Cuando Todo Esta Perdido

download Cuando Todo Esta Perdido

of 189

description

Es una novela Elías M. llena de suspenso, romance y crímen. una novela, sin duda, bien narrada aunque no es recomendable para los escépticos.

Transcript of Cuando Todo Esta Perdido

  • - 2 -

  • - 3 -

    CUANDO TODO EST

    PERDIDO

    Marta Elas

  • - 4 -

    Marta Elas Viana, 2013

    1 edicin

    Impresin: Bubok Publishing S.L.

    Foto portada: Paseo Alfonso XII, Vigo

    Impreso en Espaa

    ISBN: 978-84-616-5324-9

    DL: VG 149-2013

  • - 5 -

    Dedicado a toda mi gente de Vigo,

    que me ha acogido tan bien

    y me ha hecho sentir en casa.

  • - 6 -

  • - 7 -

    CAPTULO 1

    - Un curso. Aguanta un curso le dije a mi imagen en el

    espejo. Me qued mirndola, como si sta fuera a responderme

    lo que quera or. No mujer, no tienes por qu pasarlo mal.

    Vuelve a casa y todo arreglado. Pero en vez de eso, quien

    habl fue mi conciencia. Ya te has metido en esto, ahora te

    fastidias.

    Me hice una coleta, intentando recoger los mechones

    rebeldes que se me rizaban sobre las orejas. Respir hondo dos

    o tres veces y mir el reloj. Estupendo, iba a llegar tarde en mi

    primer da de clase. Baj la estrecha escalera con cuidado. La

    barandilla haba visto tiempos mejores y no quera empezar el

    curso con un miembro roto. Cog la llave de repuesto y abr la

    puerta.

    - Julia! Cundo vas a volver? Sabes? pregunt mi

    abuela, apareciendo en el recibidor.

    - No lo tengo claro, por si acaso no hagas comida para m.

    Mi abuela se march mascullando algo, sin despedirse.

    Quera pensar que ella era as, y no que yo le molestara. En

    maldito momento me pareci buena idea dejar mi Francia natal

    y mudarme a Vigo a terminar la carrera. Se haba quedado

    viuda haca un ao, y a mi padre le preocupaba que se quedara

    sola. Yo ya llevaba dos aos viviendo en Perpignan, estudiando

    filologa hispnica. Me ofrec a trasladarme, pensando en lo

    bien que me vendra para mi futuro currculum. Dominaba el

    idioma perfectamente, puesto que lo haba hablado toda la vida

    con mi padre, pero me dara mucho ms prestigio haber

    estudiado en el propio pas de origen. Y al llegar y ver el

    panorama se me cay el mundo a los pies. Estaba acostumbrada

    a la soleada Narbona, donde crec, y a la residencia luminosa y

    llena de vida de Perpignan. La casa de mi abuela era una choza

    lgubre y ruinosa que se mantena en pie por puro milagro.

    Perd el autobs por los pelos y, como suele pasar, el

    siguiente tard una eternidad en venir. Llegu tarde, me

    confund de aula, me di cuenta de que haba cometido un error

  • - 8 -

    en la matrcula y algunas clases eran a la misma hora y me

    sent a estudiar el calendario a ver cmo poda arreglarlo en un

    banco recin pintado. Todo lo que poda torcerse se haba

    torcido aquel da. Estaba mentalmente agotada cuando cog el

    autobs de vuelta.

    An faltaban unas cuantas paradas para la ma cuando el

    conductor anunci que el trayecto se terminaba all. No me

    enter del motivo, no me quedaba ms paciencia. Baj y saqu

    el mvil para usar la aplicacin de la compaa de autobuses de

    Vigo. Empec a andar, maldiciendo la aplicacin que jams te

    deca los horarios correctos. Ni las paradas. Ni las lneas que

    pasaban por stas. De hecho, no entenda por qu continuaba

    mirndola. Guard el mvil con un bufido y decid, tras media

    hora de pie bajo la lluvia en una parada sin marquesina y sin

    que apareciera ningn autobs, que conoca la ciudad lo

    suficiente como para arriesgarme. Es ms, mi da haba sido tan

    horrible y tena tantas ganas de llegar a casa que estaba

    dispuesta a coger atajos. Y eso hice. Lgicamente, me perd.

    Quise alcanzar la calle paralela, que era una avenida grande

    que desembocaba en el ayuntamiento. Desde ah estaba a unos

    metros de casa, pero para ello tena que conseguir encontrar por

    donde acceder a la calle Camelias. En esa zona haba un gran

    desnivel hacia la ra de una calle a otra, y entre ellas no siempre

    haba una unin. Si la haba, sola ser en forma de escalinatas

    cruzadas y apiadas entre los altos edificios, semi cubiertas de

    vegetacin.

    Cuando haba ido de pequea en coche por esas calles,

    recuerdo que me daban miedo porque imaginaba cualquier

    cosa escondida all en la oscuridad. Pero en ese momento ni se

    me pasaba por la cabeza nada peor que el da que haba tenido.

    Solo deseaba encontrar una de una maldita vez. Me met por

    una callejuela que no tena ni acera. Hacia las funciones un paso

    de peatones minsculo en un lateral.

    Al llegar a una parte particularmente estrecha entre un

    edificio y un muro de piedra, me top de frente con un coche

    MayuResaltar

  • - 9 -

    familiar gigantesco que quera pasar. Tuve que arrimarme lo

    ms posible al muro para que pasara. La mujer que iba al

    volante conduca extremadamente lenta. Cosa comprensible en

    otras condiciones, pero que a mi me estaba exasperando por

    momentos. En el muro haba un hueco, el dintel de una vieja

    puerta de madera. Me met en l para evitar que me atropellara,

    ya que la conductora no era muy hbil. Pero no v un pequeo

    escaln y perd el pie. Ca hacia atrs y mi espalda choc con la

    puerta, cuya madera era vieja y deba estar podrida. Cedi y me

    vi en el suelo en medio de un charco de barro. Me qued

    aturdida por un momento, antes de incorporarme y soltar una

    maldicin a voz en grito. Inmediatamente mir a mi alrededor y

    vi al fondo, al otro lado de un descuidado patio, el esqueleto de

    una antigua casa en ruinas a medio devorar por una autentica

    selva de arbustos y malas hierbas. No quise ver ms. Las casas

    abandonadas me daban an ms miedo que las escaleras

    escondidas. Repar en que en algunas de sus puertas y

    ventanas tapiadas, alguien haba abierto agujeros. Me levant

    rpidamente, deseando que no hubiera ninguna colonia de

    drogadictos o maleantes por all que me hubieran escuchado y

    salieran a investigar.

    Cuando me dispona a salir, un brillo metlico junto al suelo

    me llam la atencin. Estuve a punto de ignorarlo, pensando

    que sera alguna jeringuilla o algo as, pero sin saber por qu

    me detuve. Pareca una clase de joya. Met la mano en el barro

    para extraerlo. Era uno de esos medallones antiguos con un

    relieve en el centro. Tena un nombre pero lo no recordaba. Lo

    observ detenidamente. Era muy bonito, tena tallado el busto

    de una chica joven y muy guapa, con el pelo recogido y mirada

    perdida. Muy vintage, pens. Me lo guard en el bolsillo de

    los vaqueros y sal de all lo ms rpido que pude.

    Apur el paso y al fin consegu llegar a la calle que buscaba.

    Continu todo recto hasta que avist el desproporcionado

    ayuntamiento. Los funcionarios que trabajaban all deban de

    gozar de fabulosas vistas sobre la ra, pero los escasos turistas

  • - 10 -

    que suben al monte del Castro no. En medio de la imponente

    panormica se alzaba esa aberracin. Lamentablemente no era

    la nica.

    Todo Vigo me pareca urbansticamente demencial. Barrios

    completamente abandonados, pequeos reductos de la antigua

    ciudad, compartan espacio con monstruos de hormign que

    hacan dao a la vista. La casa de mi abuela era un ejemplo del

    primer caso. Por fin llegu a la calle Santiago, donde estaba

    ubicada, y baj por ella viendo desaparecer la silueta del

    ayuntamiento y aparecer al otro lado la de la panificadora. Otro

    esqueleto del pasado industrial de la ciudad, ahora en ruinas y

    olvidado.

    Mientras buscaba el llavero sent que alguien me observaba

    y me gir, pero no vi a nadie. Donde giraba la calle, me pareci

    ver una sombra que se escabulla rpidamente. Volv a mirar a

    mi mochila, dndome prisa en intentar encontrar la llave. Otra

    vez tuve la molesta sensacin de que alguien me vigilaba. Por el

    rabillo del ojo vi movimiento, alguien se acercaba. Solo falta

    que ahora me atraquen pens. Quiz fuera un drogadicto de

    los muchsimos que haba en el centro y tuviera otras cosas ms

    interesantes que hacer por all. Me arriesgu a mirar y solo vi

    oscuridad. Por si acaso retom la bsqueda frenticamente y sin

    ningn disimulo. Cuando encontr la llave y la introduje en la

    cerradura me pareci distinguir a un desconocido a pocos

    metros. Me daba igual quedar como una tonta y que fuera

    alguien inofensivo que pasaba por all. Estaba oscuro y no haba

    testigos, y haba visto suficientes pelculas como para no

    arriesgarme. Cerr de un portazo tras de m, cosa que alarm a

    mi abuela.

    - Qu pas? pregunt sorprendida.

    - Nada, tengo las manos mojadas y se me ha resbalado la

    puerta.

    - Bueno, te he dejado cena.

    - Voy a cambiarme y bajo enseguida! grit ya desde la

    escalera. Cuando llegu al cuartucho fro y hmedo que haca

  • - 11 -

    las veces de mi habitacin, me asom a la ventana, que daba a

    la parte delantera de la casa. Para mi sorpresa y terror, haba

    alguien en la puerta. No poda verle la cara, apenas poda

    distinguir su contorno. Era ya de noche y las nubes tapaban la

    luna, por lo que la oscuridad fuera era casi completa salvo por

    el resplandor de la propia contaminacin lumnica de la ciudad.

    Me pareci que el desconocido miraba directamente al punto en

    el que yo estaba, pese a que no haba encendido la luz para que

    fuera ms difcil verme desde fuera. Cerr la persiana y me

    retir de la ventana. No saba qu hacer, deba llamar a la

    polica? Por lo pronto decid tranquilizarme, ponerme un

    chndal y bajar a cenar. Respir aliviada al ver que las persianas

    del comedor estaban tambin bajadas.

    Mi abuela ya haba cenado y haba dejado para m un plato

    de sopa de ajo sobre una servilleta de tela a modo de mantel.

    - Bueno, pues yo me voy ya a la cama anunci. - Buenas

    noches.

    - Hasta maana, y gracias por la sopa.

    Como era de esperar, no recib respuesta. Me sent con un

    crujido alarmante de la vieja silla y encend el televisor. Era

    pequeo y probablemente tuviera mi edad o ms. Los colores se

    vean saturados y la imagen se empequeeca an ms por el

    formato panormico en una pantalla cuadrada.

    Algo es algo, me dije mientras pona las noticias. El olor

    de la sopa de ajo me hizo olvidar el da horrible que haba

    tenido. Estaba buensima. Al irme a la cama, ya no me acordaba

    de nada.

