Cuentos De Mulla Nasrudin - Idries Shah.doc

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CUENTOS DEL MULLA NASRUDIN por IDRIES SHAH LAS ARMAS DEL MULLA Mulla Nasrudin inicio un viaje hacia tierras lejanas, motivo por el cual se consiguió una cimitarra y una lanza. En el camino, un bandido cuya única arma era un bastón, se le hecho encima y lo despojo de sus pertenencias. Cuando llego a la ciudad mas próxima, el Mulla contó su desgracia a sus amigos, quienes le preguntaron como había sucedido que el, estando armado con una cimitarra y una lanza, no hubiera podido dominar a un ladrón armado con un modesto bastón. El replico: El problema fue precisamente que yo tenia las dos manos ocupadas, una con la cimitarra y la otra con la lanza. ¿Como creen ustedes que hubiera podido salir airoso? La interpretación de esta historia se vuelve evidente al conocer otra acerca del erudito .... EL ERUDITO Mulla Nasrudin consiguió trabajo de barquero. Cierto dia, transportando a un erudito, el hombre le pregunta: -¿Conoce usted la gramática? -No, en absoluto - responde Nasrudin. - Bueno permítame decirle que ha perdido usted la mitad de su vida - replica con desdén el erudito. Poco después, el viento comienza a soplar y la barca esta a punto de ser tragada por las olas. Justo antes de irse a pique, el Mulla pregunta a su pasajero: - ¿Sabe usted nadar? - ¡No! - contesta, aterrorizado, el erudito. - Bueno, ¡permítame decirle que ha perdido usted toda su vida! Esta segunda historia se relaciona directamente con la anterior. Nos dice: ¿De que sirve tener un conocimiento si no sabemos aplicarlo a la realidad? En otras palabras, ¿de que sirve armarnos de un saber inútil? Después de haber leído ambas historias, me pregunto: ¿Que se? ¿De que hablo? ¿Es necesario instruirse? Si, es importante hacerlo, pero hay que indagar de que sirve el conocimiento adquirido y saber deshacernos del que es inútil. Por mi parte prefiero utilizar el conocimiento para desarrollar una técnica personal que conozca a fondo y se aplique a la realidad, en vez de coleccionar miles de conocimientos que no aplicare nunca. ¿De que sirven todas las teorías sobre la sexualidad, el amor, el bien, la oración, .... , si jamás la aplico? Es como ocultarse atrás de ese saber, para no hacer nada. LA SOPA DE PATO Cierto dia, un campesino fue a visitar a Nasrudin, atraído por la gran fama de este y deseoso de ver de cerca al hombre mas ilustre del país. Le llevo como regalo un magnifico pato. El Mulla, muy honrado, invito al hombre a cenar y pernoctar en su casa. Comieron una exquisita sopa preparada con el pato. A la mañana siguiente, el campesino regreso a su campiña, feliz de haber pasado algunas horas con un personaje tan importante.

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CUENTOS DEL MULLA NASRUDIN  por IDRIES SHAH  LAS ARMAS DEL MULLA  Mulla Nasrudin inicio un viaje hacia tierras lejanas, motivo por el cual se consiguió una cimitarra y una lanza. En el camino, un bandido cuya única arma era un bastón, se le hecho encima y lo despojo de sus pertenencias.  Cuando llego a la ciudad mas próxima, el Mulla contó su desgracia a sus amigos, quienes le preguntaron como había sucedido que el, estando armado con una cimitarra y una lanza, no hubiera podido dominar a un ladrón armado con un modesto bastón.  El replico: El problema fue precisamente que yo tenia las dos manos ocupadas, una con la cimitarra y la otra con la lanza. ¿Como creen ustedes que hubiera podido salir airoso?  La interpretación de esta historia se vuelve evidente al conocer otra acerca del erudito ....  EL ERUDITO  Mulla Nasrudin consiguió trabajo de barquero. Cierto dia, transportando a un erudito, el hombre le pregunta:  -¿Conoce usted la gramática?  -No, en absoluto - responde Nasrudin.  - Bueno permítame decirle que ha perdido usted la mitad de su vida - replica con desdén el erudito.  Poco después, el viento comienza a soplar y la barca esta a punto de ser tragada por las olas. Justo antes de irse a pique, el Mulla pregunta a su pasajero:  - ¿Sabe usted nadar?  - ¡No! - contesta, aterrorizado, el erudito.  - Bueno, ¡permítame decirle que ha perdido usted toda su vida!  Esta segunda historia se relaciona directamente con la anterior. Nos dice: ¿De que sirve tener un conocimiento si no sabemos aplicarlo a la realidad?  En otras palabras, ¿de que sirve armarnos de un saber inútil?  Después de haber leído ambas historias, me pregunto: ¿Que se? ¿De que hablo? ¿Es necesario instruirse? Si, es importante hacerlo, pero hay que indagar de que sirve el conocimiento adquirido y saber deshacernos del que es inútil.  Por mi parte prefiero utilizar el conocimiento para desarrollar una técnica personal que conozca a fondo y se aplique a la realidad, en vez de coleccionar miles de conocimientos que no aplicare nunca.  ¿De que sirven todas las teorías sobre la sexualidad, el amor, el bien, la oración, .... , si jamás la aplico?  Es como ocultarse atrás de ese saber, para no hacer nada. LA SOPA DE PATO  Cierto dia, un campesino fue a visitar a Nasrudin, atraído por la gran fama de este y deseoso de ver de cerca al hombre mas ilustre del país. Le llevo como regalo un magnifico pato.  El Mulla, muy honrado, invito al hombre a cenar y pernoctar en su casa. Comieron una exquisita sopa preparada con el pato. A la mañana siguiente, el campesino regreso a su campiña, feliz de haber pasado algunas horas con un personaje tan importante.  Algunos días mas tarde, los hijos de este campesino fueron a la ciudad y a su regreso pasaron por la casa de Nasrudin.  - Somos los hijos del hombre que le regalo un pato - se presentaron.  Fueron recibidos y agasajados con sopa de pato.  Una semana después, dos jóvenes llamaron a la puerta del Mulla.  - ¿Quienes son ustedes?  - Somos los vecinos del hombre que le regalo un pato.  El Mulla empezó a lamentar haber aceptado aquel pato. Sin embargo, puso al mal tiempo buena cara e invito a sus huéspedes a comer.  A los ocho días, una familia completa pidió hospitalidad al Mulla.  - Y ustedes ¿quienes son?  - Somos los vecinos de los vecinos del hombre que le regalo un pato.  Entonces el Mullah hizo como si se alegrara y los invito al comedor. Al cabo de un rato, apareció con una enorme sopera llena de agua caliente y lleno cuidadosamente los tazones de sus invitados. Luego de probar el liquido, uno de ellos exclamo:  - Pero .... ¿que es esto, noble señor? ¡Por Ala que nunca habíamos visto una sopa tan desabrida!  Mulla Nasrudin se limito a responder:  - Esta es la sopa de la sopa de la sopa de pato que con gusto les ofrezco a ustedes, los vecinos de los vecinos de los vecinos del hombre que me regalo el pato. 

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En un momento dado, existe una verdad. Enseguida, todos la quieren conocer, pero reciben la versión de la versión de la verdad. Y en el fondo, nada pueden aprender de ella.  Ciertas verdades son la sopa en la cual no hay ni sombra del pato.  LA MIEL EN EL FUEGO  El Mulla calentaba miel en el fuego, cuando un amigo llego de improviso.  La miel comenzó a hervir y Nasrudin le convido a su visitante. Estaba tan caliente, que el otro se quemo.  - ¡Haz algo! - exclamo el amigo.  Entonces el Mulla tomo un abanico y lo agito por encima de la olla .... con el propósito de enfriar la miel. Psicologicamente, sucede lo mismo con cada uno de nosotros. Nuestra miel hierve, nos quema. Decimos que es necesario enfriarla, pero no la retiramos del fuego. No cambiamos en absoluto.  EL CONTRABANDISTANasrudin solía cruzar la frontera todos los días, con las cestas de su asno cargadas de paja. Como admitía ser un contrabandista cuando volvía a casa por las noches, los guardas de la frontera le registraban una y otra vez. Registraban su persona, cernían la paja, la sumergían en agua, e incluso la quemaban de vez en cuando.  Mientras tanto, la prosperidad de Nasrudin aumentaba visiblemente.  Un dia se retiro y fue a vivir a otro país, donde, unos años mas tarde, le encontró uno de los aduaneros.  - Ahora me lo puedes decir, Nasrudin, ¿Que pasabas de contrabando, que nunca pudimos descubrirlo?  - Asnos - contesto Nasrudin.  El hecho de que la persona media piense según unas pautas determinadas y no pueda adaptarse a un punto de vista muy diferente, le hace perder gran parte del sentido de la vida. Puede vivir, incluso progresar, pero no puede comprender lo que ocurre.  EL OSO  Un rey que gustaba de la compania de Nasrudin, y también de la caza, le ordeno que le acompañara en la caza del oso. Nasrudin estaba aterrado.  Cuando Nasrudin volvió a su aldea, alguien le pregunto: - ¿Como fue la caza?  - Maravillosamente.  - ¿Cuantos osos viste?  - Ninguno.  - Entonces, ¿por que dices que fue maravillosamente?  - Cuando estas cazando osos, y tu eres yo, no ver ningún oso es una experiencia maravillosa.  Las normas del bien y del mal dependen de criterios individuales o de grupos y no de hechos objetivos. Hasta que experimentemos esto internamente y lo aceptemos intelectualmente, no seremos capaces de la comprensión interna.El sufismo niega la suposición de que el mero hecho de vivir nos hace perceptivos. Un hombre puede estar clinicamente vivo y perceptivamente muerto. La lógica y la filosofía no le ayudaran a alcanzar la percepción.  Un aspecto del siguiente relato lo pone de manifiesto :  El Mulla estaba pensando en voz alta.  - ¿Como se si estoy vivo o muerto?  - No seas necio - dijo su esposa - si estuvieras muerto, tus miembros estarían fríos.  Poco tiempo después, Nasrudin se encontraba en el bosque cortando leña. Era pleno invierno. De repente se dio cuenta de que tenia fríos las manos y los pies.  Indudablemente estoy muerto - pensó - de modo que debo interrumpir mi trabajo. Los cadáveres no van por ahi caminando, se tendió sobre la hierba.  Pronto llego una manada de lobos y empezó a atacar al asno de Nasrudin, que estaba atado a un árbol.  - Vamos, continuad, aprovechaos de un hombre muerto - dijo Nasrudin sin moverse - pero si estuviera vivo, no os permitiría estas libertades con mi asno !  El costo de aprenderNasrudín decidió que podía beneficiarse aprendiendo algo nuevo y fue a visitar a un renombrado maestro de música:  - ¿Cuánto cobra usted para enseñarme a tocar la flauta? - preguntó Nasrudín.  - Tres piezas de plata el primer mes; después una pieza de plata por mes - contestó el maestro.  -¡Perfecto! - dijo Nasrudín; - comenzaré en el segundo mes.  La mujer perfectaNasrudin conversaba con un amigo.  - Entonces, ¿Nunca pensaste en casarte?  - Sí pensé -respondió Nasrudin. -En mi juventud, resolví buscar a la mujer perfecta. Crucé el desierto, llegué a Damasco, y conocí una mujer muy espiritual y linda; pero ella no sabía nada de las cosas de este mundo.  Continué viajando, y fui a Isfahan; allí encontré una mujer que conocía el reino de la materia y el del espíritu, pero no era bonita.  Entonces resolví ir hasta El Cairo, donde cené en la casa de una moza bonita, religiosa, y conocedora de la realidad material.  - ¿Y por qué no te casaste con ella?  - ¡Ah, compañero mío! Lamentablemente ella también quería un hombre perfecto.  Las apariencias

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Cuenta el sufi Mula Nasrudin que cierta vez asistió a una casa de baños pobremente vestido, y lo trataron de regular a mal y ya para salir dejó una moneda de oro de propia.  A la semana siguiente fue ricamente vestido y se desvivieron para atenderlo...y dejó una moneda de cobre, diciendo:  -Esta es la propina por el trato de la semana pasada y la de la semana pasada, por el trato de hoy.  ¿A dónde ir?- La gente preguntó al Mula Nasrudín "¿Dónde debemos ir en una procesión fúnebre, al frente, en la parte trasera, o al lado?"  Nasrudin contestó:"¡No importa donde vayas, mientras no vayas dentro del ataúd!"  GratitudCierto día, mientras Nasrudin trabajaba en su granja, una espina penetró su pie. Increíblemente él dijo: "¡Gracias Dios mío, gracias!" y prosiguió:  “¡Es una bendición que el día de hoy no estuviese con mis zapatos nuevos!"  Una capa pesadaUna noche la gente oyó un ruido espantoso que provenía de la casa de Nasrudin. A la mañana siguiente y apenas se levantaron lo fueron a visitar y le preguntaron: "¿Qué fue todo ese ruido?". "Mi capa cayo al suelo". Respondió Nasrudín.  Pero: "¿Una capa puede hacer tal ruido?" Le cuestionaron:  "Por supuesto, sí usted está dentro de ella, como yo lo estaba"  Nasrudin. “En cierta ocasión tuve un dolor de muelas, y no encontré alivio hasta que me las hice sacar.”  La miel en el fuegoEl Mula calentaba miel en el fuego, cuando un amigo llegó de improviso.  La miel comenzó a hervir y Nasrudin le convido a su visitante. Estaba tan caliente, que el otro se quemo.  - ¡Haz algo! - exclamó el amigo.  Entonces el Mula tomó un abanico y lo agito por encima de la olla... con el propósito de enfriar la miel.  Los Granjeros...a los que se les daban bien los números.De entre todos los pueblos que el mula Nasrudin visitó en sus viajes, había uno que era especialmente famoso porque a sus habitantes se les daban muy bien los números. Nasrudin encontró alojamiento en la casa de un granjero. A la mañana siguiente se dio cuenta de que el pueblo no tenía pozo. Cada mañana, alguien de cada familia del pueblo cargaba uno o dos burros con garrafas de agua vacías y se iban a un riachuelo que estaba a una hora de camino, llenaban las garrafas y las llevaban de vuelta al pueblo, lo que les llevaba otra hora más.  "¿No sería mejor si tuvieran agua en el pueblo?", preguntó Nasrudin al granjero de la casa en la que se alojaba. "¡Por supuesto que sería mucho mejor!", dijo el granjero. "El agua me cuesta cada día dos horas de trabajo para un burro y un chico que lleva el burro. Eso hace al año mil cuatrocientas sesenta horas, si cuentas las horas del burro como las horas del chico. Pero si el burro y el chico estuvieran trabajando en el campo todo ese tiempo, yo podría, por ejemplo, plantar todo un campo de calabazas y cosechar cuatrocientas cincuenta y siete calabazas más cada año."  "Veo que lo tienes todo bien calculado", dijo Nasrudin admirado. "¿Por qué, entonces, no construyes un canal para traer el agua al río?" "¡Eso no es tan simple!", dijo el granjero. "En el camino hay una colina que deberíamos atravesar. Si pusiera a mi burro y a mi chico a construir un canal en vez de enviarlos por el agua, les llevaría quinientos años si trabajasen dos horas al día. Al menos me quedan otros treinta años más de vida, así que me es más barato enviarles por el agua."  "Sí, ¿pero es que serías tú el único responsable de construir un canal? Son muchas familias en el pueblo."  "Claro que sí", dijo el granjero. "Hay cien familias en el pueblo. Si cada familia enviase cada día dos horas un burro y un chico, el canal estaría hecho en cinco años. Y si trabajasen diez horas al día, estaría acabado un año."  "Entonces, ¿por qué no se lo comentas a tus vecinos y les sugieres que todos juntos construyáis el canal?  "Mira, si yo tengo que hablar de cosas importantes con un vecino, tengo que invitarle a mi casa, ofrecerle té y halva, hablar con él del tiempo y de la nueva cosecha, luego de su familia, sus hijos, sus hijas, sus nietos. Después le tengo que dar de comer y después de comer otro té y él tiene que preguntarme entonces sobre mi granja y sobre mi familia para finalmente llegar con tranquilidad al tema y tratarlo con cautela. Eso lleva un día entero. Como somos cien familias en el pueblo, tendría que hablar con noventa y nueve cabezas de familia. Estarás de acuerdo conmigo que yo no puedo estar noventa y nueve días seguidos discutiendo con los vecinos. Mi granja se vendría abajo. Lo máximo que podría hacer sería invitar a un vecino a mi casa por semana. Como un año tiene sólo cincuenta y dos semanas, eso significa que me llevaría casi dos años hablar con mis vecinos. Conociendo a mis vecinos como les conozco, te aseguro que todos estarían de acuerdo con hacer llegar el agua al pueblo, porque todos ellos son buenos con los números. Y como les conozco, te digo, que cada uno prometería participar si los otros participasen también. Entonces, después de dos años, tendría que volver a empezar otra vez desde el principio, invitándoles de nuevo a mi casa y diciéndoles que todos están dispuestos a participar." "Vale", dijo Nasrudin, "pero entonces en cuatro años estarías preparados para comenzar el trabajo. ¡Y al año siguiente, el canal estaría construido!"  "Hay otro problema", dijo el granjero. "Estarás de acuerdo conmigo que una vez que el canal esté construido, cualquiera podrá ir por agua, tanto como si ha o no contribuido con su parte de trabajo correspondiente."

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  "Lo entiendo", dijo Nasrudin . "Incluso si quisierais, no podríais vigilar todo el canal."  "Pues no", dijo el granjero. "Cualquier caradura que se hubiera librado de trabajar, se beneficiaría de la misma manera que los demás y sin coste alguno."  "Tengo que admitir que tienes razón", dijo Nasrudin.  "Así que como a cada uno de nosotros se nos dan bien los números, intentaremos escabullirnos. Un día el burro no tendrá fuerzas, el otro el chico de alguien tendrá tos, otro la mujer de alguien estará enferma, y el niño, el burro tendrán que ir a buscar al médico.  Como a nosotros se nos dan bien los números, intentaremos escurrirnos el bulto. Y como cada uno de nosotros sabe que los demás no harán lo que deben, ninguno mandará a su burro o a su chico a trabajar. Así, la construcción del canal ni siquiera se empezará."  "Tengo que reconocer que tus razones suenan muy convincentes", dijo Nasrudin. Se quedó pensativo por un momento, pero de repente exclamó: "Conozco un pueblo al otro lado de la montaña que tiene el mismo problema que ustedes tienen. Pero ellos tienen un canal desde hace ya veinte años."  "Efectivamente", dijo el granjero, "pero a ellos no se les dan bien los números."  ¿Saben de qué les voy a hablar?Esta historia comienza cuando Nasrudin llega a un pequeño pueblo en algún lugar lejano de Medio Oriente.  Era la primera vez que estaba en ese pueblo y una multitud se había reunido en un auditorio para escucharlo. Nasrudin, que en verdad no sabia que decir, porque él sabía que nada sabía, se propuso improvisar algo y así intentar salir del atolladero en el que se encontraba.  Entró muy seguro y se paró frente a la gente. Abrió las manos y dijo:  -Supongo que si ustedes están aquí, ya sabrán que es lo que yo tengo para decirles.  La gente dijo:  -No... ¿Qué es lo que tienes para decirnos? No lo sabemos ¡Háblanos! ¡Queremos escucharte!  Nasrudin contestó:  -Si ustedes vinieron hasta aquí sin saber que es lo que yo vengo a decirles, entonces no están preparados para escucharlo.  Dicho esto, se levantó y se fue.  La gente se quedó sorprendida. Todos habían venido esa mañana para escucharlo y el hombre se iba simplemente diciéndoles eso. Habría sido un fracaso total si no fuera porque uno de los presentes -nunca falta uno- mientras Nasrudin se alejaba, dijo en voz alta:  -¡Qué inteligente!  Y como siempre sucede, cuando uno no entiende nada y otro dice "¡qué inteligente!", para no sentirse un idiota uno repite: "¡si, claro, qué inteligente!". Y entonces, todos empezaron a repetir:  -Qué inteligente.-Qué inteligente.  Hasta que uno añadió:  -Si, qué inteligente, pero... qué breve.  Y otro agrego:  -Tiene la brevedad y la síntesis de los sabios. Porque tiene razón. ¿Cómo nosotros vamos a venir acá sin siquiera saber qué venimos a escuchar? Qué estúpidos que hemos sido. Hemos perdido una oportunidad maravillosa. Qué iluminación, qué sabiduría. Vamos a pedirle a este hombre que dé una segunda conferencia.  Entonces fueron a ver a Nasrudin. La gente había quedado tan asombrada con lo que había pasado en la primera reunión, que algunos habían empezado a decir que el conocimiento de Él era demasiado para reunirlo en una sola conferencia.  Nasrudin dijo:  -No, es justo al revés, están equivocados. Mi conocimiento apenas alcanza para una conferencia. Jamás podría dar dos.  La gente dijo:  -¡Qué humilde!  Y cuanto más Nasrudin insistía en que no tenia nada para decir, con mayor razón la gente insistía en que querían escucharlo una vez más. Finalmente, después de mucho empeño, Nasrudin accedió a dar una segunda conferencia.  Al día siguiente, el supuesto iluminado regresó al lugar de reunión, donde había más gente aún, pues todos sabían del éxito de la conferencia anterior. Nasrudin se paró frente al público e insistió con su técnica:  -Supongo que ustedes ya sabrán que he venido a decirles.  La gente estaba avisada para cuidarse de no ofender al maestro con la infantil respuesta de la anterior conferencia; así que todos dijeron:  -Si, claro, por supuesto lo sabemos. Por eso hemos venido.  Nasrudin bajó la cabeza y entonces añadió:  -Bueno, si todos ya saben qué es lo que vengo a decirles, yo no veo la necesidad de repetir.  Se levantó y se volvió a ir.

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  La gente se quedó estupefacta; porque aunque ahora habían dicho otra cosa, el resultado había sido exactamente el mismo. Hasta que alguien, otro alguien, gritó:  -¡Brillante!  Y cuando todos oyeron que alguien había dicho "¡brillante!", el resto comenzó a decir:  -¡Si, claro, este es el complemento de la sabiduría de la conferencia de ayer!  -Qué maravilloso-Qué espectacular-Qué sensacional, qué bárbaro  Hasta que alguien dijo:  -Si, pero... mucha brevedad.-Es cierto- se quejó otro-Capacidad de síntesis- justificó un tercero.  Y en seguida se oyó:  -Queremos más, queremos escucharlo más. ¡Queremos que este hombre nos de más de su sabiduría!  Entonces, una delegación de los notables fue a ver a Nasrudin para pedirle que diera una tercera y definitiva conferencia. Nasrudin dijo que no, que de ninguna manera; que él no tenia conocimientos para dar tres conferencias y que, además, ya tenia que regresar a su ciudad de origen.  La gente le imploró, le suplicó, le pidió una y otra vez; por sus ancestros, por su progenie, por todos los santos, por lo que fuera. Aquella persistencia lo persuadió y, finalmente, Nasrudin aceptó temblando dar la tercera y definitiva conferencia.  Por tercera vez se paró frente al publico, que ya eran multitudes, y les dijo:  -Supongo que ustedes ya sabrán de qué les voy a hablar.  Esta vez, la gente se había puesto de acuerdo: sólo el intendente del poblado contestaría. El hombre de primera fila dijo:  -Algunos si y otros no.  En ese momento, un largo silencio estremeció al auditorio. Todos, incluso los jóvenes, siguieron a Nasrudin con la mirada.  Entonces el maestro respondió:  -En ese caso, los que saben... cuéntenles a los que no saben.  Se levantó y se fue.  Juanito y la PersonalidadEsta es la historia de Juanito, un niño como cualquier otro...Al nacer Juanito no existía como tal, no había nadie que dijese, pensase o sintiese "ser Juanito". Simplemente existía un ser en total sintonía con el medio ambiente. Se sentía fusionado con todo lo que le rodeaba y en particular con su mamá. Para él: ella y él eran lo mismo. Respondía sensiblemente al medio que lo rodeaba, se sentía parte de todo.  Conforme fue creciendo se vio envuelto en un gran dilema: en primer lugar dejó de sentir que él y su madre eran uno solo, que formaban una misma entidad inseparable y, lentamente fue dándose cuenta de que él y ella formaban 2 entidades separadas y diferenciadas... esto ocurrió de forma gradual por supuesto, no fue de sopetón, sino que sucedió poco a poco, lentamente... Ahí fue conociendo y tomando forma algo que ahora nos parece muy familiar. Dos palabras de inmensa importancia en nuestras vidas: "Yo" y "Tú".  Primeramente Juanito comenzó a llamar "Yo" a su cuerpo, sus brazos, pies, labios, etc. pero lueguito más delante se dio cuenta que sentía muchas cosas, se enojaba, reía, lloraba, sentía placer al comer o defecar, etc, entonces lentamente fue poniéndole "Yo" también a esas sensaciones que vivía por dentro y... más tardecito comenzó a darse cuenta que podía ir a muchos mundos, estar en tantos sitios como quisiera, hacer infinidad de cosas con tan sólo imaginarlas y pensar en ellas y ni tardo ni perezoso llamó "Yo" a esos pensamientos, imaginaciones y sueños que tenía. Ese "Yo" iba creciendo y tornándose más y más complejo a medida que crecía y se relacionaba con su entorno inmediato, en especial con sus padres.  A cierta edad Juanito se vio en un dilema terrible, en una disyuntiva enorme, como si con unas tijeras invisibles hubiesen cortado su cuerpo en dos... Ciertas cosas que gustaba hacer no eran permitidas ni aceptadas: llenarse de lodo, romper los platos, gritar y reír a todo pulmón, correr por la casa. Comenzó a darse cuenta que por algunas cosas que realizaba era premiado y por otras, a veces hasta por las mismas, era castigado... Juanito no entendía porque no podía hacer lo que quería, lo que le daba la gana. Tenia ganas de llorar y su papá le decía: "los niños no lloran" Tenía ganas de gritar o de reír y su mamá de decía: "silencio, tu papá está trabajando" etc... Podría alargar el cuento inmensamente, pero vale decir únicamente que Juanito inmerso en este problema tuvo que escoger entre actuar o hacer unas cosas que no deseaba pero que lo calificaban de "bueno" y entre otras que lo calificaban de "malo". Tuvo que ceder gran parte de su vida en aras de no perder el amor, la aceptación y la valía a los ojos de sus seres amados, aquellos que en ese momento le parecían dioses que todo lo sabían, todo lo podían, todo lo hacían...  Juanito creó una estrategia adaptativa o contramanipulativa, es decir: un caparazón que le permitiera defenderse de lo que consideraba peligroso y la vez relacionarse con el medio y conseguir ser querido y aceptado. Construyó un personaje de ficción, acorde a lo que él creía le ayudaría a conseguir sus deseos o a no sentir tan duramente la frustración de no poder realizarlos; uno muy bueno, muy eficaz: toda una obra de arte que le ayudaba a relacionarse con su entorno inmediato y a conseguir en parte esa consideración positiva que necesitaba, o al menos, a no sentirse tan mal por no obtenerla. Lentamente y con el paso de los años fue perfeccionado su estrategia, agregándole colorido e identificándose con ese personaje de tal forma que desde entonces lo llama "Yo".  Con el transcurrir del tiempo, 20, 30, 40 o 50 años después, Juanito descubre información nueva que le permite darse cuenta que su forma de concebir, sentir y encarar la vida no es toda la realidad ni la única que existe. Que en el proceso de la formación de su personalidad, la misma que le ha permitido sobrevivir e interactuar con el medio ambiente, perdió o dejó de lado muchos talentos y virtudes y un mundo lleno de posibilidades. Se da cuenta que

