Cuentos contra el Hambre en Centroamérica. "Noches de fogata" Autor: Ulises Juárez Polanco...

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  • 7/28/2019 Cuentos contra el Hambre en Centroamrica. "Noches de fogata" Autor: Ulises Jurez Polanco (Nicaragua)

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    Noches de fogata /Ulises Jurez Polanco/ Nicaragua /Mencin especial

    Detrs de ti quedan ahora cosas despreocupadas, dulces.Pjaros muertos, rboles sin riego.Una hiedra marchita. Un olor de recuerdo.No hay nada exacto, no hay nada malo ni bueno,y parece que la vida se ha marchado hacia el pas del trueno.

    Joaqun Pasos, Canto de guerra de las cosas

    Nadie recuerda, nios, cuando comenz el hambre, los hombres de entonces estaban ocupados decosas ms importantes, como el tamao de sus pantallas de televisin o el resultado de un juego

    de ftbol. El ms anciano de nosotros, el Abuelo, comparte estampas de aquellos aos, cuandoera cipote y todava distingua a los mrgenes de las carreteras parcelas de tierra siendosembradas y cosechadas por los campesinos, los jvenes jugando en los ros y los rbolesabrazando el camino. Ahora ya no hay carreteras, ni campesinos, mucho menos cultivos, rboleso ros. Queda la tierra, el polvo que nos cubre. Una extensin de predios sin lmites y el polvoque llena todo lo que lo que el ojo ve. El Abuelo vivi ese cambio. Sus padres, dice l, no sabanlo que hacan, creyendo que an haba tiempo, y que otros, si volteaban la mirada, haran algopor ellos. Nadie hizo nada. Ahora tiempo es todo lo que sobra, y est cubierto de polvo, comonosotros.

    Los primeros cambios se dieron en la organizacin de las ciudades. Cuando el hambre era ya

    evidente las prioridades cambiaron. Todos comenzaron a discutir la importancia de lasautoridades, que, sin proveer comida o agua, restringan la bsqueda de estas. Sin ningncongreso, sin ningn plenario o votacin, la poblacin rechaz a las autoridades. Alguien sugirique se transfiriera el poder a los faquires, y que ellos gobernaran, por ser dignos de una actitudasceta que les permita pasar largas temporadas sin ingerir alimentos. Si alguien era capaz deevitar que el hambre nos atrapara seran ellos. Pero tenamos demasiados faquires, y resulta quelos faquires despus de todo tambin comen.

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    Comenz la anarqua y el hambre nos llev al caos. No me confundan, nios, digo nos llev alcaos, pero ustedes no hicieron nada, fueron ellos, los otros, los de entonces. Los ms fuertes seaduearon de lo que haba, del agua y provisiones de las ciudades. Pero lo que haba era finito,tena lmites. Y cuando las reservas tambin se acabaron, la desesperacin creci. Fue entoncescuando regresamos a nuestras formas primitivas, la del hermano cazador y la del hermano

    recolector. Escapamos de las ciudades y regresamos al campo, a lo que an quedaba de losbosques. Ustedes recuerdan, nios, las fotos de los bosques que en las noches de fogata lesmostramos? Eran grandes, o no tan grandes, pero eran. Les dije que el hambre nos llev al caos,pero ahora pienso que es todo lo contrario: en nosotros siempre estuvo el caos que nos trajo alhambre.

    El hambre que tienen es hosca, lo s, pero deben escucharme. Cuando las ciudades sucumbierony los bosques eran nuestros refugios la organizacin cambi. Ni presidentes ni alcaldes, nilmites entre ciudades. Nos formamos en manadas, como animales salvajes, y comenzamos adeambular errantemente, cada una con un gua o persona alfa. Nuestra naturaleza primitivaresurgi. Con el xodo, los edificios se convirtieron en ruinas, depsitos de concreto demasiado

    lejos de donde podamos encontrar algo que comer. Elementos que considerbamosindispensables se convirtieron en chatarra y fueron olvidados, pendientes todos de satisfacer lanecesidad bsica: comer. Con el caos y el hambre, no haba telfonos o Internet, a nadie leimportaba qu ropas llevaras encima o la marca de tus zapatos. Lo bsico: comer. Supongo,nios, que ustedes comprenden esto que les digo. En los bosques, cuando todava haba bosques,o en los campos, cuando todava haba campos, fuimos poco a poco encontrando otro modo devida, uno ms simple pero efectivo. Cazbamos, o recolectbamos, o recuperbamos, cuandotodava era posible recuperar provisiones olvidadas, y todo lo logrado se reparta entre todos.Fuimos ms eficientes, ms justos, fuimos un poco felices. As sobrevivimos varios aos, comoinsectos que a los lejos divisan una luz y van directo a ella, esperando sea verdadera. Pero antesdel hambre ya habamos descuidado el campo. Ya el hambre se haba instalado fuera de lasciudades, pero en las ciudades no lo sabamos, o no nos importaba. Ya el hambre se habaapropiado de nosotros, incluso antes que ella llegara. Y lo poco que haba aqu afuera merm.