    A la maana siguiente, cuando abr la persiana volvi a mi

    cabeza la imagen del hombre que me haba acechado. Ya no

    estaba ah, y a la luz del da costaba pensar incluso que hubiera

    sido real.

    Esa semana transcurri con normalidad. Consegu arreglar

    la equivocacin con la matrcula, e incluso convers con

    algunos de mis nuevos compaeros. Chicas, en su inmensa

  • - 12 -

    mayora. No fue hasta el fin de semana, cuando mi abuela me

    pidi que le bajara la ropa que tuviera para lavar, que repar en

    los vaqueros manchados de pintura que llevaba el primer da

    de clase.

    - Mierda! exclam. Dudaba seriamente que tuvieran

    arreglo. Y ms despus de llevar das hechos un ovillo al pie de

    la cama. Me dispona a meterlos en una bolsa y decidir si

    intentarlo en una tintorera cuando not algo duro. Met la

    mano en el bolsillo y saqu el objeto que haba recogido a

    principios de semana en la casa abandonada. Camafeo,

    record que se llamaba. No me haba vuelto a acordar de l. Lo

    guard en un joyero que haba comprado en un bazar de chinos

    para guardar las pocas alhajas que haba trado conmigo. Tena

    que informarme de cunto poda valer y venderlo.

    Baj y me empe en hacer yo la colada. No haba ido all

    con la excusa de cuidar a mi abuela para tenerla luego de

    sirvienta. Despus sal a hacer recados dando un paseo,

    aprovechando que haca una temperatura muy agradable. Baj

    hasta el mercado de la piedra y cog el puente que llevaba al

    centro comercial. Un inmenso bloque de color negro que

    rompa por completo con la esttica del casco viejo y bloqueaba

    a los vecinos las vistas a la ra para cedrselas a los que se

    apuntaran al gimnasio de su ltima planta. Quera comprar

    unos cuantos componentes para intentar llevar el siglo XXI a

    casa de mi abuela. No haba puesto objeciones a que pusiera

    Internet, siempre y cuando lo pagara yo y ella no tuviera que

    hacer nada.

    La tarde transcurri entre cables, folletos de instrucciones y

    muchas llamadas a atencin al cliente de la compaa de

    telfonos. A la que me di cuenta eran las nueve y tena que

    arreglarme. Haba quedado con las de la universidad para ir al

    concierto del grupo de una de ellas. No me apeteca

    especialmente, pero estaba en un sitio nuevo donde poda

    empezar de cero y no quera cometer los mismos errores. Deba

    hacer un esfuerzo por socializarme ms. No es que fuera

  • - 13 -

    tampoco una marginal, tena muchos conocidos e incluso

    algunos a los que podra llamar amigos. Lo que no tena era

    amigos ntimos. No era la persona ms divertida del mundo, as

    que nadie buscaba mi compaa para pasarlo bien. Solan

    hacerlo para contarme sus problemas porque tena fama de

    saber escuchar. La realidad era que no saba qu decir y esas

    situaciones me incomodaban. Pero no aqu, en Vigo quera

    intentar ser un poco ms la persona que quera ser. El primer

    paso sera no negarme a asistir a eventos sociales para

    quedarme en casa leyendo.

    No recordaba el nombre del local, pero s que estaba en la

    calle Rogelio Abalde. Como an no haba conseguido dejarlo

    todo bien conectado en casa, mir un mapa por Internet en el

    mvil con una lentitud desquiciante. Vi que era una calle

    pequeita, no sera difcil encontrar la sala. Tom indicaciones

    mentales para llegar, que no calaron muy hondo en m. Al

    llegar a la puerta del sol ya no saba en qu direccin ir. Volv a

    sacar el mvil, aunque despus de diez minutos sin que cargara

    el mapa decid que acabara antes preguntando a alguien. Mir

    a mi derecha, dnde la grotesca escultura del sireno me miraba.

    Me pregunt por ensima vez en qu estara pensando el tipo

    que autorizara a poner eso ah. Apart la vista y mir a mi

    alrededor en busca de alguien a quien preguntar, pero un chico

    ya me haba visto perdida y pregunt primero.

    - Necesitas ayuda? era bastante mono, de pelo castao

    claro y no mucho ms alto que yo. Me llamaron la atencin sus

    ojos, de un color gris azulado que pese a todo era clido. Me

    miraba sonriente, con las manos en los bolsillos de una

    cazadora vaquera de segunda o tercera mano.

    - Pues s, si me puedes decir dnde queda la calle Rogelio

    Abalde te lo agradecera mucho contest.

    - Claro que s, ve por Prncipe me seal una calle

    peatonal que sala de all mismo - y cuando llegues al final

    cruza la calle y baja por la primera a la izquierda. Cuando ests

    all es la primera que corta.

  • - 14 -

    - Muchas gracias contest intentando retener toda la

    informacin. Me gir dispuesta a continuar mi camino cuando

    me detuvo otra vez.

    - De dnde eres? pregunt.

    - De Narbona.

    - Ah, y eso dnde est?

    - Francia contest mientras empezaba a caminar, viendo

    que el chico tena ganas de hablar Muchas gracias por tu

    ayuda, adis me desped antes de que tuviera tiempo de

    decirme nada ms.

    Estaba un poco ms lejos de lo que me haba parecido en el

    mapa, pero en quince minutos ya haba localizado la calle sin

    ms problemas. Me sorprendi ver que haba al menos tres o

    cuatro salas en una calle tan pequea, pero por suerte me

    encontr en la puerta de una de ellas con algunas de las chicas,

    que haban salido a fumar.

    El concierto fue divertido. El grupo era de versiones de

    canciones clsicas de pop y rock y las conoca casi todas. Mi

    compaera era la cantante y tena una voz que al menos no

    daaba los odos, aunque estaba claro que no sera profesional.

    La felicit cuando baj a saludarnos al acabar. El resto queran

    ir a bailar y me invitaron a acompaarlas, pero no me apeteca.

    Ya haba hecho suficiente vida social para ser la primera

    semana. Adems, no estaba muy acostumbrada a beber y haba

    llegado al lmite que mi cuerpo y mi mente podan permitirse.

    Me notaba ya con demasiada risa floja y un grado de

    desinhibicin peligroso. Prometindoles que ira la prxima vez

    y que era capaz de andar, me dejaron marchar y me encamin

    de vuelta a casa. Al pasar por la puerta del sol volv a ver

    sentado en un banco al mismo chico que me haba indicado el

    camino. No tiene casa? pens. Haban pasado al menos tres

    horas. Al momento me arrepent de haber tenido un

    pensamiento tan desagradable. Quiz era verdad que no tena

    casa, ltimamente haba mucha problemtica con los

    desahucios. O quiz era un psicpata que me vigilaba.

  • - 15 -

    El alcohol me haca conjeturar demasiado. Me salud

    efusivamente y yo le devolv el saludo con un gesto de la

    cabeza sin detenerme. Por fin entr en mi calle y pens que

    entraba en otro mundo. Uno de haca cien aos, por lo menos.

    Escuch un ruido a mi espalda y volv la cabeza. El hombre que

    me haba aterrorizado a principios de semana volva a estar all.

    La claridad de pensamiento se impuso a las copas y supe que

    esta vez no me dara tiempo a llegar a casa, pero aun as ech a

    correr. El desconocido me segua, poda sentirlo.

    Desafortunadamente, me haba puesto tacones y pronto me vi

    de bruces en el suelo. El hombre se detuvo delante de m y me

    di cuenta de que no era un ser humano. No poda verle la cara

    porque no haba, era una especie de sombra.

    - Eh! Djala en paz! grit una voz tras l.

    - Era el mismo chico, que pareca estar en todas partes. La

    sombra vol hacia l a gran velocidad. Al chico solo le dio

    tiempo a levantar las manos para protegerse antes de lo

    atravesara. Al hacerlo empez a dar vueltas a su alrededor. Me

    mir durante un segundo con la misma cara desencajada que

    supona que deba tener yo. Entonces, la sombra volvi a

    dirigirse hacia m y di un chillido mientras volva a tumbarme

    en el suelo, cubrindome la cabeza con las manos. Sin embargo,

    pas de largo. El chico ech a correr tras ella, calle arriba,

    gritndome un rpido ests bien? al pasar a mi lado. Me

    levant tan rpido como pude y corr tras ellos. Alcanc al chico

    ya en las escaleras que daban acceso a la plaza del rey, delante

    del ayuntamiento. Estaba de pie mirando a la sombra, que se

    haba detenido a unos metros.

    - Al principio me pareci que era una persona dijo,

    fascinado.

    - A m tambin.

    - Qu crees que ser?

    - Algo que estoy segura de que no quiero averiguar.

  • - 16 -

    - Creo que quiere que la sigamos, mira - dio un paso al

    frente y la sombra se alej un poco. Volvi a repetirlo una vez

    ms antes de girarse hacia m. - Parece que nos est esperando.

    - Pues que espere sentado repliqu. Me gir con intencin

    de volver a casa y hacer ver que no haba ocurrido nada de

    aquella locura.

    - Como quieras escuch la voz del chico a mi espalda yo

    voy a ver a dnde me lleva.

    Me di la vuelta otra vez, viendo como ambos se alejaban.

    Finalmente me pudo la curiosidad por aquel fenmeno tan

    extrao y los segu. Al principio lo hice a unos metros, hasta

    que el chico se detuvo.

    - Puedes caminar conmigo, no voy a hacerte nada.

    Me acerqu un poco avergonzada. Caminbamos despacio

    y en silencio, siguiendo a esa misteriosa sombra. No haba

    nadie ms por la calle. De vez en cuando pasaba algn coche,

    pero en plena noche solo ramos dos jvenes que volvan de

    fiesta caminando, y una de ellas trastabillando de vez en

    cuando.

    Reconoc al camino justo cuando la sombra se detuvo.

    Ahogu un grito y el chico me mir.

    - Reconoces el lugar?

    - Si contest sin ms.

    La sombra entr por la misma puerta por la que casi una

    semana antes me haba cado. Estbamos en aquella casa

    abandonada.

    El chico entr, pero por segunda vez esa noche yo me qued

    rezagada, dudando. Finalmente decid entrar tambin. Sin duda

    intervino en esa decisin una curiosidad malsana y lo que

    quedara de las copas que me haba tomado en el concierto,

    porque tena claro que de otro modo jams lo habra hecho.

    Entr con cuidado, ya que no llevaba el mejor atuendo para

    colarme en casas en ruinas. Iba con un vestido rojo corto y fino

    y una chaqueta de cuero negro tan favorecedora como

    incmoda para maniobrar, tacones altos y el pelo suelto y

  • - 17 -

    alisado con plancha que me caa sobre la cara. Tuve que sortear

    hierbajos y me dobl el tobillo un par de veces antes de llegar

    hasta mi acompaante. Segu la direccin de su mirada. La

    sombra giraba sobre si misma a gran velocidad, flotando sobre

    un rea junto a la fachada de la casa. Haba luna llena y

    proyectaba mucha luz, aun en ese escondido y estrecho rincn

    entre los edificios altos. Mir de reojo a las ventanas de la casa,

    temiendo que hubiera ojos no deseados que nos observaran

    desde ellas.

    - T entiendes algo? me pregunt el chico, sin apartar la

    vista del extrao fenmeno.

    - No.