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existen muchas formas de ver, sentir e interpretar la vida. Que cada ser humano la filtra e interpreta de forma distinta y que, sin embargo, comparte con los demás un cierta estructura en común.  Dicha estructura puede diferenciarse dentro de una de las NUEVE formas o estrategias distintas de encarar la vida y lo mejor de todo: descubre que es posible conocer cuál es el personaje, guión o libreto que ha venido representando durante toda la vida; y no sólo reconocerlo sino abrir un abanico enorme de posibilidades: para relacionarse, para actuar y desenvolverse, para responder de forma distinta a como lo ha venido haciendo durante mucho tiempo creyendo erróneamente que esa era la mejor forma de vivir; la única que existía. Recuperando así, la frescura, vitalidad, flexibilidad y espontaneidad en la forma de organizar y responder a la vida. Dicho de otra forma, pasa a ser director de la obra en lugar de ser un mero personaje.  Juanito comienza a darse cuenta que gran parte del sufrimiento que ha experimentado ha sido producto de la desconexión de si mismo, y por no saber quién es en realidad y vivir de acuerdo a una estrategia que en la infancia y en algún momento en especifico resultó de mucha utilidad pero ahora se ha vuelto obsoleta: le restringe, constriñe, encorseta y no le permite respirar. Y además, se da cuenta que la inmensa mayoría de los seres humanos están viviendo de la misma forma: representando un personaje que creen son ellos mismos. Lo cual no le da alegría porque ya sabemos que "mal de muchos es consuelo de tontos".  Entonces Juanito comienza a entender todo el cúmulo de experiencias que conforman su vida desde otra perspectiva y quizá a través de sumergirse en sí mismo, de Auto-conocerse y reconocer su patrón habitual de conducta pueda poco a poco ir despejando el camino y abriéndose hacia nuevas posibilidades de responder y responsabilizarse de sí mismo y de su vida. Puede que se dé cuenta y tome conciencia de que muchas de sus insatisfacciones provienen de responder de la misma forma a situaciones enteramente distintas, en lugar de hacerlo de forma sensible, espontánea y libre... Tal vez entonces a través de ensayar en su propia vida, cambiar el rumbo, virar un poco... su vida comience a mostrar resultados más enriquecedores... En esas anda Juanito, probando formas alternas de relacionarse, de mirar y concebir el mundo, de sentir, vivir y expresarse.  Jorge Mendoza  El hombre de la mácula  © keb  Había una vez un ser extraño. No podía ni él mismo precisar su "extrañez". No se debía ni a su apariencia física ni a su desbordada emotividad o su probada inteligencia, No. No se debía a sus ropajes de colores ocres o pardos ni a su andar pausado o su constante divagar por parajes lejanos. No se debía ni a sus sueños poblados de sombras y luces o de falsos multicolores o criaturas mitológicas y seres de difícil clasificación... No, por ahí no era. Ni se debía tampoco a su edad sin edad, a su tiempo sin tiempo, a su momento atemporal. Se debía, quizá, simple y llanamente a su lunar... un lunar grande, oscuro y de vello espeso que le cubría parte de la mano derecha... Si, tal vez, tal vez ese era el motivo, tal vez por fin había encontrado la respuesta... El lunar era la causa de esa molesta sensación de opresión ¿molesta?, en realidad era más bien una discorde sensación con un tufillo lejano de no sé que...  Esa mañana estuvo revisando a conciencia su lunar, esa extraña mancha que lo cubría... tanto tiempo con él y hasta ahora le prestaba la atención que se merecía, tanto tiempo justo delante de sus narices y apenas ahora lo tenía tan claro: él era el causante de sus males, de sus dolencias, de sus pesares... él tenía la culpa de esa extraña "extrañez" que lo habitaba, esa mancha odiosa, insidiosa, negroide, animal y bastarda.  Tomó la navaja... una sonrisa diabólica reflejó su rostro... Nunca se había sentido tan(m)bien. Miró el cielo: reverberaba y hasta pudo percibir una leve brisa en la frente, las sienes y el ondular de su cabello... inspiró profundamente... cuán fresco se sentía el viento hoy, como que intuía atisbos de libertad... pasó los dedos por la hoja afilada de la navaja tomándose todo el tiempo del mundo. No hay prisa, no puede haberla en un momento así... saboreó su filo, paladeó la sensación de la piel abriéndose de par en par y dejando que la sangre tomase su cause hacia la madre tierra... lentamente, se imaginó como la "mancha" se desprendía de su sitio y lentamente se consumía y devoraba a sí misma en la noche, mientras él se despedía de ella cariñosamente puesto que a partir de ese momento ya nada sería igual... La mácula por fin lo habría abandonado... Un escalofrío recorrió su espalda al intuir esto último:  "¿Qué pasará entonces? ¿Qué hay más allá del lugar sin lunar? ¿Qué se sentirá respirar sin ese pesado bulto que oprime algo más que el cuerpo? ¿Adónde ir? ¿Qué hacer?"  Meditó ampliamente esto. Duró varios días sin comer, dándole vueltas al asunto, un asunto que se había tornado en su prioridad, un asunto sobre el cual giraba toda su vida y su muerte.  No pudo finalmente decidirse entre el deshacerse de su maldición o entregarse completamente a ella... Con la mirada perdida y vagando en el ocaso se le mira todavía... dicen de él que suspira lamento y aspira melancolía... dicen también que pasa largas horas extasiado contemplando su mancha en una procesión sin principio ni fin... Por ahí rumoran que hasta le habla y se han hecho grandes amigos aunque por momentos la odia a muerte, pero intuye que su muerte está unida a la de ella.  Hombre y mancha caminan juntos.  Jorge Mendoza  ¿Dónde Estoy "YO"?Érase una vez un hombre sumamente estúpido -un loco o quizás un sabio- que, cuando se levantaba por las mañanas, tardaba tanto tiempo en encontrar su ropa que por las noches casi no se atrevía a acostarse, sólo de pensar en lo que le aguardaba cuando despertara.  Una noche tomó papel y lápiz y, a medida que se desnudaba, iba anotando el nombre de cada prenda y el lugar exacto en que la dejaba.  A la mañana siguiente sacó el papel y leyó: "calzoncillos..." y allí estaban. Se los puso. "Camisa..." allí estaba. Se la puso también. "Sombrero..." allí estaba. Y se lo encasquetó en la cabeza.

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  Estaba verdaderamente encantado... hasta que le asaltó un horrible pensamiento:  -¿Y yo...? ¿Dónde estoy yo?. Había olvidado anotarlo. De modo que se puso a buscar y a buscar.... pero en vano. No pudo encontrarse a sí mismo.  Esposas MentalesUn habitante de un pequeño pueblo descubrió un día que sus manos estaban aprisionadas por unas esposas. Cómo llegó a estar esposado es algo que carece de importancia. Tal vez lo esposó un policía, quizás su mujer, tal vez era esa la costumbre en aquella época. Lo importante es que de pronto se dio cuenta de que no podía utilizar libremente sus manos, de que estaba prisionero.  Durante algún tiempo forcejeó con las esposas y la cadena que las unía intentando liberarse.  Trató de sacar las manos de aquellos aros metálicos, pero todo lo que logró fueron magulladuras y heridas. Vencido y desesperado salió a las calles en busca de alguien que pudiese liberarlo. Aunque la mayoría de los que encontró le dieron consejos y algunos incluso intentaron soltarle las manos, sus esfuerzos sólo generaron mayores heridas, agravando su dolor, su pena y su aflicción. Muy pronto sus muñecas estuvieron tan inflamadas y ensangrentadas que dejó de pedir ayuda, aunque no podía soportar el constante dolor, ni tampoco su esclavitud.  Recorrió las calles desesperado hasta que, al pasar frente a la fragua de un herrero, observó cómo éste forjaba a martillazos una barra de hierro al rojo. Se detuvo un momento en la puerta mirando. Tal vez aquel hombre podría...  Cuando el herrero terminó el trabajo que estaba haciendo, levantó la vista y viendo sus esposas le dijo: "Ven amigo, yo puedo liberarte". Siguiendo sus instrucciones, el infortunado colocó las manos a ambos lados del yunque, quedando la cadena sobre él.  De un solo golpe, la cadena quedó partida. Dos golpes más y las esposas cayeron al suelo. Estaba libre, libre para caminar hacia el sol y el cielo abierto, libre para hacer todas las cosas que quisiera hacer. Podrá parecer extraño que nuestro hombre decidiese permanecer en aquella herrería, junto al carbón y al ruido. Sin embargo, eso es lo que hizo. Se quedó contemplando a su libertador. sintió hacia él una profunda reverencia y en su interior nació un enorme deseo de servir al hombre que lo había liberado tan fácilmente. Pensó que su misión era permanecer allí y trabajar. Así lo hizo, y se convirtió en un simple ayudante.  Libre de un tipo de cadenas, adoptó otras más profundas y permanentes: puso esposas a su mente. Sin embargo, había llegado allí buscando la libertad.  Tiempo y GranadasUn estudiante de medicina fue a casa de un eminente médico y le pidió convertirse en aprendiz en el arte de la medicina.  -Eres impaciente- dijo el doctor- y por eso fallaras en observar cosas que necesitas aprender.Pero el joven suplicó, y el médico accedió a aceptarle. Después de algunos años el joven sintió que podía ejercer algunas de las habilidades que había aprendido. Un día un hombre se acercaba andando hacia la casa y el doctor, mirándole desde la distancia, dijo:  -Este hombre está enfermo. Necesita granadas.  Has hecho el diagnostico, déjame recetarle y habré hecho la mitad del trabajo- dijo el estudiante.  -Muy bien- dijo el doctor-, con tal que recuerdes que la acción también debería ser considerada como ilustración.  Tan pronto como el paciente llegó al umbral, el estudiante le hizo entrar y dijo :Usted está enfermo .Tome granadas.  - ¿Granadas?-gritó el paciente- ¡las granadas te las comes tú! ¡vaya disparate!- y se marchó.  El joven preguntó al sabio doctor cual era el significado de lo sucedido.  - Lo ilustraré cuando tengamos un caso similar- dijo el doctor.  Poco después los dos estaban sentados en el exterior de la casa cuando el doctor levantó su mirada y vió a un hombre que se acercaba.  -Aquí hay una ilustración para ti, un hombre que necesita granadas- dijo el doctor.  Se hizo entrar al paciente, y el doctor le dijo:  - Puedo ver que es usted un caso difícil e intrincado. Déjeme ver... sí, usted necesita una dieta especial. Ésta deberá estar compuesta de algo esférico, con pequeños alvéolos en su interior, que crezca naturalmente. Una naranja...seria del color equivocado... los limones son demasiado ácidos.. ya lo tengo: ¡Granadas!  - El paciente se marchó encantado y agradecido.  - Pero, Doctor -dijo el estudiante- ¿Por qué no le dijiste directamente " granadas"?  - Por que además de granadas- dijo el sabio doctor- él necesitaba tiempo.  NoblezaAntes de atravesar la puerta del jardín, el forastero supo que había caído bien al Duque. Una corriente de simpatía se estableció inmediatamente entre los dos.  Durante tres largos días pasearon juntos en silencio. Acompasado el paso, cada uno ensimismado en sus propios intereses, se detenían al unísono a oler el mismo tomillo y a beber de la misma fuente.  Acrecentada por los sucesivos encuentros, la amistad se perpetuó mientras ambos vivieron.  Aquel mastín blanco tenía una verdadera y auténtica nobleza.  El talismán Tuareg

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Como buen parisino, de signo Virgo, durante un año había preparado meticulosamente su viaje. Nada más llegar a Tlndouf, Gérald desembaló orgulloso sus regalos para Targui, el jefe del clan tuareg: un transistor, un reloj de pulsera y un grueso jersey. Targui encendió el transistor con entusiasmo, sin prestar ninguna atención al reloj ni al jersey. Pasó el día bailando como un niño y cambiando de emisoras, para gran decepción de Gérald, que pensó para sus adentros: "¡Qué lástima! Debía haber traído transistores para toda la familia".  A la mañana siguiente, Targui se puso el reloj y pasó todo el día ensimismado contemplando el paso del minutero. En un rincón descansaba silencioso el transistor.  Llegada la tercera noche, se puso el jersey, con alborozadas muestras de agradecimiento y admiración, observando minuciosamente su tejido y sus dibujos.  A partir de entonces, Gérald aprendió el ritmo secreto de la vida: un tiempo para cada cosa y cada cosa a su tiempo. La palabra "tuareg" es su talismán protector cuando le invaden las prisas y agobios de París.  La rendiciónEstaba el mar picado. Una sucesión de espuma saltarina invitaba a sumergirse y liberarse de ese sol abrasador de la Polinesia samoana. En cuanto se zambullía entre las olas, empezó a alejarse de la costa con una sospechosa facilidad. Cuando quiso volver, una poderosa corriente le arrastraba hacia aquel inmenso y desconocido azul del Pacífico. Forcejea. Jadea. Se agota. Hace señas a lo lejos. Desde la playa, ya lejana, un solitario turista responde a los supuestos saludos.  El abismo de la soledad se abre ante él; después, la desesperación de la impotencia y un súbito terror repleto de imágenes de ahogados. Rendido a la evidencia, se deja arrastrar mar adentro, aferrado a la esperanza de llegar a otra isla, de que pase una canoa lugareña, de que suceda el improbable milagro ... Desfila su vida, al tiempo que las fuerzas le abandonan.  Han pasado varios minutos, ¿varias horas?, y la corriente circular empieza a devolverle hacia la orilla. Darse cuenta le dio fuerzas para nadar con calma en su sentido.  Desde aquel segundo nacimiento, aprendió a fluir con la corriente de la Vida.  Satori"Om Namah Amitabaya, Buda Om, Shanga Om, Darma Om...". Con profunda devoción, cantaron por última vez el mantra, como al final de cada meditación. Habían llegado al término del riguroso retiro de meditación de fin de año, que había durado treinta días.  Ardían dos austeras velas ante la imagen sonriente de Buda. Una suave fragancia a sándalo inundaba la sala. Flotaba en toda ella un silencio que entraba por los poros de la piel, abiertos en sutil atención al aquí y ahora.  El esforzado grupo de aspirantes al Despertar, esperaba con impaciencia, doloridas las rodillas y encogidas las articulaciones, la charla final del Maestro neófito, Pravira Jebal.  "Tantas horas sentados, tanto sueño, tanto esfuerzo -dijo con voz solemne y las pupilas dilatadas por la prolongada vigilia- ¿y qué hemos conseguido?... ¡NADA!".  Una sonora y convulsa carcajada estalló desde el fondo del vientre de cada uno de los meditadores. En ese preciso momento comprendieron. TranvíaPor fin. La desconocida subía siempre en aquella parada: "Amplia sonrisa, caderas anchas... una madre excelente para mis hijos'" pensó. La saludó; ella respondió y retomó su lectura: culta, moderna.  Él se puso de mal humor: era muy conservador. ¿Por qué respondía a su saludo? Ni siquiera le conocía...  Dudó. Ella bajó.  Se sintió divorciado: ¿y los niños con quién van a quedarse?  Las últimas palabras famosas"¿Hay algo que quieras decirnos antes de dejar el cuerpo y entrar en la tierra de los diez mil Budas?'.  El gurú se apoyó en un codo, el esfuerzo le hizo toser, Los sollozos parecieron flotar sobre el denso silencio, en la penumbra de la pequeña habitación. Hacía calor. Los tres discípulos principales estaban junto al maestro. Desde que se difundió la noticia, no había dejado de llegar gente: discípulos, supersticiosos, curiosos y desocupados. Estos últimos volvían a sus casas por la noche, los otros dormían fuera, temerosos de perderse el momento, ávidos de muerte.  "No quiero morir, tengo miedo".  Tosió por el esfuerzo y se dejó caer sobre los almohadones. Los discípulos intercambiaron una mirada de desconcierto; después miraron de nuevo a su Maestro.  "No ha muerto, seguro que tiene otras cosas que decir."  Así pensaban.  Una reunión de parejaLa niña, más que lamer el helado, se lo pasaba de la nariz a la barbilla. El chico esperaba en el parque, y como ella se estaba retrasando, encendió un cigarrillo y pensó: "Me despreocupo, es ella la que tiene que encontrarme".  El viejo, sentado en el banco. Intentó concentrarse en el periódico, pero se perdió en las volutas de humo.  El niño sintió un nudo en la garganta: alzó la mirada, pero era demasiado tarde: la había visto primero. Se sintió defraudado.

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  La mujer pensó: "Si me besa, a lo mejor tengo fríos los labios. No debería haberme tomado el helado, que encima engorda".  El hombre se levantó del banco molesto. El periódico cayó al suelo.  El silencio fue Intenso. Eran las dos únicas personas del parque. Se pusieron en camino.  A escenaEnsayó una vez más la ocurrencia, intentando conjugar la modestia de la mirada con el atrevimiento de las palabras. Tras muchas dudas, escogió, entre las sonrisas, una de esas que dicen y no dicen.  Se despeinó con maestría. El vestido se le pegaba al cuerpo, era sexy pero debía tener cuidado; tenía tendencia a engordar.  "¿Estás lista? Sólo tienes cinco minutos".  La voz le llegó amortiguada por la puerta cerrada. Se regaló una última sonrisa ante el espejo y salió. Cogió los libros y se fue al colegio.  El Cuento de las ArenasUn río, desde sus orígenes en lejanas montañas, después de pasar a través de toda clase y trazado de campiñas, al fin alcanzó las arenas del desierto. Del mismo modo que había sorteado todos los otros obstáculos, el río trató de atravesar este último, pero se dio cuenta de que sus aguas desaparecían en las arenas tan pronto llegaba a éstas.  Estaba convencido, no obstante, de que su destino era cruzar este desierto y sin embargo, no había manera. Entonces una recóndita voz, que venía desde el desierto mismo le susurró:  "El Viento cruza el desierto y así puede hacerlo el río"  El río objetó que se estaba estrellando contra las arenas y solamente conseguía ser absorbido, que el viento podía volar y ésa era la razón por la cual podía cruzar el desierto.  "Arrojándote con violencia como lo vienes haciendo no lograrás cruzarlo. Desaparecerás o te convertirás en un pantano. Debes permitir que el viento te lleve hacia tu destino"  -¿Pero cómo esto podrá suceder?  "Consintiendo en ser absorbido por el viento".  Esta idea no era aceptable para el río. Después de todo él nunca había sido absorbido antes. No quería perder su individualidad. "¿Y, una vez perdida ésta, cómo puede uno saber si podrá recuperarla alguna vez?" "El viento", dijeron las arenas, "cumple esa función. Eleva el agua, la transporta sobre el desierto y luego la deja caer. Cayendo como lluvia, el agua nuevamente se vuelve río"  -¿Cómo puedo saber que esto es verdad?  "Así es, y si tú no lo crees, no te volverás más que un pantano y aún eso tomaría muchos, pero muchos años; y un pantano, ciertamente no es la misma cosa que un río."  -¿Pero no puedo seguir siendo el mismo río que ahora soy?  "Tú no puedes en ningún caso permanecer así", continuó la voz. "Tu parte esencial es transportada y forma un río nuevamente. Eres llamado así, aún hoy, porque no sabes qué parte tuya es la esencial."  Cuando oyó esto, ciertos ecos comenzaron a resonar en los pensamientos del río. Vagamente, recordó un estado en el cual él, o una parte de él ¿cuál sería?, había sido transportado en los brazos del viento. También recordó --¿o le pareció?-- que eso era lo que realmente debía hacer, aún cuando no fuera lo más obvio. Y el río elevó sus vapores en los acogedores brazos del viento, que gentil y fácilmente lo llevó hacia arriba y a lo lejos, dejándolo caer suavemente tan pronto hubieron alcanzado la cima de una montaña, muchas pero muchas millas más lejos. Y porque había tenido sus dudas, el río pudo recordar y registrar más firmemente en su mente, los detalles de la experiencia. Reflexionó: "Sí, ahora conozco mi verdadera identidad". El río estaba aprendiendo pero las arenas susurraron: "Nosotras conocemos, porque vemos suceder esto día tras día, y porque nosotras las arenas, nos extendemos por todo el camino que va desde las orillas del río hasta la montaña"  Y es por eso que se dice que el camino en el cual el Río de la Vida ha de continuar su travesía está escrito en las Arenas.  Awad Afifi el Tunecino  La historia del cerrajeroHabía una vez un cerrajero al que acusaron injustamente de unos delitos y lo condenaron a vivir en una prisión oscura y profunda. Cuando llevaba allí algún tiempo, su mujer, que lo quería muchísimo se presentó al rey y le suplicó que le permitiera por lo menos llevarle una alfombra a su marido para que pudiera cumplir con sus postraciones cada día. El rey consideró justa esa petición y dio permiso a la mujer para llevarle una alfombra para la oración.  El prisionero agradeció la alfombra a su mujer y cada día hacía fielmente sus postraciones sobre ella. Pasado un tiempo el hombre escapó de la prisión y cuando le preguntaban cómo lo había conseguido, él explicaba que después de años de hacer sus postraciones y de orar para salir de la prisión, comenzó a ver lo que tenía justo bajo las narices. Un buen día vio que su mujer había tejido en la alfombra el dibujo de la cerradura que lo mantenía prisionero. Cuando se dio cuenta de esto y comprendió que ya tenía en su poder toda la información que necesitaba para escapar, comenzó a hacerse amigo de sus guardias. Y los convenció de que todos vivirían mucho mejor si lo ayudaban y escapaban juntos de la prisión. Ellos estuvieron de acuerdo, puesto que aunque eran guardias comprendían que también estaban prisioneros. También deseaban escapar pero no tenían los medios para hacerlo.

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  Así pues, el cerrajero y sus guardias decidieron el siguiente plan: ellos le llevarían piezas de metal y él haría cosas útiles con ellas para venderlas en el mercado. Juntos amasarían recursos para la huída y del trozo de metal más fuerte que pudieran adquirir el cerrajero haría una llave. Una noche, cuando ya estaba todo preparado, el cerrajero y sus guardias abrieron la cerradura de la puerta de la prisión y salieron al frescor de la noche, donde estaba su amada esposa esperándolo. Dejó en la prisión la alfombra para orar, para que cualquier otro prisionero que fuera lo suficientemente listo para interpretar el dibujo de la alfombra también pudiera escapar. Así se reunió con su mujer, sus ex-guardias se hicieron sus amigos y todos vivieron en armonía. El amor y la pericia prevalecieron.  Cuento tradicional sufí La prisiónEl mundo es una prisión y nosotros somos los prisioneros: ¡haz un boquete en el muro de la prisión y sal de ella!Jalal al-Din Rumi. (Masnavi I, 982).Imagínate a un hombre que tiene que rescatar a gente de cierta prisión. Se ha decidido que sólo hay un modo plausible de llevar esto a cabo.El libertador tiene que entrar en la prisión sin atraer la atención. Debe permanecer allí relativamente libre para actuar durante cierto período. La solución escogida es que entrará como convicto.  Por consiguiente, hace los preparativos, oportunos para que le capturen y le sentencien. Como otros que han caído víctimas de este sistema, se le envía a la prisión que es su meta.Cuando llega, sabe que se le ha despojado de cualquier posible dispositivo que le pudiese haber ayudado en una escapada. Todo lo que posee es su plan, su ingenio, su habilidad y su conocimiento. Por lo demás, tiene que arreglárselas con equipo improvisado, adquirido en la propia prisión.  El mayor problema es que los prisioneros sufren de psicosis carcelaria. Esto les hace pensar que su prisión es el mundo entero. Otra característica es el olvido de partes esenciales de su pasado. Por consiguiente, casi no poseen memoria alguna de la existencia, perfil y detalle del mundo exterior.  La historia de los compañeros de prisión de este hombre es una historia carcelaria. Sus vidas son vidas carcelarias. Piensan y actúan en base a ello.  Por ejemplo, en vez de acumular pan como provisión para la huida, lo moldean y hacen dominós con los cuales juegan. Saben que alguno de estos juegos son diversiones, pero otros los consideran reales. A las ratas, que podían entrenar como medio de comunicación con el exterior, las tratan como animales domésticos. Beben el líquido de limpieza que contiene alcohol, el cual les produce alucinaciones placenteras. Considerarían una triste pérdida, incluso un crimen, si alguien lo usase para drogar y dejar inconscientes a los guardianes, haciendo posible la huida.  El problema se agrava, ya que los desdichados han olvidado el significado de algunas de las palabras normales que hemos estado usando. Si les pides una definición para palabras tales como "provisiones", "viaje", "huida", obtendrías una lista de significaciones como "rancho carcelario", "caminar de un bloque de celdas a otro", y "evitar el castigo por parte de los guardianes".  "El mundo exterior" sonaría a sus oídos como una extraña contradicción: "Ya que éste es el mundo, este lugar donde vivimos -dirían-, ¿cómo puede haber otro fuera?".  El hombre que está trabajando en el plan de rescate, al principio, sólo puede actuar mediante analogía.  Hay pocos prisioneros que acepten sus analogías, ya que a ellos les parecen locos balbuceos. Cuando dice "necesitamos provisiones para nuestro viaje de huida al mundo exterior", por supuesto, a ellos les suena como el absurdo siguiente: "Necesitamos provisiones -alimentos para usar en la prisión- para nuestro viaje -trasladarnos de un bloque de celdas a otro- de huida -evitar el castigo de los guardianes- al mundo exterior -a la prisión exterior..."  Algunos de los prisioneros de mente más seria puede que digan que quieren entender el significado de sus palabras, pero ya han olvidado el lenguaje del mundo exterior.Cuando este hombre muere, algunos de los prisioneros hacen de sus palabras y actos un culto carcelario. Lo utilizan para consolarse a sí mismos y para encontrar argumentos contra el siguiente libertador que se las ingenie para llegar hasta ellos.  Sin embargo, una minoría, de vez en cuando, escapa.  Saber Sentir el Sabor"Saber" y "sabor" tienen una íntima relación entre los dos.Érase una vez, en un pequeño poblado perdido entre las montañas, que vivían en una aldea recogida y alegre, un grupo de seres humanos. Hacían lo que suelen hacer la mayoría de estos seres: dormir, trabajar, comer, jugar y dormir. Pero he aquí que un día uno de ellos, por extraños motivos que nos llevarían a otras historias, decidió marchar de ese pueblo. Reunió a todos lo seres del pueblo y les manifestó su intención de salir más allá de las montañas para conocer lo que se "cocía" en otros lugares.  - ¿Para qué?- le preguntaron sus amigos.  - Porque quiero saber- les respondió.  Nuestro amigo, al que desde ahora llamaremos Sixto, se dirigió al norte, porque desde antiguo al pueblo habían llegado noticias, que allí era dónde existía más saber.  Pasó un tiempo sin noticias de Sixto, hasta que un buen día apareció en lontananza. Hubo gran alegría en el poblado, todos le rodeaban, le preguntaban, pero él venía cansado del viaje y pidió que le dejasen descansar. Al día siguiente, a la puerta de su casa, todo el mundo estaba reunido esperando que él apareciera.

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  Cuando lo hizo, todos prorrumpieron en aplausos y aclamándole le pedían que compartiera con ellos su saber.  - Bueno, veréis, lo único que he aprendido no puedo compartirlo con vosotros. !Oh! Que desilusión entre los seres del poblado.-¿Por qué?- se atrevió a preguntar un niño (todos sabemos que los niños son muy atrevidos)  - Porque lo que he aprendido es a distinguir el sabor de las cosas.  Un murmullo de perplejidad se adueñó del pueblo.  - Veréis, amigos. Cuando llegué al norte, me sentí perdido. Había mucha gente, ciudades enormes, y en ese estado me encontraba cuando vi en un cartel que se daban cursos de cocina rápida. Como el hambre me acuciaba pensé que no vendría nada mal llenar el estómago con algo y de paso aprender a cocinar comidas diferentes. Entré pero, ¿sabéis?, el curso no era para aprender a cocinar, no. Era para aprender a saborear la comida.  -¡Oh!- murmuraron los del pueblo- Y eso ¿cómo se aprende?  -¡Ah! Amigos míos es bastante complicado de explicar con palabras -dijo Sixto- los profesores se limitaban a dibujar esquemas y diagramas en la pizarra, y nos decían: "Tenéis que sentir el sabor de ésta posición del esquema". Otro incidía: "No hay que dar vueltas buscando el mejor sabor. Sabor solo hay uno, y es aquel que no tiene sabor, porque en él están todos los sabores".  Y nos ponía el ejemplo de la luz blanca que se descompone en diferentes colores cuando pasa por un prisma. "El lugar -decía el jefe de cocina- donde hay y no hay luz blanca es el sabor sin sabor".  El pueblo entero estaba maravillado de esta explicación.  - Por favor, dibújanos esos esquemas. Nosotros queremos experimentar ese sabor sin sabor.  Sixto los miró con conmiseración, y quedamente les dijo:  - Amigos míos, esto es lo que me enseñaron en aquella ciudad, pero de regreso al pueblo me he dado cuenta, a través de procesos que si os lo contara a alguno de vosotros se volvería más confundido, digo que me he dado cuenta que todo eso no sirve para nada.  - ¡¿Qué?!- preguntó asombrado el pueblo.  - Os lo explicaré. La clave está en dos palabras: "sentir" y sabor". Vosotros queréis saber a que sabe el sabor sin sabor. ¿Es cierto?  - ¡Sí!  - Y yo os digo que lo importante es sentir ese sabor.  - ¡Ah!- los seres del poblado se miraron unos a otros.  Un niño, el mismo de antes, que por lo visto era un poco pesado con sus preguntas, dijo:  - Sixto, Sixto...  - Sí, niño, dime.  - ¿Podrías decirme, entonces, por qué esos señores que hablaban mediante gráficos del sabor sin sabor dan esas clases?¿Por qué utilizan esquemas si no son importantes?¿Por qué malgastan su tiempo y su energía en dar un arte objetivo a la subjetividad de la gente? ¿Por qué...?  - ¡Niño, calla! -gritó Sixto- Tú no puedes saberlo porque no has estado dónde yo he estado, ni has visto lo que yo he visto. Esas personas que dibujaban el sabor, sabían lo que estaban haciendo, lo transmitían de una manera especial, de tal forma que se introducía poco a poco en el organismo y ha sido ahora, al llegar al pueblo, cuando me he dado cuenta de que es lo realmente importante.  - ¡Dínoslo, Sixto, dínoslo! - gritó todo el pueblo.  - Hay que sentir el sabor, ya os lo he dicho.  - ¿Y cómo sabemos que es lo que sentimos si no tenemos un espejo en el cual mirarnos?, preguntó el mismo niño de antes.  Sixto miró con dulzura al niño y le dijo:  Niño, ¡eres un pesado insolente!- sonrió y desapareció en su casa para darse un baño".  Nómadas del viento © Mark Karstad  Érase una vez un desierto. Un desierto de arenas cambiantes. Dunas rojas por el sol y el calor asfixiante. Un océano de arena que a primera vista parecería muerto, pero que ante unos ojos expertos rebosaba vida.  Esta es la historia de una caravana que nunca llegó a su destino.  Todo empezó un día...  Los camellos se asustaron. Abrieron las aletas de sus narices, nerviosos y atentos. El hombre cubierto por completo, solo dejaba vislumbrar una pequeña rendija para poder observar a su alrededor.  El jinete y su montura llegaron al límite de la duna y en el fondo de la siguiente se hallaba la causa de su nerviosismo. Un grupo de gente caminaba acompañada de sus camellos y enseres.  Dictan las normas de cortesía que al encontrarse en el desierto el saludo debe de ir acompañado de hospitalidad. Allí mismo plantaron las tiendas ya que la noche se le echaba encima. Era raro no encontrarse con alguien, ya que los caminos, aunque no marcados por nada ni por nadie, existían. Como sí una memoria ancestral guiara a las caravanas hacia su destino.  Así fue ocurriendo durante varios días y se iban acercando hacia el oasis, punto final de su recorrido.

