUENTOS DE VACACIONESLA LITERATURA DE FICCIÓN DE SANTIAGO RAMÓN Y CAJAL

SuSana Collado-Vázquez y JeSúS María Carrillo

Santiago Ramón y Cajal, padre de la neurociencia, obtuvo el Premio Nobel de Medicina en 1906 por su teoría neuronal. Además de ser un gran histólogo, investigador y docente, mostró interés por la fotografía, la filosofía, la astronomía, el ajedrez y la hipnosis. Escribió obras científicas y biográficas muy relevantes así como los Cuentos de vacaciones. Narraciones pseudocientíficas, cinco relatos con finalidad pedagógica en los que se mezclan conceptos científicos, ficción, algo de ironía y donde siem-pre están presentes el microscopio y la microbiología. Los relatos plantean dilemas sociales o morales de difícil solución motivados por avances de la ciencia o por una incorrecta educación científica de la población. Cajal pretendía mejorar esa educación y desterrar falsas creencias y supersticiones.

Palabrasclave: neurociencia,SantiagoRamónyCajal,literatura,cienciaficción,divulgación.

■■ ELNACIMIENTODELACIENCIAFICCIÓN

Algunos autores consideran que el término ciencia fic­ción fue acuñado en 1929 por Hugo Gernsback (1884-1967), editor de una de las primeras revistas del género, y que dicha denominación fue popularizada por la revis-ta Astounding Science Fiction de John W. Campbell en 1938. Sin embargo, quien realmente empleó por vez pri-mera el término fue William Wilson en 1851 en A little earnest book upon a great old subject (“Un librillo honesto sobre un gran clásico”) (Novell Monroy, 2008; Oliveros-Aya, 2015; Pérez-Rodrí-guez, 2007).

Gernsback definió la ciencia ficción como aquellas narraciones fantásticas en las que se entremez-clan ficción, hechos científicos y visiones proféticas. También se emplearon otros términos como literatura futurista, novela cien­tífica o ficción científica (Pérez- Rodríguez, 2007).

La ciencia ficción recibe nume-rosas influencias, por ejemplo, de los viajes extraordi-narios o las utopías, que aparecen en obras como La Odisea de Homero (siglo Viii a. C.) que narra el retorno a Ítaca de Ulises. También incorpora múltiples elemen-tos fantásticos, como los que aparecen en los Relatos verídicos de Luciano de Samósata (125-192), parodia

de los relatos de viajes, donde incluso se narra una ba-talla interestelar y un viaje a la Luna, mucho antes de que Julio Verne (1828-1905) escribiera De la Tierra a la Luna (1865), o que George Méliès (1861-1938) lo inmortalizara en su famosa película Viaje a la Luna (1902). Antífanes de Atenas (408-334 a. C.) y Heródoto (484-426 a. C.) también escribieron sobre viajes fantás-ticos como si se tratara de historias reales. El primero que confesó que eran pura ficción fue Lucio Apuleyo (125-180), autor de El asno de oro y viajero empeder-nido (Novell Monroy, 2008; Pérez-Rodríguez, 2007).

Algunos autores consideran que la ciencia ficción comenzó con estas obras de viajes fan-tásticos. Otros, que nació con la obra Frankenstein o el moderno Prometeo de Mary Shelley (1797-1851), publicada en 1818. En la obra, tantas veces llevada al cine, el doctor Víctor Frankenstein consigue crear vida a partir de fragmentos de cadáveres, utili-zando la electricidad generada en

una tormenta (Novell Monroy, 2008). Seguramente la autora había leído o escuchado alguna conferencia so-bre los experimentos de Luigi Galvani (1737-1798) con las ranas y la electricidad y eso le dio la idea para su novela (Miscione, 2015). No solo se trataba de la crea-ción de vida a partir de cadáveres, sino del debate que

«GRAN AMANTE DE LA

LECTURA, CAJAL ESCRIBIÓ

ALGUNOS RELATOS EN LOS

QUE SE ENTREMEZCLABAN

LA FICCIÓN CON ELEMENTOS

CIENTÍFICOS»

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se generó entre el apoyo a los avances científicos y tec-nológicos y el rechazo a los mismos por los efectos da-ñinos o las implicaciones éticas (Novell Monroy, 2008).