    Repentinamente, la sombra pas del negro ms absoluto a

    una luz cegadora que nos oblig a taparnos los ojos. Cuando

    volv a mirar, sent una opresin en el pecho, una angustia que

    no saba de donde proceda. Repentinamente, la luz descendi

    hasta el suelo y se filtr por algn lugar de la fachada.

    Durante unos segundos no nos movimos.

    - Desde cundo te siguen fantasmas? - Pregunt con una

    naturalidad.

    - Eso no es un fantasma Repliqu con una voz que no me

    son a la ma. Pero ya vi algo parecido el lunes.

    - T tambin la has odo, verdad?

    - El qu?

    - Ha pedido ayuda.

    - Yo no he escuchado nada.

    Se acerc al lugar dnde haba desaparecido la luz y se

    agach. Yo continuaba en el mismo sitio, paralizada por el

    terror. Pas la mano por el suelo, apartando la maleza, y se

    tens bruscamente.

    - Mira esto me dijo.

    Me acerqu despacio y vi un brillo metlico.

    - Qu es?

  • - 18 -

    Una ventana. Debe dar a una especie de stano. Creo que el

    fantasma quiere ensearnos algo. dijo con un burln tono de

    misterio.

    - Que los fantasmas no existen! exclam.

    - Y qu sugieres que es esto?

    - Yo que s! Un fuego fatuo, una broma de mal gusto, o que

    es muy tarde y necesito dormir porque la cabeza me juega

    malas pasadas.

    Me mir de arriba abajo, serio.

    - De todas formas, no vas vestida para la ocasin. Y quiz

    necesite herramientas. Esto debe llevar dcadas cerrado Nos

    vemos aqu maana?

    Me qued aturdida por un momento ante ese sinsentido.

    - Por supuesto que no! contest con un chillido agudo.

    - Shhhhhhhhhhhh me advirti, ponindome un dedo

    sobre los labios con suavidad - Pero nos ha pedido ayuda!

    - No, no lo ha hecho! Porque no era nada! repliqu,

    consciente de que el volumen de mi voz suba por momentos.

    - Est claro que no es algo natural, hemos de investigar. En

    las pelculas lo hacen constantemente.

    - Esto no es una pelcula!

    - No, es real, y eso lo hace ms divertido dijo, satisfecho.

    Lo mir como si tuviera delante una serpiente de cascabel con

    sombrero mexicano pidindome asistir con ella a un baile.

    - Ests loco sentenci. Me di la vuelta con la intencin de

    marcharme dignamente, pero uno de los tacones se hundi en

    el barro y por segunda vez en menos de una hora me fui directa

    al suelo. l me ayud a levantarme, intentando aguantarse la

    risa.

    - Bueno, pues si tu no quieres lo har yo.

    - All t dije, encogindome de hombros. Y entonces un

    sentimiento absurdo e irracional de posesin se apoder de m

    pero es M fantasma. Me segua a M afirm, antes de poder

    darme cuenta de la tontera que acababa de decir.

    - Le hubieras seguido si no llego a estar yo?

  • - 19 -

    - Claro que no!

    - Lo ves? Nos quiere a los dos en su equipo. Decidido! Nos

    vemos aqu maana.

    Lo mir, buscando cualquier cosa que objetar.

    - Ni siquiera te conozco.

    - Me llamo Fabin, tengo veintitrs aos y ni estudio ni

    trabajo formalmente dijo, con una sonrisa Adems, soy

    capricornio. Ves? Ya somos ntimos!

    La voz interior de la Julia racional habitual se asombr al

    escucharme rer ante su descaro, pero la que se haba tomado

    varias copas no poda encontrar ms argumentos por esa noche

    y se call.

    - Me lo pensar promet. - De momento me voy a dormir.

    - Pues te acompao a casa, por si te asaltan ms fantasmas.

    - Y dale.

    Se limpi las manos en la parte de atrs de sus pantalones y

    ech a andar a mi lado.

    - Por cierto, chica de la Sorbona. T no me has dicho tu

    nombre.

    - Narbona correg. - Y me llamo Julia.

    - Muy bonito.

    Me quit los zapatos porque lo que quedaba de mi ego no

    soportara caerse una tercera vez y aun nos quedaba una

    pequea caminata hasta casa. Ir descalza haca que tuviera

    todava ms fro. Aquello no era el mediterrneo, deba tomar

    nota para llevar unas deportivas en el bolso la prxima vez.

    Fabin se dio cuenta de que estaba temblando.

    - Vas un poco fresca dijo, mirndome descaradamente las

    piernas. Le lanc una mirada asesina que l ignor. Se plant

    delante de m dndome la espalda. Vamos, sube.

    - Cmo? no entenda lo que me quera decir.

    - A caballito. Te llevo.

    - Anda ya - Le rodee y continu andando. l me levant por

    los aires y me llev en brazos mientras yo pataleaba. Entonces

  • - 20 -

    pens qu demonios, no tienes ningunas ganas de andar

    descalza hasta casa, aprovecha.

    - Vale, si me vas a llevar igualmente mejor subo a tu

    espalda, bjame.

    La luna brillaba detrs de la vieja panificadora cuando

    entramos en mi calle, recortando su silueta contra el cielo. Sopl

    una brisa glida que me hizo encoger.

    - Voy ms deprisa?

    - No, no te preocupes. Ya casi estamos.

    Nos detuvimos ante la puerta de mi casa.

    - Entonces, nos vemos maana? pregunt esperanzado.

    - De acuerdo ced iremos a ver que hay, pero no maana.

    Tengo cosas que hacer. Mejor el lunes.

    - Bien De da como la gente honrada o con nocturnidad y

    alevosa?

    - Te parece bien sobre las siete de la tarde?

    - Por supuesto, tenemos una cita!

    - Nada de eso repliqu y cerr la puerta. Deba reconocer

    que aquel asunto era menos terrorfico en compaa. No pude

    evitar sonrer de camino a mi habitacin.

  • - 21 -

    CAPTULO 2

    A la maana siguiente, mi abuela me pidi que la

    acompaara a la colegiata. Quera ir a la misa de las doce. Yo

    acced, pero la avis de que no me quedara, poniendo de

    excusa el tener que estudiar. Mi abuela me lanz una mirada

    desaprobatoria y murmur algo sobre los jvenes de poca fe.

    En un cruce del casco viejo nos topamos de frente con

    Fabin.

    - Hola! me dijo alegremente Buenos das, seora Anta.

    - Buenos das respondi mi abuela, pasando de largo. Una

    vez lo perdimos de vista me pregunt De qu conoces t a

    ste?

    - Me indic una direccin ayer no vea la necesidad ni la

    conveniencia de contarle ms.

    - No te juntes con l, su hermano es yanqui!

    La advertencia xenfoba de mi abuela me extra, pero no

    pens ms en ella. Volv a casa y me dediqu a leer uno de los

    libros sobre los que tena que hacer un trabajo. Despus de dos

    horas de densa literatura hispanoamericana, decid hacer un

    parn para despejarme. Volv a darle vueltas a lo ocurrido la

    noche anterior. Abr el cajn del tocador donde guardaba el

    joyero. Saqu el camafeo y lo sostuve ante m. Tendr esto

    algo que ver? pens. No poda ser casualidad que todo

    empezara al encontrarlo. Nunca haba credo en lo sobrenatural

    y pensaba seguir sin hacerlo por el momento, pero empezaba a

    abrir mi mente a esa posibilidad, dadas las circunstancias. Tena

    planeando llevarlo a tasar y venderlo, pero decid conservarlo

    hasta ver a dnde nos llevaba nuestra peculiar investigacin. El

    resto del da trascurri rapidsimo. Pese a que acababa de

    empezar el curso, tena muchsimas cosas que hacer.

    Con los nuevos cambios en el calendario, el lunes sala a

    medioda, as que pude comer en casa tranquilamente e incluso

    dormir una siesta. Era, con diferencia, la tradicin que ms a

    gusto estaba dispuesta a adoptar de mi herencia espaola. A las

    MayuResaltar

  • - 22 -

    siete menos cuarto abr la ventana y saqu el brazo. Era mi

    mtodo infalible para comprobar la temperatura. Aun brillaba

    el sol, pero empezaba a hacer algo de fresco. Me puse la

    cazadora y, en el ltimo momento, met en el bolsillo el

    camafeo. Haba quedado con Fabin en la plaza del rey. Al

    llegar, lo vi sentado en un banco con un fardo a su lado.

    - Pensaba que me daras plantn me dijo.

    - No creas que no lo he pensado A la luz del da y con la

    cabeza ms despejada, me pareca una locura ir con un

    desconocido a entrar en una casa en ruinas porque habamos

    visto un fenmeno inexplicable. En el fondo lo haca porque era

    una pequea aventura. Los chicos de mi clase hacan ese tipo de

    cosas en el instituto, pero yo jams me haba atrevido. Siempre

    tena miedo de que me pillaran, de hacerme dao o de

    cualquier cosa que no fuera lo conocido y seguro. Esa Julia

    nunca se haba alejado ms de 70 kilmetros de sus padres y

    nunca haba asumido mayor riesgo que ir a la universidad. En

    Vigo haba empezado a sentirme diferente, ms libre. Y me

    gustaba. Adems, mi curiosidad por aquel asunto haba

    empezado a superar a mi miedo a lo desconocido. Estaba

    dando un paso ms para ser la Julia que quera ser.

    - Muy bien. Vamos all! dijo Fabin.

    Fuimos juntos hasta la casa y esperamos a que no pasara

    nadie para entrar. Volv a sentir un escalofro, ese sitio me daba

    muy mala espina. La entrada principal estaba completamente

    sellada, as que Fabin lanz el fardo por un hueco en la tapia y

    se dispuso a auparse para subir.

    - Espera! le advert. Fabin se qued colgando y me mir

    con gesto hosco.

    - Qu pasa?

    - Y si no hay suelo? pregunt. Quiz se haba

    derrumbado y caa al vaco.

    - Ahora lo averiguaremos, pero el plom del saco al caer ya

    me da una pista acab de trepar y entr por el hueco para

  • - 23 -

    reaparecer al cabo de un momento y ayudarme a subir

    despejado y con suelo.

    Respir hondo y me arm de un valor que estaba lejos de

    sentir. Trep torpemente y agarr su mano cuando la tuve a mi

    alcance. Una vez dentro, encendimos las linternas. Estaba claro

    que, en el pasado, el edificio haba sufrido al menos un grave

    incendio. Fabin demostr ser un hombre prctico y fue al

    grano. Empez a buscar por dnde se bajaba a la planta

    inferior. La ventana por la que se haba colado el fantasma

    estaba justo bajo la habitacin donde nos encontrbamos. No

    hubiera sabido decir para que se destin aquella sala en su da.

    Ahora estaba cubierta de escombros, con grafitis sobre las

    ennegrecidas pareces. E incluso por debajo, lo que me sugera

    que se haba incendiado tambin en un pasado reciente.

    Fabin examinaba cada rincn. Al no encontrar nada, sali

    de la estancia. Le segu de cerca, no pensaba quedarme sola ni

    un segundo all. Ante nosotros se abra un gran recibidor con

    una escalinata central que suba a la planta superior. Me

    record a las mansiones americanas de las pelculas, pero en

    versin ms modesta. Entramos en la habitacin contigua a la

    que acabbamos de abandonar. Era ms pequea y oscura.

    Fabin diriga la linterna con precisin a ciertos lugares.