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  A través de muchos años, se habían establecido alianzas y compromisos en el uso del agua y del fruto de las palmeras del oasis. Pero aún así existía en ese lugar un venerable anciano al que todos recurrían cuando surgía algún problema. O para oír de su experiencia en algo que se desconocía.  Llegó un día en el cual el anciano reunió a todos los viajeros de las arenas. Era de noche y sólo el techo lleno de estrellas les cobijaba.Les convocó para contarles un secreto, solo por él conocido. Todos respetaban al anciano pues les había dado muchas muestras de sus acertados consejos a lo largo de los muchos años que le conocían.  Les habló así:  - Queridos hijos, hermanos. Os he visto crecer y os he seguido aún en los sitios en los que creíais que ya no me alcanzaba la vista. Así que creo saber como sois realmente. Estáis viniendo a este lugar para dar de beber a vuestros animales y habéis tomado este oasis como punto final de vuestro viaje. Pero no es así.  Un murmullo de sorpresa se extendió entre los presentes. Alguno pensaron que el viejo desvariaba.  - Os digo que más allá de estas dunas que nos protegen. Más allá del Desierto Negro, existe un oasis donde el agua fluye desde el cielo...  - ¿Cómo sabes eso, anciano?  - Lo sé porque yo nací allí. No debéis conformaros con este agua, porque aunque vosotros la veáis limpia y pura, y os quite la sed, os aseguro que la del Nacimiento es incomparable.  La mayoría de los que estaban oyéndole empezaron a retirarse pensando que era tarde, que para qué ir tan lejos si ya estaba allí el agua, para que arriesgarse... Encontraron mil excusas.  Quedaron solo unos pocos asombrados por lo que oían.  El anciano les miró y dijo:  - Entre vosotros algunos han reconocido el lugar del que hablo, otros os quedáis por curiosidad y otros porque se quedan los demás. Sed honestos con vosotros mismos y quedaos sólo si sentís la llamada. El viaje será peligroso y a la vez fascinante. Aprenderéis muchas cosas y tendréis que renunciar a muchas más. Pero la recompensa que obtendréis superara todas vuestras expectativas. Mañana por la mañana iniciaremos el viaje.  - ¿Cómo, tú también vienes?  - Naturalmente, ¿es qué acaso alguno de vosotros sabe llegar al lugar del cuál os hablo?.  Al día siguiente, cuando el sol despuntaba sobre las dunas, los que iban a iniciar el viaje, recogieron todas sus pertenencias dispuestos a continuar por el Desierto Negro, así llamado porque el sol había requemado el suelo de tal manera que parecía carbón.  Al cabo de poco tiempo comenzaron a formarse grupos de personas que hablaban entre ellas. El anciano les observaba y comprendía. Entre ellos hablaban de si era correcto dejar el mando de la caravana a alguien tan anciano, e incluso alguien empezó a comentar en voz alta su inseguridad ante el viaje iniciado.  Todo ese día siguió igual y al llegar la noche el anciano les hizo parar y convocó una reunión.  - Escuchad. Aquellos de vosotros que estáis aquí por curiosidad, aún estáis a tiempo de volveros atrás, conocéis el camino de vuelta. Los que os quedáis porque siempre habéis estado siguiendo a otro, os digo lo mismo, ya que a partir de mañana aunque vayamos juntos cada uno debe de velar por sí mismo. Debe de confiar en la huella del camello que lleva delante. Procurad no dormiros, ya sabéis que la muerte aguarda en el sueño.  Y vosotros, aquellos que tenéis constancia de la verdad. Continuad en vuestra creencia. Yo os conduciré al final. Mi compromiso con vosotros es tanto o más que el vuestro conmigo.  Acto seguido, algunos de entre todos ellos dijeron que se marchaban. Preferían seguir como antes, que no veían seguro el resultado del viaje...  Pasaron varios días, y en su recorrido del desierto sucedió que se encontraron viajeros que se unieron a su caravana y algunos de la caravana que la dejaban por diversas razones.  Pero el tiempo pasaba, y ni todos los curiosos, ni todos los acompañantes se habían marchado. Resultaba que en sus corazones no anidaba el anhelo de la verdad, sólo el ver que era aquello de lo que se hablaba y los otros, en su cobardía, no querían aceptar que estaban allí sin desear estar.  De nuevo, por la noche, el anciano los reunió:  - Sé que entre vosotros anida la duda del viajero. Empezáis a pensar en lo que habéis dejado atrás. Tenéis miedo a lo desconocido que hay más adelante. Solo os pido que confiéis en mí. Estáis aquí por libre voluntad, y si conseguimos estar más juntos, lo que empezó como una reunión de gentes dispersas conseguiremos transformarlo en un autentico pueblo. No desesperéis. No queráis ver ya el oasis de la Fuente, aún queda mucho camino. No prestéis vuestros oídos a todos aquellos que llamándose vuestros amigos quieren apartaros del camino que lleváis en el corazón.  Siguieron pasando los días. Los puntos de desunión y unión se iban cada ensanchando vez más. Se llegó a plantear en una reunión, en la que no estaba presente el anciano, el continuar el camino por otro lugar menos agreste y que fuera más gratificante. Alguno entre ellos les dijo que él había oído hablar que parecía ser había otras caravanas surcando el mismo desierto, que si se unían a ellas todo iría mejor, y más cosas...  El anciano conocía todas estas cosas y su corazón se entristecía. Él les había abierto las puertas del conocimiento, del conocerse a sí mismo, y ellos mismo le planteaban que estaba equivocado. ¿Cómo podía estarlo si él era quien había hecho la ruta que ahora ellos pretendían conocer mejor que él?

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  El clima de los viajeros llegó a tal extremo que uno de los que no eran corrió el rumor de que el anciano estaba perdiendo el juicio, que ya no podía seguir guiándolos porque lo que hacía no estaba bien, que él sabía que las cosas no eran de la manera tal como el anciano lo contaba. De nuevo la duda anidó en los corazones de los viajeros. Pero lo que más le dolía al anciano era que nadie de entre todos ellos se dirigiera a él para preguntarle nada, sino que daban crédito a alguien que ni siquiera había hecho esa ruta con anterioridad. Pero el anciano les dejó hacer. Si estaban con él voluntariamente él no era nadie para obligarles a hacer algo que no querían.  Aún así los convocó a una última reunión: Y dijo:  - Cuando iniciamos este viaje, todos vosotros vinisteis voluntariamente. A nadie obligué. Os conté el lugar de la Fuente, el lugar donde yo nací. Y vosotros aceptasteis venir. Os avisé que era un viaje largo y duro. Y sin embargo, ahora, habláis de otros lugares, de otras rutas. No os puedo detener. Os dije que había tres grupos entre vosotros. Vosotros habéis elegido a que grupo queréis pertenecer. Sólo una cosa más. Yo he de continuar mi viaje, y lo haré aunque continúe en solitario. El desierto es ancho y lo recorren innumerables sendas. Esta es la mía y el que quiera caminar por ella debe hacerlo de acuerdo a las reglas establecidas para este camino.  Los miró uno a uno, con gravedad y una extraña sensación se apoderó de los corazones de los viajeros. Se miraron entre ellos y cuando volvieron su vista hacia donde había estado el anciano, no había nadie.  Un revuelo recorrió a todos. ¿Qué hacían? ¿Hacia dónde dirigirse? Ahora, incluso aquellos que hablaban, que decían saber otros caminos, callaban. Solo unos pocos se levantaron de la arena y mirando a las estrellas continuaron caminando.  Dicen los narradores de historias que esta es una historia inacabada. Que la tribu de los que se levantaron aún sigue caminando aunque sin saber hacia donde dirigirse, sólo recuerdan que un día el anciano mencionó La Estrella y ellos ya no buscan la Fuente, si no ese punto de luz que los alumbre en su caminar a ningún lugar.  ¡Ah! Se me olvidaba. ¿Sabéis el nombre por el que eran conocidos?  La Mecha© thesaint  Un hombre oyó una noche que alguien andaba por su casa. Se levantó y, para tener luz, intentó sacar chispas del pedernal para encender su mechero. Pero el ladrón causante del ruido, vino a colocarse ante él y, cada vez que una chispa tocaba la mecha, la apagaba discretamente con el dedo. Y el hombre, creyendo que la mecha estaba mojada, no logró ver al ladrón.  También en tu corazón hay alguien que apaga el fuego, pero tú no lo ves.  Rumi.La Hermosa Sirvienta © dinny  Erase una vez un sultán, dueño de la fe y del mundo. Habiendo salido de caza, se alejó de su palacio y, en su camino, se cruzó con una joven esclava. En un instante él mismo se convirtió en esclavo. Compró a aquella sirvienta y la condujo a su palacio para decorar su dormitorio con aquella belleza. Pero, enseguida, la sirvienta cayó enferma.  ¡Siempre pasa lo mismo! Se encuentra la cántara, pero no hay agua. Y cuando se encuentra agua, ¡la cántara está rota! Cuando se encuentra un asno, es imposible encontrar una silla. Cuando por fin se encuentra la silla, el asno ha sido devorado por el lobo.  El sultán reunió a todos los médicos y les dijo:  Estoy triste, sólo ella podrá poner remedio a mi pena. Aquel de vosotros que logre curar al alma de mi alma, podrá participar de mis tesoros.  Los médicos le respondieron:  Te prometemos hacer lo necesario. Cada uno de nosotros es como el Mesías de este mundo. Conocemos el bálsamo que conviene a las heridas del corazón.  Al decir esto, los médicos habían menospreciado la voluntad divina. Pues olvidar decir “¡Insh Allah!” hace al hombre impotente. Los médicos ensayaron numerosas terapias, pero ninguna fue eficaz. La hermosa sirvienta se desmejoraba cada día un poco más y las lágrimas del sultán se transformaban en arroyo.  Todos los remedios ensayados daban el resultado inverso del efecto provisto. El sultán, al comprobar la impotencia de sus médicos, se trasladó a la mezquita. Se prosternó ante el Mihrab e inundó el suelo con sus lágrimas. Dio gracias a Dios y le dijo:  “Tú has atendido siempre a mis necesidades y yo he cometido el error de dirigirme a alguien distinto a ti. ¡Perdóname!”  Esta sincera plegaria hizo desbordarse el océano de los favores divinos, y el sultán, con los ojos llenos de lágrimas, cayó en un profundo sueño. En su sueño, vio a un anciano que le decía:  “¡Oh, sultán! ¡Tus ruegos han sido escuchados! Mañana recibirás la visita de un extranjero. Es un hombre justo y digno de confianza. Es también un buen médico. Hay sabiduría en sus remedios y su sabiduría procede del poder de Dios”.  Al despertar, el sultán se sintió colmado de alegría y se instaló en su ventana para esperar el momento en el que se realizaría su sueño. Pronto vio llegar a un hombre deslumbrante como el sol en la sombra.  Era, desde luego, el rostro con el que había soñado. Acogió al extranjero como a un visir y dos océanos de amor se reunieron. El anfitrión y su huésped se hicieron amigos y el sultán dijo:  “Mi verdadera amada eras tú y no esta sirvienta. En este bajo mundo, hay que acometer una empresa para que se realice otra. ¡Soy tu servidor”. Se abrazaron y el sultán añadió:

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  “¡La belleza de tu rostro es una respuesta a cualquier pregunta!”.  Mientras le contaba su historia, acompañó al sabio anciano junto a la sirvienta enferma. El anciano observó su tez, le tomó el pulso y descubrió todos los síntomas de la enfermedad. Después, dijo:  “Los médicos que te han cuidado no han hecho sino agravar tu estado, pues no han estudiado tu corazón”. No tardó en descubrir la causa de la enfermedad, pero no dijo una palabra de ella. Los males del corazón son tan evidentes como los de la vesícula. Cuando la leña arde, se percibe. Y nuestro médico comprendió rápidamente que no era el cuerpo de la sirvienta el afectado, sino su corazón.  Pero, cualquiera que sea el medio por el cual se intenta describir el estado de un enamorado, se encuentra uno tan desprovisto de palabras como si fuera mudo ¡Sí! Nuestra lengua es muy hábil en hacer comentarios, pero el amor sin comentarios es aún más hermoso. En su ambición por describir el amor, la razón se encuentra como un asno tendido cuan largo es sobre el lodo. Pues el testigo del sol es el mismo sol.  El sabio anciano pidió al sultán que hiciera salir a todos los ocupantes del palacio, extraños o amigos.  “Quiero, dijo, que nadie pueda escuchar a las puertas, pues tengo unas preguntas que hacer a la enferma”.  La sirvienta y el anciano se quedaron, pues, solos en el palacio del sultán. El anciano empezó entonces a interrogarla con mucha dulzura:  “¿De dónde vienes? Tú no debes ignorar que cada región tiene métodos curativos propios. ¿Te quedan parientes en tu país? ¿Vecinos? ¿Gente a la que amas?”.  Y, mientras le hacía preguntas sobre su pasado, seguía tomándole el pulso.  Si alguien se ha clavado una espina en el pie, lo apoya en su rodilla e intenta sacársela por todos los medios. Si una espina en el pie causa tanto sufrimiento, ¡qué decir de una espina en el corazón! Si llega a clavarse una espina bajo la cola de un asno, éste se pone a rebuznar creyendo que sus voces van a quitarle la espina, cuando lo que hace falta es un hombre inteligente que lo alivie.  Así nuestro competente médico prestaba gran atención al pulso de la enferma en cada una de las preguntas que le hacía. Le preguntó cuáles eran las personas con quienes vivía y comía. El pulso permanecía invariable hasta el momento en que mencionó la ciudad de Samarkanda. Comprobó una repentina aceleración. Las mejillas de la enferma, que hasta entonces eran muy pálidas, empezaron a ruborizarse. La sirvienta le reveló entonces que la causa de sus tormentos era un joyero de Samarkanda que vivía en su barrio cuando ella había estado en aquella ciudad.  El médico le dijo entonces:  “No te inquietes más, he comprendido la razón de tu enfermedad y tengo lo que necesitas para curarte. ¡Que tu corazón enfermo recobre la alegría! Pero no reveles a nadie tu secreto, ni siquiera al sultán”.  Después fue a reunirse con el sultán, le expuso la situación y le dijo:  “Es preciso que hagamos venir a esa persona, que la invites personalmente. No hay duda de que estará encantado con tal invitación, sobre todo si le envías como regalo unos vestidos adornados con oro y plata”.  El sultán se apresuró a enviar a algunos de sus servidores como mensajeros ante el joyero de Samarkanda. Cuando llegaron a su destino, fueron a ver al joyero y le dijeron:  “¡Oh, hombre de talento! ¡Tu nombre es célebre en todas partes! Y nuestro sultán desea confiarte el puesto de joyero de su palacio. Te envía unos vestidos, oro y plata. Si vienes, serás su protegido”.  A la vista de los presentes que se le hacían, el joyero, sin sombra de duda, tomó el camino del palacio con el corazón henchido de gozo. Dejó su país, abandonando a sus hijos, y a su familia, soñando con riquezas. Pero el ángel de la muerte le decía al oído:  “¡Vaya! ¿Crees acaso poder llevarte al más allá aquello con los que sueñas?”.  A su llegada, el joyero fue presentado al sultán. Este lo honró mucho y le confió la custodia de todos sus tesoros. El anciano médico pidió entonces al sultán que uniera al joyero con la hermosa sirvienta para que el fuego de su nostalgia se apagase por el agua de la unión.  Durante seis meses, el joyero y la hermosa sirvienta vivieron en placer y en el gozo. La enferma sanaba y se volvía cada vez más hermosa.  Un día, el médico preparó una cocción para que el joyero enfermase. Y, bajo el efecto de su enfermedad, este último perdió toda su belleza. Sus mejillas palidecieron y el corazón de la hermosa sirvienta se enfrió en su relación con él. Su amor por él disminuyó así hasta desaparecer completamente.  Cuando el amor depende de los colores o de los perfumes, no es amor, es una vergüenza. Sus más hermosas plumas, para el pavo real, son enemigas. El zorro que va desprevenido pierde la vida a causa de su cola. El elefante pierde la suya por un poco de marfil.  El joyero decía:“Un cazador ha hecho correr mi sangre, como si yo fuese una gacela y él quisiera apoderarse de mi almizcle. Que el que ha hecho eso no crea que no me vengaré”.  Rindió el alma y la sirvienta quedó libre de los tormentos del amor. Pero el amor a lo efímero no es amor.  Mawlana Yalal al-Din Rumi 150 Cuentos Sufíes extraídos del Matnawi Ed. Paidos Orientalia  ---------------- Comentario del Murshid Nawab en el retiro de Bogota, Marzo de 2001------------------  El doctor tenía cierta poción alquímica y puso un poco en la comida de la mujer joven. Y bajo el efecto de la poción ella vio a su amado esposo como el se vería setenta años después. Por supuesto quedó impresionada, entonces preguntó, "¿Qué pasa, dónde está mi marido?", y él dijo, "Pero si estoy aquí amor, bésame". Ella estaba horrorizada de besarlo.

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  Después de un tiempo, el efecto de la poción desapareció, pero ella comenzó a pensar más profundamente en la situación y comprendió que a pesar de todas las circunstancias, el rey siempre la había amado y que inclusive el rey había sacrificado su felicidad por la de ella. Y así, ella entendió que ella le debía mucho más a él de lo que él le había dado. Bueno... , cómo salió ella de la situación, la historia no lo cuenta.  Y realmente esta es la película del alma, el apego al mundo y el amor de la Divina Presencia. La joven mujer representa nuestra alma, que es amada por el rey, el Divino Rey, que sólo quiere darnos todo lo que necesitamos. Entonces nos intoxicamos con nuestra vida en la tierra, que está representada por el amor de la mujer hacia el orfebre. Pero si con la ayuda del alquimista, reconocemos la visión futura del orfebre, esto nos ayuda a reconocer la verdadera situación, que es lo que los sufis llaman morir antes de la muerte. Cuando el alma ve el destino que le espera al cuerpo, ese amor temporal cambia"  Los Isleños*El hombre vulgar se arrepiente de sus pecados:el elegido lamenta la futilidad de los mismos.  (Dhu'l-Nun Misri)  Casi no existen fábulas que no contengan un algo de verdad. Y con frecuencia permiten a las personas asimilar ideas que sus patrones habituales de pensamiento les impedirían digerir. En consecuencia las fábulas se han venido utilizando, y de manera especial por los sufis, para presentarnos una imagen de la vida más en armonía con sus propias percepciones que si se utilizasen ejercicios intelectuales.  Presento aquí una fábula sufi que trata de la situación humana, aunque resumiéndola y adaptándola, como siempre debe hacerse, adecuada para la época en la que se presenta. Los autores sufis consideran que las simples fábulas «para divertirse» son una forma de arte degenerada e inferior.  Hace mucho tiempo existió cierta tierra lejana, habitada por una comunidad perfecta. Sus componentes no sentían temores como los que nosotros padecemos. Y en vez de incertidumbres y titubeos obraban con propósitos bien definidos y tenían una manera más plena de expresarse. No sufrían las violencias y tensiones que la humanidad actual considera esenciales para su progreso, pero sus vidas eran más completas porque otros elementos de calidad superior sustituían a aquéllos. Su modo de vivir era, pues, algo distinto al nuestro. E incluso podríamos afirmar que nuestras percepciones actuales no son más que un reflejo tosco y lejano de las verdaderas percepciones que dicha comunidad poseía.  Aquellas gentes vivían existencias reales, no semi-existencias.Vamos a llamarles el pueblo de El Ar.  Tenían un guía, que descubrió que su país se haría inhabitable por un período de veinte mil años. Planeó el éxodo de su pueblo, siendo consciente de que sus descendientes podrían volver al mismo después de haber sufrido numerosas y difíciles pruebas.  Encontró para ellos un lugar de refugio, una isla con características remotamente similares a la de su patria de origen; pero a causa de la diferencia de clima y situación, los inmigrantes deberían sufrir ciertas transformaciones, que les permitieran adaptarse, física y mentalmente, a las nuevas circunstancias. Por ejemplo, las percepciones de carácter sutil fueron sustituidas por otras más toscas, como cuando la mano del labriego se endurece a consecuencia de las necesidades de su tarea.  Con el fin de atenuar el dolor que pudiera producirles toda comparación entre su antiguo estado y el actual, se les hizo olvidar el pasado casi por completo, no quedando de él más que una tenue reminiscencia capaz de reactivarse cuando llegara el momento.  Dicho sistema resultaba complejo pero estaba perfectamente concebido. Los órganos que permitieron a aquellas gentes sobrevivir en la isla tuvieron también la facultad de proporcionarles el goce físico y mental. Los órganos que eran realmente constructivos en el antiguo hogar quedaron en un estado latente, unidos a la tenue memoria, listos para ser reactivados a su debido tiempo.  Los inmigrantes fueron adaptándose lenta y penosamente a sus nuevas condiciones de vida. Los recursos de la isla eran tales que, dados un esfuerzo común y ciertas formas de dirección y guía, la gente sería capaz de escapar a otra isla, en el camino de regreso a su hogar original. Ésta era la primera en una sucesión de islas donde tendría lugar una aclimatación gradual.  La responsabilidad de dicha «evolución» recayó en aquellos individuos que podían mantenerla. Estos habrían de ser naturalmente pocos, ya que a la masa del pueblo le resultaba virtualmente imposible mantener vivos en su conciencia dos conocimientos conflictivos entre sí. La «ciencia especial» fue conservada por algunos expertos.  Dicho «secreto» o método de efectuar la transición se basaba en el dominio de las artes marítimas y en su aplicación práctica. Para escapar de la isla se necesitaba un instructor, materias primas, individuos, esfuerzo y conocimiento. Con estos elementos la gente aprendería a nadar y a construir navíos.  Quienes originalmente estaban a cargo de organizar las operaciones de escape expresaron de manera muy clara que para aprender a nadar o tomar parte en la construcción de buques se necesitaba una preparación previa, y así se vino haciendo satisfactoriamente durante algún tiempo.

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  Pero de pronto, un hombre en quien se descubrió que de momento carecía de las cualidades necesarias, se rebeló contra todo aquello y se las arregló para desarrollar una idea clave. Él había observado que el esfuerzo de escapar suponía una pesada y a menudo indeseable carga para la gente. Al mismo tiempo, muchos estaban dispuestos a creer cuanto se les dijera respecto de la operación de escape. El se dio cuenta de que, explotando estas dos circunstancias, podía adquirir poder, y también vengarse de quienes -creía él- le habían menospreciado.  Libraría a la gente de su carga asegurándoles sencillamente que la carga no existía.Divulgó esta proclama:  «No es necesario que el hombre integre y adiestre su mente del modo que se os ha descrito. La mente humana es ya un elemento estable y consistente. Se os ha dicho que necesitáis convertiros en artesanos para construir un navío. Pues yo os aseguro que no sólo no necesitáis ser artesanos, ¡ni siquiera necesitáis un navío! Para sobrevivir y quedar integrados en una sociedad, los isleños sólo tenemos que observar algunas reglas muy simples. Practicando el sentido común, cualidad innata en todos, lograremos cuanto se quiera en esta isla, nuestro hogar, propiedad y herencia de todos nosotros!».  El charlatán, tras haber despertado el interés del pueblo, concluyó «demostrando» su mensaje:  «Si el nadar y los barcos son una realidad, mostradnos buques que hayan efectuado la travesía y nadadores que hayan regresado».  Aquellas palabras eran un desafío para los instructores, que éstos no podían contrarrestar al estar basado en un supuesto cuya falacia ahora no podía ver la embotada muchedumbre. Porque, en efecto, los barcos no regresaban de la otra tierra y, en cuanto a los nadadores, cuando volvían habían sufrido una transformación que los hacía invisibles para el resto.  La muchedumbre insistió en que se les diera una explicación válida.  En un intento por dialogar con los revoltosos se les dijo:  «Construir buques es un arte y un oficio. El aprendizaje y el ejercicio de esta ciencia depende de técnicas especiales. Este conjunto forma una actividad completa que no podemos desmenuzar como solicitáis. En ella figura cierto elemento impalpable llamado baraka, del que se deriva la palabra "barca" o navío. Significa "sutileza" y no se os puede mostrar».   «¡Arte, oficio, conjunto, baraka... tontadas!», gritaron los sublevados.  Así que ahorcaron a cuantos artesanos constructores de barcos pudieron encontrar.  El nuevo evangelio fue recibido por todos como un signo de liberación. ¡El hombre acababa de descubrir su propia madurez! Sentían, al menos momentáneamente, que habían sido liberados de responsabilidad.  Muchos otros modos de pensar pronto fueron barridos por la simplicidad y comodidad del concepto revolucionario. Pronto se consideró un factor básico que nunca había sido desafiado por ningún ser racional. Racional, por supuesto, quería decir cualquiera que armonizase con la propia teoría general sobre la cual descansaba ahora la sociedad.   Se tacharon de irracionales las ideas opuestas a la nueva ideología. Cualquier cosa irracional era mala. A partir de ahí, el individuo tenía que suprimir cualquier duda o dirigirla en otra dirección, ya que precisaba mostrarse racional a toda costa.   No era muy difícil ser racional, bastaba con adherirse a los valores establecidos. Por otra parte abundaban las pruebas de la veracidad de dicho raciocinio, siempre y cuando no se proyectara sobre algo situado fuera de la vida en la isla.   La sociedad se había equilibrado temporalmente dentro de la isla, y parecía proporcionar una convincente plenitud, al menos desde su propio punto de vista. Estaba basada sobre la razón más la emoción, ambas aparentemente plausibles. Se permitían, por ejemplo, el canibalismo sobre una base racional. Considerando que el cuerpo humano es comestible y que lo comestible es alimento, el cuerpo humano es, pues, alimento. Con el fin de compensar la poca consistencia de dicho razonamiento se hacía una componenda. El canibalismo quedaría controlado en interés de la sociedad. El compromiso era la característica del equilibrio temporal. De vez en cuando alguien señalaba un nuevo compromiso, y la lucha entre razón, ambición y comunidad producía algunas normas sociales nuevas.  Ya que el arte de construir barcos no tenía una aplicación clara dentro de esta sociedad, el esfuerzo fácilmente podía considerarse absurdo. No se necesitaban barcos ya que no existía lugar adonde dirigirse. Las consecuencias de ciertas suposiciones pueden presentarse de modo que «demuestren» esas suposiciones. A esto se le denomina pseudocertidumbre, sustitutivo de la verdadera certeza. Es lo que realizamos a diario cuando asumimos que viviremos otro día. Pero nuestros isleños lo aplicaban a todo.  Dos artículos en la gran Enciclopedia Universal de la Isla, nos muestra como funcionaba el proceso. Destilando su sabiduría de la única fuente de nutrición mental de la que disponían, los sabios de la isla produjeron -sin duda sinceramente- esta clase de verdades:  Se ha demostrado científicamente que esto es un absurdo, no se conocen materiales impermeables al agua en la Isla con los cuales se pueda construir tal "barco", dejando a un lado la cuestión de si hay un destino más allá de la Isla. Predicar la "construcción de 'barcos" es un delito grave según la Ley xvii del Código Penal, subsección J, Protección de los Crédulos. La OBSESION CON LA CONSTRUCCION DE BARCOS es una forma aguda de escapismo mental, síntoma de inadaptabilidad. Todos los ciudadanos tienen la obligación constitucional de denunciar a las autoridades sanitarias si sospechan de la existencia de tan trágica condición en cualquier individuo.  Véase: Natación; Aberraciones mentales; Delitos (serios).  Bibliografía: Smith, J.; Por qué no se pueden construir "barcos". Universidad Insular, Monografía n.' 1 1 5 1.  NATACION: Desagradable. Supuesto método para impulsar el cuerpo a través del agua sin ahogarse, generalmente con el propósito de "alcanzar un lugar fuera de la Isla". El "aprendiz" de esta desagradable actividad tenía que someterse a un ritual grotesco. En la primera lección se postraba en el suelo, moviendo brazos y piernas según le ordenaba un "instructor". La totalidad del concepto se basa en el deseo de los así llamados "instructores" de dominar a los crédulos en tiempos de barbarie. Más recientemente el culto ha tomado la forma de manía epidémica.  Véase: Barco; Herejías; Pseudoartes.