Finalmente, también se apunta que el nacimiento de este género se debe a la obra de Jean Baptiste Cousin de Grainville (1746-1805) Le dernier homme (“El último hombre”, 1805), primera novela moderna que hace refe-rencia al fin del mundo.

A pesar de estos precedentes, suele considerarse pa-dre de este género a Julio Verne, el autor de La vuelta al mundo en 80 días (1873), Viaje al centro de la Tie­rra (1864), Miguel Strogoff (1876) y Veinte mil leguas de viaje submarino (1870). El escritor francés utili-zaba los últimos descubrimientos científicos, como el submarino, y los integraba en un mundo de fantasía, pero además inventaba y tenía capacidad de anticipa-ción. Por ejemplo, Verne situó la lanzadera de su viaje De la Tierra a la Luna en Florida, en Cabo Cañaveral, desde donde hoy la NASA lanza sus cohetes; y en La isla de hélice (1895) habla de un cableado de informa-ción global y telefoto, que transmite imagen y sonido (Otis, 2001).

Otros autores relevantes en el género a finales del siglo xix y principios del xx son: Robert Louis Steven-son (1850-1894), autor de El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde (1886); Herbert G. Wells (1866-1946), con sus novelas La máquina del tiempo (1895), El hom­bre invisible (1897), La isla del Dr. Moreau (1896), La guerra de los mundos (1898) y Los primeros hombres en la Luna (1901); Jack London (1876-1916), con Un millar de muertes (1899), El rejuvenecimiento del ma­yor Rathbone (1899), La sombra y el destello (1903) y La invasión sin paralelo (1910); y Arthur Conan Doyle (1859-1930), creador del más famoso detective de la li-teratura, Sherlock Holmes, que aplicaba la observación y la deducción para la resolución de sus casos y que estaba inspirado en el doctor Joseph Bell (1837-1911), profesor del escritor. Conan Doyle, además, escribió numerosas obras de ciencia ficción como El mundo perdido (1912), La zona ponzoñosa (1913), Cuando la Tierra lanzó alaridos (1928), La máquina desintegra­dora (1929) y La tierra de la niebla (1926).

Todos estos autores emplean jerga científica y sus-tituyen lo sobrenatural por la ciencia o por algo con una posible explicación científica, adquiriendo un tono entre la fantasía, lo maravilloso y lo realista (Novell Monroy, 2008).

También Santiago Ramón y Cajal (1852-1934), gran amante de la lectura, se interesó por este género litera-rio emergente e incluso escribió algunos relatos en los que se entremezclaban la ficción con elementos cien-tíficos y cuyos fines eran divulgativos y pedagógicos (Collado-Vázquez y Carrillo, 2016).

IzquierdoVives.Santiago Ramón Cajal, capitán médico en Cuba,1874.Óleosobre lienzo, 101 × 120cm.Lasprimerashistoriasyalgu-nospoemasdejuventuddeCajalseperdieron,comorelataélmis-mo,enalgunodesusviajescomomédicomilitar.

«EL PADRE DE CAJAL CONSIDERABA

QUE LA LECTURA DE NOVELAS ERA ALGO

PERNICIOSO PARA LA SALUD, ADEMÁS

DE UNA PÉRDIDA DE TIEMPO»

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■■ LAOBRADEFICCIÓNDESANTIAGORAMÓNYCAJAL

Santiago Ramón y Cajal, nacido en Petilla de Aragón en 1852, médico y humanista que obtuvo el Premio Nobel de Medicina en 1906, es mundialmente famoso por sus trabajos histológicos, especialmente por desa-rrollar la teoría neuronal, frente a la clásica teoría reti-cular, defendida por autores como Camillo Golgi, con quien Cajal compartió el Premio Nobel (Collado-Váz-quez y Carrillo, 2016).