    - Aqu dijo l. Enfoc la linterna sobre una superficie en la

    esquina ms alejada de la puerta y ech a un lado con el pie los

    restos de escombros que cubran esa rea. Es una trampilla,

    debe llevar a un stano.

    Abri el fardo, dejando a la vista toda clase de

    herramientas. Haba hasta una pala!

    - Vaya! exclam Yo solo he trado una linterna.

    - Suficiente dijo con una sonrisa.

    Se puso en cuclillas y comenz a sacar distintas

    herramientas que no haba visto en mi vida. En menos de media

    hora haba despejado la superficie y rascado los laterales para

    extraer dcadas de polvo, tierra y dems basura que sellaban las

    juntas de la losa. Tena aproximadamente un metro cuadrado y

  • - 24 -

    haba marcas de rascaduras y xido all donde en su momento

    haba habido una argolla para levantarla. Fabin sac una

    palanca y la introdujo entre el suelo y la losa. Pareca ser

    pesada, pero no tuvo mucha dificultad para alzarla un poco y

    moverla a un lado, dejando al descubierto un agujero oscuro un

    poco ms pequeo.

    Saqu la linterna del bolsillo y enfoqu hacia abajo. A poco

    ms de un metro haba una pequea plataforma de la que

    parta una escalera de piedra. Fabin volvi al fardo y sac, ante

    mi asombro, un farolillo a pilas. Que chico tan previsor! me

    dije. Lo dej en el suelo y se dej caer mientras yo iluminaba el

    rellano.

    - Psame la lmpara, por favor hice lo que me peda y l la

    alz ante s para iluminar la estancia.

    - Joder! exclam.

    - Qu?! me apresur a meter la cabeza por el agujero -

    Qu hay?!

    - Nada de nada respondi.

    Me sent ms decepcionada de lo que pensaba. Sin querer,

    esa pequea aventura me haba ilusionado.

    - Aprtate, que bajo de todas formas.

    Me sent en el bord del agujero y me dej caer. Percib dos

    cosas a la vez. Lo primero fue el intenso olor, que solo poda

    describir como de sitio cerrado y sin ventilacin. Me era

    difcil respirar con normalidad. Y lo segundo era que la

    habitacin no estaba del todo vaca, como haba pensado. Haba

    algunos muebles, iluminados por la escasa luz que entraba

    desde una hilera de pequeas ventanas junto al techo. Una de

    ellas deba ser la que habamos visto desde fuera. Al parecer,

    esa habitacin se haba salvado del fuego y los intrusos gracias

    a haber estado sellada.

    - A esto le llamas tu nada? le recrimin.

    - Solo son trastos viejos, no hay nada interesante.

    Le ignor y pase la linterna por la estancia. El nico sitio

    donde era ms probable que hubiera algo era un antiguo

  • - 25 -

    tocador de cuatro cajones con la madera hinchada por la

    humedad y el espejo opaco y con manchas por detrs. Intent

    abrir uno de los cajones, pero me fue imposible. Por el rabillo

    del ojo, mientras pensaba cmo abrirlos, vi en el reflejo a Fabin

    subiendo otra vez arriba y bajando con la palanca. Sin ningn

    miramiento revent la parte frontal del primer cajn. Estaba

    vaco. El segundo, sin embargo, nos trajo una sorpresa. Los dos

    soltamos una exclamacin al ver dentro un pequeo bal. Nos

    miramos, emocionados, y sacamos el cofrecillo. Tena una

    cerradura y no haba ninguna llave en el cajn donde estaba ni

    en ningn otro.

    - No tenemos llave dije.

    - No nos hace falta respondi Fabin, sacando un juego de

    ganzas.

    - Cmo sabes hacer eso? una nota de desconfianza se col

    en mi voz y l se dio cuenta.

    - Tengo muchas habilidades dijo sonriendo. Eso no me

    tranquilizaba. Una vez ms, la sensata Julia interior me advirti

    sobre los peligros de estar con un chico al que apenas conoca y

    abra cerraduras como un profesional, en una cmara

    subterrnea de una casa en ruinas y sin que nadie supiera que

    estaba all. Pero la nueva Julia que estaba naciendo, una que

    estaba disfrutando de lo lindo, la hizo callar rpidamente.

    Escuch un chasquido y el cerrojo se abri. Me apresur a

    inclinarme por encima del hombro de Fabin. El cofre contena

    unos cuantos papeles con aspecto muy antiguo. Haba algunos

    dibujos a mano de animales. Cog con cuidado uno que

    representaba a un hipoptamo y que estaba bastante

    deteriorado por la humedad. En la esquina inferior haba una

    firma y una fecha, pero no era capaz de leerlas. Casi todos los

    dibujos presentaban el mismo estado, pero en uno de ellos se

    poda leer 1953. El contenido de ese cofre tena por lo menos

    casi 60 aos.

    - Eh, mira esto Fabin sac un sobre amarillento. Estaba

    cerrado y en la parte delantera estaba escrito Gabriel con una

  • - 26 -

    caligrafa impecable. Nos apresuramos a invadir la intimidad

    del tal Gabriel, ya que a estas alturas seguro que no vendra a

    reclamar su carta. Dentro haba una sola hoja escrita a mano.

    No tengo mucho tiempo. Mi hermana sabe lo nuestro y lo del

    tesoro, y me ha atacado. He conseguido escapar, pero no se detendr.

    Debemos huir. Renete conmigo en el Caf Coln a las 10. Si nos

    localiza, no se atrever a hacer nada en pblico. All podremos

    despistarla. Si no lo consiguiera, la llave est en mi colgante.

    Te quiero.

    Siempre tuya,

    La

    Despus de leerla nos quedamos en silencio. Era algo

    mucho ms gordo de lo que habamos pensado.

    - Y ahora qu hacemos? pregunt.

    - Investigar.

    - Un momento! exclam, acordndome del camafeo.

    Lo saqu de mi bolsillo y se lo mostr a Fabin, que lo cogi

    para examinarlo.

    - Dnde estaba?

    - Lo encontr hace una semana en estas mismas ruinas, pero

    en la entrada. Es una larga historia Fabin tena la mirada

    clavada en m y me observaba en silencio, esperando a que

    continuara. Bueno, bsicamente me ca por el hueco de la

    puerta apartndome de un coche que pasaba. Fue el primer da

    que not algo raro.

    - No era tan larga murmur, dndole vueltas en las manos

    al camafeo - Si dice que guard la llave dentro, supongo que

    ser de esos chismes que se abren.

    - Creo que no eh! Fabin forz el objeto con un

    movimiento brusco y desencaj la parte con el relieve.

    - Pues s, mira.

    El interior revel la llave de la que hablaba la carta. Me

    pareca increble que todava siguiese all.

  • - 27 -

    - Si esto abre un cofre con un tesoro, muy pequeo debe

    ser coment, alzando la minscula llave entre sus dedos.

    Lo que est claro es que esto no puede ser casualidad.

    Le mir con escepticismo.

    - Qu inters podra tener un fantasma en que

    encontrramos un tesoro? Y por qu nosotros?

    - Eso, amiga ma, es lo que tenemos que averiguar. Pero no

    me gusta nada conjeturar sobre las motivaciones de los

    fantasmas con el estmago vaco. Ven conmigo.

    Agradec mucho que saliramos de esa habitacin de aire

    viciado y volviramos arriba, que no era el colmo de la

    salubridad, pero al menos se poda respirar mejor. Llevamos

    con nosotros el pequeo cofre con todo su contenido. Una vez

    arriba, Fabin volvi a colocar la losa en su sitio y esparci

    escombros por encima para disimularla. Luego se acerc a su

    bolsa, extrajo dos bocadillos y me lanz uno.

    - Desde luego, has pensado en todo.

    - Y si eres vegetariana no te preocupes, tengo un par de

    manzanas.

    - Hay algo que no tengas ah? pregunt, riendo.

    - Posiblemente no mir su imborrable sonrisa y decid que

    me caa bien ese chico. Tena un aura alegre y tranquilizadora.

    Nos sentamos en el suelo, en ese improvisado picnic,

    comiendo nuestros bocadillos en silencio mientras pensbamos

    en la informacin que tenamos. Pero entonces me acord de

    otro tipo de informacin.

    - Oye! Tienes un hermano americano?

    - Americano?

    - Me han dicho que es yanqui contest, sintindome un

    poco ridcula porque, pensndolo bien, era un poco raro.

    - Casi, es yonki.

    Me ech a rer por la confusin de mi abuela, hasta que

    repar en la cara a medio camino del asombro y la ofensa de

    Fabin.

  • - 28 -

    - Lo siento - me apresur a disculparme no me rea de la

    situacin de tu hermano.

    - Tranquila le quit importancia con un gesto. Supuse que

    sera de mal gusto preguntarle nada, as que guard silencio.

    Fabin volvi al tema que nos ocupaba Bueno, tenemos un

    camafeo con una llave que no sabemos para qu es y una carta

    dirigida a un tal Gabriel que no lleg a encontrar sintetiz.

    - Poca cosa coment. - Crees que seguir vivo?

    - Podra ser, pero necesitamos saber algo ms.

    - Conoces el Caf Coln? Dudaba que siguiera abierto, mi

    padre siempre deca que la ciudad haba cambiado muchsimo

    en las ltimas dcadas por culpa de la especulacin

    inmobiliaria y que nada duraba demasiado.

    - Ni idea.

    - No veo ningn hilo del que tirar por ah le di vueltas en

    la mano al camafeo solo nos queda esto.

    Recogimos todo y, para mi gran alivio, nos dirigimos al

    hueco por el que habamos entrado para salir de all. Al pasar

    por el recibidor, nos sobresalt un ruido que proceda de la

    escalera. Nos giramos los dos, alerta. Haba una mujer bajando

    por ellas. La miramos sin saber qu hacer, pareca que ella no

    nos haba visto a nosotros aunque estuviramos casi frente a

    ella. Se detuvo bruscamente al llegar abajo y mir a ambos

    lados. Vimos entonces cmo el rostro de la mujer se

    transformaba en una mueca de sorpresa y se desplomaba hacia

    delante. Mientras caa pudimos ver el mango de un pual

    sobresaliendo por su espalda y tal como toc el suelo, se

    desintegr.

    Empec a chillar y retroced, chocndome con Fabin. Me

    cogi por los hombros y me gui hacia la salida mientras yo

    continuaba paralizada por el terror. Despus de eso solo tena

    recuerdos fragmentados de haber salido de la casa y atravesado

    el patio a todo correr con Fabin pisndome los talones. Volv a

    casa con la cabeza en una nube. Mis pies caminaban solos, y era

    vagamente consciente de la presencia a mi lado de Fabin, pero

  • - 29 -

    no saba si me hablaba o no. Acababa de presencial algo

    imposible que mi mente se negaba a admitir.

    Cuando llegu a mi puerta entr en casa en el mismo estado

    de aturdimiento y sub hacia mi habitacin. No saba si mi

    abuela estaba por all o no. No me cambi, ni tampoco me atrev

    a apagar la luz. Slo cerr la puerta y me sent sobre la cama. S

    que las fases de aceptacin son para los que se van a morir y no

    para los que han visto a un muerto, pero podra jurar que pas

    por todas esa noche. Primero me dije a mi misma que no haba

    visto nada, que haba sido todo fruto de mi imaginacin.