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  Bibliografía: Brown, W. La Gran Locura de la "Natación ", 7 vols. Instituto de Lucidez Social.  Las palabras «deplorable» y «desagradable» se usaban en la isla para indicar todo aquello que fuera contrario al nuevo evangelio, conocido bajo el nombre de «Complacer». La idea implícita era que la gente se sentiría complacida, dentro de la necesidad general de complacer al Estado. El Estado representaba a todo el pueblo.  No es sorprendente, pues, que desde tiempos muy remotos la sola idea de abandonar la isla llenara de terror a la mayoría de la gente. De modo similar, los prisioneros que han pasado largos años en cautividad sienten auténtico temor cuando van a ser liberados; para ellos el «exterior» es un mundo incierto, desconocido y peligroso.  La isla no era una cárcel, pero era una jaula con barrotes invisibles más efectivos que los verdaderos.  La sociedad insular se volvió cada vez más compleja. Observaremos sólo algunas de sus características más destacadas. Su literatura era rica, y además de obras culturales había numerosos libros que explicaban las cualidades y logros de la nación. Existía también un sistema de ficción alegórico, que describía lo terrible que hubiera sido la vida, si la sociedad no se hubiera organizado de aquella forma existente y tranquilizadora.  De vez en cuando los instructores trataban de ayudar al conjunto de la comunidad para que escapara. Los capitanes se sacrificaban con el fin de restablecer un clima en el que los constructores de barcos, ahora en la clandestinidad, pudieran continuar su labor. Historiadores y sociólogos interpretaban tales esfuerzos con referencia a las condiciones en la isla, sin considerar contacto alguno con el exterior de esta sociedad cerrada. Era fácil ofrecer explicaciones verosímiles de casi todo, sin que ello implicara ningún principio de ética, ya que los eruditos continuaban estudiando con auténtica dedicación lo que parecía ser la verdad.  «¿Qué más podemos hacer?», se preguntaban, implicando con la palabra «más» que la alternativa podría ser un esfuerzo cuantitativo. O se preguntaban unos a otros «¿Qué otra cosa podemos hacer?», asumiendo que la respuesta se encontraba en «otra» cosa, algo diferente. El verdadero problema era que ellos se creían capaces de formular las preguntas, pero ignoraban que las preguntas son tan importantes como las respuestas.  Por supuesto los isleños disponían de un amplio campo para el pensamiento y la acción dentro de su pequeño dominio. La diversidad de ideas y las diferencias de opinión les daban la impresión de libertad de pensamiento. Se estimulaba el pensamiento, siempre que éste no fuese «absurdo».  Se permitía la libertad de palabra, pero resultaba de poca utilidad, al no ir acompañada del desarrollo de la comprensión, que no se cultivaba.La labor y los esfuerzos específicos de los navegantes tuvieron que tomar aspectos diferentes, según los cambios que sufría la comunidad. Esto hizo que su realidad y existencia fuese aún más desconcertante para los estudiantes que intentaban seguirles desde el punto de vista isleño.  Entre toda esta confusión, incluso la capacidad para recordar la posibilidad de escape se convertía a veces en un obstáculo. La incipiente conciencia de la potencialidad de escape no estaba muy equilibrada. Muy a menudo los que estaban ansiosos por escapar terminaban por contentarse con algún tipo de sucedáneo. Un vago concepto de navegación no puede volverse útil sin orientación. Pero incluso quienes con más afán anhelaban construir barcos habían sido adiestrados de modo que ya creían poseer tal orientación, que ya eran maduros. Detestaban a cualquiera que indicase que necesitaban una preparación.  A menudo, versiones extravagantes acerca de nadar o construir barcos perturbaban las posibilidades de verdadero progreso. Gran parte de la culpa la tenían los abogados de la pseudonatación o de los barcos alegóricos, meros charlatanes que ofrecían lecciones a quienes eran aún demasiado débiles para nadar, o pasajes en barcos que no podían construir.  Las necesidades de la sociedad habían hecho necesarias, en un principio, ciertas formas de trabajo y pensamiento que evolucionaron hacia lo que fue conocido como ciencia. Pero este admirable enfoque, esencial en los campos en que podía aplicarse, acabó por desbordar su verdadero significado. El enfoque llamado «científico», que siguió a la revolución de «Complacer» se fue ampliando hasta abarcar toda clase de ideas. Finalmente, todo lo que no quedó comprendido entre sus límites se consideró «anticientífico», sinónimo muy conveniente para describir lo «malo». Sin que nadie se diese cuenta, las palabras cayeron prisioneras y luego se esclavizaron automáticamente.  Al no adoptar una actitud adecuada, como personas que han sido abandonadas en una sala de espera y se dedican a leer revistas enfebrecidamente, los isleños se dedicaron a encontrar sustitutos a su plena realización, que era el propósito original (y decisivo) del exilio de aquella comunidad.  Algunos consiguieron dirigir su atención, con mayor o menor éxito, hacia compromisos emocionales. Había diferente gama de emociones, aunque no existía una escala adecuada para medirlas. A todas las emociones se las consideraba «hondas» o «profundas», en cualquier caso más profundas que la ausencia de emoción. Cualquier emoción que lograra conducir a la gente hasta límites extremos, físicos y mentales, se calificaba automáticamente de «profunda».  La mayoría de las personas se fijaron objetivos, o permitieron que otros los fijasen para ellos. Lo mismo practicaban un culto tras otro, como perseguían el dinero, o intentaban alcanzar la preeminencia social. Algunos adoraban ciertas cosas y se creían superiores el resto. Otros, al repudiar lo que consideraban idolatría, se creyeron libres de ídolos y en situación de burlarse del resto.  Con el paso de los siglos, la isla quedó sembrada con los escombros de aquellos cultos. Estos escombros, a diferencia de los meramente físicos, tenían la propiedad de autoperpetuarse. Gente bien intencionada y otros

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combinaron los cultos, difundiéndolos como nuevos. Tanto para el aficionado corno para el intelectual, esto constituyó una mina de material académico o «iniciático», que aportaba un agradable sensación de variedad.  Proliferaron las instalaciones para gozar de «satisfacciones» limitadas. Palacios y monumentos, museos y universidades, instituciones pedagógicas, teatros y complejos deportivos llenaban la isla casi por entero. La gente se enorgullecía de la profusión de medios, muchos de los cuales creían relacionados de un modo general con la verdad absoluta, aunque no alcanzaban a definir la naturaleza de tal relación.  La construcción de barcos se vinculaba con algunas dimensiones de esta actividad, pero de un modo desconocido por la mayoría.  Clandestinamente los barcos izaban sus velas y había nadadores que continuaban enseñando natación...  Las condiciones reinantes en la isla no desalentaban totalmente a estas abnegadas gentes. Después de todo, ellos también eran originarios de la misma comunidad y estaban unidos por lazos indisolubles con ella y con su destino.  Pero a menudo tenían que tomar precauciones respecto de las atenciones de sus ciudadanos. Algunos isleños «normales» querían salvarles de sí mismos. Por una razón igualmente sublime, otros trataron de matarlos. Algunos incluso buscaron su ayuda afanosamente, pero no pudieron encontrarles.  Todas estas reacciones frente a la existencia de los nadadores eran resultado de idéntica causa, aunque filtrada a través de diferentes clases de mente. La causa era que apenas nadie sabía ahora qué era realmente un nadador, qué estaba haciendo o dónde se le podía encontrar.  Conforme la vida en la isla se hizo cada vez más compleja, una extraña pero lógica industria empezó a florecer. Su objetivo consistía en atribuir dudas respecto de la validez del sistema imperante. Tuvo éxito en absorber dudas referentes a los valores sociales, riéndose de ellos o satirizándolos. Tal actividad podía adoptar una imagen tanto triste como alegre, pero se convirtió en un ritual repetitivo. Aunque era una actividad potencialmente valiosa, a menudo se le privó de ejercer su verdadera función creativa.  La gente consideraba que, después de haber dado expresión temporal a sus incertidumbres, podía hasta cierto punto atemperarlas, conjurarlas e incluso propiciarlas. La sátira se confundió con alegoría significativa y ésta, aunque fue aceptada, no fue digerida. Obras teatrales, libros, películas, poemas, libelos, constituyeron los medios habituales para este desarrollo, aunque una importante parte de la misma actuaba en sectores más académicos. Para muchos isleños, seguir este culto con preferencia a otros más viejos significaba mayor emancipación, modernidad y progreso.  De vez en cuando aún se presentaba un candidato a un instructor de natación para hacerle un trato. Por lo general se entablaba lo que parecía ser una conversación estereotipado:  -Quiero aprender a nadar.  -¿Quiere hacer un trato respecto de ello?  -No. Lo único que quiero es poder llevarme mi tonelada de coles.  -¿Qué coles?  -El alimento que necesitaré en la otra isla.  -Allí hay mejor comida.  -No entiendo lo que me dice. No puedo estar seguro. Debo llevar mis coles.  -¿Se ha dado cuenta de que no puede nadar con una tonelada de coles?  -Entonces no puedo ir. Usted lo llama una carga. Yo lo llamo mi alimento esencial.  -Supongamos, como alegoría, que no hablamos de «coles», sino de «suposiciones», o «ideas destructivas».  -Llevaré mis coles a algún instructor que comprenda mis necesidades.---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------La historia de los Sufis trata acerca de algunos de los nadadores y constructores de barcos, y también de otros que intentaron seguirles con mayor o menor éxito. Pero la fábula no ha terminado porque aún queda gente en la isla.  Los sufis usan varias claves para transmitir sus significados. Recomponga el nombre de la comunidad original -El Ar- para que se convierta en «Real». Quizás ya haya observado que el nombre adoptado por los revolucionarios en inglés «Please» (Complacer), al recomponerse forma la palabra «Asleep» (Dormido).  "Los Sufis" de Idries Shah. 1971 Ed. Kairos  La islaLlewellyn SmithEn la memoria de un pueblo lejano, que se remonta a antes de que nos convenciéramos de ser sólidos y temporales, pervive la historia de un fabuloso caravasar, tan antiguo que no se recuerda su nombre, cuyas desérticas ruinas nunca han sido halladas. Las sigilosas griotes, las narradoras de la región, consagrándose en recipientes de tal historia, insisten en que este lugar sin nombre era a la vez tan real y esencial como el oxígeno; esta antigua parada de camino para viajeros y mercaderes, nos dicen, fue la cima de la humanidad y civilización del pueblo. Y algunos aún murmuran que la longitud y latitud de su sacra geografía aún se pueden discernir aquí entre nosotros.  Quizá no fuera un lugar tan inusual, visto desde la era actual. Los habitantes eran gente de altas miras y genuinamente amable, muy industriosos y hospitalarios. Eran hábiles comerciantes y hombres de negocios, los intermediarios de más éxito en la región. Su propia cultura material era bastante primitiva, y poco queda de ella para poderla estudiar. Como si anticiparan a los eruditos saqueadores de tumbas por venir, quemaban a sus muertos con las pertenencias personales en celebraciones que duraban todo el día, y usaban lo que quedaba para abonar las pocas cosechas que se podían cultivar en este árido clima. En los fundamentos de su filosofía de la vida —su religión, si es

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que se puede llamar así— suponían que no se “pertenecían” a sí mismos. Ellos eran sólo instrumentos o unidades de servicio y no tenían existencia real, salvo por tales actos de servicio, y nada de existencia individual ni identidad más allá de la voluntad de ser útiles a otros. Si los encontrarais en el mercado, atendiendo sus granjitas, o mandando los niños a la escuela, o yendo a cualquier otro negocio de los que hacían funcionar la sociedad, los amaríais al momento por su sencillez. Regatear como corredores era su sacro trabajo —no creaba nada, ni dejaba nada atrás, y era de gran utilidad para todos, y así mantenían el potencial de puro servicio. Su gran sentido del humor e inteligencia eran bien conocidos por los mercaderes que venían desde las ciudades circundantes a comerciar con ellos, y se los menciona en cierta cantidad de diarios privados y cartas de viajeros de la época.  Los narradores bajaban de las frías montañas envueltos en pesados ropajes, las neblinas del alba revoloteando en torno suyo, como si viajaran a la estela de visiones invisibles que arreasen ante ellos con sus cayados. Sentados bajo las estrellas como siempre han hecho, a la media luz de las ascuas mortecinas, aún hablan con profunda reverencia de este fabuloso caravasar y, aunque lo que sabemos de ese mundo es sólo lo que ellos nos dicen, insisten en que sabemos más de lo que hemos olvidado.  El cuento que dicen ser el que más aclara el sentir de este pueblo es la historia de la elección de los virreyes del Sultán. El oasis del caravasar hacía de él un cruce esencial en las rutas comerciales transcontinentales, así que se convirtió en ciudad estado, con alguna pequeña provincia exterior fundada por comerciantes del asentamiento original, nuevas entidades que pedían protección y ley al Sultán del asentamiento original.  Sabiduría y prosperidad emanaban de la presencia del Sultán, quien en toda acción externa y en todo momento de recogimiento se afanaba en ser modelo de servicio, justicia y amor para este pueblo; tanto que estaba considerado como el más elevado modelo viviente de ser humano.  La vida de este Sultán se consumía en el inacabable esfuerzo de poner orden en esta desértica sociedad. Aunque era generoso, también era sin par en el combate, terrible atributo que siempre fue eclipsado por su disposición a la clemencia y generosidad. Y era desconcertante para el pueblo de la provincia saber que su dirigente tenía capacidades aparentemente tan opuestas. El monarca, aunque muy venerado, era un enigma para los ciudadanos, que le amaban.  Así que no sorprendió a nadie que los comerciantes de los nuevos asentamientos le solicitaran el envío de virreyes legítimos que gobernaran y pusieran orden en estas nuevas provincias. «Después de todo, somos comerciantes» declararon; «no sabemos nada del arte del gobierno ni de legislación»  Las griotes nos dicen que, el día en que estas solicitudes llegaron por primera vez, el Sultán estaba trabajando en su rosaleda favorita, el aire de la tarde refrescaba su cara y ligaba las fragancias de diversos pimpollos. El asunto de la elección de virreyes ya había pasado por su mente. Había sido favorecido con muchos hijos e hijas. Ya no eran niños, sino jóvenes hombres y mujeres, príncipes y princesas, que aspiraban por derecho de nacimiento al honor de reinar en las provincias externas del caravasar, en nombre de su padre. Eran inteligentes; de niños a todos se les había asignado un ministro que nutriera sus intelectos con tal habilidad como para cultivar en cada uno extraordinarias capacidades de percepción y conjuro.  Pero no podían gobernar todos ellos. No todos, el Sultán lo sabía, tenían capacidad para gobernar en el modo debido de abnegado servicio, aunque los amara a todos. Y, a pesar del total conocimiento de sus habilidades y poderes, si él eligiera entre ellos, sabía que sería el principio del desorden y el desastre, porque ningún príncipe ni princesa que dejara de ser elegido para gobernar, tanto como amaban a su padre, creería jamás en su corazón que su padre hubiese elegido con justicia.  El Sultán ordenó a sus hijos venir al jardín con los ministros.  La comitiva llegó, hijos y ministros resplandecientes con extraordinarios ropajes de seda color de azafrán, sandalias incrustadas de joyas y otros lujos semejantes. Era una extraña asamblea, los hijos vestidos como reyes; su padre cubierto de tierra, de rodillas, rematando la planta y poda del día con los jardineros, las manos sucias y sus finos ropajes manchados y sin duda destrozados.  Tomaron asiento en el jardín, y el Rey siguió con su trabajo mientras les hablaba, interrumpiéndose ocasionalmente para dar instrucciones a los jardineros. El cielo estaba de un bello color carmesí y una nube alumbraba el rojo sol mientras caía suavemente hacia el horizonte.  «He tomado una decisión,» dijo el Rey, «en torno al asunto de los virreyes». Mientras tanto podaba delicadamente una gran planta con una flor blanca iridiscente. «Escuchad con atención. Lo sé todo de vuestras habilidades, aún mejor que vosotros mismos. Os he amado toda vuestra vida. Os consume vuestro deseo de llegar alto en el servicio, y el miedo de no poderlo hacer. Pero sois jóvenes. Aún sois lo que os hagáis. Cuando os conozcáis a vosotros mismos, me reconoceréis como amor de vuestro amor, porque sois parte de mí. Vuestros nombres están inscritos en el libro de mi corazón».  Un hijo habló: «Aceptaré cualquier elección que toméis. Lo prometo con todo mi ser».  «No, no,» replicó el soberano. «Primero debéis llegar a saber quiénes sois».  «¿Cómo lo haremos?» Preguntó otro.  «Hay un modo, pero no es fácil, aunque la prueba en sí es muy simple. A muchas millas, por la ruta comercial del sur, está la costa de lo que se llama el océano».  «¿Qué es el océano?» Preguntó una hija.  «Es como un desierto, vasto e ilimitado, pero todo de agua y eternamente palpitante de vida, un lugar donde se reúnen todas las aguas del mundo, y en su turbulencia yace el origen de todas las cosas. En medio de estas grandes

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aguas se encuentra una isla. Al principio parece un oasis, pero es éste un lugar desierto, terrible, azotado de tormentas. Su horror va más allá de todas vuestras pesadillas. Nada humano puede vivir allí mucho tiempo y seguir siendo humano».  «En ese lugar debéis hallar un oculto talismán sagrado, un espejo pulido o espejos de oro puro en que el Alma del Alma se mira. Debéis ir todos allí, tendréis las provisiones que necesitéis para manteneros. Dispondréis de cuarenta días.» Mientras el padre hablaba les iba dando una rosa a cada uno de sus hijos.  «Debéis buscar en los lugares silenciosos,» siguió, «los lugares más callados. Allí os espera el tesoro. Al final de los cuarenta días iré a buscaros; quienquiera de vosotros que muestre la señal del talismán servirá como virrey en mi nombre».  Cuando cada hijo tuvo una rosa, continuó.  «Hay una última cosa, y es lo más importante. Esa isla es una tierra extraña, con su propia vida; malformada, lúgubre y obstinada. Está poseída de un encantamiento para distorsionar vuestras percepciones y comprometer vuestro juicio y habilidades. Los extraordinarios poderes que habéis cultivado con la guía de los ministros no os ayudarán. El encantamiento de esta isla es la maldición del olvido. Si os demoráis, si no tenéis cuidado, si no os aplicáis con toda la diligencia y fervor a vuestro alcance —y aún así— podéis empezar a olvidar para qué habéis ido. Me olvidaréis a mí. Por ello os imploro que, por consideración a mi corazón y al amor que os tengo, no os dilatéis. A ninguno de vosotros le falta capacidad para cumplir esta tarea. Hallad el talismán tan rápido como podáis, y volved a mí.» «¿Cómo podríamos olvidarte jamás?» Preguntó uno de ellos, asombrado de que su padre pudiera sugerir tal cosa en voz alta. «Siempre sentiremos vuestro amor,» dijo otro, «es parte de nuestras vidas, nos da vida».  «Oigo vuestra voz cuando oigo latir mi corazón,» dijo otro. «Sois nuestro alimento y la raíz de nuestro ser. No hay ninguna razón para que nosotros os dejemos por ese lugar, si es tan infausto como decís que es, ni por esperanza de gobierno ni por ninguna otra cosa, salvo que lo deseéis, así que lo haremos por vuestro cariño. Porque es lo que queréis.»  Y así siguió, jurando todos un acuerdo de amor filial de nunca olvidar a su padre ni su amor por ellos. Y también de volver.  Los días que siguieron estuvieron llenos de tremenda actividad, mientras se juntaba una caravana para la ruta del sur. El padre supervisó los preparativos por sí mismo, advirtiendo continuamente a sus hijos que no perdiesen nunca de vista interiormente el propósito de su viaje, que nunca olvidasen a su padre, ni quiénes eran. Algunos de sus hijos estaban confusos con esto. ¿Cómo podría haber peligro de olvidarse de sí mismos y de su padre, a quien querían tan de verdad? Otros ocultaban sus miedos, porque ninguno se había apartado nunca del lado de su padre. A algunos la tarea les parecía sin sentido. Pero los ministros sabían de esta isla, y temían su reputación.  Viajaron dos semanas hacia el sur. Ninguno, ni los hijos ni hijas, había dejado antes su patria y todos tenían una gran pena en el corazón, pero cuando llegaron a la vista del océano, enmudecieron de asombro, no habiendo visto nunca nada tan enorme y mudable. Sus aguas batían la costa y la luz del sol arrastraba su inquieta faz hasta el horizonte. Según lo prometido, había un barco esperando y zarparon. Navegando por un infinito paisaje marino, dejando atrás todo lo que conocían y amaban, se sintieron nacer a una segunda vida, cuyo sentido aún les estaba velado. El vacío, azotado de espuma, parecía infinito y atemporal y se sentían como motas insignificantes en su acuosa garra. Podían ser consumidos en su oscuro misterio en cualquier momento, sin dejar traza. Vieron la cara del océano volverse más gris y más dura hasta que en el horizonte apareció una evanescente ondulación oscura, que revelaba la desdibujada costa de la isla.  No había playa, solo una enmarañada barrera de hierbajos, grises y atrofiados árboles, leña carcomida y cordajes de marinos menos afortunados, y caparazones boca arriba de animales desconocidos. «Este ha de ser uno de los más inhóspitos y abominables lugares de la gran tierra de Dios,» dijo el mayor, «hemos de acabar nuestro negocio aquí tan rápido como sea posible para poder volver con nuestro Padre». Los hijos se pusieron a trabajar juntos, como les habían aconsejado los ministros. Al principio prepararon el mínimo refugio en que poder vivir y trabajar juntos los siguientes cuarenta días. El más sencillo refugio era todo lo que necesitaban, suficiente para mantenerse a salvo.  Impulsados por la fealdad de la isla, eran modelos de diligencia. Todos los días iban a los lugares más recónditos de la isla en búsqueda del talismán. Monocorde el tiempo. Árboles y rocas cubiertos de acre, oloroso limo. Cada día se afanaban en la aspereza, buscando, cavando, incesantes en su determinación de recuperar ese sagrado tesoro. Los días se sucedían uno tras otro. A medida que se hacía más y más obvio que no habría ningún triunfo rápido, los hijos se volvían más y más competitivos, suspicaces unos respecto a otros, y reservados con sus ideas sobre cómo y dónde buscar, con cualquier pista, por infundada que fuera. Una noche el asunto de la cooperación llegó tumuluosamente a su fin. La siguiente mañana, bajo cielos oprimente, los hermanos se esparcieron cada uno por su lado, y aun aquellos que no lo habían querido así, se encontraron que ya cada uno era una nación independiente.  No por eso se hizo menos difícil su búsqueda. Aun los más dedicados a la tarea de su padre eran incapaces de ser constantes. Se volvieron malhumorados y depresivos; la parálisis de la depresión parecía ahora ser prueba de incapacidad. Una oscura ilusión que ponía un peso psicológico de más de cien arrobas en el corazón.  Cuando cada día empezó a no mostrarse mejor ni diferente del anterior, cayó sobre ellos un tedio que embotaba el intento, una lasitud que a algunos les hizo temer que el acto de buscar no fuera bastante. Había que hacer mayores cosas. Aun si su padre les había enviado por una cosa simple y concreta, cuanto mayor sería su satisfacción si pudieran volver con algo mayor, más importante. Algunos empezaron a buscar visiones. Era imposible no buscar algo, cualquier cosa, fuera lo que fuera, y no convencerse de que era de lo más significativo. Y algunos luchaban

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contra esto y conseguían recordar y , con un esfuerzo angustioso, renovar una y otra vez su devoción. Y una y otra vez ellos mismo destruían esta devoción y volvían a renovarla, llorando: sus propias lágrimas eran el cemento que mantenía firme la promesa de nunca dejar morir el fuego. Hasta que de nuevo se desvanecía el recuerdo y los dejaba perdidos. Así sucedió para los que estaban mejor preparados.  Mientras tanto el Sultan, sentado en silencio, ocasionalmente roto por pajaritos que pasaban por encima, pensaba en las terribles dificultades que sus amados hijos debían soportar, mientras esperaba a que su Primer Ministro describiera lo que había visto en la isla. Por la compasión y por el dolor causado por la ausencia de sus hijos, el Sultán había enviado al Primer Ministro a cada uno de ellos, para animarlos, recordándoles su promesa de no olvidar a su padre, de recordar la tarea a la que habían sido enviados, y de dedicarse a ella, pues no podían volver a la presencia de su padre con las manos vacías, porque el tiempo adjudicado pronto llegaría a su fin.  El Primer Ministro habló:  «El primero de vuestros hijos no me reconoció, a mí que era un segundo padre para él. Ha construido un grandioso templo de árboles secos y madera en la ensenada oeste de la isla y allá está todos los días y medita flotando en el aire, habiendo descubierto la habilidad de levitar el cuerpo. Cuando le pregunté si había encontrado el talismán, me miró pensativo y dijo, “Sí, he oído esa leyenda, que tal magia fue confiada al secreto pueblo perdido de esta isla pero nadie sabe en verdad quiénes eran y además es todo leyenda.” ¡Oh Noble Luz! Le dije que nadie ha vivido nunca en ese lugar más que él y sus hermanos y hermanas. Él dijo: “Sí, sé que hay otros locos en esta isla, pero hubo una raza de seres puros antes de ellos”. Ya veis, Sultán, vuestro hijo ha creado una nueva historia para sí y un mundo de su propia imaginación. Él es su propia religión y su propia sociedad. Ha abandonado la búsqueda, y cree que la isla es su hogar permanente.»  «Le pregunté por las instrucciones que su padre le dio. “¿Qué hay de vuestro padre,” dije, “el Rey a quién jurasteis amar y recordar en vuestra Alma?” Y dijo, “Mi padre, quienquiera que fuera, está muerto o me abandonó hace mucho”.»  El Ministro continuó:  «Encontré a otro de vuestros hijos en una cueva rodeada de trampas. Le llamé, y emergió rodeado de temible armamento, como nunca había visto; reluciente armadura tejida de brillantes chispas de relámpago, una espada de sombras envenenadas que se movía por su propio poder. Juró que yo, vuestro servidor, era un enviado de los otros como espía para hallar debilidades en sus defensas que permitieran una invasión triunfal de su territorio. “Sois un enemigo”, dijo; “y no intentéis convencerme de otra cosa. Por todo lo que sé sois un espía enviado por ellos.” Le recordé el talismán y le urgí a buscarlo por el bien de su alma en los lugares más silenciosos de la isla. “En los silencios” dijo, “es donde se ocultan mis enemigos”.  El Ministro siguió:  «Vuestra hija mayor vive muy al interior, donde también ella ha erigido barreras de piedra dentro de las que había un enorme palacio de piedra y maderas nobles. Animales salvajes la seguían a todas partes, mi Rey. “¿No queréis abandonar este horroroso lugar?” Le pregunté. “Este es mi hogar, mi único hogar.” “¿Qué hay de vuestra vida real, vuestra auténtica vida, la que este sueño obscurece?” “Está en los árboles, las flores, el cielo,” dijo. “¿No recordáis a lo que habéis venido aquí?” Pregunté. “Estamos aquí para rendir homenaje a los espíritus que moran en estos sacros lugares, los árboles, y el cielo,” dijo. “Pues creed esto,” dije, “que ya estáis unida a ellos.” Le hablé de quién era, de su unidad con vos, por el amor y la sangre, y cuán necesario era seguir con el trabajo esencial, para que pudiera volver a este lugar que es el real, el lugar del amor de su padre. Estuvo en silencios un larguísimo tiempo; después, juro que vi cruzar por su cara una chispa de recuerdo, pero huyó rápidamente. “¡Qué bella historia!” Exclamó al fin. “Estoy recogiendo historias para una antología de sagradas escrituras que espero publicar algún día. ¿Puedo incluirla?»  El Primer ministro se recompuso y continuó.  «Majestad, vuestro segundo hijo ha inventado el surf, y se ha hecho su principal adepto».  «Di con otro de los príncipes, y le llevé su precioso perro que él ha amado desde que era un crío. Me reconoció y también al perro. Pero el pobre perro temblaba, tanto había cambiado interiormente su anterior amigo. Vuestro hijo se ha dado un nombre extraño; le llamé con su auténtico nombre, el nombre que vos mismo le disteis, ¡oh Sultán!, antes incluso de que existiera. Le recordé por qué estaba allí en la isla, y lo que tenía que hacer, que tenía que hacerlo rápidamente, antes de ser totalmente digerido por el encantamiento de la isla. Estuvo silencioso un rato. Luego dijo que, aunque recordaba un vago sueño que concordaba con muchas de las cosas que yo decía, un sueño que también me incluía a mí y visiones del amoroso hogar, tan lejano, todas estas cosas eran meros fantasmas y mentiras, convocados por alguna hechicería nunca vista. Porque si fueran tan reales como yo decía que eran, significaría que él mismo vivía una mentira. Y esto era demasiado imposible para aceptarlo. Por lo tanto, dijo vuestro hijo, que yo, vuestro ministro de mayor confianza, era un fantasma de este engañoso sueño, que buscaba apartarlo de la realidad. Mi Sultán, le juré que era él quien dormía, y que su sueño era real. “Vuestros torticeros designios no son bienvenidos”, me dijo, y para recalcarlo, mató y asó al perro que había sido su angélico guardián desde la cuna, y se lo comió».  «En un salvaje cañón, en una ciudad de tremendas torres pulidas de marfil tallado, granito y caoba todas apuntadas contra el cielo como para tapar el sol, encontré a otro de vuestros amados, mi Sultán. Estaba maravillado. “¿Qué has hecho?” Le pregunté».