Cajal es considerado padre de la neurociencia y es conocido en todo el mundo por su obra cientí-fica. Menos conocidos son quizás otros aspectos de su vida como su interés por la filosofía, el dibujo, la gimnasia, la lectura, la fotogra-fía, el ajedrez, la astronomía, la arqueología y el hipnotismo (Co-llado-Vázquez y Carrillo, 2016). Además de sus obras científicas y biográficas, también escribió rela-tos de ficción con sus propias ilus-traciones. Algunos se perdieron y otros fueron publicados, hecho que coincidió con los inicios de la ciencia ficción.

La vida del científico español ha sido reflejada en el cine con la película Salto a la gloria (Kli-movsky, 1959), así como en series de televisión y en documentales. Además, contamos con referen-cias a Cajal en numerosos libros, cómics (Neurocómic) y series te-levisivas, como la mención que se hace en Víctor Ros o en The Big Bang Theory, en la que uno de sus protagonistas, Sheldon Cooper, compra un dibujo original de Cajal de una neurona que desea regalar a su novia y termina quedándoselo (Colla-do-Vázquez y Vázquez-Vilá, 2013; Collado-Vázquez y Carrillo, 2016).

El padre de Cajal consideraba que la lectura de nove-las era algo pernicioso para la salud, además de una pér-dida de tiempo. El científico, sin embargo, descubrió a los catorce años la biblioteca de un vecino confitero de Ayerbe (Huesca), población en la que Cajal pasó nueve años de su vida. Para el adolescente fue como encontrar un tesoro, la ventana a un mundo de fantasía y aventu-ras que le permitió conocer a autores como Alejandro Dumas (1802-1870), François-René de Chateaubriand (1768-1848), Víctor Hugo (1802-1885), Miguel de Cer-

vantes (1547-1616), Pedro Calderón de la Barca (1600-1681) y Francisco de Quevedo (1580-1645).

La obra que más le impresionó fue Robinson Cru­soe (1719) de Daniel Defoe (1660-1731) pues el náufra-go, que pasa veintiocho años en una isla desierta, mues-tra un gran espíritu de superación y un esfuerzo diario para sobrevivir y vencer a la naturaleza. Además, en la novela, se presenta un atractivo paisaje virgen por des-cubrir (Aguilar-Alfaro y Giménez-Mestre, 2006; Co-llado-Vázquez y Carrillo, 2016; Delgado-Bona, 2003).

Su fascinación por esta historia de aventuras le llevó a escribir una novela robinsoniana sobre un náufrago y las aventuras que vive en una isla desierta.

Santiago Ramón y Cajal tam-bién recibió las influencias lite-rarias de Emilio Salgari (1862-1911) y de Julio Verne. Tras leer las obras de estos autores decidió escribir una historia fantástica, con una finalidad pedagógica. En esta obra narra la llegada de un hombre al planeta Júpiter, donde vive múltiples aventuras. Él es pe-queño como un microbio y ha de enfrentarse a seres gigantescos de estructura idéntica a la huma-na. Con un sofisticado aparataje, y a través de una glándula cutánea, se introduce en el cuerpo de esos seres y los explora viajando por el torrente circulatorio a lomos de un glóbulo rojo. En este peculiar viaje por el interior del cuerpo es testigo de la lucha entre parásitos y leucocitos y puede analizar de

cerca las diversas funciones corporales como la con-tracción muscular, el pensamiento, el impulso volun-tario o las funciones sensoriales (Collado-Vázquez y Carrillo, 2016).