    Sugestin por estar en esa casa tan ttrica. Luego me enfurec.

    Por qu haba tenido que ir all? No debera haberlo hecho, si

    me hubiera quedado en casa no hubiera pasado nada y seguira

    viviendo feliz y tranquila en mi ignorancia. Despus me dije

    que si volva a la normalidad y haca ver que aquello no haba

    pasado, todo continuara igual. Entonces me derrumb y me

    ech a llorar. El mundo era un lugar ms terrorfico si exista lo

    sobrenatural. No quera vivir en un mundo as, no quera tener

    nada que ver con eso. Finalmente, bien entrada la madrugada,

    acept que haba un mundo que desconoca y con el que haba

    contactado breve y aterradoramente por algn motivo. Pero

    aceptarlo no significaba que dejara de asustarme. No cerr los

    ojos en ningn momento esa noche.

    A la maana siguiente, un poco ms calmada, baj a

    desayunar. Aun as, estaba atenta a cualquier ruido o

    movimiento y saltaba a la mnima.

    - Qu te pas ayer? Pareciera que viste un fantasma Me

    sobresalt mi abuela. Dej escapar un grito.

    - Abuela! No me des esos sustos!

    - Pues s que ests tensa! Mi abuela pas de largo y se

    dirigi a la cocina. La segu y me sent en la vieja silla de escay

    de la cocina.

    - Lo siento me disculp S que es verdad que estoy un

    poco nerviosa.

  • - 30 -

    Mi abuela no me contest y yo lo agradec, no quera dar

    ms explicaciones. Me prepar para marcharme a la facultad,

    muerta de cansancio por la noche en vela. Estaba convencida de

    que me acabara durmiendo en clase, pero me alegraba volver a

    la aburrida y previsible rutina, donde la gente era de carne y

    hueso.

    Ese da sala tardsimo. Llegu ya de noche, y lo que menos

    me esperaba era encontrarme a Fabin sentado en un escaln en

    la fuente que haba a la entrada de mi calle, frente al paseo. Me

    detuve un instante antes de intentar pasar sin que me viera,

    pero era tarde. Se levant y se acerc a m.

    - No no no no no no no - dije, sin dejar de caminar.

    - Por qu no?

    - Porque no zanj.

    - Pero somos un equipo!

    - No somos nada! Me agarr por los hombros y me di

    cuenta de que estaba temblando.

    Tranquila, no es para tanto. No nos har dao, solo quiere

    que la ayudemos hablaba con voz suave y relajante.

    - Pero por qu yo? gem. l se encogi de hombros.

    - Quiz porque t encontraste el camafeo.

    - Pero yo no quiero - me daba cuenta de que estaba

    hablando como una nia pequea, y estaba dispuesta a retar a

    cualquiera a ver como se comportaba en mi situacin. Con la

    excepcin de Fabin, que pareca haberlo aceptado con una

    naturalidad asombrosa.

    - Llevas encima el camafeo? me pregunt. Lo tena

    guardado en la chaqueta desde el da anterior, me haba

    olvidado de sacarlo. Se lo tend y Fabin lo cogi y se lo acerc

    para verlo mejor.

    - Se parece mucho a la fantasma coment.

    - Por favor, no la llames as. Di la chica, la mujer cualquier

    cosa que suene tangible aunque fuera una cuestin puramente

  • - 31 -

    terminolgica, eso me ayudaba a plantermelo de forma ms

    terrenal. - A quin te refieres?

    - A la chica del relieve.

    Era cierto, los rasgos eran muy similares. Aunque el relieve

    tena un aire de belleza clsica del que la chica careca. Poda ser

    una licencia artstica del artesano, o simplemente una

    casualidad.

    - Estos trastos se hacan personalizados? pregunt

    Fabin.

    - Me imagino que habra de todo.

    - Probemos en un anticuario, entonces. A ver si nos dice

    algo til.

    Pero a m se me ocurri otra cosa.

    - Cmo podemos averiguar a quin perteneca ese terreno?

    pregunt de repente. Supona que deba poder saberlo en el

    Catastro o algo as, pero no tena ni idea de nada de eso.

    - Preguntando, supongo.

    - Podemos informarnos por internet, que es ms rpido.

    - No tengo ordenador contest Fabin.

    - Cmo? pregunt, sorprendida. Fui consciente de que

    tener ordenador e internet no es algo ni bsico ni vital, pero me

    sorprendi que un chico de su edad no tuviera. l se encogi de

    hombros.

    - Tenamos uno, pero mi hermano lo vendi alz el cofre,

    que en ese momento llevaba l -. Y por el mismo motivo,

    prefiero que te quedes tu esto.

    - Asent, una vez ms sin saber que decir. Despus de saber

    que su hermano era drogadicto, no necesitaba preguntar por

    qu no quera nada a su alrededor que tuviera cierto valor.

    - Bueno, pues ya lo mirar yo y te dir lo que averige.

    - Entiendo que accedes investigar?

    - Accedo dije a regaadientes. No saba por qu lo haca,

    solo senta que deba hacerlo.

    Me volvi a acompaar hasta mi casa mientras hablbamos

    de nuestros planes inmediatos. Quedamos en ir al da siguiente

  • - 32 -

    a un anticuario para averiguar ms cosas sobre el camafeo.

    Fabin me dijo que conoca uno cerca. Se despidi, como

    siempre con una sonrisa, y entr en casa. Mi abuela estaba

    sentada en el incmodo y viejo sof viendo su programa

    favorito, el del canal local en el que apareca el alcalde de Vigo

    atendiendo a los ciudadanos. Me constaba que haba llamado

    ms de una vez.

    - De dnde vienes a estas horas? me increp.

    - Hoy tena clase hasta tarde Y no menta, pero no pensaba

    explicarle a mi abuela historias de fantasmas y tesoros. Ni a ella

    ni a nadie, me tomaran por una chiflada.

    - No deberas andar sola por esta zona de noche, por ah en

    la muralla hay mucho yanqui.

    Se refera a lo que quedaba del castillo de San Sebastin, que

    no era ms que un trozo de muralla al pie del monstruoso

    edificio del ayuntamiento. S que haba odo que era un punto

    de reunin de drogadictos, pero la verdad es que nunca haba

    subido all. Me pregunt si el hermano de Fabin sera de los

    que lo frecuentaban.

    - No te preocupes, no voy por ah.

    - Igualmente, no andes sola de noche zanj ella.

    Le dije que no quera cenar, que estaba muy cansada, y le di

    las buenas noches antes de subir corriendo a mi habitacin.

    Dej encendindose el porttil mientras iba al bao y me pona

    el pijama. Al acabar me coloqu un almohadn a modo de

    respaldo y me tir sobre la cama para empezar a investigar.

    Tena que admitir que en el fondo me emocionaba la idea, me

    senta como la protagonista de los libros de aventuras que lea

    de pequea. Tena que luchar para imponer mi parte sensata y

    no llenarme la cabeza de pjaros, pero no poda evitar sentir un

    nudo en el pecho.

    Pens en empezar por el tema del catastro. No me fiaba

    demasiado de los foros, pero me parecan lo mejor para tener

    una idea general, que era lo que me interesaba en ese momento.

    Efectivamente, deba dirigirme al Registro de la Propiedad o al

  • - 33 -

    Catastro. Haba algunos que decan que para eso haba que

    pagar un importe, otros que haban tenido problemas para

    averiguarlo por la Ley de Proteccin de Datos. Y un usuario

    acertado deca: preguntando a los vecinos. Era lo ms fcil,

    pero aquella casa estaba aislada en medio de edificios

    modernos. Ya deba estar abandonada cuando se construyeron

    y no quedaban otras similares cerca. Esa opcin me pareca

    inviable. Pens entonces en mi abuela, que era viguesa de toda

    la vida. No tena por qu conocer a todo el mundo en la ciudad

    por ello, pero esa casa pareca haber sido de alguien adinerado

    y puede que fuera de alguna familia importante y conocida. De

    ser as, probablemente tambin hubiera informacin en

    internet, pero sin ms datos que casa en ruinas Vigo no iba a

    encontrar nada en Google. Decid preguntarle por la maana.

    Como bamos a ocuparnos del camafeo al da siguiente, me

    centr en el contenido de la carta. No esperaba que aportara

    gran cosa. El Gran Caf Coln, como me haba imaginado, ya

    no exista. Actualmente era una librera en la calle Velazquez

    Moreno, no muy lejos de casa. No quedaba ni rastro del edificio

    siquiera. Pens que era una pena, era muy bonito. No encontr

    mucha informacin sobre l, solo algo de su historia y de las

    actividades que se realizaban. Estuvo abierto entre 1886 y 1960,

    aunque en esa ubicacin desde 1905. Guindome por la fecha

    de los dibujos, supona que el contexto histrico eran los aos

    50, as que La haba quedado con Gabriel en ese edificio que

    ocupaba la pantalla de mi porttil. Destacaban los dos arcos

    acristalados en el centro y las torretas a los laterales cerradas

    con una cpula. El artculo hablaba tambin de su decoracin

    interior de estilo modernista, de la iluminacin, los billares, los

    conciertos que se ofrecan por parte de la Orquesta Sinfnica

    Rusa. Segu viendo las pocas fotos que haba y me dio la

    sensacin de que la clientela que tendra no deba ser de clase

    baja. Una prueba ms de que tena que ser una familia

    importante o, cuanto menos, acaudalada. Esa actividad haca

    referencia a principios de siglo, pero no deca nada de la poca

  • - 34 -

    que me interesaba a m. Solo poda hacer conjeturas, pero ya era

    ms de lo que tena un par de horas antes.

    Como no saba por dnde continuar, apagu el porttil y me

    dispuse a dormir. Se haba hecho tardsimo y al da siguiente

    tena clase.

  • - 35 -

    CAPTULO 3

    Me haba pasado la maana con la cabeza en una nube. No

    poda atar ms cabos con tan poca informacin, pero tampoco

    poda dejar de pensar en ello. Estaba impaciente por ir al

    anticuario. Al llegar a casa com como una bala y me puse la

    chaqueta para ir a reunirme con Fabin. Antes de salir me

    acord de que quera preguntarle a mi abuela acerca de los que

    vivieron en aquella casa.

    - Abuela! la llam Una cosa, tu llevas viviendo en Vigo

    toda la vida, no?

    - Si contest.

    - Sabes quin viva en una casa grande que hay entre

    Camelias y Pi y Margall? Una que est en ruinas en medio de

    bloques altos de pisos, ms modernos - me mir con

    desconfianza.

    - Por qu lo quieres saber? pregunt.

    - Simple curiosidad, pas el otro da por delante y me llam

    la atencin Se qued en silencio, taladrndome con la mirada.

    Cada vez me senta ms incmoda y empezaba a lamentar

    haber preguntado.

    - Si contest al fin, muy despacio s quien viva all.

    Guard silencio esperando a que continuara, pero no lo

    hizo, as que volv a la carga.

    - Y quines eran?

    - Un matrimonio y sus hijas hablaba con voz hueca.

    - Deban tener mucho dinero, no?

    - S.

    - Bueno, salgo un rato dije, viendo lo que estaba costando

    sacarle algo.

    - Mucho ests saliendo t, pensaba que venas aqu a

    estudiar replic. No le hice caso y le promet que llegara

    pronto.