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  «Dijo, “Las visiones nacidas en mí son demasiado grandes y magnificentes para vivir en mi interior y ahora piden vida en el mundo. He divisado un mundo mejor que este triste lugar y me dedico a transformar yo mismo esta desarrapada creación en esa visión mejor. Estoy construyendo una gran universidad para el estudio de la ciencia del alma y el servicio a la humanidad, un congreso para todos los eruditos de todo el mundo, que se reunirán a discutir y planear el destino de la humanidad. Cuando mueran, nuevos eruditos tomarán su lugar. Y así siempre. Un perenne reino de la mente”.»  «Aún hay tiempo para recordar vuestra promesa a vuestro padre,” le dije. “Vuestro tesoro aún está enterrado en los silencios de la isla.” “¿De qué estáis hablando?” me gritó. “¿Con todo el ruido que siempre hay aquí, y que hacen por allí? ¿ Con toda esta construcción en marcha? Además, cuando lleguen los eruditos y empiecen a discutir la Gran Pregunta ya no habrá sitio para el silencio en el mundo.”»  Al final el angustiado Sultán susurró «¿Están ya todos nuestros hijos locos?»  «Me crucé a una de vuestras hijas en un puesto de pesca. Como con todos vuestros hijos, le di vuestro mensaje. Le hablé de vuestro amor por ellos, que pronto todos debían volver a vos. Gran Soberano, era como si nunca se hubiera separado de nosotros, aunque puedo ver lo difícil que es su lucha entre las garras de ese lugar. La ha envejecido. Aún se conoce por el nombre que le disteis y me abrazó con tal afecto que mis ojos se humedecieron de felicidad, como si en ese malhadado lugar me hubierais encontrado y abrazado vos mismo. No le tuve que preguntar por el talismán, vi la señal en sus ojos. Comunicaba su corazón y el mío. Y solo pude preguntar, “Pero ¿dónde en esta maldita isla pudiste hallar silencio bastante para encontrarlo?” Su dedo índice marcó su propio pecho. “Yo soy el amor de mi padre. ¿No soy yo el Silencio?”»  Finalmente, atraído a ese malhadado lugar por el amor, el Sultán fue personalmente a por sus hijos. Este mismo amor dejó impotente el encantamiento de la isla. Y los hijos, cuando vieron a su padre, inmediatamente fueron transformados, rehechos en un instante, como por amor, a su anterior ser. El encantamiento del sueño se les cayó solo, como camisa de culebra. Y se hallaron desnudos, vestidos sólo del conocimiento de la promesa a su padre, y de lo que habían hecho, o dejado de hacer. Todo su ser y trabajo se iluminó con su amor.  Para aquellos que habían encontrado el lugar del espejo donde el Alma de las Almas se ve a sí misma, se volvieron como cuando estaban con su padre antes de llegar a la isla. El gozo y esplendor de su lugar en el corazón de su padre, que la isla les dijera ser un sueño auto-conmiserativo, se volvió tan real como siempre había sido. Ellos se probaron Virreyes.  Pero para los otros, que no habían encontrado el Silencio ni su tesoro, que gastaron tanto tiempo en extraños empeños, que olvidaron su promesa de nunca olvidar, para ellos el puro amor quemaba de vergüenza. Como el servidor que vuelve de una lejana ciudad con todo excepto aquello para lo que fuera enviado, todo su trabajo fue baldío. Y se ahogaron de vergüenza. Algunos huyeron a la más profunda espesura. Otros enloquecieron con el penoso conocimiento de lo que habían llegado a ser, y de lo que habían perdido con su cambio. Otros se transformaron en cosas salvajes, intentando ocultarse a la revelación de este amor.  Después de contar esta historia, las narradoras siempre dan las gracias por permitirles «cebarnos». De más allá de esas montañas, nos consideran como un pueblo casi muerto de hambre por falta de sustento, sin darnos cuenta de que nuestros propios bolsillos están repletos de pan. «No podemos comerlo por vosotros,» dicen.La historia de Mushkil GushaHabía una vez, a menos de mil millas de aquí, un pobre leñador viudo que vivía con su hija pequeña. Todos los días iba a la montaña a cortar leña para hacer fuego, que traía a casa y ataba en haces.Después de tomar el desayuno caminaba hasta el pueblo más cercano, donde vendía la leña y descansaba un rato antes de regresar. Un día, al volver ya tarde a casa, la niña le dijo:  »Padre, a veces desearía tener mejor comida, más cantidad y diferentes clases de cosas para comer.«  »Muy bien hija mía« dijo el viejo »mañana me levantaré más temprano que de costumbre, me adentraré en la montaña donde hay más leña y traeré una cantidad mucho mayor que la habitual. Llegaré a casa más temprano y así podré atar la leña antes para luego ir al pueblo a venderla; conseguiré de esta forma más dinero y te traeré toda clase de cosa ricas para comer.«  A la mañana siguiente el leñador se levantó antes del alba y se fue las montañas. Trabajó duramente cortando leña, e hizo un enorme haz que acarreó sobre su espalda hasta la casa.  Cuando llegó, todavía era muy temprano. Puso la carga en el suelo y golpeó la puerta diciendo:  »Hija, hija, abre la puerta que tengo hambre y sed, y necesito tomar algún alimento antes de ir al mercado.«  Pero la puerta permaneció cerrada. El leñador estaba tan cansado que se acostó en el suelo y pronto se quedó dormido al lado del atado de leña.  La niña, que había olvidado la conversación de la noche anterior, estaba profundamente dormida. Cuando el leñador se levantó, unas horas después, el sol ya estaba alto. Golpeó nuevamente la puerta y dijo:  »Hija, hija, ven pronto. Debo comer algo e ir al mercado pues es mucho más tarde que otros días.«  Pero como la niña había olvidado aquella conversación de la noche anterior, mientras el padre dormía, se había levantado, arreglado la casa, y había salido a dar un paseo. Dejó la cabaña cerrada, suponiendo, en su olvido, que su padre estaba todavía en el pueblo. Así que el leñador se dijo: »Ya es demasiado tarde para ir al pueble, regresaré al las montañas y cortaré otro haz de leña, que llevaré a casa, así mañana tendré doble carga para llevar al mercado.«

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  Trabajó duramente ese día en las montañas, cortando leña y dando forma a la misma. Era ya de noche cuando llegó a su casa con la leña sobre los hombros. Puso el atado detrás de le casa, golpeó la puerta y dijo:  »Hija, hija, abre que estoy cansado y no he comido nada en todo el día. Tengo doble cantidad de leña que espero llevar mañana al mercado. Esta noche tengo que dormir bien para poder sentirme fuerte.«  Tampoco hubo respuesta, pues la niña, como sintió mucho sueño al regresar a su casa, se preparó la comida y se fue a la cama. Al principio estuvo preocupada por la ausencia de su padre, pero luego se tranquilizó pensando que se había quedado a pasar la noche en el pueblo.  Nuevamente el leñador, al ver que no podía entrar en su casa, cansado, hambriento y sediento, se acostó junto a la leña y de inmediato se quedó dormido. Le fue imposible permanecer despierto a pesar de la preocupación que sentía por lo que hubiera podido pasarle a su hija. Como el leñador tenía tanto frío, tanta hambre, y estaba tan cansado, despertó muy, muy temprano, a la mañana siguiente, aun antes de que hubiera luz. Se sentó y miró a su alrededor pero no pudo ver nada. Entonces ocurrió algo extraño, le pareció escuchar una voz que decía:  »Rápido, rápido, deja tu leña y ven aquí. Si lo necesitas mucho y lo deseas poco, tendrás una comida deliciosa.«  El leñador se puso de pie y caminó en dirección hacia donde venía la voz. Anduvo, anduvo y anduvo, pero no encontró nada. Entonces sintió más cansancio, frío y hambre que antes, y además se encontraba perdido. Había tenido muchas esperanzas, pero eso no parecía haberlo ayudado.  Ahora se sintió triste, con ganas de llorar, pero se dio cuenta de que llorar tampoco le ayudaría. Así que se acostó y se durmió. Muy poco después despertó nuevamente, tenía demasiado frío y hambre para poder dormir.  Fue entonces cuando se le ocurrió relatarse a sí mismo, como si fuera un cuento, todo lo que había ocurrido después de que su hija le hubiera pedido una clase diferente de comida.  Tan pronto como terminó su historia, le pareció oír otra vez, en algún lugar por encima de él, como saliendo del amanecer, que decía:  »¿Qué haces ahí?«  »Estoy contándome mi propia historia« respondió el leñador.  »¿Y cuál es esa historia?« preguntó la voz.  El leñador repitió su narración.  »Muy bien,« dijo la voz. Y a continuación le indicó que cerrara los ojos y subiera por la escalera.  »Pero yo no veo ninguna escalera,« dijo el viejo.  »No importa, haz lo que te digo,« ordenó la voz. El hombre hizo lo que se le indicaba. Tan pronto como hubo cerrado los ojos, descubrió que estaba de pie y, levantando el pie derecho, sintió algo como un escalón debajo de él. Comenzó a subir lo que parecía ser una escalera. De repente los escalones comenzaron a moverse, se movían muy deprisa, y la voz le dijo:  »No abras los ojos hasta que yo te lo indique.«  No había pasado mucho tiempo cuando le ordenó abrirlos. Al hacerlo, se encontró en un lugar que parecía un desierto, con el sol ardiente sobre su cabeza. Estaba rodeado de cantidades y cantidades de pequeñas piedras de todas clases: rojas, verdes, azules y blancas. Pero parecía estar solo; miró a su alrededor y no pudo ver a nadie.  Pero la voz comenzó a hablar de nuevo:  »Toma todas las piedras que puedas, cierra los ojos y baja los escalones.«El leñador hizo lo que se la decía y, cuando abrió los ojos por orden de la voz, se encontró delante de la puerta de su propia casa. Llamó a la puerta y la hija le abrió. Ella le preguntó que dónde había estado y el padre le contó lo ocurrido, aunque la niña apenas entendió lo que él decía porque todo le sonaba muy confuso.  Entraron en la casa, y la niña y su padre compartieron lo último que les quedaba para comer: un puñado de dátiles secos. Cuando terminaron, el leñador creyó oír nuevamente la voz, una voz como la otra que le había dicho que subiera los escalones. La voz dijo:  »A pesar de que quizá tú aún no lo sabes, has sido salvado por Mushkil Gusha. Recuerda: Mushkil Gusha siempre está aquí. Asegúrate de que todos los jueves por la noche comerás unos dátiles, darás otros a alguna persona necesitada y contarás la historia de Mushkil Gusha. De lo contrario, harás un regalo en su nombre a alguien que ayude a los necesitados. Asegúrate de que la historia de Mushkil Gusha nunca, nunca sea olvidada. Si tú haces esto y otro tanto hacen las personas a quienes tú cuentes esta historia, los que tengan verdadera necesidad siempre encontrarán su camino.  El leñador puso todas las piedras que había traído del desierto en un rincón de su casita. Parecían simples piedras y no supo qué hacer con ellas. Al día siguiente llevó sus dos enormes atados de leña al mercado y los vendió muy fácilmente, a muy buen precio. Al regresar a su casa, llevó a su hija toda clase de ricos manjares, que ella hasta entonces jamás había probado.  Cuando terminaron de comer, el viejo leñador dijo:  »Ahora te voy a contar toda la historia de Mushkil Gusha. Muskhil Gusha significa el disipador de todas las dificultades. Nuestras dificultades han desaparecido gracias a Mushkil Gusha, y debemos siempre recordarlo.«  Durante una semana el hombre siguió como de costumbre. Fue a las montañas, trajo leña, comió algo, llevó la leña al mercado y la vendió. Siempre encontró un comprador sin dificultad.

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  Llegó el jueves siguiente y, como es común entre los hombres, el leñador olvidó contar la historia de Mushkil Gusha. Esa noche, ya tarde, se apagó el fuego en casa de los vecinos, los cuales no tenían nada con lo que volver a encenderlo; fueron a casa del leñador y le dijeron:  »Vecino, vecino, por favor, danos un poco de fuego de esas maravillosas lámparas que vemos brillar a través de tu ventana.«  »¿Qué lámparas?« preguntó el leñador.  »Ven fuera y verás,« le respondieron. El leñador salió y vio claramente toda clase de luces que brillaban, desde dentro, a través de su ventana. Entró en casa y vio que la luz salía de montón de piedrecitas que había colocado en un rincón. Pero los rayos de luz eran fríos y resultaba imposible emplearlos para encender fuego, así que salió y les dijo:  »Vecinos, lo lamento, no tengo fuego,« y les dio con la puerta en las narices. Los vecinos se sintieron molestos y sorprendidos, y volvieron a su casa refunfuñando. Pero ellos aquí abandonan nuestra historia.  El leñador y su hija, rápidamente, taparon las brillantes luces con cuanto trapo encontraron, por miedo de que alguien viera el tesoro que tenían. A la mañana siguiente, al destapar las piedras, descubrieron que eran luminosas piedras preciosas. Una por una, las fueron llevando a las ciudades de los alrededores, donde las vendieron a un enorme precio. El leñador, entonces, decidió construir un espléndido palacio para él y su hija. Eligieron un lugar que quedaba justamente frente al castillo del rey de su país. Poco tiempo después había tomado forma un maravilloso edificio.  Ese rey tenía una hija muy bella, que al despertar una mañana vio un castillo que parecía de cuento de hadas frente al de su padre y se quedó muy sorprendida. Preguntó a su servidumbre:  »¿Quién ha construido ese castillo? ¿Con qué derecho hacen algo así tan cerca de nuestro hogar?«  Los sirvientes salieron e investigaron y, al regresar, le contaron a la princesa la historia, hasta donde pudieron saberla. Entonces la princesa, muy enojada, mandó llamar a la hija del leñador, pero cuando las dos niñas se conocieron y hablaron, pronto se hicieron buenas amigas. Se veían todos los días e iban juntas a jugar y a nadar un arroyo que habían sido hecho para la princesa por su padre.  Algunos días después del primer encuentro, la princesa se quitó un hermoso y valioso collar, y lo colgó en un árbol próximo al arroyo. Al volver olvidó llevárselo, y al llegar a casa pensó que lo había perdido. Mas la princesa, recapacitando, decidió que la hija del leñador se lo había robado. Se lo dijo a su padre, quien hizo arrestar al leñador, confiscó el castillo y le embargó todos sus bienes; el leñador fue puesto en prisión y la hija internada en un orfelinato.  Como era costumbre en ese país, después de cierto tiempo, el leñador fue sacado de su celda y llevado a la plaza pública, donde se le encadenó a un poste, con un letrero alrededor del cuello que decía:  Esto es lo que les ocurre a aquellos que roban a los reyes.  desdichado. Pero, como es común entre los hombres, pronto se acostumbraron a ver al viejo sentado junto al poste y le prestaban cada vez menos atención. A veces le tiraban restos de comida, a veces no.  Un día escuchó decir a alguien que era jueves por la tarde. Repentinamente, llegó a su mente el pensamiento de que pronto sería la noche de Mushkil Gusha, el disipador de todas las dificultades, y que había olvidado conmemorarlo desde hacía tanto tiempo. Tan pronto como este pensamiento llegó a su mente, un hombre caritativo que pasaba por allí le arrojó unas monedas. El leñador lo llamó:  »Generoso amigo, me has dado un dinero que para mí no es de ninguna utilidad, si de alguna manera tu generosidad alcanzara comprar uno o dos dátiles y venir a sentarte conmigo para comerlos, yo te quedaría eternamente agradecido. El hombre fue y compró algunos dátiles, se sentó a su lado y comieron juntos. Al terminar, el leñador le contó la historia de Mushkil Gusha.  »Creo que debes estar loco,« le dijo el hombre generoso cuando la hubo escuchado. Pero era una persona comprensiva y, a su vez, tenía bastantes dificultades. Al llegar a su casa, después de este incidente, encontró que todos sus problemas habían desaparecido. Y esto le hizo pensar más seriamente acerca de Mushkil Gusha. Pero él aquí abandona nuestra historia.  A la mañana siguiente la princesa volvió al lugar donde solía bañarse y, cuando estaba a punto de entrar en el agua, vio algo que parecía ser su collar en el fondo del arroyo. Pero en el momento en que iba a recogerlo, sintió ganas de estornudar y, al echar la cabeza hacia atrás, vio que lo que había tomado por su collar era sólo su reflejo en el agua, porque el verdadero collar estaba colgado en la rama del árbol, en el mismo lugar en que lo había dejado hacía mucho tiempo.  Tomándolo, corrió emocionada y le contó lo ocurrido al rey. Éste ordenó que el leñador fuera puesto en libertad y que se le dieran públicas disculpas. La niña fue sacada del orfelinato y todos fueron felices para siempre.  Éstos son algunos de los incidentes de la historia de Mushkil Gusha. Es un cuento muy largo y nunca termina. Tiene muchas versiones; algunas ni siquiera se llaman la historia de Mushkil Gusha y por eso la gente no las reconoce. Pero es por causa de Mushkil Gusha por lo que su historia, en cualquiera de sus formas, es recordada por alguien, en algún lugar del mundo, día y noche, donde quiera que haya gente. Así como su historia siempre ha sido relatada, así seguirá siendo contada siempre.  ¿Quiere usted repetir la historia de Mushkil Gusha los jueves por la noche y ayudar así al trabajo de Mushkil Gusha?  La Recompensa del Desierto

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Hace mucho tiempo había un joven comerciante llamado Kirzai, cuyos negocios lo obligaron a viajar un día al pueblo de Tchigan, situado a doscientos kilómetros de distancia. Por lo común, el habría tomado la ruta que seguía el borde de las montañas, lo que le habría permitido hacer la mayor parte del viaje protegido del sol.  Pero en esta ocasión, Kirzai sufría la presión del tiempo. Era urgente que llegara a Tchigan lo mas pronto posible, de modo que decidió tomar el camino directo a través del desierto de Sry Darya. El desierto de Sry Darya es conocido por la intensidad de su sol y muy pocos se atreven a correr el riesgo de cruzarlo. No obstante, Kirzai dio de beber a su camello, lleno sus alforjas y emprendió el viaje.  Varias horas después de partir empezó a levantarse el viento del desierto. Kirzai refunfuño para sus adentros y apuro el paso del camello. De repente se detuvo, estupefacto. A unos cien metros delante de el se levanto un gigantesco remolino de viento. Kirzai nunca había visto nada semejante. El remolino arrojaba todo en derredor de una extraña luz purpúrea y hasta el color de la arena había cambiado. Kirzai titubeó. ¿Debía hacer un largo rodeo a fin de evitar esa extraña aparición o debía seguir siempre derecho? Kirzai tenia mucha prisa, sentía que no disponía de tiempo para tomar el camino más lento, de modo que agachó la cabeza, encorvó los hombros y avanzó.  Para su sorpresa, en el momento en que penetró en la tormenta todo se volvió mucho más calmo. El viento no azotaba ya con tanta fuerza contra su cara. Se sintió contento de haber tomado la decisión correcta. Pero de pronto se vio obligado a detenerse otra vez. Un poco más adelante, un hombre yacía estirado sobre el suelo junto a su camello acuclillado. Kirzai desmonto de inmediato para ver que pasaba. La cabeza del hombre estaba envuelta en una chalina, pero Kirzai vio que era viejo. El hombre abrió los ojos, miró con atención a Kirzai durante un instante y después habló con un susurro ronco.  -¿Eres .... tú? Kirzai rió y sacudió la cabeza. -¿Qué? ¡No me digas que sabes quien soy! ¿Mi fama se ha extendido hasta el desierto de Sry Darya? Pero tu anciano, ¿quién eres? El hombre no dijo nada. -De todos modos -continuó Kirzai- , Tú no estas bien. ¿Adonde vas? -A Givah -suspiró el viejo-, pero no tengo más agua.  Kirzai reflexionó. Sin duda podía compartir un poco de su agua con el anciano, pero si lo hacia se arriesgaba a quedarse sin agua él mismo. Sin embargo, no podía dejarlo así. No se puede dejar morir a un hombre sin echar una mirada atrás. "Al diablo con mis planes -pensó Kirzai- , sólo necesito encontrar mi camino hasta el sendero que corre a lo largo de las montañas, en caso de necesitar más agua. ¡Una vida humana vale mucho más que un compromiso de negocios!" Ayudó al viejo a tomar un poco de agua, llenó una de sus cantimploras y después lo ayudó a montar su camello.  -Sigue derecho por ese camino -le recomendó mientras apuntaba con el dedo- y en dos horas estarás en Givah. El anciano hizo una señal de agradecimiento con las manos y antes de irse miró un largo rato a Kirzai y pronunció estas extrañas palabras: -Algún día el desierto te recompensará. Entonces acicateo a su camello en la dirección que Kirzai le había indicado. Kirzai continuó su viaje. La oportunidad que lo esperaba en Tchigan sin duda estaba perdida, pero se sentía en paz consigo mismo.  Paso el tiempo. Treinta años después, los negocios llevan a viajar a Kirzai de continuo de una parte a otra entre Givah y Tchigan. No se había hecho rico, pero lo que ganaba era suficiente para proporcionar una buena vida a su familia. Kirzai no pedía mas que eso.  Un día, mientras vendía cueros en la plaza del mercado de Tchigan, se enteró de que su hijo estaba enfermo de gravedad. Era urgente que fuera a verlo de inmediato. Kirzai no vacilo. Recordó el atajo a través del desierto que había tomado treinta años atrás. Dio agua a su camello, llenó sus cantimploras y partió.  A lo largo del camino libró una batalla contra el tiempo, azuzando sin cesar a su camello. No se detuvo ni disminuyo la marcha mientras bebía agua, y por esas razón ocurrió el accidente. La cantimplora se le cayo de pronto de las manos y antes que pudiera bajarse para recuperarla, el agua desapareció en la arena. Kirzai profirió una maldición. Con una sola cantimplora llena era imposible cruzar el desierto. Pero al pensar en su hijo, el viejo se obligo a seguir adelante.  -¡Tengo que hacerlo! ¡Lo haré!  El sol del desierto de Sry Darya es despiadado. Le importa poco por qué o para qué fines un hombre trata de desafiar sus rayos, arde inexorablemente siempre con la misma fuerza e intensidad. Kirzai pronto comprendió que había cometido un gran error. Se le resecó la lengua y la piel le quemaba. La única cantimplora restante ya estaba vacía. Y ahora, para su desazón, vio que empezaba una tormenta de arena. Kirzai se envolvió la cabeza con su chalina, cerro los ojos y dejo que el camello lo llevara adelante a donde fuera. Ya no era conciente de nada. Un gigantesco remolino de viento se levantó frente a él. Despedía una suave luz purpúrea, pero Kirzai seguía inconsciente y no vio nada. Su camello entró en el remolino de viento, avanzó unos pocos pasos y entonces, en forma abrupta, se sentó. Kirzai cayo al suelo. "Estoy terminado -pensó- ¡Mi hijo nunca volverá a verme!"  De repente, sin embargo, dio un grito de alegría. Un hombre montado en un camello avanzaba hacia él. Pero cuanto más se acercaba el hombre, tanto más la alegría de Kirzai se convertía en estupefacción. Este hombre que ahora desmontaba de su camello .... ¡Kirzai lo conocía! Reconoció su propio rostro juvenil, sus ropas .... ¡y hasta el camello que montaba! Un camello que el mismo había comprado por dos valiosos jarrones muchos años antes.  Kirzai estaba seguro: ¡ el joven que venia a ayudarlo era él mismo ! ¡ Era el mismo Kirzai tal como era treinta años antes !-¿Eres .... tú? -balbuceo Kirzai con un susurro ronco. El joven lo miro y rió. -¿Qué? ¡No me digas que sabes quien soy! ¿Mi fama se ha extendido hasta el desierto de Sry Darya? Pero tú, anciano, ¿quién eres? Kirzai no

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contestó. No sabia que hacer. ¿Debía decirle al joven quien era, o no decir nada? Mientras tanto el joven continuo: -De todos modos, tú no estas bien. ¿Adonde vas?  -A Givah -respondió Kirzai-. Pero no tengo mas agua.  Kirzai vio que el joven reflexionaba en silencio acerca de la situación y supo con exactitud lo que pasaba por su mente: ¿debía ayudar a Kirzai o continuar para atender sus propios asuntos? Pero Kirzai también supo cual seria la decisión y sonrió al observar que el joven le ofrecía un trago de agua. Después, el joven le lleno la cantimplora vacía, lo ayudo a montar su camello y apunto con un dedo.  -Sigue derecho por ese camino y en dos horas estarás en Givah.  El viejo Kirzai miro un largo rato al joven que alguna vez había sido él mismo y le hizo una señal de agradecimiento. Hubiera deseado hablar con él de muchas cosas, pero solo logro encontrar estas palabras: -Algún día el desierto te recompensará. Y entonces partió de prisa hacia Givah, donde lo esperaba su hijo. Kirzai llego a ser un hombre sabio, respetado por todos. Y cuando contaba este extraño cuento, todos los que lo escuchaban le creían. Desde aquellos tiempos, el desierto de Sry Darya ha sido conocido con el nombre de Samavstrecha, que quiere decir:  El desierto donde Uno se encuentra a Sí Mismo.  Historias de Nasrudin Opinión  Por Paulo Coelho  Nasrudin, el maestro que se hacía pasar por loco, el sabio que fingía ser tonto, el personaje central de gran parte de las enseñanzas sufíes, es de nuevo tema de esta columna.  Es mejor prevenir  El mullah Nasrudin llamó a su alumno preferido:  –Ve a sacar agua del pozo.  El chico se preparó para hacer lo que le había sido ordenado. Antes de partir, sin embargo, recibió un coscorrón.  –¡Y no andes con jugadores ni con personas vanidosas, o acabarás ofendiendo a Dios!  –¡Todavía no he salido de casa y ya me he llevado un coscorrón! El señor me está castigando por algo que no he hecho.  –Con las cosas importantes de la vida no se puede ser tolerante– dijo Nasrudin. –¿De qué me serviría castigarte después de haber perdido tu alma?  La tarea más difícil  Uno de los niños que estudiaba con Nasrudin tenía una inquietud:  –¿Quién es el hombre más grande? ¿Aquel que ha conquistado un imperio? ¿Aquel que pudo hacerlo y renunció a su deseo? ¿O aquel que impidió que otro lo hiciera?  –No tengo ni la menor idea –respondió el sabio sufí. –Pero sí conozco una tarea mucho más difícil que las que acabas de citar.  –¿Y cuál es?  –Impedir que os pongáis a analizar lo que otros han hecho, e intentar que aprendáis a preocuparos de lo que vosotros mismos podéis hacer.  Cuándo dar y cuándo recibir  Nasrudin paseaba por el mercado cuando un hombre se le acercó.  –Sé que eres un gran maestro sufí– dijo. –Esta mañana mi hijo me ha pedido dinero para comprar una vaca. ¿Debo ayudarle?  –Ésta no es una situación de emergencia, así que aguarda una semana antes de ayudar a tu hijo.  –Pero ahora estoy en condiciones de ayudarle. ¿Qué diferencia hay entre ayudarle ahora y dentro de una semana?  –Una diferencia muy grande– respondió Nasrudin. –La experiencia me ha demostrado que la gente sólo aprecia las cosas cuando se les hace dudar de si conseguirán o no lo que desean.  El pez que salvó una vida  Nasrudin pasó delante de una gruta, vio un yogui meditando, y le preguntó qué quería alcanzar con su búsqueda espiritual.  –Contemplo los animales, y he aprendido de ellos muchas lecciones que pueden cambiar la vida de un hombre.  –Pues a mí en una ocasión un pez me salvó la vida.  El yogui se quedó asombrado: ¡sólo a un santo podría salvarle un pez la vida! Le preguntó cómo había sucedido tal milagro, pero Nasrudin quería aprender antes todo lo que el yogui sabía.  El yogui, convencido de que se encontraba delante de un gran sabio, le enseñó lo que había aprendido a lo largo de aquellos años. Cuando hubo acabado, le rogó:  –Ahora que el señor conoce todo lo que la vida me enseñó, me gustaría que me contase cómo le salvó la vida el pez.  –Es muy sencillo– respondió Nasrudin. –Estaba muriéndome de hambre cuando lo pesqué, y gracias a él pude sobrevivir tres días más.  Cuento - Nasrudin y el huevo     Cierta mañana Nasrudin - el gran místico sufí que siempre fingía ser loco - envolvió un huevo en un pañuelo, se fue al medio de la plaza de su ciudad y llamó a los que pasaban por allí.