Estas primeras historias y algunos poemas de juven-tud se perdieron, como relata el propio Cajal, en alguno de sus viajes como médico militar. El histólogo afirmó que, de haberse conservado, habrían sido una amena vulgarización de los conocimientos de histología y bac-teriología (Collado-Vázquez y Carrillo, 2016). En 1873, Amalio Gimeno (1852-1936), amigo del Nobel español y maestro de médicos como Gregorio Marañón o Vi-cente Sanchis Bayarri, publicó un relato sorprendente-mente muy similar. En la obra, titulada Un habitante de la sangre. Aventuras extraordinarias de un glóbulo rojo, un glóbulo narra en primera persona su viaje des-

«CAJAL DESEABA

CONTRIBUIR AL

DESARROLLO DE UNA

EDUCACIÓN QUE MEJORARA

LA CAPACIDAD CIENTÍFICO-

TÉCNICA EN ESPAÑA»

Algunos autores consideran que el términociencia ficciónfueacuñadoen1929porHugoGernsback(1884-1967),editordeunadelaspri-merasrevistasdelgénero.Arriba,portadadelarevistaAmazing stories (1928)conhistoriasdeH.G.Wells,JulioVerneyHugoGernsback.

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de la carótida hasta la placa de cristal de una prepara-ción microscópica, contando su historia de amor con «Epitelia» o las luchas entre hematíes y células tumo-rales (Aguilar-Alfaro y Giménez-Mestre, 2006; Delga-do-Bona, 2003; Laín Entralgo, 2008).

Tanto esta historia como la que previamente había escrito Cajal son precursoras del cuento Fantastic Vo­yage de Otto Klement y Jerome Bixby, que inspiró la película Viaje alucinante dirigida por Richard Fleisher en 1966 y cuyo guion posteriormente fue convertido en novela por Isaac Asimov. En esta historia varios indi-viduos son miniaturizados e introducidos en el cuerpo de una persona con el objetivo de salvarla de un tumor cerebral. Una historia similar la encontraremos en El chip prodigioso (1987), película dirigida por Joe Dante (Collado-Vázquez y Carrillo, 2016).

En España cultivó también este género con cierto éxi-to –incluso más allá de nuestras fronteras– el psiquiatra catalán Juan Giné y Partagás (1836-1903), autor de Mis­terios de la locura (1890), Un viaje a Cerebrópolis (1884) y La fami­lia de los Onkos (1888) (De Torres Martínez y García Antón, 1998).

■■ ‘CUENTOSDEVACACIONES’

Santiago Ramón y Cajal escribió doce historias de ficción cientí-fica entre 1885-1886, pero hasta 1905 no publicó cinco de ellas, bajo el título de Cuentos de vaca­ciones. Narraciones pseudocien­tíficas. En todos los relatos se hace referencia al progreso cien-tífico, y siempre están presentes el microscopio y la bacteriología, de la que decía que «es ver lo grande en lo pequeño» (Collado-Vázquez y Carrillo, 2016; Otis, 2001).

Son historias de ficción, pero con un marcado ca-rácter pedagógico mediante el cual pretendía destruir falsas creencias y absurdas supersticiones. En los re-latos se plantean dilemas sociales o morales de difícil solución que suelen estar motivados por avances de la ciencia o por una incorrecta educación científica de la población. A través de estos cuentos, Ramón y Cajal mostró sus ideas políticas, religiosas, morales, edu-cativas y científicas, compartiendo con Julio Verne el afán por la cientificidad para dotar a sus historias del mayor realismo y verosimilitud posibles, basándolos en hechos o hipótesis racionales relacionadas con los avances de la ciencia moderna y la psicología (Agui-lar-Alfaro y Giménez-Mestre, 2006; Escobar, 2009; González-Rodríguez, 2003; Mata-Induráin, 2002).

En «A secreto agravio, secreta venganza» se narra la historia de un desagravio en el que la bacteriología tiene un papel destacado, ya que el científico protago-nista la utiliza para vengarse de su esposa y del amante de esta (aunque después, arrepentido, intenta salvarla). También investiga para encontrar el elixir de la eterna juventud, aunque lo que obtiene con sus experimentos es la senilina, que tiene, justamente, el efecto contrario (Collado-Vázquez, 2016; Iniesta, 2014; Ramón y Cajal, 1999).