    Al llegar al final de la calle vi a Fabin sentado en uno de

    los escalones de la fuente del paseo. Estaba sentado de cara a la

  • - 36 -

    ra, as que pude acercarme a l sin que me viera llegar. Cuando

    llegu a su altura advert su cara de preocupacin.

    - Pasa algo? pregunt. El pobre se llev un buen susto,

    pero de inmediato volvi a tener su sonrisa habitual.

    - Nada. Vamos?

    Me llev hasta una tienda de antigedades cerca del puerto.

    Al entrar sent una sensacin inmediata de agobio. Estaba

    recargada de todo tipo de trastos. Detrs de un mostrador de

    cristal estaba el hombre ms viejo que he visto nunca. Pese a la

    edad, tena una increble mata de pelo blanco. Llevaba unas

    gafas enormes y pasadas de moda.

    - Bos das, rapaces salud con expresin amable. Cuando

    nos aproximamos reconoci a Fabin. E logo! Xa tes moza?

    - Non teo, non. E unha amiga, Don Cosme.

    No entend la pregunta, pero por la respuesta supuse que le

    preguntaba si yo era su novia. No pude evitar sonrojarme.

    Cambi al castellano para que yo lo entendiera.

    - Venimos a ver qu nos puede decir sobre esto.

    Tendi la mano hacia m y le di el camafeo, que a su vez se

    lo pas al anticuario. ste frunci an ms su ya arrugado

    rostro.

    - Es francs respondi al fin. Abr los ojos de la sorpresa

    mientras l continuaba este tipo se fabricaban en el norte all

    por los aos cuarenta o cincuenta. Pero sin un examen ms

    detallado, me temo que poco ms puedo deciros.

    - De momento no hace falta, no? dijo, mirndome a m.

    - Es suficiente, muchas gracias.

    - Esperad dijo el hombre, acercndose an ms el camafeo

    Nada, creo que empiezo a desvariar. Me ha parecido

    reconocer a la joven de la talla.

    Fabin y yo dimos un salto a la vez hacia el mostrador, que

    sobresalt al seor Cosme.

    - Pudiera ser dijo Fabin Creemos que era una chica de

    aqu, de Vigo. O que al menos vivi aqu aadi.

    El anticuario neg con la cabeza.

  • - 37 -

    - No s, ahora mismo no consigo acordarme de ella. Pero

    podra ser casualidad.

    - Bueno, si recuerda algo avise a mi padre y me paso por

    aqu.

    - Muy bien, dale recuerdos ambos se despidieron con una

    sonrisa. Salimos de la tienda y echamos a andar. De repente, me

    sent incmoda. No saba qu hacer ni que decir. Por suerte,

    Fabin pareca saber cmo llenar los huecos en una

    conversacin.

    El seor Cosme viene siempre al bar de mi padre a tomarse

    un vino despus de cerrar la tienda. A veces tambin viene a

    desayunar. Lo conocemos desde siempre me explic. - Seguro

    que tambin conoce a tu abuela, lleva ah toda la vida.

    - Tu padre tiene un bar? Realmente no saba casi nada de

    ese chico.

    - S! exclam Fabin. Se le ilumin la cara. La cafetera

    Cambados. No es un nombre muy original, pero es que mis

    abuelos eran de all. Cuando sea mo se lo cambiar.

    - No ser para tu hermano? Crea recordar que haba

    dicho que era mayor que l.

    - A ese solo le interesa pillar cualquier mierda para

    metrsela, como le deje el bar lo arruina solt. Me sorprendi

    la dureza de su tono.

    Una vez ms, guard silencio. No quera meterme en su

    vida familiar, que al parecer era complicada. l continu

    hablando.

    - No siempre ha sido as, antes era un chico normal. -

    explic. - Pero cuando muri mi madre empez a ponerse

    rebelde.

    - Qu edad tenais? pregunt. Ya que l haba sacado el

    tema, consider que no era una pregunta demasiado

    comprometida.

    - l quince, yo doce. Me mir tmidamente perdona, te

    estoy soltando un rollo.

    - Que va, pero no quiero preguntar y meter la pata.

  • - 38 -

    - No te preocupes. Hace mucho de eso, est ya ms que

    superado.

    - Aun as, prefera cambiar de tema.

    Le he preguntado a mi abuela quin viva en esa casa, y al

    parecer lo sabe, pero no pareca muy dispuesta a hablar de eso.

    - Bueno, es una mujer algo huraa le di un golpe en el

    brazo a modo de advertencia antes de contarle lo poco que le

    haba podido sacar. Estuvimos hablando hasta que me di

    cuenta de que no saba dnde estaba. Me detuve y mir a mi

    alrededor. Haba ido siguiendo a Fabin sin darme cuenta.

    - Dnde estamos?

    - En el nutico respondi.

    Mir al edificio blanco que recordaba a un barco, con el

    nombre Real Club Nautico escrito en letras azules. Me

    acerqu con curiosidad a la escultura de un hombre barbudo

    sentado sobre los tentculos de un pulpo.

    - Veo que tenis alguna escultura normal dije. Me vino a la

    cabeza el sireno de la puerta del sol. Fabin se encogi de

    hombros. Pareca que no le interesaba lo ms mnimo el arte de

    la ciudad. Me esper mientras yo me acercaba a leer la placa.

    - Monumento a Julio Verne le El monumento honra al

    ilustre escritor francs Julio Verne, que menciona la ra de Vigo

    y los mticos tesoros de Rande en uno de los episodios de 20.000

    leguas de viaje submarino. me gir hacia Fabin, que me

    esperaba a unos metros - Eh! Sabas esto?

    - El qu? pregunt, acercndose.

    - Que Vigo apareca en 20.000 leguas de viaje submarino.

    - No, eso deberas saberlo t, que eres francesa como el

    pollo este. No os hacan leer sus libros en el colegio?

    - S, pero este en concreto no lo lemos tome nota mental

    para hacerlo en cuanto tuviera un hueco en mis lecturas de la

    facultad. - Tesoros de Rande?

    - Hubo una batalla naval y se supone que se hundieron

    barcos con tesoros en la ra, de los que venan de Amrica. Mi

    curiosidad se multiplic. Eso s era una historia real.

  • - 39 -

    - Y qu pas? Los encontraron? pregunt, vida de saber

    ms. Pero Fabin volvi a encogerse de hombros. - Es que no

    te interesa nada la historia de tu ciudad?

    - No.

    - Ni siquiera si habla de tesoros hundidos?

    - Crees que ser el mismo que el de tu amiga difunta?

    - Quin sabe contest con tono misterioso. No lo haba

    pensado, pero sin saber ms del tema tampoco poda

    descartarlo. Era igual de descabellado que el hecho de ver

    fantasmas.

    Acab de leer la placa, que mencionaba la visita a la ciudad

    que haba realizado el escritor en 1787. Alguien haba escrito

    debajo a lpiz 1887 cona! A ver si lemos, caralho!.

    No poda entretenerme ms, tena mucho trabajo pendiente

    de la universidad. Se lo dije a Fabin e insisti en acompaarme

    hasta casa. Al llegar a la puerta me acord de algo que quera

    decirle.

    - Oye, tienes telfono mvil?

    - S.

    - Me das tu nmero? Si hay cualquier cosa te llamo.

    - Se sac un Nokia 3210 del bolsillo interior de la chaqueta.

    - Madre ma! Lo has robado de un museo?

    - Es el primero y nico que he tenido, tiene unos diez aos.

    - Eso deben ser noventa y tantos en aos de mvil.

    - Acabas de hacer un chiste?

    No s, te ha hecho gracia?

    - No mucha, pero es un buen comienzo me dio unas

    palmaditas condescendientes en la espalda. Ni que decir tiene

    lo mal que me cay en ese momento.

    - No hagas que me arrepienta de darte mi nmero le dije

    secamente.

    Le dije que no podra quedar en unos das, estuve muy

    ocupada adelantando trabajos y no poda pasarme el da

    jugando a los detectives. Aun as, saqu tiempo para

    informarme un poco sobre la historia de la ciudad. Le todo lo

  • - 40 -

    que pude sobre los tesoros de Rande. Al parecer, haba habido

    muchas expediciones de rescate y en las primeras haban

    llegado a encontrar cosas de valor. Pero cada vez encontraban

    menos y los barcos eran ms inaccesibles. Uno en concreto, el

    Santa Mara de Maracaibo, se acab hundiendo frente a las islas

    Ces cuando los ingleses lo remolcaban. Ese no lo haban

    llegado a localizar nunca y crean que poda contener plata.

    Llegu a la conclusin de que era todo demasiado antiguo

    como para que tuviera relacin con nuestro tesoro. Hubo una

    expedicin en los aos cincuenta, y como aun no sabamos el

    ao exacto de esa carta, tampoco saba si haban coincidido en

    las fechas. Pero, de todas formas, no encontraron nada.

    Quedamos en que por su parte intentara averiguar de quin

    era la casa y que me avisara si descubra algo. Y eso hizo, a la

    semana siguiente recib un mensaje suyo pidindome vernos.

    Quedamos un lunes a media tarde en el mismo sitio que

    cuando fuimos al anticuario. Haca ya un mes desde que haba

    encontrado el camafeo. Casi sin darme cuenta estbamos a

    finales de octubre, y aunque el tiempo estuviera siendo

    inusualmente caluroso, a esas horas, con el sol a punto de

    ponerse, empezaba a hacer fro. En los diez minutos que tuve

    que esperarle me qued helada. Apareci a toda prisa cuando

    estaba a punto de llamarle.

    - Siento llegar tarde! Se disculp.

    - No pasa nada. Qu has descubierto? - Se sent a mi lado

    en el escaln de la fuente, pero antes de que empezara tuve

    claro que no iba a pasar ni un minuto ms a la intemperie

    Espera, o paseamos o tomamos algo mientras me lo cuentas,

    pero aqu hace demasiado fro.

    Fuimos a una cafetera cercana, donde nos sentamos y ped

    un caf caliente. l pidi una Coca Cola y empez a exponer sus

    descubrimientos.

    - Bueno, he ido a ver a mi abuelo que, visto lo visto, es lo

    opuesto a tu abuela. Lo difcil es que pare de hablar. Por poco

    MayuResaltar

  • - 41 -

    llora de emocin cuando le ped que me contara cosas de

    cuando era joven. Me dijo que recuerda que en esa casa viva un

    empresario de la industria pesquera, hijo de un linaje de

    marquesuchos sin donde caerse muertos, palabras textuales, y

    la hija de un empresario cataln de los que se instalaron aqu en

    los aos veinte. El tipo haba heredado la fortuna materna y,

    tericamente, la casta de padre. Despus ha continuado con una

    arenga contra nobles y burgueses que ha hecho extensible a la

    iglesia, los polticos y la institucin de la monarqua. Pero al

    final he conseguido reconducirlo al tema y me ha dicho, y

    vuelvo a citar textualmente, que el buen hombre se llamaba

    Avelino Soto, pero del apellido de la fulana catalana no se

    acuerda.

    - Si era un hombre importante, con saber el nombre ya

    podremos averiguar algo ms dije. - Bueno, prximo objetivo,

    verificar la historia de tu abuelo y ver qu relacin tena con la

    tal La. Por las fechas, supongo que deba ser la hija.