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     - ¡Hoy tendremos un importante concurso! - dijo - ¡Quien descubra lo que está envuelto en este pañuelo, recibirá de regalo el huevo que está dentro!     Las personas se miraron, intrigadas, y respondieron:     -¿Cómo podemos saberlo? ¡Ninguno de nosotros es adivino!     Nasrudin insistió:     - Lo que está en este pañuelo tiene un centro que es amarillo como una yema, rodeado de un líquido del color de la clara, que a su vez está contenido dentro de una cáscara que se rompe fácilmente. Es un símbolo de fertilidad, y nos recuerda a los pájaros que vuelan hacia sus nidos, Entonces, ¿quién puede decirme lo que está escondido?     Todos los habitantes pensaban que Nasrudin tenía en sus manos un huevo, pero la respuesta era tan obvia que nadie quiso pasar vergüenza delante de los otros.      ¿Y si no fuese un huevo, sino algo muy importante, producto de la fértil imaginación mística de los sufis? Un centro amarillo podía significar algo del sol, el líquido a su alrededor tal vez fuese algún preparado de alquimia. No, aquel loco estaba queriendo que alguien hiciera el ridículo.     Nasrudin preguntó dos veces más y nadie se arriesgó a decir algo impropio.     Entonces él abrió el pañuelo y mostró a todos el huevo.     - Todos vosotros sabíais la respuesta - afirmó - y nadie osó traducirla en palabras.     Así es la vida de aquellos que no tienen el valor de arriesgarse: las soluciones nos son dadas generosamente por Dios, pero estas personas siempre buscan explicaciones más complicadas, y terminan no haciendo nada.  LA HONESTIDAD DISTORSIONADA PUEDE OBNUBILAR EL JUICIO.Nasrudín fue acusado con otro reo de haber robado al erario público. Había dudas de quien sustrajo el dinero... si fue Nasrudín o el otro reo.Nasrudín, siempre astuto le planteo a su abogado.--Por que no le enviamos un regalo caro al juez para facilitar el proceso de descargo?--Tu eres loco...ese juez es muy integro y te condenaría irremediablemente.Al otro día, el juez sin escuchar muchos argumentos y de manera tajante condeno al otro reo.Entonces, al salir de la corte el abogado de Nasrudín le pregunto:--Que sorpresa! yo juraba que este caso lo perderíamos y que tu Nasrudín saldrías condenado. Fue una suerte que le enviaste el regalo caro...Nasrudín contesto:--No, pero no pude evitar enviárselo a nombre del otro reo.--------------------------------------------------------------------------------  ¿PORQUE ESTOY AQUI?Una noche Mulla Nasrudin caminaba por una calle. La calle estaba solitaria y de repente se dio cuenta de que unos hombres a caballo, una especie de tropa se dirigía hacia él. Su mente comenzó a trabajar. Pensó que podían ser asaltantes, que podían matarle. O que podían ser soldados del rey y que podían llevárselo para que prestara el servicio militar o cualquier otra cosa. Se asustó y cuando los caballos y el ruido que formaban se le acercaron, se puso a correr y entró en un cementerio y para poder esconderse se tumbó en una fosa abierta.Al ver a aquel hombre corriendo, los jinetes, que eran simples viajantes, se dieron cuenta de lo que había sucedido. Corrieron tras Mulla Nasrudin y se acercaron a la tumba en que estaba. El yacía con los ojos cerrados como si estuviera muerto. «¿Qué te sucede? ¿Por qué te has asustado tanto de repente? ¿Qué pasa?»Entonces Mulla Nasrudin se dio cuenta de que se había asustado a sí mismo sin motivo. Abrió sus ojos y dijo, «Es algo muy complejo, muy complicado. Si insistís en preguntarme porqué estoy aquí, os lo diré. Estoy aquí por vuestra culpa y vosotros estáis aquí por la mía».____________________________________________________________________________________________________________ Es un círculo vicioso. Si tienes deseos, te irás al futuro y esto creará un círculo vicioso. Cuando ese futuro se convierta en el presente, de nuevo te irás al futuro. Hoy pensaré en el mañana; esto se convertirá en un hábito. Y el mañana nunca llega. No puede llegar; es imposible. Cuando llega es de nuevo el hoy y he creado el hábito de irme siempre desde el hoy al mañana. Por eso cuando el mañana llega, llega como el hoy y luego me voy de nuevo al mañana. ¡Es una cadena! Y cuanto más la elabores, más eficiente te volverás en completarla. Y el mañana nunca llega. Lo que llega siempre es el hoy, y con el hoy tú no tienes ninguna relación. Estableces un mecanismo: debido a que es hoy, te vas.--------------------------------------------------------------------------------  CADA COSA EN SU LUGARLa fiesta reunió a todos los discípulos de Nasrudin. Durante muchas horas comieron y bebieron, y conversaron sobre el origen de las estrellas. Cuando era ya casi de madrugada, todos se prepararon para volver a sus casas.Quedaba un apetecible plato de dulces sobre la mesa. Nasrudin obligó a sus discípulos a comérselos.Uno de ellos, no obstante, se negó. "El maestro nos está poniendo a prueba", dijo. "Quiere ver si conseguimos controlar nuestros deseos"."Estás equivocado", respondió Nasrudin. "La mejor manera de dominar un deseo es verlo satisfecho. Prefiero que os quedéis con el dulce en el estómago -que es su verdadero lugar- que en el pensamiento, que debe ser usado para cosas más nobles".--------------------------------------------------------------------------------

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  LA BANDEJA DE HOJALDRE"Un sabio forastero llegó a Aksehir. Deseaba desafiar al hombre más docto de la ciudad y le presentaron a Nasrudin.El sabio trazó un círculo en el suelo con un palo. Nasrudín cogió el mismo palo y dividió el círculo en dos partes iguales.El sabio trazó otra línea vertical para dividirlo en cuatro partes iguales. Nasrudín hizo un gesto como si tomara las tres partes para sí y dejara la cuarta para el otro. El sabio sacudió la mano hacia el suelo. Nasrudín hizo lo contrario.Se acabó la competencia y el sabio explicó:- ¡Este señor es increíble!, le dije que el mundo es redondo, me contestó que pasa el ecuador terrestre por el medio. Lo dividí en cuatro partes, me dijo "las tres partes son de agua, la cuarta es de tierra". Le pregunté "¿por qué llueve?", me contestó "el agua se evapora, sube al cielo y se convierte en nubes".Los ciudadanos deseaban conocer la versión de Nasrudín:- ¡Qué tipo más glotón!, me dijo: "si tuviéramos una bandeja de dulce de hojaldre", yo le dije "la mitad es para mí".Me preguntó "¿si lo dividiéramos en cuatro partes?", yo le contesté "me comeré las tres partes". Me propuso "¿si le echáramos pistachos molidos?", yo le dije "buena idea, pero se necesita un fuego alto. Quedó vencido y se fue...."LA MANZANA PERFECTAApenas había concluido Nassrudin su alocución cuando un bromista de entre los asistentes le dijo: "En lugar de tejer teorías espirituales, ¿por qué no nos muestras algo práctico?.El pobre Nasrudin quedó totalmente perplejo. "¿Qué clase de cosa práctica quieres que te muestre?", le preguntó.Satisfecho de haber mortificado al mullah y de causar impresión a los presentes, el bromista dijo: "Muéstranos, por ejemplo, una manzana del jardín del Edén".Nasruddin tomó inmediatamente una manzana y se la presentó al individuo. "Pero esta manzana", dijo éste, "Está mala por un lado.Seguramente una manzana celestial debería ser perfecta"."Es verdad, una manzana celestial debería ser perfecta", dijo el mullah. "Pero, dadas tus reales posibilidades, esto es lo mas parecido que podrás tener a una manzana celestial".--------------------------------------------------------------------------------  IGUAL AL CASAMIENTONasrudin pasó el otoño entero sembrando y preparando su jardín. Las flores se abrieron en primavera y Nasrudin reparó en algunos dientes de león, que él no había plantado.Nasrudin los arrancó, pero el polen ya se había esparcido y otros volvieron a crecer. Trató entonces de encontrar un veneno que afectara solamente a los dientes de león. Un técnico le dijo que cualquier veneno terminaría matando a las otras flores. Desesperado, pidió ayuda a un jardinero.-Es igual que el casamiento -comentó el jardinero. Junto con las cosas buenas, terminan siempre viniendo algunos pocos inconvenientes.- ¿Qué hago? -insistió Nasrudin.-Nada. Aunque sean flores que tú no pensabas tener, ya forman parte de tu jardín.--------------------------------------------------------------------------------  ¿DE QUIEN SOY SERVIDOR?Un día, el poderoso rey mogol Tamerlán invitó al Mulá Nasrudín a cenar a su palacio. Para la ocasión, el cocinero real preparó, entre otros platos, uno a base de col. Terminada la cena, Tamerlán preguntó a Nasrudin:- ¿Le gustó la col?-Estaba exquisita, elogió Nasrudin.-A mí me pareció horrible, dijo Tamerlán.-Tiene razón, agregó el Mulá, estaba demasiado blanda.-Pero acaba de decirme que le pareció exquisita, señaló Tamerlán.-Sí, pero soy el sirviente de Su Majestad, no de la col, replicó Nasrudín.-------------------------------------------------------------------------------  MIEDO AL MIEDOUn día, Mulá Nasrudín estaba muy preocupado, cavilando. Cualquiera que observara su cara podía ver que estaba sumido en pensamientos; muy tenso, angustiado. Su esposa se llegó a alarmar. Le preguntó,«¿Qué es lo que pasa, Nasrudín? ¿En qué estás pensando? ¿Cuál es el problema? ¿Porqué estás tan preocupado?». Mulá abrió sus ojos y dijo, «Este es el problema más grande. Estoy reflexionando en cómo ha de saber uno que uno mismo está muerto. ¿Cómo saber uno que uno mismo está muerto? Si me fuera a morir, ¿cómo iba a reconocer que estaba muerto? Porque yo no he conocido la muerte. El reconocimiento significa que has conocido algo antes».«Te veo y reconozco que eres A, o B o C porque te conocía de antes. A la muerte no la he conocido...», dijo el Mulá, «...Y cuando se presente, ¿cómo la voy a reconocer? Este es el problema y estoy muy preocupado. Y cuando esté muerto y no pueda preguntar a nadie, esa puerta estará también cerrada. No puedo consultar ninguna escritura, ni ningún profesor puede ser de ayuda».Su esposa se rió y le dijo, «Te estás preocupando innecesaria-mente. Cuando la muerte llega, uno lo sabe inmediatamente. Cuando la muerte se te presente lo sabrás porque te pondrás frío, frío como el hielo». El Mulá se sintió aliviado. En sus manos tenía la clave, una señal.

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Al cabo de dos o tres meses, se encontraba cortando leña en el bosque. Era una fría mañana de invierno y todo estaba helado. De repente se acordó y se palpó las manos: estaban heladas. Dijo, «De acuerdo. La muerte se está acercando y estoy tan lejos de casa que no puedo decírselo a nadie, ¿qué voy ha hacer? Me olvidé de preguntárselo a mi mujer. Me dijo como se debía de sentir uno, pero ¿qué se supone que se ha de hacer cuando llega la muerte? Ahora no hay nadie aquí y todo se está helando».Entonces recordó. Había visto muchas personas muertas, de modo que pensó, «Es adecuado el tumbarse». Así era como había visto a las personas fallecidas, de modo que se tumbó. Por supuesto se fue sintiendo más y más frío, con la muerte cerniéndose sobre él. Dos lobos, creyendo que Nasrudín estaba muerto, atacaron a su burro. El Mulá abrió los ojos y viéndolos, pensó «Los muertos no pueden hacer nada. Si hubiera estado vivo, vosotros lobos no os habríais tomado esas libertades con mi burro. Pero ahora no puedo hacer nada. Nunca se ha sabido de muertos que hicieran algo. Sólo puedo permanecer como espectador».Si estás muerto para todo tu pasado, absolutamente muerto, entonces únicamente puedes ser un testigo. ¿Qué otra cosa puedes hacer? Ser un testigo quiere decir morir a tu pasado, a tus recuerdos, a tus ideas, a todo. Entonces, en el momento presente, ¿qué puedes hacer? Solamente puedes permanecer como observador. No es posible juicio alguno. El juzgar sólo es posible en referencia a experiencias pasadas. No hay evaluación posible; la evaluación es posible solamente con referencia a acciones pasadas. No es posible el pensar; el pensar solamente es posible si el pasado está allí, de vuelta al presente. Así que, ¿qué puedes hacer? Puedes ser un testigo.Osho. LA ALQUIMIA SUPREMA.--------------------------------------------------------------------------------CUANDO APARECE LA MUERTELa esposa del mulá Nasrudín estaba por morir y dijo:-- Nasrudín: recuerda por lo menos una cosa. Sé que volverás a casarte; no tiene sentido negarlo, no trates de engañarme. Sé que te volverás a casar, pero tienes que prometerme algo: que no le darás mi ropa a ninguna otra mujer.Nasrudín, un poco lloroso, le contestó:-- ¡Jamás! Nunca la regalaré. Y, de cualquier manera, no le entraría a Fátima: es demasiado delgada.--------------------------------------------------------------------------------  PRECEDENTESUn aldeano fue a ver al Mulla y le dijo: -Tu toro ha corneado a mi vaca.¿Tengo derecho a una compensación?- No - repuso inmediatamente el Mulla - ; el toro no es responsable de sus acciones.- Lo siento - dijo el astuto aldeano-, te lo he contado al revés. Ha sido tu vaca la que fue corneada por mi toro. Pero la situación es la misma.- ¡Oh, no! - replicó Nasrudín -. Creo que tendré que consultar mis libros de leyes para ver si existe un precedente de este caso.--------------------------------------------------------------------------------  SECO BAJO LA LLUVIA«Un hombre invitó a Nasrudín a salir de caza con él, pero le dio por montura un caballo demasiado lento. El Mulá Nasrudín no dijo palabra. Muy pronto los demás se distanciaron y se perdieron de vista. Poco después comenzó a llover fuertemente. No había refugio alguno en esa zona y todos los participantes de la cacería terminaron empapados. Nasrudín, sin embargo, en cuanto comenzó a llover se quitó todas sus ropas y se sentó encima de ellas. Cuando cesó la lluvia, se vistió y regresó a la casa de su anfitrión para almorzar. Nadie comprendía por qué estaba seco. No obstante sus veloces caballos, no habían podido hallar refugio en la llanura.Fue el caballo que me dio, dijo Nasrudín.Al día siguiente le dieron un caballo rápido y su anfitrión se reservó para sí el lento. Llovió nuevamente. El caballo iba tan despacio que el anfitrión se mojó más que nunca mientras regresaba a su casa a paso de tortuga.Nasrudín repitió la misma operación que la vez anterior y regresó a la casa seco».--------------------------------------------------------------------------------  DESEQUILIBRADONasrudín era un maestro de la respuesta que corresponde a la mentalidad o las intenciones del interlocutor.Una vez, alguien que le tomaba por idiota preguntó:- ¿Por qué algunas personas caminan en una dirección y otras en la dirección opuesta?Nasrudín respondió inmediatamente:- Bien, si todos ellos caminasen en la misma parte de la tierra, ésta quedaría sobrecargada y volcaría.--------------------------------------------------------------------------------EL PEZ QUE SALVÓ UNA VIDANasrudín pasa frente a una gruta, ve un yogui meditando, y le pregunta qué es lo que busca.- Contemplo a los animales, y aprendo de ellos muchas lecciones que pueden transformar la vida de un hombre -dice el yogui.- Pues un pez ya salvó mi vida -respondió Nasrudín. -Si usted me enseña todo lo que sabe, yo le cuento como fue.El yogui se sobresaltó: sólo un santo podía haber salvado su vida gracias un pez. Y decidió enseñarle todo lo que sabía.Cuando terminó, le dijo a Nasrudín:- Ahora que te enseñé todo, me sentiría orgulloso de saber cómo es que un pez salvó tu vida.- Es simple -respondió Nasrudín -Yo estaba casi muriendo de hambre cuando lo pesqué, y gracias a él pude sobrevivir tres días.--------------------------------------------------------------------------------  LA RAZON DE LA INACCION

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De entre todos los pueblos que el Mulá Nasrudín visitó en sus viajes, había uno que era especialmente famoso porque a sus habitantes se les daban muy bien los números. Nasrudín encontró alojamiento en la casa de un granjero. A la mañana siguiente, se dio cuenta de que el pueblo no tenía pozo. Cada mañana, alguien de cada familia del pueblo cargaba uno o dos burros con garrafas vacías y se iban a un riachuelo que estaba a una hora de camino, llenaban las garrafas y las traían de vuelta al pueblo, lo que les llevaba otra hora más.“¿No sería mejor si tuvierais agua en el pueblo?”, preguntó el Mulá al granjero dela casa en la que se alojaba."¡Por supuesto que sería mucho mejor!”, dijo el granjero. “El agua me cuesta cada día dos horas de trabajo para un burro y un chico que lleva el burro. Eso hace al año mil cuatrocientas sesenta horas, si cuentas tanto las horas del burro como las del chico. Pero si el burro y el chico estuvieran trabajando en el campo todo ese tiempo, yo podría, por ejemplo, plantar todo un campo de calabazas y cosechar cuatrocientas cincuenta y siete calabazas más cada año, que al precio actual alcanzarían para comprar vaca y media”."Veo que lo tienes todo bien calculado”, dijo Nasrudín admirado. “¿Por qué, entonces, no construyes un canal para traer el agua al río?”"¡Eso no es bien simple!", dijo el granjero. “En el camino hay una colina que deberíamos atravesar. Si pusiera a mi burro y a mi chico a construir un canal en vez de enviarlos por el agua, les llevaría quinientos años si trabajasen dos horas al día. Sólo me quedan otros treinta años más de vida, meses más, meses menos, u otros 6 y 3/4 si dejo el tabaco. Así que me es más barato enviarles por el agua.”"Sí, pero, ¿es que serías tú el único responsable de construir un canal? Sois muchas familias en el pueblo.”"Claro que sí", dijo el granjero. “Hay cien familias en el pueblo. Si cada familia enviase cada día dos horas un burro y un chico, el canal estaría hecho en cinco años. Y si trabajasen diez horas al día, estaría acabado un año”."Entonces, ¿por qué no se lo comentas a tus vecinos y les sugieres que todos juntos construyáis el canal?"Pues... - prendiendo otro cigarro - ... Mira, si yo tengo que hablar de cosas importantes con un vecino, tengo que invitarle a mi casa, ofrecerle té y azúcar, hablar con él del tiempo y de la nueva cosecha, luego de su familia, sus hijos, sus hijas, sus nietos. Después le tengo que dar de comer y después otro té con galletas y él tiene que preguntarme entonces sobre mi granja y sobre mi familia para finalmente llegar con tranquilidad al tema y tratarlo con cautela. Eso lleva un día entero. Como somos cien familias en el pueblo, tendría que hablar con noventa y nueve cabezas de familia. Estarás de acuerdo conmigo que yo no puedo estar noventa y nueve días seguidos discutiendo con los vecinos. Mi granja se vendría abajo. Lo máximo que podría hacer sería invitar a un vecino a mi casa por semana. Como un año tiene sólo cincuenta y dos semanas, eso significa que me llevaría casi dos años hablar con mis vecinos. Conociendo a mis vecinos como les conozco, te aseguro que todos estarían de acuerdo con hacer llegar el agua al pueblo, porque todos ellos son buenos con los números. Y como les conozco, te aseguro, cada uno prometería participar si los otros participasen también. Entonces, después de dos años, tendría que volver a empezar otra vez desde el principio, invitándoles de nuevo a mi casa y diciéndoles que todos están dispuestos a participar”."Vale", dijo el Hodja, “pero entonces en cuatro años estaríais preparados para comenzar el trabajo. ¡Y al año siguiente, el canal estaría construido!”"Hay otro problema", dijo el granjero. “Estarás de acuerdo conmigo que una vez que el canal esté construido, cualquiera podrá servirse del agua, tanto si ha o no contribuido con su parte de trabajo correspondiente.”"Lo entiendo”, dijo Nasrudín . “Incluso si quisierais, no podríais vigilar todo el canal.”"Pues no”, dijo el granjero. “Cualquier avispado que se hubiera librado de trabajar, se beneficiaría de la misma manera que los demás y sin costo alguno”."Tengo que admitir que tienes razón”, dijo Nasrudín."Así que como a cada uno de nosotros se nos dan bien los números, intentaremos escabullirnos. Un día el burro no tendrá fuerzas, otro día el chico de alguien tendrá tos, otro la mujer de alguien estará enferma, y el niño y el burro tendrán que ir a buscar al médico... Como a nosotros se nos dan bien los números, intentaremos escurrir el bulto. Y como cada uno de nosotros sabe que los demás no harán lo que deben, ninguno mandará a su burro o a su chico a trabajar. Así que la construcción del canal ni siquiera se empezará...”“Tengo que reconocer que tus razones suenan muy convincentes”, dijo Nasrudín que se quedó pensativo por un momento, pero de repente exclamó:“Conozco un pueblo al otro lado de la montaña que tenía el mismo problema que vosotros tenéis. Pero ellos tienen un canal desde hace ya veinte años.”“Efectivamente”, dijo el granjero, “pero a ellos no se les dan bien los números... ”--------------------------------------------------------------------------------  CAVILANDOUn día, Mulá Nasrudín estaba muy preocupado, cavilando. Cualquiera que observara su cara podía ver que estaba sumido en pensamientos; muy tenso, angustiado. Su esposa se llegó a alarmar. Le preguntó,«¿Qué es lo que pasa, Nasrudín? ¿En qué estás pensando? ¿Cuál es el problema? ¿Porqué estás tan preocupado?». Mulá abrió sus ojos y dijo, «Este es el problema más grande. Estoy reflexionando en cómo ha de saber uno que uno mismo está muerto. ¿Cómo saber uno que uno mismo está muerto? Si me fuera a morir, ¿cómo iba a reconocer que estaba muerto? Porque yo no he conocido la muerte. El reconocimiento significa que has conocido algo antes».«Te veo y reconozco que eres A, o B o C porque te conocía de antes. A la muerte no la he conocido...», dijo el Mulá, «...Y cuando se presente, ¿cómo la voy a reconocer? Este es el problema y estoy muy preocupado. Y cuando esté

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muerto y no pueda preguntar a nadie, esa puerta estará también cerrada. No puedo consultar ninguna escritura, ni ningún profesor puede ser de ayuda».Su esposa se rió y le dijo, «Te estás preocupando innecesaria-mente. Cuando la muerte llega, uno lo sabe inmediatamente. Cuando la muerte se te presente lo sabrás porque te pondrás frío, frío como el hielo». El Mulá se sintió aliviado. En sus manos tenía la clave, una señal.Al cabo de dos o tres meses, se encontraba cortando leña en el bosque. Era una fría mañana de invierno y todo estaba helado. De repente se acordó y se palpó las manos: estaban heladas. Dijo, «De acuerdo. La muerte se está acercando y estoy tan lejos de casa que no puedo decírselo a nadie, ¿qué voy ha hacer? Me olvidé de preguntárselo a mi mujer. Me dijo como se debía de sentir uno, pero ¿qué se supone que se ha de hacer cuando llega la muerte? Ahora no hay nadie aquí y todo se está helando».Entonces recordó. Había visto muchas personas muertas, de modo que pensó, «Es adecuado el tumbarse». Así era como había visto a las personas fallecidas, de modo que se tumbó. Por supuesto se fue sintiendo más y más frío, con la muerte cerniéndose sobre él. Dos lobos, creyendo que Nasrudín estaba muerto, atacaron a su burro. El Mulá abrió los ojos y viéndolos, pensó «Los muertos no pueden hacer nada. Si hubiera estado vivo, vosotros lobos no os habríais tomado esas libertades con mi burro. Pero ahora no puedo hacer nada. Nunca se ha sabido de muertos que hicieran algo. Sólo puedo permanecer como espectador».  Si estás muerto para todo tu pasado, absolutamente muerto, entonces únicamente puedes ser un testigo. ¿Qué otra cosa puedes hacer? Ser un testigo quiere decir morir a tu pasado, a tus recuerdos, a tus ideas, a todo. Entonces, en el momento presente, ¿qué puedes hacer? Solamente puedes permanecer como observador. No es posible juicio alguno. El juzgar sólo es posible en referencia a experiencias pasadas. No hay evaluación posible; la evaluación es posible solamente con referencia a acciones pasadas. No es posible el pensar; el pensar solamente es posible si el pasado está allí, de vuelta al presente. Así que, ¿qué puedes hacer? Puedes ser un testigo.  Osho. LA ALQUIMIA SUPREMA.--------------------------------------------------------------------------------  UN LADRON ?Me estoy acordando de Mulá (Mulla, también se dice) Nasrudín...Un ladrón entró en su casa. Mulla estaba durmiendo, no de verdad, sólo con los ojos cerrados, medio abriéndolos y viendo lo que el ladrón estaba haciendo. Pero él no creía que se debiera interferir en el trabajo de la gente. El ladrón no estaba interfiriendo en su sueño, ¿porqué tenía él que interferir en su profesión? ¡Que hiciera lo que tuviera que hacer!El ladrón estaba un poco inquieto porque ese hombre parecía raro. Mientras vaciaba la casa, a veces algo se le caía de las manos con estrépito, pero Mulla permanecía completamente dormido. Una sospecha apareció en la mente del ladrón: que esta clase de sueño sólo es posible si el hombre está despierto. "¡Qué hombre tan extraño! No dice nada ¡Estoy vaciándole la casa entera!"Todos los muebles estaban afuera, todas las almohadas estaban afuera, todo lo que había en la casa estaba fuera... Y cuando el ladrón estaba recogiendo todo, atándolo para llevárselo a casa de repente sintió: "Alguien me está siguiendo". Miró hacia atrás; era el mismo hombre que estaba dormido. Él dijo, "¿Por qué me estás siguiendo?"Mulla respondió, "No, yo no te sigo; estamos cambiando de casa. Lo has cogido todo. ¿Qué voy a hacer en esta casa?. O sea que yo también voy contigo". Este "irse por lo fácil" es el camino oriental; incluso con la muerte, Oriente se ha apegado a la idea... solamente un cambio de casa.El ladrón estaba preocupado, dijo: "Perdóname, toma tus cosas". Mulla dijo: "No, no es necesario. También yo pensaba en cambiarme de casa, ésta está casi en ruinas. No se puede tener peor casa que ésta. Y, de todos modos, soy un hombre muy perezoso. Necesito que alguien me cuide y tú te lo has llevado todo. ¿Por qué me dejas aquí?"El ladrón se asustó... había estado robando toda su vida, nunca se había cruzado con un hombre así. Dijo: "Puedes coger tus cosas". Mulla contestó:"No, no cambiaremos nada.Tendrás que llevarte las cosas; en caso contrario, iré a la policía. Me estoy portando como un caballero, no te estoy llamando ladrón, solamente eres un hombre que me está ayudando a cambiar de casa".Osho.--------------------------------------------------------------------------------CUANDO ESTABA VIVO...Nasrudín subió a un árbol para aserrar una rama. Alguien que pasaba al ver como lo estaba haciendo le avisó: "¡Cuidado¡... Esta mal sentado, en la punta de la rama... Se ira abajo con ella¡"¿Piensa que soy un necio que deba creerlo? ¿O es usted un vidente que pueda predecir mi futuro?, preguntó el Mula.Sin embargo, poco después la rama cedió y Nasrudin terminó en el suelo. Entonces corrió tras el otro hombre hasta alcanzarlo: "Su predicción se ha cumplido!... Ahora dígame: ¿Como moriré?..."Por mas que el hombre insistió, no pudo disuadir a Nasrudín de que no era un vidente. Por fin, ya exasperado le gritó:-- ¡Por mi podrías morirte ahora mismo¡Apenas oyó estas palabras, el Mula cayó al piso y se quedo inmóvil. Cuando lo encontraron sus vecinos lo depositaron en un féretro.Mientras marchaban hacia el cementerio, empezaron a discutir acerca de cuál era el camino más corto. Nasrudin perdió la paciencia y, asomando su cabeza fuera del ataúd, dijo:-- !Cuando estaba vivo solía tomar por la izquierda; es el camino mas rápido¡...--------------------------------------------------------------------------------  TODO TIENE QUE VER CON TODO