Otro de los Cuentos de vacaciones es «El fabrican-te de honradez», historia protagonizada por el doctor Alejandro Mirahonda, muy apreciado en su pueblo, Vi-llabronca, por haber descubierto un suero que mantie-ne a todos los vecinos en paz, sin discusiones ni malos instintos. Lo que no saben es que tal suero no existe y que lo que ha hecho el doctor es controlar su volun-tad hipnotizándoles secretamente (Aguilar-Alfaro y Giménez-Mestre, 2006; Iniesta, 2014; Mata-Induráin,

2002; Ramón y Cajal, 1999). Otro doctor protagoniza «El

pesimista corregido». Se trata de un joven desilusionado con su profesión, al que se le concede du-rante un año una extraña facultad: una visión capaz de captar el más mínimo detalle, como si en lugar de ojos tuviera microscopios. Una visión tan precisa es más un cas-tigo que una virtud, pues ve todos los fallos por nimios que sean y no le permite captar la belleza de las cosas (Collado-Vázquez y Ca-rrillo, 2016; Iniesta, 2014; Ramón y Cajal, 1999).

En estos cuentos también está presente el diálogo entre ciencia y religión en las con-versaciones entre dos hombres educados de formas muy distintas en «El hombre natural y el hombre ar-tificial» (Collado-Vázquez y Carrillo, 2016; Iniesta, 2014).

El último cuento que publicó fue «La casa maldi-ta», en la que un médico arruinado a consecuencia de un desgraciado naufragio compra una casa que nadie quería porque decían que estaba embrujada, que algún sórdido maleficio pesaba sobre ella. El protagonista descubre, utilizando sus conocimientos científicos, que lo que ocurría en esa casa nada tenía que ver con bru-jerías, sino con causas naturales que podían explicarse perfectamente mediante la química y la bacteriología. Algo parecido sucede en la obra El castillo de los Cár­patos (1892) de Julio Verne (Collado-Vázquez y Carri-llo, 2016).

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«A TRAVÉS DE LOS ‘CUENTOS

DE VACACIONES’, CAJAL

MOSTRÓ SUS IDEAS

POLÍTICAS, RELIGIOSAS,

MORALES, EDUCATIVAS

Y CIENTÍFICAS»

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Todos estos relatos, con alguna que otra pincelada satírica, se caracterizan por la presencia de aspectos científicos y por su finalidad pedagógica y moralizante. El autor deseaba contribuir al desarrollo de una edu-cación que mejorara la capacidad científico-técnica en España. Sin embargo, en aquel momento sus relatos de ficción científica tuvieron muy poca repercusión, a diferencia de las obras de Julio Verne o las fantasio-sas novelas del londinense H. G. Wells, que también recurría a experimentos y avances científicos, mezcla-dos con narraciones fantásticas en las que había viajes en el tiempo, extraterrestres, investigaciones que con-seguían la invisibilidad y seres híbridos. Al igual que Cajal, Wells no solo presentaba una historia de ficción, sino que hacía hincapié también en aspectos filosófi-cos, éticos, sociales y científicos, y en algunos casos advertía sobre los riesgos que podría tener la inadecua-da utilización de los avances científicos y tecnológicos (Collado-Vázquez y Carrillo, 2016; Iniesta, 2014; Ma-ta-Induráin, 2002).

El motivo de la escasa repercusión de estos relatos de Cajal se debe a que la primera edición de Cuentos de vacaciones no llegó a tener una distribución formal, pues el autor imprimió algunos ejemplares que distri-buyó entre amigos y familiares, así que su finalidad pe-dagógica y su impacto fueron mínimos en ese momento, aunque posteriormente sí lograron llegar a un público más amplio (Collado-Vázquez y Carrillo, 2016).