    En los das siguientes investigamos a ese hombre, pero por

    internet encontramos solo una breve resea. Haba tenido una

    flota pesquera propia, una importante empresa conservera y

    varias propiedades, aunque no deca nada de si quedaba alguna

    en pie aparte de la casa. Haba tenido dos hijas, de las cuales la

    menor haba muerto trgicamente asesinada y, poco ms tarde

    muri en un misterioso incendio en su domicilio familiar junto

    a su mujer. No deca nada de la hija mayor. Verificamos

    tambin que esa casa era la suya, gracias al alarde de

    originalidad que tuvieron al bautizarlo Chalet Soto. En esos

    das repas mil veces la carta. Sera la hermana la asesina?

    Todo apuntaba a eso, pero en ningn sitio apareca la ms

    mnima informacin.

    La falta de nuevos fenmenos paranormales hizo que

    nuestras investigaciones se volvieran cada vez ms vagas. Nos

    decamos que tenamos que ir a la biblioteca, pero al final

    siempre nos entretenamos y lo dejbamos para el da siguiente.

    Cogimos la costumbre de quedar casi cada tarde y por poco

  • - 42 -

    olvidamos nuestra misin. Hablbamos durante horas. A veces

    era sobre nosotros mismos. l se interesaba por mi vida de una

    forma que hasta pareca que no fuera tan aburrida. No me cost

    mucho resumrsela: Mi padre era vigus y mi madre

    narbonense. Se conocieron cuando mi padre fue a trabajar all,

    se enamoraron y ya no volvi. Tena un hermano pequeo,

    Damin, y no me haba pasado absolutamente nada interesante

    nunca. l, en cambio, haba tenido una vida mucho ms dura.

    Ya saba que su madre haba muerto, pero me cont que

    padeci un cncer largo y doloroso. Tras un sinfn de

    operaciones sin xito, muri prcticamente sin haber podido ni

    abrir los ojos desde meses antes. Ese momento les cogi en

    plena pubertad, y su hermano reaccion rebelndose contra

    todos y cayendo en las drogas. Fabin haba tenido que

    madurar rpido para ayudar a su padre con el negocio y a

    controlar a su hermano. Senta una profunda compasin por l,

    pero no quera que pensara que me daba pena. Solo le escuch

    en silencio sin hacer ningn comentario y dej que me contara

    lo que quisiera. A lo largo de las siguientes semanas llegu a

    conocer bastante bien a ese chico y a cogerle mucho cario.

    Pero una noche de diciembre, nuestra difunta amiga decidi

    recordarme que segua ah, esperando. Estaba a punto de irme a

    dormir, me escocan los ojos despus de llevar tanto rato

    delante de la pantalla del porttil. Estaba mentalmente agotada,

    hasta el punto que crea haber dado alguna cabezada all

    sentada. En aquella casa vieja y hmeda haca muchsimo fro,

    as que me met bajo la manta y el edredn intentando entrar en

    calor. Cerr los ojos esperando a que me llegara el sueo pero, a

    la hora de la verdad, me haba desvelado. Despus de dar

    muchas vueltas me volv a incorporar, dispuesta a retomar

    alguna lectura especialmente pesada de la universidad que me

    ayudara a invocar a Morfeo. No llegu a levantarme de la cama.

    Me qued helada en el sitio y no solo debido a la temperatura,

    aunque esta hubiera descendido varios grados de golpe. Tena

    frente a m a la chica, la tal La. Estaba diferente a la primera

  • - 43 -

    vez que la vi. Esta vez llevaba el pelo recogido solo desde las

    sienes, y un vestido suelto que le cea debajo del pecho. Tena

    la mirada vaca, pero de repente la enfoc en m y sonri. Y al

    hacerlo, una segunda figura encapuchada con rostro de

    esqueleto, bien reconocible a travs de la cultura popular como

    la muerte, se alz por detrs de ella y la abraz.

    En algn momento empec a gritar, y no par hasta que

    not que alguien me sacuda. Abr los ojos y me encontr la cara

    preocupada de mi abuela. Estaba tumbada en la cama y era ella

    la que me zarandeaba para que me despertara. Pareca que

    finalmente s me haba dormido.

    - Lo siento, abuela. Creo que he tenido una pesadilla dije,

    aun temblando.

    - Bueno, ve a mojarte un poco la cara y vuelves a la cama.

    Hice lo que me deca, pero ya no pude pegar ojo en toda la

    noche. Alrededor de las tres de la maana empec a escuchar

    unos ruidos en el techo, y entre el mal sueo y eso pas la noche

    en vela en un estado de tensin constante.

  • - 44 -

  • - 45 -

    CAPITULO 4

    Cuando por fin se hizo de da me met en la ducha y

    desayun dos Red Bulls. Mi abuela me mir con desaprobacin,

    aunque no dijo nada. Cog mi mochila y me desped

    rpidamente, pero no fui a coger el autobs para la

    universidad. Empec a llamar a Fabin desesperadamente. Era

    la nica persona a la que se lo poda contar, pero no me coga el

    telfono. Varios mensajes y llamadas ms tarde, decid ir

    directamente a la calle Real en busca la cafetera de su padre.

    Pareca mentira que despus de un par de meses vindonos casi

    cada da, no haba ido nunca a su negocio. Aun as, no me cost

    encontrarla. No estaba muy lejos de la Colegiata. Me asom al

    interior, pero no vi a Fabin. Solo haba un hombre de mediana

    edad que supuse que sera su padre. Me daba vergenza entrar

    y preguntar por l, as que estuve remoloneando un rato fuera

    para hacer tiempo a ver si llegaba hasta que el hombre empez

    a mirarme con curiosidad. Entonces decid entrar a desayunar.

    Pas el rato y Fabin ni vena ni responda a mis insistentes

    llamadas y mensajes. Eran casi las diez, y haca mucho que me

    haba acabado la Coca Cola y el bocadillo que haba pedido.

    Tambin miraba tanto hacia el mostrador que su padre me

    haba preguntado en ms de una ocasin si me cobraba.

    Finalmente pagu y me fui, sin saber muy bien qu hacer ni a

    dnde ir. No tena cabeza para ir a clase, pero tampoco quera

    volver a casa y dar explicaciones a mi abuela. Sin embargo,

    tom ese rumbo sin pensarlo, y en el tramo de calle entre la

    puerta del sol y el paseo Alfonso me encontr a Fabin. Estaba

    sentado en la escalera de un pequeo local con dos entradas

    bajo unos arcos de piedra y la fachada recubierta de baldosas

    cuadradas blancas, con un dibujo azul formando una cenefa

    que le daba aspecto de bao antiguo. De hecho, el de casa de mi

    abuela tena una similar. Siempre que haba pasado por delante

    estaba cerrado, pero en ese momento estaba abierto y haba

    bastante gente, aunque no me par a mirarles.

  • - 46 -

    - Fabin! le llam. l se gir, sorprendido, pero al verme

    asom automticamente esa sonrisa de oreja a oreja que, para

    m misma y a regaadientes, reconoc que me encantaba. Era

    contagiosa y reconfortante. Se levant y vino hacia m.

    - Buenos das! me salud.

    - Qu haces aqu? Siempre que me lo encontraba de

    casualidad era por esa zona, casi hubiera sido mejor empezar

    por all antes que por su bar.

    - Acompao a mi hermano respondi. Me tens

    automticamente. El mundo de la drogadiccin me era

    totalmente desconocido, y esperaba que as continuara siendo.

    Gracias a Dios, Fabin no me haba hablado casi nada de l.

    - Est aqu? pregunt en un susurro, sin darme cuenta.

    - Est dentro contest Fabin, susurrando tambin. Le

    mir con los ojos entrecerrados.

    - Venga ya, no seas picajosa! dijo, dndome un pequeo

    empujn en el hombro adems, eres t la que ha empezado a

    hablar bajito. Est dentro, no te escucha. La herona no

    proporciona super odo.

    Me sent muy tonta y continu como si esa ltima parte no

    hubiera existido.

    - Qu hace ah? Le ayudan a rehabilitarse?

    - Ojal! sacudi la cabeza Podran, pero l no quiere.

    Viene aqu a por jeringuillas limpias.

    Abr los ojos de par en par.

    - No te creo! exclam - De verdad hacen eso?

    - Ya que se van a pinchar igualmente, al menos que lo

    hagan con seguridad hizo el gesto de comillas con los dedos

    al decirlo. Me qued pensativa ante ese nuevo dato. En la vida

    se me habra ocurrido Fabin interrumpi mis pensamientos.

    Bueno, para qu me buscabas, enton?

    Le describ el sueo lo ms detalladamente que fui capaz y

    mis sospechas de que hubiera sido ms real de lo que pareca.

    Fabin me mir muy serio.

  • - 47 -

    - Espera un segundo desapareci por la puerta del local y

    volvi a salir al cabo de un minuto con un chico un poco ms

    alto que l. Si lo hubiera visto por la calle jams habra reparado

    en ello, pero al verlos uno al lado del otro, el parecido era ms

    que notable. Sin embargo, su hermano tena el pelo oscuro y

    aparentaba totalmente su condicin. Estaba delgadsimo y su

    mirada era nerviosa y esquiva. Se acercaron a m.

    - Hola salud tmidamente, bajando la mirada.

    - Este es mi hermano Suso me dijo, y aadi dirigindose

    a l. - Si pasas por el bar dile a pap que he estoy con la hija del

    Enrique le mir sorprendida una vez ms, yo no le haba

    dicho el nombre de mi padre. l se anticip a mi pregunta

    luego te cuento, ahora ven conmigo. Se despidi de su

    hermano, que me haba ignorado completamente, y me tom de

    la mano arrastrndome hacia la parada de bus ms prxima.

    Cruzamos la ciudad hasta llegar frente a un parque enorme

    que no conoca. Me dijo que era Castrelos, aunque sobre una

    entrada de piedra pona Parque Municipal Quiones de

    Len. Sin embargo, lo pasamos de largo y bajamos en la

    parada siguiente. La calle continuaba, pero ya no haba edificios

    altos. Era como si la ciudad se acabase all.

    - Aqu es dijo Fabin.

    - Aqu? delante nuestro solo haba una rotonda en medio

    de la carretera con una figura geomtrica hecha con barras de

    metal de color rojo.

    - A tu derecha, tonta me di la vuelta y vi la entrada a un

    cementerio. No me haba fijado en l, y eso que pareca bastante

    grande. La entrada principal daba a una avenida con panteones

    de piedra a ambos lados y una pequea capilla al fondo. Fabin

    dobl por uno de los callejones y me guio a travs del laberinto

    de tumbas. Iba mirando las fechas y vi que haba tumbas

    antiguas mezcladas con otras modernas. Pasamos junto a un

    monumento con un monolito en el centro que era mucho ms

    grande que los dems.

  • - 48 -

    - Jos Garca Barbn le -. Eso no es una calle?

    - Bueno, tambin era un seor dijo l.

    Quise replicarle, pero entonces llegamos a lo que quera

    mostrarme. Grit y retroced asustada al reconocer la escena de

    la escultura. Era una chica esculpida en mrmol con un

    esqueleto encapuchado de piedra asomando por su espalda y le

    rodendola con sus manos. Exactamente lo mismo que haba

    soado.

    - Cuando me contaste tu sueo me acord de esta tumba.

    - Cmo la conocas? Ese cementerio estaba alejado del

    centro. Quiz estuviera enterrada all su madre. Sin embargo,

    jurara que se sonroj.