    Algunas manadas nos reencontramos, perplejos de la aridez absoluta. No encontrbamosanimales para cazar y la tierra solo produca tierra. Para aquel entonces el Abuelo ya era padre, ytema por sus hijos. El polvo apareci de la nada, como una lluvia fantasmagrica que cay de lanada. Neblina perpetua de tierra que impeda las expediciones, si bien sabamos que detrs deella no encontraramos nada. Poco a poco comenzaron a morir hermanos nuestros, por el hambre.

    Alguien, en medio de aquel panorama desolador, tuvo la idea que los muertos podan traer vida.A la mayora les result repulsiva esta idea. Otros argumentaron, Libro en mano, que lasescrituras mencionan al Profeta invitando a comer el cuerpo de su cuerpo, y comer el cuerpo deun hombre, cualquier hombre, hecho indiscutiblemente a semejanza de su Padre, y por tanto,cuerpo del Profeta tambin, no iba en contra de ningn cdigo moral o religioso. Y otra vezregresamos a otro estado primitivo, de comernos a nosotros mismos.

    Por pudor absurdo, no se devoraba a los muertos de la misma manada, sino de otras. ramossuficientes manadas, y todas establecidas en reas no tan lejanas, que cuando alguien enfermabacorramos a dar a aviso a la otra manada, desde donde nos informaban si ellos tambin tenan

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    algn proyecto en camino. Las manadas que primero tuvieran proyectos listos intercambiabanentre s. S, les llambamos proyectos, pero era comida. Yo s, nios, esto para ustedes esordinario y les estoy aburriendo, pero hoy es noche de fogata. La subsistencia a base deproyectos, o canibalismo, trajo problemas evidentes. Nadie se preocupaba por los dems, dehecho, procurbamos que el prjimo se enfermara, porque eso garantizaba que la otra manada

    nos proveyera de comida. Pero las manadas fueron reducindose, al punto que cada una ya no erade treinta o cincuenta miembros, sino de diez, de doce. Alguna vez apareca un nicho dondeencontrbamos buena tierra, o provisiones vencidas que, despus de todo, comamosdesesperados. Pero el caos nos torn en bestias, y, aterrorizados, abolimos los proyectos. Laalternativa fue caminar por los caminos que alguna vez fueron ros, rezando por encontrarcualquier cosa comible. El estmago ya estaba acostumbrado a comer lo que fuera; y lo queantes era basura, ahora era comida. El tiempo se dej de medir como antes, como hacan los deentonces. Ya no importa si es viernes, o lunes, o si es trece de mayo o diez de enero. Ahoraimporta cuntos das han pasado desde la ltima vez que comimos debidamente. Y contamos asdos das, cinco das, doce das, veinte das, y si llega al mes, y no hemos ingerido la comidajusta, hacemos noches de fogata, y recordamos cmo empez todo, aunque ya nadie recuerde

    cundo comenz el hambre.Recordamos cmo comenz todo, para que ustedes, nuestros hijos, les cuenten a los hijos denuestros hijos nuestra historia, porque nosotros tenemos que partir. Cada proyecto provee decomida a diez personas, y nuestra manada tiene veinte. Recuerdan cmo el Abuelo cuenta de sulucha con una bestia salvaje que le arranc el brazo? La bestia salvaje fui yo, desesperado porque ustedes comieran algo. As descubrimos lo primitivo de nuestra naturaleza. Hoy es noche defogata y debemos hacer lo que debemos hacer. Hace unos minutos hicimos la rifa, y el Abuelo yyo tenemos que partir, por ustedes.

    Cuando lleguen a viejos, respetarn la piedra, si es que llegan a viejos, si es que entonces qued

    alguna piedra. Aunque nadie recuerde cmo comenz el hambre, ustedes contarn la historia.