■■ NARRACIONESANTICIPATORIAS

Hace unos años Nana Ramón y Cajal, nieta del his-tólogo, y su esposo García Durán rescataron uno de los cuentos que no llegó a publicarse, titulado La vida en el año 6000, en el que el autor muestra cierta capacidad de predicción en relación con el progreso científico (Collado-Vázquez y Carrillo, 2016) al hacer referencia a la telemedicina. En 1967 el Hospital Ge-neral de Ma s sa chusetts comenzó un pionero programa de envío de imágenes de patología utilizando una red de comunicaciones basada en una televisión interac-tiva que conectaba el hospital con el centro de emer-gencias del aeropuerto Logan de Boston. Este fue el nacimiento de la telemedicina, aunque muchos años antes, poco después de haberse patentado el teléfono,

EntodoslosrelatosdeCuentos de vacacionessehacereferenciaalprogresocientífico,ysiempreestánpresenteselmicroscopioylabacteriología,delaquedecíaque«esverlograndeenlopequeño».

JoaquínSorolla.Retrato de Santiago Ramón y Cajal,1906.Óleoso-brelienzo,127,5×91cm.SantiagoRamónyCajalescribiódocerela-tosdeficcióncientíficaentre1885y1886,peronopublicóningunodeelloshasta1905,cuandoseeditaroncincobajoeltítuloCuentos de vacaciones. Narraciones pseudocientíficas.

«EN ‘CUENTOS DE VACACIONES’ TAMBIÉN

ESTÁ PRESENTE EL DIÁLOGO ENTRE

CIENCIA Y RELIGIÓN»

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Cajal ya había hablado de ella en La vida en el año 6000, refiriéndose a «máquinas diagnosticadoras» y «citogenómetros». Mencionaba, por ejemplo, que un ayudante le remitía telefónicamente unas cintas en las que se veían los gráficos de una endocarditis valvular, y el médico anotaba las cifras en la máquina diagnos-ticadora.

Esta no fue la única ocasión en la que Cajal se ade-lantó a su tiempo, pues en Cuentos de vacaciones des-cribió el ciclo de la respuesta sexual humana (excita-ción, meseta, orgasmo y resolución), mucho antes de que Master y Johnson lo describieran científicamente entre 1959 y 1966. Santiago Ramón y Cajal mencionó un artilugio imaginario que sería capaz de detectar la respuesta sexual, una chaise longue con unos recep-tores de presión en sus patas (Aleixandre-Blanquer, 2005; Collado-Vázquez y Carrillo, 2016).

Comenzaba la gráfica con ligeras inflexiones; minutos después las curvas se accidentaban, mostrando grandes valles y montañas; luego, el ritmo adquiría desusada vive-za, desarrollándose en paulatino crescendo hasta que por fin, llegado el allegro, una meseta audaz, elevadísima y va-

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La vida del científico español ha sido reflejada en el cine con lapelículaSalto a la gloria (Klimovsky, 1959), así comoen seriesdetelevisiónyendocumentales.

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lientemente sostenida, cual calderón formidable, cerraba la inscripción, que retornaba lánguida y mansamente al reposo inicial.

(Ramón y Cajal, 1999, p. 10)

En definitiva, Santiago Ramón y Cajal se interesó por la ficción científica, adelantándose a su tiempo con algunas de sus imaginativas ideas y buscando con sus relatos una finalidad divulgativa y pedagógica. Su in-tención fue inculcar un pensamiento más racional ale-jado de supersticiones y concepciones erróneas.

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Susana Collado-Vázquez. Doctora en Medicina y Cirugía por la Univer si dad Complutense de Madrid (España). Profesora del Departamento de Fisioterapia, Terapia Ocupacional, Rehabilitación y Medicina Física de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Rey Juan Carlos (Alcorcón, Madrid, España). Directora del Máster en Neurocontrol Motor de la Universidad Rey Juan Carlos.

Jesús María Carrillo. Doctor en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid (España) y especialista en Psicología Clínica. Catedrático emérito del Departamento de Personalidad, Evaluación y Trata miento Psicológico I. Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid.

SantiagoRamónyCajalensulaboratorioenValencia.