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Un día Nasrudín caminaba por una carretera solitaria...Caía la noche cuando vio a un grupo de jinetes avanzando hacia él. Su imaginación empezó a trabajar, y temió que pudieran robarle u obligarle a alistarse en el ejército. Este miedo adquirió tales proporciones , que saltó un muro y se encontró en un cementerio.Los otros viajeros, ignorantes de los motivos imaginados por Nasrudín, se sintieron picados por la curiosidad y, claro, se fueron tras él... Después de un rato más o menos largo, dieron con un Nasrudín extendido cual tronco y helado, en una zanja... Uno de ellos le preguntó:- ¿Podemos ayudarte? ¿Por qué estás en esa posición?Nasrudín, comprendiendo su error, contestó:- Es más complicado de lo que suponéis. Verás, yo estoy aquí a causa de vosotros; y vosotros estáis aquí por mi causa.*****************************************************************************Este "chiste" de Nasrudín subraya la circularidad esencial de la realidad , y las interacciones, generalmente invisibles, que tienen lugar en todo cuanto ocurre...... Siendo el camino del Amor una armonización con la realidad verdadera, no puede parecerse a lo que nosotros tomamos como realidad, que de hecho es un conjunto de reglas primitivas superficiales... Consideramos los sucesos de modo parcial. También damos por sentado, sin ninguna justificación, que un suceso ocurre, como quien dice, en un vacío. Lo cierto es que todos los sucesos están relacionados con todos los demás...... Si observamos bien cualquiera de nuestros actos, o los de otra persona, nos daremos cuenta que fue provocado por muchos posibles estímulos, y también que nunca es un acto aislado: tiene consecuencias, muchas de ella totalmente inesperadas, y que no podríamos haber planeado.Idries Shah, 1964, en el libro Los Sufis, Edit. Kairós. Barcelona.--------------------------------------------------------------------------------  EL MIEDONasrudín estaba caminando por un camino solitario una noche a la luz de la luna cuando escuchó un ronquido, en algún lugar, que parecía estar abajo suyo. De repente, le dio miedo y estaba a punto de salir corriendo cuando tropezó con un derviche acostado en una celda que se había excavado para él, en parte subterránea."¿Quién eres?" preguntó el Mulá."Soy un derviche, y este es mi lugar de contemplación.""Vas a tener que dejarme compartirlo. Tu ronquido me asustó demasiado y no puedo seguir adelante esta noche.""Toma la otra punta de esta frazada, entonces," dijo el derviche sin entusiasmo, "y acuéstate aquí. Por favor, permanece en silencio, porque estoy manteniendo una vigilia. Es una parte de una complicada serie de ejercicios. Mañana tengo que cambiar la rutina y no puedo soportar la interrupción."Nasrudín se durmió por un rato. Luego se despertó y sintió su boca como una polvera."Tengo sed", le dijo al derviche."Entonces, vuelve por el camino, donde hay un arroyo.""No, todavía tengo miedo.""Entonces, tengo que ir yo en tu lugar," dijo el derviche. Después de todo, proveer agua es una obligación sagrada en el Este."No, no vayas, Voy a tener miedo si me quedo solo.""Toma este cuchillo entonces, para defenderte", dijo el derviche.Mientras él no estaba, Nasrudín se asustó todavía más, metiéndose en una ansiedad que trató de contrarrestar imaginándose cómo atacaría cualquier demonio que lo amenazara. En ese momento volvió el derviche."¡ Mantén tu distancia o te mato!", dijo Nasrudín."Pero soy el derviche", dijo el derviche."No me importa quién eres, podrías ser un demonio disfrazado""¡Pero vine a traerte agua! ¿No te acuerdas? ¡Tienes sed!""No trates de congraciarte conmigo, demonio!""Pero esa es mi celda la que estás ocupando!""Mala suerte para ti, ¿no es así? Vas a tener que encontrarte otra.""Supongo que si," dijo el derviche, "pero estoy seguro de que no sé qué pensar de todo esto.""Te puedo decir una cosa," dijo Nasrudín, "y es que el miedo es multidireccional.""Ciertamente parece ser más fuerte que la sed, o la salud, o la propiedad ajena." dijo el derviche."Y no tienes que tenerlo tú mismo para sufrir por su causa!", dijo Nasrudín.--------------------------------------------------------------------------------  EXPERIENCIACuando Nasrudín era magistrado, se presentó a él una mujer con su hijo.- Este muchacho -le dijo- come demasiado azúcar. No me puedo permitir el lujo de darle todo lo que él quiera. Por ello te pido formalmente que le prohíbas comerlo, ya que a mí no me obedece.Nasrudín le pidió que volviera al cabo de siete días. Cuando ella volvió, aplazó de nuevo su decisión hasta la semana siguiente.

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- Muy bien- dijo al muchacho-. Te prohíbo tomar más de tal y tal cantidad de azúcar al día.La mujer le preguntó entonces porqué había necesitado tanto tiempo para dar una orden tan sencilla.-Porque, señora, he tenido que comprobar si yo mismo podía reducir mi ración de azúcar antes de ordenar a otra persona que lo haga.--------------------------------------------------------------------------------HACIENDO EL TONTOTodos los días Nasrudín iba a pedir limosna a la feria, y a la gente le encantaba hacerlo tonto con el siguiente truco: le mostraban dos monedas, una valiendo diez veces más que la otra. Nasrudín siempre escogía la de menor valor.La historia se hizo conocida por todo el condado. Día tras día grupos de hombres y mujeres le mostraban las dos monedas, y Nasrudín siempre se quedaba con la de menor valor. Hasta que apareció un señor generoso, cansado de ver a Nasrudín siendo ridiculizado de aquella manera. Lo llamó a un rincón de la plaza y le dijo:—Siempre que te ofrezcan dos monedas, escoge la de mayor valor. Así tendrás más dinero y no serás considerado un idiota por los demás.—Usted parece tener razón — respondió Nasrudín — Pero si yo elijo la moneda mayor, la gente va a dejar de ofrecerme dinero para probar que soy más idiota que ellos. Usted no se imagina la cantidad de dinero que ya gané usando este truco. No hay nada malo en hacerse pasar por tonto si en realidad se está siendo inteligente.--------------------------------------------------------------------------------  NASRUDIN EN EL CUATROCierto día Nasrudin cabalgaba a lomos de un hermoso corcel blanco como las nevadas colinas del volcán. Viajaban a través del desierto y la sed los agobiaba cada vez más y más... tuvieron que detenerse al vislumbrar un enorme oasis lleno de agua y refrescantes sombras de palmeras altas y poderosas, mas estas palmeras y esta providencial humedad se desvanecieron apenas se apeó y fue a acercarse el a beber de primero el Mulá...-- No comprendo que sucede-- musitó frustrado.Preso del desconcierto y un poco descorazonado prosiguió su viaje. De pronto notó que el paisaje cambiaba de manera drástica. Hermosos matorrales y hasta con flores por doquier matizando un hermoso pastizal. Verde fue la alfombra que se desenvolvió a sus pies, regocijando a su cabalgadura y a él mismo; comieron de la abundante vegetación y disfrutaron de los frugales árboles que se dispersaban por todo alrededor. No habían terminado de saciarse cuando nuevamente el paisaje comenzó a diluirse como si se de una gran película se tratase; nuevas imágenes poblaran ahora la pantalla: un frondoso bosque tropical era ahora el escenario donde se postraban los dos incansables viajeros; un arroyo de agua refrescante entonaba una bella melodía y las copas cerradas de los árboles apenas figuraban un poco de sol a través de las pequeñas rendijas que dejaban atravesar algo de luz.No acababa de salir de su asombro el Mulá Nasrudín, cuando un frío intenso invadió sus pies, el escenario dio un giro y una espesa y negra neblina sumió todo en una oscuridad total y silenciosa. Entonces tomó la manta tirada al suelo, cobijó sus pies y siguió roncando.--------------------------------------------------------------------------------  UN TRIBUNAL POCO FACIL DE CONFORMARAlguna vez Nasrudín iba a ser juzgado por un tribunal, acusado de erosionar las creencias de la gente al escribir y decir cosas inquietantes que, de acuerdo a los juristas, deberían reservarse para voces "oficialmente autorizadas".Después de estudiar un poco la legislación del país, encontró algo para él. En casos que involucrasen asuntos filosóficos, y de eso para ofenderlo lo habían tildado en la acusación, el acusado tenía el privilegio de designar no a las personas específicas sino el tipo de persona, el perfil dicen ahora, de quienes deberían componer el tribunal para juzgar su caso.Entonces Nasrudín estipuló que deberían ser los siguientes:Un erudito que aceptase que sus propios escritos carecían de autoridad; un asceta desprendido, cuyo orgullo le hiciese rechazar el dinero debido a que corrompía, en vez de ser capaz de desapegarse de sus efectos corruptores; un carnicero que no hubiese probado la carne durante tres meses; un rey que pudiera gobernar sabiamente sin consejeros; y un empleado público de cargo medio a quien no le gustase que le mostrasen respeto.Esto fue, según cuentan, hace más de 300 años, y el tribunal aún no se ha reunido. El juicio sigue pospuesto.------------------------------------------------------------------------------  LOS POLLOSCasi nadie podía comprender a Nasrudín, pues unas veces convertía sus derrotas en victorias y otras veces las cosas parecían frustrarse a causa de su torpeza. Pero se murmuraba que vivía en un plano diferente al de los demás. Así un día un joven decidió observarlo y averiguar de qué modo se las arreglaba para sobrevivir y si había algo que pudiera aprender de él.Siguió a Nasrudín hasta la orilla de un río y lo vio sentarse bajo un árbol. De pronto el Mulá extendió su mano y sobre ella apareció un pastel que se comió. Esto lo repitió tres veces. Después extendió su mano una vez más y apareció una copa de la cual bebió un buen trago.El joven, sin poder contenerse, corrió hasta Nasrudín y lo sacudió:-- Dígame cómo hace estas cosas tan maravillosas y haré lo que usted me pida.-- Está bien -- dijo Nasrudín --, pero antes debes alcanzar el estado mental apropiado. Entonces verás que el tiempo y el espacio nada significan y podrás lograr que el chambelán del sultán te dé postres. Hay una sola condición.

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-- La acepto --, exclamó el joven.-- Deberás seguir mi senda.-- Háblame de ella.-- Sólo puedo decirte una cosa a la vez. ¿Quieres el ejercicio fácil o el difícil?-- Tomaré el difícil.-- Este es tu primer error. Debías haber comenzado con el fácil pero ahora ya has elegido. El difícil es éste: Haz en tu cerca un agujero lo bastante grande para que tus pollos puedan pasar a comer al jardín de tu vecino. Pero también deberá ser apropiadamente pequeño para que los pollos de tu vecino no puedan entrar a alimentarse en el tuyo.El joven nunca logró desentrañar esta condición y, por lo tanto, nunca logró convertirse en discípulo de Nasrudín. Pero cuando narraba a las personas las cosas que el Mulá podía hacer, los oyentes pensaban que él estaba loco. Cuando de ello se quejó, Nasrudín le dijo:-- Este es un buen comienzo; algún día encontrarás un maestro.--------------------------------------------------------------------------------NO COMPRENDER LO QUE OCURRENasrudín solía cruzar la frontera todos los días, con las cestas de su asno cargadas de paja. Como admitía ser un contrabandista, cuando volvía a casa por las noches, los guardas de la frontera le registraban una y otra vez. Registraban su persona, cernían la paja, la sumergían en agua, e incluso la quemaban de vez en cuando. Mientras tanto, su prosperidad aumentaba visiblemente.Un día se retiró y fue a vivir a otro país, donde, unos años más tarde, le encontró uno de los aduaneros.- Ahora me lo puedes decir, Nasrudín - le interpeló -. ¿Que pasabas de contrabando, que nunca pudimos descubrirlo?- Asnos - contestó Nasrudín.--------------------------------------------------------------------------------  LA FARMACIANasrudín estaba sin trabajo y preguntó a algunos amigos a qué profesión podía dedicarse.Ellos le dijeron:- Bueno, Nasrudín, tú eres muy capaz y sabes mucho sobre las propiedades medicinales de las hierbas. Podrías abrir una farmacia.Se fue a casa, pensó en ello y dijo:- Sí, es una buena idea, creo que soy capaz de ser farmacéutico.Claro que Nasrudín estaba pasando por uno de esos momentos en los que deseaba ser muy prominente y muy importante:- No voy a abrir solamente un herbolario o una farmacia que se ocupe de hierbas, voy a abrir algo enorme y a producir un impacto significativo.Compró una tienda, instaló las estanterías y vitrinas, y cuando llegó el momento de pintar el exterior colocó un andamio, lo cubrió con sábanas y trabajó detrás de él. No le dejó ver a nadie qué nombre le iba a poner a la farmacia, ni cómo estaba pintando el exterior.Después de varios días, distribuyó folletos que decían: "La gran inauguración es mañana a las nueve".Todas las personas del pueblo y de los pueblos de los alrededores vinieron y se quedaron de pie esperando frente a la nueva tienda. A las nueve en punto salió Nasrudín, y con gesto teatral quitó la sábana que cubría la fachada de la tienda, y había allí un enorme cartel que decía:"FARMACIA CÓSMICA Y GALÁCTICA DE NASRUDÍN", y debajo, con letras más pequeñas: "Armonizada con influencias planetarias". Muchas personas quedaron muy impresionadas, y él hizo muy buenos negocios ese día. Por la tarde, el maestro de la escuela local fue y le dijo:- Francamente, Nasrudín, esas afirmaciones que usted hace son un poco dudosas.- No, no, - dijo Nasrudín -. Todas las afirmaciones que hago acerca de influencias planetarias son absolutamente ciertas: cuando el sol se levanta, abro la farmacia y cuando el sol se pone, la cierro.--------------------------------------------------------------------------------  EL TURBANTE DE NASRUDIN.Nasrudin apareció en la corte con un magnífico turbante, pidiendo dinero para caridad.-Has venido a pedirme dinero y, sin embargo, estás usando un adorno muy caro en tu cabeza. ¿Cuánto te costó esta pieza extraordinaria? -preguntó el soberano.-Quinientas monedas de oro -respondió el sabio sufí. El ministro susurró: "Es mentira. Ningún turbante cuesta esa fortuna". Nasrudin insistió:-No vine aquí sólo para pedir, vine también para hacer negocio. Pagué tanto dinero por el turbante porque sabía que en el mundo entero sólo un soberano sería capaz de comprarlo por seiscientas monedas, para que yo pudiese dar esa ganancia a los pobres.El sultán, lisonjeado, pagó lo que Nasrudin le pedía. Al salir, el sabio comentó al ministro:-Tú puedes conocer muy bien el valor de un turbante, pero soy yo quien conoce hasta dónde la vanidad puede llevar a un hombre.--------------------------------------------------------------------------------  COMUNICACIÓN SINCERALa esposa del Mulla estaba enfadada con él. Por eso le llevó la sopa excesivamente caliente, y no le avisó que podría quemarse. Pero ella también sentía hambre, y en cuanto la sopa estuvo servida, tomó un sorbo. Lágrimas de dolor anegaron sus ojos. Pero aún seguía esperando que el Mulla se quemara.- Querida, ¿qué te sucede? - preguntó Nasrudín.- Pensaba en mi pobre y vieja madre. Le gustaba esta sopa cuando vivía.

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Nasrudín tomó un sorbo hirviente de su taza. Las lágrimas corrieron por sus mejillas.- ¿Estás llorando, Nasrudín?- Sí, lloro al pensar que tu pobre madre ha muerto dejando a alguien como tú en el reino de los vivos.-------------------------------------------------------------------------------EL MAESTRO ESPIRITUALUn anciano sabio había llegado al pueblo proveniente de más allá de Ashsharq, un lejano territorio de Oriente. Sus exposiciones filosóficas eran tan abstrusas y, sin embargo, tan fascinantes que los parroquianos de la casa de té llegaron a pensar que quizá podría llegar a revelarles los misterios de la vida.  Nasrudín lo escuchó durante un rato.- Sabrá usted - le dijo - que he tenido experiencias parecidas a las que usted vivió durante sus viajes. Yo también he sido un maestro errante.- Cuénteme algo de eso, si es imprescindible -, dijo el anciano algo molesto por la interrupción.- Oh, sí, debo hacerlo - dijo el Mulá -, por ejemplo, en un viaje que hice por el Kurdistán era bienvenido por dondequiera que fuese. Me hospedaba en un monasterio tras otro, donde los derviches escuchaban atentamente mis palabras. Me daban alojamiento gratuitamente en las posadas y comidas en las casas de té. En todas partes la gente al verme quedaba impresionada.El anciano monje comenzaba a impacientarse ante tanta propaganda personal:- ¿Nadie se opuso en ningún momento a algo de lo que usted decía? -, preguntó agresivamente.-Oh, sí - dijo Nasrudín -, una vez en un pueblo fui golpeado, introducido al cepo y finalmente expulsado del lugar.-¿Cuál fue el motivo?- Bueno, verá usted, ocurrió que en esa ciudad la gente comprendía turco, el idioma con el que yo impartía mis enseñanzas.- ¿Y qué sucedía con aquella gente que lo recibía tan bien?- Ah, ésos eran kurdos; tienen su propio idioma. Estaba a salvo mientras estuviera entre ellos.--------------------------------------------------------------------------------  NASRUDIN Y EL PSIQUIATRAHace 15 años, en Octubre del 85, en Segovia, España, ante un congreso de terapeutas, el destacado sufi Omar Ali Shah, hombre cargado también de títulos académicos, como parte de su intervención, dijo lo siguiente:  Voy a contarles un chiste de psiquiatras:  Parece ser que un día el abuelo de todas las psicoterapias, Nasrudín, estaba viajando por un país vecino con su fiel burro, y fue a ver el psiquiatra jefe de aquel país y le dijo:- Tengo un gran problema.De manera que el psiquiatra se quitó sus gafas de psiquiatra y le preguntó a Nasrudín:- Bien, ¿cuál es el problema?Nasrudín contestó:- A veces cuando viajo tengo un dolor de fondo muy intenso. Así que el psiquiatra asintió:-Ajá, sí, claro...Hablaron durante media hora y el psiquiatra emitió su diagnóstico:- Su problema es que usted odia a su madre. Váyase y vuelva mañana. Nasrudín estaba bastante impresionado con lo que había dicho el psiquiatra, y puesto que era una persona bastante simple, fue a ver a su madre y dijo:- Madre, me han dicho que el problema de mi dolor de fondo es que te odio. Y su madre cogió un palo enorme y le arreó una paliza.Nasrudín fue a ver a su mujer, y le contó su visita al doctor:- Fui a un psiquiatra y me explicó que mi madre era el problema, que esa era la razón de mi padecimiento. Después fui a ver a mi madre y le expliqué que ella era la causa de mi dolor de fondo porque la odiaba, y ella me pegó.Así que su mujer replicó:- A veces tu madre tiene muy buenas ideas - y le pegó también.Nasrudín volvió al psiquiatra al día siguiente y le contó la historia. El psiquiatra se puso muy contento y dijo:- Ah, qué interesantísimo, no solamente tenemos aquí el problema de dolor de fondo debido a que usted odia a su madre, sino que también tiene usted complejo de persecución. Todo el mundo le pega. Vuelva mañana.De manera que Nasrudín fue a ver a su hija y le contó su problema:- Cuando viajo con mi burro, tengo este dolor de fondo extraordinariamente fuerte. Fui a ver a tu abuela y me pegó, fui a ver a tu madre y me pegó, y nada ha cambiado porque a veces tengo que quedarme en casa a causa del dolor. ¿Vas a pegarme como el resto de mujeres de la familia?La hija pensó un momento y contestó:- No, pero voy a darte un consejo. Anda detrás de tu burro y no delante, porque cuando vas andando ensimismado, tu burro te muerde los fondillos.----------------------------------------------------------------------------  DEMOSTRACIONES

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Un hombre fue un día a ver a Nasrudín y le dijo:- Dicen, Mulá, que eres un hombre sabio, competente y erudito. Yo estoy muy ocupado y tengo un montón de cosas que hacer y tú siempre estás hablando de la existencia y del poder de Dios. ¡Oye!, no tengo demasiado tiempo, así que muéstrame a Dios.Nasrudín se quitó el zapato, golpeó al hombre en la cabeza y siguió hablando con sus amigos.El hombre fue chillando a ver al juez y se quejó:- Hice a Nasrudín una pregunta perfectamente normal y él me pegó en la cabeza.El juez llamó a Nasrudín y le dijo:- Nasrudín, esto no está bien. El hombre te hizo una pregunta perfectamente normal y tú le has hecho daño.Entonces Nasrudín contestó al juez:- ¡Si él me muestra el dolor, yo le mostraré a Dios!--------------------------------------------------------------------------------VANIDADCierta vez, un sabio sufí requirió a sus discípulos que le comunicasen cuáles eran las vanidades que habían¬ tenido ellos antes de iniciar sus estudios con él.El primero dijo: —Yo imaginaba ser el hombre más hermoso del mundo.EL segundo dijo: —Yo creí que, en mi condición de religioso, era uno de los ele¬gidos.El tercero dijo: —Yo me creí capaz de enseñar.El cuarto dijo: —Mi vanidad fue mayor que todas ésas, pues creí que podía aprender.El sabio observó: —La vanidad del cuarto discípulo sigue siendo la mayor: la vanidad de mostrar que en un tiempo tuvo la máxima vanidad.-------------------------------------------------------------------------------  ABSURDOSCierto Sufí envió a todos sus aspirantes a discípulos para que fuesen a escuchar a los detractores del maestro —que en su mayor parte eran eruditos de estrechas miras— y tomasen nota de sus arengas.  Alguien le pregunto: —¿Por qué haces eso?  El maestro sufí respondió: —Uno de los primeros ejercicios del Sufí es comprobar si es capaz de percibir los absurdos, prejuicios y distorsiones de quienes presumen de sabios. Si sabe ver a esos hombres tal como realmente son y reconocer en él su egoísmo y el resentimiento que los inspira, entonces esos discípulos estarán en condiciones de iniciar su aprendizaje de la Realidad.--------------------------------------------------------------------------------  EN LA CALLE DE LOS VENDEDORES DE PERFUMESUn basurero, mientras caminaba por la calle de los vendedores de perfu¬mes, cayó al suelo como muerto. La gente trató de revivirlo con fragantes aro¬mas, mas sólo lograron empeorar su estado.Finalmente apareció un ex basurero, quien comprendió la situación. Sostuvo al¬go inmundo bajo la nariz del hombre y és¬te revivió inmediatamente, gritando: -¡Es¬to sí que es perfume!Deben prepararse para la transición en la que no habrá ninguna de las cosas a las que están acostumbrados. Después de la muerte, su identidad deberá responder a estímulos de los cuales tengan oportuni¬dad de preguntar aquí.Si permanecen atados a las pocas cosas que les son familiares, esto sólo les hará desdichados, de la misma manera que el perfume no surtió efecto con el basurero, en la calle de los fabricantes de perfumes.--------------------------------------------------------------------------------  LA FUNDACION DE UNA TRADICION.Habia una vez una ciudad compuesta por dos calles paralelas.Un derviche paso de una calle a la otra, y al llegar a la segunda, la gente que alli se encontraba noto que de sus ojos brotaban lagrimas. ¡Alguien ha muerto en la otra calle¡, grito uno, y pronto todos los niños de la vecindad se hicieron eco del grito.Lo que realmente habia ocurrido era que el derviche habia estado pelando cebollas.Al poco tiempo el grito habia llegado a la primera calle; y los adultos de ambas calles se preocuparon y asustaron tanto que no se atrevieron a hacer una investigacion a fondo de las causas del revuelo.Un hombre sabio trato de razonar con la gente de ambas calles, preguntandoles por que no se interrogaban mutuamente. Demasiado confundidos para comprender el significado de sus palabras, algunos dijeron: ¡Tenemos entendido que en la otra calle existe una plaga mortal¡Tambien este rumor se propago como un incendio incontrolable, hasta que la poblacion de cada calle penso que la otra estaba condenada a morir.Cuando se logro restablecer cierto orden, este solo fue suficiente para que ambas comunidades decidieran emigrar para salvarse. Fue asi como, por distintos lados de la ciudad, ambas calles evacuaron por completo a su gente.Aun hoy, siglos despues, la ciudad sigue abandonada, y no muy lejos de alli hay dos aldeas. Cada una tiene su propia tradicion acerca del modo en que comenzo como un poblado que huyo, en afortunado exodo, en tiempos remotos, de una ciudad condenada por un mal sin nombre.Por Idries Shah. Del libro "Cuentos de los derviches" en Edit. Paidos Orientalia--------------------------------------------------------------------------------ISA Y LOS ESCÉPTICOS