    - Prefiero no decirlo - abr los ojos exageradamente.

    - No me digas que saqueabas tumbas? brome. Solo te

    faltara eso.

    - No exactamente. Pero no estamos aqu para eso.

    - Volveremos al tema, tenlo claro le advert con una

    sonrisa. Pero cuando me inclin sobre la placa con el nombre, se

    me borr de repente. Efectivamente, perteneca a La. La

    Soto lvarez. Aun no era medioda y ya me haba sorprendido

    un sinfn de veces. Los apellidos coincidan con los de mi

    abuela.

    No es posible, no tiene sentido me dije. Tena que ser una

    coincidencia. Que supiera, mi abuela no tena hermanas. Y

    sabamos que La era una nia rica, cuando mi abuela estaba

    claro que no lo era. Una pregunta aun peor me cay como un

    mazazo. Mi abuela era una asesina? Me estaba acelerando,

    tena que poner en orden mis pensamientos.

    - Por tu cara, dira que tienes algo que contarme dijo

    Fabin.

    - S, pero no saquemos conclusiones precipitadas dije,

    levantando las manos Mi abuela se llama Anta Soto

    lvarez.

    Fabin asinti, asumiendo la nueva informacin con su

    naturalidad habitual.

  • - 49 -

    - Es una opcin preguntarle directamente?

    - No! contest rpidamente. Si haba alguna pequea

    posibilidad de que fuera ella, no poda preguntarle si haba

    matado a su hermana a bocajarro - Y tiene que ser una

    coincidencia, son apellidos muy comunes aad. Sin embargo,

    no poda quitarme de encima la sensacin de que no hubiera

    sido casualidad haber encontrado el camafeo precisamente yo.

    - Bueno, entonces aqu ya hemos terminado se dio media

    vuelta para marcharse. Yo dirig una ltima mirada al rostro

    ptreo antes de seguirlo.

    Mientras esperbamos el autobs no hablamos y yo empec

    a pagar las consecuencias de no haber dormido. La cabeza se

    me iba e incluso llegu a cerrar los ojos aun estando de pie.

    Not la mirada de Fabin clavada en m y me gir hacia l.

    - Qu? le pregunt.

    - Tienes algo que hacer?

    - Supongo que no.

    - Ven conmigo.

    Por segunda vez ese da me cogi de la mano para que lo

    siguiera. Puedo seguirte sin que me remolques pens, pero en

    ese momento tal vez no pudiera. Me senta al borde de la

    inconsciencia. Entramos por lo que pareca la puerta principal,

    donde adems de los peatones se adentraba en el parque una

    carretera. Era la primera vez que vea algo as, aunque si me

    paraba a pensar, en Vigo haba coches en todas partes. Fuimos

    por la acera paralelos a esa carretera, mientras yo miraba a

    ambos lados, sorprendida porque era ms grande de lo que me

    haba parecido desde fuera.

    - Recurdame que te traiga el prximo otoo. Ahora ya se

    han cado las hojas, pero antes de eso, cuando cambian de color,

    es espectacular.

    Espero no estar aqu el prximo otoo pens, pero no lo

    dije en voz alta.

    Al final de esa carretera estaba la entrada a un pazo, que me

    cont Fabin que estaba acondicionado como museo. Pero no

  • - 50 -

    llegamos hasta el edificio principal. Nada ms entrar, me llev

    por un caminito a la derecha, junto a la muralla, que descenda

    un nivel y daba un pequeo espacio sombreado por dos

    grandes rboles. Uno de ellos, el ms cercano, tena un gran

    entramado de races cubiertas de musgo. A la izquierda

    gorgoteaba el agua en una fuente labrada en la piedra del

    propio muro.

    - Es precioso murmur. Fabin sonri y me puso una

    mano en la espalda, empujndome suavemente para que

    continuara andando. Al salir de aquella parte con rboles, haba

    una explanada de csped con un pequeo estanque en la parte

    ms alejada. Me acerqu a verlo. En el centro haba una isleta

    con una rplica del propio pazo y, justo al lado, un rbol que

    pareca de cuento. Tena un enorme agujero en el tronco, como

    la entrada a la casa de algn ser ferico. Me asom por el hueco

    para descubrir que el tronco tena toda la parte inferior vaca y

    que el encanto se rompa por el olor a orina. Desde luego, la

    gente no respeta nada pens.

    Cuando me di la vuelta, vi que Fabin estaba sentado en el

    csped y se haba quitado la chaqueta. Estaba extendida junto a

    l a modo de toalla.

    - Tmbate me inst. Hice lo que me deca y al momento

    me sent en la gloria. El final del otoo estaba siendo muy

    templado y no haba ni una sola nube, por lo que haca una

    temperatura muy agradable.

    - Ahora es cuando me cuentas qu ibas a hacer t a los

    cementerios dije. Fabin me mir torvamente. No te voy a

    dejar en paz hasta que lo hagas.

    - Me colaba con los amigos a hacer botelln respondi a

    regaadientes.

    - Vndalo murmur sonriendo, notando cmo me venca

    el sueo.

    En aquel pequeo jardn, resguardados del viento y el ruido

    de la ciudad y absorbiendo el calor de cada dbil rayo de sol,

    me qued dormida.

  • - 51 -

    Cuando abr los ojos, lo primero que vi fue la cara de Fabin

    cerca de la ma. Tambin se haba quedado dormido. No era de

    extraar, no recordaba haber estado tan a gusto en mi vida.

    Aprovech para mirarle bien. La primera vez que lo vi ya me

    haba parecido mono, pero cuanto ms lo miraba ms guapo

    me pareca. Tena unos rasgos harmnicos, todo estaba en su

    justa medida. Y su carisma mejoraba an ms el conjunto.

    Quiz le gustaba demasiado chincharme pero, en ese momento,

    con la expresin relajada y el sol arrancndole reflejos dorados

    del pelo, pareca un ser angelical. Mirarlo impeda que mi

    cerebro volviera a darle vueltas a los dems temas, as que

    decid no estropear el momento de paz y continuar hacindolo.

    Despus de un largo rato abri los ojos y me sonri al ver que

    ya estaba despierta.

    - Buenos das me dijo con voz soolienta, estirndose -

    Qu tal te ha sentado la siesta?

    Me sorprend a m misma siguiendo un impulso y

    lanzndome sobre l para besarle. Se tens, sobresaltado, pero

    en seguida me sigui la corriente y rodamos sobre la hierba. No

    s muy bien cmo nos pusimos en pie y, sin dejar de besarnos,

    subimos a trompicones unas escaleras hasta la parte superior

    del muro. Me arrastr hacia el interior de una garita. No haba

    nadie, pero poda aparecer algn paseante en cualquier

    momento y all estbamos resguardados de miradas curiosas.

    Se sent en la repisa de piedra y yo me sent a horcajadas sobre

    l. Continuamos cada vez ms frenticamente hasta que

    empez a desabrocharse el pantaln y yo di gracias por

    haberme puesto falda ese da y estar depilada. Me quit los

    leggins y los tir al suelo mientras l rebuscaba en su cartera y

    extraa un preservativo con expresin triunfal, como si hubiera

    llevado a cabo una gran hazaa. Lo mir con ternura un

    momento antes de volver a abalanzarme sobre l y terminar lo

    que haba empezado.

    Quince minutos despus me mora de vergenza. No era mi

    primera vez, haba tenido un novio formal el primer ao de

  • - 52 -

    universidad con el que haba tenido relaciones. Pero, desde

    luego, nunca en un parque a plena luz del da y con alguien a

    quien apenas empezaba a considerar un amigo. Era consciente

    de que me haba dejado llevar y estaba bastante segura de que

    no quera nada ms con l. Pero no saba qu decirle ni cmo.

    - Tienes un despertar excelente, me encanta me dijo con

    esa sonrisa suya. No quera borrrsela, pero quera dejar

    aquello claro.

    - Sabes que esto no implica nada ms, verdad?

    La sonrisa no desapareci, aunque me pareci verla

    flaquear. Me mir como intentando adivinar qu era lo que yo

    quera or.

    - Claro respondi al fin. Me tendi los leggins y termin

    de recomponerme.

    Tena briznas de hierba en la chaqueta, as que me sacud lo

    mejor que pude y luego le quit dos o tres del pelo a Fabin.

    Aunque segua sonriendo, me pareci ver tristeza en su mirada.

    Estaba segura de que yo le gustaba, pero no me haba parado a

    pensarlo antes de lanzarme. Haba cometido un error y

    empezaba a sentirme muy culpable.

    Nos volvimos a recostar sobre el banco que haca escasos

    minutos haba servido para fines menos castos.

    - Si mi abuela supiera lo que estoy haciendo en vez de ir a la

    universidad, me mata coment sin pensar. Entonces me di

    cuenta de lo que acababa de decir y me entr una risa histrica.

    Fabin me miraba como si temiera que fuera a perder la

    cabeza con todo eso. Me dije que ya le haba mostrado mi lado

    negativo. Era hora de ensearle una de mis pocas virtudes, no

    me iba a dejar llevar por la histeria. Otra vez.

    - En fin, vamos? me puse en pie y mir el reloj - Son ya

    las tres! exclam.

    - Tenas que haber ido a comer a casa?

    No, se supona que hoy coma en la universidad. Pero tengo

    hambre.

  • - 53 -

    - Comemos juntos? pregunt. Despus de lo que acababa

    de pasar no saba si sera apropiado, pero si mi intencin era

    continuar como si no hubiera pasado nada, tampoco poda

    distanciarme. Con naturalidad, me dije.

    - Claro. Dnde? No llevo mucho encima Y no voy a

    dejar que me invites! me adelant, ya que le vi a punto de

    replicar. l se rio.

    - Vale vale, Y si te invito pero sin pagar?

    - No irs a cocinar, no?

    - Por qu no?

    Porque es un gesto tierno e ntimo que no debera

    producirse cuando acabo de acostarme contigo y decirte

    despus que no quiero nada. Pese a eso, acab accediendo en

    aras de la naturalidad. Pens que me sentira incmoda, pero

    era imposible a su lado. Me llev por primera vez a su casa, un

    piso humilde encima de la cafetera de su padre. Aun as, era

    ms lujoso que la casa de mi abuela. Me dijo que su padre

    coma en el bar y su hermano sola desaparecer hasta la noche.

    Eso si no la pasaba tambin fuera, as que la cocina era nuestra.

    Su plato estrella result ser unos espaguetis con salsa de

    tomate. Nada del otro mundo, pero efectivo. Estaban muy

    buenos. Nos pasamos la tarde hablando de cualquier cosa que

    no fuera ni el fantasma ni nuestro desliz. Me cont, entre otras

    muchas cosas, que nuestros padres haban sido compaeros de

    clase y muy amigos, y que se lo haba dicho su padre cuando le

    cont que haba conocido a la nieta de la seora Anta. El da

    haba empezado mal, luego haba mejorado y pensaba que as

    iba a terminar, pero me equivocaba.

    Me acompa a casa, como siempre, y aprovech para

    explicarle mis planes para las inminentes vacaciones de

    navidad.

    - A finales de mes me marcho a Narbona para pasar las

    fiestas con mi familia.

    - Ah! Claro - pareca que no se le hubiese ocurrido esa

    posibilidad. - Y tu abuela?

  • - 54 -

    - La invitar