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Es relatado por el Maestro Jalaludin Rumi y por otros que, un día, el hijo de Miryam, Isa, caminaba por el desierto cerca de Jerusalén con un grupo de personas en las que la codicia aún estaba fuertemente arraigada. Le rogaron a Isa que les dijese el Nom¬bre Secreto con el cual revivía a los muertos.Él respondió: -Si se los digo, abusarán de él.Ellos contestaron: -Estamos listos y pre¬parados para tal conocimiento; además, reforzará nuestra fe.-No saben lo que piden --contestó, pe¬ro les dijo la Palabra.Poco después, esta gente se hallaba ca¬minando por un lugar desierto cuando vie¬ron un montón de huesos blancos. -Pon¬gamos a prueba la Palabra -se dijeron los unos a los otros; y así lo hicieron.Tan pronto como la Palabra fue pronun¬ciada, los huesos se recubrieron de carne y se transformaron nuevamente en una vo¬raz bestia salvaje que los destrozó.Aquéllos dotados de razón comprende¬rán. Aquéllos con poca razón, pueden ad¬quirirla mediante el estudio de este relato.--------------------------------------------------------------------------------  FRIVOLIDADUn principe le dijo a un erudito:-La conversación de aquel sufí que está allá es tan frívola y general que no creo que pueda ser auténtico.El Erudito le contestó:-!Oh, Emir de Jecques! Debes saber que existen tres formas de conocimiento profundo: el conocimiento profundo desconocido por todos; el conocimiento profundo que se da a través del habla compleja; y el conocimiento profundo que se trasmite por medios aparentemente frívolos.Las bromas de aquel Sufí han hecho cien santos, mientras que otros hombres, de aspecto serio y palabras amenazantes, han hecho...cadáveres.Cierta vez se le dio a un hombre la oportunidad de beber del agua de la vida y se rehusó porque no le gustó la forma de la copa. Si eres hombre de "formas", ¿por qué hablas de "profundidad"?--------------------------------------------------------------------------------  LA VANIDAD MAXIMAAbu Halim Farfar dijo:-La mayor vanidad es creerse sincero en la búsqueda de conocimiento, cuando en realidad sólo se busca gratificación personal.Uno de los presentes preguntó:-¿Cómo puede alguien saber si es víctima o no de ese mal?Farfar contestó:-No es víctima de ese mal si se contenta con la atención que el maestro le presta y si no se inquieta cuando no recibe atención; si no se altera al ver que el maestro atiende a otros y si valoriza una sola palabra o señal del maestro en todo su significado...tal como si fuese el único destinatario de un precioso tesoro oculto.--------------------------------------------------------------------------------  EL ULTIMO DIACierto hombre creía que el último día de la humanidad caería en una determinada fecha y se lo debía afrontar de modo adecuado. Llegando el día, congregó en torno de sí a cuantos estuvieron dispuestos a escucharlo y los condujo a la cima de una montaña. Tan pronto estuvieron reunidos allí, el peso acumulado hizo que se hundiera la frágil corteza y todos terminaron arrojados a las profundidades de un volcán y, sin lugar a dudas, fue para ellos el último día.-------------------------------------------------------------------------------CORRECCIÓNAbdullah ben Yahya estaba enseñando a un visitante un manuscrito que había escrito.Este hombre dijo: "Mira, esta palabra ha sido escrita de manera incorrecta."Cuando el hombre se fue, se le preguntó a Abdullah: "¿Por qué lo hiciste, considerando que la palabra "corrección" era de hecho incorrecta, y escribiste la palabra errónea en el lugar en el que la palabra original estaba correctamente escrita."Él respondió: "Fue una ocasión social. El hombre pensó que me estaba ayudando, y consideró que la expresión de su ignorancia era una indicación de su conocimiento. Yo me comporté según la cultura y la buena educación, no según la verdad, porque cuando las personas quieren buena educación y relaciones sociales, no pueden soportar la verdad. Si hubiera tenido una relación con este hombre de maestro a estudiante, las cosas hubieran sido diferentes. Sólo la gente estúpida y los pedantes imaginan que su obligación es la de instruir a todo el mundo, cuando el motivo de la gente suele ser no el buscar la instrucción, sino el atraer la atención."--------------------------------------------------------------------------------  INDIVIDUALIDAD Y CUALIDADESYaqub, el hijo del juez, contaba que un día le había dicho Bahaudin Naqshband:"Cuando estaba con Murshid de Tabriz, vi cómo éste solía hacer un gesto, cuando se encontraba en un estado de meditación especial, para que no se le dirigiera la palabra. Sin embargo, tú estás accesible para nosotros todo el tiempo. ¿Estoy en lo cierto si deduzco que esta diferencia se debe a que tu capacidad de desapego es indudablemente mayor, siendo una capacidad que dominas en vez de ser pasajera?"Bahaudin le respondió:"No, tú siempre estás buscando comparaciones entre las personas y los estados. Siempre estás buscando pruebas y diferencias, cuando no te dedicas a buscar semejanzas. No hay muchas explicaciones que dar acerca de una cuestión

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que se escapa a esas mediciones. Cuando hablamos de sabios, distintas maneras de comportarse deben considerarse debidas a diferencias de su individualidad, no en sus cualidades." --------------------------------------------------------------------------------  ¿TU, LE CREES AL DIABLO?¿Tú, le crees al Diablo?Un día, el Diablo estaba paseando desnudo por las calles de Bagdad.Yunaid al-Bagdadi (que su alma sea santificada) se cruzó en su camino y le dijo: "Mírate! ¿No te da vergüenza?"."¿Vergüenza de qué?"."Mira a todas esas personas a tu alrededor, la ciudad de Bagdad entera"."Tú les llamas personas, pero para mí no significan nada. Puedo jugar con ellos como un hombre que hace juegos malabares.Lo que me preocupan son los dos hombres que están en esa mezquita. Ni siquiera puedo acercarme a ellos. Si lo hiciera, su aliento me quemaría como el fuego".Yunaid al-Bagdadi sentía curiosidad, así que fue a la mezquita. Había sólo dos personas allí, recitando La illaha illallah, "No hay dios sino Dios".Sus rostros estaban cubiertos. Uno de ellos levantó el velo que le cubría la cara y sonrió. Era un hermoso joven, tan joven que sus bigotes estaban sólo empezando a crecer.Se volvió y, sonriendo, le dijo al gran maestro Sufí:"Oh, Yunaid, ¿te crees todo lo que el Diablo te dice?.--------------------------------------------------------------------------------  REFLEXION"Recibe a aquel que te busca, y no corras tras quien te rechaza: así estarás creando un lazo de armonía con tu semejante"."Un novicio no debe ser expulsado por causa de sus faltas: él está haciendo un esfuerzo por mejorar, y esto debe ser apreciado y honrado por todos"."Un extraño no debe ser aceptado por causa de sus cualidades. Cuando vemos a alguien muy ansioso por mostrar cuán bueno y comprensivo es, necesitamos ponerlo a prueba severamente, porque puede ser que él haya perdido su humildad. Confía en tu primera impresión, por más absurda que parezca".Del libro El Camino de la Nobleza Sufí--------------------------------------------------------------------------------HISTORIA DEL CERRAJERO: Había una vez un cerrajero que acusaron injustamente de unos delitos y lo condenaron a vivir en una prisión oscura y profunda. Cuando llevaba allí algún tiempo, su mujer, que lo quería muchísimo se presentó al rey y le suplicó que le permitiera por lo menos llevarle una alfombra a su marido para que pudiera cumplir con sus postraciones cada día.El rey consideró justa esa petición y dio permiso a la mujer para llevarle una alfombra para la oración. El prisionero agradeció la alfombra a su mujer y cada día hacía fielmente sus postraciones sobre ella.Pasado un tiempo, el hombre escapó de la prisión y cuando le preguntaban cómo lo había conseguido, el explicaba que después de años de hacer sus postraciones y de orar para salir de la prisión, comenzó a ver lo que tenía justo bajo las narices.Un buen día vio que su mujer había tejido en la alfombra el dibujo de la cerradura que lo mantenía prisionero. Cuando se dio cuenta de esto y comprendió que ya tenía en su poder toda la información que necesitaba para escapar, comenzó a hacerse amigo de sus guardias.Y los convenció de que todos vivirían mucho mejor si lo ayudaban y escapaban juntos de la prisión.Ellos estuvieron de acuerdo, puesto que aunque eran guardias comprendían que también estaban prisioneros. También deseaban escapar pero no tenían los medios para hacerlo.Así pues, el cerrajero y sus guardias decidieron el siguiente plan: ellos les llevarían piezas de metal y él haría cosas útiles con ellas para venderlas en el mercado. Juntos amasarían recursos para la huida y con el trozo de metal más fuerte que pudieran adquirir el cerrajero haría una llave.Una noche cuando ya estaba todo preparado, el cerrajero y sus guardias abrieron la cerradura de la puerta de la prisión y salieron al frescor de la noche, donde estaba su amada esposa esperándolo.Dejó en la prisión la alfombra para orar, para que cualquier otro prisionero que fuera lo suficientemente listo para interpretar el dibujo de la alfombra también pudiera escapar. Así se reunió con su mujer, sus ex guardias se hicieron sus amigos y todos vivieron en armonía. El amor y la pericia prevalecieron.--------------------------------------------------------------------------------  SOMOS INJUSTOS CON EL DIABLOUn día el Diablo le dijo a Dios:"¿Qué es esto? ¡Qué injusto! Haga lo que haga la gente, siempre que ocurre algo malo me echan la culpa a mí. ¿Qué culpa tengo yo? ¡Soy inocente! Mira, te mostraré como me culpan por todo".Había un fuerte carnero sujeto a una cuerda, que a su vez, estaba atada a una estaca. El Diablo aflojó la estaca y dijo: "Esto es todo lo que voy a hacer".El carnero dio un tirón y arrancó la estaca del suelo. La puerta de la casa de su propietario estaba abierta y, en la entrada, había un hermoso espejo, enorme y antiguo. El carnero vio su reflejo en el espejo, agachó la cabeza y atacó. La luna quedó destrozada.La dueña de la casa corrió escaleras abajo y vio su

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hermoso espejo, que había estado en la familia durante años, completamente destrozado. Enfurecida, les gritó a los sirvientes: "¡Cortadle la cabeza a ese carnero! ¡Matadlo!". Así que los sirvientes mataron al animal.Pero aquel carnero era una bestia especialmente querida de su marido, que le había dado de comer de su mano cuando era pequeño.Así que al llegar a casa halló a su hermoso carnero muerto. "¿Quién le ha matado? ¿Quién ha podido hacer algo tan terrible?".Su mujer gritó: "Yo maté a tu carnero. Lo hice porque había destrozado ese espejo tan hermoso que me habían legado mis padres".El marido, airado, replicó: "En ese caso, me divorcio de ti".Los chismosos del vecindario les dijeron a los hermanos de la mujer que su marido iba a divorciarse de ella por causa del carnero que había matado.Los hermanos se pusieron furiosos. Reunieron a sus parientes y salieron por el marido, armados con fusiles y espadas. El marido oyó que venían y llamó a sus propios parientes a defenderle. Las dos familias comenzaron una disputa en la que se quemaron muchas casas y murieron muchas personas.El Diablo dijo: "¿Ves? ¿Qué he hecho yo? Tan sólo mover la estaca. ¿Por qué voy a ser responsable de todas las cosas terribles que se hicieron los unos a los otros? Yo tan sólo aflojé un poquito la estaca".Vigila tu estaca.--------------------------------------------------------------------------------  ¿QUIEN REALMENTE NECESITA MAS?"...Durante muchos años Ibrahim Ad’ham siguió viajando, mendigando para comer, aprendiendo del mundo y predicando con el ejemplo.Una vez encontró a un hombre que quería darle algún dinero.Ibrahim respondió: "Si es usted rico, aceptaré su oferta; si es pobre no".El hombre respondió que, en verdad, era inmensamente rico."¿Cuánto dinero tiene usted exactamente?""Tengo cinco mil monedas de oro"."¿Y querría tener diez mil?"."¡Sí, por supuesto!"."¿Y preferiría veinte mil?""¡Sería maravilloso!"."¡Usted no es rico en absoluto! En realidad, necesita ese dinero más que yo. Yo estoy satisfecho con lo que Dios me da. Me sería imposible aceptar algo de parte de alguien que está tan necesitado y siempre está anhelando más!"--------------------------------------------------------------------------------  ACERCA DEL AMOREn Estambul hay una hermosa mezquita llamada la Mezquita Beyazid. Desde que fue construida, los sheikhs y derviches sufís han estado siempre presentes en ella.El sheikh Jemal Halveti (que la Misericordia de Allah sea con él), uno de los maestros de nuestro camino, fue invitado por el sultán para bendecir la apertura de esta gran mezquita. Los sabios de Estambul, la aristocracia y hasta el mismo sultán estaban allí. La flor y la nata del Imperio Otomano se habían reunido allí ese día.Cuando el sheikh se levantó para hablar ante ten erudita y sofisticada multitud, un hombre simple se puso de pie de u salto y dio: "OH, sheikh!, he perdido mi burro. Todos los habitantes de Estambul están aquí. Por favor, pregúnteles si han visto a mi burro".El sheikh respondió: "Siéntate. Encontraré a tu burro". Acto seguido, se dirigió a la muchedumbre: "¿Hay alguien entre vosotros que no sepa que es el amor, que no hay nunca gustado del amor en alguna de sus formas?". Al principio nadie se movió, pero finalmente, tres hombres se levantaron, uno a uno. El primer hombre dijo: "Es verdad. Yo realmente, no sé lo que es el amor. Nunca lo he probado. Ni siquiera sé lo que es que el que alguien te guste". Los otros dos movieron las cabezas en señal de aprobación.Entonces el sheikh dijo al que había perdido el burro: "Tú has perdido un burro. ¡Aquí te ofrezco tres!".Pero hasta un burro ama la hierba fresca y verde. Cuando la gente aprende a amar - con amor real y verdadero - su estado se elevado por encima de el de los ángeles. Cuando no conocemos el amor nuestro estado se torna inferior al de los burros.Sheikh Muzaffer Ozak--------------------------------------------------------------------------------LLENOUn astrónomo que era pretencioso y estaba lleno de conocimientos fue en uno de sus viajes a visitar a Kushyar el Sabio, maestro de Avicena. Pero Kushyar no tenía nada que hacer con él y declinó enseñarle de una u otra manera.El astrónomo se estaba despidiendo con tristeza, cuando Kushyar dijo: "Tu creencia de que sabes tanto produce el efecto de hacerte igual a un recipiente completamente lleno de agua. Por ello, lo mismo que la vasija, eres incapaz de admitir nada más."Pero el estado de lleno es la saciedad de la vanidad, y el hecho es que estás realmente vacío, con independencia de cómo te sientas. "--------------------------------------------------------------------------------  DOS ESCLAVOSUna vez el sultán iba cabalgando por las calles de Estambul, rodeado de cortesanos y soldados. Todos los habitantes de la ciudad habían salido de sus casas para verle. Al pasar, todo el mundo le hacía una reverencia. Todos menos un derviche arapiento.El sultán detuvo la procesión e hizo que trajeran al derviche ante él. Exigió saber por qué no se había inclinado como los demás.El derviche contestó: "Que toda esa gente se incline ante ti significa que todos ellos anhelan lo que tú tienes - dinero, poder, posición social -. Gracias a Dios esas cosas ya no significan nada para mí. Así pues, ¿por qué habría de inclinarme ante ti, si tengo dos esclavos que son tus señores?.La muchedumbre contuvo la respiración y el sultán se puso blanco de cólera. "¿Qué quieres decir?", gritó.

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"Mis dos esclavos que son tus maestros son la ira y la codicia", dijo el derviche tranquilamente, mirando al sultán fijamente a los ojos. Dándose cuenta de que lo que había escuchado era cierto, el sultán se inclinó ante el derviche.Sheikh Muzaffer Ozak--------------------------------------------------------------------------------  EL CAZADOR Y EL PAJAROUn cazador salió a cazar pájaros, y se disfrazó cubriendo su cabeza con hojas y hierba, para evitar ahuyentar a los pájaros de su trampa. Un pájaro algo sagaz se acercó hasta él, y sospechó algo raro, pero neciamente permaneció cerca y le preguntó a qué se dedicaba. El cazador dijo que era un ermitaño que se había retirado del mundo y se había vestido con hierbas para la salud de su alma. El pájaro dijo que estaba sorprendido de ver a un musulmán haciendo esta contravención del precepto del Profeta, "No hay vida monástica en el Islam", y sus repetidas declaraciones de que el Islam implica la asociación con los fieles y la evitación de la vida solitaria.El cazador replicó que una vida solitaria era permitida en los países paganos para la salud del alma. El pájaro entonces le preguntó para qué eran los granos de trigo que estaban cocidos sobre la trampa. El cazador replicó que eran propiedad de un huérfano, que los había dejado con él como consecuencia de su conocida probidad. El pájaro entonces le pidió permiso para comer algunos, pues estaba muy hambriento, y el cazador con gran pretendida indiferencia, se lo permitió. En el momento que tocó el grano la trampa cayó sobre él, y se vio hecho prisionero. Entonces injurió al cazador por su engaño, pero el cazador dijo que sólo tenía que culparse a él mismo por su codicia en comer la comida que pertenecía a un huérfano. La moraleja es, que no es el destino lo que lleva a la gente a las aflicciones, sino sus propios errores y vicios.--------------------------------------------------------------------------------  COMO PURIFICAMOS EL MUNDO-¿Cómo purificamos al mundo? -preguntó un discípulo.Ibn al-Husayn respondió:-Había un sheik en Damasco llamado Abu Musa al-Qumasi. Todos lo honraban por causa de su sabiduría, pero nadie sabía si era un hombre bueno. Cierta tarde, un defecto de construcción hizo que se derrumbase la casa donde el sheik vivía con su mujer. Los vecinos, desesperados, empezaron a cavar las ruinas, hasta que en cierto momento consiguieron localizar a la esposa del sheik.Ella dijo: "Dejadme. Salvad primero a mi marido, que estaba sentado más o menos allí".Los vecinos removieron los destrozos en el lugar indicado, y encontraron al sheik. Este dijo: "Dejadme. Salvad primero a mi mujer, que estaba acostada más o menos allí".--------------------------------------------------------------------------------EL SIGNIFICADOUn hombre que había pasado muchos años intentando descifrar significados de enigmas, acudió a ver a un sufí para comunicarle su búsqueda.El sufí le dijo: "Vete y cavila sobre éste: IHMN."El hombre partió. Cuando volvió, el sufí se había muerto. "¡Ahora nunca conoceré la Verdad!", se dolía el buscador de significados.En ese momento apareció el discípulo principal del sufí y le dijo: "Si te estás preocupando por el significado secreto de IHMN, yo te lo diré. Son las iniciales de la frase persa "In huruf maani nadarami":"Estas letras no tienen significado"."Entonces, ¿por qué se me dio esta tarea?", gritó el hombre intrigado. "Porque, cuando un burro acude a ti, le das coles. Ese es su alimento, con independencia de cómo lo llame. Los burros probablemente piensan que están haciendo algo mucho más significativo que comer coles. "--------------------------------------------------------------------------------  OVEJA O TIGRE<< Había una vez una tigresa preñada que estaba buscando alimento. Vio un rebaño de ovejas y se abalanzó sobre ellas. Dio cuenta de una, pero a raíz del esfuerzo en su estado de gravidez, murió mientras daba a luz.El cachorro de tigre nació huérfano, en medio del rebaño de ovejas. Sin saber su verdadera identidad, el tigrecito se unió al rebaño y aprendió a caminar, comer y balar como las ovejas. El cachorro también aprendió a sentirse víctima, a lamentarse, a echarle la culpa a los demás por sus penurias, tal como lo hacen las ovejas.Un día, otro tigre que andaba por la región se encontró con esta escena ridícula: un cachorro de su especie caminando, comiendo y balando como una oveja. Con un gran rugido, el tigre corrió hacia el lugar de pastura, desparramando a las ovejas. El tigre adulto tomó al cachorro, lo arrastró hacia un estanque y lo forzó a mirar su reflejo en el agua mientras le decía:"¡Mira!, no eres una oveja, eres como yo, eres un tigre. Eres un tigre y tienes la fuerza, el coraje, la libertad y la majestad del tigre. Eres responsable de tu destino; eres el cazador, no la presa".Entonces, el tigre dio un rugido inmenso y glorioso. Esto aterrorizó y excitó al cachorro. El tigre le dijo entonces: "¡Ahora, ruge tú!". Los primeros intentos del cachorro fueron patéticos, a medio camino entre un balido y un chillido. Pero pronto, bajo la tutela del tigre adulto, el cachorro desarrolló su verdadera naturaleza y aprendió a rugir; a rugir como el protagonista de su vida.>>--------------------------------------------------------------------------------  UN MENSAJE DE LA SELVAUn mercader persa había conseguido un ejemplar de una especia rarísima de ave. El pájaro estaba acostumbrado a la libertad, y la vida enjaulado le resultaba muy penosa. El mercader le cojió cariño al ave, y decidió aliviar su cautiverio. Le propuso que expresara un deseo y se lo concedería inmediatamente. Por supuesto, el ave no podía pedir la libertad.- Este es mi deseo. Quiero que vayas a la selva, y cuando encuentres a uno de mi especie, le cuentes la penosa situación en la que me hallo. Solo tienes que decirle que estoy enjaulado. Nada más. Luego debes contarme su reacción.- Me parece un deseo muy modesto. No comprendo porqué te contentas con tan poco, pero haré lo que dices.

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El mercader se dirigió a la selva, y después de mucho buscar descubrió otro ejemplar de esa rarísima especie.- Pájaro, por favor ven aquí. No temas no quiero capturarte. Solo quiero cumplir el deseo de un semejante tuyo. Me ha encargado que te anuncie que un hermano tuyo está enjaulado en mi casa. Su mayor deseo era que te lo hiciera saber.En cuanto escuchó esta palabras, el ave cayó desplomada. ¿Estaba muerta?. Parecía que la vida le había abandonado de pronto.El mercader estaba desolado y no lograba explicarse lo sucedido. Tal vez el ave era muy sensible y la noticia del cautiverio de un semejante suyo había provocado una emoción fatal.De vuelta a casa, el hombre se apresuró a contarle lo sucedido al prisionero, según lo acordado.En cuanto el mercader terminó de hablar, el ave cayó desplomada. Exactamente igual que su semejante en la selva.Una vez más, el mercader atribuyó lo sucedido a la extrema sensibilidad de estos animales."Probablemente la muerte de un semejante suyo le ha causado una profunda impresión. He cometido un error. No tenía que haber enjaulado a un pájaro tan sensible. Habría hecho mejor dejándolo en libertad. ¡Ahora entiendo porque hay tan pocos ejemplares de esta especie! Lo menos que puedo hacer por su noble alma es enterrarle".El mercader abrió la jaula y sacó al prisionero, que estaba completamente inerte.Le colocó un momento en el alfeizar, mientras seguía observándole, muy compungido por el cariz que habían tomado las cosas.Entonces el ave, como si hubiera vuelto a la vida, dio un respingo y con un aleteo rapidísimo salió por la ventana.- Ahora entenderás porque mi hermano, en la selva, cayó desplomado cuando le dijiste que yo estaba enjaulado. Gracias a él puedo huir y volar libre por el cielo. Fue él quién me sugirió lo que debía hacer: simular que estaba muerto.El ave saludó a su carcelero, que le seguía con la mirada estupefacto.--------------------------------------------------------------------------------  ACEPTANDO LA COMPASIÓN-¿Cómo purificamos al mundo? -preguntó un discípulo.Ibn al-Husayn respondió:-Había un sheik en Damasco llamado Abu Musa al-Qumasi. Todos lo honraban por causa de su sabiduría, pero nadie sabía si era un hombre bueno. Cierta tarde, un defecto de construcción hizo que se derrumbase la casa donde el sheik vivía con su mujer. Los vecinos, desesperados, empezaron a cavar las ruinas, hasta que en cierto momento consiguieron localizar a la esposa del sheik.Ella dijo: "Dejadme. Salvad primero a mi marido, que estaba sentado más o menos allí".Los vecinos removieron los destrozos en el lugar indicado, y encontraron al sheik. Este dijo: "Dejadme. Salvad primero a mi mujer, que estaba acostada más o menos allí".Cuando alguien actúa como lo hizo esta pareja, está purificando el mundo entero.--------------------------------------------------------------------------------EL MAESTRO PERFECTOCierto hombre decidió que tenía que buscar al Maestro Perfecto. Leyó muchos libros, visitó sabio tras sabio, escuchó, conversó y observó sus prácticas espirituales, pero siempre acababa dudando o sin estar seguro. Transcurrieron veinte años hasta que encontró a un hombre del que cada palabra y cada acción correspondía a su idea del hombre totalmente realizado.El viajero no perdió el tiempo: "Tú", dijo, "me pareces el Maestro Perfecto. Si lo eres, mi búsqueda ha terminado"."Ciertamente, se me describe con este nombre", replicó el Maestro."Entonces, te ruego que me aceptes como discípulo. ""No puedo hacer eso", contestó el Maestro, "porque mientras que desees el Maestro Perfecto, él, a su vez, requiere sólo al Discípulo Perfecto".--------------------------------------------------------------------------------  EXPLICANDO EL SIGNIFICADOUn maestro sufi contaba siempre una parábola al finalizar cada clase, pero los alumnos no siempre entendían el sentido de la misma...  - Maestro,lo encaró uno de ellos una tarde- Tú nos cuentas los cuentos pero no nos explicas su significado...- Pido perdón por eso, se disculpó el maestro- Permíteme que en señal de reparación te convide con un rico durazno- Gracias maestro, respondió halagado el discípulo- Quisiera, para agasajarte, pelarte tu durazno yo mismo. ¿ Me permites ?- Si. Muchas gracias, dijo el alumno- ¿ Te gustaría que, ya que tengo en mi mano el cuchillo, te lo corte en trozos para que te sea más cómodo ?- Me encantaría,... Pero no quisiera abusar de tu hospitalidad, maestro...- No es un abuso si yo te ofrezco. Solo deseo complacerte... Permíteme también que te lo mastique antes de dártelo - No maestro. ¡No me gustaría que hicieras eso!, se quejó sorprendido el discípulo. El maestro hizo una pausa y dijo:- Si yo les explicara el sentido de cada cuento... sería como darles a comer una fruta masticada.--------------------------------------------------------------------------------  FASESAl principio creía que un Maestro debe tener razón en todo. Después, imaginé que mi maestro se equivocaba en muchas cosas. A continuación, me di cuenta de lo que era correcto y de lo que era equivocado. Lo equivocado era permanecer en cualquiera de las dos primeras fases. Lo correcto era hacer comprender esto a todo el mundo.--------------------------------------------------------------------------------  El PRÉSTAMOUn hombre estaba diciendo a sus amigos en una casa de té: "He prestado a alguien una moneda de plata, y no tengo testigos. Me preocupa ahora que niegue haber recibido alguna vez algo de mí." Los amigos le compadecían, pero un sufí que estaba sentado en una esquina levantó la cabeza de entre sus rodillas y dijo: "Invítale y menciónale en una conversación delante de estas personas que le prestaste veinte monedas de oro. " "¡Pero yo sólo le presté una moneda de plata!" "Eso es exactamente lo que gritará", replicó el sufí, "y todo el mundo lo oirá. Tú querías testigos, ¿no es verdad?"--------------------------------------------------------------------------------

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DOS ESCLAVOSUna vez el sultán iba cabalgando por las calles de Estambul, rodeado de cortesanos y soldados. Todos los habitantes de la ciudad habían salido de sus casas para verle. Al pasar, todo el mundo le hacía una reverencia. Todos menos un derviche arapiento.  El sultán detuvo la procesión e hizo que trajeran al derviche ante él. Exigió saber por qué no se había inclinado como los demás.  El derviche contestó: "Que toda esa gente se incline ante ti significa que todos ellos anhelan lo que tú tienes - dinero, poder, posición social -. Gracias a Dios esas cosas ya no significan nada para mí. Así pues, ¿por qué habría de inclinarme ante ti, si tengo dos esclavos que son tus señores?.   La muchedumbre contuvo la respiración y el sultán se puso blanco de cólera. "¿Qué quieres decir?", gritó.  "Mis dos esclavos que son tus maestros son la ira y la codicia", dijo el derviche tranquilamente, mirando al sultán fijamente a los ojos. Dándose cuenta de que lo que había escuchado era cierto, el sultán se inclinó ante el derviche.  Sheikh Muzaffer Ozak--------------------------------------------------------------------------------  LLENOUn astrónomo que era pretencioso y estaba lleno de conocimientos fue en uno de sus viajes a visitar a Kushyar el Sabio, maestro de Avicena. Pero Kushyar no tenía nada que hacer con él y declinó enseñarle de una u otra manera.  El astrónomo se estaba despidiendo con tristeza, cuando Kushyar dijo: "Tu creencia de que sabes tanto produce el efecto de hacerte igual a un recipiente completamente lleno de agua. Por ello, lo mismo que la vasija, eres incapaz de admitir nada más.  "Pero el estado de lleno es la saciedad de la vanidad, y el hecho es que estás realmente vacío, con independencia de cómo te sientas."--------------------------------------------------------------------------------  DIA Y NOCHEUn erudito dijo a un sufí: "Vosotros los sufíes soléis decir que nuestras cuestiones lógicas son incomprensibles para vosotros. ¿Puedes darme un ejemplo de por qué os lo parecen?"  "He aquí tal ejemplo: "Estaba yo viajando una vez en tren y atravesamos varios túneles. Frente a mí estaba sentado un campesino que obviamente no había estado antes en un tren.  "Después del séptimo túnel, el campesino me dio en la rodilla diciéndome": "Este tren es muy complicado. En mi burro puedo alcanzar mi pueblo en un solo día. Pero por tren, que parece viajar más rápido que un burro, todavía no hemos llegado a mi casa, a pesar de que el sol ha salido y se ha puesto ya completamente siete veces"--------------------------------------------------------------------------------